A c á n o h a y n a d a -...

103

Transcript of A c á n o h a y n a d a -...

Page 1: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El
Page 2: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Acá no hay nada

Nathalie HC

2

Page 3: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Fangirleo frustrado

El viernes Andrés fue hasta mi trabajo para devolverme

el grabador. Hasta la esquina en realidad, yo bajé, nos

encontramos en Río Branco y Mercedes: el proceso

típico de todas esas transacciones mías. Al parecer se

les frustró el rodaje porque quedó en cama resfriado

todo el fin de semana, pobre pibe. Eso debe de pasarle

por fumar como si fuera un duro cuando es un pendejo

adorable, pero bueno, cada uno construye su imagen

pública como puede. Por cierto, no tenía puesto el fedora

negro sino un gorro con visera: ¿cambio de look o casual

friday?

Antes de cruzar la calle se detuvo para gritarme si iba a

la fiesta del sábado. Yo estaba enterada de su

existencia, pero por medios extraoficiales (entiéndase,

me contaron los gurises, no había entrado a Facebook

para ver la invitación formal), y había considerado

brevemente la posibilidad de ir. Pero irme a casa a ver a

mamá parecía una cosa más factible. Así que eso le

3

Page 4: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

contesté a Cairelli: “No creo, me parece que me voy a

Colonia”.

Luego pensé, muy racionalmente, que si eso hubiera

sido parte de una teen movie, o de un video de Taylor

Swift, yo me hubiera meado encima por el solo hecho de

que me preguntara. Pero ahora soy una persona más

sabia (¡4 años después!) y puedo concebir la idea de

que los hombres pueden ser amables y simpáticos y

amistosos solo por el hecho de serlo. (Perdoname, coso,

¡donde quiera que estés!).

Un día después, ya me fui para Colonia, ya estoy en el

living de mi casa, tengo que entrar a Facebook por otros

motivos y finalmente veo la notificación de que sí me

invitaron a la festichola. El poster, muy prolijo, dice que

hay música en vivo y que el primero en tocar es…

Andrés Cairelli.

Las implicaciones de esto son varias:

Primero, que si lo hubiera sabido de antemano tal vez

hubiera decidido quedarme en Montevideo y pasar por la

4

Page 5: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

dichosa casa del festejo. Podría haber ido sola, podría

haber llevado a Rose de colada, incluso podría haber

convencido a Flor y Santi de ir. Es que no medité mucho

la cuestión. La única cosa que me había hecho sopesar

la idea de ir a la fiesta había sido el fugaz pensamiento

de ¿y si va Diego Rossberg?, y por esa chance no valía

la pena ir.

Después de todo, ¿qué podría decirle yo al pelirrojo

aterrador? “¿Puedo sacarme una foto contigo? Te amo.

Ayudaste a formar mi percepción sobre temas

fundamentales de la vida. Juan es el mejor disco del

mundo para subirse a un Turil e ir mirando campo por la

ventanilla. Sos parte del vínculo que me acercó a gente

que ahora es muy importante para mí. Me sacaste de la

tristeza más de una vez con tus canciones. ¿Con qué se

drogaban cuando compusieron ‘Sayonara’?”

No, no vale la pena hacerle pasar por ese momento

incómodo a alguien tan valioso. Ya me pasó con

Masliah, con Riki y con el que hace de Rataplán: tomé

coraje, fui, les hablé y después me arrepentí para

5

Page 6: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

siempre. No es para olvidar la vez que le pedí a Nico

Román me regalara su corbata. Pobre hombre.

También he visto suficientes veces a amigos y vecinos

hablarle a un ídolo y quedar como unos bananas llenos

de amor no correspondido (y si no te conocen, ¿cómo te

van a corresponder?). Paula con Ivanier, aquella tarada

de comunicación con Álvaro Brechner, y la peor de

todas: Lety con Juji, la notera de Día Perfecto.

Extrañamente, creo que el acto groupie más digno que

he visto en mi vida fue por parte de Ignacio. No lo

envidio para nada, porque él ganó esa calidad a través

de años de chupar pijas a diestra y siniestra, y ahora

sabe bien hasta dónde puede llegar con sus halagos

para conseguir lo que quiere (Todos sabemos que él

persigue fines personales. Su amor de fan es espurio).

Lo que hizo Ignacio fue que, un día que fuimos a ver a

Franny Glass, lo buscó al final del show y le entregó una

partitura vacía con el título “Canción infinita”. El loco

quedó encantado.

6

Page 7: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

En fin, Rossberg no era un motivo para que mi niña fan

interior saliera a andar por las calles, pero el Caire...

podría haberlo sido. Ahora nunca lo sabremos.

Segunda implicación, porque en eso estamos, puede

que yo haya quedado como el culo con mi respuesta.

¿En qué sentido, me preguntás? Bueno, pasé dos o tres

meses de “Me encanta tu disco, Caire”, “Escribís re

lindo, Caire”, “Por favor avisame cuando toques en algún

lado”. Él se había detenido antes de cruzar la calle para

preguntarme “¿Venís a esta fiesta (donde yo voy a tocar

los temas de mi disco)?” y yo le contesté “Meh. Prefiero

hacer lo mismo que hago todos los fines de semana”.

No es que a él le importe, pero a mí sí me importa. Así

que, obviamente le mandé un mensajito explicativo: “¡No

sabía que tocabas vos! ¡Capaz que hubiera ido!”. En

otras épocas me hubiera inhibido la posibilidad de que

ese inocente mensaje fuera sobre-interpretado como un

intento de histeriqueo, pero como ya me adapté a la idea

7

Page 8: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

de que tengo menos sex appeal que esta mesa, sé que

ni se le va a cruzar eso por la mente.

Y si llegara a ocurrírsele, lo peor que podría pasar es

que se asuste de mí. Eso haría que la próxima vez que

me lo encuentre se le empeoren el tartamudeo y el tic

nervioso del ojo. Y eso sería fantástico, porque es muy,

muy tierno.

Ese tic es otra de las cosas que me hace querer verlo

tocar en vivo. Sé, de cuando lo filmamos en Taller

Multicámara, que se pone nervioso en la previa y que en

el momento de tocar está impecable, pero no sé en qué

instante hace el cambio de actitud. Es un misterio que

me gustaría develar.

Pero en el momento en que vi el poster en Facebook lo

que pensé de inmediato (la tercer implicación) fue algo

como “¡Puta madre, si hubiera sabido que él iba a tocar,

la bedtime story que me conté anoche hubiera sido

mucho mejor!”. Así de banal, así de pervy.

8

Page 9: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Tengo que agregar contexto: cuando me fui a la cama el

viernes (todos se habían ido a sus pagos, la casa sola,

como un buen viernes) lo que elegí fantasear fue que iba

a la fiesta con mi noviecita nueva, tramitada a la salida

de otro concierto. A ella le gustaba Cairelli en cuanto lo

veía y me mandaba a mí a conversármelo para que

fuera la rueda faltante del triciclo que queríamos armar.

Con mi escaso acervo de porno me aventuro a decir que

la historia a partir de ahí es más que cliché, pero sí

puedo decir que cuenta con actuaciones estelares del tic

nervioso y del fedora negro.

En mi cuentito mental cuando iba a buscar al Caire lo

encontraba en un rincón oscuro tomando cerveza en un

vaso sucio. ¿Qué tanto mejor hubiera sido encontrarlo

guitarra en mano? Cantando esas canciones sentidas,

con esa voz inmadura y rasposa que dios y el cigarrillo le

dieron en compensación por su pinta de niño bien? O

mejor aún, conversármelo antes del toque. Que me

dijera que no, y mientras él tocaba la guitarra que mi

chica se dedicara a tocarme a mí entre el público. Un

9

Page 10: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

showcito contestatario, para distraerlo de su labor de

músico y convencerlo. “Dale nena, invitame a bailar con

vos” canta el inocente en su mejor candidato a hit.

Lo preocupante, lo que me asusta, es que yo no me

haya imaginado por mis propios medios que lo más

lógico (y conveniente) era que él hiciera música en la

fiesta. Se ve que por más que practico todavía no me

entero de que puedo armar el setup que yo quiera.

Fantasías sexuales mediocres de Nat, marca registrada:

tan aburridas que si de verdad me interesás

probablemente terminemos conversando.

En realidad, es culpa de él por no haber intervenido. El

Caire de mi sueño tendría que haberse parado en la

barra y gritar “¡Paren todo! Si me vas a faltar el respeto

pensando en mí de esta manera por lo menos dame una

guitarra, hija de puta. ¡Más glamour, más rocanrol! ¡Más

medias de red para las extras!”

En fin, el momento pasó, y en todo caso esa idea es

material para reciclar en otros viernes. Y como dijo el

10

Page 11: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Cairelli de la vida real, en el mensaje que me contestó,

“ya habrá otra oportunidad”. Quiero escucharlo en

verdad, más allá de su utilidad como juguete imaginario.

Después de todo, ¿quién ocupa el lugar entre “Astor” y

“Alfredo” en la lista alfabética de mi mp3? “Andrés

Cairelli”, alguien de la vida real, de acá y de ahora, de

carne y hueso, que me pide prestado el grabador cuando

se va de rodaje. Eso es algo para aprovechar.

11

Page 12: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Cuento con moralejas Es una mierda, una mierda, UNA MIERDA, tener que

desperdigar las mentiras de los demás, porque suele

pasar que ellos después se arrepienten de mentir, y

todos saben, y vos quedás revelado como el único

embustero, poco confiable, y encima boludo.

Eso me pasó cuando nos asaltaron - bueno, nos

intentaron asaltar - a Leticia, Catalina y yo. ¿No sabías

que éramos amigas? Bueno, te estabas perdiendo una

pieza fundamental en todas estas cosas que te cuento.

Ordená mis historias en una línea recta y hay un trozo,

de acá hasta acá, aunque por acá se difumina, en que

donde digo “nosotras” lo que digo es “nosotras tres”. En

ese momento ya nos hacíamos odiar, teníamos nuestros

ritos, nuestros viajes, nuestros hábitos, y no te voy a

decir nuestro nombre tribal porque es bastante pelotudo,

pero supimos tenerlo - y se usaba.

Allá iban caminando, burlándose de la vida, Nat, Cat, Let

(es cacofónico, pero nos gustaba. A mí todavía me

12

Page 13: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

suena lindo. Como a Ta-Te-Ti, como a Taca-Taca, como

Ping-Pong. Teníamos nombre de juguete) cuando

aparecieron tres ñeris (en ese momento yo no conocía la

palabra ñery, pero ya se usaba) bajando la cuadra con

ese caminar que los caracteriza.

Yo no sentía para nada que hubiera algo de malo en

estar esperando un ómnibus a la 2 de la mañana en el

Parque Rodó. Mamá sí hubiera dicho que estaba mal,

pero todos sus prejuicios son culpa de canal 4.

Entonces, como no estaba alerta - y dudo que alguna

vez lo haya estado - ni siquiera llegué a procesar lo que

mis ojos estaban viendo cuando esos tres ñeris se

acercaron a estas tres ingenuas.

Las sombras esas decían cosas como “eh, dame el

celulá, el celulá”. Let tuvo a uno de ellos muy cerca antes

de desaparecer en una nube de adrenalina. Pasó

convertida en una ráfaga sudorosa por al lado mío y me

tironeó el codo como un claro signo de “corré, pedazo de

imbécil”.

13

Page 14: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Pero yo no corrí. Seguía sin entender mucho la historia.

Catalina pegaba piñas y patadas en todas direcciones y

los tres ñeris empezaron a correr, cuesta arriba. Ella los

persiguió y les gritaba que volvieran, entre puteadas. A

mí se me inflaba el corazón de orgullo y de felicidad por

Cat, que tenía chance por fin, por una noche - y por toda

esa semana, cuando contáramos y volviéramos a contar

la historia en El Hogar - de ser la heroína que siempre

llevó adentro de su propio ropero.

