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    Daimon. Revista Internacional de Filosofa, n 66, 2015, 165-190ISSN: 1130-0507 (papel) 1989-4651 (electrnico)

    El nuevo libro de Jos Luis Pardo secompone, como nos advierte el breve pr-logo que lo encabeza, de dos partes biendiferenciadas. La primera de ellas (Vio-lentar el pensamiento) es una reedicin de

    Deleuze: violentar el pensamiento, resul-

    tado de una tesis doctoral presentada por elfilsofo madrileo en 1986 y publicada en1990. sta es reproducida aqu en su ver-sin original, slo con algunas correccionespuntuales y despojada de cierto nmero deelementos (el cuadro cronolgico inicial, ascomo el glosario y los comentarios de tex-tos finales) que formaban parte de aquellaprimera edicin por exigencias de formatode la coleccin en que se hallaba integrada.

    En cuanto a la segunda seccin (A pro-psito de Gilles), se compone de una selec-cin de textos sobre Deleuze anteriormentepublicados en revistas y volmenes colectivosentre 1995 y 2005, y que Pardo dice haberconcebido desde el principio como una suertede apndice crtico a la mencionada tesis.Este segundo bloque se subdivide en tresapartados, a los que corresponden los siguien-tes ttulos: La imagen del pensamiento,

    Estilos y Micropoltica y revolucin. Elprimero de ellos aborda cuestiones de con-junto de la obra de Deleuze y de algunos otrospensadores franceses de su generacin; elsegundo se ocupa sobre todo de las investiga-ciones de carcter esttico o de teora del arterealizadas por el autor deDiferencia y repeti-cin; finalmente, el tercero recoge reflexionesacerca de la filosofa poltica de Deleuze y deFoucault. Considerada en su conjunto, esta

    segunda parte tiene como objetivo permitircomprender mejor al lector el trayecto inte-lectual que va desde Violentar el pensamiento

    hastaEl cuerpo sin rganos (2011), que fueel segundo libro consagrado ntegramente porPardo a la filosofa de Deleuze.

    Dicho esto, a continuacin intentaremosrevisar por separado nicamente los conte-nidos ms importantes y las particularidades

    ms visibles de cada una de estas dos gran-des divisiones.Violentar el pensamiento consta de

    seis captulos, pero se ocupa fundamental-mente, en primer lugar, de las obras mono-grficas de Deleuze; segundo, de Lgicadel sentido y Diferencia y repeticin, losdos grandes trabajos escritos por este pen-sador en solitario; y, por ltimo, de los dosvolmenes de Capitalismo y esquizofrenia

    (titulados respectivamente El anti-Edipo yMil mesetas), de los que es co-autor FlixGuattari. A estos tres motivos correspondenlos seis captulos mentados en el siguienteorden: el primero de ellos (Ms all dela historia de la filosofa) comienza conuna presentacin general del pensamientode Deleuze que en seguida deja paso a unalectura de las monografas de este autor pro-longada en el segundo (De la impresin

    al pliegue) y, en buena medida, en el ter-cero (El pensamiento sin imagen) de talescaptulos, mientras que una parte de esteltimo y la totalidad del cuarto (Cuerpos yproposiciones) se ocupan de las dos obrasmayores escritas por este filsofo en solita-rio (con un claro protagonismo de Lgicadel sentido, sobre todoen el ltimo de ellos);por su parte, el quinto captulo (La polticade la diferencia) se centra en los plantea-

    mientos deEl Anti-Edipo

    , mientras que elsexto y ltimo (Hacia una teora de la indi-viduacin) hace otro tanto conMil mesetas.

    PARDO, Jos Luis:A propsito de Deleuze. Valencia, Pre-Textos, 2014.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/203831

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    La caracterizacin del pensamientodeleuziano arranca propiamente en esta pri-mera parte con la siguiente declaracin, quese encuentra en la pgina 23 del volumen quereseamos: El problema propio de la filoso-fa de Deleuze es, sin duda, el problema dela diferencia. Y, siendo la subjetividad lo queprecisamente hace impensable tal problema,es preciso acometer su deconstruccin paraacceder a tal pensamiento. Esta decons-truccin es la que justamente se revisa enel resto de pginas de este primer captuloy en las de la prctica totalidad de los dossiguientes a partir de las monografas, quede este modo son ledas, no ya como merosejercicios de historiador de la filosofa, sinocomo integrantes de un mismo movimientoo, como dice Pardo, conformando un (p. 24)mismo mapa que, dibujado ya de modoglobal y complejo, encontramos en obrassistemticas comoDiferencia y repeticin y

    Lgica del sentido, e incluso como inten-tos de sustraer regiones enteras del pensa-

    miento a las exigencias de la historia de lafilosofa. Esta deconstruccin de la subje-tividad se articula en torno a tres momentosesenciales (impresin, pliegue y expresin),a los que cabe aadir un cuarto (la represen-tacin) que constituye el momento en que ladiferencia es negada a favor de la identidad,dando lugar a la consolidacin del sujeto.

    La misma ambigedad de la palabrasujeto (que sirve para designar tanto al

    resultado del proceso de la subjetivacincomo a aquello de lo cual se predican lospredicados de las proposiciones) sirve debisagra entre los captulos tercero y cuarto,en el ltimo de los cuales se intenta deter-minar, siguiendo especialmente el itinerariode la Lgica del sentido, en qu consisteel sentido de las proposiciones. Esto tienelugar bajo la forma de una controversia conla filosofa analtica, la fenomenologa y el

    estructuralismo, as como bajo la consigna de

    un retorno al estoicismo, en el que Deleuzehabra encontrado la definicin del sentidocomo lo expresado de la proposicin (y,por lo tanto, como el correlato en el mbitode las palabras de aquello que Spinoza yNietzsche le habran permitido previamentedescribir, ya que no en relacin a las cosas,al menos a propsito de los sujetos).

    Nos ha parecido que la bisagra entre estesegundo bloque y los captulos quinto y sextode esta primera parte se encuentra en la pgina115, concretamente en el fragmento que cita-mos a continuacin: En sus Dilogos conClaire Parnet, Deleuze hace una distincin ensu obra. Tanto en los trabajos monogrficoscomo en Lgica del sentido y Diferencia yrepeticin, su propsito era describir ciertoejercicio del pensamiento que () se oponepunto por punto a las exigencias de la repre-sentacin: pensar, sentir, querer la diferenciaes tambin pensar, sentir, querer de formadiferente. () Pero, porque no parece sufi-ciente contentarse con estos objetivos, hayun tercer Deleuze al que reconocemos en eltndem Deleuze-Guattari. La razn es sen-cilla: no basta describir otro ejercicio delpensamiento, hay que ejercerlo efectivamentede otro modo, llevndolo sin ambages sobrelas cuestiones ms candentes de la actuali-dad. El eje central de este ejercicio otrodel pensamiento en relacin al mundo enque vivimos consiste en la afirmacin segnla cual, frente a la definicin marxista de lasociedad por el modo de produccin, habrauna infraestructura ms profunda que la eco-nmica y una superestructura ms influyenteque la ideolgica, las cuales a su vez halla-ran su fundamento en el hecho de que todasociedad no es ms que una forma determi-nada de organizacin del deseo, siendo steel motivo por el que el deseo es revolu-cionario. Dicho de otro modo, no es queel deseo quiera la revolucin (en el sentidoen que los revolucionarios macropolticos la

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    quieren de forma consciente), sino que sudesear es en s mismo revolucionario porquepone en cuestin toda forma de dominacin,de avasallamiento y de explotacin, esto es,porque la produccin social no es sino ciertaorganizacin, cierta represin de la produc-cin deseante.

    A propsito de Gilles arranca, porsu parte, con un breve texto (que sirve deprembulo a la primera de sus secciones) enel que se alude no ya a tres, sino a cinco tiposprincipales de escritos de Deleuze: primero,monografas de historia de la filosofa (sobreHume, Kant, Nietzsche, Bergson, Spinoza,Leibniz, Foucault o Chtelet); segundo, susobras ms cabalmente creadoras (Diferencia

    y repeticin, Lgica del sentido, Qu esfilosofa?); tercero, sus textos sobre esttica(sobre Proust, Kafka, Bacon, Artaud, Bec-kett, el cine o el Barroco); cuarto, sus librosmayores escritos con Flix Guattari (Elanti-Edipoy Mil Mesetas); quinto y ltimo,sus textos menores o compilatorios (Di-logos, Conversaciones, Crtica y clnica).

    De la primera seccin de la segunda partenos gustara destacar el texto titulado Lasaporas de la diferencia, no nicamente porsu carcter de texto-marco para las proble-mticas de toda una generacin de filsofosfranceses (prximos y a la vez distantes alestructuralismo, al Heidegger-lector-de-Nietzsche y a los sucesos de Mayo de1968, entre otros tpicos) y por la precisinde sus conceptos, que en las primeras pgi-nas del mismo son caracterizados de unamanera exclusivamente negativa (la identi-dad de un signo no es ni la identidad materialde su sustancia sonora ni la identidad idealde un significado o de su contenido; el signono es ni la materia fsica en que se actualizani el contenido conceptual que transmite; elorden simblico no es el real ni el imagina-rio; las ciencias humanas no se confundenni con las ciencias naturales ni con la her-

    menutica), sino tambin por las notas alpie que incorpora y que no figuraban en suprimera versin, publicada en el volumenprimero de la recopilacin Perspectivas del

    pensamiento contemporneo, coordinadapor J.M. Navarro (para una lista completa dela procedencia de los textos de esta segundaparte, vase la pgina 379). Algunas deestas notas son particularmente relevantesporque, o bien constituyen una suerte debibliografa comentada sobre el estructura-lismo (vase a este respecto la nota 2 de lapgina 216), o bien nos ayudan relacionareste texto con otros de la trayectoria de suautor (como, por ejemplo, en la nota 1 de lapgina 217, donde se alude al acercamientode los filsofos de la diferencia al territo-rio de poltica remitindonos a otros escritosde Pardo tales como Mquinas y compo-nendas. La filosofa poltica de Foucault yDeleuze, tambin incluido en esta selecciny del que hablaremos ms adelante, Pol-ticas de la intimidad. Ensayo sobre la faltade excepciones, originalmente publicadocomo artculo en el n 1 de la revistaLogosen 1999 y ms tarde en forma de libro enla editorial Escolar y Mayo, y Espectrosdel 68, introduccin a la traduccin quePardo hizo de La sociedad del espectculo,de Guy Debord, publicado igualmente en1999). Puede incluso suceder que estas dosoperaciones se den simultneamente en unamisma anotacin; as ocurre, en efecto, enla nota que figura al pie de la pgina 219,donde se nos sugiere, para profundizar en lanocin de orden simblico, recurrir a lalectura de textos tanto de pensadores fran-ceses de la poca (Anlisis simblico ymtodo estructural, de Michel Serres, yEn qu se reconoce el estructuralismo?,del mismo Deleuze) como del propio Pardo(quien nos reenva aqu a suEstructuralismo

    y ciencias humanas, publicado por Akal enel ao 2000), contribuyendo as a configurar

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    una compleja red de conexiones textuales atravs de la cual el lector puede construir supropio itinerario.

