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SEa:I:'ll DE OBRAS DE. f lLOSOrfA EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EN LA fILOSOFA Y EN-U CIE.II/CIA MODERNAS I /

E RN5T CA55 1 RER Traduccin de \VI'NCJ'.SLAO Roces EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO EN LA FILOSOFlA y EN LA CIENCIA MODERNAS 1 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CoNOCIMIENTO EL DESCUBRIMIENTO DEL CoNCEPTO DE LA NATIJRALEZA Los FUNDAME NTOS DEL IDEAUSMO FONDO DE CULroRA ECONMICA Mexico

Primrnlid6n en akmn 1906 Prim~Ta Iicin n "paol, 1953 Quina r('impr~6n, 1993 T IUIo OI'"iginal: Da. F,.,4ntlm.sproh/rot 'rl de,-"' ilt=p ' j~ ,,,,d J.tJ.'..... .(/,afl J,.,. tl....""'" ail, 1 e 1906, Bruoo Cassirer Vcrbg, Berln D. R 195~ . FONDO N: CUL1lJM F.co~j,".... D. R e 1 0l~ , FONDO!lECuLnrrv. EcoNOrtllr ,s. A ruG V. Carretera r'rad~ ": " KO ""71'-"'1" n F .~~ . -~ , "."'""~ " 'llfO, . ISBN !I(~ lf..2276..6 (O hra com pleta) ISBN 96fl-!C..22772 (Volumen 1) Impreso " 0 Mxiro PROLOGO SE. PROPONE esta obra, cuyo primer volumen entregamos a la im prenta, iluminar y esclarecer los orgenes y el desarrollo histricos delproblemafundamental dela filosofa moderna:el problemadel conocim.ien.to. Todos los afanes del pensamiento moderno tienden, en ltimo resultado, a dar solucin a un problema supremo y comn: si nos fijamos bien, vemos que van dirigidos todos ellos a elaborar, en una trayectoria continua, un nuevo concepto del conocimiento. Sera falso, ciertamente, empearse en buscar el rendimiento del pensamiento filosfico mod erno nica y exclusivamente en el campo de la lgica. Pero no podra, en cambio, desconocerse que las diferentes potencias espirituales de la cultura que cooperan a lograr un resul tado definitivo slo pueden desplegar su eficacia plena

gracias a la conciencia oerica de s m.i.nnas que pugnan por al canzar, con lo cual, indirectamente, van transform ando al mismo tiempo, sin duda alguna, poco a poco, el problema general y el ideal del saber. T od a poca posee un sistema fundamental de conceptos y premisas generales y ltimos por medio de los cuales domina y ordena en unidad la variedad de la materia que la experiencia y la observacin le suministran. Ahora bien, a la intuicin simplista e incluso a la consideracin cientfica, si no la gua una introspeccin crtica, estos productos del espritu se le antojan, a su vez, como formas rgidas y definitivas, plasmadas de una vez por todas. Los instrumentos del pensar se transforman, as, en objetos subsistentes; los postulados libres del entendimiento se contemplan, a la manera de rosar que nos rodean y que JlO6 limitamos a aceptar pasiva mente. De este modo, la fuerza y la independencia del espritu, tal como se manifiestan en la plasmacin del contenido directo de nuestras percepciones, se ven circunscritas de nuevo por un sseema de conceptos fijos que se enfrenta al espritu como una segunda realidad, independiente e inmutable. la ciencia se encarga de ir matando, paso a paso, la ilusin que nos lleva a atribuir a los 7

PROLOGO objetos mismos las sensaciones subjetivas de nuestros sen Pero, en lugar de ella, surge otra ilusin no menos peligro del concepeo. Aunque la "marera" o el "tomo" no pretendan, tomados en su sentido puro, significar otra cosa que los medios con ayuda de los cuales adquiere y asegura el pe.ru.amiento su seor sobre los fenmenos, se convierten con ello en poderes propios independientes a quienes aqul tiene que rendir pleitesa. Para desarraigar este dogmatumo de la concepcin usual no hay ms que un camino: el del anlisis crlrieo, que esclarece estructura y las leyes interiores de la ciencia, a base de sus prin cipics. lo que el dogmatismo considera como un contenido autr quico y fijamente circunscrito, se revela as como una condicin parcial e intelectual del ser, como un momento conceptual suel to, que slo adquiere su verdadera eficacia dentro del sistema total de nuestros conocimientos fundamentales. Ahora bien, esta reduccin puramente lgica, necesaria e in excusable sin duda alguna, es, al mismo tiempo, muy difcil. De aqu que el anlisis sistemtico del conocimiento no deba rehuir, en modo alguno, los medios auxiliares que la consideracin his~ triM del problema le brinda por todas partes. Por este camino, P:xJemos alcanzar casi sin esfuerzo y con toda la claridad apete cible una de las metas principales a que tiende la crtica intrnseca de los principios desde los primeros pasos que damos por l, se esfum a por s misma la imagen engaosa de lo "absoluto". Al considerar las premisas de la ciencia como un ~s u ltndo

las reconocemos al mismo tiempo, por elto mismo, como ~s del pensamiento; al penetrar en su rdarividad. y condicionalidad histricas, se abre ante nosotros, simultneamente, el panorama de su incontenible desarrollo y de su capacidad creadora, sin ce sar renovada. las dos direcciones de la investigacin se engarzan y entrelazan aqu sin el menor esfuereo y como sin buscarlo. La agrupa cin sistemtica de los conceptos Iundamenrales y su interdependencia interior vuelven a proyectarse ante nosotros, de un modo'claro y tangible. en la imagen de su aparicin histrica. Y, del mismo modo que no podramos llegar a comprender y exponer este desarrollo sin tener constantemente ante la vista, en un esbozo ideal, la ootalidad de aquello hacia que tiende, no lograramos tampoco PROLOG O forma definitiva con plena claridad si antes no la hiciraesfilar por delante de nosotros tal y como va naciendo, en diversas partes. nspirndonos en esta concepcin fundamental, hemos intencombinar, en la exposicin de esta obra, el inters sistemtico inters histrico. Hemos considerado como un requisito necesario y evidente, e el primer momento, el estudiar en las fuentes histricas miscmo van desentrandose los conceptos fundamentales, apondo y justificando directamente a la luz de ellas cada uno de pasos de nuestra exposicin y de nuestras conclusiones. No mos querido solamente reproducir los distintos pensamientos cuanto a su sentido general ajustndonos plenamente a la fidelidad histrica, sino tambin examinarlos dentro del horizonte inectual concreto en que surgieron y comprenderlos a la luz de l. Es aqu donde esperamos y confiamos que la crtica contraste ncienzudamente los resultados de nuestras investigaciones; cuanms precisas y rigurosas sean sus observaciones, mejor recibidas rn por nosotros. Laslagunasdenuestrosactualesconocimientos el campo de la historia de la filosofa han sido apreciadas y ntidas por nosotros con mucha fuerza, en la aprontacin y clasiacin del material histrico, y ello hace que nos dispongamos a cibir con los brazos abiertos todo lo que en este punto puedan aportar las nuevas y meticulosas investigaciones especiales. Cuanto ms preciso y claro sea el conocimiento del detalle, con mayor claridad resaltarn tambin ante nosotros las grandes conexiones intelectuales, en la materia estudiada. La lgica inmanente de la historia se impondr con tanta mayor claridad a la conciencia cuanto menos directamente la busquemas, deslbndola en los fenmenos mismos poi' medio de un esquema definitivo. Claro est que debe reconocerse desde el primer momento una cosa, y es que la un.idnd interior que engarra los distintos hechos no viene dada directamente con estos hechos mismos, sino que son las snresis del pensamiento quienes tienen que crearla. El derecho de proceder a tales sntesis no necesita someterse a ninguna prueba especial hoy, en que se comprenden y formulan tambin con mayor claridad las premisas mismas de la historia en cuanto a la teora del conocimiento; n

PROLOGO es el mtodo general, sino simplemente su aplicacin especial, lo que puede ser objeto de discusin y de crtica. Es evidente qu e la historia de la filosofa. si verdaderamente quiere ser una ciencia, no puede consistir en una simple coleecin de hechos, en la que estos se sucedan en abigarrada mescolanza: tiene qu e ser, por el contrario, un mtodo que nos ensea a comprenderlos. Es cierto que los principios en que para ello se apoya, son siempre, en ltima instancia, principios "subjetivos"; pero esto slo quiere decir una C068, y es que nuestro modo de ver, en esto como en todo, se halla condicionado por la regla y por la ley de nuestro C'Ol"lDcimienlo. La barrera que esto parece levantar se salva con slo verla y comprenderla, es decir. tan pronro como los fenmenos nmediaramenre dados y los conceptos que nos sirven de medios para explicarlos tericamente, dejan de confundirse en una unidad indistinta, para enfocarlos y captarlos por separado, tanto en su interdependencia como en su relativa sustantividad. El deslinde del campo estudiado y los puntos de vista que nos han guiado en el modo de tratarlo, intentamos razonarlos en la Introduccin. La formulacin general del problema exiga que el estudio emprendido no se limitase a examinar los distintos sistemas filosficos en su sucesin, sino que tuviera siempre presentes, al mismo tiempo, las corrientes y las fuerzas de la cultura del espritu en general, y sobre todo el nacimiento y el desarrollo de la ciencia exoaa: A esta ampliacin se debe el que el primer volumen de la obra, que aqu ve la luz, no vaya ms all de los romi~s de la mo-derna filosofa. La riqueza del Renacimiento filosfico y cientfico, que apenas si comienza a vislumbrarse, y no digamos a dominarse, requera un detenido estudio. No en vano se contiene aqu el fund amento original y seguro de todo lo que viene despus. El segundo volumen arrancar de la filosofa emprica ingleISa, para estudiar luego, en una doble direccin, el desarrollo del idealismo a partir de Leibniz y la trayectoria de la ciencia de la naturaleza, partiendo de Newton. Ambas corrientes confluyen ms tarde en la filosofa crtica, cuya exposicin dar cima a nuestra obra. Los trabajos preparatorios del segundo volumen estn ya tan adelantados, que confiamos en Que muy pronto podr ver la luz. ERNST CASSlRER INfRODUCCION 1 EL CONOClMlENTO, concebido de modo ingenuo, es un proceso por el que elevamos a conciencia. reproductivamente, una realidad ya de por s existente. ordenada y estructurada. La actividad que el espritu desarrolla para ello se limita, as considerada, a un acto de f'epetidn.: se trata. simplemente, de copiar en sus rasgos concretos y de asimilarse un contenido que aparece ante nosceros

en trabazn fija y acabada. Entre el "ser" del objeto y el modo cmo se refleja en el conocimiento no media, para esta concepcin del problema, ninguna divergencia, ninguna contradiccin: entre uno y otro existe solamente una diferencia de grado, pero no de naturaleza. El saber que se propone abarcar y agotar el coniunto de las cosas, slo puede ir satisfaciendo esta pretensi6n poco a poco. Su desarrollo va logrndose por medio de una serie de pasos concretos y sucesivos, que le permiten captar y elevar a representacin. gradualmente, toda la variedad de los objetos que tiene ante s. La realidad, as considerada, se concibe siempre como algo existente de por s, como algo yacente y fijo, a que el conocimiento va dando la vuelta en todo su contorno. hasta que logra aclarrsela y representrsela en todas sus partes. Pero ya los primeros rudimentos de la consideracin terica del mundo hacen vacilar la fe en la esequibilidad, ms an, en la posibilidad interior de esta meta que la manera popular de ver traza al conocimiento. Con ellos, se ve claro en seguida que el saber conceptual, cualquiera que l sea, no consiste en una simple repe ticin, sino en la estructuracin y la mm.sfonnacin interior de la materia que el mundo exterior nos proporciona. El cono-cimiento cobra rasgos peculiares, propios y especficos, hasta llegar a distinguirse cualitativamente del mundo de los objetos y a contraponerse a l. No importa que aquella fundamental concepcin ingenua pe-netre profundamente, de hecho, en la teora abstracta y afirme su predominio: los comienzos de la ciencia arrancan ya, indirecta 11

