2013 01 El Fracaso

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1 Comentarios e interpretaciones a El Mensaje de Silo Nota: Comencé la redacción de estos comentarios e interpretaciones a principios del año 2012. Ahora, en enero de 2013, ya hay varios temas muy avanzados. Comparto este porque está más madurado y también porque con algunos amigos hemos intercambiado sobre la importancia de este tema. Observarás que el lenguaje es cercano, casi familiar, con mucha soltura y tomándose confianzas. Quizás te pueden parecer rotundas algunas afirmaciones y esto puede molestarte. Confío en que esto no será impedimento. Tema I El fracaso Comprender porque a veces uno no avanza, no progresa internamente, no modifica direcciones mentales, no supera estados contradictorios no es fácil. Verse a sí mismo, mirarse internamente y comprender no es fácil. Y además, ¿para qué uno debería hacerlo? Si quizá a uno no le va tan mal o se ilusiona con que no le va mal y a lo mejor no necesita buscar en sí lo que no va bien. Para los que están así, es decir, para los que no necesitan buscar en sí no tiene sentido hablar del fracaso. Más bien es una irritación. Sin embargo nada bueno, nada sólido, nada con un futuro mas allá de lo temporal se puede construir sin pasar por aquí, por el fracaso existencial. En la conciencia toda operación está en función de la línea mental o, si se quiere decir de otra forma, de los intereses, motivaciones o ensueños, o sea, del sentido de la vida. Si estamos succionados por ilusiones y ensueños, esta dirección no nos va a dejar ver ciertas cosas dentro de nosotros. Entonces para mirarnos con claridad y humildad, no podemos hacerlo desde cierta actitud de fuga hacia ensueños o ilusiones. Para ver en profundidad y claridad el mundo interno debemos fracasar, ponernos en situación de reconocer los sentidos provisorios que nos han ilusionado durante tiempo. Y esto, la verdad, no parece fácil. Entonces ¿qué es el fracaso? Vamos a rescatar algunas citas para intentar precisar qué es y luego reflexionaremos brevemente sobre esto. Para empezar, al principio del capítulo III de La Mirada Interna tenemos este párrafo: “En muchos días descubrí esta gran paradoja: aquellos que llevaron el fracaso en su corazón pudieron alumbrar el último triunfo, aquellos que se sintieron triunfadores quedaron en el camino como vegetales de vida difusa y apagada. En muchos días llegué yo a la luz desde las oscuridades más oscuras guiado no por enseñanza sino por meditación.” 1 Este texto dice mucho. Dice tanto así como que no tenemos futuro sin llevar el fracaso en nosotros. Porque todo está en función del futuro definitivo, no del pequeño futuro de unos pocos años o décadas acá, en este mundo, sino del futuro definitivo, del de después de la muerte, ese es el último triunfo, saltar por encima de la muerte. En este texto una palabra me llamó la atención hace tiempo. Luego la comprendí. La palabra es “llevaron”. Esta palabra está diciendo que el fracaso no es una situación 1 Silo, El Mensaje de Silo, Edaf, Madrid, 2008, Pág. 13

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Comentarios e interpretaciones a El Mensaje de Silo  Nota: Comencé la redacción de estos comentarios e interpretaciones a principios del año 2012. Ahora, en enero de 2013, ya hay varios temas muy avanzados. Comparto este porque está más madurado y también porque con algunos amigos hemos intercambiado sobre la importancia de este tema. Observarás que el lenguaje es cercano, casi familiar, con mucha soltura y tomándose confianzas. Quizás te pueden parecer rotundas algunas afirmaciones y esto puede molestarte. Confío en que esto no será impedimento. Tema I  

El fracaso  Comprender porque a veces uno no avanza, no progresa internamente, no modifica 

direcciones mentales, no supera estados contradictorios no es fácil. Verse a sí mismo, mirarse  internamente  y  comprender  no  es  fácil.  Y  además,  ¿para  qué  uno  debería hacerlo? Si quizá a uno no le va tan mal o se ilusiona con que no le va mal y a lo mejor no necesita buscar en sí lo que no va bien. Para los que están así, es decir, para los que no  necesitan  buscar  en  sí  no  tiene  sentido  hablar  del  fracaso.  Más  bien  es  una irritación.  Sin embargo nada bueno, nada  sólido, nada  con un  futuro mas allá de  lo temporal se puede construir sin pasar por aquí, por el fracaso existencial.  

