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Tierra adentro, de AngelinaMuñiz * la repreSlOn social como generadora pri- mordial del problema de la identidad "el encuentro consigo mismo", la búsqueda in- terior, son quizá los elementos que esencial· mente se desarrollan en Tie"a Adentro, segunda novela de la escritora hispanome- xicana Angelina Muñiz, cuya primera obra, Morada Interior, ..,-en la que incursionaba en la metafísica y la problemática existen· cial de una beata cuyas señas remiten inevi- tablemente a Santa Teresa de Jesús-, fue ganadora del premio Magda Donato en 1972. Morada Interior y Tierra Adentro, son títulos que indican y remarcan el interés primordial de Angelina Muñiz, narradora convencional pero eficaz. Si en su primera novela reflexionaba seriamente acerca de cuestiones que mucho tienen que ver con el eterno y universal problema del ser y el querer ser, en esta su segunda narración larga, la escritora retoma la temática utili- zando como pretexto a un personaje y una época: 1Jn judío sefaradí español del siglo XVI, cuyo drama comienza a los trece años de edad cuando su padre le informa que, debido a la violenta vigilancia opresiva a que están sometidos los judíos, es imposi- ble celebrar su bar mitzvá, ceremonia por medio de la cual se supone que los jóvenes judíos entran en la etapa de la maduración y la responsabilidad ante la vida. Apenas salido de su infancia, Rafael, que así se llama el personaje principal, comien- za a vivir y se narra, en una primera persona confesional, (monólogo interior, descripción de objetos, paisajes, actitudes, costumbres de la época -y demás conven- ciones cuando de una narración con estas necesidades, específicas, se trata) su largo drama: nieto de un anciano que se desqui- -cia porque le toca mirar el arresto, la tortura y la muerte de sus hijos, hijo de un matrimonio destinado a finalizar su existen- cia en las cloacas inquisitoriales de la época mientras él viaja a Madrid en busca del profeta Josef el Cohen para ser "iniciado en el mundo de los hombres" según la costumbre judía, Rafael, personaje que vive con intensidad su drama, comienza un largo caminar que concluirá en la Tierra Prometi- da (tierra santa, es Israel) y que 44 Libros permite a Angelina Muñiz practicar la na· rración lineal siempre en presente, pero que transcurre con el cambio de espacios de acción y de actitudes, y que sólo es rota cuando un alquimista habla al protagonista y predice para la posteridad en letras cursi- vas: "la muerte puede ser un niño de ocho años que atravíesa la calle y que un camión 10 atropella, y que su cuerpo es desgarrado en mil surcos de sangre, y que sus venas se vacían y que su rostro se desfigura, y que sus huesos se rompen y que sus músculos estallan, que su cerebro se ciega y que su corazón se para. Y nada más. Niño enterra- do en el Cementerio de Montrouge División 46, Línea 2, Fosa 2, Año 1938". Este es el único párrafo de la novela que se narra diferente, con otro estilo, porque en ese momento, se descara la intención metafórica de una situación siempre de hecho para la humanidad (la represión) que se ha dado a través de los siglos no sólo respecto de los judíos sino tambielÍ de cualquier grupo o conglomerado de perso- nas cuyas prácticas y costumbres van más allá de las establecidas por la mayoría social (y sus manipuladores y determinan- tes). El tiempo narrativo siempre en presente, la primera persona, son los instrumentos técnicos que Angelina Muñiz hace funcio- nar eficazmente para conseguir la metáfora, aún cuando se preocupa, también, por ano- tar con precisión los datos de la época y, por cierto, no resulta nada casual que esta autora se ocupe de ubicar la historia en el llamado siglo de oro de la literatura espa- ñola, y no, por ejemplo, en la época del ascenso fascista en la Europa de este siglo, (para ello, en su cansado peregrinar, el protagonista cruza tierras germanas y obser- va una carnicería humana que bien podría ser una alusión directa a las hordas hitleria- nas). Todo este manejo de datos de época, indican que Angelina Muñiz, además de conocer esa literatura, sabe que no sólo grandes obras se hicieron entonces y que hubo por allí pequeños dramas como el que ella rescata. La primera mitad del libro está, defIniti· vamente, mucho más dedicado a ubicar al lector en un momento histórico y un con· texto social, aunque nunca se descuidan las meditaciones acerca de la situación indivi- dual de Rafael. Las reflexiones de este se suceden unas a otras, las contradicciones comienzan a aflorar e incluso en un mo- mento se declara antisocial: "me uniré a los deshechos y a las heces, viviré con mendi· gos, locos, pícaros, vagos, criminales, tulli- dos, mutilados, deformes, ciegos, enfermos y, sin embargo, íntegros, dignos, sólidos. Con ellos corroeré la sociedad, perseguiré a los llamados justos, santos, nobles y hasta mataré si fuera necesario. No respetaré ley alguna de sociedad tan miserables como ésta". En este momento, parece que la historia va a dar un vuelco, pero Muí'loz se arrepiente y en la voz de un arriero, perso- naje constante y medio mesiánico, dice: "que te recuerdes de ti y no te olvides de quién eres", por supuesto, Rafael termina de decidir entonces que es un judío cuya misión en la vida es llegar a Tierra Santa. Es en este cúmulo de reOexi nes de la segunda parte de la novela, donde t do comienza a definirse, c mienUlJ1 a e nvivir los planteamientos originale con l chafa, y si la narradora se permite lu u raci n originales y discutible .. l ient(fi el verdadero creador. I rti ta n crea, r pite lo que hay en el h mbre, re d ima '. nación"), lamentablem nte t m i n r bala con diálogos y fr muy utiliUid en In literatura fácil: "-Es como un c -Si, pero no cr un libre, aún entre cu tr "mi capa se ha elevad A pesar de que algun nan con convenci ne cm la nn teriorc . Tierra Adentro re ulta, a una novela que al anza u bJetivo vista del buen fici de AA lin José Buil * Tierra adentro, J03<1uín M rlll.. ' I'('clún .... 1 volador", México. 1977, 177 pp, Poetisas me iana del siglo XX· Una vez más nos encontramos, por princi· pio, con un criterio débil para la elabora, ción de una antología: poetisas (p ctas mujeres) mexicanas del siglo ada más. Sólo que para incluirlas dentro del material antologable las poetas requerían cuando menos de un libro publicado, de- más se trata de conmemorar (con atra

