PENSAR

¿Es pensar una alegría o un sacrificio?

Pensar es, ciertamente, asumir las realidad del espectador, la actitud de observador que pesa y es, a su vez, pesado por lo que mide. Pensar es siempre un sacrificio, ya que es necesario renunciar a ciertos prejuicios y condicionamientos para “medir” el peso ontológico de aquello que observamos. Pero es también una alegría, ya que nos permite acercarnos a los hechos humanos concretos. Cuando miramos es imposible dejar de lado las pasiones y sentimientos porque la vida que vemos nos ad-mira. Somos hombres que se alegran, ríen, sufren, lloran, viven y mueren. Hombres de carne y hueso, concretos no seres abstractos. El pensamiento abstracto separa al ser humano de su situación vital concreta, de sus relaciones y de su cultura y es claro que el hombre es un ser ligado y no des-ligado, está ligado a su familia, a su lengua, a su cultura y a su historia. La intención es descubrir lo que nos liga para religar lo que, es estos tiempos se ha desligado. El existencialismo intenta dar respuesta a partir de la “existencia” y rechaza la entidad de una esencia inmutable. El hombre da sentido a su vida por medio de sus actos, él decide y elige su modo de ser en el mundo. Nada le viene impuesto desde fuera, todo lo que acata es lo que él mismo crea como ley. Existir es ser excéntrico con respecto de sí y del mundo, es estar fuera, “”ir hacia”, proyectarse. Siendo un ser que “va fuera”, el ser humano no se agota en el aquí ni el ahora. Siempre está y se está creando; elige, es libre y en su libertad, vive la dualidad de ser, a la vez, sujeto y objeto. Ser actor y sufrir la realidad. Lleva la carga de toda la vejez del

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mundo y es a la vez un constante ser nuevo. Se hace nuevo por la libertad, se levanta y se cuida. Está permanentemente amenazado, no está seguro (se-curitas) pero es curador (cura) de sí mismo. El hombre es un ser en constante movimiento, que no tiene tiempo de reposo ni aún en la muerte, somos siempre un camino, una flecha lanzada hacia delante, un movimiento en busca de un sentido que nunca encontramos en su totalidad. Construimos puentes para llegar a una orilla que nos revele algo del misterio que gozamos y padecemos: el misterio de la existencia desnuda. Existir es también ser en el mundo, ser en relación con el “aquí” y el “allí”, situarse en el tiempo y el espacio, se “es” en un cuerpo, sin él no somos mas que un recuerdo. Mi cuerpo es lo que me individualiza, lo que me hace ser quien soy aquí. Por él puedo estar en un lugar y no me es posible trascender, ni siquiera en el pensamiento, la categoría de lugar y tiempo. Por él estoy sometido a la ley natural de la caducidad y la muerte, de la enfermedad, de la angustia y del sufrimiento. El cuerpo que tenemos y que somos nos hace seres individuales y a la vez, seres en relación; no puedo no morirme, no sufrir, no luchar, no ser culpable. Del mismo modo, no puedo vivir sin hacer sufrir, sin hacer morir, sin vencer o hacer a otros culpables. Si soy un ser libre también temo la libertad; si amo o sufro no lo hago en plenitud, hay, es cierto, una sensación de plenitud, pero no es total, es siempre relativa. Existir es “ser con otros”, no somos sino en la medida que nos abrimos y nos relacionamos con los demás; tenemos un pasado, un presente, y un futuro común. Cada tiempo es un encuentro con lo que fuimos y un adelanto de lo que seremos; tanto personas individuales como seres sociales que construyen una historia común. Existir es “pensar”, pesar y medir el peso ontológico de los sucesos y las personas, pesarnos y medirnos con ellas; es

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sufrir la angustia de la soledad y de la nada; encontrar el silencio y conmoverse por la palabra que se esconde en los “gritos petrificados” de todos los hombres que se atrevieron a vivir con dignidad.

EL DILEMA EXISTENCIAL DEL HOMBRE CONTEMPORÁNEO

“Nuestro clásico modo de ver la naturaleza como un objeto “externo” es una ilusión; el sujeto es siempre parte de la fórmula, el hombre que observa la naturaleza debe figurar, el experimentador en su experimento y el artista en la escena que pinta.” Heisembreg (citado en:”Rollo May: El dilema Existencial del Hombre moderno”-9-, pág. 2). Esta frase del físico Heisemberg recuerda a un viejo axioma latino que dice: “Todo lo que se recibe, se recibe al modo del recipiente”He aquí el dilema de muchos hombres de la modernidad, descubrirse a la vez, como sujetos y como objetos del conocimiento. El hombre que se sienta frente al río deja que el rio se meta dentro de él, lo recibe en su interior y lo posee; siendo a su vez, medido por el río, haciéndose parte del paisaje, incorporándose al agua que corre y a la piedra que permanece en silencio. El río y el hombre no son ya dos realidades sino solo una, retoman en la contemplación la unidad original, tal como dice Yupanqui:“No comprendo las cosas,ni pretendo entenderlaslas reconozco, es cierto,pues antes viví en ellas”.Objeto y sujeto se reconocen en el diálogo del conocimiento y en el encuentro de la contemplación.

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La libertad, no reside en la capacidad de vivir como puro sujeto, sino en la posibilidad de vivenciar la relación dialéctica sujeto-objeto, superadora de la mera subjetividad y de la objetividad desnuda. Solo existe un objeto en relación a un sujeto y viceversa. El hombre es, a la vez, limitado, por poseer numerosos límites provistos por la realidad, y libre de aceptar o no estas limitaciones. Es finito e infinitamente posible; es dependiente y abierto a un sin fin de posibilidades de relación. La experiencia es siempre la experiencia humana, por eso es impensable la objetividad despojada de la subjetividad, ya que con el solo hecho de observar, el sujeto modifica lo observado. El positivismo pretende eliminar la subjetividad y a formular leyes universales válidas para todo hombre, en todo lugar y en todo tiempo. Pero esto es solo una ilusión, ya que el que observa modifica lo observado y tiene, él mismo una manera peculiar de interpretar lo observado. Como dice Rollo May:””Debemos superar la ingenua creencia de que si sólo pudiéramos llegar de algún modo y al fin a los “hechos empíricos descarnados”estaremos sanos y salvos en el puerto.” (Rollo May -9-Pág. 31) El subjetivismo, por otro lado, tras la ingenua creencia en la creatividad humana, olvida la importancia de los condicionantes reales a los que todo individuo se haya sometido. No hay sujeto sin objeto, aún cuando el objeto pueda ser el mismo sujeto. El ser humano ha vivido siempre en esa paradoja de ser él mismo el que podía morir, e incluso estar muriendo, y hablar de su propia muerte. Entre los extremos de ese dilema, él crea los símbolos, superación creativa de esa situación dilemática. La creatividad humana consiste en aceptar ser, a la vez, sujeto y objeto, contemplante y contemplado; templante y templado; creante y creado.

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Si el hombre se resiste a ser creatura, se constituye a si mismo como dios y cae en la soberbia de quien cree poderlo todo. Si se resigna a ser solo creatura, sin estimular su capacidad creativa, se condena a la inacción y la falta de compromiso. Impotencia y omnipotencia se tocan en un punto: ambos llevan al fracaso en la construcción del mundo. El dilema debe mantenerse, ni puro objeto ni puro sujeto, esta es la base de la creatividad.

1) NUESTRA SITUACIÓN CONTEMPORANEA

“El hombre es solo un junco, el junco más débil de la naturaleza, pero es un junco pensante.” B- Pascal La capacidad de pensar nos dignifica como personas, y nos permite observar nuestra contingencia con respecto del mundo y de Dios; nos hace permeables a los cambios y en ciertos momentos de la historia nos empuja a decidir de cara a lo desconocido. Es en esta época, en la que, como nunca, los hombres ríen y lloran por las mismas cosas. Debemos conservar nuestra capacidad de asombro, nuestra capacidad de reír y llorar por cosas distintas al común de las personas. Si cada ser humano siente que es insignificante como ser individual, experimenta un debilitamiento de su sentido de responsabilidad. Si todo está hecho, ¿Qué podrá importar lo que hagamos?; si todo está decidido: ¿Qué sentido tiene decidir? Ser libre implica ser responsable, somos personas en la medida que podemos vivir, con alegría, las limitaciones que nos impone la realidad y en la medida en que seamos capaces de ir superando los límites.El que se percibe a sí mismo como omnipotente, no es capaz de respetar y dejar lugar al otro. Él “ocupa” todos los

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lugares aunque no le correspondan. Cree que su verdad es la verdad para todos y que su opinión es la opinión del pueblo. Por el contrario, el que se siente impotente, “escapa”, no le interesa tomar parte en la vida y solo “se deja llevar” por la realidad sin implicarse, no se hace cargo y deja que otros carguen con su vida, sus circunstancias y hasta sus opiniones. Para ser libres es necesario ser responsables.

2) IDENTIDAD PERSONAL EN UN MUNDO ANONIMO El desafío de afrontar el dilema existente entre los valores humanos y el poder impersonal de la tecnología, es afirmar la identidad personal en un mundo anónimo, es descubrir la significación de la propia existencia, evitando la ansiedad de sentirnos insignificantes ante la máquina.“Cuando el individuo pierde significación, sobreviene un sentimiento de apatía, que es una expresión de este estado de conciencia disminuida.”(Rollo May 9 Pág. 59) La tecnología, utilizada para escapar de la ansiedad, muchas veces pone al hombre más ansioso, ´ más aislado y alienado, porque, progresivamente, le priva de su conciencia y de su posibilidad de experimentarse como una persona importante, con significación. La ansiedad neurótica es destructiva. Consiste en una disminución de la conciencia, un bloqueo del conocimiento que cuando se prolonga lleva a la apatía y a la despersonalización. La ansiedad se produce porque los valores que el hombre experimenta como propios son amenazados, y encontramos que una importante fuente de ansiedad es que la cultura del consumo se preocupa más en adquirir que en crear. Si la fórmula de la felicidad consiste en llenar con cosas el vacío existencial, será imposible lograrla.

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Lo espiritual no se puede llenar de cosas materiales. Por lo tanto, el mismo fundamento de la cultura del consumo está viciado. Es así si nos referimos a elementos externos al hombre, por decirlo de alguna manera, “elementos comprados”, y también es así si hablamos del cuerpo del hombre. A ese respecto, notamos una dicotomía entre lo que se hace con el cuerpo y lo que se piensa con la razón. Así, la sexualidad se transforma en genitalidad, y se hace de ella una productora de placer, sin referencia al cariño ni mucho menos a la persona y al amor. “De este modo la pareja estable tiende a perder la significación en la promiscuidad que es una sustitución de la relación interpersonal por la intimidad corporal. Se exige al cuerpo que llene el vacío que queda cuando la persona abdica.”(Rollo May -9- Pág. 65)

Lo impersonal tiene el efecto de sobrevalorar la “sensación” sin sensibilidad, la relación sexual sin intimidad y el contacto corporal sin referencia al amor. Es evidente que en la era de la comunicación, estamos profundamente incomunicados; ya que la comunicación verdadera es unión común de las personas y no mera transmisión de mensajes o acumulación de información. ¿Qué será de nosotros si no nos atrevemos a internarnos en la aventura del pensamiento y nos dejamos atrapar por la acumulación?¿Qué será de nosotros si negamos la originalidad a costa de la utilidad? ¿Qué será del mundo si no valoramos la imaginación, si no soñamos y sólo repetimos rígidos esquemas cargados de pragmatismo? Cuando nos referimos al hombre no podemos sólo pensar en términos de productividad e improductividad. Él no produce, él crea; realiza algo de mayor importancia que la máquina; ésta no puede percibir significaciones y encontrar

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sentido. El Hombre, puede hacer lo que la máquina nunca podrá: hacer planes y elegir metas. No podemos resignarnos al anonimato, somos personas, parte de un pueblo, de una familia, de un lugar; tenemos identidad personal y nacional. No somos números que se puedan borrar. Reafirmar la identidad es superar el estigma del anonimato que conduce a la inacción. Si sólo somos engranajes no hay lugar para el pensamiento, ni para la fe, estamos solos. ¡Productivamente útiles!, ¡máquinas que trabajan!, ¡seres que se chocan y no se miran!, incapacitados para superar la “solitariedad”. Es necesario pasar de la solitariedad a la “solidaridad”, estar solo y darme desde el coraje de mi soledad. Ojala nuestras instituciones estuviesen más preocupados por estimular el desarrollo de actitudes solidarias y responsables que por promover la competitividad, utilidad y productividad Dice Yupanqui en su poema “Destino del canto”: Si no amas a tu pueblo,… no alcanzarás a traducirlo nunca, escribirás acaso tu drama de hombre huraño, solo, sin soledad ….La soledad es usada constructivamente cuando la persona es capaz de relacionarse con la situación valorando y luego comprometiéndose en el curso de la acción, en un modo de vida. Si no hay identidad y pertenencia estamos solos, cargados de una ansiedad que nos aísla, nos incomunica y nos deja humanamente improductivos.

La historia de cada pueblo, marca a sus miembros y les proporciona su modo de valorar y superar la ansiedad y de transformarla en sensibilidad creativa.

