211894197 No Te Olvides de Escribirme Isabel Dago

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  • NO TE OLVIDES DE ESCRIBIRME

    Isabel Dago

    Para Dioni,

    que siempre guard mis postales.

    Y para Angus,

    que siempre estuvo debajo de la mesa.

    PRLOGO

    Me escribirs, verdad?

    Eran las nueve de la noche y, aunque todava era verano, ya empezaba a oscurecer.Haba sido un da de mucho calor (ms tarde se recordara como uno de los peoresveranos de la dcada) y se agradeca que por fin soplara algo de aire. Dosadolescentes, un chico y una chica de unos 15 y 14 aos respectivamente, se mecan enlos columpios del jardn de la urbanizacin en la que vivan.

    Pues claro.

    Pero no te olvidars?

    Ella le mir y vio que l la observaba atentamente, como con el corazn en un puo,como si su vida pendiera de un hilo, como... como si de verdad creyera que no le fueraa escribir. Pero cmo iba a hacer eso?! Era su mejor amigo, haba sido su mejoramigo desde el momento en el que sus madres les haban puesto cara a cara porprimera vez, haca ya casi catorce aos. Desde entonces no se haban separado ni unminuto ms de lo necesario. Haban crecido juntos y se conocan como si fueranhermanos gemelos y la gente en la urbanizacin incluso deca que tenan esa conexinque, segn dicen, slo tienen aquellos que han compartido tero. Se conocan el uno alotro como a s mismos y de haberles planteado una posible explosin nuclear que fueraa acabar con el mundo y la posibilidad de poder elegir tan slo a una persona a la quesalvar, la respuesta habra sido inmediata: Jaime a Roco y Roco a Jaime. Y los dostenan hermanos.

    Eres idiota? Cmo me voy a olvidar?

    Roco se impuls con las piernas y el columpio empez a moverse. Jaime hizo lo

  • mismo, aunque slo fuera para no quedarse parado mientras ella pasaba una y otra vezpor su lado. Le mareaba.

    No s... Igual esta vez te olvidabas.

    Ella se ri y puso los pies en el suelo. El columpio fren y se tambale un poco delado a lado hasta que se detuvo por completo. Roco le mir y vio que no sonrea. Leestaba hablando completamente en serio. Puso los ojos en blanco, como haca cada vezque consideraba que alguien se empezaba a poner pesado.

    Me lo dices en serio?

    S.

    Si en todos estos aos no me he olvidado ni una sola vez, ni una recalc - qu tehace pensar que me olvidar sta?

    Esta vez Jaime puso los pies en el suelo y, tal y como haba hecho ella un minuto antes,fren el columpio. Se qued unos segundos callado y entonces, sabiendo que seexpona a una explosin del carcter de Roco ah y ahora, le dijo lo que ya le habarepetido varias veces en los ltimos das.

    Ests rara.

    Roco neg levemente con la cabeza y mir al frente. Haca casi dos semanas que habaempezado a salir con Bruno y le daba la impresin de que Jaime no lo llevaba nadabien.

    Estaba segura de que estaba celoso. No porque creyera que Jaime estuviera enamoradode ella ni muchsimo menos (se decan siempre el uno al otro que de pasar alguna vez

    algo entre ellos dos aquello habra de considerarse algo parecido al incesto), peroporque desde que ella empezara a salir con Bruno, ellos dos haban pasado menostiempo del habitual juntos. Estaba casi segura de que a l no le gustaba Bruno, aunqueno entenda bien por qu. Por todos era sabido que era el perfecto hijo, el perfectoalumno y, a su modo de ver, el perfecto novio y cada da que pasaba senta que querapasar ms tiempo con l. A veces se senta un poco culpable, pero luego se deca a simisma que aquello era lo normal, que ella y Jaime no podran estar toda la vida juntos,nada ms que ellos dos y sin alternar con otras personas y que Jaime bien poda irhacindose a la idea porque ella no tena ninguna intencin de dejarlo con Bruno. Pero

  • Jaime siempre le deca que estaba rara, que Bruno la estaba cambiando, que ya nohacan las mismas cosas de antes, que...

    cualquier cosa le vala para mostrar su desacuerdo con la relacin de Roco. Y Rocose estaba empezando a cansar de verdad.

    Ya ests otra vez con eso? Es que no sabes decirme otra cosa? No puedes dejarloya?

    Es que es lo que pienso.

    Pues igual deberas guardarte ciertas opiniones para ti.

    S... no le hecho nunca, as que no esperes que empiece a hacerlo ahora. Eso no lohara ni por ti.

    Lo dijo con sorna, con chulera, casi... casi con desprecio. Aquello fue la gota quecolm el vaso. Roco se levant del columpio y con los brazos en jarras se plantenfrente de l.

    Muchas veces la haba visto histrica, enfadada, pegando alaridos y mentando a lamadre de ms de uno, as que saba lo que se avecinaba. Pero esta vez Roco lesorprendi. No le grit ni le insult, sino que le habl con la voz ms calmada quejams la haba odo utilizar.

    Sabes lo que te digo? Que te vayas a la mierda. He estado esperando a que se tepasara esa actitud de... de gilipollas que has tenido estas ltimas dos semanas, a que tealegraras por m como has hecho cada vez que me ha pasado algo bueno.

    No necesito a alguien que me complique lo que tengo con Bruno porque para eso yaestn mis hermanos, que lo hacen muy bien. Necesito a mi amigo, a mi mejor amigo le brillaban los ojos y Jaime saba que en cualquier minuto le iban a empezar a rodarlas lgrimas por las mejillas Pero parece que mi mejor amigo se ha ido devacaciones y en su lugar ha venido un amargado que no sabe

    comportarse como debera hacerlo un amigo.

    Entrecomill la ltima palabra y aprovech para pasarse la manga del jersey por lanariz, que empezaba a gotear. Jaime fue a decir algo, pero no supo qu decirexactamente as que opt por quedarse callado, esperando a ver si Roco aada algoms.

  • As que... igual... igual tienes razn y esta vez s se me olvida mandarte la postal.

    Y con esa ltima frase que para muchos no significara nada, pero que para ellossignificaba un mundo, se dio la vuelta y se fue a casa. Y Jaime se dio cuenta porprimera vez de que realmente se haba comportado como un imbcil.

    Unos das despus Jaime entr en casa y al ir a dejar las llaves encima de la bandejade la entrada vio que de entre la pila de cartas asomaba el pico de algo que no parecaun sobre normal. Con el corazn latindole a mil por hora agarr ese pico y tir de l.Vio que se trataba de una postal. Ley:

    Hay cosas que no cambiarn nunca R.

    Le dio la vuelta a la postal y observ, con la sonrisa ms grande de toda su vida, a unKing Kong en blanco y negro encaramado a lo alto del Empire State Building. Y creyque nunca haba visto una imagen ms bonita que aquella.

    Roco y l estaban bien.

  • UNOHaca un fro horrible, la niebla era demasiado espesa como para poder ver ms allde un metro y las piernas le pesaban tanto que casi no poda caminar. Pero tena quedarse prisa, tena que seguir andando y esconderse o volveran a dispararle conaquellas ametralladoras gigantes. De repente tropez con algo y cay al suelo. Pero nocay sobre el suelo duro por el que haba estado caminando, sino que fue a caer encimade un montn de papeles. Cogi uno y se dio cuenta de que realmente era una postal. Sefij en el resto de papeles del montn y vio que todo eran postales. Le dio la vuelta a laque tena en la mano y vio que estaba en blanco salvo por su direccin. No le pareciraro que hubiera del orden de un milln de postales (postal arriba, postal abajo... noiba a contarlas todas) tiradas en mitad del bosque, ni que todas tuvieran su direccin,ni que cinco monos le estuvieran persiguiendo para dispararle con pistachos en vez decon balas.

    No... lo que le pareci raro fue que las postales estaban dirigidas a l y no a JaimeMoliner, como sola ocurrir siempre. All haba un error, tena que decrselo a losmonos antes de que volvieran a dispararle. Esas postales no eran para l, eran paraJaime, siempre eran para Jaime y, aunque no tena ni idea de quin era Jaime, no podaquitarle sus postales. Empez a or tiros de nuevo e intent levantarse, pero ahoraestaba completamente enterrado bajo el montn de postales y los monos llegaran encualquier momento. Se dio cuenta de que le perseguan por robo de identidad, pero lno haba robado nada en su vida y menos una identidad. Bueno, pens, una vez aquellabolsa de patatas fritas en el ultramarinos de al lado de casa...

    Abri los ojos.

    No haba monos, ni ametralladoras, ni municin de pistachos. Tampoco haba niebla nihaba bosque. No haba nada de nada, slo haba sido un sueo y l estaba en suhabitacin. Se dio la vuelta en la cama y vio a su lado una caja de zapatos. Suspir y sefrot los ojos. Deba de haberse quedado dormido leyendo. Porque si haba algo delsueo que acababa de tener presente en su habitacin en ese momento eran las postales.No llegaban a un milln, pero s podra haberlas contado por decenas. Decenas depostales de distintos lugares del mundo, pero siempre con el mismo destinatario, JaimeMoliner, y siempre la misma firma, -R.

    Se desperez y sali de la cama. Recogi las pocas postales que haba tiradas sobre lacama, las meti en la caja y la guard en un rincn del estante superior de su armario,el mismo lugar donde la guardaba siempre. Realmente no saba por qu la guardaba,aun despus de todos esos aos. Saba que l no era Jaime y que tampoco era R, y eraconsciente de que no conoca ni a uno ni a otra (despus de tantos aos y tantas

  • postales haba descubierto que R era una mujer, slo que nunca supo cmo se llamabade verdad) y que probablemente nunca les conocera ni tendra la oportunidad dedevolver todos aquellos recuerdos a su legtimo dueo. Cuando su familia se habamudado a aquella casa l haba encontrado la caja en el fondo de un armario y, desdeentonces, no haba sido capaz de deshacerse de ella. Cada vez que sala ese tema entresus amigos ellos se burlaban y le hacan ver lo absurdo de la situacin: guardarpostales que no son para ti, de alguien a quien ni siquiera conoces. Y entonces lesaseguraba que al llegar a casa tirara la caja y todo su contenido a la basura.

    Pero cuando llegaba a casa, abra su armario y coga la caja se arrepentainmediatamente de sus palabras y, en su lugar, le peda perdn y permiso (por eseorden) a Jaime mentalmente y lea unas cuantas postales. Porque haba algo en aquellaspostales y en la forma de escribir de aquella tal R, algo que le impeda deshacerse deellas cada vez que se lo propona, algo que le haca leer unas cuantas cada vez que sesenta mal, o solo, o inquieto. Aquellas postales siempre, siempre, le hacan sentirsemejor.

    La ducha le sent fenomenal y el desayuno an mejor. Mir el reloj y calcul quetodava le quedaran unos veinte minutos para tirarse en el sof y darle a los botonesdel mando de la televisin, a la espera de no encontrar nada interesante.

    Pablo estara ah al trmino de esos veinte minutos, dispuesto a recogerle para ir ahacer lo que l, Galo, consideraba el peor castigo para un domingo por la maana, y loque l, Pablo, consideraba un regalo divino: jugar al golf. No es que no le gustara jugaral golf, le encantaba y recordaba haber jugado desde que tena uso de razn. Adems sele daba francamente bien. Pero recordaba con pavor aquellas fras maanas dedomingo, cuando an era invierno y por lo tanto noche cerrada, y su padre le levantabapara ir al RACE a jugar, o a dar bolas, o ambas. Aquello haba sido su peor pesadillahasta que llegaron los monos lanza-pistachos y aun as no saba con qu quedarse.Pero hoy no poda librarse.

