3 Espacio Andrés Barreda

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ANA ESTHER CECEÑA Coordinadora La internacionalización del capital y sus fronteras tecnológicas EDICIONES EL CABALLITO, S.A. MÉXICO, D.F.

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Espacio geografía

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  • ANA ESTHER CECEA Coordinadora

    La internacionalizacin del capital

    y sus fronteras tecnolgicas

    EDICIONES EL CABALLITO, S.A. MXICO, D.F.

  • LA INTERNACIONALIZACIN DEL CAPITAL Y SUS FRONTERAS TECNOLGICAS Ana Esther Cecea, coordinadora

    Ediciones El Caballito, S.A. Cal!. Ixpantenco #20-A, Col. Los Reyes Coyoacn, Mxico, D.F.

    Edicin al cuidado de David lvarez Saldaa

    Diseo de portada: Vicente Rojo Cama Edicin al cuidado de: Presentacin Pinero y Osval

    do Nadell

    ISBN 968-6125-79-5

    IMPRESO Y HECHO EN MXICO PRINTED AND MADE IN MEXICO

    Contenido

    l. PRESENTACIN

    Internacionalizacin del capital, tecnologa y ejrcito industrial de reserva en el capitalismo contemporneo, Ana Es-ther Cecea. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    11. INTERNACIONALIZACIN DEL CAPITAL

    ' ' '

    HEGEMONIA Y NACION

    El capital se mueve, John Holloway . . . . . . . . . . . . . . . 15 Estados y empresas en la bsqueda de la hegemona econmi-

    ca mundial, Ana Esther Cecea . . . . . . . . . . . . . . . . 29

    III. CONTRADICCIN ENTRE LAS DISTINTAS

    PERSONIFICACIONES DEL CAPITAL

    El ncleo estratgico de la produccin y las relaciones Esta-do-mercado, Ana Esther Cecea . . ... . . . . . . . . . . 45

    La inversin en desarrollo tecnolgico como elemento del liderazgo econmico internacional. Algunas tendencias de la interaccin estados-empresas, Ral Omelas . . . . . . . 59

    /

    IV. FRONTERAS DEL CAPITAL

    Y ESPACIOS DE SUBVERSIN

    La programacin y las contradicciones del desarrollo tecnol-gico, Elona Pelez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

    El espacio geogrfico como fuerza productiva estratgica en El capital de Marx, Andrs Barreda Marn . . . . . . . . . . 129

    Transformaciones en el mercado laboral estadounidense v su impacto sobre los trabajadores hispanos, Elaine Levine . . 181

  • i '

    r

    El espacio geogrfico como fuerza productiva estratgica

    en El capital de Marx

    Andrs Ba"eda Marn

    INTRODUCCIN

    Los principales problemas espaciales y territoriales formulados por la crtica de la economa poltica de Marx desgraciadamente no han sido retomados ni discutidos ms que marginalmente y por muy pocos autores de la llamada "geografa radical".

    Me refiero a la consideracin que hace Marx de la totalidad mundial del espacio social: 1) como sitio donde acontecen mltiples desplazamientos de contradicciones, cuyo sentido "neutralizante" mitiga, pero a la vez extiende, las principales contradicciones de la acumulacin; 2) como espacio en referencia al cual se mide finalmente la madurez histrica del sistema capitalista y, por ende, el grado de desa"ollo de la totalidad de las fuerzas productivas (tcnicas y procreativas); y 3) como lugar material, donde necesariamente se ponen en juego los lmites objetivos que el capitalismo encuentra para continuarse desarrollando tecnolgica y demogrficamente, as como para continuar neutralizando sus propias contradicciones.1

    1 La desatencin de la geografa de izquierda por estos temas resulta an ms extraa si se tiene en cuenta que incluso entre las populares "teoras del imperialismo" cierto enfoque del espacio todava aparece como cuestin poltica estratgica de primer orden, sea mirando al espacio mundial como el lugar donde propiamente debe acontecer la accin revolucionaria del proletariado, o como el lmite donde se proyectan y neutralizan las contradicciones de la acumulacin (como el "mbito no capitalista" de Rosa Luxembourg, o el lugar donde se proyectan polarmente las leyes generales de la acumulacin de Bujarin); o donde acontece el desarrollo del capital financiero (Hilferding); donde puede medirse la fuerza global del sistema (el "eslabn ms dbil" de

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  • Si bien algunos de los problemas planteados llegan a ser tocados aisladamente de modo ocasional por la .s_eografa radical, resulta innegable que laJ>erspectiva lob_ru antes menc10naaa queda fuera del horizonte terico de tales autores. Ello, desde mi punto de vista, expresa el coyuntural auge histrico que durante el siglo XX adquiere la problemtica nacional, sea en funcin de las polticas keynesianas o fascistas de las metrpolis, sea por el conjunto c,ie revoluciones y movimientos de liberacin nacional que durante este lapso estallan continuamente en todo el Tercer Mundo. De suerte que la forma concreta en que acontece la expansin mundial del capitalismo durante el presente siglo impone un fetichismo nacional y, con ello, una ptica invertida que impide captar "sobre sus pies" el modo en que realmente acontece la maduracin del capitalismo en el espacio mundial.

    G Prueba de ello es la sorprendente ause;ta de reflexin terica

    -no digamos de predicciones- en torno actual fenomenoJ!C egionalizacin o for

    'n de los nuevos blo acionales. A pesar e que tales unidades geogrficas no brotan de la nada, sino como resultado de paulatinos procesos de integracin econ-mica, ello nunca fue tema de investigacin entre los economistas, pero tampoco -a pesar de las sofisticadas discusiones sobre el concepto de regin- entre los gegrafos.

    Mientras acontece la oculta maduracin mundial del capitalismo, que tanto habr de sorprender a quienes predijeron con fe ciega la inminente quiebra final del sistema, la mayor parte de los autores de la geografa radical, alejados de los temas del desarrollo global, concentraron sus investigaciones en problemas espaciales de escala "intermedia", lo cual, si bien logr superar dentro de la geografa crtica a los enfoques "micro" -muy influidos todava por la sociologa convencional-, conectando sus objetos particulares de anlisis con los grandes pr(t)b)emas y leyes sociales postulados por la crtica de la economa poltica, impidi tambin, sin embargo, conferir importancia estratgica a los grandes enfoques "macro" antes planteados. Es obvio que tal insuficiencia no es un lmite exclusivo del moderno saber geogrfico, sino que refleja y comparte el grave vaco conceptual que todos los cientficos sociales contemporneos hemos padecido frente al desarrollo actual del capitalismo.

    Frente a este silencio dentro del dilogo entre la geografa radical y la crtica de Marx, sobresalen especialmente las investigaciones ocupadas de revisar cuidadosamente los problemas geogrfi-

    Lenin). En el caso del espacio, ste aparece tambin como un referente esencial para especificar el tipo de acumulacin ( cf., por ejemplo, la "acumulacin intensiva y extensiva" de Lenin).

    130

    cos en las funtes ?iginales del mterialismo histrico y la crtica de la econoIa pohhca. - relevanIa de tales investigaciones, lejos de las obss10nes escolashcas, denva del reconocimiento del prQ.yamao como una de las reconstrucciones ms serias de la tQ!i!)rdad iQGJB), expuesta a travs de una serie muy amplia de categoras, eslabonadas en un riguroso orden lgico. El hecho entonce, .de que tales.intrpretes indaguen con todo rigor si tal duerpo teonco fue efectiVamente construido (o no) teniendo en cuenta el J?roblema del espacio geogrfico, abre la posibilidad de confrontar seriame?te la concettua fundamental con que la geografa mo derna ,uensa laAAalhld sru;aL con aquella otra refiguracin marxi'"ina de la totalidad sociat

    La discusi decisiv a la abre Y ves Lacoste en con su . bre ensa o " el es acio 'de

    o' " sostenien-do a eXIstenia de un " 'vaco' respecto a los problem espaciales que caracteriZa 1 obr de Marx". El gegrafo francs no reprocha de entrad un silenc10 absoluto sobre el tema, sino una escasa preocupacin

    " por los J?rob.

    lmas spciales, que desaparece por cmple en la formaliZac10n defmihva de la crtica de la econom pohhca,. tal como aparece en el P!imer tomo de El capital. En la misa medida en que Marx orgamza su razonamiento en referncia constant.e al tiempo, con lo que llega a reorganizar la histona, se muest mdiferente por los problemas del espacio. "2 Lacoste remata u cnhca a Marx reprochando una actitud dualista donde la presencia del ea .

    eorfico acontece de una manera '"grosera

    ment dtemmista , mientras que la ausencia de la problemtica espacial mctde en la formulacin conceptual de los razonamientos mtsmos.3

    Si bien estas afirmaciones fueron lanzadas al aire sin el menor esfuerzo or fundarls, tuvieron un impacto fuerte entre los gegros radtcle .en vrrtud del merecido prestigio de Lacoste como cnhco del mistiftcado paradigma de lo que l llama la "geografa de los profes?r.

    es". Tales formulaciones despertaron, sin embargo, un debate te?nco que busca precisar si efectivamente hay en Marx un descutdo de los problemas del espacio o si, por el contrario,

    2 Lacoste, Yves, La geografa, un anna para la mena Barcelona Ed Anagrama, 1977, p. 81. o

    ' '' .

    3 "Lo que ms sorprende no es tanto la falta de inters de Marx por los problemas geogf!cos C?mo la disyuncin entre sus textos tericos ms acabados) El capztal eJ?. pnmer lugar, y sus textos ms circunstanciales, militares o pohtlco estratgicos. Lo que sorprende, en el seno mismo de los textos ms aados, no es tanto la ausenci de inters por los problemas geogrficos como la Irrupcin de una problemtica globalmente a espacial de razonamientos geogrficos, groseramente deterministas". !bid., p. 82.

    131

  • 4 Quaini, Massimo, Marxismo y geog;afa, Barcelona, Oikos-Tau, 195; Quaini, M., La construccin de la geografa humana, arelona, 1ko---r:au, 1981; Santos, Mil ton, Tcnica, espar;o, lempo. Globallzar;ao e medw tecmco

    cientfico infonnacionaSo Paulo, Ed. Hucttc, 1994; Santos, M., Metamorfoses do espar;o habitado, So Paulo, Ed. Hucllec, 1988; Santos, ; Por una

    geografa nueva, Madrid, Es pasa Calp. 1990; L.? coste, Y ves, ?,P c1t., Storper, Michael & Walker, Richard, "La d1v1s1n espactal del trabaJO en Cuademos Polticos, nm. 38, Mxico, Ed. Era, octubre-91c1embre de 1983; Storper,

    & Walker, R., 171e capitalist imperative: Temtory, Technolgy ami Industnal Growtlz Nueva York, Basil Blackwell, 1989; Walker, R., Geogaphy frm

    the Left", en Gaile, Gary L. y Willmot, Cort J. (eds.), Geograplzy mAmena, Merrill Ohio 1989 Gerasimov Innokenty (ed.), A Short Hzstory of Geogmphical Scienc; in th; Soviet Unio , Mosc, Progress Publihers, 1976;. Cohen, Gerald A., La te01a de la historia de Karl Marx. Una defensa, Madnd, S1glo XXI Ed., 1986, cap. 2, pp. 55-60.

