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Acudamos a José SAN JOSÉ DE NAZARET Arquidiócesis de Bogotá Zona Pastoral Episcopal de San José

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Acudamos a José

SAN JOSÉ

DE NAZARET

Arquidiócesis de Bogotá

Zona Pastoral Episcopal de San José

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Acudamos a San José

SAN JOSÉ DE NAZARET

(En hebreo. שודקה ףסוי) fue, en el cristianismo y se-gún diversos textos neotestamentarios, el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, padre terrenal de Jesús. Según los Evangelios, era de oficio artesano (en el original griego, «τεχτων»; Mt 13,55a), lo que ya en los primeros siglos del cris-tianismo se concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien igualmente se indica que era «artesano» (Mc 6,3a). De condición humilde, aunque las genealogías de Mt 1,1-17 y Lc 3,23-38, lo presentan como perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. En efecto, el evangelio de Lucas menciona a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con 12 años (Lc 2,41-50), pero no se menciona a José de Nazaret en los Evangelios canónicos durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar. Las Escrituras señalan a José como «justo» (Mt 1,18), que implica su fidelidad a la Ley y su santidad.

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Numerosos autores cristianos, varios de ellos doctores de la Iglesia, se refirieron a lo largo de la historia a José de Nazaret (Beda el Venerable, Ber-nardo de Claraval, Tomás de Aquino en su Summa Theologiae) Sixto IV (1471-1484) introdujo la festivi-dad de San José en el Breviario romano, e Inocen-cio VIII (1484-1492) la elevó a rito doble. También desde el comienzo de la Orden de Frailes Menores, los franciscanos se interesaron en José de Nazaret como modelo único de paternidad. Distintos escri-tores franciscanos desde el siglo XIII al XV (Buena-ventura de Fidanza, Juan Duns Scoto, Pedro Juan Olivi, Ubertino da Casale, Bernardino de Siena, y Bernardino de Feltre) fueron sugiriendo progresi-vamente cómo José de Nazaret podría convertirse en un modelo de fidelidad, de humildad, pobreza y obediencia para los seguidores de Francisco de Asís. [.]

Sin embargo, fue Teresa de Ávila quien dio a la de-voción a San José el espaldarazo definitivo en el siglo XVI. Esta mística española relata su experien-cia personal referida a José de Nazaret en el Libro de la Vida:

“Y tomé por abogado y señor al glorioso san José, y enco-mendéme mucho a él. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por

El evangelio de Mt 1,18-24 muestra parte del drama que vivió José de Nazaret al saber que María estaba embarazada. Iba a repudiarla, en secreto porque era justo, porque no quería que fuera apedreada según lo dispuesto en la Ley (Dt 22,20-21). La jus-ticia de José consistió en no querer encubrir con su nombre a un niño cuyo padre ignoraba, pero también en que, convencido de la virtud de María, se negaba a entregarla al riguroso procedimiento de la Ley.[2] Según el Evangelio de Mateo, el ángel del Señor le manifestó en sueños que ella concibió por obra del Espíritu Santo y que su hijo «salvaría a su pueblo de sus pecados», por lo que José aceptó a María (Mt 1,20-24).

Luego, antes que Herodes el Grande ordenara ma-tar a los niños menores de dos años de Belén y de toda la comarca, José tomó al niño Jesús y a su ma-dre y huyó a Egipto (Mt 2,13-18). Al morir Herodes, José entró nuevamente con el niño y su madre en tierra de Israel pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes el Grande, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allí y se retiró a la región de Galilea, a Nazaret (Mt 2,19-23). []Según el evangelio de Lucas, Nazaret había sido el lugar de residencia de María, ya desposada con José, cuando acaeció la Anun-ciación (Lc 1,26-38).

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la familia y es por antonomasia el patrono de la buena muerte, atribuyéndosele el haber muerto en brazos de Jesús y de María.

El Papa Pío IX lo proclamó patrono de la Iglesia uni-versal en 1870. Debido a su trabajo de carpintero es considerado patrono del trabajo, especialmente de los obreros, por dictamen de Pío XII en 1955, que quiso darle connotación cristiana a la efemé-ride del Día internacional de los trabajadores. La Iglesia católica lo ha declarado también protector contra la duda y el Papa Benedicto XV lo declaró además patrono contra el comunismo y la relaja-ción moral. El 15 de agosto de 1989, el Papa Juan Pablo II le dedicó la exhortación apostólica Redemp-toris Custos, en ocasión del centenario de la encí-clica Quamquam pluries del Papa León XIII. Ha sido proclamado patrono de América, China, Canadá, Corea, México, Austria, Bélgica, Bohemia, Croacia, Perú, Vietnam.

medio de este bienaventurado santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesi-dad; a este glorioso santo tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra (que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar), así en el cielo hace cuanto le pide. Paréceme, ha algunos años, que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío. Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca y tenerle devoción. En especial personas de ora-ción siempre le habían de ser aficionadas, que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los Ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ello. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro, y no errará en el camino.”

