4.-Doctrina Social de La Iglesia

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Tema 4 Moral social Facultad Teología Burgos

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LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

CAPTULO 4

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Ya nos hemos referido, en el recorrido histrico que hicimos, a la aparicin de la DSI paralelamente a la insuficiencia de los manuales fundados en el Declogo, fuertemente casusticos. Aunque luego nos detendremos en la problemtica de la terminologa, tenemos que constatar que la DSI sigue siendo hoy una gran desconocida en nuestra Iglesia. Sin embargo, a pesar de ello, la DSI hoy est de moda. Hay que reconocer que, en grandes sectores eclesiales hay un despertar por el conocimiento de la enseanza social. En efecto, tras la crisis postconciliar de esta disciplina, en todos los mbitos eclesiales se est recuperando un inters por el estudio, difusin y conocimiento de la DSI. Sin duda que, la persona que ms ha colaborado a este nuevo renacimiento ha sido el Papa Juan Pablo II, el Papa ms social del s.XX. Falsos enfoques

A la hora de definir lo que es la DSI podemos partir de lo que no es. Nos detenemos en algunos enfoques falsos:

a) hay algunos que piensan que la DSI es fundamentalmente, como dice su nombre, una doctrina, es decir, un conjunto organizado y sistematizado de principios ticos, de verdades que, a lo largo de la historia, la Iglesia ha ido realizando sobre las diferentes cuestiones sociales. Conocer la DSI sera, por tanto, conocer ese sistema cerrado de validez universal y repetirlo tal cual. El error de absolutizar esta perspectiva es eludir el carcter histrico que la DSI tiene. No debemos olvidar que los documentos sociales son la respuesta de la Iglesia a los problemas histricos de cada momento: en este sentido, cada documento es una relectura de lo dicho hasta el momento y aplicado a una nueva situacin. Este carcter histrico lleva a que no slo se produzcan progresos y avances en las diferentes cuestiones que se van suscitando, sino que la misma forma de presentar la DSI ha ido cambiando y evolucionando. En efecto, el conjunto de intervenciones forman un corpus doctrinal, pero si se desliga del carcter histrico se puede errar en la conclusin.

b) otros se acercan a la DSI pensando que son fundamentalmente un conjunto de documentos de la jerarqua catlica sobre las cuestiones sociales y polticas. En este sentido destacaran dos aspectos: la elaboracin unilateral por parte de la jerarqua de toda la enseanza social y el carcter descendente de la misma. Dos cosas hay que aclarar para comprender correctamente la DSI: esta es doctrina de fe toda la Iglesia, por lo que, partiendo del importante papel del Magisterio en su elaboracin, se remonta al Espritu como actor principal del acto de fe, y tiene en cuenta tambin la experiencia eclesial en su conjunto, es decir, la vida de los militantes, la reflexin de los telogos, los debates doctrinales, las iniciativas de las comunidades En cierto sentido podemos decir que es toda la vida de la Iglesia la que va por delante de los propios textos que se convierten, por as decirlo, en momentos fuertes de reflexin sobre la vida y el compromiso social de la Iglesia en el momento actual. Es lo que la DSI llama discernimiento (OA 4). Se entiende as mejor el segundo aspecto: no hay que entender la DSI como meras directrices del magisterio al laicado, aunque tambin tenga parte de ello. La DSI es un proceso mucho ms rico.

c) una tercera idea que nos viene inmediatamente al hacer mencin de la DSI es que la referimos a cuestiones muy complicadas que escapan de nuestra vivencia ordinaria de la fe. Dara la impresin, por una parte, que la DSI es cuestin de expertos en economa, poltica, sociedad O, paralelamente a lo anterior y lo que es ms grave, relacionaramos DSI con algunas personas, algunas vocaciones que gustan de las cuestiones sociales sin descubrirla como parte integral del dato de fe. La dimensin social y poltica de la fe no sera, por tanto, una dimensin esencial a la vivencia integral de la fe. Ante estos malos entendidos hay que volver a recordar algo que aparece claramente en la enseanza social: la DSI es para todos, porque es un elemento constitutivo de la vivencia de la fe, o de la evangelizacin como repite Juan Pablo II (cf. CA 54). Si la misin de toda la Iglesia es la evangelizacin, esta no es verdadera si no aparece su dimensin social. Claramente lo manifest el Snodo de 1971: La accin en favor de la justicia y la participacin en la transformacin del mundo se nos presenta claramente como una dimensin constitutiva de la predicacin del evangelio, es decir, de la misin de la Iglesia para la redencin del gnero humano y la liberacin de toda situacin opresiva. Por tanto, todo creyente vive su fe en la realidad y tiene repercusiones en las estructuras sociales del momento. Y por eso, la DSI est relacionada con todos los aspectos de la vida y de la accin de la Iglesia: sacramentos, liturgia, catequesis, pastoral

Terminologa

Nos detenemos brevemente, antes de introducirnos en el concepto de DSI, a reflexionar brevemente acerca del nombre, pues la pregunta por el nombre nos ayuda a profundizar en su naturaleza e identidad. Podemos decir que hay gran diversidad a la hora de referirnos a este conjunto de escritos: las ms utilizadas son DSI, enseanza social de la Iglesia y Doctrina Social Catlica. El primero que utiliz el trmino DSI fue Po XII. Anteriormente se referan a ella como la doctrina en materia social y econmica (QA 15)

