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TEMAS & MATIZES - Nº 11 - PRIMEIRO SEMESTRE DE 2007

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BIOPOLÍTICA Y GUBERNAMENTALIDAD

Edgardo Castro

DOSSIÊ BIOPOLÍTICA

T E M A S & M A T I Z E S

RESUMEN: En los últimos años, más precisamente a partir de los trabajos de Michel Foucaultde la década de 1970, los conceptos de biopolítica y de gubernamentalidad han adquiridouna importancia creciente a la hora de comprender y explicar los actuales procesos políticos.Nos proponemos en este artículo ofrecer un mapa conceptual de estas categorías, tomandocomo eje la obra foucaulteana.

PALABRAS CLAVE: Foucault; Biopolítica; Gubernamentalidad.

ABSTRACT: In the last years, in fact starting from the works of Michel Foucault of thedecade of 1970, the concepts of biopolitics and governmentality have acquired a growingimportance to understand and to explain the current political processes. We intend in thisarticle to offer a conceptual map of these categories, taking as axis the work of Foucault.

KEYWORDS: Foucault; Biopolitics; Governmentality.

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1. La noción de biopolíticaantes de Foucault

or cuanto sabemos, el origen deltérmino “biopolítica” se remonta alsueco Rudolf Kyellen (Stormakterma.Konturer kring samtidens storpolitik,Stockhol, 1905). A partir de

entonces, es p3osible distinguir,esquemáticamente, dos diferentes conceptosde biopolítica. En un primer sentido, eltérmino biopolítica hace referencia a unaconcepción de la sociedad, del estado y de lapolítica en términos biológicos y, másprecisamente, patológicos: el estado es unarealidad biológica, un organismo, y, puestoque este organismo vive en un continuodesorden, la política tiene que basarse en lapatología. En un segundo sentido, y en unmovimiento inverso al anterior, aunque nosin relaciones con él, el término biopolíticaes utilizado para dar cuentas del modo enque el estado, la política, el gobierno se hacecargo, en sus cálculos y mecanismos, de lavida biológica del hombre. El primer sentidoes el que ha dominado la historia del términohasta los años setenta del siglo XX; elsegundo se ha impuesto, en esos años, apartir de los trabajos de Michel Foucault.Podemos dividir, así, la historia del conceptode biopolítica en dos grandes momentos quecorresponden, respectivamente, al primer yal segundo sentido. El trabajo de M. Foucaultpuede considerarse como el punto deinflexión entre ellos.

Ahora bien, siguiendo a RobertoEsposito (2004, p. 3-39) y a Antonella Cutro(2005, p. 16-25), dentro del primer momentose pueden distinguir tres etapas:

1) Una etapa organicista, en el primertrienio del siglo XX, mayormente en lenguaalemana y en la que hay que ubicar a Kyellen(Grundriß zu einem System der Politik, 1920) ya Jacob von Uexküll (Staatsbiologie. Anatomie,Phisiologie, Pathologie des Staates, 1920). Estafase está dominada por el esfuerzo de pensarel estado como un organismo viviente.

Un ejemplo mayor de esta etapa loencontramos en el trabajo de M. Roberts, de

1938, Biopolitics. An Essay on the physiology,pathology and politics of social and somaticorganisms: “[...] el único camino que tenemospara tratar del gobierno es considerarlo nocomo un sofisticado instrumento elaboradohistóricamente, sino como un aparatofisiológico experimental que reacciona alambiente interno y externo según leyesfísicas. No es seguro, sin embargo, que elhacerlo ofrezca ventajas prácticas para quiense ocupa de política; de todos modos, no haydudas de que, en el caso en que se lleve acabo, todas las tareas deberían ser confiadasal biólogo” (Roberts, 1938, p. 206).1

2) Una etapa humanista, alrededor de losaños sesenta y prevalentemente en lenguafrancesa. Aquí encontramos a AaronStarobinski (La biopolitique. Essaid’interprétation de l’histoire de l’humanité et descivilisations, 1960) y a Edgar Morin(Introduction à une politique de l’homme, 1965).En esta segunda fase, se busca explicar lahistoria de la humanidad partiendo de la vida,sin reducir por ello la historia a lanaturaleza.

