2014 curso jose manuel pozo leon lora jose luis_cordoba, españa

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Índice

1. Introducción

2. Antecedentes

2.1 Contexto europeo y el caso español

2.2 GATEPAC

2.3 El Grupo R

3. José Antonio Coderch

4. El manifiesto de la Alhambra y el proyecto de Torre Valentina

5. Conclusiones

1 Introducción

“No, no creo que sean genios lo que necesitamos ahora. Creo que los genios son

acontecimientos, no metas o fines. Tampoco creo que necesitemos pontífices de la

arquitectura, ni grandes doctrinarios, ni profetas, siempre dudosos. Algo de tradición viva está

todavía a nuestro alcance, y muchas viejas doctrinas morales en relación con nosotros mismos

y con nuestro oficio o profesión de arquitectos (y empleo estos términos en su mejor sentido

tradicional). Necesitamos aprovechar lo poco que de tradición constructiva y, sobre todo, moral

ha quedado en esta época en que las más hermosas palabras han perdido prácticamente su

real y verdadera significación.”1

El texto completo del que forma parte este fragmento lo escribe, en el verano de 1961, José

Antonio Coderch (Barcelona, 26 de noviembre de 1913 – Espolla, 6 de noviembre de 1984). En

los años ochenta, “No son genios lo que necesitamos ahora”, seguía apareciendo en las

Escuelas de Arquitectura de España con la intención de servir de puente entre la tradición y la

modernidad y que había sobrevivido al postmodernismo. Aún sigue vigente entre las nuevas

generaciones de estudiantes estas reflexiones íntimas y el modus operandi de Coderch, que

nunca tuvo un carácter de manifiesto.

Unos años antes se redactaron dos textos con la pretensión de aunar tradición y modernidad

en un país que no estaba acostumbrado a estos escritos arquitectónicos, pero cuya influencia

no fue constatable. El primero, Tradicionalistas, funcionalistas y otros, obra de Luis Moya; el

segundo, el Manifiesto de la Alhambra, que fue el resultado de la reunión celebrada por un

grupo de arquitectos españoles en 1952 en Granada y que fue recogido por Fernando Chueca

Goitía. La aspiración de ambos era la renovación de la arquitectura española que necesitaba

abrirse a la modernidad sin necesidad de renunciar a la tradición, aunque el enfoque de ambos

es distinto.

La publicación de esta serie de textos tuvo que ver con la gran crisis espiritual que sacudía a

España tras el derrumbamiento de nuestro Imperio colonial y que, sin duda, se ha hizo patente

en el campo de la arquitectura. Éste hecho quedó reflejado en el Manifiesto de la Alhambra:

“Desde ese momento, el arte de construir ha mostrado las terribles indecisiones y tanteos de

una recuperación dolorosa y difícil. Antes de 1898, el camino fue recorrido con una cierta

serenidad y unanimidad, no obstante los altibajos de inspiración o acierto; después, con

desasosiego, vacilación, falta absoluta de unidad y hasta pánico.”2

Era necesario un punto de inflexión, una nueva idea organizadora que se desligara de los

primeros 50 años del siglo pasado, donde la exacerbación del nacionalismo y de los valores

castizos adquieren un papel principal en la expresión arquitectónica. Solo una escuela, la

catalana, con tres maestros como Gaudí, Puig y Cadafalch y Domenech, supone un islote

verdaderamente importante de arte creador, principalmente Gaudí.

El Manifiesto de la Alhambra y la palabra construída de Coderch suponen la ruptura con el

tradicionalismo pero no implica una reconexión internacional. Cobran importancia la cuestión

1 José Antonio Coderch. “No son genios lo que necesitamos ahora”, publicado en la revista Domus, noviembre,

1961. 2 “Manifiesto de la Alhambra” Edición del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada, diciembre, 2004.

del lugar y justificar la caracterización propia de la arquitectura española, combinando ser la

expresión de una época con la representación de un lugar.

2 Antecedentes

2.1 Contexto europeo y el caso español

En la primera mitad de siglo XX Europa, y el mundo en general, se ve sumida en una gran crisis

que desemboca en las dos guerras mundiales. Se produce un gran cambio en el modo de

entender la arquitectura y el arte. Además, gracias a la revolución industrial se conocían los

elementos técnicos para hacer un gran cambio en la arquitectura. Se daban los elementos

necesarios para el cambio: revolución en la técnica y un nuevo estado del espíritu.

Durante la Primera Guerra Mundial aparece el neoplasticismo de De Stijl en Holanda con

arquitectos como J.J.P. Oud. La arquitectura expresionista se desarrolla en Europa Central

hasta los años treinta con la escuela holandesa de Amsterdam y un buen número de grupos

alemanes con Taut, Mendelsohn y Scharoun a la cabeza.

