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Colaboran en esta ediCiónClodovaldo Hernández, José Roberto Duque, Humberto Márquez, Miguel Posani, Rodolfo Porras, Víctor Fha, Víctor Villasmil, Indira Carpio, Pedro Delgado, L. “Razor” Balza,Jessica Mena, Julietnys Rodríguez y Neptalí Segovia.Archivo Ciudad CCS.Fotografía de portada: Enrique Hernández

impresión Complejo Editorial Alfredo ManeiroImprenta Nacional.

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29 — la bitáCorade amón-ra

28 — el rumor de las bolas

Contenido

Revista GRatuita CirCula los domingos Con el diario Ciudad CCs búsCala de lunes a viernes en nuestra sede: esq. san jaCinto, edif. gradillas “C”, piso 1, al lado de la taquilla úniCa de serviCios muniCipales

Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolívar”, 2014 y 2015.Premio Municipal de Periodismo “Guillermo García Ponce”, 2014.

02 — perfilJuan Vicente Torrealba

05 — el menjurje Mancheta y demás

07 — Ciudad Piélago

10 — CaraCas,monte y Culebra

12 — músiCaEl Cazador Novato

18 — sexodiversidadMUD descolorida

20 — GastronomÍaPichones de sibarita

21 — entrevistaManifies.to, conexión a conciencia

06 — mitos Lo que esconde un diente roto

11 — boleros queCuran el alma

14 — fotorreportaje

19 — libremente¿Cuán consciente eres en el día?

24 — CrÍtiCa y mediaCine y teatro

25 — miniCróniCasApareció la cabeza

27 — CruCiCulturaCrucigrama

26 — poesÍao nada

PERFIL02

POR CLodovaLdo HERnándEz • [email protected] / IlUSTRacIóN L. “RazoR” baLza

La vida de este caraqueño, tempranamente asimiLado aL Guárico, ha sido como La LLanura a La que Le ha dedica-

do acordes y Letras: extensa, inabarcabLe, hasta eL pun-to de compLetar un siGLo. aLGunos dicen que Le ha faL-

tado humiLdad, pero no fue eso Lo que demostró cuando aL recibir La espada deL Libertador dijo: “espero vivir un

poco más para ser diGno de merecer tanto”

Cuando nació Juan Vicente Torrealba, el planeta estaba envuelto en la Primera Guerra Mundial, en Rusia comenzaba la revolución que conduciría al experimento del socialismo y Venezuela se encontraba en plena dictadura de Juan Vicente Gómez. Era el año 1917.

Desde entonces han ocurrido tantas cosas: finalizó aquella guerra y comenzó la Segunda, hubo una guerra fría y muchas calientes; el so-cialismo convirtió a la miserable Rusia en la superpotencia soviética que, siete décadas después, se desintegró. Gobernó Gómez mientras vivió y luego hemos tenido dictaduras blandas, dictaduras duras, dictaduras disfrazadas de democracia y democracias acusadas de ser dictaduras. Y, mientras tanto, ese señor ha seguido tocando el arpa.

Su vida, ya está dicho, ha sido como la llanura a la que le ha dedicado acordes y letras: extensa, inabarcable, hasta el punto de completar un siglo, privilegio reservado a pocos.

Torrealba ha llegado a la centena de años con una envidiable salud, lo cual le permitió ir al palacio de Miraflores a recibir la Orden de los Libertadores en su primera clase y una réplica de la espada de Bolívar.

Prolífico compositor y exitoso intérprete de la música llanera, este maestro nació en Caracas, pero muy temprano fue llevado al que sería su verdadero terruño: Camaguán, en el estado Guárico. Allí, en el hato Banco Largo, trascurrió su infancia y adolescencia. Durante su periplo vital ha sido fértil y prolífico: diez hijos (ocho caballeros y dos damas) y más de 300 temas son parte de su legado. Tuvo des-cendencia a finales de los 30 y luego en los 40, los 50, los 60 y los 80.

En la larga lista de canciones destacan varias que son ya parte de la historia musical del país: “Concierto en la llanura”, “Sinfonía del pal-mar”, “La potra zaina” y “Muchacha de ojazos negros” son algunas de las más célebres.

Es lógico que una persona con tantos años de actividad artística ten-ga muchos admiradores y haya acumulado numerosos premios y reconocimientos, entre los que se cuenta un Grammy Latino y el rango de Patrimonio Cultural de la Música Universal, entregado este último no por una institución venezolana sino por el gobierno del departamento colombiano de Meta, territorio donde se escucha, se toca, se baila y se admira la música llanera de ambos lados de la frontera.

También es natural que haya acumulado unos cuantos detractores. Algunos de ellos lo acusan de haber caricaturizado al llanero, al pre-sentarse con unos elegantes liquiliquis y unas bufandas o cobijas so-bre los hombros. Dicen que esa fue una manera de “vender al llanero en Caracas”, entendido el término desde el punto de vista mercado-técnico. Por muchos años, los capitalinos creyeron que de verdad los llaneros andaban por ahí con esas colchas terciadas.

Musicalmente, Torrealba hizo algo parecido a eso del vestuario: po-tabilizó los cantos llaneros para que pudieran ser consumidos por públicos refinados, incluyendo algunos visitantes europeos y esta-dounidenses. Para ello apeló a sus dotes de arpista fino (aunque au-todidacta), incorporó un contrabajo al conjunto y hasta prescindió de algunas voces sin domesticar, como la de Ángel Custodio Loyola. En su lugar, se decantó por los exquisitos registros vocales de Rafael

Juan Vicente torrealba

FéRtIL, PRoLíFICo y CEntEnaRIo

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Edición Número Doscientos veinte. Año 05. éPaLE CCSCaracas, 19 de marzo de 2017.

Montaño, Mario Suárez y Héctor Cabrera. “Fueron los tres pilares de aquella época”, ha dicho el propio Torrealba en entrevistas concedi-das recientemente. Otra voz prodigiosa que se acopló a la perfección fue la de Magdalena Sánchez, a quien por algo llamaban la “Reina del folclor venezolano”.

El conjunto de aquellos años iniciales se llamó Los Torrealberos, pues estaban presentes Arturo Torrealba, el hermano de Juan Vicen-te, así como su hijo, Santana Torrealba, quien comenzó a sonar las maracas del grupo desde los siete años de edad.

Pero si queremos analizar los momentos opacos de la centenaria vida de Torrealba debemos hacer un alto en 1958, luego de la caída de Marcos Pérez Jiménez. Al músico se le pasó una extensa factura por su participación en actos públicos de la dictadura, especialmente en las inauguraciones, que eran muy frecuentes porque aquel era un go-bierno que se dedicaba con el mismo esmero a construir obras y a apresar, torturar y asesinar adversarios.

A Pérez Jiménez le gustaba el grupo Los Torrealberos, seguramente porque había en ellos algo de militar y del Nuevo Ideal Nacional: eran recios, nacionalistas y siempre con el uniforme (cobija incluida) de punta en blanco. El maestro tiene una manera muy escrupulosa de referirse a los adecos y copeyanos que lo sancionaron cerrándole todas las puertas que pudieron. Los llama “los que vinieron después de Pérez Jiménez” y dice que lo silenciaron en todos los medios de comunicación. “Se dedicaron a decir que yo era una hechura de Pé-rez Jiménez, algo completamente absurdo”, expresa.

A Torrealba parece haberle ocurrido en el campo de la música lo mismo que le pasó al sabio Humberto Fernández Morán en la cien-cia. La maquinaria ideológica y mediática del puntofijismo (que no era como las de ahora, pero vaya que existía) se empeñó en desca-lificarlo, llamándolo “El Brujo de Pipe” (en referencia a los Altos de Pipe, estado Miranda, donde se ubica la sede del Instituto Vene-zolano de Investigaciones Científicas). Fernández Morán tuvo que irse del país y terminó prodigando sus inventos y talento a países desarrollados. Torrealba también pasó un tiempo fuera, sobre todo en España, pero luego logró sobrellevar el veto. “Los que vinieron después de Pérez Jiménez” no lograron borrarlo por completo, y la mejor prueba es que los niños y jóvenes de los años 60 y 70 oímos hablar de él, desde muy temprano, como una luminaria de la mú-sica llanera.