En  la conciencia toda operación está en función de  la  línea mental   o, si se quiere decir de otra forma, de los intereses, motivaciones o ensueños, o sea, del sentido de la vida. Si estamos succionados por ilusiones y ensueños, esta dirección no nos va a dejar ver ciertas cosas dentro de nosotros. Entonces para mirarnos con claridad y humildad, no podemos hacerlo desde cierta actitud de fuga hacia ensueños o ilusiones. Para ver en profundidad y claridad el mundo  interno debemos fracasar, ponernos en situación de reconocer  los sentidos provisorios que nos han  ilusionado durante tiempo. Y esto, la verdad, no parece fácil. 

Entonces ¿qué es el fracaso? Vamos a rescatar algunas citas para  intentar precisar qué es y luego reflexionaremos brevemente sobre esto. Para empezar, al principio del capítulo III de La Mirada Interna tenemos este párrafo: 

“En  muchos  días  descubrí  esta  gran  paradoja:   aquellos   que llevaron  el  fracaso  en  su  corazón  pudieron  alumbrar   el  último triunfo,  aquellos   que  se  sintieron  triunfadores  quedaron  en  el camino como vegetales de vida difusa y apagada. En muchos días llegué   yo  a  la  luz  desde  las  oscuridades más  oscuras  guiado  no por enseñanza sino  por meditación.”1 

Este  texto  dice mucho. Dice  tanto  así  como  que  no  tenemos  futuro  sin  llevar  el fracaso en nosotros. Porque todo está en función del futuro definitivo, no del pequeño futuro de unos pocos años o décadas acá, en este mundo, sino del  futuro definitivo, del de después de la muerte, ese es el último triunfo, saltar por encima de la muerte. En este texto una palabra me llamó la atención hace tiempo. Luego la comprendí. La 

palabra es  “llevaron”. Esta palabra está diciendo que el  fracaso no es una  situación  1 Silo, El Mensaje de Silo, Edaf, Madrid, 2008, Pág. 13

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momentánea, de unos días. Y esto da qué pensar. En ese texto se ponen unas bases. Este toque de atención, esta toma de conciencia 

debería  ser  suficiente para  impactarnos  y  reflexionar  sobre  la dirección de nuestras vidas, sobre el para qué vivimos.   En un antiguo diccionario siloista aparece esta entrada:  

* FRACASO (situación de): 1 ‐ Toma de conciencia del no cumplimiento de los ensueños. 2 ‐ Desvío de proyecto. 

Y un poco más adelante, aparece esta otra entrada que también trata el tema:  * RELIGIÓN  INTERIOR: Especie de mística expuesta por Silo (…) La religión interior  puede  efectivizarse  únicamente  desde  una  situación  personal auténtica  y  ésta  es  la  de  fracaso.  El  reconocimiento  del  fracaso  de  las aspiraciones  ilusorias,  permite  al  hombre  introducir  un  desvío  hacia  la trascendencia. La trascendencia, por otra parte, está en el  interior del ser humano no como un dios agazapado sino como aquello que da sentido a la vida y al Universo. 

Queda  clara  la  esencial  importancia  del  fracaso.  Y mientras  llegamos  al  fracaso nuestras aspiraciones ilusorias nos arrastran dejando poco tiempo por delante. ¿Cómo podríamos reflexionar si estamos succionados por estas aspiraciones? En  la conocida charla de México, Silo dice:   

“Si  se  pregunta  a  alguien  qué  sentido  tiene  para  él  la  vida, probablemente  responderá  por  su  familia  o  por  el  prójimo,  o  por  una determinada  causa  que  según  él  justifique  la  existencia.  Y  esos  sentidos provisorios habrán de conferirle dirección para afrontar  la existencia, pero a poco que surjan problemas, problemas con los seres queridos, a poco que se produzca una desilusión con la causa abrazada, a poco que algo cambie en  el  "sentido"  elegido,  el  absurdo  y  la  desorientación  volverán  por  su presa. 

