A estela faro de vigo - oct 2011
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Texto: TERE GRADÍN
No son ni comunas hippies ni indignados del sistema. Quizás, si hubiese que etiquetar a estos ecoaldeanos –algo que rehúyen– se les podría llamar “neorrurales” seguidores de un paradigma sostenible y respetuo-so con el medio ambiente. Lo su-yo es la bioconstrucción y la agricultura y ganadería ecológi-cas, el aprovechamiento de los recursos, la utilización de fuentes de energía renovables y la trans-misión de los principios de la permacultura, que no es otra co-sa que reavivar tradiciones anti-guas en el sistema económico actual para conseguir una cultu-ra permanente, lo mismo que ha-cían nuestros antergos antes de que el consumismo y el capitalis-mo desaforado aterrizase en la aldea y en la mentalidad de sus habitantes. Sin renunciar a la tec-nología y a la ciencia.Y para que estos principios puedan llegar a calar en la sociedad sería nece-saría, opinan, una mayor promo-
ción de todo lo que encierra la tierra –como medio de vida y fi-losofía, como manera de vivir y de sentir–, que sigue ahí a la es-pera de ofrecer sus frutos. Y lo cierto es que cada vez son más los que quieren vivir en la placi-dez del campo.
Escondida en la sierra de Bar-banza, la aldea de Xestas, perte-neciente a la parroquia sonense de Queiruga, puede presumir de ser una de las más mediáticas a finales de la pasada década, la primera de un grupo que des-pués iría aumentando. Estaba lla-mada, como tantas, a ser engulli-da por la ruina y el olvido, hasta que empezó a ser sede de en-cuentros de la Red de Permacul-tura Ibérica, que aglutina a agen-tes sociales de España y Portugal que participan en proyectos y es-tudios relacionados con el desa-rrollo medioambiental sosteni-ble. Xestas, cuya historia está vin-culada al abogado –ya fallecido– Mario Liñares, espera seguir reco-
6REPORTAJE
FARO DE VIGO DOMINGO, 9 DE OCTUBRE DE 201114
Casas de As Chozas en proceso de recuperación según la tipología tradiciónal. // GUSTAVO SANTOS
Panorámica de la aldea de As Chozas, en A Lama. // GUSTAVO SANTOS
GALICIA VUELVE LOS OJOS A LA TIERRA:
REGRESO A LA ALDEAFAMILIAS Y COLECTIVOS GALLEGOS
APUESTAN POR LAS ECOALDEAS COMO FORMA DE VIDA ALTERNATIVA Y SOSTENIBLE
Asistentes a un encuentro anterior de permacultura realizado en Xestas, en Porto do Son. La aldea cuen ta con manantial, dos estanques y un lago. // B. GARCÍA
Texto: TERE GRADÍN
No son ni comunas hippies ni indignados del sistema. Quizás, si hubiese que etiquetar a estos ecoaldeanos –algo que rehúyen– se les podría llamar “neorrurales” seguidores de un paradigma sostenible y respetuo-so con el medio ambiente. Lo su-yo es la bioconstrucción y la agricultura y ganadería ecológi-cas, el aprovechamiento de los recursos, la utilización de fuentes de energía renovables y la trans-misión de los principios de la permacultura, que no es otra co-sa que reavivar tradiciones anti-guas en el sistema económico actual para conseguir una cultu-ra permanente, lo mismo que ha-cían nuestros antergos antes de que el consumismo y el capitalis-mo desaforado aterrizase en la aldea y en la mentalidad de sus habitantes. Sin renunciar a la tec-nología y a la ciencia.Y para que estos principios puedan llegar a calar en la sociedad sería nece-saría, opinan, una mayor promo-
ción de todo lo que encierra la tierra –como medio de vida y fi-losofía, como manera de vivir y de sentir–, que sigue ahí a la es-pera de ofrecer sus frutos. Y lo cierto es que cada vez son más los que quieren vivir en la placi-dez del campo.