    De la segunda seccin de esta segundaparte, titulada Estilos y dedicada a lostextos sobre esttica de Deleuze, nos pareceoportuno destacar el ensayo titulado Pintar,pensar, ver, que pasa revista a la teora delfilsofo francs sobre la pintura. Inicialmentepublicado con el ttulo Figuras y fondosen el volumen colectivoLa esttica del nihi-lismoen 1996, la versin que se incluye enA

    propsito de Deleuzeaade al texto originalotro de casi el doble de extensin, a saber:una carta presuntamente escrita segn ladeliciosa irona que figura en la pgina 278 por Francis Bacon a Gilles Deleuze, perocuya autenticidad no est siquiera mnima-mente comprobada. En este escrito Pardose revela una vez ms como un autnticomaestro en el arte de la ventriloquia literaria(que acaso haya aprendido de su admiradoPlatn), sirvindose de la misma para estable-cer un paralelismo, no ya entre los principaleshallazgos tericos de Deleuze y los ms sig-nificativos logros pictricos de Bacon, sinoentre las grandes tendencias de la filosofa yde la pintura en general.

    Inmediatamente despus de este escrito,y formando parte tambin de la segunda sec-cin de A propsito de Gilles, se encuentraotro notable texto, titulado El concepto dela asfixia, que se ocupa del problema delestilo en la filosofa deleuziana. Dice Pardo aeste respecto que, para el filsofo francs, elestilo es (p. 300) la travesa de la vida en ellenguaje, por lo que hay estilo cada vez quela vida atraviesa el lenguaje, o sea, cada vezque aqulla se apodera de ste. Para entenderqu significa esta declaracin hay que tenerpresente, de un lado, que la palabra vidaalude en esta frase a algo que no se da a losvivos ms que escapndose, fugndose (esdecir, como un presente puro, sin horizonte

    de futuro ni trasfondo pasado, de manera queno se puede tomar aliento no se puede mirarhacia atrs para seguir adelante, y de ah laasfixia del ttulo del artculo) y, de otro, queel lenguaje es en esa misma frase, por unaparte, el sistema de consignas que detiene yencasilla la vida mientras que, por la otra,(p. 301) puede ser utilizado por la vida pararomper ese bloqueo, para reconvertir la lneade muerte en una lnea de fuga, en una lneade vida. Slo cuando esto ltimo sucede lavida se apodera del lenguaje y, por consi-guiente, nace el estilo. Esta condicin no es,sin embargo, vlida tan slo para el estilo lite-rario, sino que lo es tambin para la filosofaen la medida en que sta pertenece tambinal lenguaje estilizado por la vida lo que sehalla ligado al hecho de que, para Deleuze, lafilosofa (en tanto que movimiento del con-cepto, y a diferencia de lo que sucede conel estilo literario) sea en esencia un discursopblico, y dirigido adems a un pblico nocualificado previamente como filsofo.

    Esta relacin intrnseca de la filoso-fa con lo pblico es la que ha impulsadoa Deleuze plantearse el problema de lapoltica. En este sentido, y tras un brevetexto que le sirve de prembulo, la terceray ltima seccin de la segunda parte deeste libro incluye un nico escrito tituladoMquinas y componendas, cuya relacincon el ensayo sobre el estilo creemos quese trasluce especialmente en el fragmentoque reproducimos a continuacin: La vidaes un fenmeno raro y local, improbable,inestable, precario. Lo principal es que lacomponenda resista, que se aguante, que setenga en pie. Las componendas procedendel punto de agotamiento o de extincinde la vida, que es exactamente su puntode nacimiento. La vida comienza cuandoes imposible y tiene que hacer una trampapara devenir real. Partiendo de esta idea,Pardo examina algunos de los puntos cen-

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    trales del pensamiento revolucionario deDeleuze (y Guattari) y de Foucault, siendolo ms llamativo de esta revisin el que enella se advierta una serie ms o menos largade aporas en la filosofa poltica de estosautores. Esta independencia de criterio, queno impide en modo alguno reconocer el res-pecto y la admiracin que Pardo siente haciaDeleuze, hace de estas ltimas pginas un

    dignsimo colofn para la que a buen segurosea una de las componendas textuales mslcidas e interesantes de las que a da de hoydisponemos (en castellano y, nos atrevemosa decir, en cualquier otra lengua) sobre estepensador francs.

    Antonio Castilla Cerezo(Universidad de Barcelona)

    MACOR, Laura Anna: Die Bestimmung des Menschen (1748-1800). Eine Begriffsgeschichte,Forschungen und Materialien zur deutschen Aufklrung, Stuttgart-Bad Cannstatt, 2013.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/207911

    Ningn otro concepto ha acompaadoel pensamiento alemn de la segunda mitaddel siglo XVIII en todas sus vertientes comoel de Bestimmung des Menschen. Conestas palabras comienza un libro que bienpodra titularseRise and Fallde un conceptopregnante del siglo XVIII. Pues este librotrata de un concepto, de un solo concepto,recorriendo a tal efecto extensa y detalla-damente su historia durante algo ms demedio siglo (1748-1800). Nada ms. Y nadamenos, porque hay expresiones que hacenpoca, es decir, expresiones que expresanuna poca entera, todo su sentir. Pense-mos en Proletarier aller Lnder, vereinigteuch! ,No taxation without representationo

    crasez linfme!Una expresin semejantees die Bestimmung des Menschen, en estecaso vlida para la Alemania pensante dela segunda mitad del siglo XVIII. En todassus grandes figuras este concepto/expresinjuega un papel determinante. Se trata, comobien muestra el libro, de un concepto nove-doso, escurridizo, de fronteras difusas y pordefinir. Y en esa indefinicin descansa suimportancia y se fundamenta la lucha pordeterminar su significado, pues desde Kose-lleck ya sabemos que los conceptos son vec-

    tores de lucha, son palabras por cuya fijacinconceptual se combate. Pero detengmonosen la propia expresin: Die Bestimmungdes Menschen. Qu significa? Cmopodramos verterla al espaol? Mientrasque Menschen significa simplemente serhumano,Bestimmung, el trmino relevante,significa de muchas maneras. Significa, ala vez, determinacin, destino, destinacin,definicin, disposicin o fijacin, entre otrasposibilidades. En ese vaivn semntico seperfilan las distintas apropiaciones del tr-mino por parte de una plyade de autoresque conforman el panten intelectual ale-mn de la poca: Spalding, Mendelssohn,Herder, Schiller, Kant, Fichte, etc. Este libroproporciona por primera vez una reconstruc-cin histrica de este conflictivo concepto.

    Dividido en un resumen, un prlogo, unaintroduccin y cinco partes (cuarenta y tresepgrafes en total) el libro describe, como yahemos sealado, la historia conceptual (Eine

    Begriffsgeschichtedice el subttulo) de DieBestimmung des Menschen. Un resumen eningls, alemn e italiano, de una pgina cadauno, es lo primero que el lector encuen-tra. Tras un prlogo donde se consignan losdebidos agradecimientos, en la introduccin

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    la autora pone honesta y pulcramente lascartas sobre la mesa, delimitando clara-mente el mbito de estudio, analizando elestado de la cuestin, explicando la metodo-loga de trabajo, resumiendo el contenido detodo el libro y contextualizando sus propiosresultados. Hay que reconocer que se tratade un libro bien estructurado, escrito desdey para la investigacin y pensado para usoy disfrute del lector. En este sentido, consti-tuye un modelo de trabajo de investigacinen las humanidades y las ciencias sociales.

    En las cinco grandes partes en que sedivide el cuerpo del texto, la autora estudiael desarrollo del concepto, que entra en cir-culacin a partir de la publicacin, en 1748,de la obra de Spalding Betrachtung ber

    Bestimmung des Menschen [Consideracinsobre el destino del hombre] y que se agotaen el cambio de siglo, siendo utilizado sig-nificativamente por ltima vez en la obra deFichte, publicada en 1800, Die Bestimmungdes Menschen[El destino del hombre]. Des-pus el concepto deviene mero tpico y notendr apenas uso ni influencia en el sigloXIX. En este intervalo temporal, en el que,a propsito del concepto, surgen polmicasentre Spalding y Goeze, Abbt y Mendelssohno Mendelssohn y Herder, entre otros, y sedeterminan las concepciones sobre la Bes-timmungdel hombre en Mendelssohn, Kant,Schiller o Fichte, se sita este libro. Los cincocaptulos exponen el desarrollo semntico delconcepto siguiendo un orden cronolgico ylas cinco fases que se corresponden con loscaptulos son las siguientes: prehistoria delconcepto, primera recepcin teolgica, pos-terior interpretacin en el mbito de la filo-sofa moral, ampliacin filosfico-histricaen su referencia a la humanidad en generaly agotamiento.

    As, la primera parte est dedicada a laprehistoria del concepto antes de su explo-

    sin en 1748. La autora demuestra en esta

    primera parte cmo el sustantivo Bestim-mung no es un invento del siglo XVIII,sino que se puede encontrar en los primerosdiccionarios de la lengua alemana, ya en lossiglos XV y XVI. Sin embargo, no es hastael siglo XVIII cuando comienza a utilizarseel concepto Bestimmung des Menschen,a propsito de los debates sobre la religinnatural propios del Reino Unido y Francia,y comienza a introducirse en el mbito teo-lgico. Pues es un telogo luterano, JohannJoachim Spalding, quien con su texto de 1748consigue un xito y una resonancia tales quehacen que la expresin permanezca objeto dedebate pblico durante largo tiempo (su obraconoci hasta 1794 once reediciones). Spal-ding, quiz demasiado cercano a las posicio-nes destas e ilustradas en su concepcin dela naturaleza o el destino del ser humano,es replicado en el mbito estrictamente teo-lgico por una plyade de autores luteranosortodoxos y el concepto se extiende. En losaos sesenta, el concepto abandona progre-sivamente el mbito teolgico y metafsico,donde es utilizado en cuestiones relativas alde dnde y hacia dnde del ser humano,relativas a su sentido y su finalidad y se con-vierte en objeto de disputa en el mbito de lafilosofa moral, siendo empleado en debatesrelativos a la vida y conducta prctica. Enlos aos setenta y ochenta sufre un cambiofilosfico-histrico y comienza a ser apli-cado no slo para designar la Bestimmungdel hombre individual, sino la del gnerohumano, aflorando una serie de problemasderivados de cualquier consideracin en tr-minos colectivos y no slo singulares. Porltimo, despus de la sacudida de las crticaskantianas, Fichte retoma el concepto, peroste apenas ser utilizado desde entonces,quedando muy ligado a la poca ilustraday a los debates metafsico-morales, cuandocon el cambio de siglo laBestimmungdel serhumano se vuelca hacia el mbito poltico y

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    social, ms cercano al conceptoBeruf. Cierrael libro, junto a los preceptivos ndices ono-mstico y analtico, una completa y exhaus-tiva bibliografa, clasificada por temas, dignade mencin no por mera erudicin, sino comotrabajo de recopilacin de textos fuente ysecundarios no identificados ni agrupadosanteriormente.

