211938328 Enrique Seoane Ros Arquitectura en Lima

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18 de enero del 2014 ANIVERSARIO DE LIMA 56 En esta Lima que crece y crece, una suerte de indiferencia histórica nos invita a revisar la poco difundida obra del visionario arquitecto peruano Enrique Seoane Ros, a un año de que se celebre el centenario de su nacimiento. ESCRIBE ELSA ESTREMADOYRO HELLER FOTOS ALEX KORNHUBER OBRA ILUMINADA

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18 de enero del 2014 ANIVERSARIO DE LIMA56

En esta Lima que crece y crece, una suerte de indiferencia histórica nos invita a revisar la poco

difundida obra del visionario arquitecto peruano Enrique Seoane Ros, a un año de que se celebre el

centenario de su nacimiento.ESCRIBE ELSA ESTREMADOYRO HELLER FOTOS ALEX KORNHUBER

OBRAILUMINADA

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ANTIGUO MINISTERIO DE EDUCACIÓN. Es el primer edificio construido con estructuras de acero en el Perú, entre 1951 y 1956. En el espacio que hoy llamamos galerías El Hueco, ubicadas al frente, se planeaba construir un bloque gemelo. Sobre estas líneas, la fina técnica gráfica de Seoane.

PERSPECTIVA DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN / ARCHIVO HISTÓRICO DE ARQUITECTURA, UNIVERSIDAD DE PIURA

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El joven porte-ro pregunta, en tono muy ama-ble, cuál es la razón por la que

estoy tomando tantas fotos al frontis de este edificio. “Es muy bonito”, respondo. “Me gustaría saber quién fue el arquitecto que lo construyó”. Sin mayor interés, me respon-de: “No lo sé, pero allí está su nombre”. En el céntrico edificio La Nacional, del jirón Camaná, una placa luce la res-puesta en altorrelieve sobre mármol: el arquitecto Enri-que Seoane Ros (Lima 1915- 1980). Una firma fundamental en la historia de la arquitectu-ra peruana, cuya suerte parece echada al olvido de las nuevas generaciones de limeños. Una obra que, en su mayor parte, luce ensombrecida por déca-das de smog, cuando no ha sido demolida ante la avalan-cha de nuevos proyectos inmo-biliarios que se reproducen en Lima. La reciente desaparición

pie de la letra en su obra, sino que le agregó sus referencias personales, creando una nue-va corriente en la arquitectura peruana. “Estilísticamente, a Seoane se le reconoce el uso de volúmenes limpios, que recuer-dan la arquitectura popular en adobe de la costa. El redondeo de las aristas, el uso de acen-tos en coronaciones, cornisas, balcones y rejas confieren a su arquitectura ese factor intuitivo

del Edificio Limatambo (ese de la Javier Prado, también construido por Seoane, y que lucía el icónico cartel lumino-so de Coca Cola en su cima) es el más oscuro ejemplo de este camino.

“Su producción es vasta y no hay manera de cuantificar-la. Mucha de ella ya ha sido demolida”, nos dice el arqui-tecto José Bentín Diez Canse-co, autor de Enrique Seoane

Ros. Una Búsqueda de Raíces Peruanas (1989), una biblia para los jóvenes arquitectos in-teresados en la obra del maes-tro, pero que ya está agotada en las librerías.

SU OBRACuando hacia 1939 Seoane ini-ció su labor profesional, todavía estaba de moda en Lima la ten-dencia neocolonial. Sin embar-go, el arquitecto no la aplicó al

LA FÉNIX PERUANA. El Premio Nacional de Fomento a la Cultura –Premio Chavín, en la categoría Arquitectura– le fue otorgado a Seoane por el diseño de este edificio (inaugurado en 1948 cerca a la Av. Wilson). Derecha: retrato de Enrique Seoane a carboncillo, autoría de Francisco San Martín.

PERSPECTIVA DEL EDIFICIO LA FÉNIX / ARCHIVO HISTÓRICO DE ARQUITECTURA, UNIVERSIDAD DE PIURA

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que solo poseen los artistas plás-ticos”, añade Bentín.

El desarrollo de residencias unifamiliares para clase me-dia alta, o casas de renta, lo convirtieron en un arquitecto con mucha clientela y lo con-sagraron como un artista de moda. “Fue un precursor de la arquitectura moderna en el Perú”, recuerda su hijo, Javier Seoane Morla, también arqui-tecto. Él cuenta que su padre se sentaba frente a su tablero y de allí no se movía por horas. “Nunca lo vi buscar referen-cias. En mi casa, por ejemplo, no recuerdo haber visto libros de arquitectura. Mi padre crea-ba a partir de su propia sensi-bilidad”.

