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    IUN CAMINO DE DIMENSIONES

    SUBCONTINENTALES

    EN EL mundo andino de los siglos XV y XVI, elCusco se convirti en el centro del imperio de ma-yores dimensiones de la Amrica Precolombina, el Ta-wantinsuyu o el Imperio de los Incas que integraba losactuales territorios del Per, continuaba hacia el norte

    por el actual Ecuador, alcanzando los lmites ms sep-tentrionales de la cordillera andina, en la regin de losPastos, en Colombia; por el Sur penetr hasta tierrasmendozinas y atacameas, en los confines ms australesdel Imperio, correspondientes actualmente con territo-rios argentinos y chilenos.

    Esta integracin slo fue posible a travs de unaprofusa red caminera organizada en un camino princi-

    Era, 78-79 (2009), pgs. 21-38

    GUADALUPE MARTNEZ MARTNEZGegrafa

    Qhapaq an: El Camino Inca y las transformacionesterritoriales en los Andes peruanos

    RESUMEN

    Qhapaq an fue la arteria principal de una profusa red de caminosque se teji en los Andes en tiempos del Imperio Inca y que conect te-rritorios pertenecientes hoy a seis pases distintos. Este camino expresuna forma de concebir y manejar el territorio que ha sufrido cambioshistricos intensos, pero algunas partes an mantienen vivo su valor yfuncionalidad hasta nuestros das. Su proteccin y conservacin trans-ciende la dimensin monumental y arqueolgica e involucra la gestindel territorio desde una concepcin patrimonial y paisajstica.

    RSUM

    Qhapaq an: Le Chemin Inca et les transformations territorialesdans les Andes Pruviens.- Qhapaq an a t l'artre principale d'unprofus rseau de chemins qui a t tiss dans les Andes dans le tempsde l'Empire Inca et qui a reli des territoires appartenant aujourd'hui six diffrents pays. Ce chemin a exprim une faon de concevoir etmanier le territoire qui a souffert des changements historiques inten-ses, mais qui dans certains tronons maintient toujours vivante sa va-leur et fonctionnalit. Sa protection et conservation dpasse la dimen-sion monumentale et archologique et implique la gestion du territoiresous une conception patrimoniale et paysagistique.

    ABSTRACT

    Qhapaq an: The Inca Road and the territorial changes in thePeruvian Andes.- Qhapaq an was the main artery of a widespreadroad network built in the Andes in the days of the Inca Empire andwhich connects nowadays territories belonging to six different coun-tries. This road expressed a form of conceiving and handling the terri-tory that has undergone intense historical changes, although some ofits parts have kept alive its value and functionality to the present time.Its protection and its conservation go beyond the monumental and ar-chaeological dimension involving the territorial management from aconception that takes into account both the cultural heritage and the

    cultural landscape.

    Palabras clave / Mots cl / Key words

    Qhapaq an, Camino Inca, Imperio Inca, territorio, paisaje cultu-ral e itinerario cultural.

    Qhapaq an, chemin Inca, Empire Inca, territoire, paysage cultu-rel et itinraire culturel.

    Qhapaq an, Inca road, Inca Empire, territory, cultural route andcultural landscape.

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    pal, el Qhapaq an, que en lengua quechua significaCamino del Seor o Camino Real, que discurrapor la Cordillera Andina como un eje vertebrador conel que se enlazaban otros caminos o ramales secunda-rios que llegaban hacia valles, espacios costeros y pe-netraban en las densas tierras amaznicas. Por el con-

    junto de esta red circulaban ejrcitos, administradores,mitimaes1, chasquis2, recuas de llamas con mercancasde los diferentes confines del Imperio, en definitiva, es-ta red fue el vaso comunicante de personas, bienes, ser-

    vicios e ideas a lo largo y ancho del espacio andino.

    Todos los caminos llevaban a todas partes en los Andesy todos, en una u otra ruta, llegaban al Cusco.

    Esta red caminera que supera los 23.000 km (HYS-LOP, 1992) no se construy en su totalidad en poco msde un siglo que dur el Imperio Inca, sino que tambin

    incorpor trazados anteriores a los incas, pues quinien-tos aos antes del desarrollo del Imperio Inca, ya el Im-perio Wari haba tejido una red de caminos en los An-des Centrales (LUMBRERAS, 2004). Del mismo modo, lapenetracin de los incas en tierras al norte de la Cordi-llera Andina o en espacios ms australes fue posible porla existencia de caminos previos, muchos de los cualesprobablemente fueran de trazado muy rstico. El granmrito inca fue la organizacin y funcionamiento comoun autntico sistema vial, adecuando y mejorando lasinfraestructuras y construyendo equipamientos que loarropen y faciliten los desplazamiento en su funcin co-

    nectora y controladora, de tal modo que se pudiera tenerconocimiento de todo aquello que circulaba por los ca-minos, por ms alejado que estuviese. El Imperio Incahizo del Qhapaq an y todos los caminos que se des-prenden y articulan a ste una gran red caminera de di-mensiones subcontinentales, que desde el Cusco, se di-riga en las cuatro direcciones cardinales que marcan ladivisin territorial del Tawnatinsuyu: un camino haciael Norte, el Chinchaysuyu, otro hacia el Sur, el Qollasu-yu, un tercer camino hacia el Oriente, el Antisuyu y unltimo hacia el Occidente, el Contisuyu.

    El camino del Chinchaysuyu es, quizs, el ms co-nocido. Es el Qhapaq an, camino principal o caminoreal, que partiendo del Cusco llegaba hasta Quito dedonde salan prolongaciones hasta los confines norte delImperio en territorio de los pastos. Este camino, que re-corra longitudinalmente la Cordillera Andina, vincula-ba los valles y regiones interandinas con la costa a tra-vs de ramales transversales que partan del corazn dela cordillera, en sus ramificaciones occidentales, y conlos desconocidos territorios selvticos, por los caminosque se dirigan al Oriente, en lo que constitua el Antisu-yu del Imperio Inca.

    A travs de las ramificaciones occidentales, el Qha-paq an se articulaba en territorio peruano con el cami-no de la costa, camino que sala desde la regin deTumbes, en la actual frontera norte del Per y descen-da longitudinalmente por la costa hacia territorios ata-cameos.

    El Qhapaq an prosegua su avance hacia el Norte,hasta Quito, ltimo asentamiento formal inca en su ex-pansin ms septentrional. A partir de Quito, la presen-

    1 Los mitimaes son poblaciones de territorios anexados por los incas ydesplazadas hacia otras regiones del Imperio como mecanismo de control pol-tico y territorial, con fines productivos, de equilibrio entre territorios y pobla-cin, entre otros.

    2 Los chasquis son los mensajeros del inca.

    FIG. 1. El Qhapaq an en Sudamrica. La extensin de la red vialdel Qhapaq an involucra los territorios de Per, Ecuador, Bolivia yparte de Colombia, Argentina y Chile.

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    cia inca se percibe en asentamientos defensivos quemarcan el avance del Imperio por tierras ecuatorianasdel Carchi e Imbabura y la actual provincia de Narioen Colombia, que en el siglo XVI estaba en proceso deincorporacin (LUMBRERAS, 2004).

    Esta ruta es la ms importante del Imperio, como aslo demuestran sus caractersticas constructivas, cuyoancho oscila entre 3 y 16 metros (HYSLOP; 1992, pg.108) y la envergadura de los vestigios arqueolgicosque jalonan el camino tanto en sus inmediaciones comoen el rea de influencia mediata. No es casual que estecamino atraviese y organice los centros administrativosms importantes del Tawantinsuyu fuera del Cusco co-mo Vilcashuamn, Xauxa, Tarmatambo, Pumpu, Hua-nucopampa, Cajamarca y Huancabamba, en actuales te-rritorios del Per; e Ingapirca, Tomebamba o Riobambaen Ecuador.

    El camino del Qollasuyu es, al igual que el delChinchaysuyu, de una gran longitud. Parte del Cusco ydesciende hacia el Sur, desdoblndose para bordear ellago Titicaca en un ramal oriental y otro occidental quese unan posteriormente para atravesar el territorio delaltiplano boliviano en lo que eran los lmites surorienta-les del Tawantinsuyu.

    Parte de estos caminos se trazaron y consolidaroncomo rutas durante el perodo Tiwanaku3 y fueron in-corporados a la red vial inca. Para consolidar claramen-te el avance del Imperio por tierras altiplnicas, la ad-ministracin incaica expandi a lo largo de estas tierrassu sistema de tambos y pucaras4 y mejor los caminos

    en cuanto a su construccin formal. Desde el altiplanoboliviano los caminos se desdoblaban para avanzar ha-cia los confines ms meridionales del Tawantinsuyu.Una ruta se diriga hacia la actual regin mendocina deArgentina y la otra penetra en los antiguos territorios dediaguitas y atacamas en tierras chilenas, que ya habandesarrollado redes de caminos bsicas y donde se une alcamino que se prolonga desde la costa peruana. El Qha-paq an inicia en Chile su recorrido por el desierto msrido del mundo, el desierto de Atacama, hasta llegar alMaipo, actualmente Santiago de Chile. A partir de ahno se han encontrado vestigios del avance inca (LUM-

    BRERAS, 2004).

    Los caminos del Contisuyu dibujan la salida delCusco hacia territorios costeos, en lo que correspondea las actuales regiones de Arequipa, Moquegua y Tacna,en el extremo sur peruano. Estos caminos son rutastransversales que garantizan la complementariedad derecursos naturales, al atravesar en su recorrido muy va-riados pisos ecolgicos, en la gradacin altitudinal pro-pia del descenso desde las alturas cordilleranas a los es-pacios costeos.

    Los caminos del Antisuyu son los menos conocidosy de los que menor nmero de vestigios se registran.Penetran en los territorios ms orientales de los Andes

    Amaznicos o Ceja de Selva, donde las condiciones sonms difciles para la conservacin de las evidencias ar-queolgicas. La verdadera dimensin fsica de la exten-sin del Imperio Inca por esta regin no est muy clara.

