7. Diferencias Derivadas - Seguimos en Movimiento · Esta integración con países con enormes...

DIFERENCIAS DERIVADAS DEL

GÉNERO EN EL MERCADO

LABORAL MEXICANO: PRECIOS Y

DESEMPLEO

COLABORADOR:

MIGUEL ÁNGEL MARTÍNEZ CHÁVEZ

Primera Edición 2013.

Tercera Impresión Octubre del 2016.

Movimiento Ciudadano, Partido Político Nacional.

N° de Registro de Derechos de Autor:

03-2014-070211580900-01

ISBN: 978-607-475-306-6

Louisiana No. 113, Esq. Nueva York, Col. Nápoles Deleg.

Benito Juárez, C. P. 03810, México, D.F.

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E l E d i t o r .

DIFERENCIAS DERIVADAS DEL GÉNERO EN EL MERCADO LABORAL MEXICANO: PRECIOS Y DESEMPLEO

ÍNDICE

DOCUMENTO METODOLÓGICO.

INTRODUCCIÓN I

JUSTIFICACIÓN. VII

OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN. XI

PLANTEAMIENTO Y DELIMITACIÓN DEL TEMA XIV

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN. XXI

MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA. XXIII

FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS CVIII

PRUEBAS EMPÍRICAS O CUALITATIVAS CXII

CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE INVESTIGACIÓN. CXXIII

BIBLIOGRAFÍA CXLII

REPORTE DE INVESTIGACIÓN

INTRODUCCIÓN 1

CAPITULO I MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE


REFERENCIA. 7

1.1. QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO 7

1.2. EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS. 22

1.3. EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DIAS. 38

1.4. EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA 48

1.5. EL GAP SALARIAL DE GÉNERO. 60

1.5.1. EL TRABAJO FEMENINO. 72

1.5.2. LA GLOBALIZACIÓN. 80

1.5.3. DISCRIMINACIÓN 86

CAPITULO II ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y EMPLEO. 90

2.1. LO QUE NOS DICEN LAS ENCUESTAS. 90

2.2. UNA VISIÓN GENERAL. 93

2.2.1. UNA VISIÓN GENERAL. 98

2.2.2. EL ASPECTO EDUCATIVO. 101

2.2.3. LA SITUACIÓN EN MATERIA DE TRABAJO. 125

2.2.4. EN MATERIA DE INGRESO EN LAS FAMILIAS. 155

CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE INVESTIGACIÓN. 187

BIBLIOGRAFÍA 293





DESEMPLEO

DOCUMENTO METODOLÓGICO


I

INTRODUCCIÓN

En una época repleta de reformas estructurales para la economía

mexicana es importante mantener en todo momento una perspectiva

que tome en cuenta la igualdad de género. Las reformas propuestas se

supone que sean incluyentes en todos los aspectos, pues de no ser así

tendrá muy duros efectos en la desigualdad de género, lo que agravaría

las divergencias de ingreso y la desigualdad en México.

Las acciones tomadas por el gobierno han sido un tema que en todo

momento se aborda en el discurso pero no ha sido aplicado cabalmente

en la realidad. No es suficiente incluir la igualdad de género al discurso,

tampoco destinar dinero para programas públicos de mujeres, de lo que

se trata es de incluir los problemas que enfrentan las mujeres a causa

de su género, en el diseño, ejecución y evaluación de las acciones

tomadas por el gobierno. La tarea es promover y autorizar presupuestos

con enfoque de género. Para nadie es desconocido que las mujeres en

México han estado en condiciones mucho menos optimistas que los

varones a lo largo de los hechos históricos, a pesar de ello han luchado

incansablemente para alcanzar los derechos que legítimamente les

corresponden.


II

Cabe mencionar que hace poco tiempo se cumplieron 50 años del

reconocimiento Constitucional del derecho de las mujeres a votar y ser

votadas, este fue un derecho legítimamente ganado, al igual que

muchos otros que han alcanzado en el transitar de estos últimos años.

Se debe reconocer que las mujeres poseen un enorme espíritu

incansable de lucha, incluso a pesar de vivir en una adversa situación

en una grupo poblacional tradicionalmente machista y patriarcal, lo cual

les ha permitido estar acorde con los avances legítimos de las mujeres

a nivel internacional.

Con las pasados firmas de algunos tratados de libre comercio de

México con el mundo, el inevitable proceso de integración económica

mundial se acelera. Esta integración con países con enormes

diferencias en niveles de vida genera problemas bastante estudiados

en tanto a divergencias salariales y del mercado de trabajo.

Particularmente en México con el NAFTA se fue testigo de cómo la

relación bilateral con los EEUU fue complicada y los beneficios en el

comercio han sido, a la fecha, dudosos.

Debido a la heterogeneidad en cada grupo poblacional, sus aspectos

demográficos son particularmente sensibles a las transformaciones

como efecto ulterior de transformaciones en la estructura de mercado.

En las últimas décadas, los economistas han intentado con mayor o


III

menor éxito modelar esta transformación demográfica con muy pocos

datos empíricos, ya que la magnitud de la globalización ha sido y sigue

superando los alcances de la academia.

Aún más complicado es modelar el impacto económico de la

aceleración del comercio mundial en el bienestar de las mujeres.

Tradicionalmente, los economistas conciben el trabajo como un simple

intercambio de un bien (mano de obra) y los hogares como unidades

económicas independientes, estáticos e inmutables (en tanto al género)

con ambas entidades responsivas a las actividades del "gobierno"

(impuestos y gastos, y quizás hasta deuda). A pesar de ello, el papel del

género en la estructura de los hogares y la grupo poblacional en general

se ha transformado rápidamente en las últimas décadas, y en ninguna

parte es esto más evidente que la tendencia que se sigue en los países

en desarrollo. Al mismo tiempo que los países promulgan políticas

comerciales masivas, las mujeres entran en la población

económicamente activa a ritmos acelerados, y cambian sus actividades

diarias. Es claro que esta transformación en la estructura de la mano de

obra no es una simple coincidencia, pero no queda claro si se pueden

crear acciones tomadas por el gobierno que mejoren la posición de las

mujeres con respecto de los hombres en el mercado laboral.


IV

El Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue

histórico tanto en alcance como en magnitud y, sin duda, ha cambiado

la estructura económica y la estructura social de todos los países

participantes. Las consecuencias fueron especialmente enormes para

México, que décadas previas hubo adoptado un régimen de

proteccionismo económico a través de la sustitución de importaciones.

A pesar de ello, en la década de los ochenta, la presidencia tecnócrata

de Carlos Salinas de Gortari generó un novedoso enfoque neoliberal del

crecimiento y desarrollo económico. El neoliberalismo fue sin duda el

mantra económico de la época y México estaba dispuesto a conjuntarse

a las filas del mundo de los gigantes económicos a través de la

irrevocable atracción de inversión extranjera y el supuesto gran

aumento de las exportaciones. La proximidad a los Estados Unidos, la

nación más poderosa y rica del mundo, parecía entonces ser una gran

ventaja comparativa.

La visión de Gortari para/con el comercio complementó así el deseo del

presidente de EEUU, Bill Clinton, para fomentar e impulsar el

crecimiento y desarrollo económico en México como un medio para

aminorar la tensión social y las presiones migratorias a través de la

mejora de las oportunidades económicas. Los tres países acordaron el

TLCAN en 1992 y lo ejecutaron en 1994, pero ello sólo después de un


V

tenso debate y polarización en tanto a los términos y minutas de éste. El

NAFTA representa la culminación de una serie de reducciones

arancelarias y de la reforma industrial que se inició a mediados de los

80 en México, pero los flujos de capital y de bienes entre los tres países

se dispararon a mediados de los noventa como efecto ulterior de este

tratado.

El Banco Mundial estima que el TLCAN impulsó la economía mexicana

de manera importante, con el Producto Interno Bruto de México un

cuatro o cinco por ciento superior, las exportaciones un cincuenta por

ciento mayor, y la inversión extranjera directa, cuarenta por ciento más

en 2002 de lo que hubiera sido sin NAFTA. A pesar de ello, el

aislamiento de los efectos del TLCAN sobre las variables

macroeconómicas como el PIB es complicado, debido a que México

sufrió varias crisis económicas y políticas durante el mismo período que

la producción afectada negativamente, tales como la crisis del peso de

1994, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, y la rebelión zapatista en la

región sur. Sin duda el costo económico y social de los disturbios y

reacciones sociales debe tenerse en cuenta al analizar y evaluar los

efectos del TLC.

A pesar de ello, la enorme reestructuración de la economía y el gran

aumento espectacular de las exportaciones plantea la cuestión de las


VI

repercusiones de esta transformación en los resultados laborales para

los mexicanos. En concreto, la incertidumbre en cuanto a los novedosos

resultados del trabajo de las mujeres mexicanas es particularmente

interesante dadas las consecuencias potenciales de una mejor

condición económica de las mujeres en un país en desarrollo.


VII

JUSTIFICACIÓN.

Desde los años ochenta, diferentes Conferencias Internacionales

organizadas por las Naciones Unidas, plantearon la necesidad de

eliminar la pobreza y todas las formas de desigualdad social, ejemplo

de esto es la plataforma de Pekín, de la que México forma parte, que

plantea la inclusión de una perspectiva de género en el diseño,

desarrollo, adopción y ejecución de todos los procesos presupuestarios

de manera coherente para promover una distribución de los dinero

igualitaria, efectiva y apropiada para alcanzar una igualdad de género

así como programas públicos de desarrollo que mejoren las situaciones

concretas de las mujeres.

En este sentido se debe señalar que, para diseñar un presupuesto

desde una perspectiva de género, implica además de proponer

transformaciones legislativos, normativos, de formatos y

reglamentarios, se debe generar información que permita al gobierno

diseñar, aplicar y analizar y evaluar las políticas gubernamentales

desde la perspectiva de género, no se debe dejar pasar la realización

de estudios como índices de gestión para la evaluación de acciones

tomadas por el gobierno con perspectiva de género; así como Índices

de desarrollo humano, pobreza humana, desarrollo relativo al género,


VIII

potenciación de género, jefaturas femeninas y sus necesidades, entre

otros.

Un verdadero Presupuesto con perspectiva de género debe ser integral,

la perspectiva de Género en los Presupuestos Públicos deber ser

asumida por los legisladores, el poder Ejecutivo y los Institutos de la

Mujer como una visión explicativa para cuantificar los dinero y

capacidades de acción que despliegan las mujeres y los hombres para

enfrentar las discriminaciones por razones de género en la grupo

poblacional.

Así, este documento ayudará en el diseño y aplicación de acciones

tomadas por el gobierno (vía el Presupuesto aprobado en el órgano

legislativo federal) encaminadas a mejorar la distribución salarial del

mercado laboral mexicano y la mejora de la calidad e inserción laboral

de las mujeres mexicanas en trabajos bien remunerados. Los

resultados podrán utilizarse para proponer acciones tomadas por el

gobierno y eliminar las acciones tomadas por el gobierno con enfoque

de género que no estén mejorando el bienestar de las mujeres y no

promuevan la igualdad de género.

Esto tiene una enorme relevancia social, pues la intensión de esta

investigación, es analizar el estado que guardan las desigualdades que


IX

persisten en el mercado laboral entre hombres y mujeres, tanto a nivel

de penetración, como en igualdad de condiciones salariales.

Las diferencias salariales en género parecerían ser una constante en el

mundo moderno. En la teoría económica tradicional, este diferencial es

el efecto ulterior de las menores habilidades de las mujeres en el

trabajo, y/o como efecto ulterior de discriminación en el mercado

laboral. En los últimos años, muchos estudios han informado de

importantes disminuciones en el gap salarial de género en varios países

(Blau y Kahn, 1992, y 1999), y estas transformaciones varían entre los

países. Estos resultados parecerían haber tenido lugar principalmente

en los países desarrollados, donde las mujeres han aumentado su

promedio de calificaciones observadas, y han aumentado su

participación en los mercados laborales.

En los EEUU por ejemplo, este efecto ulterior también coincide en el

tiempo con el compromiso de las autoridades con las políticas de

equidad de remuneración y la equidad de oportunidades de trabajo (es

decir, la acción afirmativa). La comparación de los EEUU con otros

países con resultados similares, a pesar de ello, muestra que el gap

salarial estadounidense en tanto al género se ha aminorado a menos de

la distancia en países como Suiza o Alemania, donde no han tenido

lugar políticas destinadas a disminuir la discriminación laboral.


X

Este efecto ulterior paradójico se ha asociado con el gran aumento de la

desigualdad salarial en los EEUU, y el argumento es el siguiente:

supongamos que en dos países las mujeres tienen niveles más bajos

de habilidades que los hombres, pero que las diferencias en las

habilidades (suponiendo que exista alguna medida de ésta) es la mismo

en los dos países. Si el ingreso, dada la competencia, es mayor en un

país, entonces esa nación tendrá una brecha salarial mayor (Blau y

Kahn, 1992). En México, varios estudios han informado de un gran

aumento de la desigualdad en la distribución salarial entre hombres (es

decir, Meza, 1999, Craig y Epelbaum, 1995), asociado a una

rentabilidad cada vez mayor a la instrucción educativa.

Así, la presente investigación aportará el mejor entendimiento y

conocimiento de la situación actual mexicana en tanto a divergencias a

causa del género, se conocerá la tendencia histórica de la segregación

por género en México y se analizará, si es el caso, la reducción en

desigualdad que haya tenido alguna política pública. Todo con el

objetivo de conocer mejor el mercado laboral mexicano para poder

implementar las acciones tomadas por el gobierno más convenientes e

incluyentes desde el punto de vista de género, y mejorar la

productividad laboral mexicana en su conjunto. Se tomarán en cuenta

variables proxi de capital humano.


XI

OBJETIVOS DE LA INVESTIGACIÓN.

Objetivo General:

Revisar la situación actual de la desigualdad en materia laborar que

sufren las mujeres en nuestro país, a partir de los resultados obtenidos

de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares y de la

Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, que realiza el Instituto

Nacional de Estadística Geografía e Informática.

Objetivos Particulares:

• Revisar los principales conceptos y principios que dan estructura

al enfoque de equidad de género, con el fin de distinguir su

presencia en el marco normativo e institucional que regula

situación laboral de nuestro país.

• Identificar los principales rasgos que caracterizan la prestación de

trabajo subordinado de las mujeres.


XII

• Revisar los resultados de las encuestas de ingreso y gastos de

los hogares, así como la de ocupación y empleo de los últimos

años, con el fin de identificar la situación laborar de la población

ocupada por sexo.

• Distinguir los efectos de la discriminación que afectan la igualdad

de derechos y el ingreso entre hombres y mujeres afectando los

niveles de bienestar y las posibilidades de ingreso de las mujeres.

• Describir las diferencias existentes en materia laboral respecto al

nivel educativo, ingresos, prestaciones, seguridad, entre otras;

que afectan el desarrollo y el bienestar de las mujeres y sus

familias.

• Describir los efectos de la desigualdad de ingreso y

características del empleo en el bienestar de las mujeres y sus


XIII

familias.

• Identificar el efecto de la diferencia de niveles educativos entre

hombres y mujeres respecto al acceso a mejores empleos y

determinados niveles de ingreso.


XIV

PLANTEAMIENTO Y DELIMITACIÓN DEL TEMA


















corresponden.


XV























XVI






















XVII























XVIII






tratado.











región sur.

Sin duda el costo económico y social de los disturbios y reacciones

sociales debe tenerse en cuenta al analizar y evaluar los efectos del

TLC.


XIX








De acuerdo con las teorías dominantes sobre la oferta de trabajo

femenino en los países en vías de desarrollo, la tasa de actividad

femenina debe reaccionar de manera diferente a este repentino impulso

del crecimiento, a como lo haría la de un país más desarrollado e

industrializado. Consecuentemente, la sensibilidad de dicha tasa en

México debe ser más alto que el de Canadá y Estados Unidos, lo que

sugiere una convergencia de los roles de género en las tres naciones.

La transformación subsiguiente de poder de negociación en los hogares

mexicanos de hecho puede tener implicaciones importantes para el

grupo poblacional, como lo sugieren los estudios y la literatura pasado.

La tasa de actividad femenina puede afectar el matrimonio, la fertilidad,

y las decisiones educativas de los hogares, lo que cambiaría la

composición demográfica del país en general. Por otra parte, no queda

claro si las transformaciones en la participación femenina afectan a la


XX

estructura de los salarios y los niveles de trabajo de las mujeres en la

economía total de México.

Las diferencias de género en el acceso a las oportunidades económicas

con frecuencia tienen una estrecha relación con las diferencias de

género en la participación en el mercado laboral, trátese de desempleo

(friccional y estructural) informalidad, o de salarios, por lo que en la

presente investigación se pretende contestar los siguientes

cuestionamientos.


XXI

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN.

¿Cuáles son los ámbitos en materia laboral donde se observa la mayor

presencia de elementos discriminatorios a las mujeres en México?

¿Existe diferencia entre los ingresos que perciben las mujeres con

respecto a sus pares hombres, un realizando las mismas labores e igual

responsabilidad?

¿Existen las diferencias de formación académica o experiencia laboral

que expliquen el trato diferenciado en la contratación laboral y el

ingreso pactado?

¿Existen diferencias en materia de productividad entre hombres y

mujeres?

¿Qué estereotipos culturales explican en el ámbito laboral la

discriminación al momento de elegir o ingresar a una determinada

actividad laboral?

¿Cuál ha sido el impacto concreto en las condiciones laborales de las

mujeres de los distintos cuerpos normativos e institucionales que ha

implementado el estado mexicano en la última década?


XXII

¿Qué factores objetivos han obstaculizado o contribuido a que la mujer

se pueda integrar al mercado laborar en las mismas condiciones que

los hombres?


XXIII

MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA.

QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO.

Para entender el concepto de género, es preciso establecer primero

que esta palabra no es sinónimo de mujer. Para lo cual este documento

problematiza sobre el propio concepto de género, que ha sido tratado

por varios autores; pero no existe coincidencia en sus postulados y las

teorías son convergentes.

Por lo regular, el esquema cultural en el cual nos desarrollamos en

México, establece una concepción errónea del término; porque suele

pensarse únicamente de mujeres. Pero el género se refiere a la relación

entre hombres y mujeres. Es decir, el intercambio y vínculo entre

hombres y mujeres. Bajo este planteamiento, la CDHDF (2003),

establece que el género es el conjunto de características sociales y

culturales de lo femenino y lo masculino. Pero no sólo eso, sino que

abarca otras cosas, como el comportamiento, los valores, actitudes y

sentimientos que la sociedad en su conjunto considera como propios de

los varones y las mujeres.

El concepto género, establece en los estudios existentes, al menos dos

orígenes teóricos. En primer lugar, en buena medida, el concepto es


XXIV

una reformulación más elaborada, de la idea inicial de Simone Beauvoir

según la cual la mujer no nace sino que se hace. Ella apuntaba, ya en

1949, sobre el proceso de construcción social de las diferencias entre

hombres y mujeres en su célebre libro: el “segundo sexo”. Polémico

pero que comenzó a dar muestras de planteamientos sobre la equidad

y un análisis profundo sobre las diferencias sociales con las que se trata

a las mujeres. El sexo biológico se pone de manifiesto en los genitales

desde el nacimiento; pero el proceso de sexuación, que es un

fenómeno natural, abarca todo el organismo y se extiende a lo largo

del ciclo vital tras un complejo proceso de desarrollo que se inicia en

el momento de la concepción, con la aportación de los cromosomas

sexuales.

También el género puede ser entendido a partir de las diferencias

ideológicas de lo público-masculino sobre lo privado-femenino, así

como una categoría generada por desigualdades sociales que

restringen el acceso, propiciando el desgaste de la condición humana

(Vizcarra, 2008:143). Pero si buscamos un origen más remoto,

podemos evocar el libro de Margeret Mead en su obra: “Sexo y

temperamento en tres sociedades primitivas”. En este texto de gran

importancia para los estudios de género y para comprender qué es lo

que ha sucedido desde entonces, se establecen cómo se han formado


XXV

las concepciones con respecto al hombre y la mujer. Por supuesto

Mead (1972) se da cuenta que las diferencias entre los sexos están

basadas en circunstancias sociales, en el contexto histórico de la época

y más aún, está vinculado con el control que se ejerce sobre los

cuerpos de las mujeres. “Se trata de relaciones de poder construidas

históricamente en todas las instancias del ordenamiento social. El

sistema sexo/género, la cultura genérica, las relaciones de género, son

relaciones que reflejan una relación cambiante, dinámica y se trata de

una relación desigual, de una relación de poder que favorece a los

varones”, (Ramos, 2008:36).

El Diccionario de la Lengua Española, muestra distintas acepciones al

concepto de género, una de ellas: “clase a la que pertenece un nombre

o sustantivo o un pronombre por el hecho de concertar con él una forma

y, generalmente solo una, de la flexión del adjetivo y del pronombre.

Como ya se ha señalado, en las lenguas indoeuropeas estas formas

son tres en determinados adjetivos y pronombres: masculina, femenina

y neutra”. De acuerdo con Ramos (2008), establece que los

señalamientos que el género puede decirse que inciden en tres rubros:

a) señala el proceso sociocultural de construcción de la diferencia

sexual. Es decir, lo que socialmente se percibe como masculino y

femenino, es un proceso cultural que se presenta en un contexto


XXVI

específico. b) reconoce el carácter social de las identidades genéricas y

permite teorizar sobre el tema de la masculinidad y feminidad como

construcciones culturales, claramente separadas al sexo anatómico.1

c) Las postulación de que el sistema sexo/género o la cultura genérica

se inserta en claramente en las relaciones de poder en todas las

relaciones sociales subraya la relación entre ordenamientos genéricos

y políticos.

El género hace referencia a una realidad compleja fundamentalmente

de carácter psicosocial, pero que tiene su exclusiva razón de ser en un

dimorfismo sexual biológico, explicado a través del varón y la mujer. Se

asienta en un comienzo en la variable sexo y se encuentra en

permanente interacción con él a lo largo de todo el ciclo vital, y por

consiguiente, en interacción con dicha variable en su doble significación

de “variable estímulo” -la interacción comportamental en función del

estímulo sexo- y “variable sujeto” las variables de personalidad,

actitudinales y el desarrollo sexual en cuanto tal. (Unger, 1979). El

estudio de roles, estereotipos, masculinidad y feminidad, etc., se

encuadrarían dentro de esta realidad.

Cada país hace un constructo social del tema, a través de la

interpretación que se da en las leyes y ordenamientos. E incluso a partir

1 Incluso el sexo se considera una construcción social por parte de autores como Butler (1996).


XXVII

de las políticas públicas, en las acciones que se desarrollan tendientes

a comprender y establecer las diferencias entre los hombres y las

mujeres.2 Las políticas públicas entendidas desde la perspectiva de

género, exigen la concreción de los siguientes objetivos: mejoría en la

distribución de recursos, en los intercambios socioculturales diarios, en

la calidad de vida no sólo de las mujeres sino también de los hombres, y

la construcción de mentalidades que se asienten sobre formas múltiples

y flexibles en torno a la feminidad y la masculinidad (Stromquist,

2006:20). Incorporar una perspectiva de género permite sensibilizarnos

ante hechos como que las oportunidades educativas y laborales no se

dan de manera equitativa para hombres y mujeres en nuestra sociedad.

Pero no sólo se trata de acceso al empleo y a la educación, sino

también a múltiples satisfactores que requieren atención.

Es muy difícil que las mujeres encuentren apoyo en el contexto social

que vivimos. Los camiones por ejemplo, son creados demasiado altos

para las mujeres, no existe una visión sobre sus características físicas.

Además, dado que las mujeres se encargan de cuidar a los niños,

pocas veces existen guarderías o espacios para que puedan ser

atendidos los menores mientras se realiza un trámite o las mamás,

2 Dentro de las categorías empleadas para entender el género, Scott (1996), plantea que el género

es una relación primaria de poder. Esto se debe a que considera que las relaciones entre hombres y mujeres son desiguales y pretenden generar un lazo de subordinación con el género femenino a partir de la utilización de las diferencias biológicas.


XXVIII

hacen alguna actividad. En las universidades por ejemplo, debería

existir guarderías para las jóvenes madres. Los espacios académicos,

si bien son lo que tratan de abrir esta discusión sobre los derechos de

las mujeres y los temas sobre equidad de género, tampoco cuentan con

guarderías o es muy difícil impulsar programas de beneficio para

quienes estudian y también son madres.

Las políticas públicas se refieren a la acciones del gobierno en torno a

los problemas que aquejan a las mujeres. Es decir, es el gobierno en

acción, para decir en palabras breves y que pueden ser entendidas. Se

adopta el enfoque de las políticas públicas para solucionar

precisamente algunos de los problemas existentes en el ámbito de la

administración pública. Este enfoque tiende generalmente a explicar, no

sólo a describir. Empero, para el tema de las mujeres, sus problemas y

sus soluciones, hay problemas para aceptar que participen. Por lo

general las soluciones han venido de los hombres, quienes diseñan las

políticas públicas de atención.

Los roles de género se refieren a lo que se espera que hagan los

hombres y las mujeres. Esto está determinado por la cultura y las

tradiciones. Existen una marcada diferencia entre varones y mujeres

que se ha construido de manera histórica. Las principales instituciones

de creación y transmisión de los atributos entendidos como género


XXIX

asignado (de cada género), son las instituciones sociales, políticas y

culturales de nuestro país. Podemos mencionar: la familia, escuela,

comunidad, las iglesias de las distinta denominaciones religiosas y por

supuesto los medios de comunicación. Es interesante visualizar que a

partir de la asignación de roles, de un lenguaje y un sistema de

premiación se va desarrollando un esquema institucionalizado de

diferencias entre género.

Valle et al (1996), sostienen que lo que no se piensa y no se describe

mediante palabras no existe en el imaginario social. Por ello las

palabras tienen un amplio significado, no sólo el sentido literal que

adquieren cuando decimos: “Mujer”, sino también toda la connotación

cultural y social que entraña dicha palabra. Por ello hay palabras muy

hirientes vinculadas con este proceso de razonamiento lingüístico que

escuchamos todos los días. Por ejemplo, cuando se dice “eres un

mariquita”, no sólo se está insultando a un hombre; sino poniendo en

evidencia el papel de las mujeres en la casa, en el hogar como quienes

hacen las labores domésticas. Además se acusa de sexo débil a las

mujeres, pero tiene un significado más profundo. Cuando los niños

gritan en sus juegos de recreo: “último vieja”, están haciendo referencia

a esa forma en la cual se discrimina a las mujeres, la manera en la cual


XXX

se conceptualiza y por supuesto en la forma en la cual se les

considera en la sociedad.

En nuestro país, la tradición social y cultural se ha desarrollado incluso

por medio de prejuicios. “Los atributos adjudicados a los géneros varían

de país a país y de región a región. Esto se debe a que el modo en que

estos atributos se relacionan tanto con los hombres como con las

mujeres, se encuentra condicionado por el contexto global, que los

impacta de diferente manera”, (Zamudio et al. 2010:132).

Por ello este trabajo pretende abonar a los elementos que impiden la

comprensión del fenómeno. Uno de estos factores es el mismo

concepto. A las mujeres por ejemplo, desde niñas se les atribuye

ciertas características y expectativas de desarrollo que determinan su

vida. Es una construcción social sobre la cual haremos énfasis a lo

largo de este trabajo con el objetivo de establecer las pautas de

comportamiento, sobre la cuales es posible cambiar y transformar la

manera de pensar y conducirse los hombres y las mujeres.

El género como categoría de análisis permite comprender las

relaciones entre mujeres y hombres como una construcción social que

se modifica en el espacio y tiempo, en el que las sociedades crean una

visión del mundo de acuerdo con las diferencias biológicas que existen


XXXI

entre los sexos, para establecer las normas del orden social, distribuir la

riqueza y la manera de ejercer el poder (Nuñez, 2000). La perspectiva

de género, dentro de las ciencias sociales, surge como una herramienta

conceptual y metodológica necesaria para el estudio de las mujeres y

los hombres. Se trata de un enfoque que permite conocer y entender

mejor sus identidades personales y sociales, así como las modalidades

en que ambos géneros se comportan dentro de las intrincadas y

complejas estructuras que las sociedades han creado para su

funcionamiento

Además de todo lo anterior, la perspectiva de género ha hecho las

siguientes aportaciones:

a) Esta perspectiva permite poner entre paréntesis muchos de los

postulados sobre el origen de la subordinación femenina y permite

replantear la forma de entender o visualizar cuestiones fundamentales

de la organización social, económica y política.

b) Permite sacar del terreno biológico lo que determina la diferencia

entre los sexos y colocarlo en el terreno simbólico.

c) Permite delimitar con mayor claridad y precisión cómo la diferencia

entre mujeres y hombres cobra dimensión de desigualdad.


XXXII

d) Permite identificar las diversas áreas en las que se concentra el

poder masculino y en las que la participación de la mujer es marginal o

secundaria.

e) Permite mirar la sociedad, sus órdenes e intersticios a partir de los

intereses de los géneros oprimidos.

f) Está permitiendo la formalización de una teoría sobre la división del

mundo y del trabajo.

g) Se trata de una perspectiva de mayor generalidad y comprensión

puesto que deja abierta la posibilidad de existencia de distintas formas

de relación entre mujeres y varones.

h) Deja abierta la posibilidad de distinguir formas diversas en periodos

históricos diferentes y como utopía, pensar la liberación de las mujeres

y de los hombres desde otras maneras distintas de organización social.

i) La vitalidad de la propuesta del género radica en que ha permitido

seguir líneas diferentes de investigación, basadas en última instancia

en opciones teórico-metodológicas diferentes (Rodríguez, 1997).

Asimismo, el concepto de género permite la comprensión de la

desigualdad sexual como un sistema de relaciones de poder que


XXXIII

mantiene la subordinación de la mujer a través de ideas, valores y

prácticas culturales que tienen un sentido discriminatorio, (Zamudio,

2010:132). Las construcciones culturales asumidas por las mujeres

actúan como un elemento de restricción del ejercicio de la libertad. Esto

coincide con el concepto de género que establece Scott (1990), quien

plantea que el género es un elemento constitutivo de las relaciones

sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos y el

género es una forma primaria de las relacione significantes de poder.

Como podemos apreciar, agrega un elemento muy importante que

existe en las relaciones entre hombres y mujeres, el poder.

Es decir, no sólo se trata de discriminación o de indiferencia hacia el

sexo femenino, sino que existe un esquema de subordinación, de

poder; tanto dentro del matrimonio como en las relaciones sociales. El

poder abarca muchas de las esferas de la vida cotidiana, por tanto; no

se puede sustraer a este efecto la relación entre ambos sexos. Por

ello, otra autora Teresita de Barbieri, sostiene que el concepto de

género es hablar de una forma de desigualdad social, de las

distancias y jerarquías que si bien tiene una dinámica propia, está

articulado con otras formas de la desigualdad, las distancias y las

jerarquías sociales.


XXXIV

En realidad lo que está en juego en las relaciones entre ambos sexos,

insistimos en un relación de poder donde los varones a través de sus

pautas de conducta van reproduciendo un esquema social de control y

poder hacia el sexo femenino. Eso es lo que busca la reivindicación de

la mujer y las luchas por la equidad de género, el reconocimiento que

son diferentes, pero que pueden desarrollar un papel destacado;

siempre y cuando exista equidad en el acceso a los beneficios sociales,

políticos y culturales. Poco a poco esto se ha hecho posible, los partidos

políticos, los legisladores y quienes se encuentran en el poder han

tratado de ir avanzando hacia disminuir la brecha de desigualdad entre

hombres y mujeres, pero este proceso está en construcción.

Stomquist (2006:14), por su parte establece que el género debe ser

definido como: “La construcción social y política de un sistema que crea

diferencias entre hombres y mujeres simplemente en virtud del sexo.

Estas diferencias producen representaciones sociales grandemente

difundidas de creencias y valores en cuanto a la feminidad y

masculinidad”. Pero va más allá en su concepto, establece que el

concepto es un tanto ambiguo porque obedece a la época y la

disposición de quienes están en el poder para reconocer los derechos.

Además, reconoce que en la construcción social y política, se privilegia

la heterosexualidad y otras opciones sexuales son vistas como


XXXV

aberrantes. Más adelante se abordará este tema, así como las nuevas

masculinidades.

El sexo es un concepto que se relaciona con las características

naturales. La naturaleza biológica que nos determina. Es decir, pueden

ser un macho o una hembra que para fines de identificación se nombra.

Además, el sexo está determinado por la naturaleza, las característica

que se adquieren desde el nacimiento no son moldeables ni

transformables. En cambio, las características que adquiere el género

sí, porque van cambiando con el tiempo, a través del contexto histórico

y de acuerdo a los intereses. Bajo este contexto, es posible señalar: el

sexo es una diferencia biológica, con la cual nacemos. Empero el

género es una construcción social, una forma en la cual

conceptualizamos las diferencias y sobre todo, que se elabora esta

concepción socialmente. De manera que ser diferente biológicamente

no necesariamente significa lo mismo en el ámbito social.

Es precisamente la cultura y tradición de nuestra civilización lo que

determina las características y la imagen que tenemos con respecto al

género. Pero también se trata de esquemas socioculturales que se van

transformando a través del tiempo y el contexto específicos. Por

ejemplo, antes en la etapa de la Nueva España, las mujeres no tenían

acceso a la educación universitaria, ahora sí. Se ha construido una


XXXVI

relación de acceso a los beneficios y oportunidades de manera

diferenciada entre hombres y mujeres. Si bien es cierto que existen

diferencias biológicas importantes, esto no debe ser un argumento para

menoscabar el papel de la mujer en las tareas políticas, económicas y

sociales. La derrota como destino manifiesto de la sexualidad femenina

tiene una obvia relación con otro concepto que se hereda de padres a

hijos, y no sólo en nuestra cultura: es mejor penetrar que ser penetrado.

Como puede anotarse en los puntos concluyentes, existe una evolución

con respecto al concepto de género que se sintetiza en el siguiente

cuadro:

Evolución del concepto de género

En los años setenta En los años ochenta En los años noventa En la década del

2000

El género se

convierte en un

concepto asociado

con el estudio de

cosas relativas a las

mujeres.

Género ya no sólo

hace referencia a la

mujer, sino que

implica una visión

global de las mujeres

sobre su realidad.

Género se emplea

como categoría de

análisis para

identificar las

relaciones sociales

entre hombres y

mujeres para ubicar

las diferencias, sus

necesidades y

condiciones

Género avanza como

una propuesta

pacifista a los

cambios sociales que

requieren las

sociedades

complejas e

interconectadas a la

globalización. Género

se expande en

términos de justicia,


XXXVII

de vida equidad y de

inclusión que abarca

a todos los seres

humanos sin importar

su raza, etnia, edad,

religión, orientación

sexual o capacidad

especial.

Fuente: elaboración propia con datos de INMUJERES, 2009

En el cuadro sobre la evolución del concepto de género, podemos

percibir que se ha dado un avance notable en las relaciones que se

desarrollan entre los sexos Masculino y femenino. El reconocimiento de

las diferencies es lo que permite construir un esquema de equidad. No

es posible ser iguales, pero sí aceptar las capacidades que tienen las

mujeres que en la mayoría de los casas son limitadas en el ámbito

político, económico y social. A continuación se expondrá el argumento

sobre las diferencias, como un esquema de entender el fenómeno para

transformarlo.

EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS.

El reconocimiento a las diferencias entre hombres y mujeres es un

acontecimiento histórico. Desde hace mucho tiempo se han


XXXVIII

desarrollado propuestas en el plano internacional para que las naciones

del mundo asuman un compromiso para enfrentar la desigualdad y la

discriminación. En ese sentido, son varios los documentos que se han

integrado en convenciones, acuerdos y tratados a nivel global para su

reconocimiento y posterior adopción. A continuación se realizará la

descripción histórica de los acuerdos que dieron pie al reconocimiento

de los derechos y deberes de género.

El primer Día Internacional de la Mujer se celebra el 19 de marzo 1911,

en Alemania, en conjunto con Austria, Dinamarca y Suiza,

conmemorando un levantamiento ocurrido en Prusia en esa fecha. Las

demandas son: derecho a voto, igualdad de oportunidades para ejercer

cargos públicos y derecho al trabajo. A diferencia de la versión

estadounidense, la europea tenía un carácter internacional desde sus

inicios. Al igual que en los Estados Unidos, la celebración de este día

consistía en la movilización política y en la manifestación de ideas

vinculadas al derecho al voto de las mujeres. En Alemania, el periódico

de las mujeres Die Gleichheit, (La Igualdad), que dirige Clara Zetkin

tuvo una tirada de 100 mil ejemplares. En Berlín se realizan cerca de 45

manifestaciones ese día.

El episodio que estableció la fecha en que hoy se celebra el Día

Internacional de la Mujer sucedió en Rusia el 8 de marzo de 1917. La


XXXIX

manifestación de ese año se centraba en la demanda de mejores

condiciones laborales y económicas. A ésta se unieron trabajadores

hombres que sufrían las mismas problemáticas estructurales. Dos días

después, el zar Nicolás II ordenó reprimir violentamente el movimiento.

Sin embargo, días después el zar abdicó y se instauró un gobierno

provisional que fue el primero de una gran potencia en reconocer el

derecho de las mujeres al voto. A partir del año siguiente, el Día

Internacional de la Mujer comenzó a celebrarse el 8 de marzo en

Europa. En 1922, Lenin, gracias a la ayuda de la dirigente alemana

Clara Zetkin, estableció el Día Internacional de la Mujer como un día

festivo comunista, una vez que los grupos comunistas chinos

comenzaron a celebrarlo. No fue hasta finales de los años sesenta que

un grupo de mujeres en Estados Unidos revivió esta celebración

considerada hasta entonces estrictamente comunista. Así, los

movimientos feministas de la época se reapropiaron de este día.

En 1952 se firmó la Convención a Favor de los Derechos Políticos de la

Mujer. A partir de ello se comenzó el reconocimiento de su derecho al

voto, de sus derechos a participar de manera activa en el desarrollo

social y también de incorporar a la mujer en actividades políticas y

laborales.3 El derecho al sufragio en la década de los cincuentas fue un

3 De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la incorporación masiva de

las mujeres en el mercado laboral tiene ya cierto tiempo. La tasa de incorporación económica femenina en áreas urbanas en América Latina aumentó de 45. 9 por ciento a 58.1 por ciento


XL

gran logro, si consideramos que en pleno siglo XXI, existen países

islámicos que prohíben este derecho a las mujeres. Antes, la

Revolución Mexicana de 1910 fue tal vez el inicio de la lucha por la

igualdad y el incipiente reconocimiento de las mujeres en la vida social y

política de nuestro país.4 Las “soldaderas” como se les llamó a las

mujeres que acompañaron en la lucha revolucionaria, no sólo ejercieron

el papel de apoyo en la alimentación y soporte de tareas domésticas,

sino también formaron parte del proceso de reconocimiento social

(Melgar, 2008).

En América Latina, se logró este derecho por parte de las mujeres

ecuatorianas en 1929. Tres años después se reconoció este derecho a

las uruguayas y salvadoreñas. Las brasileñas y las cubanas siguieron

en 1934. En los años cuarenta ese derecho se plasmó en Panamá, la

República Dominicana, Guatemala, Belice, Venezuela, Costa Rica y

Chile. En Costa Rica desde 1923 la Liga Feminista había colocado

entre sus principales exigencias el derecho a votar. En Argentina

avanzó el reconocimiento en 1947, pero fue hasta 1951 cuando ese

derecho fue puesto en práctica. En la década de los cincuenta

avanzaron hacia el derecho femenino al voto: Nicaragua, Bolivia,

entre 1990 y 2005. Véase Zaremberg, (2007).

4 La Ley del Divorcio de 1915, y la Ley de Relaciones Familiares (1917), modificó en mucho las relaciones entre hombres y mujeres, a partir de la Revolución Mexicana. Los códigos civiles revolucionarios reconocieron un mayor derecho de las mujeres sobre la patria potestad y control de la propiedad marital. Véase (Ramos, 2008: 46).


XLI

Colombia, México, Honduras y Perú. Iniciada la década de los setenta

se incorporó el rezagado Paraguay, (Alonso, 2004: 152).

Antes, en 1945 en Inglaterra. Se celebró el Día Internacional de la

Mujer, bajo la presidencia de Lady Megal Lloyd George, delegadas de

20 países del mundo se reúnen en el Albert Hall de Londres, para

aprobar el proyecto de Carta de la Mujer a ser presentada en la

Conferencia de las Naciones Unidas en San Francisco. Posteriormente,

el año de 1968 resulta crucial para entender la reivindicación del

feminismo, de la lucha de las mujeres por sus libertades y derechos. La

década de los setentas fue un parteaguas social. Las mujeres

europeas, conjuntamente con las norteamericanas, comenzaron a

cuestionar la situación intolerable que vivían, como seres humanos

sometidos a la cosificación de una sociedad de consumo, que las

rebajaba a la calidad de objeto sexual. Esta protesta permeó, en pocos

años, los medios de comunicación, partidos políticos y otras

instituciones, y prácticamente casi todos los centros de educación

superior, que vieron revitalizadas nuevas áreas de estudio e

investigación, (Merola, 1985).

En 1949, en la convención internacional llevada a cabo el 2 de

diciembre de 1949, se logró avanzar en torno a las peticiones

feministas, donde lo que buscó también fue ir contra la prostitución y el


XLII

control de los hombres sobre las mujeres. Las feministas continuaron su

combate para reivindicar otros derechos en el terreno privado, político y

económico. Se abordó por ejemplo la autodeterminación de las

mujeres, por una sexualidad autónoma, por la negación a encerrarse en

la esfera del matrimonio y por el acceso a la anticoncepción y el aborto.

5

Posteriormente la Declaración para el Establecimiento de un Nuevo

Orden Económico Internacional en 1974 se enfocó a corregir

desigualdades existentes, enfrentar injusticias y eliminar la creciente

brecha entre países desarrollados y países en desarrollo. Actualmente

ésta terminología ha quedado atrás, se habla de países en vías de

desarrollo para referirse a los países que tienen serios problemas de

desarrollo y las condiciones de sus habitantes no cubren las mínimas

expectativas de sobrevivencia. En 1975 fue reconocido oficialmente por

la Organización de las Naciones Unidas el Día Internacional de la

Mujer, Larrea (2013).

En el contexto histórico es significativo el hecho de que las

desigualdades están acompañadas de falta de desarrollo, problemas

vinculados con la herencia cultural y las tradiciones. En México avanza

5 El derecho de las mujeres de dedicarse a la prostitución también se abordó. En nombre de la

libertad sexual, el derecho a “ser prostituta”, sustituyó el “derecho a no ser sometida a ningún tipo de explotación sexual”.


XLIII

tan sólo en el reconocimiento de la problemática de género ha tardado

muchos años. Nuestro país es tradicionalista, poco se han movido las

ideas que tiene la población con respecto a las mujeres, pero se va a

avanzando. En 1975 se llevó a cabo la Primera Conferencia Mundial

del Año Internacional de la Mujer, y el establecimiento del Decenio de la

Mujer en 1975. En 1979, la Convención por la Eliminación de todas

las formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW), transformó

la visión de las mujeres y su entorno social en todo el mundo. Además

se apuntó como un reconocimiento a los derechos de las mujeres, ser

libres de explotación sexual.

Ulloa (2011), sostiene que durante los años 1980 y 1990, algunas

sobrevivientes de la prostitución comenzaron hablar y denunciar el

sistema de la prostitución. Además se fundó en 1988, la Coalición

contra el Tráfico de Mujeres.

Estos acontecimientos comenzaron a marcar la vida de muchas

mujeres que buscaron emanciparse de los hombres, transformar su

condición de subalternas y sumisas ante los varones y buscar se libres

y ganar la autodeterminación de sus acciones. Quintero (2005),

establece que las luchas feministas de la década de los setentas no

sólo otorgaron derechos políticos y civiles, sino una concepción de

independencia, de autoestima y autovalidación económica; así como a


XLIV

opciones diferentes de sexualidad y afectividad. Empero, este proceso

no es fácil si consideramos que en ese entonces la gran mayoría de las

mujeres no tenía acceso al empleo, a la educación y socialmente se

encontraban marginadas.

En 8 de marzo de 1975 la ONU comenzó a festejar el Día de la Mujer,

como una forma de reivindicar las causas sociales y en México, la

efeméride del 8 de marzo se homenajeó por primera vez en 1935, por

las mujeres del Partido Nacional Revolucionario, PNR (actual PRI), y

del Partido Comunista. La lucha no ha sido en el plano legal, sino

también en el desarrollo de una cultura distinta. De buscar cómo

imponer una razón en la transformaciones de los roles que tradicional y

culturalmente se han impuesto y desarrollado. Este decenio, la

década de los setentas fue un parteaguas en la vida política, económica

y social de México. Incluso a nivel internacional se dieron varios

movimientos sociales, la etapa posterior a las revoluciones armadas en

Centroamérica determinó también la manera en la cual los grupos

sociales tomaron la bandera del feminismo para explicar y buscar

transformar las condiciones de opresión, subordinación, segregación y

discriminación.

Los Women’s Studies son la contribución que el feminismo hace a la

ciencia, creando “una cosmovisión distinta dentro de la Ciencia, en la


XLV

que están presentes las mujeres” (Torres, 2000, 64) al incorporar la

dimensión de género y al reconocer que el género ha distorsionado

las relaciones sociales, la identidad y el desarrollo vital de las mujeres.

En España, por ejemplo, el movimiento feminista transformó los

hogares. De acuerdo con Aubet et al. (2001), la autoridad de la

cabeza de familia entró en crisis, se cuestionó el papel de los varones

en el hogar, no sólo como portadores del sustento diario, sino también

como poseedores del poder y el control familiar. Dentro de hogares, las

mujeres dejaron de ser invisibles y comenzaron a conquistar espacios

de libertad, a cultivar sus actividades y en general a empoderarse.

Fue en 1979 cuando se iniciaron en Estados Unidos varios movimientos

independentistas, grupos sociales relacionados con la liberación

femenina que tenía mucho auge. Así se integró la Convención sobre la

Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer

(CEDAW por sus siglas en inglés). Aprobada en el mismo año por la

Asamblea General de las Naciones Unidas. Aunque es un documento

muy completo, no tiene un espacio para el derecho de los cuerpos de

las mujeres y su autonomía, (Maier, 1992).

Podemos decir que la CEDAW fue la culminación de más de 30 años de

trabajo de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer


XLVI

para poner de manifiesto todas aquellas esferas donde se niega a las

mujeres la igualdad con los hombres. Se comenzó también a hablar de

la violencia como un fenómeno que no sólo abarca los golpes y la

violencia física, sino también a violencia institucional y la violencia

sistémica que se ejerce contra el género femenino.

Los grupos sociales comenzaron a mostrar las secuelas de una

violencia que de manera silenciosa había hecho mucho daño a la

sociedad. El desconocimiento de los derechos sociales de las mujeres

fue un acontecimiento triste y doloroso, pero que se vivió también bajo

la indiferencia de las instituciones y el propio Estado. La CEDAW

sentó las bases para reconocer y establecer los derechos de las

mujeres en un mundo creado para varones. Este fue el primer

documento que contiene un perfil normativo, aplicable a las leyes y en

la búsqueda de avanzar en la normatividad. Sin leyes a favor de las

mujeres, poco se puede hacer en contra de la costumbre y de las

tradiciones; porque las leyes retratan la cultura y el contexto social que

se vive. Es decir, las leyes son iguales a la discriminación y violencia

con que se desarrollan las mujeres.

Fue hasta 1980 con la Primera Conferencia Internacional de la Mujer,

llevada a cabo en Copenhague que avanzó el reconocimiento de los


XLVII

derechos.6 Las mujeres lograron obtener más empleos remunerados y

bajo el esquema capitalista se adoptaron estrategias para garantizar su

inserción en el mercado laboral. Eso hizo que no sólo se llevaran las

desigualdades al mercado laboral, sino que también la discriminación e

inequidad estuviera en estos sitios. Así surgieron nuevas formas de

abuso en materia de género y se luchó para hacer posible una mayor

igualdad entre hombres y mujeres, no sólo en el ámbito social; sino en

las leyes.

En Copenhague, la discusión se centró en el plano internacional, de

cómo garantizar políticas de acceso a los beneficios sociales y

transformar la brecha de desigualdad existente. Pero también se

planteó elaborar políticas públicas a nivel nacional y subnacional en los

distintos países del continente americano, como vía para dejar atrás el

subdesarrollo. La inequidad en el trato que reciben socialmente las

mujeres no sólo se queda ahí, también se refleja en los beneficios que

reciben por parte del Estado y los gobiernos. Es decir, el propio Estado

discrimina a las mujeres porque no les otorga créditos, apoyos o

beneficios de igual forma que a los varones. La concepción de

6 En la Conferencia de Copenhague se redefinió el concepto de igualdad, ampliando su contenido,

no sólo en el sentido jurídico, como eliminación de la discriminación de iure, sino también la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades para la participación de la mujer en el desarrollo como beneficiaria y agente activo, (De Villota, 2004:63).


XLVIII

supremacía del varón está presente en las leyes y en las políticas

públicas instrumentadas, sobre todo en Centroamérica.

En 1985, el concepto de desarrollo y crecimiento social se llevó a la

discusión en la Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas.7

Ahí se planteó la posibilidad de abarcar políticas de género, reconocer

los problemas y las áreas de oportunidad que representa el tema y

lograr establecer propuestas de beneficio mutuo para las mujeres y

hombres. Los tres objetivos del decenio de la mujer fueron:

igualdad, desarrollo y paz, relacionados también con empleo, salud y

educación. Hasta estas fechas, las acciones tendientes a reconocer los

problemas vinculados a la desigualdad y falta de equidad en el trato

hacia las mujeres sólo se habían anunciado. Los gobiernos de

Latinoamérica no habían podido avanzar en su reglamentación

favorable ni en la construcción de un panorama optimista para las

féminas. El mayor logro de esta conferencia a nivel internacional fue

que se logró adoptar el procedimiento para aprobar el documento

principal de la Conferencia, obteniendo los compromisos de los

gobiernos que no se produjo anteriormente.

