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JUAN XXIII El Pontificado de Juan XXIII fue una gracia de Dios en todos los órdenes. A nivel de DSI se le puede considerar un pontificado de transición, pues durante el mismo se produce una transformación: se pasa de plantear la DSI de una forma deductiva a una forma inductiva, de considerar la enseñanza social como una “tercera vía” a considerarla más como una propuesta de humanización… Se inicia un periodo de entrañable diálogo con nuestro mundo del que el Papa es mentor. A Juan XXIII se deben dos encíclicas sociales: la Mater et Magistra, publicada el 15 de mayo de 1961, que celebra el 70 aniversario de RN; y la Pacem in Terris, publicada el 11 de abril de 1963, y que es una invitación a la paz. CONTEXTO HISTÓRICO Este periodo está caracterizado fundamentalmente por la confrontación entre los dos bloques que ya vimos del que la construcción del muro de Berlín (1961) es la prueba evidente. Esa confrontación está a punto de derivar en una tercera Guerra Mundial que es, en último extremo, lo que provoca Pacem in Terris: es la crisis de Cuba. Pero esta confrontación se continua en otros frentes: Argelia, Indonesia, Vietnam, Congo, Laos… La carrera de armamentos, los enfrentamientos, la situación de miedo son aspectos de este periodo. A nivel internacional se vive un proceso de descolonización, en muchas ocasiones difícil y complicado. Entre 1946-60 más de 40 países acceden a la independencia. Es un proceso que se vive desde el alineamiento, en muchas ocasiones, ante uno u otro de los bandos en los que se divide el mundo. La descolonización es vivida por los países como posibilidad de disfrutar de los bienes económicos vedados hasta el momento. Aún así, los años 60 son un periodo de optimismo en todos los sentidos que viene fundado en el periodo de desarrollo que se vive, junto a un avance técnico y científico. Un desarrollo económico que se ratifica con la 1

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Tema 6 Moral social. Facultad teología Burgos

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JUAN XXIII

El Pontificado de Juan XXIII fue una gracia de Dios en todos los órdenes. A nivel de DSI se le puede considerar un pontificado de transición, pues durante el mismo se produce una transformación: se pasa de plantear la DSI de una forma deductiva a una forma inductiva, de considerar la enseñanza social como una “tercera vía” a considerarla más como una propuesta de humanización… Se inicia un periodo de entrañable diálogo con nuestro mundo del que el Papa es mentor.

A Juan XXIII se deben dos encíclicas sociales: la Mater et Magistra, publicada el 15 de mayo de 1961, que celebra el 70 aniversario de RN; y la Pacem in Terris, publicada el 11 de abril de 1963, y que es una invitación a la paz.

CONTEXTO HISTÓRICOEste periodo está caracterizado fundamentalmente por la confrontación entre los

dos bloques que ya vimos del que la construcción del muro de Berlín (1961) es la prueba evidente. Esa confrontación está a punto de derivar en una tercera Guerra Mundial que es, en último extremo, lo que provoca Pacem in Terris: es la crisis de Cuba. Pero esta confrontación se continua en otros frentes: Argelia, Indonesia, Vietnam, Congo, Laos… La carrera de armamentos, los enfrentamientos, la situación de miedo son aspectos de este periodo.

A nivel internacional se vive un proceso de descolonización, en muchas ocasiones difícil y complicado. Entre 1946-60 más de 40 países acceden a la independencia. Es un proceso que se vive desde el alineamiento, en muchas ocasiones, ante uno u otro de los bandos en los que se divide el mundo. La descolonización es vivida por los países como posibilidad de disfrutar de los bienes económicos vedados hasta el momento.

Aún así, los años 60 son un periodo de optimismo en todos los sentidos que viene fundado en el periodo de desarrollo que se vive, junto a un avance técnico y científico. Un desarrollo económico que se ratifica con la consolidación del Estado de Bienestar que es posible garantizar con una política fiscal eficiente.

A nivel político se produce una extensión de la democracia como sistema político preponderante. Se han visto los efectos de los totalitarismos, por lo que la democracia o sus formas se adoptan por doquier.