Para entender esta situacin a la que se haba llegado, nos tenemos que referir al estatuto epistemolgico de la propia ciencia. Qu era en verdad este magisterio? Cmo se tena que entender? Muchos comienzan a acusarla en este periodo de profundamente conservadora, de considerarse una ideologa Ello se deba a que, hasta este momento, la DSI haba sido preferentemente filosofa social. Una filosofa terico-prctica de inspiracin cristiana, fruto de una reflexin racional no sacada de los contenidos de la fe, sino comprometida en poner a luz las exigencias de una recta moral humana supuestamente lgica, pedida y en parte desvelada por la Revelacin (Toso, Per una cultura, 48).En efecto, la DSI se expona como doctrina social o como moral/tica social o como doctrina social cristiana como asignatura bajo el ttulo de sociologa o de Filosofa social donde se presentaban los temas concernientes al estado, al pueblo, a la nacin, a las comunidades (el matrimonio y la familia), a las asociaciones como los partidos polticos y los sindicatos, el trabajo, la propiedad, los sistemas polticos y econmicos. El carcter de sus consideraciones era preferentemente filosfico. Los estudios eclesisticos, promovidos por Len XIII en la Aeterni Patris, tenan tambin un destacado carcter filosfico. Para elaborar la RN Len XIII se haba apoyado en los estudios de la Unin de Friburgo, que haban elaborado la doctrina catlica sobre la propiedad privada, sobre el trabajo y sobre el capital, sobre las cooperativas, basndose en la filosofa de Santo Toms de Aquino. Tales eran las tendencias generales en los estudios eclesisticos tras el Vaticano I. Contra los errores del liberalismo individualista y del socialismo colectivista se responda con argumentaciones preferentemente filosficas (...). Estas situaciones influyen indudablemente sobre el carcter preferentemente filosfico de la DSI al comenzar, y en su paso al carcter teolgico en nuestros das (Kaczynski, 234-235). Al ser considerada como doctrina, se reduca a un conjunto de principios y normas deducibles de la misma naturaleza humana, que corresponden al derecho natural y que se presentan como proyecto de sociedad, camino seguro y cierto, universal e inmutable para resolver los problemas sociales: se convierte en un ideologa, pues no importa la fe ni la evolucin histrica. Como decimos, el Concilio pone en crisis esta concepcin filosfica de la doctrina social y cimienta las bases para una elaboracin ms teolgica, acorde con la aportacin genuina que la Iglesia puede hacer en este campo. Ser Juan Pablo II el que, tras la Conferencia de Puebla (1979), corrija esas falsas concepciones y site la enseanza social en el mbito de la teologa moral. Se superan as esas reticencias al trmino doctrina para concebirla desde una perspectiva ms amplia. Situada en el mbito teolgico, la DSI se comprender mucho mejor:

-se coloca en el plano tico-religioso de los problemas sociales, no tcnico.

-ante todo busca la proyectualidad germinal: es inspiradora de proyectos

-describe y valora los fenmenos sociales indicando el deber ser: hay un proceso que se eleva desde la praxis, al elemento axiolgico, al elemento teleolgico (ontolgico).

-es un saber por la accin y para la accin

-es un mensaje positivo (anuncio) y proftico (denuncia).

-es evangelizacin del mbito social: finalidad eminentemente pastoral-posee diferentes dimensiones: principios universales, juicios y directrices de accin (no consignas pero tampoco exhortaciones) de donde se desprende un carcter histrico, doctrinal (sistemtico) y prctico.

-necesidad de un discernimiento en conciencia: se expresa en la responsabilidad personal de los sujetos creyentes.Hacia una definicin

Hecha esta introduccin general, nos aventuramos a hacer una primera definicin de lo que es la DSI: el conjunto de principios, criterios de juicio y directrices de accin que, sobre la cuestin social, la Iglesia ha ido elaborando a lo largo de su historia, a la luz de la fe, para presentarlos como proyecto transformador en vistas a la consecucin del Reino.

En esta definicin aparecen los elementos esenciales de la DSI que vamos a tratar de ir conociendo:

+conjunto de principios, criterios de juicio y directrices de accin: as se refiri a la enseanza social Pablo VI (OA 4), distinguiendo estos tres elementos en su estructura. Por una parte, estaran los principios que seran esos valores permanentes e inalterables desde los que la Iglesia ilumina la realidad y que le sirven para dirigirla y enjuiciarla. Estos valores son la primaca de la persona humana, su dimensin social, el bien comn, la solidaridad y la subsidiriaridad, el destino universal de los bienes

En la DSI nos encontraremos tambin criterios de juicio que seran el resultado de acercar esos principios a la realidad cambiante de la historia, iluminando desde el Evangelio los problemas sociales. Dichos juicios, por ende, son juicios morales (no juicios polticos, econmicos o sociales, como los juicios de las ciencias sociales) y son contingentes (que no quiere decir que sean falsos), fruto de las circunstancias histricas. Tratan de enjuiciar las acciones, las estructuras y los sistemas sociales.