Por  último,  sucede  con  los  sentidos  o  las  direcciones  provisorias de  la vida,  que  en  el  caso  de  alcanzarse  ya  pierden  referencia  y  por  lo  tanto, dejan de ser útiles para más adelante. Y en el caso de no alcanzarse dejan también de ser útiles como referencia. Por cierto que  luego del fracaso de un  sentido  provisorio,  siempre  queda  la  alternativa  de  poner  un  nuevo sentido provisorio, tal vez en oposición del que  fracasó. Así, de sentido en sentido,  se  va  borrando  a  medida  que  pasan  los  años,  todo  rastro  de coherencia y con ello aumenta la contradicción y por tanto el sufrimiento.”2 

Entonces, succionados por un sentido provisorio poco podemos hacer hasta que se desgaste,  se cumpla o no, hasta que  fracase. Entonces estaremos en condiciones de reorientarnos hacia un sentido no provisorio.  

Enfaticemos un poco más. En unas conferencias sobre Meditación Transcendental en 1972 alguien pregunta a Silo: "¿Podría desarrollar  la explicación sobre el concepto de  fracaso?".  Silo  primero  desarrolla  el  tema de  la  ilusión  del  núcleo  de  ensueño  y luego agrega:  

2 Silo, Charla de México, Obras Completas I, Ed. Oscar Elegido González-Quevedo, Madrid, 1999, pág. 697

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“Únicamente cuando alguien descubre que sus objetivos no se cumplen, cuándo ve que ya no  se van a concretar, cuando efectivamente  siente el vacío  interno...  el  no  cumplimiento  de  sus  ansiedades  y  de  sus  deseos, recién se puede hablar con él en otros términos.  

(…) "Bienaventurados  los  pobres  de  espíritu",  ¿no  es  cierto? 

Bienaventurados  aquellos  que  llevan  el  fracaso  en  su  corazón  sin resentimiento y sin venganza, porque ellos pueden evolucionar.”3 

Mas adelante alguien le pregunta: “¿Los fracasados y los pobres de espíritu son uno y lo mismo?”. Entre otras cosas él responde:  

“Lo  que  realmente  nos  importa  es  que  si  no  hay  existencial  y profundamente  la  sensación  de  fracaso  (y  no  de  resentimiento), difícilmente deseemos empezar las cosas en otro sentido.”4 

Todos estos  textos nos ponen bien  clara  la  situación. Y este  tema parece que no admite  mucha  discusión.  Pero  si  me  parece  oportuno  reflexionar  sobre  algunas creencias que están alrededor de este tema.  

La primera creencia a reflexionar es la que uno tiene antes de fracasar. Me ocurrió que  creía  que  el  fracaso  sería  doloroso,  sufriente,  angustioso,  sin  salida.  Claro,  eso pensaba  antes  de  que  lo  reconocierra.  Pero  luego  me  llevé  una  gran  sorpresa. Básicamente el fracaso se registra como  liberación, como el fin de una etapa tensa y temerosa.  Porque  estaba  atenazado  por  el  miedo  al  fracaso  de  mis  aspiraciones, porque estaba tenso detrás de mis ensueños. Entonces cuando finalmente reconozco el  fracaso,  en mi  interior  todo  se  afloja, me  libero,  es  como  quitarse  unos  zapatos apretados y dolorosos. Un alivio. Es como quitarse un  traje apretado que  te  tira por todas partes. Es cierto que  te sientes vacío y sin  futuro porque  fracasó  tu vida. Pero antes era mucho peor. Sufría y me engañaba y me creía que no sufría. Todo falseado.  

Esa expresión “fracasó tu vida” parece muy grave o fuerte. Pero realmente se siente así.  En  el  fracaso  no  sabes  que  vas  a  hacer  con  tu  vida  en  el  sentido  pleno  de  la expresión. Pero también te sientes más libre de tomar diversas direcciones.  