    El libro ofrece, pues, la primera recons-truccin de un concepto que no slo tieneuna importancia capital en el mbito de lateologa o de la filosofa sino que, como tal,como concepto central de la Ilustracin ale-mana, abarca todos los debates de la vidacultural del siglo XVIII. Este trabajo de LauraAnna Macor se sita y la autora as lo reco-noce en la lnea de investigacin abiertay desarrollada en los ltimos treinta aospor Norbert Hinske, quien trata de estudiarla Ilustracin alemana desde una perspec-tiva historiogrfica basada en un minuciosoy detallado anlisis de fuentes. Rechazandouna concepcin muy extendida en la historiageneral de la filosofa cuyo modus operandiconsiste en reconstruir el pasado desde unperspectiva muy interesada del presente, enfuncin de sus temas e inquietudes, sin unconocimiento profundo de las fuentes y sin ladebida y profilctica distancia hermenutica,Hinske ha promovido una serie de investi-gaciones, continuadas por un crculo ampliode estudiosos, que dibuja una imagen nueva,ms cercana a los propios protagonistas his-tricos de la Ilustracin alemana. La autora,siguiendo el marco general de este programade investigacin, atestigua desde el comienzoun principio bsico que quien escribe estaresea comparte plenamente, un principiointerpretativo fundamental que debera ser elabec de todo historiador de la filosofa: noinvestigar el pasado en funcin del presente,no aceptar del pasado aquello que hoy seconsidera como la herencia incontrovertidade una poca o movimiento, sino aprender

    a comprender una poca o movimiento talcomo se comprendi a s mismo, desde suspropios intereses, textos y palabras. En elprimer caso la labor intelectual puede des-cribirse como un anlisis terico ahistrico;en el segundo caso, como una descripcinhistrica (p. 19). El objetivo ltimo consisteen evitar violentar hermenuticamente lostextos, tratando de comprenderlos en su pro-pio lenguaje y desde sus propias preocupa-ciones e intereses, cuidndose en todo casode medirlos en relacin con nuestro presente,el cual, como situado al final de la historia,tiende a favorecer aquellos momentos delpasado de los que se siente deudor y descartaaquellos momentos con los que no tiene o noquiere tener una relacin. Desde este puntode vista, y siguiendo a Hinske, Laura AnnaMacor parte adems de un segundo princi-pio hermenutico segn el cual cada poca omovimiento posee unas ideas fundamentalesque no son aquellas que nosotros les atribui-mos, sino las que ellos mismos se atribuye-ron. Estas ideas fundamentales, a su vez, seconvierten en una tipologa (sta s, creacindel historiador) compuesta por tres elemen-tos: programa, lucha y base. De ese modo,las ideas programticas de la Ilustracin ale-mana seran la propia idea de Ilustracin, elcompuesto eclecticismo/pensar por s mismo/mayora de edad y la idea de perfectibili-dad; las ideas a combatir seran las tinieblasy oscuridad de las pocas preilustradas, lasupersticin, el prejuicio y el entusiasmo; ylas ideas bsicas seran dos, la idea de unarazn comn a todos los hombres y laBestim-mungde los mismos. Las ideas programticasfungen como objetivos, las ideas a combatirsealan los enemigos y las ideas bsicas indi-can los presupuestos. Pues bien, en el marcode este programa, el libro de Laura AnnaMacor est dedicado a reconstruir la historiaconceptual de una de las dos ideas bsicas dela Ilustracin alemana. La propia autora cita

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    en nota los abundantes textos previos quehan reconstruido conceptualmente varias deesas ideas, si bien siempre de manera parcial(pp. 25-26). Aunque ella misma no ofrece untexto omnicomprensivo, sino que genera unamplio punto de referencia que permite seguirreconstruyendo la imagen de la Ilustracinalemana. As, y puesto que las ideas bsicasexpresan los presupuestos antropolgicos delmovimiento ilustrado, su formulacin msimportante y ms extendida se encuentra enel concepto deBestimmung des Menschen(p.28). Por eso este estudio representa un hitoimportante en la investigacin sobre la Ilus-tracin alemana. Considerado de este modo,resulta, adems de un estudio impecable ens mismo, una herramienta provechosa para

    otros investigadores que decidan utilizarlocomo base para otras investigaciones.

    La cuestin de laBestimmung des Mens-chen, como pregunta cuyo origen se hallaen la clsica indagacin por el puesto delhombre en el cosmos, su dignidad y su rela-cin con la divinidad y como concepto clavede la Ilustracin alemana, queda esplndi-damente descrita en esta aguda contribu-cin a la historia de la Ilustracin alemanaimprescindible para cualquier historiador dela filosofa moderna a la vez que til paracualquier lector que se sienta tocado por elmundo de la Ilustracin.

    Eduardo Zazo Jimnez(Universidad Autnoma de Madrid)

    FALCN Y TELLA, Mara Jos,La justicia como mrito, Marcial Pons, Madrid-Barcelona-Buenos Aires-Sao Paulo, 2014.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/209701

    Mara Jos Falcn aborda en este nuevolibro uno de los grandes temas de la Filoso-fa del Derecho, quizs el ms importante oal menos el ms recurrente a lo largo de lahistoria del pensamiento: la idea de justicia.Aunque el ttulo puede confundir las expec-tativas del lector, ya que la autora anunciaen l que va a tratar de la justicia como

    mrito, lo cierto es que su recorrido tericolo hace por las diversas especies de justicia,manteniendo siempre una cierta referenciaal concepto de mrito. Sabemos que enlas primeras reflexiones filosficas sobrela justicia (Platn), el concepto de esta fuedesplegndose en distintas formas a partirde la definicin primera: dar a cada uno losuyo. Lo suyo fue significando, progresiva-mente, lo debido, lo apropiado, lo con-veniente, lo merecido, lo dispuesto segn

    ley, etc. Aristteles destac entre las clasesde justicia aquella que consiste en dar a cadauno segn sus mritos (justicia distributiva).

    La primera parte de esta obra presenta unanlisis riguroso y sinttico de las principalesdoctrinas acerca de la justicia, centrndoseespecialmente en la combinacin de estosdos aspectos principales: igualdad y mrito.

    La autora entiende la justicia en trminos demrito como combinacin de la nocin deigualdad con la idea de recibir lo merecido(), segn la cual la justicia tiene que vercon el igual valor y el desigual mrito delos seres humanos (p. 15). Desde esta pers-pectiva, y con una gran dosis de erudicin,repasa las ideas de justicia que se formulan enlos textos bblicos, en los filsofos griegos yacitados, en Toms de Aquino, en Confucio yel Corn, en los autores hispanos defensores

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    de los indios, y en autores polticos moder-nos y contemporneos, como Maquiavelo,Habermas, Rawls, Dworkin, Nozick, Posner,W. Sadurski (autor que ha dedicado especialatencin al tpico de la justicia como mrito),MacIntyre, el marxismo y el feminismo. Esdifcil tratar tan amplia temtica sin realizarun trabajo de sntesis y seleccin, que esel que ha realizado la autora en este libro,destacando siempre, a veces a grandes trazosy otras veces con ms detalle, lo esencial decada doctrina. Al combinar el aspecto de laigualdad de todos los seres humanos, que esel rasgo determinante en la idea de justicia,con el aspecto de los mritos que cada indi-viduo acumula en su actividad diaria ante lasociedad, la idea de justicia sale reforzada,pues de esta manera cumple su funcin ori-ginaria, que no es otra que mejorar la vidasocial, haciendo que cada uno tenga lo quees suyo y lo que le corresponde. La igualdades el punto de partida de la justicia, el mritoes el punto de llegada.

    Estas ideas de la primera parte hallansu desarrollo prctico en la segunda parte,bajo el ttulo de reas temticas conexas.Ah Mara Jos Falcn trata cuestiones clavede la justicia en nuestros das en el mbitojurdico y moral. En primer lugar, cul esla naturaleza del castigo, la sancin o pena,en relacin con la justicia como retribucin.Aqu aparece el concepto de demrito comojustificacin del castigo y tambin se hacenalgunas propuestas para mejorar la justicia

    penal, como implicar activamente a las vcti-mas en la resolucin de conflictos. La autoravuelve tambin a replantear el tema de ladesobediencia civil por razones de justicia y,en relacin con ello, el conflicto que a vecessurge entre deberes de conciencia y deberesde derecho, as como la objecin de concien-cia de los jueces. Muchas otras cuestionescompletan esta visin panormica de la jus-ticia, aunque no en todas aparece claramentela dimensin del mrito, que es supuesta-mente el leitmotivde este anlisis. As, porejemplo, se trata el tema de la guerra justa,la tolerancia y la sociedad abierta teorizadapor Popper, as como las relaciones de laidea de justicia con la religin, la equidad, laseguridad jurdica, la igualdad, la libertad, lafelicidad, etc. El libro culmina con un repasoa las teoras del contrato social modernas ycontemporneas, la relacin de dichas teo-ras con el concepto de legitimidad y lacrtica de las mismas.

    La obra de Mara Jos Falcn tiene lavirtud de resaltar un aspecto de la justicia queha sido a veces olvidado, presentar una nuevavisin de las teoras de la justicia en clavesincrnica y tambin desplegar algunos de lostemas ms importantes que tienen que ver coneste concepto, que sigue siendo todava hoy,junto con la libertad, el ncleo y fundamentode la filosofa jurdica, moral y poltica.

    Jos Lpez Hernndez(Universidad de Murcia)

    CAMPILLO, Neus:Hannah Arendt: lo filosfico y lo poltico. Publicaciones de la Univer-sidad de Valencia, Valencia, 294 pginas.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/210851

    Nunca est nadie ms activo quecuando no hace nada, nunca est menos soloque cuando est consigo mismo. Esta frase,

    con la que Hannah Arendt da fin a su obraLa Condicin Humana, sirve de punta delanza a la investigacin que Neus Campillo,

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    (catedrtica de Filosofa de la Universidadde Valencia e investigadora delInstitut Uni-versitari dEstudis de la Dona), presentabajo el nombreHannah Arendt: lo filosfico

    y lo polticoeditada bajo el sello de la Uni-versidad de Valencia.

    Como lo indica su ttulo, en esta oca-sin la profesora Campillo hace hincapi enuna de las preocupaciones que ms acusarona Arendt: la apuesta por un pensamientoactivo, que abre el debate a una de las mselementales articulaciones de la condicinhumana como es la poltica. Los tiempos deoscuridad que haba vivido, cuya alargadasombra, consideraba, perdurara despusde la cada de los regmenes totalitarios,hace que Arendt crea necesario esclarecerla relacin existente entre la filosofa y lapoltica. Una necesidad que, observandolas noticias que aparecen en nuestros mediosde comunicacin da a da, no debe de pen-sarse como obsoleta. La lamentable tenden-cia actual por minimizar la importancia de lareflexin del pensamiento dentro del espaciopblico, pasa ante nuestros ojos diariamente.En un mundo como el nuestro, en donde eldesencanto poltico es evidente, la presenciade un libro centrado en mostrar cmo el pen-samiento crtico puede ser poltico, puedeactuar, se agradece.

