2 Racine - India y El Orden Mundial

9

Click here to load reader

description

hola

Transcript of 2 Racine - India y El Orden Mundial

Page 1: 2 Racine - India y El Orden Mundial

Hérodote nº 108 – Geopolítica de la mundialización (primer trimestre de 2003)

La India y el orden mundial por Jean-Luc RACINE (Traducción de Marcelo Giraud)

Lejos de los simplismos, la globalización [1] actual de ningún modo se reduce a la ex-pansión de redes dominadas por los sistemas políticos, económicos, ideológicos, tecno-lógicos y financieros occidentales. Aunque su dominación es incontestable, como lo es la supremacía de la hiperpotencia estadounidense, sin embargo el tablero mundial no es un juego de suma cero, o de sentido único. El discurso internacional sobre la multipola-ridad parece atenuarse a medida que se afirma, bajo la presidencia Bush, el unilatera-lismo estadounidense, pero sería un error creer en la subyugación duradera de las po-tencias del segundo círculo: Unión Europea, Rusia, China, Japón.

En este contexto, el caso indio es digno de interés por múltiples razones. En primer lugar, da testimonio de la nueva ambición de un Estado de un millardo de habitantes, que fue un país faro de la descolonización, y luego un líder del movimiento de los no-alineados. La reforma económica emprendida en 1991 y los ensayos nucleares de 1998 evidencian, de maneras diferentes pero complementarias, una voluntad de ser parte activa en un juego mundial que Nueva Delhi desea ver ampliado a nuevos actores.

El caso indio ilumina también la ambigüedad de las dinámicas de afirmación de sí mismo. El discurso reivindicativo, que denuncia las injusticias del orden mundial, llama a una redefinición de la arquitectura mundial a fin de que sea más equilibrada. Está anclado también en la tradición contestataria de la herencia poscolonial crítica. Pero muy rápidamente, este mismo discurso va acompañado por una afirmación nacional, que no debe tanto al paradigma fundador de la India de los años cincuenta y sesenta, que podemos definir como el "idealismo nehruano", cuanto al retorno al viejo principio de Lord Palmerston : "Los países no tienen amigos permanentes. Sólo tienen intereses permanentes."

La derecha nacionalista hindú hoy en el poder en Nueva Delhi asume plenamente esta lógica de la Realpolitik al servicio de los intereses nacionales, pero lo hace en una dialéctica espacio-tiempo muy contemporánea, apoyada sobre tres argumentos. En pri-mer lugar, el concepto de India "resurgente" funda las ambiciones de hoy en un pasado lejano : es asumido por una lectura identitaria de la historia que promueve el concepto de “hinduidad”, e invoca, al menos implícitamente, la edad de oro de los reinos hindúes pre-islámicos. En segundo lugar, esta visión del mundo otorga como se debe un interés particular al contexto macro-regional, es decir a la geopolítica asiática, y a sus polos mayores con relación a los intereses indios: el continuum pakistaní-afgano, China, Ru-sia, Asia Central, y la franja litoral y marítima que corre desde Medio Oriente hasta Indonesia. Finalmente, la India se proyecta en el universo mundializado, mostrándose bajo formas inéditas y portadoras de futuro, a través de una diáspora que se afirma en campos múltiples: científicos, tecnológicos, culturales e incluso económicos. Por consi-guiente, el mundo visto desde Nueva Delhi no está regido sólo por un orden desigual. Ofrece también oportunidades que permiten adelantar los intereses indios, y rediseñar la

imagen de la India. Preguntarse por la manera en que la India ve el mundo impone preguntarse también

por el modo en que se ve a sí misma. En los dos casos, el singular es reduccionista. Hay una pluralidad de percepciones, como debe ser, a fortiori en un Estado de más de un millardo de habitantes, democracia parlamentaria de sólida tradición intelectual, provis-ta de una prensa pluralista, de una clase política numerosa estructurada en múltiples partidos, y de una plétora de organizaciones no gubernamentales, varias de las cuales han alcanzado fama internacional. En este sentido, "el mundo visto desde Nueva Delhi" es una fórmula reduccionista, que privilegia los análisis de los tomadores de decisión gubernamentales. Procuraremos pues evocar también las voces disonantes, pero que no dejan de tener eco.

Sin embargo, detrás de esta polifonía, algunas líneas dominantes se manifiestan. Son las que quisiéramos identificar aquí, subrayando de entrada un tema principal : el de la transición, e incluso del cambio de paradigma. Para ser breves, digamos que los años 1990 han marcado el paso de la India post-colonial, que ganó su independencia en 1947, a la India de la fase siguiente, la que abandona una posición relativamente defen-siva (marcada por el proteccionismo económico) o en cierto modo lateral (el no-alineamiento) para afirmar en un tono nuevo sus intereses y sus ambiciones, en un mundo en que el lugar efectivo de la India es juzgado inadecuado, cuando se compara su modestia con el peso histórico de la civilización india, y con el peso demográfico de la India de hoy. La llegada al poder, en 1998, del Bharatiya Janata Party (BJP : Partido del Pueblo de Bharat, el viejo nombre sánscrito de la India) confirma la amplitud del cambio, pero de ninguna manera es su única marca. Los ensayos nucleares realizados algunas semanas después de la llegada del BJP al poder constituyen ciertamente la señal más notoria de esta nueva visión de sí misma y del mundo. Pero no hicieron más que ratificar, agregándole un color ideológico específico, un proceso más profundo, y me-nos partidario. En efecto, el comienzo de la reforma económica, lanzada en 1991 por el viejo Partido del Congreso, abanderado del movimiento anti-colonial, y luego principal constructor de la nueva nación, sigue siendo el símbolo más significativo de esta entra-da en una nueva fase, que se basa en una lectura de sí misma y del orden mundial que no reniega del pasado, pero que evidencia una profunda transformación. Sin esperar a la eliminación de la pobreza, la India se propone abandonar sus viejo atuendo de país en vías de desarrollo, y más aún de país subdesarrollado, para afirmarse como mercado emergente, y exhibir sus ambiciones de potencia.