u INTRODUCCiN mente. las races de esta manera de concebir. El problema, ahora, ha cambiado: ya no se trata simplemente de una descripcin imitativa, sino de la seiecc n y la agrulXloCifL crtica, ti la vista de la muchedumbre infinita de las cosas perceptibles. Los datos dvergentes de las sensaciones no son aceptados uniformemente y por igual, sino interpretados y transformados de tal modo, que se combinen en una unidad sistemtica y armnica consigo misma. Lo que ahora constituye la imagen protctipica y ltima por la que medimos la "verdad" de nuestras representaciones no es ya simplemente la cosa concreta, sino el postulado de la cohesin interior y de la ausencia interior de contradicciones. Gracias a este postulado, el "ser" indistinto y uniforme de la concepcin ingenua se desdobla en dos campos separados, la zona del conocimiente autntico, esencial, se deslinda del campo de las simpies "apariencias" y de las opiniones m udables. El entendimiento cientfico aplica ahora a 10 qu e es, como pauta, las condiciones y pretensiones de su propia naturaleza. No entremos a indagar aqu, por el momento, la razn de ser y la jus-tificacin de estas pretensiones; el pensamiento, seguro de s mismo y sin la menor reserva, maneja con pleno dominio los conrenidos empricos y determina por s mismo los criterios y las leyes con arreglo a los cuales han de modelarse, En esta elaboracin activa de los objetos, van destacndose poco a poco, de un modo cada vez ms claro y ms consciente, la determinacin y la peculiaridad lgicas del conocimiento. Sin embargo, el pensamie nto no puede aferrarse a esta primera y simplista certeza de s mismo, por muy importa nte y fecunda en resultados que le parezca. La critica ejercida por l sobre la imagen del universo que la intuicin directa le suministra encierra para l mismo un problema apremiante y difcil. Si el conocimiento no es ya pura y simpleme nte la copia de la realidad sensible concreta, si es una forma originaria propia, que se trata de ir acuando e imponiendo poco a poco a la contradiccin y a la resistencia de los hechos sueltos, cae por tierra con ello 10 que hasta ahora vena sirviendo de base a la certeza de nuestras representaciones, Ya no podemos comparar stas directamente con sus "originales", es decir, con las cosas del mundo exterior, sino que tenemos que descubrir en ellos mismos la caracterstica y la It-ITRODUCC ION inmanente que les da firmeza y necesidad. Si el primer paso ' en abolr la aparente seguridad y estabilidad de los obnuestras percepciones, para asentar la verdad y la conssuucin del ser en un sistema de conceptos cientficos, [cmo no conocer ahora que tampoco estos conceptos nos ofrecen un pa onio ltimo, inatacable e incuestionable? Con este descubrimiento, da su paso ltimo la introspeccin sfica. del espritu. Si a la ciencia le basta con reducir el mun

multiforme de los colores y los sonidos al mundo de los tomos los movimientos atmicos, dndole certeza y permanencia en llll serie de unidades y leyes ltimas y constantes, el problema rnticam ente filosfico surge precisamente all donde estos ele. cntos originarios del ser son concebidos, a su vez, como creccc es eJe! pensamiento. Claro est que, con ello, parece como si recaysemos de nuevo para siempre en aquel mismo terreno de la ilimitada rela.cividad l que creamos haber escapado. La realidad de los objetos se di elve ahora, para nosotros, en el mundo de la conciencia; el mundodelascosasha sidosustituidoporun mundoespiritualde nceptos puros y de "hiptesis". Ahora bien, en el campo de 10 espiritual no se dan una con renciayuna"existencia"quepuedan compararseconla"existen cia" de los objetos de la naturaleza. La realidad de un contenido, en este campo, consiste siempre en el proceso en que es descubierto y trado ante la conciencia; no comprendemos nunca el ser, sino por su proceso de desarrollo y por las leyes de su nacimiento. Por donde la propia esencia de aquellos conceptos kSgicos Iundamen tales que la ciencia desarrolla por s misma exige que no los consideremos como estructuras separadas y desprendidas las unas de las otras, sino que las captemos, por el contrario, en su suce sin y dependencia hist, i,'l1S. Con ello, nos vemos amenazados por el peligro de que desapa rezca ante nosotros todo punto de apoyo sistemtico. Las unidades del pensamiento con ayuda de las cuales tratamos de desenredar

la mamila de los Fenmenos, no se detienen por su parte en nin gn sitio; se desplazan y se suceden incesanteme nte las unas a las otras, en un abigarrado juego de cambios. En vano nos esfora remos por arnrtar y retener determinadas formas fundamenta

IN'TROOUCCI ON permanentes de la conciencia, ciertos elementos dados y constan-tes del espritu. Todo "a priori" afirmado de este modo como un don infalible del pensamiento, como un resultado necesario de 6US "dotes" psicolgicas o fsiolgicae, se revela a la postre como un obstculo sobre el que, tarde o temprano, acaba saltando el progreso de la ciencia. Si confibamos en volver a encontramos aqu, en las sntesis y en los criterios del pensamiento, con lo "absoluto", sustrado a la accin de las percepciones inmediatas, sufrimos ahora un des-engao; a cambio de ello, obtenemos solamente conatos e inten-tos hipotticm sin cesar renovados, que pugnan por expresa r y resumir el contenido de la experiencia, en la medida en que se nos revela en la fase a que ha llegado nuestro conocimiento. lNo incurriremos en arbitrariedades si nos empeamos en fijar e imponer como modelo y como regla a la futura investigacin uno cualquiera de estos mltiples sistemas? Son acaso nuestros conceptos, pueden pretender ser otra cosa que simples signos de calculo, cifras provisionales que nos permiten abarcar con la mirada y exponer el estado de nuestro saber emprico en un momento dado? El pensamiento, por tanto, no ha hecho ms que describir un crculo: empez criticando y rectificando las percepciones con los conceptos, para encontrarse: ahora, al parecer, con que la experiencia sensible, en su incesante progreso, constituye la suprema instancia ante la que ha de legitimarse sin cesar roda creacin conceptual. Cierto es que ya no puede seguirse afirmando, dentro de esta concepcin. aquella unidad y unif~midad conceptual de la experiencia que, ton la primera fase, se daba simplistamente por supuesta y que ahora no es sino uno de tantos postulados conceptuales cuya vigencia puramente relativa se ha puesto en claro. Nada nos asegura ya que en el momento menos pensado no se derrumbe y se destruya. ante el descubrimiento de un nuevo hecho, todo aquel contenido conceptual, trabajosa y necesariamente edificado por el pensamiento. Hemos cambiado la "naturaleza" una e inmutable, que al principio considerbamos como patrimo-nio inconmovible, por el juego de nuestras "representaciones", no gobernado ya, al parecer, por ninguna regla interior. Por donde esta conclusin final en que viene a desembocar la INTROOUCCI ON consideracin histrica del curso de la ciencia, destruye el sen rido y la misin de la filaroJa. y no debemos cerrar el paso a esta consecuencia obligada, sino, POI' el contrario, aceptarla y desarroll arla. No bastara, en efecto, tratar de enfrentarse a ella con la afir

macin de que las realizaciones precedentes del pensamiento y de la investigacin aparecen ya contenidas y "superadas" en las que las siguen, como momentos necesarios. Losdistintos sistemas conceptuales no brotan los unos de los otros en una sucesin tan sencilla y rectilnea como esta construccin presupone y requiere. El curso emprico del conocimiento no discurre de tal modo que susdistintasfasesse vayanencadenando yalineandoexternamente para ir completando entre todas, gradualmente, una concepcin total y unitaria. No las mltiples concepciones del mundo no se enfrentan las unas a las otras en una linea cuantitativa y cons-tante de crecimiento, sino en la ms aguda contradiccin dalctlce. El sistema lgico precedente tiene que ser destruido, para dejar el puesto a otro nuevo, levan tado sobre cimientos totalmente distintos. As, vemos cmo un concepto que a una poca le parece con, rradlcrorio consigo mismo es empleado por la siguiente como instrurnento y condicin necesaria de todo conocimiento; incluso en el campo de la ciencia emprica, observamos cmo tras un perodo en el que todos los fenmenos se atribuyen a un nico principio fundamental y son "explicados" a base de l viene otro en el que este principio es rechazado por "absurdo" e inconcebible. El concepto eletico del no-ser, entre los antiguos, y los conceptos del vaco y de la accin a distancia en la especulacin moderna, son ejemplos harto conocidas e instructivos de este proceso a que nos estamos refiriendo. A la luz de tales manifestaciones, resulta perfectamente explicable la pregunta escptica de si el progreso de la ciencia no afectar ms bien a los resultados que a las premisas y a los fundamentos, entendiendo que los segundos rehuyen toda prueba y se suceden y desplazan los unos a los otros sin transicin. lO acaso puede admitirse, en medio de estos cambios incesantes, la posibilidad de descubrir, si contenidos permanentes e inconmovibles, poi lo menos una meM unitaria y fija hacia la que discurra la trayectoria toda del pens

INTRODUCCIN miento? [Existir, en este proceso de continuo devenir, ya que no etemcnrcs fijos y permanentes del saber, si, cuando menos, una ley universal q ue prescriba a los cambios su sentido y su direccin? No podramos dar aqu, todava, una respuesta definitiva a tales preguntas. La historia. que ha planteado el problema, es la que tiene Que encargarse, por s misma, de ofrecemos los medios para su solucin. En medio de las manifestaciones y las experiencias histricas, tendremos que elegir la atalaya en la que nos situemos para, desde ella, abarcar con la mirada y enjuiciar el panorama de conjunto de la evolucin. Partiendo en general del criterio de que la visin que cada poca se forma de Ia.naruraleea y la realidad de las C063S no es sino la expresin y el reflejo de su ideal de conocimiento, renemos que esforzarnos ahora por ver ms claramente y en detalle las condiciones en virtud de las cuales han ido plasmndose el moderno concepto y el m oderno sistema deL conocimiento. Intentaremos analizar el complejo de premisas con que nuestra ciencia aborda la interpretacin de los fenmenos, para ir siguiendo, uno por uno, los hilos ms importantes, en su nacimiento y desarrollo histricos. Por este camino, podernos confiar en ir penetrando con nuestra mirada en el 00'I'\tIf'TUd0 de esta embrollada trama conceptual, Y. al mismo tiempo, en ir descubriendo las relaciones y nexos interiores de dependencia entre sus distintos miembros. La historia tiende a conven irse as, para nosotros. en complemento y piedra de toque de los resultados que el anlisis intrinseco y la reduccin de las ciencias nos bri ndan. Este anlisis de la ciencia dada, que constituye necesariamente la verdadera y fundamental misin de toda crtica del conocimiento, puede aspirar a perfeccionarse y a acreditarse indirectamente su verdad, en un doble senti do. Podemos, de una parte, indagar las condiciones ps icolgi~as que en el desarrollo de la conciencia individual presiden '( gulan la estructura del mundo de ras lJeT'c.epcionesj podemos, dicho de otro modo esforzarnos en descubrir las categoras y los puntos de vista del pensamiento que han de sumarse, aqu, t, la matetia de las sensaciones, y describir la funcin que ejercen. Pero, por muy valiosa que esta consideracin sea, mientras se mantenga INTRODUCCION dentro de los lmites que le estn sealados y no intente suplantar por si misma el anlisis crtico del contenido de los principios cienncos, que no es de su incumbencia, no cabe duda de que, por si sola, resultara insuficiente. La psicologa del "sujeto" individual slo se ilumina plenamente cuando se la contempla a la luz de sus relaciones con el desarrollo de la especie humana en su conjunto; en ella se relejan, simplemente, las tendencias que presiden la estructura de la cultura espiritual de la humanidad. Es aqu, en un campo mucho ms vasto, donde los factores determinantes se descom ponen y despliegan con mayor nitidez y claridad; los conatos fallidos

