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39 HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65 Un puerto en la selv a. Naturaleza y raza en la creación de la ciudad de T umaco, 1860-1940 Claudia Leal León En tiempos coloniales Tumaco era un caserío ubicado en una isla de 200 hectáreas separada de la costa por un estrecho canal. El caserío importaba algunos bienes para la zona andina y para las minas de oro de Barbacoas, distantes dos días de camino y explotadas desde el siglo XVII por esclavos negros 1 . En la segunda mitad del siglo XIX Tumaco comenzó su lenta transformación en ciudad. Las primeras etapas de este proceso inspiraron a un viajero, en 1891, a describir el lugar como: [...] bella población, bastante grande, construída toda de madera y con techos de cinc o de paja. Su calle principal que casi pudiera llamarse el malecón, corre recta a la orilla del mar por varias cuadras. Ese es el centro cómodos y elegantes, y los almacenes, que son muchos, están ricamente surtidos de toda clase de mercancías [...] 2 Artículo recibido el 30 de marzo de 2005 y aprobado el 15 de julio de 2005. Ph.D. en Geografía, Universidad de California en Berkeley y profesora asistente del Departamento de Historia, Universidad de los Andes. Tumaco: haciendo ciudad, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia - IRD, Universidad del Valle, 1999, pp. 15-53. Monografías, 2 tomos, Bogotá, Imprenta Nacional, 1921, T omo I, p. 141.

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    HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Un puerto en la selva. Naturaleza y raza

    en la creación de la ciudad de Tumaco,

    1860-1940

    Claudia Leal León

    En tiempos coloniales Tumaco era un caserío ubicado en una isla de 200 hectáreas

    separada de la costa por un estrecho canal. El caserío importaba algunos bienes para

    la zona andina y para las minas de oro de Barbacoas, distantes dos días de camino y

    explotadas desde el siglo XVII por esclavos negros1. En la segunda mitad del siglo

    XIX Tumaco comenzó su lenta transformación en ciudad. Las primeras etapas de

    este proceso inspiraron a un viajero, en 1891, a describir el lugar como:

    [...] bella población, bastante grande, construída toda de madera y con

    techos de cinc o de paja. Su calle principal que casi pudiera llamarse el

    malecón, corre recta a la orilla del mar por varias cuadras. Ese es el centro

    cómodos y elegantes, y los almacenes, que son muchos, están ricamente

    surtidos de toda clase de mercancías [...]2

    Artículo recibido el 30 de marzo de 2005 y aprobado el 15 de julio de 2005.

    Ph.D. en Geografía, Universidad de California en Berkeley y profesora asistente del Departamento de Historia,

    Universidad de los Andes.

    Tumaco: haciendo

    ciudad, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia - IRD, Universidad del Valle, 1999, pp. 15-53.

    Monografías, 2 tomos, Bogotá, Imprenta Nacional, 1921, Tomo I, p. 141.

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    40 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    La transformación de Tumaco fue el resultado de la exportación de tagua, la semilla de

    una palma que crecía de manera abundante en los alrededores del puerto. Esta semilla,

    entre 1850 y 1940 para hacer botones en Europa y Estados Unidos. El crecimiento

    de Tumaco fue por tanto impulsado por un fenómeno general de la historia de

    Durante este período los países de la región sufrieron grandes cambios estimulados

    por la demanda de alimentos y materias primas generada por la insdustrialización

    de Europa y Estados Unidos. La economía y la transformación urbana de Tumaco

    muestran cómo este fenómeno llegó hasta rincones muy remotos. En particular, la

    economía de la tagua generó nuevas oportunidades para descendientes de esclavos

    que migraron de la zona minera de Barbacoas a establecerse cerca de los taguales y

    facilitó la formación de un pequeño grupo de comerciantes blancos que importaban

    algunas mercancías y compraban semillas de tagua que luego exportaban.

    La historia del ascenso urbano de Tumaco revela contradicciones asociadas con su

    dependencia de la extracción y exportación de un producto de la selva. La riqueza

    producida por la exportación de tagua no creó una metrópoli en la selva, sino una

    pequeña y desalentadora ciudad. El volumen del comercio y el valor de las semillas

    generaron ganacias sin precedentes en aquel remoto puerto, pero esos recursos

    carecía de fuerza por una razón más importante: aunque el comercio convirtió las

    semillas en productos de exportación, éstas no fueron procesadas localmente. La

    riquezas naturales y la demanda internacional de un sólo producto. Al enfatizar las

    limitaciones de una economía basada en la extracción de recursos naturales, esta

    en zonas selváticas.

    Las contradicciones que caracterizaron a Tumaco no se limitaban al tamaño de la

    economía: incluían divisiones y tensiones raciales. Tumaco estaba marcada por las

    divisiones que caracterizaban su economía. En la ciudad personas negras conformaban

    la clase trabajadora y en la selva recogían las semillas de tagua, mientras unos cuantos

    blancos manejaban el comercio de exportación y disfrutaban de la mayoría de las

    ganacias. La forma en que las élites interpretaban la relación entre la selva y la ciudad

    también establecía diferencias y de este modo moldeaba el carácter de la ciudad.

    Aunque los bosques cercanos proveían los recursos necesarios para el desarrollo

    de Tumaco, la élite concebía a la ciudad en oposición a la selva. Las personas más

    privilegiadas del puerto trataron de crear un lugar ‘civilizado’ que contrastara con

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    el medio costero que consideraban salvaje y con el cual asociaban a la gente negra.

    Pero las costumbres traídas por los negros de las selvas -especialmente los bailes-

    estropeaban el sueño urbano de las élites locales. Tumaco vivía entonces con las

    divisiones raciales que caracterizaban su economía y con las tensiones generadas por

    ciertas asociaciones entre raza y ciudad.

    1. La biología y la economía de la tagua

    El puerto de Tumaco vivió durante ocho décadas del comercio de tagua, gracias a

    factores asociados a la naturaleza de una especie de palma y a la conformación de

    una organización social encargada de la extracción y la exportación de ese producto.

    Tagua es el nombre con el que se conoce tanto a un grupo de varias especies de palmas

    que crecen en las selvas de Panamá, Colombia y Ecuador, como a sus semillas. Las

    características de estas últimas incidieron en que en la segunda mitad del siglo XIX

    fábricas italianas y alemanas comenzaran a usarlas para hacer botones. Al material de

    tagua pueden ser cortadas y teñidas con facilidad y, por lo tanto, utilizadas para la

    fabricación de objetos pequeños como mangos de bastón y piezas de ajedréz3. Pero

    fue sobre todo la elaboración de botones la que dio lugar a la prolongada demanda

    internacional de tagua. Esta comenzó tímidamente en la década de 1840 y decayó

    hacia 1940, cuando la competencia de los botones de plástico acabó con un negocio

    cuyo epicentro había pasado de Europa a Estados Unidos como resultado de la

    Primera Guerra Mundial4.

    La distribución de una de las especies de palma de tagua fue fundamental en el

    desarrollo de la economía tumaqueña. Las cuatro especies que forman el género

    Phytelephas producen las semillas que fueron comercializadas en el mercado

    internacional. Este es uno de los tres géneros que componen la subfamilia botánica de

    3 El estudio más completo sobre la biología de la tagua es BARFORD, Anders S., “A Monographic Study of

    Opera Botánica, No. 105, Lund, Suecia, Botaniska Foerening,

    1991. Otras fuentes utilizadas para este artículo son BARFORD, Anders S., “The Rise and Fall of Vegetable

    Principes, Vol. 33, Lawrence, Kansas, International Palm Society, 1989, pp. 181-190 y ACOSTA

    SOLÍS, Misael, Tagua, Quito, Editorial Ecuador, 1944.

