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LIBROS POR MARIO GARCIA Jorg e Luis Borges, Siete Noches, Fondo de Cultura Económica, 1980. LA ARMAZÓN DE LA REFLECCIÓN un cade de Dante) parecen reintegrarnos un Borges que no selecciona acercamien- tos, impresión que se consolida al repasar páginas como las 27, 32 y 107, donde cam- pean hermosos y sencillos estímulos no ya al lector entrenado sino al hombre que to- davía no se atrevió a ingresar plenamente a la literatura. Algunas de las cosas desli- zadas en esas página s por Borges son de una irreverencia realmente productiva, además de mostrar una profunda com- prensión de las distancias prestablecidas entre hombres y libros, y un interés tierno por sugerir actitudes que las borren. Preci samen te, son actitudes de lectura lo po stulado en forma con st ante en todo elli- bro, como expre sión programática por un lado y, con ma yor incidencia en el balance final, como arma zón generadora de refle- xiones. La manera en que fundamenta el carácter " literuriu" de La Divina Comedia. por ejemplo, es una reivindicación de la so- beranía expresiva del hombre , Diluye con serenidad la import ancia de las interpreta- ciones alegoristas, o las pre suntas ilumina- ciones visionarlas del Dante, y relega a un segundo plano las posibles iniernucionali- dudes religiosas de éste para suplantar todo ello por el principio de la fe poética. En otra s palabras, el pr incipio de una vero- similitud surgida en un acuerdo que esta- blecen entre sí los hombre s. volcándolos sobre la sola base de con venciones estén- cas. Menos explícitamente pero sin dejar lu- gar a muchas dudas, el resultado es el mis- mo en su abordamiento de los demás tex- tos sacros o sacralizados que toc a en este libro: las escrituras son invenciones huma- nas, el peso de lo trascendente se reduce a incitación y se transforma en tema o en én- fasis. Si hay un sentido, es el humano, pues gada que el comediante debe repetir para que su público lo reconozca ("Ese soñador -tratándose de mí- en este momento está soñándolos a ustedes; está soñando esta sala y esta conferencia... "). y en esta línea de remedarse y conti- nuarse a sí mismo recae inclusive en otro rictus, el de los juicios solemnemente in- fundados dijo falsísimamente que Dante es la hiena que versifica entre las tumbas. La hiena que versifica es una contradicción"), o en pastiches borgianos (HA Dante lo conocemos de un modo más íntimo que sus contemporáneos. Casi di- ría que lo conocemos como lo conoció Virgilio, que fue un sueño suyo"; o H... es- tamos hechos para el arte, estamos hechos para la memoria, estamos hechos para la poesía o posiblemente estamos hechos para el olvido"). Fuera de aquellas fealdades sobre el pe- ronismo, indisculpables pero a las cuales parece que hay que darse por acostumbra- do, y de estos baches, es posible encontrar un libro sumamente interesante, que inclu- ye compensaciones de verdadera impor- tancia. Sobre todo, una postura gratísima de respeto al lector. En cierto pasaje del ca- pítulo sobre La Divina Comedia. dice: "Yo he querido hacer lo mismo en muchos cuentos y he sido admirado por ese hallaz- go, que es el hall azgo de Dante en la Edad Media, el de presentar un momento como cifra de una vida". Es decir, abandona el remilgo de hablar de sus propios libros como de aquellos "volúmenes sin impor- tancia" y acepta comentarlos en el mismo plano del interés que despiertan en los lec- tores. Posiblemente no constituya más que un leve signo, pero alguna observación estilís- tica casi didáctica (por ejemplo acerca de 88 FOTOGRAFIAS DE IORGE PABLO DEAGulNACO El Borges personal se ha hecho cada vez más complejo, irritante, contradictorio , objeto de uso a manos de intereses varios, objeto de uso a manos de sí mismo, infantil a veces, choconte otras, y en otras más muy chocantemente infantil. El Borges escrito representa un consue- lo, máxime a través de Siete Noches, obra que por ser tan actual adquiere connota- ciones adicionales, La prolija revisión de estos trabajos, originalmente conferencias dictadas en Buenos Aires durante 1977, donde ha quedado borrada toda marca oral, más el decir del escritor argentino que es de por sí una escritura, hacen de es- tas páginas .un liso y llano texto escrito, cuya división en siete momentos es más ti- pográfica que real. En efecto, las mismas tendencias tenaces sobrevuelan los subtí- tulos, el mismo diálogo perpetuo con los repliegues cósmicos de las cosas aparece en todos los pasajes, vestidos de temáticas distintas y ahora, quizá, ubicando al hom- bre en posición más próxima. Hay que decir de una vez que aquí se en- cuentra a un ' Borges reconfortante. Su tono es el'de una placentera charla de rin- cón de librería; hay gusto y comodidad en la comunicación, y el clásico aparato bor- giano de erudición aparece bajo el estricto control de la amenidad: la referencia enci- clopédica se convierte así, en la mayor parte de los casos, en brillo ilustrativo. . Como para refrenar cualquier entusias- mo reconciliador, Borges desliza un par de menciones absolutamente inútiles a "la dictadura peronista", ' una obsesión suya tan fuerte que lo hace reaccionar como al más sustancialista y maniqueo de los anti- borgianos. , No faltan tampoco sus inveteradas re- currencias: el laberinto, los espejos, el , azar, el olvido, la materia, la cifra, lo in- descifrable, Pero no actúan funcionalmen- te, no integran un código narrativo o dis- cursivo sino que constituyen solamente alusiones, interesantes en algunos casos -en el capítulo relativo a sueños y pesadi- . lIas, por ejemplo-, pero en otros no pasan .de recordatorio concesivo: la mueca obli-

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LIBROS

POR MARIO GARCIA

Jorg e Luis Borges, Siete Noches, Fondo de CulturaEconómica, 1980.