“Hay dos actitudes diferentes respectode la historia. La de Jacob Burkhardt queadmite la existencia y la importancia defuerzas espirituales en la historia y la deSpengler para el que, en definitiva, laspotencias zoológicas de la raza y de la sangreguían la evolución de la civilización. Hay,entonces, dos especies de factores quedirigen la historia: los factores espirituales,que dependen de la razón, de nuestro idealmoral y religioso, y los factores puramentebiológicos que se vinculan con el apetito ycon la voluntad de potencia. Éstas son lascausas invisibles que analizaremos en elcurso de nuestra exposición de la biopolítica.”(Starobinski, 1960, p. 1).

3) Una etapa naturalista, a partir demediados de los sesenta y preferentementeen lengua inglesa (Lynton Caldwell,“Biopolitics: Science, Ethics and PublicPolicy”, en The Yale Review, n. 54, 1964, págs.1-16; James Davies, Human Nature in Politics,1963). Aquí la naturaleza aparece como elúnico referente regulativo de la política.

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Como lo expresan Albert Somit ySteven Peterson, “con el término biopolíticase entiende usualmente el enfoque deaquellos científicos de la política que utilizanlos conceptos biológicos (en particular lateoría neodarwiniana del evolucionismo) ylas técnicas de investigación biológica paraestudiar, explicar, prever y, algunas veces,prescribir el comportamiento político” (1972,p. 215).

A estas tres etapas del concepto debiopolítica es necesario anteponer otra quecorresponde al concepto, de origen positivista,de biocracia (biocratie). En efecto, el término“biocratie” es utilizado por Auguste Comteen el Système de politique positive ou traité desociologie instituant la Religion de l’Humanité(1851, vol I, págs. 618-619 y 630). La biocraciaes definida como el orden natural einmanente de los animales disciplinables.Según Comte, las ciencias de la vida, quepermiten establecer las leyes de los seresvivientes, funcionan como principio auxiliarde la sociología, porque suministran las basesde la subjetividad positiva.

2. LAS NOCIONES DE BIOPOLÍTICA YGUBERNAMENTALIDAD EN MICHEL

FOUCAULT

La noción de “biopolítica” aparece enFoucault a partir de 1974 (por primera vezen “La naissance de la médecine sociale”,conferencia pronunciada en Río de Janeiro),2

encuentran una formulación más articuladaen la parte final de La volonté de savoir y unanálisis extenso en sus cursos en el Collègede France (“Il faut défendre la société”,“Securité, territoire et population” y “Naissancede la biopolitique”).

En La volonté de savoir, la cuestión delbiopoder aparece luego de la descripción dela formación del dispositivo de sexualidad yacaba en la cuestión del racismo moderno,un racismo biológico y de Estado (Foucault,1976, p. 177-211). Según Foucault, a partirde la época clásica, asistimos en occidentea una profunda transformación de losmecanismos de poder. Junto al antiguo

derecho del soberano de hacer morir o dejarvivir surge un poder de hacer vivir oabandonar a la muerte. A partir del siglo XVII,el poder se ha organizado en torno de la vida,bajo dos formas principales que no sonantitéticas, sino que están atravesadas porun plexo de relaciones: por un lado, lasdisciplinas (una anatomo-política del cuerpohumano), que tienen como objeto el cuerpoindividual, considerado como una máquina;por otro lado, a partir de mediados del sigloXVIII, una biopolítica de la población, delcuerpo-especie, cuyo objeto será el cuerpoviviente, soporte de los procesos biológicos(nacimiento, mortalidad, salud, duración dela vida) (Foucault, 1976, p. 183).

En “Il faut défendre la société”, elbiopoder aparece al final de un extensorecorrido en el que Foucault analiza lastransformaciones del concepto de guerra derazas. Aquí Foucault comienza oponiendo la“hipótesis Nietzsche” a la “hipótesis Hobbes”.En esta oposición, busca dejar de lado lanoción de soberanía (a Hobbes) y servirse,en cambio, de las nociones de guerra y lucha(de Nietzsche) para analizar el poder. En laúltima lección de este curso, del 17 de marzode 1976, el tema de la biopolítica aparece,precisamente, como una transformaciónbiologicista y estatal de la “guerra de razas”.A partir de aquí, Foucault explica la aparicióndel racismo moderno.