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    modo en que la geografa se inserta dentro del cuerpo general del materiaJismo histrico, Jo que impide profundizar y puntualizar cmo sta quedara formulada en la teora del desarrollo capitalista de la crtica de la economa poltica, dejando slo parcialmente contestado e] reclamo de Lacoste contra El capital, aunque ciertamente, en un terreno fundamental: el del materialismo histrico, pero dejando implcitos todava demasiados problemas tericos, en referencia a Jos cuales se juega ya no slo la pertinencia geogrfica del discurso crtico de Marx, sino su actualidad en el anlisis del desarrollo contemporneo.

    Con esto nos referimos, en primer Jugar, al modo en que los problemas del espacio global del mundo, antes mencionados, fungen dentro del argumento de El capital como marco de referencia en torno al cual se mide el espacio de juego de las contradicciones, la madurez y la caducidad del sistema. Contexto dentro del cual sobresale la investigacin del modo en que el desarroiJo de las fuerzas productivas se emplaza en e] espacio mundial, organizando este mismo territorio como una gran fuerza productiva tcnica. Todo Jo cual establece el hilo estratgico que permite entender c1 modo complejo en que el capital adecua todos Jos espacios concernientes al proceso de reproduccin social (el espacio domstico, urbano, jurdico, cultural, etc.) a la articulacin y al modo de desarroiJo del espacio tcnico.

    Para Marx no slo no se puede evaluar el desarrollo general del capitalismo si no se atiende el problema de su expansin territorial en el espacio mundial, sino que, por lo mismo, no se puede medir el desarrollo de las fuerzas productivas sin evaluar tanto la medida de su radio territorial de accin como la caJidad del territorio abarcado. Pero tampoco se puede determinar la potencia de la tecnologa de punta sin revisar sus implicaciones territoriales. Slo ah, por ejemplo, resalta la importancia estratgica de Jos actuales medios de comunicacin y de transporte (y por tanto de la microeJcctrnica), de la tecnologa espacial, marina, cte. El desarrollo de los nuevos materiales (composites, cermicas, material gentico, etc.), obliga igualmente a revisar el modo en que se redefinen los territorios mundiales productores de materias primas y con ello la renta de la tierra. Es en referencia a estos problemas generales del desarroUo espacial del capitalismo mundial donde se vuelve comprensible por qu el control sobre Jos Sistemas de Informacin Geogrfica (GIS) resulta ser hoy en da un recurso estratgico fundamental.

    Para Marx no se puede medir entonces la "longevidad" del sistema sin tener en cuenta esta medicin "especializada" en el desarrollo de las fuerzas productivas, tcnicas y procreativas. Pero tampoco se puede evaluar finalmente la potencia relativa de las grandes naciones del mundo actual, su hegemona, su fortaleza y

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  • vulnerabilidad, sin incorporar en los anlisis econmicos el signifi

    cado estratgico que tiene la posesin y el control de sus respectivos

    territorios, como fuerzas productivas en las que no slo se incluye

    su complejo contenido natural y social sino tambin la medida, la

    silueta y la ubicacin geopoltica de los espacios controlados.

    Por tal motivo resulta pertinente llevar ms adelante el aporte

    de Quaini investigando ahora el modo en que se plantea el proble

    ma del espacio geogrfico dentro del argumento de los tres tomos

    de El capital. Tarea pendiente que puede ayudar no slo a precisar

    con mayor fineza conceptual muchas de las categoras de Marx

    adoptadas hoy en da por parte de los gegrafos radicales (la mer

    canca, la gran industria, la formacin social, etc. ), cerrando con

    ello el paso a estriles eclecticismos, sino que tambin puede ayu

    dar -recordando el modo global en que el capital pone en juego el

    futuro de su trabajo histrico siempre en referencia al espacio

    mundial- a insertar dentro de un sentido histrico tendencia} los

    resultados de cada una de las discusiones singulares que ya han

    venido desarrollando la mayora de los gegrafos de izquierda.

    l. LAS FUERZAS PRODUCllV AS DE Y EN EL.ESPACIO Y EL TERRITORIO

    Si bien Marx no toma a lacategora de espacio como el concepto

    nuclear de su teora social -segn Lacoste y Clava} afirman-,5 ello

    ocurre as no por el hecho de que sea la categora del tiempo

    histrico la que unilateralmente ocupe esta posicin fundamental.

    El materialismo histrico se sita ms all de esta disputa antinmi

    ca por la prioridad del tiempo o el espacio, desde el momento en

    que su punto de partida y fundamento -como explica la primera de

    las 11 tesis "ad Feuerbach" de Marx (1845)- no se reduce a la

    materialidad prehumana (caracterizada con el trmino preciso de

    objekt), sino que incluye la nocin de "realidad humana", o "rique

    za social natural" (gegenstand, entendido como totalidad sujeto-ob

    jeto siempre abierta, o en curso constante de constitucin).6

    La nocin de riqueza engloba, bajo la nocin unitaria de ge

    genstand, no slo las dimensiones de tiempo, espacio, materia y

    energa del mundo fsico natural sino que incluye, adems, la confi

    guracin que todas estas dimensiones de lo real adquieren en el

    5 Lacoste, Yves, La geografa: un arma para la gztena, Barcelona, Ed.

    Anagrama, 1977, pp. 80-92; Clava!, E.P., "Le marxisme et l'espace", en L'

    Espace Geographique, VI. 3, pp. 145-164.

    6 Echeverra, Bolvar, "El materialismo de Marx", en El discurso crtico

    de Marx, Mxico, Ed. Era, 1986.

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    11?-undo espificdo como humano. Y si bien desde el punto de VIsta de las ciencias naturales modernas, cuando atienden al origen Y la stucra global del universo, la riqueza humana aparece como un. Insignificante punto casi invisible en el tiempo y el espacio mversales; desde el punto de vista social del desarrollo histrico, la nqueza concreta se nos aparece como una categora que contiene el pasado, pesente y futuro de la complejidad infinita y abierta de todo lo eXIstente.

    7 na vez Quaini demostr con suficiencia en Marxismo y geograft_a co? los problemas del espacio geogrfico s estn presentes Sistematicam

    .ente

    . n el materialismo histrico, carece de sentido

    rerear la diusion a la absurda disputa antinmica en torno a la pnonda

    _d

    .social del

    .tiepo o el espacio, o peor an, al privilegio

    gnoseologico de la histonografa o la geografa. Sin embargo, de ello no puede ?espnderse que el debate en torno al problema del espacio e.n 1 tna crJtlc de Marx, aberto originalmente por Lacoste, haya st mutil? bladt, por cuanto dtcho debate contribuy a desarrollar la cntlca a} stgnifiado espontne que el sentido comn atribuye a las categonas de tleP?.

    y espaciO, el cual se encuentra, en verdad, pro!ndmente mtsIftado por sobresignificados procedentes de la costficctn, el ftlctsmo y a enajenacin del mundo actual, mecatsos qu Iden no solo al sentido comn, sino al propio conocmnto cten.ttfco, tener en cuenta al tiempo y el espacio en su autentica esenctahdad.

    En. el ,"modeo" laberinto del conocimiento hiperespecializado

    se desvrrtua o solo el hecho de que la riqueza social concreta existe tanto en el tiempo como en el espacio, sino tambin, a la inversa el h.echo de que estas dos ltimas determinantes forman parte de

    'tas

    nqezas humanas. Y que como tales se encuentran sometidas a los

    fenomenos de costficacin, fetichismo y enajenacin. Por esto, resulta entonces un ejercicio crtico pleno de sentido

    astrer puntualmente la manera en que el problema del espacio mterviene en el arumento de El capial de Marx, pues a partir de ello odemos abrrr un razonamiento puntual en torno al modo peculiar en

  • el dinero (seccin la del tomo I), en la teora del proceso de tbajo capitalista (del cap. 4 all9 del tomo 1), del proceso de acumulacion de capital (seccin 7a del tomo I), de la circulacin ?el captal (tomo II) Y del dominio del capital industrial sobre el capital soII (tomo II9.

    1. Las mercancas y el dinero ocupan y acondicionan funcionalmente el espacio dentro del cual se mueven, sea ste el de la tierra el subsuelo el aire o la pura extensin que contiene y envuelve todo lo existente. Pero adems el espacio tambin es considerado como una mercanca. Marx ejemplifica con el caso de la renta de la tierra, que da pie al establecimiento del "irracional" precio de la tierra.8

    Como riqueza que es, el espacio posee no slo una forma natural sino tambin una forma social. Formas siempre configuradas histricamente, tal y como acontece, por ejemplo, cuando se desarrolla histricamente la generalizacin de la forma mercanca. En esta circunstancia histrica precisa acontece entonces -en referencia a estas dos determinaciones esenci-ales de la riqueza- la formulacin de dos maneras diametralmente contrapuestas y escindidas de considerar lo espacial. Siendo uno el modo en que se usa, entiende y representa idealmente el espacio, cuando la sociedad produce y consume los valores de uso, y otro completamente opuesto cuando funciona el valor de las mercancas.

    El espacio de los valores de uso es concreto, cualitativo, comunitario y siempre referido a las neceidades huanas. Se trt de una extensin vinculada a sus contemdos matenales y energettcos. Por tanto, el espacio concreto no funciona como una abstraccin a priori que antecede dichos contenidos, sino. que, como ellos y por ellos, el espacio humano es siempre productdo, de suerte q

    _ue este

    siempre moldea al espacio natural preexistente. Se trata ademas.de un espacio en conexin orgnica con su dimensin temporal. Es deczr, que no existe un espacio ms all del tiempo. 9 Cincuenta aos despus de El

    8 As el rentista cobra al arrendatario no slo por la calidad del suelo que le renta sino por el determinado emplzamient d su terreno dentro el espacio general. Es decir, por su proxtmtdad o leJama respecto de las vtas importan tes de comunicacin, de ros o lagos, etc. Estas .cahdades espactales se rentan tanto como la calidad misma del suelo (la fertthdad de los terr.ens, su potencial de agostadero, la presencia de cads de agua, etc.). El terntono y el espacio del planeta entero son pues mrcanctas que los modernos estaiJos nacionales y las grandes empresas trasnactonales. adems o despus de robarlas, las venden, compran o alquilan como cualquter otra .mercan cta. A popsito del espacio como fuerza producttva que es converttda en mercancta, .cf. Cohen, Gerald A., La teora de la historia de Karl Marx. Una defensa, Madnd, Siglo XXI, 1986, p. 55.

    9 Un tiempo histrico -es necesario desde ahora explicitar el puntoque tambin es concreto, comunitario y heterogneo, y qu est presente con sus diferentes "veloctdades" en los dtferentes espactos soctales.

