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LOS APORTES DE THEODOR ADORNO Y MAX HORKHEIMER A LA ESCUELA DE FRANKFURT Y A LA TEORÍA CRÍTICA1

Antes de hacer énfasis en cuál fue el aporte de Horkheimer y Adorno en este ámbito, es necesario dar cuenta del contexto en el cual surgieron estos estudios, en primer lugar Ale-mania estaba atravesando por un periodo difícil, es decir, se estaban confi gurando los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial y, es precisamente en esta época en don-de varios intelectuales daban cuenta de re-fl exiones críticas sobre el devenir de Alemania.

De manera que en Frankfurt, en el año de 1923, se funda ofi cialmente el Instituto para la Investigación Social que permite la inclu-sión de estas visiones críticas y cuyos “fondos provenían de un adinerado emigrante judío que hacia 1890 había abandonado Alema-nia para radicarse en Argentina, en donde se había convertido en un próspero exportador de granos”2 y, dentro del cual es importan-te situar a Max Horkheimer -intelectual judío-, quien en la década de los treinta estuvo a cargo de la dirección del Instituto; al respec-to es necesario mencionar que la existencia del Instituto fue marcada por el exilio, como consecuencia de las persecuciones desarro-lladas durante la Segunda Guerra Mundial.

Puede decirse que si en los años iniciales de su historia el Instituto se interesó básicamen-te en el análisis de la infraestructura econó-mica de la sociedad burguesa, en los años posteriores a 1930 su interés primordial radi-có en su superestructura cultural. En verdad, como se verá, la fórmula marxista tradicional relativa a la relación entre las dos fue cues-tionada por la Teoría crítica. Jay (1974, 53)

Por otra parte, para el desarrollo del pensa-miento del Instituto es primordial mencionar la vinculación de Theodor Adorno. Adorno era hijo de un comerciante de vino de origen judío y de una cantante, cuyo ejercicio profesional estuvo enmarcado por el éxito. Cuando esta-ba cursando sus estudios secundarios conoce a Siegfried Kracauer, “quien lo introduce en la fi losofía alemana y (...) despierta en Adorno el interés por los enfoques sociológicos y por la crítica artística”3.

En 1922 conoce a Max Horkheimer en un semi-nario sobre Husserl, con quien inicia una estre-cha relación de amistad y con quien compar-teintereses estéticos; pero en este sentido es preciso señalar que la incursión de Adorno al Instituto se produjo después, en 1938, porque él en el estadio de los desarrollos iniciales del Ins-tituto se encontraba más interesado en su for-mación musical, dada por herencia materna. Ya en 1947 Horkheimer y Adorno publicarían “su obra conjunta Dialéctica de la Ilustración, en la cual, todavía bajo el efecto traumático del fascismo, los dos amigos someterían a una crítica implacable el ciego destino de la razón burguesa”4.

1. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Caps. Cultura y administración, Teoría de la seudocultura, Sociología del arte y de la música, Ilumi-nismo como mistifi cación de masas, Para una teoría de la obra de arte, Sobre Walter Benjamín, La crítica de la cultura y la sociedad. 2. JARAMILLO VÉLEZ, Rubén. Presentación de la teoría crítica de la sociedad. Bogotá: Fundación Editorial Argumentos, 1991. p. 17. 3. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura (editora). La Escuela de Frankfurt. Teoría crítica de la sociedad, ensayos y textos. México: UNAM – Escuela Nacio-nal de Estudios Profesionales Campus Acatlán, 2001. p. 402.

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Como ya se había mencionado antes, el de-sarrollo de los estudios del Instituto se dieron en el exilio, ya que su objetivo principal continuar con la tradición revolucionaria del marxismo no podía llevarse a cabo bajo la opresión nazi, además, la mayor parte de los miembros del Instituto tenían ascendencia judía, lo cual con-dujo a que el Instituto se instalara en 1934 en Nueva York y se asociara a la Universidad de Columbia. Así que “la voluntad de mantener viva la tradición humanística de la cultura y la lengua alemana, que los nazis habían degra-dado, fue uno de los propósitos expresos del Instituto durante su exilio”5.

Es gracias a Horkheimer y a Theodor Adorno que los estudios del Instituto se enfocan hacia la fi losofía social, ya que el primero estaba a cargo de la dirección del Instituto y enfocaba su interés por seguir con los estudios marxistas; pero con un cambio de orientación en ellos, dirigiéndolos hacia la “formulación fi losófi ca de los problemas sociales. Es decir, la fi losofía social tiene por objetivo realizar la fi losofía. La fi losofía social debe realizarse a sí misma con-virtiéndose en investigación social”6 y el segun-do, tendía a la refl exión social por medio de la fi losofía y la sensibilidad estética.