MATER ET MAGISTRA

GÉNESIS DE LA ENCÍCLICALa Encíclica Mater et Magistra pretende celebrar el 70 aniversario de RN. Juan

XXIII quiere asumir la enseñanza social hasta el momento y quiere presentarla para el momento presente. Desconocemos el proceso de la escritura de esta Encíclica pero parece ser que se pidió un boceto a un grupo de teólogos alemán que no satisface del todo al Papa por su carácter demasiado teórico. Por eso, se vuelve a solicitar otro esquema a un grupo de especialistas franceses e italianos. Es desde el esquema que ellos presentan desde el que se trabaja y se concluye la encíclica. Entre estos está el P. Pavan, Ferrari-Toniolo y Parente. CARACTERÍSTICAS GENERALES

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Lo primero que llama la atención es el nuevo estilo que caracteriza a la Encíclica, y que comienza a ser un tímido giro en la trayectoria de la DSI. Hay una preponderancia del momento presente que quiere ser iluminado y transformado. Por eso, se aleja del lenguaje filosófico y deductivo y se apoya más en lo empírico y lo sociológico. De esta manera, su lenguaje resulta más cercano al del hombre moderno. Junto a ello, hay una motivación más teológica, con lo que la DSI va abandonando esa situación en la que se encontraba de presentarse como sistema “alternativo”: no es tercera vía.

Todo este lenguaje se adoba con el estilo característico de Juan XXIII que rezuma optimismo, mantiene un carácter positivo y es exhortativo. Su optimismo le abre al futuro con esperanza y confianza en el Espíritu, sin nostalgias del pasado.

La Encíclica MM supone una apertura de la cuestión social: hasta ese momento había sido fundamentalmente la cuestión obrera en el marco del continente europeo. Con MM se va ampliando no sólo en la problemática (la colonización, el urbanismo, la paz…) sino también geográficamente (abarca la entera humanidad).

ESQUEMA DE LA ENCÍCLICAEl título de la Encíclica es el siguiente: “Sobre el reciente desarrollo de la

cuestión social a la luz de la doctrina cristiana”. De esta manera se indica la continuidad, junto con la discontinuidad que antes se señalaba. Se la puede dividir en cuatro partes:

I.-Resumen doctrinal de los pontífices anteriores (MM 10-50)II.-Síntesis doctrinal que aclara, adapta y desarrolla la enseñanza anterior (MM

51-121): la socialización, el salario justo, el conflicto capital-trabajo, la propiedadIII.-Los nuevos aspectos de la cuestión social (MM 122-211): las desigualdades,

el subdesarrollo, la superpoblación, la interdependencia.IV.-La tarea de la Iglesia en la cuestión social (MM 212-257): la importancia de

la doctrina social que debe ser conocida y la acción social de los creyentes.

DESARROLLO DE ALGUNOS TEMAS

1.-La relectura de la DSI anteriorJuan XXIII pasa revista a los documentos sociales anteriores no para leerlos tal

cual, sino para releerlos en la nueva situación y haciendo, así, una lectura renovada. De esta manera aparece el carácter dinámico de la DSI. Lo hace en todos los documentos, pero fijémonos, por ejemplo, en la relectura que hace de RN y que resume en cinco principios fundamentales:

+el trabajo no es un mercancía sin más, sino que ha de regularse desde la justicia (MM 18)

+la propiedad privada, siendo un derecho natural, tiene una función social (MM 19)

+el Estado tiene una labor importancia en la cuestión social (MM 20-21)+los trabajadores se pueden asociar en organizaciones propias o mixtas por

derecho natural (MM 22)+las relaciones entre empresarios y trabajadores han de fundamentarse en la

solidaridad y fraternidad (MM 23).Como se puede apreciar, siendo verdad que esto aparece en RN, se subrayan los

aspectos en los que luego se insistirá.