LA ARMAZÓN DE LAREFLECCIÓN

un cade de Dante) parecen reintegrarnosun Borges que no selecciona acercamien­tos, impresión que se consolida al repasarpáginas como las 27, 32 y 107, donde cam­pean hermosos y sencillos estímulos no yaal lector entrenado sino al hombre que to­davía no se atrevió a ingresar plenamentea la literatura. Algunas de las cosas desli­zadas en esas páginas por Borges son deuna irreverencia realmente productiva,además de mostrar una profunda com­prensión de las distancias prestablecidasentre hombres y libros, y un interés tiernopor sugerir actitudes que las borren.

Precisamen te, son actitudes de lectura lopostulado en forma con stante en todo elli­bro, como expresión programática por unlado y, con ma yor incidencia en el balancefinal, como armazón generadora de refle­xiones. La manera en qu e fundamenta elcarácter " li terur iu" de La Divina Comedia.por ejemplo, es una reivindicación de la so­beranía expresi va del hombre , Diluye conserenidad la importanc ia de las interpreta­ciones alegoristas, o las presuntas ilumina­ciones visiona rlas del Dante, y relega a unsegundo plano las posibles iniernucionali­dudes religiosas de éste para suplantartodo ello por el principio de la fe poética.En otras palabras, el pr incipio de una vero­similitud surgida en un acuerdo que esta­blecen entre sí los hombres. volcá ndo losso bre la sol a base de con venciones estén­cas.

Menos explícitamente pero sin dejar lu­gar a muchas dudas, el resultado es el mis­mo en su abordamiento de los demás tex­tos sacros o sacralizados que toc a en estelibro: las escrituras son invenciones huma­nas, el peso de lo trascendente se reduce aincitación y se transforma en tema o en én­fasis. Si hay un sentido, es el humano, pues

gada que el comediante debe repetir paraque su público lo reconozca ("Ese soñador-tratándose de mí- en este momento estásoñándolos a ustedes; está soñando estasala y esta conferencia... ").

y en esta línea de remedarse y conti­nuarse a sí mismo recae inclusive en otrorictus, el de los juicios solemnemente in­fundados ("Nietzch~ dijo falsísimamenteque Dante es la hiena que versifica entrelas tumbas. La hiena que versifica es unacontradicción"), o en pastiches borgianos(HA Dante lo conocemos de un modo másíntimo que sus contemporáneos. Casi di­ría que lo conocemos como lo conocióVirgilio, que fue un sueño suyo"; o H.. . es­tamos hechos para el arte, estamos hechospara la memoria, estamos hechos para lapoesía o posiblemente estamos hechospara el olvido").

Fuera de aq uellas fealdades sobre el pe­ronismo, indisculpables pero a las cualesparece que hay que darse por acostumbra­do , y de estos baches, es posible encontrarun libro sumamente interesante, que inclu­ye compensaciones de verdadera impor­tancia. Sobre todo, una postura gratísimade respeto al lector . En cierto pasaje del ca­pítulo sobre La Divina Comedia. dice: "Yohe querido hacer lo mismo en muchoscuentos y he sido admirado por ese hallaz­go, que es el hall azgo de Dante en la EdadMedia, el de presentar un momento comocifra de una vida". Es decir, abandona elremilgo de hablar de sus propios libroscomo de aquellos "volúmenes sin impor­tancia" y acepta comentarlos en el mismoplano del interés que despiertan en los lec­tores .

Posiblemente no constituya más que unleve signo, pero alguna observación estilís­tica casi didáctica (por ejemplo acerca de

88FOTOGRAFIAS DEIORGE PABLODEAGulNACO

El Borges personal se ha hecho cada vezmás complejo, irritante, contradictorio,objeto de uso a manos de intereses varios,objeto de uso a manos de sí mismo, infantila veces, choconte otras, y en otras más muychocantemente infantil.

El Borges escrito representa un consue­lo, máxime a través de Siete Noches, obraque por ser tan actual adquiere connota­ciones adicionales, La prolija revisión deestos trabajos, originalmente conferenciasdictadas en Buenos Aires durante 1977,donde ha quedado borrada toda marcaoral, más el decir del escritor argentinoque es de por sí una escritura, hacen de es­tas páginas .un liso y llano texto escrito,cuya división en siete momentos es más ti­pográfica que real. En efecto, las mismastendencias tenaces sobrevuelan los subtí­tulos, el mismo diálogo perpetuo con losrepliegues cósmicos de las cosas apareceen todos los pasajes, vestidos de temáticasdistintas yahora, quizá , ubicando al hom­bre en posición más próxima.

Hay que decir de una vez que aquí se en­cuentra a un ' Borges reconfortante. Sutono es el 'de una placentera charla de rin­cón de librería; hay gusto y comodidad enla comunicación, y el clásico aparato bor­giano de erudición aparece bajo el estrictocontrol de la amenidad: la referencia enci­clopédica se convierte así, en la mayorparte de los casos, en brillo ilustrativo.