Teresa de Ávila, Libro de la Vida, Cap. 6, No. 6-8.

Por la fidelidad a su esposa con la que, según la Iglesia católica, consumó el matrimonio mante-niéndose casto, debido a que María estaba pro-fundamente entregada al amor de su padre divino, San José recibió el don divino de la paternidad aun siendo verdadero esposo virginal, de ahí su digni-dad y santidad. San José fue declarado patrono de

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¿QUE ES UNA ZONA PASTORAL EPISCOPAL?

Las Zonas Pastorales Episcopales son estructuras de la única Arquidiócesis que facilitan el trabajo pastoral y la organización administrativa. Nuestra Arquidiócesis se encuentra organizada en cinco Zonas Pastorales, de sur a norte: San José, Espíritu Santo, Inmaculada Concepción, Cristo Sacerdote y San Pedro.

Nuestra Zona Pastoral Episcopal de San José, na-ció en el año 1969, tras la promulgación del Decre-to 72 del Arzobispo de Bogotá, Monseñor Aníbal Muñoz Duque, quien le asignó el territorio del Ar-ciprestazgo rural bajo la dirección del Párroco de Cáqueza, Monseñor Guillermo Álvaro Ortiz Carrillo, nombrado Obispo Auxiliar de Bogotá en 1986. A través de estos años empezó a crecer, mezclándo-se entre lo rural y lo urbano bajo el pastoreo de:

Exmo Señor Guillermo Álvaro Ortiz Carrillo (1969 – 1989) Ilmo Monseñor Jesús María Rincón Rojas (1989 – 1990)Ilmo Monseñor Luis Vicente Gutiérrez Gutiérrez (1990 – 1994) Ilmo Monseñor Jaime Pinilla Monroy (1994 – 2008) Ilmo Monseñor Carlos Julio López Ramírez (2008 – 2011)Ilmo Monseñor Francisco Niño Súa (2012 – ).

¿QUE ES UNA DIÓCESIS?

Según el Código de Derecho Canónico, c. 369, “una diócesis es una porción del pueblo de Dios, cuyo cuidado pastoral se encomienda al Obispo con la cooperación del presbiterio, de manera que, unida a su Pastor y congregada por el en el Espíritu Santo mediante el Evangelio y la Eucaristía, consti-tuya una Iglesia particular en la cual verdaderamen-te está presente y actúa la Iglesia de Cristo Una, Santa, Católica y Apostólica.”

Nuestras Parroquias del sur oriente pertenecen a la Arquidiócesis de Bogotá, que por ser la Iglesia prin-cipal entre las Diócesis vecinas, recibe este título. Las Diócesis sufragáneas son: Facatativá, Girardot, Zipaquirá, Fontibón, Engativá, Soacha, a las cuales se une el Obispado Castrense de Colombia.

Arquidiócesis de Bogotá

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4.4. La Resurrección, Divino Rostro, San Judas Ta-deo, San Luis Versiglia Mártir, Santo Toribio de Mogrovejo, San Ramón Nonato.

4.5. San Policarpo, San Valentín de Berriochoa, Santa María Madre de Jesús, Santo Tomás de Aquino, Beato Guillermo José Chaminade, Santa María de La Esperanza, Beato Luis Varia-ra, Jesucristo de Betania, Nuestra Señora del Portal.

4.6. Cristo de la Paz, Madre Laura, María Estrella de la Evangelización, San Juan Neumann, San Marcelino Champagnat, Cristo Misionero, El Señor del Monte de Galilea, Jesús Misericor-dioso, Jesucristo Puerta de la Fe, María Madre de la Divina Misericordia, Nuestra Señora de Czestochova, Santa Joaquina de Vedruna, San Pedro de Usme.

4.7. Nuestra Señora del Carmen – Guayabetal, Nuestra Señora del Rosario – Chipaque, Nues-tra Señora de Belén – Ubaque, Nuestra Señora de Chiquinquirá – Quetame, Nuestra Señora del Carmen – Gutiérrez, Nuestra Señora de la Concepción – Une, Inmaculada Concepción – Fómeque, Inmaculada Concepción – Cáqueza, San Antonio – Fosca, San Miguel – Choachí.

Nuestra Zona hoy en día cuenta con 7 arcipres-tazgos, 6 urbanos y 1 rural repartidos en 65 parro-quias, 10 de las cuáles son rurales, atendidas por aproximadamente 100 sacerdotes. Limita al norte con las Zonas Pastorales de la Inmaculada Concep-ción, Cristo Sacerdote y la Diócesis de Zipaquirá; al sur con la Zona Pastoral del Espíritu Santo y con la Diócesis de Neiva; al oriente con las Diócesis de Soacha y Girardot, y al occidente con la Arquidió-cesis de Villavicencio y la Diócesis de Granada.