    IISIGNIFICADO Y COMPONENTES DEL CAMINO

    Que el Qhapaq an y todo el tejido vial que se en-trelaza pueda ser considerado el mayor monumento dela Amrica Precolombina no es casual ni obedece ex-

    clusivamente a su extensin. Sus dimensiones debenobservarse desde la perspectiva integral de una red vialminuciosamente planificada y jerarquizada de formaque se garantice su expansin, mantenimiento y funcio-nalidad. Expansin hacia los confines del Imperio Inca,en el proceso de anexin de nuevos territorios; manteni-miento, tanto de la infraestructura vial misma como delos equipamientos que la arropan y garantizan su fun-

    3 Entre los siglos VI y XII d. C. se desarroll en el entorno del lago Titi-caca, en los actuales territorios de Per y Bolivia, una compleja y avanzada ci-vilizacin, de la cual se conservan imponentes vestigios.

    4 Construcciones militares de carcter defensivo, propias del mundoandino.

    FIG. 2. El Qhapaq an del Chinchaysuyu a su paso por las punasde Huamann, sobre los 4.000 msnm, en direccin a Huanucopampa(Foto: Timoteo Guijarro).

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    cionalidad al servicio del Inka. Es as que el Qhapaq

    an, en palabras del arquelogo peruano Luis Guiller-mo Lumbreras, se convierte en un instrumento del pro-yecto poltico integrador llamado Tawantinsuyu.

    Este proyecto no se puede entender slo desde unaperspectiva geopoltica de delimitacin ms o menosclara de las fronteras del Tawantinsuyu, la bsquedade control de los territorios involucrados y la expresindel Qhapaq an como smbolo del poder dominante delInka, porque si bien est implcita, la transciende. Laobservacin de esta red nos remite rpidamente a lascondiciones geogrficas que atraviesa, traduciendo unamotivacin ambiental y econmica. El Qhapaq an

    facilit el manejo de los diferentes pisos ecolgicos enuna suerte de articulacin del medio fsico con el apro-vechamiento de sus recursos naturales y minerales,segn las variaciones altitudinales y transversales delmedio. Se integra en una misma lgica econmica terri-torios diversos y distantes. La planificacin de la redvial y sus equipamientos expresa el conocimiento y con-trol de los ciclos naturales para establecer ciclos econ-micos adaptados (MARTNEZ, 2004).

    El camino tambin posibilit un control social y de-mogrfico, facilitando el traslado de poblaciones ente-ras, mitimaes, de un confn a otro del Imperio. Los fines

    de estos desplazamientos pudieron ser variados: de so-metimiento de estas poblaciones, de produccin, comoel traslado de artesanos u otros oficios que sirven a losfines del Imperio, de redistribucin territorial de la po-blacin, buscando equilibrar la oferta de recursos natu-rales y las demandas de la poblacin, o de mantenimien-to de la infraestructura del Imperio, incluida la propiared vial que precisaba de grandes cantidades de mano

    de obra para su mantenimiento y funcionamiento. El ca-mino tambin tuvo sus implicancias en una dimensinespiritual al abrir accesos a los espacios rituales tanto decarcter netamente inca como aquellos preincas asimila-dos por el Imperio.

    Para materializar sobre el terreno esta visin integralde consolidacin del Imperio Inca en su expansin terri-torial, una simple red caminera resultaba insuficiente entamao propsito. El Imperio precisaba de herramientasms complejas para el manejo territorial, por ello, el ca-mino estaba integrado con otros componentes, muchosde ellos podramos definirlos como equipamientos, quecondicionan la visin del Qhapaq an no como unainfraestructura que conecta territorios, sino como un te-rritorio articulado y organizado en el marco de un pro-yecto poltico andino, para cuyo funcionamiento era in-dispensable una red de comunicaciones integral. Es asque al borde del camino o en un mbito de influenciaprximo se localizaban tambos, chasquiwasis, maquetaso apachetas y se construyeron puentes que facilitaron eltrayecto al transente de a pie o en llama, las dos formasde andar el camino en el mundo precolombino. Perodel mismo modo que se dispusieron estos equipamien-tos a lo largo del camino, ste permiti la articulacinde los nuevos espacios urbanizados, cuya disposicinen relacin a la red vial y por lo tanto, a la organizacinandina dispuesta desde el Cusco, no fue casual. Tam-bin por los caminos se llegaba a los santuarios de altu-ra y a los confines del Imperio, jalonados de fortalezas opukaras.

    Dentro de los equipamientos, los tambos fueron losms numerosos y quizs ms importantes en el funcio-namiento de esta red. Eran construcciones de arquitec-tura y tamao variado cuya funcin estaba vinculadaprincipalmente al alojamiento de los transentes y al al-macenaje de productos que garantizaran el abasteci-miento a los viajeros. Por lo mismo, se localizaron entres a una jornada de camino, aunque se identificaron al-gunas irregularidades en las distancias que pudieronobedecer a diversos factores como la presencia de fuen-tes de agua, la existencia de terrenos con potencial pro-ductivo agrcola o pecuario, la presencia de centros

    preincas que se adaptaron a los nuevos requerimientosdel Imperio, las caractersticas mismas del camino, entreotros. Estos tambos pudieron haber estado administra-dos por las poblaciones locales y sus funciones sobrepa-sar las meramente vinculadas al camino, desarrollandoactividades productivas, militares o administrativas. Es-ta posible multifuncionalidad hizo que muchos estuvie-ran asociados a asentamientos de poblacin con cons-

    FIG. 3. Puente inca sobre las nacientes del ro Lauricocha, a 3.800msnm, rumbo a Hunucopampa (Foto: Timoteo Guijarro).

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    trucciones adicionales para diferentes usos, como lascanchas5, las callancas6 y las colcas7 (HYSLOP, 1992).

    Su frecuencia a lo largo del camino fue intensa, tales as que la palabra comn tambo se incorpor con mu-cha recurrencia en la toponimia regional andina, como

    Tambopata, Tambomachay, Limatambo, Tambomarca,Tambo Inca, entre otros, que corresponden en su mayo-ra a poblaciones actuales, asociadas a ocupacionesprehispnicas.

    Los chaskiwasis fueron los alojamientos de los men-sajeros delInka (los chaskis) de dimensiones reducidas,cuya arquitectura estaba probablemente vinculada a lastradiciones locales (HYSLOP, 1992). Hay escasas eviden-cias e investigaciones sobre stos. Los diferentes regis-tros realizados tanto por el arquelogo norteamericanoJohn Hyslop, cuyos resultados se publicaron en 1992,como por arquelogos peruanos, en el marco del Pro-yecto Qhapaq an del Instituto Nacional de Cultura delPer, entre el 2003 y 2004 y publicados en el 2006, pu-sieron de manifiesto que no haba chaskiwasis en todaslas rutas del Qhapaq an. Queda por determinar si elloobedeci a una decisin planificada o a que no quedanevidencias de los mismos. En cualquier caso, son partedel camino y definen algunos de los aspectos ms carac-tersticos del funcionamiento y alcances de esta red vialque llam la atencin de los primeros espaoles y quedplasmado en las crnicas, como fue la rapidez en latransmisin de mensajes y productos para el Inka, gra-cias a la organizacin de estos mensajeros o chaskis quecirculaban por las rutas del Imperio y que cada cierta

    distancia paraban en un chaskiwasi, donde eran releva-dos por otros.

    Las apachetas eran (y son) montculos de piedras dediversos tamaos formados por acumulacin paulatinapor los viajeros que depositaban estas piedras a manera

    de ofrenda para evitar posibles contratiempos en la tra-vesa y concluirla de manera satisfactoria. Esta prcticasigue vigente. Las apachetas se localizaron a la vera delcamino en espacios de transicin entre diferentes uni-dades de relieve o en el punto donde se visualizan loshitos geogrficos ms destacados del entorno. Esto evi-dencia la comprensin del territorio por el viajero yconstituye un indicador de las variaciones del relieve yde los cambios en el paisaje (MARTNEZ, 2004). Durantela Colonia y el Virreinato, esta prctica fue condenada

    por su carcter pagano en el Concilio Provincial de Li-ma en 1587, ordenndose a los sacerdotes desmantelar-las y plantar cruces en su lugar. La prohibicin no impi-di que se continuara con esta prctica, con la diferenciaque los amontonamientos de piedras se acompaaron decruces o altares de diversos tamaos.

    Las maquetas eran rocas de dimensiones variadas,localizadas a la vera del camino y labradas en la superfi-cie representando elementos destacados del territorio ola estructura principal de ste. Constituan una especiede cartografa en la roca que orientaba e informaba alviajero en su ubicacin ante el paisaje que atraviesa

    (MARTNEZ, 2004).Los puentes fueron un elemento esencial del caminoen una geografa tan abrupta en la que permanentementehaba que sortear ros, quebradas, caones o desfilade-ros. Exista una variedad de puentes en funcin de lageografa y de los materiales locales: los puentes col-gantes, las oroyas, los puentes flotantes y los puentes depiedra o de madera.

    5 Las canchas son recintos rectangulares bordeados por un muro. Proba-blemente fueron utilizadas como habitaciones para dar alojamiento a los cami-nantes. Su tamao est en funcin de las dimensiones del tambo.

    6 Las callancas son edificios rectangulares de tamao considerable, quevara en funcin del tambo o del centro administrativo al que estn asociadas.Los primeros conquistadores peninsulares las denominaron galpones por su lon-

    gitud. Fueron utilizadas para alojamientos de diversa ndole, desde miembros delas lites incaicas o locales, mitimaes o viajeros diversos. Se encuentran con mu-cha frecuencia en los tambos y centros administrativos del Qhapaq an delChinchaysuyu que va desde Cusco a Quito.