Así, desnudo, sin saber siquiera que actitud tomar ante las cosas, sin saber que roles con  los que vestirme ante mis seres queridos, ahora miro el  futuro y busco algo que realmente sea válido para hoy y para mañana y para siempre. ¿Y por qué busco esto tan definitivo? Porque  ya otras  veces  sentí este  vacío y  salí de él precipitadamente, engañándome, con falsedad, y ahora de nuevo se ha reproducido el fracaso. Como no salí por una puerta verdadera (no desde el punto de vista moral sino desde el punto de vista de una dirección no provisoria), con el tiempo, un futuro mal armado, un sentido provisorio se vuelve a derrumbar y vuelvo al  fracaso. Entonces, esta vez no, esta vez quiero una salida verdadera aunque me cueste tiempo, meses encontrarla. Así que sin prisa  y  sin precipitación  (“paciente  y  con  fe”) espero encontrar el  camino  liberador, verdadero, hacia la Trascendencia. 

3 H. Van Doren. Cuatro conferencias dadas por Silo, Meditación Trascendental, Editorial Gnosis, Madrid, 1974, págs. 95 y 96 4 H. Van Doren. Cuatro conferencias dadas por Silo, Meditación Trascendental, Editorial Gnosis, Madrid, 1974, pág. 139

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Digo hacia la Trascendencia porque no puede ser de otra forma. En esa situación a veces uno no es del todo consciente de las consecuencias de tomar una salida u otra. A veces  tomas  la  salida  válida  pero no  ves  todas  las  consecuencias  de  ese  camino.  Sí sabes (por el registro de necesidad y de búsqueda de algo verdadero aunque eso me suponga perder cosas) que ese es el camino valido que te va a ir liberando y por el que te vas a  ir construyendo, por el que vas a  ir creciendo. Pero no podrías decir, en ese momento, que es el  camino que  lleva más  allá de  la muerte.  Y  con  seguridad, más tarde o más  temprano este  tema hay que enfrentarlo.   Cuando  tomé el  camino del Sentido después del fracaso fui avanzando en el crecimiento interno, en comprensión y en  liberación. Y se me fue presentando el tema de  la finitud de  la vida. Es un tema ineludible si uno quiere ir por un camino con futuro. Así lo expreso Silo en una charla con mensajeros en Buenos Aires el 15 de febrero de 2004:  

“Tiene que ver con  la ubicación en el tema personal, de  la propia vida, del significado de la propia vida, de en qué dirección va la vida... Y desde luego se mantendrá en el fracaso si no resuelve el tema de la finitud de su vida. ¿Su vida va a ir más allá a través de sus hijos, a través de su alma, a través de sus obras, a través de la historia? ¿Quedará en la memoria, quedará en las  cosas,  quedará  en  un  espíritu...?  Porque...  si  no  queda,  usted  es  un fracaso total. (risas)” 

Así  que  este  tema  ineludible  hay  que  resolverlo.  Y  se  siente  como  necesidad personal  el  resolverlo.  ¿Y  cómo  se  resuelve?  Para  mi  solo  se  resuelve  con  la Experiencia Trascendente.  

Otra creencia tiene que ver con  la falsedad o falseamiento de  los registros. Quiero decir que por experiencia a veces he fracasado y no he querido reconocerlo. Entonces me falseo y me  justifico. La creencia que provoca esta actitud es que creo que tengo algo que perder, el  temor al  fracaso me gobierna. Pero si hubiera  reflexionado bien, hubiera visto que eso que me parece que tengo que perder es ilusorio y falso. Así que tengo un problema de reconocimiento del fracaso. Sí, a veces he fracasado y no lo he reconocido. Y también lo he visto en otros y entonces digo que a veces el problema no es  fracasar sino reconocerlo. Así, podemos ver que el mundo ya hace tiempo que ha fracasado, el sistema social lanzado al desarrollo material impulsado por los mitos del dinero y el bienestar material ha fracasado hace rato. Pero no se quiere reconocer por amplias  capas  de  la  población,  no  sólo  por  los  poderosos  que  salen  beneficiados personalmente  por  el  sistema  sino  también  por  grandes  conjuntos  humanos  por  el temor al vacío y por el temor a perder una situación personal de “supuesto” bienestar. Están en grave crisis  los mitos del dinero y  los mitos de que el bienestar material nos darán  la  felicidad. Estos  son  los núcleos de ensueño del  sistema. Y algunos ven este fracaso  (no  solo  los  desfavorecidos  por  el  sistema  sino  sobre  todo  las  nuevas generaciones que descreen) y muchos no quieren verlo. Pero finalmente el fracaso se impondrá o el desastre será mucho peor. 