El período de entreguerras (1918-1939) es el de los locos años veinte y la depresión de los

años treinta, que presencia el surgimiento de los totalitarismos fascista y soviético como

alternativas al liberalismo de las democracias capitalistas, tildadas de decadentes. Los

programas arquitectónicos de la Italia fascista, de la Alemania Nazi y de la Unión Soviética,

como sus propuestas estéticas, van de un inicial vanguardismo (constructivismo ruso) a una

repetición de modelos historicistas de ocupación de los espacios públicos, compatible con un

estilo de fácil consumo popular que simultáneamente se impone para las artes plásticas. No

obstante, fue en la democracia socialmente avanzada de la Alemania de Weimar previa al

ascenso del nazismo donde se produjeron los acontecimientos más importantes para el

nacimiento de una arquitectura moderna en el sentido de estética y funcionalmente

renovadora: los trabajos de la escuela de la Bauhaus (Walter Gropius, 1919-1933). La Francia

republicana vio surgir el taller de Le Corbusier, de influencia comparable.

No sería posible identificar sin más al funcionalismo racionalista con la arquitectura moderna,

en el sentido de única posible alternativa de innovación; porque, además de no monopolizar la

creación arquitectónica, tampoco sus partidarios se limitaron creativamente. Las alternativas

desarrolladas incluyeron destacadamente la arquitectura orgánica de autores como Frank

Lloyd Wright, así como versiones más neoclásicas o monumentalistas, como la

del neoempirismo nórdico (el sueco Erik Gunnar Asplund y el danés Arne Jacobsen).

La situación de nuestro país era diferente. España vive el drama de su guerra civil como

adelanto de la “solución sangrienta” al profundo enfrentamiento ideológico al que estaba

abocada Europa. La guerra civil (1936-1939) avanza los horrores de la segunda guerra mundial,

y por consiguiente trae una cruda etapa de posguerra. Esta primera etapa del régimen

franquista hasta 1945, estuvo marcada por la sintonía con el Eje agresor y, luego, perdedor de

la contienda mundial. El ensayo de España lo ganó la reacción pero resultó derrotada en el

gran escenario internacional. Esta paradoja es muy importante tenerla en cuenta: Franco y las

fuerzas que le sustentaban tuvieron que acomodarse en un escenario geopolítico con dos

polos en la Alianza vencedora: las democracias liberales y populares, ambas denostadas por el

régimen, que produjo un acercamiento al mundo occidental y al liderazgo de Estados Unidos.

Los años de guerra y la década de los cuarenta consiguieron un proceso entre polos

complementarios: un arte revolucionario frente a una cultura conservadora.

2.2 GATEPAC (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura

Contemporánea)

El modernismo se extinguía en España a finales del primer cuarto del siglo XX sin haber

resuelto las necesidades de la mayoría de nuestra sociedad. Un grupo de arquitectos inquietos

y atentos a las corrientes modernas extranjeras: ideario renovador de Le Corbusier, sistema

Domino (1914-1915), revista L’Espirit Nouveau (1920-1925), I CIAM (1928, La Sarraz-

comienzan a preocuparse del bienestar de las masas y de una democratización de la

arquitectura. El lenguaje elegido será el racionalismo, por su economía de medios, por su

rigurosa organización del espacio, por su asepsia higiénica, por su depuración lineal y formal,

por su plasticidad, por su alegría de diseño, por su originalidad abstracta. Fernando García

Mercadal y José Luis Sert aparecen como las grandes personalidades de esta transformación.

El primero por su intensa actividad y sus viajes que le permiten conocer a Behrens, Jansen,

Mies van der Rohe, Poelzig, le Corbusier… pero sobrevalorado por su simple presencia en

congresos como el de La Sarraz y no por sus grandes consecuciones arquitectónicas; el

segundo por el estudio exhaustivo de la obra de le Corbusier en Paris y por su posterior

incorporación a su oficina, así como por su fuerte personalidad. Después de una serie de citas

que se dan lugar en España llegan al punto culminante: la fundación del GATEPAC (Grupo de

Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea),

constituyéndose como la rama española del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna

(CIAM). Fecha: 25 y 26 de Octubre. Lugar: Gran Hotel de Zaragoza. El grupo se subdividió en

tres focos contando con arquitectos de vinculación relativa y con títulos entre 1920-1930:

Norte (San Sebastián y Bilbao, encabezado por José Manuel Aizpurúa), Centro (Madrid, con

Fernando García Mercadal) y Este o GATCPAC (Barcelona, con José Luis Sert).

Sin embargo, aunque todos los arquitectos que conformaban este grupo parten de puntos

comunes, cada foco y arquitecto optará por actividades oportunas y por soluciones

arquitectónicas recurrentes. No habrá por tanto un solo estilo GATEPAC y menos un estilo

perdurable a escala española, sino, en todo caso, un espíritu común que conduce en principio

hacia la renovación de nuestra arquitectura.3

El grupo particular del GATCPAC consiguió ganarse la atención de la Generalitat, lo que les

permitió desarrollar proyectos de mayor carácter social pudiendo así actuar con mayor

coherencia y firmeza. Esta confianza de los órganos gubernamentales permitió la aprobación

de sus estatutos de una manera casi inmediata mientras que los demás grupos tardaron meses

3 Angel Urrutia Núñez. “Cuadernos de Arte Español. Arquitectura moderna: el GATEPAC.” Nº 19, pg. 14.

en arrancar. Sert lideraba esta federación y su figura seguía creciendo frente a otras como la

de Mercadal y Aizpurúa como comenta Carlos Sambricio: En apenas seis años se produce en