    Quien conoce la obra de Hannah Arendtsabe que el pensamiento de la filsofa ale-mana tiene una gua propia dentro de lacual se enmarcan sus reflexiones. Se trata dealgo tan fundamental para Arendt como loera el comprender: esa forma de la polticacuya vocacin fundamental es la bsquedade sentido. La comprensin hace posibleque los sujetos que actan puedan aceptarlo ocurrido y reconciliarse con lo que, irre-vocablemente existe, en este, nuestro mundopoltico. Esta bsqueda por comprender enel ms puro sentido arendtiano, es el espritudel que surge el libro de Neus Campillo. Un

    camino que no evita que la autora se percatede las propias dificultades que Arendt tuvoen su intento de dar cuenta de lo poltico alnivel de la vida del espritu. Campillo revisa,a travs de los nueve captulos que confor-man este libro, dividido en cuatro partes,la compleja relacin entre la filosofa y lapoltica. De esta forma Hannah Arendt: lo

    filosfico y lo poltico nos va demostrandocmo, para la pensadora alemana, la consta-tacin de las terribles verdades que acechana los seres humanos no tienen que hacer-nos renunciar a una cultura crtica, desde laciudadana y la responsabilidad, de la queestamos tan necesitados. A travs de unabibliografa concienzuda y minuciosa, Cam-pillo muestra el camino tomado por Arendtdesde La Condicin Humana (preocupadaen pensar en lo que hacemos) a La Vida del

    Espritu (en donde se preocupa de que hace-mos cuando pensamos) en la construccinde un pensamiento intrnsecamente poltico.

    Este material tiene, indudablemente,varios aciertos. El primero de ellos consisteen entender el filosofar de Hannah Arendtcomo singular e inclasificable: ni aristot-lico, ni heidegeriano, ni kantiano, como aveces se le suele presentar. Esto no evita quela autora de este libro nos lleve de la manoen el dilogo con la tradicin filosfica queestableci Arendt. El pensamiento de la fil-sofa fue resultado de una reflexin constantesobre sus experiencias personales y pol-ticas, pero tambin sobre la confrontacincon la tradicin del pensamiento occidental.Campillo nos muestra el dilogo mantenidopor Arendt con la filosofa de Heideggery el mundo como espacio de aparicin. Eldilogo con Marx es fundamental para ladistincin entre labor y trabajo que realiza lapensadora. Encontramos en su dilogo conKant elementos que le permitieron avan-zar en su afirmacin de lo poltico frente auna filosofa que despreciaba los asuntos

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    humanos, que sigue la estela de Benjamin.Estos dilogos ocupan una buena parte dellibro (la primera y tercera partes). Campi-llo logra que este dilogo no encasille elpensamiento de Arendt, sino que muestrecmo la filsofa tuvo la enorme capacidadde plantear poltica y filosficamente unaserie de problemas cruciales del siglo XX,confrontndose con la tradicin, a vecesincluso, desde fuera de la filosofa acad-mica. Un ejercicio sin duda revitalizadorde una filosofa que, tambin hoy, necesitasalir de las aulas a la calle. En este sentido,Arendt critica el monopolio del pensar porel filsofo profesional, porque entiende queel pensar es una cualidad humana no unatcnica profesional. Campillo defiende estapostura en su obra al realizar su anlisis. Deesta forma, nos muestra con toda claridadcmo los ejercicios de pensamiento de Han-nah Arendt, como ella llamaba a su forma dehacer filosofa, tienen una fuerte coherencia,aunque no tengamos una teora, como tradi-cionalmente se entiende.

    El segundo acierto del libro consiste,precisamente, en mostrarnos este camino enbusca del discurso de Arendt, explicando ydesgranando de manera minuciosa los prin-cipales conceptos que utiliza para establecerla relacin entre filosofa y poltica. Paraello, Campillo introduce, en la segunda partedel libro, los nuevos significados que parala filsofa alemana tendrn los conceptosde accin, libertad, identidad, pluralidad,voluntad, poder, mundo, pensamiento. Ellibro no se apresura, se toma su tiempo enir aclarando cada concepto y su vinculacin,para as establecer la relacin entre filosofay poltica. Y he aqu que, en medio de ladisertacin terica, el libro no olvida sealarsiempre donde se manifiestan las posibilida-des del pensamiento como forma de accin.

    El tercer punto en importancia de estelibro es que logra entender, no como una

    mera inversin, la relacin entre contempla-cin y accin que se encuentra entre la filo-sofa y la poltica. Arendt no trata de invertirel peso de alguna de ellas, poniendo una porencima de la otra, sino que busca pensaralgo nuevo: busca crear nuevos conceptosnecesarios para nuevos tiempos, tiempos deoscuridad. Hannah Arendt era conscientede la necesidad de un nuevo pensamientosin barandillas. Se trata de un llamado queno debe sernos extrao a nosotros mismos,que andamos tan necesitados de reflexin.Como indica en su obra La Vida del Esp-rituy nos lo recuerda Campillo: Cada serhumano, cada nueva generacin, al tomarconciencia de su insercin entre un pasadoinfinito y un futuro infinito debe descubrirde nuevo y trazar con esfuerzo la senda delpensamiento. La tesis que defiende estelibro es precisamente esta: accin y no mscontemplacin de una filosofa de despa-cho, plasmada especialmente en el captuloVI Armonizar filosofa y poltica. Filosofay poltica deben complementarse, ms queoponerse. Ni la accin ser exclusivamenteproduccin ni el pensamiento ser simple-mente teora. Se trata del juicio reflexivo dehacer un uso pblico de la razn, haciendoposible una forma del vivir juntos que dalugar a un espacio pblico, en donde poda-mos ser iguales y distintos, evitando la uni-formidad y superficialidad de la sociedadde masas.

    El cuarto acierto que Campillo recalca encada una de las pginas de este texto, es lamarca del totalitarismo en la obra de Han-nah Arendt. Si en la tensin entre filosofay pensar se manifiesta el verdadero filoso-far, el totalitarismo mostraba esta tensinmxima. El pensamiento de Arendt buscacmo nuestra sociedad puede hacer frente alpeligro del totalitarismo, buscando la posi-bilidad de seguir pensando cuando se haconstatado que la cultura de la modernidad

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    puede representar el fin de la humanidad.Recordemos que para Arendt el peligro deltotalitarismo siempre acecha ah, como ter-mina su obraLos Orgenes del Totalitarismodonde sea imposible aliviar la miseria delos seres humanos. Su inters era compren-der cmo lo imposible haba sido posible yreconciliarnos con ese mundo porque debe-mos, tenemos, que seguir viviendo en l.Y a ello se aboca la cuarta y ltima partedel libro titulada Totalitarismo y Filosofa.En este aspecto, Arendt no crea que paraevitar la realizacin del totalitarismo hubieraque construir ninguna teora, sino que debade buscarse en la propia condicin humanaantdotos contra l. Observ el fenmenototalitario no como una locura, no como unproducto raro, momentneo y fugaz: parala pensadora alemana el totalitarismo vams all del auge del nazismo, ampliando,como seala Campillo acertadamente, losrasgos totalitarios a fenmenos como lasbombas nucleares y la organizacin econ-mica moderna.

    Precisamente es en la ltima parte de estetrabajo, donde Campillo seala dos ideas fun-damentales. La primera es la relevancia delanlisis de Arendt de la sociedad de consumoy la cultura de masas para entender el fen-meno totalitario. La segunda, la tarea de ela-borar una cultura critica que se contrapongaal fenmeno totalitario y que haga posibleuna filosofa de la humanidad. Lo que leinteresa rescatar a Neus Campillo en el cierrede su trabajo es la tesis de que la crisis de lacultura se da por el carcter consumidor de lasociedad. He aqu la traicin de los hombresmodernos, a ojos de Hannah Arendt: se haintentado la fabricacin de hombres de lahumanidad, mediante una tecnologa y unafalsa poltica. As lo define la propia autoraen las primeras pginas de este libro con unafrase que abarcara en pocas palabras tantoel esfuerzo de Arendt como el espritu de

    este trabajo, el cual sera conformar: Unafilosofa de la humanidad como alternativa ala fabricacin de la humanidad.

    De esta forma,Hannah Arendt: lo filos-fico y lo poltico, nos recuerda la concepcindel sujeto de Arendt, en donde la accin yla libertad son posibles desde la pluralidadentre hombres, en el espacio pblico, tannecesario hoy. La filosofa ser pensamientocrtico que tiene en cuenta los asuntos huma-nos. Un pensamiento crtico articulado a unafenomenologa de lo poltico, de manera quela actividad ms propia del hombre no es elbios theoretikos, sino el propio pensamientocrtico.

    La tesis que maneja Neus Campillo ensu trabajo, la tarea de armonizar filosofa ypoltica, es posible a partir de ese entenderel pensar desde la pluralidad, condicinfundamental del espacio pblico. Su tesisfinaliza con una propuesta de una culturacomo humanitas, como antdoto a la culturade masas, que muestra en el ltimo cap-tulo del libro titulado Una filosofa de la

    Humanidad. Una filosofa de la humanidadcomo opuesta a una filosofa del hombre,que respeta la pluralidad, la distincin y lainteraccin entre los individuos. El sujetode Arendt es un humano entre humanos.En su pensamiento aparece una apertura acmo la filosofa es parte integral de unavida vivida. Es en el espacio pblico, enel que actuamos como ciudadanos, dondepuede revelarse nuestra individualidad. Unespacio pblico que reclama hoy ms quenunca un rescate y que no se conseguir sila filosofa no baja, a ese espacio pblicoque construimos entre todos.

    La obra que nos presenta Neus Campi-llo, posee as el acierto de colocar sobre lamesa el corazn del pensamiento de Arendt:una reflexin cuidadosa y detallada sobre lofilosfico y lo poltico. Una reflexin tre-mendamente oportuna para estos particulares

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    tiempos de oscuridad que nos rodean yque aporta un nivel de profundizacin nece-sario en el estudio de la obra de la pensadoraalemana. Hannah Arendt: lo filosfico y lo

    polticoes un material que, con detenimiento,continuando con el propio afn de compren-sin de Arendt, logra respetar los propioscaminos y procesos de la filsofa alemanaen la construccin de un pensamiento que nopuede considerarse como una construccinacabada, ni puede ni debe ser encasillado.

    Por todo ello, debemos cerrar estaresea con las propias palabras con las queNeus Campillo termina suHannah Arendt:lo filosfico y lo poltico. Retomando aLessing, para caracterizar al pensamientode Hannah Arendt solo podemos decir queSu actitud hacia el mundo no fue ni posi-tiva ni negativa sino radicalmente crtica.

