25 años del Festival Don Quijote de...

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97 96 25 años del Festival Don Quijote de París Enrique Atonal 97 E stamos ante un ovni de la festividad tea- tral, una insólita programación que resiste a los embates de las modas, a los cambios políticos, a la indiferencia de una gran parte del público por el teatro en español. No se llega a veinticinco años de un festival por casualidad: lo respalda un trabajo de organización esmerado, muchas veces inspirado, siempre apasionado. El grupo Zorongo, con Luis Jiménez a la cabeza, ha llevado a cabo esta quijotada que puede pare- cer un desafío a la razón. Durante ese tiempo se han presentado en París los espectáculos de más de doscientas compañías, la mayoría llegadas de España, pero también del continente americano. Efectivamente, desde 1992 el Festival Don Qui- jote ha sido la plataforma del teatro en español en París, con una premisa: “ser un puente para que se realicen los sueños…” Vale la pena detenernos en la ubicación sede del Festival: El Café de la Danza en el céntrico Barrio de la Bastilla de París, una sala de concier- tos que se transforma en escena teatral en el mes de noviembre, al conjuro del festival. Un escena- rio polivalente que cuenta con un ciclorama de piedra, que en sí mismo puede convertirse en un personaje para cada historia. El director y dramaturgo español Jesús Arbués, que acaba de presentarse con su grupo en el festival en 2016, describe así su experien- cia en este foro: No estamos en un teatro con terciopelo, ni columnas doradas, eso sí, es una sala bien equipada, cómoda para el trabajo. El Café de la Danza tiene un equipo joven, y, en este caso, la juventud y el desenfado no es incompatible con la profesionalidad (son excelentes técni- cos), ni el cariño con la seriedad en el trabajo. En el Café de la Danza no te enteras de quién es el jefe (quizá no lo haya), todo el equipo ayuda a descargar, y te ponen luego una cer- veza o dan la entrada a la sala. Si la compañía fuma, se fuma; si la compañía se va a comer, se para el montaje. ¿Hasta qué hora? Hasta que la compañía regrese. Todo huele a teatro, del de antes, del de la ilusión, sin naftalina. Sin la negra rutina de los burócratas. Es todo tan normal que nos parece extraordinario… Y es verdad, el festival se celebra dentro de un ambiente de buen humor, sin pretensiones, amis- toso para las compañías y para los espectado- res, sin solemnidades, ni presentaciones oficiales pero con la cordialidad del propio Luis Jiménez Juana la reina que no quiso reinar , Histrión. Foto: Pablo MaBe

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25 añosdel FestivalDon Quijote

de París

Enrique Atonal

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Estamos ante un ovni de la festividad tea-tral, una insólita programación que resiste a los embates de las modas, a los cambios

políticos, a la indiferencia de una gran parte del público por el teatro en español. No se llega a veinticinco años de un festival por casualidad: lo respalda un trabajo de organización esmerado, muchas veces inspirado, siempre apasionado. El grupo Zorongo, con Luis Jiménez a la cabeza, ha llevado a cabo esta quijotada que puede pare-cer un desafío a la razón. Durante ese tiempo se han presentado en París los espectáculos de más de doscientas compañías, la mayoría llegadas de España, pero también del continente americano. Efectivamente, desde 1992 el Festival Don Qui-jote ha sido la plataforma del teatro en español en París, con una premisa: “ser un puente para que se realicen los sueños…”

Vale la pena detenernos en la ubicación sede del Festival: El Café de la Danza en el céntrico Barrio de la Bastilla de París, una sala de concier-tos que se transforma en escena teatral en el mes de noviembre, al conjuro del festival. Un escena-rio polivalente que cuenta con un ciclorama de piedra, que en sí mismo puede convertirse en un personaje para cada historia.

El director y dramaturgo español Jesús Arbués, que acaba de presentarse con su grupo en el festival en 2016, describe así su experien-cia en este foro:

No estamos en un teatro con terciopelo, ni columnas doradas, eso sí, es una sala bien equipada, cómoda para el trabajo. El Café de la Danza tiene un equipo joven, y, en este caso, la juventud y el desenfado no es incompatible con la profesionalidad (son excelentes técni-cos), ni el cariño con la seriedad en el trabajo. En el Café de la Danza no te enteras de quién es el jefe (quizá no lo haya), todo el equipo ayuda a descargar, y te ponen luego una cer-veza o dan la entrada a la sala. Si la compañía fuma, se fuma; si la compañía se va a comer, se para el montaje. ¿Hasta qué hora? Hasta que la compañía regrese.Todo huele a teatro, del de antes, del de la

ilusión, sin naftalina. Sin la negra rutina de los burócratas. Es todo tan normal que nos parece extraordinario…