    Llevaba dndole largas a Pablo casi un mes y ste se lo empezaba a tomar como algopersonal. Y si algo haba aprendido despus de treinta aos de amistad es que noquieres que Pablo se tome cualquier cosa como algo personal porque puede ser muyduro.

    Por sus padres se conocan, como quien dice, de toda la vida y no se parecan nifsicamente ni de forma de ser. Pude que por eso fueran tan amigo. Galo era alto y decomplexin atltica; Pablo era un poco ms bajo y pesaba unos cuantos kilos de ms.

  • Siempre se defenda de sus amigos diciendo que aquellos kilos le ayudaban amantenerse caliente en las fras noches de invierno y que no pensaba renunciar a esecalor. Galo era moreno y de ojos oscuros; Pablo era rubio y de ojos claros. Galo tenael pelo liso, aunque pareca que siempre lo llevaba despeinado y eso le haba validoms de un corte de pelo innecesario a manos de su madre; Pablo tena el pelocompletamente ensortijado, lo que le haba valido el apodo de Ricitos de Oro en elequipo de ftbol del colegio. Galo era el serio y Pablo el divertido; Galo el deltemperamento fuerte y Pablo el del carcter apacible, salvo en aquellas ocasiones enlas que alguien le agotaba la paciencia. Pero por muchas diferencias que hubiera entreellos, eran los mejores amigos y no haba nada que no fueran capaces de hacer el unopor el otro.

    Fue cambiando de canal: un reality show de modelos, un reality show de famosos, unreality show de adolescentes perturbados, un reality show de famosos en una isla,teletienda, un reality show de famosos en una granja...

    Deprimente... este pas se va a la mierda, seor presidente.

    En ese momento, Max, su pastor alemn, levant la cabeza del suelo y emiti unaespecie de lamento desde lo ms profundo de su garganta.

    T tambin ests de acuerdo?

    Max ladr.

    Crees que deberamos dar un golpe de estado y hacernos con el poder?

    Volvi a ladrar.

    Crees que seramos unos buenos presidentes? Piensa que al menos quitaramos todaesa basura de la televisin Max inclin la cabeza hacia un lado mirndole fijamente y podras comer sardinas todos los das.

    Esta vez el perro se volvi loco, ladrando y pegando saltos y subindose encima deGalo para hacerle un lavado de cara en toda regla. Galo se ri y, apartndolo hacia elotro extremo del sof, se levant. Cuando Max vio que se diriga haca el lugar dondeguardaba

    su correa peg un salto del sof y ech a correr hacia la puerta. Galo pens que con lavariedad televisiva a la que se enfrentaba mejor haca dndole una vuelta a la manzana

  • al perro, que aunque no fuera igual que llevarle a correr al parque serva el propsitode aliviar al animal.

    Llevaban juntos casi ocho aos y Galo no poda imaginarse su vida sin l. De hecho, noentenda cmo haba sido capaz de vivir tantos aos sin Max y a veces, cuando le dabapor ver la vida por el lado negativo, se angustiaba pensando que l sobrevivira a sufiel compaero y que tendra que volver a vivir en un mundo en el que no existieraMax. As de fuerte era su unin, pero es que as de fuerte suele ser cuando rescatas a uncachorro de un final poco feliz.

    Nada ms salir por la verja del jardn Max se encamin hacia su rbol preferido.Haca diez aos que Galo se haba mudado a aquel piso, en un barrio residencial deMadrid lleno de casas grandes y bloques de pisos con jardines y piscinas, con suspadres y su hermana Mara. A los dos aos de llegar a aquella casa a su padre lodestinaron al extranjero, a Roma, y aunque siempre que haba sucedido algo similar sehaba trasladado toda la familia aquella vez Galo y Mara se quedaron en Madrid.Galo haba empezado sus estudios en la universidad y Mara empezaba ese ao, as quetodos convinieron en que no tendra ningn sentido cerrar la casa y enviarlos a ambos aun colegio mayor.

    De aquello haca ya diez aos y desde entonces sus padres haban recorrido mediomundo, Galo ya haba perdido la cuenta. Cuando la gente le preguntaba si no se sentamal por vivir an en casa de sus padres Galo siempre contestaba que en absoluto, que alos treinta todava haba muchos que vivan en casa de sus progenitores y que l, a finde cuentas, viva con su hermana y que mientras su hermana no lo echara de casa l notena ninguna intencin de irse. Pero ltimamente la respuesta haba cambiado. Galo secambiaba de casa.

    Mir calle abajo mientras Max olisqueaba una farola y pens que echara de menosaquel lugar. Despus de todo haba pasado ms de diez aos de su vida en aquelvecindario, tan tranquilo y apacible, y ahora se mudaba al centro de la ciudad, con todoel ruido de los coches y los comercios. Pens en la cantidad de veces que habrapasado por aquella calle, a distintas horas y en distintos estados, con amigos, amigas,novias, con fro, lluvia o con un sol de justicia. Dicen que la mejor etapa es la dcadade los veinte aos y l la haba pasado toda en aquel barrio.

    Pero ya era hora de cerrar esa etapa de su vida y abrir otra. Y qu distinta iba a seresa otra! Galo Montero por fin iba a pasar por el altar.

    Un silbido le sac de su ensimismamiento. Alz la mirada y vio a Pablo mirndoledesde su coche, aparcado en la acera de enfrente.

  • Qu haces? Piensas quedarte ah pasmado toda la maana? Porque tenemos salida endos horas y quiero dar unas bolas antes.

    Max ladr al or la voz de Pablo y empez a mover el rabo a toda velocidad. Pablo lohaba recogido con Galo de la perrera y, como siempre se haba pasado ms tiempo enaquel piso que en su propia casa, Max lo consideraba como un segundo amo. Y comotal lo reciba. Galo cruz la carretera y Pablo sali del coche para recibir al perro.

    Cundo vas a darte cuenta de que, por muchas bolas que des, nunca podrs ser mejorque yo?

    Sin mirarle, Pablo le sac un dedo mientras segua acariciando al perro y hablando conl.

    Oyes algo, Max? Porque oigo como un susurro, pero debi de ser el viento... - Maxladr y Pablo mir a su alrededor, pasando la mirada por encima de Galo como si noestuviera a su lado S, yo tambin creo que resulta bastante irritante...

    Gal se ri y puso las manos en alto, como hacen los nios cuando juegan a vencedoresy vencidos.

    Vale, vaaale. Ya nos vamos!

    Tir un poco de la correa de Max y ste se dio la vuelta, siguindole hacia el otro ladode la calle. Segn abra la puerta del jardn, a Galo le entr el cargo de conciencia porhaberle dado a Max un paseo de tan solo unos pocos pasos, pero pens que aquello erapreferible a hacer esperar a Pablo ms de lo necesario. Max se dio la vuelta y mir aPablo con ojos de pena, pero no ladr ni gimote cuando Galo le hizo pasar de la calleal jardn.

    Date prisa o me ir sin ti! - le grit Pablo a su espalda.

    Ni que eso fuera a darme pena, pens Galo para sus adentros. Pero no dijo nada y sefue a casa. Llen el cuenco de agua para Max hasta arriba, cerr todas las ventanas yfue a asegurarse de que la puerta de atrs estuviera cerrada con dos llaves. Era unacostumbre que les haba inculcado su madre desde que eran pequeos.

    Siempre cerrad la puerta que da a la calle con dos vueltas, no vaya a ser que nos laabran con una radiografa y nos desvalijen la casa.

    Eso slo pasa en la pelculas, mam le decan siempre su hermana y l.

  • Y adems eso ya no se lleva, ahora lo hacen con tarjetas de crdito, con eso delmaterialismo y tal... - le dijo Galo en alguna ocasin.

    Entonces su madre se daba la vuelta y le miraba como si fuera tonto.

    El da que vivas slo podrs dejar la puerta de tu casa abierta y dejar una tarjeta decrdito colgada del pomo si te da la gana, pero mientras vivas en mi casa cirrala.

    As lo haba hecho mientras haban vivido juntos y as lo segua haciendo. Sonrimientras le daba la ltima vuelta a la llave, pensando en su madre. No haba ningunamujer que fuera ms guapa, ms lista ni ms simptica que ella. Daba igual que en elmundo hubiera ms de seis mil millones de personas y que la mitad fueran mujeres, lsaba que no haba una sola que fuera mejor que su madre. Pas muchos aos buscandoa una que pudiera parecerse mnimamente a ella, pero las comparaciones son odiosas yla novia en cuestin siempre sala perdiendo. Y no slo era por su madre, era por suspadres como matrimonio. Nunca, en sus treinta aos de vida, haba visto a dospersonas quererse ms de lo que se queran sus padres. Eran amigos, compaeros,cmplices, marido y mujer...

    eran perfectos el uno para el otro y l se negaba a creer que no pudiera encontrar aalguien que fuera a significar tanto para l como su madre significaba para su padre.

    Sus padres se conocieron cuando su madre slo tena 17 aos y su padre 23. Por aquelentonces l se formaba en la Escuela Naval Militar de Marn, en Pontevedra y, segncontaba, no le faltaban seoritas a las que cortejar. Y no te creas que tena intencinde cambiar, le deca siempre a su hijo, por lo 'bajini', cuando les contaba aquellahistoria.

    Cada ao y desde hace muchos, los guardamarinas de cuarto organizan un baile en elcasino de alumnos con motivo de su pronto embarque en el buque escuela JuanSebastin Elcano. Fue precisamente en uno de esos bailes donde sus padres se habanconocido.

    Siempre contaba su padre que haba sido amor a primera vista, que en el momento enel que ella entr por la puerta todas aquellas seoritas a las que siempre prestabaatencin dejaron de existir para l y que decidi, en ese mismo momento y en esemismo lugar,

    que iba a casarse con ella. Y eso hizo. Se casaron tres aos despus de conocerse, unodespus tuvieron a su primer hijo, Galo, y dos ms tarde a Mara. Llevaban juntos casi

  • treintaicinco aos y los que los conocan de toda la vida aseguraban que, si eraposible, estaban ms enamorados que el primer da, que nunca llegaron a perder lailusin del principio.

    Galo se guard la cartera en el bolsillo trasero del pantaln y, tras coger la bolsa consus zapatos de golf y despedirse de Max prometindole que Mara volvera de lapiscina en una hora, sali por la puerta principal de su casa. Baj las escaleras de tresen tres (no sin antes haber cerrado la puerta con dos llaves) y aterriz en el portal enmenos de medio minuto. Pas prcticamente volando por delante de los buzones ycuando estaba a punto de cruzar la puerta del portal se detuvo. Con el coraznlatindole muy deprisa se dio media vuelta y empez a caminar hacia los buzones y,muy despacio, se plant delante del suyo. Las cartas se salan por la rendija de arriba,deba de hacer lo menos dos semanas que ni l ni Mara recogan el correo. Tir de lossobres los plsticos y vio que por encima de todas ellas, de todas las cartas del banco,de todas las revistas de moda de Mara o de las suyas de motor, sobresala un pedazode cartn mucho ms pequeo que el resto.

    Una postal.

    Ya podas haber encontrado la maldita postal despus del torneo.

    Por?

    Porque llevas con la mirada ausente desde que te has subido en el coche.

    Y quin dice que est as por una postal?

    Porque la llevas en la mano y no dejas de leerla.

    Galo volvi a bajar la mirada hacia la postal. Pablo suspir.

    Y porque te conozco. Eres mi mejor amigo y s cunto te afectan esas postales.

