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  • La participacin de las mujeres en laindependencia hispanoamericana a travs de los

    medios de comunicacinAna Beln GARCA LPEZ

    Licenciada en Historia de Amrica - [email protected]

    Recibido: 18/05/2011Aceptado: 27/07/2011

    Resumen La mujer aprovech los tiempos convulsos de la independencia hispanoamericana para intervenir en lalucha, transgrediendo las barreras sociales y pasando de ser un sujeto pasivo, circunscrito al espacioprivado, a un sujeto activo, protagonista en el espacio pblico.Sin embargo, este cambio fue slo temporal, pues, aunque en la guerra su intervencin fue aprove-chada, en la paz, la prensa manipul su participacin, minimizando sus actuaciones, vilipendiando susactitudes u olvidando su aportacin, lo que queda mostrado en el artculo a travs de varios ejemplos.Palabras clave: Participacin mujer; independencia; prensa

    Participation of women in Spanish American independence through the media

    AbstractThe woman took the troubled times of Spanish American independence to take part in the fighting,breaking the social barriers and going from being a inactive character, limited private space, to anactive character, the protagonist in the public space.However, this change was only temporary, because, although the war took advantage of his participa-tion, the peace, the press manipulated her participation, minimizing her actions, insulting her attitudesor forgetting her contribution, showing in the article through several examples.Key words: Participation woman; Independence; press

    Referencia normalizadaGarca Lpez, A. B. (2011). La participacin de las mujeres en la independencia hispanoamericana atravs de los medios de comunicacin. Historia y Comunicacin Social, Vol. 16, pginas 33-49.

    Sumario: 1. Introduccin. 2. Retrato en la prensa colonial de la situacin social de la mujer.3. Muestrasen la prensa de la participacin de las mujeres en la Independencia. 3.1. Intervencin femenina ycambio de rol. 3.2. Formas de participacin y consecuencias. 4. Motivaciones de las mujeres y visinde la prensa. 5. Valoracin de la actuacin femenina en la Independencia. 5.1. Homenajes. 5.2.Desprecios y olvidos. 6. Conclusiones. Referencias bibliogrficas

    1. IntroduccinCuando an resuenan los ecos de las celebraciones de los bicentenarios del inicio delproceso independentista del mundo hispanoamericano nos proponemos mostrar yvalorar a travs de los medios de comunicacin la participacin de la mujer ameri-cana en la independencia del continente.

    Historia y Comunicacin SocialVol. 16. (2011) 33-49

    ISSN: 1137-0734http://dx.doi.org/10.5209/rev_HICS.2011.v16.37148

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  • Este intento implica articular tres elementos: mujer, medios de comunicacin eindependencia, histricamente disociados por la correspondencia de los mismos ambitos distintos, ya que, mientras los medios de comunicacin y el proceso inde-pendentista pertenecen al espacio pblico, la mujer estaba supeditada al mbitoprivado.

    Son mltiples los factores que explican la eclosin de los movimientos indepen-dentistas y las transformaciones experimentadas en los medios de comunicacin y enel papel de la mujer en la sociedad.

    El deterioro del rgimen colonial, el malestar ante las reformas borbnicas delsiglo XVIII, la propagacin de los ideales libertarios de la Revolucin Francesa, lainfluencia del proceso independentista de Norteamrica o la revolucin de Hait, laprohibicin de ocupar puestos polticos a los criollos o el vaco de poder producidoen Espaa por la prisin del rey y la invasin napolenica, son algunas de las causasque provocaron el proceso independentista, iniciado en 1809 con los primeros gritosinsurgentes y prolongado hasta avanzada la dcada de los aos veinte.

    De la misma forma se justifica la evolucin de la prensa desde un nivel oficial,al servicio de los intereses de la Corona, constituida bsicamente por noticias reli-giosas, administrativas, comerciales e informativas, propio de una etapa inicial (En1722 aparece La Gaceta de Mxico y Noticias de Nueva Espaa, el primer peridicolatinoamericano) hacia una prensa cientfica, cultural y literaria, influenciada por elespritu renovador de la Ilustracin, que constituy el germen de la prensa patriticade la fase independentista, de carcter poltico-panfletario.

    Indudablemente, tanto en la transformacin de la prensa como en el inicio de laindependencia, fue clave la difusin de la traduccin de los Derechos del Hombre ydel Ciudadano, realizada en 1793 por Antonio Nario, lder de la independencia deColombia.

    En lo referente a la libertad de prensa es muy significativo el artculo 11 de estosDerechos:

    La libre comunicacin de los pensamientos y de las opiniones es uno de los dere-chos ms preciosos del hombre: todo Ciudadano en su consecuencia puede hablar,escribir, imprimir libremente; debiendo s responder de los abusos de esta libertad enlos casos determinados por la ley1

    2. Retrato en la prensa colonial de la situacin social de la mujerParalelamente se produjo la evolucin del rol desempeado por la mujer en lasociedad. La prensa colonial retrataba a la mujer de la poca como hija, esposa,madre, vinculada siempre al hombre, reducida al espacio privado.

    Que el hombre aspire a la libertad y la mujer a las buenas costumbres. Y en quconsisten las buenas costumbres? En obedecer 2

    Conforme a esta concepcin se crearon varios estereotipos de mujer en funcin de laclase social, ntimamente asociada a la etnia.