GATEPAC un singular proceso: si Mercadal deja de ser el brillante e inquieto arquitecto que

fuera durante sus años de pensión en Roma y Aizpurúa –que había iniciado su carrera

profesional de manera más que fulgurante con el proyecto del Náutico en San Sebastián-

apenas recibe encargos, Sert pasa de ser el joven arquitecto barcelonés que, en el Paris de

1929, visitaba el estudio de Le Corbusier –y que, de refilón, lograba ser invitado a asistir a los

congresos internacionales- a desempeñar en los mismos un crucial papel intelectual. De los

primero CIAM (Frankfurt y Bruselas) al Congreso de Atenas transcurren pocos años, pero sí los

suficientes como para que Sert se convierta en protagonista internacional.4

Llegados a este punto no parece importante continuar con la historia del GATEPAC y sus

desavenencias tanto dentro de todo el conjunto como dentro del GATCPAC. José Luis Sert es el

claro protagonista de estos años, se ganó un gran prestigio profesional tanto nacional como

internacionalmente. En el año 1936 estalló la guerra civil que propició la paralización de las

obras de las casa Bloc y tuvo que exiliarse a Estados Unidos.

2.3 El Grupo R

Tras la crisis nacional de 1936, no será hasta finales de los años cuarenta cuando

institucionalmente se comience a valorar nuevamente la arquitectura moderna, quedando

desprovista de todas aquellas connotaciones ideológicas que le fueron impuestas con

anterioridad. Será en el marco de la V Asamblea Nacional de Arquitectos en 1949, donde se

materialice tal hecho. De esta forma, la década de los cincuenta se constituye como un

periodo transitorio hacia la construcción masiva de los sesenta, el debate colectivo adquiere

cierto nivel de ingenua, pero interesante pureza, y tendrá su papel en la consolidación del

lenguaje moderno de la arquitectura española.

Tras la guerra civil se vuelve a producir un retroceso en la arquitectura. Todo lo que se había

ganado da un paso atrás, la arquitectura de corte académico monumentalista se impone a esa

nueva arquitectura que el GATEPAC se esforzaba por introducir en España. El grupo R fue un

movimiento arquitectónico que se desarrolla en Cataluña en los años cincuenta y surge como

reacción a ese retroceso con la idea de retomar la actividad de vanguardia dispuesta por el

GATEPAC. Nace en el estudio de José Antonio Coderch para estimular un debate sobre las

arquitecturas internacionales abriendo la arquitectura catalana a la modernidad.5

4 Carlos Sambricio. “GATCPAC versus GATEPAC: la singularidad del Grupo Este.” Pg. 28-29

5 “El último manifiesto: permanencia de la humanidad y eventualidad de los genios.” Pg. 1

El Grupo R mantuvo sus actividades desde 1951 hasta 1961. Entre sus miembros figuraban

arquitectos ya consagrados, como Josep Maria Sostres, Antoni de Moragas, Joaquim Gili y

Manuel Valls, y jóvenes arquitectos que entonces despuntaban, como Oriol Bohigas, Josep

Martorell y Manuel Ribas i Piera.

Arquitectos, organizadores de exposiciones y ciclos de conferencias, los miembros del Grup R

materializaron la síntesis entre arquitectura, arte y diseño en las décadas oscuras de la

posguerra española, en pleno franquismo. El grupo supuso uno de los principales ímpetus para

que las ideas de la modernidad se dotaran de un programa sensible, coherente y continuado

en nuestro país.

En 1949, por primera vez, la Asamblea Nacional de Arquitectos no se celebró en Madrid, sino

en Barcelona, Palma de Mallorca y Valencia. Con este motivo se organizó una muestra de

arquitectura iberoamericana en el Salón del Tinell de Barcelona, en la que participaron

numerosos arquitectos contemporáneos de Brasil, República Dominicana, Perú, Uruguay y

Chile. El acontecimiento representó la oportunidad de acercarse a los problemas de la

arquitectura contemporánea. El arquitecto invitado Gio Ponti visitó la exposición, descubrió el

trabajo de José Antonio Coderch y lo promovió como comisario del pabellón de España de la

Trienal de Milán de 1951 además le abrió las puertas de la revista Domus6. Este hecho puso a

disposición de Coderch los contactos internacionales que le llevaron a formar parte de los

encuentros del Team X. En el ámbito nacional, lo consagró como arquitecto de referencia para

las nuevas generaciones.

6 La primera publicación internacional de la obra de Coderch se presenta bajo el título “Due ville a Sitges”, Garriga

Nogués-Las Forcas-Casa Compte, en Domus nº 240, noviembre 1949.

Oriol Bohigas y Josep Martorell haciendo la letra "R" (del Grup R) en 1954.