El tercer conjunto de elementos que podemos encontrar en la DSI son las directrices: en efecto, la enseanza social tiene una dimensin eminentemente prctica. No se trata de un bello discurso ms o menos elaborado y estructurado, sino de ir suscitando un estilo nuevo de vida, unas estructuras que sirvan mejor a la persona, unos valores fundamentales que se acomoden a la visin completa que muestra la enseanza social. No se trata de que la Iglesia acte directamente en poltica, sino de formar la conciencia para que los laicos transformen la realidad.En ese sentido la DSI comprende un corpus doctrinal orgnico sobre la vida social, pero no esttico: se va modificando y ampliando, podramos hablar de una fidelidad dinmica (CV 12) como dice el propio Benedicto XVI . Dice SRS: Por una parte, es constante porque se mantiene idntica en su inspiracin de fondo, en sus principios de reflexin, en sus fundamentales directrices de accin y, sobre todo, en su unin vital con el Evangelio del Seor. Por otra, es a la vez siempre nueva, dado que est sometida a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas por la variacin de las condiciones histricas, as como por el constante flujo de los acontecimientos en que se mueve la vida de los hombres y de las sociedades (SRS 3).+la cuestin social: podra definirse como la problemtica que afecta a la dignidad del hombre en un momento y circunstancias concretas que provocan la esperanza de superacin en una vida ms justa y mejor.

+la Iglesia: como antes hemos sealado el sujeto de la DSI no es nicamente el magisterio pontificio o episcopal. En realidad, como antes dijimos, es toda la Iglesia (los pastores, los telogos, los expertos en ciencias sociales, los militantes cristianos y toda la comunidad), en dilogo con otros cristianos de otras confesiones y con los hombres de buena voluntad, la que elabora la DSI, en diferentes niveles (cf. Orientaciones 4 y 65). As lo afirm Juan Pablo II en Puebla (Mjico): La DSI nace a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio autntico, de la presencia de los cristianos en el seno de las situaciones mutantes del mundo, en contacto con los retos que de ellas provienen.

+a lo largo de su historia: aunque tradicionalmente se pone la fecha de 1891 como la de inicio de la DSI, no quiere decir que anteriormente no hubiera una preocupacin social de la Iglesia. Tanto el AT como el NT est lleno de referencias sociales de las que se deriva esta nueva presentacin que se inaugura con Len XIII. Desde entonces el Magisterio ilumina con una luz que no cambia los problemas siempre nuevos que van surgiendo (CV 12).

+a la luz de la fe: aqu se puede hablar del mtodo, ms inductivo y atento a la realidad histrica. Antes deductivo y ahora inductivo- deductivo: ver, juzgar y actuar. Igualmente su voluntad de que sea para todos los hombres: en ese sentido el derecho natural es punto de encuentro.

Pero lo genuino que aporta ciertamente que es la fe, la fuente desde la que la DSI bebe para todos sus contenidos. En Jesucristo el creyente encuentra el modelo de lo que tiene que ser la humanidad y en su proyecto creacional encontramos el ideal hacia el que debemos tender. Por eso, la fe es la aportacin genuina de la Iglesia a la sociedad. No quiere decir ello que se prescinda de la racionalidad, necesaria para presentarse en una sociedad plural como la que vivimos. Ni tampoco que se prescinda de otros saberes que aportan las ciencias sociales e histricas y que enriquecern y situarn correctamente la reflexin. Pero sin prescindir de la racionalidad no puede reducirse meramente a ella.

+proyecto transformador: la DSI no es una tercera va que se presente entre las soluciones tcnicas existentes hasta el momento, ni tampoco es un proyecto de sociedad que pueda ser transportado tal cual a no importa qu contexto cultural, ni lo forman soluciones tcnicas a los problemas complicados que nos toca vivir. Pero s que tiene una capacidad proyectiva (proyectualidad) a travs de la cual, formando nuestra conciencia rectamente (proyecto tico) y liberando fuerzas para ello (quiere servir a la formacin de las conciencias en la poltica y contribuir a que crezca la percepcin de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales: DCE 28. Va dirigida a la inteligencia y a la voluntad), podemos edificar o contribuir a construir un proyecto que nos permita vivir con ms dignidad de cara a ir haciendo realidad entre nosotros el mensaje del Reino que Jess inaugur. Ciertamente que el Reino slo tendr su plenitud al final de los tiempos: pero este debe de ir inicindose aqu y ahora. Por tanto, el compromiso por la justicia debe de ser el objetivo de la DSI: un compromiso profesional, un compromiso social y un compromiso poltico. Siempre teniendo en cuenta que el compromiso por la justicia, la reconciliacin y la paz tiene su ltima raz y su cumplimiento en el amor que Cristo nos ha revelado (). Todos los creyentes han de comprender la necesidad de traducir en gestos de amor la Palabra escuchada, porque slo as se vuelve creble el anuncio del Evangelio, a pesar de las fragilidades humanas que marcan a las personas (VD 103). A ello contribuye la DSI. En definitiva, podramos decir que la DSI es la enseanza que nace del discernimiento, ella misma es discernimiento y est orientada al discernimiento. Un discernimiento que nos hace capaces de situarnos adecuadamente en el contexto actual y que nos permite afrontar, como dice el Cardenal Renato Martini, el actual desafo cultural (el concepto de hombre), el desafo de la indiferencia tica y religiosa (la separacin entre tica y poltica) y el desafo pastoral (la aportacin de la Iglesia a la sociedad).