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Tierra adentro, deAngelinaMuñiz *

la repreSlOn social como generadora pri­mordial del problema de la identidad "elencuentro consigo mismo", la búsqueda in­terior, son quizá los elementos que esencial·mente se desarrollan en Tie"a Adentro,segunda novela de la escritora hispanome­xicana Angelina Muñiz, cuya primera obra,Morada Interior, ..,-en la que incursionabaen la metafísica y la problemática existen·cial de una beata cuyas señas remiten inevi­tablemente a Santa Teresa de Jesús-, fueganadora del premio Magda Donato en1972.

Morada Interior y Tierra Adentro, sontítulos que indican y remarcan el interésprimordial de Angelina Muñiz, narradoraconvencional pero eficaz. Si en su primeranovela reflexionaba seriamente acerca decuestiones que mucho tienen que ver con eleterno y universal problema del ser y elquerer ser, en esta su segunda narraciónlarga, la escritora retoma la temática utili­zando como pretexto a un personaje y unaépoca: 1Jn judío sefaradí español del sigloXVI, cuyo drama comienza a los trece añosde edad cuando su padre le informa que,debido a la violenta vigilancia opresiva aque están sometidos los judíos, es imposi­ble celebrar su bar mitzvá, ceremonia pormedio de la cual se supone que los jóvenesjudíos entran en la etapa de la maduracióny la responsabilidad ante la vida.