También en 1985, En el año 1983 se celebró el II Encuentro, esta vez

en Lima, con la asistencia de 600 mujeres. Las feministas

7 Esta conferencia fue celebrada en Nairobi, entre el 15 y 26 de junio de 1985.


XLIX

latinoamericanas han logrado reunirse, a pesar de las circunstancias

poco favorables a los encuentros de esta naturaleza en nuestros

países. La importancia de este esfuerzo se manifiesta en el hecho de

que se hayan podido efectuar tres encuentros en apenas cuatro años,

con una asistencia de mujeres cada vez mayor. Ante esto, habría que

preguntarse el porqué de esta iniciativa y el porqué de su vigencia. El

fenómeno del feminismo se está haciendo cada vez más fuerte. En

1992, siguiendo con el relato de las acciones vinculadas con el

reconocimiento de la inexistencia de acciones y leyes favorables a la

equidad de género, se llevó a cabo la Conferencia de las Naciones

Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro. Ahí se

inició un nuevo tema: el papel de la mujer en la construcción del

desarrollo sustentable. Se vincularon los asuntos de las mujeres sobre

las cuales había que discutir, pero ahora a partir de ejercer el derecho al

desarrollo sostenible y se aceptó que es fundamental que las mujeres

ejerzan su derecho al desarrollo para responder con equidad a las

necesidades económicas, sociales y ambientales de todas las

personas. Finalmente las mujeres en el hogar son quienes sufren toda

serie de necesidades y son ellas quienes conviven con el entorno.

Tener acceso al agua potable, a fuentes de combustible y recursos

naturales está de manera directo relacionado con sus actividades

cotidianas.


L

Como podemos apreciar, la historia de los derechos de las mujeres es

reciente. Fue necesario generar movimientos sociales y feministas que

impulsaran el cambio en las relaciones entre los hombres y las mujeres.

Pero más que eso, fue preciso instaurar esquemas de reconocimiento a

sus necesidades. Por supuesto que no existe igualdad marcada por las

diferencias naturales, por lo que al exigir las mujeres ser iguales ante la

ley, tenían que establecer pautas de reconocimiento de las diferencias.

Posteriormente, en el plano internacional, en 1993 se desarrolló la

Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, en Viena. 8 Se

reconoció los derechos de las mujeres como derechos universales, y en

la que se acordó combatir y erradicar cualquier forma de discriminación

que pese sobre ellas. En 1994, en el ámbito regional, la Organización

de los Estados Americanos aprobó la Convención Interamericana para

Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Hasta la

fecha es el único instrumento internacional que trata el tema de la

violencia en su doble faceta: como ofensa a la dignidad humana y como

manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales

entre mujeres y hombres.

8 En esta conferencia se obtuvo que: “la violencia contra la mujer es una manifestación de las

relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que ha conducido a la dominación de la mujer por el hombre, a la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo, que el uso de la violencia es uno de los mecanismos decisivos mediante los cuales se coloca a la mujer en una posición de subordinación frente al hombre”, (De Villota, 2004: 69).


LI

En 1995, durante la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas

sobre la Mujer celebrada en Beijing se promovió el cumplimiento de

estrategias para disminuir la femenización de la pobreza. Asimismo,

tuvo como objetivo acelerar la aplicación de las estrategias de Nayrobi y

eliminar los obstáculos que dificultan la participación activa de las

mujeres en todas las esperan.9 Además se promovió garantizar el

acceso a la educación de las mujeres como una vía para lograr el

desarrollo (Inmujeres, 2010). En 1997, en Estados Unidos, ocurrió un

acontecimiento importante, La Coalition for the Women’s Peace

Petition, lanzó una campaña de firmas y una declaración denominada

“Petición de las Mujeres del Mundo a los Gobiernos a favor de la paz”,

para que los próximos cinco años, al menos 5 por ciento de los gastos

militares nacionales sean orientados a programas de salud, educación y

empleo

Posteriormente en 1998, en la Conferencia Mundial “La educación

superior en el Siglo XXI. Visión y acción”, realizada en París, Francia,

permitió retomar la agenda hacia la igualdad; porque en ese entonces el

66 por ciento de la población analfabeta en todo el mundo, eran

mujeres. Se encontró que una de las dimensiones más importantes

para el acceso equitativo es el acceso a la educación, porque

9 Dentro de los logros más importantes de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, fueron

consolidar


LII

determina las condiciones de vida que lograrán las mujeres, (Bustos,

2008). Un acontecimiento importante dentro de nuestro país fue el

reconocimiento de los problemas de las mujeres en 1999 a partir de

la Campaña por el Acceso a la Justicia de las Mujeres, cuyo objetivo era

lograr modificaciones legales en varias temáticas: la violencia

doméstica, los derechos de niños y jóvenes, el derecho a la no

discriminación, el aborto voluntario en tanto derecho a la salud,10 entre

otras, Márquez (2010:190).

Posteriormente en el 2000, bajo el nombre Marcha Mundial de las

Mujeres. “Dos mil razones para marchar”, organizaciones sociales de

mujeres y feministas de más de 90 países del mundo, lanzan una

campaña internacional para demandar la eliminación de la pobreza y la

violencia contra las mujeres.11 Estos acontecimientos han nutrido el

escenario nacional e internacional por la reivindicación de las luchas

sociales y de las mujeres. Todos estos cambios y modificaciones en las

leyes y en los reglamentos, así como la reivindicación del papel de la

10 Con respecto al aborto, se han realizado diversos estudios. En 2007, 2008 y 2009 se realizaron

encuestas para saber la opinión sobre la nueva Ley del Aborto del Distrito Federal. En 2007, 38.4% de la población estaba de acuerdo con la reforma de ley, cifra que aumentó a 62.9% en 2008 y a 73% en 2009. Véase Márquez (2010).

11 La violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidas la violencia en el hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales. (UNIFEM, 2000)


LIII

mujer permiten integrar el tema a la agenda de los gobiernos, de los

partidos políticos y de los legisladores.

Asimismo, en el 2000, En el año 2000, los líderes de 189 países

acordaron instituir una serie de acciones encaminadas a mejorar las

condiciones de vida en el mundo a través de lo que denominaron

Objetivos de Desarrollo del Milenio. A través de 21 metas diferentes,

que se medirían con sesenta indicadores, se buscó establecer un plan a

quince años para atacar problemas vinculados con el desarrollo

mundial tales como: la pobreza, las enfermedades o el hambre. El

tercero de estos objetivos hace referencia expresa a “promover la

igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”, estableciendo

como meta única “eliminar las desigualdades entre sexos en la

enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el 2005, y en

todos los niveles de la enseñanza para el año 2015.

EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DÍAS.

El reconocimiento de los derechos de la mujer, la transformación de las

prácticas y el desarrollo de políticas públicas con el reconocimiento de

las diferencias entre varones y mujeres, no es un hecho fortuito. Cada


LIV

vez las mujeres han logrado incursionar en varios ámbitos, no sólo

como producto de las leyes y convenciones realizadas, sino por su

incorporación al mercado laboral y la transformación paulatina del modo

de vida.

En los antecedentes prehispánicos, la mujer vivió un fuerte control. El

encierro era la mejor alternativa para no exponerse a los grandes

peligros, así lo retratan los códices y escritos elaborados en lenguas

indígenas. Straples (2008), recogió el testimonio escrito dichos

documentos, encontrando que las mujeres no podían salir a la calles.

Estaba castigado que estuvieran en la calle, los consejos sabios eran:

“Sé hacendosa”, “No andes por ahí”, “Tu lugar está en la casa” y otras

consideraciones que lo que buscaban era precisamente evitar el

contacto, la socialización con otras mujeres. ¿Cómo se daba la

socialización entonces?, bueno a través de la salida a mandados, a

trabajar, al pozo y otras actividades que eran lúdicas o de

entretenimiento para ellas.

Entender el proceso a través del cual se construyó el lado femenino en

nuestro país, inicia de entender estas grandes diferencias entre los

géneros. Además, en la etapa prehispánica estaba prohibido

socialmente que las mujeres estuvieran solas en la calles, ya que eran

reprimidas y sujetas a castigos físicos, golpes y picaduras con espinas


LV

de nopal o de maguey eran propinadas a las niñas que andaban fuera

de sus hogares. Un castigo socialmente aceptado y que se insertaba en

la vida cotidiana de los indígenas. El tiempo libre no existía, las

mujeres siempre estuvieron confinadas a tareas y labores domésticas,

el cuidado de los niños y el desarrollo de actividades en el hogar. No

existía un tiempo para ellas, morían en el cuidado de los demás. El lado

femenino por tanto estaba olvidado o sobre todo, controlado por los

varones.

Algunas de las mujeres en la historia de nuestro país sí han tenido

poder, pero ha sido porque son las esposas de los mandatarios, de la

clase política. Es el poder obtenido no por méritos propios, sino por los

hombres. Este poder que no se obtiene por la lucha propia, sino por la

de otros, es la que se ha desarrollado en muchos casos y desde

tiempos prehispánicos. Existen relatos de las esposas de los hombres

gobernantes, como Azcaltxochitzin, esposa de Netzahualcóyotl, quien

se adornaba con joyas y salía a las terrazas a mostrar dicho poder. Las

esposas d los poderosos, quienes ostentan la riqueza, pueden tener

mucho poder.

Desde la etapa prehispánica y posteriormente en la colonia, y desde el

primer siglo después de la independencia, hasta la primera mitad del

siglo pasado, las mujeres estaban sometidas a la tutela del padre. En


LVI

México hemos vivido un patriarcado, muy relacionado con el

presidencialismo exacerbado en materia de política. Pero volviendo al

tema de las mujeres, siempre vivieron sometidas, primero al padre y

posteriormente cuando se casaban, a la del marido; formaban parte de

sus propiedades sin que nadie les consultara. Tenían pocas libertades y

no podían andar en la calle si no eran acompañadas o en labores

domésticas. El control era precisamente para evitar que fueran a tener

cercanía con otras mujeres o que pudieran cuestionar el orden

establecido.

Pero la situación cambió cuando tuvieron que salir las mujeres de sus

hogares para trabajar, como obreras, maestras, enfermeras. Algo

sucedió con las mujeres que no deseaban trabajar o que no lo

necesitaban. Las esposas de los políticos y hombres acaudalados, se

quedaron en casa, en el hogar y siguieron viviendo esta situación de

control. La historia no describe la manera en la cual han tenido que ir

luchando las mujeres de clases acomodadas, pero también han sufrido

discriminación y abusos.

Esto sucede, por muchos motivos que vamos a tratar describir. En

principio, nuestro país tiene un amplio aspecto religioso que controla

nuestras acciones. Somos una cultura saturada de religión. El segundo

es la colonización de que fuimos objeto, por eso hay sumisión, control y


LVII

autoritarismo. Y otro tercer aspecto está vinculado con el atraso que

vive la población, por la falta de educación y acceso al empleo y otros

satisfactores que le permitan ser independiente a las mujeres. En ese

sentido, varios estudios han mostrado que “la brecha educativa entre

hombres y mujeres se amplía según el nivel de desarrollo sea más o

menos alto”: mientras que en los países con desarrollo humano más

alto la tasa de alfabetización de adultos es de cerca de 95%, teniendo

una diferencia de uno o dos puntos porcentuales entre hombres y

mujeres, en los países con desarrollo humano menor, la tasa de

alfabetización de mujeres adultas no alcanza el 30 por ciento, cuando la

de los hombres está en torno al 45 por ciento.

Quintero (2005), establece al menos cuatro dimensiones sobre las

cuales es preciso reflexionar para entender las transformaciones

impulsadas. 1. Transiciones demográficas, ocurrió como producto del

incremento en las tasas de natalidad. También aumentaron las

expectativas de vida, por lo cual disminuyó el tamaño de la familia. Se

invirtió la pirámide poblacional con una base predominantemente

anciana. Está registrado que es más alto el porcentaje de mortalidad

masculina, por lo que la viudez en las mujeres es un indicador que,

unido al hecho de no repetir nupcialidad, propicia diversas opciones

vitales para la mujer. 2.- Incursión global de la mujer en el sistema


LVIII

productivo formal y el espacio público. Se ha desarrollado la

incorporación al mercado laboral no sólo como una necesidad, sino

como forma de superación. 3.-Inserción de la mujer en la formación

universitaria y posgraduada. Esto lleva de manera directa con mejores

condiciones de vida, salarial y contractual. 4.- Reconocimiento de los

derechos de la mujer, como un movimiento social que posibilita el

manejo de la sexualidad, la procreación, la autonomía individual, de la

elección y convivencia con la pareja. Además, no sólo se trata de

contar con un reconocimiento del pleno derecho de las mujeres, sino

también de hacerlo realidad y garantizarlo en las leyes.

Sin embargo, muchas mujeres siguen esperando el matrimonio como

un elemento clave y determinante para su vida. Esto puede ser válido

en algún momento, sin embargo nos remite nuevamente a la

subordinación. En términos del lenguaje también está presente está

situación cuando se habla de “su esposo”, “su marido” y se deslegitima

cualquier otra relación.

El lenguaje sexista, que distingue los sexos y que también puede

promover la discriminación y desarrollo de roles en el hombre y la

mujeres es producto de múltiples investigaciones. Valle et al (1996),

reconoce que el lenguaje es la manera más elocuente de analizar la

relación entre ambos sexos; porque se establece una simbología muy


LIX

particular para tratar de discriminar a las mujeres, hacerlas menos y

someterlas a través de las palabras. Aunque también hay avances, las

mujeres han ido ocupando puestos relevantes en la estructura social,

con lo cual, el lenguaje se ha ido adaptando para hacerlas visibles en el

habla cotidiana. Por ello, ahora es posible hablar de una presidenta, de

una agrónoma, de una fotógrafa o aserradora.

El lenguaje sexista es una manifestación concreta de la idea de que las

mujeres no experimentan una condición de igualdad ante los hombres.

En el siglo XIX se iniciaron las reflexiones acerca de esta inequidad, a

partir de los estudios feministas sobre lingüística. Se comenzó a percibir

que los medios de comunicación eran quienes de alguna forma se

encargaban de reproducir los esquemas sociales. Valle et al (1996),

reconoce que el papel de los comunicadores debe ser de apertura y no

de control sobre las mujeres. Desde ese momento se ha avanzado

lentamente en los esfuerzos por consolidar un lenguaje no sexista y

aplicarlo a las características de cada comunidad para eliminar la

discriminación consecuente.

Después de la publicación de la Declaración Universal de los Derechos

Humanos y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas

de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), el

gran reto sigue siendo su aplicación concreta en las disposiciones


LX

locales de los Estados parte de la Organización de las Naciones Unidas

(ONU). El lenguaje sexista promueve la exclusión de género porque, de

acuerdo con el artículo 1º de la CEDAW, discriminación contra la mujer

es “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga

por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o

ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la

base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y

las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social,

cultural y civil o en cualquier otra esfera”.

Podemos decir que la manera en la cual se nombran las cosas es

importante. Lo que no se nombre no existe. Es decir, la

conceptualización de las diferencias es importante. Esto, trasladado al

género implica mucho. De manera más precisa, se puede ubicar al

lenguaje sexista como una forma de discriminación indirecta, cuyo

efecto inmediato y tangible no es el de restringir el acceso de las

personas y los grupos a los derechos y a las oportunidades, pero sí

contribuir a crear condiciones, legitimar y naturalizar la existencia de

menores derechos y oportunidades para ellas.

Muchas de las palabas están basadas en el androcentrismo, es decir, la

organización del orden simbólico, sus estructuras económicas y

socioculturales a partir de la idea del hombre como sujeto central y


LXI

dominante. Eso se reproduce en las relaciones sociales y en las

palabras que conllevan la relación.

Un lenguaje no sexista es aquel que no oculta, no subordina, no

infravalora, no excluye. Es importante cómo hablamos, porque forma

parte de la manera en la cual vemos las cosas. El lenguaje refleja el

pensamiento colectivo y con él se transmite, una gran parte de la forma

de pensar, sentir y actuar de cada sociedad. El lenguaje refleja el


de pensar, sentir y actuar de cada sociedad. A pesar de su efecto

gregario y convencional, también es una de las vías principales para

emitir y reproducir prejuicios y estereotipos discriminatorios. El lenguaje

no sexista no busca tan sólo tratar de forma simétrica a mujeres y

hombres a nivel lingüístico, sino ganar precisión y exactitud a nivel

cognitivo sin excluir ni invisibilizar a ninguno de los sexos

En la mayoría de las culturas la idea de lo masculino emerge como

central, mientras que lo femenino aparece como marginal. El efecto

más nocivo de lo anterior es el sexismo, es decir, la discriminación de

un sexo por considerarlo inferior al otro. Las mujeres han sido

históricamente discriminadas bajo el argumento de que sus

características biológicas y fisiológicas, íntimamente relacionadas con

la menstruación, gestación, parto y lactancia, las vincula


LXII

estrechamente y las sujeta a las leyes de la naturaleza; mientras que

los hombres, precisamente por lo contrario, estarían más cercanos a la

creación de cultura y a las leyes del pensamiento.

La lengua como una realidad en continuo cambio, evoluciona en cada

época para responder a las necesidades de la comunidad que la utiliza,

y en una sociedad que demanda equidad entre hombres y mujeres, la

lengua como producto social no solo debe reflejar esa demanda, sino

contribuir a ella. En 1973, la recién inaugurada ola del feminismo

comenzó a percatarse de esta situación. En el artículo: “Lenguage and

Woman´s place”, que se tradujo: “El lenguaje y el lugar de la mujer”, las

lingüista norteamericana, Robin Lakoff estableció uno de los más

importantes estudios al respecto. Dentro de este planteamiento se

rescató el lenguaje incluyente, que significa dar respuesta a aquellas

expresiones de la comunicación que omiten, olvidan u ocultan a las

mujeres; pero también las in-visibilizan, las subordinas, humillan y

estereotipan.

Diversas instituciones en diferentes países de habla hispana han

promovido manuales contra el lenguaje sexista, con la finalidad de

hacer visibles a las mujeres en la lengua. En México, el Consejo

Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) junto con el

Instituto Nacional de la Mujer, publicó un manual de recomendaciones


LXIII

para el uso no sexista del lenguaje. En el mundo hispano pueden

encontrarse casos como la Universidad de Murcia, la Junta de

Andalucía y hasta la Organización de las Naciones Unidas para la

Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), entre muchos otros, que

con personas especializadas han creado manuales propios, todos con

recomendaciones semejantes.

En ese sentido, el lenguaje es uno de los factores que se está

transformando, integrar el artículo la, dentro de las leyes para hablar de

los ciudadanos y las ciudadanas es una tarea que están realizando los

gobiernos. De igual manera, establecer estas posibilidades muestra la

transformación realizada en las acciones y tareas cotidianas.

EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA.

Una vez que se han reconocido los derechos de las mujeres y se

comprende también el establecimiento del género como una categoría

que permite distinguir del sexo, comienzan a desarrollarse los estudios

sobre la perspectiva de género, entendida como un instrumento cuya

finalidad es impregnar de manera transversal las leyes, instituciones y

sistemas organizativos de la sociedad del ideal de igualdad entre varón


LXIV

y mujer —no solo formalmente, sino también materialmente— es, como

ya se ha indicado, una herramienta muy valiosa para alcanzar este

objetivo.

Un desarrollo más equitativo y democrático del conjunto de la sociedad

requiere la eliminación de los tratos discriminatorios contra cualquier

grupo. En el caso específico de las mujeres, la mitad de la población, se

ha vuelto una necesidad impostergable de los gobiernos tanto federal,

estatal y municipal, el diseño de políticas que tomen en cuenta las

condicionantes culturales, económicas y sociopolíticas que favorecen la

discriminación femenina. Estas condicionantes no son causadas por la

biología, sino por las ideas y prejuicios sociales, que están entretejidas

en el género. O sea, por el aprendizaje social.

Asimismo, es el inicio del desarrollo de múltiples acciones

reivindicadoras de la mujer, del empoderamiento como una vía para

acceder al poder; pero también para garantizar el respeto a las

acciones más fundamentales como el derecho a la educación, empleo y

otras. La teoría del sexo/género, terminología acuñada por Gayle Rubin

en 1975, permite diferenciar ambos conceptos puesto que con ella

Rubin se refiere “al amplio conjunto de operaciones a través de las

cuales cualquier sociedad transforma la sexualidad biológica en

productos de actividad humana, estableciendo una ordenación


LXV

jerárquica de los géneros que perdura en el tiempo” (Rubin, 1975;

Martínez Benlloch, 1999, 319). Pero ya desde finales del siglo XIX,

como ilustra García Dauder (2005) con su libro, las primeras psicólogas

empezaron a cuestionar las relaciones entre el sexo y algunos

aspectos de la vida. Por ejemplo, en 1896, Mary Calkins cuestionó, con

un estudio propio, las diferencias encontradas en el estudio de Jastrow

sobre el rendimiento en una prueba de memoria, entre estudiantes

varones y mujeres. Ha sido, no obstante, a lo largo del siglo XX

cuando se ha puesto en tela de juicio esta necesaria ligazón

unidireccional entre el sexo y el género (Deaux, 1985; Stoller 1968,

1976, citados en Fernández, 1991b, 24).

El reconocimiento de las diferencias y la lucha por garantizar la

equidad, supone desarrollar una visión sobre los problemas de la

relación hombre/mujer con una perspectiva de género capaz de

distinguir correctamente el origen cultural de muchos de éstos, y

plantear alternativas sociales –como la educación– para su resolución.

La mayoría de los obstáculos para impulsar la equidad de género en las

acciones gubernamentales se debe a su desconocimiento. Cuando se

aborda el sexismo, o la discriminación basada en el sexo, se enfrentan

situaciones de negación o de ceguera, que no aparecen en otros tipos

de discriminación. Por ejemplo, el racismo dentro del mundo laboral


LXVI

aparece como una muy evidente discriminación, ya que resulta absurdo

tomar en cuenta el color de la piel para el desempeño de un trabajo. En

cambio, en relación a las mujeres, hay presunciones culturales con gran

arraigo histórico sobre su "debilidad física", su "vulnerabilidad" durante

el embarazo o su "papel especial e insustituible" para cierto modelo de

familia.

En torno a la actividad laboral femenil, los organismos internacionales

hoy en día señalan que puede ser un factor de bienestar para los países

la inclusión de la mujer en el mercado laboral. Una mayor participación

de las mujeres en el mercado laboral, y en condiciones más equitativas,

es un elemento clave para elevar el bienestar social en México, subraya

un reporte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo

(PNUD), dado a conocer en noviembre de 2013.12 De igual forma,

advierte que persiste en el país una brecha de género en materia de

participación en actividades productivas. “Impulsar la participación de

las mujeres en las actividades productivas puede propiciar un efecto

multiplicador de bienestar social”. (PNUD, 2013). Los organismos

internacionales pugnan también por un bienestar general, porque se

socializa el término de equidad de género; producto de las múltiples

intervenciones de los organismos internacionales que pugnan por ello.

12 Reforma, 3 de noviembre de 2013. “Urgen a elevar el empleo femenil”.


LXVII

En contra parte, en China las mujeres tiene poco acceso al empleo. Las

empresas chinas que prefiere no contratar a mujeres en una economía

con una sobreoferta de mano de obra y en la que son consideradas un

gasto añadido, por las bajas de maternidad y posibles fuentes de

inestabilidad. En la China pre-revolucionaria, las mujeres eran

consideradas propiedades que podían ser vendidas según el deseo del

marido. En los cincuenta, el estatus de la mujer cambió con la máxima

de Mao Zedong de que “cualquier cosa que los camaradas hombres

pueden hacer, las camaradas mujeres pueden hacer también”. Pero

aún así, el gobierno asignaba los trabajos de por vida y las mujeres

tenían que pedir permisos de matrimonio a sus unidades de trabajos.

Legalmente, los derechos de las mujeres están bien protegidos. En

2005, el gobierno revisó la Ley de 1992 sobre Protección de los

Derechos y los Intereses de la Mujer y convirtió el tema de la igualdad

de género en un asunto nacional. Esta revisión criminalizó, por primera

vez, el abuso sexual y la violencia doméstica.13

La perspectiva de género, bajo este planteamiento apunta hacia la

distinción entre la diferencia sexual y los roles que se construyen a

partir de la diferencia. Su principal objetivo es la consecución de

igualdad de derechos y oportunidades entre varón y mujer, sin

13 El País, 8 de marzo de 2013, “A lo máximo a lo que puedo aspirar es a ser jefa de mi

departamento”.


LXVIII

homogenizarlos (Miranda-Novoa, 2007: 346). De tal manera, una vez

que se acepta dicha categoría, es posible avanzar hacia el desarrollo de

acciones reinvidicativas de sus derechos, pero también en la

construcción de estudios. La perspectiva de género comienza a

utilizarse como un instrumento analítico para detectar discriminación

contra las mujeres, en la búsqueda de una transformación real de la

sociedad, del entorno y de las instituciones.

Diferencia entre perspectiva y Enfoque de género

Perspectiva de género Enfoque de género

Es una Herramienta de análisis que

nos permite identificar las diferencias

entre hombres y mujeres para

establecer acciones tendientes a

promover situaciones de equidad

Es la visión que tienen los hombres y

la visión que tienen las mujeres ante

un mismo hecho, problema o

fenómeno. Eso determina una

interpretación diferente entre unos y

otros.

Fuente: Ferro, s/f, p. 18, referido en INMUJERES, 2009)

A partir de la perspectiva de género, es posible realizar mayores

investigaciones y trabajos sobre el tema. Se trata de conseguir que


LXIX

tanto las mujeres como lo varones adopten una posición importante

dentro de la sociedad. Que uno no sea más que el otro, en términos del

reconocimiento de sus derechos y por supuesto del trato que reciben.

Los ejemplos que ya han sido expuestos, muestran que la sociedad se

formó a partir de los criterios del hombre. Por tanto, incluso la

arquitectura de las calles y el funcionamiento de los edificios se realizó

predominantemente para los hombres. Por ejemplo, se usa una

arquitectura que va en contra de los tacones de las mujeres, de

reconocer su estatura y peso. Así, la perspectiva de género es aplicable

a todas las disciplinas como: educativo, familiar, religioso, social,

laboral, legislativo y político. Esta última esfera es una de las que más

debemos fomentar y promover, porque el acceso al poder por parte de

las mujeres ha estado limitado incluso por los propios partidos políticos.

Por tanto, esta investigación lo que pretende es reconocer que existen

limitaciones y es necesario desarrollar acciones reivindicativas de la

mujer a partir de la equidad de género. Miranda-Novoa (2007) establece

por tanto que aunque es imposible que este concepto se aleje de la

ideología, debe intentar ser neutro en su tratamiento y perspectiva de

análisis.

En torno a la ideología de género, Aparisi-Miralles (2012), describe sus

características:


LXX

a) La defensa de una absoluta igualdad (identidad), entre varón y

mujer, negando cualquier diferencia entre ambos. Como se ha

indicado, la consecuencia de ello es la pretensión de eliminar de

la sociedad los rasgos de masculinidad o feminidad que se

consideran impuestos por la cultura, la historia, la política o el

derecho. Dado que se entiende que tales rasgos tienen un origen

claro, la biología, los mayores esfuerzos se dirigen a privar de

cualquier relevancia a las diferencias “impuestas” por la

naturaleza. por esta vía se llega, incluso, a calificar como “ultraje

a la libertad” lo que no son más que caracteres recibidos de la

biología.

b) La segunda característica es, en realidad, una consecuencia de

la primera. para conseguir social, política y jurídicamente la total

equiparación e identidad entre varones y mujeres es

imprescindible el reconocimiento social y jurídico de los

denominados “nuevos derechos humanos”, entre los que se

encuentran los derechos sexuales y reproductivos. Dichos

derechos van a permitir a las mujeres evitar la maternidad,

considerada como la carga fundamental y la raíz de la

discriminación histórica de las mismas El contenido esencial de

estas nuevas exigencias es el derecho a controlar la natalidad.


LXXI

De este modo, los anticonceptivos pasan a ser considerados

como la clave para la igualdad; así como la salud reproductiva.14

c) Separación de conceptos de sexo y género. se niega la

naturalidad de la diversidad sexual binaria varón/mujer

pretendiendo, como se ha indicado, superar el dualismo entre lo

natural/antinatural en el ámbito de la sexualidad. El sexo,

entendido como dato biológico, llega a resultar absolutamente

intrascendente para la identidad y el desarrollo de la personalidad

humana. por ello, frente al tradicional modelo de la

heterosexualidad, se propone una multiplicación de géneros,

social e individualmente construidos. los conocidos hasta el

momento son: femenino heterosexual, masculino heterosexual,

homosexual, lésbico, bisexual y transexuales.

El posfeminismo, o “ideología de género”, con clara influencia marxista,

promociona un modelo de educación que, en la práctica, tiende a privar

del ejercicio de la autoridad y del derecho fundamental a la educación

14 La llamada “salud reproductiva” consiste, fundamentalmente, en la libre disposición de los medios

y mecanismos, de cualquier tipo, para evitar la reproducción. por ello, los derechos sexuales y reproductivos incluyen un amplio abanico de servicios: desde aquellos que siempre han estado incluidos en la agenda básica de la asistencia sanitaria como, por ejemplo, la atención médica a los recién nacidos o el tratamiento para las enfermedades del aparato reproductor, hasta aquellas prácticas que, incluso, tradicionalmente han sido consideradas actos de mal praxis sanitaria, como es el caso del aborto. Ver, Aparisi-Miralles (2012)


LXXII

de los hijos por parte de los padres. Además debe contemplarse una

visión fuera del apasionamiento y de la cerrazón.

Existen diferencias biológicas entre hombres y mujeres, por ello es

necesario hacer un análisis de qué es posible que las mujeres puedan

realizar de acuerdo a su capacidades y posibilidades. Aunque de

entrada entendemos que pueden ser capacitadas para todo y cumplir

las más diversas funciones, no se pretende llevar esta discusión a la

igualdad por sí misma en un enfoque individual.

Dentro de sus rasgos característicos se encuentra una visión

individualista de los derechos humanos, exaltando la búsqueda de la

independencia personal (o autonomía) en todos los aspectos de la vida.

A la vez, descalificaba, desaprobaba o rechazaba por insignificantes

todos los roles femeninos definidos socialmente y minimizaba las

cualidades o contribuciones relacionadas con el sexo, incluida la

posibilidad de engendrar y concomitantes. Este enfoque individualista

sentaría las bases para el surgimiento del feminismo radical.

Basadas en la lucha de clases, influenciados por las corrientes

marxistas y neo-marxistas, el movimiento de feminismo radical

estableció como principios básicos el desarrollo de la libertad como

premisa fundamental. El feminismo descubre este mecanismo profundo


LXXIII

y las estructuras del proceso que trata de mantener "las cosas como

están". Se considera un movimiento radical porque planteó un esquema

donde debía atacarse la supremacía absoluta del varón en el ámbito de

la sexualidad y la reproducción. Pero también el feminismo es un

movimiento de rebelión contra un orden no natural, por tanto

modificable. No es una ideología porque, al contrario de ésta, no es una

justificación de un orden e intereses materiales existentes, una

justificación de la explotación de las mujeres, (Mérola, 1985).

El movimiento feminista radical tuvo una gran acogida en Estados

Unidos. Entre sus principales exponentes se encuentran Betty Frledan,

Kate MIllet y Shulamith Firestone, entre otras. La denuncia de la

opresión de las mujeres es uno de los grandes aportes del feminismo al

campo de las ciencias sociales, ya que de ahora en adelante el empleo

del término opresión será la base de todo estudio que se haga sobre la

mujer, llegando a modificar sustancialmente las ideas fundamentales de

esas áreas del conocimiento.

También podemos decir que el feminismo es un progreso intelectual,

que no dejará sin marca ningún aspecto de la realidad, ni del

conocimiento. La elaboración teórica del feminismo es tan importante

como el movimiento feminista en sí (la práctica cotidiana) ambos deben

tender a una revolución del conocimiento.


LXXIV

En Francia, se destacó especialmente la figura de Simone De Beauvoir,

cuyo pensamiento igualitarista tuvo una fuerte influencia en los

estudios de género que se realizarían en los años posteriores a la

publicación de su obra más destacada, El segundo sexo, en 1949.

El feminismo, como todo movimiento social, no es por sí mismo el único

agente de transformación social, de creación de un tipo de sociedad

nueva. Su acción implica la transformación de instituciones y

organizaciones, contribuyendo a modernizar y hacer avanzar a la

sociedad. Como todo movimiento social tiene implicaciones políticas

que están orientadas directamente a la creación de una sociedad

nueva, aun cuando no se lucha directamente por el poder político que

conocemos. Podemos decir que existe una amplia discusión sobre el

papel que tiene el feminismo. El feminismo, como todo movimiento

social, es heterogéneo y busca una transformación del sistema de

poder, cuestiona la identidad de la actual sociedad. El feminismo como

movimiento social aparece como un enfrentamiento a la rigidez de las

doctrinas, normas, orden social, que tienden a decaer y que, sin

embargo, las tradiciones, los sistemas ideológicos, las barreras sociales

y culturales se empeñan en reforzar y mantener

Asimismo, dentro de las tendencias del feminismo, En cuanto a las

tendencias que se presentan dentro del movimiento feminista, hay


LXXV

autores como Teodori (1978) que han logrado descifrar las siguientes:

radical (abogan por una autonomía del movimiento); reformista

(tienden a lograr la modificación de las leyes, paridad en el campo

laboral, etc.; marxistas (supeditan la lucha de las mujeres a la lucha de

clases); hay grupos que se han dedicado a revalorizar el aporte

femenino en las artes, otros grupos sostiene que la opresión principal

de la mujer se basa en la sexualidad y trabajan en este sentido (grupos

de psicoanálisis y política), etc.

EL GAP SALARIAL DE GÉNERO.

Los factores macroeconómicos que influyen en el gap salarial de

género se han estudiado ampliamente. Una literatura más pasado trata

sobre los efectos diferenciados por género de la globalización a través

del comercio y la inversión extranjera directa (IED). El impacto del

comercio sobre los salarios de las mujeres respecto a los hombres

sigue siendo impugnado y los estudios han analizado esta cuestión a

través de dos principales enfoques teóricos.

En primer lugar, el enfoque neoclásico basado en el modelo de Becker

(1971) de discriminación predice que en un mercado competitivo, los


LXXVI

empleadores que tienen un gusto por la discriminación contra las

mujeres van a contratar menos de la cantidad que maximiza el beneficio

de las mujeres, y emplean a los hombres que son igualmente hábiles

aún más muy bien pagados. En un contexto de economía abierta, esta

teoría predice que el comercio internacional aumentará la presión de la

competencia, y como efecto ulterior de las empresas se dedicarán a las

prácticas de reducción de costos. Se espera que bajo estas nuevas

condiciones de mercado, la discriminación será costosa y no persistirá,

por lo que el gap salarial de género tenderá a reducirse en el largo

plazo.

Los estudios que adoptan este enfoque analizan cómo el gap salarial de

género (un indicador de la discriminación) responde a las

transformaciones en el entorno competitivo, como consecuencia del

comercio. Su metodología consiste en comparar el impacto del

comercio exterior a través de concentraciones (no competitiva) y los

sectores menos concentrados (competencia). Negro y Brainerd (2004)

encuentran que el gran aumento del comercio internacional en los

Estados Unidos llevó a una disminución de la discriminación y como

efecto ulterior han contribuido a la mejora de los salarios femeninos

relativos entre 1970 y 1980.


LXXVII

Sus resultados estadísticamente importantes y consistentes indican que

el gap salarial de género se redujo más rápidamente en las industrias

concentradas comerciales que en las industrias competitivas

comerciales.

Artesona y Cunningham (2002) llevan a cabo un estudio similar en el

sector manufacturero mexicano durante el periodo de la liberalización

del comercio 1987-1993. Sus resultados son consistentes con Negro y

Brainerd (2004), pero estadísticamente importantes sólo en el nivel 20

por ciento.

Berik et al. (2004), por otro lado, encuentran pruebas de que el gran

aumento de la apertura de mercado se asocia con mayores brechas

salariales por género en Taiwán y Corea entre 1981 y 1999. En Taiwán,

la mayor competencia de las importaciones parece ensanchar el gap

salarial, afectando negativamente a las perspectivas de trabajo en

relación de las mujeres, lo que lleva a una pérdida de poder de

negociación de las mujeres. En este caso, las mayores presiones de

reducción de costos debido a la competencia internacional han

aumentado los despidos que experimentan las trabajadoras.

Menan y Rodgers (2009) se suma a este conjunto de pruebas al

considerar que el gran aumento de la apertura de mercado se asocia


LXXVIII

con mayores brechas salariales por género en las industrias

manufactureras concentradas de la India, entre 1983 y 2004.

Se han realizado pocos estudios entre países que incorporan (1971) el

modelo de Becker discriminación.

Ostendorp (2009) analiza el impacto del comercio sobre el gap salarial

de género y su trabajo encuentra que el gap salarial de género del

trabajo tiende a disminuir a medida que aumenta el crecimiento y

desarrollo económico, al menos en los países desarrollados. También,

el gap salarial de género del trabajo tiende a disminuir con el comercio y

la inversión extranjera directa en los países más ricos, pero encuentra

poca evidencia de que el comercio y la inversión extranjera directa

también reducen el gap salarial de género en el trabajo en los países

más pobres.

Dado que los estudios que utilizan el modelo de discriminación generan

evidencia mixta, en otros estudios se aplican marcos teóricos

alternativos.

Un segundo enfoque se basa en el marco Heckscher-Ohlin que predice

que la expansión del comercio debe dar lugar a la reasignación de los

factores a los sectores que utilizan intensivamente el factor de


LXXIX

producción relativamente abundante. Si los países en desarrollo son

relativamente abundantes en mano de obra poco calificada, el comercio

debería aumentar la demanda y el precio de la mano de obra poco

calificada. Los estudios que utilizan este enfoque asumen que el tiempo

que las mujeres en el grupo de puestos de trabajo poco calificados y en

la rama hombres en trabajos de alta calificación, el gran aumento de la

demanda de mano de obra de baja calificación reducirá las diferencias

salariales entre hombres y mujeres.

Domínguez Villalobos y Brown- Grossman (2010) analizan el efecto de

la orientación exportadora de la relación de salarios entre los géneros

dentro de las industrias en México durante el período 2001-2005. Los

autores argumentan que el marco de Heckscher-Ohlin es inadecuado

para el estudio de la desigualdad salarial de género porque México

experimentó una reversión habilidad en la demanda de trabajo en favor

de los trabajadores no calificados a partir de 1998. A pesar de ello, los

resultados indican que la relación salarial de género se asoció

negativamente con la proporción de mujeres a hombres de no

calificados a las relaciones de trabajo calificados.

En otras palabras, a pesar de que las mujeres tienden a ser más

calificadas que los hombres no se sigue de ahí que, a pesar de lo que

diría la teoría económica, el salario relativo de las mujeres aumente en


LXXX

respuesta a la demanda de mano de obra no calificada. La suposición

común de que las mujeres trabajadoras no calificadas están

relacionadas con los hombres puede no ser del todo exacta. La

distribución de los años de la instrucción educativa para los hombres y

mujeres que trabajan en México en 1995 y 2005 indica que las

distribuciones son muy similares y que hay una cantidad importante de

"solapamiento". Como efecto ulterior, no puede haber una distinción

clara entre los trabajadores masculinos y femeninos, sobre la base de la

habilidad.

Una aplicación alternativa del modelo de Heckscher-Ohlin en el análisis

de la desigualdad salarial de género implicaría tratar a los trabajadores

de ambos sexos como factores completamente diferentes.

Hay pruebas abrumadoras de que desde mediados de la década de

1980 México se ha enfrentado a un gran aumento en la desigualdad del

ingreso (por ejemplo, Aitken, Harrison, and Lipsey (1995), Alarcón and

McKinley (1997), Bouillon, Legovini, and Lustig (1999), Feenstra and

Hanson (1995), Feliciano (1995), Hanson and Harrison (1995) y Meza

(1999).). Entre las diferentes fuentes de ingresos y salarios, la

desigualdad salarial ha contribuido de manera importante al gran

aumento de la desigualdad global. Si bien la evidencia empírica indica

que este es un fenómeno internacional, la experiencia mexicana se ha


LXXXI

visto acompañada de un descenso generalizado de la media global de

salarios (Entre 1984 y 1996 los salarios promedio por hora se redujo de

5,7 a 4,4 Pesos (1994 = 100)).

En los estudios y la literatura hay tres explicaciones diferentes sobre el

gran aumento de la desigualdad salarial:

1. Las transformaciones en la demanda relativa de mano de obra

calificada causadas por cualquiera de la liberalización del

comercio y el progreso técnico,

2. transformaciones técnicos en la oferta relativa,

3. y las transformaciones en el mercado laboral institucional (Ver

Aghion, García-Peñalosa y Caroli (1998), Fishlow y Parker (1999),

Fortin y Lemieux (1997), Mincer (1995) y Topel (1997), entre

otros).

Los estudios y la literatura mexicana, a pesar de ello, menciona

transformaciones en la demanda relativa en sus dos versiones:

1. La liberalización del comercio,

2. y el gran aumento de la inversión extranjera directa (IED).


LXXXII

En gran medida, estos dos últimos eventos coincidieron con la

transformación en la política económica que el gobierno comenzó a

implementar a mediados de la década de 1980. El argumento de

mercado puede resumirse de la siguiente manera: la apertura de la

economía induce la expansión de las industrias orientadas a la

exportación, a expensas de las importaciones que compiten con otros.

Dado que las industrias orientadas a la exportación son intensivas en

mano de obra calificada, esta expansión generó una mayor demanda

de mano de obra calificada con respecto a la demanda de mano de

obra no calificada. La demanda relativa superior de mano de obra

calificada, a su vez, induce transformaciones positivas en el rendimiento

relativo a la instrucción educativa superior, por lo que genera una

brecha salarial cada vez mayor entre alto y bajo nivel de instrucción.

La explicación de la IED surge debido a la incapacidad del argumento

de mercado para explicar el hecho de que el gran aumento de la

desigualdad salarial se debe principalmente a las transformaciones no

entre industrias (o sectores) como la teoría podría predecir, sino más

bien debido a las transformaciones en las industrias (dado que una

característica importante de las transformaciones en la política de

mercado de México fue que estos transformaciones se llevaron a cabo

en todos los sectores y no dentro de las industrias o empresas).


LXXXIII

Efectivamente, Aitken et al. (1995), Feenstra y Hanson (1995), Hanson

y Harrison (1995) y Meza (1999) encuentran que el gran aumento de la

desigualdad salarial se produjo en todos los sectores por igual. En una

economía donde el sector de bienes de capital no se ha desarrollado,

se logra el progreso técnico principalmente a través del gran aumento

de los bienes de capital importados.

En cierto sentido, entonces, el argumento de los avances técnicos y la

inversión extranjera directa no son los mismos. La hipótesis de las

transformaciones vía IED sostiene que al traer tecnología, que es la

habilidad en cierto sentido, ha contribuido a la brecha salarial entre

trabajadores calificados y no calificados. Este argumento es consistente

con una serie de características del sector manufacturero mexicano que

explican la desigualdad salarial en el sector manufacturero:

En primer lugar, las empresas extranjeras pagan salarios más altos que

las empresas nacionales.

En segundo lugar, las empresas extranjeras presentan una mayor

productividad laboral de las empresas nacionales.


LXXXIV

En tercer lugar, las empresas de capital extranjero tienden a

congregarse en las industrias intensivas en capital y en las regiones con

una infraestructura más avanzada.

En cuarto lugar, no hay efectos colaterales salario de la inversión

extranjera de empresas nacionales (Aitken et al., 1995).

Si bien la IED explica el gran aumento de la desigualdad salarial en el

sector manufacturero, es incapaz de explicar las transformaciones en la

desigualdad salarial en el resto de los sectores económicos. De hecho,

el flujo de inversión extranjera directa se correlaciona negativamente

con la desigualdad salarial en la agricultura, lo que indica que el gran

aumento de la IED reduciría la desigualdad en lugar de aumentar.

Además, la descomposición de la desigualdad salarial general y por

sectores económicos muestra que varía mucho entre los sectores, lo

que sugiere que puede haber otros factores que explican el gran

aumento de la desigualdad salarial que no se han considerado hasta

ahora.

El núcleo de la explicación de la demanda relativa se basa en el

argumento de que el gran aumento de la desigualdad salarial general

es, en realidad, el efecto ulterior del gran aumento de las tasas relativas

de retorno de la instrucción educativa superior. A pesar de ello, se ha


LXXXV

producido el gran aumento de las tasas relativas de retorno de la

instrucción educativa superior a pesar de la considerable expansión de

la instrucción educativa que México ha tenido en las últimas décadas, lo

cual es económicamente extraño.

Efectivamente, mientras que el porcentaje de trabajadores con menos

instrucción educativa secundaria disminuyó del 60.2% en 1984 a 47.8%

en 1996, el porcentaje de trabajadores con al menos instrucción

educativa universitaria aumentó de 8.7% en 1984 a 12.2% en 1996. Por

otra parte, la expansión de la demanda relativa de mano de obra

calificada parece haber ocurrido a pesar de los mediocres resultados de

la economía mexicana desde mediados de los años 1980.

Efectivamente, de 1984 a 1996 el Producto Interno Bruto creció a una

tasa promedio anual de 1.9%, según indican los datos de la INEGI.

Una pieza más de evidencia en contra del argumento de que las

transformaciones en la tasa relativa de retorno de la instrucción

educativa superior son el factor principal detrás del gran aumento de la

desigualdad salarial es el hecho de que la desigualdad salarial ha

aumentado dentro de cada categoría, excepto la instrucción educativa

entre los trabajadores sin instrucción educativa formal.


LXXXVI

De hecho, la mayor tasa de crecimiento de la desigualdad salarial se

produjo entre los trabajadores con instrucción educativa universitaria.

En otras palabras, el argumento de la demanda relativa, de mantener y

asumir cierto grado de movilidad de los trabajadores dentro de cada

categoría educativa, se podría esperar tanto un gran aumento de la

media salarial como una reducción de la dispersión salarial dentro de la

mano de obra calificada.

Los datos indican, a pesar de ello, que mientras que el salario relativo

de los trabajadores con estudios universitarios con respecto a un

trabajador sin instrucción educativa ha aumentado con el tiempo, la

desigualdad salarial relativa también ha aumentado con el tiempo. El

gran aumento de la desigualdad salarial y luego no puede explicarse

exclusivamente en términos de transformaciones en la demanda

relativa.

Existe un consenso general de que la instrucción educativa juega un

papel central en la determinación de la renta, a pesar de ello, su

importancia relativa en el gran aumento de la desigualdad entre los

asalariados sigue siendo poco clara. De hecho, mientras que la

instrucción educativa ha inducido transformaciones en la desigualdad

salarial en otros países, todavía está lejos de proporcionar una relación


LXXXVII

completa de gran aumento de la desigualdad entre los asalariados

mexicanos.

Alarcón y McKinley (1997), por ejemplo, estudian el efecto de la

instrucción educativa sobre la diferencia salarial entre los diferentes

grupos de trabajadores, pero en un marco estático. Es decir, no

analizan las transformaciones, ya sea en el nivel de instrucción o en sus

tasas de retorno en el tiempo.

Bouillon et al. (1999), por otra parte, si bien teniendo en cuenta las

transformaciones en las tasas de rendimiento y logros educativos, son

incapaces de demostrar directamente el impacto neto de estos

transformaciones sobre la renta (o salario) y la desigualdad. Ellos llegan

a su conclusión de que la instrucción educativa "sustancialmente"

contribuyó a un gran aumento de la desigualdad después de comparar

los logros educativos del decil más bajo con los del decil más alto, con

sus respectivas ganancias mensuales.

Otra característica es que estos estudios han pasado por alto el impacto

de las transformaciones en las instituciones de mercado de trabajo

sobre la desigualdad salarial, de forma paralela a las transformaciones

en la política económica, o más bien como efecto ulterior de estos

transformaciones, se han producido transformaciones en el mercado


LXXXVIII

laboral mexicano que han efecto ulterior en un gran aumento de la

flexibilidad. Estas transformaciones no se han analizado

adecuadamente en el contexto de la desigualdad salarial.

EL TRABAJO FEMENINO.

Desde la Segunda Guerra Mundial, las mujeres se han beneficiado en

gran medida de los requisitos del trabajo alejándose de la fuerza hacia

su ventaja comparativa en atributos intelectuales (ver Rendall, 2010).

Mientras que parte de la demanda cambiante favoreciendo las mujeres

está relacionada con los requisitos de trabajo cambiantes dentro de la

ocupación, una gran parte de la disminución de las necesidades físicas

se debe a un transformación estructural para/con los servicios (Rendall,

2011). Consecuentemente, los últimos 60 años han visto una explosión

de oportunidades de trabajo para las mujeres, junto con los salarios

más altos y relativamente mayores retornos a la instrucción educativa.

Galor y Weil (1996) en uno de los primeros estudios que sugiere la

relación entre la disminución de las necesidades físicas y el trabajo

femenino. Los autores desarrollan un modelo teórico, donde un

mecanismo de desplazamiento de fuerza bruta de capital en la


LXXXIX

producción está relacionada con la fertilidad, el crecimiento y el trabajo

femenino.

Bacolod y Blum (2010) demuestran que el estrechamiento en el gap

salarial de género, el gran aumento de los ingresos y salarios y la

desigualdad de un gran aumento en los retornos al conocimiento y al

"don de la gente", en el que las mujeres poseen una ventaja

comparativa, y un descenso en los retornos a las habilidades motoras,

en la que los hombres tienen una ventaja comparativa.

Para los países en desarrollo, los estudios sobre el gap salarial de

género, y la hipótesis relacionada con las necesidades de demanda de

trabajo, han atraído a más investigaciones en México que en cualquier

otro país. La mayoría de estudios mexicanos se concentran en los años

1980 y 1990.

Brown, Pagán y Rodríguez-Oreggia (1999) encuentran una brecha

salarial cada vez mayor entre 1987 y 1993. Según los autores, este

efecto ulterior se explica por las diferencias en la dotación de capital

humano entre hombres y mujeres. A diferencia de esto, las

transformaciones en la distribución ocupacional de hombres y mujeres

ayudaron a cerrar el gap salarial. Los autores encuentran que el gap


XC

salarial fue mayor en la categoría de trabajador, lo que va de acuerdo

con la hipótesis de la sustitución de cerebro por músculo.

Igualmente, Artecona y Cunningham (2002) encuentran que la

liberalización de mercado en la década de 1980 amplió el gap salarial

de género en el sector manufacturero mexicano. A pesar de ello, los

autores concluyen que esto era probablemente debido a un gran

aumento de la prima de mayores habilidades de los hombres

(experiencia) en este sector, que también es consistente con la

hipótesis planteada en este estudio.

