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EL CRITERIO POR DON JAIME BALDES PRESBITERO SEXTA EDICION PARIS GARNIER HE R MANOS, LIBREROS - EDITORES 6, rue des Saints-Péres, 6 1899

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  • EL

    CRITERIOPOR

    DON JAIME BALDESPRESBITERO

    SEXTA EDICION

    PARIS

    GARNIER HE R MANOS, LIBREROS - EDITORES

    6, rue des Saints-Pres, 6

    1899

  • EL CRITERIO.

    CAPITULO PRIMERO.

    CONSIDERACIONES PRELIMINARES

    En qu consiste el pensar bien. Cu s !a ,verdad.

    El pensar bien consiste, en conocer la verdad, endirigir el entendimiento por el camino que conduce ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando lasconocemos como son en s, alcanzarnos la verdad; deotra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Diosconocemos una verdad, porque realmente Dios existe;conociendo que la variedad de las estaciones depende delsol, conocemos una verdad, porqbe en efecto es as;conociendo que el respeto los padres, la obediencia las leyes, la buena fe en los contratos, la fidelidad conlos amigos, son virtudes, conocernos la verdad; as comocaeramos en error, pensando que la perfidia, la ingrd-

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    taud, la injusticia, la destemplanza, son cosas buenay laudables.

    Si deseamos pensar bien, liemos de procurar conocera verdad, es decir, la realidad de las cosas. De qusirve discurrir con sutileza, con profundidad aparente,si el pensamiento no est conforme con la realidad? Unsencillo labrador, un modesto artesano, que conocenbien los objetos de su profesion, piensan y hablan mejorsobre ellos que un presuntuoso filsofo que en encum-brados conceptos y altisonantes palabras, quiere darleslecciones sobre lo que no entiende.

    Diferentes modos de conocer la verdad.

    veces conocernos la verdad, cero de un modo gro-sero ; la realidad no se presenta nuestros ojos, tal cornoes, sino CO/1 alguna falta, aadidura mudanza. Si des-fila cierta distancia una coluna de hombres, de tallanera que veamos brillar 13sfusiles, pero sin distinguirlos trajes, sabemos que hay gente armada, pero ignora-mos si es de paisanos, de tropa de algun otro cuerpo;el conocimiento es imperfecto, porque nos falta distin-:-suir el uniforme para saber la pertenencia. Mas si pora distancia i otro motivo nos equivocamos, y les atri-mimos una prenda de vuestuario , que no llevan, el cono-;imiento sera imperfecto, porque aadiremos lo que enrealidad no hay. Por fin, si tomarnos una cosa por otra,como por ejemplo si creemos' que son blancas .unasvuel-tas que en realidad son amarillas, mudamos lo que hay,pues hacemos de ello una cosa diferente.

    Cuando conocemos perfectamente la verdad, nuestroentendimiento se parece un espejo en el cual vemosretratados con toda fidelidad los objetos corno son en s;cuando caemos en error, _se-asemeja uno de aquellos

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    vidrios de ilusion que nos presentan lo que realmenteno existe; pero cuando conocemos la verdad medias,podria compararse un espejo mal azogado, colocadoen tal disposicion que si bien nos muestra objetos reales,sin embargo nos los ofrece demudados alterando lostamaos y figuras.

    Variedad do ingenios.

    El buen pensador procura ver en los objetos todo loque hay, pero no mas de lo que hay. Ciertos hombrestienen el talento de ver mucho en todo ; pero les cabe ladesgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo quehay. Una noticia, una ocurrencia cualquiera, les sumi-nistran abundante materia para discurrir con profusion,formando, como suele decirse, castillos en el aire. Estossuelen ser grandes proyectistas y charlatanes.

    Otros adolecen del defecto contrario; ven bien, peropoco; el objeto no se les ofrece sino por un lado; si estedesaparece, ya no ven nada. Estos se inclinan ser sen-tenciosos y aferrados en sus temas. Se parecen los queno han salido nunca de su pas : fuera del horizonte que estn acostumbrados, se imaginan que no hay masinundo.

    Un entendimiento claro, capaz y exacto, abarca elobjeto entero; le mira por todos sus lados, en todas susrelaciones con lo que le rodea. La conversaeion y los es-critos de estos hombres privilegiados se distinguen porsu claridad, precision y exactitud. En cada palabra en--contrais una idea, y esta idea veis que corresponde larealidad de las cosas. Os ilustran., os convencen, os dejanplenamente satisfecho: decir con entero asentimiento : s, es verdad, tiene razon. Para seguirlos en sus di ,z-cursos no necesitais esforzaros: parece que andais porun camino llano, y que el que habla solo se ocupa de

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    haceros notar con oportunidad los objetos que encontrais vuestro paso. Si explican una materia difcil y abstrusa,Cambien os ahorran mucho tiempo y fatiga. El senderoes tenebroso porque est en las entraas de la tierra ;pero os precede un gula muy prctico, llevando en la manouna antorcha que resplandece con vivsima luz.

    IV

    ..a perfeecion de :as profesiones depende de la perfeccion con que se conocenlos objetos de ellas.

    El perfecto conocimiento de las cosas en el rden ciert-iifico, forma los verdaderos sabios; en el rden prctico,para el arreglo de la conducta en los asuntos de la vida,forma los prudentes ; en el manejo de los negocios delEstado, forma los grandes polticos; y en todas las pro-fesiones, es cada cual mas mnos aventajado, pro-porcion del mayor menor conocimiento de los objetosque trata maneja. Pero este conocimiento ha de serprctico, ha de abrazar Cambien los pormenores de lae i ecucion, que son pequeas verdades, por decirlo as,de las cuales no se puede prescindir, si se quiere lograrel objeto. Estas pequeas verdades, son muchas en todas

    profesiones; bastando para convencerse de ello, eloir los que se ocupan aun en los oficios mas sencillos.Cul ser pues el mejor agricultor? El que mejor co-nozca las calidades de los terrenos, climas, simientes yplantas, el que sepa cules son los mejores mtodos instrumentos de labranza, y que mejor acierte en 11:oportunidad de emplearlos; en una palabra, el que co-nozca los medios mas propsito para hacer que la tierraproduzca con poco coste, mucho, pronto y bueno. Elmejor agricultor ser pues el que conozca mas verdadesrelativas la prctica de su profesion. Cul es el mejorcarpintero? El que mejor conoce la naturaleza y calida-

  • 5 ---Jes de las maderas, el modo particular de trabajarlas, yel arte de disponerlas del modo mas adaptado al uso que se destinan. Es decir, que el mejor carpintero ser aquel que sabe mas verdades sobre su arte. Cul serel mejor comerciante ? El que mejor conozca los gnerosde su trfico, los puntos de donde es mas ventajoso traer-los, los medios mas propsito para conducirlos sindeterioro, con presteza y baratura, los mercados masconvenientes para expenderlos con celeridad y ganan-cia : es decir, aquel que posea mas verdades sobre loaobjetos de comercio, el que conozca mas fondo la rea-lidad de las cosas en que se ocupa

    todos interesa e: pensar "13 en.

    chase pues de ver que el arte da persa' bien no inte-resa solamente los filsofos, sino tambien las gentesmas sencillas. El entendimiento es un don precioso quenos ha otorgado el Criador, es la juzgue se nos ha dadopara guiarnos en nuestras acciones ; y caro es que unode los primeros cuidados que debe ocupar a! hombre estener bien arreglada esta luz. Si ella falta nos quedamos oscuras, andamos' - tientas ; y por este motivo es ne-cesario no dejarla que se apague. No debemos tener e!entendimiento en inaccion con peligro de que se pongaobtuso y estpido; y por otra parte, cuando nos propo-nemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz seabuena para que no nos deslumbre, bien dirigida paraqua no nos extrave.

  • 6cmo se debe enseriar pensar bien,

    El arte de pensar bien no se aprende tanto con reglascono con modelos. los que se empean en ensearle fuerza de preceptos, y de observaciones analticas se lospodria comparar con quien emplease un mtodo seme-jante para ensear los nios hablar andar. No poresto condeno todas las reglas; pero s sostengo que de-ben darse con mas parsimonia, con mnos pretensionesfilosficas, y sobre todo de una manera sencilla, prc-tica : al lado de la regla el ejemplo. Un nio pronunciamal ciertas palabras; para corregirle qu hacen sus pa-dres maestros? . Las pronuncian ellos bien, y hacenque en seguida las pronuncie el nio : escucha biencuino yo lo digo; ver. ahora t'; mira no pongas los la-bios de esta manera, no hagas tanto esfuerzo con la len-gua y otras cosas por este tenor. li aqu el '.preceptoal lado del ejemplo, la regla y el modo de practicarla (4).

    CAPTULO II.ATENCION.

    Hay medios que nos conducen al conocimiento de laverdad, y obstculos que nos impiden llegar l ; ense-iar emplear los primeros 3j remover los segundos,s el objeto del arte de pensar bien.

  • Definicion de la atencion. Su necesidad.

    La, atencion es. la aplicacion de la mente un objeto.El primer medio para pensar bien es atender. La segurio corta s no es aplicada al rbol, la hoz no siega si noes aplicada al tallo. Algunas veces se le ofrecen los ob-jetos al espritu sin que atienda ; como sucede ver sin mi-rar, y oir sin escuchar; pero el conocimiento que deesta suerte se adquiere, es siempre ligero, 'superficial, menudo inexacto, totalmente errado. Sin la atencionestamos distraidos, nuestro espritu se. halla, por decirloasi en otra parte; y por lo mismo no ve aquello que sele muestra. Es de la mayor importancia adquirir un h-bito de atender lo que se estudia se hace; porque sibien se observa, lo que. nos falta menudo no es la ca-

    - pacidad para entender lo que vemos, leemos olmos,sino la aplicacion del nimo aquello de que se trata.

    Se nos refiere un suceso, pero escuchamos la narra-eion con atencion floja, intercalando mil observacionesy preguntas, manoseando mirando objetos que nosdistraen ; de lo que resulta que se nos escapan circunstan-cias interesantes, que se, nos pasan por alto cosas esen-ciales, y que al tratar de contarle otros, de meditarlenosotros mismos para formar juicio, se nos presenta elhecho desfigurado, incompleto, y as caemos en erroresque no proceden de falta de capacidad, sino de no haberprestado al narrador la atencion debida.

    fi.Ventajas de la atencion inconvenientes de su atta.

    Un espritu atento multi plica sus fuerzas de una ni a-

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    ru increible, aprovecha el tiempo atesorando siemprecaudal de ideas; las percibe con mas claridad y exacti-tud ; y finalmente las recuerda con mas facilidad, causade que con la continua atencion estas se van colocandonaturalmente en la cabeza de una manera ordenada.

    Los que no atienden sino flojamente, pasean su enten-limiento por distintos lugares un mismo tiempo ; aqu'eciben una impresion, all otra muy diferente ; acumu-lan cien cosas inconexas que ljos de ayudarse mutua-mente para la aclaracion y retencion, se confunden, seembrollan y se borran unas otras. .No hay lectura, nohay conversacion, no hay espectculo por insignificantesque parezcan, que no nos puedan instruir en algo. Conla atencion notamos las preciosidades y las recogemos;con la distraccion dejamos quiz caer al suelo el oro ylas perlas como cosa balad.

    5 tu!..