. Como para refrenar cualquier entusias­mo reconciliador, Borges desliza un par demenciones absolutamente inútiles a "ladictadura peronista", ' una obsesión suyatan fuerte que lo hace reaccionar como almás sustancialista y maniqueo de los anti­borgianos., No faltan tampoco sus inveteradas re­currencias: el laberinto, los espejos, el

, azar, el olvido, la materia, la cifra, lo in­descifrable, Pero no actúan funcionalmen­te, no integran un código narrativo o dis­cursivo sino que constituyen solamentealusiones, interesantes en algunos casos-en el capítulo relativo a sueños y pesadi-

. lIas, por ejemplo-, pero en otros no pasan. de recordatorio concesivo: la mueca obli-

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son los hombres los que actualizan a la di­vinidad en su escribirla y leerla en los tex­tos.

De modo más llamativamente específi­co, Borges arriesga inclusive un paso másallá, prácticamente hasta ingresar en lareelaboración humanística de ciertas sig­nificaciones, como cuando asigna al Uli­ses del Dante una cualidad prometeica quecon seguridad ha de sonar blasfema enmás de una geografía. Coherente con ello,Borges recuerda la doctrina de Croce acer­ca del carácter estético del lenguaje mis­mo, cuyas fronteras con la literatura que­dan así en duda. Sí, por otro lado, tenemosen cuenta que el agnosticismo borgianotiene aquí una presencia operativa, no esnada difícil transportar el conjunto de sussugestiones dentro del marco de una atrac­tiva teoría literaria.

El rescate de Borges para una teoríamoderna y transformadora del texto ya hasido hecho, por cierto, tiempo atrás (Go­loboff, Aguilar Mora, varios otros). Lobueno consistiría en un retorno expresodel viejo poeta a afirmaciones que nosobligan a revivir la fuerte incitación de pa­labras suyas como fueron aquellas de Elotro: "Lo que se escribe no es de nadie, dellenguaje, o de la tradición .

MÉXICOTENOCHTITLANPOR ARTURO GÚMEl

Jo sefina G arc í« Quuu.m.i v Jo,': Ruh én RomeroGulv ún, ¡\/h i.." 1" ''''''' '' lItl,;" .1' .\11 probtent átíca la.custre, M éxico, Uruvcrvrd.ul N;"iona l Aut ónoma deMéxico. l nst itu tu de luvcstr gucronc s Hist óricas,1971L 132 p.. il, . (Cu aderno , Serie bi'l lÍrica n úm. 21J.

Alguna historia de Roma se inicia con laimagen de un pu ñado de aldeas perdidasen los pantanos del Tibcr, de mediocrepresente y aparentemente sin porvenir,que en unos cuantos siglos se con viertenen el imperio más poderoso que haya exis­tido. Su autor propone al lector: ¿Cuentode hadas'? No. M ás )' mejor que eso, histo­ria . La historia de Rom a.

La histori a de la fundación de MéxicoTenochtitlan )' del vertiginoso ascen so delpoderío mexi can o en el ámbito mesoarne­ricano en un par de siglos, está muy lejosde ser un cuento de hada s, pero no es me­nos asombrosa que la historia de Roma.Tenochtitlan, como Roma, empezó siendouna pobre aldea que en menos de doscien­tos años llegó a ser también el centro cul­tural, religioso , económico y politico de sumundo.

y la historia del surgimiento , elevacióny caída de México Tenochtitlan estuvo fa­talmente asociada a su problem átice la­custre o hidráulica, o tal vez sería más pre­ciso decir, determinada por ella .

El miserable islote que "el pueblo cuyorostro nadie conocía" recibió como insul-

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to de sus vecinos del Valle, fue trabajosa­mente acrecentado desecando zonas pan­tanosas aledañas y adquiriendo espaciodel líquido elemento hasta islas ~ercanas

por medio de las ingeniosas chinarnpasque para los pobladores del Valle "consti­tuyeron por siglos la base de la economíalacustre", y construyendo diques, calza­das, acueductos, puentes, compuertas,acequias, desembarcaderos, albercas, es­tanques, represas, hasta llegar a ser aque­lla "gran ciudad de México" que a losconquistadores pareció " . . . otro mundode grandes poblaciones y torres, y unamar y dentro de ella una ciudad muy gran­de, edificada, que a la verdad al parecerponía temor y espanto" y "cosas de en­cantamiento.. . nunca oídas, ni aun soña­das. "

Bien conocidas son las asombradas yencendidas descripciones de la belleza ygrandeza de la ciudad de México hechaspor los conquistadores. También conoce­mos , gracias a las versiones de cantares in­dígenas hechas por Angel Ma. Garibay yMiguel León-Portilla, el aprecio y admira­ción que los mismos mexicanos tenían porsu ciudad . Modernos autores a su vez sehan encargado de continuar la tradiciónde cantar la perdida belleza de la ciudad ysus alrededores como Alfonso Reyes en suVisión de An áhuac, Ignacio Bernal en Te­nochtitlan en una isla y León-Portilla envarios trabajos.

Así que la condici ón.lacustre de MéxicoTenochtitlan nos ha sido siempre familiar,pero los problemas, soluciones y técnicasque estaban asociadas a esta dependenciadel líquido elemento, no tanto. El estudiode los complejos sistemas hidráulicos en elValle de México- y su relación con la agri­cultura se inició con las brillantes investi­gaciones de Pedro Armillas y Angel Pa­lerrn y está siendo continuado y aplicadoen otras regiones de Mesoamérica. La im­portancia de las vías acuáticas -maríti­mas, fluviales, lacustres- como medio delocomoción, transporte y comercio -en-

tre distintas regiones de Mesoamérica yaun fuera de ella - es también ahora consi­derada como fundamental para el estudiode las sociedades prehispánicas.