En 1953, Coderch abandona el grupo R alejándose de los manifiestos y eslóganes de los que no

era nada partidario, para elaborar una reflexión personal fundamentada en su propia

experiencia y posicionamiento ético.7

3. José Antonio Coderch

“Y, sin embargo, José Antonio Coderch fue, no sólo un maestro, el mejor arquitecto español

desde la guerra hasta ahora, sino también una referencia permanente para los que le

conocimos, un loco peligroso pero apasionado y apasionante, con aquel místico atractivo físico,

con su aire de castellano viejo, con su eterno blazier y sus pantalones de franela gris, con

aquellos ojos penetrantes que nos atemorizaban. En nuestra época de estudiantes lo

idolatrábamos, no sólo el No son genios lo que necesitamos ahora(uno de sus poquísimos

textos programáticos) era nuestra Biblia, sino que calzábamos los mismos Clarks, fumábamos

el mismo tabaco Three Nuns en las mismas pipas Peterson, que nos parecían un prodigio de

diseño, nos alumbrábamos –poco, todo hay que decirlo– con su famosa lámpara de madera... e

incluso intentábamos proyectar como él.”8 Así definía Óscar Tusquets la personalidad de

Coderch. Un hombre en el que su carácter y su arquitectura van de la mano. Su ideología

conservadora (militó en las filas de los nacionales) y su compleja personalidad (no dudaba en

pelearse con el cliente, defendía sus ideas con vehemencia y se negaba a caer en una

arquitectura comercial) parecen haberlo sepultado en un injusto olvido.

Coderch sabía lo que buscaba. Sabe que la arquitectura no es una mera apariencia, que lo

moderno no es una ventana corrida ni el color blanco: va mucho más allá. Sabe que la

arquitectura es oficio y no una cuestión de manifiestos. Y más claro tiene aún que la

arquitectura tiene una parte muy importante de honradez y experiencia. Todo esto queda

reflejado en “su manifiesto”: Al dinero, al éxito, al exceso de propiedad o de ganancias, a la

ligereza, la prisa, la falta de vida espiritual o de conciencia hay que enfrentar la dedicación, el

oficio, la buena voluntad, el tiempo, el pan de cada día y, sobre todo, el amor, que es

aceptación y entrega, no posesión y dominio. A esto hay que aferrarse.9 Y también queda

reflejado en una anécdota que cuenta el propio Tusquets en el documental “Recordando a

Coderch” donde Leopoldo Pomés hijo se encargó de reunir a 20 arquitectos barceloneses y

preguntarle por la importancia de Coderch: Para que veáis como era de desconfianza hacia los

tratados, los libros… En un proyecto maravilloso como era el de Torre Valentina por el cual él

dejó toda una serie de proyectos y que hubiera sido histórico como proyecto turístico. Había un

hotel central y, entonces, las plantas se conectaban con unas rampas. Un día dijo: “Esto de las

rampas…¿y el carrito de la comida cuando la lleven a las habitaciones? ¿qué pasará?“ No cogió

7 “El último manifiesto: permanencia de la humanidad y eventualidad de los genios.” Pg. 2

8 Óscar Tusquets. “Recuerdos de un grandísimo arquitecto”, en El País/Quadern, mayo, 2010, en

http://tusquets.com/fichaa/390/coderch-jose-antonio, tomado el 28/12/2014. 9 José Antonio Coderch. “No son genios lo que necesitamos ahora”, publicado en la revista Domus, noviembre,

1961.

el Neufert, no, no ,no. “Que me preparen un té” dijo. “A ver busquemos una cosa con ruedas

aquí en el estudio”. Tenían una mesita con ruedas. “Vamos a la calle”. La calle de su estudio

tenía bastante pendiente. Entonces él iba por la calle subiendo y bajando con el té. Nada de

mirarse libros y todo esto: a ver si el té vuelca. Él proyectaba de esta manera y es

absolutamente refrescante pensar así.10

Su fama y notoriedad internacional empieza a ser patente cuando, en 1949, sus obras suscitan

interés en Gio Ponti en Barcelona y le invita a organizar el pabellón español en la IX Trienal de

Milán del año 1952. Este reconocimiento internacional se consolidó cuando Sert le propuso

como participante en el congreso CIAM de Otterlo en 1959 donde presentó el ya mencionado

proyecto de Torre Valentina. Fue uno de los triunfadores del congreso, no sólo por el proyecto

de Torre Valentina sino porque aquella reunión estuvo dominada por la lucha entre la

dialéctica del discurso escrito y la obra, y finalmente se resuelve a favor de la preponderancia

de la obra y eso le beneficiaba. A cada arquitecto se le pedía, además de presentar su obra,

una explicación escrita sobre sus intereses. Como era de esperar, Coderch, no hace ni una sola

referencia a la justificación conceptual ni a un posicionamiento teórico: expone con claridad la

respuesta programática, paisajística y constructiva. Este proyecto convirtió a Coderch en uno

de los miembros del Team X.

10

Óscar Tusquets en el documental “Recordando a Coderch”, Leopoldo Pomés. Noviembre 2014 en https://www.youtube.com/watch?v=Ze7a6P9kp4o, tomado el 29/12/2014.

Gio Ponti y José Antonio Coderch.

Gio Ponti y José Antonio Coderch.

La claridad de ideas de Coderch le hace ser uno de los más críticos ante el esquematismo de la

Carta de Atenas y su carácter le hacer despreciar profundamente a Le Corbusier. Llegó a decir

que Le Corbusier no era buen arquitecto y que había encontrado errores de escala en sus

proyectos, incluso en los edificios más pequeños.11 Aunque la crítica más fuerte cae sobre el

urbanismo por la poca eficacia que había demostrado en las propuestas de posguerra.