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  • As lo particularmente resaltable en la mujer criolla era la belleza y la vestimenta,mientras que en la mujer negra y mulata era su falta de moralidad y su rol como amasde leche, ocupadas en la crianza de los nios en sus primeros aos, as como sucondicin de criadas, sirvientas o esclavas domsticas. Estas atribuciones erancompartidas con las indgenas dedicadas al servicio domstico en mltiples modali-dades.

    Ms all de las diferencias, todas ellas compartan un factor comn: la subordi-nacin al hombre, la carencia de personalidad civil o poltica y la exclusin delespacio pblico pues se entenda que no tenan la capacidad para ejercer derechoscomo ciudadanas y deban dedicarse a las tareas que la naturaleza impona a sugnero.La Gaceta limea se expresaba en este sentido:

    Nacidas para suavizar las costumbres del hombre, no deben tomar una parteactiva en las discusiones, cuyo ardor es incompatible con la ponderacin y dulzura queforman el embeleso de su sexo 3

    En su destino slo caban dos opciones: el matrimonio o el convento.En el primero la mujer se subordinaba a la voluntad del marido, siguiendo la

    mxima de El marido dispone y la mujer obedece. Su objetivo como mujer casada,conforme a la tradicin cristiana, era dedicarse a las tareas del hogar, desarrollar sufacultad de convertirse en madre y procurar la felicidad y el bienestar de su maridoe hijos.

    La mujer soltera era portadora de una imagen negativa, objeto de compasin ylstima, salvo las dedicadas a la vida religiosa, convertidas en ideales del estereotipode mujer piadosa, consagrada al servicio religioso.

    Sobre las mujeres de mala vida y las mendigas se aconsejaba la reclusin parapreservar las buenas costumbres.

    3. Muestras en la prensa de la participacin de las mujeres en la Independencia

    3.1. Intervencin femenina y cambio de rolEsta situacin que relegaba a las mujeres a meros sujetos pasivos, marginadas delespacio pblico y ausentes de la participacin poltica, fue sacudida por las nuevasideas y los avatares de los movimientos emancipadores.

    As lo reflejaba la prensa de este perodo, convirtindolas en objeto de sus conte-nidos, bien exhortando su participacin aprovechando su capacidad a favor de lacausa o criticndolas despiadadamente por su comportamiento poco femenino,contrario a la imagen recogida y recatada del ideal femenino.

    En esta lnea se expresaba el general realista Pezuela, calificando la accin de lasmujeres en la revolucin de La Paz como la prostitucin de la religin y el pudorprovocando la subversin total del orden social establecido.

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  • llegando a tal extremo que las mujeres tomaron el ms colorado partido, aban-donaron la religin, prostituyeron el pudor, y finalmente vivieron con el mayordesenfreno hasta el 11 de octubre 4

    Las convocatorias a la incorporacin femenina a la lucha para liberarse del poderespaol se difunden en la prensa de todo el continente.

    En 1812, desde varios diarios insurgentes de la Nueva Espaa se solicita a lasmujeres que no se casen con espaoles y en el supuesto de que lo hagan se les instaa que condicionen el matrimonio al paso de aquellos al bando insurgente. Se les pidetambin que eduquen a sus hijos a favor de la causa independentista.

    En el caso de las mujeres casadas con espaoles se les sugiere que se conviertanen espas a favor de la causa insurgente.

    No solo en la prensa se exhorta a un comportamiento solidario con la revolucinindependentista, sino tambin en las canciones divulgadas entre el pueblo, como elllamamiento recogido en un corrido insurgente annimo de 1812.

    A la guerra americanas / vamos con espadas crueles / a darle muerte a Callejas /y a ver al seor Morelos 5

    Aunque la mujer estaba excluida del periodismo como medio pblico que era,cuando la lucha hace necesaria la colaboracin de todos, los hbitos cambian y ellaaprovecha la coyuntura para expresar sus ideas.

    Ya en el editorial del primer nmero de la Gaceta de Caracas (24 de octubre de1808), su redactor jefe, Andrs Bello, llam a las mujeres a colaborar en la publica-cin.

    Se suplica por tanto a todos los Sujetos y Seoras, que por sus luces e inclinacinse hallen en estado de contribuir a la instruccin pblica, y a la inocente recreacin queproporciona la literatura amena, ocurran con sus producciones, en prosa o verso, a laoficina de la imprenta, situada en la Calle de la Catedral, del lado opuesto a la Posadadel ngel; y se ofrece corresponder a este favor empleando el mayor cuidado y pron-titud en el despacho6

    Se encuentran en los peridicos insurgentes manifiestos de mujeres que pruebansu implicacin en el proyecto independentista y sus aspiraciones a ocupar un lugaren el espacio pblico.

    Una de las evidencias de esta actitud aparece en la Gaceta de Caracas en 1811,donde se reproduce un documento firmado por un grupo de mujeres de la provinciade Barinas, en Venezuela, titulado La Representacin que hace el bello sexo alGobierno de Barinas (5 de noviembre de 1811), donde se ofrecen para defender laciudad del asedio realista y para alistarse en el ejrcito republicano:

    El sexo femenino, Seor, no teme los horrores de la guerra: el estallido del canno har ms que alentarle: su fuego encender el deseo de libertad, que sostendr a todacosta en obsequio del suelo Patrio. En esa virtud y deseando alistarse en el serviciopara suplir el defecto de los militares que han partido a San Fernando, suplican a V.E.