    Galo reley la postal por ensima vez. Te acuerdas la cantidad de veces que vimosSonrisas y Lgrimas? Pues aqu estoy, buen amigo, en Salzburgo. He venido a ver alos Von Trapp! Do es trato de varn, re selvtico animaaal! Quin pudiera volver aentonces...

    Te echo de menos. -R. Slo eran unas pocas frases, pero haba algo en ellas quedenotaba tristeza. Levant la cabeza y desvi la mirada hacia el paisaje, a travs de laventanilla.

  • No me afectan, slo son postales.

    Y entonces por qu las guardas?

    Antes de contestar, Gal se tom un par de minutos. No era que estuviera pensando larespuesta, esa ya la saba, estaba pensando en una forma de expresarla sin hacersequedar a si mismo como un completo pirado. Finalmente, y ante la mirada expectantede Pablo, decidi soltarlo tal y como lo pensaba. A fin de cuentas, Pablo era su mejoramigo y en casi treinta aos se haban visto el uno al otro en peores situaciones.

    No puedo tirarlas. Cada vez que me propongo hacerlo decido leer una ms y entoncesme doy cuenta de que no puedo tirarlas a la basura. Estn escritas con amor, sonimportantes para alguien. No puedo deshacerme de ellas as, sin ms

    al ver que Pablo no contestaba decidi seguir Conozco a la persona que las escribe,no me preguntes quin es porque no sabra decrtelo, simplemente...

    siento que la conozco. Todo lo que escribe lo escribe con un amor incondicional quesera difcil de superar. Y es lista y tiene sentido del humor. Pero hay algo... algo queme dice que cuando escribe estas postales est triste. Pero si lo est, nunca hacereferencia a ello en sus postales. En ellas intenta aparentar que todo es normal. Y sque es... perfecta.

    Pablo mir a Galo un segundo antes de devolver la mirada a la carretera. Por unmomento Galo crey que estallara en carcajadas, que le dira que se dejara demariconadas y que tirara las postales al contenedor de una vez, que no tena edad paraandarse con tonteras. Pero no lo hizo. Cuando habl lo hizo con voz seria.

    To... ests fatal.

    Galo solt una carcajada.

    Qu? No, no, te equivocas. Tengo razn, todo lo que te he dicho lo he dicho en serio.

    Por eso mismo, tienes un problema.

    Pablo segua hablando con voz seria y tranquila y a Galo volvi a entrarle la risa.

    No tengo ningn prob-

    No, tienes razn le cort Pablo tienes un jodido problema.

  • Al instante Galo dej de rerse y mir a Pablo. Saba lo que opinaban sus amigos, peronunca crey que pudieran darle ni un segundo pensamiento. Ahora, por la forma en laque le haba hablado Pablo, crey estar seguro de que se equivocaba. Ninguno de losdos sigui con la conversacin, pero ninguno de los dos era tan tonto como para creerque se haba acabado ah. Tardaron menos de diez minutos en llegar al RACE yaparcar el coche.

    Despus de ponerse los zapatos de golf y ya de camino al cuarto de palos, dondeambos guardaban sus bolsas, Galo decidi reanudar la conversacin. Pens que antes odespus habran de hacerlo, as que por qu no ahora.

    A qu ha venido eso? - le pregunt mientras entraban un momento en el bar a ver sivean alguna cara conocida.

    A qu ha venido el qu?

    Lo del coche.

    Pablo le ignor y sigui paseando la mirada por entre los jugadores que disfrutaban desus jarras de cerveza despus de haber terminado sus partidas. Salud con una leveinclinacin de cabeza a su antiguo profesor de golf y le dio un codazo a Galo para quehiciera lo mismo.

    Haban aprendido a jugar al golf al mismo tiempo y en cada ciudad a la que se habanmudado haban compartido profesor, as que las clases de golf acababanconvirtindose en una juerga constante, para regocijo de los dos alumnos y ladesesperacin del profesor.

    Curiosamente, y a pesar de que casi ninguno de los profesores que haban tenido quisovolver a tenerles como alumnos, los dos haban llegado a convertirse en grandesjugadores. Galo le salud desde lo lejos y pens en el tiempo que haca que no recibauna clase de golf. Lo bien que se lo haban pasado siempre Pablo y l en las clases, loque se haban redo, lo irritantes que haban resultado en ocasiones para alguno de susprofesores, lo que dara por poder volver a una de esas clases slo una vez...

    El pensamiento que le acababa de cruzar la mente le hel la sangre en las venas. Noera eso lo mismo que pona en la postal que acababa de sacar del buzn de su casa?Quin pudiera volver a entonces... Tena l razn y la persona que escriba laspostales y el propio Galo tenan tanto en comn, que hasta pensaban lo mismo? Otena Pablo razn y esas postales le afectaban sobremanera? Sacudi la cabeza yvolvi en si. Aquel era un pensamiento muy comn, no quera decir nada. O s?

  • Mierda, mi suegro.

    La exclamacin de Pablo le termin de sacar completamente de sus pensamientos.Sigui la direccin de los ojos de su amigo y vio all sentado a Diego Morales, DonDiego como le llamaban ellos. Pablo llevaba tres aos casado con Eugenia, una chicade Madrid a la que conoci en un caf de Pars hablando en ingls. Eugenia era menuday con mucho sentido del humor. Era inteligente y avispada y desde el primer momentose gan el corazn de todos los amigos de Pablo, condicin sine qua non parapertenecer al exclusivo grupo de novias, del que pareca que era tan difcil llegar aformar parte. Pero todo lo bueno tiene algo malo, y en este caso responda al nombrede Diego Morales.

    Don Diego era un hombre alto y corpulento, conocido en todos sus crculos como unhombre de carcter fuerte y no haba nadie que no le hubiera odo gritar en algunaocasin. Los camareros del restaurante lo echaban a suertes para ver quien le servirala comida ese da y el que sacara el palillo ms corto saba de antemano que era muyprobable que aquel da saliera llorando del restaurante. Si el partido se le haba dadobien, entonces caba la posibilidad de que slo se fuera a casa con un simpleretrasado incompetente de regalo. En alguna ocasin, y cuando sala su nombre enalguna conversacin, Pablo juraba que lo haba visto transformarse a la luz de la lunaen un bicho que se pareca bastante a un gremlin, pero que tena cara de ratn.

    Pablo y Galo se encaminaron hacia su mesa. Galo nunca haba visto por all a los treshombres que estaban sentados con Don Diego, as que supuso que seran de esosimportantes hombres de negocios a los que el suegro de su amigo sola invitar de tantoen tanto a los torneos del club para cerrar importantes tratos.

    Seores, no s si conocern a Galo Montero, hijo del Almirante Montero.

    Los tres hombres se levantaron y uno por uno le fueron dando la mano a Galo.Mientras, Pablo esperaba su turno a ser presentado.

    Galo, hijo, sintate con nosotros a tomar una cerveza. A esta hora del da sienta demaravilla.

    Gracias, Don Diego, pero Pablo y yo tenemos salida en un rato y deberamos ir a darunas bolas antes.

    En ese momento los tres hombres se giraron para mirar a Pablo. Diego Moralessuspir, puso los ojos en blancos y se masaje la sien izquierda con la mano.

    Ese de ah es mi yerno.

  • Pablo puso su mejor sonrisa y se adelant para darles la mano a los invitados de susuegro, pero ninguno se levant de su asiento y slo uno levant un poco la barbilla amodo de saludo. Pablo se pas la mano extendida por la cabeza, con la caracompletamente roja, como sola suceder siempre que pasaba vergenza o algn tipo deapuro. Galo sinti unas ganas inmensas de estallar en carcajadas, pero consider que laopcin ms acertada era la de despedirse y llevarse a su amigo de all antes de quehiciera cualquier tontera y acabara avergonzando a su suegro.

    Bueno... ha sido un placer conocerles, pero de verdad que deberamos ponernos enmarcha.

    Los tres hombres y Don Diego fueron a levantarse.

    No, de verdad, no se molesten dijo Pablo ustedes sigan disfrutando de suscervezas, que si se calientan ya no sientan tan bien a esta hora, eh, Don Diego?

    Y le dio una palmada en la espalda a su suegro. A Don Diego se le cambi la cara, lostres

    acompaantes miraron a Pablo sin ningn tipo de expresin en la cara y Gal neglentamente con la cabeza, mirando al suelo. Pero qu cerca ha estado de no cagarla ,pens.

    No entiendo por qu me odia.

    Haban salido de la cafetera, recogido sus bolsas del cuarto de palos y dado doscubos de bolas cada uno. Ahora se dirigan al tee de salida y en todo ese tiempo Pablono se haba callado. Galo sigui tirando de su carro sin decir una palabra.

    En serio, pinsalo. Qu he hecho yo para ofenderle? Nada. Qu le he dicho paraofenderle? Nada.

    Te tiras a su hija. Creo que es una buena razn para odiarte.

    Pablo dej de andar, meditando la respuesta. Cuando Galo vio que estaba andandosolo tambin se par y se dio la vuelta para mirar a su amigo.

    Qu haces? Tenemos que salir ya.

    Pablo empez a caminar hacia su amigo.

  • Yo quiero a su hija. La respeto y por eso me cas con ella. No me la estoy tirando,estoy enamorado de ella. Dara mi vida por ella.

    Ya lo s, to le dio una palmada a Pablo en la espalda pero a ojos de Don Diegoeres el que ha pervertido a su nia.

    Siguieron andando en silencio, cada uno metido en su mundo, hasta que por fin llegaronal tee del hoyo 1. Las salidas iban con un poco de retraso y la partida que deba salirantes que la suya an estaba ah, as que Pablo y Galo se retiraron hacia un lado.Mientras Galo comprobaba los mensajes en su telfono mvil, Pablo se acerc a lpara poder hablarle en voz baja sin molestar a los dems jugadores.

    Que nos hayamos encontrado con mi suegro y me haya amargado el da no quiere decirque me haya olvidado de nuestra conversacin del coche.

    Qu conversacin? - le dijo Galo distradamente, mirando an la pantalla de sutelfono.

    Sabes perfectamente qu conversacin digo, no te hagas el inocente.

    Galo apag el mvil y lo guard en un bolsillo lateral de su bolsa de palos. Se apoyen el carro, cruz los brazos sobre el pecho y mir a su amigo.

    Por qu te preocupa tanto? Slo son postales.

    Pablo neg lentamente con la cabeza.

    No quiero que suene en plan gay, ni nada, pero... te conozco desde cundo?

    siempre? Y digamos que s qu piensas cuando lo piensas.

    Galo sonri.

    Oye, te vas a declarar? Porque me voy a casar y, la verdad, no eres mi tipo.

    Aunque Pablo estaba hablando completamente en serio no pudo evitar sonrer.

    Te he visto salir con muchas chicas, pero nunca te he visto hablar de ninguna comohablas de la chica de las postales.

    Qu quieres decir?

    En ese momento una pareja se acerc al tee de salida y les hicieron seas desde all

  • para que se acercaran. Pablo Y Galo los conocan desde que haban llegado al RACEpor primera vez. Los seores Alonso llevaban jugando en aquel campo toda la vida yno haba nadie en el club que no supiera quienes eran. Su avanzada edad poda engaary hacer creer a quien los mirara que jugar con ellos sera pan comido, pero la verdadera que los dos jugaban de vicio y que, juntos, prcticamente conseguan desmoralizara la pareja que jugara con ellos. Les haba tocado el turno a ellos.

    Pablo desenfund su driver y se agach para atarse bien los cordones de los zapatos,no habra sido la primera vez que se caa en mitad del campo de golf por pisrselos.Cuando se levant mir a Galo y ste estuvo casi convencido de que aquella era unamirada de preocupacin. Como haba dicho Pablo, se conocan desde haca demasiadotiempo.