    7 Las colcas son silos de piedra de forma variada; cumplieron una funcinde almacenaje. Se asocian a otras construcciones como los centros administrati-vos y, principalmente, los tambos, pero tambin pueden situarse a lo largo delcamino, aisladas de otras construcciones, porque su localizacin obedeci a cri-terios de conservacin para lo que se precisaban condiciones ambientales con-cretas (abundante ventilacin, ambiente seco, temperaturas bajas, entre otras).

    FIG. 4. Puente inca de Machu Picchu. Aqu el camino se constru-y desafiando la verticalidad de la pared rocosa (Foto: J. Vidal - V.Zapater; Proyecto Ukhupacha).

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    Los puentes colgantes fueron los ms espectacu-lares y conocidos; su construccin se realizaba (y sesigue realizando en algunos lugares del Cusco) con fi-bras vegetales propias de cada regin y se empleabanpara superar caones profundos. Requeran un mante-

    nimiento permanente. La oroya o huaro consista enuna canasta enganchada a un cable sujetado a ambasmrgenes del ro y con dos personas en cada extremopara tirar de l. Si bien no permita trasladar muchaspersonas en un mismo viaje era de ms fcil construc-cin que los puentes colgantes. Se siguen utilizando ac-tualmente. Los puentes flotantes sobre juncos o totoraestuvieron limitados al mbito del lago Titicaca (HYS-LOP, 1992). Son grandes atados de totora, amarradoscon cables de ichu8.

    El puente de piedra o rumichaka (vigente en la to-ponimia de la Cordillera Andina bajo la acepcin enquechua), tuvo pequeas dimensiones, construido enpiedra para salvar cauces menores de aguas espordi-cas. En la actualidad, la construccin completa desapa-reci; perduran en muchos casos los estribos. El puentede madera fue el ms comn, combinndose en ocasio-nes con estribos de piedra. Pudieron alcanzar hasta 16metros de largo (HYSLOP, 1992). Ya no quedan vesti-gios de estos puentes.

    Los centros administrativos o espacios urbanizadosy planificados territorialmente, obedecan a un modelocusqueo y se articulaban por la ruta incaica a fin deestablecer el control y la administracin del territorio.Los de mayor rango tenan una factura arquitectnica

    claramente inca, de gran tamao y complejidad estruc-tural. Eran mencionados por los primeros cronistas delsiglo XVI como cabeceras de provincia y dentro deellos, los ms importantes constituan autnticas ciuda-des como los que se localizan en el Per: Vilcashua-mn, en la regin Chanca, Huanucopampa, en la reginYaruvilcas, Pachacamac, en la regin Ischma; o Tumi-bamba e Ingapirca en la regin del Caar, en Ecuador(LUMBRERAS, 2004). Los emplazamientos de estos cen-tros administrativos eran verdaderos enclaves de la rutay estaban directamente asociados a la va principal des-de la que se articulaban al Cusco.

    Los fuertes o pukaras se localizaban fundamental-mente en los espacios fronterizos como indicador espa-cial del proceso de avance y anexin de nuevos territo-rios al Imperio. El mayor nmero de fuertes, por tanto,

    se encuentran hacia el Norte, despus de pasar Quito,como testigos de la labor de incorporacin de los terri-torios de los Pastos en la frontera norte. Hacia el Surquedan abundantes vestigios en la regin de Mendozaen Argentina y el Maipo en Chile, donde su presencia

    va marcando el trazo del camino en el extremo ms me-ridional del Imperio.

    Los santuarios de altura estaban directamente re-lacionados con el culto a la Naturaleza y en concretoa las montaas, propio de las sociedades andinas, quelos incas formalizaron a partir de la construccin de es-tructuras religiosas en las cumbres de montaas. Estasmontaas son los apus, es decir, divinidades en el uni-verso de creencias andinas que siguen vigentes; tienenuna connotacin espiritual ligada al devenir mismo dela Naturaleza y de la existencia humana. No todas lasmontaas tienen la misma connotacin religiosa ni en

    todas se construyeron santuarios de altura. A los san-tuarios de altura llegaban los caminos de esta vasta redvial; eran caminos rituales que culminaban en las cimasde las montaas en el punto de contacto entre el espacioterrenal y el espacio sagrado (VITRY, 2007).

    Esta organizacin y articulacin del espacio andinoprecisaba que la red vial estuviera en ptimo funcio-namiento conectando los parajes ms recnditos delImperio, independientemente de las mayores o menoresdificultades orogrficas. Para lograrlo, se buscaron per-manentemente soluciones ingenieriles que superaran laslimitaciones impuestas por lo agreste del relieve o las

    condiciones ambientales adversas.Es as que se logr una imbricacin entre el camino

    y las caractersticas geogrficas que atravesaba. Portanto cuando los caminos se trazaban sobre las rocas nosolan tener elementos constructivos formales, por ladificultad para alterar una superficie rocosa. En estascondiciones los caminos se tornaban estrechos, adapta-dos a la orografa. Slo en pendientes pronunciadasaparecan tramos de escaleras o rampas para sortear es-ta dificultad del trayecto. Para las pendientes lateralesse construyeron muros de contencin a fin de evitar losderrumbes. En los tramos susceptibles de ser afectados

    por lluvias abundantes, inundaciones o deshielos, se di-seaban canales de drenaje, terraplenes y calzadas ele-vadas. Cuando el camino atravesaba superficies ondula-das se adaptaba a la orografa sin introducir elementosconstructivos. Los caminos que atravesaban mbitosdesrticos tenan escasos o ningn elemento de cons-truccin formal, slo demarcaciones con hileras de pie-dras o postes de madera, segn hubiera uno u otro ma-

    8 El ichu (Stipa ichu) es una gramnea del altiplano andino, utilizada comopasto natural, como combustible y material de construccin.

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    terial en la zona del camino; en otras ocasiones, el ca-mino era una senda trazada en la arena. En la tipologaconstructiva tambin se tom en consideracin las vo-caciones de los territorios por los que discurra el cami-no; por ello, cuando el trazo atravesaba paisajes agra-

    rios, se construan muros laterales para proteger loscultivos frente al trnsito de viajeros y animales y el an-cho era menor para no mermar el espacio productivo(HYSLOP, 1992).

    La red vial del Qhapaq an llega a la actualidad condiferentes niveles de conservacin. En lneas generalesy para el caso del Per, donde la red adquiri las mayo-res dimensiones y se ramific con ms profusin, loscaminos que atraviesan las regiones altas, por encimade los 3.800 msnm tienen elementos de construccinformal mejor conservados, tanto por el aprovechamien-to antrpico menos intensivo de estas regiones, comopor la construccin ms slida (suelen estar empedra-dos con sistemas de drenaje para los perodos de lluviasy deshielo). Los caminos que circulan por los parajesdesrticos, propios de la costa peruana, son los menosconservados, tanto por la fragilidad de la construccinformal como por el proceso intenso de ocupacin ytransformacin de la costa que tiene lugar a partir de laColonia y que se desborda en el siglo XX.

    Adems de la integracin de los tramos a las carac-tersticas geogrficas que atraviesa, se puede estableceruna tipologa de caminos atendiendo a su funcionali-dad. As, el camino real es para uso exclusivo de la li-te dominante, los caminos colectivos, de uso netamente

    popular, los caminos militares, con fines defensivos yde expansin de los lmites territoriales, los caminos ri-tuales, de acceso a espacios sagrados como los santua-rios de altura, los templos u otros o los caminos para elintercambio y complementariedad de productos comoson los caminos transversales que comunican los espa-cios cordilleranos con los costeros, descendiendo porlos valles y permitiendo comunicar una gama de pisosecolgicos muy variada.

    IIIEL QHAPAQ AN Y LA CONSTRUCCIN DEL

    PAISAJE ANDINO

    Los paisajes son los productos ms elaborados dela cultura territorial (OJEDA, 2004) y continuando conlas afirmaciones del autor referenciado, presentan dosdimensiones, la objetiva, formada por los elementos na-turales y antrpicos que estructuran el territorio y defi-

    nen las formas concretas de los paisajes, y la subjetiva,que corresponde a la percepcin individual y colectivade este paisaje.

    Los incas, grandes conocedores y planificadores delterritorio, modelaron paisajes y as, de las vertientes es-

    carpadas surgieron suelos frtiles gracias al laboriososistema de terrazas y andeneras9 cuyo funcionamiento,en muchas ocasiones se daba en condiciones extremas;trazaron arterias viales que conectaron los diferentesespacios y lmites del vasto territorio del Tawantinsuyu;o planificaron el diseo y la construccin de centros ur-banos, fortalezas defensivas o lugares de almacena-miento de productos y controles de paso. Pero, con es-pecial cuidado, los incas fueron creadores y recreadoresde paisajes de un elevado valor simblico.

    Los paisajes andinos evidencian las posibilidades deordenacin del territorio desde el manejo vertical que

    implica el aprovechamiento productivo en condicionesorogrficas abruptas y difciles, el control del riesgo,implcito en esta geografa, y la complementariedad delos territorios a partir de su articulacin por la profusared vial incaica. Pero no hay que olvidar que el controlvertical no es patrimonio exclusivo de los incas, sinouna forma comn de entender y accionar en el territoriode las sociedades andinas que los incas integraron bajouna misma planificacin. Ello nos remite a la cuencahidrogrfica como unidad geogrfica de accin y a lasvertientes hidrogrficas como espacios de desarrollo detodo un proceso de uso y aprovechamiento propio delmundo andino.

    El relieve de la Cordillera Andina est definidogrosso modo por elevadas mesetas, denominadas punas,que constituyen los lugares de nacimiento de los cursoshidrogrficos principales, pronunciadas pendientes enlas vertientes hidrogrficas, que van marcando las partesde una cuenca, y angostos valles interandinos. En estascondiciones, el desarrollo agropecuario a partir de laexistencia de suelo disponible, resulta limitada: la puna,un relieve maduro de grandes superficies onduladas aplanas y, en ocasiones, fuertemente disectadas, se ex-tiende por encima de los 4.000 metros, en condicionesclimatolgicas difciles para la agricultura, pero aptascomo espacios de pastoreo, a partir del aprovechamien-to del ichu, y como espacios de conservacin de los ali-

    9 Los sistemas de terrazas y andeneras son tcnicas agrcolas con referen-cias en los Andes centrales desde la culturaHuarpa (200-600 d. C.) y en el alti-plano del Titicaca durante la ocupacin Tiwanaku. Con el Imperio Inca estastcnicas agrcolas se extienden a todo el Tawantinsuyu (BOLAOS, 1990).