Del "idealismo nehruano" a la realpolitik de hoy La India post-colonial : economía protegida y no-alineamiento Cuando India accede a la independencia en 1947, Jawaharlal Nehru, Primer Minis-

tro hasta su muerte en 1964, se propone a la vez forjar la nación nueva, y definir acti-vamente el lugar de su país en el mundo, conservando en su poder la cartera de Rela-ciones Exteriores. Será uno de los promotores esenciales del no-alineamiento, recusan-do la lógica de los bloques ya desde la guerra de Corea, afirmando al mismo tiempo

Page 2: 2 Racine - India y El Orden Mundial

valores que combinan el universalismo y la preocupación por preservar las soberanías nacionales. Nutrida de múltiples influencias, su filosofía política lleva también la marca indeleble de la explotación colonial. Esta experiencia explica en parte las opciones eco-nómicas que hace prevalecer, y que ponen en práctica un régimen de economía mixta. Planificación, nacionalización y un amplio sector público, no llegan con todo a hacer de la India un Estado socialista: la economía de mercado, aún regulada, reina en la mayoría de las transacciones. En cuanto al proteccionismo, actúa en sentido contrario a lo que fue la historia de la India, abierta a las grandes Compañías de comercio occidentales a partir del siglo XVII, para terminar bajo la dominación política de la East India Compa-ny, que hizo del subcontinente la joya del Imperio británico.

La India de Nehru se muestra, en la Conferencia de Bandung en 1955, como la teó-rica del no-alineamiento. Se presenta gustosa como la portavoz de los pueblos recién o próximamente independientes, y sugiere en la ocasión que su tamaño, su experiencia histórica y su capacidad retórica le permiten decir lo que países más pequeños no siem-pre se atreven a expresar. Un discreto perfume de mesianismo flota sobre la diplomacia india, que recusa a la vez el colonialismo clásico y las formas neo-coloniales del impe-rialismo moderno. Ya en 1950, los Estados Unidos rechazan este posicionamiento, en nombre de un principio binario : "quien no está con nosotros está contra nosotros". La incomprensión no impide a Washington instaurar una política de ayuda económica, para evitar que la India, luego de China, se vuelque hacia la revolución.

La guerra con China, en 1962, marca el final de la política exterior nehruana, re-cordando a este país humillado por una rápida derrota que las relaciones internacionales también están gobernadas por relaciones de fuerzas. Indira Gandhi lo recordará. Dos años después de haber reforzado su poder sobre facciones del Congreso opuestas a su preeminencia, interviene militarmente en Pakistán Oriental en 1971 para ayudar a la secesión de la cual nace Bangladesh. Sigue exhibiendo un no-alineamiento teórico que en los hechos deja lugar, también en 1971, a un tratado de amistad con la URSS, a la cual se guarda muy bien de criticar luego de la entrada de las tropas soviéticas en Afga-nistán, en 1979.

El giro de 1991 : reforma económica y nuevo orden mundial El gran giro data de 1991, cuando se combinan dos acontecimientos distintos: el

derrumbe de la URSS, y la crisis de las finanzas indias. Esta lleva al partido del Con-greso, reciente vencedor de las elecciones luego del asesinato de Rajiv Gandhi, a pro-fundizar el cuestionamiento de la política económica del país, debatida ya en los años ochenta. Comienza entonces, con el Primer Ministro P.V. Narasimha Rao, una nueva fase, la de una implementación prudente de una liberalización moderada de la econo-mía, cuya lógica va mucho más allá de los imperativos de ajuste estructural enunciados por el FMI. El antiguo modelo económico estaba en crisis, y era cada vez más criticado por sus derivas que bloqueaban, bajo “el imperio de la reglamentación”, las iniciativas, la productividad y la competitividad. En cuanto al derrumbe de la URSS, evidentemente marca el fin de la política de los bloques, y el debilitamiento de un proveedor esencial en materia de armamento, y de un socio notable en materia de comercio que aceptaba

en parte el trueque y la rupia no convertible. Que esta reforma haya sido iniciada por el Partido del Congreso es particularmente

significativo del nuevo espíritu que preside esta elección decisiva. La reforma no es implementada por una fuerza de oposición que llegara al poder. Emana de los que go-bernaron la India más tiempo que nadie. Este hecho traduce a la vez una nueva mirada sobre sí, y una nueva mirada sobre el mundo: la India debe reformarse por sí misma, pero también para no desconectarse de un mundo en el cual el liberalismo se anota pun-tos. Sin embargo, la tesis del supuesto fin de la historia no seduce ni a los tomadores decisión indios ni a la intelligentsia, aunque alabe los méritos insuperables de la demo-cracia, pues otorga demasiado crédito a un liberalismo económico que no cuadra bien con la herencia india de economía mixta. Liberalizar la economía india, para todos los que se suceden en el poder a lo largo de una década 90 que vio a casi todo el tablero político acceder a las responsabilidades [2], es trabajar en hacer saltar los cerrojos buro-cráticos para favorecer una mejor productividad, no es renunciar a la regulación de la economía. Si bien India debe emprender en 1991 un programa de ajuste estructural exi-gido por el FMI para obtener los préstamos solicitados, la vía seguida no se parece en nada a la experiencia rusa, por múltiples razones: la India sabe lo que es el mercado, su economía vuelve a despegar ya en 1992, y su capacidad de negociación es fuerte, frente a los defensores del "consenso de Washington" que gobiernan el Banco Mundial y el FMI.

La oposición política a las formaciones que gobiernan de 1991 a 1996 es conducida por el Bharatiya Janata Party, que hace campaña para las elecciones de 1996, acusando a sus adversarios de liquidar los intereses nacionales en beneficio de las multinaciona-les, y que retoma el término gandhiano de swadeshi, para dar prioridad a las produccio-nes nacionales. Por cierto, tiene intenciones de promover cierta liberalización, pero internamente, a fin de preparar a las empresas indias para una "globalización calibrada". Luego de su acceso al poder en 1998, el BJP aplica en realidad una política económica cercana a la de sus antecesores, buscando la vía estrecha entre una liberalización que pueda atraer las inversiones extranjeras y una prudencia en las reformas, adecuada para evitar los votos castigo de un electorado preocupado por preservar quien su empleo, quien sus subvenciones. Una minoría activa de la familia nacionalista hindú permanece fiel a las reticencias iniciales, teorizada por una instancia fundada en 1991, el Swadeshi Jagran Manch. Ella sigue acusando hoy al gobierno de liquidar los intereses nacionales.