Tuve que contener el inflamiento de mi corazón antes de

que me estorbara a la masa encefálica para razonar que

no estaba bien que Cat persiguiera a los ñeris. La

llamaba yo también a ella con el mismo patrón “Catalina

vení para acá, volvé ya mismo, la puta que te parió” pero

no debía de parecer muy creíble mi tono autoritario por

la debilidad que me había insuflado la parálisis del

miedo, por la ternura que me daba ella, corriendo como

Mario (cuando es chiquito) hacia los Koopa, y por la

alegría, la risa, el bienestar infinito de que estábamos

14

Page 15: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

todas vivas y teníamos una aventura nueva para

recordar.

Hasta el día de hoy (pero ya pasaron como mil años, ya

estás grande, Nat), me pregunto con quién podrá

sentarse Cat a recordar estas cosas, porque de seguro

que en algún momento se le vienen a la mente. En todo

grupo que se sienta a almorzar en el trabajo a la larga se

va a dar alguna conversación del tipo “yo no sé, a mi

nunca me robaron”, y Cat va a poder decir “a mí me

pasó una vez. Iba con dos amigas...” (¿y esa palabra?

¿la usa? ¿para quién?) “... cerca de la FIng y vinieron

tres tipos y…”. Creo honestamente que ya no va a poder

relatar con soltura nuestro sampleo perfecto de las tres

actitudes posibles frente al peligro: huida, lucha y

parálisis.

Cómo quisiera yo haber sido la lucha.

Vi volver a Cat, sudorosa, colorada, con lágrimas

asomándosele a los ojos y hablando con una voz

cargada de tanto estoicismo como la del tipo que quiero

15

Page 16: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

que me pida casamiento. ¿Dónde está Leticia? —me

preguntó. ¿Estaba bien?

Empezamos a caminar sobre nuestros pasos, de vuelta

hacia Gonzalo Ramírez. Gritábamos el nombre de la gila

a todo pulmón y no nos cabía en la cabeza pensar qué

hacer si no la encontrábamos ¿ir a la policía?

Ahora que ya estoy un poco más docta y adoctrinada,

pienso que tendríamos que haber ido a la comisaría de

todas formas. Hay que hacer la denuncia aunque

sepamos que nadie los va a agarrar. Es nuestro deber

cívico. Yo no puedo pretender que la parte arrendadora

me arregle los revoques si nunca le señalo que este

cuchitril se cae a pedazos - por más que ella es la

dueña, lo ha visto y lo sabe. Dar aviso de las cosas que

no andan bien es mi responsabilidad.

Por allá vimos algo que nunca quiero volver a ver, pero

que en el momento me causó gracia. Se supone,

fundamentos científicos te estoy dando, que la risa es un

sonido que emitimos cuando liberamos la tensión,

16

Page 17: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

cuando estuvimos alerta pensando que todo estaba mal

y de repente el ruido que escuchamos entre los árboles

no era un oso gigante, sino un conejito. ¡Ja ja! ¡me

asusté por un conejito! Entonces la risa se expande y

toda la manada sabe que estamos a salvo y todos nos

reímos.

Por eso, supongo, tuve que reírme cuando vi a Leticia

salir de adentro de una volqueta. Pensé en un futuro

alternativo en el que al menos una no conseguía a

dónde mudarse y empezaba a vivir en la calle y eso

hubiera sido re feo, entre miles de razones, porque

seguramente la gente de la calle no conserva a sus

amigos. El estado y nuestros padres han hecho un buen

trabajo manteniéndonos alejadas de la indigencia, pero

por lo que ganamos y lo que sabemos y lo chapa que

estamos, en realidad es una línea fina. Durísima, pero

fina.

Bien, ahora puedo decir que era una volqueta de las de

escombros, no las de residuos domésticos. Quería

aprovechar el efecto de asco que causa la palabra por al

17

Page 18: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

menos un párrafo. De todas formas, Let salió con

bastante mugre encima y cara de dolor. No somos

prolijas, pero Let en ese entonces era la menos “me

chupa un huevo mi imagen” de las tres. Incluso

compraba ropa. Ese mismo día yo había invertido dos

horas de mi vida en ir en ómnibus a la concha de su

madre a acompañarla a comprarse una remera que

quería. En esas épocas estábamos tan al pedo y éramos

tan ignorantes que cuando no sabíamos bien a dónde

estábamos yendo (o sea, la mitad de las veces) íbamos

de a dos. O en este caso, de a tres.

Caminamos sin rumbo hasta llegar a las canteras.

Estábamos protegidas por la estadística: era imposible

que nos intentaran robar dos veces en la misma noche.

Nos contamos el “robo” desde la perspectiva de cada

una, una y otra vez, y teníamos que parar para hincarnos

en el suelo a esperar a que se nos pasaran las

convulsiones de la risa. Era impresionante.

Cada una explicó más o menos el por qué de su actitud

en el momento de los hechos. Los perseguí porque

18

Page 19: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

pensé que nos habían quitado algo, dijo Cat, con el

mismo perfil inaplacable.

En lo único que pensé fue en Matías, dijo Let. En ese

momento era Matías para mí también. Cat siempre supo.

Él siempre me dice que si alguna vez me vienen a robar

salga corriendo. Me dice “te lo pido por favor Leticia, vos

corré”. Y corrí.

Claro que corrió, la hija de puta. Nos abandonó

maravillosamente. Ya sabemos a quién llamar en una

emergencia. Bueno, yo ya lo sabía: en una emergencia

hay que llamar a Cat, si eso está implícito en la

mismísima definición de mejor amiga. De verdad que

nunca creí que Leticia con su precario estado físico

pudiera correr tantas cuadras en tan poco tiempo.

Pensar que era una masa flácida, un tallarín de flan.

Ahora tiene raviolitos. Before and after.

Y pensar que “Matías”, la pendeja, puede que le haya

salvado ¿la vida? a Leticia con sus temores de niña del

interior. Y ahora tengo las cartas, los sobres, hasta las

19

Page 20: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

fotos impresas, todos los despojos del noviazgo acá, en

el montoncito de hojas por reutilizar. No sé a Let, pero

por más amor que le tenga a los árboles, a mí me da

pudor escribir algo al dorso de una cosa llena de “Te

amo”s y corazoncitos de todos los colores.

Let dijo que no sabía qué hacer, cómo esconderse. Todo

el tiempo pensaba que la estaban persiguiendo los ñeris,

y pensaba subirse a un taxi - aunque no tuviera plata, ya

le explicaría - pero no pasaba ninguno. Después, cuando

ya estaba en su escondite y escuchó a la distancia mis

gritos diciendo el nombre de Catalina, de una se imaginó

que la habían matado.

Yo misma no pude explicar por qué me quedé

paralizada. Nunca se me pasaría por la cabeza que

tengo el poderío físico como para luchar o correr. Luchar

me parecería demasiado arriesgado, correr es de poco

huevo. ¿Pero no hay nada más por hacer? ¿No hay

ningún otro intermedio que no sea quedarse

contemplando el desastre?

20

Page 21: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

No, para qué darle vueltas al asunto: yo soy una

espectadora. Tan curiosa como para no darme vuelta,

tan boluda como para estar ahí, esa noche, en una selva

patriarcal, sin pene que nos acompañe, tan fiel como

para quedarme al lado de Cat.

Se me pasan por la cabeza las mil y una potencialidades

morbosas, inexploradas de esa noche. ¿Qué si hubiera

pasado algo peor? ¿Cómo estaríamos, quiénes

seríamos ahora? ¿Estaríamos las tres en este mundo?

¿En esta ciudad? ¿En este mismo cuarto?

Cuando ya íbamos por una calle mucho más iluminada

Let se miró la remera y vio una mancha: un color extra

que no había estado ahí, en tanta cantidad, antes. Esta

remera, la nueva, tenía estampados artesanales y lo que

la pobre Let atinó a adivinar fue “se le corrió la tinta”.

Obviamente, una hipótesis tan infantil no duró mucho. Se

ve que a ella le siguió dando vueltas la idea y cuando

estuvimos cerca de un cartel publicitario luminoso se

21

Page 22: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

puso contra él, de espaldas a nosotras, para ver bien lo

que pasaba abajo de la remera.

Tenía un corte en la teta y le sangraba. Muchísimo,

mucho más de lo que uno esperaría en una persona que

corrió, saltó a una volqueta, caminó, rió y jamás se dio

cuenta. Como toda niña frágil, en cuanto vio la herida

tomó conciencia del dolor y se puso a llorar

desconsoladamente. No la culpo: una teta es una teta,

tiene mucho más carga espiritual que cualquier otra

porción de piel que hubiese podido atacar el ñery. Pero

es anatómicamente lógico: el chiquilín quería quitarle el

morral, y esa era la altura justa para hacerle un corte a la

manija y arrebatárselo.

¡Qué hijo de puta, qué hijo de puta! Era todo lo que

podía decir yo. Solo me faltaba arrodillarme en la vereda,

mirar al cielo, y, filmada por un plano cenital que se

alejaba desde (¿o se acercaba hasta?) mi primer plano,

jurar venganza.

22

Page 23: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Let lloraba: pensé que me había pegado un piñazo nada

más. Me dolía, pero no pensé. Ahora imagino lo que

habrá visto a la luz de aquel cartel publicitario (carne

abierta, sangrante, una representación en miniatura de

un bife de los que nunca comprábamos porque éramos

muy pobres) peligrosamente cerca del pezón. Seguro

ella se imaginó en la cama, con una chica nueva, recién

conocida, sacándose la ropa y teniendo que desviarse

del asunto para contarle la nada sexy historia de cómo

se había quedado tuerta de pechos. El horror.

Ahora, compartiendo yo también esas imágenes

mentales, no puedo creer que alguna vez pude hacerme

a la idea de Leticia en un vínculo heterosexual. Si yo la

había visto hablando con hombres, y con todos parecía

ejercer una paciencia mínima de la cual ella no los creía

merecedores. Después pasó lo que pasó, pero para mí

fue mucho más inverosímil cuando me trajo un nene a

casa, que cuando, el verano siguiente en Juan

González, empezó a explicarme, una a una, todas las

mentiras con las que se había armado el clóset. En fin,

23

Page 24: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

ante el mínimo análisis, sus bigotes falsos eran cosas

rarísimas, que no encajaban. Fui la última del Hogar en

enterarme.

Cat paró un taxi. Nos dimos cuenta de que no nos

acordábamos de cuál era la emergencia médica que

teníamos por vivir en El Hogar - todas las emergencias

tienen nombres más o menos iguales - y tampoco

sabíamos si nos protegía en caso de “accidentes” fuera

de la residencia. Un año entero viviendo ahí y no tener

claras esas cosas. Ahora que lo pienso, hubiera bastado

con telefonear a cualquiera de nuestros 40 y pico

compañeros de casa y preguntarle. ¿Tendríamos el

celular de alguno? Me juego la cabeza a que Cat tenía el

número del Gaucho. Pero él era otro héroe de capa y

espada - o de poncho y facón. Si lo llamábamos, seguro

iba a aparecer ahí porque son tres mujeres solas, no lo

voy a permitir.

Parecía un poco tonto recordar cómo nos apartamos de

nuestros compañeros del Hogar. Estábamos casi todos,

una multitud inrobable, tomando cerveza y vino en la

24

Page 25: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

rambla y nosotras, que siempre fuimos tan amigas

nuestras que no podíamos ser amigas de otros, nos

despedimos y arrancamos a caminar hacia la parada de

ómnibus. Queríamos ir a un bar irlandés.

