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9. Sociedad y política en Béjar desde la Segunda República hasta la actualidad (1931-2013) Óscar Rivadeneyra Prieto Escritor y dibujante 1. TIEMPOS CONVULSOS A nuestro juicio la Guerra Civil española es el resultado de una serie de factores desencadenantes que trasciende las circunstancias particula- res de la década de los 30 y de la Segunda República para remontar sus orígenes allende el siglo XX. Los años previos a la contienda van a suponer la consolidación, tanto desde el punto de vista social como del político, de dos posi- cionamientos antagónicos cada vez más diferenciados y enfrentados. Estas posturas pueden parangonarse con las circunstancias y las coyunturas europeas del momento de tal manera que resulta fácil establecer paralelismos entre la deriva de la situación española con la del viejo continente. A ello habrá que sumarle toda una serie de aspectos particulares y endémicos (en algunos casos males compartidos por ambos bandos) sin los cuales la guerra no hubiera tenido el virulento cariz fratricida que terminó por caracterizarla. ¿Cuáles son, pues, los orígenes y las características de los dos posicionamientos, convertidos después en bandos irreconciliables? En primer lugar el sector obrero, el campesinado, y en general las clases tradicionalmente menos favorecidas, habían adquirido «conciencia de clase» a partir de las primeras revoluciones socialistas del siglo XIX y sobre todo tras los hechos revolucionarios y emancipadores de la vieja Rusia ya leninista desde 1917. Debemos entender el concepto «conciencia de clase» no tanto como la percepción de ser o integrar una parte de la población con unas características determinadas, especialmente desfavorecida en este caso, sino ya el de saberse configuradora de una parcela social que puede trascender y tomar partido en el dinamismo y en la evolución de la sociedad, así como de su propio bienestar particular frente a otras clases sociales. Que puede, en definitiva, acabar modificando las estructuras sociales radicalmente arraigadas a lo largo de la Historia superando el carácter gregario y sumiso que éstas le habían otorgado. El retraso secular del campo español, que apenas ha evolucionado y que man- tiene en muchos aspectos ordenamientos decimonónicos, figura como origen de las problemáticas que intentarían resolver apresuradamente y sin fortuna los distintos gobiernos de la Segunda República. El campesinado español sufría además dos de- cepciones morales que serían definitivas en el desencadenamiento del conflicto civil de 1936. Una con respecto a la nueva burguesía que se había consolidado en los ini- cios del siglo XX y bajo cuya patronal se desarrollaba su trabajo. Ésta, lejos de ampliar las posibilidades emancipadoras de las clases bajas, como hubiera sido consecuencia lógica del liberalismo del cual procedía, va a repetir comportamientos propios del Antiguo Régimen o sustituirlos por un «neofeudalismo» que no sería corregido por la aplicación por parte de los gobiernos de izquierda de la Ley de la Reforma Agra- ria en el año 1932. La segunda de las decepciones que sufre el campesinado y los sectores obreros se dirige hacia la Iglesia, pues ingenuamente y desde su tradicio- nal espiritualidad y devoción los campesinos se consideran, en tanto clase humilde,

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9. Sociedad y política en Béjar desde la Segunda República hasta la actualidad (1931-2013)

Óscar Rivadeneyra PrietoEscritor y dibujante

1. TIEMPOS CONVULSOS

A nuestro juicio la Guerra Civil española es el resultado de una serie de factores desencadenantes que trasciende las circunstancias particula-res de la década de los 30 y de la Segunda República para remontar

sus orígenes allende el siglo XX. Los años previos a la contienda van a suponer la consolidación, tanto desde el punto de vista social como del político, de dos posi-cionamientos antagónicos cada vez más diferenciados y enfrentados. Estas posturas pueden parangonarse con las circunstancias y las coyunturas europeas del momento de tal manera que resulta fácil establecer paralelismos entre la deriva de la situación española con la del viejo continente. A ello habrá que sumarle toda una serie de aspectos particulares y endémicos (en algunos casos males compartidos por ambos bandos) sin los cuales la guerra no hubiera tenido el virulento cariz fratricida que terminó por caracterizarla.

¿Cuáles son, pues, los orígenes y las características de los dos posicionamientos, convertidos después en bandos irreconciliables? En primer lugar el sector obrero, el campesinado, y en general las clases tradicionalmente menos favorecidas, habían adquirido «conciencia de clase» a partir de las primeras revoluciones socialistas del siglo XIX y sobre todo tras los hechos revolucionarios y emancipadores de la vieja Rusia ya leninista desde 1917. Debemos entender el concepto «conciencia de clase» no tanto como la percepción de ser o integrar una parte de la población con unas características determinadas, especialmente desfavorecida en este caso, sino ya el de saberse configuradora de una parcela social que puede trascender y tomar partido en el dinamismo y en la evolución de la sociedad, así como de su propio bienestar particular frente a otras clases sociales. Que puede, en definitiva, acabar modificando las estructuras sociales radicalmente arraigadas a lo largo de la Historia superando el carácter gregario y sumiso que éstas le habían otorgado.

El retraso secular del campo español, que apenas ha evolucionado y que man-tiene en muchos aspectos ordenamientos decimonónicos, figura como origen de las problemáticas que intentarían resolver apresuradamente y sin fortuna los distintos gobiernos de la Segunda República. El campesinado español sufría además dos de-cepciones morales que serían definitivas en el desencadenamiento del conflicto civil de 1936. Una con respecto a la nueva burguesía que se había consolidado en los ini-cios del siglo XX y bajo cuya patronal se desarrollaba su trabajo. Ésta, lejos de ampliar las posibilidades emancipadoras de las clases bajas, como hubiera sido consecuencia lógica del liberalismo del cual procedía, va a repetir comportamientos propios del Antiguo Régimen o sustituirlos por un «neofeudalismo» que no sería corregido por la aplicación por parte de los gobiernos de izquierda de la Ley de la Reforma Agra-ria en el año 1932. La segunda de las decepciones que sufre el campesinado y los sectores obreros se dirige hacia la Iglesia, pues ingenuamente y desde su tradicio-nal espiritualidad y devoción los campesinos se consideran, en tanto clase humilde,

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acreedores morales de atención prioritaria por parte del estamento eclesial. Pronto llegaría el desengaño al sentirse desasistidos y comprobar cómo la jerarquía optaba por situarse al amparo de los partidos tradicionalistas y de derechas, hecho que ten-dría su máxima representación en la connivencia política franquismo‑catolicismo puesta en evidencia desde el inicio de la Guerra Civil. Esta circunstancia daría lugar al anti-clericalismo proverbial con el que se expresarán y actuarán los sectores más radicales de la izquierda en la última fase del periodo republicano.

Frente a ello va a ir adquiriendo su propia relevancia el sector político de las derechas que se manifiesta como tremendamente heterogéneo en un principio y aglutinado después bajo el mando único del general Franco. Esa heterogeneidad y tal vez una cierta torpeza en el dinamismo que imponía la alternancia de partidos y ten-dencias en el poder, viene dada, creemos, por la inexperiencia de una clase social no avezada en batallas de poder por la sencilla razón de que el poder, de una u otra ma-nera, lo gestionaban ellos por designio natural. Esa «falta de talento político» explica cómo, a pesar de poseer y controlar buena parte de los resortes de la nación, sus re-sultados electorales en el periodo republicano (1931-1936) no serán espectaculares o al menos no los esperados y sí, en muchas ocasiones, decepcionantes. Otro aspecto fundamental que va a darse en el germen de este bando tiene que ver con el factor imitativo con respecto a los fascismos que se estaban consolidando en la Alemania y la Italia de esas décadas. Como en ellos, se priorizarán los elementos nostálgicos, la apelación a cierto pasado más o menos mítico y esplendoroso, y la adopción final de una simbología proveniente de tiempos pretéritos, como base de sustentación de sus respectivos nacionalismos. La Alemania de Hitler tenía algunos de sus referentes históricos muy inmediatos: el Deutsches Reich o Imperio Alemán con su dolorosa de-rrota en la Gran Guerra y por lo tanto en el orgullo herido de los perdedores, y en la creencia, a pesar de ello (o precisamente por ello), de una superioridad moral y racial. En la Italia de Mussolini se remontaban dos milenios hasta encontrar las raíces del fascismo en la Antigua Roma. El particular caso español tendía a evocar los glo-riosos siglos de su imperio casi planetario que, si bien, su alusión en principio había llevado a un pesimismo atávico heredado del pensamiento noventayochista1 acabó resolviéndose, para ciertos sectores privilegiados, en un deseo de resarcimiento ante la traición de la Historia configurando un deseo (utópico) de hacer regresar a España a sus viejas glorias imperiales por el camino del belicismo. La importancia que aquel viejo imperio otorgaba al catolicismo como elemento catalizador y estructurador fue clave para la consiguiente relación, ya tradicional, de las derechas españolas con la jerarquía eclesial, acaparando el factor espiritual y de alguna manera condenando al laicismo a los sectores opuestos.

De esta manera, en España fueron quedando definidos los dos bandos de la fu-tura contienda. Esta división no van a ser, antes del conflicto, un simple y maniqueo calco del antagonismo ideológico derecha-izquierda sino que estará llena de matices e incluso de aparentes contradicciones. Así la particular versión del fascismo español en ciernes no es vinculable exactamente con el concepto derecha (tal y como lo entendemos en la actualidad) sobre todo en lo que tiene de afán de control estatal totalitario y de recelos hacia el liberalismo y el capitalismo (no olvidemos que éstos habían llevado al mundo occidental al callejón sin salida del crack de 1929)2.

1.- Un precedente literario del pesimismo de los autores de la Generación del 98 con respecto a la situación de España nos lo encon-tramos ya en el siglo XVII donde Francisco de Quevedo evocaba la decadencia del imperio en su famoso soneto: «Miré los muros de la patria mía, /si un tiempo fuertes ya desmoronados,/ de la carrera de la edad cansados, /por quien caduca ya su valentía…»..2.- Según José Antonio Primo de Rivera: «El capitalismo, mediante la competencia terrible y desigual del capital grande contra la propiedad pequeña, ha ido anulando el artesonado, la pequeña industria, la pequeña agricultura: ha ido colocando todo –y va

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De hecho es a partir de la Guerra Civil cuando se define en España la identifi-cación ideológica actual que ha tendido a tipificar a cada uno de los bandos conten-dientes relacionándolos con una corriente o tendencia política.

1.1. béjar, una tensión partiCular. la segunda repúbliCa (1931-1936)

La tensión política nacional en la primera mitad de la década de los treinta no fue más que una continuidad, exacerbada, de la misma alternancia gubernamental, conocida como turnismo, entre partidos conservadores y partidos liberales que se había venido dando a lo largo del llamado periodo de Restauración. La dificultad de configurar gobiernos sólidos, lejos de permitir la convivencia de las ideologías apro-vechando los aspectos rentables de cada una de ellas, fue llevando al marco político a la radicalización de sus posturas. Por un lado se produjo el crecimiento del anticle-ricalismo y del obrerismo, y por el otro emergió la inquietud golpista y belicista de buena parte del estamento militar.

Conviene analizar la influencia y los factores de esta conflictividad nacional en relación con las circunstancias que vivía Béjar para determinar el futuro comporta-miento de la localidad durante el levantamiento militar del 18 de julio de 1936 y tras él. Conviene también, y sobre todo, determinar las particularidades que se van a dar en una pequeña ciudad eminentemente obrera cuajada desde hacía años de una serie de problemas vernáculos a punto de enquistarse. Capítulos precedentes en esta «Historia de Béjar II»3 nos han dado cumplida cuenta de los avatares sufridos por la industria textil bejarana en el siglo XX, entre ellos los que respectan a la problemática laboral, a las relaciones entre patronos y obreros, y a la proliferación de periodos de huelga. No redundaremos en los datos y las conclusiones aportados por sus estudios pero sí consideraremos que a la creciente tensión política nacional se va a unir en Béjar un caldo de cultivo donde se propiciarán pugnas particulares o atisbos de en-frentamientos de clase.

El siglo XIX había configurado en Béjar una sociedad notablemente diferenciada del resto de la provincia al darse en ella todos los factores y después todas las carac-terísticas propias de un enclave burgués moderno, bien informado de las tendencias políticas, sociales y culturales del momento, y con una buena capacidad de recepción de las mismas. Esta circunstancia ambiental, nacida y desarrollada al albur de la indus-tria textil lanera, venía perdurando en las primeras décadas del siglo XX. Multitud de sociedades, círculos, sindicatos, mutuas, cofradías, etc. habían conformado una po-blación muy tendente a la colectividad y al asociacionismo que encuentra en la unión un modo de enriquecimiento, de impulso ante las dificultades y de mayor capacidad de maniobra (Cuadro 1). Al mismo tiempo la disparidad del pensamiento político, también herencia decimonónica, se dirime en toda una serie de publicaciones de prensa de ámbito local (alguna de las cuales va a ir adquiriendo mayor protagonismo a medida que avanzaba el siglo XX) o se discute acaloradamente en las sedes de los círculos y los casinos.

colocándolo cada vez más– en poder de los grandes trusts, de los grandes grupos bancarios. El capitalismo conduce al final a la mis-ma situación de angustia, a la misma situación infrahumana del hombre desprendido de todos sus atributos, de todo el contenido de su existencia, a los patronos y a los obreros, a los trabajadores y a los empresarios.»3.- ALONSO SANTOS, J.L., APARICIO AMADOR, L.J. y SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, J.L.: La economía industrial en la ciudad de Béjar; LÓPEZ SANTAMARÍA, J.: La Ciudad de Béjar en el siglo XX y SÁNCHEZ MARTÍN, J.R.: La industria textil en Béjar en el siglo XX y en los albores del XXI.

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CUADRO 1. ASOCIACIONES EN BÉJAR EN 1931

La Redención obrera. Sociedad entre apartadoresProtectora sociedad de TrabajadoresProtectora de HiladoresCasino de BéjarUnión protectora entre cardadoresSociedad de Albañiles y Canteros«La Luz». Sociedad de carpinteros y oficios similares«Unión de Percheros» Sociedad de Trabajadores«La Indispensable», asociación de obreros fabrilesSociedad de TundidoresUnión protectora de batanerosUnión protectora entre prenserosFederación de Sociedades ObrerasAgrupación SocialistaAguas de las Angosturas«Tercera de Artistas» Sociedad de Socorros Mutuos«Segunda Humanitaria» Sociedad de Socorros Mutuos para enfermosRegantes del Pago de Aguas del PeruleroCírculo LiceoSociedad de regantes de las aguas del Pago denominado Pedregal y Prado EspesoCooperativa de NavahondaSociedad de Obreros en Hierro, metales y oficios similares «EL Porvenir»Sociedad de Obreros PeonesAsociación de Maestros del Partido Judicial de BéjarCasino ObreroSociedad de Dependientes del Comercio y la IndustriaAsociación de dependientes de Café, Fondas y sus Similares «El Progreso»«La Esperanza» Sociedad de Obreros y Empleados MunicipalesSociedad Cooperativa de Béjar«Lanificio» Sociedad de ResistenciaEl Despertar FemeninoSociedad de Oficiales Zapateros«La Aurora» Sociedad de ResistenciaAsociación de Médicos del Partido de BéjarAsociación de Propietarios de Edificios Hidráulicos de la Ribera del Río Cuerpo de HombreUnión TextilReal Sociedad de Alpinismo Sección Béjar-Candelario

Béjar bullía por los cuatro costados: el de la cultura, el del trabajo, el del debate político y el informativo. No es descabellado analizar la situación estableciendo com-paraciones pertinentes con los núcleos más potentes de la nación, y también más abiertos hacia los conceptos de la modernidad, para definir a aquella Béjar, a caballo entre los dos siglos, como una «pequeña Barcelona». Una reproducción a escala de la capital catalana en la que, como en ella, se habían ido solidificando dos distantes clases sociales, la burguesa y la obrera, que hacen alarde de sus respectivas condicio-nes. La acentuación de su disparidad, la sensación de desconcierto que ambas tienen en los periodos de crisis, y la tendencia a encontrar acomodo político, o al menos afinidad ideológica, en las distintas opciones que se van proponiendo, son los facto-res del particular enfrentamiento intestino que va a vivir Béjar como preámbulo de la Guerra Civil. De esta manera, bajo un marco visual y urbanístico, en el que se fundían los aspectos netamente rurales con las edificaciones modernistas e historicistas, la agitada Béjar había dado pábulo entre su población a ciertas inercias de radicalismo. Éstas eran alimentadas por los ecos de heroicas gestas, aún cercanas en el tiempo, como la expulsión de los carlistas del general Basilio García en 1838, la Revolución de «La Gloriosa» en 1868, o los intentos cantonalistas de 1873. Así, buena parte del

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abanico ideológico en que se dividía el viejo liberalismo4 tenía su representación en Béjar, desde los sectores más moderados hasta los que planteaban el cambio de las estructuras del Estado, e incluso su anulación5.

Mención aparte merece la clase burguesa bejarana que, inevitablemente va a relacionarse con el ámbito político de las derechas. Aunque mejor sería decir que esa relación es más bien presumible y genética, fruto de viejas tradiciones familiares in-quebrantables, pues a la hora de la verdad los empresarios de los que estaba formada van a jugar sus cartas e intereses particulares con el poder político nacional de cada momento. Las fluctuaciones del mercado textil y los cambios en los modelos de los uniformes militares son las cuestiones que traen de cabeza a los fabricantes bejaranos a lo largo de las primeras décadas del siglo, aspectos no condicionados por signo ideológico ninguno6.

Con alguna excepción la burguesía local no tenía ni orígenes ni abolengo aris-tocrático, ni era fruto de inversiones rentables durante los procesos de desamortiza-ción7. Este aspecto la hacía muy distinta de la burguesía de la capital salmantina, de carácter agrario-latifundista. Derivaba casi de manera exclusiva de la rentabilidad de una industria, la textil lanera, cuya gerencia es adoptada durante el siglo XIX por una serie de familias de laneros de distintos orígenes, con un conocimiento y experiencia profundos, y que aprovecharon, entre otras cuestiones, la espantá de una nobleza en retirada para ir adquiriendo poco a poco los edificios fabriles ducales, sus propieda-des en el entorno de Béjar, así como la gestión de otras explotaciones lucrativas8. De su presumible filiación conservadora da fe la carrera política a nivel nacional que rea-lizan, desde la segunda mitad del siglo XIX, algunos de estos empresarios industriales, figurando como diputados a Cortes por el partido conservador nombres y apellidos bien conocidos como Ángel Gómez-Rodulfo Ibarbia, Anselmo Olleros Gómez o Ci-priano Rodríguez-Arias y Rodríguez-Arias. La enconada rivalidad de este último con Filiberto Villalobos en las elecciones de 1916 marca la desaparición casi total de la presencia de la burguesía bejarana en la política de ámbito provincial o nacional en los posteriores años de la Segunda República.

La presencia de tal amalgama de situaciones, de identidades políticas, de tenden-cias sindicales, de corporativismos y de sensaciones sociales y económicas dispares, vivió en Béjar una circunstancia especialmente paradigmática. Y no porque todos esos factores no se dieran en el resto del país sino porque la convivencia entre tanto antagonismo tenía que realizarse no solo en el espacio laboral de una fábrica sino también en el ceñido espacio vital de una ciudad muy pequeña donde unos y otros, patrones y asalariados, izquierdistas y derechistas, católicos y laicos, sindicalistas y burgueses, vagabundos y potentados, se conocían, pisaban los mismos adoquines, se

4.- Viejo porque incluso el término empezó a serlo cuando el concepto liberal a lo largo del siglo XX fue adquiriendo un significado muy distinto al originario, para terminar finalmente por definir a las políticas más conservadoras.5.- En este sentido debemos hacer mención a la presencia de sectores anarquistas en Béjar tanto a finales del siglo XIX como a prin-cipios del XX. Solo así se puede entender la relación más o menos directa que tuvieron con la ciudad personajes como Mateo Morral (1880-1906), responsable del atentado contra Alfonso XIII, y Nicolás Estévanez Murphy (1838-1914), presunto colaborador del anterior en el frustrado regicidio. Bejarano era José María Blázquez de Pedro (1875-1927), conocido hombre de letras y fundador del movimiento anarquista de Panamá.6.- Para tener un conocimiento más profundo de esta situación consultar SÁNCHEZ MARTÍN, J.R.: La industria textil en Béjar en el siglo XX y en los albores del XXI, en este mismo tomo.7.- Una de esas excepciones fue Anselmo Olleros Gómez que en 1838, durante la Desamortización de Mendizábal, había adquirido, junto con Joaquín de Mazpule y Tomás Mansilla, 900 fanegas de terreno en el término de Fuentes de Sando. Ello lo convirtió en uno de los mayores compradores de bienes nacionales en el partido de Ledesma. TORIJANO, Eugenia: Los nuevos propietarios de Ledesma, 1752‑1900. De la propiedad territorial feudal a la propiedad territorial capitalista, Diputación Provincial, 2000.8.- Sirva como ejemplo la adquisición en 1869 por parte de Cipriano Rodríguez-Arias y Rodríguez-Arias de buena parte de las propiedades que el duque de Osuna tenía en Béjar y sus alrededores.

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cruzaban en las mismas aceras y paseaban por el mismo parque. Resultaba inevitable que la levita del empresario rozara sin querer el remendado blusón del obrero.