Sin embargo, es en otros dos planos donde se afirman de manera más original la vi-sión de sí mismos y la visión del mundo de los nuevos gobernantes: el de la ideología identitaria por una parte, y el de la política exterior por la otra.

Nacionalismo hindú y Realpolitik Como todo nacionalismo, lo que se conviene en llamar el nacionalismo hindú se

autodefine en parte con respecto a lo que no es él mismo. En el amplio espectro del Sangh Parivar, la "familia" nacionalista hindú, los discursos son numerosos, los modos de ver eventualmente diferenciados entre la Asociación de Servidores de la Nación

Page 3: 2 Racine - India y El Orden Mundial

(RSS = Rashtriya Swayamsevak Sangh), núcleo ideológico del movimiento, fundado en los años 1920, el BJP stricto sensu, brazo político del movimiento, sujeto a los com-promisos eventualmente necesarios para la supervivencia de un gobierno de coalición, y la Asamblea Hindú Universal (VHP = Vishva Hindu Parishad), fundada en los años 1960, doblemente preocupada por centralizar en su provecho el hinduismo -un proceder opuesto a la tradición filosófica y religiosa de éste- y por afirmar los valores universales del mismo hinduismo, marcador identitario de la India, pero portador de un mensaje que la supera. El discurso, radicalizado, denuncia con virulencia las conversiones al Islam o al cristianismo, presentadas como religiones alógenas, importadas. El "resurgir" de la India, objetivo declarado por todos los componentes del Sangh Parivar, implica según ellos una reafirmación de la ecuación "indianidad = hinduidad" y una lectura de la histo-ria, e incluso del presente, que vincula la decadencia de la India con la expansión del Islam en el subcontinente.

Sin embargo, los estrategas o los responsables de la política exterior del BJP no respaldan explícitamente la tesis del choque de civilizaciones. Por otra parte, no todos están en las líneas duras del movimiento. Si bien la política india se opone al terrorismo del islamismo radical y quisiera obligar a Pakistán a cortar los puentes con las fuerzas de la Jihad que opera en Cachemira y otros lugares en India, la diplomacia india no desea favorecer una amalgama que fuese portadora de riesgos. Más allá del litigio que opone a India con Pakistán desde la partición de 1947 y, más allá de la cuestión del terrorismo, Nueva Delhi trabaja al contrario por forjar o desarrollar buenas relaciones con todos los países del Medio Oriente, como con todos los del Asia Central. A pesar de algunos conflictos fronterizos y del problema de la inmigración ilegal, desea tener las mejores relaciones con Bangladesh, en nombre de la seguridad regional.

La filosofía política que prevalece hoy ha sido claramente expresada por Jaswant Singh en una obra publicada en 1999, antes de convertirse en Ministro de Relaciones Exteriores. Con un título elocuente, Defending India, Singh desarrolla una crítica dire-cta de la diplomacia de Nehru, extraviada por su "idealismo romántico" y por su inca-pacidad de diferenciar "la ética, el sentido moral individual y los intereses naciona-les" [3]. Singh aboga sin inmutarse por una Realpolitik, que por otro lado coloca a su propio movimiento frente a eventuales contradicciones, pues la ideología de los extre-mistas de su campo no está necesariamente en fase con la doctrina del realismo en ma-teria de relaciones internacionales. Por definición, la Realpolitik es sensible a las rela-ciones de fuerza, aunque trate de modificarlas. Aquí también, las recomendaciones de los halcones no son necesariamente escuchadas. A la inversa, el pragmatismo de la doc-trina puede inscribirse parcialmente en una tradición heredada de la tesis del no-alineamiento, cuidando de jugar en varios tableros. El juego es percibido pues como abierto o, al menos, por más control que sobre él ejerzan las potencias dominantes, co-mo dejando al país cierto margen de maniobra.

Las lecciones por extraer de la última década son claras al respecto, pues está mar-cada por el paso de una fase en la que domina la denuncia de un mundo desigual, a otra en que se combina esta denuncia, siempre formulada, con una estrategia de acercamien-

to con los Estados Unidos, considerada favorable para la afirmación de los intereses y de las ambiciones de la India, frente a Pakistán y a China.

La denuncia de un mundo desigual Constante del discurso indio, tanto en sus formulaciones oficiales como en los aná-

lisis de sus intelectuales, la denuncia de las desigualdades entre naciones apunta a la vez al orden político, al orden económico y al orden estratégico de la arquitectura mundial.

El orden político: panscheel y Naciones Unidas La India de Nehru quiso ser, incluso desde antes de su independencia formal, parte

activa para la instauración de la Organización de las Naciones Unidas, promoviendo al mismo tiempo en sus relaciones bilaterales, con China en primer lugar, lo que se cono-ció con el nombre de panscheel : los cinco principios de la coexistencia pacífica [4], que implican entre otros respetar el régimen político de los demás países, en nombre de la preeminencia de la soberanía nacional. Este principio de soberanía, poderosamente afirmado en un Estado nacido de la lucha anticolonial, sigue sirviendo de muralla contra todo lo que pueda parecerse a un derecho de ingerencia. Por el contrario, la crítica al funcionamiento de las Naciones Unidas se ha afilado. Sobre este punto, la continuidad prevalece a lo largo de los años 1990, y la primera intervención de A.B. Vajpayee, Pri-mer Ministro indio del BJP, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas no con-trasta en el fondo con la línea de sus antecesores. Por falta de reformas, subraya Vajpa-yee ante sus pares, la ONU ve afectada su credibilidad [5] : "El Consejo de Seguridad ya no representa la realidad contemporánea [...] El Consejo actúa sólo cuando sus miembros permanentes lo juzgan útil [...] Las operaciones de mantenimiento de la paz no pueden reflejar percepciones y prioridades políticas ocultas [6]". Consecuencia : el Consejo de Seguridad debe ser más representativo : "Países en vías de desarrollo deben convertirse en miembros permanentes [7] [...] en pie de igualdad con los actuales miembros permanentes [...] El mundo en desarrollo tiene derecho a ello [8]". La India es pues favorable a la ampliación del círculo de los árbitros de la comunidad de las na-ciones, sabiendo que tal expansión implica una reforma de fondo del sistema, que ex-cluye una cooptación circunstancial que la favoreciera. Notemos de paso que Francia se ha pronunciado oficialmente a favor de la entrada de India en el círculo de los miem-bros permanentes del Consejo de Seguridad.

