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^26^ HISTORIA UNIVERSAL CONTEMPORANEA \mica, la técnica desempeñó un papel primordial por cuanto no sólo permitía atendei rr] ^ la demanda, al aumentar la producción y facilitar el intercambio, sino también pro- ^ ^0 vocuba el incremento de la productividad, modificando por tanto la oferta. No sólo r\ - < ^ e , era posjble incrementar los beneficios vendiendo más, sino también vendiendojo mis- Cl mo con "mayor rentabilidad. / s Qr~) 1 Ahora Ipien, si los cambios técnicos del siglo xvin surgieron en un principio ante lodo como consecuencia del empuje económico de su tiempo, terminaron producien- "Q do tales efectos sociales y económicos (incremento de la producción y de la producli- -v i <^ vidael, especializaban económica...) que sobrepasaron ampliamente los impulsos que M \ los habían originado\n el caso inglés, ninguna industria^xperimenló el súbito de- Q sarrollo de la algodonera^ ello tuvo sus consecuencias, piro la transformación de una J 1 , economía basada en la madera y el agua a otra basadaren el carbón, el hierro y la má- C ( ;"j quina de vapor, en una evolución larga, lenta y vaefíanie, provocó cambios que a lar- [J¡¡ ^ go plazo serían quizá más significativos. La adapción de una tecnología basada en el í uso del metal y en fuentes de energía^descer>tfalÍ7.adas no sólo potenció las industrias 5 de bienes de producción, sino que e.\ig>ó una creciente capitalización, un proceso con $ tinuo de industrialización y de cambjc^écnico en todos los sectores. Esta generaliza- (0 ^ ción en extensión y en intensidad aseguró tin crecimiento económico sostenido, y e! cion en extensión v _. cambio Ríe tal que puede hablarseiele ruptura/*interpretar el papel de las nuevas téc- " ¿0 ' n j c a s c o m o c a u s a del desarrolla Como dice Samhel Lilley: «aunque la creencia de que ^ los inventos fueron la causal de la revolución industrial no sea históricamente cierta í-p_ puede casi justificarse noreste desenlace». N. ^ ^ >^ Desde entonces er cambio tecnológico fue creciendo sin límites. Durante el si- y> glo xix, el equilibrierentre innovaciones técnicas e incentivos económicos se vio radi- ^ cálmente alterada Los inventos lomaron valor por sí mismos al mostrarse capaces de Cj X crear sus pmjsíos mercados; y en esla tecnología que asumía plenamente el papel ^**\e iniciadora del cambio económico jugó un papel cada vez más irhjDorlante la cien- O <?>_ cia. Se fue pasando así, de unos primeros momentos en que el invento t&cnico era con- p>> _ secuepcia de la práctica arlesanal, aunque ya con la ciencia jugando urNpapel en el ^\"~ Cd surgimiento de la máquina de vapor y de la industria química, a una asociación ínti- vS \/? maenlre ciencia y técnica. i D -> y / -r-j *" ^ 4.2. EL CAMBIO DE MENTALIDAD Y EL PENSAMIENTO ECONÓMICO /y S- —' Si la ciencia no desempeñó inicialmente un papel fundamental en la génesis de ^PJ las innovaciones técnicas, contribuyó, en cambio, de una forma decisiva a la gesta- H""" ~~ C) ción de un cambio de mentalidad que acompañó las transformaciones políticas, so- <^ '"" ¿~ cíales y económicas que hicieron posible la revolución industrial. J~ Q Frente a una concepción del mundo basada en presupuestos derivados de lo so- \f¡ ~ 4 ~ brenatura!, la revelación, el dogma, la salvación futura y la tradición, se fue desa- ^ <— ~^ rrollando, en un proceso que arrancando de la Baja Edad Media culmina en la y— I !ZC Ilustración, una cosmovisión que replanteaba las formas de entender y las relaciones existentes entre Dios, el hombre y la naturaleza, de formas muy diferentes (esplritua- lismo, deísmo, agnosticismo...). El resultado fue una autonomía