Obviamente nunca llegamos al bar. De todas formas

seguramente nos hubiera parecido demasiado cheto y

ellas dos no toman cerveza. Creo, tengo la impresión, de

que en algún momento de su vida Cat le dio una

oportunidad al whisky o a otro destilado. En ese

momento fui yo la amiga pelotuda que te dice sí, tomá,

dale, tomá, seguramente porque siempre cultivé la

esperanza de que aflojara un poco la lengua y decidiera

contarme más cosas. Además un amigo ebrio es un

amigo tonto, y eso lo hace más dependiente de mí.

Me tienta aquí la posibilidad de hacer una lista de “vicios

y placeres por los que sí se deja llevar Cat”, pero creo

que eso nos haría mal a todos.

La cuestión es que en ese momento los pibes del

Hogarcha estarían en una tranqui, en El Farolito o en El

25

Page 26: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Living, y nosotras tres estábamos en una emergencia

médica. Le habíamos errado: no era la del Hogar, pero

como no había nadie esperando y le contamos toda la

historia a la recepcionista, la iban a atender igual.

Que pase una dijo el doctor, señalando a las

acompañantes. Y pensé que lo más lógico era que fuera

Cat, que era la más amiga y la que la conocía desde

antes. Pero me cedió el lugar. Y otra vez tuve un

momento de orgullo: yo era amiga de Leticia. Amigas de

las que pasan contigo a la emergencia, carajo.

Pobre Let, igual. Ella es muy vergonzosa - o eso creía yo

- al punto de que nunca iba a ducharse si había alguien

más en el baño. Las duchas están separadas, y tienen

cortinas (no como las de los varones, que juegan al

juego de la oca y se enjabonan unos a los otros. Qué

cosa que nunca voy a entender) pero igual, a Let no le

gustaba saber que había una mujer bañándose al lado.

También, ahora veo que esa quisquillosidad era un

recaudo por decencia.

26

Page 27: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Pensar que esa misma tarde, cuando estábamos

apuradas porque teníamos que ir a buscar la remera y

estar prontas para la fiesta de fin de año del Hogar, ella

decidió que no importaba, que iba a ducharse en

simultáneo conmigo. Ahora ya te tengo confianza, me

había dicho.

Y ahí estábamos, siete horas después: yo viéndola sin

soutien, lloriqueando, mientras dos doctores, hombres,

intentaban detenerle la hemorragia y puteaban a los

ñeris. Creo que lo más triste de la escena era la teta

sana, porque tenía que resignarse a estar ahí,

descubierta, espectadora, cuando a ella no le había

pasado nada. Como yo, a escala.

Es gracioso el veterano que te recuerda que “no pasa

nada, podrías ser mi hija”, porque por algo se le pasó la

comparación por la cabeza. Estos señores eran

médicos, y yo siempre había tenido mucha confianza en

todo profesional de la salud, hasta que entré a la vida

universitaria. No quiero caer en estereotipos, pero, por lo

que yo llegué a conocer, rankeo a los estudiantes de

27

Page 28: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

medicina entre los más pajeros y desbundados…

¿Cómo voy a confiar en los de las batas blancas,

entonces? ¿En el momento en que les dan el título

reciben también una dote de decencia, modales y

seriedad caídas de los cielos?

No importa. Let, con sus pechos al aire y sus 19 añitos,

era la cosa menos sexy de la habitación (y eso que

estaba yo presente). Parecía tan débil, frágil y nerviosa

que hasta a mí me hizo pensar en la hija que no tengo.

Estos paternales señores dejaron todo en una cinta con

algodón y nos mandaron al Hospital de Clínicas. Si

alguna vez no estás al amparo del Fonasa y te pasa

alguna cosa, te recomiendo de corazón que vayas a

emergencias a las 3 de la mañana. Deciles que la

cuestión te preocupaba y no podías dormir, y por eso

fuiste a esa hora, si es que necesitás alguna excusa.

Esto lo digo porque la única otra vez que fui al Clínicas

(a acompañar a Let a hacerse ver unos bultitos que le

salían en la nuca), estaba tan lleno de gente - gente

28

Page 29: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

hecha mierda, hecha mucho más mierda que vos - que

mi cerebro no lo pudo procesar y tuvimos que irnos.

Para cuando el taxi nos dejó en esa zona - ah, mirá,

parece que algunas monedas teníamos - ya habíamos

recuperado un poco el buen humor, o por lo menos

volvíamos a reírnos como reflejo nervioso. A Leticia algo

le estaba picando en la garganta y justo antes de mover

las puertas corredizas tuvo que sacárselo del pecho. Me

pareció que con el tono de la voz nos decía “Por favor,

esto no se lo cuenten a nadie”.

Y sí, dijo, como si estúvieramos siguiendo un hilo de

conversación, cuando vi que venían los ñeris me metí el

celular en la concha.

Catalina largó la carcajada y yo la seguí, pero más que

nada estaba consternada. Quiero decir, obviamente que

con semejante declaración se refería a que había puesto

el celular en el especio afelpado que queda entre la

bombacha y el monte de venus. ¿O no? ¿De verdad

hubiera podido… tan rápido?

29

Page 30: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

No culpen a mis profesores del liceo por mi falta de

sentido común, cúlpenme a mí. Mis noches habían

estado demasiado ocupadas leyendo Harry Potter y

mirando dibujitos japoneses como para ponerme a

estudiar anatomía. Hay mecánicas que, me pesa decir,

las aprendí mucho (MUCHO) después y a manos de

terceros (cuarto, quinto y sexto). Fue como un curso

privado para entenderme a mí, y bien caro me salió.

Mirá que va en contra de mi ética pagar por las cosas

que son patrimonio de uno. Pero al principio como

germen de feminista, pagaba la mitad del hotel y los

condones. Después me di cuenta de que era yo sola la

que pagaba los Uber de las 5 de la mañana, los

periódicos analísis de sangre, las pastillas de a dos por

blister y las horas de terapia. Ves, ahí sí, debería de

haber recurrido a salud pública. Gileé.

Cat volvió a quedarse en la sala de espera, y se

entretuvo con un jueguito en el celular antes o después

de contar todas las baldosas. Acá aparece otra incógnita

que siempre nos quedó a Lety y a mí, y no entiendo

30

Page 31: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

cómo Cat que era tan de frente y tan despierta nunca

llegó a enterarse o a declarar que lo sabía.

La cosa es que el celular de Cat y el de Leticia eran

exactamente iguales. Lo habían comprado las dos, el

mismo fin de semana en lugares distintos, y no era uno

de esos celulares que se ponen de moda y todo el

mundo los tiene. Era solo otra prueba de que estaban

conectadas. Yo no me puse celosa cuando vi los

celulares.

En fin, los dos aparatos habían estado en el morral de

Let, porque era la única que llevaba morral, y en el apuro

de que venían los ñeris ¿cómo es posible que Let haya

sabido cuál de los dos era su celular para ponerlo a

resguardo?

Yo creo que es una de esas cosas que uno no tiene que

averiguar. No es tan dramático, lo sé, pero ese 50-50 de

probabilidad me sigue perturbando a lo largo de los

años.

31

Page 32: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Yo, mientras tanto, pasé a acompañar a Leticia otra vez.

En realidad quedé separada de ella por una cortina

amarilla colgada con presintos. Me agaché para contar

las croscs blancas y vi que del otro lado había tres

doctores. O sea que uno no hablaba. Los otros dos

charlaban muy animados sobre cualquier cosa excepto

el hecho de que eran las tres de la mañana y le estaban

cosiendo una teta a una piba drogada por el suero. Es

enfermizo cómo lo que para mí es un recuerdo de más

de 10 páginas, para ellos era una noche más.

Cuando se fueron, Leticia hablaba incoherencias.

Balbuceaba. Pero le dio la energía para sacar el celular -

el suyo - y ponerse a filmar. En ese entonces aún no se

publicaba todo lo que uno captara del universo. Se podía

perfectamente hacer un video y no subirlo a ninguna red

social. Le mostró a la cámara su cara, las vendas, las

gotitas de suero al caer y finalmente encuadró a ese

monstruito lleno de acné que usaba mis rulos y mi ropa.

Dije a la cámara que iba a escribir un corto con las cosas

que habían pasado esa noche.

32

Page 33: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

En ese momento Leticia quería ser actriz y yo quería

hacer películas. Pasé muchas horas y muchas tareas de

facultad sacándole fotos a ella. No es que fuera la

persona más linda del mundo, pero se sentía cómoda

conmigo cegándola a flashazos. Teníamos química.

Después ella quiso hacer películas y yo perdí la

vocación. Hace un tiempo metió esa escena gore

contenida en un documental que hizo sobre la gente del

interior que viene a estudiar a Bellas Artes. Lo mejor de

ese cortometraje es la entrevista que se hizo a sí misma,

porque habla con una convicción de la gran puta y se

refiere al entrevistador como a “vos” pero en realidad no

había nadie NADIE del otro lado de la cámara. Son ese

tipo de cosas las que me hacen sospechar algún tipo de

cuadro psicopático. Pero es mejor no pensar esas cosas

de alguien con quien todavía se comparte el cuarto. Por

salud.

33

Page 34: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Estela

Sabrina estaba de espaldas y paseaba, primero los pies,

después los ojos, por la vereda de enfrente. Bajé del

cordón con cuidado y empecé a cruzar. Me cambió la

luz. Ella se dio vuelta por el bocinazo. Nunca puedo verla

contenta.

Le dí un beso en cada mejilla y le pregunté qué ponía en

los auriculares. Siempre le pregunto. Le dije que estaba

muy linda, me agarró del brazo y empezamos a andar,

más al tranco mío que al de ella. Yo no me fatigo, ella no

pierde la paciencia.

El teatro quedaba lejos. Me dio tiempo de contarle lo que

hice en la semana entera. ¡Armé la máquina de escribir!

Y todavía me acuerdo de cómo funciona cada cosa. ¿Te

das cuenta, querida? ¡Seguramente soy la última

persona en el mundo que sabe usar una máquina de

escribir! Me río porque la última vez que la usé

Raimundo me dijo Ya no sabés cómo hacerte la

interesante y me enojé y la guardé en el placard de la

34

Page 35: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

casa de mis padres. Hoy volví a escribir dos o tres

páginas de mi diario y después me empezó a doler un

poco. Un poco, tampoco la pavada. Tengo miedo de que

se seque la cinta porque no sabría dónde comprar más.

Cuando llegamos al lugar nos salteamos toda la fila y

ella pasó sin saludar a nadie. Adentro me asusté, porque

usamos una puerta lateral que nos dejó directo en el

escenario. La sala ya estaba casi llena y la gente

conversaba y no se terminaban de acomodar. Me

molestó que no hicieran silencio cuando vieron dos

personas ahí adelante.

Sabrina no siguió caminando y a mí me daba miedo

bajar porque ya estaba todo en penumbras. Ella aplaudió

dos veces y se encendió una luz, justo sobre nosotras.

Me imaginé lo grande que era el reflector, lo que pesaba,

el daño que nos haría al caer y el vértigo me trancó las

palabras. La nena me apretó un poco el brazo y

entonces reaccioné. Les pedí silencio y de a poco me

hicieron caso y se sentaron en las butacas. Un jovencito

me gritó algo que ya me habían dicho antes: Estela,

35

Page 36: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

usted no necesita ese bastón, y yo le contesté Verdad

que no, pero es un buen argumento disuasorio. Lo

levanté en el aire e hice movimientos de samurai en

blanco y negro. Todos aplaudieron. Sabrina se rió,

tranquila, y me ayudó a bajar.

Cuando pisamos la alfombra gruesa y roja sentí que me

movía con más confianza y elegí un asiento que me

gustó, justo atrás de una chica que me hizo acordar a

una amiga mía de la iglesia. Estaba sentada junto a un

hombre que le acariciaba la rodilla. No sé por qué pensé

que nosotros cuatro - Sabrina, yo, la pareja de

desconocidos - éramos distintos y teníamos confianza.