González (2001) encuentra que después de la crisis, a mediados de la

década de 1990, la demanda de las trabajadoras de baja calificación en

las maquiladoras aumentó. El autor concluye que esta transformación

en la demanda de las mujeres de baja calificación podría haber

revertido el cierre del gap salarial de género.

Estos resultados apoyan la hipótesis de la disminución de las

necesidades intelectuales impactando negativamente las mujeres en

materia de salarios y oportunidades de trabajo dadas las ventajas

comparativas de género.


XCI

Aunque en menor número, algunos estudios también apuntan a los

efectos de las transformaciones estructurales del mercado de trabajo

sobre la desigualdad de género en otros países.

En el caso de Brasil, Arabsheibani, Carneiro y Henley (2003)

encuentran una gran reducción del gap salarial de género desde 1980.

Los autores atribuyen esto a una mejora sustancial de la situación de la

mujer en el mercado laboral. La evidencia sugiere que a finales de

1990, una mejora en las dotaciones de capital humano de las mujeres

ayudó a cerrar el gap salarial.

Igualmente, en Tailandia, Nakavachara (2010), el estudio de las

diferencias de género 1985-2005, encuentra que el gran aumento de la

instrucción educativa femenina y la modernización fueron los

principales factores en la reducción del gap salarial de género.

Con la excepción de México, poco se ha hecho para analizar y evaluar

simultáneamente las transformaciones de asignación de mano de obra

del sector y las oportunidades de las mujeres más allá de la

comparación de los sectores formal e informal o trabajo público frente al

privado sectorial.


XCII

A pesar de ello, Winters y Yusuf (2007) lista a la India, Rusia, Brasil y

México como ejemplos de países ampliando activamente sus sectores

de servicios como posibles motores del crecimiento. Este hecho apoya

la investigación de dos maneras:

1. Proporcionando una base para la selección de países

representativos elegidos en este estudio, y

2. subrayando la importancia de centrarse en las transformaciones

sectoriales y las oportunidades del mercado de trabajo femenino

en los países en desarrollo.

Una rica tradición de investigación sociológica ha demostrado que los

ingresos y salarios de los trabajadores están muy influenciados por los

tipos de organizaciones para las que trabajan (Baron y Bielby, 1980,

Kalleberg et al., 1981, Baron, 1984, Sørensen, 1994, le Grand et al.,

1995 y Kalleberg y van Buren, 1996).

Los investigadores, por ejemplo, han demostrado que los trabajadores

de las enormes empresas reciben salarios importantemente más altos,

incluso una vez que otras características de las empresas y de los

trabajadores se toman en cuenta. (Stolzenberg, 1978, Brown et al.,

1990 y Hollister, 2004).


XCIII

Las enormes empresas también pagan más beneficios marginales y

proporcionan a los trabajadores mayores posibilidades de promoción

(Kalleberg y Van Buren 1996).

Otra investigación a nivel de empresa se ha examinado cómo la

composición demográfica de las organizaciones empresariales afecta a

los salarios (Reskin et. al., 1999).

A pesar de ello, los investigadores en esta tradición han fracasado

hasta ahora para examinar el efecto que la producción para la

exportación de propiedad extranjera y tienen sobre los salarios de los

trabajadores. Las empresas extranjeras y orientadas a la exportación

pagan a los trabajadores más que las empresas de propiedad nacional

comparables que producen bienes para la venta en el mercado interno,

y si es así, ¿por qué? En segundo lugar, ¿cuáles son los efectos más

amplios hacen este tipo de empresas tienen sobre los salarios?

¿Particularmente, no las empresas extranjeras y las exportaciones

aumentan los niveles salariales medios en los mercados de trabajo

locales en los que operan, y no aumentan la desigualdad de ingresos y

salarios?

Si las empresas multinacionales que operan en países en desarrollo

pagan salarios más altos que las empresas nacionales y si ayudan a


XCIV

aumentar los salarios en general es particularmente importante dado el

dramático gran aumento de los flujos de capital extranjero y el comercio

internacional en todo el mundo.

Mientras que los sociólogos han tardado en reconocer la importancia de

factores como la inversión extranjera en los resultados a nivel de

empresa, se ha encontrado que los trabajadores empleados en las

empresas de propiedad extranjera reciben salarios más altos, no sólo

en los países en desarrollo, como México, pero en los desarrollados, así

le demuestran Beckley y Enderwick, 1983, Wilmore, 1986, Aitken et al.,

1996 y Lipsey y Sjöholm, 2001.

A pesar de ello, esta diferencia de salarios entre empresas extranjeras y

nacionales no se ha explicado adecuadamente por los enfoques

económicos tradicionales que atribuyen los salarios más altos en las

empresas extranjeras a una mayor productividad. Una de las razones

económicas es que están preocupados con los salarios más altos

pagados por las empresas extranjeras y orientadas a la exportación,

pues parecerían desafiar las teorías económicas convencionales.

Si los mercados son realmente la fuerza impulsora detrás de los

salarios no hay ninguna razón obvia por la nacionalidad de los

propietarios o de destino de las ventas debería importar. ¿Por qué una


XCV

empresa multinacional mover sus operaciones en el extranjero pagar

salarios por encima del mercado en su novedoso país de la operación?

Los factores utilizados comúnmente para explicar los salarios más

altos, tales como el nivel de productividad de la empresa, no son

suficientes para explicar la prima salarial de las empresas extranjeras y

las exportaciones. Por tanto, esta prima salarial representa una

oportunidad para los sociólogos especializados en las organizaciones y

los mercados de trabajo para hacer una contribución importante.

La diferencia de salarios entre las empresas extranjeras y de propiedad

nacional, y entre los que se dedican a la producción de exportación y no

de exportación también puede sugerir una forma en que la globalización

económica aumenta la desigualdad en los países en desarrollo, sobre

todo si los pagos relativos al trabajo en el extranjero y sectores de

exportación son mayores para los grupos profesionales más altos.

Por último, si la presencia de empresas extranjeras aumenta los

salarios pagados por otras empresas que operan en los mismos

mercados de trabajo regionales, entonces la inversión extranjera puede

contribuir también a la disparidad de ingresos y salarios entre las

regiones que reciben enormes cantidades de inversiones extranjeras,

como la frontera norte de México, y otras partes del país.


XCVI

Debido a la notable transformación económica que México ha

experimentado en las últimas dos décadas de una economía

relativamente protegida a una abierta al comercio exterior y la inversión

extranjera, México constituye un caso importante para investigar los

efectos de la globalización económica sobre los salarios de los

trabajadores. De hecho, son pocos los países en desarrollo que se han

vuelto tan bien integrados en la economía mundial, para bien y para

mal.

LA GLOBALIZACIÓN.

A partir de 2003, México había firmado once acuerdos de libre comercio

con 32 países, además de ser miembro fundador de la Organización

Mundial del Comercio (López-Córdova, 2003). El país experimentó un

gran aumento particularmente dramático en el comercio internacional a

raíz de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América

del Norte (TLCAN) en 1994. El acuerdo redujo los aranceles sobre el

comercio con Estados Unidos y Canadá, que forman el segundo mayor

bloque de mercado del mundo. Impulsado en parte por el TLCAN, así

como por las políticas gubernamentales levantar las restricciones a la

participación extranjera en la economía, la inversión extranjera en el


XCVII

sector manufacturero mexicano aumentó considerablemente durante

los años 1980 y 1990, especialmente en las industrias de maquila

conocidas como maquiladoras.

Es importante analizar los efectos que ha tenido esta apertura en la

disparidad de salarios entre hombres y mujeres, y el "efecto

maquiladora" que aqueja al mercado laboral femenino.

La equidad de género, además de acabar con el hambre y la pobreza,

es una de las ocho metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo

del Milenio Informe de las Naciones Unidas (ONU, 2009). Dado que

muchos países en desarrollo han adoptado reformas comerciales, una

pregunta importante es si las políticas de liberalización del comercio

impulsarán u obstaculizarán el objetivo de la equidad de género.

Por otra parte, haciendo los problemas de igualdad a un lado, el efecto

de las políticas de liberalización de los resultados de género pueden ser

de interés desde el punto de vista del crecimiento económico desde

ahora hay evidencia pasada de que la autonomía de la mujer promueve

la instrucción educativa y los mejores resultados de los niños (Thomas

(1990), Duflo (2000), Qian (2008)).


XCVIII

Citando un artículo pasado de Duflo (2011), donde examina el gap

salarial de género que incluyen Brown, Pagán y Rodríguez-Oreggia

(1999), que descompone el gap en el componente de las diferencias en

las características entre hombres y mujeres y el componente de la

discriminación; encuentran, todos ellos, que sí hay una clara diferencia

acuñable a la discriminación.

Pagan y Lobari (2000) encuentran que el gap de género es mayor para

los trabajadores de mayor edad, mayor en las empresas pequeñas,

enormes en el sector informal, y más grande en la frontera.

Sánchez y Pagan (2001) encuentran una gran brecha de ingresos y

salarios entre las microempresas de mujeres y de propiedad masculina

que se explica en parte por los niveles inferiores de la instrucción

educativa y la experiencia de los dueños de mujeres, aunque

sorprendentemente, no mucho se explica por las diferencias en la

composición sectorial de mujeres y hombres empresas de propiedad.

Oostendorp (2004) presenta un análisis entre países sobre el gap de

género a las medidas de comercio e IED. El documento concluye que

los flujos de comercio y de la IED ayudan a aminorar el gap de género

entre las bajas ocupaciones calificadas, mientras que los resultados son

mixtos de altas ocupaciones calificadas.


XCIX

Un documento pasado de Bussolo y De Hoyos (2009) también examina

la relación entre la liberalización del comercio y la pobreza a través del

canal de inserción laboral de las mujeres. Transformaciones en las

tarifas de todos los sectores.

Por último, el nuestro es el primer documento que somos conscientes

de que examina los patrones de gastos de los hogares para analizar y

evaluar las transformaciones en el bienestar, así como los ingresos y

salarios de las mujeres. ¿Cuáles son algunos de los posibles vínculos

teóricos entre las políticas de liberalización de mercado y los resultados

de género? Si los hombres y las mujeres son sustitutos imperfectos en

la producción, el marco de la demanda de trabajo que se ha utilizado

para la demanda de competencias puede ser aplicado para analizar y

cuantificar la demanda relativa de trabajadoras femeninas.

En este marco, las industrias utilizan los trabajadores y trabajadoras en

diferentes intensidades y la liberalización del comercio, al afectar el

tamaño relativo de las industrias, generará transformaciones en la

demanda por género. Para que esto sea un canal importante, hay que

observar al trabajo sustancial y la redistribución hacia aquellos sectores

que son “intensivos en mujeres”.


C

Otro canal a través del cual las políticas de liberalización del comercio

pueden afectar los resultados de género es a través de la tecnología.

En un esfuerzo por explicar la desigualdad en salarios en industrias

como efecto ulterior de la liberalización del comercio, trabajos teóricos

pasados en el comercio han construido modelos de diferenciación de

los productos, los rendimientos, y la heterogeneidad entre empresas

(Melitz (2003), Yeaple (2005)). En estos modelos, las reducciones

arancelarias alientan las empresas más productivas para entrar en el

sector de la exportación.

Verhoogen (2008) y Bustos (2011) muestran que estas empresas

exportadoras también mejoran la calidad y la tecnología, lo que

aumenta la demanda de trabajadores calificados. Aunque la mayor

parte de la atención en los estudios y la literatura ha sido el impacto de

la tecnología sobre la demanda de competencias, mejora de la

tecnología también puede complementar las trabajadoras por ser

complementaria con las habilidades cognitivas y la reducción de la

demanda de habilidades físicas, como lo afirman John, Ujhelyi y

Villegas-Sánchez (2012); véase, por ejemplo, Katz y Murphy (1992),

Bound y Johnson (1992), Berman, Bound y Griliches (1994).

Este marco es adoptado por Acemoglu, Author, y Lyle (2004) quienes

examinan el impacto de las tasas de movilización de la Segunda Guerra


CI

Mundial en el suministro de mano de obra femenina y

consecuentemente de su salario relativo. Sus estimaciones de la

elasticidad de sustitución entre los hombres y las mujeres sugieren que

“los hombres y mujeres están cerca, pero lejos de ser sustitutos

perfectos”.

Alternativamente, se puede suponer que los hombres y las mujeres son

sustitutos perfectos en la producción, pero las mujeres tienen menores

niveles de habilidad. Este es el supuesto, por ejemplo, en Bussolo y De

Hoyos (2009)).

Hay poca evidencia, a pesar de ello, que la liberalización del comercio

aumentó los salarios relativos y trabajo de los trabajadores menos

calificados. Galor y Weil (1996) y Welch (2000) exploran la idea de que

las mujeres tienen ventaja en las habilidades cognitivas vs física y que

los avances en la tecnología de aumentar la demanda relativa de las

mujeres a través del tiempo. Utilizando los datos de Estados Unidos

consideran un modelo en el que los hombres y las mujeres difieren en

términos de su capacidad para realizar tareas físicamente exigentes. En

su modelo, la introducción de la nueva tecnología reduce la necesidad

de habilidades físicas se benefician así a las mujeres. Ellos encuentran

que las empresas que actualizaron la tecnología también cambiaron


CII

hacia la contratación de trabajadores de más mujeres en puestos de

trabajo de "cuello azul", pero no puestos de trabajo de "cuello blanco".

En la medida en que las exportaciones y las mejoras tecnológicas son

un canal importante, debemos observar las transformaciones hacia el

trabajo de las mujeres dentro de los sectores, y este tipo de actividad

debe concentrarse en los sectores con mayores reducciones de los

aranceles de exportación.

DISCRIMINACIÓN.

Un tercer canal es a través de la reducción de la discriminación

provocada por la competencia extranjera. Basándose en la idea de

Becker (1957) y el Informe de Black y Brainerd (2001) que las industrias

estadounidenses que estaban sujetas a una mayor competencia a

través del comercio experimentaron mayores reducciones en la

disparidad de salario de género.

Un trabajo pasado de Ederington, Minier y Troske (2010) encuentra que

la liberalización del comercio en Colombia aumentó el trabajo de las

mujeres respecto a los hombres en ocupaciones de cuello azul; a


CIII

diferencia de esto, los autores atribuyen a una mayor reducción de la

discriminación por el empleador y la competencia en el mercado.

Este canal sugiere que deberíamos observar una relación sistemática

entre la reducción de los aranceles de importación, y los salarios y la

contratación femenina. Las políticas de liberalización del comercio

mejoraron los resultados del mercado laboral de las mujeres en México:

En primer lugar, los salarios relativos de las mujeres aumentaron aun

cuando la tasa de trabajo aumentó, y este patrón es particularmente

pronunciado durante el período de la liberalización del comercio de

1990 a 2000. En contraste con los estudios realizados en los EEUU

(Berman, Bound y Griliches (1994)) y México en un período anterior

(Revenga (1997), Hanson y Harrison (1999)), Weinberg (2000) muestra

que el crecimiento del trabajo femenino está positivamente relacionado

con el uso de computadoras en todas las industrias y ocupaciones.

También Rendall (2010) muestra que las ocupaciones que son más

"intensivas en cerebro" se han ampliado con el tiempo, lo que favorece

a las trabajadoras.

Artecona y Cunningham (2002) utilizan los mismos métodos para

México, pero no encuentran una relación importante entre las


CIV

transformaciones de tarifas y la reducción del gap salarial de género en

todas las industrias.

Entre las transformaciones de la industria, por lo general se cree que

son consistentes con las explicaciones basadas en el comercio,

representan hasta el cuarenta por ciento del gran aumento en el salario

cuota de factura de las mujeres de 1990 a 2000. Comparando todas las

industrias, se encuentra con que las reducciones arancelarias se

relacionan positivamente con el crecimiento del sector y se

concentraron inicialmente en la mujer industrias intensivas.

También hay evidencia de que dentro de cada industria las mujeres

están desfavorecidas. Utilizando datos a nivel de establecimiento para

el sector manufacturero, los autores encuentran que las disminuciones

más enormes en los aranceles de exportación (aranceles

estadounidenses sobre los productos mexicanos) se asocian con

mayores grandes aumentos en los salarios de las mujeres en

ocupaciones no manuales de cuello azul.

Este efecto ulterior sugiere que las exportaciones y la tecnología que se

destacan en los estudios y la literatura de mercado pasado pueden ser

importantes canales para explicar los resultados de género, así como

las primas de habilidad. Hay una relación más débil entre las


CV

reducciones de los aranceles de importación y las cuotas de la masa

salarial femenina, a pesar de ello, ello sugiere que la reducción de la

discriminación provocada por la liberalización del comercio jugó un

papel relativamente menor en el caso mexicano.

Los ingresos y salarios relativos de las mujeres aumentaron pero

¿están necesariamente mejor que antes? Además, el poder de

negociación de las mujeres dentro del hogar ha mejorado junto con sus

ingresos y salarios relativos. Los gastos de los hogares pasaron de

mercancías relacionadas con la preferencia masculina, como la ropa y

el tabaco y el alcohol de los hombres, a los asociados con preferencia

femenina, como la instrucción educativa y la ropa de las mujeres.


CVI

MARCO TEÓRICO DE REFERENCIA

INTRODUCCIÓN

CAPITULO I MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA.

1.1. QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO

1.2. EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS.

1.3. EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DIAS.

1.4. EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA

1.5. EL GAP SALARIAL DE GÉNERO.

1.5.1. EL TRABAJO FEMENINO.

1.5.2. LA GLOBALIZACIÓN.

1.5.3. DISCRIMINACIÓN

CAPITULO II ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y EMPLEO.

2.1. LO QUE NOS DICEN LAS ENCUESTAS.

2.2. UNA VISIÓN GENERAL.

2.2.1. UNA VISIÓN GENERAL.

2.2.2. EL ASPECTO EDUCATIVO.

2.2.3. LA SITUACIÓN EN MATERIA DE TRABAJO.

2.2.4. EN MATERIA DE INGRESO EN LAS FAMILIAS.


CVII

CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE INVESTIGACIÓN.

BIBLIOGRAFÍA


CVIII

FORMULACIÓN DE HIPÓTESIS

Las hipótesis a analizar en el presente estudio de investigación son:

Hipótesis General

Pese a los diversos avances en la implementación de un andamiaje

institucional y normativo que garantice un trato igualitario a las mujeres

respecto a las posibilidades de acceder a un trabajo digno y bien

remunerado, la realidad que arrojan las mediciones oficiales, en

particular de las encuestas de ingresos y empleo en la última década,

dan cuenta de que la participación productiva de la mujer ocurre en un

estado de desigualdad, debido principalmente a la discriminación

sexual y el estado de vulnerabilidad resultado de años de atraso en

materia de educación formal, de ingreso y autonomía.

Hipótesis secundarias:

1. En el mercado laborar de nuestro país, aún se conservan

arraigadas diversas prácticas que implican un trato desigual entre


CIX

mujeres y hombres, dichas diferencias no responden a

parámetros objetivos de productividad, conocimientos o

actitudes, de esta manera dicha situación está sustentada en

una estructura de creencias y prejuicios, que significan una serie

de obstáculos al desarrollo pleno de las mujeres y de la sociedad

en general por lo que las acciones de política instrumentadas han

sido poco efectivas al carecer de un componente que implique la

transformación de la idiosincrasia dominante.

Esta hipótesis se comprobó con la presentación de dos instrumentos

jurídicos específicos en materia de rectoría y garantía de los derechos

humanos a nivel nacional: la Constitución Política y el Programa

General de Desarrollo del Gobierno Federal. Si bien dichos

instrumentos fueron diseñados y modificados para garantizar y

promover diversos ámbitos de la vida social de todos los ciudadanos;

las cifras expuestas en materia de denuncias ciudadanas por lo que se

considera violaciones a sus derechos humanos y la forma en que estas

se atiendes muestran que dichos documentos aún no han tenido el

efecto esperado.

Los indicadores utilizados para evaluar la baja presencia de organismos

e instituciones que garanticen el disfrute de los derechos humanos de

tercera generación fueron: número de denuncias presentadas ante las


CX

comisiones locales y federal de derechos humanos; atención a las

recomendaciones de las propias comisiones, estudios realizados por

organismos y organizaciones privadas y de organizaciones sociales.

2. Los resultados de las encuestas nacionales de Ingresos y Gastos

en los Hogares, y de Ocupación y Empleo, que realiza el Instituto

Nacional de Estadística Geografía e Informática; son

instrumentos confiables para establecer las condiciones en que

trabajan, los ingresos que se perciben, así como las condiciones

básicas de vida en que se encuentra la población, por lo tanto nos

permiten identificar la carencia de indicadores que permitan

confirmar el impacto de los distintos programas

gubernamentales, relativos a reducir la desigual laboral y en

consecuencia impactar favorablemente las condiciones de vida

de las mujeres en México.

Esta hipótesis se comprobó con la presentación de los marcos

filosóficos que definen los principios rectores de los derechos humanos

de tercera generación; en consecuencia se han diseñado y establecido

una serie de agencias gubernamentales para garantizar y promover en

diversos ámbitos de la vida social de todos los ciudadanos; sin embargo

parece una paradoja el que en estos años, la re funcionalización de


CXI

muchas de estas instituciones las ha alejado del cumplimiento de estos

principios.

Los indicadores utilizados para evaluar la baja presencia de organismos

e instituciones que garanticen el disfrute de los derechos humanos de

tercera generación fueron: evaluación de los mecanismos disponibles

en distintas agencias gubernamentales, la presencia de los derechos

sociales en los diferentes organismos involucrados con su salvaguarda


CXII

PRUEBAS EMPÍRICAS O CUALITATIVAS

En el presente trabajo de investigación se estableció como hipótesis

general la siguiente:

Pese a los diversos avances en la implementación

de un andamiaje institucional y normativo que

garantice un trato igualitario a las mujeres respecto

a las posibilidades de acceder a un trabajo digno y

bien remunerado, la realidad que arrojan las

mediciones oficiales, en particular de las encuestas

de ingresos y empleo en la última década, dan

cuenta de que la participación productiva de la

mujer ocurre en un estado de desigualdad, debido

principalmente a la discriminación sexual y el

estado de vulnerabilidad resultado de años de

atraso en materia de educación formal, de ingreso y

autonomía.

De la lectura del desarrollo de la investigación se puede desprender que

la anterior hipótesis resulta confirmada, toda vez que a partir de los

resultados que se obtuvieron de las encuestas de ocupación e ingresos

realizadas periódicamente por el Instituto Nacional de Estadística


CXIII

Geografía e Informática (INEGI) se puede concluir que las mujeres en

materia de educación, por ejemplo, muestran un nivel educativo similar

al de los hombres: como se muestra al revisar el nivel de años estudios

que en promedio tiene los hombres y las mujeres en México,

encontrando que en ambos, en promedio, estudian 8 años teniendo una

diferencia de solo del 3%.

Por lo que se refiere a las horas trabajadas, podemos señalar el mismo

caso, ya que comparativamente, las horas trabajadas son

proporcionales al número de trabajadores por género, por lo que

tampoco resulta en una variable que explique la brecha salarial que se

da entre hombres y mujeres.

En este sentido, al retirar el nivel educativo como causal de la baja

retribución que observa el trabajo de las mujeres, a la vez que lo

comparamos las horas trabajadas, podemos arribar sin problema a la

conclusión que el grado educativo de las mujeres no es un factor que

explique la baja remuneración.

Por otra parte, se pudo constatar que el grado de exclusión social que

presenta la población femenina es consecuencia también de la baja

autonomía en materia de ingresos, es decir al depender de alguien para

que le sean suministrados los ingresos necesarios para satisfacer sus


CXIV

necesidades básicas, así como las de sus familias; convirtiéndose en

un problema que se alimenta así mismo, dado que eta misma

vulnerabilidad, significa una agudización de las condiciones de

discriminación. Así mismo se pudo constatar que las mujeres en el

mercado laborar mexicano, sufren de una brecha salarial muy amplia

entre hombres y mujeres que ejecutan trabajos semejantes y con la

misma condición educativa; como es el caso de las mujeres que

trabajan en actividades industriales, en donde su salario representa el

75% del salario de los hombres.

Por lo que se refiere a las hipótesis secundarias, estas se establecieron

de la siguiente manera:

1. En el mercado laborar de nuestro país, aún se

conservan arraigadas diversas prácticas que

implican un trato desigual entre mujeres y hombres,

dichas diferencias no responden a parámetros

objetivos de productividad, conocimientos o

actitudes, de esta manera dicha situación está

sustentada en una estructura de creencias y

prejuicios, que significan una serie de obstáculos al

desarrollo pleno de las mujeres y de la sociedad en

general por lo que las acciones de política


CXV

instrumentadas han sido poco efectivas al carecer

de un componente que implique la transformación

de la idiosincrasia dominante.

La anterior hipótesis resulto confirmada, al observar, en el transcurso de

la presente investigación, que los porcentajes de penetración que

tienen las mujeres en las diferentes actividades de la economía, en

donde la mayor cantidad de trabajadoras se encuentra en actividades

de servicios dónde la constante es la oferta de empleo de baja

calificación, mal remunerados y muchas veces, en el sector informal, lo

que aumenta sustancialmente el grado de vulnerabilidad de las

trabajadoras y sus familias.

Así mismo, se puede confirmar la alta necesidad de trabajo por parte de

las mujeres que las orilla a aceptar empleos de muy baja productividad,

pero que requieren cantidades muy importantes de mano de obra. Al

revisar los porcentajes de participación por actividad laboral, se observa

claramente que los niveles más altos de vulnerabilidad se obtienen en

actividades históricamente consideradas para mujeres, como por

ejemplo las actividades de servicio doméstico en donde más del 80%

de los trabajadores son mujeres.


CXVI

Del mismo modo se examinó el alcance de la segunda hipótesis

secundaria de trabajo:

2. Los resultados de las encuestas nacionales de

Ingresos y Gastos en los Hogares, y de Ocupación y

Empleo, que realiza el Instituto Nacional de Estadística

Geografía e Informática; son instrumentos confiables para

establecer las condiciones en que trabajan, los ingresos que

se perciben, así como las condiciones básicas de vida en

que se encuentra la población, por lo tanto nos permiten

identificar la carencia de indicadores que permitan confirmar

el impacto de los distintos programas gubernamentales,

relativos a reducir la desigual laboral y en consecuencia

impactar favorablemente las condiciones de vida de las

mujeres en México.

Esta hipótesis se comprobó con la presentación de los datos que

aportan las encuestas señaladas, mismos que permiten identificar la

existencia de problemas serios en materia del deterioro del nivel

general de bienestar, y cuya evolución reciente permite identificar que

pese al discurso oficial de transformación de las condiciones de vida de


CXVII

las mujeres al reducir la discriminación laboral, la realidad muestra que

ha tenido escaso éxito, por lo que se hace apremiante el rediseño de

estos programas y acciones en favor de la mujer con el fin de romper el

círculo de vulnerabilidad y pobreza, que tiende a agudizar la precaria

situación de muchos hogares y a la mujer condenarla a la pobreza. En

este sentido es necesario revalorar en el diseño de estos instrumentos

de política pública. La definición de los principios rectores de los

derechos humanos de igualdad y no discriminación; en consecuencia

se han diseñado y establecido una serie de agencias gubernamentales

para garantizar y promover en diversos ámbitos de la vida social de

todos los ciudadanos; sin embargo parece una paradoja el que en estos

años, la re funcionalización de muchas de estas instituciones las ha

alejado del cumplimiento de estos principios.

Los indicadores utilizados para evaluar el bajo impacto que ha tenido la

presencia de organismos e instituciones del estado mexicano que

garanticen el disfrute de los derechos laborales plenos para la mujer

fueron: evaluación de los mecanismos disponibles en distintas agencias

gubernamentales, la presencia de los derechos sociales en los

diferentes organismos involucrados con su salvaguarda.


CXVIII

Objetivo General Objetivos

específicos

Preguntas Hipótesis Desarrollo

Revisar la situación actual de la desigualdad en materia laborar que sufren las mujeres en nuestro país, a partir de los resultados obtenidos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares y de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, que realiza el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática.

• Revisar los principales conceptos y principios que dan estructura al enfoque de equidad de género, con el fin de distinguir su presencia en el marco normativo e institucional que regula situación laboral de nuestro país. • Identificar los principales rasgos que caracterizan la prestación de trabajo subordinado de las mujeres. • Revisar los resultados de las encuestas de ingreso y gastos de los hogares, así como la de ocupación y empleo de los últimos años, con el fin de identificar la situación laborar de la población ocupada por sexo. • Distinguir los efectos de la discriminación que afectan la igualdad de derechos y el ingreso entre hombres y mujeres afectando los niveles de bienestar y las posibilidades de ingreso de las mujeres. • Describir las diferencias existentes en materia laboral respecto al nivel educativo, ingresos, prestaciones, seguridad, entre otras; que afectan el

¿Cuáles son los ámbitos en materia laboral donde se observa la mayor presencia de elementos discriminatorios a las mujeres en México? ¿Existe diferencia entre los ingresos que perciben las mujeres con respecto a sus pares hombres, un realizando las mismas labores e igual responsabilidad? ¿Existen las diferencias de formación académica o experiencia laboral que expliquen el trato diferenciado en la contratación laboral y el ingreso pactado? ¿Existen diferencias en materia de productividad entre hombres y mujeres? ¿Qué estereotipos culturales explican en el ámbito laboral la discriminación al momento de elegir o ingresar a una determinada actividad laboral? ¿Cuál ha sido el impacto concreto en las condiciones laborales de las mujeres de los distintos cuerpos normativos e institucionales que ha implementado el estado mexicano en la última década? ¿Qué factores objetivos han obstaculizado o contribuido a que la mujer se pueda integrar al mercado laborar en las mismas condiciones que los hombres?

Pese a los diversos avances en la implementación de un andamiaje institucional y normativo que garantice un trato igualitario a las mujeres respecto a las posibilidades de acceder a un trabajo digno y bien remunerado, la realidad que arrojan las mediciones oficiales, en particular de las encuestas de ingresos y empleo en la última década, dan cuenta de que la participación productiva de la mujer ocurre en un estado de desigualdad, debido principalmente a la discriminación sexual y el estado de vulnerabilidad resultado de años de atraso en materia de educación formal, de ingreso y autonomía. 1. En el mercado laborar de nuestro país, aún se conservan arraigadas diversas prácticas que implican un trato desigual entre mujeres y hombres, dichas diferencias no responden a parámetros objetivos de productividad, conocimientos o actitudes, de esta manera dicha situación está sustentada en una estructura de creencias y

CAPITULO I MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA. 1.1. QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO 1.2. EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS. 1.3. EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DIAS. 1.4. EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA. 1.5. EL GAP SALARIAL DE GÉNERO. 1.5.1. EL TRABAJO FEMENINO. 1.5.2. LA GLOBALIZACIÓN. 1.5.3. DISCRIMINACIÓN CAPITULO II ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y EMPLEO. 2.1. LO QUE NOS DICEN LAS ENCUESTAS. 2.2. UNA VISIÓN GENERAL. 2.2.1. UNA VISIÓN GENERAL. 2.2.2. EL ASPECTO EDUCATIVO. 2.2.3. LA SITUACIÓN EN MATERIA DE TRABAJO. 2.2.4. EN MATERIA DE INGRESO EN LAS FAMILIAS.


CXIX

desarrollo y el bienestar de las mujeres y sus familias. • Describir los efectos de la desigualdad de ingreso y características del empleo en el bienestar de las mujeres y sus familias. • Identificar el efecto de la diferencia de niveles educativos entre hombres y mujeres respecto al acceso a mejores empleos y determinados niveles de ingreso.

prejuicios, que significan una serie de obstáculos al desarrollo pleno de las mujeres y de la sociedad en general por lo que las acciones de política instrumentadas han sido poco efectivas al carecer de un componente que implique la transformación de la idiosincrasia dominante. 2. Los resultados de las encuestas nacionales de Ingresos y Gastos en los Hogares, y de Ocupación y Empleo, que realiza el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática; son instrumentos confiables para establecer las condiciones en que trabajan, los ingresos que se perciben, así como las condiciones básicas de vida en que se encuentra la población, por lo tanto nos permiten identificar la carencia de indicadores que permitan confirmar el impacto de los distintos programas gubernamentales, relativos a reducir la desigual laboral y en consecuencia impactar favorablemente las condiciones de vida de las mujeres en México.


CXX


específicos



• Revisar los principales conceptos y principios que dan estructura al enfoque de equidad de género, con el fin de distinguir su presencia en el marco normativo e institucional que regula situación laboral de nuestro país. • Identificar los principales rasgos que caracterizan la prestación de trabajo subordinado de las mujeres. • Revisar los resultados de las encuestas de ingreso y gastos de los hogares, así como la de ocupación y empleo de los últimos años, con el fin de identificar la situación laborar de la población ocupada por sexo. • Distinguir los efectos de la discriminación que afectan la igualdad de derechos y el ingreso entre hombres y mujeres afectando los niveles de bienestar y las posibilidades de ingreso de las mujeres.

¿Cuáles son los ámbitos en materia laboral donde se observa la mayor presencia de elementos discriminatorios a las mujeres en México? ¿Existe diferencia entre los ingresos que perciben las mujeres con respecto a sus pares hombres, un realizando las mismas labores e igual responsabilidad? ¿Existen las diferencias de formación académica o experiencia laboral que expliquen el trato diferenciado en la contratación laboral y el ingreso pactado? ¿Existen diferencias en materia de productividad entre hombres y mujeres? ¿Qué estereotipos culturales explican en el ámbito laboral la discriminación al momento de elegir o ingresar a una determinada actividad laboral?

1. En el mercado laborar de nuestro país, aún se conservan arraigadas diversas prácticas que implican un trato desigual entre mujeres y hombres, dichas diferencias no responden a parámetros objetivos de productividad, conocimientos o actitudes, de esta manera dicha situación está sustentada en una estructura de creencias y prejuicios, que significan una serie de obstáculos al desarrollo pleno de las mujeres y de la sociedad en general por lo que las acciones de política instrumentadas han sido poco efectivas al carecer de un componente que implique la transformación de la idiosincrasia dominante.

CAPITULO I MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA. 1.1. QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO 1.2. EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS. 1.3. EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DIAS. 1.4. EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA. 1.5. EL GAP SALARIAL DE GÉNERO. 1.5.1. EL TRABAJO FEMENINO. 1.5.2. LA GLOBALIZACIÓN. 1.5.3. DISCRIMINACIÓN. CAPITULO II ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y EMPLEO. 2.1. LO QUE NOS DICEN LAS ENCUESTAS. 2.2. UNA VISIÓN GENERAL. 2.2.1. UNA VISIÓN GENERAL. 2.2.2. EL ASPECTO EDUCATIVO. 2.2.3. LA SITUACIÓN EN MATERIA DE TRABAJO. 2.2.4. EN MATERIA DE INGRESO EN LAS FAMILIAS.


CXXI

• Describir las diferencias existentes en materia laboral respecto al nivel educativo, ingresos, prestaciones, seguridad, entre otras; que afectan el desarrollo y el bienestar de las mujeres y sus familias.


CXXII


específicos



• Distinguir los efectos de la discriminación que afectan la igualdad de derechos y el ingreso entre hombres y mujeres afectando los niveles de bienestar y las posibilidades de ingreso de las mujeres. • Describir las diferencias existentes en materia laboral respecto al nivel educativo, ingresos, prestaciones, seguridad, entre otras; que afectan el desarrollo y el bienestar de las mujeres y sus familias. • Describir los efectos de la desigualdad de ingreso y características del empleo en el bienestar de las mujeres y sus familias. • Identificar el efecto de la diferencia de niveles educativos entre hombres y mujeres respecto al acceso a mejores empleos y determinados niveles de ingreso.

¿Existen diferencias en materia de productividad entre hombres y mujeres? ¿Qué estereotipos culturales explican en el ámbito laboral la discriminación al momento de elegir o ingresar a una determinada actividad laboral? ¿Cuál ha sido el impacto concreto en las condiciones laborales de las mujeres de los distintos cuerpos normativos e institucionales que ha implementado el estado mexicano en la última década? ¿Qué factores objetivos han obstaculizado o contribuido a que la mujer se pueda integrar al mercado laborar en las mismas condiciones que los hombres?

2. Los resultados de las encuestas nacionales de Ingresos y Gastos en los Hogares, y de Ocupación y Empleo, que realiza el Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática; son instrumentos confiables para establecer las condiciones en que trabajan, los ingresos que se perciben, así como las condiciones básicas de vida en que se encuentra la población, por lo tanto nos permiten identificar la carencia de indicadores que permitan confirmar el impacto de los distintos programas gubernamentales, relativos a reducir la desigual laboral y en consecuencia impactar favorablemente las condiciones de vida de las mujeres en México.

CAPITULO I MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL DE REFERENCIA. 1.1. QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO 1.2. EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS. 1.3. EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DIAS. 1.4. EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA. 1.5. EL GAP SALARIAL DE GÉNERO. 1.5.1. EL TRABAJO FEMENINO. 1.5.2. LA GLOBALIZACIÓN. 1.5.3. DISCRIMINACIÓN . CAPITULO II ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y EMPLEO. 2.1. LO QUE NOS DICEN LAS ENCUESTAS. 2.2. UNA VISIÓN GENERAL. 2.2.1. UNA VISIÓN GENERAL. 2.2.2. EL ASPECTO EDUCATIVO. 2.2.3. LA SITUACIÓN EN MATERIA DE TRABAJO. 2.2.4. EN MATERIA DE INGRESO EN LAS FAMILIAS.


CXXIII

CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE

INVESTIGACIÓN.

A lo largo de las secciones de la presente investigación se han hecho

visibles las desigualdades en el terreno del trabajo para las mujeres,

desde una perspectiva amplia, así como en los ámbitos del trabajo

remunerado, a partir de tres indicadores básicos, las tasas de

participación, el tiempo de trabajo y las brechas o diferencias que

presentan hombres y mujeres en dichos indicadores; complementando

el análisis de cada sección con el análisis de las tasas de participación

por tamaño de localidad y abordando en la última sección la

segregación y discriminación salarial, la mediana del ingreso por hora

trabajada, indicadores que permiten cumplir con uno de los objetivos

trazados, al mostrar cómo aún con la inclusión de la mujer en el mundo

del trabajo, ello ha implicado lentos avances en la eliminación de las

desigualdades que enfrentan las mujeres en el terreno laboral.

También, es fundamental destacar que la feminización, la segregación

ocupacional y la discriminación laboral no es efecto ulterior únicamente

de las características de los trabajadores y de los factores económicos

presentes en el mercado de trabajo, sino además de los factores

sociales y culturales que influyen en la participación económica de

hombres y mujeres; y finalmente, se ha hecho evidente la aportación


CXXIV

que las mujeres hacen a la producción social, así como las causas que

hay detrás de la participación e inserción de hombres y mujeres en el

trabajo y su estrecha relación con otros ámbitos y procesos económicos

y sociales, que condicionan sus pautas de participación.

Lo anterior define nuestra primera orientación respecto a una línea

determinada de acción o estrategia de política

1) Ante el escaso impacto en materia de superación de las

condiciones de discriminación imperantes en México para el

trabajo femenino, es indispensable que el Estado actué,

atacando los principios ideológicos que sustentan las

acciones de discriminación, por lo que debe instituir una

importante y permanente campaña educativa y de formación

respecto a la equidad a nivel básico (primaria y secundaria),

que incluya la importancia de apegarnos de manera

autónoma y solidaria a los fundamentos éticos y sociales

que construyen una sociedad más justa e incluyente.

Asimismo, se debe fortalecer el contenido educativo con enfoque de

género, priorizando las transformaciones y transformaciones hacia la

construcción de relaciones de género más igualitarias. Ello implica

fomentar valores, actitudes y comportamientos que contribuyan al


CXXV

respeto y vigencia de los derechos ciudadanos, propicien una mayor

conciencia de la situación de la mujer y de sus potencialidades y una

integración social más armónica en todos los ámbitos de la vida social,

incluido el fortalecimiento de una cultura democrática y participativa al

margen de prejuicios y discriminaciones.

De los avances alcanzados por las mujeres en el terreno del trabajo,

también han destacado aquellos aspectos que más han contribuido, en

donde la instrucción educativa juega un papel central, como es el

empoderamiento que significa el poder acceder a un trabajo bien

remunerado, y el impacto de acceder a recursos financieros que

sustente su autonomía para la toma de decisiones, lo cual tiene que ir

acompañado de la exigencia por una mayor participación de las

mujeres en los distintos espacios públicos.

La equidad de mujeres y hombres ante la ley está plasmada en el

Artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Una de las más importantes modificaciones que se llevó a cabo en 2000

fue la reforma a este artículo, para precisar la responsabilidad del

Estado en los derechos que tienen las niñas y los niños a la satisfacción

de sus necesidades de alimentación, salud, instrucción educativa y

sano esparcimiento. Como respuesta institucional del Estado mexicano

a los compromisos internacionales, y a la intensa labor del grupo


CXXVI

poblacional civil en materia de género, en 2001 se creó, por ley, el

Instituto Nacional de las Mujeres. Ello significó un paso importante en la

consolidación de mecanismos institucionales, al otorgarle a la

institución estatus administrativo, patrimonio propio y presupuesto, para

ejercer atribuciones en materia de la política nacional de género;

promover y fomentar las condiciones que posibiliten la no

discriminación, la equidad de oportunidades y de trato entre los

géneros; el ejercicio pleno de todos los derechos de las mujeres y su

participación equitativa en la vida política, cultural, económica y social

del país.

Por su parte, el sustento medular para el desarrollo de las políticas de

equidad entre mujeres y hombres parte de la emisión de la Ley General

para la Equidad entre Mujeres y Hombres (LGIMH), promulgada en

agosto de 2006, con el objetivo de regular y garantizar la equidad entre

mujeres y hombres, así como proponer los lineamientos y mecanismos

institucionales que orienten a la Nación hacia el cumplimiento de la

equidad sustantiva. Los alcances de esta ley son transversales a los

poderes de la unión y de aplicación en todo el territorio nacional.

Asimismo, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de

Violencia (LGAMVLV), promulgada en febrero de 2007, establece los

lineamientos jurídicos y administrativos con los que el Estado


CXXVII

intervendrá en los diferentes niveles de gobierno para garantizar el

derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Su finalidad es

establecer la coordinación entre la federación, las entidades federativas

y los municipios en la orientación de acciones para prevenir, sancionar

y erradicar la violencia contra la población femenina. Con ello se hacen

valer compromisos internacionales vinculantes para México, como la

Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la

Violencia contra la Mujer (Belém do Pará) y la Convención sobre la

eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres.

El 11 de marzo de 2008 se publicó en el Diario Oficial de la Federación

el Reglamento de la LGAMVLV y las bases de coordinación con las

entidades federativas y los municipios. En 2009, son ya 29 entidades

federativas las que cuentan con sus respectivas leyes en materia de

acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, de las cuales cinco

expidieron también su respectivo Reglamento.

La coordinación de acciones de la APF respectivas a estas leyes se

realiza a través del Sistema Nacional para la Equidad entre Mujeres y

Hombres (SNIMH) y del Sistema Nacional para Prevenir, Atender,

Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (SNPASEVCM).


CXXVIII

Por otro lado, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (PND) señala

las prioridades del Poder Ejecutivo en materia de género que prevén

combatir y sancionar con mayor severidad la violencia de género, al

igual que construir acciones tomadas por el gobierno transversales con

perspectiva de género.

Asimismo, busca promover la eliminación de estereotipos establecidos

en función del género, elevar la inscripción y permanencia de niñas en

las escuelas, promover la prevención de enfermedades de la mujer,

combatir su discriminación en el ámbito laboral, expandir el sistema

nacional de guarderías y estancias infantiles, dar especial atención a las

mujeres en situación de pobreza y promover la participación política de

la mujer.

Las respectivas estrategias y metas han sido incorporadas en el

Programa Nacional de Equidad entre Mujeres y Hombres 2008-2012

(PROEQUIDAD), coordinado por el INMUJERES.

Por otra parte, en 2007 se firmó el Acuerdo Nacional para la Equidad

entre Mujeres y Hombres, mecanismo de coordinación con los poderes

de la Unión y los gobiernos federal, estatales y municipales para dar

prioridad efectiva a la promoción de la equidad de trato y oportunidades

entre mujeres y hombres, así como a la eliminación de todo tipo de


CXXIX

violencia contra las mujeres. Su objetivo específico es establecer el

compromiso de las instancias que integran los diferentes ámbitos y

órdenes de gobierno, a fin de dar cumplimiento a lo señalado en la

Constitución Política, los instrumentos internacionales suscritos y

ratificados por México en la materia, la LGIMH, la LGAMVLV y la Ley

del Instituto Nacional de las Mujeres.

Al finalizar 2008, los gobiernos de 25 entidades federativas y uno de

cada cuatro ayuntamientos del país (615) habían ya firmado dicho

acuerdo. La entrega de becas dirigidas hacia la población en

condiciones de pobreza ha sido uno de los mecanismos más efectivos

para promover la inclusión y permanencia de las niñas, adolescentes y

mujeres en el sistema educativo.

Todo lo anterior, nos permite delimitar nuestra segunda propuesta de

política específica en materia de apoyo a la mujer y hacia la equidad de

género:

2) Derivado de la implementación de un robusto marco

normativo que pretende encausar el esfuerzo para la

reducción de la desigual de la mujer en materia laboral, es

indispensable el fortalecimiento de los organismos y

programas que tienden a dar aplicabilidad a los distintos


CXXX

ordenamientos, de tal forma que adicionalmente al tema de la

prevención de prácticas discriminatorias y su denuncia,

cuenten con la facultad de sancionar y establecer las

acciones y multas que obligadamente tengan que realizar los

organismos infractores para resarcir el daño causado a la

victima de discriminación.

El reconocimiento de una acción específica por parte del estado se

puede observar en la implementación de programas sociales que

apuntan al empoderamiento de la mujer, como el Programa de

Desarrollo Humano Oportunidades que enfatizo la entrega de incentivos

monetarios a mujeres y en los últimos años han aumentado en número

y monto.

También se han establecido novedosos programas públicos de becas

para mujeres en situaciones específicas. El Programa de Becas a

Madres Jóvenes y Jóvenes Embarazadas tiene como finalidad

promover la continuidad de los estudios a nivel de instrucción educativa

básica; el Programa Licencia con Goce de Beca, de la Universidad

Nacional Autónoma de México, apoya económicamente a estudiantes

de posgrado embarazadas; en el Programa Becas de Instrucción

educativa Media Superior y en el Programa Nacional de Becas de


CXXXI

Instrucción educativa Superior, el 56% de las becas otorgadas son para

mujeres.

Por otra parte, el Programa para Abatir el Rezago en Instrucción

educativa Inicial y Básica fue creado para atender a todos los niveles de

instrucción educativa básica, al incluir preescolar y secundaria rural,

con especial énfasis en atender a las niñas de comunidades rurales y el

Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), a través del

paquete didáctico Camino a la Secundaria, impulsa el tránsito a primero

de secundaria con énfasis en la absorción de las mujeres. Este paquete

está dirigido a niñas de quinto y sexto grado de primaria de las

localidades rurales y áreas urbano marginadas con menor ingreso.

La STPS efectuó visitas de inspección a empresas de jurisdicción

federal en todo el país y de vigilancia específica sobre las condiciones

laborales de la mujer trabajadora y los menores de edad, con el objetivo

de garantizar el respeto y protección de los derechos laborales de las

mujeres. Asimismo, realizó la campaña Por la Dignificación de las

Condiciones Laborales de la Mujer y Contra la Exigencia del Certificado

de No Gravidez, cuyos ejes fundamentales giraron en torno al respeto y

promoción de los derechos laborales de la mujer. Con el fin de fomentar

la capacitación para el autoempleo femenino como opción de

generación de ingresos y salarios en las unidades domésticas, urbanas


CXXXII

o rurales, puso en marcha el Programa de Becas de Capacitación para

Trabajadores (PROBECAT). La mayor parte de las becas han sido

asignadas a trabajadoras desempleadas.

Por su parte, el INMUJERES realiza acciones contra la segregación y el

hostigamiento sexual a través de los compromisos signados con

sindicatos, confederaciones de obreros y campesinos, y con la

Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado. En

2008 se realizaron cinco encuentros itinerantes de sensibilización y 13

foros analíticos sobre las condiciones de exclusión en el trabajo

remunerado que afectan a las mujeres, segregación ocupacional y

hostigamiento sexual laboral, en coordinación con los órdenes federal,

estatal y municipal.

La institucionalización del enfoque de género no es fácil en la medida

que involucran cuestiones políticas, culturales e ideológicas difíciles de

llevar a la práctica y que generan una importante resistencia en el grupo

poblacional, en las instituciones, a nivel individual y familiar.

A su vez, sabiendo que el dictado de una política o nuevas leyes no es

suficiente para producir transformaciones en la realidad social y

prácticas culturales, menos aún en las prácticas institucionales es


CXXXIII

necesario abordar de modo integral la problemática de las

desigualdades.

La inclusión de la perspectiva de género en el diseño de políticas, leyes,

programas públicos u otro tipo de acciones, implica considerar las

particularidades de las relaciones entre hombres y mujeres, sus

diferentes realidades familiares y sociales, sus expectativas de vida y

sus circunstancias económicas y laborales, para dar respuestas

adecuadas a cada una de ellas.

En este marco es que las políticas de equidad de oportunidad, al

reconocer que la equidad de derecho no garantiza la desaparición de

las desigualdades, y considerando la situación en desventaja en la que

se encuentra la mujer en relación al hombre, se proponen generar un

contexto en que tanto unos como otros tengan las mismas posibilidades

de acceder a los beneficios de las acciones tomadas por el gobierno, es

decir de los bienes y servicios proporcionados, en este caso el acceso a

la instrucción educativa en sus diferentes niveles.

Las políticas de equidad tienen un propósito más amplio que es generar

un transformación estructural (para garantizar que mujeres y hombres

tengan el mismo trato, consideración y oportunidades) y no sólo

centrarse en “políticas de mujeres” o acciones positivas. Estas últimas


CXXXIV

caracterizaron una primera etapa en las políticas y programas públicos

que, en el contexto del reconocimiento de las desigualdades como

construcción histórica y social, desarrollaron acciones específicas

focalizadas en las mujeres las cuales, en su mayor caso, tenían un

enfoque compensatorio para aminorar los obstáculos en las

condiciones de vida de las mujeres.

