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Ponencia

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Introducción

Por «arte prerrománico» conocemos un conjunto complejo y variado demonumentos indiscutiblemente valiosos por una u otra razón, pero que no hemossido capaces de justipreciar ni de unificar bajo una determinada unidad de estilocon el que nominarlos. Acudimos por ello a una agrupación completamente inar-ticulada y empleamos para designar a tal montón, más que grupo, un apelativomeramente temporal: «todo lo que cae antes del comienzo de arte románico».

Aquí reivindicamos dentro de ese aglomerado de obras de arte un grupo muypeculiar por el hecho de que es un arte «al revés». No es un arte construido comosuele ser la obra de arte, esculpido o pintado, sino que ha sido «excavado», y lo hasido en las cavernas artificiales que, en aquellos siglos todavía difíciles de calificar ysin llegar a un acuerdo terminológico (debido a nuestra escasa acribia), gene-ralmente u ordinariamente fueron trabajadas para servir de refugios o de lugares deculto de los monjes de la época.

1. El título de este trabajo deliberadamente reproduce de alguna manera el de aquella magnífica obrade G. DE JERPHANION, Les églises rupestres de Cappadoce. Une nouvelle province de l’Arte Byzantin, 5 volú-menes, París, 1925-1942. La razón es clara: aquí como allí se plantean temas y problemas hastaentonces no debidamente tenidos en cuenta en la investigación. El contenido de este trabajo esmucho más amplio que lo documentable en una comunicación de esta índole. Nos vemos obliga-dos a remitir a dos obras que fundamentan con creces cuanto aquí decimos. Un libro ya publicado:GONZÁLEZ BLANCO, A. (editor), Los columbarios de la Rioja, Antigüedad y Cristianismo, XVI, Murcia,1999. Y un segundo libro en preparación que recogerá las actas del Congreso sobre monacato rupes-tre celebrado en Arnedo (La Rioja) los días 16-18 de abril de 2001, que llevará el título de Monacatorupestre en La Rioja Baja y que probablemente también aparecerá como volumen monográfico en larevista Antigüedad y Cristianismo. La documentación, sobre todo gráfica, que no quepa en las pági-nas que siguen podrá encontrarse en las dos obras de referencia citadas. C

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Cæsaraugusta, 78. 2007, pp.: 649-670ISSN: 0007-9502

Una nueva provincia del arte prerrománico:las cuevas artificiales del valle medio del Ebro1

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O Vamos a limitarnos aquí a tratar del problema en una zona muy restringida,constituida de un modo general por toda La Rioja Baja y muy en concreto sobretodo por el valle del río Cidacos, afluente del Ebro2, en el que desemboca exacta-mente en Calahorra (La Rioja). Vaya por delante la afirmación de que nos limita-mos a esta muy particular geografía porque hay suficientes elementos para plan-tearlo, pero que lo que aquí decimos vale para muchos otros puntos de la geogra-fía mediterránea y que habrá que empezar a tener en cuenta la dimensión que aquírecogemos si hemos de hacer justicia a las realizaciones artísticas de los siglos de laAntigüedad Tardía, de la Alta Edad Media y del período árabe, ya que todas estascuevas siguieron siendo usadas en esos siglos que van desde el V al XII.

Arquitectura

No queremos pasar por alto que de esta época hay monumentos construidosmuy conocidos en la región de que hablamos. Recordemos la iglesia de San Millánde Suso, la de Villavelayo, las ermitas mozárabes de Peñalba y San Tirso, la de SanEsteban de Viguera, de todas las cuales aquí no vamos a tratar.

Son tales cavernas también una arquitectura al revés: no construida sino exca-vada, pero no se puede discutir que los excavadores tenían ante los ojos las imáge-nes de una arquitectura clásica compuesta de líneas rectas y de ángulos en perfectotrazado cúbico. Hay así mismo arcos de medio punto y bóvedas de medio cañón,por lo que indudablemente nos hallamos ante una derivación del arte clásico roma-no, como por lo demás lo es todo el arte de esta época que no puede identificarsecon artes indígenas como es el llamado arte de los pueblos de las estepas.

Arquitectura militar construida en vertical junto a una pared

El caso más llamativo en La Rioja es el de Inestrillas pueblo surgido en laAntigüedad Tardía, cuyo topónimo aún recuerda el tiempo en que se hablaba latín(«In fenestrellis» > Inestrillas), y cuya primitiva tipología aún visible son una serie depisos verticalmente construidos aprovechando el farallón vertical en el que estáapoyado a base de excavaciones rupestres y de muros verticales. Este tipo de arqui-tectura está muy mal estudiado en cuanto a su esencia y peor aún en cuanto a sudistribución3. En La Rioja, además de Inestrillas, podemos recordar el castillo deCastañares de las Cuevas; el castillo de San Esteban de Viguera. Construcciones deeste tipo las ha habido en Murcia, en el estrecho de La Encarnación (Caravaca) y larevista Altair en este mismo año de 2001 ha traído una soberbia fotografía de estefenómeno localizado en las montañas del Asia central.