    Quiero decir que te vas a casar con Alejandra dentro de tres meses. No hagas ningunatontera.

    En el tee de salida el seor Alonso baj su driver en un swing perfecto y su bola volen direccin al green, hasta perderse de vista. La partida haba comenzado.

  • DOS No entiendo por qu tienes que irte.

    Ya te lo he explicado, es una reunin muy importante y necesitan a alguien de laoficina de Madrid.

    Pues que vaya otro.

    Galo suspir y apart la mirada de la pantalla de su ordenador. Estaba sentado en lamesa de la cocina de Alejandra, revisando unos documentos que le haban mandadoesa maana desde las oficinas de Zrich, mientras ella preparaba la cena. Junto conaquellos documentos haba llegado una carta en la que se requera su asistencia a unaimportante reunin que tendra lugar en la ciudad helvtica a lo largo de la siguientesemana.

    Galo trabajaba para Moon Corporation, una importante multinacional y,probablemente, la mayor compaa de software del mundo. Cada ao, y durante unasemana, millones de personas de todo el mundo se reunan en la ciudad elegida ese aopor Moon para asistir a conferencias, talleres y presentaciones de nuevos productos,todo organizado por y para la empresa. Simultneamente, los directivos y otrostrabajadores de Moon se reunan para hablar de fusiones, compras y desarrollo denuevas aplicaciones. Aquella reunin en particular iba a tratar sobre la posible comprade GC News por parte de Moon Corporation y la consiguiente creacin de GCMoon,lo que la converta en la reunin ms importante de la ltima dcada.

    GC News era uno de los grupos mediticos ms importantes del continente europeo.

    Posea las principales cabeceras de peridicos, canales de televisin y emisoras deradio de Europa, adems de facilitar informacin a innumerables portales de Internet atravs de la GCA, su agencia de noticias. John Fields, el fundador de MoonCorporation, siempre comentaba que el gran sueo de su vida habra sido trabajar en laredaccin de un peridico, como Jack Lemon y Walter Matthau en Primera Plana, yque ahora no slo iba a poder pasearse por las redacciones de veinte peridicosdiferentes si le daba la gana, si no que iban a ser suyos.

    A sus treinta aos, Galo haba ascendido rpidamente en la empresa y, como parteimportante del gabinete de comunicacin de Moon Espaa, tena que estar presente enZrich la semana prxima. Adems corran rumores de que de salir bien aquellatransaccin Galo podra ser nombrado director de comunicacin de GCMoon Espaa,y como dice el refranero espaol, cuando el ro suena, agua lleva. Pero Alejandra no

  • pareca entenderlo.

    Ale, no puede ir otro. Tengo que ser yo.

    Vale, tienes que ser t. Pero tienes que ser t toda la semana?

    Galo cerr la tapa de su porttil y cruz las manos por detrs de la nuca, mirando aAlejandra.

    Era alta y esbelta, con una melena rubia y unos ojos azules que a nadie hacan dudar desu ascendencia sueca, una de esas chicas con quien todo hombre quisiera estar y enquien toda mujer quisiera convertirse. La conoci un fin de semana de noviembre hacatres aos, en la gasolinera que queda a la altura del kilmetro ochenta de la A-6, yendode Madrid a Salamanca, donde iba a pasar el fin de semana en casa de su amigoCarlos.

    Carlos celebraba todos los aos el Da de Accin de Gracias, como buen hijo demadre norteamericana, y lo haca con una gran fiesta en El Encinar, la finca que tenaen Salamanca.

    Al entrar en la tienda de la gasolinera Galo se fij en que la ltima persona a la colapara pagar era una rubia que, con el telfono sujeto entre el hombro y la oreja, estabateniendo serios problemas para sujetar las tres bolsas de patatas, los dos refrescos y labotella de agua que llevaba en las manos. No paraba de rerse y cuando lleg a la cajaregistradora dej caer todo sobre el mostrador con un enorme suspiro. Agarr eltelfono mvil con una mano y meti la otra en el bolso para buscar la cartera. Despusde un minuto de bsqueda sin resultados se dio la vuelta, mir a Galo de arriba a abajoy le habl a la persona que se encontraba al otro lado de la lnea telefnica.

    Oye Cris, me est costando muchsimo encontrar la cartera. Te voy a pasar a un guapodesconocido mientras busco bien. No cuelgues.

    Y le pas el telfono a Galo. Galo se qued ah parado, con el telfono de la rubia enuna mano y la mayor expresin de asombro de toda su vida en la cara. La rubia colocel bolso encima del mostrador y se volvi a mirarle.

    Puedes hablar con ella?

    Disculpa?

    Es que si la hago esperar ms de medio minuto me colgar. Pero si hablas t con ellamientras yo pago... Bueno, no lo har.

  • Galo, que no consegua salir de su asombro, se llev el telfono a la oreja.

    Hola?

    Hola! T debes de ser el guapo desconocido.

    Mientras Galo se preguntaba cmo haba llegado a esa situacin, la amiga de la rubiase presentaba como Cris y la rubia vaciaba su bolso encima del mostrador. Unamanzana, un neceser, un libro, una botella de agua medio vaca, un ovillo de lana, unaagenda, una pelota de tenis, bolgrafos, pintalabios y un cargador de mvil.

    Joder! El bolso de tu amiga parece el de Mary Poppins.

    La tal Cris se ri y la rubia por fin sac la cartera. Pag, cogi la bolsa que eldependiente le pas por encima del mostrador y se dio la vuelta. Galo le pas eltelfono mvil sin despedirse de la simptica Cristina y la rubia lo cogi, pero no se lollev a la oreja.

    Gracias. Algn da te devolver el favor.

    Y, guindole un ojo, se fue. Galo se pas el resto del viaje pensando en ella. Era, sinlugar a dudas, la chica ms guapa que haba visto en su vida y en el fondo le dio penapensar que nunca ms volvera a verla. Qu probabilidades haba? Pero uno nuncasabe lo que el destino le tiene preparado y cuando lleg a El Encinar y se baj delcoche hubo dos personas que salieron a recibirle: Carlos y la rubia de la gasolinera. Yfue tal su sorpresa que las palabras le salieron de la boca antes de que pudierapararlas.

    Mary Poppins?

    La rubia se ri y Carlos, que aunque no haba entendido nada no pregunt, hizo laspresentaciones.

    Galo, sta es mi prima Alejandra. Ale, ste es mi gran amigo Galo.

    Se pasaron el resto del fin de semana conocindose y enamorndose poco a poco ydesde entonces haban estado juntos. Como todas las parejas haban tenido sus ms ysus menos, se haban gritado, insultado y odiado. Pero luego siempre lo arreglaban yvolvan a enamorarse como la primera vez. Ella era lista, divertida y simptica y,aunque a veces tambin poda ser un poco caprichosa y de carcter difcil, Galo sabaque quera pasar el resto de su vida con ella y que ella quera pasarla con l.

  • S, tengo que ser yo toda la semana se levant y fue hacia donde estaba ella

    Pero una semana se pasa volando. Cuando quieras darte cuenta de que me he ido, yaestar de vuelta.

    Ella dej lo que estaba haciendo y le abraz. Siempre le haba gustado que Galo fuerams alto que ella, con espalda ancha y brazos fuertes que siempre la envolvan en ungran abrazo. Los abrazos de Galo siempre la hacan sentirse segura, como si nada en elmundo pudiera ir mal cuando l estaba con ella. Y as, estando apoyada en el pecho deGalo y con los ojos cerrados, se le ocurri una cosa.

    Vale, est bien. Pero mndame una postal, quieres? Dicen que Zrich es precioso.

    Galo no supo por qu, pero se le pusieron los pelos de punta.

    La maana en que deba volar a Zrich Galo se despert antes de que sonara eldespertador. Lo apag y encendi la luz, pero no se levant de la cama. Se quedpensando en el sueo que acababa de tener. Otra vez haba soado con los monos, conel bosque y con el montn de postales. ltimamente soaba lo mismo una y otra vez,pero esta vez haba algo nuevo. l no slo hua de los monos, si no que al mismotiempo persegua a una mujer por el bosque. No saba quin era ni por qu la segua, nohaba alcanzado a verle la cara y de ella slo saba que era de mediana estatura ymorena, pero s saba que si lograba llegar hasta ella todo se arreglara en su vida.Pero, qu tena que arreglar, si todo era perfecto?

    Mir el despertador y vio que todava poda remolonear media hora ms, as que hizolo que sola hacer cada vez que senta un nudo en el estmago. Se levant y fue a suarmario a buscar la caja de zapatos. Estando otra vez bajo las sbanas volc todo elcontenido sobre la cama y eligi una de las muchas postales al azar.

    He llegado hoy a Mnich. La ciudad entera est de fiesta, pero no es para menos...es el Oktoberfest! Ojal estuvieras aqu para celebrarlo conmigo. -R.

    Record su ao de Erasmus en Berln y el viaje que haba hecho con sus compaerosde residencia al Oktoberfest. Record tambin cunto haba echado de menos a susamigos de Madrid y cmo le habra gustado que estuvieran ah con l y entendiperfectamente lo que deba de haber sentido R al escribir aquella postal. Cogi otra.

    No te lo vas a creer, pero... he conocido al hombre que vende almas! He intentadovenderle la tuya, pero me ha dicho que no quera semejante porquera. No he sabido

  • rebatrselo... -R.

    Galo le dio la vuelta y vio que se trataba de una postal de Nueva Orleans. Record unreportaje que haba ledo una vez en el suplemento de un peridico sobre aquellaciudad.

    En l el autor haba escrito sobre un hombre negro que recorra las calles de NuevaOrleans con una guitarra rosa de plstico colgada del hombro y que se dedicaba a lacompra-venta de almas. Haca mucho de aquel artculo, pero Galo no lo habaolvidado, haba quedado fascinado por aquel peculiar personaje. Solt esa postal ypesc otra. Era una foto en blanco y negro de Elvis Presley en sus mejores aos.

    He venido a ver al rey, a contarle en persona tu obsesin enfermiza por l. Y le hepedido que ests donde ests, te cuide. Prtate bien, James. Un beso, -R.

    No era la primera vez que lea esa postal y siempre se fijaba en lo mismo, algunasletras estaban emborronadas, donde el agua haba hecho que se corriera la tinta. Galoera consciente de que eso poda deberse a mil razones, como que le hubiera llovido oque le hubiera goteado un vaso encima, pero algo le haca pensar que aquellas gotaseran, nada ms y nada menos, que las lgrimas de quien haba escrito aquella postal.Vio entonces una postal que siempre le haba llamado la atencin, su favorita entretodas. Se trataba de una foto del que se haba llegado a convertirse en su cuadrofavorito, Eichwald, pintado en 1859 por el pintor suizo Robert Znd, y que seencontraba en el Kunsthaus de Zrich.

    Era un cuadro desconocido para la mayora de la gente, sin ir ms lejos l lo habaconocido gracias a aquella tal R y Jaime.

    Nunca conocer a nadie que lo admire tanto como t. Pero es que nunca conocer anadie como t. Te quiero, -R.

    No supo cuanto tiempo estuvo mirando aquella postal, tanto el cuadro como el texto, ycuando quiso darse cuenta la media hora que poda malgastar antes de meterse en laducha ya haba pasado. Guard todas las postales en la caja de zapatos salvo una, la deRobert Znd, que dej encima del escritorio que haba en su habitacin, bajo laventana.

