A T R O · por una vez la profundidad artística en esas imágenes en que se evoca -comoun nuevo...
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T E A T R OEl teatro frívolo: Una sentidanota n.ecrológicaPor Carlos MONSIVÁIS
UNIVERSIDAD DE MÉXICO
-Marnie
"sus veinte centavos ele Freud"
Entre los muchos temas que Ocho )'medio desarrolla está, naturalmente, elde la infancia de Fel1ini, y como éste hademostrado en todo su cine una auténtica nostalgia de la infancia (hay siempre en sus personajes principales un conmovedor o ridículo aire de niños grandes) , los mejores momentos del film sonquizá aquellos que se refieren a los "verdes años" del realizador. Fellini tieneuna vulgar y poética creencia en los mitos de la inocencia y la pureza de la niJiez y en todos los tópicos que la civilización cristiana ha elaborado sobre elniño. Pero esa creencia es genuina y esintensa, de ahí que el cineasta alcancepor una vez la profundidad artística enesas imágenes en que se evoca -como unnuevo Anteo y un nuevo Baco a la vezbañándose en el mosto de la uva, rodeado de la ternura de la casa materna odesafiando el castigo divino por ver bailar a la Saraghina, tan, llena de vida, dealegr,ía pánica y de poesía vulgar comoél. Se puede evocar -y algunos lo hanhecho ya- el Retrato de un artista adolescente, y hay en efecto una cierta semejanza en la manera como Joyce y Fellinievocan una infancia marcada por la condenación católica de la alegría, pero Fellini es menos sombrío, más mediterráneo y compasivo y humano que Joyce;es decir, nos habla de una infancia máscomún, de una especie de infancia colectiva, no la de un artista consciente desde el comienzo, un artista soberbio y solitario. La vanidad de Fellini va en otrosentido: en el sentido de demostrar quesu niñez fue, en cierro u10do, una niñezuniversal, que todos han vivido y cuyaemocionada evocación todos puedencompartir. A través del tópico, Fellinialcanza la sustancia mítica de la niñezy revela su inevitable poesía. Su archisa-biela pero real poesía. .
¿Es Ocho y medio una obra maestra?La obra maestra, así, en general, no existe, y quizá el arte modern<? com~n.zó eldía en que ~n~)S cuantos a!·tlstas h!c~eron
ese descubnffilento y se vieron aliViadosde esa obsesión. Ocho y medio es, simplemente, la obra maestra de Fellini.
Obra desigual, amorfa, visceral y cálida,abierta y no acabada, es una de las máslibres que posee un arte que se caracteriza por sus múltiples servidumbres.
MARNIE (Los infortunios de ...)
MIl'l'1Jie es el último producto lanzadoa la voracidad de las taquillas por esam¡íquina de hacer cine llamada AlfredHitchcock. Ya ante un film tan fundamentalmente deshonesto, mal realizado,atiborrado de lugares comunes y personajes de cajón, como era Los pájaTOs, tuvimos ocasIón de pír el coro de loas, interpretaciones morales, sociológicas, metafísicas y escatológicas de la crítica quecapitanean los Cahiers en todo el mundo.Ahora habrá que tratar de enfrentar nuevamente todo ese delirio de interpretación a lo que el film realmente es. Con¡\t[rm'IÍe Hitchcock retorna al melodramasicopoliciaco en el abominable estilo deRebeca, Cuéntame tu vida, La soga, Bajoel signo de capricornio, etcétera, etcétera. A fin de someter al espectador de asegurada fidelidad a toda la gama posiblede deliciosos escalofríos, "el mago delsuspenso" hace que Tippi Hedren, directamente salida del Harpers Bazaar,transite sin respiro la cleptomanía, la doble personalidad, la frigidez sexual, doso tres crisis de nervios, la zoofilia y otras"oscuras zonas del yo", para hacerla desembocar en el violento y catártico sicoanálisis final ante las cejas estereotipadas de un James Bond decididamente dedicado a la tranquilidad burguesa y a lareeducación de delincuentes. La tramaes infantil pero de ningún modo ingenua: Marnie es una bella muchacha,meticulosa ladrona de oficinas que utili-
iVluchas, muchas graciasque'rido público, esta nocheme han hecho la mujer másfeliz de toda mi vida.