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2. Hay otro río homónimo que pasa por Olite y al que aquí no nos vamos a referir.

3. Son dignos de loa los trabajos de CABAÑERO SUBIZA, B., «De las cuevas a los primeros castillos de pie-dra: algunos problemas del origen de la castellología altomedieval en el norte peninsular», Turiaso,VI, 1983, pp. 165-188; Id., «La defensa del reino de Navarra en el siglo X. Materiales para el estudiode la evolución de sus castillos», La Marche Superieure d’Al-Andalus et l’Occident Chrétien, Madrid,Casa de Velázquez-Universidad de Zaragoza, 1991, pp. 99-119.

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Túneles

No podemos historiar el origen de los túneles como estructuras defensivas. Enla historia del arte militar los tenemos en Hatusas, cerca de Ankara en Turquía, lacapital de la cultura hitita en el segundo milenio a. C. Un fenómeno similar y quizáemparentado es de las latomías tan famosos en Siracusa, pero presentes en otrosmuchos puntos de la geografía mediterránea. Las grandes cloacas han sido un ele-mento que al menos desde Roma están atestiguadas y que en ocasiones han servi-do para usos militares. En estos siglos, sin que de momento podamos precisar másse construyen túneles con finalidad militar y hay uno en Arnedo que tiene más dekilómetro y medio de longitud con puentes para salvar los barrancos que tuvo queatravesar y que es una verdadera obra de arte militar por lo menos para los siglosdel dominio árabe en esta plaza (foto 1).

Castillos

La gran mayoría de los castillos de La Rioja se remontan como mínimo a épocaárabe. ¿Se puede hablar de alguno que ciertamente sea de tiempos tardoantiguos ovisigodos? Hay que afirmar que el yacimiento romano de Contrebia Leucade, junto aInestrillas, es incluso prerromano y por supuesto romano y que se mantiene hastaal menos el siglo V d. C.

Las murallas de Calahorra parecen haber servido para reducir la ciudad roma-na, sin sucesión de continuidad; la villa fortificada de Agoncillo en la desemboca-dura del Leza lo fue en tiempos de la baja romanidad. No parece que pueda haberduda de que Tricio se amuralló, ya que nunca desapareció. Del mismo modo hantenido amurallamiento, en estos siglos, pueblos nuevos como Ausejo, La Villa deOcón, Entrena, Medrano, más tarde Navarrete y por supuesto Viguera, el Castillo deDaroca, Nájera y otros muchos. Este tema está sin estudiar porque los yacimientosde esta época se ha considerado que pertenecían más al dominio de la arqueologíaque al del arte y por falta de suficiente atención, prospección y excavaciones no hasido posible todavía un estudio suficiente con la creación subsiguiente de datos,elementos tipificados y posibilidades de estudios más complejos. Pero los datosexisten y esperan tal estudio4.

Iglesias monumentales con bóvedas de medio cañón

La iglesia rupestre del monasterio de Vico en Arnedo

Hay un ejemplo digno de nota: nos referimos a la iglesia rupestre localizada alos pies del santuario de Vico, santuario principal del municipio de Arnedo, en elvalle susodicho. Es una nave de 22 metros de larga excavada en la roca con el techotrabajado en forma de bóveda de medio cañón y el ábside, de seis metros de pro-fundidad, en vez de estar peraltado respecto al suelo mantiene el mismo nivel del

4. Sobre este fenómeno puede verse la Historia de Logroño, vol. I, Logroño, 1995. Sobre el castillo deViguera en particular: GONZÁLEZ BLANCO, A. y PASCUAL MAYORAL, M. P., «Viguera en la Alta EdadMedia. Arqueología contextual para la ermita de San Esteban», Las pinturas de la Ermita de SanEsteban de Viguera, Logroño, Fundación Caja Rioja, 1999, pp. 39-114. C

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FOTO 1. Visión de uno de los puentes para cruzar los barrancos que se interponen a lo lar-go del túnel de más de kilómetro y medio y que entendemos como una construc-ción militar. Tal «puente» debió estar cubierto, sin duda, para evitar ser detectadoscuando se pasara por él.

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suelo de la iglesia5, y se destaca por haber rebajado su techo, creando así un fron-tispicio de algo más de metro y medio de altura, en el que se han marcado tres cru-ces, un poco mayor la del centro, que dan sentido a todo el conjunto6.

La iglesia del patio de los curas

No es estrictamente una iglesia con bóveda de medio cañón, pero se acerca. Setrata de una cueva excavada en la roca, con forma más bien de media campana conabocinamiento hacia fuera y con el núcleo en un pequeño sacellun o sacrarium alfondo de la oquedad. Pero se adivina que la rusticidad en la elaboración se debemás bien a la pobreza de medios que a la falta de idea dirigente. En esta cueva haycruces e inscripciones de las que luego hablaremos7.