Al mismo tiempo, la India no desatiende ninguno de los foros regionales o mundia-les que se abren a ella. "Socia de diálogo " de la ANSEA, y miembro del Foro Regional de la ANSEA, instancia de reflexión sobre la seguridad en Asia, Nueva Delhi desearía reforzar su presencia en las organizaciones regionales que, como la APEC [9], admiten miembros asociados externos a la región propiamente dicha. A lo largo de los años no-venta, sigue siempre asiduamente los trabajos del Movimiento de los No Alineados, transformado en colectivo que apunta a hacer oír múltiples voces distintas de las que, dominantes, emanan de los lugares centrales desde donde finanzas, industrias y medios irradian con más intensidad. Más restringido, el llamado Grupo de los 77 (de hecho hoy 139 países) desempeña el mismo papel de foro de información y de evaluación de las

Page 4: 2 Racine - India y El Orden Mundial

percepciones de los países del Sur. Más limitado aún, el G-15 quisiera hacer contrapeso, al menos ideológico, al G-7 [10], convertido con la invitación hecha a Rusia en G 8, la verdadera red de los poderosos. Pero nadie se engaña : la ambición de India no es sim-plemente sentarse como miembro permanente del Consejo de Seguridad entre nuevos elegidos surgidos como ella del mundo en desarrollo. Sin decirlo, ella piensa en el G-8 + , cuando su peso económico y político, le valdrá por fin el reconocimiento que debe ganarse, y un status a la medida de su dimensión demográfica.

El orden económico Una misma continuidad marca las posiciones oficiales indias en materia económi-

ca. En 1995, Pranab Mukherjee, el ministro indio de Relaciones Exteriores del gobierno congresista de Narasimha Rao comprometido en la reforma de la política económica india, denuncia los obstáculos planteados por el "nuevo orden mundial" que había cele-brado, luego de la guerra del Golfo, el presidente George Bush. En una conferencia dada en Londres, Mukherjee subraya al pasar que "la desaparición de uno (de los Gran-des) no implica que el no-alineamiento deba posicionarse en favor del otro". Pero es también un nuevo orden económico mundial el que reclama con sus votos. Contra los Estados y los bloques regionales que "se alían, sea como zonas comerciales, sea como bloques de defensa", es importante trabajar por "un desarrollo equitativo", es decir hacer retroceder a las potencias que imponen su interés contra el de la mayoría de la población mundial, jugando un proteccionismo disfrazado al tiempo que celebran el liberalismo del mercado, invocando las condiciones de trabajo para contrarrestar la competencia de los países del Sur, y bloqueando la difusión de las tecnologías innova-doras en nombre de los riesgos de militarización inherentes a las tecnologías duales [11].

Tres años más tarde, el BJP está al mando, pero el discurso casi no cambia : "Los años noventa han decepcionado, como se ve particularmente en el escenario económico mundial. El triunfalismo que marcó la ola de capitalismo globalizador deja lugar al rea-lismo [...]. La hipótesis según la cual los flujos de capitales incontrolados aportarían el desarrollo económico no se sostiene". Si bien India de ningún modo dice "no" a la mundialización, está resuelta a cuidarse del poder bien real del dinero virtual, el de las burbujas financieras. La prudencia con la cual India conduce sus reformas económicas es pues más sabia que "la liberalización prematura de los mercados financieros". En síntesis, India se propone seguir su vía al mismo tiempo que se abre al mundo, así como desea defender el "derecho al desarrollo" frente al "absolutismo en la promoción de los derechos humanos", cuando son utilizados como arma económica o como instrumento del derecho de ingerencia [12]. He allí temas recurrentes de la visión india del orden mundial, en esta década de 1990 en que todas las grandes formaciones políticas gober-naron a su turno la India.

Estas tomas de posición no impiden a la India, al cabo de numerosos debates inter-nos, convertirse en miembro fundador de la OMC en 1994. Esta política confirma la voluntad de apertura a la economía mundial y a sus nuevas reglas. Sin embargo, no aprueba el liberalismo desenfrenado, muy por el contrario, ante todo por razones socia-

les internas : reformas aceleradas y dogmáticas recibirían rápidamente su sanción políti-ca en un país que vota muy regularmente. Cuestiones técnicas, portadoras de graves desafíos, inquietan también a Nueva Delhi. Por una parte las ambiciones de las multina-cionales de la genética, los fármacos y los agroalimentos, esencialmente estadouniden-ses y europeas. Con el pretexto de defender los derechos de propiedad intelectual, los países dominantes - pues son efectivamente Estados, y no multinacionales los que se reúnen en la OMC - dejarían a estas multinacionales registrar patentes sea para produc-tos de primera necesidad, vitales para la humanidad (semillas o medicamentos), sea sobre usos industriales de productos tradicionalmente utilizados por los campesinados del Sur. Sin embargo, a lo largo de la década, India pone su legislación sobre patentes en línea con las normas internacionales, mientras los institutos de investigación agro-nómica indios conducen sus investigaciones en biotecnología, OGM incluidos.

En otro plano, India denuncia, aquí también con muchos otros países, el súbito inte-rés de los países dominantes por las "cláusulas sociales" que podrían legitimar el boicot a algunas producciones fabricadas en condiciones éticamente dudosas (prisioneros chi-nos, obreros no sindicalizados indonesios, niños indios o pakistaníes). Para Nueva Delhi, no se trata aquí más que de maniobras hipócritas que apuntan, más allá de los abusos efectivos, a reducir las ventajas comparativas de los países emergentes, particu-larmente competitivos en materia de costos laborales. Las cláusulas medioambientales son juzgadas igualmente sospechosas, por las mismas razones. La posición india es clara en todos estos planos : estos problemas no pueden legitimar boicots que la OMC ampararía de una manera u otra en beneficio de los Estados económicamente dominan-tes. Las reformas deben ser conducidas en marcos no comerciales, tales como la Orga-nización Internacional del Trabajo por ejemplo.