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    capital de Marx, la teora de la relatividad de Einstein se vuelve a aproximar al punto, slo que ahora en un plano puramente fsiconatural, al explicar fenmenos de escala universal partiendo de la necesidad de considerar al propio tiempo como algo que no puede abstraerse y preceder al espacio, sino como su cuarta dimensin. . El espacio de} valor, por el contrario, es abstracto, homogneo, mdetermmado,,solo aprehensible mtricamente como espacio geomtrio, a priori; es decir, completamente vaco y desligado de toda matena y energa, de toda praxis y experiencia, pero tambin del tiempo fsico e histrico. Incluso de ese tiempo abstracto, homogneo Y a priori que tambin implica el funcionamiento prctico de la mercanca. Este espacio es propuesto como geometra, que aparentemen!e surg.e de la mente pura, sin derivarse de la experiencia de la realidad, sm corresponder a un modo histrico de aprehender el mundo sensible, pero imponiendo siempre al mundo su ley. Tal representacin del espacio, no slo del mundo fsico sino tambin dl ;"luno social, aparece histricamente, durante la antigedad clasica gnega (Euclides), con el surgimiento de la forma mercanca, Y se desarrolla y profundiza durante la modernidad burguesa (de Descartes a Kant).10 La escisin espacio/tiempo implicada en esta representacin tiene para el caso del espacio humano la enorme utili?ad i?eolgica

    . de cosificar la imaginacin histrica, proponien

    do SituaciOnes sociales al margen de su devenir y, por tanto de su finitud histrica. Cuando consideramos el hecho de que la riqueza se ha convertido en mercanca estamos entonces hablando de una doble . racionalidad esquizoide: para el caso que aqu nos ocupa, orgamza de manera contrapuesta el tiempo y el espacio.

    . Si! embargo, como es bien sabido, la doble presencia contradictna del valor de uso y el valor de una mercanca no puede mamfestarse en el momento del intercambio en un solo y mi.

  • entre por lo menos dos mercancas configurando, dentro de esta relacin, un polo o "espacio" relativo en el cual la

    , mrcanca que

    requiere expresar su valor lo representa f_uera de SI mtsma, aparciendo sta slo con un valor de uso. Mientras que la mercancia equivalente, al prestar su cuerpo para la represencin_

    del valor de la mercanca relativa aparece como la encarnacion misma del valor. Se neutraliza as

    ' la esquizoide dualidad de significados, origi

    nalmente presentes en la mercanca. Pues ahora, cada uno aparece emplazado en un polo o "espacio" diferente, como si en verdad se tratase de dos significados diametralmente contrapuetos, no pertenecientes a un mismo objeto, sino de dos cosas diferentes que tienen significados complementarios: pues en un lado -el polo relativo- miro el valor de uso (la comida, la ropa, etc.) y e el otro -el polo equivalente- miro la encarnacin del valor (el dmero ), que bien me sirve para comprar cualquier valor de uso.

    Si la contradiccin irracional que late en el seno de cada mercanca fuera percibida cotidana y dirctaente en _tod su desudez por todos los agentes del mtercamb10, estos termmanan reve!andose en contra de este modo catico y mistificado de orgamzar la produccin y distribucin de su riqueza. Pero en la medida en que tal contradiccin se neutraliza, distribuyendo externa o polarmente en el espacio su dualidad interna, dicho carcter irracional mometneamente se diluye, traspasando y postergando, en un plano mas complejo, dicha contradiccin.11

    Debe entonces notarse que la teora de la expresin del valor contiene, in nuce, la explicacin de cmo el valor utiliza al espacio como medio para aplazar sus contradicciones con el vlor de uso. Lo cual implica que tanto las "cosas" como el espacio donde se emplazan esos objetos fsicos son utilizds por las mern_

    c!as y el dinero para borrar y mistificar contradicciOnes en los significados, los procesos y las tendencias de la sociedad y su riqueza. De

    _ esta

    manera la sociedad mercantil usa la espacialidad csica de la nqueza (su res extensa) como medio para ocultar el contradictorio flujo procesual de la riqueza, o dicho ms sencillamente: "manipula" el espacio y sus cosas en contra del tiempo y sus procesos.

    11 "Se ha visto que el proceso de cambio de las mercancfas contiene relaciones que se contradicen y exlu,Yen unas a otras. El desarrollo de la mercanca no suprime esas contradtcctones, pero crea la forma en la cual se pueden mover. ste es siempre 1 mtodo por el cual .se. resuelven las contradicciones reales. Asf, por eJemplo, es una contradtcctn el que un cuerpo caiga constantemente sobre otro y no menos constantemente hya. de l. La elipse es una de las formas de movimiento en las cuales esa. contradtcctn se realiza y en la misma medida se resuelve." Marx, Karl, El capital, vol. 1, cap. 3, 2, Barcelona, Grijalbo, Obras de MOJX y Engels (OME), vol. 40, 1976, p. 1 15.

    138

    Tal mecani

  • fas_ de paisajes del mundo que promueven las tarjetas postales, las

    rcvtstas de turismo, la televisin y el cine. El fetichismo de los territorios, presente en el sentido comn,

    fija ingenuamente en l la propiedad de ser fuente natural, sea del progreso tcnico, de ensueos vacacionalcs, de miseria y hambrunas, sea de reservas para la depredacin o cloacas para las guerras. En la "poca de la imagen del mundo", unificada por los medios masivos de comunicacin, la esfera planetaria de la geografa cotidianamente aparece girando en noticieros televisivos que ocultan las verdaderas necesidades de la poblacin, sus contradicciones y tendencias histricas. En dichas circunstancias el enigma cientfico que ms lacera a la geografa contempornea estriba en la imposibilidad de dar cuenta satisfactoriamente -ms all de los dogmas del fetichismo geogrfico- de las razones que comandan la localizacin de la riqueza y la miseria en el mundo.

    2. La gnesis de la mercanca, el dinero y el capital como formas sociales de organizar el intercambio y la produccin de la riqueza no obedece a un capricho cultural de la historia sino a la necesidad material de universalizar el conjunto de capacidades y necesidades de los diversos grupos humanos, lo cual presupone la existencia de una necesidad, en todas las comunidades humanas, por reformular constantemente -con base en la experiencia propia pero tambin de los otros- la relacin de sus capacidades y necesidades con sus condiciones locales de existencia.12 Tal es el hilo conductor que explica el proceso de "autonomizacin del valor" es decir, aquello que internamente impulsa el desarrollo de las "formas de expresin" del valor, la transformacin de la mercanca en dinero, el desarrollo funcional de este ltimo as como finalmente su metamorfosis en capital.

    ' '

    Al mismo problema material -el desarrollo social de la riqueza- obedece la gnesis y el desarrollo de las relaciones sociales de explotacin. Mientras el "trabajo inmediato" se mantiene histricamente como "la gran fuente de la riqueza", "el plustrabajo de la masa -explica Marx- es condicin para el desarrollo de la riqueza social", y el "no-trabajo de unos pocos" condicin para "el desarro-

    .

    . 12 "Se.dijo y se uede volver a dcir que la belleza y la grandeza de este s1stem.a [el mtramb1o mercantil] res1den precisamente en este metabolismo !J1atenal espmtual, en esta conexin que se crea naturalmente, en forma mdpe.nd1ent del saber y de la voluntad de los individuos, y que presupone su md1ferenc1a su independencia recprocas. Y seguramente esta independencia maten al es prefenble a la ausencia de relaciones o a nexos locales bad?s en los vnculo, naturales de consanguinidad, o en las relaciones de senono y seldum,b_re. Marx, J:'arl, Elementos fundamentales para la crtica de la economw polttlca (Gnmdnsse), 1857-1858 tomo I Mxico Siolo XXI p. 89.

    , , . , o ,

    140

    llo de los poderes del intelecto humano [ . . . ]"P Por qu? "Sencillamente -responde Engels-, porque en todas las fases anteriores del desenvolvimiento de la humanidad la produccin se hallaba en un estado tan incipiente que el desarrollo histrico slo poda discurrir de esta forma antagnica y el progreso histrico estaba en leas generales, en manos de una pequea minora privilegida, mtentras la gran masa se hallaba condenada a producir, trabajando, su msero sustento y a acrecentar cada vez ms la riqueza de los privilegiados."14 A pesar de la divulgada resistencia que existe para admitir la presencia en Marx de la categora de "la escasez de la riqueza material" como fundamento histrico que da cuenta del surgimiento de las relaciones de clase como mediacin que apuntala el desarrollo de las fuerzas productivas tcnicas, la idea puede fcilmente localizarse en el centro del argumento de El capital.15

    En el capitalismo, por primera vez en la historia, las relaciones de intercambio mercantil logran entrelazarse orgnicamente con las relaciones de explotacin. La expropiacin violenta a los trabajadores de sus condiciones objetivas de existencia (mediante una acumulacin originaria de escala mundial), les obliga a vender su

    13 Marx, Karl, op. cit., tomo II, pp. 228-229. 14 Enge.ls, Frieclrich, "Carlos Marx", en Marx, Karl y Engels, Friedrich, Obras Escogidas, tomo 11, Mosc, Ediciones en Lenguas ExtranJeras 1955 p

    170. , , o

    15 'En los comienzos de la cultura las fuerzas productivas adquiridas por el trabaJo son escasas, pero tambin lo son las necesidades que se desarrollan con y por los medios de su satisfaccin" (Marx, Karl, El capital, o p. cit., tomo I, cap. 15 p. 147: Para Marx es esta escasez original en la riqueza material la que conv1erte al desarrollo del ser humano en una necesidad natural": "Una naturaleza demasiado prdiga 'lo sujeta de la mano como a un ni1o de las andaderas'.{ . . . ]." Por ello, la madre patria del capital no es para Marx "la zona de los.tp1cos, con su exhuberante vegetacin, sino la zona templada. No es la fert1hdacl absoluta del suelo, sino su diferenciacin, la multiplicidad de sus prodctos naturales, lo que constituye la base natural ele la divisin social del trabaJO y lo que aguijonea al ser humano, por la variacin de las circunstancias naturales en .que habita, .a diversificar sus propias necesidades, sus capacidades? sus med1os de trabaJO y sus modos de trabajo. La necesidad de controlar S?Cialmentc una fuerza de la naturaleza, administrarla, apropirsela o domesticarla a gan escala mediante obras de mano de hombre, desempea el papel ms dec1s1yo en la historia de la industria." (lbid., pp. 148-149). En este pasaje de f!:l capital Mrx precisa la relacin del capitalismo con su fundamento terntonal, es dec1r, con "la base natural de la plusvala" o el "suelo econmico" de la "relacin capital". Fuera del horizonte del detrminismo geogrfico le preocupa esclarecer cmo, si bien originalmente dicha escasez favorece el desarr?llo de la industria cuando sta se ha logrado afirmar, las mejores conc1ones naturales pasan a sr inversamente -muy especialmente la buena fert1hdad del suel !as que meJor favorecen la reproduccin de la poblacin y con ello la amphac16n de los mrgenes del plustrabajo expropiablc.