Escondida en la sierra de Bar-banza, la aldea de Xestas, perte-neciente a la parroquia sonense de Queiruga, puede presumir de ser una de las más mediáticas a finales de la pasada década, la primera de un grupo que des-pués iría aumentando. Estaba lla-mada, como tantas, a ser engulli-da por la ruina y el olvido, hasta que empezó a ser sede de en-cuentros de la Red de Permacul-tura Ibérica, que aglutina a agen-tes sociales de España y Portugal que participan en proyectos y es-tudios relacionados con el desa-rrollo medioambiental sosteni-ble. Xestas, cuya historia está vin-culada al abogado –ya fallecido– Mario Liñares, espera seguir reco-
6REPORTAJE
FARO DE VIGO DOMINGO, 9 DE OCTUBRE DE 201114
Casas de As Chozas en proceso de recuperación según la tipología tradiciónal. // GUSTAVO SANTOS
Panorámica de la aldea de As Chozas, en A Lama. // GUSTAVO SANTOS
GALICIA VUELVE LOS OJOS A LA TIERRA:
REGRESO A LA ALDEAFAMILIAS Y COLECTIVOS GALLEGOS
APUESTAN POR LAS ECOALDEAS COMO FORMA DE VIDA ALTERNATIVA Y SOSTENIBLE
Asistentes a un encuentro anterior de permacultura realizado en Xestas, en Porto do Son. La aldea cuen ta con manantial, dos estanques y un lago. // B. GARCÍA
REPORTAJE
FARO DE VIGO DOMINGO, 9 DE OCTUBRE DE 201115
rriendo el camino de transforma-ción que la convierta en prototi-po de desarrollo sostenible y confía en abrir sus puertas –co-mo ya lo hiciera– a iniciativas de educación ambiental e investiga-ción y promoción de la ecología. El lugar partía de tres casas y va-rios alpendres ruinosos, que fue-ron transformados por los hijos del propietario en una ecoaldea. En la actualidad viven cinco per-sonas que siguen adelante con el proyecto, aunque mucho más pa-rado que antaño.
Más de 1.300 aldeas abando-nadas pueden dar para mucho. El cambio de Xestas comenzó en 1973 y tardó 25 años en culmi-narse. En otro rincón de Galicia, entre la belleza vertiginosa de la Ribeira Sacra se encuentra Tan-quián, en Ferreira de Pantón, don-de Paul Baker y su esposa Em-mely encontraron hace 18 años el lugar para su propio experi-mento alternativo. Aunque más que ecoaldea, la de ellos es una granja ecológica en la que la ba-se son los cultivos en una finca de 5,5 hectáreas con vieja casa señorial. “Hay gente interesada en cambiar de vida y volverse a la aldea, aunque tampoco es fá-cil porque hay problemas para comprar una vivienda o para
construir”, dice Paul, un británico que junto a Emmely imparte cur-sos de bioconstrucción, ahorro energético, cocina natural o aprovechamiento de energías re-novables, entre otros, además de acoger a los interesados en per-macultura que quieran aprender a vivir con respeto al medio am-biente. Paul sostiene la dificultad de emprender proyectos de estas características. “Si ya cuesta vivir de la agricultura, más aún en una zona en la que el tamaño de las explotaciones a las que se puede acceder son pequeñas debido al minifundismo”. Y aboga por una mayor implicación de las admi-nistraciones para llevar adelante los proyectos de ecoaldeas que, a pesar de las dificultades, “son po-sitivos porque evitan el despobla-miento del rural, crean actividad
y fijan población”. Lo más habitual en el amplio
espacio teórico en el que se mueven los neorrurales pasa por el predominio de motivos ecoló-gicos y de recuperación del mundo rural abandonado pero también hay tintes más sociales y saludables, relacionados con la calidad de vida y la salud. Como en el caso de Bugui García, un permacultor que desde su casa autoconstruida en Atios (Porri-ño) imparte cursos de yoga emo-cional y talleres de “alimentación consciente” para todos los que quieren vivir mejor y más acorde con la naturaleza. La vuelta a las raíces está en marcha. Hay mu-chas otras iniciativas en Galicia, aunque algunos no quieran salir en la foto ni hacer de su lugar una ecoaldea mediática al consi-derar que no tienen acabado su proyecto, como los habitantes de la aldea de As Chozas, en A La-ma, volcados en la rehabilitación de las casas y en su línea perma-cultural. En ocasiones ha sido la Administración la encargada de dar vida a las aldeas, como en Se-ceda, en Folgoso do Caurel, o en Seara, en Quiroga. Han recupera-do el aspecto con intención de recuperar también la vida.
El lugar de Xestas, en Porto do Son (iz.) fue pionero en Galicia como proyecto de ecoaldea. // C.
PORTO DO SON
>> Paul: “Las ecoaldeas son positivas porque evitan el despoblamiento, crean actividad y fijan
Bugui García (camiseta
blanca y barba) en su
casa de Porriño con
un grupo participante en un taller.