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    mentos, sometidos a procesos de deshidratacin10. Losvalles angostos disponen de superficies cultivables esca-sas. Por lo mismo, el aprovechamiento de las vertientes,bajo estas condiciones orogrficas, se convierte en unaopcin que se torna exitosa a partir de la construccin

    de todo un sistema de terrazas y andeneras que rediseay modela los perfiles de las vertientes imprimiendo uncarcter nico al paisaje andino. Esta infraestructuraconstituye una oportunidad de transformar las desven-tajas ambientales que podran deducirse de un relieveabrupto con imprevisiones climticas en ventajas am-bientales y sociales, a partir de su aprovechamiento pro-ductivo. Permiten generar suelo frtil y controlar su ca-lidad; disminuir el efecto de las heladas; controlar laerosin, la cantidad y calidad del agua por cada tipo decultivo y la temperatura del suelo por la forma de losmuros de contencin, el tipo de piedra y la disposicinde las terrazas; tambin favorecen el control de la pro-

    duccin basada en la experimentacin agrcola; y con-solidar una estrategia de manejo simultneo de diferen-tes pisos ecolgicos (BOLAOS, 1990).

    En definitiva, el hombre andino supo aprovechar lasvariaciones azonales que imprime la geografa para ge-nerar un sistema agrario basado en la domesticacin decultivos y la crianza de camlidos, con control sobre laseventualidades naturales a las que est sometida la agri-cultura. El acceso a los diferentes pisos ecolgicos per-mite el desarrollo de sociedades con un mayor nivel deautosuficiencia en el modelo productivo, capacidad quese complementa con el intercambio de productos. Este

    intercambio, adquiere durante el Tawantinsuyu dimen-siones subcontinentales gracias a esta tupida red vial ypermite que elInka, en su expansin territorial incorporenuevos espacios ecolgicamente diferentes y com-plementarios como la costa y sus frtiles valles quedescienden desde la cordillera e interrumpen transversal-mente la monotona del paisaje desrtico, donde acce-dan a los recursos agrcolas de tierras ms clidas (ajes,frutas, algodn, etc) y al recurso marino. Pero tambinse busc la complementariedad en los pisos ecolgicosde los Andes Amaznicos, de donde obtenan coca, plu-mas de vistosas aves amaznicas, yuca, etc.

    En la construccin del paisaje andino, tan importantecomo las formas fueron las percepciones y es que las so-

    ciedades andinas desarrollaron una visin del territoriodesde un concepto mstico y simblico de la Naturaleza,donde las montaas adquirieron un rol protagnico en laconstruccin social del espacio tanto visual como con-ceptualmente hablando (VITRY, 2007), presente en la ri-

    ca tradicin oral andina. Esta forma de mirar el territoriose tradujo en lo que podramos llamar una geografa sa-grada que condicionaba el manejo del espacio y, portanto, adquira un peso especfico en su estructuracin.

    Esta concepcin andina es utilizada por los incas co-mo una de las estrategias de control y dominacin delos territorios conquistados. Las deidades que poblabany se materializaban en los diferentes elementos y for-mas del paisaje permitan aglutinar bajo una misma vi-sin y bajo un mismo dominio a los territorios distantesdel Cusco. La localizacin y jerarquizacin de asenta-mientos de poblacin, la disposicin de apachetas, ma-

    quetas o hitos a lo largo del camino, o la construccinde santuarios de altura como parte del proceso de insti-tucionalizacin del culto a las montaas como apus odioses tutelares, no se realiz azarosamente sino quefueron piezas fundamentales en la conformacin de unpaisaje que marca la presencia inca, aprovechando lavaloracin simblica del espacio geogrfico, comn alos diversos pueblos andinos (VITRY, 2007).

    En este universo de simbolismos, no todos los ele-mentos del paisaje adquirieron la misma valoracin y,del mismo modo, no todos los caminos incas fueroniguales; stos presentaron diferentes valoraciones y de-

    mostraciones del poder inca. As, el camino de Cusco aQuito, el Qhapaq an, despleg manifestaciones inge-nieriles dignas de una arteria vial principal, la del Cami-no del Seor o Camino Real, acompaada de un sistemade equipamientos digno de su rango, que atraves y co-munic espacios urbanos principales en la red del Ta-wantinsuyu. Pero tambin haba caminos que accedan alos santuarios de altura o caminos de peregrinacin co-mo el que iba desde Xauxa hasta Pachacamac, desde elcorazn de la Cordillera Andina a la costa central perua-na, que se remontaba a tiempos anteriores al Tawantin-suyu, cuyos dioses, adoratorios de altura y santuariosfueron incorporados al universo ideolgico y religiosodel Imperio Inca. La religiosidad de esta ruta, reflejadaen los diferentes elementos del paisaje, fue profusamen-te registrada por Francisco de vila, el Extirpador deIdolatras, quien describi los ritos, tradiciones, mitos yleyendas que se tejieron acompaando su recorrido.

    El paisaje, en definitiva, estaba condicionado por elnuevo orden de los incas y era asumido por cada regin

    10 La patata al someterla a un proceso de deshidratacin se transforma enchuo (polvo fino de gran valor nutritivo) y en papa seca, soporte alimenticiofundamental en las dietas andinas hasta nuestros das. La carne tambin se con-serva seca, es el charqui.

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    tanto en su percepcin visual y simblica como en la co-tidianeidad del manejo espacial que involucra el aprove-chamiento social de la oferta territorial. En esta concep-cin, los caminos tuvieron un importante papel comoexpresin tangible, funcional y simblica de la expan-

    sin inca y un elemento conector de territorios y paisa-jes. Estas pautas definidoras del paisaje se manejabandesde el centralismo cusqueo del Imperio Inca y se in-sertaban y aprehendan las condiciones sociales y terri-toriales locales, en una suerte de convivencia del ordeninca con las especificidades de cada territorio anexado.

    IVEL QHAPAQ AN Y EL ADVENIMIENTO DE UN

    NUEVO MODELO TERRITORIAL

    El Imperio Inca dur aproximadamente cien aos,

    entre el siglo XIV y XV, pero la red vial del Qhapaqan transcendi, en parte, con la conquista de los Andespor los espaoles. Como ya lo mencionamos al inicio deeste artculo, el Qhapaq an se nutri de estructuras ca-mineras previas, pero tambin facilit la movilizacinde las huestes de Pizarro hacia los confines de este Im-perio en sus propsitos de conquista. No fueron pocoslos comentarios de los conquistadores ante la majestuo-sidad de los caminos y varios los cronistas que registra-ron lo que acontece en esta parte del mundo, tomandocomo ruta el Qhapaq an, hacia el que no escatimaronelogios11. Factura constructiva, dimensiones fsicas e im-portancia socio poltica avalan las nutridas referencias.

    Durante los primeros aos de la Colonia, el Qhapaqan sufri una etapa de abandono y destruccin provo-cado por el fin abrupto de un proyecto poltico panandi-no en el que se justificaba una red vial de semejantesdimensiones y, en consecuencia, por el desvanecimien-to de toda una estructura social que proporcionaba ma-no de obra para el mantenimiento del camino. No obs-tante, ello no supuso su ocaso, aunque su reutilizacinfue parcial. Sufri una reestructuracin adecundolo a

    los fines polticos y econmicos del nuevo orden colo-nial y, posteriormente, virreinal.

    Con el advenimiento de la Colonia y el Virreinatodel Per, la estructura econmica se sustent en la ex-traccin de minerales y la produccin mercantil, lo cualsupuso un cambio radical en la concepcin de la utiliza-cin y aprovechamiento del territorio. La integracinlongitudinal y transversal andina pas a ser una articu-lacin (que no integracin) de los valles interandinoscon la costa para facilitar la salida de la produccin, es-pecialmente de minerales. La nueva organizacin delespacio econmico se volc hacia la costa y, sta, a su

    vez, hacia la Metrpoli Ibrica a travs de los puertosmartimos (MARTNEZ, 2004).

    Aconteci una mutacin en la forma de accionar so-bre el territorio. Se abandon el manejo desde la unidadgeogrfica de la cuenca, en el que la bsqueda del con-trol de los procesos de la Naturaleza se haca a partir dela comprensin de los mismos y se sustituy por la bs-queda inmediata de la dominacin y explotacin de losrecursos y un traslado de la memoria geogrfica penin-sular a las nuevas condiciones andinas. Ello indujo a ge-nerar nuevas organizaciones espaciales en el uso y apro-vechamiento, dando prioridad al valle y a los escasos

    espacios llanos, cuando no se aplanaron los terrenos enpendiente, uniendo terrazas y andenes a fin de generarnuevas reas para una agricultura cerealstica, introduci-da desde las tierras castellanas, que modific el color, laforma y en definitiva, la estructura del paisaje andino.Ello se produjo en detrimento del manejo de las vertien-tes, con todo lo que implicaba de incremento del riesgode la erosin y de prdida del suelo frtil, audazmente

    11 Pedro Cieza de Len en Crnica del Per [1553] se expresa as del Qha-

    paq an: Una de las cosas de que yo ms me admir contemplando y notan-do las cosas deste reyno fue pensar cmo y de qu manera se pudieron hazer ca-minos tan grandes y sobervios como por l vemos y qu fueras de honbresbastaron a lo poder hazer y con qu herramientas y estrumento pudieron allanarlos montes y quebrantar las peas para hazerlos tan anchos y buenos como es-tn; porque me paree que si el Enperador quisiese mandar hazer otros caminoreal como el que va del Quito al Cuzco sale del Cuzco para yr a Chile, ierta-mente creo con todo su poder para ello no fuese poderoso ni fueras de hombreslo pudieran hazer, si no fuese con la horden tan grande que para ellos los Yngasmandaron que oviese.