y frust rados se diferencian aqu como por si mismos de los motivos necesarios, permanentes y operantes. Cierto es que este gradual desentraamiento de los factores fundamentales, slo en parte representa un proceso plenamente consciente, llamado a traducirse en trminos y expresiones claras en cada una de sus etapas. No cabe duda de que lo que se in-corpora a la reflexin filosfica consciente de una poca constituye un fondo esencial, dinmico y activo de su trabajo mental; pero slo en unos pocos puntos histricos excepcionales y culminantes puede decirse que agote todo su contenido. Mucho tiempo antes de que determinadas concepciones fundamentales se destaquen y delimiten por la va de la rigurosa deduccin conceptual, se hacen presentes y actan en la cultura cientfica las fuerzas esprituales que las hacen surgir. Y si queremos asegurarnos de la continuidad de la accin histrica, tenemos que saber captar y reconocer dichas fuerzas espirituales en este estado latente. por as decirlo. La historia de las teorias del conocimjerno no despliega ante nosotros una imagen completa y suficiente del desarrollo interior del concepto d.el conocimiento. No tenemos ms remedio que seguir las huellas que nos revelan la transformacin de su con.. cepcin lgica fundamental a travs de la investigacin emprica de cada perodo, de los cambios operados en su concepcin concreta del mundo y de la vida. Las teorias acerca del nacimiento y del origen del conocimi ento resumen el resultado, pero no alumbran las fuentes originarias y los impulsos ltimos. As, veremos cmo el verdadero renacer del problema del

INTRODUCCIN conocnruenro es preparado y preludiado desde los ms diversos campos-por las ciencias naturales y por la concepcin humanista de la historia, por la critica del aristotelismo y por la transformacin interior e inmanente de las doc trinas peripatticas en los tiempos modernos-, antes de que llegue a su madurez y a su provisional culminacin en la filosofa de Descartes. y no se tengan por contribuciones lgicas menos estimables y menos fructferas aquellas que no aparecen destacadas de un modo explcito y que no encuentran una expresin especfica y abstracta. No hay en toda la historia del pensamiento moderno un hecho lgico tan importante y tan decisivo como la funda.. mentacin de la ciencia exacta de la naturaleza por obra de Gel.. leo y, sin embargo, los diferentes puntos de vista que abrieron el camino a esta concepcin cuyo propio autor lleg a contemplar con plena claridad conceptual, nunca lograron plasmarse en una sintesis terica ni en una exposicin sistemtica establecida sobre sus propias bases. Si, por tanto, tomsemos como pauta nicamente el examen y la apreciacin de las "teoras del conocimiento" en su sucesin histrica, tendramos Que colocar a Galileo detrs de un coetneo suyo como Campanella sobre el que aqul des-cuella incomparablemente, no slo como pensador cientfico, sino tambin en cuanto a productividad y profundidad filosfiau. En general, debemos tener una idea clara de que los conceptos de "sujeto" y "objeto", con los que la teora psicolgica del conocimiento suele operar como si se tratara de puntos de partida firmes, no son tampoco un patrimonio dado y evidente del pensamiento, sino que toda poca verdaderamente creadora tiene que empezar por adqui rirlos e imprimirles su sentido por su propia cuenta. El proceso del saber no se desarrolla de tal modo que el espj.. ritu, como un ser ya dispuesto, se limite a remar posesin de la realidad exterior con que se enfrenta como con algo tambin delimitado y circunscrito, apropindosela y asimilndosela trozo a trozo. Por el contrario, el conce pto del "yo", 10 mismo que el del objeto, slo va plasmndose y modelndose a medida Que progresa la experiencia cientfica y se halla sujeto a los mismos cambios interiores. No s610 cambian de lugar los con tenidos, pasando a la rbita subjetiva lo que antes se hallaba dentro INTRODUCCIN de la esfera objetiva, sino que, a la par con ello, se desplazan tambin la significacin y la funcin. de ambos elementos fundamentales, Las grandes pocas cientficas no se limitan a recibir el esquema de la contraposicin. para ir llenndolo con fonnas mlti ples y cambiantes, sino que son ellas mismas las que crean conceptualmente los dos trminos antagnicos. La concepcin aristot lica del conocimiento no se distingue de la moderna solamente en cuanto al tipo de dependencia que admite entre la "naturaleza" y el "espritu", sino tambin en cuanto al meollo y al sentido fundamental de estos conceptos mismos: se revela en ella una

concepcin distinta de la "sustancia" y del "sujeto", Una de las primeras y ms caracterstica! aportaciones de cada poca, anterior incluso a la adquisicin de detenninados conocmientes y resultados concretos, consiste, por tanto, en plantearse de nuevo el problema de la interdependencia entre la conciencia y el ser, asignando con ello al conocimiento su rango y su pos" cin especifica. En este deslinde del probkma reside, ms todava que en los resultados especiales, la originalidad de toda poca creadora. y esta reflexin ampla de nuevo el material sobre el que han de recaer nuestras consideraciones y nuestra investigacin. Esta gradual transformacin del con.cePto de! 'Jo y del concepto del objeto no se II~ a cabo solamente, ni mucho menos, en los sistemas filosficos cerrados, sino en los mltiples intentos y conatos de la investigacin Ven toda la cultura espiritual. Todas las tendencias encaminadas a crear una nueva metodologa de las ciencias de la experiencia o a sentar, con un concepto ms profundo de la concienda de s minno, un nuevo fundamento de las ciencias del esprit u caen tambin. indirectamente, dentro de la rbita de nuestro problema. As, por ejemplo, no podremos omitir en nuestra investigacin los grandes movimientos espirituales -a la manera del humanismo italiano o del escepticismo francs del siglo XVI-. aun cuando, directamente, aporten poco a la filosofa sistemtica, Tenemos que esforzamos en reconstruir, a base de todo el movimiento intelectual de una poca, el ideal de conocimiento que en eUa predomina y la mueve.

INTRODUCCIN Hay, adems, otra razn que 0 0$ obliga a plantear as el problema. No salimos ganando gran cosa, en cuanto a la comprenetn de los problemas. con que se nos diga que, al llegar a un determinado momento, un periodo " empirista" de la filosofa deja paso a un periodo "racionalista " y que ambos se concilian y equilibran ms tarde, al imponerse una tendencia de tipo "critico". Como "empiristas" se nos revelan inmediatamente, ya desde los primeros momentos de la filosofa moderna, Bacon y Leonardo da Vnc, Galileo, Paracelso y Campanella. Y. sin embargo, el concepto de la "experiencia" por el que todos estos pensadores abogan no tiene ms Que una unidad aparente, detrs de la cual se esconden los ms difciles y complicados antagonismos de principio que conoce la trayectoria del problema del conocimiento. Slo analizando objetivamente roda su obra cientfica y filosfica podemos llegar a descubrir (o que para uno de estos pensadores significa, en verdad, la "experiencia"; el sentido de este concepto se nos revelar, no slo en sus palabras y en sus manifestaciones. sino tambin en sus acritrida.d.es creadoras a travs de los distintos campos de problemas por ellos recorridos. Slo captaremos y describiremos de un modo puramente externo las relaciones entre la filosofa y la ciencia, mientras nos limitemos a hablar de la "influencia" que la una ejerce sobre la otra, y viceversa. Semejante accin no es privilegio de este o el otro campo, sino que en idntico sentido puede ser ejercida por todos los contenidos y todas las tendencias de la cultura. Por su parte, el planteamiento de nuestro problema presupone una relacin ms estrecha, esped fica, entre ambas rbitas de pensamiemos, que son para nosotros sntomas igualm ente sustantivos e igualmente indispensables de uno y el mismo progreso intelectual. Un Galileo y un Kepler, un Neweon y un Euler son testigos tan importantes y tan elocuentes como un Descartes o un Leibniz de lo que significa el concepto moderno del conocimiento. Cun indisolublemente se engarzan y entrelazan ambas series, podemos verlo a la luz del problema fundamental al que prime ramente se enfrenta el pensamiento moderno: la crtica del aris totelismo. Veremos en detalle, cuando estudiemos esto, cmo las sugestiones que en este punto parten de las disciplinas filos ficas, de la transformacin de la psicologa y de la lgica formal. lNT'RODUCClON no acaban imponindose de un modo decisivo sino a partir del momento en que la ciencia exacta las recoge y desarrolla. La trayectoria de conjunto de nuestro problema se nos aparecera por fuerza llena de lagunas y como a saltos, si no tomsemos tambin en consideracin este importantsimo eslabn central.

La aportacin que la matemtica y la ciencia de la naturaleza ofrecen al progreso del problema del conocimiento es, pues, clara y manifiesta; resulta, en cambio, ms difcil determinar y desltndar claramente la influencia general que en este punto ejercen las ciencias del espritu. En los inicios de la poca moderna, las ciencias del espritu no aparecen todava como un todo aut r.. quico e independiente que haya encontrado ya en si mismo su propia base de sustentacin. Su contenido aparece todava, en cierto modo, fundido con el sistema dominante de la metafsica, determinado a un tiempo por la tradicin aristotlica y por la doctrina de la iglesia. Slo poco a poco van manifestndose bajo impulsos libres e independientes los distintos aspectos del pensamiento aglutinados en este sistema como bajo el peso de una coaccin dogmtica. Tienen que venir las profundas luchas espirituales del Renacimiento para que, paso a paso, vayan recobrando su propia peculiaridad los mltiples y diversos problemas que en la imagen del mundo de la Edad Media aparecan todava fundidos y mezclados en una masa informe. En vez de la maravillosa claridad y consecuencia con que, en la filosofa antigua, cada nueva fase brota de la que la precede con arreglo a leyes lgicas internas, nos encontramos aqu, por tanto, con un movimiento extraordinariamente complejo y embrollado, condicionado por las ms diversas consideraciones y que slo poco a poco va cristalizando en torno a un eje fijo. Por consiguiente, si queremos, en esta fase, captar el problema del conocimiento en su forma histrica concreta, no podemos desgajarlo de las relaciones y las conexiones que este problema contrae con intereses de otra clase. No debemos dar por adelantado lo que habr de ser. en realidad, el resulrcdo final del trabajo del pensamiento de toda la poca moderna: la estricta delimitacin de aquel problema y de su significacin, la visi6n de la posicin especial que ocupa y del valor fundamental que tiene. Para comprender, en particular, cun estrechamente selacio

