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El Colegio de Michoacán, A.C. Doctorado en Ciencias Sociales JAPON Y LA REVOLUCION MEXICANA Las supuestas conjuras nipo-mexicanas contra la Doctrina Monroe, 1905-1925 Tesis Que para optar al grado de Doctor en Ciencias Sociales Presenta: Víctor Kerber Palma Co directores de tesis: Dr. Lorenzo Meyer Cosío Dr. Agustín Jacinto Zavala Zamora, Michoacán Diciembre 2015

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El Colegio de Michoacán, A.C. Doctorado en Ciencias Sociales

JAPON Y LA REVOLUCION MEXICANA

Las supuestas conjuras nipo-mexicanas contra la Doctrina Monroe, 1905-1925

TesisQue para optar al grado de Doctor en Ciencias Sociales

Presenta:Víctor Kerber Palma

Co directores de tesis: Dr. Lorenzo Meyer Cosío

Dr. Agustín Jacinto Zavala

Zamora, Michoacán Diciembre 2015

AGRADECIMIENTOS

Dice un proverbio chino: “Cuando bebas agua, recuerda la fuente”.

Todo eso que tenemos, lo que alcanzamos, invariablemente tiene un

precedente. Si nos sentimos satisfechos con la obra completada, es justo expresar

nuestro reconocimiento a las personas, instituciones y situaciones que nos han

llevado a lograr ese fin.

En el año 2000, fui beneficiado por un programa especial de visitantes

internacionales que organiza el Departamento de Estado de los Estados Unidos.

Visité algunas cadenas periodísticas y revisé sus hemerotecas, con el objetivo de

conocer el imaginario sobre Japón y los japoneses, antes y durante la Segunda

Guerra Mundial. El tema ya me atraía desde que viví en aquel país de Asia, en la

década de los 80, cuando se hablaba de Tókyó como un temible centro de

operaciones que pretendía borrar del planeta al capitalismo norteamericano.

Pasé unos días en Washington, y visité otras ciudades. En Sacramento, fui

recibido por el señor Kevin McCIatchy, propietario del Sacramento Bee, uno de los

periódicos más tozudos en la lucha contra el llamado “peligro amarillo”, a

principios del siglo pasado. Conversamos sin tapujos. Me habló de las campañas antijaponesas que encabezaron sus antepasados, y de cómo el Bee asumía ahora

posiciones críticas contra los Japan bashers, i.e., los académicos, comunicadores

y políticos que denostaban a Japón.

El tema de cómo se desarrolló el antijaponismo en los Estados Unidos, y de

cómo se propagó la idea de que Japón pretendió invadir a ese país desde México,

adquirió una forma más clara en mi mente. La manera como se me fue

configurando, dio por resultado este trabajo de tesis.

Debo agradecerle a mucha gente sus contribuciones y apoyo.A Diego Castillo y Ana Lía Herrera-Lasso, los comencé a marear con mi

tema desde que cursé una Maestría en Historia de México en el Instituto Cultural

Helénico. El embajador Miguel Ruiz Cabañas me hospedó en la residencia de la

Embajada de México en Tókyó, durante un viaje que realicé en 2007, para recabar

información. Miyoshi Masaru, me ayudó a descifrar el significado de algunos

documentos escritos en japonés antiguo, el cual ya no es del todo entendióle por

los japoneses más jóvenes.

A Okamoto Tomoko le agradezco las horas que empeñó a mi lado,

revisando e interpretando algunos de los informes emitidos por la Legación

japonesa en México durante la Revolución Mexicana. Son tantos y tan densos,

que valdría la pena dedicar una temporada larga exclusivamente a su escrutinio

en los Archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Tókyó.

Gracias a Carlos Kasuga, prominente Nisei mexicano, pude visitar la zona

del Soconusco, Chiapas. Conocí el lugar preciso en el que se asentaron los

colonos utópicos, enviados por Enomoto Takeaki en 1897. Así mismo, les

agradezco a mis colegas investigadores: Carlos Uscanga, Alfredo Romero

Castilla, Alfredo Román Zavala y Sergio Hernández Galindo, su generosidad al

proveerme de opiniones, consejos e información sumamente útil.

A Leticia Argüelles Romo le reconozco su apoyo, sobre todo en el orden

anímico, puesto que conté con ella en todo momento. También a Saori Hirasawa

le agradezco que siempre haya estado a mi lado, alentándome a continuar. Ono

Hanako revisó con paciencia todas las referencias que aparecen en idioma

japonés.

Visité bibliotecas y archivos diversos: La Biblioteca de la Dieta, en Tókyó; la

del Congreso, en Washington; los National Archives and Records Administraron,

también en Washington, y los Archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de

Japón (Gaimusho gaiko shiryokan). Así mismo, exploré los archivos históricos del

Banco de México, de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Archivo Carso, y

el Plutarco Elias Calles y Fernando Torreblanca.En las bibliotecas: Miguel Lerdo de Tejada (Secretaría de Hacienda), Daniel

Cosío Villegas (El Colegio de México) y Ernesto de la Torre Villar (Instituto Mora),

recibí atenciones especiales. Mi mayor gratitud se la debo a Alfonso Estrada, de El

Colegio de México, ya que soportó mis abusos de confianza con paciencia

franciscana. De igual modo, las atenciones de Eva Alcántar y Antonieta Delgado,

en El Colegio de Michoacán, merecen mi correspondencia.

A esta distinguida institución, fundada por don Luis González y González, le

debo el haberme recibido y respaldado en cada avance de mi investigación. La

doctora Nicole Keilbach me apoyó al inicio del ciclo, desde su posición de

coordinadora del Doctorado en Ciencias Sociales. El doctor José Antonio Serrano

me brindó un soporte extraordinario, pues fue gracias a él que pude realizar dos

viajes, uno a Washington y otro a Tókyó, ex profeso para consultar los archivos.

Celebro la buena voluntad de Agustín Jacinto Zavala para que avanzara en

mis objetivos. Además, confieso que me he sentido sumamente honrado al contar

con el apoyo del doctor Lorenzo Meyer Cosío, como mi co-director.

Merced al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), pude

disponer de financiamiento constante y puntual. Mi beca llegó siempre a mi cuenta

bancaria sin contratiempos. No sé cuánta gente se movilizaba para que mes a

mes se hicieran los depósitos correspondientes, pero les agradezco a todos ese

bendito esfuerzo. De enorme provecho fue también el complemento económico

que me otorgó la Embajada de Japón en México. A Otashiro Mió, Arigató

gozaimashita.

A mi familia, muy en especial a ella, gracias por sus ánimos y su paciencia.

Y gracias también a Mistar Google, por su valiosa contribución, desde las

enigmáticas profundidades del ciberespacio.

Tókyó, Japón, 25 de octubre de 2015.

Los nombres japoneses siguen el orden acostumbrado en Japón: primero el

apellido y luego el nombre, sucedido de su equivalencia en caracteres kanji. Así,

por ejemplo, el precursor de las migraciones a México se designa como Enomoto

Takeaki No es el caso de los descendientes de japoneses en México,

para quienes sí se mantiene la secuencia habitual en castellano, dado que son

mexicanos por nacimiento.

A la memoria inmarchitable de Alicia Palma

(Mi Madre)

INDICE

INTRODUCCION............................................................................ 1

CAPÍTULO IMARCO HISTÓRICO DE LA INVESTIGACIÓN............................. 12

Prolegómenos del Siglo XX....................................................14

El Sueño Americano...............................................................22

Orgullo Yamato.......................................................................46

CAPÍTULO IIFUNDAMENTOS DE UNA CONJURA........................................... 50

Antecedentes..........................................................................52

Contacto en Chiapas.............................................................. 74

Japonofilia mexicana.............................................................. 95

CAPÍTULO IIIJAPÓN EN EL CENTENARIO....................................................... 105

Península a remate................................................................ 107

La neurosis de Henry Lane....................................................125

CAPÍTULO IVJAPÓN Y EL MADERISMO............................................................ 133

Contrapuntos.......................................................................... 136

La Península (segunda parte)................................................ 147

Henry Lane contra Madero.....................................................154

CAPÍTULO VJAPÓN EN EL AJEDRÉZ DE HUERTA Y CARRANZA................. 174

El "principado” de Esteban Cantú.......................................... 177

Japonismo victoriano............................................................. 179

Japón y el constitucionalismo.................................................213

CAPÍTULO VIUNA REVOLUCIÓN ACAUDILLADA POR JAPONESES............. 238

Villa: ¿promotor de una intervención?.....................................242

Carranza contra W.Wilson.......................................................248

La decepción con Occidente................................................... 267

Mil Novecientos Veinticuatro................................................... 292

CONCLUSIONES............................................................................ 299

BIBLIOGRAFÍA.............................................................................. 306

INTRODUCCION

Esta obra es el resultado de por lo menos tres décadas de reflexión en

torno a las relaciones entre México y Japón. Más allá del análisis reduccionista,

que se limita a enunciar los intercambios comerciales y diplomáticos, el

espectro de Japón ha sido una constante en los planes de diversificación de las

relaciones exteriores de los gobiernos mexicanos. López Mateos, Echeverría,

López Portillo, De la Madrid, Carlos Salinas, todos ellos han flirteado con los japoneses.

A muchos observadores les ha llamado la atención esa obsesión por

Japón. Se han construido mitos y leyendas en torno al tema, algunas

relacionadas con el papel de los inmigrantes japoneses y sus descendientes, y

no pocas relacionados con las afinidades binacionales. Un ejemplo es el mito

de la conexión antropológica, que algunos investigadores han retomado en

años recientes."' Otro es el mito de los japoneses que han utilizado a México

como plataforma de invasión a los Estados Unidos, sea mediante hordas de

inmigrantes antes de la Segunda Guerra Mundial, o de capitales y mercancías

en la posguerra.

En este trabajo, la concentración estará puesta en un periodo que va de

1905 a 1925, dos décadas en las que Japón figuró como leitmotif de los

gobiernos mexicanos. El acento, sin embargo, se hará en tono a las

percepciones que había en Estados Unidos acerca del papel que jugaba Japón

en México. Hay realidades que los creadores de fantasías se han encargado de

decorar con ribetes, y que es necesario explicar. Así mismo, hay circunstancias

desconocidas que ameritan una contextualización.

Durante el periodo de análisis, México retornó al esquema

decimonónico, en el que se alternaban las dictaduras y revoluciones, aunque

genéricamente la historiografía denomina a la época que va de la rebelión encabezada por Francisco I. Madero a la presidencia de Plutarco Elias Calles,

1 Vid., Brad Lepper, "Did Japanese fishermen discover America 5,000 years ago?”, en Ohio History Connection Archaeology Blog (19.05.2013).http://apps.ohiohistorv.ora/ohioarchaeoioav/did-iaDanese-fishermen-discover-america-5000-vears-aqo/Recuperado 16.08.2015.

como etapa de la Revolución Mexicana. Hemos decidido mantener esa

convención por razones prácticas, a pesar de que en 1905 don Porfirio Díaz

Mori todavía ejercía el poder a plenitud, y ni por asomo se pensaba en la

inminencia de una revolución que alterara el orden establecido.

Los historiadores suelen disolver el periodo que va de 1912 a 1914,

como un fragmento gris de la Revolución Mexicana. Corresponde al periodo de

gobierno del general Victoriano Huerta. El huertismo, amen de ser sinónimo de

vileza, también constituye una etapa caracterizada por el deseo de Huerta de

militarizar a la sociedad, restituir el orden, espolear el nacionalismo, y encarar

los desafíos de la Doctrina Monroe, convalidada por el presidente Woodrow

Wiison.

El Constitucionalismo aglutina genéricamente a las fuerzas opositoras al

huertismo. Se trató de un movimiento circunscrito al norte del país, a cuya

cabeza se colocó Venustiano Carranza. En sentido estricto, Zapata y su causa

no se insertaron en ese movimiento, como tampoco se puede decir que los

levantamientos en regiones como Veracruz, Tabasco y el sureste del país,

hayan obedecido al mismo mandato que encabezara Carranza a través del

Plan de Guadalupe.

Tras la caída de Huerta, los constitucionalistas tuvieron que enfrentar

una coalición formada por Francisco Villa y Emiliano Zapata, bajo el membrete

del “convencionismo”, en cumplimiento con los preceptos del gobierno

establecido en la Convención de Aguascalientes, celebrada en octubre de

1914. Las administraciones convencionistas cesaron cuando el general

constitucionalista, Alvaro Obregón, derrotó a Villa en los campos de Celaya.

Entre 1905 y 1925, Japón pasó del triunfalismo, tras derrotar a Rusia en

la guerra ruso-japonesa, al desencanto, después de la Conferencia Naval de

Washington en 1922, y de la promulgación de una Ley de Exclusión contra los

japoneses en Estados Unidos. Son años en los que el interés del Genró -grupo

que restituyó al emperador en el centro de la política- estuvo puesto en el

encumbramiento de Japón al círculo de las grandes potencias. Se volvió

obsesivo. Primero, el Genró buscó la igualdad jurídica mediante la denuncia de

los tratados internacionales que firmó el régimen Tokugawa. Después, se

empeñó en obtener el reconocimiento de gran potencia por parte de las

potencias occidentales.

La obsesión por el reconocimiento también fue característica de los

gobiernos mexicanos, de Díaz a Calles. El no-reconocimiento -sobre todo por

parte de Estados Unidos- constituyó una invitación latente al intervencionismo.

Lo acontecido en 1848 había dejado un trauma profundo en la sociedad

mexicana, y así mismo impactó sobre las estrategias de política exterior. Al

respecto, las reflexiones del profesor Dominick LaCapra, de la Universidad de

Cornell, en torno a lo que él llama “historia traumática”, son útiles para

ubicarnos en el ámbito historiográfico que nos interesa. Explica él:

En los últimos diez años, el trauma, junto con la forma específica de recuerdo denominada memoria traumática, se ha convertido en la preocupación central de ciertas áreas de las humanidades y las ciencias sociales, propiciando incluso el surgimiento del campo o subdisciplina llamado estudios del trauma.^

El anti-intervencionismo y la insistencia en la autodeterminación,

pudieran interpretarse como derivaciones de aquel trauma. El desembarco de

Marines en Veracruz en 1914, así como la Expedición Punitiva de 1916,

acendraron el carácter defensivo del nacionalismo mexicano. Y aunque debió

ser tentadora para Carranza la propuesta transmitida por el Canciller alemán

Zimmermann, en el sentido de restituir los territorios perdidos en 1848 a cambio

de una alianza en contra de los Estados Unidos, lo cierto es que el

revanchismo, como resarcimiento del trauma, no funcionó con Carranza,

aunque tal vez sí con Villa, quien poco faltó para que provocara una guerra a

consecuencia de su ataque a Columbus.

En los gobiernos estadunidenses operó otra condición durante el periodo

que nos ocupa. Esta última potencia transitó del internacionalismo, expresado a

través de la mediación, o a través de una abierta participación en la Primera

Guerra Mundial y la creación de la Liga de las Naciones, al aislacionismo,

caracterizado por la cerrazón y el deseo de no querer ver a la nación

involucrada en los contingencias extranjeras.

Algo que tuvieron en común las administraciones que van desde

Theodore Rooseveit hasta Calvin Coolidge, pasando por Taft, Wiison y

Harding, fue el apego a la Doctrina Monroe como directriz de estado y como

paradigma de poder. La susodicha doctrina, que reducía al continente

2 Dominick LaCapra, Historia en tránsito. Experiencia, identidad, teoría critica, Buenos Aires, FCE, 2004, p.147.

Americano a sujeto de hegemonización, no era más que la expresión política

de una afección paranoidal. El temor a que potencias extracontinentales

pudieran infiltrarse en el traspatio, en perjuicio de los intereses estadunidenses,

fue inquebrantable, y entre esas potencias se hallaba Japón.

Nuestras variables, por lo tanto, están determinadas: los

estadunidenses, afectados por el delirio de verse desafiados -incluso

amenazados- por otra potencia en su zona de influencia. Los mexicanos,

atravesando por una etapa de inestabilidad, y aquejados por un trauma

nacional que incluso prorrumpió en la Constitución de 1917 a través de

enunciados defensivos y preventivos contra la intervención. Y los japoneses, en

busca de espacios propios en un mundo forjado por y para las potencias

occidentales. El resultado pudo ser explosivo. Sobre todo desde que

Washington percibió un “peligro amarillo” colándose a través de las fronteras

con México, con la supuesta venia de los mexicanos que buscaban vengar el

honor mancillado en 1848.

Las bibliografías que abordan las relaciones entre Japón y México desde

la perspectiva del realismo político, resultan insuficientes. Abundan los autores

que realzan la historia del buen entendimiento entre las dos naciones. No faltan

las alusiones al primer tratado de amistad y comercio entre Japón y México,

suscrito en 1888; o los elogios al legado de los inmigrantes; o las referencias al

refugio que Horiguchi Kumaichi le otorgó a la familia Madero durante la Decena

Trágica.

Pocos se refieren a Japón como una potencia que tuviera a México en la

mirilla de su expansionismo. Prácticamente no hay autores que deriven las

políticas de Washington hacia México, como efectos del temor a que los

japoneses invadieran los Estados Unidos desde el sur. Tampoco existen

estudios suficientes sobre los japoneses en la Revolución Mexicana; mitos y

leyendas las hay, muchas, pero estudios no, salvo la tesis doctoral de

Kunimoto lyó, cuyos postulados serán sujetos a una crítica especial a lo largo

de esta obra."

^ El trastorno paranoide de la personalidad es caracterizado por un patrón de desconfianza y suspicacia general hacia los otros, de forma que las intenciones de estos son interpretadas como maliciosas.

Kunimoto lyo, Japan and México, 1888-1917, tesis doctoral, University of Texas at Austin, enero de 1975.

Por eso se piensa que este trabajo es innovador en su campo. Lo es

también porque se introduce en el terreno de las percepciones. Los gobiernos

mexicanos a veces no alcanzaban a comprender los giros y las actitudes de los

gobernantes norteamericanos, alimentados por la sospecha, el prejuicio, el

temor, y la pretensión de que algo macabro pudiera estarse cocinando allende

el Río Bravo. El profesor Robert Jervis, de la Universidad de Colombia, ha

publicado diversos estudios acerca de las percepciones en las relaciones

internacionales; sus premisas han sido útiles a nuestros propósitos.^ Iriye Akira

[ A t X H S ] y Asada Sadao [ f f f P B i l i i ] , consideran que las teorías de Jervis ayudan

a comprender por qué la guerra del Pacífico se alimentó de percepciones.®

En los Estados Unidos, regularmente ha habido quienes ven fantasmas

en su traspatio. Friedrich Katz nos legó una de las investigaciones más

notables acerca de los espectros alemanes en México, durante la Primera

Guerra Mundial.^ Lorenzo Meyer hizo lo propio con relación a la Gran Bretaña

en la Revolución Mexicana.® Así mismo, los estudios de Daniela Spenser sobre

Rusia y el comunismo internacional, en la década de los 20, arrojan

información de interés.® En todas esas obras hay alusiones a Japón. Ninguna,

sin embargo, coloca a esta potencia asiática como la variable central.

Durante la elaboración, surgieron a la luz dos libros con perspectiva

histórica que sí colocan a Japón como la potencia de mayor preocupación para

los norteamericanos. Uno de ellos corresponde a Sergio Hernández Galindo,

quien trabaja para el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Se trata de

una aportación que introduce al lector en el espinoso asunto de cómo fueron

tratados los japoneses en México durante la Segunda Guerra Mundial.^® La

publicación de Hernández Galindo constituye una secuela del tema que

abordamos.

5 Robert Jervis, Perception and misperception in international politics, Princeton, N.J., Princeton University Press, 1976.6 irirye Akira, An inner history o f American-East Asían reiations, NY, Harcourt, Brace & Worid, 1967. Ídem, Pacific estangem ent Japanese and American expansión, 1897-1911, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1972. Asada Sadao, Cuitare Shock and Japanese-American Reiations. Historicai Essays, Coiumbia, Missouri, University of Missouri Press, 2007.2 Friedrich Katz, La guerra secreta en México, v.2, México, Ediciones Era, 2000.8 Lorenzo Meyer, Su Majestad Británica contra ia Revoiución Mexicana, 1900-1950. Ei fin de un imperio informai, México, Ei Coiegiode México, 1991.® Danieia Spenser, Ei triánguio imposibie. México, Rusia Soviética y Estados Unidos en ios años veinte, México, CiESAS, Miguei Ángei Porrúa, 1998.

Sergio Hernández Gaiindo, La guerra contra ios japoneses en México durante ia segunda guerra mundiai. Kiso TsuruyMasao imuro, migrantes vigiiados, México, itaca, 2011.

El segundo libro fue publicado por el mexicano-americano Jerry García,

bajo el título de Looking like the enemy. Japanese Mexicans, the Mexican State, and US Hegemony, 1847-1945.^^ Aunque sus premisas son atractivas, la

pretensión de abarcar casi 100 años de historia, demeritaron el contenido

general del texto, ya que García favoreció el relato descriptivo a cambio del

tenor analítico. De hecho, se excusa él de no conocer los pormenores de lo

ocurrido en la Revolución Mexicana, y no profundiza en su paso por la etapa

que va de 1910 a 1920.

Mención aparte merece el libro de Friedrich E. Schuler, Secret wars, and

secret policies in the Americas, 1842-1929. Schuler llevó a cabo una sustanciosa investigación acerca de las potencias y sus intentos por socavar la

hegemonía norteamericana en América Latina a través de sus inmigrantes.

Abarca a España, Alemania, Italia y Japón. Sin demeritar ese esfuerzo, nuestra

concentración se limita a Japón y México, en un periodo específico.

Las preguntas que han motivado esta tesis son las siguientes: ¿Qué

interés pudo haber -si es que lo hubo- en los gobiernos de Díaz y sus

sucesores, de usar a Japón como contrapeso de los Estados Unidos? ¿Qué

sustento había detrás de los rumores en torno a la Bahía de Magdalena? ¿Qué

impacto tuvieron los supuestos acerca de una alianza nipo-mexicana, sobre las

políticas del Departamento de Estado hacia México? ¿Tuvieron que ver esos

supuestos con las actitudes de embajadores como Henry Lañe Wiison o

Rockwell Sheffieid, para amansar a los gobiernos mexicanos? ¿Cómo afectó el

antijaponismo en California a México?

Y en otro orden, ¿cuáles fueron las percepciones del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón {Gaimushó) acerca de la Revolución Mexicana?

¿En verdad se llegó a concebir que México podía convertirse en aliado, bajo el

marco de una gradual confrontación con Estados Unidos? ¿Qué informaban los

representantes diplomáticos japoneses acerca de la geografía mexicana, como

posible asentamiento de sus inmigrantes? ¿Hubo acaso atisbos de injerencia

predeterminada en Tókyó?

Jerry García, Looking iike the enemy. Japanese Mexicans, the Mexican State, and US Hegemony, 1847-1945, Arizona, The University of Arizona State, 2014.12 Friedrich E. Schuler, Secret wars and secret poiicies in the Americas, 1842-1929, Albuquerque, NM, University of New México Press, 2010. El autor sostiene que eran varias las potencias que empleaban a sus trasterrados en América Latina como “cabezas de playa” para socavar los intereses de Estados Unidos.

Se abordarán así mismo preguntas como, ¿qué trasfondo había en la

afirmación hecha por un senador estadounidense en el sentido de que a Díaz

le costó la presidencia andar coqueteando con Japón? ¿Qué misión le

encomendó Huerta al general Félix Díaz, tras designarlo como enviado

especial a Japón? ¿Qué significado tuvo que la familia de Madero encontrara

refugio en la Legación japonesa durante la Decena Trágica? ¿En qué se basó

el Canciller alemán Zimmermann para inducir a Carranza a consultar a Japón

sobre una posible alianza antiestadunidense? Y los inmigrantes japoneses, qué

eran: ¿quintacolumnistas, gente que huía de la pobreza, o utópicos que

perseguían una ilusión?

La hipótesis que se sustenta es que si en Estados Unidos era

perturbadora la injerencia de Japón en su esfera geopolítica, resulta explicable que cualquier acercamiento entre los gobiernos de México (sin importar su

filiación política) y Japón, se interpretara en el Departamento de Estado, o bien,

como una transgresión de la Doctrina Monroe, o bien, como un atentado contra

la seguridad del país. Esto es cierto, sobre todo en una época en la que la

política exterior estadunidense se enfocaba a contrarrestar la expansión

japonesa, y a atajar el “peligro amarillo” en su propio espacio.

De manera tal, que no solamente la falta democracia en México, ni las

políticas nacionalistas en torno al usufructo del petróleo -que analiza Lorenzo

Meyer en un texto clásico-,"'® ni el presunto bolchevismo de los gobernantes

mexicanos, irritaban al vecino, sino también, y sin menoscabo, la creencia de

que México y Japón conspiraban en secreto para socavar la hegemonía

estadunidense. Un avance muy preliminar de esta tesis se publicó hace un par

de décadas."'" Esta vez nos abocaremos a explorar con mayor profundidad los intríngulis que la sustentan.

Los juegos del poder se encuentran en el trasfondo del choque de

intereses entre Japón y Estados Unidos, hecho que desencadenó a la larga el

ataque a PearI Harbor y la guerra del Pacífico. Son esos juegos los que

presumiblemente quisieron capitalizar los gobernantes mexicanos a partir del

Porfiriato. Este trabajo se inscribe, por consiguiente, dentro de la corriente

12 Lorenzo Meyer, Las raíces del nacionalismo petrolero en México, México, Océano, 2009.i'i Víctor Kerber Palma, "El supuesto complot nipo-mexicano contra Estados Unidos durante la Revolución", enEstudios de Asia y Africa, v 27, n. 1, México, Centro de Estudios de Asia y África, El Colegio de México, enero-abril1991.

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analítica conocida como “realismo político”, según la cual los estados se rigen

por la norma de maximizar el ejercicio del poder a los mínimos costos

posibles^®

Si bien Jervis se considera un neorrealista en el campo de las relaciones

internacionales, su inclusión de nociones de psicología ha contribuido a

enriquecer las visiones de esa corriente. En el proceso de toma de decisiones,

dice él, intervienen percepciones que pueden o no basarse en realidades. La

inferencia es: Si el poder afecta el curso de la política internacional, eso se

determina en buena medida por las percepciones de quienes toman las

decisiones en nombre de los estados."'® Un ejemplo: La invasión a Irak por una

fuerza multinacional emplazada por George W. Bush en 2003, se montó sobre

la percepción (falsa) de que Saddam Hussein poseía secretamente armas de

destrucción masiva.

Abundan las guerras, golpes de estado, revoluciones, movimientos

sociales y conflictos, fundados sobre percepciones equivocadas. Tucídides fue

quizá el primer historiador de la humanidad que registró el temor y la sospecha

como percepciones que desataron las guerras del Peloponeso en la antigua

Grecia. La competencia armamentista en la Guerra Fría, constituye otro

ejemplo en el mismo sentido, como lo demuestra William Wohlforth.^^

La presunta injerencia de Japón en México entre 1905 y 1925, cabe

perfectamente dentro de ese marco. En el Capítulo I, nos abocamos a construir

el contexto histórico en el que se inscribe esta investigación. A inicios del Siglo

XX, todo era optimismo en el mundo y en México. Nadie -a excepción de

Friedrich Nietzsche- imaginaba que el progreso industrial conllevaba los

gérmenes de su propia destrucción, hasta que estalló la Primera Guerra

Mundial. Algo similar ocurría en el régimen de Porfirio Díaz. Nadie -fuera de

Ricardo Flores Magón- pensaba que en México estallaría una revolución, hasta

que Madero convocó a la lucha armada.

El optimismo de principios de ese siglo también permeaba al pueblo

japonés. El monarca, Meiji Tennó, conducía a la nación hacia la modernización;

15 Entre los teóricos más prominentes de esta corriente se encuentran Hans J. Morgenthau, Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1986. Kenneth N. Waitz, Teoría de la política internacional, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1988. i5Jervis, p.2.12 William Curti Wohiforth, The elusive balance. Power and perceptions during the Coid War, NY, Cornell University, 1993.

y por “modernización”, se entendía la adaptación de los parámetros

occidentales a todos los órdenes de vida. La victoria en la guerra ruso-japonesa

fue una ulterior inyección de autoconfianza; significaba que Japón podía aspirar

a equipararse a las grandes potencias de la época. Ya se darían cuenta los

japoneses de que los occidentales no los consideraban entre sus pares, y que

más bien lo veían como un peligro, un “peligro amarillo”.

En el Capítulo II se abordan los prolegómenos de la supuesta conjura

nipo-mexicana contra Estados Unidos. En el México porfiriano, la emergencia

de Japón en los imaginarios atrajo a artistas, escritores, economistas, políticos

y gente común. El esplendor japonés ocurrió de rebote, ya que se importó de

Francia. Don Porfirio, por su parte, se introdujo en el mundo japonés a través

de vías más directas, como las recomendaciones proyectadas por la misión

científica encabezada por Francisco Díaz Covarrubias en 1874, y a través de

sendas misiones llegadas a localizar sitios de probable establecimiento de colonias japonesas en México.

Imposible no contar la historia de la llamada Colonia Enomoto, en

Chiapas. En primer lugar, porque la versión dominante en otras fuentes

adolece de imprecisiones, y en segundo, porque constituye un modelo exitoso

de transplantación de los valores culturales japoneses en tierras extrañas. Más

que funcionario al servicio del régimen Meiji, Enomoto fue un utópico que

pretendió amalgamar el pensamiento del socialista francés Charles Fourier, con

los valores propios del guerrero samurái. Sus discípulos en Chiapas levantaron

una comuna que hubiera sido la envidia del propio Mao Tse-tung.

El caso de la Bahía de Magdalena, en Baja California Sur, constituye el

tema central del Capitulo III. La posición estratégica de la susodicha Bahía,

despertó ansiedades, sospechas y ambiciones que no cesaron sino hasta el

estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando México se sumó a las

potencias aliadas contra el Eje. En los medios estadunidenses, circularon

algunas de las historias más fantásticas, con evidencias de desembarcos

japoneses, y conjeturas sobre una supuesta alianza secreta mediante la cual

México le estaría cediendo el usufructo de la Bahía a Japón.

Apareció de repente la figura del embajador Henry Lañe Wiison, quien

agregó sus criterios imperialistas al conjunto de preocupaciones que ya existían

en torno a don Porfirio. En el Capítulo IV nos ocuparemos de Madero y su

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circunstancia. El presidente no solamente fue sujeto de ridiculizaciones en los

medios mexicanos, sino también víctima de las conjuras y prejuicios que

aquejaban a sus rivales, y al propio Henry Lañe. Madero no se salvó de los

rumores en torno a su relación con Japón, sobre todo a partir de dos hechos: la

amistad de su familia con la familia del Encargado de Negocios de Japón,

Horiguchi, y los negocios de su hermano Gustavo con la compañía Mitsui.

Asumimos que el factor Japón influyó en las consideraciones del

embajador estadunidense, quien primero apoyó y después denostó al

mandatario. El resultado fue la Decena Trágica. Durante ese episodio,

Horiguchi debió enfrentar uno de los dilemas más acuciantes para un

diplomático: O se solidarizaba con la causa de los Madero por razones

humanitarias, u obedecía las órdenes de su gobierno de no involucrarse. Más

aún, cuando Huerta asumió el poder, la disposición del Gaimushó fue en el

sentido de ofrecer el apoyo de Japón, como antes se le ofreció a Madero.

El Capítulo V está dedicado a examinar la “política japonesa” de

Victoriano Huerta. Se le juzga de actuar como un chacal, aunque también tenía

mucho de zorro. En su lucha por obtener el reconocimiento de Washington,

manipuló el factor Japón de tal modo, que pudo ser un aditamento a las iras del

presidente Woodrow Wiison. Encontró en el ministro plenipotenciario, Adachi

Mineichiro, al complemento ideal para su juego de percepciones, ya que el

japonés también se valió de sus dotes para simular que Japón tenía a México

en la mira.

Adachi buscaba, por un lado, presionar a que se atenuara el

antijaponismo en California, donde se promulgaron leyes que laceraban el

honor de los inmigrantes. Por otro lado, contribuía a emitir señales en contra de

la política exterior wiisoniana, que no admitía la validez de una Doctrina Monroe

japonesa en Asia.

La llegada de Venustiano Carranza ocupa la parte final de este capítulo.

Fundamental, fue la detección y bloqueo de las negociaciones de Huerta con la

Mitsui para la adquisición de armamentos y municiones en Japón. Al triunfo del

constitucionalismo. Carranza procuró hacerse de las armas, con resultados

sorprendentes cuando se pusieron al descubierto ciertos acuerdos secretos

con la compañía japonesa.

11

En el capítulo final, nos ocupamos de explorar la presencia japonesa en

los diversos frentes que intervinieron en la revolución: villistas, zapatistas,

carrancistas y obregonistas. La lucha entre facciones se produjo mientras los

ejércitos del Káiser enfrentaban a Francia y Gran Bretaña en los campos

europeos. En buena medida, los rumores acerca de las actividades de Japón

en México, se debieron al propio Káiser, empeñado en provocar un conflicto

que mantuviera distraídos a los norteamericanos en un escenario apartado de

Europa.Imposible no dedicarle espacio al telegrama Zimmermann, mediante el

cual se pretendía engatusar a Carranza y a los japoneses en una invasión a

Estados Unidos. Se cierra este capítulo con el arribo de los años 20, marcados

por la señal de la paz: paz en Europa, pactada a través de los tratados de

Versalles, y paz en el México revolucionario. Pese a que el foco de ansiedades en Estados Unidos se desvió hacia Rusia y el comunismo internacional, no

cesaron las suspicacias en torno a Japón.

El año de 1924 es emblemático. La exclusión total de inmigrantes

japoneses en territorio estadunidense, derivó en la llegada a México de gente

que huía de la persecución racista. Se le añadió un nuevo tipo de colono,

adoctrinado en Japón bajo la fórmula de trabajar por y para el emperador

(Tennó). El escenario de la confrontación transpacífica empezó a ser real.

Pudiera ser ése el arranque de otra historia, que ya no entra dentro de las consideraciones de esta tesis.

12

CAPÍTULO I

MARCO H ISTO R IC O DE LA IN VE STIG A C IÓ N

13

La posición especiai de nuestra Tierra imperial significa que ia nuestra es ia tierra donde nació ia Diosa dei Cielo Radiante,

quien esparce su iuz sobre todas ias naciones en ios cuatro mares. Por eso nuestro país es ia fuente y manantiai de todos ios demás,

y sobresaie entre eiios.

Motón' NorinagaKojiki-den, v.1

[1822]

Nos vemos tentados a imaginar que ia raza angionormanda ha recibido de ia Divina Providencia

una cesión incondicionai de este pianeta, con todas ias pertenencias correspondientes.

J. D. Nourse Remarks on the Past

14

and Its Legadas to American Society[1847]

PROLEGOMENOS DEL SIGLO XX

Primera década

En las primeras horas de 1900, el Siglo XX se vislumbraba con

optimismo; los europeos estaban lejos de imaginar que años después se verían

envueltos en una gran guerra, y los estadunidenses confiaban en que sus

instituciones democráticas les impedirían verse de nuevo afligidos por una

guerra civil. La derrota de España en 1898 -que el magnate de los medios,

William Hearst, ostentaba como efecto de su poderío mediático-,"'® así como la

adquisición del Canal de Panamá, fueron quizá los últimos impulsos

expansionistas de una nación que comenzó con trece colonias.

En Nueva York, los inmigrantes europeos arribaban por millares, y en

California, crecía el número de asiáticos cautivados por el sueño americano. La

frontera con México se cruzaba casi sin restricciones; de hecho, la primera

patrulla fronteriza se formó en 1904, más no para vigilar la incursión de

mexicanos, sino de japoneses y chinos que se introducían a través de

México."'®

Las interpretaciones sociodarwinianas se aplicaban al contorno

internacional. Las naciones competían por colocarse en la punta de la

evolución humana con inventos, descubrimientos y conquistas mercantiles, en

tanto que los medios competían por primicias e historias fantásticas. África

conformaba un vasto continente al que había que “civilizar”; la India era la joya

más preciada de la corona británica, y la hiperpoblada China se hallaba en la

mira de comerciantes y misioneros cristianos, deseosos de conquistar las

voluntades de los chinos. El número creciente de occidentales en las calles de

18 William Nasaw, The Chief. The Ufe o f William Randolph Hearst, Boston y Nueva York, Houghton Miffiin, 2000, Capitulo II-7.18 The Border, en httD://www.Dbs.ora/kDbs/theborder/esDanol/historv/index.html Recuperado 13.09.2012.

15

Shanghai y Pekín provocó una reacción xenófoba entre 1898 y 1901, conocida

como la Rebelión de los Boxers.

La Gran Bretaña era entonces la nación más influyente sobre la tierra.

Resulta fácil imaginar a la octogenaria Reina Victoria, cómodamente

tomándose un té de twinings el 17 de mayo de 1900, mientras en las calles

londinenses se celebraba el triunfo del imperio sobre los Boers en Sudáfrica.

En la otra faz del planeta, otra dama, no menos poderosa, la emperatriz Tzu

Hsi, también bebería té de jazmín mientras los boxers arremetían contra los

extranjeros. Este suceso dio pie a que el Káiser alemán, Guillermo II,

estigmatizara a los chinos como un “peligro amarillo”; epíteto que pocos años

después también aplicaría a los japoneses.

Vladímir Lenin era un joven treintañero exiliado en Siberia, de donde

escapó para refugiarse en Suiza, y Mao Tse tung era un niño que ayudaba a

sus padres en las labores del campo en su provincia natal de Hunan. En la

Ciudad de México, los hermanos Jesús, Ricardo y Enrique Flores Magón

fundaron en 1900 el periódico antiporfirista Regeneración, lo cual no impidió

que José de la Cruz Porfirio Díaz Mori se reeligiera para un nuevo cuatrienio al

frente de la Presidencia de México.

El historiador Peter Watson relata que en los albores del siglo los cafés

de Viena eran sitios de efervescencia intelectual.Acudían personajes como el

psicoanalista Sigmund Freud, el líder del movimiento sionista Theodor Herzl, y

el escritor Stefan Zweig. Se discutía tanto la obra de Edmund HusserI sobre la

fenomenología trascendental, como las interpretaciones psicoanalíticas de

Freud. El pensamiento de HusserI ejercería posteriormente una fuerte influencia sobre las filosofías de Heidegger, Sartre y Habermas; en tanto que

Freud dejó su impronta sobre Jacques Lacan, y Bertrand Russell la suya sobre

Ludwig Wittgenstein. En la casa de éste, por cierto, solían reunirse las

amistades de sus padres: Brahms, Mahier, Klimt y Rodin, entre otros.

El 25 de agosto de 1900, Friedrich Nietzsche murió tras un largo período

de locura. Su pensamiento siguió dos cursos: uno pernicioso y otro categórico.

Su hermana Elisabeth, junto con su esposo, Bernard Fóster, se encargaron de

trazar el rumbo pernicioso con la alteración de pasajes completos de Así habló

20 Peter Watson, The modern miad. An intellectual history o fthe 20^ century, Nueva York, Perennial, HarperCollins, 2002.

16

Zaratustra (1892), dando a entender que el superhombre nietzschiano era

fabricable en laboratorio mediante alteraciones genéticas, idea que años

después fascinó al médico nazi Joseph Mengüele. El verdadero “superhombre”,

sin embargo, tenía para Nietzsche que ver más con el perfeccionamiento de la

conciencia humana, guiada por la voluntad de poder.

La ilusión de ingresar a un siglo de orden y progreso bajo el liderazgo

indiscutible de Occidente, empezó a desvanecerse en 1905 cuando la Armada

japonesa, al mando del Almirante Tógó Heihachiró derrotó a la

rusa en los estrechos de Tsushima. El resultado fue la apropiación nipona de la

península coreana y el sur de Manchuria. El efecto psicosocial fue demoledor,

no sólo para el equilibrio de poder mundial, sino incluso para el equilibrio

mental de algunos occidentales, incapaces de comprender que los japoneses

pudieran convertirse en rivales de Occidente después de vivir aislados y

sumergidos en el ostracismo samurái por más de 200 años. En los Estados

Unidos, empezó a asociarse el “peligro amarillo” no con China, sino con Japón,

de ahí que la prensa californiana se volviera amarillista.

Max Weber recién publicó La ética protestante y el espíritu del

capitalismo en 1905, donde sostenía que la proclividad a acumular capital era

una condición más propia de las naciones protestantes. Al atribuir el éxito en

esta vida a una señal divina, el protestantismo fungía como estímulo al capital,

lo cual significaba que el capitalismo no necesariamente tenía que ser

consecuencia de un devenir en las relaciones de producción, como señalaba

Marx. El ascenso de Japón como potencia capitalista, empero, representó un

desafío teórico que Weber no acertó a comprender, ¿o acaso la ética

confuciana era igualmente instigadora de la acumulación de capital? La

pregunta es motivo de conjeturas interesantes, en las obras de Brook y Luong;

Bell y Chalborg, y Morishima Michio

A principios del Siglo XX, se creía que la conversión de las naciones a la

civilidad era un asunto del orden espiritual, de ahí que se multiplicaran las

misiones religiosas a África y Asia. Las aventuras en los continentes selváticos,

relatadas por los exploradores, despertaban emociones. Se propagó la idea de

21 Cf. Tomothy Brook y Hy V. Luong, eds., Culture and economy. The shaping o f capitallsm In Eastern Asia, Michigan, University of Michigan, 1997. Daniei A. Beii y Hahm Chaibong, eds., Confuclanism forthe modern worid, Cambridge, Cambridge University Press, 2003. Michio Morishima, Capitalisme et confuclanisme: l ’ethlgue japonalse e tia technologle occidentale, Paris, Fiammarion, 1987.

17

que la raza blanca tenía el deber moral de abrirles paso a las demás razas

hacia el progreso; era la “carga del hombre blanco” (The White Man’s Burden).

Las novelas de Conrad cambiaron esa percepción, al narrar las vejaciones de

los colonizadores europeos en África.

En Washington, la reputación del presidente Theodore Rooseveit como

explorador y cazador de fieras, le dio una amplia popularidad. Después fungió

como mediador en la guerra ruso-japonesa, lo cual le valió el otorgamiento del

Premio Nobel de la Paz. Rooseveit utiizó asimismo sus dotes conciliatorias, para calmar a los californianos, instigados por The San Francisco Examinar de

William Hearst, y The San Francisco Chronicle de los hermanos Young, en

contra de los inmigrantes japoneses. El antijaponismo de la sociedad

californiana fue una mecha que a la larga detonó la guerra contra Japón. Este

es precisamente tema del que nos ocuparemos a continuación en la tesis que

se presenta.

Lenin y Trotsky interpretaron la derrota de su país en la guerra contra

Japón, como indicador de la debilidad del régimen zarista, y aunque su primera

tentativa de revolución fracasó en 1905, el entusiasmo por consumar el sueño

de Marx prosiguió hasta el triunfo definitivo de la Revolución de Octubre,

proclamada al fragor de la Primera Guerra Mundial. Si el estallido de esa

guerra constituyó un duro golpe a la construcción de un mundo ilustrado, la

revolución rusa de 1917 no fue menos, puesto que martilló las ataraxias de las

burguesías. En Estados Unidos, al “peligro amarillo” se le sumarían otras

paranoias, como la presunta amenaza bolchevique; un supuesto complot judío

a niveles mundiales, y una invasión masiva de mexicanos liderados por Pancho Villa.22

Bertrand Russell escribió que la Primera Guerra Mundial significó el fin de una época y la disminución drástica del nivel general de la civilización.23

Ortega y Gasset consideró que dicha guerra marcó el verdadero final del Siglo

22 En su biografía sobre Pancho Villa, Katz se refiere de manera reiterada al ambiente de terror que había despertado el villismo en los estados fronterizos de Nuevo México y Arizona, particularmente después de la masacre de "gringos” en Santa Isabel, Chihuahua, y del famoso ataque a la guarnición de Columbus, Arizona, la madrugada del 9 de marzo de 1916. Cf. Friedrich Katz, Pancho Villa, v.2, México, Ediciones Era, 1998, pp.134-157. Sobre las xenofobias en esos años, véase Seymour Martin Lipset y Earf Raab, La política de la sinrazón. El extremismo de derecha en los Estados Unidos, 1790-1977, México, FCE, 1981, pp.124-125.22 Bertrand Russell, Retratos de memoria y otros ensayos, Buenos Aires, Aguilar, 1962, p.35.

18

XIX.24 Paradójicamente, la modernidad había desembocado en la barbarie; el

raciocinio y las luces de la Ilustración se habían extinguido entre las masas

enardecidas, y en 1919 campeaba aquel fantasma al que Marx y Engeis

aludieron en el Manifiesto de 1848: el fantasma del comunismo. Las

democracias liberales optaron por enconcharse -valga la expresión- después

de los acuerdos de Versalles, y así arrancaron los años 20.

Los adorables veintes

Después de la Primera Guerra Mundial las naciones europeas tuvieron

que ocuparse de su reconstrucción, ya que corrían el riesgo de que resurgiera

el nacionalismo fanático, o peor aún, que se implantara el comunismo,

auspiciado por la Internacional Comunista (la Comintern) de Lenin. El

historiador Edward H. Carr interpretó el período que va de 1919 a 1939, como

un interregno de idealismo entre dos etapas de realismo político, en las que se impuso el poder como determinante en las relaciones internacionales. |jn

ejemplo de idealismo fue la carta constitutiva de la Liga de las Naciones,

producto de la animosidad del presidente estadunidense Woodrow Wiison.

Según la Carta, las naciones signatarias se obligaban a declinar el recurso de

la guerra a favor de la cooperación, con el fin de que las relaciones

internacionales fueran más abiertas, justas y honorables.

En Alemania, tras la firma de los tratados de Versalles, el 18 de junio de

1919, la socialdemocracia fundó la República de Weimar como expresión de un

socialismo con faceta liberal y democrática. La extrema izquierda, encabezada

por la Liga Espartako de Rosa Luxemburgo, siguió el modelo bolchevique y

repudió a la socialdemocracia, cosa que también hizo la derecha alemana,

acusando a los líderes de Weimar de ser causantes de la derrota nacional en la

guerra, y de provocar una hiperinflación. La historia de la frágil República de

Weimar culminó con el arribo de Adolf Hitler, en 1933.

En Rusia, la implantación del socialismo bolchevique enfrentó

adversidades que obligaron a la cerrazón. Los bolcheviques tuvieron incluso

24 José Ortega y Gasset, Obras, v.1, Madrid, Espasa Calpe, 1943, pp.130-132.25 Edward H. Carr, The iwenty years' crisis, 1919-1939. An introduction to the study o f international reiations, NY, Palgrave, 2001.

19

que montar un aparato capitalizante, que permitía a los campesinos rusos

vender sus productos de manera libre en los mercados. En 1924, Lenin murió.

Su sucesor más asequible, Trotsky, no pudo siquiera elaborar un programa de

gobierno ante a la acometida de Zinoviev, Kamenev y Stalin, así que a partir de

1927 empezó para él un fatigoso peregrinar por diversas naciones en busca de

seguridad, mismo que terminó cuando el catalán Ramón Mercader lo mató en

su casa de Coyoacán, México, el 20 de agosto de 1940. Stalin era ya el amo y

señor del Kremlin, y desde ahí condujo la defensa internacional del socialismo

ruso, valiéndose de las redes de la Comintern.La tendencia a la introspección también se dio en los Estados Unidos.

Wiison murió el mismo año que Lenin, decepcionado por la desaprobación en

el Senado del ingreso de su país a la Liga de las Naciones, su creatura. La

Presidencia la ocuparon sucesivamente los republicanos Warren Harding y

Calvin Coolidge. A este último, el periodista Walter Lippmann lo describió como

“talentoso para hacer nada”, reflejo fiel del letargo de la sociedad

norteamericana que Edward Hopper plasmó en su obra pictórica, y Sherwood Anderson en Winesburg, Ohio (1919). Harding y Coolidge sustrajeron a los

estadunidenses de los asuntos mundiales, con lo cual arrancó una etapa de

aislacionismo que Lipset y Raab describen de la siguiente manera:

La década que siguió a la terminación de la Primera Guerra Mundial atestiguó, aparentemente, el triunfo de las moralistas cruzadas protestantes del siglo anterior. De hecho, fue un triunfo de la reacción en una época de reacción, la última y desesperada protesta de un protestantismo decimonónico en trance de desaparecer. Y fue durante este periodo cuando la pauta del extremismo derechista adoptó algunas de las particulares características del siglo xx, como resultado, en parte, de la nueva participación de los Estados Unidos de América en los asuntos mundiales, y de la cambiante naturaleza del mundo.^

Estados Unidos se convirtió en la primera potencia del mundo a partir de

su intervención en la Primera Guerra Mundial, y al enunciarse los catorce

puntos de Wiison que constituyeron el basamento de la Liga de las Naciones.

El aislacionismo implicó no sólo la negación de un papel más resolutivo en el

orden internacional, sino también una cierta proclividad a la antisepsia, es

28 Charles Forcey, The crossroads o f liberalism. Croly, Weyl, Lippmann, and the Progressive Era 1900-1925, Londres, Oxford University Press, 1961, p.298.2'' Lipset y Raab, p.133.

20

decir, a la preservación de la pureza anglosajona. En 1921, el Senado aprobó

una ley de inmigración selectiva, y en el 24, orientó su mira hacia la exclusión

japonesa, hecho que en Japón elevó la animadversión contra los

estadunidenses. No sólo se encuentran aquí los orígenes de la confrontación

militar de 1941-45, sino que la Ley de Exclusión de 1924 tuvo repercusiones

sobre México, como se verá en la glosa final de esta investigación.

Los adorables veintes terminaron el 4 de octubre de 1929, con el

derrumbe del mercado de valores de Nueva York. Sobrevino una depresión

económica global sin precedentes. El argumento más generalizado atribuye la

crisis a la especulación financiera, aunque Galbraith la imputa a la profunda

disparidad entre pobres y ricos en los Estados Unidos, Los presagios

apocalípticos de los marxistes acerca del derrumbe inminente del capitalismo,

parecían efectivos, aunque a Stalin le preocupaba menos el devenir del

capitalismo que la supervivencia del Estado soviético.

Camino a la guerra

Desde los tiempos de la Primera Guerra, se presumía una posible

invasión alemana, inclusive con la complicidad de los gobernantes mexicanos,

como se evidenció en aquel famoso telegrama del Ministro de Asuntos

Extranjeros de Alemania, Arthur Zimmermann, al presidente Carranza, en

enero de 1917. Hacia los años 20, era Japón la mayor fuente de angustia para

la sociedad norteamericana. En el imaginario estadunidense, los japoneses

fueron representados como infrahumanos, simios, alienígenas, o plagas con

pretensiones de tomar por asalto el territorio en el que ondeaba la bandera de las barras y las estrellas.^®

Iriye Akira sostiene que la guerra que estalló en 1941, no fue más que

consecuencia de una prolongada disputa estratégica entre Japón y Estados Unidos por el predominio sobre el Pacífico: “El distanciamiento [estrangement]

japonés-americano -dice él- fue uno de los procesos sobresalientes de

principios del siglo [veinte], y sólo puede entenderse en el contexto de la

28 John Kenneth Galbraith, El crac del 29, Barcelona, Editorial Ariel, 1993, p.95.28 John W. Dower, War without mercy. Race and power In the Pacific War, Nueva York, Pantheon Books, 1986.

21

confrontación entre dos pueblos en expansión”®® Antes que él, autores como

Homer Lea, Thomas Millard y George H. Blakeslee, vaticinaron un enfrentamiento por el expansionismo entre las dos potencias. Hubo quienes

incorporaron un ingrediente altamente explosivo: el racismo antioriental en la

sociedad estadunidense.Para las fuentes estadunidenses, la escalada bélica se inició diez años

antes del ataque a PearI Harbor, cuando Japón invadió Manchuria. Pero para la

historiografía japonesa, el verdadero detonante de la animadversión hacia

Estados Unidos se focaliza en la Ley de Exclusión promulgada en abril de

1924. Dicha Ley representó un golpe contra el pundonor nacional, tan

apreciado por los antiguos guerreros samuráis. Sirvió de pretexto para que los

partidos nacionalistas y militaristas justificaran su toma del poder, y aniquilaran

a la democracia. En diciembre del 26, murió el Taishó Tennó [A lE A ^], hijo de

Meiji; lo sucedió su primogénito, Hirohito, inaugurando la Era Shówa

de la “paz luminosa”.Nuestro estudio se cierra en la Era Taishó (1912-1926), caracterizada

como una etapa de apertura democrática en la que proliferaron los partidos, el

activismo y la libertad de expresión. Entre los círculos intelectuales destacaba

la Escuela de Kyóto, que agrupaba tanto a filósofos marxistas como a

pensadores hegelianos, kantianos, nietzschianos y heideggerianos. Era clara la

vocación germanófila de esa Escuela,®"' aunque su figura más prominente,

Nishida Kitaró [MpgS#ÉI^], no construyó su obra en base a la metafísica

occidental, sino en base a la tradición budista. La disyuntiva más dura para la

Escuela, se produjo cuando los militares pretendieron fundamentar sus

actuaciones en los juicios de los filósofos de Kyóto, sobre todo en la “lógica de

la especie” de Tanabe Hajime [pgjaTc:]. ^

El militarismo contaba con sus propios ideólogos, como Kita Ikki

quien durante su juventud se identificó con un tipo de socialismo situado entre el romanticismo alemán -convencido de que Japón poseía un Geist, o espíritu

2° Iriye, Pacific estrangement, p.2.21 Dice Alberto Silva: “Lo más granado de la intelectualidad japonesa empezó a alternar la lectura de los clásicos del idealismo alemán con la lectura de Dógen, aquel vetusto (y hasta entonces olvidado) patriarca de Kyóto”. Alberto Silva, Zen 1. Ruta hacia Occidente, Buenos Aires, Bajo La Luna, 2012, p.193.22 Hajiime Tanabe, “La dialéctica de la lógica de la especie”, en Agustín Jacinto Zavala, Textos de la filosofía japonesa moderna, antología, v.1, Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, CONACULTA, 1995, pp.247-267.

22

fundacional propio, Kokutai-, y un nacionalismo anticapitalista que creía en la

fortaleza del Estado y la necesidad de expropiar las empresas privadas.

Después de pasar algunos años en China, atraído por la figura de Sun Yat-sen,

Kita regresó a Japón en 1919 con un pensamiento transformado, pues

consideraba que la democracia era un sistema caótico, y que lo mejor era

iniciar un proceso de reformas dirigidas a concentrar el poder en el Tennó, y a

restaurar el Bushidó (código ético de los samuráis) como doctrina nacional.

Propuso establecer un estado militarizado por tiempo restringido, a fin devolverle a cada quien lo suyo: al Tennó su categoría, al pueblo el control de

la economía, al país su esencia, y al Continente Asiático la dignidad ultrajada por el imperialismo occidental. Su pensamiento caló hondo entre militares como

Araki Sadao Yamamoto Isoroku [ liiA A + A ] y Tojo Hideki

todos ellos ejecutantes del ataque a PearI Harbor, el 7 de diciembre de 1941.®®

Pasemos a examinar los motivos que dieron lugar a la animadversión

contra los japoneses en Estados Unidos. PearI Harbor y la guerra del Pacífico

no se explican sin ese antecedente. El antijaponismo fue, a su vez, una

consecuencia del ascenso de Japón como potencia, pero también, de las

oleadas de mano de obra excedentaria que se movilizaron hacia la costa oeste

de la Unión americana.

EL SUEÑO AMERICANO

Contribuciones del Positivismo

Dos grandes plataformas ideológicas rivalizaban a inicios del Siglo XX: el

materialismo histórico de Marx y Engeis, y el positivismo del francés Augusta

Comte. No es necesario dedicar espacio a la interpretación de cada una,

aunque sí resulta útil evocarlas para comprender algunos aspectos

relacionados con este trabajo.

Marx creía haber descubierto la única y auténtica ruta científica hacia la

sociedad ideal: la sociedad igualitaria y de plena libertad. Pensaba que el

capitalismo industrial era el sistema de producción más avanzado de la historia.

22 Biij Tankha, Wía Ikki and the making o f modern Japan, a visión o f empire, Dehii, Global Oriental, 2006.

23

y que el mismo sería sucedido por el comunismo, un sistema de producción en

el que se extinguiría la sociedad de clases. La historia se definía no por ideas o

abstracciones, sino por hechos, y el hecho más concreto de la historia humana

era la lucha de clases.

A Comte también le preocupaba la incorporación del proletariado a la

sociedad moderna; repudiaba la religión como instrumento embrutecedor, y

veía en la ciencia a la única vía para comprender la realidad humana. No creía

en la lucha de clases, ni en el método dialéctico para aproximarse a la verdad.

Consideraba que los proletarios eran incapaces de salir de su condición de

marginados, no por encontrarse sometidos por la burguesía, sino porque no

comprendían el significado del progreso, concepto que la burguesía liberal sí

comprendía. Así que para progresar y avanzar en la escala social, lo deseable

era convertirse en burgués; era indispensable que el Estado preservara el

usufructo de la educación e instituyera el método científico como instrumento de análisis.

Los positivistas desdeñaban a las sociedades indígenas y campesinas

por considerarlas atrasadas y embrutecidas por el “opio” de las religiones y

tradiciones. El hombre moderno, industrioso, civilizado y libre, debía rechazar

su pasado campesino y mirar al futuro industrial. Adelante se hallaba la

modernidad, atrás la antigüedad y el oscurantismo. Adelante la libertad, hacia

atrás la esclavitud. ^ La doctrina comtiana fue ampliamente divulgada en

México por Gabino Barreda y Justo Sierra Méndez, ®® y en Japón, por el

pedagogo Fukuzawa Yúkichi [IsfPIÉA], entre otros.®®

El liberalismo inglés conjugó las visiones empíricas y utilitarias que

dieron impulso a la Revolución Industrial. El capitalismo en Inglaterra se colocó

así como el más avanzado de principios del Siglo XX. Según los marxistas, lo

bueno era que al colocarse Inglaterra en la posición más avanzada del

desarrollo capitalista, más cerca estaba de la sociedad sin clases. No creían en

las revoluciones agrarias como precursoras del socialismo, ni que los países

asiáticos, con sus modos de producción exóticos, pudieran convertirse en

34 En torno al Progreso, cf. John B. Buery, La idea del progreso, Madrid, Alianza Editorial, 1971. También Robert Nisbet, Historia de la Idea de progreso, Barcelona, Gedisa, 1998.85 Cf. Leopoldo Zea, El positivismo en México: nacimiento, apogeo y decadencia, México, FCE, 1988.85 Cf. Barbara Celarent, “An outline of a Theory of Civilization, by Fukuzawa Yukichi”, reseña, en American Journal of Soclology, Chicago, American Journal of Sociology, v.119, n.4 (enero de 2014), pp.1213-1220.

capitalismos avanzados.®^ De manera que ni la revolución maoísta en China, ni

el devenir de la Restauración Meiji, cabían en sus consideraciones.

Racismo y Destino Manifiesto

24

El positivismo inglés compartía la visión comtiana del progreso. Herbert

Spencer, un ingeniero en ferrocarriles convertido en ingeniero social, añadió

una teoría de las relaciones humanas que influiría fuertemente en los analistas

y estadistas de la época. Pensaba que así como los organismos biológicos se

encuentran en eterna evolución, también las sociedades evolucionan, y

sobreviven las mejor acondicionadas para adaptarse al progreso.

Los spencerianos infirieron que sólo determinados grupos sociales

estaban aptos para progresar, y que una de sus características era la tez

blanca. O sea que el pertenecer a la raza blanca constituía en sí una ventaja

dentro de la escala evolutiva. Semejante visión condujo a políticas racistas. El

imperialismo en Asia, África y Medio Oriente se expandió bajo el supuesto de

que las razas no blancas -japoneses incluidos- eran incapaces de progresar

por sí solas, y que por consiguiente requerían de ayuda desde el exterior.

El racismo basado en supuestos científicos se difundió con amplitud en

los Estados Unidos, donde se mezcló con otras doctrinas. El Destino

Manifiesto, es decir, la presunción de que el pueblo estadunidense estaría

llamado a desempeñar un papel libertador para la humanidad, combinó

elementos spencerianos -o de “darwinismo social”- con creencias derivadas

del protestantismo calvinista. Así pues. Dios habría trazado un destino especial

para la nación norteamericana, predominantemente blanca, anglosajona y

protestante.

Fue con base en la presunción anterior que los estadunidenses

participaron en el reparto colonial de América, Asia y el Caribe. Después de

arrebatarle a México los territorios del norte en la guerra de 1847,

emprendieron una cruzada expansionista sobre las colonias españolas en el

27 Roger Bartra, en su etapa ortodoxa, se sorprendía de la incapacidad de los orientalistas marxistas de la ex Unión Soviética para adjudicar el concepto de “modo de producción asiático” al caso de Japón. Acusaba incluso al orientalista Kart Wittfogel, de la Escuela de Frankfurt, de ser un renegado del marxismo al excluir a Japón de “ese fecundo instrumento de análisis que representa la categoría del modo de producción asiático tal como Marx la bosquejó”. Cf. Roger Bartra, El modo de producción asiático. Antología y textos sobre problemas de la historia de los países coloniales, México, Ediciones Era, 1969, pp.93-94y 98.

25

Caribe y el Pacífico, en 1898. Se lanzaron así mismo a colonizar las praderas

centrales de Norteamérica, sobre la creencia de que había que “civilizarlas”.

Con el exterminio de los pueblos nativos, se contribuía supuestamente a

erradicar su estado salvaje y a impulsar el progreso.

El discurso civilizador parecía tan racional y tan infalible, que aun los

pueblos victimizados llegaban a asumir su condición de sujetos de ser

civilizados. Las élites locales, con tal de salvar a sus hijos y hacer de ellos

individuos progresistas, procuraban casarlos con blancos y enviarlos a las

metrópolis para su educación. Tal fue el caso de Rudyard Kipling, nacido en

Bombay, India, y educado en Inglaterra. Kipling asumió en su poema, “The

White Man’s Burden” (1899), que el hombre blanco tenía un deber, una carga

moral encomendada por Dios: la de llevar el progreso al mundo. La aparición

del poema coincidió con la guerra hispano-norteamericana, y con la guerra británica contra los Boers de Sudáfrica.

El expansionismo contenido en el Destino Manifiesto, se combinó

asimismo con una doctrina de política exterior que englobaba al Continente

Americano como zona exclusiva del impulso civilizador de los Estados Unidos.

Por efectos de la Doctrina Monroe, se desprendió a las poblaciones del sur del

Río Bravo de su carácter americano, y a los nativos de las praderas centrales

de su identidad. Los americanos pasaron a ser sólo aquellos que reunían las

características de blancos, anglosajones y protestantes (WASPs, por sus siglas

inglesas).®® El resto del continente sería traspatio, zona de expansión, tierra

degradada por la falta de democracia.

La Alta California se convirtió en escenario de un auténtico choque de

civilizaciones. A sus planicies arribaron migrantes anglosajones atraídos por la

fiebre del oro, quienes se encontraron con asentamientos previos, sobre todo

de indios americanos y mestizos de origen mexicano. Después llegaron los

coolies chinos, y los japoneses y filipinos. Los japoneses eran inmigrantes a

consecuencia de las reformas de Meiji [ sj f f ], y los filipinos, una

consecuencia de la adhesión de Filipinas a las posesiones estadunidenses.

Eran predecibles los enfrentamientos raciales. Primero, se produjo el

exterminio de los indios apaches, sioux y cherokees. Después, la exclusión de

88 Reginaid Horsman, La raza y el Destino Manifiesto. Orígenes del anglosajonísimo racial norteamericano, México, FCE, 1985.

26

los chinos, en 1882. Más adelante, sobrevino una escalada antijaponesa que

alcanzó dimensiones nacionales, en la segunda década del Siglo XX.

Bruce Cumings sostiene que la historiografía estadunidense tiende a

subrayar el perfil “atlanticista” de su identidad nacional, es decir, su herencia

europea. No concede significancia a su “pacificismo”, en alusión a la impronta

que han dejado las naciones de allende el Océano Pacífico.®® El destino de los

estadunidenses, sin embargo, ha sido moldeado más por el oeste y la costa del

Pacífico, que por cualquiera otra región. El sólo estado de California ha definido el destino de la nación, más que cualquier otro; ® ese es el escenario desde el

que arranca esta investigación. En California se gestó un proceso basado en prejuicios raciales contra los japoneses, mismo que desembocó en el ataque a

PearI Harbor y la guerra subsecuente.

En pos del Sueño Americano

Aunque la presencia de japoneses en América pudiera rastrearse a los

albores del Siglo XVII, con la visita de dos misiones a la Nueva España, una de

ellas encabezada por el samurái Hasekura Tsunenaga [ A # íit los

primeros inmigrantes de la época Moderna fueron consecuencia de un proceso

de modernización y apertura conocido como la Restauración o Renovación

Meiji. En la Historia mínima de Japón de El Colegio de México, el proceso se

describe así:

La Renovación Meiji fue una verdadera Gran Revolución Cultural. En la historia mundial moderna, ninguna otra nación cambió tan drásticamente su sociedad, sus costumbres y prácticas económicas, así como su estructura política, para crear una nación-Estado moderna. Todo ello lo lograron los japoneses sin perder su identidad cultural en el proceso.^

Más adelante se dice:

88 Bruce Cumings, Dominion from sea to sea. Pacific ascendancy and American Power, New Haven y Londres, Yaie University Press, 2009.4° Ibidem, p.xiv.41 Lothar Knauth, Confrontación transpacífica: el Japón y el nuevo mundo hispánico, 1542-1639, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, Serie de Historia General 8, 1972, passim. Ángel Núñez Ortega, Noticia histórica de las relaciones políticas y comerciales entre México y el Japón durante el siglo XVII, México, SRE, 1923.42 Michiko Tanaka, Ornar Martínez Legorreta y Víctor Kerber, Historia mínima de Japón, México, El Colegio de México, 2011, p.186.

27

El advenimiento de la Renovación Meiji fue un movimiento clave en el proceso de modernización de Japón, sin el cual no es posible entender las características que tuvo la apertura de Japón hacia Occidente ni tampoco el tipo de respuesta que dio al mundo occidental, que significó, entre otras cosas, la rápida creación de un Estado moderno, centralizado y absoluto, y la adopción de una economía moderna, capitalista-industrial, bajo el patrocinio y control de dicho Estado.

La Renovación Meiji, emprendida desde la cúpula imperial, es pues una

de las reingenierías nacionales más espectaculares de la Era Moderna, ya que

subvirtió casi todos los órdenes del Japón tradicional. Los samuráis,

usufructuarios del poder y dominio exclusivo de las armas, perdieron casi todas

sus canonjías, a la vez que los comerciantes, ubicados en la posición más

innoble de la escala feudal, se convirtieron en los forjadores de una nueva

economía.

Debió ser fuerte la conmoción para la clase samurái, ya que se trató

prácticamente de un acto de capitulación frente al Tennó. Hubo resistencias,

como la de Salgó Takamori un romántico cuya vida ha inspirado a

novelistas, poetas y cineastas, y la de Enomoto Takeaki quien se

mantuvo fiel al shogunato Tokugawa hasta su rendición en 1868. Este último

personaje fue importante para las relaciones nipo-mexicanas, puesto que fue él

el promotor de la primera colonia oficial de japoneses en México; la historia de

esa colonia no ha sido relatada de manera adecuada, de manera que

ocuparemos un buen espacio a su recapitaluación.

Baste saber por ahora que los primerísimos viajeros japoneses después

de la reformas de Meiji, eran aventureros y exploradores enviados por el

gobierno a recabar información acerca de todo lo que fuese útil al objetivo de

apropiación de los secretos occidentales. Según el censo de 1880, en Estados

Unidos había 148 japoneses registrados en ese país, 44 ia mayoría

concentrados en el estudio del sistema democrático norteamericano, al que

admiraban, sobre todo a partir de los informes de la misión liderada por el

48 Ibidem, p.187.44 http://librarv.thinkauest.ora/20619/JaDanese.html Recuperado 04.10.2012

28

Almirante Kimura Yoshitake en 1860, y en la que participó

Fukuzawa.4®

Sobrevino una voluminosa migración de japoneses a Hawái, a

consecuencia de la visita que realizó a Japón el rey hawaiano Kalákawa, en la

primavera de 1881. Se calcula que entre 1885 y 1894, se introdujeron a Hawái cerca de 28,000 trabajadores contratados para las plantaciones de azúcar.4®

Sus condiciones eran precarias. En el 98, Hawái se anexó a los Estados

Unidos; según Yukiko Kimura, la sensación de libertad que trajo consigo el

cambio de régimen, sivió de incentivo para que más japoneses buscaran la

realización del Sueño Americano.

Entre 1900 y 1907, arribaron al archipiélago hawaiano 68,300 inmigrantes.47 Con las facilidades de traslado a las costas californianas, se

produjo un éxodo de más de 35,000 japoneses que abandonaron las

plantaciones hawaianas y se establecieron en California, causando una súbita

privación de mano de obra a la economía de Hawái.4® En tan solo el año de

1900, arribaron al continente 12,626 procedentes de Hawái, una cifra insólita

para el contexto general de migraciones, como se aprecia en la Tabla 1.

En los primeros ocho años del Siglo XX, es decir, hasta la firma del llamado Gentlemen's Agreement de 1908, se calcula que existían cerca de

40,000 inmigrantes japoneses de primera generación (Issei) establecidos en las costas californianas.4® Con la aprobación de la Ley de Exclusión contra los

chinos promulgada en 1882, se allanó el camino para que los japoneses

arribaran en busca de oportunidades al territorio estadunidense.

Los Issei eran por lo general agricultores, provenientes de las zonas más

pobres de Japón. En pocos años, sin embargo, muchos lograron acumular el

capital que les permitió adquirir tierras. Algunos llamaron a más inmigrantes a

trabajar en sus propiedades, y se multiplicó el número de agricultores en

California, lo cual comenzó a ser visto con recelo entre los propietarios

anglosajones.

45 Margare! J. Goldstein, Japanese in America, Minneapolis, Lerner Publications, 2006, p.14. H.A. Millis, The Japanese probiem in the United States. An investigation for the Commission on Reiations with Japan appointed by the Federal Council o fthe Churches o fC hris tin America, Nueva York, The MacMillan Company, 1915, p.2.45 http://librarv.thinkquest.ora/20619/JaDanese.html Recuperado 04.10.2012.47 Yukiko Kimura, Issei. Japanese immigrants in Hawai!, Honoiuiu, Hawaii University Press, 1988, p.13.48 ibidem, p.14.48 Goidstein, pp.31-38.

29

TABLA 1Japoneses ingresados

a Estados Unidos

[1893- 1910]

Año Número Año Número

1893 1,380 1902 5,3251894 1,931 1903 6,9901895 1,150 1904 7,7711896 1,110 1905 4,3191897 1,526 1906 5,1781898 2,230 1907 9,9481899 3,395 1908 7,2501900 12,626 1909 1,5931901 4,908 1910 1,552

Fuente: FI.A. Millis, The Japanese probiem in the United States. An investigation for the Commission on Reiations wlth Japan appointed by the Federal Council o f the Churches o f Christ in America, Nueva York, The MacMillan Company, 1915, p.2.

Coincide este proceso con el establecimiento de la Colonia Enomoto en

Chiapas, en 1897, asentamiento establecido como parte de un plan para

configurar la utopía personal del visconde Enomoto Takeaki.®® A diferencia de

las inmigrantes en Hawái, que llegaron como efecto de un convenio bracero

concertado entre los monarcas Kalákawa y Meiji, la colonia de Enomoto estaba

compuesta por ingenieros agrónomos -algunos de estirpe samurái-

adoctrinados bajo la idea de preservar los valores del Bushidó y fundar una

58 Cf. T. Okura, Relación de la visita oticial a la zona de la Colonia Enomoto de Chiapas, sur de México, s.l., Asociación Memorial “Colonia Enomoto”, 1967. María Elena Ota Mishima, Siete migraciones japonesas en México, 1890-1978, México, El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África, 1982, pp.42-45.

30

sociedad inspirada en los falansterios del pensador francés Charles Fourier. Ya

veremos con detalle por qué se dio ese singular desarrollo.

Los asentamientos en California obedecían a otro fenómeno, puesto que

se conformaban por inmigrantes contratados y transportados por empresas que

procuraban el lucro. A partir de 1908, dichas empresas ya no pudieron ingresar

a tantos japoneses en Estados Unidos por los efectos del llamado Gentlemen’s

Agreement, de manera que tuvieron que valerse de argucias para infiltrarlos a

través de la frontera norte de México.

Esta tesis arranca bajo esa coyuntura, ya que es a partir de esos años

que México empezó a ser visto en los Estados Unidos como sede de una

conjura japonesa contra los designios de la Doctrina Monroe. Veremos que casi

no hubo figura pública mexicana que se librara de las sospechas de formar

parte de esa conjura.

Racismo antijaponés

En 1919, había cerca de 70,000 japoneses en California, la mitad de

ellos laborando en el sector primario.®"' Muchos Issei habitaban ya en zonas

urbanas, dedicados a la jardinería y los servicios domésticos, y sólo algunos se

habían iniciado como pequeños empresarios. La Comisión de Inmigración de

los Estados Unidos registró a 1,380 pequeños empresarios japoneses en

California, en 1909. Trece años después, la cifra ascendió a 2,176, casi todos

establecidos en San Francisco, Sacramento, y la parte alta del Valle de San

Joaquín.®®

Por cada mujer había ocho varones. Únicamente el 28% eran casados,

contra el 86% de las mujeres, lo cual dio motivo a que un buen número de

solteros gestionara su matrimonio a distancia, por fotografía, un método

bastante común en su país de origen, aunque mal visto por la sociedad

norteamericana que lo juzgaba de inmoral.

El movimiento antijaponés en California empezó a gestarse, tanto en la

codicia que despertaban las historias de éxito en las zonas agrícolas, como en

el rechazo a ciertos hábitos de la cultura japonesa. Debió ser asimismo una

51 Goldstein, p.38.52 Ibidem, p.52.

31

continuación del racismo antichino. La sinofobia se había convertido en proclama de ciertos partidos políticos durante las contiendas electorales

californianas, hasta que se logró la promulgación de una Ley de Excusión

contra los chinos en 1882.

Pese a que las comunidades japonesas se mantuvieron al margen de los

incidentes antichinos que reportaba la prensa, desde mayo de 1890 se produjo

una primera protesta contra los japoneses de California, encabezada por el

alcalde de San Francisco, James D. Phelan, quien jugaría un papel prominente

en la escalada antijaponesa de los años posteriores, hasta su muerte en 1930.5®

El asunto se llevó por primera vez a los medios en 1892, cuando The

Daily Morning Cali, de San Francisco, llamó a una “cruzada” para frenar la

contratación de trabajadores japoneses. La secundó Dennis Kearney, quien

arengaba en las plazas públicas a rebelarse en contra de la “amenaza japonesa. 54 El editor de The Republican, Chester RoweII, se opuso a la

cruzada, aunque de una manera peculiar, puesto que sostenía que si bien los

nipones pertenecían a una raza indeseable, por lo menos eran más

escrupulosos que los inmigrantes del sur de Europa.

Quizá la guerra sino-japonesa de 1894-95, tuvo más contenido noticioso

para los medios californianos que las proclamas de Kearney y Phelan. Dicha

guerra era vista como un conflicto entre “amarillos”, demasiado lejos de San

Francisco. En cambio, los eventos que sí captaron la atención de los diarios

estadunidenses, fueron tanto la anexión de Hawái como la guerra hispano-

norteamericana de 1898. En ningún caso quedó de lado el sesgo prepotente

del Destino Manifiesto: “América ha de ocupar su lugar en el mundo -se decía-, y Dios la ayuda frente a cualquier nación que se interponga en su camino”.5

El desenlace de la guerra hispano-norteamericana llevó a los Estados

Unidos a apropiarse de Filipinas y Guam, ubicadas dentro de la zona

geoestratégica que Japón anhelaba para sí. Una primera reacción del gobierno

58 John P. Irish, The anti-Japanese pogrom; facts versus the falsehoods o f Senator Phelan and others, Oakiand, Calif., 1920? Disponible en Guide to the John PoweII Irish Papers, 1882-1923, Online Archive of California, Box 3, Folders 28, 29 y 30.http://www.oac.cdlib.orq/findaid/ark:/13030/tf9k4007br/dsc/#c01-1.8.5.6 Recuperado 19.02.2013.54 Roger Daniels, The politics ofprejudice. The anti-Japanese movement in California and the struggle for Japanese exclusión, Berkeley, University of California Press, 1977, p.20.55 Cf. David R. Spencer, The yellow journalism. The press and America’s emergence as a worid power, Evanston, IL, Northwestern University Press, 2007, p.125.

32

de este país provino del Canciller Ókuma Shigenobu [A

instrucciones a las misiones diplomáticas:

:fs], al girar

Si bien preferiríamos que en atención a nuestros intereses particulares las Islas Filipinas mantuvieran su status quo anterior, y que por consiguiente siguieran formando parte de España, [...] si han de pasar a las manos de una potencia que no sea España, y si no ha de ser Japón el que las tome, pensamos entonces que lo más conveniente desde el punto de vista del mantenimiento de la paz en Asia del Este sería la posesión americana de las islas.®®

El matiz tolerante era evidente. El periódico Jiji Shimpó, fundado por

Fukuzawa, abordó el expansionismo norteamericano en Asia Pacífico de

manera ambivalente. En su editorial del 7 de mayo de 1889, señalaba que

dado que las Islas Filipinas estaban próximas a Taiwán (tomada por Japón

cuatro años atrás), y dado que eran claves para la expansión hacia el sur, lo

conveniente era establecer colonias de japoneses en esas islas, antes incluso

de hacerlo en países tan lejanos como México y Brasil: “Si seguimos enviando

emigrantes y creamos villas y poblados -decía el Jiji-, el resultado será semejante a extender los límites de nuestro imperio”.Recomendaba el envío

de buques de guerra para proteger a los pioneros japoneses.Tiempo después, el Jiji reculó y asumió un tono conciliatorio, señalando

que después de todo, Japón era potencia menor frente a la Gran Bretaña y

Estados Unidos; lo importante debía ser el cultivo de relaciones comerciales

con esos países. Sostenía que lo mejor era que los estadunidenses ganaran la

guerra contra España y contribuyeran al progreso de Filipinas, pues así, Japón

tendría de vecinos a los norteamericanos en Filipinas, y a los británicos en

Hong Kong y Malasia. Mientras se cultivaban relaciones amistosas con esas

potencias, se creía conveniente el fortalecimiento naval del Imperio en elPacífico.58

Orígenes del antijaponismo

58 Cf. Iriye, p.57.57 Ibidem.58 Ibidem.

33

Cuando los diarios del mundo dieron la noticia de que la Armada

Imperial, comandada por el Almirante Tógó, había derrotado a la flota rusa en

Tsushima, las reacciones fueron diversas. Entre los europeos se despertó

temor de que un nuevo adversario rompiera el equilibrio de poderes en el

Lejano Oriente. En las colonias de Asia, el ascenso de Japón a los primeros

rankings del poderío militar mundial, despertó los bríos libertadores. La ironía

para Gran Bretaña, explica Westwood, consistió en haber apoyado a su aliado,

Japón, en contra de Rusia, y haber tenido que enfrentar después los anhelos

de independencia en sus colonias del sur y sureste de Asia, alentadas por el ejemplo de Japón.®®

En ese contexto, se produjo una oleada de antijaponismo en los Estados

Unidos, encabezada por The San Francisco Chronicle, de los hermanos

Charles y Michael de Young. El 23 de febrero de 1905, el periódico publicó: LA

INVASIÓN JAPONESA, EL PROBLEMA DEL MOMENTO.®® En ediciones sucesivas, advirtió

que una vez terminada la guerra ruso-japonesa, sobrevendría una inminente

“inundación” de japoneses que provocaría la completa orientalización del margen occidental de los Estados Unidos. Acusó a la Japanese Association of

America de actuar como quintacolumnista del emperador, y a los Issei, de ser

espías al servicio de Tókyó.

La alarma mediática que despertó el Chronicle, provocó que el Congreso

californiano aprobara una resolución que llamaba a “limitar y disminuir la

ulterior inmigración de japoneses”.®"' Se conformó la llamada Liga para la

Exclusión Asiática, que jugó un papel decisivo en la escalada hacia la exclusión

a través de boicots, propaganda y cabildeo. En diciembre de 1905, los

congresistas californianos, Duncan McKinlay y Everis Mayes, presentaron las

inquietudes de la Liga ante el Congreso federal, mas no hubo reacciones.

Un prominente socialista japonés, Katayama Sen [AlTií§], explicaba así

las ironías del caso: “Que contraste. Los japs [s ic ] en los Estados Unidos de

América son perseguidos, mientras que los japs en casa ¡entretienen a los

58 J.N. Westwood, Russia against Japan, 1904-05. A new look at the Russo-Japanese War, Albany, Nueva York, State University of New York Press, 1986, pp. 152-153.5° “The Japanese invasión. Issue of today”, San Francisco Chronicle [SFC], 23 de febrero de 1905.51 “Caiifornia Congress calis for stop of jap immigration”, SFC, 13 de marzo de 1905.

34

americanos!”.®® Lo más irónico era que más del 70% de los adherentes a la

Liga, eran agrupaciones sindicales y socialistas que acusaban a los japoneses

de arrebatarles empleos a los trabajadores estadunidenses. Homer Lea,

analista influyente al que nos referiremos más adelante, cita entre los activistas

de esta corriente al escritor Jack London y el periodista John Kenneth Turner,

autor éste de México Bárbaro.^

El 6 de mayo de 1906, el Consejo Escolar de San Francisco tomó la

decisión de segregar a los estudiantes japoneses en escuelas especiales, ya

que sostenía que los niños anglosajones “no deberían de estar en posiciones

en las que sus impresiones juveniles puedan verse afectadas por la asociación

con pupilos de la raza mongola”.®" Se reportaron ataques, como en el caso del

Dr. Ómoh Fusakichi reconocido sismólogo de la Universidad Imperial

de Tókyó,®® y se agredió a restaurantes y establecimientos comerciales.

El presidente Rooseveit calificó de “idiotas” a los legisladores

californianos, en carta dirigida a George F. Kennan.®® Le escribió también al

Ministro de la embajada estadunidense en Tókyó, para que transmitiese ante el

gobierno japonés un mensaje tranquilizante:

Ni el Gobierno Americano ni el conjunto del pueblo americano -decía- sienten la más mínima simpatía hacia la agitación aparatosa en contra de los japoneses [...] Mientras sea presidente, los japoneses serán tratados exactamente como [...] otros pueblos civilizados.

Se abocó en seguida a resolver el problema suscitado por el Consejo

Escolar de San Francisco. En su mensaje anual ante el Congreso, llamó a los

jueces de toda la nación a implantar la justicia por encima de sus preferencias.

A los ciudadanos, los exhortó a no dejarse llevar por “la intemperancia y crítica impropia que profieren agitadores indignos”.®® Con respecto al tema escolar en

82 De Sen Katayama a H. Hyndman, “Socialism in Japan”, en Sen Katayama Archive. http://www.marxists.ora/archive/katavama/1908/11/21 .htm Recuperado 08.10.201282 Cf. Homer Lea, The valor o f ignorance, NY y Londres, Harper & Brothers, 1909, Cuadro II, p.312. Traducido al japonés en 1911 como Nichiboku sensó, [La guerra entre Japón y Estados Unidos]. https://archive.orq/details/tfalorofiqnoranceOOIeahuoft Recuperado 08.10.2012.84 Cf. Daniels, p.32.88 Gregory Clancey, Earthquake natrón. The cultural politics o f Japanese seismidiy, 1868-1930, Berkeley y Los Ángeles, CA., University of California Press, 2006, p.71.88 Charles E. Neu, An uncertain friendship: Theodore Rooseveit and Japan, 1906-1909, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1967, p.187.87 Ibidem.88 http://vww.presidencv.ucsb.edu/ws/index.php?pid=29547 Recuperado 09.10.2012.

35

California, decía: “No es posible imaginar una política más miope que aquella

que impide la educación de una clase por el interés ridículo de otra clase”.®®

Hizo luego un llamado a tratar a los inmigrantes japoneses en forma

equitativa y a suspender las hostilidades en su contra:

Los japoneses -decía- han ganado en una sola generación el derecho a colocarse en condiciones de igualdad al lado de los pueblos más destacados y más ilustrados de Europa y América; se han ganado por sus propios méritos y sus propios esfuerzos el derecho a ser tratados sobre bases de total y franca igualdad.^®

Según Charles E. Neu, la imparcialidad de Rooseveit era hipócrita, puesto

que en el fondo era un consumado racista que desconfiaba de los orientales.

Dice Neu: “Rooseveit, creyente probado de The White Man’s Burden, deseaba

ser un padre para el mundo.” '' Así, a la par de su discurso indulgente, elaboró

junto con su Secretario de Estado, Elihu Root, un documento cuyo objetivo era

limitar la entrada de japoneses a los Estados Unidos.

Mediante un “acuerdo de caballeros” que le presentó al embajador Aoki

Shüzó Rooseveit quiso restringir la entrada de japoneses, como la

mejor manera de prevenir una fricción constante.^® Con éste que se conoció como el Gentlemen’s Agreement, el gobierno japonés se comprometió a

contener los flujos migratorios hacia territorio estadunidense.

A los congresistas californianos los exhortó a que revocaran la orden de

segregación escolar en San Francisco, y que se abstuvieran de promulgar

leyes discriminatorias. Al Congreso Federal le solicitó poderes especiales para extender la jurisdicción del Agreement a los países circunvecinos.73 Turnó su

iniciativa al Capitolio, el 18 de febrero de 1907, y el 14 de marzo recibió un

Ordenamiento Ejecutivo que lo facultaba a limitar la inmigración japonesa a

Canadá y México, bajo invocación de la Doctrina Monroe.74

Los efectos del Agreement en México se dejaron sentir de inmediato. La

inmigración japonesa disminuyó a partir de 1907, a la vez que aumentó en

58 Ibidem.7° Ibidem.71 Neu, p.103.72 Ibidem, p.112.78 Ibidem, p.124.74 Ordenamiento Ejecutivo 589, 14 de marzo de 1907. Cf. ibidem p.126. El Ordenamiento se mantuvo vigente hasta su abrogación por el Presidente Truman, mediante el Ordenamiento Ejecutivo 10,009, del 18 de octubre de 1948.

36

América del Sur. El gobierno en Tókyó supervisaba las partidas, destinos y

características de los japoneses que emigraban, con el fin de cumplir

escrupulosamente con las cláusulas del acuerdo. No obstante, el antijaponismo

persistió, y hasta se incrementó entre los californianos al advertir que seguían

arribando japoneses a su territorio, muchos de ellos a través de acciones

encubiertas desde México.

Otra razón por la que siguieron llegando inmigrantes, se basaba en un

precepto que permitía la internación de las cónyuges. Cientos de solteros se apresuraron a contraer nupcias a través del sistema yobiyose, es decir, la

costumbre de formar parejas a través de fotografías, En territorio

estadunidense procrearon niños y niñas con derechos propios, y eso hizo que

la población de origen japonés aumentara.

Aunque The San Francisco Chronicle suavizó sus posturas xenófobas a

partir del Agreement, el Examiner de William Hearst tomó el asunto en sus

manos, y prosiguió con la campaña antijaponesa, dirigida especialmente en

contra de los inmigrantes de las zonas rurales.^® Phelan, ahora como Senador,

emprendió una campaña tendiente a mantener “blanco” al estado de California:

“Keep California White!”. Hablaba sobre una invasión silenciosa, y decía de los

japoneses

No son asimilables; son permanentemente elementos extranjeros; no establecen familias, no apoyan a las iglesias ni a las escuelas ni a los teatros. En tiempos de prueba ellos no van a pelear por el Tío Sam, al contrario, lo van a vender al enemigo. California es territorio de hombres blancos y las dos razas no pueden vivir en paz una con la otra, y dado que nosotros descubrimos estos territorios primero [sic] y los ocupamos, propongo defenderlos, así se trate de una invasión pacífica o belicosa.^^

Phelan introdujo el tema de la exclusión en la agenda legislativa,

secundado por el congresista Grove Johnson y el senador Maro Anthony. El

cañón apuntaba hacia los Issei, quienes habían adquirido tierras y dominaban

78 Para una comprensión del caso véase, Kei Tanaka, “Marriage as citizen’s privilege: Japanese picture marriage and American social justice”, Nagoya, Nanzan Review o f American Studies, v.31,2009, pp. 131-150. http://www.ic.nanzan-u.ac.ip/AMERICA/kanko/documents/18TANAKA.pdf 78 Daniels, p.45.77 http://evervthina2.com/ti tIe/Keep+Califomia-HWhite Recuperado 27.01.2012.

37

ya algunos sectores agrícolas, como el caso de George Shima, el “Rey de laPatata”. 73

La Liga para la Exclusión Asiática incrementó su membresía con

granjeros recelosos, quienes acusaban a Rooseveit de traición. Hearst sacó a

la luz historias sobre las supuestas intenciones de Tókyó de quebrantar el

acuerdo, y publicó artículos acerca de un pretendido pacto entre Japón y los

mexicanos Porfirio Díaz y Francisco I. Madero, encaminado a establecer una

base naval en Baja California.

En Washington, algunos legisladores impulsaron iniciativas que les

restaban derechos a ciertos extranjeros, considerados como no aptos para

obtener la ciudadanía. Un grupo de californianos, liderados por el alcalde de

San Francisco, Patrick McCarthy, encontró en esa iniciativa al pretexto ideal

para señalar a los Issei como extranjeros no aptos para la ciudadanía. El

Secretario de Estado, Philander Knox, repudió cualquier ley que perjudicara a los japoneses,7® en parte porque se negociaba un nuevo tratado de comercio y

navegación con Japón, a iniciativa del Secretario Adjunto de Estado,

Huntington Wiison.®®

Las elecciones de 1912 llevaron a la Presidencia al profesor Woodrow

Wiison, experto en constitucionalismo norteamericano, y defensor del Destino

Manifiesto. En un libro suyo, escribió: “Coloquemos a los pueblos que de

nosotros dependen en el camino recto para que también puedan alcanzarlo”.®

Poco después de tomar posesión, el embajador japonés. Chinda Sutemi [

#pgj#E], solicitó audiencia con él para tratar el asunto de los japoneses en

California, donde los exclusionistas se empeñaban en promover una ley que

prohibía la enajenación de terrenos a los Issei, considerándolos como no aptos

para la ciudadanía norteamericana, en consonancia con las iniciativas en el

Capitolio. Pero Wiison le señaló a Chinda que la ley se hallaba fuera de su

jurisdicción, y la Ley se aprobó.