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  • propia fuerza de trabajo como mercanca. Esta radical sparacin entre el factor subjetivo y objetivo del proceso de trabaJO abre el ilimitado proceso de extraccin de plusvalor. Pero tal desarraigo abre, a su vez, la posibilidad de romper los lazos espontneos o naturales que ataban el desarrollo de las fuerzas productivas a las condiciones locales de la vida social. Sin embargo, tal posibilidad slo se vuelve una realidad histrica cotidiana cuando la regulacin legal de la jornada laboral cancela la posibilidad de sustentar la extraccin de plusvalor con base en el mtodo del absoluto. El mtodo del plusvalor relativo abre con ello una era de revolucin tcnica permanente, que no descansa ni ceja hasta el momento en que el propio desarrollo de la automatizacin capitalista toca el lmite histrico de volver innecesario el "trabajo inmediato" y, con l, la produccin de valor y plusvalor.

    As es como el capital rompe los provincianos lmites precapitalistas en el uso de la riqueza y la limitada relacin de los grupos sociales con sus regiones geogrficas originales. Movindose sin descanso, como los electrones alrededor del ncleo, el capital circula vertiginosamente impulsando el desarrollo de un comercio mundial la circulacin internacional de capitales, erigiendo una indus-' . tria mundial y, hasta donde ello no lo ponga en jaque, promoviendo una gigantesca migracin internacional de trabajadores, todo lo cual desboca mestizajes culturales y raciales que se acompaan de guerras, polarizacin y una manipulacin xenofbica que permit_e acotar los mrgenes de "universalizacin" de capacidades y necesidades requeridos por el capital.

    El desarrollo de produccin de plusvalor sigue entonces dos derroteros. El primero: explotar, con una medida siempre en aumento, la capacidad laboral de todos los trabajadores del mundo (extendiendo o intensificando la jornada laboral, elevando la productividad del trabajo e incluso pagando la fuerza de trbajo por debajo de su valor), as como depredando la riqueza natural de todo el planeta. El segundo: desarrollar permanentemente -pero bajo la medida represiva que marca la cada tendencia} de la tasa de ganancia y la sobreacumulacin- las fuerzas productivas tcnicas. Lo cual, si bien permite abaratar el valor de los medios de subsistencia de los trabajadores, igualmente exige la intensificacin incesante de la jornada de trabajo. As, por lo que concierne a nuestra discusin en torno al problema del espacio geogrfico, tanto el progreso tcnico como la depredacin de los trabajadores y la naturaleza son, en su mutuo entrelazamiento, consecuencias necesarias del peculiar desarraigo territorial que define al capitdalismo desde su origen.

    Por tal motivo la teora del desarrollo capitalista de las fuerzas productivas tcnicas, formulada como parte de la teora de la sub-

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    suncin real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital, no puede entenderse ms all del problema del espacio. Por ello, en la segunda parte de este ensayo reconstruiremos cmo la nocin marxiana de fuerzas productivas tcnicas -sea como cooperacin, divisin del trabajo o maquinaria- est construida precisamente teniendo en cuenta su ubicacin en el espacio y los territorios concretos; y cmo, tanto el espacio como el territorio pueden, a su vez, ser considerados como fuerzas productivas estratgicas.

    Por el momento concluyamos el punto sealando que si bien efectivamente Marx define como objeto terico de su Critica de la economa poltica el desciframiento de la ley general del desarrollo capitalista, eUo no implica -como Lacoste y Claval sugieren- una priorizacin unilateral de la perspectiva histrica y temporal que excluye la reflexin geogrfica sobre los problemas del espacio. Pues la presentacin de tal ley Marx la construye precisamente denunciando el modo desptico en que se impone a la sociedad el principio abstracto de la valorizacin del valor -como un dispositivo, que si bien prioriza prcticamente el tiempo de trabajo como criterio para medir y desarrollar la riqueza- redundando entre otras cosas en el uso cosificado y enajenado del espacio, neutralizando prcticamente y mistificando ideolgicamente contradicciones y tendencias procesuales. Para Marx, el capital utiliza cotidianamente el espacio como un gran instrumento que permite reprimir las contradicciones y la temporalidad histrica de la sociedad.

    No casualmente el anlisis del proceso de trabajo inmediato realizado entre las secciones 3a y 6a del tomo 1 de El capital concluye con un breve estudio en torno al modo en que el capital mundial logra el control mundial de los trabajadores.16 La seccin sexta del

    16 El mercado mundial no slo funga dentro de los planes de Marx como la conclusin final o tomo VI de toda la Crtica de la economa poltica sino que, adems, aparece siempre como un problema conclusivo en los diferentes niveles de abstraccin por los que atraviesa el argumento de El capital. Por ello se le puede encontrar al final del anlisis de la seccin 1" del tomo 1 (Mercanca y dinero) con el estudio del dinero mundial (cap. 111 del tomo I, 3, inciso e), o al final de la seccin 7" ("El proceso de la acumulacin del capital") con el estudio de la teora de la colonizacin (cap. 25 del tomo 1); al final def anlisis de la circulacin del capital (seccin 3" del tomo Il) con el estudio del ciclo del capital comercial que permite estudiar el modo global en que se entrelazan los sectores de la produccin, asf como, a lo largo de todo el tomo 111, en que el tratamiento de los diferentes problemas tericos que ah aparecen -la tasa media de ganancia, la sobreacwnulacin y la crisis del capital industria el capital comercial y financiero, la renta del suelo y la consideracin global del capital social- propone los diferentes niveles en que sucesiva y progresivamente se cohesiona el mercado mundial.

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  • tomo I, dedicada al anlisis del salario, concluye en el captulo 20 con una explicacin en torno al modo en que la heterognea composicin orgnica del capital en el planeta se convierte precisamente en una poderosa herramienta que permite acrecentar la explotacin de los trabajadores, tanto en los pases tecnolgicamente ms desarrollados como en los menos.

    "Las diferencias nacionales de salarios" hacen posible la ilusin de un "salario nominal" ms alto en los pases desarrollados (lo que de ninguna manera implica verdaderamente un "salario real" mayor), cuando en el fondo sucede que los trabajadores metropolitanos tienen un "precio relativo" de su trabajo ms bajo.17 Tales espejismos internacionales facilitan la explotacin de los trabajadores que se consideran afortunados de vivir y trabajar en tales pases desarrollados; pero tambin la de los trabajadores perifricos que, ansiosos de vivir con el nivel de vida de los desarrollados, migran hacia stos -contribuyendo a degradar las condiciones histricas y morales que ah determinan el valor de la fuerza de trabajo- o, tambin, permitiendo que se eleve en sus propios pases "perifricos" la intensidad del trabajo.

    3. El inevitable desarrollo de la medida del capital, aunado a su progreso tcnico, genera sin embargo una nueva contradiccin en el nivel del proceso de reproduccin social.

    Marx explica que el aumento constante de la masa del capital ocasionado por la acumulacin de capital genera un crecimiento absoluto en la demanda de trabajadores. Sin embargo, este mensaje que el capital enva a la poblacin pidindole una mayor produccin de personas, se ve contradicho no slo por el constante aumento de la composicin orgnica de capital -que impone una

    17 "Esto es, el precio del trabajo en relacin tanto con la plusvala cuanto con el valor del producto" (Marx, Karl, El capital, op. cit., tomo 1, cap. 20, p. 200). El salario nominal mayor en pases tcnicamente ms desarrollados resulta posible en virtud de un valor relativo del dinero menor, que resulta de la elevada intensidad y productividad respecto de la media internacional. Si a ello se aade una modificacin en la aplicacin internacional de la ley del valor -que establece el promedio internacional de un solo trabajo universal donde se unifican todas las diferencias nacionales de intensidad del trabajo- que contabiliza las diferencias de productividad como diferencias de intensidad, los productos metropolitanos se nos aparecen no slo como ms baratos para los propios trabajadores del pas desarrollado (situacin generada por el tipo de acumulacin que genera el plusvalor relativo), sino que en el mercado internacional los productos de tales pases aparecen conteniendo ms trabajo del que realmente poseen. Lo cual -antes de que operen las transferencias propias de la formacin de una tasa media mundial de ganancia- propicia flujos de intercambio desigual que vienen a subrayar las diferencias polares en la riqueza internacional.

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    disminucin relativa en la demanda de trabajadores-, sino tambin en los momentos de estancamiento o crisis en que el capital se ve en la necesidad de reducir absolutamente su demanda de trabajadores. Es entonces el propio progreso tcnico, fuente de las crisis cclicas del capitalismo, el que crea un ritmo contradictorio de desarrollo planteando, esquizoidemente, tanto la demanda creciente de trabajadores (subrayada en los periodos de prosperidad) como el rechazo de los mismos (concentrado en periodos de crisis).

    Como sucede, adems, que el ritmo con el cual la poblacin produce a sus trabajadores es el lento ritmo de la procreacin humana, se desarrolla una inadecuacin rtmica entre las rpidas y oscilantes demandas del progreso tcnico y las lentas respuestas de la procreacin humana. Si tal contradiccin entre las fuerzas productivas tcnicas y las fuerzas productivas procreativas fuera captada por los agentes de la acumulacin en toda su desnudez, el desarrollo capitalista se mostrara a los ojos de toda la poblacin como completamente irracional e imposible de asumir.

    Sin embargo, dicha contradiccin encuentra "una forma de movimiento" (como la elipse) que la neutraliza momentneamente a la vez que la mistifica. En el momento en que se realiza el proceso de la reproduccin social, el doble y esquizoide mensaje demogrfico del progreso tcnico se desdobla espacialmente en dos procesos, generando un polo creciente de trabajadores que encuentran empleo (ejrcito obrero en activo), y otro polo tambin creciente de trabajadores que nunca o raramente encuentran empleo (ejrcito industrial de reserva). Pero este ltimo grupo de supernumerarios no slo funciona como un saco de reservas dentro del cual se mete lo que sobra y se toma lo que hace falta, sino tambin como un grupo de presin, cuya competencia siempre empuja al ejrcito obrero en activo hacia el sobretrabajo.

    Si bien este desdoblamiento del espacio demogrfico se pone en escena en todas las regiones donde impera la acumulacin del capital, el propio desarrollo mundial del capitalismo, en el curso de su desarrollo, se ve obligado a establecer una polarizacin planetaria de ambos ejrcitos.18 O alguien podra poner en duda que,

    18 Si bien la poblacin desempleada es una realidad que aparece en Europa Occidental desde la fase temprana de la acumulacin originaria, como bien ha sealado Samir Amin, tanto su industria inicial de baja composicin orgnica como la empresa histrica de la colonizacin del mundo neutralizan a su vez la concentracin de un gran ejrcito industrial de reserva en los pases metropolitanos. Sin embargo, la historia de la industrializacin capitalista del Tercer Mundo durante el siglo XX, particularmente despus de la Segunda Guerra Mundial, arroja un saldo muy diferente, en la medida en que la composicin orgnica de la misma es muy elevada, en comparacin con la

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  • si bien los pases de la OCDE concentran cerca de 30 millones de desempleados y subempleados, el grueso de los mismos (arriba de mil millones) se concentra hoy en da en el Tercer Mundo? Donde abunda la sobrepoblacin abunda el sobretrabajo como fuente de ganancias extraordinarias y con ciJo una mayor dificultad para organizar la modernidad capitalista en torno a la generacin de plusvalor extraordinario.