En Sécurité, territoire et population yNaissance de la biopolitique, la cuestión de labiopolítica se inserta en el marco del análisisde la racionalidad política moderna,particularmente, en el estudio de la razónde estado y el liberalismo. “Pero me pareceque no se puede hacer el análisis de labiopolítica hasta que se haya comprendidoel régimen general de esta razóngubernamental [el liberalismo] de la que leshablo, este régimen general que se puedellamar la cuestión de la verdad. En primerlugar, de la verdad económica dentro de larazón gubernamental, y por consiguientehasta que no se comprenda bien de qué setrata este régimen que es el liberalismo, quese opone a la razón de Estado o, más bien,

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que la modifica fundamentalmente sin,quizás, poner en cuestión los fundamentos.Sólo cuando se haya comprendido que eraeste régimen gubernamental llamadoliberalismo se podrá, me parece, comprenderqué es la biopolítica” (Foucault, 2004, p. 24).

Como vemos, la cuestión de labiopolítica encuentra en Foucault tresdesarrollos no completamente integradosentre los años 1976-1979. En primer lugar,la cuestión de la biopolítica aparece comouna transformación de la “guerra de razas”.Esta posición es la que encontramosmayormente expuesta en “Il faut défendre lasociété”. En segundo lugar, en un texto quees completamente paralelo al anterior, a Lavolonté de savoir, la cuestión de la biopolíticaes introducida, a diferencia de cuanto ocurreen “Il faut défendre la société”, a partir de lanoción de soberanía, como una de lastransformaciones posibles del derechosoberano de “hacer morir o dejar vivir”. Aquí,Foucault no recurre, en su genealogía de labiopolítica, ni a la “hipótesis Nietzsche” ni alas nociones de guerra o lucha. A pesar deesta diferencia, la formación de la biopolíticamoderna también aparece en La volonté desavoir como la condición histórica deposibilidad del racismo moderno. En tercerlugar, la formación de la biopolítica noaparece fundamentalmente relacionada conel racismo moderno, sino con lo que llamarála gubernamentalidad.

En cuanto a la noción foucaultiana degobierno, ésta tiene, para expresarlo dealguna manera, dos ejes: el gobierno comorelación entre sujetos y el gobierno comorelación consigo mismo. En el primer sentido,“[...] [el gobierno] es un conjunto de accionessobre acciones posibles. Trabaja sobre uncampo de posibilidad en el que viene ainscribirse el comportamiento de los sujetosque actúan: incita, induce, desvía, facilita odificulta, extiende o limita, hace más o menosprobable, llevado al límite, obliga o impideabsolutamente. Pero es siempre una manerade actuar sobre uno o varios sujetosactuantes, y ello en tanto que actúan o sonsusceptibles de actuar. Una acción sobre

acciones” (Foucaul, 1994b, p. 237). Se trata,en definitiva, de una conducta que tiene porobjeto la conducta de otro individuo o de ungrupo. Gobernar consiste en conducirconductas. Foucault quiere mantener sunoción de gobierno lo más amplia posible.Pero, en el segundo sentido, es también delorden del gobierno la relación que uno puedeestablecer consigo mismo en la medida enque, por ejemplo, se trata de dominar losplaceres o los deseos (Foucault, 1984, p. 95).Foucault se interesa particularmente por larelación entre las formas de gobierno de sí ylas formas de gobierno de los otros. Los modosde objetivación-subjetivación se sitúan en elcruce de estos dos ejes. Esto vale sobre todopara sus trabajos sobre la ética antigua ysobre el poder pastoral.

Foucault utiliza el término“gubernamentalidad” para referirse al objetode estudio de las maneras de gobernar.Encontramos, en consonancia con los ejesde la noción de gobierno que mencionamos,dos ideas de gubernamentalidad. En primerlugar, encontramos un dominio definido por:1) el conjunto constituido por lasinstituciones, los procedimientos, análisis yreflexiones, cálculos y tácticas que permitenejercer esta forma de ejercicio del poder quetiene por objetivo principal la población, porforma mayor la economía política, y porinstrumento técnico esencial los dispositivosde seguridad; 2) la tendencia, la línea defuerza que en Occidente condujo hacia lapreeminencia de este tipo de poder que esel gobierno sobre todos los otros –lasoberanía, la disciplina–, y que, por otraparte, permitió el desarrollo de toda unaserie de saberes; 3) el proceso o, mejor, elresultado del proceso por el cual el Estadode justicia de la Edad Media se convirtió,durante los siglos XV y XVI, en el Estadoadministrativo y finalmente en el Estadogubernamentalizado (Foucault, 1994a, p. 655).El estudio de las formas degubernamentalidad implica, entonces, elanálisis de formas de racionalidad, deprocedimientos técnicos, de formas deinstrumentalización. Se trata en este caso