78 W. Scott Ingram, Immigration to the United States. Japanese Immigrants, Nueva York, Robert Asher, 2005, p.35.78 Daniels, pp.52-53.88 Treaty and protocol between the United States and Japan. Commerce and navigation, Washington D.C., 21 de febrero de 1911.http://books.qooqle.esybooks?id=V9iktqAACAAJ&da=treatv+and-u3rotocol+between+the+united+states+and+iapan.+ commerce+and+naviqation.+1911&source=bl&ots=4hYiScHfhe&siq=Cbo8vSoZKDeOMRLCTrM6- Kauc3s&hl=es&sa=X&ei=Mrd2ULCJN6Le2AXh YHoBA&ved=0CDEQ6AEwAA Recuperado 10.10.2012.81 Woodrow Wiison, El gobierno constitucional en los Estados Unidos, Tr. Federico González Garza, México, Editorial Cultura, 1922, p.54.

38

Los Issei sortearon el problema mediante la adjudicación de sus

posesiones a sus hijos, nacidos en Estados Unidos (Nisei). El gobierno japonés consideró que la Ley era una afrenta inaceptable, ya que contravenía el espíritu

de amistad suscrito en el tratado firmado con Taft. EI17 de abril, una multitud

se manifestó en contra del gobierno estadunidense; los sentimientos

antiyanquis comenzaron su ascenso. Takahara Shusuke [rüJ^^A] explica que

Chinda quiso atenuar las reacciones en Washington, pero que W.WiIson no le

prestó atención.®® Entre 1913 y 1919, el activismo antijaponés disminuyó, en

gran parte por el estallido de la Primera Guerra Mundial, la cual

circunstancialmente colocó a Japón y Estados Unidos del mismo lado, en contra de Alemania.

Al término de la guerra, Japón fue incluido entre las potencias

vencedoras. De nuevo se despertaron inquietudes, ya no sólo entre los

californianos, sino también entre otros sectores de la sociedad estadunidense.

La vanagloria de la nueva potencia se desplegó en abusos contra las

poblaciones bajo su dominio, sobre todo contra los coreanos y taiwanesas. En

1915, Japón le impuso Veintiún Demandas de corte draconiano a la China

republicana, a tres años de haber suscrito una alianza con Gran Bretaña, con

duración de diez años.®®

La propaganda exclusionista y el racismo persistieron en la sociedad

estadunidense a lo largo de los años 20. No menos discriminatorio fue el trato

que recibieron los inmigrantes judíos, rusos, mexicanos, afroamericanos,

chinos e italianos, amen de que como consecuencia de la guerra contra

España, en 1898, también se habían introducido flujos migratorios de filipinos y caribeños.®4

El “peligro amarillo”

Hearst se valió del término “peligro amarillo” para referirse a una

eventual invasión japonesa directamente a California, o desde el sur, en

82 Takahara Shusuke, Uiruson gaikó to Nihon: soso to genzai no aida, 1913-1921 [Japón y la diplomacia de Wiison, entre el presente y el futuro, 1913-1921], Tókyó, Sobunsha, 2006, p.33.88Captaln Malcolm D. Kennedy, The estrangement o f Great Britain and Japan, 1917-35, Manchester, University of Manchester, 1969.84 Lipset y Raab, Cap. IV.

39

conjunción con los grupos levantados en armas en México. En el Examinerde\

20 de diciembre de 1906, por ejemplo, se publicó el siguiente encabezado:

JAPÓN EXPLORA NUESTRAS COSTAS Gente oriental levanta mapas

y puede desembarcar fácilmente^^

Insistía en ver a los inmigrantes japoneses como soldados y espías

camuflados. En el otoño de 1907, publicó un reportaje firmado por Richmond

Hobson, un oficial de la Marina y ex combatiente de la guerra hispano-

norteamericana, bajo el título: JAPÓN PODRÍA APODERARSE DEL FLANCO DEL

PACÍFICO. Hobson lamentaba la indiferencia norteamericana hacia el “peligro

amarillo”, y presagiaba que bajo el escenario de otra guerra con China, en caso

de vencer, los japoneses tendrían a su disposición los recursos militares de

toda la raza amarilla. Sostenía que el pueblo nipón era “el más sigiloso del

mundo”, y se aprestaba a atracar a los Estados Unidos, por lo que la mejor

forma de asegurarse era estableciendo un “control absoluto sobre el Océano

Pacífico”.®®

También Homer Lea, un aventurero que llegó a ser hombre de confianza

de Sun Yat-sen, el padre de la China moderna, publicó en 1909 un libro en el

que presagiaba una confrontación nipo-estadunidense, tras un ataque japonés

a Filipinas, Hawái y la costa occidental de la Unión americana (ya hablaremos

más acerca de Lea). A todo esto, hay que agregar las intrigas de los agentes

alemanes, que filtraban a los medios y en la propia Casa Blanca rumores

acerca de miles de japoneses fuertemente armados en el sureste de México;

en realidad, querían incentivar un conflicto que distrajera a los norteamericanos

del contexto europeo.

La embestida antijaponesa de Hearst se expresó también a través del

cine. El International Film Service Company, de su propiedad, produjo una cinta

titulada PATRIA, acerca de los supuestos beneficios que obtenían los japoneses

del ambiente bélico en México, y de cómo pretendían invadir a Estados

85 Cf. Thomas A. Bailey, Theodore Rooseveit and the Japanese American crises. An account o f the international compllcatlons arising from the race probiem on the Pacific coast, Gloucester, Mass., 1964, p.134.88 Ibidem, pp.136-137.

40

Unidos.®7 En octubre de 1915, en el marco de la Expo Internacional Panamá- Pacífico en San Francisco,®® el Examiner publicó un suplemento que hacía

referencia a una publicación japonesa, según la cual se planeaba la invasión de

California con la complicidad de los revolucionarios mexicanos.®®

El bombardeo propagandístico contra Japón, surtió efecto sobre un

sector de la opinión pública estadunidense, temerosa de que su blancura se

corrompiera por razas y credos ajenos. El momento histórico coincide con el

desembarco de los Marines en Veracruz, por órdenes de W.WiIson, en abril de

1914, guiado por la convicción de que había que alinear a México en el “camino

recto”. Victoriano Huerta fue derrotado por el Ejército Constitucionalista de

Venustiano Carranza el 24 de junio, y a los pocos días estalló la Primera

Guerra Mundial, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, en

Sarajevo.

Quedó trunca una compra de armas que hiciera Huerta a la compañía

Mitsui, lo cual despertó aún más sospechas sobre los supuestos

entendimientos secretos con los japoneses. Al fragor de la Primera Guerra,

ocurrió el incidente del Telegrama Zimmermann, un sibilino mensaje

transmitido a Carranza por el canciller alemán para involucrarlo en una guerra

con Estados Unidos. El impacto mediático del telegrama ha sido analizado,

entre otros, por Bárbara Tuchman y Friedrich Katz.®° Nos interesa su corolario,

ya que tras garantizarle a Carranza la devolución de los territorios perdidos en

1848, Zimmermann instruyó lo siguiente al Ministro alemán en México:

Su Excelencia comunicará lo anterior en forma absolutamente secreta al Presidente tan pronto como estalle la guerra con los Estados Unidos, añadiendo la sugerencia de que invite al Japón a que entre de inmediato en la alianza, y al mismo tiempo sirva de intermediario entre nosotros y el Japón.®^

87 Louis Pizzitola, Hearst over Hollywood. Power, passion and propaganda In the movies, Nueva York, Coiumbia University Press, 2002, p.294. Nasaw, Capítulo V-18.88 Abigail Markwyn, “Economic partner and exotic other: China and Japan at the San Francisco’s Panama-Pacific International Exposition”, Utah, Utah State University, The Western Historicai Quarterly, v.39, n.4 (invierno de 2008), pp.439-465.http://www.istor.ora/pss/25443779

88 San Francisco Examinar, 3 y 10 de octubre de 1915.8° Katz, La guerra secreta, pp.37-55. Barbara W. Tuchman, The Zimmermann Telegram, NY, Ballantine Books, p. 137-154.81 Ibidem. Katz, pp.40-41.Tuchman, p.146.

41

Fue oro molido para la Liga para la Exclusión Asiática. Hearst se encargó

de difundir el telegrama, y otros medios se fueron sumando a la campaña

antijaponesa. Valentina Stuart McCIatchy, propietario de El Sacramento Bee,

publicó un librito en el que Japón era presentado como “la Alemania de Asia”,

en alusión a cómo ese país se había moldeado a semejanza de Alemania, y a

cómo generaba un desequilibro de poderes en el Lejano Oriente. ®® El

periodista, Kawakami Kiyoshi (KarI) [ M Ji ?# ], replicó con sendos libros

publicados en inglés, en los que defendía a Japón, distinguiéndolo como

paladín de la civilización occidental en Asia, y de no constituir una amenaza

para Occidente.®®

La defensa de Japón encontró eco también entre quienes habían tenido

contacto directo con las culturas asiáticas, como el caso de los misioneros

religiosos, comerciantes y educadores invitados por las instituciones japonesas.

Sidney Gulick, misionero y maestro de la Universidad de Dóshisha, en Kyóto, publicó a su regreso a Estados Unidos un libro titulado The American Japanese

Probiem (1914), en el que consideraba las posturas californianas como

“innecesarias”, “histéricas”, “no científicas” y “anticristianas”.®" Aseveraba que la

“raza japonesa” [s ic ] tenía ya un cierto contenido de sangre blanca.®®

El Consejo Federal de Iglesias de Cristo en América, despachó una

comisión encargada de investigar el problema japonés. En diciembre de 1914,

emitió un informe en el que se pronunciaba a favor de continuar con la

exclusión de chinos, mas no recomendaba legislar en torno a la exclusión japonesa, por considerarla inoperante. El Agreement de 1908 había sido

efectivo, toda vez que el número de inmigrantes japoneses a los Estados

82 Valentine Stuart McCIatchy, The Germany ofAsia. Japan’s policyin the Far East, her “peacefulpenetraron” ofthe United States; how American commercial and nationai interests are affected, Sacramento, Sacramento Bee, 1920. http://www.ebooksread.com/authors-ena/v-s-valentine-stuart-mcclatchv/the-aermanv-of-asia-iapans-policv-in-the-far- east-her-peaceful-penetration-hci/1-the-aermanv-of-asia-iapans-policv-in-the-far-east-her-peaceful-penetration- hci.shtml Recuperado 12.10.2012.82 V.g., Kiyoshi KarI Kawakami, The real Japanese question (The Asian experience in North America: Chínese and Japanese), Nueva York, Mac Millan, 1921. Reimpreso en 2009. Kawakami, What Japan tiiinks, Nueva York, The MacMillan Company, 1921.http://es.scribd.com/haraoi conal/d/50144527-What-Japan-Thinks-Kivoshi-Karl-Kawakami-1921 Recuperado 12.10.2012.84 Sidney Lewis Gulick, The American Japanese probiem: a study o fth e racial reiations o fth e East and the West, Nueva York, C. Scribners sons, 1914, pp.184-196; 72; 152-153; 157-160.85 Ibidem.

42

Unidos no aumentó de manera descomunal, como sostenían los

exclusionistas.®®

Gulick era el más activo miembro del Consejo de Iglesias. Consiguió

apoyos del Comité para una Legislación Constructiva de la Inmigración, cuyos

planteamientos eran tres: 1) El prejuicio antijaponés era anticristiano. 2) Si los

asiáticos eran maltratados en California y el resto de la Unión americana, las

misiones evangelizadoras en aquel continente correrían el riesgo de ser

proscritas, y 3) La merma de los conflictos raciales, aminoraba las

probabilidades de estallido de una guerra.

Un exclusionista de nombre Montaville Flowers, impugnó en 1917 las

aserciones de Gulick a través de un libro titulado The Japanese Conquest of

American Opinión. Decía: “La paz tiene victorias no menos significativas que

las victorias de guerra. La Opinión Pública es el arma con la que en América se

ganan esas victorias. Japón está tratando ahora de asegurar la posesión de

esa arma.”®7 Culpaba a Gulick y Kawakami de ser agentes al servicio de Japón,

y sostenía que el problema no era de diferencias raciales, sino de “capacidad individual” {individual fitness), porque si la nación norteamericana nació y creció

al amparo del ideal de libertad, Japón, por el contrario, se había alimentado

siempre de una monarquía despótica.

El libro de Flowers debió caer en manos de Phelan, quien encontró en él

argumentos sobrados para su cruzada antijaponesa. Según Phelan, el

Gentlemen’s Agreement había sido ineficaz para contener la oleada creciente

de japoneses en Estados Unidos, ya que entre 1910 y 1920 el número de

adultos en California había subido de 32,785 a 47,566. Los Nisei se

multiplicaban con mayor celeridad, y la Ley de Terrenos para Extranjeros

tampoco frenaba la apropiación de tierras por parte de las comunidades

japonesas.

Los adherentes a la Liga para la Exclusión Asiática aumentaron tras la

promulgación de un programa de cinco puntos que comprendía: 1) La

cancelación del Gentlemen’s Agreement. 2) La prohibición de los matrimonios

por fotografía, o yobiyose. 3) La exclusión rigurosa de los japoneses como

88 Millis, passim.87 Montaville Flowers, The Japanese conquest o f American Opinión, Nueva York, George Fl. Droan, 1917, p.200. Disponible en http://www.onread.com/fbreader/87637 Recuperado 12.10.2012.

43

inmigrantes. 4) La adopción de políticas que privaran del derecho de

ciudadanía a los asiáticos. 5) La enmienda a la Constitución para prohibir a los

hijos de inmigrantes nacidos en Estados Unidos, el acceso a la ciudadanía, a

menos que fuesen hijos de padres de raza blanca.®®

La agrupación ultrarracista denominada “Los Hijos Nativos del Oeste

Dorado” (Native Sons of the Golden West), asumió como propia la causa

antijaponesa. El Consejo de Control del Estado de California presentó a su vez

ante el gobernador de California, William Stephens, un documento titulado California and the O r ie n ta l,destinado a evidenciar por qué los japoneses

debían ser excluidos. Stephens turnó el documento al Departamento de Estado

el 19 de junio de 1920, con argumentos como éste:

El Pacífico, así lo sentimos, está próximo a convertirse en una de las autopistas del comercio más importantes de la tierra. [...] Pero que nuestra raza blanca se entremezcle felizmente con las corrientes amarillas de Asia, y que de esa interrelación surja una nueva composición de ser humano, es manifiestamente imposible.

En los primeros dos días de noviembre, el Examiner publicó otros

artículos explosivos, con los encabezados siguientes:

JAP ATACA A NIÑA, MADRE LO GOLPEA

TESORO JAPONÉS DERRAMA ORO AL ESTADO PARA COMBATIR LEY DE TERRENOS

El objetivo era despertar inquietudes en Washington, sobre todo en

tiempos electorales. Los McCIatchy secundaron la campaña y se erigieron en

líderes de la Liga en California, desde la cual presionaron para que se

promulgase una ley de exclusión. Y como parte de la embestida

propagandística, la compañía de cine Craft produjo en agosto de 1921, la

película Shadows ofthe West, dirigida por Paul Hurst.

Trataba acerca de dos rancheros californianos que partían a la guerra en

Europa, ocasión que aprovechaba el japonés Akuri para apoderarse de las

88 Asiatic Exclusión League, Proceedings ofthe AEC, 1907-1913, Nueva York, Amo Press, 1977.88 De hecho fue el Consejo de Control del Estado de California, órgano apoyado por el gobernador Stephens http://vww.archive.orq/stream/califomiaandor00contaooa#paqe/n4/mode/2up Recuperado 14.10.2012.188 Ibidem, p.10.

44

tierras de una indefensa dama. A su regreso, los rancheros salvaban a Mary

(Hedda Nova) de la “amenaza amarilla”, y recuperaban sus tierras de manos

del malvado A k u r i . E n el mismo tenor, The Príde of Palomar (1922), dirigida

por Frank Borzage y escrita por Peter B. Kyne, relataba la historia del

malvado Okada, que con la ayuda de mexicanos se dedicaba a usurpar tierras

californianas.Wallace Irwin, escritor humorístico al servicio de Hearst, publicó su

novela Seed of the Sun (1921), con un mensaje de alerta contra la alianza

entre los asiáticos y el capital especulativo, así como contra los supuestos

planes del emperador nipón de casar a varones japoneses con mujeres euro-

americanas, a fin de encumbrar a sus descendientes en la escala racial. ®®

Años atrás, Irwin creó un personaje estereotipado llamado “Hashimura Togo”,

un japonés que escribía cartas en lenguaje entrecortado. Fue tan popular, que

el propio Mark Twain dijo de él: “Ese muchacho [Togo] es la creación más

querida y tierna y franca y astuta y simpática y adorable que se ha sumado a nuestra literatura por algún tiempo”.''°4

La Ley de Exclusión

Al asunto de la exclusión empezó a considerarse en las sesiones

legislativas de diciembre de 1920. La Cámara de Representantes aprobó una

iniciativa del congresista Albert Johnson, presidente del Comité de Inmigración

y Naturalización, para suspender toda inmigración durante un año. El

presidente Wiison la vetó, aunque sirvió de antecedente para que el senador

Hiram Johnson cabildeara a favor de la exclusión japonesa.

181 Sinopsis disponibie en: http://www.tcm.eom/tcmdb/titie/500780/Shadows-of-the-West/fuii-svnopsis.htmi Recuperado 15.10.2012.Cf. también Raymond Lesiie Bueii, “The deveiopment of Anti-Japanese agitation in the United States”, Mass., Universidad de Harvard, Political Science Quarterly, v.38, n.1 (marzo de 1923), pp.57-81. http://www.istor.ora/pss/2142539182 Disponibie en http://www.autenbera.ora/fiies/16674/16674-h/16674-h.htm Recuperado 15.10.2012.183 Disponibie enhttp://books.aooaie.es/books?id=Aeh9w7a4ucQC&printsec=frontcover&dq=Seed-Hof-Hthe-HSun&hi=es&sa=X&ei=- H6KUOa8J4WM2aXv9oCoDw&ved=OCCOQ6AEwAA Recuperado 16.12.2012.184 Cf. Yoshiko Uzawa, “’Wiii white man and yeiiow man ever mix?’: Waiiace irwin, Hashimura Togo, and the Japanese immigrant in America”, The Japanese Journal o f American Studies, n.17 (2006), http://wwwsoc.nii.ac.ip/iaas/periodicais/JJAS/PDF/2006/No.17-201.pdf Recuperado 15.10.2012.

45

En noviembre de 1922, la Suprema Corte emitió un fallo contra el

japonés Takao Ozawa, declarándolo no apto para la obtención de la ciudadanía

debido a su origen no caucásico.''°® McCIatchy y Phelan utilizaron el caso para

cabildear en Washington a favor de la exclusión japonesa, aunque un buen

número de senadores favorecía más la renovación del Gentlemen’s

Agreement, que bien a bien nadie conocía.El secretario de Estado, Hughes, le aconsejó al embajador Hanihara

Masanao [±ÉJ1IE1I] que redactara una misiva dirigida a él, con un resumen del

Agreement, a fin de filtrarlo a la opinión pública y convencerla así de su buen

sentido. Hanihara procedió. El 10 de abril de 1924, Hughes transmitió el

contenido de la misiva al Senado. Se quejaba el diplomático japonés de que:

El objetivo manifiesto de la Cláusula [de Exclusión] es anular a los japoneses como nación, estigmatizándolos como indeseables y sin valía ante los ojos del pueblo americano. [...] el Gentlemen’s Agreement de hecho comprende todo lo que pudiera comprender la susodicha cláusula de exclusión japonesa [...]. Estoy consciente, como creo que usted lo está, de las graves consecuencias que inevitablemente puede acarrear la aprobación de las medidas que contiene esa resolución... ®®

Resultó contraproducente. El viejo senador Henry Cabot Lodge, reputado

como conocedor del oficio diplomático, consideró que la alusión a las “graves

consecuencias”, no podía ser más que una velada amenaza contra los Estados

Unidos. Su interpretación sirvió para que el Senado denunciara el Gentlemen’s

Agreement, y esta vez sí procedió a la exclusión de los inmigrantes japoneses.

Según relata Hirobe Izumi [ffi^P;^], lo que siguió fue una escalada de rencores

que desembocó en PearI Harbor y la guerra. Cita él una fuente que empezó a

ver a los mexicanos como el siguiente objetivo de las animadversiones:

Los sindicatos señalaron que se sentían “contentos de que después de veinte años de agitación tenaz y continua por parte del trabajo organizado, el Congreso al fin ha atendido nuestras advertencias y nos ha librado de esa gran amenaza [la inmigración japonesa]”, y declararon que estaban ahora- “obligados a alzar sus voces de protesta contra los influjos de trabajadores mexicanos”.

185 Juan F. Perea, Richard Delgado y Angela P. Harris, Race and races: cases and resources for a diverse America, American casebook series, St. Paul, Minn., Thomson / West, 2007, p.497.188 Japanese exclusión issue, Seattie, Japan Society of Seattie, 10 de abril de 1924, pp.23-24.187 Cf. Izumi Hirobe, Japanese pride, American prejudice. Modifying the exclusión clause o f the 1924 Immigration Act, Stanford, Calif.: Stanford University Press, 2001, pp.78-79.

46

Los ánimos se exacerbaron en la sociedad japonesa. Nitobe Inazó [ i f ^

e U jíe], distinguido escritor, quien solía ostentarse como “puente” entre Japón y

los Estados Unidos, juró no volver a pisar suelo norteamericano hasta que no

se abrogara la Ley de exclusión.''°® Hayashi Kiroku presidente de la

Universidad de Keió, fundada por Fukuzawa, consideró que la Ley contravenía

el espíritu de cooperación entre las dos naciones. Las proclamas más

radicales juzgaban que sería el inicio de una guerra de razas, y hacían un

llamado a la militarización de Japón ante el eventual estallido de una guerra.

Fue en ese contexto que el gobierno del mexicano Plutarco Elias Calles,

sobre quien pesaba el estigma de ser enemigo de los intereses

estadunidenses, concluyó un nuevo Tratado de Comercio y Navegación con el

Imperio del Japón. Más adelante, nos abocaremos a conocer las entretales del

susodicho tratado. En el apartado siguiente nos referiremos a los orígenes del

nacionalismo japonés, que del amor a la tierra pasó al antiyanquismo,

siguiendo una ruta similar a la del nacionalismo en México.

ORGULLO YAMATO

El éxito del proyecto de modernización de Meiji condujo a Japón a la

promulgación de su propio Destino Manifiesto, sobre bases no muy distintas a

las de los colonialistas occidentales. Ókuma, uno de los constructores del

Japón moderno, y autor de las Veintiún Demandas contra China, asentó a

inicios de la década de los 20, en un artículo titulado “Ilusiones de la raza

blanca”, lo siguiente:

[...] existen todavía pueblos en este mundo con tales atrasos civilizatorios que no pueden ser admitidos por el momento en el seno de la familia internacional en términos de igualdad; lo que necesitan es orientación y guía apropiadas, de manera que cuando alcancen cierto grado de civilización merezcan un lugar y condición igualitarios en el comité de las naciones.

188 Ibidem, p.29.188 Ibidem118 Marquis Shigenobu Okuma, ''lllusions of the white race” en Kawakami, What Japan thinks, p.170.

47

Es apreciable un grado avanzado de asimilación de la doctrina positivista,

y aun podría entenderse como una versión japonesa de The White Man’s

Burden. Contribuyeron, tanto el éxito en las guerras contra China (1895) y

Rusia (1905), como el reconocimiento de gran potencia otorgado a Japón en

1919, en Versalles.

La Conferencia Naval de potencias, efectuada en Washington entre

noviembre de 1921 y febrero de 1922, constituyó un primer llamado de alerta

para la élite gobernante en Tókyó, cuando detectó que el objetivo de los

estadunidenses y británicos, en el fondo era contener el expansionismo

japonés en el Pacífico. En los tratados de Washington se restringía el

desarrollo naval de Japón, cosa que no agradó a los militares, y menos a los

miembros de la Armada.La segunda afrenta fue la Ley de Exclusión de 1924. Cuando el

presidente Calvin Coolidge firmó esa Ley, la desilusión fue completa. El diario

Tókyó Asahi Shimbun publicó una viñeta en la que aparecía un enorme jarrón

de porcelana fracturado, el jarrón simbolizaba la amistad nipo-estadunidense.

El 1° de julio, fecha de entrada en vigor de la Ley, el diario lo declaró como “día

de la humillación”. A partir de ahí, los Estados Unidos pasaron a ser

enemigos potenciales de la Armada Imperial.

Desde la óptica occidental, quizá resulte difícil comprender lo que implicó

para Japón desligarse de las coordenadas sinocéntricas para incorporar las

visiones occidentales. China dejó de figurar como el centro del universo, para

colocarse al margen. No apareció más como la fuente civilizadora, y en cambio,

se convirtió en otro objetivo del prorrateo capitalista, en el que Japón participó.

Los japoneses apenas si entendían que se les seguiera considerando

como inferiores, si estaba más que probada su capacidad de adaptación, amen

de que cumplían con los referentes de poder prevalecientes en Occidente."'''® Al

verse rechazados por su origen racial, su respuesta fue iracunda; condujo al

extremismo nacionalista, que no es equivalente al fascismo. Por eso, juzgar al

111 Hirobe, p.28.112 Cf. Sadao Asada, “From Washington to London.: The Imperial Japanese Navy and the politics of naval limitation, 1921-1930”, en Erik Goldstein y John Maurer, eds., The Washington Conference, 1921-22. Naval rivalry, East M ían stability and the road to PearI Harbor, Gran Bretaña, Frank Cass &Co., 1994, pp. 147-191.112 Shigenobu Ókuma escribió lo siguiente poco después de la guerra ruso-japonesa: “Los japoneses sienten que la guerra es prueba de que no existe nada que los occidentales hagan y que los asiáticos no puedan hacer, ni existe nada que los occidentales intenten y que los asiáticos no puedan intentad’. Cf. Iriye, p.98.

48

régimen japonés posterior a 1924, como una expresión asiática del fascismo europeo, nos parece un desatino.'’''^

Desde la segunda mitad de los años 20, las estrategias de Tókyó

cambiaron. Las migraciones dejaron de ser negocios de empresas que

lucraban con los anhelos de quienes querían mejores condiciones de vida, para

convertirse en proyectos teledirigidos, similares al experimento de Enomoto en el sureste mexicano, aunque con perspectivas geopolítiicas. ''''® Si los

inmigrantes de Enomoto fundaron una utopía, las nuevas oleadas tenían instrucciones precisas de trabajar no para un ideal, sino para la supervivencia

del propio Japón.Las colonias en ultramar se transformaron así en enclaves, es decir, en

implantaciones al servicio de la causa nacional. Se asumió el Shintó como

doctrina encauzada hacia la divinización de la figura imperial, y las escuelas, fábricas y asociaciones, asumieron talantes castrenses. Inclusive la semiótica

sufrió un vuelco, pues se acentuó el origen Yamato de la nación japonesa y se

izó la bandera del sol radiante, en lugar del sol naciente, que correspondía a la

visión sinocéntrica.

Miles de inmigrantes se dirigieron a establecer colonias en América del

Sur, con el ánimo de dignificar a la raza Yamato. El caso de los japoneses en

Brasil ha sido estudiado, entre otros, por José Thiago Cintra, quien destaca que

de 1924 a 1941,

Los intereses japoneses visualizan al Brasil como algo más que un mero territorio que puede solucionar los problemas del excedente humano en el Japón. [...] estas empresas estaban destinadas a representar el papel de auténticos enclaves de la economía japonesa en territorio brasileño.^^®

114 V.g., Daniel Cosío Villegas, El fascismo japonés, México, FCE, s.f. Marcos Willensky considera, en retrospectiva, que el fascismo ya existía en Japón incluso antes de que Mussolini lo inventara: “El fascismo pudo no haber existido en 1868 -dice-, pero los ideales que conforman la visión medular de Mussolini eran conceptos y valores que compartían los oligarcas de Meiji que construyeron la nación”. Marcos Willensky, “Japanese fascism revisited”, en Greater China, Stanford, CA., v.5, n.1 (invierno de 2005), p.66. http://wvw.stanford.edu/qroup/sieaa/ioumal51/iapan1.pdf Recuperado 01.11.2012.115 Ya veremos que la Colonia Enomoto, en Chiapas, perseguía una utopía que iba más allá del modelo de enclave. Cf. al respecto, Atsuko Yamamoto, Mekishiko ni ikiru nikkei shokumintachi [La supervivencia de los inmigrantes japoneses en México], Tókyó, Kawade Shobo Shinsha, 1998.118 José Thiago Cintra, La migración japonesa en Brasil, 1908-1958, Jomadas 70, México, Centro de Estudios Orientales, El Colegio de México, 1971, p.63.

49

Lo mismo sucedió con las colonias japonesas en Manchuria, Taiwán,

Corea y Filipinas. El francés Peter Dju, advirtió en 1937 que las migraciones

japonesas no obedecían ya a los efectos de la sobrepoblación, sino a planes

escrupulosamente elaborados en T ó k y ó . P o r su parte, Michael Weiner ha demostrado que se importó mano de obra desde Corea, lo cual echa por tierra

la idea de un excedente laboral como causante de las migraciones.^^®

Ókawahira Takamitsu [AM¥rü3lÉ?] y Tógó Minoru ambos

discípulos de Nitobe, teorizaron en torno a la emigración y colonización como

razones de Estado. Ókawahira consideró que la migración constituiría la mejor manera de capitalizar a Japón, dado que se mantendría el equilibrio entre la

oferta y la demanda laborales en las industrias, y las remesas de los migrantes

incrementarían la riqueza nacional. Opinaba que los japoneses de ultramar

producirían las materias primas indispensables para el aprovisionamiento

industrial, dando como resultado la expansión económica de Japón.

Visualizaba a los migrantes como la verdadera “vanguardia del ejército de

expansión”."'''®

Bajo economías de enclave, las colonias japonesas en el extranjero

operarían al servicio de la madre tierra, aunque coadyuvarían al desarrollo de

las economías locales. Tógó Minoru era un convencido de que fuera de

Occidente, solamente la raza Yamato era capaz de comprender el sentido del

progreso, por eso hacía un llamado a sus connacionales a que sumaran al

resto de los países asiáticos al mundo civilizado.

Tógó admitía que si los esfuerzos no podían realizarse por medios

pacíficos, había que valerse de la fuerza militar, a la manera de los británicos

en la India."'®° Los territorios susceptibles de colonización eran vastos: “Si

nuestro pueblo tiene éxito en la construcción de nuevos Japones en todas estas áreas -decía-, y si se compromete en actividades vigorosas alrededor del

117 Peter Dju, L’émigration Japonaise depuis 1918, Paris, P. Bossuet, 1937, p.53.118 Michael Weiner, Race and miaration in Imperial Japan, Londres, Routledge, 1994.118 Cf. al respecto Andrea Gelger, Subverting exclusión. Transpacific encounters with race, caste, and borders, 1885- 1928, New Haven y Londres, YaIe University Press, 2011. También Iriye, pp. 130-131.128 Satoshl MIzutanI, “The British-Indian experience of educatlon and the politics of comparison In the Japanese Empire: Minoru Tógó’s theory of colonial governance and Its trans-Imperlal genealogles”, Conference on Colonial Circulations: Colonialism in Comparativa Perspectiva, School of Humanitles, University of Bristol, 4-5 de Julio de 2011. httD://www.brlstol.ac.uk/tlanlln-Drolect/events/colonlalclrculatlonsabstracts.odf Recuperado 02.11.2012.

50

Pacífico, entonces el predominio de nuestro país en el Pacífico quedará

asegurado”."'®''

Con el ascenso del militarismo, Japón se embarcó en una gran cruzada

para liberar al Continente Asiático. Buscó el sostén de tal bizarría en obras

como las de Okakura Kakuzó [l^ii'f:^],''®® y la Escuela de Kyóto, encabezada

por Nishida Kitaró. Los filósofos de Kyóto se hallaron de pronto ante la

encrucijada de apoyar al Estado o ser arrasados por él, aunque tal discusión

excede con mucho a las pretensiones de esta tesis."'®®

CAPITULO II

FU N D A M EN TO S DE U N A C O N JU R A

121 Cf. Iriye, p.132.122 Kakuzó Ókakura, The ideáis o fthe East, The sp in to f Japanese art, s.l., Dover Books, 2005 [1904]. http://www.chss.iup.edu/baumler/Okakura Kakuzo.html Recuperado 04.11.1012.123 Vid Graham Parkes, “The putative fascism of the Kyoto School and the political”, en Philosophy East and West, V.47, n.3, Hawaii, University of Hawaii, Julio de 1997, pp.305-336.

51

¡Japón! Tus ritos me han exaltado y amo ferviente tus glorias todas;

¡yo soy el ciervo de tu Mikado! ¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!

52

J.J. Tablada, El florilegio

Encargada al suegro la mujer que quiso en largo viaje de ancha ruta

al extranjero el japonés salió Locura

Dejar padres, hermanos, casa Vanidad juvenil. Orgullo. Sueño

Takahashi KumataroPionero de San-Ou, Chiapas

ANTECEDENTES

Veamos cómo entró México en el entramado de acontecimientos que

han sido descritos en los capítulos anteriores.

La era que va de 1867 a 1911, arrancó con la restauración del régimen

republicano encabezado por el oaxaqueño Benito Juárez, quien entró triunfante

a la Ciudad de México después de aniquilar los vestigios imperiales de

Maximiliano. Concluyó con el Porfiriato, así llamado por el apego de otro

oaxaqueño (Porfirio Díaz) a la silla presidencial.

Luis González y González juzga al Porfiriato como una etapa “duradera

[sic], pacífica, autoritaria, centralista, liberal, positivista, concupiscente,

progresista, torremarfileña, urbana, dependiente, extranjerizante y

nacionalista”.■'24 Admitiría también los calificativos: de modernizante, si por tal

se asume el empeño de insertar a México en la era moderna, y cientificista,

dada la predominancia del positivismo comptiano y la adopción de las ideas

evolucionistas de Herbert Spencer. Don Luis advierte al respecto que:

La modalidad mexicana se caracterizó por el repudio de toda metafísica, la antipatía por las humanidades y un cientismo [sic] más retórico que real. La palabra ciencia fue idolatrada, pero la actividad científica nunca pasó de los buenos propósitos. Los “científicos”, encargados de la administración de las

124 Luis González, "El liberalismo triunfante”, en Historia general de México, México, Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México, 2006, pp.702.

53

doctrina de Comte y Spencer, tenían sus ojos puestos en el Banco y las Empresas. ^®

Coincidió con que en Tailandia, el rey Chulalongkorn (Rama V) adoptó

los métodos occidentales de gobierno, para hacer frente al acoso de los

imperialismos europeos. En Japón, también se llevó a cabo una restauración,

pero a la inversa de la mexicana, con la restitución del joven emperador

Mutsuhito (Meiji Tennó). Entre Meiji y los liberales mexicanos existieron

concurrencias no sólo en tiempos, sino también en objetivos, lo cual influyó para el mutuo acercamiento.

El positivismo japonés de hecho captó la atención de algunos

mexicanos, como el científico Francisco Díaz Covarrubias, quien hizo la

siguiente observación después de viajar a aquel país en el invierno de 1874:

Cuando se reflexiona que el Japón ha planteado en ocho o diez años solamente las mismas reformas que han costado cuatro siglos de luchas incesantes al mundo occidental, no podrá negarse el fundamento de los temores que muchos abrigan acerca del porvenir de ese Imperio.^^e

Díaz Covarrubias visitó Japón con el propósito de observar el tránsito del

planeta Venus por el disco solar, fenómeno pocas veces apreciable en una

centuria.^® Detrás de la razón científica, se ocultaba una razón política: la de

colocar a México al nivel de las naciones cultas y civilizadas de la época.

Significaba el ingreso de “un nuevo aliado en el ejército de la civilización”. ®®

La Comisión Astronómica Mexicana, que encabezaba Díaz Covarrubias,

quedó compuesta por tres astrónomos, un fotógrafo y un relator. Este último,

Francisco Bulnes, de 26 años, a la postre ganaría renombre como polemista y

crítico del devenir mexicano.

El libro, Viaje de la Comisión Astronómica Mexicana al Japón para

observar el tránsito del planeta Venus por el disco del Sol el 8 de diciembre de

1874, detonó el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Japón y

125 Ibidem, p.703.125 Francisco Díaz Covarrubias, Viaje de la Comisión Astronómica Mexicana al Japón para observar el tránsito del planeta Venus por el disco del sol el 8 de diciembre de 1874, Kyóto, Universidad de Estudios Extranjeros de Kyóto, 1978, p.243.127 Para comprender el valor científico de la expedición, véase Marco Arturo Moreno Corral, Odisea 1874 o el primer viaje Internacional de científicos mexicanos, México, La ciencia desde México 15, SEP, CFE, 1986.128 Díaz Covarrubias, p...

54

México. Contribuyó así mismo al fomento de la inmigración organizada de

japoneses a tierras aztecas. Se vivía ya un boom por lo japonés, en buena

medida por el influjo de las artes francesas, que experimentaban una cierta

fascinación por el Oriente."'®®

Las manifestaciones de japonofilia mexicana, sin embargo, contrastaron

con los clamores de “peligro amarillo” que poco a poco afectaron a la sociedad

californiana. A continuación se destacan ciertos aspectos de la Comisión

Astronómica, que nos ayudarán a explicar lo sucesos del periodo que nos

ocupa (1905 a 1925). Nos abocaremos sobre todo a describir las percepciones

de los protagonistas en torno a Japón.

Viaje a Japón a través de Venus

El viaje de Díaz Covarrubias a Japón, ha sido objeto de varias reseñas.

Moreno Corral señala que debió ser una odisea la sola transportación del

equipo científico desde la ciudad de México. "'®° Los científicos no se

embarcaron en Acapulco, salida lógica hacia el Lejano Oriente, debido a la falta

de caminos transitables y a la falta de rutas marítimas confiables. Optaron por

utilizar el recién inaugurado Ferrocarril Mexicano, que conectaba a la capital

con Veracruz, para embarcarse a Nueva York y atravesar la extensa geografía

estadunidense hasta San Francisco. De ahí partieron a Yokohama.

Una primera lección del viaje consistió en la urgencia de establecer

líneas de comunicación y de transporte con el Pacífico Asiático. El comercio

directo constituía la razón de mayor peso para el establecimiento de relaciones

diplomáticas. Díaz Covarrubias reparó además en que las cuentas del fisco

japonés se expresaban en pesos mexicanos de plata pura, indicador de que la

plata, el principal producto mexicano de exportación, era importante para las

transacciones japonesas.

Otro aspecto era el potencial de la inmigración japonesa a México.

Hasta entonces, existía el convencimiento de que el fomento a la inmigración

129 Las obras creadas a partir de la influencia del arte japonés sobre los artistas franceses reciben la denominación de japonisme. El término lo utilizó por primera vez el historiador y cronista Jules Claretie en su libro L 'M Francais en 1872, publicado ese mismo año. Ref. http://iaponismo-estilo.bloqspot.mx Rescatado el 06.04.2013.

12° Moreno Corral, op.cit.

55

europea no sólo era benéfico, sino necesario para el ulterior progreso del país.

No cruzaba por las mentes de los líderes porfiristas la idea de fomentar la

inmigración oriental. Díaz Covarrubias fue el primero que la propuso, aunque

de manera selectiva, puesto que despreciaba a los chinos, a quienes veía

como huraños, adictos al opio y al juego, e incompatibles con los principios de

la modernidad occidental."'®''

Le agradó la cordialidad japonesa hacia los extranjeros, así como su

“verdadera avidez por instruirse”, y su empeño por introducir las reformas

sociales y mejoras materiales que emanaban de la ciencia y la cultura

occidentales."'®® Consideraba además que,

el pueblo japonés, tan pobre como laborioso, tan laborioso como sobrio, dotado por educación de un profundo espíritu de orden y de respeto a las leyes, acostumbrado a buscar únicamente en el trabajo sus medios de subsistencia, proporcionaría a nuestro propietarios un gran número de jornaleros baratos, activos e inteligentes; a la vez que una colonia japonesa ofrecería a nuestro pueblo el saludable ejemplo de todo lo que puede lograrse con la constancia, la laboriosidad y la economía, aun en medio de las condiciones más desfavorables. ®®

Mientras en ciudades como San Francisco, los chinos eran susceptibles

de expulsión “por su demasías” -decía el científico-, las colonias japonesas,

lejos de presentar motivos de queja, eran notables por su moderación y deseos

de instruirse. "'®4 Paradójicamente, esas mismas características despertarían

años más tarde el racismo antijaponés entre los anglosajones americanos,

sobre todo después de que empezaron a resentir la fuerte competencia que

representaba la laboriosidad, moderación y deseos de instrucción de los

japoneses.

El embeleso de Díaz Covarrubias por Japón, fue superior a su capacidad

de descripción. Instruyó al relator del equipo que estudiase la historia y

costumbres del pueblo japonés, que “tan interesante y simpático habíamos

visto desde el momento de nuestra llegada”."'®® Bulnes, sin embargo, tuvo una

perspectiva diametralmente distinta. Su libro Sobre el hemisferio norte, once mil

121 Ibidem, p. 126-129. En el mismo sentido se pronunció del jurista Manuel Orozco y Berra en documento remitido a la Cancillería, AHGESRE Leg. 67, Exp. 22,1879-81,51-59.122 Ibidem, p.126.122 Ibidem, p.129.124 Ibidem, p.127.125 Ibidem., p.190.

56

leguas: impresiones de viaje, publicado en IS/SJ®® distó mucho de cumplir con

las recomendaciones de su jefe.

En tono burlón y superficial, describió su incursión en el teatro de

comedia (rakugo), así como en las luchas de sumo, los baños mixtos, las

festividades, las casas de té, los prostíbulos, y las prácticas religiosas. Su

visión era estereotipada, incluso prejuiciada. A las damiselas de Yoshiwara las

consideraba bondadosas y dóciles, pero estúpidas. El té le parecía repugnante.

De los gladiadores de sumo, decía que “su espantoso desarrollo muscular ha

endurecido sus cerebros y desterrado sus facultades intelectuales”. Y de los

monjes budistas opinaba que no eran más que vagos que presidían

ceremonias inútiles.

Tanto Bulnes como Díaz Covarrubias consignan su encuentro con el

Ministro de Asuntos Extranjeros, Terashima Munenori acontecido el

22 de noviembre de 1874, a las cuatro en punto de la tarde.

Terashima era un samurái con estudios superiores en Gran Bretaña. La

mayor parte de su tiempo la empeñaba en la renegociación de los llamados

“tratados desiguales”, es decir, la serie de tratados internacionales que el

régimen anterior había concertado con las grandes potencias, y que

perjudicaban a Japón al contener cláusulas que permitían la extraterritorialidad.■'®7 Si bien Díaz Covarrubias describió a Terashima como un

individuo de mirada serena y firme, aunque melancólica,"'®® Bulnes se fijó en su

cuerpo “regular” y sus movimientos, que habían perdido “la pureza de su raza”."'®®

Después de las consabidas salutaciones, Terashima puso a

considración la conveniencia de establecer relaciones diplomáticas: “Siento que

hasta aquí la política exterior de México y Japón no hayan dado lugar a

establecer ninguna especie de relaciones, sobre todo las diplomáticas”.

135 Francisco Bulnes, Sobre el hemisferio norte once mil leguas, impresiones de viaje a Cuba, los Estados Unidos, el Japón, China, Cochinchina, Egipto y Europa, México, Imprenta de la Revista Universal, 1875.

127 Cf. Arturo Santa Cruz, Un debate teórico empíricamente ilustrado: la construcción de la soberanía japonesa, 1853-1902, Guadalajara, Jal., Universidad de Guadalajara, 2000.128 Diaz Covarrubias, p.167.128 Bulnes, p.

57

señalóJ4o^ Iq q,jg Covarrubias respondió que tan pronto como llegara a

México, se ocuparía de promoverlas.Hubo de transcurrir más de una década para que se concretaran las

relaciones diplomáticas. Los pormenores del proceso se describen a

continuación. Destaca en el mismo, la figura multifacética de don Matías

Romero.

Don Matías, el empresario

La historia de las relaciones nipo-mexicanas tiene un antecedente

remoto. El historiador y diplomático mexicano, Ángel Núñez Ortega, apostado

en Berlín, dio a la luz en 1875 un libro sobre la llegada a la Nueva España de

dos misiones casi legendarias, una de ellas encabezada por el comerciante

Tanaka Shósuke [pgT’ I^Tí'], en 1610, y otra por el samurái Hasekura

Rokuemon Tsunenaga [Íii'7kT5‘#TP^SS], entre 1613 y 1620.''4''

Núñez Ortega publicó su libro, cuando el ambiente europeo estaba

impregnado de un frenesí por Japón, tras la estadía de la Misión Iwakura, en

Europa. Dicha misión había sido encabezada por Iwakura Tomomi

hombre cercano a Meiji Tennó, y la conformaban figuras como Ókubo

Toshimichi e Itó Hirobumi Su objetivo era conocer y

aprender de los sistemas occidentales, además de insistir en la negociación de

los tratados desiguales que lastimaban el honor del Imperio."'42

Las impresiones que la Misión Iwakura dejó en Prusia, fueron captadas

por Ulrich Wattenberg, quien destacó el recibimiento solemne de los visitantes desde que cruzaron la frontera con Suiza."'43 Fue al calor de ese ambiente que

Núñez Ortega resolvió publicar su Noticia histórica de las relaciones políticas y comerciales entre México y el Japón, durante el siglo XVII. Fue una voz más

14° Diaz Covarrubias p.171. Bulnes, p. 27.141 Ángel Núñez Ortega, Noticia histórica de las relaciones políticas y comerciales entre México y el Japón, durante el siglo XVII, México, Archivo Histórico Diplomático 2, Porrúa, 1971.

i42Tanaka Akira, Iwakura Shisetsudan no rekishiteki kenkyü [Estudios históricos sobre la Misión Iwakura], Tókyó,

Iwanami Shoten, 2002.142 Ulrich Wattenberg, “Germany, 7-28 March, 15-17 April, 1-8 May 1873. An encounter between two emerging countries”, en lan Nish, ed., The Iwakura Mission in America & Europa. A new assessment, s.l., Meiji Japan Series 6, Japan Library, Curzon Press Ltd, 1998, pp.71-79.httpV/wvw.bakumatsu.ru/lib/The Iwakura Mission in America and Europe.odf Recuperado 10.05.2013.

58

que se sumó a la de quienes insistían en la conveniencia de establecer

relaciones diplomáticas y comerciales con Japón.

Las condiciones políticas en México, sin embargo, no permitían una

operación de ese tipo. Y es que el general Porfirio Díaz se había levantado en

armas contra la pretensiones reeleccionistas de Sebastián Lerdo de Tejada. Al

consumar su triunfo, en mayo de 1877, lo primero que buscó Díaz fue el

reconocimiento de su gobierno. En los Estados Unidos acababa de ser electo

Rutherford Mayes, quien a decir de González y González, “miraba con muy buenos ojos la conquista de México”."'44 Transcurrió un año para que Mayes por

fin reconociera al gobierno de Díaz.

Tampoco el gobierno de Meiji mostraba interés en negociar un tratado

con México. Su mira estaba puesta en la revisión de los tratados desiguales,

que los diplomáticos del régimen Tokugawa habían firmado, con la aceptación

de la extraterritorialidad como práctica válida. Townsend Harris, el negociador

estadunidense del primer tratado con Japón (1857), anotó en su diario que

hasta entonces sus contrapartes sólo conocían los textos de C o n fu c io ,''4 ® y que

para sorpresa suya, aceptaron la extraterritorialidad sin el menor reparo."'46

Harris logró la inserción de la cláusula de la nación más favorecida en

los tratos comerciales, lo cual embrolló más a los japoneses. Dicha cláusula

implicaba que cualquier concesión a un tercer país, automáticamente tendría

que otorgársele a los anteriores. Arturo Santa Cruz advierte que los japoneses no captaban cabalmente el significado de los tratados que habían negociado."'47

Y es que si la extraterritorialidad se percibía como humillante, en realidad fue la

cláusula de la nación más favorecida la que obstaculizó la revisión de los tratados, ya que ninguna potencia quería renunciar a sus privilegios. 48

Cuando el ex presidente estadunidense Ulysses Grant viajó a Japón, en

el verano de 1879, conversó con el Tennó al respecto. “Es increíble -dijo

Grant- que se nieguen a Japón y China aquellos derechos que las naciones

144 Luis González, p.661.145 Townsend Harris, The complete ¡ournal o f Townsend Harris, first American Cónsul and MInIster to Japan, Rutland, Vermonty Tókyó, Charles E. Tuttie, 1959, pp.508-509.145 Ibidem, pp.547-548.147 Santa Cruz, p.210.148 Harris de hecho ofreció reciprocidad en la aplicación del principio de extraterritorialidad, a fin de que las autoridades japonesas ejercieran jurisdicción sobre sus connacionales en Estados Unidos, pero los japoneses declinaron la oferta porque esperaban que muy pocos connacionales suyos visitaran aquel pais. Santa Cruz, p.212.

59

occidentales consideran como sagrados e inviolables, debido a que son

absolutamente esenciales para su independencia y dignidad.”"'49

Grant era amigo y socio de Matías Romero. Éste, desde su cargo de

representante de México en Washington, se abocó a buscar un tratado con

Japón sobre términos de igualdad. Su empeño por concluirlo no

necesariamente debió obedecer a impulsos patrióticos, ni tampoco a muestras

de altruismo. En realidad, el mexicano se interesaba en el desarrollo de

negocios particulares con el Lejano Oriente; para ello, resultaba fundamental el

establecimiento de relaciones y la firma de un tratado. Harry Bernstein, biógrafo

de don Matías, resalta el hecho de que pensara en la necesidad de establecer

lazos con los países asiáticos, un interés que lo obsesionó casi toda su vida."'®®

Tenemos pues que analizar el establecimiento de relaciones con Japón,

así como la negociación del primer tratado binacional nipo-mexicano, no con

pasión apologética, sino como un proceso en el que se mezclaron los intereses

personales de don Matías con los intereses de Estado. Autores como María

Elena Ota, Enrique Cortés, Kunimoto lyó, y Jerry García,''®'' han hecho

contribuciones valiosas desde el punto de vista historiográfico, sin embargo,

ninguno introdujo como variables las motivaciones personales de los

protagonistas.

En su relato de viaje, Díaz Covarrubias sostenía que “bajo cualquier

aspecto que se considere [...], nuestras relaciones directas con el Asia deben

ser altamente provechosas para México”."'®® Se alegraba de saber que Matías

Romero coincidía con él. Bernstein dice que cuando Romero se desempeñaba

como agente confidencial del bando juarista en los Estados Unidos, durante la

guerra contra los conservadores, entabló amistad con un funcionario naval de

nombre Ledyard Smith, quien despertó en él el interés por las riquezas de Asia. Asegura que para Romero “se trataba de negocios”. ®®

149 Payson J. Treat, Japan and the United States, 1853-1921, Boston y NY, Houghton Miffiin, 1921, p.108.15° Harry Bernstein, Matías Romero, 1837-1898, México, FCE, 1973, p.72.151 Ma Elena Ota Mishima, comp., México y Japón en el Siglo XIX. La política exterior de México y la consolidación de la soberanía japonesa, México, SRE, 1976. Enrique Cortés, Relaciones e n te México y Japón durante el Porfiriato, México, Archivo Histórico Diplomático, SRE, 1980. lyo Kunimoto, “La negociación del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1888 y su significado histórico”, en Revista Mexicana de Política Exterior, n.86, México, IMRED, mar.-jun., 2009, pp.91-100. Jerry García, op.cit.152 Díaz Covarrubias, p.143.153 Bernstein, p.72-73.

60

Tras el triunfo de la República, don Matías se ocupó del tesoro nacional

como Ministro de Hacienda de Benito Juárez. Desde esa posición, se dedicó a

desarrollar la industria minera y a pugnar por que se acuñara el peso de plata

pura, el mismo que circulaba en los mercados cambiarlos de China, Japón y otras regiones de Asia.^® nq hay que olvidar que ese fue un motivo por el cual

Díaz Covarrubias propuso un pronto establecimiento de relaciones diplomáticas

y comerciales con Japón, así que no es descartadle que también a Romero le

entusiasmara la posible exportación de monedas a Asia.

En junio de 1872, poco antes de la muerte de Juárez, don Matías renunció de manera inexplicable a su cargo, y se dirigió al Soconusco,

Chiapas, para dedicarse a los negocios. “Creía poder enriquecerse en ellos, y

de paso contribuir al progreso económico del país”, señala Cosío Villegas.^®®

Su proyecto era utópico, consistía en crear una unidad de trabajo, bienestar y

crecimiento, que irradiara progreso incluso hacia Guatemala. Quería producir caucho, azúcar, café y tabaco para los mercados mundiales, y en especial para

los asiáticos. Planeó asociarse con capitalistas estadunidenses para crear la

Compañía del Ferrocarril de Tehuantepec, y buscó que la línea de vapores

Pacific Mail Steamship Une llegase a los puertos de Salina Cruz y Acapulco.^®®

Su utopía fracasó. Seis años de trabajo redundaron en pérdidas

económicas, infortunios con las cosechas, amenazas contra su persona,

asesinatos de algunos de sus colaboradores, y hasta un connato de guerra con

Guatemala, al sospechar el gobierno de ese país que el hacendado podía estar

actuando como filibustero, al servicio del Gobierno mexicano. El 31 de mayo de

1878, don Matías le escribió a un amigo suyo que no era posible seguir con sus

ilusiones:

Por espacio de ocho años -confiesa- me ocupé con entusiasmo de la suerte de Soconusco; le procuré cuantos bienes me permitió hacerle la posición que entonces guardaba en el gabinete del señor Juárez; hice el sacrificio de irme a vivir allá, y no omití esfuerzos para hacerle beneficios. Tengo la conciencia

154 “A decir verdad -advierte John McMaster-, el peso circulaba entonces mucho más entre los chinos que entre los mismos mexicanos”. John McMaster, “Aventuras asiáticas del peso mexicano”, en Historia Mexicana, v.8, n.3 (31), ene-mar de 1959, p.377. Idem Vera Valdés Lakowsky, De las minas al mar. Historia de la plata mexicana en Asia, 1565-1834, México, FCE, 1987, passim.155 Daniel Cosío Villegas, “La aventura de Matías”, en Historia Mexicana, v.8, n.1 (29), jul-sep de 1958, p.40.156 Al respecto, véase Ménica Toussaint Ribot, “Los negocios de un diplomático: Matías Romero en Chiapas”, en Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, n.55, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, UNAM, México, 2012, pp. 129-157.

61

de haberle hecho algunos, y el resultado de todo esto ha sido una verdadera catástrofe para aquel lugar

Le habló de su frustración a don Francisco Díaz Covarrubias, quien

fungía como Ministro de México en Guatemala. Pudo ser que el tema de las

relaciones con Japón y China surgiera en las conversaciones entre ambos, por ser de interés común. Lo que sí es cierto, es que al asumir don Porfirio su

primera magistratura, don Matías reapareció como Ministro de Hacienda, hecho

que se tomó como una buena señal por parte de algunos grupos de interés estadunidenses. ■'®®

No duró mucho. Con el argumento de tener que atender su salud en los

hospitales de Estados Unidos, Romero dejó su cargo en manos de Manuel

Payno. Mientras se curaba, aprovechó para entablar negocios con Ulysses

Grant, Hiram Barney y William E. Dodge, con quienes deseaba obtener la

concesión de una línea ferroviaria en el sureste mexicano.^®® Como apoderado

legal de esos personajes, dedicó buena parte de su tiempo a aprovechar sus

influencias para ganar la susodicha concesión, cosa que no vieron con buenos

ojos sus colegas, entre otros, el propio don Porfirio, quien había dejado la

Presidencia en manos de Manuel González, aunque seguía ejerciendo

influencia desde su retiro temporal en Oaxaca.

En noviembre del 81, Ignacio Mariscal, investido como Ministro de

Relaciones Exteriores, le ofreció a su amigo, paisano y ex socio en el despacho

jurídico, que aceptara ser Ministro de México en Washington. Romero no

aceptó. Esto le escribió a Barney: “Mariscal me ha pedido que vaya; pero me

interesa más la construcción del ferrocarril de Oaxaca, que trabajar con el

gobierno”.■'®°

Al año siguiente, Mariscal casi lo forzó a quedarse al frente de la

Legación en Washington. Romero partió desilusionado por no haber

conseguido la concesión del Ferrocarril del Sur, pero antes, le dejó una carta al

presidente González en la que le decía que aceptaría el puesto solamente para

157 Cf. Cosío Villegas, La aventura,, p.35.158 Bernstein, p.204.158 Osgood Hardy, “Ulysses S. Grant, President of the Mexican Southern Railroad”, en Pacific Historicai Review, Berkeley y Los Angeles, University of California Press, v.24, n.2 (mayo de 1955), pp. 115-116.18° Cf. Ibidem, p.260.

62

complacerlo."'®'' Desde su nueva posición, vislumbró la posibilidad de promover acercamientos con Japón y China.

Don Matías, el negociador

Una primera iniciativa para establecer relaciones y consumar un tratado

nipo-mexicano, la presentó el ingeniero Manuel Fernández Leal, Oficial Mayor

del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio. En carta

fechada el 14 de marzo de 1881, dirigida al Canciller Mariscal, señalaba que:

“Con las concesiones de vías férreas que se dirigen al Pacífico y de las cuales

algunas se realizarán dentro de poco, cree esta Secretaría que ha llegado el

momento de que se establezcan relaciones comerciales con los imperios de la China y del Japón”."'®®

La carta suscribía argumentos similares a los que había presentado Díaz

Covarrubias años atrás, y es que Fernández Leal había formado parte de

aquella Comisión Astronómica que visitó Japón en 1874. Mariscal acusó recibo,

y propuso licitar tanto en Europa como en Estados Unidos la concesión de una

o varias líneas de vapores entre los puertos asiáticos y mexicanos."'®®

Antes de llegar a Washington, Romero visitó al general Grant. Conversó

con él sobre la importancia de que México estableciera relaciones diplomáticas

con Japón, y Grant le mencionó el caso de un joven japonés de apellido

Vanada (probablemente Yamada, PUpg), quien lo acompañó desde Japón con el

deseo de establecer líneas de comercio con México. Romero se convenció de

que lo primero era concertar un tratado con Japón, y requirió instrucciones de

la Cancillería, así como plenos poderes para negociar con el representante japonés en Washington."'®4

Mariscal sugirió consultar al Encargado de Negocios japonés en los

Estados Unidos, Takahira Kogoro [rü47/J iÉ|5], al respecto. Cuando Romero se

entrevistó con Takahira, le habló del libro de Núñez Ortega sobre las misiones

japonesas a la Nueva España, y le mandó un ejemplar, junto con muestras de

161 Ibidem, p.267.162 Fernández Leal a Mariscal, 14.03.1881. AHGESRE H/310.11(72:51:52)”8817l,44-6-47.ff.1-2. Cf. Ota, pp.29-30.163 Ibidem, pp.30-31.164 Matías Romero al Secretario de Relaciones Exteriores, Washington, 15.04.1882.AHGESRE H/310.11(72:51:52)”8817l,44-6-47.ff.5-10.

63

productos veracruzanos. Informó a Relaciones sobre sus “pequeñas

demostraciones de consideración”, y advirtió: “Tarde o temprano tendremos

necesidad de fomentar la inmigración asiática en nuestro país.”"'®®

En enero del 83, Takahira visitó la Legación Mexicana, para notificarle a

Romero que aunque sí había interés en establecer relaciones con México, la

diplomacia japonesa prefería concentrar sus energías en la negociación de los

tratados desiguales suscritos con las potencias. Romero informó: “Pendiente

este asunto de resolución [Japón] no quiere celebrar nuevos tratados, porque

las estipulaciones de éstos tendrían que ser semejantes a las que ahora están

vigentes, y son altamente perjudiciales al Japón”."'®®

La respuesta de Mariscal, bien puede considerarse como un modelo de

buena fe aplicado a las relaciones internacionales. Véase por qué:

Sírvase usted decir en primera oportunidad al jefe o al secretario de la Misión japonesa en ese país, que el Gobierno de México está dispuesto a celebrar con el del Japón un tratado de amistad, comercio y navegación, considerándose ambas naciones bajo un pie de absoluta igualdad, respetando los principios generalmente reconocidos del derecho internacional y sin que pretenda obtener de aquel Gobierno las ventajas que hasta ahora han obtenido los gobiernos europeos y que han dado justo motivo a que el japonés se proponga denunciar los tratados que tiene celebrados con ellos.

Se servirá usted indicar además al representante del Japón, que aunque el tratado que se celebre entre México y aquel país no produzca desde luego resultados prácticos, traerá el de ir aproximando a ambas naciones entre sí y servir de apoyo y precedente al Japón para la denuncia de sus otros tratados ahora vigentes y que contienen cláusulas o n e ro sa s (Subrayado mío)

Entretanto, arribó a Washington el nuevo plenipotenciario japonés, nada

menos que Terashima Munenori, el mismo con el que Díaz Covarrubias

sostuvo una entrevista en Tókyó, el 22 de noviembre de 1874 a las cuatro de la

tarde en punto. En aquella ocasión, Terashima había expresado su pesar por la

falta de relaciones directas entre Japón y México. El destino lo había colocado

ante una oportunidad única de concretar ese deseo, y pese a ello, cortésmente

declinó: “El Gobierno de Su Majestad se ocupa actualmente en la revisión de

185 Matías Romero al Secretario de Relaciones Exteriores, Washington, 30.09.1882. AHGESRE H/310.11(72:51:52)”8817l,44-6-47.ff.85-86.188 Matías Romero al Secretario de Relaciones Exteriores, Washington, 09.01.1883. AHGESRE H/310.11(72:51:52)”8817l,44-6-47.ff.107-110.187 Ignacio Mariscal al Ministro Plenipotenciario de México en Washington, 23.01.1883. AHGESRE H/310.11 (72:51:52)”8817l,44-6-47.ff. 111-112.

64

sus tratados con potencias extranjeras, y mientras no termine esa revisión no

juzga conveniente imponerse nuevos compromisos con un tratado”."'®®

Se le dio carpetazo al asunto. Romero aprovechó los años siguientes

para viajar por los Estados Unidos, hasta el grado de exasperar a Mariscal,

quien lo juzgó como más conocedor de ese país que del propio."'®® Sus

constantes solicitudes de licencia y permisos, no escaparon a la opinión pública

mexicana, que criticaba sus regodeos con la Doctrina Monroe y con el Sueño

Americano. En carta a Mariscal, Romero se quejó de que algunos miembros

del gabinete lo creyeran un anexionista, traidor y desleal a su gobierno. "'7°

Estaría a punto de emprender su anhelado viaje a Japón y China, cuando

recibió la orden de cancelarlo por razones de Estado.

Fernández Leal siguió pugnando por que se entablaran negociaciones

con los imperios del Lejano Oriente. Estaba en formación una empresa naviera

mexicana que quería cubrir algunas rutas comerciales. En marzo del 84, los

socios de la empresa le comunicaron a Mariscal sus deseos de establecer una

ruta comercial; sugerían entrar en arreglos con los hacendados que cultivaban azúcar, café y tabaco, así como con las empresas ferrocarrileras y con aquellas que fomentaban la inmigración de trabajadores asiáticos.^7i a don Matías le

interesaba, y cómo no si sus haciendas producían todos esos bienes, además

de que, como sabemos, tenía interés en el desarrollo del Ferrocarril del Sur.

En el 86, Romero se reveló como un potencial importador de inmigrantes

asiáticos para el sureste mexicano. En un libro suyo publicado ese año, bajo el

título de El estado de Oaxaca, insertó un capítulo en el que proponía la

inmigración china como “la única que puede desarrollar las inmensas fuentes

de riqueza que están encerradas en nuestras costas”. S u g e r í a que hombres

prácticos y competentes se ocuparan del asunto. No era una mera ocurrencia.

168 El rey de Hawai, Kalákawa, también había ofrecido un tratado bilateral en términos de igualdad durante su viaje a Japón en la primavera de 1881; la parte japonesa, sin embargo, no lo aceptó.Terashima Munenori a Matías Romero, 06.02.1883. AHGESRE H/310.11(72:51:52)”8817l,44-6-47.ff.157-159.169 Cf. José C. Valadés, El poifirismo. Historia de un régimen, v.1, México, Patria, 1948, p.157.176 Cf. Bernstein, pp.271-272.171 Luis Larraza, Salvador Malo y Emilio Vogel al Ministro de Relaciones, México, 14.03.1884. AHGESRE H/310.11(72:51:52)”8817l,44-6-47.ff.168-169.172 Matías Romero, “Inmigración china en México”, en Textos escogidos, México, CONACULTA, 1992, p.474.

65

sino efecto de que cuatro años atrás se hubiera promulgado una Ley de Exclusión contra los chinos en los Estados UnidosJ^s

El diplomático vio costos de oportunidad para redireccionar los flujos de

inmigrantes chinos hacia México. También es probable que pensara en

abastecer de mano de obra a sus propias haciendas cafetaleras, o para la

construcción de las redes ferroviarias en las que estaba deseoso de participar.■'74 Cobra sentido su denuedo por negociar un tratado bilateral con los

representantes del gobierno chino en Washington, el cual no se promulgó sino

hasta 1899, cuando don Matías ya no vivía.

Con los japoneses, las negociaciones se reanudaron hasta que el

Ministro de Relaciones Exteriores, Itó Hirobumi, consultó al representante de

Bélgica en Tókyó, George Neyt, acerca de una conversación que había

sostenido éste con Inoue Kaoru [# ± S ], el negociador en jefe de los tratados

desiguales, y el vicecanciller Aoki Shüzó. Neyt les había sugerido que

aceptaran el ofrecimiento mexicano de concluir un tratado en términos de

igualdad. Se sentaría así un precedente indispensable para proceder a la

revisión de los demás tratados.

Itó analizaba el caso, cuando sobrevino su reemplazo por Ókuma

Shigenobu, un adepto al darwinismo social entremezclado con

confucianismo. "'75 Ókuma reculó. Giró instrucciones al nuevo Ministro en

Washington, Mutsu Munemitsu para que comunicara a Romero que

Japón prefería continuar con la estrategia de arreglar el problema de los

tratados desiguales, antes de entablar negociaciones con otro país. Sólo si

México insistía, se haría una excepción, sujeta a un tratado con duración de

173 Cf. Mark Kanazawa, "Immigration, exclusión, and taxation, anti-Chinese legislation in Gold Rush California", en The Journal o f Economic History, Cambridge University Press, v.65, n.3, sep., 2005, pp. 779-805.174 Vera Valdés Lakowsky sostiene que “la vinculación entre México y China durante el siglo XIX fue llevada a cabo por los mecanismos de expansión euroamericana”, aunque creemos que asi mismo hay que tomar en consideración la voluntad e interés personales de Matías Romero. Vera Valdés Lakowsky, “México y China. Del Galeón de Manila al primer tratado de 1899”, en Estudios de historia moderna y contemporánea de México, v.9, doc. 107, México, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, 1989.http://www.historicas.unam.mx/modema/ehmc/ehmc09/107.html Recuperado 22.05.2013. Idem, Vera Valdés Lakowsky, Estudio histórico del tratado sino-mexicano de 1899, tesis de Licenciatura en Historia, Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Historia, UNAM, 1979.175 El pensamiento de Ókuma quedó contenido en los principios del partido Rikken Kaishintó, o Partido Constitucional Progresista, creado por él con inspiración británica y enfoque spenceriano. Cf. Yamashita Shigekazu, “Herbert Spencer and Meiji Japan”, en Hilary Conroy, Sandra T.W. Davis y Wayne Patterson, eds., Japan in transition. Thought and action in the Meiji Era, 1868-1912, Rutherford, Fairleigh Dickinson University, 1984, p.86.

66

dos años. Tal vez Ókuma pensó que la solución a los tratados desiguales era

inminente, y no quería deberle el favor a un país de talla menor.

Mariscal emitió esta vez señales confusas. Reconocía que a Japón le

asistía la justicia de pretender la igualdad, pero advertía que México no podía

tomar la iniciativa de concederla, por temor a ofender a las potencias que

mantenían tratados desiguales con Japón, Le instruyó a Romero que

prosiguiera con las negociaciones “en términos generales”, cosa que Romero

no entendió. ¿Cómo debía proseguir con las negociaciones, sin ofender a las

potencias? Solicitó aclaración, y mientras tanto, le informó a Mutsu que México

sí tenía interés en continuar con las negociaciones, por lo que pidió a Mutsu

que redactara un borrador de tratado, para conocer exactamente los

compromisos que los japoneses deseaban.

El 22 de julio, Mutsu remitió su proyecto de tratado. En él, hacía explícita

la renuncia de ambas partes al ejercicio de la extraterritorialidad. Mariscal

aconsejó someterlo a consulta con el Secretario de Estado, Thomas Bayard, a

fin de no herir la susceptibilidad norteamericana. Le instruyó a Romero: “Le

suplicará usted [a Bayard] le manifieste, con la reserva que el caso pueda exigir,

si nuestra concesión a los japoneses de la igualdad que ellos reclaman [...] contrariará de algún modo la política o los intereses de los Estados Unidos”.

En Tókyó, prosiguieron las actividades en el Rokumeikan, el recinto

destinado a la negociación de los tratados desiguales. Tanto los Estados

Unidos como Gran Bretaña y Alemania habían emitido señales de aceptar su

revisión, pero sólo si Japón concluía antes un tratado de igual a igual con algún

otro país, lo cual sentaría un precedente necesario, en consonancia con el

derecho internacional.

A la par, las potencias seguían de cerca la conformación de un marco

jurídico basado en la Constitución que había elaborado por Itó, como paso para

el reconocimiento de Japón como miembro de pleno derecho en el mundo civilizado. Este episodio se explica así en la Historia Mínima de Japón:

Como las leyes japonesas de antes de la Renovación habían sido hechas sobre el modelo chino, y como las potencias occidentales objetaban que sus

176 AHGESRE lll/352(72:52)/1,7-18-18, Primera parte, f.86-86v.177 Ibidem, ff.121-123.178 Ibidem, ff.172-173.

67

nacionales tuvieran que sujetarse a las leyes japonesas, las nuevas leyes tuvieron que inspirarse en modelos occidentales. Esto último fue el resultado de comprender que, si se quería abolir la extraterritorialidad occidental, había que adoptar principios de jurisprudencia aceptables para Europa y Estados Unidos.

Romero regresó a Washington en octubre, tras realizar uno de sus viajes,

para encontrarse con que Mutsu estaba ávido de proseguir con la negociación

y firma del tratado con México. Acudió a entrevistarse con el Secretario de

Estado Adjunto, George Rives, y éste le reveló la disposición de su gobierno a

revisar el tratado de 1857, aunque Estados Unidos no deseaba hacerlo de

manera unilateral para no confrontar a las potencias europeas. Romero

interpretó eso como un visto bueno a la posibilidad de que México concluyese

un tratado con Japón, sin la cláusula de la extraterritorialidad.

Si en alguna región del planeta se sabía de lo perniciosa que era la

práctica de la extraterritorialidad, esa era América Latina, donde décadas atrás

se habían canjeado tratados desiguales a cambio del reconocimiento a las

naciones independientes. La Doctrina Calvo de 1868, constituyó una respuesta

latinoamericana ante aquella trampa. Establecía que quienes vivieran en un

país extranjero, quedarían obligados a efectuar sus demandas, reclamaciones

y quejas, ante la juridicción de los tribunales locales, con lo cual se volvían

inaceptables las presiones diplomáticas o las intervenciones armadas.''®° La

posición de Japón guardaba similitudes con los casos latinoamericanos, por lo

que no resulta exagerado decir que en los hechos Japón asumió la Doctrina

Calvo.

En sus informes de octubre de 1888, Romero dio cuenta de las múltiples

visitas que le hizo el Consejero de la Legación japonesa, Durham Stevens, a

sus oficinas. Stevens se proponía convencerlo del acogimiento positivo que

harían las naciones occidentales al tratado con México, y fue a través del

propio Stevens que Mutsu ofreció retirar la condición de hacer explícita la

renuncia a la extraterritorialidad. Esto fue lo que Romero informó a la

Cancillería Mexicana:

179 Tanaka, Martínez Legorreta y Kerber, p.200.180 Desde 1868, el argentino Carlos Calvo había enunciado la doctrina que lleva su nombre. Cf. Francesco Tamburini, “Historia y destino de la ‘Doctrina Calvo’: ¿Actualidad u obsolescencia del pensamiento de Carlos Calvo?”, Revista de Estudios Histórico-Juridicos Sección Historia dei Derecho Internacional, n.24, Valparaíso, Chile, 2002.httD:/AA/ww.scielo.cl/scielo.DhD?DÍd=s0716-54552002002400005&scrÍDt=sci arttext Rescatado el 10.05.2013.

68

El señor Stevens me repitió de palabra [...], que le parecía que todas las naciones occidentales que tienen tratados con el Japón, recibirían con agrado la noticia de que México celebraba un tratado bajo las nuevas bases que propone Japón, porque cree que esto les servirá para salir de la dificultad en que dice se encuentran ahora para hacer la revisión de los tratados, y que esta resolución sería particularmente agradable al Gobierno de los Estados Unidos, que es quien más empeño ha manifestado en modificar el tratado en el sentido que desea el JapónJ®^

Mariscal dio luz verde a las negociaciones de un tratado, que a México le

permitiría diversificar sus intercambios comerciales con una nación que

captaba de manera creciente la atención de la opinión pública. A Japón le

serviría de precedente para salir del atolladero contractual en el que se había

metido tres décadas atrás. Mutsu dudó de que fuera veraz el consentimiento

mexicano de renunciar a los derechos de jurisdicción extraterritorial, a lo que

Romero respondió que en efecto, esa era la voluntad de su gobierno. Eufórico,

Ókuma telegrafió a Mutsu: “Muy complacido Gobierno mexicano acepta nuestra

/s/c7 propuesta”."'®®

El 30 de noviembre de 1888, se concluyó en Washington el primer

tratado de amistad, comercio y navegación concertado por Japón en términos

de total igualdad con alguna nación occidental."'®® No sólo fue singular por ese

motivo, sino también porque comprendió una cláusula secreta según la cual se

les concedía a los mexicanos la facultad de moverse y establecer su

residencia, sin limitaciones, en cualquier parte del territorio japonés. Ningún

otro extranjero gozaba de ese privilegio; equivalía a permitir la libre entrada a

Japón, sin restricciones, a los inmigrantes mexicanos. Al corresponder México

a esa deferencia, se abrieron las puertas a la inmigración japonesa que Díaz

Covarrubias había recomendado.

La historiografía mexicana que ha examinado los alcances de ese

tratado, suele juzgarlo como un parteaguas. Enrique Cortés considera que

“desde ese momento, los diplomáticos japoneses contaron con un punto de

181 AHGESRE lll/352(72:52)/1,7-18-18, Primera parte, ff.218-221.182 Ibidem, f.345.188 Conviene precisar que fue el primer tratado igualitario de Japón con una nación de Occidente, ya que como señala Carlos Uscanga, existía el antecedente de un tratado de ese tipo con China, firmado en la ciudad de Tientsin el 13 de septiembre de 1871. Cf. Carlos Uscanga, “Hacia una contextualización histórica de las relaciones diplomáticas de México y Japón”, en Revista Mexicana de Política Exterior, n.86, México, IMRED, mar-jun, 2009, p.72. httD://www.sre.aob.mx/revistadiaital/imaaes/stories/numeros/n86/uscanaa.Ddf

69

apoyo en sus negociaciones de tratados más liberales con las potencias occidentales”.■'®4 ota Mishima señala al respecto:

La buena voluntad de México hacia Japón, en un momento difícil para este país, es un hecho que debe quedar registrado en los anales de las relaciones diplomáticas internacionales”. ®®

Incluso la prensa estadunidense de la época lo enalteció. The New York

Tribuno elogió la actitud de México, y criticó la del Secretario Bayard, por no

anticiparse al reconocimiento de la soberanía de Japón."'®®

Resulta inexplicable que los historiadores japoneses que han reseñado

la Era Rokumeikan, es decir, la etapa de las negociaciones de los tratados desiguales, casi no hagan mención al tratado nipo-mexicano.^®^ Suelen atribuir

el éxito de las negociaciones con las potencias, más a las destrezas del conde

Ókuma, que a la buena fe de la dupla Mariscal-Romero. Kunimoto lyó sí admite

que el tratado constituyó un buen punto de partida para la revisión de los

tratados desiguales, sin embargo, advierte lo siguiente: “Sería exagerado decir

que el Tratado en términos de igualdad entre México y Japón fue un

precedente perfecto”. ®®

Según ella, Estados Unidos estaba a punto de revisar el tratado desigual

y a restituir la soberanía japonesa, lo cual no corresponde a la verdad porque el

precedente mexicano sí fue útil para la revisión exitosa del tratado que

Tounsend Harris había concluido con Japón. No fue sino hasta 1894, o sea,

seis años después del tratado con México, que Japón logró al fin la supresión

de la extraterritorialidad con una gran potencia, mediante el tratado que

suscribió con Gran Bretaña. Sucesivamente lo hizo con Estados Unidos,

Francia, Alemania, Rusia, Países Bajos e Italia.

184 Cortés, p.49.188 Ota Mishima, México y Japón, p.23.186 /yew York Tribune, 6 de marzo de 1888. httD://chroniciinqamerica.ioc.aov/iccn/sn83030214/1889-06-07/ed-1/seg-3/#date1=1888&index=5&rows=20&words=JAPAN+MEXICO+TREArY'&searchTvDe=basic&seauence=0&state=&da te2=1889&Droxtext=Japan%2BMexico%2Btreatv&v=13&x=12&dateFilterTvpe=vearRanqe&paae=1 Recuperado 31.05.2013.187 Kajima hace una muy breve referencia en el Tomo 1 entre sus 34 volúmenes dedicados a la política exterior japonesa. Óishi ni siquiera lo considera en su historia sobre los tratados desiguales. Kajima Morinosuke, Nihon gaikóshi [Flistoria diplomática de Japón], Tókyó, Kajima Heiwa Kenkyujo, 1974. Óishi Kazuo, Jóyaku kaisei kóshó- shi: 1887-1894 [Kazuo Óishi / Historia de las negociaciones para la revisión de los tratados, 1887-1894], Kyóto Shibunkaku Shuppan, 2008.188 Kunimoto, p.100.

70

El estatus legal que adquirió Japón, condujo no sólo al afianzamiento de

su soberanía consular y financiera,"'®® sino también a una mayor seguridad en

las facultades del Genró. En agosto del 94, el ejército japonés quiso probar su

poderío militar frente a China, a la que derrotó en sólo ocho meses. Mediante

los tratados de Shimonoseki, China concedió la juridicción de Japón sobre

Taiwán, las islas Pescadores, la península de Liaodong y la península de

Corea. Los negociadores japoneses (Ókuma, Itó y Mutsu), exigieron una

indemnización de 230 millones de taeles* * de plata, e impusieron la cláusula de

la nación más favorecida a China, el mismo artilugio que los occidentales les

habían aplicado a ellos.

En su relatoría sobre la guerra sino-japonesa, Mutsu dedicó un capítulo

entero a teorizar sobre la extraterritorialidad, y a explicar cómo era que Japón pretendía erigirse en ejemplo mundial. Esto decía:

Me complace igualmente que nuestras experiencias durante la Guerra Sino- Japonesa hayan proveído de excelentes precedentes al derecho internacional para futuras interpretaciones teóricas sobre cuestiones acerca del sistema de facultades consulares [i.e. la extraterritorialidad].''®®

Las potencias occidentales no tuvieron la misma percepción. Con el

surgimiento de un nuevo contendiente en el Pacífico Asiático, comenzaron a

advertirse señales de peligro para el equilibrio de poderes en la región. Rusia

convocó a Francia y Alemania a una alianza tripartita, a fin de obligar a Japón a

replegarse de Corea y devolver Liaodong. Mutsu calificó los designios rusos

como “siniestros”, al aprovecharse de la victoria japonesa para reforzar su

armada en el Lejano Oriente."'®"' Los japoneses finalmente cedieron Liaodong, y

juzgaron conveniente moderar sus pretensiones en Corea.

189 Okazaki calcula que entre 1853 y 1881, Japón perdió prácticamente la totalidad de sus reservas de oro y plata acumuladas en mil años debido a las Importaciones de productos extranjeros sobre cuotas arancelarlas en promedio de 5% prefijadas en los tratados desiguales. Cf. Okazaki HIsahIko, Munemistu Mutsu and his age, Tókyó, Okazaki Institute, 2010, Cap. XI. httD://www.okazakl-lnst.¡p/offlclal/en/2010/04/pp.html Recuperado 31.05.2013. Vid. También AtsumI Toshihiro y Daniel M. Bernhofen,“The effects of the unequal treatles on normativa, economic and Institutlonal changas In 19th century Japan”, Research Paper 2011/19, Leverhulme Centre for Research on Globallsatlon and Economic Policy, The University of Nottingam. http://www.nottlnqham.ac.uk/aep/documents/papers/2011/11-19.pdf* Un tael de plata equivalía a 1.2057 onzas troy.19° Munemitsu Mutsu, Kekenroku. A diplomatic record o fthe Sino-Japanese War, 1894-95, tr. Gordon Mark Berger, Tókyó, The Japan Foundation, 1982, p.123.191 Ibidem, pp.205-210.

71

Su mayor temor era que las potencias pretextaran que la guerra con

China era motivo para retirarse de las negociaciones en el Rokumeikan. Una

parte de la opinión pública estadunidense de hecho reaccionó en contra de la

guerra sino-japonesa, criticando a Meiji de mostrar su verdadera cara, y de

hallarse al frente de una nación aún no apta para incorporarse al mundo

civilizado. The New York World se opuso a la ratificación del tratado de noviembre del 94 con Japón, a través del cual se abolía la

extraterritorialidad.El Senado, pese a todo, sí ratificó el tratado, hecho que la

historiografía japonesa recoge como un triunfo más de la pericia diplomática de

Ókuma.

Japón y la plata

Los años que van de 1873 a 1896, conocidos por los historiadores del

desarrollo económico como la Gran Depresión del Siglo XIX, constituyen un

periodo deflacionario de los precios internacionales de las materias primas y

manufacturas. Configuran una fase de declive en la hegemonía mundial de la

Gran Bretaña. Los ingleses se veían afectados por una incapacidad casi

estructural de seguir innovando y difundiendo nuevas tecnologías, amen de

que sus estilos Victorianos de hacer empresa ya resultaban anacrónicos.^®®

La mayoría de las economías manejaba paridades fijas con el oro, y solo

países como México, China e India -mismos que, según Hobsbawm, “no contaban en el concierto internacional”-''®' trabajaban con la plata. La Tabla 2

da muestras del declive general de precios. Se puede ver que fueron los

minerales los más afectados por los términos de intercambio, lo cual perjudicó

a México, al tener a la plata como su producto casi único de exportación.

TABLA 2Precios internacionales

de algunos bienes

192 Mutsu da cuenta de esa ola adversa: pp.74-75. Idem Jeffrey M. Dorwart, The pigtail war. American involvement in the Sino-Japanese War o f 1894-1895, Amherst, University of Massachusets Press, 1975, pp.106-110.193 Roger Lloyd-Jones y M.J. Lewls, British industrial capitallsm since the Industrial Revolution, Bristol, University College London, 1998, pp.82-102.194 Eric Hobsbawm, La era del imperio, 1875-1914, Buenos Aires, Crítica, Grijalbo MondadorI, 1998, pp.45-46.

72

[1873 - 1879]

1900 = 100

Minerales Textiles Alimentos

1873 130.5 156.1 155.11874 107.4 139.4 150.71875 92.5 133.3 144.91876 83.3 128.8 143.51877 77.7 128.8 146.41878 68.5 118.2 139.21879 67.6 112.1 130.4

Fuente: W.W. Rostow, British economy o fthe nineteenth century. Essays, Glasgow, Oxford University Press, 1961,p.208.

En México se subestimó la caída del metal. De hecho, el gobierno de

Lerdo de Tejada no alteró la estrategia monetaria de Matías Romero, cuando

éste fungió como Ministro de Hacienda, y siguió extrayendo, acuñando y

exportando plata, bajo un régimen de libre cambio, cuando en el resto del

mundo se recurría al proteccionismo. Entre 1873 y 1892, la producción de plata

creció en 175%, pero los precios cayeron.^®® Hubo quienes atribuyeron la

depreciación a los incrementos en la oferta del metal, aunque Joaquín Casasús,

uno de los científicos del Porfiriato, sostuvo que la baja de los precios obedecía

más bien a razones políticas que favorecían el patrón oro.''®®

Una onza de plata cuyo valor en el mercado libre de Londres en 1872

era de 60 peniques, diez años después se cotizaba en 51 peniques; en 1892,

en 39 peniques, y en 1902, en 24 peniques.''®^ A fin de compensar el declive,

los productores de plata decidieron incrementar su producción.

Casasús recomendaba acompañar el proceso con aumentos en la

producción de otros artículos de exportación. Vaticinaba que en el caso de no

frenarse las condiciones prevalecientes, sobrevendría una crisis muy intensa

198 Enrique Canudas Sandoval, Las venas de plata en la Historia de México. Síntesis de Historia Económica, Siglo XIX, v.1, Villahermosa, Tab., Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Ed. Utopía, 2005, p.411.196 Decía Casasús: por todas partes la riqueza pública sufre profundamente a causa del malestar que hanocasionado los trastornos de la circulación monetaria, trastornos tanto más profundos cuanto que no son obra espontánea de la naturaleza, sino el resultado de medidas artificiales”. Joaquín D. Casasús, La cuestión de la plata en México. El problema monetario. La depreciación de la plata y sus remedios. Historia de los impuestos sobre el oro y la plata, México, Tipografía de la Oficina Impresora del Timbre, 1896, p.9.197 Canudas, v.1, p.413.

73

que prolongaría la marcha progresiva de la nación.^®® Sugería adoptar el

sistema bimetalista (oro y plata), y respaldaba la iniciativa de un sector del

empresariado estadunidense, de convocar a una conferencia internacional que

preconizara la creación de una moneda internacional de plata.

Al interior de los Estados Unidos, se libraba una lucha intensa entre

quienes abogaban por el sistema monometalista y quienes favorecían el

bimetalismo. En junio de 1893, se reunieron en Cleveland los productores de

plata más importantes, para emitir una posición conjunta en defensa del metal.

Fue tan agitada la reunión, que hasta hubo quienes amenazaron con desatar

una segunda guerra civil si no se daba una pronta solución a la depreciación. El

senador Walcott, de Colorado, propuso la acuñación de pesos mexicanos en

los Estados Unidos."'®®

La rivalidad entre el oro y la plata se llevó incluso a la contienda electoral

de 1896, en la que los banqueros partidarios del oro, identificados con William

MacKinley, enfrentaron a William Bryan, defensor de una especie de

panamericanismo argentista, según el cual la plata fungiría como el mineral de

unión entre las naciones de América. Pero el triunfo de Mackinley en las

elecciones, echó por tierra la pretensión de realizar una conferencia

internacional que reapuntalara a la plata.

También la secuela de la guerra sino-japonesa obligó a su suspensión.

En marzo de 1897, el Ministro de Finanzas de Japón, Matsukata Masayoshi [IX

decidió reformar el sistema monetario, valiéndose de los 230 millones

de taeles de plata que su gobierno le impuso a China como botín de guerra.

Una parte del dinero se inyectó a los circulantes mundiales, con lo cual se contribuyó más a la depreciación de la plata, y otra tanto se depositó en

Londres como parte de la reserva japonesa de divisas.^oo

La adopción del patrón oro por parte de Japón, así mismo contribuyó a

que la demanda de plata en los mercados mundiales bajara de manera sensible.201 El Economista Mexicano, publicación que informaba regularmente

sobre los avances en el progreso de México, atribuyó la depreciación al pánico

que se había apoderado de los dirigentes financieros: “Si la reforma monetaria

98 Casasús, p.53.199 Canudas, v.2, p.695.299 G.C. Alien, Breve historia económica deIJapón moderno (1867-1937), Madrid, Tecnos, 1980, p.71-72. 291 Canudas, v.2, p.701.

74

de la India -decía- provocó una baja de 38 a 30 peniques, la del Japón ha

producido una baja menos fuerte, de 31 a 27, pero psicológicamente ha sidodesastrosa”. 202

A fin de enfrentar la depreciación, el presidente Manuel González quiso

atajar el circulante mediante la introducción de monedas de níquel, pero resultó

contraproducente, porque despertó la ira popular. Cuando tocó el turno a don

Porfirio por segunda vez en la Presidencia, optó por generar divisas a través de

la diversificación de la oferta de productos exportables, y a través del estímulo

a la inversión extranjera directa. Los resultados fueron más promisorios,

cuando la minería introdujo otros productos en las cuotas exportables, además

de la plata, tales como el cobre, plomo, zinc y antimonio. La agricultura de

exportación también incrementó su valor en pesos de 1900, al pasar de 20 millones en el ciclo 87-88, a 50 millones en el ciclo 1901-1903.20®

Tras siete años de vacas flacas, que van de 1889 a 1896, sobrevinieron

siete de vacas gordas. El gobierno ciñó el camino del progreso a la condición

de atraer inversionistas extranjeros, o mejor aún, inmigrantes extranjeros, preferentemente europeos.

Según González y González, a principios de 1888 la política migratoria

dio en la clave al acoger a los extranjeros mal vistos en sus países, debido a

sus ideas innovadoras. Varios grupos trataban de cristalizar sociedades

utópicas, como era el caso de Albert Owen y Benjamín Johnston, fundadores de una comuna socialista en el corredor Los Mochis-Topolobampo.2°4 Es bajo

ese contexto que debemos comprender la buena acogida a la iniciativa de

Enomoto de fundar una colonia en Chiapas, tema del cual nos ocuparemos a

continuación.

CONTACTO EN CHIAPAS

No fue la plata el puente de unión entre Japón y México, como lo

presagió Díaz Covarrubias. Las actitudes de los economistas mexicanos a

292 "La nueva ley monetaria del Japón y la baja de la plata”, en El Economista Mexicano, México, v.23, n.17, 29 de mayo de 1897, p.194.293 González y González, p.679.294 Ibidem, p.669.

75

finales del siglo XIX, eran más de animosidad contra la ley monetaria de

Matsukata, que de comprensión. En el extenso artículo de El Economista

Mexicano citado anteriormente, se decía: “Todo el mundo civilizado tiene la

convicción de que la reforma monetaria del Japón es por extremo peligrosa”.2°®

Pese a ello, el optimismo por impulsar las relaciones con Asia se

mantuvo, sobre todo entre quienes instaban a establecer rutas de navegación y

vías férreas en la costa occidental del país. Tal era el caso de los empresarios

Guillermo Vogel y Salvador Malo.