    4 OCAMPO, José Antonio, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, Siglo XXI - Fedesarrollo, 1984,

    pp. 418-420; , 23 de marzo 1910; BELL, P. L., Colombia, A Commercial Handbook, Department of

    Commerce

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    42 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    las taguas dentro de la gran familia de las palmas. Tres de las especies de este género

    crecen en Colombia en planicies aluviales anegadizas donde forman grandes grupos

    denominados taguales. Estas especies son P macrocarpa, característica del Magdalena

    Medio, P seemannii

    P tumacana P tumacana

    está distribuida en los ríos que desembocan en la ensenada de Tumaco, al norte de la

    isla, como también en los ríos Mira y Mataje hacia el sur, el puerto de Tumaco pudo

    volverse un importante exportador de estas semillas5.

    Tener una amplia oferta natural de tagua cercana no garantizaba la persistencia del

    negocio, porque las semillas podían acabarse, como ha sucedido con tantos recursos

    naturales extraídos del medio para su venta en el mercado. El biólogo colombiano

    Rodrigo Bernal encontró que los recolectores de tagua habrían podido cosechar

    hasta el 86% de las semillas de una población de P seemannii sin afectar su capacidad

    para sobrevivir6. Gracias a esta característica los taguales lograron mantenerse y

    reproducirse a pesar de la remoción de miles de sus semillas. Estas eran recogidas

    del piso del bosque después de que el fruto maduraba, se caía y se rompía. Debido a

    que las palmas pueden tener hasta cinco metros de altura, los recolectores no podían

    alcanzar el fruto. Además, éste está recubierto por una cáscara de color café oscuro,

    dura y con puntas, de la que se deriva el nombre con el cual se conoce a la tagua en

    la zona de Tumaco: cabecinegro. Al caer el fruto, la cáscara se rompe y los roedores

    se comen la pulpa dejando las semillas ‘limpias’; todo lo cual facilitaba el trabajo de

    los recolectores.

    El duradero comercio de la tagua en Tumaco fue posible debido a las propiedades de

    la semilla, la distribución de las palmas y su capacidad para reproducirse a pesar de

    la intensiva cosecha de semillas, y también debido al desarrollo de una organización

    social para la recolección y el comercio de este producto. Esta organización implicó,

    en primer lugar, la conformación de un grupo de recolectores. Las oportunidades

    generadas por el comercio de tagua incentivaron la migración de gente negra

    proveniente de la zona minera de Barbacoas hacia las tierras baldías cercanas a

    Tumaco7. Al construir sus casas en las inmediaciones de los taguales y limpiar de

    5 El Concejal, 30 de septiembre de 1911.

    6 BERNAL, Rodrigo, “Demography of the vegetable ivory palm Phytelephas seemannii in Colombia, and the

    Journal of Applied Ecology

    1998, pp. 64-74.

    7 WEST, Robert, [1957], Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e

    Historia, 2000, pp. 152-167.

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    vegetación los canales que facilitaban el acceso a las zonas de cosecha, estos migrantes

    y sus descendientes adquirían derechos para recolectar tagua8. El trabajo de recolección

    era sencillo y podía realizarse durante todo el año. Los recolectores buscaban las

    semillas en el piso del bosque, las almacenaban en canastos y las transportaban

    hasta sus casas. El afán de cosechar tagua llevó a algunos a tumbar las palmas para

    obtener las semillas del fruto verde. Esta práctica, denominada maceo, preocupó a

    las autoridades tumaqueñas que tomaron varias medidas para evitarla. Aunque la

    práctica siguió, las continuas exportaciones de tagua indican que el maceo no tuvo

    efectos graves sobre los taguales9.

    La economía de la tagua no sólo incentivó la creación de un grupo de recolectores,

    sino también uno de comerciantes exportadores, que conformaron el ápice de la

    pequeña élite blanca de Tumaco. En la década de 1870 el puerto ya contaba con un

    grupo de comerciantes que se unió para evitar la imposición de un impuesto a las

    exportaciones de tagua10. Estos comerciantes operaban creando casas comerciales,

    que solían tener un sólo dueño y llevar su nombre. Cada casa comercial tenía un

    almacén y una bodega con su muelle, donde llegaban sus agentes compradores o los

    propios recolectores a descargar las semillas11. Los comerciantes secaban la tagua al

    sol durante semanas y hasta meses antes de exportarla. La élite comercial era pequeña:

    en 1911 tan sólo doce casas se encargaban del comercio de exportación12. Algunos

    de sus dueños provenían de Barbacoas, otros eran inmigrantes de España, Italia,

    Inglaterra, los Estados Unidos y probablemente también de Ecuador y otras partes

    de Colombia. Pocos comerciantes lograron mantenerse en el negocio por períodos

    quiebra13.

    Baldíos, Tomo 11, ff. 210-242.

    9 Sobre recolección ver El Concejal, 30 de septiembre de 1911 y , 3 de octubre de 1914. Sobre el

    maceo ver Albores, 25 de febrero de 1907; , 22 de enero de 1910; 1 de marzo de 1910; 2 de abril

    de 1910; 16 de julio de 1910; 6 de agosto de 1910; 23 de septiembre de 1910; 15 de octubre de 1910; 15 de

    noviembre de 1910; 8 de junio de 1912; 28 de junio de 1912; 20 de julio de 1912; 24 de agosto de 1912; 7 de

    febrero de 1913; El Concejal, 20 de mayo de 1911; 30 de septiembre de 1911; Gil Blas, 5 de septiembre de 1912;

    13 de octubre de 1912; 9 de noviembre de 1912; El Micrófago, 21 de noviembre de 1914; 28 de noviembre de

    1914; AGN, Fondo Baldíos, Tomo 33, ff. 38-47; Tomo 57, f. 44; Tomo 58, f. 61.

    10 El Montaráz, 1 de mayo de 1878, 20 de julio de 1878; El Elector, 20 de noviembre de 1878.

    11 El Fiscal, 12 de marzo de 1914.

    12 El Concejal, 31 de enero de 1911.

    13 DUEÑAS DE ANTHALZER, Carmen, Historia económica y social de Manabí, Quito, Abya-Yala, 1986.

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    La relación entre estos comerciantes y los recolectores estaba mediada por el

    endeude. Tal como sucedió en esos mismos años con el caucho en el Amazonas, los

    comerciantes proveían a los recolectores de los bienes necesarios para su manutención

    a cambio de que estos últimos pagaran la deuda adquirida en tagua. El precio al que

    se avaluaban las semillas era inferior al del mercado, la diferencia correspondía a una

    suerte de interés cobrado sobre el adelanto de mercancías. Después de pagar los bienes

    avanzados y adquirir otros más, los recolectores seguían endeudados y tenían que

    volver a recoger tagua, perpetuando así la relación de endeude con el comerciante. Un

    Antes [de la crisis del mercado causada por la Primera Guerra], el

    campesino tenía recogido un quintal de tagua a las 11am, sin necesidad

    de cultivar la palma. Es más trabajando todo el día, sólo o con su mujer

    desnuda, podía recoger tres quintales [...]. Con eso venía a Tumaco,

    hallaba posada gratis en el muelle del comerciante, éste lo pampeaba, le

    preguntaba por los hijos, le ofrecía ser su compadre cuando naciese el

    que le trajese más tagua. Ocho días de baile, embriaguez y toda crápula

    seguían a éste viaje. [...] Después de quince días volvía a dedicar otro

    día a ir al monte a taguar. Volvía a Tumaco, mas como al patrón ya se le

    debía un valor igual al precio de [los tres quintales que traía], se ocurría

    a otro patrón; a éste se le vendía dos quintales y el tercero se dejaba al

    primitivo –ya hecho compadre– en parte de pago de lo debido. […]

    Entrampados así los comerciantes […] entregaron ingentes sumas de

    dinero que están hoy perdidas14.