Tampoco comulgaba mucho con Sert, aunque fueran buenos amigos, y por supuesto no creía

en el plan Macià (1933-1935) para Barcelona que consideraba demasiado abstracto e

irrealizable y que puede considerarse como una aplicación directa de la Ville Radieuse de Le

Corbusier.

4. El manifiesto de la Alhambra y el proyecto de Torre Valentina.

El manifiesto de la Alhambra surge desde la búsqueda de los elementos comunes entro lo

moderno y la tradición española. Fue firmado por veinticuatro arquitectos, entre los que no se

encontraba ningún arquitecto del Grupo R ni, por descontado, Coderch aunque el objetivo era

el mismo: crear un debate sobre lo que se llamaba indistintamente “nueva arquitectura”,

“arquitectura moderna” o “arquitectura internacional”, así como la aplicación de este nuevo

11

Enric Sòria: “Conversaciones con J.A. Coderch de Sentmenat”; Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos, COAYAT, Murcia, 1997, pag. 33.

Los asistentes a la Sesión Crítica de la Alhambra, fotografiados

en el Palacio de Carlos V, octubre de 1952.

José Antonio Coderch presentando el proyecto de Torre Valentina en

Otterlo.

modo de hacer en las características del panorama español. Al no tener nada que ver Coderch

con este manifiesto, la influencia que éste ha podido tener en su obra es nula y así podemos

hacer esa especie de paralelismo que se dio en la arquitectura española debido a la división

nacionalista que ya se vio reflejada durante el período del GATEPAC.

Para los reunidos en Granada, el modernismo catalán y los tiempos de las novedades

racionalistas nos son suficientes ni interesantes como para partir de ellos a la busca de una

nueva arquitectura en España. Los ingredientes que se barajan en Europa y que hemos visto

desarrollados en Barcelona no les sirven. Por supuesto, tampoco les sirven las propuestas que

apuntan hacia la arquitectura nacional franquista, aunque vaya usted a saber lo que era eso.

Se lo ponen difícil ellos mismos. Un “ni contigo ni sin ti”.

El elogio expreso que dedica Oriol Bohigas al Manifiesto de la Alhambra en plena defensa de

una doctrina realista para la arquitectura catalana, denota que solo existía una separación

táctica entre los arquitectos de Barcelona y Madrid.12 Quizás, Coderch, ya había encontrado el

Manifiesto de la Alhambra cuando proyectaba la Casa Ugalde o al menos eso nos quiere hacer

entender Carlos de Miguel en el número 144 de la Revista Nacional de Arquitectura

posiblemente no de la forma más atinada, comparando las fotos que le habían llegado de este

proyecto con los textos del Manifiesto. El Manifiesto ya estaba en Caldes d’Estrach. Había sido

construido antes de haberse escrito. Se había gestado en Cataluña antes que redactado en

Granada y Madrid. Extraño.13 Pero lo que sí es cierto, en cualquier caso es que Coderch iba un

12

“Texto extraordinariamente sugestivo (…) tiene ahora más interés y más vigencia que cuando se publicó”, dice Oriol Bohigas, “Granada hoy”, Arquitectura, 45, septiembre 1962, pg. 6-7. 13

“El Manifiesto de la Alhambra y su periferia: personajes, cultura y saberes colaterales.” Josep Maria Rovira. “Monografías de la Alhambra, 01: El Manifiesto de la Alhambra. 50 años después. El monumento y la arquitectura contemporánea.” Ángel Isac.

Croquis. Casa Ugalde. José Antonio Coderch, 1951.

paso por delante como dijo en una ocasión Francisco Cabrero: “Todos mirábamos las revistas

que llegaban de Italia pero sólo Coderch las entendía”.14

Sobre la Alhambra se había escrito mucho y se sigue escribiendo, pero siempre atendiendo a

una visión puramente histórica o quedándose en aspectos puramente superficiales, pero

nunca se había mirado su esencia. La visión de la Alhambra como arquitectos, no como

turistas, fue lo que llevo a este grupo de arquitectos de una generación que estaba en el

ecuador de su carrera profesional a reunirse allí, en busca de esa esencia, de esos valores que

representen las cualidades y estética de la arquitectura contemporánea. Entreveían que sus

alcazabas, sus patios, sus acequias, su decoración querían decir algo que era necesario

comprender. El arabismo en España es, por sí, una componente fundamental de nuestra

cultura.15 Nunca hemos sabido comprender las posibilidades ocultas en la arquitectura

hispanomusulmana. La modernidad de la Alhambra nos resalta valores que ya existían pero

que se han vuelto de gran actualidad.

El proyecto de Torre Valentina supone un paradigma en la arquitectura de Coderch y que

hubiera sido histórico si hubiera llegado a construirse. En primer lugar porque se ven hechos

realidad nuevos planteamientos tanto urbanísticos como arquitectónicos. En segundo lugar,

porque supone un fracaso de los criterios razonables frente a criterios de rentabilidad

excluyente, de los criterios de respeto al paisaje frente a una ocupación feroz, de la

sensibilidad de la imaginación y el oficio frente a la especulación económica.

