2014 Miño y Dávila Capitulo 2 Vargas Villata

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    Captulo 2. Mujeres en el pozo y en la obra. Reflexividad y aprendizaje significativo en dos

    etnografas sobre el mundo del trabajo.

    Patricia Vargas

    Cristina Villata

    Introduccin1

    Este captulo pretende analizar cuestiones que preocupan de manera persistente a los

    investigadores sociales, preocupacin que se profundiza entre quienes provenimos de

    disciplinas diferentes a la antropologa y producimos conocimiento desde el enfoque

    etnogrfico. El papel del investigador; el mutuo aprendizaje propiciado por las reflexividades

    (nativas y del investigador) y la reflexin diferida durante la escritura; la articulacin entre

    teora y empiria; los diferentes niveles de generalizacin del conocimiento producido; las

    caractersticas y el alcance del trabajo de campo; el anlisis de la documentacin que se

    produce y su inscripcin en las discusiones de las ciencias sociales en general y la tradicin

    antropolgica en particular, todos estos aspectos suelen ocupar un lugar central durante el

    proceso de investigacin.

    De todos seleccionamos la reflexividad para proponer una indita articulacin con el

    aprendizaje significativo, a partir de las analogas propiciadas por nuestra experiencia

    formativa. Ambas aprendimos el oficio de etngrafas en nuestros posgrados no

    antropolgicos y compartiendo una base comn: haber estudiado la licenciatura y profesorado

    en Ciencias de la Educacin en la Universidad Nacional de la Patagonia. Este recorrido

    singular nos ofrece la posibilidad de recuperar la reflexividad, categora recurrentemente

    constituida en objeto de anlisis antropolgico, y enriquecerla con base en los aportes de las

    teoras constructivistas derivadas del campo pedaggico.

    Con el propsito de desandar los mecanismos de produccin de interpretaciones tericas que

    comportan sntesis entre reflexividad y aprendizaje significativo, expondremos situaciones

    vividas durante el trabajo de campo de nuestras sendas tesis de maestra. Ambas abordamos

    mundos laborales que emplean mayoritariamente hombres como mano de obra y

    1 Agradecemos los comentarios de todas las colegas y de la coordinadora del colectivo de escritura del presente

    libro, y muy especialmente a Laura Colabella y Alicia Mndez, por sus minuciosas lecturas de las sucesivas

    versiones del presente texto.

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    experimentamos formas de ingreso al campo, sustentadas en la discrecionalidad, la

    informalidad y el sistema de recomendacin personal.

    Nuestro trabajo de campo en el pozo petrolero patagnico2 y en las obras de la industria de la

    construccin bonaerense3 nos involucraron en situaciones que, a la luz de un anlisis

    reflexivo, habilitan una comprensin significativa de categoras centrales del mundo nativo y

    clsicas en la teora social: masculinidad, recomendacin y trabajo. A partir de una

    seleccin ad hoc de situaciones de campo, mostraremos de qu modo la etnografa hace

    posible la produccin de conocimiento, a partir de la tensin instalada entre el campo, la

    teora social y la reflexividad (de los nativos y de las investigadoras) (Guber, 2001). La

    contracara de este proceso lo constituye el modo en que nos fuimos apropiando y pudimos

    resignificar nuestro sentido de la reflexividad y del aprendizaje significativo del mundo

    nativo, y objetivarla durante el proceso de escritura (aunque en la prctica estos momentos

    suelen estar ms mezclados que lo que aqu referimos en trminos analticos).

    1. Cristina en un pozo petrolero de la Patagonia. Expresiones de la recomendacin, el

    poder y la masculinidad4

    En mi trabajo de investigacin de maestra pretend comprender el impacto que provoc la

    reforma educativa de los aos 1990s, en lo que atae a la relacin entre educacin tcnica y

    trabajo petrolero, en una ciudad de la Patagonia Argentina. Hice trabajo de campo en distintos

    2 Cristina Villata hizo su trabajo de campo en el pozo petrolero, considerado en su investigacin como el

    espacio social en el que se lleva a cabo el trabajo de extraccin del petrleo. Es una categora nativa que designa

    el territorio en el que se desarrollan las actividades productivas y adems opera a modo de objetivador para el

    encuadre de la estructura jerrquica de los puestos de trabajo. Desde una dimensin de materialidad, es posible

    aseverar que es muy corto el perodo en el que efectivamente se ve el pozo. El equipo de perforacin encargado de realizarlo es rpidamente seguido por otro que, con la intencin de evitar la surgencia

    descontrolada, lo cementa. Luego de esta accin el pozo propiamente dicho estar siempre oculto: por el trpano,

    la torre, las varillas. El paisaje del pozo, entonces, es una variedad de casillas, equipos y maquinarias. Al terminar todos los trabajos tendientes a posibilitar la extraccin regulada, los diferentes equipos de trabajo se

    retiran, dejando instalado sobre el pozo un balancn, habitualmente designado como cigea por analoga con el aspecto de esa ave. 3 Patricia Vargas hizo su trabajo de campo en la obra, el espacio social donde se realiza el trabajo de

    construccin de inmuebles. El tipo de obras visitadas fueron fundamentalmente edificios cuya construccin fue

    organizada y coordinada por una empresa constructora, desde los cimientos hasta su entrega a los propietarios.

    El tiempo promedio para construir un edificio de 10 pisos es de un ao y medio a dos aos, e implica el ingreso y

    egreso gradual y consecutivo de diferentes grupos de trabajadores, especializados en los diferentes oficios

    implicados (hormign, albailera, electricidad, pintura, cermica, etc.). 4 Parte de lo expuesto en este apartado est en el Captulo III de la tesis de Maestra en Metodologa de la

    Investigacin Cientfica de Cristina Villata (Universidad Nacional de Entre Ros, 2011). La etnografa La

    educacin tcnica y el mundo de trabajo petrolero. Una etnografa sobre el impacto de la reforma educativa y la

    reorganizacin productiva de los aos 90 en Comodoro Rivadavia, Chubut, Argentina muestra el impacto que

    provoc la Reforma Educativa de los aos 1990 respecto de la relacin entre educacin tcnica y trabajo

    petrolero en Comodoro Rivadavia, Chubut.

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    mbitos: una institucin educativa de nivel medio, un pozo en el que trabajaban obreros de

    una empresa de servicios (contratista), el sindicato y una operadora petrolera. En particular, a

    travs del trabajo de campo en el pozo, quera conocer los modos de ingreso y ascenso en el

    trabajo petrolero y el tipo de actividades que se desarrollaban en ese eventual mbito laboral

    de los egresados de la escuela tcnica.

    Siendo las 9 y 40 de un da de semana, me acerqu a la esquina que me haba indicado

    Andrs, encargado de turno del pozo 25 y amigo de Jorge, el preceptor de la escuela tcnica

    donde tambin haca trabajo de campo y que, dadas mis inquietudes de ir al pozo, me

    recomend con l. Jorge me facilit el telfono celular de su amigo Andrs, adems de

    asegurarme que le avisara de mi llamado. La primera conversacin telefnica no alcanz para

    lograr su aquiescencia, siendo necesaria una conversacin personal. En el transcurso de la

    misma Andrs me inquiri y repregunt sobre las actividades que hara en el pozo, si lo

    entrevistara a l, al resto de los trabajadores, qu cuestiones tena pensado observar. Tambin

    se mostr interesado en saber si las mismas observaciones y entrevistas las realizara en

    alguna otra empresa. Luego, ya anticipando el acuerdo, me puntualiz una serie de

    recomendaciones y cuidados a tener en cuenta: que estuviese en una determinada esquina en

    un horario en particular, que siguiera a la combi en mi automvil, que no se me ocurriera

    comentar, nunca, en otras empresas, que haba estado en el pozo, y si me vea obligada a

    hacerlo no dijera ni la empresa ni el pozo y mucho menos que haba sido l quien me haba

    posibilitado la entrada. Se esforz en que comprendiera que para l era una situacin

    comprometedora, aunque no fue claro en especificar cules eran los eventuales peligros que

    corra.