Apenas salido de su infancia, Rafael, queasí se llama el personaje principal, comien­za a vivir y se narra, en una primerapersona confesional, (monólogo interior,descripción de objetos, paisajes, actitudes,costumbres de la época -y demás conven­ciones cuando de una narración con estasnecesidades, específicas, se trata) su largodrama: nieto de un anciano que se desqui­-cia porque le toca mirar el arresto, latortura y la muerte de sus hijos, hijo de unmatrimonio destinado a finalizar su existen­cia en las cloacas inquisitoriales de la épocamientras él viaja a Madrid en busca delprofeta Josef el Cohen para ser "iniciadoen el mundo de los hombres" según lacostumbre judía, Rafael, personaje que vivecon intensidad su drama, comienza un largocaminar que concluirá en la Tierra Prometi­da (tierra santa, es dec~r Israel) y que

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Libros

permite a Angelina Muñiz practicar la na·rración lineal siempre en presente, pero quetranscurre con el cambio de espacios deacción y de actitudes, y que sólo es rotacuando un alquimista habla al protagonistay predice para la posteridad en letras cursi­vas: "la muerte puede ser un niño de ochoaños que atravíesa la calle y que un camión10 atropella, y que su cuerpo es desgarradoen mil surcos de sangre, y que sus venas sevacían y que su rostro se desfigura, y quesus huesos se rompen y que sus músculosestallan, que su cerebro se ciega y que sucorazón se para. Y nada más. Niño enterra­do en el Cementerio de Montrouge División46, Línea 2, Fosa 2, Año 1938".

Este es el único párrafo de la novela quese narra diferente, con otro estilo, porqueen ese momento, se descara la intenciónmetafórica de una situación siempre dehecho para la humanidad (la represión) quese ha dado a través de los siglos no sólorespecto de los judíos sino tambielÍ decualquier grupo o conglomerado de perso­nas cuyas prácticas y costumbres van másallá de las establecidas por la mayoríasocial (y sus manipuladores y determinan­tes).

El tiempo narrativo siempre en presente,la primera persona, son los instrumentostécnicos que Angelina Muñiz hace funcio­nar eficazmente para conseguir la metáfora,aún cuando se preocupa, también, por ano­tar con precisión los datos de la época y,por cierto, no resulta nada casual que estaautora se ocupe de ubicar la historia en elllamado siglo de oro de la literatura espa­ñola, y no, por ejemplo, en la época delascenso fascista en la Europa de este siglo,(para ello, en su cansado peregrinar, elprotagonista cruza tierras germanas y obser­va una carnicería humana que bien podríaser una alusión directa a las hordas hitleria­nas). Todo este manejo de datos de época,indican que Angelina Muñiz, además deconocer esa literatura, sabe que no sólograndes obras se hicieron entonces y quehubo por allí pequeños dramas como elque ella rescata.

La primera mitad del libro está, defIniti·vamente, mucho más dedicado a ubicar allector en un momento histórico y un con·texto social, aunque nunca se descuidan lasmeditaciones acerca de la situación indivi­dual de Rafael. Las reflexiones de este sesuceden unas a otras, las contradiccionescomienzan a aflorar e incluso en un mo­mento se declara antisocial: "me uniré a losdeshechos y a las heces, viviré con mendi·

gos, locos, pícaros, vagos, criminales, tulli­dos, mutilados, deformes, ciegos, enfermosy, sin embargo, íntegros, dignos, sólidos.Con ellos corroeré la sociedad, perseguiré alos llamados justos, santos, nobles y hastamataré si fuera necesario. No respetaré leyalguna de sociedad tan miserables comoésta". En este momento, parece que lahistoria va a dar un vuelco, pero Muí'loz searrepiente y en la voz de un arriero, perso­naje constante y medio mesiánico, dice:"que te recuerdes de ti y no te olvides dequién eres", por supuesto, Rafael terminade decidir entonces que es un judío cuyamisión en la vida es llegar a Tierra Santa.