La manifestación de esta dualidad en la «pequeña Barcelona» iba haciéndose más evidente cuanto más razonables resultaban las demandas en una esfera de crisis encadenadas y de continuas incertidumbres laborales. La puesta en escena del movi-miento obrero bejarano como catalizador de las distintas sensibilidades de la izquier-da del momento y como reivindicador de las problemáticas existentes, tiene dos hitos históricos que dan fe de su arraigo en la ciudad, y que de alguna manera son el resul-tado de una dinámica de contenciosos entre obreros y patrones plagada de procesos huelguistas. El primero de estos hitos sucedió el 20 de mayo de 1920, cuando en las calles de Béjar tuvo lugar un levantamiento popular y espontáneo (que debemos situar dentro del contexto español del llamado «problema de la subsistencia») para poner de manifiesto la situación crítica que pasaban muchas familias debido a la su-bida del precio de los productos básicos9. Al mediodía del citado día se congregó una muchedumbre en La Corredera, ante la vigilante presencia de la Guardia Civil, con la intención de hacer patentes sus quejas a los comerciantes de la ciudad. Un grupo de manifestantes se dirigió primero a la fábrica de harinas de Fernando Asensio, junto al Puente Nuevo, donde rompieron cristales y maquinaria para arrojar después sacos de harina a la regadera del vado de la Aliseda. Otro grupo discurrió hacia la calle Mayor asaltando de igual modo diversos establecimientos llegando la manifestación hasta la plaza de la Piedad en la que se vivieron momentos especialmente críticos. Un tercero entró en la tienda de Mateo Iglesias, frente a los portales de Pizarro, y con el género y los artículos sacados encendieron una gran fogata. La Guardia Civil impidió un cona-to de enfrentamiento entre el grupo de manifestantes y el comerciante disolviéndose los congregados tras realizarse más saqueos en algunos comercios próximos10.

El segundo hito tuvo lugar en el periodo de la Segunda República, en uno de los momentos de mayor inestabilidad política en la nación, en el que la ocupación del poder comenzaba a adquirir tintes prebélicos. En esta situación se produce la huelga general revolucionaria del 6 de octubre de 1934 (el mismo día en que en Barcelona Lluís Companys proclamaba el Estado Catalán, y un día después del estallido de la llamada Revolución de Asturias) al congregarse una muy significativa representación de obreros de todos los sectores en la plaza Mayor, de nuevo con la presencia de la Guardia Civil, esta vez a caballo. Se vivieron instantes de tensión entre huelguistas y fuerzas del orden al oírse disparos. La situación terminó con el apedreamiento de los guardias civiles por parte de hombres encaramados en los tejados en el tramo de la calle Pardiñas entre la plaza Mayor y los portales de Pizarro. Todos los comercios se mantuvieron cerrados y se decretó el estado de guerra siendo detenidos los conce-jales Cayetano Ortiz y Manuel Crespo. Esta secuencia que, abundando en el trasunto barcelonés, nos pudiera evocar alguna imagen bélica de los cuadros de Ramón Casas, era la viva imagen de una ciudad volcada en sus propios duelos y desafíos y que em-patizaba cada vez más con el escenario político del país.

¿Cómo había sido recibido el advenimiento de la Segunda República en Béjar tres años antes? Pues como si de una capital de provincia se tratara. En este sentido también la ciudad quiso marcar distancias con la tibieza de entusiasmo de su entor-no, e intentó emular a los grandes núcleos poblacionales de España en la apasionada aclamación al nuevo modelo de Estado. Así sobre las siete de la tarde del 14 de abril

9.- La Victoria. 22/05/1920.10.- Las pérdidas económicas derivadas de los saqueos a establecimientos en la jornada del Motín del Pan fueron estas: Mateo Iglesias: 16.855 pts.; Fernando Asensio: 12.379,41 pts.; Serafín Sánchez: 8.026,10 pts.; Rafael Calzada: 4.908,50 pts.; Lino Rodríguez Arias: 2.980 pts. y Viuda de Fraile: 708 pts. Béjar en Madrid, 1-06-1920.

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de 1931 los nuevos concejales, procedentes de la jornada electoral municipal de dos días antes, habían entrado en un abarrotado salón de sesiones del Ayuntamiento procediendo primero a descolgar los retratos de los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia sustituyéndolos por dos banderas republicanas, que se colocaron a ambos lados del dosel presidencial, y sobre la mesa una antigua de la Federal. Acto seguido el señor Manuel Francisco Crespo Ledesma se dirigió al público congregado con las siguientes palabras:

«Ciudadanos, y más que ciudadanos hombres: Habéis realizado la obra más grande que se podía soñar derrocando a una Monarquía de cuatro siglos»11.

A renglón seguido anunció el establecimiento de «un régimen democrático sin inge‑rencias de nadie y sin más mandato ni voluntad que el del pueblo», animando a la defensa del sufragio «por ser éste el que ha traído la República», así como a responder siempre al lema de orden y serenidad. «Cantad, reíd, pero respetarlo todo, que no queremos que este régimen pueda hundirse en el descrédito» dice casi entre lágrimas, terminando, como alcalde pro-visional, por proclamar la República en Béjar:

«Cómo alcalde provisional de Béjar declaro que, desde este momento, queda instaurada la República en esta ciudad»

Tres días después, el 17 de abril, toman posesión los nuevos concejales (Cuadro 2)

VOTOS CONSEGUIDOS POR LOS CONCEJALES ELECTOS EL DÍA 12 DE ABRIL DE 1931

Republicanos socialistas

Claudio Cascón González (Repub.) Valentín Garrido Muñoz (Repub.) Manuel Francisco Crespo Ledesma (Soc.) Millán Aliacar García (Repub.) Julián Gregorio Martín (Repub.) Eloy González Benito (Repub.) Juan Natal Bonilla (Soc.) Cayetano Ortiz Delgado (Feder. Obre.) Mateo White Pérez (Soc.)Rufino Martín Sánchez (Soc.) Santos García Oviedo (Feder. Obre.)

415 409 398394385384382381379378376

Independientes

Francisco Gómez-Rodulfo López* Gabriel López GosálvezTomás Hernández-Agero* Antonio Gosálvez Anaya* Urbano Sánchez SánchezFrancisco Deogracias Brusi Almazán

264261164153

4744

*Estos concejales no asistieron al pleno de investidura.

Finalmente fue proclamado alcalde Manuel Francisco Crespo Ledesma y dio co-mienza una manifestación hasta la Corredera donde no faltaron el repique de campa-nas, la banda municipal interpretando La Marsellesa y el ondear de grandes banderas,

11.- Palabras las de Crespo Ledesma no muy distintas de las que en ese mismo momento pronunciaba Miguel de Unamuno en el balcón del consistorio salmantino: «Comienza una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido».

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una de ellas portada por un emocionado Francisco González Clemente, conocido médico forense y una de las personalidades que más había luchado por el republica-nismo en Béjar. El nuevo alcalde ocuparía su puesto hasta el 20 de diciembre de 1933 en que dimite siendo sustituido por Claudio Cascón. Desde ese momento y hasta el comienzo de la Guerra Civil se van a alternar en la alcaldía el socialista Eloy González Benito y Ramón Olleros Gregorio de Acción Popular, siguiendo la misma secuencia de fluctuaciones entre la izquierda y la derecha que marcaba el gobierno nacional. Es de reseñar que tras los hechos del 6 de octubre de 1934 y la consiguiente restitución de un gobierno de tendencia conservadora, regresarán de manera provisional a la corporación los apellidos tradicionalmente vinculados en Béjar con los puestos de responsabilidad: Olleros Gregorio, Gómez-Rodulfo, Gosálvez Anaya, etc.12.

Además de los mencionados incidentes de octubre de 1934 es necesario reseñar otros hechos que marcaron el periodo republicano y que sacaron a la luz un anti-clericalismo inédito en la localidad (en un sector de ella) dando lugar a alguno de los momentos de mayor tensión, así como a la definición clara de dos integrismos políticos enfrentados en las ceñidas calles de Béjar. El 22 de junio de 1931 se pro-duce una agresión al monumento del Sagrado Corazón, en la subida a El Castañar, destruyéndose los dos ángeles que le antecedían, y mutilándosele las manos al Cristo. Algunos consideraron que el hecho fue una respuesta a las palabras (siempre ambi-guas) que cinco días antes había dirigido don Miguel de Unamuno a los bejaranos en la plaza Mayor:

«Es Béjar uno de los pocos sitios donde puedo hablar a corazón abierto, de carne, claro está, no de piedra, como aquel de allí enfrente. Y no tome nadie esto como una insinuación antirreligio‑sa. Aquí me han precedido tres voces como tres clarines. Allí enfrente, son cuatro, pero mudas. Y yo, que hago mi lectura continua del Evangelio, tengo gran respeto al Cristo verdadero»13.

El monumento ya había sido objeto de vandalismo el 14 de abril del mismo año, en plena euforia por la proclamación de la Segunda República al destrozarse la placa que recordaba su inauguración, y habría de volver a ser agredido en mayo de 1934 cuando se arrojó pintura negra a la cara del Cristo, a los ángeles y al escudo que forman el conjunto escultórico14. La prensa republicana del momento criticaba el dispendio económico desplegado para la ejecución e inauguración del monumento en una época de graves problemáticas laborales, hablando de profanidad y profanación: los gastos habían ascendido a 44.538 pesetas15. Entre tanto el 2 de febrero de 1932 el Cristo granítico esculpido por Eloy Hernández para el cementerio municipal apare-ció con los brazos mutilados justo el mismo día en que el Ayuntamiento bejarano se disponía a retirarlo del camposanto. La tensión del problema religioso seguiría enco-nándose a lo largo del año 1934, aduciendo los sectores católicos que la aplicación de

12.- Véase «Ayuntamiento. Nota a la sesión ordinaria del día 26 de abril de 1935». La Victoria. Mayo de 1935.13.- República, 25/06/1931.14.- La creencia popular bejarana afirma que la persona que realizó la agresión al Sagrado Corazón el 22 de junio de 1931, un cono-cido anarquista, habría de perder él también las dos manos durante una batalla de la Guerra Civil. La propuesta de construcción de di-cho monumento había partido en 1927 del entonces alcalde Fructuoso García-Castrillón. Las obras fueron costeadas por suscripción popular y gestionadas por una comisión de notables de la ciudad presidida por Jerónimo Gómez-Rodulfo Yagüe, Leandra Gómez-Rodulfo Rodríguez y Casto Lozano Herrero, que cedieron los terrenos. La obra sería diseñada y dirigida por el escultor madrileño Ángel García Díaz, inaugurándose el 22 de septiembre de 1929. Para conocer más datos sobre la historia de este monumento y sus vicisitudes consúltese PUENTE APARICIO, Pablo: La piedra profanada. Escultura en Béjar en el primer tercio del siglo XX, Centro de Estudios Bejaranos (Discurso de ingreso), Béjar, 2012. 15.- E. de G: Profanidad y profanación, República (periódico), 11/07/1931.

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las normas de laicismo16 eran innecesariamente severas en Béjar, sintiéndose agravia-dos con otras poblaciones. Desde dichos sectores se llegó a solicitar al, por entonces, ministro de Instrucción Pública Filiberto Villalobos que mediara en el problema y aclarara una de las circunstancias más polémicas: si era o no legal el repique de cam-panas. La respuesta afirmativa del ministro, señalando que no había ningún obstáculo para ello, envalentonó al sector católico, configurado por jóvenes de las más notables y tradicionales familias de la ciudad, que se dispusieron a repicar las campanas el día 8 de septiembre, festividad de la Virgen del Castañar (desde 1931 el santuario y el convento estaban gestionados por el Ayuntamiento habiendo dejado esta labor los Padres Franciscanos tras 32 años al cuidado de El Castañar). La madrugada previa dos «hijos de Béjar» intentaron quemar el Santuario por la puerta de atrás impidiéndolo la Guardia Civil y apresándolos. Pero los problemas no habían terminado porque al seguir el Ayuntamiento prohibiendo el repique de campanas (se adujo que la espa-daña del campanario de El Castañar era municipal y se procedió a desmontarla) el problema se trasladó a la iglesia de San Juan donde también tañeron las campanas, produciéndose después intentos de agresión y de linchamiento entre los grupos en-frentados, más detenciones, así como una nueva tentativa de incendio en la propia iglesia de San Juan que valientemente evitó su párroco don Felipe Amador Yuste17.

Pero los peores hechos estaban por llegar. El 20 de febrero de 1936 un grupo de exaltados incendia la iglesia de El Salvador18 perdiéndose con ello el importante patrimonio artístico que albergaba el templo: el espléndido retablo del altar mayor del siglo XVIII, imaginería, mobiliario litúrgico, cuadros, esculturas, etc., quedando en pie tan solo la estructura pétrea de la iglesia19. Finalmente el 3 de junio de ese mismo año, apenas un mes antes de la sublevación militar, aparece incendiada la ermita de Santa Ana o de San Gregorio, demostrando el arraigo de los elementos anticlericales en Béjar o en todo caso la postura permisiva que las autoridades tuvieron hacia ellos.

En lo social, en los meses previos a la guerra fue moneda corriente el hostiga-miento a muchas de las personas más representativas del catolicismo y el empre-sariado locales, considerados por un sector como una rémora para el progreso de la ciudad sumida desde hacía años en una profunda crisis económica. Durante esta campaña, fomentada por el propio Ayuntamiento y dirigida por el alcalde Eloy Gon-zález, durante el mes de abril se llevaron a cabo registros en sedes como la del Casino de Béjar o en domicilios particulares. A consecuencia de ello fueron detenidos los ingenieros Antonio Gómez-Rodulfo y Fulgencio García Galindo, y el abogado Satur-nino Rodríguez Olleros. Así mismo tras la aparición de una pistola en el registro del mencionado Casino ingresaron en prisión Emilio Muñoz (presidente de esa entidad), Rufino Agero Teixidor, Teodoro Marcos, Segundo Cid Olleros, Ángel Izard y Antonio López Manzanares. Aunque fueron puestos en libertad a las escasas horas, el hecho culminaba una sucesión de acosos que había de perdurar hasta el mes de julio y que

16.- La Constitución Republicana, aprobada el 9 de diciembre de 1931, señalaba en su Artículo 27: «La libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizados en el territorio español, salvo el respeto debido a las exigencias de la moral pública.»17.- Béjar en Madrid, 14/09/1934 y La Victoria, 15/08/1934.18.- El incendio se produjo entre las dos jornadas electorales del 16 y el 23 de febrero, que marcarán la definitiva división del país. Hechos pirómanos similares (quema de iglesias, de archivos municipales o sedes de partidos políticos de derechas) tuvieron lugar esos días por buena parte de la geografía española aprovechando los momentos de vacío de poder: en Yecla, Elche, La Coruña, Be-naoján, Torres de Berrellón, Torreagüera, Montejaque, Alcalá de Henares, Betanzos, Cartagena, etc.19.- Tras el incendio se planteó la desaparición del templo pero, comprobándose la posibilidad de restauración se abrió una sus-cripción para tal objeto, encargándose las obras al arquitecto bejarano Tomás Rodríguez. Éste hubo de modificar la estructura cons-tructiva para afianzar su estabilidad cambiando inevitablemente la concepción arquitectónica de la iglesia. Para conocer más datos históricos y artísticos de esta iglesia consultar http://ccasconm.blogspot.com.es/2009/01/historia‑de‑la‑iglesia‑de‑el‑salvador.html.

Ermita de Santa Ana incendiada el 3 de

junio de 1936.(Foto Luis Cabrera)

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evidenciaba que el conflicto de clases (que algunos historiadores consideran factor básico de la Guerra Civil) tenía en Béjar su particular versión.

1.2. relato de heChos de la guerra Civil en béjar (1936-1939)

En la tarde del día 20 de febrero de 1936, cuando aún no se habían apagado los rescoldos de la iglesia de El Salvador, se personaron en el ayuntamiento los concejales Valentín Garrido Muñoz20, Eloy González Benito, Mateo White Pérez, Juan Natal y Santos García Oviedo. Habían sido convocados por el Gobernador Civil habida cuen-ta de la ausencia de poder existente. Garrido, en nombre de los presentes, procedió a restablecer la condición de concejales a sus compañeros Rufino Martín Sánchez y Cayetano Ortiz Delgado, que habían sido destituidos y encarcelados tras los hechos de octubre de 1934, proclamando a renglón seguido a Eloy González Benito alcalde de Béjar, puesto que ya había ejercido dos años antes.

Las elecciones de aquel mes de febrero de 1936, que habían dado en la pro-vincia un sonoro triunfo a las derechas de la CEDA, concluían con un resultado bien distinto en Béjar (también en Salamanca capital, aunque en menor medida) al conseguir una clara victoria los candidatos de la izquierda (Frente Popular) enca-

bezados por Manuel Francisco Crespo; eso sí, si en la ciudad la derecha representaba el 37 % de los votos, en los pueblos de la comarca ascendía al 56%21 (Cuadro 3). Esta disyunti-va provincial que venía dándose desde anteriores comicios se fundamentaba en aquel momento (aparte de por la con-sabida tradición progresista de Béjar) en el escaso arraigo del mundo agrícola y rural en la región bejarana, lejos del tradicionalismo costumbrista de éste y al margen de la pro-blemática que la pretendida Reforma Agraria estaba crean-do en el campo salmantino22. Difícilmente personajes de la más añeja oligarquía provincial como Lamamié de Clairac, García Tabernero y Gil Robles iban a empatizar con el elec-torado bejarano23. En cierto modo la clara filiación política que denotaban los resultados electorales marcará el posicio-namiento de Béjar frente a los acontecimientos que estaban a punto de precipitarse quedando la ciudad textil durante algún tiempo como un enclave republicano en mitad de un amplísimo páramo nacional24.

20.- El concejal y también diputado provincial Valentín Garrido desarrolló una fructífera labor política en pro de Béjar desde su cargo, logrando durante esos años la construcción del Hospital Provincial de Llano Alto. A las distintas corporaciones de la Segunda República se deben otros logros como el Instituto de Bachillerato, el Matadero Municipal, el colegio Filiberto Villalobos, así como el inicio en 1933 del hermoso experimento botánico del Parque Forestal de Monte Mario, ideado y financiado por Emilio Muñoz García. Para conocer los detalles de ese último proyecto consultar Resultados de 50 años de experiencia sobre el crecimiento y adaptación de diferentes especies forestales en el montano‑silíceo español (Béjar‑Salamanca 1933‑1983). Madrid, Instituto Nacional de Investigaciones Agra-rias, 1984. 21.- ESPINOZA, Luis Enrique y ROBLEDO, Ricardo: Esta salvaje pesadilla. Salamanca en la guerra civil española, Salamanca, Crítica contrastes, 2007.22.- Los terratenientes salmantinos del latifundismo apenas tenían unos pocos empleados para trabajar las dehesas, mientras que los empresarios bejaranos tenían a su cargo decenas cuando no cientos de obreros. La mecha revolucionaria era más fácil que prendiera en una fábrica de Béjar que en el bucólico campo Charro.23.- En la campaña electoral de aquel año un joven Ruperto Fraile increpó al grito de «¡Muera Gil Robles!» al candidato salmantino de Acción Popular cuando éste salía del teatro Cervantes de realizar un mitin. Cuarenta y dos años después en el Hotel Colón, ya restaurada la democracia, le pidió públicamente perdón. FRAILE ÁLVAREZ, Ruperto: El árbol de los príncipes, Salamanca, 1990.24.- A partir de ahora usaremos el asumido pero ambiguo término de nacional o nacionales para referirnos al bando de los sublevados.

Niños ataviados de falangistas (balillas) descendiendo de El Castañar.(Foto Luis Cabrera).

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CUADRO 3. ELECCIONES A CORTES CONSTITUYENTES DEL 22 DE FEBRERO DE 1936

Resultados en Béjar

MansoCrespoPrieto CarrascoCasanueva PicazoRuipérezCasanueva GorjónGil RoblesCastañoCimas LealLamamie de ClairacFiliberto VillalobosEscribanoGonzález CobosFernández Suárez

2.243 vts.2.2662.1902.1752.0381.4081.3861.3531.3521.27470479443

El 17 de julio de 1936 el ejército español sale de los cuarteles apoyado por la Fa-lange, por los Carlistas y parte de la Guardia Civil. El general Mola se hace con buena parte del norte español y el general Queipo de Llano25 con las ciudades estratégicas de Andalucía, contándose también en la sublevación con Francisco Franco y José San-jurjo. El primer mapa del golpe de estado presenta una Península Ibérica totalmente fraccionada en la que el ejército rebelde copaba un tercio de la nación pero sin lograr dominar las capitales más importantes como Barcelona, Valencia y sobre todo Madrid. La VII Región militar, a la que pertenecían las provincias de Salamanca, Zamora, Va-lladolid, Segovia, Ávila y Cáceres, apoya desde el primer momento el levantamiento antirrepublicano al haber sido arrestado su general de división Nicolás Molero Lobo por su negativa a unirse a los rebeldes siguiendo fiel a la República. El ejército su-blevado, al mando del general Andrés Saliquet Zumete, se apresura entonces a apagar los escasos focos republicanos que perduraban en los primeros momentos en aquella región militar, más por el desconcierto de la situación que por la creencia en sus propias fuerzas. Uno de ellos, el más persistente, sería Béjar cuyos habitantes se ha-bían enterado de la sublevación al atardecer del día 17. La necesidad de consolidar el territorio castellano y extremeño era fundamental en la estratégica bélica al ser desde estas regiones desde donde debería partir un doble ataque hacia Madrid oeste-este y norte-sur para tomar rápidamente la capital. En los primeros momentos Béjar se situaba en un terreno casi fronterizo con la España republicana, pues ésta seguía dominando todo el sur de la sierra de Gredos y el valle de la Vera con lo que se hizo prioritario sofocar cualquier intento de subvertir el posicionamiento de la región militar castellana.

La mañana del día 19 en la plaza Mayor de Salamanca es leído el bando que de-claraba el estado de guerra tomándose sin resistencia el Ayuntamiento y el Gobierno Civil por parte de los militares sublevados. Esa misma circunstancia (la toma de la ciudad) no se haría efectiva en Béjar hasta dos días después.

El cuerpo de la Guardia Civil, con su sede en la carretera de la Estación, vaciló durante los días 17 y 18 en su toma de postura frente a los acontecimientos, pues de hecho su capitán Evaristo Falcó Corbacho manifestó en principio la fidelidad al

25.- Gonzalo Queipo de Llano y Sierra había hecho campaña electoral en la comarca de Béjar durante las elecciones de 1931 por el partido Republicano Independiente de la mano del industrial textil Higinio Cascón. En Béjar consiguió 390 votos y en la capital salmantina 327 de los 16.359 conseguidos en toda la provincia.

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gobierno y la intención de dar armas al pueblo para su defensa, tal y como un grupo de ciudadanos le había solicitado; pero las cosas cambiarían radicalmente a las dos de la tarde del día 19 al hacer público el mismo capitán de la Benemérita un bando declarando el estado de guerra en Béjar e intentado requisar todas las armas.