2.-La vida económica

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Analiza la vida económica de los países industrializados y presenta su tesis: prioridad de la iniciativa privada y necesaria presencia activa del poder civil. Por tanto, un equilibrio desde el principio de subsidiaridad (MM 51-52). Dicho principio ya formulado, se enriquece: no basta la visión de arriba abajo (el Estado no debe de intervenir invadiendo parcelas que le son ajenas) sino de abajo a arriba (el Estado debe de actuar supliendo cuando las instancias inferiores no actúen). MM señala sobre todo este segundo aspecto: el Estado debe de ejercer su labor en pro sobre todo del bien común.

En este marco económico se toca también el tema del trabajo visto desde la perspectivo de la distribución de la renta (salario) y de la distribución del poder (participación).

En cuanto a la primera, enumera cinco criterios para poder hablar de un salario justo, además de la condición de que no se deje al arbitrio del mercado: que “permita mantener un nivel de vida verdaderamente humano y hacer frente con dignidad a sus obligaciones familiares” (MM 71); “la efectiva aportación de cada trabajador a la producción económica; la situación financiera de la empresa en la que se trabaja; las exigencias del bien común de la respectiva comunidad política, principalmente en orden a obtener el máximo empleo de la mano de obra en toda la nación; y, por último, las exigencias del bien común universal, o sea, de las comunidades internacionales, diferentes entre sí en cuanto a su extensión y a los recursos naturales de que disponen” (MM 71).

En cuanto al segundo, la participación de los trabajadores, sobre lo que se fundamenta es sobre el principio general de que la economía está al servicio del hombre: “si el fundamento y las estructuras económicas de un sistema productivo ponen en peligro la dignidad humana del trabajador, o debilitan su sentido de responsabilidad, o le impiden la libre expresión de su iniciativa propia, hay que afirmar que este orden económico es injusto, aún en el caso de que, por hipótesis, la riqueza producida en él alcance un alto nivel y se distribuya según criterios de justicia y equidad” (MM 83).

Esta participación de los trabajadores en la vida de la empresa y de la economía nacional adquirirá diferentes formas según sean las empresas. Lo fundamental es que estas se conviertan en “una auténtica comunidad humana” (MM 91). La participación en la vida económica se produce también a través de los sindicatos: “su finalidad no es ya la de movilizar al trabajador para la lucha de clases, sino de estimular más bien la colaboración” (MM 97).

3.-El tema de la propiedadEl tema de la propiedad ocupa en la encíclica un lugar más secundario,

comparado con los textos precedentes. Eso indica ya un cambio de orientación en el tema, un momento de tránsito hacia las formulaciones que nos encontraremos en el Concilio. En efecto, valora el trabajo por encima de la propiedad “el cual, por su procedencia inmediata de la persona humana, debe anteponerse a la posesión de los bienes exteriores, que por su misma naturaleza son de carácter instrumental” (MM 107). En efecto, estos tienen un carácter instrumental, aunque reafirma la doctrina tradicional sobre el derecho natural a la propiedad. Igualmente expone las exigencias acerca de la propiedad: su difusión, compatibilidad entre propiedad privada y pública, y la función social de la propiedad (MM 119).

4.-La socialización

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Juan XXIII caracterizó su época por el fenómeno de la socialización que, en principio fue confudida por socialismo (socialización de los medios de producción). Sin embargo entiende por este fenómeno:“Una de las notas más características de nuestra época es el incremento de las relaciones sociales, o sea la progresiva multiplicación de las relaciones de convivencia, con la formación consiguiente de muchas formas de vida y de actividad asociada, que han sido recogidas, la mayoría de las veces, por el derecho público o por el derecho privado” (MM 59).

En definitiva la socialización sería el fenómeno de la interdependencia mayor, en cierta medida, el fenómeno de la globalización, pero excluyendo su carácter económico. Hace una valoración moral, describiendo las ventajas y previniendo de los peligros. En el fondo lo que está procurando es que el principio de subsidiaridad se haga presente aquí también para que todos los cuerpos sociales tengan su independencia y autonomía.