    Me llam la atencin que no me preguntara cules eran los temas que me interesaba

    investigar. Yo le haba comentado que necesitaba conocer qu tipo de trabajo se desarrollaba

    en el pozo y cules eran los criterios para contratar trabajadores y los procedimientos de

    acceso a las empresas petroleras. No obstante, ni en ese momento ni durante las

    conversaciones que mantuvimos durante mi observacin me pregunt nada sobre el para qu

    necesitaba esa informacin.

    Hasta ese momento, por mi propio desconocimiento y por los comentarios acerca de las reglas

    de juego en los pozos petroleros, tena la idea que los mismos eran espacios altamente

    estructurados. El mecanismo por el cual yo misma acced al pozo fue el inicio de un proceso

    de comprensin en varios sentidos: el nivel de estructuracin era mucho ms dbil de lo que

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    decan y yo imaginaba, exista espacio para la informalidad y, evidentemente, para el

    despliegue discrecional de poder que tena, en este caso, Andrs. Un aspecto que orient mi

    reflexin en ese sentido fueron, por ejemplo, las recomendaciones que me hizo respecto a la

    necesidad de mantener en secreto mi ingreso ante personas de otras empresas, pero no se

    mostr preocupado por los trabajadores de su turno. Una vez lograda su aceptacin, segu sus

    sugerencias y me dispuse a comenzar mi trabajo de campo en la esquina y el horario que me

    indic.

    Esa esquina era el punto de encuentro de un grupo de trabajadores petroleros que esperaban el

    pequeo colectivo - tipo combi grande - que los llevara al pozo. Haba solamente dos en ese

    momento, y me miraron con algo de sorpresa y desconfianza. Me present, comentndoles

    que estaba indagando las caractersticas del trabajo petrolero, que me sera de gran ayuda

    observar el trabajo directamente en el pozo y que Andrs me haba invitado a hacerlo. Sus

    gestos me hicieron pensar que las visitas de extraos y ms an, femeninas, no parecen ser

    algo que se hiciera habitualmente. Llegaron dos trabajadores ms. No s con quin arregl

    Andrs la posibilidad de esta visita, pero tampoco me lo preguntaron.

    Mientras esperaban la combi, conversamos animadamente sobre la empresa contratista para la

    cual trabajan y que es la mayor prestadora de servicios de la operadora petrolera. Les pregunt

    cmo se ingresaba a la empresa y cmo era el trabajo. Uno de ellos, Jos, me coment: "Yo

    soy segundo pen de boca de pozo. Entr a la empresa hace un ao. Me va muy bien en el

    trabajo. Antes trabajaba en un supermercado como repositor de mercaderas, ni comparacin

    el trabajo, y menos el sueldo. A m me hizo entrar mi cuado, que hace como cuatro aos que

    trabaja en esta contratista y actualmente es encargado de turno". En tanto otro trabajador,

    lvaro, replic: "El trabajo es bastante jodido, hay que tener siempre mucho cuidado y peor

    en el invierno, te cags de fro. Te dan ropa trmica de trabajo, pero igual. La cosa se pone un

    poco mejor a partir de septiembre. Yo entr hace como dos aos, por un conocido que es

    amigo del Pepe, delegado del sindicato. Soy primer boca de pozo". A su turno, Amancio

    agreg: "Yo entr por mi vecino, Donato, l trabaja en esta contratista hace como 6 aos,

    ahora es jerrquico. Nos hicimos muy amigos apenas se mud. Yo en esa poca trabajaba en

    la pesca, y la verdad, se estaban haciendo cada vez menos embarques, haba meses que

    cobraba slo el bsico. l me propuso entrar al petrleo. Le estuvo hinchando las bolas al

    delegado como 8 meses, pero al fin lo logr. Hace casi un ao que estoy ac. Soy segundo

    boca de pozo, pero estoy haciendo mayor funcin para primer boca de pozo".

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    Finalmente lleg la combi, donde venan Andrs y dos trabajadores ms que completaban el

    turno del pozo 25. La idea era que los siguiera en mi automvil hasta el pozo. No sera

    conveniente que viajara con ellos en la combi. Le acarreara problemas a Andrs y al chofer

    ante cualquier eventualidad. Si los parase algn supervisor de la empresa o de la operadora,

    no habra manera de explicar mi presencia all, o, peor an, que ante un potencial accidente la

    aseguradora se negara a pagar. Pero adems, de ir con ellos hasta el pozo, tendra que

    esperarlos 12 horas para volver y en el regreso, por lo que me comentaron, tardaramos casi 2

    horas ms -por exigencias de la empresa y la aseguradora - para hacer un trayecto que en un

    automvil particular se podra realizar en poco menos de una hora.

    En el pozo, el trabajo era ensordecedor. Haba mquinas que acercaban los caos, haciendo un

    ruido fuerte y sostenido, pero haba acciones, como las de los que enganchaban los caos y

    los introducan en la boca del pozo, que generaban un gran estrpito. A esto se sumaban los

    gritos de todos, pidiendo materiales, herramientas, solicitando cuidado, que aceleraran o

    lentificaran alguna maniobra. Todo a los gritos, y muy fuertes porque a veces estaban muy

    alejados entre s, pero, adems, porque haba que superar el ruido de las maquinarias. Los

    trabajadores tenan puestos guantes y cascos de diferentes colores que daban cuenta de las

    categoras a las que pertenecan.

    Fue en este escenario que los viejos me contaron acerca de las categoras y el tipo de trabajo

    que implicaban: principiante, segundo boca de pozo, primer boca de pozo, enganchador,

    maquinista, encargado de turno y jefe de pozo. De todos ellos, quienes detentaban los cargos

    de mayor poder eran el encargado de turno, que era quien tena a su cargo la marcha de

    todas las actividades que se llevaban a cabo en su turno de trabajo. El jefe de pozo en

    cambio, era el responsable de todos los trabajos que se realizaban en todos los turnos, en un

    pozo determinado.

    Cuando me relataron esta estructura jerrquica, varias veces los trabajadores mencionaron la

    situacin de hacer mayor funcin y me explicaron que se trataba de hacer actividades que

    correspondan a una categora superior. Los trabajadores la desempeaban ya sea por una

    necesidad inminente del trabajo; para aprender y promover de categora; para cubrir licencias

    y vacaciones. En cuanto a los mecanismos de ascenso, algunos enfatizaron las caractersticas

    personales y de formacin, pero otros me comentaron que no queran ascender muy rpido, ya

    que implicaba ms responsabilidades y poca diferencia de sueldo. Sin embargo, cuando

    Andrs regres a la oficina, Amancio se apresur a comentarme: "ac lo que no te dijeron es

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    que muchos vienen directamente con la idea de escalar lo ms rpido posible. S, puede ser

    importante tener algo ms de estudio, un secundariono s. Pero ac muchos ascienden

    porque son buchones. Le pasan un parte al encargado o al jefe de equipo sobre lo que se hizo

    o se dej de hacer, 2 x 3 mandan al frente a sus compaeros y entonces los recomiendan Ojo!

    no todos, ac hemos escuchado a veces a algn encargado cagando a pedos a alguien por

    chupa foco. Pero es as, y como te deca el viejo antes, tampoco es una cuestin de guita, es

    porque les gusta mandar y rebajar a los dems".