Luego en 1949 Horkheimer y Adorno se dedican a la reorganización del Instituto y en 1950 éste adquiere el nombre de Escuela de Frankfurt, denominación a la cual actualmente se acu-ñan los estudios de los pensadores que hicie-ron parte del Instituto.

Los aportes de Horkheimer a la Teoría crítica son fundamentales porque se consideran como los fundadores de este proyecto, el pensamiento crítico “se trata, en este sentido, de un pro-grama racional con proyección histórica cuyo interés está orientado a la transformación de la sociedad, es decir, de una elaboración teó-rica racional y crítica a la vez, [así] la Teoría crí-tica se asume como un momento del proceso histórico mediado por la praxis social” . Luego, este planteamiento inicial se ve modifi cado

a partir de la publicación de la obra de Ador-no y Horkheimer Dialéctica de la Ilustración que vendría a confi gurar la nueva visión que ahora se dirigiría a: Una visión totalizadora que se impone una ampliación de su marco de refl exión teó-rico y analítico, abarcando otros campos de conocimiento, resaltando así su carácter cog-noscitivo y crítico. Una de las consecuencias de este proceder es que junto con el cuestio-namiento de un marxismo que había degene-rado en ideología se cuestiona también la ilus-tración... Asimismo, desde la nueva perspectiva asumida, resulta claro que la tendencia al do-minio de una administración totalitaria impone como alternativa la necesidad de conservar la autonomía del individuo por encima de la insistencia en la defensa de la revolución... Se trata, por lo tanto, de una radicalización de la propia Teoría crítica, que viene dada también por la forma como se concibe el vínculo entre razón e historia... La necesidad de refl exionar sobre la razón misma conduce a una revalora-ción de la subjetividad histórica y de la propia historia. Lo que termina fi nalmente por plan-tearse, en consecuencia, es el futuro de la cul-tura y las condiciones que hicieron posible que la razón terminara enfrentada consigo misma. Ortiz (2001, 25)

Lo cual permitió el surgimiento de espacios que preservaban la libertad como el arte, la cultura y la religión. En este sentido, la Teoría crítica se enfocó hacia el cuestionamiento sobre el sentido de la historia e intentó acla-rar los fenómenos de la realidad tanto his-tórica como social y se planteó la búsque-da de articularla con la objetividad social.

Por otra parte, es necesario reconocer que la fuerte formación fi losófi ca que tenían los pen-sadores de la Escuela de Frankfurt permitió el abordaje de temáticas como “la crisis de la ilustración, el psicoanálisis, la industria cultural, el papel de la teoría y praxis, la expresión esté-tica, el fascismo, etc”8.

4. JARAMILLO VÉLEZ. Op. cit., p. 24.5. Ibíd., p. 34.6. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura. Op. cit., p. 296. 7. ORTIZ, Luis Ángel. El proyecto de la Teoría Crítica. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura. Op. cit., p. 22.8. PAYÁ, Víctor Alejandro. Industria cultural y sociedad de masas. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura. Op. cit., p. 93

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A partir de aquí, se pueden empezar a tratar las concepciones sobre industria cultural que trabajan Horkheimer y Adorno; pero antes de avanzar se debe tener en cuenta que la Teo-ría crítica aborda la problemática de la socie-dad industrial avanzada y su relación con las masas desde diversas perspectivas analíticas y una de ellas, se relaciona con la idea que de-sarrollaba la Escuela de Frankfurt sobre la ca-racterización de la sociedad actual, asocián-dola con una fuerte burocratización y al mismo tiempo destacando que ésta se encontraba sometida bajo el dominio del capitalismo tec-nológico que frecuentemente ofrecía falsas promesas, generaba la conceptualización del entretenimiento y trataba de homogeneizar la realidad.

Todo lo anterior daba lugar a una degenera-ción de la participación crítica y racional de los individuos de aquella época, lo cual permi-te las refl exiones que realizan los dos autores y que es acuñada a través de la denominación de industria cultural y, siguiendo esta línea de refl exión, Adorno y Horkheimer argumentan que “la industria cultural está interesada en los hombres sólo como sus propios clientes y em-pleados y, en efecto, ha reducido la humani-dad en conjunto, así como a cada uno de sus elementos, a esta fórmula agotadora”9.

Así, la industria cultural programa y da cuen-ta de las necesidades de las masas para que así mismo ellas las satisfagan y consecuente-mente encuentren un vínculo de alineación, teniendo gran validez lo que Adorno y Hor-kheimer afi rman, cuando se refi eren a que la sociedad moderna convierte a sus pobladores en una masa amorfa adecuada para ser ma-nipulada de acuerdo a intereses mercantiles.