Frente al nuevo orden económico mundial, la India se siente pues en medio del va-do. Se hace ver gustosamente como cuarta potencia económica por su PNB, lo cual sólo es cierto en términos de paridad de poder adquisitivo [13]. Sin esta paridad, con un pro-ducto nacional bruto de 455 millardos de dólares en el año 2000 (contra 1.062 para China), se situaba en esa fecha en el 12º lugar a escala mundial, entre México y Corea, un lugar mucho mejor que el que ocupa, pero en progreso, en la escala del indicador del desarrollo humano : 124º en el año 2000. La misma impresión de transición para una economía que está lejos de ser despreciable pero que participa sólo con el 1% del total de los intercambios internacionales.

El orden estratégico En el campo estratégico, la ruptura del BJP con los anteriores gobiernos es más

marcada, pues algunas semanas después de su llegada al poder, A.B. Vajpayee hizo proceder a cinco ensayos nucleares, poniendo fin así a los veinticuatro años de modera-ción que siguieron al único ensayo oculto de 1974, bautizado "explosión pacífica". Pero si el BJP pudo actuar tan rápido, evidentemente fue porque el artefacto estaba listo. La política nuclear india se inscribe así en un continuum que el Primer Ministro Vajpayee subrayó con placer ante el Parlamento indio, afirmando al mismo tiempo haber tenido el coraje de dar el salto, contrariamente a sus antecesores sospechados de haber cedido

Page 5: 2 Racine - India y El Orden Mundial

ante las presiones estadounidenses. De hecho, existe una continuidad, desde Nehru quien lanza el programa nuclear indio (oficialmente pacífico) ya en los años 1950, pa-sando por Indira Gandhi quien manda efectuar el ensayo de 1974, y Narasimha Rao que rechaza en 1995 la extensión indefinida del Tratado de No Proliferación nuclear, TNP, hasta los gobiernos de coalición de centro-izquierda que en 1996 rechazan el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos nucleares (TICE). Esta firmeza, que le vale a India una posición de aislamiento en este punto, suscita internamente una ola de auto-congratulación nacionalista, que celebra, finalmente, a "una India que sabe decir no". La argumentación india, en estos años 1990, cualesquiera sean los partidos en el poder, invoca las desigualdades del orden mundial. Si las cinco potencias nucleares oficiales (Estados Unidos, Rusia, China Gran Bretaña, Francia) estiman que la fuerza nuclear es necesaria para su defensa, ¿en nombre de qué principio prohibir a otros países asegurar-se ellos también su seguridad? El llamamiento de los Cinco en favor de la no prolifera-ción no es pues más que hipocresía, que oculta el deseo de preservar, para retomar la fórmula de Vajpayee, un "apartheid nuclear" que les sirve, a ellos y a aquellos países que, como Japón o Australia, se colocan bajo su paraguas, al mismo tiempo que juegan a profetas del desarme [14]. A la inversa, si la posesión de armas nucleares es tan peli-grosa para el planeta, ¿por qué los Cinco no definen, más allá de la modesta reducción de sus arsenales, un calendario preciso de desarme nuclear total, al cual India se uniría?

El debate sobre el TICE fue muy significativo. Denunciando en Ginebra, en junio de 1966, su lado discriminatorio en nombre de los grandes principios de equidad piso-teados por los Cinco, en setiembre la diplomacia india termina en Nueva York funda-mentando su negativa a firmar el Tratado sobre el interés superior de la seguridad na-cional. Esta posición, muy gaullista, goza de un amplio consenso en la clase política, cuyas críticas se refieren más al modo de gestión diplomática de la nuclearización india que al paso del estado de umbral (capacidad cierta, pero no manifestada) al de la nu-clearización abierta.

En el mismo momento que conduce una política de apertura a la economía mundial y busca atraer los capitales extranjeros, la India del BJP no temió pues chocar de frente con dos de sus socios económicos esenciales, Estados Unidos y Japón, que le imponen, a la inversa de Francia y Rusia, sanciones económicas. Como respuesta a los ensayos indios, Pakistán, quince días después de su vecino, procede, a fines de mayo de 1998, a seis ensayos nucleares. Para numerosos críticos indios o extranjeros, el gobierno de Nueva Delhi se equivoca doblemente. En primer lugar, en el contexto de las tensiones indo-pakistaníes, la nuclearización de los dos adversarios aumentaría los riesgos de deriva, mucho más que asegurar la seguridad de cada uno. Es también la tesis estadou-nidense, que pretende que la disuasión, que funcionó entre los dos Grandes del tiempo de la guerra fría, es mucho más incierta entre dos vecinos inmediatos que disponen, en Cachemira, de un terreno de fricciones muy avivadas. En segundo lugar, la posesión del arma nuclear no sería en nada una marca de poder, y a la inversa corre el riesgo de dis-minuir el status moral de India.

Dos años después de los ensayos nucleares de 1998, los dirigentes indios ya podían

adelantar algunos elementos refutando el segundo punto. Si bien la condena a la nuclea-rización de India ha sido casi general, de ningún modo contribuyó a aislarla duradera-mente, e hizo manifiestas sus ambiciones de país emergente. Las relaciones, refrescadas con varios países notorios (China, Japón), se han reanudado. Rusia ha concluido nuevos acuerdos de defensa y de investigación estratégica con India. Francia ha mantenido con ella un diálogo fluido, y aboga por un orden mundial multipolar en el cual India tendría su justo lugar, y los Estados Unidos han abierto con Nueva Delhi, ya en junio de 1998, un diálogo estratégico nutrido que ha permitido una mejor comprensión recíproca, con-firmada por la visita del Presidente Clinton a India en marzo de 2000.