La iglesia de Inestrillas

En el poblado ya citado de Inestrillas hay dos recintos que parecen iglesias,pero uno de los dos lo es con seguridad. Su forma es también una nave con bóve-da de medio cañón. Con un pequeño sacrario en lo más profundo de la nave y conun estrangulamiento en el centro seguramente para crear un espacio para el culto(foto 2). Hay también cruces en la pared que forma la parte más profunda del recin-to excavado (foto 3); pero tipológicamente podemos incluir este recinto entre losde bóveda de medio cañón.

El monasterio dúplice de Santa Lucía de Ocón

No creemos que se pueda dudar del carácter de esas cuevas, por su forma y porla estructura de todo el conjunto8. Las dos naves que interpretamos como naves deculto separado, de mujeres y hombres, son dos naves excavadas en forma de bóve-da de medio cañón9.

5. Es más que probable que el hecho de que el ábside, en vez de estar resaltado, esté situado a niveldel suelo del resto de la iglesia, tenga que ver con la probable existencia de cortinas para reservar lacelebración del culto de los fieles asistentes a la manera bizantina. No debemos olvidar que estamosante un fuerte influjo oriental, probablemente de tipo sirio.

6. Sobre esta iglesia ver: GONZÁLEZ BLANCO, A., FAULÍN, C., CINCA MARTÍNEZ, J. L., GONZÁLEZ FERNÁNDEZ,R., «Una nueva iglesia en el monasterio de Vico (Arnedo-La Rioja)», Los columbarios de la Rioja(Antigüedades y Cristianismo, XVI), Murcia, 1999, pp. 259-277.

7. GONZÁLEZ BLANCO, A., ESPINOSA RUIZ, U., SÁENZ GONZÁLEZ, J. M., «Epigrafía cristiana en una iglesiarupestre de época visigoda en Arnedo (Logroño)», XV CAN (Lugo 1977), Zaragoza, 1979, pp. 1129-1142; GONZÁLEZ BLANCO, A., «El Cristianismo en el Municipio de Calahorra del año 380 al 410»,Memorias de Historia Antigua, V, 1981, pp. 195-202.

8. Véase: GONZÁLEZ BLANCO, A. y PASCUAL MAYORAL, M. P., «El monasterio dúplice de Santa Lucía deOcón (La Rioja)», Los columbarios de La Rioja, Antigüedad y Cristianismo, XVI, 1999, pp. 249-258.

9. Es sabido que en el siglo IV San Juan Crisóstomo atestigua para el Oriente la separación entre mujery hombre dentro de la iglesia por medio de biombos: In Mt. 73,3: «Realmente dentro de vosotrosdebierais tener la muralla que separara a los hombres de las mujeres; mas ya que no lo queréis, nues-tros padres tuvieron por necesario separaros siquiera por estas cancelas. Por mi parte he oído decira los ancianos que antiguamente ni esto había para la separación porque en Cristo Jesús no hayvarón ni hembra. Y en tiempo de los apóstoles estaban juntos hombres y mujeres…» (Edición deBAC, Madrid, 1956, con traducción de Ruiz Bueno, p. 473). Sobre estas cuevas que hemos inter-pretado como iglesias de un monasterio dúplice, véase detalles en GONZÁLEZ BLANCO, A. y PASCUAL

MAYORAL, M. P., «El monasterio …», pp. 249-258. CÆ

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FOTO 2. Una de las «salas-iglesia» de Inestrillas.

FOTO 3. Cruces de esta misma iglesia.

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Iglesias o lugares de culto en forma de salas de reunión

La gran sala con óculo en el monasterio de San Miguel en Arnedo

A mitad de camino, tipológicamente hablando, entre las iglesias con bóveda ylas iglesias-sala podemos situar la sala del gran óculo del monasterio de San Miguelen el casco urbano de Arnedo. Se trata de una sala múltiple por su forma con unaplanta que podemos considerar casi radial, con el centro arquitectónico en el granóculo que aparece en la foto que presentamos (foto 4). La sala viene a abarcar uncuarto de círculo y la sala que estimamos «para los hombres (monjes)» sería la salaperpendicular al óculo, mientras que la segunda sala que ocupa aproximadamentela bisectriz del conjunto podría haber sido pensada «para las mujeres (monjas)» yla sala que corre paralela a la fachada del óculo pudo haber servido para las cere-monias litúrgicas.

La cueva de los diez pilares

La cueva de los diez pilares consta de tres recintos. Quizá los tres, pero almenos el más cercano a la entrada tiene indicios de haber sido empleado como salade culto, por ejemplo: que la hornacina o posible mihrab (foto 5), indicaría una par-

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FOTO 4. Vista del gran óculo en la gran sala de San Miguel de Arnedo desde la nave sensi-blemente perpendicular al mismo.

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FOTO 5. El posible mihrab es de la estatura aproximada de un hombre.