    Luego se hicieron un momento para comer. Tenan vveres que ellos mismos cocinaron en

    una construccin que, adems de la cocina, contaba con espacios para cambiarse, bao y otro

    que oficiaba de comedor. Por lo que observ, todos llegaban al campo con bolsos grandes,

    donde portaban vestimenta, calzado y diferentes elementos que les servan para cocinar. No

    hicieron una sola comida general, pero compartieron entre todos lo que llevaron. Vinieron

    otros muchachos y con unos y otros convers respecto de que yo, hasta este momento, no

    saba prcticamente nada del trabajo petrolero, pero lo que s saba era que circulaban con

    mucha fuerza una serie de ideas sobre este trabajo: que en el petrleo te hacs hombre a los

    golpes, que tens que curtirte, que te hacen bromas pesadas para que aprendas a hacer las

    cosas bien, que los malentendidos pueden resolverse a las trompadas, que tens que pagar

    derecho de piso, que a los nuevos los mandaban a trabajar en condiciones climticas que al

    resto no, que les encomendaban tareas intiles o que nadie quera hacer. Se rean entre ellos,

    algunos se pegaban golpes de puo en los brazos, intercambiaban cdigos que no comprend,

    se hacan bromas que rehusaban compartir. Imagin que todos estaban recordando sus

    perodos de principiantes o de segundo boca de pozo. No me respondieron con

    especificaciones puntuales, pero me aseguraron que mucho de eso era cierto.

    Ms tarde, le pregunt a Andrs si los muchachos se habran sentido incmodos y me dijo: lo

    que pasa es que no estn acostumbrados a ver minas ac, no saben cmo manejarse, y menos

    si la mina viene a mirar lo que hacen. Unos das despus, cuando convers con Federico, un

    empleado de la gerencia de recursos humanos de la operadora petrolera, comprend el alcance

    concreto que puede adquirir el pago de derecho de piso de los recientemente incorporados a

    la boca de pozo. En el contexto de una entrevista y fundamentando la necesidad de mayor

    permanencia de los supervisores en el campo de extraccin, Federico me asegur que en los

    equipos de torre se consuman alcohol y drogas y que en el ao 2008 un principiante

    incorporado a una empresa proveedora de servicios efectu una denuncia judicial por

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    violacin. En el marco de la investigacin policial - judicial se constat que en el pozo se

    consuma alcohol, marihuana y cocana. En ese momento se encontraba procesado el

    encargado de turno, acusado por el acto de violacin. Muchos de los testigos interrogados en

    la causa aseguraron que este encargado era el que generalmente suministraba el alcohol y las

    drogas y que la prctica de violacin de los ingresantes era bastante regular.

    Meses despus, mientras escriba la tesis, se hizo pblica en los medios de comunicacin de la

    regin, la noticia del suicidio del principiante que haba efectuado la denuncia. Decid

    entrevistar a Andrs y preguntarle respecto de estos sucesos. Andrs me confirm que el

    momento del trabajo de campo en el pozo coincida con el proceso de la investigacin

    judicial, las declaraciones de los involucrados y el impacto que las mismas fueron generando

    en los trabajadores petroleros de todas las compaas de servicios. Esta informacin me dej

    perpleja cmo nadie me dijo nada acerca de las prcticas habituales en el pozo petrolero, por

    las cuales los principiantes pasan con mayor o menor xito ciertas pruebas?; cmo, habiendo

    sido no slo una cuestin interpelada por m de manera explcita sino (dada la gravedad del

    hecho que estaba ocurriendo simultneamente) que constitua seguramente un tema de

    conversacin cotidiano entre los trabajadores del pozo, no me haban contado al respecto?

    En principio se me ocurrieron dos interpretaciones para explicar esta elocuente ausencia de

    palabras, pero preada de gestos y que, a la distancia, toman un nuevo sentido. Los

    trabajadores me adjudicaron en aquel momento los roles tradicionales naturalizados en

    nuestra cultura, mismos que yo asign a ellos sin demasiado cuestionamiento, respecto de las

    competencias que los hombres (y mujeres) expresan en este mbito laboral. Cuando yo

    caracteric al trabajo petrolero vinculado a la demostracin de fuerza fsica, resistencia a las

    inclemencias del tiempo, modos violentos de tramitar los eventuales conflictos, ellos

    consintieron con esta descripcin.

    Es posible que el hecho de ser una mujer constituya una de las causas del silencio acerca de

    las prcticas sexuales entre hombres que ocurran regularmente en los pozos petroleros. Los

    golpes de puo en los brazos, los chistes en cdigos incomprensibles para m y las risas

    tomaron un nuevo significado a la luz de los acontecimientos conocidos posteriormente a

    travs de la opinin pblica. As como no pens en temas ligados al ejercicio de la sexualidad

    en el pozo petrolero, porque generalmente no asociamos los espacios de trabajo a prcticas no

    vinculadas a las actividades productivas especficas, tampoco problematic el modo

    naturalizado de la masculinidad asociado de modo dominante a cierta expresin de la rudeza y

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    la fuerza fsica con un correlato en el ejercicio de la sexualidad que no fuera consentida

    (principalmente asociada a las relaciones entre hombres y mujeres, aunque no

    exclusivamente) fuera del espacio del mundo petrolero. Que la violacin a los principiantes

    sea asumida como una prctica bastante regular pone en tela de juicio esta forma

    naturalizada de construccin social de la masculinidad y expresa una dimensin ambigua,

    ligada a cuestiones de ejercicio del poder entre hombres (en tanto iguales, con el mismo status

    jerrquico) y entre jefes y trabajadores principiantes (dominantes y subalternos).

    Mi modo de ingreso al campo ofrece pistas para pensar precisamente esta relacin entre

    masculinidad y jerarqua. Al pozo petrolero tanto los trabajadores como yo ingresamos por

    contactos con personas que ocupan cargos de poder (jefes, encargados, delegados sindicales).

    Mi presencia en el pozo, de manera clandestina, es una objetivacin de la discrecionalidad del

    poder del encargado de turno sobre su espacio de influencia: en este caso, el pozo 25. Lo que

    no imagin es cmo, adems de etngrafas, potencialmente ingresan drogas y alcohol, los

    conflictos se dirimen a las pias y los principiantes pueden ser abusados sexualmente, como

    parte del pago de derecho de piso para su ingreso. En este sentido es que pude repensar las

    categoras clsicas de recomendacin, masculinidad y trabajo, en los trminos

    significativos para el mundo social especfico del petrleo.

    Durante el perodo de escritura, al articular la documentacin que produje con las

    reflexividades que organizaron las situaciones, me fue posible complementar las

    interpretaciones originales sobre el silencio de los trabajadores, relativizando el sesgo original

    de la perspectiva de gnero. El poder del encargado de turno en los pozos iba mucho ms all

    de posibilitar el ingreso de personas (no legales en ese mbito) o sustancias (no legales en

    ninguno). Ese poder tambin posibilitaba el sometimiento sexual de los ingresantes como

    pen boca de pozo (PBP en trminos nativos). Comprend entonces que los pactos de

    silencio exigidos por los encargados de turno (que me beneficiaron al posibilitar el ingreso al

    pozo) operaban a modo de protectores de ese mismo poder, aunque el mismo derivara en un

    suicidio.

    Si las prcticas de violacin, ejercidas por un encargado de turno fueron asumidas en el

    transcurso de la investigacin jurdico-policial como bastante regulares pero visibilizadas

    por una sola denuncia, el silencio de los trabajadores sobre este caso cobr otro sentido,

    trascendiendo las primeras interpretaciones. La ntima relacin entre el poder y el silencio me

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    permiti relativizar la perplejidad inicial y comprender e interpretar de otro modo las

    reflexividades nativas que organizan las situaciones en al mbito de trabajo petrolero.