    Despus de guardar la caja en su sitio de siempre se dirigi al cuarto de bao dondepuso en marcha la ducha. Saba que era una tontera, pero siempre haba tenido lasensacin de que el agua se calentaba ms despacio por las maanas. Con la duchaencendida volvi a su habitacin y abri de nuevo el armario, esta vez para sacar laropa que iba a ponerse aquel da. Unos vaqueros, una camisa y un jersey. Ya tendra

  • tiempo de ponerse el traje cuando estuviera en Zrich. Se duch, se visti, se pein ycomprob que haba guardado en la maleta todo lo necesario para una semana. Lapgina web Meteoswiss informaba de un inicio de semana fro y gris y un final desemana casi veraniego. Si aquello no era el calentamiento global, entonces no sabaqu.

    Cuando se hubo asegurado de que no se dejaba nada mir a Max, que durante todo elproceso de aseo y comprobacin de equipaje haba permanecido tumbado en el suelocon la cabeza entre las patas y sin quitarle el ojo de encima ni un slo momento, nofuera a ser que sufriera algn percance.

    Creo que lo llevo todo.

    Max no se movi.

    Siento no poder sacarte, pero el taxi ya debe de estar esperndome abajo y no quieroperder el avin.

    Ni un milmetro.

    No me mires as, slo me voy una semana.

    Max se levant y se acerc a l. Galo se sent en el borde de la cama y el perro sesent a sus pies, mirndole. Le acarici la cabeza.

    Y ni siquiera me apetece.

    Max le chup la mano y volvi a levantarse. Se dirigi hacia la puerta y cuando lleghasta ella se dio la vuelta para mirarle, como instndole a que le siguiera. Galo sabaque lo acompaara hasta la puerta principal, que esperara a que dejara de orse elascensor y que luego se ira al cuarto de Mara a seguir durmiendo hasta que suhermana se levantara a darle su paseo matutino. Sin muchas ganas se levant de lacama, se puso el abrigo y agarr el asa de la maleta, dispuesto a salir ya de viaje. Perojusto cuando estaba a punto de apagar la luz de su cuarto vio la postal de Znd sobre elescritorio.

    Vacil dos segundos y, sin saber bien por qu, cruz la habitacin en dos zancadas y seguard la postal en el bolsillo del abrigo.

    Galo se apoy contra la pared de la sala de recogida de equipaje del aeropuerto de

  • Zrich.

    Haba sido un vuelo tranquilo, de algo ms de una hora y media, con pocas turbulenciasy ni un slo nio llorando. Le encantaban los nios y no le molestaba que lloraran, perono cuando lo hacan a unos 10.000 metros por encima del suelo. Y ltimamente parecaque le tocaban siempre un par de nios con pulmones de acero en el asiento de al lado,en el de delante o, lo que era mucho peor, en el de atrs.

    Pero aquel haba sido un vuelo bastante agradable. Como compaera de viaje le habatocado una anciana que casi le sac el alma por la boca al darle un abrazo cuando,mediante seas, le pidi si le importaba cambiarle el sitio y Galo le dijo que s. A l legustaba viajar en el asiento pegado a la ventanilla y sola pedirlo expresamente cuandosacaba la tarjeta de embarque. No lo consideraba tanto una mana como una fobia, peronunca le contaba el verdadero porqu de aquella fobia a nadie que le preguntara. Sabaque era una estupidez y no quera que la gente pensara que era idiota. Ya tena bastantecon lo de las postales. Pero slo ver la sonrisa de aquella seora durante todo el vueloy la ilusin reflejada en sus ojos cuando miraba las nubes bien le vali la angustia desentarse en el asiento del pasillo. La seora no apart la mirada de la ventanilla ni unasola vez.

    Sac el telfono mvil para llamar a su madre, a su hermana y a Alejandra. Las tres lepreguntaron si haba desayunado, las tres le pidieron que tuviera cuidado y las tres ledijeron que le queran, pero slo Alejandra le colg el telfono alegando que tenacosas muy importantes que hacer. Justo cuando iba a marcar el nmero de Pablo vio sumaleta en la cinta transportadora, as que guard el mvil, cogi la maleta y se dirigia la salida, sin nada que declarar en la aduana.

    Al atravesar las puertas se detuvo y mir a su alrededor. Le gustaba el ambiente que serespiraba siempre en la puerta de llegadas de un aeropuerto. Era una mezcla deemocin y felicidad de la que era muy fcil contagiarse y, aunque no haba nadie allpara recibirle, se fue hacia el andn del tren con una sonrisa plasmada en la cara. Eltren que pasaba por el aeropuerto le llevaba directamente hasta la estacin central deZrich, por lo que no mereca la pena coger un taxi. Durante esa semana se alojara enel Central Plaza Hotel, a dos pasos de la estacin y en el mismo corazn de la ciudad.Por sus maravillosas vistas sobre el ro Limmat y su proximidad con la Bahnhofstrasseel Central Plaza haba sido, desde su inauguracin en el ao 1883, un hotel dereferencia tanto para turistas como para hombres de negocios.

    Cuando se hubo registrado en el hotel y deshecho la maleta hizo un par de llamadas alas oficinas de Madrid y Zrich para saber si haba algo programado para lo quequedaba del da. Lourdes, la directora de relaciones pblicas de Moon Espaa, le dijo

  • que no haba sucedido nada significativo en la oficina aquel da y que hiciera el favorde no preocuparse por nada y centrarse en las reuniones a las que deba asistir aquellasemana. Si era verdad lo que se rumoreaba por la oficina tena que estar con los cincosentidos puestos en ellas.

    Entonces seguro que todo va bien?

    Que s, pesado. Bueno, Edgar ha venido con pantalones de color verde fluorescente.No s si eso cuenta.

    Se imagin la cara que estara poniendo mientras le deca eso y se ri. Lourdes tena lamisma edad que Galo y, adems de ser increblemente lista, tena un gran sentido delhumor. Haban empezado juntos en la empresa y en alguna ocasin haban compartidoalgo ms que una inocente cerveza al acabar la jornada, pero eso nunca se vioreflejado en su trabajo diario ni haba afectado a la amistad que les una desde elprimer da. Edgar, por otro lado, era el asistente de Lourdes y siempre andabametindose donde nadie le llamaba y dando su opinin sobre lo que fuera, aunque Galoestaba seguro de que no haba nadie en todo el edificio que no le quisiera. Eradivertido y muy extrovertido, y por estar siempre quejndose de lo difcil que era serl se haba ganado el ttulo de Dramaqueen. El voto haba sido unnime y lassecretarias de la 7 planta hasta le haban regalado una diadema que se encendacuando apretabas un botn.

    En la oficina de Zrich le comunicaron que el viernes por la tarde no se trabajaba, peroque al da siguiente deba estar a las 11 de la maana en las carpas que habancolocado en el Arboretum, al borde del lago, para el cocktail de bienvenida que se ibaa celebrar.

    Cuando colg, las campanas de la Grossmnster, la imponente catedral, le indicaronque ya era la una de la tarde.

    Sali a la calle y cruz la plaza central hasta el puente. Se apoy en la barandilla y,mirando el lago y las montaas all a lo lejos, pens en su abuela Eva. Eva Graaf naciy creci a las afueras de Winterthur, en el cantn de Zrich, pero cuando conoci alabuelo de Galo y se casaron se fue a vivir a Espaa. Sola decir que haba sido muyfeliz en Espaa y que era un pas al que siempre querra con todo su corazn, pero queella haba tenido dos grandes amores en su vida, su Enrique y su tierra. Fue por esoque, cuando el abuelo de Galo muri, ella volvi a Suiza y se instal en una casa en lacalle Carmenstrasse. Galo y Mara la visitaron con frecuencia hasta el mismo da enque muri.

  • Haca algunos aos de aquello y desde entonces Galo no haba vuelto a la ciudad. Sepregunt qu habra cambiado desde la ltima vez que haba estado all.

    Decidi cruzar Limmatquai y subir por la Niederdorfstrasse, una calle larga llena detiendas de todo tipo y de un nmero incontable de bares y restaurantes. Segn ibaavanzando se dio cuenta de que todo era tal como lo recordaba y por un momento leinvadieron los recuerdos de un tiempo mejor cuando Mara, su abuela y l bajaban entranva desde Carmenstrasse para pasar una tarde por el centro y merendar en Schober,el mejor sitio para tomarse un chocolate en toda la ciudad. l deca que todo el mundotiene una ciudad y que las grandes favoritas suelen ser Nueva York, Pars o Londres.La suya era, sin ninguna duda, Zrich.

    Sigui caminando calle arriba, mirando los escaparates de todas las tiendas y dudandofrente a la entrada de cada restaurante. Slo en aquella calle habra podido elegir entrecomida suiza, comida italiana, comida americana e incluso comida espaola, perocuando lleg a la esquina de la calle Rindermark an no se haba decidido por ningnrestaurante.

    Un gruido de su estmago le avis de que ya iba siendo hora de echarse algo a la bocaas que entr en el Starbucks que haba en aquella esquina.

    Tanta variedad y me decido por un Starbucks. Si Pablo pudiera verme.

    Pablo era lo que muchos denominaran un autntico gourmet y con el paso de los aosse haba ganado una reputacin de excelente cocinero. Eugenia, por el contrario, nosaba ni frer un huevo. Una vez, durante una cena que haban organizado en su casapara unos cuantos amigos, confes que el que Pablo supiera desenvolverse tan bien enla cocina haba sido el factor clave en su decisin de casarse con l. Pablo respondidiciendo que el factor clave en su decisin de pedirle matrimonio haba sido pillarlaen la cocina de su antiguo apartamento intentando frer un huevo en el microondas.Galo saba que aunque aquello no fuera verdad tampoco era mentira y el recuerdo desu amigo le hizo sonrer.

    Mientras entraba en el establecimiento sac el telfono mvil del bolsillo de su abrigoy marc el nmero de Pablo. ste contest al primer tono.

    Ya me echas de menos?

    Qu?

    Yo a ti s.

  • Lo dijo con voz melosa y Galo no pudo evitar rerse en voz alta. Un par de personaslevantaron la cabeza para mirarle.

    To, ltimamente ests de lo ms blando.

    Eso mismo me dice Eugenia. Pero es slo por mi suegro, que poco a poco me estquitando las ganas de vivir.

    Sigues siendo un mueble ms del despacho?

    Sigo siendo un mueble ms del despacho.

    Pablo trabajaba en el bufete de abogados que haba fundado el abuelo de Eugenia.

    Morales & Allende fue el primer despacho de abogados en Espaa que adopt el estilode jerarqua de los bufetes americanos, donde los abogados iban ascendiendo de jniora snior , luego a asociado y, finalmente, a socio. Convertirse en socio era el objetivofinal de todos ellos y Pablo sola decir que su suegro nunca permitira que l llegara aeso, aunque fuera un gran abogado y todos lo supieran. Incluso Diego Morales.

    Te juro que a veces creo que le habla ms a su escritorio que a m suspir al otrolado del telfono Para que me llamabas?

    Slo quera or tu voz.

    Esta vez fue Pablo el que no pudo evitar rerse.

    Quin es el blando ahora?

    La cola avanz y Galo se dio cuenta de que slo dos personas le separaban de ladependienta y que an no haba decidido lo que iba a tomar. Se adelant un poco hastadonde estaban los sandwiches y cogi el primero que vio. Total, todos le saban igual.La bebida la tena clara, siempre que peda caf en Starbucks peda el mismo: un cafamericano grande. Volvi a ponerse detrs de la chica que le preceda en la cola y,despus de fijarse en que sta llevaba el pelo recogido con un bolgrafo, mir la cartade cafs que haba colgada en la pared.

    Cmo se dice el ms grande en alemn?