    FIG. 5. Camino transversal del Qhapaq an desde Xauxa a Pa-chacamac, en su ltimo tramo de acceso al Santuario de Pachacamacen Lima (Foto: Timoteo Guijarro).

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    ganado a la pendiente. Las tecnologas agrcolas prehis-pnicas fueron abandonadas en parte o desplazadas haciaespacios marginales, relegados por los colonizadores.Estas condiciones, unidas a la esquilmacin de los recur-sos minerales y ante una poblacin diezmada, debieronofrecer un panorama muy alejado de la antigua planifi-cacin y control del territorio durante el perodo inca.

    Parte de la red continu en funcionamiento, al igualque algunos de los equipamientos de la misma como lostambos, que fueron tratados como ventas, ajustndose ala denominacin y funcionamiento propio de Espaa, yaque la produccin campesina era llevada hasta stos parala comercializacin. Los tambos entraron en una nuevaetapa como espacios de encuentro de modos de vida dife-renciados que terminaron irremediablemente integrandonuevas estructuras sociales y territoriales (GLAVE, 1989).

    Otra parte de esta red vial y sus equipamientos se su-mieron en el abandono. Los factores que explicaran es-

    te abandono son varios, como la necesidad de una abun-dante mano de obra para el mantenimiento y la amplia-cin del sistema vial inca, que durante la Colonia y elVirreinato se vio notoriamente disminuida por las epide-mias o las duras condiciones de trabajo en las minas.Tambin las redistribuciones espaciales mediante las re-ducciones de indgenas con fines de evangelizacin ytributacin disearon otro mapa de asentamientos y ac-cesibilidades en el que muchos tramos del camino incaquedaran relegados. Otro factor importante fue la ina-decuacin de los tramos para los caballos y mulas intro-

    ducidos con la conquista que se convierten en las nue-vas bestias de carga y transporte ms frecuentes. Unfactor clave en la desestructuracin de la red a nivelsubcontinental fue la apertura de nuevas rutas para co-nectar los emergentes centros de produccin (haciendasy minas) con los puertos costeos y, relacionado conello, la priorizacin, a partir de la Colonia, de la cone-xin de los centros de produccin y mercado, bajo una

    FIG. 6. Izquierda, red vial del Qhapaq an - Hyslop; derecha, red vial actual. El Qhapaq an se constituy en un eje de integracin longitu-dinal y transversal de la Cordillera Andina con los espacios costeros y amaznicos. Actualmente, la red vial asfaltada nos muestra la prioridad deintegracin a partir del eje costero con el que se articulan ejes transversales de penetracin en espacios cordilleranos; la red vial afirmada comple-menta la accesibilidad en los espacios cordilleranos con severas limitaciones en la comunicacin y grandes vacos en los accesos rodados (Mapaselaborados a partir de la informacin del Proyecto Qhapaq an 2003-2007).

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    lgica extractiva en la explotacin de los recursos. Eneste contexto, slo se utilizan aquellas rutas que cubranlas nuevas necesidades, abandonando las restantes, es-pecialmente aquellas que se dirigan a los santuarios o alas fortalezas en el avance del Imperio Inca o las que se

    dirigan a los espacios urbanos y agrcolas relegados enla nueva estructura territorial. En el caso de los caminosrituales, muchos continuaron utilizndose bajo el sincre-tismo religioso que ha venido caracterizando los mo-mentos histricos andinos desde la conquista.

    Independizados los territorios andinos de la metr-poli peninsular y con el advenimiento de las repblicasamericanas a lo largo del siglo XIX, las estructuras terri-toriales no acusan grandes cambios. En el caso del Per,la estructura territorial no slo se mantuvo sino que seconsolid la vinculacin de la produccin de la sierracon la costa bajo la lgica extractora y exportadora. Laconstruccin de carreteras para el trnsito rodado o lasvas frreas para el tren se adecuaron a esta lgica y,desde la visin nacional, priorizaron la comunicacin eintegracin costea, complementada con ejes transver-sales de penetracin a los valles interandinos para la ca-nalizacin de la produccin hacia el eje costero y suspuertos martimos. Fue la poca del desarrollo de lasgrandes haciendas, que abastecen de materias primas losmercados internacionales, y tambin fue la poca delguano12, por lo que los puertos martimos del Per co-braron una especial relevancia e intensa actividad y pre-cisaban una adecuada accesibilidad desde los espaciosde produccin. Slo el espacio sur cordillerano tuvo me-

    jores condiciones de accesibilidad interna entre los prin-cipales centros de extraccin y tratamiento de las fibrasde alpaca y vicua, materias primas de importante de-manda en los mercados internacionales. El resto de losterritorios sigui otro ritmo.

    La consecuencia es un mapa vial peruano con seve-ras limitaciones para la articulacin de espacios que nosean los costeros. Si comparamos esta estructura vial ac-tual con la red caminera del siglo XV, podramos obser-var como el eje vertebrador cordillerano norte-sur, co-nectado transversalmente con el camino costero de ejetambin norte-sur, se muta en una arteria costera, la Pa-

    namericana, a la que se conectan ejes oeste-este desde laselva o la sierra, rompiendo la integracin longitudinalcordillerana. El tejido vial del trnsito rodado condena ala Cordillera Andina a anidar espacios internos aislados

    entre s y cuya dinamizacin depende del nivel de arti-culacin con los centros urbanos costeros. As, se vaconsolidando una red urbana serrana con ncleos cuyocrecimiento se vio favorecido por las ventajas competi-tivas que generaban las mejores condiciones de acceso a

    la costa y en torno a la que se desarrollaban centros me-nores que, directa o indirectamente, tambin dependande esa accesibilidad.

    Esta redistribucin de la infraestructura vial gener(y genera) en el Per dos tipos de flujos que responden,grosso modo, a lgicas econmicas y espaciales diver-gentes. Por un lado, los flujos del trnsito rodado quecirculan por las modernas infraestructuras y que estnmotivados por la oferta y la demanda del sistema urba-no. Por otro lado, los flujos a pie o en acmila, que ansiguen siendo dominantes en los Andes, discurren pormaltrechos caminos de herradura y por algunos tramosdel Qhapaq an y sus ramales. Estos flujos responden ala lgica diaria de la organizacin y la distribucin delas actividades econmicas propias de estas sociedadesrurales, que mantienen, con algunas variantes, el controlvertical de los pisos ecolgicos como la estrategiaproductiva ms adaptable para enfrentar el riesgo en unaeconoma agraria que combina la subsistencia conla venta marginal en los mercados locales y urbanos(MARTNEZ, 2004).

    Un recorrido por alguna de las rutas de la red vialdel Qhapaq an en territorio peruano nos verifica estaafirmacin13. Los territorios donde los mercados urbanoscanalizan la mayora de los flujos, el Qhapaq an haquedado relegado, cuando no olvidado o, lo que es peor,las infraestructuras viales modernas se trazaron sobre subase. Los espacios de mayores dificultades de acceso seven olvidados por el trazado de las nuevas vas, por loque continan utilizando partes del camino inca comomedio de comunicacin, porque mantiene un trazo msdirecto, y como infraestructura funcionalmente adaptadaa la estructura local agraria.

    El camino no slo mantiene una vigencia en tramoscomo elemento conector en la estructura funcional coti-diana rural de los Andes peruanos, tambin es vaso co-municante de tradiciones y religiosidades baadas ahorade un sincretismo entre la cosmogona netamente andi-

    13 Un equipo de gegrafos de la Direccin de Estudios sobre Paisaje Cultu-ral del Instituto Nacional de Cultura - INC del Per, en el marco del ProyectoQhapaq an realiz un registro de los elementos y estructura territorial de variostramos del Qhapaq an y rutas transversales durante las campaas 2004 y 2005.Los resultados fueron publicados por el INC en el 2005 y 2006 respectivamente.

    12 Abono natural hecho en base al excremento de las aves y se recoge enlas islas cercanas al litoral peruano.

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    na y la imposicin de las creencias catlicas. No es in-

    frecuente encontrar peregrinaciones religiosas actualesque utilizan antiguos caminos prehispnicos, que llevana algn lugar sagrado bajo el santoral catlico, en el quesubyace una creencia ancestral.

    Todo ello hace del Qhapaq an un camino vivo enel que a su vera se mantienen y alimentan mitos, tradi-ciones, creencias, paisajes cargados de gran simbolismoy que albergan recursos nicos al atravesar una granvariedad de ecosistemas. Pero tambin a su vera se en-cuentran condiciones extremas de pobreza y exclusinsocial de territorios que desde hace medio milenio hansido relegados a la autarqua y que viven la situacin

    ms dramtica impuesta desde afuera: la del olvido.El recorrido nos muestra una realidad territorial en

    la que el camino nos gua en una gran paradoja: los te-rritorios con mayor riqueza patrimonial, en cualquierade sus expresiones, son, por el contrario, los territoriosms aislados y en situaciones de extrema pobreza y ais-lamiento de los actuales circuitos econmicos. Por po-ner algn ejemplo, antiguos centros urbanos, cabecerasde provincia en el siglo XV, como el ya mencionadoHunucopampa u otros como Vilcashuamn, que estu-vieron conectados entre s y con el resto de Imperio porla arteria ms importante del camino inca, sufren ac-

    tualmente las consecuencias del aislamiento, con eco-nomas dbiles de alcance local. El otrora cusco msimportante fuera del Cusco14, Hunucopampa, se con-virti en un espacio de difcil acceso donde la antigua

    ciudad incaica es testigo mudo de las condiciones devida de las poblaciones de su entorno, sumergidas enuna economa de subsistencia y presionadas por los in-tereses de los espacios urbanos inmediatos que proyec-tan sobre el monumento arqueolgico expectativas con-centradas en la explotacin turstica. O Vilcashuamn,complejo monumental localizado en una encrucijada decaminos hacia los distintos puntos del Imperio, se fueviendo aislado de los ejes dinamizadores del nuevo or-den. Sobre sus piedras y con sus piedras se construy elasentamiento colonial que contina creciendo, ejercien-do una presin urbanstica que limita las posibilidadesde integracin del patrimonio en las dinmicas urbanasactuales. La ciudad de Vilcashuamn constituye hoy enda un centro de abastecimiento de un entorno rural in-mediato, pero aislado de circuitos de mayor alcance enuna de las regiones ms pobres del Per y ms maltra-tadas por los aos de violencia interna de la dcada delos 80 y principios de los 90, cuyas heridas an no sehan cerrado.

