A Sangre y Fuego - Manuel Chaves Nogales - Introduccion de Maria Isabel Cintas

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Libros del Asteroide a Manuel Chaves Nogales A sangre y fuego Héroes, bestias y mártires de España Introducción de María Isabel Cintas Primeras-2248.qxp:Primeres pàginas 13/4/11 16:49 Página V

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Guerra civil española

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Libros del Asteroidea

Manuel Chaves NogalesA sangre y fuegoHéroes, bestias y mártires de EspañaIntroducción de María Isabel Cintas

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Primera edición en Libros del Asteroide, 2011

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizaciónescrita de los titulares del copyright, bajolas sanciones establecidas en las leyes, la reproduccióntotal o parcial de esta obra por cualquier medioo procedimiento, incluidos la reprografía yel tratamiento informático, y la distribución deejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

© Herederos de Manuel Chaves Nogales

© de la introducción, María Isabel Cintas, 2011© de esta edición: Libros del Asteroide S.L.U.

Fotografía de cubierta: España. Ministerio de Cultura. Centro Documental de la Memoria Histórica (Archivo Agustí Centelles, Desfile en Barcelona, 1936).

Publicado por Libros del Asteroide S.L.U.Avió Plus Ultra, 2308017 BarcelonaEspañawww.librosdelasteroide.com

ISBN: 978-84-92663-40-8Depósito legal: B. 15.511-2011Impreso por Reinbook S.L.Impreso en España - Printed in SpainDiseño de colección y cubierta: Enric Jardí

Este libro ha sido impreso con un papel ahuesado,neutro y satinado de ochenta gramos y ha sidocompaginado con la tipografía Sabon en cuerpo 11.

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Índice

Introducción de María Isabel Cintas ix

Fotografías xxi

A sangre y fuego 1

Prólogo 3¡Massacre, massacre! 13La gesta de los caballistas 15Y a lo lejos, una lucecita 75La Columna de Hierro 105El tesoro de Briesca 135Los guerreros marroquíes 161¡Viva la muerte! 187Bigornia 215Consejo obrero 255

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Introducción

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En el fuego cruzado

Demócrata antes de cualquier otra consideración políti-ca; enemigo de los extremismos de izquierdas y dere-chas; partidario del diálogo que había sido pisoteadopor ambos bandos contendientes; herido en su alma porla contemplación de la masacre causada por la guerra,Manuel Chaves Nogales defiende una postura que muypocos se atrevían a defender en el momento: encuentraque, por encima de todos los problemas que acosaban ala sociedad, dos fuerzas se habían enfrentado en el sue-lo español para imponer sus criterios, ambas extrañas alpaís y ambas seno de acogida de todo tipo de seres deplo-rables, que se amparaban en los miles de combatientes,de uno y otro lado, que actuaban movidos por convic-ciones, ellos sí. Dos ideologías, foráneas ambas, prepo-tentes y ambiciosas, que utilizaron el suelo español paramedir sus fuerzas y dirimir sus diferencias. Eran estasfuerzas el Imperio contra la Revolución, fascismo contracomunismo y anarquismo. Hitler contra Stalin. Y enmedio, el español inerme, que estaba sufriendo en sus car-nes el envite brutal que causó, sobre la pérdida de tantas

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vidas humanas, el inmenso dolor de la guerra. Por elloinsistía en que, fuera cual fuese el resultado, el triunfo seasentaría sobre la sangre de los inocentes, los propiosespañoles.

Permaneció en España hasta que sintió que todo esta-ba perdido. Había trabajado como director de Ahora,periódico de ideología moderada incluso cuando fueincautado por las Juventudes Socialistas Unificadas,haciendo con ello el último intento de colaborar en la solu-ción del conflicto que se había enconado con el levanta-miento de Franco contra la República legítimamente ins-taurada. Continuó informando hasta mediados denoviembre de 1936, tras la puesta en marcha de la Jun-ta de Defensa de la capital y los terribles bombardeos delos rebeldes sobre la población civil. Salió al exilio con loque llevaba encima, acompañado de su familia, que des-de julio le esperaba en Barcelona. En París contactó conpersonajes de embajadas hispanoamericanas y publicó enla editorial chilena Ercilla, en 1937, la obra literaria quehabía escrito entre los últimos días de España y los pri-meros del exilio, y que contiene nueve novelas cortasreferidas a la Guerra Civil española: A sangre y fuego.Héroes, Bestias y Mártires de España. Nueve novelascortas de la guerra civil y la revolución.