Es en este cúmulo de reOexi nes de lasegunda parte de la novela, donde t docomienza a definirse, c mienUlJ1 a e nvivirlos planteamientos originale con l chafa,y si la narradora se permite lu u raci noriginales y discutible .. l ient(fi elverdadero creador. I rti ta n crea, r pitelo que hay en el h mbre, re d ima '.nación"), lamentablem nte t m i n r balacon diálogos y fr muy utiliUid en Inliteratura fácil:

"-Es como un c-Si, pero no cr un

libre, aún entre cu tr"mi capa se ha elevad

A pesar de que algunnan con convenci ne c m la nn teriorc .Tierra Adentro re ulta, auna novela que al anza u bJetivovista del buen fici de AA lin

José Buil

* Tierra adentro, J03<1uín M rlll.. ' I'('clún .... 1volador", México. 1977, 177 pp,

Poetisas me ianadel siglo XX·

Una vez más nos encontramos, por princi·pio, con un criterio débil para la elabora,ción de una antología: poetisas (p ctasmujeres) mexicanas del siglo adamás. Sólo que para incluirlas dentro delmaterial antologable las poetas requeríancuando menos de un libro publicado, de­más se trata de conmemorar (con atra

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considerable) el Año Internacional de laMujer. Sin embargo el antologuista, HéctorValdés, acomete la tarea con una justifica­ción mayor: el "hecho literario en sí" derepasar la producción poética mexicana enlo que va de este siglo a través de unapretendida "poesía femenina", que si bienno puede separarse tan de tajo del resto denuestra poesía, es un pretexto suficiente paraemprender la labor de selección. ¿Qué pue­de resultar de un repaso de esta índole ennuestras letras?

En la introducción, Héctor Valdés reco­rre brevemente una trayectoria histórica,dividida en décadas, de los acontecimientosliterarios y editoriales en relación al desa­rrollo de la poesía femenina en nuestraliteratura. Independientemente de la impor­tancia que adquirió María Enriqueta a lolargo de este siglo, y del caso aislado deConcha Urquiza en los años treintas, Héc­tor Valdés menciona el nacimiento de "ungrupo compacto de poetisas que llegan anuestros días con una labor ininterrumpiday que poseen, además, un acento propio".Se trata de Guadalupe Amor, Rosario Cas­tellanos, Dolores Castro, Emma Godoy,Margarita Michelena, Aurora Reyes y Mar­garita Paz Paredes. Los vínculos que lasconfiguran como grupo no son muy deter­minantes: se basan en la dispar y esporádi­ca colaboración para algunas revistas, "en laaceptación general de ciertas lecturas, laBiblia, especialmente; en la afinidad delenguaje, temas e imágenes, y en la posibili­dad de las mutuas influencias".

En los años cincuentas destacan cuatronombres: Griselda Alvarez, Carmen Alar­dín, Enriqueta Ochoa y Thelma Nava.. Losrasgos comunes se van perdiendo y es qui­zás en el lenguaje donde se van marcandolas diferencias más fundamentales; los po­cos vínculos ya no son sino coincidencias.Thelma Nava, dice Valdés, es la poetisa másimportante que se da a conocer en estosaños, es la "voz original y disidente".

En los sesentas se intensifica un movi­miento poético general en México. Surgennuevos nombres, recordemos a José EmilioPacheco, José Carlos Becerra, Homero Ari­djis, el grupo de La espiga amotinada,Sergio Mondragón, Alejandro Aura, etcéte­ra. Pero al parecer no se publican libros depoetisas nuevas. No es sino hasta el final dela década que surge un libro que "atrae denuevo la atención de la crítica hacia lapoesía femenina: Sólo esta luz, de IsabelFraire". Aquí empieza, para Héctor Valdés,una más definitiva pérdida de rasgos comu-

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nes dentro de la poesía femenina. La anto­logía concluye con tres nombres más: Ger­maine Calderón, Elva Macía y Eisa Cross,que publican sus primeros libros a princi­pios de los setentas. Estas últimas, finalizaValdés, junto "con Thelma Nava e IsabelFraire, resumen esa diversidad de tenden­cias de la última poesía femenina de Méxi­co".