    Este relato parcial y exagerado está marcado por una ideología racial que representaba

    a los negros como perezosos y por los efectos negativos de una fuerte disminución en

    el precio de la tagua. Sin embargo, el autor de estas palabras tenía razón al señalar que

    de los comerciantes15. Tal como lo observó un viajero a principios del siglo XX, “[a] la

    pequeña hacienda [los recolectores le] consagran la mitad de la semana y la otra mitad, 16. Además de cultivar plátanos, maíz y caña, los habitantes

    de las selvas cercanas a Tumaco pescaban, cazaban y utilizaban diversos materiales

    14 , 3 de octubre de 1914.

    15 Para un análisis de las relaciones de endeude en América Latina, sobre todo en las haciendas, ver , entre otros,

    Slavery and other forms of

    Unfree Labor, New York, Routledge, 1988.

    16 TRIANA, Miguel, Por el Sur de Colombia, Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1950, p. 48.

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    del bosque para construir sus casas y fabricar sus utensilios. Por esta razón, ellos no

    dependían completamente de la tagua para sobrevivir. Aunque la venta de tagua les

    daba acceso a bienes indispensables que ellos no podían producir, como sal, telas,

    hachas y machetes, los recolectores tenían otras ocupaciones y su necesidad de vender

    tagua no era tan urgente. Así, los comerciantes se veían en la obligación de darles

    concesiones, como crédito, para garantizar un suministro constante de semillas.

    La organización para la extracción y exportación de tagua –caracterizada por la

    existencia de un grupo de recolectores, otro de comerciantes y un intercambio entre

    ellos mediado por deudas– compensaba la falta de capital de la región. A pesar de

    su pobreza, los grupos negros que habitaban la zona podían recoger tagua porque

    ésta era una actividad sencilla e intensiva en mano de obra. Los comerciantes, por

    su parte, corrían el riesgo de perder el capital prestado, debían montar un almacen

    y comprar una canoa, pero minimizaban otros costos: no tenían que pagar salarios,

    supervisar trabajadores ni invertir recursos para asegurar el acceso a los taguales.

    Esta organización, además, garantizaba la oferta de tagua a precios competitivos en

    el mercado internacional debido al subsidio tanto de los recolectores como de la

    naturaleza misma. Gracias a sus actividades de subsistencia, los recolectores podían

    vender la tagua a precios que no cubrían sus necesidades básicas de reproducción.

    El carácter extractivo de la actividad reforzaba este subsidio. Producir las semillas

    no costaba nada, pues nadie había plantado o cuidado las palmas17. Por lo tanto, el

    precio que los comerciantes pagaban por la tagua no incluía costos de producción, ni

    cubría el total de los costos de extracción. Así, la existencia de los taguales y la lógica

    de la economía campesina garantizaron precios competitivos para el funcionamiento

    de esta economía extractiva.

    escala. Sin embargo, es posible que la tagua silvestre haya sido incluida en listados de los activos o cultivos de

    habitante del río Mira entrevistado por Eduardo Restrepo en 1997 dijo que allí se había sembrado tagua. En

    cualquier caso, sigue siendo cierto que prácticamente todas las semillas de tagua fueron recogidas de taguales

    silvestres. 25 de mayo de 1912; 14 de marzo de 1914; El Fiscal, 26 de mayo de 1915; 10 de

    abril de 1916; , 4 de noviembre de 1916; AGN: Fondo Baldíos, Tomo 68, f. 267; RESTREPO,

    Tumaco: haciendo ciudad, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología - IRD, Universidad del Valle,

    1999, p. 61.

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    46 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    Debido entonces a la biología de P tumacana y al desarrollo de una serie de relaciones

    económicas, Tumaco se erigió en puerto exportador de tagua. Los pocos datos

    existentes sobre exportación de estas semillas indican que hasta el 50% de la oferta

    nacional salió por el puerto de Tumaco18. Cartagena, Barranquilla y Panamá exportaron

    se diferenciaba de los demás puertos exportadores en que la tagua provenía de sus

    áreas aledañas y en la gran importancia de este producto dentro de sus exportaciones.

    representaba entre un 14% y un 30% del total de las exportaciones de Tumaco, y

    entre el 32% y el 57% de las exportaciones producidas localmente19. Las ganancias

    generadas por el comercio de este producto permitieron que Tumaco se convirtiera

    en ciudad.

    2. La ciudad soñada

    En la segunda mitad del siglo XIX el caserío de Tumaco se transformó en un pequeño

    pueblo. Hacia mediados del siglo Tumaco apenas tenía una calle comercial paralela

    que pasaron por Tumaco en 1853 no se llevaron una buena impresión: el clima les

    pareció enfermizo y las casas miserables. Por esos días el pequeño puerto vivía de la

    importación de sal y otros productos para Barbacoas y el sur de la actual Colombia20.

    Tumaco comenzó a cambiar en la década de 1860 cuando el comercio de tagua cobró

    importancia. El primer barco de vapor ancló allí en 1860 y al poco tiempo comenzaron

    a formarse las primeras casas comerciales21. El creciente movimiento del puerto

    generó un aumento en la población: en 1881 Tumaco contaba ya con 1.200 habitantes

    y diez años después un visitante estimó que allí vivían 1.500 personas22. Quienes

    conocieron Tumaco en ese entonces dejaron registrados comentarios elogiosos. Un

    18 Por ejemplo en 1917 las exportaciones de Tumaco representan 54.3% del total nacional: Anuario de Comercio

    Exterior, 1917.

    19 Las exportaciones más valiosas eran oro de Barbacoas y quina de los Andes. Anuario Estadístico 1875, Bogotá,

    Imprenta de Medardo Rivas; El Vapor, 10 de febrero de 1878; El Fiscal, varios números, 1909-1915.

    20 PÉREZ, Santiago, Selección de escritos y discursos de Santiago Pérez, Bogotá, Biblioteca de Historia Nacional, 1950,

    Geografía Física y Política de la Confederación

    Granadina. Vol. 1, Estado del Cauca, Tomo II: Provincias de Chocó, Buenaventura, Cauca y Popayán, Obra dirigida por

    el General Agustín Codazzi, Popayán, Universidad del Cauca, 2002, pp. 404 y 430.

    21 MERIZALDE DEL CARMEN, Bernardo, , Bogotá, Imprenta del Estado

    Mayor General, 1921, p. 130.

    22 , 23 de octubre de 1881; BRISSON, Jorge, Viajes por Colombia en los años de 1891 a 1897, Bogotá,

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    como la metrópoli comercial del sur y lo describió como un asentamiento bonito y

    relativamente grande23.

    A partir de 1908 Tumaco aceleró su transformación urbana después de que el gobierno

    nacional le cedió al municipio el usufructo de sus baldíos. Tal cesión permitía al concejo

    municipal gravar la extracción de tagua, la actividad más rentable en aquel territorio.

    Como toda la tagua se exportaba, el concejo optó por recoger este dinero cobrando

    un impuesto a la exportación. Con esta nueva entrada los ingresos municipales se

    triplicaron de la noche a la mañana24. El concejo invirtió muchos de esos recursos

    en darle a Tumaco una apariencia urbana.

    La élite entendía bien que las ciudades eran más que casas y calles: debían tener

    preocupación de los habitantes de Tumaco fue la construcción de una iglesia. Desde

    respetabilidad al puerto. En 1902 Tumaco adquirió un aspecto más inusual cuando

    se inauguró el teatro municipal. Con los ingresos de la tagua, el concejo municipal

    tres pisos, estaba adornado con arcos y balcones y ocupaba una cuadra entera al lado

    de la plaza25. El concejo también organizó la construcción de un colegio para niñas,

    similar al de varones pero más modesto, y una escuela para niños con arquitectura de

    inspiración caribeña26. El municipio, además, acondicionó una casa como hospital.

    discursos27.

    establecer cuántas de las personas de ambos censos vivían en el puerto. TOVAR PINZON, Hermes, TOVAR

    Convocatoria al poder del número. Censos y estadísticas de la Nueva

    Granada, 1750-1830, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1994, pp. 336-341.