La salida al exilio debió producirse a mediados denoviembre. En Barcelona se reunió con su familia, que sehabía alojado para la espera en casa de Gonsanhi, fotó-grafo de Ahora. Una hija de Gonsanhi acababa de morira causa de una tuberculosis y su dormitorio lo ocupóuna de las hijas de Chaves, Pilar. Salieron en tren para

XII INTRODUCCIÓN

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París. Nada más llegar se alojaron en dos habitaciones deuna pequeña pensión propiedad de Madame Cahiet. Allíse escribieron los relatos que venían pergeñados desdeEspaña. Manuel intentaba publicarlos en la prensa fran-cesa y salía cada día a recorrer agencias y entrevistarse conamigos de la profesión a los que ya conocía de anterio-res estancias. Y alternaba esta ocupación con visitas alhospital del doctor Katz, donde comenzaron a hacerlavados de estómago a su hija Pilar, que enfermó de latuberculosis que finalmente había contraído en Barcelo-na, al tiempo que se encargaba de que la joven se animaraa ingerir unas terribles bolas de carne de caballo crudasque, junto con las inyecciones de «sales de oro», consti-tuían su tratamiento. Y la chica mejoró, ya que su padrerequirió su colaboración como traductora para acudir aLondres a entrevistarse con Luis de Baeza, corresponsalde Ahora en la capital inglesa, quien junto a su compa-ñera, Dolores Harding, realizaba la traducción al inglésde los relatos para darles salida en el mercado editorialy en la prensa. El libro debió ser compuesto en la celeri-dad de la partida al exilio, ya que su autor estaba enEspaña todavía en noviembre de 1936 y el prólogo apa-rece datado entre enero y mayo del año siguiente. Sus epi-sodios fueron conocidos de cerca por el periodista einmediatamente escritos. Sus personajes, tomados de lavida, en ocasiones aparecen con nombres ficticios. Losacontecimientos que se narran no dejan lugar a la fantasía;todo lo que se cuenta está sacado de la realidad, de la pro-pia realidad personal del escritor y lo que había visto yoído en sus últimos días en España, y de las noticias quele llegaban al exilio parisino, traídas por otros exiliadosa los que sus ideas democráticas y republicanas arras-

INTRODUCCIÓN XIII

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traron a los arrabales de París. De ahí su grandeza: sercapaz de conservar la calma, de ejercer la reflexión, enmedio de la conflictiva situación que junto a su familiaestaba viviendo.

La nómina de autores contemporáneos a los hechos queescogieron en su momento como tema literario episodiosde la Guerra Civil española de 1936-1939 es larga yconocida. El contundente título, A sangre y fuego, res-ponde a condicionamientos de la coyuntura. Casi todoslos autores que cultivaron este género de urgencia, quese sitúa entre la crónica periodística y el relato con algúnque otro elemento de ficción, aunque fuertemente apo-yado en la realidad, debieron experimentar parecidos sentimientos a la hora de titular sus trabajos: sólo un len-guaje exaltado, una sensibilidad lingüística desbordada,sería capaz de expresar lo que se quería transmitir. Y sóloa través de este lenguaje extremado se llegaría a poderretratar la violencia de los acontecimientos que se vi -vían. El lenguaje comedido habría que dejarlo para oca-siones en que los ánimos no estuvieran acosados por laconstante descarga emocional que producían en los ciu-dadanos los acontecimientos a los que se veían expues-tos. Hay ejemplos, como España a hierro y fuego, deAlfonso Camín; Valor y miedo, de Arturo Barea; Entredos fuegos, de Antonio Sánchez Barbudo o Sangre en lamina, del vasco Pedro de Basaldúa, entre otros relatoscoyunturales.