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3) LAS FUENTES DE LA ANSIEDAD La creencia en la capacidad racional del individuo, fue el principio intelectual del movimiento cultural que comenzó en el renacimiento y culminó con la supremacía de la burguesía. En este medio cultural Spinoza y Leibniz enseñaron su confianza en la razón individual y esa primitiva confianza relacionada con todos los aspectos de la vida, se transformó en un énfasis de la técnica y en la aplicación de la razón cada vez más exclusivamente a problemas técnicos. La dicotomía mente-cuerpo del siglo XVII tomó ahora la forma de una radical separación entre la razón y la emoción. La creencia en el control racional de la emoción se transformó en el hábito de reprimir las emociones. Sin embargo, suprimidas las emociones: “explotan las emociones”.El hombre racionalista de nuestra época, vuelve a formas primitivas de vinculación con la naturaleza (naturalismo), de unión con lo sagrado (religiosidad mítica animista) y de relación con el cuerpo del otro (sexualidad hedonista).La tecnología permite nuevas emociones electrónicas que son un mal sustituto de las emociones humanas verdaderas. Así, la TV., Internet, y otras formas tecnológicas intentan reemplazar los juegos, los conflictos personales y el amor, sin lograr mas que adormecer el corazón del hombre que EXPLOTA en mil formas de búsqueda de sentimientos verdaderos. En la misma proporción en que la calidad de las evidencias aumenta, la certidumbre parece disminuir. Por un lado la verdad parece progresar en extensión, en volumen, y en parte también en claridad, por otro lado, la certidumbre disminuye en forma constante. Esto es así porque cada posibilidad creativa en el desarrollo individual, implica cierta destrucción del pasado, cierta ruptura de normas o pautas del pasado. Avanzar suscita el temor a dejar la seguridad del

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puerto para avanzar en el mar desconocido de las nuevas formas de comportamiento y relación. La ansiedad neurótica es el resultado del cercenamiento que tiene lugar cuando la persona tiene miedo de ser libre.Cuando los presupuestos, los supuestos inconcientes acerca de los valores, son aceptados en una sociedad, el individuo puede enfrentar las amenazas con temor, no con ansiedad. Pero cuando los presupuestos de una sociedad son ellos mismos amenazados, el individuo carece de fundamento por el cual guiarse cuando se enfrenta con una amenaza específica. Cuando la sociedad no provee al individuo de una adecuada orientación psicológica y ética, éste se ve forzado, a menudo por la desesperación, a buscar profundamente dentro de si para descubrir una nueva base de orientación e integración. “Cuando los valores estén en contradicción, el hombre, que se siente sin amarras, tiende a evitar y a reprimir la ansiedad normal, con lo cual sienta las bases para el desarrollo de la ansiedad neurótica.”(Rollo May,-9-, Pág. 102)., La ansiedad es la aprensión producida por la amenaza a algún valor que el individuo juzga esencial para su existencia como un yo. Desde el Renacimiento el valor dominante ha sido el prestigio competitivo, en término de éxito en los trabajos, artes o finanzas y en la superación de los demás. En las últimas décadas, el valor dominante no es superar a los otros sino tener lo mismo que los demás o sea la conformidad. La solución aparentemente elegida ante el problema de la ansiedad es doble: por un lado conformarse con el tener y por otro cristalizar los valores en dogma; ya sean religiosos o científicos. Los dogmas son seguridades temporarias obtenidas al precio de renunciar a crecer y aprender y esto lleva a la

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ansiedad neurótica. La necesidad de crecer, el aprendizaje y el cambio provoca cierta ansiedad pero la salud es búsqueda dinámica de perfección .Podemos decir que la vida no es ausencia de conflicto, equilibrio, homeostasis; sino desequilibrio creativo, tensión por la realización: homeodinámia. El conflicto entre el yo y el no–yo es positivo en la medida que se respeten los límites que impone la realidad y sirva al crecimiento de ambos polos del conflicto. El hombre es un ser en camino, no un ser terminado (perfecto), sino un ser en crecimiento, no-terminado (imperfecto). La seguridad y la confianza no habría que buscarla en la realización sino en la búsqueda obstinada y devota de la verdad y la belleza. El mundo actual pretende reemplazar la seguridad que daban los dogmas religiosos por otra que proporciona la ciencia, aparentemente inequívoca e incuestionable. La ciencia se convierte en dogma y la ética se transforma en su subsidiaria; incluso la religión se ha intelectualizado y secularizado para no entrar en contradicción con los postulados de la “ciencia”. El hombre es un ser en tránsito; en la debilidad de lo que se está haciendo, en permanente transformación.La primera característica existencialmente distintiva del hombre es la autoconciencia que le permite estar centrado en si y ser excéntrico con respecto del mundo. La conciencia de sí es, a la vez, conciencia de separación y por eso vivimos con tanta angustia la soledad. En las grandes urbes se ha perdido la identificación con la naturaleza y se han desmitificado las tradiciones que unían al hombre con lo sagrado. El individuo se ha centrado en sí mismo y a la vez siente la necesidad de salir de sí para entrar en relación; pero salir de sí requiere aceptar la inseguridad; reconocer la propia ignorancia y la propia culpa.

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El ser humano es un ser para el encuentro y todo encuentro es productor de alegría y de ansiedad. El encuentro es siempre una experiencia potencialmente creativa. Algo se modifica en aquél que vive la realidad de un encuentro, aunque sea mínimo. En la relación, el yo se encuentra con otro yo y esto provoca la posibilidad de muerte y de renacimiento o recreación. La autoconciencia, a la vez que conoce y crea, hace al hombre capaz de ser responsable ante el mundo, ante los demás y ante su intencionalidad última o Dios.

4) EXISTENCIA Y LIBERTAD

“La naturaleza particular del hombre es su poder para crearse a si mismo”. (P. Tilich) La libertad no supone carencia de estructura o de reglas, justamente, no puede haber libertad ni individuo libre sin una estructura en la cual, éste actúe. El individuo no es totalmente libre pero tampoco está totalmente condicionado. A medida que nos hacemos más concientes de las infinitas fuerzas que determinan nuestra vida nos volvemos más libres. La libertad es la capacidad del individuo para hacer una pausa y elegir sin seguir su primer impulso, entre la multitud de respuestas posibles. “En las peores circunstancias, el individuo debe encontrar y afirmar su derecho a conocer y actuar; preservar su autoconciencia de libertad, si quiere sobrevivir.” (Rollo May, -9- Pág. 238)

a) Bases psicológicas de la libertad

El primer principio es que la libertad es una cualidad de la persona auto conciente; desde su centro y sólo desde su centro el yo es libre.

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El segundo principio es que la libertad implica siempre responsabilidad social. Este principio introduce los límites de la libertad; no es hacer lo que se antoja, está siempre limitada por el hecho innegable que la persona existe en una sociedad, en una cultura y se relaciona con el mundo. La capacidad para enfrentar concientemente los límites, por normales que sean, es ya un acto de libertad y lo libera a uno del resentimiento automutilante. El tercer principio es que la libertad requiere la capacidad para aceptar, soportar y vivir constructivamente la ansiedad. Ser libre significa enfrentar y soportar la ansiedad; querer escapar de ella es escapar de la posibilidad de ser libre.

"La ansiedad es nuestra mejor maestra” (Kierkegaard)

b) El sufrimiento de la vida sin sentido

“En realidad, hoy no nos enfrentamos ya, como en los tiempos de Freíd?, con una frustración sexual, sino con una frustración existencial.El paciente típico de nuestros días no sufre tanto, como en los tiempos de Adler, bajo un complejo de inferioridad, sino bajo un abismal complejo de falta de sentido, acompañado de un sentimiento de vacío, razón por la que me inclino a hablar de un vacío existencial.”(V. Frankl -2-, Pág.,). Quizá se pueda decir que al contrario de los animales, los hombres no dependen exclusivamente de sus instintos, para su obrar; y, a diferencia de los hombres del pasado, ya no tienen tradiciones que les digan lo que deben ser. Cada hombre debe “hacerse un sentido para su vida”; ya no hay instinto ni tradiciones que le dicten su origen y su final, él está sujeto a sí mismo, es libre, pero percibe el peso de la responsabilidad que le incomoda y le hace huir.

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Podemos decir que el hombre es una palabra que se dice a sí misma y capaz de descubrir el mensaje propuesto y oculto por el Silencio Creador desde el que nace. Tenemos la capacidad de clarificar el mensaje que traemos o de ocultarlo. Se ha dicho que el hombre es como el vidrio, cuanto más se pule, más deja pasar la luz. Cuanto más se clarifique mi sentido personal más se trasluce el cúmulo de sentido vital que llevo conmigo. Sin tradición el hombre está solo ya nadie le dicta lo que debe ser y parecer que muchas veces ya no sabe tampoco lo que quiere. Cae entonces en el conformismo de hacer lo hacen los demás o en el totalitarismo que consiste en hacer lo que quieren los demás. Una tercera posibilidad es lo que Frankl llama:”neurosis noógena”, o que responde a la falta de Nous, razón o sentido para la vida propia, en la solitaria civilización urbana. Las tradiciones son los cúmulos de sentido conseguidos por las comunidades. Si bien pueden caducar, deben ser reemplazados por otras formas de sentido. El ser humano solitario no puede darse una finalidad; ésta, le viene dada, o la recrea en conjunto con sus congéneres. Siempre puede el hombre encontrar su sentido, a condición de que lo busque permanentemente y esté dispuesto a cambiar, Sea una causa, una persona, un pueblo, o un sufrimiento vivido con dignidad. Si creemos que es posible llenar con cosas muertas el sentido vital que necesitamos y buscamos el atajo de la química, nos hacemos adictos; la vida se frustra y la persona abdica. Algo parecido puede ocurrir con la agresividad humana, hay quienes optan por reaccionar a los mínimos estímulos con una desproporcionada carga de agresión. La agresión sexual, la violencia social, la violencia familiar, afloran claramente en las personas carentes de sentido y finalidad.

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El odio y el amor son en el ser humano, al menos parcialmente, intencionales. Cada persona decide si quiere amar u odiar pero es, evidentemente, más proclive a la agresión el que sufre un vacío existencial. Cuanto más pleno está el hombre más ama y, a la vez se plenifica en el amor entrando en un círculo virtuoso, contrario al círculo de la agresividad y la violencia. La vida sin sentido no sólo provoca sufrimiento sino que a penas puede vivirse; el sentido no se inventa, se descubre. Lo que cada uno inventa, pertenece a cada uno, es del ámbito subjetivo, es apariencia pero no verdadero sentido. La conciencia guía al hombre en la búsqueda de sentido y se la puede definir como la capacidad de rastrear el sentido único y singular de cada situación. Sólo una conciencia despierta nos da la capacidad de “resistencia” de modo que: ni nos pleguemos al conformismo ni nos inclinemos ante el totalitarismo. Toca a la educación la tarea de formar la persona para la responsabilidad. Si no queremos quedar sepultados por objetos e incentivos o hundirnos en una total promiscuidad debemos saber reconocer lo esencial de lo superfluo, lo que tiene sentido de lo que no. Según Frankl, el hombre encuentra sentido en el amor, en la creación e incluso en el sufrimiento. Nada hay en la vida que no tenga sentido. Pero la sociedad de consumo atenta contra la posibilidad de encontrarlo al desviar la atención de las personas: de lo profundo a lo superficial; de lo humano a lo material. Así se satisfacen las necesidades del cuerpo pero no se plenifica a la persona. El hombre vacío, está cargado de cosas, pasiones y dolores que son de él. Pero no ha encontrado cómo recrear esas cosas, cómo amar su persona y cómo transformar el dolor sinsentido en sufrimiento con significación. Estamos solitarios aunque nos rodee una multitud. No somos solidarios, porque lo que ofrecemos no nos es propio: “es

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prestado”. Podemos ser generosos, pero no es lo mismo ser generosos que solidarios; si alguna situación nos toca la emoción, rápidamente nos desprendemos de algo para darlo; pero no tenemos continuidad: no parte de una decisión propia de la voluntad y de la razón, sigue un sentimiento que pasa y muere con rapidez.. La persona que se encuentra adormecida por el efecto narcótico de la sociedad globalizada, no puede crear, sólo espera obtener respuestas que no le son propias, que le vienen de afuera. Creo que ésta es una de la razones por la cual , en una cultura que valora tanto la ciencia, permanece y se aviva una mentalidad “mágica”, “mítica” y ”fatalista”, que deja de lado el compromiso constructivo y se apoya en personalidades unilaterales, neuróticas y neurotizantes. Los fanatismos y las experiencias pseudo-místicas, se juegan y todo lo esperan desde el exterior, dibujado como: equipos deportivos, secta religiosa, droga, nacionalismo, dios, los extraterrestres y las redes sociales que parecen tener todas las respuestas, pero siguen sin responder: ¿quiénes somos?, ¿para qué vivimos? ¿Qué hacemos con nuestra existencia?

c) Voluntad de sentido

“En razón de la voluntad de sentido el hombre está referido al encuentro con otro ser humano, al que amar bajo la forma de un tú.”(Frankl, -2- Pág. 82). Hoy, el drama de mucha gente es, no sólo no encontrar el sentido de su vida, sino; no querer encontrarlo. No tener voluntad de darle una orientación a su vida, dejando que ésta pase, suceda. No son autores, son sólo consumidores. El hombre pasivo sólo con-su-me (con se), hace uso de algo extraño a él mismo sin que esto lo modifique. En cambio el hombre activo: a-su-me, crea, y se modifica con lo que recibe y, al incorporar todo a sí, lo recrea.

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Este ser humano es persona, se eleva desde el mundo de los objetos, al mundo de las relaciones humanas, en el que es necesario entenderse, conocerse, amarse, para poder hacer lo mismo con los otros. La voluntad de tener y la acumulación de cosas: experiencias, sentimientos, cuerpos, pareciera poder sustituir a la verdadera voluntad de vivir y de amar. Así, se habla de “tener” sexo, sin ninguna referencia al encuentro personal ni al amor. Es sólo algo más en el cúmulo de cosas que tenemos. Cuanto menos compromiso, mejor. Ni siquiera conviene conocerse, es mejor así, sólo un momento de placer y nada más. Para amar es necesario que nos encontremos en la audacia de ser libre pero con la responsabilidad de se persona que voluntariamente asume la realidad de otra persona. Esto implica un compromiso, significa estar abierto a lo imprevisible, al cambio, a la inseguridad. Y cambiar nos provoca temor. Preferimos la seguridad al riesgo. Creemos ingenuamente que la acumulación de bienes y de poder nos librará de la inseguridad de abrir nuestro corazón al verdadero amor. Somos seres para la búsqueda no podemos parar de buscar, y lo que buscamos no son seguridades, buscamos sentido. La voluntad de sentido, es un mecanismo interior por el que el hombre crea su futuro y su presente. Ésta pone en funcionamiento la capacidad de adaptación activa del hombre ante los problemas cotidianos. Es la que da la posibilidad de relación, supone un encuentro y expone al desencuentro. La voluntad de sentido es la puesta en marcha en cada uno, de su potencialidad creativa, de su proyecto personal; al decir de Nietzsche” quien tiene un por qué para vivir, siempre encuentra cómo”. A medida que buscamos el camino, lo vamos encontrando, está un nosotros la voluntad

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de buscar y la libertad para crear, A partir de allí, se construye el amor, el de la pareja y el de la amistad. El trabajo es también oportunidad para realizar una obra única, personal e irrepetible. También se puede dar sentido al dolor y convertirlo en sufrimiento., haciendo de él una ofrenda para otro que es mi par o para Otro que me trasciende y me da sentido. El hombre todo lo recibe y todo lo construye; tiene en su actitud valorativa, un instrumento para hacer suya la realidad y cargarla de sentido propio. Dar valor, es la única forma de ser realmente personas, En síntesis: “ser” implica la voluntad de crearse y encontrarse, de, no sólo recibir sino soñar y transformar. “Vivir por vivir” es insoportable, es indispensable vivir por algo o por alguien.