¿Y qué no es un sentido provisorio? Un sentido definitivo es aquel por el que estoy dispuesto a cambiarme para acceder a la experiencia trascendente que me muestre la continuidad mas allá de  la muerte. No hay otro. ¿Cuál es  la necesidad  fundamental?  ¿Cuál es aquella necesidad que supera la muerte? La necesidad de tener la Experiencia –no  la  idea,  no  la  suposición,  no  la  ilusión  o  la  creencia‐  de  la  trascendencia  y  la inmortalidad.  

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Porque si uno cree que eso no se puede conseguir, poco más hay que hablar. Pero los que hemos buscado denodadamente un sentido definitivo y verdadero que ni aun la muerte detenga necesitamos –sin dudas ni  falsas  ilusiones‐ esa Experiencia. Y esa genuina y verdadera disponibilidad a cambiarnos para acceder a esa experiencia nos hace superar dificultades. Y  luego  la  insistencia nos  lleva a chocar con  la Experiencia. Después  de  eso  sentí  un  agradecimiento  enorme  al  fracaso  y  todo mi  ser  quedó reconfortado.  

Desde entonces vuelvo de vez en cuado al registro del fracaso. Igual que  vuelvo de vez en cuando a  la necesidad de  la Experiencia. Entonces, si  insisto –y todo depende definitivamente  de mi‐,  si  insisto  la  Experiencia  llega.  Y  de  nuevo  agradezco  y me agradezco haber llevado el fracaso en mí. Entonces recuerdo la frase “realmente nada hay capaz de detenerme”. 

La pobreza de corazón y el fracaso no son lo mismo, pero son hermanos. Ambos me impulsan a buscar la experiencia definitiva. Sentir el vacío del fracaso o sentir lo poco lleno que estoy internamente son lo que me impulsan en esa búsqueda. “Aquel que se afirma en  lo que no  tiene”, ese es el pobre de corazón. Pero esto no  lo comprende quien  no  ha  fracasado  ya  que  aun  está  atraído  por  sus  aspiraciones  ilusorias  y  se resiste a mirar el vacío interior. 

En síntesis, el fracaso no es un sentimiento, ni una idea, ni una salida. El fracaso es un estado existencial, una forma de estar en el mundo que afecta a todo sentimiento, a  todo  pensamiento,  a  todas mis  creencias  y mis  roles.  Es  una  forma  de  estar  la conciencia en el mundo. Es el primer peldaño de una escalera verdadera, es la meseta por  la cual  ineludiblemente tengo que pasar si quiero  llegar bien  lejos, más allá de  la muerte.  Y  seguramente  en  el  futuro,  cuando  una  nueva  mística  social  se  instale, generaciones de poetas escribirán bellos e inspirados poemas, riéndose de los ilusorios –y sentidos‐ fracasos. 

Ultimas consideraciones Me  parece  necesario  comentar  que  elegir  una  nueva  dirección  hacia  la 

trascendencia desde el reconocimiento del fracaso no garantiza nada. A veces he visto en mí y en otros el éxito del  trabajo  interno –paradoja sorprendente‐ y  la  ilusión de creerte muchas cosas, de creértelo. Entonces fracasas de nuevo y gracias a eso avanzas más y buscas más radicalmente. También he visto en mi lo contrario, o sea, el fracaso del trabajo interno porque en lo que uno se lanza, en las imágenes que uno lanza sobre aspiraciones de desarrollo  interno van acompañadas de muchas creencias, de mucha paja cultural, de superstición e ingenuidad. Entonces la insistencia en el avance derriba estas  creencias  adheridas.  Así  quedará  en  evidencia  el  verdadero motor  capaz  de superar  estas  desilusiones  y  continuar  en  la  obsesiva  búsqueda  de  certezas fundamentadas en experiencias.  