La casa de Atios de Bugui García es autoconstruida. La huerta es ecológica. // B.G.
Paul Baker y su esposa Emmely en su granja de Tanqu ián, en Pantón.
GALICIA VUELVE LOS OJOS A LA TIERRA:
REGRESO A LA ALDEA
Uno de los alpendres de la granja ecológica de Tanq uián, en el concello de Ferreira de Pantón.
REPORTAJE
FARO DE VIGO DOMINGO, 9 DE OCTUBRE DE 201115
rriendo el camino de transforma-ción que la convierta en prototi-po de desarrollo sostenible y confía en abrir sus puertas –co-mo ya lo hiciera– a iniciativas de educación ambiental e investiga-ción y promoción de la ecología. El lugar partía de tres casas y va-rios alpendres ruinosos, que fue-ron transformados por los hijos del propietario en una ecoaldea. En la actualidad viven cinco per-sonas que siguen adelante con el proyecto, aunque mucho más pa-rado que antaño.
Más de 1.300 aldeas abando-nadas pueden dar para mucho. El cambio de Xestas comenzó en 1973 y tardó 25 años en culmi-narse. En otro rincón de Galicia, entre la belleza vertiginosa de la Ribeira Sacra se encuentra Tan-quián, en Ferreira de Pantón, don-de Paul Baker y su esposa Em-mely encontraron hace 18 años el lugar para su propio experi-mento alternativo. Aunque más que ecoaldea, la de ellos es una granja ecológica en la que la ba-se son los cultivos en una finca de 5,5 hectáreas con vieja casa señorial. “Hay gente interesada en cambiar de vida y volverse a la aldea, aunque tampoco es fá-cil porque hay problemas para comprar una vivienda o para
construir”, dice Paul, un británico que junto a Emmely imparte cur-sos de bioconstrucción, ahorro energético, cocina natural o aprovechamiento de energías re-novables, entre otros, además de acoger a los interesados en per-macultura que quieran aprender a vivir con respeto al medio am-biente. Paul sostiene la dificultad de emprender proyectos de estas características. “Si ya cuesta vivir de la agricultura, más aún en una zona en la que el tamaño de las explotaciones a las que se puede acceder son pequeñas debido al minifundismo”. Y aboga por una mayor implicación de las admi-nistraciones para llevar adelante los proyectos de ecoaldeas que, a pesar de las dificultades, “son po-sitivos porque evitan el despobla-miento del rural, crean actividad
y fijan población”. Lo más habitual en el amplio
espacio teórico en el que se mueven los neorrurales pasa por el predominio de motivos ecoló-gicos y de recuperación del mundo rural abandonado pero también hay tintes más sociales y saludables, relacionados con la calidad de vida y la salud. Como en el caso de Bugui García, un permacultor que desde su casa autoconstruida en Atios (Porri-ño) imparte cursos de yoga emo-cional y talleres de “alimentación consciente” para todos los que quieren vivir mejor y más acorde con la naturaleza. La vuelta a las raíces está en marcha. Hay mu-chas otras iniciativas en Galicia, aunque algunos no quieran salir en la foto ni hacer de su lugar una ecoaldea mediática al consi-derar que no tienen acabado su proyecto, como los habitantes de la aldea de As Chozas, en A La-ma, volcados en la rehabilitación de las casas y en su línea perma-cultural. En ocasiones ha sido la Administración la encargada de dar vida a las aldeas, como en Se-ceda, en Folgoso do Caurel, o en Seara, en Quiroga. Han recupera-do el aspecto con intención de recuperar también la vida.
El lugar de Xestas, en Porto do Son (iz.) fue pionero en Galicia como proyecto de ecoaldea. // C.
PORTO DO SON
>> Paul: “Las ecoaldeas son positivas porque evitan el despoblamiento, crean actividad y fijan
Bugui García (camiseta
blanca y barba) en su
casa de Porriño con
un grupo participante en un taller.
La casa de Atios de Bugui García es autoconstruida. La huerta es ecológica. // B.G.
Paul Baker y su esposa Emmely en su granja de Tanqu ián, en Pantón.
GALICIA VUELVE LOS OJOS A LA TIERRA:
REGRESO A LA ALDEA
Uno de los alpendres de la granja ecológica de Tanq uián, en el concello de Ferreira de Pantón.