8 Premio Literario Domingo Puente Marín

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CAOS Llamas, gritos, fuego, dolor, rodeaba el escenario. Nadie se podía imaginar lo que había sucedido. Me encontraba aturdida entre una marea de polvo, intentando descubrir que había pasado.

Mi mente me sugería que todo iba bien, pero mi corazón se aceleró súbitamente al sentir el calor rozando mi piel. El eterno zumbido llenaba mi cabeza, aturdiéndola cada vez más, sin que pudiera hacer nada por remediarlo. Intenté levantarme pero algo iba mal, mi cuerpo no respondía a ningún estímulo… Intentaba abrir los ojos, pero una fuerza casi divina me lo impedía, como si me avisara de que la ignorancia haría más llevadera la cruda realidad.

En ese momento, sentí cómo tomaban mi mano, me la acariciaba y de forma grácil la posaban contra mi pecho, mientras que algo frío se abría paso por mi ser. No podía comprender lo que pasaba, ayer estaba tranquilamente disfrutando de un día de juegos con mis niños y hoy me debato en una lucha que no sé si podré vencer.

Era insólito que esto me pudiera pasar, algo tan sencillo como articular palabra se me vetó, mi expresión me fue coartada sin aviso previo. ¿Qué he hecho? ¿Por qué a mí? ¿Me lo merezco?

El zumbido se hizo más fuerte, la opresión en mi pecho aumentaba mientras intentaba otear la realidad de esta existencia, de MI existencia. Todo iba a colapsar en momentos, mi realidad se estaba haciendo añicos como un triste puzle al que le falta una pieza. No podía permitirlo, pero algo evitaba que volviera en sí.

Nunca había deseado tanto volver a ver a mi querido Carlos, a Diana y a mi pequeñín. ¿Por qué es en estos momentos cuando nos damos cuenta que la vida humana es tan insignificante? ¿Por qué no les dije antes que los quería, que adoraba sus travesuras o simplemente que eran lo más importante de mi vida? Y no sólo a ellos, sino a todas las personas que me acompañan día a día y que no dejan de enriquecer y llenar de gozo mi vida sin esperar nada a cambio.

De repente, reconocí esa forma de acariciar mi mano. Era inconfundible, era Carlos, mi marido. Intentaba decirme algo, pero no lograba entenderlo, ni descifrar lo que me decía. Sólo conseguí distinguir unas palabras, entrecortadas por un llanto inconsolable…

• No… me… abandones…

Todo se me removió por dentro, me quedé paralizada, congelada, inerte, sin saber cómo reaccionar. No podía evitar sentirme mal al saber que estaba haciendo sufrir a mi familia, por algo que no he buscado. Sólo quería que todo esto acabara.

Mi deseo pareció hacerse realidad, el dolor se hizo con el control de mi cuerpo, como papel dejándose llevar por una brisa de primavera. Actuaba sobre mí y aunque seguía luchando no conseguía recuperar las riendas. Debería hacer algo o sería demasiado tarde…

Mi mente me abandonaba por momentos, como si quisiera ir a un lugar mejor. El calor que Carlos me trasmitía se fue tornando en frío hielo que herían como puñales. Uno tras otro parecían clavarse en mi alma, difuminando los recuerdos de mis seres queridos.

Lo que antes era caos, malestar, duda, se iba tornando en paz y tranquilidad. Pero sólo podía pensar en una cosa antes de que todo acabara. Mi cuerpo se relajó y de mis labios brotaron unas palabras que dejarían huella. Sólo pude decir: “PALABRA y VOZ”

Puede que me hayan arrebatado la vida, la alegría… pero hay algo que no podrán callar jamás y es la PALABRA y mi VOZ, esto es algo que nunca podrán obtener aquellos que intenten silenciarnos por la fuerza o aplicarnos sus ideales.

Habré dejado este mundo, pero también he dejado un recuerdo imborrable en los corazones de todos mis seres queridos que nunca desaparecerán y que mientras existan, sé que nadie podrá callarnos y mucho menos silenciarnos.