Si bien estas acciones posibilitaron la inclusión de las mujeres en

ámbitos vedados previamente (la política, la instrucción educativa, etc.),

no lograron cambiar las condiciones estructurales que subyacen a la

discriminación, así como los roles asignados a la mujer en el ámbito

privado (familiar y doméstico) los cuales son factores limitantes para su

completa y plena participación en el ámbito público y ejercicio pleno de

sus derechos en equidad de condiciones.

Estas políticas han sido replanteadas y si bien conviven con los

novedosos esquemas, han sido desplazadas por políticas transversales

que surgen en los años 90 en el marco del enfoque de Género en

Desarrollo cuyo objetivo es transversalizar la perspectiva de género en

el proceso de desarrollo (gender mainstreaming), con el propósito de

generar oportunidades para mejorar la redistribución y la igualdad de

género en las políticas, programas públicos y proyectos de desarrollo.


CXXXV

Este tipo de medidas se integran en todas las políticas, programas

públicos y proyectos de desarrollo con el fin de superar los obstáculos

estructurales que impiden la equidad. El objetivo es incluir la dimensión

de la equidad de género a lo largo de todo el proceso de planificación,

diseño, monitoreo y evaluación de las acciones en sus diferentes

expresiones.

En lo concerniente a la regulación laboral se considera que deben

mantenerse ciertos derechos básicos en el mercado laboral como la

libertad de asociación, la eliminación del trabajo forzado y del trabajo

infantil, entre otros, pero que debe avanzarse en formas de

flexibilización del trabajo como trabajo a tiempo parcial, contratos a

tiempo definido, aminorar el salario mínimo para los jóvenes, entre

otros.

Se considera que la rigidez en el mercado laboral es fuente de

desempleo (friccional y estructural) sobre todo de los grupos más

vulnerables como mujeres y jóvenes e incentiva la economía informal.

México ha logrado avances importantes que apuntalan las acciones

tomadas por el gobierno encaminadas a promover la equidad de

oportunidades entre hombres y mujeres.


CXXXVI

Los avances se han registrado en el marco legal y normativo, así como

en la institucionalización y la asignación presupuestal específica para

cumplir los compromisos nacionales e internacionales.

La matrícula de todos los niveles educativos muestra una reducción en

el gap de género de 1995 a 2005. El gap en nivel de instrucción

educativa básica (preescolar, primaria y secundaria) se ha eliminado

prácticamente.

La instrucción educativa inicial requiere de una particular promoción,

dado que aún no se logra la cobertura universal, por lo cual hay

niñas/os que cursan la primaria sin pasar por este grado, lo cual

repercute en su desempeño educativo. En instrucción educativa media

y superior, se observa un gran aumento en el registro de mujeres que

va igualado a la asistencia de los varones; a pesar de lo anterior, habría

que garantizar la promoción de su registro en instrucción educativa

superior, ya que en este nivel persiste el gap entre ambos sexos.

Es importante diseñar diversos programas públicos educativos que

contribuyan a acrecentar la participación de las mujeres jóvenes y

adultas en la instrucción educativa superior en carreras no

tradicionales, así como en la investigación científica, artística y

tecnológica.


CXXXVII

La intensificación del uso de tecnologías de punta en los sectores

económicos con mayor potencialidad obliga a pensar en las

competencias que tendrán que ser enfatizadas cuidando de evitar las

brechas de género. La transformación de ciertas profesiones y la

actualización permanente de la población económicamente activa

debería ser una prioridad, para un aprovechamiento óptimo de sus

capacidades.

Para ello se requiere de una mayor orientación, a fin de que la oferta de

mano de obra, particularmente la femenina, esté en concordancia con

las demandas del mercado.

La información analizada apunta a que permanecer más tiempo en el

sistema educativo posibilita la actualización y el perfeccionamiento de

los conocimientos, derivando en mayores oportunidades para la

inserción de las mujeres y hombres en el mercado laboral.

Aun cuando ha habido una mayor participación de mujeres en la

población económicamente activa, su situación dista de ser igualitaria

con relación a la de los varones, y persiste una asignación de roles

claramente discriminatoria con respecto a la población femenina.


CXXXVIII

Las mujeres se insertan en ocupaciones de menor jerarquía y reciben

salarios menores, aun cuando sus niveles educativos son superiores.

El Índice de Discriminación Salarial indica que es necesario incrementar

en alrededor de 9.5% el salario que se les paga a las mujeres para

lograr la igualdad salarial, aunque se reflejan diferencias importantes

entre ocupaciones.

A pesar de ello, la mejora que se observa en el gap salarial no parece

obedecer a una orientación hacia la paridad, sino al detrimento de las

condiciones laborales en general, las cuales han afectado

particularmente a la población masculina económicamente activa.

Para un país de ingresos y salarios medios como México, la

problemática de la discriminación salarial constituye un enorme reto que

debe ser enfrentado a través de acciones tomadas por el gobierno

formuladas de manera intersectorial al que deben vincularse las

empresas y empresarios del país.

La flexibilización de las relaciones laborales ha representado un

desmejoramiento del nivel de trabajo y de las condiciones de trabajo

(trabajo por cuenta propia, trabajo tiempo parcial y temporal,

subcontratación, sin seguridad social).


CXXXIX

Por otro lado, la aparición de nuevas formas de producción, el

desarrollo de las telecomunicaciones y la introducción de nuevas

tecnologías han modificado incluso las estructuras de la demanda de

trabajo.

Todas estas transformaciones plantean novedosos retos a las mujeres

y de ahí la importancia de adecuar las acciones tomadas por el

gobierno equitativas, con perspectiva de género en el marco de la

nueva situación mundial y local provocada por la globalización.

Todo lo anterior nos lleva a definir la tercera medida que será necesaria

para la transformación de la situación de exclusión laboral que sufre la

mujer trabajadora:

3) Establecer como una función sustantiva y específica de la

Secretaría del Trabajo y de aquellos organismos encargados

de proveer justicia laboral en México, de una sección

especializada que tenga como finalidad el revisar las

condiciones en que presta el trabajo de las mujeres, así

como procurar su avance a través de su recapacitación y

actualización permanente para superar las barreras sociales

e históricas que impiden su pleno desarrollo.


CXL

La creación de políticas dirigidas a la inserción de mujeres en el

mercado de trabajo que reducen las barreras de acceso y tiempo

disponible para igualar las condiciones de competitividad de mujeres y

hombres, así como el reconocimiento del trabajo reproductivo,

constituyen acciones prioritarias que deberán ser emprendidas en el

ámbito de los gobiernos federal y estatales.

Las ventajas que ofrecen los avances hacia el desarrollo y la mayor

libertad que tienen las personas, sobre todo las mujeres, para decidir

sobre sus estilos de vida, exigen una importante redistribución de

oportunidades y dinero entre las personas y entre hombres y mujeres, y

la creación de normas que regulen la convivencia social en los

escenarios actuales.

Todos estos programas públicos parecerían estar rindiendo frutos muy

endebles a transformaciones estructurales de la economía. Parece ser

que las mujeres están en una mejor situación que hace 15 años, y de

hecho los datos lo confirman. A pesar de ello, aún están lejos de estar

en la cúspide de la equidad de géneros.

Aún falta mucho por hacer en materia de igualdad de género, no es

suficiente con programas públicos que reconozcan a las empresas por

su equidad en el acceso a las mujeres, hay que generar mayores


CXLI

incentivos que nos permitan como grupo poblacional avanzar en la

mentalidad decimonónica machista, y entrar a la nueva era de equidad.


CXLII

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CLVI





DESEMPLEO

REPORTE DE INVESTIGACIÓN


1

INTRODUCCIÓN


















corresponden.


2























3






















4























5






tratado.











región sur. Sin duda el costo económico y social de los disturbios y

reacciones sociales debe tenerse en cuenta al analizar y evaluar los

efectos del TLC.




6







7

CAPITULO I MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL

DE REFERENCIA.

1.1. QUE ENTENDEMOS POR GÉNERO

Para entender el concepto de género, es preciso establecer primero

que esta palabra no es sinónimo de mujer. Para lo cual este documento

problematiza sobre el propio concepto de género, que ha sido tratado

por varios autores; pero no existe coincidencia en sus postulados y las

teorías son convergentes.

Por lo regular, el esquema cultural en el cual nos desarrollamos en

México, establece una concepción errónea del término; porque suele

pensarse únicamente de mujeres. Pero el género se refiere a la relación

entre hombres y mujeres. Es decir, el intercambio y vínculo entre

hombres y mujeres. Bajo este planteamiento, la CDHDF (2003),

establece que el género es el conjunto de características sociales y

culturales de lo femenino y lo masculino. Pero no sólo eso, sino que

abarca otras cosas, como el comportamiento, los valores, actitudes y

sentimientos que la sociedad en su conjunto considera como propios de

los varones y las mujeres.


8

El concepto género, establece en los estudios existentes, al menos dos

orígenes teóricos. En primer lugar, en buena medida, el concepto es

una reformulación más elaborada, de la idea inicial de Simone Beauvoir

según la cual la mujer no nace sino que se hace. Ella apuntaba, ya en

1949, sobre el proceso de construcción social de las diferencias entre

hombres y mujeres en su célebre libro: el “segundo sexo”. Polémico

pero que comenzó a dar muestras de planteamientos sobre la equidad

y un análisis profundo sobre las diferencias sociales con las que se trata

a las mujeres. El sexo biológico se pone de manifiesto en los genitales

desde el nacimiento; pero el proceso de sexuación, que es un

fenómeno natural, abarca todo el organismo y se extiende a lo largo

del ciclo vital tras un complejo proceso de desarrollo que se inicia en

el momento de la concepción, con la aportación de los cromosomas

sexuales.

También el género puede ser entendido a partir de las diferencias

ideológicas de lo público-masculino sobre lo privado-femenino, así

como una categoría generada por desigualdades sociales que

restringen el acceso, propiciando el desgaste de la condición humana

(Vizcarra, 2008:143). Pero si buscamos un origen más remoto,

podemos evocar el libro de Margeret Mead en su obra: “Sexo y

temperamento en tres sociedades primitivas”. En este texto de gran


9

importancia para los estudios de género y para comprender qué es lo

que ha sucedido desde entonces, se establecen cómo se han formado

las concepciones con respecto al hombre y la mujer. Por supuesto

Mead (1972) se da cuenta que las diferencias entre los sexos están

basadas en circunstancias sociales, en el contexto histórico de la época

y más aún, está vinculado con el control que se ejerce sobre los

cuerpos de las mujeres. “Se trata de relaciones de poder construidas

históricamente en todas las instancias del ordenamiento social. El

sistema sexo/género, la cultura genérica, las relaciones de género, son

relaciones que reflejan una relación cambiante, dinámica y se trata de

una relación desigual, de una relación de poder que favorece a los

varones”, (Ramos, 2008:36).

El Diccionario de la Lengua Española, muestra distintas acepciones al

concepto de género, una de ellas: “clase a la que pertenece un nombre

o sustantivo o un pronombre por el hecho de concertar con él una forma

y, generalmente solo una, de la flexión del adjetivo y del pronombre.

Como ya se ha señalado, en las lenguas indoeuropeas estas formas

son tres en determinados adjetivos y pronombres: masculina, femenina

y neutra”. De acuerdo con Ramos (2008), establece que los

señalamientos que el género puede decirse que inciden en tres rubros:

a) señala el proceso sociocultural de construcción de la diferencia


10

sexual. Es decir, lo que socialmente se percibe como masculino y

femenino, es un proceso cultural que se presenta en un contexto

específico. b) reconoce el carácter social de las identidades genéricas y

permite teorizar sobre el tema de la masculinidad y feminidad como

construcciones culturales, claramente separadas al sexo anatómico.15

c) Las postulación de que el sistema sexo/género o la cultura genérica

se inserta en claramente en las relaciones de poder en todas las

relaciones sociales subraya la relación entre ordenamientos genéricos

y políticos.

El género hace referencia a una realidad compleja fundamentalmente

de carácter psicosocial, pero que tiene su exclusiva razón de ser en un

dimorfismo sexual biológico, explicado a través del varón y la mujer. Se

asienta en un comienzo en la variable sexo y se encuentra en

permanente interacción con él a lo largo de todo el ciclo vital, y por

consiguiente, en interacción con dicha variable en su doble significación

de “variable estímulo” -la interacción comportamental en función del

estímulo sexo- y “variable sujeto” las variables de personalidad,

actitudinales y el desarrollo sexual en cuanto tal. (Unger, 1979). El

estudio de roles, estereotipos, masculinidad y feminidad, etc., se

encuadrarían dentro de esta realidad.

15 Incluso el sexo se considera una construcción social por parte de autores como Butler (1996).


11

Cada país hace un constructo social del tema, a través de la

interpretación que se da en las leyes y ordenamientos. E incluso a partir

de las políticas públicas, en las acciones que se desarrollan tendientes

a comprender y establecer las diferencias entre los hombres y las

mujeres.16 Las políticas públicas entendidas desde la perspectiva de

género, exigen la concreción de los siguientes objetivos: mejoría en la

distribución de recursos, en los intercambios socioculturales diarios, en

la calidad de vida no sólo de las mujeres sino también de los hombres, y

la construcción de mentalidades que se asienten sobre formas múltiples

y flexibles en torno a la feminidad y la masculinidad (Stromquist,

2006:20). Incorporar una perspectiva de género permite sensibilizarnos

ante hechos como que las oportunidades educativas y laborales no se

dan de manera equitativa para hombres y mujeres en nuestra sociedad.

Pero no sólo se trata de acceso al empleo y a la educación, sino

también a múltiples satisfactores que requieren atención.

Es muy difícil que las mujeres encuentren apoyo en el contexto social

que vivimos. Los camiones por ejemplo, son creados demasiado altos

para las mujeres, no existe una visión sobre sus características físicas.

Además, dado que las mujeres se encargan de cuidar a los niños,

16 Dentro de las categorías empleadas para entender el género, Scott (1996), plantea que el género

es una relación primaria de poder. Esto se debe a que considera que las relaciones entre hombres y mujeres son desiguales y pretenden generar un lazo de subordinación con el género femenino a partir de la utilización de las diferencias biológicas.


12

pocas veces existen guarderías o espacios para que puedan ser

atendidos los menores mientras se realiza un trámite o las mamás,

hacen alguna actividad. En las universidades por ejemplo, deberían

existir guarderías para las jóvenes madres. Los espacios académicos,

si bien son lo que tratan de abrir esta discusión sobre los derechos de

las mujeres y los temas sobre equidad de género, tampoco cuentan con

guarderías o es muy difícil impulsar programas de beneficio para

quienes estudian y también son madres.

Las políticas públicas se refieren a la acciones del gobierno en torno a

los problemas que aquejan a las mujeres. Es decir, es el gobierno en

acción, para decir en palabras breves y que pueden ser entendidas. Se

adopta el enfoque de las políticas públicas para solucionar

precisamente algunos de los problemas existentes en el ámbito de la

administración pública. Este enfoque tiende generalmente a explicar, no

sólo a describir. Empero, para el tema de las mujeres, sus problemas y

sus soluciones, hay problemas para aceptar que participen. Por lo

general las soluciones han venido de los hombres, quienes diseñan las

políticas públicas de atención.

Los roles de género se refieren a lo que se espera que hagan los

hombres y las mujeres. Esto está determinado por la cultura y las

tradiciones. Existen una marcada diferencia entre varones y mujeres


13

que se ha construido de manera histórica. Las principales instituciones

de creación y transmisión de los atributos entendidos como género

asignado (de cada género), son las instituciones sociales, políticas y

culturales de nuestro país. Podemos mencionar: la familia, escuela,

comunidad, las iglesias de las distinta denominaciones religiosas y por

supuesto los medios de comunicación. Es interesante visualizar que a

partir de la asignación de roles, de un lenguaje y un sistema de

premiación se va desarrollando un esquema institucionalizado de

diferencias entre género.

Valle et al (1996), sostienen que lo que no se piensa y no se describe

mediante palabras no existe en el imaginario social. Por ello las

palabras tienen un amplio significado, no sólo el sentido literal que

adquieren cuando decimos: “Mujer”, sino también toda la connotación

cultural y social que entraña dicha palabra. Por ello hay palabras muy

hirientes vinculadas con este proceso de razonamiento lingüístico que

escuchamos todos los días. Por ejemplo, cuando se dice “eres un

mariquita”, no sólo se está insultando a un hombre; sino poniendo en

evidencia el papel de las mujeres en la casa, en el hogar como quienes

hacen las labores domésticas. Además se acusa de sexo débil a las

mujeres, pero tiene un significado más profundo. Cuando los niños

gritan en sus juegos de recreo: “último vieja”, están haciendo referencia


14

a esa forma en la cual se discrimina a las mujeres, la manera en la cual

se conceptualiza y por supuesto en la forma en la cual se les

considera en la sociedad.

En nuestro país, la tradición social y cultural se ha desarrollado incluso

por medio de prejuicios. “Los atributos adjudicados a los géneros varían

de país a país y de región a región. Esto se debe a que el modo en que

estos atributos se relacionan tanto con los hombres como con las

mujeres, se encuentra condicionado por el contexto global, que los

impacta de diferente manera”, (Zamudio et al. 2010:132).

Por ello este trabajo pretende abonar a los elementos que impiden la

comprensión del fenómeno. Uno de estos factores es el mismo

concepto. A las mujeres por ejemplo, desde niñas se les atribuye

ciertas características y expectativas de desarrollo que determinan su

vida. Es una construcción social sobre la cual haremos énfasis a lo

largo de este trabajo con el objetivo de establecer las pautas de

comportamiento, sobre la cuales es posible cambiar y transformar la

manera de pensar y conducirse los hombres y las mujeres.

El género como categoría de análisis permite comprender las

relaciones entre mujeres y hombres como una construcción social que

se modifica en el espacio y tiempo, en el que las sociedades crean una


15

visión del mundo de acuerdo con las diferencias biológicas que existen

entre los sexos, para establecer las normas del orden social, distribuir la

riqueza y la manera de ejercer el poder (Nuñez, 2000). La perspectiva

de género, dentro de las ciencias sociales, surge como una herramienta

conceptual y metodológica necesaria para el estudio de las mujeres y

los hombres. Se trata de un enfoque que permite conocer y entender

mejor sus identidades personales y sociales, así como las modalidades

en que ambos géneros se comportan dentro de las intrincadas y

complejas estructuras que las sociedades han creado para su

funcionamiento

Además de todo lo anterior, la perspectiva de género ha hecho las

siguientes aportaciones:

a) Esta perspectiva permite poner entre paréntesis muchos de los

postulados sobre el origen de la subordinación femenina y permite

replantear la forma de entender o visualizar cuestiones fundamentales

de la organización social, económica y política.

b) Permite sacar del terreno biológico lo que determina la diferencia

entre los sexos y colocarlo en el terreno simbólico.


16

c) Permite delimitar con mayor claridad y precisión cómo la diferencia

entre mujeres y hombres cobra dimensión de desigualdad.

d) Permite identificar las diversas áreas en las que se concentra el

poder masculino y en las que la participación de la mujer es marginal o

secundaria.

e) Permite mirar la sociedad, sus órdenes e intersticios a partir de los

intereses de los géneros oprimidos.

f) Está permitiendo la formalización de una teoría sobre la división del

mundo y del trabajo.

g) Se trata de una perspectiva de mayor generalidad y comprensión

puesto que deja abierta la posibilidad de existencia de distintas formas

de relación entre mujeres y varones.

h) Deja abierta la posibilidad de distinguir formas diversas en periodos

históricos diferentes y como utopía, pensar la liberación de las mujeres

y de los hombres desde otras maneras distintas de organización social.

i) La vitalidad de la propuesta del género radica en que ha permitido

seguir líneas diferentes de investigación, basadas en última instancia

en opciones teórico-metodológicas diferentes (Rodríguez, 1997).


17

Asimismo, el concepto de género permite la comprensión de la

desigualdad sexual como un sistema de relaciones de poder que

mantiene la subordinación de la mujer a través de ideas, valores y

prácticas culturales que tienen un sentido discriminatorio, (Zamudio,

2010:132). Las construcciones culturales asumidas por las mujeres

actúan como un elemento de restricción del ejercicio de la libertad. Esto

coincide con el concepto de género que establece Scott (1990), quien

plantea que el género es un elemento constitutivo de las relaciones

sociales basadas en las diferencias que distinguen a los sexos y el

género es una forma primaria de las relacione significantes de poder.

Como podemos apreciar, agrega un elemento muy importante que

existe en las relaciones entre hombres y mujeres, el poder.

Es decir, no sólo se trata de discriminación o de indiferencia hacia el

sexo femenino, sino que existe un esquema de subordinación, de

poder; tanto dentro del matrimonio como en las relaciones sociales. El

poder abarca muchas de las esferas de la vida cotidiana, por tanto; no

se puede sustraer a este efecto la relación entre ambos sexos. Por

ello, otra autora Teresita de Barbieri, sostiene que el concepto de

género es hablar de una forma de desigualdad social, de las

distancias y jerarquías que si bien tiene una dinámica propia, está


18

articulado con otras formas de la desigualdad, las distancias y las

jerarquías sociales.

En realidad lo que está en juego en las relaciones entre ambos sexos,

insistimos en un relación de poder donde los varones a través de sus

pautas de conducta van reproduciendo un esquema social de control y

poder hacia el sexo femenino. Eso es lo que busca la reivindicación de

la mujer y las luchas por la equidad de género, el reconocimiento que

son diferentes, pero que pueden desarrollar un papel destacado;

siempre y cuando exista equidad en el acceso a los beneficios sociales,

políticos y culturales. Poco a poco esto se ha hecho posible, los partidos

políticos, los legisladores y quienes se encuentran en el poder han

tratado de ir avanzando hacia disminuir la brecha de desigualdad entre

hombres y mujeres, pero este proceso está en construcción.

Stomquist (2006:14), por su parte establece que el género debe ser

definido como: “La construcción social y política de un sistema que crea

diferencias entre hombres y mujeres simplemente en virtud del sexo.

Estas diferencias producen representaciones sociales grandemente

difundidas de creencias y valores en cuanto a la feminidad y

masculinidad”. Pero va más allá en su concepto, establece que el

concepto es un tanto ambiguo porque obedece a la época y la

disposición de quienes están en el poder para reconocer los derechos.


19

Además, reconoce que en la construcción social y política, se privilegia

la heterosexualidad y otras opciones sexuales son vistas como

aberrantes. Más adelante se abordará este tema, así como las nuevas

masculinidades.

El sexo es un concepto que se relaciona con las características

naturales. La naturaleza biológica que nos determina. Es decir, pueden

ser un macho o una hembra que para fines de identificación se nombra.

Además, el sexo está determinado por la naturaleza, las característica

que se adquieren desde el nacimiento no son moldeables ni

transformables. En cambio, las características que adquiere el género

sí, porque van cambiando con el tiempo, a través del contexto histórico

y de acuerdo a los intereses. Bajo este contexto, es posible señalar: el

sexo es una diferencia biológica, con la cual nacemos. Empero el

género es una construcción social, una forma en la cual

conceptualizamos las diferencias y sobre todo, que se elabora esta

concepción socialmente. De manera que ser diferente biológicamente

no necesariamente significa lo mismo en el ámbito social.

Es precisamente la cultura y tradición de nuestra civilización lo que

determina las características y la imagen que tenemos con respecto al

género. Pero también se trata de esquemas socioculturales que se van

transformando a través del tiempo y el contexto específicos. Por


20

ejemplo, antes en la etapa de la Nueva España, las mujeres no tenían

acceso a la educación universitaria, ahora sí. Se ha construido una

relación de acceso a los beneficios y oportunidades de manera

diferenciada entre hombres y mujeres. Si bien es cierto que existen

diferencias biológicas importantes, esto no debe ser un argumento para

menoscabar el papel de la mujer en las tareas políticas, económicas y

sociales. La derrota como destino manifiesto de la sexualidad femenina

tiene una obvia relación con otro concepto que se hereda de padres a

hijos, y no sólo en nuestra cultura: es mejor penetrar que ser penetrado.

Como puede anotarse en los puntos concluyentes, existe una evolución

con respecto al concepto de género que se sintetiza en el siguiente

cuadro:

Evolución del concepto de género

En los años setenta En los años ochenta En los años noventa En la década del

2000

El género se

convierte en un

concepto asociado

con el estudio de

cosas relativas a las

mujeres.

Género ya no sólo

hace referencia a la

mujer, sino que

implica una visión

global de las mujeres

sobre su realidad.

Género se emplea

como categoría de

análisis para

identificar las

relaciones sociales

entre hombres y

mujeres para ubicar

las

Género avanza como

una propuesta

pacifista a los

cambios sociales que

requieren las

sociedades

complejas e

interconectadas a la

globalización. Género


21

diferencias, sus

necesidades y

condiciones de vida

se expande en

términos de justicia,

equidad y de

inclusión que abarca

a todos los seres

humanos sin importar

su raza, etnia, edad,

religión, orientación

sexual o capacidad

especial.

Fuente: elaboración propia con datos de INMUJERES, 2009

En el cuadro sobre la evolución del concepto de género, podemos

percibir que se ha dado un avance notable en las relaciones que se

desarrollan entre los sexos Masculino y femenino. El reconocimiento de

las diferencies es lo que permite construir un esquema de equidad. No

es posible ser iguales, pero sí aceptar las capacidades que tienen las

mujeres que en la mayoría de los casas son limitadas en el ámbito

político, económico y social. A continuación se expondrá el argumento

sobre las diferencias, como un esquema de entender el fenómeno para

transformarlo.


22

1.2. EL CAMINO DE LAS DIFERENCIAS.

El reconocimiento a las diferencias entre hombres y mujeres es un

acontecimiento histórico. Desde hace mucho tiempo se han

desarrollado propuestas en el plano internacional para que las naciones

del mundo asuman un compromiso para enfrentar la desigualdad y la

discriminación. En ese sentido, son varios los documentos que se han

integrado en convenciones, acuerdos y tratados a nivel global para su

reconocimiento y posterior adopción. A continuación se realizará la

descripción histórica de los acuerdos que dieron pie al reconocimiento

de los derechos y deberes de género.

El primer Día Internacional de la Mujer se celebra el 19 de marzo 1911,

en Alemania, en conjunto con Austria, Dinamarca y Suiza,

conmemorando un levantamiento ocurrido en Prusia en esa fecha. Las

demandas son: derecho a voto, igualdad de oportunidades para ejercer

cargos públicos y derecho al trabajo. A diferencia de la versión

estadounidense, la europea tenía un carácter internacional desde sus

inicios. Al igual que en los Estados Unidos, la celebración de este día

consistía en la movilización política y en la manifestación de ideas

vinculadas al derecho al voto de las mujeres. En Alemania, el periódico

de las mujeres Die Gleichheit, (La Igualdad), que dirige Clara Zetkin


23

tuvo una tirada de 100 mil ejemplares. En Berlín se realizan cerca de 45

manifestaciones ese día.

El episodio que estableció la fecha en que hoy se celebra el Día

Internacional de la Mujer sucedió en Rusia el 8 de marzo de 1917. La

manifestación de ese año se centraba en la demanda de mejores

condiciones laborales y económicas. A ésta se unieron trabajadores

hombres que sufrían las mismas problemáticas estructurales. Dos días

después, el zar Nicolás II ordenó reprimir violentamente el movimiento.

Sin embargo, días después el zar abdicó y se instauró un gobierno

provisional que fue el primero de una gran potencia en reconocer el

derecho de las mujeres al voto. A partir del año siguiente, el Día

Internacional de la Mujer comenzó a celebrarse el 8 de marzo en

Europa. En 1922, Lenin, gracias a la ayuda de la dirigente alemana

Clara Zetkin, estableció el Día Internacional de la Mujer como un día

festivo comunista, una vez que los grupos comunistas chinos

comenzaron a celebrarlo. No fue hasta finales de los años sesenta que

un grupo de mujeres en Estados Unidos revivió esta celebración

considerada hasta entonces estrictamente comunista. Así, los

movimientos feministas de la época se reapropiaron de este día.

En 1952 se firmó la Convención a Favor de los Derechos Políticos de la

Mujer. A partir de ello se comenzó el reconocimiento de su derecho al


24

voto, de sus derechos a participar de manera activa en el desarrollo

social y también de incorporar a la mujer en actividades políticas y

laborales.17 El derecho al sufragio en la década de los cincuentas fue

un gran logro, si consideramos que en pleno siglo XXI, existen países

islámicos que prohíben este derecho a las mujeres. Antes, la

Revolución Mexicana de 1910 fue tal vez el inicio de la lucha por la

igualdad y el incipiente reconocimiento de las mujeres en la vida social y

política de nuestro país.18 Las “soldaderas” como se les llamó a las

mujeres que acompañaron en la lucha revolucionaria, no sólo ejercieron

el papel de apoyo en la alimentación y soporte de tareas domésticas,

sino también formaron parte del proceso de reconocimiento social

(Melgar, 2008).

En América Latina, se logró este derecho por parte de las mujeres

ecuatorianas en 1929. Tres años después se reconoció este derecho a

las uruguayas y salvadoreñas. Las brasileñas y las cubanas siguieron

en 1934. En los años cuarenta ese derecho se plasmó en Panamá, la

República Dominicana, Guatemala, Belice, Venezuela, Costa Rica y

Chile. En Costa Rica desde 1923 la Liga Feminista había colocado

17 De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), la incorporación masiva de las mujeres en el mercado laboral tiene ya cierto tiempo. La tasa de incorporación económica femenina en áreas urbanas en América Latina aumentó de 45. 9 por ciento a 58.1 por ciento entre 1990 y 2005. Véase Zaremberg, (2007).

18 La Ley del Divorcio de 1915, y la Ley de Relaciones Familiares (1917), modificó en mucho las relaciones entre hombres y mujeres, a partir de la Revolución Mexicana. Los códigos civiles revolucionarios reconocieron un mayor derecho de las mujeres sobre la patria potestad y control de la propiedad marital. Véase (Ramos, 2008: 46).


25

entre sus principales exigencias el derecho a votar. En Argentina

avanzó el reconocimiento en 1947, pero fue hasta 1951 cuando ese

derecho fue puesto en práctica. En la década de los cincuenta

avanzaron hacia el derecho femenino al voto: Nicaragua, Bolivia,

Colombia, México, Honduras y Perú. Iniciada la década de los setenta

se incorporó el rezagado Paraguay, (Alonso, 2004: 152).

Antes, en 1945 en Inglaterra. Se celebró el Día Internacional de la

Mujer, bajo la presidencia de Lady Megal Lloyd George, delegadas de

20 países del mundo se reúnen en el Albert Hall de Londres, para

aprobar el proyecto de Carta de la Mujer a ser presentada en la

Conferencia de las Naciones Unidas en San Francisco. Posteriormente,

el año de 1968 resulta crucial para entender la reivindicación del

feminismo, de la lucha de las mujeres por sus libertades y derechos. La

década de los setentas fue un parteaguas social. Las mujeres

europeas, conjuntamente con las norteamericanas, comenzaron a

cuestionar la situación intolerable que vivían, como seres humanos

sometidos a la cosificación de una sociedad de consumo, que las

rebajaba a la calidad de objeto sexual. Esta protesta permeó, en pocos

años, los medios de comunicación, partidos políticos y otras

instituciones, y prácticamente casi todos los centros de educación


26

superior, que vieron revitalizadas nuevas áreas de estudio e

investigación, (Merola, 1985).

En 1949, en la convención internacional llevada a cabo el 2 de

diciembre de 1949, se logró avanzar en torno a las peticiones

feministas, donde lo que buscó también fue ir contra la prostitución y el

control de los hombres sobre las mujeres. Las feministas continuaron su

combate para reivindicar otros derechos en el terreno privado, político y

económico. Se abordó por ejemplo la autodeterminación de las

mujeres, por una sexualidad autónoma, por la negación a encerrarse en

la esfera del matrimonio y por el acceso a la anticoncepción y el aborto.

19

Posteriormente la Declaración para el Establecimiento de un Nuevo

Orden Económico Internacional en 1974 se enfocó a corregir

desigualdades existentes, enfrentar injusticias y eliminar la creciente

brecha entre países desarrollados y países en desarrollo. Actualmente

ésta terminología ha quedado atrás, se habla de países en vías de

desarrollo para referirse a los países que tienen serios problemas de

desarrollo y las condiciones de sus habitantes no cubren las mínimas

expectativas de sobrevivencia. En 1975 fue reconocido oficialmente por

19 El derecho de las mujeres de dedicarse a la prostitución también se abordó. En nombre de la

libertad sexual, el derecho a “ser prostituta”, sustituyó el “derecho a no ser sometida a ningún tipo de explotación sexual”.


27

la Organización de las Naciones Unidas el Día Internacional de la

Mujer, Larrea (2013).

En el contexto histórico es significativo el hecho de que las

desigualdades están acompañadas de falta de desarrollo, problemas

vinculados con la herencia cultural y las tradiciones. En México avanza

tan sólo en el reconocimiento de la problemática de género ha tardado

muchos años. Nuestro país es tradicionalista, poco se han movido las

ideas que tiene la población con respecto a las mujeres, pero se va a

avanzando. En 1975 se llevó a cabo la Primera Conferencia Mundial del

Año Internacional de la Mujer, y el establecimiento del Decenio de la

Mujer en 1975. En 1979, la Convención por la Eliminación de todas las

formas de discriminación contra las mujeres (CEDAW), transformó la

visión de las mujeres y su entorno social en todo el mundo. Además se

apuntó como un reconocimiento a los derechos de las mujeres, ser

libres de explotación sexual.

Ulloa (2011), sostiene que durante los años 1980 y 1990, algunas

sobrevivientes de la prostitución comenzaron hablar y denunciar el

sistema de la prostitución. Además se fundó en 1988, la Coalición

contra el Tráfico de Mujeres.


28

Estos acontecimientos comenzaron a marcar la vida de muchas

mujeres que buscaron emanciparse de los hombres, transformar su

condición de subalternas y sumisas ante los varones y buscar se libres

y ganar la autodeterminación de sus acciones. Quintero (2005),

establece que las luchas feministas de la década de los setentas no

sólo otorgaron derechos políticos y civiles, sino una concepción de

independencia, de autoestima y autovalidación económica; así como a

opciones diferentes de sexualidad y afectividad. Empero, este proceso

no es fácil si consideramos que en ese entonces la gran mayoría de las

mujeres no tenía acceso al empleo, a la educación y socialmente se

encontraban marginadas.

En 8 de marzo de 1975 la ONU comenzó a festejar el Día de la Mujer,

como una forma de reivindicar las causas sociales y en México, la

efeméride del 8 de marzo se homenajeó por primera vez en 1935, por

las mujeres del Partido Nacional Revolucionario, PNR (actual PRI), y

del Partido Comunista. La lucha no ha sido en el plano legal, sino

también en el desarrollo de una cultura distinta. De buscar cómo

imponer una razón en la transformaciones de los roles que tradicional y

culturalmente se han impuesto y desarrollado. Este decenio, la década

de los setentas fue un parteaguas en la vida política, económica y social

de México. Incluso a nivel internacional se dieron varios movimientos


29

sociales, la etapa posterior a las revoluciones armadas en

Centroamérica determinó también la manera en la cual los grupos

sociales tomaron la bandera del feminismo para explicar y buscar

transformar las condiciones de opresión, subordinación, segregación y

discriminación.

Los Women’s Studies son la contribución que el feminismo hace a la

ciencia, creando “una cosmovisión distinta dentro de la Ciencia, en la

que están presentes las mujeres” (Torres, 2000, 64) al incorporar la

dimensión de género y al reconocer que el género ha distorsionado las

relaciones sociales, la identidad y el desarrollo vital de las mujeres.

En España, por ejemplo, el movimiento feminista transformó los

hogares. De acuerdo con Aubet et al. (2001), la autoridad de la cabeza

de familia entró en crisis, se cuestionó el papel de los varones en el

hogar, no sólo como portadores del sustento diario, sino también como

poseedores del poder y el control familiar. Dentro de hogares, las

mujeres dejaron de ser invisibles y comenzaron a conquistar espacios

de libertad, a cultivar sus actividades y en general a empoderarse.

Fue en 1979 cuando se iniciaron en Estados Unidos varios movimientos

independentistas, grupos sociales relacionados con la liberación

femenina que tenía mucho auge. Así se integró la Convención sobre la


30

Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer

(CEDAW por sus siglas en inglés). Aprobada en el mismo año por la

Asamblea General de las Naciones Unidas. Aunque es un documento

muy completo, no tiene un espacio para el derecho de los cuerpos de

las mujeres y su autonomía, (Maier, 1992).

Podemos decir que la CEDAW fue la culminación de más de 30 años de

trabajo de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer

para poner de manifiesto todas aquellas esferas donde se niega a las

mujeres la igualdad con los hombres. Se comenzó también a hablar de

la violencia como un fenómeno que no sólo abarca los golpes y la

violencia física, sino también a violencia institucional y la violencia

sistémica que se ejerce contra el género femenino.

Los grupos sociales comenzaron a mostrar las secuelas de una

violencia que de manera silenciosa había hecho mucho daño a la

sociedad. El desconocimiento de los derechos sociales de las mujeres

fue un acontecimiento triste y doloroso, pero que se vivió también bajo

la indiferencia de las instituciones y el propio Estado. La CEDAW sentó

las bases para reconocer y establecer los derechos de las mujeres en

un mundo creado para varones. Este fue el primer documento que

contiene un perfil normativo, aplicable a las leyes y en la búsqueda de

avanzar en la normatividad. Sin leyes a favor de las mujeres, poco se


31

puede hacer en contra de la costumbre y de las tradiciones; porque las

leyes retratan la cultura y el contexto social que se vive. Es decir, las

leyes son iguales a la discriminación y violencia con que se desarrollan

las mujeres.

Fue hasta 1980 con la Primera Conferencia Internacional de la Mujer,

llevada a cabo en Copenhague que avanzó el reconocimiento de los

derechos.20 Las mujeres lograron obtener más empleos remunerados y

bajo el esquema capitalista se adoptaron estrategias para garantizar su

inserción en el mercado laboral. Eso hizo que no sólo se llevaran las

desigualdades al mercado laboral, sino que también la discriminación e

inequidad estuviera en estos sitios. Así surgieron nuevas formas de

abuso en materia de género y se luchó para hacer posible una mayor

igualdad entre hombres y mujeres, no sólo en el ámbito social; sino en

las leyes.

En Copenhague, la discusión se centró en el plano internacional, de

cómo garantizar políticas de acceso a los beneficios sociales y

transformar la brecha de desigualdad existente. Pero también se

planteó elaborar políticas públicas a nivel nacional y subnacional en los

20 En la Conferencia de Copenhague se redefinió el concepto de igualdad, ampliando su contenido,

no sólo en el sentido jurídico, como eliminación de la discriminación de iure, sino también la igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades para la participación de la mujer en el desarrollo como beneficiaria y agente activo, (De Villota, 2004:63).


32

distintos países del continente americano, como vía para dejar atrás el

subdesarrollo. La inequidad en el trato que reciben socialmente las

mujeres no sólo se queda ahí, también se refleja en los beneficios que

reciben por parte del Estado y los gobiernos. Es decir, el propio Estado

discrimina a las mujeres porque no les otorga créditos, apoyos o

beneficios de igual forma que a los varones. La concepción de

supremacía del varón está presente en las leyes y en las políticas

públicas instrumentadas, sobre todo en Centroamérica.

En 1985, el concepto de desarrollo y crecimiento social se llevó a la

discusión en la Tercera Conferencia Mundial de las Naciones Unidas.21

Ahí se planteó la posibilidad de abarcar políticas de género, reconocer

los problemas y las áreas de oportunidad que representa el tema y

lograr establecer propuestas de beneficio mutuo para las mujeres y

hombres. Los tres objetivos del decenio de la mujer fueron: igualdad,

desarrollo y paz, relacionados también con empleo, salud y educación.

Hasta estas fechas, las acciones tendientes a reconocer los problemas

vinculados a la desigualdad y falta de equidad en el trato hacia las

mujeres sólo se habían anunciado. Los gobiernos de Latinoamérica no

habían podido avanzar en su reglamentación favorable ni en la

construcción de un panorama optimista para las féminas. El mayor logro

21 Esta conferencia fue celebrada en Nairobi, entre el 15 y 26 de junio de 1985.


33

de esta conferencia a nivel internacional fue que se logró adoptar el

procedimiento para aprobar el documento principal de la Conferencia,

obteniendo los compromisos de los gobiernos que no se produjo

anteriormente.

También en 1985, En el año 1983 se celebró el II Encuentro, esta vez

en Lima, con la asistencia de 600 mujeres. Las feministas

latinoamericanas han logrado reunirse, a pesar de las circunstancias

poco favorables a los encuentros de esta naturaleza en nuestros

países. La importancia de este esfuerzo se manifiesta en el hecho de

que se hayan podido efectuar tres encuentros en apenas cuatro años,

con una asistencia de mujeres cada vez mayor. Ante esto, habría que

preguntarse el porqué de esta iniciativa y el porqué de su vigencia. El

fenómeno del feminismo se está haciendo cada vez más fuerte. En

1992, siguiendo con el relato de las acciones vinculadas con el

reconocimiento de la inexistencia de acciones y leyes favorables a la

equidad de género, se llevó a cabo la Conferencia de las Naciones

Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro. Ahí se

inició un nuevo tema: el papel de la mujer en la construcción del

desarrollo sustentable. Se vincularon los asuntos de las mujeres sobre

las cuales había que discutir, pero ahora a partir de ejercer el derecho al

desarrollo sostenible y se aceptó que es fundamental que las mujeres


34

ejerzan su derecho al desarrollo para responder con equidad a las

necesidades económicas, sociales y ambientales de todas las

personas. Finalmente las mujeres en el hogar son quienes sufren toda

serie de necesidades y son ellas quienes conviven con el entorno.

Tener acceso al agua potable, a fuentes de combustible y recursos

naturales está de manera directo relacionado con sus actividades

cotidianas.

Como podemos apreciar, la historia de los derechos de las mujeres es

reciente. Fue necesario generar movimientos sociales y feministas que

impulsaran el cambio en las relaciones entre los hombres y las mujeres.

Pero más que eso, fue preciso instaurar esquemas de reconocimiento a

sus necesidades. Por supuesto que no existe igualdad marcada por las

diferencias naturales, por lo que al exigir las mujeres ser iguales ante la

ley, tenían que establecer pautas de reconocimiento de las diferencias.

Posteriormente, en el plano internacional, en 1993 se desarrolló la

Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos, en Viena. 22 Se

reconoció los derechos de las mujeres como derechos universales, y en

la que se acordó combatir y erradicar cualquier forma de discriminación

22 En esta conferencia se obtuvo que: “la violencia contra la mujer es una manifestación de las

relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que ha conducido a la dominación de la mujer por el hombre, a la discriminación contra la mujer y a la interposición de obstáculos contra su pleno desarrollo, que el uso de la violencia es uno de los mecanismos decisivos mediante los cuales se coloca a la mujer en una posición de subordinación frente al hombre”, (De Villota, 2004: 69).


35

que pese sobre ellas. En 1994, en el ámbito regional, la Organización

de los Estados Americanos aprobó la Convención Interamericana para

Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Hasta la

fecha es el único instrumento internacional que trata el tema de la

violencia en su doble faceta: como ofensa a la dignidad humana y como

manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales

entre mujeres y hombres.

En 1995, durante la IV Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre

la Mujer celebrada en Beijing se promovió el cumplimiento de

estrategias para disminuir la femenización de la pobreza. Asimismo,

tuvo como objetivo acelerar la aplicación de las estrategias de Nayrobi y

eliminar los obstáculos que dificultan la participación activa de las

mujeres en todas las esperan.23 Además se promovió garantizar el

acceso a la educación de las mujeres como una vía para lograr el

desarrollo (Inmujeres, 2010). En 1997, en Estados Unidos, ocurrió un

acontecimiento importante, La Coalition for the Women’s Peace

Petition, lanzó una campaña de firmas y una declaración denominada

“Petición de las Mujeres del Mundo a los Gobiernos a favor de la paz”,

para que los próximos cinco años, al menos 5 por ciento de los gastos

23 Dentro de los logros más importantes de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, fueron

consolidar


36

militares nacionales sean orientados a programas de salud, educación y

empleo

Posteriormente en 1998, en la Conferencia Mundial “La educación

superior en el Siglo XXI. Visión y acción”, realizada en París, Francia,

permitió retomar la agenda hacia la igualdad; porque en ese entonces el

66 por ciento de la población analfabeta en todo el mundo, eran

mujeres. Se encontró que una de las dimensiones más importantes

para el acceso equitativo es el acceso a la educación, porque determina

las condiciones de vida que lograrán las mujeres, (Bustos, 2008). Un

acontecimiento importante dentro de nuestro país fue el reconocimiento

de los problemas de las mujeres en 1999 a partir de la Campaña por el

Acceso a la Justicia de las Mujeres, cuyo objetivo era lograr

modificaciones legales en varias temáticas: la violencia doméstica, los

derechos de niños y jóvenes, el derecho a la no discriminación, el

aborto voluntario en tanto derecho a la salud,24 entre otras, Márquez

(2010:190).

Posteriormente en el 2000, bajo el nombre Marcha Mundial de las

Mujeres. “Dos mil razones para marchar”, organizaciones sociales de

24 Con respecto al aborto, se han realizado diversos estudios. En 2007, 2008 y 2009 se realizaron

encuestas para saber la opinión sobre la nueva Ley del Aborto del Distrito Federal. En 2007, 38.4% de la población estaba de acuerdo con la reforma de ley, cifra que aumentó a 62.9% en 2008 y a 73% en 2009. Véase Márquez (2010).


37

mujeres y feministas de más de 90 países del mundo, lanzan una

campaña internacional para demandar la eliminación de la pobreza y la

violencia contra las mujeres.25 Estos acontecimientos han nutrido el

escenario nacional e internacional por la reivindicación de las luchas

sociales y de las mujeres. Todos estos cambios y modificaciones en las

leyes y en los reglamentos, así como la reivindicación del papel de la

mujer permiten integrar el tema a la agenda de los gobiernos, de los

partidos políticos y de los legisladores.

Asimismo, en el 2000, En el año 2000, los líderes de 189 países

acordaron instituir una serie de acciones encaminadas a mejorar las

condiciones de vida en el mundo a través de lo que denominaron

Objetivos de Desarrollo del Milenio. A través de 21 metas diferentes,

que se medirían con sesenta indicadores, se buscó establecer un plan a

quince años para atacar problemas vinculados con el desarrollo

mundial tales como: la pobreza, las enfermedades o el hambre. El

tercero de estos objetivos hace referencia expresa a “promover la

igualdad de género y el empoderamiento de la mujer”, estableciendo

como meta única “eliminar las desigualdades entre sexos en la

25 La violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidas la violencia en el hogar; las

violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones perjudiciales. (UNIFEM, 2000)


38

enseñanza primaria y secundaria, preferiblemente para el 2005, y en

todos los niveles de la enseñanza para el año 2015.

1.3. EL ROL DE LA MUJER EN NUESTROS DIAS.

El reconocimiento de los derechos de la mujer, la transformación de las

prácticas y el desarrollo de políticas públicas con el reconocimiento de

las diferencias entre varones y mujeres, no es un hecho fortuito. Cada

vez las mujeres han logrado incursionar en varios ámbitos, no sólo

como producto de las leyes y convenciones realizadas, sino por su

incorporación al mercado laboral y la transformación paulatina del modo

de vida.

En los antecedentes prehispánicos, la mujer vivió un fuerte control. El

encierro era la mejor alternativa para no exponerse a los grandes

peligros, así lo retratan los códices y escritos elaborados en lenguas

indígenas. Straples (2008), recogió el testimonio escrito dichos

documentos, encontrando que las mujeres no podían salir a la calles.

Estaba castigado que estuvieran en la calle, los consejos sabios eran:

“Sé hacendosa”, “No andes por ahí”, “Tu lugar está en la casa” y otras

consideraciones que lo que buscaban era precisamente evitar el


39

contacto, la socialización con otras mujeres. ¿Cómo se daba la

socialización entonces?, bueno a través de la salida a mandados, a

trabajar, al pozo y otras actividades que eran lúdicas o de

entretenimiento para ellas.

Entender el proceso a través del cual se construyó el lado femenino en

nuestro país, inicia de entender estas grandes diferencias entre los

géneros. Además, en la etapa prehispánica estaba prohibido

socialmente que las mujeres estuvieran solas en la calles, ya que eran

reprimidas y sujetas a castigos físicos, golpes y picaduras con espinas

de nopal o de maguey eran propinadas a las niñas que andaban fuera

de sus hogares. Un castigo socialmente aceptado y que se insertaba en

la vida cotidiana de los indígenas. El tiempo libre no existía, las mujeres

siempre estuvieron confinadas a tareas y labores domésticas, el

cuidado de los niños y el desarrollo de actividades en el hogar. No

existía un tiempo para ellas, morían en el cuidado de los demás. El lado

femenino por tanto estaba olvidado o sobre todo, controlado por los

varones.

Algunas de las mujeres en la historia de nuestro país sí han tenido

poder, pero ha sido porque son las esposas de los mandatarios, de la

clase política. Es el poder obtenido no por méritos propios, sino por los

hombres. Este poder que no se obtiene por la lucha propia, sino por la


40

de otros, es la que se ha desarrollado en muchos casos y desde

tiempos prehispánicos. Existen relatos de las esposas de los hombres

gobernantes, como Azcaltxochitzin, esposa de Netzahualcóyotl, quien

se adornaba con joyas y salía a las terrazas a mostrar dicho poder. Las

esposas d los poderosos, quienes ostentan la riqueza, pueden tener

mucho poder.

Desde la etapa prehispánica y posteriormente en la colonia, y desde el

primer siglo después de la independencia, hasta la primera mitad del

siglo pasado, las mujeres estaban sometidas a la tutela del padre. En

México hemos vivido un patriarcado, muy relacionado con el

presidencialismo exacerbado en materia de política. Pero volviendo al

tema de las mujeres, siempre vivieron sometidas, primero al padre y

posteriormente cuando se casaban, a la del marido; formaban parte de

sus propiedades sin que nadie les consultara. Tenían pocas libertades y

no podían andar en la calle si no eran acompañadas o en labores

domésticas. El control era precisamente para evitar que fueran a tener

cercanía con otras mujeres o que pudieran cuestionar el orden

establecido.