Por eso, iniciarse en la doctrina social no es meramente conocer unas citas o ideas, sino introducirse en una dinmica de transformacin social y de humanizacin autntica de las estructuras sociales.

Pero no se trata de un proyecto humanizador nico: cabe un pluralismo de opciones concretas. OA 4 nos lo recuerda: ante la poca actual, es imposible pronunciar una palabra nica, como tambin proponer una solucin con valor universal. No es este nuestro propsito ni tampoco nuestra misin. Muchas veces suceder que la propia concepcin cristiana de la vida les inclinar en ciertos casos a elegir una determinada solucin. Pero podr suceder, como sucede frecuentemente y con todo derecho, que otros fieles, guiados por una no menor sinceridad, juzguen el mismo asunto de distinta manera (GS 43). Una misma fe puede conducir a compromisos diferentes (OA 50). Este pluralismo conlleva que nadie puede arrogarse en exclusiva la autoridad de la Iglesia (GS 43).

Todo lo dicho Juan Pablo II lo resume en un brillante nmero en el que explicita lo que es la DSI: La Iglesia no tiene soluciones tcnicas que ofrecer (...). En efecto, no propone sistemas o programas econmicos y polticos, ni manifiesta preferencias por unos y por otros, con tal que la dignidad del hombre sea debidamente respetada (...). La Iglesia, al hablar de estas cuestiones cumple su misin evangelizadora (...). La DSI no es, pues, una tercera va entre capitalismo liberal y colectivismo marxista, y ni siquiera una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas radicalmente, sino que tiene una categora propia. No es tampoco una ideologa, sino la cuidadosa formulacin del resultado de una atenta reflexin sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradicin eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio ensea acerca del hombre y su vocacin terrena y, a la vez, transcendente, para orientar en consecuencia la conducta cristiana. Por tanto, no pertenece al mbito de la ideologa, sino al de la teologa, y especialmente de la teologa moral (SRS 41).

Fundamentacin de la DSILlegados a este punto, pueden surgirnos dudas acerca de las razones por las cuales la Iglesia se introduce en estos temas sociales que, aparentemente, son tan distantes de la misin propia de la comunidad eclesial. As lo consideran posturas que vienen del mbito liberal (que considera la religin como una accin privada) o marxista (que considera la religin como una sobreestructura que aliena al hombre y, por tanto, debe desaparecer). Queremos ahora responder a las reticencias que, incluso al interior de la Iglesia, se manifiestan al respecto: cules son los fundamentos, las razones, los motivos sobre los que se basa la preocupacin social de la Iglesia? Cmo se puede legitimar el que la Iglesia hable sobre la cuestin social? Por qu hablar de cuestiones sociales cuando la misin de la Iglesia es fundamentalmente religiosa? Tiene competencias el Magisterio de la Iglesia para hablar de estas cuestiones sociales? Ciertamente que, a la hora de hacer un elenco de razones, podramos recurrir al pluralismo democrtico en el que vivimos y que, posibilita y hasta obliga, a una necesaria participacin de todos los miembros que conforman la sociedad civil. La Iglesia, por tanto, como cualquier otra sociedad, podra alzar su voz sobre las diferentes cuestiones sociales que afectan al conjunto. Pero nos detendremos en las razones ms puramente teolgicas.

Esta cuestin se plante vivamente en el Concilio y su discusin se mantuvo en los aos siguientes. Ciertamente, haba que prevenir de tentativas que reducan el mensaje evanglico a un mensaje socioeconmico o poltico. En el Compendio de DSI, en su primera parte, se hace un elenco sistematizado de estas razones y se alude a la creacin, la redencin, la vocacin del hombre, la misin de la Iglesia, la persona como centro de la accin social. Pero antes de hacer una mnima sistematizacin de la cuestin, enumeremos algunos de los textos del magisterio que nos ayudarn a situar el tema:La misin propia que Cristo confi a su Iglesia no es de orden poltico, econmico o social. El fin que le asign es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma misin religiosa derivan funciones, luces y energas que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana segn la ley divina. Ms an, donde sea necesario, segn las circunstancias de tiempo y de lugar, la misin de la Iglesia puede crear, mejor dicho, debe crear, obras al servicio de todos, particularmente de los necesitados, como son, por ejemplo, las obras de misericordia u otras semejantes (GS 42).

Qu piensa del hombre la Iglesia? Qu criterios fundamentales deben recomendarse para levantar el edificio de la sociedad actual? Qu sentido ltimo tiene la accin humana en el universo? He aqu las preguntas que aguardan respuesta. Esta har ver con claridad que el Pueblo de Dios y la humanidad, de la que aqul forma parte, se prestan mutuo servicio, lo cual demuestra que la misin de la Iglesia es religiosa y, por lo mismo, plenamente humana (GS 11).