    Cmo debe ser la atencion. Atolondrados y ensimismados.

    Creern algunos que semejante atencion fatiga mucho;pero se equivocan. Cuando hablo de atencion no me re-fiero aquella fijeza de espritu con que este se clava, pordecirlo as, sobre los objetos ; sino de una aplicacionsuave y reposada, que permite hacerse cargo de cadacosa, dejndonos empero con la agilidad, necesaria parapasar sin esfuerzo de unas ocupaciones otras. Estaatencion no es incompatible ni con la misma diversiony recreo, pues es claro que el esparcimiento del nimono consiste en no pensar, sino en no ocuparse de cosastrabajosas, y en entregarse otras mas llanas y ligeras.El sabio que interrumpe sus estudios profundos saliendo solazarse un rato con la amenidad de la campia, nose fatiga, ntes se distrae, cuando atiende al estado de

  • las mieses, las faenas de los labradores, al murmullode los arroyos, al canto de las aves

    Tan ljos estoy de considerar la atencion como abs-traccion severa y continuada, que muy al contrariccuento en el nmero de los distraicios, no solo los ato-londrados sino tambien los ensimismados. Aquellos seierraman por la parte de afuera, estos divagan por lastenebrosas regiones de adentro ; unos y otros carecen dela conveniente atencion, que es la que se emplea enaquello de que se trata.

    El hombre atento posee la ventaja de ser mas urbanoy corts; porque el amor propio de los domas se sientelastimado, si notan que no atendemos lo que ellos dicen.Es bien notable que la urbanidad su falta, se apellidentambien atencion desatencion.

    I V .Las icterrupcioueR.

    Ademas son pocos los casos, aun en los estudios se-rios, que requieren atencion tan profunda que no puedainterrumpirse sin grave dao. Ciertas personas se que-jan amargamente si una visita deshora, un ruidoinesperado, les cortan, corno suele decirse. el hilo deldiscurso : esas cabezas se parecen los daguerretipos,en los cuales el menor movimiento del objeto, la inter-posicion de otro extrao, bastan para echar perder elretrato paisaje. En algunas ser tal vez un defecto na-tural, en otras una afectacion vanidosa por hacerse delpensador, y en no pocas falta de hbito de concentrarse.Como quiera, es preciso acostumbrarse tener la aten-cion fuerte y flexible un mismo tiempo, y procurarque la formacion de nuestros conceptos no se asemeje la de los cuadros dagnerreotipados, sino de los comu-nes: si el pintor es interrumpido, suspendo sus tareas;1.

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    al volver proseguirlas no encuentra malbaratada suobra; si un cuerpo le hace importuna sombra, en re-movindole, lo deja todo remediado (2).

    CAPTULO III.

    ELECCION DE CARRERA.

    Vago significado de la palabra Talento.

    Cada cual ha de dedicarse la profesion para la quese siente con mas aptitud. Juzgo de mucha importanciaesta regla ; y abrigo la profunda conviccion de que suolvido se debe el que no hayan adelantado mucho maslas ciencias y las artes. La palabra talento expresa paraalgunos, una capacidad absoluta; creyendo equivocada-mente que quien est dotado de felices disposicionespara una cosa lo estar igualmente para todas. Nada masfalso; un hombre puede ser sobresaliente, extraordina-rio, de una capacidad monstruosa para un ramo, y sermuy niediano y hasta negado con respecto otros. Na-poleon y Descrtes son dos genios ; y sin embargo ennada se parecen. El genio de la guerra no hubiera com-prendido al genio de la filosofa; y si hubiesen conver-sado un rato, es probable que ambos habrian quedadopoco satisfechos. Napoleon no le habria exceptuado en-tre los que con aire desdeoso apellidaba idedlogos.

    Podria escribirse una obra de los talentos compara-- dos, manifestando las profundas diferencias que median

    aun entre los mas extraordinarios. Pero la experienciade cada dia nos manifiesta esta verdad de una manera

  • palpable. Hombres oimos que discurren y obran slreuna materia con acierto admirable; al paso que en otrase muestran muy vulgares, y hasta torpes y desatenta-dos. Pocos sern los que alcancen una capacidad igualpara todo; y tal vez pudirase afirmar que nadie; puesla observacion ensea que hay disposiciones que se em-barazan, y se daan recprocamente. Quien tiene eltalento generalizador no es fcil que posea el de la exac-titud minuciosa ; el poeta que vive de inspiraciones be-llas v sublimes, no se avendr sin trabajo con la acom-pasada regularidad de los estudios geomtricos.

    Instinto que nos indica la carrera que mejor se nos adapta.

    El Criador, que distribuye a les hombres las faculta-des en diferentes grados, les comunica un instinto pre-cioso que les muestra su destino : la inelinacion muyduradera y constante hacia una ocupacion es indiciobastante seguro de que nacimos con aptitud para ella ;as como el desvo y repugnancia que no puede supe-rarse con facilidad, es seal de que el Autor de la na-turaleza no nos ha dotado de felices disposiciones paraaquello que nos desagrada. Los alimentos que nosconvienen se adaptan bien un paladar y olfato , no vi-ciados por malos hbitos alterados por enfermedad;y el sabor, y olor ingratos nos advierten cules son, losmanjares y bebidas que por su corrupcion otras cali-dades, podrian daarnos. Dios no ha tenido mnoscuidado del alma que del cuerpo.

    Los padres, los maestros, los directores de los esta-blecimientos de educacion y enseanza, deben fijarmucho la atencion en este punto, para precaver la prelida de un talento, que bien empleado, podria dar los

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    mas preciosos frutos, y evitar que no se le haga consu-mir en una tarea para la cual no ha nacido.

    El mismo interesado ha de ocuparse tambien en esteexmen ; el nio de doce aos tiene por lo COMllll re-flexion bastante para notar qu se siente inclinado,qu es lo que le cuesta mnos trabajo, cules son los es-tudios en que adelanta con mas facilidad, cules lasfaenas en que experimenta mas ingenio y destreza.

    Experimento para discernir el talento peculiar de cada nitto.

    Seria muy conveniente que se ofreciesen la vista delos nios objetos muy variados, conducindolos visitarestablecimientos donde la disposicion particular de ca-da uno pudiese ser excitada con la presencia de lo quemejor se le adapta. Entnces, dejndolos abandonados sus instintos, un observador inteligente formaria desdeluego diferentes clasificaciones. Exponed la mquinade un reloj la vista de una reunion de nios de diez doce aos, y es bien seguro que si entre ellos hay algunode genio mecnico muy aventajado, se dar conocerdesde luego por la curiosidad de examinar, por la discre-cion de las preguntas, y la facilidad en comprender laconstruccion que est contemplando. Leedles un trozo po-tico, y si hay entre ellos algun Garcilaso, Lope de Ve-ga, Ercilla, Calderon Melendez, veris chispear susojos, conoceris que su corazon late, que su mente seagita, que su fantasa se inflama bajo una impresion quel mismo no comprende

    Cuidado con trocar los papeles : de dos nios extraor-dinarios es muy posible que formeis dos hombres muycomunes. La golondrina y el guila se distinguen porla fuerza y ligereza de sus alas ; y sin embargo jamas el

  • guila pudiera volar la manera de la golondrina, niesta imitar la reina de las aves.

    El tentate diu quid [erre recusent, quid valeant hu-ineri, que Horacio inculca los escritores, puede igual-mente aplicarse cuantos tratan de escoger una profe-sion cualquiera (3).

    CAPITULO IV.

    CUESTIONES DE POSIBILIDAD.

    1Una clasificaclon de os actos de nuesizo entendimiento, y de las ciaestiouls

    que sa le puede:3 ofrecer.

    Para mayoi . claridad, dividir les actos de nuestro

    entendimiento en dos clases : especulativos y prcticos.Llamo especulativos los que se limitan conocer; yprcticos los que nos dirigen para obrar.

    Cuando tratarnos simplemente de conocer alguna cosa,se nos pueden ofrecer las cuestiones siguientes : I a sies posible no; 2 a si existe no; 3a cul es su natura-leza, cules sus propiedades y relaciones. Las reglasque se den para resolver con acierto dichas tres cuestio-nes, comprenden todo lo tocante la especulativa.

    Si nos proponemos obrar, es claro que intentamossiempre conseguir algun fin; de lo cual nacen las cues-tiones siguientes : l a cul es el fin; 2a cul es el mejormedio para alcanzarle.

    Ruego encarecidamente al lector que fije la atenclonsobre las divisiones que preceden, y procure retenerlasen la memoria ; pues ademas de facilitarle la inteligen-

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    Jia de lo que voy decir, le servirn muchsimo paraproceder con mtodo en todos sus pensamientos.

    II.

    Mear/ de posibilidad imposibilidad. Sus clasificaciones.

    Posibilidad. La idea expresada por esta palabra escorrelativa de la de imposibilidad, pues que la una en-\ ueive necesariamente la negacion de la otra.

    Las palabras posibilidad imposibilidad, expresanideas mu y diferentes, segun se refieren las cosas en s, la potencia de una causa que las pueda producir.Sin embargo, estas ideas tienen relaciones muy ntimas,como veremos luego. Cuando se consideran la posibili-hd 6 imposibilidad solo con respecto un ser, prescin-diendo de toda causa, se las llama intrnsecas : y cuandose atiende una causa, se las denomina extrnsecas. A.pesar de la aparente sencillez y claridad de esta divi-sion, observar que no es dable formar concepto cabalde lo que significa, hasta haber descendido las dife-rentes clasificaciones que expondr en los prrafos si-guientes.

    A primera vista se podr extraar que se expliqueprimero la imposibilidad que la posibilidad ; pero refie-xiornando un poco, se nota que este mtodo es muy l-gico. La palabra imposibilidad, aunque suena comonegativa, expresa no obstante muchas veces una idea,que nuestro entendimiento se le presenta como posi-tiva : esto es, la repugnancia entre dos objetos, una es-pecie de exclusion, de oposicion, de lucha, por decirloas : por manera que en desapareciendo esta repugnan-cia, concebimos ya la posibilidad. De aqu nacen lasexpresiones de esto es muy posible, pues nada seopone ello; es posible, pues no se ve ninguna re-pugnancia. Como quiera, e.

    n sabiendo lo que es irn-

  • 15 ---posibilidad, se sabe lo qua e3 la posibilidad, y viceversa.

    Algunos distinguen tres clases de imposibilidad : me-tafsica, fsica y moral.. Yo adoptar esta division,pero aadiendo un miembro, que ser la imposibilidadde sentido comun. En su lugar se ver la razon en queme fundo. Tambien advertir, que tal vez seria mejorllamar imposibilidad absoluta la metafsica ; natural la fsica; y ordinaria la moral.

    En qu consiste la imposibilidad metafsica absoluta.

    La imposibilidad metafsica absoluta, es la que sefunda en la misma esencia de las cosas, en otros tr-minos, es absolutamente imposible aquello que si exis-tiese, traeria el absurdo de que una cosa seria y no seria un mismo tiempo. Un crculo triangular es un impo-sible absoluto, porque fuera crculo y no circulo, trin-gulo y no tringulo. Cinco igual siete, es imposible ab-soluto, porque el cinco seria cinco y no cinco, y elsiete seria siete y no siete. Un vicio virtuoso es un im-posible absoluto, porque el vicio fuera y no fuera vicioa un mismo tiempo.

