4 Esa Infame Comparsa de Mujeres

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"Caras y Caretas y "Esa infame comparsa de malas mujeres..."

Notas sobre la estigmatizacin cultural de las prcticas de curanderismo, hechicera y adivinacin durante el Centenario

(Buenos Aires, 1900-1910)" El presente trabajo se enmarca en la investigacin doctoral del autor "La persistencia de la Magia moderna en la cultura popular urbana de la ciudad de Buenos Aires: criminalizacin estatal de las prcticas mgicas a travs de la legislacin y de la prctica judicial penal desde 1921", dirigido por los Dres. Jos Emilio Buruca y Marta Madero de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Posible gracias a una beca otorgada por el CONICET.

Publicado en GIL LOZANO, Fernanda, PITA, Valeria y BRAVO, Mara Celia, Historia de luchas, resistencias y representaciones. Mujeres Argentinas. Siglos XIX y XX. Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Nacional de Tucumn (UNT), 2007, pp. 249-266 -ISBN 950-605-388-X-

Juan Pablo Bubello (UBA-CONICET)

Grandes vas conforman en occidente una constante polmica antimgica. Las tradiciones eruditas (la religin cristiana desde el siglo IV, y la ciencia moderna a partir del siglo XVII) DE MARTINO, Ernesto, Magia y Civilizacin, Bs. As., El Ateneo, 1965, pp. 8-9. y, hasta muy posiblemente, una tercera de base popular (manifestada en la risa, la burla y el ridculo) BURUCUA, Jos Emilio, Corderos y elefantes: la sacralidad y la risa en la modernidad clsica siglos XV-XVII-, Bs. As.-Madrid, Mio y Dbila eds., 2001, pp. 480-542. Pero, an cuando en el extranjero innumerables trabajos acadmicos han abordado este problema en el ltimo siglo y medio a partir de diferentes perspectivas, la historia de la Magia en Argentina, y de su estigmatizacin y persecucin durante el siglo XX, est an por escribirse. Hemos abordado la cuestin en nuestra tesis de maestra ""Bienhechora de la humanidad"-"locura": Polaridad de la Magia en la Argentina del siglo XX", dirigida por el Dr. J. E. Buruca. Instituto Altos Estudios Sociales (IDAES)- Univ. Nac. de Gral. San Martn (UNSAM), 2003. Indita. Aqu, observaremos la Buenos Aires del Centenario, focalizando en el discurso de Caras y Caretas.

En 1901 la clebre revista estigmatiza ciertas prcticas esotricas, Antoine Faivre ha desarrollado el concepto de espiritualidad esotrica para abordar las prcticas mgicas en el marco geogrfico-cronolgico de Occidente, donde la "Magia" conformara un campo distinguible respecto de la ciencia y la religin, ms all de las culturas o geografas en las que se site el anlisis emprico, caracterizndose por seis elementos: el "principio de correspondencias"; el principio de "naturaleza viva"; "imaginacin y la mediacin"; "experiencia de la transmutacin", "prctica de la concordancia", y principio de "transmisin" [Cf. FAIVRE, Antoine y NEEDLEMAN, Jacob [comps.], Espiritualidad de los movimientos esotricos modernos [1992], Buenos Aires, Paids Orientalia, 2000, pp. 9-22.; ver tambin los trabajos, en la misma lnea, de HANEGRAAFF, Wouter, "Some remarks on the study of western esotericism" en Esoterica, vol I, 1999, pp. 3-21, y VERSLUIS, Arthur, "What is Esoteric? Methods in the Study of Western Esotericism", en Esoterica, Vol. IV., 2002, pp. 1-15 y 2 parte en Esoterica, Vol. V, 2003, pp. 27-40] donde las mujeres y lo mgico eran, al mismo tiempo que integrados en una relacin ntima, denostados y atacados radicalmente en su totalidad:

[Esa] "... infame comparsa de malas mujeres que generalmente alternan con otros oficios bajos sin profesin..." [son] "... desequilibradas convencidas, pobres locas, creyentes en el demonio y las exorciones [SIC], que oyen "voces interiores"..." "Campaa contra los adivinos" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao IV, nro. 152, 31/8/1901.

Y, en 1907, se quejaba an en tono apesadumbrado: "Son infinitas las majaderas... que diario se practican. Cosas que pareceran increbles, si no hubiera tanta gente que todava las cree."[SIC] "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

Si observamos al sujeto de su enunciacin-discriminacin, cul era la extraccin social de esa infame comparsa de malas mujeres a las que especficamente se refera Caras y Caretas?

Ya en 1901 las ubicaba el mbito de los suburbios urbanos de los barrios pobres, donde se cruzaban la miseria con la ignorancia y la supersticin:

[En este] "... pueblo jugador y supersticioso... [hay una]... plaga de garitos y secuaces de Nostradamus... [donde, en los]... bajos fondos de la ignorancia y de la miseria donde naturalmente se despliegan..." [operan esas] "... pobres mujeres de carpinteros quebrados, de bolicheros del suburbio de hombres sin oficio y sin esperanzas, de los barrios pobres; all, en el ltimo patio de los conventillos atestados de herraduras y de cacerolas rotas entre el chiquillero zumbn - cuntas tragedias ntimas, cuntas lgrimas devoradas en secreto, en el vaco de afectos, hasta decidirse a consultar "la mgica", "la seora Rosa" que sabe todo..." "Campaa contra los adivinos" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao IV, nro. 152, 31/8/1901.

Este discurso de la revista, como vemos, positivista y racionalista acorde con las caractersticas del clima de ideas hegemnico a comienzos del siglo XX, nos permite acercarnos entonces al entramado social en que se instalan las prcticas esotricas de estas mujeres, quienes, por su insercin social, no integraban las redes intelectuales de la poca. Estaran alejadas de las "contestatarias" a las que Dora Barrancos ha dedicado su atencin sealando que sus prcticas sociales y polticas eran, al mismo tiempo, sujetos de celebracin y escarnio social [Cf. BARRANCOS, Dora, "Entre la celebracin y el escarnio: mujeres contestatarias (1890-1900)" en FLETCHER, Lea [comp.], Mujeres y cultura en la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Feminaria editora, 1994, pp. 185-195] Es que enfatizando un contraste entre las barbaridades encarnadas en las prcticas de centenares de adivinas con una ciudad que se jactaba de las luces de su milln de habitantes, su Avenida de Mayo y sus tranvas modernos, alertaba al lector:

"Se cuentan por centenares las adivinas que ejercen su profesin en Buenos Aires... De... [sus] labios... [se han odo]... cosas que ponen los pelos de punta: hablan de infusiones venenosas y de huesos de difunto y de otras mil porqueras, con la misma naturalidad con la que los boticarios recetan flores de tia para los nervios. Oyendo tales barbaridades... llega uno olvidarse del milln de habitantes y de la avenida de Mayo y de los tranvas elctricos, parecindole mentira que al pie de tanta luz florezcan esas plantas de cementerio." "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