    2. Patricia, la esposa protegida. Jerarqua, sexualidad y honor en la obra5

    Durante mi investigacin de maestra comprend el papel que jugaba la adscripcin nacional

    entre los trabajadores de la industria de la construccin en Buenos Aires, siendo que en otros

    contextos sociales esta identificacin produca un estigma que derivaba en diversos modos de

    discriminacin. En la obra, ser boliviano, paraguayo o argentino resultaba en una

    identidad mvil y contextual que oficiaba como recurso para conseguir empleo y formar parte

    de una red prestigiosa de especialistas en un oficio determinado.

    Hice mi trabajo de campo en diferentes obras de construccin de la Ciudad de Buenos Aires

    entre los aos 2000-2003, con la anuencia de Felipe, quien en aquel momento era mi pareja y

    a la vez el jefe de varias de las obras a las cuales tuve acceso. Si adems pude ingresar en

    otras obras, fue a travs de su red de contactos que depositaron confianza en l y me

    recibieron, sin solicitarme ms seguros que la relacin de amistad que ellos mantenan desde

    haca aos con mi esposo. Casi una dcada despus de haber publicado tanto la tesis como el

    libro, expreso pblicamente la relacin que me una a Felipe ya que forma parte del objeto de

    reflexin que aqu me ocupa. Asimismo destaco, el hecho que Felipe no le comentara al

    dueo de las obras sobre mi presencia casi diaria, y prolongada durante dos aos de trabajo de

    campo, asumiendo el riesgo de mi estancia no declarada en las obras bajo su supervisin.

    El primer da que pas en la obra me encontr con Mamani, un contratista de nacionalidad

    boliviana, de unos 43 aos, a quien haba entrevistado en varias oportunidades durante los

    aos 1999 y 2000. Mamani me present a sus muchachos, con quienes haca la colocacin de

    la cermica: un sobrino, un paisano boliviano y su hijo adolescente. Mamani les dijo que era

    la seora de Felipe "que escribe sobre los bolivianos, cmo vinimos, cmo nos sentimos ac,

    todo eso". Durante varios das mantuve dilogos informales con todos y observ

    alternadamente las tareas que desarrollaban. Los hombres adultos realizaban la colocacin de

    las cermicas en pisos y paredes, mientras que los jvenes pastinaban las junturas, es decir,

    pasaban con una esptula una mezcla de color blanco entre las aberturas que quedaban entre

    5 Reflexiones preliminares fueron presentadas en las III Jornadas de Etnografa y Mtodos Cualitativos, en el

    2001 en el Centro de Antropologa Social del Instituto de Desarrollo Econmico y Social (CAS-IDES). El

    material de campo form parte de la tesis de maestra en Sociologa y Ciencias Polticas-FLACSO (ver Vargas

    2005).

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    cermica y cermica, y luego con una esponja hmeda quitaban el excedente. Esta tarea la

    desarrollaron durante la mayora de los das que realic mis observaciones, con esa

    distribucin de roles.

    A media tarde de mi primer da, Mamani termin con la colocacin de cermicas en uno de

    los balcones del dplex en el que estaban trabajando y se tom un descanso mientras

    conversbamos animadamente. En ese momento lleg Felipe. Yo estaba de espalda, pero

    cuando vi que Mamani desvi la mirada, me di vuelta y alcanc a ver el gesto mudo de

    advertencia que pes directamente sobre mi persona: Felipe haba colocado su dedo ndice

    sobre el prpado inferior del ojo derecho, mientras insinu algo que todos comprendimos

    como Ojito! Cuidado con mi mujer!". Se acerc y se uni a la conversacin. Un poco

    azorada le pregunt si haba regresado recin de la oficina y ah me di cuenta de que nunca se

    haba ido de la obra.

    Esta primera demarcacin de pertenencia como esposa atraves mi estancia en el campo,

    sealando determinados lmites del trato y configurando ciertos alcances de la relacin. Al

    mes de aquel primer encuentro, compart un almuerzo con Mamani y sus muchachos. Cuando

    terminamos de comer, el adolescente junt parte de la vajilla sucia y la llev al lugar que

    tenan habilitado para esas tareas, porque haba agua corriente. Era la baera, en el interior de

    un bao a medio edificar. Yo llev el resto de la vajilla y Mamani le grit al muchachito:

    cuidado, no te pass vos que le digo a Felipe. Llevar sola los platos sucios al bao fue

    interpretado por Mamani, mi guardin en ese momento de ausencia de Felipe, como una

    situacin peligrosa.

    Ya durante el proceso de escritura, reflexion de manera diferida en posibles interpretaciones

    para con este evento. Toda vez que fui tratada como la mujer de Felipe, esta pertenencia,

    expresada territorialmente, fue sucesivamente resguardada por los contratistas, que asumieron

    como misin la proteccin del honor y la reputacin masculinos de Felipe en tanto jefe de

    obra y esposo (Abu-Lughod, 1988). A raz de mi vulnerabilidad como mujer, quedaba librada

    al posible acoso sexual por parte de otro hombre en caso de no ser debidamente vigilada por

    mi protector. Esto significaba simultneamente que los hombres en la obra no confiaban en mi

    capacidad para defenderme en una situacin de este tipo, a la vez que resultaba sexualmente

    apetecible y sospechada de seducir a los muchachos. Cualquiera de estas circunstancias

    mancillara el honor de Felipe, hara fracasar el mandato implcito que asumi Mamani, y por

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    lo tanto pondra en peligro la relacin de subordinacin y dependencia que Mamani mantena

    respecto de Felipe, y que indirectamente involucraba su fuente de trabajo.

    En este sentido se torn inteligible la actitud de Mamani, de advertir acerca de la propiedad

    en cuestin, y de su papel protector, encarnada transitiva y provisoriamente en su persona. Si

    bien me result exagerado e improbable que alguien intentara seducirme o abusarme, el hecho

    de que Mamani me sealara como una mujer sola entre varios hombres a su merced,

    explicitaba la relacin jerrquica y de gnero que nos vinculaba.

    Sin embargo, la sexualidad en contrapunto con mi persona no fue el nico modo en que pude

    ver los modos de expresin de la masculinidad en articulacin con la jerarqua, en la industria

    de la construccin. Cmo asuman el riesgo en el trabajo cotidiano era otra forma de

    probarse la hombra entre ellos. Hasta el da de hoy, 10 aos despus, todava puedo sentir el

    temblor en mis piernas cuando sub sin arns ni proteccin de ninguna ndole, por unos

    peldaos resbalosos a causa de la llovizna. La escalera, emplazada en el hueco donde luego

    ira el ascensor, daba treinta metros al vaco. Las veces que convers con los obreros respecto

    del trabajo en la obra, lo caracterizaron por un lado, como pesado, es decir, agotador por el

    compromiso corporal que implicaba esfuerzo fsico (trasladar bolsas de cemento de un lugar a

    otro, llevar ladrillos o cermicas, estar de pie muchas horas). Por otro lado, como un poco

    peligroso, en los trminos de los trabajadores, como en este caso: riesgoso cuando las

    inclemencias del tiempo de lluvias y vientos podran complicar la falta de uso de elementos de

    seguridad en la altura.

    Precisamente, el uso de los elementos de seguridad era un terreno de disputa entre los

    contratistas y el jefe de obra respecto de sus trabajadores, donde se dirima lo masculino en

    trminos de pericia, audacia y valenta para realizar las tareas sin el uso de sogas o arneses.

    De hecho, presenci varias discusiones al respecto y fuertes resistencias por parte de los

    trabajadores a reconocer la existencia de una situacin de riesgo en el incumplimiento de las

    medidas de seguridad. Felipe me coment que slo un grupo de trabajadores usaba los

    implementos de seguridad sin que sus superiores tuvieran que insistir en ello, luego que el

    sobrino del contratista falleciera en un accidente por no utilizarlos.