Y es verdad, el festival se celebra dentro de un ambiente de buen humor, sin pretensiones, amis-toso para las compañías y para los espectado-res, sin solemnidades, ni presentaciones oficiales pero con la cordialidad del propio Luis Jiménez

Juana la reina que no quiso reinar, Histrión.Foto: Pablo MaBe

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y su grupo, presentes cada noche para recibir al público. Por algo este festival mantiene una cons-tante de público envidiable que le da su principal característica y fuerza. Porque tendríamos que advertir que durante esos veinticinco años muchos festivales dedicados a Hispanoamérica han naufra-gado en Francia. Los de Bayona, Burdeos, algún intento incipiente en París, uno muy importante en Grenoble, todos navegan hoy las inmensas aguas del olvido… Mientras que el Festival Don Quijote de París sigue cabalgando para “propiciar sueños…”

EDICIÓN 2016, I PARTEDejemos las presentaciones, muy importan-

tes para entender al Don Quijote, y vayamos a lo presentado este año. Para esta edición se han recuperado parte de los espectáculos que tuvie-ron que anularse en 2015, debido a los atenta-dos de París, que dejaron una herida que durante muchas semanas afectó la actividad nocturna de la capital francesa. Tres espectáculos de muy buena factura fueron rescatados de aquella pro-gramación malograda y se presentaron en la pri-mera parte del festival en el mes de octubre.

La Celestina, clásico de Fernando de Rojas, en una versión muy dinámica para siete actores de la compañía Atalaya dirigidos por Ricardo Iniesta. La noche anterior esta compañía se había presentado en el Festival Noches de Moscú en donde recibió el premio al mejor espectáculo. Cuando vimos la obra no sabíamos

que le habían otorgado este reconocimiento, así que nuestra visión fue inocente y nos sorpren-dió por su fluidez y frescura. Antes del espec-táculo el director, Ricardo Iniesta, explicó que una de las razones para insistir en presentar la obra en París fue para no dejarse vencer por los asesinos y mostrar que el teatro tiene su propia fuerza y convicción.

La Celestina es un espectáculo dinámico y depurado: la actuación y el texto conforman la escenografía, y la luz da el ritmo a la acción. Otro hallazgo de la puesta en escena es el uso del canto que recrea la atmósfera medieval de la trama, y su carácter trágico-litúrgico.

Juana, la reina que no quiso reinar es un monó-logo de Jesús Carazo interpretado por Gema Matarranz. Una mujer en la tormenta del poder en la corte española del Siglo XVI. Lo más notable de esta puesta en escena es el trabajo de la actriz que ya fue recompensada en Andalucía en 2015 y que estuvo nominada en tres categorías a los Pre-mios Max de ese mismo año. El texto de Carazo adquiere un volumen extraordinario gracias a la interpretación de Gema Matarranz y sedujo al público parisino.

Ligeros de equipaje, escrita y dirigida por Jesús Arbuéz, actuada por Pedro Rebollo y Javier Gar-cía, cerró la primera parte del festival. El tema es universal aunque se ubique en España: habla del destierro, de la inmigración obligada, del desa-rraigo y de las pequeñas vilezas cotidianas para sobrevivir en una dictadura. Rememora el final de la Guerra Civil con la huida de millones de

Miguel de Molina al desnudo, Ángel Ruiz

La Celestina, Atalaya. Foto: Luis Castilla

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personas y tal vez por eso no ha sido estrenada en Madrid. A la capital de ‘la Movida’ no le gusta que le perturben la fiesta con recuerdos machacones y desagradables. Pero Ligeros de equipaje es una reflexión importante sobre la condición humana y la necesidad de no cargar con demasiadas cosas en esta vida en la que estamos de paso. Arbuéz logra hacernos pensar en el horror de la guerra y una de sus consecuencias: la inmigración obli-gada con su desarraigo. Un tema de mucha actua-lidad en estos momentos en Europa, y lo aborda con gracia y respeto, en un conmovedor diálogo intergeneracional.

II PARTE NOVIEMBRE 2016 En la segunda parte del festival, la que corres-

ponde a la programación 2016, asistimos a ocho espectáculos y una conferencia conmemorativa por los cuatrocientos años de la muerte de Cervan- tes. Se trató del coloquio “Hablemos de Cer- vantes” en la Universidad de la Sorbona de París, organizado por Luis Jiménez, con la participa-ción de dos dramaturgos españoles, Laila Ripoll y Alberto Conejero, y de varios investigadores uni-versitarios franceses. El Anfiteatro Richelieu de la Sorbona, sede del evento, estuvo abarrotado con estudiantes y público del festival que discutieron con fervor sobre las influencias del autor del Qui-jote en la dramaturgia hispánica actual.