Pero la Iglesia es experta en humanidad, y esto la mueve a extender necesariamente su misin religiosa a los diversos campos en que los hombres y mujeres desarrollan sus actividades, en busca de la felicidad, aunque siempre relativa, que es posible en este mundo, de acuerdo con su dignidad de personas (SRS 41).

Para comprender esta presencia de la Iglesia, es bueno distinguir los "dos conceptos: poltica y compromiso poltico". En lo que se refiere al primer concepto, la Iglesia puede y debe juzgar los comportamientos polticos no slo cuando rozan la esfera religiosa, sino tambin en todo lo que mira a la dignidad y a los derechos fundamentales del hombre, al bien comn y a la justicia social: problemas todos que tienen una dimensin tica considerada y valorada por la Iglesia a la luz del Evangelio, en virtud de su misin de "evangelizar el orden poltico" y, por esto mismo, de humanizarlo enteramente. Se trata de una poltica entendida en su ms alto valor sapiencial, que es deber de toda la Iglesia. En cambio, el compromiso poltico, en el sentido de tomar decisiones concretas, de establecer programas, de dirigir campaas, de ostentar representaciones populares, de ejercer el poder, es un deber que compete a los laicos, segn las leyes justas y las instituciones de la sociedad terrena de la que forman parte. Lo que la Iglesia pide y trata de procurar a estos hijos suyos es una conciencia recta conforme a las exigencias del propio Evangelio para obrar justa y responsablemente al servicio de la comunidad (Orientaciones 63). El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de justicia, paz y desarrollo forma parte de la evangelizacin, porque a Jesucristo, que nos ama, le interesa todo el hombre. Sobre estas importantes enseanzas se funda el aspecto misionero de la doctrina social de la Iglesia, como un elemento esencial de la evangelizacin (CV 15).

Mensaje del DOMUND 2011: Tambin de dar la propia contribucin a la mejora de las condiciones de vida de las personas en pases en los cuales son ms graves los fenmenos de pobreza, malnutricin sobre todo infantil, enfermedades, carencia de servicios sanitarios y para la educacin. Tambin esto cae dentro de la misin de la Iglesia. Anunciando el Evangelio, esta se toma en serio la vida humana en sentido pleno. No es aceptable, reafirmaba el Siervo de Dios Pablo VI, que en la evangelizacin se descuiden los temas que se refieren a la promocin humana, la justicia, la liberacin de toda forma de opresin, obviamente en el respeto de la autonoma de la esfera poltica. Desinteresarse de los problemas temporales de la humanidad significara ignorar la doctrina del Evangelio acerca del amor hacia el prjimo que sufre o padece necesidad (Exhort. ap.Evangelii nuntiandi, 31.34); no estara en sintona con el comportamiento de Jess, el cual recorra todas las ciudades y los pueblos, enseando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias (Mt 9,35).1.-Razones teolgicas:

-Los cristianos creemos en un Dios Creador

La teologa de la creacin es fundamental para nuestro tema. Dios cre todas las cosas: en la creacin nos encontramos con un Dios transcendente e inmanente, al mismo tiempo. Afirmar la creacin es afirmar su amor providente. Al crear, Dios desacraliza las cosas, dotndolas de una plena autonoma; del mismo modo, permanece unido a ella, con un designio salvador (vio Dios que todo era bueno). Se podra hablar de una autonoma de las realidades temporales que se sustenta en el absoluto que es Dios: autonoma, no independencia. Por eso, toda la creacin es semilla de Dios: en ella se descubre su proyecto que llega a todos, que es universal y csmico. Pero la creacin no es una obra terminada (dominad la tierra): es el hombre el seor de la creacin, que con sus decisiones ha de continuar la obra creador de Dios. El hombre coopera con Dios.

-Los cristianos creemos en un Dios Trinitario

La fe en la Trinidad de Dios no es algo ajeno a nuestro comportamiento social. La Trinidad se presenta para el cristiano como modelo de la sociedad en todos sus aspectos y en su organizacin. Una dinmica trinitaria, a ejemplo de Dios, puede crear una autntica revolucin en nuestro mundo: desde la Economa a la poltica, desde la ecologa a los derechos humanos... Al cristiano se le pide vivir trinitariamente: amor recproco creador de vida. Como expresaba S. Ireneo, se trata de prear de Trinidad la tierra, de hacer que el mundo sea a imagen de Dios y las relaciones sociales se desarrollen como son las de la Trinidad. Nuestro Dios es un Dios comunitario y nosotros tenemos que intervenir en la historia para hacer el mximo de comunin: esa comunin empieza por los bienes ms bsicos2.-Razones cristolgicas:

La Iglesia cree en un Dios encarnado. Jesucristo se hace hombre: se hace igual a nosotros, excepto en el pecado. El asume lo humano en toda su globalidad y en todas sus dimensiones, no solo espirituales o individuales, sino tambin corpreas, sociales y csmicas. Ciertamente que la misma vida de Jess nos indica su compromiso concreto con los problemas y situaciones donde la dignidad del hombre se cuestionaba. Su vida y su obra, en clave del Reino, es un proceso de humanizacin y de preocupacin constante por la causa del hombre. En efecto, Jess est cercano a los pobres, a los excluidos de la sociedad: y siempre los incorpora a esta (ve a presentarte al sacerdote...; viuda de Nan; levntate...). La primera hereja de la Iglesia primitiva es la negacin de la humanidad de Dios: realmente hombre.