Los distintos grupos obreros, liderados por la UGT, se habían reunido en la Casa de Pueblo (edificio situado en la calle Parrillas, hoy en ruinas, conocido como Cine Castilla) donde decidieron responder declarando la huelga general (que inmedia-tamente fue secundada en todas las fábricas textiles) y colocando, en principio de manera más bien simbólica, barricadas en la Ronda de Navarra, en la Puerta de la Villa y en la carretera general26. En ellas estuvieron no solo jóvenes, sino también niños, ancianos y mujeres dispuestos a defender la ciudad con un número de armas muy limitado. El día 20 un destacamento militar procedente del Batallón de ametralladoras n.º 7 de Plasencia pasa por Béjar en dirección a Ávila, deteniéndose en el cuartel de la Guardia Civil para informar allí de las órdenes superiores. Unos metros después, junto a la subida de la carretera de El Castañar, se provoca un tiroteo entre los milita-res y unos ciudadanos congregados en una de las barricadas. El resultado fue de dos heridos graves; uno de ellos, Celestino García, moriría ese mismo día.

A primera hora del día 21 de julio se tiene conocimiento de que en breve llega-ría a Béjar un reducido grupo de falangistas salmantinos con la intención de tomar la ciudad. No lograrán ninguno de ambos propósitos porque al llegar se encuentran con un grupo de bejaranos armados y apostados en la ladera que linda con el Puen-te Nuevo, junto al inicio de la subida a Candelario. Al instante se produce un duro enfrentamiento en el que las balas silban en todas direcciones muriendo el bejarano Faustino Carretero27 y quedando herido uno de los falangistas. Los otros dos, Fabián Hernández y el líder del grupo Ignacio Sánchez Cobaleda, miembro de una conocida familia de ganaderos, lograron huir entrando en la ciudad a través de la Corredera y en dirección a la Puerta de la Villa. Allí llegan heridos e intentan refugiarse en una carnicería primero y después buscando salida por la parte oriental de la plazuela (por el sitio conocido popularmente como el «rincón de Requena») donde les disparan cayendo muerto Sánchez Cobaleda28. Su cuerpo inerte fue atendido y velado durante una hora y media por el forense Francisco González Clemente en la misma Puerta de la Villa, evitando que los presentes se ensañaran con él29.

La muerte del salmantino marcará el devenir de los acontecimientos en Béjar porque a partir de ese hecho la reacción del ejército sublevado en la zona no sólo se regirá por la necesidad bélica de tomar la población textil sino por un deseo de vengar su muerte. Las intenciones de las tropas eran bien claras desde que ese mismo día el alcalde Eloy González Benito recibe una llamada desde el Cuartel de Infantería recomendándole que disuadiera a sus vecinos de enfrentarse a los soldados. El edil y los líderes sindicales, conscientes de la inferioridad de una población casi desarmada,

26.- Las barricadas se construyeron con sacas de lana de las fábricas, a la manera en que se había hecho casi setenta años antes duran-te la revolución de la Gloriosa de 1868. «Las balas al entrar comienzan a enredarse y no salen por el otro lado» según cuenta Ángel Blázquez Jiménez en LEGUINECHE, Manuel y TORBADO, Jesús: Los Topos. El testimonio estremecedor de quienes pasaron su vida escondidos en la España de la posguerra, Madrid, El País Aguilar, 1999. 27.- Los impactos de los disparos de aquel tiroteo perduraron en uno de los muros del lugar como testimonio del suceso. Respecto al tiempo y las circunstancias del fallecimiento de Carretero las versiones son confusas: unos indican que no fue en este enfrentamiento sino en el del día anterior, frente a las tropas provenientes de Plasencia, cuando murió. Otros señalan al día 19, y a la explosión de una bomba y no a un disparo como la causa de la muerte. 28.- Una descripción del inicio de la Guerra Civil en Béjar puede leerse en uno de los capítulos de la novela de VAZQUEZ-RIAL, Horacio: El soldado de porcelana, Barcelona, Ediciones B, 1997.29.- González Clemente, conocido por sus ideas republicanas, fue acusado de colaborar con el Frente Popular siendo sancionado con la pérdida de su puesto de médico en Valdesangil.

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deciden no responder a la toma de la ciudad. De tal manera a las cinco de la tarde de ese mismo día 21 llega a Béjar una patrulla de treinta y dos falangistas que, junto con una centuria al mando de Abel Mayorga y una compañía del regimiento La Victoria comandada por Mariano Moreno de Vega, entraron sin ningún tipo de oposición. Marcharon desde la Corredera por toda la calle Mayor siendo recibidos por la ausen-cia total de vecinos (escondidos todos en sus casas presos del miedo o mostrando así su rechazo al ejército sublevado) y por un silencio que hacía asemejar la marcha mili-tar más bien a una marcha fúnebre. Al día siguiente el mando de Falange instalado en el Cuartel (como empezó a denominarse al histórico Palacio Ducal bejarano) comen-zó un periodo de terror y represión consistente en registros, cacheos y detenciones selectivas que tuvieron como resultado una cifra de muertes aún por determinar30. La huelga general permanecía, a pesar de que la nueva autoridad conminaba a los huelguistas a deponer su posición, y habría de continuar hasta el 29 de julio fecha en la que el capitán Falcó toma definitivamente el poder en Béjar.

En los periódicos semanales «Béjar en Madrid» y «La Victoria» del 24 de julio se insertan respetuosas esquelas por las víctimas con un lacónico y todavía imparcial:

«Queremos rendir desde estos momentos, en que el corazón grita ¡España! nuestro mayor respeto para las víctimas caidas(sic) e inmoladas por el ideal, cualquiera que haya sido».

Un día después, en la tarde del día 25, el Comandante militar de la provincia si-guiendo las órdenes del general de la 7ª. División, señor Saliquet, procede a designar a los miembros que van a componer la denominada Comisión Gestora que habría de sustituir en la dirección municipal a los concejales elegidos por sufragio el 16 de febrero. Para ello se había convocado en el Ayuntamiento a Fructuoso Jesús García-Castrillón, Emilio Muñoz García, Ernesto Izard Muñoz, Higinio Cascón Núñez, Ma-nuel Francés Villarán y José Gónzalez Rodilla, todos ellos personas de reconocido prestigio en la ciudad y relacionadas de una u otra manera con el empresariado textil. Debemos destacar que mientras en Salamanca la alcaldía correspondía desde el día 19 al comandante Francisco del Valle Marín dirigiendo una comisión de nuevos con-cejales, en Béjar desde el principio se optó por una corporación exclusivamente civil incluido el alcalde, responsabilidad que cayó sobre Fructuoso Jesús García-Castrillón, ingeniero y ayudante de Obras Públicas en la Diputación que ya había ocupado ese mismo puesto diez años antes, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

Aunque en una primera valoración pudiera pensarse que las personas elegidas formaban parte del sector más derechista, católico y tradicional de la ciudad, lo cierto es que en un análisis menos prejuicioso y en base a la trayectoria de cada uno de ellos, podemos concluir que su labor fue muy loable dado el complejo momento que les tocó administrar. Ello se deduce ya de las palabras del bando que el día 26 firman y dirigen a los ciudadanos de Béjar en estos términos:

«Hemos aceptado este encargo tan honroso como difícil porque no desaparezca de este lugar tan destacado la representación civil, pero con la condición de gobernar desde aquí en misión de concordia y de paz para todos los habitantes de Béjar y en beneficio de los necesitados.

30.- Unos 133 ó 134 entre muertos y desaparecidos según escribe el topo Ángel Blázquez Jiménez en RUIPÉREZ, María: La larga his‑toria de un militante, Tiempo de Historia, sept. de 1976, n.22. En distintas publicaciones se han logrado documentar un buen número de nombres, unos 60 muertos según Majada Neila que adjunta una primera lista de ellos en MAJADA NEILA, José Luis: Comentario. Apéndice– Historia de la Guerra Civil en Béjar, Salamanca, 1999. Alrededor de 76 en MIÑANA BARROSO, Miguel: La represión franquista en Béjar, Béjar, 2007. Y 45 en el trabajo de ESPINOZA, Luis Enrique y ROBLEDO, Ricardo: Esta salvaje pesadilla. Salamanca en la guerra civil española, Salamanca, Crítica contrastes, 2007.

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Naturalmente no puede entrar ahora en nuestras funciones el mantenimiento del orden público (...)»31.

Previamente habían manifestado el deseo de provisionalidad en el ejercicio de sus cargos y que su aceptación se hacía sólo «por la gravedad de las circunstancias y por creerlo un deber cívico». La neutralidad que se colige de las palabras de los nuevos miembros del Ayuntamiento contrasta con las que pronunció Miguel de Unamuno ese mismo día en situación similar en Salamanca al aceptar ser concejal del nuevo consistorio:

«Hay que salvar la civilización occidental, la civilización cristiana amenazada. Bien de ma‑nifiesto está mi posición de los últimos tiempos, en que los pueblos estaban regidos por los peores, como si se buscase a los licenciados de presidio para mandar a los pueblos»32.

Las dos primeras cuestiones a las que tuvieron que enfrentarse los nuevos di-rigentes fueron lograr la normalidad laboral, habida cuenta de la continuidad de la huelga en fábricas y establecimientos, y en segundo lugar cómo gestionar la proble-mática de los presos y la situación de violencia e impunidad. Tanto García-Castrillón como Emilio Muñoz (que le sustituiría como alcalde en noviembre de ese mismo año), así como el resto de aquella Comisión Gestora, realizaron reconocidos esfuer-zos para librar de la cárcel e incluso de la muerte a muchos bejaranos perseguidos, siempre en la medida de lo que su limitado poder (la autoridad del orden público no les correspondía a ellos sino a la Falange) les permitía. Uno de los ejemplos ha sido relatado por Cipriano Blázquez Jiménez, sindicalista encarcelado desde los primeros días de la sublevación, que testimonia cómo el señor Castrillón se llegó a personar en la prisión haciendo saber que haría todo lo que en sus manos estuviera, incluso interviniendo ante el señor Gobernador, para que fueran puestos en libertad todos los presos que no tuvieran delitos de sangre33.

En cambio ya desde ese mismo día, en el que llega a Béjar una nueva patrulla de falangistas (la llamada Primera Falange), comenzaría la búsqueda de los resistentes al alzamiento militar, los arrestos y las muertes. El número de detenciones llevadas a cabo durante lo que quedaba de verano se cifra en cerca de 400 personas, entre ellas a parte de la ya extinta Corporación Municipal salida de las elecciones; es el caso de Valentín Garrido Muñoz, Mateo White Pérez o el propio alcalde Eloy González Benito. En breve se daría orden de confiscar todas las cuentas de las asociaciones obreras beja-ranas y de trasferirlas al fondo nacional para la guerra34. Se procede al mismo tiempo a tomar y desalojar la sede sindical de la Casa del Pueblo, destruyéndose tanto allí como en otros locales, todos los libros de contenido socialista y marxista, así como a la incautación de algún periódico de tirada local y su parcial censura35. Especial mención merece la depuración que en Béjar, igual que en el resto de la provincia, se hace con el colectivo de profesores, sufriendo sanciones Alfonso Ballesteros Criado, Miguel Estremera de la Torre y Álvaro Martínez Alonso, y siendo separados de sus funciones tres miembros de la Escuela Superior y Elemental del Trabajo Pascual García

31.- MAJADA NEILA, José Luis: Comentario. Apéndice– Historia de la Guerra Civil en Béjar, Salamanca, 1999, p. 91.32.- El Adelanto, 28/07/1936.33.- El alcalde cumplió su promesa y fueron varios los excarcelados, pero las patrullas falangistas se encargarían de devolverlos a prisión a las pocas horas. BLÁZQUEZ JIMÉNEZ, Cipriano: Vivencias y experiencias de un bejarano, Béjar, 1988.34.- Las cifras confiscadas fueron las siguientes: El Despertar Femenino 252,33 pts., Sociedad de Canteros y Mamposteros 166,33 pts., Casino Obrero 97,89 pts., Unión Protectora de Tejedores 26,72 pts. y Círculo Liceo 1 pts. Archivo General de la Administración, G, 498. 35.- José Antonio Sánchez Paso especula, en base a testimonios orales, que los libros fueron quemados públicamente en alguna de las calles bejaranas. SÁNCHEZ PASO, José Antonio: «Quema de libros en Béjar en 1936», Estudios Bejaranos Nº 13, CEB, Béjar, 2009.

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Matas, Simón Bruno Martín y Tomás Daniel Bermejo Bullón. Así mismo fue sometido a expediente pero sin sanción Francisco Cid Gómez-Rodulfo. El caso más conocido de represalia hacia un profesor fue el de Manuel F. Crespo que moriría fusilado en abril de 193736.

A lo largo del mes de agosto de 1936 se suceden los asesinatos, las palizas y las humillaciones hacia ciertos presos, algunas tristemente célebres como las purgas de aceite de ricino o los «paseos» para el escarnio público de los reos como los que sufrieron quince bejaranas republicanas a las que se les rapó el pelo. Entre ellas es-taba la maestra sexagenaria doña Aquilina, esposa del alcalde Eloy González37. Ante tal situación muchos de los previsibles represaliados que en un primer momento habían logrado no ser detenidos, se ven en la obligación de hacerse fugitivos y huir. Pero Béjar, por su situación geográfica, se había convertido en una trampa para su evasión: consolidado por completo el poder nacional en la zona, el terreno republi-cano quedaba cada vez más lejos, mientras que la huida a Portugal no era aconsejable por la simpatía del dictador Salazar hacia el nuevo régimen. Ante tal tesitura muchos fueron los que literalmente se echaron al monte; otros, de los que hablaremos más adelante, se escondieron en sus propias casas, casi enterrándose en vida en reducidos habitáculos; y otros, los menos, optaron por el suicidio. Los que huían al monte se ocultaron en cuevas como la del Tranco del Diablo, de entrada casi inaccesible; la de Hontoria, hoy aterrada; y las de Peña Negra y el Cancho de la Muela38. Las cuevas de la sierra de Béjar no son grutas como tal, pues el terreno, no siendo calcáreo, no permite su formación. Son más bien abrigos o espacios cubiertos que han quedado entre los grandes berruecos de granito que a menudo los pastores usan como refugio cerrándolos con un ante-muro de piedras. Esta circunstancia favoreció a la Primera Falange en sus batidas por el monte en busca de fugitivos. Así lograron encontrar a «siete peligrosos revolucionarios» ocultos en una de las muchas «cuevas» del Cancho de la Muela donde dieron muerte a tres de ellos, deteniendo a los restantes. Se trataba de los hermanos Bruno Martín, entre los que se encontraban una mujer y el conocido con el célebre (e irónico) apodo de El Legionario39.

Los meses de agosto y septiembre son especialmente cruentos tanto en Béjar como en sus pueblos más cercanos (sólo entre el 26 y el 27 de agosto fueron ase-sinadas 10 personas). Las actas de defunción, así como los datos aportados por la Asociación Salamanca por la Memoria y Justicia, certifican un total de 38 muertos durante esos dos meses40. Mientras tanto permanecían detenidos en la prisión provincial de Salamanca 35 bejaranos. Tras un juicio sumarísimo celebrado el 5 de diciembre, 11 de ellos son condenados a muerte, siendo fusilados junto a la tapia del cementerio salmantino: Enrique Castro Pérez, Celestino García Martín, Valentín Garrido Muñoz, Valentín Garrido Sánchez, Eloy González Benito, Antonio Gutiérrez Sánchez, Adolfo Izcaray Cebriano, José Juan Marcos, Pedro Miñana Regadera, Gregorio Nieto Muñoz y Félix Vallejo García; y los 24 restantes a diversas penas de cárcel por sentencia de Consejo de Guerra: Baltasar Alonso Aprea, Marcelino Aparicio Villagómez, Francisco

36.- ESPINOZA, Luis Enrique y ROBLEDO, Ricardo: Esta salvaje pesadilla. Salamanca en la guerra civil española, Salamanca, Crítica contrastes, 2007, p. 118.37.- Ibídem. MAJADA NEILA, José Luis, p. 94 y Ibídem. BLÁZQUEZ JIMÉNEZ, Cipriano, p. 57.38.- No era la primera vez que los bejaranos se habían echado al monte y refugiado en cuevas. En la Guerra de la Independencia muchas familias huyeron del ejercito francés y vivieron meses en la cueva del Bocín de Navamuño donde el 27(ó 30) de julio de 1809 nació Jerónimo Gómez-Rodulfo Hernández. Para más información consultar el blog losabdones.blogspot.com y RODRÍGUEZ BRUNO, Gabriel Eduardo: Béjar y la Guerra de Independencia. Béjar, Ed. Rodríguez Bruno, G. E., 1993.39.- El Adelanto, 13/08/1936; Ibídem. MAJADA NEILA, José Luis: Comentario. Apéndice– Historia de la Guerra Civil en Béjar, Salamanca, 1999, p. 93 y Cfr. MIÑANA BARROSO, Miguel: La represión franquista en Béjar, Béjar, 2007.40.- Ibídem. MIÑANA. p.3.

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Barroso González, Miguel Carpintero Guijo, Félix Carretero Hernández, Joaquín Cas-tellano Izcaray, Tomás Corrales Sánchez, Emigdio Crespo Nieto, Pedro Elices Montero, Luis Fraile Parra, Ángel García Jiménez, Vicente García Martín-Mateos, Alfonso Gó-mez Cáceres, Felipe González Hoya, Miguel González Rubio, Fermín López García, Rufino López García, Marcos Martín Matas, Benito Nieto Nieto, Alfonso Rodríguez González, Cándido Rozas Gutiérrez, José Sánchez Montero, Miguel Santos Santos y Miguel Vázquez Sánchez. El motivo de las penas de cárcel y las penas máximas fue «rebelión militar» a pesar de que los condenados habían permanecido fieles a la legalidad vigente41.

La situación de terror que vivía Béjar estaba en consonancia con los deseos y las órdenes promulgadas en las primeras semanas de la sublevación por los generales golpistas a lo largo de todo el territorio controlado por los nacionales. Pero curiosa-mente uno de esos generales, Gonzalo Queipo de Llano, pudo ser el que puso fin a ese cruento escenario al ordenar el final de las matanzas indiscriminadas tras solici-társelo en entrevista personal dos bejaranos. Este dato, no acreditado aún documen-talmente, parece sin embargo relacionado con la repentina decisión del mencionado general, muy vinculado a Béjar, de terminar con la represión sumarísima cuando el 28 de febrero de 1937 telegrafió a los gobernadores militares de las provincias de su demarcación las siguientes palabras: «Ordene a todas las autoridades dependientes de su jurisdicción se abstengan de ordenar aplicación mis bandos en que se imponga última pena, debiendo seguirse procedimiento judicial que indique el auditor», con lo que las ejecuciones que con-tinuó habiendo dejaron de ser clandestinas42.

Ya a finales del mes de agosto del mismo año 36 se lleva a cabo el primer acto de exaltación del nuevo régimen con la recuperación y el izado de la bandera rojigual-da que había estado proscrita desde la proclamación de la Segunda República. Este episodio de afirmación no admitía demora y pretendía no dejar ninguna duda sobre las actuales circunstancias ideológicas de la ciudad en la que desde finales el mes de julio gran parte de los vecinos se aprestaban a colaborar económicamente en la sus-cripción que había convocado la Comisión Gestora para ayudar a la Falange, es decir para costear la guerra. Es de destacar en este aspecto que la participación en la zona de Béjar fue la mayor de toda la provincia siendo publicados, periódicamente, en los semanarios locales los nombres y las cantidades donadas43. De tal manera el domingo 23 de agosto se procede al acto de izado de la recuperada bandera bicolor con pre-sencia de todas las fuerzas vivas de la ciudad y una representación de la salmantina, que comenzaron la jornada reuniéndose en el parque de la Corredera. La marcialidad del acto se deduce de las crónicas periodísticas. Jefes militares, milicias, compañía de la Guardia Civil, así como los populares balillas dirigidos por su instructor el señor Hernández Petit, se ordenaron en el paseo central tras el templete, mientras que en el lado contrario hacían lo propio los jóvenes de Acción Popular de Salamanca, el grupo de la Sección Femenina y la banda de cornetas y tambores. En lugar destacado se si-tuaron las autoridades municipales, presidentes de instituciones, jerarquías eclesiales y fuerzas de seguridad con la Guardia Civil como protagonista. El desfile recorrió la calle central de Béjar hasta la plaza Mayor donde el alcalde García-Castrillón, entre el entusiasmo del público, izó la bandera tras la lectura de un discurso de encendida alabanza hacia la nueva nación.

La guerra como tal no afectó a la ciudad de Béjar en lo que a conflicto bélico se refiere por localizarse el frente muy alejado del territorio. No obstante desde el inicio

41.- Ibídem. MIÑANA, p. 17.42.- TÉLLEZ, Juan José: Público, 12/10/2012.43.- La Victoria, 1936, 1937 y 1938.

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de la contienda era habitual ver desde la ciudad los vuelos de la aviación nacional así como los de sus aliados Italia y Alemania. Una numerosa patrulla de militares alemanes de la Legión Cóndor convivió durante los tres años de la guerra con los bejaranos, alojada en la Colonia Madrileña. Su presencia modificó durante tiempo la fisonomía y el ambiente social de la localidad, no habituada desde su provincianismo a tanta presencia foránea. Allí, además de los alemanes, cohabitaron con los bejaranos carlistas, falangistas, requetés y la muy nutrida colonia catalana formada sobre todo por hijos de comerciantes o empresarios que habían venido a Béjar huyendo de la España republicana, y que esperaban impacientes la toma de Barcelona y la victoria de los nacionales para poder regresar a Cataluña44.