No por eso la India dejó de perturbar el orden estratégico mundial, al probar la in-coherencia del Tratado de No Proliferación, renovado en 1995, que confina el status oficial de potencia nuclear a los únicos países que habían realizado ensayos antes de 1966, y que resultan ser, como por casualidad, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Pero al mismo tiempo, Nueva Delhi se propone mostrar su senti-do de las responsabilidades en dos planos. En materia de doctrina, adhiere de facto a los principios deseados por la comunidad internacional : moratoria de los ensayos nuclea-res, búsqueda de una disuasión basada en una credibilidad mínima, no-empleo en pri-mer término, no-empleo contra países no-nuclearizados, no-despliegue, respeto de las reglas de no-proliferación de armas o de materiales sensibles en dirección a terceros países [15]. En el plano operacional, la misma continencia : ni en 1999 durante la guerra de Kargil al repeler la intrusión de fuerzas islamistas y de soldados pakistaníes en Ca-chemira, ni durante las graves tensiones de la primavera de 2002, el gobierno indio ce-dió a los halcones que preconizaban golpear en Azad Cachemira, territorio controlado por Pakistán, y base de los francotiradores de la Jihad, para evitar todo riesgo de deriva a partir de golpes convencionales. Pero es cierto que la presión internacional fue parti-cularmente fuerte para calmar el juego en Asia Meridional.

El mundo antes y después del 11 de setiembre : India en el juego de las po-tencias

La lógica de la nuclearización se inscribe también en una dialéctica de varias esca-las. Ella procede de una lectura del entorno regional, marcado por una relación delicada con China, relación que remite a un horizonte mucho más amplio, que abarca el conjun-to de Asia, sus vecinos ruso y medio orientales, y la política estadounidense en la re-gión.

India, Rusia y China En el triángulo doblemente asimétrico que rige las relaciones entre India, Pakistán

y China, la nuclearización, que favorece la disuasión del débil al fuerte, beneficia más a Pakistán que a India, superior en el plano convencional. Por el contrario, la señal lanza-da a China mediante los ensayos indios toma todo su sentido por los mismos motivos. Si bien China es en todo sentido - militar, económica, diplomáticamente - más poderosa que India, esta eleva su status al convertirse en potencia nuclear, por más que suscite las protestas de Beijing, cuando el Primer Ministro indio, en un correo al presidente Clin-

Page 6: 2 Racine - India y El Orden Mundial

ton, pretexta en mayo de 1998 la estrategia de un "vecino del norte" que encerraría a su país, al colaborar con el programa nuclear pakistaní y mover sus peones en Myanmar (ex-Birmania). El frío no duró mucho, y las relaciones sino-indias retomaron su curso habitual, marcado por numerosas segundas intenciones en ambos bandos. A pesar de los discursos conciliadores de Beijing, India se inquieta por el poderío cada vez mayor del arsenal chino. En cuanto a China, la condescendencia con la cual juzga habitualmente a India se atenúa, más aún cuando una India en mejores términos con Estados Unidos, y más activa en Asia Sudoriental, puede servir de contrapeso a sus ambiciones. India con-serva por otra parte las mejores relaciones con Rusia, luego de una fase de debilitamien-to durante la presidencia de Boris Yeltsin. La cooperación militar indo-rusa ha recupe-rado su buena salud. No por eso India pretende rivalizar con sus grandes vecinos: sabe que todavía no juega en la misma categoría.

En síntesis, a la espera de algo más, India desea ver reconocido por todos su papel de potencia regional que le cuestiona un Pakistán debilitado, aunque nuclearizado, y considera poder ejercer una nueva influencia en lo que ella define como su "espacio estratégico", aquel donde se despliegan sus intereses vitales : Asia Meridional, cierta-mente, pero también el horizonte marítimo que corre del Golfo al estrecho de Malaca, y Asia Central, tanto como posible fuente de abastecimiento energético, como para im-pugnar eventuales ambiciones pakistaníes. Las sirenas de un triángulo estratégico ruso-sino-indio que contrarreste el empuje occidental pudieron seducir por un tiempo a algu-nos periodistas indios, cuando Evgueni Primakov lanzó esa hipótesis. La diplomacia india, por su parte, conoce las reticencias chinas al respecto. Y sobre todo, la hora ya no es propicia para el antiamericanismo. La Rusia de Vladimir Putin lo demuestra de múl-tiples modos, en un regateo tanto con los Estados Unidos como con la OTAN, que apunta, en posición de retirada relativa, a preservar para el futuro sus intereses esencia-les.

El acercamiento indo-estadounidense Tensas luego de los ensayos nucleares que llevaron al presidente Clinton, legisla-

ción obliga, a imponer sanciones contra India y Pakistán, las relaciones indo-estadounidenses han cambiado rápidamente de naturaleza, en cuanto comenzó entre las dos administraciones un fluido diálogo estratégico. En efecto, también Washington comprendió que el mundo cambiaba, y que el acercamiento indo-estadounidense era beneficioso para ambas partes, pues Estados Unidos encuentra en India un contrapeso potencial a China, si esta se volviera preocupante a mediano plazo. Los analistas pakis-taníes lo dicen a su manera, pintando a India como un relevo regional de la política asiática estadounidense, lo cual es quizás llevar el análisis demasiado lejos.

Numerosos estudios, durante el segundo mandato Clinton, recomendaban otorgar al Asia Meridional en general y a India en particular un renovado interés [16]. En 2000, un segundo tren de análisis, que detallaba para el próximo presidente los diversos escena-rios globales y regionales, confirmó esta recomendación [17]. Los estudios prospectivos conducidos por iniciativa de la CIA para el horizonte 2015 apuntan en el mismo senti-do [18]. Esta nueva mirada de Washington sobre la India, clasificada como "big emer-

ging market [19]" por la administración estadounidense, ayudó a India a modificar ella también su representación estándar de los Estados Unidos, el mayor inversor extranjero en el país. La debilidad de los gobiernos electos de Pakistán, y luego el golpe de estado del general Musharraf en 1999, un año después de los ensayos nucleares, modificaban paralelamente la visión estadounidense, durante mucho tiempo favorable a Pakistán, frente a una India juzgada pro-soviética. En marzo de 2000, la visita del presidente Clinton al Asia Meridional evidenciaba de la mejor manera la redistribución de las car-tas. Mientras llamaba al gobierno pakistaní a restaurar la democracia y a calmar el juego en Cachemira, Bill Clinton celebraba con India, en una declaración conjunta, el "con-cierto de las democracias".