    VLA GESTIN DEL QHAPAQ AN EN EL PER

    HOY

    1. DOS CONCEPTOS INHERENTES: ITINERARIO CULTURALY PAISAJE CULTURAL

    El Qhapaq an llega hasta nuestros das como uncamino cargado de historia que denuncia en cada reco-rrido un profundo desequilibrio en la distribucin de los

    14 Los centros administrativos ms importantes construidos fuera del Cus-co estaban diseados siguiendo las pautas de planificacin del Cusco.

    FIG. 7. El Qhapaq an del Chinchaysuyu ascendiendo a Huaira-puncu, la puerta del viento (Foto: Timoteo Guijarro).

    FIG. 8. El Qhapaq an entrando a Tingopaccha apoyado en mu-ros de contencin. El camino continua utilizndose en muchos lugaresde los Andes como va de acceso a los centros poblados (Foto: Timo-teo Guijarro).

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    recursos y el acceso a condiciones de vida dignas. Porlo mismo, no puede abordarse nicamente como unbien patrimonial digno de ser conservado y preservadopara las generaciones futuras, precisa recurrir a nuevasvisiones de la cultura y el desarrollo entendidas ambas

    como un binomio indisoluble a la hora de enfrentar laplanificacin y gestin del camino y sus territorios. Elconcepto mismo de monumento arqueolgico, si bienes una realidad, no es suficiente y condena al camino aun reduccionismo innecesario de sus posibilidades. Enla Tercera Reunin de Expertos del Qhapaq an, cele-brada en La Paz, Bolivia, en abril de 2004, se opt pordefinir el Qhapaq an como

    el gran itinerario cultural andino que atraviesa una diversi-dad de paisajes culturales a lo largo de su recorrido15.

    Se considera que el camino y los paisajes constitu-yen una unidad indisociable, que est en permanente

    evolucin. El camino es parte del paisaje, su funcinhistrica es la que ha ido variando en intensidad y uso,como parte de los procesos de ajustes y desajustes delordenamiento territorial en el espacio andino.

    Esta definicin del Qhapaq an emplea dos concep-tos necesarios para un nuevo enfoque en la gestin delcamino, el itinerario cultural y el paisaje cultural. Lositinerarios culturales suponen una nueva dimensin pa-ra abordar el patrimonio. Su reconocimiento parte de unhecho histrico intangible que permite la conexin en-tre espacios geogrficos muy diferentes, lo cual se ma-terializa en hechos y elementos concretos materiales e

    inmateriales. No es una sumatoria de elementos patri-moniales sino el hilo conductor que da pie a la existen-cia de estos elementos, los cuales testifican la existen-cia pasada o presente de este itinerario16.

    El Qhapaq an como itinerario cultural es la expre-sin de la expansin poltico-militar del Tawantinsuyudesde las regin de los Pastos en Colombia hasta la re-gin de Cuyo en Mendoza, Argentina y la regin Pi-cunche de Chile (LUMBRERAS, 2004), que supuso la co-nexin y agilizacin de flujos de bienes, personas, perosobre todo, de ideas y concepciones. La expresin tan-gible de esta expansin se materializa en evidencias ar-

    queolgicas y paisajes articulados por el camino. Esteconcepto nos remite al carcter panandino del camino ya la superacin de las fronteras polticas actuales parasituarse en escenarios internacionales. El propsito deeste itinerario se orienta a encontrar modelos de inte-gracin poltica para salvaguardar el patrimonio naturaly cultural que muestra las relaciones que se establecie-ron durante el perodo inca y prenca y revelara los ele-mentos culturales, sociales y econmicos que ponen demanifiesto una continuidad cultural en los Andes ac-tualmente (SANZ, 2007).

    El concepto de itinerario abarca una parte de la

    esencia del camino, pero precisa arroparse con el depaisaje cultural para entender la verdadera dimensindel Qhapaq an y el reto de su gestin actual. Vincularambos conceptos nos aproxima ms a la esencia mismadel camino y nos permite comprenderlo en dos niveles,uno, en el escenario panandino, que involucra a seispases actuales, donde el concepto de itinerario culturalaborda la esencia misma del camino desde una visinde conjunto, que atraviesa los diferentes mbitos degestin posible, internacional, nacional, regional y lo-cal. El otro nivel se desarrollara en el escenario regio-nal y local, donde se debe poner especial nfasis en los

    paisajes construidos histricamente y que se mantienenconectados por las rutas del Qhapaq an; para su inves-tigacin, preservacin y conservacin se precisa recu-rrir a las herramientas conceptuales y metodolgicaspropias de los paisajes y tambin de un marco normati-vo adecuado para enfocar una gestin en la que el terri-torio y el patrimonio no formen parte de concepcionesdiferenciadas cuando no antagnicas.

    15 En www.unesco.org.16 Conclusiones de la Reunin Cientfica del Comit Internacional de Iti-

    nerarios Culturales (CIIC), celebrada en Madrid el 4 de diciembre de 2002, so-bre La independencia conceptual y sustantiva de los itinerarios culturales res-pecto a los paisajes culturales, cuyas consideraciones y recomendacionesfueron presentadas a la XIII Asamblea General de ICOMOS, en la sesin plenariacelebrada en la maana del 5 de diciembre de 2002. En www.icomos.org.

    FIG. 9. El Qhapaq an del Collasuyu a su paso por el pueblo deRacchi y discurre paralelo al templo inca del mismo nombre. El cami-no se sobre eleva con respecto a la laguna (Foto: Timoteo Guijarro).

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    El paisaje, segn la definicin de la Convencin Eu-ropea del Paisaje (2000) es

    cualquier parte del territorio tal y como es percibida por laspoblaciones y cuyo carcter resulta de la accin de factores natu-rales y/o humanos y de sus interrelaciones (MATA, 2006).

    Si nos vamos a la definicin que proporciona UNES-CO sobre los paisajes culturales17 vemos que estamos ha-blando de esencias similares. En definitiva, los paisajestransmiten las transformaciones en el territorio que sehan ido conformando en los tiempos geolgicos e hist-ricos. Actualmente, los paisajes estn marcados por laimpronta que imprime el hombre ya sea expresada enelementos materiales, en el manejo espacial propio o enlas percepciones y valoraciones que se tejen en torno astos. El concepto paisaje cultural nos permite dar unsalto ms en la proteccin y si bien todos los paisajes,atendiendo a ambas definiciones, seran culturales, laexcepcionalidad, singularidad y autenticidad de algunosde ellos, producto de la interaccin del hombre con sumedio, ameritaran un tratamiento especial como paisajecultural y su proteccin en base a lo destacable de su or-ganizacin cultural, como esencia que mantiene vivo elpaisaje y su identidad.

    2. LO S A VA NC ES D EL ESTADO PERUANO EN LAGESTIN DEL QHAPAQ AN

    En el escenario internacional se dieron ya importan-tes pasos en la gestin del Qhapaq an con la inscrip-

    cin conjunta del Qhapaq an en la Lista Indicativa dePatrimonio Mundial de la UNESCO como bien culturalpor los seis pases actuales involucrados: Per, Ecuador,Colombia, Bolivia, Argentina y Chile en enero de200318. A la fecha, se realizaron varias reuniones temti-

    cas en las que se acordaron conceptos, mtodos y proce-sos para avanzar en el largo camino de la postulacin.

    Tambin se dio un decisivo avance con la elabora-cin conjunta del Plan de Accin Regional entre los seispases parte: Per, Ecuador, Colombia, Bolivia, Chile y

    Argentina y presentado oficialmente en Lima en julio de200619. Este esfuerzo supuso la identificacin de los tra-mos nacionales y binacionales en los que impulsar ac-ciones de cada pas en cuatro temticas, valoracin ar-queolgica, recursos naturales y territorio, desarrollocomunitario y turismo sostenible, as como sus lneastransversales. Implic un gran avance en trminos pa-nandinos la eleccin de tramos binacionales y la armo-nizacin de acciones en los mismos. El plan est con-cluido y es una oportunidad de activar proyectos dedesarrollo comunes a los pueblos del camino en cuantoa lneas directoras que coadyuven en la mejora de la ca-lidad de vida, empresa comn a todas las realidades queatraviesa el Qhapaq an.

    El Per lidera las iniciativas conjuntas a nivel inter-nacional, pero tambin viene impulsando el ProyectoQhapaq an con acciones en el mbito nacional, consti-tuyndose en el proyecto de mayor envergadura en elsector cultural implementado con fondos pblicos20.

    Desde su inicio, el Proyecto Qhapaq an fue conce-bido como un proyecto de desarrollo en el que el hecho

    17 En 1995 se introduce el concepto paisaje cultural en las Directricesprcticas sobre la aplicacin de la Convencin para la Proteccin del Patrimo-nio Mundial, documento que ha tenido diferentes revisiones: Los paisajes cul-turales representan las obras conjuntas del hombre y la naturaleza mencionadasen el artculo 1 de la Convencin. Ilustran la evolucin de la sociedad y de losasentamientos humanos a lo largo de los aos, bajo la influencia de las limitacio-

    nes y/o ventajas que presenta el entorno natural y de fuerzas sociales, econmi-cas y culturales sucesivas, internas y externas. Deberan ser elegidos sobre la ba-se de su valor universal excepcional, su representatividad en trminos de reginneocultural claramente definida y su capacidad de ilustrar los elementos cultura-les esenciales y distintivos de dichas regiones (UNESCO, 2006).