INTRODUCCI ON nado se halla el problema del conocimiento con las ideas ticas '1 m igioJas, basta con fijarse en la imponancia que ambas clases de ideas desempean en el desarrollo del concepto moderno de la oonsciencid. de s mismo. En este punto, cautivan el inters hist rico pensadores como Pascal, sobre todo, en 106 que, con sus dos distintas acritudes interiores ante el problema del conocimiento se personifica la pugna y el conflicto entre la nueva metodolog~ cientfica y la tnica religiosa fundamental de la Edad Media. Pero la pugna individual que aqu se manifiesta es, al mismo tiempo. la expresin y el exponente del profundo cambio general operado en la mentalidad de la poca. Cuando en la consciencia de una poca prevalecen todava los intereses metafsicos, ar mando una importancia central y decisiva, debemos tambin, en general, tomarlos como nuestra primera atalaya y nuestro punto de partida, consideracin que vale para el problema en su con junto y tambin para sus diferentes partes y aspectos. Los conceptos fundamentales del conocimiento cientfico, los conceptos de fuerza y causa, de sustancia y materia, tienen todos una larga y complicada prehistoria metafsica, que se remonta mucho ms all de los comienzos de la poca moderna. Cierto es que no podra exponerse: la gnesis: de estos conceptos sin d i ri~ gir constantemente la mirada a su funcin dentro de la fsica matemtica; por otra parte, no sera posible, fijndose solamente en esto. explicar y hacer comprender todas y cada una de las fases concretas de su desarrollo. Vemos, por ejemplo y muy en particular, cmo los conceptos de espacio y tiempo, al presentarse por vez primera en la filosofa tn01" este vuestro ser? Pues to que no acertamos a salir de nuestra perplejidad, decidnos claramente qu es lo 1ue tratis de expresar, cuando hablis de lo que "es"? Al parecer, lo sabis rJesde hace ya mucho tiempo, mientras que nosotros, creyendo saberlo ya desde antes, lo ignoramos y no acerta mos a salir del arolladerov.ar 21 Platn, Sufista, 243 C ss. INTRODUCCI6N Bien podemos afirmar que, en este punto, alcanza Platn la ide del mtodo socrtico. Nos ensea, como vemos, a pregunen contra del concepto general del ser, dndonos a entender claramente con ello que ninguna respuesta tomada del campo

mo del ser podra penetrar ya en la profundidad del nuevo lema. El nuevo camino que Platn nos seala pasa por el anlisis del jlticio. Qu significa atribuir a un sujeto un determinado predi.. ado, decir, por ejemplo, que A es D? lDnde residen el fundamento y la garanta del enlace que postulamos y afirmamos sen.. cillamenre en el pensamiento? Si miramos al campo del ser sensible, necesariamente tiene e parecernos arbitrario y carente de razn cualquiera de estos xos anudados por el pensamiento. A ning-n objeto emprico corresponde ninguna determinacin manera absoluta y para siempre, sino que cada objeto es unas veces esto y otras aquello, unas veces grande y otras pequeo, ora esado, ora ligero, segn el sujeto que lo capte y el momento en e ste lo haga. El verbo copulativo "es" slo confiere a los ados concretos del ser una duracin y una unidad aparentes y gaosas. Platn va descubriendo paso a paso, con magistral claridad, a ilusin de la "existencia". Vemos cmo van sustituyndose as a otras, en abigarrado desfile, diversas caractersticas y cuaades que no guardan entre s la menor conexin: leon qu erecho podramos intentar atribuir a este incansable e incohe.. rente acaecer un "portador" objetivo permanente? No encontraremos aqu el menor soporte pun to de apoyo, y del mismo modo que no podramos retener a travs de todo esto objeto alguno, no podramos tampoco, bien considerada la cosa, hablar de una cu.a.lidad permanente o de un sujeto idntico. Nada es en s mismo ni un uno ni una cualidad cualquiera o un conjunto determinado de cualidades, ni un "algo" ni un "tal", ni un "yo" ni un "t", "sino que todo deviene por medio del movimiento, el cambio y la mezcla de lo uno con lo otro, aunque, empleando una expresin falsa, digamos que es" . Por donde tampoco en 10 sucesivo debemos emplear los rrmi1' 5 del "as" o del "no as", trminos que encierran ya el vano

INfROOUCa ON intento de fijar las cosas, "sino que quienes as se expresan deben encontrar arra lenguaje, ya que no existen todava palabras para expresar su concepcin fundamental: debera, propiamente, ser algo as como 'en modo alguon' (oM' 1(~) , como la expresin ms adecuada y ms exacta, cuando se trata de denotar lo indeterminado (1relQOV) ".22 Ahora bien, rroderros decir que esta ltima conclusin sea realmente cierta y obligada? El ser, la permanencia inmutable de las cosas de los sentidos se ha esfumado ante nosotros para siempre e irremisiblemente. Pero, lacaso deberemos renunciar tambin por ello al concepto de la verdad! lNo existir ms bien un campo de verdades, un conjunto de afirmaciones c ientficas independiente por entero de la ex istenc ia de detenninados sujetos empricosl Desde el descubrimiento de la geometra pura y de la arirm rica pura, se ha abierto ante nosotros una ciase de juicios que no dicen referencia a las cosas del mundo de nuestras percepciones, sino a los puros postulados concept uales de las figuras y los nmeros. Podemos considerar por :Ji mrsmos los nmeros "cinco" y "siete", indagar sus mutuas relaciones y su suma, sin necesidad de representarnos el concepto de "cinco y siete hombres". Los objetos pueden cambiar constantemente, pueden convertirse de grandes en pequeos. de iguales en desiguales. pero la significacin que ambulmos a los concepcos de "magnitud" e " igualdad" seguir, a pesar de ello, siendo la misma. La aparente e imprecisa igualdad de dos trozos de madera o dos piedras graba en nuestra conciencia el "concepto mismo de la igualdad", nos indica lo que el predicado de "igual" riene de uniforme y de permanente en todos los juicios empricos en que se presenta, por muy diferentes que ellos sean. No importa que las cosas nazcan y desapareecan, que revistan nuevos y nuevos predicados y modalidades. siempre y cuando el sentido de estos predicados pomnanetca m.. u:zr::lbl~ . Fijar y afianzar ese sentido y retenerlo a travs de todos los cambios de los ejemplos empricos: tal es la misin y la fuerza de la defin icin, qu e crea con ello un a cons tancia superior y pu 22 P1at6n, Teeeero, 152 D, E, 183 B y f. IN"fROOlJCaON ramente conceptual, como jams podra lograrse en el mundo de e percepciones. Es ella la que condensa en la unidad fija y irme del concepto las formas desorientadas y fugaces de la "reresentacin", "imprimindoles de este modo el sello del ser".23 lo que caracteriza a este nuevo ser es que no existe para nos-tros desde el primer momento, sino que lo descubrimos y ecredurnos "al preguntarnos a nosotros mismos y llamarnos a cuentas",

De este fundamento del mtodo dialctico, que forma su rdadero suelo nutricio. no puede desprenderse la "idea", si no uiere perder su sentido ms profundo".u La pan icipacin de los nmenos en las ideas no significa, en este sentido, otra cosa ni epresenta nada misterioso: quiere decir, sencillamente, que los icios sobre las relaciones empric4s, para poder revestir la refa.. liva seguridad de que son capaces, necesitan recurrir a otras verdes "abstractas", a las que se retrotraen. Nada podramos decir cerca de las relaciones entre las cosas flidas de los sentidos, para ello no pudiramos dirigir la mirada a las relaciones peranentes que captamos sin mezcla y "en 6 mismas" (aUro xat ' UT). Si queremos delimitar y ordenar como formas fijas las rcepciones sin cesar cambiantes del sentido de la vista y del ero, si queremos "condensarlas" en la forma de la lnea recta o la esfera, no cabe duda de que el modelo de esta figura geomtrica tiene que aparecer ya interiorm ente ante nuestros ojos y guiar nuestras consideraciones. De este modo. el pensamiento, por s mismo y sin necesidad de ningn 6rgano externo, va tra ndo un mundo de arquetipos espirituales con ayuda de los cuales juicia y mide Jos fenmenos que ante nosotros fluyen sin cesar, Queda as destacada y fundamcnrada la operacin fundamenl realizada por el pensamiento griego como resultado de todo su rogr~o. Claro est que, a la par con esto, comprendemos tambin ante dificultades interiores nos coloca en seguida este primer paso ecisivo. La consciencia y el orgullo de su fundamental de scubri.. miento hacen que Platn vuelva constantemente sobre el pensa 23 V. Fedon. pp, 74 u . 2( Acerca de esto nos remitimos a la profunda y exhaustiva exposid6n de Natorp, en la que se investiga a fondo y se ilumina en todos sus aspectos este oblema: Pw:os ldt'C1\lehre. Eine Eillfiihrung in den lJealismlls. Leip:ig, 1903.

so INTROOUCCION miento de la ciencia pura y destaque una y otra vez la separacin existente entre el mundo de los eternos arquetipos conceptuales y el reino mudable Vtransitorio de los hechos concretos. Llevado de una fecunda unilateralidad, se atiene al pensamiento de la rigurosa deduccin terica, negndose a todo intento de medir el carcter y el valor lgico de una ciencia por el empleo que de ella pueda hacerse en el campo de lo emprico. Considera banal todo lo que sea querer restringir y limitar el conocmiento a sus aplia1ciones concretas. la verdadera utilidad de la aritm tica, por ejemplo, reside para l en que "eleva el alma y la obliga a encuadrar los nmeros como tales en pensamientos, no dndose jams por satisfecha cuando alguien le presenta nmeros revestidos de cuerpo visible y tangible, realizando su nvestigacin a base de ellos". Por donde la caracterstica general y distintiva de lo matenuitico consiste en que obliga a la conciencia a servirse del pensamiento mismo en toda su pureza para el fin de la verdad misma (a\rr q vo~ou xpio3m l1I' oUtiv rl}v 1880, r, l, p. 131. Cfr. acerca de esto, Dilthey, 'Aufassung und Analyse des Menechen IS. und 16. [ahrhundert", en Archiv '" GeJl;-hk h te der PhiJo$ophie, IV, 627 (esrndio recogido en la versin eapaflola de 111S Ob rcU de Dilthey).

'" EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO Agustn descubre el concepto del yo como el fundamento y seguro de todo el saber, cuando ve en el objeto el "fenm o la manifestacin de la conciencia, afirma con este pensamient primaca de la rbiM de la voluntttd y dd sentimiento sobre los datos de la percepcin y todos los hechos del conocimient lettvo. La ordenacin de las cosas en el espacio y en el tiemp tiene que desaparecer, para que podamos llegar a comprende a captar la peculiaridad y el valor propio del alTnd. En la poca moderna, por el contrario, son los ferWmenos jetiVQj los que por encima de todo atraen la mirada y fija atencin. Para Que el pensamiento del yo pueda imponerse nuevo significado, lo primero es llegar a comprender la nat leza como existencia independiente y fija, como una ordenaci prop ia y un conjunto de leyes sustantivas. Estos dos aspectos se contienen ya, unidos entre s de modo inseparable, en el platonismo bajo su forma aut ntica y legtima, que poco a poco va hacindose asequible al Renacimiento: Kepler, sobre todo, vemos cmo es la intuicin pura de la armona del cosmos la que le revela la armona del "alma", y a la misma meta conduce la concepcin y la exaltacin ttica de la realidad: la animacin. de la naturaleza por el a permanece, a pesar de todo. libre de cualesquiera rasgos se mentales y romnticos, de toda tendencia a infundir a la ima directa del mundo las emociones y sensaciones individuales. trata, por el contrario, de facilitar y estimular por este medio concepcin y la consideracin puras y objetivas de la realida Leonardo daVinci es el prototipo yelmaestrodeeste pensamient y esta intuicin puras y objetivas, que abarca e informa por igu todos los campos del espritu. Claro est que esta orientacin hacia lo objetivo, que esta trega al objeto de la naturaleza plantea tambin problemas y d cultades de carcter filosfico. El concepto de la conciencia llega a descubrirse e imponerse todava con toda su pureza en filcsofa renacentsoo. de la naeurale:;a. En esta etapa, el yo y funcin slo pueden concebirse y describirse como un objeto pecial: aparecen desintegrados en la existencia objetiva y como disueltos en l. Esta barrera provisional seala, sin embargo, tendencia que a part ir d e ahora habr de seguir el pensamient HUMANISMO CONTRA PLATN Y ARISTTELES lIS el Cusano haba postulado sistemticamente: el recobro del lecto puro" partiendo de la materia de las impresiones sense convierte ahora en la tarea histrica. e entronque con las metas de la illit'Cstigacitn emprica da evo concepto del yo el punto de apoyo y la correlacin que lo de la Edad Media y de la mstica. I. LA RENOVAON DE LA FI LOSOFA P LAT NICA Describir la lucha entre la filosofa platnica y la aristotlica

oda su extensin y en toda la profundidad de sus antagonisonceptuales, equivaldra a escribir la historia del pensamiento erno, Esta pugna se manifiesta como el factor determinante a en las realizaciones ms originales de la filosofa moderna. ste punto de vista no preside solamente la creacin de los nndes sistemas filosficos; tambin las ciencias exactas, en sus sngacones, siguen paso a paso, indirectamente. al irse conscndo, los problemas de que aqu se mua. No es posible llegar mprender en sus detalles la construccin de la ciencia por nlileo y Kepler, a menos que se la encuadre dentro de este mo ento histrico de conjunto. i por adelantado echamos una ojeada general y panormica as grandes influencias, veremos que la primera iruroduccWn In filosofa platnica en el Occidente, sus comienzos, se nos ela como muy pobre y raqutica. No cobra vida todava aqu erdadero problema fundamental del platonismo: la atencin detiene en la fachada y en los vistosos ropajes con que el platonismo y la Edad Media haban ido envolviendo el meollo contenido de la recria de las ideas. Hasta en la lucha contra ema medieval sigue percibindose claramente. por tanto, la ndencia con respecto a l. No se trata todava, en realidad, Asimilarse a Platn en su fonna verdadera y originaria: para er llegar a esto, haba que dar antes un paso preparatorio y inar, para comprenderlos en su valor propio, aquellos eleentos del platonismo que se haban deslizado en la doctrina iana y fundido con ella. Desde este punto de vista podemos comprender y reducir a

ELRENACERDELPROBLEMA DELCONOCIMIENTO unidad las metas y los movimientos filosficos del {uattroeenro C uando Marsilio Ficino, con plena sinceridad subjetiva, consid que su misin consiste en armonizar y conciliar la doctrina p tnica con la religin revelada, es que slo acierta a contempla la religin misma bajo la luz del platonismo, que no es capaz ver en ella otra C05a que la teoria del logos. En los primeros siglos d e su desarrollo, el cristianismo no da llegar a plasmarse en sistema terica ms que recogiendo y milando esta teora fundamental de la filosofa griega. Con cual reconoca indiroct1l1:mente, al mismo tiempo, la filosofa la ciencia antiguas, aunque slo las empleara y tolerara en cuanto medios para interpretar la doctrina revelada. Pues bien, el primer paso que da la poca moderna es pa echar por tierra esta barreta, para restaurar en todo su sentido contenido la teora del " lagos", en vez de limitarse a considera simplemente como instrumento de la teologa. Esta tendencia este giro del pensamiento hemos podido seguirlos ya en Nico de Cosa (v. supra. pp. 75 ss.J. Este punto de vista nos ayuda comprender la posicin de los pensadores de esta poca ante Iglesia, de otro modo tan equvoca y confusa. Mientras que al terior creen seguirse mostrando en total consonancia intrnseca con la doctrina de la fe, en realidad slo toman de ella aquellos elementos provenientes de la filosofa y del helenismo. El concepto del logos forma, ahora, ranto el engarce como la lnea divisoria entre las pocas. G eoTgio Gemisco Plechan Este ltimo momento, o sea la oposicin al sistema teolgic tradicional, resalta claramente y ocupa el primer plano de preocupaciones en Georgc Gemisto Plethon, el primer.penead de esta poca que proclama decididamente la doctrina platnica Combate a Aristteles, pero exceptuando expresamente de ataques su teora de la naturaleza. Quiere combatir tan slo metafsica y su teologa, aunque los tiros van dirigidos, en realid contra la escolstica eclesistica de su tiempo. No se tt1!,ta, propiamente, de un duelo entre d05 doctrinas HlJMANISMO CONTRA PlATON y ARlSTOTELES .Micas abstractas, sino de la pugna entre la cultura del helenismo a de la Edad Media cristiana. Slo as podemos explicamos la ecra y amplia influencia que las doctrinas de Plethon haban ejercer en el occidente a poco de aparecer, despus que toda generacin de destacados humanistas haba ido preparando el eno para sus ideas y tendencias fundamentales. Aristteles, nos dice Plethon, ya no escribe el griego en toda

ureza. y plenitud; del mismo modo, el ideal de vida de los ntiguos aparece ya en l decadente y empaado. La renovacin al que Plethon postula para el Estado y la Iglesia de su tiemy que ocupa el centro de todas sus tendencias filosficas, esita librarse de la autoridad de Aristteles para pode remenrsealasautnticasfuentes dela tica independienteyhumana. los preceptos asctco-roonacales se contrapone ahora una teora ular de la virtud, al dualismo de la fe en un ms all la creende los antigua; en el constante peregrinar y en la transforcin del alma. Los dioses de Grecia son invocados para la cha contra el ideal de la Edad Media y, sobre tocio, para que wuden a la regeneracin poltica por la que Plethon aboga en su scrito sobre las leyes. La teora de las ideas se trueca, as, en una ra politesta de los dioses. Las mltiples fuerzas a que Plethon urre para construir su concepcin de la natu raleza son elevaS por hipstasis al rango de entidades personales concretas y doradas con nombres de deidades especalee.s En las especulaciones acerca de la jerarqua y la prelacin de as fuerzas, inspiradas principalmente en Proclo, aparecen de tal odo entrelazados y mezclados la filosofa y el miro, que sera til tratar de introducir entre ellos una separacin, de destacar ontenido aparte y abstracto de pensamientos. or tanto, con todo lo que la teora de Plethon tiene de inte nte desde el punto de vista de la historia general de 14cultura, ' ifica muy poco en lo que se refiere a la comprensin interior, a, del platonismo. Poco a poco, va desvindose la atencin verdadero problema fundamental: mientras que en Plerhon la Acerca de la doctrina de Plethon, v, Oass, Gennadiws wnd Pletho. Aris. lsmws und Platollismws in JeT griechischell Kirche, Breslau, 1844, y Fria hulne, Geor,ios Gemistos Plethon wlld seme reformatorisdum Bestrebwn,en, 1874.

EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO teoria de las ideas se examinaba y defenda (ontra Aristtele por lo menos, desde el punto de vista genera y medieval realidad de los "universales", vemos cmo en su ms ce discpulo, en el cardenal Bessarion, aquella teora queda ya mente relegada a segundo plano: slo se la tiene ya en cuenta relacin con el proble ma TTlfT!4fi.sioo de si la naturaleza ob no con arreglo a una intencin consciente, para dejarlo e guida a un lado como un "problema extraordinariamente osc y difcil". Marsilio Fidno Tampoco el profundo y acucioso conocimiento de las obras tnicas que se logra dentro de los marcos de la Academia de rencia conduce, de momento, a una decisiva transformacin ricr. Cierto es que entre Plethon y Ma:rsilio Ficino existen ho y caractersticas diferencies, lo mismo en cuanto n personali que en lo que se refiere a los fundamentales designios de su trina. Lamiradaes,en Ficino, msampliaymslibre;lasfuen histricas son abarcadas ahora e investigadas a fondo y en toda su extensin; en cambio, aparece ya embotada aqu aquella t denca reformadora con que 006 encontramos en los comienz del platonismo. La doctrina platnica trata de convertirse ahora en el cen y en el foco de unidad en que deben encontrarse todas las ten. dencias pugnantes de la poca. En ella aparecen directame fundidas y reconciliadas la religin y la filosofa, la metafsica la ciencia, que llevan, por lo dems, una existencia aparte, di curriendo cada una de ellas por sus propios derroteros. En el platonismo aparece ya esbozada y traducida a su expr sin pura, en cuanto a su contenido y a su sentido ms generales la doctrina cristiana. Se conserva y eleva a claridad conceptual contenido de los grandes sistemas precedentes de la antigeda e "Quo qudem in loco" (acerca de la pregunta: "utrum narura consilic agat") "mxima meo judicio inter Plaronem et Arisrotelem differentia es Hinc nempe diffici]s iIla et perobscura de ides quaesro oritur, etc.". Besserion, In caJumn/atorem Platon/s, Libn VI, cap. 2, ed, Venee, 1516 (Aldu p. 110. HUMANISMO CONTRA PLATN y ARISTTELES 119 iferencia de criterios doctrinales se debe, simplemente, a la sa interpretacin de la gran revelacin divina, que es una que precede y sirve de fundamento a toda la historia de osofa y de la religin. De este modo, los cambios y las transformaciones internas que ma doctrina platnica ha experimentado son acogidos por e interpretados como otras tantas fases de una trayectoria ua y homognea del pensamiento. Es en el taller de Plode Porfirio, de Jmblico y de Proclo -dice Ficino en una a Bessarion-donde el oro de la filosofa platnica se forj6 ur bajo el fuego de la ms aguda crtica, limpindolo de

las escorias, para que su brillo llenara toda la redondez tierra." Con este reconocimiento, se abre libre margen a las ntes corrientes msticas, las una s secundarias y las otras undas, del platonismo. La tJl,'l()f"a de las ~ solamente :.s mpleda y comprendida ahora como a travs de un medio o, ibniz seala la falla ms ntima de la teora de Ficino cuanle reprocha el haberse lanzado ante todo sobre los problemas perblicos" y trascendentes, en vez de seguir indagando los utnticos fundamentos metodolgicos: las definicione.s exactas que l'larn da de los conceptos Iundameneeles," Ya veamos, al referirnos a Plethon, que la reforma de la mesia: l hacia la que se orientaba dejaba intactos los fundamentos totlicos de la ciencia y de la in'\!CJtigad n emprica. Pues bien, poco aqu se derriba esta barrera: se considera como el grande aracterstico mrito de Platn el haberse entregado desde el mer momento pura y exclusivamente a la investigacin de lo dino, al paso que todos los dems filsofos se perdan en la con, racin de la naturale:ta. de la que slo es posible llegar a irir un conocimiento muy imperfecto y como "en sueos". Al predicar esta supeditacin del mundo de los cuerpos en una fera inferior del ser y del sooer, Ficino se distingue clara y niti 1 Marsilius Ficnus, Carta a Bessercn, El'istol. Lib. r (Opera, Parisiil, 1641, (02 ). 11 Lefbnts, Phi!050phische SchTi/ten, ede. por Gerhardr, vol. 1, p. 380; cfr. nrec!almente vol. VII, pp, 147ss. u Fcinua, Carta a Giovanni Cavalc.nti; Episto!. Lib. 1, OpeM, vol.