Un conocedor del tema accede a darme algunos datos, bajo la condi-ción de que no lo identifique con su nombre. Le digo que eso parece una exigencia más apropiada para informaciones escabrosas de la política o de los sucesos. “Bueno, es que la gente se puede molestar si uno se pone a decir cosas pesadas acerca de un señor que está cumpliendo 100 años, y lo que voy a decir es pesado: Juan Vicente Torrealba no ha sido nunca un míster simpatía. Era un poco pedante de joven, y la cosa se le agudizó con el paso de los años... Si hubiera tenido algo del carisma que tuvo Simón Díaz, no te cuento el tipo de ídolo que sería”.

En todo caso, el mismo datero enmascarado dice que eso ya no tiene la menor importancia porque, a estas alturas, el hombre está más allá del bien y del mal, como tendrá que reconocerlo cualquie-ra que oiga “Concierto en la llanura”, en especial si oye la versión sinfónica que dirige Gustavo Dudamel. “Él casi la baila”, ha dicho el propio autor.

Al profundizar en sus testimoniales se constata que Torrealba es agradecido con quienes le ayudaron a surgir. Recuerda a Natividad Marchena, un arpista de llano adentro, quien le enseñó las prime-ras nociones de ese complicado instrumento típico. “Ese señor to-caba que era una maravilla. Viéndolo, yo aprendí a medio rasguñar el arpa”.

También expresa gratitud por María Luisa Escobar, quien le dio oportunidad de presentarse en Radio Nacional y luego le recomen-dó grabar un disco. Cuando finalmente lo hizo, fue para él un gran impacto, pues en ese tiempo no era tan fácil tener acceso a una gra-bación de sonido, así que él jamás se había escuchado a sí mismo de esa manera. “Estuve oyendo el disco toda la noche, hasta las 3 de la madrugada”, cuenta en su anecdotario.

Su gusto por los discos lo llevó luego a tener más adelante su pro-pio sello, denominado Banco Largo, igual que el hato de sus años mozos. En cierto momento decidió dejar esa aventura y firmó con-tratos con sellos como Sonográfica y Basf.

Además de la discografía, Torrealba ha dejado algunos testimo-nios escritos, entre ellos un libro titulado El llano de Juan Vicente Torrealba. “Allí no hablo del llano en general, sino de mi llano, el que yo conocí”, explica.

También hay un archivo importante de material fílmico, incluyen-do películas protagonizadas por astros del cine mexicano, como Antonio Aguilar.

Con motivo de arribar, el 20 de febrero, a los 100 años de edad, el presidente Maduro le otorgó la máxima condecoración nacional y la emblemática espada del Libertador. Y al recibirla, este hom-bre, al que algunos le atribuyen una perenne arrogancia, dijo las siguientes palabras, cargadas de humildad: “Espero vivir un poco más para ser digno de merecer tanto”.

aLgunoS dE SuS dEtRaCtoRES Lo aCuSan dE HabER CaRICatuRIzado aL LLanERo, aL PRESEntaRLo Con unoS ELEgantES LIquILIquIS y unaS buFandaS o CobIjaS SobRE LoS HombRoS _

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el menjurje 05

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Hipólita, Matea, Apacuana. No importa que Hipólita “solo” haya amamantado a Bolívar. No importa que Matea “solo” sea negra. No importa que Apacuana “solo” sea indígena. Lo que importa es que son símbolos que exaltan la solidaridad, el patriotismo, el amor y la nobleza de la mujer venezolana. Su ascenso al Panteón Nacional no fue bien visto por algunos y algunas. Eso tampoco importa. Al final la Historia debe ser escrita por los justos, por la justas, no por quienes creen tener el poder de dominar con “certezas” retintas, “certezas” manchadas de racismo.

Talleres eN el Teresa CarreÑO

En Altamira, cerca de la entrada de Sabas Nieves, un se-ñor construye y reconstruye barquitos de madera. Tiene un peñero que hace soñar con el mar. Fue buzo, guía de turistas en Margarita y cuando usted se baja de la mon-taña con ese espíritu revuelto pero sosegado, y se queda un rato mirando los barquitos, se da cuenta de que la es-peranza está intacta, aunque la piel esté adolorida, si ese fuese el caso. Como dice la canción, pero cantada por la periodista que canta: En el mar la vida es más sabrosa. El señor de los barquitos pidió que lo llamásemos así.

Manifiésta.te«

«

Maquillaje Teatral por Mariana Noguera, el 25 de marzo. Escritura Creativa por Luiz Carlos Neves, el 27 de marzo. Estas dos activida-des, dirigidas a jóvenes y adultos, serán acreditadas con certifica-dos de asistencia y tendrán un costo de 10.000 y 15.000 bolívares, respectivamente. Los talleres estarán a la venta en las taquillas del teatro y página web. Posteriormente se debe formalizar la inscrip-ción en el Centro Documental.

el señor de los barquitos

Si al pan pan y al vino vino... ¿qué pasó con el vino?

El sentimiento que viene después de esa sensación justo antes de

Simbolismos

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MITOS

lo que esconde un diente roto

No sé si realmente sea demasiado interesante una biografía de Pedro Emilio Coll (1872-1947). Parece deslucido detrás de esa imagen clá-sica del funcionario ladeado, trajeado con la estricta levita negra aso-lapada, el chaqué de botonadura cruzado y el corbatín tiznado que no transmiten sino cierto escozor por la distancia almidonada, ese aire de busto apolillado y aroma a naftalina augusta detrás de los bigotitos de leche y el pelo tallado con espesor de tejido.

Lo que hace de Pedro Emilio Coll atractivo, quizás, es la destreza con la que condensó el drama fundacional de uno de nuestros más íntimos dilemas sociales: el silencio como signo de erudición y la habladera de paja que esconde nuestras aspiraciones de ascenso.

Un cuento clásico de su autoría, “El diente roto”, nos permitió intuir un principio místico: si un hombre calla es que está pensando. En cambio, detrás de uno que habla, sobre todo si habla mucho, hay alguien que exagera, manipula, adula y, aún peor, se equivoca.

“El diente roto”, para no hablar de Pedro Emilio Coll sino de su desi-derátum, es un texto inaugural del modernismo, escrito en 1889 e impelable en cualquier antología de la literatura venezolana. En resu-men, narra la historia de Juan Peña, un enigmático personaje que por chuparse un diente partido por una pedrada de adolescencia, atravesó la existencia sin decir esta boca es mía hasta hacerse diputado, acadé-mico y ministro con el único crédito de no hacer nada sino acariciar la sierra de su incisivo apenas sin pensar. Una apoplejía en su adultez le escamoteó trepar al máximo escaño de la aspiración social, la pre-

POR MArLOn ZAMbrAnO@maRlOnzambRanO

IlUSTRaCIÓn JESSICA MEnA

sidencia de la República, y aunque suponemos que Pedro Emilio Coll hizo acopio de la sola imaginación en su obra, las punzadas biográfi-cas de la historia patria se condensan abismalmente en su ficción.

Fue asiduo de las peñas intelectuales de la Caracas de entre siglos, mo-viéndose cómodamente en círculos literarios y políticos, fundando con Luis Manuel Urbaneja Achelpohl la revista Cosmópolis y colaborando con El Cojo Ilustrado, donde asomó por primera vez “El diente roto”. Publicó sus obras de ensayo y cuento en varias ediciones, integró las academias de la Lengua y de la Historia, fue ministro y hasta senador. Llegó a ocupar el cargo de cónsul de Venezuela en Southampton, Ingla-terra, entre 1897 y 1899, desde donde coordinó la sección “Letras His-panoamericanas” de la revista Le Mercure de France, editada en París.

Quizás por allí, o por otro resquicio, se desaguó una de las tendencias más aborrecibles, pero no por ello menos reiteradas, de la creación lite-raria: el plagio. Muchos años después de la muerte del nuestro, el escri-tor polaco nacionalizado estadounidense Jerzy Kosinski publicó Desde el jardín (1971), que trata, ¡oh casualidad!, de un personaje que hace su vida perdido en la nada, dedicado, con un ostracismo casi monacal, al cuidado de las flores de un jardín mientras ascendía los escaños de la fascinación adulante de “las masas”, que veían en Chance (nombre del protagonista del polaco) una especie de némesis que enaltecía el valor del recato ante la sobresaturación de palabras, argumentos, mensajes y banalidades para encontrar, cada quien, su espacio en este mundo y en el de los demás, contrario de alguien que prefiere reservarse en el silencio, mientras piensa.