Ya en los espectáculos presentados en noviem-bre advertimos que dominó el tema de la supervi-vencia y la esperanza, así como el de la transmisión

de la memoria para aprender de la historia y sus tragedias.

De este modo en La piedra oscura, de Alberto Conejero con la compañía Lazona, se habla de la transmisión de las obras póstumas de Federico García Lorca, a través de su último compañero sentimental que va a ser fusilado en la madru-gada por las guardias franquistas. El soldado-ver-dugo que lo vigila será el encargado de rescatar la obra de Lorca. Fuerte imagen pues los humanos nos vemos sumergidos en conflictos que rebasan con mucho nuestra insignificancia.

Triángulo azul, de Laila Ripoll y Mariano Llo-rente con la compañía Micomicón, aborda el tema de los españoles enviados al campo de concentra-ción de Mauthausen, en Austria, donde algunos lograron sobrevivir al infierno gracias a su orga-nización republicana. En esta obra también se habla de la transmisión de testimonios, en este caso cientos de fotografías del campo de concen-tración que fueron rescatadas por los internos, y gracias a las cuales se pudo constatar la barbarie cotidiana de estos centros de exterminio, imáge-nes que fueron la base de procesos históricos des-pués de la Segunda Guerra Mundial.

Famélica, de Juan Mayorga, es una experien-cia de creación de texto entre la compañía La Cantera y el dramaturgo. Una obra insólita sobre el mundo del trabajo y las corporaciones en la actualidad, aunque un poco desdibujada en su trama. Los actores defendieron este texto con pasión y talento.

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La piedra oscura, Compañía Lazona, y Ligeros de equipaje, bajo la dirección de Jesús Arbuéz

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Y finalmente Miguel de Molina al desnudo, monó-logo escrito y actuado por Ángel Ruiz sobre el artista de la copla española Miguel Molina, quien sufrió, a pesar de su apatía política, el embate de la repre-sión franquista al término de la guerra civil. Ángel Ruiz hace una prodigiosa interpretación del destino de este artista, en donde conjuga excelencia inter-pretativa, así como una facilidad sorprendente para cantar la copla española. Miguel de Molina terminó sus días desterrado de Buenos Aires.

Tenemos que mencionar también a las obras que se presentaron fuera del recinto del Café de la Danza, entre ellas algunas latinoamericanas. Les Bonnes Dames (Las buenas damas), del chileno Cristián Soto, Naftalina, de María José Pazos con la compañía Arrieritos, Barro rojo, escrita y actuada por Javier Liñera, y por último Potestad, del argen-tino Eduardo Pavlovsky, dirigida por Bertrand Mar-cos e interpretada por Charles González.

CONFLUENCIAS E INCERTIDUMBRESSaquemos como conclusión que la calidad

del Festival Don Quijote se incrementa edición tras edición aunque los apoyos para su realiza-ción disminuyan. Los problemas que se ciernen en torno a la continuidad de este puente para el teatro latinoamericano y español en Francia son múltiples, pero se resumen en la falta de subven-ciones para su continuidad. Así lo escribe Luis Jiménez en el prólogo del programa: “Esta edición 25 alcanza una dimensión especialmente quijo-tesca luchando contra los molinos de viento de las burocracias culturales, para transformarse en un acto de resistencia utópica…”

Y ya como epílogo, el Festival Don Quijote entregó una carta en forma de llamado urgente a la solidaridad del público, periodistas y creadores que dice entre otras cosas…

El Festival Don Quijote de París (…) es el evento cultural de las artes escénicas con mayor parti-cipación de artistas españoles en el exterior… Sin embargo ante la falta de voluntad política (…) el festival atraviesa una situación delicada en relación a su continuidad. Para la 25 edición (presentada en dos partes) solo se han recibido 35 mil euros de ayuda pública. Queremos hacerles partícipes de las dificultades a las que nos enfrentamos y que ponen en riesgo el futuro del festival… Así pues queda consignado, El Festival Don Qui-

jote de París corre un serio riesgo para su edición en 2017. Hacemos votos para que las autoridades españolas y francesas intervengan para que tal desgracia no ocurra y tantos esfuerzos no sean echados a la borda por negligencia, ignorancia y egoísmo de los políticos proponen una Europa unida en los negocios y se olvidan de la Europa de la Cultura, la que le da su carácter y personalidad.

¡Muchos años de vida para el Festival Don Qui-jote de París! m

Famélica, Juan Mayorga y Compañía La Cantera

Triángulo azul, Micomicón