EL DILEMA SOCIAL

1) El miedo a la libertad

la libertad como problema psicológico.

“La abolición de la dominación exterior parecía ser una condición no sólo necesaria, sino también suficiente para alcanzar el objetivo deseado: libertad del individuo.” (Fromm E. El miedo a la libertad,-4- pág. 26)Sin embargo, los caminos del hombre en la historia son mucho mas complicados, no cambia la humanidad sólo porque cambien los condicionamientos externos, ya que si bien el ser humano es producto de la historia es también protagonista de la misma historia y hacedor de cultura. Es , a la vez modificado y modificador de la vida y la realidad. La naturaleza humana no es la suma total de impulsos innatos fijados por la biología. Ni la sombra sin vida de formas culturales a las cuales se adapta de una manera

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uniforme. Es el producto de la evolución humana. El hombre es una existencia en libertad y sin embargo, está siempre pendiente de realización. Desde el comienzo y seguramente hasta el final de su existencia la humanidad, en particular, cada ser humano, busca la independencia y la libertad.“La emergencia del hombre de la naturaleza se realiza mediante un proceso que se extiende por largo tiempo, en gran parte permanece atado al mundo del cual ha emergido, sigue integrando la naturaleza; el suelo sobre el que vive, el sol, la luna y la estrellas, los árboles y las flores, los animales y el grupo de personas con las cuales se halla ligado por lazos de sangre.” (Fromm -4-. pág.52)Si analizamos la historia de los comienzos de la sociedad y nos remitimos a la Edad Media, nos damos cuenta de que en la misma no existía la libertad individual según nosotros la entendemos hoy. La vida personal, económica y social se hallaba dominada por reglas y obligaciones a las que prácticamente no escapaba esfera alguna de actividad. Pero aún cuando la persona no estuviera libre en el sentido moderno, no estaba ni sola ni aislada; se identificaba con un papel que debía cumplir; no como quien sufre con un destino irremediable, sino como quien disfrutaba con la tarea y de su posición. Existía un individualismo concreto dentro de la vida real, sin que se hubiera desarrollado la conciencia del propio yo, separado del mundo. En una sociedad centralizada el individuo se desdibujaba y crecía la sociedad en su conjunto. Sin embargo, con el surgimiento de la burguesía, crece la conciencia de individualidad y la importancia de la riqueza material, ante la que el nacimiento y el origen ya no importan.“El renacimiento fue la cultura de una clase rica y poderosa, colocada sobre la cresta de una ola levantada por la tormenta de nuevas fuerzas económicas.” (Fromm -4-. pág. 75).

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En la Edad Media la economía se subordinaba al fin de la vida que era la salvación. La conducta económica era un aspecto de la conducta personal sometida a la moral. Sin embargo, al llegar al Renacimiento, el capital y la manera de conseguirlo comenzaron a ser importantes, surge el concepto de utilidad y el principio de eficiencia asumió el papel de una de las más altas virtudes morales. El individuo fue dejado solo, dependía de su esfuerzo y no de la seguridad tradicional. El capital había dejado de ser un sirviente y se le había vuelto su amo.En la actualidad somos libres de crear nuestro propio destino pero a la vez hemos perdido los vínculos que nos daban seguridad y nos hacían sentir pertenecientes a un todo relacionado. El mundo se agranda se torna ilimitado, y, al mismo tiempo, amenazador. La libertad le crea al hombre un profundo sentimiento de inseguridad y de impotencia, de duda y de soledad, de angustia y miedo. Sentimientos estos que deben ser aliviados. La teología de Santo Tomás de Aquino, expresa que el hombre posee libre albedrío, puede decidir aún contra su naturaleza. Los pensadores medievales como Duns Escoto y Guillermo de Ockam muestran al ser humano como un ser capaz de todo lo bueno y cuya voluntad se halla libre del vínculo de toda fuerza natural o externa. “Resumiendo: la iglesia medieval insistía sobre la importancia de la dignidad humana, el libre albedrío y el hecho de la utilidad de los esfuerzos humanos para obtener la salvación… se consideraba que los hombres eran iguales y hermanos por el hecho de su semejanza con Dios.” (Fromm -4-. pág. 87). En este sentido tengo que decir que lo que se decía, no se correspondía en modo alguno con lo que hacía la jerarquía eclesiástica, que abusaba de su poder y creía ser dueña de la realidad. Eso lo muestran los movimientos reformistas

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desde San Francisco y sus monjes mendicantes hasta Lutero y su rechazo del autoritarismo del Catolicismo Romano. Con Lutero surge la idea de la maldad humana innata, el pecado original no sólo marca al hombre, sino que rompe la naturaleza, de modo que el hombre no puede ser bueno sin ayuda de Dios. La fe luterana parte del aislamiento y de la duda del individuo ante la vida.“La fe de Lutero consistía en la convicción de que sólo a condición de someterse uno podía ser amado solución ésta que tiene mucho de común con el principio de la completa sumisión del individuo al Estado y al Líder.” (Fromm -4-. pág. 94). En Calvino, la doctrina de la predestinación, termina con la posibilidad humana de actuar su propia salvación. Para él, hay quienes son salvados y quienes ya nacen condenados, no hay posibilidades de cambiar esto ya que los hombres son creados desiguales. Evidentemente que esto termina con toda solidaridad posible y sólo queda lugar para la aceptación de la voluntad de Dios. De acuerdo a esta Teología hay un grupo de elegidos y todos los demás están condenados. Si la relación con Dios es individual se deteriora la tradición medieval según la cual la salvación no es individual sino grupal: es la asamblea (Eklesia) la que salva. La sola gratia (voluntad divina) y la sola fides (voluntad humana) que no implica trabajo común; reemplaza la constante y “muchas veces interesada” prédica de la Iglesia Católica romana, acerca de la justificación como pueblo y la necesidad de manifestar la fe en obras. La fe es individualizada, la gracia predeterminada y la Biblia como única manifestación de la palabra divina, son características del pensamiento teológico-filosófico de la reforma. Para el catolicismo, la Biblia (tradición escrita), debe ser interpretada en la tradición oral (Iglesia) y la salvación se

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obtiene en común y es demostrada en la obra personal para el bien común. En el mundo moderno se afirma la igualdad entre los hombres y la posibilidad de construir un destino común. Pero no se ha desterrado del todo el principio de calvinista según el cual sólo los elegidos son salvados, por lo tanto, nadie puede construir su salvación o condena. El carácter individual de las relaciones con Dios es la base psicológica que permite justificar el individualismo en la actividad económica y dará lugar al nacimiento y desarrollo del Capitalismo. El capital se transforma en dueño del hombre y la actividad económica, el éxito, las ganancias materiales se vuelven fines en sí mismos Al lado de la afirmación del individuo que realiza el capitalismo están la autonegación y el ascetismo, que son la continuación del espíritu reformista. En el mundo actual continúa la forma comunitaria de ser, junto a la forma individualista; y es llamativo observar como en pueblos de tradición católica ortodoxa o romana es en los que el pensamiento socialista ha tenido mayor cabida y por otro lado, en pueblos de tradición Luterana o Calvinista se desarrolló con mayor fuerza el capitalismo. La paradoja se halla en los pueblos de tradición oriental ya que en ellos la espiritualidad y la materialidad no van por el mismo carril.Así, judíos, árabes, hindúes, chinos, etc. Conservan tradiciones fuertemente comunitarias y desarrollos humanos individualistas. Según la tradición occidental, el cuerpo y el alma no existen por separado y por lo tanto la materialidad y la espiritualidad se afectan y condicionan mutuamente. En América latina se conserva la tradición comunitaria en los pueblos originarios; que reclaman incluso la propiedad comunitaria de la tierra y la necesidad de una justicia que contemple sus características particulares.

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Tradición comunitaria e individualismo, conviven en la realidad, como modos de ser e interpretar la vida. Evidentemente el sistema capitalista vincula al individuo con fines de lucro personal y de la acumulación del capital el propósito y el objetivo de la actividad económica El hombre no sólo vende cosas sino que se ubica él mismo como objeto de consumo. De este modo, el hombre está sometido a la ley del consumo y la producción, cada cual vale de acuerdo a lo que están dispuestos a pagar por él. La propaganda se dirige a la emoción e intenta embotar la capacidad de pensamiento crítico. Esto es más peligroso para nuestra democracia que muchos ataques abiertos, y también más inmoral por ser un mensaje oculto e imperceptible para la mayoría. Así la propaganda política tiende a aumentar el sentido de insignificancia de la persona para que confíe ciegamente en el LÍDER ILUMINADO.“las principales formas de evasión en nuestra época están representados por la sumisión a un líder, tal como ocurrió en los países fascistas, y el conformismo compulsivo automático que prevalece en nuestra democracia”. (Fromm -4- pág. 140).

2) los mecanismos de evasión Los mecanismos de evasión se ponen en marcha ante la vivencia de sentimientos que la gente no puede soportar; surgen como modos de seguir atados a los vínculos primarios que proporcionaban seguridad al individuo.

a) El autoritarismo sadismo-masoquismo

Tanto los impulsos sádicos como los masoquistas tienden a ayudar al individuo a evadirse de la soledad. El masoquista intenta liberarse del yo individual, perderse en otro, librarse de la pesada carga de la decisión. Intenta, además, convertirse en parte integrante de una entidad

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mayor y más poderosa, superior a la persona, sumergiéndose en ella. Pierde la libertad pero gana seguridad y el orgullo de participar en el poder elegido y ya no tiene dudas pues pone su decisión en la voluntad del otro u otros: hace lo que le dicen. El significado de su existencia lo da la entidad en la que él se ha sumergido. Esto puede ocurrir en la participación religiosa sectaria. En ella la persona se somete a la doctrina y a la entidad que la sustenta. Su salvación depende de este sometimiento. El hombre se libera de la necesidad de pensar y decidir su presente y de revisar su pasado, comprando un futuro temporal o supra-temporal, armado por una autoridad superior, en este caso, Dios o la Iglesia que lo representa. El impulso sádico, es contrario y a la vez complementario del masoquista. Intenta tener un sujeto sobre el cual ejercer el más completo dominio, constituirse en Dios y Señor de su pensamiento y su voluntad. Siente placer en ejercer el más completo dominio sobre el otro. Pero, al igual que el masoquista, necesita del objeto de su dominio, no puede vivir sin él, es su esclavo. La diferencia está en que, en vez de dejarse absorber, es él, que absorbe al otro: lo domina y lo hace parte de sí, por lo que pierde la integridad de su yo individual. A menudo puede confundirse el sadomasoquismo con amor. Pero el amor supone igualdad, en él no hay pérdida de la identidad sino afirmación del yo. El que ama, no impone ni usa: no está obligado por una pasión que lo domina: “siempre se puede decidir”; aún en contra de su propio impulso. El término “poder” puede significar “potencia de realización” o “capacidad personal” Pero también puede emplearse como impulso de dominación sobre los otros. Cuando el individuo es potente, en el sentido de capaz, no necesita dominar. Quien se siente impotente es quien necesita dominar y se siente impulsado a ejercer el poder sobre otro. La autoridad puede ser impuesta desde fuera -persona o institución-, o

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desde dentro de la propia conciencia. Esto es mucho más peligroso, ya que, como ocurre en los fanatismos, el individuo no puede ir en contra de sí mismo y acepta las órdenes de su conciencia como algo sagrado. Para el autoritario existen sólo dos clases de personas: las que tienen poder y dominan, las que no lo tienen y son dominadas. El autoritario tiene convicción de que la vida está determinado por fuerzas exteriores al yo individual, a sus intereses y sus deseos y extrae de un “ser superior” la fuerza para obrar. Se siente, pues, salvador de la raza o de la patria, o del pueblo. Elegido, enviado, se cree iluminado, que ve lo que los otros no ven y al cual le está dado el mandato de hacer que todos vivan de acuerdo a la “verdad”. No sólo puede verse el autoritarismo en forma de dominación política o familiar. Hay una forma más leve de dependencia que es la causada por un individuo que supuestamente posee potencialidades diferentes y que actúa como ayudante mágico; cuyo poder de sugestión hace que los demás establezcan una dependencia con respecto a su persona. Las tradiciones humanas antiguas se han servido de este sentimiento y lo han instituido comunitariamente: mago, brujo, sacerdote, sanador, psicólogo, médico, curandero; son nombres expresivos de este tipo de ayudante mágico. Las personas se sienten mejor por el sólo hecho de estar en presencia de alguien que decide por ellos. Este alguien sabe, o al menos aparenta saber, cual, qué, por qué, para qué sucede algo. No es necesario pensar, el mito nos libera de la conciencia y el rito de la acción.Por la magia el hombre obliga a dios y compra su destino.

b) La destructividad “Parecería que el grado de destructividad observable en los individuos es proporcional al grado en que se halla cercenada la expansión de la vida.” (Fromm -4- pág. 181).