    HIV.

    La imposibilidad absoluta y la omnipotencia divina.

    Lo que es absolutamente imposible no puede existiren ninguna suposicion imaginable ; pues, ni aun cuandcdecimos que Dios es todopoderoso, entendemos que puedahacer absurdos. Que el mundo exista y no exista unmismo tiempo, que Dios sea y no sea, que la blasfemiasea un acto laudable, y otros delirios por este tenor, os

  • claro que no caen bajo la accion de la omnipotencia; y,como observa muy sabiamente santo Tomas, mas biendebiera decirse que estas cosas no pueden ser hechas,que no que Dios no puede hacerlas. De esto se sigue quela imposibilidad intrnseca absoluta, trae consigo la im-posibilidad extrnseca tambien absoluta : esto es, queninguna causa puede producir lo que de suyo es impo-sible absolufnmente.

    v.

    La imposibilidad absoluta, y los dogmas.

    Para afirmar que una cosa es absolutamente imposible,es preciso que tengamos ideas muy claras de los extremosque se repugnan ; de otra manera hay riesgo de apelli-dar absurdo lo que en realidad no lo es. Hago esta ad-vertencia para hacer notar la sinraz3n de los que conde-nan algunos misterios de nuestra fe, declarndolosabsolutamente imposibles. El dogma de la Trinidad y elde la Encarnacion son ciertamente incomprensibles aldbil hombre; pero no son absurdos. Cmo es posibleun Dios trino, una naturaleza y tres personas distintasentre si, idnticas con la naturaleza? Yo no lo s; perono tengo derecho inferir que esto sea contradictorio.Comprendo por ventura lo que es esta naturaleza, lo queson esas personas de que se me habla ? No : luego cuan-do quiero juzgar si lo que de ellas se dice es imposible no, fallo sobre objetos desconocidos. Qu sabemos nos-otros de los arcanos de la divinidad? El Eterno ha pro-nunciado algunas palabras misteriosas para ejercitarnuestra obediencia, y humillar nuestro orgullo; pero noha querido levantar el denso velo que separa esta vidamortal del ocano de verdad y de luz,

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    VI.Idea de la imposibilidad fsica 6 natural.

    La imposibilidad fsica d natural, consiste en que uf'hecho este fuera de las leyes de la naturaleza. Es natu-ralmente imposible que una piedra soltada en el aire nocaiga al suelo, que el agua abandonada s misma no seponga al nivel, que un cuerpo sumergido en un fluidode memor gravedad no se hunda, que los astros se pareirien su carrera ; porque las leyes de la naturaleza prescri-ben lo contrario, Dios, que ha establecido estas leyes,puede suspenderlas; el hombre no. Lo que es natural-mente imposible, lo es para la criatura, no para Dios.

    Modo de juzgar de la imposibilidad natural

    Cundo podremos afirmar que un hecho es imposiblenaturalmente? En estando seguros de que existe una leyque se opone la realizacion de este hecho, y que dichaoposicion no est destruida neutralizada por otra leynatural. Es ley de la naturaleza que el cuerpo del hom-bre, como mas pesado que el aire, caiga al suelo en fal-tndole el apoyo; pero hay otra ley por la cual un con-junto de cuerpos unidos entre s, que sea especficamentemnos grave que aquel en que se sumerge, se sostengay hasta se levante, aun cuando alguno de ellos sea masgrane que el flido; luego unido el cuerpo humano unglobo aerosttico dispuesto con el arte conveniente, po-dr remontarse por los aires, y este fenmeno estar muyarreglado las leyes de la naturaleza. La pequeez deciertos insectos no permite que su imgen se pinte ennuestra retina de una manera sensible; pero las leyes u

  • que est sometida la luz hacen que por medio de un vi-drio se pueda modificar la direccion de sus rayas de !amanera conveniente, para que salidos de un objeto muypequeo se hallen desparramados al llegar a la retina,y formen all una irngen de gran tamao ; y as no sernaturalmente imposible que con la ayuda del microsco-pio, lo imperceptible la simple vista se nos presenteron dimensiones grandes.

    Por estas consideraciones es preciso andar con muchotiento en declarar un fenmeno por imposible natural-mente. Conviene no olvidar : 4 que la naturaleza es muypoderosa ; 2 que nos es muy desconocida : dos verda-des que deben inspirarnos gran circunspeccion cuandose trate de fallar en materias de esta clase. Si Un hom-bre del siglo XV se le hubiese dicho que en lo veniderose recorrerla en una hora la distancia de doce leguas, yesto sin ayuda de caballos ni animales de ninguna espe-cie, habria mirado el hecho como -naturalmente imposi-ble; y sin embargo los viajeros que andan por los cami-nos de hierro, saben muy bien que van llevados conaquella velocidad por medio de agentes puramente na-turales. Quin sabe lo que se descubrir -en los tiemposfuturos, y el aspecto que presentar el mundo de aqu diez siglos? Seamos en hora buena cautos en creer laexistencia de fenmenos extraos, y no nos abandonemoscon demasiada ligereza sueos de oro ; pero guard-monos de calificar de naturalmente imposible lo que undescubrimiento pudiera mostrar muy realizable ; no de-mos livianamente fe exageradas esperanzas de cambiosnconcebiles ; pero no las tachemos de delirios y absurdos.

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    VIII.

    deshace una dificuliad sobre los milagros de Jesucristo.

    De estas observaciones surge al parecer una dificultad,que no han olvidado los incrdulos. Hla aqu ; los mi-lagros son tal vez efectos de causas que por ser descono-cidas, no dejarn de ser naturales; luego no prueban laintervencion divina y por tanto de nada sirven paraapoyar la verdad de la religion cristiana. Este argumentoes tan especioso como ftil.

    Un hombre de humilde nacimiento que no ha apren-dido las letras en ninguna escuela, que vive confundidoentre el pueblo, que carece de todos los medios humanos,que no tiene dnde reclinar su cabeza, se presenta enpbl:g.'n enseando una doctrina tan nueva como subli-me .,e le piden los ttulos de su mision, y l los ofrecemuy sencillos. Habla, y los ciegos ven, los sordos oyen,la lengua de los mudos se desata, los paralticos andan,las enfermedades mas rebeldes desaparecen de repente,los que acaban de espirar vuelven la vida, los que sonllevados al sepulcro se levantan del ataud, los que enter-rados do algunos dios despiden ya mal olor, se alzan en-vueltos en su mortaja, y salen de la tumba, obedientes la voz que les ha mandado salirafuera. Este es el con-junto histrico. El mas obstinado naturalista se empe-ar en descubrir aqu la accion de leyes naturales ocul-tas? Calificar de imprudentes los cristianos por haberpensado que semejantes prodigios no pudieran hacersesin intervencion divina? Creeis que con el tiempo hayade descubrirse un secreto para resucitar los muertos, yno como quiera, sirio hacindolos levantar la simplevoz de un hombre que los lame? La operacion de lascataratas tiene algo que ver con el restituir de golpela vista un ciego de nacimiento? Los procedimientospara volver la accion un miembro paralizado J.se ase-

  • 20 -mejan por ventura este otro : lev :tate, toma tu lecho,y vte tu casa? Las teoras hidrostticas hidruli-cas llegarn nunca encontrar en la mera palabra deun hombre, la fuerza bastante para sosegar de repenteel mar alborotado, y hacer que las olas se tiendan man-sas bajo sus pi s, y que camine sobre ellas, como un monarca sobre plateadas alfombras ?

    Y qu diremos s tan imponente testimonio se reu-nen las profecas cumplidas, la santidad de una vida sintacha, la elevacion de su doctrina, la pureza de la moral,y por fin el herico sacrificio de morir entre tormentosy afrentas, sosteniendo y publicando la misma enseanza,con la serenidad en la frente, la dulzura en los labios,articulando en los ltimos suspiros amor y perdon?

    No se nos hable pues de leyes ocultas, de imposibili-dades aparentes ; no se oponga tan convincente eviden-cia un negocio quin sabe ?... Esta dificultad queseria razonable, si se tratara de un suceso aislado, en-vuelto en alguna oscuridad, sujeto mil combinacionesdiferentes, cuando se la objeta contra el cristianismo esno solo infundada, sino hasta contraria al sentido comun

    IX .La imposibilidad moral ti ordinaria

    Lo imposibilidad moral t't ordinaria, es la oposicional curso regular ordinario de los sucesos. Esta palabraes susceptible de muchas significaciones, pues que la'do de curso ordinario es tan elstica, es aplicable tandiferentes objetos, que poco puede decirse en generalque sea provechoso en la prctica. Esta imposibilidadnada tiene que ver con la absoluta ni la natural ; las co-sas moralmente imposibles no dejan por eso de ser muy

    osibles absoluta y naturalmente.Daremos una idea muy clara y sencilla de la impos

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    bilidad ordinaria, si decimos que ,es imposible de estamanera, todo aquello que atandido el curso regular delas cosas, acontece muy rara vez nunca. Veo a unelevado personaje, cuyo nombre y ttulos todos pronun-cian, y quien se tributan los respetos debidos suclase, Es moralmente imposible que el nombre sea supues-to, y el personaje un impostor. Ordinariamente no sucedeas : pero tambien se ha sufrido este chasco una queotra vez.

    Yernos cada paso que la imposibilidad moral desa-parece con el auxilio de una causa extraordinaria impre-vista, que tuerce el curso de los acontecimientos. Un ca-pitan que acaudilla un puado de soldados, viene delejanas tierras, aborda playas desconocidas, y se en-cuentra con un inmenso continente poblado de millonesde habitantes. Pega fuego sus naves, y dice marche-mos. Adnde va? conquistar vastos reinos con al-gunos centenares de hombres. Esto es imposible; elaventurero est demente? Dejadle, que su demencia esla demencia del heroismo y del genio ; la imposibilidadse convertir en suceso histrico. Apelldose HernanCorts; es espaol que acaudilla espaoles.

    X.

    Imposibilidad de sentido comun impropiamente contenida en :a imposibilidadmoral.

    La imposibilidad moral tiene veces un sentido muydiferente del expuesto hasta aqu. Hay imposibles de los3uales no puede decirse que lo sean con imposibilidadabsoluta ni natural ; y no obstante vivimos con tal cer-teza de que lo imposible no se realizar, que nos la in-funde mayor la natural, y poco le falta para producir-nos el mismo efecto que la absoluta. Un hombre tiene enla mano un cajon de caractres do imprenta, que supon-

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    tiremos de forma cbica, para que sea igual la probabili-dad de caer y sostenerse por una cualquiera de sus caras;los revuelve repetidas veces sin rden ni concierto, sinmirar siquiera lo que hace, y al fin los deja caer alsuelo ; ser posible que resulten por casualidad orde-nados de tal manera que formen el episodio de Dido'lNo, responde instantneamente cualquiera que estsu sano juicio ; esperar este accidente seria un delirio;.tan seguros estamos de que no se realizar, que si se pusiese nuestra vida .. pendiente de semejante easualidaddicindonos que si esto se verifica se nos matar, conti.nuaramos tau tranquilos como si no elelstie?e la condi.-cion.

