2 Sesión, Memoria Colectiva y Soiología de La Memoria.

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Taller de Memoria: Sesión 2 “Memoria colectiva en el pensamiento de Maurice Halbwachs”. 1.- Objetivo. Introducir a las diferentes concepciones sobre memoria, colocando el énfasis a la elaboración de una noción de memoria colectiva netamente sociológica sobre la base de los postulados de Maurice Halbwachs, con alcances y limitaciones teóricas y prácticas determinadas. 2.- Introducción. Todos tenemos recuerdos e imágenes abstractas que permanecen flotando en el orden de lo constitutivo de la memoria, recuerdos que pese a ser rememorados no pueden ser del todo situados en espacios temporales o materiales específicos debido a la lejanía de lo acontecido o a la incapacidad que tenemos de identificar si lo recordado es algo real y vivido o por el contrario algo ficticio o construido en relación a lo que otros nos han dicho. Es por ello que antes de poder definir la especificidad de la memoria, en tanto la noción que en éste taller proponemos, primero debemos identificar de qué tipo de memoria nos referimos cuando hablamos de memoria colectiva, y porqué utilizamos esa conceptualización y no otra como la de memoria individual o la de memoria histórica, pensando que cada uno de los tipos de memoria señalados establecen formas de entendimiento diferentes en la concepción que se tienen de los procedimientos que permiten la conservación de los recuerdos y las condiciones en que reposan y son evocados. 3.-Tipos de memorias

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Relación entre el campo de la memoria con la sociología

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Taller de Memoria: Sesión 2 “Memoria colectiva en el pensamiento de Maurice

Halbwachs”.

1.- Objetivo.

Introducir a las diferentes concepciones sobre memoria, colocando el énfasis a la

elaboración de una noción de memoria colectiva netamente sociológica sobre la base de los

postulados de Maurice Halbwachs, con alcances y limitaciones teóricas y prácticas

determinadas.

2.- Introducción.

Todos tenemos recuerdos e imágenes abstractas que permanecen flotando en el orden

de lo constitutivo de la memoria, recuerdos que pese a ser rememorados no pueden ser del

todo situados en espacios temporales o materiales específicos debido a la lejanía de lo

acontecido o a la incapacidad que tenemos de identificar si lo recordado es algo real y vivido o

por el contrario algo ficticio o construido en relación a lo que otros nos han dicho. Es por ello

que antes de poder definir la especificidad de la memoria, en tanto la noción que en éste taller

proponemos, primero debemos identificar de qué tipo de memoria nos referimos cuando

hablamos de memoria colectiva, y porqué utilizamos esa conceptualización y no otra como la

de memoria individual o la de memoria histórica, pensando que cada uno de los tipos de

memoria señalados establecen formas de entendimiento diferentes en la concepción que se

tienen de los procedimientos que permiten la conservación de los recuerdos y las condiciones

en que reposan y son evocados.

3.-Tipos de memorias

I. Memoria individual:

Tipo de memoria que encuentra sus raíces desde los primeros escritos filosóficos

producidos en épocas tan remotas como el tratado De Memoria et Reminiscencia de

Aristóteles, así como los escritos Rhetorica ad Herennium y De Oratore de Cicerón. Desde

entonces el campo de la memoria se ha abordado desde un tradición preferentemente

individual.

Para nuestro interés consideraremos dos autores inscritos en momentos divergentes

como fundamentales para la construcción de lo que a principios de siglo XX se conceptualizo

como memoria individual y que será parte de lo que Maurice Halbwachs buscó desacreditar:

los postulados sobre memoria de Agustín y los postulados generales de Henri Bergson.

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a) Postulados de San Agustín:

El filósofo y antropólogo francés Paul Ricoeur en “La memoria, la historia y el olvido”

(2003) realiza una recopilación de lo que durante siglos fue llamado como memoria y que se

inscribe en un sentido individualizado de la misma, resumiendo en tres aspectos su carácter

privado:

Memoria aparece como radicalmente singular: “Mis recuerdos no son vuestros, en

cuanto mía la memoria es un modelo de lo propio, de posesión privada” (Ricoeur,

2003, p. 128).