De la guerra los bejaranos tenían la información de primera mano que les ofre-cían algunos de sus combatientes que a modo de corresponsales narraban sus expe-riencias para los periódicos locales; es el caso de Joaquín Téllez (muerto en el frente de Madrid el 16 de agosto de 1937) o de Antonio Gómez-Rodulfo Rguez.-Arias. La placidez aparente en la que vivía la ciudad como retaguardia segura de la España nacional sólo se veía rota por la llegada, cada vez más habitual de los muertos en el frente, soldados bejaranos que combatían con el bando franquista, o personas que sin ser militares no lograron escapar de la zona republicana y fueron represaliados. La cifra de muertes en este bando ascendió a 6045. Algunos de ellos, como hemos indi-cado, fueron asesinados por simpatizantes de la izquierda en el Madrid republicano, convertido en una trampa mortal: es el caso de Francisco Muñoz Sánchez o Francisco Gómez-Rodulfo Rguez.-Arias. Al menos tres bejaranos fueron fusilados en la triste-mente famosa mataza de Paracuellos del Jarama: Carlos Cerrudo Valle y Casto Lozano Herrero, esposo de Leandra Gómez-Rodulfo, benefactora que había cedido los terre-nos para la construcción del Sagrado Corazón, y el sacerdote Balbino Pérez Díaz. Otro religioso bejarano, el coadjutor salesiano Nicolás de la Torre Merino fue fusilado en Madrid en los primeros días de agosto de 193646. Los encendidos panegíricos con que la prensa del momento daba la bienvenida a sus caídos, así como el permanente y público homenaje que por alguno de ellos hizo la ciudad, corrobora la clara de-cantación que se tuvo hacia una de las dos Españas oficializándose desde el inicio de la guerra, así como el agravio en el luto hacia las víctimas de la Béjar republicana. El nombre más notorio de la época fue, sin duda, Mario Emilio Muñoz Díaz, muerto en Tarragona el 27 de julio de 1938, que tras su desaparición empezó a formar parte de la particular hagiografía de la ciudad, así como de su toponimia: campo de fútbol Mario Emilio, Monte Mario, etc47.

Este aspecto, así como los siniestros aéreos que se sucedieron en las cercanías de la localidad, habría de recordar que a pesar del aparente sosiego de la vida diaria se seguía formando parte de un país en guerra. Entre diciembre de 1936 y marzo de 1937 hasta tres aviones alemanes de la legión Cóndor sufrieron accidentes mortales en distintos lugares de la sierra (la legión Cóndor, recordamos, había sido el nombre que adoptó el apoyo militar, especialmente aéreo, que el III Reich ofreció a Franco durante la Guerra Civil, con el que la Alemania nazi probó su nuevo armamento y que habría de resultar determinante para la victoria del lado nacional). Los aviones siniestrados realizaban vuelos rutinarios, de servicio de correo, y no puede asegurar-se que estuvieran en misión de ataque. El primero de ellos debió caer hacia el 9 de

44.- HURTADO, Amparo: Memorias del pueblo, «Mi diario» de Francesca Sallés Verdaguer, Testimonios de la Guerra Civil, Barcelona, 2005.45.- Ibídem. MAJADA NEILA, José Luis, p.102.46.- Este religioso fue beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007 por el Papa Benedicto XVI junto con otros 497 mártires.47.- Béjar en Madrid, 29/07/1938.

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diciembre de 1936 en las cercanías de Cantagallo, pues esta es la fecha que aparece en una estela funeraria que se conserva en la entrada de este pueblo y que reza de la siguiente manera: «Aquí murió Wilhelm Harjes 9‑12‑36 en un vuelo mortal por una España Libre». Sobre el texto se puede ver el bajorrelieve de la cruz de hierro prusiana con la que los alemanes condecoran a sus militares en actos de guerra heroicos. El segundo de los accidentes, el más grave, tuvo lugar el 17 de enero de 1937, un día invernal, frío y de espesa niebla, cuando un avión Junker JU-52 ocupado por seis jóvenes suboficiales (entre los que estaban Josef Fischer, Otto Hensen y Alfred Jentsch) que realizaba un vuelo habitual de estafeta, se estrelló en la parte más alpina de la sierra de Béjar, entre los riscos del Torreón y los Dos Hermanitos, en el lugar conocido como Collado de los Buitres. Según numerosos testimonios de la época se organizaron va-rias expediciones de rescate desde Candelario, Béjar e incluso desde los pueblos más altos del valle del Jerte, con el fin de recobrar a sus ocupantes y recuperar las piezas esenciales del aparato. Estas expediciones resultaron infructuosas debido a las con-diciones climáticas de aquel invierno y tuvieron que aplazarse. Como recuerdo a los malogrados militares se colocó una estela funeraria en Llano Alto, ya desaparecida, orientada hacia la sierra junto con algunos de los restos del aparato. El tercero de los accidentes tuvo lugar el 9 de marzo de 1937 cuando otro Junker JU-58 se estrelló en el término municipal de La Hoya, en las estribaciones de la sierra. En él pereció el suboficial Heinrich Dahman y quedaron heridos el resto de los ocupantes48.

2. LAS DOS POSGUERRAS (1939-1975)

2.1. esCenifiCaCión del esplendor

La noticia de la toma de Madrid y del final de la guerra en abril de 1939 fue recibida y celebrada en Béjar con un inusitado entusiasmo habida cuenta de la nueva filiación franquista de la ciudad. Esta decantación tenía circunstancias particulares al margen de la propaganda política que desde hacía tres años se venía desarrollando en toda la España nacional. La oportuna coyuntura bélica había propiciado uno de los momentos álgidos en la producción textil bejarana al ser el único foco industrial importante dentro de la zona franquista. La exclusividad de la producción de paño para el ejército, así como de otras industrias auxiliares como la metalúrgica o la fabricación de botones y emblemas militares, benefició a Béjar frente a los núcleos industriales de Cataluña y Valencia. Esta circunstancia crearía una inercia producti-va que habría de perdurar durante los años de la posguerra y que a su vez se vería beneficiada con el modelo de autarquía económica implantado por los primeros gobiernos franquistas49.

La comunión entre los viejos conceptos y símbolos de la más ancestral tradición imperial (religión católica, paz social e indivisibilidad de España, es decir lo que se dio en llamar nacionalcatolicismo y nacionalsindicalismo) fraguó enseguida en la ceñida sociedad bejarana que veía cómo la vieja y profunda problemática laboral y los ama-gos de enfrentamiento de clase surgidos antes de la Guerra Civil pasaban a mejor vida. El nuevo escenario iba a hacer posible al mismo tiempo la satisfacción de los deseos y de las ambiciones de la clase trabajadora y de los de la clase empresarial. En-tre unos y otros se va a vivir durante un largo periodo una aparente concordia en aras

48.- LAUREAU, Patrick: Condor, the Luftwaffe in Spain, 1936‑39, Hikoki Publications, Gran Bretaña, 2000.49.- En esta misma publicación ver ALONSO SANTOS, J.L., APARICIO AMADOR, L.J. y SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, J.L.: La economía in‑dustrial en la ciudad de Béjar; LÓPEZ SANTAMARÍA, J.: La Ciudad de Béjar en el siglo XX y SÁNCHEZ MARTÍN, J.R.: La industria textil en Béjar en el siglo XX y en los albores del XXI.

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de la productividad y de unos beneficios mutuos aunque muy desequilibradamente repartidos. Es lo que podemos denominar la pax bejarana.

La pieza clave de esta supuesta armonía social está en la clase trabajadora, muy cualificada, celosa de su capacidad y orgullosa del puesto clave que ocupaba dentro del engranaje de la incesante máquina de beneficios bejarana. La ausencia de conflic-tividad del sector obrero, impuesta en toda España por el nuevo régimen, benefició su propia posición ante el nuevo sindicalismo que si bien aseguraba al empleado su digno puesto de trabajo coartaba también cualquier afán reivindicativo y de mejora fuera de los establecidos oficialmente. El obrero bejarano, por la imposición del mo-mento y por su propio interés, fue derivando ideológicamente desde aquel espíritu revolucionario casi genético hasta la posición conservadora que le caracterizó duran-te toda la posguerra. Comenzaba una época de estabilidad en el trabajo convirtién-dose el núcleo textil en foco demandador de empleo, alentador del sector comercial y de servicios, y que permitía incluso la relativa prosperidad de cierta clase media con pretensiones. En este aspecto resultó determinante la labor de algunos centros escolares como el Colegio Salesiano que se dedicó durante años a promocionar a muchos de sus mejores escolares a fin de satisfacer la demanda de encargados bien cualificados para las fábricas.

Por su parte la clase empresarial, en concreto los patronos textiles reunidos en la denominada Agrupación de Fabricantes, estaba aumentando notablemente sus in-gresos. No se ocultaba la afinidad ideológica con el Régimen siendo conocida la amistad personal de empresarios bejaranos con algunos ministros y prohombres del franquismo. Algunas de las muestras de buena avenencia entre patrones y trabajadores tuvieron lugar durante los años 40 como el concurridísimo homenaje popular del que fue acreedor Leandro Cascón Pablos en su pueblo, Fuentes de Béjar y en presencia del Ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco. Este clima de autosatisfacción, de entendimiento o de intereses comunes no ocultaba, sin embargo, la distancia social entre los diferentes sectores de la población que quedaba definida por la jerar-quía configurada en los centros fabriles y que parecía trascender a todos los ámbitos vitales. Béjar, como alguien ha asegurado, seguía albergando en su constreñida con-figuración urbana a mil clases sociales.

Así, la posición de privilegio económico que vivían los distintos clanes empre-sariales de la industria textil, les iba a permitir acaparar buena parte de los órganos de poder. Donde más notorio se hizo este acaparamiento fue en el poder consistorial donde durante años parece vivirse una local plutocracia dada la omnipresencia de fabricantes en el puesto de alcalde, circunstancia que solo se matizaría en los años 60 para desaparecer tras la llegada de la democracia. Es decir que la oligarquía tex-til impedía en buena medida el acceso al poder o a la influencia de todo el que no perteneciera a ella. Había recuperado sus tradicionales posiciones al amparo de una dictadura propicia y seguía insistiendo en los viejos hábitos que le habían permitido renacer de todos los declives. La alta influencia de muchos de sus miembros en la capital de España, las políticas matrimoniales de cerrada endogamia, así como una proverbial capacidad de ahorro hacían el resto50. Es decir, que en muchos sentidos las cosas no habían cambiado desde finales del siglo XIX, o más bien las cosas habían vuelto a su sitio.

50.- En este sentido el polifacético escritor Luis Felipe Comendador aludiendo a la ciudad en los años 60 ha escrito que «seguía siendo una sociedad fundamentalmente medieval, absolutamente dividida por un clasismo exacerbado, imbuida en el monocultivo del textil –propiciado por la clase alta bejarana, conformada por todos los fabricantes textiles– (...) una clase absolutamente endogá-mica –situación que ha permanecido inalterable hasta nuestros días–» en COMENDADOR SÁNCHEZ, Luis Felipe: La luz en las manos. Aproximación a un estudio sobre Alberto Hernández Martín. Béjar Centro de Estudios Bejaranos, 2005.

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El resto de la población, quizá para resarcirse del anodino y gris universo de la posguerra, o simplemente como modo de vida alternativo al tedioso y rutinario quehacer de la fábrica, va a refugiarse en un costumbrismo castizo donde primará la exaltación de lo popular y de la tradición. El bejarano medio superará las limitaciones impuestas por su cerrado ambiente con jaranas, toros, disfraces y romerías, siempre alrededor de platos y caldos típicos, y haciendo alarde de un particular sentido del humor. Durante años se configuraría una curiosa nómina de personajes del pueblo alternativos a los grandes potentados y a los eruditos, alardeantes de sus apodos y motes, que desde su posición de humildes trabajadores se elevarán a la categoría de mitos locales e ironizarán sabiamente sobre el poder y los poderosos.

El nexo que conciliaría el distanciamiento entre las clases sociales de la ciudad, y entre las distintas sensibilidades que representaban cada una de ellas, sería la religión católica. El Movimiento Nacional lo había programado aprovechando el poder que tenían las imágenes y la fe de subyugar a las masas conteniendo a todas las esferas sociales. En una «ciudad laica entregada a la veneración de su patrona la Virgen del Castañar»51, las manifestaciones más elocuentes del credo católico iban a adquirir, no solamente un carácter de afirmación religiosa, sino que también se convertirán en una ocasión de redimirse frente al ateísmo, que en el periodo anterior había logrado enraizar en la sociedad. Desde el mismo final de la contienda los ciudadanos de Béjar van a tener una continua oportunidad de adhesión al credo oficial y no dejaron de aprovecharla si comprobamos el número de personas que llena las iglesias y las mu-chedumbres que acuden a cualquier llamada procesional.

Coinciden pues toda una serie de factores propicios (fraternidad y camaradería entre los distintos actores de la industria, dulce momento económico y exaltación de lo religioso) que convierten los acontecimientos de la fe católica en auténticas escenificaciones del esplendor. Un mismo hilo de emoción en el culto identificaba a unos y a otros bajo el manto de la imagen mariana. Y aun así no se pueden negar las tendencias acaparadoras que la burguesía seguiría demostrando en este ámbito quizá para recordar que la defensa del catolicismo la habían protagonizado ellos durante los difíciles tiempos de la República.

Las fechas más señaladas de esa escenificación del esplendor fueron el 9 de abril de 1939 con la bajada de la Virgen a Béjar, y el 8 de septiembre de 1946, quinto cen-tenario de la aparición de la imagen y Coronación de la Virgen. En el primero de los acontecimientos más que en ninguna otra ocasión la faceta militar y la religiosa se dieron la mano recorriendo juntas el paso procesional de la Virgen en agradecimiento por el final de la guerra, pero también en explícita celebración de la victoria nacional (la última vez que la imagen había bajado a Béjar había sido en 1855 con ocasión de una epidemia de cólera). Esta procesión era el cumplimiento de una promesa realiza-da por el párroco Felipe Amador Yuste en 1936. A las tres de la tarde del mencionado 9 de abril la Virgen salió del templo vestida con el manto que donó una duquesa de Béjar. Precediendo a la imagen iban los llamados popularmente flechas y pelayos, es decir la sección infantil de la Falange; después todos los escolares de la ciudad, tanto de colegios públicos como privados (niñas de las escuelas del Salvador, de San Juan, del colegio de doña Irene, de don Manuel Verdejo, Amantes de Jesús, Salesianos...) y asociaciones religiosas como Acción Católica femenina, Señoras de Béjar, Adoración Nocturna y Juventud Masculina. Tras la Virgen se situaban las autoridades eclesiásti-cas, civiles y militares: el arcipreste Cándido Garnacho, el alcalde Ernesto Izard Mu-ñoz, el gobernador militar de la provincia Eduardo Martín González, el capitán de

51.- LÓPEZ SANTAMARÍA, Jesús: Las Cinco Abejas. Béjar en el siglo XX. Salamanca, CEB, 2006, P.146.

Entrada de la Virgen del Castañar en la iglesia de San Juan el 9 de abril de 1939.(Foto Luis Cabrera)

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la Comandancia Eusebio Magaz, el teniente de la Guardia Civil Antonio Torrecilla, el presidente de la Cámara de Comercio Luis Izard Muñoz y el secretario de la Agrupa-ción de Fabricantes Gabriel Rodríguez López. Portaban las varas de las distintas cofra-días los abades Juan Manuel Galindo, Victorino Vizoso y Valeriano Rodríguez. Cerca de 10.000 personas en 2 kilómetros de procesión acompañaron a la imagen camino de Béjar entre repique de campanas, sones, cánticos y plegarias religiosas. Los alema-nes alojados en la Colonia Madrileña dispararon morteros con bengalas al paso de la imagen que se fue deteniendo en éste y en otros lugares del descenso como junto al Sagrado Corazón y a la Colonia Castrillón donde fue saludada por sus huéspedes, mu-chos de ellos catalanes refugiados en la segura Béjar durante la guerra. En la entrada a las calles de la ciudad, las andas fueron tomadas por un grupo de bejaranos residentes en Madrid que con el fin de la guerra habían podido regresar. Ellos comenzaron el recorrido que se hizo bajo hermosos arcos vegetales, remota costumbre que se venía repitiendo en los grandes acontecimientos, recibimientos a duquesas o a personajes de la realeza como había sucedió con la Infanta Isabel en 1929. El tramo de la calle Mayor estuvo jalonado de plegarias, llantos y peticiones de los fieles, muchos de ellos de rodillas. Al llegar a la plaza de San Gil se procedió a la colocación de la Virgen en un artístico dosel situado junto a la fachada del ayuntamiento. Allí el alcalde Ernesto Izard pronunció un breve discurso en el que recordó las peticiones hechas a la Virgen durante la guerra y la promesa de bajarla a la ciudad cuando ésta terminara, seguido –a continuación– de un encendido panegírico a la figura del nuevo jefe del Estado Francisco Franco mezclado con veneraciones a la Virgen.

«Las invencibles tropas de Franco, el Caudillo que la Providencia ha deparado a España en la heroica lucha contra los que quisieron renegar de la Patria y de la Fe han conquistado la her‑mosa ciudad (refiriéndose a Madrid) y nos la han ofrecido a todos los españoles como prólogo inmediato del grandísimo triunfo definitivo como remate y broche riquísimo de la espléndida cadena de victorias que desde el comienzo de la guerra supieron forjar con fuerza poderosa de su fe y de su valor (...)».

«Te damos gracias, señora, por las muchas mercedes que durante este periodo nos habéis dispensado, entre ellas la de habernos protegido de los estragos de la guerra de nuestra querida España, que tan caro ha pagado el alejamiento espiritual de la Santa Fe Católica, de la que quiso el marxismo apartarla»52.

Después la imagen fue llevada a la iglesia de San Juan y colocada en su altar ma-yor donde estuvo expuesta durante diez días, siendo acreedora de distintos cultos, eucaristías y novenas. En el sermón de recibimiento el párroco Felipe Amador Yuste volvió a relacionar los hechos más importantes de la historia de España con el «triunfo del Caudillo sobre los enemigos de Dios»53. La Virgen, que portó el simbólico bastón de mando del alcalde durante esas jornadas, regresó el día 19 en procesión al Santuario del Castañar.

El segundo de los acontecimientos que definen esta escenificación del esplendor tuvo lugar siete años después, el 8 de septiembre de 1946, con motivo de la corona-ción canónica de la Virgen durante el quinto centenario de la aparición de su imagen. El origen de estos fastos surge en el ambiente de gran devoción que se había vivido durante los días en que la Virgen estuvo en Béjar, y fue alentado por Toribio Zúñiga

52.- Ofrenda a la Santísima Virgen del Castañar. Excelsa Patrona de Béjar y su Comarca. Madrid, Prensa Española S.A., 1954, p. 17.53.- Béjar en Madrid, 22/04/1939.

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Sánchez-Cerrudo, científico y prestigioso farma-céutico54, muy influyente en los ámbitos religiosos y culturales de Madrid. Una junta Pro-Centenario se encargó de la organización del acontecimiento y de la implicación de las distintas autoridades en el mismo. Al proyecto se fueron adhiriendo inme-diatamente las distintas corporaciones municipales. A partir del 25 de marzo de 1946 se iniciaron los actos del centenario que culminarían con la coro-nación en la jornada festiva del día 8 de septiembre. Ese día Béjar vivió quizá el clímax de su magnificen-cia y ostentación gestada desde el final de la guerra y a través de la década de los años 40. Todos los factores le eran propicios, la fuerte productividad industrial, la llegada de dividendos, el ascenso de la renta per capita y el continuado crecimiento de la población, convertían a Béjar en una rara avis dentro del panorama económico de la provincia y del oeste español sumido todavía esos años en una profunda crisis post bélica. Era por lo tanto el momento de hacer alarde de las circunstancias particulares y de recrearse en una curiosa mezcla de boato religioso, sobriedad burguesa e intensidad ideológica a la que

parecían receptivos todos los sectores sociales de la ciudad.Se calcula que unas 30.000 personas asistieron al magno acto en el Castañar. El

arquitecto Tomás Rodríguez había diseñado la tribuna, situada en la fachada meri-dional del Santuario, donde habría de colocarse la imagen. Hasta ese lugar y desde el templo recorrió en procesión la comitiva eclesial, que estaba presidida por el obispo de Plasencia Juan Pedro Zarranz y Pueyo seguido de seminaristas, clero, padres tea-tinos (encargados del Santuario desde el 12 de agosto de ese mismo año), cabildo catedralicio, así como por los obispos de Salamanca, Jaén y Coria. Junto a ellos esta-ba el séquito civil encabezado por el síndico Manuel Rodríguez-Arias Sánchez que portaba la bandera de la ciudad y estaba escoltado por dos hombres de musgo. Le seguían los representantes de la cofradía Cipriano Rodríguez-Arias, José Campo, Ve-nancio Aguilar y los hermanos Ramón y Juan José Olleros Gregorio. Las autoridades municipales y provinciales estaban presididas por el alcalde Higinio Cascón Núñez, el gobernador civil José Calvo, el gobernador militar Felipe González y el presidente de la Diputación Carlos C. Ceballos. No faltaron secretarios, jefes provinciales, jefes sindicales y el jefe local del Movimiento. Después de la colocación de la Virgen en la tribuna repleta de flores y joyas, y tras la consiguiente eucaristía, el alcalde y el abad Juan Muñoz entregaron la corona al señor Obispo. Éste, revestido con mitra y báculo, procedió a colocarla sobre la cabeza de la Virgen. Fue el momento más solemne real-zado sonoramente por el repicar de las campanas del Santuario junto con las de todas las parroquias de la ciudad55.

54.- Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo (1886-1969), fundador de Béjar en Madrid, es uno de los bejaranos más relevantes del siglo XX. Pionero de la moderna farmacología española ocupó numerosos cargos a lo largo de su vida como el de Presidente del Real Colegio de Farmacéuticos de Madrid. Entre 1925 y 1931 ejerció de farmacéutico de S. M. el Rey Alfonso XIII. Es padre del también conocido escritor Juan Eduardo Zúñiga Amaro.55.- Ibídem. Ofrenda a la Santísima Virgen, pp. 97-105.