Pero la situación cambió cuando tuvieron que salir las mujeres de sus

hogares para trabajar, como obreras, maestras, enfermeras. Algo

sucedió con las mujeres que no deseaban trabajar o que no lo


41

necesitaban. Las esposas de los políticos y hombres acaudalados, se

quedaron en casa, en el hogar y siguieron viviendo esta situación de

control. La historia no describe la manera en la cual han tenido que ir

luchando las mujeres de clases acomodadas, pero también han sufrido

discriminación y abusos.

Esto sucede, por muchos motivos que vamos a tratar describir. En

principio, nuestro país tiene un amplio aspecto religioso que controla

nuestras acciones. Somos una cultura saturada de religión. El segundo

es la colonización de que fuimos objeto, por eso hay sumisión, control y

autoritarismo. Y otro tercer aspecto está vinculado con el atraso que

vive la población, por la falta de educación y acceso al empleo y otros

satisfactores que le permitan ser independiente a las mujeres. En ese

sentido, varios estudios han mostrado que “la brecha educativa entre

hombres y mujeres se amplía según el nivel de desarrollo sea más o

menos alto”: mientras que en los países con desarrollo humano más

alto la tasa de alfabetización de adultos es de cerca de 95%, teniendo

una diferencia de uno o dos puntos porcentuales entre hombres y

mujeres, en los países con desarrollo humano menor, la tasa de

alfabetización de mujeres adultas no alcanza el 30 por ciento, cuando la

de los hombres está en torno al 45 por ciento.


42

Quintero (2005), establece al menos cuatro dimensiones sobre las

cuales es preciso reflexionar para entender las transformaciones

impulsadas. 1.- Transiciones demográficas, ocurrió como producto del

incremento en las tasas de natalidad. También aumentaron las

expectativas de vida, por lo cual disminuyó el tamaño de la familia. Se

invirtió la pirámide poblacional con una base predominantemente

anciana. Está registrado que es más alto el porcentaje de mortalidad

masculina, por lo que la viudez en las mujeres es un indicador que,

unido al hecho de no repetir nupcialidad, propicia diversas opciones

vitales para la mujer. 2.- Incursión global de la mujer en el sistema

productivo formal y el espacio público. Se ha desarrollado la

incorporación al mercado laboral no sólo como una necesidad, sino

como forma de superación. 3.-Inserción de la mujer en la formación

universitaria y posgraduada. Esto lleva de manera directa con mejores

condiciones de vida, salarial y contractual. 4.- Reconocimiento de los

derechos de la mujer, como un movimiento social que posibilita el

manejo de la sexualidad, la procreación, la autonomía individual, de la

elección y convivencia con la pareja. Además, no sólo se trata de contar

con un reconocimiento del pleno derecho de las mujeres, sino también

de hacerlo realidad y garantizarlo en las leyes.


43

Sin embargo, muchas mujeres siguen esperando el matrimonio como

un elemento clave y determinante para su vida. Esto puede ser válido

en algún momento, sin embargo nos remite nuevamente a la

subordinación. En términos del lenguaje también está presente está

situación cuando se habla de “su esposo”, “su marido” y se deslegitima

cualquier otra relación.

El lenguaje sexista, que distingue los sexos y que también puede

promover la discriminación y desarrollo de roles en el hombre y la

mujeres es producto de múltiples investigaciones. Valle et al (1996),

reconoce que el lenguaje es la manera más elocuente de analizar la

relación entre ambos sexos; porque se establece una simbología muy

particular para tratar de discriminar a las mujeres, hacerlas menos y

someterlas a través de las palabras. Aunque también hay avances, las

mujeres han ido ocupando puestos relevantes en la estructura social,

con lo cual, el lenguaje se ha ido adaptando para hacerlas visibles en el

habla cotidiana. Por ello, ahora es posible hablar de una presidenta, de

una agrónoma, de una fotógrafa o aserradora.

El lenguaje sexista es una manifestación concreta de la idea de que las

mujeres no experimentan una condición de igualdad ante los hombres.

En el siglo XIX se iniciaron las reflexiones acerca de esta inequidad, a

partir de los estudios feministas sobre lingüística. Se comenzó a percibir


44

que los medios de comunicación eran quienes de alguna forma se

encargaban de reproducir los esquemas sociales. Valle et al (1996),

reconoce que el papel de los comunicadores debe ser de apertura y no

de control sobre las mujeres. Desde ese momento se ha avanzado

lentamente en los esfuerzos por consolidar un lenguaje no sexista y

aplicarlo a las características de cada comunidad para eliminar la

discriminación consecuente.

Después de la publicación de la Declaración Universal de los Derechos

Humanos y la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de

Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), el

gran reto sigue siendo su aplicación concreta en las disposiciones

locales de los Estados parte de la Organización de las Naciones Unidas

(ONU). El lenguaje sexista promueve la exclusión de género porque, de

acuerdo con el artículo 1º de la CEDAW, discriminación contra la mujer

es “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga

por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o

ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la

base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y

las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social,

cultural y civil o en cualquier otra esfera”.


45

Podemos decir que la manera en la cual se nombran las cosas es

importante. Lo que no se nombre no existe. Es decir, la

conceptualización de las diferencias es importante. Esto, trasladado al

género implica mucho. De manera más precisa, se puede ubicar al

lenguaje sexista como una forma de discriminación indirecta, cuyo

efecto inmediato y tangible no es el de restringir el acceso de las

personas y los grupos a los derechos y a las oportunidades, pero sí

contribuir a crear condiciones, legitimar y naturalizar la existencia de

menores derechos y oportunidades para ellas.

Muchas de las palabas están basadas en el androcentrismo, es decir, la

organización del orden simbólico, sus estructuras económicas y

socioculturales a partir de la idea del hombre como sujeto central y

dominante. Eso se reproduce en las relaciones sociales y en las

palabras que conllevan la relación.

Un lenguaje no sexista es aquel que no oculta, no subordina, no

infravalora, no excluye. Es importante cómo hablamos, porque forma

parte de la manera en la cual vemos las cosas. El lenguaje refleja el


de pensar, sentir y actuar de cada sociedad. El lenguaje refleja el


de pensar, sentir y actuar de cada sociedad. A pesar de su efecto


46

gregario y convencional, también es una de las vías principales para

emitir y reproducir prejuicios y estereotipos discriminatorios. El lenguaje

no sexista no busca tan sólo tratar de forma simétrica a mujeres y

hombres a nivel lingüístico, sino ganar precisión y exactitud a nivel

cognitivo sin excluir ni invisibilizar a ninguno de los sexos

En la mayoría de las culturas la idea de lo masculino emerge como

central, mientras que lo femenino aparece como marginal. El efecto

más nocivo de lo anterior es el sexismo, es decir, la discriminación de

un sexo por considerarlo inferior al otro. Las mujeres han sido

históricamente discriminadas bajo el argumento de que sus

características biológicas y fisiológicas, íntimamente relacionadas con

la menstruación, gestación, parto y lactancia, las vincula estrechamente

y las sujeta a las leyes de la naturaleza; mientras que los hombres,

precisamente por lo contrario, estarían más cercanos a la creación de

cultura y a las leyes del pensamiento.

La lengua como una realidad en continuo cambio, evoluciona en cada

época para responder a las necesidades de la comunidad que la utiliza,

y en una sociedad que demanda equidad entre hombres y mujeres, la

lengua como producto social no solo debe reflejar esa demanda, sino

contribuir a ella. En 1973, la recién inaugurada ola del feminismo

comenzó a percatarse de esta situación. En el artículo: “Lenguage and


47

Woman´s place”, que se tradujo: “El lenguaje y el lugar de la mujer”, las

lingüista norteamericana, Robin Lakoff estableció uno de los más

importantes estudios al respecto. Dentro de este planteamiento se

rescató el lenguaje incluyente, que significa dar respuesta a aquellas

expresiones de la comunicación que omiten, olvidan u ocultan a las

mujeres; pero también las in-visibilizan, las subordinas, humillan y

estereotipan.

Diversas instituciones en diferentes países de habla hispana han

promovido manuales contra el lenguaje sexista, con la finalidad de

hacer visibles a las mujeres en la lengua. En México, el Consejo

Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) junto con el

Instituto Nacional de la Mujer, publicó un manual de recomendaciones

para el uso no sexista del lenguaje. En el mundo hispano pueden

encontrarse casos como la Universidad de Murcia, la Junta de

Andalucía y hasta la Organización de las Naciones Unidas para la

Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), entre muchos otros, que

con personas especializadas han creado manuales propios, todos con

recomendaciones semejantes.

En ese sentido, el lenguaje es uno de los factores que se está

transformando, integrar el artículo la, dentro de las leyes para hablar de

los ciudadanos y las ciudadanas es una tarea que están realizando los


48

gobiernos. De igual manera, establecer estas posibilidades muestra la

transformación realizada en las acciones y tareas cotidianas.

1.4. EL GÉNERO COMO PERSPECTIVA

Una vez que se han reconocido los derechos de las mujeres y se

comprende también el establecimiento del género como una categoría

que permite distinguir del sexo, comienzan a desarrollarse los estudios

sobre la perspectiva de género, entendida como un instrumento cuya

finalidad es impregnar de manera transversal las leyes, instituciones y

sistemas organizativos de la sociedad del ideal de igualdad entre varón

y mujer —no solo formalmente, sino también materialmente— es, como

ya se ha indicado, una herramienta muy valiosa para alcanzar este

objetivo.

Un desarrollo más equitativo y democrático del conjunto de la sociedad

requiere la eliminación de los tratos discriminatorios contra cualquier

grupo. En el caso específico de las mujeres, la mitad de la población, se

ha vuelto una necesidad impostergable de los gobiernos tanto federal,

estatal y municipal, el diseño de políticas que tomen en cuenta las

condicionantes culturales, económicas y sociopolíticas que favorecen la


49

discriminación femenina. Estas condicionantes no son causadas por la

biología, sino por las ideas y prejuicios sociales, que están entretejidas

en el género. O sea, por el aprendizaje social.

Asimismo, es el inicio del desarrollo de múltiples acciones

reivindicadoras de la mujer, del empoderamiento como una vía para

acceder al poder; pero también para garantizar el respeto a las

acciones más fundamentales como el derecho a la educación, empleo y

otras. La teoría del sexo/género, terminología acuñada por Gayle Rubin

en 1975, permite diferenciar ambos conceptos puesto que con ella

Rubin se refiere “al amplio conjunto de operaciones a través de las

cuales cualquier sociedad transforma la sexualidad biológica en

productos de actividad humana, estableciendo una ordenación

jerárquica de los géneros que perdura en el tiempo” (Rubin, 1975;

Martínez Benlloch, 1999, 319). Pero ya desde finales del siglo XIX,

como ilustra García Dauder (2005) con su libro, las primeras psicólogas

empezaron a cuestionar las relaciones entre el sexo y algunos aspectos

de la vida. Por ejemplo, en 1896, Mary Calkins cuestionó, con un

estudio propio, las diferencias encontradas en el estudio de Jastrow

sobre el rendimiento en una prueba de memoria, entre estudiantes

varones y mujeres. Ha sido, no obstante, a lo largo del siglo XX cuando

se ha puesto en tela de juicio esta necesaria ligazón unidireccional


50

entre el sexo y el género (Deaux, 1985; Stoller 1968, 1976, citados en

Fernández, 1991b, 24).

El reconocimiento de las diferencias y la lucha por garantizar la

equidad, supone desarrollar una visión sobre los problemas de la

relación hombre/mujer con una perspectiva de género capaz de

distinguir correctamente el origen cultural de muchos de éstos, y

plantear alternativas sociales –como la educación– para su resolución.

La mayoría de los obstáculos para impulsar la equidad de género en las

acciones gubernamentales se debe a su desconocimiento. Cuando se

aborda el sexismo, o la discriminación basada en el sexo, se enfrentan

situaciones de negación o de ceguera, que no aparecen en otros tipos

de discriminación. Por ejemplo, el racismo dentro del mundo laboral

aparece como una muy evidente discriminación, ya que resulta absurdo

tomar en cuenta el color de la piel para el desempeño de un trabajo. En

cambio, en relación a las mujeres, hay presunciones culturales con gran

arraigo histórico sobre su "debilidad física", su "vulnerabilidad" durante

el embarazo o su "papel especial e insustituible" para cierto modelo de

familia.

En torno a la actividad laboral femenil, los organismos internacionales

hoy en día señalan que puede ser un factor de bienestar para los países

la inclusión de la mujer en el mercado laboral. Una mayor participación


51

de las mujeres en el mercado laboral, y en condiciones más equitativas,

es un elemento clave para elevar el bienestar social en México, subraya

un reporte del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo

(PNUD), dado a conocer en noviembre de 2013.26 De igual forma,

advierte que persiste en el país una brecha de género en materia de

participación en actividades productivas. “Impulsar la participación de

las mujeres en las actividades productivas puede propiciar un efecto

multiplicador de bienestar social”. (PNUD, 2013). Los organismos

internacionales pugnan también por un bienestar general, porque se

socializa el término de equidad de género; producto de las múltiples

intervenciones de los organismos internacionales que pugnan por ello.

En contra parte, en China las mujeres tiene poco acceso al empleo. Las

empresas chinas que prefiere no contratar a mujeres en una economía

con una sobreoferta de mano de obra y en la que son consideradas un

gasto añadido, por las bajas de maternidad y posibles fuentes de

inestabilidad. En la China pre-revolucionaria, las mujeres eran

consideradas propiedades que podían ser vendidas según el deseo del

marido. En los cincuenta, el estatus de la mujer cambió con la máxima

de Mao Zedong de que “cualquier cosa que los camaradas hombres

pueden hacer, las camaradas mujeres pueden hacer también”. Pero

26 Reforma, 3 de noviembre de 2013. “Urgen a elevar el empleo femenil”.


52

aún así, el gobierno asignaba los trabajos de por vida y las mujeres

tenían que pedir permisos de matrimonio a sus unidades de trabajos.

Legalmente, los derechos de las mujeres están bien protegidos. En

2005, el gobierno revisó la Ley de 1992 sobre Protección de los

Derechos y los Intereses de la Mujer y convirtió el tema de la igualdad

de género en un asunto nacional. Esta revisión criminalizó, por primera

vez, el abuso sexual y la violencia doméstica.27

La perspectiva de género, bajo este planteamiento apunta hacia la

distinción entre la diferencia sexual y los roles que se construyen a

partir de la diferencia. Su principal objetivo es la consecución de

igualdad de derechos y oportunidades entre varón y mujer, sin

homogenizarlos (Miranda-Novoa, 2007: 346). De tal manera, una vez

que se acepta dicha categoría, es posible avanzar hacia el desarrollo de

acciones reinvidicativas de sus derechos, pero también en la

construcción de estudios. La perspectiva de género comienza a

utilizarse como un instrumento analítico para detectar discriminación

contra las mujeres, en la búsqueda de una transformación real de la

sociedad, del entorno y de las instituciones.

27 El País, 8 de marzo de 2013, “A lo máximo a lo que puedo aspirar es a ser jefa de mi

departamento”.


53

Diferencia entre perspectiva y Enfoque de género

Perspectiva de género Enfoque de género

Es una Herramienta de análisis que

nos permite identificar las diferencias

entre hombres y mujeres para

establecer acciones tendientes a

promover situaciones de equidad

Es la visión que tienen los hombres y

la visión que tienen las mujeres ante

un mismo hecho, problema o

fenómeno. Eso determina una

interpretación diferente entre unos y

otros.

Fuente: Ferro, s/f, p. 18, referido en INMUJERES, 2009)

A partir de la perspectiva de género, es posible realizar mayores

investigaciones y trabajos sobre el tema. Se trata de conseguir que

tanto las mujeres como lo varones adopten una posición importante

dentro de la sociedad. Que uno no sea más que el otro, en términos del

reconocimiento de sus derechos y por supuesto del trato que reciben.

Los ejemplos que ya han sido expuestos, muestran que la sociedad se

formó a partir de los criterios del hombre. Por tanto, incluso la

arquitectura de las calles y el funcionamiento de los edificios se realizó

predominantemente para los hombres. Por ejemplo, se usa una

arquitectura que va en contra de los tacones de las mujeres, de

reconocer su estatura y peso. Así, la perspectiva de género es aplicable

a todas las disciplinas como: educativo, familiar, religioso, social,


54

laboral, legislativo y político. Esta última esfera es una de las que más

debemos fomentar y promover, porque el acceso al poder por parte de

las mujeres ha estado limitado incluso por los propios partidos políticos.

Por tanto, esta investigación lo que pretende es reconocer que existen

limitaciones y es necesario desarrollar acciones reivindicativas de la

mujer a partir de la equidad de género. Miranda-Novoa (2007) establece

por tanto que aunque es imposible que este concepto se aleje de la

ideología, debe intentar ser neutro en su tratamiento y perspectiva de

análisis.

En torno a la ideología de género, Aparisi-Miralles (2012), describe sus

características:

a) La defensa de una absoluta igualdad (identidad), entre varón y

mujer, negando cualquier diferencia entre ambos. Como se ha

indicado, la consecuencia de ello es la pretensión de eliminar de

la sociedad los rasgos de masculinidad o feminidad que se

consideran impuestos por la cultura, la historia, la política o el

derecho. Dado que se entiende que tales rasgos tienen un origen

claro, la biología, los mayores esfuerzos se dirigen a privar de

cualquier relevancia a las diferencias “impuestas” por la

naturaleza. por esta vía se llega, incluso, a calificar como “ultraje


55

a la libertad” lo que no son más que caracteres recibidos de la

biología.

b) La segunda característica es, en realidad, una consecuencia de

la primera. para conseguir social, política y jurídicamente la total

equiparación e identidad entre varones y mujeres es

imprescindible el reconocimiento social y jurídico de los

denominados “nuevos derechos humanos”, entre los que se

encuentran los derechos sexuales y reproductivos. Dichos

derechos van a permitir a las mujeres evitar la maternidad,

considerada como la carga fundamental y la raíz de la

discriminación histórica de las mismas El contenido esencial de

estas nuevas exigencias es el derecho a controlar la natalidad.

De este modo, los anticonceptivos pasan a ser considerados

como la clave para la igualdad; así como la salud reproductiva.28

c) Separación de conceptos de sexo y género. se niega la

naturalidad de la diversidad sexual binaria varón/mujer

pretendiendo, como se ha indicado, superar el dualismo entre lo

28 La llamada “salud reproductiva” consiste, fundamentalmente, en la libre disposición de los medios

y mecanismos, de cualquier tipo, para evitar la reproducción. por ello, los derechos sexuales y reproductivos incluyen un amplio abanico de servicios: desde aquellos que siempre han estado incluidos en la agenda básica de la asistencia sanitaria como, por ejemplo, la atención médica a los recién nacidos o el tratamiento para las enfermedades del aparato reproductor, hasta aquellas prácticas que, incluso, tradicionalmente han sido consideradas actos de mal praxis sanitaria, como es el caso del aborto. Ver, Aparisi-Miralles (2012)


56

natural/antinatural en el ámbito de la sexualidad. El sexo,

entendido como dato biológico, llega a resultar absolutamente

intrascendente para la identidad y el desarrollo de la personalidad

humana. por ello, frente al tradicional modelo de la

heterosexualidad, se propone una multiplicación de géneros,

social e individualmente construidos. los conocidos hasta el

momento son: femenino heterosexual, masculino heterosexual,

homosexual, lésbico, bisexual y transexuales.

El posfeminismo, o “ideología de género”, con clara influencia marxista,

promociona un modelo de educación que, en la práctica, tiende a privar

del ejercicio de la autoridad y del derecho fundamental a la educación

de los hijos por parte de los padres. Además debe contemplarse una

visión fuera del apasionamiento y de la cerrazón.

Existen diferencias biológicas entre hombres y mujeres, por ello es

necesario hacer un análisis de qué es posible que las mujeres puedan

realizar de acuerdo a su capacidades y posibilidades. Aunque de

entrada entendemos que pueden ser capacitadas para todo y cumplir

las más diversas funciones, no se pretende llevar esta discusión a la

igualdad por sí misma en un enfoque individual.


57

Dentro de sus rasgos característicos se encuentra una visión

individualista de los derechos humanos, exaltando la búsqueda de la

independencia personal (o autonomía) en todos los aspectos de la vida.

A la vez, descalificaba, desaprobaba o rechazaba por insignificantes

todos los roles femeninos definidos socialmente y minimizaba las

cualidades o contribuciones relacionadas con el sexo, incluida la

posibilidad de engendrar y concomitantes. Este enfoque individualista

sentaría las bases para el surgimiento del feminismo radical.

Basadas en la lucha de clases, influenciados por las corrientes

marxistas y neo-marxistas, el movimiento de feminismo radical

estableció como principios básicos el desarrollo de la libertad como

premisa fundamental. El feminismo descubre este mecanismo profundo

y las estructuras del proceso que trata de mantener "las cosas como

están". Se considera un movimiento radical porque planteó un esquema

donde debía atacarse la supremacía absoluta del varón en el ámbito de

la sexualidad y la reproducción. Pero también el feminismo es un

movimiento de rebelión contra un orden no natural, por tanto

modificable. No es una ideología porque, al contrario de ésta, no es una

justificación de un orden e intereses materiales existentes, una

justificación de la explotación de las mujeres, (Mérola, 1985).


58

El movimiento feminista radical tuvo una gran acogida en Estados

Unidos. Entre sus principales exponentes se encuentran Betty Frledan,

Kate MIllet y Shulamith Firestone, entre otras. La denuncia de la

opresión de las mujeres es uno de los grandes aportes del feminismo al

campo de las ciencias sociales, ya que de ahora en adelante el empleo

del término opresión será la base de todo estudio que se haga sobre la

mujer, llegando a modificar sustancialmente las ideas fundamentales de

esas áreas del conocimiento.

También podemos decir que el feminismo es un progreso intelectual,

que no dejará sin marca ningún aspecto de la realidad, ni del

conocimiento. La elaboración teórica del feminismo es tan importante

como el movimiento feminista en sí (la práctica cotidiana) ambos deben

tender a una revolución del conocimiento.

En Francia, se destacó especialmente la figura de Simone De Beauvoir,

cuyo pensamiento igualitarista tuvo una fuerte influencia en los estudios

de género que se realizarían en los años posteriores a la publicación de

su obra más destacada, El segundo sexo, en 1949.

El feminismo, como todo movimiento social, no es por sí mismo el único

agente de transformación social, de creación de un tipo de sociedad

nueva. Su acción implica la transformación de instituciones y


59

organizaciones, contribuyendo a modernizar y hacer avanzar a la

sociedad. Como todo movimiento social tiene implicaciones políticas

que están orientadas directamente a la creación de una sociedad

nueva, aun cuando no se lucha directamente por el poder político que

conocemos. Podemos decir que existe una amplia discusión sobre el

papel que tiene el feminismo. El feminismo, como todo movimiento

social, es heterogéneo y busca una transformación del sistema de

poder, cuestiona la identidad de la actual sociedad. El feminismo como

movimiento social aparece como un enfrentamiento a la rigidez de las

doctrinas, normas, orden social, que tienden a decaer y que, sin

embargo, las tradiciones, los sistemas ideológicos, las barreras sociales

y culturales se empeñan en reforzar y mantener.

Asimismo, dentro de las tendencias del feminismo, En cuanto a las

tendencias que se presentan dentro del movimiento feminista, hay

autores como Teodori (1978) que han logrado descifrar las siguientes:

radical (abogan por una autonomía del movimiento); reformista (tienden

a lograr la modificación de las leyes, paridad en el campo laboral, etc.;

marxistas (supeditan la lucha de las mujeres a la lucha de clases); hay

grupos que se han dedicado a revalorizar el aporte femenino en las

artes, otros grupos sostiene que la opresión principal de la mujer se


60

basa en la sexualidad y trabajan en este sentido (grupos de

psicoanálisis y política), etc.

1.5. EL GAP SALARIAL DE GÉNERO.

Los factores macroeconómicos que influyen en el gap salarial de

género se han estudiado ampliamente. Una literatura más pasado trata

sobre los efectos diferenciados por género de la globalización a través

del comercio y la inversión extranjera directa (IED). El impacto del

comercio sobre los salarios de las mujeres respecto a los hombres

sigue siendo impugnado y los estudios han analizado esta cuestión a

través de dos principales enfoques teóricos.

En primer lugar, el enfoque neoclásico basado en el modelo de Becker

(1971) de discriminación predice que en un mercado competitivo, los

empleadores que tienen un gusto por la discriminación contra las

mujeres van a contratar menos de la cantidad que maximiza el beneficio

de las mujeres, y emplean a los hombres que son igualmente hábiles

aún más muy bien pagados. En un contexto de economía abierta, esta

teoría predice que el comercio internacional aumentará la presión de la

competencia, y como efecto ulterior de las empresas se dedicarán a las


61

prácticas de reducción de costos. Se espera que bajo estas nuevas

condiciones de mercado, la discriminación será costosa y no persistirá,

por lo que el gap salarial de género tenderá a reducirse en el largo

plazo.

Los estudios que adoptan este enfoque analizan cómo el gap salarial de

género (un indicador de la discriminación) responde a las

transformaciones en el entorno competitivo, como consecuencia del

comercio. Su metodología consiste en comparar el impacto del

comercio exterior a través de concentraciones (no competitiva) y los

sectores menos concentrados (competencia). Negro y Brainerd (2004)

encuentran que el gran aumento del comercio internacional en los

Estados Unidos llevó a una disminución de la discriminación y como

efecto ulterior han contribuido a la mejora de los salarios femeninos

relativos entre 1970 y 1980.

Sus resultados estadísticamente importantes y consistentes indican que

el gap salarial de género se redujo más rápidamente en las industrias

concentradas comerciales que en las industrias competitivas

comerciales.

Artesona y Cunningham (2002) llevan a cabo un estudio similar en el

sector manufacturero mexicano durante el periodo de la liberalización


62

del comercio 1987-1993. Sus resultados son consistentes con Negro y

Brainerd (2004), pero estadísticamente importantes sólo en el nivel 20

por ciento.

Berik et al. (2004), por otro lado, encuentran pruebas de que el gran

aumento de la apertura de mercado se asocia con mayores brechas

salariales por género en Taiwán y Corea entre 1981 y 1999. En Taiwán,

la mayor competencia de las importaciones parece ensanchar el gap

salarial, afectando negativamente a las perspectivas de trabajo en

relación de las mujeres, lo que lleva a una pérdida de poder de

negociación de las mujeres. En este caso, las mayores presiones de

reducción de costos debido a la competencia internacional han

aumentado los despidos que experimentan las trabajadoras.

Menan y Rodgers (2009) se suma a este conjunto de pruebas al

considerar que el gran aumento de la apertura de mercado se asocia

con mayores brechas salariales por género en las industrias

manufactureras concentradas de la India, entre 1983 y 2004.

Se han realizado pocos estudios entre países que incorporan (1971) el

modelo de Becker discriminación.


63

Ostendorp (2009) analiza el impacto del comercio sobre el gap salarial

de género y su trabajo encuentra que el gap salarial de género del

trabajo tiende a disminuir a medida que aumenta el crecimiento y

desarrollo económico, al menos en los países desarrollados. También,

el gap salarial de género del trabajo tiende a disminuir con el comercio y

la inversión extranjera directa en los países más ricos, pero encuentra

poca evidencia de que el comercio y la inversión extranjera directa

también reducen el gap salarial de género en el trabajo en los países

más pobres.

Dado que los estudios que utilizan el modelo de discriminación generan

evidencia mixta, en otros estudios se aplican marcos teóricos

alternativos.

Un segundo enfoque se basa en el marco Heckscher-Ohlin que predice

que la expansión del comercio debe dar lugar a la reasignación de los

factores a los sectores que utilizan intensivamente el factor de

producción relativamente abundante. Si los países en desarrollo son

relativamente abundantes en mano de obra poco calificada, el comercio

debería aumentar la demanda y el precio de la mano de obra poco

calificada. Los estudios que utilizan este enfoque asumen que el tiempo

que las mujeres en el grupo de puestos de trabajo poco calificados y en

la rama hombres en trabajos de alta calificación, el gran aumento de la


64

demanda de mano de obra de baja calificación reducirá las diferencias

salariales entre hombres y mujeres.

Domínguez Villalobos y Brown- Grossman (2010) analizan el efecto de

la orientación exportadora de la relación de salarios entre los géneros

dentro de las industrias en México durante el período 2001-2005. Los

autores argumentan que el marco de Heckscher-Ohlin es inadecuado

para el estudio de la desigualdad salarial de género porque México

experimentó una reversión habilidad en la demanda de trabajo en favor

de los trabajadores no calificados a partir de 1998. A pesar de ello, los

resultados indican que la relación salarial de género se asoció

negativamente con la proporción de mujeres a hombres de no

calificados a las relaciones de trabajo calificados.

En otras palabras, a pesar de que las mujeres tienden a ser más

calificadas que los hombres no se sigue de ahí que, a pesar de lo que

diría la teoría económica, el salario relativo de las mujeres aumente en

respuesta a la demanda de mano de obra no calificada. La suposición

común de que las mujeres trabajadoras no calificadas están

relacionadas con los hombres puede no ser del todo exacta. La

distribución de los años de la instrucción educativa para los hombres y

mujeres que trabajan en México en 1995 y 2005 indica que las

distribuciones son muy similares y que hay una cantidad importante de


65

"solapamiento". Como efecto ulterior, no puede haber una distinción

clara entre los trabajadores masculinos y femeninos, sobre la base de la

habilidad.

Una aplicación alternativa del modelo de Heckscher-Ohlin en el análisis

de la desigualdad salarial de género implicaría tratar a los trabajadores

de ambos sexos como factores completamente diferentes.

Hay pruebas abrumadoras de que desde mediados de la década de

1980 México se ha enfrentado a un gran aumento en la desigualdad del

ingreso (por ejemplo, Aitken, Harrison, and Lipsey (1995), Alarcón and

McKinley (1997), Bouillon, Legovini, and Lustig (1999), Feenstra and

Hanson (1995), Feliciano (1995), Hanson and Harrison (1995) y Meza

(1999).). Entre las diferentes fuentes de ingresos y salarios, la

desigualdad salarial ha contribuido de manera importante al gran

aumento de la desigualdad global. Si bien la evidencia empírica indica

que este es un fenómeno internacional, la experiencia mexicana se ha

visto acompañada de un descenso generalizado de la media global de

salarios (Entre 1984 y 1996 los salarios promedio por hora se redujo de

5,7 a 4,4 Pesos (1994 = 100)).

En los estudios y la literatura hay tres explicaciones diferentes sobre el

gran aumento de la desigualdad salarial:


66

1. Las transformaciones en la demanda relativa de mano de obra

calificada causadas por cualquiera de la liberalización del

comercio y el progreso técnico,

2. transformaciones técnicos en la oferta relativa,

3. y las transformaciones en el mercado laboral institucional (Ver

Aghion, García-Peñalosa y Caroli (1998), Fishlow y Parker (1999),

Fortin y Lemieux (1997), Mincer (1995) y Topel (1997), entre

otros).

Los estudios y la literatura mexicana, a pesar de ello, menciona

transformaciones en la demanda relativa en sus dos versiones:

1. La liberalización del comercio,

2. y el gran aumento de la inversión extranjera directa (IED).

En gran medida, estos dos últimos eventos coincidieron con la

transformación en la política económica que el gobierno comenzó a

implementar a mediados de la década de 1980. El argumento de

mercado puede resumirse de la siguiente manera: la apertura de la

economía induce la expansión de las industrias orientadas a la

exportación, a expensas de las importaciones que compiten con otros.


67

Dado que las industrias orientadas a la exportación son intensivas en

mano de obra calificada, esta expansión generó una mayor demanda

de mano de obra calificada con respecto a la demanda de mano de

obra no calificada. La demanda relativa superior de mano de obra

calificada, a su vez, induce transformaciones positivas en el rendimiento

relativo a la instrucción educativa superior, por lo que genera una

brecha salarial cada vez mayor entre alto y bajo nivel de instrucción.

La explicación de la IED surge debido a la incapacidad del argumento

de mercado para explicar el hecho de que el gran aumento de la

desigualdad salarial se debe principalmente a las transformaciones no

entre industrias (o sectores) como la teoría podría predecir, sino más

bien debido a las transformaciones en las industrias (dado que una

característica importante de las transformaciones en la política de

mercado de México fue que estos transformaciones se llevaron a cabo

en todos los sectores y no dentro de las industrias o empresas).

Efectivamente, Aitken et al. (1995), Feenstra y Hanson (1995), Hanson

y Harrison (1995) y Meza (1999) encuentran que el gran aumento de la

desigualdad salarial se produjo en todos los sectores por igual. En una

economía donde el sector de bienes de capital no se ha desarrollado,

se logra el progreso técnico principalmente a través del gran aumento

de los bienes de capital importados.


68

En cierto sentido, entonces, el argumento de los avances técnicos y la

inversión extranjera directa no son los mismos. La hipótesis de las

transformaciones vía IED sostiene que al traer tecnología, que es la

habilidad en cierto sentido, ha contribuido a la brecha salarial entre

trabajadores calificados y no calificados. Este argumento es consistente

con una serie de características del sector manufacturero mexicano que

explican la desigualdad salarial en el sector manufacturero:

En primer lugar, las empresas extranjeras pagan salarios más altos que

las empresas nacionales.

En segundo lugar, las empresas extranjeras presentan una mayor

productividad laboral de las empresas nacionales.

En tercer lugar, las empresas de capital extranjero tienden a

congregarse en las industrias intensivas en capital y en las regiones con

una infraestructura más avanzada.

En cuarto lugar, no hay efectos colaterales salario de la inversión

extranjera de empresas nacionales (Aitken et al., 1995).

Si bien la IED explica el gran aumento de la desigualdad salarial en el

sector manufacturero, es incapaz de explicar las transformaciones en la

desigualdad salarial en el resto de los sectores económicos. De hecho,


69

el flujo de inversión extranjera directa se correlaciona negativamente

con la desigualdad salarial en la agricultura, lo que indica que el gran

aumento de la IED reduciría la desigualdad en lugar de aumentar.

Además, la descomposición de la desigualdad salarial general y por

sectores económicos muestra que varía mucho entre los sectores, lo

que sugiere que puede haber otros factores que explican el gran

aumento de la desigualdad salarial que no se han considerado hasta

ahora.

El núcleo de la explicación de la demanda relativa se basa en el

argumento de que el gran aumento de la desigualdad salarial general

es, en realidad, el efecto ulterior del gran aumento de las tasas relativas

de retorno de la instrucción educativa superior. A pesar de ello, se ha

producido el gran aumento de las tasas relativas de retorno de la

instrucción educativa superior a pesar de la considerable expansión de

la instrucción educativa que México ha tenido en las últimas décadas, lo

cual es económicamente extraño.

Efectivamente, mientras que el porcentaje de trabajadores con menos

instrucción educativa secundaria disminuyó del 60.2% en 1984 a 47.8%

en 1996, el porcentaje de trabajadores con al menos instrucción

educativa universitaria aumentó de 8.7% en 1984 a 12.2% en 1996. Por

otra parte, la expansión de la demanda relativa de mano de obra


70

calificada parece haber ocurrido a pesar de los mediocres resultados de

la economía mexicana desde mediados de los años 1980.

Efectivamente, de 1984 a 1996 el Producto Interno Bruto creció a una

tasa promedio anual de 1.9%, según indican los datos de la INEGI.

Una pieza más de evidencia en contra del argumento de que las

transformaciones en la tasa relativa de retorno de la instrucción

educativa superior son el factor principal detrás del gran aumento de la

desigualdad salarial es el hecho de que la desigualdad salarial ha

aumentado dentro de cada categoría, excepto la instrucción educativa

entre los trabajadores sin instrucción educativa formal.

De hecho, la mayor tasa de crecimiento de la desigualdad salarial se

produjo entre los trabajadores con instrucción educativa universitaria.

En otras palabras, el argumento de la demanda relativa, de mantener y

asumir cierto grado de movilidad de los trabajadores dentro de cada

categoría educativa, se podría esperar tanto un gran aumento de la

media salarial como una reducción de la dispersión salarial dentro de la

mano de obra calificada.

Los datos indican, a pesar de ello, que mientras que el salario relativo

de los trabajadores con estudios universitarios con respecto a un

trabajador sin instrucción educativa ha aumentado con el tiempo, la


71

desigualdad salarial relativa también ha aumentado con el tiempo. El

gran aumento de la desigualdad salarial y luego no puede explicarse

exclusivamente en términos de transformaciones en la demanda

relativa.

Existe un consenso general de que la instrucción educativa juega un

papel central en la determinación de la renta, a pesar de ello, su

importancia relativa en el gran aumento de la desigualdad entre los

asalariados sigue siendo poco clara. De hecho, mientras que la

instrucción educativa ha inducido transformaciones en la desigualdad

salarial en otros países, todavía está lejos de proporcionar una relación

completa de gran aumento de la desigualdad entre los asalariados

mexicanos.

Alarcón y McKinley (1997), por ejemplo, estudian el efecto de la

instrucción educativa sobre la diferencia salarial entre los diferentes

grupos de trabajadores, pero en un marco estático. Es decir, no

analizan las transformaciones, ya sea en el nivel de instrucción o en sus

tasas de retorno en el tiempo.

Bouillon et al. (1999), por otra parte, si bien teniendo en cuenta las

transformaciones en las tasas de rendimiento y logros educativos, son

incapaces de demostrar directamente el impacto neto de estos


72

transformaciones sobre la renta (o salario) y la desigualdad. Ellos llegan

a su conclusión de que la instrucción educativa "sustancialmente"

contribuyó a un gran aumento de la desigualdad después de comparar

los logros educativos del decil más bajo con los del decil más alto, con

sus respectivas ganancias mensuales.

Otra característica es que estos estudios han pasado por alto el impacto

de las transformaciones en las instituciones de mercado de trabajo

sobre la desigualdad salarial, de forma paralela a las transformaciones

en la política económica, o más bien como efecto ulterior de estos

transformaciones, se han producido transformaciones en el mercado

laboral mexicano que han efecto ulterior en un gran aumento de la

flexibilidad. Estas transformaciones no se han analizado

adecuadamente en el contexto de la desigualdad salarial.

1.5.1. EL TRABAJO FEMENINO.

Desde la Segunda Guerra Mundial, las mujeres se han beneficiado en

gran medida de los requisitos del trabajo alejándose de la fuerza hacia

su ventaja comparativa en atributos intelectuales (ver Rendall, 2010).

Mientras que parte de la demanda cambiante favoreciendo las mujeres


73

está relacionada con los requisitos de trabajo cambiantes dentro de la

ocupación, una gran parte de la disminución de las necesidades físicas

se debe a un transformación estructural para/con los servicios (Rendall,

2011). Consecuentemente, los últimos 60 años han visto una explosión

de oportunidades de trabajo para las mujeres, junto con los salarios

más altos y relativamente mayores retornos a la instrucción educativa.

Galor y Weil (1996) en uno de los primeros estudios que sugiere la

relación entre la disminución de las necesidades físicas y el trabajo

femenino. Los autores desarrollan un modelo teórico, donde un

mecanismo de desplazamiento de fuerza bruta de capital en la

producción está relacionada con la fertilidad, el crecimiento y el trabajo

femenino.

Bacolod y Blum (2010) demuestran que el estrechamiento en el gap

salarial de género, el gran aumento de los ingresos y salarios y la

desigualdad de un gran aumento en los retornos al conocimiento y al

"don de la gente", en el que las mujeres poseen una ventaja

comparativa, y un descenso en los retornos a las habilidades motoras,

en la que los hombres tienen una ventaja comparativa.

Para los países en desarrollo, los estudios sobre el gap salarial de

género, y la hipótesis relacionada con las necesidades de demanda de


74

trabajo, han atraído a más investigaciones en México que en cualquier

otro país. La mayoría de estudios mexicanos se concentran en los años

1980 y 1990.

Brown, Pagán y Rodríguez-Oreggia (1999) encuentran una brecha

salarial cada vez mayor entre 1987 y 1993. Según los autores, este

efecto ulterior se explica por las diferencias en la dotación de capital

humano entre hombres y mujeres. A diferencia de esto, las

transformaciones en la distribución ocupacional de hombres y mujeres

ayudaron a cerrar el gap salarial. Los autores encuentran que el gap

salarial fue mayor en la categoría de trabajador, lo que va de acuerdo

con la hipótesis de la sustitución de cerebro por músculo.

Igualmente, Artecona y Cunningham (2002) encuentran que la

liberalización de mercado en la década de 1980 amplió el gap salarial

de género en el sector manufacturero mexicano. A pesar de ello, los

autores concluyen que esto era probablemente debido a un gran

aumento de la prima de mayores habilidades de los hombres

(experiencia) en este sector, que también es consistente con la

hipótesis planteada en este estudio.

González (2001) encuentra que después de la crisis, a mediados de la

década de 1990, la demanda de las trabajadoras de baja calificación en


75

las maquiladoras aumentó. El autor concluye que esta transformación

en la demanda de las mujeres de baja calificación podría haber

revertido el cierre del gap salarial de género.

Estos resultados apoyan la hipótesis de la disminución de las

necesidades intelectuales impactando negativamente las mujeres en

materia de salarios y oportunidades de trabajo dadas las ventajas

comparativas de género.

Aunque en menor número, algunos estudios también apuntan a los

efectos de las transformaciones estructurales del mercado de trabajo

sobre la desigualdad de género en otros países.

En el caso de Brasil, Arabsheibani, Carneiro y Henley (2003)

encuentran una gran reducción del gap salarial de género desde 1980.

Los autores atribuyen esto a una mejora sustancial de la situación de la

mujer en el mercado laboral. La evidencia sugiere que a finales de

1990, una mejora en las dotaciones de capital humano de las mujeres

ayudó a cerrar el gap salarial.

Igualmente, en Tailandia, Nakavachara (2010), el estudio de las

diferencias de género 1985-2005, encuentra que el gran aumento de la


76

instrucción educativa femenina y la modernización fueron los

principales factores en la reducción del gap salarial de género.

Con la excepción de México, poco se ha hecho para analizar y evaluar

simultáneamente las transformaciones de asignación de mano de obra

del sector y las oportunidades de las mujeres más allá de la

comparación de los sectores formal e informal o trabajo público frente al

privado sectorial.

A pesar de ello, Winters y Yusuf (2007) lista a la India, Rusia, Brasil y

México como ejemplos de países ampliando activamente sus sectores

de servicios como posibles motores del crecimiento. Este hecho apoya

la investigación de dos maneras:

1. Proporcionando una base para la selección de países

representativos elegidos en este estudio, y

2. subrayando la importancia de centrarse en las transformaciones

sectoriales y las oportunidades del mercado de trabajo femenino

en los países en desarrollo.

Una rica tradición de investigación sociológica ha demostrado que los

ingresos y salarios de los trabajadores están muy influenciados por los

tipos de organizaciones para las que trabajan (Baron y Bielby, 1980,


77

Kalleberg et al., 1981, Baron, 1984, Sørensen, 1994, le Grand et al.,

1995 y Kalleberg y van Buren, 1996).

Los investigadores, por ejemplo, han demostrado que los trabajadores

de las enormes empresas reciben salarios importantemente más altos,

incluso una vez que otras características de las empresas y de los

trabajadores se toman en cuenta. (Stolzenberg, 1978, Brown et al.,

1990 y Hollister, 2004).

Las enormes empresas también pagan más beneficios marginales y

proporcionan a los trabajadores mayores posibilidades de promoción

(Kalleberg y Van Buren 1996).

Otra investigación a nivel de empresa se ha examinado cómo la

composición demográfica de las organizaciones empresariales afecta a

los salarios (Reskin et al., 1999).

A pesar de ello, los investigadores en esta tradición han fracasado

hasta ahora para examinar el efecto que la producción para la

exportación de propiedad extranjera y tienen sobre los salarios de los

trabajadores. Las empresas extranjeras y orientadas a la exportación

pagan a los trabajadores más que las empresas de propiedad nacional

comparables que producen bienes para la venta en el mercado interno,


78

y si es así, ¿por qué? En segundo lugar, ¿cuáles son los efectos más

amplios hacen este tipo de empresas tienen sobre los salarios?

¿Particularmente, no las empresas extranjeras y las exportaciones

aumentan los niveles salariales medios en los mercados de trabajo

locales en los que operan, y no aumentan la desigualdad de ingresos y

salarios?

Si las empresas multinacionales que operan en países en desarrollo

pagan salarios más altos que las empresas nacionales y si ayudan a

aumentar los salarios en general es particularmente importante dado el

dramático gran aumento de los flujos de capital extranjero y el comercio

internacional en todo el mundo.

Mientras que los sociólogos han tardado en reconocer la importancia de

factores como la inversión extranjera en los resultados a nivel de

empresa, se ha encontrado que los trabajadores empleados en las

empresas de propiedad extranjera reciben salarios más altos, no sólo

en los países en desarrollo, como México, pero en los desarrollados, así

le demuestran Beckley y Enderwick, 1983, Wilmore, 1986, Aitken et al.,

1996 y Lipsey y Sjöholm, 2001.

A pesar de ello, esta diferencia de salarios entre empresas extranjeras y

nacionales no se ha explicado adecuadamente por los enfoques


79

económicos tradicionales que atribuyen los salarios más altos en las

empresas extranjeras a una mayor productividad. Una de las razones

económicas es que están preocupados con los salarios más altos

pagados por las empresas extranjeras y orientadas a la exportación,

pues parecerían desafiar las teorías económicas convencionales.

Si los mercados son realmente la fuerza impulsora detrás de los

salarios no hay ninguna razón obvia por la nacionalidad de los

propietarios o de destino de las ventas debería importar. ¿Por qué una

empresa multinacional mover sus operaciones en el extranjero pagar

salarios por encima del mercado en su novedoso país de la operación?

Los factores utilizados comúnmente para explicar los salarios más

altos, tales como el nivel de productividad de la empresa, no son

suficientes para explicar la prima salarial de las empresas extranjeras y

las exportaciones. Por tanto, esta prima salarial representa una

oportunidad para los sociólogos especializados en las organizaciones y

los mercados de trabajo para hacer una contribución importante.

La diferencia de salarios entre las empresas extranjeras y de propiedad

nacional, y entre los que se dedican a la producción de exportación y no

de exportación también puede sugerir una forma en que la globalización

económica aumenta la desigualdad en los países en desarrollo, sobre


80

todo si los pagos relativos al trabajo en el extranjero y sectores de

exportación son mayores para los grupos profesionales más altos.

Por último, si la presencia de empresas extranjeras aumenta los

salarios pagados por otras empresas que operan en los mismos

mercados de trabajo regionales, entonces la inversión extranjera puede

contribuir también a la disparidad de ingresos y salarios entre las

regiones que reciben enormes cantidades de inversiones extranjeras,

como la frontera norte de México, y otras partes del país.

Debido a la notable transformación económica que México ha

experimentado en las últimas dos décadas de una economía

relativamente protegida a una abierta al comercio exterior y la inversión

extranjera, México constituye un caso importante para investigar los

efectos de la globalización económica sobre los salarios de los

trabajadores. De hecho, son pocos los países en desarrollo que se han

vuelto tan bien integrados en la economía mundial, para bien y para

mal.

1.5.2. LA GLOBALIZACIÓN.


81

A partir de 2003, México había firmado once acuerdos de libre comercio

con 32 países, además de ser miembro fundador de la Organización

Mundial del Comercio (López-Córdova, 2003). El país experimentó un

gran aumento particularmente dramático en el comercio internacional a

raíz de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América

del Norte (TLCAN) en 1994. El acuerdo redujo los aranceles sobre el

comercio con Estados Unidos y Canadá, que forman el segundo mayor

bloque de mercado del mundo. Impulsado en parte por el TLCAN, así

como por las políticas gubernamentales levantar las restricciones a la

participación extranjera en la economía, la inversión extranjera en el

sector manufacturero mexicano aumentó considerablemente durante

los años 1980 y 1990, especialmente en las industrias de maquila

conocidas como maquiladoras.

Es importante analizar los efectos que ha tenido esta apertura en la

disparidad de salarios entre hombres y mujeres, y el "efecto

maquiladora" que aqueja al mercado laboral femenino.

La equidad de género, además de acabar con el hambre y la pobreza,

es una de las ocho metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo

del Milenio Informe de las Naciones Unidas (ONU, 2009). Dado que

muchos países en desarrollo han adoptado reformas comerciales, una


82

pregunta importante es si las políticas de liberalización del comercio

impulsarán u obstaculizarán el objetivo de la equidad de género.

Por otra parte, haciendo los problemas de igualdad a un lado, el efecto

de las políticas de liberalización de los resultados de género pueden ser

de interés desde el punto de vista del crecimiento económico desde

ahora hay evidencia pasado de que la autonomía de la mujer promueve

la instrucción educativa y los mejores resultados de los niños (Thomas

(1990), Duflo (2000), Qian (2008)).

Citando un artículo pasado de Duflo (2011), donde examina el gap

salarial de género que incluyen Brown, Pagán y Rodríguez-Oreggia

(1999), que descompone el gap en el componente de las diferencias en

las características entre hombres y mujeres y el componente de la

discriminación; encuentran, todos ellos, que sí hay una clara diferencia

acuñable a la discriminación.

Pagan y Lobari (2000) encuentran que el gap de género es mayor para

los trabajadores de mayor edad, mayor en las empresas pequeñas,

enormes en el sector informal, y más grande en la frontera.

Sánchez y Pagan (2001) encuentran una gran brecha de ingresos y

salarios entre las microempresas de mujeres y de propiedad masculina


83

que se explica en parte por los niveles inferiores de la instrucción

educativa y la experiencia de los dueños de mujeres, aunque

sorprendentemente, no mucho se explica por las diferencias en la

composición sectorial de mujeres y hombres empresas de propiedad.

Oostendorp (2004) presenta un análisis entre países sobre el gap de

género a las medidas de comercio e IED. El documento concluye que

los flujos de comercio y de la IED ayudan a aminorar el gap de género

entre las bajas ocupaciones calificadas, mientras que los resultados son

mixtos de altas ocupaciones calificadas.

Un documento pasado de Bussolo y De Hoyos (2009) también examina

la relación entre la liberalización del comercio y la pobreza a través del

canal de inserción laboral de las mujeres. Transformaciones en las

tarifas de todos los sectores.