Les ofrecí caramelos y se comieron todos los de limón.

Cuando terminaba la función pasó por el pasillo, junto a

mí, una persona con el brazo cubierto de un pelo

marrón, brillante, de ese que no se consigue con ningún

producto. Seguí el impulso de tocarlo y nos dimos un

choque de estática que me hizo pegar los suecos al piso.

36

Page 37: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Él se apartó, me miró y frunció el hocico para mostrarme

todos los dientes.

Sabrina lo sacó de un escobazo y alguien encendió las

luces. Ella se tocó las orejeras y me contestó, Es un

pulso, y me pareció escuchar, muy bajito, el rulo de

batería, así sé bien a qué ritmo caminamos.

37

Page 38: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Prólogo censurado de mi carta de renuncia Alejandro:

Harías bien en delegar la tarea de darle la bienvenida a

los nuevos. Cuando vas a abrir la puerta te sacás los

auriculares pero los dejás colgando del cuello de tu

buzo, sin ponerle pausa al celular. Da la impresión de

que estás apurado por volver a ponértelos, y uno se

siente incómodo.

El tour que nos hacés por la oficina es insufrible: “Esta

es la heladera, donde se guarda comida. Esta es la

ventana, que abrimos para ventilar.” Me costó aceptar

que no estabas tomándome el pelo, y fueron unos 20

minutos muy angustiantes.

Al minuto 21 me llevaste hasta un montón de pelos

negros, gruesos, enredados en forma de nada, que

asomaban entre montañas de libros de esos que

siempre hojeo en Amazon pero que nunca ni vos ni yo

nos inclinamos a comprar. Dudaste con el nombre

38

Page 39: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

porque hacía poco que había llegado a la empresa.

Gabriela iba a estar haciendo testing y QA en el mismo

proyecto que yo. No se movió un milímetro para

tenderme la mano, ni la cara, ni nada, así que nos

saludamos con un intercambio de medias sonrisas.

Ese primer día fue agotador. Escribí la lógica más bonita

de mi vida. Ustedes habían estimado 2 story points, y a

mí me llevó toda la jornada. Antes de irse, Diego vino a

ofrecerme ayuda. ¡Yo sabía lo que estaba haciendo!

Pero cada vez que pensaba en pasar esa tarea a review

me imaginaba que Gabriela al testearla encontraba un

loop infinito y me perdía cualquier posibilidad de respeto

para siempre.

Para aplacar esa humillación futura le aclaré, en nuestra

segunda o tercera fila para el microondas, que yo no

había estudiado informática. Pensé que iba a

contestarme alguna cosa de gente con Asperger, pero

me sorprendió. Ofreció prestarme unos libros

39

Page 40: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

introductorios y después me preguntó, con verdadera

curiosidad, qué había estudiado.

Le expliqué de manera un poco vaga de qué iba mi

carrera blanda y relaté apasionadamente la serie de

eventualidades que me habían llevado de aquellos

salones universitarios a esta industria donde se gana

mejor, se hace más felices a los padres y se colabora

con el Uruguay productivo.

Creo que a ella no le convenció mi amor por el suyo,

porque me dijo bajito: “Recuerda quién eres” al tiempo

que se arremangó la campera para dejarme ver, en la

cara menos peluda de su antebrazo izquierdo, un Simba

cachorro y tribal.

Años de dormir en una cama fría individual, en una pieza

llena de camas frías individuales, me dieron un buen

entrenamiento para reprimir gemidos y sollozos, pero no

pude evitar que mi respuesta a esa imagen fuera un

alarido emocionado que no sé reproducir. Sonó muy

ridículo, y ella se rió en mi cara.

40

Page 41: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

“¡Está vivo!” le contesté al recuperarme y siguió riéndose

de mí mientras sacó la comida del microondas y aún

cuando se sentó a la mesa. Después googleé el tatuaje y

me di cuenta de que no era tan original, pero lo sostuve

como una idea admirable. Hizo que me avergonzara un

poco del “Hakuna Matata” que tengo rotulado en el

hombro y me encargué de que nadie en la oficina me lo

viera jamás.

Mi simpatía por esta chica antipática no me convierte en

alguien especial. Ustedes, todos, la adoraban sin que

ella pusiera nada de su parte. Supongo que es el

magnetismo que generan las cosas misteriosas: yo con

mi franqueza paspante nunca pude hacer tanta amistad.

Una vez pusheé un fatal error. Cuando oí su silla girar,

lentamente, no me atreví a darme vuelta. Dejé que la

mirada de ella atravesara las cataratas de sudor frío que

me corrían por la nuca. “¡Fui yo! Ya lo arreglo”.

Cuando pasó la tormentita ella se levantó para salir a

fumar, y se ve que yo seguía temblando porque me

41

Page 42: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

invitó a ir a respirar un poco. Empecé a fumar para tener

más oportunidades de hacer que ella se riera de mí. Lo

que quería aclararte es que pasaron muchas horas de

estos recreos en conjunto antes de que me diera cuenta.

Llegué tarde. Espero que esa ignorancia prolongada me

redima.

Es cierto que en el minuto 21 aquel - si hasta vos, con

Lady Gaga sonándote en el cuello te debés de haber

dado cuenta - sentí un flechazo irrepetible. Un fuego de

espíritu. Unos ecos de mi corazón volviendo de alguna

parte del alma de ella.

Pero mi ángel antivirus - el que los convenció a ustedes

para que me contrataran - me tapó los ojos en ese

momento, y no me enteré de que era el fuego, el

flechazo, y todo eso sobre lo que la gente escribe

canciones.

No logro explicar con claridad mi nivel de

desconocimiento sobre el asunto. Es como cuando me

preguntaste si sabía cuál era el edificio principal del BPS

42

Page 43: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

y te dije que sí, porque lo sabía, por más que ninguna de

las 37 veces que había pasado por ahí hubiera sido

capaz de señalar esa fachada y decir “Es el BPS”.

Si yo hubiera podido señalar así a Gabriela, creo que no

me hubiera quedado a trabajar ni un día. Una certeza

así, grande e incómoda como un elefante, no me hubiera

dejado atravesar el pasillo para llegar al escritorio,

menos aún pasar ocho (¿diez?, ¿catorce?) horas ahí.

Era obvio que mi intensidad iba a terminar alejándola de

la empresa. Ustedes jamás nos asignaron a proyectos

distintos y me alegro, porque al menos reciclaron los

residuos de mi afecto.

Disculpas. Mil disculpas. Fue sin querer que le arrebaté

al estudio a sus dos mejores recursos: ella, que era la

mujer más brillante en varios edificios a la redonda, y yo,

que en el remordimiento por mi falta de talento me volví

obediente e incansable. Me quedaría, con todo y la

vergüenza de entender que ustedes sabían lo que me

pasaba. Me tomé estas dos semanas para tratar de

43

Page 44: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

seguir laburando bien, de escribir como se escribe para

ella - pero sin ella es imposible.

44

Page 45: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

De ojos y de garganta

¿Había sido a propósito que terminaran los dos

acomodándose en una sola cama, en un cuarto sin más

nadie, hediendo a whisky y a deseo?

Qué infierno. Qué infierno de duda y de dolor si lo

pensaban un poquito.

Ella lo pensaba un montón. Él no pensaba un carajo. Se

tocaba, con permiso, y dejaba ir hacia ella las manos

que le sobraran. Las caricias se esforzaban en deshacer

los obstáculos de hebillas, pliegues y botones.

¡Chask! hacía el elástico de la bombacha cuando él lo

sujetaba con las puntas de los dedos, lo estiraba y lo

soltaba para dejarlo chicotear en esa piel irregular de

puro nervio.

¡Chask! ¡Chask! Era como si llamara a la puerta y una

mano intrusa, mano de ella, lo detuvo más por reflejo

que por intención.

45

Page 46: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Él interrumpió los besos con pereza y —Sacate esto —,

le rogó en imperativo. Ella dejó que se le dibujara en la

cara la pregunta más estúpida   ¿Para qué?  y nunca

supo si llegó realmente a pronunciarla.

—No te voy a hacer nada  — dijo, retomando el trabajo

de las manos.  — Quiero sentirte, nada más.

Ella ayudó a desvestir lo que faltaba, obediente como si

tuviera un caño en la cabeza y no pegado al muslo, ja.

Con el terror de 17 o miles de años de cultura occidental

sintió cómo el peso de él pasaba de estar a un lado a

estar encima. Cerró los ojos fuerte, fuerte, para que

después, cuando se arrepintieran, todo fuera más fácil

de borrar.

Desde afuera hacia adentro, desde él hacia ella, se

ablandaba el alma maravillada por lo vivo, por lo lúbrico,

por lo cierto de la carne. Desde dentro hacia afuera…

—Si entrás te mato  —le talló en los hombros con las

uñas.

46

Page 47: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

—¡No voy a hacer nada a la fuerza! Sería como una

violación.

—Por eso: — apretó los párpados más todavía —si me

violás te mato.

Qué amenaza más honesta y más absurda. Lo decía

desde el convencimiento más profundo. Pero nadie se

tomaría en serio una amenaza salida de la boca del par

de piernas con las que ahora se masturba.

Lo hubiera matado y no podía mirarlo a los ojos para

decírselo.

En la oscuridad de la cabeza repasó la sucesión de

acciones que lleva a una a querer mantener a otro tan,

tan cerca del corazón y a la vez muy, muy lejos de la

concha.

Él se movía y cada oscilación era otro signo de pregunta,

otra insistencia. Empujaba el deseo como un ariete a las

puertas de la muralla. Ella sonrió por lo ridículo de la

47

Page 48: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

idea y, con los ojos cerrados, no puedo ver que él le

repetía la sonrisa.

Un trocito de metal, que seguramente se esforzaría por

brillar en la corta luz de la madrugada, le golpeaba a ella

la nariz, los labios o el mentón al final de cada golpe. Ella

le acarició el cuello con rabia, y sujetó el collar. —Sacate

esto, —demandó —No. Nunca me la saco.

Apresó entre los dedos la medalla por unos instantes.

Era una clave de sol. Se acordaba perfectamente de la

primera vez que la había visto. De las reacciones alegres

y exageradas de él cuando a ella se le antojó contarle el

mito de Orfeo.

Y ahora, si lo miro, desaparece. Ellos eran Orfeo y

Eurídice pero al revés. Al revés mismo. Al revés no,

imposible. Una mujer con un nombre tan bonito seguro

llevaría un espejo en la cartera. No tendría que hacer

esa estupidez de dar vuelta la cabeza para mirar y

arruinarlo todo.

48

Page 49: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Las mujeres bonitas, con y sin espejos, tienen una visión

que es mucho más que 360. Los hombres nacen y se

mueren con una de estas cosas de cuero que le ponen a

los caballos para que miren solo hacia adelante. Así es

que él puede olvidarse del contexto — de quién es él, de

quién es ella, de quién responde por esta

guarangada—  y tratar de convencerla tan burdamente

de coger.

—Te haría el amor — la contradice él en voz alta—,

mucho.

Visión 360, frontal o periférica, yo tengo miopía y

astigmatismo, y los ojos cerrados, piensa ella, y se deja

divagar la mente hasta reconstruir dónde fue que dejó

tirados los lentes.

Si lo miro ahora, el sol de tan temprano basta, va a

desaparecer. El mito aplica porque él es un poco músico

y ella está un poco muerta, y puede ser que estén un

poco enamorados.

49

Page 50: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Y porque al mirarlo se termina toda la posible magia de

esta noche. Porque no debe de haber nada más feo,

nada más asquerosamente aterrador, que un hombre

formando una trampa horizontal, una cárcel de huesos.

Con todo ese sudor etílico y esos jadeos inútiles tan

cerca de la cara de ella.