Campo Mario Emilio años 40. El saludo brazo en alto fue desapareciendo tras el final de la Segunda Guerra Mundial.(Foto Luis Cabrera)

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Como un estrambote lírico y señorial a los actos de la coronación, muy pocos días después, el 19 de septiembre, tuvieron lugar los llamados Juegos Florales. En Béjar ya se habían celebrado dos ediciones anteriores, en los años 1903 y 1922. Este tipo de actividad cultural y recreativa tenía un remoto origen clásico, de vocación claramente religiosa, y de contenidos literarios y poéticos. Los juegos florales se pa-ganizaron y entraron en declive, siendo recuperados ocasionalmente a partir del siglo XIX siempre en ciudades con un denominador común: el elemento religioso unifi-cador alrededor del cual gravitaba una sociedad burguesa con inquietudes artísticas, poéticas y lúdicas. Durante los actos de la jornada predominó la estética de etérea rimbombancia y lánguido romanticismo con la escenografía bucólica de los jardines privados bejaranos como fondo. Aunque se trataba de un certamen literario el ele-mento más representativo y recordado de aquella jornada fue el grupo de señoritas de la alta sociedad bejarana que formaban la llamada corte de honor presidida por la Reina de los Juegos Lolita Cascón Sánchez-Cerrudo. Las crónicas periodísticas, así como los rebuscados versos de los rapsodas, se encargaron de cantar la belleza de las protagonistas. La imagen de las damas, vestidas de inmaculado blanco y galantemente cortejadas por un grupo de jóvenes del mismo ámbito, era la de una auténtica puesta de largo y una pomposa presentación en sociedad. Pero también el reiterado gusto por lo suntuoso y lo protocolario ponía de manifiesto los primeros destellos sinto-máticos de la decadencia que ya se empezaban a vislumbrar en pleno fervor de días de vino y rosas. La burguesía utilizaba el afán letrado y artístico de los Juegos para demostrar sus valores y su alta vocación cultural utilizando a sus féminas como carta de presentación y como la viva y hermosa imagen de su magnificencia.

Sería injusto que el retrato de la mujer de la época quedara reducido al papel meramente decorativo que ocupaba en estos eventos y considerar que unas pocas integrantes de la clase social más privilegiada definieran el carácter y las funciones del sexo femenino. Mientras aquellas asumían su papel de continuadoras de las estir-pes, engendradoras de prestigio y protagonismo en los oficios religiosos, el común de las mujeres bejaranas se afanaba no sólo en las consabidas tareas de casa y de la procreación, sino también en su propio trabajo remunerado dentro de las fábricas. Frente a las ociosas y coquetas hijas de la burguesía, multitud de obreras bejaranas desarrollaban funciones clave y muy determinadas en el engranaje de la industria

Dos alcaldes de la posguerra, Antonio Gómez‑Rodulfo e Higinio Cascón,

interviniendo durante el homenaje a

don Juan Muñoz.(Fotos Luis Cabrera)

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textil. Su aportación laboral y cotizante las hizo acreedoras de un prestigio al margen del que sus funciones habituales les daban. Tal vez por ello las bejaranas, herederas de la ancestral imagen de la incansable hilandera, se ganaron en muchos casos un papel más preponderante de lo habitual (casi matriarcal) dentro de la familia frente de los rígidos roles machistas que caracterizaban a la época.

El diario y monótono discurrir del tiempo para el bejarano medio en los años 40, cuya propia seguridad laboral terminaba por coartar cualquier otro tipo de am-bición o pretensión, siguió viéndose esporádicamente roto por la programación de acontecimientos a menudo escasamente trascendentales, pero donde la maquinaria del boato y la excelencia religiosa se volvía a poner en funcionamiento56. Algunos eran de carácter propagandístico y netamente político como los homenajes anuales a los caídos y a José Antonio Primo de Rivera en la monumental cruz y arco que para tal efecto se habían colocado en el espacio del Murallón, y cuyo texto rezaba: «Caídos por Dios y por España. Presentes». En este mismo ámbito varias fueron las visitas que durante esta época realizaron algunos ministros del régimen franquista. Tal es el caso de José Antonio Girón de Velasco que ostentaba la cartera de Trabajo, y que fue recibido en visita oficial en tres ocasiones: el 27 de junio de 1945, correspondiendo el recibimiento al alcalde Nicolás Asensio; el 3 de julio de 1947, donde intervino en un acto sindical en el Teatro Cervantes en el que abogó de nuevo por la hermandad entre obreros y patronos; y el 7 de julio de 1955 cuando el alcalde Victorino Vizoso le condecoró con la medalla de Oro de la ciudad.

Otros actos eran estrictamente religiosos como la proliferación de procesiones marianas, y las fiestas locales, sobre todo el Corpus, de especial raigambre en Béjar. Y algunos más distinguidos como el homenaje que la ciudad rindió a su Cronista Oficial Juan Muñoz García al serle concedida la Medalla de Oro provincial el 23 de diciembre de 1947, o el multitudinario y solemne recibimiento a los restos mortales del escultor Mateo Hernández, en noviembre de 1949, a quien se otorgó de manera póstuma la medalla de Plata de la ciudad.

Merece que nos detengamos en esta distinción local que comprendía los grados de oro y plata, porque fue ideada a finales de 1949 por la corporación que presidía Antonio Gómez-Rodulfo Rguez.-Arias ni más ni menos que en previsión de una anunciada visita de Francisco Franco y con la intención de inaugurar con el Jefe del Estado la lista de condecorados. El programa de actos para el acontecimiento se elabo-ró con premura y consistía en el «Recibimiento de S.E. el Generalísimo y Jefe de Estado en el Ayuntamiento y seguidamente ofrecimiento de la Medalla de Oro de la Ciudad; comida en el Casino de Bejar (sic), por ser el local que reúne (sic) mejores condiciones para éllo (sic), visita a la Ca‑pilla de los Salesianos; inaguración (sic) oficial de la Escuela de Peritos Industriales; visita al Grupo de Viviendas Protegidas «Virgen del Castañar»; visita a una o dos fábricas textiles y recepción de los industriales en la Escuela de Peritos Industriales, con exposición de productos textiles, acordando la Corporación Prestarle (sic) su aprobación al programa de actos oficiales»57.

La visita nunca llegó a producirse, probablemente porque coincidieron las fe-chas con otro viaje a Portugal, y no se volvió a hablar de la cuestión. Franco no visitó Béjar pese a las manifiestas afinidades de los empresarios más representativos con su régimen. Afinidades que no se correspondían del todo con el pueblo tal y como se percibía si arañábamos un poco las entrañas de la piel bejarana.

56.- En buen número de esos actos, tanto en los políticos como en los religiosos e incluso civiles, se realizaba el conocido saludo fascista, brazo en alto. La costumbre, que en algún momento llego a ser de obligado cumplimiento, fue desapareciendo tras la derrota de la Alemania nazi en 1945. 57.- Archivo Municipal de Béjar. Actas municipales, 4/10/1949.

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2.2. los topos. Clandestinidad vitaliCia

Detrás de la Béjar oficial de la época, adscrita al Movimiento Nacional y gustosa de escenificar su esplendor, subyacía otra Béjar muy distinta pero igual de verdadera. La represión acaecida los primeros meses de la Guerra Civil no sólo había dejado una larga nómina de muertos y de encarcelados en toda la comarca sino que había pros-crito a todos los que se significaron en el bando perdedor, condenándoles a la evasión o al ocultamiento. El subyacer de esa otra Béjar fue en muchos casos literal, pues muchos, atrapados en la consolidación de un bando y de una ideología que no era la suya, decidieron ocultarse en las entrañas de la ciudad. Para ello tuvieron de aliados a la configuración urbanística y al irregular diseño de las viviendas que fueron factores propicios para desaparecer en su interior. Muchas de las viejas casas todavía se en-garzan y apoyan unas en otras como piezas de rompecabezas, ocultan bodegas entre el subsuelo granítico, habitáculos sin uso, dobles fondos, alcobas y buhardillones. El hueco de la escalera o el espacio exiguo de la chimenea, los sótanos, los desvanes o los sobraos, eran sitios favorables para esconderse y pasar desapercibido.

Este ocultamiento, en principio natural y debido al temor a las represalias del primer momento, fue adquiriendo tintes heroicos al paso de los meses, después de los años e incluso las décadas. El triunfo definitivo del bando nacional y el fracaso de las perspectivas redentoras que la Segunda Guerra Mundial les podría conceder les condenó a una casi lapidación en vida. Se trata de los conocidos como Topos de la posguerra.

El número de bejaranos que decidieron ocultarse en los escondrijos más insos-pechados fue muy numeroso habiéndose aventurado la cifra de 100 topos58. Hubo familias enteras, niños y ancianos, que permanecieron durante meses en penosos en-claustramientos. Algunos no lo contaron y llegaron a perecer escondidos. Pese a que esta circunstancia era conocida por muchos vecinos, incluso por algunas autoridades nadie fue delatado poniéndose de manifiesto una cierta camaradería y complicidad entre bejaranos de distinto signo.

La topera de Béjar, tal y como la denominaron los periodistas Manuel Leguineche y Jesús Torbado, albergó casos realmente épicos que terminarían por hacerse célebres al salir a la luz sus circunstancias tras la muerte del dictador. Los más conocidos fueron los siguientes: el ya mencionado Manuel Francisco Crespo, el primer alcalde en la Segunda República, maestro y amigo personal de Unamuno, que se refugió durante diez meses en un caserón de Campopardo. Fue descubierto y trasladado a la prisión de Salamanca donde sería fusilado en el mes de abril de 1937. Manuel Sánchez, que se construyó con ladrillos su propio zulo, permaneció 9 años oculto, el mismo tiem-po que lo estuvieron Dámaso Hernández, presidente del Frente Popular, y Raimundo Castellano, 9 años en sus respectivos escondrijos. Antolín Hernández llegó a estar 17 años, pero terminaría en la cárcel de donde lograría salir por la mediación del Padre Barceló, jefe de los teatinos de Béjar. Pero el caso más emblemático y conocido fue sin duda el de Ángel Blázquez Jiménez que perduró escondido durante 20 largos años. Blázquez, sindicalista de la CNT, compartía filiación y activismo con sus hermanos durante los años de la República. Tras el encarcelamiento de dos de ellos y el asesi-nato de un tercero, se ocultó en la casa familiar situada en el número 4 de la calle Alojería. Primero vivió en los distintos espacios de la vivienda pero cuando se sintió especialmente vulnerable empezó a hacerlo sólo en un reducido desván de menos de un metro de altura, cinco de largo y dos de ancho. Dos falangistas hacían guardia

58.- LEGUINECHE, Manuel y TORBADO, Jesús: Los Topos. El testimonio estremecedor de quienes pasaron su vida escondidos en la España de la posguerra, Madrid, El País Aguilar, 1999, P. 509.

Imagen de la jornada de coronación de la

Virgen. 8 de septiembre de 1946.

(Foto Luis Cabrera)

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día y noche sobre el tejado de su casa con la creencia de que se había fugado y vol-vería a ella. Allí, en condiciones prácticamente infrahumanas, estuvo viviendo hasta 1940, año en el que tomó la decisión de salir y fugarse a Portugal con la posterior intención de exiliarse a América. Su evasión fue efímera pues fue detenido en Lisboa y se le repatrió a España donde antes de ser encarcelado logró de nuevo huir. Tras esta experiencia resolvió volverse a su escondite bejarano. La larga segunda etapa de enclaustramiento fue más ligera, hasta que en la fecha del 25 de septiembre de 1954 decidió probar suerte y en plenas ferias de Béjar salió a pasear por la ciudad durante unas horas para volver después a su topera. El cambio físico debió ser tal que ni sus antiguos amigos le reconocieron con lo que intuía que sus días de auto-presidio es-taban tocando a su fin. Durante el año 1955 su familia realizó las gestiones necesarias para posibilitar la salida de Ángel Blázquez siendo determinante la intervención que el alcalde Victorino Vizoso y Ernesto Izard hicieron en el caso, alternando con el go-bernador de Salamanca y con el director general de Seguridad. Los gestores bejaranos lograron convencer a sus homólogos de la nula peligrosidad del personaje así como del anacronismo que ya suponía la situación. El pacto entre las autoridades y el topo comprometía a ellas a respetar la libertad del segundo, el cual, a su vez, certificaba el abandono de toda actividad política. Ángel Blázquez Jiménez dio fin a su personal cautiverio el día de Nochebuena del año 1955.

Recientemente, en el año 2008, durante las obras de rehabilitación de una tienda situada en el número 9 de la calle Pardiñas, al desmontarse el hueco de la escalera se encontró un pequeño zulo donde pudo estar alojado uno de los topos de quienes no tenemos referencia. El ínfimo espacio, de apenas 5 metros cuadrados, con su humilde ajuar de supervivencia, se ha conservado tal y como se encontró como testimonio de las penurias que sufrieron muchos de los perdedores de la guerra.

2.3. los inteleCtuales

Si mientras Béjar se deshacía en parabienes a la Virgen y en adulaciones al régi-men franquista, alguno de sus topos permanecía escondido ajeno de todo ello, lejos de allí otros bejaranos, también ajenos a la oficialidad de su patria chica, sufrían el triste destino del exilio o la cárcel. Es el caso de dos de los hombres de letras más significativos que ha dado la ciudad: Hernández Girbal y Jesús Izcaray.

Resultaría muy extenso hacer mención a los amplios méritos que ambos inte-lectuales acapararon a lo largo de su vida por lo que más bien recordaremos las cir-cunstancias políticas que les tocó vivir especialmente tras la Guerra Civil. La filiación izquierdista de Florentino Hernández Girbal (Béjar, 1902-Madrid, 2002) comenzó durante su juventud pues ya antes de la guerra era afiliado de la U.G.T. e incluso miembro de la Logia Masónica Matritense. Los años del asedio de Madrid fueron clave para su afianzamiento ideológico figurando en la nómina de la Asociación de Intelectuales Antifascistas pudiendo, según algunas referencias, llegar a militar en el Partido Comunista Español. Lo cierto es que formó parte del consejo de administra-ción de la productora Film Popular, fundada por el PCE, que divulgó publicaciones de propaganda comunista e incluso películas soviéticas. Al terminar la guerra fue arrestado y condenado a una pena de 30 años de cárcel por «delito de adhesión a la rebelión», condena que no cumpliría íntegramente pues en 1943 se le concedió la libertad provisional. Durante las década de los años 40 y 50 Girbal sufre un rosa-rio inacabable de detenciones, declaraciones de busca y captura, fugas y juicios por masonería. En uno de esos periodos de reclusión carcelaria coincidió con un viejo conocido: el poeta Miguel Hernández. Durante todos esos años Girbal desarrolló una profusa cantidad de obras de toda índole: como literato, especialmente en la faceta de

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biógrafo; como crítico cineasta y musical, y como historiador. Solo a partir del año 1963 sus cuentas con la justicia parecen concluir.

Por su parte el escritor Jesús Izcaray Cebriano (Béjar, 1908-Madrid, 1980) pasa sus primeros años de vida en Béjar hasta que en 1916 su familia se traslada a Madrid, donde a partir de 1929 comienza a trabajar en los periódicos El imparcial, el Heraldo de Madrid y La Voz. Durante los años de la Segunda República se fragua el compromiso de Izcaray con la izquierda, especialmente en el periódico Ahora donde entrevista, entre otros, a Azaña y cubre la noticia de la muerte de José Calvo Sotelo. En el intenso periodo de la guerra trabaja redactando crónicas de la contienda en Estampa y Mundo Obrero, cabecera de la que a partir de 1937 sería su redactor jefe. En 1938 se le con-cede el Premio Nacional de Literatura, poco tiempo después de conocer la noticia del fusilamiento en Béjar de su hermano Adolfo. Con el final de la guerra Izcaray emprende, como tantos otros españoles derrotados, el camino del exilio. Primero se traslada a Francia y después, con el carné de periodista, a Méjico, donde el Comité Ejecutivo del Partido le encomendó la fundación del primer periódico comunista del exilio español. Tras una estancia de cinco años en el país azteca, Izcaray regresaría a España con el arriesgado cometido de organizar la lucha guerrillera en la zona de Levante, para terminar exiliado de nuevo en París hacia 1946. Con más de cuarenta años y siendo ya miembro del Comité Central del PCE comienza su trabajo literario como novelista. Sólo regresaría del exilio en 1976 a la conclusión de la dictadura franquista, falleciendo cuatro años después59.

2.4. la polítiCa loCal. pseudo-demoCraCia

Desde finales de los años 50 y a lo largo de toda la década siguiente el panorama económico español logró salir de la crisis derivada de la Guerra Civil y de sus poste-riores consecuencias, como el aislamiento comercial y los malos resultados de la po-lítica de autarquía. El crecimiento de los niveles productivos, tanto industriales como agrícolas, fue muy ralentizado desde 1939 hasta 1959. A partir de ese momento la restauración de las relaciones diplomáticas de España con países como los Estados Unidos y el tímido aperturismo político que permitía el Régimen, desencadenaron el cambio de rumbo, sobre todo desde la instauración de nuevos planes de produc-ción y desarrollo diseñados por la renovadora imagen política que proyectaban los llamados gobiernos «tecnócratas». El conocido como «milagro español» logró en esos años una de las mayores tasas de crecimiento mundial, industrializando el país y colocándolo a la par de las mayores potencias.

Esta feliz circunstancia (que perduraría hasta las crisis mundiales del petróleo de 1973 y 1979), como en otras ocasiones, no tenía en Béjar su correcto reflejo. Si bien es cierto que muchos de los factores y de las apariencias que proyectaba el país en los años 60 podemos percibirlos en Béjar (descenso de la pobreza, consolidación y acomo-damiento de la clase media, notabilísima subida del parque automovilístico local, etc.), otros, los más determinantes comenzaban a discriminar a esta población como a tantas otras del país. La superación de la autarquía, uno de los grandes retos de los primeros tecnócratas, posibilitó la modernización de la economía nacional perjudicando a las pe-queñas economías locales, como la bejarana que, perennemente dependiente de la in-dustria textil, prefería el control estatal de las importaciones y la exclusividad asegurada

59.- Una amplia referencia bibliográfica y fotográfica de este escritor figura en los artículos Don Jesús Izcaray Cebriano I, II, III y IV, escritos por Ana Verdejo y publicados en la página web bejar.biz.

El topo Ángel Blázquez, veinte años oculto, e

imagen actual de un zulo conservado en el número 9

de la calle Pardiñas.(Foto superior gentileza

de Petry Blázquez y foto inferior gentileza de documentosdebejar.

blogspot.com)

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de sus ventas. En los años 40 esa política productiva, que lejos de solucionar el proble-ma económico español de la posguerra lo había agudizado, permitió paradójicamente el progreso de la industria bejarana generándose una extraño caso de autarquía local dentro de la autarquía nacional. Pero los cambios de rumbo implantados desde 1959 y sus nuevas políticas fragmentarían en dos al país: una zona privilegiada, la correspon-diente a las periferias industriales y a la costa turística; y otra el centro y oeste español relegado industrialmente, condenado a pervivir con su arcaica agricultura y carente de infraestructuras. Entre medias, el foco compensatorio de Madrid que absorbería irresis-tiblemente a la población rural de las zonas deprimidas.

En ese nuevo contexto geopolítico Béjar se iba a encontrar aislado y abandonado, al margen de todos los proyectos de promoción turística que publicitaban una España de sol y playa, y discriminado frente al explícito apoyo del Régimen a Cataluña y el País Vasco en lo que respecta a los planes de reindustrialización. Cuando el fantasma de la emigración hacia esas zonas regrese a Béjar como una triste certeza la ciudad se encontrará en la embarazosa tesitura de asumir su realidad rural60.

Desde el punto de vista estrictamente político el Régimen iba haciendo con pru-dencia su aggiornamento paralelamente al nuevo modelo económico, en parte porque la apertura a los países de su contexto exigía determinados cambios y por el propio saneamiento de una sociedad que difícilmente podía aceptar la nula participación ciudadana en las cosas del Estado. La acreditación popular de la dictadura franquista pretendió refrendarse por medio de diferentes consultas que no podemos considerar estrictamente democráticas dada la restricción del sufragio, la carencia de alternativas y en general la ausencia de libertades. En cambio, sus resultados, pueden darnos un ligero, aunque remoto, diagnóstico de los sentimientos de la población española. Entre 1947 y 1976, se convocan en España tres referendos, tres elecciones sindicales, dos elecciones para procuradores en Cortes y ocho elecciones municipales.

El primero de los referendos tuvo lugar el 6 de junio de 1947 y cerraba en fal-so más de diez años de ausencia absoluta de consultas. En ella los españoles debían pronunciarse sobre la Ley de Sucesión del Jefe del Estado que definía que «España, como unidad política, es un Estado católico y social que, de acuerdo con su tradición, se constituye en Reino». De esta manera Franco tenía la potestad de elegir a su propio sucesor que debería ser avalado por las Cortes Generales y se consolidaba él mismo como perenne Jefe de Estado. Los resultados a nivel nacional fueron apabullantes en el voto afirma-tivo, con un 93% del Sí, frente a un 4,7 del No y 2,3% de votos en blanco o nulos. El porcentaje de participación fue del 89%.

He aquí una comparación de resultados a nivel, nacional, provincial y local, en lo que respecta al voto negativo:

Referéndum del 6 de julio de 1947% de voto afirmativo

% de voto negativo, blanco o nulo

España Provincia de Salamanca Salamanca Béjar

93 % 88 %

91,3% 95,8%

7%12 %8,7%4,2 %

La división en tercios de la representación elegida caracterizó el remedo electoral de los municipios durante el franquismo que sólo permitía a los cabezas de familia votar una tercera parte de los concejales. Es lo que se dio en llamar el tercio familiar. Las

60.- La versión femenina de la emigración de esta época ha sido estudiada por Javier R. Sánchez en trabajos como SÁNCHEZ MAR-TÍN, Javier Ramón: «Aquellas Bejaranas que se fueron a Alemania en los años 60», Ferias y Fiestas Béjar 2009, Cámara de Comercio e Industria de Béjar, 2009.