Por último, el nuestro es el primer documento que somos conscientes

de que examina los patrones de gastos de los hogares para analizar y

evaluar las transformaciones en el bienestar, así como los ingresos y

salarios de las mujeres. ¿Cuáles son algunos de los posibles vínculos

teóricos entre las políticas de liberalización de mercado y los resultados

de género? Si los hombres y las mujeres son sustitutos imperfectos en

la producción, el marco de la demanda de trabajo que se ha utilizado


84

para la demanda de competencias puede ser aplicado para analizar y

cuantificar la demanda relativa de trabajadoras femeninas.

En este marco, las industrias utilizan los trabajadores y trabajadoras en

diferentes intensidades y la liberalización del comercio, al afectar el

tamaño relativo de las industrias, generará transformaciones en la

demanda por género. Para que esto sea un canal importante, hay que

observar al trabajo sustancial y la redistribución hacia aquellos sectores

que son “intensivos en mujeres”.

Otro canal a través del cual las políticas de liberalización del comercio

pueden afectar los resultados de género es a través de la tecnología.

En un esfuerzo por explicar la desigualdad en salarios en industrias

como efecto ulterior de la liberalización del comercio, trabajos teóricos

pasados en el comercio han construido modelos de diferenciación de

los productos, los rendimientos, y la heterogeneidad entre empresas

(Melitz (2003), Yeaple (2005)). En estos modelos, las reducciones

arancelarias alientan las empresas más productivas para entrar en el

sector de la exportación.

Verhoogen (2008) y Bustos (2011) muestran que estas empresas

exportadoras también mejoran la calidad y la tecnología, lo que

aumenta la demanda de trabajadores calificados. Aunque la mayor


85

parte de la atención en los estudios y la literatura ha sido el impacto de

la tecnología sobre la demanda de competencias, mejora de la

tecnología también puede complementar las trabajadoras por ser

complementaria con las habilidades cognitivas y la reducción de la

demanda de habilidades físicas, como lo afirman John, Ujhelyi y

Villegas-Sánchez (2012); véase, por ejemplo, Katz y Murphy (1992),

Bound y Johnson (1992), Berman, Bound y Griliches (1994).

Este marco es adoptado por Acemoglu, Author, y Lyle (2004) quienes

examinan el impacto de las tasas de movilización de la Segunda Guerra

Mundial en el suministro de mano de obra femenina y

consecuentemente de su salario relativo. Sus estimaciones de la

elasticidad de sustitución entre los hombres y las mujeres sugieren que

“los hombres y mujeres están cerca, pero lejos de ser sustitutos

perfectos”.

Alternativamente, se puede suponer que los hombres y las mujeres son

sustitutos perfectos en la producción, pero las mujeres tienen menores

niveles de habilidad. Este es el supuesto, por ejemplo, en Bussolo y De

Hoyos (2009)).

Hay poca evidencia, a pesar de ello, que la liberalización del comercio

aumentó los salarios relativos y trabajo de los trabajadores menos


86

calificados. Galor y Weil (1996) y Welch (2000) exploran la idea de que

las mujeres tienen ventaja en las habilidades cognitivas vs física y que

los avances en la tecnología de aumentar la demanda relativa de las

mujeres a través del tiempo. Utilizando los datos de Estados Unidos

consideran un modelo en el que los hombres y las mujeres difieren en

términos de su capacidad para realizar tareas físicamente exigentes. En

su modelo, la introducción de la nueva tecnología reduce la necesidad

de habilidades físicas se benefician así a las mujeres. Ellos encuentran

que las empresas que actualizaron la tecnología también cambiaron

hacia la contratación de trabajadores de más mujeres en puestos de

trabajo de "cuello azul", pero no puestos de trabajo de "cuello blanco".

En la medida en que las exportaciones y las mejoras tecnológicas son

un canal importante, debemos observar las transformaciones hacia el

trabajo de las mujeres dentro de los sectores, y este tipo de actividad

debe concentrarse en los sectores con mayores reducciones de los

aranceles de exportación.

1.5.3. DISCRIMINACIÓN


87

Un tercer canal es a través de la reducción de la discriminación

provocada por la competencia extranjera. Basándose en la idea de

Becker (1957) y el Informe de Black y Brainerd (2001) que las industrias

estadounidenses que estaban sujetas a una mayor competencia a

través del comercio experimentaron mayores reducciones en la

disparidad de salario de género.

Un trabajo pasado de Ederington, Minier y Troske (2010) encuentra que

la liberalización del comercio en Colombia aumentó el trabajo de las

mujeres respecto a los hombres en ocupaciones de cuello azul; a

diferencia de esto, los autores atribuyen a una mayor reducción de la

discriminación por el empleador y la competencia en el mercado.

Este canal sugiere que deberíamos observar una relación sistemática

entre la reducción de los aranceles de importación, y los salarios y la

contratación femenina. Las políticas de liberalización del comercio

mejoraron los resultados del mercado laboral de las mujeres en México:

En primer lugar, los salarios relativos de las mujeres aumentaron aun

cuando la tasa de trabajo aumentó, y este patrón es particularmente

pronunciado durante el período de la liberalización del comercio de

1990 a 2000. En contraste con los estudios realizados en los EEUU

(Berman, Bound y Griliches (1994)) y México en un período anterior


88

(Revenga (1997), Hanson y Harrison (1999)), Weinberg (2000) muestra

que el crecimiento del trabajo femenino está positivamente relacionado

con el uso de computadoras en todas las industrias y ocupaciones.

También Rendall (2010) muestra que las ocupaciones que son más

"intensivas en cerebro" se han ampliado con el tiempo, lo que favorece

a las trabajadoras.

Artecona y Cunningham (2002) utilizan los mismos métodos para

México, pero no encuentran una relación importante entre las

transformaciones de tarifas y la reducción del gap salarial de género en

todas las industrias.

Entre las transformaciones de la industria, por lo general se cree que

son consistentes con las explicaciones basadas en el comercio,

representan hasta el cuarenta por ciento del gran aumento en el salario

cuota de factura de las mujeres de 1990 a 2000. Comparando todas las

industrias, se encuentra con que las reducciones arancelarias se

relacionan positivamente con el crecimiento del sector y se

concentraron inicialmente en la mujer industrias intensivas.

También hay evidencia de que dentro de cada industria las mujeres

están desfavorecidas. Utilizando datos a nivel de establecimiento para


89

el sector manufacturero, los autores encuentran que las disminuciones

más enormes en los aranceles de exportación (aranceles

estadounidenses sobre los productos mexicanos) se asocian con

mayores grandes aumentos en los salarios de las mujeres en

ocupaciones no manuales de cuello azul.

Este efecto ulterior sugiere que las exportaciones y la tecnología que se

destacan en los estudios y la literatura de mercado pasado pueden ser

importantes canales para explicar los resultados de género, así como

las primas de habilidad. Hay una relación más débil entre las

reducciones de los aranceles de importación y las cuotas de la masa

salarial femenina, a pesar de ello, ello sugiere que la reducción de la

discriminación provocada por la liberalización del comercio jugó un

papel relativamente menor en el caso mexicano.

Los ingresos y salarios relativos de las mujeres aumentaron pero

¿están necesariamente mejor que antes? Además, el poder de

negociación de las mujeres dentro del hogar ha mejorado junto con sus

ingresos y salarios relativos. Los gastos de los hogares pasaron de

mercancías relacionadas con la preferencia masculina, como la ropa y

el tabaco y el alcohol de los hombres, a los asociados con preferencia

femenina, como la instrucción educativa y la ropa de las mujeres.


90

CAPITULO II ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS

DE LAS ENCUESTAS DE HOGARES Y EMPLEO.

2.1. LO QUE NOS DICEN LAS ENCUESTAS.

Se analizaron los datos de la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y

Gastos en los Hogares) y de la ENOE (Encuesta Nacional de

Ocupación y Empleo), realizando estadísticas descriptivas con enfoque

de género con esos datos.

El objetivo es tener características de individuos y salarios para

diferentes puntos en el tiempo. Las bases que se utilizarán son la

ENIGH de 1996, 2006, 2008, 2010, 2012 particularmente las bases de

población e ingresos y salarios. Se utilizaron también las bases de

ENOE del segundo trimestre de 2006, 2010 y 2013.

Para la ENIGH, de la tabla de ingresos y salarios se obtuvo el ingreso

del mes pasado por trabajo y el ingreso trimestral normalizado.

Para tanto la ENIGH como la ENOE, las variables importantes son

edad, instrucción educativa (años y por nivel terminado), ingreso del

mes pasado, ingreso trimestral normalizado, horas trabajadas, género,


91

rural. Nos aseguramos de tener el ingreso en términos reales, Enero de

2011 (deflactado con datos de Banco de México, el IPC). Se

restringieron las observaciones a individuos entre 25-65 años de edad.

(ENOE solo tiene un ingreso laboral).

Si el salario es igual a 999999(8) quiere decir que ese salario no es

válido, y fue convertido en "missing value". Se definió una variable

llamada trabajo que fuera dummy para los trabajadores, donde

trabajador es definido como aquel con un salario válido. Se cambió el

salario a pesos reales de Enero 2011.

Se creó una variable de salario por hora. Es decir, se dividió el salario

por horas trabajadas en la semana multiplicada por 4.33. Se hizo un

censoring de los datos, es decir, todo salario por hora menor a 1 se

cambió a 1, mientras que todos los salarios por hora mayores a 2000

fueron restringidos a 2000.

El supuesto de que los mercados abiertos conducirán a un mayor

crecimiento que beneficien a todos los miembros de un país no es

plenamente compartido por la comunidad género. Muchas

organizaciones de mujeres están pidiendo que se ponga fin al proceso

de reforma del comercio hasta que haya una mejor comprensión de sus

efectos en las mujeres y en las relaciones entre hombres y mujeres


92

(IWGGT 2000, IDS 2000). Estas preocupaciones se basan en parte en

estudios que muestran que la globalización ha dado lugar a un gran

aumento de la subcontratación de las mujeres (Hale 1998), una

disminución de los precios de los bienes agrícolas producidos por las

mujeres (Fontana, 1998), y una “masculinización” de trabajos

típicamente femeninos, tales como los textiles (UNIFEM 1999).

Otros estudios han demostrado que el comercio es beneficioso para

ciertos grupos de mujeres, a pesar de ello, ya que conduce a una menor

discriminación empleador (Black y Brainerd 1999), una feminización del

sector manufacturero muy bien pagados, y un gran aumento de la

demanda de servicios (que tienden a ser dominado por mujeres, sobre

todo en América Latina) (Fontana 1998). Estos resultados mixtos

indican que el efecto del libre comercio en las mujeres depende de la

composición industrial de los países la liberalización, el proceso de

liberalización, y las condiciones iniciales, entre otros factores (Fontana,

1998), por lo que los impactos de la apertura de los mercados en las

mujeres o el bienestar de los hombres no pueden generalizarse en

todos los países o incluso a través de las industrias de un país. A

diferencia de esto, las conclusiones de los impactos del comercio se

deben hacer caso a nivel de caja.


93

2.2. UNA VISIÓN GENERAL.

La irrupción de las mujeres en el mercado de trabajo, efecto ulterior de

distintos procesos económicos y sociales; crisis económicas y

transformaciones tecnológicos, transformaciones en la salud y la

instrucción educativa, disminución de la mortalidad y la fecundidad,

elevación de la esperanza de vida y el nivel educativo de la población,

entre otros, fueron cimentando las condiciones para ampliar y potenciar

la participación de la mujer en el ámbito laboral, y otros espacios

públicos, sin ser esto un proceso lineal, pues los roles de género en la

esfera familiar no cambiaron en la misma proporción que lo hizo la

participación de las mujeres en la población económicamente activa.

El trabajo como actividad humana ocupa un lugar preponderante en el

grupo poblacional, no solo por ser indispensable para la producción de

los bienes y servicios, sino porque constituye cada vez más un

elemento sustantivo de pertenencia social, pero a la vez también se

convierte en un elemento de exclusión y de discriminación.

Es fundamental hacer visible las desigualdades de género presentes en

el terreno del trabajo, primero desde una perspectiva amplia de lo que

es el trabajo para enseguida abordar algunas de sus dimensiones y

mostrar la forma en que dichas desigualdades afectan la participación


94

de hombres y mujeres en otros ámbitos o potencian dichas

desigualdades.

La contribución que hombres y mujeres hacen a la producción y

reproducción social también es un aspecto que no debe perderse de

vista cuando se aborda el trabajo desde una perspectiva de género,

tanto para hacer visible su aportación, como para apoyar el diseño y

evaluación de las acciones tomadas por el gobierno.

Es relevante identificar las causas que originan y reproducen las

desigualdades y a la vez dar cuenta de los avances alcanzados para

vislumbrar los retos y promover las transformaciones necesarios para

lograr la igualdad entre hombres y mujeres en los distintos ámbitos de

participación.

La definición de trabajo que se plantea es amplia, con el fin de poder

mostrar con mayor detalle la forma en que se distribuye el trabajo entre

hombres y mujeres, centrando la atención en el trabajo remunerado y

no remunerado, tratando de hacer visibles las desigualdades en la

división sexual del trabajo, los avances y los retos para alcanzar la

equidad de género.


95

Es importante encontrar un referente global de la magnitud e intensidad

en la que hombres y mujeres participan y contribuyen a la producción.

Este análisis está sustentado en la edad y el nivel de escolaridad como

ejes de diferenciación social; la edad para poner de manifiesto la forma

de inserción y participación generacional, y el nivel de escolaridad como

aproximación a la división de la grupo poblacional en clases sociales,

en donde los segmentos menos escolarizados generalmente están

vinculados a las clases más bajas y conforme el nivel de escolaridad

aumenta se registran ascensos en la escala social.

La división sexual del trabajo es una dimensión transversal que permea

la participación, intensidad y distribución del trabajo, en donde la

variable de análisis por excelencia es el género; de igual manera, la

organización familiar interactúa con los ejes de diferenciación social y la

división del trabajo, aspecto que será abordado desde la situación

conyugal de hombres y mujeres.

También se aborda la dimensión geográfica la cual remite a formas de

desigual distribución del trabajo entre hombres y mujeres, asociadas al

grado de crecimiento y desarrollo económico y social alcanzado por las

localidades rurales versus urbanas, medido en función del número de


96

habitantes, en donde la relación entre tamaño de la localidad y grado de

desarrollo, generalmente es directa.

El trabajo remunerado es de los aspectos más estudiados en los

análisis del trabajo desde la perspectiva de género, en tanto que tiene

estrecha relación con la inserción y participación en el mercado laboral

y las condiciones en las que hombres y mujeres desempeñan su

trabajo, por lo que buscando ofrecer un panorama completo del trabajo,

en la presente sección se analiza la situación laboral de hombres y

mujeres, bajo el esquema de las secciones previas; concluyendo con el

análisis de la segregación ocupacional y la discriminación salarial

prevaleciente en el mercado laboral mexicano.

En el momento en que en las sociedades industriales, la producción y la

reproducción, fueron desvinculadas del ámbito familiar, se puso de

manifiesto la división sexual del trabajo, y la producción de los bienes y

servicios fuera de la esfera doméstica se le asignó un mayor valor y se

constituyó en una actividad socialmente masculina; mientras que a las

mujeres se les confirió las actividades de reproducción de la vida

familiar y de la fuerza de trabajo, las cuales además, fueron

invisibilidades y desvalorizadas, erigiéndose así en uno de los ejes de

desigualdad más importantes que atraviesa toda la estructura social.


97

Para conocer el esfuerzo que lleva a cabo una grupo poblacional para

producir los bienes y servicios que demanda para su consumo y

reproducción, es necesario dar cuenta de todo el trabajo productivo, se

destine o no al mercado, sea o no remunerado, se lleve a cabo dentro o

fuera de la esfera familiar; lo cual es además un elemento importante

para dar cuenta de la magnitud del aporte que hacen los hombres y las

mujeres a la producción social.

Las encuestas de fuerza de trabajo tradicionalmente han dejado fuera

de su corpus conceptual la medición del trabajo familiar, especialmente

el no remunerado realizado en la esfera del hogar y se han centrado en

el trabajo de mercado; a pesar de ello, en el caso de México, y más en

la encuesta de fuerza de trabajo, fueron incorporados esfuerzos por dar

cuenta del trabajo en una perspectiva más amplia, para ofrecer

estimaciones más completas del trabajo remunerado, familiar,

doméstico y comunitario, y fundamentalmente contar con un mayor

detalle de las actividades domésticas.

Al tomar el nivel de escolaridad como eje de análisis, la participación en

el trabajo presenta un comportamiento ascendente a medida que la

escolaridad de hombres y mujeres aumenta.


98

La mayor brecha entre ambos sexos se presenta en la población que no

tiene escolaridad y la menor corresponde a la población con secundaria

completa y más.

2.2.1. UNA VISIÓN GENERAL.

Según el INEGI, los avances en la medicina y la agricultura que se

dieron a lo largo del siglo XX, generaron un crecimiento de la población

mundial sin precedentes en los hechos históricos de la humanidad. En

México, durante esos cien años, el número de habitantes se septuplicó

al totalizar 97.5 millones de personas en 2000. Desde 1970, este veloz

crecimiento se ha desacelerado rápidamente debido a la reducción en

el número de hijos que tiene una mujer a lo largo de su vida, que pasó

de 5.9 a 2.4 hijos en promedio. En el año 2000, la tasa de crecimiento

natural de la población (sin tomar en cuenta la migración) fue de

1.68por ciento anual, o 1.38 considerando que muchos connacionales

emigran al extranjero. Una de las consecuencias de la transición

demográfica es la reestructuración de la población, que ocasionará que

en el futuro exista un mayor número de adultos mayores en proporción

con el de niños y jóvenes.

De acuerdo con el INEGI, las características de la población mexicana

han cambiado de manera importante al dejar de ser un país


99

mayoritariamente rural para convertirse en uno principalmente urbano.

El crecimiento poblacional del campo no sólo fue rebasado por el de las

ciudades en el último medio siglo, sino que, incluso, en la actualidad es

negativo, esto es, ha comenzado a disminuir la población. Otro

transformación importante ha ocurrido en la ocupación de la población,

donde el sector primario (agricultura, ganadería, caza y pesca) fue

desplazado por el terciario (servicios) como el más importante.

INEGI informa que las enormes ciudades mexicanas han crecido

principalmente debido a la fuerte inmigración de personas provenientes

del campo. A pesar de ello, los movimientos migratorios se han

modificado pausadamente: la migración del campo a la ciudad se ha

aminorado y los movimientos entre ciudades han cobrado importancia.

Las enormes metrópolis empiezan a ceder paso a las ciudades

intermedias (de 500 mil a un millón de habitantes), que son las que

están creciendo más rápidamente. Mientras que el Distrito Federal es

en la actualidad el más grande expulsor de habitantes del país, algunos

estados como Quintana Roo y Baja California se han convertido en

fuertes a tractores de población. Hoy en día, la migración es uno de los

determinantes del crecimiento poblacional estatal más importante.

INEGI calculó que el índice de marginación ha sido la medida empleada

tradicionalmente en México para describir la situación en la que se


100

encuentra la población. La marginación es la exclusión de ciertos

grupos sociales del proceso de desarrollo y sus beneficios. Una

localidad se considera marginada si no cuenta con servicios de

electricidad, agua o drenaje, instrucción educativa, vivienda adecuada o

un ingreso suficiente. En los últimos años, el Índice de Desarrollo

Humano (IDH) ha recibido un fuerte impulso por parte de las Naciones

Unidas como una herramienta para caracterizar a una población en

función de su prosperidad, lo cual hace posible efectuar comparaciones

entre países. El concepto de desarrollo humano reconoce que el capital

de una nación son sus habitantes y que éstos pueden contribuir con

todas sus capacidades en todo momento y cuando tengan resueltas sus

necesidades económicas mínimas, cuenten con instrucción educativa y

vidas largas y productivas. El IDH y los índices de marginación reflejan

una misma realidad: los sitios con mayor marginación tienen los más

bajos niveles de desarrollo humano. En México se viven realidades muy

contrastantes, por ejemplo, la delegación Benito Juárez de la Ciudad de

México tiene un IDH semejante al de Japón (0.933), mientras que

algunos municipios de Guerrero experimentan una situación

equivalente a la de Etiopía (0.327).


101

2.2.2. EL ASPECTO EDUCATIVO.

Por otro lado, es conveniente hacer notar la clara relación positiva que

guarda el nivel de estudios con los ingresos. Las diferencias salariales

entre niveles educativos son muy considerables: los salarios promedio

de licenciatura es mayor a 6 veces los que corresponden a primaria

incompleta.

00.10.20.30.40.50.60.70.80.9

1

IDH POR ESTADO

IDH


102

Elaboración propia con datos del INEGI 2010

Además es pertinente resaltar que los mayores promedios de edad se

localizan precisamente en estos dos niveles escolares extremos, si

consideramos que el primer nivel de edad de 14 a 19 años se encuentra

en el paso de la secundaria a la educación media superior.

POBLACIÓN TOTAL Y POR SEXO

PROMEDIOS DE EDAD VS. NIVEL DE EDUCACIÓN.

Total Primaria incompleta

Primaria completa

Secundaria completa

Medio superior y superior

No especificado

Total Total 43,809,329 6,780,828 9,200,556 14,600,389 13,205,526 22,030

14 a 19 años

3,504,257 212,240 1,123,293 1,807,058 361,543 123

20 a 29 años

10,627,695 590,806 1,563,353 3,983,774 4,486,166 3,596


103

30 a 39 años

10,834,767 1,095,546 2,056,069 3,989,586 3,689,096 4,470

40 a 49 años

9,397,841 1,346,823 2,081,242 3,160,193 2,804,479 5,104

50 a 59 años

5,915,124 1,607,250 1,572,798 1,277,737 1,453,425 3,914

60 años y más

3,511,143 1,927,274 799,888 378,812 403,557 1,612

No especificado

18,502 889 3,913 3,229 7,260 3,211

Hombre Total 27,398,730 4,484,897 5,966,056 9,064,973 7,865,785 17,019

14 a 19 años

2,382,077 169,153 825,353 1,189,734 197,714 123

20 a 29 años

6,578,308 427,880 1,096,297 2,621,356 2,429,851 2,924

30 a 39 años

6,632,550 731,449 1,289,844 2,449,306 2,158,088 3,863

40 a 49 años

5,605,333 812,719 1,257,848 1,797,941 1,732,905 3,920

50 a 59 años

3,727,185 993,106 960,072 750,158 1,020,655 3,194

60 años y más

2,461,919 1,349,701 535,095 254,205 322,070 848

No especificado

11,358 889 1,547 2,273 4,502 2,147

Mujer Total 16,410,599 2,295,931 3,234,500 5,535,416 5,339,741 5,011

14 a 19 años

1,122,180 43,087 297,940 617,324 163,829

20 a 29 años

4,049,387 162,926 467,056 1,362,418 2,056,315 672

30 a 39 años

4,202,217 364,097 766,225 1,540,280 1,531,008 607

40 a 49 años

3,792,508 534,104 823,394 1,362,252 1,071,574 1,184

50 a 59 años

2,187,939 614,144 612,726 527,579 432,770 720

60 años y más

1,049,224 577,573 264,793 124,607 81,487 764

No especificado

7,144 2,366 956 2,758 1,064


104

FUENTE INEGI ENCUESTA NACIONAL DE OCUPACIÓN Y EMPLEO DATOS 2010

Por otra parte, resulta interesante hacer notar que las distribuciones por

niveles educativos al interior de los grupos de hombres y mujeres

difieren sustancialmente, como por ejemplo es el caso del total de

población que solo cuanta con la primera terminada, son los hombres

que cuentan con aproximadamente el 65 por ciento, mientras que las

mujeres solo tienen aproximadamente el 34 por ciento.

De acuerdo con el INEGI, el promedio de escolaridad constituye un

referente fundamental para establecer cómo se está desarrollando un

país. Este indicador se refiere al número de años de instrucción

educativa formal que en promedio aprobó la población de 15 años y

más. Durante la primera década de este siglo, el ritmo de crecimiento

del promedio escolar en mujeres y hombres se caracteriza por tener

dos momentos. INEGI informa que de 2000 a 2005, hubo un aumento

igual para ambos sexos de 0.7 grados, ya que el promedio de

escolaridad pasó de 7.7 a 8.4 grados en la población masculina, y de

7.2 a 7.9 grados en la población femenina, a pesar de ello, en el

siguiente quinquenio el promedio de escolaridad fue diferenciado,

posiblemente ocasionado por los programas sociales dirigidos a las

mujeres, ya que en el caso de los hombre este tubo un aumento de 0.4

grados quedando en 8.8 grados, mientras que en el caso femenino el


105

aumento fue de 0.6 grados alcanzando para 2010 8.5 grados en

promedio reduciendo esta brecha en un lapso de 5 años dos milésimas

de grado. Así, las mujeres pasaron de un promedio de al menos un

grado de secundaria en 2000, a cerca de terminar la educación

secundaria en 2010.

CARACTERÍSTICAS EDUCATIVAS DE LA POBLACIÓN Grado promedio de escolaridad de la población de 15 y más años por entidad

(AÑOS)

Entidad federativa

2000 2005 2010

Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres

Estados Unidos Mexicanos

7.5 7.7 7.2 8.1 8.4 7.9 8.6 8.8 8.5

Aguascalientes 8 8.2 7.8 8.7 8.8 8.6 9.2 9.3 9.2

Baja California 8.2 8.3 8.1 8.9 9 8.8 9.3 9.3 9.2

Baja California Sur

8.3 8.4 8.2 8.9 9 8.9 9.4 9.4 9.4

Campeche 7 7.3 6.7 7.9 8.1 7.6 8.5 8.7 8.3

Coahuila de Zaragoza

8.4 8.5 8.2 9 9.2 8.9 9.5 9.6 9.4

Colima 7.7 7.8 7.6 8.4 8.5 8.4 9 9 9

Chiapas 5.4 5.9 4.9 6.1 6.6 5.6 6.7 7.1 6.3

Chihuahua 7.7 7.7 7.7 8.3 8.3 8.3 8.8 8.8 8.8

Distrito Federal 9.6 10 9.2 10.2 10.5 9.8 10.5 10.8 10.3

Durango 7.3 7.3 7.3 8 8 8 8.6 8.5 8.6

Guanajuato 6.4 6.6 6.2 7.2 7.3 7 7.7 7.8 7.6

Guerrero 6.1 6.5 5.8 6.8 7.1 6.5 7.3 7.5 7.1

Hidalgo 6.7 6.9 6.4 7.4 7.6 7.3 8.1 8.2 8

Jalisco 7.5 7.7 7.4 8.2 8.4 8.1 8.8 8.9 8.7

México 8 8.4 7.7 8.7 9 8.4 9.1 9.3 8.9

Michoacán de Ocampo

6.2 6.4 6.1 6.9 7 6.8 7.4 7.5 7.4

Morelos 7.7 8 7.6 8.4 8.6 8.3 8.9 9 8.8


106

Nayarit 7.3 7.2 7.3 8 7.9 8.1 8.6 8.5 8.7

Nuevo León 8.8 9.1 8.6 9.5 9.7 9.2 9.8 10 9.6

Oaxaca 5.6 6.1 5.2 6.4 6.8 6 6.9 7.3 6.6

Puebla 6.7 7.1 6.4 7.4 7.7 7.2 8 8.2 7.8

Querétaro 7.6 7.9 7.2 8.3 8.6 8.1 8.9 9.1 8.7

Quintana Roo 7.8 8.1 7.5 8.5 8.7 8.2 9.1 9.3 8.9

San Luis Potosí 6.9 7 6.8 7.7 7.8 7.6 8.3 8.3 8.2

Sinaloa 7.6 7.6 7.6 8.5 8.5 8.6 9.1 9 9.1

Sonora 8.2 8.2 8.2 8.9 8.9 8.9 9.4 9.4 9.4

Tabasco 7.2 7.5 6.8 8 8.3 7.8 8.6 8.9 8.4

Tamaulipas 8 8.2 7.9 8.7 8.8 8.6 9.1 9.2 9.1

Tlaxcala 7.6 7.9 7.4 8.3 8.5 8.1 8.8 9 8.6

Veracruz de Ignacio de la Llave

6.4 6.7 6.2 7.2 7.4 7 7.7 7.9 7.5

Yucatán 6.8 7.2 6.5 7.6 7.9 7.4 8.2 8.4 8

Zacatecas 6.5 6.5 6.4 7.2 7.2 7.2 7.9 7.8 8

Nota: Cifras correspondientes a las siguientes fechas censales: 14 de febrero (2000); 17 de octubre (2005); y 12 de junio (2010). Fuente: INEGI. Censos de Población y Vivienda, 2000 y 2010, y INEGI. II Conteo de Población y Vivienda, 2005.

Los datos del INEGI revelan que el promedio de escolaridad constituye

un referente fundamental para establecer cómo se está desarrollando

un país.

Es indiscutible que la instrucción educativa es uno de los medios más

útiles para obtener la equidad entre los sexos y la potenciación del

papel de la mujer. Una de las políticas educativas que se han adoptado

en el país como estrategia para lograr la igualdad en la instrucción

educativa, es el incremento de la cobertura.


107

Actualmente la instrucción educativa básica alcanza proporciones de

asistencia escolar casi universales, con asimetrías que se visualizan

según la entidad. Ampliar las oportunidades educativas para aminorar

desigualdades entre grupos sociales, cerrar brechas e fomentar e

impulsar la igualdad.

PORCENTAJE DE POBLACIÓN QUE ASISTE A LA ESCUELA

EDAD HOMBRES MUJERES

6 a 12 años 96.1 96.4

13 a 15 años 85.3 85.8

16 a 19 años 50.7 51.7

20 a 24 años 22.8 21.3

25 a 29 años 6.5 5.6

30 y mas 1.5 1.8

Fuente: INEGI. Censos de Población y Vivienda, 1950 - 1970, 1990, 2000 y 2010.

Conforme aumenta la edad de la población el porcentaje se reduce,

probablemente porque han concluido sus estudios y deciden no

continuar o bien existen otros factores, como la inclusión al mercado de

trabajo y las que se relacionan a la etapa reproductiva. De esta manera,

de cada 100 mujeres de 16 a 19 años 51 van a la escuela y de cada 100

hombres 50 asisten.

Entre los 25 y 29 años de edad, se espera que la población que declaró

asistir a la escuela lo haga en algún nivel de la instrucción educativa


108

superior y es en donde la proporción disminuye considerablemente en

ambos sexos, teniendo que para el caso de las mujeres es de 5.6

mientras que para los hombres es de 6.5, de esta forma la por género

llega a ser de 1.9 puntos a favor de los hombres.

Organizaciones multilaterales como la Organización de las Naciones

Unidas (ONU), han instrumentado macro proyectos como el

denominado “Proyecto del Milenio”. Entre los “Objetivos de Desarrollo

del Mileno”, se establece en su meta cuatro que existe la necesidad de

eliminar las desigualdades entre los géneros tanto en la enseñanza

primaria como secundaria, preferiblemente para el año 2005, y en todos

los niveles de la enseñanza antes de finalizar el año 2015. Por

desgracia aún existen graves desigualdades entre hombres y mujeres.

96.185.3

50.7

22.8

6.51.5

96.485.8

51.7

21.3

5.6 1.8

0

20

40

60

80

100

120

6 a 12años

13 a 15años

16 a 19años

20 a 24años

25 a 29años

30 y mas

PORCENTAJE DE POBLACIÓN QUE ASISTE A LA ESCUELA

HOMBRES

MUJERES


109

Al hacer un balance sobre cómo se han comportado algunas variables

educativas que se verán, se observa que el porcentaje de la población

analfabeta ha descendido en la década de 1990 a 2000 tanto para

hombres como para mujeres.

FUENTE: INEGI.

El promedio de la escolaridad tuvo un aumento considerable de 1996

hasta la actualidad con relación a la población mayor de 14 años, hasta

llegar a niveles del 90% como se desprende de la siguiente gráfica.

15.01

12.6611.31

9.77

8.08

9.638.42

7.436.8

5.57

12.42

10.69.46

8.356.88

0

2

4

6

8

10

12

14

16

1990 1995 2000 2005 2010

PO

RC

ENTA

JE

PORCENTAJE DE ANALFABETAS

Hombres Mujeres Porcentaje Nacional


110

En todos los cuadros que se presentan en el anexo de este estudio, se

observan dos fenómenos que dan cuenta de las diferencias de la

situación de la mujer y el hombre en el sistema educativo: por un lado, a

medida que se avanza en el nivel educativo, la participación masculina

en los niveles más altos se incrementa; y por otro lado, existe una

marcada participación de las mujeres y hombres en ciertos tipo de

carreras que obedecen a estereotipos sexistas.

75.86

73.7174.73

76.69

79.53

81.6482.67 82.77 83.37

84.2585.62

86.97

89.2590.16

91.60 91.81 92.36 91.80

89.1687.84 87.71 88.30

90.81

70.00

75.00

80.00

85.00

90.00

95.00

Porcentaje de asistencia escolar (12 a 14 años de edad)

Porcentaje de asistencia escolar (12 a 14 años de edad)


111

MATRÍCULA EN EDUCACIÓN SUPERIOR POR ÁREA DE ESTUDIO SEGÚN SEXO, CICLOS ESCOLARES, 2007/2008, 2008/2009 Y 2010/2011

área de estudio 2007/2008 2008/2009 2010/2011

Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres

Licenciatura universitaria y tecnológica

2232189 ND ND 2296381 ND ND 2530925 1294131 1236794

Ciencias agropecuarias

51941 ND ND 54404 ND ND 64326 41522 22804

Ciencias de la salud

213646 ND ND 231932 ND ND 266790 93743 173047

Ciencias naturales y exactas

44700 ND ND 46131 ND ND 51910 26204 25706

Ciencias sociales y administrativas

1038854 ND ND 1048232 ND ND 1078505 456647 621858

Educación y humanidades

137671 ND ND 141085 ND ND 163953 55325 108628

Ingeniería y tecnología

745377 ND ND 774597 ND ND 905441 620690 284751

Posgradoa 174282 88198 86084 185516 91994 93522 208225 99383 108842

Ciencias agropecuarias

2732 ND ND 3003 ND ND 3072 1679 1393

Ciencias de la salud

25236 ND ND 28844 ND ND 32080 14859 17221

Ciencias naturales y exactas

8376 ND ND 8933 ND ND 10198 5458 4740

Ciencias sociales y administrativas

80154 ND ND 84117 ND ND 90892 44754 46138

Educación y humanidades

38796 ND ND 40661 ND ND 48755 16914 31841

Ingeniería y tecnología

18988 ND ND 19958 ND ND 23228 15719 7509

Nota: La información corresponde exclusivamente a la modalidad escolarizada en Licenciatura Universitaria y Tecnológica. La clasificación corresponde a las 6 áreas de estudio aplicadas por la ANUIES desde 1983. a.- Incluye especialidad, maestría y doctorado.


112

ND- No disponible. Fuente: ANUIES. Anuarios Estadísticos 2007/2008, 2008/2009 y 2010/2011. www.anuies.mx.

Cabe destacar que una mayor proporción de mujeres que de hombres

concluye sus estudios en el tiempo establecido para hacerlo, las tasas

de reprobación y deserción femenina son inferiores respecto de las

masculinas.

PORCENTAJE DE EFICIENCIA TERMINAL POR NIVEL EDUCATIVO, CICLOS ESCOLARES 2000/2001 A 2012/2013

Ciclo escolar Primaria Secundaria Profesional técnico

Bachillerato

2000/2001 86.3 74.9 44.5 59.3

2001/2002 87.7 77.7 46.6 58.8

2002/2003 88.2 78.4 47 61.1

2003/2004 88.7 78.9 47.2 60

2004/2005 90 78.4 46.4 59.6

2005/2006 91.8 78.2 47.6 59.6

2006/2007 91.7 78.2 41.4 60.1

2007/2008 92.4 78.6 42.4 61

2008/2009 94 81.4 46.4 62.5

2009/2010 94.5 82.2 50 63.4

2010/2011 94.9 83.3 44.9 64.2

2011/2012 95.1 84.1 47.6 62.8

2012/2013E 96 84.5 50 64.8

E: cifras estimadas Fuente: Para 2000/2001 a 2011/2012: SEP. Sistemas para el análisis de la estadística educativa. www.sep.gob.mx. Para 2012/2013: SEP. Sistema Educativo de los Estados Unidos Mexicanos. Principales cifras, ciclo escolar 2012/2013. www.sep.gob.mx.


113

Fuente: INEGI.

De esta manera es posible observar como los niveles de deserción

escolar son inferiores de manera más importante para las mujeres que

para los hombres, excepto en el nivel primaria cuya diferencia no es

significante.

Se puede destacar que son múltiples los factores que obstaculizan el

acceso de las niñas y niños a la escuela. Otros aspectos no

mencionados aún son la inseguridad, sobre todo para las niñas, en el

traslado a los centros escolares; el papel socialmente aceptado e

impuesto que juega la tradición y la dinámica familiar; los estereotipos

persistentes (como la asignación de papel socialmente aceptado e

73.75

76.31

80.9880.36

83.182.21

83.14

85.43 85.8186.58

87.73

90.3389.15 88.86

91.07 91.4290.49

93.4 93.6594.6

95.4695.84

76.5

78.62

80.68

83.8 84.33 84.1784.94

87.7688.39

89.1390.05

92.2991.58 91.35

93.33 93.6592.7

95.42 95.4996.15

96.84 97.05

70

75

80

85

90

95

100

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

PROPORCIÓN DE INICIO Y TERMINO EN EDUCACIÓN PRIMARIA

Hombres Mujeres


114

impuesto de proveedor para el hombre y reproductora y cuidadora para

la mujer), el trato que reciben en la escuela, su pertenencia étnica, la

precaria inserción laboral, el trabajo infantil, la migración, etc.

La instrucción educativa es un elemento fundamental para el desarrollo

de las personas, en la medida en que potencia sus capacidades y les

permite el acceso a información y la formación de habilidades que

amplían sus horizontes de futuro y diversifican sus trayectorias

personales. El acceso a la instrucción educativa formal juega un papel

crucial en la construcción de su autonomía y capacidad de autogestión.

En los próximos años, el peso relativo de la población femenina menor

de 15 años continuará decreciendo y en números absolutos se reducirá

gradualmente para alcanzar 13.9 millones en 2015 y 12.3 millones en

2030. Lo anterior disminuirá la demanda de servicios de instrucción

educativa básica, con lo cual será factible concentrar los esfuerzos en la

mejora de la calidad de la enseñanza, particularmente en la reducción

de las desigualdades de género, sociales y entre regiones.

Los avances en el acceso de la mujer a todos los niveles y modalidades

del sistema educativo nacional y en el acortamiento de brechas de

género han sido notables. En los últimos 15 años ha disminuido el gap

de analfabetismo entre hombres y mujeres, aunque sigue siendo muy


115

marcada entre la población de 45 años y más, sobre todo, entre las

mujeres mayores de 60 años, reflejo de patrones culturales y del

acceso limitado al sistema educativo en el pasado.

POBLACIÓN TOTAL Y DE 5 AÑOS Y MÁS SEGÚN CARACTERÍSTICAS

DEMOGRÁFICAS Y SOCIALES.

Urbano / Rural Analfabetismo Total Mujeres Hombres

1990

Total

Total 70,562,202 36,068,293 34,493,909

Sabe leer y escribir 59,939,345 30,029,362 29,909,983

No sabe leer y escribir

10,244,738 5,849,759 4,394,979

No especificado 378,119 189,172 188,947

Menos de 2,500 habitantes

Total 19,866,793 9,893,718 9,973,075



5,085,026 2,845,571 2,239,455

No especificado 143,524 71,593 71,931

2,500 y más habitantes

Total 50,695,409 26,174,575 24,520,834



5,159,712 3,004,188 2,155,524

No especificado 234,595 117,579 117,016

1995

Total

Total 80,219,337 40,871,404 39,347,933



10,850,486 6,071,567 4,778,919

No especificado 206,312 102,978 103,334


Total 20,853,899 10,346,630 10,507,269



5,174,882 2,854,816 2,320,066

No especificado 46,932 23,686 23,246

2,500 y más habitantes Total 59,365,438 30,524,774 28,840,664


116



5,675,604 3,216,751 2,458,853

No especificado 159,380 79,292 80,088

2000

Total

Total 84,794,454 43,637,182 41,157,272



10,289,697 5,804,600 4,485,097

No especificado 247,514 120,924 126,590


Total 21,173,942 10,697,720 10,476,222



4,768,151 2,659,060 2,109,091

No especificado 66,455 32,608 33,847


Total 63,620,512 32,939,462 30,681,050



5,521,546 3,145,540 2,376,006

No especificado 181,059 88,316 92,743

2005

Total

Total 90,266,425 46,598,582 43,667,843



9,838,535 5,491,047 4,347,488

No especificado 363,042 180,168 182,874


Total 21,304,961 10,861,260 10,443,701



4,353,230 2,415,188 1,938,042

No especificado 63,091 31,442 31,649


Total 68,961,464 35,737,322 33,224,142



5,485,305 3,075,859 2,409,446

No especificado 299,951 148,726 151,225

2010

Total

Total 100,410,810 51,602,741 48,808,069


No sabe leer y 9,385,133 5,194,791 4,190,342


117

escribir

No especificado 1,220,115 624,978 595,137


Total 23,155,403 11,714,689 11,440,714



4,122,735 2,276,610 1,846,125

No especificado 173,148 89,320 83,828


Total 77,255,407 39,888,052 37,367,355



5,262,398 2,918,181 2,344,217

No especificado 1,046,967 535,658 511,309

Fuente: INEGI. XI Censo general de población y vivienda 1990. INEGI. I Conteo de población y vivienda 1995. INEGI. XII Censo general de población y vivienda 2000. INEGI. II Conteo de población y vivienda 2005. INEGI. Censo de población y vivienda 2010.

Por otro lado, y como se observa arriba, prevalecen diferencias

importantes entre las tasas de analfabetismo en medios urbanos y

rurales, siendo éstas últimas más elevadas.

Si bien ha habido un notable descenso en la tasa de analfabetismo

entre la población hablante de lengua indígena, sigue presentando

rezagos que reflejan las persistentes dificultades que experimenta este

sector de la población para acceder a los servicios educativos. Los

jóvenes de 15 a 29 años hablantes de lengua indígena registran una

tasa de analfabetismo casi cuatro veces superior con respecto a la

observada en el contexto nacional para jóvenes en este grupo de edad.

Esta relación es casi seis veces mayor en el caso de las mujeres, lo que


118

refleja las desventajas acumuladas y las desigualdades de género entre

las mujeres indígenas.

PORBLACIÓN INDIGENA ANALFAVETA.

Total Hombres Mujeres

1990

Total 59,939,345 29,909,983 30,029,362

De 5 a 9 años 6,655,157 3,336,660 3,318,497

De 10 a 14 años 9,930,121 4,997,678 4,932,443

De 15 a 19 años 9,268,722 4,574,732 4,693,990

De 20 a 24 años 7,395,703 3,566,562 3,829,141

De 25 a 29 años 5,929,468 2,875,925 3,053,543

De 30 a 34 años 4,921,654 2,411,980 2,509,674

De 35 a 39 años 4,019,224 2,015,418 2,003,806

De 40 a 44 años 2,955,583 1,512,559 1,443,024

De 45 a 49 años 2,376,584 1,237,662 1,138,922

De 50 a 54 años 1,854,185 962,972 891,213

De 55 a 59 años 1,407,978 739,898 668,080

De 60 a 64 años 1,119,088 586,809 532,279

De 65 a 69 años 812,902 429,052 383,850

De 70 a 74 años 530,060 277,551 252,509

De 75 a 79 años 367,257 190,126 177,131

De 80 a 84 años 215,604 107,640 107,964

De 85 a 89 años 116,077 57,169 58,908

De 90 a 94 años 41,992 19,566 22,426

De 95 a 99 años 16,166 7,364 8,802

De 100 y más años

5,820 2,660 3,160

1995

Total 69,162,539 34,465,680 34,696,859

De 5 a 9 años 6,549,112 3,295,334 3,253,778

De 10 a 14 años 10,235,266 5,175,344 5,059,922

De 15 a 19 años 9,730,017 4,819,292 4,910,725

De 20 a 24 años 8,991,528 4,363,349 4,628,179


119

De 25 a 29 años 7,192,154 3,487,534 3,704,620

De 30 a 34 años 6,105,261 2,980,924 3,124,337

De 35 a 39 años 5,290,888 2,614,513 2,676,375

De 40 a 44 años 3,919,727 1,987,252 1,932,475

De 45 a 49 años 3,051,793 1,561,486 1,490,307

De 50 a 54 años 2,336,765 1,210,362 1,126,403

De 55 a 59 años 1,725,085 893,849 831,236

De 60 a 64 años 1,415,173 730,601 684,572

De 65 a 69 años 999,798 516,726 483,072

De 70 a 74 años 716,460 377,378 339,082

De 75 a 79 años 430,305 222,689 207,616

De 80 a 84 años 257,943 125,657 132,286

De 85 a 89 años 140,366 68,091 72,275

De 90 a 94 años 50,545 23,846 26,699

De 95 a 99 años 20,345 9,706 10,639

De 100 y más años

4,008 1,747 2,261

2000

Total 74,257,243 36,545,585 37,711,658

De 5 a 9 años 7,003,587 3,505,178 3,498,409

De 10 a 14 años 10,411,983 5,259,458 5,152,525

De 15 a 19 años 9,691,106 4,762,177 4,928,929

De 20 a 24 años 8,709,487 4,142,816 4,566,671

De 25 a 29 años 7,814,674 3,720,189 4,094,485

De 30 a 34 años 6,751,708 3,237,146 3,514,562

De 35 a 39 años 5,880,856 2,854,982 3,025,874

De 40 a 44 años 4,724,764 2,330,676 2,394,088

De 45 a 49 años 3,565,102 1,783,711 1,781,391

De 50 a 54 años 2,825,835 1,435,687 1,390,148

De 55 a 59 años 2,031,962 1,045,088 986,874

De 60 a 64 años 1,653,681 844,828 808,853

De 65 a 69 años 1,196,712 611,320 585,392

De 70 a 74 años 845,945 437,951 407,994

De 75 a 79 años 570,693 296,405 274,288

De 80 a 84 años 304,489 148,726 155,763

De 85 a 89 años 173,402 81,863 91,539

De 90 a 94 años 64,478 29,785 34,693


120

De 95 a 99 años 28,754 13,631 15,123

De 100 y más años

8,025 3,968 4,057

2005

Total 80,064,848 39,137,481 40,927,367

De 5 a 9 años 6,404,890 3,221,817 3,183,073

De 10 a 14 años 10,734,066 5,423,451 5,310,615

De 15 a 19 años 9,905,567 4,890,795 5,014,772

De 20 a 24 años 8,690,428 4,127,234 4,563,194

De 25 a 29 años 7,777,565 3,660,710 4,116,855

De 30 a 34 años 7,591,410 3,601,511 3,989,899

De 35 a 39 años 6,712,231 3,214,683 3,497,548

De 40 a 44 años 5,572,595 2,706,511 2,866,084

De 45 a 49 años 4,540,621 2,217,197 2,323,424

De 50 a 54 años 3,587,266 1,779,420 1,807,846

De 55 a 59 años 2,601,763 1,310,455 1,291,308

De 60 a 64 años 2,023,514 1,021,340 1,002,174

De 65 a 69 años 1,453,162 732,745 720,417

De 70 a 74 años 1,048,109 529,959 518,150

De 75 a 79 años 689,974 350,441 339,533

De 80 a 84 años 415,118 202,904 212,214

De 85 a 89 años 207,267 98,024 109,243

De 90 a 94 años 75,676 33,256 42,420

De 95 a 99 años 28,337 12,605 15,732

De 100 y más años

5,289 2,423 2,866

2010

Total 89,805,562 44,022,590 45,782,972

De 5 a 9 años 6,705,596 3,345,213 3,360,383

De 10 a 14 años 10,674,885 5,396,915 5,277,970

De 15 a 19 años 10,807,832 5,406,335 5,401,497

De 20 a 24 años 9,602,473 4,675,617 4,926,856

De 25 a 29 años 8,481,347 4,065,591 4,415,756

De 30 a 34 años 8,102,518 3,863,629 4,238,889

De 35 a 39 años 7,913,556 3,803,745 4,109,811

De 40 a 44 años 6,610,454 3,194,324 3,416,130

De 45 a 49 años 5,472,344 2,655,284 2,817,060


121

De 50 a 54 años 4,575,109 2,226,323 2,348,786

De 55 a 59 años 3,383,537 1,684,514 1,699,023

De 60 a 64 años 2,570,988 1,277,038 1,293,950

De 65 a 69 años 1,788,432 898,160 890,272

De 70 a 74 años 1,334,311 666,094 668,217

De 75 a 79 años 853,348 425,860 427,488

De 80 a 84 años 516,371 247,898 268,473

De 85 a 89 años 275,902 130,252 145,650

De 90 a 94 años 96,891 42,608 54,283

De 95 a 99 años 32,988 14,221 18,767

De 100 y más años

6,680 2,969 3,711


Las diferencias por género de la asistencia escolar entre la población

hablante de lengua indígena son importantes: 73 hombres indígenas de

cada 100 acuden a la escuela, mientras que sólo 69 mujeres lo hacen.

Entre la población del primer quintil de ingresos y salarios, 5% de las

niñas de entre 13 y 15 años trabajan y no asisten a la escuela; este

porcentaje se incrementa a 15% para los niños de las mismas edades.

A pesar de ello, un porcentaje mucho más elevado de niñas no trabaja y

no asiste a la escuela, 15 en comparación con 9 de los niños, debido,

por lo general, a que a las niñas se les incluye para apoyar en

actividades domésticas y de cuidado de menores, personas enfermas y

de la tercera edad.