En la memoria individual reside el vínculo original de la conciencia del pasado, por lo

que la conciencia se visualiza como cerrada en sí misma y no social, solitaria,

independiente de marcos sociales y de experiencia históricas colectivas: “[…] la

memoria es del pasado, y este pasado es el de mis impresiones. Viéndolo desde este

punto de vista, la memoria garantiza la continuidad temporal de la persona, con ello

nos permite remontarnos sin desavenencia del presente hasta los acontecimientos más

remotos de mi niñez” (Méndez-Reyes, 2008, p. 123).

Pasado y presente tienen continuidad temporal que se da en la memoria individual que

hace actuar las experiencias del pasado en el presente pero que también puede actuar

sobre las proyecciones sobre el futuro.

Esos postulados se presentan en todo el pensamiento elaborado por Agustín en

“Confesiones” mediante la actuación de lo que él llama “la interioridad sobre el fondo sobre la

experiencia cristiana de la conversión”, y que se refiere a la tesis sobre la búsqueda del

hombre interior que todos poseemos como condición de sabiduría, el que se hace presente

mediante la meditación cristiana que no es otra cosa que la búsqueda de los recuerdos –de

carácter originarios- en nuestro “YO”:

“Hay que señalar que replegarse sobre sí, mirar hacia adentro, es buscar a Dios conocerse por lo que uno es, es confesarse. La confesión surge cuando se tiene ese primer contacto con lo interno en la interioridad, en el replegarse del alma sobre sí misma es que el hombre llega a Dios” (Agustín, 1991, p. 342).

b) Henri Bergson:

Este filósofo elabora su pensamiento a fines de siglo XIX, estando fuertemente

influenciado por una postura psicológica- espiritualista de carácter iluminista (se hace sentir el

peso de la Ilustración en su obra “Materia y memoria” (1896), en la que primeramente sitúa la

producción de conocimiento en la “intuición” personal, es decir al interior de la esencia del

individuo por lo que sólo en él se producirían los procedimientos y mecanismos que permiten

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conservar y traer de vuelta un recuerdo al presente en tanto experiencia necesaria para la

actuación del individuo en los diferentes contextos.

Lo anterior sólo se puede entender en la medida que comprendemos que Bergson

plantea que la inteligibilidad de las cosas se relaciona con la capacidad de la “intuición”, que

los seres humanos llegan a conocer las cosas no tan solo sobre la base de ese conocimiento

racional –al que critica su excesiva racionalidad epistemológica y metódica- sino que también

mediante la existencia de otro tipo de conocimiento basado en esa “intuición”, siendo por

medio de esta que construimos nuestras percepciones subjetivas del presente. Especificidad de

pensamiento que llega a situar a los procedimientos de memoria sobre la dialéctica de dos

consideraciones insoslayables:

por un lado la memoria es individual, sólo el individuos puede desde el “yo” realizar

un “procedimiento de intuición” y sobre la base de éste establecer las experiencias

necesarias del presente, pero más importante aún, conservar otras intuiciones del

pasado que actuaran sobre las del presente, modificando la relación entre presente-

intuición-decisión: “En primer lugar decimos que si se toma la memoria, es decir una

supervivencia de las imágenes pasadas, esas imágenes se mesclarán constantemente

con nuestra percepción de presente y podrán incluso sustituirla. Pues ellas no se

conservan más que para volverse útiles: en todo instante completan la experiencia

presente enriqueciéndola con la experiencia adquirida, y como ésta va aumentando sin

cesar, acabará por sumergirla y sumergir a la otra” (Bergson, 2006, p. 83);

y por otro lado, la intuición del presente sólo es un reflejo de una memoria

transformada en hábito, comprendido esto como la capacidad de que un recuerdo –en

tanto intuición y experiencia de un acontecimiento que se almacena en la memoria- en

modificar las percepciones que en tiempo presente se hace de la realidad. En ese

sentido la memoria sería entonces un proceso individual y que conllevaría a la

formación de hábitos que nos ayudarían en el desenvolvimiento del individuo en la

realidad así como en relación con las cosas que aspira conocer: “Es indiscutible que el

fondo de intuición real, y por así decir instantáneo, sobre el cual se habré nuestra

percepción del mundo exterior es poca cosa en comparación con todo lo que nuestra

memoria le añade. Justamente porque el recuerdo de intuiciones anteriores análogas

es más útil que la intuición misma, estando ligado en nuestra memoria a toda la serie

de acontecimientos subsecuentes y pudiendo por eso alumbrar mejor nuestra decisión,

desplaza a la intuición real, cuyo papel ya no entonces otro más que apelar al

recuerdo, darle un cuerpo, volverlo activo y por eso mismos actual” (Bergson, 2006,

p. 83).