del hombre y de la naturaleza respecto a lo sobrenatural. Cobró así protagonismo el hombre, la felicidad presente y la confianza en el progreso (humanismo); la naturaleza, como orden ma- I.A PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 27 lerial armónico sometido a unas leyes naturales (naturalismo); y se desarrolló un pon Sarniento científico plasmado en el papel de la crítica, la percepción sensorial y el em pirismo, y el análisis racional, que permitió a los hombres comprender, controlar y al- terar la naturaleza. Estas orientaciones alcanzaron difusión en las ideas básicas del pensamiento ilustrado (individuo como elemento social simple y fundamental dolado de percepción/razón y guiado por la felicidad/prosperidad como meta, y un orden ua tura! equilibrado, regido por sus propias leyes) que resquebrajaron las estructuras del Antiguo Régimen y sentaron las bases del liberalismo. Su aplicación práctica influyó en la organización política (liberalismo político) y socioeconómica (liberalismo eco riómico o capitalismo). La aplicación de las directrices señaladas y la búsqueda de las leyes generales <|u<- regían la actividad económica, llevó a la aparición, en el siglo xvni, de una teoría eco nómica liberada por primera vez de lóela adherencia teológica o moral. El liberalismo descubrió la existencia de un orden económico natural regido —como resume Miguel Arlóla— por los principios fundamentales siguientes: El interés individual, que hace a cada hombre el mejor juez de su propio bien y es la fuerza decisiva que opera en los fenómenos económicos, constituyéndose la ini dativa individual, la propiedad privada, la libertad y la igualdad jurídicas, en derechos sagrados e inviolables. La armonía universal, que hace que cada individuo, al tiempo que persigue Sil propio interés, colabore en el bien común. El mercado libre, según el cual siempre que prevalezcan condiciones de com petencia perfecta (orden natural) con el libre juego de la oferla y la demanda, se huí e compatible el máximo individual de riqueza con un equilibrio económico entre los in tereses de las parles implicadas y la máxima satisfacción de la sociedad. Limitaciones de la intervención del Estado, cuya función queda reducida a gti ranlizar el orden económico natural. Los primeros autores que elaboraron una teoría económica científica y coheren- te se engloban bajo el nombre de escuela fisiócrata. Francois Quesnay, con su famo- sa obra Tablean économique (1758), y sus discípulos, afirmaron la existencia de una', leyes naturales y de un orden económico natural que no debía ser obstaculizado, ni mediatizado por intervenciones humanas. La razón era que el principio de la libertad económica individual permitía satisfacer el interés personal, y conllevaba una armo nía natural y un equilibrio de intereses que garantizaban el bienestar social y el man tenimienlo del sistema. Estas directrices quedaron resumidas en el lema: «Laisscz. ¡m re. laissez pásser, le monde va de lui-ménie» («Dejad hacer, dejad pasar, el mundo mai cha solo»). Restringían, sin embargo, los efecios de estos principios al dar primacía al sector primario, defendiendo una teoría de la producción natural (fisiocracia) que conside raba a la tierra como la única fuente de riqueza. Argumentaban que sólo ella podía suministrar bienes nuevos y proporcionar un excedente sobre los costes habidos (mi ta o producto neto), mientras que la industria y el comercio sólo transformaban o dis tribuían los productos. El desarrollo de los principios del liberalismo y su extensión a todos los sectores económicos lo comenzó la escuela clásica o liberal-capitalista con Adam Smiih y su