As pues era en el marco de rpida modernizacin urbana de Buenos Aires, que, a lo largo de la ciudad, ciertos sujetos histricos, que podran bien ser inscriptos entre los sectores populares, Los sectores populares no seran un sujeto histrico objetivo y previamente existente, pero seran de un rea del campo social resultante de un conjunto de procesos, objetivos y subjetivos, que los constituyen, confluyendo en una identidad provisional en relacin con el fluir del proceso histrico. Sus lmites seran fluidos y cambiantes al relacionarse con otras identidades del campo. Su identidad se construira, reconstruira y moldeara permanentemente en el seno de la relacin de fuerzas resultado de las prcticas sociales [Cf. ROMERO, Luis Alberto "Los sectores populares urbanos como sujetos histricos" en GUTIERREZ, Leandro y ROMERO, Luis Alberto Sectores populares, cultura y poltica: Buenos Aires en la Entreguerra", Bs. As. Sudamericana, 1995, pp. 23-44] se representaban al mundo en trminos mgicos; representaciones y prcticas esotricas que estaban vinculadas, como vemos y precisaremos, no slo con las tradicionales "artes de curar", sino tambin con la hechicera y la adivinacin. Este problema parece haber sido olvidado por los historiadores del perodo, que no abordaron especficamente la cuestin mgica, con excepcin de los que, slo muy tangencialmente s lo hicieron al interesarse por la historia de la medicina, los mdicos y/o la salud. Cf. BELLORA, Antonio, "La salud pblica" en La historia popular: vida y milagros de nuestro pueblo, Bs. As., CEAL., 1972; GONZALEZ LEANDRI, Ricardo, La profesin mdica en Buenos Aires, 1852-1870 en LOBATO, Mirta Zaida [comp.], LOBATO, Poltica, mdicos y enfermedades: lecturas de la historia de la salud en argentina, Bs. As., Biblos, 1996; GONZALEZ LEANDRI, Ricardo, Notas de la profesionalizacin mdica en Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XIX, en SURIANO, Juan [comp.], La cuestin social en Argentina, 1870-1943, Bs. As., La Colmena, 2000; y GONZALEZ LEANDRI, Ricardo, "Competencia y subordinacin en las Artes de Curar. Buenos Aires en la segunda mitad del siglo XIX" en Anuario Escuela de Historia, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 2002, nro. 19, pp. 103-114; RUIBAL, Beatriz, Medicina legal y derecho penal a fines del siglo XIX en LOBATO, Mirta Zaida [comp.], op. cit.; SALVATORE, Ricardo "Sobre el surgimiento del estado mdico legal en la Argentina (1890-1940)" en Estudios Sociales. Revista Universitaria Semestral, ao XI, nro. 20, Univ. Nacional del Litoral, 1er. semestre 2001, pp. 81-114.

Eran estas prcticas y representaciones esotricas de ciertas mujeres, entonces, el objeto y sujeto, respectivamente, de la enunciacin discriminacin del discurso de Caras y Caretas.

Recordemos sintticamente que Buenos Aires, a comienzos del siglo XX, cambiaba rpidamente. Su espacio social se transformaba en poco tiempo en un mbito cosmopolita, duplicando su poblacin. Los extranjeros eran ampliamente visibles tanto en el centro como en la periferia del casco urbano. SARLO, Beatriz, Una modernidad perifrica: Buenos Aires 1920-1930, Bs. As., Nueva Visin, 1988, p. 18. El primer cordn de barrios tradicionales que rodeaba al centro de la ciudad -San Telmo, Barracas, la Boca, San Cristbal, Balvanera, el Norte- ir poblndose hacia el permetro, conformado por Almagro, Caballito, Flores, Belgrano, Palermo y Villa Crespo. GUTIERREZ, Leandro y ROMERO, Luis Alberto "Sociedades barriales, bibliotecas populares y cultura de los sectores populares: Buenos Aires, 1920-1945" en Desarrollo Econmico, V. 29, nro. 113 (abr.-jun. 1989) pp. 33-62 En este contexto de vertiginoso crecimiento, con relacin a la salud pblica, la ciudad contaba con cada vez ms hospitales, asistencia pblica, sociedades de socorros mutuos, sanatorios y consultorios privados a cargo de mdicos diplomados reconocidos por el Estado. ARMUS, Diego, "Los mdicos" en AAVV., La vida de nuestro pueblo, Bs. As., CEAL, 1983 [4vols.], vol 4, pp. 1-20.

Siendo que la posibilidad de produccin y circulacin de objetos culturales vinculados con prcticas y representaciones especficamente esotricas, y su apropiacin, consumo y resignificacin por los sectores populares, son parte del objeto de nuestra atencin intelectual desde la perspectiva de la historia cultural; observamos entonces que numerosos personajes participaban en la populosa Buenos Aires del Centenario de la espiritualidad esotrica. Pero, qu prcticas esotricas especficas refiere nuestra fuente estigmatizndolas?

En su discurso, Caras y Caretas satirizaba en tono burln, Desde la Revolucin Cientfica del siglo XVII, el poder de la "Magia" y su real eficacia a travs de su simbolismo ritual ha sido desarticulado y desvirtuado definitivamente, no quedando desde entonces espacio legtimo para la discusin en trminos naturalistas, como s haba imperado en la tradicin occidental desde los albores del cristianismo [DE MARTINO, Ernesto, op. cit. pp. 229-232] que esa infame comparsa de malas mujeres crea estar en conocimiento de lo que, popularmente, era conocido como la capacidad de efectuar dao a distancia por procedimientos mgicos. El tpico del "dao mgico" en nuestro pas fue ampliamente estudiado por Armando Vivante en dos trabajos muy slidos [Cf. VIVANTE, Armando, Muerte, magia y religin en el folklore, Bs. As., Lajoume, 1953; y especialmente, VIVANTE, Armando y PALMA, Nstor Homero, Magia y dao por imgenes en la sociedad Argentina, Bs. As., Cabargn, 1971] Es que ellas, utilizando pelos y/o hasta huesos humanos y sangre de murcilago, pretendan ocasionar la locura de cualquiera:

"Dicen que echando pelos en el mate, se enloquece la persona que lo tome. Para enloquecer a cualquiera, basta con darle con raspadura de huesos humanos, mejor, y esto es probado, una mezcolanza de ruda, cantridas y sangre de murcilago." "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907. [SIC]

Pero tambin conoceran las prcticas de Magia negra, especficamente, aquellos medios por los cuales pretendan provocar la muerte de una persona. Por ejemplo, pinchando con alfileres el corazn de ciertos animales especficos:

[Para] "... hacer que se muera cualquiera de nuestros enemigos, se recomienda...: A un cordero cordera negra se le extrae el corazn y se hace hervir en una olla de barro colorado, que nunca haya servido. Despus de una hora se tira el agua sobrante y se clavan en el corazn siete alfileres en forma de cruz. A medida que se van oxidando los alfileres ir extinguiendo la vida del enemigo." "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

Esta diversidad de prcticas de Magia negra, sin embargo, no se agotaba en las tcnicas anteriores. Caras y Caretas afirmaba que ellas tambin estaban convencidas que, utilizando sobras de comida, ropa sucia y hasta la pluma de un avestruz, podran ocasionar hasta la muerte:

"Otro procedimiento consiste en recoger las sobras de comida que haya dejado en el plato. Se arrojan en un rincn de la casa y el cuerpo del enemigo y las sobras de comida se secarn al mismo tiempo, con diferencia de segundos." "Revolviendo la ropa sucia de cualquiera se le hace sufrir la pena negra." "A la luz de una vela de sebo, se tuesta una pluma de avestruz. Se arroja en la casa de quien nos haya ofendido. Y si pasa por encima de ella, sin pisarla, caer muerto en seguida." "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

La revista menciona que no todas las prcticas de estas mujeres estaban vinculadas con la pretensin de daar. Ellas adems se atribuan el poder obligar a los hombres a enamorarse, es decir, prcticas de Magia amatoria, por medio de dos procedimientos especficos:

"... A un marido que se marcha de casa es muy fcil hacer que vuelva sobre sus pasos: bastar con darle cortaduras de uas, , si esto no es posible, se coloca debajo de su almohada una corona de espinas..." "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

Y, tal vez por medio de la combinacin de "Magia" amatoria con "Magia" negra, podan hasta castigar a esos andariegos que engaan a sus esposas clavando alfileres en sapos o en sus retratos:

"Si se quiere dejar rengo al ms andarn, es suficiente con clavar un alfiler en la pata de un sapo: cuando el sapo se mueva quedar renga la vctima" [Y si] "Se clava un alfiler en un retrato. Se entierra. Se le enciende una vela y se consumir la vida del novio infiel al mismo tiempo que se consume la vela." "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

Pero, adems, no slo parecen haber sido conocidas por sus prcticas mgicas de hechicera, dao o Magia amatoria, sino que hasta se atribuan el conocimiento de ciertas tcnicas de adivinacin, en el caso, por medio del uso de vasos de agua:

"Un vaso de agua es el mejor espejo para ver reflejada la causa de nuestras desdichas". "Maleficios y brujeras: filtros envenenados, brebajes amatorios, supersticiones populares" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao X, nro. 437, 18/2/1907.