    Ests de coa? Yo siempre suspenda ingls en el colegio.

    Qu tiene que ver eso?

  • Pues que si suspenda ingls, cmo quieres que sepa una sola palabra de alemn?

    Ah Galo tuvo que darle la razn. Colg el telfono cuando la chica que tena delantetermin de hacer su pedido y volvi a mirar la carta de cafs. Cada vez que entraba enun Starbucks se deca a s mismo que aquel da no pedira lo de siempre, pero despusde pensrselo durante un rato acababa pidiendo el caf americano.

    Disculpa.

    Una voz femenina le hizo apartar los ojos del surtido de cafs y se encontr con lamirada de la chica del bolgrafo en el pelo.

    Era de mediana estatura, de pelo oscuro y ojos claros, y con la nariz llena de pecas. AGalo no le gustaban nada las chicas que tenan pecas en la cara, pero deba reconocerque sta era bastante guapa. Lo siguiente en lo que se fij fue en la extraa combinacinde colores que llevaba encima. De abajo a arriba llevaba: unas Converse rojascompletamente descoloridas, los vaqueros, una blazer negra de la que sobresalan unguante amarillo y uno azul, una bufanda de lana verde y, entre los dientes, una boinaazul de punto. Lo ltimo que le llam la atencin fue que sujetara la boina con losdientes en vez de haberla metido en una de sus bolsas. Era un gesto digno de suhermana Mara, y eso le hizo sonrer.

    Ah, bien! Ya reaccionas.

    Qu?

    Es de mala educacin decir qu, hay que decir perdn.

    Galo la mir sin entender nada y ella sonri.

    Es lo que dice siempre mi madre. Te importara sujetarme estas bolsas para quepueda buscar la cartera en mi bolso?

    Qu?

    Ella se ri y le pas las bolsas. Mientras la chica rebuscaba en su bolso, Galo pens enlo mucho que aquella situacin le recordaba a la del da en que conoci a Alejandra,slo que en vez de sujetar un telfono mvil tena que aguantar el peso de unas seisbolsas de diferentes tamaos y colores.

    Parece que le he robado el bolso a Mary Poppins.

  • La voz de la chica lleg hasta l un poco apagada y Galo la mir, slo para darsecuenta de que haba metido la cabeza dentro del bolso. Pero curiosamente no fue eso loque le llam la atencin, sino la mencin a Mary Poppins. l le haba dicho algo muyparecido a la amiga de Alejandra aquel da en la gasolinera. Finalmente la chicaencontr la cartera y pag, y Galo record las palabras de Alejandra cuando l ledevolvi el telfono mvil.

    Mir a la chica mientras le pasaba las bolsas.

    Algn da tendrs que devolverme el favor.

    Ella le mir y apret los labios para evitar rerse.

    Ya lo he hecho. Le he dicho a la camarera que pidas lo que pidas te ponga el msgrande.

    Y, del mismo modo que haba hecho Alejandra en su da, le gui un ojo y se fue.

  • TRESGalo se par delante del pub y ley el nombre. Oliver Twist. Qu poco le habagustado siempre ese libro y, sin embargo, cunto le haba gustado siempre aquel pub.No haba cambiado desde la ltima vez que estuvo all, con su cartel de metal a laentrada, sus paneles de madera y las ventanas de un color amarillento.

    El Oliver Twist era un pub ingls que se encontraba en la calle Rindermarkt. Tena trescosas que hacan que Galo fuera cada vez que estaba en la ciudad. Una eran losangloparlantes. El pub siempre estaba lleno de gente que hablaba en ingls, lo quesupona un descanso para Galo en su esfuerzo de hacerse entender con los habitantes deZrich cundo no les daba la gana de hablar en el idioma internacional. Otra eran lasincrebles hamburguesas que servan all. Mara y l siempre haban sostenido que notodo el mundo era merecedor de una hamburguesa del Oliver Twist y cuando visitabana su abuela la cena de la primera noche siempre consista en una hamburguesa de all.Lo ltimo eran los partidos de rugby. Adems de al golf, Galo jugaba al rugby. O,mejor dicho, jug hasta que acab sus estudios en la universidad y empez a trabajarpara Moon Corporation. Pero que hubiera dejado de jugar no significaba que hubieraperdido la pasin por aquel deporte y nunca se perda ni un solo partido. Si conseguanentradas, Pablo y l viajaban a la ciudad que fuera para verlo y vivirlo en directo. Sino, se sentaban en el sof y lo vean retransmitido en directo por la televisin. Siambas opciones fallaban, lo grababan en vdeo y hacan todo lo posible por noenterarse del resultado hasta que pudieran verlo por s mismos. Y en el Oliver Twistsiempre ponan todos los partidos de rugby.

    Entr y mir a su alrededor. Tambin por dentro segua siendo tal y como lorecordaba, con la barra a la izquierda, los sofs a la derecha y al fondo un pasillo quellevaba a otra zona, donde haba otra barra y ms sofs y taburetes. No haba cambiadoni un poco.

    Se dirigi a la parte de atrs, pasando por delante de las escaleras que bajaban a loscuartos de bao, y se sent un taburete que haba frente a la barra. Cogi la carta y mirlas distintas especialidades y hamburguesas. No tena mucha hambre, pero saba que sise iba de all sin comer algo luego se arrepentira cuando estuviera de vuelta en lahabitacin de su hotel. Uno de los dos camareros se le acerc y le mir desde el otrolado de la barra.

    Qu va a tomar?

    Tena un fuerte acento irlands. Galo le mir y vio que era calvo y que tena barba.

  • Pelirroja. Menudo clich, pens.

    Una pinta de Murphy's Red, por favor.

    El camarero se dio la vuelta y se fue en busca de un vaso donde servirle la pinta.

    Aqu no pides la ms grande?

    Galo se gir hacia la derecha y vio a la chica del bolgrafo en el pelo sonrindoledesde el taburete de al lado. Llevaba puestas unas enormes gafas de carey y estabaleyendo El Amor en los Tiempos del Clera, de Gabriel Garca Mrquez. Delante deella, sobre la barra, haba una pinta de Guinness.

    Creo que con lo de pinta se sobreentiende.

    S, bueno...

    Ella se encogi un poco de hombros y continu con su lectura. Galo la mir, entrecurioso y divertido, hasta que el camarero regres con su cerveza. Le dio un sorbo yvolvi a mirar a la chica. Definitivamente era guapa y era una de esas personas que, sinsaber por qu, inspiran confianza y simpata.

    Siempre miras a la gente cuando lee? Porque es un poco... siniestro.

    Lo dijo sin levantar los ojos del libro, como si estuviera inmersa en la lectura. PeroGalo saba que haba dejado de prestar atencin a lo que estaba leyendo y que estabaesperando una respuesta. l no era de los que entablaba conversacin condesconocidos, ni en bares ni en ningn sitio, pero haba algo en ella que invitaba ahablar.

    Slo cuando esa persona est leyendo mi libro preferido.

    Qu?

    La chica levant la cara y le mir sorprendida.

    El Amor en los Tiempos del Clera Galo seal con un movimiento de cabeza ellibro que ella estaba sujetando Y no se dice qu, se dice perdn. Lo deca la madrede una chica que conoc.

    Ella se ri y cogi el marca pginas que tena delante. Lo coloc en el libro y,dejndolo encima de la barra, se gir en el taburete hasta quedar completamente frente

  • a Galo.

    Cogi su pinta y la alz.

    Pues por la madre de esa chica, para que siga dando buenos consejos por muchotiempo.

    Galo cogi su pinta y brind con ella. Los dos bebieron largos tragos mirndose a losojos, hasta que Galo no aguant ms y dej su vaso sobre la barra, cruzando los brazossobre ella. Ella hizo lo mismo, pero sigui mirndole.

    As que El Amor el los Tiempos del Clera.

    S.

    No te pega.

    l gir la cara para mirarla y luego volvi la mirada hacia su vaso. Lo cogi y dio otrotrago.

    Ah, no?

    No.

    La mir de nuevo y le pareci que ella se ruborizaba. Pero si as fue consiguidisimularlo muy bien, llevndose la pinta de Guinness a los labios otra vez.

    Y qu me pega?

    Ella dej el vaso sobre la barra y fingi que pensaba la respuesta. Despus de unmomento dijo:

    Pues Tom Clancy, John Grisham... ya sabes, bestsellers de aeropuerto.

    Crees que son bestsellers de aeropuerto?

    No s, dmelo t que eres el que los lee.

    Galo sonri. Si ya le haba recordado a su hermana Mara por la forma en la quesujetaba la boina cuando la vio en Starbucks , ahora le record an ms por la rapideza la hora de contestar. Se notaba que era lista, que tena ingenio y, probablemente, unhumor muy parecido al de su hermana. Se gir un poco en su taburete para quedarfrente a ella.

  • Ahora estaban cara a cara.

    Punto nmero uno, Tom Clancy y John Grisham no escriben bestsellers de aeropuerto.Lee Child, definitivamente. David Baldacci... puede.

    Da igual, me acabas de dar la razn.

    En qu?

    En que lees ese tipo de libros, de ese tipo de autores.

    Y qu te hace pensar que leo ese tipo de libros, de ese tipo de autores?

    Entrecomill con los dedos ese tipo cada vez que lo dijo, como burlndose de ella,pero sin hacerlo en serio. Ella cruz los brazos y lade la cabeza, mirando hacia eltecho.

    Ehm, no s... Quizs el hecho de que conozcas a autores que escriben ese tipo delibros de los que yo no haba odo ni hablar.

    Esta vez fue ella la que entrecomill sus palabras, imitndole.

    Eso me lleva a mi punto nmero dos - dijo Galo.

    Sorprndeme.

    La chica bebi de su vaso mientras le haca un gesto con la mano, instndole a seguir.

    Pues que tu cultura literaria sea bastante limitada no quiere decir que el resto nopodamos leer distintos gneros y a distintos autores.

    En ese momento, y a causa de la sorpresa que le produjo semejante respuesta, ella seatragant y expuls parte de su cerveza por la nariz y gran parte por la boca, calndolehasta los huesos. Galo peg un salto de su taburete y ella empez a rerse.

    Perdona le dijo, pasndole unas servilletas es que no acepto nada bien las crticas.

    Ya veo, ya.

    Se limpi la camiseta como pudo y volvi a sentarse.

  • Bueno, parece que no hemos empezado nada bien.

    Ella neg con la cabeza, sonriendo.

    Qu te parece si empezamos como las personas civilizadas? Soy Galo.

    Extendi la mano derecha. Ella la mir y, despus de un par de segundos, le dio lasuya.

    Roco.

    Tardaron en soltarse un poco ms de lo necesario.

    Y qu haces aqu?

    Cmo que qu hago aqu?

    Roco dej la hamburguesa en su plato y se limpi los labios con una servilleta.Despus del incidente con la cerveza y las presentaciones posteriores Galo y Rocohaban seguido hablando y viendo que tenan muchas cosas en comn. A los dos lesgustaba la misma msica, rock de los sesenta y punk de los setenta como Los Beatles,The Who, Led Zeppelin, Country Joe & The Fish, los Sex Pistols, los Ramones y TheClash. Los dos eran unos grandes cinfilos y ambos crean que nunca habra alguiencapaz de superar a Billy Wilder o Howard Hawks. A los dos les molestaba que lagente, en vez de llevar el clsico ring ring, llevara canciones como meloda dellamada en el mvil. Los dos saban que los All Blacks eran los mejores, pero ambossentan debilidad por el antlope de los Springbocks. Y los dos estaban dispuestos ajurar sobre la Biblia que Mercadona era el mejor hipermercado del mundo.

    No vives en Zrich, no?