Vogel, Malo y Compañía

Desde años atrás, algunos empresarios mexicanos habían manifestado su interés en fundar una compañía naviera que acercara a México con Asia

Pacífico. En febrero de 1886, El Tiempo anunció la creación de la Compañía Mexicana de Navegación del Pacífico (CMN), con corridas hacia Hong Kong y

Hawái;2o® aunque desde marzo del 84, el gobierno había firmado un contrato

con Salvador Malo, Luis Larraza y Guillermo Vogel, para el usufructo de la

navegación comercial entre los puertos mexicanos y el Lejano Oriente.

La empresa naviera se había comprometido a efectuar por lo menos 12 viajes redondos entre México y los puertos asiáticos. 2°7 Cortés sugiere que

enfrentó problemas financieros desde sus inicios, y que buscaba socios japoneses que la fondearan.2°®

Los dueños entraron en negociaciones con la línea de vapores Nippon

Yusen Kaisha, que operaría la ruta Yokohama-México, según se informó en

Los Angeles Times, citando al diario japonés Mainichi Shimbuní^’ En efecto, la

CMN tenía problemas. Vogel solicitó al gobierno, permiso para crear una

compañía paralela que contratara y transportara trabajadores chinos y

japoneses, para la construcción del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, del

298 "La nueva ley...”, v.23, n.19,12 de junio de 1897, p.218.296 £/ Tiempo, 28 de febrero de 1886.297 El contrato se firmó el 10 de marzo de 1884 ante Manuel Fernández Leal. Cf. Carlos Pacheco, Memoria dei Congreso de ia Unión por ei Secretario de Estado y dei despacho de Fomento, Coionización, industria y Comercio de ia República Mexicana, 1885, v.1, pp.602-611.298 Cortés, p.52.299 Los Angeles Times, 1° de abril de 1888, v.1, pp.2-7.

76

cual Malo era accionista.Intentó cerrar la pinza, pugnando por la candidatura

de su hijo, Carlos Vogel, para el puesto de Cónsul en Hong Kong, posición desde la cual podría resolver los problemas de la CMN.^ii

A principios de 1890, Vogel viajó a Japón con el objetivo de reclutar

trabajadores. Se enfrentó, sin embargo, a la potestad japonesa que lo desautorizó. Acudió a entrevistarse con el Ministro del Exterior, Aoki Shuzó,2i2

quien lo mantuvo a raya hasta en tanto se allegaba de información acerca de la

CMN. Aoki consultó a una fuente que ya entonces gozaba de la confianza de

los japoneses: nada menos que don Matías Romero.

La consulta se hizo a través de Sato Aimaro Ministro en

Washington, y por respuesta recibió un señalamiento de que Malo era

solamente un subconstructor del Ferrocarril Nacional de Tehuantepec, cuyo

apoderado era Theodore Schneider, representante a su vez de la compañía

inglesa Jardine Matheson. La CMN no era más que una intermediaria de otras compañías internacionales.

Una empresa de navegación que no contaba con navios propios, con

uno de sus accionistas fungiendo como subcontratista de una empresa

británica de ferrocarriles, y que aparte andaba a la caza de socios para sanear

sus finanzas, no podía ofrecer garantías. Aoki rechazó las operaciones de la

CMN.

Los Vogel optaron por trasladarse a China, animados por la posibilidad

de contratar allá la mano de obra que no era bien recibida en Estados Unidos,

a resultas de la exclusión de 1882. Fero como persistía la ausencia de un

tratado que regulara las relaciones sino-mexicanas, buena parte de su tiempo

219 Mandujano López atribuye los problemas de la CMN a que las autoridades chinas y británicas retuvieron largo tiempo el vapor Mount Lebanon en Hong Kong, atribuyéndole irregularidades. El vapor habla sido .alquilado a la Jardine Matheson Co., y ésta no reparó en cargar los gastos a los arrendatarios mexicanos que se declararon insolventes. Ruth Mandujano López, Transpacific México: encounters with China and Japan in the Age o f Steam (1867-1914), tesis doctoral, Vancouver, Universidad de British Coiumbia, abril de 2012, p.95.211 El presidente de la CMN, Luis Larranza, recomendó al Ministro Ignacio Mariscal la designación de Carlos Vogel para el puesto de Cónsul de México en Hong Kong. Larranza a Mariscal, 23 de noviembre de 1887, AHGESRE lll/121/31(72:52)/1.212 Vogel a Aoki, Gaikó shiryokan, ABK, Meiji 23-nen no 2-gatsu nijuyókka (28.2.1890).GAIMUSHÓ. htto://www.mofa.qo.ip/mofai/annai/honsho/shirvo/index.htmlIdem, [Raten Amerika Kyókai, Shówa] Raten- Amerika shokoku e no Nihonjin ijü-shi [Sociedad Latinoamericana / Historia de la emigración japonesa a los países latinoamericanos], Tókyó, Shiryó 56, Raten Amerika Kyókai, Shówa 40 [1965], pp.17-18.213 Romero a Sato, 26 de febrero de 1890. Safó a Romero, 23 de julio de 1890. C. Romero (encargado a.i., a Safó, 8 de agosto de 1890. Safó a Nishi (Ministro japonés en Rusia), 17 de agosto de 1890. Gaimushó, Nihon Gaikó Monjo [Documentos diplomáticos de Japón], Meiji 23-nen (en adelante citado como NGM seguido de la fecha en castellano).

77

se les fue en presionar para que las negociaciones del mismo fueran más expeditas. El propio Schneider se sumó a esas presiones.^''^

Otro que también deseaba una pronta conclusión del tratado sino-

mexicano, fue el norteamericano Arthur Reeves, quien adquirió tierras en

Metlaltoyuca, Puebla, motivado más por el interés de encontrar petróleo. Para

el efecto, Reeves requería de mano de obra china, e inclusive se decía

dispuesto a comprometer a un grupo de capitalistas chinos en la exploración

del subsuelo mexicano. Le escribió a Romero que los presuntos capitalistas

chinos, con los cuales mantenía contacto, estarían “dispuestos y deseosos” de

unirse en una operación de gran escala, con el propósito de introducir colonos chinos de primera clase [sic] a México.^'’®

Don Matías, el maquiavélico

¿Por qué don Matías emitiría un reporte desfavorable hacia la empresa

de un conacional frente a un gobierno extranjero?

No hay que olvidar que a parte de diplomático, también era un

empresario que deseaba participar en el negocio de los ferrocarriles en

Tehuantepec, al lado del general Grant. Ambicionaba el usufructo de las rutas marítimas en el Pacífico, junto con Alian MacLane, presidente de la Pacific Mail

Steamship Co., y tenía la mira puesta en el negocio de trasladar mano de obra

asiática a México. La eventual explotación del petróleo tampoco escapó a su

atención, a lado de Reeves.

La CNM de Vogel y Malo constituía una rival inconveniente para don

Matías, el empresario. Además, como diplomático, estaba interesado en que se

consumaran los tratados de amistad, comercio y navegación con Japón y

China, a fin de allanarles el camino a sus negocios privados. Bernstein lo

justifica diciendo que en aquel tiempo era común que los políticos mexicanos

214 Theodore Schneider a Ignacio Marsical, 26 de febrero de 1885, AHGESRE lll/121/31(72:52)/1, 44-0-35. Idem, Valdés Lakowsky, Estudio histórico, pp. 143-145.218 Arthur C. Reeves a Matías Romero, Nueva York, 10 de junio de 1896. Cf. Bernstein, p.335. Las concesiones a Reeves en Metlaltoyuca están contenidas en Rafael Fernández Leal, Memoria ai Congreso de ia Unión, México, Secretaria de Fomento, Colonización e Industria, 1897, p.21.216 v.g., Bernstein, p.114.

78

mezclaran intereses personales con intereses nacionales, debido a que “la política en México no se fundaba en principios, ni tampoco en programas”.2"'

Don Matías jugaba en muy diversos planos y vivía una vida de

constrastes. Si por una parte se mostraba como guardián de la soberanía

nacional, así también defendía la Doctrina Monroe. En tiempos del Imperio de

Maximiliano, inclusive promovió una intervención estadunidense. Bernstein elogia esa facultad suya de “parecer enteramente frío, racional y conciso, para

borrar de su personalidad real y de su Diario todo elemento de excitación irracional, de conflicto o confusión”.2"'®

Este prócer, que le da nombre a la institución en la que se forjan los

funcionarios del Servicio Exterior Mexicano de hoy en día, mantuvo durante su

vida, y pese a sus ambivalencias, un constante interés en desarrollar negocios

con el Lejano Oriente. Lo cautivaban ciertos rasgos de las culturas asiáticas. A

su hermana Luz le reveló su admiración por los chinos y japoneses, ya que

consideraban como un deber primordial “cuidar de la subsistencia de sus

padres, respetarlos y honrarlos”. 219 Soñó con viajar y concertar él mismo

algunas operaciones con los japoneses, cosa que jamás pudo hacer porque

siempre hubo algún contratiempo que lo obligaba a echar marcha atrás.

No sería extraño que al saber de la presencia de los Vogel en Tókyó,

Romero acicateara la desconfianza en los japoneses. Como hombre fogueado

en la intriga diplomática, no sólo pudo haber obstruido las pretensiones de sus

competidores potenciales, sino que logró colocar a un hombre de su confianza

en el puesto de vigía de sus intereses en Asia. Ese fue Mauricio Woliheim, un

alemán naturalizado mexicano a quien Romero conoció desde sus tiempos de

terrateniente en Chiapas, ya que Woliheim habitó en uno de los asentamientos alemanes en el extremo sur del país.220

A instancias de Romero, y de cara al establecimiento de relaciones

diplomáticas con Japón, Ignacio Mariscal designó a Woliheim como Primer

2i7|bidem, p.243.213 Ibidem, p.25.219 Cf. Ibidem, p.292.220 Los alemanes de Chiapas fundaron la colonia denominada Nueva Alemania, muy cerca de la frontera con Guatemala. Sus habitantes se dedicaron fundamentalmente a la industria cafetalera. Daniela Spenser, "Soconosuco: The formation of a coffee economy in Chiapas”, en Thomas Benjamín y William McNellie, Other M exicos: essays on regional Mexican History, 1876-1911, Albuquereuqe, NM, The University of New México Press, 1984, pp. 123-143. María Elena Tovar González, Los Finqueros Extranjeros en ei Soconusco Durante el Porfiriato, Tuxtia Gutiérrez, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2006.

79

Secretario de la Legación en Tókyó, y a José Martín Rascón como primer

representante extraordinario y plenipotenciario de México.

Rascón fue recibido en audiencia por el recién designado Ministro del

Exterior, vizconde Enomoto Takeaki, el 10 de noviembre de 1891. De acuerdo

al informe oficial, Enomoto aprovechó la ocasión para señalar que había

analizado la posibilidad de enviar migrantes japoneses a ocuparse de labores lucrativas en tierras aztecas.221 No fue casual su alusión, puesto que desde

años atrás tenía la mira puesta en México como destino de un proyecto propio.

La proclividad del Canciller nipón hacia México, comenzó a dar frutos

cuando Rascón le manifestó su deseo de localizar un sitio para la Legación

mexicana. Enomoto se ocupó del caso. La Legación se instaló al fin en terrenos

cedidos en comodato por el Tennó, a pocos metros del Palacio Imperial, en el

distrito de Nagata-chó, en Tókyó.

El 16 de noviembre de 1892, Rascón firmó con el gobierno japonés el

arrendamiento de un terreno con una renta congelada por tiempo indefinido. Se

presume que el gesto fue en retribución a la voluntad mexicana de concluir aquel famoso tratado igualitario de 1888, aunque en buena medida se debió a

los buenos oficios de Enomoto, quien entonces guardaba una imagen casi idílica en torno a México.222

Rascón murió de manera sorpresiva en San Francisco, mientras se

dirigía a México. Mariscal determinó elevar a Woliheim al rango de Encargado

de Negocios. Para entonces, Woliheim ya sostenía una correspondencia muy

intensa con su padrino en la práctica diplomática, don Matías Romero. Le

informaba pormenores acerca de la sociedad, el desarrollo de la economía, las

costumbres japonesas, y sobre todo las oportunidades de negocios que ofrecía

Japón. Había, además, un asunto que no perdió de vista: el proyecto del

vizconde Enomoto de establecer una colonia japonesa en México. Cobra más

sentido el denuedo con el cual Romero buscó viajar al Oriente.

Enomoto, el utópico

221 Expediente de José Martin Rascón, AHGESRE lll/121/31(72:52)/1.222 AHGESRE lll/121/31(72:52)/1. Del tratado al tratado. Apuntes sobre la historia de las relaciones entre México y Japón, Tókyó, Embajada de México en Japón, 2005, p.21.

80

Este parece un buen momento para conocer más acerca de las

motivaciones de Enomoto, ya que su nombre está ligado a la primera empresa

colonial de inmigrantes japoneses en México. Ningún estudioso del tema ha

acertado a explicar de manera convincente por qué Enomoto lo dejó todo por

erigir una colonia en ultramar, como tampoco existe un análisis veraz que

indique por qué un puñado de inmigrantes japoneses se aventuró a cruzar el

océano, para asentarse en uno de los lugares más recónditos de la geografía

mexicana. ¿Qué había detrás?

Enomoto nació en el seno de una familia samurái, leal al clan Tokugawa.

Comenzó a estudiar la lengua holandesa en la década de 1850, y a raíz de la

apertura de Japón, tras la llegada del Comodoro Perry en el 53, se incorporó al

recién creado Centro de Entrenamiento de la Armada de Nagasaki, establecido

por el shogunato. A los 26 años, fue enviado a Europa a estudiar las técnicas y tecnologías de Occidente en materia naval. Permaneció de 1862 a 1867, años

que aprovechó para aprender idiomas y relacionarse con algunos oficiales

franceses que, de acuerdo con Usui Ryuichiro le hablaron de las

campañas militares en México durante la intervención francesa, así como de las bellezas de ese país.22®

Enomoto se sintió atraído así mismo por las ideas de Charles Fourier, quien concebía una sociedad utópica basada en el cooperativismo. 224 es

relevante este dato, puesto que ayuda a comprender el desarrollo posterior de

sus planes.

A su regreso a Japón, fue ascendido al segundo rango más alto en la

Marina japonesa. Después de que se rindiera el shogunato ante las fuerzas

leales a Meiji, Enomoto se declaró en rebeldía y rehusó entregar sus buques al

nuevo gobierno. Los llevó a Hakodate, en la isla norteña de Hokkaidó, con el

apoyo del capitán Jules Brunet, un veterano de la intervención francesa en

México a quien Napoleón III envió como asesor del Shógun, junto con el diplomático Léon Roches.225

223 Usui Ryuichiro, Enomoto Takeaki kara yokaishi ga mieni [El mundo desde la mirada de Enomoto Takeaki], PHP Kenkyujó, 2005, p.123.224 Ibidem, pp.54-55.225 Jules Brunet desertó del ejército francés cautivado por la ideología samurái contenida en el Bushidó. Influyó sin duda en las nociones que Enomoto se formó acerca de México. Algunas fuentes lo consideran como el inspirador del personaje que caracterizó Tom Cruise en la película Ei último samurái [Dir. Edward Zwick, 2003). httD://centrodeartiaos.com/revista-diaital-webidea/articulo-revista-14746.html

81

En Hakodate, Enomoto intentó fundar un país independiente que

preservaría los valores del Bushidó y se regiría por las normas del

cooperativismo. Tanto él, como otros miembros de la clase samurái, temían

que las reformas de Meiji redundaran en la pérdida de los atributos y principios

exclusivos del samurái. Su causa era sui géneris: conservador e intransigente,

pero con tintes socializantes y occidentalizantes.

Proclamó la independencia de Hokkaidó el 15 de diciembre de 1868,

bajo el nombre de "República de Ezo", con una organización política similar a la

de los Estados Unidos, aunque regida por los principios de armonía, rectitud,

valor, compasión, formalidad, honor, verdad y lealtad, característicos del Bushidó. 226 Fue investido como Presidente, y se convirtió así en enemigo

público del gobierno en Tókyó.Al año siguiente, las fuerzas encabezadas por Kuroda Kiyotaka [spgf#

PÉ] invadieron Hokkaidó y derrotaron a Enomoto. El 18 de mayo, la efímera

República de Ezo se derrumbó y Hokkaidó pasó al dominio del gobierno

central. Enomoto fue apresado, acusado de alta traición, en tanto que Brunet

fue expulsado a Francia, donde se le sometió a un proceso por deserción.

Al cabo de tres años de encierro (tiempo que empleó para reflexionar

sobre su comportamiento, según versa una biografía),22? Enomoto fue indultado

y al poco tiempo incorporado al Genró con el título de Vizconde. Diversas

fuentes atribuyen a Kuroda la intercesión por él, no sólo porque le impresionó

su arrojo, sino porque consideró que los conocimientos adquiridos acerca de

Occidente, podían ser útiles al régimen de Meiji.

En la mente de Enomoto persistió, sin embargo, la idea de crear un

“Japón” alternativo en algún lugar del mundo, mezcla bizarra de Fourier y

Musashi. 228 Antes de asumir el Ministerio de Asuntos Exteriores, había

encabezado los ministerios de Marina, Comunicaciones, Agricultura, Educación

y Comercio. Recién habría tomado las riendas de la Cancillería {Gaimushó),

226 No era extraño que Enomoto se sintiera atraído hacia el pensamiento de Fourier, puesto que el concepto de “armonía social” del pensador francés era equivalente al principio del Wa [fo j, en el Bushidó. El propio Fourier consideraba a los japoneses como “los más industriosos, valerosos y honorables entre los bárbaros”. Cf. Charles Fourier, Théorie des quatre mouvemenis e tdes destinées générales, Paris, Joan-Jacques Pauvert, 1967, p.146.227 Giichi Kamo, Enomoto Takeaki: Meiji Nihon no kakareta sóseki [Enomoto Takeaki: las razones de su retiro en el Japón de Meiji], Tókyó, Chúo Kóronsha, 1960, p.72.228 Miyamoto Musashi fue un guerrero legendario del Japón feudal [Siglo XVII], autor de El libro de los cinco anillos, considerado como uno de los textos fundacionales del Bushidó.

82

cuando se presentaron ante él el flamante Ministro de México, José Martín

Rascón, y el Cónsul en Yokohama, Mauricio Woliheim.

Al interior del Gaimushó, y contra la voluntad de algunos miembros del

gabinete del Primer Ministro Matsukata, Enomoto estableció una sección

especial para alentar la migración al extranjero, así como la búsqueda de

nuevos territorios para los japoneses en ultramar. Trabajaba para sí, de manera

muy similar a la de Matías Romero. Dos años más tarde, fundó su propia

compañía, la Shokumin Kyókai (Asociación Colonizadora), abocada al

comercio exterior, aunque con objetivos más pretenciosos, como veremos en

seguida.

Don Matías, el oriental

El trasfondo de las conexiones entre Romero, Woliheim y Enomoto se ofrece en esta tesis como una revelación, pues hasta ahora no se ha detectado

ningún estudio que lo haya presentado.

El año de 1893 es clave. En junio, el presidente Díaz designó al alemán

naturalizado mexicano, Mauricio Woliheim, como Encargado de Negocios ad

interim de la Legación de México en Tókyó. Woliheim llevaba más de un año de

residir en Japón. A menudo se carteaba con Matías Romero, un apasionado de

lo japonés, y sobre todo, un entusiasta de la idea de explotar los vínculos con

las naciones de Oriente. Esto escribe Bernstein sobre las comunicaciones entre ambos:

El interés de Romero en la inmigración china estaba ligado a la ayuda y amistad que dispensaba a Mauricio Woliheim, ciudadano naturalizado mexicano que fue a Tókyó y a Yokohama como cónsul, antes de que se firmara el tratado entre México y Japón. Woliheim escribió a Romero durante años cartas muy ilustrativas, describiendo acontecimientos contemporáneos del Japón y cuestiones políticas y comerciales. Asimismo le enviaba informes, datos, estadísticas y sus propias opiniones políticas y sociales acerca de Japón, a finales del siglo XIX. ^®

Es inexacto que Woliheim haya viajado como “cónsul” a Tókyó, antes del tratado de 1888. Sí existen evidencias de que entre febrero y agosto del 89,

realizó un viaje de carácter no oficial a Japón. El Consulado japonés en San

229 Bernstein, p.294.

83

Francisco lo detectó. Mutsu, quien fungía como cónsul, se comunicó a Washington con su amigo don Matías para conocer las intenciones y

honorabilidad del germano-mexicano. ¿Y qué referencias podía ofrecer don

Matías, si no las mejores acerca de su discípulo? Le respondió a Mutsu, con

copia a Relaciones, que conocía a Woliheim desde años atrás, que había sido

su colaborador en la Secretaría de Hacienda, y que viajaba con fines de “placer y estudio”.2®o

Pidió que se le proveyera al viajero de la información que requiriera, ya

que la misma contribuiría a mejorar el conocimiento sobre Japón en México.

Con gran astucia, don Matías logró encubrir las verdaderas intenciones de

Woliheim en Japón, ocultándolas bajo un velo de mutuo beneficio. Dicho

llanamente, Woliheim operaba entonces como agente de los negocios privados

de don Matías en Asia.2®'' Tiempo después, las circunstancias lo colocaron en

una posición inmejorable, al quedar a la cabeza de la Legación de México en

Tókyó. Tenía detectado un negocio prometedor: el establecimiento de una

colonia japonesa en México, proyecto que obsesionaba al otrora presidente de

la República de Ezo.

En ese mismo año de 93, Romero tenía listo su pasaje a Yokohama. Él y

su esposa cruzaron hasta San Francisco, donde residía Mutsu. Se desprende

de la correspondencia con Woliheim, que los Romero querían conocer la

medicina oriental para el tratamiento de algunos malestares, aunque el mayor

interés estaba puesto en la inmigración. Woliheim, para entonces, ya sostenía una intensa relación con Enomoto, a quien con seguridad le habló del éxito de

la colonia alemana en Chiapas, ya que de súbito apareció Chiapas como el

destino más asequible para los proyectos de la Shokumin Kyókai.

Romero se inclinaba por ofrecerles traslado y asentamiento a los

inmigrantes japoneses en la península de Baja California, donde tenía

contactos con propietarios deseosos de vender sus tierras. El negocio de los

bienes raíces no le era ajeno, puesto que se había probado en él desde que

230 Matías Romero a Mutsu Munemitsu, Cónsul de Japón en San Francisco, 9 de abril de 1889, en Expediente de Mauricio Woliheim, AHGESRE L.E. 1250.231 Al parecer, don Matías dominaba una red de agentes dentro y fuera de la Cancillería, entre los que se contaban sus sobrinos Cayetano y José. A José, graduado de la Universidad de Princeton, le advirtió en 1896 que debía ser precavido en su puesto en Relaciones. Bernstein, p.328. La evidencia de que Wolheim también operaba para él, en “Carta de Mauricio Woliheim a Matías Romero”, 4 de diciembre de 1891, Archivo Particular de Matías Romero, IF 336.72 BAN.a Vol.54, Biblioteca del Instituto Mora, folio, 39473.

84

promovió la creación de un ejército de mercenarios norteamericanos en apoyo

a don Benito Juárez. En aquella ocasión ofrecía propiedades en Baja California

a cambio de intervenir en México, aunque después fue objeto de una retahila de acusaciones por incumplimiento.2®2

Entre los demandantes se hallaban Benjamín Butler y Caleb Cushing,

quienes exigían la concesión que se les había prometido para instalar una

empresa denominada Compañía de Baja California, en la Bahía de Magdalena,

a cambio de cabildear a favor del juarismo. Pretendían construir un puerto de

desembarco de mercancías, pasajeros y colonizadores. Al triunfo de la

república, y con don Matías al frente del Ministerio de Finanzas, Butler y

Cushing creyeron oportuno hacer válido su reclamo a través de un emisario,

William Huriburt, quien visitó México en noviembre de 1871.

Huriburt, pese a que fue colmado de atenciones, regresó sin la

concesión. En enero de 1872, le escribió a Romero para agradecerle, y de

paso hacerle saber que los interesados estaban molestos y dispuestos a usar

la fuerza, si fuera necesario, para imponer sus derechos sobre la Bahía de

Magdalena. 233 Ya veremos los matices que fue cobrando el asunto, hasta

convertirse en un caso crítico de las relaciones entre Estados Unidos y México.

Estábamos pues en que Romero quería ofrecerles tierras

bajacalifornianas a los japoneses. Durante su estancia en San Francisco,

sostuvo conversaciones con un propietario de tierras en ambos lados del Río

Colorado, referido como G. Andrade. Éste le había escrito, aludiendo a un tal

Francisco del Espíritu Santo de la Roza, residente en Japón desde hacía 35

años, quien fungía como oferente de sus tierras ante el embajador japonés en

Washington, Tateno Gozo quien además era concurrente en México.

En aquel tiempo, Gozo se hallaba ocupadísimo con la participación de

Japón en la Exposición Universal de Chicago, a la cual se le otorgaba prioridad

por tratarse de una ocasión para mostrarle al mundo los avances japoneses en

su proceso de modernización. Todo indica que a Andrade le urgía vender sus

tierras, puesto que sabía a través de correspondencias con Ignacio L. Vallarla y

232 Ibidem, p.200.233 Toda la correspondencia de Romero con Butler, Huriburt y Mariscal respecto a la Bahía de Magdalena, se encuentra en Archivo de Mafias Romero (AMR), cajas varias.

85

Manuel Fernández Leal, que una misión japonesa ya exploraba posibles sitios de asentamiento para sus inmigrantes en México.234

Así era. Mientras don Matías decidía si se embarcaba a Japón, en San

Francisco, el Consulado japonés envió una comisión exploratoria a México. De

pronto, don Matías recibió la orden de Mariscal de cancelar su viaje a Oriente,

con el argumento de que era prioritario el seguimiento de la reunión de

Cleveland, efectuada en junio de 1893, relativa a los precios internacionales de

la plata. El viaje a Japón jamás se realizó. Don Matías siguió recabando material sobre zonas susceptibles de colonización en Baja California y otras

partes de México, 235 y siguió carteándose con Woliheim, más nunca se

concretó proyecto alguno.

En la correspondencia entre Romero y Woliheim se entrevé la evolución

del interés japonés en México, y el surgimiento de Chiapas como la opción más asequible para Enomoto. Del 93 al 98, Woliheim emergió como la figura más

influyente en el proyecto de Enomoto; incluso participó en las reuniones

gerenciales de la Shokumin Kyókai, y acompañó personalmente a las misiones

de inspección.

No existen evidencias de que Romero pretendiera involucrarse en el

proyecto japonés en Chiapas. Se concentró más bien en continuar las

negociaciones de un tratado de amistad y comercio con China, y en darle

seguimiento al problema de la plata. No se descarta que lo decepcionara la adopción del patrón oro por parte de Japón, ya que otro de sus anhelos

consistía en reapuntalar los precios internacionales de la plata mediante una alianza nipo-mexicana.236 sí es clara su desilusión con respecto a la política

exterior estadunidense, sobre todo tras el ascenso de McKinley a la presidencia.

McKinley había sido el operador de la guerra hispano-norteamericana, a través

de la cual los Estados Unidos se apoderaron de Filipinas y Guam.

Don Matías murió en un hospital de Washington, el 30 de diciembre de

1898, sin haber concluido un tratado bilateral con China y sin haber viajado a

Japón, acusado de fraude por quienes exigían tierras en Baja California, y

234 G. Andrade a Matías Romero, Carta fechada el 14 de julio de 1893, AMR Caja 72.235 Bernstein, p.334.236 En carta al presidente Porfirio Díaz, fechada el 7 de noviembre de 1893, Romero sugiere que México debería proponer una reunión de países latinoamericanos y asiáticos en la Ciudad de México, para examinar el problema de la plata, y menciona explícitamente a Japón como nación líder en Asia. AMR Caja 72.

86

vilipendiado por algunos mexicanos que juzgaban su papel durante los años de la intervención francesa como vergonzante.^^z

Sus sueños se apagaron, como se apagó también el sueño de Enomoto

cuando su colonia en Escuintle, Chiapas, comenzó a diezmarse, a menos de un año de haberse constituido. El Jiji Shimpó consideraba que en lugar de

mandar migrantes a países tan lejanos, como México, debía de apuntalarse la

presencia de Japón en el entorno más inmediato, sobre todo ante la apropiación estadunidense de Filipinas.^^s

Orgullo Yamato en tierra mexicana

Para Enomoto, el establecimiento de un facsímil de Japón en ultramar,

pasó de quimera a negocio. A lo largo de su carrera como funcionario, fue

concretando su idea hasta encabezar el Ministerio de Asuntos Exteriores,

donde estableció un departamento dedicado a la exploración de zonas

susceptibles de colonización. Su proyecto de colonia era eminentemente

agrícola, todavía con la extravagancia de combinar los principios del Bushidó

con el socialismo de Fourier. La experiencia de Woliheim en Chiapas, debió

persuadirlo de que el Soconusco era el sitio idóneo para fundar su utopía. He

aquí los hechos.

Los expedicionarios

Al tiempo en que José Rascón presentaba sus credenciales ante Meiji

Tennó, el 18 de noviembre de 1891, una expedición a cargo de Fujita Tóshiro

[ l i a d s c r i t o al Consulado en San Francisco, analizaba la posibilidad de

establecer una colonia de japoneses en México. Fujita trabajaba para Ando

Taro quien cumplía la doble función de jefe del Departamento de

237 José Yves Limantour, por ejemplo, lo reprendió por escrito ante las reiteradas alusiones de don Matías a su desempeño en la confección del tratado McLane-Ocampo de diciembre de 1859, y en el cual se comprometía la venta a perpetuidad del derecho de tránsito por el Istmo de Tehuantepec a los Estados Unidos. “El relato de ciertos hechos muy delicados de nuestra historia -advertía Limantour-, en boca de uno de nuestros más reputados representantes, puede causar mala impresión”. Cf. Bernstein, pp.327-328.238 Neu, p.187.

87

Comercio Internacional, y jefe de la Sección de Colonización creada por

Enomoto en el Gaimushó. Ando también era accionista de la Shokumin Kyókai.

La expedición se conformó de cuatro integrantes más: Enomoto Ryükichi

sobrino de Takeaki; Morio Mosuke Morifuku Kóya

fi:?], y el agrónomo Takano Shüsei Su guía era un norteamericano

de apellido “Jones”, quien los llevó desde Nogales hasta Oaxaca, pasando por

Sinaloa, Michoacán, Guerrero, Puebla y México.239 Recorrieron cerca de cinco

mil kilómetros a caballo a lo largo de seis meses, y fueron recibidos en

audiencia por el presidente Díaz y su hijo Porfirio. A Porfirio Jr., por cierto, se le fue despertando un interés especial por Japón, atraído por la incertidumbre del linaje materno de su padre (Mori).24°

La misión dejó una grata impresión en los Díaz. Cuando don Matías se

disponía a zarpar a Yokohama, a mediados de 1893, don Porfirio le cablegrafió:

“Le suplico visitar, en mi nombre, al vizconde Enomoto cuando esté usted en

Tókyó”.241 También elogió que Enomoto enviara a su propio sobrino a México,

pues lo consideraba “una fina persona”, con quien habían simpatizado su esposa Carmen y su hijo Porfirio.242

A decir de Makoto Toda -quien tradujo del japonés la monumental

Historia de ias reiaciones mexicano-japonesas-, la impresión que se llevó Fujita

acerca de México, debió ser intensa, a juzgar por el espacio que le otorgó en

sus Memorias al paisaje y las costumbres mexicanas. Fujita destacó que las

condiciones de México le parecieron mejores que las de Estados Unidos para

recibir inmigrantes, debido a que en Estados Unidos “los asiáticos no son

bienvenidos”. Su informe constituyó la primera referencia japonesa sobre el potencial de las costas del Pacífico mexicano.243

239|shida Takeshi, Mejiko to nihonjin: daisan sekai de kangaeru [México y los japoneses. Pensar el Tercer Mundo], Tókyó, Tókyó Daigaku Shuppankai, 1973, p.114.240 La mayoría de los biógrafos de don Porfirio no acierfan a deferminar su genealogía mafema, pues mienfras Ángel Taracena supone que su padre era hijo de criollos venidos a menos, casado con una indígena de pura sangre mixfeca, David Hanney sostiene que doña Pefrona Mori era mestiza hija de inmigranfe asturiano e indígena mixfeca. Nemesio García Naranjo cree que el padre fambién era mestizo, más no indaga sobre los orígenes de la madre, y James Creelman afribuye el carácfer mestizo de Díaz por partida doble, es decir, con anfecedenfes aufénficamenfe andaluces de ambos lados. El propio don Porfirio, en sus Memorias, afirma que su padre era criollo, aunque “con alguna mezcla de sangre india”, y su madre hija de español y mestiza.241 Cf. Bernsfein, p.336.242 Ibidem,243 Makoto Toda, Historia de las relaciones mexicano-japonesas, v.1, México, Arfes Gráficas Panorama, 2012, pp.86-89. Vers. en japonés disponible:

88

Enomoto consultó a Woliheim sobre el mejor lugar para un asentamiento

japonés. Éste le recomendó Chiapas como el de mayor futuro para la industria cafetalera.244 Se dirigieron al Ministro de Agricultura, Comercio y Colonización,

Fernández Leal, quien además era un promotor de la migración japonesa en

México. Éste ofreció la cesión de ocho lotes, propiedad de la nación, en la zona

cafetalera de Chiapas. Era tal el entusiasmo de Woliheim con la perspectiva de

la empresa, que en noviembre de 1893 solicitó licencia para recabar “algunos

datos sobre terrenos cultivables y otros relativos a la comunicación interoceánica para el mejor desempeño de mi misión”.245

Tardó año y medio en recabar algunos datos. Coincidió en México con una nueva expedición, conformada por Nemoto Tadashi [IS^IE], también de la

Sección de Colonización del Gaimushó y Consejero de la Shokumin Kyókai, e Inoue Kazuo quien residía en México, y había sido contratado como

empleado local por el Consulado de Japón. Se les sumó el ingeniero agrónomo

Hashiguchi Bunzo P:é:^],246 cuya opinión fue determinante para la toma de

decisiones.

Nemoto informó que el Soconusco era una tierra en extremo fértil, y que

el cultivo del café generaría utilidades.247 Hashiguchi permaneció hasta enero

de 1895, y comunicó lo mismo: el Soconusco era una superficie privilegiada, cuyas tierras resultaban aptas para la colonización. 248 ei 24 de noviembre,

Hashiguchi se entrevistó con Fernández Leal, y el 5 de diciembre, con el

presidente Díaz, en compañía de Woliheim.

Los anecdotarios atribuyen a Hashiguchi el haber reparado en el apellido

materno de Díaz, así como en su presunto parecido con Enomoto: ambos

militares, de portes distinguidos, miradas penetrantes y cabellos entrecanos.249

httD://ci.nii.ac.Íp/els/110007410653.Ddf?id=ART0009263497&tvDe=Ddf&lana=en&host=cinii&order no=&DPV tvpe=0 &lang sw=&np=1381851416&cp=Yukie Sekiguchi “Un informe del siglo XIX para promover la migración japonesa a México (1890-1898)”, en Vera Valdés Lakowsky, Tiempo, historia y enseñanza. Acercamiento a la metodología del ñistoriador y al estudio del Este de Asia, México, Faculfad de Filosofía y Lefras, UNAM, p.163.244 En 1888 comenzaron a subir los precios del café. México exportaba anualmente cerca de 2.5 millones de pesos de café, por lo que se comprende que Enomoto se entusiasmara en la rentabilidad de ese producto. Valadés, v.1, pp.287-288.245 Woliheim a Relaciones Exteriores, Tókyó, 14 de septiembre de 1893 y 12 de febrero de 1895. Expediente de Woliheim.246 Cortés lo refiere como “Fushitoshi Jashigushi”, lo cual es incorrecto. Cortés, p.65.247 Toda, p.90.248 Ibidem.249 http://www.discovernikkei.ora/es/iournal/2013/5/27/novela-evodio-4/ Recuperado 20.10.2013.

89

El Gobierno mexicano ofreció 105 hectáreas en usufructo durante seis años, y

deslizó la sugerencia de resolver cuanto antes, pues ya otros extranjeros

estaban ávidos de adquirir esos terrenos.

Hashiguchi prosiguió su viaje a Brasil, donde la Shokumin Kyókai

también había fijado su interés como destino de una eventual colonización.

Woliheim reanudó su misión diplomática, e instó a Enomoto a resolver sobre la

adquisición de los terrenos chiapanecos. Se creó entonces la Bokkoku iju

Kumiai (Cooperativa de Emigrantes a México), cuyo fin era recabar fondos para

sufragar los gastos de los inmigrantes; Woliheim figuraba como socio.2®° En

julio de 1896, Nemoto fue despachado de nuevo con el encargo de asegurar la

adquisición de los terrenos chiapanecos, acompañado del ingeniero agrónomo

Kusakado Toraji pieza clave para la concreción del proyecto.

Nemoto, Kusakado y el cónsul en México, Murota Yoshifumi [^PB#:S:?],

concertaron con Fernández Leal la cesión de 62,810 hectáreas en la zona de

Escuintle, en el Soconusco. No pasó desapercibido para la prensa californiana. The San Francisco Caii adelantó que la colonia en Chiapas sería un bastón

japonés en América Central, y que pronto la compañía de vapores Tóyó Kisen

Kaisha inauguraría una línea de navegación para conectar a Yokohama con

San Diego y el puerto de San Benito, en el sureste mexicano.23i

En enero del año siguiente (algo que Toda califica como un “arranque anticipado”),252 Murota firmó la adquisición de los terrenos, sin haber asegurado

aún el financiamiento. Kusakado se encontraba en Chiapas, aunque surgen

dudas acerca de si realmente acudió a reconocer los susodichos terrenos en

Escuintla.

Woliheim reapareció en México en octubre del 96, gracias a otra licencia

que solicitó para tratar “asuntos particulares”. El proyecto de la colonia

japonesa en Chiapas era ya suyo también. Enomoto, entretanto, continuó

empeñado en reunir gente y capital para la creación de una comunidad

armoniosa de agricultores libres, ligados entre sí por el trabajo, la cooperación,

el deber, la lealtad y los valores propios del confucianismo. Creó otra empresa:

la Nichihoku Takushoku Kahushiki Kaisha (Compañía Nipo-Mexicana de

250 Cortés, p.67.251 San Francisco Caii, 24 de julio de 1896, p.5. Chroniciing America,http://chroniclinaamerica.loc.oov/lccn/sn85066387/1896-07-24/ed-1/seg-5/ Recuperado 20.10.2013.252 Toda, v.1, p.91.

90

Desarrollo y Colonización), comprometida con el financiamiento de su utopía, y

dio luz verde al proyecto sin haber juntado los recursos suficientes.

Kusakado reclutó a migrantes entre los pobladores de Aichi y Hyógo.

Contrató a 29 hombres, más seis voluntarios de las prefecturas de Iwate y

Miyagi. Ninguno era campesino pobre e iletrado, como los inmigrantes en

Hawái y California, por el contrario, varios eran universitarios. Tampoco

pretendían amasar fortuna para volver triunfantes a Japón, como los llamados

dekasegi, que ya deambulaban por las regiones mineras y azucareras de

México.

Esos 35 iban adoctrinados bajo la idea de sembrar el espíritu Yamato en ultramar,233 muy a la manera de los protestantes cuáqueros trasterrados en

Norteamérica. A diferencia de éstos, cuya ética fue interpretada por Weber

como el impulso primario del capitalismo, los colonos de Enomoto llevaban

consigo la misión de reproducir lo que Nitobe denominaba “el espíritu deJapón”.234

La Cooperativa de Emigrantes a México (CEM), garantizaba el pago de

salarios a los reclutas bajo contrato. Los seis de Iwate y Miyagi viajaban por su

cuenta, aunque asumían el compromiso de trabajar para el proyecto. Todos

partieron de Yokohama el 24 de marzo de 1897. Arribaron a San Benito,

Chiapas, el 10 de mayo, después de padecer los estragos de un viaje largo a

través del mar.

Los pioneros

En la mayoría de los relatos sobre la Colonia Enomoto, se enaltece al

vizconde como el forjador de la primera comunidad formal de inmigrantes

japoneses en América. Para los descendientes de japoneses en México,

constituye la célula fundacional de su congregación. En el poblado de

Acacoyagua se ha erigido inclusive un obelisco en honor a los 36 pioneros.

253 Lleno Hisashi, Mekishiko Enomoto shokumin: Enomoto Takeaki no riso to genjitsu [La colonia Enomoto en

México. El ideal de Enomoto Takeaki y su realidad], Tókyó, ChCikó Shinsho 1180, Chóo Kóronsha, 1994, p.28.254 Nitobe Inazo, Bushidó. The soui o f Japan. An exposition o f Japanese thought, Rutland, Vermonty Tókyó, Charles E. Tuttie., 1969.

91

La realidad es que en menos de tres meses la utopía se desplomó.

Enomoto y Woliheim abandonaron a los colonos a su suerte, en medio de la

exuberancia chiapaneca, e incluso hay pasajes que la mesura historiográfica ha omitido.

En Yokohama se despidió a los pioneros con una ceremonia encabezada por el cónsul encargado del despacho, Edmundo Plaza. En San

Benito los recibió Tono Kuraji [MZ y'X], enviado por la CEM, y en Tapachula

lo hizo el sobrino del Vizconde, el ya referido Enomoto Ryükichi. Woliheim fue

objeto de elogios por parte de Matías Romero, quien conocía muy bien el

Soconusco. Don Porfirio ordenó su ascenso a Ministro de la Legación de México en Japón.

Woliheim regresó a Tókyó, acompañado de Rodrigo Aspíroz como

Secretario de la Legación, y del teniente coronel Ignacio Altamira, Agregado

Militar. El 18 de septiembre presentó credenciales ante el Tennó. Ya se sabía

que los colonos de Escuintla habían sido presas de la fatalidad, pero el asunto

no se tocó en la audiencia. En noviembre, Plaza le remitió un informe

confidencial al Canciller Mariscal, en el que le daba a entender que su jefe,

Woliheim, no sólo era corresponsable del proyecto japonés en Escuintla, sino que además había invertido dinero en él. ss

Relaciones tardó en asimilar el caso. Fue hasta octubre siguiente que

llamó a su Ministro en Tókyó, a aclarar “asuntos del servicio”.vV o llh e im

empacó su menaje -abundante en libros, litografías de Ukiyo-e, y sables de

samuráis-, y al pisar suelo mexicano, renunció, aduciendo problemas de salud.

El caso llegó a oídos del Presidente, quien profesaba un especial aprecio por el

germano-mexicano, y ordenó que se le asignara una pensión vitalicia en virtud de sus “interesantes servicios” .

Woliheim pasó los últimos días de su vida, solo, en su natal Bresiau,

Alemania, de donde había salido a raíz de las revoluciones europeas de 1848.

Murió el 4 de octubre de 1907.

A Tapachula y Escuintla las separan aproximadamente 100 kilómetros,

que los jóvenes pioneros recorrieron de noche para evitar el calor. Izaron la

255 “Emigración Japonesa”, AHGERE, H/554 (52:72)”888”/1256 Reiaciones Exteriores a Mauricio Woiiheim, 10 de octubre de 1889. Expediente de Woiiheim.257 ignacio Mariscai a Mauricio Woiiheim, 28 de enero de 1899. Expediente de Woiiheim.

92

bandera del sol radiante sobre el nuevo “Japón”, el 19 de mayo de 1897.

Después de un mes, los ánimos decayeron debido al clima extremoso, las

lluvias, la malaria, y la falta de dinero. Los agrónomos, versados en literatura

sobre el cultivo del café, e instruidos en falansterismo y Bushidó, por más que

lucharon, no consiguieron sacarle provecho al suelo ajeno. Varios desertaron.

Los que permanecieron, optaron por mudarse a sitios menos agrestes.

El colono Arima Rokutaro de la Prefectura de Aichi,

describe así la experiencia:

Estos predios de colonización Enomoto, fueron terrenos que el entonces Ministro mexicano [Woliheim] sugirió al Ministro de Asuntos Extranjeros, Enomoto, diciendo que eran propicios para el cultivo del café, nuestro objetivo principal, pero nos hallamos con que era un terreno pedregoso. ¿Cómo es posible cultivar café en un lugar como este? ¿En dónde está ese puñado de muestra de tierra que el supervisor Kusakado vino desde Japón a recoger y que, después de analizarlo, reportó como increíblemente fértil? Estábamos al borde de la desilusión, pero seguimos trabajando, y trabajamos duro. ®®

Existen sospechas de que el supervisor Kusakado no inspeccionó el

lugar antes de establecerse la colonia. Lleno Hisashi [±S f/X ] lo incrimina,

llamándolo “culpable”. A s a k a Sachie por su parte, considera que

su actuación fue irresponsable, al convalidar el dictamen de Hashiguchi Bunzo,

sin verificarlo. ^ También el colono Arima insinúa que los reportes de investigación de los expedicionarios eran “faltos de responsabilidad”.261

Uno de los episodios más dramáticos, se produjo cuando Kusakado

escenificó el ritual llamado dogeza, un acto de absoluta humillación ante el

colectivo. Se comprometió a emprender un viaje en busca del capital y apoyo

ofrecidos por Enomoto. Partió a Japón a través de la frontera con Guatemala,

con el propósito de embarcarse en Panamá, pero las autoridades

guatemaltecas le cerraron el paso, con el argumento de que los orientales eran

indeseables.

258 Cf. Toda, v.1, p.97.259 Ueno, p.35.269Asaka Sachie Enomoto imin kantoku, nógaku-shi Kusakado Toraji ni tsuite no ichikósatsu[Reflexiones sobre el agrónomo Kusakado Toraji como supervisor de Colonia Enomoto”), en The Journai o f internationai Studies, Centro de Estudios de las Relaciones Internacionales, Universidad de Sophia, julio de 1986, pp.85-109.httD://reDOSÍtorv.cc.soDhia.ac.ÍD/dspace/handle/123456789/21397 Rescatado el 20 de octubre de 2013.281 Toda, v.1, p.97.

93

Debió atravesar por un trance peor en Tókyó, al encarar a Enomoto y los

miembros de la Cooperativa. Estos procedieron a disolverla con total frialdad, y

se olvidaron de los colonos en Escuintla. Podemos imaginar el estado anímico

de Kusakado, quien jamás volvió al encuentro de sus compañeros, porque se quitó la vida.232

El Ministro japonés en México, Murota, supo de las condiciones de sus

conacionales sólo hasta que se presentó en la Legación un conjunto de

zombies, a principios de agosto del 97. Eran los colonos de Enomoto. Habían

recorrido 1,200 kilómetros a pie. Murota notificó a Tókyó, y la respuesta fue

tajante: los inmigrantes tenían que volver a Chiapas, a cumplir sus contratos.

De Japón, se envió a dos funcionarios a certificar las condiciones de la

colonia, pero nada hicieron por ella. Rescindieron los contratos y se marcharon.

Terui Ryójiro el más prominente de los colonos, le escribió a su

hermano mayor una carta en la que calificaba de “sinvergüenzas” a Enomoto y

compañía. 263

No es el caso narrar aquí las vicisitudes de aquellos hombres. Algunos

se emplearon en las rancherías cercanas y otros emigraron a los Estados

Unidos. Terui pasó un tiempo en San Miguel de Allende, y otro en la ciudad de

México. Arima trabajó para los alemanes de la “Nueva Alemania”, y

posteriormente trabajó para un inglés en Tapachula. En marzo de 1901, seis de

ellos se reunieron y decidieron sepultar la memoria del Vizconde. Refundaron

la cooperativa con el nombre de San-Ou (tres oes), apócope de sus pueblos de

origen.

Comenzó así en el rancho El Tajuko, que aún existe, la verdadera

implantación en México del falansterio confuciano con el que soñó Enomoto.

Comenzó también una suerte de hibridación cultural que merecería estudiarse

por separado.

Los comuneros

262 Moisés González Navarro, Los extranjeros en México y ios mexicanos en ei extranjero, 1821-1970, v.2, México, Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México, 199Á p.184.263 Toda, v.1, p.100.

94

Los cooperativistas de San-Ou comenzaron por deslindarse de

Enomoto. Terui escribió:

Si como en la época del Gayókaku [el fuerte en el que Enomoto se atrincheró para defender la República de Ezo], con espíritu sincero hubiese ido a la colonia y tomado el mando, es claro que la gente, viendo esa sinceridad, hubiese acudido en su ayuda”.

Pero no lo hizo. Enomoto abandonó sus ideales tanto como abandonó a

los colonos, cuya misión era poner esos ideales en marcha. Una vez

exorcizado el vizconde, los sanouístas retomaron el espíritu de su misión:

pactaron su renuncia individual a la propiedad privada, y cedieron sus

ganancias para beneficio de la colectividad.

En 1905, la cooperativa ya contaba con tierras productivas, fábricas,

tiendas, escuelas y casas. Todo lo proveía San-Ou: educación, vivienda,

vestido, medicinas, y alimentos para los colonos y sus familias. Otros

inmigrantes se agregaron. Su reputación trascendió incluso entre los granjeros

japoneses de Estados Unidos. Ese año, la cooperativa se rediseñó bajo el

nombre de Compañía Japonesa Mexicana, S.C., y sus miembros resolvieron

dar un paso más al desposar a damas mexicanas, con el objetivo expreso de

generar una especie nueva de ser humano.

Suena aberrante para los criterios contemporáneos, pero se percibía

como un gran paso entre las idealizaciones que se construían en México y el

mundo, a principios del Siglo XX. Los cooperativistas crearon su propia versión

de la “raza cósmica”, veinte años antes de la exégesis vasconceliana.

Importa recordar que todo eso se dio bajo el contexto más amplio del

triunfalismo, tras la victoria japonesa sobre Rusia. El resultado de la guerra

ruso-japonesa, proyectó un aire de superioridad y orgullo que también se

apoderó de los sanouístas. ¿Por qué no habrían de creer que contribuían a la

perfección de la nación mexicana? ¿No era acaso Porfirio Díaz Mori un

ejemplar plausible, fruto del mestizaje, con probable ascendente samurái?

En el internado “Aurora”, se les enseñaba a los niños nipo-mexicanos el

idioma japonés y la filosofía del Bushidó. Se contrató a maestros, entre ellos,

Murai Jiro un erudito de 20 años que se dio a la tarea de producir el

264 Cf. Ibidem, p.108.

95

primer diccionario español-japonés. También se contribuyó al mejoramiento de

la geografía chiapaneca, mediante la construcción de obras urbanas.

Con el estallido de la Revolución Mexicana, las condiciones cambiaron al

multiplicarse los asaltos, la destrucción de cultivos, y los despojos. Las

utilidades disminuyeron. No faltaron las críticas al estilo autoritario de Terui,

entre otras, la de su colaborador Arima Rokutaro, quien dejó este testimonio:

Nuestra Sociedad Cooperativa Japonesa Mexicana fue salpicada repetidas veces por las espumas de la Revolución y recibimos algunos daños, pero podemos decir que, hasta entonces, de una manera u otra, habíamos prosperado con la fuerza del sol que se levanta en un cielo despejado. Mas con el regreso del señor Terui como barrera, finalmente aparecieron las señales de la descomposición. ®®

La cooperativa se disolvió en 1920. Cada socio quedó libre de seguir su

camino. Ni Lenin, ni Mao, ni Flores Magón, conocieron la experiencia

comunizante de San-Ou, que si así hubiera sido, les habría servido de modelo

para sus kolijoses y comunas. No es un extravío decir que el principio aquel:

“De cada quien según su capacidad, a cada quien según su necesidad”,

epítome de la utopía marxista, fue en efecto una realización japonesa en el

sureste de México.

La comuna que se construyó en el Soconusco, pasó casi desapercibida

a la atención de la Embajada estadunidense en México, más preocupada por

los asentamientos japoneses en Baja California, e inquieta frente a las

expresiones de japonofilia en la sociedad mexicana. Ese será el tema del

siguiente apartado.

JAPONOFILIA MEXICANA

Según María Elena Ota, en 1900 comenzó el éxodo masivo de

inmigrantes bajo contrato a México y Sudamérica. ^ Los programas de

modernización en América Latina, requerían de mano de obra para las

265 Cf. Toda, v.1, p.126.266 María Elena Ota Mishima, Siete migraciones japonesas en México, 1890-1978, México, Centro de Estudios de Asia y África, El Colegio de México, 1982, pp.51-62.

96

industrias extractivas y de construcción, por lo que las empresas japonesas

arreglaban a veces contratos mediante los cuales les cobraban cuotas de

traslado a los inmigrantes, les cobraban a los empleadores, y hasta despojaban

a los inmigrantes de las remesas destinadas a sus familiares.

Hubo deserciones. Se estima que entre 1901 y 1907, las empresas

trasladaron a México a cerca de 10,000 japoneses, cifra conservadora, si se

compara con los 26,000 destinados a Perú y 180,000 a Brasil. 267

Permanecieron en el país solamente 4,000. Significa que alrededor del 60% se

esfumó, impulsado por las ansias de irse a los Estados Unidos. Inclusive los

japoneses del Perú desertaban, y pagaban para ser llevados a México e

internarse en los Estados Unidos a través de Tijuana y Mexicali, que dominaban los traficantes chinos.268

En el imaginario mexicano, se fue formando un concepto diferenciado

entre el japonés y el chino, marcadamente a favor del primero. Las

percepciones eran similares a las que plasmó don Francisco Díaz Covarrubias

en su obra, varias décadas atrás. Lo opuesto ocurría en los Estados Unidos,

donde los prejuicios antijaponeses iban en aumento.

Habría que figurarse la impresión que la presencia de japoneses en

México fue creando entre los californianos, sobre todo al ver que miles de ellos

se introducían a través de la frontera. La Baja California se convirtió en objeto

de una vigilancia especial, pues en Estados Unidos se pensaba que era

territorio ambicionado por Japón, mismo que el gobierno de México estaría

dispuesto a ceder. A continuación se describen los orígenes de la supuesta

alianza nipo-mexicana, más producto de los extravíos que de las realidades.

Norteados, pero orientados

La oleada masiva de inmigrantes que se iban al norte, hizo que se

diluyera la comuna japonesa en Chiapas. La atención de las autoridades

estadunidenses se enfocó en la vigilancia de esos flujos. La creación de una

patrulla fronteriza, obedeció a la necesidad no tanto de frenar a los mexicanos.

267 Toda, v.1, p. 166.268 Luis Ongay, “Chinos en Mexicali: ciudadanía cultural en la frontera México-Estados Unidos”, en Alejandra Navarro Smith y Carlos Véles-lbáñez, coords., Racismo, exciusión, xenofobia y diversidad cutturai en ia frontera México-Estados Unidos, Mexicali, B.C., UABC, Arizona State University, 2010, pp.149-172.

97

sino a los chinos y japoneses que se encaminaban hacia California. Eso

provocó que las ansiedades crecieran entre los anglosajones. Dennis Kearney,

y el alcalde de San Francisco, James Phelan, arengaban contra la presencia de

japoneses provenientes de México, y exigían su exclusión.

El antijaponismo cobró tientes de racismo abierto en algunos distritos

californianos, sobre todo en las zonas rurales, donde la productividad nipona

iba en aumento. El ambiente político en Washington se contaminó de esa

animadversión, hasta que el presidente Rooseveit firmó con el embajador Aoki

un acuerdo de caballeros en 1907. Quedó explícitó en el acuerdo, un corolario

de la Doctrina Monroe, mediante el cual quedaba vedado el ingreso de

inmigrantes japoneses también a Canadá y México.

Ramón Eduardo Ruiz, profesor emérito de la Universidad de California,

San Diego, acierta a decir que el racismo ha sido una variable ineludible de la

política exterior estadunidense. Pocos investigadores se han atrevido a tomarla

en cuenta, puesto que se enfocan más en la historia de los Estados Unidos

como nación imperialista, y no tanto como una en la cual el prejuicio racial ha

sido determinante.

De manera increíble -dice Ruiz-, el estudio de la historia diplomática, que supuestamente examina cómo los pueblos se relacionan con sus vecinos externos, virtualmente ha ignorado este lado frágil de la vida Americana. Sólo un grupillo minúsculo de investigadores no ortodoxos admite que no se puede divorciar el estudio de la diplomacia de los Estados Unidos [...] de los prejuicios raciales americanos. ®®

Los historiadores mexicanos tampoco suelen considerar la variable

racial, dado que constituye una sombra de nuestra historia nacional. A los

indígenas se les ha visto como extraños en su propia tierra.27° a los españoles

se les discriminó por “extranjeros”; a los judíos por impíos, y a los chinos se les

rechazó por siniestros, gregarios, y adictos al opio y al juego. En el propio

programa del Partido Liberal de los hermanos Flores Magón, se rechazaba al

269 Ramón Eduardo Ruiz, “Race and National Destiny”, en Jaime E. Rodríguez 0. y Kathryn Vincent, eds., Common border, uncommon paths. Race, culture, and national identity in U.S.- Mexican reiations, Wilmington, Del., SR Books, 1997, p-28.276 Manuel Ferrer Muñoz y María Bono López, “¿Extraños en su propio suelo? Los pueblos indios y la independencia de México”, en Ei racismo en ia historia, s.f. htto://biblio.iuridicas.unam.mx/libros/1/148/4.pdf Rescatado 20.11.2013.

98

chino por “sumiso, [y] mezquino en aspiraciones”. Se recomendaba suprimirlo de la lista de inmigrantes deseables.27i

Con los japoneses, en cambio, han existido más afinidades que

repulsas. Quedó evidenciado tanto en las apreciaciones del científico Díaz

Covarrubias, como en la disposición favorable del Porfiriato al establecimiento

de una colonia en Chiapas. La japonofilia pudiera tal vez rastrearse hasta los

tiempos del cronista indígena Chimalpahin, quien nos legó un testimonio de

asombro ante los samuráis llegados a la Nueva España en los albores del Siglo XVII.272 Matías Romero fue tan lejos como advertir, en 1859, que existían

grandes semejanzas entre los indios mexicanos y los japoneses, sugiriendo

que tal vez se debía a que procedían de un tronco común. Al respecto, escribió:

Me parecía que si reccgía al azar a cuarenta indics mexicancs y les vestía cen les mismes atuendes peculiares que pertaban les japeneses, nadie hubiera detectada la diferencia. ''®

La observación de don Matías, hecha cuando atestiguó la llegada de la

primera misión diplomática japonesa a Washington, se repitió en otras

ocasiones. Ya hablamos de las conjeturas sobre el supuesto ascendente

samurái de don Porfirio, aunque el interés en esta parte se concentra en las

presuntas alianzas secretas entre su régimen y el de Meiji.

A guisa de ejemplo, en marzo de 1908, el ex cónsul mexicano en Kóbe,

Fidel Rodríguez Parra, apostado en Guatemala, recibió la visita del Encargado

de Negocios de Estados Unidos, W.F. Sands, quien lo inquirió acerca de los

rumores qe corrían entre los allegados al presidente Manuel Estrada, en torno a un tratado secreto de alianza ofensivo-defensiva entre México y Japón.274

Rodríguez Parra lo desmintió, aunque demuestra hasta qué grado se llegó en

el apogeo del Porfiriato, y después del triunfo militar japonés sobre Rusia.

Japonófilos en 1905

271 Programa del Partido Liberal Mexicano y Manifiesto a la Nación. http://www.ordeniuridico.qob.mx/Constitucion/CH6.pdf272 Domingo Chimalpahin, Diario, Tr. del Náhuatl por Miguel León Portilla, México, CONACULTA, 2000.273 Matías Romero, México and the United States. A study affecting their poiiticai, commerciai, and sociai reiations, made with a view to their promotion, v.1, Nueva York y Londres, G.P. Patnam’s Sons, 1898, p.74.274 Fidel Rodríguez Parra al Secretario de Relaciones Exteriores, telegrama cifrado, 5 de marzo de 1908. AHGESRE 15.20.62.

99

En Guatemala se practicó la exclusión de los asiáticos desde principios

de siglo. Se evitaba el establecimiento de enclaves japoneses como en

Chiapas, por lo que fueron pocos los inmigrantes en ese país centroamericano.275 Kóhei Yasu fue uno de ellos. Arribó a Guatemala

en 1877 como empleado de don Francisco Díaz Covarrubias, cuando éste fue

Ministro de México, y años después se convirtió en un renombrado fotógrafo de

la sociedad guatemalteca.

Fue un guatemalteco el que sensibilizó al mundo de habla hispana de

principios del Siglo XX, acerca de las costumbres y belleza de las artes y

estampas del país del sol naciente. Al fragor del paroxismo que provocó en

Europa el Japón vencedor de Rusia, la obra El alma japonesa (1906), de

Enrique Gómez Carrillo, proyectó a este viajero y escritor a la fama. Gómez

Carrillo describía, entre otras cosas, el carácter caballeresco de los japoneses,

su cortesía, su honor, su espíritu de tolerancia, sus mujeres y su miseria. El

crítico René Benoist escribió al respecto:

Esta obra ha llegado oportunamente. Nacida en su verdadera atmósfera, a la terminación de una guerra que nos revela un Japón ignorado, explica, sin enseñar, afirmándolo solamente, todo lo que tanto nos ha sorprendido en esta lucha sin precedente, cuya terminación ha sido una paz sin precedentestambién.®''®

La derrota de la Rusia zarista en 1905, hizo que Japón surgiera como un

espectro admirado por unos, y desconfiable para otros. Existía en Occidente

una cierta avidez por descifrar a los nipones, de ahí el éxito de Gómez Carrillo.

Lafcadio Hearn publicó Japan. An attempt of interpretation, en 1904, y así

mismo circulaban con amplitud las novelas de Fierre Loti sobre el Oriente. Los

elogios al Japón vencedor, contrastaban con las percepciones de Miguel de

Unamuno, para quien toda aquella parafernalia épica no era más que retórica

propagandística, como se desprende del párrafo siguiente:

275 C. Harvey Gardiner, “The Japanese and Central America”, en Journal o f Interamerican Studies and Worid Affairs, V.14, n.1 (febrero 1972), Miami, Florida, Center for Latín American Studies, University of Miami, pp.15-47. httD://www.istor.ora/discover/10.2307/174980?uid=3738664&uid=2129&uid=2&uid=70&uid=4&sid=21102951412417 Recuperado 17.11.2013.276 Texto completo en http://www.archive.orq/stream/elalmaiaponesaOOqmuoft/elalmaiaponesaOOqmuoft divu.txt Recuperado 17.11.2013.

100

Cuando la guerra rusojaponesa había no pocos europeos que se pasmaban de entusiasmo al leer el relato de aquellos batallones japoneses que iban sonriendo a la muerte, y yo me decía: eso puede ser, en efecto, admirable y sublime, y puede ser, por el contrario, estúpido según el sentimiento que los guíe y, sobre todo, según las esperanzas que abriguen. Y como nadie supo ni ha sabido explicarme el estado de alma de aquellos soldados, me he quedado sin saber si admirarlos o compaderlos. Porque toda esa retórica del patriotismo, el heroísmo, el amor al emperador, el sentimiento del deber o el del honor, son cosas que, en mi desarraigable materialidad de esperanzas de extremo occidental, no puedo sentir, aunque trate de comprenderlas.®''''

Las discrepancias entre Gómez Carrillc y Unamunc, eran evidentes,

ccmc resultada de percepcicnes diferentes. Gómez Carrillc vivió en Japón, per

esc describe al país cen la sensibilidad del tretamundes, del peeta medernista.

Unamunc, en cambie, difícilmente pedía cemprender a les japeneses, ya que

les percibía cen prejuicics y a partir de descripcicnes secundarias. ¿O de qué

ctra ferma pedía apreciar la victeria japenesa, quien había prebade el saber

amarge del desastre de 1898? ¿Cóme pedía celebrar la emergencia de un

nueve Imperic, quien había atestiguade el hundimiento del Imperto españcl?

Esas ambivalencias cen respecto a Japón, también aquejaren a les

escritores mexicancs. En tanto que Jesé Juan Tablada se acemedaba en el

medie literaric de la épcca, ccmc el gran ccnccedcr de las japenerías, a

ccnsecuencia de una estancia de sólc seis meses en Japón; Manuel Gutiérrez

Nájera nc ccultaba su desprecie. Esta es la descripción que él hace de una

familia de circenses japeneses:

El japonés no parece nuestro prójimo: puede andar por un alambre tendido a sesenta metros del suelo; puede pararse en un pie sobre la punta de cualquier pararrayo, sin que sintamos el más leve escalofrío de terror o de piedad.¡Si para eso es! Tal vez se caiga, tal vez se rompa; pero no importa... ¡compraremos otro!... ¡al fin hay muchos iguales!®''®

277 Miguel de Unamuno, “El problema religioso en el Japón”, en Obras completas de Don Miguel de Unamuno, Madrid, Editorial Escélicer, 1967, p. 1119.

278 Manuel Gutiérrez Nájera, “El circo. Coquelín”, en Cuentos, crónicas y ensayos, México, UNAM, 1992, pp.43-46. httD://books.aooale.com.mx/books?id=INWTWFicliQC&Da=PA43&lDa=PA43&da=quti%C3%A9rrez+n%C3%A1 iera+i aD%C3%B3n+iaDonesa&source=bl&ots=0GtqDv1YiT&slq=dQM9DnYF1LK 5-k1Zluk-bfHRXq&hl=es- 419&sa=X&ei=vcqMUD78J8nS2QXel4EI&ved=0CEMQ6AEwAw Recuperado 17.11.2013.

101

Tablada viajó a Japón, en mayo de 1900, gracias al financiamiento de

Jesús Luján, mecenas de la Revista Moderna. Tras permanecer un mes en San

Francisco, donde lo afligió la nostalgia, partió hacia Yokohama, y llegó en el

apogeo del verano japonés, ardiente y húmedo. Casi al instante se reveló su

fascinación por el paisaje: “un paisaje de Hiroshigué [sic], en fin!”. Como a

muchos de su generación, las expresiones de La Belle Époque francesa fueron

determinantes, y en el caso de Tablada, lo fue la corriente artística conocida en

París como Le Japonisme.

Se preciaba de ser introductor del refinamiento cultural japonés,

expresado a través de los poemas breves (Haiku), las porcelanas, el té, los

grabados (Ukiyo-e), y las sedas. Sus entregas se publicaron de manera

indistinta en las revistas culturales de la época. Fue hasta 1919 que aparecieron en forma de libro, bajo el título de En ei país del sol. La presunción

de haber visitado Japón, le otorgó prestigio entre los intelectuales, aunque existen dudas sobre si todo lo que escribió, efectivamente lo presenció.En

lenguaje de negociantes, se diría que Tablada supo lucrar con la demanda de

entendimiento acerca de Japón y lo japonés, en el México porfiriano.

¿Hermanos de raza?

Las que sí lucraron a partir de 1905, fueron las compañías dedicadas al

reclutamiento y traslado de trabajadores para las minas carboníferas del norte,

los ferrocarriles del Pacífico y los cañaverales del Istmo de Tehuantepec.

Compañías como Kumamoto Imin, Toyo Imin y Tairiku Shokumin Goshi Kaisha,

amasaron fortunas ofertando a los inmigrantes como soldados del trabajo.

Éstos introdujeron algunas costumbres, aunque para sobrevivir más bien

tuvieron que adaptarse a las condiciones locales. Un estudio de Emma

Mendoza sobre la migración okinawense en Veracruz, da cuenta de que

279 Más acerca de la japonofilia de Tablada en, Atsuko Tanabe, Ei japonismo de José Juan Tablada, México, UNAM, 1981. Rodolfo Mata, ed., En el país del sol. Crónicas japonesas de José Juan Tablada, México, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Literarios, UNAM, 2005. Adela Pineda Franco, “Pierre Loti y J.J. Tablada. En busca del Japón, un estudio comparativo”, en Javier Pérez Siller y David Skerritt, coords., México Francia, memoria de una sensibilidad común, siglos XIX-XX, v.3-4, pp.303-326. Elsa Cross, “El lejano oriente en la poesía mexicana”.http://www.crimic.paris-sorbonne.fr/IMG/pdf/CrossF.pdf280 Mata, Prólogo.

102

también por la vía popular debieron introducirse rasgos de la cultura japonesa en México.281

La vida de aquellos destinados a las minas y plantaciones, llegó alcanzar

condiciones infrahumanas. En los municipios coahuilenses de Nueva Rosita,

Las Esperanzas, Sabinas, Múzquiz y Palaú, eran frecuentes los casos de maltrato. 282 lo mismo que en la hacienda “La Oaxaqueña”, en Veracruz,

propiedad de la Tabasco Plantation Company, donde la mortandad era

altísima.288 Muchos prefirieron escapar a los Estados Unidos, aunque allá los

esperaban demostraciones insultantes de odio racial. Otros llegaron a Chiapas,

donde los comuneros de San-Ou les ofrecieron refugio. Fue el caso de

Nagatani Yasutaro quien huyó de las minas y terminó asociándose

con Arima en el poblado de Huixtia, donde hizo fortuna.

La guerra ruso-japonesa elevó el prestigio de los japoneses en México,

por ello mismo constituye el arranque simbólico de esta investigación. El haber

derrotado a una potencia europea, tenía implicaciones tan excitantes como

cuando los mexicanos hicieron correr a las tropas francesas de los alrededores

de Puebla, en aquel 5 de mayo de 1862.

Los alcances de la modernización de Meiji, se exhibían en México como ejemplos de lo que se podía lograr con orden y progreso. El Tiempo publicó de

manera seriada el viaje a Japón de Díaz Covarrubias, y otros tantos diarios

divulgaron aspectos de la cultura.284 Tablada dictaba conferencias, mientras

algunos oficiales porfiristas practicaban el Jiu-jitsu, un arte marcial que parecía

consustancial a cualquier japonés. En 1907, incluso se le encomendó al florista Matsumoto Tatsugoro [fXls;igT:||5]285 \q realización de un jardín japonés en

torno al Castillo de Chapultepec.

281 Emma Mendoza Martínez, "Migración okinawense al sur de Veracruz, México, principios del siglo XX”, ponencia, XIII Congreso Internacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia Y África (ALADAA), Bogotá, Colombia (23-25 de marzo de 2011).http://ceaa.colmex.mx/aladaa/memoria xiii congreso internacional/imaqes/mendoza emma.pdf Recuperado 20.11.2013.282 http://ahc.sfpcoahuila.qob.mx/admin/uploads/Documentos/modulo11/iaponeses.pdf283 Mendoza Martínez, p.7.284Cortés, pp. 104-105.285 Matsumoto Tatsugoro fue el introductor en México del árbol de jacaranda, traído del Perú. Hay un museo del bonsai que lleva su nombre en Fortín de las Flores, Veracruz. Más sobre su vida en Sergio Hernández Galindo, “Japoneses, la comunidad en busca de un nuevo sol naciente”, Descubra a los Nikkei, Parte 4, 23 de diciembre de 2010 .

http://www.discovernikkei.org/en/journal/article/3715/ Recuperado 20.11.2013.

103

No es claro de dónde exactamente proviene la idea de que mexicanos y

japoneses eran “parientes de raza”. El Monitor Republicano notificó que Tateno

Gozo, el primer representante oficial de Japón en México, se refirió a la afinidad racial y a las semejanzas lingüísticas entre los dos pueblos. ®® igual alusión

hizo don Matías en un libro suyo sobre la cultura del café, publicado en 1898.

Dice él:

Existe un torrente de similitudes entre los indios mexicanos y las razas malayo asiáticas -en especial de la rama japonesa-, lo cual fundamenta la idea de que los aborígenes de México arribaron originalmente de Asia, oviceversa. 287

La teoría sobre los orígenes asiáticos del hombre americano, fue

enunciada hasta 1910 por el antropólogo Alex Hrdiicka. Como se ha visto, ya

don Matías la invocaba, lo mismo que el etnólogo Francisco Pimentel, quien se

refirió al fenotipo oriental de los indígenas mexicanos, y estudió las analogías

lingüísticas entre los idiomas chino y otomí en su Tratado de filología

mexicana.^^^ El propio Tablada, al presenciar las exequias del Conde Kuroda,

aquel que salvó a Enomoto de la horca, tras su derrota en 1869, reparó en las

supuestas similitudes raciales entre los soldados japoneses y mexicanos:

Y aquellos rudos legionarios de baja estatura, cráneo rapado y rostro cobrizo y pomuloso, tienen en su aspecto una semejanza absoluta con las tropas mexicanas. Recuerdo que en México un amigo mío, miembro de la Legación japonesa al ver desfilar un batallón me hizo notar casi entusiasmado esa semejanza que ahora yo corroboro y que es tan completa que durante largo tiempo me dio la ilusión de ver marchar a nuestros bravos “Juanes”.®®®

En México se produjo, por otra parte, un despliegue inusitado de

japonofilia, entre 1905 y 1910. La ópera Madama Butterfly, de Puccini, tuvo un

éxito arrollador durante su estreno, el 30 de diciembre de 1906, con la

compañía de Aldo Barilli. Las damas de sociedad, gustaban disfrazarse de

“geishas” para los carnavales; pero la apoteosis fue cuando un escuadrón del

ejército y la Armada japoneses participó en el desfile conmemorativo de las

286 El Monitor Republicano, 21 de junio de 1891.287 Matías Romero, Coffee and India-rubber culture in México, proceded by geographical and statistical notes on México, NY, GP, Putnam Sons, 1898, p.73-74.288 Francisco Pimentel, Cuadro descriptivo y comparativo de las lenguas indígenas de México, o tratado de filología mexicana, v.3. Cap. 52, México, Isidro Epstein, 1898, pp.393-419.289 Tablada, “Los funerales de un noble”, en Mata, p.84

104

fiestas del Centenario de la Independencia. La ovación por parte del público, contrastó con los abucheos a los estadunidenses.29° El 1° de septiembre, Díaz

inauguró una exposición japonesa en el Palacio del Chopo.291

Por efectos del corolario monroísta del Gentlemen’s Agreement, los

flujos migratorios de japoneses a México se redujeron a partir de 1908. Kunimoto sugiere que pudo ser que muchos inmigrantes registrados como

“peruanos”, hubieran sido asiáticos, deseosos de ingresar a Estados Unidos

bajo el camuflaje que les ofrecía la semejanza racial. 2®2 Los artilugios para

sacarle la vuelta al Agreement, se atribuyen a dos organizaciones: la Japanese

Bureau, y la Japanese-American Benevolent Association, ubicada en Ciudad

Juárez. Ambas permanecían bajo la mirada de la Liga para la Exclusión Asiática.288

En 1907, el Ministro Sugimura Koichi ] declaró a The Japan

Times que un buen número de japoneses esperaba en Ciudad Juárez la oportunidad de internarse en los Estados Unidos. 284 Se le multiplicaron las

dificultades, cuando cientos de conciudadanos arribaron a la Legación

solicitando protección frente a los abusos y malos tratos de sus patrones.

Esa era la cara oculta de la presencia japonesa en el Porfiriato. Aunque

se les percibiera con benevolencia, e incluso fuera aceptable el mestizaje con

ellos, lo cierto es que muchos inmigrantes compartieron con los mexicanos las

condiciones de explotación. Los que no se repatriaron, o que no ingresaron de

manera encubierta a los Estados Unidos, acabaron tomando las armas en el

movimiento iniciado por Francisco I. Madero.

En todos los casos, los servicios de inteligencia alemanes se

introdujeron con el objetivo de sembrar alarma contra la inmigración japonesa.

El embajador alemán en Washington, Speck ven Sternberg, solía transmitirle a

Rooseveit informes acerca de miles de excombatientes de la guerra contra Rusia, arribando a México con armas, uniformes y equipos de campaña.285 El

Ministro en México, Hans ven Wangenheim, aseguraba que esos japoneses no

290 González Navarro, p.163.201 El Tiempo, 1° de septiembre de 1910, Primera Sección, p.4 e interiores. Genaro García, Crónica oficial de las fiestas del primer centenario de la independencia de México, México, Museo Nacional, 1911, p.94.202 Kunimoto, Japan and México, p.69.203 Daniel M. Masterson y Sayaka Funada-Classen, The Japanese in Latin America, Urbana y Chicago, University of Illinois Press, 2004, p.33.204 Cf. Ota Mishima, Siete migraciones, p.58.205 Bailey, p.235.

105

eran más que soldados encubiertos, dispuestos a efectuar un desembarco y a usar el territorio mexicano como base para un ataque contra California” .286

A los alemanes les convenía el estallido de un conflicto nipo-

estadunidense. Katz describe el interés del Káiser por fortalecer al ejército

porfiriano con armas e instructores, no como negocio, sino para fustigar a

Rooseveit. 297 Las estrategias germanas se harían más evidentes con la

aproximación de la Primera Guerra Mundial. Señala el propio Katz, que en la

primera mitad de 1907 existía en Alemania la firme creencia de que México

contituiría la plataforma de un inminente conflicto entre Japón y Estados

Unidos. Las especulaciones terminaron cuando Rooseveit convenció a los japoneses de suspender su migración a México.288

En el capítulo siguiente, se tratará el caso de Baja California, y de las

ambiciones que la Bahía de Magdalena -en la región meridional de la

península- despertaba entre las potencias. Sin dejar de lado el trasfondo

geopolítico, nuestro enfoque será desde la perspectiva de los individuos,

quienes trazaban sus percepciones a partir de la idea de que Japón tenía intereses en ese rincón de México.

296 Cf. Katz, v.1,p.91.297 Ibidem pp.86-94.298 Ibidem.

106

CAPÍTULO III

JAPON EN EL CENTENARIO

107

Lo que sí parece casi incuestionable es que las masas de la nación mexicana

son racialmente orientales.

James Creelman Reportero del Pearson’s Magazine

A Díaz le costó la presidencia andar coqueteando con Japón.

James D. Phelan Senador por California

PENÍNSULA A REMATE

La geopolítica convirtió a la península de Baja California, en polo

sensible para el interés nacional desde la firma de los tratados de Guadalupe

Hidalgo, en 1848. En vista del veloz proceso de colonización, urbanización y

crecimiento de la franja que va de Los Ángeles a San Diego, el desafío fue

mantenerla libre de los designios estadunidenses. Según Ángela Moyano, el

solo hecho de haberla conservado, constituye un gran logro de la diplomacia mexicana.288

299 Angela Moyano Pahissa, California y sus relaciones con Baja California. (Síntesis del desarrollo histórico de California y sus repercusiones sobre Baja California), Col. SEP 80, México, CONAFE, FCE, 1983, p.10.

108

En diversas ocasiones, los mexicanos estuvieron a punto de perderla.

Juárez, por ejemplo, en su empeño por asegurar fondos para su bando,

consideró en serio la cesión a los Estados Unidos. Durante las negociaciones

del tratado McLane-Ocampo, en 1859, Robert McLane notificó a su gobierno

que los juaristas estaban dispuestos a vender la Baja California a cambio de

una alianza ofensivo-defensiva, aunque se enfrentaba a la oposición de los

estados del norte de la República.®°°

Años después, en el marco de la guerra contra la intervención francesa,

Juárez y su agente en Washington, don Matías Romero, suscribieron contratos

con grupos de estadunidenses deseosos de colonizar los terrenos baldíos

comprendidos entre la frontera y la Bahía de Magdalena. Jacob Leese y

Santiago Viosco postularon por una superficie equivalente a más de tres

cuartas partes de la totalidad ofertada; además pidieron que la Bahía de

Magdalena permaneciera abierta al comercio, para “asegurar los intereses particulares de la compañía”.8°1

El contrato se firmó el 13 de marzo de 1864. Se fijó un precio de 100,000

pesos, y la Compañía de Baja California, capitaneada por Leese, obtuvo el

usufructo, deslinde y colonización de los terrenos baldíos, así como la

explotación de minas, pesca y caza de animales en las costas de la península.

Se comprometió también a introducir a por lo menos a 200 familias de colonos

en un lapso de cinco años. El contrato se rescindió en 1871 por incumplimiento.

Fue entonces que el general Benjamín Butler exigió supuestos derechos sobre

la Bahía de Magdalena, aduciendo que obedecían a un ofrecimiento de

Romero de pagar por sus servicios en un ejército mercenario durante la guerra

de intervención.

Butler ambicionaba la Bahía por su posición estratégica. Había despachado a Ross Browne a realizar una observación in situ en 1867,®°2 y en

enero del 72, envió al abogado William Huriburt a México para asegurar su

adquisición. Ignacio Mariscal, en aquel tiempo consultor jurídico del gobierno,

advirtió que ese repentino interés por la bahía era sospechoso, y recomendó

30° Cf. Agustín Cue Cánovas, El tratado Mac Lañe [sic]-Ocampc, México, Consejo Editorial del Gobierno del Estado de Tabasco, 1980, pp.168-170.301 Fernando Calderón Iglesias, La concesión Leese, recopilación de documentos oficiales seguida de un estudio crítico-histórico. Archivo Histórico Diplomático 12, México, Porrúa, 1971, p.17.362 Cf. “Hearst’s Magdalena Bay Scare and Its real purpose”, en San Francisco Cali, v.111, n.155, (3 de mayo de 1912Í. h ttD ://c d n c .u c r .e d u /c a i-b in /c d n c ? a = d & d = S F C 1 9 1 2 0 5 0 3 .2 .77 Recuperado 12.01.2014.

109

indemnizar a los demandantes con alguna suma para que se olvidaran de ella.

Huriburt regresó enfurecido, amenazó incluso con tomarla por la f u e r z a . S e

vislumbraban ya los apetitos que despertaba la bahía, más aún, cuando se

asumía que otras potencias podían adelantarse a ocuparla.

Sánchez Fació, el ángel caído

Una nueva campaña para incorporar a Baja California a la nación, se

produjo cuando el presidente Manuel González le otorgó prioridad en la

estrategia de poblamiento de terrenos baldíos propiedad del Estado. Se

concedió para ese fin, hasta un 10% del presupuesto asignado a la Secretaría

de F o me n t o , y se promulgó una Ley de Colonización que autorizó contratos

de deslinde y colonización de la península a particulares. Entre éstos destacó

Luis Hüller, un alemán naturalizado mexicano, aunque en algunos documentos

aparece como estadunidense.

Hüller incursionó en las minas de oro de California, para dedicarse

después a la especulación de tierras. Llegó a adquirir una superficie

equivalente a más de un tercio de la península mexicana. El Tiempo, en su

edición del 29 de noviembre de 1887, denunció esa venta como ilegal, al

haberse enajenado tierras a un extranjero en la zona fronteriza. Los periódicos

pro-gobiernistas, sin embargo, sostenían que Hüller trabajaba a favor de los

intereses nacionales, llevando colonos alemanes a las tierras despobladas.®®®

El mayor escándalo se produjo cuando se supo que Hüller traspasaría

su concesión a la internationai Company of México, con sede en Connecticut,

cuyo propósito era colonizar a la Baja California con norteamericanos. Aunque

fue la Compañía Internacional el blanco de los ataques, lo cierto es que otras

dos empresas extranjeras se beneficiaron de los traspasos de Hüller: la minera

Ei Boieo, de capital francés, y la franco-británica La Mexicana.

El Secretario de Fomento, Carlos Pacheco, intentó calmar los ánimos de la opinión pública, mediante la publicación de una Exposición sobre ia

coionización de ia Baja Caiifornia, en la que refrendaba el “acendrado

363 Bernstein, pp.122-123.364 Paolo Riguzzi, Prólogo, en Carlos Pacheco y Manuel Sánchez Fado, La controversia acerca de la política de colonización en Baja California, Col. Baja California: Nuestra Historia, México, SEP, UABC, 1997, pp.9-10.365 Cf. Moisés González Navarro, La colonización en México, 1877-1910, México, s.e., 1960, pp.54-55.

110

patriotismo” del gobierno, y su vocación de progreso y defensa de la

soberanía.®®®

Ante las reiteradas críticas a su política colonizadora en Baja California,

Pacheco designó a Manuel Sánchez Fació, funcionario de la Secretaría, como

inspector especial para que investigara las condiciones y presentara un informe

tranquilizante. Pero Sánchez Fació, contrario a lo que se esperaba, denunció

las negligencias, agravios contra los mexicanos, violaciones al contrato,

usurpaciones de tierras, y corrupción, tanto de Hüller como de la Compañía

Internacional, y sentenció:

Las presentes reflexiones se contraen a llamar la atención del supremo gobierno respecto del abandono en que, actualmente y en el futuro, están consideradas tanto la dignidad como la seguridad de los interesesnacionales.®®

Pacheco optó por despedir e infamar a Sánchez Fació, en lugar de

tomar en cuenta sus recomendaciones. Sánchez Fació se vio obligado a

buscar refugio en San Diego, donde hizo público su informe y radicalizó sus

acusaciones contra el gobierno mexicano. Esto escribió:

Por terrible que resulte el dar a conocer el estado en que se encuentran las cosas actualmente en México, es necesario para evitar los desenlaces adversos en el futuro, y cuyo origen son las irregularidades que comete el gobierno, víctima de su obstinada ceguera.®®®

No hace falta esclarecer que en México, la migración de estadunidenses

a Baja California se veía como un peligro que rememoraba la fatalidad de

cuatro décadas atrás. En febrero del 89, The New York Times informó que

Hüller había sido apresado en México por cometer fraude.®®® Hacia 1890, el

fracaso de la Compañía Internacional era evidente, agobiada por conflictos y

demandas.®"'®

306 Pacheco y Sánchez Fació, pp.34-163.307 Ibidem, p.268.308 Ibidem, p.202.309 “Louis Hullerís arresf, The New York Times, 13 de febrero de 1889.http://auerv.nvtimes.com/mem/archive-free/pdf?res=F20F17F73E5E15738DDDAA0994DA405B8984F0D3 Recuperado 27.01. 2014.310 The New York Times, en su emisión del 9 de mayo de 1871, publicó la experiencia de un tal John Farrell quien acusaba a la International Company de valerse de engaños para reclutarlo como inmigrante junto con otros 350 estadunidenses, algunos de ellos mujeres.

111

Carlos Pacheco murió en medio de controversias acerca de su

desempeño como funcionario público, y Sánchez Fació murió tras obtener su

repatriación, después de atentar contra su vida en un par de ocasiones.

Comenzó una era en la cual la Bahía de Magdalena se convirtió en centro de

disputas internacionales, con Japón como un presunto implicado.

Guillermo II, el estratega

En la última década del Siglo XIX, el Porfiriato replanteó las políticas en

Baja California. La caída en los precios de la plata, impuso la necesidad de

diversificar las fuentes de ingreso y los recursos para la colonización, como

parte de una estrategia de búsqueda de contrapesos a los Estados Unidos. Se

privilegió el usufructo de la península para los capitalistas europeos. La

Compañía Internacional traspasó sus facultades a la inglesa Mexican Land and

Coionization Company, y el Gobierno mexicano vio con mejores ojos el

acercamiento con Japón.

Después de la guerra hispano-norteamericana, en algunos círculos

japoneses comenzó a percibirse la presencia norteamericana en Filipinas como

amenazante para las seguridad del imperio, e intrusiva en su zona de

influencia. En México, la aprensiones hacia el expansionismo norteamericano

también formaban parte de los sentimientos nacionales; de manera que tanto

para los estrategas en Tókyó, como para los despachantes en la ciudad de

México, se volvieron sensibles las maniobras estadunidenses en el Pacífico.

La península bajacaliforniana despertó así mismo codicias en Europa.

No solamente los franceses y británicos sentaron sus reales en ella, sino

también el Káiser alemán, quien la consideraba como un buen centro de

operaciones para el posicionamiento de Alemania en el tablero mundial.

Katz advierte que antes de 1898, México tenía poca importancia para la

diplomacia alemana. Después de ese año, la cosa cambió, cuando los

banqueros alemanes comenzaron a interesarse en hacer negocios con los

mexicanos, y el Káiser comenzó a interesarse en jugar la carta azteca. Esto

dice Katz:

http://querv.nvtimes.com/mem/archive-free/Ddf?res=9400E0D71F30EE34BC4153DFB366838A669FDE Recuperado 27.01.2014.311 Riguzzi, pp.30y31.

112

En este contexto México adquirió una nueva dimensión a los ojos de los alemanes. Su localización geográfica parecía ofrecer posibilidades de influir en la política norteamericana en muy diversas formas. Entre estas posibilidades se contaba la de establecer bases militares en suelo mexicano desde las cuales enfrentarse a los Estados Unidos, la de fortalecer al ejército mexicano para un posible enfrentamiento con su vecino del norte, la de acentuar las tensiones entre los Estados Unidos y el Japón, y más tarde entre Estados Unidos e Inglaterra.

Bárbara Tuchman, autcra de un libre sebre el telegrama Zimmermann (hablaremos de él más adelante), ridiculiza a Guillermo II, señalando que a

menudo sorprendía a las cancillerías europeas con sus ocurrencias. Un día de

1895, se le manifestó la quimera de un dragón japonés engullendo a Europa,

tras derrotar a la China milenaria. En ese instante acuñó la frase: D/e gelbe

Gefahr!, el “peligro amarillo”. Resolvió secundar a Nicolás II, Zar de Rusia, en

su pretensión de obligar a los japoneses a devolver parte de los territorios

obtenidos en la guerra sino-japonesa; luego se jactó de haberse apropiado del

puerto de Tsingtao y la Bahía de Kiaochow.®"'®

Feliz de contar con un bastión en el Pacífico asiático, Guillermo II pensó

que necesitaba otro en el lado americano. Narra Tuchman que en 1902, un

abogado estadunidense, residente en Londres, recibió la visita de un

empresario alemán, quien le confesó que traía la encomienda de comprar la

península de Baja California a los ingleses, es decir, a la Mexican Land and

Coionization Company. El abogado sintió que su deber era informárselo al

embajador estadunidense en Londres, Joseph Choate, con el añadido de que

el Káiser ansiaba instalar una base naval en la Bahía de Magdalena.

En su nota al Secretario de Estado, John Hay, Choate señaló:

Decididamente tenemos ahí un flanco descubierto; parece bastante claro que la propiedad está a la venta y los alemanes la pretenden [...]. Nos preocupa que caiga en manos de alguna potencia extranjera, encubierta bajo cualquier forma”.®i4

Las sospechas en torno a los codicias del Káiser, abarcaban otros flancos del traspatio norteamericano. Por temor a que Alemania se apoderara

312 Katz, v.1, pp.84-85.313 Barbara W. Tuchman, The Zimmermann Telegram, Nueva York, Ballantine Books, 1966, p.25.314 Cf. Ibidem, p.28.

113

de Cuba, Rooseveit terminó convirtiéndola en cuasi-protectorado mediante la

Enmienda Platt, e instaló una base militar que hasta el presente sigue en Guantánamo.®i®

El triunfo japonés sobre los rusos, generó asombro y a la vez recelos en

la sociedad californiana. Los periódicos de Hearst, McCIatchy y los hermanos

Young, rivalizaban entre sí por obtener los reportajes más insólitos acerca de

las supuestas intrigas del Imperio japonés para apoderarse de las Californias.