    23 BRISSON, Jorge, op. cit op. cit., p. 141.

    24 Gil Blas, 19 de septiembre de 1912; El Concejal, 10 de marzo de 1911; , 14 de octubre de 1916;

    La Idea, 21 de octubre de 1916.

    25 , 4 de enero 1913.

    26 Revista de Colombia, Volumen Centenario, No. 12, Bogotá, 15 de diciembre de 1910, p. 365.

    27 , 11 de septiembre de 1915.

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    48 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    El dinero de la tagua alcanzó para realizar otro tipo de obras públicas que sirvieron

    para modernizar a Tumaco. En 1912 el consejo convirtió la extensa plaza Cristobal

    Colón en un parque con kiosco en el medio y un simpático diseño de senderos

    simétricos. La torre de la iglesia fue adornada con un reloj que contribuyó a inculcar

    a los tumaqueños una nueva forma entender el tiempo. El concejo también construyó

    un matadero, tres muelles y dos puentes sobre el estero que partía la isla en dos. La

    construcción de un muro para proteger parte de la isla de los embates del mar fue

    tal vez la obra más larga y costosa. Además, el concejo pavimentó varias calles con

    piedra, construyó andenes, puso elegantes barandas de hierro alrededor de la escuela

    de niñas y del cementerio, instaló lámparas en las calles principales y dotó a la ciudad

    de tres excusados públicos28.

    tagua, constituyeron otra contribución importante para la conversión de Tumaco en

    una pequeña ciudad. El centro reforzó su papel de símbolo de aquella transformación

    y de eje social y comercial del puerto gracias a que las familias más adineradas

    construyeron hermosas casas de dos pisos, que solían tener almacén y bodega

    en el primero y habitaciones en el segundo. Sus balcones y los techos de zinc que

    reemplazaron a las hojas de palma les daban prestancia y un toque moderno. Bajo la

    dirección de los misioneros agustinos que llegaron a Tumaco en 1899, los residentes

    del puerto recogieron fondos para remodelar la iglesia y construir una nueva en 191829.

    elementos más notorios del nuevo paisaje urbano de Tumaco.

    económica y la creación de nuevos grupos sociales. El establecimiento de algunas

    empresas fue la mayor novedad. Un aserradero y un astillero permitieron la fabricación

    local de muebles y barcos, mientras que talleres más pequeños sirvieron para la

    manufactura de gaseosas, pasta e incluso cigarrillos30. Estos establecimientos, al igual

    que la construcción de casas y obras públicas, ofrecieron nuevas oportunidades de

    28 , 11 de mayo de 1912; 25 de mayo de 1912; 12 de octubre de 1912; 4 de enero de 1913; 21 de

    junio de 1913; 21 de feb de 1914; 11 de septiembre de 1915; Gil Blas, 26 de julio de 1912; 19 de septiembre

    de 1912; El Revisor, 10 de febrero de 1909; El Fiscal, 10 de noviembre de 1917; Revista Nacional de Colombia,

    Bogotá, 7 de diciembre de 1912.

    29 , 8 de enero de 1910; 19 de agosto de 1910; 24 de enero de 1914; MERIZALDE DEL

    CARMEN, Bernardo, op. cit, p. 192.

    30 , 29 de enero de 1910; 21 de mayo de 1910; 19 de junio de 1910; 7 de febrero de 1914; 16 de

    enero de 1915; El Fiscal, 1 de julio de 1914; 1 de octubre de 1918; 12 de noviembre de 1918; Unión Obrera, 26

    de abril de 1919; El Anzuelo, 18 de mayo de 1919.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Claudia Leal León 49

    empleo a quienes llegaban a la isla provenientes de los ríos que bañan el litoral. Los

    migrantes también trabajaron como estibadores, engrosaron el grupo de pescadores

    que atendía un mercado cada día más amplio y hasta llegaron a ser emboladores31.

    Las mujeres pobres se emplearon en el servicio doméstico, crearon un grupo de

    planchadoras y lavanderas y también vendieron sus favores a los hombres32. De este

    modo se fue formando una clase trabajadora en el puerto.

    Las nuevas oportunidades económicas también promovieron la creación de un grupo

    medio. El número de artesanos creció en las primeras décadas del siglo XX con la

    proliferación de carpinteros, hojalateros, herreros, pintores, joyeros, sastres, fotógrafos

    y reparadores de zapatos, relojes y sombreros33. La ciudad también necesitaba un

    operador para el nuevo telégrafo, algunos tipógrafos, enfermeras y maestros. El estado

    empleaba tumaqueños con cierto nivel de educación como secretarios, concejales y

    jueces. Un mayor mercado local facilitó el establecimiento de algunas tiendas y un

    par de farmacias34. En 1911 Tumaco contaba con 23 tiendas y 34 pulperías35. No

    faltó quien pusiera restaurantes y desde 1905 hoteles36. Los dueños de los mejores

    negocios formaron, junto con los grandes comerciantes, la élite tumaqueña. A ellos

    habría que añadir a un pequeño número de profesionales, principalmente abogados,

    pero también un par de médicos y algún dentista, contador e ingeniero37.

    Tanto los profesionales como los artesanos y las lavanderas hallaron formas de

    entretenimiento más variadas de las que conocieron sus antepasados. Las celebraciones

    31 , 20 de junio de 1914.

    32 Gil Blas, 11 de julio de 1912; 17 de agosto de 1912; 19 de septiembre de 1912; , 6 de septiembre

    de 1913; 3 de octubre de 1914; El Fiscal, 18 de marzo de 1914; Unión Obrera, 19 de abril 1919.

    33 , 24 de agosto de 1912; 7 de marzo de 1914; 3 de octubre de 1914; Gil Blas, 11 de mayo de

    1912; 9 de noviembre de 1912; Virutas, 22 de junio 1913; El Micrófago, 3 de enero de 1914; 3 de octubre de

    1914; 7 de noviembre de 1914; El Fiscal, 15 de julio de 1914; 23 de junio de 1915; El Ariete, 7 de agosto de

    1915; , 9 de diciembre de 1916; 20 de noviembre de 1919; 30 de noviembre de 1919; Unión

    Obrera, 19 de abril de 1919; 26 de abril de 1919.

    34 La Palabra, 17 de noviembre de 1910; , 7 de septiembre 1912; 18 de enero de 1913; El Ariete,

    21 de agosto de 1915; El Anzuelo, 4 de mayo 1919.

    35 El Concejal, 31 de enero de 1911.

    36 , 9 de julio de 1910; 2 de octubre de 1910; 5 de julio de 1913; 31 de octubre de 1914; 2 de enero

    de 1915; El Micrófago, 7 de marzo de 1914, 19 de julio de 1913; El Fiscal, 12 de marzo de 1914; 9 de diciembre

    de 1914; Gil Blas, 29 de agosto de 1912; 19 de octubre de 1912; Unión Obrera, 26 de abril de 1918; La Voz, 18

    de diciembre de 1919.