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CIUDAD

piélagoa la hora que las guacamayas se devuelven (o se van), caracas empieza a transformarse en una ciudad con

ese vaivén digresivo que no todos sabemos bailar POR gUStAvo mÉrIDA• @gusmeRida1

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en sus casas, porque si la sensación de es-conderse de la oscuridad existe es porque hay oscuridad. Sin sombra no hay luz, la sucursal del cielo, valle de balas, lo demás es monte y culebra y si se pone suficiente luz porque —aquí queda bien un “coño”—, coño, hay luz pero falta luz.

Caracas asediada .

De una manera garciamarquiana, es como si toda el agua de la fuente luminosa se des-parramara y el Tuy III desatara la sequía caraqueña en pleno siglo... ya va. El portal La Patilla, hace un año, mencionó el texto del escritor colombiano “Caracas sin agua” y lo mezcló para decir que la Revolución nos retrasó hasta la mitad del siglo XX. Por ese chantaje, por ese poder que ejercen los medios de comunicación es que da miedo ir al grano, como si se supiera bien a dónde ir, cómo si se supiera bien cómo es que se hace bien. Si hubiese suficiente luz en toda Caracas como en Plaza Venezuela, o en la Cota Mil como en la avenida Bolívar, o en todo el Paseo Los Ilustres como entre Gra-dillas y San Jacinto, quizá la gente ralen-tice esa angustia de encerrarse demasiado temprano y alguna Ruta Nocturna aclare el claroscuro de las calles solitarias luego de que se van, o vienen, las guacamayas.

En Plaza Venezuela los bancos de la placi-ta se van quedando solos demasiado tem-prano. Las parejas se van y no quiero que se vayan. La noche se queda y tampoco me quiero quedar. Encontrar un sitio en esta ciudad que los esconde en todas las penumbras se hace difícil. Hay una clase de seres solitarios que necesitan atisbar la luz de los demás y en esta semioscuridad, que semioscurece demasiado todas estas calles, esos seres, que también son huma-nos, no caben todos en una sola Plaza Ve-nezuela. Que se deshaga la luz mortecina para siempre.

los niños corretean mientras transeúntes con forma de seres humanos con alma se agarran las manos, o se sacan las espini-llas, o se miran embebidos. O discuten y se cruzan de brazos y uno los mira mientras anochece. Suerte que la luna estaba llena. O semillena.

Ese vaivén de oscurana, que a veces nos gana, marea las peas y ya el regocijo de la noche se diluye porque ya el transporte, sin luz, funciona peor. Irse para los Altos Mirandinos después de las 8 de la noche es arriesgarse a, por lo menos, descompletar la

quincena, que aunque se sienta que viene descompleta, quién sabe. Menos mal que no está todo oscuro.

Y SE hizo LA LuzLos mismos árboles frondosos, que dan sombra y que tienen un himno, volvieron añicos las aceras y ningún ser humano en silla de ruedas rueda por la acera porque las raíces de esos árboles hicieron que cre-cieran frondosos entre aceras y postes, y la tímida luz que hay se opaca aún más entre figuras fantasmales que esperan un trans-porte para ir a esconderse de la oscuridad

hasta donde la semioscuridad deja ver. A veces, una semiclaridad emociona para lue-go volver a la claroscura, débil, parpadean-te y exasperante semioscuridad que, como palafitos dispersos, angustian la esperanza de lo gratificante que debe ser —Chávez dixit— esta Revolución.

Por eso es que quedarse un rato en la Plaza Venezuela, al lado de la alcabala que instala la Guardia Nacional, hace que se disperse esa desesperanza. Es la misma alcabala que le parece inútil al conductor apurado por llegar a su casa antes que anochezca, no

A las 6 pm el sol le daba de través y al Waraira Repano, visto desde la parte más alta de la autopista —tan alta como la no-ria del parque Italoamericano— le pasaba “eso” que le pasa a la montaña y que el me-jor modo de describirlo es el lugar común: la luz del Sol, que lo baña suavemente, pinta el claroscuro que anuncia su pronta ausen-cia, que presagia “eso” que pasa en algunas ciudades sin lugares comunes: las calles se quedan vacías demasiado temprano.

Demasiado.

Ir al grano es algo que da miedo. Por eso tanto recoveco: hay que tener claro lo que está oscuro allá, bien adentro de cada quien, para ir y decir lo que se sabe, que al final es ¡quién sabe!

A las 6 y 30 pm todos los bancos de la cla-roscura placita Andrés Bello —esa que está al lado de la Fuente de la Plaza Venezuela, después del parque para niños— están ocu-pados por parejas, unas más románticas que otras. De repente, del banco que está más cerca del aviso luminoso hasta la mitad de corazones coloridos, una de las parejas comienza a bailar una canción demasiado lejana para saber si era merengue o salsa.

ELLA Y ÉL dAnzAn miEntrAS oSCurECEMientras, en otra parte de la Ciudad Uni-versitaria y apenas una hora más tarde, de-trás de la oscura placita Salvador Allende, la todavía más oscura parada del Hospital Clínico Universitario en el Paseo Los Ilus-tres está llena de infortunados y fantasma-les transeúntes que esperan un transporte de mierda —que público no es— en medio de una oscuridad que se extiende hasta el principio de la avenida Presidente Medina, cuando al Paseo vuelven las más tímidas lu-ces que alumbrado público del mundo pue-da entristecerse de tener. Ellas se extienden

para bañar a sus hijos —ah, el proletaria-do— sino porque le da miedo esta semios-curidad que nos salpica con ese ritmo desa-finado que nadie quiere bailar.

Una bolsa, pequeñita de verdad, de cotufas cuesta 500 bolos y la grande 800. La gran-de es mediana pero el cotufero, colombiano amable, da una ñapa que vale 500 bolos. “Si viene la Policía Nacional me tengo que ir. Con la Guardia no”.

A las 7 y 50 ya la oscuridad acecha, pero las luces del agua de la fuente no se dejan;

FOTO ENRIQUE HERNÁNDEZ

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CARACAS, MONTE Y CULEBRA

Viví 30 años en Caracas, ciudad a la que sigo yendo (irremediable-mente y por fortuna), y doy fe de los resultados de un experimento. Del gentío al que le hice la pregunta durante varios años, solamen-te dos (2) personas me respondieron que sí: que son caraqueños de tercera generación. Es decir, nacieron en Caracas, al igual que sus padres y abuelos maternos y paternos. Una de esas personas (Sandra Zapata) nació en San Juan y la otra (Claudia Hernández) en Antímano. Parroquias viejas y con sólida personalidad. Debe haber muchos sanjuaneros, pastoreños y antimanenses de varias generaciones, seguro que sí. Le propongo que vaya y haga una en-cuesta a ver a cuántos encuentra. Quiero adelantarle el resultado: los encontrará, pero lo logrará con el sudor de su frente.

Esa dificultad para encontrar caraqueños de larga raigambre no signi-fica, de ninguna manera, que lo caraqueño o la caraqueñidad se estén disolviendo. Puede significar, más bien, que debemos acostumbrar-nos a la idea de que Caracas, como cualquier otra urbe, ciudad o po-blado, no es un asunto estático —que si se mezcla con cosas foráneas puede desintegrarse— sino un ser vivo y dinámico que, por mucho reguetón que le zampes, siempre será Caracas: una ciudad que muta al ritmo de la humanidad a la que pertenece. No hubo ni habrá Caracas única y mucho menos pura, ya de eso se ha hablado bastante.

El discurso que reivindica a los techos rojos y a la Billo’s como rasgos de lo que la capital nunca debió dejar de ser solo se ali-

POR jOSÉ ROBERTO dUqUE@jRObeRtOduque

ILuStRACIÓN ALFREdO RAjOY

“Lo nuestro”

menta de nostalgia, y la nostalgia no siempre se la lleva bien con la Historia. El eslogan con pretensiones de sentencia: “Todo tiempo pasado fue mejor”, olvida o ignora que esos techos rojos eran para los ricos y que para los pobres siempre hubo techos de cartón, o ausencia de techo. Caracas es un hormiguero multi-clasista y volátil. Volátiles son también nuestra música y nuestra cultura “venezolanas”.

¿“Nuestras”? Obviemos la peculiaridad del lenguaje de propieta-rios; relajémonos, respiremos profundo y repitamos: menos mal que “nuestros” hijos no son solo los que engendramos, también lo son los que adoptamos (recordémosle al cultor del joropo por qué la resonancia árabe o andaluza de sus pajarillos y carnavales).