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  • se sirva tenerlas presente y destinarlas a donde le parezca conveniente bajo el supuestode que no omitirn sacrificios que conciernan a la seguridad y defensa 7

    Aunque el ofrecimiento fue rechazado, el hecho de haber publicado el manifiestoen la Gaceta de Caracas implica un ejemplo para otras mujeres y una afirmacin deque la debilidad atribuida al sexo femenino no es obstculo para la participacin enla lucha.

    Una de las mujeres que firmaron este manifiesto fue Josefa Camejo, destacadaen la gesta independentista venezolana, incorporada desde sus inicios a la causainsurgente, en la que particip como soldado, mereciendo sus acciones la incorpora-cin simblica al Panten Nacional Venezolano en el ao 2002.

    Tras permanecer 4 aos en Nueva Granada, adonde lleg acompaando a lasfuerzas del general Rafael Urdaneta en el xodo emprendido por la poblacin vene-zolana tras la derrota del primer intento independentista, regres a Venezuelacamuflada bajo ropajes harapientos para no ser descubierta y en 1821, disfrazada dehombre, al frente de 300 esclavos, provoc una rebelin contra las fuerzas realistasen la provincia de Coro que culmin con la liberacin de dicha provincia del asediorealista.

    3.2. Formas de participacin y consecuenciasSon muchas las alusiones en la prensa coetnea al nuevo rol de la mujer en lostiempos convulsos de la independencia, manifestado en la participacin en la acti-vidad y compromiso polticos de mltiples y diversas formas: bien mediante lacolaboracin en actividades conspirativas, organizando en sus residencias reunionesy tertulias donde circulaba informacin proveniente de Europa y de las recin eman-cipadas colonias de Amrica del Norte y se discutan las nuevas ideas polticas y seplaneaban las acciones emancipadoras, bien a travs de la actuacin como espasvalindose de su supuesta debilidad y apata poltica (en un principio las mujereseran vistas como criaturas inofensivas con total desinters por los asuntos pblicospor lo que los realistas no ocultaban sus planes en presencia de las mismas), comoorganizadoras de redes de informacin, en las que actuaban como correos proporcio-nando informes muy valiosos a los ejrcitos patriotas que en muchas ocasionessalvaron sus vidas o determinaron sus victorias en los enfrentamientos blicos,mediante la organizacin de protestas, la propagacin de las ideas patriotas y lapersuasin entre los ejrcitos realistas (algunas fueron acusadas y hasta fusiladas porseducir a las tropas realistas para que se incorporasen al bando independentista), porla redaccin de idearios y manifiestos, contribuyendo con la donacin de dinero yjoyas para la causa independentista, brindando refugio a los insurgentes, realizandoel transporte de alimentos, ropas y material blico, dedicndose a la reparacin dearmas, asumiendo el sustento familiar ante la ausencia de los hombres integrantes delas tropas insurgentes, con la presencia en los campamentos (troperas, rabonas,guareas, soldaderas), ocupndose de la logstica, acompaando a las tropas, prepa-rando los avituallamientos, cocinando, atendiendo a los heridos, enterrando a los

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  • muertos, portando las armas, luchando como miembros de las guerrillas patriotas ocomo soldados en los campos de batalla, algunas vestidas de hombre para ser acep-tadas en el combate, otras ejerciendo su condicin de mujeres guerreras,desempeando rangos militares e interviniendo como estrategas.

    Las protagonistas de estas acciones pertenecan a todos los niveles sociales,desde las del pueblo, indgenas, negras y mestizas en su mayora, hasta las criollasde las lites sociales. Todas contribuyeron en la medida de sus posibilidades y todaspadecieron las consecuencias.

    Muchas de ellas sufrieron las situaciones ms adversas. En muchos casos fuerondespojadas de todas sus posesiones, mediante la confiscacin de sus bienes, propie-dades y objetos personales, quedando sumidas en la pobreza. Algunas fueroncondenadas al destierro, otras fueron perseguidas, sometidas a la denostacin verbalen la prensa o al escarnio pblico; en muchas ocasiones recluidas en hogares, enconventos o en las prisiones, sufriendo torturas y vejaciones, y en otras, condenadasa muerte, bien fusiladas, ahorcadas o asesinadas de la manera ms cruel.

    4. Motivaciones de las mujeres y visin de la prensaLos motivos que las llevaron a romper las barreras y tomar las riendas de sus vidasa favor de la causa independentista son tan variados como las formas de participa-cin. En algunos casos fueron las condiciones precarias de sus economas familiareslas que las incitaron a actuar, en otros sus sentimientos patriticos, el pensamientoinfluido por las nuevas ideas revolucionarias procedentes tanto de Amrica como deEuropa, el rechazo al orden colonial con la consabida discriminacin racial y declases, la rebelda contra el orden social que relegaba a las mujeres a criaturas sinderechos, y en otros casos, la relacin de parentesco o afectiva con los soldadosinsurgentes o los defensores de la causa independentista.