Durante su infancia vivió varios años en provincia. Los viajes a través del Perú, la contemplación de los fastuo-sos paisajes, absorbidos por el niño Seoane, cimentaron un tesoro de influencias nativas que lo acompañarían el resto de su vida. La incorporación

de elementos prehispánicos es una de las características más representativas de su obra. Lo podemos ver en los frisos tridimensionales del antiguo Ministerio de Educación, fren-te al Parque Universitario. Sin embargo, por ello mismo fue criticado muy fuertemente por la corriente racionalista, un movimiento de origen eu-ropeo que propugnaba que la función es más importante que la forma.

La obra del arquitecto Seoa-ne presentó variantes de estilo y atravesó hasta cuatro dife-rentes períodos. Cada etapa contiene enfoques nuevos, pero, en muchos casos, los elementos se pasean de uno a otro momento, sin que ello significara un secreto.

UNA LIMA AGRIDULCEEn los años 40, Lima era una ciudad que despertaba a la modernidad, y Enrique Seoa-ne era absolutamente cons-ciente de los cambios que la

VIDA Y OBRA

� Debido al trabajo de su padre, Enrique Seoane vivió parte de su niñez en Cusco, Arequipa y Cajamarca.

� Se casó en dos ocasio-nes. De su primer matri-monio con la señora Regina Morla Vargas tiene cinco hijos.

� Otro edificio diseñado por Seoane fue el del Banco de la Nación del jirón Lampa, que colapsó tras los distur-bios sucedidos durante la Marcha de los Cuatro Suyos, el 2000.

� Una de sus últimas creaciones (1971-1974) fue el miraflorino hotel César, ubicado entre las calles La Paz y Diez Canseco. Hoy es el hotel Casa Andina.

DIAGONAL. Una obra generosamente plástica y estilizada. El trabajo de Seoane se luce en este edificio, construido en 1952 en la Av. Diagonal, en Miraflores.

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enmarcaban. “Él, junto a Héc-tor Velarde, Marquina y Mala-chowski fueron los construc-tores de la Lima del siglo XX, una que está desapareciendo a pasos agigantados. Si este ca-mino deconstructivo es inevi-table, cabe preguntarse cuál es el proceso de creación de la nueva ciudad. Me parece que no hay una sólida reflexión ar-quitectónica sobre esta trans-formación que atraviesa la ca-pital”, refiere el antropólogo Javier Torres Seoane.

Aliado de la libertad, el arqui-tecto mantuvo una magnífica relación con el lápiz. En aque-llos tiempos no existía el plotter (impresora computarizada) ni el programa Autocad. La exi-gencia creativa representaba un reto superlativo. “Seoane no era un conservador en arquitectura, era más bien un transformador. Veía cómo la ciudad iba cam-biando y, según se presentaba el caso, resolvía los problemas. La relación de Seoane con el es-pacio era amplia, dialogante y armónica”, explica Torres. Para el antropólogo, esa relación hoy no fluye, los edificios lucen en-

cerrados en sí mismos. “Casi to-dos iguales, parecen unas enor-mes cajas de zapatos vidriados”, detalla, y en este punto coincide también José Bentín. “La arqui-tectura hoy es más impersonal, está sujeta a modas interna-cionales e imposiciones de los clientes. No a todo lo que se construye hoy podemos llamar-le arquitectura”. Más enérgico incluso es Rici Lake, analista y periodista canadiense afincado en Lima por más de una déca-da. “La obra de Seoane está en-marcada en una ciudad que se desprecia, a la que su población no le tiene afecto. Y es por eso que es fácil borrar las huellas de su obra. El limeño no se siente orgulloso de serlo, como lo es el habitante de Nueva York, Lon-dres o Buenos Aires”.

A un año de celebrarse el centenario de su nacimiento, ¿qué compromiso podría brin-darle la ciudad de Lima a Seoa-ne? La reivindicación de su le-gado y la protección de su obra serían una justa reparación.

OSTOLAZA. El diseño de este edificio, ubicado en la esquina de las avenidas Tacna y Huancavelica, en el Centro de Lima, le valió su segundo premio Chavín, en 1953. Tenía un bloque de oficinas y otro de viviendas (que corresponde a estos ventanales).

CASA DONOFRIO. Esta es una de las pocas residencias familiares (de la década del 50) firmadas por Seoane, que aún se mantienen en pie. Abajo: Frisos Chan Chan coronan los aires del edificio Wilson, en la esquina de las avenidas Garcilaso de la Vega y Rufino Torrico.

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