Ahora bien. Acaso se agotan las prcticas esotricas del perodo en las referencias que nos da nuestra fuente documental?

Nuestra investigacin de los sectores populares de Buenos Aires a comienzos del siglo XX nos permite observar personajes vinculados con prcticas esotricas que se presentaban por entonces a s mismos - y eran conocidos popularmente - como manosantas, curanderos, salamanqueros, tatadioses y/o magnetizadores. Esta larga lista dara cuenta, en principio, de un universo ampliamente heterogneo de prcticas mgicas que nos obliga a la precaucin a fin de evitar generalidades arbitrarias y, paralelamente, contrasta notoriamente con el discurso estigmatizador de Caras y Caretas que las asociaba slo con prcticas especficas de una infame comparsa de malas mujeres.

Con relacin a la Buenos Aires del perodo, Lugones y Arlt mencionaron prcticas de "Magia", En 1906, publicaba Las fuerzas extraas, donde uno de sus personajes comenta: "... el esfuerzo humano debera tender a la abolicin de todo intermediario entre la mente y las fuerzas originales, a suprimir en lo posible la materia -otro axioma de filosofa oculta; ms para esto hay que poner el organismo en condiciones especiales, activar la mente, acostumbrarla a la comunicacin directa con dichas fuerzas. Cosa de Magia..." [Cf. LUGONES, Leopoldo, Las Fuerzas extraas [1906], Bs. As., Huemul, 1966, 4 ed., pp. 26-27] Recordemos que en 1920, Arlt, relatar su experiencia personal ocurrida en 1916, cuando, contando con diecisis aos de edad, se relacion con un grupo espiritista-teosfico seguidores de Blavatsky. Arlt critica cidamente al movimiento, no tanto por sus doctrinas, sino porque descubre bsicamente que aqul grupo esotrico no practicaba en la vida cotidiana sus ideas, ni permita disentir en su comunidad. [Cf. ARLT, Roberto, "Las Ciencias Ocultas en la Ciudad de Buenos Aires" [1920] en Obra Completa, Buenos Aires, Planeta, 1991, pp. 531-553]. aunque los sujetos histricos que observamos nosotros, a diferencia, no elaboraron grandes corpus doctrinales vinculados a lo mgico ni formaron grupos esotricos de iniciados - como los tesofos y/o espiritistas de la poca a los que se referan los clebres escritores. Ya hace ms de un siglo, Granada, desde la perspectiva folklrica, describi prcticas y representaciones mgicas de la regin del Ro de la Plata. GRANADA, Daniel D. Resea histrico-descriptiva de antiguas y modernas supersticiones del Ro de la Plata, Montevideo, A. Barreiro y Ramos, 1896 [Utilizamos edicin de editorial Guillermo Kraft limitada, Buenos Aires, 2 ed., 1959 -primera ed., 1947-] An cuando su anticuado concepto de "Magia", articulado en torno al trmino de "supersticin", ha sido superado, su trabajo es fuente de primera importancia para el historiador. Folcloristas posteriores han continuado estudiando la "Magia" en nuestro pas, adjetivndola insistentemente en forma negativa con los trminos de "ignorancia" y sobre todo de "supersticin". Cf. AMBROSETTI, Juan B. Supersticiones y Leyendas, [1917] Buenos Aires, Siglo Veinte Ediciones, 1976; GUDIO KRAMER, Luis, Mdicos, magos y curanderos, Bs. As., EMECE, 1942; TERRERA, Guillermo Alfredo, Folklore de los actos religiosos en la Argentina, [1948?], Bs. As., Plus Ultra, 1969, 5 ed.; MOYA, Ismael, Aves mgicas: mitos, supersticiones y leyendas en el folklore argentino y americano, La Plata, Ministerio de Educacin Pcia. de Buenos Aires, 1958; COLOMBRES, Adolfo, Seres sobrenaturales en la cultura popular argentina, Buenos Aires, Biblioteca de Cultura Popular/1, Ediciones del Sol, 1984; COLUCCIO, Flix, Presencia del diablo en la tradicin oral de Iberoamrica, Bs. As., Ediciones Culturales Argentinas, 1987; AMBROSETTI, Juan, El diablo indgena: supersticiones y leyendas del folklore argentino, Bs. As., Editorial Convergencia, 1976. Sintetizando sus estudios, observemos, entonces, algunas de las prcticas y representaciones esotricas de la ciudad de Buenos Aires y alrededores a principios del siglo XX.

Los curanderos propiamente dichos eran los antiguos mdicos, sobre todo, de los campesinos del Ro de la Plata. Su prctica fundamental era la medicina casera, prescribiendo fundamentalmente hierbas, pues enfatizaban que no haba ninguna que careciera de alguna virtud curativa. La dificultad radicaba en conocer las propiedades de cada una de ellas, pues existan infinito nmero de remedios simpticos. GRANADA, Daniel D., op. cit. p. 271. El problema del curanderismo fue abordado tambin por el discurso mdico preocupado por encontrar una "solucin" a la persistencia de su prctica en la sociedad. [Cf. PERGOLA, Federico, El pensamiento mgico en la medicina colonial argentina, Bs. As., 1966; Brujos y cuasimdicos en los inicios argentinos, Bs. As., EDIMED., 1986; TARNOPOLSKY, Samuel, Los curanderos, mis colegas, Bs. As., Planeta, 1979 y 1994] El saludador era el ms antiguo, pues haba pasado a Amrica con la Conquista: en Espaa, en los siglos XVI-XVIII, fue uno de los personajes centrales de entre los profesionales dedicados a la medicina popular por medio de prcticas mgicas y adivinacin. CAMPAGNE, Fabin Alejandro "Entre el milagro y el pacto diablico. Saludadores y reyes taumaturgos en la Espaa Moderna" en GONZALEZ DE FAUVRE, Mara Estela [Edit.] Ciencia, poder e ideologa. El saber y el hacer en la evolucin de la medicina espaola (siglos XIV-XVIII), UBA, Facultad de Filosofa y Letras, Instituto de Historia de Espaa, 2001, pp. 247-290. En las regiones del Ro de la Plata, el saludador haba sido el precursor del tatadis y del manosanta. Si bien los tres en ciertas ocasiones hacan uso de la imposicin de las manos y de los soplos; el saludador difera en que su especial misin era curar la hidrofobia o mal de rabia en hombres y animales. Lo que le distingua sobre todo era el empleo de su saliva, por medio de la lengua, y el aliento. Elega la maana para curar, pues entonces estaba en ayunas. Si el nacimiento del manosanta o del tatadis no vena acompaado ni precedido de ninguna circunstancia necesaria o fatal, el del saludador s: cuando una mujer haba tenido siete hijos varones seguidos, el ltimo de ellos naca con una cruz en el paladar, seal de que tena la virtud de curar por medios "sobrenaturales". GRANADA, Daniel D., op. cit. pp. 273-274. El saludador tena una gran tradicin en la Espaa Absolutista. Durante los siglos XVI y XVII, no slo sanaban con saliva o su aliento, sino que tambin introducan en sus prcticas el uso de la vista, el tacto, y el discurso de ciertas palabras secretas. Asimismo, pretendan adivinar el futuro y/o encontrar cosas perdidas. [Cf. Duque de Maura, Supersticiones de los siglos XVI y XVII y hechizos de Carlos II, Madrid, Calleja, s/f, -1950?]