5.-El fenómeno de la desigualdadEs quizás uno de los temas a los que más espacio dedica en su tercera parte. El

fenómeno de la desigualdad lo descubre analizando la realidad del momento tanto en el tema de los sectores económicos (agricultura, industria y servicios) como en el de los territorios:

+En cuanto a las desigualdades entre los sectores se fija prácticamente en exclusiva en la agricultura, pues descubre su retraso y cuyas causas analiza con tremenda actualidad. Ello provoca el éxodo masivo y la pobreza:

“Pero también es indudable que el éxodo del campo se debe al hecho de que el sector agrícola es, en casi todas partes, un sector deprimido, tanto por lo que toca al índice de productividad del trabajo como por lo que respecta al nivel de vida de las poblaciones rurales” (MM 124).

La raíz es la falta de distribución de la riqueza, por lo que el Estado tiene una labor importante que realizar para poner remedio a tal deterioro: servicios públicos, equilibrio de sectores, medidas fiscales… (MM 127-143).

+En cuanto a los territorios descubre las enormes diferencias existentes en la “comunidad de los pueblos”, a pesar de que debe de existir igualdad entre las mismas. El problema del subdesarrollo se convierte en la nueva cuestión social y una amenaza para la paz:

“El problema tal vez mayor de nuestros días es el que atañe a las relaciones que deben darse entre las naciones económicamente desarrolladas y los países que están aún en vías de desarrollo económico” (MM 157).

Frente a este problema no se detiene a analizar las causas, sino que plantea la exigencia de justicia por la que las naciones ricas están obligadas a ayudar a las subdesarrolladas (MM 161). Así lo pide un orden moral objetivo que está en la base del Derecho Internacional y que ha de ser observado y cumplido por todos (MM 200-208).

APORTACIONES DE MMMM ha sido considerada por muchos una encíclica de transición, en el sentido

de que no aporta grandes novedades. Sin embargo, puede ser considerada como el comienzo de un cambio. Cambio en el estilo, como hemos visto; cambio en el método; pero sobre todo, cambio en cuanto a la apertura de horizontes que abre a la cuestión social: se deja de lado lo que había sido el problema fundamental en el s.XIX, para encararse con el problema social de nuestra época: la mundialización de los problemas y de las respuestas que hay que dar. Esta intuición profunda es quizás la mejor aportación de la encíclica.

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Junto a ello, no cabe duda que los contenidos son importantes; fundamentalmente MM profundiza en el principio de subsidiaridad dando un protagonismo al Estado en la construcción del bien común. Es precisamente esta idea del bien común en clave mundial la que da un tono de novedad al documento.

PACEM IN TERRIS

La Pacem in Terris se publica el 11 de abril de 1963, festividad de Jueves Santo. La paz había sido una de las preocupaciones fundamentales de su pontificado. Bien puede considerarse como el testamento espiritual de Juan XXIII que fallecía a los pocos meses (3 de junio). En efecto, tuvo una enorme resonancia pública (la ONU la acogió y la leyó en su seno). Resonancia que venía precedida por el talante carismático de quien la firmaba, pero también por la oportunidad del tema y el lenguaje. Dicha encíclica hay que situarla en las dramáticas circunstancias que la precedieron, especialmente con la crisis de Cuba (1962) que a punto estuvo de provocar una Guerra Mundial. Igualmente hay que situarla en el marco del Concilio Vaticano II que acababa de ser convocado con todo lo que supuso, especialmente de apertura a todo el mundo (por el carácter ecuménico). Poco se sabe de su redacción, aunque también parece que hay que situarla en el círculo del Cardenal Pavan.

ESQUEMA DE LA ENCÍCLICAEl título nos da, como siempre, una panorámica del tema a tratar: “Sobre la paz

entre todos los pueblos que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad”. Para Juan XXIII la paz entre los pueblos ha de fundarse también en las relaciones entre los individuos, por lo que la encíclica será un “in crescendo” de lo más particular a lo más general aplicando en todos los niveles los mismos valores antes señalados y con el objetivo de buscar el orden moral establecido por Dios:

“primero cómo deben de regular los hombres sus mutuas relaciones de convivencia humana; segundo, cómo deben ordenarse las relaciones de los ciudadanos con las autoridades públicas de cada Estado; tercero, cómo deben relacionarse entre sí los Estados; finalmente, cómo deben coordinarse, de una parte, los individuos y los Estados y, de otra, la comunidad mundial de todos los pueblos, cuya constitución es una exigencia urgente del bien común universal” (PT 7).