Con la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca, nuevas perspectivas parecie-ron abrirse para Nueva Delhi. India había encontrado en la línea Clinton, que alababa las democracias, la oportunidad de desmarcarse del vecino pakistaní, gobernado por los militares. Tratando de redefinir las reglas del juego estratégico internacional, el nuevo presidente estadounidense abre por su parte un espacio que los dirigentes indios quieren aprovechar. El 1º de mayo de 2001, Bush predica una defensa antimisiles balística que, si fuera puesta en práctica, tornaría caducos los antiguos tratados que regían, en tándem con Moscú, el control de los armamentos y la no-proliferación del tiempo de la guerra fría. El discurso del presidente estadounidense suscita una reacción india inmediata, formulada por el ministerio de Relaciones Exteriores : a la inversa de las reservas mani-festadas en la mayoría de las capitales, Nueva Delhi ve en él una "declaración altamente significativa" justificada por la "inevitabilidad estratégica y tecnológica de apartarse de un mundo convertido en rehén de la doctrina de destrucción mutua segura [20]". Dos días más tarde, en una declaración conjunta con su colega ruso Igor Ivanov, el ministro indio de Relaciones Exteriores Jaswant Singh modera los comentarios de sus servicios, y concede que el Tratado de 1972 no podría ser revocado unilateralmente. Pero el epi-sodio es significativo. Un comentarista avisado da la clave: "fuera de casta del viejo orden" que no puede reconocer su status de potencia nuclear de facto sin renegar del tratado de no-proliferación renovado en 1995, "la India tiene todas las razones para saludar su desaparición y acoger entusiastamente la construcción de un arreglo nuclear global más creíble [21]".

Los dirigentes indios, en los encuentros con los países europeos, subrayan gustosos la necesidad de un mundo multipolar. El Primer Ministro A.B. Vajpayee lo hizo una vez más en Copenhague en octubre de 2002 [22]. Pero ya casi no se oyen hoy, en las decla-raciones oficiales indias, críticas vivas al unilateralismo estadounidense. Si bien Nueva Delhi no es particularmente favorable a una guerra en Irak, el concepto de "guerra pre-ventiva" utilizado por la administración estadounidense no ha sido condenado : los hal-cones indios encuentran en él una legitimidad en caso de ataque a la Cachemira bajo control pakistaní. Nueva Delhi tampoco emitió reservas al ver a los militares estadouni-denses implantarse en Asia Central y en Pakistán, a favor de las operaciones conducidas contra los talibanes. El vuelco es considerable, cuando recordamos lo que eran la prácti-ca del no-alineamiento, y la tradición de buen grado anti-estadounidense de la diploma-

Page 7: 2 Racine - India y El Orden Mundial

cia india. Nunca, por lo demás, las relaciones militares indo-estadounidenses han sido tan buenas : en 2002 se realizaron maniobras militares conjuntas en suelo indio, segui-das por maniobras conjuntas efectuadas, entre mil lugares posibles, en Alaska : intere-sante, cuando sabemos que tropas de montaña indias y pakistaníes se enfrentan desde 1984 sobre el más frío y más alto de los terrenos de conflicto en el mundo : el glaciar de Siachen, en Cachemira.

La nuclearización del Asia Meridional valió a la India y a Pakistán una atención particular de la comunidad internacional, y de los Estados Unidos en primer término, debido a los riesgos de conflicto que implica, en particular, la insoluble cuestión de Cachemira [23]. Luego de los atentados del 11 de setiembre, la región ha sido objeto de mayor preocupación, debido por una parte al papel clave desempeñado por Pakistán, base o relevo de formaciones clasificadas como terroristas por la administración esta-dounidense, pero también aliado de peso en la lucha contra el régimen de los talibanes, y por la otra para evitar que la lucha llevada por India contra el terrorismo contraríe la de los Estados Unidos, obligando a Pakistán a luchar en dos frentes, afgano por un lado, indio por otro. El episodio colocó a India frente a la realidad del orden mundial. Ella marcó puntos, sin con eso haber ganado todo.

En el contexto geopolítico transformado por los ataques del 11 de setiembre contra los Estados Unidos, Nueva Delhi vio en efecto una oportunidad de ser mejor compren-dida sobre la cuestión del terrorismo. Desde hacía años, los gobiernos indios ponían de relieve el concepto de terrorismo transfronterizo, para definir las operaciones de los grupos islamistas armados, basados en la Cachemira pakistaní o en el mismo Pakistán, que intervenían en la Cachemira india. La "guerra contre el terrorismo" lanzada por el presidente Bush recibió de inmediato el apoyo de India, pero también el de las autorida-des pakistaníes, pues el presidente Musharraf comprendió muy rápido la necesidad de cambiar de política afgana. Nueva Delhi debió adaptarse a la nueva cooperación entre Washington e Islamabad, pero recordando a la administración estadounidense que la guerra contra el terrorismo no podía limitarse a un solo blanco, a fortiori luego de los ataques contra la Asamblea de Srinagar, el 1º de octubre de 2001, y contra el Parlamen-to indio, el 13 de diciembre siguiente. Este hecho debía empujar a la India a movilizar sus fuerzas a lo largo de la frontera pakistaní, hasta las elecciones en Cachemira, con-cluidas en octubre de 2002. En este asunto, Nueva Delhi tuvo que adaptarse a las pre-siones estadounidenses, sin ceder siempre a ellas. También tuvo que contar con Was-hington desde la guerra de Kargil, y luego del 11 de setiembre, para hacer presión sobre Pakistán y obligarlo a contener los grupos terroristas. Nueva Delhi considera insuficien-tes los resultados al respecto, y piensa que Washington se hace ilusiones sobre las vo-luntades del general-presidente pakistaní. Estos cambios de posición, en definitiva, re-fuerzan el papel de los Estados Unidos en la región.