    Otro rasgo de la expresin de la omnipotencia ligada al modo en que era experimentada la

    masculinidad por los muchachos de la obra, lo constitua el consumo de alcohol. Los

    trabajadores lo ingresaban en sus bolsos o en las compras comunitarias que los grupos de

    trabajo hacan para el almuerzo. Una vez presenci una pelea encarnizada entre Felipe y el

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    70

    Viejo, un albail que viva en la obra y oficiaba de sereno. El Viejo sola trabajar en estado de

    ebriedad, dejando las botellas de vino y los cartones de tetrabrik diseminados entre los

    escombros, a la vista de todos. Cuando se mamaba protagonizaba escenas violentas con

    otros trabajadores, sobre todo limtrofes, acusndolos de sacarles el trabajo a los argentinos

    y mandndolos de regreso a su pas. El viejo desafiaba de este modo a sus iguales y a sus

    superiores.

    El miedo a los accidentes mortales era un teln de fondo que atravesaba de pleno la

    informalidad y pona a prueba la confianza, fundamento moral del trabajo en la industria de la

    construccin. La denuncia y la investigacin judicial conformaban un campo latente de

    posibilidades que podan ser ejercidas por los trabajadores respecto de los contratistas, y por

    los contratistas y empleados de la constructora respecto de la empresa. Sin embargo una serie

    de recaudos y mecanismos personalizados se ponan en juego para controlar y poner lmites a

    los reclamos y denuncias, lo que en trminos nativos era enunciado como evitar

    quilombos6.

    Es notable cmo los contratistas evitaban tomar gente que no conocan, reclutando a sus

    trabajadores entre su red de connacionales, emparentados y en lo posible, unidos

    territorialmente como vecinos. Todos estos dispositivos de relaciones sociales operaban como

    garanta de aguante por parte de los muchachos, es decir, un tipo de respuesta que

    implcitamente inclua que los trabajadores no realizaran denuncias legales en caso de

    accidentes o de incumplimiento por parte de los contratistas. Asimismo, cuando un trabajador

    haca un juicio se arriesgaba a ser expulsado de esta cadena, construirse una mala

    reputacin y al quedar suelto (fuera de una red), no ser re-contratado en la industria de la

    construccin.

    A la obra, tanto los trabajadores como yo ingresamos por contactos y era esperable que

    respondiramos apropiadamente ante quien nos recomend. Tanto para los muchachos como

    para m, esto significaba no hacer quilombo. Ajustndose a un amplio abanico que iba

    desde no denunciar prcticas ilegales (como la presencia de aprendices adolescentes o de la

    etngrafa) hasta evitar prcticas de riesgo ligadas a la expresin de la masculinidad, la

    recomendacin funga como garanta de la confianza. Sin embargo, las jerarquas y su

    6 Quilombo proviene de la palabra africana kimbunda, que significa aldea. Segn Andrews (1991), en Brasil la

    palabra se utilizaba para designar los lugares en los cuales se ocultaban los esclavos al escaparse de sus amos. En

    Argentina, el trmino es muy utilizado en el lenguaje coloquial y si bien, en su acepcin original alude a un

    prostbulo, en lo cotidiano se utiliza para referirse a situaciones de los, gresca, enredo, algaraba y bochinche

    (Vargas, 2005).

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    expresin entre superiores y subordinados involucraban de manera permanente la ambigedad

    de las prcticas cotidianas: siempre era (potencialmente) posible que alguno de los muchachos

    hiciera un juicio, aun a riesgo de quedarse solo y tambin era posible, cuando los superiores

    no los vigilaban, que los muchachos dirimieran su hombra jugndose la vida.

    3. Reflexividades en juego en la produccin de conocimiento social: masculinidades,

    recomendacin y trabajo

    La reflexividad no es un concepto unvoco7. Alude a una condicin del mundo social que se

    hace presente durante el trabajo de campo, a la vez que a un proceso de reconocimiento y

    reconstruccin que el investigador pone en juego de manera intencionada al escribir sobre ese

    mundo. Tal y como la utilizamos en este captulo, intenta dar cuenta de estas dos

    dimensiones: una que atiende a la capacidad reflexiva como parte del proceso de

    inteligibilidad y comprensin y se expresa en las situaciones de interaccin entre el

    investigador y los nativos; otra que se actualiza en el proceso de escritura, como un esfuerzo

    cultivado por el investigador, de reconocer las subjetividades reflexivas en juego en el trabajo

    de campo y objetivarlas en la produccin de conocimiento del mundo social investigado. En

    este sentido la reflexividad aparece quieta y en movimiento, como parte de la condicin y

    del proceso de construccin de conocimiento.

    Como procedimiento central en la investigacin etnogrfica ha sido ponderada y criticada

    desde los aos sesenta en adelante. De la mano del reconocimiento de la subjetividad del

    investigador, habilit la ruptura con gran parte de la tradicin positivista sustentada en una

    particular idea de objetividad, la bsqueda de la verdad y la creencia en la neutralidad

    cientfica. Las crticas se centraron en el extremo de su ejercicio, en un intento de obliterar la

    reflexividad del investigador, sin comprender la importancia de poder realizar un salto

    cualitativo desde la experiencia personal hacia una contribucin en las ciencias sociales,

    respecto del objeto de conocimiento (Salzman, 2002). La tensin entre estos extremos es lo

    7 Desde una perspectiva estrictamente semntica no es posible, como con otras categoras tericas, modificarle el

    sentido a partir del reemplazo de artculos que sealen modificaciones de gnero, como sucede por ejemplo con

    la poltica (entendiendo la actividad instituida, llevada a cabo por especializados/elegidos para ello) y lo poltico (como la prctica tendiente a subvertir lo instituido, llevada a cabo por todo aquel que lo desee). O establecer diferencias a partir del interjuego entre sustantivos y adjetivos, como en el caso de la hegemona (que dara cuenta de un estado de situacin objetivado) y lo hegemnico (que plantea el proceso de construccin, consolidacin y/o modificacin de ese estado de situacin). La reflexividad en cambio, porta un status similar a otras categoras, como construccin y constitucin que nos permiten atrapar, simultneamente, la idea de proceso y de producto.

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    que intentamos resolver cuando buscamos dar cuenta del mundo nativo en sus propios

    trminos, con toda la complejidad de posiciones que esto implica a la vez que traducirlo para

    nuestros interlocutores, fundamentalmente aquellos del mundo acadmico, en un esfuerzo por

    enriquecer la teora social (Geertz, 1995; Peirano, 1995).

    Proponer que nuestros trabajos arraigan en una praxis de ingreso informal al campo es

    tambin fruto de nuestra reflexividad, y susceptible de ser analizada desde una doble va.

    Desde una dimensin subjetiva, la conciencia de que nuestra presencia poda complicar a

    quien nos permiti el ingreso, nos acompa durante toda la permanencia en el campo. El

    temor a que llegara alguna persona que no debera vernos all (inspectores, jefes, miembros

    del sindicato) gener una especie de incomodidad constante por una parte, y por otra, la

    autoexigencia de trabajar con premura. Desde una dimensin ms objetiva, ligada al proceso

    de escritura y posterior publicacin, esta situacin nuevamente puso en jaque nuestras

    decisiones. La necesidad de escribir con claridad lo observado y escuchado, elegir la mejor

    manera de describir escenas que dieran cuenta de lo interpretado y, simultneamente, intentar

    resguardar la confianza que depositaron en nosotras las personas con las que interactuamos,

    entre otras cosas porque poda peligrar la continuidad de su trabajo ante el logro de objetivar

    el nuestro, son aspectos ineludibles a la hora de caracterizar el trabajo que hemos

    desarrollado.