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Para todos los efecto hay que entender que la memoria individual de la que habla

Bergson es en última instancia y a grandes rasgos una “[…] memoria fruto de una capacidad

individual de almacenar y de traer al presente el conjunto de las imágenes-recuerdo fruto de

las experiencias por las que atraviesa el sujeto […]” (Crenzel, 2010, p. 4).

c) Memoria individual en el presente:

De modo, tanto la memoria-privada de Agustín como la memoria-individual de

Bergson dan cuenta de una matriz de pensamiento que a pesar de sus lejanías contextuales y

temporales, dan cuenta de una consideración en que la memoria funciona como un “almacén”

en el que están guardados todos los recuerdos, disponibles para su evocación en la medida que

el individuo vuelve sobre sí mismo.

En ese sentido los actuales defensores de la memoria individual la sitúan en oposición

a la memoria colectiva, posicionándola como una condición necesaria y suficiente por sí

misma del reconocimiento de los recuerdos, siendo dispensables el apoyo que las memorias

individuales y personales puedan tener de otras memorias y de otros testimonios.

II. Memoria Colectiva:

Concepto acuñado por el sociólogo francés Maurice Halbwachs en 1925 en su obra

“Los marcos sociales de la memoria” (“Les cadres sociaux de la mémoire”) y reafirmado en

su obra póstuma “La memoria colectiva” (“Le mémoire colective”, 1946).

La teoría de Halbwachs en cuanto a memoria algunos autores la han considerado como

un intento de reconciliar a dos de sus maestro que se enfrentaron teóricamente a principios de

siglo XX respecto a las interpretaciones sobre la historia de la cultura y cómo está se reflejaba

en lo colectivo y en lo individual: a Bergson con Durkheim. Halbwachs fue discípulo de

ambos. Del primero toma el concepto de memoria pero lo inscribe bajo la tradición inaugurada

por el segundo, quien percibe a la memoria como “[…] ideación del pasado, en contraste con

la conciencia –ideación del presente- y a la imaginación prospectiva o utópica –ideación del

futuro- del porvenir” (Desroche, 1973, p. 211; Giménez, 2008, p. 21); ideación que no se

limita a rememorar mecánicamente el pasado, sino que realiza “[…] un trabajo de selección,

de reconstrucción y, a veces, de transfiguración o idealización […]” (Giménez, 2008, p. 21)

impulsada desde lo que Durkheim llamaba como conciencia colectiva.

Halbwachs entiende que la memoria individual por sí sola no existe sino que es

sostenida y organizada por la memoria colectiva que funciona como contexto social que

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enmarca los recuerdos dependiendo de los grupos de pertenencia al que un individuo se ve

asociado.

“Cualquier recuerdo aunque sea muy personal, existe en relación con un conjunto de nociones que nos dominan más que otras, con personas, grupos, lugares, fechas, palabras y formas de lenguaje, incluso con racionamiento e ideas, es decir con la vida material y moral de las sociedades que hemos formado parte” (Halbwachs, 1968 [1946], p. 38).

Por lo que los recuerdos no habría que buscarlos en el interior o en el “espíritu” donde

“yo” soy el único que tiene acceso (Bergson), sino que estos son evocados desde el exterior y

los grupos de pertenencia entregan los medios para reconstruirlos en la medida de que el

individuo asume, al menos temporalmente, las formas de pensar de la colectividad.

Halbwachs piensa a los grupos de pertenencia como condición necesaria para la

subsistencia de cualquier tipo de recuerdo, ya que es el individuo inserto en uno de estos

grupos que puede establecer las relaciones necesarias para la rememoración y reconstrucción

del pasado, dentro de un sistema que permite dar inteligibilidad y sentido a los rememorado

(una suerte de dirección desde el colectivo).