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de lo que se podría llamar la“gubernamentalidad política”. En segundolugar, Foucault llama gubernamentalidad“[...] al encuentro entre las técnicas dedominación ejercidas sobre los otros y lastécnicas de sí” (Foucaul, 1994b, p. 785). Eneste sentido, el estudio de lagubernamentalidad no puede dejar de ladola relación del sujeto consigo mismo(Foucault, 2001, p. 241).

El análisis de la gubernamentalidadabarca, entonces, en un sentido muy amplio,el examen de lo que Foucault denomina lasartes de gobernar. Estas artes incluyen, ensu máxima extensión, el estudio del gobiernode sí (ética), el gobierno de los otros (laformas políticas de la gobernabilidad) y lasrelaciones entre el gobierno de sí y elgobierno de los otros. De esta forma, en estecampo estarían incluidos: el cuidado de sí,las diferentes formas de la ascesis (antigua,cristiana), el poder pastoral (la confesión, ladirección espiritual), las disciplinas, labiopolítica, la policía, la razón de Estado, elliberalismo. En un sentido más restringido,en el curso Sécurité, territoire et populationFoucault aborda las nociones degobernabilidad y artes de gobernar paradelimitar un campo de análisis que esdiferente del género “consejos al Príncipe” yde la ciencia política. Este curso resultaparticularmente interesante porque a partirde él podemos trazar las líneas de desarrollodel Estado moderno o lo que Foucault llamala formación del Estado gubernamentalizado.Foucault se propone analizar esta literaturadel arte de gobernar desde mediados del sigloXVI hasta fines del siglo XVIII. Varias han sidolas razones de la aparición de esta abundanteliteratura que responde, en realidad, a unareactivación de la cuestión “¿cómogobernar?”. Ha existido, sin duda, un retornodel estoicismo, que ha sido importante; perolas causas se pueden reduciresquemáticamente a dos: el movimiento deconcentración estatal (la aparición de losestados nacionales) y el movimiento dedispersión y disidencia religiosa (la Reforma).Foucault toma en consideración la obra de

G. de La Perrière (Le Miroir politique, contenantdiverses manières de gouverner et policer lesrépubliques, 1555) y François de la Mothe LeVayer (L’œconomie du Prince, 1653). Esteúltimo distingue tres formas de gobierno: elgobierno de sí (la moral), el gobierno de lafamilia y de la casa (economía) y el gobiernodel Estado (la política). A pesar de estadistinción, existe una doble continuidad entreestas formas de gobernar: una continuidadascendente (quien gobierne el Estado tieneque poder gobernarse a sí mismo) y unacontinuidad descendente (en un Estado biengobernado, los padres saben gobernar la casay también los individuos se comportancorrectamente). La pedagogía del príncipeasegura la continuidad ascendente y lapolicía asegura la descendente. Laproblemática de toda esta literatura, no sólola de Mothe Le Vayer, consiste, segúnFoucault, en cómo introducir la economía enla política. “Gobernar un Estado será,entonces, poner en funcionamiento laeconomía, una economía en el nivel delEstado entero, es decir, tener respecto delos habitantes, de las riquezas, de la conductade todos y de cada uno, una forma devigilancia, de control no menos atento queaquél del padre de familia sobre la casa ysus bienes. […] En el siglo XVI el término‘economía’ designaba una forma de gobierno;en el siglo XVIII, designa un nivel de realidad,un campo de intervención […]” (Foucault,1994a, p. 642). Desde este punto de vista, ya diferencia de los otros géneros acerca delgobierno, el objeto del gobierno no es elterritorio, sino la población. “Para decir lascosas muy esquemáticamente, el arte degobernar encuentra hacia fines del siglo XVI

y comienzos del XVII una primera forma decristalización. Ésta se organiza en torno altema de una razón de Estado, entendida noen el sentido peyorativo y negativo que se leda hoy (destruir los principios del derecho,de la equidad o de la humanidad en el solointerés del Estado), sino en un sentidopositivo y pleno. El Estado se gobierna segúnlas leyes racionales que le son propias, queno se deducen de las solas leyes naturales