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La frustración de algún aspecto de la vida suele originar la descomposición de las energías que tienden a la vida y dirigirlas hacia la muerte. En su natural potencia, la vida tiende a expresarse, a ser vivida; pero, en la media que los caminos de esta energía poderosa se frustran, se cambia en impulso destructivo. Éste suele ser producto del resentimiento creado por la frustración de algún impulso vital. Una de las raíces de la destructividad y la violencia es, sin duda, el aislamiento del individuo y el cercenamiento de sus posibilidades creativas. El hombre o el niño que generan una actividad productiva cambian la violencia por trabajo y encauzan su negatividad. Freud formuló la hipótesis de la existencia de dos impulsos humanos básicos: uno dirigido a la vida y al amor que llamó eros y otro dirigido a la muerte y a la destrucción que llamó tánatos; ambos impulsos pugnan por prevalecer y se excluyen mutuamente. Esta formulación freudiana tiene algunas similitudes con la antigua formulación religiosa de la existencia del “pecado original” dentro de cada ser humano y su pugna con la gracia para prevalecer. La institución primitiva de la lucha entre el bien y el mal en el cosmos y en el microcosmos humano, coincide en señalar que la presencia de uno de los dos tiende a excluir al otro. En la teología y filosofía católica post medieval el mal no existe en sí, sino que es una ausencia de bien o carencia. Sin embargo, esta misma teología que propone el mal como ausencia o carencia, materializa el mal en la persona angélica del demonio -servidor y dueño de la maldad; símbolo de la angustia y la violencia.. Sea considerado como impulso, como entidad o como carencia, la presencia del mal y el “amor a la muerte” tiene una importancia innegable en la historia.

c) Conformidad automática

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En una confrontación entre opuestos, es posible eliminar uno de los términos. Así, para resolver el conflicto en la relación hombre-sociedad podemos intentar eliminar la sociedad por medio de los impulsos destructivos o ser indiferentes a ella por un mecanismo de adaptación que puede llamarse conformidad automática; por ella el individuo deja de ser él mismo y adopta por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales. Por lo tanto, se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que sea. “… la discrepancia entre el “yo” y el mundo desaparecen y con ella el miedo conciente de la soledad y la impotencia.” (Fromm -4- pág. 183). La supresión del pensamiento crítico es un escollo insalvable para el conocimiento de la verdad. En este sentido podemos hablar de opinión: que sigue a las razones que permiten tener certeza; y pseudo-opinión: que se funda en una certeza anterior a la razón. Así, por ejemplo, el fundamentalismo, intenta justificar su pensamiento por medio de elementos prejuiciosos. El fundamentalista no analiza la realidad sino que “sujeta” la realidad e intenta que ésta se ubique en la estructura (fundamento) que él concibe previamente como verdadera.Para la razón del fundamentalista, es más fácil meter todo dentro de su esquema que cambiar de esquema; es más simple conformar la realidad a mi razón, que modificar mis estructuras mentales para comprender la realidad Por el contrario, el que piensa activamente es permanentemente movilizado, crea y descubre nuevos caminos. Para él siempre hay novedad, siempre se le revela algo oculto. “Las racionalizaciones carecen en esencia, de ese carácter de descubrimiento y revelación, ellas se limitan a confirmar los prejuicios emocionales que ya existen en uno mismo. “ (Fromm -4- pág. 191).

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La racionalización no es un elemento para penetrar en la realidad sino, todo lo contrario, es un modo de armonizar los propios deseos, con la realidad exterior. Con el sentimiento y la acción acurre lo mismo, la perdida del yo y su sustitución por un pseudo-yo, llena al individuo de dudas. Muchas veces no es él quien actúa, sino que su acción es reflejo de la voluntad de otros. Así se produce una pérdida de identidad personal. Actualmente la automatización del individuo lo lleva a obrar y a sentir lo que la sociedad le impone, aumentando el desamparo y la inseguridad y haciendo que el hombre pierda su libertad y no encuentre caminos por dónde desarrollar la existencia. Los regímenes totalitarios cercenan la libertad humana y hacen que el grupo de poder aparezca como redentor de todos los males, no sólo sociales sino también personales.El dictador elige por nosotros; elige en nombre del pueblo. Él es el sagrado representante de la voluntad popular y el pueblo se mueve a través de su voluntad; esto le exime al individuo de su decisión y por lo tanto lo libera del conflicto de elegir. La sociedad elige por todos, y, cada uno, debe aceptar lo que dispone. Cada cual aprende a disfrutar de lo pautado y ya no es necesario decidir. En este estado de cosas educar es domesticar: hacer a todos iguales, que nadie afirme su yo individual. Domus, es en latín, casa, por eso domesticar es, en sentido positivo, posibilitar la integración y la convivencia; en otro sentido puede significar la desaparición de toda característica individual y la disolución del yo en la masa. La educación sería sólo instrucción y tendría sólo una finalidad reproductiva de modelos sociales aceptados y nunca cuestionados. Pero el anhelo de libertad surge como consecuencia necesaria del proceso de individualización y se opone a toda imposición que venga dede afuera.

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3) La ilusión de la individualidad “El derecho a expresar nuestros pensamientos, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios” (Fromm -4- pág. 232). Creo que en esto está la clave de la verdadera democracia, en tener pensamientos propios. Pero, en realidad, ni la educación ni la publicidad estimulan los pensamientos, sentimientos y emociones de cada persona. El pensamiento original es reiteradamente desaprobado. Se busca llenar la cabeza de la gente con mensajes que estimulan el consumo y no cuestionan el statu quo. Otra manera de desalentar el pensamiento y la búsqueda de la verdad, es considerar toda verdad como relativa, y si es así: ¡para qué buscar lo que nunca encontraremos! El relativismo tiene como consecuencia la pérdida del interés de la persona por pensar y el que se deje en manos de “especialistas” lo que cada uno debe resolver. El hombre moderno busca, a veces desesperadamente, un camino de libertad que no encuentra. Se propone negar la muerte, vencerla, doblegarla y paradójicamente, se encuentra con que el número de gente que se suicida es cada vez mayor. Se propone vencer los límites que le impone la naturaleza y quiebra el equilibrio entre él y la vida. Cree saber lo que quiere y termina queriendo lo que todos; consumiendo y emocionándose con lo que se le presenta en los medios de comunicación.“En el curso de la historia moderna, la autoridad de la iglesia se vio reemplazada por el estado, la de éste por el imperativo de la conciencia y, en nuestra época, por la autoridad anónima del sentido común y la opinión pública, en su carácter de instrumentos del conformismo” (Fromm -4- . pág. 243).

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La libertad es una ilusión y al adaptarnos a las expectativas de los demás acallamos nuestras dudas pero no alcanzamos la libertad. No hay camino de realización si negamos el sufrimiento, la frustración, la duda; si no aceptamos morir. No hay pensamiento sin emoción, ni vida sin espontaneidad. Por eso la consecuencia del abandono de la individualidad y de la espontaneidad es la frustración de la vida.“El hombre moderno está hambriento de vida. Pero puesto que siendo un autómata no puede experimentar la vida como actividad espontanea, acepta como sucedáneo cualquier cosa que pueda causar excitación o estremecimiento: bebidas, deportes, o la identificación ilusoria de los personajes ficticios de la pantalla.” (Fromm -4- pág.244-245). La violencia aflora donde la expresión de la vida no es permitida, donde no hay espontaneidad. Cuando la persona se expresa en su tarea hace dos cosas positivas: 1.- Hace catarsis saliendo de si y evitando la angustia depresiva del encierro; y 2.- Crea nuevos vínculos que le permiten salir de la soledad de la masa para pensar la solidaridad social. “… la actividad espontánea es el único camino por el cual el hombre puede superar el terror de la soledad sin sacrificar la integridad del yo; puesto que en la espontánea realización del yo es donde el individuo vuelve a unirse con el hombre, con la naturaleza, con sí mismo. “ (Fromm -4-. pág. 249) La actividad espontánea fundamental en el hombre es el amor, no el amor posesivo, sino la unión y la afirmación espontánea del otro. La diferencia entre verdadero y falso amor está en la afirmación de la existencia personal del yo y del otro, en la negación de toda reducción y la superación de las diferencias en el surgimiento del nosotros.

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El amor estimula el crecimiento de cada individualidad y estimula la acción; une a los hombres entre sí, como el trabajo une al hombre con el mundo. He aquí otro modo de actividad espontánea realizadora del hombre: el trabajo; no como evasión alienante de los problemas, ni como dominio de lo material, sino como creación.El ser humano crea y se unifica con la naturaleza. El yo es fuerte en la medida que es activo y lo importante no es el resultado sino el proceso creador.Quizás el mayor problema del hombre de las grandes ciudades (de la modernidad) sea no percibir su trabajo como forma de unión con la naturaleza; ya que la actividad se ha tornado burocrática y mecánica, en tanto que la creación está muy limitada en lo inmediato aunque potencialmente sea ilimitada.“La libertad positiva, como realización del yo, implica la afirmación del carácter único del individuo. Todos los hombres nacen iguales pero también nacen distintos.” (Fromm -4- pág. 252). Este carácter distintivo permite pensar que cada hombre es constructor de su propia vida, no hay recetas comunes para la felicidad, aunque haya igualdad de dignidad. La libertad implica que nada hay superior al yo individual. No hay poder que se pueda colocar por encima del hombre o al cual éste deba subordinarse. La realización y el desarrollo del individuo constituyen un fin que no puede subordinarse a ningún propósito. La vida de cada hombre es más importante que la riqueza, el placer, o el poder. Por más que éstos sean bienes, siempre serán relativos, ante la libertad de un solo hombre. Todo ideal que favorezca el desarrollo, la libertad y la felicidad del yo, debe considerarse como verdadero; considerándose en cambio, ficticios, aquellos fines compulsivos e irracionales que si bien subjetivamente

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representan experiencias atrayentes (como el impulso a la sumisión), en realidad resultan perjudiciales para la vida.En este sentido podemos señalar que el sacrificio es verdadero solo cuando es aceptado como trágica afirmación de la vida y no cuando se elige como fin. El masoquista que busca la realización de la vida en su negación, en la aniquilación del yo, representa la perversión del sacrificio verdadero. El sacrificio aceptable es el que surge de la tensión existente entre las demandas del yo físico y las del yo espiritual, pudiendo vernos obligados a sacrificar el primero para asegurar la integridad del segundo. En este caso: el sacrificio no es un fin en si mismo sino el mas alto precio que pueda ser pagado para afirmar el propio yo. Este sacrificio es siempre trágico, siempre doloroso y nunca placentero.

4) Sociedad y carácter : Es evidente que hay sociedades que valoran el sacrificio más que otras. Algunas, en el que el mayor valor es el económico y otras en las que el cultivo de las relaciones humanas aparecen en primer lugar. Esto nos hace pensar que existe lo que podemos denominar carácter social. Éste comprende: el núcleo esencial de la estructura del carácter de la mayoría de los miembros de un grupo; núcleo que se ha desarrollado como resultado de las experiencias básicas y los modos de vida comunes del grupo mismo. Cada individuo posee una matriz en la cual se originan las doctrinas y las acciones; lo que se traslada a cada pueblo, dándole una forma emocional común, fruto de su cultura y de su historia. Podemos decir que el individuo es formado a imagen de su pueblo y, a partir de sus decisiones, es también formador de un espíritu común a todos.

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Tanto las distintas sociedades, como las clases de una misma sociedad, poseen matrices diferentes en las que se desarrollan las ideas y roles. Esto hace que la comprensión de concepciones y formas de vivir entre las distintas clases de una sociedad sea tan diversa. La clase dominante descalifica con facilidad a las dominadas, lo que muestra su incapacidad por reconocer la matriz del grupo que le es extraño. Así sucede con la utilidad y el trabajo en la sociedad de consumo. En ella, las personas se ven forzadas a realizar tareas por el impulso de tener más con la pretensión de escapar, por medio de la riqueza material, de la tremenda pobreza de la angustia y soledad. Totalmente diferente es la actitud de otras culturas en las que sólo se trabaja lo necesario, sin sentirse impulsado por fuerzas adicionales, más que por la necesidad de subsistencia y por el placer de la creación. Resumiendo: la función del carácter subjetivo de una persona es la de conducirlo a obrar de conformidad con lo que le es necesario para experimentar una satisfacción psicológica derivada de su actividad. El carácter social internaliza las necesidades externas, enfocando de este modo la energía humana hacia la tarea requerida por un sistema económico social determinado.

a) Educación y formación del carácter Es evidente que la educación, si bien no constituye la causa de un carácter social, representa un mecanismo que contribuye a su formación. Lo que educa es el encuentro, la comunicación entre personas; por eso, la matriz personal está muy ligada a la relación con los padres. Éstos, no sólo son portadores de una carga biológica innegable, sino también del carácter de su sociedad o clase. Cuanto mayor sea al contacto con los padres, mayor será la impronta que se transmitirá a los hijos. No son necesarias las palabras ni la comunicación directa de los valores, el

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carácter social se transmite con sólo ser lo que se es. La familia puede ser considerada como el agente psicológico de la sociedad. Quizá sea la ausencia de contacto con los padres y la renuncia de éstos a educar lo que determine la debilidad del carácter de muchas personas. Dejar en manos de la TV, Internet o la escuela, la educación de los niños, es, no la elección, pero sí la realidad de muchas familias que ya “no tienen tiempo para estar con sus hijos”. Si los padres renunciamos a “matrizar” a nuestros hijos, les será mucho más difícil emprender el camino de la libertad y de la vida. Las personas se comunican profundamente sólo en la medida en que con-viven y se contactan física y espiritualmente, dando lugar al nacimiento del nosotros.

EL AMOR COMO RESPUESTA HUMANA

1) LA ABUNDANCIA Y LA SACIEDAD EN LA SOCIEDAD ACTUAL

a) El hombre pasivo. Quizá este “maremandum” de información y de objetos, que es el mundo del consumo, nos ha hecho perder de vista la necesidad que tenemos de comunicarnos.Nuestra percepción de la realidad se hace no sólo con la inteligencia, sino con el corazón; captamos con todo nuestro ser, pero siempre a partir de nuestro cuerpo. Así, si percibimos en nosotros un vacío existencial, una depresión, tratamos de llenarlos como si se tratara de una falta de nuestro cuerpo. Para esto incorporamos objetos, alimentos, medicamentos, actividades e incluso personas a fin de completar la falta. Ingresamos, sin querer, en el fenómeno del consumismo, nos llenamos de cosas para llenar el vacío interior.

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El hombre pasivo, piensa que el espíritu se puede llenar con objetos y tareas, necesita ser amado y busca el placer del amor pero no comprende que sólo el que ama crea el amor verdadero en los demás. Solo éste da a luz algo nuevo, previamente inexistente. Ser pasivo no es reflexionar, meditar o contemplar la naturaleza, sino dejarse arrastrar por la corriente que nos impulsa a consumir lo que no necesitamos. Ser pasivo es vivir solo, sin comprender la soledad, y por eso adaptarse a la doble situación de actividad frenética y aburrimiento. “Es extraordinario lo que ocurre en nuestra cultura, hacemos de todo para no perder tiempo, para ahorrarlo y cuando hemos logrado salvarlo o ahorrarlo lo matamos, porque no sabemos que hacer con él.” (Fromm -7- pág. 33). El aburrimiento entre los jóvenes, es una muestra patética de lo que logra una sociedad que rechaza el silencio y aturde con información superficial. Pueden estar satisfechas todas las necesidades biológicas y fisiológicas pero el hombre puede encontrarse muy enfermo, ya que mas allá de la necesidad de lo útil, el ser humano tiene necesidad de crear y de ser. Sólo es él mismo cuando se expresa, cuando da salida a sus potencias innatas. Si, nada más “posee” y utiliza, en lugar de “ser”, entonces decae, se vuelve cosa, su vida pierde sentido, se transforma en aburrimiento sin sentido. La sociedad actual produce bienes y también produce necesidades. Ésta es una característica de la sociedad de consumo, los deseos ya no provienen del hombre mismo sino que se los sustenta y orienta desde afuera sobre todo por medio de la propaganda. El hombre pasivo, como hemos dicho, es eterno succionador. Lo que consume le es, en fin de cuentas indiferente, espera siempre, por así decirlo, con la boca abierta, la mamadera.” (Fromm -7- pág. 67).