“Ocurre que el grupo no es solamente, ni, incluso, fundamentalmente, una reunión de individuos, y que su realidad no se agota en alguna figuras que podemos enumerar y a partir de las cuales lo podríamos reconstruir. Más bien lo que constituye al grupo es esencialmente un interés, un orden de ideas y de preocupaciones que, sin duda, se particularizan y se reflejan en alguna medida en las personalidades de sus miembros, pero que son sin embargo lo suficientemente impersonales, como para conservar su sentido y su alcance a pesar de que estas personalidades se transforman y que otras parecidas pero diferentes las sustituyen” (Halbwachs, 2002 (1968), p. 15).

De modo que la rememoración personal se situaría en un cruce de relaciones de

solidaridad múltiples en las que estamos conectados al interior del grupo de pertenencia,

procurando que los recuerdos sean compartidos y que sean rememorados sólo a condición de

que ese grupo determinado lo haga, resguardando con ello su sentido simbólico.

Para Halbwachs en su época existieron tres tipos de grupos de pertenencia

fundamentales en tanto ámbitos colectivos más importantes implicados en la construcción de

la memoria, entregando “[…] los calendarios y las palabra que expresan el recuerdo, así

como las convenciones, los espacios y las duraciones que dan su significación al pasado”

(Lavabre, 1998, p. 52)

Memoria colectiva de la familia: “Los individuos se vinculan a partir de una

inscripción genealógica, en que los nombres de pila medían en la asociación o

repetición de elementos memorables de linaje o parentesco” (Alberto, 2013, p. 20).

Memoria colectiva religiosa: “[…] es el dogma el que permite diferencia a diversos

cultos y estructurar series de verdades fundantes a través de las cuales los fieles

organizarían sus recursos” (Alberto, 2013, p. 20).

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Las clases sociales y sus tradiciones: memorias colectivas fundantes en las relaciones

de clases específicas para cada sociedad, que en la época moderna estaría dominada

por la división social de carácter capitalista y la propagación de la cosmovisión

burguesa-liberal como campo estructurante de las significaciones simbólicas y

sociales. (Para nuestros interés resulta interesante relacionar este tipo de grupo de

pertenencia con las formas de dominación hegemónica que se empezaron a desarrollar

durante el siglo XX, ya que los intereses de clase corporativistas de las clases

dominante empezaron a impregnar todo el orden constitutivo de las demás clases, por

lo que los sentidos originales en las que se organizaron esas clases subalternas se fue

perdiendo paulatinamente en la medida que los sentidos de la clase dominante se

fueron haciendo hegemónicos, por lo que cabría pensar que en la actualidad, en este

tipo de grupo de pertenencia en donde más conflictos y luchas por rememorar se dan,

entre los sentidos de clases primarios y propios de los integrantes del grupo contra los

sentidos e imaginarios propios de la dominación).

Por otro lado el sociólogo francés identifica distintos elementos que se constituyen en

marcos generales como condiciones de posibilidades de existencia de las memorias colectivas

que tienden a transformarse según “[…] las formas generales de la sociedad obedeciendo a la

necesidad de organización coherente del conocimiento en relación a la organización social”

(Lavabre, 1988, 44). Estos marcos sociales de memoria son:

a) Lenguaje:

“Las convenciones verbales constituyen el marco más elemental y estable de la

memoria colectiva” (Halbwachs, 2004 [1925] p. 104).

“Nosotros comprendemos a los otros y sabemos que nos comprenden, y es por esa

razón que sabemos que nos comprendemos nosotros mismo: el lenguaje consiste, pues,

en una cierta actitud del espíritu, que sólo es concebible en el interior de una sociedad,

ficticia o real. Es la función colectiva por excelencia del pensamiento” (Halbwachs,

2004 [1925], p. 89).

b) Marco temporal:

Al existir distintos grupos de pertenencia se da que las consideraciones respecto a la

temporalidad se ve modificada desde una perspectiva en que el tiempo social es

considerado como único a su significación y apreciación de manera diferenciada por

los diferentes grupos. Esto Halbwachs lo denomina “tiempos múltiples”.