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o divinas, ni de los solos preceptos de lasabiduría y de la prudencia; el Estado, comola naturaleza, tiene su propia racionalidad,aunque sea de un tipo diferente.Inversamente, el arte de gobernar, en lugarde ir a buscar sus fundamentos en reglastrascendentes, en un modelo cosmológico oen un ideal filosófico y moral, deberáencontrar los principios de su racionalidaden lo que constituye la realidad específicadel Estado.” (Foucault, 1994a, p. 648). Elmercantilismo ha sido la primera forma deracionalización del ejercicio del poder comopráctica de gubernamentalidad, la primeraforma de un saber constituido para serutilizado como táctica de gobierno. Eldesarrollo de esta primera forma ha sidobloqueado, fundamentalmente, a causa dela preocupación por conjugar este arte degobernar con la teoría de la soberanía y conla teoría del contrato. Sin embargo, en elsiglo XVII ciertas circunstancias determinanla reactivación del género “artes degobernar”: la expansión demográfica, laabundancia monetaria, el aumento de laproducción agrícola o, para ser más precisos,el recentramiento de la economía no sobrela familia, sino sobre la población. Estoconlleva una serie de consecuencias:desaparición del modelo familiar comomodelo del gobierno (la familia se convertiráahora en instrumento del gobierno de laspoblaciones), surgimiento de la poblacióncomo el objetivo último del gobierno (mejorade la situación de la población, aumento delas riquezas, de la duración de la vida, mejorade la salud), aparición de un saber propiodel gobierno que, en sentido lato, se llamará“economía política”. “Sintéticamente, el pasode un arte de gobernar a una ciencia política,el paso de un régimen dominado por lasestructuras de la soberanía a un régimendominado por las técnicas se lleva a cabo,en el siglo XVIII, en torno a la población y, enconsecuencia, en torno al nacimiento de laeconomía política” (Foucault, 1994a, p. 653).Esto no significa, sin embargo, que se hayadejado de lado las cuestiones de la soberaníay de las disciplinas. Ambas serán

profundizadas, pero desde la perspectiva delgobierno de las poblaciones. “De manera quees necesario comprender bien las cosas nocomo un reemplazo de una sociedad desoberanía por una sociedad de disciplina, yluego de una sociedad de disciplina por unasociedad, digamos, gubernamental. Se da,de hecho, un triángulo soberanía-disciplina-gestión gubernamental cuyo objetivo principales la población y cuyos mecanismosesenciales son los dispositivos de seguridad”(Foucault, 1994a, p. 654).

Para Foucault, en definitiva, no es elEstado ni la estatización de la sociedad loque tiene importancia para nuestraactualidad, para la modernidad, sino lagubernamentalización del Estado. En estesentido, Foucault se mueve con una tipologíade los estados que se puede resumir de estemodo: el estado de justicia (nacido en unaterritorialidad de tipo feudal), el estadoadministrativo de los siglos XV y XVI (quecorresponde a una sociedad de reglamentosy disciplinas con una territorialidad defronteras y no feudal), el Estado gubernamental(que tiene por objetivo la población y no elterritorio, que utiliza un saber económico,que controla la sociedad por dispositivos deseguridad) (Foucault, 1994a, p. 653-54).

Se puede comprender, a la luz decuanto acabamos de exponer, la importanciaque tendrá en el pensamiento de Foucaultla cuestión del liberalismo desde el puntode vista de la racionalidad de las prácticasde gubernamentalidad.

3. EL CONCEPTO DE BIOPOLÍTICADESPUÉS DE FOUCAULT

Como continuación del análisisfoucaultiano de la biopolítica se puedenindividuar varias líneas de investigación.Para los objetivos de nuestro trabajo, nosinteresan particularmente las de GiorgioAgamben y Roberto Esposito:

Agamben encuentra una identidad deforma entre las aporías del concepto desoberanía y el de estado de excepción, porun lado, y las aporías del homo sacer, por otro.