    4. Pero, adems de la contradiccin entre la reproduccin social de la poblacin y la reproduccin tcnica del capital, el proceso global de reproduccin presenta otra gran contradiccin: entre las formas y contenidos del proceso de produccin y las formas y contenidos de la circulacin (Jo cual en verdad no es ms que la forma indirecta en que aparece la contradiccin de fondo entre la produccin y el consumo, as como entre la produccin y la propia produccin). Contradicciones temporales y espaciales que requieren de la intervencin de las complejas mediaciones expuestas meticulosamente por Marx en los dos siguientes tomos de El capital. As, mientras el tomo II investiga el modo general en que acontece, para todo el capital global, esta conexin entre la produccin y la circulacin, el tomo III profundiza la investigacin del modo en que tal conexin impacta las relaciones de competencia, cohesin y dominio entre los propios capitalistas (industriales y no industriales).

    La primera seccin del tomo II plantea, entonces, la figura bsica de tal contradiccin entre la produccin y la circulacin: mientras el proceso de valorizacin acontece durante el proceso de trabajo, el proceso de circulacin significa para el capital un tiempo muerto, en el cual se pierde el tiempo en operaciones de intercambio que si bien resultan indispensables para la reproduccin no tienen la propiedad de crear valor y por ende plusvalor. De ah la necesidad que el capital tiene no slo de racionalizar sus operaCiones comerciales reduciendo al mximo el tiempo de circulacin, sino tambin de hacer del tiempo de produccin un proceso perma-

    implementada en el despegue europeo, y en la medida en que tales pases no disponen a su vez de nuevos territorios que colonizar. (Amin, Samir, "El capitalismo y la renta de la tierra", en Amin, Samir y Vergopoulos, K. , La cuestin campesina y el capitalismo, Barcelona, Ed. Fontanela, 1980). La nica migracin que estos pases encuentran posible es en direccin hacia las metrpolis, llevando a stos, de retorno, la superexplotacin y el desempleo. Lo cual permite la creacin de un competitivo excedente de ganancias extraordinarias para los pases huspedes, que abre un respiro estratgico a la prolongada crisis de las ltimas dcadas. En tales circunstancias, el espacio metropol i tano es usado a su vez como espacio neutralizador de nuevas contradicciones entre el crecimiento demogrfico perifrico y su deforme progreso tcnico.

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    ncnte. Tal contradiccin interna en el proceso de la reprduccin se resuelve nuevamente mediante el desdoblamiento externo del ciclo del capital en los tres ciclos yuxtapuestos del capital dinerario, el capital productivo y el capital mercantil.

    De esta manera se garantiza el que, independientemente de en cul de las tres fases del ciclo se encuentre el capital (la fase de la compra D-M, la fase de la produccin . . . p . . . , o la fase de la venta M' -D'), el capital se encuentra distribuido de tal manera que siempre un fragmento del mismo se mantenga despierto, generando plusvalor.

    Si bien tal distribucin de los recursos genera a su vez un nuevo problema, la medida del capital en proceso de valorizacin se reduce, por lo que se vuelve indispensable aceitar al mximo el proceso de circulacin, de suerte que una buena velocidad en la rotacin del capital neutralice al mximo dicha inconveniente. Para resolver este nuevo problema el capital debe enfrentar entones las contradiccions q.ue plantea a la rotacin abstracta del capitfal el contenido cualitativo concreto (o valor de uso) de las condiciOnes (capital fijo y circulante), los procesos (tiempos de trabajo, produccin y circulacin) y los resultados (adelantos, tasa y masa de plusvalor) del ciclo del capital.

    La seccin segunda del tomo II de El capital es en verdad un estudio de relojera, donde se explora el complejo modo en que se articulan en el espacio secuencias temporales entre "engranes" de medidas diversas que, conforme giran y completan sus respectivos ciclos de rotacin a velocidades heterogneas, arrojan capitales que bien deben aguardar para su reinversin (el capital fijo, por ejemplo, es un engrane de lenta rotacin), mientras otros (por ejemplo el capital circulante que rota a mayor velocidad) pueden demandar inversin de capitales que todava no pueden tomarse de los resultados de su propio proceso de produccin, mecanismo que se complica an ms cuando se tiene en cuenta que los "engranes" del capital fijo de los nuevos capitales individuales que entran al juego de la acumulacin tienden a ser de una medida cada vez mayor, mientras que el capital fijo de los capitales existentes tiende a envejecer prematuramente, por desgaste moral. Como de la buena rotacin de todos estos heterogneos "engranes" depende la velocidad general de la produccin y el consumo -es decir, la capacidad de absorcin de inversiones, la reproduccin de la clase obrera as como la produccin de la masa global de plusvalor- de manera anloga a lo explorado en el anlisis de la seccin 1 a del tomo I (la circulacin mercantil simple), Marx presenta nuevamente al comercio, el crdito y las crisis como mediaciones automticas (o nuevas elipses) que vienen a aceitar y neutralizar todas las contradicciones y desajustes que surgen en el momento en que la acumulacin del

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  • capital exige un funcionamiento progresivamente complejo y cada vez ms veloz de cada uno de sus engranes.

    Si la coordinacin entre todas las piezas de este mecanismo de relojera es la condicin para poder acelerar el ciclo del capital, ello nos coloca frente a una siguiente contradiccin que el proceso global de la circulacin debe superar: el desencuentr.o cric ? "atomicidad" estructural que reina entre todos los capitales mdiVIduales. De ah que el tomo II concluya precisamente explora?do el modo en que el ciclo del capital mercantil (M'-M") neutraliza tal destotalizacin general de la sociedad, mediante el despliegue de un capital social capaz de establecer relaciones de proporcionalidad entre los dos grandes sectores de la produccin (el productor de medios de produccin y el de medios de subsistencia).

    El ciclo del capital mercantil cumple entonces la funcin social de mediar, por un lado, la reposicin, en cada uno de los dos sectores, del valor consumido en el proceso de produccin (e + v) al tiempo que la generacin del excedente (p) y garantizndo, por el otro el abastecimiento de los valores de uso necesanos para la produccin capitalista (medios de produccin y fuerza de trabajo) y la reproduccin social (medios de subsistencia). Tal "reconocimiento de las necesidades" materiales y sociales tiene su expresin general resumida como una relacin de valor, con una proporcionalidad precisa, o ecuacin entre los medios de produccin aportados por la rama I y los medios de subsistencia aportados por la rama Il. Por ello esta representacin espacial de la divisin tcnica del trabajo en dos grandes sectores no se limita a ser un "modelo terico" que slo existe en la cabeza de Marx. Se trata, por el contrario, de un desdoblamiento real que bien puede observarse en la prcti'ca cotidiana de la acumulacin cuando se tiene en cuenta que el capital social simula, a travs de los movimientos del Estado, una "planificacin" que no slo debe garantizar la reproduccin tcnica del capital y la acumulacin del plusvalor sino, tambin, la reproduccin de la fuerza de trabajo. Con esta prctica el capital logra expresar y asumir, alternadamente, la dualidad fundamental de sus necesidades sociales: tcnicas y procreativas, o subjetivas y objetivas -en un peculiar "equilibrio" siempre a favor de la explotacin y por ende del sector I, que se encarga de sostener el desarrollo constante de las fuerzas productivas tcnicas- neutralizando con ello la total falta de comunicacin social que le es consustancial a los atomizados empresarios capitalistas.

    El funcionamiento real de una coordinacin "automtica" entre los diversos capitalistas individuales, en dos ramas contrapuestas de la divisin del trabajo, puede constatarse empricamente cuando se atiende al modo en que el Estado se ve obligado a oscilar sucesivamente en su poltica econmica, favoreciendo unilateral-

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    mente en un periodo a un sector y en el siguiente a otro.19 Por ello, el equilibrio sectorial presentado por Marx representa en verdad el resultado general de un ciego, catico y contradictorio proceso oscilatorio que termina neutralizando la dispersin de los capitales privados en favor de la reproduccin y acumulacin.20

    Sin embargo, tales mecanismos mediadores ponen en evidencia una nueva contradiccin que tambin deber ser resuelta: el conflicto crnico entre los intereses del capital privado y los del capital social. Por ello, precisamente, el tomo III pasar a estudiar el complejo modo en que se neutraliza esta nueva contradiccin mediante la creacin de nuevos mecanismos de unidad y dominio entre los diferentes capitalistas industriales, mediante la formacin de la tasa media de ganancia y las crisis; as como entre stos y los no industriales (capital comercial, financiero y terratenientes), mediante la subsiguiente transfiguracin de la ganancia en ganancia comercial, inters y renta de la tierra.

    5. El capital social que resulta del anlisis del tomo II es pues un capital que ha terminado por neutralizar contradicciones iniciales que impedan la unidad general entre la produccin y la circulacin. Sin embargo, en tanto tal capital global padece de una contradiccin con cada uno de sus tomos privados, termina por resolver dicha contradiccin desdoblndose externamente en una serie de diferentes tipos de capital: industrial y no industrial (comercial, financiero), dando con ello "forma de movimiento" a las con-

    19 Robledo Esparza, Gabriel, El desmmllo del capitalismo mexicano , Mxico, edicin del autor, 1975.

    20 El hecho de que la proporcionalidad entre los sectores presuponga una composicin orgnica fija, es decir, una parlisis en el desarrollo de las fuerzas productivas, tambin es un presupuesto metodolgico de la seccin 33 del tomo 11, que usualmente ha sido valorado como la prueba del carcter abstracto, tentativo o provisional de la reflexin de Marx. Se olvida con ello que en El capital todos los elementos que conforman su arqu.Itectura lgica representan , rigurosamente, elementos reales, presentes en la VIda prctica del propio capital, prctica metodolgica qu no varfa en Marx, entre lo tetos preparatorios y las versiones que y considera. maduras para su pbhcacin. Ello obliga necesariamente a considerar las Ideas de Marx sigUiendo otra vereda de interpretacin: si la proporcionalidad entre los set?res, en 1 esquema de una reproduccin ampliada, presupone una compoICin ogmca fija, ello puede tambin ser interpretado como la repreen.tacin tenca de la necesidad general que tiene el capitl por frenar, y repnnm constantemente, el incesante desarrollo de sus propias fuerzas productivas tcmcas, como condicin para lograr el equilibrio. Marx pareciera entonces presuponer aqu una contradiccin que slo podr explicitar hasta el momento en que aborde el problema de la cada tendencia! de la tasa de ganancia. Al respecto, cf Vcraza, Jorge, "Mercado mundial", Curso de actualizacin, Mxico, ESEIPN, diciembre de 1991 -febrero de 1992.