Por su parte, manosantas, tatadioses y magnetizadores eran, de entre los taumaturgos, los ms populares. Prometan curas maravillosas valindose de aparatos y ceremonias, frmulas ininteligibles, preces, palabras y santiguaderas. Pero existan diferencias entre ellos. El tatadis era, en general, de raza negra y proporcionaba remedios que consistan generalmente en hierbas. El manosanta buscaba efectuar la curacin por medio de una gracia gratis data. Como el tatadis, aplicaba medicamentos, pero lo que le distingua y caracterizaba era el uso de la seal de la cruz y de velas encendidas delante de un crucifijo o de la virgen. No interrogaba sobre la enfermedad del doliente. No le importaba saberlo. Le bastaba conocer el lugar del dolor para santiguar la parte enferma. La prctica curativa consista bsicamente en ubicar el crucifico la imagen en una mesa. Encenda tres velas delante y rezaba, con las manos cruzadas. El paciente, tambin rezaba entonces, fijos los ojos en el crucifijo o la imagen. Luego el manosanta haca con la mano o el dedo pulgar la seal de la cruz en el lugar en que entenda se hallaba localizada la dolencia. A veces curaba imponiendo las manos sin ms ceremonia, como si se propusiera transmitir a la parte enferma o dolorida del cuerpo las determinaciones de su voluntad al paciente. El magnetizador, por su parte, haca uso de los pases para someter a su influencia la voluntad del paciente sobre quien operaba. GRANADA, Daniel, op. cit.. pp. 263-266.

Por ltimo, el trmino de "salamanquero" se relacionaba con la cueva de Salamanca, en Espaa, recinto donde, desde la Edad Media, se iniciaban en sus conocimientos magos y adivinos. Si bien de Espaa pas a Amrica, en el mbito de la cultura popular ampli sus alcances: la salamanca era todo mundo o mbito embrujado. En nuestro pas - fundamentalmente entre los pobladores de mbitos rurales- todo mago o brujo era conocido y tildado de "salamanquero". Sarmiento en Recuerdos de Provincia recuerda que de nio "crea en brujos y aparecidos" y se refiere a la Salamanca de Peyuta, en su San Juan natal; mientras que Joaqun V. Gonzlez en La tradicin nacional, relat sus recuerdos sobre un anciano loco iniciado en los secretos de la Salamanca. Cf., ROJAS, Ricardo, La Salamanca, Buenos Aires, Losada, 1943, pp. 9-16. Para la regin de Santiago del Estero hacia 1761, Farberman ha encontrado "Salamancas" como centros de iniciacin de prcticas hechiceriles. [Cf. FARBERMAN, Judith, "Sobre brujos, hechiceros y mdicos. Prcticas mgicas, cultura popular y sociedad colonial en el Tucumn del siglo XVIII", en Cuadernos de Historia, serie economa y sociedad. Crdoba, Univ. Nac. de Crdoba, Nro. 4, 2001, pp. 67-104]

As pues, a la luz del concepto de "Magia" como "espiritualidad esotrica", en principio, surgira de las prcticas de estos personajes una representacin mgica donde operara una ntima vinculacin analgica de todas las partes de un cosmos esencialmente vivo; los principios de "correspondencia" y de "naturaleza viva" seran aplicables a partir de los intentos de estos sujetos de vincular a sus clientes con el mundo del ms all; la prctica de la mediacin en la relacin hombre/universo estara presente a partir de sus propias presencias en las prcticas esotricas; mientras que sus intenciones -sanaciones, daos, maleficios, adivinaciones- constituiran esa bsqueda de la experiencia de la transmutacin o la metamorfosis del mundo como objetivo primordial. Por supuesto, a efectos de la historia general de la Magia en Argentina, deber profundizarse la investigacin de la "espiritualidad esotrica" estableciendo precisiones y distinciones en funcin de cada uno de los espacios socioculturales especficos de nuestro pas as como los contextos -y los sujetos- histricos de cada poca.

Ahora bien. Como las prcticas esotricas entre los sectores populares persistan con vigor en la Buenos Aires de principio del siglo XX; en qu trminos discursivos las denunciaba y estigmatizaba Caras y Caretas?

Ya en 1901, alertaba que estas mujeres estaban convencidas de la eficacia de sus procedimientos, urdiendo chantages en la poblacin con sus prcticas estriles, majaderas y cuentos de curas maravillosas:

"La mayora entiende de curas maravillosas y no maravillosas, maestras en el arte de escamotear recin nacidos, de provocar abortos... de arrancar dinero a costa de la honra de la tranquilidad y de la paz de las familias, husmear secretos, urdiendo chantages [SIC] y maquinando cuanta bribonada y "cuento" puede hacerse." "Campaa contra los adivinos" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao IV, nro. 152, 31/8/1901.

Por eso, en un intento que parece claramente buscar influir sobre la poltica oficial del Estado, la revista haba aplaudido una redada policial contra las adivinas de la ciudad, argumentando que era una cuestin vinculada con la "moral social":

"...felicitmonos; felicitemos [SIC] la autoridad que ha asestado un golpe certero en pleno corazn de esta barbarie escondida en la cultura metropolitana... [y aunque]... la imbecilidad humana es todopoderosa; ... entre tanto, cuntos pjaros reintegrados la jaula, cuanta chifladura interrumpida en pleno vuelo... Y la moral social -vaya!, por esta vez bien alta!" "Campaa contra los adivinos" en Caras y Caretas, Bs. As., Ao IV, nro. 152, 31/8/1901.

Esto nos remite a un segundo conjunto de problemas vinculados no slo con la estigmatizacin cultural de las prcticas esotricas sino con su persecucin por el Estado. Porqu para la clebre Caras y Caretas la represin sobre estas mujeres estaba vinculada con la "moral social" y la necesidad de la intervencin estatal?

Tal vez, el discurso de Caras y Caretas sea un eco de la asociacin que ya hacan, desde fines del siglo XIX, las revistas especializadas en cuestiones criminalsticas, que distinguan la peligrosidad de los delincuentes de la ciudad. Se ha encontrado, por ejemplo, que Criminologa Moderna estableca que las -y los- curanderas y adivinadoras eran -junto a charlatanes, madamas y prestamistas- representantes de la "mala vida" (aunque no eran los principales sino ms bien auxiliares de los mucho ms peligrosos agentes del vicio y el delito: prostitutas y mendigos) SCARZANELLA, Eugenia, Ni Gringos, ni Indios: inmigracin, criminalidad y racismo en Argentina: 1890-1940, Universidad Nacional de Quilmes, 1999, pp. 21-30.