-Introducción (1-7): definición de paz como búsqueda del orden establecido por Dios

I.-Derechos humanos y convivencia social (8-45): se habla de la dignidad de la persona humana que es sujeto de derechos y deberes que especifica.

II-La Comunidad política (46-79): el fin de la autoridad es el bien común y los ciudadanos tienen que tomar parte en la vida política a través de la participación

III-Relaciones entre las naciones (80-129): regidas por los mismos criterios que rigen la vida de las personas: verdad, justicia, solidaridad, libertad.

IV-La organización de la comunidad mundial (130-145): necesidad de una autoridad mundial

V-Directrices para la actividad pública de los creyentes: competencia y coherencia con la fe.

- Conclusión (146-172)

RESUMEN DE LA ENCÍCLICA

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La paz se debe construir desde los cimientos mismos, es decir, desde las relaciones de convivencia entre las personas. Por eso, la encíclica trata primero cómo deben regular los hombres sus relaciones en la convivencia; segundo, cómo deben relacionarse con las autoridades públicas; tercero, cómo deben relacionarse entre sí los Estados; finalmente, cómo deben coordinarse de una parte los individuos y los Estados, de otra, la comunidad mundial. Y en todos estos estratos, la verdad, la justicia, el amor y la libertad como sustrato.

NOVEDADES DE PTPT tiene algunas novedades interesantes:+es una encíclica típicamente política. Frente a las estudiadas hasta ahora, PT se

coloca en el campo político. Por eso, puede ser considerada una buena síntesis y sistematización de todo el pensamiento político de la Iglesia hasta ese momento. No es que no se hubieran hecho otras encíclicas políticas, sino que abarcaban problemas parciales y polémicos: esta es la primera tras el inicio de la DSI.

+otra novedad son los destinatarios a los que se dirige el documento: “todos los hombres de buena voluntad”. Da la impresión de querer comprometer a todos los hombres en esta tarea de la paz, por lo que la argumentación que el Papa va a utilizar será muchas veces desde la razón natural. +es la primera encíclica en la que la Iglesia va a hablar de los Derechos Humanos, y eso que la Declaración había sido ya aprobada bastante tiempo después. Es cierto que Pío XII había hablado de ellos, pero lo hace en documentos menores y sin referencia a un elenco como aquí encontramos. En PT encontramos una síntesis del pensamiento eclesial del momento sobre los Derechos Humanos.

+finalmente, el estilo de la encíclica es un estilo abierto, en diálogo con la humanidad. Por eso, es sencillo y claro, tratando de ser reflejo de la nueva imagen que la Iglesia quería profundizar en el Concilio. Junto a ello, el optimismo que caracteriza el pontificado y la época. Pero lo fundamental es la profundización en el giro que ya se había iniciado en MM: el método. A la hora de elaborar la DSI va a haber una preocupación por el momento presente, por los “signos de los tiempos”. Desde ahí se irá construyendo el discurso social.

DESARROLLO DE ALGUNOS TEMAS

1.-¿Qué es la paz?La paz es el anhelo de toda la humanidad. Pero no consiste únicamente en la

ausencia de guerras: es algo más que conlleva la transformación del mundo. Es el respeto al orden establecido por Dios. Aquí tenemos su tesis que tratará de demostrar:“La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios” (PT 1).

¿A qué orden se está refiriendo? No se trata del orden de la naturaleza, sino de un orden moral que todos los seres humanos pueden conocer por la razón. Este orden tiene su punto nuclear en el respeto a la dignidad de la persona, por lo que se puede identificar paz con respeto a la persona:

“¡Cómo contrasta en cambio con este orden maravilloso del universo el desorden que reina no sólo entre los individuos, sino también entre los pueblos! Parece que sus relaciones no pueden regirse sino por la fuerza. Sin embargo, el Creador ha impreso el orden aun en lo más íntimo de la naturaleza del hombre: orden que la conciencia descubre y manda perentoriamente seguir. Los hombres muestran escrita en sus corazones la obra de la ley y de ello da

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testimonio su propia conciencia . Un error en el que se incurre con bastante frecuencia está en el hecho de que muchos piensan que las relaciones entre los hombres y sus respectivas Comunidades políticas se pueden regular con las mismas leyes que rigen las fuerzas y los seres irracionales” (PT 4-5).