    Es de notar que aquino hay imposibilidad metafsica absoluta porque no hay en la naturaleza de' los carac-..tres una repugnancia esencial colocarse de dicha ma-,vera; pues que un cajista en breve rato los dispondriaas muy fcilmente ; tampoco hay imposibilidad natural,porque ninguna ley de la nataraleza obsta que caigapor esta aquella cara, ni el uno al lado del otro delmodo conveniente al efecto ,.hay pues una imposibilidadde otro rden, que nada tiene de comun con las otrasdos, y que tampoco se parece la que se llama moral,por solo estar fuera del curso regular de les aconteci-mientos.

    La teora de las probabilidades, auxiliada por la delas combinaciones, pone de manifiesto esta imposibili-dad, calculando, por decirlo as, la inmensa distancia enque este fenmeno se halla con respecto la existencia.El Autor de la naturaleza no -ha querido que una convic-cio

    que nos es muy importante, dependiese del raciocidio, y por consiguiente careciesen de ella muchos hom-bres; as es que nos.la ha dado todos manera de ins-tinto, como lo ha hecho con otras que nos son-igualmentenecesarias. En vano os empetiariais en combatirla ni aun.en el hombre mas rudo ; l no sabria tal vez qu respon-deros, pero menearla la cabeza, y dira para s : este

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    filsofo que cree en la posibilidad de tales despropsi-tos, no debe de estar muy sano , de juicio.

    Cuando la naturaleza habla en el fondo de nuestra al-ma con vez tan clara y tono tan decisivo, es necesidad elno escucharla. Solo algunos hombres apellidados filsofos se obstinan veces en este empeo ; no recordandoque no hay filosofa que excuse la falta de sentido comun,y que mal llegar ser sabio quien comienza por ser in-sentsato (4).

    CAPTULO Y.CUESTIONES DE EXISTENCIA. CONOCIMIENTO ADQUIRIDO

    POR EL TESTIMONIO INMEDIATO DE LOS SENTIDOS.

    L

    Necesidad del testimonio de los sentidos, y los diferentes modos con que nosroporcionan el conocimiento de las cosas.

    Asentados los principios y reglas que deben guiarnosen las cuestiones de posibilidad, pasemos ahora las deexistencia, que ofrecen un campo mas vasto, y mas tilesy frecuentes aplicaciones.

    De la existencia no existencia de un ser, bien de(pie una cosa es no es, podemos cerciorarnos de dosmaneras : por nosotros mismos, por medio de otros.

    El conocimiento de la existencia de las cosas que esadquirido por nosotros mismos, sin interveneion ajena,proviene de los sentidos mediata inmediatamente : (")ellos nos presentan el objeto, de las impresiones quo10 9

    mismos nos causan pasa el entendimiento inferirla existencia de lo que no se hace sensible no lo es. La

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    vista me informa inmediatamente de la existencia de unedificio que tengo presente; pero un trozo de columna,algunos restos de un pavimento, una inscripcion otrasseales, me hacen conocer que en tal cual lugar exis-ti un templo romano. En ambos casos debo los senti-dos la noticia ; pero en el primero inmediata, en el segun-do mediatamen te.

    Quien careciese de los sentidos tampoco llegaria conocer la existencia de los seres espirituales; puesadormecido el entendimiento no pudiera adquirir r stanoticia, ni por la razon, ni por le fe, no ser queDios le favoreciera por medios extraordinarios, deque ahora no se trata.

    la distincion arriba explicada en nada obstan lossistemas que pueden adoptars: sobre el origen de lasideas; ora se las suponga adquiridas, ora innatas, oravengan de los sentidos, ora sean tan solo excitadas porellos, lo cierto es que nada sabemos, nada pensarnos,si los sentidos no han estado en accion. Ademas, hastales dejaremos los idelogos la facultad de imaginar loque bien les pareciere sobre las funciones intelectualesde un hombre que careciese de todos los sentidos; sinriesgo podemos otorgarles tamaa latitud, supuesto quenadie aclarar jamas lo que en ello habra de verdad ; yaque el paciente no seria capaz de comunicar lo que le pa-sa, ni por palabras ni por seas. Finalmente aqu se tratade hombres dotados de sentidos, y la experiencia enseaque esos hombres conocen, lo que sienten, por loque sienten.

    11.Errures en quo incurrirnos por ooasion de los sentidos. Su remedio. Ejemplos.

    El conocimiento inmediato que los sentidos nos dande la existencia de una cosa, es veces errado, porqueno nos servirnos como debemos de estos admira ljles ins

  • trumentos que nos ha concedido el Autor de la naturaleza.Los objetos corpreos obrando sobre el rgano de lossentidos, causan una impresion nuestra alma ; asegu-rmonos bien de cul es esta impresion, sepamos hastaqu punto le corresponde la existencia de un objeto; liaqu las reglas para no errar en estas materias. Algunasexplicaciones ensearn mas que los preceptos y teoras.

    Veo larga distancia un objeto que se mueve, y digo :all hay un hombre ; acercndome mas, descubro que

    no es as; y que solo hay un arbusto mecido por el vien-to. Me ha engaado el sentido de la vista? no : porquela impresion que ella me trasmitia era nicamente de unbulto movido; y si yo hubiese atendido bien la sonsa-cion recibida, habria notado que no me pintaba un hom-bre. Cuando pues yo he querido hacerle tal, no deboculpar al sentido, sino mi poca atencion, bien, quenotando alguna semejanza entre el bulto y un hombrevisto de ljos, he inferido que aquello debia de serlo enefecto, sin advertir que la semejanza y la realidad son co-sas muy diversas.

    Teniendo algunos antecedentes de que se dara unabatalla, se hostilizar alguna plaza, parceme que heodo caonazos, y me quedo con la creencia de que hacomenzado el fuego. Noticias posteriores me hacen saberqu-3 no se ha disparado un tiro; quin tiene la culpa demi error ? no mi odo, sino yo. El ruido so oa en efec-to; pero era el de los golpes de un leador que resonabanen el fondo de un bosque distante: era el de cerrarse al-guna puerta, cuyo estrpito retumbaba por el edificio ysus cercanas; era el de otra cosa cualquiera que prod.u-cia un sonido semejante al del estampido de un caonlejano. Estaba yo bien seguro de que no se hallaba mis inmediaciones la causa del ruido que mc producia lailusion ? Estaba bastante ejercitado para discernir laverdad, atendida la distancia en que debia hacerse el fue-go, la direccion del lugar, y el viento que la sazon rei-nad.a? No es pues el sentidoquien me ha engaado, sino

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    mi ligereza y precipitacion. La sensacion era tal cual de-bla ser; pero yo le he hecho decir lo que ella no me de-oia. Si me hubiese contentado con afirmar que oa ruidoparecido al de caonazos distantes, no hubiera inducidoal error otros y m mismo.

    unto le presentan un alimento de excelente cavidad,v al probarlo dice : es malo, intolerable, se conoce quehay tal 6 cual mezcla, porque en efecto su paladar loexperimenta as. Le enga el sentido ? no. Si le pare-ci amargo, no porfia suceder de otra manera, atendidala ndisposicion gstrica que le tenia cubierta la lenguade un humor que lo maleaba todo. Bastbale este hom-bre un poco de reflexion para no condenar tan fcilmente al criado al revendedor. Cuando el paladar est -biendispuesto, sus sensaciones nos indican las calidades delalimento, en el caso contrario no.

    Necesidad de emplear en algunos casos mas de un sentido, Mara la debidacomparaeion.

    Conviene notar que para conocer por medio le lissentidos la existencia de un objeto, no basta vecesuso de tino solo, sino que es preciso emplear otros almismo tiempo; bien atender las circunstancias quenos pueden prevenir contra la ilusion. Es cierto que eldiscernir hasta qu punto corresponde la existencia de unobjeto la sensacion que recibimos ; es obra de la eorn-paracion, la que es fruto de la experiencia. Un ciego quien se quitan las cataratas, no juzga bien de las distan-cias, tamaos y figuras, hasta haber adquirido la prc-tica de ver. Esta adquisicion la hacemos sin advertirladesde nios, y as creemos que basta abrir los ojos parajuzgar de los objetos tales como son , en si. Una experien-cia muy sencilla y frecuente nos convencer de lo .coh-

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    iranio. Un hombre adulto y un nio d tres aos estnmirando por un vidrio que les ofrece la vista paisajes,animales, ejrcitos; ambos reciben la misma impresion ;pero el adulto, que sabe bien que no ha salido al campo,y se halla en un aposento cerrado, no se altera ni por lacercana de las fieras, ni por los desastres del campo debatalla. Lo que le cuesta trabajo es conservar la ilusion ;y mas de una vez habr menester distraerse de la reali-dad, y suplir algunos defectos del cuadro instrumentopara sentir placer con la presencia del espectculo. Peroel nio que no compara, que solo atiende la sensacionen todo su aislamiento, se espanta y llora, temiendo quese le han de comer las fieras, viendo que tan cruelmentese matan los soldados.

    Todava mas experimentamos cada paso que unaperspectiva excelente de la cual no tenamos noticia, vista la correspondiente distancia nos causa ilusion, y noshace tomar por objetos de relieve los que en realidad sonplanos. La sensacion no es errada; pero s lo es el juicioque por ella formamos. Si advirtisemos que caben re-glas para producir en la retina la misma impresion conun objeto plano que con otro abultado, nos hubiramoscomplacido en la habilidad del artista, sin caer en error.Este habria desaparecido mirando el objeto desde pun-tos diferentes, valindonos del tacto.

    ly.Los sanos de cuerpo y enfermos de espritx..

    Los que tratan del buen uso de los sentidos suelen ad-vertir que es preciso cuidar de que alguna indisposicionno afecte los rganos, y as se nos comuniquen sensa-ciones capaces de engaarnos ; esto es sin duda muy pru-dente, pero no tan til como se cree. Los enfermos rarasveces se dedican estudios serios ; y as sus equivoca-

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    (-tones son de poca trascendencia ; ademas que ellos mis-mos, sus allegados, bien pronto notan la alteraciondelrgano, con lo cual se previene oportunamente el errorLos que necesitan reglas son los que estando sanos decuerpo no lo estn de espritu, y que preocupados de unpensamiento ponen su disposicion y servicio todos sussentidos, hacindoles percibir, quizas con la mayor buenafe, todo lo que conviene al apoyo del sistema excogitado.Qu no descubrir en los cuerpos celestes el astrnomoque maneja el telescopio, no con nimo reposado y ajenode parcialidad, sino con vivo deseo de probar una aser-cion aventurada con sobrada ligereza? Qu no ver conel microscopio el naturalista que so hallo en disposicionsemejante ?

    propsito he dicho que estos errores podian pa-decerse quizas con la mayor buena fe; porque sucedemuy menudo que el hombre se engaa primero smismo, antes de engaar los otros. Dominado por suopinion favorita, ansioso de encontrar pruebas para sa-carla verdadera, examina los objetos no para saber sinopara vencer; y as acontece que halla en ellos todo loque quiere. Muchas veces los sentidos no le dicen nadade lo que ei pretende; pero le ofrecen algo de seme-jante : esto es, exclama alborozado, hlo aqu, es lomismo que yo sospechaba; y cuando se levanta en suespritu alguna duda, procura sofocarla, achcala pocafe en su incontrastable doctrina, se esfuerza en satisfa-cerse si mismo, cerrando los ojos la luz, para poderengaar los otros sin verse precisado mentir.