    Galo neg con la cabeza mientras masticaba y dej su hamburguesa en el plato. Alcontrario de lo que haba hecho Roco, l se limpi los labios con el dorso de la mano.

    No. Estoy aqu por trabajo.

    Mir a Roco y pens en lo cmodo que se senta con ella. No haca ni dos horas quese conocan y ya le haba contado ms cosas de su vida que a muchos de suscompaeros de oficina, con los que llevaba trabajando aos. Ella enarc las cejas y lehabl lentamente:

    Porque tu trabajo consiste en...

  • Volvi en s y centr la mirada.

    Ah, s! Perdona. Trabajo para Moon Corporation.

    La empresa de software? Eres informtico?

    No. Trabajo en el gabinete de comunicacin.

    Eres periodista?

    Algo as.

    Galo se meti lo que le quedaba de hamburguesa en la boca y le dio un trago a su pinta,la segunda de la noche. Roco segua mirndole y estaba empezando a notar ciertocalor en el cuello.

    Cmo que algo as?

    Vers, me licenci en periodismo. Pero mi trabajo no es exactamente el de unperiodista.

    De donde yo vengo el que se licencia en periodismo es periodista.

    Y de donde yo vengo la gente resuelta como t suele caer muy mal.

    Roco le sac la lengua y volvi a coger su hamburguesa.

    Y t qu haces aqu?

    Ella le dio otro bocado a la hamburguesa, mastic y trag. Tard un rato en contestar,como si estuviera pensando la mejor manera de expresarlo.

    Nada.

    Galo la mir sorprendido.

    Cmo que nada?

    Pues que nada.

    Cualquiera hubiera pensado que con el tiempo que te has tomado en contestar turespuesta habra sido algo ms elaborada.

  • Ella se ri y se termin la hamburguesa. Se limpi las manos con la servilleta, la pusoencima del plato y empuj el plato un poco ms lejos.

    Es que no hago nada. Slo estoy de visita.

    Sola?

    No supo exactamente por qu, pero dese que Roco estuviera de viaje sola. Sin unaamiga, sin un novio y mucho menos un marido. Ella asinti y empez a jugar con lasgafas que haba dejado haca mucho rato ya encima de la barra.

    Yo tambin me licenci en periodismo, pero al contrario que t yo s que ejerzo comoperiodista. Y cada vez que mi trabajo me lo permite, que suele ser bastante a menudo,viajo... y no hago nada.

    Le gui un ojo y Galo se ri.

    La dura vida del periodista.

    Ni te lo imaginas!

    Los minutos pasaban y la conversacin no decaa. Pidieron otras dos pintas ms, ellade Guinness y l de Murphy's Red. En el mismo momento en el que el camarero de labarba pelirroja se las estaba poniendo delante son el telfono mvil de Galo. Mir lapantalla y vio que se trataba de Pablo. Estuvo tentado de no cogrselo, pero en esemomento Roco se excus para ir al cuarto de bao, as que no vio razn para nocontestar a la llamada de su amigo. Cogi el telfono y le dio al botn verde decontestar.

    Qu pasa?

    Pablo silb al otro lado de la lnea.

    As es como le coges el telfono a tu mejor amigo?

    Tienes suerte de que te lo haya cogido.

    Perdona, no quera interrumpir tu apacible noche de no hacer nada t solo.

    Galo no contest y Pablo no dijo nada ms. Haba veces que podan quedarse asdurante un buen rato, a ver quien aguantaba ms sin decir nada. Llevaban hacindolo

  • aos y era un juego bastante estpido, pero el que hablara antes perda... y a ninguno delos dos le gustaba perder. Slo que hoy no era el da para andarse con tonteras, Rocovolvera del cuarto de bao en cualquier momento y Galo no quera que pensara queera idiota.

    Para qu me has llamado?

    Has perdido!

    La voz de Pablo son completamente eufrica y Galo no pudo evitar sonrer. Se loimagin bailando solo por el saln de su casa, esperando a que Eugenia volviera dedonde fuera que estuviera.

    Lo que t digas. Oye, ahora mismo no puedo hablar-

    Pablo le cort a mitad de frase.

    Quin pierde ahora, eh? eeehhh?

    Pablo, en serio. Luego te llamo que ahora mismo-

    Pablo! Siempre pierde Paaaablo! Pues no. Ahora pierde Gaaalo!

    Y empez a entonar una cancioncilla bastante molesta. Galo gir la cabeza hacia laizquierda y estir un poco el cuello para ver las escaleras. De momento no haba sealde Roco por all, pero tendra que aparecer en cualquier momento.

    S, muy divertido. Pero escucha, tengo que colgar.

    Pablo se call.

    Por qu?

    Son decepcionado, como un nio que se lo est pasando fenomenal en una fiesta decumpleaos y al que su madre le dice que es hora de irse a casa.

    Porque ahora no puedo hablar, ya te lo he dicho.

    Y eso por qu?

    Esta vez son intrigado, como si sospechara de algo. Galo no contest.

    Con quin ests, Galo?

  • Con nadie.

    Ahora soy nadie?

    La voz de Roco son a su derecha y Galo se dio la vuelta. No la haba odo volver yahora ella le miraba, divertida, desde el taburete de al lado.

    Pablo, luego te llamo.

    No, no te atrevas a colgarme el telfono, que ya tengo suficiente con que me cuelguemi madre!

    Adis, Pablo.

    Galo, tengo que decirte-!

    Pero Galo no supo qu era lo que tena que decirle su amigo porque colg antes de queste pudiera terminar su frase. Volvi a dejar el telfono sobre la barra y se gir denuevo hacia Roco. Tena una medio sonrisa en los labios y le indic el telfono quedescansaba sobre la barra con un leve movimiento de cabeza. Instintivamente Galopuso una mano sobre l.

    Era Pablo, mi mejor amigo.

    Ella asinti, sonriendo.

    No te sientas obligado a darme ninguna explicacin.

    No, no! Era l... te caera bien.

    Galo se puso rojo y Roco se sinti un poco mal por l. Lo cierto es que no leimportaba que Galo le hubiera dicho a su amigo que estaba solo, pero no haban hechonada malo ni de lo que avergonzarse y en el fondo le doli un poco que l no hubieradicho la verdad.

    Pero quin era ella para molestarse? A fin de cuentas le haba conocido ese mismoda y lo ms probable era que no le volviera a ver nunca ms. Es ms, lo lgico es queincluso tuviera una novia en Madrid a la que volver cuando su semana de trabajo enZrich hubiera acabado. Se forz a s misma a volver a la realidad y no dejar que suspensamientos siguieran por ese camino. La verdad era que tampoco quera saber si latena o no. Sonri.

  • Estoy segura - bebi un trago de su pinta - Cmo es?

    Quin?

    Pablo.

    Galo le cont toda su historia, que se remontaba hasta haca casi treinta aos ya que, alser tanto su padre como el de Pablo marinos, siempre haban tenido la suerte de estar

    destinados en las mismas ciudades. Le habl sobre aquella vez que decidieron lavarleel coche al padre de Pablo para ganarse unas pesetas y que su amigo decidiabrillantar usando un par de piedras. Le habl sobre aquella otra en que decidieronpodar los rosales de la madre de Galo y no sobrevivi ni una rosa. Le habl tambinde la vez que tomaron prestado un coche de golf y robaron las banderas de todos loshoyos, para luego distribuirlas como Dios les dio a entender. Le habl de las largashoras que haban pasado juntos, castigados despus de clase a sujetar libros con losbrazos en cruz. Le habl sobre la primera vez que haban bebido alcohol, la primeravez que haban fumado y la primera vez que pasaron la noche en un calabozo, por tirardel freno de emergencia en un vagn del metro de Madrid.

    Roco le miraba embelesada, dejndose llevar por las historias de su infancia, que enmuchas ocasiones le recordaron a alguna propia.

    Los minutos seguan pasando y la conversacin segua sin decaer.

    Hacia la una de la maana el pub se qued completamente desierto, salvo por ellos dosy el camarero de la barba. Roco suspir y se frot los ojos con los puos.

    Creo que deberamos empezar a pensar en irnos.

    Galo no tena ninguna gana de separarse de ella, pero saba que tena razn. Al dasiguiente tena el cocktail de bienvenida y no poda presentarse con unas ojeras derdago. De repente se le ocurri una idea.

    Oye, te apetecera venir maana conmigo a la apertura de la Open Moon Week?

    En ese momento Roco estaba recogiendo su bolso del suelo y se qued ah, agachada,durante un minuto entero. Se levant poco a poco y le mir con expresin de estarpensndoselo seriamente. Galo se ri.

    Vas a hacer lo de pensrtelo mucho para luego darme una respuesta muy simple?

  • Ella no pudo evitar rerse.

    No s... es que seguro que tienes que estar de aqu para all y de all para ac...

    Lo dijo mientras mova las manos de izquierda a derecha y de derecha a izquierda,hacindolo sonar como si fuera el plan ms aburrido que le hubieran ofrecido nunca.

    Probablemente lo fuera.

    Adems, los sbados hay mercadillo. Y maana es el ltimo porque ya empieza ahacer fro y no podrn poner ms los puestos hasta primavera. Y, creme, el de Zriches el mejor.

    Mir a Galo y vio algo parecido a la decepcin dibujado en su rostro. Querra pasarms tiempo con ella? No poda ser, si no se conocan! Pero lo cierto era que, porextrao que pudiera parecer, a ella tambin le apeteca verle al da siguiente. Entoncesfue a ella a quien se le ocurri otra idea.

    Por qu no me acompaas t a m?

    A dnde?

    Al mercadillo. Est al lado del Arboretum, en la Brkliplatz. Podemos quedar despusde tu cocktail de bienvenida.

    Galo se estaba poniendo la bufanda e hizo que se lo pensaba durante un minuto entero,colocndose la bufanda de unas diez formas diferentes.

    Qu haces?

    Hacer que me lo pienso durante mucho rato para luego darte una respuesta muy simple.

    Roco se acerc a l y le peg un puetazo amistoso en el brazo. Galo levant lasmanos, entre risas.

    Vale, vale!

    Entonces?

    Entonces... s.

    Galo vio cmo se le iluminaba la cara, mientras la sonrisa se le haca cada vez msgrande. Sacudi la cabeza para quitarse ese pensamiento de la mente. Seguro que

  • estaba viendo cosas donde no las haba.

    Se despidieron del camarero y salieron a la calle. Aunque durante el da no haca fro,por las noches era imposible salir sin abrigo a la calle y en ese momento a ambos lessala vaho con cada respiracin. Roco se puso los guantes, el amarillo en la manoizquierda y el azul en la derecha, y se frot las manos. Galo, al no tener guantes, semeti las manos en los bolsillos. Fue entonces cuando se dio cuenta de que le faltabaalgo.

    Mierda, el mvil. Me lo he debido de dejar encima de la barra.

    Roco se llev las manos a la cabeza y abri mucho los ojos y la boca, en un gesto muyteatrero, incluso para ella.

    Oh, no! Qu horror! Tienes que entrar corriendo! He odo que el camarero se comelos mviles que la gente deja-!

    Galo le peg un empujn y entr otra vez en el pub, dejando a Roco fuera muerta de larisa. Nada ms entrar, y sin dirigirle la palabra, el camarero le seal con el pulgarhacia donde haban estado sentados toda la noche. Galo le dio las gracias y se fuehacia all.

    Encontr su mvil encima de la barra, delante de su taburete. Pero no era lo nico quese haban dejado olvidado sobre la barra del pub. El corazn empez a latirle un pocoms deprisa.

    En el sitio donde haba estado sentada Roco haba una postal.