Postdata: un fantasma recorre los pueblos de la Venezuela de pro-vincia (“el interior”, lo llaman algunos), y es ese empeño de los muchachos en querer hablar, moverse, comportarse, vivir como ciertos caraqueños, o como ellos creen que son los caraqueños: moto, jerga más o menos malandra, música o ruido a reventar, actitud violenta. Palabra de aliento y alivio: tranquila, madre; tran-quilo, padre: eso que tu hijo andino, llanero, oriental, marabino o insular se esfuerza en copiar es, al mismo tiempo, una copia. Tu chamo pretende imitar a un caraqueño que no existe, mientras que el rasgo vital de tu cultura madre permanece latente, ahí, al ladito, a la espera del despertar.

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BOLEROS QUE CURAN EL ALMA

Es un bolero emblemático de Francisco Manuel Ramón Dioni-sio Domínguez Radeón, nacido en la Villa de San Julián de los Güines, en Matanzas, Cuba, en 1927, y mejor conocido como Frank Domínguez... la letra es matadora para estas cosas de las separaciones amorosas: Tú me acostumbraste a todas esas cosas y tú me enseñaste que son maravillosas. Sutil llegaste a mí como la tentación, llenando de inquietud mi corazón... Pero su final es la suplicante pregunta que hacen los amantes al borde de la separa-ción: Por eso me pregunto, al ver que me olvidaste, ¿por qué no me enseñaste?, ¿cómo se vive sin ti?

Decía Frank: “‘Tú me acostumbraste’ es uno de los números míos que más gusta y el más difundido. Me lo grabó, primero, René Ca-bell, después Olga Guillot, Lucho Gatica y ahora Luis Miguel. La verdad es que me emocionó mucho, mi hija fue la que me llamó y me lo puso para escucharla por teléfono. ¡Qué bueno!, porque este chico vende bastante”.

Sin embargo, ese bolero, que ha servido para enamorar mujeres, pudo haber sido escrito para un hombre. Y digo pudo porque Frank era un hombre casado y con hijos, lo que implica pero no impide. Y sería entonces un bolero bi, o sea, que sirve para susu-rrarlo en la oreja de ambos sexos.

En su artículo “El código secreto de algunas letras”, Jorge Au-licino, periodista y escritor, cuenta que hay en la mitología del bolero historias secretas, mensajes cifrados cuyos conocimientos introducen en un mundo de profesantes y les dan a determinados temas el valor de una clave. Cierto es que la eficacia de ninguna letra o poema debería basarse en hechos exteriores a los que la ficción narra, pero el bolero es más que un género musical: es un mundo cuya carta de membresía requiere menos erudición que el tango y mucha más información improbable, chismográfica, novelesca. Y cuando entra en este bolero, nos dice: “Casi no hay dudas, en el mundo ultraerotizado del bolero, de que el tema ‘Tú me acostumbraste’, de Frank Domínguez, es un mensaje cifrado de amor gay (Yo no comprendía cómo se quería / en tu mundo raro)...”. Ojo, lo gay no le quita, para nada, su belleza.

POR HUMBERtO MáRQUEzILUSTRACIÓN JULiEtNyS ROdRígUEz @jULIeTNyS

“Tú me acosTumbrasTe”

MÚSICA

el palabrerío de el cazador novato

Ponga youtube y escoja varias de sus canciones. si al terminar de escucharlas no siente que le hablaron directamente a usted, Pida que le revoquen la nacionalidad

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POR nAthALI góMEz • @laesPeRgesia

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Un texto escrito por una caraqueña sobre Rafael Martínez Arteaga, conocido como El Cazador Novato, tiene como prueba principal sortear la desconfianza de los lectores que nacieron más allá de la capital, en lo que soberbiamente algunos llaman “el interior”.

Este coplero, cronista y declamador colombo-venezolano, nacido el 26 de enero de 1940 en el fundo Jurapal, en Arauca, le contó a José Roberto Duque, ante la duda sobre su nacionalidad, que el cuarto de la casa donde lo parió Ramona Arteaga quedaba en Venezuela y el fogón donde le cocinaba, del lado colombiano.

El 5 de marzo, cuando Chávez cumplió cuatro años de haberse despedido, también lo hizo El Cazador, como si en el llano confluyeran las casualidades y los infortunios, que a pesar de la distancia, siempre llegan a Caracas.

A los 16 años Rafael ocupó el primer lugar como compositor e intérprete en el Encuentro Nacional de Folclor, en Manizales, Colombia. Y es que, para cualquier amante del joropo, la frontera entre “los copleros de aquí” y “los de allá” es solo una línea que no logra fracturar la música.

LA vIdA dE RAfAELComo todo muchacho criado en el campo, le metía el pecho a las labores de cualquier hato y lidiaba con los animales. De su experiencia, llena de sudor y tierra, salió la canción con la que ganó en 1966 el Primer Torneo Internacional de Joropo en Arauca: “Llanura, yo soy tu hijo”.

Si algún día voy a dejarte no debes de dejar marcharme / Llanura yo soy tu hijo trátame como mi madre.

Y si aún se hurga más, lo vemos una tarde, cuando tenía 5 años y puso a bailar a todos en el parrando llanero de Navidad en el hato donde nació. “Sin haber preparado

nada resulté contrapunteando con grandes copleros de la región”, refiere Duque.

Después vendrían unas 300 composiciones más entre las que están “El cazador novato”, “La ley del llano”, “El viagra”, “Evitar no es cobardía”, entre otras.

LA vIdA dE EL CAzAdoR Un escrito sobre El Cazador Novato, más que leerse y escucharse, tiene que haber sido vivido. A pesar de la distancia y la vi-sión de cemento que deja la ciudad, confie-so que lo intenté.

Cuando era una caraqueñita, que se asus-taba ante un tuqueque, recuerdo que unos amigos en San Felipe, Yaracuy, a unos 400 km de las llanuras del Arauca, termina-ban cualquier reunión coreando canciones de El Cazador Novato. Yo, que no las cono-

cía ni por casualidad, me sentía fuera de lu-gar por no saberme con tanta seguridad ni un pedacito. Ellos decían las estrofas como si hubieran ensayado la escena por años. Cuando les pedía que me las enseñaran, se tapaban la boca con las manos y con esa sonrisa tímida de quien sabe que no debe hacer algo, me decían: “No podemos can-tarte más porque son muy groseras”.

Y es precisamente en esa lírica “muriática”, como la llama Duque, donde está el inte-rés que me fue vedado en mi infancia. El Cazador cantaba como hablaba y hablaba como somos.

“Soy un poeta dicharachero que canto como hablo, no utilizo un lenguaje rebuscado y le debo respeto al público”, dijo alguna vez. Y es precisamente eso, el respeto, que va mu-cho más lejos que las buenas palabras.

FOTO FELIX GERARDI

ENCARTADO

redimirseen el rodeo

fotorreportaje

El prEsEntE trabajo muEstra a hombrEs En distintas tarEas. los muEstra uniformados y dEsdE ángulos inusualEs. pEro lo quE más muEstra son hombrEs trabajando

Las alturas de El Rodeo III

POR andEr dE tEjada / FOtOgRaFías miChaEl mata

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Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉpalE CCsCaracas, 19 de marzo de 2017. Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉpalE CCs Caracas, 19 de marzo de 2017.

La torre, la que todo lo ve

Cotidianidad angosta del visitante común Los azules, los procesados

Fotografiado pillando a fotógrafo

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Quizás una de las cosas más difíciles con las que se pueda enfrentar un ser humano sea el encarcelamiento. No importa si antes te califi-cas a ti mismo de animal salvaje e indomable, de león del Serengueti o de jaguar del Amazo-nas. Parece no haber animal imposible para las rejas del cautiverio. Con la excepción de los peces gordos, dirían por ahí, con soporte claro de la evidencia.

Más que acostumbrados estamos a escuchar el mismo tipo de relato en lo que respecta a la cárcel: el dolor, el tormento de las rejas, los sistemas de poder y las formas de interacción con el otro. Como si el mundo exterior fuera la cara de una concha que, al voltearse, deja este inframundo, este mundo al reverso.

Sin embargo, este relato (Gustavo Mérida, edición 215) parece del mundo exterior.