    Basta haber estudiado el corazon del hombre paraconocer que estas escenas no son rara s ; y que jugamoscon nosotros mismos de una manera lastimosa. Z Nece-sitamos una conviccion? pues de un modo otro traba-jemos en formrnosla ; al principio la tarea es costosa,pero al fin viene el hbito robustecer lo dbil, se allegael orgullo para no permitir retroceso, y el que comenzluchando contra si mismo con un engao que no se le

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    ocultaba del todo, acaba por ser realmente engallado,se entrega su parecer con obstinacion incorregible.

    L. V.Sensaciones reales, paro sin objeto externo. Explicacion de este fenmeno.

    memas, es menester advertir que no siempre sucedeque el alucinado atribuya la sensacion mas de lo queella le presenta; una imaginacion vivamente poseida deun objeto, obra sobre los mismos sentidos, y alterandoel curso ordinario de las funciones, hace que realmentese sienta lo que no hay. Para comprender cmo esto seVerifica, conviene recordar que la sensacion no se veri-fica en el rgano del sentido sino en el cerebro, por masque la fuerza del hbito nos haga referir la impresion alpunto del cual la recibimos. Estando el ojo muy sanonos quedamos completamente ciegos, si sufre lesion el ner-vio ptico ; y privada la comunicacion de un miembrocualquiera con el cerebro, se extingue el sentido. De estose infiere que el verdadero receptculo de todas las sen-saciones es el cerebro ; y que si en una de sus partes seexcita por un acto interno la impresion que suele serproducida por la accion del rgano externo, existir lasensacion sin que haya habido impresion exterior. Esdecir, que si al recibir el rgano externo la impresionde un cuerpo, la comunica al cerebro causando en el ner-vio. A la vibracion otra afeccion B, y por una causacualquiera independiente de los cuerpos exteriores, seproduce en el mismo rgano A la misma vibracion B,experimentaremos idntica sensacion que si el rganoexterno fuese afectado en la realidad.

    En esto punto se hallan de acuerdo la razon y la ob-servacion. El alma se informa de los objetos exterioresmediatamente por los sentidos, pero inmediatamente porol cerebro; cuando este pues recibe tal cual impre-

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    sion, no puede ella desentenderse de referirla al lugar dedonde suele proceder, y al objeto que de ordinario la pro-duce Si se halla advertida de que la organizacion estalterada, se precaver contra el error ; pero no ser de-jando de recibir la sensacion, sino desconfiando deltestimonio de ella. Cuando Pascal, segun cuentan, veaun abismo su lado, bien sabia que en realidad no eraas ; mas no dejaba de recibir la misma sensacion que sihubiese habido el tal abismo, y no alcanzaba vencer lailusion por mas que se esforzase. Este fenmeno se veri-fica muy menudo, y no se hace nada extraio los quetienen algunas nociones sobre semejantes materias.

    VI.Maniticos y ensimismados.

    Lo que acontece habitualmente en estado de enferme-dad cerebral, puede suceder muy bien cuando exaltadala imaginacion por una causa cualquiera, se pone ac-tualmente enfermiza con relacion lo que la preocupa.Qu son las manas sino la realizacion de este fen-meno ? Pues entindase que las manas estn distribui-das en muchas clases y graduaciones; que las haycontinuas y por intervalos, extravagantes y arregladas,vulgares y cientficas; y que as como Don Quijote con-venia los molinos de viento en desaforados gigantes, y losrebaos de ovejas y carneros en ejrcitos de combatien-tes, puede tambien un sabio testarudo descubrir con laayuda de sus telescopios, microscopios y denlas instru-mentos, todo cuanto su prposito cumpliere.

    Los hombres muy pensadores y ensimismados correngran riesgo de caer en manas sabias, en ilusiones subli-mes ; que la msera humanidad por mas que se cubra condiferentes formas segun las varias situaciones de la vida,lleva siempre consigo su patrimonio de flaqueza Para una

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    dbil mujercilla el susurro del viento es un garrido misterioso, la claridad de la luna es la aparicion de un fi-nado, y el chillido de las aves nocturnas es el grito delas evocaciones del averno para asistir pavorosas es-cenas. Desgraciadamente, no son solo las mujeres lasque tienen imaginacion calenturienta, y que toman porrealidades los sueos de su fantasa (5).

    CAPITULO Vi.

    CONOCIMIENTO DE LA EXISTENCIA DE LAS COSAS ADQUIRIDOMEDIATAMENTE POR LOS SENTIDOS.

    Transieion de lo sentido lo no sentido.

    Los sentidos nos dan inmediatamente noticias de laexistencia de muchos objetos; pero de estos son todavaen Mayor nmero los que no ejercen accion sobre losrganos materiales, por ser incorpreos, por no es-tar en disposicion de afectarlos. Sobre lo, que nos comu-nican los sentidos se levanta un tan extenso y elevadoedificio de conocimientos de todas clases, que al mirarle,se hace difcil de concebir cmo ha podido cimentarseen tan reducida basa.

    Donde no alcanzan los sentidos llega el entendimiento,conociendo la existencia de objetos insensibles por mediode los sensibles. La lava esparcida sobre un terreno noshace conocer la existencia pasada de un volean que nohemos visto; las conchas encontradas en la cumbre deun monte nos recuerdan la elevacion de las aguas, imii-k ndonos una catstrofe que no liemos presenciado;

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    ciertos trabajos subterrneos nos nuestran que en tiem-pos anteriores se benefici all una mina; las ruinas delas antiguas cuidados nos sealan la morada de hom-bres que no hemos conocido. As los sentidos nos pre-sentan un objeto, y el entendimiento llega con este medioal conocimiento de otros muy diferentes.

    Si bien se observa, este trnsito de lo conocido lodesconocido no lo podemos hacer sin que antes tengamosalguna idea mas mnos completa, mas mnos gene-ral del objeto desconocido, y sin que al propio tiempo se-pamos que hay entre los dos alguna dependencia. Asen los ejemplos aducidos, si bien no conocia aquel vol-ean determinado, ni las olas que inundaron la montaa,ni los mineros, ni los moradores, no obstante todosestos objetos me eran conocidos en general, ascorno susrelaciones con lo que me ofrecian los sentidos. De lacon templacion de la admirable mquina del universo nopasaramos al conocimiento del Criador, si no tuviramosidea de efectos y causas, de rden y de inteligencia. Ysea dicho de paso, esta sola observacion basta para des-baratar el sistema de los que no ven en nuestro pen-samiento mas que sensaciones trasformadas.

    Coexistencia y sucesion.

    La dependencia de los objetos es lo nico que puedeautorizarnos para inferir de la existencia del uno la delotro; y por consiguiente toda la dificultad estriba en co-nocer esta dependencia. Si la ntima naturaleza de lascosas estuviera patente nuestra vista, bastaria fijarlaen un ser para conocer desde luego todas sus propieda-des y relaciones; entre las cuales descubriramos las quele ligan con otros. Por desgracia no es as ; pues en elrden fsico como en el moral, son muy escasas incoin-

  • -- 33 -Aletas las ideas que poseemos sobre los principios cons-titutivos de los seres. Estos son preciosos secretos vela-dos cuidadosamente por la mano del Criador; de lapropia suerte que lo mas rico y exquisito que abriga lanaturaleza suele ocultarse en los senos mas recnditos.

    Por esta falta de conocimiento en lo tocante la esen-cia de las cosas, nos vemos con frecuencia precisados conjeturar su dependencia por solo su coexistencia sucesion ; infiriendo que la una depende de la otra, por-que algunas muchas veces existen juntas, porqueesta viene en pos de aquella. Semejante raciocinio, queno siempre puede tacharse de infundado, tiene sin em-bargo el inconveniente de inducirnos con frecuencia alerror; piles no es fcil poseer la discrecion necesariapara conocer cundo la existencia la sucesion son unsigno de dependencia, y cundo no.

    En primer' lugar debe asentarse por indudable, quela existencia simultnea de dos seres, ni tampoco su in-mediata sucesion, consideradas en s solas, no pruebanque el uno dependa del otro. Una planta venenosa ypestilente se halla tal vez al lado de otra medicinal yaromtica ; un reptil daino y horrible se arrastra qui-zas poca distancia de la bella inofensiva mariposa;el asesino huyendo de la justicia se oculta en el mismobosque donde est en acecho un honrado cazador ; unairecillo fresco y suave recrea la naturaleza toda, y algu-nos momentos despees sopla el violento huracan llevan-do en sus negras alas tremenda tempestad.

    As es muy arriesgado el juzgar de las relaciones dedos objetos porque se los ha visto unidos alguna vez, sucederse con poco intervalo; este es un sofisma que secornete con demasiada frecuencia, cayndose por l eninfinitos errores. En l se encontrar el origen de tantaspredicciones como se hacen sobre las variaciones atmos-fricas, que bien pronto la experiencia manifiesta falli-das; de tantas conjeturas sobre manantiales de agua,sobre veneros de metales preciosos , y otras cosas

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    semejantes. Se ha visto algunas veces que despuestal cual posicion de las nubes, de tal cual viento, detal cual direccion de la niebla de la maana, novia, tronaba, acontecian otras mudanzas de tiempo; sehabr notado que en el terreno de este aquel aspecto seencontr algunas veces agua, que en pos de estas aque-llas velas se descubri el precioso mineral ; y se ha in-ferido desde luego que habla una relacion entre los do:fenmenos, y se ha tomado el uno como seal del otro;no advirtiendo que era dable una coincidencia entera-mente casual, y sin que ellos tuviesen entre s relacionde ninguna clase.

    Dos reglas sobre la coexistencia y la sucesion.

    La importancia de la materia exige que se establezcanalgunas reglas.

    a . Cuando una experiencia constante y dilatada nosmuestra dos objetos existentes un mismo tiempo, detal suerte que en presentndose el uno se presenta tam-bien el otro, y en faltando el uno falta tambien el Otro,podemos juzgar sin temor de equivocarnos, que tienenentre s nigua enlace; y por tanto de la existencia deluno inferiremos legtimamente la existencia del otro.

    2a . Si dos objetos se suceden indefectiblemente, desuerte que puesto el primero, siempre se haya visto queseguia el segundo, y que al existir este, siempre se hayanotado la precedencia de aquel, podremos deducir concerteza que tienen entre s alguna dependencia.

    Tal vez seria difcil demostrar filosficamente la ver-dad de estas aserciones; sin embargo los que las ponganen duda, seguramente no habrn observado que sin for-mularlas las toma por norma el buen sentido de la hu-manidad, que en muchos casos se acomoda ellas la

  • ciencia, y que en las mas de las investigaciones no tieneel entendirnieuto otra gua.

    Creo que nadie pondr dificultad en que las frutas cuan-(lo han adquirido cierto tamao, figura y color, dan sealde que Ion sabrosas; cmo sabe esta relacion el rsticoque las coge? Cmo de la existencia del color y denlascalidades --que ve, infiere la de otra -que 11.3 experimenta,la del sabor? Exigidle que os explique la teora de esteenlace, y no sabr qu responderos ; pero objetadle di-ficultades y empeaos en persuadirle que se equivoca enla eleccion, y se reir de -vuestra filosofa, asegurado ensu creencia por la simple razon de que siempre sucedeas.