    Andrea Luquin Calvo(Universidad Isabel I)

    SUCASAS, Alberto, Celebracin de la alteridad. Cinco ensayos levinasianos, Prometeo/Lilmod, Buenos Aires, 2014, 201 pgs.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/209701

    Lo leemos en el mismo prlogo y lo sabe-mos ya desde la publicacin de su magnumopus levinasiano1, fruto de su excelente tra-bajo doctoral previo: Sucasas articula su inter-pretacin sobre la metafrica del palimpsesto,de la indisociabilidad, problemtica y apa-sionada, de filosofa y judasmo, siempreen tensin y nunca englobables en sntesistotalizante. Ingresamos en una dimensincuando abandonamos la otra, pero la unanos remite constantemente a la otra sin veri-ficacin ulterior alguna mediante contrastecon un supuesto texto original. Dicho deotro modo: la inspiracin juda no va en detri-mento de la universalidad y autonoma dellogos, mas ello no quiere decir que lo judoen Levinas sea meramente ornamental, sinoque, en realidad, es el elemento fundante desu reflexin. Levinas es judo sin dejar deser filsofo y filsofo sin dejar de ser judo.En tal apora, geogrficamente trazada porChestov, otro insigne discpulo de Husserl,comoAtenas y Jerusalem, ha de moverse el

    1 Sucasas, A., Levinas: lectura de un palimpsesto,Buenos Aires, Lilmod, 2006.

    eventual lector de Levinas, y es ella la quesuscita la experiencia tal vez ms fecundaque tal lectura nos granjea: la de conocernosmejor a nosotros mismos, la de atender unafuente ocultada y preterida de la que dimanauna parte nada desdeable de lo que pensa-mos y, sobre todo, de lo que esperamos. Puescomo se sabe, y tal es la leccin indeleble queLevinas extrajo de Rosenzweig, la posibili-dad de algo as como un pensamiento judopasa por el exceso de la filosofa del Todo,del Ser. Lo que esperamos, y esto tambin losupo desde la otra orilla del mesianismo ErnstBloch, no es, y el horizonte escatolgico des-borda necesariamente la ontologa, por muyfundamental que sea. Sin sucumbir en modoalguno a la seduccin estetizante de la teo-loga negativa, Levinas nos impele ms alldel ser, no para extasiarnos en la inefabilidad,sino precisamente para poder hablar verda-deramente, para inaugurar la relacin con elotro que es la justicia, que es el lenguaje.

    As, pues, veamos cmo se despliega estepalimpsesto en cada uno de los temas que seabordan en esta Celebracin de la alteridadque reseamos. Los captulos que componen

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    el libro, versiones ms o menos adaptadas dediversos artculos recopilados, guardan sinembargo una ntima coherencia entre s, con-firindole a la obra un carcter unitario. Talcarcter, como venimos diciendo, lo garantizala intencin, emprendida en torno a distintosaspectos, de presentar a Levinas, pensadorjudo, como una de las voces filosficas msrelevantes de la pasada centuria. Es en virtud delentrecruzamiento entre la judeidad y la filoso-fa, repetimos, que la obra levinasiana adquieretoda su singularidad; y Celebracin de la alte-ridad no busca sino contribuir a realzarla.

    Sucasas da comienzo a su periplo conun preciso esbozo biogrfico (I. Levinaspor Levinas) en el que se aducen algunostestimonios de su vida que el propio Levi-nas, siempre reticente a toda hagiografa, nosleg, como a regaadientes, dispersos porsus publicaciones. La experiencia infantil, enLituania, ya anticipa el juego de duplicidadesque pervivir en la vida juvenil y adulta.Junto al mundo hebraico de la Biblia y elTalmud, el precoz lector que fue Levinas yase entusiasmaba con los clsicos de la lite-ratura rusa y, algo ms tarde, occidental. Suformacin fue siempre amplia y profunda,como corresponda al hijo de una familiade judos burgueses que, si bien preserva-ban las tradiciones milenarias, se encontrabaen un estadio avanzado de asimilacin. Consu incorporacin, en Estrasburgo, a la vidauniversitaria francesa se acrecentar notable-mente la fascinacin que la cultura europeaejerca en el joven estudiante, eminentementelos clsicos filsoficos, mas no ser hasta elcontacto con Husserl y Heidegger que suvocacin filosfica se consolidar por com-pleto. Tras estos aos de formacin vendrala catstrofe que sin duda supuso para Levi-nas el comprobar la adhesin de Heidegger,el admirado maestro friburgus, al nacional-socialismo. Esta dolorosa decepcin produjolo que Sucasas, en deliberada alusin el deve-

    nir heideggeriano, llama la Kehre de Levinas,cuyo jaln inicial estara constituido por ellibrito De la evasin, en el que ya se prefi-gura esa crtica (en un principio, meramentenegativa) de la ontologa que se consumaren las grandes obras posteriores (Totalidad einfinitoy De otro modo que ser) y en la queestriba, como dijimos ms arriba, la ingenterelevancia que para el panorama filosficotiene el pensamiento del Levinas maduro.

    Es de notar que precisamente cuandoLevinas empieza a pergear su propio pen-samiento, se introduzca en un terreno que nohaba explorado hasta entonces, al menos nopblicamente: el de la exgesis talmdica.De este modo operamos el trnsito hacia elsegundo captulo (II. Descubriendo el Tal-mud con Chouchani y Levinas), en el quese escudria minuciosamente esa faceta delfilsofo a colacin de su experiencia conesa misteriosa y enigmtica figura, mon-sieur Chouchani, quien insufl en Levinas lapasin por la aproximacin rabnica al Libro.En consonancia con su propuesta hermenu-tica, aqu Sucasas intenta mostrarnos cmo,a pesar de todas las apariencias, el Levinastalmudista recupera temas presentes en susescritos filosficos ms importantes paraarrojar sobre ellos la luz, nada nueva, de unatradicin tan antigua como venerable. Portanto, el hecho de que Levinas quisiese verpublicadas sus lecciones talmdicas en otraeditorial (Minuit) distinta de aquellas en lasque difunda sus ensayos y artculos puedeconsiderarse como un gesto que emula laproverbial discrecin de su maestro: dando aentender que se estaba ocupando de materiasconfesionales, en realidad estaba afinandoy reformulando las cuestiones nucleares desu obra puramente filosfica. Tal solapa-miento de niveles de discurso parece apoyarsobradamente la tesis del palimpsesto, que,como vemos, es la que sigue defendiendoSucasas en lo que hace al Levinas talmu-

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    dista. Siguiendo a Sucasas, lo decisivo paraLevinas del Talmud es que en l se revela lacontradiccin insobornable que atraviesa porcompleto la condicin juda: la de la univer-salidad concreta, esto es, la de una forma deacceso a la verdad, restringida a una comu-nidad, pero de un alcance potencialmenteuniversal. La conciencia de esta paradojadetermina la propia estructura de los casi infi-nitos comentarios talmdicos. No pretendenestos proclamar una verdad indubitable y nosusceptible de ulterior discusin, cuya vali-dez estara ya dada de una vez para siempre.Antes al contrario, es precisamente en la serieinfinita de unas precisiones que se remiten lasunas a las otras reflexiva y especularmenteque la verdad se manifiesta en el curso delas generaciones, al fin y al cabo del tiempo.Hay, pues, un universalismo de la letraque apela a la significacin humana literal-mente inagotable del Libro, asentada sobreese misterio formidable del lenguaje, cuyaruptura ontolgica podr Levinas comparar ala de la cartesiana idea de Infinito: contienems que su capacidad. As el rabino, al incli-narse sobre las letras cuadradas, instaura unainteligibilidad interminable e inclausurabledogmticamente, siempre abierta a nuevasinterpretaciones atentas al peso de lo real.

    Del captulo tercero (III. Levinas enEspaa: veinticinco aos (1977-2001) de pre-sencia filosfica) cabe destacar ante todosu pertinencia, por as decirlo, pedaggica.Todo hispanohablante recin iniciado al estu-dio de Levinas agradecer encontrar tan justay equilibradamente resumidos todos los tra-bajos y traducciones de que disponemos encastellano, con su respectiva resea, ms omenos extensa. Por otra parte est lo queSucasas llama el abordaje desde la socio-loga de la cultura, que consiste en ubicary enjuiciar la situacin (filosfica, mas noslo filosfica) hispnica en que surge en unmomento dado la incipiente preocupacin por

    Levinas y en desentraar los presupuestos delas distintas lecturas que por nuestras latitudesha habido. No nos demoraremos en comentarel artculo pormenorizadamente, pues incu-rriramos as en una suerte de espiral, en unaresea de otras reseas que correra el riesgode tener demasiado lejos los textos originalesque se discuten. Quede constancia, pues, decun provechosa resulta su lectura, aunque nopodamos entrar en detalles.

    En el siguiente captulo (IV. Levinasen Derrida) regresamos a la cuestin delpalimpsesto, de la mano de una amistad, ala que Sucasas accede desde los textos deJacques Derrida dedicados a Levinas. Hechala salvedad de que el camino inverso (unhipottico Derrida en Levinas) estara muydificultado por la extremada discrecin denuestro filosfo, se entra en materia anali-zando separadamente cada texto. Reencontra-mos el palimpsesto, decimos, porque, quotra cosa denunci Derrida, siempre natural-mente desde la ms honda admiracin, sinoesa promiscuidad alejandrina entre el logosgriego y el profetismo hebreo? Violencia ymetafsicaes, como se seala pertinentemente,el lugar de referencia para toda esta cuestin.Si la crtica de la ontologa habla griego, noestar recayendo as en el lenguaje del ser eimposibilitando toda apertura de una dimen-sin de exterioridad? Tal es la aporeticidad queDerrida, ejemplificada a travs del jewgreek-greekjew joyceano, descubre, sobre todo enTotalidad e infinito. Como apunta Sucasas, lasvariaciones ya puramente (prof)ticas a las queenDe otro modo que ser, soltado el lastre detodo resquicio ontologicista, Levinas sometea este tema, bien podran deberse a este cor-dial desafo. Conpathos casi paulino, Derridase interrog sobre si somos griegos o judos,dejando la cuestin abierta. No pudo seguira Levinas en su proyecto de crtica filosficadesde un afuera de la propia lengua filosfica.Derrida no admite tal ambigedad, lo cual

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    se refleja en su forma de leer la suturacinlevinasiana de la herida tico-poltica. ParaLevinas, y con ello penetramos en el ltimocaptulo (V. Difcil poltica), es intolerableque la exterioridad se traduzca histrico-pol-ticamente en forma de ghetto. Es preciso, yesta es la clave de su sionismo, que, de lamisma manera que puede haber una expresinfilosfica heterolgica, no contaminada por elser, tambin haya una forma poltica que seaalgo ms que una mera forma poltica, quesea, pues, metapoltica o poltica mesinica.Ah Derrida, mantuvo una cautela que no leimpidi, sin embargo, sintonizar con su amigo,en cierto sentido, su maestro e inspirador.