120 ELRENACERDELPROBLEMADEL CONOCIMIENTO HUM ANISMO CONrnA PLATN y ARISTTELES III damente de la forma realmente moderna. del platonismo, unidad esencial, que slo p articipa de las determinaciones de brota sobre el suelo de la ciencia exacta de la naturaleza. ' cantidad de un rno do mediato, al extenderse sucesivamente, Segn Fieino, el todo se organiza, de un medo general, ecirlo as, por sobre las dis tintas partes de un cuerpo. cinco grados y fases d istintos, que se refieren mutuamente es en las cualidades de los cuerpos donde radican rodas sus unos a los Otros, para retrotraerse por ltimo, en su continua y capacidades de ac cin, ya que la simple masa indiscesin, al Ser Uno e incondicionado. en cuanto tal es totalmente pasiva e inerte; lo que quiere La ordenacin de la realidad emprica se estructura y organiza que toda potencia y t oda actividad atribuidas por nosotros con arreglo a la participacin en los dos principios contrapuestos cuerpo tiene su origen y debe buscar su fundamento ltimo de la pluralidad y la unidad. Partiendo del cuerpo y de las c lo material de l, s ino en una "naturaleza incorprea''.lo lidades corporales. el camino conduce al alma humana y de s oda esta disquisicin d e Ficino, aunque tienda a llegar a cona su vez. se eleva a las "inteligencias" celestiales puras y al nes de orden metafs ico, encierra, sin embargo, al mismo ditlino. uempo, en la separacin conceptual que establece entre la cantidad Mientras que el cuerpo en cuanto tal, gracias a la divisibili ualidad, un fondo l6gico pum, un contenido que resalta con hasta el infinito, se descompone sencillamente en una plu claridad y nitidez cuando lo comparamos, mirando hacia dad de elementos, sin poseer en s un principio de limitacin con la doctrina de Nic ols de Cusa y, mirando hacia ededeterminacin, las cualidades, tales como la luz y el color con la de Leibniz (cfr. supra, pp. 85 s.}, ejemplo, figuran ya en un grado superior. Aunque tambin ellas segundo grado, desi gnado por la cualidad, es aquel sobre parecen hallarse adheridas a la materia y slo se manifiestan se elevan las otras fuerzas espi'l'ituales del universo. Menlas masas extensas, el verdadero origen de su accin nodebe b '" queelcuerporepresenta -segnelcriterio delospitagricos-ecarse, sin embargo, en el campo del ms o el menos purame uraliJad pura y simple y la cua lidad la pluralidad, en cuente extensivo. No necesitan de la extensin en longitud. profundid a se combina con la unidad y participa de ella, el alma es y anchura, sino que se contienen ya, en su totalidad e indivis ad originaria, la cual, sin embargo, necesita enfrentarse a la en cada una de sus partes, por muy pequeas que sean, en ca ad, para cobrar en ell a la conciencia de si misma. Mientras punto de la masa. ' ' color blanco, aun distinguindose conceptualmente del Son, por tanto, en realidad, naturalezas y dererminabilidades en que se da, se h alla como preso y enredado en l en individuales, a las que para nada afecta la divisin del "sujeto" a su realidad em prica, el alma conserva dentro de 6 U corpreo en el que de momento se presentan ante nosotros. As 1I1l\unidad con el cu erpo en el que reside su propio ser sustan

por' ejemplo, el blanco contenido en una parte cualquiera de ' la independencia de su propia naturaleza. No se halla cuerpo blanco no puede pensarse, en rigor, como una parte de da en l ni como una parte en el todo ni como el punto cualidad, sino solamente como la cualidad de una parte: la des lnea. regracin afecta solamente al substrato material, no al color m efecto, el punto, aun representando una unidad cerrada mo, que revela por doquier la misma naturaleza y cualidad "in indivisible, seala sin embargo una situacin aislada denvisibles". La "ratio albedinis" o cualidad de la blancura es espacio y expresa, en este sen tido, una determinabilidad misma en todo el cuerpo y en rodas y cada una de sus pa lim itada. El alma, por el contrario, debe concebirse como integrantes. ~ idad que encierra y hace brotar de s misma una totalidad Por donde nos encontramos ya, aqu, con una nu eva relacin entre la uniClid 'Y /. plu'I'alidad: la caracterstica distintiva de Ficinus, Theolo gia Platonica de Immorta1iwte animo.um. lib. [, cap. 2. cualidad no se obtiene por va de sntesis, sino que es captada co vol. 1, 77 S, Cfr . especialmente Lib. IlI, cap. 1: 1, 112.

I 122 EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO rnfiniM de determinaciones; en este sentido, se la debe compara no a cualquier punto, sino, por ejemplo, al centro de un x rc que puede referirse por igual, para que el concepto del crculo cumpla, a todos loS puntos de la periferia. Es, por tanto, en c to modo, "un punto vivo en s mismo", no sujeto a ninguna ca dad ni a ninguna determinada situacin, sino que puede. partien desde dentro, desarrollarse libre e ilimitadamente hacia la riedad, sin perderse en ella. Son tambin algunos de los motivos fundamentales de la filosofa de Nicols de Cusa 106que aqu siguen influyendo en Fici El alma es a la vez divisible e indivisible, igual por su esenci la suprema unidad absoluta y constantemente orientada hacia pluralidad y los cambios del mundo de loo cuerpos. Constit la verdadera y la ms profunda. maravilla de la creacin, por cu to que todas las dems cosas, por muy perfectas que nos representemos, poseen y encaman siempre un ser especial, mientras que ella representa y contiene el universo en su totalidad. "El alma alberga en si las imgenes de las entidades divinas de las que depende, como los fundamentos y los prototipos de cosas inferiores, que en cierto modo crea por su propia cuent Es el centro del universo y en ella se cifran y condensan las fuerzas de todo. Seadentra en todo, pero sin abandonar una parte cuando se dirige hacia la otra, puesto que es el verdadero engarce de cosas. De aqu que podamos llamarla con razn el centro de naturalcta, el foco del universo, la cadena del mundo. la faz todo y el nexo y el vinculo de todas las cosas." II Toda cosa sensible tiende, por virtud de su propia naturale a remontarse a su origen espiritual y superior, pero esta f'e\!t!Ts interior no puede operarse en las cosas mismas ni en las sust cias espirituales que se hallan sobre nosotros o en torno nuest sino solamente en e! alma del hombre. Solamente ella puede empaparse plenamente con la consideracin de lo concreto y material sin dejarse aprisionar por ello; solame nte ella puede e var las mismas percepciones de los sentidos al plano de lo gene y lo espiritual. "Y as, el rayo divino que se derrama sobre el mundo inferi HUMANISMO CONTRA PLATe N y ARISTOULES 123 ve a proyectarse, gracias a ella, hacia las regiones ms altas espritu humano quien restaura el universo estremecido, gracias a su actividad se depura y esclarece de continuo el mundo corpreo, acercndose diariamente ms y ms al mundo tual, del que en su da eman." 12 n estas palabras, en las que se afirma la singular posicin y icacin csmicas del alma humana reside el ms profundo tancial fundamento do la influencia que la Academia plaa ejerce sobre toda la cultura filosfica y artstica de esta a; los pensamientos que aqu expresa Ficino resonarn, an

o el tiempo, en el discurso de Pico della Mirandola sobre la idad del hombre y, animados por una Iueraa y una profunextraordinarias, en los sonetos de Miguel Angel. n embargo, por mucho que sigamos movindonos aqu bajo njuro de Plotino y de sus doctrinas estticas fund ament ales, os traslucirse ya en este punto un nuevo inters que apunta un nuevo planteamiento, hacia un planteamiento moderno roblema. El neoplaronismc seala, no cabe duda, el cageneral de la doctrina de Fiemo, pero no agota la totalidad contenido ni su significacin histrica. Cuantos hasta ahora tudiado el platonismo de Ficino .se han detenido exclusivae en este rasgo, pero ello los ha llevado a perder de vista samente los grmenes ms vigorosos y fecundos que este pen aporta a la filosofa y a la ciencia del futuro.u La obra maestra de Fieino, la Th.eologia PlatoniaI de immOJ'o u.e animorMm no es, ciertamente, si la consideramos en lo erno, otra cosa que un compendio de las J>rludxu mer.a/5ic4S inmort'aliJad, expuestas y desarrolladas aqu de un modo "Ita tlldius iIIe coclestis, qul lid ima delluxerar, refluit ad sublimia, dum tudines idu rum, quae fueranr in materia dissipat.e, colliguntur in ph.n' t mpurae purgamur in rarione et sngularea tandem in mente evadum ealee. Sic hcrninis anima jllrn lebefactatum restituir mundum, quoniam unere spiritalis oHm rnundus, 'lu jaro corporalls ese factus, purgatur , IItque evadir quotidie spri\1l!ia." L C., Lib. XVI, cap. 3, p. 364. ~ Este puede aplicarse tanto al estudio de M. Carrih es (Die ph l1osophiJCM /ullscha.... ng der ReforJ7wionsteir, 2~ ed., Leiprig, 1887, t. 1) como al de n (S ieben Bcher t ..r Geschtchre des PWll>niJm..r, t. III), pues ambos II y destacan casi exclusivamente los elementos m'ticos de 1I Theologia Platomica. Lib. m, Clip . 2; I, 117 s.

'" EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO ms completo y ms en detalle que en ningn otro lugar historia de la filosofa. Pero no debemos olvidar que los-msm orgenes histricos del problema de la inmortalidad 006 ~nse hasta qu punto los caminos y las vicisitudes de esta doctrina recen ntimamente entrelazados y hermanados con los Iundame tales problemas de la teora del conocimiento. El Fedon cont al mismo tiempo, la ms amplia y minuciosa fundamenta lgica de la teora de las ideas que nos haya dado Platn. En dilogo, se reconoce por vez primera la sustantividad y la fuena del "pensar puco", sepa rndolo de todas las dems instancias colgicas, El pensamiento de la inmortalidad se convierte vehculo para descubrir la originariedad de las funciones del p y delimitarlas ntidamente de las sensaciones y las percepcio inmediatas de los sentidos. La concepcin moderna, ya desde los tiempos del Renaclmie to, tiende, como veremos, a aflojar esta trabazn histrica el planteamiento metafsico Vel planteamiento epistemolgic problema. A pesar de lo cual esta conexin se mantiene mucho despus de iniciarse la filosofa moderna, y su fuerza cada pueden observarse todava en Descartes. Esto explica por Qu Fiemo, aun all donde su doctrina pa perseguir nica y exclusivamente su meta metafsica principa adentra tambin. indirectamente, en la historia del problema conocimiento. Hay que reconocer, sobre todo, como un gran mrito de pensador el haber sido el primero que transmiti a la poster de un modo puro y completo la teorfa platnica de la "remi cencia", ofreciendo con ello un centro histrico finne al desarro moderno del roncepto de la conciencia. Tambin en este p acusa la exposicin de Rei no tan claramente los rasgos del mod de pensar de Nicols de Cusa, Que no cabe duda de Que el mero debi de conocer a fondo los escritos del segundo antes exponer sus propios pensamientos, a pesar de que en el moment en que vi la luz la TheQlogia plaronica de Ficino (J482), an habian sidoreunidosen unaedicincompletalasobrasdelCusan Cuando Picino, para probar la inmortalidad del espritu, pa sobre todo de la infinitud de la funcin de ste, sigue claramente las huellas de Nicols de Cusa. Todo aurntlco concepto foro HUMANISMO CONffiA PLATON y ARISTOTELES l2S por nosotros contiene un nmero ilimitado de ejemplares etos; todo acto del pensar posee y ejerce la maravillosa fuerreducir a unidad una infinita pluralidad y de hacer Que la ms simple unidad se disuelva en la infinitud. lCmo habia de ser el espritu algo ilimitado en cuanto a su fuerza su esencia, siendo como es l quien descubYe la infinitud misy la rLefine con arreglo a su carcter y natural eza? Todo conocimiento representa la adecuacin y adaptacin del cognoscente a los objet os con Que se enfrenta (cognitio per

ndam mentis cum rebus aequatiooem perficitur) no podra~, por tanto, pensar y captar lo infinito como con.tenido si no contuviese ya, previamente, en la propia n.atu~ de nuestro Ititu. La medida, para que pueda ser adecuada y exhaustiva, debe ceder nunca en fuerza ni en extensin a 10 medid o: de ~ qul que el espritu tenga que ser por s mismo ilimitado, para ocler someter a sus conceptos inmutables las continuas mudanzas tiempo Vdel movimiento y abarcar y medir la infinitud.u El postulado de la total adecuacin y "proporcin" que entre hjero y la !undn. del conocimiento debe imperar se convierte raen el leitmotiv de la doctrina de Ficino. El intelecto y el eto "inteligible" no se enfrentan como dos elementos extray exteriores el uno al otro, sino que tienen, por el contrario; el origen y forman, en su mxima y sup rema perfeccin, una "Ipsum imelligibile propria ese neellecrus perfectio unde elleceusin acru et intelligibile in actu sunt unum" 15 (cfr. .supra, 90) . No se tia, por tanto, ninguna explicacin del proceso nocimiento cuando se hace que un ser externo, trascendente, gre al espiriru, pues el pensamiento slo comprende, en d, lo Que tiene la misma naturaleza que el y 10 Que l hace de su propia entraa. Y esto no se refiere solamente a 18& actividades espirituales, sino tambin a las simples pcrcep. "mes de los sentidos: la conciencia, ya en tales percepciones no determinada exclusivamente por los cuerpos del exterior, sino se imprime a s misma su forma, "Del mismo modo que los cuerpos vivos cambian, se repto 14 Thl!ologU:f Platonica, Lib. VIII, cap. 16, PPo 196s. lB 0 1'. cit., Ub. XI, cap. J, p. lit.

EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO dueen, se nutren y crecen por medio de la simiente que albergan en s mismos, as tambin el juicio y el sentido interior juzgan acerca de todas las cosas en virtud de las formas innatas en ellos residen y que son estimuladas desde fuera." Por tanto, el contenido de la conciencia no es tanto una gen del, objeto exterior como una emanacin de nuestra propia capacidad espiritual, y as se explica que uno y el mismo objet nos parezca distinto segn que lo contemple y modele esta o aqu lla potencia de nuestro espritu, el sentido, la fantasa o la razn, "El juicio se ajusta a la forma y naturaleza de quien enjuicia, no a la del objeto enjuiciado." Las mismas "imgenes" de las cosas concretas trazadas por fantasa no son "inculcadas" directamente por sta al espritu; con tanta mayor razn debemos ver en los conceptos intelectuales puros, no las copias de la realidad externa, sino los productos la capacidad del entendimiento. En vano nos molestaramos querer derivar el contenido de estos conceptos de las percepcic. nes y las imgenes de nuestros sentidos. lCmo podra el "fan tasma" sensorial crear algo ms libre y ms amplio que l mismo? El mundo de los cuerpos forma una inconexa pluralidad objetos concretos especiales y limitados, los cuales, sin embargo, considerados de por s, jams podrn llegar a crear un contenido espiritual puro que reproduzca y representa la naturaleza comn a todos ellos. Y es evidente que lo que est negado a los mentos aislados jams podr conseguirlo tampoco la suma ellos. Por ms que los reunamos en un oonglomem&o, no obten dremos nunca otra cosa que un conjunto de elementos sueltos, ordenados ni articulados con sujecin a leyes. "As como una acumulacin de piedras no puede traduc nunca en algo simple, sino sencillamente en un montn, as tambin una muchedumbre de cosas concretas podr producir amalgama confusa de imgenes, pero sin llegar a crear jamas concepto nico y simple."

Ficino refuta con toda claridad y toda energa la teora sensu.a.. lista de la "abstraccin". Si nos visemos obligados, dice, a derivar lo general de la mescolanza de casos concretos, no tendramos ms remedio que ver en ese objetivo, desde el primer momento, un postulado falso e ilusorio. lPor qur Porque la totalidad HUMANISMO CONTRA PUTON y ARISTOTELES creto es sencillamente inagotable. Y si pretendisemos abse un nmero limitado de casos o de hechos una regla, para a luego extensiva a la totalidad de ellos, Iquin podra aseos que habamos sabido captar cabalmente los criterios esen.. y absolutos, aquellos que no radican en la naturaleza pura. fortuita de lo concreto? aqu por qu la formacin de los conceptos y las leyes ge.. u-mles slo puede llegar a comprenderse si no vemos en ellos la repeticin de la materia dada, sino una creacin espontnea intelecto. Y esta obra de creacin no necesita, para llevarse , recurrir a la mediacin de ningn elemento extrao, pues pio espritu se encarga de suministrarse la materia plasmada elada por l. Proceso este que seria, ciertamente, incomsible si el espritu permaneciese en s mismo plenamente pacarente de criterio desde el primer instante. cuando en ad debemos dar ya por supuesto en su ser "interior" el con de todas aquellas formas con las que exteriormente nos rramos en el mundo de los obietos.w ino distingue, pues, ntidamente las dos operaciones, con. es la una en la limitacin habitual del pensamiento a la traccin" y la otra en su verdadera accin constructiva: "veras tiones essentiarum non potest mens per accidenrala rerum umulacra fabricare, sed eas construir per infusas ab origine rerum niu m rariones", El pensamiento es siempre una construccin y un desarrollo nse de aquellos primeros fundamentos y premisas innatos. Son -el ejemplo de la matemrica lo demuestra claramenteue nos suministran las reglas deales para contrastar las perelones y su exactitud, las cuales no encuentran ni pueden ntrar, por tanto, su lmite y su medida en las sensaciones y en objetos. Las "especies" conceptuales puras no surgen del con.. con el mundo exterior ste no las crea, sino que se limita a alumbrarlas y hacerlas florecer; lo que Aristteles llama su creadebe interpretarse simplemente, con Platn, como su esclaimenro." Ya el solo hecho de que preguntemos por un con. Sobre el conjunto del problema, v. Lib. XI, cap. 3, pp. Lib. XI, cape., 3 y 4; 1, 241 y 248.

EL RENACER DEL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO tenido cualquiera y lo indaguemos indica que este contenido se halla totalmente al margen de nuestra rbita, pues Icmo dramos apetecer aquello que nos es totalmente desconocido? Fiemo se apoya aqu, como antes de l hiciera Nicols Cusa, en el pensamiento fundamental del Menn platnico, samiento que habr de acompaarnos de aqu en adelante, largo de una serie de vicisitudes histricas (cfr. sup,.a, pp. 9 Ningn saber puede serie impuesto e inculcado al individuo desd fuera; el saber tiene que verse siempre, necesariamente, despertado y estimulado por su propia naturaleza: "qu docer minurer porius quam magster", Y como el gnero humano es siem uno y el mismo y la esencia del espritu no varia nunca, la aq cenc ia a determinadas verdades debe reputarse como necesaria general. Ahora bien, la conrrastaci n y la aceptacin de cualq concepcin cientfica exigen como condicin indispensable el la reg[a de la verdad resplandezca desde dentro y vaya por lante, marcando el camino. Caracterstico del circulo de pensamientos y de la tnica que brot la Academia de Florencia es el hecho de que Ficin encontrara la garanta del valor universal y objetivo de las " ideas" principalmente, en el campo del arte. Es aqu donde, segn se manifiesta con mayor pureza la unidad espiritual inquebra table de la naturaleza humana. "Cualquier espritu encontrar plausible la forma redon cuando por primera vez se aperciba de ella, y aun sin conocer fundamento de este juicio. Cualquiera sabr apreciar una d minada adecuaci6n y proporcin en la estructura del cuerpo mano o la armona de los nmeros y los sonidos. De cie ademanes decimos que son nobles y bellos y ensalzamos la lu la sabidura y la intuicin de la verdad. Pues bien, si cualq espritu acepta y aprueba en seguida todo esto, donde quiera 10 observe, sin saber por qu, es indudable que 10 hace guiado un instinto necesario y absolutamente natural".18 Estas afirmaciones de Ficino encierran el germen de una va forma histrica del platonismo, que, afios ms tarde, madur y redondear Kepler, hacindola descansar sobre fundamentOl ms profundos. 18 Libo XI, Cl p. S,pp.2ituacin de nue stra naturaleaa Han sido la lgica y la silogstica aristotlicas las que al? Nos lamentamos de que la mirada del hombre se ve ahora han puesto trabas al espritu. lVam05 a tolerar que i\ada por la oscuridad d e que la rodea el cuerpo; pues bien, ruraleza se vea avasallada y entorpecida, en vez de ayudarla mtica le da claridad y luz, permitindole distinguir en el contrario, a sacudir estas arbitrarias ataduras? 6:1 al nmero y la estructura la variedad infinita de las cosas. Tambin para Ramus ocupa el lenguaje el primer lugar mos que el hombre viva encerr ado dentro de los esereevolucin "natural" del espritu. En l encontramos la gua ~ mites del cuerpo como en una crcel; pues bien, la matemera y mas segura tan pronto como despierta en nosotros la o rescata de ese cautiveri o y hace al hambre nui.s granck ciencia de que es necesario retornar del fluir de los fenmenos "" uni\'CTso enter o, permitindole, a pesar de no reprekntaJ ser unitario y permanente. Tenemos aqu el primer ejemplo uiera la millonsima parte de un punto de ste, coatemcmo es posible reflejar y reproducir fiel y armnicamente n su totalidad y con mirada que va mucho ms all que pensamiento la ooriedad infinita de las cosas; el lenguaje nos rso mismo. .. Es la matemtica la que confiere al hommite, por tanto, asimismo captar por vez primera la esenci erencia paterna originaria, acreditndole adems de nternuestro propio espritu y las leyes inqu ebrantables del iuicio, os los documentos que leg

itiman esta preciosa posesin y Slo despus de dar este paso podremos descubrir tambin ndolos a su origen divino. Nos quejamos de que el hombre los objetos isiros las huellas de una verdad superior y espiri trado y llevado sin meta por la violencia y el mpetu de la!> y comprender su conexin teleolgica interior. La psicologa ~ on es; pues bien, la matemtica aquieta su nimo, armoniza movimientos contradictorios del alma y devuelve a sta, bajo el /1.3 "Ita a" dialecnca diligenter expsita (ad) naturalis dtalecricae (cu/u, erno de la raen, la concordia y la consonancia. Quam coelesre. observarlo est) simililudinem se referre ee proprils germanisque ccloebua mque deor om proprium est, cum in tenebrls caecus erres, in prmere, vim universarn amplecr, membra partesque lellitimis l oc~ pa issimo lumine omnia numerare? cum in uno loco vinctus habitum denique toeum imitari praedicabit. Hoc fundemenrum es! nos eomentionis, hoe fj~mamen tllm quaestionis, m ee summee et totarn disputa aris, omnes regiones celerrime lberrim eque peragraril cum exuronem complectenrta retlocinationra intentio esr: ara Jialeetica en mago ' ~ n media patriae 'luce versad? cum agters, statum renerei" l\(I ralis dialeeticae; in ccmmenrarta aurem Arerorelle nihil ese ad naturae m Descartando todo10que enestaspalabrashay deornato rettionem propoairum: nihil (si neturae vertaeem apeeles) non confuaum, todava brilla en ellas, sin du da alguna, cierto vislumbre del perturbarum, non eomaminatum, non foedarum. ," (AristotelclU! animadver