    Nuestro acceso al terreno mediado por la recomendacin nos permite establecer analogas

    entre nuestro ingreso y otros ingresos a esos mundos nativos. Los jefes que hicieron posible

    nuestra presencia en estos espacios laborales, a la vez que nos ocultaron de la mirada de los

    niveles gerenciales de las empresas petroleras y de los dueos de las empresas constructoras,

    nos legitimaron como personas de confianza en las redes de relaciones dependientes de su

    dominio. Esto signific varias cuestiones que afectan lo tico y lo metodolgico en el

    ejercicio de la profesin8. Por un lado, dada la jerarqua de nuestro contacto, todos los

    8 Diferenciamos nuestro ingreso al campo y nuestro enfoque, de aquel al que Rosana Guber en El Salvaje

    Metropolitano (1994) denomina naturalismo, y que se caracteriza por acceder a una comunidad sin dar a conocer la identidad como acadmico, buscando mimetizarse con los nativos. Ejemplos de ello podran ser los

    trabajos de investigacin De cadenas y de hombres (1979) de Robert Linhart o Cabeza de Turco (1985) de

    Gunter Wallraff, (aunque encuadrado dentro del periodismo de denuncia a travs de la investigacin encubierta).

    Este no es el caso de nuestros trabajos, ya que quienes habilitan nuestro ingreso conocen los propsitos de

    nuestra presencia en el campo, ocultndola de sus superiores pero haciendo partcipes a pares y subordinados.

    Compartimos con Guber su principal objecin al naturalismo en tanto la infiltracin o el camuflaje desconoce la

    perspectiva constructivista de la etnografa, por lo menos en dos sentidos. Primero porque parte de la idea de que

    es posible fundirse al punto de nativizarse, simulando la inexistencia de la posicin de investigador. Segundo,

    porque impone arbitrariamente una relacin con las personas, mediada por un rol donde no deja la posibilidad a

    los interlocutores de elegir si quieren participar de la investigacin y donde adems, de antemano, el investigador

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    trabajadores bajo su supervisin se vieron de algn modo compelidos a interactuar con

    nosotras. Por otro lado, nosotras nos sentimos obligadas a decidir respecto de la secreca de

    este carcter informal y mediado del ingreso tanto como respecto de la publicidad de las

    ilegalidades practicadas en estos mundos laborales.

    En las dos situaciones encontramos que, a pesar de tratarse de actividades altamente reguladas

    por el Estado y controladas por organismos gubernamentales, representantes sindicales, y

    gerentes o dueos, los jefes (de turno o de obra respectivamente) conservaban un dominio

    autnomo de poder respecto de los espacios que les fueron encomendados bajo su

    supervisin. La cotidianeidad de estos mundos laborales involucra prcticas informales, no

    registradas e incluso ilegales, que descansan en las relaciones de confianza que vinculan al

    jefe con su grupo de subalternos.

    Masculinidad es la segunda categora que concit nuestra perplejidad (Guber, 2001) por

    la vivencia de un choque cultural (Wagner, 1981) resuelto a travs de la puesta en suspenso

    de las categoras tericas y personales - es decir, nuestra reflexividad como investigadoras

    mujeres - que nos posibilit ampliar nuestra interpretacin y avanzar hacia una comprensin

    significativa en los trminos de la reflexividad nativa. La hombra es el ideal moral de

    masculinidad (Archetti, 2003: 162) en los dos mundos laborales analizados. En este sentido,

    tanto en el pozo como en la obra, un hombre es ms hombre cuanta ms destreza fsica

    manifiesta en comparacin con otros hombres: fuerza, resistencia ante las inclemencias del

    tiempo, dureza, poder lidiar con el riesgo sin sentir temor, o, ms an, habiendo consumido

    alcohol y drogas, dirimir conflictos a travs de la violencia fsica.

    Sin embargo, el abuso sexual como posibilidad en el mbito laboral nos provoc el

    desconcierto de lo inesperado. En las dos situaciones de campo, los trabajadores nos

    mostraron que la sexualidad puede ser ejercida en la clave de la dominacin que implica la

    hombra en el mbito laboral. La sexualidad como dimensin de la masculinidad puede

    expresarse a travs de la dominacin de un hombre para con otro hombre (como es el caso de

    la violacin del joven petrolero) o la dominacin de un hombre para con una mujer (como es

    el caso de la advertencia transitiva entre diferentes hombres respecto de la etngrafa, en la

    industria de la construccin). Esto es posible porque hay un juego de ocultamiento, permiso y

    ha decidido revelar cuestiones de las cuales es participado como uno ms, violentando los cnones de confianza y secreca implicados en cualquier relacin social.

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    encubrimiento que descansa en la confianza sustentada en la recomendacin personal y

    encuentra sus lmites en la denuncia pblica, como fue el caso del joven que se suicid.

    El alto compromiso corporal tanto en el pozo como en la obra dejan expuesto el modo en que

    los hombres se muestran entre s como tales y se dominan simblica (y a veces, fsicamente),

    estableciendo jerarquas que obedecen a un orden diferente el de la dominacin masculina

    (Bourdieu, 2005) y que tensionan, afirman y/o ponen en discusin las jerarquas formales,

    supuestamente basadas en el dominio de los saberes especficos y las actitudes apropiadas

    para el trabajo. Mientras en el pozo, es un jefe de turno quien habilita una expresin de

    dominio y sometimiento, en la obra, es otro jefe quien resulta desafiado por las muestras

    pblicas de masculinidad de los muchachos en la altura o la ebriedad. En todos los casos el

    silencio, el ocultamiento del miedo y su etiquetamiento como cobarda y la exhibicin de

    proezas y su ponderacin como valenta, comprometen al cuerpo de un modo en el cual el

    lmite en ltima instancia, lo constituye la muerte.

    La tensin entre jerarqua y masculinidad, expresada a travs de los modos de ingreso y

    formas de ejercicio del trabajo, dejan al descubierto la ambigedad que adquieren estas

    categoras en los mundos laborales analizados. En este sentido la literatura clsica suele

    pensar como separados el mundo del trabajo respecto de la vida cotidiana de las personas, sus

    modos de adscripcin y las formas en que puede ser concebida la ayuda, mayormente

    conceptualizada como clientelismo o patronazgo9. Sin embargo, estas categoras por s

    solas no alcanzan para explicar lo que pasa en el pozo y la obra, y cmo se articulan las

    prcticas de produccin de hombra entre trabajadores y jefes, comprometidos por lazos de

    recomendacin personal. En ambos casos se trata de relaciones que exceden el mundo laboral

    y permiten pensar en la necesidad de una re-conceptualizacin donde los bordes entre el

    trabajo y la vida resultan borrosos y tenues (Weber, 2009).

    9 Las teoras sociales sobre los intercambios de favores entre parientes y amigos cuentan con una larga tradicin

    en la antropologa. Desde los estudios clsicos encontramos un nfasis en los intercambios, modos de la

    reciprocidad y relacin con el status del patrn y su trabajador o seguidor (Wolf, 1980; Gellner, 1985). Por

    ltimo cabe mencionar los estudios sobre el papel de las relaciones sociales a la hora de conseguir recursos, a

    partir de las ideas promovidas por Pierre Bourdieu (2000), quien consider a las relaciones y su posibilidad de

    hacerlas jugar en el campo econmico, como una forma ms de capital (el capital social). Asimismo, una lectura

    en trminos de redes ha sido crucial en nuestras propias investigaciones a la hora de comprender los fenmenos

    migratorios, en particular atendiendo a los procesos de dar y conseguir trabajo a la vez que garantizar un determinado tipo de conducta por parte de los trabajadores (Vargas, 2005) o en su papel a la hora de propiciar el

    ingreso a un rubro laboral o facilitar el ascenso y el progreso (Villata, 2011).