El repaso no es muy revelador. El hechoes que tenemos ante nosotros una muestraque confiamos representativa de un ciertoaspecto de nuestra historia literaria. Y laleemos con el espíritu de un historiadorque "repasa" y/o con el espíritu de unsimple lector de poesía. La antologíá resulta,entonces, o bien apegada estrictamente alos cánones totalitarios de un manual deliteratura, que no excluye lo dudoso ynecesita de alguna razón, vana o no, quejustifique la presencia de determinado autordentro de una evolución literaria nacional,o bien resulta desproporcionada y carentede estímulos para una lectura total. En estesegundo caso, el desequilibrio es manifies­to: frente al estatismo modernista de estosversos de María Enriqueta que abren laantología

Muerta ya en mí toda queja,y tranquila con mi olvido,ayer, en una callejahirió, de pronto, mi oídoun canto tras una reja...

leemos un fluir de imágenes en el movi­miento continuo del Kaleidoscoipio de Isa­bel Fraire; frente a esa Puerta de marfil oese Señor, tú eres la gue"a de ErnmaGodoy o el Cristo en la Cruz de ConchaUrquiza, nos encontramos con un Teseofugaz fmamente trazado en Naxos de EisaCross o con la sutileza y concisión de lasEstancias o de Los pasos del que viene deElva Macías.

Desde el punto de vista de este simplelector de poesía, quizás no exista una razónsuficiente para aceptar la vecindad de tandiverso material en un mismo libro. Efec­tuar un muestreo de poesía femenina mexi­cana que abarque este siglo, sindo o no elAño Internacional de la Mujer, representauna empresa importante. Por qué no, en­tonces, matizar más críticamente esa vecin­dad. O por qué no establecer un criterioque dé una mayor significación a ese "repa­so". La única respuesta posible, aunque enperjuicio de ese lector, es que el antologuis­ta ha decidido no apartarse de esa cancien-

cía del historiador de la literatura, de laque nos habla Alfonso Reyes al referirse alas antologías, para caer así en una colec­ción de textos determinada por una libreafición personal. Las selecciones resultantescorrerían peligros inminentes y tendríanseguramente un carácter arbitrario: basadasen algún tema, en la existencia de unaposible generación, en una contemporanei­dad cronológica· o en algún movimientosubterráneo de cierta "poesía femenina"entendida de talo tal forma.

Se trata pues de una antología emparen­tada con la historia literaria. Hablar demovimientos o tendencias queda aquí pordemás excluido. Ciertamente podemos ha­blar de un "grupo" de poetisas que, surgeen los años cuarentas, pero finalmente,conforme nos vamos acercando al momentoactual, nos vemos en la necesidad de hablarde individualidades más que de grupos, dedispersión más que de unidad, de diferen­cias más que de afinidades, o quizás, por elcontrario, de un movimiento poético másgeneral donde el concepto de "poesía feme­nina" quedaría reducido a un mero términotaxonómico utilizado por el did,actismo denuestros manuales de literatura más comu­nes.

Los criterios son lo suficientemente am­plios y precisos· como para notar algunaausencia considerable. Las presencias (deautoras o textos), dentro de esta perspecti­va de un repaso total, tampoco puedenencontrar mayor objeción.

En lo que se refiere, ahora, al propiomaterial poético representativo de cada au­tora la libertad del antologuista es mayor-no total porque sería difícil incluir enuna antología de este tipo a María Enrique­ta sin su Vana invitación o a MargaritaMichelena sin su Golpe en la piedra oa Rosario Castellanos sin su Lamentaciónde Dido. Y es en esta libertad donde residela tarea de Héctor Valdés: es el "hecholiterario en sí" de recorrer, a través dediecisiete poetisas y ciento treinta poemasaproximadamente, un aspecto de nuestrapoesía contemporánea, que si bien ha sufri­do tantas torpezas editoriales, nosotros, pa­ra conmemorar algún suceso, decidimos re­petirlas y no publicar a tantas poetisasinéditas que seguramente algún día llenaránlas páginas de las antologías más exigentes.

Francisco Hinojosa

* Poetisas mexicanas (siglo XX) Antología, intro­ducción y notas de Héctor Valdéz, UNAM, Méxi­co, 1976.