    37 , 26 de noviembre de 1910; 1 de junio de 1912; 24 de enero de 1914; El Micrófago, 31 de enero

    de 1914; 4 de julio de 1914; El Fiscal, 16 de junio de 1915; , 24 de noviembre de 1917; 20 de

    noviembre de 1919; La Voz, 18 de diciembre de 1919; El Anzuelo, 25 de mayo de 1919.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    50 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    religiosas ganaron prominencia con la llegada de los misioneros agustinos, en especial 38. Tumaco estrenó banda

    municipal y con ella alegres retretas en el parque Colón39. Los deportistas del puerto

    organizaron novedosas carreras de bicicletas y partidos de basketbol para la dicha y

    asombro de los tumaqueños40. Los billares y las riñas de gallos continuaron siendo una

    de las principales formas de diversión masculina41. Los hombres de la élite crearon

    los clubes Central y Santander, donde podían comer, tomar, hablar de política y jugar

    cartas, ajedrez y billar. Las mujeres eran poco bienvenidas en estos establecimientos,

    pero podían divertirse con las obras y conciertos del teatro municipal y, desde 1914,

    con las funciones del cinematógrafo Kosmos. Allí también asistían aquellos hombres

    blancos, mulatos y negros de clase media, que tenían igualmente vedada la entrada

    a los clubes sociales.42

    La élite local estaba convencida de que un desarrollo urbano cabal requería de un

    ambiente que a su modo de ver pudiera ser considerado culto. Por ello el concejo

    fundó el Instituto Pedagógico de Varones y contrató, entre 1911 y 1914, a un pedagogo

    alemán para que lo dirigiera43. El concejo y algunos residentes compraron imprentas

    que publicaron, entre 1900 y 1930, más de 20 periódicos donde se discutían los sucesos

    de la región, se daban a conocer las noticias más destacadas del resto del mundo y

    se promovía la literatura. El Fiscal

    los más duraderos. Las tertulias literarias sirvieron como espacio de encuentro para

    los intelectuales locales, que además formaron sociedades literarias y organizaron

    competencias literarias44. Estas personas se preocuparon por crear una biblioteca

    pública con libros donados por ellos mismos45.

    La transformación física, social y cultural que le dio a Tumaco un carácter urbano

    se basó en una economía que dependía de la disponibilidad de recursos naturales

    38 , 27 de septiembre de 1913; 12 de abril de 1914; El Fiscal, 24 de junio 1914.

    39 El Camarada, 23 de mayo de 1915; 13 de junio de 1915; La Juventud, 4 de septiembre 1920.

    40 1 de marzo de 1910; 21 de junio de 1913; La Juventud, 4 de septiembre de 1920.

    41 , 29 de enero de 1910; 19 de junio de 1910; 14 de diciembre de 1912; El Fiscal, 18 de abril de 1914;

    17 de junio de 1914; 15 de enero de 1919; El Micrófago, 18 de julio 1914; TRIANA, Miguel, Por el sur, op. cit., p. 39.

    42 , 22 de enero de 1910; 2 de abril de 1910; 4 de enero de 1913; 11 de enero de 1913; 24 de

    octubre de 1914; El Micrófago, 4 de julio de 1914; 24 de octubre de 1914; El Fiscal, 3 de junio de 1914; 26 de

    junio de 1915.

    43 , 10 de agosto de 1912; 14 de enero de 1913; 14 de junio de 1913; 15 de agosto de 1914; 26

    de diciembre de 1914.

    44 , 26 de noviembre de 1909.

    45 , 2 de octubre de 1909; 4 de julio de 1914; El Fiscal, 16 de junio de 1915.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Claudia Leal León 51

    mercadeables. El momento crucial de esta transformación se dio en la década de

    1910, cuando el municipio utilizó el impuesto sobre la tagua para crear un paisaje

    urbano. La formación de nuevas clases sociales y los cambios en la vida diaria de los

    tumaqueños contribuyeron a marcar la diferencia entre esta ciudad y los caseríos de

    había convertido en una ciudad de 6.000 habitantes46.

    3. El desarrollo truncado de una ciudad dividida

    El crecimiento de Tumaco descansaba sobre una economía débil que generaba sueños

    del puerto evidenciaba tanto los alcances como los límites de su transformación.

    Las ciudades son redes de actividades económicas interconectadas; su desarrollo

    que producen. El comercio de la tagua constituía el motor económico de Tumaco,

    pero este motor tenía poca capacidad de arrastre. La economía que alimentó las

    pequeña demanda de obreros, sastres, empleados públicos y tal vez un doctor y

    un par de restaurantes. Este proceso, sin embargo, no estuvo acompañado por la

    creación de otros sectores relacionados, como plantas de procesamiento de tagua o

    sistemas de transporte, que sirvieran de multiplicadores que jalonaran el desarrollo

    del puerto47. Para completar, Tumaco sólo surtía un mercado rural minúsculo. Esta

    economía basada en la extracción de un recurso natural produjo más una fachada

    que un sólido entramado urbano.

    Las falencias del paisaje urbano de Tumaco y de la vida que se desarrollaba en él

    muestran hasta dónde llegó su transformación. En 1920, al culminar la década

    de mayores cambios, un periódico local daba claras luces de las frustraciones que

    acompañaron la creación de esta ciudad:

    El aspecto material de la población, si bien es atrayente y simpático

    […] deja […] que desear […]. Nótese que tenemos casuchas, casitas

    y caserones. Poco más, poco menos, todas carecen de habitaciones

    espaciosas, y de buenos pisos; las paredes mal pintadas y mal comunicados

    46 El Anzuelo, 11 de mayo de 1919.

    47 En 1930 había una pequeña fábrica de botones en Tumaco, de propiedad de un italiano, conocida como la

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    52 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    los aposentos; muy bajos los cielos rasos y, lo que es peor aún, muy mal

    pero en cambio hay otras como los llamados callejones oscuros [que son

    estrechos y angostos…]. En la plaza Cristóbal Colón aún se ven casas de

    aspecto rústico y vetusto y hace falta un jardinero y una verja de hierro.

    [El] decorado [de la iglesia parroquial] es pésimo y le falta una segunda

    torre al costado izquierdo [...]. El Teatro Municipal tiene 18 años, su

    aspecto es tosco y sin gracia48.

    periodista había lamentado que la ciudad tuviera una enramada como teatro y, en 1914, 49. Así, hasta

    los logros más destacados eventualmente generaron vergüenza en vez de orgullo.

    La mayoría de los proyectos públicos no respondieron a las más elementales

    expectativas. La historia de los esfuerzos realizados para proteger a Tumaco contra

    los ataques del mar es emblemática de los logros urbanos del puerto. El océano

    golpeaba a la isla causando fuerte erosión, al punto de llevarse una sección entera

    conocida como La Punta50. Desde por lo menos 1890 los tumaqueños habían

    tratado de construir un muro de contención. Después de varios intentos fallidos,

    ésta fue destruida por una marea, en 1919, dejando a Tumaco más desprotegido que

    nunca51

    sucias, encharcadas e invadidas de maleza52. Un reportero local decidió ponerle

    humor al asunto cuando preguntó: “¿Brazo de mar, ciénaga, lago, laguna o qué será 53. Los puentes amenazaban con caerse, las plazas

    parecían selvas y los excusados públicos no funcionaban bien, mientras perros,

    48 , 22 de enero de 1920.

    49 , 5 de diciembre de 1914; , 8 de diciembre de 1919.

    50 , 15 de octubre de 1910; 6 de septiembre de 1913; 5 de diciembre de 1914; 23 de enero de

    1915; El Micrófago, 21 de noviembre de 1914, El Fiscal, 14 de diciembre de 1919.

    51 La Palabra, 5 de noviembre de 1910; , 31 de octubre de 1914; El Micrófago, 9 de agosto de

    1913; El Fiscal, 18 de abril de 1914; 31 de marzo de 1915; 16 de febrero de 1916; El Micrófago, 7 de agosto de

    1914; Unión Obrera

    Revista de Ingeniería, No. 2, Pasto, Facultad de Matemáticas e

    Ingeniería, 1908, pp. 69-76.

    52 15 de octubre de 1910; 23 de agosto de 1913; Gil Blas, 11 de julio de 1912; Virutas, 17 de

    junio de 1913; El Micrófago, 1 de agosto de 1914.

    53 El Fiscal, 9 de mayo 1914.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Claudia Leal León 53

    gatos y gallinas se paseaban por toda la ciudad54. El alumbrado público fallaba con

    frecuencia y tenía una cobertura bastante limitada55. Para completar este panorama

    desolador, el telégrafo solía dañarse y el correo tomaba semanas en llegar56. ¿Quién

    podía admirar una ciudad que permanecía aislada del resto del mundo, con caminos

    por calles y potreros enmontados en lugar de plazas?