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  • tradicciones que impiden la cohesin entre el capital social y el privado.

    As, el proceso que establece esta unidad entre los diversos capitalistas es una nueva manera de organizar el espacio social.

    El proceso de unificacin se conforma mediante la distribucin del plusvalor a travs de la libre circulacin de todos los capitales, sea dentro de las ramas, las naciones o el mundo entero. Tal proceso de unificacin redunda, sin embargo, en la organizacin de relaciones jerrquicas entre los diversos capitalistas. Lo cual significa que los nuevos espacios cohesionados se organizan de modo polar, es decir, con centros de dominio y control hegemnico. Tal es la dialctica csico neutralizadora de contradicciones descrita por Marx a lo largo de todo el tomo III. El primer peldao donde acontece la cohesin social entre capitalistas es obligadamente aquel donde estn quienes se ocupan directamente de la gestin del desarrollo de la subsuncin real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital, es decir, los capitalistas industriales. Acontece entre ellos un doble proceso de organizacin social: 1) la redistribucin general del plusvalor mediante la conformacin de una tasa media de ganancia, que se cxpressa en los precios de produccin, asegurndose as transferencias desde los capitalistas que detentan las peores composiciones orgnicas -lo que en trminos inmediatos les permite producir mucho plusvalor- hacia los capitalistas que operan con las mejores condiciones tcnicas, impedidos sin embargo para producir una gran masa de plusvalor; 2) la redistribucin singular de las ganancias medias -mediante la conformacin de los precios de mercado que permiten la obtencin de ganancias extraordinariashacia quienes detentan condiciones monoplicas en la t>ferta o la demanda. Ello permite que la "hermandad" de los capitalistas industriales reorganice la redistribucin del plusvalor jerrquicamente en favor de los capitales ms grandes y mejor ubicados dentro del sistema de necesidades imperante.

    El desarrollo de las fuerzas productivas tcnicas as apuntalado rcformula ahora, con ms fuerza, la peor contradiccin del desarrollo capitalista: la cada tendencia) de la tasa de ganancia a la par en que acontece el aumento de su masa. De lo cual desprende Marx dos nuevos movimientos neutralizadores: 1) el despliegue de varios dispositivos contrarrestantes de dicha cada, entre los cuales se encuentra la expansin territorial del capitalismo por todo el mundo, y 2) la crisis de sobreacumulacin que exige tanto la automutilacin de la masa de capital, hasta la medida que vuelve a hacer posible el proceso de acumulacin, como la conversin de los excedentes de capital industrial en capital no industrial.

    Ello genera, a su vez, la posibilidad de potenciar aquellos esenciales lubricantes de la rotacin -el comercio y el crdito-, que

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    son mediaciones que abren la posibilidad de desangrar la acumulac in de capital, lo cual exige, por otra parte, la subordinacin de la tasa de ganancia comercial y el inters financiero dentro de los mrgenes de la ganancia industrial media. Conformada la subordinacin del capital comercial y financiero al industrial, se logra nuevamente una coordinacin de estos niveles suplementarios de la circulacin con la subsuncin real del proceso de trabajo inmediato bajo el capital.

    Con esta cohesin de fuerzas, potenciante al mximo de la capacidad de acumulacin, el capital emprende, finalmente, su tarea histrica ms difcil: la subordinacin del desarrollo agrcola al desarrollo industrial, lo cual implica extender espacialmente por todas partes la superficie rural del mundo, sea la directa subsuncin real del proceso de trabajo en el campo, sea el acondicionamiento del territorio rural como abastecedor de materias primas para la subsuncin real de la industria o el campo. Este control redondo de todos los tipos de capital y, con ello, de todos los territorios del planeta, es lo que finalmente permite la cohesin ltima del capital gobal como sujeto dominante de toda la sociedad civil, segn se lo aborda en la seccin sptima del tomo III.

    En conclusin: la lgica argumental de Marx en El capital resulta entonces completamente incomprensible si no tenemos en cuenta el peculiar modo en que es empleada la nocin de espacio dentro de la reflexin sobre las "formas de movimiento" que adquieren las sucesivas contradicciones. De hecho, el concepto mismo de "forma" alude siempre al modo en que se expresan tangible y espacialmente diversos tipos de relaciones sociales y procesuales. Del mismo modo como el tringulo es la figura geomtrica o la forma sensible en que se expresa la intangible relacin entre la base y la altura, en el anlisis crtico de Marx todas las relaciones y contradicciones que tensan el desarrollo general del capitalismo deben necesariamente encontrar una forma de expresin csica o espacial, lo cual implica un complejo proceso de subsuncin real del espacio y sus territorios al capital. Como valor de uso que sirve para la contencin y organizacin de todos los dems valores de uso, el espacio se ve sometido a ua incesante proceso de subsuncin real.

    En la medida, entonces, en que el ncleo de tal subsuncin real del espacio radica precisamente en el proceso de subsuncin real de las fuerzas productivas tcnicas bajo el capital, pasaremos ahora a retomar el modo en que ubica Marx dentro de la dimensin espacial y territorial su teora del desarrollo de las fuerzas productivas. Veamos:

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  • 11. EL TERRITORIO COMO "FUERZA PRODUCTIVA ESTRATGICA", EN LA SECCIN ya DE EL CAPITAL, DE MARX

    a) Emplazamiento de las fuerzas productivas en el te"itorio y el territorio como fuerza productiva

    En el siglo XVI el caballo no slo no representaba la misma fuerza productiva que en el siglo XX sino que, adems, en aquel siglo tampoco representaba la misma fuerza productiva en el territorio europeo que en el territorio americano durante su conquista y colonizacin; exactamente igual que en la actualidad un microcomputador no representa la misma potencia tcnica dentro de las redes altamente urbanizadas y conectadas con los nuevos medios de comunicacin (fibras pticas, satlites, etc.) que en territorios rurales, marginales y mseros del Tercer Mundo. Por ello, luerza productiva e concreta, lo que quiere decir entre otrS e ue a"demas de estar con gura a tstoncamente re est es ec"fica a es a

    rn ona mente. Toda u r ro uctiva tcnica -sea la cooperacin, la divisin

    del trabajo, las herramientas o la maquinaria- adems de poseer una configuracin histrica precisa, que la refiere orgnicamente a todos los dems objetos tcnicos que le son contemporneos, est necesariamente emplazada en un espacio geogrfico (territorial, acutico, areo o interplanetario), en referencia al cual se mide su eficiencia tcnica y social. As pues, su potencia productiva slo puede medirse por el radio de accin o la cantidad y calidad (natural y tcnica) del territorio que dicha fuerza productiva "barre".21

    Sin embargo, los territorios no slo suelen ser ignorados como el necesario "contexto" material a partir del cual se mide el desarrollo de las fuerzas productivas tcnicas. Igualmente predomina en las ciencias sociales (ms all de ciertas crticas dentro de la geografa radical contempornea) la representacin del espacio como un "vaco neutral" dentro del cual estn emplazadas, de manera indiferente, todas las dems cosas, vaciedad que no merece siquiera ser pensada.

    Ahora bien: a rio , ad alber ar o etos ce u a , una fuerza p[oductiva tcnica en s misma. Ello es as por cuanto el espacio, adems de ser un objeto especfico con cualidades propias es, en virtud de stas, el peculiar objeto global donde acontece la

    21 Veraza, Jorge, Mxico y la verdadera teora del imperialismo de Marx. La invasin estadounidense y la ftancesa o geopoltica y estrategia revolucionaria, en dictamen para su publicacin, Mxico, UAM-Iztapalapa, 1992.

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    sntesis de todos los dems objetos (recursos naturales, redes tecnolgicas y fuerzas productivas procreativas). Por ello la abundancia o escasez de la medida territorial, la buena o mala posicin espacial, la homogeneidad o heterogeneidad de los territorios, 22 etc., son realidades que interfieren decisivamente en el uso de todos los objetos. Las proximidades o distancias, la amplitud o estrechez de los espacios, etc., son valores de uso (naturales o producidos) que sirven para la "totalizacin" o "destotalizacin" (Sartre) de los objetos materiales y la energa, condicionando incluso la temporalidad con la cual habitan los valores de uso en el espacio.

    La riqueza del espacio humano se construye entonces sobre los heterogneos y abigarrados espacios fsicos, qumicos y biolgicos de la naturaleza, emplazando las fuerzas productivas tcnicas y procreativas a manera de diversos mosaicos y/o capas superpuestas.23 As se conforman la complejidad territorial de las reas urbanas y rurales, las manchas industriales, los yacimientos potenciales, las cicatrices mineras, las heterogneas superficies agropecuarias, las permanentes o fugaces rutas terrestres, marinas y areas de los medios de comunicacin y transporte, los accesos territoriales, las reas centrales y privilegiadas o los rincones olvidados, las zonas de reservas biticas, los territorios agrestes todava de escaso y difcil uso (desiertos, mares, polos), etc. Heterogeneidad de las fuerzas productivas tcnicas que en verdad se entrecruzan y superponen igualmente con las diferentes regiones raciales, tnicas, lingsticas, consuntivas, religiosas, polticas, etctera.

    Este contenido tcnico y procreativo complejo de los espacios y1 territorios es pues lo que determina el significado de lo espacial, es decir, de las distancias, las posiciones, las amplitudes, etc., as como el modo de uso que cada sociedad hace de esta fuerza productiva "global" que es el espacio territorial. Ello puede observarse muy claramente hoy en da en la praxis geoeconmica, geopoltica, geo-

    22 Para la importancia del control capitalista sobre la medida del temtorio uede tenese en cuenta no slo el estudi? de Marx sobre el monopolio de la tterra (seCCin 68 del tomo III de El capital) sino, igualmente, el papel que desempean los monopolios en la oferta y la demanda en el momento de establecerse los precios de mercado (seccin 28 del tomo III de El capital). El spacio, como medio donde efectivamente se ubican todos los dems objetos, ttene. la cualidad de otorgar posicin y dimensin, proximidad y distancia, amplitud o estrechez, etc., a todas las cosas. Marx expone cmo el capital usa y paga tales valores de uso cuando analiza en El capual la renta diferencial l.

    23 Santos, Mil ton, Por una geografa nueva, Madrid, Espasa-Calpe, 1990: Metammfoses do espac;o habitado, So Paulo, Ed. Hucitcc, 1988; Tcnica, espac;o, lempo. Globalizac;do e meio tcnico-cientfico infonnacional, So Paulo, Ed. Hucitec, 1994.