    Es precisamente esta ltima causa la que, conseguida la independencia, se sealen muchos de los diarios de la poca para explicar la participacin femenina en acon-tecimientos ajenos a la naturaleza de su gnero y justificar comportamientostransgresores y mal vistos por la sociedad tradicional de la poca.

    El ejemplo ms significativo es el protagonizado por Lucas Alamn cuando en1831 intent minimizar la actuacin de Leona Vicario durante la guerra, afirmandoque al igual que otras mujeres, no haba sido movida por verdadero patriotismo sinopor amor a su marido.

    Indignada, Leona se defendi en varias cartas publicadas en el diario ElFederalista Mexicano, dirigindole entre otras las siguientes palabras:

    Mi objeto en querer desmentir la impostura de que mi patriotismo tuvo por origenel amor, no es otro que el muy justo deseo de que mi memoria no pase a mis nietos conla fea nota de haber sido yo una atronada que abandon mi casa por seguir a un amante.Me parece intil detenerme en probar a Ud. lo contrario, pues adems de que en mi vindi-cacin hay suficientes pruebas, todo Mxico supo que mi fuga fue de una prisin, y questa no la origin el amor, sino el haberme apresado a un correo que mandaba yo a losantiguos patriotas. En la correspondencia apresada no apareci ninguna carta amatoria

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  • Confiese Ud. Sr. Alamn, que no slo el amor es el mvil de las acciones de lasmujeres: que ellas son capaces de todos los entusiasmos, y que los deseos de la gloriay de la libertad de la patria no les son unos sentimientos extraos; antes bien, sueleobrar en ellas con ms vigor, como que siempre los sacrificios de las mujeres son msdesinteresados, y parece que no buscan ms recompensa de ellos que la que sean acep-tados. Si M. Stal atribuye algunas acciones de patriotismo en las mujeres a la pasinamorosa, esto no probar jams que sean incapaces de ser patriotas, cuando el amor nolas estimula a que lo sean. Por lo que a mi toca, s decir que mis acciones y opinioneshan sido siempre muy libres, nadie ha influido absolutamente en ellas, y en este puntohe obrado siempre con total independencia, y sin atender a las opiniones que han tenidolas personas que he estimado. Me persuado que as sern todas las mujeres excep-tuando a las muy estpidas, y a las que por efecto de su educacin hayan contrado unhbito servil. De ambas clases tambin hay muchsimos hombres 8

    Leona Vicario, una de las mujeres ms reconocidas en la guerra de la indepen-dencia mexicana, representa uno de los pocos ejemplos de participacin activa de lasmujeres en la prensa.

    Hija de espaol y criolla, qued hurfana muy joven, al cuidado de un todefensor de la situacin colonial; rebelndose contra la influencia familiar, esta intr-pida mujer mostr desde los inicios de la independencia su libertad de pensamientoy su resolucin de apoyar la causa patriota. Puso su fortuna heredada a disposicinde la independencia, actu como correo de los insurgentes informando de lasacciones de los realistas, enviando mensajes en clave al peridico El IlustradorAmericano y ejerci como corresponsal de guerra informando de los aconteci-mientos en el campo de batalla, por lo que es considerada como la primera periodistade la historia de Mxico.

    Fue delatada, juzgada y al negarse a revelar los nombres de sus cmplices,recluida en el colegio de Beln, de donde fue rescatada por los insurgentes. Tras ellose cas con A. Quintana Roo, al lado del cual continu la lucha, huyendo de un lugara otro, hasta el punto de que tuvo a su hija en una cueva.

    Conseguida la independencia, continu con sus actividades polticas y periods-ticas, escribiendo en el peridico El Federalista que se editaba gracias a sus recursos,siempre defendiendo sus ideales, como muestran las palabras que hemos reproducidoanteriormente y que le dirigi al historiador conservador Lucas Alamn.

    5. Valoracin de la actuacin femenina en la Independencia.

    5.1. HomenajesEs tambin Leona Vicario una de las pocas insurgentes que contina una actividadpblica tras la obtencin de la independencia, pues en tiempos de paz, la actuacinde las mujeres a favor de la misma fue olvidada y de nuevo fueron recluidas en sushogares o en los conventos, pues las circunstancias excepcionales que justificaban latransgresin de las barreras de gnero haban desaparecido.

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  • Slo se rindi homenaje a algunas, entre las que destaca Policarpa Salavarrieta,apodada como La Pola, fusilada en Bogot el 14 de noviembre de 1817.

    Aunque muchas mujeres sufrieron un final idntico, fue la nica que mereci unamencin en el Correo del Orinoco, peridico de la ciudad venezolana de Angostura,editado entre 1818 y 1822, y creado por Simn Bolvar como rgano propagands-tico de la Tercera Repblica venezolana, para contrarrestar la influencia de la Gacetade Caracas, peridico al servicio de la Corona Espaola.

    En la edicin de 1 de enero de 1820 se publica el anagrama PolycarpaSalavarrieta: Yace por salvar la patria, del colombiano Joaqun Monsalve, compa-ero de prisin de La Pola.