En definitiva, se puede encontrar una analogía entre las ideas y preocupaciones que están en

la cabeza de Coderch a la hora de desarrollar Torre Valentina y las conclusiones de aquellos

14

Entrevista con Francisco Cabrero, concertada durante el proceso de preparación de un escrito sobre el edificio de Sindicatos. Vease Josep Mª Rovira, “El edificio de la Delegación Nacional de Sindicatos, Revista DC 5-6, Barcelona, ETSAB 2001, pg 149-164. 15

“Manifiesto de la Alhambra” Edición del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada, diciembre, 2004, pg. 22.

Reflejo en la Alhambra. Imagen presente en el Manifiesto.

veinticuatro arquitectos reunidos alrededor de los contundentes e históricos muros de la

Alhambra.

El proyecto de Torre Valentina se define muy bien desde la maqueta en la que encontramos

los valores esenciales que emanan del proyecto. Uno de los aspectos que tienen una gran

importancia en la arquitectura de Coderch y que se vislumbra claramente en sus proyectos es

la pertenencia a un lugar. Las casas tradicionales de pescadores de esa parte del litoral catalán

son las raíces de este lugar y de donde Coderch se empapa para esta propuesta.

El concepto de camuflaje es una de las ideas asociadas de la maqueta, es muy interesante la

imagen de un conjunto denso pero permeable. Se ve una necesidad de preservar el paisaje

lejos de pecar de cierto pintoresquismo. En el Manifiesto se puede ver la importancia del

entorno y de la vegetación cuando se dice: El jardín árabe es casi teología, y se descubre como

anuncio de la otra vida en el Corán. Los bienaventurados descansarán en pabellones como en

bajeles que flotan entre verdura y aguas limpias y frescas. (…) el jardín se embebe en la casa, o

la casa se desparrama en el jardín.16 Las viviendas de Torre Valentina se camuflan entre el

terreno y la vegetación, creando una imagen en la que arquitectura y paisaje se confunden. Las

construcciones quedan prácticamente ocultas por el arbolado existente. En la mayor parte de

los apartamentos se puede vivir sin ver más que los árboles, las terrazas y el mar.17 Se adivina

una relación íntima entre la célula habitacional y el paisaje, que se produce, no solo a través

del camuflaje en el territorio que ocupa, sino también a partir de la implantación en el terreno,

de la sección con la que Coderch resuelve los apartamentos concebidos constructivamente

sobre dos muros de carga longitudinales perpendiculares a un terreno con una fuerte

pendiente.

Otra herramienta que se distingue analizando el proyecto es el puzzle que sugiere la utilización

de 26 tipologías de vivienda diferentes, agrupadas en diversos bloques. Se pretende conseguir

esta imagen de dispersión aparentemente desordenada por el terreno, contrapuesta al

16

“Manifiesto de la Alhambra” Edición del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada, diciembre, 2004, pg. 55. 17

Cita extraída de la memoria presentada por Jose Antonio Coderch junto con el proyecto definitivo.

Vista de la maqueta. Torre Valentina.

pautado que la voluntad racional y aplicación de procesos industriales imprime a la

intervención. En el Manifiesto se puede leer algo muy parecido a esto y que nos deja entrever

como la palabra se hace realidad una vez más en la arquitectura de Jose Antonio Coderch. En

la Alhambra hemos visto la adaptación de estos volúmenes a la topografía de la colina y cómo,

siendo prismas elementales, no se repiten dos iguales, sino que cada cual tiene su propia

personalidad.18 Parece como si Coderch quisiera seguir paso a paso lo pensado por sus

contemporáneos en Granada, y podría ser cierto ya que Torre Valentina se sitúa en el año

1959, siete años después de la reunión, pero Coderch ya había demostrado con la casa Ugalde

que su arquitectura echaba a andar con paso fuerte sin necesidad de postulados.

Del mismo modo, la necesidad de seccionar la maqueta, provoca que, de un golpe de vista, se

entienda la lógica compositiva y constructiva de los apartamentos. La crujía de 4,5 metros

configura viviendas con un eje longitudinal muy marcado, al que Coderch no solo no renuncia,

sino que potencia por la propia disposición de las agrupaciones y a través de la utilización de

diversas estrategias cargadas de connotaciones extratectónicas: recorridos, direccionalidad,

visuales, umbrales, etc. La maqueta hace suyo este concepto de unidireccionalidad del eje

abstracto viviendas-territorio-mar, configurándose como un elemento longitudinal. Parece que

dichas estas palabras se haya radiografiado a la Alhambra, la cual se subordina a ejes y

disposiciones regulares, donde los patios actúan de núcleo originario. Las transiciones que se

hallan presentes dentro de Torre Valentina aparecen de un modo poderosísimo en la

