8.Quién Hace a La Sociedad

3
¿Quién hace a la sociedad? La última cuestión a tratar es el tema de la llamada causa eficiente de la sociedad. Con esto nos referimos a aquél –o aquéllos– que es responsable de que la sociedad aparezca y se mantenga, es decir, de que el orden se una a la materia que está ordenada, y de que se mantengan unidos. Por ejemplo, imaginemos que tomamos un conjunto de libros y les damos un determinado orden en una biblioteca. Con facilidad vamos a identificar allí a la materia y a la forma: la materia son los libros, y la forma es el orden que se le dio a los libros. Cuando nos preguntamos por la causa eficiente nos estamos preguntando ¿quién ordenó esos libros, quién les puso el orden que vemos? En nuestro ejemplo, estamos hablando de nosotros mismos. Somos nosotros la causa de eficiente –al menos de un modo parcial– de la biblioteca como tal. Pero, en el caso de la sociedad, de cualquier sociedad, ¿quién es la causa eficiente? ¿Quién hace que un grupo de personas deje de ser un mero grupo y pase a ser una sociedad con una organización determinada? La respuesta es, de algún modo, doble. En primer lugar, es claro que cada integrante de una sociedad es responsable de su existencia. Cada uno de nosotros, al elegir cooperar en las sociedades de las que formamos parte, somos causantes de su existencia. Evidentemente nosotros mismos aportamos, aunque sea mínimamente, al orden de una sociedad respetando sus normas, los modos establecidos de organización, y hasta criticando y rebelándose contra modos de organización que no llevan al bien común o fin social. Sin embargo hay algunas personas que son especialmente responsables de ordenar a la sociedad: las autoridades. Si bien todos los integrantes ayudan al orden, las autoridades son las que particularmente colaboran y velan 1 por el mantenimiento del orden, y así, en definitiva, llevan a toda la sociedad al fin para el que existe. En ese sentido, la obediencia a la autoridad no es algo que debemos respetar porque sí, sino algo que debemos respetar porque de ese modo podemos nosotros mismos, como parte de la sociedad, desarrollarnos de un modo más perfecto y completo. La obediencia a la autoridad es, finalmente, una suerte de amor a uno mismo, en cuanto que obedeciendo nos ayudamos. Piensen en los 1 Velar: cuidar, supervisar.

description

8.Quién Hace a La Sociedad

Transcript of 8.Quién Hace a La Sociedad

Page 1: 8.Quién Hace a La Sociedad

¿Quién hace a la sociedad?

La última cuestión a tratar es el tema de la llamada causa eficiente de la sociedad. Con esto nos referimos a aquél –o aquéllos– que es responsable de que la sociedad aparezca y se mantenga, es decir, de que el orden se una a la materia que está ordenada, y de que se mantengan unidos. Por ejemplo, imaginemos que tomamos un conjunto de libros y les damos un determinado orden en una biblioteca. Con facilidad vamos a identificar allí a la materia y a la forma: la materia son los libros, y la forma es el orden que se le dio a los libros. Cuando nos preguntamos por la causa eficiente nos estamos preguntando ¿quién ordenó esos libros, quién les puso el orden que vemos? En nuestro ejemplo, estamos hablando de nosotros mismos. Somos nosotros la causa de eficiente –al menos de un modo parcial– de la biblioteca como tal.

Pero, en el caso de la sociedad, de cualquier sociedad, ¿quién es la causa eficiente? ¿Quién hace que un grupo de personas deje de ser un mero grupo y pase a ser una sociedad con una organización determinada? La respuesta es, de algún modo, doble. En primer lugar, es claro que cada integrante de una sociedad es responsable de su existencia. Cada uno de nosotros, al elegir cooperar en las sociedades de las que formamos parte, somos causantes de su existencia. Evidentemente nosotros mismos aportamos, aunque sea mínimamente, al orden de una sociedad respetando sus normas, los modos establecidos de organización, y hasta criticando y rebelándose contra modos de organización que no llevan al bien común o fin social.