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El estado de excepción, en efecto, seencuentra en una relación de inclusión y,al mismo tiempo, de exclusión respecto delorden jurídico. De exclusión, porque es,precisamente, excepción, suspensión delorden jurídico; de inclusión, porque sólo enrelación con él puede ser pensado como“excepción”. Ahora bien, en algunas figurasdel derecho nos encontramos con unasituación análoga; entre ellas, la del homosacer. Según Festus (Sextus PompeiusFestus, Sobre la significación de las palabras,s. II d.C.), alguien que ha sido juzgado poralgún crimen es declarado homo sacer por elpueblo; lo que implica, por un lado, que quienlo mate no comete homicidio y, por otro lado,que su vida no puede ser ofrecida ensacrificio. La vida homo sacer se sitúa,entonces, en una zona que está fuera de laley de los hombres y también fuera de la leyde los dioses (Agamben, 1995, p. 79-82). Éstaes la vida desnuda, aquella que puede sersuprimida sin necesidad de ofrecersacrificios y sin cometer homicidio. Essoberano el poder que se encuentra en estasituación respecto de la vida. Poder soberanoy vida desnuda son, así, términosconstitutivamente correlativos. “Ambos [elhomo sacer y el poder soberano] comunicanen la figura de un obrar que, colocándosefuera tanto del derecho humano como deldivino, tanto de nómos como de la phúsis,delimita, sin embargo, en cierto sentido elprimer espacio político en sentido propio,distinto tanto del ámbito religioso como delprofano, tanto del orden natural como elorden jurídico normal” (Agamben, 1995, p.94).

El homo sacer es una figura de lacultura latina, en las mitologías y tradicionesgermánica y escandinava, encontramos, encambio, los hermanos del homo sacer: elhombre-lobo, el hombre bandido (puesto fuerade la ley), el friedlos. Ni hombre ni bestia,habita en ambos mundos sin pertenecer aninguno de ellos. En este sentido, habría queinterpretar la mitología hobbesiana del estadode naturaleza, en el que cada hombre es unlobo para los otro (homo homini lupus). Según

Agamben, hay en esta afirmación un eco delcaput lupinum de las leyes de Eduardo elConfesor (Agamben, 1995, p. 117-118). Másque un estado de guerra de todos contratodos, una situación, más bien, en la quecada uno es para otro un caput lupinum, unhomo sacer. “El estado de naturaleza es, enverdad, un estado de excepción en que laciudad aparece por un instante (que es, a lavez, intervalo cronológico e instanteintemporal) tanquam dissoluta. Dicho de otramanera, la fundación no es un hecho quetuvo lugar una vez por todas in illo tempore,ella se está realizando continuamente en elestado social bajo la forma de la decisiónsoberana. […] Conviene abandonar sinreserva todas las representaciones del actopolítico originario como contrato o convenciónque marcaría de manera puntual y precisael paso del estado de naturaleza al Estado”(Agamben, 1995, p. 121).

En este sentido, habría que modificarla interpretación que Foucault nos ofrece deHobbes y del concepto de soberanía en dospuntos fundamentales. En primer lugar,cuando, en «Il faut défendre la société», Foucaultvincula casi exclusivamente la teoríahobbesiana de la soberanía al acuerdo devoluntades entre rivalidades “naturalmenteigualitarias”; el segundo lugar, cuando, enLa volonté de savoir, explicando precisamentela aparición del biopoder, hace del derechode castigar, del jus puniendi, un derecho quelos ciudadanos habrían conferido al soberano.“Contrariamente a cuanto nosotros, losmodernos, estamos habituados arepresentarnos el espacio de la política entérminos de derechos del ciudadano, devoluntad libre y de contrato social; desde elpunto de vista de la auténtica soberanía política,[el espacio político] es sólo vida desnuda. Porello, en Hobbes, el fundamento del podersoberano no hay que buscarlo en la cesiónlibre, por parte de todos los súbditos, de suderecho natural; sino, más bien, en laconservación, por parte del soberano, de suderecho natural de hacer cualquier cosarespecto de cualquiera, que se presenta,ahora, como derecho de castigar. […] La

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violencia soberana no está, en verdad,fundada en un pacto, sino en la inclusiónexclusiva de la vida desnuda en el estado”(Agamben, 1995, p. 118-119).