    La exaltacin de patriotismo de los aos posteriores al trmino del proceso inde-pendentista convirti en un smbolo de valenta y coraje a esta mujer natural deGuaduas (virreinato de Nueva Granada), hija de Joaqun Salavarrieta, partcipe en elmovimiento de los Comuneros en 1781 (levantamiento contra el rgimen colonialextendido por el virreinato de Nueva Granada contra el incremento de impuestos queculmin con la represin y el ajusticiamiento de sus cabecillas), de la que se desco-nocen muchos de sus datos biogrficos: su nombre (su padre la nombra comoPolonia en el testamento, su hermano menor la llama Policarpa, pero todos la cono-can con el sobrenombre de La Pola), su fecha de nacimiento (algunos la ubican en1795 o 1796, otros entre 1791 y 1796).

    Lo cierto es que era la quinta de nueve hermanos y haba quedado hurfana en1802, a causa de la epidemia de viruela que asol Santaf de Bogot y provoc lamuerte de sus padres y dos hermanos. Esta circunstancia la devuelve a Guaduas, sulugar de origen, junto a su hermana mayor y su hermano menor. All conoce elpasado como comunero de su padre e influenciada por las ideas insurgentes que reco-rren el virreinato, comienza junto a su hermano menor, Bibiano, su participacin enla lucha independentista. En 1817 se traslad a Santaf donde utiliz su ocupacincomo costurera en las casas de las seoras de los realistas para servir de espa,proporcionando informacin muy valiosa sobre el armamento y los movimientosrealistas para preparar las emboscadas de los guerrilleros patriotas. Tambin actu deenlace de los revolucionarios, recibiendo y mandando mensajes de la guerrilla de losLlanos, compr material de guerra, convenci a los jvenes para unirse a los gruposinsurgentes, ayud a desertar a muchos de ellos de las fuerzas realistas y particip enla fuga de los hermanos Almeida, caudillos que prepararon el levantamiento de losLlanos.

    Esta ltima accin unida al arresto de su novio y colaborador, Alejo Sabaran,descubrieron sus actividades y ocasionaron que fuese arrestada en 1817 y senten-ciada a muerte junto con Sabaran y otros patriotas.

    En sus ltimos das en prisin mostr su coraje y la conviccin de sus ideales,encarando la muerte con un espritu firme y entusiasta por la libertad. As lo mues-tran las palabras que pronuncia cuando un soldado le ofreci un vaso de vino:

    Pueblo de Santaf cmo permites que muera una paisana vuestra e inocente?Muero por defender los derechos de mi patria. Dios eterno, ved esta justicia.

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  • O la exaltada arenga que dirigi al pueblo antes de ser ajusticiada:

    Pueblo indolente! Cun distinta sera hoy vuestra suerte si conocirais el preciode la libertad! Pero no es tarde. Ved que, mujer y joven, me sobra valor para sufrir lamuerte y mil muertes ms. No olvidis este ejemplo!9

    5.2. Desprecios y olvidosEn el extremo opuesto del enaltecimiento de La Pola se halla el tratamiento veja-torio dado en los medios de la poca a las mujeres que irrumpieron en la escenapoltica. Los casos ms representativos son los de Francisca Zubiaga de Gamarra enPer, Javiera Carrera en Chile o Manuela Senz en Ecuador.

    Las tres fueron vilipendiadas, censuradas y exiliadas por ser mujeres transgre-soras y haber invadido los tradicionales poderes del hombre. Se las tild de egostas,autoritarias, ambiciosas y dominantes, descalificndolas por utilizar las armas a sualcance para conseguir sus objetivos polticos mientras que se alababa la decisin delos caudillos, sus aspiraciones de grandeza y el empleo de cualquier mtodo parahacer triunfar sus ideales.

    Una vez ms resurgi la subordinacin a la que estaba sometida la mujer, domi-nada y no dominante, excluida adems de la esfera pblica, a la que se le permitiacceder solamente para colaborar en el triunfo del proceso independentista.

    La primera de ellas, apodada de diversas formas, La Mariscala, LaPresidenta, La Pancha Gamarra o La Prefecta, fue entrevistada por la escritorafeminista Flora Tristn cuando iba rumbo al exilio, lo que le permiti trazar unretrato de su personalidad en su libro Peregrinaciones de una paria, ensalzndolacomo prototipo de mujer emancipada y transgresora y describindola con estas pala-bras:

    Como Napolen, todo el imperio de su hermosura estaba en su mirada. Cuntoorgullo! Cunto atrevimiento! Cunta penetracin! Con qu ascendiente irresistibleimpona respeto, arrastraba voluntades y cautivaba la admiracin! A quien Diosconcede esa mirada no necesita de la palabra para gobernar a sus semejantes. Posee unpoder de persuasin que se soporta y no se discute 10

    Pero no fueron estos los elogios que le dedic la prensa peruana cuando trasdistinguirse por su valor y dotes de mando en el campo de batalla, ejerci el poderpoltico una vez conseguida la independencia.

    Lleg a ejercer el poder a travs de su matrimonio con el general cuzqueoAgustn Gamarra, el cual tras la consolidacin de la independencia en Ayacucho en1825, fue nombrado Prefecto del Cuzco por el mismo Bolvar.