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^ 2 6 ^ HISTORIA UNIVERSAL CONTEMPORANEA

\ m i c a , la técnica desempeñó un papel primordial por cuanto no sólo permitía atendei rr] ^ la demanda, al aumentar la producción y facilitar el intercambio, sino también pro-^ ^0 vocuba el incremento de la productividad, modificando por tanto la oferta. No sólo r \ - < ^ e , era posjble incrementar los beneficios vendiendo más, sino también vendiendojo mis-

Cl mo con "mayor rentabilidad. / s Qr~) 1 Ahora Ipien, si los cambios técnicos del siglo xvin surgieron en un principio ante

lodo como consecuencia del empuje económico de su tiempo, terminaron producien-"Q do tales efectos sociales y económicos (incremento de la producción y de la producli-

-v i <^ vidael, especializaban económica...) que sobrepasaron ampliamente los impulsos que M \ los habían originado\n el caso inglés, ninguna industr ia^xperimenló el súbito de-Q sarrollo de la algodonera^ ello tuvo sus consecuencias, p i ro la transformación de una J 1

, economía basada en la madera y el agua a otra basadaren el carbón, el hierro y la má- C ( ;"j quina de vapor, en una evolución larga, lenta y vaefíanie, provocó cambios que a lar- [J¡¡

^ go plazo serían quizá más significativos. La adapción de una tecnología basada en el í uso del metal y en fuentes de energía^descer>tfalÍ7.adas no sólo potenció las industrias 5 de bienes de producción, sino que e.\ig>ó una creciente capitalización, un proceso con

$ tinuo de industrialización y de cambjc^écnico en todos los sectores. Esta generaliza-

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^ ción en extensión y en intensidad aseguró tin crecimiento económico sostenido, y e! cion en extensión v _. cambio Ríe tal que puede hablarseiele ruptura/*interpretar el papel de las nuevas téc-

" ¿0 ' n j c a s c o m o c a u s a del desarrolla Como dice Samhel Lilley: «aunque la creencia de que ^ los inventos fueron la causal de la revolución industrial no sea históricamente cierta

í-p_ puede casi justificarse noreste desenlace». N. ^ ^ > ^ Desde entonces er cambio tecnológico fue creciendo sin límites. Durante el si- y>

glo xix, el equilibrierentre innovaciones técnicas e incentivos e c o n ó m i c o s se vio radi- ^ cálmente alterada Los inventos lomaron valor por sí mismos al mostrarse capaces de Cj

X crear sus pmjsíos mercados; y en esla tecnología que asumía plenamente el papel ^**\e iniciadora del cambio económico jugó un papel cada vez más irhjDorlante la cien- O

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Cd surgimiento de la máquina de vapor y de la industria química, a una asociación ínti- vS

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S- —' Si la ciencia no desempeñó inicialmente un papel fundamental en la génesis de ^PJ (§ las innovaciones técnicas, sí contribuyó, en cambio, de una forma decisiva a la gesta-H""" ~~ C) ción de un cambio de mentalidad que acompañó las transformaciones políticas, so-

<̂ '"" ¿~ cíales y económicas que hicieron posible la revolución industrial. J~ Q Frente a una concepción del mundo basada en presupuestos derivados de lo so-

'£ \f¡ ~ 4~ brenatura!, la revelación, el dogma, la salvación futura y la tradición, se fue desa-^ <— ~^ rrollando, en un proceso que arrancando de la Baja Edad Media culmina en la

y—I !ZC Ilustración, una cosmovisión que replanteaba las formas de entender y las relaciones existentes entre Dios, el hombre y la naturaleza, de formas muy diferentes (esplritua­lismo, deísmo, agnosticismo...). El resultado fue una autonomía del hombre y de la naturaleza respecto a lo sobrenatural. Cobró así protagonismo el hombre, la felicidad presente y la confianza en el progreso (humanismo); la naturaleza, como orden ma-

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lerial armónico sometido a unas leyes naturales (naturalismo); y se desarrolló un pon Sarniento científico plasmado en el papel de la crítica, la percepción sensorial y el em pirismo, y el análisis racional, que permitió a los hombres comprender, controlar y al­terar la naturaleza. Estas orientaciones alcanzaron difusión en las ideas básicas del pensamiento ilustrado (individuo como elemento social simple y fundamental dolado de percepción/razón y guiado por la felicidad/prosperidad como meta, y un orden ua tura! equilibrado, regido por sus propias leyes) que resquebrajaron las estructuras del Antiguo Régimen y sentaron las bases del liberalismo. Su aplicación práctica influyó en la organización política (liberalismo político) y socioeconómica (liberalismo eco riómico o capitalismo).

La aplicación de las directrices señaladas y la búsqueda de las leyes generales <|u<-regían la actividad económica, llevó a la aparición, en el siglo xvni, de una teoría eco nómica liberada por primera vez de lóela adherencia teológica o moral. El liberalismo descubrió la existencia de un orden económico natural regido —como resume Miguel Arlóla— por los principios fundamentales siguientes:

— El interés individual, que hace a cada hombre el mejor juez de su propio bien y es la fuerza decisiva que opera en los fenómenos económicos, constituyéndose la ini dativa individual, la propiedad privada, la libertad y la igualdad jurídicas, en derechos sagrados e inviolables.