Entonces, la industria cultural como ad-ministradora de la diversión masiva constriñe toda posibilidad de acción. El problema de la cultura de masas no sólo se reduce a que la industria cultural promueva “bienes cultu-rales” cuya producción en serie degrada la estética o el gusto, sino que la industria cul-tural, promotora de una cultura de masas,

aletarga la capacidad crítica y prepara el campo social para cualquier forma de dicta-dura y totalitarismo... y así la Teoría crítica se desliza de la crítica de la cultura a la crítica del arte; y de la crítica del arte a la crítica de la cultura, en donde la denominada industria cultural viene a ser una instancia burocrático-política que subsume el arte y la producción artística al consumo de una masa mediocre y trivial cuya conciencia se encuentra enajena-da. Páez Díaz de León (2001, 137).

Por otra parte, los aspectos que trata Adorno sobre la crítica de la cultura y la sociedad y, cultura y administración se refi eren a una críti-ca dirigida tanto hacia el marxismo ortodoxo como a las teorías sociológicas, su crítica de las teorías marxistas se concentra en la con-cepción de ideología y, la crítica hacia la so-ciología se dirige a evaluar algunas ideas que desarrolla Max Weber en Economía y sociedad.

La cultura, ubicada por la tradición mar-xista en el lugar de los fenómenos superestruc-turales, había quedado confi nada,igual que lo hicieran las teorías positivistas, al ámbito de la mercancía. Ya sea como “bienes cultura-les” para la revolución, premisa del realismo socialista; ya sea como “bienes culturales” para el entrenimiento y la diversión. Por ello, dice Adorno, ”en nombre de la dependencia de la superestructura respecto de la estructura se vigila la utilización de las ideologías, en vez de criticarlas” Páez Díaz de León (2001, 314)

Así también con respecto a los fundamentos de su crítica a la cultura y la sociedad, Adorno argurnenta que la teoría crítica no puede per-mitirse poner en tela de juicio todo lo referido a cultura, ni tampoco analizarla desde fuera y mucho menos mirarla bajo preceptos ideo-lógicos y colocarla en confrontación con las normas que ella misma ha cristalizado. Así, la relación entre la crítica cultural y la cultura no se fundamenta en la ideología del crítico, por el contrario es el resultado de “la relación del crítico con la cosa que trata”10 , es decir, el crí-tico no supone el objeto a estudiar como algo exterior a él.

9. ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Dialéctica del iluminismo. La industria cultural. Iluminismo como mistifi cación de masas. Buenos Aires: Sudamericana, 1969. p. 207.10. ADORNO, Theodor. Crítica cultural y sociedad. Madrid: Sarpe, 1984, p. 229.

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La relación cultura – administración, el autor la condensa en la siguiente expresión “cultura administrada” refi riéndose más precisamen-te a establecer el medio por el cual la razón administrativa se aleja y termina en un grado superior que la cultura y de esta manera apa-rece la cultura que se quiere administra. Por lo tanto dice Adorno, “la administración es extrín-seca a lo administrado, lo subsume en lugar de comprenderlo. Esta es la esencia mimas de la racionalidad administrativa”11 .

Finalmente, Adorno gracias a su infl uencia so-ciológica y a su formación artística, se interesa no sólo por las implicaciones que acarreaba las visiones de la sociedad moderna sobre la cultura, sino que también se concentra en la refl exión o crítica estética, lo cual le permite dar cuenta de la teoría estética y dentro de ésta se dirige al planteamiento de una pro-puesta teórica para la obra de arte, en don-de revindica su importancia y hace referencia a que la interpretación artística trae consigo la ormulación de un problema y como tal éste debe conceptualizarse, es decir, debe ser estudiado; pero no exterior y alejado al tiempo en que se produce la obra de arte como en la errónea “concepción burguesa del arte [que] está cegada por la ideología al suponer que las obras de arte sufi ciente-mente alejadas del tiempo pueden ser mejor comprendidas que las del propio periodo”12 .

BIBLIOGRAFÍA

ADORNO, Theodor y HORKHEIMER, Max. Dia-léctica del iluminismo. La industria cultural. Ilu-minismo como mistifi cación de masas. Buenos Aires: Sudamericana, 1969. p. 207.

ADORNO, Theodor. Crítica cultural y sociedad. Madrid: Sarpe, 1984, p. 229.

-------------------------. Teoría Estética. Para una teoría de la obra de arte. Barcelona: Orbis, 1983. p. 241.

JARAMILLO VÉLEZ, Rubén. Presentación de la teoría crítica de la sociedad. Bogotá: Funda-ción Editorial Argumentos, 1991.

PÁEZ DÍAZ DE LEÓN, Laura (editora). La Escuela de Frankfurt. Teoría crítica de la sociedad, en-sayos y textos. México: UNAM – Escuela Nacio-nal de Estudios Profesionales Campus Acatlán, 2001. p. 402.

11. PÁEZ DÍAZ DE LEÓN. Op. cit.., p. 314.12. ADORNO Op. cit. Teoría Estética. Para una teoría de la obra de arte. Barcelona: Orbis, 1983. p. 241.