En mayo de 1906, el Consejo Escolar de San Francisco resolvió

segregar a los niños japoneses de las escuelas, y las expresiones de odio

racial se multiplicaron. Muchos japoneses siguieron congregándose en los puntos fronterizos de México, deseosos de pasarse a los Estados Unidos, a

pesar del antijaponismo. Los “polleros” se hinchaban de dinero a sus costillas;

para frenar las incursiones, se creó la Patrulla Fronteriza.

Ajena a los impulsos racistas de sus vecinos (Guatemala también los tenía), la élite porfiriana no sólo experimentó su propio furor por lo japonés, sino

que promovía las migraciones japonesas, como sostén del proyecto de

colonización necesario para el progreso del país. Los comuneros de San-Ou,

en Chiapas, dieron un paso más en su ruta hacia la institución de una sociedad

ideal: resolvieron que el brío japonés, evidente en las conquistas económicas y

militares recientes, podía combinarse con la genética mexicana, para la

confección de una raza nueva.

Empezaron a manifestarse en el ambiente de principios de siglo,

versiones japonesas del destino manifiesto, como las de Ókawahira Takamitsu

y Tógó Minoru. Ókawahira creía que los japoneses de ultramar tenían ante sí

una misión: la de fundar enclaves para el aprovisionamiento de Japón. Tógó

pensaba que la raza Yamato estaba destinada a llevar el progreso hacia

confines con mayores rezagos en la escala civilizativa, sobre todo dentro del

entorno asiático.®"'®

Terui Ryójiro, el principal ideólogo de los sanouístas, seguramente

adoptó algunas de esas ideas durante sus viajes a Japón, aunque no se apartó

del proyecto inaugural de la colonia: el de construir un “paraíso comunal” en el

815 Thomas A. Bailey, A diplomatic history o f the American People, Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall, 1974, pp.500-501.818 Supra, notas 119-121.

114

Nuevo M u n d o A p o r t ó algo propio, guiado más por el pragmatismo que por la

racionalidad genética. El mestizaje (“hibridación” es el término de Néstor García

Canclini),®^® como causa, no estaba contemplado por los ideólogos japoneses

de la época.

Entre los colonos del Soconusco y los demás inmigrantes japoneses en

México, había distingos. Los primeros eran personas con formaciones

universitarias y objetivos calculados. Terui era de estirpe samurái. El resto

provenía de las zonas más depauperadas de Japón; campesinos e incluso descastados sociales, denominados burakumin. A éstos los movía la

necesidad de sobrevivir, más que la de establecer sociedades utópicas.

A los trabajadores de las minas carboníferas y plantaciones de caña, les

ilusionaba el Sueño Americano, no el chiapaneco. Anhelaban cruzar la frontera,

sin sopesar la discriminación racial, que al cabo no era tan diferente de la que

padecían en su propio país.

Se introdujeron por miles en la geografía estadunidense a través de la

frontera. Las voces a favor de su exclusión, traspasaron al estado de California

y penetraron en Washington. Las ansiedades en torno a Japón, se

incrementaron en los círculos de poder estadunidenses, mientras que en

México se promovían sin tapujos los intercambios con ese país, como parte de

una estrategia de equilibrio en las relaciones exteriores. Por su parte, los

servicios de inteligencia alemanes azuzaban a la opinión pública

norteamericana con el espectro del “peligro amarillo”, a fin de provocar un

conflicto que distrajera a la Casa Blanca de los escenarios a los que el Káiser

otorgaba prioridad en sus delirios imperialistas.

Arakawa, el villano

817 Atsuko Tanabe, Huellas japonesas en la cultura mexicana, Tijuana, B.C., Programa de Estudios Japoneses, Ei Coiegio de ia Frontera Norte, 1997, p.18.818 Néstor Garcia Canciini, Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad, México, Grijaibo, 1995.819 En ia sociedad feudai japonesa, ios Eta eran considerados parias, escorias, sujetos indignos que se dedicaban a ias iabores más execrabies como iimpieza de cioacas, taiabarteria o carnicería. En 1871 se Íes emancipó iegaimente de ese estigma, aunque ei prejuicio en su contra prevaieció aun en ei Sigio XX. Vid Hugh H. Smythe, “The Eta, a marginai Japanese caste”, en American Journal o f Soclology, v.58, n.2, Chicago, The University of Chicago Press, septiembre de 1952, pp. 194-196.

115

En septiembre de 1907, a pocos meses de haber entrado en vigor el

Agreement, la Patrulla Fronteriza capturó en El Paso a 126 japoneses indocumentados. Confesaron haber pagado a las organizaciones con sede en

Ciudad Juárez, por pasarlos al lado estadunidense. Todos fueron deportados.®2o

El Ministro japonés de Relaciones Exteriores, Hayashi Tadasu

tenía en sus manos un informe remitido por el jefe de la Legación en México,

Arakawa Minoji C]*, en el que le advertía de los abusos que cometían

las compañías que transportaban gente a México, y urgía moderar los flujos de inmigrantes y regular su sentido de misión en el extranjero.®21 Este fue el origen

de un cambio en la calidad y destino de los inmigrantes.

A las compañías que lucraban, se les sometió a controles; ya no

trasladarían mano de obra a México, sino preferentemente a Brasil, Perú y

Argentina, países con los cuales se habían firmaron convenios. A los

candidatos a emigrar, se les aplicaban criterios de selectividad, tales como

buena salud, valores éticos y educación, y se les instruía sobre los objetivos a

perseguir: trabajar con sentido de comunidad. Las colonias en Sudamérica no

se inspirarían en utopías como la de Enomoto, sino en arquetipos delineados

para el engrandecimiento de Japón, amen de que se privilegiaría la migración de familias enteras para evitar el mestizaje.

El gobierno japonés se apegó escrupulosamente al contenido del

Agreement, puesto que se desplomó el número de inmigrantes japoneses a

México, al tiempo que aumentaron los inmigrantes a Perú (Tabla 3). El acuerdo

contemplaba no sólo frenos a las cuotas a Estados Unidos, sino así mismo

para México, en conformidad con la interpretación rooseveltiana de la Doctrina

Monroe.®2® Fue un duro golpe a la política de colonización del Porfiriato. Otro

* En algunas fuentes aparece como Arakawa Mitsugu.820 Shufu (capital) a Hayashi Tadasu, NGM, 2 de septiembre de 1907.821 Arakawa a Hayashi, NGM, México, 14 de julio de 1907.822 El académico Adolfo Laborde sugiere que el modelo japonés debería de tomarse en cuenta para la elaboración de un programa migratorio para mexicanos. Adolfo Laborde Carranco, “Migración y política de ayuda: El caso de Japón en América Latina”, ponencia, XIII Congreso Internacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia Y África (ALADAA), Bogotá, Colombia (23-25 de marzo de 2011). http://ceaa.colmex.mx/aladaa/memoria xiii congreso intemacional/imaqes/laborde%201.pdfRecuperado 06.02.2014.823 La susodicha Doctrina había sido motivo de un enfrentamiento diplomático entre México y Estados Unidos en el seno de Tercera Conferencia Panamericana celebrada del 23 de julio al 22 de agosto de 1906 en Río de Janeiro. Los estadunidenses pretendían insertarla en los acuerdos generales, en contra de la voluntad mexicana que la

116

más lo asestó el arranque de las operaciones del Canal de Panamá, lo que

provocó un desplome de las acciones del Ferrocarril Interoceánico, planeado

para unir los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz a través del Istmo deTehuantepec.®24

TABLA 3

Salidas de japoneseshacia América Latina

[1903 - 1910]

Total Mundial América Latina México Brasil Perú Argentina

1903 14,055 1,710 281 0 1,303 1261904 14,663 1,261 1,261 0 0 01905 13,302 346 346 0 0 01906 36,124 6,325 5,068 0 1,257 01907 25,060 3,908 3,822 0 85 11908 10,447 3,679 0 799 2,880 01909 4,278 1,145 2 4 1,138 11910 6,951 1,401 5 911 483 2

Fuente: Gaimushó. Cf. J.F. Normano y Antonello Gerbi, The Japanese in South America, An iniroductory survey with special reference to Perú, Nueva York, Instituto of Pacific Reiations, Latin American Economic Instituto, 1943, p.6.

Arakawa era un profesional de la diplomacia, discípulo de Ókuma y

Mutsu. Había fungido como Cónsul General en la concesión china de Tientsin,

al momento de estallar la guerra sino-japonesa de 1895, y fue Cónsul en

Londres cuando se constituyó la alianza anglo-japonesa, en enero de 1902.

Sus antecedentes bastaron para que fuese visto como un experimentado

fabricante de intrigas internacionales. Arribó a México cuando en Washington se fraguaba el Agreement, por lo que le tocó la nada cómoda tarea de dar

cumplimiento al corolario monroísta de ese acuerdo.

Entre las más afectadas por la implementación del Agreement, se

encontraban las empresas que transportaban inmigrantes, así como el

Japanese Bureau y la Japanese-American Benevoient Association, que

tramitaban traslados al otro lado del Bravo. La Tairiku Shokumin, que proveía

de trabajadores a “La Oaxaqueña”, se adueñó de las remesas que 94

consideraba un subterfugio para justificar el intervencionismo, amen de que significaba admitir que el continente era parte de la hegemonía de Washington. Los Estados Unidos finalmente retiraron la moción aunque preservaron el espíritu de la doctrina como parte epistolar de su política exterior hasta mediados del Siglo XX. Vid., Diana Corzo González, La política exterior mexicana ante la nueva doctina Monroe, 1904-1907, México, Instituto Mora, 2005.824 Daniel Cosío Villegas, Historia Moderna de México. El Porfiriato, la vida económica, v.8, México, Hérmes, 1963, pp.1064-1086.

117

inmigrantes habían enviado a sus familiares en Japón; eso motivó que los

afectados demandaran la intercesión de Arakawa, quien nada pudo hacer.®2s

Varados y sin dinero, la mayoría de ellos se dispersó en las rancherías

veracruzanas.

La Tóyó Kisen Kaisha también solicitó la intercesión de Arakawa, pero

para que el gobierno mexicano acudiera en su auxilio. El 16 de julio de 1908,

Arakawa fue recibido por el presidente Díaz, y éste admitió sufragar el 50% de los pasivos de la empresa.®2s ei Secretario de Hacienda, José Ives Limantour,

completó la operación de financiamiento de la Tóyó Kisen, al considerar que

sus servicios eran necesarios para proveer de trabajadores a la minera Ei

Boieo, en Baja California Sur. Se firmó un convenio mediante el cual México

aportaría 60,000 pesos, a cambio de que la empresa japonesa continuara con sus corridas transpacíficas.

El convenio se publicó en el Diario Oficiai, el 4 de noviembre de 1909.

Sirvió para avivar el fuego de rumores que se venían dando, acerca de

supuestos entendimientos secretos entre Japón y México. Arakawa -con el

antecedente de haber estado en la guerra contra China, además de operar durante la rebelión Tonghak en Corea y la alianza con Gran Bretaña-®^ era

sospechoso de haber sido enviado a México con fines aviesos. Se creía que

formaba parte de una conjura, tendiente a socavar los designios de la Doctrina

Monroe. Él mismo informó a su gobierno sobre otro rumor que lo involucraba

como presunto saboteador del Canal de Panamá;®®® incluso trascendió que

conspiraba con el presidente nicaragüense, Santos Zelaya, para construir un

canal alternativo.®®®

Homer Lea, el agorero

Thomas Bailey, autor de un análisis sobre la escalada antijaponesa en la

época de Rooseveit, señala que los rumores sobre las pretensiones japonesas

825 Toda, pp.183-186.826 Arakawa a Terauchi (Masatake?), NGM, 16 y 25 de julio de 1908.827 The Edimburgh Gazette, n.10,861, 26 de febrero de 1897.httDs://www.theaazette.co.uk/Edinburqh/issue/10861/paqe/185/data.pdf Recuperadp 25.10.2015.828 Arakawa a Hayashi, NGM, Méxicp, 14 de julip de 1907.829 Urs Matthias Zachman, China and Japan in the late Meiji period. China policy and the Japanese discourse on National Identity, 1852-1904, Londres y NY, Routledge, 2009, n.65. Patricia Galeana, El Tratado McLane-Ocampo. La comunicación interoceánica y el libre comercio, México, Porrúa, UNAM, CISAN, 2006, p.20.

118

enrarecieron el ambiente. Cualquier incidente pudo haber desatado un conflicto.

Un excombatiente de la guerra contra España, Richmond Hobson,

escribió para The Exam/ner que los japoneses estaban listos a desembarcar en

las costas de California.®®® Otro ex militar residente en San Petersburgo,

aseguraba haber escuchado a un diplomático japonés decir que existía un plan para establecer enclaves en Filipinas, Hawái, Alaska, California y México.®®"'

Así mismo, el ex Cónsul en Shanghai, Charles Denby, afirmaba que los

japoneses actuaban disimuladamente.®®®

Homer Lea publicó The valor of ignorance (1909), a la luz de ese ambiente. Su libro recibió una amplia difusión en los círculos militares; se le

describió como una mezcla entre Clausewitz, Napoleón y Nostradamus.®®® Para

los estudiosos de la relaciones internacionales, Lea cabe dentro de la escuela

del realismo político, puesto que creía en el poder del Estado y en la guerra

como determinantes del devenir histórico. Su mayor virtud sería la de haber

presagiado el ataque a PearI Harbor y la Guerra del Pacífico, puesto que

escribió:

Esta República [Estados Unidos] y Japón, se aproximan -de manera descuidada por un lado y predeterminada por el otro- hacia ese punto de encuentro que es la guerra”.

Lea detectó con precisión el detonante de la confrontación: el racismo

antijaponés. Los japoneses estaban pasando por lo mismo que los chinos, sin

embargo, a diferencia de éstos, los japoneses sí reaccionarían contra los tratos

indignos, como parte de su carácter nacional.

El antijaponismo se había desbordado. Ya no solamente eran los

sindicatos y grupos socialistas los que se oponían a la presencia de Japón,

sino grupos cada vez más grandes. Lea sentenció:

330 Bailey, pp.136-137.331 Cf. Ibidem, pp.237-238.332 Ibidem, p.239.333 Cf. Daniels, p141.334 Lea, p.173.

119

El día que Japón presente su memoria de agravios ante el mundo y declare la guerra, el mundo habrá de considerar la posición de Japón no sólo como legal, sino como justa?®®

Según Lea, la costa oeste de Estados Unidos era tan vulnerable, que el

desembarco y desplazamiento japonés podía ser más expedito que la

capacidad de respuesta norteamericana, dado que el grueso de la Marina se

concentraba en el Atlántico. Las tomas de San Diego, Los Ángeles y San

Francisco, serían sencillas. Era de sorprender la ignorancia del gobierno (de

ahí el título de su libro), al suponer que la guerra era imposible. Para Lea, los

inmigrantes en Hawái y California eran ya quintacolumnistas del Imperio

japonés, como también lo eran los inmigrantes en México y América Latina.

Recomendaba acatar el dictum de la Doctrina Monroe. Ésta ya nada

tenía que ver con los sueños de solidaridad panamericana que tuvo James

Monroe, sino con el avistamiento del continente como zona de dominación

exclusiva de los Estados Unidos. Así lo expresó:

Los dominios territoriales de Estados Unidos no son únicamente aquellas posesiones que se gobiernan por sus leyes, sino la vasta región de México, las Indias Occidentales, América Central y América del Sur, que están muy lejos de ser causantes de una guerra. Se encuentran bajo la soberanía política de los Estados Unidos tanto como los estados de la Unión. La preservación de la Constitución no es más vital que la inviolabilidad de la Doctrina Monroe.®®®

Los medios impresos fueron asumiendo las admoniciones de Lea. En la Marina, circuló un plan basado en sus tesis, conocido como War Pian

Orange.^'^ Los rumores de espionaje, infiltración, complot y revanchismo por

parte de Japón, inundaron a la prensa estadunidense, y en los medios

europeos -sobre todo alemanes- el escenario de guerra se creyó inevitable.The New York Times reprodujo una nota publicada en Berlín, en la que

un alto oficial alemán presagiaba lo mismo que Lea: la guerra en el Pacífico.®®®

También el semanario Coiiier’s Weekiy transcribió el escrito de un estratega

835 Ibidem, p.183.888 Ibidem, p.103.887 Edward S. Miller, War Plan Orange. The U.S. strategyto defeat Japan, 1897-1945, Annapolis, MA, Naval Institute Press, 1991.338 The /Ven? York Times, 18 de mayo de 1907.httD://sDÍderbites.nvtimes.com/free 1907/articles 1907 05 00000.html Recuperado 15.02.2014

francés en igual sentido.®®® A decir de Bailey, los estadunidenses se fueron

acondicionando para lo que vendría después: la era del patrioterismo

(jingoism).^'^

Wangenheim, el delirante

120

En telegrama cifrado, con fecha 5 de marzo de 1908, el diplomático

mexicano Rodríguez Parra, apostado en Guatemala, notificó a su Cancillería

que había sido cuestionado por un agente estadunidense para que le informara

sobre la alianza constituida entre el presidente Díaz y el gobierno de Meiji.

Rodríguez Parra refutó la existencia de tal alianza, aunque solicitó

confirmación, ya que se daba por segura la susodicha alianza en varios círculos guatemaltecos.®4"'

Los agentes alemanes habían corrido el rumor de que el ejército japonés

contaba con una base militar a pocos metros de la frontera con Guatemala, con

miles de soldados armados y uniformados, dispuestos a ocupar el Canal de

Panamá.®42 Aquello no podía haberse hecho, sin el consentimiento de don

Porfirio.

El ministro alemán en México, Wangenheim, aseguraba que la élite

política mexicana sabía de esas operaciones encubiertas. Le notificó al

Canciller, Bernhard von Bülow, que los japoneses estaban a punto de iniciar las

hostilidades con Estados Unidos, antes de la apertura del Canal, “ya que el

Japón demostró, en su guerra contra los rusos, que no deja pasar el momento

oportuno”.®4® Las cifras de inmigrantes parecían corroborar que ingresaban por

millares, listos para una invasión. Entre 1906 y 1907, entraron al país casi 9,000, según las fuentes japonesas,®^^ y unos 10,000 según los alemanes.®^®

La supuesta base militar cercana a Guatemala, no era otra que la

Cooperativa San-Ou, que por aquellos años ya gozaba de esplendor. Las

339 Coiiier’s Weekiy, 25 de mayo de 1907. Hathi Trust Digital Library, Coiiier’s v.39. http://babel.hathitrust.ora/cai/bt?id=mdt3.39015013724037 Recuperado 15.02.2014340 Bailey, p.231.341 Fidel Rodríguez Parra al Secretario de Relaciones Exteriores, telegrama cifrado, 5 de marzo de 1908. AHGESRE 15.20.62.342 Tuchman, p.30. Katz, pp.89-90.343 Cf. Katz, p.89.344 Tabla 2.345 Katz, p.92.

121

familias y empleados de la cooperativa, en efecto recibían adiestramiento casi

marcial, porque su propósito era mantener vivo el espíritu del Bushidó.

Además, solían entonar el himno de Japón en las ceremonias cívicas, y vestían

uniformes.

Las evidencias de esa implantación japonesa en Chiapas; la

obsequiosidad del gobierno porfirista con el ministro Arakawa, y el hecho de

que a pesar del Agreement se siguieran infiltrando japoneses a través de la

frontera con México, constituían para la Legación de Alemania pruebas

suficientes para inferir que se tramaba una acometida contra los Estados

Unidos. Agréguese el interés manifiesto del presidente nicaragüense, Santos

Zelaya, amigo de Díaz, de invitar a Japón a construir un canal alternativo al de

Panamá.

Wangenheim atizó el fuego con supuestas muestras del “peligro

amarillo”, oculto hasta detrás de las nopaleras. Informó que los japoneses,

fuertemente armados, ocupaban otras regiones de México. Decía que el

Consulado británico había detectado la entrada de cuando menos 3,000 entre

abril y julio de 1907, y que se había reconocido a dos generales entre los

inmigrantes.®^® En el estado de Chihuahua, según Wangenheim, había 5,000 japoneses listos para portar armas, y otros 3,000 en el estado de Jalisco.®^7

Al Káiser le complacía aquel escenario. Indicaba la inminencia de una

guerra, que le permitiría reposicionar a Alemania en el tablero mundial.®"^® La

suya era Realpolitik, no “ignorancia” (para usar la expresión de Homer Lea).

Cada vez que el Ministro alemán en Washington, von Stenburg, le

transmitía al mandatario estadunidense los informes de sus agentes sobre las

operaciones nipo-mexicanas, éste lo esquivaba. Le parecía simplemente

increíble que los japoneses acudieran a México con propósitos bélicos. ®48

Rooseveit en esto se hallaba más cercano a los hechos reales que los

346 Ibidem, p.91.347 Cf. Ibidem, p.90.348 En carta fechada el 28 de diciembre de 1907, el Káiser le comentó al Zar Nicolás que “un caballero alemán” que habla sido testigo de las guarniciones militares japonesas en las haciendas del sur de México, hablaba de 10,000 elementos vestidos con chaquetas militares y botones de bronce. “Éstos son miembros de la reserva militar japonesa que portan armas clandestinas y son concebidos como un cuerpo de ejército capaz de tomar el Canal de Panamá y cortar esa conexión con los Estados Unidos”, añadió el Káiser. Cf. Ibidem, p.91-93. El caballero alemán tal vez era Hans Kritzier, un magistrado jubilado que realizó un viaje a Salina Cruz. Queda para la reflexión si acaso el gobierno alemán tuvo alguna vez oportunidad de consultar a Mauricio Woliheim, quien pasaba sus últimos dias de vida en Alemania y conocía mejor que nadie la verdadera situación de los japoneses en Chiapas.349 Bailey, p.235.

122

alemanes, ya que no sólo no hay evidencias de que Japón pretendiera agredir

a los Estados Unidos desde México, sino que Díaz era incluso ajeno a

semejante designio.

Rooseveit había girado órdenes a los comandantes de los 22 destacamentos militares apostados en la costa oeste y en la frontera con

México, para que efectuaran investigaciones sobre las presuntas compras de

terrenos a lo largo de la frontera por parte de japoneses. Ninguno reportó tales

evidencias. El comandante del fuerte Clark, en Texas, sí reportó que había japoneses en diferentes posiciones del Río Bravo, deseosos de ingresar a

Estados Unidos, mas no representaban un peligro.®®® En el fuerte de Coiumbia,

Washington, se reportó a un japonés solitario en posesión de mapas; y en San

Diego, se detuvo a un joven con una libreta para bocetos, pero sin bocetos.®®

Hacia finales de 1908, el Káiser y la inteligencia alemana optaron por

dejar de lado el escenario de guerra nipo-estadunidense en México. Tampoco

Guillermo II insistió en la compra de la Bahía de Magdalena. Wangenheim fue

removido, su posición la ocupó KarI Bünz. Bünz debía insistir en la

germanización del ejército mexicano, y procurar que Alemania participara de

manera destacada en los festejos del Centenario de la Independencia.

A pesar del giro en las apreciaciones alemanas, al Ministro japonés,

Arakawa, se le siguió viendo como un ejecutor de planes siniestros, y sus

pasos fueron discretamente vigilados. Tuvo que solicitar refuerzos a Tókyó

para enfrentar, tanto las exigencias de los inmigrantes desertores, como las

necesidades de quienes se agolpaban en la frontera. Contó para ello con el

apoyo de Yoshida Mitsutoshi como intérprete, y del joven filósofo

Arai Kinta [Íf#^Á ;? ], quien se había granjeado las simpatías de la familia del

doctor Samuel Espinosa de los Monteros, con cuya hija se casó.

Huntington, el conciliador

La psicosis antijaponesa se extendió en los Estados Unidos, gracias a

que los medios amarillistas infundieron miedo. Manejaban el supuesto de que

México constituía una base de operaciones para la invasión silenciosa de los

350 Iriye, p. 161.351 Ibidem.

123

japoneses. El Tiempo, en su edición del 1° de octubre de 1909, reportó la

realización de un banquete de despedida ofrecido por don Porfirio al ministro

Arakawa, con el patrocinio de la Tóyó KisenT '^

En su viaje de regreso a Japón, Arakawa declaró a The San Francisco

Cali que los japoneses en México gozaban de bienestar, gracias al ambiente de

progreso que existía en el país.®®® El ambiente era de progreso, aunque

también de agitación. Francisco I. Madero hacía campaña en diversas ciudades

contra la reelección de Porfirio Díaz, y los círculos reyistas se pronunciaron a

favor del general Bernardo Reyes para la sucesión presidencial de 1910.

En California, el republicano Hiram Johnson montó su campaña a la

gubernatura sobre el objetivo de suprimir el Agreement, y de aplicar leyes más

severas en contra del “peligro amarillo”. El periodista Thomas Millard, residente

en China, publicó un libro en el que decía tener pruebas contundentes de las

ambiciones japonesas a escala mundial, y de lo que significaban para la seguridad estadunidense.®®4

La sociedad mexicana era muy ajena a esos desarrollos. Se solazaba

con los preparativos para las fiestas del Centenario, y se mostraba entusiasta

ante la eventualidad de que hubiera un proceso democrático que por fin

desplazara a don Porfirio. Éste actuaba y se conducía como estadista.

Inauguraba obras públicas, se codeaba con el cuerpo diplomático, y ofrecía entrevistas, como la que concedió a James Creelman, reportero del Pearson’s

Magazine, en marzo de 1908, que se publicó bajo el título solemne de

“Presidente Díaz, héroe de las Américas”.

Por si hubiera dudas de que realmente era un héroe de las Américas,

cuando el gobierno del mandatario estadunidense, William Taft, ejecutó una

asonada en contra del presidente Santos Zelaya, Díaz ordenó a un buque de

guerra mexicano que acudiera al rescate del nicaragüense. Se suprimió así la

posibilidad de que Japón construyera un canal alternativo al de Panamá.

852 El Tiempo, 1° de octubre de 1909, Sección II, pp.6-7.353 The San Francisco Cali, 10 de octubre de 1909.httD://chroniclinqamerica.loc.qov/lccn/sn85066387/issues/first paqes/1909/ Recuperado 20.02.2014.854 Thomas F. Millard, America and the Far East Question. An examination o f modern phases o f the Far East Question, Including, the new activities and policy o f Japan, the situation o f China, and the relation o f the United States o f America to the problema involved, Nueva York, Moffart, Yard and Co., 1909. httD://www.forqottenbooks.orq/readbook/America and the Far Eastern Question an Examination of Modern Ph ases of 1000508179#1

124

Taft, quien había sido Secretario de Guerra en la administración de

Rooseveit, y había hecho caso omiso de las intrigas alemanas, cambió su

apreciación acerca de los japoneses. De la empatia durante la guerra ruso-

japonesa, al temor de que incursionaran en la zona de influencia

norteamericana. La conducta de Díaz en apoyo a Santos Zelaya, también

provocó un cambio de apreciación en Taft, puesto que levantó sospechas

acerca de lo que supuestamente escondería.

Apenas dos meses atrás, él y Díaz se habían reunido en Ciudad Juárez

y El Paso, Texas. Las gestiones para esos encuentros las efectuó el

gobernador de Chihuahua, Enrique Creel, amigo personal del presidente Taft.

La cumbre de presidentes fue extraordinaria, aunque también estuvo

colmada de misterios, ya que se realizó a puerta cerrada. Nada se sabe acerca

de las discusiones, ni de los acuerdos a que llegaron, por lo que la

especulación se ha vuelto inevitable. ¿Hablarían de la supuesta alianza nipo-

mexicana, destinada a socavar a la Doctrina Monroe?

No es improbable que el tema de Japón se inscribiera en la agenda.

Incluso es factible que Taft hubiese sugerido el establecimiento de un bastión

militar en la Bahía de Magdalena. Esto se infiere a partir de sucesos ocurridos

después, con respecto a la Bahía. Don Porfirio debió inclinarse por contener el

ímpetu monroísta del estadunidense, no a los japoneses, de ahí que le tendiera

la mano al depuesto presidente de Nicaragua, en abierto desafío a Washington.

Hay un dato que permite colegir que Díaz y Taft sí pudieron haber

abordado el tema de Japón. En la preparación del encuentro no intervino el

Secretario de Estado, Philander Knox, pero sí el Secretario Adjunto, Francis-

Mairs Huntington Wiison, un diplomático de carrera que había vivido nueve

años en Tókyó y conocía bien a los miembros del Genró, según narra en sus Memorias.

Huntington era un fiero defensor del estado de derecho, y un convencido

de que las desproporciones de la opinión pública norteamericana conducirían

eventualmente a la confrontación con Japón. Confiaba en la diplomacia como

medio para zanjar las diferencias entre las naciones, puesto que escribió:

“Desde un principio, tomé seriamente a la diplomacia como una profesión y me

125

enfadaba la definición del diplomático como ‘un hombre enviado al exterior a

mentir en nombre de su país’.”®®®

Si él seleccionó para Taft los temas a tratar durante su encuentro con

Díaz, y si el rumor de una alianza nipo-mexicana constituía un tema álgido, ¿acaso Huntington lo exceptuó de la agenda? En sus Memoirs se limita a decir

que existía una buena cantidad de problemas fronterizos, capaces de desatar

las hostilidades con México, y que Taft admitió su propuesta de temas a tratar,

ante la ausencia de Knox,®®® más no alude a Japón como asunto de interés

común entre México y los Estados Unidos.

Por si hubiera dudas acerca de la buena disposición de Huntington hacia

Japón, fue él y no Knox el promotor de un nuevo tratado de comercio y

navegación entre Japón y Estados Unidos. El tratado se negoció en medio de

una creciente radicalización de las campañas a favor de la exclusión japonesa.

A Knox le interesaba más el mundo de las finanzas, que los formalismos

diplomáticos. Fue él quien inrodujo en Taft la idea de utilizar al dólar como

ancla de la diplomacia (Dallar Diplomacy), al tiempo que delegó en Huntington

Wiison la parte operativa de la política exterior. En 1913, Huntington renunció al

Servicio Exterior de su país, por no estar de acuerdo con el manejo arbitrario

de la política exterior. Ahí terminó su carrera diplomática.®®7

Todos los personajes referidos en este apartado, tuvieron en común algo

que ver con la Baja California y la Bahía de Magdalena. Nos referiremos en

seguida a Henry Lañe Wiison, investido como embajador de los Estados

Unidos en México durante las fiestas del Centenario. Su injerencia en los

entramados de la política mexicana, y en la percepción que de México se tenía

en Washington, ameritan una reflexión por separado.

LA NEUROSIS DE HENRY LAÑE

855 F.M. Fluntington Wiison, Memoirs o ían ex- diplomat, Boston, Bruce Flumphries Inc, 1945, p.62. httD://babel.hathitrust.orq/cqi/pt?id=uc1.$b541385#view=1uD:seq=58 Recuperado 02.03.2014 356 Wiison, p.236.857 Ref. Clifford L. Egan, “Pressure groups, the Department of State, and the abrogation of the Russian-American Treaty of 1832”, Proceedings ofthe American Philosophical Society, v.115, n.4 (20 de agosto de 1971), pp.328-334. http://www.utexas.edu/law/iournals/tlr/sourcesA/olume%2092/lssue%204/Bradlev/Bradlev.fn117.Pressure.Groups.pd f Recuperadp 22.02.2014.

126

En marzo de 1911, Taft ordenó una movilización de 20,000 efectivos

militares hacia la frontera con México. Sin previa consulta con Knox, o con

Huntington, o con el Senado, y sin previo aviso al gobierno mexicano, el

presidente movilizó al ejército después de conferenciar con su embajador en

México, Henry Lañe Wiison. Éste había presentado ante Díaz, casi desde el

primer encuentro, el interés estadunidense por instalar una base en la Bahía de

Magdalena.

Don Porfirio no sólo no se mostró complaciente, sino que decidió no

renovar una licencia concedida para utilizar la bahía como campo de prácticas

de tiro. Eso debió irritar al embajador. A continuación, se hará una sinopsis de

lo que desencadenó la negativa a otorgar derechos virtuales al ejército y la

Marina estadunidenses sobre la Bahía de Magdalena, caso que Cosío Villegas

califica como el “más notable de una opinión pública desviada”.®®®

Conato de intervención

No existían precedentes de una movilización militar como la de Taft,

desde la guerra de 1848. Taft le explicó al secretario Knox, que la orden

obedecía a que Wiison le notificó que “la situación en México era muy

pesimista”, y que todo México padecía levantamientos revolucionarios que

ponían en peligro la seguridad de los norteamericanos.®®®

La movilización, sin embargo, fue demasiado insólita como para suponer

que se trataba de un episodio rutinario o de solamente de proteger a los

norteamericanos. Se dispuso el traslado del acorazado U.S.S. Princeton desde

Panamá hacia Baja California, y al Yorktown se le ordenó patrullar los puertos

sobre el litoral del Pacífico mexicano. Varios medios especularon en torno a los

verdaderos motivos de la movilización. Volvió a emerger el “peligro amarillo”.

358 Daniel Cosío Villegas, “Magdalena la ingrávida”, en Historia Moderna, v.6, p.298.359 Taft a Knox, 11 de marzo de 1911, Taft Papers. Cf. P. Edward Haley, Revoiution and intervention. The dipiomacy o f Taft and Wiison with México, 1910-1917, Cambridge, Mass., MIT Press, pp.25-26.

127

The Washington Post aludió a un “agente revolucionario mexicano”,

quien afirmaba que la Armada japonesa había obtenido una concesión para

instalar una terminal carbonífera y una base naval en las bahías de Magdalena

y Todos los Santos. Citaba también a un oficial de la Marina estadunidense,

quien aseguraba que el gobierno de Díaz estaba “completamente financiado”

por el gobierno japonés, el cual pretendía un control total de México.®®®

El ex presidente Rooseveit le escribió a Taft, que en caso de que se

produjera una guerra en la que México fuera “apoyado por Japón o por alguna

otra gran potencia”, él ofrecía sus servicios al frente de un regimiento dispuesto

a salvaguardar la validez de la Doctrina Monroe.®®"'

Tuchman hace mención del periódico neoyorkino The Evening Sun, el

cual publicó que la movilización obedecía a las presuntas evidencias de un

acuerdo secreto nipo-mexicano. El acuerdo le permitiría a Japón establecer

bases en las costas bajacalifornianas, amen de que contaría con privilegios

especiales en el Istmo de Tehuantepec. En su edición del 9 de abril, la

publicación hablaba de una fotografía del tratado que obraba en poder del

embajador Wiison. Su fuente era el oficial alemán Herwarth von Bittenfeld.®®

Es fácil adivinar que los alemanes seguían insistiendo en provocar una guerra.

Jamás sabremos qué fue lo que Wiison le reveló a Taft, tan contundente

como para que se ordenara una movilización de tropas hacia la frontera. Si el

deber del embajador era preservar las disposiciones de la Doctrina Monroe,

eso signficaba entorpecer los privilegios a cualquier potencia extracontinental.

Como ya se dijo, Taft pasó de la empatia a la suspicacia antijaponesa.

En 1905 había conseguido que el Premier japonés, Katsura Taró

reconociera la soberanía norteamericana sobre Filipinas, a cambio de

reconocer la supremacía japonesa sobre Corea. Cuando vio que el Acuerdo

Taft-Katsura sólo sirvió para justificar la anexión de Corea en 1910, su actitud cambió. Llegó a decir: “Un jap [sic] es, ante todo, un jap, y estará feliz de

acrecentarse a expensas de quien sea”.®®®

360 The Washington Post, 11 de marzo de 1911, pp.1-3.361 Theodore Rooseveit a W.H. Taft, 14 de marzo de 1911, Taft Papers. Cf. Ibidem, p.28.362 Tuchman, pp.34-38.363 Cf. Ralph EIdin Minger, Wiiiiam Howard Taft and United States foreign poiicy: the apprenticeship years, 1900- 1908, Urbana, III., University of Illinois Press, 1975, p.144.

128

Hubo varios otros eventos que debieron sembrar desconfianza en Henry

Lañe Wiison. En primer lugar, el ambiente de japonofilia que prevalecía en

México durante las fiestas del Centenario, contrastaba con el antiyanquismo del

público mexicano. El erudito, don José Iturriaga, relata que la actitud displicente

con la cual el Congreso estadunidense resolvió enviar a última hora una

comisión oficial a las fiestas, no escapó a la crítica de los medios. Un testigo

presencial de los festejos le contó a él que los delegados más aplaudidos

habían sido los de Japón y Alemania, en tanto que el norteamericano (Curtís Guild Jr.) “fue silbado en medio de apagados aplausos”.

La delegación japonesa estuvo encabezada por el vizconde Uchida

Yasuya [ PB ]*, a la sazón embajador en los Estados Unidos. Le

acompañaron el teniente coronel Tanaka Kunishige y el Capitán de

Marina, Hiraga Tokutaro con quienes el coronel Porfirio Díaz

Ortega, y el brigadier Félix Díaz Prieto, hijo y sobrino del Presidente,

respectivamente, entablaron amistad mientras se hospedaban en la residencia

de la familia Braniff.®®® El hecho no debió pasar desapercibido, ni para Wiison ni

para el Ministro alemán Bünz, quienes monitoreaban a los japoneses, en

especial los movimientos del Encargado de Negocios Horiguchi Kumaichi [fgp

Horiguchi era padre del joven poeta francófilo Horiguchi Daigaku [fgp

^ ]. Se había casado en segundas nupcias con una dama belga, quien resultó

ser una excelente publirrelacionista, puesto que hizo amistad con las esposas

del jet set porfiriano y las damas del cuerpo diplomático acreditado en México.

Parecerán triviales estos detalles, pero no lo son, a la luz de los

acontecimientos que habremos de narrar en páginas sucesivas. Entre otras

cosas, Horiguchi concretó el montaje de una exposición de arte industrial

japonés en lo que hoy se conoce como Museo del Chopo, colonia Santa María

la Ribera.

El Imparcial notificó a principios de 1910, la presencia en México del

magnate de los medios, William Hearst, propietario de 800,000 hectáreas de

* En algunas fuentes aparece como Uchida Kósai [ r t364 José E. Ituarriaga, México en ei Congreso de Estados Unidos. Nacionaiismo y poiítica internacionai, México, Cámara de Diputados, Porrúa, 2012, p.162, n.149.365 Vid., Rustin Bradley Gates, Defending the empire: Uchida Yasuya and Japanese foreign poiicy, 1865-1936, Tesis Doctorial, Harvard University, 2007. htlD://aradworks.umi.com/32/65/3265143.html

129

tierras en Chihuahua. Hearst tenía fama no sólo de millonario excéntrico, sino

también de racista. ®®® En entrevista para el periódico en cuestión, este

“Napoleón de la prensa norteamericana” asintió que estaba convencido de que

Japón se preparaba para apoderarse de Filipinas y Hawái, antes de embestir al

continente. Horiguchi lo desmintió. Argüyó que la supuesta invasión

japonesa era un engendro de los “periódicos sensacionalistas”.®®®

Espectro nipón, fin del Porfiriato

Los periódicos de Hearst no cejaron en su empeño por evidenciar que Japón atentaba contra los intereses norteamericanos. Agréguese la circulación

de los libros publicados por Homer Lea y Thomas Millard, presagiando un

ataque escrupulosamente calculado, así como la labor de los agentes

alemanes, interesados en distraer a Washington en su traspatio, mientras ellos acomodaban sus fichas en Europa.

En octubre, arribó a Salina Cruz una escuadra naval japonesa, como

parte de una gira amistosa. La encabezaba el vicealmirante Rokuró Yashiro [7s

II^Aft], ex combatiente de la guerra ruso-japonesa, quien fue objeto de trato

especial con banquetes y una gira por Veracruz.®®®

Henry Lañe interpretó aquella no como una visita protocolaria, sino como

una burla a la Doctrina Monroe. Se le informó que la escuadra nipona había

levantado planos de las costas occidentales de México, por lo que solicitó

entrevistarse con Díaz. Si como dice Calvert, Henry Lañe era un neurótico,®^® la

entrevista efectuada el 15 de noviembre debió ser incomoda para don Porfirio.

Éste le echó en cara la provisión de armas y el apoyo norteamericano a Madero y Flores Magón.® 1

Una semana después, se descubrió un arsenal de armas de fabricación

norteamericana en la casa de la familia Serdán, en Puebla. A veces hay que

366 Nasaw, Cap. III-9.367 El Imparcial, 31 de marzo de 1910, Primera Sección, pp.5-6.368 El Tiempo, 1“ de abril de 1910, Primera Sección, pp.1-3.369 Tuchman menciona una fuente guatemalteca que aseguraba que Rokuró se embriagó en una recepción y brindó por la acción conjunta de japoneses y mexicanos, hermanos de sangre, contra un cierto enemigo común. Tuchman, p.34.370 Peter Calvert, La revolución mexicana (1910-1914), México, Ediciones El Caballito, 1978, pp.53-54.371 Ibidem, p.57. Francisco Javier Gorostiza, Los ferrocarriles en la Revolución mexicana, México, Siglo Veintiuno, 2010, p.59.

130

sostener hipótesis contrafactuales, dice el historiador británico Alan Knight.®72

Se rehúsa él a admitir que el movimiento maderista tuviera sustento estadunidense.®73 Haley asienta categóricamente que el régimen de Díaz cayó

“a causa de su corrupción e incapacidad para defenderse o aplicar sus leyes, y no como resultado del apoyo norteamericano a los opositores del régimen.”®74

No es propósito nuestro polemizar acerca de los orígenes y el devenir de

la revolución en México, sin embargo, hay evidencias de que, sin menoscabo

de los ideales de Madero y Flores Magón, sí hubo grupos de interés que

contribuyeron con armas y dinero al éxito de sus causas. Para todo efecto, bajo

la hipótesis de que los presuntos entendimientos secretos entre el Porfiriato y

Japón tenían un alto valor en las consideraciones de Washington, es probable

que se instigara la caída de Díaz, entre otras cosas, para coartar el supuesto

expansionismo japonés en México.

Cuesta trabajo imaginar que un tema de esa envergadura se hubiera

pasado por alto durante las entrevistas de Taft y Díaz, en octubre de 1909. Así

mismo cuesta trabajo imaginar que la movilización del ejército y la Marina

norteamericanos, en marzo de 1911, atendiera a simples “maniobras”, y no a

objetivos más preclaros, como el de desalentar cualquier alianza que atentara

contra el espíritu de la Doctrina Monroe.

Este supuesto lo blandió el agente británico, Thomas Hohier, apostado en México. En telegrama al Foreign Office, fechado el 9 de marzo, Hohier

sostuvo que la demostración de fuerza ordenada por Taft estaba destinada a

Japón, ya que se produjo después de que el embajador Wiison le presentó a su

presidente una copia del tratado nipo-mexicano, que los alemanes presuntamente le robaron a Limantour.®7s

En aquel momento, Limantour conferenciaba en Nueva York con

Francisco Vázquez Gómez, enviado de Francisco I. Madero, y con el padre de

éste, a fin de alcanzar entendimientos. La posición de Vázquez Gómez era

endeble, si se tiene en cuenta que la insurrección maderista en Casas

Grandes, Chihuahua, el 6 de marzo, había sufrido una derrota ante las fuerzas

372 Ibidem, pp.612-613.373 Alan Knight, La revolución mexicana, del Porfiriato al nuevo régimen constitucional, México, FCE, 2010, p.270.374 Haley, p.23.375 Hohier a Grey, telegrama No. 3, 9 de marzo de 1911, FO 371/1146, Exp. 1573/8788. Cf. Calvert, n.3, p.69.

131

federales.®^® A las conversaciones se sumó Gustavo A. Madero, quien a decir

de su biografa también se encontraba en Nueva York, en pláticas de negocios con un personaje llamado Sherbourne G. Hopkins.®^^

Es difícil creer que la movilización del ejército ordenada por Taft, preludio

de una intervención, se hallara desconectada del contexto descrito. Para

Limantour y don Porfirio constituyó no sólo un acto de intimidación, sino de

advertencia de que más valía alinearse, o podía pasarles lo que a Santos

Zelaya. A los maderistas los fortaleció. Un espaldarzo al coahuilense tras su

derrota en Casas Grandes, no le venía mal, aunque no sería un favor gratuito.

En sólo dos meses, la balanza cambió. Aparecieron insurrectos armados

en distintos puntos del norte de México. En Morolos se alzó Emiliano Zapata. El

10 de mayo, los insurrectos tomaron Ciudad Juárez, y el día 25, Díaz presentó

su renuncia a la Presidencia.

A decir de Francisco Bulnes, el régimen porfirista cayó, entre otras

cosas, por alejarse tanto de Washington, y acercarse demasiado a Japón.

Resalta el hecho de que don Porfirio designara a su hijo como emisario

especial ante el Imperio de Japón, con el objetivo de agradecer al Meiji Tennó

el envío de una misión durante las fiestas del Centenario. ®7® Atribuía tal

“dislate” a la impericia de Enrique Creel, quien suplió a Ignacio Mariscal al

frente de la Cancillería:

[Creel] Negó a la Casa Blanca prorrogar el préstamo de la bahía Magdalena [...] y, por último, ejecutó una caratina antidiplomática abominable: marcó la predilección del gobierno mexicano por el Japón, nombrando embajador extraordinario para que fuera a darle las gracias, a “Porfirito”, al hijo del César [...] Con ese acto, el general Díaz enviaba a su propia carne, sangre y huesos al Japón. El señor Creel aseguró con su diplomacia el triunfo del arevolución.

Según Bulnes, no le hubiera costado nada a Díaz haber prolongado el

usufructo de la Bahía de Magdalena a los norteamericanos, en aras de

376 En Casas Grandes, Francisco I. Madero fue herido y recibió asistencia médica del inmigrante japonés Nonaka Kingo, quien fue reclutado para la causa maderista. Vid. Genaro Nonaka García, Kingo Nonaka, andanzas revolucionarías. Chihuahua, Archivo Histórico de Chihuahua, 2005.377 Begoña Consuelo Hernández y Lazo, Gustavo A. Madero. De activo empresario a enérgico revolucionario (1875- 1913), México, Gobierno del Estado de Coahuila de Zaragoza, Centro Cultural Vito Alessio Robles, Editorial Los Reyes, 2013, pp.108-112.378 Francisco Bulnes, El verdadero Díaz y la Revolución. Rectificaáones y aclaraciones a las Memorias del General Portirio Díaz, México, Instituto Mora, 2008, p.311.379 Ibidem, pp.326-327.

132

mantener las relaciones de amistad. A decir del otrora relator de la comisión

astronómica que vistó Japón en 1875, don Porfirio había querido jugar al Power

Politics internacional, sin percatarse de que México era apenas una “potencia

de último orden militar”. Eso motivó que Taft apoyara “descaradamente” a la

revolución maderista.®®®

Para algunos aventureros, propagandistas, traficantes de armas,

agentes secretos, contrabandistas y filibusteros, un levantamiento armado en

México representaba la oportunidad de sacar provecho, sin implicar a las

agencias del estado.®®"' Charles Harris III y Louis Sadler, investigadores de a

Universidad Estatal de Nuevo México, ofrecen pruebas de que desde tiempos

de la entrevista Díaz-Taft, ya existían grupos de oposición a la dictadura

conspirando en distintos puntos de la frontera.

Limantour era de los que creía que Taft había metido las manos en el

levantamiento maderista. Escribió en sus Apuntes, que el haber recobrado la

posesión de la Bahía de Magdalena, que los norteamericanos ya consideraban

como propia, amen de otorgarle protección al presidente Zelaya, y de resistirse

a bloquear la inmigración japonesa en México, constituyeron los catalizadores

del derrocamiento del régimen. ®® Contrario a Bulnes, dice que no eran

pretensiones de poder, sino de independencia los que motivaban a Díaz.

Atribuía al sensacionalismo de periodistas como Turner, de Fornaro y López de

Lara, la atmósfera de intervencionismo que condujo al “paso imprudente”

ordenado por Taft.®®®

En el capítulo siguiente, analizaremos el destino del maderismo,

ensombrecido por las intrigas de diversos actores. Para Japón, Madero no era

más que el Presidente de México, a quien se le ofreció apoyo; para ciertos

observadores, sin embargo, no podía ser tan inocente la presencia japonesa

durante su periodo.

380 Ibidem, p.311.381 Charles H. Harris III y Louis R. Sadler, The secret war in Ei Paso. Mexican revoiutionary intrigue, 1906-1920, Albuquerque, University of New México Press, 2009.382 José Yves Limantour, Apuntes sobre mi vida pública, México, Porrúa, 1965, pp.197-199.383 Ibidem.

133

134

CAPÍTULO IV

JAPON Y EL M ADERISM O

135

Si nos fuese perm itido co n tem p la ra través de los m isterios del horizonte, e l curso futuro de la vida, pensaríam os que una m ano graciosa y crue l

ju e g a con los destinos de l hombre.

M anue l M árquez-Sterling E m bajador de Cuba (1913)

¿Fue acaso el espectro de Japón el que hundió a Porfirio Díaz, como

pensaban Bulnes y Limantour? No fue la causa única, aunque sí una en la que

poco han reparado los estudiosos de la Revolución Mexicana.

Quienes creen en la autenticidad de la Revolución, sostienen que

México era una olla de presión que estallaría tarde o temprano, en vista de que

las desigualdades sociales eran ya insostenibles.®®4 jurner se limitó a revelar

las condiciones de miseria, esclavitud y barbarie que imperaban en México, y

por eso individuos como Flores Magón, Madero, Orozco y Zapata, acaudillaron

la insurrección.

Quienes han puesto el acento en los factores exógenos, piensan que si

bien es cierto que don Porfirio era un anciano, el Porfiriato al menos había

sentado las bases de un país rejuvenecido y distinguible en el orden

internacional. Mediante el positivismo, así como la aplicación del precepto de

mucha “administración, poca política”, Díaz había logrado imponer orden en el

país. Construyó una potencia en ciernes, que incomodaba a los

estadunidenses, empeñados en ver a México como su traspatio.

384 v.g., Jesús Silva Herzog, Cuatro juicios sobre la Revolución Mexicana, SEP 80, n.1, México, FCE, 1971.

136

Conforme a esta visión, Madero creyó encabezar un movimiento

auténtico, aunque en realidad eran intereses ajenos a México los que operaban

a través de su hermano Gustavo y del embajador Henry Lañe Wiison. Javier

Garciadiego señala que para contrapesar la evolución de los Estados Unidos a

la categoría de potencia imperial moderna, Díaz incrementó sus relaciones

económicas y políticas con Europa y Japón, lo cual fue resentido por los norteamericanos.®®®

La revolución para Garciadiego, comenzó con una crisis diplomática

cuyas secuelas serían incalculables.®®® Lorenzo Meyer admite que en efecto la

gran estrategia diplomática de Díaz se esbozó para contrapesar la influencia

estadunidense, y considera que la aproximación con la Corona Británica fue

medular. Asume que la preferencia por el capital extranjero, así como el trato

especial hacia los británicos, provocó una reacción doble: nacionalista entre los

mexicanos, y la disuasiva contra cualquier pretención extranjera por sustraer a México de la órbita hegemónica de los Estados Unidos.®®

La combinación del nacionalismo mexicano y la sensibilidad norteamericana hacia cualquier manifestación amenazante a sus intereses en

México, no sólo subyacen entre las razones que explican la caída del

presidente Díaz, sino también el decurso del movimiento armado iniciado por

Madero. Veremos a continuación el papel que jugaron Japón y los japoneses

en las sensiblerías descritas.

CONTRAPUNTOS

Revolución antichina

Un adelanto de la insurrección que estalló en noviembre de 1910, fue la huelga laboral en la mina de Cananea, Sonora, en junio de 1906. Se le

considera como precursora de la revolución. En la literatura marxista se le

reconoce como muestra de la complicidad entre el régimen de Díaz y el

885 Javier Garciadiego, Textos de la Revolución Mexicana, Prólogo, Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2010, p.xx.888 Ibidem.887 Lorenzo Meyer, Su Majestad Británica, pp.91-93.

137

imperialismo, a la vez que ejemplifica los niveles de lucha de la clase

trabajadora mexicana.

No existen registros de mineros japoneses en Cananea, aunque sí de

chinos que realizaban actividades de fundición de metales.®®® Sus salarios eran

mejores que los de los mexicanos, además de que durante el conflicto se

plegaron del lado del propietario de la mina, el norteamericano William Greene.

Eso generó animadversión contra ellos, al punto de que estalló un movimiento

antichino en la entidad.

Los partidarios de Flores Magón, coligados en el Partido Liberal, se

involucraron en la huelga a través de un activismo contra los yanquis y sus

aliados, los chinos.®®® Los apologistas del magonismo suelen enaltecer su

carácter antiimperialista, pero ocultan los odios que profesaban contra los

asiáticos. Charles Cumberland sitúa los orígenes del antichinismo en Sonora,

justo en esa huelga.®®® Aun hay quienes sostienen que la campaña contra los

chinos en Cananea, sirvió de modelo para la campaña antijaponesa que se

desató en el estado contiguo de Arizona.®®"'

A diferencia de los chinos, que solían formar comunidades herméticas e

interconectadas a nivel nacional, las agrupaciones japonesas estaban más bien

dispersas, con la mira puesta en emigrar a los Estados Unidos. Muchos de los

japoneses que permanecieron en México, se vieron envueltos en la revolución:

algunos jornaleros acabaron en las filas zapatistas; los mineros se involucraron

en el constitucionalismo, y a unos cuantos trabajadores del ferrocarril del

Pacífico, también se los llevó La Bola.

Los chinos eran non gratos en Estados Unidos desde 1882, por lo que

tres décadas después, ya tenían asimilada esa condición. Las comunidades

chinas asentadas en el norte de México, prosperaron hasta formar parte de las

388 José Rivera Castro, “El Imparcial y su visión dei confiicto minero de Cananea”, en Casa del Tiempo, México, UAM, Sección Memoria, v.3, n.25, época IV (nov. 2009), p.120.http://www.difusioncultural.uam.mx/casadeltiemDo/25 iv nov 2009/casa del tiempo elV num25 117 124.pdf389 Nicplás cárdenas, “La Huelga de Cananea en 1906, un reinterpretación”, en Estudios Sociológicos, v. 16, n.46 (ene-abr. 1998), pp. 117-146.390 Charles C. Cumberland, “The Sonora Chinase and the Mexican Revolution”, en The Hispanic American Histórica! Review, v.40, n.2 (mayo de 1960), Durham, NC, Duke University Press, pp.191-211.http://www.istor.orq/discover/10.2307/2510021?uid=3738664&uid=2129&uid=2&uid=70&uid=4&sid=2110397125985 7 Recuperado 03.05.2014.301 Avital Bloch y Servando Ortoll, "The Anti-Chinese and Anti-Japanese Movements in Cananea, Sonora, and Sait Lake River, Arizona, during the 1920 and 1930s", v.6, n. 1 (primavera 2010), en Americas. Americana e-Journal o f American Studies in Hungary, Szeged, Hungría, University of Szeged. httD://americanaeiournal.hu/vol6no1/bloch-ortoll Recuperado 03.05.2014.

138

clases adineradas. ®®® En Mexicali, amasaron fortunas en el negocio de

introducir inmigrantes al otro lado de la frontera. En Torreón, dominaron

algunas ramas de servicios como restaurantes, lavanderías, panaderías y

tiendas de abarrotes. Procuraban mantenerse cohesionados a través de matrimonios al interior de sus comunidades, en cambio los japoneses, no

evadían el mestizaje.

Entre enero y mayo de 1911, los magonistas intentaron apoderarse de

Mexicali, Tecate y Tijuana. En abril, la mayor parte del país ya tenía grupos de

insurrectos que clamaban justicia, libertad y fin de la dictadura porfirista. El 10

de mayo, Pascual Orozco tomó la plaza militar de Ciudad Juárez, lo cual

envalentonó a los revolucionarios. Emilio Madero, hermano de Francisco, se

colocó a la cabeza de la rebelión en Coahuila, bastión de la familia Madero,

después de ser liberado de la cárcel de San Pedro de las Colonias.

Los municipios duranguenses de Gómez Palacio y Lerdo habían caído

en manos de los alzados desde el 5 de mayo, a consecuencia de que la

guanición militar se replegó a Torreón, del otro lado del Río Nazas. Ante el

inminente ataque de los maderistas, los comerciantes, empresarios, gerentes

de bancos y cónsules extranjeros de Torreón, decidieron apoyarse. Eligieron

como punto de reunión la Asociación Reformista del Imperio Chino, y la noticia

se filtró a las filas maderistas. Se dijo que contaban con armas, y que al frente de la resistencia se encontraban los chinos.®®®

Emilio Madero dispuso entonces que el ataque comenzara en la noche

del sábado 13. Crdenó a los coroneles Crestes Pereyra y Sixto Ugalde que lo

iniciaran. Benjamín Argumedo actuó por cuenta propia, quizá deseoso de

llevarse la gloria en Torreón. Tras una feroz resistencia de las tropas federales,

éstas desalojaron la plaza. Lo que ocurrió después, constituye uno de los

episodios más crueles de la Revolución. Al grito de ¡Mueran los chinos!, los

hombres de Argumedo se lanzaron a matar chinos.

Los testimonios dan fe de acciones inenarrables, como aplicaciones de

la ley fuga, violaciones, asesinatos a sangre fría, descuartizamientos a tirones

de caballos, calcinamientos en vida, torturas, decapitaciones y ahorcamientos

392 “Siempre industriosos y frugales -dice González Navarro- se convertían en excelentes hombres de negocios”. González Navarro, Los extranjeros, p.281.333 Juan Puig, E nte el río Perla y el Nazas. La China decimonónica y sus braceros emigrantes, la colonia china de Torreón y la matanza de 1911, México, Conaculta, 1992, pp.176-177.

139

de gente cuya única culpa era la de ser chinos. Fue una orgía de sangre y

despojo en la que murieron 249 orientales. Horrorizado, el todavía Secretario

de Relaciones Exteriores, Francisco León de la Barra, telegrafió al Gobernador

de Coahuila para que se ocupara del caso:

Verdaderamente horrorizado por tremendo suceso que usted refiere. Le ruego por todos los medios posibles procure hacer una investigación cuidadosísima de la materia valiéndose de cuantos medios estén en su poder y que en cuanto alcance en su jurisdicción consiga sean aprehendidos los responsables del horroroso atentado contra chinos y japoneses á fin de quese les castigue.®®

En el saldo oficial, se identificó únicamente a naturales chinos entre los

muertos, aunque cabría preguntarse si acaso hubo víctimas japonesas, como

lo refirió León de la Barra. Makoto Toda, en su Historia de ias reiaciones

mexicano-japonesas (en realidad un compendio de testimonios), señala que no

había japoneses en Torreón,®®® lo cual resulta excepcional si se tiene en cuenta

que los había por todo Coahuila, la mayoría trabajando para las minas del

norte. Leo Dambourges cita el informe del vicecónsul británico en la zona,

Cunard Cummins, quien asentó que sí hubo, por lo menos cinco japoneses

muertos.®®® La Legación Japonesa lo desmintió.®®^

Benjamín Argumedo, principal responsable de la masacre, es hoy un personaje de leyenda. Emilio Madero, su jefe, se limitó a expresar su

consternación, y cuando el caso llegó a manos del Subsecretario de Justicia

del gobierno interino (Porfirio Díaz había renunciado a la Presidencia el 25 de

mayo), Jesús Flores Magón, éste concluyó que habían sido los chinos los que

provocaron a los maderistas, y ordenó la detención de sólo nueve presuntos responsables, entre los que no figuraba Argumedo.

Pese a que hay estudiosos que se han referido a la matanza de chinos

en Torreón, el expediente en el Archivo Histórico Genaro Estrada de la

Secretaría de Relaciones Exteriores, aún espera al investigador que lo rescate

394 León de la Barra al Gobernador de Coahuila, 23 de mayo de 1911, en AHGESRE, Leg. I, Exp. 13-2-34,111/242 (51:72).395 Toda, v.1, pp.252-253.396 Leo M. Dambourges Jacques, “The Chínese massacre in Torreen (Coahuila) in 1911”, en Arizona and the 147esf, V.16, n.3 (otoño de 1974), University of Arizona, p.239.http://wvw.istor.ora/discover/10.2307/40168453?uid=3738664&uid=2129&uid=2134&uid=2&uid=70&uid=4&sid=211 04094160907 Recuperado 29.05.2014.397 AHGESRE, Leg. I, Exps. 13-1-143,13-5-115,16-5-115.

140

y aclare los móviles del suceso. A los pocos días de ocurrido, el Porfiriato llegó

a su fin. León de la Barra ocupó la Presidencia en calidad de interino, y

Venustiano Carranza se hizo cargo de la gubernatura de Coahuila, el 29 de

mayo, a instancias de los hermanos Madero.

Revolución china

El encargado de negocios de la Legación China en México, Shung Ai-

sun, informó al más poderoso mandarín de la corte, el príncipe K’ing, acerca de

lo acontecido en Torreón. K’ing decidió ejecutar una doble maniobra para

presionar al gobierno mexicano a esclarecer los hechos: Filtró por un lado a la

prensa de su país el informe de Shung; apareció en el Peking Daily News, el

Shun Tien Shih Pao, Le Journai de Pékin y The Weekiy China Trihune.

Después se reprodujo en medios de Japón, Europa y América. “En la

revolución mexicana se mata y pilla de la manera más arbitraria”, informó

Shung.®®®

K’ing echó mano de otro recurso: pidió al gobierno estadunidense, a

través del embajador chino en Washington, que apoyara los reclamos de

justicia de los sobrevivientes. Henry Lañe volvió a la escena. Notificó al

Subsecretario Encargado del Despacho en Relaciones Exteriores, Víctor

Salado Álvarez, que fungiría él como mediador,®®® y comisionó al agente

consular de su país en La Laguna, George Carothers, para que reportara las

condiciones de los sobrevivientes chinos.

Carothers plasmó sus observaciones en un documento en el que se

menciona la concurrencia de un representante del gobierno mexicano: el

criminalista Antonio Ramos Pedrueza, además de otro del gobierno chino, el

Ministro en Panamá, Owyang King. ®® Se señalaba la total indefensión de la

población china al momento del ataque, lo cual echó por tierra la tesis de Jesús

338 El encargado de negocios mexicano en Pekín, Pablo Herrera de la Huerta, remitió los recortes respectivos que obran en el legajo citado. Ibidem, oficios varios.399 Wiison a Salado Álvarez, 29 de mayo de 1911. Doc. 529 A, Serial 507. AHGESRE Exp. 13-2-34,111/242 (51:72)/2, Leg. I.4“ Statement o f George C. Carothers, made in the presence o f Señor Lie. Antonio Ramos Pedrueza, representativa o f the Mexican Government, and Owyang King and Arthur Bassett, representing the Chinase Government, on the 14th dayofAugust, 1911, in connection with the happeningsin Torreen on the 13th, 14th and 15th ofMay, 1911. Cf. Dambourges y Puig. Idem, Crónica de Torreón, blogspot.httD://cronicadetorreon.bloosDot.mx/2007/07/informe-de-1911-sobre-la-matanza-de.html

141

Flores Magón de que había sido en respuesta a una provocación. Sentenciaba

Carothers que la verdadera causa de la matanza había sido el “odio de razas y el deseo de saquear y matar”.4®"'

Carothers terminó sus trabajos en agosto, con un cálculo en daños de

aproximadamente 1.5 millones de pesos. El caso no trascendió en los

periódicos de México. El interés mediático se centró más en la bulla popular por

el arribo de Madero a la Ciudad de México, así como en su programa político.

León de la Barra se limitó a dejar en manos de su sucesor el asunto de las

indemnizaciones, aunque hubo otro hecho fortuito que diluyó los reclamos

chinos en torno a la matanza de Torreón.

Ni el poderoso príncipe K’ing, ni mucho menos el emperador Puyi, de

apenas cinco años, imaginaban que el levantamiento militar ocurrido en

Wuchang, en octubre, bajo los auspicios de una sociedad secreta conocida

como Tongmenhui, comandada por el doctor Sun Yat-sen, marcaría el fin de su

mandato. El estallido de esa revolución distrajo la atención de la opinión pública

china, más no la de Henry Lañe, quien se encargó de hacerle saber a Madero

que existían cuentas pendientes por pagar, tras los daños causados por su

revolución.

Resultan sorprendentes los paralelismos entre México y China, a partir

de 1911. En ambos se puso fin a eras longevas de autoritarismo, mediante

movimientos “revolucionarios”. Sun se encontraba en Estados Unidos,

recabando fondos para su causa, cuando se le avisó que urgía su presencia en

China, para ser investido como presidente de la nueva república. Lo acompañó

Homer Lea, quien se había ganado su confianza desde varios años atrás. La

presencia de Lea en China, sin embargo, no fue del agrado de los

revolucionarios del Tongmenhui (después Partido Kuomintang). Lea murió de

manera inexplicable, en febrero de 1912.

Tanto el ascenso de Sun a la presidencia de China, como la llegada de

Madero al poder en México, representaron desafíos novedosos para la

diplomacia de una potencia en ciernes como Japón. Sun había fraguado su

revolución en Tókyó, con el apoyo de panasianistas prominentes como

Miyazaki Tóten y su hermano Yazó [5íFH]; los hermanos Yoshimasa

461 Ibidem.

142

y Junzaburó Yamada [|lipg.g:¡E6; • Kayano Nagatomo Tóyama

Mitsuru [SJ[JLiti5|], Inukai Tsuyoshi y el productor de cine, Umeya

Shókichi [IftM lí Ókuma menospreció a Sun en el número de noviembre

de 1911 de la revista Chuó Kórorr. “¿Sun? ¿Por qué tomarse la molestia de

hacer comentarios sobre alguien como Sun?”?®®

Los eventos en China parecían otorgarle la razón a Ókuma. Sun duró

poco al frente de la presidencia china. En febrero, a los pocos días de la muerte

de Lea, se vio obligado a cederle el poder al general Yüan Shih-kai, y optó por

el exilió en Japón, con la ayuda de Yamaza Enjiró [|JLiffiR? É|3], un diplomático

miembro de la organización ultranacionalista Genyósha, a la que pertenecían

casi todos los amigos japoneses de Sun. El Ministro de Japón en Pekín, Ijüin

Hikokichi [ f? ^ í í ^ ], mientras tanto, recibió la orden de procurar un

acercamiento con el general Yüan.4®4

Había pues una lucha soterrada entre el Genró, con Ókuma como su

figura prominente, tras la desaparición de casi todos los impulsores de la

Renovación Meiji, y los nacionalistas encabezados por Tóyama, quienes veían

a China de la misma manera en que los británicos veían a la India, es decir,

como la gema más preciada de la Corona. Pero existía otra disputa: la que

enfrentaba a Japón con los demás imperialismos en China.

Varios autores han examinado el papel estratégico que le concedía la

diplomacia japonesa a China, y se han referido a cómo actuó frente a las potencias rivales. Desde 1902, Japón había concertado una alianza con

Gran Bretaña, la cual se renovó en 1911; admitió por eso la prevalencia del

colonialismo británico en el sur y sureste de Asia. En el contexto de la Primera

Guerra Mundial, las tropas japonesas arremetieron en contra de los territorios

alemanes en China, y se apoderaron de la Bahía de Kiaochow, en venganza

contra las altanerías racistas del Káiser.

462 Marius B. Jansen, The Japanese and Sun Yat-sen, Stanford, Caif., Stanford University Press, 1954.463 Cf. Kawashima Shin, “The Xinhai Revolution and Japan-China Reiations”. httD://www.nippon.com/en/in-deDth/a00202/?pnum=4 Recuperado 03.06.14.464 Barbara J. Brooks, Japan’s imperial dipiomacy. Consuis, treaty ports, and war in China, 1895-1938, Honolulú, University of Hawai’i Press, 2000, pp.61-66.465 Ibidem. También Peter Duus, Ramón H. Myers y Mark Re. Peattie, eds., The Japanese informai empire in China, 1895-1937, Princeton, N.J., Princeton University Press, 1989. Sven Saaler y J. Víctor Koschmann, eds., Pan- asianism in Modern Japanese History. Coioniaiism, regionaiism and borders, Londres y NY, Routledge, 2007.

143

La preocupación más grande eran los Estados Unidos, donde las

expresiones de antijaponismo se hacían cada vez más frenéticas. El 19 de

mayo de 1913, el gobernador de California, Hiram Johnson, promulgó una ley

que inhabilitaba a los japoneses a optar por la ciudadanía norteamericana, lo

cual tampoco los hacía acreedores a la posesión de tierras. También la

American Federation of Labor (AFL) y la industrial Workers ofthe World (IWW)

recrudecieron sus campañas contra los inmigrantes japoneses, con el

argumento de que representaban una competencia desleal.

Socialistas prominentes como el congresista por Wisconsin, Víctor

Berger, y el escritor Jack London, se revelaron como antijaponeses. London

llegó a decir: “Soy ante nada un hombre blanco, y sólo después un

socialista”. D e igual modo, John Kenneth Turner, el mismo que denunció las

condiciones de semi-esclavitud de los peones mayas en el Porfiriato,

simpatizaba con las posturas en contra de los asiáticos que enarbolaba el

Partido Liberal Mexicano.

En marzo de 1913, el ex presidente de la Universidad de Princeton,

Woodrow Wiison, tomó posesión de la presidencia de los Estados Unidos. Le

preocupaban dos focos rojos: el mexicano, por los sucesos que narraremos en

seguida, y el chino, donde el ascendiente japonés sobre Yüan Shih-kai,

comenzaba a inquietar a diversos grupos de interés. Los banqueros habían

comprometido fuertes sumas en el apuntalamiento del líder chino, lo mismo

que la Standard Oil Company, en su apuesta por ganar concesiones petroleras.

El mayor temor era que Yüan favoreciera a Japón en la competencia por los

mercados y recursos.Para enfrentar la disyuntiva china, Wiison designó como ministro en

Pekín al politólogo Paul Reinsch. Al presidente le habían causado impacto los

juicios de ese profesor, publicados en The Atlantic, acerca de la situación

política en China. Según Reinsch, ya el príncipe King había cobrado

conciencia sobre la necesidad de imitar la línea modernizadora de Meiji. La revolución de 1911, sin embargo, representó un paso más, al tomar a la

república liberal norteamericana como su prototipo. Pensaba Reinsch que esa

' Cf. Daniels, p.30.

144

circunstancia debía ser aprovechada por Washington, a fin de influir en el

régimen de Yüan sobre la correcta aplicación de los principios democráticos.

Su opinión coincidía con la noción wiisoniana acerca de la alineación de

los pueblos en el “camino recto”. 4®7 La instrucción que recibió Reinsch,

consistió en salvaguardar el Destino Manifiesto y mantener una política de

puertas abiertas (Open Door Policy) en China. Su injerencia en los asuntos

chinos, puso en alerta a las potencias europeas, pero sobre todo, a los

diplomáticos japoneses, que la vieron como un acto de franco desafío hacia su

país. 408

En Japón se pensaba que si ellos acataban la Doctrina Monroe,

mediante la suspensión del envío de inmigrantes a México, en conformidad con

el Agreement, ¿por qué los norteamericanos se involucraban en la esfera de

influencia japonesa en Asia? Al embajador Chinda, en Washington, se le

instruyó que consultara a W.WiIson sobre sus móviles en China, así como sobre a las políticas antijaponesas en California.^os

A Horiguchi, en México, se le ordenó que apoyara a Victoriano Huerta,

tras la asonada contra el presidente Madero. Difícil trance para el diplomático,

por las razones que conoceremos después. Así reza un cable que recibió del

Gaimushó: “Deberá manifestarle [a Huerta] nuestro deseo de apoyar a que se

fortalezca su administración, del mismo modo en que se lo manifestó al presidente Madero”.41®

Maderistas japoneses

Se abren interrogantes. ¿Qué clase de apoyo podía ofrecérsele a quien

ejecutó un golpe contra el presidente Madero? ¿Qué se le propuso antes al

mandatario depuesto? Y si los servicios secretos de otras naciones descifraron

467 Wiison, El gobierno constitucional, p.54.408 Noel Pugach, “Making the open door work: Paul S. Reinsch in China 1913-1919”, en Pacific Historicai Peview, v.38, n.2 (mayo de 1969), University of California Press, pp.157-175. Idem, Richard W. Van AIstyne, The United States and East Asia, Londres, Thames and Hudson, 1973, pp.102-103.403 Takahara, p.36410 La frase es la siguiente:r-rAn g j; 5 ¿ v

Katzura Taró [S A g g a Horiguchi, Tókyó, Gaikó shiryokan, Archivo Bokkokunairen Kankei (en adelante citado como ABK), Taishó 2-nen no 4-gatsu mikka (03.04.1913).

145

las instrucciones a Horiguchi, ¿cómo las interpretaron? ¿Se pretendía romper

el cerco montado por la Doctrina Monroe? ¿Era acaso una provocación contra la hegemonía norteamericana en México? ¿Cómo reaccionó Horiguchi ante las

intsrucciones de “apoyo”?

Durante el maderismo, se volvió notoria la proximidad de la familia presidencial y la Legación japonesa. Aparecieron varios japoneses

relacionados con el grupo gobernante, trabajando como jardineros, cocineros,

peluqueros, comerciantes, peones e intendentes de algunas residencias.

Nonaka Kingo, quien presuntamente se incorporó al maderismo después de

curar a Francisco I. Madero, tras la batalla de Casas Grandes, se agregó al

campo de la medicina. 4'’'' Takahashi Kumataro [r ft if < 5 ], uno de los

pioneros de Escuintla, Chiapas, abrió una farmacia en la colonia Guerrero de la Ciudad de México.4i2

Nonaka había sido uno de los tantos japoneses deseosos de cruzar la

frontera para realizar el Sueño Americano. Soñaba en una plaza de Ciudad

Juárez, cuando lo despertó Viviana Cardón, quien lo adoptó. Ella lo indujo a la

enfermería. La historia de Nonaka ha sido recogida por su hijo; en ella relata

cómo se incorporó al movimiento de Madero, y cómo fue nombrado Jefe de Enfermeros de la milicia.4"'® Su proximidad con Madero y Pancho Villa no debió

pasar desapercibida, sobre todo si, como asume Sergio González Gálvez,

Nonaka “en cierta forma abrió la relación con el personal de la Legación japonesa en México”.4''4

Dos personajes oriundos de la prefectura de Fukuoka, también tuvieron

destinos cercanos a los Madero. Nishiyama Saichiro [M iliAAÉR había sido

minero en La Esperanza, Coahuila, antes de incorporarse al maderismo y

convertirse en asistente personal del presidente. Tanaka Asahiro

ingresó a México por Salina Cruz, y llegó a Torreón, donde se relacionó con la

familia Madero, hasta ser administrador de una de sus haciendas.4"'® Los dos

411 Nonaka, op.cit.412 Takahashi aprendió farmacóutica con un aiemán en Córdoba, Veracruz. Despuós se trasladó a Tampico y finalmente a la Ciudad de Móxico. Cf. Tanabe, Huellas, p.18. Hernández Galindo, Parte 3,17 de diciembre de 2010. httD://www.discovernikkei.orq/es/iournal/2010/12/17/nuevo-sol-naciente/413 Nonaka, op.cit.414 Sergio González Gálvez, “Encuentro históricos de la relación Móxico-Japón”, en Revista Mexicana de Política Exterior, Móxico, IMRED, n.86 (marzo-junio de 2009), p.12.415 Tanabe, Huellas, p.18.

146

se trasladaron a los Estados Unidos después de la Revolución, y soportaron

allá la discriminación y el posterior confinamiento en campos de concentración

durante la Segunda Guerra Mundial.

La historia de Matsumoto Tatsugoro fue distinta. Arribó procedente del

Perú, en 1898, y en México adquirió renombre como maestro de jardinería de

varias residencias porfirianas, incluyendo la oficial, el Castillo de Chapultepec.4''6 gp «iggy su hijo, Sanshiro quien encontró a

su padre como dueño de un prominente negocio de flores en la colonia Roma.

El negocio prosperó con la adquisición de fincas e invernaderos en distintas

regiones del país. Sanshiro habría de jugar más adelante un papel distinguido

en la unificación y resguardo de la comunidad de origen japonés, durante la

Segunda Guerra.

Las aptitudes de los Matsumoto para cultivar amistades, los llevaron a relacionarse con Horiguchi y los funcionarios de la Legación japonesa,^''^ entre

otros, Arai Kinta. Arai era un liberal, adepto a la filosofía neokantiana, por lo

que congenió con las posturas que asumía el Ateneo de la Juventud en contra

del positivismo. Se vinculó con los ateneístas a través de Rodolfo y Alfonso

R e y e s , hijos del general Reyes. Fue por ellos que se introdujo en el seno de

la familia del reyista Samuel Espinosa de los Monteros, y acabó desposando a

una de sus hijas. Procreó a ocho hijos, entre ellos, el renombrado arquitecto Alberto Teruo Aral.^^s

Horiguchi contaba así con un colaborador suyo, bien relacionado con los

círculos políticos e intelectuales de México. Su mejor publirrelacionista, sin

embargo, era su esposa, Stina, a quien Shozo Ogino Fujioka

describe como “una típica belleza flandesa que sabía hablar francés y era

mujer inteligente y sociable”. Después añade: “La señora Stina tenía buenas relaciones con la Primera Dama de México”.42°

418 Matsumoto Sanshiro, Mejiko de hyakunen, Tókyó, s.e.417 Ernesto Matsumoto, hijo de Sanshiro, concede un valor especial a Angelita Fernández, asistente de Tatsugoro, quien según él fue la verdadera forjadora de las relaciones públicas de los Matsumoto. Entrevista efectuada en México D.F. (12.11.2014).418 Gracias a Arai, Alfonso Reyes escribió sus “Visiones del Japón”, en Alfonso Reyes, Simpatías y diferencias, v.1. Colección de Escritores Mexicanos, México, Porrúa, 1945, pp.3-10.413 Información proporcionada por Lucila Hisa Villaseñor Arai, hija de Ana María Hisa Arai y nieta de Kinta. Entrevista efectuada en México D.F. (06.06.2014). Notas.420 Shozo Ogino Fujioka, Separata, México, Embajada de Japón en México, Cámara Japonesa de Comercio e Industria, A.C., y Asociación México Japonesa, A.C., 2010, p.58.

147

Stina de Horiguchi había logrado entablar buenas relaciones con las

esposas de tres figuras próximas a la familia Madero: Leonor Olivares Tapia, esposa de Ernesto Madero Parías, tío del presidente, y a la sazón su Secretario

de Hacienda. Carolina Villarreal, esposa de Gustavo, a quien Stina documentó sobre la vida en Japón, ya que desde mediados de 1912 se rumoraba que

ambos se irían a radicar a aquel país, como representantes del gobierno maderista. La relación más fructuosa la tuvo con Mercedes, hermana de

presidente, y muy influyente en su cuñada Sara, la Primera Dama de México.42i

Stina era de carácter autónomo y sociable, según descripciones de Kashiwakura Yasuo, y eso la llevó a congeniar con diversas esferas sociales.422

Los que hacen historia diplomática, muchas veces pasan por alto el rol que

desempeñan las cónyuges en los intríngulis políticos, y tal fue el caso de Stina

de Horiguchi en los tiempos de Madero. Su actuación fue oportuna y compasiva (aunque ignorada) en las horas aciagas que se vivieron durante la

llamada Decena Trágica.

LA PENINSULA (SEGUNDA PARTE)

Desde antes de tomar posesión de su gobierno, Francisco I. Madero

debió afrontar disidencias en sus filas, e intrigas por parte de los adeptos al

régimen anterior. Para los magonistas. Madero era un renegado de la alta

burguesía porfiriana, que aplicaba el gatopardismo, es decir, simulaba estar al

frente de una revolución que nada tenía de revolucionaria. Desde febrero de

1911, los magonistas asediaron a las poblaciones de Tijuana y San Quintín con

el apoyo de la IWW, la organización laboral que acusaba a los japoneses de

arrebatarles empleos a los estadunidenses.

Su estrategia consistía en apoderarse de Baja California, y declarar su

independencia. Implantarían una sociedad sin clases y sin propiedad privada,

más no a la manera de Marx, sino de Fourier, el socialista francés que también

421 La red de vínculos del Ministro japonés y su esposa en México se localiza en Kashiwakura Yasuo, Yabureshi kuni no aki no bate: hyóden Horguchi Kumaichi [Ocaso de otoño de un país quebrantado. Biografía critica de Horiguchi Kumaichi], Tókyó, Sayúsha, 2008, Capítulos 7 y 8.422 Ibidem, p.33.

148

inspiró a los colonos de San-Ou en Chiapas. Para sus simpatizantes, se trataba

de un movimiento auténtico, basado en circunstancias que consideraban más realistas que las de Madero.423 Así lo veía Ricardo Flores Magón:

Creyeron esos ilusos [los maderistas] que, comprar miles de fusiles y llamar al pueblo a que los tomase para sentar a Madero en la Presidencia de la República, bastaba para tener asegurado el triunfo. Torpe ilusión. ®

No hay que perder de vista el escenario que seleccionaron, ni los causas

que los motivaron a emprender su lucha armada. Eso nos llevará a retomar la

disputa por Baja California, y a examinar con detalle su foco rojo: la Bahía de

Magdalena.

Tesis, síntesis

Hagamos un resumen de lo que se ha visto haste el momento.La Baja California era blanco de disputas entre diversos interesados

desde finales del Siglo XIX. Desde 1864, los juaristas habían emitido

concesiones para el aprovechamiento de los terrenos baldíos en la península,

como derivación de la Ley Lerdo de 1856, con la cual expropiaron terrenos

para su venta a propietarios nacionales o extranjeros.

En 1887, el germano-estadunidense (naturalizado mexicano), Luis

Hüller, propietario de grandes extensiones de tierras en el norte y sur de la península, concertó su venta a la International Company of México, con sede

en Connecticut, y desató un clamor adverso en la opinión mexicana, que vio en

aquella una maniobra encubierta para ceder la península a los Estados Unidos.

El funcionario mexicano, Luis Sánchez Fado, quien inspeccionó la operación,

se convenció de que en efecto se atentaba contra los intereses nacionales; eso le valió su destitución.

A parte de la norteamericana, dos empresas más se beneficiaron del

proceso de venta: la francesa El Boleo y la británica La Mexicana. Años más

423 Yolanda M. García Beltrán, “La revuelta magonista de 1911 en Baja California”, en Pacarína del Sur. Revista de pensamiento critico iatinoamericano, Tlalpan, D.F., Tirso Ricardo Melgar Bao, 1° de abril de 2013. http://www.Dacarinadelsur.com/home/oleaies/694-la-revuelta-maaonista-de-1911 -en-baia-california424 Ricardo Flores Magón, “El espíritu de rebeldía”, en Regeneración, n.14 (3 de diciembre de 1910). http://archivomaaon.net/obras-comDletas/articulos-Deriodisticos/1910-2/1910-30/ Recuperado 22-06.2014.

149

tarde, la Compañía Internacional traspasó sus derechos a la inglesa Mexican

Land and Coionization Company, de manera que los europeos prácticamente

dominaban el usufructo de las minas carboníferas.

Pese a que en Estados Unidos había quienes ambicionaban la posesión

de la península, fue el Káiser, Guillermo II, el primero que la visualizó como asiento de una base naval para sus designios de expansión en el Pacífico.

Exploró la posible compra de las concesiones británicas, y al no conseguirla,

propagó la versión de que los japoneses pretendían apoderarse de la Bahía de

Magdalena, tras derrotar a los rusos en la guerra de 1905.

El espejismo del “peligro amarillo” presente al sur de la frontera, cundió

entre los pobladores anglosajones de California, quienes de por sí veían a los

japoneses con recelo y prejuicios raciales. El rumor de la ocupación japonesa

de Baja California, como plataforma de una invasión, cobró adeptos. William

Hearst y James Phelan, entre otros, se valieron de los todos los medios a su

alcance para agitar a favor de la exclusión japonesa, y aunque Theodore

Rooseveit no la concedió, sí se logró convencer al embajador Aoki de que

firmara un acuerdo conocido como el Gentlemen’s Agreement, en 1907.

El Agreement obligaba a los japoneses a restringir de manera voluntaria

las cuotas de inmigrantes hacia territorios estadunidenses. Se incluyeron

además, como parte de la zona de veda, los países contiguos a Estados

Unidos: México y Canadá. Los signatarios creían que de esa forma se

respetaría el espíritu de la Doctrina Monroe, que el gobierno de Díaz

rechazaba, puesto que condenaba a México a actuar como colofón del radio de

seguridad norteamericano.

La oposición de Díaz a las potestades de la Doctrina Monroe, aunado al

fomento de la colonización con extranjeros en los territorios deshabitados,

sembró inquietudes. La promoción de inmigrantes japoneses, más las

deferencias de la élite porfirista hacia los diplomáticos de esa nacionalidad

(amen de la japonofilia en los medios sociales e intelectuales), generaron

sospechas de que algo se tramaba al más alto nivel entre México y Japón.

Parecía cierto, sobre todo cuando Díaz decidió no renovar los derechos de

usufructo de una empresa norteamericana, sobre la zona que comprendía a la

Bahía de Magdalena.

150

Se propagaron los rumores conspiratorios. El senador Henry Cabot Lodge, adepto al monroísmo, emitió en 1907 una enmienda dirigida a impedir

cualquier intento por endosar la Bahía de Magdalena a los japoneses. Dicha

enmienda decía:

Cuando algún puerto u otro lugar del continente americano esté de tal manera situado que al ser ocupado con fines navales o militares pueda amenazar las comunicaciones o la seguridad de los Estados Unidos, el gobierno de los Estados Unidos no podría ver sin seria alarma la posesión de tal puerto u otro lugar por cualquier corporación o asociación que tuviera relación con otro gobierno, no americano, de una naturaleza tal que le permitiese obtener de él prácticamente el poder de controlar cualquier plan naval o militar.

Los rumores en torno a la bahía no sólo no se disiparon, sino que se

intensificaron. Además, la japonofilia de la sociedad mexicana se evidenció

durante los festejos del Centenario, en marcado contraste con la animadversión

a la delegación de los Estados Unidos. Los alemanes lo capitalizaban todo.

Aducían poseer una copia facsimilar del tratado secreto nipo-mexicano, que

atentaba contra la soberanía de la potencia americana. El Káiser, de hecho, anhelaba que estallara una guerra entre Japón y Estados Unidos, para sustraer

la atención de Washington del escenario europeo.

De nada valieron las pláticas al más alto nivel entre los gobiernos de

Díaz y Taft, puesto que el embajador Henry Lañe Wiison pudo convencer a su

presidente de que las condiciones políticas en México ameritaban acciones

drásticas. En marzo de 1911, sin previo aviso, Taft ordenó la movilización de

20,000 efectivos militares hacia la frontera, y trasladó dos acorazados a las

costas del Pacífico mexicano, en especial a Baja California. La movilización se

produjo en el momento en el que los emisarios de Francisco I. Madero

dialogaban con Limantour, en Nueva York.

La movilización de tropas así mismo se dio cuando Emiliano Zapata se

levantaba en armas y los Flores Magón asediaban la frontera con California.

Pese a que el embajador Wiison adujo que la movilización era preventiva,

destinada a proteger a los estadunidenses en México, la prensa de su país

especuló que el verdadero motivo quizá era disuasivo, ante las supuestas

425 Thomas A. Bailey, 'The Lodge Corollary to the Monroe Doctrine”, en Political Science Quarterly, n.48 (1933), NY, Academy of Political Science, pp.220-239.

151

evidencias de entendimientos secretos entre Díaz y los japoneses. El dictador

mexicano acabó por renunciar a la Presidencia, y se exilió en Europa.

El senador Phelan atribuyó la caída del dictador a sus coqueteos con el

país del sol naciente. Todo indica que los rumores acerca de una alianza nipo-

mexicana no cesaron tras su renuncia. En la tesis de este trabajo se ha

sostenido que los temores de una conjura continuaron, y que incluso algunas

políticas aplicadas por la Secretaría de Estado durante los años de la

Revolución, encuentran explicación si se agrega el factor Japón. Tiene qué ver

con la paranoia de una eventual invasión japonesa al territorio estadunidense.

Semejantes delirios no sólo sembraron antipatías, sino que dieron pie a

la consumación de intervenciones y conatos de guerra con México. La

ecuación es la siguiente: a mayor antijaponismo, traducido en políticas de contención a Japón (v.g. Gentlemen's Agreement, segregación de los niños

japoneses en las escuelas californianas, impedimentos para la adquisición de

tierras, obstáculos para la obtención de la ciudadanía, y finalmente su

exclusión), mayor fue el nacionalismo antiyanqui en el país asiático. Por otra

parte, entre más enérgica era la aplicación de la Doctrina Monroe, más

antiyanqui se volvió el nacionalismo mexicano, adocenado de “revolucionario”.

No se trata de sobredimensionar la tesis descrita, ya que no es la única

razón para explicar las actitudes de Washington hacia México. Lo cierto es que

la presencia de Japón en México (real o ficticia) en los años de la revolución,

no ha sido suficientemente abordada, por eso merece una comprensión más

cabal.

Magonismo antiasiático

El 15 de febrero de 1911, el escritor y diplomático, Federico Gamboa, se

encontraba de paso por París en ruta hacia Madrid, donde fungiría como Ministro Encargado de la Embajada Mexicana. Ese día anotó en su Diario:

“Malas noticias las que me comunica Limantour en su visita de hoy,426 diríase

que se avecina un gran desastre nacional. ¡Hay ya invasión filibustera en la

428 Limantour desempañaba una misión en Europa antes de embarcarse a Nueva York, donde se efectuó el encuentro con los maderistas en marzo.

152

Baja California!”. 427 Se refería a las acciones del Partido Liberal Mexicano

(PLM) en la zona fronteriza.

La idea de los hermanos Flores Magón consistía en reclutar a mexicanos

en Estados Unidos, para introducirse en México e independizar a la península

de Baja Califronia, donde establecerían una sociedad cooperativa. El problema

fue que no pudieron reclutar a tantos mexicanos (apenas un 10%), por lo que

conformaron milicias con mercenarios, entre afiliados a la IWW, aventureros

que ambicionaban tierras, e intelectuales como Turner. 428 a los ojos del

gobierno mexicano, no podían ser otra cosa que “filibusteros”, iguales a

aquellos otros que en 1836 declararon la independencia de Texas, y después se anexaron a los Estados Unidos.

Las acciones comenzaron el 28 de enero de 1911. Dos meses después

se produjo la movilización de tropas ordenada por Taft. El 10 de mayo cayó

Ciudad Juárez en manos de los maderistas, y el día 31, Díaz partió al exilio. El

14 de junio ocurrió la detención de los Flores Magón en Los Ángeles. Se les

acusó de violar las leyes de neutralidad de Estados Unidos, y de promover una rebelión en el extranjero.