En su obra y su mensaje, la Iglesia enraza sus acciones a favor de la dignidad de todos los hombres, su igualdad, la defensa de los ms pobresElla siente que nada del hombre es dejado fuera de la misin salvadora de Jess. El vivir social pertenece tambin a esta misin. Desde dentro: ser sal y luz. Desconocer la potencia iluminadora y fecunda de la fe con respecto a la vida social es desconocer y no creer en la Encarnacin de Jesucristo.Pero la Iglesia profesa a Jesucristo como Salvador. l es la cumbre de esa historia de salvacin que comienza en el xodo: He escuchado los gritos de mis pueblo, al que libera de una esclavitud econmica, poltica y cultural. Una Salvacin que se prolonga en la Alianza, en los profetas

Pero, qu clase de salvacin, de liberacin es esta que nos ofrece Jess? Cristo es redentor del hombre en su integridad, su salvacin es integral y atae al hombre en todas sus dimensiones: fsica, espiritual, social y cultural, terrena y celestial. El hombre, por tanto, no puede ser reducido a su alma. La concepcin de la salvacin se ha ampliado y se ha abierto a las implicaciones prcticas, concretas y materiales que lleva consigo. La salvacin ya es inseparable de la promocin y de la liberacin humana.

-La salvacin cristiana es comunitaria: no importa y compete en exclusiva al individuo, no es un problema personal entre Dios y yo. Es la salvacin de toda la humanidad en Cristo (Para que todos los hombres se salven). La dimensin comunitaria es puesta de relieve por Benedicto XVI en SS 13ss. Se pregunta l: Cmo ha podido desarrollarse la idea de que el mensaje de Jess es estrictamente individualista y dirigido slo al individuo? Cmo se ha llegado a interpretar la salvacin del alma como huida de la responsabilidad respecto a las cosas en su conjunto y, por consiguiente, a considerar el programa del cristianismo como bsqueda egosta de la salvacin que se niega a servir a los dems? (SS 16).

-La salvacin cristiana es total: no slo espiritual, sino tambin del cuerpo, de los valores y de las dimensiones temporales de la actividad humana. Es el problema de los dos rdenes, resuelto con el Vaticano II: el orden de la redencin asume la creacin. No es que la salvacin pertenecera al orden de la gracia (el alma) mientras que no tendra nada que ver con el orden de la creacin (cuerpo). La salvacin es total.

-La salvacin cristiana no es meramente escatolgica: la salvacin que importa es la eterna y del alma, al final de los tiempos; la transformacin de este mundo y el cuerpo no interesan. Es gradual y progresiva.

-La salvacin cristiana es don y tarea: regalo de Dios y compromiso de los hombres.

- Pero la salvacin cristiana no se identifica con la liberacin humana, porque ante todo y esencialmente es liberacin del pecado y participacin en la comunin de Dios. (EN 35). Pero no prescinde de la liberacin humana; antes bien, la exige y la engloba porque la salvacin humana es liberacin de todo aquello que oprime al hombre (EN 9), pero no agota todo su significado. La obra de salvacin aparece, de esta manera, indisolublemente ligada a la labor de mejorar y elevar las condiciones de la vida humana en este mundo. La distincin entre el orden sobrenatural de salvacin y el orden temporal de la vida humana, debe ser visto en la perspectiva del nico designio de Dios de recapitular todas las cosas en Cristo. Por ello, tanto en uno como en otro campo, el laico -fiel y ciudadano a la vez- debe dejarse guiar constantemente por su conciencia cristiana (LC 80). De aqu se deduce que hay una nica historia de salvacin: lo sobrenatural no hace sino elevar el orden natural, pero no se sita posteriormente (cf. CDSI 64).

Por todo ello, la denuncia de las injusticias, la promocin y la liberacin de los pueblos oprimidos del tercer mundo, la reinsercin de los marginados y excluidos y el reconocimiento de su igual dignidad con respecto a todos los favorecidos por la naturaleza, el color, el sexo u otras circunstancias, la lucha por estructuras econmicas e instituciones polticas ms humanas, el respeto y la lucha por una ecologa humana amenazada por el consumismo devastador y tantas otras luchas como se generan en nuestro mundo son parte integrante de los compromisos sociopolticos de la fe en base a una concepcin integral de la salvacin cristiana.

Estas conclusiones se han ido madurando poco a poco, y son fruto del redescubrimiento de las fuentes de nuestra fe, consecuencia del Concilio. Reflexiones que se prosiguieron en los Snodos del 71 y del 74.3.-Razones eclesiolgicas:

La Iglesia se alimenta del mismo misterio de Cristo, Evangelio encarnado, para anunciar, como l, la Buena Nueva del reino de Dios y llamar a los hombres a la conversin y a la salvacin. Esta misin evangelizadora de la Iglesia recibida de Cristo constituye su caracterstica ms profunda. Pero precisamente de ella derivan obligaciones, indicaciones y fuerzas que pueden contribuir a construir y consolidar la comunidad de los hombres segn la ley divina.