Entonces ella, con la fe puesta en el mito, relaja los

párpados, lista para olvidarse de lo que de él en ella

existe. Abre los ojos y los rasgos se dibujan con esfuerzo

en la penumbra de ese cuarto ajeno. Más que nada se

encuentra con la mirada de hambre animal que suponía.

Y en esas pupilas dilatadas, tal vez en una confusión de

oxitocina, se fabrica la idea de que ella lo conmueve un

poco. No sabe en qué orden y medida le toca a él las

fibras del corazón, las neuronas agobiadas o los vasos

sanguíneos de la pija, pero ahora no le importa porque lo

encuentra hermoso en el menos y en el más superficial

de los sentidos.

50

Page 51: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Se oye nacer en la garganta una respiración honda y

nueva que la acaricia mientras se proyecta al exterior, y

a los dos les gusta cómo suena.

51

Page 52: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Cuento con flores

Afuera todo está hecho de caras negras y caras blancas.

Siento que este sol de segunda mano les hace mal. Las

intoxica. Me eriza un principio de mareo y me maravillo

en pensar que esta luz mala, esta luz fría es residuo del

poder de la otra. Mi piel me encandila cuando estiro las

manos más allá del encierro de las sábanas. Es raro que

el sol haga su eco en la luna y la luna en mí. Me parece

sentir en mis tejidos una reacción, análoga y opuesta a

la de mis plantas, que me llena el cuerpo de sustancias

nuevas.

Cierro los ojos porque quiero soñar, de nuevo, que soy

un ser de esos tan perfectos que se mantienen solos, sin

dañar a nadie, sin pedir nada. Entonces me estiro,

entera, y sospecho que, como la materia verde y buena

busca la luz del día yo, en mi impureza, quiero crecer

hacia los rayos que escupen las ventanas en estas horas

de silencio.

52

Page 53: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Me siento amplia y vacía como el invernadero 4. Este

mes pasé a visitarlo un par de veces y me pareció sentir

su aliento de gigante al suspirar, desesperado, por que

llegue octubre. Cuando se llena de flores monstruosas él

se olvida de mí. Soy apenas un cosquilleo rutinario que

le acaricia la lengua alfombrada de vidas nuevas. Él

sonríe, y es la envidia de todas las otras parcelas. Me

parece que yo también envidio un poco lo cíclico y lo

seguro de su espera.

No es posible que nadie haya estudiado los efectos

nocivos de la luna llena sobre los plantines. Me inquieta

la idea. Pienso en Rosa, cuando yo esperaba que ella

llegara y temía por no saber cuáles eran las buenas

prácticas para hacerla crecer. Todo lo que había criado

hasta entonces tenía expertos, bibliografía, cursos por

correspondencia. Pero Rosa no. Mi propia madre se reía

de mí, y me decía que no me preocupara, que una

mamá siempre sabe.

La verdad es que nunca pude ver en mí ese impulso de

sabiduría divina del que todas las señoras me hablaban.

53

Page 54: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Rosa creció a base de sentido común, Agustín a base de

experiencia y Olga, pobrecita, viene de la pereza y el

cansancio.

Pero esta noche por fin tengo una intuición, un soplo de

instinto: la luna nos hace mal.

Creo que hay unas bolsas de sintético vacías en el

galpón del frente. Voy a salir, y usar eso para cubrir las

plantas nuevas. Ya me ayudará Cuneo a tapar todas las

demás antes de la próxima noche mala.

Mis zapatillas blandas rozan el pasillo y me viene la idea

de pegarme contra la pared opuesta al ventanal, para no

ser hipócrita y evitar yo también que mi piel absorba

esos rayos. Me río de mi locura. Mañana voy a mandar a

Amparo a la biblioteca, al Correo y al pueblo siguiente si

es necesario. Alguien, en alguna parte, tiene que haber

dado con la base teórica de mis miedos nuevos. Y si no,

yo misma tendré que investigarlos.

Antes de abrir la puerta tomo el parasol en un

movimiento automático, como si fuera la cosa más

54

Page 55: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

razonable del mundo. Afuera, cuando ya surco el largo

camino de escarcha, voy alternando entre cubrirme y no

cubrirme con él. Compruebo mi maldad: me gusta más

tener la luz que no tenerla.

Así que cierro el parasol y me dedico a ver cómo a cada

paso mi cabeza se aleja un poco más del suelo. Me pesa

levantar los pies. La sombrilla cerrada, que me servía de

bastón hace unos metros ahora cuelga tontamente de mi

mano.

No tengo sustento para adivinar cuándo se va a detener

este crecimiento absurdo. Me angustia la idea de que

mañana la gente se de cuenta de mi desajuste. De que

me vean tan grande, tan hueca, tan llena de nada y se

burlen de mí.

Dejo el parasol atrás y empiezo a correr. Siento las guías

extensas de mis venas expandidas, cavidades de agua

en movimiento, y bajo mis pies gotas de savia oscura

reventada, un pegamento cada vez más difícil de

romper. Quiero refugiarme en uno de mis invernaderos

55

Page 56: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

antes de crecer tanto que no pueda pasar por la puerta

de ninguno. Pienso ir al 2, que es el que más cuidados

necesita. Pero hay luz en el invernadero chico y me

llama, con un aleteo de hojas apurado.

56

Page 57: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Sustancial Entré a un baño público a ponerme desodorante y me di

cuenta de que tenía una mancha en el viso. Al principio

me asusté porque parecía un moretón, o un sarpullido en

el medio de la panza, pero cuando miré bien, era solo

una mancha pastosa que se formaba entre mi piel y la

tela humedecida. Me acordé de la imagen: en algún

momento había perdido de vista entre las tetas un trocito

de chocolate que caía. Me incomodó no saber si el

recuerdo era de ese día, o del anterior. O del otro.

Le quedaba poco al aerosol. Me lo guardé en la mochila,

me lavé las manos, le evité la mirada al espejo y, cuando

fracasaba en sacar toallas de papel de la maquinita, me

acordé de la vez que tenía ganas de bañarme y fui al

club a hacer como que salía de la piscina. Lo hice más

de una vez, en realidad. Después dejé, y nunca me

encontraron en casa para cobrarme las cuotas.

Me gusta cuando salgo del baño y ya está la mesa

servida. Me gusta cuando el brownie parece duro y hago

57

Page 58: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

mucha fuerza con la cuchara, y después tengo que

acomodar a la realidad mis expectativas porque me doy

cuenta de que el brownie es blandito y de que es mejor

que sea así. Me gusta cuando la leche y el café vienen

en jarras separadas, porque es siempre un desafío

encontrar el color perfecto, y el color que me parece

perfecto siempre cambia. Para eso ellos me mandan las

jarras separadas. Esto se debate solo en una escala de

marrones, pero me hace acordar que cuando yo tenía

como 8 años estaba segura de que podía inventar un

nuevo color. Ponía la viruta de los lápices en agua, en

distintas proporciones, y esperaba. No sé cómo mi

madre tenía tolerancia para mis experimentos.

Lo que ellos no saben, al traerme dos jarritas, es que

tanto si me sobra leche como si me sobra café, me

pienso tomar lo que reste solo, al final, como última taza.

Yo soy una niña de la crisis y me siento en la obligación

de comer todo lo que tenga derecho.

Hoy no era el caso de ninguna de esas cosas que me

gustan. El café con leche vino en una copa escuálida,

58

Page 59: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

indivisible por mis medios inmediatos, con un color

desapasionado que venía a reírse de mi historia

personal. El brownie era honesto en su consistencia.

Estos y todos los otros comestibles llegaron a la mesa

dos o tres suspiros después de que yo me sentara, con

esa mancha de chocolate en la conciencia más que en la

ropa.

Al lado mío un señor gordo con bigotes se tragó el último

raviol y le trajeron una copa de helado con frutillas y

crema que me robó los ojos. “Mirá qué lindo”, dijo el

mozo al dejársela. Y la verdad que sí. Me daban ganas

de dar vuelta la silla y quedarme mirando. Era linda la

copa y era lindo ver al gordo comer. Saber que un

humano puede contra toda esa grasa y azúcar y que la

ciencia va a mantenerlo vivo por 15 o 20 años más. De

vez en cuando hay que detenerse a admirar el progreso

de la especie.

Según la ética de que la sustancia de la vida está en los

pequeños placeres —aunque las porciones de ese

restorán no eran precisamente pequeñas —yo estoy

59

Page 60: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

viviendo uno de mis mejores momentos. Abandoné las

pretensiones, me entregué a la materia que es todo lo

que hay. Tenía ahí servidas más calorías que las que

todas mis amigas juntas ven en una semana entera. Hay

vicios peores, pero de a ratos me entra la duda y no sé si

me estoy dejando ser o me estoy dejando estar.

La cosa es que ese no saber cuántas horas hacía que

convivía con una mancha de comida entre los lienzos me

dio, por fin, una punzada de vergüenza propia —tan

acostumbrada que estoy yo a sentir la ajena —y decidí ir

a pasar un tiempo a la casa de mis padres. Mamá me

iba a obligar a comer verduras, tomar sol, sacarme los

bigotes y bañarme cada vez que le pareciera necesario.

Tal vez exagero al describir lo deplorable de mi estado.

Tengo dientes todavía blancos y parejos, por eso sonrío

hasta por las dudas. Tengo labios inobjetables, cara de

que estoy pensando en algo que está lejos, y bastantes

años como para que el chocolate no me invada la cara

de granitos. No tantos años como para que mi

metabolismo deje de ser amable (amable, no milagroso).

60

Page 61: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Y le gusté al mozo. Me estaba fijando en la factura para

saber su nombre cuando me estrechó la mano, me miró

a los ojos y me lo dijo en voz alta. Creo que conecto más

con gente extraña ahora que me siento sola. Me asusta.

Sí, es mejor dormir en mi cuarto rosa rodeada de

peluches que estar en Montevideo vagando, leyendo en

las plazas, pagando cuotas, pagando entradas, pagando

comidas para no tener que ir a mi verdadera casa.

El inter tenía Wi-Fi y se me trancó el celular por todos los

mensajes que cayeron. Había uno que no era de mi

madre. Yo había estado discutiendo con mi

coarrendatario por el tema del alquiler —son tan distintas

nuestras visiones de justicia —y el movimiento final de

esa pelea de texto me había encontrado a mí con el

coraje de preguntarle, por fin, cuándo pensaba irse de mi

casa.

Yo sé que tengo que dejar de usarlo a él como chivo

expiatorio para todas las cosas malas que hago y que

dejo que me hagan. También admito que yo ya sabía

61

Page 62: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

que se va a ir, y qué, como me hace repetir en voz alta la

psicóloga, yo quiero que se vaya. Pero ver la

confirmación, la fecha concreta —imaginarme el ruido de

la cinta al sellar sus dos o tres cajas de cartón,

imaginarme el peso de dos copias de llave en el bolsillo,

imaginarme que no voy a sentir más su olor a shampú,

su olor a Coronado, su olor a fútbol 5 —me partió el alma

en fracciones irrejuntables y lloré todo el viaje. Me limpié

los mocos con la camisa porque no tenía otra cosa.

Llegué al portón de mi casa tan deshecha que el perro

no me reconoció. Después de olfatearme bien se

deshizo él, en disculpas babosas, y me llenó de barro y

pelos. Yo lo derribaba a él, y él a mí, y así llegamos,

arrastrándonos uno al otro, a la ventana de mi cuarto.

Me extrañó que estaba la luz prendida, y los dos nos

asomamos a mirar.

Mi cama estaba bien tendida, con los pies para el lado

donde yo usualmente pongo la cabeza. Sentado sobre

las sábanas, en posición de loto, había un hombre más o

menos de mi edad, con ojos rasgados y la piel de un

62

Page 63: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

color que me hubiera gustado para capuchino. Tenía un

cuaderno sobre las piernas y una lapicera en la mano.