Los magonistas habían logrado dominar la franja entre el Pacífico y el

Río Colorado por más de cuatro meses; cuatro meses en los que imperó, de

facto, un estado colchón. El jefe del destacamento militar en Ensenada, coronel

Celso Vega, logró someterlos sólo hasta el 17 de junio, gracias a que los

norteamericanos no toleraron más las acciones rebeldes. Cuando Turner

reclamó el encarcelamiento de los Flores Magón, Díaz ya no era Presidente.

Hay que distinguir un detalle en el que poco se repara: que tanto los

miembros del PLM, como sus aliados de la IWW, como sus milicianos,

compartían algo más que una utopía socialista. Todos odiaban a los asiáticos. El propio programa del PLM, hacía de los chinos un blanco de sus ataques.429

427 Federico Gamboa, Mi diario (1909-1911). Mucho de mi vida y aigo de ia de otros, Memorias Mexicanas, v.5, México, CONACULTA, 1995, p.146.428 Peter Gerhard, “The sociaiist invasión of Baja California”, en The Pacific Historicai Peview, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, v.15, n.3 (septiembre de 1946), p.295.428 El Programa, suscrito en Saint Louis, Missouri, plantea: “La prohibición de la inmigración china es, ante todo, una medida de protección a los trabajadores de otras nacionalidades [sic], principalmente a los mexicanos. El chino, dispuesto por lo general a trabajar con el más bajo salario, sumiso, mezquino en aspiraciones, es un gran obstáculo para la prosperidad de otros trabajadores. Su competencia es funesta y hay que evitarla en México. En general, la inmigración china no produce a México el menor beneficio”. Supra Nota 264, Cap. II. httD://www.ordeniuridico.aob.mx/Constitucion/CH6.Ddf

153

Las referencias de Ricardo Flores Magón a los orientales, eran discriminatorias,

e incluso Turner llegó a escribir que una de las peores bajezas que podía hacer

el gobierno porfirista, consistía en forzar a las mujeres yaquis a convivir con ios

cñ/nos?®®

Uno de los líderes del ataque en Baja California, el proclamado

comandante de la Legión Extranjera, Caryl Ap Rhys Pryce, tenía entre sus

metas la de barrer la frontera de “peligro amarillo”. En carta fechada el 22 de

abril de 1911, un miliciano del PLM no soportó más los procedimientos de

Pryce para acabar con el peligro amarillo, y se dirigió a Ricardo Flores Magón

en estos términos:

Mexicali, abril 22 de 1911

Señor Ricardo Flores Magón Los Ángeles, California

Muy estimado y respetable compañero: Esta es la última nota que le dirijo a usted, en la inteligencia de que si no obliga al general Pryce a que limpie de sus filas todo el bandidaje que trae y restringirlo a que cumpla con lo prevenido en el Programa del Partido Liberal, yo doy a usted mis infinitas gracias y me retiro. No quiero ser un mite ni un encubridor de robos tremendos y ultrajes a los mismos miembros del partido. Anoche han entrado tres americanos de los de su fuerza de Pryce a una casa de chinos con pistola en mano disparándoles un tiro en los pies y luego se entregaron a catear las bolsas de los infelices chinos hasta limpiarles todo el poco dinero [...]

[Francisco Vázquez Salinas]1431

Pryce era británico, adepto a la doctrina del White Man’s Burden,

veterano de la guerra contra los Boers en Sudáfrica, y participante en las

represiones británicas en India. Lo reclutó un agente de la IWW de nombre

Jack Mosby, cuya comisión era la de frenar las incursiones de japoneses y chinos a California, por considerarlos indeseables.432 para congraciarse con

sus aliados, Flores Magón le respondió a Vázquez Salinas de una manera más

48° John Kenneth Turner, México Bárbaro, México, Gernika, 2006, p.198.481 Cf. Ricardo Fiores Magón, Obras Compietas, Archivo Digitai.httD://archivomaaon.net/obras-comDÍetas/corresDondencia-1899-1922/c-1911/cor320/ Recuperado 12.07.14.482 John Humphries, Gringo revoiutionary. The amazing adventures o f Caryi Ap Rhys Pryce, Reino Unido, Giyndwr Publishing, 2005. Javier Torres Parés, La revoiución sin frontera, México, FFyL, UNAM, 1990, p.99.

154

bien tibia, en lugar de condenar los excesos de Pryce. Lanzó un llamado muy

abstracto, al pueblo, a "evitar la inmigración china para prevenir las

agresiones de que los orientales serían víctimas".''®®Hay que recordar que durante el movimiento de huelga en la mina de

Cananea, los empleados chinos se plegaron a la patronal, cosa que los

correligionarios del PLM reprobaron. Existían pues antecedentes de rechazo a

los chinos en Sonora, como también en Mexicali y Tijuana. El 13 de mayo, y sin

conexión aparente con los hechos en Baja California (a menos que Benjamín

Argumedo se hubiera hecho eco de la proclama magonista al “pueblo”), ocurrió

la matanza de chinos en Torreón.

A continuación, analizaremos los móvies que llevaron al embajador

Henry Lañe Wiison a respaldar el golpe de estado contra Madero. No se trata

de describir los sucesos de la Decena Trágica, sino de destacar que el factor

japonés no estuvo exento de las consideraciones que dieron pie al

derrocamiento y muerte del presidente Madero.

HENRY LAÑE CONTRA MADERO

Gamboa advirtió en su Diario que la situación en México iba “de peor en peor”, 434 y hacía gala de su admiración por don Porfirio.45 Despreciaba a

Madero; compartía la opinión de que había sido financiado por los

estadunidenses. Aseguraba que el gobierno de Guatemala había contribuido con armas introducidas a través de Acapulco.436

No pocos autores sostienen que las armas para los rebeldes eran

adquiridas por Gustavo Madero, sobre todo a través de dos individuos

lúgubres: Ed Maurer, un traficante con oficinas en Nueva York, y Sherbourne

483 Cf. "Movimiento anti-chino en México (1911-1934)”, blog.httDs://sites.aooale.com/site/movantichinoenmexico19111934/home Recuperado 12.07.14434 Gamboa, p.242.435 Ibidem, p.290.436 Ibidem, p.264.

155

G. Hopkins, a quien Katz identifica como un “profesional de las revoluciones latinoamericanas inspiradas por los Estados Unidos”.437

Más lúgubre fue el papel que desempeñó el embajador Henry Lañe

Wiison. Un ex diputado maderista escribió que los Estados Unidos primero

prohijaron a Madero, y luego procedieron a su destrucción a través de Henry Lañe. 438 Atribuye la rudeza del embajador a un “desquite poco noble de

agravios personales y móviles egoístas”. 439 otro autor sostiene que la

animadversión de Henry Lañe hacia Madero, se debió a que presuntamente

solicitó una gratificación mensual por sus servicios, la cual Madero se rehusó a otorgar. 440

Berta Ulloa no admite esas explicaciones. Cree que fue la política

“peculiar y desconcertante” del presidente con respecto a la protección de los norteamericanos residentes en México, la que exasperó a Taft.44i Henry Lañe

catalizó la ira con su aprensión, tras los daños causados por los zapatistas y orozquistas en contra de Madero.442 Según ella, Taft no tuvo más remedio que

amenazar con la intervención, “aunque reiterando siempre que la política de Estados Unidos era contraria a la intervención”.443

El embajador sí tomó en serio la postura intervencionista. Fue

asumiendo un tono cada vez más bravucón en sus tratos con los mexicanos.

Dijo que a Madero lo aquejaba una cierta “debilidad mental”, que lo inhabilitaba para el puesto de Presidente.444

El control real del Departamento de Estado lo tenía el Secretario

Adjunto, Huntington Wiison, un purista del arte de la diplomacia, y enemigo de

los radicalismos. Su posición era mesurada. Asumía que a pesar de que los

norteamericanos sufrían pérdidas en los frentes insurrectos de México, en

realidad no se habían perdido tantas vidas como para recurrir a la intervención.

437 Katz, p.86. Harris y Sadler, pp.32-33. Hernández y Lazo, pp.97-98. Stanley R. Ross, Francisco i. Madero. Apóstoi de ia democracia mexicana, México, Biografías Gandesa, p.345.438 Luis Manuel Rojas, La cuipa de Henry Lañe Wiison en ei gran desastre de México, v.1, México, Compañía Editora "La Verdad”, 1928, p.18.488 Ibidem.440 Ramón Prida, La cuipa de Lañe Wiison, embajador de ios E.U.A., en ia tragedia mexicana de 1913, México, Ediciones Botas, 1962, pp.211-214.441 Berta Ulloa, Reiaciones dipiomáticas entre México y Estados Unidos (1910-1914), México, Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México, 1971, pp.26-27.442 Ibidem, p.35.443 Ibidem444 Ibidem, p.39.

156

Anotó en un memorándum de julio de 1912, que confiaba en que Madero terminaría su mandato, aunque no sin turbulencias.445

Dicho lo cual, habría que preguntarse qué era lo que subyacía detrás de

las actitudes de Henry Lañe Wiison, si resentimientos personales o razones de

Estado. ¿Acaso era la negativa de Madero a garantizar la no afectación de las

concesiones del petróleo lo que irritaba al embajador, como consignan algunos autores?446 ¿o era el celo hacia los súbditos británicos que operaban en México, en especial Weetman D. Peerson?447

Si bien no hay una respuesta única, ningún autor ha relacionado el cambio de actitud del embajador norteamericano con el componente japonés.

El rumor de una alianza secreta nipo-mexicana, no cesó con la salida de Díaz,

pues prosiguió con Madero. Existen elementos para sospechar que Henry Lañe

pretendió atajar las relaciones de Madero con Japón, y que bien pudo alterarlo la negativa del mexicano a plegarse a sus señalamientos. En seguida se

ofrecen elementos que respaldan este supuesto.

Los hermanos Madero,¿conspiradores?

Madero asumió la Presidencia de México en noviembre de 1911.

Gobernó quince meses, pero con tantas dificultades, que uno no puede menos

que sentir pena por el destino de este hombre, cuyo mayor desacierto fue el de

querer gobernar con benevolencia a una jauría de lobos salvajes.

A esa jauría se sumó el embajador estadunidense. Para sus ínfulas,

cualquier demostración de autonomía se interpretaba como expresión de

deslealtad. Tal debió ser el caso cuando Madero tuvo acercamientos con el

bando japonés, al que algunos suponían poseedor de un proyecto atentatorio

contra la seguridad de los Estados Unidos.

Volvamos al mensaje del 3 abril de 1913, en el que se ordenaba a

Horiguchi manifestarle al presidente golpista, Victoriano Huerta, el apoyo de

445 “Resumé of the revoiutionary disturbances in México since September, 1910”, Memorándum by Departament of State, Latin American División, NARA, 29.07.1912, doc. 812.00/4540.446 Meyer dice que había un ambiente propicio para la nacionalización del petróleo, en el cual la familia Madero había fincado sus intereses. Así fue advertido por los diplomáticos estadunidenses ante el Departamento de Estado. Lorenzo Meyer, Las raíces, pp.56-60. Idem, Calvert.447 Vid., Lorenzo Meyer, Su Majestad Británica, p.111.

157

Japón, del mismo modo en que se io manifestó al presidente Madero.44® Aquí

hay una clave. Se infiere que Horiguchi le ofreció el apoyo de su gobierno al jefe del Ejecutivo.449 Por “apoyo” se puede comprender una gama amplia, que

va desde una simple expresión de solidaridad, hasta compromisos más tangibles, como financiamlentos o reforzamientos del aparato de coerción.

Si la Embajada estadunidense detectó algún tipo de apoyo japonés a

Madero, debió ser motivo suficiente para encender los focos rojos. Dada la

personalidad del embajador norteamericano, se vuelve probable que

acometiera a Madero con exigencias de aclaración. Hemos visto que la supuesta evidencia de un tratado secreto infiltrado por los alemanes a Henry

Lañe, pudo bastar para que se trasladaran tropas y acorazados hacia los

límites con México; ese amago persistió.

Hay hechos incontrovertibles. Primeramente, está la relación particular de Nonaka Kingo con Francisco I. Madero. González Gálvez atribuye a Nonaka

el trabajo de puenteo entre Madero y Horiguchi, aunque no ofrece pormenores.

Tanabe Atsuko asienta lo siguiente:

El hecho de que Francisco I. Madero, padre de la Revolución, tuviera especial simpatía y confianza en los japoneses, y de que profundizara su amistad con la familia del diplomático japonés Horiguchi, se debe en buena medida a la profunda huella que dejó en él Kingo Nonaka, quien había llegado a México en calidad de inmigrante”.4®°

En segundo lugar, están los lazos de amistad entre Stina de Horiguchi, y

las señoras Sara Pérez y Carolina Villarreal, esposas de Francisco y Gustavo,

respectivamente. Los mayores afectos, sin embargo, los desarrolló Stina con

Mercedes Madero, hermana del presidente, distinguida como mujer de mundo

con estudios en el Colegio de Notre Dame, en San Francisco, y con un buen

dominio de los idiomas inglés y francés. Stina a menudo visitaba la residencia de los Madero, ubicada en la esquina de Liverpool y Berlín, colonia Juárez.4®''

Como la razón de más peso para creer que el factor japonés indignó a

Henry Lañe, en tercer lugar está el desarrollo de negocios de Gustavo Madero.

448 Supra Nota 405, Cap. IV. 448 Se utiliza el término "enjo” Ü], traducible como "asistencia, apoyo, respaldo, ayuda”.48° Tanabe, Huellas japonesas, p.19.481 Kathryn Blair describe algunos pasajes de esa conexión en su novela A la sombra del Ángel (Suma de Letras, 2009), aunque concentra su interés en Antonieta Rivas Mercado y su amistad con Iwa Horiguchi, la bella hija adolescente de Stina y el embajador Kumaichi.

158

Más que político, Gustavo era empresario, con intereses en el sector petrolero

y el tráfico de armas. A partir de su relación con Sherbourne Hopkins - vinculado a su vez con la Waters Pierce Oil Company,4®2 se convirtió en blanco

de las antipatías, sin exceptuar la de Henry Lañe, quien montó en cólera

cuando no frenó el impuesto a la producción petrolera decretado en septiembre de 1912.453

Pedro Lascuráin, Secretario de Relaciones Exteriores, sorprendió al

Senado en mayo con la candidatura de Gustavo Madero para embajador ante

Japón. Era para “corresponder y dar gracias al gobierno del Japón por el envío

de una misión de igual categoría a la Celebración del Centenario de nuestra Independencia”.454 Pudo ser que el Presidente deseara apartar del camino a su

hermano, para gobernar con más holgura; aunque más bien a Gustavo lo

motivaban las mismas razones que años atrás despertaron el interés de don

Matías Romero por el Chente: las oportunidades de negocios.

A menudo visitaba la Legación de Japón, frente a la plaza Río de

Janeiro, y acudía a las oficinas de la compañía Mitsui, establecidas desde tiempos de la exposición japonesa de 1910.45Sei dato es clave. Gustavo ya

estaba en conversaciones con la Mitsui para la compra de armamentos.

Por distintas razones, su viaje a Japón se fue posponiendo, en parte

porque siguió involucrándose en los procesos políticos del país. El 30 de julio,

ocurrió la muerte de Meiji Tennó; no era buen momento para llevar a efecto la

misión. Finalmente, solicitó licencia ante el Congreso para dejar el cargo de

diputado, en febrero del 13. A decir de su biógrafa, se mostraba entusiasta por

retornar al mundo de los negocios, a instancias de su esposa.4®®

Pero la fatalidad se impuso. Recordemos que a don Matías se le

estropeó su viaje al Chente en 1893, debido al desplome internacional de los

precios de la plata. Tampoco al hijo de don Porfirio se le hizo viajar a Japón,

debido a la caída del régimen porfirista. A Gustavo Madero le sucedió lo

mismo. Tendría las maletas dispuestas para viajar al Críente, cuando estalló

482 Hernández y Lazo, pp.97-98.483 Ibidem, pp. 156-157.484 AHGESRE, expediente personal de Gustavo A. Madero González, Exp-4-6-4, ff.11 y 12. 488 Hernández y Lazo, pp.162-163.486 Ibidem, p. 173-175.

159

uno de los episodios más espeluznantes del Siglo XX en México: la Decena

Trágica.

Un mesías, un Judas y un Caifás

Francisco I. Madero representaba todo aquello que los hippies de los

años 70 enarbolaron como distintivo: era vegetariano, afecto a la medicina

homeopática y el naturismo. Confiaba en que las soluciones a los conflictos

eran alcanzables a través de la paz y el amor, y además era espiritista, creía en

la transitoriedad del karma y la inmortalidad del espíritu, a la manera del

pensamiento hindú.

La práctica espirita se despertó en él tras la lectura de las obras de Alian

Kardec, mientras vagabundeaba con su hermano por las ciudades europeas. Montó su propio Ashram* en San Pedro de las Colonias, donde congregó

adeptos y alcanzó trances de comunicación con el “más allá”, en tanto que

Gustavo se ocupaba de los asuntos materiales y mundanos, como la

administración de los negocios familiares.

Algo parecido a un hippie, fuera de tiempos. No existen evidencias de

que consumiera cannabis (algo común en México antes de que fuera

demonizado), ni existen testimonios de lo sucedido durante las sesiones

espiritistas que él presidía. Lo único que permaneció para la historia fueron sus

escritos, en los que define los principios básicos de convivencia humana: amor,

caridad, paz, solidaridad. El siguiente es un extracto de su Memorias.

Estas comunicaciones me hicieron comprender a fondo la filosofía espirita y, sobre todo, su parte moral, y como en lo íntimo me hablaban con gran claridad de los invisibles que se comunicaban conmigo, lograron transformarme, y de un joven libertino e inútil para la sociedad, han hecho de mí un hombre de familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas.4®

* Comunidad espiritual, propia del hinduismo, en la que convive un guia espiritual junto a sus discípulos.487 Cf. Francisco I. Madero y Alejandro Rosas Robles, “Los diarios espiritistas de Francisco I. Madero”, en Letras Libres, febrero de 1999. httD://www.letraslibres.com/revista/convivio/los-diarios-espiritistas-de-francisco-i-madero Recuperado 10.06.2014.

160

Apenas es creíble que un individuo pacifista encabezara una lucha

armada, pero así fue, bajo la presunción de obedecer a un mandato espiritual?®® Su prédica de revolución no era la de Marx, con los proletarios

arrebatándole los medios de producción a la burguesía, sino la de Jesucristo:

expulsando a los impíos del templo, es decir, de la nación. Ese mesianismo lo

llevó al calvario. Pascual Orozco -influido por el PLM- ®® se le insubordinó.

Zapata, quien esperaba garantías de restitución de las tierras desamortizadas

mediante la Ley Lerdo de 1856, también se declaró en rebeldía. La Iglesia

católica así mismo esperaba de él una reversión de las Leyes de Reforma, a lo

que se rehusó.

Magonistas, reyistas y felicistas, todos ellos se convencieron de que

Madero era un alucinado, incapaz de conducir los destinos del país. La opinión

pública azuzaba con epítetos alusivos a sus creencias. La intelectualidad lo

reprobaba (García Naranjo, Tablada, Pereyra, Díaz Mirón, Rabasa, Gamboa,

López Portillo): no había ciencia ni arte, y ni siquiera estilo en sus proclamas.

Los caricaturistas (Santiago R. De la Vega, Ernesto García Cabral, Vanegas

Arroyo) dieron rienda suelta a sus puyas con la desfiguración del chaparrito, y

hasta sus correligionarios se le voltearon, como ocurrió con los hermanos

Vázquez Gómez. Más letal que aquellos venenos, sin embargo, fue el encono

del embajador Henry Lañe Wiison, quien no lo bajaba de tonto, loco y vesánico.

Los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz, en desobediencia abierta,

fueron aprehendidos durante el gobierno maderista, acusados de insurrección.

Madero, no obstante, les perdonó la vida, cosa que lo hizo parecer blandengue,

más que piadoso. Confió en la lealtad de Huerta, más que en la de Felipe

Ángeles, e incluso vio en el traslado de su hermano Gustavo a Japón, una

manera de quitárselo de enfrente. Todas esas acciones las calificó el embajador de Cuba, Manuel Márquez-Sterling, como “actos de locura”.4®°

El ambiente estaba tan enrarecido hacia enero de 1913, que Gustavo

aplazó de nuevo su viaje a Japón. El Bloque Renovador en la Cámara de

Diputados, al que pertenecía, redactó un informe en el que analizó la situación

y advirtió del suicidio gradual en el que se incurría. Pero el presidente lo

488 Vid. Yolia Tortoiero Cervantes, El espiritismo seduce a Francisco Madero, México, Conacuita-FONCA, 2003.488 James D. Cockcroft, Precursores intelectuales de la revolución mexicana, México, Sigio Veintiuno, 2004, pp.164-166.460 Manuel Márquez-Sterling, Los últimos dias del presidente Madero, México, INEHRM, SEP, 2013., p.417.

161

subestimó. Gustavo, de hecho, contaba con información privilegiada. Supo de

una conjura militar en la que estaban implicados Rodolfo Reyes, Manuel

Mondragón, Gregorio Ruiz, Aureliano Blanquet y Victoriano Huerta.

Recomendó la detención de los conspiradores, pero el presidente la desestimó.4®''

También Horiguchi supo de esa conjura, ya que en el informe que rindió

al Gaimushó, con fecha 20 de febrero, señaló haber recibido noticias

anticipadas de que Rodolfo Reyes tramaba liberar a su padre de la cárcel de Tlatelolco.462 Se enteró por Arai, quien debió saberlo porque la casa de su

suegro era punto de reunión de los reyistas.

El domingo 9, el general Manuel Mondragón partió de Tacubaya a liberar

a Reyes y Díaz. Era un día “primaveral y espléndido”, según apuntes de Horiguchi.4®3 Los aspirantes del Colegio Militar, que habían tomado el Palacio

Nacional por órdenes de los conspiradores, cedieron ante la proclama del

general Lauro Villar, fiel a Madero, quien los indujo a actuar con apego a la

legalidad. De manera que cuando Bernardo Reyes llegó, lo que encontró fue

una ráfaga de ametralladora que lo privó de la vida. Villar quedó herido, para

infortunio del presidente, ya que la comandancia quedó en manos de Huerta.

Tras conocer el suceso, Madero resolvió trasladarse a caballo al lugar de

los hechos. Lo escoltaron algunos cadetes del Colegio Militar. Mientras tanto,

Mondragón liberó a Díaz y ambos se apertrecharon en La Ciudadela. Confiado

en la lealtad de Huerta, y contra las advertencias de Gustavo, Madero le

ordenó a Huerta que asumiera el mando y sofocara la rebelión en La

Ciudadela. Éste procedió. Fingió atacar a los rebeldes y éstos fingieron

defenderse. Para el día 11, el saldo de muertos superaba los 500, entre

militares y curiosos.

Horiguchi relata que desde el primer día, a instancias de su esposa, se

dirigieron al Castillo de Chapultepec, donde fueron recibidos por Sara Pérez,

quien les indicó que el Presidente se había trasladado al Palacio Nacional. Allí,

461 Hernández y Lazo, p.174.462 Horiguchi a Gaimushó, Gaikó shiryokan, BK, (20.03.1913).463 Cf. “Diario de ia Decena Trágica”, en Ernesto de ia Torre Villar, Moisés González Navarro y Stanley Ross, Historia documental de México, México, UNAM, 1984, p.468. La versión española se debe a Arai Kinta, publicada originalmente en £/ Universal el 4 de febrero de 1934. Idem, Bicentenario, México, Revista Trimestral del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, v.1, n.4 (abril-junio de 2009), pp.60-73.

162

por iniciativa de Stina, los Horiguchi les ofrecieron refugio a Sara y sus

familiares, y éstos no dudaron en aceptarlo.

El lunes 10 por la noche. Madero llamó por teléfono a la Legación

japonesa para conocer el estado de sus familiares; ya también Mercedes y

Angelina Madero, junto con hijos y sirvientes, se encontraban alojados en la Legación.464 Ogino añade un evento de carácter épico, difícil de comprobar:

Horiguchi desplegó valientemente la bandera japonesa en la entrada de la

Legación, y advirtió a los soldados golpistas que si la pisaban causarían “un gran problema diplomático”.4®®

Años después, Horiguchi Daigaku, hijo de Kumaichi, quien dedicó su

vida al cultivo de la poesía, describió aquella escena de la siguiente manera:

La familia del presidente llegó a la Legación a refugiarse. Fueron más de 30 personas: la esposa del mandatario, sus padres, sus hermanas Mercedes y Angelina con sus hijos y sirvientes. Con tantos huéspedes, me pareció que la amplia Legación se veía reducida.¿Por qué fueron a refugiarse a ese sitio? Tal vez porque confiaban en nosotros por la amistad que teníamos desde antes, además, ellos creían que era el refugio más seguro y confiable donde su vida no peligraba.Al escuchar la noticia, los inmigrantes japoneses de la ciudad de México se alegraron mucho. Todos acudieron a la Legación, abandonando sus casas y sus negocios, para encargarse de cuidar a las aves que vinieron a refugiarse en el seno de Japón.4®®

No existen crónicas sobre la convivencia en el interior del inmueble, como no sea la versión novelada de Kathryn Blair.4®7 Debió ser confusa. Con

Stina e Iwa ofreciéndoles té a las damas angustiadas. Los sirvientes

aprovechando al máximo los víveres del almacén, y Daigaku sumergido en la lectura de Les poétes maudits, de Paul Verlaine, como queriendo apartarse del

bullicio.

Algunos miembros de la comunidad japonesa acudieron a la Legación a

cuidar a las “aves que vinieron a refugiarse en el seno de Japón”. Concurría

Nonaka a brindar sus servicios médicos, y los Matsumoto, cuya tienda se

hallaba a pocas cuadras. Era especial el trato que Francisco I. Madero le

464 Kashiwakura, pp. 133-134.465 Ogino, p.59.466 Cf. ibidem. Originai en Daigaku Horiguchi, Shiroi hanataba [Ramiiiete de flores], Tókyó, Sogen Shóbó, 1949.467 Biair, op.cit.

163

dispensaba a Tatsugoro, encargado de mantener impecables los jardines del Castillo de Chapultepec, a quien Madero llamaba “Don Moto”?68

En el Diario de Horiguchi Kumaichi, se consigna que desde el día 11

empezaron a escasear los alimentos, y que el jueves 13, por primera vez

algunas balas impactaron en el edificio de la Legación. El cañoneo del día 14

(consagrado a San Valentín por la liturgia religiosa, y al romanticismo por los

tenderos), impidió que la Florería Matsumoto abriera sus puertas. La ciudad era

un desierto en el que tronaban los cielos mientras las marmotas se refugiaban

en sus madrigueras. Así lo resumió Kumaichi:

Viernes 14 de febrero. Día espléndido. Esta mañana, una hora más temprano que ayer, empezó el cañoneo cuyo estruendo estremecía el cielo y la tierra; era más intenso que en días pasados. Las balas de las ametralladoras caían en una lluvia de hierro y fuego en toda la ciudad. Los cañones rugían como truenos de una tempestad... Los bancos y el comercio en general llevaban cerrados cerca de una semana, con excepción hecha de las tiendas de comestibles, que abrían sus puertas a las siete de la mañana cerrándolas treinta o cuarenta minutos más tarde. Como la invasión del público era inmensa, estas tiendas fueron cerrando sus puertas poco a poco hasta llegar a no abrirlas más... El cañoneo duró sin cesar todo el día. Corrían rumores de que los muertos y heridos habían sido aproximadamente unos cinco mil, siendo el noventa por ciento de las víctimas, civiles no combatientes. Muchas casas fueron destruidas por los disparos de los cañones. Asimismo fueron incendiadas otras... Por las calles estaban tirados los cadáveres, y en el campo de Balbuena quemaban sin cesar con petróleo los que habían podido ser recogidos en la ciudad. Cadáveres de leales, rebeldes, curiosos, mujeres y niños. Al efectuar la incineración se producía un olor repugnante a carne chamuscada y se despedía una densa humareda negra... Varias eran las hogueras que elevaban sus columnas de humo hacia el azul del cielo primaveral, completamente despejado y limpio, ofreciendo a la vista un espectáculo grandioso y fúnebre a la vez. ®®

El drama de la Decena Trágica ha sido narrado por múltiples voces. En

el marco de los festejos del Bicentenario del inicio de la Independencia y

Centenario de la Revolución (2010), se revisaron los acontecimientos y

reeditaron algunas obras como La Decena Trágica. Apuntes para ia historia de

una asonada miiitar, de Juan Manuel Torrea; Febrero de 1913, de Martín Luis

Guzmán, y Radiografías dei cuarteiazo. 1912-1913, de Diego Arenas Guzmán.

La crónica Los úitimos días dei presidente Madero, del Ministro cubano

468 Información proporcionada por Mario Furukaki Matsumoto, nieta de Sanshiro y bisnieta de Tatsugoro. Entrevista efectuada en México D.F. (03.07.2014). Notas469 Cf. De ia Torre Viiiar, p.469.

164

Márquez Sterling, protagonista de algunos episodios, continúa siendo, sobre

todas las obras, una referencia obligada para la reconstrucción de los hechos.

Márquez-Sterling casi no comenta la protección a los Madero en la sede

diplomática japonesa. Menciona el momento en el que el presidente, prisionero

en las mazmorras del Palacio Nacional junto con Pino Suárez, y temeroso de

su destino, ofreció renunciar a la Presidencia a cambio de que su familia fuese

trasladada en ferrocarril hacia Veracruz, de donde partiría en vapor hacia La

Habana. Solicitó salvoconductos para él y el Vicepresidente, y que los

representantes diplomáticos de Cuba, Chile y Japón los acompañaran en el trayecto.

También el Ministro de Chile, Anselmo Hevia, se refirió al instante en el

que se negociaba con Huerta, dueño ya de la situación, el traslado de los

prisioneros hacia Veracruz para tomar el vapor a Cuba. Esto informó a su

gobierno de manera confidencial: “Volvimos con el señor Lascuráin [Canciller

del gobierno maderista] a la prisión del señor Madero. Ya se encontraba allí el

señor Ministro de Cuba listo para emprender el viaje a Veracruz. El Encargado

de Negocios del Japón, señor Horigoutchi [sic], se había excusado porque no podía dejar sola a su familia.47°

No es del todo claro por qué Horiguchi no se sumó a la comitiva que

acompañaría a Madero a Veracruz. Pudo haber recibido instrucciones que no

se constatan en el expediente respectivo en los archivos del Gaimushó, o bien,

como agregó el propio Hevia entre paréntesis: “Indudablemente tuvo miedo de que pudiera ocurrir algo al tren en el camino”.471 El miedo es una emoción

natural y comprensible, aunque ¿qué mayor miedo podía tener después de que

la propia sede de la Legación se mantenía asediada por soldados armados, en

espera de instrucciones para posesionarse de la familia Madero?El tren que trasladaría a los Madero nunca salió. El presidente y el

vicepresidente no llegaron a Buenavista porque los salvoconductos no se

expidieron. En el centro del melodrama se hallaba un productor, director,

maquinista, animador y protagonista: Henry Lañe Wiison. “Me consta”, dice

Hevia, que la conducta del embajador de los Estados Unidos fue

470 Anselmo Hevia al Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, México, 14 de abril de 1913. Oficio Confidencial. Cf. Sol Serrano, comp., La diplomacia chilena y la Revolución Mexicana, AHDM 25, SRE, 1986, p.76.471 Ibidem.

165

“extremadamente parcial”, a favor de los golpistas (en realidad los llama

“revolucionarios”) y en contra del gobierno constitucional ante el cual estabaacreditado.472

Henry Lañe se involucró en los asuntos de un estado ajeno al propio, al

punto de alborozarse por sujetar en sus manos el porvenir del país y hasta la

vida de su presidente. El 18 de febrero, mientras los Madero aguardaban

inútilmente la partida del tren, Henry Lañe convocó en la sede de su embajada

a Félix Díaz y Victoriano Huerta para que pactaran una transición maquillada

de legalidad. Ante la renuncia de los mandatarios, la Constitución determinaba

que el poder legítimo recaía en el Ministro de Relaciones Exteriores, Pedro

Lascuráin. En caso de renuncia de éste, el tercero en la línea de mando sería

el Ministro del Interior.Por eso apremiaba contar con las renuncias del presidente y el

vicepresidente, quienes desde la penumbra de su cautiverio se rehusaban a

entregarlas hasta tener garantías de respeto a sus vidas. Finalmente, cedieron.

En la madrugada del día 19, cayó asesinado Gustavo Madero en La Ciudadela,

bastión de los felicistas. Su martirio es inenarrable. El resto de la familia

regresó al refugio seguro de la Legación japonesa, para sorpresa de Horiguchi.

El libreto prosiguió. Lascuráin recibió la Presidencia de la República con

el aval del Congreso, el cual convalidó las renuncias de los mandatarios. Su

primera y única resolución fue designar a Huerta como Ministro del Interior,

para renunciar a los 45 minutos de haber recibido la investidura. Fue así como

Huerta se proclamó Presidente. Félix Díaz no aceptó formar parte del gabinete,

debido a que aspiraba a formar un partido y contender en las elecciones

siguientes. Pero Huerta tenía para él una misión confidencial que lo mantendría

alejado, nada menos que en Japón.

Hubo escenas intensas, como la escena de las esposas de los presos

tocando puertas que no se abrían, o la de Márquez-Sterling pasando una

noche con Madero y Pino Suárez, para protegerlos con su fuero diplomático.

Huerta actuó con suma hipocresía. Juró que las vidas de aquellos infelices

serían respetadas. Henry Lañe se solazó con los ruegos de Sara Pérez, por

472 Ibidem, p.98.

166

que intercediera a favor de las dos vidas. Los pormenores de este encuentro fueron publicados por el periodista Robert H. Murray.473

Huerta organizó una recepción para presentarse ante el Cuerpo

Diplomático el día 21. El orador oficial fue Henry Lañe Wiison, en su condición

de decano. Fue derrochador en halagos y bienaventuranzas para el general

Huerta. Éste saludó de mano a cada representante extranjero, y se detuvo con

uno en especial: Horiguchi Kumaichi. Fue tan obvia su obsequiosidad con el

japonés, que Márquez-Sterling la destacó:

Huerta dedicó lucidas flores de su ingenio rudo al hijo del Sol Naciente, iniciando allí su política japonesa, no obstante la protección del generoso Horigoutchi [sic] a la familia de Madero.^^^

Imposible que Henry Lañe no captara la escena. En aquel instante se

sentía tan triunfador y patrono de Huerta, que tal vez no le prestó la misma

importancia que el embajador cubano. Sin embargo, efectivamente sí había un

mensaje oculto detrás de la reverencia del general hacia Horiguchi.

El 22 de febrero se celebró el natalicio de George Washington, el Padre

de la nación que defiende la democracia, las libertades, y el derecho de las

naciones a autogobernarse. En la embajada, Henry Lañe conmemoró con la

presencia del Señor Presidente de México, generalísimo Victoriano Huerta. En

Palacio Nacional se hacían los preparativos para sacrificar esa misma noche a

Madero y Pino Suárez. Las órdenes se ejecutaron con la indiferencia del

embajador. Como dato notable, a Knight le parecen “afirmaciones exageradas” las que demonizan a este personaje.^^s

Daigaku, el poeta, describe con pena los momentos en que llegó la

noticia del asesinato del presidente a la Legación japonesa, así como las

diligencias de su padre y otros diplomáticos para recuperar el cadáver. Mes y

medio después, Horiguchi Kumaichi recibió un cable que decía:

Deberá manifestarle [a Victoriano Huerta] nuestro deseo de apoyar a que se fortalezca su administración, del mismo modo en que se lo manifestó al presidente Madero.

473 Cf. Isidro Fabela, Histeria dipicmática de ia Revciución Mexicana, México, INEHRM, 2004, pp.154-156.474 Márquez-Sterling, p.543.475 Knight, p.657.

167

Las instrucciones debieron causarle un conflicto personal, de conciencia.

A las pocas semanas se le retiró de México, pero antes de partir escribió:

Me atrevo a decir, he elevado la dignidad de mi patria. Utilizando las tácticas sabias, salvé una crisis. La guerra ya ha terminado, todo anda bien en el mundo. Estoy en camino a casa, viento en popa.4®

La Magdalena

Cuando el furor maderista se hallaba en su apogeo, a inicios de 1912,

algunos diarios estadunidenses emitieron la noticia de que los japoneses

acababan de adquirir tierras en el Pacífico mexicano. The Telegram, de la

cadena Hearst, en San Francisco, publicó el 31 de enero un artículo en el que

aseguraba que una corporación pesquera de Japón, negociaba con el

gobierno mexicano una concesión de pesca sobre 500,000 hectáreas de la Bahía de Magdalena, y que se establecería allí una colonia de inmigrantes.477

Lo mismo reportó The Seattie Times, con el añadido de que se trataba de unaclara expresión de las ambiciones japonesas.478

El senador Lodge manifestó ante el Congreso de su país su temor de

que “cierta potencia del Este”, pudiera apropiarse de la estratégica bahía para propósitos navales o militares. 479 Lodge empezó siendo un entusiasta

promaderista, bajo la presunción de que Francisco I. Madero, como hombre

forjado en los valores estadunidenses (con estudios en Maryland), sería más

afín a las visiones de Estados Unidos, que don Porfirio. Pero cambió de

parecer, tras los rumores de que el presidente mexicano pretendía consumar la entrega de la Bahía de Magdalena a los japoneses.48°

Entre marzo y abril, la noticia de la adquisición de la Bahía por parte de

Japón, creció y se extendió hacia el resto del país. Lodge propuso ante el

Senado la adopción de una resolución que obligaría al presidente Taft a

transmitirle a ese órgano, cualquier dato que poseyera sobre la presencia

476 Cf. Carlos Silva, "Una mirada japonesa a la Decena Trágica”, en Periodos de ia H istoria/La revoiución / Hechos. htto://www. wikimexico.com/wDs/Dortal/wm/wikimexico/Deriodos/mexico-contemporaneo/la-revolucion/hechos/Japones-1913 Recuperado 20.06.2014.477 The Teiegraph, 31 de enero de 1912. Cf. Kunimoto, p.110.476 The Seattie Times, 8de febrero de 1912. Ibidem, p.111.479 Congressional Records, 63rd Congress, Primera Sesión, p.3388, 1° de marzo de 1912.469 Vid. William C. Widenor, Henry Cabot Lodge and the search for an America foreign poiicy, Berkeley, University of California Press, 1980, p.177-178.

168

japonesa en la Ba h ía .Para allegarse de información, Henry Lañe activó sus

redes consulares, en tanto que los periodistas buscaban afanosos cualquier

indicio que confirmara las negociaciones nipo-mexicanas. The New York Heraid

aseguró que las negociaciones ya se habían concretado. 482 por eso los

vínculos de Madero con la comunidad japonesa (sobre todo con Horiguchi)

fueron sujetos de vigilancia.El embajador mexicano en Washington, Manuel Calero, declaró a The

Washington Post que los temores en torno a los japoneses pretendiendo

adquirir una estación carbonífera en la Bahía de Magdalena, estaban basados

en premisas falsas.483 jambién el presidente Madero negó que se le hubiera otorgado semejante concesión a una empresa japonesa.484 inclusive el Primer

Ministro japonés, Saionji Kinmochi [MUIAAM], publicó una carta en The New

York Times, el 6 de abril, desmintiendo que hubiera interés en la bahía. Esta

fue su aclaratoria:

Este informe falso puede ser atribuido al siguiente hecho:

Hace algún tiempo, el representante en México de la Tókyó Kisen Kaishá, obtuvo del gobierno mexicano derechos de pesca en la costa occidental de México. Algún tiempo después ese representante transfirió sus derechos a la Compañía Oriental Ballenera del Japón y ésta cerró un contrato con el Gobierno Mexicano el 17 de octubre de 1911, en virtud del cual la compañía mandó a uno de sus directores junto con expertos en pesca y pescadores en número de diez, a investigar el distrito pesquero.4®®

El rumor acerca del tratado secreto, pudo haber surgido a raíz de las

exploraciones en la zona de la Chartered Company of Lower California.'^ La

compañía había contratado los servicios de un geólogo japonés referido como

Moda Otsabura quien ajeno a cualquier pretensión de

481 United States Congress, Señale, Requesting to the President to transmit to the Senate any Information in the possession o fthe Government regarding the punchase by the Japanese Government or Japanese Company o fiand in Magdaiena Bay, Senate, Resolution 272.482 The New York Heraid, 31 de marzo de 1912. Cf. Kunimoto, p.111.488 The Washington Post, 3 de abrii de 1912, portada.484 The Washington Post, 4 de abrii de 1912, Seco. 1, p.2. Ídem “Japan and México”, The New York Times, 4 de abrii de 1912, p.12.485 The New York Times, 6 de abrii de 1912, Secc. 1, p.7.488 Ei 30 de noviembre de 1898, ia Chartered Company adquirió ia concesión de 3000 hectáreas que ia Secretaria de Fomento ie habia vendido antes a la Flores-Hale & Co. para la colonización infructuosa de la Isla Margarita, exactamente enfrente de Bahía de Magdalena. Pablo Herrera Carrillo, Reconquista y coionización dei Vaiie de Mexicaii y otros escritos paraieios, Mexicali, UABC, XVII Ayuntamiento de Mexicali, ISBC, 2002, p.62.* Posiblemente el nombre original es Moda Osaburo.

169

orden político, se había dedicado a cumplir con su trabajo?®^ para responder al

clamor que despertó su presencia, Morgan Rowland, representante de la

empresa, señaló que la historia sobre un tratado secreto le parecía completamente idiota?®®

Horiguchi comunicó que el asunto de la Bahía de Magdalena casi no

había interesado a la opinión pública mexicana, salvo por algunas menciones

escuetas en El Diario y El Imparcial. T a m p o c o era tema de discusión en los

círculos diplomáticos, más inquietos por la insurrección zapatista. Solamente el

embajador cubano, Armando de Riva, antecesor de Márquez-Sterling, comentó

con Horiguchi que la historia de la bahía tenía que ver más bien con las

inseguridades norteamericanas.^®® El asunto fue sobrepasado en los diarios por

otro de mayores resonancias: el hundimiento del Titanic, ocurrido el 14 de abril.

El rompecabezas cobra forma. No hay material suficiente para probar que el embajador estadunidense pudo haberle inquirido a Madero alguna

información sobre sus presuntas negociaciones con Japón. Bajo la lógica de

los acontecimientos, pudo haber pasado que, al no obtenerla, haya montado en cólera.4®"'

¿Qué más evidencias podía haber, que los vínculos estrechos entre los

Madero y los Horiguchi? ¿Qué tramaba Gustavo al pedir la titularidad de la

Legación de México en Japón? ¿Por qué visitaba las oficinas de la compañía

Mitsui? ¿Con qué propósitos se les habían concedido derechos de pesca en

Baja California a las empresas japonesas, según confesión del propio Primer

Ministro Saionji? ¿No serían quintacolumnistas al servicio de su gobierno?

No había cambiado nada entre Díaz y Madero. Díaz canceló los

derechos de uso de la Bahía a los Estados Unidos, y Madero consumó el

susodicho tratado secreto, que presuntamente les cedía la bahía a los

japoneses. La aclaración de Saionji no apaciguó, sino que exacerbó los

487 Francis J. Manno y Richard Bednarcik, "El incidente de Bahía Magdalena”, en Historia Mexicana, v.19, n.3 (ene- mar 1970), p.367. Eugene Keith Chamberlin, “The Japanese scare at Magdalena Bay”, en Pacific Historicai Review, v.24, n.4 (noviembre de 1955), pp.345-359.488 “Denies purpose to solí”, en The New York Times, 6 de abril de 1912, p.2.489 Horiguchi a Uchida, ABK, Taishó 2-nen no shi-gatsu mikka (03.04.1913).49° Ibidem.491 Cockcroft ubica el viraje en la actitud estadunidense precisamente en marzo de 1912, atribuible, según él, a “una serie de confrontaciones cada vez más ásperas entre Madero y los intereses comerciales y el gobierno estadounidenses”. Cockcroft, p.95.

170

ánimos, pues se sabía ahora de la existencia de derechos especiales para las

empresas japonesas.

La cadena Hearst procedió a investigar las acciones de los pescadores

orientales en las costas de Baja California. Los Angeles Examiner señaló la

posibilidad de que llegaran a la zona 75,000 inmigrantes, con el fin de establecer una base naval. 4®2 Hearst despachó a un equipo de enviados

especiales a la Bahía de Magdalena, a fin de que recabaran información

precisa sobre la situación.

En la segunda mitad de abril, los periódicos de la cadena publicaron supuestas evidencias de japoneses encubiertos colonizando la península, con

la supervisión y respaldo económico de Tókyó. The Chicago Examiner informó

que naves de guerra estadunidenses habían acudido al rescate de ciudadanos norteamericanos, amenazados por los japoneses en Baja California. 4®3 Se

publicó la fotografía de un joven ingeniero de 27 años, llamado Takasaki

Tatsunosuke [tüíSiÉAfSi], quien decía haber sido enviado por una compañía

pesquera a las inmediaciones de la bahía.4®4

La foto de Takasaki se presentó como evidencia de las pretensiones de

Japón. Se decía que encabezaba una misión encubierta, tendiente a instalar

una base naval en México. Intervino el Secretario de Marina, George L. Meyer:

la Marina estaba alerta, y seguiría con atención el progreso de las negociaciones entre mexicanos y japoneses.^®® Entre abril y mayo, Taft emitió

sendos comunicados a los órganos legislativos, en los que prometió que la

esencia de la Doctrina Monroe sería preservada, La Cámara de

Representantes le exigió copias de la correspondencia entre la Chartered

Company y el Departamento de Estado.

Según la historia, el abogado de la compañía propietaria de terrenos en

la Bahía de Magdalena, Frederick Alien, se entrevistó con el Secretario Knox,

492 Los Angeles Examiner, 9 de abril de 1912. Cf. Ídem, Kunimoto, p.116.493 jh e Chicago Examiner, 28 de abril de 1912.494 Takasaki Tatsunosuke se distinguió años después como presidente de la Manchurian Industrial Deveiopment Company durante la ocupación japonesa en Manchuria. Al final de la guerra, fundó la Electric Power Deveiopment Company y fue electo representante ante la Cámara Baja. Murió el 24 de febrero de 1964.495 Jhe New York American, 26 de abril de 1912.496 United States, Congress, Senate, Land at Magdalena Bay. Message from the President o f the United States transmitting in response to Senate Pesoiution o fA p rii 2, 1912. A Peport o fth e Secretary o f State reiating to the parchase o fiand at Magdaiena Bay by the Japanese Government or by a Japanese Company, Sen. Doc. No. 640, 62nd Cong., 2nd Sess.

171

en el verano de 1911. Su propósito era conocer la posición del gobierno en torno a una eventual venta de tierras, incluyendo a clientes japoneses.4®7 Knox

respondió que una transacción con japoneses se convertiría en escándalo, por

lo que el gobierno no consideraba prudente que se hiciera.^®®

El Secretario Adjunto, Huntington Wiison, le pidió a Henry Lañe que le comentara el asunto a Madero, y que asegurase su reconocimiento de la

hegemonía estadunidense sobre México, como antes hiciera don Porfirio.4®® El

dato es esencial para el entramado de esta tesis; significa que don Porfirio

pactó la no afectación de los intereses estratégicos de Estados Unidos. Pero a

cambio de qué, ¿de que los Estados Unidos toleraran las gestiones de su

gobierno con otras potencias? ¿De alejar las amenazas de intervención? ¿De

asegurar la participación norteamericana en las fiestas del Centenario?

¿Acaso el acuerdo se efectuó durante las conversaciones a puerta cerrada entre Díaz y Taft, en octubre de 1909? De ser cierto ese canje de

lealtad por tolerancia -posible a partir de una revelación que le hizo Taft a sus

esposa en carta privada-,significaría que la tesis de la relación especial

entre las dos naciones, planteada por Mario Ojeda como distintiva de la

bilateralidad durante la Guerra Fría, cuenta con un antecedente remoto.®®

El telegrama de Huntington corrobora que el tema de la Bahía de

Magdalena sí debió tocarse en las pláticas Díaz-Taft. Henry Lañe tuvo que

haber llevado el asunto ante Madero, en su encuentro del 11 de marzo.

Después se apresuró a informar que Madero le había asegurado la continuidad

497 Alien a Knox, Nueva York, 9 de agosto de 1911, en Ibidem.498 Knox a Alien, Washington D.C., 17 de agosto de 1911, en Ibidem.499 Huntington Wiison a H.L. Wiison, telegrama, Washington, 12.02.1912, National Archives and Records Administration (en adelante NARA), Secretary of State, Doc. 894.20212/25.599 Taft le expresa a su esposa su temor de que a la muerte de Diaz las cosas se salgan de control en México, y le señala: “Piensa él [Diaz], y yo creo que es correcto, que cuando se conozca a lo largo de su pais la amistad de los Estados Unidos hacia él y su gobierno, él se fortalecerá con su gente, y se achicarán los esfuerzos revolucionistas por establecer un gobierno diferente”. “Distant neighbors: the U.S. and the Mexican Revolution. President William Taft writes a letter to his wife after holding the first Summit meeting with Mexican President Porfirio Diaz, October 17, 1909”, en Hispanic Reading Room, Washington D.C., The Library of Congress, Hispanic División Area Studies. https://wvw.loc.qov/rr/hispanic/mexico/imaqes7Taft's letter to wife.pdf Recuperado 25.10.2015.891 Ojeda sostiene que los márgenes de autonomía de la política exterior mexicana en la era posrevolucionaria, y sobre todo durante la Guerra Fria, fue producto de un pacto no escrito. Mediante ese pacto, México ofrecía no comprometer los intereses estratégicos de Estados Unidos a cambio de tolerancia a la disidencia mexicana en algunos temas internacionales. Mario Ojeda Gómez, Alcances y límites de la política exterior de México, México, Centro de Estudios Internacionales, El Colegio de México, 1976.

172

de la política seguida por Díaz; asumió que el presidente admitía la validez de la Doctrina Monroe.

Huntington Wiison lo comentó con el presidente Taft, y convocó al

embajador Chinda Sutemi, para darle a conocer que México aceptaba los

términos de la Doctrina Monroe. Chinda comprendió el mensaje, a medias.

Transmitió un telegrama cifrado a Tókyó, con fecha 14 de abril, en el que

advertía sobre la conveniencia de no contravenir la Doctrina.®®®

Chinda no entendió que la alusión de Huntington era ante el supuesto de

que Japón pretendiera instalar una base naval en la Bahía de Magdalena. El

embajador japonés más bien asumió que a Washington lo que le inquietaba era

el desacato al corolario monroísta del Agreement, por los inmigrantes que

seguían entrando a los Estados Unidos. Es evidente, por otro lado, que Henry

Lañe blandió la promesa de Madero de darle continuidad al acuerdo de Díaz y

Taft, como una aceptación implícita de la Doctrina Monroe. En esa enredadera de la comunicación, tarde o temprano afloraron las verdades.

El Ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Lascuráin, solicitó al

embajador Calero información más precisa sobre las interpretaciones en

Washington, en torno a México y la Doctrina Monroe. Quería conocer las

implicaciones del Corolario Lodge a la doctrina, ya que éste volvió a enunciarse

en la sesión del Senado del 31 de julio.®°4 Calero respondió que el Almirante

Robley D. Evans, le había dicho que la Bahía de Magdalena era la más

apetecida para establecer una base naval y militar. Recomendó que a cualquier

precio el Gobierno mexicano debía instalar una base naval en ese lugar, y que

si se adjudicaban esas tierras a intereses privados para su colonización o uso

comercial, se hacía bajo condiciones soberanas y sin afectación a la Doctrina

Monroe, la cual México no abrazaba.®®®

Intervino la prensa japonesa. El 1° de junio, apareció en el Literary

Digest un artículo extraído del Asahi Shimhun, en el que se decía que el

creador del cuento de la Bahía era William Hearst, quien atendía a intereses

personales más que nacionales.

892 H.L. Wiison al Secretario de Estado, telegrama, Ciudad de México, 12.03.1912, NARA, Doc. 894.20212/30.893 Chinda a Uchida, Tókyó, telegrama cifrado, Gaikó shiryokan, ABK, Meiji 45-nen no 4-gatsu juyókka (14.04.1912).894 Lascuráin a la Embajada de México en Washington, telegrama cifrado, México, 6 de agosto de 1912, AHGESRE, Fol. 27-12-102. Cent. “Discusiones en el Congreso de los Estados Unidos de América con motivo de la supuesta adquisición de dicha Bahia por el imperio del Japón. Nueva aplicación de la Doctrina Monroe”.898 Calero al Secretario de Relaciones Exteriores, Washington, 6 de agosto de 1912, en Ibidem.

173

La familia Hearst posee cerca de 460,000 acres de terrenos en territorio mexicano junto al Río Grande. Aunque el precio por acre es de 3 a 5 dólares, el señor Hearst no halla comprador -decía el artículo-, por lo que está al pendiente de cualquier situación internacional que él pueda complicar y que redunde en la anexión de México a los Estados Unidos. Él sabe mejor que nadie que la concesión dada a una empresa ballenera japonesa no tiene nada que ver con la Bahía de Magdalena, y que es semejante a otras otorgadas a otros países. Sin embargo, sus periódicos no dudan en distorsionar los hechos, aun a costa de la decencia y de las relaciones amistosas entre Japón y los Estados Unidos.®°®

Lodge sostenía que él sí actuaba a favor de los intereses nacionales, y

que la promulgación de su enmienda anterior (1907), estaba basada en un

principio más viejo que la propia Doctrina Monroe: el derecho de cualquier

nación a defenderse y conjurar abusos peligrosos. Agregó en declaraciones a The New York Times, que con la apertura del Canal de Panamá la Bahía

adquiría una importancia que jamás había tenido, ya que todos los barcos pasaban frente a ella.®°7

Para Henry Lañe, debió ser embarazoso haber informado que Madero

aceptaba la jurisdicción de la Doctrina Monroe, para luego ser desmentido por

el embajador de México en Washington. Tuvo costos para Madero; se le culpó

a él del malentendido. Fue un añadido a los reclamos acumulados en su

contra, y que dieron pie a que Henry Lañe apoyara la asonada en su contra. A

continuación, veremos que Victoriano Huerta tampoco estuvo exento de

sospechas de guardar vínculos encubiertos con los japoneses.

806 “Japan on the Magdalena Bay Scare”, Literary Digest, 1“ de junio de 1912, pp.1150-1151.807 “Waming to powers adopted by Senate”, The New York Times, 3 de agosto de 1912, p.2.

174

175

CAPÍTULO V

JAPON EN EL A JED REZ DE H U ER TA Y CARRANZA

176

Nuestra Sociedad Cooperativa Japonesa Mexicana, fue salpicada repetidas veces por las espumas de la Revolución

y recibimos algunos daños, pero, podemos decir que, hasta entonces, de una manera u otra, habíamos prosperado con la fuerza del sol.

Arima Rokutaro en Chiapas

¡Éstos cabrones!, luego que ven tantito lugar, luego luego se quieren abrir paso, y se van al sol que nace.

Zapata a Villa en Ciudad de México

Al término de la primera década del Siglo XX, el antijaponismo creció en

Norteamérica. El senador Phelan lanzó llamados a preservar la pureza de la

nación, e intensificó su ira contra la invasión silenciosa de japoneses. Los

exclusionistas promovían una ley que vedaba la enajenación de terrenos a los

inmigrantes. Se les creía no aptos para la ciudadanía, con el argumento de ser segregacionistas, y por lo tanto, incompatibles con el espíritu del melting pot.

Pese a todo, continuaron llegando. Algunos se las arreglaban para

trasladarse a California desde Hawái. Otros, a través del sistema yobiyose, con

matrimonios concertados por medio de retratos. Los más, cruzaban la frontera

con México. El problema mayor para los anglosajones fue la aparición de una

nueva generación de "japoneses”, nacidos en Estados Unidos (Nisei), con

derechos propios de ciudadanía.

Los Issei, por lo general llegaron a trabajar como jornaleros, mineros y

obreros en las fábricas estadunidenses. Su condición de extraños en una

177

sociedad hostil, los obligó a congregarse y establecer redes de apoyo, cosa

que no sucedió en México, donde los inmigrantes se juntaron en grupos

determinados por sus prefecturas de origen, o por las labores que

desempeñaban. Los inmigrantes en Estados Unidos escogían parejas al

interior de la creciente comunidad de origen japonés, en tanto que en México, existía más propensión al mestizaje.®®®

Con el estallido de la Revolución, hubo quienes sí se integraron a las

filas rebeldes, aunque a título individual, no grupal. Tras el asesinato de

Madero y la creación del Ejército Constitucionalista, varios japoneses y sus hijos figuraron entre los combatientes.

Nonaka reapareció al lado del general Villa. Algunos de los que

habitaban en Sinaloa y Sonora, se adhirieron al frente de Obregón. Después de la matanza de chinos en Torreón, los de Coahuila procuraron marcar sus

distingos, y demostrar que eran poseedores de técnicas de combate que

ponían a las órdenes de la revolución. Otros más se integraron al zapatismo.

Los de Mexicali no pasaron las penurias de sus coterráneos, gracias al

respaldo del gobernador Esteban Cantó.

EL “PRINCIPADO” DE ESTEBAN CANTÚ

A raíz de los levantamientos magonistas en el norte de Baja California, el

presidente interino, Francisco León de la Barra, comisionó al Mayor del ejército,

Esteban Cantó, a acudir en apoyo del coronel Vega. A su arribo al valle de

Mexicali, Cantú se percató de que la mayoría de los habitantes eran

norteamericanos, con pretensiones de anexarse a Estados Unidos. Otros más eran chinos prósperos e integrados en asociaciones. Asumió una política que

evitaría incidentes que desembocaran en un conflicto internacional. Su buen

manejo de la situación, le valió el reconocimiento presidencial y su ascenso al

grado de Teniente Coronel.

898 Tales condiciones facilitaron la concentración en campos de internamiento en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, no así en México. Vid., Jerry García, Looking iike the enemy. Idem, Masterson y Funada- Classen.

178

Cantú era nuevoleonés, con formación en el Colegio Militar. De

personalidad carismática, en poco tiempo se hizo amo del corredor Tijuana-

Tecate-Mexicali, mediante tácticas eficaces, aunque no necesariamente lícitas.

Admitió la existencia de casinos, la trata de mujeres, las apuestas, y los

negocios vinculados con la venta de alcohol y mariguana. Sustrajo ganancias

que fortalecieron las arcas del estado, además de las propias.

Tras la asonada contra Madero, Cantú apoyó a Huerta. Eso le valió un

nuevo ascenso y la designación de Gobernador militar de la región. Según un

historiador:

Parecía como si el recientemente nombrado gobernador militar hubiera tratado de establecer un principado autónomo, ligado en forma meramente nominal al gobierno central.®®®

Para efectos prácticos, Cantú utilizó la clásica política de sembrar

discordia entre las comunidades, para intervenir como fiel de la balanza. A los

chinos les cobraba protección, incluso aumentó su número con la introducción

de coolies para los campos algodoneros. A los estadunidenses les ofreció

canonjías, y estimuló la colonización de mexicanos con aquellos que huían de

los movimientos armados.

Muy listo, al percibir que la presencia japonesa causaba una fuerte

irritación entre los californianos, convenientemente se dedicó a filtrar en los

medios, noticias acerca de las supuestas acciones secretas de Japón que él

habría detectado, y desmantelado. ®''° Las noticias eran oro molido para los

periódicos de Hearst y para la Liga para ia Exciusión Asiática. A los japoneses

que optaron por permanecer del lado mexicano, los dotó de condiciones para

producir algodón, aunque también hubo quienes traficaron con opio procedente

de China.®"'''

Al crecer el número de japoneses en Mexicali, cada vez más prolíficos.

509 Joseph Richard Weme, “Esteban Cantú y la soberanía mexicana en Baja California”, en Historia Mexicana, v.30, n.2, julio-septiembre de 1980, p.7.510 Eugene Keith Chamberlin, “Mexican coionization versus American interests in Lower California”, en Pacific Historicai Review, v.20, n.1 (febrero de 1951), pp.43-55.511 Corren versiones de que Abelardo L. Rodríguez, entonces subordinado de Esteban Cantú, se involucró en el negocio del opio con las mafias japonesas (yakuza). Años después, como presidente y ex presidente de México, mantuvo lazos muy estrechos con Japón, lo que le valió figurar entre los políticos mexicanos colaboracionistas con el enemigo durante la Segunda Guerra Mundial. Vid., Marcos Muedano, “El presidente que aprendió el negocio de las drogas”, en Ei Universal 25 de junio de 2011.

179

se propaló el rumor de que constituían una célula auspiciada por el gobiernador

Cantú. La Oficina de Inteligencia de la Marina estadunidense, adujo que Cantú

pretendía escindir a la península y autonombrarse presidente de una nueva

república, con el apoyo japonés. Se decía que por lo menos dos docenas de

japoneses residentes en Baja California habrían firmado un manifiesto de

apoyo a Cantú, con expresiones antiyanquis muy similares a las que había en

Japón, y que obedecían a un trazado propagandístico elaborado en Tókyó.®''^

El gobierno de Esteban Cantú se prolongó hasta 1921, cuando el

presidente Adolfo de la Huerta lo obligó a renunciar. La revolución no pasó por

sus dominios. Según Chamberlin, no se percibió ningún cambio social

significativo sino hasta 1935.®"'® Las políticas prohibicionistas en Estados

Unidos, en los años 20, redundaron en más prosperidad para los negocios de

la región.

Resulta interesante esa nóvel manera de aprovecharse del espectro

japonés, política que también se aplicó Victoriano Huerta durante su mandato.

A eso nos referiremos en el aparatado siguiente.

JAPONISMO VICTORIANO

El ojo clínico del embajador cubano, Márquez Sterling, captó el momento

exacto en el que Victoriano Huerta se dirigió al Encargado de Negocios

japonés, Horiguchi, durante una recepción ofrecida al cuerpo diplomático el 21

de febrero de 1913. Con “lucidas flores de su ingenio rudo”, asentó el diplomático, Huerta inició su política japonesa.®"'4

¿En qué consistió esa supuesta “política japonesa”? Los

acontecimientos durante los años revolucionarios, por lo menos en cuanto a los

vínculos nipo-mexicanos, no se explicarían sin el esclarecimiento de ese

eslabón. Los rumores acerca de una supuesta alianza entre Japón y México,

nacieron en la era de esplendor porfirista y se prolongaron durante el

512 Geraid Home, Black and brown. African Americans and the Mexican Revoiution, 1910-1920, Nueva York, New York University, 2005, pp. 176-178.518 Chamberlin, Mexican coionization, p.49.514 Márquez Sterling, op.cit.

180

maderismo. También resonaron durante la administración de Huerta. Para

entenderlo mejor, tenemos que remitirnos al ajedrez mundial.

En aquel momento. China también atravesaba por un proceso de

cambios al mando del general Yüan Shih-kai, cuyo estilo dictatorial no distaba

mucho del de Huerta. Japón pretendía ejercer influencias sobre Yüan, cuando

Woodrow Wiison asumió la presidencia de los Estados Unidos. Su arribo

redundó en una diplomacia más activa hacia China, lo cual en Tókyó se

consideró como una injerencia en su zona de influencia. Japón quería

desarrollar su propia “doctrina Monroe” en Asia, y China se ubicaba en la

médula de sus intereses, por eso las aprensiones fueron mayores cuando

Wiison instrumentó una política de puertas abiertas.®"'®

Las pugnas entre Estados Unidos y Japón por el dominio de China, en

los años subsiguientes a 1913, han sido relatadas por Madeleine Chi en su

libro sobre la diplomacia en China.®"'® Baste saber que la política de puertas

abiertas (Open Doors Policy), chocaba con las pretensiones japonesas de

obtener la exclusividad del comercio través de la cláusula de la nación más favorecida. Además, en tanto que los norteamericanos procuraban fortalecer el

incipiente republicanismo chino, los japoneses querían que Yüan reimplantara

el sistema imperial, a la manera de Meiji.

A Tókyó le irritaba la incomprensión de los estadunidenses. Si ya se había otorgado una concesión -poco honorable- con el Agreement de 1908, y

se admitía cierta validez de la Doctrina Monroe, ¿por qué los Estados Unidos

no aplicaban la reciprocidad y aceptaban la hegemonía japonesa sobre China?

Por si fuera poco, la legislatura de California recién había aprobado una ley

afrentosa para los inmigrantes japoneses, al declararlos no aptos para la

ciudadanía y para adquirir propiedades. No quedaba de otra más que el

contraataque, y el contraataque se haría en la propia esfera geopolítica de los

Estados Unidos.

515 El término comenzó a ser habitual en los textos de historia diplomática desde la década de los 30. Vid. George H. Blakeslee, “The Japanese Monroe Doctrine”, en Foreign Affairs, julio de 1933, p.227. httD://www.foreiqnaffairs.com/articles/69366/aeorae-h-blakeslee/the-iapanese-monroe-doctrine516 Madeleine Chi, China Dipiomacy, 1914-1918, Harvard East Asian Monographs, Boston, The East Asian Research Center, 1970. También Brooks, Supra Nota 399, Cap. IV.

181

Sólo así se comprende el sentido del mensaje transmitido a Horiguchi en

abril de 1913. Se le ordenaba manifestar a Huerta el apoyo de Japón, del

mismo modo en que se le había manifestado a su antecesor.

Debió ser conflictivo para la conciencia del diplomático, dada su

afectividad con la familia Madero. Su deber, sin embargo, era cumplir con una

disposición cuyo móvil pertenecía al ámbito de la más alta política (High

Politics); seguramente la acató en fechas posteriores al encuentro que Márquez

Sterling captó en su crónica sobre los últimos días del presidente depuesto.

Huerta también debió borrar de su mente al Horiguchi protector de la familia

Madero, con tal de emprender su “política japonesa”, la cual se procede a

elucidar a continuación.

La política japonesa de Huerta

Muy pocos historiadores ponen en duda el protagonismo de Henry Lañe

Wiison. Quienes lo defienden, aseguran que actuó por razones de Estado, en

acatamiento a las instrucciones de preservar el espítiru de la Doctrina Monroe.

Se desempeñaba como procónsul, a la manera de los gobernadores romanos en las provincias bajo el dominio del Imperio. Su comunicación directa con Taft

debió encrespar a Huntington Wiison, quien renunció al Servicio Exterior de su

país en 1913, harto de que no se respetara la institucionalidad en la diplomacia estadunidense.

A Henry Lañe lo dominaban las pasiones. Su neurosis* se entremezcló

con el sentido del deber diplomático, y los resultados fueron deplorables para la

marcha natural del devenir mexicano. Queda abierta la interrogante de qué

hubiera sido si en vez de moverle el tapete a don Porfirio, o de conspirar contra

Madero, mejor los hubiera apoyado. En 1913 (año singular para los

aconteceres mundiales, según Florian Hiles),®''® otro Wiison, ex profesor de

Ciencia Política en la Universidad de Princeton, ganó la Presidencia de los

Estados Unidos bajo la divisa del Partido Demócrata.

* En psicología clínica, el término se usa para referirse a trastornos mentales que distorsionan el pensamiento racional y el funcionamiento social, familiar y laboral adecuado de las personas.517 F.M. Huntington, op.cit.518 Florian lllies, 1913: The yearbefare the storm, Londres, The CIrekenweII Fress, 2014.

182

W.WiIson era un idealista. Creía en la democracia liberal como fuerza

redentora, y en las instituciones como reguladoras de los libertinajes políticos.

Consideraba que a Yüan Shih-kai se le podía salvar a través de un correcto

adoctrinamiento sobre la virtudes del sistema de partidos, la división de

poderes, la apertura comercial y la educación científica. En cambio Victoriano

Huerta, era condenable, incluso desde su origen indio. Se condenó más

cuando disolvió el Congreso, en octubre, dado que se convirtió en “dictador”.

Los esfuerzos de Henry Lañe por convencer a W.WiIson de otorgar el

reconocimiento al gobierno de Huerta, resultaron inútiles. El propio Henry

hubiera querido recibir algún tipo de reconocimiento por haber trabajado a favor

de los intereses estadunidenses, pero lo que recibió fue descrédito. Para

Wiison (el presidente), Wiison (el embajador) contribuyó a deponer a un

gobierno legítimo, para colocar a un dictador; eso contravenía los principios de moralidad que Wiison (presidente) quería imprimirle al sistema de naciones.

Al gobierno huertista no sólo no se le otorgó el reconocimiento, sino que

fue objeto de presiones para que convocara a elecciones, pero sin él como candidato. Incluso se le impuso un embargo de armas y municiones.

Henry Lañe informó que Japón, El Salvador y Guatemala, habían sido

los primeros otorgantes del reconocimiento oficial al gobierno huertista.

Presentó el reconocimiento japonés como una expresión de desafío, aunque

también como acicate para no dejar libre el flanco mexicano.®''® Pero W.WiIson

no picó el anzuelo. No estaba tan equivocado el embajador. A los pocos días

los japoneses convinieron con Huerta en la venta de 50,000 rifles fabricados en

Japón.®2° La potencia asiática se involucró así en una operación provocadora,

sin menoscabo de la Doctrina Monroe, y a Huerta le sirvió para dar forma más

concreta a su política japonesa.

La ira de W.WiIson fue en crescendo. Huerta probó ser astuto para

sortear el embargo de armas, y los japoneses probaron ser capaces de

introducirse sin recato en el traspatio del imperio norteamericano. La migración

japonesa a México volvió a expandirse entre 1913 y 1914, aunque con muchas reservas, debido la guerra civil entre constitucionalistas y federales (Tabla 3).

519 H.L. Wiison al Secretario de Estado, telegrama 233, Ciudad de México, 13.05.1913, NARA, Doc. 812.00/7488. 52° H.L. Wiison al Secretario de Estado, telegrama 263, Ciudad de México, 31.05.1913, NARA, Doc. 812.24/11.

183

Lo que sí es claro es que Japón ya no se mostró tan dispuesto a seguir

acatando el Agreement, a cinco años de su entrada en vigor.

Año Número

TABLA 4Japoneses con destino

a México

[1901 - 1918]

Año Número

1901 152 1910 361902 187 1911 601903 159 1912 741904 201 1913 1061905 374 1914 1021906 5,321 1915 511907 3,945 1916 721908 18 1917 1031909 13 1918 215

Fuente: International Affairs of México, NARA, doc.812.5595/4.

La guerra civil se recrudeció hacia medidos de 1913, con avances

significativos de los constitucionalistas, comandados por Venustiano Carranza.

Pese a que W.WiIson se había pronunciado por la neutralidad, y decretado un

embargo de armas a los beligerantes, en realidad el tráfico de armas siguió

fluyendo a través de la frontera, a favor de los carrancistas, y desde

Guatemala, a favor de los zapatistas. Por eso, como señala uno de los

biógrafos de don Victoriano, para él, ningún asunto militar se consideró de mayor importancia que la adquisición de armas y municiones.®2i

Para fortuna suya, ya existían negociaciones avanzadas con la empresa Mitsui para la adquisición de fusiles, operación que inició Gustavo A. Madero.

Las negociaciones se interrumpieron a causa de la Decena Trágica, aunque

explican las razones por las cuales don Gustavo frecuentaba la sede de la

521 Michael C. Meyer, Huerta, un retrato político, México, Editorial Domés, 1972, p.115.

184

Compañía Mitsui, antes de partir al Oriente. Para entonces, era ya un experto

en el tráfico de armas.

Huerta designó al general Félix Díaz como embajador especial ante

Japón, con la encomienda de cerrar las negociaciones con la Mitsui. Su misión

se disimuló como un deseo de agradecer el envío de un contingente a las

fiestas del Centenario. Pero lo que realmente quería Huerta, era alejar a Félix

Díaz del escenario político, para que ya no pensara más en la Presidencia.

También sacó del país al general Mondragón. Lo mandó a Europa, en el mejor

de los momentos para un militar, pues estaba por iniciarse la Primera Guerra

Mundial.

Como Secretario de Guerra, Mondragón supo de los tratos ocultos con

Japón. Le escribió a su hermano: “Mi queridísimo hermano: [...] Importa mucho

me enteres de todos los negocios que te pregunté en mi anterior referentes a barcos y Japón”. La carta, escrita de su puño y letra, llegó a manos del

Secretario Privado del presidente, Joseph Tumulty, quien a su vez la turnó al

Departamento de Estado. Mondragón no aclaraba a qué “negocios” con Japón

se refería, pero sí reveló que algo se estaba cocinando.

Henry Lañe fue removido de su cargo en agosto. Desde su retiró, en

Nuevo México, redactó sus Memorias. Todavía alcanzó a filtrar un

documento elaborado por el empresario M.A. Leach, quien se decía conocedor

profundo de la idiosincrasia mexicana y señalaba: “Ningún hombre, a menos

que viva en México un buen número de años, puede entender al pueblo

mexicano”. Según Leach, Henry Lañe era uno de esos hombres. Se

pronunció además por que el gobierno de Huerta fuese reconocido cuanto

antes:

[Huerta] debe ser reconocido y asistido con todas las fuerzas a nuestro alcance para que rápidamente ponga fin a este reino de anarquía [...], o de lo contrario alguna potencia extranjera aprovechará la situación y nos veremos en la necesidad de intervenir y establecer un protectorado en México, tal como hemos hecho de manera exitosa en otras partes.® ®

522 De John T. Kelley, The Worid, NY, al Secretario del Presidente, Joseph P. Tumulty, 04.09.1913, NARA, Doc. 812.00/8677523 Henry Lañe Wiison, Diplomatic episodes in México, Belgium and Chile, Londres, A.M. Phipot, 1927.524 NARA, Doc. 812.00/8312525 Ibidem.

185

Adachi, el mesías esperado

Era ominoso el diagnóstico de Leach. Aseguraba que ese “reino de

anarquía” que era México, podía ser aprovechado por alguna potencia

extranjera para su beneficio, y no quedaría más remedio que la intervención.

En la segunda mitad de 1913, casi todas las potencias europeas

concentraban su atención en el escenario más próximo, por lo que no

representaban un peligro para el predominio estadunidense en América Latina.

Japón, sin embargo, sí se movía impasible, con volúmenes crecientes de

inmigrantes en Sudamérica, y con intenciones de tener una mayor presencia en

México.

Esperanza Durán, en un libro suyo acerca del papel de las grandes

potencias en los años revolucionarios, señala que si bien Gran Bretaña y

Alemania buscaban fórmulas para incidir en el decurso mexicano, fue Japón el

más perturbador para W.WiIson y el Secretario Bryan. Señala que a partir de

1913, las relaciones nipo-estadunidenses se agriaron, de modo tal que

prevaleció el mutuo recelo. Esto escribió:

Los sentimientos de hostilidad de Japón para con Estados Unidos fueron correspondidos.* En primer lugar, México en particular y América Latina en general, eran considerados por Japón como regiones prometedoras para ejercer su comercio, y el comercio japonés en la región se había venido ampliando rápidamente desde principios de siglo. Estados Unidos veía esto con recelo. Además, surgió también el interés de Japón en América Latina como posible receptora de sus excedentes de población, consecuencia natural de sus dificultades en los Estados Unidos.® ®

Huerta -al igual que el gobernador Cantú en Baja California- detectó que

el factor “Japón” era utilizable para azuzar a las autoridades estadunidenses

que no querían otorgarle el reconocimiento. Procuró que los medios impresos

(regulados por su gobierno) dieran a conocer pormenores sobre las afinidades

entre mexicanos y japoneses, y sobre la popularidad de la cultura japonesa en

México. The Mexican Heraid publicó la siguiente editorial:

* La postura que asumimos es que más bien fue Japón el que correspondió a los sentimientos de hostilidad de los estadunidenses.526 Esperanza Durán, Guerra y revolución. Las grandes potencias y México, 1914-1918, México, CEI, El Colegio de México, 1985, pp.103-104.

186

Es bien conocida la actitud inequívoca de simpatía mutua que se profesan mutuamente [s ic ] Japón y nuestro pueblo. Más aún, creemos que ha llegado el momento de desplegar un testimonio público y solemne de simpatía internacional, ahora que nuestra nacionalidad [s ic ] se pone a prueba por la ambición imperialista de pueblos poderosos.®^^

Se llevaron a cabo manifestaciones de corte antiestadunidense y

projaponés. Henry Lañe advirtió que los norteamericanos residentes en México

se sentían alarmados. El propio Oficial Mayor de la Cancillería, Antonio de la

Peña y Reyes, había enviado a los periódicos nacionales una circular titulada

“¡Mueran los gringos!”. A d e m á s , se anunciaba una magna manifestación en

honor del nuevo Ministro japonés, cuyo arribo era inminente. los

contingentes estudiantiles eran auspiciados por Nemesio García Naranjo,

maestro de la Escuela Nacional Preparatoria.®®® Henry recomendaba asumir

una “actitud fuerte y agresiva” contra el gobierno de Huerta.®®"'

Era interesante el carácter dual de las manifestaciones, con un público

hostil a los Estados Unidos y a la vez partidario de Japón. Cabría preguntarse

qué expectativas se tenían con respecto al país asiático. Es seguro que se

tenía conocimiento de la rivalidad nipo-estadunidense, y que se deseaba

espolearla, pero ¿acaso cabía la idea de convertir a los japoneses en aliados o

defensores de México? Eso, desde luego, contribuía a la exasperación de los

Wiison, tanto del presidente Wiison, como del (todavía) embajador.

Se giraron instrucciones a la embajada para vigilar cada paso de los

funcionarios de la Legación Japonesa en México. Horiguchi fue enviado a la

Argentina; años después, publicó un ensayo en el que reflexionaba sobre el

mundo y sus habitantes.®® Arai Kinta había sido asignado a Madrid, donde lo

sorprendió la guerra, junto con su familia mexicana; al cabo de dos décadas

regresó a México.

527 El texto en inglés reza: “The unequivocal attitude of mutual sympathy which our people and that of Japan mutually profess is well known. We furthermore believe that the time has come to tender a public and solemn testimonial of International sympathy now that our nationality is puf to test by the imperialistic ambition of strong peoples”. The Mexican Heraid, 12 de julio de 1913.528 H.L. Wiison al Departamento de Estado, 15.07.1913, NARA, Doc. 812.00/8163.52° H.L. Wiison al Departamento de Estado, telegrama, 12.07.1913, NARA, Doc. 812.00/8029.53° Vid. Frederich C. Turner, “Anti-Americanism in México, 1910-1913”, en The Hispanic American Historicai Review, v.47, n.4, noviembre de 1967, pp.511-512.531 H.L. Wiison al Departamento de Estado, telegrama 321,12.06.1913, NARA, Doc. 812/8029.532 Kumaichi Horiguchi, Sekai to sekaijin [El mundo y sus habitantes], Daiichi Shyóbó, 1936.

187

La embajada estadunidense quedó en manos del Encargado de Negocios, Nelson O’Shaughnessy. O’Shaughnessy reportó regularmente los

preparativos para dar la bienvenida al nuevo Ministro japonés, Adachi

Mineichiro Se le esperaba como a una celebridad, con actos que

emularían a Julio César tras volver a la Roma antigua después de su victoria

sobre los galios.

Huerta anunció, el 18 de julio, que el día de arribo de Adachi sería feriado, a fin de que todas las escuelas y agrupaciones sindicales pudieran

acudir a recibirlo. Las movilizaciones llegaron a tal grado, que en lugar de verse

con complacencia, incomodaron al Encargado de Negocios, Tanabe [H ía],

quien acudió a la Cancillería a solicitar mayor mesura. O’Shaughnessy también señaló que el doble perfil de las manifestaciones (projaponesas y antiyanquis)

no contribuía al buen entendimiento entre Estados Unidos y México.®®®También se esperaba el arribo de Federico Gamboa, quien había sido

llamado por Huerta para asumir el cargo de Secretario de Relaciones

Exteriores. En su Diario, Gamboa confiesa que vaciló en acudir al llamado que

se le hacía: “¡Témeme que reclamen mi colaboración para el último drama

nacional!”, anotó.®®4 Arribó a Veracruz el 6 de agosto, acompañado de su hijo

Miguel, su perro Jack, y su sirviente japonés, referido como “Tunecido Jayaci”*

Parecería incidental, pero a la luz de las sensiblerías prevalecientes en aquel

momento, bien pudo llamar la atención que el propio Canciller de México

tuviera a un japonés como allegado.

Aproximadamente 2000 personas -en su mayoría estudiantes- se

concentraron en la estación de Buenavista para recibir al Ministro Adachi, el 22

de julio. Adachi era especialista en Derecho internacional. Participó en las

negociaciones de Portsmouth, con las cuales se puso fin a la guerra ruso-

japonesa. Prudentemente, O’Shaughnessy no acudió a las recepciones

oficiales en su honor, ya que temió ser identificado y motivo de que estallara

una manifestación antiestadunidense.®®® Pero nada de eso ocurrió. Con el

apoyo de un intérprete, Adachi pronunció un discurso de agradecimiento ante

las muestras de júbilo. Su emoción era manifiesta:

533 O’Shaughnessy al Departamento de Estado, telegrama cifrado 344,14.07.1913, NARA, Doc. 812.00/8084.534 Gamboa, (1912-1919), v.6, p.110.* Seguramente transliteración del nombre original, quizá Tsuneishl Hayashi.535 O’Shaughnessy al Departamento de Estado, telegrama cifrado, 22.07.1913, NARA, Doc. 812.00/8113.

188

Mexicanos [...]. Las manifestaciones con las que nos han recibido de manera tan incesante, me han conmovido profundamente, y con dificultad encuentro frases suficientemente expresivas para decir lo mucho que las aprecio.®®®

Su presencia, empero, despertó zozobra. Adachi debía saber que las

verdaderas intenciones de Félix Díaz, como enviado extraordinario y plenipotenciario en Japón, eran las de cerrar una operación de compra-venta

de armas. Se creía además que buscaría influir en Victoriano Huerta, y que

pretendería introducirse en Nicaragua para adquirir una estación carbonífera,

además de establecer una estación abastecedora de combustible sobre la costa del Pacífico.®®

En ruta a Japón, Félix Díaz hizo escala en Vancouver, acompañado de

José Romero, sobrino del célebre don Matías. Hizo contacto con dos japoneses

que habían realizado un viaje especial desde California, sólo para hablar con

él. Ellos eran Kamiya Tadao y el economista Soyeda Juichi

]. Habían estado en California, cabildeando en contra de la ley que prohibía la

enajenación de terrenos a los japoneses bajo el supuesto de ser inelegibles

para la ciudadanía. Sus gestiones, aunque infructuosas, quedaron plasmadas

en un libro cuya divulgación en Japón despertó sentimientos nacionalistas,®®®

sin embargo, ¿cuál podía ser su cometido con Félix Díaz?

Kamiya y Soyeda no trataron el tema de la compra de armas a la Mitsui,

sino que acudieron a convencer al general de que retrasara su partida hacia

Japón, con el argumento de que el Tennó no se hallaba en condiciones de

recibirlo. El encuentro no escapó a la observancia del vicecónsul

estadunidense en Vancouver, quien pensó que el propósito del encuentro era

53° Extracto del discurso contenido en el reporte al Ministerio de Asuntos Exteriores Adachi informó que en su trayecto a la Ciudad de Móxico, había sido sujeto de festejos y elogios. En Colima se le recibió con gritos de “¡Viva Japón, Mueren los gringosi”. En Guadalajara, una multitud lo vitoreó y el alcalde de la ciudad lo designó como visitante distinguido. El gobernador de Jalisco, Josó López Portillo y Rojas, inclusive lo acompañó hasta la capital en el vagón presidencial, dispuesto especialmente para su traslado. Adachi al Gaimushó, Gaikó shiryokan, BK, (24.08.1913). Idem, O’Shaughnessy al Departamento de Estado, Móxico, 29.07.1913, NARA, Serial 2022, File 800, doc. 701.9412/3.537 O’Shaughnessy al Departamento de Estado, telegrama 580,25.10.913, NARA, Doc. 894.34517.53° Kamiya Tadao y Soyeda Juichi, Kashu nihonjin mondai [El problema de los japoneses en California], Tókyó, Shuppanchi fumei, agosto de 1913.

189

otro. “Se rumora -informó- en los círculos no oficiales que se intenta concertar

algún tipo de alianza o acuerdo entre los dos países en Vancouver”.®®®

La percepción del diplomático, aunado al mensaje que se le interceptó a

Mondragón en el que preguntaba a su hermano sobre los “negocios” con

Japón; más la fama de Adachi como experto en negociaciones de acuerdos,

hicieron que en el Departamento de Estado en Washington se tomara como

inminente la concertación de una alianza nipo-mexicana.

La realdad era otra. Félix Díaz permaneció en Vancouver hasta que

recibió la orden de dirigirse a Europa. Fue extraño ese giro de instrucciones. En

Japón se le esperaba con inusual expectación. The Japan Times publicó

sendas editoriales en las que se hablaba de las legendarias misiones

japonesas en el Siglo XVII, y de las migraciones al Continente Americano durante la Era Jómon (14,500 a 300 a.C.). La nota del Times subrayó: “El

enviado mexicano que está próximo a llegar, pudiera tener una porción considerable de sangre Yamato— de pura raza japonesa”.®4®

Dice Kunimoto lyo: “Cerca de septiembre. Huerta se percató de que era

improbable el ansiado respaldo japonés”. ® Sostiene ella que la súbita

instrucción girada para que Félix Díaz interrumpiese su viaje a Japón y se

dirigiera a Europa, constituyó un incidente diplomático “extraño y

desagradable”, que puso en entredicho la honorabilidad de los mexicanos.®^^

Katz considera que fue Japón el que actuó con deshonor; cita un memorándum

del Ministro alemán, von Hintze, al Canciller Bethmann-Hollweg:

El 10 de septiembre de 1913 Hintze escribió a Berlín: “El ministro de Relaciones Exteriores, señor Gamboa, se ha expresado muy acerbamente respecto a la ayuda japonesa, esperada en vano: los japoneses nunca tienen ni dinero ni valor; no podemos confiar en ellos”.

Katz se hallaba más cerca de la verdad. En Japón se creyó que estaba

próxima la revocación de la Ley antijaponesa en California, y no se quiso

enturbiar el proceso con muestras de simpatía hacia los mexicanos. De manera

539 G.C. Woodward al Departamento de Estado, 14.08.1913, NARA, Doc. 812.00/8499.54° Recuérdese la versión del posible antecedente japonés de Porfirio Diaz Mori, tío consanguíneo de Félix Díaz. Vid., The Japan Times, 22 de julio y 7 de agosto de 1913. Disponibles en el Expediente de Félix Díaz, AHDGESRE.541 Kunimoto, Japan and México, p.158.542 Ibidem, p.159.543 Cf. Katz, La guerra secreta, v.1, p.198.

190

que la misión de Kamiya y Soyeda llevaba el fin de frenar la llegada de Félix

Díaz a Japón, para evitar que se exacerbaran los ánimos en Washington.

Decirle a un embajador que no llegue a su destino, es en sí infamante, por eso

Gamboa se indignó.Si Kunimoto dice que el faux pas diplomático lo cometieron los

mexicanos, se equivoca.®^^ Fueron la parte japonesa la que quiso canjear la

revocación de la Ley que prohibía la apropiación de tierras a los japoneses en

California, por su retiro de México, sin importar la deshonra en la que caían.®4®

Andrew Pooley, corresponsal de Reuters en Tókyó, narra el episodio y

sostiene que Adachi trató de enmendar la situación, mediante la muy

encarecida solicitud a Huerta de designar a otro representante oficial. El cargo

recayó en Francisco León de la Barra. ®4® De la Barra, junto con el general

Manuel Velázquez, se hicieron cargo de comprar los 50,000 rifles pendientes,

más cuatro millones de cartuchos, a la compañía Mitsui. Los mexicanos no ocultaban la operación, dice Pooley, pero los japoneses sí la disimulaban.®47

Los japoneses asumieron la actitud clásica del Tatemae-Honne,

consistente en presentar una careta de displicencia, mientras se opera de

manera más solícita tras bambalinas.®4® La cosa iría así. Frente a la pretensión

de W.WiIson de cercar al gobierno de Huerta, Tókyó respondió que sus

intereses en México eran limitados, y que en el fondo no pretendía jugar un papel protagónico en México.®4®

Monroísmo en acción

Hacia el último tercio de 1913, Huerta se encontraba presionado desde distintos frentes. A las presiones de W.WiIson, habría que agregar las de los

544 “En consecuencia, la culpa del deshonroso incidente descansa en el lado de México”, dice ella. Kunimoto, Japan and México, p.162.545 Gaimushó a Embajador, 23.08.1913, presentado a Bryan 26.08.1913, en Papers reiating to the Foreign Reiations ofthe United States, 1913, Washington, Government Printing Office, 1919, p.651.546 Andrew M. Pooley, Japan’s foreign poiicies, Londres, G. Alien and Unwin, 1920, pp.131-133.547 Ibidem, p.132.548 Existen algunos estudios sobre la dualidad Fionne-Tatemae (intrínsecamente japonesa) aplicada a la diplomacia, v.g., Furuoka Fumitaka y Kato Iwao, 'The 'Fionne-Tatemae' Dimensión in Japan's Foreign Aid Policy. Overseas Deveiopment Aid Allocations in Southeast Asia”, en Electronic Journal o f Contemporary Japanese Studies, 15 de noviembre de 2008.httD://www.iaDanesestudies.ora.uk/articles/2008/FuruokaKato.html549 Embajada de Japón a William J. Bryan, Washigton, 22.08.1913, NARA, Doc. 812.00/106380.

191

felicistas, que clamaban por que se realizaran elecciones a la mayor brevedad.

En el Senado se intensificaron las críticas contra su estilo dictatorial; inclusive

algunos de sus aliados en el golpe contra Madero se sintieron traicionados. Los

zapatistas siguieron luchando a pesar de los embates del Ejército Federal, y

tomaron la zona de Milpa Alta el 20 de julio. El Ejército Constitucionalista

también fue ganando espacios en el norte, sobre todo tras la caída de Torreón

a manos de Pancho Villa, el1° de octubre.

El dictador endureció sus posturas. Mandó asesinar a Abraham

González y Belisario Domínguez, después de que éste pronunciara un

enardecido discurso en el Senado. La misma suerte corrieron varios otros

legisladores. A Félix Díaz amenazó con matarlo si se internaba en México, de

manera que don Félix jamás llegó a Japón, ni pudo consagrar su deseo de ser

presidente. Se exilió en Cuba y Estados Unidos, y reapareció en 1917, al frente del autoproclamado Ejército Reorganizador Nacional, de poco peso en el

escenario político. Huerta disolvió el Congreso el 10 de octubre, y simuló un

proceso electoral en el que Federico Gamboa aparecía como candidato

opositor.