Vemos cómo lo que está implícito en elconcepto mismo de soberanía no es ni másni menos que la problemática del biopoder,es decir, de la mutua implicación entrepolítica y vida. Agamben, al inicio de Homosacer, señala cómo los griegos distinguían lazoé (la vida animal, la vida biológica diríamoscon nuestro vocabulario) del bíos (la vidacalificada, el modo de vida); del mismo modoque distinguían entre oîkos (la casa) pólis (laciudad); el oîkos delimitaba la esfera de lazoé, la pólis, el ámbito del bíos. Lo que haocurrido con la modernidad (aunque paraAgamben esto define todo poder soberano,no sólo el moderno) es la inclusión de la zoéen la pólis (Agamben, 1995, p. 3-5). A la luzde estas precisiones, se puede comprender,por otro lado, la problemática que plantea lamisma expresión “economía política”. Paranosotros, los modernos, la conjunción deestos dos conceptos, que los griegosmantenían separados, se ha convertido, acausa de su cotidianeidad, en casi evidente.

Se percibe fácilmente cómo las queFoucault llama “sociedades denormalización” son “sociedades de estado deexcepción”; en ellas, se puede disponer dela vida sin más (sin cometer homicidio y sincelebrar sacrificios), en ellas, los hombrestienden a convertirse en homines sacri. Peroel concepto de “estado de excepción” permite,además, retomar la categoría de soberaníasin renunciar al “historicismo político” queFoucault planteaba en «Il faut défendre lasociété» para marcar la oposición a unasoberanía originada en el contrato. Elconcepto de estado de excepción, en efecto,nos refiere a ese punto en el que el poder yla vida, el poder soberano y la vida desnudase encuentran implicados más allá de todanaturaleza y de toda ley, de toda phýsis y detodo nómos. “Si es verdad que la articulaciónentre la vida y el derecho, anomía y nómosproducida por el estado de excepción eseficaz, aunque ficticia, no se puede, sin

embargo, extraer como consecuencia que,más allá o más acá de los dispositivosjurídicos, se da un acceso inmediato a aquellode lo que ellos [la vida y el derecho]representan la fractura y, al mismo tiempo,la imposible composición. No hay, primero, lavida como dato biológico natural y la anomíacomo estado de naturaleza y, luego, suimplicación en el derecho a través del estadode excepción. Al contrario, la mismaposibilidad de distinguir entre vida y derecho,anomía y nómos coincide con su articulaciónen la máquina biopolítica. La vida desnudaes un producto de la máquina y no algo quepreexiste a ella, así como el derecho no tieneninguna base en la naturaleza o en la mentedivina. […] La política ha sufrido un eclipsedurable porque se ha contaminado con elderecho, concibiéndose, en el mejor de loscasos, como poder constituyente (es decir,violencia que establece el derecho), cuandono se reduce simplemente a poder denegociación con el derecho. Verdaderamentepolítica es, en cambio, sólo la acción querompe el nexo entre violencia y derecho. Ysólo a partir del espacio que así se abre, seráposible preguntarse acerca de un eventualuso del derecho después de la desactivacióndel dispositivo que, en el estado de excepción,lo ligaba a la vida” (Agamben, 2003, p. 112-113).

Comunidad, inmunidad y vida son lostres grandes ejes de trabajo de RobertoEsposito. En Communitas (1998), Esposito sepropone substraerse a la dialéctica quedomina el debate actual acerca de lacomunidad, es decir, a la dialéctica entre locomún y lo propio; pues, en ella, a pesar dela oposición entre “común” y “propio”, locomún es identificado con su contrario: escomún lo que une en una única identidadpropia (étnica, territorial, espiritual), teneren común es ser propietarios de algo común...Para ello, parte de otra posibilidad etimológicadel término “communitas”, la que subraya, enél, el término “munus”. “Communitas” sedescompone, entonces, en “cum” y “munus”.Pero, ¿qué debemos entender por “munus”?En primer lugar, es necesario tener

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presente, que “munus” se dice tanto de lopúblico como de lo privado. De este modo, laoposición “público”/”propio” y “público”/”privado” queda fuera de la esfera semánticade “munus”. En segundo lugar, “munus” puedesignificar onus (obligación), officium (oficio,función) y donum (don). Las dos primerasacepciones son formas del deber, peroEsposito subraya que también lo es el don.El “munus”, en efecto, es una forma particularde don, el don que, aunque suenecontradictorio a nuestros oídos, esobligatorio. Es un don que se da porque sedebe dar y no puede no darse. Entonces, lacomunidad deja de ser aquello que susmiembros tienen en común, algo positivo, delo que son propietarios; comunidad es elconjunto de personas que están unidas porun deber, por una deuda, por una obligaciónde dar. La comunidad se vincula, así, con lasubstracción, con el sacrificio. “Por ello, lacomunidad no puede ser pensada como uncuerpo, una corporación, en la cual losindividuos se fundan en un individuo másgrande. Pero tampoco puede ser entendidacomo un recíproco ‘reconocimiento’intersubjetivo en el que ellos se reflejanconfirmando su identidad inicial” (Esposito,1998, p. XVII).