— La armonía universal, que hace que cada individuo, al tiempo que persigue Sil propio interés, colabore en el bien común.

— El mercado libre, según el cual siempre que prevalezcan condiciones de com petencia perfecta (orden natural) con el libre juego de la oferla y la demanda, se huí e compatible el máximo individual de riqueza con un equilibrio económico entre los in teres es de las parles implicadas y la máxima satisfacción de la sociedad.

— Limitaciones de la intervención del Estado, cuya función queda reducida a gti ranlizar el orden económico natural.

Los primeros autores que elaboraron una teoría económica científica y coheren­te se engloban bajo el nombre de escuela fisiócrata. Francois Quesnay, con su famo­sa obra Tablean économique (1758), y sus discípulos, afirmaron la existencia de una', leyes naturales y de un orden económico natural que no debía ser obstaculizado, ni mediatizado por intervenciones humanas. La razón era que el principio de la libertad económica individual permitía satisfacer el interés personal, y conllevaba una armo nía natural y un equilibrio de intereses que garantizaban el bienestar social y el man tenimienlo del sistema. Estas directrices quedaron resumidas en el lema: «Laisscz. ¡m re. laissez pásser, le monde va de lui-ménie» («Dejad hacer, dejad pasar, el mundo mai cha solo»).

Restringían, sin embargo, los efecios de estos principios al dar primacía al sector primario, defendiendo una teoría de la producción natural (fisiocracia) que conside raba a la tierra como la única fuente de riqueza. Argumentaban que sólo ella podía suministrar bienes nuevos y proporcionar un excedente sobre los costes habidos (m i ta o producto neto), mientras que la industria y el comercio sólo transformaban o dis tribuían los productos.

El desarrollo de los principios del liberalismo y su extensión a todos los sectores económicos lo comenzó la escuela clásica o liberal-capitalista con Adam Smiih y su

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obra Ensayo sobre la naturaleza y causa ele la riqueza de las naciones (1776), en primer lugar. Sus aportaciones pueden resumirse así:

— Superaba la teoría de la producción natural centrada en el factor tierra, para plantear una dinámica económica natural en la que la riqueza era inicialmente el pro­duelo del trabajo humano, incrementándose en una economía desarrollada con la di­visión del trabajo y las relaciones de éste con la tierra y el capital, para terminar con­siderando la acumulación de capital como un factor imprescindible del desarrollo.

— La libertad económica individual se constituye en el auténtico motor de la evo­lución económica, condenando el dirigismo del Antiguo Régimen y limitando las fun­ciones del Estado a garantizar la iniciativa privada y la libre competencia, y crear las condiciones favorables para el desarrollo (defensa contra la agresión extranjera, ad­ministración de justicia y sostenimiento de obras e instituciones públicas que no aco­meta la iniciativa privada).

— Plena confianza en el mercado libre (orden natural) que conduce a un máxi­mo de armonía, por cuanto una «mano invisible» hace que el individuo, al perseguir su interés personal, promueva involuntariamente el colectivo. Además, el mecanismo de los precios hace que se adaplc la oferta a la demanda, y el precio del mercado al precio natural (el que retribuye los gastos reproductivos de los elementos que partici­pan en la producción de bienes), produciéndose así un ajuste automático de toda la actividad económica.

5. La revolución demográfica

x NLL E L CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO Y SUS CAUSAS

Étesde el siglo xvm se produjo en Europa un crecimiento demográfico continuo, pasando a t e n e r 110 millones de habitantes en 1700 a 423 millones er>i900; y en el caso concreloNle Gran Bretaña, de 10,9 millones en 1800 a 20,9 en 1850. Era la con­secuencia de la Ifa-mada revolución demográfica, del tránsito delin ciclo demográfico antiguo caracterizadoxpor altas tasas de natalidad (35-40 %) y de mortalidad (30-40 % ) , crisis demográficas provocadas por hambres, guerras y epidemias, y un cre­cimiento demográfico muy ielrtp e irregular, a ojró moderno. La nueva situación se definía por el mantenimiento deshilas tasas dé'natalidad, descenso de la de mortali­dad, pérdida de importancia de las crrS^déniogiáficas y crecimiento demográfico rá­pido y continuo. Sólo años más laixfe, cuítmjo el desarrollo económico se fue conso­lidando, se produce un descenso,dé las altas tasas de natalidad, una escasa influencia de las crisis demográficas, y la llegada de las lasas"ck.morlahdad a un límite mínimo, provocándose un crecimiento demográfico más lento j H m envejecimiento de la po­blación, y/

