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    BOUV R Y L B T LL DE R GU DE B RCELON

    La

    de

    fensa

    de

    Aragua

    fue uno

    de

    los hechos ms

    sang

    r ientos

    de

    aQue a

    guerr

    a espantosa

    ue una

    pelea hotTible,

    salvaje. Cuerpos en

    leros perecieron; se

    puede decir

    que

    toda la in fanterla

    muri.

    Aquel ba

    ta

    ll

    n

    de jvenes

    distinguidos

    de

    Caracas que man daba Pedro Sals

    lc.sapareci

    desde s u

    je

    fe, ntcgl o.

    lol encaramado era el bravo

    ll

    :m e

    ro

    Ca

    r

    vajal.

    All

    se esforzaban

    por desc

    ollar

    todos los restos de los

    ej rcitos de

    Vencwela,

    los de orien

    te l' occidente,

    lo

    s que

    mandaban

    Marino

    y

    lloHvar,

    l

    os restos de la

    s

    pasadas hazaas, los

    hombres

    acos

    tumbrados a desarinr la muerte

    se

    t mp earon ;-thi en el postrer rin-

    cn

    libr

    e

    de

    su

    pauia con

    el afttn

    rle la

    ltima

    esperanza. Alli esta

    ban

    los homlHes

    de

    ms

    valor,

    los

    jefes

    afamados. Ribas, Bermdez.

    Ced

    eo.

    etc . All muri la

    Repbli

    ca por segunda vez a man os

    de

    los

    te

    n ibl

    < S

    noves )'

    Mornl

    es

    .

    G

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    tn, sep:n la ; circun:-:lnnc1as. La

    pn$icin adem:.s, tena

    la ventaja

    pam los

    patriotas

    de poder llevar

    rpidamente sus

    rc;;rva;

    al punt(l

    de

    mayo

    r peli:rro, mientras

    las

    del

    decisin.

    I I SO

    i

    ui

    1 RfU .-aria

    dentro dr la

    wblacu

    W ' IIc/0

    1'1

    C(ld(l bl l l 'UCal le

    IOIU

    i

    zcr

    tle bat(l/lu.

    1

    :

    1 da del comba

    le, a las ci nco de la maiiana, rom

    pieron el fuego los t>ncmigos sobre

    nuestras

    a v a n z a d n

    que

    vinieron en

    retirada;

    a la

    nueve

    el

    combate

    era general, por tndos

    la

    dos dispu-

    tbamos las

    calles p u l ~ a d a tras

    pulgada, peniiendn

    y

    r

    eto

    rna

    ndo a

    nue

    st

    r

    os

    ptu

    :stos,

    de modv

    que

    a

    l

    as

    dos de

    la la

    rde

    u carg

    as de

    infa ntera y caballe ra ;;e daban

    sobre monton

    es

    eJe cad e res;

    nut'stra caballera. tl t la que eJes

    confibamos,

    hatta p

    i'O

    digios

    de

    valor

    sembrand

    o

    t>l

    terror

    por

    don

    dequiera que

    c a r

    ~ a y mucho ms

    si

    est

    aba a

    su

    c

    ab

    rzu

    el

    '

    Tigr

    e

    en-

    c

    ara

    m

    ado ,

    j

    efe

    de

    caha

    ll

    era de

    un valor ext r

    aonlina

    ri

    . A las t r

    e>:

    de la ta rde tcnamo-; sobre

    la

    s

    ca-

    lles ochocientos muertos y

    en la

    Igles ia como mil her idos; el ene

    migo estaba bastante destrozado

    pero su

    m

    ay

    or nmero le pe

    rmita

    ef

    orz

    ar sus

    ataques

    , que cada vez

    eran ms

    esfo

    rzados y nu me1osns".

    Ms

    adela

    nte

    d ice: .. A

    la

    s c

    ua

    t ro

    de

    la

    ta rd e m

    uri6 ' 'Tig

    re encara-

    mado , el desaliento entr en to

    das partes y Jos

    euemigos penet

    r

    a-

    ron

    en

    nuestro ltimo baluarte,

    en

    - 1411 -

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    la plaza. El Gral. Bermdez que

    permaneci

    hasta

    el ltimo momen

    to tom la calle de salida a la ca

    beza de la caballe

    ra

    que nos que

    daba, arrojamos un escuadrn con

    band

    eras

    negra s y calaveras que

    nos

    cerraba

    la reti r

    ada

    y salimos

    a la

    llanura

    tomando el

    ca

    mino de

    Urica por

    Ar

    eo

    a Ma

    tu

    rn. Los

    enemigos nos

    persi

    guieron un po

    co

    de tiempo pero luego

    se regr

    e

    s

    aron .