    A partir de entonces comenz a mostrar sus dotes de mando y su carcter indo-mable, acompaando a su marido en dos expediciones al Alto Per en 1828, en lasque se adapt perfectamente a la rudeza de la vida militar, destacando por su preci-sin en el tiro, el manejo gil de la espada y su intrepidez como jinete. Pero fue un

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  • ao despus cuando se convierte en La Mariscala, apodo que recibi al obtenerGamarra el grado de mariscal y acceder al gobierno del Per, cuando mostr sudeterminacin, arrojo y capacidad para tomar decisiones polticas.

    Algunos episodios le reportaron la fama de soberbia, intolerante e implacablecon sus enemigos tales como la orden de apalear a Juan Calorio, editor del diarioopositor El Telgrafo de Lima o los azotes que ella misma propin a un oficialedecn que se jactaba de haber merecido sus favores.

    Otros evidenciaron que era una mujer de armas tomar, capaz de ejercer un poderde persuasin indiscutible. Ejemplo de ello es el lance acaecido una noche en que,informada de la sublevacin en un cuartel porque la tropa no reciba su paga, selevant de inmediato, tom su cabalgadura y, vestida con uniforme militar, sepresent en el cuartel y con un ltigo en una mano y una bolsa de dinero en la otra,se dirigi a los cabecillas, sus antiguos compaeros del ataque al pueblo boliviano deParia, y les increp:

    Cmo? Ustedes mis cholos, contra m?11

    Los sublevados quedaron paralizados y en breve tiempo el motn qued sofo-cado.

    Esta decisin y capacidad de mando fue criticada por ser superior a la de sumarido, por lo que la prensa limea se expresaba en estos trminos:

    Habr desvergenza! La mujer slo manda en la cocina.

    Fue acusada de neurtica y cruel, de marimacho, de mujer fcil, nombrndolaCleopatra por los numerosos amantes que se le adjudicaron.

    En definitiva, su protagonismo en la cpula del poder entre 1829 y 1833, reser-vada a los hombres y por tanto vedada a su gnero, le granje el repudio de laconservadora sociedad peruana surgida de la independencia y el destierro y exilio enValparaso donde muri el 8 de mayo de 1835, vctima de la tuberculosis, pobre y enel anonimato.

    Signo de los odios que despert fue el ensaamiento difundido desde los diariosperuanos ms conocidos El Telgrafo, El Convencional, El Playero y El Tenientecuando en 1834 cay en desgracia y tuvo que abandonar Per rumbo al exilio enChile, publicando todo tipo de comentarios vejatorios.

    Aqu yace la mujer ms insolente que en los siglos el mundo hubo tenidootra ms criminal jams ha habido 12

    El editor de El Telgrafo, Juan Calorio, apaleado durante el gobierno deFrancisca Zubiaga, revela as su repudio:

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  • Venganza, venganza, claman las manos de las heroicas vctimas deHuaililachuco y Porongoche! La Zubiaga esa hidra horrible que recorra el 28 de enerolas rebeldes filas para excitarlas a la matanza del indefenso pueblo! 13

    El segundo ejemplo de mujer denunciada en los medios de comunicacin coet-neos por haber ejercido un poder que no era inherente a su condicin femenina fuela chilena Francisca Javiera Carrera y Verdugo, integrante de una familia que influydecisivamente en la historia de Chile y cuya vida a su vez fue marcada por losavatares de la historia de su pas.

    Fue relegada por los cronistas al papel de mera colaboradora de sus hermanos yacusada de haber urdido el plan que provoc la muerte de sus hermanos. Creci enel seno de una familia de fortuna y linaje y en un ambiente intelectual donde sehablaba de los pensadores franceses que constituyeron sus primeras influencias ideo-lgicas.

    Fue el motor patritico de su familia. El 4 de septiembre de 1810 estall la revo-lucin encabezada por su hermano Jos Miguel Carrera y Javiera represent el sectorms radical, oponindose a los ms moderados que se aferraban a la frmula degobernar en nombre de Fernando VII y defendiendo la necesidad de proclamar laindependencia de la Corona espaola.

    Desde diciembre de 1811 a octubre de 1814 los Carrera dominaron la polticachilena. Javiera no ocup ningn cargo poltico, pero actu annimamente en laesfera del poder. Fue asesora y consejera y su influencia fue incuestionable.

    El revs del ejrcito patriota en Rancagua oblig a los hermanos Carrera aemigrar a Mendoza. Javiera los acompa dejando en Chile a su marido y a sus hijos,lo que constituy un motivo para que sus enemigos la acusasen de egosta, capri-chosa y desnaturalizada. Desde entonces padeci 10 aos de destierro en tierras deArgentina y Uruguay donde llev a cabo una intensa actividad poltica para conse-guir volver a Chile y recuperar el poder poltico.

    En 1817 San Martn, el general que haba expulsado de Mendoza a los hermanosCarrera en el inicio de su exilio, consigui en Chacabuco una importante victoria yen Chile OHiggins, el enemigo acrrimo de Javiera y sus hermanos, fue nombradoDirector Supremo inaugurando as la Patria Nueva.

    Los hermanos Carrera gestaron un complot para deponer al gobierno chileno yarrestar a San Martn, pero el intento fall y fueron arrestados Luis y Juan Jos,siendo fusilados en 1818, suerte idntica a la que corri su hermano Jos Miguel en1821.

    Javiera volvi a Chile tras la dimisin de OHiggins. Abandon la vida pblica,repatri los restos de sus hermanos en 1828 y se aisl en su hacienda de El Monte,recogindose en el espacio al que estaba predestinada por ser mujer.