Miraba el aire con una expresión entre drogui y

trascendental que interrumpió al verme. Nos mostramos

las palmas de las manos y lo dejé en paz.

Yo misma había convencido a mis padres de que

alquilaran los cuartos libres ahora que mi hermano y yo

no estamos casi nunca. Generalmente, me reconforta

saber que mis padres tienen otros jovencitos sobre

quienes volcar sus cuidados obsesivos. Pero ahora que

fui al hogar en busca de refugio y no por cumplidos…

Ahora que no me siento más dueña de la casa que me

quita la mitad del sueldo… No. No puedo decir que me

molestó encontrarme a los viajeros ahí. Simplemente no

me lo esperaba.

La puerta del frente estaba abierta. La chica se estaba

poniendo lápiz labial en el espejo del living y me vio en el

reflejo. Sonrío, como si me hubiera estado esperando y

pronunció mi nombre con alegría. Cuando se acercó a

darme un beso me tentó la textura de la chaqueta de ella

63

Page 64: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

—era extremadamente suave, de una gamuza perfecta y

clarita, como para lágrima— y la abracé.

¡Al fin te conozco! Me dijo, y me lo decía de verdad. Yo

creo que de tanto dormir en mi cuarto y usar mis cosas y

respirar mi aire a veces ellos se creen que me conocen.

Algunos hasta se van un poco enamorados: me ha

pasado que me busquen en Facebook y me escriban

cosas esmeradas.

Papá y mamá están en la casa del abuelo, me informó

ella Nosotros ya vamos. Quiero arreglarme un poco.

Le estaba explicando que para ir a lo del abuelo no se

necesita ningún tipo de “arreglo”, cuando mi hermano

salió del baño, derramando agua y facha en partes

iguales. Estaba envuelto en una toalla y sacaba pecho a

propósito. ¡Pero qué bonito muchacho!, dijo Lía, que así

se llamaba, con mucho acento y feliz de usar esas

palabras nuevas. Mi hermano le mostró todos los

dientes, pero se le cayeron las comisuras cuando me

vio.

64

Page 65: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Me saludó de lejitos y fue corriendo a vestirse. Ya

habíamos tenido una charla sobre esto. Cuando mis

padres abrieron las puertas, cuando empezaron a caer

las colombianas, las italianas, las libanesas, temí por el

bienestar de la casa y llevé a mi hermano a hablar a otra

habitación, donde los dos acordamos, pactamos, dijimos

en voz alta y al unísono, que “los viajeros son amigos, no

comida”.

Lía siguió maquillándose. Mi marido está encerrado en tu

habitación —no dudes en correrlo si quieres. Me

sorprendió que fuera el marido. Traté de calcularles la

edad y el país. Es que nos vamos esta noche y

queríamos escribir una carta para tus padres. Han sido

muy buenos con nosotros, ¿sabes?

Casi no quedaba agua caliente en el termofón y el frío

me ayudó a despabilarme, a resignarme a la alegría

familiar. El espejo no se empañó y por eso tuve que

mirarme de refilón. Después lo seguí haciendo, de frente

65

Page 66: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

y a propósito, porque no me vi tan mal. Por lo menos ya

era grande.

Lía me vio pintándome las uñas a lo bruto y me explicó

cómo hacía ella para que le quedaran tan perfectas. Me

olvidé en seguida de la lección, pero fue lindo que me

tomara las manos, y además después me hizo una

trenza igual a la suya, de esas que te hacen pensar que

vas a ir al campo a soplar panaderos y juntar dientes de

león.

Estaba tan metida en el juego de las amigas, que recién

cuando estábamos a unos 20 pasos de la casa de mi

abuelo me di cuenta de lo que estaba pasando. Había 3

autos estacionados y desde allá al fondo, en el parrillero,

llegaban una luz amarilla, risas de whisky, y una voz de

relator de fútbol que pasaba publicidades.

Me paré en seco: ¡Hoy es el cumpleaños del abuelo!,

dije en voz alta. Javier y la parejita se dieron vuelta para

mirarme. ¿No vinimos para eso, boludita?

66

Page 67: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

No es que yo no supiera cuándo cumple años mi abuelo.

Es que tan concentrada en mi drama personal no me

había dado cuenta de que era febrero, ni siquiera de que

era verano. Me saqué la campera y me la até a la

cintura.

En el portón, un poco recuperada del shock, intercambié

ondas de preocupación con mi hermano. No podíamos

olvidarnos de hacer el disclaimer.

Escuchen, ustedes no saben cómo son mis abuelos.

No tienen idea de cómo son mis abuelos.

Si les hacen preguntas que no quieren contestar, no

tienen por qué contestarlas.

Si en algún momento se quieren ir, no se sientan mal,

váyanse.

Si se pasan y ustedes no saben qué hacer, nos avisan.

Pero tranqui. Siéntanse en casa. ¿Ok?

Lía y Marco no nos tomaron en serio.

67

Page 68: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Mi familia me recibe de maneras inverosímilmente cursis.

En vez de preguntarme por mí me preguntan por la tesis

y por Ismael. Como si yo tuviera algún tipo de control

sobre esas cosas.

Mi abuelo en cambio es más ubicado. No por sensato,

sino por seco e insensible. Es por lo tanto el saludo

menos efusivo, y el menos incómodo.

Feliz cumpleaños, abuelo.

Gracias m’ija..

¿Todavía tenés el vino que te traje en Navidad?

Sí.

Me imaginé. No te traje nada.

Bien, bien. Gracias, m’ija.

Era buen vino y lo guardaba para momentos especiales,

como si tuviera la certeza de que le quedaran muchos

más. En Navidad yo había ido a comprar dos vinos, uno

blanco y uno tinto, que venían en sendas cajitas de

madera.

68

Page 69: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Tengo el video de mi abuelo paterno abriendo el regalo y

es de las mejores cosas del mundo. Cuando flaquea mi

fe en mí, o en el capital, veo el video de mi abuelo

abriendo el regalo, perfectamente feliz. Y, bueno, podrá

parecer una imagen mezquina porque no deja de ser un

objeto material el que está sosteniendo, desenvolviendo

con la cara iluminada del más inocente de los gurises

pre-iPad, pre-xbox, pre-disneylandia, pero sé que esa

felicidad no viene solo de la tarjeta de crédito sino que

viene de mí. Yo propicié ese momento.

En el video mi papá le dice a él papá, ¿qué es eso? con

voz de cómplice y yo le hablo por arriba diciendo. Pero

me dijo la abuela que no podés tomar hasta que

termines el tratamiento. Le habían recetado unas

pastillas. Se terminó la botella de a vasitos al medio día,

mucho antes que el blister. Después lo internaron, y

después se murió.

Si hubiera muerto con el vino sin descorchar, sería una

condensasión poética espantosa de todo lo que yo estoy

pensando. Hubiera ido a buscar la botella entre la mugre

69

Page 70: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

de años que se acumula en el living de mi abuela y me la

hubiera tomado yo sola en la cocina, moqueando y

pensando cómo puedo hacer para convertirme en una

persona de verdad.

Pero mi abuelo se tomó toda la botella y fue feliz.

¿Cómo será sentir el cansancio en los huesos? ¿Es

verdad que se van a dormir con miedo de no

despertarse? Confío en mi abuelo, el que queda. Él es

resiliente, también. Si estuviera pronto para partir, lo

sabría, y apuraría el trago de vino bueno como se toma

ahora todas estas cosas más baratas.

El día que fui a comprar el vino yo ya estaba vistiendo mi

traje de dar pena. El señor de la tienda empezó por

ofrecerme una cosa que mi cerebro decodificó como

algo parecido a una damajuana de 150 pesos y yo me

tomé un momento para indignarme, y otro para

condenarme por mi indignación.

Me angustió encontrarme con la paradoja de que mi traje

de pichi, en lugar de congraciarme con la gente que no

70

Page 71: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

tiene un lugar a dónde ir a parar ni agua corriente ni

enjuague bucal, en vez de hacerme pensar qué mal

nosotros, los de las oportunidades, los que tienen

trabajo, los bienqueridos, que los juzgamos a ellos por

cómo se ven y cruzamos a la vereda de enfrente para no

darles unas monedas ni sentirles el olor...

En vez de eso, mi traje de dar pena me descubrió más

snob que nunca, porque me daban ganas de decirle

Mire, señor Domínguez, si es que ese es su verdadero

nombre. No fui 5 años a la universidad para llevarle a

mis abuelos un triste vino en cartón en Nochebuena,

como si yo fuera especial, como si hubiera algo en mí

que él tuviera que poder ver a través de mis mechones

enmadejados, mi ropa estirada y mis dos capas de

mugre que lo hiciera pensar Ah, esta mujer tiene un

sueldo. Está mujer algo entiende.

Entender, no entendía, pero estaba aprendiendo de

memoria, porque el vino era una de mis estrategias. Por

esas fechas mi compañero de vivienda estaba entrando

en su fase de aprender a cocinar pescado. De vez en

71

Page 72: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

cuando yo espiaba la siguiente hoja del libro de recetas y

googleaba qué vino quedaba bien con el bicho en

cuestión. Me desgastaba el plástico del crédito en estos

lugares elegantes y cuando caía a casa le decía a él

Mirá, me lo regalaron en la distribuidora.

Creo que nunca sospechó. Aceptaba compartir la botella

a cambio de que él cocinara. Todos ganábamos. Era la

única manera que me quedaba para sentarme con él a la

misma mesa, para escucharlo alabarse a sí mismo por lo

bien que le había quedado la comida, para mirarlo a los

ojos, para mirar a los ojos a alguien.

Obvio que siempre terminaba deprimida. Pero era parte

de mi lenta terapia de aceptación de los hechos. Una

estrategia de cura a largo plazo. Porque si podemos

estar los dos borrachos, riéndonos de lo mismo, en el

mismo comedor donde hace un tiempo nos

revolcábamos en el suelo y nos dábamos contra todas

las paredes, y él no viene a mí —si no me toca ni al

pasarme la copa— eso significa que ya no le gusto nada.

72

Page 73: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Que la última y la más banal de las cuerdas también se

rompió.

No puedo estar así, acordándome de las instancias

físicas de mi vida con ese hombre. Me vienen estos

flashbacks, de repente, sobre todo cuando alguien está

explicándome alguna cosa que no me interesa. Se me

corre el iris para atrás, se me ponen rojos los cachetes y

se me empieza a caer una baba fina por la comisura de

la boca. La gente hace de cuenta que no pasa nada, por

suerte.

No quiero privar al que lea esto de respirar la atmósfera

de tregua a la hostilidad del cumpleaños de mi abuelo,

pero la estaba sintiendo con menos de medio cerebro,

así que sería deshonesto describirla. Lo que pasa es que

cuando venía en el interdepartamental hacia esta noche

de alcohol y asado y griterío e indulgencia, me

paniqueaba con pensar que ya llegarían las 3 de la

mañana y yo volvería a quedar sola, acurrucada en un

colchón, llorando a desconsuelo la preausencia de mi

73

Page 74: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

amor malo. Y entonces, se me vino a la cabeza la idea

de tramitarme alguna distracción.

Es lucrativo conocer viajeros en Montevideo porque casi

todos vienen desde o van hacia mi pueblo. Así les

consigo a mis padres inquilinos a patadas. Este, en

particular, tenía mate y bombilla pero no tenía termo ni

agua caliente, y yo al revés. Curiosa manera de

encastrar, ¿no? Me senté a cebarle y conversar, nada

más que a conversar, frente a él en la plaza de comidas

de la terminal, un lunes. Me cuido de no quemar Tres

Cruces, porque los guardias de seguridad son muy

atentos a las caras repetidas. Es el mejor lugar para

conseguir electricidad, agua caliente y usar los baños.

A lejano y corto análisis el muchacho parecía un loquito.