ARCIPRESTAZGOS

4.1. San Isidro, La Presentación de Nuestra Seño-ra, Madre de los Creyentes, Madre del Divino Amor, San Martín de Tours, Santa Catalina de Labouré, Santa Edith Stein, María Auxiliadora, San Mario, Santa María Micaela.

4.2. San José Obrero, Jesucristo Luz del Mundo, Niño Jesús, San Juan Bautista de La Salle, San Ricardo Pampuri, Santos Reyes, San Gabriel Arcángel.

4.3. San León Magno, Santa Inés, San Alberto Hur-tado, San Cristóbal, San Francisco Javier, Sa-grados Corazones de Jesús y María, Señor de la Columna, Nuestra Señora de los Alpes.

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camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cris-tiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a ti acudo para que seas mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Tu altísima dig-nidad de Padre adoptivo de mi amante Jesús hace que nada se te niegue de cuanto pidas en el cielo. Sé mi abogado, especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcánzame la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

V/. Bondadoso San José, Esposo de María, proté-genos;

R/. Defiende a la Iglesia y al Sumo Pontífice y am-para a mis parientes, amigos y bienhechores. Amén.

NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

«Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, ya que por medio de ella recibió a Cristo, de modo semejante

le debe a San José, después de ella, una especial gratitud y reverencia.»

San Bernardino de SienaSermón 2

SÚPLICA A SAN JOSÉ

Glorioso San José, dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que va-namente he dado al mundo, y a sus vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para re-sistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el

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Custodio providente y fiel del Hijo, amor junto al amor do-quier presente. Silencio del que ve la gloria inmensa del Señor bondadoso omnipotente.Esposo enamorado de la Virgen, la mente ante el misterio reclinabas, rosal inmaculado que florece, es obra del Señor a quien amabas.Callada voluntad en Dios perdida, amor hecho mirada de confianza; constante en el trabajo y en la prueba, provéenos de amor y de esperanza.Protege la asamblea de los justos, unidos en la fe, cuerpo de Cristo; sé Padre que nos lleve a nuestro Padre, amor del gran amor que nos da el Hijo.

DÍA PRIMERO

AmOR DE SAN JOSÉ AL PRÓJImO

Mt 22, 37 – 40. El mandamiento mayor de la ley es: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es

semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.

La devoción a San José se fundamenta en que este hombre “justo” fue escogido por Dios para ser el esposo de María Santísima y hacer las veces de pa-dre de Jesús en la tierra. Durante los primeros siglos de la Iglesia la veneración se dirigía principalmente a los mártires. Quizás se veneraba poco a San José

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Antes que hubieses nacidoya fuiste santificadoy destinado al eterno por la raíz de la verdad,naciste de esclarecidolinaje de sangre Real.

Tu vida siempre fue puraque en todo eres sin segundodespués de María el mundovio tan santa criaturay así fue vuestra venturaentre todos sin igual.

Tu gran Santidad declaraaquel caso soberanocuando en vuestra Santa manofloreció la seca varay para que nadie dudarahizo el Cielo esta señal.

A tu muerte tan dichosaestuvo siempre contigoel mismo humanado Dioscon María vuestra Esposay Gloria tan prodigiosacanta el coro Angelical.

para enfatizar la paternidad divina de Jesús. Los ejemplos de amor al prójimo que veía el San-to Patriarca José, en Jesús y María, bastaban para inflamarlo en este amor. La prueba más subida de amor es orar y perdonar a los que mal nos quieren, o nos han hecho daño. Dotado el Santo de un co-razón noble y compasivo, socorría con larga mano a los menesterosos, repartiéndoles sus bienes y salario. El amor con que amamos a Dios y el amor con que amamos al prójimo es un solo amor: son dos ramas de una misma raíz porque si al prójimo no le amamos por Dios y con Dios no le amamos con amor verdadero.

El amor de San José a Dios es el mayor que se pue-de encontrar después de la Virgen María; su amor al prójimo, por tanto, es también el mayor después del de la reina del Cielo. -¡Oh Santo mío! haz que yo te imite, y ejercita tu caridad con mi alma, que está muy necesitada.

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

GOZOS A SAN JOSÉ

Pues sois Santo sin igualy del mismo Dios amadoSed José nuestro abogadoen esta vida mortal

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SAN JOSÉ, PARA PEDIRLE PROTECCIÓN

San José, elegido por Dios para ser en esta tierra el casto esposo de María y el padre de Jesús, interce-de por nosotros que nos dirigimos a ti. Tú que fuis-te el fiel custodio de la Sagrada Familia, bendice y protege a las familias de este mundo. Tú, que fuiste maestro de laboriosidad, intercede en favor de to-dos aquellos que trabajan. Tú, que tantas veces su-friste en tu vida la prueba, ayuda a los que sufren.