-MARíA VICTORIA
El último verdugo del teatro frívolo mexicano fue la televisión. Acosado por elcine, vulnerado por la radio y el vodevil,vino a morir de un modo categórico antela tiranía de la implacable "pantalla casera". Ahora se sobrevive en dos heroicos santuarios, el Lírico y el Blanquita,que demuestran, pese a su relativo éxito económico, la escasa necesidad quemanifiestan por tales espectáculos cincomillones de habitantes. Los verdugos arteros fueron la censura política y la censura sexual. Limitado a un sketch inocuo, sin poder suscitar ya las más innobles y difundidas pasiones, el teatro frívolo se convirtió en un show prolongadode televisión, en un desfile inanimado decantantes, vicetiples más o menos redimibles y coreografías anteriores al movimiento. El refugio de lascivias menores, el lugar donde crecían las "ombliguistas", el Tivoli, fue desechado por el
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za sus encantos y su aire de "personaformal" para engañar a los hombres yevitar todo contacto con ellos. ~o es suculpa, porque su madre no la qUiere. Decuando en cuando monta a caballo conuna liberada alegría que cualquier~ quetenga sus veinte centavos de ~reud. mterpretará unívocamente. Un dla aClago ?feliz un hombre se le cruza en el camlno, la sorprende con las manos en l~masa y se casa con ella, porq1;1e la amay porque quier~ volverla. al Bien y. a laDecencia. Al fmal, mediante un f1as~back 'granguiñolesco, de un expresionI:mo licuescente, en el que no falta todala parafernalia de t~uenos y relámpagosque creía,mos para siempre e~terrada enel castillo de Udolfo, Marme sufre unsaludable shock Clue la remite al terribleepisodio de su !llñez qu.e causara, todassus ... digamos Irregulandades, aSI ~omola cojera y la amargura de s~ ~ama. EnHitchcock, cuya fama de teCnICO excelente nadie niega, el truco es cada vezmás visible e ineficaz. Todo lo que yano se debe hacer con la cámara, en eldepar-tamento de. ~ontaje, en el lab~ratorio, todas las VIejaS recetas ~e .un CI~e"visual", del que incluso Duvlvler (i ll1
c1uso Duvivier!) se ha reído en E,l ~antode Enriqueta, surgen en esta chITnantemaquinaria de meter mi~do o hacer. ~orar a las señoras clorótlcas y las nll1aslinfáticas: planos teñidos en rojo, palpitaciones de la cámara, primeros planossorpresivos, and more, and m01'e ... Lopeor de todo es que ni la más leve sonrisa irónica, ningún gag que revelara unacierta inteligente distancia de Hitchcockante este asunto, atraviesa por el film, ysu desarrollo es lento, indeciso y pomposo, y de una fealdad visual irritante.
ritmo de una ciudad que debe urbanizarsu provincianismo. Al arrasar al Tivoli(el "tiburón" del caló citadino) , la pico
ta se llevó consigo el folklore desnudistay al ínfimo strip-tease. "Harapos", Willyy Chicho fueron los últimos profetas dela grosería absoluta que rendía un homen:~je a la viva procacidad de la "ga-yola. '
Quizá sea Salvador Novo el más puntual relator de este teatro que ahora seextingue. Dice Novo: "Restituido a México en 1917, sería yo desde entonces testigo de los cambios no todos favorables,inflictos al teatro por la ya apaciguadaRevolución.
"El más importante de estos cambios:el auge del teatro frívolo, y con él la esperanza, desgraciadamente frustrada, deUll teatro nacional popular por su arrai·go, se origina en varias circunstanciasambientales: un pueblo que acaba desacudirse con violencia la dictadura y alos "ricos", anhela divertirse: y qué mejor que riéndose de los ricos y de las dictaduras, cualquiera sea su resurrecciónen los nuevos gobernantes o en las medidas que ellos tomen. Nace un teatro
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"la burguesía naciona.l, j'ecién co'/lSolidada."
político -no en los grandes, aristocdl'ticos teatros ahora arrumbados, sin habi·tantes importados ni clientela enjoyada y de abono: si no en las carpas o enlos jacalones: El Apolo, el María Tepache, el Lírico. Con parodias como El Tcnorio JV[odenústa; con sil tiras como ElPaís de los Cartones; y en la creación,por Ji n, de "tipos" a todos familiares ygustosos, como el indio ladino, el ranchero, la gata, el gendarme: personajes denuestra "Comedia del Arte" que hallarÍ<tn a Saturno personificación próspera en "el Cua tezón Beristáin" con "lapingüica" Rivas Cacho: en Roberto Sotoy Delia Magaí'ía, y por fin en Cantinflas".
A continuación, Novo da razones paraexplicar la muerte del teatro frívolo ycentra su argumentación en el hecho deque la radio (y el cine y la TV), al noexigir demasiado a sus participantes,acabaron por exterminar el espíritu queanimaba el sketch: "¿Para qué quebrarsenadie la cabeza con escribir siquiera unguión? Por otra parte, los cónticos, queempezaban a ganar con el raclia, luegocon los discos y ahora con la televisiónlo que nunca en el teatro, ¿por qué ibana tomarse el trabajo de aprenderse y ensayar una obra, y por el poco dinero queel tea tro ha dado siempre?"