    Como se ve,

    este

    pasaje d

    el

    ge

    neral Morn consti

    tuye

    la esencia

    fundamental de donde parte la ver

    dad

    referente

    a l

    as

    ca

    usas

    que pro

    voc

    aron la de

    rrota

    de los

    patrio

    tas. E l Libertador,

    por

    lo que

    he

    mos ledo, prefiri esperar al ene

    migo dentro de la poblacin y no

    fuera

    ,

    co

    mo sostienen

    fanticame

    n

    te algunos

    historiadores

    del

    pre

    sente siglo que, po extremismos

    excesivos,

    pugnan

    por

    tergiversar

    la vetdad de los hechos histricos

    de nues

    tra magna

    epopeya

    liberta

    dora. Ade

    m

    s, con respecto a la

    de

    rrota,

    podramos afirmar que la

    s

    up

    erioridad numrica y la disci

    plina

    militar

    del ejrcito

    realis

    ta

    fueron Jos

    facto

    r

    es

    que vencieron

    a

    las

    t r

    opas

    repub

    licana

    s,

    la

    s cua

    les, en verdad, no

    estaba

    n en con

    diciones para present

    ar batalla

    . As

    vemos que

    da

    y noche -apunta

    el

    genera

    l

    Morn-

    trabajbamos

    para disciplinar nuestros soldados,

    y

    cuando tenamos

    ape

    nas t

    re

    s mil

    quinientos hombres, se aproxim

    el

    enemigo

    con

    un ejrcito de seis mil,

    el que dando la

    vuelta

    por los lla

    nos, p

    ara no

    exponerse y s

    ufrir por

    l

    mal camino que hi

    ci

    mos nos

    o

    tr

    os en

    nuestra retirada,

    se de

    mor

    mayor

    tiempo. Mand Boves

    a

    la

    cabeza de l a su segundo Mo

    ra

    les, or iundo de las islas C

    ana

    ria

    s, que

    era an ms

    malo que

    Bov

    es, pero tenido por

    sus

    mismos

    soldados

    co

    mo cobarde .

    La carta del Libertador al Exce

    lentsimo

    seor Presidente

    del Con

    greso de

    la Nueva Granada, en

    cargado del Supremo Poder

    Ej

    e

    cutivo de la Unin, de

    Cartagena,

    a 20 de septiembre de 1814, es im

    porta

    nt

    sima en revelaciones, en

    ella

    relata

    las

    ca

    u

    sa

    s

    fundamenta

    les que hicieron sucumbir las

    fuer

    zas

    lib

    ertado

    ras en la clebre Vi

    lla de

    Aragua

    de Barcelona. E n

    uno de sus

    prrafos

    dice:

    Nues

    tros dos ejrcitos se inc

    or

    po

    raron

    en la Villa de Aragua, donde no se

    perdon diligencia

    alg

    u

    na

    por

    au

    mentarlo, y ponerlo en aptitud de

    emprender

    la

    rec

    up

    eracin de Ca

    racas.

    La

    actividad y

    rapid

    ez ex

    tra

    o

    rdinaria

    con que el enemigo v

    o-

    l sobre nosotros, a tiempo

    que

    el

    ejrcito no

    est

    aba

    an

    en disposi

    cin de resistirlo por su inferiori

    dad, por

    su

    indisciplina, y lo que

    es ms, por

    la absol

    u

    ta

    escasez de

    pertrechos, frustr todas nuestras

    esper

    anza

    s, y el 17 de agosto

    fue

    testigo de la accin ms sangrien

    ta,

    que

    decidida con

    tra

    las armas

    republicanas, decidi tambin

    la

    suerte de la Repblica . Es decir,

    pues, que todo esto el Lib

    ertad

    o

    y

    sus

    oficiales

    lo saban

    . Pero

    fuer

    zas may

    ores a sus deseos, como e

    ra

    el honor y el deber patritico, los

    oblig a vender ca

    ra

    sus vidas con

    el objeto de salvar la reputacin

    de

    la

    s

    fuerzas libertado

    ra

    s.

    Prue

    ba de esto es que, cuando term in

    la sangrienta jornada,

    Bolvar dijo

    enfticamente :

    To

    o

    se perdi

    menos el honor''.

    Ahora

    bien, r

    eferente

    al nmero

    de soldados que combati en dicha

    accin, es cosa que no se conoce a

    ciencia cie

    rt

    a . Segn Montenegro,

    J.

    D.

    Daz,

    Torrente,

    Baral

    t, Aus

    tri

    a, etc., las

    tr

    opas reali

    st

    as su

    maban 8.000. El gene

    ral Morn

    les

    calcul 6.000. Consideramos justo

    este

    nmero. Refer e

    nte

    a

    la

    canti-

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    dad de

    so ldad

    os del lj\at

    ito pat

    riu

    l:l. unos )'O s; quedaron

    1111

    mil y latttu

    l>

    ht

    rid

    us

    qtll

    ' hizo d f' J:IIIat M

    or

    al ts y

    otros t nlus ('1\tlit vl rc::,

    d

    siJ io p -

    trinta \ e n las c

    all

    c:s: se d ego lla

    ron u c n ~ y nittn)' dentro de )o =;

    templos

    rl Crlw

    l lo de

    M

    or

    a/,

    se

    llltl 16 . :i l l l l / l f 11 11/11 .

    Por tanto, la prdida d e cslc

    eomhnll

    si gnificaba pa

    :-a l

    os

    l'tpu

    hlknnos el c l e ' n re

    m

    s

    grande

    pnra la exi ste n(;a dC la 'egttncla

    rcpl1blita .

    Dcnln

    , del cj rci to

    li

    be rtador cu ndi In d t" :< nwra li7.acic>n,

    y ert In oficialidad p:ll

    ri

    . :t e l

    prin

    cip io de auto r idad S l hundi en los

    paorosvs

    a h i s m < ~ del

    per

    so nali

    s

    mo

    y

    de.>

    la

    d

    es

    un

    in.

    Nadie

    ohe(lc

    da.

    t odo e ra ana1

    qub.

    F.sll'

    fue,

    pue;;, el resu ltadu de la hata lla de

    Ar;t

    gua

    de

    Ba1

    cclona,

    la

    ciudad

    lb ncra que,

    por

    mala ra

    c

    ha

    d e su

    d ts

    tino,

    se co1wi

    Jti

    l: ll la tu mha

    de

    lu:;

    ej

    r citos

    libertad

    or

    es de

    a