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“Sin embargo de hecho de que estas divisiones subsistan, no se deduce de modo

alguno que haya un tiempo social único, pues a pesar de su origen común, han tomado

una significación muy diferente en los diversos grupos. Y no solamente porque, como

hemos demostrado, la necesidad de exactitud varía, de una sociedad a otra; en

principio, como se trata de aplicar estas divisiones a series de acontecimientos y

procesos que no son los mismos en los diferentes grupos, y que finalizan y vuelven a

comenzar en intervalo que no se corresponden de una sociedad a otra, se puede decir

que se cuenta el tiempo a partir de fechas diferentes de una sociedad a otra”

(Halbwachs, 2002 [1968], p. 5)

El marco temporal es considerado desde una dualidad . Primero, la existencia de una

correspondencia entre todos los tipos de tiempo, ya que son herederos de una tradición

que apeló en su origen constitutivo a un carácter naturalista, místico o religioso para la

confección de calendarios o consideraciones simbólicas del tiempos; “Sin embargo, tal

y como hemos visto, hay una correspondencia suficiente entre todos estos tiempos,

aunque no se pueda decir que se adapten los unos a los otros por una convención

establecida entre los grupos. Todos dividen el tiempo más o menos de la misma

manera porque todos son herederos de una misma tradición. Esta división tradicional

de la duración toma como referencia el curso de la naturaleza, y no es cuestión de

extrañarse de que así sea ya que ha sido establecida por hombres que observan el

curso de los astros y el sol” (Halbwachs, 2002 [1968], p. 7). Y segundo, en la época

moderna producto a una mayor desritualización y asenso del ámbito del comercio por

sobre el ámbito religioso ha provocado una nueva diversificación y consideración de

los calendarios de los tiempos.

El tiempo contribuye a la construcción de un recuerdo en la medida que el tiempo sea

entendido como el de un grupo dado y como la representación temporal continuada

que NO cambia, encontrando un puente entre el pasado y el presente, porque la

memoria colectiva al tratar de ritos y de hábitos que se mantienen en el tiempo en un

grupo de pertenencia no genera rupturas temporales. “[…] el tiempo no fluye: dura y

subsiste… sino ¿cómo podría la memoria remontarse en el curso del tiempo”

(Halbwachs, 2002 [1968], p. 22).

c) Marco espacial:

Halbwachs considera que tanto los grupos de pertenencia como los acontecimientos

están situados espacialmente. “[…] no hay memorias colectivas que no se desplieguen

en un marco espacial […]” (Halbwachs, 1925, p. 21).

Al igual que Durkheim, considera el soporte material fundamental para a existencia del

mundo simbólico, logrando incluso fijar la representación y el imaginario en la

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materialidad de los objetos, monumentos, construcción arquitectónicas, medallas,

fotografías, objetos de toda índole.

Por tanto, Halbwachs considera que al interior de la sociedad existen diferentes grupos

de pertenencia de los cuales los individuos participan. Grupos que se encuentran determinados

por marcos sociales que permiten que los recuerdos respecto al pasado vuelvan al presente

pero a condición de ser estructurados por el grupo. En ese sentido las memorias individuales

sólo existen integradas en una memoria mayor colectiva. Además de esos grupos, dos o más

pueden compartir los mismos sentidos sólo a condición de que posean un lenguaje común,

tengan una consideración espacial y material equivalente, y compartan contextos en cuanto a

las sociedades religiosas o políticas similares.

III. Memoria colectiva y memoria histórica.

En Francia a partir de los trabajos de historiadores de la tercera generación de la

Escuela de los Annales como Pierre Nora y Jacques Le Goff es que se comienza a reutilizar

desde la historia la noción de memoria, última que había quedado relegada posteriormente a la

muerte de Halbwachs (1945) y de su utilización aislada por Roger Bastide (entre fines de 1960

y principios de 1970) en sus investigaciones sobre los procesos de aculturización religiosa en

el Brasil.

La definición de memoria que se encuentra en la historia se funda entonces entre la

distinción de la memoria en su sentido halbwaniano y la disciplina histórica.

a) Desde Pierre Nora:

Distanciamiento entre “[…] la memoria verdadera, social e intocada, cuyo modelo

está representada por la llamada sociedades primitivas o arcaicas y cuyo secreto estas

se han llevado, y la historia, que es lo que hacen nuestras sociedades condenadas al

olvido por estar envueltas en el cambio” (Nora, 2009, p. 20).