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ticular relevancia cultual de la sala. Otro la decoración de los capiteles de las colum-nas, que es común a la primera y segunda salas y que no es probable que se reali-zaran para simples lugares de residencia10.

La cueva de Santa Eulalia

Es conocida porque la publicamos en el volumen de actas del congreso de epi-grafía rupestre de Compostela. La mencionamos aquí únicamente para comentar sucuriosa forma, con una sala que tiene dos minúsculas naves paralelas que parten delvestíbulo en dirección norte. Los dos ambientes están perfectamente tallados conuna cubierta a dos aguas, con una especie de altar más insinuado que llevado aplena perfección. Y lo que es el vestíbulo, una decoración a base de nichos decolumbario diseñados en perfecto ajedrezado11.

La cueva tiene una inscripción latina que puede poner algo así como PAX IN D.o que posiblemente podría poner algo así como PRAXIN y que nos llevaría alsiglo VI d. C.12.

Las cuevas de la celda de emparedamiento

La tipología de muchas de las cuevas de los montes que dan paso al ríoCidacos es parecida. Se trata de una entrada, una sala perpendicular a la entrada porel interior de la cueva y al final de la sala, la estancia da un quiebro de 90° para for-mar un recodo que permite horadar una ventana al vacío de la pared de la roca, pro-cedimiento por el cual se consigue que toda la cueva tenga dos punto de luz: laentrada y la ventana de sus dos extremos.

Con este esquema como base en el centro de la cara sur del cerro de SanFruchos hay dos cuevas similares, ambas excavadas según el esquema antedicho,pero una con un vestíbulo de entrada del que parten a modo de dos escalinatas unaa cada lado del vestíbulo por las que se accedería a la primera cueva con forma deuna u de base muy amplia, abierta por los extremos al vacío de la pared sur delrecinto.

Desde esta cueva y por un punto cercano al extremo oeste una escalera ascen-dente (foto 6) da acceso a la cueva superior que tiene exactamente el mismo esque-ma. Así entramos en ella por su recinto este. De él parte la nave del interior de lacueva (foto 7) perpendicular al mismo y hay luego una pequeña nave perpendicu-lar en el centro. Entre esta nave del centro y la nave del extremo occidental de lacueva queda a modo de una gran pilastra y justamente en la base de ésta, a modo

10. La cueva de los diez pilares sólo ha sido publicada a modo de informe en la revista Piedra de Rayon.º 3, Logroño. Aparecerá un estudio mucho más pormenorizado en el volumen de las Actas delCongreso sobre monacato rupestre celebrado en Arnedo (La Rioja ) los días 16-18 de abril del 2001.Ver de todos modos más abajo a propósito de la escultura.

11. GONZÁLEZ BLANCO, A./CINCA MARTÍNEZ, J. L./PASCUAL MAYORAL, M. P., «La cueva de Santa Eulalia(Arnedillo, La Rioja)», Los columbarios de La Rioja, 163, 1999, pp. 163-178.

12. El tema aparecerá planteado en las Actas del congreso sobre monacato rupestre celebrado en Arnedo losdías 16-18 de abril del 2001. La sugerencia fue hecha por el Prof. Claudio García Turza y esperamosque formule la hipótesis con detenimiento en las susodichas actas. C

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FOTO 6. Escalera de comunicación entre las dos grutas excavadas con idéntica tipología.

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FOTO 7. Vista de la nave interior de la cueva más alta, desde el punto de acceso de la esca-lera de subida. Al fondo y bajo lo que aparece como segunda (y ultima) pilastraestá excavada la celda de emparedamiento.

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O de pilastra, se ha excavado la celda de emparedamiento de la que hablamos luego(foto 8). A esta cueva superior se le ha dado otra salida por este extremo occidentalque permite plantear que las dos cuevas pudieron ser absolutamente independien-tes, y que la comunicación entre ambas pudo ser hecha meramente para tener unacomunicación que permitiera una celebración conjunta de la liturgia que podríaoírse pero no ver las ceremonias. Pensamos, pues, en un monasterio dúplice (lomismo que en el caso de las cuevas de Santa Lucía de Ocón que hemos citado másarriba) que podrían celebrar la liturgia conjuntamente pero con la separación que,como hemos visto, los textos dejan entenderse puede concluir que los monasteriosdúplices se reunirían para el culto pero sin juntarse y bien separados y sin verse físi-camente.

En la salida secundaria o independiente hay un dato iconográfico que resultachocante. Hay una especie de hornacina de la altura de un hombre, orientada apro-ximadamente al levante y que tiene toda la apariencia de una especie de mihrab. ¿Esindicio de que los monjes o monjas de esta cueva se islamizaron? ¿Fue mera cues-tión decorativa o signo de algún rito de oración similar al rito que luego tomaríanlos islámicos? De momento baste con constatar la existencia de estos nichos suma-mente extraños y conste que no es este que comentamos el único caso que hay enestas cuevas.