    Imgenes del contenido de la caja de zapatos que guardaba en casa empezaron apasarle veloces por la mente. Pero era una tontera, qu posibilidades haba? Enserio, tena que dejar de ver todas aquellas pelculas con su hermana. La ltima habasido el colmo, un buzn en un lago por el que se comunican dos personas que estn endistintos aos. Pablo haba salido de all encantado. Con manos temblorosas la cogi.Era una postal de Zrich, una foto hecha probablemente desde un barco que estuvieraen mitad del lago. La mir durante un par de segundos y, muy lentamente, le dio lavuelta.

    Primer da en Zrich y ya he discutido con una vieja en Coop. Me acusaba de sobarunos

    feige! Y t sabes que no me gustan los higos... -R

  • La postal iba dirigida a Jaime Moliner.

    El corazn dej de latirle.

    Por fin poda ponerle nombre y cara a R.

  • CUATROEl despertador son a las diez en punto. Galo, medio dormido, estir la mano y buscsu telfono mvil a tientas en la mesa que haba al lado de la cama. Lo encontr yprogram la alarma para que volviera a sonar cinco minutos despus. An no podalevantarse. Se dio la vuelta en la cama y pens en Roco.

    La noche anterior, despus de encontrar la postal encima de la barra, se haba visto a simismo en una encrucijada. Deba decirle a Roco que era l quien reciba laspostales?

    Deba contarle que, a travs de sus postales, haba llegado a conocerla mucho antesde aquella noche? En definitiva, deba contarle a Roco la verdad o deba ocultrsela?

    Mientras se haca todas aquellas preguntas plantado en mitad del pub, con su telfonomvil en una mano y la postal de Roco en la otra, sta ltima entr a buscarle.

    Se puede saber qu haces? Me estaba congelando ah fuera!

    Galo se dio la vuelta lentamente y en ese momento Roco vio que uno de los dosobjetos que sujetaba era la postal de Zrich.

    Mi postal! Se me haba olvidado por completo. Gracias!

    Con una sonrisa le quit la postal de entre los dedos y la hizo desaparecer en lasprofundidades de su bolso. Galo segua ah plantado, mirndola y decidindose acontarle todo lo que saba. Pero algo le impeda hacerlo. Roco le mir.

    Qu te pasa? Parece como si hubieras visto un fantasma.

    Se acerc a l y estir la mano hasta su mejilla, pero pareci pensrselo mejor yvolvi a bajarla antes de llegar a tocarle. Le agarr del brazo y empez a tirar de lhacia la salida.

    Vamos, es hora de irse a dormir. Parece que despus de todo has bebido demasiado!

    Galo se dej arrastrar hacia la puerta. El momento de contar la verdad haba pasado.

    Inevitablemente el despertador volvi a sonar y se vio obligado a levantarse. Una vezse hubo duchado y vestido, baj a la cafetera del hotel. Mir la carta del desayuno,pero el nudo que tena en el estmago desde que encontrara la postal an no se habadeshecho, por lo que pidi slo un caf. Como la maana se haba despertado soleada

  • decidi ir bordeando el Limmat hasta la Bellevueplatz y all cruzar el puente hacia laBrkliplatz, donde ms tarde haba quedado en reunirse con Roco para dar una vueltapor el mercadillo.

    Cuando lleg a la mitad del puente que una las dos plazas se par y mir hacia suizquierda, hacia el lago. Era un da de sol, de cielo despejado y all, al fondo, podaver con total claridad las montaas que ya empezaban a estar cubiertas de nieve. Seapoy en la barandilla y pens en la noche anterior.

    Despus de despedirse de Roco, haba regresado a su habitacin del hotel, hababuscado la postal de Robert Znd y, mirando el texto y la firma, se haba quedadodormido.

    Siempre que haba recibido una de esas postales sus amigos le haban dicho que sedeshiciera de ella, que no le corresponda a l guardarlas. Pero l siempre habacredo que deba hacerlo, que algn da alguien las reclamara. Aunque, quprobabilidad haba de encontrar a una de las dos personas relacionadas con la postal,remitente o destinatario, y poder devolverles lo que en realidad les perteneca? Apesar de haber tenido siempre la sensacin de que deba guardar aquellas postales,Galo era consciente de que la probabilidad era prcticamente nula. Y, sin embargo, allestaba l, a pocas horas de quedar con la persona que, durante aos, haba escritoaquellas enigmticas postales. Se subi los cuellos del abrigo y reanud su paseo haciael Arboretum.

    El Arboretum de Zrich, en la orilla oeste del lago, se inaugur como zona de recreoen el ao 1976. Desde entonces se haba convertido en un sitio muy popular donde ir apasear, a leer un libro, jugar al ftbol o, simplemente, tumbarse en el csped los dasde sol. Era habitual pasear por all y ver gente tomando el sol en traje de bao. Ademshaba accesos al lago y unos baos para aquellos que estuvieran dispuestos a pagar laentrada.

    Aquella maana de sbado gran parte del Arboretum se encontraba invadido porcarpas blancas y rojas, los colores corporativos de Moon Corporation, en las quetendran lugar muchas de las presentaciones y actividades que daran forma a la OpenMoon Week. Galo se adentr en el Arboretum y decidi entrar en la ms grande detodas las carpas, la central. Una voz grit su nombre y le hizo girarse sobresaltado.

    Galo Montero! Ya me imaginaba que te vera por aqu!

    Un hombre gordo, con gafas y una sonrisa de oreja a oreja se acercaba a l con losbrazos abiertos. Se trataba de Peter Jones, miembro del consejo de Moon Corporation

  • y director de comunicacin para Europa, Oriente Medio y Asia. Galo lo habaconocido haca casi diez aos, cuando le contrataron en Moon Espaa como becariodurante un periodo de seis meses. En aquellos seis meses Peter Jones haba tenidovarias reuniones importantes en las oficinas de Madrid y por su estrecha relacin conel jefe de Galo, ste haba tenido la ocasin de tratar con l. Peter Jones siempre tenacinco minutos para hablar con Galo antes de entrar en las reuniones y nunca se cansabade decirle que algn da querra tenerle en su gabinete. Cuando Galo entr a trabajar enMoon Corporation la primera persona en felicitarle fue Peter Jones y Galo tena lavaga sospecha de que el ingls haba tenido algo que ver en su contrato.

    Peter Jones!

    Le estrech la mano y Peter le dio unas palmadas en la espalda.

    Cmo ests, chico?

    Bien, contento de volver a esta ciudad.

    Galo mir a su alrededor y volvi a centrar su mirada en Peter, que lo observaba concara de sorpresa.

    No saba que ya hubieras estado aqu antes.

    S, bueno... mi abuela sola vivir aqu y mi hermana y yo venamos de visita de vez encuando.

    Perfecto! - Peter le dio otra palmada en la espalda Entonces ya tengo a alguien queme ensee esta condenada ciudad. Parece ser que aqu nadie quiere hablarme en inglsy me est costando horrores hacerme entender.

    Agarr a Galo por el brazo y se encaminaron hacia la carpa. El interior estabadecorado con globos, por supuesto rojos y blancos, y haba un gran nmero de mesasredondas donde la gente se tomaba tranquilamente una copa o coma algo. Al fondo dela carpa haba un escenario, sobre el que haban colocado una mesa rectangular y unascuantas sillas. Galo supuso que desde all se hara la presentacin de la Open MoonWeek. Los camareros, vestidos de blanco, pasaban entre los asistentes con unasbandejas llenas de copas mientras que las camareras, vestidas de rojo, pasaban con lasbandejas llenas de canaps. Un camarero pas por su lado y Peter se hizo con doscopas de champn. Le pas una a Galo.

    Me parece que se han pasado con tanto rojo y blanco.

  • Bueno, ten en cuenta que son los colores de Moon.

    Peter le dio un sorbo a su copa y neg con la cabeza.

    Me trae sin cuidado. Llevar a los camareros de blanco... Llevo toda mi vida en estaempresa y nunca haba visto una horterada semejante. Seguro que ha sido idea de laarpa esa del departamento de relaciones pblicas.

    Galo tuvo que reprimir una carcajada porque justo en ese instante se acercaba a ellosMarian Sullivan, la supuesta arpa del departamento de relaciones pblicas. Comojefes de sus respectivos departamentos, Peter y Marian tenan que trabajar codo concodo cada poco tiempo y por todos era sabido el desprecio que se profesaban. Marianera alta y delgada, siempre llevaba el pelo recogido en la nuca con un moo y, ademsde ser una estirada y una mandona, tena cara de caballo, lo que le haba valido elapodo de Lady Mare. Peter solt una palabrota en voz baja y la mir.

    Hablando del diablo.

    Hola a ti tambin, Peter.

    Ni se molest en mirar a Galo. l saba que ella lo conoca de sobra, pero no deba deconsiderarlo suficientemente importante como para dirigirle la palabra. Tampoco leimport mucho, prefera ver qu tena que decir Peter.

    Qu clase de mierda es esta, Marian?

    Peter hizo un movimiento con el brazo que tena libre, abarcando toda la sala y Marianarque un poco las cejas.

    Qu vocabulario ms bonito, Peter. A veces me sorprende que hayas llegado a dondeests.

    Dejmoslo en que yo llegu por mi vala.

    Galo mir a Peter sorprendido, pero Marian prefiri hacer odos sordos a aquellainsinuacin tan descarada. En cambio, le mir de arriba abajo de forma despectiva.

    En diez minutos empieza la presentacin, as que haz el favor de ponerte presentable ysubir ah arriba o nos dejars a todos en mal lugar.

    No esper a que Peter respondiera, sino que gir sobre sus talones y se encamin haciael escenario, donde ya haba tres personas. Galo reconoci entre ellas a John Fields,

  • presidente de Moon Corporation y a Rebecca Estevez, una chilena que actualmenteocupaba el cargo de vicepresidenta. No supo identificar a la tercera persona que sehallaba con ellos, pero se imagin que sera alguien de GCNews.

    En fin, tendr que ir.

    Galo se dio cuenta de que a su amigo le apeteca tanto subir a aquel escenario como al le apeteca tragarse todo el discurso de bienvenida. Todos los aos la presentacinera prcticamente la misma, excepto por un par de variaciones como solan ser losresultados cuatrimestrales, y a aquellos que llevaban un nmero considerable de aosen la empresa se les haca muy pesado. A eso haba que sumarle los constantessaludos. Iba a ser una maana muy larga. Peter apur de un trago lo que le quedaba dechampn y deposit la copa en la bandeja vaca que un camarero pasaba en esemomento por su lado.

    Luego podemos comer algo, me cuentas qu tal van las cosas por Espaa.

    Iba a contestarle que s, que le apeteca mucho que se pusieran al da cuando se acordde sus planes con Roco. Sonri.

    Despus de todo, no sera una maana tan larga.

    Hace un da maravilloso para comprar antigedades!

    Galo y Roco llevaban un rato pasendose por entre los distintos puestos que losvendedores haban colocado en la Brkliplatz. Roco no dejaba de sonrer, se paraba yexaminaba cada mesa por la que pasaban y si l no se aproximaba hasta donde estabaella, entonces le agarraba del brazo y tiraba de l hasta que ceda y se iba a ver conella lo que fuera que la haba entusiasmado en ese momento. Porque en cada puestoencontraba algo que le resultaba fascinante.

    Antigedades? Querrs decir baratijas.

    Roco desvi su atencin del libro que estaba ojeando y mir a Galo. l la observabaunos pasos ms all, con los cuellos del abrigo subidos, las manos en los bolsillos y lacabeza ladeada. Roco dej el libro sobre la mesa y se acer