    Todo el mundo est convencido de que cierto gradede frio hiela los lquidos, y que otro de calor los vuelveal primer estado. Iuchos son los que no saben la razonde estos fenmenos; pero nadie duda de la relacion en-tre la congelacion y el frio y la liquidacion y el cal.Quizas podrian suscitarse dificultades sobre las explica-ciones que en esta parte ofrecen los fsicos; pero el li-naje humano no aguarda que en semejantes materiasle ilustren los sabios : siempre existen juntos estos he-chos, dice; luego entre ellos hay alguna relacion que losliga.

    Son infinitas las aplicaciones .que podrian hacerse dela regla establecida; pero las anteriores bastan para quecualquiera las encuentre por s mismo. Solo dir que lamayor parte de los usos de la vida estn fundados en esteprincipio : la simultnea existencia de dos seres observa-da por dilatado tiempo, autoriza para deducir que exis-tiendo el uno existir Cambien el otro. Sin dar por seguraesta regla, el comun de los hombres no podria obrar; y.los mismos filsofos se encontrarian mas embarazados dolo que tal vez se figuran. Darian pocos pasos mas queel vulgo.

    La 2' regla es muy anloga la primera : se funda enlos mismos principios, y s.e aplica los mismos usos. La

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    cout4acitc experiencia manifiesta que el pollo sale de unhuevo; nadie hasta ahora ha explicado satisfactoriamentecomo del licor encerrado en la cscara se forma aquelcuerpecito tan admirablemente organizado; y ann cuan-do la ciencia diese cumplida razon del fenmeno, el vul-go no lo sabra; y sin embargo ni este ni los sabios va-cilan en creer que hay tina relacion de dependencia entreel licor y el polluelo ; al ver el pequeo viviente, todosestamos seguros de que le ha precedido aquella masa que nuestros ojos se presentaba informe y torpe.

    La generalidad de los hombres, mejor diremos todos,ignoran completamente de qu manera la tierra vegetalconcurre al desarrollo de las semillas y al crecimiento delas plantas ; ni cul es la causa de que unos terrenos seadapten mejor que otros determinadas producciones ;pero siempre se ha visto as, y esto es suficiente para tinose crea que una cosa depeilde de otra, y para que al verla segunda deduzcamos sin temor de errar la existenciade la primera.

    IV.Observaciones sobre la relacion de causalidad. Una regla de los dialcticos.

    Sin embargo conviene advertir la diferencia que va dela sucesion observada una sola vez, repetida muchas.En el primer caso, no solo no arguye causalidad, peroni aun relacion de ninguna clase; en el 2. no siempreindica dependencia de efecto y causa, pero s al mnosdependencia de una causa comun. Si el flujo y reflujcdel mar se hubiese observado que coincidia una que otrlvez con cierta posicion de la luna, no podria inferirse qutexistia relacion entre los dos fenmenos; mas sien&constante la expresada coincidencia, los fsicos debie-ron inferir, que si el uno no es causa del otro, al mnostienen ambos una causa comun, y que as estn ligadosen su origen.

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    pesar de lo que acabo de decir, tienen mucha razontos dialcticos cuando tachan de sofstico el raciociniosiguiente : post hoc, ergo propter hoc; despues de esto,luego por esto. 1 Porque ellos no hablan de una suce-3ion constante; 2 porque aun cuando hablaran, esta;ucesion puede indicar dependencia de una causa comun,4y no que lo uno sea causa de lo otro.

    Si bien se observa, la misma regla que atendamos enlos negocios comunes, es mas general de lo que primeravista pudiera parecer : de ella nos servimos en el cursoordinario de las cosas, de la propia suerte que en lo to-cante la naturaleza. Segun el objeto de que se trata semodifica la aplicacion de la regla ; en unos casos bastauna experiencia de pocas veces, en otros se la exige masrepetida ; pero en el fondo siempre andamos guiados porel mismo principio : dos hechos que siempre se suceden,tienen entre s alguna dependencia, la existencia del unoindicar pues la del otro.

    vT

    Un ejemplo.

    Es de noche y veo que en la cima de una montaa seenciende un fuego ; poco rato de arder, noto que en lamowa opuesta asoma una luz ; brilla por breve tiempoy desa p arece. Esta ha salido despues de encendido elfuego en la parte opuesta ; pero de aqu no puedo infe-rir que haya entre los dos hechos relacioti alguna. Aldia siguiente, veo otra vez que se enciende el fuego en elmismo lugar, y que del mismo modo se presenta la luz.La coincidencia en que ayer no me halda parado siquie-ra, ya me llama la atencion hoy : pero esto pod r seruna casualidad, y no pienso mas en ello. Al otro diaacontece lo mismo ; crece la sospecha de que no sea unaseal convenida. Durante un mes se verifica lo propio;

    3

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    la hora es siempre la misma, pero nunca falta la apri-clon de la luz poco de arder el fuego ; entnces ya nome cabe duda de que el un hecho es dependiente delotro, por lo mnos hav entre ellos alguna relacion ; yya no me falta sino averiguar en qu consiste una nove-dad que no acierto comprender.

    En semejantes casos el secreto para descubrir la ver-dad, y prevenir los juicios infundados, consiste en aten-der a todas las circunstancias del hecho, sin descuidarninguna por despreciable que parezca. As en el ejemplointerior, supuesto que poco de encendido el fuego sepresentaba la luz, dirse primera vista, que no es ne-cesario pararse en la hora de la noche, y ni tampoco ensi esta hora variaba no. Mas en la realidad estas cir-cunstancias eran muy importantes, porque segun fuesela hora era mas mnos probable que se encendiesefuego y apareciese luz ; y siendo siempre la misma; eramucho mnos probable que los dos hechos tuviesen reta-cion, que si hubiera sido variada. Un imprudente queno reparase en nada de eso, alarmarla la comarca conlas pretendidas seales ; no cabria ya duda . de que algu-nos malbchores se ponen de acuerdo, se explicarla sindificultad el robo que sucedi tal cual dia, se compren-deria lo que significaba un tiro que se oy por aquellaparte, y cuando la autoridad tendria aviso del malvadocomplot, cuando recaerian ya negras sospechas sobre fa-milias inocentes; li aqu que los exploradores enviados observar de cerca el misterio, podrian volver muy bienrindose del espanto y del espantador, y descifrando tlenigma en los trminos siguientes : Muy cerca de lacima donde arde el fuego, est situada la casa de la fantia A, que la hora de acostarse aposta un vigilante cti!as cercanas, porque tiene noticia .de que tinos lefiade-res quieren estropear parte e bosque plantado de nuevo.El centinela siente frio, y hace muy bien en encenderlumbre sin nimo de espantar nadie, sino es los ma-landrines de segur y cuerda. Corno cabalmente aquella

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    es la hora en que suelen acostarse los comarcanos, lohace Cambien la familia B que habita en la cumbre de lamontaa opuesta. Al sonar el reloj, levanta el dueo losreales de la chimenea, dice todo el mundo vmonos dormir, y entre tanto l sale un terrado al cual danvarias puertas, y empuja por la parte de afuera paraprobar si los muchachos han cerrado bien. Como el buenhombre va recogerse, lleva en la mano el candil, yhos aqu la iuz misteriosa que sala una misma hora,y desaparecia en breve, coincidiendo con el fuego, y ha-ciendo casi pasar por ladrones, quienes solo tratabande-guardarse de ladrones.

    Qu deba hacer en tal caso un buen pensador? Illoaqu. A poco rato de encendido el fuego aparece la luz,y siempre una misma hora poco mas mnos, lo queinclina creer que ser una seal convenida. El pas estaen paz, con que esto debiera de ser inteligencia de mal-hechores. Pero cabalmente no es probable que lo sea,porque no es regular que _escojan siempre un mismo lu-gar y tiempo, con riesgo de ser notados y descubiertos.Ademas que la operacion seria muy larga durando unmes, y estos negocios suelen redondearse con un golpede mano. Por aquellas inmediaciones estn las casas Ay B, familias de buena reputacion que no se habrn me-tido encubridores. Parece pues que ha de haber coin-cidencia puramente casual, que si hay sea, debe deser sobre negocie que no terne los ojos de la justicia. Lahora del suceso es precisamente la en que se recogen losvecinos de esta tierra ; veamos si esto no ser que algu-nos que haceres obligan los unos encender fuego, y los otros sacar la luz.

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    Vi.Reflexiones sobre el ejemplo anterior.

    Reflexionando sobre el ejemplo anterior, 3C nota gua pesar de la ninguna relacion de sea ni causa, que en.s tenian los dos hechos, no obstante reconocan en cierto-modo un mismo orgen : el sonar la hora de aeostars.As se echa de ver, que el error no estaba en suponer quehabia algo de comun en ellos, ni en pensar que la coin-cidencia no era puramente casual, sino en que se apelaba interpretaciones destituidas de fundamento, se buscabaen la iutencion concertada de las personas lo que erasimple efecto de la identidad de la hora.

    Esta observacion ensea por una parte el tino conque debe procederse en determinar la clase de relacionque entre s tienen dos hechos, simultneos sucesi-vos ; pero por otra confirma mas y. mas la regla dada,de que cuando la simultaneidad sucesion son cons-tantes, arguyen algun vnculo relacion, de los hechosentre s, de ambos con un tercero.

    VII.

    La razon de un acto que parece instintivo.

    Profundizando mas la materia encontraremos, que el,inferir de la coexistencia sucesion la relacion entrelos hechos coexistentes sucesivos, aunque parezca unacto instintivo y ciego, es la aplicacion de un principiocine tenemos grabado en el fondo de nuestra alma, ydel que hacemos continuo uso sin advertirlo siquiera.Este principio es el siguiente : donde hay Tclen,donde hay conibinacion, hay causa que ordena ycombina; el acaso es nada. Una que otra coinciden-

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    cia la podemos mirar como casual, es decir, sin rela-clon ; pero en siendo muy repetida, ya decimos sin va-cilar : aqu hay enlace, hay misterio, no llega tantola casualidad.

    Asi se verifica que examinando fondo el espritu hu-mane, encontramos en todas partes la mano bondadosade la Providencia, que se ha complacido en enriquecernuestro entendimiento y nuestro corazon con inestima-bles preciosidades (6).

    CAPTULO VII.

    LA LGICA. ACORDE con LA CARIDAD.

    Sabiduila de la ley que prohibe los juicios temerarios.

    La ley cristiana que prohibe los juicios temerarios esno solo ley de caridad, sino de prudencia y buena lgi-ca. Nada mas arriesgado que juzgar de una accion, ysobre todo de la intencion, por meras apariencias ; elcurso ordinario do las cosas lleva tan complicados lossucesos, los hombres se encuentran en situaciones tanvarias, obran por tan diferentes motivos, ven los objetosde maneras tan distintas, que menudo nos parece uncastillo fantstico, lo que examinado de cerca, y coapresencia de las circunstancias, se halla lo mas natural,lo uvas sencillo y arreglado.

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    Exme ...i de la mxima piensa mal y no errares.