Pero los nueve relatos que componen A sangre y fuegoestán dotados de una intensidad vital y un dramatismoque presenta grandes dotes de contención. Con un len-

XIV INTRODUCCIÓN

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guaje exaltado tan sólo en el título, pero sobrio y direc-to en los relatos, está desprovisto de adornos innecesarios,es a veces esperpéntico, a veces barojiano, pero siemprepreciso y directo. Por otro lado, estas novelas breves,que explicitan de una forma tan contundente la situa-ción que se vivía en España, tuvieron una buena difusiónen Europa, donde era importante y continua la deman-da de noticias de la situación española para ser dadas aconocer en la propia Europa y en América Latina. Y,aunque se trata del mismo texto, muy distinta fue la tra-yectoria seguida por la publicación de los relatos enperiódicos, espacio natural para el que fueron compues-tos. En América del Sur, ya en enero de 1937, aparecieronen La Nación de Buenos Aires, coincidiendo práctica-mente con la llegada de Chaves a París. En el periódicofrancés Candide se publicó en abril de 1937 un relato quese titulaba «Le jeu de massacre», con el que se iniciaba laserie de los que forman A sangre y fuego. La revista mexi-cana Sucesos para todos los publicó en los últimos mesesde 1937. En enero de 1938 aparecieron en The EveningStandard, en traducción de Luis de Baeza y D. C. F. Har-ding. Y hasta Nueva Zelanda llegó la divulgación de losrelatos de la guerra, que se publicaron en el semanario demás amplia difusión del estado, el Weekly News, entre abrily agosto de 1938.

Pero también salieron ediciones en libro, como la yacitada de Chile en 1937, así como la de Nueva York delmismo año, titulada Heroes and Beasts of Spain; y un añodespués la versión de Londres-Toronto, que llevaba portítulo And in the Distance a Light, que contiene los mis-mos nueve relatos, pero el que aquí aparece en primerlugar es el que da título a la edición. A partir de enton-

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ces el libro, desconocido en España, estuvo perdido porlibrerías de viejo y olvidado, al igual que su autor, que ape-nas se salvaba con las reediciones de Alianza de JuanBelmonte, matador de toros. Tras largos años de silencio,en 1993, se recogió en la Obra Narrativa Completa deChaves Nogales que publicó la Diputación de Sevilla. Ydesde entonces, en una lenta reivindicación del perio-dista, sus obras han conocido variadas ediciones.

A la vista de la amplitud geográfica de la publicación,de Chile a Canadá, de Inglaterra a Nueva Zelanda, hemos de concluir que fue a través de esta obra —y antesde otros hitos de las letras universales como L’Espoir, deMalraux (diciembre de 1937), el Homenaje a Cataluña,de Orwell (1938), y For Whom the Bell Tolls, de Heming-way (1940), y los trabajos de los corresponsales extran-jeros desplazados a España para informar—, como elmundo conoció los acontecimientos que aquí estabanocurriendo. Por ello, el hecho de ser traducida al francésy al inglés y editada en tres continentes nos inclina a pen-sar que estamos ante una obra importante. Su autor,periodista republicano recién salido al exilio, hace lo queera habitual en su trabajo: recoger lo que contaba la gen-te que vivía los acontecimientos. La genialidad está enhacerlo con una prosa limpia, escueta, y en presentar élmismo una postura liberal, abiertamente en contra de laopresión y la rebelión franquista, pero también desprovistadel encono, la rabia y la ofuscación que aparece en otrosrelatos de guerra y que quitan valor a lo dicho, una vez quehan pasado las efervescencias partidistas de los primerosmomentos. Son, pues, la ecuanimidad y la independenciade las que hace gala el periodista, las que dan perennidadal relato y lo sitúan por encima de pasiones encontradas.

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Este aspecto de la personalidad de Chaves Nogales es talvez el más destacado de su quehacer profesional, si losituamos en el momento en que el libro fue compuesto. Suvisión, clara, contundente y analítica en el centro mismode los acontecimientos es algo inusual en el panorama denuestra historia más reciente. Por si había que clarificarmás, el prólogo que acompaña al libro es un auténticomanifiesto de equilibrio y una lección de cordura. Nosobra de él ni una línea. La explicación de la situación espa-ñola, y la postura en esa situación de un periodista repu-blicano, defensor de la República, de la democracia y delparlamentarismo, que ha de salir al exilio empujado porlos odios de uno y otro bando que se concentran en su per-sona, no puede ser más ejemplar. Es el hombre devoradopor las posturas extremistas, símbolo sin proponérselode una España cuya piel desgarraban para adueñarse deella dos enemigos en contienda: los rojos y los azules, losbolcheviques y los nazis, los extremistas proletarios y los cavernícolas. La Revolución y el Imperio, como sus-tento ideológico de ambas partes en la concepción deChaves. Contienda equivocada cuyas consecuencias toda-vía no ha dejado de pagar España.