    153

  • 24 "El tercer factor que aqu interviene desde un principio en el de_sar:ollo histrico es el de que los hombres que renuevan d1anamente su propa vida comienzan al mismo tiempo a crear a otros hombres, a procrear: es la relacin entre marido y mujer, entre padres e hijos, la famila." Marx, Karl y Engels, Friedrich: La ideologa alemana, en Obras Escogidas, tomo l, p. 27, d. Progreso, Mosc, 1980. Cf. igualmente, Kirchhoff, Paul, "Etnol'?g, matenalismo histrico y mtodo dialctico" y Ve raza, Jorge, "El matenahsmo histrico en El origen de la familia, la propiedad p1ivada y el Estado (comentan o al prefacio de Engels)", ambos en Revista !taca, nm 2, invierno de 1984-1985.

    25 La familia o fuerza productiva procreativa "qu_e al principio c

  • Por tal motivo estas fuerzas productivas generales, que son los medios de comunicacin y de transporte, son los tentculos o extremidades con que el cuerpo productivo (tcnico y procrcativo) percibe y acciona sobre la territorialidad dentro de la cual se emplaza. Son, por lo mismo, las herramientas especficas a travs de las cuales la sociedad logra darle al territorio su integracin final como

    objeto global.27 Tal es la mediacin a travs de la cual se construye siempre la

    nidad concreta entre el territorio y la poblacin, unidad siempre rcsupuesta en cualquier configuracin histrica de la cooperacin la divisin del trabajo. Pues no resulta posible pensar en su "divi

    sin tcnica" ms all del espacio, ni en una relacin social ms all de los individuos humanos. La cooperacin y la divisin social del trabajo presuponen entonces una densidad demogrfica, siempre especificada por una red concreta de medios de comunicacin y transporte. Y slo a travs de esta mediacin tcnico-procreativa tienen estas fuerzas productivas una presencia y un emplazamiento territorial. Cooperacin y divisin tcnica y social del trabajo que son finalmente lo que confiere a los territorios su contenido cualitativo global.

    La esencia de las fuerzas productivas tcnicas empleadas en el proceso de trabajo est en a socia aac10n umana de a a que es as acen pos1 c. o en rana e esta ccrm1cnto de un te/os fiumano mtegrador de todos los elementos y energas de la naturaleza, sus espacios, procesos temporales y movimientos fsicos.28 Por tanto, la "negacin de la negacin" que entraa este te/os implica necesariamente, entre otras cosas, la definicin o integracin de nuevos espacios, lugares aptos para la vida humana.29

    La cooperacin es la forma matriz del trabajo social, confor-

    ms densamente que la India." Marx, Karl, El capital, op. cit. , vol. 1 , cap. 12, p. 380.

    27 Marx, Karl, "Carta a Danielson, Abril 10, 1 879", en Marx, Karl y Engels, Friedrich, Sobre prensa, periodismo y comunicacin , Madrid, Taurus, 1987, p. 297.

    28 Explicitando Marx la idea de cmo "el trabajador utiliza las propiedades mecnicas, fsicas y qumicas de las cosas para hacerlas actuar sobre otras cosas como medios de poder y de acuerdo a sus fines [ . . . }", trae a colacin un esencial razonamiento de Hegel en la Enciclopedia: "La razn es tan astuta cuanto poderosa. La astucia consiste como tal en la actividad mediadora, la cual haciendo que los objetos obren unos sobre otros de acuerdo con su propia naturaleza y se desgasten recprocamente en ese laboreo, sin intervenir ella directamente en ese proceso, sin embargo, lleva a ejecucin simplemente su finalidad." Tomado de El capital, o p. cit. , tomo I, vol . 1, p. 195.

    29 Sartre, Jean-Paul, Crtica de la razn dialctica, Buenos Aires, Ed. Losada, 1970.

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    n aando una oten e forma de inte racin tcnica krn o N _

    slo por la clevaci n de la productividad que entra-n a , . mo tamb1en por el factor de racionalizacin econmica o ahorro d .eacis roductivos y herramientas previamente dispersas. La dlvlsJon tecmca del trabajo30 (tanto entre trabajadores como ctrc mquias) slo profundiza esta racionalizacin de los espaCIOS productivo y potencia el radio de accin integrador de las fuerzas productivas. De hecho la maquinaria y la gran industria llevan a tal extremo la capacidad analtica e integradora del trabajo que con ellas las fuerzas productivas tcnicas -al romper por completo su relacin de dependencia con las materias primas y las funtes de enrga de su lugar de origen- logran tomar como su objeto y espacio de accin al universo infinito.31

    La maquin!ia, por cuanto s: funda en un motor autnomo que rompe su relacmn de dependencm con las formas locales y limitadas de obtener energa, emancipa el desarrollo de las fuerzas productivas del enclaustramiento territorial al cual se encontraban ceidas en el precapitalismo. Si a ello se aade que la gestin capitalista de esta "utonoma" tcnica respecto de los territorios singulares se orga1a con base en la depredacin de la fuerza de trabajo y las condiciones naturales de produccin con vistas a la valorizacin del valor, resulta comprensible la razn por la cual se produce, adems,

    O divisin tcnica del trabajo (general y particular) se asienta siempre terntonament_e dentro y fuera de las actones. En este piano, la divisin social d.el trabaJO a_rtiula laboralmente rs10nes nacionales e internacionales gracias a la !lledtacin cconmtc y poltttca de los apitales (y tipos de capitales), terratmentes y estados nac10nales. La dtvtSin del trabajo es articulada espacialmente, a su vez? _por los precios de produccin, garantizando el desarrollo de la Subsunc10n Real del Proceso de Trabajo dentro del taller y por los precios de mecado, garantizando la difusin de la Subsuncin Real del Proceso de TrabaJO fuera del taller). Para un comentario ms detallado de este. problema cf. Cecea, Ana Esther y Barreda Andrs Produccin estra!gzca y hegemona _mundil, Mxico, Silo XXI, tf)94. El punto resulta cucial pu_es los rasgos Jerrcutcos y contraditorios que presentan el contemdo tcmco y la forma soctal de la dtvtstn mternacional del trabajo en el curso de la Subsunctn Real del Proceso de Trabajo explican en gran parte el modo_ Jerrqutco y contradictono en que el capital oroaniza el territorio mundial.

    "

    _31 "Con la segunda mquina 1e Watt, la llamada mquina de vapor de accin doble, quedaba nalmente mventado un motor que produce l mismo IIU fuer7;a motora mcdtante el consu1o de carbn y agua; cuya potencia cergt1ca se encuentra totalmente baJO control humano; es mvil y medio l m1smo de locmoctn, urbano y no rural, como la rueda hidrulica; permite la concentracin de la producctn en cmdades, en vez de dispersarla por el campo com hace la rueda htdrl!ca; es universal en su aplicacin tecnolgica Y est relatzvamente poco condzcwnado en su residencta por circunstancias locales." Marx, Karl, El capital, op. cit. , tomo 1, vol. 2, p. 8.

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  • b) Expansin terrilorial de las fuerzas productivas tcnicas especficamente capilalistas

    El captulo 13 del tomo I de El capital, por desgracia, todava no ha sido recuperado tericamente con puntualidad como el texto donde Marx expone su imagen ms acabada y concreta del desarrollo general del capitalismo. Por el contrario, dicho escrito no ha pasado de ser considerado superficialmente como "una excelente descripcin anecdtica de la revolucin industrial del siglo XIX". Prueba de ello es el modo en que importantes tericos contemporneos del desarrollo tecnolgico -incluidos algunos "marxistas"- ignoran los contenidos crticos y las rigurosas formas metodolgicas a travs de las cuales se organiza la exposicin del desarrollo de la maquinaria y la gran industria, en verdad, pieza maestra del proyecto marxiano de reconstruccin de la "Historia Crtica de la Tecnologa".

    Como es en dicho texto donde se halla uno de los sitios en que mejor puede rcflcxionarse sobre el papel que el espacio y la territorialidad desempean en la teora del desarrollo capitalista, paso a explicitar mi interpretacin del argumento de Marx.

    b.l) Estructura general del argumento Marx divide su extenso argumento en diez pasos que exponen

    con rigor los diferentes momentos que el desarrollo de la industrializacin moderna necesariamente debe cubrir, desde el proceso de subsuncin de la produccin inmediata hasta el sometimiento global de la reproduccin y el desarrollo, para asegurar la adecuacin

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    de todos los contenidos materiales y las relaciones sociales que garantizan este desarrollo tcnico.

    Se expone entonces, en primer lugar, el desarrollo de la maquinaria capitalista desde el punto de vista del objeto: cmo surge histricamente el nuevo valor de uso tcnico -las mquinas como tales-- que son empleadas en diferentes sectores de la divisin tcnica del trabajo (1); poseedor de un peculiar valor -o el tiempo de trabajo socialmente necesario que cuesta producir las mquinas--, que promueve o limita, en funcin de su costo, la introduccin de tales mquinas en los diferentes sectores de la divisin social del trabajo (2).

    En un segundo momento argumental se observa el anterior proceso de desarrollo tcnico, slo que ahora desde el punto de vista del proceso de trabajo: examinando los cambios que esta industrializacin implica para el factor subjetivo del proceso de trabajo (3) --

  • bien subtienden desde un inicio todas las lcdiacioncs pcccdcntes slo el curso del propio desarrollo tcnico propicia su maduraci suficiente, lo cual permite concluir explotando el problema del lmite de las mediaciones mismas y, por tanto, el lmite del propio desarrollo capitalista.

    Un agente neutralizador de la contradiccin existente entre el progreso tcnico promovido por el plm;valor extraordinario y el retraso tcnico alentado por la superexplotacin, a la vez que agente prmpotor de la expansin territorial mundial, es el Estado capitalista. Este, al legislar jurdicamente dentro del espacio nacional, modula una figura concreta en la reproduccin de la fuerza de trabajo, as como la subordinacin de todos los capitales individuales (muchos de los supcrcxplotadores que frenan el desarrollo tcnico) a las condiciones de aquellos capitalistas de vanguardia articulados al mercado mundial (9).

    El sujeto proletario resultante se enfrenta continuamente con un capitalismo que paulatinamente rene la fuerza suficiente para expandir la subsuncin del trabajo hacia todos los territorios rurales ( 10). La subordinacin de la agricultura a la industria es, finalmente, el punto de llegada del argumento, por cuanto en ella se expresa: 1) la expansin final de los autmatas hacia la totalidad de los territorios del mundo, y 2) la organizacin de dicha totalidad rural automatizada como abastecedora de materias primas y energticos requeridos por el sistema mundial de los autmatas organizacin capitalista de la totalidad territorial del mundo, dent;o de la cual se plantea en verdad un lmite objetivo irremontable al desarrollo tclico cp_ialista. Nos rferimos al lmite vital absoluto que implica la Imposibihdad de gestionar ecolgicamcnte la totalidad de la naturaleza.

    b.2) Metodologa 1 mtodo de exposicin de "Maquinaria y gran industria"

    consiste entonces en la constante reformulacin argumental -planteada en progresivos niveles de abstraccin correspondientes a cada nuevo pargrafo- de un mismo y contradictorio proceso de desarrollo industrial. De manera anloga a la prctica cotidiana de la acumulacin en la cual se suceden los ciclos reales de reproduccin del capital, el argumento de Marx aade, en cada nueva "rotacin expositiva", nuevas mediaciones y contradicciones que dan cuenta de la_ progresiva subsuncin real del proceso de produccin, reproduccion y desarrollo. De esta suerte, el argumento arriba hasta la deduccin de los lmites finales con que necesariamente topa esta lgica de progresivas neutralizaciones de contradicciones.