En la enseanza y en la praxis social la Iglesia de los primeros siglos y de la Edad Media no hace ms que aplicar y desarrollar los principios y las orientaciones contenidas en el evangelio. Movindose dentro de las estructuras de la sociedad civil, busca humanizarlas con espritu de justicia y de caridad, uniendo la obra de evangelizacin con oportunas intervenciones caritativo-sociales. Los Padres de la Iglesia son conocidos no slo como intrpidos defensores de los pobres y de los oprimidos, sino tambin como promotores de instituciones asistenciales (hospitales, orfanatos, hospederas para peregrinos y forasteros), y de concepciones socio-culturales que han inaugurado la era de un nuevo humanismo radicado en Cristo. Se trata la mayor parte de las veces de obras supletorias, determinadas por la insuficiencia y por las lagunas en la organizacin de la sociedad civil, que demuestran de cuntos sacrificios y de cunta creatividad son capaces las almas penetradas de los ideales del evangelio. Gracias a los esfuerzos de la Iglesia ha sido reconocida la inviolabilidad de la vida humana, la santidad e indisolubilidad del matrimonio, la dignidad de la mujer, el valor del trabajo humano y de cada persona, contribuyendo de esta forma a la abolicin de la esclavitud que formaba parte normal del sistema econmico y social del mundo antiguo. El progresivo desarrollo de la actividad teolgica, primero en los monasterios y despus en las Universidades, ha hecho posible la elaboracin cientfica de los principios bsicos que regulan la ordenada convivencia humana. A tal respecto permanece como valor perenne el pensamiento de santo Toms de Aquino, de Francisco Surez, de Francisco de Vitoria y de tantos otros. Ellos, junto con varios insignes filsofos y canonistas, han preparado los presupuestos y los instrumentos necesarios para la elaboracin de una verdadera y propia doctrina social, tal como fue iniciada bajo el Sumo Pontfice Len XIII y continuada por sus sucesores. (Orientaciones 17).Esta breve historia de la Iglesia, nos presenta cmo su misin ha sido fundamentalmente humanizadora. Y ello se enraza precisamente por ser fiel a su ministerio y misin religiosa en origen y propsito. En razn de ella, su objetivo primario es servir al Reino de Dios, del que la Iglesia es instrumento. La Iglesia no es ella misma su propio fin, pues est orientada al reino de Dios del cual es germen, signo e instrumento (RM 18). Las consecuencias concretas de ese objetivo en el orden temporal son que la Iglesia se implique en la realizacin de la dignidad humana, en la promocin de los derechos humanos, en avanzar la familia humana hacia su unidad, en la santificacin de las actividades seculares

La Iglesia, tras el Vaticano II no se entiende nada ms que desde su misin de hacer presente en el mundo el mensaje de Dios: es una eclesiologa de misin. Surge el dilogo con el mundo (Captulo IV de la primera parte de GS). La Iglesia tiene la misin de continuar la obra de evangelizacin iniciada por Jess. Ella ha recibido el mandato de Jess: Id y anunciad el Evangelio. El Evangelio es la verdad de la vida: ilumina al hombre en todas sus dimensiones, tambin a su vivir social. No en el sentido que el Evangelio sea un proyecto concreto para la sociedad: pero el Evangelio nos revela el sentido del mundo y de nuestra vocacin en el mundo. Por esto, la Iglesia no acepta circunscribir la propia misin al nico campo religioso, desinteresndose por los problemas temporales del hombre (EN 34).

La evangelizacin no sera completa si no tuviese cuenta de la recproca llamada que se hacen continuamente el evangelio y la vida concreta, personal y social del hombre. Por eso, la evangelizacin comporta un mensaje explcito, adaptado a las diversas situaciones, constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual el crecimiento personal difcilmente es posible, sobre la vida en comn en la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo: un mensaje particularmente vigoroso en nuestros das sobre la liberacin... La Iglesia tiene el deber de anunciar la liberacin de millones de seres humanos, siendo muchos de ellos sus hijos; el deber de ayudar a nacer esta liberacin, de testimoniarla, de hacer que sea total. Todo esto no es extrao a la evangelizacin (EN 29-30).

El empeo por la justicia es un elemento constitutivo de la evangelizacin (Snodo del 71). Pablo VI dir ms tarde que la evangelizacin verdadera y completa conlleva el empeo por la justicia.

Entre evangelizacin y promocin humana desarrollo, liberacin- existen ligmenes profundos. Ligmenes de orden antropolgico, porque el hombre a evangelizar no es un ser abstracto, sino que es condicionado por las cuestiones sociales y econmicas. Ligmenes de orden teolgico, porque no se puede disociar el plano de la creacin del de la redencin que llega hasta las situaciones muy concretas de injusticia a combatir y de la justicia a restaurar. Ligmenes de orden eminentemente evanglico, como es aquel de la caridad: cmo proclamar el mandamiento nuevo sin promover en la justicia y en la paz, la verdadera, el autntico crecimiento del hombre? Por tanto, es imposible aceptar que en la evangelizacin se pueda o se deba olvidar la importancia de los problemas, hoy tan debatidos, que reguardan a la justicia, la liberacin, el desarrollo y la paz en el mundo. Sera olvidar la leccin que nos viene del Evangelio sobre el amor al prjimo sufriente y necesitado (EN 31). Por todo lo cual, Juan Pablo II habla de la DSI como un instrumento de evangelizacin (CA 54).