En la «Nota del editor» de la edición de Ercilla (Santiagode Chile, 1937) se leía: «Chaves Nogales jamás ha militado en un partido político. Su credo es la democra-cia. Cree en la libertad política y detesta toda clase de dic-taduras, tanto la fascista como la comunista, igual laracista que la proletaria. Por sostener que es necesario elcontrol de la opinión pública sobre los asuntos públi-cos, siempre ha tratado de suscitar en España el interésde las masas por los más graves problemas sociales ypolíticos del momento. (...) Chaves Nogales, avizorando

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los acontecimientos que iban a producirse en su país,abrió campaña contra los extremismos de lado y lado, tra-tando de pacificar los espíritus, como medio de impedir laguerra civil que todo hombre alerta sabía inminente». Ycomo la guerra llegó sin que pudiera evitarse, como opi-naba un crítico de The Evening Standard en una colum-na titulada «Heroes and Beasts», Chaves Nogales pinta laguerra tal como es. No la hace bonita, cortés o cómoda.Él dice la verdad, y como es un observador implacable, laverdad, tal como él la cuenta, es inolvidable.

Chaves Nogales se definió a sí mismo como «intelectualliberal». Era el suyo un trabajo de periodista siempre alservicio de la República y ese trabajo estaba presidido porla reflexión, no realizado a la ligera. Y se declara liberal.Quizá en ello esté la parte de su esencia más difícil de cum-plir y que se presentaba con más devastadoras conse-cuencias. Porque la palabra liberal no debe ser manipu-lada; ya Larra, maestro espiritual para Chaves, cuyonombre usó como simbólico en su adscripción a la Maso-nería, había dicho: «Ser liberal en España es ser un emi-grado en potencia». Y las raíces de ese liberalismo sehundían en los ilustrados que habían seguido una líneade actuación muy castigada en España: Blanco White,Olavide, el propio Larra… Personas que defendían ellibre desarrollo de la personalidad, la autonomía de pen-samiento, la capacidad de decisión independiente y sobe-rana, como parte esencial del ser humano. Y esta auto-nomía había de ser ejercida desde el diálogo y la tole-rancia, tras la puesta en marcha del libre raciocinio y lano menos libre actuación del contraste de pareceres. Fue

XVIII INTRODUCCIÓN

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liberal como tantos otros españoles de su tiempo (Salvadorde Madariaga, Gregorio Marañón, Luis Araquistáin,José Castillejo, Josep Trueta, Pablo de Azcárate, LuisCernuda, Manuel Azaña, Francisco Ayala y tantos otros),compendio de una serie de características inconfundi-bles y decididas, muy alejadas de los presupuestos quemanejan muchos de los que hoy se dicen liberales y lo rei-vindican. Porque como decía Francisco J. Laporta en unafortunado y clarificador artículo* «el liberal es veraz,independiente, imparcial y limpio».

«Ciudadano de una república democrática y parla-mentaria.» Eso dice de sí mismo el autor en el prólogo deeste libro que no necesita de otro prólogo. A sabiendasde mi incursión en un territorio suficientemente explíci-to en sí mismo, quiero hacer hincapié en la visión queChaves tenía del pueblo español como pueblo adulto.Este pueblo, que no queriendo la guerra, había pedidoinsistentemente la paz. Pacifista convencido él mismo,no dejó de clamar por ella. Vio claro que España no seríanunca ni comunista ni fascista. El 6 de enero de 1939, yaen el exilio, había dirigido una carta a Alfredo Mendizábaladjuntándole una copia firmada de un «Manifiesto porla paz» que decía entre otras cosas: «Un grupo de espa-ñoles, que por hallarse en tierra extranjera han podidoconservar la libertad de expresión que hoy falta a casitodos sus compatriotas, tiene la firme convicción de queexpresa el sentir de la casi totalidad de los españoles aldirigirse a los jefes de ambas partes contendientes parapedir la paz. Queremos la paz porque es menester que cesela tortura de España. Vamos camino del cuarto año de la

INTRODUCCIÓN XIX

* Francisco J. Laporta, «Ser liberal», El País, 18 de marzo de 2006.