    Sucasas, dividiendo la exposicin segnla trada de los tipos de Estado que con-templa Levinas: totalitario, liberal y mesi-nico, nos insta a matizar y a no imputarlesin ms a Levinas un craso fanatismo. Comoqueda dicho ms arriba, se puede afirmarque la reflexin levinasiana en blocparte deun rechazo de la totalidad, despertado sinduda por los acontecimientos polticos delos aos 30. Los totalitarismos seran, desdeeste punto de vista, la realizacin de unacierta veta de la racionalidad occidental, deuna cierta filosofa del hitlerismo. Mas nohay que imaginarse su apuesta por un Estadomesinico como una ingenua e irresponsablehuida. Ella es slo la opcin extrema (esca-tolgica, en definitiva), no extrapolable. Cabetambin, y Levinas lo defiende con firmeza,

    un Estado de la liminalidad, que no excedalos lmites de la libertad de los ciudadanos,sino que se restrinja a garantizar las condicio-nes de posibilidad de la misma y a fomentarlaindirectamente. Tal es el sentido de lo que lllama el Estado liberal, que posibilitara laapertura de la relacin tica, que me implicay me somete solamente al otro, a la relacinpoltica, a la justicia, en donde la aparicindel tercero me hace cargar con la respon-sabilidad, no slo por el otro, sino tambin,como tan dostoyevskianamente gustaba dedecir Levinas, por todos los dems.

    Pasando revista, para concluir, al itine-rario propuesto por Sucasas, podemos com-probar que el libro, a pesar de no haber sidoescrito como tal, es susceptible de una lecturaintegral, pues, como se procurado hacer ver,los captulos poseen un orden interno quelos va concatenando unos despus de otros,produciendo en el lector una grata sensacinde cohesin y discursividad. As, pues, ladiversidad temtica no es bice a la unidad deplanteamiento, que estriba, segn se ha visto,en la explicitacin, en la que tantos aoslleva afanndose el autor, de la importanciade lo judo en el pensamiento de EmmanuelLevinas. Recomendamos, pues, encarecida-mente su lectura, ya sea como introduccinal mundo levinasiano o al mundo del pensa-miento judo en general.

    Eugenio Muinelo Paz

    VICKERS, Peter, Understanding Inconsistent Science, Oxford, Oxford University Press, 2013,xii+273 pp.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/218751

    El libro de Peter Vickers presenta lasbases para analizar las inconsistencias en laciencia de una forma novedosa, con la quese desmarca de los estudios desarrollados en

    las ltimas dos dcadas. La tesis central delautor es que dichas inconsistencias, o bien noexisten, o han sido exageradas por la comu-nidad filosfica. Vickers argumenta que los

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    debates en torno a las inconsistencias se venlastrados por las imprecisiones que conllevael concepto teora y, por tanto, aboga poreliminar dicho trmino de la discusin. Elmtodo que propone para el estudio de lasinconsistencias lo denomina eliminativismoterico y mediante el mismo analiza cuatrocasos de la fsica y las matemticas muy cita-dos en filosofa de la ciencia: el modelo deBohr (captulo 3), la electrodinmica clsica(captulo 4), la cosmologa newtoniana (cap-tulo 5) y los inicios del clculo (captulo 6).En el captulo 7 estudia con igual rigor, peroconcedindoles menor extensin, la teora delmovimiento de Aristteles, la paradoja deOlbers, la concepcin clsica del electrn yla teora de la difraccin de Kirchhoff.

    El autor presenta el estado de la cuestinen la introduccin y pasa a desarrollar sumtodo en el captulo 2. El eliminativismoterico consiste en formular las preguntasadecuadas eliminando previamente el con-cepto teora, que el autor considera no solopoco importante para el debate, sino tambindaino (p. 6). El objetivo es evitar que lasconfusiones que derivan del uso del trminoteora, tales como su definicin, natura-leza o estructura, afecten a la discusin. Unamisma teora puede caracterizarse de diversasformas utilizando distintos conjuntos de pro-posiciones y, por ello, ocasionar malenten-didos. Consecuentemente, el autor defiendeque hay que descartar etiquetas e identificarel conjunto de proposiciones relevantes ysusceptibles de resultar inconsistentes. As,Vickers aboga por estudiar no una caracteri-zacin particular de una teora, sino todos losconjuntos de proposiciones relevantes para, acontinuacin, formular las preguntas adecua-das. Algunas de ellas son: Es ese conjuntoparticular de proposiciones realmente incon-sistente? En qu sentido las proposicionesson histricamente relevantes? Qu evi-dencia hay de que esas proposiciones hayan

    jugado un papel genuino en la historia dela ciencia? Qu actitud proposicional tomla comunidad cientfica con respecto a lasproposiciones en cuestin? (p.28-29). A con-tinuacin explicar brevemente las virtudesdel mtodo en dos de los casos estudiados.

    En el captulo 4, al final del estudio, lainconsistencia revelada por Mathias Frischen la Electrodinmica Clsica aparece comopoco relevante. En ella se muestra como,segn la interpretacin que se haga de laFuerza de Lorentz, una partcula cargadacuando es acelerada puede experimentar unafuerza nula o no nula debido al campo gene-rado por la propia partcula. La bondad delmtodo de Vickers se muestra de dos mane-ras distintas en este caso. Primero, revela elmalentendido que subyace en la discusinentre Mathias Frisch, Gordon Belot y FredMuller (p.90) sobre qu entienden por elec-trodinmica. Vickers muestra que los auto-res realizan distintas caracterizaciones de loque convienen en llamar la misma teora.A continuacin, detecta las proposicionesrelevantes de la electrodinmica, las agrupaen distintos conjuntos que pueden resul-tar problemticos para, finalmente, discutirlas posibles inconsistencias que afloran deellos. Segundo, del estudio se concluye quela inconsistencia parte del uso de aproxima-ciones e idealizaciones y que, por tanto, esinocua. El autor considera que la inconsis-tencia, si bien existe, no es relevante y noha provocado errores de gran calado en eldesarrollo de la ciencia, pues los cientficos,cuando trabajan con aproximaciones, sabencundo derivar conclusiones y cundo abs-tenerse de ello.

    El estudio de la cosmologa newtoniana(captulo 5) a travs del mtodo planteadorevela que algunas inconsistencias estudiadasen filosofa son histricamente irrelevantes. Lainconsistencia en este caso surge, segn Vic-kers, al dar respuesta a la siguiente pregunta:

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    cul es la fuerza gravitacional neta sobre unapartcula en cualquier punto arbitrario del Uni-verso? Al combinar de forma distinta variasproposiciones entre las que se encuentran lastres leyes del movimiento de Newton, la ley dela gravitacin, un espacio plano euclidiano yuna distribucin homognea de la materia enel universo (cuando es visto a gran escala), sesigue que, o bien la fuerza neta es nula, o tieneuna cantidad distinta de cero, o tiene una sumaindeterminada. Para el estudio de esta incon-sistencia, Vickers divide el problema en losdos siglos posteriores al desarrollo de la teo-ra de la gravitacin universal de Newton, elXVIII y el XIX, y concluye que la inconsisten-cia detectada por John Norton y otros autoresrecientes es histricamente irrelevante. Por unlado, argumenta que durante el siglo XIX nohubo una cosmologa propiamente dicha. Paraello Vickers se apoya casi de forma exclusivaen el libro The rebirth of Cosmology.1El autoracusa a la filosofa de la ciencia de crear unproblema donde nunca lo hubo. Decir queen el siglo XIX la cosmologa newtonianaera inconsistente es absurdo (p. 135), pues nilos cientficos estaban formulndose las pre-guntas adecuadas, ni estaban razonando conun conjunto de proposiciones inconsistentes.Sencillamente, no haba actividad cientfica endicho campo. Sin embargo, en el siglo XVIIIla inconsistencia pas desapercibida debidoa que no se tena an el conocimiento ade-cuado sobre la suma de series divergentes.Las herramientas matemticas relevantes noexistan. La inconsistencia estaba escondidaen las matemticas (p. 144) y all sigui hastaque el en siglo XX renaci el inters por estecampo de la fsica.

    Vickers cierra su libro con una dura cr-tica a la filosofa de la ciencia realizada enlas ltimas dos dcadas. Opina que los fil-

    1 Merleau-Ponty, J. and Morando, B., The Rebirth ofCosmology, New York, Alfred A. Knopf, 1976.

    sofos de la ciencia, cincuenta aos despusde Kuhn, no se han manchado las manos losuficiente con la ciencia y la historia de laciencia (p. 252). La reflexin metafilosficaque esconde su libro ser muy til para guiarfuturas investigaciones y su mtodo elimi-nativista puede aplicarse a otros problemasde la filosofa de la ciencia y ser igualmentefructfero. El eliminativismo no solo evitaconfusiones en el debate, sino que permiteagrupar las proposiciones relevantes en dis-tintos conjuntos que pueden ser asimismoproblemticos y que no fueron consideradospreviamente. Una prueba de la exhaustivi-dad del mtodo no es solo que permite estu-diar las inconsistencias, sino que en muchoscasos las disecciona y descubre algunasnuevas que se pasaron por alto. El libro deVickers exige al lector una familiaridad conla fsica y las matemticas de los episodioshistricos que se abordan; no puede ser deotro modo cuando lo que est en juego esuna filosofa de la ciencia de calidad.

    No obstante, es cuestionable el ataquefrontal contra toda la reflexin filosficaprevia en el campo de las inconsistencias.En ese ataque se critica, entre otros, el usode la lgica paraconsistente y sus intentospor entender y resolver el problema de lasinconsistencias en la ciencia como, porejemplo, la propuesta de las estructuras par-ciales recientemente desarrollada por StevenFrench, Newton da Costa y Otavio Bueno. Sibien es cierto que el estudio de Vickers y sumtodo demuestra ser ms fructfero y reve-lador con el problema de las inconsistencias,no debe olvidarse que para las propuestasque hacen uso de lgica paraconsistentedicho problema es uno de los mltiplesfrentes que abordan. Son propuestas muchoms ambiciosas. Por ello considero que eltrabajo de Vickers puede servir como crticaconstructiva para revisar dichas propuestas,pero de ninguna manera es razn suficiente

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    como para considerar que son proyectoscompletamente desencaminados (p. 253).

    Sin duda, el libro de Vickers ser un refe-rente en el futuro para aquellos que sigantrabajando el tema de las inconsistencias. Lalectura de Understanding Inconsistent Sciencees, en fin, altamente recomendable dada la

    exhaustividad y calidad de sus investigacio-nes, as como por el gran potencial de sumtodo.

    Miquel Molina(Universitat de Valncia,

    [email protected])

    FRAZZETTO, Giovanni: Cmo sentimos. Sobre lo que la neurociencia puede y no puededecirnos acerca de nuestras emociones, Anagrama, Barcelona, 2014.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/225401

    Desde que Antonio Damasio publicaraEl error de Descartes (1994) la relacinentre el cerebro y el yo, sujeto o alma(segn la filosofa que se prefiera), ha dadopie a numerosos estudios y aproximaciones.Su tesis central es que el pensamiento, lapura razn, debe encarnarse, reconocersu cuerpo, y con ello otros tantos episodioso fenmenos humanos como las emociones.De ah que una lesin fsica en el rganoque los hace posibles (la corteza prefrontal)implique una sustancial modificacin deltipo e intensidad de la experiencia racio-nal y emotiva. La relacin entre elcuerpo y el alma ha sido, en efecto, siem-pre motivo de un vivo debate en todos loscampos del saber. Y aunque ciertamente nosea la corriente dominante, no siempre se haotorgado la preeminencia en la disputa a laparte inmaterial de lo humano. El atomismode Demcrito o el materialismo mecani-cista ingls de el s. XVII son elocuentesmentores del positivismo ms reciente. Poreso es interesante acudir a disciplinas comolas neurociencias, que estando emparenta-das de algn de modo con el modelo ms(neo)positivista de la ciencia, nos ayudan acomprender cmo la complejidad de nues-tra realidad no siempre permite reducir losfenmenos humanos a variables cartesianas,

    claras, distintas y medibles, transferibles atodos los individuos de manera genrica.