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Al reemplazar las personas y la vida por objetos carentes de vitalidad, el ser humano posee abundancia de elementos pero se hace carente de relaciones y de encuentros, Se siente solo, pobre, sin nadie a quien recurrir, lleno de cosas que producen mezquindades, navega en la abundancia sin vivir en abundancia. La abundancia superflua es humanamente tan negativa como la miseria, ambas son extremos de una sociedad de objetos y no de personas. El hombre activo es precisamente el que es y sigue siendo sin cesar, él mismo. Se vuelve más maduro, más adulto, creceEl desafío es crear un mundo en el que el progreso tecnológico no nos impida ser felices, no nos impida vivir, más bien nos permita librarnos del hastío y de la rutina para ser más espontáneos y más libres.“cuando nos entregamos a la abundancia que produce en última instancia pobreza y mezquindad reprimimos nuestra riqueza innata, que puja por desarrollarse.” (Fromm -7- pág. 71).

b) Agresividad: origen y consecuencias Konrad Lorenz afirma que la agresividad es un impulso humano normal heredado de los antepasados evolutivos y que va aumentando sin cesar si no se le abre una válvula de salida. Esta teoría está claramente influenciada por la física mecanicista ya que interpreta al hombre como una máquina de vapor que debe proyectar su fuerza hacia afuera, o termina estallando. La teoría del impulso agresivo innato se aproxima a la que Freud formulara anteriormente del impulso de la muerte, opuesto al impulso de la vida. La destructividad, según él, se expresa hacia afuera como agresión o hacia adentro como impulso autodestructivo y es el hombre el que toma la trágica decisión de destruir o destruirse.

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Los iluministas franceses y parte de la obra de Karl Marx, ven al hombre como bueno por naturaleza y corrompido por la sociedad en que vive. Es ésta la que agrede y la que impulsa a la agresión. Para la filosofía cristiana, el mal no tiene entidad sino como ausencia del bien, en este sentido no actuaría como impulso mecánicamente irresistible sino como carencia que influye poniendo al descubierto las limitaciones y necesidades humanas. Según Erich Fromm el hombre comparte con el animal la agresividad defensiva biológicamente aceptada, que sirve a la defensa de sus intereses vitales contra cualquier ataque. Pero, mas allá de esto, hay formas de agresividad que no observamos en los animales, que no son biológicamente aceptadas y no sirven a la defensa, sino que están enraizadas en su carácter: “podemos decir que muchos hombres serían capaces de desarrollar formas creadoras, pero se encuentran hasta tal punto bajo la presión de la sociedad…que no tienen el ánimo necesario para ‘ser’ sí mismos y para crear algo por sí mismos.” (Fromm -7- pág. 111). Quizá podamos decir que el hombre pasivo, el más presionado, el que no tiene vida propia, es el hombre agresivo. El que siente y crea, el que se ocupa de vivir espontáneamente y hacer realidad su sueño, ha encauzado su agresividad de modo positivo y por la tanto está en paz y deja en paz a los otros. Si el mundo sigue siendo un campo de batalla en el que se lucha por el trabajo, por la comida, y por la posición social, el hombre desarrollará los mecanismos de defensa propios de estas situaciones, que son la agresividad y la huida. Será entonces muy difícil que pueda disfrutar del juego, de la amistad, de las cosas más simples y gratuitas. Cada día somos más conscientes que no hay otra forma de superar el impulso agresivo sino la de encauzar nuestras pulsiones hacia las relaciones gratuitas. Aquellas en las que

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no obtenemos, ni queremos obtener nada material o subjetivamente conveniente: ni el voto, ni el dinero, ni el poder, ni el aprecio; aquellas en las que buscamos el “encuentro” y el compartir. Si analizamos la escuela, nos encontramos con estructuras rígidas, en las que no se estimula el juego ni la espontaneidad, en las que la palabra “estudiar” tiene una connotación que sugiere obligatoriedad y no espontaneidad y deseo. No es necesario pasar al extremo del desorden y el caos para cambiar esto, orden y juego no son incompatible sino que , por el contrario, se necesitan mutuamente. El juego implica orden y reglas claras. El caos o la anomia -falta de ley- es contrario al juego y también al aprender. No es bueo seguir vinculando la educación y la enseñanza sólo con la obligatoriedad, es necesario que se estudie por el gozo de aprender, que se vincule más la escuela con el gozo y menos con el castigo. La familia y la escuela deberían ser lugares de orden flexible, de encuentro gratuito, en las que los adultos y jóvenes, los ancianos y niños se ayuden en la difícil tarea de ser felices.No niego la necesidad del sacrificio y del dolor para que el progreso sea posible, pero este sacrificio debe estar cargado de sentido. La letra no entra con sangre, la letra entra con amor, aunque este implique dolor. Necesitamos adquirir una actitud en que el único fin reconocido sea la expresión, el crecimiento de la vida humana. Dicho simplemente, se trata de SER por oposición a TENER, al mero utilizar, al mero progresar. Hay momentos en que en pos del bienestar y progreso nos olvidamos de “perder tiempo” jugando con nuestros hijos, tomando un mate con los amigos, cantando una canción, descubriendo el canto de los pájaros, el sonido del viento, la luz de las estrellas que nos invitan a descubrir la finitud de

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nuestra existencia. ¡Qué bueno sería que nuestros amigos y familiares vieran en nosotros, hombres amantes de la vida; que no busquen sólo la fama y el aplauso sino la alegría y la paz! ¡Qué atractivo son un varón o una mujer que aman la vida! ¡Qué maravillosamente atractivos son los niños pequeños! Ellos tienen la riqueza de la espontaneidad y la ternura y están ajenos a los prejuicios y miedos de los adultos. Así también es atractivo el hombre que ama la vida.“Quien recorre ese camino aprende a resistir no sólo las grandes tiranías como la de Hitler, sino a la “pequeña tiranía”, a la solapada, a la burocratización y alienación que ocurre en la vida cotidiana. (Fromm -7- pág. 212).

2) EL AMOR, RESPUESTA EXISTENCIAL

Perder y ganar son dos palabras propias de nuestra época y connotan una mentalidad comercial, en la que las relaciones humanas no son gratuitas. Una copla nos da una clave para hablar sobre el tema, dice así:“moneda que está en la mano quizá se pueda guardar pero la que está en el alma se pierde si no se da.” Podemos decir que las “monedas de la mano” son riquezas materiales y las relaciones que establecemos para obtener tales riquezas. “Monedas del alma” son las que nos han sido dadas como talentos interiores, y éste es el sentido de la parábola evangélica de los talentos. En ella, el que más invierte, más tiene; y al que menos da se le quita lo poco que tiene. El amor se pierde si no se comunica, el que invierte en el amor tendrá mayor amor y ya no estará existencialmente solo. No estar solo parece un anhelo de toda persona, superar la separación con el mundo, con los demás hombres y religarse con su sentido de trascendencia. El amor posibilita la

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superación de este sentimiento de soledad profunda, de miedo al porvenir. La actividad artística, une al hombre con la materia que representa al mundo y quizá también con su idea de trascendencia; el hombre se aliena en la materia, se hace uno con la materia y hace la obra. La realización creativa otorga valor a la obra y al que construye la obra. Todas las formas de unión orgiástica, tuvieron y tienen como cometido la superación de esta “separatidad” que resulta insoportable al ser humano consciente. Pero las uniones orgiásticas, aunque incluyen el cuerpo y la mente, y son además muy poderosas, son igual transitorias. Por último, la conformidad social tipo “rebaño” no libra de la sensación de solitariedad, mas bien condena a la soledad de la masa, donde el yo se reduce a un nosotros impersonal y anónimo. El amor es la moneda del alma que se pierde si no se da y que plenifica al que se entrega con generosidad y alegría. Nada conforta mas que la posibilidad de hacer lo que el otro necesita y hacerlo feliz. El amor no es solo necesario sino indispensable: “sin amor, la humanidad no podría existir un día mas.” (Fromm, El arte de amar-5- pág. 27 y 28).

FORMAS DE UNIÓN

a) LA UNIÓN SIMBIÓTICA. Tiene su patrón en la unión de la madre embarazada con el feto. Consiste en la unión en la que aunque físicamente distintos los individuos se poseen mutuamente. La forma pasiva de la unión simbiótica es la “sumisión”, o, para usar un termino clásico, el masoquismo: “en contraste con la unión simbiótica, el amor maduro significa la unión a condición de preservar la propia identidad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes y lo une a los demás.” (Fromm -5- pág. 30).

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El amor no es un sentimiento sino una acción humana profunda, incluye sentimientos y sólo se realiza en la libertad, nunca es resultado de una compulsión, nadie puede sentirse obligado a amar. En el sentido más general, puede describirse el carácter activo, del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir. Podemos decir que el más rico no es el que más cosas tiene sino el que más da. Dando es como se expresa la vitalidad, la utilidad y se supera la soledad.“Dar implica hacer de la otra persona un dador, y ambos comparten la alegría de lo que han creado. Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se sienten agradecidas de la vida que nace en ambas.” (Fromm -5- pág. 33). El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de los que amamos. La persona esta inclinada a trascenderse a salir de sí para donarse. Esta inclinación de entrega, se ve afectada y aún impedida tanto por la excesiva riqueza que ata a lo material impidiendo la donación de si, como por la miseria que crea la rebeldía y el resentimiento, impidiendo el gozo de dar. Si amo a otra persona, me siento uno con ella pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea. El amor sexual, no es una unión con el “OBJETO SEXUAL”, sino con la persona que me completa y se da, de la misma manera que yo me doy. El acto de amar, si bien implica el pensamiento y las palabras, las trasciende. Hay masculinidad y femineidad en el carácter tanto como en la función sexual.

b) EL AMOR EN LA FAMILIA Y EN LA SOCIEDAD. “El amor infantil sigue al principio: “AMO PORQUE ME AMAN”. El amor maduro obedece al principio: “ME AMAN PORQUE AMO”. El amor inmaduro dice: “te amo

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porque te necesito”. El amor maduro dice: “TE NECESITO PORQUE TE AMO”. (Fromm -5- Pág. 47). En la familia tradicional, la madre desempeñaba un rol de aceptación del hijo y de dar seguridad a su vida; el padre, en cambio, desempeñaba la función de ayudar al hijo a superar los problemas marcando límites y exigencias. Quizá en la actualidad los roles no estén tan diferenciados; madres que trabajan y padres desocupados que se dedican a las tareas de la casa han contribuido a la confusión de los roles. La democratización de las relaciones entre hombres y mujeres han hecho madres fuertes y exigentes y padres más comprensivos y dialogantes. Es posible que el cambio, positivo en algunos aspectos, haya provocado una confusión que se traslada de los adultos a los hijos, que han pasado a ser un poco “padres”, de unos padres “adolescentizados”. Muchas mujeres y también muchos varones crían a sus hijos en soledad y deben cumplir con la incondicionalidad del amor materno, que da cobijo y protección, y con la exigencia del amor paterno que los enfrenta a los problemas de la vida actual y futura. Un mundo marcado por el individualismo y el hedonismo deja poco lugar para las relaciones gratuitas, casi todo pasa por el interés sea este económico, político o social. Por eso podemos decir que queda poco lugar para el amor; ya que como dice Fromm: “el amor sólo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales.” (Fromm -5- pág. 544). El amor es un ACTO de donación que trasciende el OBJETO INMEDIATO y se dirige al mundo y a la vida; aquel que decide actuar gratuitamente sin esperar respuestas, ama tanto al poderoso como al impotente, ya que tanto el indefenso como el que no necesita ayuda pueden ser amados.

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El amor como acto personal es también un acto relacional, esto pone en contacto y comunica a las personas entre si. Puede ser entre iguales, como el amor fraternal y el erótico, y también guardar una relación de desigualdad como en el amor paterno-filial. Amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso es una decisión, es un juicio, es una promesa. Amar a alguien, o simplemente amar, pertenece al ser y al obrar humano, no es algo que se padece o se siente irremediablemente sino un acto de voluntad, motivado por la pasión de las ideas o de los sentimientos. Por lo dicho el amor no está sujeto al devenir de los sentimientos, y es capaz de crear nuevos sentimientos. Puede permanecer aún en las circunstancias más difíciles y cesar cuando la persona amante encuentre y elija un nuevo sujeto para su amor. De ahí que la idea de una relación que puede disolverse fácilmente si no resulta exitosa en lo inmediato es tan errónea como la idea de que tal relación no debe disolverse bajo ninguna circunstancia.

c) EL AMOR A SI MISMO Y A DIOS

El amor a si mismo siempre se liga al amor a otro ser, por eso podemos decir que no es posible amarse sin amar a otro y mucho menos amar a Dios, sin amar a otro hombre.“Si alguno dice: amo a Dios y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.” (I Jn 4,20). El amor a sí mismo es expresión de la capacidad creadora y productiva; entraña cuidado, respeto, responsabilidad y conocimiento. Lejos de ser idénticos, el egoísmo y el amor a sí mismo, son opuestos: el egoísta no se ama, se odia; su falta de productividad lo aísla y lo vacía. El que está encerrado dentro de su cárcel interior no se relaciona ni se comunica libremente ni siquiera consigo mismo ya que es

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esclavo de sus impulsos. Es posible amarse, para esto es necesario colocarse como objeto y sujeto del amor, conocerse, respetarse y ser responsable de los propios actos. En el amor a Dios juega el concepto que se tiene de Él. Si lo veo como patriarca, seguramente será para mí un ser justo y severo que corrige y castiga y puede elegirme como su favorito. De cierto modo, en el antiguo testamento se ve a Dios como un padre que acompaña a su pueblo cuando éste lo necesita pero que actúa con severidad cuando no cumple sus preceptos. La visión de Dios como madre, presente en muchas formas religiosas expresa la necesidad de contar con un ser absoluto perdonador y misericordioso, que rescata y salva a sus hijos, que no amará a ningún otro hijo más que a mi, que me protegerá de todo mal, siempre. Según Fromm, si bien en la lógica Aristotélica los opuestos se excluyen, existe otra lógica, que se llama PARADOGICA, en la que A y no A pueden coexistir: “la lógica paradójica tiene una significativa relación con el concepto de Dios. En el grado en que Dios representa la realidad esencial, y la muerte humana percibe la realidad en contradicciones no puede hacerse afirmación positiva alguna acerca de Dios.” (Fromm -5- pág. 79). El pensamiento humano acerca de la divinidad se ve envuelto en una serie de contradicciones que hacen decir a Socrates: “solo sé que no sé nada”; esto es reconocer la fragilidad de nuestra inteligencia para asir las cosas absolutas. En esta lógica la esencia no puede ser captada por el intelecto, el único modo de llegar a la esencia de la divinidad es el acto, la experiencia de la unidad lograda en la unión mística. Si el pensamiento correcto no constituye la última verdad ni la forma de lograr la salvación, no hay razones que justifiquen el oponerse a los que han arribado a formulaciones distintas.