El excelente estudio realizado por dosjóvenes investigadores uni versitarios y ti­tulado M éxico Tenochtitlan y su problemá­tica lacustre, reune algunos testimonios in­dígenas -rmíticos, religiosos e históri­cOS-, los de los conquistadores y los mo­dernos estudios hidráulicos sobre el Vallede México en la época prehispánica ,acompañados de interesantes ilustracio­nes , tomadas de códices, para mostrarnos,"en la forma más clara posible", el pere­grinar de la ciudad, desde su trabajosafundación hasta convertirse en la reina delos lagos.

Albarradas y acueductos -en cuyaconstrucción intervinieron ingenieros dela categoría del sabio y poeta Nezahualcó­yotl-, diques, compuertas y acequias paracontener y regular el caudal que bajaba delas montañas que rodean al Valle y paraseparar las aguas dulces de las salobres yutilizar las primeras para irrigar cultivos ychinampas, así como para surtir a toda laciudad del preciado elemento, y una red decanales, puentes y desembarcaderos, porlaque en canoas se organizaba toda la ciu­dad: " . .. de traza reticular con calles deagua y con calles de tierra y agua, alinea­das a partir de un punto central que eradonde estaba el centro religioso. Hacia elexterior, calzadas que la unían con la tie­rra firme y que dividían la laguna en com­partimientos de diversa magnitud. Ade­más , puentes y esclusas que regulaban elfluido del agua. Por otra parte, acueductosque conducían agua potable y acequiasque llevaban a la laguna el caudal de algu­nos ríos."

Tanto llegó a ser el poderío de la bientrazada Tenochtitlan que sus emisarioshacían sentir su influencia en distantes re­giones a través de conquistas militares,guarniciones permanentes e imposición detributos. Algo de ello hablan objetos en­contrados en las excavaciones que se estánllevando a cabo en el Templo Mayor y queprovienen de ambos océanos y del marCaribe, así como de otras zonas bastantealejadas del Anáhuac, Tláloc -asistido

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UCon qué cinismo . I

con cuanta desvergüenza o qué locuradespués de todo esto nos ponemosa escribir otro libro " (p. 21).

Nacido aquí en la jaula, yo el babuinolo primero que supe fue: este mundopor dondequiera que lo mire tiene

rejas y reja s". (p.38)

Queda igualrncnte cons ta ncia de su recla­mo en No me preguntes como pasa e/tiempoy en Islas a la deriva , en los que de­dica sus secc iones "Los animales saben" y"Especies en peligro", o en algunos poe­mas de Irás y l/O volverás en los que late elintento desesperado por co nservar unafauna que día a día se extingue.

Pacheco com parte el jui cio del Salomónde los Proverbios, cua ndo éste ind icaba:"Observa a las hormigas, perezoso, e irni­ta sus costumbres" . En otro de los relatosde 1963, en Jericó, denuncia la barbaneque se tiene ante estos insectos , y con unaanécdota semejante construye una breveprosa llamada "Vida de las hormigas" enDesde entonces .

En esas condiciones Pacheco continúala construcción de su arca-bestiario, paraencontrar aliados en las hormigas, los ba­buinos, en las ratas y en todos aquellosque comparten las ruinas del planeta. Enlas narraciones de El viento distante(1963), aparecían sus adhesiones al reinoanimal, en Parque de diversiones escribió:"La muchedumbre regocijada con el do­lor de la elefanta admira el nacimiento deuna bestia monstruosa, llena de sangre ypelo, que se asem eja a un elefante" (p. 31).O más adelante cuando encuentra que:"Hábiles en su juego pero cobardes pornaturaleza, los chimpancés no tienen másdesempeño que el de bufones para diver­sión de los de adentro y los de afuera" (p.38). Estas palabras se conectan directa­mente con el Monólogo del mono, de su li­bro más reciente, ahí renueva su solidari­dad con los cautivos y los atormentadosentes de zoológico:

- - - - - - - ----'.;habitante que observa la diáspora y se en~ ' \ 'frenta a ella con el recurso del texto:

"El gato interrumpió el monólogo si­lentey de un salto de tigre cayó sobre la ratay la hizoun cúmulo de horror y sangre y carnepalpitante" (idem).

En la obra deJoséEmilio Pacheco "el tiern­po de la conciencia pura se vuelve así tiem­po existencial. Se determina por el serdel estar, que es la preocupación funda­mental, la angustia. Es esta preocupaciónla que se tiene delante de la muerte y de lafinalidad del hombre, y, por lo tanto, darásentido a la estructura del tiempo indivi­dual o temporalidad". Además en esteescritor el recuerdo siempre conduce a lasintuiciones futuras :

"El mundo será algún día de las ratas.Ustedes 'robarán en nuestras bodegas,vivirán perseguidos en las cloacas" (p .42).

En ese proceso se realiza un presente que seinserta en el pasado, que se hace vueltaatrás, pero que también transcurreen un instante que ve hacia sus posibilida­des próximas:

- En Desde entonces las referencias tempora­les son el asombro ante una realidad que semanifiesta en diferentes niveles deconocimiento; una se da en bruto, comouna velocísima estampida de caballos des­bocados, como el azogue amorfo; y éstasólo es aprehensible a través de la expresi­vidad y la organización científica, artísticao la del brujo que forman una interpreta­ción paralela al devenir de la tierra. Pache­co entiende que el mundo es un eterno de­saparecer, lo perdurable es la utopía, todose extingue porque nada es fuego eterno.