Las explicaciones de esta revolución demográfica se han cebrado, por una parte, en determinarlas causas del descenso de las tasas de mortalidad-Xentre ellas se ci­tan las mejoras sanitarias e higiénicas, los avances de la medicina y, sobre todo, los progresos del nivel de vida. Unos progresos derivados, bien de cambios natbrales y cli­máticos (que hicieron del siglo xvm una época poco afectada por grandes eptdernias

/ y s í , en cambio, de amplias coyunturas de buenas cosechas), o bien de la actividadhu-

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mana, con las transformaciones agrarias y las mejoras del sistema de comercializa­ción que permitieron un abastecimiento de la población y un aumento de la resisten­cia ante las enfermedades infecciosas. /

Desde otra perspectiva, y ante las deficiencias de las estadísticas existentes para esta época, muchos autores han dudado de que se produjese un descenso acelerado de lavmorlalidacl en virtud de las causas anotadas. Se orientaron, por el crónlrario, a explicar, los primeros pasos del aumento demográfico con el ¡ncrementc/cle natalidad derivadoSdel potencial natalisla típico del antiguo régimen demográfico, que se apro­vecha al masrimo después de una crisis demográfica y respondía deforma inmediata a las posibilidades económicas. La oferta de trabajo que conllevaban las transforma­ciones agrarias ^industriales estimularía el incremento de la nupcialidad y de la fer­tilidad al adelantadla edad de los matrimonios, y por tanto dé la natalidad. Sólo en un momento posterior, cuando en un ciclo demográfico anli'guo podía llegar la crisis demográfica, el desarrollo económico y sanitario redujo/Tos efectos de las crisis de subsistencias y ele las epidemias, disminuyendo las tasas'de mortalidad.

5.2. E L CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN URBANA Y LAS MIGRACIONES

Otro aspecto importante de las transforntáciones demográficas de esta etapa fue la movilidad de la población derivada del propio empuje demográfico, de las mejoras del sistema de transportes, de los cambra de la estructura económica con cambios sectoriales y territoriales, y de la búsqueda\ le mejores niveles de vida. Estas orienta­ciones determinaron: / \

a) El crecimiento de la población urbana. Mientras que en el Antiguo Régimen la población era predominantemente rural, desde el siglo xvm se fue incrementando la población urbana, debido al propio crecimiento demográfico y a la emigración rural. Su evolución fue desigual. Así como algunas ciudadeshlcanzaron un crecimiento rá­pido (en 1800 existían en Europa 23 ciudades con más de00.000 habitantes, en J900 ascendían a 135), en conjunto el crecimiento fue lento: EuW>a tenía un 10 % de po­blación urbana en 1800, un 16,7 % en 1850 y llegaba al 29 %Ñen 1890. Las diferencias espaciales también fueron importantes. Mientras que Inglaterra, tenía ya en el segun­do cuarto del siglo xix más población urbana (20,3 % en 1800, 40$ % en 1850, 61,9% en 1890) que rural, en el resto de Europa hay que esperar al sigIo\ para que eso se produzca. \

Desde la perspectiva económica, el fenómeno del crecimiento urbano estuvo muy conectado con el desarrollo del mercado, la especialización económica\ la concen­tración empresarial. \

b) Las migraciones regionales e internacionales. Si bien las grandes migraciones europeas son características de la segunda mitad del siglo xix y primerasVlécadas del xx, el fenómeno aparece localizado, en la etapa de 1750 a 1850, entre los\s afectados por la revolución demográfica y las crisis económicas, y los países aSneri-canos, en especial Norteamérica. Estas migraciones contribuyeron a aliviar una pre­sión demográfica que, con sus consecuencias de miseria, hubiera podido resultar ne­fasta para las posibilidades del desarrollo de los países avanzados. Estimularon, ade­más, la expansión económica y colonial europea.