SAN JOSÉ, PATRÓN DE LOS TRABAJADORES.

(Oración del Papa Juan XXIII)

Oh José, tú que sufriste el peso del cansancio y la fatiga para procurar el sustento de Jesús y Ma-ría, protege nuestro trabajo, aleja todo peligro; no permitas que nos falte el medio de alimentar dig-namente a la familia. Alivia la angustia de los des-empleados y la ansiedad de los inmigrantes; haz que en el respeto de los derechos y en la digni-dad del trabajo, podamos imitar con tu ejemplo en nuestra vida los designios ocultos que Dios nos ha reservado.

Con Cristo resucitasteen cuerpo y alma gloriosoy a los Cielos victoriosoa Jesús acompañastey a su derecha te sentasteformando coro especial.

Allá estás como abogadode todos los pecadoresalcanzando mil favores al que te llama atribulado;ninguno desconsoladosalió de este tribunal.

ORACIÓN FINAL

Acuérdate, santísimo Esposo de María, dulce Abo-gado San José, que jamás se ha oído decir que ni uno solo de los que han acudido a tu protección e implorado tu socorro, haya quedado sin consuelo. Animado con esta confianza, vengo a tu presencia en este día y me recomiendo fervorosamente a tu bondad. ¡Oh Padre adoptivo de mi Redentor Jesús! no desatiendas mis súplicas, antes bien acógelas propicio, despáchalas favorablemente y socórreme con piedad. Así sea.

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Humilde magisterio, bajo el que Dios aprende: ¡Que diga, si lo entiende, quien sepa de misterio, Si Dios en cautiverio se queda en aprendiz. ¡Aprende aquí la casa de David!.

Sencillo, sin historia, de espalda a los laureles, escalas los niveles más altos de la gloria. ¡Qué asombro hacer memoria, y hallarle a tu ascensión tu hogar, tu oficio y Dios como razón!.

Y, pues que el mundo entero te mira y se pregunta, di tú cómo se junta ser santo y carpintero, la gloria y el madero, la gracia y el afán, tener propicio a Dios y escaso el pan.

DÍA SEGUNDO

FERVOR DE SAN JOSÉ

Mt 1, 19 – 20. 24. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía

planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.” Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó

consigo a su mujer.

Pronto la fe de San José fue probada con el miste-rioso embarazo de María. No conociendo el miste-rio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensa-ba retirarse cuando el ángel del Señor se le apare-ció en sueños, y le dijo lo que había que hacer.

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DÍA TERCERO

PRUDENCIA DE SAN JOSÉ

Lc 2, 1 – 7. Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este

primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo

primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.

Unos meses más tarde, llegó el momento para San José y María de partir hacia Belén para apadrinarse según el decreto de Cesar Augusto. Esto vino en muy difícil momento ya que ella estaba en cinta. En Belén tuvo que sufrir con la Virgen la carencia de albergue hasta tener que tomar refugio en un esta-blo. Allí nació el hijo de la Virgen. El atendía a los dos como si fuese el verdadero padre. Cuál sería su estado de admiración a la llegada de los pastores, los ángeles y más tarde los magos de Oriente.

Dotado San José de todas las virtudes, en grado heroico, no podía faltarle la que es reina de todas. Como oveja en medio de los lobos, se guardó y

El fervor es la prontitud de la voluntad en el servi-cio de Dios. San José, siervo bueno y fiel, siempre vivió y trabajó por hacer con perfección y diligencia la voluntad de Dios, aunque le ocasionara grandes sacrificios. Los que aman como San José están dis-puestos a sacrificar todo cuanto el Señor les pida. San José fue prontísimo en todo lo relacionado con el servicio de Jesús Hijo de Dios. Siervo bueno y fidelísimo, siempre vivió, padeció, trabajó y murió por hacer con prontitud la voluntad de Dios. Para un corazón que ama, como el de San José, los sacrifi-cios son, cuanto más costosos, más apetecibles.

¡Oh devoto de San José! Aprende del Santo la ver-dadera devoción. Mira como dejas tus ejercicios de piedad, como dejas para lo último tus buenas obras. ¡Oh devotísimo y fervorosísimo San José! Al-cánzame una centella de vuestro fervor..

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

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La fortaleza es una firmeza de ánimo, una presen-cia de espíritu, contra todos los males y contra-riedades. La vida de San José, después de la de Jesús y María, fue la que mayores contradicciones experimentó; debía ser también varón fuerte. Be-lén, Nazaret, Egipto, demostraron el heroísmo de la fortaleza del Santo, que sufrió con constancia todos los dolores y trabajos de su vida.