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otras dos terceras partes resultaban totalmente ajenas para el electorado pues eran ele-gidas por los organismos sindicales en el tercio sindical, y por las organizaciones eco-nómicas, empresariales y profesionales en el denominado tercio de entidades. La lista de candidatos era propuesta por el Gobernador Civil que a su vez determinaba la figura del alcalde. La primera de estas elecciones municipales tuvo lugar el 21 de noviembre de 1948 y como la circunstancia resultaba inédita desde hacía más de diez años la prensa se afamaba en alabar la novedad y explicar los procedimientos del sufragio:

«Los órganos rectores de la vida pública, han considerado llegado el momento de dar definitiva solución a un problema de la mayor transcendencia para la vida local de España: El de la constitución de las Corporaciones Municipales ajustándolas a los preceptos contenidos en la Ley de Base del Régi‑men Local. (...) Las elecciones convocadas, si bien están desprovistas totalmente de sentido político, tienen muy profunda y extraordinaria importancia en el orden administrativo.(...)

Los electores para la designación del tercio de representación familiar, todos los vecinos, va‑rones o hembras inscritos en el censo electoral de cabezas de familia y sus apéndices; y la elección se efectuará mediante la emisión del sufragio, igual, directo y secreto, advirtiendo la obligación inexcusable de emitir el voto»61.

En la primera de estas elecciones estaban convocados un total de 2.900 electores, de los cuales votaron 2.400, resultando elegidos en primer lugar Antonio Luengo Morales con 1.186 votos, Jerónimo Gómez-Rodulfo Brugués con 1.092, Eloy Parra Sánchez, con 141 votos y Emilio Pérez Galindo con 886 votos (Cuadro 4).

CUADRO 4. CONCEJALES ELEGIDOS EN LAS ELECCIONES DE TERCIOS FAMILIARES

Elecciones del 25 de noviembre de 1951

Mariano Gosálvez FaureAnselmo Galindo Zúñiga

1.876 vts. 1.673

Elecciones del 21 de noviembre de 1954

Enrique Arteaga AlcaláFrancisco Cano Martín

1.890 vts. 1.333

Elecciones del 24 de noviembre de 1957

Ruperto Fraile ÁlvarezMariano Maíllo LópezMaximino Herrero Calles

1.708 vts. 1.517 1.488

Elecciones del 27 de noviembre de 1960

Crisantos Díaz ReyValentín Bejarano Rufau

Elecciones del 13 de noviembre de 1966

Francisco GarcíaFlorencio Martín

Elecciones del 21 de noviembre de 1970

Concepción Nogales MartínJuan Anaya PérezJuan Maíllo Vicente

3.219 vts. 2.813 2.139

61.- Béjar en Madrid, 15/11/1948.

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La apariencia de una ciudad alegre, cada vez más alejada de los ostracismos del pasado, que superaba como podía los traumas de la Guerra Civil y las brechas clasis-tas, no ocultaba la realidad antes descrita. Encajar la pieza bejarana dentro del cada vez más competitivo rompecabezas económico de España era la tarea de los gerentes de la corporación.

Aunque la relación de alcaldes que se sucedieron en esta época redundaba en el consabido protagonismo de los fabricantes textiles las elecciones municipales y el conocido como tercio familiar había permitido el ingreso en la gestión municipal de personas no exactamente afines al Régimen. Pequeños industriales, comerciantes y empleados fueron accediendo a responsabilidades que hacía muy poco tiempo les eran vedadas. No tanto la meritocracia sino la popularidad o la reconocida entrega y pasión de determinadas personas por su pueblo eran los avales que muchos nue-vos concejales esgrimieron para acceder a sus puestos. Esta circunstancia empieza a hacerse notoria especialmente a partir de las elecciones de 1957 donde el alcalde Ramón Olleros Gregorio se vio rodeado de un equipo heterogéneo donde parecían representados los sectores más diversos de la sociedad bejarana. Olleros eligió a cua-tro tenientes de alcalde: Ángel Izard Gosálvez, Jerónimo Gómez-Rodulfo Brugués, Manuel Cortés Huertas y Ruperto Fraile Álvarez. Estos dos últimos, pequeños comer-ciantes, infiltrados en el universo de poder de los grandes fabricantes, iban a ejercer durante varios años de nexo entre la autoridad municipal y las clases populares, como acertados asesores y confidentes de las necesidades y las inquietudes del pueblo llano. Muchos de los proyectos del equipo de Ramón Olleros partieron de un grupo de concejales sin afinidad política conocida o incluso desde posiciones opuestas (Ru-perto Fraile había llegado a militar en las Juventudes Comunistas). Las circunstancias del momento hacían cada vez más necesaria la participación de todos los sectores en las decisiones municipales y la presencia en el ámbito político no sólo del talento empresarial o intelectual.

Además de la consecuencia lógica de la evolución social de la España que reco-rría con paso firme el camino de la modernización, el aperturismo fue un recurso utilizado en ciudades como Béjar para no perder el tren del momento, reclamando infraestructuras nuevas y necesarias, modernizando las existentes para ir derivando a la ciudad hacia el sector terciario con el objeto de poder competir desde el interior montañoso de Castilla con los atractivos turísticos de la costa.

La figura de Ramón Olleros parecía destinada a encaminar a la ciudad hacia la recuperación de su protagonismo y prepararla para las previsibles evoluciones políti-cas del futuro. Su prestigio empresarial, su talento político, con notables influencias en Salamanca, Madrid y Extremadura, le proyectaban como el hombre clave en el momento clave. La modernización de las infraestructuras básicas del municipio, la consolidación de aspiraciones como la del Instituto de Enseñanza Media (que termi-naría llevando su nombre), los primeros ordenamiento urbanísticos y el comienzo de la promoción turística fueron algunos de los proyectos que empezaban a tomar cuerpo en 1962.

3. LA TRANSICIÓN EN BÉJAR (1975-1979)

Con la trágica desaparición de Ramón Olleros Gregorio el 9 de diciembre del 1962 no solamente Béjar se vio privada de uno de los hombres claves de su industria contemporánea sino que se perdió o, al menos, se ralentizó el ritmo de los proyec-tos y planteamientos municipales que este alcalde, junto con sus asesores, estaban desarrollando. Precisamente su muerte se produce en un viaje de trabajo a tierras de Portugal con el fin de conocer in situ problemas y soluciones en el ámbito urbanístico

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semejantes a los de Béjar. Aunque faltaban largos años para que se pusieran en marcha los resortes de la transición política, en el caso particular de Béjar el desgraciado acontecimiento determinaría las di-ficultades consecuentes para entrar en el vagón del progreso. De algún modo los primeros impulsos del tímido aperturismo iban a quedar bloqueados hasta tiempos mejores.

La noticia de la muerte del dictador Franco el 20 de noviembre de 1975 coge a los bejaranos, como no puede ser de otra manera, al pie del te-lar. Más de 4.000 trabajadores acuden a diario a sus puestos en la multitud de factorías que funcionaban durante los años setenta. Los periódicos locales se hacen eco de la desaparición del hombre que go-bernó la nación durante treinta y seis años. Entre los articulistas o columnistas habituales algunos callan y otros encienden, quizá por última vez, loas y pa-negíricos al dictador.

A pesar de la apariencia de normalidad Béjar no vivía ninguna situación idílica ni en lo económi-co-industrial ni en lo político.

En agosto de 1975 se celebra, con toda la pom-posidad de los viejos tiempos, el veinticinco ani-versario de la empresa Textil Navazo, sólo unos meses antes de que la sombra de la crisis, alargada como la de las chimeneas, se empezara a cernir definitivamente sobre la ciudad. Ya a finales de ese año los rumores sobre los despidos en la empresa TRAN-SA se irían ratificando y en diciembre los trabajadores mandan una carta al Rey Juan Carlos I recientemente coronado. A inicios de 1976 la situación es de incertidumbre total como lo demuestra el que mil obreros se manifestaran en un recorrido entre la Corredera y la plaza Mayor.

En lo político resulta difícil seguir la pista de las actividades clandestinas y del germen de los futuros partidos. La oposición al régimen era callada pero, a pesar de ello, latente, basada sobre todo en el recuerdo permanente y traumático de los acontecimientos de 1936. Habremos de señalar a varios nombres de bejaranos in-quietos que resultan la avanzadilla de lo que después sería el Partido Comunista y las Comisiones Obreras. Lucía García, Marino Hernández, Manuel García Frías, y los hermanos Manuel y Gonzalo Santonja. La primera fue integrante de la HOAC (Her-mandad Obrera de Acción Católica) y pionera de Comisiones Obreras en el ámbito de los trabajadores textiles. Lucía tuvo durante meses serios problemas para encontrar trabajo –era empleada textil– pues ninguna fábrica, ninguna empresa en Béjar, quería contratarla. Tras haber liderado el partido a nivel provincial las discrepancias acabaron por conducirla a Madrid, en el ámbito federal. Las primeras reuniones clandestinas se realizaban en su casa, detrás de la torre de San Gil; parecía el lugar idóneo pues las autoridades eran más permisivas con una integrante de una asociación católica. En otras ocasiones las reuniones se trasladaban al monte, a la parte alta del Regajo o cerca de Llano Alto, en un abrigo del terreno junto al inicio del camino de los Registros. Siempre se trataba de lugares con una sola entrada a los que los protagonistas iban con una baraja de naipes para disimular en el caso de ser descubiertos. Por su parte Manuel García Frías y Manuel Santonja Gómez-Agero, estudiantes en Salamanca, se mueven activamente dentro de grupos opositores a la dictadura siendo sancionados

Ramón Olleros Gregorio, alcalde

durante dos periodos bien distintos,

el primero entre 1934 y 1936, y el segundo entre 1957 y 1962.

(Foto gentileza de Rosario Olleros

Delgado)

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y expulsados de la universidad en 1969; su delito la realización de pintadas en edifi-cios públicos con textos explícitamente antifranquistas. El propio Santonja, después director del Museo Provincial, fue «desterrado» a Béjar durante semanas. Por su parte su hermano Gonzalo estudia en Madrid y vive en primera fila el agitado periodo que se desarrolla esos años en la capital. El futuro Premio Nacional de Literatura llegó a ser detenido y procesado por el tribunal de Orden Público. Aunque no fueran bejara-nos hay que mencionar la labor que en nuestra ciudad realizan de modo clandestino Recaredo López, Alex Coca y Joaquín Maldonado. Este último era un líder comunista salmantino que trabajaba de maestro en Colmenar de Montemayor y vivía en Béjar. Junto con los anteriormente mencionados fue detenido en varias ocasiones; según él le llevaban escoltado por la Corredera a la hora de más gente como medida ejem-plarizante, para que le vieran, mientras que a una compañera bejarana de partido se la detuvo, tras una suelta de panfletos, y hubo de sufrir la agresividad de la Policía. También recuerda que el mismo día de la legalización del PCE, aunque fuera periodo de vacaciones, se desplazó a Béjar para colocar el tenderete en el que vendía, a partir de ese momento ya con total tranquilidad, publicaciones como «Mundo Obrero»62.

3.1. una situaCión anaCróniCa

Para Béjar el inicio de 1976 viene marcado por la incertidumbre laboral que en meses se trasformará en la certidumbre de los cierres de empresas. Quizá por ello la pasión política por el nuevo régimen que se inauguraba quedaba limitada y condi-cionada a la triste realidad de los despidos y del paro. Con la perspectiva del presente nos resultan ingenuos los procedimientos de solución que se planteaban, quizá por-que en aquel momento se confió en su éxito; Béjar fue perdiendo su inocencia a lo largo de los siguientes años al revelarse como inútiles todas las medidas, terminando por llegar después al extremo opuesto del escepticismo. No obstante la crisis indus-trial empezaba a convertirse en elemento determinante de las disputas políticas. Esta situación fue el caldo de cultivo en el que surgió la llamada «Comisión Bejarana», que se definía en la época como «una amalgama de ciudadanos con diversas ideologías», y efectivamente de ella surgen, casi de inmediato los partidos políticos en ciernes. La «Comisión» resulta determinante en la transición bejarana y entre sus personalidades más activas estaban Juan Belén Cela, Miguel Miñana, Marino Hernández, Ruperto Fraile y Carlos Comendador. Su presentación en sociedad se realiza el 29 de febrero de 1976 en el Teatro Cervantes «a cara descubierta» y en presencia del procurador a Cortes, el salmantino Jesús Esperabé de Arteaga. En la sesión se leen tres ponencias: «Escasez de puestos de trabajo» por Saturnino Hernández; «Seguridad Social» por Mariano Blázquez; y «Comarca y posibilidades» por Valentín Bejarano. La intención de aglutinar partidos políticos y movimientos sociales hizo a muchos comparar este experimento con la famosa «Platajunta» que a nivel nacional ya venía desarrollándose. Pero ello también significó granjearse la animadversión de los sectores más conservadores de la ciudad, así el articulista Domingo Garrido arremete contra la Comisión tachando sus resultados de «socialistas» y aduciendo que su respaldo se limitaba al 7% de los ciudadanos. Para ese momento el alcalde Pedro Carbajo ya había dimitido (15 de ju-nio de 1976) debido a las críticas vertidas sobre su labor. La dimisión fue fugaz pues sólo seis días después rectificaría, según sus palabras, «por las presiones del Ayunta-miento y de sectores influyentes».

La circunstancia que se daba comenzaba a interpretarse por muchos como ana-crónica: un Ayuntamiento y un alcalde no elegidos democráticamente (en ninguna

62.- FRANCIA SÁNCHEZ, Ignacio: Salamanca 1950‑1992. Materiales para la historia, Salamanca, Caja Duero, 2002.

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localidad española lo eran) y escasas perspectivas de convocatoria de comicios. El que una inercia y un deseo, ya imparables, de estrenar el sabor de la democracia se hacía cada vez más patente lo demuestra, por ejemplo, el que aquel verano se presentara el libro del profesor bejarano Lino Rodríguez-Arias Bustamante «Alternativa comuni-taria» con el significativo subtítulo: «Exposición de la política demócrata-cristiana, socialismo humanista y sindicalismo». Faltaba –parafraseando a Adolfo Suárez– ele-var a la categoría política de normal lo que a nivel de calle era plenamente normal.

Pero, ¿dónde estaban los jóvenes aquel primer verano sin yugo y sin flechas? En gran medida ajenos a las cuestiones políticas. Pero un sector de ellos frecuenta el Club Juvenil Bosco, en los locales del Colegio Salesiano, donde desde el año anterior, casi coincidiendo con la muerte del dictador, se había fundado el Cine-Club Bosco, a ima-gen y semejanza de los cine-forum. Durante meses se proyectaron películas compro-metidas y no comerciales. El Club Juvenil Bosco forma parte de la pequeña mitología de la época, pues en sus locales llegaron a realizarse las reuniones de los partidos y asociaciones de izquierda, por aquella época, aún sumergidos en la clandestinidad. Y de aquel club partiría uno de los más sonados incidentes de la transición bejarana. En las fiestas de septiembre de aquel año 1976 el Club invitó a actuar en Béjar a Luis Pastor y Pablo Guerrero. Las autoridades determinaron prohibir el concierto de los «cantautores comunistas», lo que exaltó los ánimos de un grupo de jóvenes. Así, en el Parque Municipal, en pleno concierto de la banda municipal un grupo de jóvenes comienza a gritar intentando boicotearlo; después se dirigen al Murallón y desde allí, frente a la vivienda del alcalde, comienzan a imprecarle airadamente al grito de «al-calde dimite, el pueblo no te admite» y, con los puños cerrados, «libertad, libertad». Béjar estuvo tomada por las fuerzas de seguridad durante un cierto espacio de tiem-po. La manifestación espontánea fue definida por algunos medios de comunicación como de «marxista». Lo que en un principio comenzó siendo una señal de protesta por el concierto suspendido derivó después en una puesta en escena de sentimientos y ansias largamente censurados.

El debate quedó abierto. Algunos de los más señalados creadores de opinión local afilaron sus plumas. Sus escritos son hoy una referencia interesantísima para conocer los sentimientos que la ciudadanía desarrollaba. Destacan entre ellos las palabras de una persona de tanto crédito en la ciudad como el sacerdote José Luis Majada Neila que se expresaba de este modo en el semanario Béjar en Madrid:

«…que el alcalde no está elegido por el pueblo lo sabe el pueblo y el alcalde también. Pero sólo por un bien más alto que es el bien común y el orden público tanto el alcalde como el pueblo de Béjar están obligados a pacientemente atravesar un periodo de transición constituyente».

En el mismo medio de comunicación donde aquellos años se debatía vivamente escribía Jorge Martínez:

«Me parece llegado el momento de dejar de señalar a las personas con el dedo por su ideo‑logía política. Cada uno será y es lo que su libre y personal disposición le aconseje. Reconozcamos la pluralidad y vayamos pensando que hemos de sentarnos en las mesas del diálogo de los votos, y tan digno es uno que piense desde la línea del PSOE como desde la democracia‑cristiana y no bichos raros como todavía se les ve»63.

63.- A partir de 1976 se revitaliza el debate político en el periódico decano Béjar en Madrid con firmas como Tres tristes tigres (Luis Rodríguez, José Antonio Sánchez Paso y José Francisco Fabián), José Ángel Obeso, Alberto Segade, Jorge Martínez, Jesús Cascón, etc. cada uno desde posiciones muy divergentes.

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En tal estado de opinión y de agitación llega el mes de diciembre. Un fin de año trascendental para España en el que se abren las puertas definitivas de la Transición cuando el Presidente del Gobierno Adolfo Suárez presenta la Ley para la Reforma Política: una inteligente maniobra para, versionando leyes del pasado, desmantelar el viejo régimen. El 15 de diciembre los bejaranos acuden al referéndum para aprobar dicha ley. De los 9.573 ciudadanos que acudieron a votar (el 84,89 % del censo) 9.069 lo hicieron por el Sí, 190 por el No, 306 votos en blanco y 8 votos nulos64.

3.2. adiós a la Clandestinidad

Las tantas veces aplazadas elecciones generales parecen convertirse en una rea-lidad inminente tras el abrumador apoyo de los españoles a la Ley para la Reforma Política. Ello va a provocar que en los municipios se plantee una interinidad difícil para los alcaldes que no parece que estuvieran avalados por los ciudadanos a juzgar por los futuros resultados de los comicios. Pero antes de todo ello había que poner en marcha la maquinaria inédita de los partidos políticos.

Ciertamente hemos de seguir considerando a la «Comisión bejarana» como el referente que dinamizó el partidismo con una gran disparidad de ideologías, aunque no pueda negarse el protagonismo de la izquierda. En un ámbito muy distinto tam-poco podemos obviar la presencia de sectores que, aunque minoritarios, resultaron relevantes por su persistencia. Nos referimos a grupos de índole falangista que, para-dójicamente, exhiben su nostalgia por el viejo régimen al entrar en el juego político y en la libertad de partidos que se estaba estrenando. Entre ellos hay que destacar a los Círculos de José Antonio que lideró Cecilio Herreros Uceda.

Por lo demás la inminencia de las elecciones generales, programadas para el 15 de junio de 1977, haría entrar a Béjar en la espiral de la presentación de partidos y de mítines donde se darán cita, como veremos, destacadas figuras de la política nacional. En el mes de abril lo hace la histórica Agrupación Socialista Bejarana que venía reu-niéndose en la fábrica de caramelos de Juan Belén Cela, uno de sus líderes más des-tacados junto con Miguel Miñana, Lino Rubio, Mario Prieto Cerrudo, Higinio Mirón y Lorenzo Yuste entre otros. El 28 del mismo mes lo hace el Partido Comunista sólo diecinueve días después de haber sido legalizado. Junto a los José Carrero, Marino Hernández Neila, Crisantos Cascón y Lucía García (nº uno por la lista de Salamanca) destacó la presencia de Jesús Izcaray, escritor exiliado y Premio Nacional de Literatura en 1938, que regresaba a su Béjar natal repartiendo carnets del Partido Comunista. Un mes después le toca el turno a la UCD que en su mitin en el Cine-Béjar congregó, entre otros, a Jesús Esperabé, Salvador Sánchez-Terán, Miguel Herrero de Miñón y Antonio Gómez-Rodulfo. Éste último recuerda el entusiasmo y la celeridad con la que su partido creó un organigrama sólido en Béjar, y como la presencia en él de personas muy conocidas en la ciudad –Pedro Carbajo, Antonio Olleros o José Luis Coll– fueron determinantes para su liderazgo65. El partido de la Democracia Cristiana fue uno de los que más expectativas despertó el día de su presentación, el 8 de junio, en especial por la presencia del histórico José María Gil-Robles. En el acto se produjo una de las anécdotas más recordadas de esa campaña electoral cuando Ruperto Fraile, persona de relevancia social durante décadas, intervino desde el público con palabras parecidas a estas: «Cuando usted visitó Béjar en 1936 yo era un niño fácilmente manipulable

64.- «Franco votaría no, Rusia votará sí» rezaba un popular graffiti escrito en esas fechas en una fachada de la calle Colón. La pintada perduró hasta bien entrados los años ochenta como símbolo de un tiempo en el que las paredes también hablaron.65.- ESTELLA GOYTRE, Alberto: La Transición en Salamanca (1975‑1979) relatada por algunos de sus protagonistas, Salamanca, La Gaceta de Salamanca y Caja Duero, 2000, (pp. 177-180: GÓMEZ-RODULFO DELGADO, Antonio: La Transición desde Béjar).

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que, mal aconsejado, le imprecó a usted con insultos a los que se sumó parte del público creando una situación de agitación violenta. Hoy he venido aquí para recordarle la anécdota y pedirle, con la sensatez que da la madurez, disculpas por aquello». Disculpas que por supuesto aceptó de buen grado el veterano político. Otros partidos que intervinieron en campaña fueron Alianza Popular con Jerónimo Iglesias y Jesús Aramburo, y el Frente Democrático de Izquierdas con Carlos Castaño. A esa pléyade de nombres destacados hay que añadir la del periodista Luis María Ansón que disertó en el Casino Obrero sobre la presente situación política.

El 15 de junio, pues, se celebraron las primeras elecciones democráticas en Béjar con total normalidad siendo estos los resultados a nivel local:

ELECCIONES GENERALES DEL 15 DE JUNIO DE 1977 EN BÉJAR

PSOEUCDPSPAPPCEDCFDIReforma SocialistaFalange Española

4.3303.716

484474399146

341711

Las elecciones no hicieron más que consolidar la sensación de vivir una circuns-tancia anormal en los municipios. Como si la permanencia de los alcaldes no demo-cráticos penetrara en un ámbito que, al menos a nivel nacional, ya era democrático. Pero ese no era, insistimos, el problema que quitaba el sueño a los bejaranos, sino el de la crisis del textil que movilizó no sólo a los obreros sino también a empresarios y a responsables políticos; el ministro Sánchez-Terán llegó a decir que Béjar fue la cuestión a la que más tiempo había dedicado.