La celda de emparedamiento

Estamos ante una arquitectura específica. Dentro de un conjunto monacal eltema del emparedamiento es muy conocido por las fuentes literarias, probable-mente por lo impresionante del hecho y por su rito y la duración del mismo. EnArnedo y en el monte de San Fruchos hay una celda perfectamente construida, den-tro de un conjunto rupestre que no puede ser otra cosa que una celda de empare-damiento. Se trata de una celda que ocupa el centro geográfico de una cueva mona-cal. Su única comunicación con la cueva es una ventanita por la que quizá fue posi-ble pasar el cuerpo del o la penitente, y a través de la cual la comunidad le sumi-nistraría la comida diaria y le remediaría cualquier otra necesidad. La celda estáabierta al sureste y da al vacío por lo que si algo había que evacuar era posible porel procedimiento de arrojarlo al vacío. La construcción está llevada a cabo en unaarquitectura de perfecta estructura cúbica, con ángulos rectos y líneas perpendicu-lares, que presupone el total desarrollo de la tradición clásica en y de la que vive.

Hay otro detalle que creemos significativo: la pared en la que se abre la venta-nita de comunicación con la celda está trabajada con cuidado: hay en ella unasuperficie rebajada y es más que probable que, en su día, pudiera estar decorada dealguna manera (foto 8).

Probablemente hay muchas más celdas similares menos claramente percepti-bles, pero ésta es segura y sirve para crear el tipo.

Hornacinas de eremitas

En el valle del Cidacos hay numerosos ejemplos de pequeñas cuevas en las quesólo cabe una persona (foto 9), y algunas que son evidentes lugares de diálogo espi-ritual en las que pueden sentarse no más de dos o tres personas, que están cons-

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FOTO 8. Ventanita para la comunicación con la celda de emparedamiento.

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FOTO 9. Una de las celdillas para la contemplación de un único eremita. La imagen da laidea de las dimensiones.

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truidas en forma semicircular sin duda para concentrar el diálogo13. El uso de estaspequeñas covachuelas u hornacinas aún se puede ver en reportajes televisivos fil-mados en Lalibela (Etiopía). No hay duda de que, aun siendo un arquetipo simple,se trata de una tipología.

Escultura / decoración

Columnas de la cueva de los planos

En la cueva de los Planos o «de los Llanos» hay tres columnas que separan las dosnaves en que queda dividido el recinto. Tales columnas ofrecen una forma que pre-senta un estrangulamiento inferior y una parte superior que se abre ligeramentehasta dar la impresión de copa cuadrangular. Tal forma no parece que pueda deber-se a una determinada erosión capaz de producir tal estrangulamiento inferior, sinoque tales pilastras han sido concebidas así desde el principio.

Estas columnas no parecen haber tenido capitel ni real ni insinuado, pero enla primera de ellas hay una decoración sumamente significativa. Está decorada concaras de persona, muy tipificadas, sin rasgos personales, sino más bien caras abs-tractas o esquemáticas. Tales caras son dignas de poner de relieve, ya que por todala cueva hay nichos con vaciados de cabezas incluida la barba; pero en esta colum-na son imágenes de facies personales de las que hablaremos más abajo14.

Capiteles

Hay un dato que es sorprendente y del que ofrecemos dibujo: en «la cueva delos diez pilares», todos los cuatro pilares exentos que hubo en las primeras dos salastenían esculpido también el capitel. Se trata de una forma sumamente estilizada dealgo que en origen pudo ser un capitel corintio y del que únicamente quedan unosnervios que salen o bien de los ángulos o bien del centro de la cara de la pilastra.Son nervios muy pequeños pero muy claramente visibles, tal como puede apreciar-se en la foto que adjuntamos (foto 10).

Ajedrezado

Es bien conocida la predilección del arte románico por el decorado en ajedre-zado. En el románico de Jaca es un motivo que llega a ser rasgo tipificador y dife-renciador. En varias cuevas, pero muy especialmente en la de Santa Eulalia, loscolumbarios están tallados en toda la cueva respetando perfectamente una planifi-cación en ajedrez que resulta no sólo elegante sino impresionante como plan-

13. De una de éstas se habla y se recogen fotografías en GONZÁLEZ BLANCO, A., «Monacato oriental,monacato occidental. Semejanza y diferencias», en MONTERO FENOLLOS, J. L. (ed.), De la estepa alMediterráneo. Actas del I Congreso de Arqueología e Historia Antigua del Oriente Próximo. Barcelona 3-5abril del 2000, Barcelona, 2001, pp. 71-85.

14. Véase: GONZÁLEZ BLANCO, A., FAULÍN, C., CINCA MARTÍNEZ, J. L., «La cueva de los Llanos (Arnedo, LaRioja)», Los columbarios de La Rioja, 1999, pp. 133-148. C

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teamiento artístico. No puede haber muchas dudas de que esta concepción está cer-cana y tiene algo que ver con el motivo del ajedrezado del románico. Y muy pro-bablemente hay que datar ambos fenómenos no muy distantes en el tiempo.