Después de la visita de los magos de Oriente, He-rodes el tirano, lleno de envidia y obsesionado con su poder, quiso matar al niño. San José escuchó el mensaje de Dios transmitido por un ángel, y por encima de las adversidades protegió a su familia.

San José obedeció y tomo responsabilidad por la familia que Dios le había confiado. San José sentía en el alma las penas e incomodidades de Jesús y de María y procuraba suavizarlas con su diligencia y ardiente amor, enteramente olvidado de sus penas. Imita la fortaleza de San José. Acógete a su podero-so patrocinio, y serás con él fuerte con la fortaleza de Dios, vencerás a todos tus enemigos, y morará tu alma en la región serena de la paz, preludio de la eterna que has de gozar en el cielo..

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

guardó a su Hijo Jesús y a su Esposa María sin reci-bir ningún daño. La prudencia es al virtud que diri-ge todas las cosas a buen fin. Ninguna virtud obra sin que ella le ordene el modo y el tiempo en que debe hacerlo. La prudencia sirvió de guía a san José para llevar a cabo felizmente la misión del Señor de ser custodio de Jesús y esposo de María, a pesar de los grandes trabajos y contradicciones que halló a su paso.

En todo resplandeció la prudencia celestial del Santo. Mira y practica lo que te enseña San José. No seas fácil en prometer, ni precipitado en hablar y obrar, y el Señor te ayudará y bendecirá tus pro-yectos. Así nos enseña el glorioso y prudentísimo San José. Imítale.

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

DÍA CUARTO

FORTALEZA DE SAN JOSÉ

Mt 2, 13 – 15. El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egip-to; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar el niño para matarle. Él se levantó, tomó al niño y a su madre, y se

retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes.

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La vida de San José fue un prolongado y continuo martirio. Mas ¡cómo padeció el Santo! Con ente-reza, con paz, con alegría, completamente sumiso a la voluntad del Altísimo.- Sufre, devoto de San José, todos los trabajos que Dios te envíe, si no con alegría, a lo menos con paciencia y fortaleza cristianas. Mira que todo pasa y con estos trabajos momentáneos, si bien los sufres, te ganas la gloria del cielo.

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

DÍA SEXTO

POBREZA DE SAN JOSÉ

2Co 8, 7 – 9. Y del mismo modo que sobresalís en todo: en fe, en palabra, en ciencia, en todo interés y en la caridad que os hemos co-municado, sobresalid también en esa generosidad. No es una orden; sólo quiero, mediante el interés por los demás, probar la sinceridad de vuestra caridad. Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor

Jesucristo, el cuál, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza.

Bienaventurados son los pobres de Cristo, que vi-ven desprendidos de los bienes de este mundo y dan a sus hermanos aún de lo preciso. San José tenía ante sí el ejemplo de María y el ejemplo de

DÍA QUINTO

PACIENCIA DE SAN JOSÉ

Mt 2, 19 – 23. Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños José en Egipto y le dijo: “Levántate, toma contigo al

niño y a su madre, y ponte en camino a la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.” Él se levantó, tomó

consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret

Es esta una virtud que nos hace sobrellevar con alegría y paz todos los males de la vida por amor de Dios. San José tuvo que vivir unos años con la Virgen y el Niño en el exilio de Egipto.

Esto representaba dificultades muy grandes: la Sagrada familia, siendo extranjera, no hablaba el idioma, no tenían el apoyo de familiares o ami-gos, serían víctimas de prejuicios, dificultades para encontrar empleo y la consecuente pobre-za. San José aceptó todo eso por amor sin exigir nada. Es necesaria la paciencia para alcanzar el cielo; y no hay virtud de más frecuente ejercicio desde que existe el pecado. En la vida de san José hubo muchas penas pero él padeció con paz, con alegría y completamente resignado a la voluntad de Dios.

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Acudamos a San José Acudamos a San José

imitásemos tan divinos ejemplos!- Ojalá seas dadi-voso o limosnero por amor de Jesús, María y José, apreciado devoto, y no te pesará jamás.

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

DÍA SÉPTIMO

mANSEDUmBRE DE SAN JOSÉ

Lc 2, 46 – 50. Y sucedió que al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y

preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorpren-

didos, y su madre le dijo: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.” Él les dijo: “Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de

mi Padre?” Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

La mansedumbre no es una opción, sino que está mandado en el evangelio. Es el control sobre sí mismo, es el cómo reaccionamos ante lo que nos violenta o nos irrita. Manso es el que logra inte-riormente la paz, el que no se irrita gratuitamente, el que se domina, que no se altera en forma des-medida ni se descontrola aunque le sobren moti-vos para hacerlo. Toda la antigüedad educó en las virtudes especialmente a los guerreros, que debían

Jesús, hijo de Dios, que para predicar el desprendi-miento y amor a la pobreza se hizo pobre, tenien-do por cuna un pesebre en su nacimiento. Vivió pobre San José y dio de su pobreza a los más ne-cesitados.