Tal vez este discurso de nuestra clebre revista deba muy probablemente ser integrado en el conjunto de voces que influyeron en la sancin del artculo 208 del Cdigo Penal de 1921, entrado en vigencia en 1922: el "ejercicio ilegal de la medicina". Esta figura legal sirvi para reprimir con prisin aunque no todas, ciertas prcticas esotricas, las que especficamente estaban vinculadas con las artes de curar. "Ser reprimido con prisin de quince das a un ao: 1) el que, sin ttulo ni autorizacin para el ejercicio de curar o excediendo los lmites de su autorizacin, anunciare, prescribiere, administrare o aplicare habitualmente medicamentos, aguas, electricidad, hipnotismo o cualquier medio destinado al tratamiento de las enfermedades de las personas, an a ttulo gratuito..." Cf. DA ROCHA, Augusto, Legislacin Argentina: leyes nacionales clasificadas y sus decretos suplementarios. Buenos Aires, La Facultad Editorial, 1937, Tomo X, 1era. parte. Es que si observamos los fundamentos del artculo que redact la comisin legislativa para el proyecto del frustrado Cdigo Penal de 1906 - antecedente del que finalmente se sancionar en 1921-, encontramos claramente a los sujetos histricos vinculados con las polmicas antimgicas de comienzos del siglo XX. Sealaban los legisladores que se trataba de atender la permanente protesta de "hombres cultos", las "corporaciones cientficas ms autorizadas", el clamor pblico y las quejas de todos los das a las que no deban ser sordos. Respecto del ejercicio ilegal de la medicina, nos ha de permitir V. E. algunas breves consideraciones. El curanderismo en todas sus formas, es uno de los peores enemigos de la salud a la vez que un medio inocuo de explotacin; lo primero porque cuando no precipita la muerte con procedimientos absurdos y antihiginicos, deja avanzar las enfermedades mediante el empleo de medios completamente pueriles e innocuos; lo segundo porque aprovecha del sufrimiento y del dolor para hacerse pagar generalmente su engao y mala fe. La comisin piensa pues que es necesario de una vez por todas acabar con este mal que desgraciadamente se extiende en todas partes gracias a la divulgacin de ciertos medios que pueden dar resultado en manos de un hombre de ciencia, pero que son una desgraciada parodia en poder del charlatn. No podamos prescindir, por otra parte, ya que hacemos obra nacional del clamor pblico contra estos profesionales del engao y la mentira; no podamos desatender las quejas que todos los das oamos; no podamos en fin, ser sordos a las protestas de todos los hombres cultos y de las corporaciones cientficas ms autorizadas. Hemos procedido, en todos los detalles, a fin de llegar a la extirpacin completa de este reconocido mal. Agreguemos que hemos tenido presente para este captulo, el proyecto que el Poder Ejecutivo remiti al H. Congreso en 1904. Extrado de BLACHE, Marta, "El curanderismo folklrico enfocado a travs de los procesos legales" en Revista Universidad [57], Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, jul.-set., 1963, pp. 199-233.

Ahora bien. Era esa figura legal una innovacin en el campo legislativo con relacin a la represin de estas prcticas mgicas?

Decididamente debemos sealar que no. La represin a travs de la figura legal del "ejercicio ilegal de la medicina" de las prcticas mgicas vinculadas con las artes de curar populares, tena antecedentes histricos de larga duracin en nuestro territorio. Es ms, sujeta a una investigacin de ms extensos alcances, acaso podra establecerse una continuidad cultural, tal vez, entre el antiguo perodo represivo de la poca colonial que abordaron Farberman y Garcs, Sus trabajos han permitido investigar el problema de la persecucin de las mujeres vinculadas con prcticas de "Magia", por ejemplo, en la sociedad colonial. Aunque generando un incipiente debate, Farberman y Garcs ya han sealado los componentes culturales fundamentales que construan por entonces una identidad peligrosa de ciertas mujeres -hechiceras, curanderas y adivinadoras- a partir de la llamada "fama pblica". Cf. GARCES, Carlos, Brujas y adivinos en Tucumn, siglos XVII y XVIII, Universidad Nacional de Jujuy, 1997; FARBERMAN, Judith "La fama de la hechicera: la buena reputacin femenina en un proceso criminal del siglo XVIII" en GIL LOZANO, Fernanda; PITA, Valeria Silvina e INI, Mara Gabriela, Historia de las mujeres en la Argentina, Buenos Aires, Taurus, 2000, tomo 1, pp. 27-43; FARBERMAN, Judith, "Sobre brujos, hechiceros y mdicos. Prcticas mgicas, cultura popular y sociedad colonial en el Tucumn del siglo XVIII", en Cuadernos de Historia, serie economa y sociedad. Crdoba, Univ. Nac. de Crdoba, Nro. 4, 2001, pp. 67-104. con el moderno que estamos investigando?

Dejando abierta la cuestin, en principio podemos sealar que, si desde fin del siglo XVIII, por medio de la creacin del Protomedicato en Buenos Aires, el Estado Colonial haba prohibido el curanderismo, ordenando que slo tenan derecho a ejercer el arte de curar cirujanos y mdicos diplomados, siendo sus objetivos bsicos el control de la prctica mdica profesional, la proteccin de la salud pblica y la enseanza de la ciencia mdica; la crnica escasez de mdicos diplomados fue una constante de todo el perodo posterior. ARMUS, Diego, Los Mdicos en AAVV., La vida de nuestro pueblo, Buenos Aires, CEAL., 1983, vol. 4, p. 7 Este problema, ms profundo en las zonas rurales y alejadas de los centros urbanos, hizo que, ya en 1797, "para aliviar a los habitantes" se autorizara a los curanderos a ejercer bajo ciertas condiciones mnimas. BARRAN, J. P., Medicina y sociedad en el Uruguay del novecientos, Ediciones de la Banda Oriental, 1992, tomo 1, p. 29. Es ms, antecedentes del Cabildo de Buenos Aires de 1784 registran la autorizacin del curanderismo en aquellos sectores rurales donde no hubiera mdicos. BRAZEIRO DIEZ, H. Supersticiones y Curanderismo. Ensayo crtico y valorativo, Barreiro y Ramos, Montevideo, 1975, p. 145 y p. 157 Pero el problema continu luego de la Independencia: en 1851 Urquiza emitira una circular permitiendo en Entre Ros la accin de curanderos ante la ausencia de mdicos; RATIER, Hugo, La medicina popular, Bs. As., CEAL., 1972, 1ed., p. 11. y el primer censo nacional [1869] registraba an 1047 curanderos contra 453 mdicos diplomados. GONZALEZ LEANDRI, Ricardo, La profesin mdica en Buenos Aires, 1852-1870 en LOBATO, Mirta Zaida [comp.], op. cit., p. 27. Hacia fines del siglo, la tolerancia de la presencia de curanderos en la ciudad de Buenos Aires era evidente por s misma: el presidente Roca visitaba a su amigo, el clebre Pancho Sierra, cuando ste se trasladaba desde sus pagos rurales para atender a sus clientes. ORTELLI, Ral, Brujos y Curanderas, Bs. As, 1965 (?), p. 37; CHAVEZ, Fermn, Pancho Sierra en la leyenda y en la historia en Todo es Historia, [5], Bs. As, set. 1967, pp. 34-41.