Podemos decir que la clave es la insistencia, la permanencia de la búsqueda. Ese es el  indicador de que el tema tiene suficiente  importancia para mi ya que no decae, ya que a pesar de que tengo mis ciclos, tengo mis momentos, mis días fastos y nefastos, a pesar  de  que  el medio me  balancea  como  un  junco,  a  pesar  de  todo  no  aflojo  esa permanente búsqueda. Gracias a que aposté así  (y sin duda es una apuesta personal sin garantía a priori), en esta dirección y permanecí lo encontré, me di de bruces con la Experiencia.  Entonces  cualquiera,  por  si mismo,  lo  va  a  encontrar mas  tarde  o mas temprano  porque  esto  no  depende  de  ser  listo  ni  tonto,  esto  no  depende  de  los 

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conocimientos  o  la  ignorancia,  esto  depende  exclusivamente  de  la  fuerza  de  la necesidad y de  la  fe en uno mismo. Y por  lo tanto,  fe en  la doctrina cuando dice “1. Aquí se cuenta como el sin‐sentido de la vida se lo convierte en sentido y plenitud”. 

Testimonio y experiencia El fracaso es una profunda toma de conciencia. Un breve relato. En 1982, en agosto ‐recuerdo perfectamente el día, la situación, los 

amigos‐, me  invitan  a una  reunión de  La Comunidad.  Iniciada  la  reunión, que  tiene cierto aire surrealista, se dan unas breves explicaciones –no más de cinco minutos‐ y después se nos pidió cerrar  los ojos y seguir  las  imágenes que proponía quien  llevaba la reunión. Tiempo después se me explico que a ese trabajo se le llamaba experiencia de Fuerza. Al abrir  los ojos se nos preguntó quien se apuntaba a continuar. Me definí inmediatamente porque sentí que eso es  lo que yo andaba buscando y coincidía con una insatisfacción personal respecto del sentido de las cosas.  

Así  conocí  la  Doctrina  y  me  incorporé  al  Movimiento  Humanista.  Durante  los siguientes  18  años  participé  en  todo  lo  que  se  propuso  intentando  adaptarme  y poniendo  entusiasmo.  En  varias  ocasiones,  hay  dos muy  claras,  tuve momentos  de desorientación  interna  y  registro  de  vacío.  Pero  las  resolví  apuntado  de  nuevo  a sentidos provisorios, succionado por la aspiración al prestigio y reconocimiento.   

Pero la tercera vez ya no fue así. Esta vez el vacío me golpeó con fuerza y el fracaso fue  fuerte,  dudando  verdaderamente  del  sentido  de  mi  existencia.  Dicho  de  otra forma, perdí el miedo al fracaso y lo reconocí en profundidad. Durante muchos meses sentí el vacío y  la falta de un futuro claro sin enfadarme ni resentirme con nadie. Un mundo  interno  totalmente derrumbado en el que no sabía que pensar de mi, de  los amigos, sobre qué hacer, de cómo comportarme. En momentos parecía un poco corto, sin respuesta, sin saber como comportarme, o sea, un poco  imbécil. Desde  luego no abandoné ninguna de nuestras actividades ni mi militancia. Pero esta vez me dije que no saldría de esta situación sin una señal clara hacia un sentido no provisorio. Así que estuve más de un año así, con altibajos, pero en el fracaso vital.  