San José es modelo de pobreza. La pobreza ma-terial de San José es condición para la riqueza sobrenatural de su alma. Jesucristo se hizo pobre por amor a nosotros, para enriquecernos con su pobreza. San José realiza el sentido cristológico de la pobreza. Por eso, vive de la Providencia e, identificado con la pobreza de Cristo, nos transmi-te la riqueza del conocimiento y el amor del mismo Cristo.

La pobreza de San José es prototipo para los más comprometidos con el Evangelio. Se trataría de vivir abandonados en la Providencia, sin segurida-des humanas, como Jesucristo, para ser cauce de la riqueza de la santificación para la Iglesia y para el mundo. La pobreza cristológica es clave para la libre entrega al Evangelio y poder proclamar la Ver-dad y el Bien sin ataduras. Vivió pobre San José, y se hizo pobre dando todos bienes que tenía. Pobre, voluntario y santísimo obrero es San José, para ser en verdad el padre de los pobres, el con-suelo de los indigentes y el socorro de huérfanos y desvalidos. ¡Qué felices seríamos en este mundo si

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DÍA OCTAVO

SILENCIO y PUREZA DE SAN JOSÉ

Lc 2, 51 – 52. Jesús bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente estas cosas en su

corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

San José es modelo de silencio. El silencio de S. José se entiende como exigencia de su unión con-templativa con Dios. Es el clima que la envuelve. Impresiona el silencio de San José aceptando el misterio de la concepción virginal de María, con-templando al Niño Jesús entre los brazos de la Vir-gen Madre, admirando la adoración de los Pasto-res y de los Reyes Magos, protegiendo al Niño y a su Madre en la huida a Egipto, respetando a Jesús cuando, con María, lo encuentra en el Templo…

San José fue custodio de Cristo Jesús, y verdade-ro esposo de la más pura criatura, María Madre de Dios. San José apareció a los ojos de Dios adorna-do con tanta pureza que el Señor le confió sus más grandes tesoros. Con este ejemplo sublime de pure-za. ¿No nos animaremos a ser puros en pensamien-tos, palabras y obras?

ser valientes, austeros, leales, apuntando a una di-mensión superior del hombre.

Una vez más por medio del ángel del Señor, supo de la muerte de Herodes, y por precaución decide radicarse en Nazaret. Fue así que la Sagrada Fa-milia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la “pérdida” de Jesús al regreso de la anual pere-grinación a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51). San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo. Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.

San José fue perfectísimo en esta virtud. San José fue manso en su trato con el prójimo, afabilísimo y dulcísimo en la conversación, grave y suave en su porte exterior. Su templanza en acciones y pa-labras, y su aspecto que reflejaban una santidad y vida celestial, fue el imán suavísimo que cautivó los ánimos de cuantos le trataban. Admira en si-lencio tan hermosa virtud en el Santo, confúndete o imítale..

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

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el Misterio. Permanece a la escucha de la Palabra revelada, la acoge en su corazón y la traduce en obras. La oración sella el estilo de su vida. Se deja amar por Dios y se entrega a sus exigencias para dar testimonio del amor. Por ello, San José viene a ser como el maestro, el formador y el modelo de la oración para el cristiano.

Todos tenemos absoluta necesidad de esta santa virtud, pues con ella nuestra vida se hace un cielo y sin ella se vuelve un infierno. San José, modelo acabado de todas las virtudes, lo es especialmente de la conformidad con la voluntad de Dios. Toda su vida sembrada de alegrías y de penas, hace que sea escogido por Dios Padre para que hiciese sus veces en la Sagrada Familia, asociado a la suerte de Jesús y de María, practicando constantemente esta virtud.

Toda la vida de San José esta resumida en estas palabras: “Hágase siempre en mí y de todas mis cosas vuestra santísima voluntad”.- Has, devoto de este gran Santo, de la necesidad virtud: conforma en todas las cosas tu voluntad con la de Dios, y tu corazón morará en abundancia de paz y reinará eternamente con Jesús, María y José en la gloria.

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

San José, por su pureza angelical, mereció ser es-poso de la más pura de las vírgenes. Los dos lirios de virginal fragancia son María y José, con quienes Jesús moró y conversó familiarmente como hijo por espacio de treinta años.- ¿Eres puro y casto devoto de San José? Sólo siendo puro y casto, se-rás admitido en el reino de los cielos. Pídelo al cas-tísimo Esposo de María y Padre adoptivo de Jesús.

Ahora se rezan dos Padrenuestros, Avemarías y Glo-rias, en memoria de San José.