Los elementos de la noche (1963), No mepreguntes cómo pasa el tiempo (1969) , Irás yno volverás (1973) e Islas a la deriva, aligual que Desde entonces, son las reflexio­nes poemáticas de cuien se ve cercado, del

por otros dioses acuáticos- lleg~ a ad9ui­rir idéntica jerarquía a la del dios tribalHuitzilopochtli, claro reflejo de la potes­tad de las aguas que hacían a la ciudad fa­vorita de las deidades.

Ombligo del mundo y lugar donde laLuna se deleitaba con su propio reflejo,México Tenochtitlan, como Roma -o

'para remontar el cordón umb ilical, comoTroya- padeció variadas catástrofes.Como a nosotros, a sus habitantes -todoslos hombres, dice Borges- les tocaronmalos tiempos que vivir. Al poco tiempode su fundación y a lo largo de suexisten­cia sufrió inundaciones, sequías, hambru­nas y calamidades asociadas; un gran tla­toani, Ahuízotl, murió a consecuencia deuna inundación.

Su caída definitiva fue también produc­to de una desvastadora 'invasión que tras­tornó y modificó el sedimento, el entornoy la tradición que habían hecho el milagroposible. Y la ruina de la orgullosa reina delAnáhuac llegó a través del agua ; sólo has­ta que los españoíes dom inaron los lagos,pudieron derrotar completamente a suspobladores. Pero de alguna manera el re­cuerdo de la perdida grandeza de la ciudadde México nos acompaña cuando nos re­creamos con un cuadro como el que dibu­jan los autores de M éxico Tenochtitlan y

-su problemática lacustre y sólo nos quedael consuelo de recordar que ya en su épocase había sentenciado que': en tanto que per­manezca el mundo. no acabará la fama y lagloria de México Tenochtitlan .

El 'Río DE TINTA SEGUIRÁCORRIENDO

POR ANDRÉS DE LUNAJoséEmilio Pacheco . Desdeentonces. México, 1980.

. Era.En los textos de José Emilio Pachecoseasoma la sombra floreciente o ruinosa dela temporalidad, que se manifiesta comouna síntesis de las proposiciones de la con­ciencia contemplativa al estilo de Husserl,o con el flujo subjetivo del hombre en ac-

, ción tan cercano a Heidegger. Esto se pue- ,de comprobar en Desde entonces (1980),donde todavía resuenan los ecos juvenilesde Pacheco sobre ese tema; basta recordaralgunas líneas de Crecimiento del día(1962), en el que se lee:

" Letras, incisiones en la arena, en el va­ho. Signos que borrará el agua o el viento.Símbolos neciamente aferrados a la horaen que se cumple dentro de mí, al silen­ció".

Para después afirmar el sentimiento de loefímero.

... .. Ia ávida sombra que se cierne sobreel instante".

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. El último libro de José Emilio Pachecoreúne sus poemas de 1975 a 1978, algunospreviamente habían aparecido en Al ma~­gen (París, Imaginaria, 1976) y en Jardinde niños (México, Multiarte, 1978); Desdeentonces es uno de esos ejercicios en blan­co y negro, en los que el pesimismo anu~a

las coloraciones posibles. Es un poemanolleno de ambigüedades y espejismos, algose capta, puede ser, pero también es pro­bable que sea un simple reflejo, una tram­pa:

Todo el amorTodo el deseo

Apenas espejismos sobornosDe la incesante procreación (p. 41).

En algunos poemas de Pacheco se siente elvaivén de Ungaretti, su soledad y su desa­liento, sobre todo porque debe tener­se muy claro que toda memoria es espejis­mo y soliloquio, subjetividad que se aferraa las membranas de los objetos y de laspersonas. ¿Pero qué es todo esto? Simpleopacidad, y ésto es lo que Pacheco.ha que­rido cantar en Desde entonces: un instantesombreado lleno de presagios y añoran­zas.

DOS GÉNEROSFANTASMAS

POR JAIME MORENO VILLARREAL

Altaforu : ( Pocvrc-Lrctron-Lvs.ri), Nos. I y 2. 66.Rue Bou upa ric. Pan s v l. l r.rncc.

La labor del tr adu ctor no só lo es "ingratapor mal pa gad a" sino porque pocas vecesel lector de un texto escrito originalmenteen otra lengua se deti ene a aprecia r ese tra­bajo de tran sferencia lingüí sti ca que siem­pre -para bien o para mal - exige ser con­siderado com o una propiedad distinta y yaineludible de la obra .

No obstante, en nuestro pa ís la traduc­ción experimenta actualmente una exp an­sión con siderable que va aparejada con elascenso del negoci o ed itorial y -conjetu­ra- es debida en parte a cierta insuficien­cia competitiva de los autores vendibles delengua castellana ante las marej a.das denovela de sech able . Las grandes épocas,decía Pound. son épocas de tr aducción ; lanuestra es la gran época de las mala s tra­ducciones (con súltese catálogo Premia co­rrespondiente) . una época ~n la que hayque cuidarse de los buenos libros traduci­dos al vapor que se encogen entre los de­dos. Por esto es relevante la aparición deuna revista cuy o acento se marca primor­dialmente sobre la traducción ejercitadacomo quehacer artesanal. corno proyectoestrictamente liter ario.

. Altaforte es edit ada en Parí s por cuatroescritores: el peruano Armando Rojas. losmexicanos Antonio Santisteban y Alvaro

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Uribe, y el panameño Edison Sirnons, Hapublicado en sus dos entregas .cola.bor~­

ciones en español, frances, aleman e ingléscon sus traducciones (al francés cuando eloriginal es castellano, al español en los de­más casos) .