“En toda humana convivencia bien organizada y fecunda hay que colocar como fundamento el principio de que todo ser humano es persona, es decir, una naturaleza dotada de inteligencia y de voluntad libre y que, por tanto, de esa misma naturaleza directamente nacen al mismo tiempo derechos y deberes que, al ser universales e inviolables, son también absolutamente inalienables” (PT 9).

2.-Los derechos humanosEl último texto nos introduce en uno de los temas novedosos de la Encíclica: los

derechos humanos. Los derechos humanos son la concreción de esa dignidad que toda persona tiene: de otra manera, sería un discurso vacío. Juan XXIII elabora aquí un elenco completo y orgánico de los derechos humanos (PT 11-27) y sitúa su defensa y promoción como la tarea prioritaria de la acción política. ¿Qué aportaciones hace con respecto a la Declaración de la ONU?

+los derechos humanos hay que situarlos en el orden moral: es decir, no hay que confundirlos con apetencias, o con reivindicaciones… Están dentro de un orden moral y del bien común: ese es su justo marco de libertades (PT 12).

+los derechos humanos brotan de la misma naturaleza del hombre (PT 9), es decir, tienen un carácter natural: por tanto, no son fruto de un consenso o acuerdo entre los hombres; tampoco son concesión magnánima de los Estados, sino que a ellos les toca reconocer jurídicamente estos derechos naturales.

+PT une estrechamente derechos y deberes. El deber por parte del propio individuo y por parte del resto de la sociedad que tiene una misión de “custodia” de cada persona:

“Los derechos naturales recordados hasta aquí están inseparablemente unidos en la persona que los posee con otros tantos deberes y, unos y otros, tienen en la ley natural, que los confiere o los impone, su raíz, su alimento y su fuerza indestructible. Al derecho de todo hombre a la existencia, por ejemplo, corresponde el deber de conservar la vida; al derecho a un nivel digno, el deber de vivir dignamente, y, al derecho a la libertad en la búsqueda de la verdad, el deber de buscarla cada día más amplia y profundamente. Esto supuesto, también en la humana convivencia, a un determinado derecho natural de cada uno corresponde la obligación en los demás de reconocérselo y respetárselo. Porque todo derecho fundamental deriva en su fuerza moral de la ley natural, que confiere e impone a los demás el correlativo deber. Así, pues, aquellos que al reivindicar sus derechos se olvidan de sus deberes o no les dan la conveniente importancia, se asemejan a los que deshacen con una mano lo que hacen con la otra” (PT 28-29).

3.-La comunidad políticaDos son los temas sobre los que se va a centrar en este apartado: la autoridad, y

más concretamente el origen de la autoridad, y el tema del bien común. Sobre el primero, Juan XXIII reafirma la doctrina tradicional: la autoridad es necesaria y el origen de la autoridad está en Dios, porque los hombres son todos iguales y nadie podría arrogarse el derecho de mandar en conciencia; y porque al ponerla en Dios, la autoridad se vacuna de arbitrariedades y se enraíza en ese orden moral divino que consigue la paz. Sin embargo, el colocar el origen de la autoridad en Dios no excluye que la designación de la persona que ostenta la autoridad se haga por toda la comunidad:

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“La autoridad misma no es, sin embargo, una fuerza exenta de control; más bien es la facultad de mandar según la razón” (PT 47).

“Del hecho de que la autoridad derive de Dios no se sigue el que los hombres no tengan la libertad de elegir las personas investidas con la misión de ejercitarla, así como de determinar las formas de gobierno y los ámbitos y métodos según los cuales la autoridad se ha de ejercitar. Por lo cual, la doctrina que acabamos de exponer es plenamente conciliable con cualquier clase de régimen genuinamente democrático” (PT 52).