DÍA NOVENO

CONFORmIDAD DE SAN JOSÉ CON LA VOLUNTAD DE DIOS

Lc 10, 21 – 22. Se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has

ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha

sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo

se lo quiera revelar.

San José es modelo de oración. La oración de S. José es la oración contemplativa, la del amigo pre-dilecto de Dios. Sabe tratar de amistad permane-ciendo a solas en la presencia de Dios, adorando

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el mundo. Tratad a José y encontraréis a Jesús. Tra-tad a José y encontraréis a María, que llenó siempre de paz el amable taller de Nazaret.

La Iglesia entera reconoce en San José a su protec-tor y patrono. A lo largo de los siglos se ha habla-do de él, subrayando diversos aspectos de su vida, continuamente fiel a la misión que Dios le había confiado. Por eso, desde hace muchos años, me gusta invocarle con un título entrañable: Nuestro Padre y Señor.

San José es realmente Padre y Señor, que protege y acompaña en su camino terreno a quienes le ve-neran, como protegió y acompañó a Jesús mientras crecía y se hacía hombre. (Es Cristo que pasa, nn. 56)”

Un texto de San Josemaría Escrivá de Balaguer:

“TRATAD A JOSÉ y ENCONTRARÉIS A JESÚS”

“Quiere mucho a San José, quiérele con toda tu alma, porque es la persona que, con Jesús, más ha amado a Santa María y el que más ha tratado a Dios: el que más le ha amado, después de nuestra Madre. –Se merece tu cariño, y te conviene tratarle, porque es Maestro de vida interior, y puede mucho ante el Señor y ante la Madre de Dios. (Forja, 554)

José ha sido, en lo humano, maestro de Jesús; le ha tratado diariamente, con cariño delicado, y ha cuidado de El con abnegación alegre. ¿No será ésta una buena razón para que consideremos a este va-rón justo, a este Santo Patriarca en quien culmina la fe de la Antigua Alianza, como Maestro de vida interior? La vida interior no es otra cosa que el tra-to asiduo e íntimo con Cristo, para identificarnos con El. Y José sabrá decirnos muchas cosas sobre Jesús. Por eso, no dejéis nunca su devoción, ite ad Ioseph, como ha dicho la tradición cristiana con una frase tomada del Antiguo Testamento.

Maestro de vida interior, trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación continua con Jesús: éste es José. Ite ad Ioseph. Con San José, el cristiano aprende lo que es ser de Dios y estar plenamente entre los hombres, santificando

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V/. Glorioso San José,R/. Ruega por nosotros.

V/. Ilustre descendiente de DavidR/. Ruega por nosotros.

V/. Luz de los patriarcasR/. Ruega por nosotros.

V/. Esposo de la Madre de DiosR/. Ruega por nosotros.

V/. Custodio purísimo de la Virgen,R/. Ruega por nosotros. V/. Nutricio del Hijo de DiosR/. Ruega por nosotros.

V/. Diligente defensor de CristoR/. Ruega por nosotros.

V/. Jefe de la Sagrada FamiliaR/. Ruega por nosotros.

V/. José justoR/. Ruega por nosotros.

LETANÍAS A SAN JOSÉ

V/. Señor, ten piedad de nosotros.R/. Señor, ten piedad de nosotros.

V/. Cristo, ten piedad de nosotros.R/. Cristo, ten piedad de nosotros.

V/. Señor, ten piedad de nosotros.R/. Señor, ten piedad de nosotros.

V/. Cristo, óyenos.R/. Cristo, óyenos.

V/. Cristo, escúchanos.R/. Cristo, escúchanos.

V/. Dios, Padre celestial.R/. Ten piedad de nosotros.

V/. Dios Hijo, Redentor del mundo. R/. Ten piedad de nosotros.

V/. Dios Espíritu Santo.R/. Ten piedad de nosotros.

V/. Santa Trinidad, un solo Dios.R/. Ten piedad de nosotros.

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V/. Sostén de las familiasR/. Ruega por nosotros.

V/. Consuelo de los desdichadosR/. Ruega por nosotros.

V/. Esperanza de los enfermosR/. Ruega por nosotros.

V/. Patrono de los moribundosR/. Ruega por nosotros.

V/. Protector de la santa IglesiaR/. Ruega por nosotros.

V/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,R/. Perdónanos, Señor.

V/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,R/. Escúchanos, Señor.

V/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,R/. Danos la paz.

V/. Lo nombró administrador de su casa. R/. Y señor de todas sus posesiones.

V/. José castoR/. Ruega por nosotros.

V/. José fuerteR/. Ruega por nosotros.

V/. José obedienteR/. Ruega por nosotros.

V/. José fielR/. Ruega por nosotros.

V/. Espejo de pacienciaR/. Ruega por nosotros.