En términos de escritura, traducción ycreación no se hallan tan lejanas como lasversiones eficientes y rectas sugieren. Aúnmás, han sido y son tareas complem~nta­

rias e irresistibles una ante la otra. El inte­rés que en este renglón demuestran los edi­tores de esta revista aparentemente no sesustenta en la convicción de reivindicaresta suerte de género fantasma malversa­do por el a tánto la cuartilla; más. bien p~­

reciera corresponder a una necesidad edi­torial afectada en gran medida por la si­tuación personal de sus editores hispano­parlantes en París. Este hallarse en suconstante cruce de lenguas (dos de ellosson traductores para la UNESCO) posibi­lita el proyecto de la revista, la amplitudde su propuesta: "La tierra común del lati­noamericano es lengua ante todo: la abo­nan idiomas europeos y la habitan tradi­ciones que hablan en esos idiomas." Secre­tamente, se adivina la condición de desa­rrollo al trasluz de estas palabras. La dis­tancia geográfica del ojo crítico con res­pecto a América significa también una dis­tancia lingüística. En cierta forma, losmiembros de Altaforte trabajan como unacomunidad selecta -"marginal", se di­ría - con una disposición para el depura­miento que corresponde de manera in­quietante a una situación minoritaria: ladistancia lingüística no da solamente con­ciencia de hablante, exige en este caso vo­luntad de corrección.

Es quizás esta razón, aunada a la tiran­tez de las tareas del traductor profesionalcon gusto artesanal lo que produce ciertoprurito de transcripción que demuestran,por ejemplo, las traducciones que EdisonSimons hace en el segundo número de larevista a "Sur Watar", poemas de Jonat­han Boulting. Así,

(they) assert differenceswhence we lie

se convierte en un:

afirman diferenciasdesde donde yacemos o mentimos

en el que la intención de colmar en españollos sentidos del original forzando la tra­ducción -que en el fondo es buscar la lite­ralidad absoluta - da trágicamente al tras­te con el verso, pues destruye la ambigüe-dad 'al explicitarla. .

"Al igual que un idioma ° una tra~l­

ción esta revista es ante todo un espacrode comunidad, Lo común en nuestro ofi­cio es el placer de ejecutarlo", dice AlvaroUribe al presentar el primer número, yesta idea se realiza plenamente en otra delas tareas singulares que Altaforte se pro­pone, la de rescatar un segundo génerofantasma: el de la conversación. En ambosnúmeros se han transcrito fragmentos deconversaciones "más o menos improvisa­das" sostenidas por los miembros del gru­po, en las que sobresale de nuevo -ya ve­ces de manera chocante- la intención lite­raria. Algunos de los mejores momentosde sus páginas se localizan en estas pláti­casen las que la pulpa, más que la petulan­cia erudita que coquetea constantemente,es la ocurrencia hilvanada de la tercera ocuarta copa, que conduce a:

- No sé dónde leí que el mundo es unafalla de imprenta. Los libros serían la fede erratas.- y una revista, discreta corrección deestilo.

El primer número, aparecido a fines de1979, incluye poemas del alemán Jan Cor­nelius y de Alberto Blanco: un cuento deAlvaro Uribe y un texto de María Zam­brano. Cornelius, quien editara junto conMichael Speier la revista de poesía Parken Heidelberg, es sin duda uno de los poe­tas alemanes jóvenes más interesantes:

Me pertenece algo del mundola altura del Nortedel Este lo interno

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del Sur el abismo del manantialy el frío del Oeste 'me pertenece una parte de la redondezalgo de la cáscaraaquel fragmento blancoal quebrarel huevo del desayuno

-,

De Blanco se publican algunos poemas deGiros de Faros y otros del mismo corte;de Uribe, " Real de Catorce", cuento quedemuestra una voluntad de estilo poco fre­cuente en .auto res mexicanos jóvenes y quehace por cierto a este cuentista uno de losmenos prolíficos (¿afortunadamente?).Cierra el número "Antes de la oculta­ción", de ,María Zambrano, un escrito enrigor fuera de género que cruza de la prosaal poema con una larga mirada que hacede esta colaboración de la anci ana escrito­ra, paradójicamente, el texto más moder­no de la entrega.

En el número siguiente, aparecido a me­diados de 1980, sobresalen especialmentelos poemas de Jonathan Boulting y un tex­to de Robert Marteau, el único ensayo queAltaforte ha publicado hasta el momento:"A la vuelta de Acuario" . Completan laedición, en cuanto a poesía, AntonioSantisteban, ex-miembro de El Zaguán,como Alberto Blanco, y que a dif.erenciade éste -contenido, silencioso- desata unrecio golpeteo de imágenes y, una ironíaafrentosa; en cuanto a prosa, el guatemal­leca Arturo Taracena publica una "Cartaa Dolores " que da fe de la revitalizaciónactual de la literatura centroamericana.

Las traducciones de cada uno de estostextos significan algo más que la originali­dad de esta publicación, son la condiciónde su pertinencia intelectual: índice del de­sarrollo de sus editores. Del mismo modo,las conversaciones incluidas en ambas edi­ciones son algo más que divertimientos:delimitaciones del espacio difuso de unaescritura que carece de sitio por vocación.Dos géneros fantasmas que A ltaforte ejer­cita desde lejos con los ojos puestos en unretorno para siempre postergable.