122

DIFERENCIAS POR GÉNERO DE LA ASISTENCIA ESCOLAR ENTRE LA

POBLACIÓN HABLANTE DE LENGUA INDÍGENA

Tota Hombres Mujeres

1990

Total 1,178,222 638,195 540,027

De 5 a 9 años 472,080 240,054 232,026

De 10 a 14 años 488,895 266,461 222,434

De 15 a 19 años 130,354 77,856 52,498

De 20 a 24 años 33,066 19,510 13,556

De 25 a 29 años 17,156 10,435 6,721

De 30 a 34 años 11,324 7,147 4,177

De 35 a 39 años 8,154 5,356 2,798

De 40 a 44 años 4,791 3,175 1,616

De 45 a 49 años 3,852 2,591 1,261

De 50 a 54 años 2,514 1,678 836

De 55 a 59 años 1,801 1,172 629

De 60 a 64 años 1,379 908 471

De 65 a 69 años 894 605 289

De 70 a 74 años 729 465 264

De 75 a 79 años 441 292 149

De 80 a 84 años 240 154 86

De 85 a 89 años 201 132 69

De 90 a 94 años 77 49 28

De 95 a 99 años 165 87 78

De 100 y más años 109 68 41

2000

Total 1,458,132 638,195 540,027

De 5 a 9 años 575,328 240,054 232,026

De 10 a 14 años 591,957 266,461 222,434

De 15 a 19 años 196,539 77,856 52,498

De 20 a 24 años 40,603 19,510 13,556

De 25 a 29 años 16,198 10,435 6,721

De 30 a 34 años 10,669 7,147 4,177

De 35 a 39 años 8,826 5,356 2,798

De 40 a 44 años 6,094 3,175 1,616


123

De 45 a 49 años 4,127 2,591 1,261

De 50 a 54 años 2,567 1,678 836

De 55 a 59 años 1,703 1,172 629

De 60 a 64 años 1,125 908 471

De 65 a 69 años 828 605 289

De 70 a 74 años 555 465 264

De 75 a 79 años 339 292 149

De 80 a 84 años 231 154 86

De 85 a 89 años 136 132 69

De 90 a 94 años 77 49 28

De 95 a 99 años 62 87 78

De 100 y más años 168 68 41

2005

Total 1,518,055 780,572 737,483

De 5 a 9 años 548,327 277,730 270,597

De 10 a 14 años 622,445 320,561 301,884

De 15 a 19 años 228,764 122,418 106,346

De 20 a 24 años 47,795 25,761 22,034

De 25 a 29 años 17,959 9,222 8,737

De 30 a 34 años 12,372 5,871 6,501

De 35 a 39 años 10,342 4,745 5,597

De 40 a 44 años 8,513 3,864 4,649

De 45 a 49 años 6,819 3,131 3,688

De 50 a 54 años 4,864 2,177 2,687

De 55 a 59 años 3,392 1,602 1,790

De 60 a 64 años 2,393 1,234 1,159

De 65 a 69 años 1,581 861 720

De 70 a 74 años 1,140 621 519

De 75 a 79 años 702 419 283

De 80 a 84 años 419 237 182

De 85 a 89 años 228 118 110

De 90 a 94 años 0 0

De 95 a 99 años 0 0

De 100 y más años 0 0

2010

Total 1,579,340 803,311 776,029

De 5 a 9 años 562,652 281,481 281,171


124

De 10 a 14 años 617,427 315,757 301,670

De 15 a 19 años 280,561 147,457 133,104

De 20 a 24 años 52,604 27,125 25,479

De 25 a 29 años 17,815 8,978 8,837

De 30 a 34 años 11,292 5,290 6,002

De 35 a 39 años 9,246 4,369 4,877

De 40 a 44 años 7,174 3,257 3,917

De 45 a 49 años 5,919 2,698 3,221

De 50 a 54 años 4,525 2,018 2,507

De 55 a 59 años 3,386 1,485 1,901

De 60 a 64 años 2,331 1,111 1,220

De 65 a 69 años 1,516 738 778

De 70 a 74 años 1,270 677 593

De 75 a 79 años 700 386 314

De 80 a 84 años 410 222 188

De 85 a 89 años 258 134 124

De 90 a 94 años 97 48 49

De 95 a 99 años 70 39 31

De 100 y más años 87 41 46


Si bien existen avances importantes en materia de equidad en el

acceso a la instrucción educativa, las brechas son todavía

pronunciadas en sectores de la población con rezagos históricos en

materia de desarrollo.

Otro indicador de suma relevancia en el contexto educativo nacional es

la permanencia escolar. Tradicionalmente, el número de niños y

jóvenes que asisten a la escuela disminuye notablemente conforme se


125

incrementa el nivel educativo, fenómeno que tiende a ser más visible

entre las mujeres. En los últimos decenios la permanencia escolar

femenina muestra gran aumentos importantes que se reflejan en la

disminución del porcentaje de mujeres de 15 años que no tienen ningún

nivel de instrucción.

Aunque el gap educativa se ha aminorado importantemente, persisten

múltiples barreras y obstáculos para garantizar la equidad de

oportunidades educativas para hombres y mujeres. Es necesario

promover una instrucción educativa libre de prejuicios y

discriminaciones que en sus contenidos, textos, materiales y métodos

pedagógicos transmita y refuerce valores, actitudes e imágenes no

sexistas.

2.2.3. LA SITUACIÓN EN MATERIA DE TRABAJO.

Esta situación muestra que la escolaridad tiene efectos positivos sobre

la participación de hombres y mujeres en el trabajo, pero de igual

manera expresa cómo aún en los segmentos menos escolarizados,

vinculados con las clases sociales más bajas, a situaciones de pobreza

y en general con bajos niveles de bienestar social, la participación en el


126

trabajo sigue pautas y roles tradicionales que conllevan una mayor

brecha de género, ante una rígida estructura social que dificulta la

inserción en el trabajo y una distribución más equitativa.

La participación en el trabajo vista desde la óptica de la organización

doméstica a través de la situación conyugal reproduce el patrón anterior

y hace aún más evidente el papel que desempeñan hombres y mujeres

dentro del hogar.

Las mujeres casadas o unidas presentan la mayor tasa de participación,

con porcentajes muy altos, seguidas por las solteras, y finalmente las

viudas, divorciadas y separadas. Dicho patrón de participación hace

evidente la manera en que los hogares distribuyen el trabajo, ya que los

solteros generalmente asociados a edades jóvenes y los no unidos a

las edades mayores, segmentos en donde se ha señalado, están

presentes las mayores desigualdades, estrechamente asociadas con la

participación de tales segmentos de población en ciertas esferas y

clases de trabajo, en donde muchos jóvenes aún no incursionan al

mercado laboral, pero apoyan en las tareas domésticas; por su parte,

los adultos mayores, generalmente no unidos, han concluido su vida

laboral, pero tienen que hacerse cargo de las tareas de sus respectivos

hogares.


127

POBLACIÓN OCUPADA SIN REMUNERACIÓN SEGÚN CONDICIÓN

CONYUGAL Y EDAD

CONDICIÓN CONYUGAL

EDAD POBLACIÓN PORCENTAJE

Total Hombre Mujer Hombre Mujer

Total Total 4145664 2473922 1671742 60% 40%

Total 14 a 19 años 1017168 737863 279305 73% 27%

Total 20 a 29 años 899858 530568 369290 59% 41%

Total 30 a 39 años 592767 276042 316725 47% 53%

Total 40 a 49 años 598754 278125 320629 46% 54%

Total 50 a 59 años 462320 248254 214066 54% 46%

Total 60 años y más 574527 402891 171636 70% 30%

Total No especificado

270 179 91 66% 34%

Soltero(a) Total 1787030 1247727 539303 70% 30%

Soltero(a) 14 a 19 años 984147 726055 258092 74% 26%

Soltero(a) 20 a 29 años 565374 366484 198890 65% 35%

Soltero(a) 30 a 39 años 132036 86968 45068 66% 34%

Soltero(a) 40 a 49 años 53713 34258 19455 64% 36%

Soltero(a) 50 a 59 años 26456 19121 7335 72% 28%

Soltero(a) 60 años y más 25304 14841 10463 59% 41%

Actualmente unidos

Total 2218592 1160665 1057927 52% 48%

Actualmente unidos

14 a 19 años 31847 11579 20268 36% 64%

Actualmente unidos

20 a 29 años 325843 159844 165999 49% 51%

Actualmente unidos

30 a 39 años 444513 183082 261431 41% 59%

Actualmente unidos

40 a 49 años 521262 231958 289304 44% 56%

Actualmente unidos

50 a 59 años 413579 220589 192990 53% 47%

Actualmente unidos

60 años y más 481369 353434 127935 73% 27%

Actualmente No 179 179 100% 0%


128

unidos especificado

Casado(a) Total 1688898 888071 800827 53% 47%

Casado(a) 14 a 19 años 10242 3545 6697 35% 65%

Casado(a) 20 a 29 años 166124 77488 88636 47% 53%

Casado(a) 30 a 39 años 317180 123672 193508 39% 61%

Casado(a) 40 a 49 años 409386 178330 231056 44% 56%

Casado(a) 50 a 59 años 355045 192886 162159 54% 46%

Casado(a) 60 años y más 430921 312150 118771 72% 28%

Unión libre Total 529694 272594 257100 51% 49%

Unión libre 14 a 19 años 21605 8034 13571 37% 63%





Unión libre 60 años y más 50448 41284 9164 82% 18%

Unión libre No especificado

179 179 100% 0%

Alguna vez unidos

Total 139951 65530 74421 47% 53%

Alguna vez unidos

14 a 19 años 1174 229 945 20% 80%

Alguna vez unidos

20 a 29 años 8641 4240 4401 49% 51%

Alguna vez unidos

30 a 39 años 16218 5992 10226 37% 63%

Alguna vez unidos

40 a 49 años 23779 11909 11870 50% 50%

Alguna vez unidos

50 a 59 años 22285 8544 13741 38% 62%

Alguna vez unidos

60 años y más 67854 34616 33238 51% 49%

Separado(a) Total 47484 24047 23437 51% 49%

Separado(a) 14 a 19 años 1174 229 945 20% 80%

Separado(a) 20 a 29 años 8641 4240 4401 49% 51%

Separado(a) 30 a 39 años 6134 2299 3835 37% 63%

Separado(a) 40 a 49 años 14142 8413 5729 59% 41%

Separado(a) 50 a 59 años 5437 3134 2303 58% 42%

Separado(a) 60 años y más 11956 5732 6224 48% 52%

Divorciado(a) Total 11055 3246 7809 29% 71%

Divorciado(a) 30 a 39 años 4216 1422 2794 34% 66%


129



Divorciado(a) 60 años y más 1273 387 886 30% 70%

Viudo(a) Total 81412 38237 43175 47% 53%

Viudo(a) 30 a 39 años 5868 2271 3597 39% 61%

Viudo(a) 40 a 49 años 6903 3220 3683 47% 53%

Viudo(a) 50 a 59 años 14016 4249 9767 30% 70%

Viudo(a) 60 años y más 54625 28497 26128 52% 48%

No especificado

Total 91 91 0% 100%

No especificado

No especificado

91 91 0% 100%

FUENTE: INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

Puntualización aparte merece que, desde la perspectiva amplia del

trabajo, la totalidad de las mujeres unidas o casadas trabajan, lo que

significa que la vida productiva de las mujeres no solo se amplía con la

conformación de su propio hogar, sino que trasciende al ámbito laboral.

Continuando con el análisis de las tasas de participación en el trabajo

total, otro de los ejes que permite visibilizar la desigualdad sexual en la

distribución del trabajo, es la dimensión geográfica, que en este caso se

abordará desde la óptica del tamaño de la localidad, con lo cual se

busca establecer la relación entre el grado de urbanización y desarrollo

local y la división del trabajo entre hombres y mujeres.

Las tasas de participación en el trabajo femeninas y masculinas por

tamaño de localidad, muestran una mayor participación de las mujeres


130

en los cuatro segmentos de población; asimismo, se aprecia que al

pasar de localidades más urbanizadas a menos urbanizadas o rurales

las brechas en la participación de hombres y mujeres se amplían

ligeramente.

PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN EL TRABAJO SEGÚN NIVEL DE

URBANIZACIÓN.


Total 49,549,331 30,521,397 19,027,934 62% 38%

Más urbanizadas 25,091,347 14,631,656 10,459,691 58% 42%

Menos urbanizadas 24,457,984 15,889,741 8,568,243 65% 35%

Urbano medio 7,358,879 4,357,398 3,001,481 59% 41%

Urbano bajo 6,952,077 4,370,096 2,581,981 63% 37%

Rural 10,147,028 7,162,247 2,984,781 71% 29%


La carga de trabajo medida a través de las horas promedio semanales

trabajadas complementa y profundiza en el análisis de género del

trabajo en esta perspectiva amplia; pues permite hacer visibles la

intensidad de las desigualdades y, a la vez, la contribución que hacen

hombres y mujeres a la producción en general de los bienes y servicios.

HORAS TRABAJADAS EN PROMEDIO POR SEMANA


Total 49305839 30645359 18660480 62% 38%

Ausentes temporales 1396710 768420 628290 55% 45%


131

con vínculo laboral

Menos de 15 horas 3277538 1242294 2035244 38% 62%

De 15 a 24 horas 4589430 2283756 2305674 50% 50%

De 25 a 34 horas 4370937 2169310 2201627 50% 50%

De 35 a 39 horas 3240291 1881126 1359165 58% 42%

De 40 a 48 horas 18720456 12104868 6615588 65% 35%

De 49 a 56 horas 6209584 4504944 1704640 73% 27%

No especificado 262480 203832 58648 78% 22%


Las actividades que están orientadas a la producción de bienes o

servicios para el mercado y por las cuales se percibe una

remuneración, son el objeto de análisis de la presente sección.

Con la finalidad de mostrar los avances y situación actual de la

participación de la mujer en el trabajo remunerado, las desigualdades

que están presentes en la inserción de hombres y mujeres y la

contribución que ambos sexos realizan a la producción económica.

Esta clase de trabajo desde el surgimiento del grupo poblacional

industrial se constituyó en el motor del desarrollo en tanto que hizo

posible cubrir la constante demanda de producción de la grupo

poblacional para su reproducción y, a la vez, trajo consigo la extensión

de las relaciones de trabajo asalariadas, ubicando por un lado a los

propietarios de los medios de producción y por el otro a la fuerza de


132

trabajo, en un proceso constante de transformación efecto ulterior del

propio desarrollo y de los avances tecnológicos.

Las necesidades cada vez mayores de producción, propias de una

grupo poblacional industrial generaron una mayor demanda y

diversificación de la producción y el consumo, lo cual llevó aparejado un

proceso de requerimientos de fuerza de trabajo, a tal grado de

demandar una utilización más intensiva del trabajo masculino y una

mayor participación de las mujeres en la esfera de la producción

económica, que había surgido como un espacio propio de los hombres.

La intervención de la mujer en el mercado laboral, no solamente fue

producto de los requerimientos de la fuerza de trabajo demandados por

el sistema de producción, a ello se sumaron otros procesos sociales, en

tanto que el trabajo de mercado contaba con una mayor valoración

social y las mujeres exigían un trato social menos desigual y el

reconocimiento de su aportación a la producción doméstica, así como la

apertura de distintos espacios públicos, en busca de una grupo

poblacional más justa e igualitaria.

La participación de la mujer en distintos ámbitos, entre ellos el mercado

laboral, ha permitido avances sociales importantes, al contribuir a


133

aminorar las desigualdades entre hombres y mujeres, y potenciar el

desarrollo social.

A pesar de ello, aún no se logran romper del todo las barreras que

impiden que las mujeres participen en equidad de condiciones frente a

los hombres en todos los terrenos.

El trabajo remunerado ha sido uno de los espacios en donde se ha

exigido una mayor apertura, pues es un medio que posibilita el

empoderamiento de la mujer, al apropiarse de dinero y participar en la

toma de decisiones, tanto en la esfera familiar como en la vida pública.

PARTICIPACIÓN DE HOMBRES Y MUJERES EN TRABAJO

REMUNERADO

Periodo Población total ocupada

Población total ocupada que no recibe ingresos

Total de hombres ocupados

Total de hombres ocupados que no recibe ingresos

Total de mujeres ocupadas

Total de mujeres ocupadas que no reciben ingresos

Porcentaje Hombres

Porcentaje Mujeres

2005/01 41,783,314 3,940,233 26,847,821 2,302,834 14,935,493 1,637,399 65% 35% 2005/02 42,012,002 3,978,218 26,616,057 2,258,607 15,395,945 1,719,611 64% 36% 2005/03 42,735,270 4,450,630 27,045,179 2,563,746 15,690,091 1,886,884 64% 36% 2005/04 43,193,116 4,058,957 27,216,320 2,237,377 15,976,796 1,821,580 64% 36% 2006/01 43,047,907 3,657,846 27,132,011 2,002,603 15,915,896 1,655,243 64% 36% 2006/02 43,558,317 3,810,078 27,454,034 2,083,070 16,104,283 1,727,008 64% 36% 2006/03 44,006,655 4,170,636 27,605,892 2,293,611 16,400,763 1,877,025 64% 36% 2006/04 44,289,978 4,011,851 27,740,324 2,199,836 16,549,654 1,812,015 63% 37% 2007/01 43,856,280 3,767,592 27,534,170 2,044,627 16,322,110 1,722,965 64% 36%


134

2007/02 44,408,095 3,914,962 27,812,862 2,178,554 16,595,233 1,736,408 63% 37% 2007/03 44,485,591 4,161,434 27,863,916 2,304,086 16,621,675 1,857,348 63% 37% 2007/04 45,673,527 4,237,618 28,371,619 2,268,157 17,301,908 1,969,461 63% 37% 2008/01 44,992,373 3,846,470 28,122,462 2,026,816 16,869,911 1,819,654 63% 37% 2008/02 45,641,417 3,865,679 28,550,985 2,140,777 17,090,432 1,724,902 63% 37% 2008/03 45,431,543 4,065,605 28,578,749 2,259,005 16,852,794 1,806,600 64% 36% 2008/04 45,113,448 4,014,733 28,304,714 2,275,853 16,808,734 1,738,880 63% 37% 2009/01 44,890,609 3,517,752 28,198,072 1,996,326 16,692,537 1,521,426 63% 37% 2009/02 45,326,112 3,865,291 28,408,536 2,240,546 16,917,576 1,624,745 63% 37% 2009/03 46,040,197 4,164,862 28,568,915 2,333,319 17,471,282 1,831,543 63% 37% 2009/04 46,725,780 4,273,003 29,014,592 2,397,382 17,711,188 1,875,621 63% 37% 2010/01 45,818,273 3,693,117 28,636,950 2,061,716 17,181,323 1,631,401 63% 37% 2010/02 46,890,584 4,082,536 29,279,550 2,349,899 17,611,034 1,732,637 63% 37% 2010/03 46,772,283 4,273,906 29,210,178 2,464,980 17,562,105 1,808,926 63% 37% 2010/04 46,143,555 4,014,357 28,935,748 2,374,155 17,207,807 1,640,202 63% 37% 2011/01 46,225,690 3,555,634 29,100,369 2,022,228 17,125,321 1,533,406 63% 37% 2011/02 47,182,447 3,841,626 29,530,140 2,160,448 17,652,307 1,681,178 63% 37% 2011/03 47,630,712 4,121,474 29,805,212 2,331,961 17,825,500 1,789,513 63% 37% 2011/04 48,663,554 4,241,305 29,933,226 2,334,054 18,730,328 1,907,251 62% 38% 2012/01 47,970,898 3,758,961 29,857,356 2,110,185 18,113,542 1,648,776 63% 37% 2012/02 49,280,265 4,078,166 30,431,016 2,292,060 18,849,249 1,786,106 62% 38% 2012/03 49,581,008 4,228,765 30,675,198 2,370,760 18,905,810 1,858,005 62% 38% 2012/04 49,076,626 4,111,804 30,308,384 2,424,338 18,768,242 1,687,466 62% 38% 2013/01 48,564,992 3,595,545 30,219,163 2,081,078 18,345,829 1,514,467 63% 37% 2013/02 49,549,331 3,898,436 30,521,397 2,312,953 19,027,934 1,585,483 62% 38%


En el periodo 2005-2013 la participación de las mujeres en el trabajo

remunerado es inferior a la de los hombres, alrededor de 37 de cada

100 mujeres contribuyen a la producción de bienes y servicios de

manera remunerada; a diferencia de esto, prácticamente 63 de cada

100 hombres perciben una remuneración por su trabajo, lo que significa

que por cada mujer remunerada presente en el mercado laboral hay

poco menos de dos hombres, situación que evidencia cómo aún con la


135

mayor participación de las mujeres en la actividad económica, el gap

que la separa de los hombres en términos globales todavía es muy

grande.

Las tasas de participación en el trabajo remunerado están directamente

relacionadas con el desempeño de la economía, observándose que a

mayor crecimiento económico, las oportunidades para insertarse en el

mercado laboral son optimistas, a diferencia de esto, cuando la

economía entra en periodos de crisis o recesión económica, no solo las

oportunidades de trabajo disminuyen, sino que también se expresa en

un deterioro de las condiciones laborales y el nivel de vida de la

población.

En el periodo analizado, desde principios de 2009 la economía

mexicana enfrenta una serie de problemas para crecer, producto de la

crisis financiera norteamericana y de la baja de los ingresos y salarios

petroleros, que en años anteriores habían permitido sortear la crisis y

amortiguar sus efectos, a pesar de ello, la caída abrupta de -10.3% de

la producción en el segundo semestre, en comparación con el mismo

periodo de un año antes, finalmente impactó en la participación en el

trabajo remunerado hacia la baja, tanto en hombres como en mujeres;

ello también se reflejó en una disminución del gap, efecto ulterior de las


136

menores oportunidades de trabajo para uno y otro género, más que de

un avance en la inserción de las mujeres en el mercado laboral

En 2011, producto de la recuperación de la economía, la participación

de las mujeres aumentó hasta ubicarse en la más alta del periodo

analizado, por su parte la de los hombres creció ligeramente, pero sin

lograr los niveles de participación alcanzados hasta antes de la crisis.

Entre 1998 y 2005 la división sexual del trabajo experimentó

transformaciones importantes, de tal forma que la población

económicamente activa masculina que en 1998 llevaba a cabo trabajo

doméstico en sus propios hogares era de 44.4 por ciento; pasando a

57% en 2005; es decir se incrementó en 12.6 puntos los hombres que

realizan ambos trabajos.

Los estudios y la literatura sobre la participación económica de la

población es prolífica en analizar por qué razones y cómo se ha

modificado la composición por género de dicha participación en los

últimos años. INEGI informa que la tasa de participación de las mujeres

pasó de 37 por ciento en 2005 a 38 en el 2013; es decir que 1 mujer

más de cada 100 participa en actividades económicas en el 2014. Por

grupos de edad este comportamiento se observa por ejemplo entre los

30 y los 49 años, ya que su participación se incrementa de alrededor de


137

39 por ciento a más de 40, lo que significa que en estas edades las

mujeres permanecen más en la actividad económica que en el pasado.

Población económicamente activa de 14 años y más. Por grupo de edad según sexo

Grupos de edad Población Porcentaje

H M T H M

2005

Total 26,770,893 15,503,413 42,274,306 63% 37%

14-19 años 2,707,005 1,391,248 4,098,253 66% 34%

20-29 años 6,540,039 4,085,009 10,625,048 62% 38%

30-39 años 6,492,801 4,110,941 10,603,742 61% 39%

40-49 años 5,241,394 3,267,353 8,508,747 62% 38%

50-59 años 3,408,542 1,721,847 5,130,389 66% 34%

60 y más años 2,369,031 923,113 3,292,144 72% 28%

No especificado 12,081 3,902 15,983 76% 24%

2006

Total 27,409,426 16,166,050 43,575,476 63% 37%

14-19 años 2,751,403 1,450,989 4,202,392 65% 35%

20-29 años 6,611,533 4,193,334 10,804,867 61% 39%

30-39 años 6,580,921 4,328,577 10,909,498 60% 40%

40-49 años 5,468,907 3,457,706 8,926,613 61% 39%

50-59 años 3,566,589 1,746,990 5,313,579 67% 33%

60 y más años 2,416,440 983,958 3,400,398 71% 29%

No especificado 13,633 4,496 18,129 75% 25%

2007

Total 27,726,245 16,685,607 44,411,852 62% 38%

14-19 años 2,799,441 1,376,773 4,176,214 67% 33%

20-29 años 6,576,993 4,348,337 10,925,330 60% 40%

30-39 años 6,728,832 4,382,827 11,111,659 61% 39%

40-49 años 5,525,401 3,687,413 9,212,814 60% 40%

50-59 años 3,658,787 1,900,824 5,559,611 66% 34%

60 y más años 2,425,829 984,807 3,410,636 71% 29%

No especificado 10,962 4,626 15,588 70% 30%


138

2008

Total 28,329,080 17,130,923 45,460,003 62% 38%

14-19 años 2,816,708 1,426,739 4,243,447 66% 34%

20-29 años 6,749,988 4,343,700 11,093,688 61% 39%

30-39 años 6,873,492 4,462,786 11,336,278 61% 39%

40-49 años 5,666,580 3,837,090 9,503,670 60% 40%

50-59 años 3,719,919 2,000,109 5,720,028 65% 35%

60 y más años 2,494,932 1,057,327 3,552,259 70% 30%

No especificado 7,461 3,172 10,633 70% 30%

2009

Total 28,646,986 17,062,369 45,709,355 63% 37%

14-19 años 2,677,343 1,292,272 3,969,615 67% 33%

20-29 años 6,924,496 4,216,679 11,141,175 62% 38%

30-39 años 6,863,424 4,458,907 11,322,331 61% 39%

40-49 años 5,796,624 3,891,148 9,687,772 60% 40%

50-59 años 3,864,329 2,163,582 6,027,911 64% 36%

60 y más años 2,511,610 1,032,814 3,544,424 71% 29%

No especificado 9,160 6,967 16,127 57% 43%

2010

Total 29,357,864 17,779,893 47,137,757 62% 38%

14-19 años 2,845,042 1,314,619 4,159,661 68% 32%

20-29 años 7,106,621 4,485,876 11,592,497 61% 39%

30-39 años 6,939,427 4,582,747 11,522,174 60% 40%

40-49 años 5,905,045 3,948,877 9,853,922 60% 40%

50-59 años 3,920,878 2,286,381 6,207,259 63% 37%

60 y más años 2,631,281 1,154,593 3,785,874 70% 30%

No especificado 9,570 6,800 16,370 58% 42%

2011

Total 30,608,123 18,311,678 48,919,801 63% 37%

14-19 años 2,777,415 1,312,214 4,089,629 68% 32%

20-29 años 7,577,132 4,662,670 12,239,802 62% 38%

30-39 años 7,191,600 4,639,788 11,831,388 61% 39%

40-49 años 6,111,125 4,117,416 10,228,541 60% 40%

50-59 años 4,190,738 2,398,886 6,589,624 64% 36%

60 y más años 2,750,397 1,167,811 3,918,208 70% 30%

No especificado 9,716 12,893 22,609 43% 57%

2012

Total 31,427,028 19,478,896 50,905,924 62% 38%

14-19 años 2,852,929 1,386,989 4,239,918 67% 33%


139

20-29 años 7,672,765 4,817,611 12,490,376 61% 39%

30-39 años 7,249,249 4,942,603 12,191,852 59% 41%

40-49 años 6,312,173 4,318,357 10,630,530 59% 41%

50-59 años 4,494,423 2,663,107 7,157,530 63% 37%

60 y más años 2,831,480 1,344,502 4,175,982 68% 32%

No especificado 14,009 5,727 19,736 71% 29%

2013

Total 32,131,605 20,025,095 52,156,700 62% 38%

14-19 años 2,665,025 1,334,086 3,999,111 67% 33%

20-29 años 7,798,380 4,927,717 12,726,097 61% 39%

30-39 años 7,494,317 5,109,431 12,603,748 59% 41%

40-49 años 6,608,857 4,479,713 11,088,570 60% 40%

50-59 años 4,634,655 2,829,992 7,464,647 62% 38%

60 y más años 2,917,346 1,335,112 4,252,458 69% 31%

No especificado 13,025 9,044 22,069 59% 41%

Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2005. Segundo trimestre. INEGI,

Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2006. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta

Nacional de Ocupación y Empleo, 2007. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de

Ocupación y Empleo, 2008. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y

Empleo, 2009. Segundo trimestre. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2010.

Segundo trimestre. Consulta interactiva de datos. INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y

Empleo, 2011. Segundo trimestre. (Datos preliminares) INEGI, Encuesta Nacional de

Ocupación y Empleo, 2012. Segundo trimestre. (Datos preliminares) INEGI, Encuesta

Nacional de Ocupación y Empleo,2013. Segundo trimestre.


140

0%

10

%

20

%

30

%

40

%

50

%

60

%

70

%

80

%

PO

RC

ENTA

JE D

E IN

SER

CIÓ

N L

AB

OR

AL

FEM

ENIN

A2

00

5-2

01

3

H M


141

La mayor presencia de las mujeres en el trabajo total (remunerado y no

remunerado) es efecto ulterior de la hegemonía que tienen en el trabajo

no remunerado y de su inserción en el mercado, lo cual si bien significa

un avance en la participación de la mujer en el terreno laboral, ello no

ha sido en condiciones de equidad, pues generalmente se incorporan

en puestos de trabajo con una jerarquía inferior a la de los hombres y

perciben una menor remuneración, incluso en los mismos puestos de

trabajo.

La contribución que hombres y mujeres hacen a la producción y

reproducción social también es un aspecto que no debe perderse de

vista cuando se aborda el trabajo desde una perspectiva de género,

tanto para hacer visible su aportación, como para apoyar el diseño y

evaluación de las acciones tomadas por el gobierno. Es relevante

identificar las causas que originan y reproducen las desigualdades y a

la vez dar cuenta de los avances alcanzados para vislumbrar los retos y

promover las transformaciones necesarios para lograr la igualdad entre

hombres y mujeres en los distintos ámbitos de participación.

El trabajo en México mostró un lento crecimiento y un franco

estancamiento en 2009. Entre 2000 y 2008 se registró un gran aumento

de la población ocupada y, merced a la crisis iniciada en este último

año, en 2009 hubo una reducción de más de 700 mil personas


142

ocupadas. El escaso crecimiento de los últimos años ha significado un

estancamiento en la generación de trabajos formales. Ante la ausencia

de seguros de desempleo (friccional y estructural), el trabajo informal ha

crecido aceleradamente y hoy en día representa 64% del trabajo total.

POBLACIÓN OCUPADA POR SEXO 2005-2013

Periodo TOTAL HOMBRES MUJERES

2005/01 41,783,314

26,847,821

14,935,493

2005/02 42,012,002

26,616,057

15,395,945

2005/03 42,735,270

27,045,179

15,690,091

2005/04 43,193,116

27,216,320

15,976,796

2006/01 43,047,907

27,132,011

15,915,896

2006/02 43,558,317

27,454,034

16,104,283

2006/03 44,006,655

27,605,892

16,400,763

2006/04 44,289,978

27,740,324

16,549,654

2007/01 43,856,280

27,534,170

16,322,110

2007/02 44,408,095

27,812,862

16,595,233

2007/03 44,485,591

27,863,916

16,621,675

2007/04 45,673,527

28,371,619

17,301,908

2008/01 44,992,373

28,122,462

16,869,911

2008/02 45,641,417

28,550,985

17,090,432

2008/03 45,431,543

28,578,749

16,852,794

2008/04


143

45,113,448 28,304,714 16,808,734 2009/01

44,890,609 28,198,072

16,692,537

2009/02 45,326,112

28,408,536

16,917,576

2009/03 46,040,197

28,568,915

17,471,282

2009/04 46,725,780

29,014,592

17,711,188

2010/01 45,818,273

28,636,950

17,181,323

2010/02 46,890,584

29,279,550

17,611,034

2010/03 46,772,283

29,210,178

17,562,105

2010/04 46,143,555

28,935,748

17,207,807

2011/01 46,225,690

29,100,369

17,125,321

2011/02 47,182,447

29,530,140

17,652,307

2011/03 47,630,712

29,805,212

17,825,500

2011/04 48,663,554

29,933,226

18,730,328

2012/01 47,970,898

29,857,356

18,113,542

2012/02 49,280,265

30,431,016

18,849,249

2012/03 49,581,008

30,675,198

18,905,810

2012/04 49,076,626

30,308,384

18,768,242

2013/01 48,564,992

30,219,163

18,345,829

2013/02 49,549,331

30,521,397

19,027,934

Notas:a/ En las encuestas en hogares -como es el caso de la ENOE-, los datos absolutos deben ajustarse con base en las proyecciones demográficas elaboradas por el Consejo Nacional de Población, cada vez que se disponga de éstas. La información aquí presentada corresponde a cifras ajustadas a las proyecciones que actualizó dicho organismo el pasado 16 de abril y sustituyen a las que se venían difundiendo con carácter provisional, estimadas con los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda de 2010 (del primer trimestre de 2010 al primero de 2013). Fuente: INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.


144

Los adultos mayores y los jóvenes reportan las menores cargas de

trabajo total y los adultos en edad productiva, las más altas; a pesar de

ello, en todos los casos las horas que las mujeres destinan al trabajo es

superior a la de los hombres, registrándose el gap más amplia entre la

población de 30 a 59 años, sin duda por el hecho de que la inserción de

las mujeres en el mercado laboral no se ha reflejado en una menor

carga de trabajo familiar, cumpliendo así con una doble jornada de

trabajo.

POBLACIÓN OCUPADA POBLACIÓN OCUPADA POR: EDAD Y DURACIÓN JORNADA TRABAJO

SEGÚN: SEXO Total Hombre Mujer

Total

Total 49305839 30645359 18660480

14 a 19 años 3336122 2306766 1029356

20 a 29 años 11550955 7202638 4348317

30 a 39 años 12011070 7191726 4819344

40 a 49 años 10993479 6564371 4429108

50 a 59 años 7253051 4530256 2722795

60 años y más 4140355 2836903 1303452

No especificado 20807 12699 8108

Ausentes temporales con vínculo laboral

Total 1396710 768420 628290

14 a 19 años 47459 29925 17534

20 a 29 años 287765 137875 149890

30 a 39 años 343044 177331 165713

40 a 49 años 337454 194289 143165

50 a 59 años 249984 143289 106695

60 años y más 130408 85115 45293

No especificado 596 596


145

Menos de 15 horas

Total 3277538 1242294 2035244

14 a 19 años 534903 352016 182887

20 a 29 años 579243 229221 350022

30 a 39 años 610095 153361 456734

40 a 49 años 579386 144448 434938

50 a 59 años 507989 158230 349759

60 años y más 465541 205018 260523

No especificado 381 381

De 15 a 34 horas

Total 8960367 4453066 4507301

14 a 19 años 835502 537558 297944

20 a 29 años 1767448 903161 864287

30 a 39 años 1960120 855653 1104467

40 a 49 años 1936865 821140 1115725

50 a 59 años 1393268 660250 733018

60 años y más 1064186 672823 391363


De 35 a 48 horas

Total 21960747 13985994 7974753

14 a 19 años 1259980 893822 366158

20 a 29 años 5698239 3583716 2114523

30 a 39 años 5567557 3364717 2202840

40 a 49 años 4930498 3015329 1915169

50 a 59 años 3026534 2022375 1004159

60 años y más 1470900 1101801 369099


Más de 48 horas

Total 13447997 9991753 3456244

14 a 19 años 651257 487498 163759

20 a 29 años 3166202 2308924 857278

30 a 39 años 3475961 2597665 878296

40 a 49 años 3129057 2325872 803185

50 a 59 años 2026536 1510030 516506

60 años y más 989672 756769 232903


No especificado


146

Total 262480 203832 58648

14 a 19 años 7021 5947 1074

20 a 29 años 52058 39741 12317

30 a 39 años 54293 42999 11294

40 a 49 años 80219 63293 16926

50 a 59 años 48740 36082 12658

60 años y más 19648 15377 4271



Esta situación se ve reforzada al observar las cargas de trabajo por

nivel de escolaridad, que en todos los niveles es superior la jornada

global de trabajo de las mujeres e incluso entre las mujeres más

escolarizadas es donde se aprecian las cargas de trabajo más

elevadas, efecto ulterior asociado con las mayores oportunidades de

participación en el mercado laboral, lo cual no las exime del trabajo

doméstico.

POBLACIÓN TOTAL OCUPADA POR ESCOLARIDAD Y HORAS

TRABAJADAS


Primaria completa

Secundaria completa


No especificado

Total 49549331 6905572 9915417 16647576 16053959 26807


1270649 158999 219592 364759 526738 561

Menos de 15 horas 3449862 702069 932501 1142722 671537 1033

De 15 a 34 horas 9477556 1745652 1993920 2834436 2900972 2576

De 35 a 48 horas 21433339 2594947 3810714 7297751 7714266 15661

Más de 48 horas 13572741 1677918 2907171 4905042 4075852 6758

No especificado 345184 25987 51519 102866 164594 218


147

POBLACIÓN MASCULINA OCUPADA POR ESCOLARIDAD Y HORAS

TRABAJADAS


Primaria completa

Secundaria completa


No especificado

Total 30521397 4617981 6350435 10188207 9347224 17550


696673 102370 137869 199277 256596 561

Menos de 15 horas 1315319 276101 371213 408401 259013 591

De 15 a 34 horas 4741211 1038232 1061938 1345928 1293464 1649

De 35 a 48 horas 13535860 1940976 2574786 4535873 4474650 9575

Más de 48 horas 9987131 1244196 2168523 3620991 2948465 4956

No especificado 245203 16106 36106 77737 115036 218

POBLACIÓN FEMENINA OCUPADA POR ESCOLARIDAD Y HORAS

TRABAJADAS


Primaria completa

Secundaria completa


No especificado

Total 19027934 2287591 3564982 6459369 6706735 9257


573976 56629 81723 165482 270142

Menos de 15 horas 2134543 425968 561288 734321 412524 442

De 15 a 34 horas 4736345 707420 931982 1488508 1607508 927

De 35 a 48 horas 7897479 653971 1235928 2761878 3239616 6086

Más de 48 horas 3585610 433722 738648 1284051 1127387 1802

No especificado 99981 9881 15413 25129 49558



148

Aspecto que se ve claramente reflejado al ser las mujeres casadas o

unidas las que, además de aportar una mayor cantidad de trabajo para

la producción de los bienes y servicios, también reportan la mayor

brecha respecto a la cantidad de trabajo aportado por los hombres.

Por grupos de edad, la participación de los hombres sigue siendo mayor

que la de las mujeres, apreciándose la típica campana que presentan

las curvas de participación por edad; donde los muy jóvenes y los

adultos mayores tienen menor participación, en parte debido a la

retención de más jóvenes en el sistema educativo y del retiro del

mercado laboral de muchos adultos, pero de igual manera ambos

enfrentan un mercado laboral más competitivo, selectivo y

discriminatorio, que sin las calificaciones y condiciones que fija el

mercado, dificulta aún más la inserción y permanencia en la actividad

económica.


149

PARTICIPACIÓN EN EL MERCADO LABORAR HOMBRES Y MUJERES

De manera complementaria, si se observa el promedio semanal de

horas trabajadas de hombres y mujeres, estos corroboran el

comportamiento que muestra la participación masculina y femenina en

el mercado laboral.

Independientemente de la edad, el nivel de escolaridad y la situación

conyugal; las jornadas de trabajo remunerado de los hombres son más

altas que las de las mujeres, a pesar de ello, las diferencias son menos

acentuadas si se comparan con las señaladas en el caso del trabajo no

remunerado; lo que es indicativo de que, si bien hoy en día las mujeres

y los hombres comparten el trabajo remunerado, ello no se ha


150

expresado de igual manera en el trabajo no remunerado y en una

división más equitativa del trabajo familiar.

Entre los jóvenes, los solteros y el segmento menos escolarizado, las

diferencias en las cargas de trabajo son menores, no así entre la

población adulta, los casados o unidos y el grupo de personas con

primaria completa y secundaria incompleta, en donde las jornadas de

trabajo que tienen los hombres son más elevadas, trabajando en

consecuencia un mayor tiempo que las mujeres.

La inserción diferencial de hombres y mujeres en el trabajo

remunerado, es mucho más visible al abordar la forma en que

participan en las diferentes ocupaciones y puestos de trabajo, lo cual

puede hacerse desde distintos enfoques, pero en este caso se realizará

desde la óptica de la segregación ocupacional.

Si bien es cierto que en las últimas décadas, la inclusión de las mujeres

al mercado laboral ha contribuido paulatinamente a una mayor apertura

e inserción en ocupaciones propiamente masculinas como efecto

ulterior de las cambiantes condiciones económicas y sociales del país,

hoy en día es aún notable la concentración y distribución de hombres y

mujeres en diferentes ocupaciones.


151

Los índices de feminización ocupacional, que hacen referencia al

número de mujeres por cada cien hombres en cada uno de los grupos

ocupacionales, denota las ocupaciones con un mayor o menor grado de

participación por parte de ellas como efecto ulterior de distintos

patrones de inserción en el mercado laboral para ambos sexos.

POBLACIÓN OCUPADA POR GRUPO DE OCUPACIÓN Y SEXO.

Total Hombre Mujer

Total 49,549,331 30,521,397 19,027,934

Profesionistas, técnicos y trabajadores del arte

4,602,996 2,691,497 1,911,499

Profesionistas 2,140,802 1,230,341 910,461

Técnicos 2,011,167 1,138,832 872,335

Trabajadores del arte, espectáculos y deportes

451,027 322,324 128,703

Trabajadores de la educación 1,870,368 729,764 1,140,604

Funcionarios y directivos de los sectores público, privado y social

951,220 625,307 325,913

Trabajadores en actividades agrícolas, ganaderas, silvícolas y de caza y pesca

6,544,229 5,862,105 682,124

Trabajadores industriales, artesanos y ayudantes

12,385,571 9,145,556 3,240,015

Jefes, supervisores y trabajadores de control en actividades artesanales, de transformación y de reparación y mantenimiento

902,249 671,127 231,122

Artesanos, trabajadores fabriles y trabajadores en actividades de reparación y mantenimiento

6,569,716 4,911,418 1,658,298

Operadores de maquinaria fija de movimiento continuo y equipos en el proceso de fabricación industrial

1,724,552 1,081,263 643,289


152

Ayudantes y similares en el proceso de fabricación artesanal e industrial y en actividades de reparación y mantenimiento

3,189,054 2,481,748 707,306

Conductores y ayudantes de conductores de maquinaria móvil y medios de transporte

2,412,801 2,385,840 26,961

Oficinistas 4,281,345 1,884,072 2,397,273

Jefes de departamento, coordinadores y supervisores en actividades administrativas y de servicios

820,629 475,337 345,292

Trabajadores de apoyo en actividades administrativas

3,460,716 1,408,735 2,051,981

Comerciantes 9,134,992 4,150,855 4,984,137

Comerciantes, empleados de comerciantes y agentes de ventas

6,833,044 3,242,157 3,590,887

Vendedores ambulantes y trabajadores ambulantes en servicios

2,301,948 908,698 1,393,250

Trabajadores en servicios personales 6,880,882 2,615,722 4,265,160

Trabajadores en servicios personales en establecimientos

4,564,885 2,351,450 2,213,435

Trabajadores en servicios domésticos 2,315,997 264,272 2,051,725

Trabajadores en servicios de protección y vigilancia y fuerzas armadas

474,388 424,064 50,324

Otros trabajadores con ocupaciones insuficientemente especificadas

10,539 6,615 3,924


Los índices referidos a los trabajadores remunerados y de los

trabajadores subordinados y remunerados muestran un

comportamiento similar donde los grupos ocupacionales con los de

mayor presencia de mujeres por cada cien hombres son los servicios

personales, seguido de las ocupaciones relacionadas con la instrucción

educativa y las labores administrativas de oficina; en contraparte, las


153

ocupaciones menos feminizadas corresponden a las de operadores de

transporte, ocupaciones agropecuarias y de protección y vigilancia.

TASA DE OCUPACIÓN POR SEXO


En los trabajadores independientes, los índices de feminización más

elevados se localizan entre las ocupaciones vinculadas a los servicios

personales, seguidas de los comerciantes y actividades educativas,


154

ocupaciones que se han caracterizado por un mayor grado de

flexibilidad para combinar el trabajo remunerado y las actividades

domésticas en los hogares.

Si se toma en consideración la inclusión de la mujer en el mercado

laboral se puede observar que si bien el espectro de profesiones a las

que aspiran las mujeres se ha ampliado, hay una significante

feminización de las ocupaciones. Dichos estereotipos ocupacionales

contribuyen a la reproducción de las desigualdades de género que se

traducen también en el acceso o no a posiciones jerárquicas, mejores

sueldos, trabajo informal y prestaciones.

POBLACIÓN OCUPADA POR SECTOR DE LA ECONOMÍA

Total Hombre Mujer

Total 49,549,331 30,521,397 19,027,934

Primario 6,688,635 5,977,721 710,914

Secundario 11,676,727 8,651,218 3,025,509

Terciario 30,883,639 15,700,211 15,183,428

No especificado 300,330 192,247 108,083


La inserción laboral por sector de actividad sigue el patrón de

tercerización de la economía, de tal suerte, que el porcentaje de

mujeres que laboran en actividades de servicios y el comercio se


155

incrementa de 47 por ciento en 2005 a 49 por ciento en 2013. Esta

tendencia tiene como consecuencia que disminuya la ocupación de

varones en este sector al pasar de 53 por ciento en 2005 al 51 por

ciento para la primera mitad del 2013, lo que se podría interpretar como

un avance pequeño pero consistente de las mujeres en su inserción a

este sector de la economía.

INSERCIÓN DE LAS MUJERES EN EL SECTOR TERCIARIO 2005-2013

AÑO TOTAL HOMBRES MUJERES %

HOMBRES %

MUJERES 2005 24,942,237 13,223,531 11,718,707 53% 47% 2006 25,882,792 13,541,901 12,340,891 52% 48% 2007 26,606,246 13,793,771 12,812,475 52% 48% 2008 27,352,359 14,241,639 13,110,720 52% 48% 2009 28,194,795 14,554,681 13,640,114 52% 48% 2010 28,536,836 14,723,797 13,813,039 52% 48% 2011 29,333,631 15,143,089 14,190,543 52% 48% 2012 30,397,839 15,575,332 14,822,507 51% 49% 2013 30,565,577 15,635,368 14,930,209 51% 49%

Fuente: INEGI. Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

2.2.4. EN MATERIA DE INGRESO EN LAS FAMILIAS.

La participación de la población femenina en el mercado laboral

muestra un crecimiento sostenido durante los últimos 30 años,

relacionado con los procesos de modernización, industrialización y


156

urbanización del país, pero también con los ajustes y reestructuraciones

económicas ocurridas en las décadas pasados, que han exigido a los

hogares la inclusión de un mayor número de miembros al mercado

laboral.

Es probable que el incremento de la participación de las mujeres haya

sido mayor al registrado, pues la declaración de la actividad laboral

femenina sigue estando sujeta a problemas de sub numeración,

asociados con la definición de las actividades económicas, y a

consideraciones de tipo cultural que inciden en la percepción (propia y

de otros) del trabajo realizado por mujeres.

El INEGI informa que la tasa de participación económica de mujeres

aumentó de 8.7% en 1970 a 13.83% en 1990 y a 33.32% en 2010. En

contrapartida, el comportamiento de la tasa de participación económica

de los hombres solo en 1990 presento un ligero descenso que sin

embargo se recuperó para año 2000.

TASA DE PARTICIPACIÓN ECONÓMICA HOMBRE Y MUJERES

1970 1980 1990 2000 2010

Hombres 43.70 47.99 46.09 49.00 73.37

Mujeres 8.78 16.69 13.03 21.21 33.32

Fuente: INEGI


157

A pesar de la inclusión de la mujer al mercado laboral, persisten

patrones en la división sexual del trabajo que restringen las

oportunidades laborales de las mujeres, quienes aún son las principales

responsables del trabajo reproductivo, lo que representa dificultades

considerables para conciliar sus trayectorias productivas con el cuidado

familiar.

Estas importantes transformaciones no se han visto acompañadas de

una distribución más igualitaria del trabajo reproductivo y doméstico

entre los sexos o de políticas afirmativas de la misma magnitud, lo que

ha generado cargas globales de trabajo importantemente mayores para

las mujeres.

Los datos del INEGI afirman que para 2008 se estima que las mujeres

tienen en promedio cargas globales de trabajo de 66.6 horas a la

semana, diez horas más que los hombres (56.1).

El proceso de transición demográfica ha contribuido optimistamente a

disminuir la presión ya referida entre la vida laboral y la doméstica, pues

la disminución de la descendencia promedio por mujer implica la

reducción del tiempo que las mujeres dedican a la crianza de sus hijos.


158

De acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población

(CONAPO), a mediados de la década de los setenta una mujer

dedicaba 22.2 años de su vida a esta función; para 2006 este periodo

disminuyó a 13.6 años. Dicho proceso ha sido acompañado por una

lenta participación de la pareja en las labores domésticas y la crianza de

los hijos.

La inclusión de la mujer al mercado de trabajo también se expresa en la

relevancia de las aportaciones económicas de las mujeres dentro de los

hogares.

El ingreso femenino en el presupuesto total de los hogares ha ido en

gran aumento: a inicios de la década de los noventa, cerca de uno de

cada dos hogares registraba ingresos y salarios monetarios

provenientes del trabajo femenino; en 2005 esta situación se observó

en dos de cada tres núcleos domésticos.

HOGARES CON JEFATURA FEMENINA POR TIPO Y CLASE DE HOGAR, 1960 A 2005

Tipo de hogar 1960 1970 1990a 2000a 2005a

Clase de hogar

Hogares con jefatura femeninab

926426 1705234 2805488 4597235 5717659

Familiares 773675 1385935 2333034 3882202 4774132

Nucleares ND ND 1518158 2235639 2872837

Extensos ND ND 814876 1646563 1901295

No familiares ND ND 428448 708214 930716


159

Corresidentes ND ND 39582 41998 49959

Unipersonalese 152751 319299 388866 666216 880757

Nota: Para 1960 y 1970 la información se refiere a familias censales mientras que para 1990 a 2005 corresponde a hogares, lo cual significa que no son enteramente comparables. En efecto, la familia censal consiste en un núcleo conyugal al que pueden agregarse hijos, otros parientes y/o no parientes. En cambio, un hogar, específicamente de tipo familiar, puede incluir más de un núcleo conyugal y por tanto más de una familia censal, pero las relaciones de parentesco de todos los miembros del hogar se ordenan en torno a un solo jefe, quien puede o no formar un núcleo conyugal. La diferencia consiste en la mayor complejidad que puede presentar la estructura de un hogar al tener la posibilidad de incluir más de un núcleo conyugal. Estos cambios conceptuales se deben tener en cuenta debido a que afectan los resultados y en ocasiones los datos no dan cuenta de los comportamientos que se venían observando o de la tendencia esperada. Cifras correspondientes a las siguientes fechas censales: 8 de junio (1960); 28 de enero (1970); 12 de marzo (1990); 14 de febrero (2000); y 17 de octubre (2005). a Para los años 1990, 2000 y 2005, el total de población en hogares incluye al jefe del hogar menor de 12 años, así como a los hogares en donde no se especificó a qué tipo y clase pertenecen. b Para los años de 1960 y 1970 el total de hogares corresponde a la suma de las familias censales y las personas solas. c Para los años de 1960 y 1970 el total de hogares familiares corresponde al número de familias censales. Para 1990 a 2005, los hogares familiares incluyen a los hogares no especificados. d Para 2000 y 2005, incluye a la población de los hogares ampliados, compuestos y hogares familiares no especificados. e Para los años de 1960 y 1970 el total de hogares unipersonales corresponde al total de personas solas. Cabe recalcar que el total de hogares unipersonales es igual al total de la población que en ellos reside. ND No disponible. Fuente: INEGI. Censos de Población y Vivienda, 1960, 1970, 1990 y 2000.