No obstante, durante el siglo XIX, el problema de la represin del curanderismo era complejo. Desde inicio del siglo, mdicos diplomados vinculados al ejrcito revolucionario comenzaron a delinear lo que sera el campo profesional de la sanidad argentina: la creacin de la carrera de medicina en la Universidad de Buenos Aires -durante los 20- y la de un Tribunal para juzgar el ejercicio ilegal de la medicina, ayudaron a este proceso desde la Revolucin. ARMUS, Diego, op. cit., pp. 13-14. El Tribunal de Medicina fue el reemplazante del arcaico Protomedicato. BELLORA, Antonio, "La salud pblica" en La historia popular: vida y milagros de nuestro pueblo, Bs. As., CEAL., 1972, p. 13. En 1852 el gobierno de la provincia de Buenos Aires promulg y reglament el Cuerpo Mdico por medio de la Facultad de Medicina, el Consejo de Higiene y la Academia de Medicina. GONZALEZ LEANDRI, Ricardo, La profesin mdica en Buenos Aires, 1852-1870 en LOBATO, Mirta Zaida [comp.], op. cit., p. 29. En 1870 se legisl la composicin del Consejo de Higiene pblica, despus de la epidemia de clera y antes de la de fiebre amarilla de 1871. Ibid. p. 42.

Igualmente, hacia la segunda mitad del siglo XIX las prcticas mgicas en el mbito de la cultura popular persistan con vigor. Los -y las- curanderos asistan a las parturientas y realizaban prcticas de adivinacin -casi exclusivamente problemas del corazn-; por medio de prcticas que combinaban bsicamente buena fe, credulidad, un supuesto poder mental y la prescripcin de yuyos. CARRETERO, Andrs, Vida cotidiana en Buenos Aires, 1810-1864, Buenos Aires, Planeta, 2000, vol. 1, p. 225. Tampoco faltaron movimientos mesinicos atribuidos a jefes carismticos portadores de supuestas virtudes mgicas. En 1871, el clebre curandero Solan de la regin rural de Tandil, se haca llamar "redentor de la humanidad y enviado de Dios". Su fama se haba extendido de tal manera que desde todos los puntos de la provincia de Buenos Aires peregrinaban campesinos para verle. Le llamaban tatadios y se le atribuan acciones tales como hacer llover en tiempos de sequa, exterminar saltamontes, leer el pensamiento, curar a distancia y hasta la resurreccin de muertos. Cf. METRAUX, Alfred, Religin y magias indgenas en Amrica del Sur, Madrid, Aguilar, 1973, 1 ed. pp. 33-34; NARIO, Hugo Los crmenes de Tandil, 1872, Bs. As., CEAL., 1983; LYNCH, John, Masacre en las pampas: la matanza de inmigrantes en Tandil, 1872, Bs. As., Emec, 2001.

Pero la dcada del 80 parece sugerir un hito importante. Ahora surga una medicina que buscar legitimar sus prcticas a travs del poder poltico. Los mdicos egresados de mbitos acadmicos comenzaron a organizarse y buscaron desplazar a los curanderos que competan por la misma clientela a partir de la legitimacin de su saber por el poder institucional. Las epidemias y el proceso de rpida urbanizacin de fin de siglo fueron factores que ayudaran adems a la causa de la medicina profesional en las ciudades, aunque en el campo el proceso fue ms lento y superficial. ARMUS, Diego, op. cit., pp. 2-4. Adems, el crecimiento urbano hizo que la cuestin de la salud pblica pasara a ser preocupacin del Estado, surgiendo entonces los mdicos higienistas preocupados por la salud de la poblacin. Ibid. p. 18 La Cuestin Social en una sociedad en rpida transformacin favoreci tambin la intervencin del Estado en la salud pblica. SALESSI, Jorge, Mdicos, maleantes y maricas: higiene, criminologa y homosexualidad en la construccin de la nacin Argentina (Buenos Aires, 1871-1914), Argentina, B. Viterbo edit., 1995. Por entonces, los mdicos diplomados ya conformaban un grupo de profesionales con capacidad para articularse con las polticas pblicas. GONZALEZ LEANDRI, Ricardo, Notas de la profesionalizacin mdica en Buenos Aires durante la segunda mitad del siglo XIX, en SURIANO, Juan [comp.], op. cit., p. 242. Desde 1880, el Departamento Nacional de Higiene regir la actividad sanitaria, que ser legislada por ley en 1891 y persistir en funciones hasta la dcada de 1940. BELLORA, Antonio, op. cit., p. 15.

Igualmente, la cuestin legal segua sin resolverse. Si desde el viejo Cdigo Penal, de 1887, y la ley 4189, sancionada en 1903, se contaba con instrumentos legales que regan a la justicia criminal, RUIBAL, Beatriz, Medicina legal y derecho penal a fines del siglo XIX en LOBATO, Mirta Zaida [comp.], op. cit., pp. 199-201. la inestabilidad social y poltica de la poca no generaba el mbito propicio para una justicia republicana y vigorosa. GAYOL, Sandra y KESSLER, Gabriel, Violencias, delitos y justicias en la Argentina, Buenos Aires, Manantial - Universidad Nacional de General Sarmiento, 2002, p. 20. Hasta la sancin del Cdigo Penal de 1921, con relacin al "ejercicio ilegal de la medicina", se aplicaba la tolerante ley 2829 que dispona que el acusado sea reiteradamente citado por el Departamento Nacional de Higiene y apercibido con sucesivas multas de 5000, 10000 y 20000 pesos: de no saldar la deuda o reincidir por una cuarta vez, se remitan los antecedentes a la justicia criminal para que graduara un mes de prisin por cada 5000 pesos de multa. BLACHE, Marta, op. cit., p. 214.

As pues, qu caractersticas asumi despus de 1921 la represin de estas prcticas mgicas?

En principio, nuestra investigacin no nos permitira afirmar que esta nueva etapa de persecucin de algunas de las prcticas mgicas haya sido circunscripta solamente a mujeres. Nuestra bsqueda en archivos judiciales de la ciudad de Buenos Aires nos ha permitido acumular un corpus que asciende a veintisiete fuentes penales para el perodo 1921-2001, donde los fallos y resoluciones judiciales estn directa o indirectamente vinculados con la estigmatizacin y criminalizacin de las prcticas de "Magia". Es que, si observamos los procesos judiciales iniciados por ejercicio ilegal de la medicina, obtenemos nuevos datos que ilustran la represin de este vasto campo esotrico-popular. Pero lo ms importante que quisiramos sealar aqu es que no slo mujeres estaban vinculadas con prcticas esotricas reprimidas por el Estado. Tambin encontramos hombres. Esta circunstancia, no contrastara notoriamente con las pretensiones del discurso de Caras y Caretas?

Recordemos, en primer lugar, a una de sus ms clebres representantes de entre las mujeres de la poca. Mara Salom Loredo, llamada popularmente "la Madre Mara", atenda a sus clientes en la calle Rioja 771, hacia la zona sur de la urbe. Heredera de una considerable fortuna tras contraer nupcias con un notable terrateniente bonaerense que la deja viuda muy joven, Cf. RATIER, Hugo, La medicina popular, Bs. As., CEAL., 1972, 1ed., p. 92. Se equivocaba notablemente Blache al sugerir que la Madre Mara era oriunda de las "clases inferiores" de la sociedad. Cf. BLACHE, Martha, op. cit. pp. 199-233. la prescripcin de ciertos yuyos y hierbas y sobre todo el mtodo del "vaso del agua fra", que haba tomado con toda probabilidad de su maestro Pancho Sierra, eran la base fundamental de sus prcticas de sanacin. RATIER, Hugo, op. cit., p. 94. An cuando debi enfrentar un proceso judicial por ejercicio ilegal de la medicina, iniciado el 14 de julio de 1911 y finalizado en 1912, donde finalmente fue absuelta; al parecer, su prestigio entre la poblacin radicaba en - se deca- sus dotes de adivinacin. Lamentablemente, durante nuestras bsquedas en repositorios documentales judiciales, no hemos podido dar an con el expediente y/o el fallo judicial. Para el caso de la "Madre Mara", Cf. MAURIZI, Andrea, "Entre la duda y la fe: la Madre Mara" en Todo es Historia, Ao IV [2], n 90, ene. 1968, pp. 8-19; tambin, ORTELLI, Ral, op. cit., pp. 20-22.