SI N PENA NI GLORIA

POR ALBERTO PAREDES

Osvaldo Soriano, No habrá más penas ni olvido, Ed.Bruguera, Narrado res de Hoy, 32, Barcelona, 19801,59p.

El caso de Soriano, su curiosa paradoja, esya una leyenda: el novelista argentino pri­mero y ~ejor conocido en Europa por lastraducciones a italiano, francés y otrosidiomas que por el público hispanoparlan­te. Sabem~s de él por Triste. solitario y fi­nal, la agridulce novela de un escritor ar­gentino en Los Angeles indagando con el,

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invaluable auxilio de Philip Marlowe lasuerte final, la decadencia silenciosa de"El Gordo y el Flaco".

Su siguiente novela se propone comouna "satírica observación del fenómenoperonista", segúrl reza el prólogo aclara­torio. Observación -o ex posición y análisisson las coordenadas de No habrá más pe­nas ni olvido . La parte de exposición es ad­mirable. Soriano cifra en un pequeño po­blado, Colonia Vela, "el último gobiernode Juan Domingo Per ón, entre octubre de1973 y julio de 1974." Exposición y micro­cosmos políticos , firmemente afianzadosen todos los niveles de la organización lite­raria. Los personajes de representaciónpolítica están bien indi vidualizados y atra­pan en la primera impresión de lectura: es­tán vivos . Las escenas de acción están 10-

gradas, el a uto r crea y regul a el ritmo de ' ,los tiro s, golpes, bombazos, de que se ali­ment a la no vela , todo ent re interjeccionesy palabrotas nad a literarias. De hecho-lanovela es la exposición de un momento cli­mático en lo que se refiere a la acción másque al causalismo polít ico que lo ra­zone. La novela cuenta el pequeño golpede estado en Colonia Vela a cargo de losfascistas pseudoperonistas y la heroica re­sistencia de los buen os per oni stas viejos,

Ya alud í a l lenguaje, éste se incorpora ala din ámica de la histori a contada . Es unlenguaje dir ect o, volcáni co . Breve y preci­so . Asimila aquél de los per son ajes queemerge directamente de la anécdo ta . Es ellenguaje necesario y natural de la novela,surge de ella con pert inente fidelidad , es­pejo que la rellej a y refiere.

Mas la novela tiene su fa lla y se produceen el análisis (falla : escisión invo luntar ia ,accidente que dañ a el terreno) . Desde elprólogo podemos advertirla . Soriano qui­so ser únicamente el "observ ador" de la si­tuación política y refer irla . Para su mal, laliter atura no es nad a más eso, tambiénopina, j uzga . De ahí qu e su análisis, supostura, su eva luación del fenómenotranscurran si n co nt ro l, inadvertidos-quizá involuntar iam en te- y funcio nencon engaño . Al desatender el inevitablean álisis, éste fall a: no se asume ni intentadelib eradamente un con ocimiento evalua­tivo de tipo hist óri co en una novela de de­liberada representaci ón polít ica. Se llega,en lo más bajo , a la ingenuida d de buenoscontra malo s, del hér oe-víctim a contra elvillan o-vencedor.¿Qué mon struo ideo lógico es el peronismoque permite (aun más: produce) dos fac­ciones tan opuesta s hasta el aniquilamien­to '? Nosotros fo rmulamos la pregunta por­que el texto la hace . Soriano pudo, es decirdebió, llevar más lejos la misión de fiscalíade su narrativa : no só lo pre sentar las prue­bas inculpadoras, tam bién proferir con fir­meza y COIl razón su " yo ac uso" y comple­tar el periplo, ser un fiscal completo. ¿Quées el peronismo más allá de la causa de unsórdido y criminal enredo político? La no­vela estaba en el camino de la respuesta,pero Sori ano no llegó a describir el cuerpocorrupto con la minuciosa saña que tuvo

. ~

Page 6: 88 - f002.backblazeb2.com · nos asombrosa que la historia de Roma. Tenochtitlan, como Roma, empezósiendo una pobre aldea que en menos de doscien tos años llegó a ser también

r! f t S en Colonia Vela.para recrear sus e ec o . .

El prólogo, al tratar de s.upbrla, desc~.-bre con mayor i n cle,?1 e ~cta la. c~r~n~ l afundamental. Es un anadldo d~ tndlc.aclo­nes políticas e históricas Y de Inte~ClOnesdel autor. Todo ello se anexó al d.l scursonarrati vo pues éste no lo contIene ni osten­ta satisfactoriamente. El autor nos lo susu­rra a deshora y en la forma i n adecua~a .

Es posible advertir, junto a la anterior,ciertas características provechosas de Nohabrá más penas ni olvido. Por ellas des~~­brimos el estilo de Soriano. pue s tambi énse encuentran, felizmente, en su rrimeranovela. Sus héroes -porque de heroes setrata - saben que les está prometido el fra­caso pero ello no los hace abando na r la ta­rea, no se desesperan , ni siquiera pierdensu noble ironía sin amargura. Se enfrentana los grupos humanos adueñados del,Po­der por algún inexplicable malentendido,personajes que en general son más torpesque malvado s. Entre los protagoni stas secrea camaradería singular. que es el mejorlenitivo a sus múltiples derrotas. Todo locual da un ton o de farsa de la que sale be­neficiada la novela y que muestra con cla­ridad la art ifícialidad insosten ible del esta­do de cosas que por lo pronto padecen sushéroes.