Muchas de sus frases eran ofrecimientos o invitaciones

que finalizaban en congusto. Claro que hablaba, no

escribía, pero en la manera de decirlas me parecía que

estaban las dos palabras concatenadas. Uno de los ojos

no se le movía y por eso daba la impresión de ser un

poco más grande que todos los demás. Yo lo miraba con

74

Page 75: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

un poco de susto y con las cosas entrando por un oído y

saliendo por el otro, atropelladas.

Tres vueltas de mate después me parecía la persona

más iluminada y sensible del mundo. Estuve horas ahí

diciendo cosas como “sí” y “tal cual”, moviendo la cabeza

de arriba a abajo, y no por compromiso ni amabilidad,

sino porque verdaderamente las sentía. Él tenía ya, ante

mis ojos, una cosa de líder político y otra de gurú

espiritual. Me dijo ideas que yo no sabía cómo no se le

habían ocurrido a nadie antes. Iba de las plantaciones de

yerba mate hasta los sirios, hasta Cuba, y de vuelta a los

Sin Tierra, con toda soltura y coherencia. Sin

desmerecer su trabajo, digo que tenía el discurso ya

sistematizado y lo usaba todos los días para diversas

transacciones.

Estaba cagado de hambre. Mil veces le ofrecí comprar

algo de comer, pero en vez de aceptarme se levantó a

buscar unas papas fritas y media porción de tarta que

alguien había dejado en otra mesa. Me duele que la

gente desperdicie la comida. Me quedé anonadada por

75

Page 76: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

un acto semejante y lo miré comer con admiración,

mientras yo me pedía un caliente y un jugo de naranja.

Hasta ahí, por más que me iluminara los pensamientos

con sus ideas de demente, no lo veía con malos ni raros

ojos yo. Ni siquiera cuando empezó a hablar mal de sus

compatriotas. Creo que esto es lo primero que un

argentino debe hacer cuando intenta levantarse a una

hija de Obdulio.

Siempre me quejo de lo precario de mi educación, pero

esto sí me lo enseñaron en la escuela y no le dí la

suficiente importancia. En un recreo, en quinto año,

vimos a una de las maestras practicantes llorar en un

banquito atrás del salón de múltiples propósitos. Yo

pensé que le habrían puesto una mala nota. Otras tres

nenas y el nene gay se acercaron y fuimos todos a

preguntarle si estaba bien. Nos dijo que, habiendo tantos

países en el mundo, nunca, nunca se nos fuera a dar por

tener un novio argentino.

Mi problema es que a mí me gusta la gente que me hace

llorar. Eventualmente el chico llegó a la parte de decirme

76

Page 77: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

que es difícil extrañar tu casa cuando estás lejos, pero

extrañar tu casa estando a un río de distancia, sin

suficiente plata para cruzarlo, se le estaba haciendo

insoportable. Me vinieron ganas de agarrarle la mano,

me contuve y me dije, disciplinada: Nena, no cruces esta

mesa para abrazarlo, porque te lo vas a chapar.

En fin, que lo que tenía de idealista no lo tenía de boludo

y fue él el que vino hasta mi asiento acolchonado. Hice

mi esfuerzo por abrazarlo sin más, pero también razoné

que a mi vida le faltaban más primeros besos no

planeados. Le sentí en los labios el gusto a cruzar a pie

desde Valizas hasta El Cabo y de verdad que estaba

satisfecha de escapar de mi tristeza pervasiva.

La moza vino cuando estábamos pegados como liceales,

a decirnos que ya estaban por cerrar. Me dio un poco de

pena ponerla en esa situación incómoda porque es mi

moza favorita. Le pregunté el nombre. Ella siempre me

dice corazón.

77

Page 78: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Resultó que el viajero no estaba esperando ningún

ómnibus. Alguien lo iba a pasar a buscar por ahí a las 5

de la mañana para acercarlo hasta la ruta. Le advertí,

con conocimiento de causa, que no es tan fácil pasar la

noche en Tres Cruces sin pasaje.

Yo ya le había ofrecido, después de la filosofía social

pero antes de los besos, que fuera a descansar un rato a

casa en vez de dormitar ahí sentado. Extrañaba

verdaderamente dormir acompañada. Era la noche

perfecta: al otro día tenía hora para el PAP así que por

primera vez en la vida tenía un argumento tangible e

insalvable para mantener las piernas cerradas. Eso se lo

advertí porque tengo un tic de hija del patriarcado que

me hace excesivamente respetuosa de las erecciones

ajenas. No quería emocionarlo para dejarlo en Pampa y

la vía después.

También consideré advertirle que tengo a un ex-marido

durmiendo en el altillo. Me enloquecía la idea de que se

encontraran los dos, a la mañana siguiente. Ismael,

bajando la escalera, con su ropa de contable y su cara

78

Page 79: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

de traste. El viajero, en calzoncillos, revolviendo la

cocina para armarme un desayuno. Tentador.

Pero, en vez de eso, lo llevé a un bar a emborracharnos.

Brindamos por los niños sirios y le di el teléfono de mis

padres. Ha sido un gusto, nos vemos pronto.

79

Page 80: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Madrecitas El jueves cuando llegué a casa la encontré con el mismo

jogging y la misma remera. Acurrucada en la cama,

seguía con su ciclo personal e infinito de Almódovar.

Miraba las mismas 17 películas, día tras día y aún así no

le daban ganas de salir a trabajar.

La saludé, me saludó y aguanté la respiración hasta

después de haber tirado mi mochila al suelo para no

preguntarle tan rápido.

—¿Fuiste?

Hizo su típica y casi constante mueca de “sé que no

estuve bien” y me dijo:

—Me boludeé.

Era la misma respuesta que me podría haber dado para

enterarme de que no fue al supermercado, de que no

llamó al sanitario, de que no bajó la ropa de la cuerda.

—Si querés que me pida el día para acompañarte,

decímelo. Vamos ahora, si hace falta.

80

Page 81: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Cada vez que pronunciaba esta propuesta me arrepentía

al instante. ¿Qué iba a ir a hacer yo, justamente yo, a

esa sala de espera?

—Me boludeé, nada más. Voy mañana.

—A ver, Lau. —traté de encontrar algo qué limpiar, algo

qué ordenar, para no tener que mirarla a la cara. Extendí

y doblé tres pares de medias mientras le decía —No es

una cosa que puedas dejar pasar. Si yo dejo vencer una

factura nos fajan con el recargo y ya está. Esto es un

poco más serio. Esto crece: cada día que pasa es peor.

Ella se estiró hasta quedar en posición horizontal, y en

ese movimiento empujó la computadora a los pies de la

cama. Se alisó la remera con las manos, casi

acariciándose y ahí quedó, paralela al colchón, paralela

al techo, paralela al piso.

‒ ¿Vos me ves algo?

81

Page 82: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Quise imaginar alguna protuberancia, alguna

perturbación en lo plano de la pancita blanca y tibia que

había debajo de esos harapos roñosos.

—No. —La obscenidad de haber querido imaginarme a

eso me llenó la cara de calor y no me dejó mirarla a los

ojos.

—No te preocupes entonces. Voy mañana.

***

Paso chocándome los muebles. No es que tengamos

tantas cosas ni que las habitaciones sean tan chicas. Es

que todo está siempre fuera de lugar. Hace más de un

año que vivimos acá y no hay manera de que nos

acomodemos a esta vida. La casa nos rechaza.

Y un poco la entiendo. Si yo fuera una casa, querría

albergar a una familia. Gente que provea, gente que

cuide y gente que crezca. Un equipo.

No es solo el orden o la limpieza o la plata lo que falta.

Lo sé porque hay días que me esmero, que intento, que

82

Page 83: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

desinfecto cada superficie y que corro todos los muebles

buscando el equilibro que prometen los programas de

estilo de vida que dan en la tele.

Acá lo que falta es otra cosa. No me animo a usar

nombres tan comunes para eso como “calor de hogar”,

“magia”, “amor”. Estoy hablando en serio. Me refiero a

que falta algo concreto, algo tangible, algo que, si un día

lo veo empezar a crecer, me voy a dar cuenta de qué es.

Pero por ahora nos falta y por eso este techo de vitral

hermoso que siempre quise sobre mi cabeza, me da la

impresión de que cualquier mañana se me va a caer

encima.

No soy feliz. Por ahora.

Hoy no está todo desinfectado. El piso está pegajoso, y

a mí me duele demasiado la cintura como para hacerme

cargo.

Este no es un lugar para jugar. No es un lugar para

aprender. Ni siquiera traería a un cachorro a vivir a

nuestra casa: es una especie de condena.

83

Page 84: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

No se puede tener una familia si no hay eso que no

tenemos. Si eso que no tenemos estuviera, tal vez

tendríamos sillones. Tendríamos comida en la heladera,

y la heladera estaría en la cocina, en vez de encastrada

debajo de las escaleras. Tendríamos plantas. Otras

plantas, no solamente tunitas.

Tenemos dos cuartos. Podríamos seguir así: en uno ella,

en otro el bebé. Yo no sé en cuál estaría, pero me

acomodo. Vería, noche a noche, quién de los dos me

necesita. Pero por ahora en el cuarto de al lado está

Gianella. No podemos echar a Gianella para hacer lugar

para el bebé, porque no podríamos mantenernos.

Tenemos que echar al bebé, y dejar lugar para Gianella,

porque con o sin inquilina, no podemos mantenerlo.

Si ganara un poquito más… o si tuviera una casa mía,

no lo pensaría dos veces. O sí, pero en fin, no tendría ni

que decirlo. Solo espero, espero, sabiendo que tarde o

temprano el bebé, el infante, el niño, depende de cuánto

84

Page 85: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

aguante ella, va a pasar a mis brazos. Y tal vez así todo

se acomoda.

Gianella no puede saber que le estamos haciendo

espacio en la casa y en la vida. Gianella, si nos

escuchara murmurar de noche sobre lo que le va a pasar

a Lau, abriría la puerta, encendería la luz, nos

encandilaría y gritaría ¡Es una vida! ¡Es una vida!

Claro que es una vida. ¿Qué va a ser si no? Una vida

más difícil que la nuestra. Mucho más difícil que la suya.

Gianella tiene dos perros y un bebé, y se los está

criando la madre allá en Rivera. Así es muy fácil hacerse

espacio. Ella no está sola, en el sentido en que Laura y

yo estamos solas.

Lo que más me preocupa es el baño. Es incómodo,

demasiado chiquito, así que habría que bañarlo en el

living que es tan frío en invierno. Y aparte, si Lau sigue

con esto y llega hasta la parte de los malestares, no me

da el espacio del baño para sostenerle el pelo mientras

vomita.

85

Page 86: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Pensar que son solamente dos pastillas. Creo que no de

tomar, pero son dos pastillas al fin, y ella no se la juega.

Laurita, querida, la de veces que yo me he mandado

pastillas y cosas por vos. La de veces que me has

dejado tirada por ahí, paranoica, mareada, malviajada,

destruida, y así estás ahora, por dejarme para irte con

alguno. Puta.

***

Yo no sé si voy a tener esa suerte. No sé porque nunca

consulté, no le planteé mis dudas al sistema, pero lo

siento y en definitiva, si mi corazón es de piedra tendría

lógica que lo sean otras cosas también. El vientre, por

ejemplo.

He estado a punto de intentar. Lo he pensado, en baños

ajenos, en el limbo ese en que queda un poquito de mí

como para decidir algunas cosas, y mucho de nadie,

para dejarse llevar por la corriente. Pero hasta ahora

nunca me dejado penetrar por algún irresponsable sin

condón. Probablemente nunca lo haga: si son como una

86

Page 87: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

bolsa de imbecilidad y enfermedades. Si me creciera un

bebé, no podría soportar la idea de que viene alguno de

esos borrachos de las 5 de la mañana a pedirme una

parte. No podría.