Alhambra, y los arquitectos que allí están se dan cuenta de ello. La transición en la Alhambra

es su alma, cómo se articulan los espacios es casi todo. Se hallan sabiamente conjugados los

efectos de contraste, entre ambientes diferentes, con los de ritmo, proporciones y armonía

dentro de cada ambiente. El módulo humano, el escalonamiento de proporciones, las

dimensiones estrictas de los elementos, dan una singular perfección a patios y estancias.19 El

módulo humano, no solo en escala sino en la profunda convicción de que una persona va a

habitar ese espacio, saber para qué y para quien proyectas, qué necesidades tiene esa

persona, cómo mejorar sus vidas: Coderch busca eso, no se conforma. En Torre Valentina es un

proyecto social perfectamente integrado en el hábitat. Por un lado tenía en cuenta la

capacidad de decisión de sus habitantes, que podían elegir los tipos de vivienda antes de

18

“Manifiesto de la Alhambra” Edición del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada, diciembre, 2004, pg. 38. 19

“Manifiesto de la Alhambra” Edición del Colegio Oficial de Arquitectos de Granada, diciembre, 2004, pg. 38-39.

Seccíon de la maqueta. Torre Valentina.

construirlas y recuperaba la imagen de la construcción tradicional como elemento para

articular el proyecto en lenguaje moderno, sin perjudicar la identidad del lugar.

La coordinación modular empleada en la construcción de la Alhambra fue de las más sutiles

que se conocen, mayor aun que la de los egipcios y los griegos. Todas las partes del edificio

están moduladas tanto horizontal como verticalmente y que varían con el tamaño de los

espacios y sus longitudes.20 El proyecto de Coderch, preciso, parte de una modulación de la

crujía pero sí es necesario por el tamaño de la tipología se adosará otra. La modulación le

aporta el orden en planta y consigue una escala adecuada tanto para el entorno como para los

usuarios de la no ejecutada urbanización.

La arquitectura árabe desde sus principios es partidaria del uso de la escala humana en los

edificios, con esto me refiero a edificios de escasa envergadura siempre controlados en altura,

sin una ambición monumental. A su vez, Coderch estaba en contra de los cuerpos geométricos

grandes, que ocultaban las vistas y estropeaban el paisaje, como los que habían construido los

pioneros del movimiento moderno. Coderch, como se ve reflejado en Torre Valentina, prefería

trabajar con quiebros y escalonamientos sin entrar en competencia con el paisaje natural,

adaptándose a la topografía del terreno sin dañarlo. De hecho, el principal argumento que

presentaron los promotores para la final denegación del proyecto es que parecía un “zoco

marroquí”, quedando en evidencia la ignorancia de estos ya que fue muy elogiado por los

miembros de Team X y posteriormente se ha tenido como una referencia imprescindible a la

hora de llevar a cabo proyectos turísticos.

Otro elemento que supone un redescubrimiento para los visitantes de la Alhambra en el año

1952 es que la buena arquitectura exige humildad, y tiempo, nunca prisa.21 No siendo este un

elemento de entendimiento directo de Torre Valentina sí que tenemos constancia de que

Coderch apartó todo lo que tenía entre manos para dedicarse por entero a ese proyecto. Una

de las cosas que más impresionan de José Antonio Coderch es su actitud moral ante el trabajo

y las personas que trata. Se ve el cuidado en cada detalle, no solo en los aspectos constructivos

de los que ahora hablaremos, sino de la preocupación que tenía con el tema de la tipología

20

El Palacio de la Alhambra, Katsura de Occidente, un manifiesto en piedra.” 21

“El Palacio de la Alhambra, Katsura de Occidente, un manifiesto en piedra.”

Vista de la maqueta. Torre Valentina.

residencial en Torre Valentina que le lleva plantear hasta veintiséis tipos diferentes. Su ánimo

por hacer patente la palabra flexibilidad en su vivienda hace que pase interminables horas

trabajando en su estudio con la idea clara de que la flexibilidad no es el movimiento de un

tabique.

Los recorridos alhambrinos, las transiciones dentro del palacio, cómo llegar a los diferentes

espacios… sorprende. Sorprende como teniéndolo tan cerca nunca se ha apreciado. Hay un

decidido rechazo hacia la avenida recta, a eje, simétrica: nunca hay dos puertas alineadas en

un acceso, como mínimo siempre están ligeramente desplazadas entre ellas. Se aprecia la

preferencia por un acercamiento íntimo y casual, aunque cuidadosamente estudiado que

proporciona sorpresas en cada giro y aproximación al objetivo principal, de forma humana,

natural, no impuesta. A Torre Valentina se llega ascendiendo con el objetivo de proporcionar al

espectador una sensación de topografía. Así, al finalizar el recorrido de la rampa colocada a tal

efecto, se obtiene la primera impresión del conjunto, la perspectiva más doméstica del mismo,

la que se habría tenido desde las viviendas, del terreno y del mar al fondo. Tras obtener dicha

visión desde el acceso que discurre por el límite de la parcela en la parte alta, el espectador

efectúa una primera parada en la que se le permite observar como las medianeras regulan

unos volúmenes arquitectónicos que no son más que unas formas primarias de socialización.22

El evidente empeño que dedica Coderch también a este aspecto deja poco espacio al

comentario.