    En funcin de esta estructura lgica "cclica", el problema de la expansin de las mquinas sobre su territorio reaparece sistemti-

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    ' . 1 1 1 u . .:nt, rcformulado en cada uno de Jos sucesivos pargrafos del lcxto. Sm embargo, desde el primer apartado se arriba al problema de la otalidad mundial del espacio (natural y social) como el lugar c_spccifico en e

    _l cual csemboca la accin de las mquinas autom

    ticas. or lo mismo, dicho espacio mundial no aparece al modo del cspaci? a priori kantano, sino como un territorio y un espacio que paulatmamente va Siendo construido por la praxis histrica de la sociedad capitalista.

    As pues, esta totalidad espacial y territorial es constantemente reformulada en el anlisis de Marx en diferentes niveles de abstraccin, de urte que el mi_

    smo territorio global del capital se aborda desde multtples perspectivas: la del objeto, las del proceso de trabajo, la de a reproduccin, la del desarrollo y la de los lmites histricos del Sistema. Esto le sirve a Marx para representar las diferentes dim

    _ensons funcionales del espacio histrico capitalista -como es

    paciO tecm,. de valorizacin, de proletarizacin, de explotacin, de lucha poht1ca, etc.-, en su compleja relacin de intermediacin mutua.

    b.3) El problema del territorio l. La mdrna maquinaria especficamente capitalista, que lle

    va hasta _la ulhm_as conecuencias la subsuncin real del proceso

    de trabaJO mmediato baJO el capital, es, en esencia un sistema de mquinas atotico.3: Marx expone con precisi este concepto d automattzczon no solo como la capacidad que tienen tales medws de trabaJo de operar prescindiendo cada vez ms del trabajo fisiolgico directo o "trabajo inmediato" sino tambin como la capcidad que ?ichas mquinas tienen de ediar la produccin de s( mism,_lograndose on ello la autonoma de lo tcnico respecto d_c las limitadas capacidades corporales del trabajador (fuerza f

    SICa, agudeza de los sentidos, velocidad de los msculos, etc.) desplcgas en el proceso de produccin. Para ello, Marx desglosa anhbcamente la estructura de la moderna maquinaria -en mquma erramienta, mquina motriz y mecanismo de transmisin-, dctermmando las relaciones jerrquicas entre las partes de esta estructura; se investiga la gnesis histrica de cada uno de estos elements, as como la interaccin entre los mismos para, finalmente, estudiar el modo en que dichas mquinas se articulan entre s componieno un sistema

    . progresivamente complejo, capaz de imi

    tr ya no solo las opcractones de la mano de un trabajador, sino el SIStema complto de la divisin tcnica del trabajo, dentro del taller, Y en la sociedad entera. Como parte culminante de esta expan-

    --- ---

    32 Cf Marx, Karl, Elementos . . . , op. cit. , p. 227.

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  • sin territorial dL: los auimatas desplegada fuera de los talleres, surge el desarrollo de autmatas especficamente dedicados a la comunicacin y el transporte, todo lo cual conforma propiamente lo que Marx expresa de manera unitaria bajo la nocin de sistema de mquinas automticas.

    El punto de partida para tal autonomizacin respecto del trabajo inmediato, y por ende de todo el proceso de automatizacin, estriba en la construccin de una mquina herramienta capaz de imitar los movimientos de la mano humana: la slide rest, realizadora de cortes lineales, curvos e incluso cilndricos. Sin embargo, dicha herramienta emancipadora habr de autonomizarse, a su vez, respecto de la energa motriz del cuerpo humano e incluso respecto de otras formas limitadas y locales de obtener energa. Tal es el salto tcnico que representa la mquina de vapor, respecto de la cual otras formas motrices del siglo XX slo vienen a perfeccionarla.33 Evidentemente, el desarrollo de las mquinas motrices repercute a su vez sobre la calidad y medida de las mquinas herramientas, y la dialctica entre ambas reperc,ute, consecuentemente, en la complejizacin progresiva de los mecanismos de transmisin. Sin embargo, esta autonomizacin de los medios de produccin slo llega hasta sus ltimas consecuencias cuando todos los medios de trabajo que consume productivamente la industria son producidos por las propias mquinas;34 es decir, cuando se logra arribar a la construccin de un sistema de mquinas orgnicamente interconectado dentro y fuera de las fbricas, capaz de sustituir al anterior sistema manufacturero de la divisin tcnica del trabajo; sistema general que requiere, para el anudamiento de su funcionamiento integral, de la creacin de un gigantesco "mecanismo de transmisin" (los medios de comunicacin y transporte) que prolongue, fuera de las fbricas, las funciones de los mecanismos de transmisin.

    Cada elemento estructurante de este gran autmata cuenta,

    33 El mecanismo de transmisin en verdad objetiva la comunicacin entre diferentes praxis singulares (herramientas y motrices), lo que equivale a objetivar mensajes, es decir, a crear una memoria prctica objetiva. Por tal motivo, el desarrollo del mecanismo de transmisin y de los medios de comunicacin y de transporte viene a crear un potente sistema de comunicacin colectivo que emancipa a los autmatas de la capacidad l imitada del hablar y memorizar de Jos trabajadores individuales. Si en la herramienta se objetivan las capacidades de la mano y en e l motor la energa de todo el cuerpo, en e l mecanismo de transmisin se objetivan las funciones comunicativas esenciales de la mente humana.

    34 Ya que la potencia analtica y sinttica de la herramienta y la potencia energtica y procesual del motor slo se emancipa de sus limi tadas figuras humanas cuando la media:in general, a travs de la cual actuamos con la naturaleza, es la propia naturaleza en toda su infinitud.

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    entonces, con un nivel de espacialidad especfico: 1 ) la mquina h

    _e"amienta auiomiica abre ia posibiiidad de ubicar a las mquinas

    smgulares en cualquier punto particular de la divisin tcnica del trabao; 2) la mquina motriz confirma y desarrolla la posibilidad antenor al permitir la ubicacin de dicha capacidad herramental en cualquier territorio natural; pero a la vez, al emancipar la fuerza de las mquinas respecto de la fuerza fsica de los cuerpos humanos d los trabajadores y de las fuentes naturales de energa (ros, VIentos, etc.), abre la posibilidad de articular a una misma fuente de energa mvil sistemas de mquinas de medida creciente; 3) el meanismo de transmisin confirma como real la posibilidad de articular dentro del taller fabril toda esta indita ubicuidad tcnica as como la posibilidad de centralizar la fuente general de energa: Pero con la simplificacin racional de dichos mecanismos intermedios se abre, adems, la posibilidad de incluir cada vez ms mquinas dentro de los sistemas de mquinas, de perfeccionar su velocidad operativa, as como de ahorrar energa en la transmisin espacial de los movimientos; 4) el sistema de mquinas contenido dentro de las fbricas define entonces un rea tcnica unificada dento d,

    la cual acontece la sntesis de las diferentes potencias "espaCiales de cada uno de los elementos del moderno autmata, pero tambin abre la posibilidad de emplazar autnomamente cada una de estas fbricas en cualquier punto de la divisin tcnica particular y general del trabajo; 5) los medios de comunicacin y transporte potencian la funcin del original mecanismo de transmisin articulndo espacialmente ahra todas las fbricas de la divisin parttcular Y general del trabaJO, en un sistema tcnico de fbricas, desde la escala urbana hasta la internacional. De ah entre otras cosas el calificativo que hace Marx de estas fuerzas productivas como "enerales".

    Tal es el recorrido lgico que lleva el argumento de Marx desde la sencilla mquina herramienta automtica hasta la posibilidad abierta de crear una red mundial de autmatas. ste es entonces el argumento "introductorio" (del 1), por cuanto plantea el campo tcnico de posibilidades de todo el desarrollo capitalista. Los siguientes apartados habrn entonces de explorar cmo es que las relaciones sociales de produccin y reproduccin actualizan (afirmando o negando) este conjunto potencial; cmo es entonces que se configura -en virtud de la mediacin del valor y el plusvalor, la clase obrera, la lucha de clases, la ley general de acumulacin, cte.la expansin territorial de la tecnologa capitalista desde las fbricas hasta el mercado mundial.

    El punto resulta esencial, pues si bien el moderno sistema de mquinas automticas hace posible en verdad su emplazamiento en cualquier punto de la esfera planetaria, dicha potencialidad slo se

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  • actualiza en verdad siguiendo las vetas concretas que establecen los diferentes niveles naturales y sociales del espacio geogrfico. As, a pesar de la autonoma territorial que alcanzan los autmatas respecto de sus fuentes de energa, persiste, sin embargo, la ventaja del emplazamiento industrial en ciertas regiones donde, por ejemplo, resulta ms fcil la emisin de desechos industriales, o donde se dispone de una mejor calificacin tcnica de la fuerza de trabajo o una mayor productividad por parte de la clase obrera, o una menor organizacin y resistencia poltica de la misma, o donde resulta ms benfica la poltica fiscal, las legislaciones fabriles, etc. La heterogeneidad del espacio geogrfico no implica, entonces, slo trabas para la expansin mundial del capital sino, tambin, representa el objeto que requiere el trabajo histrico del capital, sometiendo la totalidad de los territorios del planeta bajo su gida.

    2. Despus de examinar el esqueleto tcnico que resulta de la expansin capitalista, Marx matiza, en el siguiente apartado, cmo el desarrollo general de la gran industria en verdad "nunca corre suavemente"; quiero decir, nunca progresa en el tiempo y se expande territorialmente libre de contradicciones. Ello en la medida en que el principio que lo impulsa (el plusvalor extraordinario) compite, en la prctica econmica inmediata de los capitalistas, con otra forma importantsima de obtener ganancias extraordinarias (la superexplotacin) que atora momentnea y espacialmente el desarroll de las fuerzas productivas tcnicas.

    Como el criterio que rige la introduccin de cada nueva mquina en el proceso de trabajo no es el ahorro de desgaste laboral que reporta a los trabajadores sino el ahorro de desembolsos en salarios que representa para los capitalistas, el capital impone una racionalidad tcnica muy difcil de implementar. Por tal motivo los espacios sociales donde imperan bajos salarios se convierten en verdaderos cercos que impiden el desarrollo industrial, por lo menos hasta el momento en que el propio capital logra producir un salto tcnico que ofrezca mquinas mucho ms baratas que aquellos abaratados trabajadores.

    La contradiccin estriba en el hecho de que es el propio desarrollo tcnico el que, al elevar la composicin orgnica del capital, genera la formacin de un ejrcito industrial de desemplea