    Los celebrados logros culturales también ilustran el tipo de ciudad que era Tumaco. El

    colegio de varones cerró después de tan sólo tres años de labores y tuvo que funcionar

    como escuela primaria57. Las funciones del Teatro Municipal, que tanto ayudaban a darle

    un aire cosmopolita al puerto, eran eventos esporádicos. La frecuente desintegración

    de la banda municipal solía dejar a los tumaqueños sin las muy apreciadas retretas58.

    La biblioteca pública permanecía cerrada por falta de fondos. Algunos de los pocos

    ‘profesionales’ del puerto no eran graduados59. Un visitante de cualquier ciudad del

    interior se habría horrorizado ante la perspectiva de vivir en una población en la que

    faltaban muchas de las comodidades asociadas con la vida urbana.

    La exportación de tagua generó sueños urbanos pero se quedó corta en hacerlos

    realidad. La venta de un producto del bosque sin ningún procesamiento, ni vínculos

    horizontales con otro tipo de actividades, representó un logro para Tumaco, pero

    no creó una economía fuerte. Las economías extractivas, que dependen de tomar

    productos de la naturaleza, han sido típicas de las selvas tropicales, donde la gran

    diversidad de plantas y animales ha facilitado encontrar materiales demandados en

    otras regiones. El caucho, extraído en esta misma época de los bosques de África y

    de Centro y Sur América, constituye tal vez el mejor ejemplo60. Estas economías han

    generado crecimiento urbano, pero sólo ciudades de tercera categoría.

    54 , 23 de enero de 1915; 8 de enero de 1910; 14 de diciembre de 1912; 25 de abril de 1914; 1 de

    agosto de 1914; El Fiscal, 1 de julio de 1914; 1 de octubre de 1918; El Micrófago, 28 de marzo de 1914; El Eco

    , 30 de noviembre de 1919.

    55 , 28 de marzo de 1914; El Micrófago, 12 de julio de 1913; El Fiscal, 10 de febrero de 1915.

    56 El Micrófago, 22 de noviembre de 1913; El Fiscal, 18 de marzo de 1914; 17 de junio de 1914; 10 de febrero de 1916.

    57 , 26 de diciembre de 1914.

    58 En 1909 Tumaco había creado su primera escuela de música y banda. En 1910 el concejo creó otra escuela,

    había fracasado. En 1915 había una nueva banda, pero en 1919 un periodista lamentaba la falta de una, y no se

    sabe qué pasó con la banda de 1920. El Revisor, 10 de febrero de 1909; Gaceta Departamental, 26 de febrero de

    1909; El Concejal, 31 de octubre de 1910; El Micrófago, 19 de julio de 1913; 21 de noviembre de 1914; El Fiscal,

    24 de marzo de 1915; El Anzuelo, 11 de mayo de 1919; La Juventud, 4 de septiembre de 1920.

    59 , 31 de diciembre de 1919.

    60 Sobre el auge del caucho en el Amazonas ver, entre otros: WEINSTEIN, Barbara, The Amazon Rubber Boom,

    1850-1920, Stanford, Stanford University Press, 1983; DOMÍNGUEZ, Camilo y GÓMEZ, Augusto, La Economía

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    54 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    estructura racial. Las categorías de blanco y negro servían para marcar límites entre

    personas con fenotipos y culturas más variadas de lo que esa oposición sugiere, y

    sirven aquí para señalar divisiones sin las cuales es imposible dar cuenta de lo que

    era Tumaco. Los comerciantes blancos que exportaban las semillas recolectadas por

    descendientes de esclavos formaban el ápice de la pirámide social del puerto, mientras

    que gente negra estaba en la base. Pero los grupos negros no conformaban un todo

    homogéneo: representaban los sectores más pobres, así como también la mayoría de

    los sectores medios. Miguel Triana, un bogotano que visitó Tumaco en 1906, quedó

    impresionado con la posición alcanzada por algunas personas negras:

    empleados de color con tal seriedad y fundamento, que nos creimos

    trasladados a una república negra. Las familias negras mandan sus hijos

    a las escuelas, con gran provecho para la educación de su raza […]

    En la iglesia, en el teatro, en los paseos, las señoritas negras, a pesar del

    abigarrado gusto de sus trajes, hacen comprender que se ha establecido la

    selección verdadera de la raza Africana, por el donaire señoril y el recato

    de las maneras y movimientos61.

    A pesar de la movilidad social que la ciudad permitía, había límites claros a las

    posiciones alcanzadas por personas negras. Hubo hombres negros que montaron

    hombres blancos y discutieron estrategias políticas en reuniones de su partido,

    mientras sus mujeres pudieron haber ido a cine con una vecina blanca. Pero ninguna

    persona negra era dueña de una casa comercial, la principal fuente de poder en la

    región. Además, los blancos establecían límites muy claros en su interacción con

    personas de piel oscura y cabello ensortijado. Los padres de una de las familias de

    la élite blanca nunca hubieran aceptado que un hijo suyo se casara con una de las

    elegantes señoritas negras que tan buena impresión dejaron en el señor Triana. Un

    comentario publicado en un periódico en 1920 expresa claramente las barreras que

    demarcaban la división racial en Tumaco:

    Extractiva en la Amazonia Colombiana, 1850-1930, Bogotá, Tropenbos, Corporación Araracuara, 1990; BARHAM,

    Brad y COOMES, Oliver, Prosperity’s Promise: The Amazon Rubber Boom and Distorted Economic Development, Boulder,

    Colorado, Westview Press, 1996; STANFIELD, Michael Edward, Red Rubber, Bleeding Trees, Albuquerque,

    University of New Mexico Press, 1998. Sobre el auge del caucho en Africa ver COQUERY-VIDROVITCH,

    Catherine, Le Congo au Temps des Grandes Compagnies Concessionaires, 1898-1930, Paris, Mouton & Co, 1972.

    61 TRIANA, Miguel, Por el Sur, op. cit., 39.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Claudia Leal León 55

    Con gran extrañeza hemos sido informados que habiéndose presentado

    unas señoritas de la raza llamada humilde al Colegio S C de Jesús, fueron

    advertidas por la R Madre Superiora de que al ingresar al Establecimiento

    quedaban sujetas a los vejámenes que les dirigirían a diario las alumnas de

    raza blanca, a quienes no podría imponer ningún castigo para no disgustar

    a los padres de estas señoritas62.

    63.

    Las divisiones raciales también marcaban la geografía de la ciudad. Con la expansión

    de Tumaco, el centro adquirió mayor valor simbólico en la medida en que se constituía

    del resto de la ciudad. Allí estaban las casas comerciales muy bien ubicadas en las

    inmediaciones de las dos calles principales: la Calle del Comercio, que corría a lo largo

    de la orilla del mar, y la Calle Márquez, que llevaba el nombre de uno de los mayores

    comerciantes del puerto. Este moderno centro de la ciudad, zona de encuentro de

    diferentes grupos sociales, representaba el poder de la élite blanca. En contraste, el

    barrio de Pueblo Nuevo era primordialmente un área habitada por familias negras.

    Este barrio surgió en las primeras dos décadas del siglo XX con la expansión de

    Tumaco hacia el noroccidente, al otro lado del estero que dividía la isla en dos64.

    La ideología de la élite blanca se nutría de la división racial que marcaba la economía

    de la tagua. Este grupo privilegiado había realizado grandes esfuerzos por construir

    la ciudad como una forma de crear un lugar civilizado en medio de la selva, ambiente

    considerado salvaje. La élite estaba convencida de que las mujeres y los hombres que

    recolectaban tagua pertenecían a las selvas donde vivían65. Pero resulta que muchas

    de esas personas habían migrado a la ciudad, junto con su pobreza y sus costumbres,

    donde conformaban la mayoría de la población. Las palabras de un periodista local

    racial de la ciudad:

    Tal es la Policía de Tumaco, compuesta casi en su totalidad de morenos

    incultos y analfabetas, quienes en vez de cargar la vara de la justicia y

    62 La Juventud, 16 de octubre de 1920.

    63 , 8 de enero de 1910 y 23 de abril de 1910.