    El libro de Giovanni Frazzetto, joven peroya consolidado investigador neurocientficode origen siciliano, se adentra en el fascinantemundo de los sentimientos a partir de estecontexto. Sin embargo, y a pesar de estarconvencido de la utilidad de los mtodos dela neurociencia, no se cierra a otras expre-

    siones humanas como la poesa, el arte o elpensamiento. Ms bien lo contrario. Puestoque la ciencia no era la va para el cono-cimiento de uno mismo (p. 11), ser neuro-cientfico no le ahorra a Frazzetto tener quelidiar con la complejidad de los sentimientoscomo uno ms y habrselas con la fuerza,indomesticable, de su presencia. De ah queno tenga reparos en acudir a mucha expre-siones humansticas para dilucidar algunas

    oscuridades cientficas, algo que no pocospositivistas tildaran de poco serio.

    El libro se estructura en siete captulos,cada uno de ellos dedicado a un sentimientobsico: ira, culpa, angustia, duelo, empata,alegra y amor. Sobre los primeros se haescrito mucho ya; y es que como seala Fra-zzetto, hay una tendencia a investigar aquelloque nos hace desagradable la vida, y poreso se desatiende lo positivo, y la ciencia,

    como regin del saber que es, tambin repro-

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    duce este esquema. O es que no vienen losnoticiarios repletos de malas noticias y deinformaciones que mantienen al televidenteen perpetua tensin? Lo positivo, en efecto,no vende. Por eso encuentra Frazzetto impor-tante dejar el espacio final del libro, el quele otorga el color definitivo, a las positivas.

    La estructura de los captulos es similar.En primer lugar se narra una breve historia,seguramente autobiogrfica, donde se ponede relieve el sentimiento en cuestin. Se tratade una narracin cotidiana en la que todospodemos reconocernos. A partir de ah, Fra-zzetto repasa los experimentos que se handado en los campos de la neurociencia queahondan en la estructura emotiva descrita.Luego vuelve a su relato y liga lo que exponecon la emocin descrita, abrindose al mismotiempo a las lecturas humansticas dadas aesas experiencias. El resultado global es msun ensayo, una reflexin tan neurocientficacomo humanstica sobre las emociones y lossentimientos, que una exposicin sistemticade una serie de resultados de laboratorio.

    Destaca, eso s, la referencia directa aDarwin. Hay una constante mirada a su obray una asuncin implcita de sus tesis de fondo:las cosas se pueden explicar por su utilidadevolutiva. As, la ira o el miedo se entiendencomo dos expresiones emocionales necesariasque permiten sobrevivir. Sin ellas, la destruc-cin estara a la vuelta de la esquina y segu-ramente ni el libro ni esta resea se hubieranpodido escribir. Pero, como venimos diciendo,adems de esta referencia ortodoxa, Fraz-zetto introduce muchas referencias artsticas,literarias y filosficas. Sobresale, por lo apa-rentemente contrapuesto de sus posiciones,la mencin y consideracin (muchas vecespositiva) de Freud y su teora del psicoanli-sis, un elemento suficientemente elocuente dela postura que venimos sealando.

    La distancia entre el discurso objetivo yasequible de los datos cientficos y la viven-

    cia en primera persona de los sentimientosen cuestin es algo fcil de intuir. Entre lateora y la prctica de cualquier sentimiento(como de cualquier fenmeno vital) existeun abismo no siempre transitable de maneraconfortable. La realidad siempre es diferente,para lo bueno y para lo malo, como se tras-luce claramente en dos sentimientos extremosy contrapuestos: la angustia y el amor.

    Hablar de regiones cerebrales, genes yneurotransmisores parece algo increblementedistante del monlogo en que consiste el tor-bellino de la angustia personal (p. 110), nosdice. A diferencia del miedo, que tiene unobjeto concreto, la angustia no tiene motivoaparente. Se trata de un estado de alerta frentea algo difuso, sin forma, que atraviesa la expe-riencia vital. Podemos, ciertamente, reducir elfenmeno a sus manifestaciones cerebrales yfisiolgicas, y ver que la angustia tiene quever con el tlamo, la corteza audio-visual y,finalmente, la amgdala, pero eso no da mues-tras de la fuerza existencial de su presencia.Cuando uno siente angustia no piensa en eltlamo o en la amgdala. Siente un desaso-siego fsico acompaado de un alud de ideasextraas y todas ellas desagradables que loempujan a buscar una solucin.

    La ciencia explica hasta cierto punto, perono otorga soluciones. La receta, si la hubiera,se la tiene que hacer cada uno, dice Frazzetto.Por eso la creatividad es en este punto laclave, y ms teniendo en cuenta que el cerebroes un rgano muy plstico. Se ha constatadoque, por ejemplo, se adapta y muda a travsde una terapia psicoanaltica, lo que no dejade ser un apoyo cientfico a la tantas vecesdespreciada terapia dialgica (p. 135). Unacreatividad realista y abierta a la complejidady efectividad de las cosas como son, esto es,que no pretenda erradicar la angustia de lavida de una vez por todas. Eso no es posi-ble. Y, de hecho, tampoco sera deseable. Sinincerteza no habra cambio, ni tampoco vida.

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    O es que lo ms intenso del vivir no vaacompaado de incerteza? Pensemos en elamor, por ejemplo, el sentimiento con el cualtermina el libro.

    El amor, apunta, comprende por s solotantos otros sentimientos como alegra, ansie-dad, celos, tristeza, culpa e incluso, en casosde despecho, rabia o ira. Por eso es espe-cialmente atractivo, a la vez que temible. Esincontrolable; va ms all de las capacidadespre-establecidas del sujeto que lo percibe.Desde un punto de vista neurocientfico esmuy poco lo que sabemos del amor, pero siuna cosa es cierta es que el amor entra porlos ojos, no por el corazn. A partir de ahse produce una verdadera alteracin internaque afecta a la percepcin del mundo, de lasposibilidades propias, de la situacin en elmundo, y se produce una verdadera trans-formacin mgica de la realidad. Despus,explica Frazzetto, la calma que adviene, quepermite visualizar con mayor realidad, conmayor enfoque hermenutico, la experienciatenida y, sobre todo, el objeto de la misma. Unproceso de euforia y realidad que ya apunta-ron con meridiana claridad Stendhal, Proustu Ortega y Gasset. Por eso, insiste, es en laslecturas filosficas o poticas de las diferentestradiciones donde hay que buscar los elemen-tos interpretativos que queremos encontrarpara saber un poco mejor con qu tenemosque habrnoslas.

    El amor y sus revoluciones vivifican a lapersona. Pero otra cosa es la consagracinde ese flujo explosivo en una relacin msestable. Y ah s que la neurociencia puedeayudar a esclarecer por qu unas personasse adaptan mejor a la pareja que otras. Se havisto que un gen asociado a la produccin dela vasopresina provoca una menor presenciade este neurotransmisor en personas con msdificultades para la estabilizacin de relacio-nes estables o que permanecen solteras (p.293). Obviamente no podemos hablar de un

    determinismo fisiolgico, entiende Frazzetto,pues el autor est convencido de que en todaslos sentimientos el elemento conductual no seexplica por un solo factor, y menos si este esbiolgico. Pero el dato est ah. S es cierto,con todo, que tambin hay evidencia neuro-cientfica de que la relacin primera con lamadre marca, y mucho, el modo de relacio-narse posteriormente, otra intuicin psicoana-ltica que la ciencia parece estar cada vezen ms condiciones de apoyar (p. 299).

    Sea como fuere, por ms que busquemosrazones neurolgicas y bio-qumicas a travsde estudios que buscan reducir el grado deincerteza, hay aspectos del amor que sonsimplemente inabordables para la investi-gacin cientfica (p. 309). Y eso vale paratodos los sentimientos, porque, como sucedecon el amor, el miedo a sentirlas es el miedoal riesgo, a no poder controlarlas y a introdu-cirse en una vorgine de emociones y de sen-timientos que sobrepasan nuestra estructura.Querer buscar en la neurociencia un apoyoseguro y estable para saber movernos por unterreno tan movedizo como los sentimien-tos es simple y llanamente una quimera. Yaun cuando eso fuera posible, tampoco seradeseable, ya que, como concluye Frazzetto,no hay ninguna razn para vivir regidos porun solo sistema de ideas o por un conjunto decredos cientficos que nos den la pauta ver-dadera de todo. El cerebro, como la vida, esplstico, mudable y adaptable. Es, como diraPopper, un mundo abierto. Permanentementey siempre abierto. Otra cosa es que eso nosasuste y nos conduzca a preferir la seguridaddel sistema a la realidad de la experiencia.Pero eso ya son opciones personales que notienen que ver con la ciencia, porque tam-bin para la ciencia siempre habr algo ms

    por descubrir (p. 317).

    Miquel Segur (PSITIC,

    Universitat Ramon Llull)

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    Esta extensa obra sobre el pensamientodel ilustre filsofo e historiador espaol LusDez del Corral constituye la tesis doctoraldel tambin filsofo Juan Antonio GonzlezMrquez. En ella, el autor dialoga con Dezdel Corral sobre todos los temas que ocuparonsu labor intelectual, desde dos ejes que con-forman el orden de la escritura: el significadode Europa y el de Espaa, o el de Espaa enEuropa y viceversa. Esta dialctica no es soloverbal, puesto que se realiza con los ojos, conlas manos, con la mente y el cuerpo ntegros,para tratar de comprender el significado de lasmetforas, las ideas, las creencias y las viven-cias de uno de los mejores exponentes delpensamiento espaol del siglo XX, expresadasa travs de sus escritos y sus actos. Componeeste libro una coleccin de tapices, que res-tauran las escenas esenciales de la biografaintelectual del discpulo de Ortega y Gasset.A travs de los hilos hermenuticos se haceprximo lo distante, se llena de sentido looculto y se simboliza lo universal y lo singularde una obra coherente y plena de actualidad.