Los columbarios como elemento artístico

Que los columbarios no han servido originariamente para nidos de palomases algo que ya ha sido suficientemente comentado y creemos que no vale la penainsistir en ello. Pero sí que queremos añadir aquí algunos detalles que lo confirmanhasta hacerlo evidente.

a) Hay algún aparente nido que ha sido trabajado con primor. En una cuevade Herce se ha esculpido todo el borde de un nido hasta hacer del mismo un peque-ño joyero. No es normal que esto se haga para construir un criadero para palomas.

b) Hay en la cueva de los Planos un nicho en el que, al excavarlo encontraronuna piedra. La piedra es de tamaño pequeño y pudieron haberla eliminado y debie-ron haberlo hecho si lo que querían era excavar un nido de palomas o incluso uncolumbario. Pero no quitaron la piedra. Debió parecerles un elemento decorativooportuno, por lo que dejaron allí la piedra, resaltaron ligeramente los bordes de lamisma y delimitaron bien el borde del columbario, dejando aquel elemento inte-grado en toda la traza decorativa de la cueva (foto 11).

c) Hay, por todas partes en las cuevas de Arnedo, indicación de nuevos nichosde columbario a excavar. En algunos casos está indicado también el futuro vaciadode la barba.

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FOTO 10. Parte superior de una columna del segundo recinto de la cueva de los 10 pilarescon el nervio en el centro.

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Todos estos datos están confirmando no sólo que los nichos no tienen funcióneconómica alguna, sino que su razón de ser es otra, que son elementos decorativosy que pertenecen a una forma típica decorativa y que como tal hay que aceptarla.

Las caras

Si estuvieran pintadas nadie dudaría de recensionarlas en el catálogo de arte pic-tórico de la época. Pero sólo están esgrafiadas, marcadas con un punzón. ¿Y qué dife-rencia puede haber para considerarlas arte de la época? Evidentemente ninguna.Creemos que hay que catalogarlas aquí en el apartado de la decoración plana, ya quees más esto que un bajorrelieve. Y hay muchas. Tenemos casi dos decenas en la cuevade los Planos. Tenemos otra cueva subiendo río arriba antes de llegar a Herce.Tenemos la ya conocida de la iglesia del Patio de los Curas. Todo esto sin contar conla evidente relación entre caras y columbarios con barba que son centenares.

Las caras nos abren un capítulo de enorme interés en la historia del arte de lossiglos V-XII, y su estudio se impone. Y no podemos olvidar que es muy probableque o todas o muchas o algunas estuvieran originalmente pintadas. No podemosolvidar que ha habido cuevas estucadas y pintadas y hay que suponer que sobretales estucos debió haber también representaciones iconográficas.

La tabula ansata

La inscripción ROMA de la iglesia del Patio de los Curas está enmarcada en unatabula ansata cuya tipología es bien conocida y como decoración aparece en nume- C

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FOTO 11. Nicho con la piedra llenándolo, piedra que ha sido conservada e integrada artís-ticamente en el conjunto.

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O rosísimos objetos del arte clásico, desde sarcófagos hasta decoraciones monumen-tales y representación de lábaros. Es un motivo decorativo más que acredita lavigencia de la tradición clásica en la Antigüedad Tardía incluso donde no nos ima-ginaríamos que podríamos encontrarla, como es una rústica cueva concebida comoiglesia.

Cruces de diversos tipos

El tema de la cruz ha sido estudiado con prolijidad y detención15, pero por lomismo la aparición de una cruz pintada o esgrafiada en un lugar cualquiera nos dapie a reflexiones sobre tipología o cronología. Las cruces es uno de los signos quemás abundan en las cuevas cristianas que estamos comentando. Sin que aparezcamucho ni por doquier, sí que tenemos atestiguados una serie de casos en los que lascruces son antiguas con gran probabilidad:

En la iglesia del Patio de los Curas hay al menos un par de cruces que por suforma con los extremos de los palos ampliados pueden muy bien datarse en elsiglo VI.

En la iglesia de Vico, de la que hemos hablado más arriba, hay tres cruces gra-badas sobre el frontispicio que forma el rebajarse del techo a la altura del ábside. Ladel centro es algo mayor que las dos que la flanquean, pero no podríamos decirnada sobre la tipología16 y por ello, ni sobre la cronología.

En la iglesia de Inestrillas hay también un grupo de tres cruces, que puedenverse en la fotografía adjunta (foto 3).

Hay asimismo grupos de cruces en alguna de las celdas de diálogo espiritualque se hallan entre Arnedo y Herce17.

Pintura

Cueva de Herce con estuco

Es una fotografía ya vieja, de los años setenta. El estuco era un pequeño frag-mento conservado en una cueva ya medio destruida entonces, pero se conservaba.La cueva había estado estucada y pintada por entero (fotos 12 y 13).