" y la mentalidad platnica. Ramus, aunque no fuese persa. Ji01l"J, pp. 109 s.). M Dialect iclU! lnJtitwtiones, p. 6. ~~ Ar iJtot l'lielle animadverJiones. pp. 116 s. "~ D"lu rici nc ' Leipli lj', 1903, p. 115. Por \" dems, el prop" Srrum, aunqlle LA FILOSOFIA DE LA NATURALEZA clucn hay que reservarla, en verdad, para los hombres que descubrir y aplicar la matem tica como el instrumento ndamental para el conocimiento de la naturaleza. idente, sin embargo, que los grandes antagonismos meos que agitan esta poca y se orientan hacia una nueva taci n filosfica de la ciencia de la experiencia encuenbin en Parecelso su expresin y su reflejo. Tambin l

la experiencia sensible directa la nica proteccin y punto de apoyo contra la arbitrariedad de la tradicin especulacin: el saber, nos dice, tiene que ser tal "que os ojos puedan comprender al entendimiento y que relos odos como las cataratas del Rhin y que el ruido de fa retumbe con la misma claridad que los vientos buracere el mar. .. Fuera de ste, hay que considerar absurdo nocimiento atribu do a la naturaleza o que se le quiera 28 anto, aunque se pugne por identificar totalmente en uni" visible" y lo "invis ible", por acred itar directamente todos no de los conceptos en la intuicin sensible, se le recoembargo. al entendimiento una funcin propia y pecuanto a la clasificacin y ordenacin de la materia ernpirielso distingue entre la "especulacin" y la "invencnv.w nvencin", aun teniendo su punto fijo de apoyo en la n, no se reduce, sin embargo, al aislam iento de sta. ~e da por contento con la "experiencia" en el sentido y usual de la palabra, contraponindola a la teora, no s doctrinas ms all de los casos concretos por l obserlCmo podemos nosotros atribuir a los fenmenos concrento tales alguna fuerza analgica obligada, si no estamos u ros de que las condiciones fortuitas en las que surgiecn a reproducirse nunca exactamente del mismo modo?3~ ParacelsCl, "gira casi siempre en torno n b induccin metdica", raya este rasgo en la imag,,'l de COn.j'HlIO que traza de dicho peno lrmitdndose casi exclusivamente a exponer la concepcin .di:iosa de l:l'anum, pp. 15 s. ;, '''' !l'Ilr\j all erill$ Tmcr. 1: De philosopha. Obras, t. ll, p. 106. ' In pcdngra. Libro J, Obra s. t. IV, pp. 251 s.

EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA Llegamos necesariamente, por este camino, a un concepto de la experiencia: "uno es el fundamento y el maestro co, el otro 5U fuente de errores y su perdicin". El primero arte metdico del anlisis qumico, Que nos lleva de n ncclmlenro de las tres sustancias fundamentales de P segunda, un simple amasijo de percepciones incoherent mo fenmeno de la naturaleza cambia segn el ojo Que templa: por ejemplo, el proceso de la combustin, que cuerpo a la percepcin sensible y que para el ojo del lo reduce a la nada, descubre al verdadero investigado contrario, su verdadera esencia y su complejidad, conv con ello en punto de partida para el "verdadero ojo m As como antes el pensamiento especulativo deba co con la experiencia sensible, ahora, por el contrario, todo ble" debe examinarse y comprobarse a la luz de 10 " "En esto consiste la verdadera experiencia filosfica y ca: en conocer las cosas en lo que tienen de invisibles. el ayer es la experiencia que aprovecha al hoy, como sirve para el maana," 11 No basta, por tanto, con Que tos sentidos observen lera y traten de llenarse de su contenido: la autentica requiere otra cosa: requiere el experimento consciente mente guiado. "Todo experimento es como un arma, que debe m consonancia con su fuerza: la lanza es para clavarse, la descargar golpes, as tambin los experimentos. " Lo tante de todo es, pues, conocer cul es la fuerza de cada mento, la forma en que debe emplearse. Para experime falta hombres experimentados, que estn seguros del ma golpe, es decir, que sepan dominar el experimento con 5U clase y a su modo.. " u La historia de la medicina y de la ciencia de In n la llamada a decidir hasta dnde el propio Paracelso zar en su propia investigacin el modelo que aqu traza. 21 PaTaTTlirum (1) Libro 1; Obras, t. 1, pp, 72-74. ce. Sobre Obras, IV, 293s. (Ex impresso exemplarl.I '12 Chirurische Bcher una SchriJften, eds. por Johann Huscr, ~ PPo 3OO s. (Cit. por Srruns, op, cie" pp. 20s.). LA FILOSOFlA DE LA NATURALEZA e que en las anteriores palabras reconoce y seala de un " eneral las dos grandes y fundamentales exigenciasde toda terica basada en la experiencia. Claro est que nadie poperar, en esta fase de la reflexin filosfica en que todava ontramos, una reora desarrollada de la induccin. da demuestra con tanta claridad como el doble significado embuve al fundamental concepto de la "luz natural" 10 dif..

an resulta para el propio Paracelso el disociar, mamesin embargo en equilibrio y en consonancia entre s, el naturalez-a, el mundo de los objetos V la funcin propia tu. "'uz de la naturaleza" es para l, de una parte, la ley de ad objetivamente real, por oposicin al capricho espe" es una 'gran ceguera y una gran seduccin empearse el camino que nos marca nuestra propia cabeza, que no maestro ni doctor: el verdadero maestro es la luz de la a, no nuestro cerebro, ni nuestros cinco sentidos".u la naturaleza es, sin embargo, al mismo tiempo, el sfmel reflejo del espritu divino; y, para poder comprenderla peculiar entidad, es necesario que el sujeto cognoscente epurar antes la claridad y la libertad interiores de su proconsideracin. Mal podramos recibir y albergar en nosotros atural, si sta no tuviese en nosotros mismos su fuente y :n. Toda la riqueza del mundo exterior, los astros y el fir.. to, se contienen y se cifran en el "espritu" del hombre. espritu del hombre es, pues, algo tan grande, que nadie paz de expresarlo, y as como Dios mismo y la primera y el cielo son los tres eternos e imperecederos, as tambin espritu humano... y si nosotros, los hombres, fusemos de conocer bien nuestro propio espritu, nada habra impara nosotros sobre la tierra." 3.. o se ve, el concepto de la experiencia linda aqu muy de rodevla, en su modo de desarrollarse y de perseguirse, con ca. Aunque las frases ltimamente citadas pertenezcan a a cuya autenticidad no es segura, no cabe duda de que Sobre la podagra, libro [, Obras, IV, p. 263. Cfr. Lab)lTinthllS TTled icon~m, as, Il, pp, 225 s. ber de irnaginiblls, ca p, XIl, Obras, IX, p. 389 (Ex Manuser, allerilUl).

li EL CONCEPTO DE LA NATURALEZA LA FlLOSOFlA DE LA NATURALEZA reflejan con bastante fidelidad el pensamiento central de Se esboza ahora, en su s rasgos ms generales, una teora y aparecen, adems, confirmadas y complementadas por c3 del conocer. Esta teora no es an. ciertamente, el que se expresan en crculos de pensadores muy afines nro sobre que descansa la con cepcin de conjunto, sino celso, por un Agripa de Nenesheim y un Fracasroro. todava, comparada con sta, un a ditamento puramente daderamente conoce su propio yo, capta en l, al mism constituye, sin embargo, y a s debernos verla, un eslabn la totalidad de las cosas: "cognoscet in prirnis Deum que va guindonos poco a poc o hacia un nuevo planimaginero factus esr, cognoscet mundum, cujus simula rc del problema. cognoscet creaturas omnes, cum quibus svmbolum habe rdemos que las luchas psicolg icas del siglo xv haban sido modo singula stngulls suo loco, tempore, ordine, me das y estaban condicionadas por el dualismo en cuanto al portione et harmona apeare queat er cd se trohere atque aristotlico del alma. De u na parte, se reconocan los non secus arque magnes Ierrum"," como fuente exclusiva e inexcusable de conocimi ento; Se nos revela aqu uno de los rasgos fundamentale parte, segua reconocindose en la " ra:n activa" una risricos comunes a los pensadores de esta poca y de est e conciencia capa: de exi stir de por s, por su propia viro ca. Todos ellos invocan la realidad sensible externa en ararte de las sensaciones y desglosada de 1:'1 existencia del aspiran a penetrar y a la que quieren entregarse plenam ' v. supra, pp. 134ss.) . todos ellos reconocen, al mismo tiempo, en la imagen ora, habindose demostrado fa llidos todos los intentos conaqu se encuentran el reflejo de su propio "espritu". Se no quedaba ms que llna solucin radical para sustraery se intuye, con oscuro presentimiento, la identidad de ' dualismo: asegurar y des arrollar consecuentemente en jetivo" y lo "objetivo". Pero como la ciencia no ha cciones el fundamento a que se haba remitido el propio todava el grado de madure: necesario para poder apoy ; dicho en otros trminos, cir cunscribir totalmente el este postulado, es la mstica la nica que, en ltima nto dentro de los lmites de la pe rcepcin directa. La puede aplacar la sed de unidad del conocimiento. de otras instancias, tales como la supuesta funcin pro os conceptos y de la induccin, no hacia sino poner al rro la pretensin engaosa que aqu se esconde y revelar B) LA PSICOLOGA DEL OlNOCIM IEl'o'TO Oen las impresiones sensibles todo el contenido que estos Los comienzos de la filosofa italiana de la naturalcta parecen encerrar. La unid ad del saber slo puede aleantan ya en una fase superior de la abstraccin. En e

mantenerse mediante su total reduccin al objeto concreto Telesio y en su escuela-predomina tambin la tendenc sensaciones nos trasmiten. observacin directa y a la experiencia concreta; pero. tiempo, vemos cmo apuntan ya las primeras reflexiones del proceso y de las condiciones de nacimiento de la expe -3~ AJI;rippa de Neneshetm, De occulm phi!OlOphid. lib. 1lI, cap. " mo Fracastoro Cfr. Frocutoro, De inrd!cc!ione, lib. [ ( Ope~d omruc, V