El año 1978 resulta clave y definitivo en la consolidación de las columnas de la democracia española. En Béjar, el inicio y el final de año vienen protagonizados por dos acontecimientos, tan antagónicos entre sí que podrían ser símbolo de «lo que se abandona» por una parte y «hacia lo que se va» por otra. El primero de ellos, sin de-jar de ser anecdótico, es inevitable señalarlo como ejemplo de la tensión que, a veces, y todavía, afloraba entre los sectores más extremistas: el 20 de febrero, domingo por la mañana, se produce en plena Corredera un enfrentamiento físico entre militan-tes de Fuerza Nueva y del Partido Comunista. Todo ocurrió, parece ser, fruto de las provocaciones mutuas entre un grupo de falangistas que, según testigos, vestían a lo «requeté» portando banderas, y otro de comunistas, también con sus símbolos, que aquella mañana vendían publicaciones en la plaza de España. Uno de los comunistas llegó a plantarse delante del líder «opuesto» y, trazando una línea en el suelo, le instó a que la pasara. El resultado fue de dos personas agredidas en las inmediaciones de la calleja del Laurel y otra cerca del Puente Nuevo.

El segundo acontecimiento al que nos referimos es a nivel nacional. Fue el 6 de diciembre cuando se sanciona y aprueba la nueva Constitución Española. Al igual que el resto de la provincia los resultados en Béjar dieron un claro apoyo al Sí a la Carta Magna: 9.020 votos a favor frente a 488 en contra. En las jornadas previas a esta nueva visita a las urnas se dieron cita en Béjar personalidades claves en la redacción de la Constitución, como Francisco Tomás y Valiente, Gregorio Peces-Barba y, en un contexto ya de libertades, Enrique Gimbernat Ordeig que pronuncia una conferencia sobre la despenalización del aborto.

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Ciertamente en la Béjar del año 1978 comienzan a respirarse efluvios de libertad con la juventud como vanguardia. En la fiestas de aquel año nace la llamada «Murga La Bejarana» con un grupo de jóvenes (en principio antiguos alumnos salesianos) que esgrimen la bandera de la diversión frente a las anodinas fiestas de años prece-dentes. No todos, en ese clima, terminarían comprendiendo las circunstancias que las nuevas costumbres estaban trayendo. Así, los editorialistas de Béjar en Madrid muestran su estupefacción e incredulidad ante la aparición de los porros entre el consumo de algunos adolescentes, en el mismo verano en que el fantasma del desempleo textil continúa renovándose, esta vez con los problemas en la fábrica del propio alcalde Pedro Carbajo.

3.3. demoCraCia estrenada

1978 no fue finalmente el año de las elecciones municipales como desde algu-nos sectores se había asegurado, llegándose a dar la fecha de abril como la elegida. Habría que esperar hasta un año después para que, una vez desarrolladas unas segun-das elecciones generales, los bejaranos tuvieran la oportunidad, tanto tiempo ansiada, de elegir a su alcalde. De este modo, como decimos, con un intervalo de menos de dos años se había agotado la legislatura nacional y los españoles volvían a verse con las urnas el 1 de marzo de 1979. De nuevo la UCD, Unión de Centro democrático, gana las elecciones y Adolfo Suárez repite como Presidente del Gobierno. En Béjar, en el cómputo local se produce un leve descenso de la opción socialista (que sigue sien-do la mayoritaria) frente a la del centro como vemos en este cuadro de resultados:

ELECCIONES GENERALES DEL 1 DE MARZO DE 1979 EN BÉJAR

PSOEUCDPCECDUNORTLCR

4.2264.185

543515

946644

Esta situación prometía resultados reñidos en los comicios municipales que iban a celebrarse un mes después, el 3 de abril. Tanto unos como otros tenían ya decididos sus respectivos candidatos: Juan Belén Cela por los socialistas, que se vio acompañado en el día de su presentación por el carismático Pablo Castellano y, en otra jornada, por el futuro ministro José Barrionuevo. Por su parte Antonio Gómez-Rodulfo será el cabeza de lista por la UCD, quedando descartados Cristino Bueno y Pedro Carbajo. El líder de la UCD, no logró, no obstante, desembarazarse del prejuicio local hacia la «vieja guardia» de los empresarios, y terminó derrotado en las elecciones a alcalde del 3 de abril.

RESULTADOS ELECCIONES MUNICIPALES DEL 3 ABRIL DE 1979

PSOEUCDAgrupación Bejarana IndependientePCECoalición Democrática

4.4203.208

840434351

Semanas después, el 27 de abril, el Ayuntamiento bejarano se viste con estrena-das galas de democracia para nombrar alcalde a Juan Belén Cela Martín. Este cargo

Juan Belén Cela Martín. Alcalde de Béjar desde 1979 a 1987. Retrato oficial realizado por Óscar Rivadeneyra.

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es la culminación de su ferviente actividad política, social y cultural, remontada a muchos años atrás. Desde un primer momento su mandato intenta responder a la demandas de los nuevos tiempos. Cela comienza en su primer año a cambiar la ima-gen de la ciudad, especialmente en lo que a los símbolos del pasado se refiere. Así, durante los plenos municipales de ese verano se estudia el cambio de denominación de ciertas calles a petición de sus propios vecinos, y la desaparición del monumento de los caídos –a petición del concejal centrista José Luis Coll– decidiéndose finalmen-te cambiar el contenido del texto por el ecuánime: «A todos los bejaranos que murieron por causa de la Guerra Civil». La modificación de la nomenclatura de las calles se decide en el pleno del 31 de agosto acordándose los siguientes cambios que devolvieron a algunas de ellas los nombres que perdieron en la posguerra66:

C/Generalísimo FrancoC/José Antonio Primo de RiveraPl./Calvo SoteloC/Onésimo RedondoC/18 de julioC/General MolaC/José Antonio GirónTr/José Antonio GirónC/Federico MayoPaseo de los MártiresC/Zarranz y Pueyo

C/Libertad C/Las ArmasPl./La PiedadC/Las JustasC/Miguel de UnamunoC/Manuel de Falla*C/Primero de MayoC/TejedoresC/Andrés DorantesPaseo de Ramón y CajalC/José Zorrilla*

* Finalmente la calle General Mola pasaría a denominarse Tomás Bretón mientras Zarranz y Pueyo conservaría su denominación.

Como muestra del protagonismo de los políticos bejaranos a niveles supramu-nicipales citamos la presencia, aquel año, en cargos importantes dentro de la UCD provincial y regional de Álvaro Muñoz Cascón67 o de Eduardo Miralles, y especial-mente la proyección de Antonio Gómez-Rodulfo Delgado que tras las elecciones es nombrado Presidente de la Diputación Provincial, cargo que ejercería desde abril de 1979 a marzo de 198168. Todavía estaba en ciernes la carrera de Jesús Caldera Sánchez-Capitán que, surgido de posturas y partidos más a la izquierda, encontraría acomodo en las filas el PSOE.

CUADRO 5. ALCALDES DE BÉJAR DESDE LA SEGUNDA REPÚBLICA HASTA LA ACTUALIDAD

Periodo republicano

Manuel Francisco Crespo LedesmaClaudio Cascón GonzálezEloy González BenitoRamón Olleros GregorioEloy González Benito

19311933193419341936

66.- Las discrepancias por el cambio nominal de las calles no se debieron a motivos políticos sino porque algunas de ellas no recu-peraron antiguos y evocadores nombres como Trascorrales, La Yedra, etc.67.- Muñoz Cascón fue secretario provincial de las Juventudes de UCD entre mayo de 1977 y marzo de 1983, y secretario de For-mación y vicesecretario general en Madrid durante 1982.68.- Un mes antes del final de su mandato, el 23 de febrero de 1981, se produce el intento de golpe de Estado. Gómez-Rodulfo escuchó la entrada de los militares en la radio de su despacho en Salamanca y permaneció valientemente en su puesto durante toda la noche.

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Periodo franquista

Fructuoso Jesús García CastrillónEmilio Muñoz GarcíaJosé Galindo ZúñigaErnesto Izard MuñozValentín Domínguez DíazJosé Gómez-Rodulfo Rodríguez-AriasNicolás Asensio LópezHiginio Cascón NúñezAntonio Gómez-Rodulfo Rodríguez-AriasVictorino Vizoso GuijoRamón Olleros GregorioÁngel Izard GosálvezPedro Carbajo Lozano

1936193619371938193919401943194619481951195719621969

Periodo democrático

Juan Belén Cela MartínÁngel Blázquez RodríguezÁngel Calvo MeiramaAlejo Riñones RicoCipriano González HernándezAlejo Riñones Rico

197919871990199520072011

4. DE LA CONSOLIDACIÓN DE LA DEMOCRACIA HASTA LA ACTUALIDAD

Tras el fracaso de la intentona de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 la nación española camina definitivamente hacia la consolidación de su joven demo-cracia con un modelo estatal de Monarquía Parlamentaria. A partir de ese momento, en parte por el fuerte empuje antigolpista que vivió la sociedad, el electorado se decantará por una clara tendencia de izquierda («progresista», en recurrente y acep-tada etiqueta) cuyo impulso e inercia abarcará todo lo que restaba de la década de los 80 y buena parte de la de los 90. Sólo a partir de las elecciones de 1996 se rompe la tendencia, comenzando un periodo de alternancia política entre la derecha y la izquierda con el que se ha llegado al actual bipartidismo. La fluctuación democrática de progresistas y conservadores en el poder podríamos entenderla como el modo que se ha arrogado el pueblo de compensar al liberalismo –generador de riqueza, pero a la vez de desigualdades– con las políticas de igualdad social, a cambio del endeuda-miento del Estado, y viceversa.

Si hacemos un balance somero del comportamiento electoral de Béjar en relación con el de todo el país, comparando los resultados entre las elecciones municipales y las generales, podemos llegar a la conclusión de que los bejaranos van de la mano de la nación durante buena parte de este periodo. El cambio de tendencia nacional pro-ducido en las elecciones generales de 1996, con el triunfo del candidato del Partido Popular José María Aznar, ya había tenido su avanzadilla un año antes con la victoria en muchos municipios de los candidatos a alcalde de ese partido, entre ellos el caso de Béjar. La derechización de su electorado quedó patente con el triunfo por mayoría absoluta (el tercero consecutivo) del candidato del Partido Popular Alejo Riñones en 2003, mientras España estaba a punto de vivir la victoria del PSOE, liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, en las nacionales de 2004. El reflejo de esa nueva situación nacional sólo se daría en Béjar en los siguientes comicios locales cuando, tras doce años de dominio popular, regresaba a la alcaldía un candidato socialista: Cipriano González. El nuevo triunfo de Riñones en las elecciones de 2011 no sólo redundaría en la equivalencia de tendencia política entre Béjar y la nación sino que le convertiría

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en un alcalde histórico desde el punto de vista electoral, habiendo ganado cuatro elecciones municipales por mayoría absoluta y gobernado catorce años hasta la fecha (año 2013).

CUADRO 6. RESULTADO DE LAS ELECCIONES MUNICIPALES DESDE 1983 A 2011

Elecciones municipales. 8 de mayo de 1983

PSOE AP

6.756 vts.2.730 vts.

12 conjls.5 conjls.

Elecciones municipales. 10 de junio de 1987

PSOE CDS PDP (Indep.) AP IU

3.985 vts. 2.376 vts.1.188 vts. 1.289 vts.

572 vts.

8 conjls.4 conjls.2 conjls.2 conjls.1 conjl.

Elecciones municipales. 26 de mayo de 1991

PSOE PP IU CDS

4.517 vts.2.914 vts.

547 vts.497 vts.

9 conjls.6 conjls.1 conjl.1 conjl.

Elecciones municipales. 28 de mayo de 1995

PP PSOE IU

4.892 vts.3.540 vts.1.384 vts.

9 conjls.6 conjls.2 conjls.

Elecciones municipales. 13 de junio de 1999

PP PSOE IU

5.085 vts.3.298 vts.

482 vts.

10 conjls.6 conjls.1 conjl.

Elecciones municipales. 25 de mayo de 2003

PP PSOE IU UPS

5.287 vts.3.414 vts.

353 vts.225 vts.

10 conjls.7 conjls.

––

Elecciones municipales. 27 de mayo de 2007

PSOE PPUPS IU

4.382 vts.3.858 vts.

657 vts.216 vts.

9 conjls.7 conjls.1 conjl.

Elecciones municipales. 22 de mayo de 2011

PP PSOE IU URCL

5.068 vts.2.418 vts.

453 vts.74 vts.

11 conjls.5 conjls.1 conjl.

Al margen de los resultados electorales el periodo que estamos estudiando po-dría dividirse en dos etapas definidas en base al comportamiento político (y también ciudadano) frente la deriva económico-laboral que sufre la ciudad. Nos estamos re-firiendo al cambio de sector económico predominante, desde el tradicional sector secundario industrial, hacia el terciario o de servicios. Esta transformación se viene desarrollando como una reconversión estructural, forzada y no programada, en la que Béjar, todavía hoy, está plenamente inmersa.

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HISTORIA DE BÉJAR / VOLUMEN I I290

De esta manera distinguimos dos etapas: en primer lugar un periodo de con-temporización ante el cierre de empresas, en la creencia de que el poder interno de la vieja industria textil sería suficiente para capear todos los temporales salvaguar-dando los niveles laborales y productivos. Este periodo abarcaría desde 1979 hasta 1993. La segunda de las etapas vendría dada por la asunción de la crisis textil como problema casi endémico y por su consiguiente pérdida de puestos de trabajo pese al relativo mantenimiento de la productividad. Ello conduciría a las instancias políticas al planteamiento de alternativas de empleo, desestimándose los apoyos a nuevos sec-tores industriales y apoyándose las iniciativas de promoción turística. Este periodo de reconversión estructural comenzaría en el año 1993 y continuaría en la actualidad.

4.1. ContemporizaCión ante la Crisis y modernizaCión aparente de la Ciudad (1979-1993)

El dominio político que el partido socialista ejercerá durante este periodo de mayorías absolutas le va a permitir configurar un modelo de ciudad más o menos de acorde con la naturaleza de los tiempos. Los resultados de los comicios municipales de 1983 dieron una diferencia a favor del PSOE tan considerable que sigue suponien-do el techo electoral del partido y el mejor resultado logrado hasta la actualidad por ninguna formación política durante todo el periodo democrático69. Los 12 concejales conseguidos por los socialistas frente a los 5 de Alianza Popular fueron, sobre todo, la afirmación local de la coyuntura de la nación que sólo siete meses antes había vi-vido la histórica victoria de Felipe González. En el ánimo de los concejales socialistas estaba el sentimiento de ser herederos y continuadores de la corporación republicana abortada por la Guerra Civil cuarenta y siete años antes. No en vano algunos de los munícipes tenían parentesco directo con víctimas de la represión70.

Si la anterior legislatura, como correspondía a un periodo de transición, había sido protagonizada por el ajuste de las estructuras de gobierno a las necesidades de la democracia y por la modificación de los símbolos del pasado (referencias en la cruz de los caídos, nomenclatura de las calles, etc.), el periodo entre 1983 y 1987 va a ser el de la modernización de la ciudad. Una de las primeras medidas será la aproba-ción del Plan General Municipal de Ordenación Urbana (PGMOU) con tres objetivos básicos: la correcta incorporación a la ciudad de las urbanizaciones periféricas que se habían construido durante los años de la posguerra71, la regulación racional de la edificabilidad y la rehabilitación del casco histórico. A través de este Plan de Urbanis-mo se fue buscando, con distinta suerte, el equilibrio entre las necesidades de nueva vivienda y la conservación del patrimonio arquitectónico, condicionado siempre por lo exiguo de los espacios edificables, el mal estado de muchos de sus monumentos y el desuso paulatino de solares y construcciones industriales.

La creación de nuevas infraestructuras, cuando no la mejora de las existentes, y la promoción de la intervención ciudadana en los asuntos municipales fueron los dos aspectos que definieron la política y los resultados del gobierno de Juan Be-lén Cela. Varias de las construcciones o rehabilitaciones lo serán de espacios de uso

69.- El alcalde Juan Belén Cela fue también diputado para el Consejo General de Castilla y León a partir de 1983 al figurar segundo en la candidatura autonómica del Partido Socialista. 70.- Son los casos de Miguel Miñana o Higinio Mirón, hijos respectivamente de Pedro Miñana, secretario del Ayuntamiento durante los años de la República; y de Pedro Mirón, fundador de la Agrupación Socialista de Malpartida de Plasencia. Ambos fusilados en 1936.71.- La barriada obrera «Virgen del Castañar», proyectada por Francisco Asís Cabrero en 1942 en la margen Este del río Cuerpo de Hombre, no sólo queda plenamente integrada en la ciudad sino que pasó a convertirse con los años en el barrio más populoso de Béjar.

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eminentemente cultural; es el caso del museo Mateo Hernández, edificio de nueva planta dedicado a la obra del escultor bejarano, inaugurado en 1980 durante la pri-mera legislatura de Cela, y que ocupa el solar dejado por el antiguo ayuntamiento. Ya al final de su segunda legislatura se emprenderán dos obras de trascendencia en lo que respecta al patrimonio arquitectónico: la rehabilitación de la iglesia de Santiago y la del antiguo convento de San Francisco, que se reinauguraría una década más tarde como Centro Municipal de Cultura. La construcción de nuevas viviendas sociales, el diseño de un nuevo parque público en La Antigua y la inauguración de un pabellón polideportivo cubierto en parte de los terrenos del campo de fútbol, fueron logran-do hacer frente a las necesidades vitales y de ocio propias de una ciudad moderna. Pero la gestión de mayor envergadura y trascendencia de la época fue sin duda la correspondiente a las obras del pantano de Fuente Santa o de las Angosturas cuyas obras dieron comienzo durante esta legislatura. El proyecto, que databa de finales del siglo XIX y que había pasado por múltiples vicisitudes72, preveía la construcción de un embalse en los terrenos de Navamuño, en el cauce de un pequeño arroyo afluente del Cuerpo de Hombre cerca de su cabecera. Dicho paraje se terminaría por descartar al comprobarse la permeabilidad de su terreno turboso y morrénico y, por consi-guiente, la escasa capacidad de almacenaje que permitía. El nuevo lugar elegido fue el pequeño valle de Fuente Santa, en el cauce del arroyo de las Angosturas, tributario del río Cuerpo de Hombre, de cuyas aguas se nutrirá en gran medida el embalse por medio de un azud y un canal de 1’5 kms. de longitud. Después de tantos años, y pese al cambio de localización, la relación entre el topónimo Navamuño y el embalse era tal que siguió, y sigue, denominándose de esta manera. El pantano sería inaugurado en la siguiente legislatura, el año 1989.

La reconversión industrial iniciada por el gobierno de la nación, así como otra serie de factores ya suficientemente estudiados en otros apartados de este volumen73, determinaron los problemas que durante este periodo sufren algunas factorías tex-tiles, su cierre y el subsiguiente contagio a otras empresas. El gobierno local va a comenzar a interpretar la problemática como consecuencia de políticas de ámbito nacional y, pese a la convergencia ideológica y de partido entre las distintas adminis-traciones implicadas, se va a sentir incapacitado para hacerse oír. La construcción de un polígono industrial y la terciarización de los sectores económicos se percibirán como necesidades acuciantes para sostener la estructura fabricante de Béjar, lograr una cierta diversificación empresarial y alentar alternativas en ámbitos de explotación casi inéditos como el turismo de nieve y de interior. La larga espera hasta ver hacerse realidad buena parte de esas demandas, que hubiera sido espaldarazo para el sosteni-miento laboral de la ciudad, iría creando un ambiente social de creciente pesimismo que habrá de caracterizar a los siguientes años.

La sensación de abandono y de aislamiento que la sociedad bejarana percibía tendría su clímax tras el cierre definitivo de la vía férrea Astorga-Palazuelo el 1 de enero de 1985. Béjar (que había visto llegar la primera locomotora en el año 1894), así como buena parte del oeste español, volvía a sentirse marginada en las decisio-nes de trascendencia geopolítica que dictaba el gobierno central. Aunque durante el

72.- Mientras que, tal y como rezaba el periódico El Porvenir el 21 de julio de 1918, su construcción parecía inminente en esas fechas, quince años después en el Tomo I del Apéndice del Plan Nacional de Obras Hidráulicas de 1933 se menciona al Pantano de Navamuño como obra «de costo muy elevado. A estudiar su eliminación.» La demanda histórica de construir este pantano tenía como obje-to responder ante las necesidades de agua tanto de los terrenos de cultivo candelarienses como de la industria textil bejarana. La consecución del ansiado proyecto iba a llegar tarde, cuando sendas actividades empezaban a entrar en decadencia, usándose en la actualidad para el consumo humano y la producción de energía hidroeléctrica.73.- Consúltese en el presente volumen SÁNCHEZ MARTÍN, J.R: La industria textil en Béjar en el siglo XX y en los albores del XXI.

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verano de 1984 se habían hecho gestiones convocándose en Salamanca una reunión entre los alcaldes de los municipios afectados, lo cierto es que el gobierno no dudaría en quitarse de encima el lastre de las vías férreas más deficitarias del país, entre ellas la que nos ocupa. El alcalde Juan Belén Cela y el diputado en Cortes Jesús Caldera no pudieron anteponer los deseos de su ciudad frente a las decisiones ya tomadas respecto a una infraestructura histórica, pero cada día más en desuso, con una ma-quinaria anticuada y de deficiente gestión. Por ello los políticos locales emplazaron a los ciudadanos a demandar no la permanencia del tren existente sino su conveniente y modernizada sustitución. Así pues, la reacción ciudadana fue vana y tardía porque sólo tuvo lugar tras el «hecho consumado» de la partida desde Béjar del último tren de pasajeros durante la tarde del 31 de diciembre de 198474. Durante los siguientes meses surge en la ciudad la iniciativa de la Coordinadora bejarana en defensa del ferrocarril, presidida por Santiago García-Miña, aglutinando instituciones y entidades, y con la intención de presionar al Estado para la recuperación de la vía férrea. El 25 de marzo de 1985 cuatro mil bejaranos se manifiestan solicitando el regreso del tren sin aho-rrarse en calificativos explícitos hacia los dirigentes políticos nacionales, en especial hacia el ministro de Transporte, Turismo y Comunicaciones, Enrique Barón.