    64 Véase mapa de Tumaco en MERIZALDE DEL CARMEN, Bernardo, op. cit.

    65 El Montaráz, 24 de mayo de 1879.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    56 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    seguridad deberían estar, canalete en mano, cargando en su potrillo o

    canoa racimos de plátanos para la venta […] puesto que ese es y debe

    ser su elemento, y su puesto y no el de guardianes de sociedad66.

    Las ideas sobre la naturaleza y la raza afectaban la forma en que las élites entendían

    el medio urbano y, por lo tanto, marcaban el carácter de la ciudad misma.

    La contradicción entre la ciudad ideal que la élite soñaba y la realidad tumaqueña

    queda aún más clara en las frecuentes quejas que sobre la música de la gente negra

    aparecían en los periódicos locales. Mientras los negros bailaban al ritmo de tambores

    y marimbas, las élites blancas preferían valses y otros ritmos de origen europeo. La

    presencia de la música negra en la ciudad causaba escozor entre los poderosos del

    puerto, que solían quejarse de los bailes de la gente negra. Estas críticas constituyen

    la forma más frecuente en la que los blancos se referían a los habitantes negros de la

    estos autores tenían sobre la vida urbana civilizada. Ellos consideraban a la música

    monótona y a las letras inmorales, pero lo que más les disgustaba era el baile67. En

    Al principio los bailes se hacen con cierto orden, pero a medida que los

    negros van ingiriendo aguardiente, se convierten las danzas en saltos

    desaforados; los cantos en gritos estridentes; la música en sonidos broncos

    y destemplados. No pocas veces los bailes terminan en puñetazos, palos

    y cuchilladas68.

    que gente embriagada perdía el control y se comportaba de manera degenerada. Un

    observador notó con disgusto que “en esas bacanales, no sólo se cometen faltas de la

    peor ralea, sino que la embriaguez que en ellas domina, es origen de riñas, heridas y 69

    con marimba acrecentaban la molestia de los hombres literatos del puerto.

    Acusaciones de salvajismo dominaban los escritos de la élite sobre estos bailes.

    Un periodista de Buenaventura opinaba que “[l]os instrumentos... los tocan con

    66 El Fiscal, 13 de mayo de 1914.

    67 El Correo de la Costa, 16 de marzo de 1879 y 18 de septiembre de 1910.

    68 MERIZALDE, op. cit. p. 153.

    69 El Micrófago, 27 de septiembre de 1913.

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    Claudia Leal León 57

    desesperacion, con frenesi, y el canto, con una aspereza y monotonía tan salvaje, que 70. Ante los

    ojos de estos hombres las marimbas no pertenecían a las ciudades; las corrompían.

    Su sonido representaba la llegada del desorden del bosque al ambiente urbano

    humanizado. Un periodista tumaqueño contrastó los logros de la ciudad con el atraso

    Tumaco, población que va adquiriendo tintes de civilización y de progreso, se despoje

    de esos antiguos hábitos coloniales. La marimba, el instrumento de los pueblos salvajes, 71.

    Para las élites tumaqueñas el salvajismo en el mundo estaba simbolizado por África,

    en la región por las selvas y en Tumaco por el barrio negro de Pueblo Nuevo, “área 72.

    La geografía de la ciudad y las relaciones entre sus residentes, vistas en parte a través

    del desprecio que los blancos sentían por las manifestaciones culturales negras,

    semejaban las profundas divisiones de la economía tumaqueña. Una pequeña élite

    blanca, que comprendía una proporción minúscula de los habitantes de la ciudad,

    era dueña de las casas comerciales, ocupaba los puestos más altos de la burocracia

    y controlaba la prensa local. Esta élite compartía la ciudad con gente negra que, a

    pesar de las posibilidades que había para la movilidad social, no lograba acceder a los

    círculos sociales más altos. Los hombres letrados asociaban a los negros con la selva

    y consideraban que estos expresaban el salvajismo del que ellos querían escapar con

    la construcción de la ciudad. Por esta razón, los curas –que también eran hombres 73.

    Las divisiones raciales expresaban la estructura de la economía y determinaban el

    culturales.

    Conclusión

    En la introducción a un libro reciente sobre historia ambiental latinoamericana,

    del siglo XIX y principios del siglo XX en América Latina es uno de los temas

    70 El Correo de la Costa, 16 de marzo 1879.

    71 El Micrófago, 27 de septiembre de 1913.

    72 Citado por TRIANA, Por el Sur, op. cit. p. 41; ver también , 20 de septiembre de 1913 y 18 de

    septiembre de 1910.

    73 Cita de MERIZALDE, op. cit., p. 204. Ver también El Micrófago, 27 de septiembre de 1913.

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    58 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    destacada relación que existe entre economía y ambiente –evidente en la importancia

    de productos agrícolas y extractivos como el café, los bananos, el güano y el nitrato– ha

    sido en gran medida ignorada. Debido a que los académicos han estudiado por mucho

    tiempo los efectos sociales, políticos y económicos de la integración latinoamericana

    a la economía mundial, este popular tema sirve para demostrar, a una audiencia aún

    no convencida, la necesidad de tomar en serio a la naturaleza74.

    En las dos décadas pasadas han aumentado los trabajos que indagan sobre las

    dimensiones ambientales del desarrollo exportador. Algunos estudios recientes se han

    concentrado en la aparición de pestes asociadas con las plantaciones y en el papel de la

    investigación agrícola, es decir, de formas particulares de entender el mundo natural75.

    Pero buena parte de la literatura reciente, así como algunos estudios pioneros, se

    concentran en los cambios del paisaje. En su estudio sobre la zona cafetera, publicado

    en 1949, el geógrafo James Parsons explica cuidadosamente la transformación de un

    de cultivos76. Los estudios más recientes tienden a llamar nuestra atención sobre los

    costos ambientales del crecimiento económico de ese período. En su estudio sobre la

    larga destrucción del bosque atlántico brasilero, Warren Dean dedica unos capítulos

    a la contribución de la exportación de café al desastre. De manera similar, Reinaldo

    Funes cuenta cómo la producción de azúcar en Cuba convirtió los bosques de la isla

    en cultivos de caña y pastizales improductivos77.

    El caso reconstruido aquí muestra cómo una actividad extractiva intensa y duradera

    como la recolección de tagua tuvo un impacto leve sobre el bosque. La recolección

    de tagua no amenazó la supervivencia del ecosistema del que dependía, ni generó una

    y el mundo urbano. Esta conexión ha sido estudiada desde distintos ángulos por

    Territories, Commodities and Knowledges: Latin American Environmental Histories

    in the Nineteenth and Twentieth Centuries, London, Institute for the Studies of the Americas, 2004.

    75 Ver, entre otros, McCOOK, Stuart George, States of Nature: Science, Agriculture, and Environment in the Spanish

    Caribbean, 1760-1940, Austin, University of Texas Press, 2002; SOLURI, John, “People, Plants, and Pathogens:

    Hispanic American

    Historical Review, No. 80, Washington, 2000, pp. 464-501.