W.WiIson hizo un último intento de negociación, antes de proceder a una

acción más enérgica. Envió a John Lind, cuya misión sería convencer a Huerta

de convocar a elecciones libres, pero sin él contender en las mismas. Lind

debía persuadir a Huerta de permitir que participaran las facciones enemigas,

pero no podía revelar sus propósitos a nadie más que a Huerta, lo cual envolvió

de misterio a su misión. A Gamboa le pareció indecente, y a Huerta,

inaceptable. Declaró que prefería irse a la guerra, que admitir las condiciones

injerencistas de W.WiIson. La opinión pública asumió de hecho que la

presencia de Lind era el comienzo de la intervención armada, y cerró filas en

torno a la que percibió como actitud patriótica del presidente.®®®

Procedió W.WiIson a arrinconar al huertismo, mediante una estrategia de

“espera vigilante”. Consistía en no otorgar el reconocimiento; aplicarle un

embargo total de armas y municiones; cancelar los préstamos bancarios, y

aguardar pacientemente a que el régimen hiciera implosión, sin necesidad de

55° Martha Strauss Newman, “La misión confidencial de John Lind en México”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v.6, doc. 66, México, UNAM, IIH, 1977, pp.97-151. httD://www.historicas.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc06/066a.html Recuperado 10.01.2015.

192

una intervención armada. En su discurso ante el Congreso estadunidense,

W.WiIson declaró:

Es nuestro deber ahora dar muestras de lo que se puede lograr con la verdadera neutralidad a fin de que el pueblo de México vuelva a poner en orden sus asuntos, y esperar a que se de otra oportunidad para ofrecer nuestros consejos amistosos.®®'

Para efectos de no prolongar demasiado la espera, se necesitaba la

concurrencia de otras potencias. Alemania, sin embargo, no quiso prestarse a

secundar la iniciativa, debido a que persistía en su propósito de incitar a un

conflicto que distrajera a los estadunidenses del escenario europeo. Además, le

convenía llenar el vacío que había dejado W.WiIson en el lucrativo negocio de

venderles armas a los beligerantes, un ejercicio en el cual los japoneses

llevaban cierta ventaja. La empresa Deutsche Waffen-und Munitionsfabriken

llegó a surtir dos pedidos de carabinas Mauser y cartuchos, entre noviembre y diciembre de 1 9 1 3 .®®

Los alemanes fueron perdiendo la esperanza de que se desatara una

guerra entre Japón y Estados Unidos, aunque sí creyeron en la opción de una

intervención. Hubo quienes lo apostaron todo a favor de Huerta, como el

sustituto de Hintze en la Legación alemana, Rudolf von Kardorff, un furibundo

antiestadunidense.®®® Del lado opuesto se hallaba el Dr. Beheim Schwarzbach,

presidente del banco Berliner Handels-Geselischaft, quien detestaba a Huerta y abogaba por apoyar a los constitucionalistas con créditos y armamentos.®®^

Atentos al comportamiento de los británicos, los alemanes esperaron a

que Londres otorgara su reconocimiento al gobierno huertista, antes de

proceder ellos a otorgarlo. Prosiguieron con su política ambivalente. Por un

lado, respaldaban a don Victoriano, con miras a sacarle concesiones, entre

otras, las petroleras. Por otro lado, infiltraban agentes en las filas carrancistas y

villistas. De igual modo, instigaban una intervención estadunidense, pero a la

vez comercializaban armas para que los mexicanos se defendieran de la

intervención estadunidense. El Káiser aborrecía a W.WiIson, sin embargo.

551 Cf. Haley, pp.100-101.552 Katz, La guerra secreta, pp.239-240.553 Ibidem, pp.244-245.554 Ibidem, p.241.

193

quería tenerlo de aliado frente un eventual conflicto con Gran Bretaña.

El reconocimiento británico fue clave. El Secretario para el Exterior, Sir

Edward Grey, era partidario de no convertir a su país en comparsa de los

proyectos de W.WiIson, puesto que sostenía que “nuestros intereses en México

son tan grandes que en mi opinión debemos tomar nuestro propio camino sin

hacerlo dependiente de otros gobiernos”.®®® El Encargado de Negocios en

México era un viejo conocedor de las intrigas norteamericanas en América

Latina: Sir Lionel Carden. Carden consideraba que la mejor manera de poner

orden entre los mexicanos, era con la mano dura de Huerta, de quien exaltaba

su postura nacionalista frente al monroísmo.

Carden llegó a convirtirse en asesor personal del dictador. Dice Katz: “El

odio de Carden contra los norteamericanos sólo lo igualaba su admiración sin

límites por Huerta”.®®® Había en él intereses que iban más allá de los intereses

de Estado, porque Carden, además, era inversionista en algunas minas de

México, y así mismo accionista de una empresa colonizadora en

Tehuantepec.®® Parecía obvio que se opusiera a las tomas de tierras por los

revolucionarios, y que se resistiera a admitir la supremacía de la Doctrina

Monroe.

Más allá de Carden, quizá se movía la pretensión británica de obtener

más concesiones petroleras. Las maniobras británicas enardecieron a

W.WiIson, quien se refirió de manera indirecta a ellas en un discurso

pronunciado en Alabama. Hablaba de geopolítica, del Destino Manifiesto, y de

las concesiones a los “capitalistas extranjeros” en el hemisferio: Existe una

peculiaridad en la historia de los estados latinoamericanos”, señaló.

Se oye hablar de “concesiones” a los capitalistas extranjeros en América Latina. Ustedes no oyen que en los Estados Unidos haya concesiones a los capitalistas extranjeros. No se les otorgan concesiones, se les invita a realizar inversiones [...]. Se trata de una invitación, no de un privilegio.®®®

El mayor estudioso de la filosofía política wiisoniana, Arthur Link, señala que ese discurso debe ser leído entre líneas. Dice que W.WiIson pensaba en

555 Cf. Calvert, p.214. Meyer, Su Majestad Británica, pp.122-123.556 Katz, La guerra secreta, p.201.557 Meyer, Su Majestad Británica, p.142.558 Woodrow Wiison, Address before the Southern Commercial Congress in Mobile, Alabama (27.10.1913). httD://www.Dresidencv.ucsb.edu/ws/?DÍd=65373 Recuperado 20.02.2015.

194

México, y que cuando hablaba de los capitalistas extranjeros, aludía a los

intereses británicos, que señoreaban en la esfera de influencia de los Estados

Unidos.®®®

Era evidente la fisura en las relaciones angloamericanas. El gobierno

británico trató de atenuarla por medio de su embajador en Washington, Cedí

Spring Rice. En noviembre, era ya claro que los británicos reculaban, puesto

que admitían que su interés, en el fondo, era salvaguardar los dividendos de la

Mexican Eagle Petroleum Company, propiedad de Weetman Pearson. ®®°

Wiison ofreció hacerse cargo, y hasta concedió el paso preferencial de los

buques cargueros británicos por el Canal de Panamá. Aunque Haley considera

que fue un ejemplo de diplomacia exitosa, en el que todo fue ganar-ganar para

las partes,®® Meyer la califica de “derrota” para la presencia británica en México. ®®2

Carden fue retirado de México, y la visión monroísta de W.WiIson acabó

por imponerse. En el siguiente apartado nos referiremos a la actitud que tomó

Japón, el cual persistía en su intento de influir en los procesos políticos

internacionales.

Diplomacia de Tatemae

Por instrucciones del Secretario Bryan, el embajador estadunidense en

Tókyó, George Guthrie, le presentó al conde Makino Nobuaki [feSf#IS] un

oficio con los fundamentos de la política de “espera vigilante” en México. Se

inquiría en él acerca de las operaciones de compra-venta de armas con la

empresa Mitsui. Guthrie agregó en su reporte que “las autoridades japonesas

están ordenando grandes cantidades de acero”, algo inusual en aquella época

del año, por lo que sospechaba que el acero se utilizaría para la fabricación de

las armas destinadas a Huerta.®®®

Bryan consideró que las acciones de Japón contravenían los preceptos

559 Arthur S. Link, ed., The papers of Woodrow Wiison, Princeton, N.J., Princeton University Press, 1978, pp.448-452 56° Para una relación sobre las actividades de Weetman Pearson en México, léase Paul Gamer, Leones británicos y águiias mexicanas. Negocios, poiítica e imperio en ia carrera de Weetman Pearson en México, 1889-1919, México, El Colegio de México, Instituto Mora, El Colegio de San Luis, 2013.561 Haley, p.119-122.562 Meyer, Su Majestad Británica, pp.143-154.563 Guthrie a Bryan, telegrama, 11.11.1913, NARA, Doc. 812.00/9666

195

trazados para México. Guthrie comunicó después que una fuente británica le

había informado sobre un contrato entre el gobierno mexicano y la Mitsui, para

la adquisición de cinco guardacostas. Aseguraba que los japoneses estarían

tramitando en Europa un préstamo bancario a nombre de México, a fin de asegurar el financiamiento de los guardacostas.®®4 Guthrie emitió, además, un

segundo telegrama, en el que aseguraba que el acorazado ¡zumo, de la Armada Imperial japonesa, se alistaba a enfilarse hacia México, en abierto

desafío a los Estados Unidos.®®®

Makino le explicó a Guthrie que, en efecto, el Izumo visitaría México,

pero sólo para auxiliar a los japoneses atrapados bajo el fragor de la guerra, ya

que era facultad de su gobierno ofrecerles protección. Desmintió las versiones

de que el buque transportaría armamentos; Makino “negó absolutamente [ese]

rumor”, señaló Guthrie.®®® Éste dejó en claro que los negocios de la Mitsui podían complicar las cosas; advirtió que en el caso de una guerra entre

Estados Unidos y México, cualquier buque ajeno correría el peligro de ser

atacado. Makino sólo lamentó que la presencia del Izumo pudiera causar resentimientos.®®7

¿Qué tan enterados estaban los japoneses de los acuerdos

angloamericanos? No se sabe. Existía un cierto deber moral de los británicos

de comunicar su aprobación sobre la validez de la Doctrina Monroe a sus

aliados, pero nada indica que se les hubiera comunicado algo. Japón y la Gran

Bretaña habían firmado una alianza en 1902, que se ratificó antes de los diez

años. Kajima señala que en el tratado de 1911, los británicos se cuidaron de

evitar que la alianza se interpretara como antinorteamericana, por lo que se

suprimió la obligación de las partes de apoyarse en caso de que alguna entrara

en conflicto con un tercer país.®®®

El periodista Cari Crow, un experto en temas chinos, asienta en un libro

de 1916, que en realidad Japón llevó adelante un “ataque cauteloso” contra la

Doctrina Monroe. Cuando se les preguntaba a los japoneses sobre sus actividades en América, respondían, a la más pura manera del Tatemae, que

564 Guthrie a Bryan, telegrama cifrado, 13.11.1913, NARA, Doc. 812.00/9688565 Guthrie a Bryan, teiegrama cifrado, 13.11.1913, NARA, Doc. 812.00/9697566 ibidem567 ibidem568 Kajima, v.9, pp.3-30.

196

tales actividades correspondían a las empresas privadas, con las cuales el

gobierno no tenía incumbencia.®®® Andrew Pooley, considera que Japón adoptó

inclusive una postura de agent provocateur en México, con el deliberado

propósito de ocasionar un conflicto entre su aliado Gran Bretaña, y los Estados

Unidos, país éste en el que se intensificó la discriminación contra los japoneses.®7°

México era una caldera de agentes provocadores de todos los bandos,

con Hintze, Kardorff y Calder, como los más prominentes. Adachi operaba con sigilo casi fantasmal.®7' Relata él mismo en su informe a Makino, fechado el 24

de noviembre de 1913, haber recibido a un misterioso personaje referido como

“Dr. Suehiro” [^tS?j, quien habría venido a México a analizar las condiciones

de los inmigrantes japoneses.®^2 Suehiro fue atendido por el nuevo Canciller,

Querido Moheno, y por el Ministro de Educación, García Naranjo.

Así mismo, fue recibido en audiencia por el general Huerta, quien a decir

de Adachi le habló de la profunda amistad entre los dos países, y de la

admiración que personalmente les profesaba a los generales triunfantes en la

guerra ruso-japonesa, y de lo bienvenidos que serían los inmigrantes

japoneses a México. Hubo referencias a la necesidad de fomentar las

relaciones comerciales, pero extrañamente, en el informe no se dice nada

acerca de las armas compradas a la Mitsui, ni de los guardacostas, ni de

cualquier tipo de cooperación militar.®7® Según Jessie Sanders Lyon, aquellos

eran tiempos en los que “el viejo zorro indio se encontraba en su máximoesplendor”.®74

El Izumo arribó al puerto de Mazanillo el 22 de diciembre. La Legación japonesa le había solicitado antes, a O’Shaughnessy, que los barcos de guerra

estadunidenses que patrullaban las costas del Pacífico, se hicieran cargo tentativamente de los pobladores de origen japonés localizados entre Colima y

Sinaloa, hasta que arribara el Izumo.®7® Pudo ser un artilugio para sembrar

569 Cari Crow, Japan and America, a contrast, NY, Robert M. McBride & Co., 1916, p.188.570 Pooley, pp.130-131.571 Gamboa lo consideraba un maquiavélico que jamás hablaba pero todo lo quería escuchar. Ref. Kunimoto, p.176.572 Adachi a Makino, ABK, Taishó 2-nen no 11-gatsu nijuyókka (24.11.1913).573 Ibidem.574 Jessie Sanders Lyon, “Huerta and Adachi: an interpretation of Japanese-Mexican reiations, 1913-1914, en The Americas, v.34, n.4, abril de 1978, p.482.575 O’Shaughnessy al Departamento de Estado, telegrama 654,26.11.1913, NARA, Doc. 312.94

197

confianza, lo que sí es que el cargamento del acorazado no estaba

especificado.

Fue esa la primera vez que los inmigrantes sirvieron a los propósitos

encubiertos de la Legación japonesa, ya que en la antesala de la Segunda

Guerra Mundial ese tipo de acciones se volverían más regulares.

Investigaciones como las de Sergio Hernández Galindo y Jerry García, se han ocupado del tema. ®7s lo que sí compete a este trabajo, es advertir la

contradicción entre la preocupación manifiesta por proteger a los inmigrantes

ubicados en la zona de guerra, y al propio tiempo, el interés por promover la inmigración en algunas partes de la república.

Avalares del Izumo

Guthrie, en Tokyo, procuró dotarse de toda la información posible en

torno al cargamento del Izumo. Reportó que la Mitsui ya había hecho entrega

de cinco mil rifles al gobierno de Huerta, y que muy probablemente se

entregarían otros miles. ei Cónsul General en Yokohama, Thomas

Sammons, también se mantuvo en alerta. Informó de la llegada de cuatro

emisarios mexicanos, encabezados por León de la Barra, el 29 de noviembre;

aseguraba que el cargamento del Izumo contenía armamentos. Sammons

recomendó intensificar el patrullaje en el Golfo de California.®^® En la Ciudad de

México, Lind aconsejó romper el embargo de armas y abastecer a los

constitucionalistas, o de lo contrario, los japoneses fortalecerían a Huerta, y a

los Estados Unidos no les quedaría otro remedio más que intervenir.®^®

Pese a los esfuerzos de Adachi por calmar los ánimos en torno a la

misión del Izumo, hubo quienes magnificaron su presencia en aguas

mexicanas. The New York Times le dio seguimiento desde que partió de

Yokohama. En su edición del 22 de diciembre, asentó que las verdaderas intenciones eran contribuir a la expansión naval e incrementar el prestigio

internacional de Japón.®®®

576 Vid, Hernández Galindo, La guerra contra los japoneses. Idem, Jerry Garcia.577 Guthrie a Bryan, telegrama, 11.12.1913, NARA, doc. 812.24/21.578 Sammons a Guthrie, 29.11.1913y 19.12.1913, NARA, dees. 812.24/21 y 22.579 Lind a Bryan, 13.12.1913; 14.12.1913, y 22.12.1913, NARA, dees. 812.00/10168,10185y 10291.580 The New York Times, 22 de diciembre de 1913, p.2.

198

La prensa mexicana destacó que más allá del protocolo de amistad, la

presencia del acorazado era una muestra del apoyo japonés para el caso de

una intervención estadunidense. El Nuevo Tiempo había notificado, desde

meses atrás, que la compra de fusiles a Japón era con el objeto de “resistir

cualquier intervención armada de parte de Estados Unidos”.®®'

Los festejos que se organizaron por la visita del Izumo, debieron ser

extáticos para los tripulantes, ya que éstos no parecían tener muchas ganas de

volver a su país. A lo largo de un mes y medio en que permaneció anclado el

buque en el puerto colímense, su comandante, Moriyama Keizaburó

fue invitado de honor en un sinnúmero de banquetes y recepciones. Los

periódicos locales publicaron reportajes a detalle sobre las actividades cívicas y sociales de la misión.®®

Tanto despliegue ocasionó nerviosismo, lo mismo entre los

observadores internacionales que entre los adherentes al constitucionalismo.

Estos últimos habían venido protestando “vigorosamente” contra la supuesta

pretensión de hermanar a Japón y México, la cual atribuían a planes siniestros

del ministro Adachi. En carta enviada por el Dr. José María Rodríguez, en su

calidad de Presidente de la Junta Constitucionalista en San Antonio, Texas, al

Departamento de Estado, se manifiesta esa inquietud. ®®® Los

constitucionalistas sabían de la compra de armas a los japoneses, y querían

bloquearla. Tampoco cejaban en su empeño por buscar provisiones en Estados

Unidos, a pesar del embargo decretado por W.WiIson.

Es necesario decir que Moriyama no era la figura de mayor estatus en la

misión. Al frente de la misma se encontraba Hanihara Masanao, un diplomático

profesional, y gran conocedor de la idiosincracia estadunidense, de quien nos

hemos referido en el Capítulo I. Así lo describió la esposa de Nelson

O’Shaughnessy en su Diario:

Hanihara, el brillante secretario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Japón, que está aquí para examinar las condiciones, y sin duda las

httD://timesmachine.nvtimes.com/timesmachine/1943/03/04/i/Timesmachine OpenlndexPanel Recuperado 12.02.2015.581 El Nuevo Tiempo, 14 de agosto de 1913.582 v.g., Ei imparcial publicó pasajes del libro de Efrén Reboiiedo, Nikko (1909), en sus ediciones dei 27 ai 30 de enero de 1914. También The Mexican Heraid, ediciones dei 27 ai 31 de enero de 1914. El Diario, ediciones dei 27 ai 31 de enero de 1914.583 José María Rodríguez ai Departamento de Estado, 24.07.1913, NARA, doc. 812.00/8203.

199

posibilidades de la situación japonesa en México, apareció ayer; nosotros solíamos tratarlo en Washington. Habla inglés perfectamente y por fuera está europeizado en forma desusada, pero por supuesto sigue siendo completamente japonés en el fondo.®®

Este personaje, europeizado por fuera, pero japonés en el fondo,

compartía la posición de Adachi de aplicar un perfil bajo durante la estancia del

Izumo. Pero el entusiasmo de los mexicanos era tan desbordado, que

escapaba a su control tratar de contenerlo. En su extensísimo informe al Gaimushó, Hanihara expuso lo que Madame O’Shaughnessy denomina como

“las posibilidades de la situación japonesa en México”, y confiesa que el

traslado de la misión, con todo y sus 15 oficiales, fue tal vez una imprudencia

de Adachi.®®®

Prosigue Madame O’Shaughnessy:

Los oficiales japoneses eran tremendamente festejados, alimentados por todos y cada uno de los departamentos del gobierno, al grado que creo que sus ‘pequeñas conciencias’ abstemias están por rebelarse.®®®

Ante el derroche de atenciones que recibían los del Izumo, el gobierno

japonés se vio obligado a corresponder de un modo equivalente, a la misión de

Francisco León de la Barra. O’Shaughnessy notificó que en los medios de

México se destacaba la acogida a León de la Barra, con recepciones y una

magnífica cena ofrecida por el Taishó Tennó en el Palacio Imperial.®® Advertía

que alguna sibilina intriga se estaría urdiendo en la Legación de Japón.®®®

Adachi notificó a su gobierno que tanta parafernalia empezaba a

despertar sospechas en torno a las relaciones entre Japón y México. Para

muestra, remitió un ejemplar del Courierde Mexique, en el que se decía que la

unión nipo-mexicana redundaría en el descalabro de la política wiisoniana.®®®

O’Shaughnessy sostuvo varios encuentros con Hanihara. Aseguró

haberle reiterado al japonés que la presencia de marinos de su país en la

584 Edith Coues O’Shaughnessy, La esposa de un diplomático en México, México, Océano, 2005, p.175.585 El informe describe ia travesia, los lugares visitados, las personalidades mexicanas que fungieron como anfitrionas y las condiciones de los inmigrantes japoneses. Hanihara a Makino, Bokkoku shutchó fukumeisho [Misión oficial a México], ABK, Taishó 3-nen (1914), Parte 1, ff.814-837.586 Edith Coues O’Shaughnessy, p.184.587 O’Shaughnessy a Bryan, telegrama 703, 28.12.13, NARA, doc. 701.6512/8.588 Ibidem. Vid., ídem, Pooley, p.133.589 Adachi a Makino, ABK, Taishó 3-nen, junigatsu nijugonichi (25.12.1913), NARA, Nichi-Boku kankei J.L.3.3, Exp. 28, ff.2459-2460.

200

Ciudad de México, podía dar pie a manifestaciones antinorteamericanas, lo

cual sería visto en los Estados Unidos como un intento de parte del gobierno

japonés por obtener favores especiales de Huerta. ®®° El Encargado de

Negocios asumió que la actitud japonesa era un claro indicio de resentimiento

contra los Estados Unidos, así como “una pretensión de afrentarnos”.

Remataba con el siguiente comentario:

Ahora soy de la opinión de que los japoneses intentan aprovechar las tensas relaciones entre Estados Unidos y México como acicate para conseguir un acuerdo sobre la cuestión de California.®®^

Su percepción tenía fundamento. También es posible que los japoneses

estuvieran jugando la carta mexicana como acicate contra el involucramiento

estadunidense en China. Prueba de ello era la presencia del comandante

Moriyama. Moriyama era un veterano de la batalla naval de Tsushima contra

los rusos. Además, era un convencido de la necesidad de establecer fuertes

bastiones japoneses en China, para contrarrestar el cerco estratégico que los

estadunidenses imponían en torno a Japón.®®®

Era difícil que O’Shaughnessy leyera la señal de que el Izumo estaba en

México, porque los norteamericanos estaban en China. Tampoco se percató de

que era más bien Huerta el que utilizaba a la misión japonesa como acicate para forzar a W.WiIson a otorgar el reconocimiento, el cual, a principios de

1914, era ya un apremio para el general.

El 28 de enero, O’Shaughnessy reportó haberle dicho a funcionarios de

la Cancillería mexicana que.

En vista de las pasadas exageraciones en la prensa sobre las relaciones secretas entre México y Japón, en este momento [la internación de los oficiales del Izumo] era un suceso deplorable.®®"

Las patologías merecerían un análisis especial, con un dictador obsesionado por legitimarse y obtener el reconocimiento para evitar la

590 O’Shaughnessy a Bryan, telegrama, 24.01.1914, NARA, doc. 812.00/10676.591 O’Shaughnessy a Bryan, telegrama, 26.01.1914, NARA, doc. 812.00/10687.592 Ibidem.593 Vid., lan Gow, MHitary intervention in pre-war Japanese poiWcs. Admirai Kanji and the “Washington System”, Londres, RoutledgeCurzon, 2004, p.98.594 O’Shaughnessy a Bryan, telegrama, 28.01.1914, NARA, doc. 812.00/10730.

201

intervención. Un presidente en Washington, empecinado en imponer su

autoridad para refrendar la moralidad de su doctrina política; y los gobernantes

japoneses, insistentes en conseguir que su país fuese respetado como gran

potencia. El propio O’Shaughnessy comenzó a dar muestras de desvarío, al

bombardear al Departamento de Estado con misivas en las que aseguraba ver

japoneses infiltrados en todos los órdenes.La rivalidad anglo-germana así mismo generó esquizofrenias entre los

diplomáticos, suspicaces de perder posiciones en el juego de poder mundial.

La obra clásica de Friedrich Katz sobre la guerra secreta en México, da cuenta

de los movimientos diplomáticos, antes y durante la Primera Guerra Mundial. El

México de los albores de 1914, es un buen caso para poner a prueba el modelo

conceptual de Robert Jervis, sobre las torceduras que provocan las

desconfianzas y percepciones equivocadas en las relaciones

internacionales.®®®Y es que no existen testimonios ni datos contundentes que acrediten la

confección de una alianza estratégica entre México y Japón. Ni siquiera es

comprobable si el Izumo fue o no el vehículo a través del cual se transportaron

algunas armas, porque funcionaron bien las habilidades de los protagonistas

para encubrir la verdad. Según el ministro Hintze, su colega Adachi le habría

revelado que la política de su país tenía otra orientación. Así se lo comunicó

Hintze al Canciller alemán:

La política del Japón es la de concentrar todos sus esfuerzos para ganar la amistad de los Estados Unidos. El objetivo es este: México sólo constituye un objetivo utilizable en esta política. El Japón ha sido hasta ahora simplemente un espectador y aquí les ha dejado a los Estados Unidos las manos libres, esperando que -con intervención o sin ella- el Japón pueda utilizar la contienda entre ambos vecinos para sus negociaciones de amistad con los Estados Unidos.®®®

Hintze fue pues uno de los más convencidos de que, después de todo,

podría no concretarse la alianza nipo-mexicana. Tal era su análisis de la

situación: “El Japón arriesga su posición dominante en el Asia si se embrolla en

una guerra cuyo objetivo se encuentra en el continente americano”. ®®7

595 Jervis, op.cit.599 Cf. Katz, La guerra secreta, p.248. 597 Ibidem.

202

Aseguraba que Adachi sí recibió insinuaciones de parte del Canciller, Querido

Moheno, en ese sentido, pero también advertía que “es imposible negociar con

ese hombre”. ®®® Según Hintze, Huerta le manifestó algunas ideas

conspiratorias al japonés, pero a éste le parecieron “sencillamente demenciales.®®®

En medio de la parafernalia, ante la presencia del Izumo, es probable

que Adachi clamara que no había nada de qué preocuparse, aunque en el

fondo prosiguiera con la estrategia de involucrarse en México. Federico

Gamboa lo consideraba un maquiavélico, que jamás hablaba, pero que todo lo

quería escuchar.Incluso Hanihara confesó sus desavenencias. De manera

que si Adachi no pretendía concretar una alianza, ni tampoco colaborar en el

traslado de armas, ¿cuál era la esencia de su misión?

La Patria es primero

Para Masterson y Funada-Classen, el periodo que va de 1912 a 1937,

se caracterizó como uno en el cual los inmigrantes japoneses en América

Latina conformaban familias mediante el yobiyose, sistema de contacto con las

futuras parejas a través de fotografías.®®' Era común en Japón, se practicaba

desde tiempos ancestrales; pero para la moral y el romanticismo de los

occidentales, en ocasiones era visto como prosaico, insensible, obsceno y

deplorable. Carecía del ingrediente amoroso, indispensable para unión de la

pareja y la estabilidad familiar.

Cientos de inmigrantes encontrararon a sus parejas por medio de la

fotografía. Tras breves intercambios de misivas, las llamaban para propósitos

matrimoniales. Eso contribuyó a que las poblaciones en Estados Unidos se

incrementaran, a pesar del Agreement. Contribuyó así mismo a que el

antijaponismo se intensificara. Los Issei que lograban adquirir la ciudadanía,

gozaban del derecho de otorgarles la residencia a su cónyuges; máxime sus

hijos, ya nacidos en América. Ese fue el origen de la ley que prohibió la

598 Ibidem.599 Ibidem.699 Ref. Kunimoto, p.176.691 Masterson y Funada-Classen, pp.51-52.

203

enajenación de terrenos a los Issei en California; se les consideró incapacitados para obtener la ciudadanía norteamericana.

Dicha ley, y las proclamas del “peligro amarillo” en los medios,

intensificaron el nacionalismo japonés. El caso de Uchimura Kanzó

es ilustrativo. Uchimura arribó en 1884, a Pennsylvania, subyugado por el

Sueño Americano. Como cristiano converso, tenía una imagen idílica acerca de

los valores cristianos que se practicaban en Occidente. Lo que encontró fue

una nación que detestaba a los asiáticos y amaba el dinero. Su decepción

aumentó al advertir que el encono antijaponés se incrementó. A su regreso,

fundó una corriente cristiana y se adhirió al movimiento nacionalista antiyanqui, cuyos tintes eran bastante similares a los que se desarrollaron en México.

El nacionalismo japonés, aunque homogéneo, no era unitario. Es decir,

tanto en el archipiélago como en ultramar se compartía el orgullo de la estirpe

Yamato, sobre todo a consecuenia de la Renovación Meiji, la equiparación con Occidente, y los triunfos militares sobre China y Rusia.

Los fervores patrios, variaban. El nacionalismo de la clase política se

encaminaba hacia la visión positivista, según la cual Japón asumiría la carga

de llevar la coprosperidad hacia el resto de Asia. A esta corriente pertenecían

Ókuma Shigenobu y Saionji Kinmochi concebía un mundo dividido

en zonas de influencia prorrateadas entre las grandes potencias.

Otra expresión del nacionalismo era más próxima al realismo político

occidental, pues se concentraba en el poderío militar como definitorio de las

relaciones internacionales. A esta corriente pertenecían el ejército y la Armada,

aunque sus estrategias eran distintas. El ejército se empeñaba en robustecer el

poder de Japón mediante la expansión territorial; en tanto que la Armada era

proclive a considerar el dominio sobre los mares como primordial.

El ejército japonés asumía que China y Manchuria constituían acervos

de recursos, susceptibles de incorporarse al Impero japonés. Se pensaba que

si Gran Bretaña poseía la India, Francia a Indochina, y los Estados Unidos a

692 Vid., Hirakawa Sukehiro, Japan’s love-hate relationship with the l4/esf, Capítulo 3:2 (“Uchimura Kanzó and America: reflections on the psychological structure of anti-americanism”), Folkestone, GB, Global Oriental, pp.210- 228.

204

Filipinas, era justificable que Japón deseara adueñarse de China. Prototipos de

esta visión eran Yamagata Aritomo y Tanaka Giichi.®®®

Para la Armada, el control de los mares era esencial para el predominio

geopolítico de Japón. Con teorías análogas a las del almirante Alfred T. Mahan,

los almirantes consideraban que mediante enclaves en puntos estratégicos del

orbe, se garantizaría el comercio y la supervivencia de la nación. El historiador

Asada Sadao documenta el grado de influencia que Mahan ejerció

sobre la Armada Imperial, a la que pertenecían Kató Kanji y

Moriyama Keizaburó, el mismo que visitó México al frente del Izumo.®®"

La noción de “enclave” se hallaba sobre todo asociada a la Armada.

Comprendía el aseguramiento de instalaciones portuarias en posiciones

estratégicas del orbe, pero también, el establecimiento de comunidades leales

a Japón. Kató Kanji desarrolló una doctrina al respecto. Consideraba que los

inmigrantes tenían la obligación moral de trabajar a favor de Japón desde

cualquier parte del mundo, incluso por encima del enriquecimiento individual.

No sólo serían proveedores de servicios para las flotas imperiales, sino también

productores de suministros agroalimentarios para la supervivencia de Japón.®®®

Tanaka Giichi coincidía con el objetivo de inculcar sentimientos

patrióticos, aunque creía que los expatriados en América del Norte y del Sur, al igual que aquellos que acudían a poblar otras latitudes de Asia, debían recibir

adiestramiento militar. Tanaka fue más adelante el artífice de los escuadrones de reserva de la sociedad civil, conocidos como Seinendan. Se instruía en ellos

a los varones jóvenes en el uso de las armas y defensa personal; a las mujeres

se les enseñaba a asistir heridos en caso de guerra. La capacitación iba

aparejada de un adoctrinamiento riguroso, que inculcaba el amor a la patria y al

Tennó, considerado como una deidad viviente.

Los resultados de las guerras a futuro -habría de decir Tanaka en un memorable discurso de 1915- no serán determinados por los ejércitos más poderosos, sino por las poblaciones más poderosas. Una población poderosa

693 Vid., William Fitch Morton, Tanaka Giichi and Japan’s China poiicy, Nueva York, St. Martin’s Press, 1980.694 Asada Sadao, From Mahan to Peari Fiarbor. The imperiai Japanese Navy and the United States, Anapolis, Maryland, Naval Instituto Press, 2006.695 Takeda Cho Kiyoko,“Kató Kanji no nómin kyóiku shisó: Kokumin kótó gakkó undó to Manshü kaitaku-dan” [Un estudio sobre el nacionalismo de Kanji Kató. Fl movimiento para la educación de los agricultores y la emigración agrícola a Manchuria], en Educationai Studies, Tókyó, International Christian University Publications, vol. I-A, n.11, pp.47-103, marzo de 1965. htto://ci.nii.ac.ip/naid/l 10007054333 Recuperado 10.03.2015.

205

es aquella que posee fortaleza física y salud espiritual; una que se enriquece con lealtad y patriotismo, y que guarda respeto hacia la cooperación, los reglamentos y la disciplina. La población que cuente con esta clase de educación no solamente contará con un ejército poderoso, sino que también será exitosa en la conducción de los esfuerzos agrícolas, manufactureros, comerciales, y otros de carácter industrioso. Los reservistas deberán asumir la realidad de convertirse en buenos soldados y buenos ciudadanos, y así mismo deberán ejercer sus influencias (para alcanzar estas metas) al interior de sus propias comunidades.®®®

La atmósfera prevaleciente en Japón entre 1913 y 1915, era de

confrontación entre las posiciones políticas representadas por los distintos

partidos. Aunque los partidos presupondrían la existencia de organizaciones

políticas indivisibles, con programas y metas comunes, aún al interior de ellos

había choques de estrategias. Los debates en el parlamento (Dieta) y en los

medios de opinión, eran tan ásperos, que guardadas las proporciones, el

periodo Taishó se parecía bastante al México de tiempos de Francisco I.

Madero.

Detrás de la fachada de consenso, existía desunión también entre

quienes formaron parte de la misión del Izumo. Nadie mejor que Moriyama para

reflejar las posturas de Kató Kanji, de ahí su interés en localizar espacios para

el establecimiento de enclaves que contribuyeran a romper el cerco

estadunidense. Adachi compartía con él la idea de organizar a los inmigrantes,

aunque no necesariamente admitía las visiones geoestratégicas de la Armada.

Sanders Lyon asegura que Adachi sí quería afianzar algún compromiso de largo plazo con Huerta, ®°7 ©n desafío a la Doctrina Monroe, aunque se

contrapunteara con la voluntad de Hanihara, quien no quería transgredir el

marco del Agreement, para no irritar a Wiison.

La migración como quintacolumna

El orgullo Yamato adquirió tintes de antiyanquismo, a consecuencia de la

ley que prohibía la venta de terrenos a los Issei, bajo el supuesto de

inelegibilidad para la ciudadanía. La prensa en Japón reportó casos de

696 Cf. Richard J. Smethurst, A social basis for prewar Japanese miiitarism. The Army and the rural community, Berkeley, University of California Press, 1974, p.25.697 Sanders Lyon, Huerta and Adachi.

206

discriminación por parte de los exclusionistas, quienes blandían el espectro del

“peligro amarillo”.

El nacionalismo antiyanqui se recrudeció cuando las legislaturas de

Idaho y Oregón adoptaron medidas similares a las de California. Los militares

japoneses empezaron a desconfiar de la capacidad negociadora de los

diplomáticos, y a lanzar invectivas en contra de la democracia. La idea de que

la guerra sería inevitable, fue permeando a todas las capas de la sociedad; eso

facilitó el reclutamiento a los Seinendan.

China pasó de ser una ilusión a ser una obsesión, como sujeto de

dominación. Después de anexar a Corea, Manchuria pasó a ser el foco de

expansión más importante; no se trataba ya de un movimiento estratégico, sino

de establecer un enclave. Kayahara Kazan lo ha expuesto de la

siguiente manera: “Si Japón ha de expandirse hacia el continente, es natural

que empiece por Corea [...]. Si la influencia japonesa ha de continuar su

expansión, es igualmente natural que se dirija hacia Manchuria”.®®®

Kayahara, irónicamente, era uno de los pensadores más influyentes

sobre la intelectualidad china.®®® Le parecía primordial el establecimiento de

colonias japonesas en Manchuria, ya que producirían los alimentos y bienes

necesarios para la supervivencia de Japón. Corea, Manchuria y China,

formarían parte integral de un solo sistema económico.®^® Kayahara exhortaba

a los jóvenes japoneses a que corrieran a poblar el mundo: África, América,

Asía, y el universo entero, hasta convertirlo “en nuestra esfera de acción”.®'"

La conversión de los inmigrantes en bastiones del expansionismo,

requería de adiestramiento. A los prospectos se les inculcó un sentido de

misión que no poseían sus predecesores. A las ideas de Kayahara, habría que

añadir las de Ókawahira y Tógó, referidos en el capítulo inicial de este trabajo.

El primero consideraba que a los migrantes había que inculcárseles la

obligación de contribuir al enriquecimiento de Japón. Tógó creía que era deber

de la raza Yamato, conducir a las naciones menos desarrolladas al camino del

698 Cf., Iriye, p.97.999 Prasenjit Duara, Sovereignty and Authenticity: Manchukuo and the East Asian Modern, Oxford, GB, Rowman & Littiefieid, 2003, p.100.919 Iriye, p.98.911 Ibidem, p.100.

207

progreso y la civilización, por medio de la colonización, y de ser necesario, mediante el uso del poder militar.®''^

Ese orden de ideas imperaba cuando el Izumo regresó a Japón. El

cónsul norteamericano en Guadalajara, William B. Davis, relata en carta

enviada a su hija los desmesurados festejos que se llevaron a cabo para

agasajar a la tripulación antes de embarcarse. Revela que las expresiones de

projaponismo en México,

[...] no eran más que veladas demostraciones de antiamericanismo, puesto que los mexicanos tenían la impresión de que en esos días existía una muy elevada tirantez en las relaciones entre los Estados Unidos y Japón.®'®

Davis relata un incidente chusco, cuando en el comedor del Hotel Fénix

coincidieron los oficiales del Izumo y miembros de acorazado estadunidense,

USS Pittsburgh, comandados por el Almirante Cowles, quien se dirigía a

Sonora a negociar la liberación de dos estadunidenses detenidos por los

constitucionalistas.®''" Para sorpresa de los anfitriones mexicanos, en lugar de

que hubiesen manifestaciones de desprecio, las dos escuadras se saludaron

efusivamente:

Esta expresión de cordialidad por parte de los oficiales de ambas nacionalidades era tan completamente extraña para (fuera de los horizontes mentales de) las expectativas mexicanas, que sobrevino un muy visible sentido de confusión entre ellos, y los ridiculizó de tal manera que el resto de su programa de festividades fue desarrollado sólo mecánicamente -o sea, sin más entusiasmo.®'®

A partir de marzo, el Ministro Adachi volcó su interés hacia el tema

migratorio. Llamó la atención de O’Shaughnessy, quien telegrafió a Bryan para

comunicarle que a su parecer, existía una conexión directa entre la compra de

armas, los créditos gestionados por Japón a nombre de Huerta, y el tema

migratorio. Según el norteamericano, Japón recién había adquirido privilegios

912 Supra, Cap. I, notas 121 a 123.913 Will B. Davis, Experiences and observations o f an American Consular Officer during the recent Mexican Revoiutions. As mainiy toid in a series ofieíters written by the author to his daughter, Chula Vista, Calif., The Author, 1920, Capitulo 4, pp.15-17.https://archive.orq/stream/experiencesobser00davi#paqe/n5/mode/2up Recuperado 06.03.2015914 Comandante en Jefe de la Flota en el Pacifico, USS Pittsburgh, Cowles, al Secretario de Marina, Informe, 07- 16.02.1914, NARA, doc. 812.00/10852.919 Davis, p.16.

208

especiales para sus inmigrantes en México, de manera que los concentraría en

posiciones estratégicas, a fin de ejercer presiones sobre Estados Unidos.®''®

Coincide esa apreciación, con un comunicado de Adachi en el que

restaba importancia a las condiciones de inestabilidad que había en México, y

recomendaba el envío de más inmigrantes. Sostenía que bajo ninguna norma

se estaría violando el corolario monroísta del Agreement de 1907, porque

cuando en éste se hablaba de retringir las migraciones a Estados Unidos y sus

“territorios adyacentes”, la referencia se aplicaba únicamente para los estados

del norte de México (ocupados por los rebeldes), no a todo México. ®

Recomendaba las zonas costeras del occidente mexicano como las adecuadas

para establecer colonias japonesas.®''®

No era la primera vez que salía a la luz la pretensión de adquirir tierras

para los inmigrantes en el Pacífico mexicano. Se recordará la expedición de

Fujita Tóshiro, quien recomendó en 1892 algunos puntos entre Sonora y

Oaxaca, y los muy controvertidos relatos acerca de la Bahía de Magdalena.

Henry Lañe advirtió en su momento que algunos expedicionarios

japoneses pretendían establecerse en la Bahía de Santiago, cerca de

Manzanillo, con el consentimiento del presidente Madero.® ® Adachi, en cambio,

era más específico al proponer el establecimiento de una empresa pesquera en

la Bahía de Ensenada, Baja California, situada en un lugar alejado del conflicto, a 100 kilómetros al sur de la frontera con Estados Unidos.® ®

El 16 de marzo, el cónsul norteamericano en Manzanillo, Richard M.

Stadden, informó de la llegada de seis funcionarios del gobierno japonés, que

se enfilarían hacia la Ciudad de México.® '' Su colega, Davis, también comunicó

el tránsito de ese grupo por Guadalajara.®^2 De manera que si lo que se quería

era que la susodicha misión pasara desapercibida, no fue así, ya que muchas

miradas estaban en alerta, en torno a las que se presumía eran actividades

quintacolumnistas de los japoneses en México.

919 O’Shaughnessy a Bryan, telegrama 795, 09.03.1914, NARA, doc. 812.00/11109.917 Adachi a Makino, ABK, Taishó 3-nen no 3-gatsu yokka (04.03.1914).918 Ibidem. También O’Shaughnessy se refiere a este objetivo en su telegrama del 9 de marzo.919 De Wiison al Departamento de Estado, telegrama 1445, 28.05.1912, NARA, doc. 894.20212/53.920 Adachi a Makino, 04.03.1914. Supra nota 617.921 Stadden a Bryan, 16.03.1914, NARA, doc. 812.00/11194.922 Davis a Bryan, 17.03.1914, NARA, doc. 812.00/11306.

209

Al frente del grupo se encontraba el misterioso Dr. Suehiro, el mismo

que había sido recibido por miembros del gabinete en el mes de noviembre.

Adachi hace una referencia no muy definida sobre los integrantes de la misión.

Señala en un memorándum, que tres de sus integrantes: S. Ohashi el

señor Ukai [;§#] y otro más, fueron despachados a la región del Pánuco; en

tanto que Taketomi Toshihiko y Tsuru Kisó recorrieron laregión del Istmo de Tehuantepec.®23

Los asuntos migratorio y pesquero, seguían siendo focos de su atención,

aunque pudo haber otro: el de localizar sitios de inversión para la

infraestructura petrolera, ¿o qué otra cosa podían haber estado explorando en

el Istmo y la zona del Pánuco? Se colige a partir de dos hechos: uno es la

iniciativa presentada por Querido Moheno, en septiembre de 1913, tendiente a nacionalizar el petróleo y crear una agencia gubernamental para explotarlo.

En segundo plano, están los desempeños que varios años después tuvieron

Taketomi y Tsuru, pertenecientes a una novísima generación de diplomáticos.

Tsuru estuvo involucrado en los negocios petroleros al momento de la expropación de 1938.^^5

Wiison decide intervenir

En el memorándum referido, del 25 de marzo, Adachi confirmó la

apreciación de O’Shaughnessy, de que el gobierno de Huerta deseaba conceder privilegios a los inmigrantes japoneses, bajo el espíritu del tratado de

Amistad de 1888. Las ley en vigor era la Ley de Migración de 1908. Anexó

copia de una carta del titular de la Secretaría de Agricultura y Colonización

(antes Secretaría de Fomento), Eduardo Tamariz, confirmando la intención del Gobierno mexicano de modificar las políticas migratorias, a fin de que los

inmigrantes obtuvieran condiciones de igualdad con los mexicanos en la

923 Adachi a Makino, ABK, Taishó 3-nen no 3-gatsu nijugonichi (25.03.1914). Ídem, Sanders Lyon, p.487.924 Knight, pp.786-787.925 Ref. Tsuru Kisó, en Hernández Gaiindo, La guerra, pp.61-101. Taketomi Toshihiko, en Hirobe, pp.179-180.

210

adquisición de p ro p ie d a d e s .Cabría preguntarse si se trataba de un simple

traslado de población excedentaria, o pretendía implantarse una economía de

enclave.

Como fuere, el recrudecimiento de la lucha armada frenó cualquier

proyecto. Desde febrero del 14, Wiison levantó el embargo de armas a los

contendientes, y concedió el estatus de beligerante al ejército

Constitucionalista. Esta facción conformaba el cuerpo mejor organizado de la

insurrección contra el gobierno huertista, con dominio sobre los estados

fronterizos de Sonora, Coahuila y Chihuahua.

Mientras el general Obregón avanzaba hacia Sinaloa, Pancho Villa

asestaría un duro golpe contra los federales al apoderarse de Torreón, en la

mañana del 3 de abril, lo cual acrecentó su popularidad. En el sur, el general

Zapata también extendió su dominio sobre Morelos, Guerrero y el Estado de

México.

No está en el ánimo de esta obra describir los pormenores de la

Revolución Mexicana, sin embargo, sí viene al caso mencionar que en otras

partes de la geografía los brotes revolucionarios fueron más bien acciones de

bandoleros que asaltaban las propiedades a sangre y fuego. Conviene aclarar

que el acceso a los mercados de armas y municiones, una vez levantado el

embargo, así como la concesión de beligerancia a los constitucionalistas, sí

resultó en una clara ventaja a favor de éstos, pese a que Knight considera que

resulta superfluo suponer que hubo algo maquiavélico en las decisiones deW.WiIson.®27

Los días de Huerta estaban contados. Quizá no lo creía Adachi, al remitir

recortes de los periódicos que informaban sobre los supuestos avances del

ejército federal. Vaya ironías. Este maestro del Tatemae, padecía los

mismos espejismos de Henry Lañe Wiison apenas un año atrás, ya que no

distinguía entre la verdad de la ficción en el conflicto mexicano. John Lind creía

que la artimaña de hacer creer lo que no era, era una fabricación no de Adachi,

sino del embajador Carden. Según él, Adachi no era más que un instrumento

926 Adachi a Makino, 25.03.1914.927 Knight, p.703.928 Adachi a Makino, 25.03.1914.

211

del británico, quien incitaba al oriental a aparentar que había firmeza en el

gobierno huertista. Esto notificó Lind al Secretario Bryan:

[Carden] alentaba al japonés a desplegar este interés y actividad en México, con el propósito de crear una impresión en los Estados Unidos, e incluso es más que probable que Japón esté dispuesto a blofear un poco por cuenta propia. En otras palabras, considero que todo este asunto es un simulacro conjunto por parte de Inglaterra y Japón, a fin de impresionar a los Estados Unidos con la carátula de marcha conjunta con la que se presentan.®®®

Las sospechas de que todo era un simulacro, se llevaron al plano del

aprovisionamiento de armas, que seguía siendo un enigma para los servicios

de inteligencia norteamericanos. Y es que si no todos los embarques de armas

por parte de la Mitsui, llegarían por la ruta del Pacífico, como se pensaba, sino

también por el Golfo de México, mediante buques que los propios ingleses

ayudaban a fletar. Fue por eso que se redobló la vigilancia en los puertos de

Tampico y Veracruz, y fue por eso también que el carguero alemán Ypiranga, de la Hamburg Amerika Une, apareció en la observancia norteamericana.

Katz dice que desde principios de 1914, se había gestionado

secretamente una línea de crédito con algunos bancos ingleses, para prestar

un “tremendo servicio” al gobierno de Huerta. Atribuye la operación al

banquero Neville Chamberlain. El financiamiento habría servido para la compra

de armas provenientes de fabricantes mútiiples (suizos, franceses y

norteamericanos, entre otros). El embarque en el Ypiranga se llevaría a cabo a

través de un prestanombres: el norteamericano John Wesley De Kay,

excéntrico dueño de una fábrica empacadora de carnes en México.®®''

Aunque el profesor Katz no menciona a los proveedores japoneses, sí

hace una referencia somera al papel del vicecónsul ruso, Leen Rast,®®2como

agente que ayudó a Huerta en la operación de compra-venta. Rast se encargó

de hacer los pagos a través de sus contactos en Nueva York, y trasladó un

conjunto de armas provenientes del Lejano Oriente, a través del estrecho del

Bosforo.

929 Lind a Bryan, 06.03.1914, NARA, doc. 812.00/11631. 939 Cf. Katz, La guerra secreta, v.1, p.270.931 Ibidem.932 Ibidem.

212

Dicho cargamento no llegó a tiempo de ser embarcado en el Ypiranga.

En la ciudad ucraniana de Odesa fue confiscado por las autoridades

aduanales, quienes no creían que su destino fuera el gobierno mexicano, sino

los rebeldes armenios, que luchaban contra el Imperio Otomano. ®®® Es

importante este suceso, ya que no todos los historiadores aciertan a

relacionarlo con la compra de armas a Japón.

Las armas japonesas que supuestamente llegarían en el Ypiranga, no

aparecieron en el inventario del cargamento por una razón: no alcanzaron a llegar. Veremos en seguida que tras la caída de Huerta, el gobierno de

Carranza trató de recuperar esas armas, por medio de un enviado especial a

Tókyó, el coronel Manuel Pérez Romero, hermano de Sara Pérez, viuda de

Madero.

No se trata de sobredimensionar el entramado de intrigas que se tejieron, pero casi no se menciona el factor Japón como significativo en la toma

de decisiones de W.WiIson. En la primavera de 1914, ante la porfía de don

Victoriano de resistir los embates de Washington; ante las críticas que recibía

Wiison de ser burlado por los mexicanos, y ante el supuesto ultraje de la

Doctrina Monroe por parte de las demás potencias, el presidente

norteamericano ordenó la ocupación militar de Veracruz. La acción llevaba el

doble propósito de interceptar el cargamento de armas del Ypiringa, y de

respaldar los avances de los constitucionalistas, fortalecidos con las

provisiones que recibían a través de la frontera.

Los Marines desembarcaron el 21 de abril. Huerta ordenó replegar al

ejército, en vez de abrir fuego, medida táctica que resulta comprensible a la luz

de los desequilibrios. Una guerra de resistencia, en el marco de una guerra

civil, sin parque suficiente, y con la economía quebrantada, resultaba suicida.

Es probable que también se hicieran presentes los recuerdos de 1847, cuando

se perdió más de la mitad del territorio en una guerra contra los Estados

Unidos. Huerta prefirió no arriesgar, aunque sí capitalizó el clamor nacional en

contra de la intervención.

983 Vid., Michael C. Meyer, 'The arms of the Ypiringa’’, en The Hispanic American Historicai Review, v.50, n.3, agosto de 1970, pp.543-556. También Jack Beatty, The iost history o f 1914. Why the Great War was not inevitabie, Londres, Bloomsbury, 2012, pp.163-165.

213

Wiison esperaba que Carranza le agradeciera el favor, pero en cambio,

el jefe del constitucionalismo denunció la violación a la soberanía y la intervención en los asuntos internos de México. En mensaje dirigido al agente

consular en Torreón, George Carothers (aquel que atestiguó la matanza de

chinos en 1911), Carranza exigió el retiro inmediato de las fuerzas extranjeras del territorio mexicano:

Interpreto los sentimientos de la gran mayoría del pueblo mexicano -decía- y os invito a suspender los actos de hostilidad ya iniciados, ordenando a vuestras fuerzas la desocupación de los lugares que se encuentran en su poder.®®"

La intervención colocó a los japoneses ante un predicamento; ya no parecía sensato seguir apostando a la carta de Huerta. El Gaimushó se

apresuró a notificar al embajador de los Estados Unidos en Tókyó, que Japón

se mantendría neutral ante el conflicto.®®® El gobierno huertista le pidió a Adachi

que Japón se hiciera cargo de los intereses de México en Washington, tras la

ruptura de relaciones diplomáticas, pero el Gaimushó se rehusó,®®® y hasta se

redobló la guardia de la Legación, para evitar otro incidente como el de la familia Madero durante la Decena Trágica.

JAPÓN Y EL CONSTITUCIONALISMO

Dice Martín Luis Guzmán que la intervención fue un “incidente militar, sin gloria para los vencedores ni honor para los vencidos”. ®® Y es que para

W.WiIson, el apoyo a los constitucionalistas, mediante la ocupación de

Veracruz, no sólo despertó la ira de Carranza, sino que incrementó la

984 Carranza a Carothers, 22 de abril de 1914, AHGESRE, Desocupación, doc.lll/252(73:721)/914.1985 Guthrie a Bryan, telegrama, 23.04.1914, NARA, doc. 812.00/11631 989 Guthrie a Bryan, telegrama, 24.04.1914, NARA, doc. 812.00/11670987 Martín Luis Guzmán, “1915. La querella de México”, diciembre de 1915. httD://memoriaDoliticademexico.ora/Textos/6Revolucion/1915-MLG-LQM.html Recuperado 15.01.2015.

214

popularidad de Victoriano Huerta. Para Adachi sí constituyó un revés. Según Sanders Lyon:

El resultado principal del proyecto de Adachi fue ganar la animadversión americana contra Japón, e incrementr las sospechas entre los funcionarios del Departamento de Estado sobre las proclividades agresivas de Japón.®®®

Nada que hicieran los funcionarios japoneses en la zona de exclusividad

norteamericana, podía ser vista ya como carente de malicia. Adachi se

atrincheró en la Legación, hasta su remoción al año siguiente. Sobrevinieron

para él otras misiones, hasta su elección como juez de la Corte Permanente de

Justica Internacional. Quedó como Encargado de los Negocios con México, el

Primer Secretario Itó Keiichi quien había sido becado por el gobierno

de Japón, desde el año 1900, para que aprendiera español y se relacionara

con la clase política mexicana.

Japoneses villistas

Itó sobresalió en la Escuela Nacional Preparatoria, como el único

japonés que deambulaba por sus pasillos. Conoció a Vasconcelos, Antonio

Caso, y los miembros del Ateneo, aunque su amigo más cercano no era

filósofo, sino un aficionado a la ópera: el sonorense Adolfo de la Huerta. Al

igual que Arai, con quien entabló amistad, Itó desposó a una mexicana de la

alta sociedad potosina, y con ella procreó a su hijo Jorge.®®® Su labor al frente

de la Legación fue más bien oficiosa, limitada a cumplir con los protocolos, y a

informar a su gobierno sobre la lucha armada, que por aquellos años cobró otro

matiz, cuando villistas y carrancistas se enfrascaron en una refriega.

Huerta renunció a la Presidencia el 15 de julio, dejando al país en las peores condiciones. Veracruz continuaba ocupado por los Marines, quienes

desfallecían en la languidez del verano jarocho. Entre los periodistas enviados

a cubrir la guerra que nunca fue, se encontraba Jack London, quien se decía

socialista, aunque sobre todo orgulloso de pertenencer a la raza blanca. Hearst

988 Sanders Lyon, p.489.889 Entrevista con el Sr. Jorge Itó efectuada en México D.F. (20.03.2015).

215

lo había reclutado por su experiencia previa como corresponsal en la guerra

ruso-japonesa, donde se persuadió de la existencia del “peligro amarillo”.

En México se convenció aún más de su buena fortuna al haber nacido

blanco, pese a que llevara a cuestas la pesada carga de tener que civilizar a las demás razas. Véase lo que escribió el autor de Colmillo Blanco:

En resumen, la ocupación americana dio a Veracruz el máximo de salud, orden y ganancia. [...] Ciertamente, los veracruzanos recordarán largamente haber sido conquistados por los americanos y añorarán el bendito día en que los americanos los conquisten nuevamente.®"®

Sus entregas a Hearst estaban plagadas de alusiones a la inferioridad

de la raza mexicana, y a la bienevolencia de la intervención. Lo importante es

destacar que London fue de los más persistentes en alertar sobre el doble

peligro de ver a Estados Unidos acosado tanto por los amarillos, como por

hordas de mexicanos que “no son ni blancos ni indios.®"^

Si algún “salvaje” atemorizaba a los norteamericanos, ese era Villa. Los

periódicos de Hearst se encargaron de divulgar su imagen como bandido, bárbaro, bruto y asesino cruel.®" Pese a todo. Villa tenía de su lado a una

gama de adherentes, incluyendo a W.WiIson, quien lo llegó a creer apto para la

Presidencia.®"® En esa gama, sería justo mencionar a John Reed, militante de

izquierda, al igual que London, aunque con una sensibilidad más real hacia los

fundamentos sociales de la revolución.®""

Después de la toma de Zacatecas, el prestigio de Villa hizo que creciera

en Hollywood el interés por convertirlo en estrella de cine.®"® Inclusive un militar

conservador y adepto a The White Man’s Burden, como el general Hugh C.

Scott, comandante del ejército estadunidense en la frontera sur, se

autoproclamó “villista”, y describió al caudillo como el “Washington”

mexicano. 646

84° Jack London, “El ejército de México y el nuestro” (30.05.1914), en México intervenido. Reportajes desde Tampico y Veracruz, 1914, México, Ediciones Toledo, 1990, p.53.841 Ibidem (13.06.1914), p.82.842 Katz, Pancho Villa, v.1, pp.370-372.843 Ibidem, p.368.844 John Reed, Asi era Pancho Viiia, México, SEP, Conasupo, 1981.845 Bernd Hausberger, “¡Viva Viiiai Cómo Hollywood se apoderó de un héroe y el mundo se lo quitó”, en Historia Mexicana, v.62, n.4 (abr.-jun., 2013), pp.1497-1550.848 Katz, Pancho Villa, pp.364-365.

216

Entre los muchos que se sintieron cautivados por el carisma de Villa, se

encontraban el inmigrante Nagabuchi Waichi propietario de un bar

en Tampico,®"7 y ©I doctor Nonaka Kingo, el mismo que, se dice, atendió las

heridas de don Francisco I. Madero en Casas Grandes. Nonaka acompañó a

Villa como médico de campaña en algunas batallas, antes de afincarse en

Chihuahua, territorio villista.®"®

No hay motivos para suponer que Pancho Villa fuera filojaponés, pero sí

antichino.®"® Guardaba respeto por los japoneses. Los creía dueños de una

capacidad innata para utilizar técnicas de defensa personal, que lo

impresionaban. Había visto las habilidades de un guardaespaldas de su

hermano Hipólito, de nombre Tatematsu Genichi Tatematsu, como

muchos inmigrantes, pretendía cruzar la frontera cuando los villistas tomaron

Ciudad Juárez.®®®

Existe la historia de que la División del Norte utilizó armas de fabricación

japonesa, lo cual ha hecho suponer que Villa entró en tratos con algún

proveedor. González Gálvez alude a Nishiyama Saichiro, otro recluta del

ejército villista, como posible contacto.®®'' Nishiyama efectivamente conoció a

Villa, sin embargo, en el testimonio de Thomas Connell acerca de Nishiyama,

éste no dice nada acerca de haber servido como agente para la adquisición de

armas en Japón.®® Si acaso hubo armas japonesas en las filas villistas, lo más

probable es que se tratara de parte del armamento confiscado a los federales

en la batalla de Zacatecas.

Aunque el famoso Centauro sí recibió insinuaciones por parte de

agentes japoneses, en el sentido de emprender acciones en contra de los

Estados Unidos. Lo anterior se desprende del testimonio vertido en las

Memorias que le dictó a Martin Luis Guzmán. Dice el autor que en diciembre de

947 Entrevista con la Sra. Rosa Ma. Haruko Nagabuchi efectuada en México D.F. (12.03.2015).948 Nonaka, op.cit.949 Katz, Pancho Villa, v.2, p.200.999 Villa les requería a los japoneses que llevaran consigo la bandera de su pais, o bien, que la exhibieran en el exterior de sus casas, para no ser molestados o confundidos con los chinos, según versión de la Sra. Nagabuchi, hija de un japonés villista. La protección especial a los ciudadanos japoneses en la región controlada por Pancho Villa, la ratificó un diario local del condado de Queens, NY. Vid, The Daily Long Island Farmer, 20 de enero de 1914. http://fultonhistorv.com/Newspapers%2021/Jamaica%20NY%20Dailv%20Lonq%20lsland%20Farmer/Jamaica%20N Y%20Dailv%20Lona%20lsland%20Farmer%201914/Jamaica%20NY%20Dailv%20Lona%20lsland%20Farmer%201 914%20-%200158.pdf Recuperado 15.03.1914.991 González Gálvez, p.13. Tanabe, Huellas japonesas, p.18.992 Thomas Connell, America's Japanese hostages. The Worid War i i pian for a Japanese free Latin America, Westport, CT, Praeger Studies, ABC-CLIO, 2002, p.264.

217

1914, Villa se había instalado en una casona de la colonia Juárez de la Ciudad

de México, y hasta allí acudió a buscarlo el capitán de un buque japonés. Para

entonces, ya estaban rotas las relaciones con Carranza, y tanto Villa como

Zapata respaldaban al gobierno emanado de la Convención de Aguascalientes.

Según Villa,

A mi cuartel general de la calle de Liverpool vino también a verme el capitán de un buque de guerra japonés. Luego luego me dijo que llegaba a expresarse conmigo a nombre y según mandatos de su gobierno, por la peripecia de no ser buenas las relaciones de amistad entre los Estados Unidos y el Japón, lo que acaso encendiera guerra entre aquellos dos países; y me añadió que para ese futuro los ejércitos y las escuadras del Japón ya se estaban preparando. Desconfiado yo, nomás lo miraba; por lo cual siguió él descubriéndome así sus pensamientos.

-Señor general Villa, es mucho lo que nosotros los hombres japoneses tenemos que sentir de los gobernantes y ciudadanos de los Estados Unidos. Forman ellos una nación ambiciosa que todo lo quiere dominar para su engrandecimiento, siempre con los peores impulsos de la conveniencia, y lo mismo en estas tierras de América, que en las rutas marítimas y los archipiélagos de Asia. Le pido yo, a nombre del gobierno de Tokio, señor general, que me declare sus sentimientos para con la referida nación americana, sabedores nosotros, los hombres del Japón, de cómo es usted el más grande hombre militar que tiene México. También espero que me anticipe cuál será su simpatía, y la de todo este pueblo mexicano, a la hora de que estalle nuestra guerra con los Estados Unidos. Ustedes, según yo creo, saben muy bien lo que los Estados Unidos son. ¡Señor, si de ellos han sufrido ya agravios como el de Texas, y el de California, y el de no sé cuántas otras comarcas que a México le quitaron! Digo, que no necesitan ustedes que nadie venga a encenderlos en su patriotismo.®®®

Muy hábil aquel capitán. Era evidente su interés por escudriñar la

opinión del general acerca de los estadunidenses, con el propósito de

establecer relaciones de empatia. Cabe preguntarse si también quería sondear

la concresión de una alianza, que a todas luces se seguía manteniendo en el

terreno de las especulaciones. La respuesta de Villa, sin embargo, fue un modelo de prudencia:

-Señor, yo no conozco los agravios que el Japón pueda sentir por la conducta de los Estados unidos. Sólo sé las cosas de mi país. Mas viva seguro que si el pueblo americano entra en guerra con otro, el pueblo de México, estando yo en las alturas de la gobernación, no negará a los Estados Unidos la ayuda que ellos nos pidan para surtirse aquí de elementos, pues es buen amigo nuestro aquel

‘ Martín Luis Guzmán, Memorias de Pancho Villa, México, Porrúa, 1984, p.502.

218

gobierno de Washington, y son hombres que favorecen nuestra causa revolucionaria todos los ciudadanos americanos. Los sucesos antiguos de que usted me habla no los considero yo, aunque hayamos perdido nosotros entonces parte de nuestros territorios, porque el tiempo ha llovido mucho sobre todas esas tierras y ahora ya son otros los frutos.®®"

Villa advirtió el desencanto de su interlocutor, y sintió pesar por haber respondido de forma tan tajante. Quizá, dice él, hubiera sido bueno dejar que el

oficial japonés hablara, pues en los negocios internacionales, y más si son

“cosas de la guerra”, lo mejor es conocer todo lo que los otros tienen que decir.

El episodio llegó a oídos del general Scott por boca del propio Villa,

cuando ambos se entrevistaron en Ciudad Juárez, el 8 de enero.®®® No era la

primera vez que los japoneses se acercaban con fines de sondeo, ya que

(según Taibo II) después de la batalla de Zacatecas, un enviado oficial japonés

acudió a ofrecerle armas y parque, y se disculpó porque la Mitsui se las había

vendido a don Victoriano.®®®

En el contexto más amplio de la guerra mundial, los intentos japoneses

de buscar a Pancho Villa, resultaban amenazantes para los Estados Unidos. La

confidencia de Villa a Scott, bien pudo ser el súbito aumentó que se produjo de

soldados estadunidenses apostados sobre la frontera, ante el riesgo de que

Japón, o cualquiera otra potencia, intentara involucrar a México en la guerra.

Lind versus O’Shaughnessy

En los meses previos a la intervención en Veracruz, era evidente la

confrontación de opiniones entre Lind y O’Shaughnessy acerca de lo que

ocurría en México. Lind favorecía la intervención, después de que se agotarra

la “espera vigilante”. Lo importante era forzar a Huerta a abandonar el poder a

cualquier precio, y que el gobierno de los Estados Unidos se entendiera con los

constitucionalistas. O’Shaughnessy, en cambio, creía que era iluso pensar que

994 Ibidem.999 Paco Ignacio Taibo ii, Pancho Villa. Una biografía narrativa, México, Planeta, 2006, p.477. 996 Ibidem.

219

Carranza sería un mejor amigo de los Estados Unidos que el general Huerta, y

se inclinaba por negociar con éste.José López Portillo y Rojas fue designado como Secretario de

Relaciones Exteriores, en febrero de 1914. Ofrecía condiciones para reanudar

el diálogo con Huerta; inclusive viajó con ánimos conciliatorios a Veracruz, a

entrevistarse con Lind. Al encuentro acudieron O’Shaughnessy y el Encargado

de Negocios británico, Thomas Hohier, pues recuérdese que ya entonces se

habían subsanado las diferencias entre británicos y norteamericanos.

El encuentro, ocurrrido el 19 de marzo, fue álgido. Lind no confiaba en la

buena fe de los británicos, ni tampoco en la de Huerta. Pensaba que los

británicos seguían empeñados en respaldar a Huerta para involucrarse en los

negocios mexicanos, y que también se hallaban implicados en el

financiamiento y tráfico de las armas japonesas.

Lind argüyó que el depuesto lord Carden a menudo se reunía con

Adachi, y que la Legación Británica actuaba como facilitadora de las misiones

japonesas en México. Le parecía inusual la frecuencia de éstas. Demostró que

en aquel momento había varios japoneses analizando las finanzas de México, y

sus actividades eran sospechosas.

Dicha misión la encabezaba un personaje referido como “Denz Mori”

[sic]; en ella figuraba el periodista Onodera Toshio Decía Lind que

había detectado hasta 500 artilleros de fabricación japonesa, muchos de los

cuales se habrían sido instalados en la Legación japonesa, y además descubrió que Carden participaba en la venta de “inmensas cantidades de municiones”.

La percepción de Lind acerca de las operaciones japonesas en México,

parecía obsesiva. Aunque también O’Shaughnessy era suspicaz, no contaba

con evidencias concretas de alguna conspiración nipo-mexicana.®®® En su

opinión, “franca y positivamente” Huerta era el hombre que necesitaba Wiison

en México, no Carranza, y mucho menos Villa, porque Carranza era un tozudo

opositor de la Doctrina Monroe, y Villa un asesino (acababa de matar al *

* Ascendente del fotógrafo Kenji Valente Onodera. Consulta a Kenji Valente Onodera efectuada en México D.F. (23.04.2015).997 NARA, doc. 812.00/11210 y 11218,18-19.03.1914, Idem, Cf. Ulloa, pp.151-152.998 O’Shaughnessy a Bryan, telegrama 795,09.03.1914, NARA, doc. 812.00/11109. Ulloa, ibidem.

220

británico William Benton). En cambio con Huerta, se neutralizaría cualquier

intriga por parte de las potencias extracontinentales.®®®

El punto de vista de O’Shaughnessy no se impuso. Hizo entrega de sus

pasaportes, y marchó. Las relaciones entre México y Estados Unidos quedaron

virtualmente rotas.

W.WiIson concebía la situación en México como similar a la de Francia

en 1798. Sentía que su deber era equilibrar entre el absolutismo y el

jacobinismo, y demostrarle al mundo cuán humanitaria era su causa.®®® El 27 de abril, declaró lo siguiente ante un corresponsal de The Saturday Evening

Post.

Mi ideal es un gobierno recto y ordenado en México, pero mi pasión se concentra en el 85 por ciento de la gente de esa república que en estos momentos lucha por su libertad.®®'

Pero el humanitarismo de W.WiIson, reflejado en la intervención militar,

no fue bien recibido por las fuerzas en pugna. Sí se lograron, al menos, dos

cometidos: la renuncia de Huerta, y el avance de los constitucionalistas, que

entonces ya estaban divididos. La intercepción de armas japonesas en el

Ypiranga -que fue una causa de la intervención- no se concretó, porque no

llegaron a tiempo de ser embarcadas, y no fueron embarcadas, porque fueron

incautadas por las autoridades turcas en Odesa, sobre el Mar Negro.

Imposible no pensar lo que hubiera pasado si las susodichas armas se

hubieran embarcado a tiempo en el Ypiranga. El ejército y la Marina

norteamericanos, habrían tenido evidencias fehacientes del aprovisionamiento

japonés al gobierno de Huerta, pero no fue así, y eso cambió el curso de los

acontecimientos. Se cree pertinente relatar a continuación algunos pormenores

acerca de la compra-venta de armas a la compañía Mitsui, con el propósito de

poner en claro las circunstancias de la operación.

Mitsui,su aporte a la Revolución

999 NARA, doc. 812.00/11210 y 11218,18-19.03.1914, ibidem. 990 Haley, p.138.991 Samuel G. Blythe, “A conversation with President Wiison”, The Saturday Evening Post, 23 de mayo de 1914, en Arthur S. Link, ed., The papers o f Woodrow Wiison, Princeton, N:J:, Princeton University Press, 1978, p.111.

221

La misión encabezada por León de la Barra, para agradecer la asistencia de Japón a las fiestas del Centenario (con tres años de retraso), en

realidad fue una cortina de humo para cerrar la compra de armas emprendida

antes por Gustavo A. Madero. Amen de ser hermano del presidente de México,

Gustavo era hombre de negocios, implicado en el aprovisionamiento de armas

para la revolución maderista, y su secuela. Su operador en el mercado de los

Estados Unidos, era Sherbourne Hopkins; fue él quien lo presentó con los

representantes de la compañía Mitsui, en Nueva York.

El golpe de Estado contra Madero dejó las negociaciones en vilo. Huerta

quiso retomarlas, no sólo porque W.WiIson le había impuesto un embargo a su

gobierno, sino también porque deseaba comprometer a Japón en algún tipo de

alianza, para hacer frente a las presiones de Washington. Coincide con un

momento crítico en las relaciones nipo-estadunidenses, derivado de la

intensidad que había cobrado el antijaponismo en California, y del celo que

provocaba en Tókyó la influencia norteamericana sobre Yüan Shih-kai, en

China.

Desde la perspectiva japonesa, si los norteamericanos actuaban sin

reservas en la región asiática, a la que consideraban como su esfera de

dominación geopolítica, ¿por qué tendrían ellos que seguir respetando los

términos del Gentlemen’s Agreement, pactado seis años atrás? ¿Por qué

tendrían que acatar la cláusula monroísta, que hacía extensivas las

restricciones migratorias a los japoneses en México?

Cuando Adachi se hizo cargo de la Legación en México, traía consigo el

objetivo de localizar posibles sitios de asentamiento para los inmigrantes,

aunque bajo una modalidad distinta. Ya no se impulsaría la migración aleatoria,

propia de empresas que lucraban con el traslado hacia el continente

Americano, sino que se promovería un tipo de migración más consciente de su

deber nacional.

Desde su llegada, Adachi encontró un entorno desbordante en

expectativas hacia Japón. Su arribo había sido motivo de mítines y suspensión

de actividades, con tal de vitorear al representante del aliado potencial de

México, y de paso para denostar a los norteamericanos.

El negocio de las armas siguió su curso. Para los norteamericanos, era

imperioso descubrir la relación entre la diplomacia de Adachi, los objetivos de

222

Huerta, y las operaciones de la Mitsui. Huerta se empeñó en que pareciera que

sí las había. Corrieron toda clase de rumores acerca de la supuesta alianza

entre Japón y México, algunos tan fantásticos como el que propaló George L.

McKeeby, un veterano de la guerra de 1898, quien aseguraba haber detectado

a por lo menos cuatro o cinco células clandestinas de “cholos” mexicanos,

armados hasta los dientes por los japoneses; su misión era llevar a cabo actos de sabotaje en California.®®^

Nadie acertó a detectar el medio a través del cual se introducían las

armas japonesas. La personalidad circunspecta de Adachi, hacía creer que

sabía más de lo que aparentaba. En febrero del 14, el Agente Consular de

Japón en Chicago, Baba Shótoku [MWíMW], visitó El Paso y Ciudad Juárez,

con el propósito de conocer las condiciones de los japoneses en la zona. Al ser

interrogado por un periodista sobre las armas compradas a su país. Baba

declaró que sí, que Huerta había asegurado armas en Japón, más no bajo las

condiciones que se decían: “Cuando Madero era presidente, firmó un contrato

con una firma privada japonesa para la compra de una cantidad [indefinida] de

armas”.®®®

Cobra sentido el que Gustavo Madero hubiese sido designado

representante de México en Japón. Era en parte para darle seguimiento al

negocios de las armas, así como para emprender otros negocios con los

japoneses, como antes quiso hacerlo don Matías Romero. La tragedia le cerró

el paso. La compra de 15,000 rifles la concluyó Francisco León de la Barra,

acompañado de los oficiales del ejército Manuel M. Velázquez, Miguel Bernard

Perales, Fausto Becerril y Emilio Alemán, todos ellos cercanos al general

Mondragón. Por eso, tras su destitución como Secretario de Guerra,

Mondragón le pedía a su hermano que le informara sobre las transacciones

con Japón.®®"

Hubieron cinco convenios con la Mitsui. El primero, por 15,000 rifles, lo

emprendió Gustavo Madero en Nueva York, y los concluyó De la Barra en

Tókyó. El cargamento partió de Japón en febrero de 1914, justo cuando el

992 De John D. Works, Senador por California, a Bryan, 27.12.1913, NARA, doc. 812.00/10344. McKeeby decía contar con información ultrasecreta sobre las actividades de los japoneses en contubernio con los mexicano- americanos, y se ofrecía a encabezar un regimiento en el caso de que estallara una guerra contra México y Japón.993 “Huerta getting few arms from Japan”, El Paso Heraid, 3 de febrero de 1914.994 Chinda a Uchida, Tókyó, telegrama cifrado, Gaikó shiryokan, ABK, Meiji 45-nen no 4-gatsu juyókka (14.04.1912).

223

Izumo daba por terminada su estadía en tierras aztecas, de manera que,

obviamente, éste no fue el portador.

El vicecónsul de Rusia en México, León Rast, se prestó a intermediar

para que la carga no fuese detectada, pero de común acuerdo con la empresa,

eligió el trayecto más largo: desde el puerto de Kanazawa a Vladivostok, y

quizá por tierra hacia Kiev y Odesa. Se pretendía que cruzara el Bósforo y de

ahí al Mediterráneo, para rodear la Península Ibérica hasta embarcarse en

Havre, en el Ypiranga.

Es probable que las tiranteces entre Alemania y Rusia ya fueran tan agudas, que se optó por enviar las armas a través de Ucrania, la cual formaba

parte del Imperio ruso. Ni Rast ni la Mitsui pensaron que los ucranianos

pudieran retenerlas. Eso hizo que no llegaran a tiempo de ser embarcadas en

el Ypiranga, suceso fortuito, ya que si la intervención estadunidense en

Veracruz se fundó -entre otra razones- sobre el supuesto de que había una

alianza nipo-mexicana, y si las armas eran prueba de esa alianza, la prueba

falló.

Los oficiales enviados por Mondragón, concluyeron un acuerdo con la

Mitsui el 2 de junio de 1913. Consistió en la compra de 50,000 rifles, por valor

de $795,000 dólares. El 21 de julio, firmaron dos acuerdos consecutivos: uno

para la compra de 25,000 carabinas, por valor de $352,000 dólares, y otro para

la adquisición de 10 millones de cartuchos, por $250,000 dólares.®®® Estas

gestiones coincidieron con la llegada de Adachi a la Ciudad de México. Se

comprende la algazara que causó, ya que las armas representaban el apoyo de

Japón en la defensa de la soberanía mexicana, frente a las amenazas de

intervención.

El valor total de las compras hechas entre junio y julio de 1913, ascendía

a $1,397,000 dólares. El 8 de agosto, se concertó un acuerdo más, por un

“juego de piezas” (sin especificar) por valor de $12,750 dólares. Si el gobierno

de Huerta realizó un pago por $411,875 dólares, mediante transferencia a la

cuenta de la Mitsui en el Yokohama Specie Bank, restarían por pagarse

999 Manuel Pérez Romero. Toda la información proviene del Informe relafivo a los confrafos celebrados por el Gobierno Mexicano con la Mifsui Bussan Kaisha de Tókyó, Japón, para la adquisición de armamenfo y maferial de guerra. Legación de México, 4 de junio de 1915 a 30 de junio de 1916. AHGESRE Leg. Pend., Exp. 17-8-289.

224

$997,875 dólares. La compañía, sin embargo, entregó en Manzanillo mercancía por valor de únicamente $171,750.

Algo raro ocurría. Se sabe que un cargamento le dio la vuelta al mundo y

quedó varado en Odesa. Otro más no se entregó completo, dado que el

gobierno huertista recibió menos de la mitad de lo pagado, y el colmo, muy

posiblemente ese armamento sí se utilizó, pero acabó en manos de los villistas, tras la toma de Zacatecas.

Entre la caída de Huerta, la llegada de los constitucionalistas, el desalojo

yanqui de Veracruz, el establecimiento y extinción del gobierno emanado de la

Convención de Aguascalientes, y la posterior restitución de Carranza al frente

del Ejecutivo, transcurrió poco más de un año. Durante ese lapso, el asunto de

las armas compradas a través de la Mitsui se desvaneció de la memoria.

Además, la guerra en Europa captaba la atención de los medios. La Mitsui

guardó silencio, hasta que el 4 de junio de 1915, Manuel Pérez Romero se

apersonó en las oficinas, en Tókyó, con instrucciones de indagar el paradero

de las armas.

La Mitsui estaba en la creencia de que Pérez Romero había sido

enviado a liquidar el aduedo de las armas, pero para su sorpresa, el mexicano

exigió -con “actitud desinteresada”- que la compañía le devolviera a México el

diferencial entre lo que se pagó, y lo que se recibió. Los ejecutivos, entre los

que se hallaba un señor de apellido Yamada [iliffl], quien había estado en

México, respondieron que con gusto tratarían el asunto, pero que antes se

debía de producir el consabido reconocimiento del gobierno de Carranza por parte del Estado japonés.®®®

En los primeros reportes de Pérez Romero, se advierte un tono

jactancioso. Creía tener a la Mitsui en la palma de su mano, pues había varias

interrogantes: ¿A dónde habían ido a parar las armas contratadas? ¿Por qué

no se entregó la mercancía completa? ¿Por qué la Mitsui había guardado

silencio? ¿Por qué se cerraron las oficinas en México a principios de aquel

año?

666 Pérez Romero también tenía la misión de conseguir el reconocimiento al gobierno de Carranza. Para el efecto, se entrevistó con el conde Ókuma el 20 de julio, quien “sin ambajes” se expresó enérgica y duramente sobre la política estadunidense, según cita en su informe el mexicano. Pérez Romero a Acuña, 26 de julio de 1915, AHGESRE, doc. 11-3-24.

225

El agente mexicano simuló conocer los pormenores de lo pactado,

cuando en realidad no contaba con la documentación completa, dado que

Huerta, al parecer, destruyó los archivos antes de huir al extranjero. Por eso,

comenzó por pedirle a los ejecutivos de la Mitsui una copia del expediente,

cosa que a ellos les extrañó. En su informe, dice: “De seguro suponían que no

teníamos ningún dato sobre ellos”.

Los ejecutivos le negaron la entrega del expediente, y recomendaron

que acudiera a tratar el caso en las oficinas de la Mitsui en Nueva York. Eso lo

irritó. Le parecía inverosímil que la casa matriz no contara con copias de los

contratos, y que el señor Takaki Shunzó uno de los involucrados en

las negociaciones, le dijera que hacía tiempo se habían considerado “casi

canceladas” aquellas cuentas. Resuelto como estaba a deshacer el entuerto, y

a exhibir el lado oscuro de la Mitsui, este Quijote enfiló hacia Nueva York, en

noviembre.

Fiel a su causa, se presentó en la Mitsui-Nueva York. Se le dijo que con

gusto lo atenderían, pero que requerían saber para qué necesitaba una

rendición de cuentas. Le avisaron que toda diligencia se llevaría su tiempo,

dado que los archivos de encontraban bajo custodia en la Legación de Japón,

en la Ciudad de México. El 13 de diciembre, harto de las evasivas, dirigió una

nota en términos durísimos a la comercializadora. Por la importancia que

revisten, y para comprender mejor el estado anímico del protagonista, se

reproducen a continuación:

Tengo el gusto de referirme a su siempre grata ocho del corriente relativa al asunto sobre el cual hemos cruzado alguna correspondencia y me permito manifestar a ustedes que no veo claramente el motivo por el cual hacen, de un asunto sencillo y razonado, una cuestión difícil y complicada. La forma evasiva en que ustedes hacen referencia a la parte fundamental, me hace creer que rehúsan obsequiar los deseos del Gobierno Mexicano, no obstante el derecho que este tiene de pedir copias de cuentas cuando lo crea necesario para la regularidad de sus archivos, especialmente en la época actual en que el Gobierno está revisando todas las cuentas y operaciones de las administraciones pasadas. En mi nota treinta de Noviembre último no especifiqué propósito alguno, sino que di una razón fuera de toda duda, para pedir la copia de la cuenta. Soy de opinión de que una Compañía como la Mitsui Bussan Kaisha, honorable por todos los conceptos, no debería rehusarse a obsequiar los deseos del Gobierno, pues de lo contrario daría lugar a malas interpretaciones, quizá infundadas. No desconozco que mi Gobierno tenga cuenta detallada de todas las operaciones efectuadas y que estas existan en los Archivos Oficiales en la Ciudad de México y en posesión

226

del mismo, no siendo esta, sin embargo, razón por la cual esa Compañía rehúse dar la copia de cuent que se ha pedido, salvo que la misma desee que el Gobierno ignore alguna parte de dicha cuenta.

Con el objeto de que podamos llegar a un acuerdo y evitar correspondencia inútil, muy atentamente suplico a ustedes se sirvan decirme de una vez por todas si entregarán la copia que se ha pedido. Su contestación servirá para definir la actitud que mi Gobierno deba asumir, es decir, un arreglo amigable de todos los asuntos pendientes, o bien que nos veamos en la necesidad de recurrir a los Tribunales.®®''

Pérez Romero justificó su tono como reacción a la actitud “poco

decorosa” e “insultante” por parte de la Mitsui. En otra misiva a Relaciones

Exteriores, afirmaba que la compañía deliberdamente no quería atender su

petición, porque no deseaba que el Gobierno constitucionalista se enterase de

“ciertas operaciones dudosas” realizadas con el gobierno de Huerta”. ®®®

Enojado e impaciente, se encaminó hacia México. Recomendó actuar con más

energía, y jamás olvidar las “irregularidades” en las que incurría la Mitsui.

El Canciller Jesús Acuña, de repente recibió un memorándum del titular

de Guerra, Ignacio Pesqueira, notificándole que al fin se había encontrado una

copia de los contratos con la Mitsui; juzgaba conveniente frenar los ímpetus del

agente carrancista en Japón.

El Inspector de los Establecimientos Fabriles Militares, Alfredo Breceda,

encontró algo más: un proyecto de coinversión entre México y Japón, para la

construcción de una fábrica de armas en la Ciudad de México.®®® Dicho

proyecto también fue mencionado en el memorándum emitido el 23 de octubre

de 1913, por el presidente del conglomerado Mitsui, Mitsui Hachirójiró [HlkAÉR

dirigido al Ministro de Asuntos Exteriores, Makino Nobuaki.®^® El proyecto

no se concretó. Breceda, a diferencia de Pesqueira, sí creía preciso exigirle a la

Mitsui una indemnización, puesto que según su aritmética, la compañía le debía al país más de 430,000 dólares.®7'

La víspera de la Nochebuena de 1915, Pérez Romero recibió la

respuesta oficial a su enérgica misiva de semanas atrás. La rubricaba Takaki,

997 Pérez Romero a Acuña, Reservada, n.209, “Contrato de armas”, Nueva York, 13.12.1915, en Ibidem.968 Pérez Romero a Acuña, Reservada n.216, “Contrato de armas”, Nueva York, 14.12.1915, en Ibidem.669 Cf. en Informe que el Director General de Establecimientos Fabriles Militares del país rinde al C. Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza, México. Departamento de Establecimientos Fabriles y

Aprovisionamientos Militares, M. Garcia y Galo Sáez, 1916.67° Mitsui Hachirójiró a Makino, ABK, Taishó 2-nen no 10-gatsu nijusannichi (23.10.1913).671 Breceda al Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, ccp Cándido Aguilar, 24.05.1916, Pérez Romero, Informe.

227

quien esclarecía que la actitud de la empresa había sido guiada por la

prudencia, pero que ante la actitud del mexicano, ellos se veían precisados a revelar la realidad de los hechos.

En primer lugar. Huerta había suspendido los pagos convenidos, de manera que se habían ocasionado perjuicios y pérdidas de consideración para

la empresa. La Mitsui había tenido que absorber gastos tales como la

recuperación de la mercancía varada en Odesa, y la adquisición de equipo y

tecnología para el proyecto de construcción de una fábrica de armas, el cual

había sido diseñado al gusto y medida de don Victoriano.

Lo más sorprendente, fue el descubrimiento de un hecho hasta entonces

ignorado. Se reveló que el gobierno constitucionalista había tenido un

acercamiento previo con la Mitsui, y que le había propuesto un “premio” , a

cambio de suspender la transferencia de armas a Huerta. Los

constitucionalistas asumían el compromiso a aceptar el material, de pagarlo en

su totalidad, e incluso de otorgar ese “premio”. Por eso, a los ejecutivos de la

Mitsui les extrañaba que Pérez Romero solicitara, a nombre del gobierno de

Carranza, una copia de los contratos, dado que los mismos ya obraban en

poder del individuo con quien habían tratado el asunto, Ignacio Pesquería, el mismo que, de repente, dijo haberlos encontrado.®72

En su encuentro con Takaki, el 24 de diciembre, Pérez Romero se sintió

avergonzado. Los japoneses, sin embargo, se mostraron complacientes. Según

sus cálculos, el adeudo no rebasaría los 800,000 dólares.

El caso dio un giro insospechado. Para las negociaciones subsecuentes,

Pérez Romero se acercó a un viejo amigo de la familia Madero: el abogado

Sherbourne Hopkins. ¿Quién mejor que él podía conocer los pormenores del

caso, si había sido él el conducto por medio del cual Gustavo Madero se

relacionó con la Mitsui? Hopkins tenía en su poder copia de una carta de

Carranza, fechada en Hermosillo, Sonora, el 30 de noviembre de 1913, en la

que, en efecto, se ofrecían términos atractivos -con “premio”- a cambio de que la Mitsui no le entregara las armas a Huerta.®73

972 Pérez Romero al Secretario Encargado del Despacho, Reservada n.216, “Contrato de armas”, Nueva York, 23 y 24.12.1915, y 02.01.1915, en Ibidem.973 La gestión se hizo a través de Roberto V. Pesqueira, hermano menor de Ignacio, quien por entonces fungia como Agente Confidencial de Carranza en Washington y Nueva York.

228

No tiene caso relatar en este espacio los estira y aflojas que hubo entre

diciembre y enero de 1916. Algo que sí vale mencionar, es la actitud del

negociador mexicano. Generó empatias que la cultura japonesa suele

dignificar, pues si bien asumió una postura achicada ante las evidencias, sí mantuvo un donaire de solemnidad. En su informe del 2 de enero, Pérez

Romero admitió:

Sólo me quedó el camino de dejarlo todo a la honradez de la casa y honorabilidad de sus representantes, toda vez que las cantidades entregadas jamás podríamos justificarlas estando el gobierno [mexicano] en el desconocimiento absoluto de toda operación. Por otra parte, la argumentación de la Mitsui me ha parecido, hasta cierto punto, muy lógica.®^^

La Mitsui volvió a sorpender al mexicano, al ofrecerle la devolución de

60,000 dólares como liquidación final. Pérez Romero apenas si lo creía.

Conmovido, prometió que, en agradecimiento, la compañía se vería favorecida por el Gobierno de México en los futuros negocios.

En Europa ya resonaban los cañones de la guerra, y a los Estados

Unidos les preocupaban las actividades secretas de los alemanes infiltrados en

las filas de Obregón y Villa, más que los arreglos entre Carranza y los

japoneses. Lo cierto es que con el correr del tiempo, la Mitsui se ha convertido

en una de las compañías mejor posicionadas dentro del campo empresarial

mexicano.

Operadores tras bambalinas

¿Quién era Sherbourne Gillette Hopkins? Leopoldo Mendívil lo retrata

como un ser siniestro, en su novela Secreto 1910 (Grijaibo, 2011). Katz lo

califica de “tortuoso”,®® y algunas otras fuentes lo señalan como agente

674 Pérez Romero al Secretario Encargado del Despacho, Reservada n.226, “Contrato armas Mitsui & Co.”, Nueva York, 02.01.1915, en Ibidem.675 V.g., los casos de Maximilian KIoss, asesor del general Alvaro Obregón, y Amoid Krumm-Heller, muy cercano a Pancho Villa.676 Katz, La guerra secreta, v.2, pp.20-21.