    E; mundo cree dar una regla de conducta muy im-portante, diciendo piensa mal y no errars, y se ima-gina haber enmendado de esta manera la moral evan-glica. Conviene no ser demasiado cndido, se nosadvierte continuamente ; es necesario no fiarse de pala-bras ; los hombres son muy malos, obras son amores yno buenas razones : como si el Evangelio nos ense-

    Ser imprudentes imbciles ; como si Jesucristoal encomendarnos que fusemos sencillos como la palo-ma, no no3 hubiera amonestado al mismo tiempo quefusemos prudentes como la serpiente; como si no noshubiera avisado que no creysemos todo espritu, quetara ccnoccr el rbol atendisemos al fruto; y final-..nente como si propsito de la malicia de los hombres,

    ieyramos ya en las primeras pginas de la sagradaEscritura que el corazon del hombre est inclinado almal desde su adolescencia.

    La mxima perniciosa, que se propone nada mnosque asegurar el acierto con la malignidad del juicio, estan contraria la caridad cristiana, como la sana ra-zon. En efecto : la experiencia nos ensea que el hom-bre mas mentiroso dice mucho mayor nmero de verda-des que de mentiras, y que el mas malvado hace mu-chas mas acciones buenas indiferentes que malas. Elhombre ama naturalmente la verdad y el bien; y no seaparta de ellos sino cuando las pasiones le arrastran yextravan. Miente el mentiroso en ofrecindosele algunaocasion en que faltando la verdad, cree favorecer susintereses lisonjear su vanidad necia ; pero fuera deestos casos, naturalmente dice la verdad, y habla comoel resto de los hombres. El ladron roba, el liviano sedesmanda, el pendenciero rie, cuando se presenta la

  • oportunidad, estimulando la pasion ; que si estuviese!):.abandonados de continuo sus malas inclinacionesserian verdaderos monstruos, su crimen degenerariademencia; y entnces el decoro y buen Orden de la so.ciedad reclamarian imperiosamente que se los aparias1del trato de sus semejantes.

    Infirese de estas observaciones que el juzgar mal n(teniendo el debido fundamento, y el tomar la malignida(por garanta de acierto, es tan irracional como si ha-biendo en una urna muchsimas bolas blancas, y po-qusimas negras, se dijera que las probalidades de salirestn en favor de las negras.

    Algunas reglas para juzgar de la conducta da los hombres.

    Caben en esta materia reglas de juiciosa cautela, quenacen de la prudencia de la serpiente y no destruyen lacandidez de la paloma.

    Regla h.

    No se debe fiar de la virtud del coman de los hom-bres, puesta prueba muy dura.

    La razon es clara ; el resistir tentaciones muy vehe-mentes exige virtud firme y acendrada. Esta se hallaen pocos. La experiencia nos ensea que en semejantesextremos la debilidad humana suele sucumbir; y la Es-critura nos reviene que quien ama el peligro perecere r l.

    Sabeis que un comerciante honrado se halla en lomayores apuros, cuando todo el mundo le considera ekposicion muy desembarazada. Su honor, el porvenir desu kmilia, estn !pendientes de una oneracion poco pis-

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    ;a, pero muy beneficiosa. Si se decide ella, todo quedaremediado; si se abstiene, el fatal secreto se divulga, yla perdicion total es inevitable. Qu har? Si en laoperacion podeis salir perjudicado, precaveos tiempoapartaos de un edificio que si bien en una situacion, Hu ar no amenazaba ruina, est ahora batido por un fu-rioso huracan.

    Teneis noticia de que dos personas de amable tratoy bella figura, han trabado relaciones muy ntimasy frecuentes; ambos son virtuosos, y aun cuando no me-diaran otros motivos, el honor debiera bastar conte-nerlos en los debidos lmites. Si teneis interes en ello,tomad vuestro partido con presteza; si no callad ; nojuzgueis temerariamente ; pero rogad Dios por am-bos, que las oraciones podrn no ser intiles.

    Estais en el gobierno, los tiempos son malos, lapoca crtica, los peligros muchos. Uno de vuestros de-pendientes encargado de un puesto importante se hallaasediado noche y dia por un enemigo que dispone delargas talegas. El dependiente es honrado segun os pa-rece, tiene grandes compromisos por vuestra causa, ysobre todo es entusiasta de ciertos principios, y los sus-tenta con mucho acaloramiento. A pesar de todo, serbueno que no perdais de vista el negocio. liaris muybien en creer que el honor y las convicciones de vues-tro dependiente no se rajarn con los golpes de unariete de cincuenta mil pesos fuertes ; pero ser mejorque no lo probeis, mayormente si las consecuencias fue-sen irreparables.

    Un amigo os ha hecho grandes ofrecimientos, y nopodeis dudar que son sinceros. La amistad es antigua,los ttulos muchos y poderosos, la simpata de los cora-zones est probada ; y para colmo de dicha, hay identi-dad de ideas y sentimientos. Presntase de improviso unnegocio en que vuestra amistad le ha de costar cara ; sino os sacrifica se expone graves prdidas, inminen-tes peligros. Para lo que pudiera suceder, resignaos

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    ser vctima, temed que las afectuosas protestas se que-darn sin cumplirse, y que en cambio de vuestro duelo,se os pagar con una satisfaccion tan gemebunda corno

    Estais viendo una autoridad en aprieto ; se la quiereorzar un acto de alta trascendencia, que no puedeacceder sin degradarse, sin faltar sus deberes massagrados, sin comprometer intereses de la mayor impor-tancia. El magistrado es naturalmente recto ; en su largacarrera no se le conoce una felona; y su entereza estacompaada de cierta firmeza de carcter. Los antece-dentes no son malos. Sin embargo, cuando veais quetempestad arrecia, que el motin sube ya la escalera,cuando golpee la puerta del gabinete el osado dema-gogo que lleva en una mano el papel que se ha de fir-mar, y en otra el pual- una pistola amartillada ; temedmas por la suerte del negocio, que por la vida del ma-gistrado. Es probable que no morir ; la entereza no esel herosmo,

    Con los anteriores ejemplos se echa de ver que en al-gunas ocasiones es lcito y muy prudente desconfiar dela virtud de los hombres; lo que acontece cuando elobrar bien exige una disposicion de nimo que la razon,la experiencia y la misma religion, nos ensean ser muyrara. Es claro ademas, que para sospechar mal, nosiempre ser menester que el apuro sea tal como se hapintado. Para el comun de los hombres suele bastarmucho mnos; y para los decididamente malos la simpleoportunidad equivale vehemente tentacion. As no esposible sealar otra regla para discernir los casos, sinoque es preciso atender las circunstancias de la personaque es el objeto del juicio, graduando la probabilidad delmal por su habitual inclinacion l, su adhesion lavirtud.

    De estas consideraciones nacen las otras reglas.nnnnn

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    Regia 2a.

    Para corv,4.--nrar cul ser la conducta de una personeen u-n caso dado, es preciso conocer su inteligencia, sifndole, carcter, moralidad, intereses y cuanto puede influir en su deterrninacion.

    El hombre, aunque dotado de libertad de albedro, nodeja de estar sujeto una muchedumbre de influenciasque contribuyen poderosamente decidirle. El olvido deuna sola circunstancia nos puede llevar al error. As,suponiendo que un hombre est en un compromiso de quele es difcil salir sin faltar sus deberes, parece pri-mera vista que en sabiendo cul es su moralidad, ycules los obstculos que los sazon median para obrarconforme ella, tenemos datos bastantes para pronosti-car sobre el xisto. Pero entnces no llevamos en cuen-ta una cualidad que influye sobremanera en casos semejan-tes : la firmeza de carcter. Este olvido podr hacer muybien que defraude nuestras esperanzas un hombre vir-tuoso, y las exceda el malo; pues que para sacar airosala virtud en circunstancias apuradas, sirve admirable-mente el que obren en su favor pasiones enrgicas. Unalma de temple fuerte y brioso, se exalta y cobra nuevoaliento la vista del peligro; en el cumplimiento del de-ber se interesa entnces el orgullo; y un corazon quenaturalmente se complace en superar obstculos, yarrostrar riesgos, se siente mas osado y resuelto cuandose halla animado por el grito de la conciencia. N cederes debilidad, el volver atras cobarda; el faltar al deberes manifestar miedo, es someterse la afrenta. El hombrede intencion recta y corazon puro, pero pusilnime, mi-rar las cosas con ojos muy diferentes. Ha y un deberque cumplir, es verdad; pero trae consigo la muerte dequien lo cumpla, y la orfandad de la familia. El mal seliar tambien de la misma manera ; y quizas quizas losdesastres sern mayores. Es necesario dar al tiempo lu

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    que es suyo : la entereza no ha de convertirse en terqe-dad ; los deberes no han de considerarse en abstracto, espreciso atender todas las circunstancias; las virtudesdejan de serlo, si no andan regidas por la prudencia.El buen hombre ha encontrado por fin lo que buscaba :un parlamentario entre el bien y el mal ; el miedo con supropio traje no servia para el caso; pero ya se ha vestidode prudencia ; la transaccion no se har esperar mucho.

    li aqu un ejemplo bien palpable, y por cierto nadaimaginario, de que es preciso atender todas las cir-cunstancias del individuo que se ha de juzgar. Desgra-ciadamente-el conocimiento de los hombres es uno delos estudios mas difciles; y por lo mismo es tarea espi-nosa el recoger los datos precisos para acertar.

    Regla 3a.

    Debemos cuidar mucho de despojarnos de nuestrasideas y afecciones, y guardarnos de pensar que ;os de-nlas obrarn como obraramos nosotros.

    La experiencia de cada dia nos ensea que el hombrese inclina juzgar de los denlas tomndose por p auta s mismo. De aqu han nacido los proverbios quienmal no hace, mal no piensa; y piensa el ladron quetodos son de su condicion. Esta inelinacion es uno delos mayores obstculos para encontrar a verdad en todolo concerniente la conducta de los hombres ; ella ex-pone con frecuencia al virtuoso ser presa de los ama-os del malvado ; y dirige menudo contra probadahonradez, y quizas acendrada virtud, los tiros de la ma-ledicencia.

    La rellexiun, ayudada por costosos desengaos, cura veces este defecto, origen de muchos males privados ypblicos; pero su raz est en el entendimiento y corazondel hombre, y es preciso estar siempre alerta si no sequiere que retoen las ramas.

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    La razon de este fenmeno no ser difcil explicarla.En la mayor parte de sus raciocinios, procede el hom-bre por analoga. Siempre ha sucedido esto, lueg6ahora suceder tamhien. Comunmente des.pues dgtal hecho, sobreviene tal otro, luego lo mismo aconte-cer en la actualidad. De aqu dimana, que tan pron-to como se ofrece la ocasion de formar juicio, apelamos

    la comparaeion; si un ejemplo apoya nuestra manerade opinar, nos afirmarnos mas en ella ; y si la experiencianos suministra muchos, sin esperar mas pruebas darnosla cosa por demostrada. Natural es, que necesitandocomparaciones las busquemos en los objetos mas conoci-dos, y con los cuales nos hallarnos mas familiarizados ; ycomo en tratndose de juzgar conjeturar sobre la con-ducta ajena hemos menester calcular sobre los motivosque influyen en la determinacion de la voluntad, aten-demos sin advertirlo siquiera lo que solemos hacernosotros ; y prestamos los demas el mismo modo de mi-rar y apreciar los objetos.