Sin ignorar la validez de esta fundamentación económica de un deceso teatnd, creemos que hay razones complementarias que también influyeron engran medida. Después del cardenismo yel callismo, cuando Beristáin personificaba al "nuevo rico" y Roberto Soto, porsu similitud física con Morones, extre-
maba la burla al sindicalismo oficial, sobrevino el avilacamachismo y el país dioun enorme salto, un salto dialéctico. YaCantinflas había reproducido en el "cantinflismo" y por intuición genial, lasfórmulas de la demagogia imperante yhabía elaborado un caos verbal que lasCámaras Legislativas repetían y anticipaban en forma alternada. Pero de pronto, la burguesía nacional, recién consolidada, reafirmada, decidió que era el preciso instante en que debía tomarse en serio. Ya estaba harta de que esos comicuchos la insultaran y la vejaran. Su flamante respetabilidad exigía el olvido desu pasado inmediato, de su padre que erapeón acasillado y de su abuelo que murió ahorcado por abigeo y de él mismo, que de peluquero del Jefe Máximohabla devenido en generoso millonario.No era momento para burlas. El destino de una patria -que intervenía enuna guerra mundial- estaba en sus manos y el burgués no toleraría excesos humorísticos que perjudicaran o resquebrajaran la imagen ideal que le ofrecíaun espejo complaciente, el de la Seguridad Nacional. Por eIJo, a partir delavilacamachismo se inicia una censurapolítica que irá minando las bases populares del teatro frívolo. La otra censura, la sexual, emerge cuando el Burgués ya próspero y sereno, certifica quelas atrocidades de una Revolución deraptos y zafarranchos no fueron suyas, yque advierte además la premiosa necesidad de imponer la austeridad, el orden, la decencia.
Cuando se prohíbe el di<'tlogo de albu-
res" la intervención del público en la leperada, se suspende el fermento vital delteatro frívolo. Cantinflas emigra al ciney se hace evidente la decadencia de Roberto Soto, advienen turbamultas de cómicos más o menos insignificantes, máso- menos deleznables.
El único de ellos con personalidad inicial 'es Tin-Tan. Puede ser "protesta inconsciente contra el pochismo"; lo másseguro es que sea su glorificación. JesúsMartínez "Palillo" también merece uncapítulo especial. Superhombre del Líl'ico, triunfa por la baratura humorísticade su muy elemental y biliosa críticapolítica. Héroe primero, termina en lagritona provocación y sus mil y un fracasos recientes, sus procesos, suspensiones y multas, son el claro signo de queen el teatro frívolo no se podrá criticarm,ís a nuestro establishment. Lo primeroque desapareció fue la tradición de iconodastia vulgar.
Con el Margo concluye definitivamente la vitalidad del teatro frívolo. D,í.masoPérez Prado y María Victoria son los dioses finales de un olimpo acanallado ycervecero. Las "colas" para oír al Rey delMambo no tienen parangón y MaríaVictoria es la última criatura de la "gayola". La "gayola", la galería, ese monstruo combativo, de fácil ingenio, que conobscenidades admirativas eleva a su última gran figura, no volverá a gozar deese poder omnímodo. Las buenas costumbres, los inspectores de espectáculos,la domesticación del público, terminancon su fuerza impar.
Antes ha muerto Lucha Reyes y conla desaparición de Pedro Infante, termina uno, el más notable, periodo heroico. Lo que se sigue son ídolos menores,tronos efímeros que comparten las sinf011olas, la Revista Musical N escafé y eltea tro frívolo. El arrabal puede amotinarse y venerar brevemente a Marco Antonio Muñiz, Enrique Guzmán o SoniaLópez. Pero esas modas no hacen verano; carecen del aliento consagrador, sacralizador del mito. Queda así el teatrofrívolo como un carnaval del aburrimiento fácil, como edén de vicetiples ytríos románticos.
También ha perdido ya el teatro frívolo -de hecho con la huida de Cantillflas- una función 'eapital: renovar ellenguaje. Este cometido que la carpacumplió espléndidamente y que Berist,íin, la Wilhelmy, la Rivas Cacho, Sotoe incluso Tin-Tan desempeñaban conahínco, al adecentarse el teatro frívolo,al exigirse un lenguaje propio para familias (ese vocabulario mí!1im.o de cincuenta palabras del comUlllcatlvo hoga.rtípico) , se perdió. Las palabras se petnficaron y ya sólo, por conducto de losespect,í.culos, nos llegan mínimos agregados a nuestra "riqueza verbal". Y éstosderivan en su inmensa mayoría de loscomerciales. ("Tan buena la grandecomo la chiquita", "La rubia de categ~
ría", las expresiones que hoy nos enrIquecen). Es decir, de una transfor~a
ción cualitativa que ejercían los cómICOShemos pasado a una lenta, miserabletransforluación cuantitativa. Se han idodefinitivamen te las épocas en que loscómicos y sus. "patiños" decidían en frase jacobina "¡El lenguaje: he allí el enemigo!", y se lanzaban para penetrar ymodificar su solemne inmutabilidad. Esta funcián hoy queda en manos delcomic (La familia Burrón el úni.co ejemplo digno) y de hélas', los scnpts wntcn de televisión.