    Manuela Senz es el prototipo de mujer que no encaj en la moral patritica dela sociedad que surgi tras la independencia en los recin nacidos pases americanosy por ello fue agraviada y menospreciada, tildndola incluso de ser un defecto deBolvar.

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  • Tanto los medios de comunicacin coetneos como la posterior historiografaoficial trataron de eclipsar su personalidad y minimizar su decisiva contribucin a laindependencia vinculndola siempre a la figura de Simn Bolvar, resaltando su rela-cin sentimental como su nico mrito.

    Era una mujer de carcter recio y de voluntad inquebrantable, forjados desde suinfancia, marcada por su condicin de hija ilegtima de un hidalgo espaol y unacriolla, de la que qued hurfana a temprana edad.

    Naci en 1797 en Quito, aunque su conciencia e identidad americanas se distin-guieron tanto en sus palabras.

    Mi pas es el continente de Amrica. He nacido bajo la lnea del Ecuador 14

    O en sus actos, puesto que contribuy a la liberacin de tres pases: Ecuador,Per y Colombia.

    En 1817, siendo muy joven, contrajo un matrimonio de conveniencia, pactadopor su padre, con el adinerado mdico ingls James Thorne, 26 aos mayor que ella.Con l se traslad a Lima donde entabl amistad con la guayaquilea RosaCampuzano (comprometida con la causa insurgente y conocida posteriormente comola amante del general San Martn) involucrndose ambas en la colaboracin con lospatriotas peruanos.

    Desde 1819 Manuela asisti a reuniones, busc recursos para financiar la causapatriota, actu de espa, sirvi de correo y conspir contra el gobierno colonial.Contribuy decididamente en el cambio del batalln realista Numancia hacia las filaspatriotas.

    Por sus actividades proindependentistas, el general Jos de San Martn, trastomar Lima y proclamar su independencia en julio de 1821, le concedi el ttulo de"Caballeresa del Sol".

    En los eventos de la entrada triunfal de Simn Bolvar a Quito el 16 de junio de1822, ve por primera vez al Libertador. Se convirti en su amante y compaera delucha durante 8 aos hasta la muerte del libertador en 1830.

    Se separ de su marido, enfrentndose a la hipocresa de la conservadorasociedad limea que la acus de comportamiento indecente, demostrando su autode-terminacin y liberacin de los prejuicios sociales.

    Al ao siguiente de conocerse, acompa a Bolvar hasta Per y estuvo a su ladoen la mayora de las campaas, participando activamente, hasta lograr la indepen-dencia.

    Se incorpor al Estado mayor del general, hacindose cargo de todo su archivo einterviniendo como consejera en los momentos difciles del general; combati en labatalla de Junn, consiguiendo por su valor el grado de Capitn de Hsares delEjrcito Libertador y ms tarde en la batalla de Ayacucho, bajo las rdenes deAntonio Jos de Sucre, quien le sugiri a Bolvar su ascenso a Coronela.

    Muestra de su fuerte temperamento y coraje son las palabras que le dirige aBolvar por la preocupacin de ste ante la dureza de las jornadas que ha de soportar.

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  • Mi amado: las condiciones adversas que se presenten en el camino de la campaa queusted piensa realizar, ni intimidan mi condicin de mujer. Por el contrario, yo las reto. 15

    Cuando, tras la consecucin de la independencia, se instal con Bolvar en laciudad de Santaf de Bogot, ste fue objeto de dos intentos de asesinato, frustradosgracias a la valiente intervencin de Manuela, reconocida desde entonces por elpropio Bolvar como "La Libertadora del Libertador".

    Con la renuncia de Bolvar a la presidencia de Colombia y su marcha hacia elexilio, Manuela continu en Bogot tejiendo intrigas polticas contra su principalenemigo el general Santander, lo que provoc que fuese vilipendiada por la prensasantanderista.

    Tras la muerte del Libertador en 1830, temiendo su habilidad poltica y su capa-cidad de liderazgo, fue expulsada de Colombia. Parti hacia el exilio en la isla deJamaica desde donde intent regresar a su tierra en 1835, pero su pasaporte fue revo-cado por el presidente de Ecuador, Vicente Rocafuerte, por lo que decidi instalarseen el pueblo de Paita, al norte del Per.

    Durante los siguientes 25 aos se dedic a sobrevivir a travs de la venta detabaco, la traduccin y escritura de cartas a los Estados Unidos de parte de los balle-neros que pasaban por la zona, y la elaboracin de bordados y dulces por encargo.

    Continu la defensa de Bolvar y no declin su temperamento como testimonianlas cartas escritas en este perodo a sus amigos.

    A los 59 aos muri vctima de una epidemia de difteria que azot la regin, el23 de noviembre de 1856. Su cuerpo fue sepultado en una fosa comn e incinerado.

    Slo a mediados del s. XX, un siglo despus de su muerte, comenzaron aaparecer biografas y ensayos en los que se reivindicaba su verdadero papel en laindependencia de las actuales Ecuador, Colombia y Per.

    A finales del s. XX Carlos lvarez Sa, historiador de vocacin, que defendi suimagen, rescat documentos originales, cartas y objetos personales y en 1994 creen Quito un museo dedicado a su memoria.