INEGI. II Conteo de Población y Vivienda 2005.

Aún es necesario mejorar las condiciones de inserción de las mujeres

en el mercado laboral y garantizar el acceso a los servicios necesarios

para facilitar la conciliación entre la vida laboral, familiar y doméstica, y


160

la equidad de oportunidades para participar en jornadas completas de

trabajo, el sector formal de la economía, el ascenso y movilidad laboral.

En México, el cuidado de los hijos en ausencia de la madre continúa

siendo una actividad predominantemente familiar que se inserta dentro

de un conjunto de estrategias domésticas de subsistencia cotidiana.

INEGI corrobora que alrededor de 54.6 y 59.3% de los niños y niñas

son cuidados por un familiar; la contribución de las guarderías públicas

es todavía insuficiente a pesar de que su número se ha triplicado en el

caso de los servicios del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y

duplicado en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los

Trabajadores del Estado (ISSSTE), entre 1996 y 2006.

Otras medidas han permitido incrementar la oferta de servicios de

cuidado infantil. El Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a

Madres Trabajadoras, de la Secretaría de Desarrollo Social

(SEDESOL), duplicó entre 2006 y 2008 la oferta de servicios de cuidado

de menores de 4 años de edad en el país.

El Programa Escuelas de Tiempo Completo, puesto en marcha por la

Secretaría de Instrucción educativa Pública (SEP) en el ciclo escolar

2007-2008, busca conciliar los horarios escolares con los laborales para


161

eliminar este tipo de barreras que dificultan la inserción de las mujeres

en el mercado laboral.

De esta forma tenemos que la mayor parte de la participación

económica de las mujeres se concentra en el tipo de trabajo asalariado

o subordinado, siendo también importantes las actividades realizadas

de manera independiente o por cuenta propia.

Existen diferencias entre hombres y mujeres principalmente cuando se

trata del trabajo no remunerado, en el que una de cada 10 mujeres no

recibe ingreso por su trabajo; la mayoría de ellas son ayudantes sin

ingresos y salarios en negocios familiares.

NIVEL DE INGRESOS DE LA POBLACIÓN OCUPADA POR SEXO

Total Hombre Mujer

Total 49549331 30521397 19027934

Hasta un salario mínimo 6717916 3150180 3567736

Más de 1 hasta 2 salarios mínimos 12247408 6870617 5376791



Más de 5 salarios mínimos 3707118 2581639 1125479

No recibe ingresos 3898436 2312953 1585483

No especificado 5361385 3369751 1991634

Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.


162

Otra situación a destacar es la baja proporción de mujeres como

empleadoras, sólo representan 2.4% de las mujeres ocupadas,

porcentaje mucho menor al de los hombres que es de 6.4%.

POR POSICIÓN EN EL TRABAJO SEGÚN SEXO

Total Hombre Mujer

Total 49305839 30645359 18660480

Trabajadores independientes 13051125 8426236 4624889

Empleadores 2033615 1641396 392219

Trabajadores por cuenta propia 11017510 6784840 4232670

Trabajadores subordinados 36254714 22219123 14035591

Trabajadores subordinados y remunerados 33486422 20940336 12546086

Asalariados 31324741 19232303 12092438

Con percepciones no salariales 2161681 1708033 453648

Trabajadores no remunerados 2768292 1278787 1489505

Trabajadores familiares sin pago 2650442 1238031 1412411

Trabajadores no familiares sin pago 117850 40756 77094

Fuente: Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.

La participación económica de las mujeres se ha asociado al

crecimiento de algunos sectores de ocupación. En las tablas por

trimestre que se presentan a continuación, se puede apreciar cómo

aumenta la importancia de las mujeres en el mercado laboral, aunque

sigue siendo muy desigual. Estas desigualdades son probablemente no

atribuibles a factores como el desempeño laboral.


163

POBLACIÓN OCUPADA SEGÚN SEXO Y SECTOR ECONÓMICO

1998-2004

Total Sexo Hombre Mujer

Segundo trimestre de 1998

Total Rama act económica ppal

38,658,762 25,620,381 13,038,381


Sector primario 7,542,273 6,443,084 1,099,189


Sector secundario 9,530,215 6,874,132 2,656,083


Sector terciario 21,410,364 12,159,209 9,251,155


No especificado 175,910 143,956 31,954



38,953,337 25,900,410 13,052,927


Sector primario 7,804,034 6,653,710 1,150,324






No especificado 170,003 136,012 33,991

Segundo trimestre del 2000


39,502,155 26,011,240 13,490,915


Sector primario 7,129,595 6,158,369 971,226






No especificado 163,988 126,487 37,501

Tercer trimestre del 2000


39,474,653 26,167,964 13,306,689


Sector primario 7,095,732 6,334,688 761,044


164






No especificado 172,400 139,827 32,573

Cuarto trimestre del 2000


39,695,452 26,036,907 13,658,545


Sector primario 7,269,856 6,318,605 951,251






No especificado 154,455 124,007 30,448

Primer trimestre del 2001


39,516,881 25,995,119 13,521,762


Sector primario 7,017,482 6,096,972 920,510






No especificado 146,517 115,656 30,861



39,385,505 25,992,774 13,392,731


Sector primario 7,065,510 6,232,180 833,330






No especificado 145,935 117,156 28,779



39,982,411 26,300,628 13,681,783


165


Sector primario 7,424,855 6,442,268 982,587






No especificado 141,332 113,035 28,297



40,007,972 26,287,942 13,720,030


Sector primario 7,359,852 6,418,260 941,592






No especificado 145,977 116,433 29,544



40,001,528 26,324,954 13,676,574


Sector primario 7,130,724 6,236,460 894,264






No especificado 146,382 113,333 33,049



40,301,994 26,383,158 13,918,836


Sector primario 7,206,665 6,295,815 910,850






166


No especificado 152,387 122,464 29,923



40,580,819 26,675,003 13,905,816


Sector primario 7,435,777 6,552,615 883,162






No especificado 162,206 124,906 37,300



40,338,043 26,617,953 13,720,090


Sector primario 7,354,997 6,435,598 919,399






No especificado 163,750 122,933 40,817



40,658,039 26,811,436 13,846,603


Sector primario 7,219,014 6,328,674 890,340






No especificado 144,382 113,982 30,400



40,633,197 26,716,673 13,916,524


Sector primario 6,813,644 6,025,758 787,886


167






No especificado 147,042 114,328 32,714



41,402,594 26,986,057 14,416,537


Sector primario 7,198,936 6,269,949 928,987






No especificado 138,095 105,679 32,416



41,391,037 26,909,031 14,482,006


Sector primario 6,982,162 6,101,746 880,416






No especificado 144,451 108,891 35,560



41,590,234 27,133,065 14,457,169


Sector primario 6,797,313 6,034,523 762,790






No especificado 143,911 110,043 33,868


168



42,306,063 27,357,076 14,948,987


Sector primario 6,937,881 6,047,010 890,871






No especificado 162,536 128,653 33,883



42,344,597 27,386,330 14,958,267


Sector primario 6,986,768 6,089,343 897,425






No especificado 184,443 143,545 40,898



42,033,306 27,238,591 14,794,715


Sector primario 6,797,745 5,984,578 813,167






No especificado 166,601 124,952 41,649

FUENTE: INEGI. Encuesta Nacional de Empleo.


169


2005-2010

Total Hombre Mujer


Total 43,809,329 27,398,730 16,410,599


Primario 5,938,828 5,276,668 662,160


Secundario 10,457,469 7,798,720 2,658,749


Terciario 27,116,496 14,128,336 12,988,160


No especificado 296,536 195,006 101,530


Total 44,480,562 27,695,971 16,784,591


Primario 5,903,273 5,270,242 633,031


Secundario 10,664,064 7,928,337 2,735,727


Terciario 27,615,249 14,296,131 13,319,118


No especificado 297,976 201,261 96,715


Total 44,651,832 27,804,532 16,847,300


Primario 5,899,290 5,267,964 631,326


Secundario 10,594,481 7,959,949 2,634,532


Terciario 27,860,436 14,379,679 13,480,757


No especificado 297,625 196,940 100,685


Total 43,633,759 27,214,013 16,419,746


Primario 5,594,767 5,037,130 557,637

Primer trimestre del Secundario 10,619,359 7,983,393 2,635,966


170

2010


Terciario 27,131,200 14,003,045 13,128,155


No especificado 288,433 190,445 97,988


Total 44,535,314 27,602,031 16,933,283


Primario 6,114,192 5,402,857 711,335


Secundario 10,411,502 7,724,023 2,687,479


Terciario 27,695,616 14,269,766 13,425,850


No especificado 314,004 205,385 108,619


Total 43,917,203 27,215,068 16,702,135


Primario 5,989,637 5,271,584 718,053


Secundario 10,362,246 7,695,067 2,667,179


Terciario 27,282,194 14,055,410 13,226,784


No especificado 283,126 193,007 90,119


Total 43,344,281 27,100,806 16,243,475


Primario 5,644,808 5,091,113 553,695


Secundario 10,422,042 7,824,054 2,597,988


Terciario 26,969,855 13,975,431 12,994,424


No especificado 307,576 210,208 97,368


Total 42,915,615 26,938,499 15,977,116


Primario 5,454,908 4,947,524 507,384



171

2009


Terciario 26,581,674 13,857,367 12,724,307


No especificado 306,033 215,693 90,340


Total 43,255,617 27,084,131 16,171,486


Primario 5,866,706 5,173,752 692,954


Secundario 10,644,290 7,906,237 2,738,053


Terciario 26,400,218 13,771,787 12,628,431


No especificado 344,403 232,355 112,048


Total 43,625,738 27,384,332 16,241,406


Primario 5,909,139 5,201,162 707,977


Secundario 10,903,449 8,083,556 2,819,893


Terciario 26,485,252 13,874,273 12,610,979


No especificado 327,898 225,341 102,557


Total 43,866,696 27,401,679 16,465,017


Primario 5,758,563 5,092,774 665,789


Secundario 11,180,999 8,254,462 2,926,537


Terciario 26,594,105 13,828,872 12,765,233


No especificado 333,029 225,571 107,458


Total 43,320,677 27,040,003 16,280,674


Primario 5,676,086 4,938,294 737,792



172

2008


Terciario 26,359,630 13,711,952 12,647,678


No especificado 363,859 231,716 132,143


Total 44,005,604 27,302,128 16,703,476


Primario 5,969,489 5,162,731 806,758


Secundario 11,160,649 8,204,060 2,956,589


Terciario 26,511,734 13,690,296 12,821,438


No especificado 363,732 245,041 118,691


Total 42,916,569 26,858,459 16,058,110


Primario 5,893,512 5,127,973 765,539


Secundario 11,039,731 8,160,325 2,879,406


Terciario 25,676,266 13,350,778 12,325,488


No especificado 307,060 219,383 87,677


Total 42,906,656 26,840,614 16,066,042


Primario 5,772,419 5,072,440 699,979


Secundario 11,033,359 8,165,250 2,868,109


Terciario 25,788,672 13,396,151 12,392,521


No especificado 312,206 206,773 105,433


Total 42,400,462 26,589,035 15,811,427


Primario 5,734,735 5,044,003 690,732



173

2007


Terciario 25,289,870 13,184,894 12,104,976


No especificado 313,406 203,235 110,171


Total 42,846,141 26,825,308 16,020,833


Primario 6,042,851 5,273,887 768,964


Secundario 11,002,412 8,024,150 2,978,262


Terciario 25,481,547 13,304,441 12,177,106


No especificado 319,331 222,830 96,501


Total 42,604,003 26,717,255 15,886,748


Primario 6,028,532 5,260,819 767,713


Secundario 11,041,241 7,979,233 3,062,008


Terciario 25,202,297 13,245,593 11,956,704


No especificado 331,933 231,610 100,323


Total 42,197,775 26,597,896 15,599,879


Primario 6,033,001 5,298,541 734,460


Secundario 10,803,115 7,951,597 2,851,518


Terciario 25,051,946 13,139,537 11,912,409


No especificado 309,713 208,221 101,492


Total 41,721,115 26,308,070 15,413,045


Primario 5,875,619 5,201,534 674,085



174

2006


Terciario 24,804,114 12,992,262 11,811,852


No especificado 351,344 243,016 108,328


Total 41,880,780 26,396,229 15,484,551


Primario 6,156,527 5,383,484 773,043


Secundario 10,620,037 7,797,139 2,822,898


Terciario 24,791,835 13,015,740 11,776,095


No especificado 312,381 199,866 112,515


Total 41,435,979 26,257,174 15,178,805


Primario 6,390,391 5,557,882 832,509


Secundario 10,537,177 7,678,053 2,859,124


Terciario 24,147,295 12,777,865 11,369,430


No especificado 361,116 243,374 117,742


Total 40,791,814 25,853,079 14,938,735


Primario 6,059,822 5,332,443 727,379


Secundario 10,405,790 7,599,794 2,805,996


Terciario 24,077,987 12,749,442 11,328,545


No especificado 248,215 171,400 76,815


Total 40,575,874 26,097,820 14,478,054


Primario 6,047,361 5,372,196 675,165



175

2005


Terciario 23,769,471 12,822,637 10,946,834


No especificado 313,691 218,372 95,319

Nota: Los resultados de la ENOE incluidos en esta sección, que comprenden del primer trimestre de 2005 al cuarto trimestre de 2010, comparten la característica de estar generados con factores de expansión ajustados a las proyecciones demográficas oficiales elaboradas por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), que tienen como base los resultados definitivos del II Conteo de Población y Vivienda 2005.

Ante la publicación de los resultados definitivos del Censo de Población y Vivienda 2010 el 3 de marzo de 2011, de acuerdo con su atribución legal, el CONAPO deberá elaborar unas nuevas proyecciones demográficas oficiales, que entre otros usos permitan que la ENOE y las demás encuestas en hogares realizadas por el INEGI sigan emitiendo los resultados de sus levantamientos, en cifras absolutas.

En virtud de lo anterior, el INEGI ha tomado la decisión de mantener la serie original de los resultados trimestrales de la ENOE, a partir de su inicio en 2005 y hasta el año 2010, y en paralelo, iniciar una serie de resultados desde el primer trimestre de 2011 con cifras absolutas ajustadas a los datos poblacionales definitivos emitidos por el Censo de Población y Vivienda 2010.



2010-2014

Total Hombre Mujer

Primer trimestre del 2014 Total 49305839 30645359 18660480

Primer trimestre del 2014 Primario 6660593 5966908 693685

Primer trimestre del 2014 Secundario 11957708 8908656 3049052

Primer trimestre del 2014 Terciario 30420552 15578104 14842448

Primer trimestre del 2014 No especificado 266986 191691 75295

Cuarto trimestre del 2013 Total 50243493 30974359 19269134

Cuarto trimestre del 2013 Primario 6979357 6153303 826054

Cuarto trimestre del 2013 Secundario 12051015 8922306 3128709


176

Cuarto trimestre del 2013 Terciario 30925976 15704947 15221029

Cuarto trimestre del 2013 No especificado 287145 193803 93342

Tercer trimestre del 2013 Total 49576734 30608980 18967754

Tercer trimestre del 2013 Primario 6860345 6095445 764900

Tercer trimestre del 2013 Secundario 11877004 8744660 3132344

Tercer trimestre del 2013 Terciario 30563813 15567232 14996581

Tercer trimestre del 2013 No especificado 275572 201643 73929

Segundo trimestre del 2013 Total 49549331 30521397 19027934

Segundo trimestre del 2013 Primario 6688635 5977721 710914

Segundo trimestre del 2013 Secundario 11676727 8651218 3025509

Segundo trimestre del 2013 Terciario 30883639 15700211 15183428

Segundo trimestre del 2013 No especificado 300330 192247 108083

























177





































178









Aunque la población femenina ocupada se ha concentrado

tradicionalmente en actividades relacionadas con servicios personales y

domésticos, así como en el comercio mayorista y minorista, su

presencia ha aumentado de manera importante en actividades

caracterizadas por la flexibilidad de sus procesos productivos y por la

laxitud de su estructura. Estos rasgos se encuentran asociados

frecuentemente a condiciones de inestabilidad, pérdida de garantías

laborales, expansión del trabajo asalariado al entorno doméstico, así

como irregularidad en las percepciones salariales.

A partir de lo anterior es posible afirmar que la feminización de algunas

ocupaciones y ramas de actividad no se ha traducido en mayores

condiciones de equidad y acceso a oportunidades para las mujeres. A

diferencia de esto, las actividades de predominante presencia femenina

frecuentemente presentan situaciones de discriminación salarial,


179

desigualdad en el acceso a oportunidades de ascenso y capacitación, al

igual que de irregularidad en el cumplimiento de la normatividad laboral.

Vale la pena detenerse en la problemática de la discriminación salarial,

pues expresa claramente la persistencia de la desigualdad social

basada en distinciones sexuales. Esta dimensión de la discriminación

describe escenarios donde las mujeres perciben salarios menores a

pesar de desempeñarse por igual cantidad de horas en el mismo puesto

de trabajo que los hombres y contar con un nivel de instrucción

semejante.

La información que ofrece la Encuesta Nacional de Ocupación y

Trabajo (ENOE), hasta ahora analizada parcialmente al centrarse en las

actividades domésticas y extra domésticas, se propone renovarla para

abordar el trabajo en una visión más amplia, a partir del estudio en su

conjunto del trabajo remunerado y no remunerado, y posteriormente el

análisis de cada uno.

Otro de los tópicos centrales de los análisis sobre las desigualdades en

la inserción de los hombres y las mujeres en el mercado laboral son los

ingresos y salarios que reciben hombres y mujeres por su participación

en las actividades económicas y particularmente la atención que se


180

pone en las diferencias en las remuneraciones y salarios desde un

enfoque de discriminación laboral.

Así, al analizar la cantidad monetaria que reciben hombres y mujeres

por su participación en la actividad económica, a partir de la mediana

del ingreso por hora de trabajo, esta muestra que independientemente

de la edad, la escolaridad y la situación conyugal de las mujeres y los

hombres, la remuneración que perciben las mujeres por su trabajo

representa en promedio el 96% de la remuneración que reciben los

hombres.

Los datos estimados para el segundo trimestre de 2011, muestran que

la mayor discriminación salarial se localiza en las ocupaciones

relacionadas a la industria, donde para alcanzar la igualdad salarial

entre uno y otro género, se requiere aumentar el salario que perciben

las mujeres en un 31%, enseguida se encuentran las ocupaciones

profesionales con un gran aumento del 17.4% y las ocupaciones

relacionadas al comercio en el cual el índice indica un gran aumento del

15.8% en el salario de las mujeres para lograr salarios equitativos.

La tasa de participación en el trabajo según grupos de edad, ofrece una

visión complementaria de los patrones de división del trabajo en los

diferentes segmentos de población.


181

La participación de las mujeres en todos los grupos de edad sigue

siendo superior a la de los hombres; en los grupos de edad extremos el

gap se inclina a favor de las mujeres, entre 8.6 y 11.5 puntos

porcentuales, mientras que en las edades centrales (25 a 54 años), sin

dejar de ser mayor la participación de las mujeres, el gap es de entre

1.3 y 2.1 puntos porcentuales, situación que muestra ciertas asimetrías

entre los jóvenes y los adultos mayores, que seguramente obedecen a

patrones diferenciados de inserción en otras esferas.

MEDIANA DEL INGRESO POR GRUPO DE OCUPACIÓN SEGÚN SEXO

Grupos de ocupación principal hombres mujeres

Proporción de ingreso que ganan

las mujeres

Operadora de transporte 20.9 33.3 159.3%

Trabajadores en protección y vigilancia

18.1 22.9 126.5%

Trabajadores agropecuarios 13.3 14.3 107.5%

Trabajadores de la educación 58.1 58.1 100.0%

Profesionales, técnicos y trabajadores del arte

40.7 39.9 98.0%

Trabajadores en servicios personales

19.4 18.6 95.9%

Oficinistas 29.1 27.9 95.9%

Funcionarios y directivos 55.6 48.4 87.1%

Comerciantes 19.4 16.1 83.0%

Trabajadores industriales artesanos y ayudantes

22.2 16.7 75.2%


182

Fuente: INEGI Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011.

Entre los adultos mayores se aprecia la menor remuneración de las

mujeres, y la que más se acerca a la remuneración de los hombres es la

de las mujeres con mayores niveles de escolaridad, con excepción de

las mujeres solteras, las cuales reciben mayor remuneración que los

hombres.

La mediana del ingreso por hora, es la medida de tendencia central

preferente en este tipo de análisis, dado que elimina el efecto de los

valores extremos. Al revisar los datos por grupos de ocupación, la

mediana del ingreso por hora, en primer lugar guarda una estrecha

relación con el grado de calificación, por lo que en general a mayor

calificación mayor ingreso, observándose entre los trabajadores de la

instrucción educativa y entre los funcionarios y directivos los ingresos y

salarios más elevados; lo cual contrasta con ocupaciones como las

agropecuarias.


183

MEDIA DE INGRESO POR HORA

Fuente: INEGI Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2011.

Asimismo, se aprecia que en la mayoría de los grupos ocupacionales

las mujeres ganan menos ingreso que los hombres, siendo la situación

extrema el de las ocupaciones industriales, en donde la mujeres

perciben tres cuartas partes (75%) del ingreso que perciben los

hombres.

La ENOE sin duda da cuenta cabal del trabajo de mercado,

tradicionalmente conocido como “actividad económica”, en tanto que el

trabajo no destinado al mercado, considerado como “actividad no


184

económica”, lo ha tratado de medir de una mejor manera al ampliar su

captación a través de más categorías.

Es así que el valor del Índice de discriminación salarial, que reporta

INEGI, y que indica la magnitud de transformación que debe realizarse

en el salario de las mujeres para lograr la igualdad salarial. Ya que al

presentar dicho índice un valor negativo señala la proporción en que

habría que aumentar el salario de la población femenina. Un valor igual

a cero indica situaciones de igualdad salarial entre mujeres y hombres,

mientras que los valores positivos apuntan hacia una discriminación

hacía los hombres.

De esta forma, INEGI muestra que la tendencia de las percepciones

salariales es hacia la igualdad, pero su progreso es más bien lento e

irregular, considerando que para 2011 los salarios de las mujeres

deberían aumentar cerca de 5.3% para equipararse con el de los

hombres de manera general.

Por otra parte, hay un panorama más bien negativo, ya que en

prácticamente todos los ramos de ocupación existen situaciones de

discriminación salarial, con excepción del trabajo doméstico, ámbito de

amplia sobrerrepresentación femenina.


185

De manera complementaria, si se observa el promedio semanal de

horas trabajadas de hombres y mujeres, estos corroboran el

comportamiento que muestra la participación masculina y femenina en

el mercado laboral.

Independientemente de la edad, el nivel de escolaridad y la situación

conyugal; las jornadas de trabajo remunerado de los hombres son más

altas que las de las mujeres, a pesar de ello, las diferencias son menos

acentuadas si se comparan con las señaladas en el caso del trabajo no

remunerado; lo que es indicativo de que, si bien hoy en día las mujeres

y los hombres comparten el trabajo remunerado, ello no se ha

expresado de igual manera en el trabajo no remunerado y en una

división más equitativa del trabajo familiar.

Entre los jóvenes, los solteros y el segmento menos escolarizado, las

diferencias en las cargas de trabajo son menores, no así entre la

población adulta, los casados o unidos y el grupo de personas con

primaria completa y secundaria incompleta, en donde las jornadas de

trabajo que tienen los hombres son más elevadas, trabajando en

consecuencia un mayor tiempo que las mujeres.

La inserción diferencial de hombres y mujeres en el trabajo

remunerado, es mucho más visible al abordar la forma en que


186

participan en las diferentes ocupaciones y puestos de trabajo, lo cual

puede hacerse desde distintos enfoques, pero en este caso se realizará

desde la óptica de la segregación ocupacional.

Las condiciones laborales son cambiantes de acuerdo al grupo

ocupacional y a las características de los trabajadores.

Las mujeres hoy en día se enfrentan a situaciones de discriminación,

segregación salarial y ocupacional en actividades precarias, pero

también a dobles jornadas y carencia de servicios que faciliten la

conciliación entre sus múltiples itinerarios.


187

CONCLUSIONES Y NUEVA AGENDA DE

INVESTIGACIÓN.

A lo largo de las secciones de la presente investigación se han hecho

visibles las desigualdades en el terreno del trabajo para las mujeres,

desde una perspectiva amplia, así como en los ámbitos del trabajo

remunerado, a partir de tres indicadores básicos, las tasas de

participación, el tiempo de trabajo y las brechas o diferencias que

presentan hombres y mujeres en dichos indicadores; complementando

el análisis de cada sección con el análisis de las tasas de participación

por tamaño de localidad y abordando en la última sección la

segregación y discriminación salarial, la mediana del ingreso por hora

trabajada, indicadores que permiten cumplir con uno de los objetivos

trazados, al mostrar cómo aún con la inclusión de la mujer en el mundo

del trabajo, ello ha implicado lentos avances en la eliminación de las

desigualdades que enfrentan las mujeres en el terreno laboral.

También, es fundamental destacar que la feminización, la segregación

ocupacional y la discriminación laboral no es efecto ulterior únicamente

de las características de los trabajadores y de los factores económicos

presentes en el mercado de trabajo, sino además de los factores


188

sociales y culturales que influyen en la participación económica de

hombres y mujeres; y finalmente, se ha hecho evidente la aportación

que las mujeres hacen a la producción social, así como las causas que

hay detrás de la participación e inserción de hombres y mujeres en el

trabajo y su estrecha relación con otros ámbitos y procesos económicos

y sociales, que condicionan sus pautas de participación.

Lo anterior define nuestra primera orientación respecto a una línea

determinada de acción o estrategia de política

1) Ante el escaso impacto en materia de superación de las

condiciones de discriminación imperantes en México para el

trabajo femenino, es indispensable que el Estado actué,

atacando los principios ideológicos que sustentan las

acciones de discriminación, por lo que debe instituir una

importante y permanente campaña educativa y de formación

respecto a la equidad a nivel básico (primaria y secundaria),

que incluya la importancia de apegarnos de manera

autónoma y solidaria a los fundamentos éticos y sociales

que construyen una sociedad más justa e incluyente.


189

Asimismo, se debe fortalecer el contenido educativo con enfoque de

género, priorizando las transformaciones y transformaciones hacia la

construcción de relaciones de género más igualitarias. Ello implica

fomentar valores, actitudes y comportamientos que contribuyan al

respeto y vigencia de los derechos ciudadanos, propicien una mayor

conciencia de la situación de la mujer y de sus potencialidades y una

integración social más armónica en todos los ámbitos de la vida social,

incluido el fortalecimiento de una cultura democrática y participativa al

margen de prejuicios y discriminaciones.

De los avances alcanzados por las mujeres en el terreno del trabajo,

también han destacado aquellos aspectos que más han contribuido, en

donde la instrucción educativa juega un papel central, como es el

empoderamiento que significa el poder acceder a un trabajo bien

remunerado, y el impacto de acceder a recursos financieros que

sustente su autonomía para la toma de decisiones, lo cual tiene que ir

acompañado de la exigencia por una mayor participación de las

mujeres en los distintos espacios públicos.

La equidad de mujeres y hombres ante la ley está plasmada en el

Artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Una de las más importantes modificaciones que se llevó a cabo en 2000

fue la reforma a este artículo, para precisar la responsabilidad del


190

Estado en los derechos que tienen las niñas y los niños a la satisfacción

de sus necesidades de alimentación, salud, instrucción educativa y

sano esparcimiento. Como respuesta institucional del Estado mexicano

a los compromisos internacionales, y a la intensa labor del grupo

poblacional civil en materia de género, en 2001 se creó, por ley, el

Instituto Nacional de las Mujeres. Ello significó un paso importante en la

consolidación de mecanismos institucionales, al otorgarle a la

institución estatus administrativo, patrimonio propio y presupuesto, para

ejercer atribuciones en materia de la política nacional de género;

promover y fomentar las condiciones que posibiliten la no

discriminación, la equidad de oportunidades y de trato entre los

géneros; el ejercicio pleno de todos los derechos de las mujeres y su

participación equitativa en la vida política, cultural, económica y social

del país.

Por su parte, el sustento medular para el desarrollo de las políticas de

equidad entre mujeres y hombres parte de la emisión de la Ley General

para la Equidad entre Mujeres y Hombres (LGIMH), promulgada en

agosto de 2006, con el objetivo de regular y garantizar la equidad entre

mujeres y hombres, así como proponer los lineamientos y mecanismos

institucionales que orienten a la Nación hacia el cumplimiento de la


191

equidad sustantiva. Los alcances de esta ley son transversales a los

poderes de la unión y de aplicación en todo el territorio nacional.

Asimismo, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de

Violencia (LGAMVLV), promulgada en febrero de 2007, establece los

lineamientos jurídicos y administrativos con los que el Estado

intervendrá en los diferentes niveles de gobierno para garantizar el

derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Su finalidad es

establecer la coordinación entre la federación, las entidades federativas

y los municipios en la orientación de acciones para prevenir, sancionar

y erradicar la violencia contra la población femenina. Con ello se hacen

valer compromisos internacionales vinculantes para México, como la


Violencia contra la Mujer (Belém do Pará) y la Convención sobre la

eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres.

El 11 de marzo de 2008 se publicó en el Diario Oficial de la Federación

el Reglamento de la LGAMVLV y las bases de coordinación con las

entidades federativas y los municipios. En 2009, son ya 29 entidades

federativas las que cuentan con sus respectivas leyes en materia de

acceso de las mujeres a una vida libre de violencia, de las cuales cinco

expidieron también su respectivo Reglamento.


192

La coordinación de acciones de la APF respectivas a estas leyes se

realiza a través del Sistema Nacional para la Equidad entre Mujeres y

Hombres (SNIMH) y del Sistema Nacional para Prevenir, Atender,

Sancionar y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (SNPASEVCM).

Por otro lado, el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012 (PND) señala

las prioridades del Poder Ejecutivo en materia de género que prevén

combatir y sancionar con mayor severidad la violencia de género, al

igual que construir acciones tomadas por el gobierno transversales con

perspectiva de género.

Asimismo, busca promover la eliminación de estereotipos establecidos

en función del género, elevar la inscripción y permanencia de niñas en

las escuelas, promover la prevención de enfermedades de la mujer,

combatir su discriminación en el ámbito laboral, expandir el sistema

nacional de guarderías y estancias infantiles, dar especial atención a las

mujeres en situación de pobreza y promover la participación política de

la mujer.

Las respectivas estrategias y metas han sido incorporadas en el

Programa Nacional de Equidad entre Mujeres y Hombres 2008-2012

(PROEQUIDAD), coordinado por el INMUJERES.


193

Por otra parte, en 2007 se firmó el Acuerdo Nacional para la Equidad

entre Mujeres y Hombres, mecanismo de coordinación con los poderes

de la Unión y los gobiernos federal, estatales y municipales para dar

prioridad efectiva a la promoción de la equidad de trato y oportunidades

entre mujeres y hombres, así como a la eliminación de todo tipo de

violencia contra las mujeres. Su objetivo específico es establecer el

compromiso de las instancias que integran los diferentes ámbitos y

órdenes de gobierno, a fin de dar cumplimiento a lo señalado en la

Constitución Política, los instrumentos internacionales suscritos y

ratificados por México en la materia, la LGIMH, la LGAMVLV y la Ley

del Instituto Nacional de las Mujeres.

Al finalizar 2008, los gobiernos de 25 entidades federativas y uno de

cada cuatro ayuntamientos del país (615) habían ya firmado dicho

acuerdo. La entrega de becas dirigidas hacia la población en

condiciones de pobreza ha sido uno de los mecanismos más efectivos

para promover la inclusión y permanencia de las niñas, adolescentes y

mujeres en el sistema educativo.

Todo lo anterior, nos permite delimitar nuestra segunda propuesta de

política específica en materia de apoyo a la mujer y hacia la equidad de

género:


194

2) Derivado de la implementación de un robusto marco

normativo que pretende encausar el esfuerzo para la

reducción de la desigual de la mujer en materia laboral, es

indispensable el fortalecimiento de los organismos y

programas que tienden a dar aplicabilidad a los distintos

ordenamientos, de tal forma que adicionalmente al tema de la

prevención de prácticas discriminatorias y su denuncia,

cuenten con la facultad de sancionar y establecer las

acciones y multas que obligadamente tengan que realizar los

organismos infractores para resarcir el daño causado a la

victima de discriminación.

El reconocimiento de una acción específica por parte del estado se

puede observar en la implementación de programas sociales que

apuntan al empoderamiento de la mujer, como el Programa de

Desarrollo Humano Oportunidades que enfatizo la entrega de incentivos

monetarios a mujeres y en los últimos años han aumentado en número

y monto.

También se han establecido novedosos programas públicos de becas

para mujeres en situaciones específicas. El Programa de Becas a

Madres Jóvenes y Jóvenes Embarazadas tiene como finalidad

promover la continuidad de los estudios a nivel de instrucción educativa


195

básica; el Programa Licencia con Goce de Beca, de la Universidad

Nacional Autónoma de México, apoya económicamente a estudiantes

de posgrado embarazadas; en el Programa Becas de Instrucción

educativa Media Superior y en el Programa Nacional de Becas de

Instrucción educativa Superior, el 56% de las becas otorgadas son para

mujeres.

Por otra parte, el Programa para Abatir el Rezago en Instrucción

educativa Inicial y Básica fue creado para atender a todos los niveles de

instrucción educativa básica, al incluir preescolar y secundaria rural,

con especial énfasis en atender a las niñas de comunidades rurales y el

Consejo Nacional de Fomento Educativo (CONAFE), a través del

paquete didáctico Camino a la Secundaria, impulsa el tránsito a primero

de secundaria con énfasis en la absorción de las mujeres. Este paquete

está dirigido a niñas de quinto y sexto grado de primaria de las

localidades rurales y áreas urbano marginadas con menor ingreso.

La STPS efectuó visitas de inspección a empresas de jurisdicción

federal en todo el país y de vigilancia específica sobre las condiciones

laborales de la mujer trabajadora y los menores de edad, con el objetivo

de garantizar el respeto y protección de los derechos laborales de las

mujeres. Asimismo, realizó la campaña Por la Dignificación de las

Condiciones Laborales de la Mujer y Contra la Exigencia del Certificado


196

de No Gravidez, cuyos ejes fundamentales giraron en torno al respeto y

promoción de los derechos laborales de la mujer. Con el fin de fomentar

la capacitación para el autoempleo femenino como opción de

generación de ingresos y salarios en las unidades domésticas, urbanas

o rurales, puso en marcha el Programa de Becas de Capacitación para

Trabajadores (PROBECAT). La mayor parte de las becas han sido

asignadas a trabajadoras desempleadas.

Por su parte, el INMUJERES realiza acciones contra la segregación y el

hostigamiento sexual a través de los compromisos signados con

sindicatos, confederaciones de obreros y campesinos, y con la

Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado. En

2008 se realizaron cinco encuentros itinerantes de sensibilización y 13

foros analíticos sobre las condiciones de exclusión en el trabajo

remunerado que afectan a las mujeres, segregación ocupacional y

hostigamiento sexual laboral, en coordinación con los órdenes federal,

estatal y municipal.

La institucionalización del enfoque de género no es fácil en la medida

que involucran cuestiones políticas, culturales e ideológicas difíciles de

llevar a la práctica y que generan una importante resistencia en la grupo

poblacional, en las instituciones, a nivel individual y familiar.


197

A su vez, sabiendo que el dictado de una política o nuevas leyes no es

suficiente para producir transformaciones en la realidad social y

prácticas culturales, menos aún en las prácticas institucionales es

necesario abordar de modo integral la problemática de las

desigualdades.

La inclusión de la perspectiva de género en el diseño de políticas, leyes,

programas públicos u otro tipo de acciones, implica considerar las

particularidades de las relaciones entre hombres y mujeres, sus

diferentes realidades familiares y sociales, sus expectativas de vida y

sus circunstancias económicas y laborales, para dar respuestas

adecuadas a cada una de ellas.

En este marco es que las políticas de equidad de oportunidad, al

reconocer que la equidad de derecho no garantiza la desaparición de

las desigualdades, y considerando la situación en desventaja en la que

se encuentra la mujer en relación al hombre, se proponen generar un

contexto en que tanto unos como otros tengan las mismas posibilidades

de acceder a los beneficios de las acciones tomadas por el gobierno, es

decir de los bienes y servicios proporcionados, en este caso el acceso a

la instrucción educativa en sus diferentes niveles.


198

Las políticas de equidad tienen un propósito más amplio que es generar

un transformación estructural (para garantizar que mujeres y hombres

tengan el mismo trato, consideración y oportunidades) y no sólo

centrarse en “políticas de mujeres” o acciones positivas. Estas últimas

caracterizaron una primera etapa en las políticas y programas públicos

que, en el contexto del reconocimiento de las desigualdades como

construcción histórica y social, desarrollaron acciones específicas

focalizadas en las mujeres las cuales, en su mayor caso, tenían un

enfoque compensatorio para aminorar los obstáculos en las

condiciones de vida de las mujeres.

Si bien estas acciones posibilitaron la inclusión de las mujeres en

ámbitos vedados previamente (la política, la instrucción educativa, etc.),

no lograron cambiar las condiciones estructurales que subyacen a la

discriminación, así como los roles asignados a la mujer en el ámbito

privado (familiar y doméstico) los cuales son factores limitantes para su

completa y plena participación en el ámbito público y ejercicio pleno de

sus derechos en equidad de condiciones.

Estas políticas han sido replanteadas y si bien conviven con los

novedosos esquemas, han sido desplazadas por políticas transversales

que surgen en los años 90 en el marco del enfoque de Género en

Desarrollo cuyo objetivo es transversalizar la perspectiva de género en


199

el proceso de desarrollo (gender mainstreaming), con el propósito de

generar oportunidades para mejorar la redistribución y la igualdad de

género en las políticas, programas públicos y proyectos de desarrollo.

Este tipo de medidas se integran en todas las políticas, programas

públicos y proyectos de desarrollo con el fin de superar los obstáculos

estructurales que impiden la equidad. El objetivo es incluir la dimensión

de la equidad de género a lo largo de todo el proceso de planificación,

diseño, monitoreo y evaluación de las acciones en sus diferentes

expresiones.

En lo concerniente a la regulación laboral se considera que deben

mantenerse ciertos derechos básicos en el mercado laboral como la

libertad de asociación, la eliminación del trabajo forzado y del trabajo

infantil, entre otros, pero que debe avanzarse en formas de

flexibilización del trabajo como trabajo a tiempo parcial, contratos a

tiempo definido, aminorar el salario mínimo para los jóvenes, entre

otros.

Se considera que la rigidez en el mercado laboral es fuente de

desempleo (friccional y estructural) sobre todo de los grupos más

vulnerables como mujeres y jóvenes e incentiva la economía informal.


200

México ha logrado avances importantes que apuntalan las acciones

tomadas por el gobierno encaminadas a promover la equidad de

oportunidades entre hombres y mujeres.

Los avances se han registrado en el marco legal y normativo, así como

en la institucionalización y la asignación presupuestal específica para

cumplir los compromisos nacionales e internacionales.

La matrícula de todos los niveles educativos muestra una reducción en

el gap de género de 1995 a 2005. El gap en nivel de instrucción

educativa básica (preescolar, primaria y secundaria) se ha eliminado

prácticamente.

La instrucción educativa inicial requiere de una particular promoción,

dado que aún no se logra la cobertura universal, por lo cual hay

niñas/os que cursan la primaria sin pasar por este grado, lo cual

repercute en su desempeño educativo. En instrucción educativa media

y superior, se observa un gran aumento en el registro de mujeres que

va igualado a la asistencia de los varones; a pesar de lo anterior, habría

que garantizar la promoción de su registro en instrucción educativa

superior, ya que en este nivel persiste el gap entre ambos sexos.


201

Es importante diseñar diversos programas públicos educativos que

contribuyan a acrecentar la participación de las mujeres jóvenes y

adultas en la instrucción educativa superior en carreras no

tradicionales, así como en la investigación científica, artística y

tecnológica.

La intensificación del uso de tecnologías de punta en los sectores

económicos con mayor potencialidad obliga a pensar en las

competencias que tendrán que ser enfatizadas cuidando de evitar las

brechas de género. La transformación de ciertas profesiones y la

actualización permanente de la población económicamente activa

debería ser una prioridad, para un aprovechamiento óptimo de sus

capacidades.

Para ello se requiere de una mayor orientación, a fin de que la oferta de

mano de obra, particularmente la femenina, esté en concordancia con

las demandas del mercado.

La información analizada apunta a que permanecer más tiempo en el

sistema educativo posibilita la actualización y el perfeccionamiento de

los conocimientos, derivando en mayores oportunidades para la

inserción de las mujeres y hombres en el mercado laboral.


202

Aun cuando ha habido una mayor participación de mujeres en la

población económicamente activa, su situación dista de ser igualitaria

con relación a la de los varones, y persiste una asignación de roles

claramente discriminatoria con respecto a la población femenina.

Las mujeres se insertan en ocupaciones de menor jerarquía y reciben

salarios menores, aun cuando sus niveles educativos son superiores.

El Índice de Discriminación Salarial indica que es necesario incrementar

en alrededor de 9.5% el salario que se les paga a las mujeres para

lograr la igualdad salarial, aunque se reflejan diferencias importantes

entre ocupaciones.

A pesar de ello, la mejora que se observa en el gap salarial no parece

obedecer a una orientación hacia la paridad, sino al detrimento de las

condiciones laborales en general, las cuales han afectado

particularmente a la población masculina económicamente activa.

Para un país de ingresos y salarios medios como México, la

problemática de la discriminación salarial constituye un enorme reto que

debe ser enfrentado a través de acciones tomadas por el gobierno

formuladas de manera intersectorial al que deben vincularse las

empresas y empresarios del país.


203

La flexibilización de las relaciones laborales ha representado un

desmejoramiento del nivel de trabajo y de las condiciones de trabajo

(trabajo por cuenta propia, trabajo tiempo parcial y temporal,

subcontratación, sin seguridad social).

Por otro lado, la aparición de nuevas formas de producción, el

desarrollo de las telecomunicaciones y la introducción de nuevas

tecnologías han modificado incluso las estructuras de la demanda de

trabajo.

Todas estas transformaciones plantean novedosos retos a las mujeres

y de ahí la importancia de adecuar las acciones tomadas por el

gobierno equitativas, con perspectiva de género en el marco de la

nueva situación mundial y local provocada por la globalización.

Todo lo anterior nos lleva a definir la tercera medida que será necesaria

para la transformación de la situación de exclusión laboral que sufre la

mujer trabajadora:

3) Establecer como una función sustantiva y específica de la

Secretaría del Trabajo y de aquellos organismos encargados

de proveer justicia laboral en México, de una sección

especializada que tenga como finalidad el revisar las


204

condiciones en que presta el trabajo de las mujeres, así

como procurar su avance a través de su recapacitación y

actualización permanente para superar las barreras sociales

e históricas que impiden su pleno desarrollo.

La creación de políticas dirigidas a la inserción de mujeres en el

mercado de trabajo que reducen las barreras de acceso y tiempo

disponible para igualar las condiciones de competitividad de mujeres y

hombres, así como el reconocimiento del trabajo reproductivo,

constituyen acciones prioritarias que deberán ser emprendidas en el

ámbito de los gobiernos federal y estatales.

Las ventajas que ofrecen los avances hacia el desarrollo y la mayor

libertad que tienen las personas, sobre todo las mujeres, para decidir

sobre sus estilos de vida, exigen una importante redistribución de

oportunidades y dinero entre las personas y entre hombres y mujeres, y

la creación de normas que regulen la convivencia social en los

escenarios actuales.

Todos estos programas públicos parecerían estar rindiendo frutos muy

endebles a transformaciones estructurales de la economía. Parece ser

que las mujeres están en una mejor situación que hace 15 años, y de


205

hecho los datos lo confirman. A pesar de ello, aún están lejos de estar

en la cúspide de la equidad de géneros.

Aún falta mucho por hacer en materia de igualdad de género, no es

suficiente con programas públicos que reconozcan a las empresas por

su equidad en el acceso a las mujeres, hay que generar mayores

incentivos que nos permitan como grupo poblacional avanzar en la

mentalidad decimonónica machista, y entrar a la nueva era de equidad.


206


207

ANEXO GRÁFICOS


208


209

AÑOS DE INSTRUCCIÓN EN PROMEDIO 2006

Fuente: Cálculos propios basados en información de la ENIGH, 2006.


210


Fuente: Cálculos propios con ENIGH, 2008.


211




212




213

PORCENTAJE DE TERMINO ESCOLAR 1996





214






215



RENDIMIENTO EN EDUCACIÓN PREPARATORIA POR SEXO 1996



216






217






218

POBLACIÓN ECONÓMICAMENTE ACTIVA CON PREPARATORIA

TERMINADA EN 1996


219

NIVEL DE INSTRUCCIÓN EDUCATIVA DE HOMBRES EN 1996


220

NIVEL DE INSTRUCCIÓN EDUCATIVA DE MUJERES EN 1996


221


TERMINADA EN 200


222



223



224


TERMINADA EN 2008


225



226



227


TERMINADA EN 2010


228



229



230



231



232


TERMINADA EN 2012


233

AÑOS DE INSTRUCCIÓN EDUCATIVO POR SEXO E INGRESO MENSUAL

1996



234


2006



235


2008



236


2010



237


2012



238

INGRESO MENSUAL POR NIVEL DE ESTUDIO TERMINADO 1996





239






240



INGRESO MENSUAL CON PREPARATORIA TERMINADA 1996



241






242






243

AÑO DE EDUCACIÓN CONTRA INGRESOS TRIMESTRALES POR SEXO,

1996



244


2006



245


2008



246


2010



247


2012



248

NIVEL DE EDUCACIÓN TERMINADO POR SEXO E INGRESO

TRIMESTRAL 1996



TRIMESTRAL 2006



249


TRIMESTRAL 2008



250


TRIMESTRAL 2010



251


TRIMESTRAL 2012


INGRESO TRIMESTRAL CON PREPARATORIA TERMINADA 1996



252






253






254

AÑOS DE INSTRUCCIÓN Y NÚMERO DE HORAS TRABAJADAS 1996



255




256




257




258




259

NÚMERO DE HORAS TRABAJADAS POR NIVEL DE ESTUDIOS TERMINADOS 1996





260



NÚMERO DE HORAS TRABAJADAS POR NIVEL DE ESTUDIOS

TERMINADOS 2010



261



PREPARATORIA TERMINADA CONTRA NÚMERO DE HORAS

TRABAJADAS 1996



262


TRABAJADAS 2006



TRABAJADAS 2008



263


TRABAJADAS 2010



TRABAJADAS 2012



264

NÚMERO DE AÑOS DE EDUCACIÓN QUE TIENEN LOS EMPLEADOS

POR SEXO 1996



265


POR SEXO 2006



266


POR SEXO 2008



267


POR SEXO 2010



268


POR SEXO 2012



269

NIVEL DE EDUCACIÓN TERMINADA QUE TIENEN LOS EMPLEADOS

POR SEXO 1996



POR SEXO 1996



270


POR SEXO 2008



POR SEXO 2010



271


POR SEXO 2012


PREPARATORIA TERMINADA QUE TIENEN LOS EMPLEADOS POR

SEXO 1996



272


SEXO 2006



SEXO 2008



273


SEXO 2010



SEXO 2012



274

SALARIO POR HORA Y SEXO SEGÚN AÑOS DE EDUCACIÓN 1996



275




276




277




278




279

SALARIO POR HORA Y SEXO SEGÚN NIVEL DE ESTUDIOS

CONCLUIDOS 1996



CONCLUIDOS 1996



280


CONCLUIDOS 2008



CONCLUIDOS 2010



281


CONCLUIDOS 2012


SALARIO POR HORA Y SEXO SEGÚN PREPARATORIA TERMINADA O

NO 1996



282


NO 2006



NO 2008



283


NO 2010



NO 2012



284

PORCENTAJE DE POBLACIÓN CON ESTUDIOS DE PREPARATORIA

2006

Fuente: Cálculos propios con ENOE, 2006.


2010



285


2013


INGRESO MENSUAL SEGÚN SI TIENE PREPARATORIA O NO 2006



286






287

NUMERO DE HORAS DE TRABAJO SEGÚN SI TIENE PREPARATORIA O

NO 2006



288


NO 2010



NO 2013



289

PORCENTAJE DE EMPLEADO SEGÚN SI TIENE O NO PREPARATORIA

2006



2010



290


2013


SALARIO POR HORA SEGÚN SI TIENE O NO PREPARATORIA 2006



291






292


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M O V I M I E N T O

C I U D A D A N O

Tarea Editorial

1ª Edición Diciembre del 2013.

3ra Impresión Octubre del 2016.

DISTRIBUCIÓN GRATUITA, PROHIBIDA SU VENTA.

La obra denominada “DIFERENCIAS DERIVADAS DEL GÉNERO EN EL MERCADO LABORAL MEXICANO: PRECIOS Y DESEMPLEO”, es una publicación de Movimiento Ciudadano y se terminó de imprimir en Guadalajara, Jalisco, el día 27 de octubre del 2016.

Esta impresión consta de 240 ejemplares más sobrantes y fueron impresos por: Art Of Publicity de México, S.A. de C.V., en Avenida Tonantzin No. 1050, Colonia Jardines del Bosque, C.P. 44520, Guadalajara, Jalisco. La edición estuvo al cuidado de la Tesorería Nacional de Movimiento Ciudadano, Partido Político Nacional.

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