    Esta explicacion, tan sencilla como fundada, seala.tilia ainente la razon de la dificultad que encontra-Inos en despojarnos de nuestras ideas y sentimientos,cuando as lo reclama el acierto en los juicios que for-mamos sobre la conducta de los demas. Quien no estacostumbrado ver otros usos que los de su pas, tienepor extrao cuanto de ellos se desva, y al dejar porprimera vez el suelo patrio se sorprende cada novedadque descubre. Lo propio nos sucede en el asunto de quetratamos : con nadie vivirnos mas ntimamente que connosotros mismos ; y hasta los rnnos amigos de con-centrarse tienen por necesidad una conciencia muy cla-ra del curso que ordinariamente siguen su entendimientoy voluntad. Presntase un caso, y no atendiendo queaquello pasa en el nimo de los otros, como si dijse-mos en tierra extranjera, nos sentimos naturalmente lle-vados pensar que deber de suceder all lo mismo corta diferexe-,, A. k e hemos visto en nuestra vatria Y ya

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    que he comenzado comparando, aadir, que asi, comolos que han viajado mucho no se sorprenden por ningu-na diversidad de costumbres, y adquieren cierto hbitode acomodarse todo sin extraeza ni repugnancia,as los que se han dedicado al estudio del corazon, y laobservacion de los hombres, son mas diestros en despo-jarse de su manera de ver y sentir, y se colocan mas f-cilmente en la situacion de los otros ; como si dijramosque cambian da traje y de tenor de vida, y adoptan elaire y las maneras de los naturales del nuevo pas (7).

    CAPITULO VIII.DE LA AUTORIDAD RUMANA EN GENERAL.

    I.Dos condiciones necesarias para que sea valedero un testimonio.

    No siempre nos es dable adquirir por nosotros mis-mos el conocimiento de la existencia de un ser, y en-tnces nos es preciso valernos del !estimonio ajeno.Para que este no nos induzca error, son necesarias doscondiciones : la que el testigo no sea engaado ; 2a queno nos quiera engaar. Es evidente que faltando cual-quiera de estos dos extremos, su testimonio no sirve paraencontrar la verdad. Poco nos Importa que quien hablaa conozca, si sus palabras nos expresan el error ; y laveracidad y buena fe tampoco nos aprovechan si quiera,las posee est engaado.

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    Exmen y apicacioner de la primera condicion.

    Conocemos si el testigo ha sido engaitado no, aten-diendo los medios de que ha podido disponer para al-calmar la verdad : y en estos medios comprendo tambiensu capacidad y demas cualidades personales que le ha-cen mas menos apto para el efecto.

    referrsenos algun hecho, cuando el narrador noes testigo ocular, veces la buena educacion no permitepreguntar quin lo ha contado, pero la buena lgicaprescribe atender siempre esta circunstancia, y noprestar ligeramente asenso sin haberla tenido presente.

    Atravieso un pas que me es desconocido, y oigo lasiguiente proposicion este es el ao de mejor cose-cha que de mucho tiempo ac se ha visto en esta comar-ca. Lo primero que debo hacer es parar la atencion enh* persona que as lo dice. Es un hombre anciano,rico propietario de la tierra, establecido en sus mismasposesiones, aficionado recoger noticias y formar esta-dos comparativos? No puedo dudar que quien habladebe de saberlo muy bien ; pues que su interes, profe-sion, inclinaciones particulareslarga experiencia leproporcionan cuantos medios son deseables para for-mar juicio acertado. Es un hijo del mismo propietario,que solo se llega las posesiones de su padre para di-vertirse sacar dinero : que distraido por la vida de lasciudades, se cuida muy poco de lo que pasa en los cam-pos ? Bien podr saberlo por habrselo oido su padre ;pero si esta ltima circunstancia falta, el testimonio esmuy poco seguro. Es un viajero que recorre de vez encuando aquel !z,as, por negocios que nada tienen quever con la agneultura? Su palabra merece poca fe, por-que son ese:-P,os los medios que ha tenido para eereio-

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    rarse de lo que afirma; su proposiclon podr ser echada la aventura.

    En una reunion se cuenta que el ingeniero N acabl,de idear una nueva mquina para tal el cual producte, yque su invencion lleva ventaja cuantas se han conoci-do hasta ahora. El testigo es ocular. -- Quin lo re-fiere? Es un caballero de la misma profesion, muyacreditado en ella, que ha viajado mucho para ponerseal nivel de los ltimos adelantos en maquinaria, comi-sionado repetidas veces ya por el gobierno , ya porsociedades de fabricantes , para comparar diferentessistemas de construccion y elaboracion : el juez escompetente; no es fcil haya sido engaado por un char-latan cualquiera. El testigo es un fabricante que tieneinvertidos grandes capitales en maquinaria, y se proponeinvertir muchos mas ; posee algunos conocimientos enel ramo, pues que su interes propio le 'l'ama la atencionhcia este punto, y cuenta con bastantes aos de expe-riencia. El testimonio no es despreciable, pero ha perdi-do mucho de las cualidades del primero. No conoce porprincipios la mecnica, habr visto algunos estableci-mientos, mas no los necesarios para poder comparar ininvencion con los lemas sistemas conocidos; el maqui-nista sabia que las arcas no estaban vacas, tenia uninteres en que se formase alto concepto de la invencion ;hay pues bastante peligro de que el mrito sea exagera-do, hasta podr ser muy mediano, y quitas nulo.

    Una mujer de . veracidad probada, pero de imaginacionardiente y viva, y ademas muy crdula en asuntos de ca-rcter extraordinario y misterioso, refiere con el tuno dela mayor certeza y con el lenguaje y ademan de una im-oresion reciente, que en la noche anterior ha oido en sucasa un ruido espantoso; que habindose levantado havisto el resplandor de algunas luces en partes del edifi-cio en las que no habita nadie; y que repetidas veceshan resonado con toda claridad voces desconocidas, yacual gemidos de dolor, ya cual aullidos de desespera-

  • cien, ya cual aterradoras amenazas. La testigo habilsido engaada. Es propable que estando profundamentedormida, algun gato que anclarla ocupado en sus ordi-narias tareas de hurto caza, habr derribado alguntrasto con estrepitoso fracaso. La buena seora que qui-zas conciliarla difcilmente el sueo, agitada por espec-tros y fantasmas, dispierta al retumbante ruido : levn-tase despavorida, corre presurosa de una otra parte;ve en los aposentos desiertos alguna luz, por la sencillarazon de que nadie cuid de cerrar las ventanas, y porellas penetran los rayos de la luna ; por fin llegan susoidos las voces misteriosas que no debieron de ser -masque los silbidos del viento, los crujidos de alguna puertamal segura, y tal vez el remoto mallo del malandriuque salido por la buhardilla se va trabar refriegas porla vecindad, sin pensar que sus maldades tienen en con-gojoso cuita su duea y bienhechora.

    As discurriria un buen pensador, sin decidirse poresto creer dejar de creer, pero inclinndose algo mas lo segundo que lo primero; cuando h aqu que llega la reunion el marido de la seora espantada. Es hom-bre que frisa en los cincuenta, que ha tenido tiempo deperder el miedo en largos aos de carrera militar, noescasea de conocimientos, y retirado ahora, vive entre-gado sus negocios y sus libros, dejando que su mujerdelire mansalva. La vista de los circunstantes se diri-ge naturalmente al recien llegado ; y todos desean saberde su boca la impresion que le causara la medrosa ayer)tura. En verdad, seores, dice, que no s qu diablostenamos esta noche en casa. Ocupado en despacharunos papeles que me corrian prisa, no me habia acos-tado todava, cuando li aqu que eso de las doce oigoun estrpito tal que me cre que la casa se nos venia en-cima. Lo que es gato no porfia ser, porque era imposibleque hiciese tal estrpito; y ademas esta maana nada seha encontrado ni dislocado ni roto. Eso de las luces, yono las lie visto ; nero oue resollaron unas voces tan n.o

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    mebundas que casi casi me habrian metido el miedo enel cuerpo, es positivo. Veremos si la zambra se repite;yo me temo que se nos ha querido jugar una treta. Dese-aria sorprender los actores representando su papel. Desde entnces la cuestion cambia de aspecto ; lo quentes era improbable, ha pasado creible; el hechoser verdadero, solo falta aclarar su naturaleza.

    Examen y aplicaciones de la segunda eondicion.

    Si conviene precaverse contra el engao que inocente-mente puede haber sufrido el narrador, no importa m-nos estar en guarda contra la falta de veracidad. Paraeste efecto ser bien informarse de la opinion que en estepunto disfruta la persona, y sobre todo examinar si al-guna pasion interes la impelen mentir. Qu casopuede hacerse de quien pinta prodigiosos hechos dearmas de los cuales espera grados, empleos y condecoraciones? Est bien claro el partido que tornar el espe-culador, si no est dominado por principios de rgidamoral y caballerosa delicadeza. As, quien refiere aconteeimientos en cuya verdad apariencia tiene grande interes,es testigo sospechoso ; prestarle crdito sobre su palabrafuera proceder muy de ligero.

    Cuando tratamos de calcular la probabilidad de unsuceso que no sabernos sino por el testimonio de otros,es preciso atender simultneamente las dos condicio-nes explicadas : conocimiento y veracidad. Pero cornoen muchos casos, mas del testimonio, tenemos algunosdatos para conjeturar sobre la probabilidad de lo quese nos cuenta, es necesario hacerlos entrar en combi-nacion, para decidirnos con mnos peligro de errar. Porlo coman, hay muchas cosas que atender, en lo cualensearn mas los ejemplos que las reglas

  • Un general da parte de una brillante victoria que aca-ba de conseguir; el enemigo, por supuesto, era superiP1len fuerzas, ocupaba posiciones muy tentajosas, pero hmsido arrollado en todas direcciones, y solo una precipiLada fuga le ha librado de dejar en manos del venced()numerosos prisioneros. La prdida del general ha sid'insignificante en comparacion de la del enemigo; alguiras compaas que llevadas de su ardor se halan ade-lantado en demasa, vironse envueltas por cuadruplicadasfuerzas y tuvieron algunos momentos de conflicto; peromerced la bizarra de los jefes, y acertadas disposicio-nes del general, pudironse replegar con el mayor rdensin mas resultado que extraviarse un reducido nmerode soldados.

    Qu concepto formaremos de la accion? Para que sevea cun ta circunspeccion es necesaria si se desea acertaren los juicios, y con la mira de ofrecer ejemplos quesirvan de norma en otros casos, detallaremos las mu-chas circunstancias que es preciso atender.

    Es conocido el general? Tiene reputacion de verazy modesto, pasa plaza de fanfarron? Cules son susdotes militares? Qu subalternos le auxilian? Sustropas gozan fama de valor y disciplina? Se han dis-tinguido en otras acciones, estn desacreditadas porfrecuentes derrotas? Con qu enemigo ha tenido quehabrselas? Cul era el objeto de la expedicion delgeneral? Lo ha conseguido no? En el parte hay unaclusula que dice : s de positivo que la plaza N puedetodava sostenerse algunos dias. As no he creido nece-sario precipitar las operaciones, mayormente cuando lasituacion del soldado, rendido de hambre y fatiga, recla-maba imperiosamente algun descanso. El convoy quedaseguro en la ciudad M, adonde me he replegado, aban-donando al enemigo unas posiciones que me eran intiles,y dejndole que se cebase en una porcion de vveres queen el ardor de la refriega cayeron en su poder, causade un desrden momentneo