En su epitafio apareció lo siguiente: “Ya sea con una sola palabra, ya sea VOZ, LIBERTAD o EXPRESIÓN, repetida una sola vez por todos los que compartimos este mundo, su significado se hará fuerte y será algo con lo que ni siquiera las armas podrán arrebatarnos.”

Miguel Castro Robles PREMIO CATEGORÍA ADULTA

POR EL PENSAMIENTO LIBRE Y LA DEMOCRACIA

Despertarme por la mañana pensando dudosamente, si todo irá bien o mal a lo largo del día en mi trabajo, en el tiempo que tengo para el café, en el camino de vuelta a casa en coche, si algún día tras mi ida me recordará alguien, me doy cuenta que no soy nada solo un compuesto de polvo al igual que las demás personas con sus brazos, sus piernas, su cabeza, su cuerpo, sus 8 0 9 litros de sangre corriendo por sus venas al igual que en las mías, con sus órganos, con esa bomba que nos impulsa a vivir bombeando en nuestro lado izquierdo que se asocia a los sentimientos más emocionales y que nos marca dolor cuando alguien se va, son esas las lagrimas perdidas, escondidas bajo la piel que están matándome.

Sólo sé que todos somos iguales en carne y hueso, pero no somos iguales a la hora de pensamientos, libertades, culturas, leyes, gustos, colores; siempre habrá algo que nos haga diferentes a las demás criaturas de la naturaleza o del universo, a cualquier animal o planta, pero sin embargo; siempre existen parecidos con los animales como el león que caza a su presas para sobrevivir; eso fue lo que me quitó la vida, ser la presa de un león amenazado por una fuerza superior que no le dejaba liberarse, el cual quería darse a conocer hasta que se le fue todo de las garras y comenzó a sembrar el miedo, la gente es presa de un león que es presa de una fuerza superior que no podemos controlar “nuestra mente”, esa capacidad que tenemos de ser únicos imparables, de ser nosotros mismos, pero, ¿Por qué pagar justos por pecadores?.

Aquel día volví a casa, no puede ver lo que sucedía, que se respiraba en el ambiente, sólo sé que el león era de las orillas del Cantábrico y yo de las faldas de Sierra Nevada, esa no es excusa para juzgar a las demás criaturas del Cantábrico, pero si es razón para juzgar a los leones por sus ansias de libertad que acabaron con lo que yo más quería mi “libertad”; esa libertad que usaba constantemente para viajar, leer libros, opinar sobre los temas del momento, soñar en mis sueños a moverme pisando el suelo; soy libre para elaborar mi opinión sobre tus opiniones al igual que tu eres libre para hacer lo mismo con las mías, no seas egoísta ni impostor para quitarme mi derecho a la libertad y para imponer tus opiniones, porque ahora no tengo nada.

Angela Puente Martín PREMIO CATEGORÍA JUVENIL

La libertad de expresión

Otro año más, Domingo Puente te volvemos a recordar,

vecino de nuestro Güéjar natal y al que nunca podremos olvidar.

Hacer una mención especial a tus seres queridos

los que perdieron y sufrieron más el que tú ya no estás.

Gran persona se llevaron y como la tuya, muchas vidas arrebataron,

malas personas sin sentimientos que no tienen corazón

ni buenos pensamientos.

En este día nos volvemos a reunir para recordarle a esos seres malos que tu recuerdo nunca va a morir

y que un nuevo triunfo hoy vamos a conseguir.

Por eso digo que me provoca un gran malestar que a todas, esas buenas gentes

sin quererlo, la vida se les fue a quitar y a todos los que han sufrido un montón

por arrebatar la vida de sus seres queridos, sin ninguna razón.

Para toda esa gente, les digo en alto y de todo corazón

que viva la libertad de expresión.

Lucía Quirós Megías PREMIO CATEGORÍA INFANTIL