V/. Amante de la pobrezaR/. Ruega por nosotros.

V/. Modelo de obrerosR/. Ruega por nosotros.

V/. Gloria de la vida domésticaR/. Ruega por nosotros.

V/. Custodio de vírgenesR/. Ruega por nosotros.

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OREmOS POR NUESTROS SACERDOTES

Oremos. ¡Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José para esposo de tu Santísima Madre!; te rogamos nos concedas tener-lo como intercesor en el cielo, ya que lo veneramos como protector en la tierra. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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Esneider Claros Castro, O.PJasuán David Baloco TapiasYarold Dalberto Contreras MorantesCarlos Adelmo Cubillos Moreno, S.D.B. Heldirbrando Cuellar Amézquita Agustín Damonte Isetta, F.M.I. Dino De Zan de Luca, M.I.Mario Farfan AntoineLeonel Fernández HerreraJorge Guillermo Flórez VillaEdgar Alberto Galeano Pérez, CC.SS. Jair Galindo Velandia Edgar Enrique Galvis Higuera Germán Augusto Gómez Sarmiento Abelardo Gómez Serrano Angelmiro Granados Acevedo, C.P.P.S. Luis Antonio Granados Gutiérrez, S.D.B. Arnulfo Guaraca Narváez, O.D.A. Elkin Iván Guevara Romero Juan Francisco Gutiérrez DuarteRoger Marcel Hallé, O.M.I. Rubén Darío Hernández Perdomo Víctor Alfonso Herrera Gutiérrez, S.J. Pedro Ernesto Herrera HurtadoGregorio Huerta Velasco, F.M.I. Jhon Álvaro Jimenez Carvajal Edgar José Juez González José Gabriel Leguízamo Díaz Alejandro Londoño Posada, S.J.

OREmOS POR NUESTROS SACERDOTES

Mons. Francisco Antonio Niño SúaCarlos Anderson Acevedo MedinaEdgar Oswaldo Alarcón ManriqueWilliam Eduardo Alfonso GómezGonzalo Amaya Otero, S.J.Carlos Julio Aponte CarreñoSantiago Diego Aragón Bueno Carlos Arévalo GilWeymar Francisco Ardila BordaRaúl Guillermo Baca Díaz Alexander Báez Mora Carlos Julio Barragán Martínez, S.M. Jairo Gilberto Bayona Zamora, S.J. José Daniel Becerra Sepúlveda, F.M.I. Eduar Hernando Bonilla Arango Ramón Bueno Ballesteros Joselin Alirio Buitrago García Josué Jedeón Caldas Bustamante Pedro Nel Cancino Useda José Saúl Cano Soler Luis Alfredo Cárdenas Caro, S.D.B. César Iván Carrillo Rey Darío Gustavo Casas Abril Luis Alfredo Castellanos Avendaño Fidel Castro Roa Gildardo de Jesús Ciro Montoya Luis Alfonso Ciro Montoya

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David Sánchez, S.J.Hugo Alfredo Santana Delgado, O.M.I. Jorge Alberto Simbaqueva Beltrán Ramiro Soler Herrera Jorge Alberto Suárez SalcedoFaustino Torres Millán Pablo José Tovar Arias Over Rafael Tovar Galindo, M.C.M. Gabriel Vallejo Mejía, S.J. Lucinio Vásquez Daza Alejandro Velásquez Díaz Carlos Alberto Wanumen Martínez Jhonny Nicolás Yacelli Madrid, S.D.S.

Ilustrísimo MonseñorFrancisco Niño Súa,

Vicario Episcopal de San José.

Eminentísimo Señor Cardenal

Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Bogotá.

Crisanto Antonio López Durango Víctor Manuel López Molina, S.D.S. Juan Abelardo López Zabala Oscar Enrique Lozano Sandoval José Alexander Matamoros GonzálezJairo Alberto Merlo Pinzón Wilson Alexander Mora González Jhon Fredy Morales Amaya José Álvaro Moreno Moreno Alejandro de Jesús Olivera ManjarrésMax Antonie OresteOnías Ossa Coronado Andrés Pérez LizarazoEdson Johan Pino Romero Pedro Antonio Prado López Jairo Humberto Pulido Pinzón Héctor Manuel Quintero Galvis César Augusto Quiñones Molano, O.P. Eduar Alfredo Riascos Cárdenas Pedro Ángel Rincón Rincón José Armando Rivas Jiménez, C.P.P.S. Guillermo Andrés Rodríguez Giraldo Agustín Rodríguez Trujillo José Raúl Rojas Bohórquez, S.D.B.Jorge Rojas PachecoCarlos Julio Rozo Rubiano, C.M.F. Héctor Augusto Rúa Vélez Roddy Salas Pulido Justiniano Sanabria Torres

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