Se podría seguir enumerando aspectos, todos de gran importancia como pueden ser: el uso de

los materiales de la zona tanto en la Alhambra como en Torre Valentina; los ritmos; la pureza

volumétrica; el valor del volumen y no de la masa; la tersura de las superficies; la desaparición

de la ornamentación y la sinceridad material; el uso de las diagonales que enriquecen el

espacio; la ventana como hueco en el muro, limpio, sin voluptuosidades; la sucesión de planos;

el cuidado de la proporción, etc.

22

“José Antonio Coderch. Torre Valentina: un proyecto de paisaje.1959.” Gerardo García-Ventosa López, Xavier Llobet Ribeiro, Isabel Ruiz Castrilo. Pg. 24-25

Transiciones en la Alhambra.

Obviamente, siempre podrá haber quien diga que hay cosas que son diferentes, que no

corresponden totalmente con el Manifiesto y con la Alhambra en sí misma. Es aceptable la

crítica, son dos proyectos que responde a cosas totalmente diferentes y que cada arquitecto

encuentra las soluciones a su manera, pero sí que es innegable que el cambio radical de rumbo

que está proponiendo Coderch en la arquitectura española tiene grandes similitudes con lo

propuesto por los arquitectos del Manifiesto. La palabra construída de José Antonio Coderch

es “su manifiesto”, un hombre que se adelanta a su tiempo manejando palabras como

tradición, moral y oficio.

5. Conclusión

¿Qué alcance ha tenido el Manifiesto de la Alhambra en la arquitectura española

contemporánea? La respuesta es poco alentadora en cuanto a los grandes objetivos con los

que se preparó el viaje a Granada. El interés que tenía el Manifiesto no estaba en marcar una

nueva posición historicista, sino intentar que el debate arquitectónico renaciera, exactamente

lo mismo que andaba buscando el Grupo R, sólo una gran discusión intelectual podría hacer

posible la renovación de la arquitectura española.

El Manifiesto fue ignorado durante muchos años, el impulso que éste pudo dar al reencuentro

con la modernidad y el freno a corrientes más conservadoras fue muy limitado. El inicio de una

nueva etapa ya había sido evidente con arquitectos como Coderch y algunos de los presentes

en Granada. Ya había obras que aseguraban el éxito del Manifiesto en cuanto su objetivo de

sacar a la luz la nueva forma de ver la arquitectura, pero, quizás, sí que era necesaria una

declaración colectiva desde Madrid entre los cuales había algunos que habían pertenecido al

grupo madrileño en la época del GATEPAC (Fisac, Cabrero, Aburto)

Los presentes en la Alhambra buscaban que el texto aspirara a ser un instrumento encauzador

de una revolución que se avecinaba y querían anticiparse a ella para encauzarla desde arriba,

lo que desde luego no ocurrió.23

El interés del Manifiesto no depende de la influencia que pudo tener en la producción

arquitectónica, sino en el intento de hacer una lectura arquitectónica y moderna del

monumento justo en el momento en el que se producen las revisiones críticas de la tradición

moderna, instaurada en los años veinte y treinta, alterada en España por la guerra civil y

recuperada en tiempos del viaje a Granada.

Parece que también aquí Coderch se adelantaba a su generación, sólo él entendía que

realmente lo que podía cambiar el rumbo de la arquitectura era “pensar menos en la

Arquitectura y más en el oficio”. Que la tradición es algo que hay que renovar con el

pensamiento pero con la confianza de que se asientan en unos valores realmente válidos.

23

“Monografías de la Alhambra, 01: El Manifiesto de la Alhambra. 50 años después. El monumento y la arquitectura contemporánea.” Ángel Isac.

Un luchador incansable contra el doctrinarismo, nuevo impulsor del trabajo personal, de la

experimentación de cada uno y que en él es patente que la mejor enseñanza es el ejemplo.

Bibliografía

- ISAC, Ángel (ed); “Monografías de la Alhambra 01. El Manifiesto de la Alhambra. 50

años después. El monumento y la arquitectura contemporánea.” Granada, 2006

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- CHUECA GOITIA, Fernando; “Un arquitecto en la cultura española” 1992.

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contemporánea en Cataluña? AC GATEPAC, nº 16, cuarto trimestre, 1934. - DOMENECH Y MONTANER, Lluis: “ En busca de una arquitectura nacional” en “La

Renaixença”, 1878. - CODERCH, José Antonio; “Espiritualidad de la arquitectura”, discurso de ingreso,

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Arquitectos de Cataluña. DVD Editado por el COAC en 2004. - Entrevista con Francisco Cabrero, concertada durante el proceso de preparación de un

escrito sobre el edificio de Sindicatos. Vease Josep Mª Rovira, “El edificio de la Delegación Nacional de Sindicatos, Revista DC 5-6, Barcelona, ETSAB 2001.

- Óscar Tusquets en el documental “Recordando a Coderch”, Leopoldo Pomés. Noviembre 2014 en https://www.youtube.com/watch?v=Ze7a6P9kp4o, tomado el 29/12/2014.

- POZO, Jose Manuel; “El último manifiesto: permanencia de la humanidad y eventualidad de los genios.”

- SOLANA SUAREZ, Enrique; “Granada, 1953. El Manifiesto de la Alhambra.” Revista de Edificación RE, nº 17, mayo de 1994.

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