    18 En enero de 2003, los Delegados Permanentes de los pases andinos so-licitaron al Centro de Patrimonio Mundial encargarse de la coordinacin generaldel proyecto y acompaar el proceso de inscripcin del bien patrimonial. Delmismo modo, se solicita el apoyo para la construccin metodolgica de la candi-datura de un bien comn a seis Estados Partes de la Convencin de Patrimonio

    Mundial, la primera referencia en su gnero en el caso de la Unidad de AmricaLatina y Caribe del Centro de Patrimonio Mundial. En www.unesco.org.

    El 23 de mayo de 2003, los Jefes de Estado de Argentina, Bolivia, Colom-bia, Chile, Ecuador y Per, reunidos en la ciudad de Cusco, Per, con motivo dela XVII Reunin Cumbre del Grupo de Ro, firmaron una declaracin conjuntapara unir esfuerzos en el proceso de inscripcin del Qhapaq an en la Lista delPatrimonio Mundial de la UNESCO. Esta declaracin ha sido reproducida ntegra-mente en El Qhapaq an - Camino Principal Andino. Plan de Accin Regionalpara un proceso de integracin y cooperacin. UNESCO - BID - Gobierno del Pe-r. Lima, junio, 2006.

    19 El Qhapaq an - Camino Principal Andino. Plan de Accin Regionalpara un proceso de integracin y cooperacin. Este plan fue realizado con fon-dos del Banco Interamericano de Desarrollo - BID con participacin del sectorcultural de cada pas y el apoyo de la UNESCO a travs de su oficina en Per.

    20 Mediante Decreto Supremo n 031-2001-ED, publicado en el diario ofi-cial El Peruano en mayo de 2001, se declara de inters nacional (del Per) la in-vestigacin, identificacin, registro, conservacin y puesta en valor del CaminoInca, Qhapaq an. Se encarga al Poder Ejecutivo la creacin de una comisinnacional para lograr los objetivos propuestos en este decreto. Mediante DecretoSupremo n 039-2001-ED, publicado en el mismo diario en junio de 2001, seconstituye la comisin Nacional integrada por el Ministerio de Relaciones Exte-riores, Ministerio de Defensa, Ministerio de Agricultura, Ministerio de Comer-cio Exterior y Turismo, Ministerio de Agricultura, Ministerio de Economa y Fi-nanzas, Ministerio de Transportes y Comunicaciones y Ministerio de Educacin(donde est adscrito el sector cultura como una Oficina Pblica Descentraliza-da). Esta comisin encarga al Instituto Nacional de Cultura la conduccin delproyecto.

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    arqueolgico se pona al servicio de las necesidades delos territorios recorridos por el camino. En primera ins-tancia se precisaba conocer el objeto de estudio (el ca-mino) desde un enfoque integral, en el que el patrimonioarqueolgico pudiera contextualizarse en las realidades

    socioculturales y territoriales actuales. Esta concepcinavoc al proyecto a iniciar el registro arqueolgico, et-nogrfico y geogrfico del camino (LUMBRERAS, 2005).

    El registro arqueolgico inici la prospeccin y re-gistro de las rutas del eje principal del Qhapaq an, ru-tas secundarias y sitios arqueolgicos asociados (FIGUE-ROA, 2006), algo absolutamente necesario si se tiene enconsideracin que no se conocan (y an no se conocen)las verdaderas dimensiones de esta profusa red vial21.Avanzada la prospeccin, se emprendi una empresa demayor envergadura, si cabe, el inventario de sitios ar-queolgicos vinculados al camino inca, carencia quehasta el momento se arrastra en el sector cultural perua-no, limitando la gestin del patrimonio arqueolgico22.

    El levantamiento de informacin etnogrfica avanzen el registro de informacin cuantitativa y cualitativasobre el ordenamiento social y cultural de las poblacio-nes involucradas en los territorios del Qhapaq an. Estainformacin se organiz en tres partes: las condicionessocio-econmicas, las formas y capacidades de la orga-nizacin y participacin social y el registro de las mani-festaciones culturales vigentes que permitira profundi-zar en una propuesta de gestin social colectiva de estosrecursos (MARTNEZ, 2006).

    El registro geogrfico se impuls por la necesidad

    de contextualizar el camino y los sitios arqueolgicosasociados en la organizacin territorial actual. A partirde los datos arqueolgicos, se seleccionaron los trayec-tos donde iniciar el registro geogrfico, considerndoseprioritario el reconocimiento del Qhapaq an, en cuan-to eje vertebral que recorra de sur a norte la CordilleraAndina, como ejemplo de conectividad espacial y ma-nejo territorial, as como la diversidad geogrfica queestaba integrada a partir de este camino longitudinal ylos ramales transversales. El registro se centr en losaspectos territoriales bsicos, pero claves, sobre los queconstruir posteriores anlisis para la toma de decisio-

    nes: el medio natural (el relieve, la hidrografa, las ca-ractersticas de la flora y la fauna local), la red de cen-tros poblados actual, las actividades econmicas, losusos y aprovechamientos y las infraestructuras actuales(incluida la red vial del Qhapaq an), en su papel acti-

    vador de cambios y permanencias en las dinmicas te-rritoriales andinas.

    La integracin de los primeros resultados arrojadospor el avance de los registros proporcionar una visinmultidisciplinar, amplia y diacrnica del camino en laconstruccin cultural del territorio andino, que permitirestablecer prioridades en la gestin cultural y territorial.A su vez, aporta material de primer orden para seleccio-nar espacios donde impulsar proyectos de puesta en usosocial23 que marcan el inicio de las gestiones aterrizadasen los referentes patrimoniales ms prximos a la pobla-cin: sus paisajes, como memoria histrica y cotidiani-dad que los anima y confiere carcter24.

    El concepto de paisaje cultural es fundamental en es-tos proyectos de puesta en uso social pues, a partir de unsitio arqueolgico, se redimensiona y protege el paisajedel que forma parte, entendindolo como expresin fsi-ca y perceptual de la cultura territorializada. Ello obligaa revisar la nocin de desarrollo que se liga indefectible-mente con cultura y, por ende, con patrimonio. Por lomismo, entendemos que el desarrollo, en estos paisajesculturales a intervenir, conlleva una serie de cambioshacia mejores condiciones desde diferentes aspectos: a)Favoreciendo la ampliacin de la base econmica local;b) Fortaleciendo la identidad local y regional y promo-

    viendo el respeto por el patrimonio; y c) Orientado laentrada y permanencia de nuevos usos en el territorio apartir de las necesidades y decisiones locales, respetuo-sos de la propia organizacin de cada paisaje, que es, endefinitiva, su esencia, su patrimonio25. Los resultados de

    21 Los registros de las primeras campaas arqueolgicas de los aos 2003 y2004 llegaron a identificar ms de 12.000 km de camino, habiendo recorrido s-lo una parte del territorio peruano (SACO, 2005).

    22 Contar con un inventario de sitios arqueolgicos es una tarea a medianoplazo, pues slo en la campaa 2005 del Proyecto Qhapaq an se registraron27.000 sitios vinculados al camino inca, cuyos datos deben pasar por un procesode depuracin de la informacin (FIGUEROA, 2006).

    23 La autora, en calidad de Coordinadora Tcnica del Proyecto Qhapaqan del Instituto Nacional de Cultura del Per, abord el desarrollo de estosproyectos en la conferencia El Proyecto Qhapaq an: aportes a la gestin delpaisaje, el territorio y la cultura, en el marco delI Encuentro Internacional deCentros Histricos. Patrimonio cultural y paisaje, organizado por el Centro Cul-tural de Espaa en Lima, la Universidad Europea de Madrid y la Universidad

    Peruana de Ciencias Aplicadas y celebrado en Lima en julio de 2007.24 Se aplica aqu carcter segn la definicin de Rafael Mata (2006): el

    carcter del paisaje es resultado de la accin de factores naturales y humanos yde sus interrelaciones El paisaje es, en su configuracin formal, la huella de lasociedad sobre la naturaleza y sobre paisajes anteriores, la marca o seal que im-prime carcter a cada territorio. Por lo mismo, seala que el paisaje debe serentendido como patrimonio, lo cual aproxima necesariamente las polticas paisa-jsticas y de patrimonio cultural.

    25 Juan Ojeda aborda ampliamente el concepto de desarrollo en su artculoEl paisaje como patrimonio factor de desarrollo de las reas de monta-

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    estos primeros registros y el inicio de los proyectos depuesta en uso social son el punto de partida de un traba-

    jo de gran magnitud, pues largo es el camino y ampliossus territorios26.

    3. EL MARCO NORMATIVO QUE ENMARCA LA GESTINDEL QHAPAQ AN. UNA APROXIMACIN AL ESTADO DE LACUESTIN

    El Qhapaq an est en la agenda cultural del Per yen las expectativas regionales y locales, sean estas p-blicas o privadas. Por lo mismo, precisa de instrumentosde gestin adecuados, capaces de abordar las diversasaristas inherentes a su esencia como una ruta integrado-ra de la diversidad paisajstica y cultural de los territo-rios que conecta y como una oportunidad de apoyar lasuperacin de los desequilibrios territoriales presentes

    en su recorrido. Ello pasa necesariamente por el acerca-miento de las polticas culturales y territoriales y por laadecuacin de los marcos normativos y estructuras fun-cionariales correspondientes.