    76 PARSONS, James, La colonización antioqueña [1949], Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1979.

    77 DEAN, Warren, With Broadax and Firebrand, The Destruction of the Brazilian Atlantic Forest, Berkeley, University of

    California Press, 1995; FUNES MONZONTE, Reinaldo, De Bosque a Sabana. Azúcar, deforestación y medioambiente

    en Cuba, 1492–1926, México, Siglo XXI, 2004.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Claudia Leal León 59

    autores que trabajan primordialmente sobre ciudades estadounidenses78. En este

    artículo examino el tema en una región selvática de Sur América. Aunque la selva ha

    sido el lugar privilegiado en América Latina para examinar asuntos ambientales con

    cierta perspectiva histórica, quienes han trabajado el tema no han hecho explícitas

    las conexiones entre la naturaleza y los procesos urbanos79. En este estudio exploro

    la relación entre selva y ciudad de tres maneras: la forma en que el desarrollo de

    Tumaco fue afectado por la naturaleza misma, por una organización social creada

    para transformar la naturaleza en mercancía y por las ideas de la naturaleza que se

    tenían. Veamos estos puntos uno por uno.

    Primero, la biología de Phytelephas tumacana le brindó a Tumaco el potencial de

    convertirse en un puerto de cierta importancia. El material que compone la semilla

    podía utilizarse para la producción de botones, las palmas crecían profusamente en los

    alrededores del puerto y cerca de ríos que garantizaban transporte barato. Además, la

    capacidad de la especie para reproducirse a pesar de que buena parte de sus semillas

    fueran recolectadas hacía posible una alta intensidad de cosecha sin afectar los

    taguales. Si las semillas de tagua fueran más pequeñas o más blandas no habría habido

    un mercado para ellas y el destino de Tumaco habría sido muy distinto. Lo mismo

    habría pasado si la especie tuviera una distribución diferente o si las poblaciones de

    tagua que rodean a Tumaco hubieran declinado debido a la persistente recolección

    de sus semillas. Las economías del auge exportador latinoamericano dependían de la

    naturaleza de maneras similares. La fertilidad de las pampas argentinas, para citar un

    ejemplo bien conocido, le dieron a una zona poco importante del imperio español

    la posibilidad de convertirse en una de las economías de más rápido crecimiento

    más general: cómo la naturaleza afectó el desarrollo latinoamericano durante el auge

    exportador. Este fenómeno ha sido reconocido a veces, tal como lo indica la expresión

    78 Dos buenos ejemplos son CRONON, William, Nature’s Metropolis, Chicago and the Great West, New York,

    W.W. Norton & Co, 1991 y DAVIS, Mike, Ecology of Fear, New York, Metropolitan Books, 1998. Ver también

    BRECHIN, Gray, Imperial San Francisco, Berkeley, University of California Press, 1999 y el clásico de WILLIAMS,

    Raymond, The Country and the City, New York, Oxford University Press, 1975.

    79 Mucha de esta literatura se ha centrado en el Amazonas; ver, entre otros muchos: CLEARY, David, “Towards

    Latin American

    Research Review, Austin Texas, Latin American Studies Association, No. 36, 2001, pp. 65-96 y RAFFLES, Hugh,

    In Amazonia, A Natural History, Princeton University Press, 2002. Otras zonas selváticas también han recibido

    atención, ver, por ejemplo, LEAL, Claudia y RESTREPO, Eduardo, Unos bosques sembrados de aserríos, historia de

    , Medellín, ICANH, Universidad de Antioquia, Universidad Nacional

    sede Medellín, 2003. BROWDER, John, Rainforest Cities, New York, Columbia University Press, 1997 es un

    ejemplo de un estudio sobre las ciudades de la selva.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    60 Un puerto en la selva. Naturaleza y raza …

    ‘lotería de los productos básicos’80. Pero en muchos casos las implicaciones de la

    naturaleza de los productos de exportación ha sido un tema dejado de lado.

    Segundo, el potencial ofrecido por la biología de la tagua logró realizarse a través del

    desarrollo de relaciones económicas que transformaron una semilla en una mercancía

    o un ‘producto natural’. La exportación de tagua descansaba sobre la ocupación

    de los bosques por parte de gente negra, la conformación de una élite comercial

    en una isla olvidada, y la relación entre los dos grupos afectada por el legado de la

    esclavitud. Mientras gente negra realizaba el trabajo manual y subsidiaba el comercio

    de la tagua, personas blancas manejaban el comercio de exportación, tomaban riesgos

    y recaudaban las ganancias. De manera similar, el impresionante crecimiento de la

    economía argentina después de 1880 dependió de factores sociales que permitieron

    el aprovechamiento del potencial de las pampas: la derrota de las tribus indígenas y

    la inmigración de trabajadores europeos, entre otros.

    Tercero, las nociones de que la ciudad es opuesta a la selva y que la gente negra

    pertenece a este último ambiente imprimieron a la ciudad un carácter particular. Ante

    los ojos de la élite, la naturaleza salvaje de la selva entraba a Tumaco a través de la

    presencia de los negros, que conformaban la mayoría de la población del puerto. El

    contradicciones inherentes al proyecto urbano de las élites. Estas soñaban con tener

    gente negra subsidiaban y permitían el comercio de la tagua. Sin embargo, concebían

    a su ciudad en oposición tanto a los bosques, como a la supuesta naturaleza de estos

    trabajadores. Con ello negaban y ocultaban las fuerzas que facilitaban sus aspiraciones

    urbanas. El pensamiento racial y las ideas sobre lugares urbanos revelan mucho sobre

    la relación que diferentes sociedades tienen con la naturaleza, porque las ciudades

    suelen ser pensadas como los ambientes más anti-naturales y las características raciales

    suelen ser consideradas naturales. Tumaco es un lugar privilegiado para explorar

    las nociones paralelas de raza y ciudad porque heredó una fuerte división racial de

    tiempos coloniales y está rodeado de selvas, ambiente que suele ser considerado como

    naturaleza prístina.

    Al introducir preocupaciones sobre divisiones raciales y pensamiento racial este artículo

    establece vínculos entre el creciente campo de la historia ambiental latinoamericana y

    trabajos recientes que acentúan la importancia de la categoría de raza para entender el

    80 Para un ejemplo del uso del término ver THROP, Rosemary, Progreso, pobreza y exclusión. Una historia económica

    de América Latina en el siglo XX, Washington, Banco Interamericano de Desarrollo, 1998, p. 50.

  • HISTORIA CRÍTICA NO. 30, BOGOTÁ, JULIO-DICIEMBRE 2005, pp. 39-65

    Claudia Leal León 61

    pasado y el presente de América Latina. Historiadores y antropólogos han explorado

    formas en que indios y negros han participado en política y contribuido a formar sus

    naciones81. Aunque han puesto menos atención a la interacción entre naturaleza y

    raza, unos cuantos académicos han hecho aportes interesantes al tema. Algunos han

    mirado la forma en que ciertas regiones o geografías han sido asociadas a categorías

    raciales82. El estudio de la forma particular que tomó el movimiento eugenésico en

    América Latina ha relacionado las preocupaciones sobre raza y naturaleza desde la

    perspectiva de la historia de la ciencia. Sin embargo, este tipo de investigaciones han

    sido poco trabajadas por los historiadores ambientales83. Aquí he examinado cómo

    una ideología que conecta raza y naturaleza negó tanto el papel de la selva, como el

    de la gente negra en la construcción de Tumaco. El sueño de crear una metrópoli en

    la selva resalta las contradicciones que surgieron de la forma en que las personas de

    esta sociedad se relacionaban entre ellas y con la naturaleza.

    81 Ver, entre otros, WADE, Peter, Gente negra, nación mestiza: dinámica de las identidades raciales en Colombia [1993],

    Bogotá, Uniandes, Universidad de Antioquia, 1997; APPELBAUM, Nancy, MACPHERSON, Anne S. y

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    of North Carolina Press, 2003; SANDERS, James, Contentious Republicans, Popular Politics, Race, and Class in

    Nineteenth-Century Colombia, Durham, Duke University Press, 2004.

    82 Ver, entre otros, WADE, Peter, op. cit.; ORLOVE, Benjamin, “Putting race in its place: order in colonial and

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    83 STEPAN, Nancy, “The Hour of Eugenics”: Race, Gender, and Nation in Latin America, Ithaca, Cornell University

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