Qu quiere decir esto? Fundamentalmente quiere decir que la transformacin de lo social no es consecuencia de la evangelizacin, sino evangelizacin misma. Es esa transformacin en las estructuras sociales, econmicas y polticas desde la nueva savia de la fe la que posibilita que el Reino se haga realidad y vaya siendo asumido. Si no se da esa transformacin, tampoco el Reino se acta y, por consiguiente, la fe no nace.

Benedicto XVI ha profundizado sobre la especfica labor que la Iglesia tiene en este campo poltico: La iglesia no es agente poltico. Pero tiene un profundo inters por el bien de la comunidad poltica, cuyo alma es la justicia, y le ofrece en dos niveles su contribucin especfica. En efecto, la fe cristiana purifica la razn y le ayuda a ser lo que debe ser (). Con su DSI contribuye a hacer lo que se puede reconocer eficazmente y luego realizar tambin lo que es justo (Discurso a la Asamblea Italiana, 19-9-06). En efecto, la justicia es el objeto de la poltica; una justicia que es de naturaleza tica y que se logra determinar en las circunstancias concretas por la recta razn. La contribucin de la Iglesia es a la purificacin de esta razn. Julio Martnez se atreve a concretar esta labor en los siguientes trminos: formando ticamente y apoyando a los laicos cristianos en su compromiso en la accin poltica; actuando conforme a la justicia y abriendo las inteligencias al bien comn; contribuyendo a que crezca la percepcin de las verdaderas exigencias de la justicia, a travs de algunas tareas concretas: los anlisis cuidadosos de las situaciones de injusticia; la influencia y presin sobre las instituciones para hacer vinculantes las obligaciones de la solidaridad; erigirse en portavoces de los desfavorecidos y defensores de los pobres; la creacin de sinergias con otras organizaciones religiosas y seculares para promover la dignidad humana; sealar las responsabilidades y connivencias con la injusticia; el uso inteligente de los medios de comunicacin; el espritu crtico y la educacin cvica 4.-Razones escatolgicas:

El empeo social del cristiano encuentra en la esperanza escatolgica las razones ltimas y decisivas del compromiso por el mundo. Nosotros nos fatigamos y luchamos porque esperamos en el Dios viviente (1 Tim 4, 10). El empeo social del cristiano y la DSI que es un instrumento para este, viene solicitadas por el cumplimiento de la esperanza, o sea, por la plena realizacin de aquello que en la humanidad, en la sociedad y en el mundo est ya iniciado con la Encarnacin y la Pascua de Cristo y que los cristianos deben cultivar y continuar en la espera paciente y operosa del cumplimiento escatolgico. De esta manera se colabora a crear un cielo y una tierra nuevos, en los cuales tendr estable residencia la justicia (2 Ped 3, 13).

Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a s mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino ms bien avivar, la preocupacin de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios (GS 39).

El dinamismo de la fe cristiana triunfa sobre los clculos estrechos del egosmo. Animado por el poder del Espritu de Jesucristo, Salvador de los hombres, sostenido por la esperanza, el cristiano se compromete en la construccin de una ciudad humana, pacfica, justa y fraternal, que sea una ofrenda agradable a Dios. Efectivamente, "la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino ms bien avivar la preocupacin de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar una vislumbre del siglo nuevo" (OA 37).

Trabajar por la justicia es adelantar el Reino prometido.

5.-Razones antropolgicas

La DSI es un discurso sobre el hombre: pertenece al mbito de la antropologa cristiana. Para conocer al hombre, al hombre verdadero, hay que conocer a Dios. Si no se aporta el mensaje que la Iglesia tiene sobre el hombre, este queda incompleto. En realidad, el Misterio del hombre slo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado. Cristo, el nuevo Adn, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocacin (GS 22). El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en la promocin y realizacin de formas de vida social y civil en el mbito de las estructuras, las instituciones, la cultura y el ethos, protegindonos del riesgo de quedar apresados por las modas del momento (CV 78). La Iglesia ofrece a Cristo, por eso se puede llamar experta en humanidad (SRS 41). La Iglesia ofrece la Verdad completa del hombre y sobre el hombre: con su mensaje contribuye a la dignidad humana.Para profundizar:

-Libertatis conscientia: cap. IV y V+Fco. J. Andrades Leo, La doctrina Social de la Iglesia al servicio de la evangelizacin, en Corintios XIII 132 (2009) 59-78+E. Colom, Elegidos en Cristo para ser santos. IV Moral Social (estudio sistemtico de la doctrina social 72-87). Cf. I. Camacho, Creyentes en la Vida Pblica, Madrid 1995, 11-41

J.Martnez, Moral social y espiritualidad. Una coinspiracin necesaria, Sal Terrae, Salamanca 2011, 117-118.

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