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guerra civil más atroz que la historia conoce. Los muer-tos son innumerables, los enfermos del cuerpo y de lamente, los niños nacidos y crecidos en la necesidad, todoel déficit biológico que la guerra ha infligido a España esya tan espantoso que las consecuencias de aumentarlosobrepasan con mucho las peores que unos u otros pue-dan temer de una paz sin victoria.

»Queremos la paz porque la ruina económica a que laguerra ha reducido a un país próspero y rico, a un paísque, salvo alguna que otra sombra en su cuadro, era delos más felices de la tierra, es tan grande, que el aumen-tarla es mucho más grave que el peor de los inconve-nientes que de una paz inmediata puedan desprendersesegún el sentir de uno u otro… »

El desenlace es de todos conocido. Y para el propio perio-dista, este desenlace de los hechos vino a confirmar laspalabras finales de Daniel, protagonista del episodio titu-lado «Consejo obrero» y trasunto de sí mismo, partidariodel diálogo y de la causa de la libertad, aspirante a vivir librey en paz, despreciado por ambos bandos precisamente por«miedo a la libertad». Era pues el propio Chaves Nogalesquien manifestaba en el cierre del libro su opinión sobre losacontecimientos que se estaban desarrollando, al tiempo queexplicaba las razones de su salida de España. Porque habíauna razón suprema para este abandono: «Su causa, la de lalibertad, no había en España quien la defendiese».

MARÍA ISABEL CINTAS

Tomares, abril de 2011

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guaje exaltado tan sólo en el título, pero sobrio y direc-to en los relatos, está desprovisto de adornos innecesarios,es a veces esperpéntico, a veces barojiano, pero siemprepreciso y directo. Por otro lado, estas novelas breves,que explicitan de una forma tan contundente la situa-ción que se vivía en España, tuvieron una buena difusiónen Europa, donde era importante y continua la deman-da de noticias de la situación española para ser dadas aconocer en la propia Europa y en América Latina. Y,aunque se trata del mismo texto, muy distinta fue la tra-yectoria seguida por la publicación de los relatos enperiódicos, espacio natural para el que fueron compues-tos. En América del Sur, ya en enero de 1937, aparecieronen La Nación de Buenos Aires, coincidiendo práctica-mente con la llegada de Chaves a París. En el periódicofrancés Candide se publicó en abril de 1937 un relato quese titulaba «Le jeu de massacre», con el que se iniciaba laserie de los que forman A sangre y fuego. La revista mexi-cana Sucesos para todos los publicó en los últimos mesesde 1937. En enero de 1938 aparecieron en The EveningStandard, en traducción de Luis de Baeza y D. C. F. Har-ding. Y hasta Nueva Zelanda llegó la divulgación de losrelatos de la guerra, que se publicaron en el semanario demás amplia difusión del estado, el Weekly News, entre abrily agosto de 1938.

Pero también salieron ediciones en libro, como la yacitada de Chile en 1937, así como la de Nueva York delmismo año, titulada Heroes and Beasts of Spain; y un añodespués la versión de Londres-Toronto, que llevaba portítulo And in the Distance a Light, que contiene los mis-mos nueve relatos, pero el que aquí aparece en primerlugar es el que da título a la edición. A partir de enton-

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Primeras-2248.qxp:Primeres pàginas 13/4/11 16:49 Página XV

ces el libro, desconocido en España, estuvo perdido porlibrerías de viejo y olvidado, al igual que su autor, que ape-nas se salvaba con las reediciones de Alianza de JuanBelmonte, matador de toros. Tras largos años de silencio,en 1993, se recogió en la Obra Narrativa Completa deChaves Nogales que publicó la Diputación de Sevilla. Ydesde entonces, en una lenta reivindicación del perio-dista, sus obras han conocido variadas ediciones.