Cárcel: comida de El Gran Combo y almuerzo multicultural de hogar caraqueño

El básquet, quema de energía y amor común de procesados y penados

Las banderas del país ondearon junto a las del penal y fueron entregadas al equipo visitante

El agua: si se le dedica tiempo, crecen las cachamas

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Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉPALE CCSCaracas, 19 de marzo de 2017.

Los poderes de la crónica reproduciéndose en El Rodeo III

El aprendizaje de lo nuevo como motor Cosecha, esperanza: dos días de trabajo, uno de redención

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SOBERANÍAS SEXUALES

El 31 de enero se cumplieron tres años desde que se introdujo en la Asam-blea Nacional (AN) el primer proyecto de ley para modificar el Código Civil y reconocer legalmente a las parejas del mismo sexo. Lxs opositorxs, que no se cansaron de acusar al chavismo de homofóbico por no apro-bar este proyecto ley, hoy nada comentan del silencio e inacción que al respecto ha tenido la ahora mayoritaria Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a pesar de contar en sus filas con la primera diputada transgé-nero del país.

Tamara Adrián, que llegó al recinto como suplente por el partido Volun-tad Popular, comentó en la entrevista que le hizo el periodista Ernesto Villegas en el programa Siete Preguntas de Telesur, el 28 de marzo de 2016, que en los próximos meses la AN iba a aprobar una normativa que reconocería derechos a parejas del mismo sexo. A casi un año de esa en-trevista, nada ha pasado en el parlamento.

A contracara de los buenos augurios que hizo la diputada sobre la actual gestión en la AN, y de las acusaciones que vocerxs de su partido hicieron sobre los demás poderes del Estado al señalarlos de títeres de un Gobier-no nacional al cual consideran homofóbico, los dos avances en materia normativa que tuvieron lugar el año pasado fueron por parte del Poder Judicial y el Poder Ciudadano.

En el caso del Poder Judicial, el 15 de diciembre pasado la Sala Constitu-cional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) sentenció a favor de la doble filiación del hijo biológico de Migdely Miranda y Ginyveth Soto, nacido del vientre de la primera y concebido en el óvulo de la segunda a través de una fertilización asistida que esta pareja de lesbianas se realizó en Ar-gentina luego de contraer matrimonio en ese país. Previo a esta decisión, el niño no era reconocido en suelo venezolano como hijo de Ginyveth, limbo jurídico que se agravó cuando Ginyveth fue asesinada en diciem-bre de 2014. Con la sentencia del TSJ, el niño ahora figura como heredero legítimo y se sienta un histórico precedente.

Por su parte, la otra noticia vino del Poder Ciudadano cuando el Minis-terio Público anunció en septiembre del año pasado que luego de varias mesas de trabajo, y a petición de organizaciones sexo-género disidentes, acordó con el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Ex-tranjería que toda persona debe ser fotografiada en su cédula de identi-dad con la expresión de género con la cual se asume.

Lo que nos señala un diagnóstico mesurado es que en nada está contri-buyendo la MUD para que sea cada vez menor la opresión fundada en la identidad y orientación sexual disidentes. En cambio, son cada vez más las banderas de arcoíris que se ondean en las movilizaciones del chavismo y cada vez más visible el impacto de estas organizaciones en las políticas públicas.

POR VÍCtOR FhAILUSTRACIÓN L. “RAZOR” BALZA

MUD DescoloriDa

libremente

Prueba a detenerte un momento y recuerda todo el día transcu-rrido. Trata de darte cuenta en cuáles momentos fuiste real-mente consciente de ti, de la situación, de cómo respondías en ese momento, a ver si lo con-

sigues. Puedes preguntarte, si quieres explorar más profundo en ti, qué significa ser conscien-te: es ver, moverse, responder o, tal vez, observarte en tus acciones y respuestas. Trata de cultivar ese acto de observarte.

Todos los días nos despertamos y comenzamos nuestra ru-tina, entramos en nuestra cotidianidad y vamos escogiendo cosas, comidas, tareas, actividades, preocupaciones, entre otras, y generalmente todo eso lo hacemos en una óptica reactiva. Reaccionamos y desarrollamos un guión incons-ciente, sin darnos cuenta. Así somos en nuestra cotidianidad, generalmente. Por eso no te preguntas nunca si eres cons-ciente o no, crees que siempre eres o estás consciente.

Todos creemos que nosotros, “ese yo”, esa consciencia que está leyendo estas palabras, es la que controla todas nuestras escogencias cotidianas y nuestro andar por el mundo.

Nada más lejos de la realidad. Para hacer eso deberíamos estar siempre conscientes, en actitud reflexiva sobre nuestros actos, respuestas, pensamientos y sentimientos y eso se da muy poco en la cotidianidad.

La cotidianidad del capitalismo se mueve en la inconscien-cia, necesita de esta. Por eso se nos hace aún más difícil ser conscientes en este sistema.

Creemos, constantemente, que nos controlamos y tratamos de controlar la realidad, pero es una especie de espejismo.

No controlamos el cuerpo, lo mueve el inconsciente; no con-trolamos ni nuestras emociones ni deseos y tampoco nues-tros pensamientos. Pero creemos que sí, hasta que tratamos de reflexionar sobre nosotros mismos, nuestras vivencias; tratamos de vernos de forma distante, observando simple-mente cómo reaccionamos, por ejemplo.

¿Cuántas veces somos conscientes verdaderamente de nuestras escogencias, de lo que nos gusta, de nuestros juicios y respuestas? ¿Cuántas veces no nos arrepentimos luego de respuestas que damos bajo ciertas emociones?

Por miguel Posani @mPosani

iLUsTraCiÓn JessiCa mena

¿Cuán ConsCiente eres en el día?

ejerCiCio

Habría que desarrollar un trabajo de reflexión sobre nues-tras acciones cotidianas a ver si nos damos cuenta. Y darnos cuenta de cuán dormidos vamos todos los días repitiendo acciones, repitiéndonos en nuestros comportamientos y pre-juicios, repitiéndonos sin ponernos en discusión. Es más, la misma repetición implica que no hay reflexión.

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“Puedes pasar tu vida dormido o despierto, eso depende de ti”.

Buda

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GASTRONOMÍA

“volveré”POR REiNALdO GONzáLEz d.@OdlanieRØØ

FOTOGRaFÍas ENRiquE hERNáNdEz

PICHONES DE SIBARITA

“Cantidad no es sinónimo de calidad” (ofrez-co excusas por el lugar común o el dicho tonto, que por lo general son la misma cosa), y menos cuando hablamos de los ingredien-tes que contempla un plato. Una arepa, por ejemplo, resulta difícil de morder cuando el relleno alcanza para dos (arepas). Todo se desparrama. No es manejable. No se disfru-ta. Ayuda pedir un cubierto y comerse parte del relleno por separado, pero prefiero una cantidad prudente que, además, disminuya el precio. Es por esa razón que mi preferencia “jamás y nunca” (lugar común [LC] No 2 y redundancia) será atendida. La solución que por mucho tiempo apliqué fue pedir una are-pa sencilla y una viuda (sin relleno), dividir el relleno de la primera y compartir la comida y los gastos con otro u otra, pero se fue co-rriendo la voz de esta práctica y hoy, como consecuencia de un plan orquestado por los dueños de las areperas (LC No 3), la viuda “brilla por su ausencia” (LC No 4, y ya).

Una cantidad excesiva de queso crema en una pizza Philadelphia (que además inclu-ye champiñones, tocineta y cebolla en ti-ras), solo para que salga bien la foto, puede convertir una experiencia gastronómica potencialmente grata, dada la estimulan-te combinación de sabores, en un suplicio empalagoso. “Cabe destacar” (perdón) que el término aplica principalmente a lo dulce, pero no es exclusivo de ello.

Omitir la cualidad tostada pero suave de la masa de Mazzini sería injusto. En este res-taurante, inaugurado el 2 de mayo de 2002, se cocina a leña, una ventaja incuestionable sobre los hornos de gas o eléctricos. Recuer-do haber comido allí excelente pizzas, cuan-do compromisos laborales de principios de siglo me llevaban a La Candelaria: el local está ubicado en la avenida México, entre las

estaciones de Bellas Artes y Parque Ca-rabobo, a pocos metros del Paseo Anauco. Posee un amplio estacionamiento, exento de pago para los clientes.

