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CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA SUSTENTADA EN UNA CULTURA DE PAZ DEMOCRACIA El término democracia tiene su origen en el antiguo griego y se forma a partir de los vocablos demos ("pueblo") y kratós ("poder", "gobierno"). El concepto comenzó a utilizarse en el siglo V A.C., en Atenas. En la actualidad, se entiende que la democracia es una forma de organización de un grupo de personas, donde la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros. Por lo tanto, la toma de decisiones responde a la voluntad general. En la práctica, la democracia es una forma gobierno y de organización de un Estado. Por medio de mecanismos de participación directa o indirecta, el pueblo elige a sus representantes. Se dice que la democracia es una forma convivencia social donde todos los habitantes son libres e iguales ante la ley, y las relaciones sociales se establecen según mecanismos contractuales. Las clasificaciones de gobierno realiza por Platón y Aristóteles aún se mantienen en su esencia. Mientras que la monarquía es el gobierno de una persona, la democracia es la forma de gobierno "de la multitud" (Platón) o "de los más" (Aristóteles). Cuando las decisiones son adoptadas en forma directa por el pueblo, se habla de democracia directa. En cambio, la democracia indirecta representativa hace referencia al sistema donde las decisiones son tomadas por aquellas persone los que el pueblo reconoce como sus representantes legítimos. Cabe resaltar que la demacre participativa aparece cuando el modelo político permite que los ciudadanos se organicen p ejercer influencia directa sobre las decisiones públicas. LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA Cuando consultamos el significado de convivencia encontramos en el diccionario que ere capacidad de los seres de compartir un mismo hábitat en el desarrollo de su vida, pero ese concepto sólo no nos aclaraba el tipo de convivencia, así que si añadíamos el concepto de democracia encontramos que era el sistema político social en la que cada uno de los individuos participaba libremente de las actividades que benefician o fortalezcan al grupo. Podemos decir que en nuestras actividades juveniles practicamos plenamente esta forma convivencia pues tanto para las tareas escolares, como para los juegos u otras actividades, tenemos en cuenta, en primer lugar la voluntad de participación. El que quiere juega, el que quiere participa del grupo y cuando hay algunos de nosotros que no quiere participar, pues lo motivamos integramos no a la fuerza, pero sí a partir de los beneficios que va a obtener con nosotros, diversión, buena nota o simplemente el prestigio. Sin embargo, no podemos dejar de reconocer muchos jóvenes tienen prácticas poco democráticas y (les cuesta entrar en estas condiciones, unos porque son dueños de la pelota, quieren imponer sus condiciones, otros organizan grupitos quieren imponer sus criterios, otros no se integran y se dedican a criticar y otros simplemente e. acostumbrados a

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CONVIVENCIA DEMOCRÁTICA SUSTENTADA EN UNA CULTURA DE PAZ

DEMOCRACIAEl término democracia tiene su origen en el antiguo griego y se forma a partir de los vocablos demos ("pueblo") y kratós ("poder", "gobierno"). El concepto comenzó a utilizarse en el siglo V A.C., en Atenas. En la actualidad, se entiende que la democracia es una forma de organización de un grupo de personas, donde la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros. Por lo tanto, la toma de decisiones responde a la voluntad general. En la práctica, la democracia es una forma gobierno y de organización de un Estado. Por medio de mecanismos de participación directa o indirecta, el pueblo elige a sus representantes. Se dice que la democracia es una forma convivencia social donde todos los habitantes son libres e iguales ante la ley, y las relaciones sociales se establecen según mecanismos contractuales. Las clasificaciones de gobierno realiza por Platón y Aristóteles aún se mantienen en su esencia.Mientras que la monarquía es el gobierno de una persona, la democracia es la forma de gobierno "de la multitud" (Platón) o "de los más" (Aristóteles). Cuando las decisiones son adoptadas en forma directa por el pueblo, se habla de democracia directa. En cambio, la democracia indirecta representativa hace referencia al sistema donde las decisiones son tomadas por aquellas persone los que el pueblo reconoce como sus representantes legítimos. Cabe resaltar que la demacre participativa aparece cuando el modelo político permite que los ciudadanos se organicen p ejercer influencia directa sobre las decisiones públicas.LA CONVIVENCIA DEMOCRÁTICACuando consultamos el significado de convivencia encontramos en el diccionario que ere capacidad de los seres de compartir un mismo hábitat en el desarrollo de su vida, pero ese concepto sólo no nos aclaraba el tipo de convivencia, así que si añadíamos el concepto de democracia encontramos que era el sistema político social en la que cada uno de los individuos participaba libremente de las actividades que benefician o fortalezcan al grupo.Podemos decir que en nuestras actividades juveniles practicamos plenamente esta forma convivencia pues tanto para las tareas escolares, como para los juegos u otras actividades, tenemos en cuenta, en primer lugar la voluntad de participación. El que quiere juega, el que quiere participa del grupo y cuando hay algunos de nosotros que no quiere participar, pues lo motivamos integramos no a la fuerza, pero sí a partir de los beneficios que va a obtener con nosotros, diversión, buena nota o simplemente el prestigio. Sin embargo, no podemos