En No habrá /lUÍ.\' pellas IIiolvido prevale­ce, para bien, una visión de Latin oaméricaen que peque ños grupos de acti vistas, re­presentados por personajes moralmentevaliosos, simpát icos y so lita rios. auxilia­dos por los contingentes populares explo­tado s libran una ejemplar lucha' no necesa­riamente estéril contra los gor ilonc s. Espe­remos la próxima novela de Osvaldo So­riano (la solapa ya habla de Cuarteles deinvierno, así, en españ o l. quid ésa.. . ) don­de a sus elogiables y seguras dote s descrip­tivas añada una agude za reflexiva que lepermit a adentrarse m ás en los as untos quele atañen tan de cerca y regrese así, par asuperarlas, a las glorias de Trist e, solitarioy final.

PARA VERTE MEJOR

POR JORGE CRUZ

Un con trapunto de bond ad (representa­do por Caperucita y su secuela de ingenui­dad) ~ de maldad, a cargo de los lobos, sedespliega en el texto. Pero ambos contra­puestos mundos tienen un común denomi­nador, un ardiente enlace, un clima solarúnico: el color rojo en sus modalidadesmás exaustivas y sutiles.

Las alusiones al rojo van desde los "au­llantes carbunclos" hasta "las liras deMarte" , sin olvidar " la nota roja sin cruzroja, la zon a roja de focos rojos sin bené­volos pieles rojas ni chambelanes rojos" .Or iginal arguc ia para componer un poe­ma.

Con algún esfuerzo nos imaginamos lametodología del autor. Primero, elabora undiccionario pri vado de sinónimos delrojo , que engarzará después en imágenesque, a su turno, serán sometidas al rigordel tema ya mencionado. La develación deeste método -¿truco?- no significa quesube st imemo s la condición de poeta deMejí a Valera . El arranque, el punto depart ida de un texto puede ser la premedi­tada selección de vocablos o la exper ienciamás azarosa. Acaso lo que tradicional­mente se llamaba inspiración, ¿no es la su­til mal icia o el azar mismo?

Qui zá el método de Mejía Valera con­sista exactamente en lo contrario. De cual­qu ier manera, para la críti ca interesa elconjunto, la obra acabada, la construc­ción definitiva que, en el caso de Para ver­te mej or, es la santificación de Caperucitay la condenación de los lobos a vivir eter­namente agazapados en un cand il mi­núsculo.

Hablamos de una oposición de bondady maldad . Pero esta dicotomía se rompecuando Mejía Valera habla de un infiernoen que Caín y Abel son igualmente rojos ycuando emite un juicio pesimista sobre eltrasm undo de los justos: " el cielo es másinsensible y furtivo que el infierno. El cieloes el humor vítreo de una execrable hogue­ra" .

Conflicto y conciliación de elementospoét icos en una arquitectura que no porceñirse el color rojo disminu ye su ambicio­so oscilar entre una movediza tabla de va­lores.

Hallamos en el texto patetismo, convul­sión interior que no decrece ni en un con­texto de humor como el que hallamos en:"Sobre tu desfalleciente pecho se deslavanlas camisas socialistas y, en bosques acol­chados, se endulza el agua de Jamaica y re­volotean el pico el tucán y la nariz del bo­rracho copioso de sentencias" .

Tampoco es ajeno el poema a connota­ciones erud itas como la identificación deCaperucita con la mártir María Goretti ,lacita de Enyo Belona, de Prometeo, de Ro­bespierre y Marat, de Eric el Rojo, que enun solo afán se precipitan , y que se hallanimpregnados de una ráfag a purpúrea.Toda ello dentro.de los feudos rojizos delos lobos y el incendiado cielo donde yaceCaperucita.

Hemos denunciado el método de MejíaValera, sostenemos que una ligazón esen­cial, en este caso el rojo, unifica un temaarbitrario; creo que hablamos de un "tru­co" atribuido por mi o consubstancial deMejía Valera. De todas maneras, en todaspartes, Para verte mejor derram a incolo­ra poesía . No sé si la poesía tuvo algunavez algún color. Solo se que el texto deMejía Valera, pretenciosamente aspira aanudar el arco iris. Raimbaud convirtió elarco iris -creo- en una brida, el autor dePara verte mejor lo aprisiona, lo somete,lo compendia, lo reduce hasta volverlo alcolor que él quería.

Hace algún tiempo fue el blanco, ahoraes el rojo vivo, vivo, viviente de poesía.

Pontífice de la palabra, Papa de las con­sagraciones, Mejía Valera exuma de suimaginación un expediente de santidaddonde discurre la inocencia de Caperucita.El poeta propone la jerarquía de su patro­cinada, y él mismo se la otorga con pres­cindencia de cualquier conciliábulo decardenales. Funciones que la tradición só­lo concede al primado de la iglesia y que elpoeta - el auténtico poeta- asume sincomplejos, encuestas sobre milagros, niotra aspiración que no sea su propio capri­cho.

Manuel Mej ía Vulera, Para verte mej or, Cu adernosde estr aza, México, 1978.

Aceptado es que el poeta que acata con re­gocijo su papel transformador de esenciasvuelva lo insólito cotidiano y transform~lo cot idiano en sorprendente dentro delámbito es.téti~o . Pero hasta ahora, que se­pamos, rungun poeta lat inoamericano haasu~ido -¿tomado por asalto? el poderpontifical, de otorgar la santidad a unaalegoría infantil. Es el caso de ManuelMejía yalera, ~ue en Para verte mejoren medio de ruttlantes imágenes, da el tra­ta~iento de Santa a la tierna CaperucitaROJa.

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