    Los dos ncleos del libro: Europa yEspaa tejen las dos partes principales delmismo. En la primera: Qu es Europa? Elser de Europa y el devenir europeo, se nosdesvela, a travs del mito del rapto de Europa,que sta es portadora desde la Antigedadde una promesa hecha a s misma, la cual semanifiesta claramente desde la Modernidad,y en funcin de la cual se aspira a la unidadde los pueblos que la integran y al liderazgomundial. Esta promesa quizs est condenadaa no ser realizada jams, porque todo lo que seama demasiado nos da miedo o bien porque loglobal es tan complejo que no somos capacesde aprehenderlo. As, en los vericuetos de la

    GONZLEZ MRQUEZ, JUAN ANTONIO:Europa y Espaa en el Pensamiento de LuisDez del Corral. Real Academia de la Historia-Real Academia de Ciencias Morales yPolticas-Universidad Rey Juan Carlos-Universidad de Huelva, 2013. 832 pgs.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/

    historia encuentra Europa la ocasin para trai-cionarse a s misma en su enajenacin aldeana,bestial, que ciega a la razn, se mueve a tientasen las pocas oscuras, haciendo del vecinoel chivo expiatorio de la incapacidad que lalocura nos hace sentir. Los mitos son metfo-ras que explican, interpretan nuestro origen,cometido y destino, y el rapto de Europa porZeus, nos permite captar el instante, retener enla memoria los ricos matices de la imagen quepensamos con los ojos y lleno de posibilidadesnos cuentan el relato de lo que ha sido y podraser Europa. sta ha sido raptada una y otravez: cuando los hunos la arrasan, cuando esconquistada por las ideas bizantinas duranteel Renacimiento, cuando se descubre el NuevoMundo, cuando se descubrieron otras cultu-ras en el siglo XIX y cuando se convirti encampo de Marte en el siglo XX. En este punto,Dez del Corral acoge la esperanza del tiempolineal en lugar de la visin cclica, aunqueEuropa parezca que des-espera en su dinmicahistrica. Europa, sin embargo, se redescubreen la Modernidad para asentndose sobre laconcepcin lineal agustiniana, secularizadahoy ya, dar a la metfora del rapto un nuevosignificado, distinto al originario que tuvo enla Antigedad griega, y que se aclara en latransformacin de la cultura europea como unhervidero creativo que trata de liberarse del

    fatum absoluto, descubriendo su misin en lahistoria y a sta como un itinerario por reco-rrer. As, dos crculos europeos, el centrpeto,creador y sustentador de la cultura europea,y el centrfugo, expansivo y defensivo a lavez de las naciones martimas compondrn elrecorrido del continente hasta nuestros das.

    Europa y Espaa, Espaa y Europa esta-ban condenadas a encontrarse y a enten-

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    derse. Una no puede ser pensada sin laotra, ni ambas sin su inclusin en la his-toria universal. Y esta relacin dialcticaes abordada por Dez del Corral a travsde ideas-madre como las de liberalismo,Monarqua espaola, nuevo y viejo mundoque con suma claridad mental categoriza ydota de sentido al mostrarnos su fuerza enel desarrollo de Europa y Espaa. La laborde Gonzlez Mrquez no es menos enco-miable en la segunda parte del libro titulada:

    Espaa, al manifestarlas, revisar los dilo-gos que el pensador mantuvo en sus obrascon Maquiavelo, Guicciardini, Campanella,Montesquieu, Tocqueville, los Von Hum-boldt, Guizot, Donoso Corts, Cnovas delCastillo o Raymond Aron, para comprenderla gnesis y elaboracin de la idea y de laentidad que es Espaa en Europa y, a suvez, conectarlas con los tiempos que vivi-mos actualmente, para comprendernos comoespaoles y europeos. Pero, sobre todo, altratar de enfrentar la tarea tan heideggerianade desvelar los existenciarios: temporalidade historicidad, ecumenismo, campo-ciudad,nacionalismo-europesmo, arte y tcnica,a travs de los cuales han cabalgado talesideas por el cauce de la historia universal.

    Gonzlez Mrquez nos desgrana con niti-dez a la largo de las pginas de este libroel mtodo hermenutico, comparativista ehistoricista de Dez del Corral, y fiel al pro-cedimiento de investigacin del maestro, nosolo se sumerge en las obras del autor, sinoque bucea afanosamente en documentos epis-tolares y biogrficos, que sirvan las claves

    del quehacer intelectual del autor. As, incor-pora como parte tercera la importantsimacorrespondencia mantenida por Luis Dez delCorral con Ramn Carande Thovar y algunosdocumentos muy interesantes sobre la forma-cin acadmica, laboral y personal del propioDez del Corrral. Tambin incluye esta parteltima textos inditos y otros publicados,pero no incluidos en la Obras Completasdelpensador, completando un estudio primigenioy extraordinario sobre su figura intelectual.

    Se completa el libro con una magistralpresentacin a cargo de Carmen Iglesias,directora de la tesis doctoral, y una no menossabrosa introduccin a cargo de MiguelHerrero de Min, ambos discpulos directosde Luis Dez del Corral.

    Finalmente, me gustara destacar de entrelas muchas notas positivas que tiene estelibro, tres que tienen un valor fundamentalen mi opinin. En primer lugar, la determi-nacin, pero humildad al mismo tiempo, conla que el autor encara la extenuante tarea debuscar el sentido de lo que somos en la his-toria de la humanidad a travs de los bellospaisajes dibujados por Dez del Corral. Ensegundo lugar, la maestra con la que se des-envuelve en la aprehensin de la interpreta-cin metafrica de los acontecimientos porparte del pensador, lo cual no es tarea fcila pesar de su arraigo en la cultura hispana.Y en tercer lugar, el rigor del que hace galaGonzlez Mrquez al retratar los episodios ypasajes de la vida y obra del filsofo.

    Lucio Garca Fernndez

    FERNNDEZ BUEY, Francisco: Para la tercera cultura.Barcelona, El Viejo Topo, 2013.http://dx.doi.org/10.6018/daimon/215301

    Es el libro pstumo de Fernndez Buey,que no tuvo tiempo de terminarlo. Afortuna-

    damente, Salvador Lpez Arnal y Jordi Mirlo han rescatado, tarea en la que agradecen la

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    ayuda de amigos de Buey como Alicia Durn,Jorge Riechmann, Iaqui Vzquez lvarez,Miguel Riera, Vctor Ros, Joan Benach, Mer-cedes Iglesias, Vera Sacristn, scar Carpin-tero, Rafael Daz Salazar y Antonio Izquierdo.

    Buey se nos muestra aqu en una de susfacetas genuinas, la exploracin del mundoactual, no para construir alguna cosmovisinextraordinaria, sino para indagar sobre la cul-tura en la que vivimos, nos educamos y debati-mos. Pero vayamos al grano: qu es eso de latercera cultura? Tercera cultura parece indicarque hay una primera cultura (las humanida-des), una segunda (las ciencias) y que ahora senos propone una tercera. El asunto se remontaa pocas histricas tan lejanas como la culturaclsica griega, aunque la cuestin propiamentedicha viene del siglo XVIII.

    Buey comienza mostrando que es fre-cuente or quejas tanto de los humanistas(filsofos, historiadores, socilogos, polit-logos, fillogos, escritores), en el sentido deque no entienden el mundo en que nave-gan los cientficos especializados, como loes tambin de parte de estos, en el sentidode que los humanistas se han quedado en lacuneta del avance cientfico. El autor subrayaque sin cultura cientfica no hay posibili-dad de intervencin razonable en el debatepblico actual sobre la mayora de las cues-tiones que importan a la comunidad. Esto sedebe a que la ciencia es ya parte sustancial denuestras vidas. Buena parte de las discusio-nes pblicas, tico-polticas o tico-jurdicas,ahora relevantes, suponen y requieren ciertoconocimiento del estado de la cuestin de unao varias ciencias naturales (biologa gen-tica, neurologa, ecologa, etologa, fsica delncleo atmico, termodinmica, etc.). (p.39) Por ello acude a obras de cientficos queayudan a aclarar temas como la raza (CavalliSforza), la conciencia o lo que las religionesllaman el alma (Francis Crick). Pero Buey nosolo reclama que los humanistas se acerquen

    a la ciencia, sino que tambin los cientficosse ocupen de las disciplinas humansticas.

    La discusin sobre esta dicotoma, edu-cacin humanista-educacin cientfica,comenz en el siglo XIX. Una vez producidala revolucin industrial deban la escuelay la universidad seguir formando hombrescultos en el restringido sentido humanista(filosofa, arte, literatura) o deban ocuparsede formar profesionales (ingenieros, aboga-dos, mdicos)? T. H. Huxley, por ejemplo,propona acabar con la atencin al latn ygriego para dirigirla a las ciencias naturales.Mathew Arnold replic, en trminos amisto-sos, que Huxley usaba el concepto de cien-cia en sentido reduccionista, ya que tambinlas humanidades eran ciencia. El tratamientoque, ya en el siglo XX, ha tenido ms reper-cusin ha sido el provocado por el ingls C.P. Snow. Buey se refiere a l, tras un repasoa las polmicas en torno al positivismo y ala creciente confianza en la ciencia comociencia de hechos, donde desfilan Goethe,Ranke, Rickert, Marx, Husserl y otros. Eldebate provocado por Snow arranca del art-culo que public en la revistaNew Statesman,fundada por los Web, con el ttulo Las dosculturas (1956). La posterior conferencia deSnow, Las dos culturas y la revolucin cien-tfica, varias veces revisada, se convirti enun librito que adquiri, desde los aos sesentadel siglo XX, una proyeccin internacional.Desde su admiracin a la ciencia, Snow sequeja de la mutua incomprensin entre cien-tficos y literatos (a estos ltimos los llamaluditas por antonomasia): los primeros ape-nas leen los libros de los segundos, pero estosignoran la fsica moderna, lo cual es lamen-table por ambos lados por lo que supone deempobrecimiento del espritu. Para evitarlose impone modificar los planes de estudio.

    En Snow hay desde luego un canto a laindustrializacin y una contundente acusacina los literatos de no haberse enterado de la

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    Daimon. Revista Internacional de Filosofa,n 66, 2015

    revolucin industrial ni de la revolucin cien-tfica. En su revisin de 1963 matiza algunade sus posiciones, pero sigue insistiendo enel abismo que separa ambas culturas, aun-que admite ahora que habra que hablar demuchas culturas, ya que los cientficos purostampoco se entienden con los ingenieros. Ysostiene que, en el plano poltico y moral,los cientficos suelen ser ms comprometidosque los humanistas. Lo que l propone endefinitiva es una tercera cultura que supereel abismo, para lo cual se requiere que la tra-dicional hegemona de las humanidades pasea la cultura cientfica.

    Una de las consecuencias del debate fueque se hablara de crisis de las humanida-des. Buey, sin detenerse en muchos detallessobre la polmica, reconoce que lo impor-tante es que ella apunta a un problema nosolo de Inglaterra, sino de los pases que seautodenominan avanzados. Escribe en estesentido: durante el ltimo tercio del sigloXX ha habido tantas candidaturas a ocuparel lugar de cultura puenteentre las ciencias ylas humanidades como candidatos hubo a serel Newton de las incipientes ciencias socialesdurante el siglo XIX. (p. 191). En este con-texto menciona el folleto de Sacristn Sobre ellugar de la filosofa en los estudios superio-res, de 1968 y se refiere al proyecto de VanReuselaer Potter (1971), segn el cual estepuente sera la biotica, a la obra de Lepenies,

    Las tres culturas (1985), a los intentos de laUNESCO por fomentar la transversalidad ointerdisciplinariedad y a la labor de grandesdivulgadores como Asimov, Gould, Sagan,etc.; en Espaa Mos