Se desplaza la consideración de una memoria vivida, “totémica” para Nora, que puede

ser entendida como hábito vivido en el sentido de Halbwachs, a un memoria histórica

trazada y seleccionada, de carácter “crítica”, dotada de métodos, saberes técnicos y

racionalizada en epistemes y en política de memorias determinadas.

“Si aún habitáramos nuestra memoria, no necesitaríamos destinarle lugares. No

habría lugares, porque no habría memoria arrastrada por la historia. Cada gesto,

hasta el más cotidiano, sería vivido como la repetición religiosa de lo que se ha hecho

desde siempre, en una identificación carnal del acto y el sentido. En cuanto hay traza,

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distancia, mediación, ya no se está en la memoria verdadera sino en la historia”

(Nora, 2009, p. 20).

Memoria Historia

Siempre vivida, encarnada en grupos

vivientes.

Reconstrucción siempre incompleta y

problemática de lo que ya no es.

Abierta a la dialéctica de los cambios sociales

entre la supresión y la conservación.

Representación del pasado.

Fenómeno actual, lazo vivido en el presente. Operación intelectual y laicizante, requiere de

análisis y discurso crítico.

Es afectiva y mágica (ritualista). Pertenece a todos y a nadie, pretensión

universalizante.

Se asocia a grupos de pertenencia múltiples y

específicos.

Se liga a las continuidades temporales, a las

evoluciones y a las relaciones de las cosas.

Se enraíza en los concreto, el espacio, el

gesto, la imagen y el objeto.

Es desligitimización del pasado vivido.

b) Desde Jacque Le Goff:

Desde el ensayo “Historia y memoria” (1977).

Hace una distinción entre lo que él llamada una historia vivida (memoria propiamente

tal) con una historia disciplinar. Para Le Goff la disciplina histórica se apropia de la

historia vivida para poder pensarla y explicarla mediante un inevitable proceso de

arreglo del pasado, “poniéndolo en orden”, recuperando fuentes y testimonios para

hacer inteligible el pasado en función del contexto social, político e ideológico del

desarrollo de la disciplina histórica y del historiador, constituyendo un relato alejado

de la historia viva que será sometido a legitimación o desligitimación tanto en el

presente como en un futuro. (En ese sentido la historia disciplinar es una producción de

conocimiento racionalizado de la memoria o historia vivida).

La memoria colectiva es la materia prima de los historiadores por ser no consciente de

sí misma y por ser los lugares donde se manifiestas todas las expresiones sociales,

ritualistas, místicas, organizativas, simbólicas e incluso materiales de la cultura.

c) Desde Halbwachs:

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La historia “[…] comienza ahí donde termina la tradición, cuando se extingue la

memoria social, pues mientras un recuerdo aún persiste no se requiere fijarlo por

escrito” (Allier, 2008, p. 188). Surgiendo la necesidad de historizar “[…] cuando los

recuerdos se han alejado o ya no se encuentran testigos que los rememoren” (Allier,

2008, p. 188). Así la memoria colectiva sería una corriente de pensamiento continuo

“[…] que no tiene nada de artificial, puesto que retiene del pasado sólo lo que aún

está vivo o es capaz de vivir en la sociedad del grupo que la mantiene. Por definición

no excede los límites de ese grupo” (Halbwachs, 1995 (1950), p. 214)

4.- Entonces ¿qué es la memoria colectiva para Halbwachs?

Es la reconstrucción social del pasado que responde a una situación del presente, que

se encuentran socialmente enmarcados y situados en grupos de pertenencia.

“No es más la secuencia cronológica de los estados pasados la que reproduciría exactamente los acontecimientos de otro tiempo, únicamente son aquellos recuerdos de entre ellos los que corresponden a nuestras preocupaciones actuales, que pueden reaparecer. La razón de su reaparición no está en los mismos recuerdos, sino a su relación con nuestras ideas y percepciones del presente: no partimos pues de ellos, sino de esas relaciones.” (Halbwachs, 2004 [1925]:170).

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