Sin embargo hay algunas personas que son especialmente responsables de ordenar a la sociedad: las autoridades. Si bien todos los integrantes ayudan al orden, las autoridades son las que particularmente colaboran y velan1 por el mantenimiento del orden, y así, en definitiva, llevan a toda la sociedad al fin para el que existe. En ese sentido, la obediencia a la autoridad no es algo que debemos respetar porque sí, sino algo que debemos respetar porque de ese modo podemos nosotros mismos, como parte de la sociedad, desarrollarnos de un modo más perfecto y completo. La obediencia a la autoridad es, finalmente, una suerte de amor a uno mismo, en cuanto que obedeciendo nos ayudamos. Piensen en los niños: ¿qué les pasaría si no le hacen caso a su padre cuando les dicen que no toquen los cuchillos, o que tengan cuidado con los enchufes? El niño, si es obediente, no sólo complace a sus padres, sino que también se hace un bien a sí mismo manteniéndose al margen del daño que pudiera sufrir.

¿Es toda autoridad buena, entonces? La respuesta, como muchos imaginan, es no. Es posible –y, lamentablemente, no tan raro– que una autoridad sea mala. Sea mala, justamente, como autoridad, en cuanto autoridad. ¿Qué quiere decir eso? Para responder es necesario reflexionar qué es una autoridad, para qué existe. La función de la autoridad, aquello para lo cual está, es ordenar una sociedad al bien común. ¿Para qué existe un DT? Para que el equipo gane o juegue bien. ¿Para qué existe un director de orquesta? Para que todos cada músico con su instrumento toque las notas que tiene que tocar del modo y en el momento en que las tiene que tocar. Así podríamos seguir un rato largo. Y todos los ejemplos señalarían lo mismo: la autoridad está para ordenar. Algunas veces esto puede significar que tiene que castigar al que desordena, reprimir al que quiere desordenar, estimular al que no tiene energías para realizar sus tareas propias, premiar al que sí lo hace. Todos estos casos son, de todos modos, actos que ordenan, que ayudan a que cada uno realice las tareas que le corresponden en la sociedad. Puesto que no sólo la autoridad

1 Velar: cuidar, supervisar.

Page 2: 8.Quién Hace a La Sociedad

sino, como se dijo, todos los integrantes de la sociedad son colaboradores del orden y de la consecución2 del fin común, de algún modo todos ellos deben voluntariamente elegirlo y actuar en la dirección que el fin indica. Una autoridad que no ordene a la sociedad hacia su bien no será, entonces, una buena autoridad. No cumplirá con aquello para lo cual existe, aquello le da sentido a su ser. Será como un lápiz que no escribe, o la sal que no sazona3: no sirven para nada, y se los tira. Podrá quizá tener todos los títulos y cargos propios de una autoridad, pero no lo será de hecho. Es como alguien que se pone toda la ropa de la selección de fútbol, lo nombran capitán de la selección, pero nunca toca una pelota ni corre en una cancha: a pesar de tener todo el aspecto exterior e incluso el reconocimiento de los demás, no es un jugador de fútbol, es una especie de mentira que camina. Una verdadera autoridad encuentra su justificación profunda en su capacidad para ordenar a la sociedad a su verdadero fin que, como venimos diciendo desde principio de año, se fundamenta en el desarrollo integral4 del hombre.

CUESTIONARIO.

27. ¿Qué es la causa eficiente de algo? (mín. 40 palabras).

28. ¿En qué sentido podemos decir que todos los integrantes de una sociedad son causa eficiente de la misma? Ejemplifique con dos casos. (mín. 70 palabras).

29. ¿Qué es la autoridad? Ejemplifique. (mín 50 palabras).

30. ¿Cuándo podemos decir que una autoridad es mala? (mín. 50 palabras).

2 Consecución: acto de conseguir algo.3 Sazonar: dar sabor, poner algo en su punto justo.4 Integral: total, completo, que no deja nada afuera.