A pesar de todo la pérdida del tren no habría de ser ni determinante ni decisiva en la crisis industrial que empezaba a padecer Béjar durante esos años, pues ésta se hubiera dado de la misma manera a la vista de la disparidad de causas que la fueron produciendo. Pero sí que redundaría en el aislamiento de la zona y en la consiguiente discriminación que todavía hoy sufre el oeste español al no figurar este tramo, déca-das después, en ningún proyecto de línea de alta velocidad ni de alternativa de uso para sus abandonadas instalaciones. La desaparición del tren, más que desencadenan-te de la crisis bejarana, fue símbolo y metáfora de un escenario cada vez menos pro-clive, donde el ciudadano terminaría por percibir casi como inevitables su desamparo y su abandono por parte de las administraciones superiores. Se iba a hacer patente la sensación de que el progreso y la modernización que España había emprendido, y su proclamado acercamiento al ámbito europeo, pasaban por el sacrificio de ciertas zonas de su territorio de las que Béjar, desgraciadamente, formaba parte. España se mutilaba a sí misma para ponerse a la altura de Europa.

Y todo ello pese a que durante el mismo año 1984, dentro de la campaña de acercamiento a las distintas regiones españolas que la Casa Real realizaba, Sus Majestades los Reyes don Juan Carlos y doña Sofía, habían visitado la ciudad. Fue el 4 de abril cuando, alrededor de las 12 horas del mediodía, el helicóptero que traía a los monarcas aterrizaba en el patio del colegio público Marqués de Valero dirigiéndose desde allí hasta la plaza Mayor. En el ayuntamiento, tras interpretarse el Himno Nacional y ser recibidos entre otros por un grupo de Hombres de Mus-go, el alcalde se dirigió a los monarcas con un muy reivindicativo discurso del que extraemos una parte:

«(...) El esfuerzo, la preparación y el dinamismo de obreros y fabricantes han logrado, actualmente, situar las tejedurías en los más altos niveles nacionales de capacidad y producción, pero esto, que es bueno y nos llena de orgullo, viene a en-sombrecerse por la aguda crisis que sufren los mercados y la sofisticación de la ma-quinaria, lo cual ha provocado en nuestra ciudad, por rechazo, uno de los índices

74.- Tan solo la presencia de la familia de Félix Redondo Quintela (incansable batallador en la prensa local contra la desaparición de la vía férrea) «despidió» la partida del último tren en Béjar. En Hervás un hombre logró retrasar la salida de la que sería última locomotora al permanecer frente a ella, en plena vía y de rodillas, durante dos horas. MAJADA NEILA, José Luis: Vía muerta. Un agravio comparativo al oeste español, Centro de Estudios Bejaranos, Béjar, 1995, p. 28.

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de paro más altos de la nación, el 35%, y este angustioso problema tiene visos de acrecentarse por la competencia que hacen a nuestros paños, fábricas que se nutren de las subvenciones del Estado y cuyos nombres son bien conocidos (...)».

Juan B. Cela también aprovecharía la circunstancia para recordar al monarca el problema de aislamiento en que entraría la región si terminaban por hacerse ciertos los propósitos gubernamentales «de desviar la carretera Nacional 630, a su paso por Béjar, y suprimir la línea férrea Astorga‑Palazuelo».

El monarca, tras recibir la Medalla de Oro de la ciudad, así como, junto con su esposa, una capa española, se dirigió a la multitud que abarrotaba la plaza con estas palabras:

«¡Bejaranos! En el ámbito de trabajo y paz, que son las dos notas que mejor fijan la perso‑nalidad y capacidad de vuestro pueblo, la Reina y yo sentimos una gran satisfacción al compartir unos momentos con vosotros.

Respiramos aquí, lógicamente, un aliento de españolidad que tiene claros significados para todos nosotros. Tenéis, en ese sentido, un turno permanente en la Historia. De este valle, de la ciu‑dad de Béjar, cuyas instituciones fabriles han sido incansables y han servido al progreso español durante siglos, han salido iniciativas en los grandes momentos de nuestro devenir como pueblo, en la Edad Media, en el Renacimiento, en la historia reciente de España. También en torno a este río en el que sonaron los batanes cervantinos del progreso, se han alcanzado fueros y derechos de todo orden, singularmente laborales, que pueden servir de ejemplo. (...)

No podéis fallar, bejaranos en esta tarea de acrecentar recursos y volcar generosidad ante el futuro. Yo sé que, profundamente, comprendéis vuestra responsabilidad porque ese es el estilo de cientos de años que os ha hecho ciudadanos ejemplares de España. Adelante pues. No hay que per‑der el paso ante el futuro, porque vosotros lo habéis marcado muchas veces al resto de los españoles.

Al agradeceros vuestros saludos y la Medalla de Oro que me habéis otorgado, la Reina y yo sentimos desde este corazón de España el alcance de esa responsabilidad.

¡Viva Béjar! ¡Viva España!»75.

En algunas de las pancartas que el Rey pudo contemplar en la plaza Mayor se podía leer: «Réquiem por un pueblo que se muere: Béjar» o «Majestades, les invitamos a esquiar en La Covatilla».

4.2. haCia un Cambio de seCtor eConómiCo y ConvergenCia de Crisis

Las elecciones municipales celebradas el 10 de junio de 1987 marcarán un punto de inflexión en la tónica política del Ayuntamiento bejarano que conllevaría el final de la hegemonía socialista. La agria manera en que este partido fue desalojado de la alcaldía tras conseguir la mayoría en los comicios denotaba las malas relaciones entre los partidos de izquierda y determinará a partir de ese momento el inicio de una tensión entre las dos fuerzas mayoritarias. Esta tensión ha ido arraigando en parte de la sociedad local, en tanto reflejo de ella, expresándose hasta el día de hoy con un marcado bipartidismo, trasunto también de la situación nacional.

En la sesión de investidura de nuevo alcalde, el 30 de junio de 1987, se vivió uno de los momentos de mayor crispación que ha conocido la sede del Ayuntamiento. En las

75.- GARCÍA MARTÍNEZ, Ceferino: Centenario de la Cámara de Comercio e Industria de Béjar (1886‑1986), Béjar, Cámara de Comercio, 1986.

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jornadas previas se había levantado una gran polémica entre los candidatos, estimulada por afirmaciones y especulaciones en prensa habida cuenta de la situación nada definida que los resultados electorales habían provocado. Los ocho concejales conseguidos por el Partido Socialista (con Jorge Martínez como candidato a la alcaldía) no eran suficientes para gobernar. Las fuerzas de oposición quedaban divididas en centristas (el CDS esta-ba encabezado por Antonio Gómez-Rodulfo Delgado), populares (la Alianza Popular de Eulogio Fernández-Sesma y Antonio Izard), independientes (con Ángel Blázquez y Pedro Carbajo), más el único concejal de IU Lucas Tejero. Quedaba configurada de esta manera una miscelánea política en la oposición, de apariencia heterogénea, pero cuyos protagonistas, salvo en el caso del candidato de Izquierda Unida, compartían similares orígenes políticos y afinidades ideológicas. La llave del arbitrio de la alcaldía quedaba pues en manos de Lucas Tejero, popular practicante y militante histórico del comunismo que había sufrido la cárcel tras el inicio de la Guerra Civil. El escrutinio de los votos secretos dio la mayoría al candidato independiente Ángel Blázquez Rodríguez, con nueve votos frente a los ocho del socialista Jorge Martínez, deduciéndose que el concejal de IU se había decantado a última hora por Blázquez. Éste tomaba sorpresiva-mente posesión de la alcaldía en un ambiente de tensión y nerviosismo que le impidió terminar su discurso de investidura y donde no faltaron increpaciones y frases «no muy aptas para los tiempos democráticos»76 hacia el concejal de Izquierda Unida.

Se abría de esta manera una legislatura protagonizada por la sensación de pro-visionalidad y de ingobernabilidad. La renuncia de uno de los concejales del equipo de gobierno y la labor de desgaste realizada por la oposición condujeron a Ángel Blázquez a dimitir de su cargo el 10 de septiembre de 1990, siendo nombrado nuevo alcalde el socialista Ángel Calvo. El hecho más sobresaliente del periodo legislativo que se cerraba había tenido lugar en 1989 con la histórica inauguración del «pantano de Navamuño» en el valle de Fuente Santa.

Se estrenaba con la nueva década una legislatura que tenía el reto de devolver la estabilidad a la vida política local, así como de afrontar el recurrente problema de la crisis textil y su repercusión en el empleo. Calvo sería ratificado como alcalde en las elecciones municipales del 26 de mayo de 1991 en las que, frente al confuso mosaico salido de los anteriores comicios, se definían ahora dos fuerzas antagónicas representadas por el PSOE y por el PP. Las aventuras políticas del grupo Independiente y del CDS, que tan decisivas habían sido en la formación del gobierno anterior, de-mostraron tener escaso recorrido, desapareciendo el primero y quedando reducida la representación del segundo a una sola concejala.

El hecho que condicionaría esta legislatura sería la grave dificultad de gestión en la que entró el grupo empresarial Hispano Textil que contaba con más de 350 empleados. El grupo había surgido en 1991 fruto de la fusión de otras dos sociedades configuradas por un total de seis empresas77. Ya a finales del citado año los problemas financieros en la gerencia empezaron a provocar retrasos e impagos en las nóminas de los trabajadores. Al no dar la empresa solución al cobro de sus deudas los propios empleados se hicieron cargo de un crédito a través de Caja Salamanca por un importe aproximado al de las nóminas impagadas y avalado por sus propios bienes. Las negociaciones con la Junta de Castilla y León, por su parte, condujeron al encargo del reflotamiento de la sociedad a una empresa de Consulting, para lograr su continuidad al menos durante cinco años. Con esa intención se la dotó de 600 millones de pesetas a fondo perdido, lo que faci-litó, en un principio, el pago de las nóminas retrasadas. La ilusión no duró demasiado

76.- De esta eufemística manera se definían las descalificaciones en la crónica de la sesión del Béjar en Madrid del 4 de julio de 1987.77.- Consultar en este mismo volumen La economía industrial en la ciudad de Béjar, de ALONSO SANTOS, José Luis, APARICIO AMADOR, Luis Javier y SÁNCHEZ HERNÁNDEZ, José Luis.

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tiempo pues los problemas se reprodujeron y ya en 1993 se solicita la regulación de empleo, primero, y la suspensión de pagos, después. A partir de ese momento tiene lugar una serie de movilizaciones con el objeto de presionar a la administración, habida cuenta de que la directiva de la empresa había abandonado a su suerte a los trabajadores. Durante semanas en Béjar se vive una tensión que recordaría a los tiempos más reivin-dicativos de su historia obrera, con cortes de carretera, manifestaciones, encierros en la sede del Ayuntamiento, quema de coches, presencia constante de los antidisturbios y una jornada de huelga general seguida masivamente tanto en la ciudad como en di-versos pueblos de la comarca. Las movilizaciones de los trabajadores les llevarían hasta las más altas instancias políticas en el otoño de 1993 cuando, en compañía del alcalde, fueron recibidos por el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan José Lucas, en Va-lladolid, adonde se habían desplazado en marcha a pie desde Béjar. Unos días después, en Madrid, se entrevistarían con el ministro de Justicia Tomás de la Quadra-Salcedo y con el jefe de la oposición José María Aznar.

Ninguna de las iniciativas surgió efecto y el ambicioso proyecto de Hispano Tex-til acabaría por desaparecer dejando una triste estela de desempleados, deudas a ter-ceras empresas, grandes solares abandonados y, en definitiva, una sensación de crisis generalizada y de final de época. El descrédito en el que entraron los empresarios se contagió a la clase política local que pagó en cierto modo los platos rotos de un pro-blema que no correspondía a su competencia, y frente al cual tan solo podía prestar apoyo moral a los perjudicados, gestionar ayudas e ir ideando alternativas de empleo.

La traumática pérdida de trabajo y la percepción de abandono por parte de las administraciones conduciría a conclusiones muy pesimistas sobre la realidad del mo-mento. El fantasma de la despoblación, el abocamiento a la emigración y el desarraigo de muchos jóvenes, calaron como conceptos reales en el subconsciente colectivo de la ciudad, pese a que tal despoblamiento era objetivamente imposible (más bien se pro-dujo un desequilibrio entre el estancamiento poblacional de la región frente al fuerte crecimiento en el conjunto de España). La búsqueda de horizontes nuevos de toda una generación de jóvenes bejaranos era más bien la consecuencia lógica de su ambición personal y de que su cada vez mejor preparación académica solo podía encontrar co-rrespondencia profesional en otros lugares. Frente a la situación de crisis interna y la escasa confianza que ofrecían los políticos iba a ir adquiriendo peso el ámbito social, cultural y asociacionista que ya desde los años 80 había elevado su protagonismo. Apa-rece la figura reivindicativa y apolítica (no gubernamental) como fenómeno activo alternativo al partidismo, que iba a encontrar en los órganos de la democracia una ma-nera de hacerse notar y de tener poder decisorio en los asuntos de mayor importancia.

Tras un primer momento de shock ese dinamismo social, junto a la reactivación política, generaría un debate en el que se contrapondrían las distintas alternativas a la situación. El reflotamiento de la industria con la atracción de nuevos sectores de fabricación, la trascendencia de proyectos urbanísticos renovadores de la ciudad y la promoción turística dirigida por los deportes de invierno, serían las columnas sobre las que se preveía asentar la regeneración de la ciudad. Sin ser incompatibles, los re-presentantes de las distintas sensibilidades mostrarían muy diferentes puntos de vista respecto a las propuestas hasta convertir el debate en una pugna «industria versus tu-rismo» por un lado y en un intento de compatibilizar todos los sectores productivos por otro, tal y como puede percibirse en el «Plan de Intervención en la Comarca de Béjar» redactado por la Universidad de Salamanca en 199678.

78.- El «Plan de Intervención en la Comarca de Béjar» fue diseñado y redactado por un equipo de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca dirigido por Valentín Cabero Diéguez. Comprendía dos focos de actuación básicos: la inversión en

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Uno de los proyectos estrella de esta legislatura sería presentado por el equipo de gobierno en 1992. En él, recogiéndose una idea del gobierno anterior, se plan-teaba una ambiciosa actuación urbanística en los terrenos de la finca de El Bosque. La recalificación en suelo urbanizable de parte de ellos permitiría la construcción de bloques de vivienda y equipamientos municipales manteniéndose sin modificaciones el núcleo arquitectónico de la finca. El proyecto, finalmente, no se llevaría a cabo ad-quiriéndose la totalidad de la finca por la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Béjar en 1999.

En ese año ya se había producido la primera de las victorias electorales del Parti-do Popular que había encontrado en Alejo Riñones Rico, prejubilado de Telefónica y de larga trayectoria en el asociacionismo bejarano, su líder adecuado. La derecha be-jarana se había logrado quitar con él el viejo estereotipo que la relacionaba con el nú-cleo duro del empresariado textil y al mismo tiempo recibía la inercia de crecimiento que las encuestas preconizaban a nivel nacional. Los tres gobiernos consecutivos del Partido Popular, desde 1995 hasta 2007, hicieron suyo el desengaño ciudadano hacia las posibilidades de regeneración industrial textil, sobre todo a partir de las frustra-das expectativas laborales que la empresa Alditex abrió en 2003 cuando anunció la posibilidad de construir una de sus sedes en Béjar. Por todo ello, y desde el comien-zo de su primer mandato, buena parte de los esfuerzos y activos económicos del Ayuntamiento se habían dirigido hacia el diseño de una ciudad turística competitiva en la que se intentaban compaginar los aspectos culturales (con hasta cinco museos de distinto contenido) con los deportivos y de naturaleza. El proyecto estrella fue la construcción de una pequeña estación de esquí («Centro Turístico Sierra de Béjar») en el paraje serrano de la Covatilla financiada por los Fondos Europeos de Desarrollo Regional79. Se lograba de este modo el reencuentro de la ciudad con su montaña a la vez que se satisfacía una vieja aspiración local, la de la promoción del deporte del esquí que había evolucionado desde la época de sus pioneros (los lejanos años 20, cuando era una actividad eminentemente elitista reservada a las clases más acomoda-das) a las actuales necesidades de aprovechamiento de los recursos de la naturaleza. Las obras comenzaron en el mes de mayo de 1999 inaugurándose la estación en la temporada invernal 2001-200280.

Este sería el más importante aval con el que Riñones se presentaría a las eleccio-nes municipales de 2003, aunque entre sus logros también contaba con la construc-ción del Polígono Industrial, la Estación Depuradora de Aguas Residuales, así como la rehabilitación del Teatro Cervantes que fue reinaugurado el 21 de junio de 2001 con la presencia de Su Majestad la Reina Doña Sofía81.

la comarca de capital social de utilidad pública y la creación de un fondo de hasta 1.000 millones de pesetas para ayuda a proyectos e iniciativas empresariales.79.- José Luis Majada Neila preconizaba «que la nieve de Béjar volverá a ser historiable no por sus condiciones frigoríficas sino por sus aptitudes para los deportes de invierno. (...) debidamente acondicionadas sus pistas de hielo para el hombre esquiador en sus tiempos de ocio» en MAJADA NEILA, José Luis: Historia de la nieve de Béjar, Salamanca, Centro de Estudios Salmantinos, 1971, pp. 21-22.80.- En 1932 la Sociedad Española de Alpinismo Sierra de Béjar inauguró un refugio de montaña en los terrenos de la Covatilla co-menzando a partir de ese momento las competiciones de esquí. Tras la dispersión de los asociados debida a la Guerra Civil se reanuda la actividad durante los años 40. A pesar del abandono y de la ruina del refugio las nuevas generaciones de montañeros y esquiadores siguieron promocionando la actividad del esquí que recibió un impulso importante durante los años 70 con los esfuerzos del Gru-po Bejarano de Montaña. Sus miembros lograron instalar en La Covatilla un rudimentario telecuerda y abrir una pista de acceso a las instalaciones desde La Hoya que sería inaugurada en octubre de 1977. Esta pista, sin apenas modificaciones, serviría de base para la futura carretera. RODRÍGUEZ MARTÍN, José Enrique: «Historia del esquí en la Covatilla de la Sierra de Béjar», Fiestas y Ferias Béjar 2001, Cámara de Comercio e Industria de Béjar, 2001. 81.- Algunos de los logros conseguidos en las dos primeras legislaturas del Partido Popular culminaron las gestiones empezadas por gobiernos anteriores, como es el caso de la rehabilitación del teatro Cervantes. El coliseo bejarano amenazó ruina a finales de los años

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El PSOE bejarano tendría que esperar a las elecciones de 2007 para recuperar la alcaldía en manos de su candidato Cipriano González, victoria que se podría catalogar de histórica en tanto en cuanto su partido no gobernaba desde hacía doce años. Las acusaciones de mala gestión de las que había sido acreedor el anterior alcalde en su última legislatura (2003-2007) fueron heredadas por González por lo que, pese a proyectos ilusionantes y a su promulgado fomento de la participación ciudadana, el electorado le daría la espalda cuatro años después.

Finalizando la primera década del siglo XXI se ha ido produciendo la convergen-cia de dos crisis, la local y la nacional, cuyos factores y consecuencias han terminado por confundirse. Por un lado la sangría laboral debida al goteo de cierre de empresas textiles parece no haber concluido aún, dando lugar a una alta tasa de paro y al enve-jecimiento de la población debido a la escasa capacidad seductora que la ciudad sigue teniendo para sus jóvenes. Tras el decantamiento de las instituciones hacia la promo-ción turística y los deportes de invierno, Béjar ha entrado en el ámbito fuertemente competitivo de este sector en la provincia, con focos de mucha mayor tradición y experiencia como los de la Sierra de Francia, La Alberca, Salamanca, etc. Así mismo, y en lo que respecta a la explotación de la nieve, las dificultades que suponen los con-dicionamientos estacionales y las irregularidades meteorológicas no han permitido consolidar los primeros impulsos hosteleros, de alojamiento y restauración nacidos tras el estreno de la estación de esquí.

La crisis nacional de 2008, con sus graves consecuencias en la pérdida de em-pleo, tejido empresarial y reducción del consumo, ha dado al traste con alguno de los más ambiciosos proyectos inmobiliarios de la ciudad como es el caso de la urbaniza-ción Rincón de la Condesa, nacida en el nuevo contexto de promoción turística. Aunque la sensación de crisis se ha hecho más patente en la ciudadanía con el cierre de algu-nos de los más históricos establecimientos hosteleros o la desaparición de periódicos provinciales y locales. Por otra parte la política de austeridad y recortes implantada en España desde 2012 por el gobierno de Mariano Rajoy podría estar poniendo en peligro algunas de las infraestructuras que a lo largo de los años habían convertido a Béjar en capital administrativa de buena parte de la provincia. Es el caso de la paula-tina reducción de recursos en el hospital «Virgen del Castañar» cuyo mantenimiento en el futuro ha pasado a convertirse en la última y más importante reivindicación de los bejaranos.

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80. Siendo adquirido por una constructora. Tras largas negociaciones entre la propiedad y el Ayuntamiento éste lo adquirió a finales del año 1993 con lo que se evitó su previsible demolición.

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agradeCimientos:

Petry Blázquez RodríguezM.ª Carmen Cabrera GarridoM.ª Carmen Cascón MatasJuan José García FríasMarisábel García-TéllezAntonio Gómez-Rodulfo DelgadoApolinar González AguilarÁlvaro Muñoz CascónRosario Olleros DelgadoMaría Isabel Ordóñez MeraLuis Rodríguez MartínCristina Zúñiga Díaz-Trías