A la vista de la amplitud geográfica de la publicación,de Chile a Canadá, de Inglaterra a Nueva Zelanda, hemos de concluir que fue a través de esta obra —y antesde otros hitos de las letras universales como L’Espoir, deMalraux (diciembre de 1937), el Homenaje a Cataluña,de Orwell (1938), y For Whom the Bell Tolls, de Heming-way (1940), y los trabajos de los corresponsales extran-jeros desplazados a España para informar—, como elmundo conoció los acontecimientos que aquí estabanocurriendo. Por ello, el hecho de ser traducida al francésy al inglés y editada en tres continentes nos inclina a pen-sar que estamos ante una obra importante. Su autor,periodista republicano recién salido al exilio, hace lo queera habitual en su trabajo: recoger lo que contaba la gen-te que vivía los acontecimientos. La genialidad está enhacerlo con una prosa limpia, escueta, y en presentar élmismo una postura liberal, abiertamente en contra de laopresión y la rebelión franquista, pero también desprovistadel encono, la rabia y la ofuscación que aparece en otrosrelatos de guerra y que quitan valor a lo dicho, una vez quehan pasado las efervescencias partidistas de los primerosmomentos. Son, pues, la ecuanimidad y la independenciade las que hace gala el periodista, las que dan perennidadal relato y lo sitúan por encima de pasiones encontradas.

XVI INTRODUCCIÓN

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Este aspecto de la personalidad de Chaves Nogales es talvez el más destacado de su quehacer profesional, si losituamos en el momento en que el libro fue compuesto. Suvisión, clara, contundente y analítica en el centro mismode los acontecimientos es algo inusual en el panorama denuestra historia más reciente. Por si había que clarificarmás, el prólogo que acompaña al libro es un auténticomanifiesto de equilibrio y una lección de cordura. Nosobra de él ni una línea. La explicación de la situación espa-ñola, y la postura en esa situación de un periodista repu-blicano, defensor de la República, de la democracia y delparlamentarismo, que ha de salir al exilio empujado porlos odios de uno y otro bando que se concentran en su per-sona, no puede ser más ejemplar. Es el hombre devoradopor las posturas extremistas, símbolo sin proponérselode una España cuya piel desgarraban para adueñarse deella dos enemigos en contienda: los rojos y los azules, losbolcheviques y los nazis, los extremistas proletarios y los cavernícolas. La Revolución y el Imperio, como sus-tento ideológico de ambas partes en la concepción deChaves. Contienda equivocada cuyas consecuencias toda-vía no ha dejado de pagar España.

En la «Nota del editor» de la edición de Ercilla (Santiagode Chile, 1937) se leía: «Chaves Nogales jamás ha militado en un partido político. Su credo es la democra-cia. Cree en la libertad política y detesta toda clase de dic-taduras, tanto la fascista como la comunista, igual laracista que la proletaria. Por sostener que es necesario elcontrol de la opinión pública sobre los asuntos públi-cos, siempre ha tratado de suscitar en España el interésde las masas por los más graves problemas sociales ypolíticos del momento. (...) Chaves Nogales, avizorando

INTRODUCCIÓN XVII

Primeras-2248.qxp:Primeres pàginas 13/4/11 16:49 Página XVII

los acontecimientos que iban a producirse en su país,abrió campaña contra los extremismos de lado y lado, tra-tando de pacificar los espíritus, como medio de impedir laguerra civil que todo hombre alerta sabía inminente». Ycomo la guerra llegó sin que pudiera evitarse, como opi-naba un crítico de The Evening Standard en una colum-na titulada «Heroes and Beasts», Chaves Nogales pinta laguerra tal como es. No la hace bonita, cortés o cómoda.Él dice la verdad, y como es un observador implacable, laverdad, tal como él la cuenta, es inolvidable.

