5. reconocerán que son mis discípulos

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V Domingo de Pascua «En esto conocerán que ustedes son mis discípulos» Cuando [Judas] salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto». «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13,31-35). La Hora de Jesús LOS SIGNOS DE JESÚS Prólogo (1,1-18) La Palabra se hace carne Cuerpo (1,19- 12,36) Revela a Dios a través de signos Epílogo (12,37- 50) A pesar de eso no creen en ella LA HORA Prólogo (13,1) “los amó hasta el extremo” Cuerpo (13,2- Despedida, Pasión y Resurrección de Jesús La Hora de Jesús divide al Evangelio de Juan en dos partes principales: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre(13,1)

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V Domingo de Pascua «En esto conocerán que ustedes son mis discípulos»

Cuando [Judas] salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto». «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13,31-35).

La Hora de Jesús

LOS SIGNOS

DE JESÚS

Prólogo (1,1-18) La Palabra se hace carne

Cuerpo (1,19-12,36) Revela a Dios a través de signos

Epílogo (12,37-50) A pesar de eso no creen en ella

LA HORA DE JESÚS

Prólogo (13,1) “los amó hasta el extremo”

Cuerpo (13,2-20,29) Despedida, Pasión y Resurrección de Jesús

Epílogo (20,30-31) Evangelio: promueve la fe para tener vida eterna

La Hora de Jesús divide al Evangelio de Juan en dos partes principales:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre… (13,1)

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La despedida de Jesús

a) Tienen clara conciencia de que el fin está próximo.b) quieren a los suyos (los hijos, los discípulos) cerca de sí.c) recuerdan acontecimientos o palabras importantes de su vida.d) dirigen la mirada al futuro y hace recomendaciones

Algunos personajes importantes en los relatos bíblicos dejan un legado espiritual a los suyos:

Isaac: Gn 27

Jacob: Gn 49

Moisés: Dt 31-33

Josué: Jos 24

Samuel: 1Sam 12

Pablo: Hech 20

Jesús habla de su partida (13,33.36; 14,3-5.28; 16,4-7)

Jesús quiere que los suyos permanezcan en él y den fruto (15,1-17)

exhorta a que sean servidores lo mismo que él (13,14.15-17)

que crean en él y en el Padre (14,1.11)

Jesús da un mandamiento nuevo (13,34-35; 15,12-13.17)

Jesús ruega al Padre por la unidad de los discípulos y de los futuros creyentes (17,11.21)

También Jesús en los discursos de despedida de Jn 13-17

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La partida Como los patriarcas, también Jesús se dirige a los suyos con un lenguaje paternal:

Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros (Jn 13,33) Oíd, hijos de Jacob, y escuchad a Israel, vuestro padre (Gn 49,2) Ahora, hijos míos, que cada uno ame a su hermano (Test Gad 6,1) Ahora, hijos míos, os conmino a que guardéis los mandamientos del

Señor… Hijos míos, amaos unos a otros y no andéis examinando la maldad de vuestro hermano (Test Zabulón 5,1; 8,5)

Jesús anuncia su partida, pero de un modo distinto de todos los que se ven enfrentados con la inminencia de la muerte, como sucede en otros textos bíblicos, incluso evangélicos.

En Juan la partida de Jesús es un retorno al lugar desde dónde él ha venido.

José dijo a sus hermanos: «Yo muero, pero Dios se ocupará sin falta de vosotros» (Gn 50,24).

David, dijo a su hijo: «Yo me voy por el camino de todos. Ten valor y sé hombre» (1 Re 2,2).

Jesús anunció: «el Hijo del hombre se va, como está escrito de él» (Mc 14,21).

«Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, y me voy al que me ha enviado» (Jn 7,32)

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Un mandamiento muy conocido

¿En qué sentido puede ser nuevo un mandamiento presente en la Escritura y en las tradiciones judías cercanas al Evangelio?

Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Lv 19,18). Amad al Señor y al prójimo y tened compasión del pobre y del débil

(Test Isacar 5,2). Hijos míos queridísimos, amad cada uno a vuestro hermano con

corazón bondadoso y apartad de vosotros al espíritu de la envidia (Test Simeón (4,7).

Temed al Señor y amad al prójimo (Test Benjamín 3,3). Tras la muerte de Jacob se multiplicaron los hijos de Israel en tierra

de Egipto. Se convirtieron en un pueblo numeroso, en el que todos se amaban y ayudaban mutuamente (Jubileos 46,1).

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros» (Jn 13,34).

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,37-40).

En otros Evangelios Jesús no lo considera nuevo, ya que cita Dt 6,5, y Lv 19,18:

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Una nueva etapa en la historiaEl mandamiento del amor no es nuevo históricamente

(llevaba siglos su formulación) ni tampoco en su contenido ético. La novedad está en la naturaleza del amor; es decir, en su origen.

Porque en la Escritura el adjetivo nuevo (kainós) caracteriza las intervenciones definitivas de Dios: «He aquí que días vienen -oráculo de YHWH- en que yo pactaré con la

casa de Israel (y con la casa de Judá) una nueva alianza… todos ellos me conocerán del más chico al más grande -oráculo de YHWH- cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme» (Jer 31,31.34).

«Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que caminen según mis preceptos, observen mis normas y las pongan en práctica, y así sean mi pueblo y yo sea su Dios» (Ez 11,19-20).

Es nuevo el mandamiento de la alianza definitiva realizada en Jesús. El amor recibido de Jesús es el que transmitirán los discípulos:

«Así como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13,34)

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Con el amor con que Jesús ama

El «así como» establece una referencia comparativa:

«Así como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13,34)

Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos (Jn 15,12-13).

Pero establece también un fundamento. El amor del Hijo, recibido del Padre, pasa a sus discípulos y engendra en ellos un movimiento de caridad:Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí (Jn 17,21-23).

Padre Hijo Discípulosama ama se aman

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Una señal de identidad

¿Qué tan abarcativo es este precepto? Los posteriores escritos de la tradición joánica mostrarían que ese amor se entendió de un modo limitado sólo a aquellos que formaban parte de la comunidad. Porque cuando ésta se divide por visiones divergentes, se reduce también el círculo de la reciprocidad:

«En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros» (Jn 13,35)

«Salieron de entre nosotros; pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros» (1 Jn 2,19).

¿Cómo proceder en ese caso? Lamentablemente, muchas veces se busca afianzar la identidad subrayando ciertas diferencias, más que en la capacidad de amar a todos:

«Si alguno ve que su hermano comete un pecado que no es de muerte, pida y le dará vida - a los que cometan pecados que no son de muerte, pues hay un pecado que es de muerte, por el cual no digo que pida» (1 Jn 5,16).

«Si alguno viene a ustedes y no es portador de esta doctrina, no lo reciban en casa ni lo saluden, pues el que lo saluda se hace solidario de sus malas obras» (2 Jn 11-11).

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Amar como el Padre celestial amaSe trata de un repliegue que pretende conservar la

identidad grupal contra posibles desviaciones. Pero así la polémica impide ver que tal actitud, más que consolidar la identidad del creyente, la desfigura hasta el punto de hacer que obre de modo semejante a un no creyente, contradiciendo la misma enseñanza de Jesús:«Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,44-48).

Para que el amor sea una señal de identidad de los discípulos de Jesús, reconocida por los que no forman parte de la propia comunidad, la reciprocidad debe ampliarse hacia fuera. Esa diferencia en el modo de amar es la única que se debe fomentar.

Todos quedan incluidos potencialmente en este amor diferente, porque Dios amó al mundo entero y no sólo a un grupo de elegidos (cf. Jn 3,16).