En julio del 2001, cuando ya llevaba más de un año en esta situación, llegó el retiro con la Fuerza. No tuve una gran experiencia. En la ceremonia final, en la imposición, un gran  silencio  interno  esperando  la  Fuerza  se  impuso.  Desde mi  interior  surgió  una suave  energía.  No  fue  una  gran  experiencia,  de  hecho  en  el  pasado  había  tenido experiencias con la fuerza más grandes e impactantes que esta. Pero esta ocurrió en el vacío  y  resonó en mi  interior  como un  trueno,  como  la  señal  a  la  llamada de  tanto tiempo ansiada. Encajó en mi situación de fracaso y entonces me dije “desde hoy ni un solo día sin hacer trabajo  interno”.   Esa fue  la puerta para salir de  la situación. Y a fe que he cumplido con mi compromiso interno y a fe que gracias a esa resolución y a ese camino emprendido he llegado a la Experiencia y al crecimiento interno.  

Lo que puedo decir es que  lo decisivo no es  la magnitud de  la experiencia, sino el estado interno en el que ocurre. Años antes, en un retiro, en un oficio, tuve un registro con  la Fuerza muy grande, mas que este de  julio de 2001. Pero pocos días después estaba yo ya olvidado de esa experiencia ilusionado por mis sentidos provisorios. 

Pero ahora no, esa pequeña experiencia del retiro con la Fuerza ha sido el pilar en el que  he  construido  todo mi mundo  interno  el  cual  no  tiene  sentido  sin  el  trabajo interno.  El  significado de esa pequeña experiencia   para mi  fue  tan  grande que me 

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abrió un camino hacia el Sentido y la trascendencia. Desde entonces muchas cosas han cambiado. He ganado mucho en unidad  interna, me he reconciliado profundamente, he  tenido experiencias de  lo que hay más allá de  la muerte en  la que cada vez creo menos, y mi actitud ante el mundo es otra y cada vez es más decidida.  

Desde  aquel  retiro el  trabajo  interno ha  sido el pilar de mi  vida. Cada día desde entonces  trabajé con  la Fuerza además de otros  trabajos. Y significativos avances he dado.  El  primero  fue  comprender por  qué  fracasé. Así  que  unos meses  después de aquél retiro estudié el núcleo de ensueño, mi sistema de relaciones y comprendí que fue el  fracaso en  las amistades  (o  sea,  la perdida de  reconocimiento  y prestigio: no tenía  amigos)  el  que me  puso  en  esa  situación.  Algo  nada  original  por  cierto.  Lo segundo que hice fue  ir a  los temas gruesos no reconciliados. En unos meses  los dos temas biográficos pendientes estaban integrados.  

Mientras  tanto  fui  ganando  experiencia  en  el  trabajo  diario  con  la  Fuerza.  Ese trabajo me  llevó a algunas experiencias que me mostraron  la  ilusión de  la muerte y algo de lo que hay más allá de ella. Y además ese trabajo se fue acumulando en mí. Un día mientras esperaba de pie en  la acera a que el semáforo me diese paso noté una energía en mi pecho. Me quedé en silencio  interno sintiendo esa Fuerza en el centro de mi pecho. El semáforo cambió y mientras cruzaba la avenida esa Fuerza seguía en el centro de mi pecho. Una suave alegría, profunda, silenciosa, me fue tomando porque sabía que algo muy bueno me estaba pasando. Entendí que ese registro de Fuerza que podía  registrar durante el día, durante  las  actividades  cotidianas, me mostraba  algo que estaba naciendo en mí. Desde entonces, hace ya más de diez años, ese registro ha crecido y en diferentes momentos del día registro la Fuerza en mi pecho.  

“Cuando alguien siente una fuerza especial en el pecho, que se afirma y se expande, afirmándose con soberanía y como señor  (casi en sentido bíblico) ante sí y en el mundo, el palabrerío se encoje en beneficio de  la experiencia y de la comprensión profunda”. 

 Fragmentos del poder joven, pag. 30. El  agradecimiento  a  la  doctrina  y  al  fracaso  no  lo  puedo  expresar  fácilmente.    E 

intento  que mi  actividad  sea  un  canto  de  agradecimiento mientras  avanzo  por  el Camino. Hasta ahora no han sido más que unos pasos.  

El Camino por delante es largo y no se va a detener con la muerte. El capitulo X de La mirada Interna me guía.  

 Juan Espinosa

[email protected] Enero 2013