Chaves Nogales se definió a sí mismo como «intelectualliberal». Era el suyo un trabajo de periodista siempre alservicio de la República y ese trabajo estaba presidido porla reflexión, no realizado a la ligera. Y se declara liberal.Quizá en ello esté la parte de su esencia más difícil de cum-plir y que se presentaba con más devastadoras conse-cuencias. Porque la palabra liberal no debe ser manipu-lada; ya Larra, maestro espiritual para Chaves, cuyonombre usó como simbólico en su adscripción a la Maso-nería, había dicho: «Ser liberal en España es ser un emi-grado en potencia». Y las raíces de ese liberalismo sehundían en los ilustrados que habían seguido una líneade actuación muy castigada en España: Blanco White,Olavide, el propio Larra… Personas que defendían ellibre desarrollo de la personalidad, la autonomía de pen-samiento, la capacidad de decisión independiente y sobe-rana, como parte esencial del ser humano. Y esta auto-nomía había de ser ejercida desde el diálogo y la tole-rancia, tras la puesta en marcha del libre raciocinio y lano menos libre actuación del contraste de pareceres. Fue

XVIII INTRODUCCIÓN

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liberal como tantos otros españoles de su tiempo (Salvadorde Madariaga, Gregorio Marañón, Luis Araquistáin,José Castillejo, Josep Trueta, Pablo de Azcárate, LuisCernuda, Manuel Azaña, Francisco Ayala y tantos otros),compendio de una serie de características inconfundi-bles y decididas, muy alejadas de los presupuestos quemanejan muchos de los que hoy se dicen liberales y lo rei-vindican. Porque como decía Francisco J. Laporta en unafortunado y clarificador artículo* «el liberal es veraz,independiente, imparcial y limpio».

«Ciudadano de una república democrática y parla-mentaria.» Eso dice de sí mismo el autor en el prólogo deeste libro que no necesita de otro prólogo. A sabiendasde mi incursión en un territorio suficientemente explíci-to en sí mismo, quiero hacer hincapié en la visión queChaves tenía del pueblo español como pueblo adulto.Este pueblo, que no queriendo la guerra, había pedidoinsistentemente la paz. Pacifista convencido él mismo,no dejó de clamar por ella. Vio claro que España no seríanunca ni comunista ni fascista. El 6 de enero de 1939, yaen el exilio, había dirigido una carta a Alfredo Mendizábaladjuntándole una copia firmada de un «Manifiesto porla paz» que decía entre otras cosas: «Un grupo de espa-ñoles, que por hallarse en tierra extranjera han podidoconservar la libertad de expresión que hoy falta a casitodos sus compatriotas, tiene la firme convicción de queexpresa el sentir de la casi totalidad de los españoles aldirigirse a los jefes de ambas partes contendientes parapedir la paz. Queremos la paz porque es menester que cesela tortura de España. Vamos camino del cuarto año de la

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* Francisco J. Laporta, «Ser liberal», El País, 18 de marzo de 2006.

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guerra civil más atroz que la historia conoce. Los muer-tos son innumerables, los enfermos del cuerpo y de lamente, los niños nacidos y crecidos en la necesidad, todoel déficit biológico que la guerra ha infligido a España esya tan espantoso que las consecuencias de aumentarlosobrepasan con mucho las peores que unos u otros pue-dan temer de una paz sin victoria.

»Queremos la paz porque la ruina económica a que laguerra ha reducido a un país próspero y rico, a un paísque, salvo alguna que otra sombra en su cuadro, era delos más felices de la tierra, es tan grande, que el aumen-tarla es mucho más grave que el peor de los inconve-nientes que de una paz inmediata puedan desprendersesegún el sentir de uno u otro… »

El desenlace es de todos conocido. Y para el propio perio-dista, este desenlace de los hechos vino a confirmar laspalabras finales de Daniel, protagonista del episodio titu-lado «Consejo obrero» y trasunto de sí mismo, partidariodel diálogo y de la causa de la libertad, aspirante a vivir librey en paz, despreciado por ambos bandos precisamente por«miedo a la libertad». Era pues el propio Chaves Nogalesquien manifestaba en el cierre del libro su opinión sobre losacontecimientos que se estaban desarrollando, al tiempo queexplicaba las razones de su salida de España. Porque habíauna razón suprema para este abandono: «Su causa, la de lalibertad, no había en España quien la defendiese».

MARÍA ISABEL CINTAS

Tomares, abril de 2011

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