    El 22 de mayo de 2007, en el marco de la conmemoracin de la batalla dePichincha el presidente de Ecuador, Rafael Correa, le concedi el rango de Generalade la Repblica de Ecuador.

    6. ConclusionesTrazado un somero retrato de algunas de estas mujeres y visto el tratamiento querecibieron en la prensa coetnea, resta subrayar las siguientes conclusiones:

    Al margen del enfoque que se le ha aplicado en la prensa de la poca a la actua-cin de las mujeres en esta etapa, hay suficientes evidencias para afirmar que lasmujeres intervinieron decisivamente en los procesos independentistas que sedesarrollaron en la Amrica hispana.

    Favorecidas por las circunstancias excepcionales de la guerra, las mujeres seconvirtieron en sujetos activos, irrumpiendo en el espacio pblico y adquiriendo unprotagonismo relevante, transgrediendo con su actitud y sus acciones las barreras que

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  • la sociedad impona a su gnero. Si bien, este salto de la esfera privada a la pblicafue temporal, pues una vez conseguida la independencia, la mayora volvieron arecogerse en el espacio privado, el lugar que les reservaban los convencionalismossociales.

    Alcanzada la paz, su valiosa intervencin fue presentada desde un discurso mani-pulador que silenci su papel destacado en el proceso, relegndolas a un nivelsecundario, que minimiz su patriotismo atribuyendo los motivos de su implicacina razones sentimentales, negando su capacidad de pensamiento y decisin propios,que enalteci solamente las labores propias de su sexo, pero que denigr las actitudesy acciones de aquellas mujeres que se desenvolvieron en un ambiente masculino, queexpresaron su pensamiento propio y reclamaron un protagonismo en la esferapblica, reservada a los hombres.

    A pesar de su valiosa aportacin, de haberse sacrificado y padecido los horroresde la guerra, no fueron tenidas en cuenta en la construccin de las nuevas repblicasnacionales surgidas de la independencia.

    Es tiempo ya, despus de ms de 200 aos del inicio de aquel proceso, de resca-tarlas de la ingratitud con la que fueron tratadas, de la invisibilidad a la que fueronrelegadas.

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    3 La Gaceta de Lima, n 22, 11 junio 1794, p. 2994 Memoria 1813-1815. / WEXLER, Berta. Las mujeres paceas: una aproximacin a su parti-

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    5 ARROM, Silvia Marina. (1988)La movilizacin de las mujeres. En Las mujeres de laCiudad de Mxico, 1790-1857, Mxico: Siglo XXI, p. 52 / GALEANA, Patricia (2007).Lecciones de las mujeres de Mxico del siglo XIX y asignaturas pendientes. EnMujeres, Derechos y Sociedad. Enero del 2007, Ao 3, n 5 Federacin Mexicana deUniversitarias A.C. http://www.femumex.org/femu/revista/0305/0305art04/art04pdf.pdf

    6 Gaceta de Caracas, 24 de octubre de 18087 Ibid, 5/11/18118 Carta de Leona Vicario a Lucas Alamn, 26 de marzo de 1821, El Federalista Mexicano9 Palabras pronunciadas por la Pola antes de ser fusilada. http://www.biografiasyvidas.com

    /biografia/s/salavarrieta.htm

    10 TRISTN, Flora (2003). Peregrinaciones de una Paria. Lima: Centro de la Mujer Peruana.Universidad Nacional Mayor de San Marcos, pp. 523-524.

    11 Cfr. RIZO PATRN, Carlos Neuhaus (1967). Pancha Gamarra, la mariscala. Lima: Ed.Francisco Moncloa, pp. 48-49.

    12 Ibid, p.11713 Ibid, p. 11614 Declaracin de Manuela Senz en carta pblica publicado en el diario La Aurora de

    Bogot, 1830. / GMEZ, Andrena (1997) Manuelita Senz. El enigma de una mujer200 aos despus. En el Diario el Nacional, 23 de febrero 1997. http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/manuela_un_enigma.html

    15 LVAREZ SA, Carlos (1995) Carta de Manuela Senz al Libertador, 16 de junio de1824. En Manuela, sus diarios perdidos y otros papeles. Quito: Imprenta Mariscal, p. 79.

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  • La autoraAna Beln Garca Lpez es Licenciada en Historia de Amrica, por la Universidadde Alcal de Henares. Autora de Antonio Guzmn Blanco (Anaya. Coleccin QuintoCentenario. 1987), "Presencia de la mujer en las corporaciones municipales (1979-2003). Revista El Consultor. 2007. Colaboradora de: Crnica de Amrica (EditorialPlaza y Jans. 1990). Miembro fundador, coordinadora y ponente de "TertuliasAmericanas" (2000-2011) y miembro colaborador de ACISAL.

    Ponente en el Museo de Amrica de Madrid, en La Casa de Amrica dentro delII Encuentro Internacional Mujer e Independencia Iberoamericanas (2010) y en laUniversidad Autnoma, en el Seminario de Mujeres Ilustres en la Historia (2011) contemas sobre la intervencin de las mujeres en las independencias iberoamericanas.

    Actualmente est realizando una investigacin sobre la recuperacin histrica dedicho tema.

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