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El modo de vivir de los hindúes, chinos y orientales está menos preocupado por la verdad teórica y la formulación de hipotéticas explicaciones, que en el logro de la unidad con la trascendencia en el acto concentrado de la meditación. La idea de poder encontrar la verdad por medio de la inteligencia llevó a la formulación de dogmas y a la intolerancia con el que pensaba o veía distinto. También inauguró el pensamiento científico que si no se contextualiza es tan intolerante como el religioso. El hombre de fe y el científico, ambos creyentes en la veracidad de sus afirmaciones y axiomas, deben aceptar la propia ignorancia y finitud para no confundir opinión (doxa) con ciencia o verdad (episteme y aletheia). El místico, que experimenta la unidad con lo uno, nunca desprecia ninguna opinión, ninguna verdad ni forma humana de saber, él no conoce: “sabe”, esto es: saborea, descubre, se admira, se asombra y se ilumina. No debería haber oposición entre el creyente y el científico, ambos perciben la relatividad de su saber, ambos saben de su ignorancia y perciben la trascendencia de la VERDAD cuyas verdades se atreven a develar.

3) EL AMOR EN LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA

La sociedad capitalista basa su funcionamiento en la libertad de mercado que actúa a la vez como reguladora de la realidad social. El culto a la libertad política y económica se ha transformado en un nuevo credo del que nadie puede apartarse, so pena de ser declarado hereje. Paradójicamente, el que más acumula, es el que más domina es también el que más valor tiene; las cosas, objetos sin vida, son apreciadas por las personas y el dinero parece ser el único objetivo del trabajo. Presenciamos un proceso siempre creciente de centralización y concentración de capital. Sin duda que el

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sistema dominante necesita hombres que consuman cada vez más, que cooperen sin cuestionar y cuyos gustos sea posible estandarizar. Los bienes materiales, incluso la tierra, están en manos de cada vez menos personas y la distribución deja a grandes mayorías sin los bienes esenciales mientras que unos pocos llevan una vida de ostentación y soledad. Todos tratamos de estar tan cerca de los demás como sea posible, todos permanecemos tremendamente solos, invadidos por el profundo sentimiento de inseguridad, de angustia y de culpa que surge siempre que es imposible superar la “separatidad” humana, El fenómeno de las grandes ciudades, donde todos se tocan pero nadie se conoce, es un signo de esta soledad necrofílica que prefiere la TV a los hijos, los autos a las personas, el progreso económico a la satisfacción personal. En las megalópolis, la salud psíquica es un bien cada vez más raro y el amor, como relación gratuita, más escaso. “El amor como satisfacción sexual recíproca, y el amor como “trabajo en equipo” y como refugio de la soledad, constituyen las dos formas “normales” de la desintegración del amor en la sociedad occidental contemporánea, de la patología del amor socialmente determinado.” (Fromm -5- pág. 94). Siguiendo a E. Fromm podemos decir que el amor es un camino, no un lugar; no se puede permanecer en él, ni estancarse, es un desafío constante, un moverse, un crecer y trabajar siempre.El amor sólo es posible cuando dos personas se comunican entre sí desde el centro de sus existencias, desde su yo más profundo. En esta experiencia, dos seres se comunican, se conectan, se potencian y se dan vida. Así surge el fruto, la vida crea la vida y hace posible soportar dolores que provoca el crecimiento.

a) la práctica del amor

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Si creemos que el amor es hacer lo que dicta el estado de ánimo de cada momento, lo reduciremos a un “hobby” agradable o entretenido, mas si creemos que es un arte, será necesario disciplinarse. Toda actividad creadora y sensible requiere disciplina, concentración y paciencia. Nada profundo puede conseguirse de una manera rápida. El artista se concentra, esto es, permanece “centrado-con” el otro, lo escucha, vive plenamente en el aquí y el ahora, no piensa en lo que viene sino en lo que realiza; tiene la paciencia de esperar cada proceso sin apurar a las personas. De acuerdo a lo dicho acerca de la naturaleza del amor, la condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo. En este sentido podemos decir que debe ser posible la ruptura con la propia subjetividad y la propia historia para asumir las cosas objetivamente. Separando la imagen objetiva, de la formada por los propios deseos y temores. La facultad de pensar objetivamente es la razón, la actitud emocional que corresponde a la razón es la humildad. Ser objetivo, utilizar la propia razón, sólo es posible si se ha alcanzado una actitud humilde, si se ha emergido de los sueños de omnisciencia y omnipotencia de la infancia. Crecer, despertar, salir de la muerte a una orientación productiva, necesita de la fe. No considerada ésta como creencia religiosa, sino como rasgo de carácter que implica seguridad, capacidad para mantener nuestras decisiones y confianza en la persona con la cual nos relacionamos. La persona que tiene fe en sí misma puede ser fiel a los demás, pues sólo ella puede estar segura de sentir en el futuro lo mismo que en el momento actual. El que cree en el propio amor cree también en su capacidad de generar amor y confía en la persona del otro, en sus posibilidades y en su sinceridad. Así es que educar, es tener fe, no imponer, es hacer que cada uno construya su

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historia y no exigir un modo de vida de acuerdo a los criterios del educador o el que detenta el poder. Se deduce de esto que la manipulación es contradictoria con la educación, y que la creencia en el poder y en el uso del poder como dominación constituye el reverso de la fe. Tener fe requiere coraje, capacidad de correr riesgo, disposición de aceptar incluso el dolor y la desilusión. La fe, como el amor, es productiva; “por sus frutos los conocerán” dice la norma cristiana de la evaluación ética; no coincidente con la norma de la equidad que consiste a dar a todos por igual, esto es respetarlos a todos pero no amarlos. La norma judeo-cristiana del amor fraterno es productiva, nace de la fe y se transforma en actos que suscitan la fe. El capitalismo basa su existencia en la competitividad y en el respeto por los derechos del otro, pero no llega a la solidaridad como norma. Podrá formar individuos respetuosos pero cada vez más aislados y solitarios, menos comprometidos. Si queremos una sociedad más justa, ésta debe organizarse de tal manera que la naturaleza amorosa del hombre no esté separada de su existencia social, sino que se una a ella.

LA REVOLUCION DE LA EZPERANZA

El análisis de sistema capitalista nos hace ver que está montado sobre la producción y el consumo de cosas superfluas; sobre la publicidad que nos dice que todo lo que sea posible de realizar debe hacerse y es bueno y sobre la idea de que el dinero o las cosas nos hacen más ricos y más felices. Hay una mayor variedad de productos en todos los rubros pero son muy pocos los que tienen posibilidad de opción y la mayoría se conforma con migajas. Se puede decir que siempre fue así: lo que no invalida la constatación. Hoy

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se agrava porque casi todos conocen las diferencias y piensan que sin tener cosas no es posible realizarse. El progreso científico en todos los campos, desde la física a la psicología, han extendido el conocimiento de tal manera que es imposible saberlo todo y se hace cierto que no sabemos nada. Quizá podamos decir que sólo sabemos que “somos”. Debemos definir, entonces, el resto de los contenidos y valores que necesitamos para vivir. Surge la necesidad de la esperanza para evitar la angustia de no saber y de “no lograr”. La esperanza es un estado, una forma de ser, es una disposición interna que consiste en estar listo para actuar. Esperar, en el sentido de tener esperanza es estar listo para que todo cambie, sin llegar a inquietarse si este cambio no se produce cuando nosotros lo deseamos. Esta actitud nace de la fe y crece en la paciencia; no nace de la fe ciega que es irracional sino del creer humano consciente: ”Mientras la fe racional es el resultado de la propia disposición interna a la acción (activeness) intelectiva afectiva. La fe irracional es el sometimiento a algo dado que se admite como verdadero sin importar si lo es o no.” (Fromm La Revolución de la Esperanza-6- Pág. 25) Un principio básico para creer humanamente es sobreponerse a la avidez y encontrarse con la realidad de la vida. Recuerdo una conversación con un pescador en la cercanía de la ciudad de Victoria –“soy rico”-, me decía, miraba lejos como el río se perdía y los camalotes lo abrazaban y me repetía –“todo esto es mío, porque Dios me lo dio”-. Era rico, ¡mucho más rico que yo, su rancho lleno de anzuelos y redes, del canto de los pájaros y del murmullo de los gurises era un canto a la vida que no se puede ver con los ojos materialistas y utilitaristas de nuestra cultura ilustrada. Era necesario mirar con su mirada de fe: ¡que más podía querer! Tenía en su mano la fuerza y la inmensidad del río y en su oído el sonido de la vida, y lo que

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era más importante: tenía en su corazón la capacidad para gozar de lo que era su don. Quien se ha sobrepuesto a la avidez no se adhiere a ningún ídolo o cosa y, por lo mismo, no tiene nada que perder. La riqueza no consiste en tener mucho sino en ser supremamente libre de todo lo superfluo. Ser dueño de sí y de sus actos: ser; no tener. El hombre que logra superar la avidez es un hombre libre, es dueño se sus actos y disfruta de sus afectos. Sin embargo, muchos son los individuos que a lo largo de la vida ven malogradas sus esperanzas, quizá por tener falsas esperanzas, por resentimiento, por un ambiente social predisponente. Lo cierto es que el que pierde la esperanza: o se adapta al optimismo medio y se hace improductivo; o se endurece y se vuelve violento. La violencia es causada, muchas veces por la falta de esperanza, por eso es un doble pecado de nuestra sociedad, no distribuir los bienes materiales con mayor equidad y establecer para los hombres metas materiales inalcanzables que dejan a la gente sin esperanza. Los hombres no pueden vivir sin esperanza, aquél cuya esperanza ha sido completamente destruida, aborrece la vida Como la esperanza nace de la vida el que la pierde genera la muerte. Tanto un individuo como un grupo o sociedad que no tiene esperanza carece de fortaleza para superar sus problemas y tiende a desaparecer por falta de vitalidad o por destructividad irracional. El que no tiene esperanza está “jugado”, no tiene interés por la vida y descree tanto del pasado como del futuro, al menos no cree que sea posible modificar nada. Vive en un presente desarraigado y descreído, que lo impulsa a la destrucción o a la autodestrucción. Desde la revolución industrial el cambio en la realidad humana ha sido incesante. El hombre, en vez de convertirse en un ser más individual, con mayor tiempo para el

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pensamiento y la creación, se ha visto sometido a una civilización de masa. La segunda revolución que podemos llamar tecnológica, no sólo reemplaza la energía viva por la mecánica, sino que está reemplazando el pensamiento humano, por el de las máquinas. La elite dirigente está sometida a las máquinas tanto como los obreros y no forma parte del grupo creador de cultura, como en la época anterior. Los hombres y mujeres de nuestra época se ven cada día mas obligados a realizar tareas y a estudiar cosas que les desagradan y nada tiene que ver con sus expectativas. Estudiar computación, aprender idiomas y hacer dietas, son sólo algunos de los ejemplos de las imposiciones sociales que debemos soportar los hombres del siglo XXI. Junto con estas tareas aparecen como necesarios ciertos objetos como: TV, automóvil 0km., computadora, artefactos del hogar, etc.El mundo parece estar globalizado y los axiomas del capitalismo se han extendido:

Hacer todo lo que técnicamente sea posible. Hacerlo con máxima eficiencia.

Los principios antes mencionados pasan por alto el sistema de valores de la tradición humanista, que ubica al hombre como centro y considera que debe hacerse todo cuanto al hombre lo haga crecer en razón y en alegría. El principio de máxima eficiencia, con su correlato de: menor error, mayor cantidad y menor tiempo, deja al ser humano en inferioridad de condiciones con respecto a la perfección y rapidez de la máquina. Los objetos son fabricados en serie, casi sin intervención humana, y la cantidad reemplaza a la calidad. Importa más colocar los objetos, venderlos, por insensibles que sean. En este sentido, no se controla la calidad ni la utilidad de los productos, sino sólo su rentabilidad y se estimula a la gente a comprar a través de campañas publicitarias engañosas que prometen milagros que jamás

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podrán cumplirse. Estos principios tienen notables efectos sobre nosotros, en especial porque nos ubican como compradores pasivos y no nos permiten relacionarnos activamente con la realidad. “La enajenación pasiva del hombre es solamente un síntoma de un síndrome total que podremos llamar el “síndrome de la enajenación”. (Fromm -6- Pág. 48) Sentimos que es evidente la separación de la función intelectual, de la experiencia afectiva emocional; la escisión entre el pensamiento y el afecto; entre la mente y el corazón; entre la verdad y la pasión.“El sueño de mucha gente parece ser combinar las emociones de un primate con un cerebro similar a una computadora. De poder cumplir este sueño, el problema de la libertad y de la responsabilidad humana parecería desaparecer.” (Fromm -6- pág. 53). El temor a la opción, a la elección, a la duda; en definitiva: el miedo a la libertad, nos ha colocado a todos en la búsqueda de certidumbre y hemos dejado en manos de las maquinas o de “seres anónimos” las elecciones más elementales. Bajo el lema: “mayor eficiencia”, dejamos que decidan por nosotros, Nos hacemos incapaces de pensar, cuestionar y sostener con pasión el pensamiento.