Entre los hombres, uno de los ms afamados juicios fue el de Juan Huesis, alias el "Hermano Juan", que atenda a sus clientes en la calle Segurola 1172, en el barrio de Floresta, por entonces, casi en las afueras mismas de la ciudad. ORTELLI, Ral, op. cit., pp. 18-20. Extranjero l, posiblemente inmigrante de Europa oriental, el turco Juan fue condenado por ejercicio ilegal de la medicina en 1923 a dos meses de prisin en suspenso, pues los jueces dieron por probado que:

"... se dedicaba a curar enfermos con la fe en Dios, colocando una mano sobre el paciente y pronunciando sus oraciones delante de un altar que tiene en su casa... aplicaba las manos y oraciones para curar..." Revista de Jurisprudencia Argentina, p. 809. Los tres fallos contra Juan Huesis fueron publicados en Revista de Jurisprudencia Argentina, Bs. As., T. 11, ao 1923, pp. 868-869. Encontramos tambin sntesis en RJA t. 1/36-, Bs. As., 1931, p. 286; y en RJA, -ndice de ndices 1918/1958-, Buenos Aires, 1961, p. 441..

El proceso a Juan Huesis, recorri todas las instancias procesales, llegando a expedirse hasta la mismsima Corte Suprema de Justicia de la Nacin en un fallo que hizo historia en la doctrina y la jurisprudencia, siendo fuente de cita de procesos posteriores a otros acusados. Expusimos un avance de investigacin sobre el caso donde observamos las caractersticas estigmatizatorias del discurso judicial en el juicio a Juan Huesis [Cf., "El hermano Juan. Un bienhechor de la humanidad..." la representacin de lo mgico como peligroso en el discurso y la prctica judicial penal portea de los aos 20' y una aproximacin a la historia de la "Magia" en Argentina" en una comunicacin ante las IX Jornadas Inter-escuelas y/o Departamentos de Historia, Facultad de Filosofa y Humanidades, Escuela de Historia, Universidad Nacional de Crdoba (UNC) -24/25/26 de setiembre de 2003. Indito]

Antonio Masiotti, atenda en pleno centro porteo en las cercanas mismas del Congreso Nacional, sobre Av. Callao al 300. Se haca llamar "Dcimo Abater" aunque popularmente se le conoca como el Anticristo, e "impona las manos" a sus clientes para sanarles. ORTELLI, Ral, op. cit., Bs. As., 1965 (?), pp. 24-25. No hemos podido encontrar su proceso en archivos judiciales. Sabemos que al parecer las mismas prcticas eran las de Francisco Simontti, que viva en la calle Ro Cuarto al 2311 de la ciudad de Buenos Aires; hacindose llamar "Hermano Francisco", pretenda curar los "daos" que tenan sus clientes. Tal vez por la persecucin policial -y por sus reiteradas detenciones-, abandon la ciudad, radicndose en la ciudad de Avellaneda. Ibid., pp. 16-17

En nuestras bsquedas en archivos judiciales encontramos asimismo que el 3 de junio de 1924 Jos Swartembeck fue condenado por la Cmara del Crimen de la Capital Federal a la pena de seis mes de prisin por ejercer ilegalmente la medicina. Consideraron los camaristas que el "curandero" imputado, denunciado oportunamente por el Departamento Nacional de Higiene, se ocupaba

"...habitualmente del diagnstico y tratamiento de enfermedades, especialmente de las del estmago, sobre la base de hierbas medicinales... [implicando un] desvo de la asistencia cientfica y autorizada de los enfermos hacia el curanderismo ignorante e irresponsable, con grave peligro para la salud de las personas..." Los dos fallos contra Swartembeck fueron publicados en Revista de Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires, tomo 13, 1924, pp. 238-239. Encontramos tambin una sntesis en RJA -tomos 1/36-, Bs. As., 1931, p. 286; y en RJA, -ndice de ndices 1918/1958-, Bs. As., 1961, p. 441.

Y, aunque salimos del marco cronolgico y geogrfico que nos propusimos en este trabajo, sealemos, para mayor ilustracin, que si podramos afirmar que la estigmatizacin cultural de lo mgico prosigui visiblemente en el discurso y la prctica judicial hasta fines del siglo XX, Publicamos un estudio sobre el clebre caso de las hermanas V. del ao 2000 en "Un monstruo en el espejo. Dos mujeres, un parricidio esotrico. Lo "mgico" como un otro peligroso como locura, en la prctica judicial penal; una aproximacin a la "Magia" en el Buenos Aires de fin del siglo XX" en AAVV., Monstruos y monstruosidades: perspectivas interdisciplinarias, Bs. As., FFy L, Universidad de Buenos Aires (UBA), pp. 370-379 -formato digital, ISBN 950-29-0726-4-. con relacin especfica a la represin del curanderismo, se generaliza en todo el pas sobre hombres y mujeres por igual durante los 20s y 30s. Sin embargo, las sanciones judiciales que se aplicaron a los acusados fueron relativamente leves, en la mayora de los casos, privaciones de libertad dejadas en suspenso. Aunque tal vez los jueces buscaban ms atacar el pensamiento y la voluntad de los acusados que sus propios cuerpos, FOUCAULT, Michel, Vigilar y Castigar, nacimiento de la prisin [1975] Argentina, Siglo XXI, 1989, 17. ed., pp. 23-24. no habra dudas, empero, que los castigos eran aplicados lo ms civilizadamente posible, siguiendo el criterio de modernizacin punitiva imperante en la poca. Cf. CAIMARI, Lila, "Castigar civilizadamente. Rasgos de la modernizacin punitiva en Argentina (1827-1930)" en GAYOL, Sandra y KESSLER, Gabriel, op. cit. pp. 141-167.

En este marco, mientras que, en la Capital Federal, Luis Sabate era condenado en 1935 por ejercer ilegalmente la medicina, Una sntesis del fallo de 2 instancia est en Fallos de la Excma. Cmara de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital Federal, Ministerio de Justicia, 1980, Tomo 2, pp. 20-21. en 1925 Mara Angela Figueroa era procesada en Tucumn por defraudacin, y, aunque finalmente absuelta, haba sido acusada de ayudar al "curandero" Luis Angel Farnari, quien "... simulaba ser sordomudo y deca estar dotado de un poder sobrenatural para curar toda clase de enfermedades...". Los fallos de 1 y 2 instancia fueron publicados en Revista de Jurisprudencia Argentina, Bs. As., tomo 20, 1926, pp. 1107-1108. Encontramos una sntesis en RJA -tomos 1/36-Bs. As., 1931, p. 286-287; y en RJA, -ndice de ndices 1918/1958-, Bs. As., 1961, p. 441. En San Luis, el llamado "Nio Dios", Gins Celdrn, era encarcelado por ejercer ilegalmente la medicina en 1936, tras haber sido apercibido por la polica." Los dos fallos, de primera y segunda instancia, en torno a la discusin sobre su excarcelacin, fueron publicados en Revista La Ley -tomo 11-, Buenos Aires, 1938, pp. 528-530. Encontramos una sntesis en Revista La Ley, -Repertorio General-, Buenos Aires, tomo 2, 1938-1939, p. 740.

En vez de conclusiones finales, aperturas.