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15. Recuérdense los trabajos de KLAUSER en JAC 1-10 (1958-1967); además OMODEO, A., «Il culto nel IIsecolo», Saggi sul cristianesimo antico. Gesu il Nazoreo. Il Cristianesimo nel II secolo, Napoli, 1958, pp.500-521; ver también los artículos de los principales diccionarios como DACL, o del Lexikon derChristlichen Ikonographie, en el vol. II de la edición de 1990, col. 562-590 con abundante bibliografía.

16. Por las circunstancias del estudio no hemos tenido acceso a una contemplación desde cerca ni conuna iluminación adecuada, por lo que hablamos casi de impresión y según fotografías muy defi-cientes.

17. Una de ellas la hemos reproducido en nuestro trabajo, «Monacato oriental, monacato occidental»,en MONTERO FENOLLOS, J. L., De la estepa (cit.).

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FOTO 12. Fotografía indicando puntos en los que se han conservado restos de estuco.

FOTO 13. Visión en color en la foto original de un pequeño fragmento de estuco.

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O La cueva de Herce con aparentes pinturas en líneas

Hay otra cueva del mismo tipo conservada poco antes de llegar a Herce,subiendo río arriba. En ella hay restos de pintura roja sobre fondo blanco que abun-daría en la misma idea.

Caracteres generales de este arte

Pobreza

Una de las razones por las que hasta ahora el arte que aquí recogemos no hasido tomado en serio es su aparente pobreza. Nunca debió ser muy rico, pero siadmitimos, como ha quedado documentado, que hubo estuco y pinturas, las cosashubieran sido de otro modo si éstas se hubieran conservado. En cualquier caso, esun arte con soluciones elementales y llevadas a cabo con los medios más simplesque imaginarse pueda. Probablemente sino hay otras soluciones y si la tipología serepite de manera exasperante, es porque las gentes que lo excavaron tenían espíritu,pero casi nada más. Y vivían casi del aire y el sol. La pobreza es un rasgo del quedifícilmente podremos desprendernos.

Utilitarismo y rentabilidad

El fin del arte de estas cuevas es vivir una vida de acuerdo con los novísimos18.La vida cotidiana debía ser para ellos una preparación para la muerte y una con-templación de la misma y de los temas relacionados con ella. Al construir estosrecintos no se pretendía nada más. Por ello las soluciones eran elementales, aunquela voluntad de «sacralizar» los espacios es bien visible como estamos analizando.

Primitivismo

Se supone la tradición arquitectónica clásica, en la que los excavadores estánsituados. Pero, en general, no cuidan el llevarla a perfección. Excavan bien pero sinacabar la obra. En rigor no lo necesitan. Sus concepciones artísticas están subordi-nadas a un lenguaje elemental, que vale para personas no letradas por lo general.Sabemos que la mística de estas personas no consiste en razonar, sino en contem-plar por lo que les basta con muy poco y esto muy primario.

Pura forma

A pesar de las mínimas exigencias no renuncian a lo mínimo. Y buscan laforma. No una forma determinada. Buscan una forma que haga constar que lo quehacen no es una vida de seres meramente vegetativos. Buscan una forma que dé tes-

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18. Se ha subrayado que «La obsesión por los últimos fines es un rasgo común de los monjes orienta-les y occidentales. El arte imperial de Constantinopla ha descuidado ese tema que desbordaba elcuadro de sus fiestas litúrgicas, o lo ha velado bajo la alegoría de la Hetimasia. A la figura de lasegunda venida prefiere la composición grandiosa del último juicio», BRÉHIER, l., «Les églises rupes-tres de Cappadoce et leur témoignage», Revue Archéologique, Ve série, XXV (1927), p. 44.

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timonio de su fe. Y parece que la encuentran, como estamos comprobando en laenumeración que aquí presentamos.

¿Deterioro de la iconoclastia y de la incuria de los tiempos?

La comprobación de que alguna cueva ha estado estucada y pintada nos hacepensar en por qué ahora de eso apenas queda nada. En Oriente el período icono-clasta existió, pero se puede comprobar en la decoración. ¿Es que aquí fue más duroy hasta la decoración quedó eliminada? ¿Es que la presencia árabe influyó en talfenómeno? ¿Es meramente que la textura del terreno de las cuevas que estamos con-templando es propensa a la degradación y se ha ido perdiendo lo que pudiera haberhabido? Todas estas cuestiones y muchas más volverán a nuestra mente a medidaque vayamos estudiando las características que estos conjuntos rupestres presentan.