Antonio de Abreu, uno de los socios, habla bien de la pizza Capricciosa, que incluye ja-món serrano y vegetales varios; y la Parmi-giana, con salsa boloña y queso parmesano. Recomienda, además, la fideuá (variante oral de la “fideuada”), un plato originario de la Valencia española a base de fideos y mariscos, cuya preparación se parece mu-cho a la de una paella. Es, a su vez, el plato más costoso del menú, pero alcanza para dos personas y “donde comen dos, comen tres” (“no puedo evitarlo”, “va más allá de mí”, “me excede”).

Volveré como un comensal más, sin anun-ciar reseñas ni fotos. En honor a los re-cuerdos, Mazzini merece una segunda oportunidad.

BellasArtes

MinisterioPúblicoRest.

Mazzini

M

PlazaParqueCarabobo

Av. Bolivar

Av. México

Ambiente

Calidad

Atención

A su rie

sgo

Se puede ir

Impelab

le

hORARiOS

PRECiOS

FORMAS dE PAGO:

Lunes a domingode 11:30 am a 10 pm

Pizzas entre Bs. 4.000 y 20.000 Fideuá: Bs. 21.000 Batidos: Bs. 1.600

Efectivo Débito

Cesta Ticket Crédito

✓ ✓✓✓

Tarjeta de alimentación✓

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ENTREVISTA

www.manifies.toPara conectarse

a concienciaNo fue hecho para hacerse selfies. sí para orgaNizar. No

quiere teNer uN millóN de amigos fatuos. sí los quiere para promover iNiciativas sociales. NiNguNo tieNe la

plata de zuckerberg. haceN vaca para pagar las cueNtas. llevaN uN año eN el ruedo y soN uNa mezcla de twitter coN facebook, coN el plaN de la patria. soN maNifiesto

POR MARLoN ZAMbRANo • @maRlOnzambRanO / FOtOgRaFías MARyoRI CAbRITA

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Nadie tiene sueldo. Cuando se reúnen para las pautas cuadran una vaca, reparten entre todos para la logística, para los viajes, para el café. Todos tienen hijos menos una. Se reúnen los lunes y programan una interrogante para dejarla en el aire y generar debates. Se alojan en una oficina del piso 48 de la Torre Oeste de Parque Central, donde funciona una comuna tecnológica con varias unidades de produc-ción de software y hardware libre, robótica y formación. Allí tienen una computadora y una maquinita de café. Desde allí, y así, Mani-fiesto (www.manifies.to) da la batalla ideológi-ca desde la trinchera tecnológica.

Dentro de lo convencional ya registraron una empresa y van a empezar a vender espacios publicitarios a través de varios modelos de ne-gocios, buscando los cobres entre la empresa privada y las instituciones públicas, y arriman-do el hombro a los emprendedores que están haciendo cosas y necesitan publicidad a muy bajos costos o, incluso, trueque.

Los han llamado desde Colombia y Argenti-na para que repliquen la iniciativa que desde el 7 de marzo de 2016 ha logrado captar a 6.000 usuarios en Venezuela, que más bien son militantes porque, más que cubrirse con el ropaje de las nuevas tecnologías de la in-formación a través de un uso superficial de las redes sociales, las “usan” como recurso para el debate y la organización.

Adriana Cruz, una de las responsables de la primera red social con acento criollo, saca un pequeño resquicio del poquito tiempo que le sobra de las atenciones filiales que prodiga a sus hijas: Simoné Victoria (de 3 años) y Mani-

fiesto (de 1), para hablarnos desde la perspec-tiva del primer aniversario.

—¿QuÉ SE SIENTE uN Año dESPuÉS?—Se siente mucha satisfacción porque he-mos comprobado que lo que nació siendo una propuesta resultó completamente perti-nente. El primer logro es que ya tenemos más de 6.000 usuarios, mujeres y hombres que vieron un potencial en nuestra plataforma tecnológica para comunicarse, para dar a co-nocer sus luchas, sus trabajos, sus denuncias. Lo novedoso es que es venezolano. Mucha gente en Venezuela y América Latina y el Ca-ribe está haciendo cosas interesantes. Hay un proceso de reflexión muy propio de la crisis internacional de valores, política, económica, etcétera, y hay gente que se le están ocurrien-do cosas interesantes, que en otras platafor-mas tecnológicas quizá se diluyan porque están hechas para las banalidades, bombar-dearte de publicidad, etcétera.

—¿ES TwITTER, FACEbook, INSTAgRAM?—Mucha gente dice que es una mezcla. De he-cho, su presentación tiende a parecerse más a Twitter pero con capacidad de 280 caracteres, y tiene dos instancias de publicación: postcor-tos y posibilidad de artículos más amplios. Una de las cosas que estamos evaluando es eliminar el límite de caracteres.

—¿TIENEN CAPACIdAd dE ALMACENAMIENTo?—Sí, sustentado por la capacidad que tenemos de nuestros servidores. La de ahorita es más o menos para 50.000 usuarios, o sea que hay para rato. Se están incorporando, por el mes aniversario, cosas muy sencillitas pero que ya funcionan en otras redes. Por ejemplo: ingre-sar a Manifiesto con tu nombre de usuario. Ahorita tienes que poner tu correo completo. Es como para hacerle la vida más fácil a la gen-te y tener mecanismos de comparación

—¿LoS CIbERATACAN?—Cuando nacimos éramos muy de prueba, muy débiles en código fuente. Salió, se dio a conocer. Se proyectaban 2.000 usuarios al año y en dos semanas tuvimos 1.600 y solo nos sacaron dos medios nacionales. Y, bue-no, eso llama la atención de las personas que tienen como reto ver cosas y extraer informa-ción, y allí nos atacaron y golpearon durísi-mo. El ataque fue en junio. No cerramos por-que pudimos salvar la base de datos, aunque los contenidos que la gente había publicado se perdieron. En septiembre sacamos una segunda fase de Manifiesto que llamamos Manifiesto B2, que es la que tenemos actual-mente. El último fue en diciembre y fue un

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Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉPALE CCSCaracas, 19 de marzo de 2017.

ataque masivo en los servidores que tenemos, por ahora, fuera del país.

—¿dóNdE?—Tratamos de no decir dónde están.

—¿EN ChICAgo?—Bueno, tenemos unos servidores en Brasil y en Venezuela tenemos uno de respaldo que constantemente se está actualizando, y a la hora de una eventualidad se bajan los breakers por allá y seguimos con el de aquí.

—¿LoS CRITICAN PoR ChAVISTAS?—Nos han atacado, nos han hecho llamadas telefónicas, nos han pasado correos, ya en tér-minos personales, diciendo que eso no sirve, que eso es una porquería. Algunos usuarios entran y consiguen mucho contenido político y se van. ¿Qué queremos nosotros?, bueno, nosotras, porque la mayoría somos mujeres: que esto no solamente sea de un sector. No-sotros somos de izquierda pero queremos invitar a venezolanos y gente de otras partes del mundo a reflexionar junto a nosotros para que se haga el debate de las ideas. Porque, al menos en Venezuela, tenemos muy poco ca-mino recorrido con relación a eso. Aquí tú te lanzas un debate y el contrario cree que lo estás atacando. ¡Cónchale!, hay que masajear el cerebro, estimular, lanzar propuestas, pero en términos de respeto, y creemos que la red social es muy fructífera en cuanto a eso.

—¿y SI PRIMERo JuSTICIA SE AgREgA?—Bienvenidos sean, queremos que eso suce-da y que se dé el debate en los mejores térmi-nos. Claro, Manifiesto tiene sus condiciones de uso y términos de seguridad donde el res-peto es lo fundamental. El que vulnere esas líneas recibirá las sanciones pertinentes.

—¿ES VERdAd QuE LAS REdES TuMbAN gobIERNoS?—Los medios de comunicación, sobre todo las redes sociales, tienen un potencial muy

grande, que es el tema de la información en el momento. Estoy aquí, está pasando algo, suena mi teléfono y de inmediato puedo ver lo que está sucediendo y opinar. Pero ese poder, obviamente, algunos sectores lo utilizan a favor de sus intereses y en contra de los intereses de la mayoría de los venezo-lanos que quiere paz, quiere organización, quiere producir, quiere salir adelante. Claro que se pueden utilizar las redes sociales con fines inescrupulosos, porque manejan mu-cha información, sobre todo información personal de los usuarios. Ahí queremos ha-cer énfasis. Nosotros queremos proteger la información de los usuarios y las usuarias de Manifiesto y queremos, también, que si hay alguna posibilidad de anonimato, que eso se dé. Eso lo logramos con el encripta-miento total de, por lo menos, las claves y los correos de los usuarios que se registran, que ni el equipo de Manifiesto puede ver. Estamos dispuestos, bajo las condiciones que sean, a no entregar por ninguna razón ni ningún monto esa información.