A partir de aquí, Esposito seguirá larelación comunidad/sacrificio en el discursopolítico-filosófico moderno a través de cuatroconceptos clave: culpa (J.-J. Rousseau), ley(I. Kant), apertura estática (M. Heidegger) yexperiencia soberana (G. Bataille).

En Immunitas (2002), nos encontramoscon un análisis etimológico-conceptual,paralelo y complementario al que Espositollevó a cabo con communitas. Inmune es, enun primer sentido, el que está privado odispensado de una obligación, de un deber,de un munus. Inmune resulta, entonces, unconcepto negativo. Pero, en la medida en queel munus del que se está dispensado es aquelque los otros tienen en común, inmuneexpresa también una comparación. Se trata“de la diversidad respecto de la condición delos otros” (Esposito, 2002, p. 8). Ahora bien,desplazándose del ámbito jurídico al bio-

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médico, la inmunidad adquiere otro sentido.En este caso, expresa “la refractariedad delorganismo respecto del peligro de contraeruna enfermedad” (Esposito, 2002, p.9).Aunque este sentido es antiguo, observaEsposito, el concepto sufre unatransformación en el siglo XIX, en relacióncon la práctica de la vacunación, con laintroducción de la noción de inmunidadadquirida. Una forma atenuada e inducidade infección puede prevenir, en efecto, unaenfermedad. Proteger la vida haciéndoleprobar la muerte. Esta aporía, según el autor,atraviesa todos los lenguajes de lamodernidad. Así, por ejemplo, la violencia esuno de los componentes del aparato jurídico-institucional destinado a reprimirla. El objetodel libro es, precisamente, estudiar estaaporía, la relación entre protección ynegación de la vida, como la formaconstitutiva de la modernidad política.

El tema de Bíos, como indica elsubtítulo, es la relación entre la biopolíticay la filosofía. A la luz de esta problemática,los tres primeros capítulos se ocupan,respectivamente, de Foucault, Hobbes y deNietzsche. El cuarto está dedicado a latanatopolítica y el último a una filosofía delbíos después del nazismo. Como nos advierteal final de la introducción, la tarea de sufilosofía no es proponer acciones políticas oconvertir a la biopolítica en la nueva banderade un manifiesto revolucionario o reformista.Sin que este niegue que la filosofía puedaefectivamente actuar sobre la política. Lapropuesta de Esposito no es “pensar la vidaen función de la política, sino pensar lapolítica en la misma forma de la vida”(Esposito, 2004, p. XVI). En última instancia,se trata de invertir el signo negativo que,con el paradigma inmunitario, haacompañado hasta ahora a la biopolítica.

En cada uno de estos tres trabajos,Esposito ha establecido un diálogo estrechocon los trabajos de Foucault. Este diálogoalcanza un balance crítico en el capítuloprimero de Bíos. Según Esposito, existen enFoucault dos modelos interpretativos de labiopolítica. En uno de ellos, la biopolítica es

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una articulación interna de la soberanía; en el otro, la soberanía es sólo una máscaraformal de la biopolítica. La tensión que se establece entre estas dos interpretaciones,según Esposito, encuentra su razón de ser en las insuficiencias del análisis foucaultianode la historiografía de la modernidad (Esposito, 2004, p. 37-39).

Texto recebido em abril de 2007.Aprovado para publicação em junho de 2007.

4. SOBRE O AUTOR:

Edgardo Castro é Doutor em Filosofia. Professor da Universidade Nacional de General SanMartin. Escola de Humanidades. Centro de Estudos Filosóficos. CONICET – Argentina.Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

T & M

5. NOTAS1. Excepto que indiquemos lo contrario, las traducciones son nuestras.2. Actualmente publicada en: FOUCAULT, M. Dits et écrits. Paris: Gallimard, 1994a (Vol. III).

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—. Dits et écrits. Paris: Gallimard, 1994a (Vol. III).

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