229

secreto del Departamento de Estado, especializado en la desestabilización de gobiernos y aprovisionamiento de revoluciones.

Hopkins era un detective privado, que circunstancialmente encontró en

el contrabando de armas una fuente de negocios. Comenzó como abogado, a

prestar servicios de cabildeo a ciertos grupos de insurrectos en Centro y

Sudamérica, y de ahí brincó al negocio de las armas. Cuando Gustavo Madero

entró en contactos con él, ya disponía de relaciones útiles a la causa

maderista, entre ellas, la empresa Mitsui.

El despacho de Hopkins atendía casos de la Mitsui. También tenía de

cliente a la Waters Pierce Oil Company, de Henry Clay Pierce, un

norteamericano deseoso de arrebatarle las concesiones petroleras y de

ferrocarriles al inglés Pearson (Lord Cowdray). Hopkins haber intercedido a favor de Pierce ante los gobiernos de Madero y Carranza.®t7 De lo que no cabe

duda, es de que intercedió ante al Secretario Bryan para que las tropas que

ocupaban Veracruz entregaran la plaza a los carrancistas, antes de su

repatriación.®^® Así mismo, convenció a Takaki Shunzo, para que la Mitsui

dilatara la entrega de las armas adquiridas por Huerta, a lo que no se opuso el vicecónsul ruso, León Rast.® ®

¿De qué otra manera puede explicarse que la primera remesa de armas

cruzara la geografía rusa con pretensiones de rodear Europa, hasta El Havre?

La cuestión está en saber a cambio de qué pudo prestarse la compañía

japonesa a un operativo de dilatación en la entrega de la mercancía. Kunimoto

677 Dice Katz que el hombre en quien Hopkins depositó su confianza para insertar a Pierce en el negocio ferrocarrilero era Alberto Pañi, muy cercano a Carranza. Katz, Pancho Villa, v. 1, p.363.678 En sus Memorias, el general Guillermo Rubio Navarrete relata lo siguiente: “El 23 de abril [1914], último dia de los combates en Veracruz, el representante de Carranza, Sherbourne Hopkins, reunió a John Lind y Felicites Villarreal. Éste último, agente confidencial de Carranza leyó al representante de Wiison el memorándum preparado en ingiós por Hopkins: ‘¿No seria posible que Mr. Bryan dijese al general Carranza por intermedio de Mr. Carothers que, como prueba de la afirmación comunicada por Mr. Bryan al general Carranza de que los Estados Unidos ocuparon el puerto de Veracruz sólo temporalmente, las fuerzas navales de los Estados Unidos se retirarán a la llegada de una columna constitucionalista bastante fuerte para ocuparlo definitivamente y para dar protección adecuada a las vidas y propiedades? Esta sugerencia no se refiere en modo alguno a la presencia de buques de guerra americanos en el puerto’” . Cf. Amparo Rubio de De Ita, La Revolución Triunfante: memorias del General de División Guillermo Rubio Navarrete, Móxico, 2006, Libros en Red, p.125.https://books.qooqle.com.mxybooks?id=5YlrlTd0fvwC&pq=PA6&lpq=PA6&da=amparo+rubio+de+de+ita&source=bl&ots=UACJq1Ha3B&siq=iZsw8JXOLPSOcna37DpFLEW9vll&hl=es-419&sa=X&ei=TrpMVYHGAcrHsAW4hYHIAq&ved=0CC0Q6AEwBA#v=onepaqe&q=amparo%20rubio%20de%20de %20ita&f=false Recuperado 23.03.2015.679 En diciembre de 1913, un tal S. Gil Herrera le garantizó a Carranza que no llegarían las armas de Japón a su destino. Se presume que “S. Gil Herrera” no era otro que Hopkins. Vid., S. Gil Herrera a Carranza, telegrama cifrado, Washington, 26 de diciembre de 1913. Leg. 22(2), L-E-76R, p.80.

230

lyó asegura que fue Hopkins quien convenció a Carranza de ofrecerle a la

Mitsui un “premio”, equivalente al 10% sobre el valor total de las ventas de

armas.®®® ¿Significa que los japoneses demoraron la remesa a cambio de una

suma de dinero?

Huerta había sido alertado desde El Paso, acerca de esa probable

componenda entre la empresa japonesa y los constitucionalistas. El inspector

de consulados, Miguel E. Dieboid, informó que los enemigos habían entrado en

contacto con la Mitsui a través de Hopkins, y que éste, de común acuerdo con

Roberto Pesqueira, le había ofrecido a la empresa una comisión del 10% a

cambio de que se dilatara la entrega de armas.®® Debió ser por eso que Huerta

despachó a tres militares a Tókyó, con el propósito de asegurar que los demás

convenios no fueran dislocados. Y si la Mitsui no entregó en tiempo y forma las

remesas posteriores, pudo deberse a que el gobierno huertista había

suspendido los pagos.¿Por qué ni Carranza, ni los hermanos Pesqueira, ni nadie, le informó a

Romero Pérez acerca de las gestiones secretas que se habían entablado con

la Mitsui? ¿Acaso se les olvidó que habían ofrecido comprar la totalidad de las

armas, más un porcentaje de premio, a cambio de suspender la entrega?

¿Creyeron que la Mitsui lo pasaría por alto? Y más intrigante aún: ¿por qué la

compañía resolvió cancelar sus reclamos, y por qué dispuso entregarle a

Romero Pérez 60,000 dólares para liquidar las cuentas? Lo más curioso es que

la suma correspondía exactamente al monto de honorarios devengados por

Hopkins.

En medio de esos misterios, emergió la figura de un inmigrante llamado

Terazawa Fukutaro quien se presentó en abril de 1915 ante el

Canciller Jesús Acuña, dispuesto a rescatar la colaboración entre japoneses y

mexicanos. Tenía interés en el proyecto de una fábrica de armas y municiones. Abordó el asunto, a propósito de que el gobierno deseaba romper la

dependencia del suministro de armas extranjeras. Con habilidad, este

68° Kunimoto, p.173.681 Dieboid a Relaciones Exteriores, telegrama, El Paso, Texas, 21 de diciembre de 1913, Leg. 12, Exp. L-F- 774R,p.37. Idem, Berta Ulloa Ortiz, “Carranza y el armamento norteamericano”, en Historia Mexicana, v.17, n.2 (oct.-dic„ 1967),p.255.

231

personaje se granjeó la amistad del Encargado de Negocios, Itó Keiichi, quien lo ayudó a introducirse en las altas esferas del gobierno carrancista.

A Terazawa se le describe como un residente japonés, que colaboraba

“tras bambalinas” con el gobierno de Carranza. Se atribuía el título de

“consejero” del Secretario Acuña;®®® como tal, dirigió una carta al Ministro de

Relaciones Exteriores, Kató Takaaki [ftPüiüHí!], para estrechar las relaciones

con México, “abiertamente o en secreto”. ®®" Kató le ordenó a Itó que

proporcionara información acerca de Terazawa. Esto fue lo que le contestó Ito:

El señor Fukutaro Teresawa [sic]* * aparentemente conoce desde hace años al ministro de Gobernación y al de Relaciones Exteriores, quien es el cerebro detrás de Carranza, y es bien pagado también como asesor o algo parecido. Sin embargo, no corresponde a la realidad el que, como se dice en su carta, esté al tanto de los secretos políticos. El ministro de Relaciones Exteriores ciertamente tiene una actitud favorable al Japón y desea entablar relaciones con el gobierno de Su Majestad. Hay que atribuir a su iniciativa el viaje del comandante (Pérez) Romero al Japón. Se podría suponer que juega con la idea de utilizar ocasionalmente al señor Teresawa. Sin embargo, éste no tiene un nivel cultural suficiente y según todas las apariencias tampoco la capacidad de afrontar tal tarea.®®®

Punzante la referencia de Itó, toda vez que era conocida su proximidad

con Terazawa. No le pareció que alguien a quien él ayudaba, se valiera de

medios colaterales para acceder al Ministro Kató. Aunque Kató no tomó en

serio las proposiciones del japonés, los vínculos de éste con el Canciller Acuña

y con Rafael Zubarán Capmany, titular de Gobernación, “como asesor o algo

parecido”, sí fueron detectados en Washington a través de informantes. Ese y

otros hechos volvieron a engendrar sospechas de componendas secretas entre

Japón y los mexicanos.

Los tratos de Carranza y sus colaboradores con los japoneses, de hecho

se venían observando desde hacía tiempo. En el verano del 13, por ejemplo, el

Cónsul norteamericano en Ciudad Porfirio Díaz (Piedras Negras), Coahuila,

emitió un telegrama en el que se refería a una nota del San Antonio Express,

682 En el informe de Itó sobre las condiciones de México en 1915, se menciona a Terazawa como un "distinguido miembro de la comunidad japonesa en México”. Vid., Itó a Gaimushó, ABK, Taishó 4-nen no 2-gatsu nijuyókka (24.02.1915).683 Katz, La guerra secreta, v.2, p.31.684 Ibidem.* Seguramente error de traducción.685 Cf. en Ibidem, p.32. Itó a Gaimushó, ABK, Taishó 4-nen no 3-gatsu jurokunichi (16.013.1915).

232

de la cadena Hearst. Se hablaba de la supuesta creación de un batallón de

excombatientes de la guerra ruso-japonesa, que había sido puesto a las

órdenes del general Obregón.

El presunto batallón lo encabezaba Sagatani Seichi quien

ofrecía reclutar a entre 2,000 y 3,500 soldados, todos experimentados y

equipados, para combatir a Huerta.®®® El Cónsul Ellsworth aseguraba que

Sagatani tenía acceso a los máximos líderes constitucionalistas, y que él era “el verdadero director de sus operaciones militares”.®®

Varios japoneses que residían en Sonora y Sinaloa, se incorporaron a

las filas constitucionalistas, bajo la condición de naturalizarse mexicanos. Su

reputación como diestros en técnicas de combate oriental, los hizo populares.

Tanabe Atsuko menciona hasta 130 nombres de supuestos militantes en las filas de los generales Obregón y González, en su mayoría provenientes de las

prefecturas de Tottori, Yamaguchi y Kagoshima.®®® Según revelación de la hija

de un orgulloso villista japonés, incluso se sabía de algunos chinos que

asumieron identidades japonesas, con tal de no ser molestados.®®®

El abogado McKeeby, con asiento en Los Ángeles, quien decía haber

detectado sociedades secretas de mexico-americanos trabajando para los

japoneses,®®® ofreció crear un regimiento de anglosajones para combatir a los

reclutas de Sagatani. Esto decía:

A mi me parece, con la escasa información que personalmente he recabado, que el Gobierno (estadunidense) debería de mantener una observancia mayor sobre las relaciones aparentemente amistosas entre Japón y todos los gobiernos mexicanos.®®'

Sol naciente en el sur

686 Luther T. Ellsworth a Secretaria de Estado, telegrama 792, Ciudad Porfirio Diaz, Coahuila, 09.07.1913, NARA, doc. 812.00/8046.687 Ibidem.688 Tanabe, Huellas japonesas.689 Revelación interesante, puesto que pudiera ser el caso de que algunos descendientes de japoneses en realidad fueran descendiente de chinos que encontraron en la suplantación de identidades la fórmula para salvar el pellejo, sobre todo en regiones donde eran susceptibles de persecusión. Entrevista con la Sra. Rosa Ma. Haruko Nagabuchi efectuada en México D.F. (12.03.2015).690 John D. Works a Bryan, 27.12.1913, NARA, doc.812.00/10344.691 a , Ibidem.

233

El sueño de muchos hacendados en Morelos, afligidos por los ataques

zapatistas, era que vinieran cuadrillas de cientos o miles de japoneses a

resguardar sus haciendas, y a contribuir con las siembras. Era del dominio

público el estereotipo de los japoneses trabajadores y dóciles, pero a la vez

capaces de brindar protección con sus exóticas técnicas de combate. Huerta

alimentaba las esperanzas de los hacendados -dice John Womack Jr.-, con

ofrecimientos de que muy pronto vendrían hasta 30,000 japoneses a sustituir a

los peones perdidos porque se sumaban al zapatismo, o porque el veterano general, Juvencio Robles, los arrebataba por medio de la leva.,®®

No se produjo la soñada llegada masiva de japoneses a Morelos; al

menos no en ese momento, porque sí llegaron en dos momentos posteriores:

cuando fueron recluidos como enemigos de guerra en Temixco, después de

1942, y cuando instalaron la primera planta de la automotriz Nissan en

Jiutepec, hacia 1961.

En diciembre de 1914, cuando Zapata y Villa pactaron una alianza,

algunos de ellos emergieron de entre los cañaverales que tenían los García

Pimentel, en su hacienda de Tenango, pero no pasaban de diez. Servían de

escoltas a los García Pimentel,®®® y entre ellos estaba uno de nombre Yoshida

Shunji ], oriundo de Tókyó, quien colaboró tiempo después con el

florista Matsumoto en la rehabilitación de la Hacienda de Temixco.

Cuando Zapata entró a la Ciudad de México a través de Xochimilco,

atravesó por el poblado xochimilquense de San Gregorio Atlapulco, conocido

por los lugareños como “El Japón”. Allí liberó a varios labriegos que trabajaban

en el Rancho de la Luz, propiedad del médico Aureliano Urrutia, el mismo que

colaboró en la tortura y muerte del senador Belisario Domínguez. Esos

labriegos, curtidos por el sol, pudieron haberse confundido con los

sombrerudos zapatistas, pero no eran mexicanos, sino inmigrantes japoneses.

La existencia de Isseis en Atlapulco fue precisamente lo que le dio el sobrenombre al poblado.®®"

No hay manera de saber si los labriegos de Atlapulco y los escoltas de

García Pimentel se incorporaron a las filas zapatistas. Es probable que algunos

692 John Womack Jr., Zapata y la Revolución Mexicana, México, Siglo Veintiuno, 1994, p.170.663 Ibidem, p.180.694 Manuel Servín Massieu, Tras las huellas de Urrutia, ¿médico eminente o político represor?, México, Plaza y Valdés, 2005, p.123.

234

sí lo hicieran, aunque se sabe que muchos japoneses que habitaban en las

inmediaciones de la Ciudad de México, se trasladaron al Valle de Mexicali, Baja

California, donde el gobernador Esteban Cantú les ofrecía seguridad y empleo.

Eso se debió a una gestión previa de Baba Shótoku, aquel enviado por el

gobierno japonés desde Chicago, a fin de ubicar zonas de asentamiento para

las nuevas colonias.®®® Adachi también colaboró en ese traslado, aunque tenía preferencias por el puerto de Ensenada.

Esteban Cantú -primero huertista, luego villista y ahora carrancista-®®®

aprovechó la mano de obra japonesa para el cultivo de los campos

algodoneros de Mexicali. Con astucia, diseminó información del lado

norteamericano en el sentido de ser él, el que frenaba las incursiones

japonesas hacia Estados Unidos.

La doble cara de Cantú no era del agrado de algunos colaboradores de

Carranza, como Adolfo de la Huerta, el amigo de Itó desde los años escolares.

Cantú, sin embargo, se creía intocable. En Estados Unidos, mientras tanto,

crecía la idea de que los japoneses se apoderarían gradualmente de la

península bajacaliforniana. Bajo el contexto de la Primera Guerra Mundial, eso

hizo que se activara la alarma sobre una posible alianza nipo-germánica, con el

consentimiento mexicano.

Al sur del país, la Colonia San-Ou (Colonia Enomoto) había sobrevivido

hasta convertirse en un vergel extraordinariamente próspero. Los tiempos de

penurias, a finales del siglo anterior, se veían lejanos. Poco antes del estallido

revolucionario, Terui Ryójiro ya se ostentaba como líder de una superficie

extensa que abarcaba cañaverales, hortalizas, ganado, escuelas, residencias,

tiendas, destilerías y servicios hospitalarios. La comunidad se conformaba por

68 japoneses junto con sus esposas e hijos, más gente contratada para otros

servicios. Había plantas de luz, molinos, teléfonía, depósitos de agua,

caballerizas, y talleres diversos de carpintería, construcción, textiles y

fabricación de jabón.®®

695 Karekishiko ni shutchó chósa no kekkani tsuki, Baba Shótoku no hókoku (Resultados del estudio de campo realizado por Baba Shótoku durante su viaje en Caléxico), ABK, Taisho 3-nen no 2-gatsu jushichinichi (17.02.1914).666 Sobre la trayectoria política de Esteban Cantú, vid., Max Calvillo Velasco, “Indicios para descifrar la trayectoria política de Esteban Cantú”, en Historia Mexicana, v.59, n.3 (ene-mar 2010), pp.981-1040.667 Toda, v.1,p.256-257.

235

La cooperativa, mezcla del falansterismo de Fourier y el Bushidó,

contenía una pincelada de tropicalización, pero funcionaba. Terui le imprimió su

sello al proyectar la creación de una nueva raza, que combinaría lo mejor de

las genéticas japonesa y mexicana. No era tan absurda su propuesta, sobre

todo a la luz de las teorías en boga en las que predominaban explicaciones

raciales acerca de la evolución humana, amen de que en diversos círculos se

insistía en el supuesto origen común de japoneses y mexicanos.

A los descendientes de los sanouístas se les inculcó un sentimiento de pertenencia muy singular. Uno de ellos ha reflexionado en torno a esa cuestión.

Señala él que “producto de este mestizaje y aun la persistencia de rasgos

faciales en la mayoría de los descendientes, daba cierta imagen de vivir en el

Japón de México, o mejor dicho, en el Japón del Soconusco”.®®®

La comuna se hizo famosa porque contaba con una atención hospitalaria

muy generosa. En ella se recibía a gente de cualquier origen y extracción

social. El doctor Ota Renji [AHTlAIL], médico de la cooperativa, gozó de tan

buena reputación que incluso alemanes y norteamericanos de las rancherías

circunvecinas, acudían a él para que los atiendiera.®®®

Otro distinguido personaje fue Matsuda Eiji ], cuyos estudios de

botánica en el sureste mexicano cobraron renombre mundial.7®° Matsuda era

científico, pero también un devoto cristiano que dedicaba buena parte de su

tiempo a predicar una interpretación budista de La Biblia. Para él. Cristo era un

Boddhisatva, es decir, un iluminado por el espíritu de Buda, que predicaba la

tolerancia y el amor a la naturaleza.7®'

Hacia 1913, el esplendor de San-Ou era palpable, aunque comenzaron a

producirse rencillas entre los líderes. Contra la opinión de los demás, Terui

consideró que era tiempo de acentuar el orgullo Yamato entre los mestizos

Nisei.

668 Martín Yoshío Cruz Nakamura, El Japón del Soconusco. Comunidad e identidad japonesa Nikkei en el Soconusco: una mirada desde adentro, Tesis de Maestría, San Cristóbal de las Casas, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2014, p.63.http://repositorio.cesmeca.mxA)itstream/cesmeca/169/7/31.%20Mart%C3%ADn%20Yoshio%20Cruz%20Nakamura.p ^ Recuperadp 15.05.2015.669 Cf. Ibidem.79° Amelia Merimete, Raúl Araki, et.al, Cuando Oriente llegó a América. Contribuciones de inmigrantes chinos, japoneses y coreanos, Washingten D.C., BID, 2004, pp.222-225.7°i Matsuda fundó su propia iglesia, la Iglesia del Buen Pastar, dande aún hay se henra al espíritu de Matsuda muy al estile del shinteísme. Teda, v.1, p.147-148.

236

Después de realizar algunos viajes a Japón, para traer maestros, equipo

de trabajo y más inmigrantes, se fue envolviendo del ambiente nacionalista que

prevalecía. Varios de los recién llegados fueron vistos por los antiguos, como

intrusos con ambiciones materialistas y actitudes arrogantes. Los nuevos,

arribaban convencidos de que su deber no era trabajar para la consolidación de

una sociedad utópica, sino contribuir al engrandecimiento de Japón desde el

exterior. Eso, más las pérdidas ecomómicas a causa de la revolución, fueron

causantes de que la comuna de San Ou se empezara a disolver.

Las influencias del zapatismo se dejaron sentir en Chiapas a partir de

1914. El espacio controlado directamente por Emiliano Zapata, abarcaba los

territorios de Morelos, Guerrero, Estado de México y el sur de la Ciudad de

México. El influjo de su Plan de Ayala, en el que se clamaba la devolución de

las tierras a las comunidades indígenas por efecto de la Ley Lerdo de 1856, sin

embargo, se extendió hacia los estados de Caxaca, Chiapas, Campeche y la

península de Yucatán. Bajo el membrete de “zapatistas”, numerosas gavillas se

dedicaron a asediar a San Cu y a otras propiedades de los japoneses en el

Soconusco.

Los socios no comprendían la dimensión del movimiento revolucionario

en México. En informe rendido por Terui a la Legación de Japón, éste creía que

los levantamientos en Escuintla y Acacoyagua eran por envidia, no porque

obedecieran a un clamor de alcances nacionales. Esto es lo que señalaba:

Los pocos que saben hablar, de entre los pobres del área, y que envidian a los japoneses que, de no tener un centavo, han ido progresando día a día, desde siempre, han estado azuzando a otros, diciendo que quieren recobrar los terrenos cercanos que están en posesión de los japoneses y, aquellos que buscan algún beneficio, se han levantado a esas voces. [...] Siendo un partido creado por los inconformes de las clases bajas y aquellos que fueron azuzados por los sacerdotes católicos, sus miembros son de las clases inferiores a la media. Percibimos que casi ninguno de los de arriba de la clase media, que mantienen estrechas relaciones con los japoneses, se hayan unido al movimiento.^^

De su análisis se desprenden varias ironías. En primer lugar, Terui

infiere que las revueltas obedecían a una reacción de las clases bajas contra

las altas, simpatizantes de los japoneses. Resulta irónico que esta lucha de

702 a Toda, v.1, p.258.

237

clases, se produjera contra gente que apenas 15 años atrás tampoco hablaba

castellano, ni era dueña de propiedades. Más aún, resulta irónico que el

objetivo fuese la comunización de una comuna, la cual hasta Mao Tse-tung

hubiera querido erigir como modelo.

Caso aparte es el papel de la Iglesia católica, que azuzaba a los

indígenas, más no porque los sacerdotes fueran apóstoles del zapatismo, sino

porque no toleraban que la Iglesia del Buen Pastor, fundada por Matsuda, les arrebatara adeptos.^®^

Por eso Terui tenía la percepción de que todo se basaba en envidias.

Más adelante, en el propio informe a la Legación, asienta que la población lo

tenía a él como blanco principal de esas envidias: “Están en contra mía y hasta

me han querido matar a tiros”, decía.^®" Si a eso se agrega que varios otros

fundadores de la colonia, como Arima Rokutaro, Seino Saburo y

Yamamoto Asajiró [|li^^)í^É|5], cuestionaban su estilo y liderazgo, se entiende

por qué Terui comenzó a sentir que él era el problema, es decir, el sujeto que

ocasionaba los disgustos de la comunidad. Para colmo, el 13 de diciembre de 1915, murió su esposa.

Sobrevino un cierto desgano en ese originario de Miyagi con estirpe

samurái. Había confiado en que los inmigrantes de nuevo cuño sacarían

adelante a la cooperativa, pero en realidad las ganancias se fueron a pique.

Algunos socios optaron por separarse de San Ou. Makoto Toda se pregunta

por qué este portento, capaz de haber concebido una sociedad cooperativa tan

avanzada para su época, empezó a tomar decisiones tan erráticas. Al no encontrar un respuesta clara, se limita a decir: “Es un misterio”.7®® Aunque

quizá no es un misterio del todo. Terui atravesó por una condición anímico-

depresiva que se le agudizó, y eso repercutió de manera negativa sobre su

liderazgo.

Después de casi dos décadas de prosperidad, la Cooperativa San Ou, liquidó a sus empleados, repartió los bienes, y cerró el telón. No fue producto

de una alianza estratég ico-mi litar entre Japón y México, ni corresponde su éxito

al visconde Enomoto. Fue sobre todo producto de la imaginación y el tesón de

763 El autor atestiguó los alcances de la Iglesia del Buen Pastor durante una visita a Acacoyagua y Escuintla realizada en noviembre de 2013, por cortesía del señor Carlos Kasuga Osaka.704 Toda, v.1, p.258.705 Ibidem, p.125.

238

un puñado de japoneses, enclavados en la geografía más recóndita del sureste

mexicano.

Terui abandonó Chiapas, sumamente afligido, y tras de vivir un tiempo

en el municipio de Matías Romero (otra ironía), Oaxaca, terminó sus días en un

poblado casi inexistente en las cartografías: Rodríguez Clara, Veracruz. Allí reposan sus restos.

En el último capítulo de esta investigación, abordaremos las relaciones

entre Japón y los gobiernos emanados del constitucionalismo. Fue una época

en la cual el “peligro amarillo”, el peligro alemán, el peligro bolchevique, y el

peligro villista, cundieron en la sociedad norteamericana. Volveremos al análisis de los personajes y sus circunstancias.

239

CAPÍTULO VI

U N A REVOLUCIO N AC AU D ILLAD A POR JAPONESES

240

Si bien Japón, respetuoso de ia posición especiai de Estados Unidos en México, se ha abstenido de dar cualquier paso allí,

los Estados Unidos en cambio han interferido en la política interna de China,ignorando la condición de Japón en ese país.

The Tókyó Yamato

Nuevos chivos expiatorios

El historiador Francisco Pineda Gómez, narra un acontecimiento que

siembra dudas sobre su veracidad. Cuenta que el13 abril de 1915, el general

zapatista, Arturo del Castillo, se presentó en la Legación de Japón para tratar

con el Ministro de ese país un asunto muy importante para el Ejército

Libertador. Fue recibido por Adachi Mineichiro, quien le mostró dos retratos de

241

Emiliano Zapata que tenía sobre su mesa, y dijo: “Siempre tengo frente a mí los retratos de este gran hombre, su jefe”.7®®

El objetivo del zapatista era comprar material de guerra en Japón. Era

del dominio público que los japoneses eran buenos fabricantes de armas, que

se vendían bien entre los contendientes de la guerra mundial.

Y es que el general Astrolabio Guerra, informante de Zapata, aseguraba

haber presenciado antes un incidente entre las tropas carrancistas -que se

apoderaron de la Ciudad de México tras la caída de Huerta- y cerca de 60

guardias japoneses que les hicieron frente en las puertas de la Legación.^®7

Carranza pretendía obligar a Adachi a concederle el reconocimiento. Éste

respondió que él “no reconocía a ningún gobierno emanado de Carranza y que

no salía y que lo sacaran, si podían”.7®®

Las dudas surgen porque Adachi fue retirado de México en febrero del

15, dejando la Legación en manos del Primer Secretario Itó Keiichi, quien se ocupó de los asuntos por espacio de un año. Fue una época enrarecida debido

a los cambios en los gobiernos emanados de la Convención de Aguascalientes.

La lucha entre convencionistas y constitucionalistas, se resolvió el 15 de abril

en los campos de Celaya, a favor de los segundos.

Si acaso el general Arturo del Castillo se presentó en la Legación el día

13, debió haber hablado como Itó, no con Adachi. Dada la amistad de Itó con

Adolfo de la Huerta, sin embargo, Itó habría tenido más afinidades con los

carrancistas que con los zapatistas. El caso es que no existen evidencias de

que se haya consumado compra alguna de armas a los japoneses, ni de que

Adachi admirara a Zapata y aborreciera a Carranza. Es un mito.

En enero de ese año, los japoneses habían asestado un golpe

espectacular en el tablero diplomático, al presentarle al gobierno de China -aún

en manos de Yüan Shih-kai- un pliego de demandas severísimas, conocidas

como las Veintiún Demandas. Equivalía a una cesión de derechos soberanos

para convertir a China en protectorado. A los europeos les resultaba difícil

emprender una acción a favor de los chinos, debido a la guerra. Japón,

766 Cf. Francisco Pineda Gómez, Ejército Libertador, 1915, Móxico, Ediciones Era, 2013, pp.178-180.767 Ibidem768 Cf. Ibidem.

242

además, estaba del lado de las potencias que luchaban contra Alemania y sus

aliados.

También W.WiIson fue sorprendido con las Veintiún Demandas. La

trastada echó abajo el ascendente político que los norteamericanos creían

tener sobre Yüan, y éste, con tal de no debilitarse, accedió a las demandas japonesas y desató una ola de manifestaciones nacionalistas en su contra.

Es obvio que Japón aprovechó el momento, aunque le granjeó un fuerte

resentimiento entre el pueblo chino, así como la pérdida de confianza de la

Gran Bretaña y los Estados Unidos. Takahara Shusuke y Madeleine Chi,

coinciden en afirmar que en el largo plazo la acción tuvo costos para los japoneses, puesto que el odio antijaponés cobró fuerza tanto en Occidente

como en Ch ina .Yüan se apartó de su vocación republicana, y se declaró

pro-monárquico. El “Washington chino” se convirtió en “Napoleón chino”, dice Chi.7'0

Mientras tanto, el doctor Sun operaba desde el exilio. Conservó el apoyo

de los panasianistas japoneses, liderados por los hermanos Tóten y Yamada, y

ganó adeptos en Estados Unidos. Los chinos en el exilio lo proclamaron

presidente, pero así mismo fue proclamado presidente el líder opositor, Xu Shi-

chang, lo cual generó un caos de gobernanza con características bastante

similares a las se vivían en México.

Este es el preámbulo del presente capítulo. Parecería que no existen

conexiones entre las acciones tomadas por Japón en China y los

acontecimientos de México, pero las hay, en tanto que Japón se valió del las

Veintiún Demandas para robustecer su “monroísmo” en Asia. Si el hemisferio

Americano era dominio de los Estados Unidos, Asia debía serlo para los

japoneses. Había que erradicar los desafíos occidentales en China, país al que

los estrategas en Tókyó consideraban como piedra angular de su poderío.

Tras el retiro de Adachi de México, se redujo el protagonismo de la

Legación japonesa. Pese a ello, en Washington se siguió manteniendo viva la

sospecha de que los japoneses eran siniestros, y de que infiltraban armas a los

contendientes mexicanos. Y se siguió alimentando la idea de que no cejaban

en su empeño por socavar los cimientos de la Doctrina Monroe.

766 Takahara, pp.57-58. Chi, pp.64-71. 71° Chi, p.63.

243

VILLA: ¿PROMOTOR DE UNA INTERVENCIÓN?

EI13 de agosto de 1914, en un poblado del Estado de México, se firmó

el Tratado de Teoloyucan, mediante el cual el ejército federal capituló a favor

del constitucionalista. No fue solo un acto de rendición, sino un acto de

disolución del ejército que había sido el orgullo de Díaz, Reyes y Madero.La lucha que sobrevino entre constitucionalistas y convencionistas,

constituyó una lucha para cubrir el vacío de poder, que se definió cuando el

general Obregón derrotó a la poderosa División del Norte de Francisco Villa.

Éste, con el orgullo herido, volvió a la serranía a reagrupar a su gente y a tomar

un segundo aire.

El hombre fuerte para W.WiIson, no era Carranza ni Obregón, sino

Pancho Villa, quien desde años atrás había mostrado una disposición más

favorable hacia los intereses norteamericanos. En noviembre del 14, ante la

imposibilidad de que Villa asumiera el control de Veracruz al momento de ser

desalojadas las tropas invasoras, la regencia le fue entregada al general

carrancista Cándido Aguilar. Allí los carrancistas establecieron su bastión,

mientras la capital era ocupada por villistas y zapatistas.

Meses después, los gobiernos emanados de la Convención de

Aguascalientes se derrumbaron, junto con Villa en Celaya. Zapata se replegó a

las montañas de Morelos. Las tropas del general Pablo González entraron

triunfantes a Ciudad de México el 2 de agosto de 1915, y en octubre, los

Estados Unidos otorgaron el reconocimiento de facto al gobierno de Venustiano

Carranza. Wiison decretó una nueva prohibición en la venta de armas a los

opositores de Carranza.

Todas esas medidas enfurecieron a Villa, quien se declaró antiyanqui.

Más “rústico, arbitrario y desinhibido” que antes, como dice Alian Knight,7" el

caudillo les declaró la guerra a todos los estadunidenses que se pusieran en su

camino. Cometió actos a cual más temerarios, como la ejecución de 17

mineros estadunidenses en Santa Isabel, Chihuahua, el 10 de enero del 16, y

711 Knight, p.1093.

244

el célebre ataque al poblado de Columbus, Nuevo México, en la madrugada del

10 de marzo.

El ataque a Columbus obligó a que W.WiIson reaccionara mediante el

envío de una expedición punitiva al territorio mexicano, con el propósito

específico de aprehender a Villa, para ser juzgado en los Estados Unidos. Para

regocijo de los mexicanos -e incluso de varios oficiales carrancistas-, la

expedición comandada por el general John Pershing, no logró su objetivo, y por

el contrario, robusteció la fama y leyenda de Pancho Villa.

En torno al ataque a Columbus, existen numerosas conjeturas: que si

fue un acto de venganza, o un arranque de furia, o una acción bien calculada

para ocasionarle un conflicto a Carranza con los Estados Unidos? ¿Acaso fue

Villa el instrumento de algún complot internacional?

Hay quienes aseguran que en el contexto mayor de la guerra mundial,

los alemanes se valieron de Villa para consumar un propósito que venían

acariciando desde años atrás: el de provocar una guerra que distrajera a los

Estados Unidos, para así romper el suministro de armas a los británicos.

Ouienes sostienen esta hipótesis, suponen que el nexo de Villa con los

alemanes fue Félix Sommerfeid, un aventurero alemán que a los 17 años se

fugó a los Estados Unidos, para acabar como corresponsal de la Associated

Press en México, en tiempos de la revolución maderista. Madero lo nombró jefe

de la policía secreta en la Ciudad de México, lo cual da idea de lo bien que se

había infiltrado Sommerfeld.

Durante la Decena Trágica, el Ministro Hintze protegió a Sommerfeld,

quien fue a parar a Sonora, donde se granjeó la amistad de Carranza. Éste lo

mandó a Chihuahua a espiar a Villa, pero acabó como agente del propio Villa, con la comisión de comprar municiones y dinamita en los Estados Unidos.7i2

El principal contacto de Sommerfeld para el suministro de armas era

nada menos que Sherbourne Hopkins, el mismo que puso en contacto a

Gustavo Madero con los distribuidores de armas japoneses, y el mismo que

intervino para que se dilatara la entrega del armamento adquirido por Huerta a la compañía Mitsui.

712 Katz, La guerra secreta, v.2, pp.19-22. James A. Sandos, “Germán involvement in Northern México, 1915-1916: A new look at the Columbus Raid”, en The Hispanic American Historicai Review, v.50, n.3, febrero de 1970, pp.70- 88.

245

A través de Hopkins, Sommerfeld entró en contacto con Henry Clay

Pierce, el magnate que quería arrebatarle el negocio de los ferrocarriles y el

petróleo a los ingleses en México. Con tal de servir a Pierce, y con tal de

hacerle un favor a su nación de origen en medio de la guerra, Sommerfeld bien

pudo haber influido en Pancho Villa para que invadiera el territorio

estadunidense.

Después del ataque a Columbus, Sommerfeld fue detenido e interrogado

por el servicio secreto estadunidense. Declaró que ya no mantenía relaciones

con Villa, aunque Carranza insistía en que seguía siendo hombre cercano al

Centauro del Norte. Dice Katz:

Si bien no podemos descartar la posibilidad de que los alemanes tuvieran injerencia en el ataque a Columbus, tampoco podemos comprobar documentalmente tal injerencia.

Knight prefiere dejar de lado las especulaciones conspirativas. Atribuye el ataque al objetivo más mundano de cobrarse una estafa perpetrada por Sam

Rabel, un comerciante de armas de Columbus, quien se había apropiado de un

dinero sin entregar la mercancía.^''"

Pudo haber otro motivo, más complejo que el de meramente servir a los

intereses extranjeros, o el de una venganza personal. Esta hipótesis la

desarrolla Katz en su biografía sobre Pancho Villa. Sostiene que tal vez Villa

quiso provocar una intervención norteamericana, con el ánimo de generar

consenso entre la población y entre las fuerzas revolucionarias, tal y como

ocurrió durante la intervención de 1914. La hipótesis se sustenta en que pocos

meses atrás, el 8 de enero, Villa le dirigió una carta a Zapata en la que acusaba

a Carranza de haberse vendido a W.WiIson, y a éste, de ser el cerebro que

maquinó su desastre, al cortarle el aprovisionamiento de armas. Invitaba al

caudillo sureño a unírsele en una invasión conjunta, para castigar al eterno enemigo de México.7'®

La idea era despertar al pueblo mexicano, y conseguir la unidad nacional

a partir de un suceso arriesgado: la incitación a una intervención armada en

México. No hay evidencias de que Zapata respondiera a la susodicha

713 Ibidem, p.22.714 Knight, p.pp.1098-1099.715 Katz, Pancho Villa, v.2, pp.136-137.

246

propuesta, y ni siquiera es pensadle que el morelense hubiera tomado en serio

la posibilidad de trasladar a sus tropas hacia el norte con el sólo propósito de

invadir al vecino. Lo que es un hecho, es que Wiison envió una expedición

punitiva al estado de Chihuahua.

Carranza, al principio, justificó la expedición, aduciendo que existía un

viejo acuerdo bilateral, según el cual se admitía que las tropas estadunidenses

incursionaran en el territorio mexicano, siempre y cuando el objetivo fuera

perseguir y atrapar a los indios apaches. Pero Villa no era un indio apache, ni

podía invocarse un acuerdo tan añejo para el caso. Carranza, entonces,

cambió de actitud, y demandó la retirada del general Pershing y su ejército.

EI12 de abril, ocurrió en Parral un enfrentamiento entre la caballería

norteamericana y una multitud que lanzó piedras y mentadas contra los

invasores. El resultado fue de dos muertos estadunidenses, y varios

mexicanos. La incapacidad de Pershing para atrapar a Villa, engrandeció la

figura del Centauro, a tal extremo, que provocó la desazón de don Venustiano.

Su Secretario de Relaciones Exteriores, Cándido Aguilar, turnó un comunicado

al representante carrancista en Washington, Elíseo Arredondo, para que exigiera el inmediato retiro de la expedición.^'®

El discurso antiimperialista de Carranza fue in crescendo. De la

tolerancia, pasó al desafío. Fue tal la tensión, que en cualquier momento pudo

haber estallado una guerra, como lo quería Pancho Villa y anhelaban los

alemanes. Cuando trató de darse una solución por la vía diplomática -con el

Grupo ABC (Argentina, Brasil y Chile) como mediador-, a W.WiIson se le

ocurrió condicionar el retiro de las tropas, a que México se comprometiera a

respetar las propiedades de los estadunidenses, incluyendo los pozos

petroleros. Como dice Haley: “La presencia de las tropas en México había

cambiado de ser justificada manifestación de autodefensa, a medio para

controlar el futuro del país”.'"'^

Los desaciertos de Wiison con respecto a México, mas la tozudez de

Carranza, condujeron a la polarización, a pesar del reacercamiento a nivel de

gobiernos con la designación de embajadores. Henry Fletcher fue designado

en México, y el ingeniero Ignacio Bonillas en Washington.

716 De Aguilar a Arredondo, telegrama, 12.04.1916, NARA, doc. 812.00/17865.717 Haley, p.237.

247

Una vez reanudadas las relaciones diplomáticas, volvieron a producirse sospechas, sobre todo cuando la Embajada estadunidense detectó que

Carranza cultivaba una política demasiado amistosa con las misiones de

Alemania y Japón. Desde mediados de 1915, se encontraba Heinrich von

Eckart al frente de la Embajada alemana, y el 13 de diciembre, Japón otorgó su reconocimiento.

El nuevo Encargado de Negocios de la Legación japonesa, Ota

Tamekichi arribó a México el 20 de marzo de 1916, en medio del

júbilo. Esta vez no se movilizó a los estudiantes para que lo recibieran, ni se

congregaron multitudes para vitorearlo. El júbilo provino más bien de la colonia

japonesa residente en Ciudad de México, que celebró el reconocimiento con desfiles y cocteles, según las crónicas.7'® La comunidad japonesa de la urbe,

se encontraba mejor organizada, incluso algunos de sus miembros eran ya

distinguibles en el jet set social.

Los Matsumoto eran propietarios de una florería muy exclusiva en la

colonia Roma, así como de invernaderos en zona de Contreras. Kató Heijiro [í)P

ex empleado de la Mitsui, poseía un magnífico almacén frente a la

Alameda Central, denominado El Nuevo Japón, donde se vendían sedas,

porcelanas, manufacturas, y en general toda clase de curiosidades del

Críente. 719 Takahashi Kumataro era un prominente boticario en la Colonia Guerrero, y Cnodera Toshio reporteaba para el Asahi Shimhun, desde su

cuartel en la calle de Tacuba, aunque seguía buscando entrar al mundo de los

negocios.Itó Keiichi, quien había estado al frente de la Legación hasta la llegada

de Óta, solía disfrutar los domingos en el Jockey Club, que se localizaba en lo

que es actualmente la Casa del Lago de Chapultepec. Allí conoció y se

enamoró de una fina dama de origen francés.Había esplendor, y también expectativas de la colonia japonesa hacia la

misión de Óta. Tenía instrucciones de asumir un perfil bajo y discreto en sus

actuaciones diplomáticas. México había perdido importancia para el Gaimushó,

porque no se deseaba tener un choque de intereses con Estados Unidos.

718 Demócrata. Diario Libre de ia Mañana, 15 de diciembre de 1915.719 Hernández Gaiindo, Japoneses ia comunidad.httD://www.discovernikkei.ora/es/iournai/2010/12/23/nuevo-soi-naciente/ Recuperado 12.05.2015.

248

La política exterior japonesa tenía claramente a China como su designio.

El Káiser alemán creía que las Veintiún Demandas hechas a China, por fin se

convertirían en el detonante de la guerra nipo-norteamericana, no obstante que

los japoneses les acababan de arrebatar a los alemanes sus posesiones en la propia China.''2°

Era absurdo seguir creyendo que la disputa nipo-norteamericana por el

control de China, beneficiaría a Alemania. El jefe del Estado Mayor de la

Marina germana, almirante Henning von Holtzendorff, así se lo hizo ver al Ministro de Relaciones Exteriores, Gottiieb von Jagow:

Sería muy deseable que Norteamérica se viera envuelta en una guerra y que su atención fuera distraída de Europa, donde claramente simpatiza con Inglaterra. [Pero] Los norteamericanos no están interviniendo en los asuntos de China, y en consecuencia una intervención en México, forzada por las circunstancias, sería la única maniobra de diversión que podría imponérsele al gobierno norteamericano.

CARRANZA CONTRA W.WILSON

A 128 kilómetros de Ciudad Juárez, en un poblado conocido como El

Carrizal, el 21 de junio del 16, las tropas de Pershing efectuaron un operativo

que las confrontó con el destacamento del general constitucionalista, Félix U.

Gómez. El resultado fue de 14 estadunidenses muertos y 24 prisioneros, con una baja del lado mexicano: la del general Félix U. Gómez.

Pudo haberse desatado la guerra que quería el Káiser. El incidente del

Carrizal sirvió, en cambio, para que Carranza asumiera una posición más

nacionalista, en concordancia con el antiyanquismo que impregnaba a la

720 Japón y Alemania eran enemigos de guerra. Japón le declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914, por adhesión a su alianza con Gran Bretaña y no perdió tiempo; el 2 de septiembre atacó el puerto alemán de Tsingtao (actual Qingdao), el cual cayó en manos japonesas despuós de dos meses de asedio. En enero del año siguiente, Japón le presentó las Veintiún Demandas al gobierno chino. Lo increíble es que bajo estas circunstancias, el Káiser pensara en la inminencia de una guerra entre Japón y Estados Unidos. Vid., Mark Hewitson, Germany and the causes ofthe First Woird War, Londres, Bloomsbury, 2004, pp.171-174.721 Cf. Katz, La guerra secreta, v.2, pp.18-19.

249

opinión pública mexicana. Surgió el “nacionalismo revolucionario”, la doctrina

que la historiografía recoge como el factor común denominador de Madero,

Carranza, Villa, Cbregón, Zapata, y otros que vinieron después.

Robert Freeman Smith dice que la importancia del nacionalismo

revolucionario estriba en haber sido una revolución contra el pensamiento

dominante que representaba W.WiIson. ^22 yvilson era prototipo del político

norteamericano, que creía a ciegas en la misión liberadora del Destino

Manifiesto. Estaba convencido de que a un individuo como Yüan Shih-kai se le

podía encausar hacia el orden civilizatorio, mediante una adecuada

supervisión. Huerta, en cambio era irremediable.

En un artículo suyo publicado en The Atlantic Monthly, en marzo de

1901, Wiison consideraba que Estados Unidos tenía el deber de ejercer su

liderazgo, un liderazgo “singular, abierto y responsable”. Era parte de su visión de estadista:

El Oriente debe abrirse y transformarse [...]; deben de imponérsele los estándares de Occidente; deben ser movilizados naciones y pueblos que han permanecido estáticos durante siglos, y se les debe de integrar al mundo universal [sic] del comercio y las ideas que de manera tan firme se han construido gracias a los avances que de una era a otra han alentado los poderes europeos.

La política de Carranza acometía contra esa imposición de estándares

de las potencias capitalistas, al adoptar a la Doctrina Calvo como una pieza

esencial del nacionalismo revolucionario. La doctrina cortaba de tajo la práctica

de la extraterritorialidad, por considerarla injerencista en los asuntos de otro

Estado. Calvo alegaba que los residentes extranjeros debían estar sujetos a las

mismas leyes y procedimientos judiciales que los ciudadanos del país que los

acogía. No tendrían, por lo tanto, ningún derecho de apelación ante otro

sistema legal que no fuese el del país anfitrión.

México ya había sufrido experiencias amargas en el Siglo XIX. Aunque

se asumían los principios generales de la Doctrina Calvo desde entonces, no

722 Robert Freeman Smith, Los Estados Unidos y ei nacionaiismo revoiucionario en México, 1916-1932, México, Editorial Extemporáneos, 1973.723 Woodrow Wiison, “Democracy and Efficiency”, en The Atlantic Monthiy, v.87, n.521 (marzo de 1901), p.297. http://diqital.librarv.cornell.edu/cqi/t/text/paaeviewer-idx?c=atla;cc=atla;rqn=full%20text;idno=atla0087- 3:didno=atla0087-3:view=imaqe:seq=305:node=atla0087-3%3A1:paqe=root:size=100 Recuperado 29.05.2015.

250

fue sino hasta la presidencia de Carranza, que se incorporaron al marco legal

del país. Así lo explica Robert Freeman Smith:

Hasta la Revolución Mexicana, las discusiones acerca de la Doctrina Calvo eran fundamentalmente académicas. Ningún país había intentado ponerla realmente en vigor y los jefes de las naciones latinoamericanas seguían aceptando las premisas básicas y la política del capitalismo. ¿Qué sucedería si llegaran al poder nuevos líderes que defendiesen doctrinas de nacionalismo revolucionario que amenazaran con hacer cambios de importancia en el sistema económico o las relaciones, tanto económicas como políticas, entre su país y las naciones capitalistas desarrolladas?''^"

Sucedería lo que sucedió con las relaciones entre México y Estados

Unidos, a partir de 1915: se multiplicaron las suspicacias, y aumentaron las

presiones por parte de la potencia en el sentido de obligar a “corregir” el rumbo

de la civilización. Entretanto, el presidente Carranza pugnaba por el derecho a

la autodeterminación, la igualdad jurídica de las naciones y la no intervención

en los asuntos internos de los Estados, conjunto de normas que derivaría en la

llamada Doctrina Carranza.

Si se percibía que los intereses estratégicos de los Estados Unidos se

verían amenazados, permaneció latente el recurso de intervención. Si bien en Washington no se admitía la validez de la Doctrina Calvo como potestad de su

vecino, tampoco se aceptaba el ejercicio de la extraterritorialidad en la propia

geografía. Por ejemplo, no se admitía que el gobierno japonés defendiera los derechos de los Issei a poseer tierras en California, toda vez que en 1913 se

legisló en contra de ese derecho. Una y otra vez al embajador Chinda se le

denegó audiencia con Wiison, cuando el asunto a tratar era la falta de igualdad para los orientales en los propios Estados Unidos.

Los opositores a la exclusión contra los japoneses, como el profesor

H.A. Millis y el Reverendo Sidney Gulick, resaltaron la importancia de adoptar

“una política oriental basada en preceptos justos y equitativos para los intereses de todas las naciones”. 725 Las Veintiún Demandas impuestas a

China, sin embargo, constituían preceptos injustos y lesivos para la autoridad

soberana de los chinos. Había demandas como la concesión de prerrogativas

724 John Freeman Smith, p.58.725 Millis, p.viii.

251

especiales a las autoridades japonesas, o la supervisión de las políticas

públicas, estados financieros y acciones militares del gobierno chino.

Ókuma Shigenobu, autor de las Veintiún Demandas, anhelaba que

Japón fuese reconocido como potencia mundial; a manera de muestra, impuso

su hegemonía sobre el vecino. Le disgustaba, a la vez, el trato discriminatorio

hacia sus connacionales en Estados Unidos, y exigía para ellos un trato

igualitario.

En México, el anhelo de los revolucionarios en el poder era que se

reconociese la igualdad de derechos entre los países, sin importar su tamaño,

peso económico o poderío militar. La imposición de criterios mediante la

coerción, era simplemente, inaceptable.

Había una clara contraposición de visiones. Eso no obstó para que la

diplomacia mexicana siguiera buscando en Japón al equilibrador indispensable

para contrarrestar la prepotencia de W.WiIson. De nueva cuenta, surgieron las

sospechas acerca de un complot nipo-mexicano en las corrientes de opinión

estadunidense.

Zimmermann y su telegrama

La administración carrancista actuaba bajo el marco más amplio de la

Primera Guerra Mundial. México se declaró neutral frente al conflicto. Autores

como Katz, Durán, Meyer y Tuchman, han documentado las operaciones

ocultas de las grandes potencias, en aprovechamiento de la neutralidad. El

caos prevaleciente, con los generales mexicanos enfrentados entre sí, permitía que tal cosa se diera.

Pese a que los Estados Unidos también se declararon neutrales ante el

conflicto, la verdad es que colaboraban a favor de la Gran Bretaña. Seguían

con atención los movimientos alemanes, y compartían su información con los

ingleses. Japón, como se sabe, había firmado una alianza con la Gran Bretaña,

por lo que se declaró enemigo de Alemania. Eso no obstó para que los

japoneses dejaran de ser sujetos de una observancia especial por parte de la inteligencia estadunidense.

Cobró forma un plan elaborado en el prestigioso Colegio Naval de

Guerra (Naval War College), ubicado en Rhode Island, basado en el supuesto

252

de Homer Lea, de que la guerra con Japón sería inevitable. Aunque Wiison lo

desestimó, las Secretarías de Guerra y Marina lo denominaron como War Plan

Orange.^^ En 1916, la Marina y el ejército estadunidenses consideraban como

muy probable un desembarco del factor “naranja” (Japón) en la costa oeste de

la Unión, y no desestimaban una invasión desde México, con el visto bueno de

las autoridades mexicanas.

Afloraron de nueva cuenta las especulaciones en torno a la importancia estratégica de Baja California, y la Bahía de Magdalena. 27 sin mediar solicitud

de permiso y sin siquiera avisar a las autoridades mexicanas, los barcos de

guerra estadunidenses comenzaron a entrar y salir de la Bahía, y a realizar

ejercicios de desembarco y maniobras de guerra. Carranza denunció los

hechos como violaciones a la soberanía.

Las tensiones no se disiparon, al contrario, el tono discursivo del

mandatario adquirió tonalidades cada vez más nacionalistas, tras la

promulgación de una nueva Constitución en febrero de 1917. El foco de su

interés estaba en la nacionalización del petróleo, que el artículo 27 de la Constitución hacía factible.

Lorenzo Meyer relata que la industria petrolera fue el objetivo que escogió Carranza, para iniciar su ataque a las posiciones que mantenía el

capital extranjero en el país.729 En el contexto de una guerra como la que se

libraba en Europa, las pretensiones del Presidente se interpretaron como

maniobra a favor de Alemania. A través de varios medios, se propagó el rumor

de que existía un plan fraguado por México y Alemania, destinado a destruir los

campos petroleros mexicanos. También se dijo que existía una supuesta

alianza germano-mexicana, que atentaba contra la seguridad de los Estados Unidos.730

En medio de eso, se produjo el incidente del telegrama Zimmmermann,

el cual atizó más el fuego. La historia del telegrama es una combinación de

ingenuidad e inteligencia, con el arte de la diplomacia. La historia, en síntesis,

726 Vid., Miller, p.22.727 Ibidem, p.91.728 Venustiano Carranza, Informe ante el Congreso, 1° de septiembre de 1918, en México a través de ios informes presidenciaies. La poiitica exterior, v.3, México, SRE, Secretaria de la Presidencia, 1976, p.224. Cf. Idem, Fabela, p.400.729 Lorenzo Meyer, Las ralees del nacionalismo, pp.81-100.786 Ibidem, pp.71-72.

253

es la siguiente: Alemania consideraba necesario cerrar el cerco en torno a la

Gran Bretaña, e impedir que los abastos provenientes de Estados Unidos,

llegaran por la vía marítima. De modo que se abrió un frente de guerra

submarina, con el riesgo de que alguna nave estadunidense resultara dañada.

Aunque se había dejado de lado la posibilidad de contener a los

norteamericanos mediante una guerra con México, o con Japón, o con Japón y

México unidos, Zimmermann consideró que era más imperioso que nunca

mantener a los norteamericanos alejados. Decidió sondear la posibilidad de

que don Venustiano consultara a los japoneses sobre una eventual alianza entre los tres.

¿Qué le hacía pensar al Canciller alemán que Carranza podía ser un

buen interlocutor ante a los japoneses? ¿Por qué pensaba que éstos serían

capaces de romper su alianza con Gran Bretaña, para firmar un pacto con

Alemania y México en contra de los Estados Unidos?

Cabe una respuesta: tanto en Japón como en México, los sentimientos

nacionalistas se aderezaban de un creciente antinorteamericanismo, y tanto

Zimmermann como su consejero, Arthur von Kemnitz, creyeron posible

explotarlo. Dice Katz que el Canciller alemán quería embaucar a Carranza en

un ataque suicida contra Estados Unidos, ya que realmente no contemplaba la

posibilidad de acudir al rescate de México, a menos que Carranza sí lograra

convencer a los jerarcas en Tókyó, de sumarse al ataque.^®^

Sin previa consulta con Eckart, en la Ciudad de México, o con el embajador Bernstorff, en Washington, Zimmermann despachó un telegrama

cifrado, para que Eckart lo entregara a Carranza. El texto era el siguiente:

Tenemos intenciones de comenzar la guerra submarina ilimitada el 1° de febrero. Con todo, se intentará mantener neutrales a los Estados Unidos.En caso de que no lo lográramos, proponemos a México una alianza bajo la siguiente base: dirección conjunta de la guerra, tratado de paz en común, abundante apoyo financiero y conformidad de nuestra parte en que México reconquiste sus antiguos territorios en Texas, Nuevo México y Arizona. Dejamos a Su Excelencia el arreglo de los detalles.Su Excelencia comunicará lo anterior en forma absolutamente secreta al Presidente tan pronto como estalle la guerra con los Estados Unidos, añadiendo la sugerencia de que invite al Japón a que entre de inmediato en la alianza, y al mismo tiempo sirva de intermediario entre nosotros y el Japón.

781 Katz, La guerra secreta, v.2, pp.37-55. Tuchman, p.146.

254

Tenga la bondad de informar al Presidente que el empleo ilimitado de nuestros submarinos ofrece ahora la posibilidad de obligar a Inglaterra a negociar la paz en pocos meses. Acúsese recibo. Zimmermann.^^^

Para infortunio de los alemanes, los servicios de inteligencia de la

Marina británica contaban con las claves para descifrar sus códigos secretos; consiguieron así interceptar y descifrar el telegrama. La Foreign Office lo

entregó al Departamento de Estado.

La primera reacción en Washington, fue de escepticismo. Al

comprobarse su autenticidad (el propio Zimmermann admitió su autoría).

Estalló el clamor cuando en los medios se hizo público. Wiison, con el apoyo

del Senador Henry Cabot Lodge, se valió del telegrama para consensar en el

Senado la declaración de guerra contra Alemania, y el ingreso formal de los

Estados Unidos a la Primera Guerra Mundial.

La cadena Hearst capitalizó el caso. El telegrama era prueba de que los

alemanes conspiraban en contra de la seguridad estadunidense, pero además,

comprobaba algo que los periódicos de Hearst venían diciendo desde años

atrás: que existían entendimientos velados entre México y Japón. ¿O de qué

otro modo podía interpretarse la exhortación a que Carranza invitara a los

japoneses a sumarse a una alianza mexico-germánico-japonesa?

El Primer Ministro, Terauchi Masatake [? rF k IE ^ ], se apresuró a

desmentir que su gobierno admitiera tal proposición. 733 El Viceministro de

Asuntos Exteriores, Shidehara Kijúró [ ^Jííí#SÉ|5], descalificó la propuesta en

estos términos:

Nos sentimos muy sorprendidos por la propuesta alemana. No comprendemos cómo Alemania pudo pensar que nosotros nos dejaríamos arrastrar a una guerra contra los Estados Unidos por una simple solicitud de México. Así de ridículo es todo esto. No creo necesario afirmar que el Japón permanece fiel a sus aliados.'' "

El telegrama Zimmermann se publicó cuando partía de regreso la

Expedición Punitiva de Pershing. Ésta no logró su cometido de aprehender a

Pancho Villa. Las compañías petroleras norteamericanas se sintieron

732 Cf. Ibidem, pp.40-41.733 http://www.firstworldwar.com/source/zimmermann terauchi.htm734 Cf. Katz, La guerra secreta, v.2, pp.49-50.

255

desprotegidas. A la luz de los presuntos ánimos conspirativos de Carranza, y

de sus pretensiones expropiatorias, las compañías hubieran querido que sí ocurriera una intervención.

La disyuntiva de Wiison era: que Pershing interrumpiera su retirada, para

una ocupación más extensa del territorio mexicano, lo cual habría desatado

una guerra como la que deseaban Villa y el Káiser alemán, o bien, enviar a

Pershing al frente europeo, en apoyo a los ingleses. Optó por lo segundo,

aunque no se disiparon en él las sospechas en torno a las intenciones de Carranza y sus amigos japoneses.

Se ordenó de nueva cuenta un embargo de armas y pertrechos militares a México. El Secretario de Estado, Robert Lansing -un jurista internacional de

gran prestigio, que sustituyó a Bryan-, justificó la medida como de “absoluta necesidad” para abastecer a las tropas que acudirían a la guerra en Europa.

Por su parte, el embajador Fletcher informó que era una disposición provisional, que sería levantada en poco tiempo.736

El embargo de armas se utilizó como mecanismo de presión. También sirvió para que el gobierno carrancista justificara su búsqueda de nuevos

proveedores, e intensificara la fabricación nacional de armamentos. Con Japón,

se habían emprendido ya negociaciones secretas para la adquisición de armas

y equipo para la fabricación de parque y pólvora, lo cual explica los motivos del

corolario del telegrama Zimmermann.

Diplomacia mexicana versus el Gaimushó

La diplomacia carrancista con Japón, comenzó en mayo de 1916,

cuando Aguilar convocó a Óta Tamekichi para sondear la posibilidad de que su

país intercediera, a fin de que se retirase al ejército de Pershing del territorio

nacional. Al mismo tiempo, se despachó al general Ramón F. Iturbe a Japón,

con la instrucción de encontrarse con el Ministro Pérez Romero, para plantear

el interés del Gobierno mexicano de comprar más armamentos e investigar la

disposición de los japoneses de apoyar la creación de una industria militar en

México.

735 Excéisior, 11 de mayo de 1917. 733 Excéisior, 21 de julio de 1917.

256

A Óta lo tomó por sorpresa la noticia de que se había despachado a un oficial mexicano a Japón, de manera que solicitó instrucciones.737 La respuesta

fue un rotundo no. Japón no actuaría como mediador frente a W.WiIson, y tampoco tenía interés de proveer de equipo militar a los mexicanos.738

Aguilar volvió a citar a Óta en su despacho, el 23 de mayo, para

presentarlo con el Secretario de Guerra, Alvaro Obregón. Éste le pidió que

coadyuvara en la agilización de la comisión de Iturbe, a quien se le encomendó

visitar los complejos industriales en los que se producía el material bélico de

Japón. Iturbe estaba autorizado a comprar submarinos de fabricación japonesa,

e inclusive a invitar a la Mitsui a invertir en una fábrica de armas en México.

Kunimoto señala que Óta se escabulló, con el pretexto de que todas las

armas fabricadas en Japón estarían comprometidas con Rusia. Después sí

aceptó interceder. La historiadora no acierta a explicar cómo fue que Obregón

logró convencer a Óta de que intercediera frente a su gobierno. ¿A cambio de qué pudo darse ese giro insospechado?7®9

En junio, se despachó una segunda misión a Japón, compuesta por el

coronel Rafael Vargas y el teniente Ángel Gutiérrez Arteaga. A consecuencia

de esos misteriosos ires-y-venires, un agente especial de los Estados Unidos,

de nombre León Canova, aseguró que Japón ya tenía comprometidos cerca de

50 millones de yenes para la creación de un banco central en México, y que

tres millones más servirían para la construcción de un complejo industrial militar.7"o

Canova señala una línea de operación que involucraba al periodista

Onodera Toshio, con Luis Cabrera y Rafael Zubarán Capmany, ambos muy

allegados al presidente Carranza. Según Canova, Onodera era un agente

secreto del Imperio japonés, con la misión de penetrar las altas esferas del gobierno para concretar una alianza.7"i Cabe decir que Canova detestaba a

don Venustiano, y abogaba por la conversión de México en protectorado,por

737 Óta a Ishii Kikujiró, telegrama vía Washington, ABK, Taisho 5-nen no 5-gatsu juichinichi (11.05.1916).733 Ishii a Óta, telegrama vía Washington, ABK, Taisho 5-nen no 5-gatsu jusannichi (13.05.1916).739 Kunimoto, Japan and México, p.211. Óta a Ishii, México, ABK, Taisho 5-nen no 5-gatsu nijuyókka (24.05.1916).74° Cánovaal Secretario de Estado, Memorándum, s.l., 19.07.1915, NARA, Doc. 894.20212/85.741 Ibidem.742 Vid., Dennis J. O’Brien, "Petróleo e intervención. Relaciones entre los Estados Unidos y México, 1917-1918”, en Historia Mexicana, v.27, n.1 (jul.-sept. De 1977), p.114.

257

lo que no sería descartable que en sus reportes exagerara el torno de las

acciones del Gobierno mexicano con respecto a Japón.

Lo que sí es cierto, es que Onodera y Zubarán planeaban establecer una

sociedad de negocios,^"® como también es cierto que el segundo insistió mucho

en la adquisición de una fábrica de armas a los japoneses.^"" Pérez Romero

tocó a las puertas de Shidehara, pero no se le abrieron, a pesar de que Óta

trataba de interceder desde México. Luego se dirigió a un viejo conocido: el

Almirante Moriyama Keizaburó, el mismo que visitó el país al frente del Izumo,

en 1914.

Moriyama sí abrió sus puertas. Se mostró no sólo receptivo a las

propuestas de Vargas y Pérez Romero, sino incluso cooperativo. Remitió a los

mexicanos con la comercializadora Suzuki Shóten; el resultado fue la

suscripción de un primer contrato para la compra de maquinaria, para la fabricación de cartuchos.^"® Un segundo contrato, suscrito en octubre de 1916, consistió en maquinaria para la fabricación de pólvora.^"®

En paralelo, la compañía Mitsui financió un viaje de Onodera Toshio a

Japón, para que ayudara a localizar oferentes alternativos. Onodera entró en

contacto con Shimizu Shóten, compañía establecida en Ósaka, la cual puso a

la venta 18,000 rifles de un modelo anticuado. Otro comerciante referido como

Y.Ogawa [/J?l|], ofreció 10,000 rifles, más modernos. Hasta un oficial del

ejército de apellido Maruyama [R|li], se mostró interesado en venderles rifles a

los mexicanos, según reportó el Cónsul de México en Kóbe, José Piñal. "7 Era

obvio que habían sido rebasadas las intransigencias del Gaimushó para

venderles armas a los mexicanos.

El buque carga Kotohira Mam, arribó al puerto de Manzanillo el 13 de

febrero de 1917, con parte de su preciada mercancía. El 26 de mayo, arribó el

Seiyó Mam a Salina Cruz, con otra remesa. Carranza estaba feliz.

Japoneses infiltrados

743 Correspondencia entre Onodera y Zubarán en Archivo Carranza, carpeta de marzo de 1916. CONDUMEX744 ibidem. Ver ia carta dei 10 de abril de 1916. O bien: Carlos Justo Sierra, Rafael Zubarán Capmany, En la ventisca de ia Revoiución, San Francisco de Campeche, Gobierno del Estado de Campeche, 2010.745 Pérez Romero a Secretario de Relaciones Exteriores, confidencial, 25 de agosto de 1916. AHGESRE, Compra de Armas.745 Ibidem, 19 de octubre de 1916.747 Ibidem, 11 de junio; 26-29 de julio; 22 de septiembre.

258

en el carrancismo

El astuto Terazawa

En el capítulo anterior, se mencionó que la amistad con el Secretario

Encargado de la Legación japonesa, Itó Keiichi, le sirvió a un personaje

habilidoso, de nombre Terazawa Fukutaro, para colarse hasta los círculos más

elevados de la administración carrancista. Terazawa deseaba operar como

bróker, y obtener beneficios. A los mexicanos les ofrecía gestionar acuerdos

con el gobierno de Japón, y en Japón se publicitaba como colaborador cercano

de varios secretarios de estado de México.

Sus movimientos fueron detectados por la inteligencia norteamericana,

la cual sospechó que podía tratarse de un agente con pretensiones adversas a

los intereses norteamericanos. El nombre de Terazawa aparece en múltiples

documentos. Lo menciona Itó en un informe, a petición expresa del Gaimushó,

fechado el 24 de febrero de 1915. Se refiere a él como un “distinguido

miembro” de la comunidad japonesa en M é x ic o .7"® E n otro documento, lo alude como alguien que “no tiene un nivel cultural s u f ic ie n t e ” .7"®

Un inmigrante de nombre Yoshida Shunji lo rememora como

un agitador que pretendía reclutar japoneses para participar en un movimiento

a favor de la independencia ¡de TexasF^ Una fuente más, lo relaciona con

Sagitani Seiichi, aquel que ofreció reunir a 2,000 veteranos de las guerras

contra China y Rusia, para incorporarlos al ejército de Obregón.7®'

Terazawa Fukutaro blofeaba, es decir, se valía de argucias para

embaucar y obtener provecho. Llegó a México en los primeros años del Siglo

XX, a trabajar en Las Esperanzas, Coahuila, y se casó con una mexicana de

748 Itó a Gaimushó, ABK, Taisho 4-nen no 2-gatsu nijuyókka (24.02.1915). A la letra dice: « ' r y ' T T H X=1 0 /Co >> [Terazawa es un distinguido miembro de la comunidad japonesa enMéxico*].749 Itó a Gaimushó, ABK, Taisho 4-nen no 3-gatsu jurokunichi (16.03.1915).759 Existe la versión de que Carranza promovió discretamente un movimiento independentista en Texas a cuyo frente se hallaba un texano llamado León Caballo, quien reclutó combatientes, entre ellos a varios japoneses. Terazawa estaría operando en la labor de reclutamiento para Carranza y Zubarán Capmany, siendo éste el verdadero autor intelectual de semejante chifladura. Vid. Shunji Yoshida, 'Tekisasu shCi dokuritsu undó ni sankashita nihonjin” [Los japoneses que participaron en la independencia de Texas], en Nihonjin Mekishiko ijushi [Historia de los inmigrantes japoneses en México], Tókyó, Nihonjin Mekishiko IjCishi Hensankai, 1971, pp.121-123. Cf. Idem, Toda, v.1, pp.282-286.751 Kunimoto, Japan and México, pp.202-206.

259

Chihuahua, cuyo hermano era “jefe político” en ese estado7®2 Entabló amistad

con Itó en 1914, cuando éste realizaba un viaje de inspección por el norte de la

república. Itó se desengañó de él al ver que pretendía usarlo para

encumbrarse. Declara Itó en su informe, que reencontró a Terazawa como

policía en la Ciudad de México, con un salario de 15 pesos diarios. ®®

¿Qué llevó al gobierno japonés a pedir información de tan singular

personaje? Todo partió de una solicitud que Terazawa hizo a un amigo suyo en

la ciudad de Kanazawa, pidiéndole que intercediera ante el Canciller Kató, a fin

de asegurar apoyos para Carranza en su pretensión de hacer contacto con

proveedores de armamentos alternativos a los estadunidenses. Se decía

asesor de Jesús Acuña, hombre cercano a Carranza, a quien conoció por

recomendación de Itó; por eso éste, al advertir que su recomendado se había

servido de él, cambió de opinión y virtió expresiones desalentadoras.

Itó se vio precisado a admitir que Terazawa sí era asesor de Acuña,

quien primero ocupó la cartera de Relaciones Exteriores y posteriormente la de

Gobernación. Fue a partir de esa conexión que el astuto japonés se enteró de

las gestiones de Manuel Pérez Romero para recuperar los contratos firmados

por Huerta con la Mitsui, así como de las nuevas compras a proveedores. Con

esa información en la mano, quiso involucrarse en el negocio de las ventas al

gobierno.

Los observadores norteamericanos relacionaron a Terazawa con la

construcción de la pretendida fábrica nacional de armamentos, con capitales y

asesores japoneses. Garciadiego ha documentado la política de Carranza de

convertir a México en fabricante de armas, para romper su dependencia del

exterior. Es correcta su apreciación cuando señala:

Se adjudica a don Venustiano un carácter nacionalista por su política petrolera, pero se olvida que su política militar fue también autonomista, en tanto que dio prioridad a la fabricación de armamento, aun por encima de la diversificación de los proveedores.7®"

752 Itó a Gaimushó, ABK, Taisho 4-nen no 3-gatsu jurokunichi (16.03.1915).753 Ibidem.754 Javier Garciadiego, “La política militar del presidente Carranza”, en Antologías. Ensayos de historia sociopoiítica de ia Revoiución mexicana, México, El Colegio de México, 2011, p.140.

260

La Embajada norteamericana montó un dispositivo para dar seguimiento

a la política militar de Carranza, y sus vínculos con la Legación japonesa. Tocó

al Encargado de Negocios, Charles Parker, la vigilancia de las entradas y

salidas de su homólogo, Óta Tamekichi, al Palacio Nacional, así como las

asesorías de Terazawa al Secretario Acuña.

Antes de que estallara el escándalo del telegrama Zimmermann, el Secretario Cándido Aguilar inquirió a Itó (de bajo nivel en la jerarquía

diplomática, aunque con un excelente español), acerca de la posición de Japón

en caso de que estallara una guerra entre Estados Unidos y México. Itó puso

en claro que Japón no cambiaría de bando.7®® Su jefe, Óta, por instrucciones,

eludió hasta donde pudo cualquier contacto comprometedor con Carranza y

sus colaboradores. No se deseaba un involucramiento en los asuntos

mexicanos, al menos no tan intenso como el que tuvieron Akachi y Horiguchi.

Es algo que no interpretaron así las fuentes de inteligencia

estadunidense. Tampoco lo pensaron en Palacio Nacional. Los primeros,

sospechaban que Óta era un practicante más del Tatemae, característico de la

diplomacia japonesa; algunos mexicanos creyeron que Terazawa era un

estupendo asesor, que les indicaría cómo y con quién tratar los asuntos con

Japón.

Las teorías de Jervis sobre percepciones en las relaciones

internacionales, de nueva cuenta encajan bien en la situación que se describe.

Dice Jervis: “Tendemos a creer que aquellos países que nos gustan, harán las

cosas que a nosotros nos gustan; apoyarán las finalidades que nosotros

perseguimos, y se opondrán a los países a los que nosotros nos oponemos”.7®7

Óta tenía instrucciones de no involucrarse demasiado en la política

mexicana, pero eso lo pasaron por alto los carrancistas. Lograron éstos que

Óta intercediera ante Tókyó para la adquisición de tecnología bélica; tampoco

se descarta que después de todo, las recomendaciones del asesor Terazawa sí

hayan sido útiles.

755 Víctor Kerber Palma, Continuidad y cambios en ias reiaciones entre México y Japón, Tesis de Licenciatura en Relaciones Internacionales, México, El Colegio de México, agosto de 1983, p.75.756 Katz asume que el funcionario japonés era Arai Kinta, sin embargo, éste se encontraba en España durante esos años. Lo más probable es que se tratara de Itó Keiichi. Vid., Katz, La guerra secreta, v.2, pp.51-52.757 Jervis, p.118.

261

El doctor Takahashi

Al tiempo que la diplomacia mexicana insistía en abrirse puertas en

Japón, para la adquisición de tecnología y equipo militar, se emprendió la

negociación de un convenio bilateral. Se permitiría el libre ejercicio de las

profesiones de médico, farmacéutico, dentista, partero y veterinario, tanto de

los japoneses en México, como de los mexicanos en Japón.

¿Sería esa la carta que canjeó Obregón con Óta, a cambio de su

intercesión con las autoridades de su país, durante el encuentro que

sostuvieron en la sede de la Cancillería? ¿Cuál pudo ser el interés de los

japoneses al concretar un acuerdo que permitiera el libre ejercicio de esas

profesiones?

La iniciativa del acuerdo se le atribuye Takahashi Kumataro, fundador de

la Comuna San-Ou, en Chiapas, y practicante de la medicina empírica en su consultorio de la Ciudad de México.^®® El prestigio de Takahashi había crecido.

Su influencia sobre los diplomáticos de su país, cobró importancia al

convertirse en médico personal de algunos de ellos. Su labor profesional, sin

embargo, carecía de un reconocimiento oficial que lo facultara a ejercer la

Medicina con pleno derecho. Casos similares se les presentaron a Nonaka

Kingó, Óta Renju, y Yokoyama Iwao director del hospital regional de

Tampico.

El Convenio para el libre ejercicio de la profesión de médico, se firmó el

26 de abril de 1917. Fue único en su tipo. Regularizó a por lo menos 33

japoneses que practicaban la medicina alternativa, e incentivó a que llegaran inmigrantes profesionistas a lo largo de diez años. ®® Entre quienes resolvieron

estudiar medicina en Japón, para ejercerla en México, destaca Tsuru Kisó,

posteriormente fundador de laboratorios farmacéuticos, y dueño de varios otros

negocios.

La alerta que provocó en Parker el susodicho convenio, fue mayúscula.

El Encargado de Negocios emitió sendos reportes al Departamento de Estado,

en los que advertía de las compras, gestiones e intercambios de diverso tipo.

758 Toda, v.1, p.129. Hernández Galindo, Japoneses la comunidad. Parte 3. httD://www.discovernikkei .ora/es/ioumal/2010/12/17/nuevo-sol-naciente/ Recuperado 11.07.2015.759 En 1917 llegaron 4; 1919,1; 1920,1; 1921,3; 1922, 4; 1924, 3; 1925, 2; 1926, 3; 1927, 4,1929,1. Ota Mishima, Siete migraciones, p.66.

262

que se realizaban entre la Legación japonesa y el Gobierno de México. El 17 de enero, informó sobre la compra de tres buques de guerra a Japón.7®° El 27

de febrero, notificó que el buque Kotohira Maru había transportado equipo para

la instalación de una fábrica de municiones en Molino del Rey, y que dicha planta sería operada ¡por aiemanesF^^

El 27 de abril, discurrió sobre el convenio médico entre México y Japón,

cuya finalidad -decía- era la de contar con servicios hospitalarios para la eventualidad de una guerra,7®2

Las sospechas en torno a Carranza y sus vínculos con los japoneses,

condujeron a la ejecución de violaciones al derecho consular. Los agentes

aduanales de San Francisco pasaban por alto la inmunidad de los diplomáticos

mexicanos, y valiéndose de llaves falsas, abrían las valijas, con la obvia

intención de encontrar evidencias. El propio presidente Carranza manifestó

públicamente su indignación ante las reiteradas violaciones de las que eran objeto los diplomáticos mexicanos, en su tránsito hacia Japón.7®3

El telegrama Zimmermann incrementó las sensiblerías con respecto a

los designios antiyanquis de don Venustiano Carranza. Permanece la duda

acerca de lo que pensaría, al recibir la tentadora oferta del Canciller alemán.

Hay quienes piensan que nunca tuvo el telegrama en sus manos, y quienes

opinan que estaría a punto de emitir una respuesta, cuando los medios

estadunidenses revelaron su contenido.

Bárbara Tuchman -quien tiene tanto de historiadora como de literata-

cuenta que el embajador Fletcher viajó al encuentro de Carranza, mientras éste

se encontraba de gira por Guadalajara. Su objetivo era convencerlo de

desatender el telegrama, y declararle la guerra a Alemania, pero se encontró con un presidente “truculentamente no cooperativo”.7®"

Fabela ofrece una versión prácticamente arrancada a Cándido Aguilar

en el lecho de muerte, acaecida en 1960. Cuenta que durante la entrega de

credenciales del embajador Fletcher, éste inquirió acerca del telegrama.

76° De Parker al Departamento de Estado, 17.01.1917, NARA, doc. 812.34/37.761 De Parker al Departamento de Estado, 27.02.1917, NARA, doc. 812.113/6027.762 De Parker al Departamento de Estado, 27.04.1917, NARA, doc. 812.20/3763 Venustiano Carranza, Informe ante el Congreso, 1“ de septiembre de 1918, en México a través de los informes,p.224. Fabela, p.401.764 Tuchman, p.188.

263

Sin enturbiarse un punto la claridad de sus anteojos -confesó Aguilar-, el grande hombre de México, le respondió a Fletcher: “Usted acaba de decirlo, el telegrama, en caso de que exista, es de Zimmermann, no es de nosotros para él. No tenemos ningún conocimiento de ese telegrama ni podemos ser responsables de actos ajenos”.

Oía, Itó y el Ministro erudito

El nuevo Ministro extraordinario y plenipotenciario de Japón, Ótori

Fujitaro arribó a México en febrero de 1918, con la misma

encomienda de no involucrarse en asuntos que pudieran incomodar a los

Estados Unidos. Tenía 52 años. Era hijo de un samurái muy cercano a

Enomoto Takeaki, y al igual que Enomoto, conocía México por las referencias

de Jules Brunet, el veterano de la intervención francesa que secundó a

Enomoto en su pretensión de fundar una república en Hokkaido.

Ótori ostentaba el título de Barón. Era dueño de una colección

impresionante de libros sobre arte, cultura e historia de las civilizaciones

antiguas, así como sobre la evangelización cristiana en el Lejano Oriente. Este

bibliófilo, hizo lecturas acerca del México antiguo; se colige, por su acervo

acerca de las culturas mesoamericanas. A Michael Keevak, profesor de la

Universidad Nacional de Taiwán, institución que alberga la Colección Ótori, le

llama la atención que prácticamente todos los libros contengan anotaciones al

margen, del puño y letra de Ótori.

Con un perfil de erudito, más que de agente maldito, difícilmente puede

uno imaginar a este Ministro japonés, involucrado en proyectos para

desestabilizar estados, o en actos contrarios a los intereses de los Estados

Unidos. Pese a ello, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) elaboró un expediente para someterlo a una estricta vigilancia.^®^

Junto con Ótori, arribó a México su Secretario Particular, el ya

mencionado Tsuru Kisó, quien cuatro años atrás había sido integrante de una

765 Isidro Fabela, “El fantasma de la alianza germano-japonesa-mexicana”, en Javier Garciadiego, Textos de la Revolución Mexicana, Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2010, p.502766 Prólogo a Catalog o fthe Otori Collection at Taiwan National University Ubrary, Taipei, Taiwan National University, 2007.httDs://books.qooqle.com.mxybooks?id= oSNpnG9UGkC&Da=PR3&lpq=PR3&da=fu¡itaro+ótori&source=bl&ots=7Flh Ev2t-Bk&siq=r43o1UCzMWamhYDT9DTBwfEwbO&hl=es-419&sa=X&ved=0CCcQ6AEwAmoVChMlqParmebqxqlVIFI-SCh1WwQKS#v=onepaqe&q=fuiitaro%20ótori&f=false Recuperado 16.07.2015.767 httD://www.fold3.com/documenl/5277136/ Recuperado 16.07.2015.

264

misión encabezada por un personaje referido como “Dr. Suehiro”. En aquel

momento, Tsuru había sido enviado a inspeccionar la región petrolera de

Veracruz, más no resulta clara la razón de fondo. Tsuru renunció después al

Servicio Exterior de su país, para fundar en Yokohama una comercializadora

denominada Compañía Mexicana de Comercio Exterior, a la vez que estudiaba

la carrera de Medicina.

Su habilidad para relacionarse con las altas esferas políticas,

empresariales y militares, tanto de México como de Japón, llevó a Tsuru a

concentrar una dosis significativa de poder, el poder que anhelaba Terazawa.

Tsuru alcanzó su apogeo a mediados de los años 30, con redes de negocios

en campos como el agroalimentario, pesquero, farmacéutico, construcción,

minero y petrolero. Baste saberlo, ya que no corresponde a esta tesis detenerse en este personaje, a quien Hernández Galindo refiere como

[...] plenamente preparado para ocupar una posición destacada en las tareas que la activa política japonesa comenzó a desplegar en México y en otros países latinoamericanos.7®®

Las apariciones públicas de Ótori se limitaron a eventos de carácter

social y protocolario. Quien realmente conducía la diplomacia bilateral, era Óta

Tamekichi, el artífice del acuerdo por el cual se regularizó la práctica de la

medicina de los japoneses en México. Itó, a pesar de que ocupaba un lugar

menor en la línea de mando, constituía un buen interlocutor frente a la cúpula

gobernante, gracias a su dominio del idioma español, y a que tuvo como

compañeros y maestros a prominentes egresados de la Escuela Nacional

Preparatoria. Regresó a Japón en 1926.

De cara a los años 20

Las condiciones de guerra en Europa, cambiaron con la llegada de los bolcheviques al poder, en Rusia, y tras la entrada de los norteamericanos en

apoyo a los aliados. Esto último se debió al encono chovinista que generó el

telegrama Zimmermann.

768 Hernández Galindo, La guerra contra los japoneses, p.62.

265

En China, el doctor Sun Yat-sen recuperó la presidencia. En vez de

seguir los consejos del Genyósha (organización japonesa que pretendía el

establecimiento de una esfera de coprosperidad panasiática), cuyo propósito

era erigirlo a él como líder del Oriente, versus el Occidente, Sun empezó a

coquetear con los principios socialistas y antiimperilistas de Vladimir Lenin. Eso

provocó la defección de simpatizantes como Kita Ikki, quien retornó a Japón convertido en frenético antimarxista.^®®

El giro de Sun se debió al nacionalismo antijaponés que despertaron las

Veintiún Demandas. O se sometía a los trazados de Tókyó, donde insistían en

convertir a China en Estado semicolonial, o les volteaba la cara a su

patrocinadores, a favor del pueblo chino. Sun optó por lo segundo. Buscó

después en Moscú, al poder equilibrador que necesitaba. No sólo reformó a su

partido, el Kuomintang, a imagen y semejanza del Partido Comunista de Lenin,

sino que envió a su mejor general, Chiang Kai-shek, a estudiar los métodos

organizativos de los bolcheviques. Los japoneses no se lo perdonaron.

En México, el nacionalismo revolucionario se tradujo en decretos. En

febrero de 1918, el presidente Carranza aplicó un impuesto sobre los terrenos

petrolíferos, y sobre los contratos firmados con las empresas petroleras, lo cual

desató clamores de rechazo por parte de los afectados. W.WiIson apoyaba a

las compañías, y el recurso de volver a intervenir se extendió sobre la soberanía mexicana.77® Pero el discurso de Wiison en aquel momento era de

paz, cooperación internacional, y respeto a la integridad de las naciones, por

eso no usó la fuerza militar. Como dice Meyer:

[...] no era conveniente que el campeón de la autodeterminación emprendiera una acción muy semejante a la invasión alemana en Bélgica.77i

Durante su Informe de septiembre, ante el Congreso de la Unión, el

presidente Carranza puso en claro las directrices de su política internacional.

Enunció la doctrina que lleva su nombre. A saber.

769 La vida de Kita Ikki fue llevada a la pantalla por el director Yoshida Kijú [ n B0 ^ L7 ‘4' 5 ], (Ley Marcial, 1973).

779 Meyer, Las ralees del nacionalismo, pp.88-100.771 Ibidem, p.97.

266

Que todos los países son iguales; deben respetar mutua y escrupulosamente sus Instituciones, sus Leyes y su Soberanía:

Que ningún país debe intervenir en ninguna forma y por ningún motivo en los asuntos interiores de otro. Todos deben someterse estrictamente y sin excepciones, al principio universal de no intervención;

Que ningún individuo debe pretender una situación mejor que la de los ciudadanos del país a donde va a establecerse, ni hacer de su calidad de extranjero un título de protección y de privilegio. Nacionales y extranjeros deben ser iguales ante la Soberanía del país en que se encuentran; y finalmente.

Que las legislaciones deben ser uniformes e iguales en lo posible, sin establecer distinciones por causa de nacionalidad, excepto en lo referente al ejercicio de la Soberanía.^^^

El Káiser, paladín del combate al “peligro amarillo”, abdicó. Se constituyó

un nuevo Estado, a cuya cabeza quedó el socialdemócrata Friedrich Ebert. El

11 de noviembre de 1918, se declaró un armisticio que puso fin a la guerra mundial. Comenzó para Alemania una etapa dolorosa de cesiones y

concesiones, como potencia vencida. Lenin llevaba un año luchando por

instituir las bases de un socialismo marxista en Rusia, mientras emitía un

llamado a reproducir la experiencia bolchevique a través de la Internacional

Comunista (Cominern). Wiison insistía en que la paz y estabilidad mundiales,

serían alcanzables mediante una organización internacional que acogiera a las

naciones civilzadas y democráticas. De esta propuesta emergió la Liga de las

Naciones.

Las negociaciones entre vencedores y vencidos en la guerra europea,

abarcaron toda la primera mitad de 1919. Entre los vencedores, figuraba el

Imperio de Japón, cuya delegación fue presidida por Makino Nobuaki. Makino

abogó por insertar en la carta constitutiva de la Liga de las Naciones, una

cláusula que declarase la igualdad racial, como un derecho humano. Se

tendrían así, elementos para condenar el antijaponismo en Estados Unidos.

Once de 17 países votaron a favor de la enmienda, y a pesar de ello,

Wiison la vetó, con el pretexto de que era necesario el voto unánime para este

caso específico. Frustrados, los japoneses tomaron su asiento en Versalles, y

772 Venustiano Carranza ante el Congreso de la Unión el T de septiembre de 1918, en, México a través de ios informes, pp.227-228.

267

firmaron los tratados de paz. Takahara Shuzuke atribuye a ese sentimiento de frustración, la radicalización del nacionalismo antiyanqui.773

También la delegación china se sintió humillada en Versalles, al ver que

Manchuria y las posesiones alemanas en Shandong quedarían bajo la tutela de

Japón. En Peking y otras ciudades, estallaron manifestaciones multitudinarias

de estudiantes, obreros e intelectuales, que denunciaban al imperialismo

japonés, y se oponían a que China suscribiera los tratados de Versalles. El

llamado Movimiento Cuatro de Mayo (4 de mayo de 1919), está considerado en

la historiografía china como antecedente directo de la revolución socialista de

Mao Tse-tung.

El antijaponismo no disminuyó, más bien se agudizó en los Estados

Unidos. De acuerdo con Roger Daniels, la Primera Guerra Mundial y su

secuela, ofrecieron argumentos novedosos a los publicistas del racismo: “El

súperpatriotismo tomó su lugar durante la guerra. El Americanismo, como doctrina, empezó a significar la negación de lo extranjero”.774 ei triunfo de los

bolcheviques rusos, y su llamado intemacionalista, acrisolaron las xenofobias.

Era tiempo de poner a los estadunidenses en cuarentena, lejos de los peligros:

del peligro rojo, del peligro amarillo, del peligro negro, y del peligro que

representaban los mexicanos.

Persistió el temor de que Pancho Villa volviera a atacar algún punto

fronterizo. Se le aplacó mediante el otorgamiento de una gran extensión de

tierra fértil en Canutillo, Durango, donde fundó una comuna. Su percepción

acerca de los japoneses, cambió a raíz de que se descubriera un complot para

envenenarlo durante los años de la Expedición Punitiva. El complot implicaba a

varios japoneses que las fuentes de inteligencia estadunidenses sólo

mencionan como Sato, Fujita, Dyo y Suzuki.775 villa no murió envenenado, mas

sí víctima de una emboscada ocurrida en julio de 1923.

Al indomable Zapata se le apaciguó de otra forma. El 10 de abril de

1919, cayó acribillado en la Hacienda de Chinameca, Morelos; sin embargo, la

exégesis del zapatismo ha perdurado hasta nuestros tiempos. También la

fatalidad marcó el destino de don Venustiano. Ante sus pretensiones de

773 Takahara, pp.57-61.774 Daniels, p.67.775 Katz, Pancho Villa, pp.199-201. Jerry García, pp.67-70.

268

perpetrarse en el poder, un grupo de sonorenses, encabezados por Alvaro

Obregón, se sublevó y acabó con su vida, mientras se trasladaba hacia

Veracruz.

El 1° de junio del 20, Adolfo de la Huerta asumió la Presidencia de

México de manera provisional. Comenzó una nueva era. El fantasma del

comunismo recorría México (parafraeando El Manifiesto de Marx y Engeis), y el

desprecio hacia los japoneses se convirtió en clamor nacional en la Unión

americana. El año 1924, marcó un parteaguas.

LA DECEPCIÓN CON OCCIDENTE

El mundo de entreguerras, prácticamente fue moldeado al gusto del

presidente W.WiIson, con la fundación de la Liga de las Naciones. Por esa

gesta, se le concedió el Premio Nobel de la Paz. La diosa Némesis intervino

justo cuando el mandatario coronaba sus sienes con un laurel; sufrió una

embolia que lo paralizó para el resto de su vida. Los asuntos de Estado los

asumió su esposa -tras bambalinas-, para que los públicos creyeran que el

Presidente seguía activo.

Si su salud fue una contrariedad, no menos lo fue que el Senado

desaprobara la incorporación de los Estados Unidos a la Liga de las Naciones.

Ironías del quehacer político, la creatura de Wiison, tuvo que prescindir de su

estado creador.