La legitimidad de una autoridad, por tanto, está en el origen: que sea elegida por el pueblo; pero también en el fin, es decir, que busque el bien común. Es aquí donde plantea el segundo tema central del capítulo: el bien común.

¿Qué entender por bien común? Hecha mano de la definición de MM: “todo el conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección” (PT 58). En definitiva hace relación al cumplimiento de los derechos humanos:

“En la época moderna se considera realizado el bien común cuando se han salvado los derechos y los deberes de la persona humana” (PT 60).

Y lo especifica: el bien común tiene un carácter común y único para todos los seres humanos, por encima de razas y naciones (PT 55). Además, el bien común debe de redundar en provecho de todos los miembros de la sociedad (PT 56). Por último, el bien común tiene que hacer referencia a todas las dimensiones de la persona (PT 57). De aquí se derivan las tres funciones que el Estado tiene en aras de garantizar los derechos humanos: defender (es decir, quitar los impedimentos); armonizar (es decir, ser juez en caso de conflicto); promocionar (es decir, trabajar positivamente por la defensa de los derechos).

En cuanto a las formas de gobierno de un determinado país (PT 67-68) mantiene la teoría clásica de indiferencia ante las mismas, aunque establece unos mínimos que se deben de garantizar: la distinción de poderes; la subordinación de todos a un orden jurídico claro (Constitución); la participación ciudadana. Son los postulados de un Estado liberal o de un Estado democrático. Se excluiría las formas autoritarias o totalitarias.

4.-Relaciones entre los pueblosParte del principio de que los pueblos y naciones también son sujetos de

derechos y de deberes mutuos (PT 80) y que, como en el seno de una comunidad, se tienen que comportar de manera pareja:

“Las diversas comunidades nacionales, al procurar sus propios intereses, no solamente han de evitar perjudicarse unas a otras, sino que todas deben unir sus propósitos y esfuerzos siempre que su acción aislada no baste para conseguir los fines apetecidos; y ha de ponerse en esto sumo cuidado a fin de que lo ventajoso para ciertas naciones, a otras no les acarree más desventajas que utilidades” (PT 99).

Por eso, aplica a las relaciones entre naciones los mismos criterios que se aplican a las personas, y que tienen sus consecuencias en el campo del desarrollo, de las relaciones internacionales…: la verdad exige el reconocimiento de la igualdad entre los pueblos; la justicia exige el reconocimiento mutuo de derechos y deberes; la solidaridad exige la colaboración mutua; la libertad exige la autonomía y la no injerencia.

¿Qué problemas existen a nivel internacional con más importancia? Cuatro:+las desigualdades entre pueblos: en el marco de la descolonización, el Papa se

abre a la esperanza y confía en que pronto desaparecerán. Las diferencias actuales obligan a los más poderosos a ayudar más.

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+las minorías étnicas: es necesario profundizar en la coexistencia (con implicaciones en ambas partes), pues no todas pueden conseguir ser Estado.

+los exiliados políticos: hay que fomentar la acogida y respetar sus derechos+la carrera armamentística y el desarme: en este campo hace tres propuestas.

Hay que avanzar en el desarme propiamente dicho, que tiene que ser con condiciones:“Así, pues, la justicia, la recta razón y el sentido de la dignidad humana

exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que de un lado y de otro, las naciones reduzcan simultáneamente los armamentos que poseen; que las armas nucleares queden proscritas; que, por fin, todos convengan en un pacto de desarme gradual, con mutuas y eficaces garantías. No se puede permitir -advertía nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII- que la calamidad de una guerra mundial, con sus estragos económicos y sociales y sus crímenes y perturbaciones morales, se ensañe por tercera vez sobre la humanidad” (PT 112).

Pero es más importante avanzar en lo que él llama “desarme de las conciencias”: se trata de renovarlas, purificándolas para que no se creen en los corazones falsos enemigos y amenazas inexistentes. La tercera propuesta que hace en este campo es la de conseguir un nuevo equilibrio mundial, donde se respete el derecho internacional.