Arte occidental y arte oriental

Hay unas líneas de un viejo trabajo que no queremos desaprovechar la ocasiónde repetir aquí. Louis Bréhier, en un artículo del año 1927, escribe:

«En el análisis precedente hemos intentado dar una idea de las nuevas rique-zas que los trabajos del P. de Jerphanion han puesto a disposición de los arqueólo-gos. El descubrimiento de las iglesias rupestres de Capadocia, conocidas hasta ahorade una manera muy fragmentaria, ha permitido renovar casi por completo la histo-ria del arte bizantino…»

Todas las investigaciones de estos últimos años y muy en particular las de G.Millet, han mostrado que la iconografía capadocia presentaba numerosos puntosde contacto, por una parte, con el arte religioso prevalente en la época de losPaleólogos en los mosaicos de Kahrie-Djami y las pinturas de Mistra, pero, por otraparte, también con la iconografía románica de Occidente. Veamos lo que las pintu-ras del grupo arcaico de Goreme nos pueden enseñar a este respecto.

«…Existen los mismos convencionalismos… y la misma fuente de inspira-ción…»

«Las relaciones con el arte occidental, aun siendo menos constantes, no sonmenos instructivos. Limitémonos a los que revela el grupo arcaico de Goreme. Latécnica misma de la pintura mural que se desarrolla en el siglo XII en el centro yoeste de Francia tiene grandes relaciones con el de las iglesias rupestres: el mismopredominio de los ocres amarillo y rojo, igual rareza de los azules; el mismo esbo-zo de los personajes, de los rasgos de su cara, de los pliegues de sus vestidos pormedio de líneas vigorosas; iguales tintas planas oscuras o claras para figurar lassombras y las luces. En Francia, como en Capadocia, se propendía a subrayar pormedio de rasgos coloreados o de adornos las líneas de la arquitectura o a imitar deese modo el aparejo de las piedras. En Francia, como en Capadocia, las escenas sedesarrollaban sin registros narrativos. La serie de los milagros descubiertos en lacripta de la catedral de Clermont, sermón de la montaña, multiplicación de lospanes con los cestos alineados como a capricho, recordaban sin poderlo evitar laspinturas del grupo arcaico de Capadocia. En Italia, en el círculo de pinturas de San C

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O Urbano en Caffarella, cerca de Roma, recientemente estudiado19, a pesar de susnumerosas variantes, presenta un parentesco incontestable con la Capadocia. Lapequeña sirvienta que levanta la cortina ha pasado de la Visitación a la Anun-ciación, el pastor músico toca el violón, la mesa de la cena es alargada, pero Jesúsestá siempre sentado a la izquierda. Nicodemo y José de Arimatea llevan el cuerpode Jesús al sepulcro de la misma manera que en la Theotokos de Goreme y tambiénen ambos casos hay dos miróforos que avanzan hacia el sepulcro vacío.

Pero la decoración de las iglesias románicas es debida sobre todo a la escultu-ra, y es por haber sabido traducir de una manera plástica los temas de la iconogra-fía religiosa por lo que el arte occidental ha afirmado su originalidad frente aOriente…»20.

El autor que estamos citando tras concluir con el parentesco entre el arte de laCapadocia y el arte occidental, y diferenciarlos a ambos del arte oficial deConstantinopla, concluye que la relación Oriente/Occidente ha sido cosa de losmonjes, que a diferencia del clero de la corte que siguió caminos más puristas, elarte monacal siguió vías más narrativas y naturalistas.

Trata de justificar tal hecho por las migraciones de monjes orientales a occi-dente a partir del siglo X y por los viajes de los occidentales a Oriente.

Y confirma su hipótesis con la constatación de que cuando el arte bizantinocae bajo el influjo de los todopoderosos monjes a partir del siglo XIII cambia susmodos de producción en líneas más narrativas y así el arte de la Capadocia, más pri-mitivo y elemental, contribuyó a vivificar el arte bizantino.

Las sugerencias son interesantes, pero probablemente hay que retrotraerlas yplantear las cosas de otro modo. Las características de ese arte primitivo deCapadocia y de Occidente están presentes ya en el arte de las catacumbas. El corteiconoclasta no debió ser tan total ni tan profundo. En el arte asturiano se dan tam-bién tales características. Las comunicaciones de los monjes entre Occidente yOriente hay que datarlas desde mucho antes y hay que admitir su continuidad. Enotras palabras: el arte prerrománico europeo, en general, y el de la PenínsulaIbérica, en particular, sólo se puede explicar mirando hacia el monacato sirio. Y parala reflexión sobre este fenómeno los datos que nos aportan los complejos rupestres,en este caso de La Rioja, es de lo más sugerente21.

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19. BUSUIOCEANU, A., «Un ciclo di affreschi del secolo XI», Ephemeris Dacoromana, Roma, 1924 (pinturasdatadas en 1012 por una inscripción desgraciadamente retocada en el siglo XVII.

20. BRÉHIER, L., «Les églises rupestres de Cappadoce et leur témoignage», Revue Archéologique, Cinquièmesérie, tome XXV, enero-marzo, 1927, pp. 1-47, citamos las pp. 40-47.

21. Todo esto quedó sugerido por varios modos y en muchos lugares en el volumen sobre Los columba-rios de La Rioja, ya citado más arriba.