Independientemente de eso, siempre dije que si

aparecía una criatura en la puerta de mi casa la iba a

adoptar. Y ahora no apareció en la puerta, apareció

mucho más cerca, en mi cuarto, casi que en mi cama. Y

mucho antes, a tiempo de que nos preguntemos si será

lo mejor o no esto de dejarlo seguir.

Sería lo más lógico que me lo regalara. Pero yo no tengo

plata y necesitaría mudarme. Si nos quedáramos acá los

tres me costaría un trabajo bárbaro. Tendría que

hacerme tiempo cada día para decirle “Bebé. Bebé,

mirame cuando te hablo. Bebé, yo soy tu mamá”, y él, o

ella, día a día se iría poniendo más parecido a la tía

Laura y haría mi mentira más mentira.

***

87

Page 88: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Entonces el domingo, cansada de engranar todas esas

cosas, cansada de no poder laburar por estar criando a

mi hijo no nacido, llamé a Julio y Margarita.

Les abrí la puerta a eso de las tres de la tarde, y los

pude ver bien. Ella, con las primeras patas de gallo,

fuerte, con tanta energía en el corazón. Él blanco en

canas, con una billetera mucho más firme que la mía. A

ellos sí les quedaría bien un bebé. Lástima.

Tuve que llevarlos hasta el cuarto para que Laura

reaccionara. Dijo “¡padrino!” con una voz de nena chica

que no me gustó nada y se le tiró al cuello y se

encerraron a charlar. Marga se quedó conmigo en el

living. Me explicó que iba a volver con nosotras y pasar

la noche ahí, si tenía un colchón para prestarle.

Cuando entré al cuarto a ver si precisaban algo, Laura

ya se estaba poniendo un par de championes. Los ató

muy lento. Todo en ella demoraba la conclusión de ese

desastre.

88

Page 89: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

—Lau —le dije, y me miraron los tres, como si todos

temieran y supieran mi pregunta —¿vos estás segura?

—Sí —dijo poniéndose derecha. Los acompañé hasta la

puerta e incluso me dio un beso antes de subir al auto.

Es lo mejor, sin duda. Porque, después de todo, si

juntaba plata para anotarme al curso ¿cómo iba a hacer

con un bebé? No podría caer a facultad con un

cochecito, sentarlo en un pupitre, cantarle canciones

mientras saco apuntes.

Ojalá este sea un varón. Me saca pensar que tal vez es

una nena. Una Laurita como la de las fotos, con ojitos

negros, bien negros, manos pequeñitas y patas de tero,

con pelo lacio de muñeca. Primero la mandaría al jardín

de dos colitas; y le dejaría el pelo suelto, con cerquillo,

después.

89

Page 90: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

La copa

Una vez unos amigos y yo, por motivos no anecdóticos,

tuvimos que romper una copa. Pero no romperla de

manera desordenada, al antojo de las circunstancias de

la física. No podíamos, por ejemplo, dejar que se le

quebrara el piecito.

Entonces, se nos ocurrió usar una tenaza. Una pinza

hubiera sido mejor, pero no había. Agarrábamos,

pellizcábamos, apresábamos un borde de la copa con el

instrumento. Hacíamos palanca. Saltaba el pedazo de

cristal como un diente, como una escama.

Se lo veía ahí, tan duro, compacto y geométrico, y el

coso, el ex-cosa, parecía sentirse culpable por haberse

dejado amputar de esa manera clínica.

Pero no lloraba y su herida era limpia y nos demoramos

en tirarlo a la basura porque era hermoso.

Seguimos, pedacito a pedacito, hasta estar conformes

con la copa esculpida. Esa, al final, fue la copa más dura

90

Page 91: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

que yo he tocado. El cristal se iba haciendo grueso, casi

irrompible ante nuestros ojos.

Hoy me desperté y me angustió no poder tomar una

decisión fácil. Podría haber sido esa o cualquier

decisión, pero vi el desgano crecer ante mis ojos y me

asusté.

Deambulé por ahí e, inhabilitada de romper, tuve que

atenazar escama a escama la tristeza. Leí, dormí, miré

de lejos, me armé un silencio y solo pude soltar grupos

de a dos o tres lágrimas que querían volver. Se detenían

a hacer tiempo en la nariz, en la cima de los cachetes,

en el borde de los anteojos y se secaban antes de

caerse.

Eran tan concretas esas y otras olas de dolor que estoy

segura de que yo lloraba para adentro y se que me

escurrían por el cráneo, y no la piel, las miserias

desatendidas. Es injusto porque yo quería llorar, llorar y

llorar, como si me prestaran, un instante, toda la tristeza

de todas las personas.

91

Page 92: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Entendía que algunas tristezas de algunas personas ya

hubieran sido pinza, martillo y mortero: armas suficientes

para pulverizarme. Pero estaba ahí la voluntad, y no la

voluntad, porque era necesario, de que todo el mal

posible se sirviera de mí para fluir hacia alguna parte. Yo

misma no estaba yendo a ningún lado.

Deambulé por ahí, escribí estas cosas y creí que en

algún momento iba a encontrar la dureza imposible de la

copa que adoptó su forma exacta. Pero me di cuenta de

que nada en mí es de vidrio, de que tengo huesos, de

que sentía hambre.

92

Page 93: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Sur Vivo en un barrio de paredes de colores invadido por los

perros. Perros negros y marrones. Y con gatos

peleadores y pulgosos recluidos y saltando entre

terrazas y balcones.

Yo creía que él temblaba con el ritmo del tumulto, de los

pies, del instrumento solamente los fines de semana.

De repente se nos hizo primavera y la noche, que se

cuela por el espacio que me dejan las imperfecciones de

esta casa vieja, me empuja para afuera, a la calle, a la

vereda. Me dice que no tiene que quedar nada que se

interponga entre el cielo y yo. Ni techos, ni pisos, ni

cristales maltratados, ni nada.

Cuando hice caso empecé a entender que esto tiembla

igual todos los días, o todas las tardes, más o menos a

la hora que se va el sol.

La gente sale a la puerta de la casa y se cuentan

cuentos con palabras bien elegidas. Tienen unas voces

93

Page 94: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

profundas, oscuras, y por eso parece que todo lo que

dicen es poesía.

Y baile hay porque las niñas, también en su tertulia de

exteriores, no saben hacer nada sin bailar. Son su propia

música. Cantan versos que por las letras de arcoiris y

mariposas parecen aprendidos en el jardín de infantes,

pero tienen una solemnidad en el ritmo, una certeza en

su infantil afinación que me impresiona y me da envidia.

Entre el río y yo hay pasto, y como en cada lugar que es

reclamado por el verde, hay championes persiguiendo

una pelota.

Vive más en la excusa de la noche. Es renegado,

adolescente y rocanrol, por eso a esta hora se despierta.

Casas, calle, plaza, cancha, rambla, río. Yo al medio de

todas esas cosas. Vinieron a mí tres mujeres, tres

ángeles drogados, de caras ensombrecidas y pelos

desordenados. Se sentaron a mi izquierda, a mi derecha,

por todos lados, interrumpieron las risas desbocadas y

se presentaron.

94

Page 95: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Jugaban a cualquier cosa, me convencían de los juegos

y hablaban sobre las palabras. Cuando encontraron una

que les gustó mucho la repitieron varias veces.

Una de ellas, la que más hablaba, se ocupó en apreciar

unos segundos el silencio. Quiso atrapar el sonido que

hacían las cuatro hamacas en su esfuerzo por sostener

los cuatro cuerpos —el mío y los de ellas.

Como una cosa que no se piensa, pero que no se evita

ni se esconde, ella se unió a los fierros oxidados y se

puso a cantar diram dam, diram dam, diram dam como

olas suaves e imperfectas de agudos y de graves

cuando esos péndulos que éramos, más o menos

sincronizados, iban y venían despacito. Otro ángel

percutía con los pies cada vez que llegaba a lo más bajo

de su arco tum tum, tum tum.

Para nadie fue raro sumirse en esa música de hamacas,

voz y champión sobre concreto.

95

Page 96: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

El tercer ángel tenía los ojos perdidos en algo que no era

el cielo, ni era el río, ni era el verde, pero que era igual

de grande que esas cosas.

96

Page 97: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

¡Gracias!

Al taller de los martes de Roberto Appratto

– mi taller –

por ser los mejores contertulios dentro del mundo literario

y quizá también fuera de él.

A Carlos Rehermann

– varios de estos cuentos empezaron como ejercicios de su taller –

y a quienes me han ayudado a escribir mejor.

Los recuerdo siempre.

A mis compañeros de techo, aula, viaje, calle y oficina,

por contarme sus historias

y por volver a leerlas en estas páginas.

Entre ellos especialmente

(y en orden de aparición)

a Mari, Belu, Flor, Pau y Lourdita

por lo que han puesto de sí en estos meses

- y en la vida -

para que mis proyectos salgan.

97

Page 98: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

A mi familia, por amarme igual.

A mi Flaquito y a Ferdi,

que hicieron posible que mi libro de papel ande por ahí.

A Christian, Natali y Emilio

que estaban conmigo cuando puse el punto final.

98

Page 99: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Legalidades La canción citada en el primer cuento pertenece a Casulo, A. (2015).

Nena. Laboratorio [Digital]. Montevideo.

Diseño de tapa: elf y Nathalie HC, con la amable colaboración de

Rafa y Martín. Las fotos son de Flor Sassi.

Este libro está registrado en la Biblioteca Nacional uruguaya.

Permito su reproducción total o parcial, con o sin modificaciones,

siempre que sean para usos no comerciales.

Primera edición electrónica, Julio de 2018.

99

Page 100: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Nota a los lectores del libro electrónico:

La versión electrónica de Acá no hay nada es de distribución gratuita. Sin ánimos de sonar hippie, que lo hayas leído vale más que cualquier cosa y no necesito más <3 Sin embargo, si sintieras deseos de darme algo a cambio del libro, acá hay algunas cosas que podrías hacer:

* Reenviar mi libro a otrxs a quienes pueda gustarle. No está en mis planes recurrir a la publicidad así que las recomendaciones de uno a otro son muy importantes para mí

* Hospedar a un viajero desconocido en tu casa, por ejemplo a través de Couchsurfing, porque ese viajero podría ser yo, ¡o un amigo mío!

* Esperar ansiosamente mi boletín de piques y desventuras tras susbcribirte en getrevue.co/profile/piracalamina

* Si sos un cuerpo menstruante, juntar las moneditas que ahorraste al no comprar un libro para invertir en tu primera copa menstrual. Sí, ¡un TAMPÓN REUTILIZABLE que va a reducir drásticamente tu huella ecológica! O bien podés donar a alguna de las campañas que llevan productos de higiene íntima sustentables a menstruantes pobres.

* Sentir vergüenza ajena siguiéndome en Instagram

* Ayudar con manos, dinero o amorosas adopciones a cualquier entidad que cuide de los animales. Dejo aquí el link de Animales Sin Hogar, porque es la ONG que me presentó a mi hermosa Condesa, pero hay muchas en lo ancho del mundo y todas necesitan apoyo

100

Page 101: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

* Escribirme cualquier tipo de consejo, crítica o comentario a [email protected]

¡Muchas, muchas gracias por leerme!

101

Page 102: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

Índice

Fangirleo frustrado

3

Cuento con moralejas 12

Estela

34

Prólogo censurado de mi carta de renuncia 38

De ojos y de garganta

45

Cuento con flores 51

Sustancial

56

Madrecitas 79

La copa

89

Sur 92

102

Page 103: A c á n o h a y n a d a - literaturaindependiente.infoliteraturaindependiente.info/wp-content/uploads/2019/06/Acá-no-hay-nada-Nathalie-HC.pdfF a n g i r l e o fr u s tr a d o El

103