Finalmente, dentro de este grave problema que es la guerra, sugiere dos ideas:+la guerra no es el instrumento para solucionar los conflictos: de esta manera

parece superar la teoría de la guerra justa. Esta ha perdido ya sus posibilidades en la etapa presente:

“Esta persuasión, fuerza de decirlo, en la mayor parte de los casos nace de la terrible potencia destructora que los actuales armamentos poseen y del temor a las horribles calamidades y ruinas que tales armamentos acarrearían. Por eso en nuestra edad, que se jacta de poseer la fuerza atómica, resulta un absurdo sostener que la guerra es un medio apto para resarcir el derecho violado” (PT 127).

+es necesario constituir una autoridad mundial que vele por el cumplimiento del bien común mundial que existe por la creciente interdependencia, como los Estados velan por la provisión del bien común nacional:

“Como hoy el bien común de todas las naciones propone cuestiones que interesan a todos los pueblos y como semejantes cuestiones solamente puede afrontarlas una autoridad pública, cuyo poder, forma e instrumentos sean suficientemente amplios y cuya acción se extienda a todo el orbe de la tierra, resulta que, por exigencia del mismo orden moral, es menester constituir una autoridad pública sobre un plano mundial” (PT 137).

Se define así una de las sugerencias en las que insistirá la DSI que tiene que cumplir siempre tres condiciones: no ser impuesta, velar por el bien común universal y respetar el principio de subsidiaridad.

5.-El compromiso político de los creyentesComo MM concluye esta encíclica invitando a una presencia activa de los

cristianos en la vida pública:“Al llegar aquí exhortamos de nuevo a nuestros hijos a que participen

activamente en la administración pública y cooperen al fomento de la prosperidad de todo el género humano y de su propia nación. Iluminados por la luz del cristianismo y guiados por la caridad es menester que con no menor esfuerzo procuren que las instituciones de carácter económico, social, cultural o político, lejos de crear a los hombres impedimentos, les presten ayuda para hacerse mejores, tanto en el orden natural como en el sobrenatural” (PT 146).

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Este compromiso público tiene que tener dos características fundamentales: ha de ser de mediación (no de segregación o de presencia) (PT 147) y ha de ir unido a una competencia profesional (PT 150).

En esta época existía una problemática particular en torno a la colaboración con los no creyentes. Aunque se comenzaba puentes entre unos y otros, la polémica estaba en el seno de la Iglesia. Juan XXIII va a hacer en esta encíclica dos distinciones de vital importancia para el desarrollo posterior:

+hay que distinguir entre el error y la persona que lo profesa (PT 158): frente a siglos de intolerancia religiosa, donde el error no tenía ningún derecho, esta afirmación se fundamenta en el respeto que toda persona tiene y dará pie a la libertad religiosa

+distinguir entre filosofías falsas y corrientes históricas a las que han dado lugar:“Se ha de distinguir también cuidadosamente entre las teorías filosóficas

sobre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre, y las iniciativas de orden económico, social, cultural o político, por más que tales iniciativas hayan sido originadas e inspiradas en tales teorías filosóficas; porque las doctrinas, una vez elaboradas y definidas, ya no cambian, mientras que tales iniciativas encontrándose en situaciones históricas continuamente variables, están forzosamente sujetas a los mismos cambios. Además, ¿quién puede negar que, en dictados de la recta razón e intérpretes de las justas aspiraciones del hombre, puedan tener elementos buenos y merecedores de aprobación?” (PT 159).

Desde esta distinción se posibilita el diálogo y el acercamiento hacia posturas ideológicas contrarias a la fe: dichas corrientes, han podido abandonar aquella primigenios elementos inaceptables y pueden ser incluso un medio concreto de encauzar las justas aspiraciones del hombre.

En definitiva, la Encíclica PT es un canto a la paz de tremenda actualidad: sus criterios y principios siguen siendo hoy permanentes por lo que el trabajo por la paz, en todos los órdenes, ha de ser un tarea permanente del compromiso de los cristianos.

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