3 Oración y Compromiso en Santa Teresa

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 ORACIÓN Y COMPROMISO EN SANTA TERESA TERCERA CATEQUESIS EN EL AÑO DE SANTA TERESA DE JESÚS La meditación religiosa de esta catequesis lleva por título “Oración y Compromiso en Santa Teresa”, dos actitudes complementarias y necesarias en la vida de todo cristiano, que el Papa Francisco está insistiendo repetidamente en sus homilías y discursos. Es lo que él denomina la conversión del corazón, presupuesto indispensable para la conversión pastoral de la Iglesia y la reforma de las estructuras eclesiales. Frente a estas dos actitudes actitudes del cristiano está lo que, en terminología de la espiritualidad tradicional, se llama la “acedia” espiritual, es decir, la mediocridad espiritual del “siempre se ha hecho así; para qué tengo que cambiar”. Santa Teresa de Jesús, maestra indiscutible de la vida espiritual, nos ha dejado con el ejemplo de su vida y con sus preciosos escritos unas enseñanzas que conservan pleno valor para nuestros días. Conocer lo que nos dice, e intentar llevarlo a la práctica, es la manera más auténtica de venerar a la santa y de celebrar el 500 aniversario de su nacimiento. En el Libro de su Vida enseña: “No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama” (V 8,5). Más que palabras, lo que importa en la relación con Dios es el amor, la amistad en el trato. Para ello se necesita diariamen te momentos de soledad y de silencio exterior e interior. La razón principal que nos debe llevar a ese trato de amistad con Dios es saber que él nos ha amado primero, que nos conoce, que nos acoge con nuestras debilidades y defectos. La muestra más clara de ese amor que Dios nos tiene es que ha enviado al mundo a su Hijo  Jesucristo, el cual ha muerto para reconciliarnos consigo y para darnos la salvación, la esperanza de la vida eterna en su reino. En consecuencia, para Santa Teresa, la oración es siempre algo muy concreto: el encuentro personal con Cristo. Para ella, toda experiencia de Dios es experiencia de Cristo. Nos dice en el Libro de su Vida: “Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo…dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración” (V 4,8). Por eso, el momento más intenso de oración lo encontraba en la comunión eucarística: “Cuando comulgaba, -nos dice en el libro Camino de Perfección, hablando de sí misma en tercera persona-, ni más ni menos que si viera con

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3ª Catequesis: La oración y el compromiso en santa Teresa

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  • ORACIN Y COMPROMISO EN SANTA TERESA TERCERA CATEQUESIS EN EL AO DE SANTA TERESA DE JESS

    La meditacin religiosa de esta catequesis lleva por ttulo Oracin y Compromiso en Santa Teresa, dos actitudes complementarias y necesarias en la vida de todo cristiano, que el Papa Francisco est insistiendo repetidamente en sus homilas y discursos. Es lo que l denomina la conversin del corazn, presupuesto indispensable para la conversin pastoral de la Iglesia y la reforma de las estructuras eclesiales. Frente a estas dos actitudes actitudes del cristiano est lo que, en terminologa de la espiritualidad tradicional, se llama la acedia espiritual, es decir, la mediocridad espiritual del siempre se ha hecho as; para qu tengo que cambiar. Santa Teresa de Jess, maestra indiscutible de la vida espiritual, nos ha dejado con el ejemplo de su vida y con sus preciosos escritos unas enseanzas que conservan pleno valor para nuestros das. Conocer lo que nos dice, e intentar llevarlo a la prctica, es la manera ms autntica de venerar a la santa y de celebrar el 500 aniversario de su nacimiento. En el Libro de su Vida ensea: No es otra cosa oracin mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama (V 8,5). Ms que palabras, lo que importa en la relacin con Dios es el amor, la amistad en el trato. Para ello se necesita diariamente momentos de soledad y de silencio exterior e interior. La razn principal que nos debe llevar a ese trato de amistad con Dios es saber que l nos ha amado primero, que nos conoce, que nos acoge con nuestras debilidades y defectos. La muestra ms clara de ese amor que Dios nos tiene es que ha enviado al mundo a su Hijo Jesucristo, el cual ha muerto para reconciliarnos consigo y para darnos la salvacin, la esperanza de la vida eterna en su reino. En consecuencia, para Santa Teresa, la oracin es siempre algo muy concreto: el encuentro personal con Cristo. Para ella, toda experiencia de Dios es experiencia de Cristo. Nos dice en el Libro de su Vida: Procuraba lo ms que poda traer a Jesucristodentro de m presente, y sta era mi manera de oracin (V 4,8). Por eso, el momento ms intenso de oracin lo encontraba en la comunin eucarstica: Cuando comulgaba, -nos dice en el libro Camino de Perfeccin, hablando de s misma en tercera persona-, ni ms ni menos que si viera con