El racismo antijaponés se intensificó en la década de los 20, con Hearst

y la Liga de Exclusión Asiática como sus mayores expositores. Para sorpresa

de los racistas californianos, las propiedades de los japoneses se multiplicaron,

a pesar de la Ley de 1913 que los descalificaba para la ciudadanía, como

precondición para su adquisición. La gente de origen japonés, había sorteado

la medida mediante la compra legal de terrenos a través de los Nisei, nacidos

en Estados Unidos, y por consiguiente, ciudadanos con plenos derechos.

La organización denominada Native Sons of the Golden West, presentó

una iniciativa ante el Congreso de California, que pretendía atajar el derecho de

269

los Nisei a adquirir propiedades. El Congreso emprendió una investigación que

culminó con un reporte de 200 hojas, titulado California and The Oriental, una “obra maestra de la manipulación”, según Daniels.776

El reporte concluía que el peligro no estaba en la posesión de

propiedades, sino en la tasa de fecundidad de los pobladores de origen

japonés, que se reproducían a mayor celeridad que los caucásicos. Los Nisei

no dejaban de ser japoneses, con derechos y obligaciones bajo la

jurisprudencia de Japón, como la obligación de cumplir con el servicio militar.

Eso se consideró incompatible con las leyes de Norteamérica. Tanto los Issei como sus descendientes, pasarían a ser extranjeros. 777 ei resultado fue la

promulgación de una Alien Land Law (Ley sobre Terrenos Extranjeros),

destinada a cubrir los huecos dejados por la Ley de 1913.

Hubo mucha gente desencantada con el Sueño Americano.

En el Capítulo V, se hizo una breve referencia al caso de Uchimura

Kanzó, quien viajó a Estados Unidos atraído por los valores cristianos, y acabó

condenando a los norteamericanos, por pregonar esos valores sin practicarlos.

Casos similares fueron los de dos socialistas, que emigraron cautivados por la

idea de que Estados Unidos constituía la tierra de la igualdad y la libertad, muy

diferente de Japón, donde las rigideces del confucianismo no las permitían.

Los legados de KarI Kawakami y Katayama Sen, importan no

únicamente por el nivel intelectual con el cual refutaron el antijaponismo, sino

porque atañen a la línea argumentativa de esta investigación. En seguida se

presenta una semblanza de ambos, sobre todo su concepción sobre México.

Kawakami, a la derecha

Kawakami Kiyoshi adoptó el seudónimo de “KarI”, en honor a KarI Marx.

Leyó su obra in extenso. Se decía un “soñador de sueños” durante su juventud,

deseoso de hacer por Japón lo que el autor de Das Kapital había hecho por

Alemania. Escribió al respecto: “Tenía yo el entusiasmo de un pionero y

776 Daniels, p.89.777 California and The Oriental, Japanese, Chínese and Hindus. Report o f State Board o f Control o f California to Cov. WM. D. Stephens, Sacramento, California State Printing Office, 1922. https://archive.orq/stream/califomiaandor00contaooa#Daae/n5/mode/1up Recuperado 18.07.2015.

270

pensaba que podría servir a mi país, al menos como heraldo de los maestros del socialismo occidental”.77s

En su libro, Japan in Worid Poiitics, publicado en 1917, se mostró

deseoso de aclarar que el suyo era un país que simplemente seguía el ejemplo

de las potencias de Occidente, en su trayectoria hacia la civilización y el

progreso.Tenía 25 años cuando arribó a los Estados Unidos, con el propósito de

educarse y observar a la sociedad y al movimiento obrero estadunidense. Al

respecto, confiesa:

Tenía la esperanza de que mis convicciones socialistas y mi fe en el sindicalismo se reforzarían durante mi estancia en la tierra de la libertad. Había casi idealizado al movimiento obrero en [Norte] América, olvidándome de que después de todo sus líderes son humanos, colmados de debilidades y flaquezas. Para mi, el sindicalismo no era más que un escalón hacia una sociedad socialista, e imaginaba que los líderes obreros de [Norte] América opinaban igual. Más aún, para mi el socialismo no era nada si no era internacionalismo.[...]Llegué a [Norte] América con esas fantasías. Desde entonces, mis observaciones y expreriencias han conspirado para desilusionarme. He descubierto que en realidad los sindicatos [norte] americanos no son los que mi mente juvenil idealizó. [...] Para mi mayor decepción, incluso los socialistas de aquí no eran adeptos al internacionalismo que profesaban. ^®

Kawakami reprochaba la incomprensión de los occidentales, cuando

suponían que el Oriente era inferior. Ellos habían convertido a la India, China y

el resto de Asia, en vasallos, pero no pudieron con Japón, porque los

japoneses resolvieron vencer a los occidentales, jugando su propio juego.

La tesitura del libro no varía. Es un constante clamor contra el abuso, la

imposición y la arrogancia de los blancos imperialistas, hasta llegar a un punto

de nuestro mayor interés, cuando se expresa: “Una nación de Occidente es capaz de asumir la Doctrina Monroe, pero se rehúsa a concederle el mismo

privilegio a una nación asiática”. N o hace falta saber a qué nación se refería.

Dos años después de la publicación de Japan in Worid Politics, este ex

socialista desilusionado, fustigador y crítico de las incompresiones de

778 K.K. Kawakami, Japan in Worid Poiilics, NY, The Macmillan Co., 1917, Prefacio, p.vii. https://archive.orq/stream/cihm 991233#paqe/n12/mode/1up Recuperado 18.07.2015. 776 Ibidem, p.viii.786 Ibidem, p.xii.

271

Occidente, publicó otro libro: Japan and World PeaceJ '^ Intentó explicar por

qué su país requería de un espacio vital, y por qué tanto la diáspora de su

nación, como su creciente presencia en China, eran primordiales para su

supervivencia.

Ambos textos se complementan. En ambos, Kawakami analiza la

presencia japonesa en México, así como las quimeras que esa presencia había

creado en los Estados Unidos. De manera consecutiva nos referiremos al

Capítulo XIII de Politics, titulado “’Designios’japoneses sobre México”, y al

Capítulo VI de Peace: “Japón y la Doctrina Monroe”.

Se preguntaba: ¿Cómo podían los periódicos sensacionalistas reportar

la existencia de 200,000 soldados japoneses en México, cuando el número

total de inmigrantes ni siquiera rebasaba los 2000? ¿Cómo podían advertir la

presencia de un acorazado en la Isla de Tiburón, o una base naval en la Bahía

de Tortuga, sin que la flota estadunidense los hubiera advertido?

Esos medios eran capaces de avistar al presidente Carranza redactando

discursos antiyanquis, para complacer a la Legación de Japón, y eran capaces

de recabar evidencias de japoneses protestando en las calles de México contra

los Estados Unidos, mas no eran capaces de concederles a los mexicanos, y a

su Presidente, la facultad de actuar con criterio autónomo.

Los 2000 japoneses habitantes en México, se encontraban dispersos por

la geografía, dedicados a labores diversas. Por lo menos 300 de ellos serían

mujeres, lo cual significaba que un número aproximado de 1700 eran varones,

cifra en nada equiparable a la cantidad mayúscula que manejaban los medios

norteamericanos.

Kawakami trató de explicarlo: “ [...] no es fácil distinguir a un japonés de

un mexicano, especialmente cuando un japonés se aclimata al ambiente mexicano”. 732 Respaldó su observación en la teoría del italiano Guglielmo

Perrero, para quien no existían dudas de que mexicanos y japoneses eran

parientes.

Cierto que algunos japoneses se habían incorporado a las filas villistas y

carrancistas, admite Kawakami, pero no en números alarmantes. Más aún, las

afinidades raciales habían permitido que se entremezclaran.

781 K.K. Kawakami, Japan and World Peace, NY, The Macmillan Co., 1919.782 Kawakami, Politics, p.227.

272

Con el correr de los años -afirmaba-, los matrimonios entre las dos razas serán más y más frecuentes, y la inyección de sangre japonesa en las venas de los mexicanos podría contribuir a la redención del país/®®

Orgulloso de su estirpe, no ocultaba que el componente Yamato podía

ser la solución para sacar a flote a los mexicanos, idea que así mismo aplicaba

Terui Ryójiro en el Soconusco.

De todos los “designios” de Japón en México, la apropiación de la Bahía

de Magdalena era el más vibrante, aunque también el más absurdo. Dicha

Bahía era bella, pero se encontraba enclavada en un magno territorio de rocas

y arena, sin agua, y sometida a un sol insoportable. Un fortín establecido allí,

se habría diezmado a los pocos días, de manera que era imposible creer que

un hombre medianamente inteligente, fuera tan quijotesco como para instalar

una colonia o base naval en un lugar así.

Cuenta, sin embargo, que sí existió un Quijote japonés con esas

características. Se trataba de Noda Otojiró [ S f f f l í í ' q u i e n en alguna

ocasión, sí exploró, él solito, la posibilidad de aprovechar la bahía para instalar

una pesquería. Concluyó que era imposible subsistir con agua de mar y

arena.73® El desdichado Noda, referido por el autor como un “emprendedor de

todo y exitoso en nada”, murió pobre, en Sacramento, en la primavera de1 9 16 .736

La conclusión de Kawakami es mucho más que un señalamiento, una

prevención:

En la medida en que los norteamericanos asuman tal actitud irracional y nada amistosa con los japoneses en Centro y Sudamérica, deberán preparase para aceptar sin asombros cualquier movimiento que los japoneses realicen en China y Corea, con miras a bloquear y frustrar los emprendimientos norteamericanos. Y si los norteamericanos se quejan, es porque no son buenos jugadores.7®7

783 Ibidem, pp.229-230.784 Ibidem, p.234.785 El caso de Noda aparece en F. Hilary Conroy y Francis Conroy, I47esí across The Pacific. American invoivement in East Asia from 1898 to the Vietnam War, Younstown, NY, Cambria Press, 2008, p.87786 Ibidem, p.235.787 Ibidem, p.237.

273

En Peace, aborda la cuestión de la Doctrina Monroe, que los

norteamericanos insistían en imponer, y los latinoamericanos en rechazar.

Mediante una lectura maliciosa de la Doctrina, algunos senadores y periodistas

pretendían expulsar a las empresas japonesas de México, e instrumentar la

anexión de Sonora y Baja California a los Estados Unidos, para supuestamente

frustrar los designios del Imperio. El tono de Kawakami es de denuncia. No era

verdad que existieran grandes empresas japonesas en México, y por

consiguiente, los argumentos alarmistas le parecían infundados.

La susodicha Doctrina reflejaba las inconsistencias estadunidenses. Por

una parte, se sentían celosos de que las empresas japonesas se instalaran en

México; por otra, el gobierno en Washington se sentía deseoso de desplegar

sus intereses en China y Siberia. Así lo expuso:

Preguntarían los japoneses con perfecto sentido del humor: ¿Acaso no es extravagante que los apóstoles de la Doctrina Monroe al otro lado del mar, pretendan con desparpajo y sin vergüenza que su gobierno financie al Gobierno de China, compran los ferrocarriles de Manchuria, controlan las Filipinas, desean astilleros en las costas chinas, e incluso asumen el control de los ferrocarriles siberianos? Vaya que es un invento ingenioso esta Doctrina Monroe de [Norte] América, dicen ellos. ®®

Lo lógico era que Japón respondiera mediante la aplicación de una

doctrina análoga, que objetara la presencia de empresas estadunidenses en el

Lejano Oriente. De hecho, a partir de la década de los 20, comenzó a cobrar

forma la idea de instrumentar una “Doctrina Monroe” para Asia.

Uno de los más resueltos promotores de la Doctrina Monroe japonesa,

era el embajador en Washington, Ishii Kikujiró Ishii armó revuelo al

señalar, el14 de marzo de 1919, ante la Asiatic Society de Nueva York, que su

país tenía derechos sobre China y el entorno asiático, equivalentes a los que

Estados Unidos tenía en el hemisferio Americano.^®®

Katayama, a la izquierda

788 Kawakami, Peace, pp.95-96.786 The WestAustralian, 31 de marzo de 1919, p.5.httD://trove.nla.aov.au/ndD/del/Daae/2735257?zoomLevel=1 Recuperado 19.07.2015.

274

Desde la perspectiva mexicana, avalar la Doctrina Monroe equivalía a

consentir la hegemonía norteamericana sobre México. W.WiIson -como antes

Taft y Rooseveit- se apartó del sentido original que le dieron James Monroe y

John Quincy Adams. La Doctrina dejó de inspirar un panamericanismo basado

en la ayuda mutua frente a las amenzas europeas, para convertirse en

expresión de un hegemonismo, según el cual México y los demás países del

continente, pasarían a la jurisdicción de los Estados Unidos.

Wiison pretendió que esa interpretación se unlversalizara. Consiguó que

en el Artículo 21 del Pacto fundacional de la Liga de las Naciones, se

enunciase la validez de la Doctrina Monroe, como un acuerdo regional, presuntamente encaminado al aseguramiento de la paz.7®®

El interjuego partidista en los Estados Unidos, hizo que el país quedara

fuera de la Liga. La mayoría en el Senado -encabezada por Henry Cabot

Lodge- desaprobó la suscripción del Pacto de la Liga. Constituyó tal vez el

mayor revés político que sufrió Wiison. Así mismo, quedaron fuera la Rusia

Soviética y la República Mexicana. La primera, porque el internacionalismo de

Lenin se consideraba incompatible con los principios de paz de la Liga. México

no fue invitado, Wiison guardaba un hondo recelo contra Carranza.7®'

Kawakami señala que Japón también estuvo a punto de no ingresar a la

Liga, tras la revocación de la iniciativa propuesta por Makino que condenaba la

discriminación racial. La nación ingresó, no sin albergar desconfianza. Dice él:

El rechazo de la propuesta japonesa en torno a la cuestión racial por parte del Congreso de Paz, inevitablemente deberá acentuar el escepticismo que prevalece entre los japoneses en torno a la Liga de las Naciones.7®®

El “escepticismo” de los japoneses al que se refería Kawakami, era

reflejo del esceptismo que él mismo profesaba. Es evidente que la experiencia

de vivir y convivir con los norteamericanos en Estados Unidos, condujo a que

ese otrora defensor de las tesis de Marx, se corriera hacia la derecha. Lo

mismo le sucedió a Katayama Sen, pero en sentido contrario.

Al igual que Kawakami, Katayama se sintió atraído por el retrato

libertario del Sueño Americano. Viajó a los Estados Unidos en 1892 para

760 Pacto de la Liga de las Naciones. http:/ybiblio.¡uridicas.unam.mx/libros/1/352/3.pdf Recuperado 19.07.2015.761 http://biblio.juridicas. unam. mx/libros/2/591 Z39.pdf762 Kawakami, Peace, p.56.

275

realizar estudios universitarios, y se convirtió al cristianismo, credo que para

muchos constituía la antesala del socialismo.

Hacia 1904 -tiempos de la guerra ruso-japonesa- Katayama era ya

partidario de las luchas de la clase trabajadora estadunidense, encabezadas

por la IWW. Su incursión en el marxismo lo alejó de esa organización. Vivía en

California, y padecía la crueldad del antijaponismo, cuando llegó Lenin al poder

en Rusia. Cautivado por la figura del líder ruso, Katayama se declaró

comunista, y se convirtió en miembro activo de la Comintern.

Publicó en 1918 un librito en el que analizaba las condiciones

prevalecientes en Japón. Denunció a su país como “parte y terreno de las

ambiciones e intereses imperialistas, que arrastraron al mundo hacia el

desastre”. ®® En otro escrito, consideró que las políticas japonesas en China y

Corea, eran brutalmente imperialistas, y peor, racistas, tan racistas como las prácticas contra los orientales y “negros mexicanos” [sic] en Estados Unidos.^®"

Una de las tareas más urgentes de la Tercera Internacional Comunista - señala- deberá ser la ruptura con las concepciones equivocadas acerca de la dominación blanca y sus odios y prejuicios raciales inherentes; en su lugar, deberá construirse el movimiento comunista mundial.7®®

Se encontraba realizando trabajos periodísticos y de agitación en Nueva

York, cuando a finales de 1919, el FBI emprendió una razzia de socialistas,

comunistas y anarquistas. Katayama logró esquivar la redada, y pasó a la

clandestinidad. A través de quién sabe qué medios, consiguió viajar a Moscú, a

tiempo de asistir al Segundo Congreso de la Comintern, en el verano de 1920.

La Internacional lo comisionó a que viajara a México, a organizar un

partido comunista, sobre la idea de que la efervecencia revolucionaria y

antiimperialista, ofrecía condiciones óptimas para implantar el comunismo.

Katayama llegó a cumplir su misión en marzo de 1921, sin hablar ni gota de español.7®6

793 Sen Katayama, The labor movement in Japan, 1918, Introducción, Marxiste Internet Archive. httDs://www.marxists.ora/archive/katavama/1918/labor movement/index.htm Recuperado 23.07.2015.794 Sen Katayama, Japan's position in the coming worid social revolution, octubre de 1922, Marxiste Internet Archive. httDs://www.marxlsts.ora/archlve/katavama/1922/10/posltlon.htm Recuperado 23.07.2015.795 Ibidem.796 Para una semblanza más amplia de Katayama y de sus actividades en México, vid., Daniela Spenser, Los primeros tropiezos de la Internacional Comunista en México, México, CIESAS, Publicaciones de la Casa Chata, 2009, p.158-240.

276

No era un ideólogo, sino un soldado fiel a Lenin y a la Comintern.

Cuando llegó a México, el gobierno del general Obregón enfrentaba nuevos

embates por parte de la administración del republicano Warren Harding,

sucesor de Wiison. Harding estaba empeñado en hacer que México garantizara la no afectación de las empresas petroleras, a cambio de otorgarle el

reconocimiento a Obregón.Nada fácil la tarea de Katayama, sobre todo porque el grueso del

movimiento obrero mexicano estaba copado por el Estado, a través de la

Confederación General de Trabajadores. Se apoyó mucho en el jóven José C.

Valadés, en aquel entonces dirigente de una organización denominada

“Juventud Comunista”. En carta dirigida a un camarada suyo, Katayama

expresó lo feliz y contento que se sentía en México:

Estoy muy a gusto con la atmósfera que me rodea, y no sólo la climática, sino también todo el ambiente social. No existe ningún tipo de discriminación racial. Todos los colores están mezclados, y esta mezcla hace que uno se sienta feliz y a gusto. Estamos de verdad viviendo en una sociedadcosmopolita. ®^

Después de numerosos avatares en tierras aztecas, sin haber

concretado su tarea a cabalidad, la Comintern lo llamó de regreso a Moscú, en

septiembre de 1921. A decir de Daniela Spenser, si alguna lección aprendió

este comunista japonés de su experiencia en México, era que se tenía que ser

más sensible hacia la cultura política de los mexicanos, sin imponer criterios.^®®

Japs Go Home

Las dudas acerca de las supuestas actividades furtivas de los japoneses

en México, pasaron a segundo plano. Creció la idea de que ahora eran los

bolcheviques los que pretendían socavar los designios de la Doctrina Monroe, y

que los generales Calles, Jara y Mújica, eran sus agentes.7®® El espionaje

norteamericano siguió muy de cerca los pasos del comunista japonés (peligro

767 Sen Katayama a Sada, México, 8 de abril de 1921, en Daniela Spenser y Riña Ortiz Peralta, La Internacional Comunista en México: los primeros tropiezos. Documentos, 1919-1922. México. Col. Fuentes y Documentos, INEHRM, 2006, P.146.768 Ibidem, p.40.766 Informe sobre las actividades políticas, radicales y obreras a la Embajada de los Estados Unidos, México, 18 de marzo de 1921, en Ibidem, pp.225-226.

277

amarillo salipicado de rojo), Katayama Sen, a través de un agente infiltrado, de

nombre José Alien, quien se hacía pasar por militante de la Internacional.

Alien reconocía que Katayama era un hombre “muy astuto e inteligente”,

aunque en el fondo, convencido de que una revolución social en México era

absurda, debido a la dependencia de México hacia los Estados Unidos.®°°

El antijaponismo en California no cesó, ni siquiera con la nueva Ley

sobre terrenos extranjeros aprobada en 1920. La mira fue puesta esta vez en

conseguir la exclusión total de los inmigrantes japoneses en Estados Unidos.

La propaganda racista contra ellos, y contra los mexicanos, y contra los

comunistas rusos, quedó reflejada en la novela de Peter B. Kyne, The pride of

Pa/omar (1921), llevada a la pantalla por la Paramount Pictures.

El héroe (Farrel), un californiano blanco, mezcla de irlandeses y “rubios

españoles de raza pura”, quien había formado parte de una fuerza

expedicionaria enviada a Siberia, a combatir a los bolcheviques, regresó al

hermoso Valle de San Gregorio, sólo para encontrarlo invadido por japoneses

regenteados por el avaricioso y mezquino Okada, quien los introdujo de

manera ilegal a través de la frontera con México.

Para fines meramente ilustrativos, se reproducen a continuación

extractos del diálogo entre Bill Conway y el Sr. Parker, personajes de la novela

de Kyne. El diálogo refleja lo que el pensador francés Michel Foucault llamaría el orden dei discurso en el oeste estadunidense de los años 20.®°

(Conway) “Le daré a Japón el beneficio de cualquier duda que tenga, sobre la sinceridad con la que aplica ese acuerdo de caballeros (Gentiemen’s Agreement). El problema, sin embargo, es que no restringe la migración a México, y desafortunadamente tenemos una frontera internacional de un par de millas de largo, que se estrecha a través de un país de matorrales, escasamente poblado. [...] A parte del inconveniente de esa frontera desprotegida, tenemos mil quinientas millas de costas absolutamente indefensas. Los pescadores japoneses suben en sus embarcaciones a sus nacionales desde las costas mexicanas y los depositan en el litoral del sur de California”. [...]

(Parker) “Bueno, Sr. Conway, no puede usted culpar a esos pobres diablos de querer venir a este espléndido país. Ofrece para ellos oportunidades mucho mayores que las que hay en su propia tierra”.

80° “Informe sobre las actividades política, radicales y laborales a la Embajada de los Estados Unidos”, México, 7 de abril de 1921, en Ibidem, pp.143-144.801 Michel Foucault, El orden del discurso, Barcelona, Tusquets, 1999, passim.

278

“Es verdad, Sr Parker. Pero la ganancia de ellos es una pérdida para nosotros. Además, por sentido común, no alcanzo a ver por qué debemos otorgarles oportunidades iguales a visitantes indeseables que ingresan a nuestro país de manera secreta e ilegal. Le aseguro que sería sumamente enfadoso y costoso realizar un esfuerzo firme para frenar la inmigración ilegal mediante medidas preventivas a lo largo de nuestras costas y nuestra frontera internacional; en cambio, si destruimos la oportunidad de los Japs de lucrar a expensas nuestras, eliminaremos el principal incentivo para entrar de manera secreta e ilegal, ya que la entrada es siempre muy costosa. [...]

Más aún, Sr. Parker, debe usted tener en mente este factor: Al país entero no le interesa el problema de la inmigración oriental. No se ponen a pensar en ello. No se sabe nada acerca de él, salvo aquello que los Japs dicen; y el Jap es uno de los mayores mentirosos naturales que jamás hayan existido en el mundo, además, es portador de medias verdades y de desinformación endulzada. [...]®°

Los líderes a favor de la exclusión japonesa eran el senador republicano

por California, Hiram Johnson, y el copropietario del Sacramento Bee,

Valentine McCIatchy. En el invierno de 1920, Johnson se reunió en privado con

el recién repatriado ex embajador de Estados Unidos en Japón, Roland SIetor Morris, y su homólogo en Estados Unidos, Shidehara Kijuró, para convencerlos

de que había que frenar la inmigración japonesa. Pero Morris y Shidehara

habían formado un frente común, precisamente para lo contrario, para frenar el

antijaponismo estadunidense.

Morris presentó ante el Senado un extenso reporte en torno a la

inmigración, en el que concluía que era anticonstitucional la Ley sobre Terrenos

Extranjeros de California.®®® McCIatchy se reunió a principios de mayo de 1921,

con el Secretario de Estado, Charles E. Hughes. Éste le otorgó sólo diez

minutos para exponer su caso, y amablemente lo invitó a salir de su oficina.®®"

La exclusión japonesa parecía improbable. En la primavera de 1922,

eran tan pocos los miembros de la Liga para la Exclusión Asiática, que se optó

por disolverla. McCIatchy prosiguió con su ofensiva propagandística. Estaba a

punto de abandonarla, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos emitió

un fallo histórico, al convalidar la no elegibilidad del japonés Ozawa Takao

para la ciudadanía, bajo el argumento de que sólo eran elegibles los

862 Peter B. Kyne, The pride ofPaiomar, NY, Cosmopolitan Book Corp., 1921, pp.205-206. httDs://archive.ora/stream/DrideDalomar00corDaooa#Daae/n8/mode/2uD Recuperado 23.07.2015.868 Roland S. Morris, Peport o fthe Honorable Poland S. Morris on Japanese Immigration and Allegad Discriminatory Legislation Against Japanese Pesidents in the United States, U.S. Government Printing Office, 1921, p.262.864 Cf. Daniels, p.96.

279

individuos de raza caucásica; según la etnología de la época, los japoneses

pertenecían a la raza mongólica.®®®

A partir de ahí, el exclusionismo cobró renovados bríos. Tal era la

situación imperante en los Estados Unidos; en México, mientras tanto, se

dirimía una lucha diferente contra Washington, como veremos a continuación.

Tiempos de negociar

De la Huerta y Obregón enfrentaron el sempiterno problema del

reconocimiento de sus gobiernos por parte de los Estados Unidos. No era un

problema de formas, sino de fondo, puesto que el reconocimiento era una

salvaguardia para que los desacuerdos se condujeran a través de los medios

diplomáticos, no los militares. La amenaza del intervencionismo estuvo siempre

ahí. En Washington se blandía como un recurso posible, cuando los mexicanos

no se plegaban a las voluntades de los presidentes, secretarios de Estado,

congresistas, senadores, e incluso gobernadores de la Unión norteamericana.

W.WiIson (en el ocaso de su administración, y parapléjico) volvió a

condicionar el reconocimiento a cambio de que los sucesores de Carranza

garantizaran la no afectación de las empresas petroleras en el Golfo de México,

en aplicación del Artículo 27 constitucional. Planteó más condiciones: la

restitución de tierras a los norteamericanos afectados por la primera reforma

agraria (entre ellos Hearst);®®® indemnización a quienes sufrieron pérdidas

durante la lucha armada, y amortizaciones a la banca que otorgó créditos a los

gobiernos anteriores.

El último Secretario de Estado de Wiison, Brainbridge Coiby, propuso un

tratado bilateral que contenía todo lo anterior, más el compromiso de México de

que se llevarían a cabo elecciones libres y democráticas. De la Huerta sí

convocó a elecciones presidenciales, en las que resultó electo el general

Obregón, con el apoyo de la clase trabajadora, agrupada en torno a la

Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM). Una vez saldada esa

865 Vid. resumen del Caso Takao Ozawa:https://mrwilliamshistorvpublic.wikispaces.com/file/tfiew/rsi ozawathind.pdf Recuperado 23.07.2015.808 Existe la versión de Juan Ramón Jiménez de León, acreditado como profesor de Posgrado de la UNAM, quien sostiene que Hearst estaba detrás del magnicidio cometido en contra de Cananza. Vid., “Magnicidio de Carranza”, en htlp://vumka.com/docs/maanicidiodecananza.pdf Recuperado 24.07.2015.

280

condición, los mexicanos se rehusaron a admitir que las otras demandas

quedaran enmarcadas en un tratado.

Juego de resistencias

Warren Harding arribó a la presidencia de los Estados Unidos, tras una

campaña en la que criticaba la política intervencionista de Wiison en los

asuntos mundiales. Designó como Secretario de Estado al abogado Charles

Evans Hughes. Su administración ingresó a una etapa de aislacionismo, en la

que lo primordial era saldar cuentas, establecer acuerdos de amistad con

Europa y América Latina, y limitar las migraciones.

Había sido elevadísimo el número de inmigrantes que arrojó la Primera

Guerra Mundial.®® Los japoneses, como se ha visto, continuaban ingresando a

través de la frontera con México, y eso acrecentó el odio racial, ya no nada más

en California, también en los estados circunvecinos.

Con el deseo de llegar a buenos términos con Obregón, Hughes remitió

una propuesta de tratado de amistad y comercio a través del Encargado de

Negocios, George Summerlin, en mayo de 1921. Se concedía la aceptación de

la Doctrina Calvo, siempre y cuando México no aplicara los decretos

carrancistas y el Artículo 27 constitucional de manera retroactiva.

Obregón se rehusó a admitir la totalidad de las condiciones. Aceptó que

su gobierno no afectaría las propiedades de los norteamericanos (incluido

Hearst),®®® y consintió en pagar la deuda externa, hasta por 1,452 millones de

pesos, a raíz del acuerdo De la Huerta-Lamont. Rechazó, sin embargo, que

quedara inserta en el tratado la no retroactividad de los decretos y preceptos

constitucionales.Los estira-y-aflojas se prolongaron, hasta caer en un impasse que

prevaleció de 1921 a 1923. Desde la perspectiva de Obregón, consentir en la

no afectación de las compañías petroleras, habría equivalido a un suicidio

político. El cobro de impuestos a dichas compañías, era medular para

capitalizar al Estado y crear estabilidad. Antepuso el reconocimiento, a la firma

867 Aproximadamente 14.5 millones de inmigrantes arribaron entre 1900 y 1920.Vid., http://www.uscis.aov/historv-and-qenealoqv/our-historv/aaencv-historv/mass-immiaration-and-wwi868 Nasaw, p.381.

281

del tratado que querían los estadunidenses, según algunos, ya no tanto para

corresponder a una necesidad nacional como para satisfacer su orgullo

personal.®®®

Washington consideró inaceptable la aprobación de un régimen que

amenazaba con dañar los intereses económicos de los norteamericanos, por lo

que quería que primero se firmara el tratado y luego se otorgaría el

reconocimiento. A manera de presión, Hughes trató de involucrar a Obregón

con el movimiento comunista internacional. Se valió de un agente encubierto

llamado Jacob Nosovitsky, quien se infiltró en la CROM.®''®

En los medios estadunidenses, se le atribuía a Obregón una tolerancia

de la agitación comunista, demasiado sospechosa. Algunos cromistas inclusive

irrumpieron una sesión de la Cámara de Diputados, el 13 de mayo de 1921,

gritando ¡vivas! al bolchevismo. El suceso dio motivo para que el Presidente

ordenara la expulsión de todos los extranjeros “rojos”, incluyendo a Katayama, quien logró esconderse.®''''

La orden de expulsión a los “rojos”, contrarrestó la propaganda que lo

señalaba a él como prosoviético. Se acallaron los rumores acerca de un

entendimiento secreto con los rusos soviéticos, y como tampoco había motivos

para atribuirle a Obregón un presunto trato conspiratorio con los japoneses, los

nexos bilaterales alcanzaron un punto muerto.

Ótori Fujitaro fue retirado de la Legación en México, en julio del 19. Las relaciones quedaron a nivel de Encargado de Negocios, es decir, otra vez la

dupla Óta-ltó se puso al frente de los asuntos oficiales. Se evitaba en Tókyó, a

toda costa, que los movimientos en el mapa mundial se interpretaran de

manera equivocada. No se quiso enviar a un nuevo Ministro, hasta no ver que

Washington otorgaba su reconocimiento al Gobierno mexicano, pero como

hemos visto, ese era sólo un juego de resistencias que se prolongó demasiado.

La política exterior japonesa se concentró en las negociaciones al

interior de la Conferencia Naval en Washington, que arrancó en noviembre de 1921. A iniciativa de Hughes, se juntaron los representantes de nueve grandes

866 Martha Strauss Newman, “Relaciones entre México y los Estados Unidos”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, v.10, doc. 129, México, UNAM, IIH, 1986, pp.177-196.81° Spenser, El triángulo imposible, pp.40-43.811 Sen Katayama a la Internacional Comunista, 26 de mayo de 1921, Ciudad de México, en Spenser y Ortiz Peralta,pp.167-168. Spenser, Los primeros tropiezos, pp.168-169.

282

potencias, para discutir el problema del armamentismo en el Lejano Oriente. No

tardaron en darse cuenta los delegados japoneses, encabezados por el

almirante Kato Tomosaburo de que el verdadero objetivo era

contener a Japón.

Todas las rondas de negociaciones llevaban a la imposición de cuotas

navales, donde los japoneses tenían mucho que sacrificar. A parte, se

impusieron reglas para actuar en China, cosa que a Japón no le convenían. Se

volvió evidente, por otra parte, que los norteamericanas querían cautivar a los

británicos, dando luz a una relación especial anglo-japonesa.

La Conferencia terminó sus trabajos el 6 de febrero de 1922. La

ratificación de los tratados se llevó a cabo hasta agosto del 23. No es el caso

analizar a detalle los resultados alcanzados; el hecho de que Japón aceptara

una cuota de embarcaciones menor a la de las otras potencias, y que admitiera

la devolución de Shandong a los chinos, no puede interpretarse más que como

una expresión de buena fe. El espíritu con el que Japón firmó esos tratados era

el mismo que lo llevó a firmar el Gentlemen’s Agreement en 1907, y aún así, el

antijaponismo y los rumores acerca de las intenciones de Japón, no cesaron en

Estados Unidos.

Kató Tomosaburo fue sometido a críticas feroces en su país, por haber

cedido tantas cosas frente a los occidentales. Sus colegas en la Armada, Kató

Kanji y Moriyama Keizaburó, consideraron que el acorralamlento gradual de

Japón conduciría irremediablemente a la guerra. Cobró vigor la idea de

establecer enclaves en posiciones específicas del mundo. Según Takeda Cho,

Manchuria fue vista ya no como un simple asentamiento de colonos que expulsaba la demografía, sino como una auténtica colonia que aprovisionaría a

Japón en el caso de una g u e r r a .L o mismo sucedió con Sao Paulo, en Brasil,

y con determinados puntos de la geografía mexicana, como Ensenada, en Baja

California,®''® y Nogales, Sonora.®''"

812 La semática jugó un papel en este orden de ideas. El término shokumin, que solía escribirse con este ideograma 5 ÍR , bajo una nueva visión empezó a escribirse así: | [ IS . El primer caso se asocia a la noción de “colonización”, entendida como el reacomodo natural de una población excedentaria en algún otro espacio. El segundo está más relacionado con el concepto histórico de “colonialismo”, a la manera de los ingleses en India y los franceses en Argelia. Vid.,Takeda Cho.818 Antonieta Kiyoko Nishikawa Aceves, “La inmigración japonesa a Ensenada durante la primera mitad del siglo XX”, en Revista dei instituto de investigaciones Históricas, UABC, v.1, ns.1-8 (febrero de 2014), pp.24-34. httD://iih.tii.uabc.mx/iihDiaital/Calafia/ContenidoA/ol-l/Numero1-8/Lainmiaracion.htm Recuperado 20.10.2014.

283

Los resultados de la Conferencia Naval tampoco fueron satisfactorios

para el Ejército. Se había perdido el dominio ganado sobre China a través de

las Veintiún Demandas, y eso enfureció a oficiales como Tanaka Giichi. No sólo

hubo que devolver Shandong, sino que se firmó un tratado de Puertas Abiertas (Open Door Treaty) en China, que favorecía a los Estados Unidos. La facción

dura de la Armada, y los generales del Ejército, cerraron filas en contra de Kató

Tomosaburo. Los grupos ultranacionalistas consideraron que los resultados

eran afrentosos, de manera que se fue preparando el camino hacia la guerra.

Tanaka intensificó la militarización de la sociedad a través del Seinendan.

Al término de las negociaciones, el secretario Hughes declaró triunfal

que aquel tratado era “el paso más grande en la historia para asegurar que

reine la paz”.®'® México pasó a un segundo plano en las consideraciones

geoestratégicas de la Secretaría de Estado, a menos que el presidente

Obregón se atreviera a poner en marcha una política que afectara los intereses

petroleros. Obregón vivía, sin embargo, su propio aislacionismo, pues se

encontraba demasiado ocupado en la reorganización del país. A finales de

1922, se manifestaron indicios de deshielo, cuando se anunció el

establecimiento de contactos entre representantes personales de los

presidentes Harding y Obregón.

Los negociadores se reunieron en una casona de la calle de Bucareli, en

la ciudad de México, del 9 de abril al 13 de agosto. Se convino en que las

propiedades agrícolas expropiadas a los ciudadanos estadunidenses se

pagarían en bonos, y en algunos casos al contado. Se integró una comisión

para revisar las reclamaciones pendientes hasta antes de la revolución, y con

relación al petróleo, Obregón se comprometería a que su gobierno no haría

retroactivo el Artículo 27 para las empresas que hubieran adquirido

concesiones antes de 1917.

814 Manuel Hernández Salomón, “Preparando la invasión. Los japoneses en Navojoa”, en Relatos e historias de México, v.6, n.67 (marzo de 2014), México, Editorial Raices, pp.32-37.815 Vid., Smethurst. Idem, Román Kodet, “The Imperial Japanese Navy and the Washington Conference 1921-1922”, en Prague Papers on the History internationai Reiations 2009, Praga, Charles University in Prague, 2009. http://usd.ff.cuni.cz/?q=svstem/files/kodet%20imperial.t3df Recuperado 28.07.2015.816 Cf. Kodet, p.547.

284

Por fin, los Estados Unidos otorgaron su reconocimiento al gobierno de Alvaro Obregón el 31 de agosto de 1923.® 7

Obregón, amigo del Japón

Serían aproximadamente las nueve de la noche del 31 de agosto. Es

posible imaginar al caudillo-Presidente, satisfecho con la conclusión de un

procedimiento de “paciente espera”,®® que culminó con los tratados de Bucareli

y con el ansiado reconocimiento a su gobierno. Estaría dispuesto a retirarse a

sus aposentos privados, o estaría afinando los últimos detalles de su Informe

presidencial ante el Congreso para el día siguiente, cuando en ese mismo

instante, en ese mismo soplo de tiempo real, la ciudad de Tókyó sucumbió por

un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter. Por los husos horarios,

eran ya casi las 12 horas del 1° de septiembre en la capital japonesa.

En la historia contemporánea de Japón, el Gran Terremoto de Kantó se

considera como una de las peores catástrofes de que se tenga memoria,

comparable, en estremecimiento, a las bombas de Hiroshima y Nagasaki, de

1945. Se calcula que más de 100,000 personas murieron, y otras 37,000

desaparecieron. Alrededor de 570,000 hogares fueron destruidos, y un

estimado de 1.9 millones de personas quedaron damnificadas o refugiadas.

Los desenfrenos se desataron, cuando corrió el rumor de que los coreanos

estarían envenenado el agua potable. Las turbas lincharon y masacraron a

cientos de ellos, un episodio en nada diferente al ocurrido en Torreón, en 1911,

cuando las multitudes se lanzaron contra los chinos.

El joven Furuya Hideo quien apenas había ingresado a

trabajar en el Consulado General de México en Yokohama, dejó anotaciones

en su libreta de apuntes, con las cuales es posible reconstruir el drama que

vivió el personal de las misiones diplomáticas mexicanas:

Cuando ocurrió el temblor el 1° de septiembre de 1923 a las 11:58 a.m., el Cónsul General Juan B. Vega estaba entregando la oficina a su sucesor, el Cónsul General Alejandro Carrillo. El Cónsul General Carrillo, el Vicecónsul Cano del Castillo y un comerciante sirio, David Latuf (quien posteriormente

817 Martha Strauss, El reconocimiento de Alvaro Obregón, opinión americana y propaganda mexicana (1921-1923), México, UNAM, FFyL, Colegio de Historia, 1983.818 Alvaro Obregón, Informe...1923

285

fue nombrado Cónsul Honorario de México en Kóbe), escaparon ilesos, pero el Cónsul General Juan B. Vega quedó debajo de los escombros. El empleado auxiliar Furuya que regresaba del banco, vio a la señora de Vega gritar en la calle pidiendo auxilio. Furuya se metió entre los escombros para localizar al Cónsul General Vega, quien se encontraba junto a su escritorio con el brazo izquierdo preso bajo una viga que cayó sobre el escritorio. Oportunamente llegó el jardinero del Consulado con una sierra y cortando la viga y levantándola con una palanca lo sacaron de los escombros. Esa noche, todo el personal mexicano la pasó en el hipódromo, a la intemperie, para luego refugiarse en el puerto de Kóbe.Posteriormente, regresaron a México los cónsules generales Vega y Carrillo con sus familias, pero sin equipaje. Todos los muebles y archivos fueron destruidos totalmente.®'®

Obregón no era exactamente un simpatizante de los japoneses, no a la

manera de Madero o Victoriano Huerta. Tampoco pretendió usar a Japón para

atenuar la dependencia estadunidense, como don Porfirio o Venustiano

Carranza. Se podría decir que incluso guardaba prejuicios contra los orientales,

a juzgar por las políticas antichinas que se asumieron durante su régimen,

sobre todo en su entidad de origen, Sonora.®20 Hubo, sin embargo, un gesto de

la comunidad japonesa en Chiapas que debió conmoverlo. En 1921, al crearse

un Comité de Indemnizaciones para compensar a los extranjeros afectados por

la revolución, los japoneses de Chiapas fueron los únicos que manifestaron su

rechazo a la indemnización que ofrecía el gobierno. El texto del mensaje lo

redactó Terui Ryójiro en los siguientes términos:

Los japoneses que vivimos en México, aún cuando somos extranjeros, debemos sacrificarnos al igual que los mexicanos.Los japoneses que vivimos en Chiapas, hemos sufrido cuantiosos daños (aproximadamente $30,000 pesos); pero consideramos egoísmo el reclamar esas pérdidas y debemos abstenernos de hacerlo. Consideramos inmoral el recibir la indemnización y nos permitimos renunciar, ésta, a favor del Gobierno Mexicano.

Esa renuncia a la indemnización, de seguro llamó la atención. Explica en

buena medida la actitud del general, pues a diez días de ocurrido el terremoto,

los diarios nacionales informaron que el Gobierno de México donaría 50,000

pesos para los damnificados de Tókyó y Yokohama. Jorge Marrón (el Doctor

IQ) dio a conocer la noticia a través de su programa de radio, aparato que vivía

816 Hideo Furuya, Memoria del Servicio Exterior Mexicano en Japón, México, SRE, AHDM, 1985, p.36.820 Vid., Cumberland. Idem, Héctor de Mauleón, “Barrio chino”, en Nexos, T de marzo de 1913.821 Cf. Ogino, pp.76-77.

286

su apogeo. ® 2 Summerlin -Encargado de la Embajada estadunidense-

consideró importante notificarlo a Washington,®®® y en Japón, ese hecho le valió

a Obregón la condecoración de la Orden del Crisantemo, la más alta distinción

que otorga el emperador.A pocos días de hacer entrega de la banda presidencial a su sucesor, el

general recibió el galardón de manos del Ministro Extraordinario, Furuya

Shigetsuma

El proceso para suceder a Obregón, se dirimió a balazos. Al enterarse

De la Huerta que no sería él, sino Plutarco Elias Calles, el favorito del

Presidente, se rebeló por la vía armada en diciembre de 1923. La rebelión

delahuertista duró apenas tres meses, mas sirvió para fortalecer al Estado,

mediante un sistema sucesorio que pretendía seguir un modelo más

democrático, aunque con sello mexicano.

Ya electo, Calles se dio tiempo de viajar a Europa, donde se ventilaban

cambios. Lenin había muerto en enero, dando lugar a una lucha sucesoria con

Josef Stalin como su heredero más conspicuo. La Comintern había logrado una

penetración importante en países tan disímbolos como China e Italia. Mussolini,

en Italia, al igual que Chiang Kai-shek en China, apuntaba sus bayonetas contra el comunismo, en tanto que Hitler dictaba Mein Kempf desde la

comodidad de su reclusión en la fortaleza de Landsberg.

El concepto de “raza” era el medidor por excelencia de la antropología

humana. La humanidad se dividía en razas. Se creía que unas estaban mejor

dotadas para sobrevivir que otras. Eran tan comunes las clasificaciones

raciales, y las diferenciaciones raciales basadas en teorías supuestamente

científicas, que la pretensión de Makino Nobuaki de insertar una cláusula de

igualdad racial en la carta constitutiva de la Liga de las Naciones, parecía más

que exótica, ridicula. José Vasconcelos ya prefiguraba aquello que

denominaría como “la raza cósmica”, algo que Terui se adelantó a concebir

años antes, mediante una experimentación genética en el Soconusco.

822 Felipe Gálvez, “Los primeros años de la radio en México”, en México desconocido. http://www.mexicodesconocido.com.mx/voz-iinete-del-aire.html Recuperado 30.07.2015.823 De Summerlin al Departamento de Estado, 05.12.1923, NARA, doc. 894.48B/100.824 "Japan decorates Obregon; Order of the Chrysanthemum is conferred by Special Ambassador," The New York Times, 28 de noviembre de 1924.http://querv.nvtimes.com/qst/abstract.html?res=9D0CE5DF1039E233A2575BC2A9679D946595D6CF Recuperado 28.07.2015.

287

La sociedad estadunidense en los años 20, según Lipset y Raab,

representaba “un triunfo de la reacción en una época de reacción”.®®® Es decir,

no solamente imperaban los monomanías raciales, sino también los

puritanismos morales. Los prohombres de la reacción sobre la reacción eran

Henry Ford y William Hearst. Ford, con un discurso rabiosamente antisemita, y

Hearst, con sus fobias contra los japoneses y los mexicanos, a través de su

cadena de 28 periódicos distribuidos a lo largo y ancho de la Unión.

Las elecciones de 1924 en Estados Unidos, las ganó Calvin Coolidge.

Coolidge conservó la Presidencia después de suplir a Harding, quien murió

intempestivamente en agosto anterior. Si bien Harding representaba a la

reacción aislacionista y opuesta a la ulterior llegada de inmigrantes a los

Estados Unidos, Coolidge representaba algo más, representaba al

norteamericano cerrado, gris, y guardián de la decencia. Representaba al

abogado de las asepsias contra los contagios genéticos.

Coolidge se declaró cancerbero de la nación contra los inmigrantes

indeseables; adalid de la sociedad que luchaba en contra del alcohol y contra

esa música de negros llamada Jazz. Así mismo, Coolidge era preservador de

las buenas conciencias, susceptibles de ser hechizadas por ideas perniciosas,

como el bolchevismo. A continuación, una muestra de cómo concebía él a los

inmigrantes ideales para los Estados Unidos:

Es compromiso que nuestro país se debe a sí mismo, solicitarle a todos esos extranjeros que llegan que deben tener un precedente que no sea inconsistente con las instituciones americanas. Ese precedente puede que sea de una tradición racial, o bien, de una experiencia nacional, pero en sus términos más básicos se debe caracterizar por la capacidad de asimilación. [...] Nuestro país debe dejar de ser considerado como vertedero; eso no significa que deba negarse el valor de la riqueza acumulada como producto de un tipo correcto de inmigración.® ®

Conviene recordarlo. Los inmigrantes debían tener precedentes

consistentes con las instituciones estadunidenses; capacidad de asimilación, y

que correspondieran al tipo “correcto” de inmigración. Esas serían las

825 Lipset y Raab, p.133.826 Calvin Coolidge, "Whose country is this?" en Good Housekeeping Magazine, febrero de 1921. http://hearth.librarv.cornell.edu/cqi/t/text/paqeviewer-idx?c=hearth:ran=full%20text:idno=6417403 1366 002:view=imaqe:seq=15 Recuperado 1° de agosto de 2015.

288

determinantes políticas del porvenir inmediato, pero ¿acaso cumplían los

inmigrantes japoneses con semejantes condiciones?

Es necesario este preámbulo para comprender el momento que

corresponde a la última etapa de nuestro análisis. Elias Calles, el hijo biológico de un burócrata alcohólico; ex maestro rural de carácter gélido, seco,

inexpresivo y reservado, ganó la Presidencia de México, y continuó con la labor

renovadora de su predecesor, a pesar de -y por encima de- las circunstancias

de Washington. Dicha labor incluía la denuncia del conjunto de tratados

internacionales que tenía el país, toda vez que el suyo era un nuevo régimen,

autodefinido como nacionalista y revolucionario. Entre ese conjunto de tratados se hallaba el suscrito con Japón en noviembre de 1888.

Triunfo final del antijaponismo

Animados por el fallo de la Corte Suprema, que declaró a Ozawa Takao

como no apto para la obtención de la ciudadanía norteamericana, al no

corresponder al tipo “correcto” de inmigrante, los exclusionistas recobraron

fuerza, y se lanzaron a cabildear en Washington. El movimiento lo encabezaron

McCIatchy y el ex Senador Phelan. El primero testificó en marzo de 1924, ante

una Comisión del Senado que analizaba el tema de la inmigración. Arremetió

de lleno contra los japoneses, pues pertenecían a una potencia mundial en

ascenso, habitada por gente no asimilable al conjunto estadunidense. Sus

palabras son más elocuentes que cualquier descripción. Hélas aquí:

De todas las razas inelegibles para la ciudadanía bajo nuestra ley, los japoneses son los menos asimilables y más peligrosos para nuestro país. [...] Ahora bien, ¿por qué digo que los japoneses son menos asimilables y más peligrosos como residentes en este país que cualquier otra gente inelegible para la ciudadanía bajo nuestras leyes? Primero, porque con gran orgullo racial no tienen intención de asimilarse, en el sentido de amalgamarse. No vienen a este país con el deseo o la intención de perder su identidad racial o nacional. Vienen aquí expresa y específicamente con el propósito de colonizar y establecer aquí permanentemente el orgullo de la raza Yamato. Jamás dejan de ser japoneses. Tienen tan pocos deseos de desposarse como los blancos, y estarán de acuerdo en que no puede haber una amalgamación propia sin desposorios. [...] En su intento por colonizar a este país con esa raza, ellos buscan asegurar la tierra y fundar grandes familias, y son urgidos constantemente por su líderes y por su prensa vernácula a concebir hijos y apropiarse de la tierra. [...] Son una nación unificada con orgullo nacional, e intentan mantener una posición de potencia mundial; esa

289

es una postura bastante distinta de la que ocupa cualquier otra raza inelegiblepara la ciudadanía.

Tras el rechazo a la cláusula antirracista en la Liga de las Naciones, y

sobre todo después de los tratados suscritos en la Conferencia Naval de

Washington, las antipatías contra los yanquis en Japón cobraron mayor vigor.

Al gobierno japonés ya no le importaron tanto las restricciones a la inmigración

en Estados Unidos, como las expresiones de racismo, que a su vez

provocaban virulentas reacciones entre la sociedad.®®® Se atribuye al efímero

Ministro de Asuntos Exteriores, Matsui Keishiró el haber sugerido

que si el Gentlemen’s Agreement no funcionaba, Japón estaría dispuesto a

renegociarlo.®®®

El profesor George H. Blakeslee, estudioso de las relaciones

internacionales (amen de reaccionario sobre lo reaccionario), acomodó a su

conveniencia la coyuntura de principios de los años 20. En un libro suyo sobre

la política exterior estadunidense y su interacción con las grandes potencias,

decía: “Ciertamente, el pueblo americano como un todo cree, como si fuera

artículo de fe, en la Doctrina Monroe”. Aseguraba que dicha doctrina era la

única capaz de movilizar a los estadunidenses a luchar, ya que se trataba de

una política eminentemente defensiva, que los latinoamericanos no alcanzaban

a comprender.®®®

Sostenía que eso que los japoneses llamaban “Doctrina Monroe

japonesa”, no era tal, puesto que prácticamente convertía al Lejano Oriente en

esfera especial del interés de Japón.®®' Insinuaba que la Doctrina Monroe

norteamericana no pretendía crear una esfera de interés en torno a los Estados

Unidos, pero sí la versión japonesa en el Lejano Oriente. Según Blakeslee, la Open Door Policy que promovían los estadunidenses en China, era más

benigna, al ofrecer oportunidades de acceso equitativo a los mercados chinos.

827 United States Congress, Senate, Hearíngs before the Committee on Immigration, 68th Congress, First Session, S.2576, Washington, 11,12,13 y 15 de marzo de 1924. http://www.loc.qov/law/find/hearinqs/pdf/00032588311 .pdf Recuperado 02.08.2015.828 El 27 de diciembre del 23, se produjo incluso un atentado en contra del principe heredero Hirohito por parte de un extremista de izquierda, en lo que se conoce como el Incidente de Toranomon.826 Matsui Keishiró, declaraciones a la Associated Press, febrero de 1924. Cf. George Hubbard Blakeslee, The recent foreign policy o fthe United States. Problems in American cooperation with other powers, NY, Cincinnati, The Abingdon Press, 1925, p.260.886 Blakeslee, p.72.881 Ibidem, p.200.

290

En cambio, las Veintiún Demandas japonesas pretendían el control exclusivo

de China.®®® Finalmente, argüía que las cuotas de desarme naval alcanzadas

en la Conferencia de Washington, eran para garantizar la paz, no la guerra.

Las intolerancias llegaron a su extremo máximo, cuando el Congreso

introdujo el tema de la exclusión japonesa en la mesa de debates, sin invitar a a que participaran los japoneses.®®®

La línea argumentativa de Blakeslee era ingeniosa. Culpaba al Congreso

de las tensiones que se produjeron, a partir de que se nacionalizó un tema que

originalmente era californiano. Si se hubiera invitado a los japoneses a

participar en los debates sobre su exclusión, ¿acaso no se habrían producido

las mismas tensiones? Este fundador del Journal of Race Deveiopment,

culpaba al Congreso, pero a la vez lo justificaba:

La acción del Congreso ciertamente no fue causada por sentimiento alguno de enemistad contra Japón, ni tampoco hubo intención o deseo de insultarlo o humillarlo. Fue simplemente una manifestación del espíritu de asertividad nacional más que de cooperación internacional.®®"

El secretario Hughes creía, al igual que su homólogo Matsui, que las

voces a favor de la exclusión podían silenciarse si se revisaban los términos del

Agreement. Llamó para tal efecto al embajador Hanihara Masanao, el mismo

que visitó México como parte de la controvertida misión del Izumo, diez años

atrás. Le sugirió escribir una carta dirigida a él, al propio Hughes, en la que

explicase las ventajas del Agreement, y la conveniencia de preservarlo.

Hanihara procedió. Con fecha 24 de abril de 1924, la carta llegó al

escritorio de Hughes, y éste la remitió al Senado, confiado en que bastaría con

eso para demostrar las buenas intenciones de Japón. Su contenido -en el

perfecto inglés que la señora de Nelson O’Shaughnessy había elogiado en

Hanihara- se refería al respeto de Japón hacia el derecho de cualquier país de

regular las migraciones hacia sus territorios, y a la buena fe con la que había actuado en el pasado. He aquí extractos:

882 Ibidem.833 Ibidem, pp.201-212 y 238-303. 884 Ibidem, p.274.

291

El Gobierno japonés dio muestras desde el inicio de este problema de su perfecto empeño por cooperar con el Gobierno de los Estados Unidos para prevenir de manera efectiva, a través de todos los medios honorables, la entrada a los Estados Unidos de los nacionales japoneses que no fueran deseables para los Estados Unidos, y así mismo ha aportado vasta evidencia con acciones que son bien conocidas por su Gobierno. Para Japón, la cuestión no es de adecuación sino de principio. [...] La cuestión que más importa es si Japón, como nación, está o no sujeta al respeto propio y a consideración de otros naciones.

El objetivo manifiesto de la Cláusula [de Exclusión] es anular a los japoneses como nación, estigmatizándolos como indeseables y sin valía ante los ojos del pueblo americano. [...] el Gentlemen’s Agreement de hecho comprende todo lo que pudiera comprender la susodicha cláusula de exclusión japonesa [...]. Estoy consciente, como creo que usted lo está, de las graves consecuencias que inevitablemente puede acarrear la aprobación de las medidas que contiene esa resolución...®®®

“Graves consecuencias”. La frase disgustó a los senadores. El senador

Lodge, quien tenía en su haber una larga trayectoria como impulsor de políticas

de contención del expansionismo japonés, asumió que advertir sobre las

graves consecuencias que tendría la aprobación de medidas de exclusión, era

en sí, una amenaza -si bien velada- contra los Estados Unidos. Sin obstar las

explicaciones de Hughes, y a pesar de lo hábil que era éste en el manejo del

lenguaje diplomático, la mentada frase desencadenó aquello que se quería impedir: la exclusión.

Con un sufragio de 72 votos a favor y dos en contra de la enmienda, la

inmigración japonesa quedó descartada de la Unión americana. Fue la última

cruzada de Henry Cabot Lodge, ya que falleció en noviembre. Habrían de

pasar 28 años antes de que otro japonés obtuviera derechos de residente.

México, a contracorriente

La política mexicana transitaba en sentido opuesto a la norteamericana

con respecto a Japón. Por un lado, se negociaba con los japoneses un nuevo

tratado de Comercio y Navegación, en sustitución del legendario tratado que

concluyeron Ignacio Mariscal y Mutsu Munemitsu, más de tres décadas atrás.

No había nada extraordinario en ese procedimiento. Los nacionalistas- revolucionarios habían denunciado casi todos los tratados internacionales

’ Japanese exclusión issue, pp.23-24.

292

consignados por el viejo régimen. Preferían rubricar documentos renovados

que se ajustaran más a los términos de la Constitución del 17.

El tratado nipo-mexicano no era la excepción, aunque tampoco fue

negociado en forma expedita debido a que el Ministro plenipotenciario, Furuya,

tenía su residencia en Río de Janeiro, y era concurrente en México, señal de

que las precauciones del Gaimushó seguían siendo extremas.

La Embajada estadunidense en México, pasó a manos de Charles B.

Warren, cuyo puesto inmediato anterior había sido la Embajada en Tókyó. No

era diplomático de carrera, sino miembro prominente del Partido Republicano;

aunque se fogueó como diplomático, enfrentando el ambiente adverso que dejó

la Conferencia de Washington entre los japoneses. En México, tuvo que hacer

frente al antiyanquismo que imperaba. Desarrolló su misión en “circunstancias singulares”,®®® ya que le correspondió velar por la correcta aplicación de los

términos pactados en los tratados de Bucareli.

Quizá Warren supuso que su vida en México iba a ser sencilla,

concretada al seguimiento de lo pactado en Bucareli. Tampoco parecía haber

desafíos extraordinarias contra la Doctrina Monroe, salvo la presencia soviética

a través del Partido Comunista Mexicano. Pero las pugnas por cubrir el espacio

dejado por Lenin, mantenían entretenidos a los miembros de la cúpula política

rusa. Los alemanes luchaban por salir adelante con los compromisos de

reparación infligidos en Versalles, y los británicos se hallaban demasiado

alineados con Washington. Reiteradamente, el Genró japonés emitía señales

de no querer involucrarse más en la zona geopolítica de los Estados Unidos.

Pero la vida de Warren en México no fue tan apacible, desde el

momento en que Calles hizo saber que lo acordado por los representantes de

su antecesor en Bucareli, no comprometía a su gobierno. Intensificó la reforma agraria, y algunas propiedades norteamericanas sí se vieron afectadas, sin

otorgárseles la debida indemnización.Calles insistió en que lo pactado en Bucareli eran compromisos entre

individuos con carácter privado, sin la oficialidad de los funcionarios públicos,

de manera que quedaba abierta la posibilidad de afectar a las empresas

886 Lorenzo Meyer, “Charles B. Warren (1924)”, en Dr. Lorenzo Meyer, blogg. httD://www.lorenzomever.com.mx/documentos/Ddf/72.charleswarren.Ddf Recuperado 03.08.2015.

293

petroleras extranjeras.®® La postura callista enfureció a Coolidge. No esperó

demasiado. Removió a Warren, para designar como embajador a James R.

Sheffieid, un profesor de Yaie que consideraba a los mexicanos como una raza

incapaz de reconocer más argumento que la fuerza, además de que para él

Calles era un bolchevique al que había que someter.®®®

MIL NOVECIENTOS VEINTICUATRO

Inmigrantes teledigidos

La Ley de Exclusión contra los japoneses, promulgada en abril, tuvo

impacto sobre México por lo menos a dos niveles: Primero, ocasionó un éxodo

de inmigrantes que se pasaron al lado mexicano, con temores de que las

condiciones prevalecientes en Estados Unidos, pudiesen afectarlos más. En

segundo lugar, provocó una revaloración de la mano de obra mexicana entre

los empleadores del campo, aunque no así entre las organizaciones laborales.

En vista del incremento de trabajadores mexicanos en California, dichas

organizaciones encontraron en ellos a los nuevos chivos expiatorios. La revista

Organized Labor, del 21 de marzo de 1925, publicó la siguiente nota, a

propósito de la Ley de Exclusión antijaponesa:

Los sindicatos dijeron que estaban “contentos de que después de veinte años de agitación incesante y continua por parte del trabajo organizado, el Congreso por fin ha prestado atención a nuestra advertencia y nos ha librado de esa gran amenaza [la inmigración japonesa]", y declaran que se encuentran “ahora obligados a elevar [sus] voces de protesta en contra del intrusión de trabajo mexicano”.®®®

Esta vez eran los mexicanos los inelegibles para la ciudadanía, pero lo más irónico es que periódicos como The San Francisco Chronicle y The

Bulletin, de Filadelfia, comenzaron a publicar artículos en los que se exaltaba la

laboriosidad de los japoneses. El profesor Hirobe Izumi [)®§P;^], de la

887 Lorenzo Meyer, “La institucionalización del nuevo régimen”, en Historia General de México, pp.848-849.888 Lorenzo Meyer, “James R. Sheffieid (1924-1927), en Dr. Lorenzo Meyer, blogg. http://www.lorenzomever.com.mx/documentos/pdf/72.charleswarren.pdf Recuperado 03.08.2015.886 Cf., Hirobe Izumi, Japanese pride. American prejudice: modifying the exclusión clause o fth e 1924 Immigration Act, Stanford, Caiif., Stanford University Press, 2001, pp.78-79.

294

Universidad de Nagoya, publicó un libro con testimonios de miembros de la

élite más educada de los Estados Unidos, la cual consideraba a la exclusión

como una medida demasiado radical. Ofrece también evidencias acerca de

cómo los inmigrantes mexicanos se convirtieron en los nuevos blancos de

ataque de los sindicatos californianos.®"®

Tras la exclusión en Estados Unidos, la migración japonesa se

intensificó en América Latina; esta vez sí se convirtió en empresa teledirigida

desde el Ministerio de Asuntos Exteriores. La gente que pretendía cruzar el

mar, era instruida bajo el precepto de servir a Japón y al emperador por encima

de todo, y debía alistarse en las reservas para cuando estallara la guerra, que

ya se daba por segura.®"' Ellos y sus hijos constituían la “avanzada”, con la

finalidad de “reproducir a un Japón perfecto” en las Américas.®"^ Mexicali se

convirtió en uno de los tantos enclaves que se crearon en América Latina. Así

lo resume Toda Makoto:

De 1920 a 1930, en el norte de México, se formó un espacio sin igual, en el que mezclaban aquellos que “bajaban” de California al sur, ya sea que vinieran en busca de materializar un segundo sueño o aquellos que solo buscaba aumentar el volumen de su capital y de aquellos que, todavía, iban buscando la forma de “cruzar” al norte. Era como una bolsa de aire, que había hallado un buen lugar para hacer un aterrizaje suave.®"®

Toda señala a Mexicali como la “tierra prometida”, donde no se les

molestaba y se vivía una época de bonanza gracias a la producción de

algodón. Ya no se contaba con la protección ladina de Esteban Cantú, más sí

con la condescendencia del gobernador Abelardo L. Rodríguez, hombre de

todas las confianzas del presidente Calles. De manera gradual, don Abelardo

se fue convirtiendo en simpatizante de la cultura japonesa.

En Mexicali se constituyó una Asociación Japonesa en la que se honraba la bandera imperial, se cantaba el himno nacional (Kimigayo) y se

juraba lealtad incondicional al emperador. Algo similar ocurría en el extremo

sur, con los colonos de Chiapas. En Ensenada, los japoneses se agruparon en

torno a la producción pesquera, sin perder de vista la finalidad de trabajar para

846 Ibidem, pp112-113.841 Vid, Schuler, op.cit.842 Endóh Toake, Exporting Japan. Politics o f emigration toward Latin America, Urbana, University of Illinois Press, 2009, pp.5-6.843 Toda, v.1,pp.296-297.

295

el perfeccionamiento de su nación. A partir de 1925, la historia de los

inmigrantes japoneses cobró un nuevo giro, de cara a la guerra.

Una vez más, se vuelve inevitable la comparación con las agrupaciones

chinas en ciudades tan separadas como Mexicali y Tapachula. Existían

rivalidades. Los chinos no querían a los japoneses, pero los ayudaban a

pasarse al otro lado. Del lado norteamericano, un gran número de japoneses

acaudalados y bien organizados, se pasaba al lado mexicano. Rodríguez tuvo

que vérselas sobre todo con la logia Chee Kung Tong, partidaria de expulsar a

los “imperialistas” japoneses de los territorios dominados por los chinos.

Se les volteó el chirrión por el palito chino a los miembros de Chee Kung

Tong, cuando el gobernador tomó la decisión de deportarlos. Señala el jurista

Manuel González Oropeza, que ése fue el detonante de una escalada mayor,

la cual acabó por convertirse en algo similar al racismo antijaponés en los Estados Unidos. Esto dice:

El entonces gobernador del distrito norte de Baja California, Abelardo L. Rodríguez, tuvo una activa participación en la expulsión de ciudadanos chinos y en la petición ante la Federación para limitar su inmigración. Rodríguez caracterizaba a la logia Chee Kung Tong como una mafia cuyos integrantes debían ser expulsados. [...]

No se sabe cómo ni por qué se organizaron inmediatamente en el norte del país, fundamentalmente, las asociaciones o ligas antichinas, así como sociedades nacionalistas cuyo desprecio hacia la inmigración china era evidente y la exaltación de la mexicanidad fue su instrumento para ganar adeptos y exigir a las autoridades federales y locales la represión, expulsión o detención de algunos miembros de esa comunidad.®""

Emergió así mismo un movimiento antichino en el sureste del país, el

cual Jean Meyer atribuye a una imitación del que existió en Estados Unidos.®"®

Esta tesis carece sustento, sobre todo si se advierte que entre el antichinismo

en Estados Unidos, y el antichinismo en Chiapas, no sólo hay casi medio siglo

de diferencia, sino también más de 2000 kilómetros de distancia. La

conformación de la Liga Mexicana Anti-China de Tapachula obedeció más bien

844 Manuel González Oropeza, “La discriminación en México: el caso de los nacionales chinos”, Cuadernos del Instituto de Investigaciones Jurídicas. La problemática del racismo en los umbrales del Siglo XXI, VI Jornadas Lascaslanas, México, UNAM, 1997, pp.47-56. http://biblio.¡uridicas.unam.mx/libros/1/148/5.odf845 Cf. Miguel Lisbona Guillén, “El espejo nacional para leer lo local. El antichinismo en el Chiapas posrevolucionario”, en Culcullco, v.21, n.59 (enero-abril 2014), México, ENAH, p.176.

296

a impulsos endógenos, análogos a los que se produjeron en otras partes de la república.

La paranoia de Schoenfeid

Resurgió el sobresalto, ante el activismo japonés en México. El Encargado de Negocios de la Embajada norteamericana, Hans F. Schoenfeid,

remitió dos reportes confidenciales al Departamento de Estado, el 13 de

octubre de 1924. En el primero, se refería al tratado de Comercio y Navegación

firmado cinco días antes, entre los representantes de los gobiernos de México y

Japón. Schoenfeid manifestó extrañeza. El susodicho tratado se concluía bajo

circunstancias especialmente “inflamantes” (inflamed), ya que era consignado

en momentos en los que las sospechas en torno a los movimientos de Japón,

obligaban a los Estados Unidos a cerrar sus puertas a la inmigración desde esepaís 846

Quedó implícita la correlación: ¿Por qué México osaba abrirle la puertas

a Japón, cuando en los Estados Unidos se le cerraban? ¿Por qué se firmaba

un tratado de amistad entre esas dos naciones, precisamente en tiempos en

los que esas dos naciones rivalizaban -cada una a su manera- con las

posiciones políticas del gobierno estadunidense? Schoenfeid procedió a desglosar el contenido del tratado, mismo que obtuvo de manera extraoficial,

aunque no hacía referencia a la idea tan recurrente en el pasado, acerca de una probable alianza secreta.

El tratado era rubricado por el Secretario de Relaciones Exteriores,

Aarón Sáenz, y el Ministro Plenipotenciario, Furuya Shigetsuma. El Artículo 1°

ratificaba una potestad que en el tratado de 1888 se advertía como una

concesión extraordinaria y confidencial, pero que ya en 1924 era práctica

reconocible: se permitiría el libre tránsito y la libre permanencia de los

nacionales de un país en el otro.

A Schoenfeid le parecía inusitado que se permitiera la entrada

indiscriminada de japoneses al país contiguo a los Estados Unidos. Subrayaba

que “también podrán exportar libremente el producto de las ventas de sus

846 De H.F. Schoenfeid a Departamento de Estado, telegrama 8959,13.10.1924, NARA, doc. 712.942/2.

297

propiedades y, en general, cuanto les pertenezca”.®" Como extranjeros, los

japoneses aceptaron no quedar sujetos a derechos diferentes a los derechos

de los mexicanos, ante lo cual uno se preguntaría, ¿por qué a Schoenfeid le

parecería tan extraño?

Citaba en seguida el Artículo 2°, en el cual se declara que las casas,

almacenes, fábricas y tiendas de cada una de las partes contratantes serían

respetados. Quedarían prohibidas las visitas domiciliarias o investigaciones

especiales. Eso a Schoenfeid le parecía una concesión en extremo peligrosa,

puesto que implicaba cierta impunidad para que los japoneses introdujeran y

almacenaran lo que él llamaba “materiales extravagantes”.®"® Lo más probable

es que por materiales extravagantes, se refiriera a materiales bélicos. Quedaba

sujeto a interpretación de la autoridad esa condición, que podía implicar fines

atentatorios contra la supremacía de la Doctrina Monroe.

El Artículo 6° permitía el libre comercio y navegación. El 11°

comprometía a las partes a no prohibir la libre importación y exportación de

bienes, a menos que estallara una guerra entre ellas, lo cual se creía imposible

en aquellos tiempos. A Schoenfeid le intrigaba también el contenido del Artículo

25, que regulaba las reclamaciones y quejas de los nacionales de un país en el

otro, lo cual no era más que una confirmación del valor que se otorgaba a la

jurisdicción de la Doctrina Calvo:

Ninguno de los gobiernos pretenderá hacer responsable al otro [...] de los prejuicios, vejámenes o exacciones ocasionadas en tiempo de insurrección o de guerra civil, a los ciudadanos ó súbditos de una de las partes en el territorio de la otra por rebeldes sublevados o por tribus salvajes substraídas a la obediencia del Gobierno.®"®

El segundo documento que remitió el Encargado de Negocios consistía

en un reporte acerca de una misión excepcional, enviada a localizar sitios

apropiados para la inmigración japonesa en México. Demasiadas coincidencias

para el criterio de Schoenfeld. Se preguntaba cómo era que se acababa de

firmar un tratado bilateral, que supuestamente otorgaba concesiones especiales a los japoneses, y ya se exploraba el establecimiento de nuevos

847 Ibidem.848 Ibidem.846 Vid., Senado de la República, Tratados ratificados y convenios ejecutivos celebrados por México, v.5 (1924- 1928), México, Senado de la República, pp.87-98.

298

asentamientos. Esos nuevos asentamientos japoneses arribarían ya bajo la

modalidad teledirigida desde el Gaimushó, lo cual podría concederle cierta

razón a las inquietudes del funcionario.

El reporte alude a un señor “Ikimura” (tal vez Kimura Tokutaro,

l|5), inspector de la Embajada de Japón en Washington, quien desde el 9 de

septiembre partió hacia México, con el objetivo de apoyar a una misión de

capitalistas japoneses interesados en invertir en el ramo pesquero. Según la

versión oficial, el funcionario visitaría las regiones agrícolas, industriales y

comerciales más importantes del país, a fin de estudiar las oportunidades y

condiciones económicas que ofrecía México a los inversionistas extranjeros.®®®

Según Schoenfeld, esa era sólo una la fachada. En el fondo, el señor

Ikimura [sic] visitaba México con el propósito de localizar sitios para el

establecimiento de nuevas colonias japonesas.®®' La mira estaría puesta en

Baja California, donde la presencia de japoneses era todavía incipiente. Había

interés por parte de los capitalistas referidos por crear una infraestructura de

transporte y vialidad, que sobrepusiera los obstáculos físicos para la

colonización.

En el reporte se habla de 20,000 colonos, listos a establecerse. Cifra

asombrosa. Coincide con una inquietud que subyacía en el gobierno japonés desde el terremoto de Kantó, en el sentido de qué hacer con 20,000 burakumin,

es decir, japoneses que bajo los patrones socio-culturales del Japón ancestral,

eran considerados como parias. Vanase Keisuke un asesor del

Gaimushó, recomendaba trasladarlos a México, Perú o Taiwán, territorios que

él consideraba como “paraísos ideales” para la salvación de sus almas.®®

Schoenfeld se refiere así mismo a una oleada de japoneses que ya

cruzaban la frontera. Los había financieros acaudalados, expertos en

agricultura, y gente educada que presuntamente respaldaba el proyecto de

colonización en Baja California. ®®® Dice que el gobernador, Abelardo L.

Rodríguez, le aseguró que la impresión general entre los pobladores de la

península, era opuesta al proyecto de colonización japonés, y que prometía

85° El Universal, 8 de octubre de 1924.851 De Schoenfeld a Departamento de Estado, 13.10.1924, Reporte 22, NARA, doc. 710.94/3.852 Cf. Endoh, p.142.853 De Schoenfeld a Departamento de Estado, 13.10.1924, Reporte 22, NARA, doc. 710.94/3.

299

emprender una investigación a fondo.®®" Con información posterior, es sabido

que don Abelardo no hablaba en serio, ya que hasta se convirtió en impulsor de

la empresa pesquera Nippon Suisan Kabushiki Kaisha.^^

A partir de estos datos, llama la atención que el historiador Jean Meyer discurriera, en su contribución a la Historia de ia Revoiución Mexicana, editada

por El Colegio de México, que el año de 1924 fue poco significativo para las

relaciones entre México y Estados Unidos. Afirma que “no ocurrió nada nuevo

ni serio en las relaciones entre los dos países.®®®

Claro está que no ocurrió nada al nivel más estridente, sin embargo, en

ese año se empezaron a acumular evidencias (muchas de ellas fabricadas por

la imaginación de ciertos medios, más que sustentadas en realidades) acerca

de la proclividad de los jerarcas de la Revolución hacia el bolchevismo, o bien,

hacia las ya agobiantes conjuras supuestamente urdidas junto con Japón para socavar la hegemonía estadunidense.

En Tókyó, “por allí de 1925”, dice el leal intérprete de la Legación

Mexicana, Furuya Hideo, se organizó una sociedad de amigos de México {Nichiboku kyókai kaiho), a cuya cabeza se colocó al vicealmirante Moriyama,

el mismo del acorazado Izumo; el mismo que creía en la conveniencia de

establecer enclaves en distintas partes del mundo.®® La sociedad, que llegó a

contar con casi 300 miembros. Se reunía varias veces al año, y publicaba un

boletín en el que reiteradamente se insistía en la conveniencia de mantener a México como aliado de Japón.

CONCLUSIONES

No ha sido pretensión nuestra, descubrir algo deslumbrante acerca de la Revolución Mexicana. Tampoco es éste un panegírico sobre las relaciones

nipo-mexicanas. Sí es, en cambio, un ensayo que introduce elementos que

ayudan a comprender ciertos rasgos de las relaciones exteriores de México

854 Ibidem.855 Vid., Francisco Sánchez González, Obra económica y social del General de División Abelardo L. Rodríguez, México, s.e., 1958, p.3.858 Jean Meyer, Historia de la Revolución Mexicana. Periodo 1924-1928, v.11, México, El Colegio de México, p.10.857 Furuya, p.59.

300

durante la Revolución. Las posturas de Estados Unidos con respecto a México,

entre 1905 y 1925, no se comprenderían sin el factor Japón. En eso radica la

originalidad de nuestro enfoque, en que Japón se considera aquí como un

estado que afectó las sensiblerías norteamericanas, al suponerse que

conjuraba en contra de los intereses estratégicos de los Estados Unidos desde su patio trasero.

Una breve recapitulación nos ayudará a comprender cómo es que se

llegó a una coyuntura como la de 1924-1925, en la que se promulgó una Ley

de Exclusión contra los inmigrantes japoneses en Estados Unidos, a la vez que

en México se firmó un nuevo tratado de Comercio y Navegación.

Miles de japoneses ya emigraban a las islas de Hawái desde 1882, a

consecuencia de un acuerdo entre el rey Kalákawa y Meiji Tennó. Ese mismo

año, el Senado estadunidense aprobó una Ley de Exclusión contra los chinos,

por considerarlos cultural y racialmente incompatibles con las políticas de

poblamiento del oeste norteamericano. En el 98, los Estados Unidos anexaron

Hawái; eso facilitó que un alto flujo de inmigrantes japoneses cruzara el mar y

se estableciera en California, donde llenaron el vacío dejado por los chinos.

A consecuencia de la guerra con España, los estadunidenses se

apropiaron de Guam y las Islas Filipinas, las cuales ya desde entonces estaban

en la mira de los estrategas japoneses, afanosos por emular las políticas

expansionistas de las potencias occidentales.

En 1895, Japón derrotó a China, con lo cual entró de lleno al reparto de

ese imperio, aquejado por la ingenua creencia de ser inmune a los desafíos

occidentales. Diez años después, Japón acabó con la Armada del Zar en los

Estrechos de Tsushima, lo cual desató furor entre los occidentales, que creían

que la raza blanca era invencible. Entre quienes reprocharon el hecho, estaba

el Káiser alemán, quien moldeó el término de “peligro amarillo”, que los racistas

californianos relacionaron con los inmigrantes japoneses.

Una primera medida contra el “peligro amarillo”, fue la segregación de

los niños japoneses en escuelas especiales en San Francisco. Para contener

los ánimos, en 1907, el presidente Rooseveit llegó a un acuerdo de caballeros,

o Gentlemen’s Agreement, con el embajador japonés Aoki, según el cual Japón

restringiría voluntariamente sus cuotas migratorias a la Unión americana, y a

los países vecinos: Canadá y México.

301

En 1910, Japón se anexó la península coreana. En ese mismo año

estalló la revolución maderista en contra del dictador Porfirio Díaz, a quien en

algunos círculos políticos norteamericanos consideraban como demasiado

projaponés.

El factor “Japón” se convirtió en obsesión, en el juego de percepciones

desde los tiempos del Porfiriato. Apareció en las ansiedades norteamericanas,

preocupadas por que ese país pretendiera establecer un bastión amenazante

para su hegemonía sobre el continente Americano, expresado en la Doctrina

Monroe. También emergió en el imaginario de los mexicanos, a veces como exótico, a veces como modelo de modernización, y las más de las veces como

posible equilibrador frente la fuerza gravitacional de los Estados Unidos.

Don Porfirio lo contempló así, con la añadidura de que la sociedad

porfirista vivió una fascinación especial por la cultura japonesa, reflejada en las

artes y la literatura. Hubo quienes ambicionaron negocios lucrativos que no

siempre se concretaron. Se despertaron sospechas en Estados Unidos de que

don Porfirio pretendiera el traspaso de la Bahía de Magdalena a Japón, el cual

pudo haberse fraguado en lo obscurito. Los medios, sobre todo en California,

contribuyeron a la fabricación de ese mito.

Al infortunado presidente Madero, también se le imputó un supuesto

acuerdo secreto con Japón. El embajador estadunidense en México, Henry

Lañe Wiison, decía tener copia de dicho acuerdo, que por supuesto. Madero no

concibió ni admitió. No fue causa directa de su derrocamiento, pero sí de que el

embajador le retirara su apoyo. La excelente relación de los Madero con la

familia del Encargado de Negocios, Horiguchi, quizá alimentó las envidias de

Henri Lañe.

El golpe de estado auspiciado por el propio embajador Wiison a favor del

general Huerta, pudo haber inclinado la balanza a favor de los Estados Unidos,

de no ser porque el ascenso de Woodrow Wiison a la Presidencia, cambió la

situación. Su discurso político era condenatorio de los regímenes

antidemocráticos y represores de las libertades; qué mejor que el caso

mexicano para exhibir ante el mundo la congruencia de sus acciones, en

contraposición a Yüan Shih-kai, en China, a quien sí se consideraba redimible,

mediante una adecuada supervisión.

302

Huerta buscó de manera más resuelta los favores de Japón, y los japoneses sí consideraran el cultivo más intenso de las relaciones con México,

en abierto desafío a la Doctrina Monroe. Si los Estados Unidos se involucraban

de manera creciente en la esfera geopolítica de Japón, primero en Filipinas y

después en China, ¿por qué habría de respetarse el Agreement? ¿Por qué

tendrían que restringirse los negocios con México, un país que a todas luces sí los recibía de buena gana?

El precepto de Wiison se expresó primero, a través del no

reconocimiento al gobierno de Huerta, y después, por medio de la intervención

militar. Wiison apostó a que los adversarios de Huerta, agrupados en torno a

Venustiano Carranza, como jefe supremo del constitucionalismo, tomarían a

bien la intervención para consumar el asalto final en contra del huertismo. Pero

sucedió lo contrario. Carranza condenó la intervención y condenó los preceptos

de la Doctrina Monroe. Desde su perspectiva, los norteamericanos -los

extranjeros en general- no podían gozar de privilegios especiales en México, y

el país no podía ser visto como botín de las grandes potencias.

El llamado “nacionalismo-revolucionario”, surgió como una filosofía que

sintetizaba la causa revolucionaria, pero también como un clamor a favor de los

principios básicos del derecho internacional, tales como la igualdad soberana

de las naciones, la autodeterminación de los pueblos, y la no intervención en

los asuntos internos de otros estados. Al momento de enunciarse, se libraba

una gran guerra en Europa, y estaba fresca aún una nueva incursión

estadunidense con la Expedición Punitiva, cuyo fin era atrapar a Pancho Villa.

Está documentado que Victoriano Huerta sí consideró el establecimiento

de una alianza con los japoneses. Los cultivó, y compró armamentos cuya

remisión los constitucionalistas supieron bloquear a su favor. También está

documentado que las armas compradas a la compañía Mitsui, correspondieron

a una gestión anterior de Gustavo A. Madero.

Don Gustavo, al igual que don Matías Romero, décadas atrás, vio en

Japón a una fuente de negocios digna de explotarse. La fatalidad se impuso en

ambos casos. A don Matías, se le frustró su viaje cuando estaba a punto de

partir; la Cancillería le exigió atender una conferencia internacional sobre los

precios de la plata. Don Gustavo corrió con peor suerte: la asesinaron, en el

contexto de la Decena Trágica.

303

Huerta pretendió adquirir una fábrica de armas para romper la

dependencia de las importaciones, y a la vez, fortalecer a su gobierno, pero no

tuvo tiempo de consumar su pretensión. No es claro si fue gracias al “premio”

que Carranza le ofreció a la Mitsui, a cambio de no entregar las armas a

Huerta, o debido a una decisión del vicecónsul ruso, León Rast, quien actuó

como gestor del general golpista, pero lo cierto es que la primera remesa de

armas siguió el trayecto más largo para su embarque en el transbordador

Ypiringa, estacionado en el puerto de Havre.

La remesa de armas nunca se consumó. Un hecho fortuito cambió el

curso de la historia: las autoridades aduanales en el puerto de Odesa,

decidieron confiscar el cargamento, bajo el supuesto de que las armas estaban

destinadas a los rebeldes armenios, en su lucha contra el Imperio Otomano. El

Ypiranga no logró ser portador de las armas japonesas para Huerta, si así

hubiera sido, los norteamericanos habrían tenido pruebas fehacientes sobre el

involucramiento japonés en México, cuya mira supuestamente era dañar la

facultad autoritativa de la Doctrina Monroe.

Por obra y gracias de la fortuna, se cayó uno de los justificantes de la

intervención de 1914, en Veracruz. Eso no obstó para que los Marines no

desembarcaran y ocuparan el puerto.

En ese año, los ánimos nacionalistas en contra de Estados Unidos eran

intensos, tanto en Japón como en México. A los japoneses les enfureció el

grado de animadversión en contra de sus connacionales en California, donde

se acababa de promulgar una ley que impedía a los inmigrantes adquirir tierras,

bajo el argumento de no ser elegibles para la ciudadanía norteamericana.

El ministro japonés acreditado en México, Adachi Mineichiro, aprovechó

su popularidad -producto de una expectativa divulgada por el régimen

huertista, que le otorgaba a Japón un estatus especial como posible defensor

de México- para jugar a las apariencias. De hecho, todo en aquel momento era

un juego de apariencias y percepciones, que convalida las tesis de Robert

Jervis al respecto.Adachi simulaba que, en efecto, los japoneses habían alcanzado una

alianza secreta con México, a la cual renunciarían sólo si en Estados Unidos se

echaba abajo la Ley que impedía a los japoneses adquirir tierras en California.

O bien, si los norteamericanos convalidaban el derecho japonés de ejercer su

304

hegemonía sobre China. Huerta también simulaba que la susodicha alianza

garantizaba privilegios especiales para los inmigrantes japoneses en México, y

que la compra de armas obedecía a los términos pactados por la alianza con

Japón.Los servicios de espionaje alemán, por su parte, simulaban tener

conocimiento de los términos de la alianza nipo-mexicana, e instaban a que

estallara una guerra entre Japón y Estados Unidos en México. Les habría

parecido igualmente aceptable cualquier otra opción que mantuviera alejados a

los norteamericanos del escenario europeo, donde comenzó la Primera Guerra

Mundial, a partir de julio de 1914.

Al caer el gobierno de Huerta, Adachi perdió una pieza clave de su

estrategia, basada en que los japoneses denominan Tatemae, es decir, el arte

de engañar con apariencias. Tras su salida, la diplomacia de ese país redujo su

nivel en México, para concentrarse en el aseguramiento de lo que George

Blakeslee llama la “Doctrina Monroe de Japón”. En 1914, Japón asestó un

golpe espectacular, al imponerle a Yüan Shih-kai un conjunto de condiciones

conocido como las Veintiún Demandas.

Al finalizar la guerra, durante las negociaciones en Versalles, Japón

recibió un primer revés a su política exterior. Se rechazó su iniciativa de

considerar a todas las razas en términos de igualdad, como parte del Pacto

fundacional de la Liga de las Naciones. De haberse aprobado, se habría

contado con argumentos para reclamar ante ese foro el trato discriminatorio

que padecían los japoneses en Estados Unidos.

Un segundo golpe al orgullo Yamato, fueron los resultados de la

Conferencia Naval, celebrada en Washington entre 1921 y 1922. Se le

concedió a Japón el estatus de potencia mundial, mas no con una capacidad

equiparable al de otras potencias mundiales. Así mismo, se le obligó a admitir

la política de Puertas Abiertas que proclamaba W.WiIson; de manera que, ante

su público, los negociadores japoneses fueron sujetos de detracciones, al

percibirse que el orgullo nacional había sido mancillado.

La creciente ola de nacionalismo en Japón, tenía como fundamento el

antiyanquismo. Por razones propias, el nacionalismo revolucionario en México

también estaba adocenado de antiyanquismo. No hay evidencias de

acercamientos diplomáticos basados en ese componente, aunque sí se sabe

305

que los inmigrantes japoneses llegados a tierras aztecas, a partir de los años 20, venían adoctrinados bajo el principio de contribuir a fijar enclaves para la

salvación de Japón, en el caso de guerra.

Las taxonomías sobre los inmigrantes llegados a México, suelen

distinguir entre aquellos que llegaron por contrato, de otros como los

aventureros, las mujeres desposadas mediante el sistema Yobiyose (que

levantaba escozor entre los estadunidenses), y los colonos. La memorable

María Elena Ota llegó a clasificar hasta siete tipos distintos de inmigrantes japoneses en México.

Se pasa por alto que el inmigrante posterior a 1920, era un inmigrante teledirigido desde Tókyó, y consciente de que su deber era trasplantar a Japón

en territorios de ultramar. Resultó más claro a partir de 1924, tras la aprobación

de la Ley de Exclusión contra los japoneses en Estados Unidos. Dicha Ley

marcó un antes y un después. Lejos de ser mal vistos en el México

posrevolucionario, éstos inmigrantes representaban un ejemplo de

laboriosidad, que contrastaba con el imaginario de otros grupos.

Nuestro estudio termina en un momento emblemático. México firmó un

nuevo tratado bilateral con Japón, en el mismo año en que era impugnada la

amistad con los estadunidenses. A Obregón y Calles ya no se les acusó de

projaponeses, o de intrigantes en complicidad con los designios de Tókyó,

gracias a que emergió un nuevo fantasma: el fantasma del comunismo. Ironías

del caso. Fue el japonés Katayama Sen uno de los principales fundadores del

Partido Comunista Mexicano, aunque eso ya no despertó sospechas contra

Japón, sino contra la Rusia Soviética.

La injerencia de cualquier potencia en la esfera geopolítica

estadunidense, suele interpetarse en Washington como una agresión moral

contra sus intereses. Esta hipótesis, central para nuestra investigación, se

confirma con el caso de Japón durante los años revolucionarios.

Pero la historia del Japón intrigante, pérfido y operador de políticas para

socavar a la Doctrina Monroe, en complicidad con la élite política mexicana,

prosiguió en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Y reapareció de

manera iracunda en la década de los 80, del siglo pasado, cuando un conjunto

de maquiladoras se instaló en Tijuana.

306

Se decía entonces que el capitalismo, teledirigido desde Tókyó,

pretendía remover los cimientos del poderío industrial norteamericano. Se

decía que México se prestaba a servir de plataforma para la embestida de

productos japoneses, destinados quebrantar los mercados en Estados

Unidos.858 Era, en suma, una reincidencia en prejuicios que no quedaron

superados.

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Fideicomiso Archivos Plutarco Elias Calles y Fernando Torreblanca. México D.F.

Centro de Estudios de Historia de México Carso

Publicaciones periódicas

Demócrata. Diario Libre de ia Mañana

Ei Economista Mexicano

Ei Monitor Republicano

El Tiempo

Excéisior

Greater China

Los Angeles Times

México Desconocido

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Nexos

The Japanese Journal of American Studies

The New York Times

The West Australian

The Western Histórica! Quarterly

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San Francisco Call

San Francisco Chronicle

San Francisco Examiner

Philosophy East and West

Political Science Quarterly

Conferencias

Conference on Colonial Circulations: Colonialism in Comparative Perspective, School of Humanities. University of Bristol (4-5 de Julio de 2011).

XIII Congreso Internacional de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia Y África (ALADAA), Bogotá, Colombia (23-25 de marzo de 2011).

Dr. Lorenzo Meyer, blogg