1) ¿QUE ES SER HOMBRE? Se nos ha definido como “homo faber” -constructores de herramientas- y también, como “homo sapiens” -el que sabe o piensa- El hombre puede clasificarse como “homo ludens” .el que juega- “homo negans” -el que es capaz de decir no- “homo esperans”-el que espera-. El ser humano es parte de la naturaleza pero la trasciende. Aún en las circunstancias más duras es capaz de reírse, de preguntar, de negar, de esperar. Cierto es que la masa, amante de la certidumbre, puede seguir el liderazgo de algún

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iluminado, al que se le confiere poderes superiores, pero el hombre puede interpretar y decidir ante la enajenación cotidiana. La fidelidad al líder es inversamente proporcional al grado de libertad con que se mueve cada persona. Pero el hombre no está obligado a ser “borrego”: puede ser libre. Si bien cada persona, por pertenecer al reino físico- biológico, tiene pulsiones y necesidades vitales, posee impulsos que trascienden la mera utilidad personal y tienden a la relación con su medio y sus pares.“Tanto la acción como el pensamiento participan de la doble naturaleza de esta polaridad. La acción en el plano supervivencial es lo que comúnmente llamamos trabajo. La actividad en el plano trans-supervivencial es lo que se designa como juego, al igual que todas aquellas actividades que se relacionan con el culto, los ritos y el arte”. (Fromm -6- pág. 76). Dice una canción “por que los sueños te darán, lo que la vida no te da.” En este sentido, el arte auténtico, la poesía y la filosofía, es revolucionaria. Causa, queriendo o sin quererlo, un cambio en la dirección del pensamiento y la acción. Es verdad que el arte, como la religión, pueden prostituirse, y ser un artículo de consumo, pero es innegable que el espíritu humano no está muerto.

2) EXPERIENCIAS HUMANAS a) La ternura

El sentimiento de la avidez hace que la persona quiera algo exclusivamente para ella y sólo usa al objeto o persona para satisfacerse. El ávido está atado o apegado a lo que tiene o quiere, de modo que no puede esperar n soportar no tener lo que desea. Lo contrario a esto es la ternura, ajena a toda premura y a todo apego por cosas o personas.La ternura incluye una actividad desinteresada, excluye el egoísmo y apego por las cosas, las personas, las posiciones

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e instituciones sociales. La ternura por el hijo le ayuda al padre a corregir, esperar, aceptar las diferencias, no ser dueño. La ternura por los ancianos, parte de verlos como espejo de lo que seremos, aceptar los caprichos, redescubrir los errores. Yo creo que haber experimentado la ternura nos trasforma en gente tierna, y alguien tierno es alguien que, aún cuando corrige, no lo hace desde el poder, la rigidez y la dureza, sino desde la comprensión de un corazón misericordioso. Que hermoso es sentir la ternura de los nietos, de los amigos, de los docentes, de los jefes. En un mundo donde se abusa tanto del poder, que bueno sería rescatar la ternura, que no es otra cosa que renunciar al dominio para encontrarse en el cariño. Ser cariñoso, tierno, misericordioso, no es ser débil, muy por el contrario es saberse amado y confiar en el poder del amor. No hay alumno que se resista a un docente que exprese con ternura y con firmeza su amor. El que abusa de su poder es profundamente débil, apela a la fuerza porque no cree en si mismo y en su posibilidad de trasformación; y si no cree en si mismo: menos creerá en el otro. El que abusa se sabe impotente, improductivo, sin posibilidad de seducir y sin fuerza para conducir. El hombre tierno, cariñoso, no se deja llevar por sus impulsos instintivos ni usa al otro para satisfacer su avidez, sino hace crecer y crece junto con el otro, animando sus sueños y ensanchando su corazón. Como dice Alberto Cortes, a mis amigos les adeudo la ternura, porque quien ha recibido el cariño siempre está en deuda, nunca se siente acreedor sino deudor. Lo que le dieron gratuitamente también lo concede gratuitamente, sin condiciones. En la amistad se expresa con enorme fuerza la gratuidad del amor; somos iguales y sin embargo tan distintos. Recuerdo la amistad de mi padre con Néstor, tan distintos y tan cercanos que hasta ligué su nombre. Recuerdo los

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gestos, las palabras y los testimonios que me señalaron el camino. Nada educa más que el ejemplo. La ternura es un sentimiento de niños, seguramente es ese el sentido del consejo evangélico: sean como niños, permeables y cariñosos, sin la dureza que nos separa, sin la desconfianza que nos aleja, con un corazón que late al ritmo del corazón del otro y comprende aún sin estar de acuerdo.

b) Compasión y empatía Los acuerdos intelectuales no siempre nos conducen al encuentro con el otro, para que el encuentro sea posible en necesario, no tanto pensar sino sentir y vivir en uno lo que el otro siente o padece. En este sentido, se pueden conocer muchas cosas del otro pero si no nos ocupamos por sentir lo que el otro siente, no lo conocemos: conocer es entender el sentimiento y pensamiento del otro, no necesariamente compartirlo. Compadecer no es tener lástima, es descubrir, tras el velo del sufrimiento a la persona que sufre, hacerse uno con él y compartir su búsqueda por encontrar sentido. La palabra simpatía del griego sin- con- y patos-pasión, nos indica que no solo el dolor debe compartirse sino también la alegría. Ni mas ni menos que ser feliz con la felicidad del otro y ayudarlo a ser dichoso aún en el dolor. Hay una canción de Abel Pintos que dice:-no es lo mismo estar solo que estar sin vos porque estar sin vos es peor, que estar solo-. La presencia de otro, que comparte nuestra alegría o nuestra angustia es un bálsamo que nos permite la paz y nos hace felices. En mi experiencia, tengo que agradecer haber sido feliz, por haber tenido siempre la posibilidad de ser acompañado y tener la posibilidad de acompañar. Amigo es el que viene a mí y va conmigo, no importa la cantidad de los que acompañen nuestro paso sino la intensidad del amor compartido. Hay personas que permanecen en sintonía, que empatizan con nosotros, esas son las personas necesarias,

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las que no pueden no estar, aunque estén lejos en la distancia, en el tiempo o ya no estén en este mundo, han logrado ser y hacernos felices.

c) Identidad “El hombre moderno tiene todo: automóvil, casa, un trabajo, chicos, un matrimonio, problemas, dificultades, satisfacciones y como si todo fuera poco, tiene también su psicoanalista. Pero él no es nada.” (Fromm -6- Pág. 90). La identidad es el reconocimiento de lo que e somos y no de lo que tenemos. La crisis de identidad se basa en la enajenación y cosificación cada vez mayor, y puede resolverse si regresamos a la vida, a ser activos y reaccionar frente a las cosas. Ser íntegros es no desconocer la propia identidad; esto es experimentarse como alguien que es y no como alguien que tiene. Sólo aquel que trasciende su yo egoísta es capaz de ser y no sólo de tener; he aquí la paradoja: vaciarse para llenarse, empobrecerse para ser rico. Es en el mismo sentido que debe entenderse la frase bíblica “el que se ensalce será humillado y el que se humille será ensalzado”; ya que sólo la persona segura de su identidad es la que puede reconocer su ignorancia y aceptar sus límites. Quien no tiene identidad es como un sello gastado, sólo hace mancha pero no es capaz de grabar en el papel de la vida la marca inevitable de sí mismo. Aquél que es íntegro, en cambio, no renuncia a su ser, respeta el ser del otro y tiene fuerte conciencia del propio ser.

3) CÓMO HUMANIZAR LA SOCIEDAD TECNOTRÓNICA

“Cualquier esperanza real de triunfar sobre la sociedad deshumanizada de la mega-máquina y de edificar una sociedad humanista industrial radica en que surja una

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sociedad en la que el amor y la integridad sean posibles.” (Fromm -6- Pág. 90). En una sociedad en la que progreso tecnológico no se anteponga al bien del hombre: las máquinas deben ser sólo medios orientados a la vida y no un cáncer que sustituye mano de obra, enriqueciendo a unos pocos y empobreciendo a la mayoría. Pero el único que puede orientar a las máquinas es el hombre, asumiendo un papel activo y no burocrático. No es posible que el mundo esté en manos de los burócratas si es que queremos superar el miedo y alcanzar la libertad. La pasividad del hombre está presente tanto en el trabajo como en el descanso, en el negocio como en el ocio que ya no es un momento de creatividad y recogimiento sino mas bien un momento para seguir consumiendo pasivamente lo que nos propone la propaganda. Si no participamos y nos hacemos responsables en la conservación de la vida dependeremos de aquellos que lo cuidan. Reclamaremos cada día mas por seguridad, salud, trabajo, vivienda a un Estado ausente y seguiremos sin hacernos cargo de que lo que reclamamos , es muchas veces, producto de nuestra propia inacción. La sociedad actual cuida que los deseos de los individuos sean atendidos por el “producto adecuado”. Parece lícito satisfacer cualquier deseo, aunque sea perjudicial, a fin de calmar la angustia. Si bien el consumo parece calmar el vacío interior, no logra jamás llenarlo, ni va a la raíz del problema. Para llegar a la raíz, hay que renovar la espiritualidad humana para que dejemos de mirar nuestro ombligo y podamos mirar hacia delante. El desarrollo del hombre exige que utilice su poder de trascender la prisión estrecha de su yo, de su avidez y su

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egoísmo, de su separación intrínseca, respecto a su prójimo y por ende, de su soledad básica. Para ser, el hombre no debe pertenecer a otro o vivir enajenando. Para ser, nada debe tomar el lugar de Dios, no debe haber ídolos que nos esclavicen ni instituciones que nos encarcelen. Para ser, es necesario respetar los valores comunes y hacer que éstos sean aceptados individual y socialmente. No hay otro modo de reconstruir el ser sino pasando de la pasividad a la acción y de la individualidad al compromiso.

CONCLUSIÓN

1) EL MUNDO, PALABRA QUE CALLA Nacemos todos a partir de una inmensa palabra, dicha en el transcurso de los siglos y que sigue diciéndose hoy. Nacemos de la palabra material, de la materia desnuda, matriz generadora de lo antiguo y de lo nuevo, de lo que aparece inmóvil y tiene en sí una poderosa inquietud. Ésta materia es una palabra muda, que se expresa en silencios hondos y en lentos movimientos que llevan el peso de los siglos. Planetas y estrellas, desiertos y ríos, montañas y llanuras, son reflejo de los silencios que escuchamos sin querer. Son el paisaje que modela la vida y el continente de un espíritu que trasciende el paisaje.La materia dormida y latente, poderosa y ardiente, llega a darnos la palabra de la vida, que se expresa majestuosa en las selvas y en los océanos y se encuentra humilde en cada hoja y en cada flor. El mundo es una palabra, que dice callada y silenciosamente su mensaje al hombre y abre sus ojos y sus oídos a la maravillosa escuela del silencio. El mundo es símbolo, en la medida en que el hombre pueda, como ser simbólico, intercalar entre el estimulo y la respuesta, propia del instinto, un sinnúmeros de significados. Sólo el

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que “sabe” en el sentido de “saber” y de “sabor”, puede admitir la palabra de la naturaleza y descubrir el silencio creador. No es posible aprehender el misterio, sólo nos es posible acercarnos de una manera humilde a través de la naturaleza que suena y, a la vez resuena con su palabra silenciosa.El hombre que camina a orillas del río ve la serena grandeza del atardecer: allí está el río, hondo, oscuro, suave y profundo, refrescante y estremecedor, misterioso y viviente… ¡de pronto!... el río ya no es más río, es tocado por el “misterio”: ha visto lo sagrado y ha captado el rio como símbolo. El río ha sido epifanía, manifestación del silencio presente, sagrado, numinoso.

2) DIOS, SILENCIO QUE HABLA Toda palabra nace de un silencio y tiene en él su sentido y su fin. Es así que la palabra cósmica y la palabra humana tienen su origen y su finalidad en un silencio. Ya sea que lo entendamos como un silencio vacío o nada o como un silencio cargado, podemos decir que en el principio y en el final: “es el silencio”. Para mí. Dios es un silencio cargado, un silencio creador y creante: ¡un silencio que habla! Habla a través del universo material, por medio del símbolo, y habla a través de la historia de su mejor palabra: el hombre. Éste en su tensión a la trascendencia, aún en su tendencia psíquica, en su proyección inconsciente. Más allá del propio ser, encuentra un “algo” o un “alguien” que no alcanza a definir con su capacidad: es el misterio.De lo dicho se desprende la idea de una realidad misteriosa de la cual todo procede a la cual todo va; que domina todo y da sentido a todo, tocando la interioridad del hombre y llamándole a una definitiva relación de vida: “Dios llama al hombre hacia el silencio”.

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En la medida que el hombre reconoce lo divino, se reconoce a sí mismo. En la historia de la idea de Dios está la historia de la idea de hombre y viceversa. El hombre religioso, asume un modo característico de existencia, cualquiera sea el contexto histórico en que esté inmerso, cree siempre que existe una realidad absoluta: lo sagrado, que trasciende este mundo pero se manifiesta en él. Por eso mismo lo santifica y lo hace real.El hombre moderno arreligioso, asume una nueva situación existencial: se reconoce como único objeto y agente de la historia y rechaza toda llamada a la trascendencia. Respondiendo a la búsqueda científica y la pérdida del sentido simbólico, opta por la inmanencia. En la sociedad tecnocrática, lo sagrado es una alienación, un obstáculo que hay que remover para alcanzar la libertad. La decisión del hombre contemporáneo no carece de grandeza; la elección de la angustia y el sinsentido es consecuencia de la fidelidad a su manera de concebir la naturaleza y la existencia humana. Ante el “Otro” alienante y el “nosotros”, sin trascendencia, elige el nosotros. Ante la visión de Dios como palabra inevitable y estremecedora opta por la humilde palabra humana, solitaria, angustiosa y sin destino. Dios no es palabra, es silencio. Un silencio que se muestra en los símbolos y a la vez permanece oculto. Un silencio que crea y recibe toda palabra; que sustenta la voz cósmica y humana. Dios es un silencio que habla. El hombre es una palabra que dicha por la voz divina: puede interpretar y considerar el valor de cada silencio. Ayer Dios nos hablaba por medio de la naturaleza o por medio de la iglesia; hoy tenemos que aceptar un cambio: ¡hace silencio!

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La postmodernidad no parece ser tan iconoclasta como la modernidad. Ésta es una buena noticia, si no hacemos un movimiento pendular y caemos en posturas irracionalmente sentimentales o sensacionalistas. Considero, pues, que la naturaleza humana necesita tanto de la razón como de los sentimientos para vivir en paz y en libertad y por eso se construye a partir de lo que se siente y lo que se piensa.