  • los ojos corporales entrar en su posada el Seor, entrbase con l (C 34, 8). Cristo entra en su posada -el alma- y Teresa se entra con l en el interior de su corazn, despreocupndose de todas las cosas exteriores. Ahora bien, esta intimidad que la santa tena con Cristo en la oracin no la apartaba del compromiso apostlico, del servicio a los dems. El conocido pasaje de las hermanas Marta y Mara en el Evangelio (Lc 10, 38-42), en ocasiones, ha sido interpretado errneamente como modelo de dos actitudes religiosas distintas y separables en la vida del cristiano: la contemplacin o la accin, la oracin o el compromiso. Al contrario, Santa Teresa ensea a sus monjas: Creedme, que Marta y Mara han de andar juntas para hospedar al Seor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer. Cmo se lo diera Mara, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? Su manjar es que de todas las maneras que pudiremos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben (7 M, 1) Si Marta haca la comida, Mara, escuchando al Mesas, se preparaba para atraer a las almas a Cristo, a fin de que, como apostilla, para que se salven y siempre le alaben. No es, pues, una disyuntiva oracin o compromiso social y misionero, contemplacin o servicio al prjimo, sino dos actitudes indivisibles en la vida de todo cristiano para el perfecto seguimiento de Jesucristo. Por eso Santa Teresa nos advierte: Si no es naciendo de raz del amor de Dios, no llegaremos a tener con perfeccin el del prjimo (5 M, 3,9). Slo habr autntico compromiso cristiano, verdadero servicio de caridad, si no nace meramente de un sentimiento humano de compasin, sino del amor a Dios, que se nos hace visible y necesitado en el prjimo. Adems, ese amor a Dios, la amistad con Cristo, es lo que nos da constancia y radicalidad en el amor al prjimo. As nos dice en sus Meditaciones sobre el libro del Cantar de los Cantares: Yo lo miro con advertencia en algunas personas, que mientras ms adelantados estn en esta oracin y regalos de nuestro Seor, ms acuden a las necesidades de los prjimos (MC 7, 9). Resumiendo la enseanza de Santa Teresa, podemos afirmar: Es Dios, en definitiva, quien nos hace comprometernos con los hombres. Desde Dios se comprende que vivimos para darnos. La plenitud de la oracin es la plenitud de la entrega. La oracin y el compromiso

  • siguen la misma suerte, crecen al unsono. Conforme se avanza en la oracin se acelera la atencin a los prjimos1. Esto reviste hoy las formas de la misin evangelizadora y del compromiso con las llamadas periferias. As nos ensea el Papa Francisco, cuando al terminar su Exhortacin Apostlica Evangelii Gaudium, nos advierte seriamente: Evangelizadores con Espritu quiere decir evangelizadores que oran y trabajan. Desde el punto de vista de la evangelizacin, no sirven ni las propuestas msticas sin un fuerte compromiso social y misionero, ni los discursos y praxis sociales o pastorales sin una espiritualidad que transforme el corazn.Sin momentos detenidos de adoracin, de encuentro orante con la Palabra, de dilogo sincero con el Seor, las tareas fcilmente se vacan de sentido, nos debilitamos por el cansancio y las dificultades, y el fervor se apaga (EG 262). Por ello, recientemente, en la Misa con los sacerdotes y religiosos, durante el viaje a Manila, el pasado da 16 de Enero, el Papa volvi a insistir una vez ms en la conversin del corazn al decirnos: Como embajadores de Cristo, nosotros, obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, debemos ser los primeros en acoger en nuestros corazones su gracia reconciliadora. San Pablo explica con claridad lo que esto significa: rechazar perspectivas mundanas y ver todas las cosas de nuevo a la luz de Cristo; ser los primeros en examinar nuestras conciencias, reconocer nuestras faltas y pecados, y recorrer el camino de una conversin constante, de una conversin cotidiana. En muchas otras ocasiones ha repetido esto mismo refirindose tambin a los fieles laicos. La llamada a la santidad no es, pues, privilegio de algunos, sino exigencia de todo bautizado, sacerdote, religioso o laico. La vida de la Virgen Mara es un ejemplo seero de la unidad entre oracin y compromiso. As nos dice de nuevo el Papa: Mara es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espritu de la nueva evangelizacin Es contemplativa del misterio de Dios en el mundo, en la historia y en la vida cotidiana de cada uno y de todos. Es la mujer orante y trabajadora en Nazaret, y tambin es nuestra Seora de la prontitud, la que sale de su pueblo para auxiliar a los dems sin demora (EG 284.286). 1 Maximiliano Herraiz, La oracin, historia de amistad, Editorial de Espiritualidad, Madrid 2003, p. 181.