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    4. Desde las ciencias de la educacin a la etnografa: la epistemologa comn de la

    reflexividad y el aprendizaje significativo

    Comenzamos este captulo comentando la similitud de las temticas de nuestros trabajos de

    investigacin y nos presentamos como etngrafas. No obstante, nos resulta imprescindible

    comentar tambin otra condicin que compartimos: somos profesoras y licenciadas en

    ciencias de la educacin que, adems, no hicimos nuestras maestras en antropologa. Por esta

    razn, lo que ms nos cost fue cambiar el enfoque respecto del tratamiento de las entrevistas,

    tan influenciadas como venamos por el anlisis del discurso de Eliseo Vern, el tratamiento

    de fuentes escritas y casi sin prcticas de investigacin de campo desde una perspectiva

    etnogrfica. Adems del trabajo de campo, la reflexividad como modo de objetivacin y la

    escritura etnogrfica, tambin poseen una especificidad que implica un largo proceso no

    exento de angustia, temor e inseguridades. Durante mucho tiempo supusimos que estos

    sentimientos arraigaban en el hecho de no ser antroplogas: lo que no sabamos era que se

    trataba de una vivencia que acompaa al etngrafo cada vez que ingresa a un mundo nuevo y

    desconocido y que se agudiza cuando intenta escribir sobre l.

    Las debilidades y fortalezas de nuestra formacin como pedagogas han sido objeto de

    reflexin desde el momento mismo en que decidimos adentrarnos en el campo de la

    etnografa. La profundizacin en las teoras del aprendizaje y nuestra opcin por el

    constructivismo han sido nodales para poder llevar a cabo dos premisas bsicas de la

    investigacin etnogrfica: recuperar de manera sistemtica la perspectiva del actor y, de

    este modo "transitar de la reflexividad propia a la de los nativos () para instalar la

    comunicacin entre distintas reflexividades" (Guber, 2001:54).

    Nuestra primera ruptura provino de nuestra experiencia pedaggica. Para propiciar procesos

    de enseanza fundados en la posicin epistemolgica que asume que el conocimiento es

    producto de un proceso de construccin, debimos enfrentar la concepcin epistemolgica

    positivista, - fundamento de las teoras conductistas que asume al conocimiento como algo

    acabado y que se trasmite.10

    Partir entonces, en una situacin de enseanza, desde la lgica de

    la construccin, nos obliga a indagar primero en los saberes previos de los aprendientes,

    recuperar las caractersticas de sus hipotetizaciones, es decir, su perspectiva. Promover un tipo

    10

    Este enfrentamiento no fue un proceso lineal ni gratificante. Tuvimos que romper primero con concepciones fuertemente arraigadas que derivaban de los modelos docentes internalizados durante nuestras biografas

    escolares. Nos exigi iniciarnos en prcticas de ruptura y preliminares ejercicios de reflexividad. Uno de ellos,

    referidos a la centralidad de la accin reflexiva del sujeto que aprende, nos remite a la importancia que la

    perspectiva etnogrfica le confiere al sujeto investigador (equivalente a la figura educativa del aprendiente).

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    76

    de aprendizaje significativo slo es posible si recuperamos la reflexividad del otro - el

    alumno en este caso y para trabajar desde esta posicin epistemolgica es imprescindible

    recuperar sistemticamente la perspectiva del actor.

    El segundo aspecto que nos ocupa se vincula con la reflexividad nativa y la reflexividad del

    investigador, al ponerse en relacin en el campo. Todas las teoras constructivistas (Piaget,

    Vigotsky, Ausubel)11

    que explican las posibilidades, condiciones, modos, lmites y alcance

    del aprendizaje de los sujetos, ms all de las ciertas y eventuales diferencias, acuerdan en dos

    aspectos sustantivos. Por un lado, que el sujeto construye, a partir de saltos cualitativos, sus

    esquemas cognitivos; por otro lado, que el conocimiento se construye en un proceso que

    involucra avances y retrocesos. Este proceso integra la generacin, verificacin y refutacin

    de hiptesis anticipatorias, en forma constante. Es posible explicar la emergencia de las

    mismas a partir de un interjuego entre los conocimientos que el sujeto posee y los nuevos

    objetos con los que se enfrenta. La tensin dialctica entre ambos polos, y ms concretamente,

    las diferentes instancias de superacin de la misma, van posibilitando simultneamente la

    generacin de conocimiento y la modificacin de las estructuras cognitivas del sujeto inmerso

    en la situacin de aprendizaje. Que los nuevos objetos puedan hacer anclaje en los

    saberes previos del sujeto y que el mismo perciba la posibilidad de transferir los mismos a

    situaciones futuras, constituye lo que los tericos constructivistas del campo pedaggico han

    denominado aprendizaje significativo (Ausubel, 1976).

    Analizar el trabajo de campo etnogrfico desde una perspectiva constructivista -

    especficamente desde el enfoque del aprendizaje significativo - implica formular algunas

    consideraciones en relacin a la reflexividad de manera anloga. En primer lugar, la situacin

    de campo es una situacin de aprendizaje en relacin a la comprensin del mundo social de

    los nativos. En segundo lugar, ese espacio de alteridad, representa lo nuevo que se impone a

    11

    En muy apretada sntesis proponemos las ideas principales de esta corriente. Jean Piaget se basa en el

    desarrollo desde una perspectiva biolgica a partir de dos categoras centrales en su teora: la asimilacin y la

    acomodacin. La asimilacin se refiere al modo en que un organismo se enfrenta a un estmulo del entorno en

    trminos de organizacin actual, mientras que la acomodacin implica una modificacin de la organizacin

    actual en respuesta a las demandas del medio, entendido en trminos fsicos. Para este autor el aprendizaje

    depende del estadio de desarrollo que est atravesando el sujeto. Para Lev Vigotsky, en cambio, el aprendizaje es

    uno de los mecanismos fundamentales del desarrollo y, por su perspectiva socio cultural, la interaccin social es el motor fundamental del desarrollo. Desde su lnea de pensamiento marxista, concibe al sujeto como un ser

    eminentemente social y al conocimiento mismo como un producto social. Su concepto central es la zona de

    desarrollo prximo distancia entre el nivel real de desarrollo y el nivel de desarrollo potencial , que exige el concurso de un/os otro/s que posibiliten este desarrollo, operando a modo de andamiaje. Las consideraciones

    tericas centrales en relacin al aprendizaje significativo propuesto por David Ausubel se encuentran en el

    cuerpo del texto.

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    los saberes y la estructura cognitiva del investigador. Por ltimo, las interpretaciones que el

    investigador produce resultan de la amalgama de hiptesis anticipatorias que se generan a

    partir de la relacin entre su propia reflexividad y aquella que portan los sujetos investigados.

    La perplejidad (Guber, 2001) o el choque cultural (Wagner, 1981) devienen en lo que las

    teoras constructivistas denominan disonantes cognitivos (Ausubel, 1976). Su resolucin

    propicia la generacin de conocimiento descentrado y creativo en el que se articulan la nueva

    reflexividad del investigador y la reflexividad nativa para la construccin de teora social

    (significativa).

    Hemos hecho referencia a la reflexividad diferida en el marco de este artculo intentando dar

    cuenta del ejercicio en el que se profundizan, tensionan y complementan los modos de

    interpretar las reflexividades que organizaron distintas situaciones durante el trabajo de

    campo. El proceso de escritura del trabajo etnogrfico es la instancia en que ese tipo de

    reflexividad se torna ineludible. En principio porque reactiva y agudiza los temores e

    incertidumbres que nos acompaaron desde nuestro primer ingreso al campo, pero adems,

    nos exige una especie de autoevaluacin de nuestro desempeo en ese mbito, desempeo

    que, al tomar estado pblico, nos coloca en condicin de etngrafas evaluadas por otros

    (nativos y pares).