—dE hECho, TIENEN CoMo PoLíTICA dEVoLVER LoS CoNTENIdoS AL uSuARIo—Sí, eso es algo muy novedoso y no existe en otra red social. Después de que Manifiesto de-vuelve la información al usuario, porque quiso irse de la red, esa información queda elimina-da completamente.

—¿NI SIQuIERA QuEdA EN LoS SERVIdoRES?—Completamente. Y no solamente estamos en capacidad de devolverlo sino que esta-

Adriana Cruz es internacionalista y fotógrafa y no usa Facebook ni Twitter

mos en el deber de hacerlo, porque si quere-mos construir algo completamente distinto y brindarle seguridad a los usuarios, tiene que ser así.

—¿LA bATALLA dE FACEbook No ES MEJoR dARLA PoR dENTRo, PARA hACERLo IMPLoTAR? —Yo digo que sí. De hecho, Manifiesto tiene sus cuentas oficiales en todas estas redes sociales que conocemos, porque creemos que ahí hay gente todavía a la que nos interesa darle a conocer nuestra herra-mienta. Pero va a llegar un momento en que no va a ser necesario, si nosotros, tec-nológicamente, avanzamos con nuestros propios espacios.

—¿CuáL ES LA PoSICIóN dE uSTEdES ANTE LA bIg dATA?—Mira, más allá de un tema ético es de principios. Obviamente, no estamos de acuerdo: traficar y vulnerar la información de las personas es terrible y cada vez vamos perdiendo más intimidad. No nos podemos desprender de toda esta movida del algorit-mo. Tú agarras tu teléfono, le das a un bo-tón y puedes prender ya la luz de tu casa, el microondas. Te montas en un carro autó-nomo y él va solo mientras tú vas leyendo. Cada vez es más voraz, el tiempo de avance tecnológico ahora es cada tres meses. No nos podemos hacer a un lado, tenemos que hacernos de esa herramienta para construir la alternativa. Vamos a estar en ese mundo, pero hay que ver en qué espacio se quiere estar: o dando la batalla o controlado.

crítica y media24

Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉPaLe ccS Caracas, 19 de marzo de 2017.

TRAS EL DISCURSO

Yimou en el sótano. En térmi-nos generales, la cultura occidental de los siglos XX y XXI siempre ha arrojado trucu-lentas teorías con el objeto de minorizar —cuando no, banalizar— los grandes logros de las culturas que se desarrollaron fuera de su órbita. Para po-ner apenas un pequeño ejemplo de esto, solo basta mencionar la supuesta intervención de elementos extraterrestres en la construcción tanto de las pirámides mesoamericanas como de las egipcias. Obviamente, la maquinaria fílmica estadouniden-se ha sido una poderosa aliada al hacerse eco de estas temerarias afirmaciones.Así, en el filme La Gran Muralla (China-EEUU, 2016) se plantea, abiertamente, que la colosal construcción no fue erigida para defenderse de los nómadas de Mongolia y Manchuria, sino para re-peler un enjambre de monstruos que comen carne humana. Es una perogrullada decir que desde siempre el cine ha falseado la Historia obedecien-do a los más oscuros intereses, pero en el caso de La Gran Muralla se desborda los cánones esta-blecidos, vulnerando así el pacto comunicacional mínimo para que una historia, por lo menos, roce lo verosímil. La preponderancia de Occidente sobre el extremo Oriente no queda allí. William y Pedro, dos mer-cenarios del siglo XV, se adentran en el continente asiático en la búsqueda del auténtico Santo Grial: la pólvora. Mercenarios que simbolizan a los im-perios que han de oprimir al planeta los venideros cuatro siglos. Ellos traen consigo un imán, al que la narrativa del filme le atribuye el poder de somnífero sobre las monstruosas criaturas. Este objeto, como elemento narrativo cinematográfico: un bodrio; como símbolo del pragmatismo de Occi-dente sobre un Oriente más místico tiene un poco más de sentido, aunque no mucho. La inconsisten-cia del guión, aunado a un corpus actoral que no logra alcanzar engranaje alguno, dotan al filme de un halo de cine serie B que ni siquiera el refinado preciosismo visual puede salvar.Es una pena que en aras de la internacionalización del cine chino, el mismo se rebaje a tal impostura, y que un director del talante de Zhang Yimou se preste para semejante aquelarre. En descargo de Yimou, podríamos afirmar que cualquier trabajo futuro significará una recuperación en su filmogra-fía: es imposible caer más bajo.

Rodolfo Castillo@magodemontreuil

Es indudable que todo el equipo de Cia-ne asumió con mucha responsabilidad y rigor el espectáculo que descansa en una versión libre de Otelo. En esta oportuni-dad el espectador se confronta con los tres personajes más emblemáticos de la pieza original: Yago, Desdémona y Otelo. El trío solo utiliza —si no en su totalidad, casi— textos de la pieza original de William Shakespeare. Sin embargo, protagonizan una historia distinta.

Más allá de una manifiesta capacidad cor-poral, propia del teatro físico, de la disci-plina y el esfuerzo sostenido, la puesta en escena también da cuenta de mucho res-peto al hecho teatral y al espectador.

Ahora bien, debo reconocer que se me presenta la situación de escribir sobre un espectáculo que no comprendí del todo. Ante la probable pregunta del lector de por qué escribir sobre algo que no se comprende, podríamos argumentar que la duda siempre ha provocado mejor re-flexión que la afirmación y que la igno-rancia abre un universo infinito, mien-tras que lo sabido siempre, en cualquier circunstancia, es mucho más limitado. La incomprensión, por su lado, puede ser la invitación más adecuada a abordar mu-chísimas incógnitas.

En el caso de esta versión de Rufino Dor-ta, se me hace incomprensible para qué cambiar la condición de Desdémona si las consecuencias van a ser las mismas. Tal

vez se enfatice que la condición de celoso de Otelo nada tiene que ver con la fideli-dad o infidelidad de su compañera, o que el encono de Yago no se basa en el com-portamiento de la mujer sino en su propio odio. Está bien, pero, de ser así, para qué trocar la condición del personaje femeni-no.

La intensidad dramática de la obra origi-nal descansa en la confrontación de dos opuestos: la traición, el encono, la envidia y la manipulación de Yago versus la fideli-dad, la liviandad, la transparencia y la so-lidaridad de Desdémona. Y frente a estos opuestos Otelo, por inseguro, machista e ingenuo, sucumbe a los celos y a los planes de Yago. En esta versión los opuestos no son tales, son iguales: tres depravados con ansias de poder y dinero. ¿Para qué dismi-nuir la intensidad dramática?

Si parte de la grandeza de la obra original es que un elemento tan sencillo como un pañuelito desate semejante desmadre, para qué trocarlo por un maletín lleno de bille-tes. No lo comprendo. Los contrastes, en ambos casos, quedan limados, rasados.

A mi juicio hay una intensidad en el hacer actoral que parece suplir lo que se ha sua-vizado en la escritura ¿Qué hubiera pasado si esa misma intensidad actoral se expresa-ra con la del texto en vez de suplirlo? No lo sé, pero creo que es una buena pregunta.

Por Rodolfo Porras

LA TRAmA COTIDIAnA

el otelo de Rufino

minicrónicas

Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉPaLE ccsCaracas, 19 de marzo de 2017.

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Pasas por esas calles que has recorrido infi-nidad de veces. El deambular diario te da la condición del viandante que observa todo mientras trajina por una ciudad como esta Caracas de 2017. Vas recordando algo que oíste alguna vez sobre los caraqueños, que eran sus propios cronistas inmersos en una ciudad muy compleja. Un día bajas por ple-no centro, digamos que por la esquina de la Catedral de Caracas, y al doblar por Las Ma-drices: “¡Santo Dios! ¡Apareció la cabeza!”, dices. Te acercas y te la quedas mirando. Ella también te mira. Erguida. Estuvo un tiem-po desaparecida, desde que la descuajaron en complicidad con la noche (eso te dijo un comerciante de la zona). Te activas y haces un pequeño sondeo escudriñando en el tes-timonio:

—Señora, ¿usted recuerda cuándo reapareció eso que está allí?

—No lo sé, soy nueva vendiendo cachapas aquí.