El discurso estigmatizatorio de Caras y Caretas propona una construccin cultural de la diferencia sexual asentada sobre la relacin "mujeres"/"hechiceras-adivinadoras", remitindose a un repertorio de prcticas esotricas populares que pretendan ser clasificarlas arbitrariamente a partir de una diferencia de gnero; subyaciendo un nfasis en la supuesta peligrosidad de esta "infame comparsa de malas mujeres" para la "moral" de la poblacin e insistiendo en la, por ende, necesaria intervencin estatal represiva. Cul sera la filiacin intelectual de esta arbitraria construccin, donde, lo que podramos llamar la fama de estas mujeres quedara en la Buenos Aires del Centenario, a partir de sus prcticas curanderiles, hechiceriles y adivinatorias, vinculada con una cuestin de peligrosidad en tanto se encontraba presuntamente en juego la moral social?

Tal vez este discurso sea un eco de la lejana construccin que, cuando menos desde fin del siglo XIV, vinculaba en occidente a las fminas con lo mgico y, por ende, con lo peligroso para el orden social establecido. Cf. KIECKHEFER, Richard, La Magia en la Edad Media, Barcelona, Crtica, 1992, p. 209 y ss.; GINZBURG, Carlo, Historia Nocturna, un desciframiento del aquelarre, [1986], Barcelona, Muchnik, 1991, pp. 63-102. Recordemos la bula papal de Inocencio VIII, Summis desiderantes affectibus (1484), prologando la 1era. edicin al clebre tratado inquisitorial Malleus Malleficarum, el "Martillo de las brujas" (1487), que fijaron de manera inequvoca el estereotipo de la asociacin mujer/bruja para legitimar la persecucin que desatara una verdadera fiebre durante los siguientes doscientos aos en numerosos pases de Europa occidental y en Amrica. [Cf. entre otros, DAXELMULLER, Christoph, Historia Social de la Magia, [1993], Barcelona, Herder, 1997, pp. 201-207; ROY LADURIE, Le, La bruja de Jazmn, [1983], Barcelona, Vergara, 1984, pp. 13-65; SCHMITT, Jean Claude, Historia de la supersticin, [1988], Barcelona, Crtica, 1992, pp. 147-168] Esta construccin estigmatizatoria lleg a Amrica va Espaa y, durante el perodo colonial, llev a que en nuestro territorio, como Farberman y Garcs analizaron incluyendo la perspectiva de gnero, algunas mujeres - especialmente en el NOA durante los siglos XVII y XVIII -, fueran llevadas a proceso judicial. Otros eruditos ya los haban abordado. Hemos consultado y remitimos a GUTIERREZ, Jos Mara, "Un proceso clebre: las herejas de la beata Angela Carranza, natural de Crdoba de Tucumn" en Revista del Ro de la Plata, Vol. 13, 1877, pp. 311-330; LOPEZ MAAN, Julio, "La prueba testimonial en la superchera: justicia criminal tucumana del siglo XVIII" en Tucumn Antiguo, Bs. As., Universidad Nacional de Tucumn, 1916, pp. 89-96; LOPEZ MAAN, Julio, "El suplicio de una hechicera: justicia criminal tucumana del siglo XVIII" en op. cit., pp. 97-110; CATALAN, Emilio, "La brujera penada con la hoguera en el Tucumn colonial" en Revista de Filosofa, 1926, Bs. As., T. 1, pp. 461-499; MEDINA, Jos Toribio, La Inquisicin en el Ro de la Plata, Bs. As., Huarpes S. A. 1945; RIOPEDRO, Manuel "El encomendero y la hechicera" en Todo es Historia, Ao I, n 5, 1967, pp. 25-28. Recientemente tambin los analiz en un excelente trabajo Alicia PODERTI, en Brujas andinas. La hechicera colonial en el Noroeste Argentino, Salta, Universidad Nacional de Salta, 2002.

Haciendo visible pues la cuestin de la persistencia de la estigmatizacin cultural de lo mgico en la prensa de comienzos del siglo XX, funcional a las polmicas antimgicas que atizaban otros sectores de la poca como los mdicos profesionales, podramos sealar, entonces, en primer lugar, que este discurso de Caras y Caretas tal vez sera herencia cultural de aquellos testimonios judiciales coloniales recogidos por Farberman y Garcs; filindose todos, a su vez, con la lejana construccin mujeres-magia-peligroso elaborada en la Europa occidental de los siglos XIV y XV. La clebre revista omita a sus lectores informar que tambin los hombres de la ciudad estaban vinculados con prcticas esotricas, como se desprende, en notorio contraste, de las fuentes judiciales que conforman el corpus documental de nuestra investigacin y de los datos recabados en perspectiva folklrica por Granada hace ms de un siglo. Es claro, que, en las notas de Caras y Caretas, lo mgico quedaba femeneizado: subyaca la idea de que las prcticas esotricas eran doblemente peligrosas para el conjunto social, no slo en tanto tales, sino tambin por ser cuestiones de una infame comparsa de malas mujeres?

Ahora bien. En segundo lugar, ese discurso de la clebre revista sera una de las voces que habran tambin influido en la posterior sancin legislativa de una de las herramientas jurdicas que ser utilizada, una y otra vez, para reprimir a hombres y mujeres en juicios criminales por algunas de sus prcticas mgicas: el artculo 208 del Cdigo Penal, el "ejercicio ilegal de la medicina". Emergera aqu as una distancia entre las pretensiones de la construccin de Caras y Caretas donde las prcticas de hechicera y adivinacin de estas mujeres constituyen el objeto y el sujeto de la enunciacin-discriminacin que deban ser reprimidos por el Estado- y la legislacin que habilitar la represin judicial desde 1921 sin distinciones de gnero y circunscripta a las prcticas de sanacin populares que eran ejercidas por personas sin ttulo habilitante-.

Por ltimo, sealemos que, an cuando ya Farberman ha especulado en su slido estudio reciente con que, desde el siglo XVIII, continuara la persecucin de las prcticas esotricas, porque, intuy, "la ausencia de fuentes criminales que se ocupen de delitos mgicos no necesariamente indicara el cese de una, por lo menos discreta, persecucin de "hechiceros""; FARBERMAN, Judith, "Sobre brujos, hechiceros y mdicos...", op. cit.. p. 72. sealemos que no slo s existen juicios criminales posteriores a ese perodo, sino que, aunque deban formularse precisiones para establecer notorias diferencias, tambin la persecucin cultural de hechiceras, adivinadoras y curanderas continu hasta, cuando menos, las primeras dcadas del siglo XX visible en el discurso de Caras y Caretas-.

En sntesis. En el cruce de la perspectiva de gnero con la historia cultural, hemos elaborado algunas conclusiones provisionales de nuestra investigacin, apuntando ciertos tpicos que, nos parece, definen una historia de la "Magia" en Argentina. Buscamos establecer relaciones entre vidas bsicamente annimas y su contexto histrico, Perspectiva que desarrolla Carlo GINZBURG en "The Judge and the Historian", en CHANDLER, James, DAVIDSON, Arnold y HAROOTUNIAN, Harry, Questions of evidence: proof, practice and persuasion across the disciplines, Chicago and London, Univ. of Chicago Press, 1994, pp. 301-302. subrayando la complejidad del estudio de la espiritualidad esotrica a inicios del siglo XX en Buenos Aires. Enfatizamos que las prcticas mgicas de estas annimas mujeres deben instalarse en el vasto campo de accin de saludadores, salamanqueros, magnetizadores, curanderos y tatadioses; y que, adems, fueron objeto de estigmatizacin cultural en Caras y Caretas en el marco ms amplio de las polmicas antimgicas de la poca, siendo perseguidas junto a los hombres- en el mbito legislativo y judicial.

No ha de olvidarse que la historia de la Magia en Argentina est an por escribirse.