    La vivencia de estos diferentes niveles de evaluacin y sus eventuales resultados aporta un

    plus a la angustia que conlleva el trabajo de escritura ya que resulta un modo de objetivacin

    prctica de lo aprendido. Desde la perspectiva de las teoras constructivistas, lo que se juega

    en ese proceso es la verificacin de la posibilidad de transferencia de los aprendizajes y su

    significatividad, cuando la etnografa circula como producto entre los nativos y en el mundo

    acadmico.

    Conclusiones

    En sntesis, a travs de nuestro anlisis pretendimos recuperar el contraste de las

    reflexividades que se ponen en contacto en nuestro trabajo de campo etnogrfico y vincularlo

    con el aprendizaje significativo de las reflexividades de los nativos y de los investigadores. Al

    compartir la perspectiva de que la etnografa es un mtodo, un enfoque y un texto (Guber,

    2001) la reflexividad opera en dos instancias: actuada como sentido prctico de choque

    cultural en el campo (Wagner, 1981), al desnaturalizar los supuestos con los que nos

    manejamos de manera confortable, metiendo la pata (Guber, 2001) o experimentando

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    78

    alguna situacin de extraeza, incomodidad o equvoco; y en la instancia de la escritura

    (formalizacin) como reflexividad diferida.

    La perplejidad en el campo as como durante el proceso interpretativo, suele ser el intersticio

    desde el cual nos cuestionamos nuestros supuestos. En tanto experiencia intersubjetiva, el

    trabajo de campo implica para nosotras, como sujetos que vamos a investigar, el

    involucrarnos en una experiencia de extraamiento y familiarizacin dentro de una

    dinmica de mutuas tipificaciones, de acercamiento y distancia, de intercambios de

    conocimientos que nos va modificando como sujetos. Es decir, el participar de un proceso de

    interaccin social que provoca tipificaciones, identificaciones, rechazos, resulta, desde el

    punto de vista metodolgico, crucial en el anlisis interpretativo y en la contextualizacin del

    proceso de investigacin.

    Estas premisas han sido trabajadas y advertidas durante aos como parte del oficio del

    etngrafo respecto de la caracterstica priorizada en el campo por los nativos en diferentes

    instancias (Guber, 2001). Nuestro aporte especfico a esta discusin lo constituye la

    recuperacin de nuestro recorrido personal de formacin desde el campo pedaggico hacia el

    enfoque etnogrfico, con base en el sustrato constructivista para la comprensin de la

    alteridad (pedaggica y antropolgica). En este proceso utilizamos a modo de ejemplificacin

    algunas categoras centrales del mundo nativo y de la teora social: recomendacin,

    masculinidad y trabajo. Nuestras presentaciones del trabajo de campo en el pozo y la

    obra, pretendieron dar cuenta de la tensin permanente entre jerarquas, posiciones y

    masculinidad, tanto entre jefes y viejos, capataces y muchachos, como entre todos

    ellos y las investigadoras.

    Cristina Villata analiz cmo su ingreso al pozo, lugar privilegiado para la comprensin de

    las relaciones socio-laborales en la industria del petrleo, fue posible gracias a Andrs, el

    encargado de turno del pozo de extraccin. Villata pudo comprender cmo las redes

    personales hacen posible el ingreso y la permanencia en el rubro, tal y como ella pudo

    ingresar con la anuencia de un conocido, a travs de la recomendacin. Su propio ingreso se

    puede entender en correspondencia con el ingreso de los trabajadores de las empresas de

    servicio, basadas en el parentesco, la amistad y la recomendacin. Tambin en las charlas

    mantenidas con los trabajadores pudo darse cuenta de la ambivalencia entre los mecanismos

    formales que suponen el ascenso por la va meritocrtica, vinculado con requisitos

    educacionales y el aprendizaje del trabajo especfico de cada puesto y los mecanismos

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    informales que posibilitan la movilidad como premio a la lealtad para con los superiores. En

    este sentido, segn los propios trabajadores, son los chupafocos quienes, delatando a sus

    compaeros, logran ascender ms rpidamente. Es en relacin a estos mecanismos que

    comienza a comprender la construccin de poder sustentado por los encargados de turno.

    Por ltimo, la etngrafa pudo reconstruir los modos de expresin de la masculinidad en su

    articulacin con el poder formalizado. A travs de su propio proceso de reflexividad diferida,

    se vio compelida de manera sorpresiva a profundizar en el anlisis de un renombrado caso de

    violacin y suicidio publicitado en los peridicos Crnica y El Patagnico de Comodoro

    Rivadavia. All se pusieron de manifiesto los alcances del poder informal, encarnado en las

    prcticas cotidianas y cmplices entre trabajadores y jefes de turno y comprender el sentido

    de los silencios, que en primera instancia interpret como retaceo de informacin por una

    cuestin de gnero y luego comprendi en trminos de pacto implcito, que posibilita tanto la

    proteccin de la fuente de trabajo como la ratificacin del poder de los jefes.

    Patricia Vargas por su parte, analiz cmo su ingreso a la obra, espacio privilegiado para el

    estudio de las relaciones entre los trabajadores de la industria de la construccin, fue

    posibilitado por su esposo Felipe, el jefe de las obras a las que accedi tambin por

    recomendacin personal. Gracias a su mediacin, Vargas pudo integrarse a las redes de

    contratistas de cada una de las actividades que se realizan sucesiva o simultneamente en este

    rubro (hormign, pintura, electricidad, colocacin de cermica, etc.), conversar con ellos y

    acompaarlos durante sus jornadas laborales.

    La etngrafa aprendi con ellos acerca del papel que cumplen las identidades tnico-

    nacionales como organizadoras del trabajo en la construccin, entre los trabajadores que se

    adscriben en trminos de paraguayos, bolivianos y argentinos en la Ciudad de Buenos

    Aires. En la obra las redes de recomendacin potencian estas adscripciones y garantizan

    que los trabajadores portarn las conductas consideradas apropiadas y deseables por

    contratistas y jefes.

    Por ltimo Vargas pudo dar cuenta de los modos de expresin de la masculinidad con relacin

    a la jerarqua, al quedar atrapada como esposa y ser cuidada, transitivamente, por jefes y

    contratistas en ausencia de Felipe. Respecto de ambas situaciones, qued de manifiesto la alta

    discrecionalidad que el jefe de obra puede ejercer en el mbito de su competencia - la obra a

    su cargo as como de una de las caractersticas ms persistentes del rubro la informalidad.

    Esther Hermitte planteaba que: Si es el nico investigador en el terreno, su sexo puede ser un

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    factor limitante, cuando menos problemtico, para el xito de la empresa si es que necesita,

    por el tema de estudio, interactuar con miembros del sexo opuesto y las pautas culturales

    locales sancionan negativamente ese comportamiento. En ocasiones las dificultades pueden

    sortearse pero cuando los roles femeninos y masculinos estn delimitados con rigidez lo ms

    probable es que el antroplogo tenga que ceirse a lo que prescribe el cdigo local

    (Hermitte, 2002: 274).

    A Cristina los muchachos no le contaron de buenas a primeras los aspectos informales que

    forman parte de la vida cotidiana en el pozo; a Patricia los muchachos la cuidaron como

    esposa del jefe de obra de lo que consideran el mayor riesgo para una mujer. Ambas

    aprendieron de manera significativa no slo aspectos relacionados con el mundo nativo sino

    tambin aspectos naturalizados de su propia subjetividad.

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