Y por ahí te vas a la vuelta del caso. Un cha-mo vendedor de café te dice que “se la llevaron ellos”, y presumes que son funcionarios del go-bierno municipal. Eso te hace recordar cuan-do fuiste hasta Fundapatrimonio a indagar sobre la desaparición de la placa del Billo que está en la esquina de Padre Sierra, y te vieron cara de preguntón sin darte una respuesta ade-cuada. Insistes. Te tropiezas con la ignorancia de los empleados de la minipizzería que queda al lado de la pastelería Arte París, lo que te da pie para deshojar la nota:

“Se trata del busto en bronce (sin placa) del co-ronel Gamal Abdel Nasser, presidente egipcio nacido el 15 de enero de 1918 y fallecido de un infarto al corazón el 28 de septiembre de 1970, en pleno mandato. Llegó al poder en julio de

ApAreció lA cAbezA

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1952 tras un golpe militar para liberarse de los colonialismos británico y francés. Consolida su régimen nacionalista entre 1955-1956, dán-dose a conocer internacionalmente. Aliado importante de la Unión Soviética, fue uno de los líderes fundadores de la Organización de Países No Alineados junto al yugoslavo Tito y el hindú Nehru. Fue referente principal del nacionalismo árabe, de orientación socialista; nacionalizó el canal de Suez en 1956 y se en-frentó militarmente al Estado sionista de Is-rael: Guerra de los Seis Días (1967), Guerra de Desgaste (1968)...”.

Quieres seguir tu discurso. La clientela crece y tus palabras se detienen. Te despides y uno de los empleados te devuelve un “Gracias, señor, la verdad es que no tenía ni idea. Esta noche tendré que ir al internet”.

POr pedro delgAdo

Tú has vuelto a mícomo lo presentíen la pena desquiciantede haber estado separadosmiles de noches y díastuyos y míos.Y a la juventud en que no éramos hábilesregresamos volando de un tirón.Y tus pechos que nunca viy tus pezones como ciruelasun poco hundidos tal vez,aparecen claramenteen mis ojos entrecerrados,como estaba en aquel entonces.Por eso, permítemetocarlos levemente.Tu sonrisa coquetacomo rizos de agua me estremece,y cosquillea mis orejas.Es demasiado penoso para míjurar con el corazónque nunca dañaría tus pechos.Por eso te abrazo con fuerzavestida con el traje de bodas del sueño,ese que nunca puede recuperarse,en el césped de medio día donde se [alinean las lápidasen las que han grabadola pena que me has dadomás allá de millares de noches.

Por Yutaka Hosono (JaPón)

Puedes pescar aquí peces deliciososy ponerlos en tu mesapero el lago es amarilloPara ocultar su profundidadlos Indios que viven cerca del lagotambién ocultan su fondoQuizás los peces vivan en sus ojoso deliciosos espíritus canten al hervir [con odiolas profundidades de sus ojos oscurosnadie puede ver algo que vive en el lago [amarillosin mostrar su forma sobre la mesa

Kazuko Shiraishi (Canadá)

LAGO AMARILLO

LA FRASE PROHIBIDA

LOS PECHOS

No mires el pozo profundo,que ahí siempre está muerta la hermana [pequeña.No te despiertes al amanecer,que escucharás el eco delos disparos y los retumbos de las orugasEn el mundo aún copian aquella época.“La vida no tiene sentido”:al escribir esta frase, originará una [carcajada a mi hermanadifunta por primera vez.“Claro, no tiene ningún sentido”,sigue escribiendo la poeta con énfasis.Sobreviviendo como refugiada, mi [hermana,un día antes de su muerte,tuvo ansiedad por comer una salchicha.El sentido de la vida que se intensificadía tras día es siempre carnal.

PO

EM

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@indira_carpioPOR INDIRA CARPIO

HAIkuS

Ni budas ni diosesPara míVientos de otoño.

Masaoka Shiki

En una chozaescondida entre los árbolesen pleno mediodíavuelan las luciérnagas.Donde haya hombreshabrá moscas, y habráBudas también.

Kobayashi Issa

La mariposavuela en el campo, sola:sombra bajo el sol.

¡Cuánta quietud!La voz de la cigarrataladra rocas.

Matsuo Bash

Cuando mi vidaatienda el crisantemose tranquiliza

Mizuhara Shuoshi

Por torIko takarabe (JaPón)

Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉPALE CCS Caracas, 19 de marzo de 2017.

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POR NePtalí SegOvia

1. Ciudad capital de Libia. 7. Escuchaban, auscultaban, atendían. 11. Prefijo con significado del viejo continente. 12. Cielo, gloria, paraíso. 14. Sensación de terror, pavor o inquietud manifiesta. 16. Concepto equivocado o juicio falso.

17. Caso dativo del pronombre vosotros. 18. Introduzca el balón en el cesto. 21. Vuelve a ordenar algo. 23. Dueña de alguna cosa. 25. Antílope surafricano de la familia de los bóvidos.26. El Ejército Republicano Irlandés (inv.).27. Antónimo de listo, cuerdo (inv.).

28. José “…” Délano, futbolista chileno. 29. El propio yo. 31. Preposición de lugar. 32. Esfera, lucero, en inglés. 33. Persona que reside temporalmente en un campin. 36. Dais forma o figura de óvalo. 38. Matrícula vehicular internacional de Irán.

39. Labráis, surcáis, cultiváis.41. Percibirá un olor. 43. Cebo animal para pescar o cazar. 46. Haced comestible un alimento tostándolo al fuego. 47. Órgano de la audición. 48. Bonito, lindo, precioso.

1. Presunción o sospecha de un posible daño o perjuicio. 2. Ave paseriforme de la familia de los túrdidos. 3. Asistiré, concurriré, acudiré. 4. Facultad para hacer algo. 5. Dativo del pronombre personal de 3ra singular. 6. Contracción de I am. 7. Grupo de tres unidades (inv.). 8. Ficticio, imaginario, engañoso (pl.). 9. Antiguo nombre de Trípoli (inv.). 10. Habitual, corriente, común. 13. Sinónimo de peso, contrapeso. 15. Ola del mar. 19. Gramínea de cuyo fruto se obtiene harina. 20. Cosa difícil de entender. 22. Embarcación fuera de borda (voz inglesa). 24. Cosa que se dice sabiendo que no es verdad con intención de engañar (pl.). 28. Concavidad que forma el arranque del brazo con el cuerpo, axila. 30. Narcótico de las adormideras verdes. 33. Edificio para habitar. 34. Religión de Mahoma. 35. Instrumento para labrar la tierra. 37. Bebida alcohólica del zumo de la uva. 40. Raspé, limé, rallé. 42. Pronombre demostrativo neutro. 44. Símbolos del deuterio y de la hora. 45. Iniciales del premio Nobel de Física en 1921.

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No hacer nada precisa de hacer algo: perder tiempo. Hay días en que se ocupa de mil cosas y, al final, se da cuenta de que su esfuerzo no lo llevó a ningún lugar. Recuerde cuando pasó horas en una computadora y no escribió ni una línea, cuando habló horas con alguien que no siguió ni un consejo o cuando no pudo pararse de la cama, pero tampoco descansó, pensando qué sería lo primero que debía hacer.

1. Haga algo: no se desespere.2. No confunda “no hacer nada” con “echar carro”. Usted no está fingiendo hacer algo, simplemente no pudo.3. Si pierde la calma por tan poca producción, ríase de los memes de las redes sociales.4. Sepa que esos días nulos están contemplados en cada mes, por siempre.5. Piense en lo difícil que va a ser terminar este minima-nual. Es en serio.6. Tener ganas de hacer algo no es hacerlo. Regla de oro.7. No se ofusque: somos una brizna de paja en el viento. Que no hagamos nada hoy no cambiará el curso de la Historia.8. Si lo tildan de conformista, diga que sí y confórmese.9. Si le indignó lo anterior, no se conforme y haga su pro-pio minimanual.10. Al fin llegamos al último ítem.

por qué el aumento de precio

casi siempre implica disminución

de la calidad

minimanual para no hacer nada

tuit de

¿ ¿ImagInarIo

cuando la opinión de los demás

@laespergesiaPOR NATHALI GÓMEZ

Ilustración: L. "Razor" Balza

te perturba

Edición Número Doscientos veinte. Año 05. ÉPALE CCS Caracas, 19 de marzo de 2017.