dejar de reconocer muchos jóvenes tienen prácticas poco democráticas y (les cuesta entrar en estas condiciones, unos porque son dueños de la pelota, quieren imponer sus condiciones, otros organizan grupitos quieren imponer sus criterios, otros no se integran y se dedican a criticar y otros simplemente e. acostumbrados a atacar. Cada uno de estos comportamientos trae consigo un malestar familiar el joven lo ha cultivado desde niño o que atraviesa en el momento, los problemas que naso identificamos son: sobre protección de los padres (engreídos), egoísmo, maltratos familiares, rupturas en el hogar. Cuando nos encontramos con estos problemas hemos podido superar!' través de la conversación, la agresión nunca a dado resultado y peor aún siempre agrava problemas. También lo hemos hecho de manera discreta y privada, conversando con cada individualmente e identificándonos con los problemas que afrontan. Es así que, amigos que está optando por la violencia o e! alcohol han recapacitado y en el grupo ha encontrado una tarea, responsabilidad y un aprecio que te ha devuelto su interés por ser alguien. Nuestro país parece s de la falta de costumbre de convivir democráticamente. Muchas interrupciones democráticas se sucedido. Nosotros apenas éramos niños cuando el presidente Fujimori cerró el Congreso de República y no pudimos apreciar cómo era la convivencia en aquel tiempo, pero somos testigos las consecuencias que ello trajo: la corrupción, el subdesarrollo y la violencia. Tampoco vivimos plenamente los años de la violencia terrorista, pero podemos percibir que desesperación de algunas personas por ser escuchadas por ser atendidas en los lugares más pobres que todavía existen, puede llevar a un país, a enfrentarse terriblemente con consecuencias que jóvenes acarreamos: pobreza, traumas y orfandad. Cómo se pudo evitar estos traumas soda revalorando la libertad, la justicia, el diálogo y la tolerancia, que debe significar escuchar al r necesitado, darle las condiciones para su desarrollo y aceptar sus puntos de opinión.CIUDADANÍA Y DEMOCRACIALa realización satisfactoria de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales de personas es todavía un horizonte de promesas a cumplir y aspiraciones por las que seguir pelean Formar a ciudadanos capaces de reclamar esos derechos debidos y asumir las propias responsabilidades y deberes en orden a construirlos viviendo con los demás según los valores democráticos es un imperativo inexcusable. Bien podemos entenderlo desde una doble perspectiva: garantizar derechos cuya realización ha de obedecer a razones de estricta justicia y democracia, y hacer posible, precisamente a través de la educación, el

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mismo porvenir y profundización de la vida común en democracia. Desde este punto de vista, la educación formal, socialmente delegada sobre el sistema escolar y las escuelas, no resulta sólo uno de los derechos esenciales que les ha de ser provisto y garantizado con calidad a todos los ciudadanos y ciudadanas. Es, al mismo tiempo, uno de los derechos más fundamentales, pues abre o cierra las puertas al acceso y participación efectiva y responsable a todas las demás esferas de derechos y deberes que hoy corresponden a un modelo aceptable de ciudadanía y sociedad. Cualquier proyecto escolar y educativo, por lo tanto, que pretenda ser congruente con estos principios, no puede ser sino un proyecto en el que la educación para una ciudadanía democrática habrá de figurar en el centro de sus propósitos, compromisos y actuaciones. Esta tarea y responsabilidad no quedaría bien tratada si fuera confinada a espacios particulares de la formación de los estudiantes, o adscrita a contenidos específicos, profesores u otros profesionales presuntamente especializados. Mucho menos, todavía, sí, por una inadecuada concepción teórica de la misma o por la difusión de sus contenidos y responsabilidades, hiciera bueno el adagio popular de "unos por otros la casa sin barrer". Al menos por principio, la educación para una ciudadanía democrática es la razón de ser y responsabilidad compartida de todos los sistemas escolares democráticos, de todos los niveles de los mismos y, por ende, de todos y cada uno de los centros y docentes. Un eje vertebrador del currículo y no, por tanto, una materia particular y quizás aislada. También, desde luego, formarse como ciudadanos vendría a ser uno de los aprendizajes, si no el aprendizaje esencial, que todos los alumnos ya ciudadanos y en proceso de capacitarse lo mejor posible para ejercer sus derechos y deberes, han de descubrir, vivir y alcanzar en su paso por la escolaridad. Ampliando debidamente la mirada, la educación para una ciudadanía democrática no le corresponde tan sólo a la educación obligatoria, sino a todos los tramos de la escolarización formal. Por muchas razones ahora bien conocidas, habría de proyectarse, desde luego, a lo largo y ancho del aprendizaje a lo largo de toda la vida que ahora se reclama. Es bien cierto, desde luego, que tanto los contenidos de los derechos y deberes de la ciudadanía, como los contextos en que han de crearse y ejercerse, hacen de tal empeño algo que excede ampliamente los estrictos confines de la escolaridad, sus instituciones y profesionales. La formación de y para una ciudadanía democrática es, así, un asunto que debe figurar en la agenda de las distintas esferas de la vida social si queremos pensarlas y sostenerlas sobre valores y principios éticos de la buena vida en común. Bien

entendida, esta demarcación de las propias responsabilidades escolares al respecto, el reconocimiento de esa construcción social de la educación para la ciudadanía democrática no merma en absoluto las contribuciones del curricula y las instituciones sino que la justifica todavía mejor y las coloca en una red deseable de corresponsabilidades, conciertos y deliberación social y política.