3) EL HOMBRE, PALABRA QUE ANDA Todo cambio provoca ansiedad, intranquilidad, inseguridad; ya no contamos con los “padres” de ayer que nos digan “que” y “cómo” hacer nuestro destino. Las tradiciones religiosas han sido refutadas impiadosamente por la absolutización de la razón y la tecnología. Éstas, han sido y son puestas en duda por su fracasado intento por resolver los problemas existenciales de nuestros días. Hemos comprobado, no sin dolor, que la sola proclamación de los derechos no basta para que se cumplan; que la enunciación de la igualdad no alcanza a hacernos iguales y que la técnica no nos hace ni más ni menos dignos y, por lo tanto, ni más ni menos felices. El ser humano es un ser dividido: sale de si y del mundo y está profundamente unido al universo; puede apartarse de la realidad pero vive en ella y está condenado a modificarla. Elija o no elija: “está destinado a la libertad”. Tiene manos que trabajan, manos que se mueven, modifican, interpretan formas y proyectan obras. Manos que modelan la tierra: instrumentos materiales en un mundo que es todo materia, todo cuerpo, todo cosa o “res”. Por sus manos, toma la forma del alfarero, que modifica la naturaleza y a su vez se modifica a si mismo por el trabajo. Por nuestras manos tocamos la materia y creamos la vida, no podemos prescindir de las cosas, no podemos vivir sin los paisajes; ellos son modificados y a la vez nos modifican.

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El hombre es cuerpo, ¡más que cuerpo!... pero cuerpo, Por eso podemos decir que el paisaje nos modela y que no hay pena mayor que la del destierro. Es la pena de salir de nuestra tierra; pena que todos debemos sufrir: todos nacemos de la tierra madre y nos apartamos de ella para subir al corazón. A partir del primer latido vital, experimentamos el desarraigo de la materia: ¡ya no somos materia!, hemos arribado al mundo del sentimiento, un mundo en el que descubrimos el “valor” un mundo que nos “afecta”, nos “con-mueve”, nos “cambia”. Tanto si nos duele como si nos alegra, la vida es siempre sorprendente, imprevisible, emocionante. En el mundo vital nos movemos con temor y con pasión, con sentimiento y con amor, con emoción y con fe. El mundo de la vida es el mundo del movimiento, el del encuentro, es de los afectos; ¡todo es corazón!, motor dinámico de la existencia que nos proyecta mas allá de nosotros, al encuentro con los demás. La vida trasciende de materialidad, aunque se encuentra profunda, íntima e indisolublemente unida a ella, la vida nos proyecta al mundo del espíritu y éste unifica los proyectos y las palabras para buscar el silencio generador de la palabra humana. Por el espíritu somos desafectados de los sentimientos y nos ubicamos en la realidad del pensamiento, allí pesamos y medimos, buscamos y nos damos respuestas que, aunque insuficientes, intentan satisfacer al ansia incontenible de saber y conocer: ¿quiénes somos? Y ¿a dónde vamos? Por la razón no es posible trascender el mundo vital y material para encontrar nuestro origen y nuestro destino. Conocemos y creamos la palabra, nos conocemos y creamos ”como” palabra encarnada y viviente intentamos conocer cuál es el silencio que nos ha generado y dónde se dirigen todos nuestros silencios.

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Por el espíritu trascendemos la obligatoriedad de la materia y la necesidad de los sentimientos y nos constituimos como seres libres. Libres de aceptar o rechazar la existencia de un silencio generante. Libres de aceptarnos como miembros de un pueblo o como seres individuales. Libres, para reconocernos parte del universo material o alejados de él. De lo único que no somos libres es de elegir: “estamos condenados a elegir” (Sartre). Estamos obligados a buscar y a darnos un sentido para vivir; a aceptar y crear la historia; a recibir y construir nuestra fe. Somos libres de decidir o dejar que otros decidan por nosotros, pero siempre debemos elegir. Como decía al comienzo, el hombre es un ser dividido o, para mejor decir, un ser “lesionado”, nunca en equilibrio y siempre procurando equilibrarse. Siempre en búsqueda, en camino. Quizá éste sea el motivo de nuestro sufrimiento: no encontramos los caminos y nos damos cuenta de que no es sencillo construirlos. En esta búsqueda creante, aceptamos, a la vez que realizamos, lo que somos como individuos y como pueblo. Hay momentos en que predomina el espíritu de cuerpo. En estos momentos la realización es conjunta, los individuos son parte de un todo generador de las respuestas necesarias para que la vida tenga un sentido y una finalidad. Así ocurre en las culturas tribales y ocurrió en la Edad Media, el hombre aislado no tenia ninguna posibilidad de ser feliz. En estas culturas Dios es reconocido como “palabra” y la iglesia como “cuerpo portador de la palabra salvadora”, única posibilidad de salvación. En contrapartida, el Renacimiento hace surgir el espíritu individual, en el que cada uno es su propio juez y no puede ser sometido más que a su propia conciencia. La iniciativa es personal y Dios no habla por medio de un pueblo que lo representa sino en la intimidad del corazón humano. Esto lleva a desmaterializar a Dios y finalmente a proclamar su ausencia:”si Dios no habla, Dios ha muerto”.

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El modernismo absolutiza el poder de la razón y niega toda otra posibilidad de conocer que no sea por medio de la razón. Se pasa, entonces, del extremo de la “sola fe” (Lutero) y la “predestinación” (Calvino) a la “sola razón” (Descartes) y a la “sola existencia” (Heideger). Si se afirma pues la “libertad del hombre” se debe negar la presencia de Dios. Dios está ausente, es un inmenso vacío, un angustiante presente y un incierto futuro. No es posible encontrar ningún sentido: sólo podemos aceptar la existencia del sin sentido. Éste es el drama en que nos encontramos y del que, creo, podemos salir. En la soledad de nuestra naturaleza humana enajenada de la naturaleza clama una voz que busca el Silencio que pronunció la palabra material. Hemos construido ídolos de barro que asumen diversos nómbres: poder, riqueza, estado, ciencia, tradición, tecnología, dinero, consumo, etc. Pero ninguno calma nuestra sed. El mundo del consumo nos centra en el objeto: “lo que tenemos es lo que somos”, y en la medida que tengamos más poder, riqueza, estado, ciencia o dinero, seremos más dichosos. La opción ante los ídolos es aceptarlos o destruirlos. En la actualidad, tanto individual como socialmente, podemos caer en la tentación de ser sometidos por el sentimiento sadomasoquista o por la conformidad automática de lo que se nos impone; o bien ceder al impulso destructivo tanto hacia la sociedad como hacia nosotros mismos. En una de estas opciones el sentido nos viene dado, como se dice hoy: “envasado”. En la otra, la destructiva, rechazamos toda posibilidad de vida. Pero: ¿dónde encontramos el sentido?... El sufrimiento de mucha gente pasa por no tener por qué vivir. Creo que el sentido puede hallarse en el trabajo, realización de una obra creadora; en el amor encuentro

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gozoso con otro ser; y aun en el sufrimiento, tensión dinámica entre las exigencias del yo físico y las del yo espiritual.Hay una expresión quechua que dice que el hombre es: “tierra que anda” (runa allpacamaska) Podemos decir que el hombre es: “palabra que anda”. Cada ser humano es una palabra encarnada, palabra que debe ser pronunciada y que puede ser enriquecida por otras palabras. Es una palabra viviente, generadora de nuevas palabras y de algunos silencios. Para mí, Dios es un silencio cargado, numinoso, potente. No es un silencio vacio, es un silencio creador de la palabra humana y receptor de la vida, de otro modo: no hay ninguna esperanza posible. Dios, no es una palabra evidente, sería imposible nuestra existencia. Es un silencio que se muestra y se esconde: un misterio. El hombre es también un misterio, revelación y ocultamiento, palabra y silencio generador de la palabra. Su destino es ser un dador para hacer a los otros dadores; un soñador que comunique y participe a los demás hombres de sus sueños. El hombre es la encarnación de una palabra que se completa en la libertad. Es parte de un pueblo, anda junto a los otros, y con ellos se realiza en el Silencio Creante. El hombre es una palabra, pero una palabra que anda, no es quietud, sino inquietud. No es equilibrio u homeostasis, sino un desequilibrio generante. Su meta no está en recibir sino en darse, porque: ¿cuál es el destino de una palabra no dicha?, ¿Cuál es el fruto de un término que no cambia, que se queda estático y sin modificación? Sin duda que la muerte, y una muerte definitiva, sin retorno.La vida humana no puede tener como fin el consumo sino la donación. El mundo, palabra silenciosa que necesitamos

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para “decirnos”, es un instrumento de nuestra palabra humana, cuyo destino no es otro que el silencio.

4) DE AMOR, DE TRABAJO Y DE SUEÑO

Somos la palabra nacida del encuentro entre un hombre y una mujer. Un encuentro de dos palabras encarnadas, generan una nueva palabra, que no está terminada, que necesita para vivir, la constancia de la palabra amante. He aquí el gozo del amor; haber encontrado la palabra justa, aquella que completa mi imperfecta mitad. Si soy hombre, la mujer; si soy padre, el hijo; si soy hijo, el padre; si soy creyente, Dios. Palabras que se encuentran en fecundos silencios, generadores de un diálogo que permanece. El amor no es un movimiento que va desde el exterior a mi interioridad, es, por el contrario, un moverse del “yo” en pos de un “tú” para construir un “nosotros”. El hombre se realiza en el amor, sea a una persona o a una idea, porque el hombre es palabra que ansía el encuentro y se constituye como pueblo. En este pueblo construye y se construye, al igual que el universo de la materia. Todo lleva su marca es transformado por el dinamismo transformador de su espíritu. El trabajo es la transformación del mundo material en cosmos viviente y cultural. La felicidad no está, tanto, en el consumo sino en la producción. El trabajo permite que digamos a la cosa una palabra propia; por eso e tan difícil encontrar sentido en el trabajo mecanizado.El trabajo, como el amor, es dolor… sufrimiento por lograr que la materia nos represente y hable; tensión entre las exigencias de la materia y las del ideal humano.El trabajo, por tanto, no tiene como único fin la remuneración sino la construcción de algo nuevo, sea esto material o espiritual, a partir de algo dado. El hombre siente que puede realizarse en el trabajo y en el amor y por medio de ellos concretar sus sueños: pero los

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sueños humanos pueden trascender el amor y el trabajo. Puede encontrarse sentido en la contemplación y aún en el sufrimiento, aparentemente inútiles, pero profundamente humanos. Sólo hace falta cargar dignamente con nuestros propios sueños para que éstos den sentido y finalidad a nuestra vida. El sufrimiento puede ser reconocido como palabra de fortaleza y debilidad, de duda y seguridad. Es la tensa espera de resolución de un conflicto: alivio en la medida que se resuelva, dolor cuando permanece. La contemplación no es inmovilidad pasiva sino unitividad mística con el silencio, dador y receptor de la palabra humana. El hombre es palabra que anda, encarnación de un silencio que habla en la callada palabra de la materia. En la medida que cada uno se piense a sí mismo como una palabra que debe ser dicha, irrepetiblemente y única, encontrará en el universo material y humano un lugar para la creatividad: Dios o el Silencio será su meta. El contemplativo, el filósofo: hace silencio, reconoce que el silencio está detrás de toda palabra, sólo puede callar ante el misterio. No puede agotar su comprensión, no puede conocerlo completamente. Sólo puede aceptar el límite y saborearlo con el cuerpo, el alma y el corazón. Como dice una canción de cuna que escribí para mi hija Lucía:

Duerme mi niña que somos los dossueños de un Sueño, audaz y creador,

sueña que el sueño será tu razónel que más sueña despierta mejor.

Duerme que el tiempo se escapa `por tu niñezy en el silencio deja ver tu desnudez,

Duerme que el cielo parece tener,tus ojos buenos y te hará crecer,

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una vez y otra vez.

INDICE

INTRODUCCION: Pensar, una alegría y un sacrificio.

I. EL DILEMA EXISTENCIAL DEL HOMBRE MODERNO.1) Nuestra situación contemporánea.2) Identidad personal en un mundo anónimo.3) Las fuentes de la ansiedad.4) Existencia y libertad.

a) Bases psicológicas de la libertadb) El sufrimiento de la vida sin sentido.c) Voluntad de sentido.

II. EL DILEMA SOCIAL.1) el miedo a la libertad.2) los mecanismos de evasión.

a) El autoritarismo.b) La destructividad.c) Conformidad automática.

3) La ilusión de la individualidad.4) Sociedad y carácter.

a) Educación y formación del carácter.

III. EL AMOR COMO RESPUESTA HUMANA.

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1) Abundancia y saciedad en la sociedad actual.a) El hombre pasivo.b) Agresividad, origen y consecuencias.

2) El amor, respuesta existencial.a) la unión simbiótica.b) El amor en la familia y la sociedad.c) El amor a si mismo y a Dios.

3) El amor a la sociedad contemporánea.

IV. LA REVOLUCION DE LA ESPERANZA1) ¿Qué es ser hombre?2) Experiencias humanas

a) La ternurab) Compasión y empatía.c) Identidad.

3) Como humanizar la sociedad tecnotrónica.

CONCLUSIÓN

1) El mundo, palabra que calla.2) Dios, silencio que habla.3) El hombre palabra que anda.4) De amor, de trabajo y de sueño.

BIBLIOGRAFIA

1) Frankl Viktor, El Hombre en busca del sentido, Herder, Barcelona, 1986.

2) Frankl Viktor, Ante el Vacio Existencial, Herder, Barcelona, 1982.

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3) Frankl Viktor, La presencia ignorada de Dios, psicoterapia y Religión, Herder, Barcelona, 1985.

4) Fromm Erich, El miedo a la libertad, PAIDOS, Buenos Aires, 1993.

5) Fromm Erich, El arte de amar, PAIDOS, Buenos Aires, 1991.

6) Fromm Erich, La Revolución de la esperanza, fondo de cultura económica, Buenos Aires, 1987

7) Fromm Erich, El amor a la vida, PAIDOS, Buenos Aires, 1985.

8) Horney Karen, La Personalidad Neurótica de nuestro tiempo, PAIDOS, Buenos Aires, 1974.

9) May Rollo, El dilema Existencial del hombre moderno, PAIDOS, Buenos Aires, 1973.

OBRAS DE CONSULTA

1) Eliade Mircea, Lo sagrado y lo profano, Guadarrama, Madrid, 1973.

2) Otto Rudolf, Lo Santo, en Revista de occidente, Madrid, 1925.

3) Boasso Fernando, El misterio del hombre, Guadalupe, Buenos Aires, 1969.

4) Boasso Fernando, Atahualpa Yupanqui. Hombre Misterio, Guadalupe, Buenos Aires, 1983.

5) Fromm Erich, Ética y psicoanálisis, México, Fondo de Cultura económica, 1962.

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