a mbiente
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Reflexión sobre el ambiente de aprendizaje
Respecto de mi desempeño en el ambiente logrado en la sala de clases durante
mi intervención en el aula, puedo decir que fue bueno, puesto que, logré
satisfactoriamente con casi todo lo solicitado en esta dimensión, exceptuando el
dominio de grupo en donde considero que debo trabajar aún más.
No hay duda que el clima que se pueda llegar a generar en una sala de clases va
influir positiva o negativamente en los aprendizajes que puedan llegar a lograr los
estudiantes, lo cual hace necesario que en lo posible se cree un ambiente acogedor,
equitativo, afectivo con cada uno de los estudiantes. Considero que en este sentido
pude lograr establecer una interacción buena con todos los estudiantes, puesto que,
no surgió ningún problema grave. A esto, pudo haber ayudado, las destrezas de
comunicación, puesto que constantemente presento una sonrisa, por lo general, mi
gestualidad con los niños es una expresión alegre, sobre todo en el desarrollo de la
clase, cuando debía monitorear y retroalimentar a los niños. Según Santrock (2002) el
profesor, debe enfatizar más su papel como una persona de confianza dispuesta a
guiar y apoyar los esfuerzos de aprendizaje de sus estudiantes, que el de una figura de
autoridad que controla todo. En este sentido me sentí como un guía durante la clase,
siempre intentado transmitir confianza y no autoridad.
El docente debe ser capaz de entablar entre él y los y los estudiantes, relaciones
de respeto, de amistad, cordialidad, entre otros, sin distinciones, para que los y las
estudiantes se sientan valorados y queridos. En el decir de los autores Gómez, Mir y
Serrats (2000) “el maestro debe mantener un trato cordial con todos, evitando las
preferencias que a veces parecen inevitables. Acepta todo tipo de alumnado sin
discriminar por su condición social, dificultades de aprendizaje, aspecto físico”.
Tomando en cuenta esto, es importante además, mantener un clima de respeto al
interior del aula, para poder generar buenas relaciones, teniendo cuidado de no caer
en la discriminación de ningún tipo, puesto los y las estudiantes se dan cuenta y se
pueden sentir mal y frustrados, preocupándonos por lo tanto, de nuestras acciones y
de que estas no vayan a afectar a nuestros estudiantes.
Siempre traté de mantener un clima adecuado, armonioso con todos mis
estudiantes, según Gómez y otros (1997) el maestro ha de ser capaz de comunicar
confianza, seguridad y optimismo, ha de mostrarse alegre siempre y mantener a lo
largo de la clase el entusiasmo, y eso fue lo que intentaba manifestar en cada clase, y
no solo en el protagónico. Tener una buena relación es muy importante para trabajar
en la sala de clases, porque eso le permite al estudiante sentirse más en confianza.
Puedo manifestar, además, que siempre mantuve una comunicación con casi todos lo
estudiantes, ya sea a través del diálogo, de la observación, sonrisas motivadas por
algún comentario o accionar. Intenté acercarme a todos, para que pudieran sentir que
todos eran tomados en cuenta y que uno se interesa y preocupa por el desarrollo de
sus trabajos. En general, el clima que se logró establecer con el grupo fue bastante
agradable. Admito que debo seguir perfeccionando mi habilidad para atender a la
gran diversidad de un curso, porque de todas formas sentí que no pude retroalimentar
a todos los niños, y en ocasiones les decía que se ayudaran entre ellos para poder
orientar a otros estudiantes que tenían mayor dificultad.
Creo que este criterio fue logrado, puesto que, gracias a las participaciones
activas de los estudiantes, aportando con ideas, queriendo participar en las
actividades u ofreciendo su ayuda, demuestran sus buenos aportes y disposición para
ayudar. Es el docente el encargado de incentivarlos a que estas actitudes se
mantengan, además de fortalecer sus características personales. Por lo tanto, como ya
se ha mencionado, se necesita que los estudiantes participen activamente de todas las
actividades y de los procesos que se desarrollan en las salas de clase, por ende, el
docente debe propiciar instancias de las cuales los y las estudiantes deseen ser
participes.
La clase fue de una constante interacción profesora estudiantes. Las
interacciones constantes que mantuvimos durante la mayor parte de la clase, fueron
adecuadas, pero sí debo reconocer que en varias ocasiones los estudiantes hablan
unos tras otros, por lo cual el respeto por los demás se perdía. Por lo mismo, en varias
ocasiones les estaba recordando las normas de convivencia, las cuales fueron
establecidas y conocidas por ellos, y recurrí a ellas, porque si existieron situaciones
que alteraron el desarrollo de la clase, lo cual no es muy bueno, porque como señala
Santrock (2002) “el manejo efectivo del aula aumenta al máximo las oportunidades se
aprendizaje de los niños” (p. 472), lo cual en mi caso no fue aprovechado, debido a que
no supe controlar al máximo a mis estudiantes en algunos momentos.
En el ambiente propicio para el aprendizaje, también se considera muy
importante mantener normas de comportamiento al interior de la sala de clases,
puesto que, esto permite que las clases se desarrollen de forma armónica. La buena
disciplina permite trabajar armónicamente y favorece un clima más cálido y acogedor.
Los docentes deben estar atentos al quiebre de las normas para poder conversar y
analizar el problema para poder resolver las diversas situaciones que se dan al
interior de cada sala. Para esto, es necesario utilizar palabras adecuadas que no vayan
a dañar a ninguno de los involucrados. El profesor o profesora, como plantean los
Estándares de desempeño debe ser capaz de explicar “por qué es necesario un
comportamiento positivo”, puesto es importante que los y las estudiantes lo tengan
claro.
Las normas de convivencia dentro el aula deben ser una herramienta educativa
que nos permita resolver conflictos (Notó, 2002). Es por esto que la profesora debe
abordarlas de manera positiva, al momento de que se realicen las faltas a las normas
establecidas, puesto que estas están provocando en el niño hábitos de
comportamiento, son aprendizajes muy importantes para toda la vida, además, es
muy importante que la profesora esté siempre recordándolas para que estén muy
presentes en ellos.
Finalmente, con respecto al ambiente propicio para el aprendizaje,
específicamente enfocándome a la organización en el aula, si bien, estaba ordenada
como todos los días, (los niños en filas mirando hacia la pizarra) fue adecuada, puesto
que cuando debieron trabajar en sus afiches se lograron desenvolver
satisfactoriamente en el aula, ya fuese para conseguir materiales u otros. Henson y
Eller (2005), proponen que “los estudiantes están más dispuestos a aprender en un
ambiente que sea cómodo, desde el punto de vista fisiológico y psicológico” (p. 389).
Por lo tanto, es necesario tener muy en cuenta lo anterior, para lograr que los
educandos puedan sentirse bien al momento de llevar a cabo la realización de una
clase y considero que durante mi intervención el orden no causó mayores problemas.