    La visin estatal de la cultura aproxima el patrimo-nio cultural, la diversidad tnica y cultural y la memoriahistrica a concepciones ms musesticas y menos din-micas (CORTS y VICH, 2006). De esta visin se derivauna estructura funcional del Instituto Nacional de Cultu-ra, dependiente del Ministerio de Educacin, y una nor-matividad en materia de patrimonio cultural en la que serestringe la gestin del Qhapaq an. Se hicieron algu-

    nos esfuerzos meritorios como la creacin de la Direc-cin de Estudios sobre Paisaje Cultural en el ao 200527,cuyas atribuciones funcionales se enfrentan a una limi-tacin medular: la inadecuacin del marco normativopara insertar una legislacin especfica en materia depaisajes culturales o cuando menos un plan nacional.Difcilmente se puede gestionar desde el Estado lo queno est contenido ni reconocido en la norma. Y es quela Ley General del Patrimonio Cultural de la Nacin28296de junio de 2004, no incluye los paisajes cultura-

    les como parte de la gestin del patrimonio cultural yslo hace referencia a los entornos culturales de los bie-nes materiales inmuebles28. En el reglamento de esta ley,aprobado y publicado en junio de 2006, el concepto pai-saje cultural est ausente.

    El Reglamento de Investigaciones Arqueolgicas esel nico instrumento de reconoce la figura de los paisa- jes culturales, entendidos como Paisajes Culturales Ar-queolgicos y dentro de la categora de MonumentosArqueolgicos Prehispnicos29. Ello es un notable avan-ce, pero sesga la concepcin del paisaje, definido a par-tir del hecho arqueolgico y acotado en un perodo his-trico concreto, el prehispnico. Esta concepcin limitala comprensin y la gestin del camino y los paisajesque atraviesa en cuanto realidades territoriales dinmi-cas sobre las que se proyectan percepciones, valoracio-nes y expectativas sociales diversas, que condicionan elaccionar en el territorio. El reto es difcil, pues se tratade conservar la esencia y el carcter de paisajes cuyaimpronta arqueolgica es intensa, sin congelar su dina-mismo.

    Las polticas territoriales, desde el nivel estatal, es-tn incomprensiblemente disectadas, los lineamientossobre ordenacin del territorio y espacios naturales pro-tegidas se dictan desde el reciente Ministerio del Am-biente (anteriormente eran asumidos por el Consejo Na-cional del Ambiente) y las polticas de desarrollo urbanodesde el Ministerio de Vivienda. Los gobiernos regiona-les, provinciales y locales implementan los planes terri-toriales correspondientes. El Ministerio del Ambiente ha

    avanzado en el diseo de la Poltica Nacional del Am-

    28 LaLey General del Patrimonio Cultural de la Nacin 28296en el TtuloI Bienes Integrantes del Patrimonio Cultural de la Nacin, Captulo I Disposicio-nes Generales, Artculo 1 Clasificacin, especifica que los Bienes MaterialesInmuebles Comprende de manera no limitativa, los edificios, obras de infraes-tructura, ambientes y conjuntos monumentales, centros histricos y dems cons-trucciones, o evidencias materiales resultantes de la vida y actividad humana ur-banos y/o rurales, aunque estn constituidos por bienes de diversa antigedad odestino y tengan valor arqueolgico, arquitectnico, histrico, religioso, etnol-gico, artstico, antropolgico, paleontolgico, tradicional, cientfico o tecnolgi-co, su entorno paisajstico y los sumergidos en espacios acuticos del territorionacional.

    29 El Reglamento de Investigaciones Arqueolgicas del Per, aprobado ypublicado en enero de 2000, con modificatorias aprobadas y publicadas en abrilde 2006, define en el artculo 2 como Monumentos Arqueolgicos PrehispnicosTodos los restos de actividad humana de poca prehispnica que subsisten en elpaisaje, de manera superficial, subyacente y/o subacutica.

    Como Paisaje Cultural Arqueolgico las reas producidas por la mano delhombre o por la combinacin de la misma con la naturaleza que tengan un desta-cado valor desde los puntos de vista arqueolgico, histrico, esttico, etnolgicoo antropolgico. Se consideran como tales la infraestructura agraria, es decir, an-denes, terrazas, canales y afines; as como las redes viales, los campos de geogli-fos y/o petroglifos.

    as, publicado en el Boletn de la Asociacin de Gegrafos Espaoles en 2004;sus aportes son considerados como referente importante.

    26 El Proyecto Qhapaq an se constituy como tal en mayo de 2001 e ini-cia sus actividades en el ao 2002, continundolas a la fecha. Los resultados delas campaas comprendidas entre el 2002 y 2005 fueron publicados por el Insti-tuto Nacional de Cultura. Sus referencias se encuentran en www.inc.gob.pe.

    27 Mediante Resolucin Directoral Nacional n 060/INC del 26 de enero de2005 se aprueba la creacin de la Direccin de Estudios sobre Paisaje Culturaldentro de la Direccin General de Registro y Estudio del Patrimonio Histricodel Instituto Nacional de Cultura.

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    biente30, a nivel de propuesta y sometida a consulta p-blica, sobre la que se desarrollarn las polticas y nor-mativas especficas a su competencia, incluida la corres-pondiente al ordenamiento territorial. El paisaje es elgran ausente, pero an se est a tiempo de superar la

    omisin.nicamente dentro de las polticas territoriales, la le-gislacin de las reas Naturales Protegidas31 recoge co-mo categora de proteccin la reserva paisajstica, si-guiendo la categora V de la Unin Internacional para laConservacin de la Naturaleza - IUCN. Se especifica quelas reservas paisajsticas son

    las reas donde se protegen los ambientes cuya integridadgeogrfica muestra una armoniosa relacin entre el hombre y lanaturaleza, albergando importantes valores naturales, estticos yculturales (INRENA, 2006).

    Esta categora responde a un creciente inters en el

    mbito internacional de involucrar el patrimonio cultu-ral en la conservacin de las reas naturales protegidas.Se puede abrir aqu una posibilidad de aunar la conser-vacin de la Naturaleza con la revalorizacin de las acti-vidades tradicionales ligadas al paisaje objeto de protec-cin, ampliando la conservacin con la revitalizacin delas relaciones socionaturales (MAURN, 2008).

    En ambos casos, sea bajo la categora de paisaje ar-queolgico o de reserva paisajstica, son importantesavances sobre los que construir instrumentos de manejodel camino, avocados a romper la asociacin tradicionalentre pobreza y exclusin social y riqueza patrimonial,en cualquiera de sus acepciones. Para ello es necesario,en primera instancia, disear espacios de encuentro en-tre las polticas culturales y territoriales, incluidas lasreas naturales protegidas y superar la tradicional debili-dad de las gestiones integradas del sector pblico.

    VICONCLUSIONES

    El Qhapaq an y la tupida malla de caminos que ver-tebra evidencian la expansin del Imperio Inca a lo largoy ancho de la Cordillera Andina de manera asombrosa

    en aproximadamente cien aos. En este tiempo se tejie-ron y entrelazaron ms de 23.000 km de caminos que al-canzaron las cimas ms altas y los valles ms profundos.

    Esta red caminera no se cre repentinamente. Los in-cas aprovecharon los antiguos caminos de los territoriosconquistados, logrando articular una red de dimensionessubcontinentales por la que discurran bienes, ideas, ser-vicios y personas con fluidez, gracias a un sistema de

    planificacin de infraestructuras y equipamientos quehaca del camino un instrumento valioso al servicio delImperio desde su dimensin poltico militar, pero tam-bin ambiental, econmica, social y religiosa. Ante to-do, el Qhapaq an fue un elemento conector de realida-des territoriales diversas y distantes cuya expresinformal y perceptual son los paisajes andinos que el Inkamodel combinando los conocimientos locales de losprocesos naturales y las necesidades de dominacin im-perial. El nuevo orden instaurado en los Andes a partirde la Colonia precipit cambios en los paisajes y conellos el camino se fue fragmentando en sus aspiracionesoriginales de integracin territorial andina.

    Actualmente, en el Per el camino es testigo de in-tensas transformaciones de la estructura territorial yqueda relegado a aquellos mbitos en los que, parad-

    jicamente, su utilizacin y valoracin es sinnimo deaislamiento y donde los principales afectados son laspoblaciones indgenas, herederas directas de este patri-monio. Una observacin rpida del tejido vial actualevidencia esta realidad. Producto de este aislamiento,estos espacios conservan las manifestaciones ms sober-bias del patrimonio cultural y natural andino. El territo-rio y el patrimonio se entrelazan arropados por valora-ciones ancestrales y cotidianas, que tejen los cimientosde la identidad territorial de los pueblos andinos, y quedeben estar contenidas en la gestin de ambos. Ello con-lleva un esfuerzo por construir nuevas formas de enten-der el patrimonio desde su concepcin territorial, dondeel paisaje cobra un protagonismo especial como espaciode entendimiento y gestin de la riqueza patrimonial he-redada y la dinmica territorial actual.

    La proteccin, conservacin y puesta en uso socialdel Qhapaq an constituyen para el Per la oportunidady el reto de avanzar hacia encuentros ms fructferos en-tre las polticas territoriales y culturales, que redunden

    en una visin del territorio ms justa, equilibrada e in-cluyente, en una visin en la que el patrimonio sea inhe-rente al desarrollo.

    30 www.minam.gob.pe.

    31 Ley de reas Naturales Protegidas n 26834 de junio de 1997 y su Re-glamento, aprobado mediante Decreto Supremo n 038-2001-AG de junio de

    2001. El Instituto Nacional de Recursos Naturales del Ministerio de Agriculturaera el ente rector del Sistema Nacional de reas Naturales Protegidas del Estado(SINANPE). Actualmente es el Ministerio del Ambiente, creado en mayo de 2008quien gestiona estas reas.

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    Instituto Nacional de Cultura: www.inc.gob.pe

    Ministerio del Ambiente del Per: www.minam.gob.pe

    Reglamento de Investigaciones Arqueolgicas: www.inc.gob.pe

    United Nations Educational, Scientific and Cultural Orga-nization - UNESCO: www.unesco.org

    B I B L I O G R A F A

    Recibido: 12 de febrero de 2009Aceptado: 15 de marzo de 2009