El episodio iluminó tanto el margen de maniobra indio como sus límites, definidos a la vez por la comunidad internacional y por las consecuencias de la nuclearización del Asia Meridional. Desde el momento en que se afirmó como una potencia nuclear de facto, India debió aceptar la atención que se le prestó, pero también a Cachemira. Al

recusar sobre este punto toda internacionalización de la cuestión, a la inversa de Pakis-tán, hoy Nueva Delhi debe tener en cuenta las inquietudes de numerosas potencias, sabiendo también que, en los hechos, estas no buscan tanto una solución definitiva al problema como los medios de calmar el juego allí. Dicho crudamente, ningún país está dispuesto a catalogar a Pakistán como estado terrorista, como lo desearía el gobierno BJP. Pero a la inversa de los deseos de Islamabad, ninguna potencia alienta la organiza-ción de un referéndum en Cachemira, cuya jurisprudencia temerían Rusia y China, por citar sólo estas, la una respecto de Chechenia, la otra para el Sinkiang y el Tibet.

India en la mundialización : de lado de las sociedades civiles No podríamos concluir este bosquejo sin salirnos del marco de los tomadores de

decisión, de los estrategas y analistas. En efecto, como dijimos desde un principio, la India es una sociedad pluralista, donde los debates de ideas toman todo su lugar. Es también una sociedad creadora, donde se manifiestan iniciativas en todos los campos. Finalmente, es una sociedad abierta hacia el mundo, que cuenta con una diáspora de varios millones de personas, buena parte de las cuales está calificada, desde los médicos de hospitales británicos hasta los informáticos del Silicon Valley. En un momento u otro de su carrera, más de la mitad de los antiguos alumnos del Indian Institute of Ma-nagement de Ahmedabad, una de las universidades indias más cotizadas, son contrata-dos en el extranjero. Todos estos factores diseñan otras relaciones con la mundializa-ción, cuyo inventario no podríamos realizar en pocas líneas. Nos limitaremos pues a esbozar a grandes rasgos una tipología muy simplificada, en torno de tres perfiles típi-cos : los contestatarios, los creadores, la diáspora. Cada tipo, en verdad, es muy diverso, y algunos subtipos son transversales, siendo uno de ellos particularmente visible : los creadores de la diáspora.

Los contestatarios Podemos distinguir dos categorías entre los contestatarios. La primera incluye, a

través de todo el tablero político, y fuera de este tablero, a los que se oponen a la mun-dialización en el plano interno, porque se sienten amenazados por la liberalización eco-nómica percibida como instrumento de los intereses mundializados de las potencias extranjeras o de las multinacionales. Los sindicatos, de izquierda e incluso de derecha (el BJP tiene los suyos), organizan su combate contra la reforma del sector público, contra la apertura del capital de las empresas nacionalizadas, industriales o de servi-cios : los seguros por ejemplo. La figura es clásica. Cuando agregamos los campesinos opuestos a la reducción de las subvenciones preconizada por las instancias financieras internacionales, su número es considerable. Consigue tornar más lento el ritmo de las reformas, pero no puede detener el movimiento que las impulsa.

Otros tipos de contestatarios llevan adelante su combate en India misma, pero le dan una dimensión internacional. Entre ellos encontramos los antinucleares, tales como Praful Bidwai y Achin Vanaik, fundadores del MINDS, Movimiento Indio para el De-sarme Nuclear, coronados por premios extranjeros por su acción y sus trabajos [24]. Encontramos los líderes de movimientos populares que reclaman estrategias alternativas

Page 8: 2 Racine - India y El Orden Mundial

de desarrollo, en nombre de los intereses burlados de los más pobres. Conducido por Medha Patkar y su organización, el Narmada Bachao Andolan, el combate resuelto contra el equipamiento hidráulico del río Narmada, en detrimento de las poblaciones tribales desplazadas, supo hacerse escuchar por el Congreso estadounidense, hacer re-troceder al Banco Mundial e integrarse a las redes internacionales que impugnan la lógica de las grandes presas, sin por eso hacer retroceder a los constructores [25]. La consejera mediática del movimiento, la novelista Arundhati Roy, ha sabido conjugar los dos combates -anti-presas y antinuclear- por la fuerza de sus ensayos, gozando del aura que le valió el Booker Prize británico por su primera novela [26]. Muy presente asi-mismo en los circuitos internacionales, Vandana Shiva, quien lleva el combate contra las multinacionales de la agroalimentación y sus estrategias de captación de los saberes campesinos mediante patentes, ha contribuido a hacer retroceder a la firma Monsanto, tentada de desarrollar las semillas llamadas "terminator", inutilizables por segunda vez. A la cabeza de la Fundación de investigación para la ciencia, la tecnología y el medio ambiente, con base en el Himalaya y en Nueva Delhi, Vandana Shiva denuncia la "mer-cantilización" de la biodiversidad y las derivas de la OMC en este campo. Como a nu-merosos militantes indios de ONG, se la escucha en las grandes cumbres -o en las co-ntra-cumbres- organizadas bajo la égida de las Naciones Unidas.

Los creadores Amplia categoría, y muy diversa, la de los creadores. India encuentra su lugar en la

mundialización de hoy difundiendo, además de lo que promueve desde hace tiempo -espiritualidad, danza y músicas clásicas- los agentes individuales o colectivos de una cultura muy contemporánea, que encuentra un nuevo público: los escritores, inclusive los que se expresan en lenguas vernáculas, comienzan a ser traducidos en nombre, los cuadros de pintores contemporáneos son rematados en Londres, en Nueva York, en Singapur, las películas indias premiadas en los festivales internacionales. Frente a la amenaza de homogeneización cultural que se pretendía ligada a la globalización, India y los magnates de las televisoras internacionales como Star TV, han reaccionado rápida-mente, adaptándose a un mercado por un tiempo curioso de series estadounidenses, pero muy pronto demandante de ficciones a la india o de cadenas informativas ancladas en lo nacional y los Estados de la Unión.

Otros creadores, los ingenieros detrás del boom informático indio han construido empresas de producción de programas que van mucho más allá del tratamiento, in situ, de los datos de compañías occidentales que reciben por la mañana, diferencia horaria obliga, los resultados de los pedidos enviados desde Estados Unidos el atardecer de la víspera. Con Infosys o Wipro, cotizadas en el Nasdaq de Nueva York, las compañías puramente indias ganan los mercados ofreciendo a medida programas adaptados a las necesidades de las mayores empresas. La competencia entre grandes ciudades indias - Bangalore y Hyderabad en primer lugar - por crear parques tecnológicos consagrados a la investigación y a la comercialización, da su crédito a la revolución informática india, y atrae a India a las mayores compañías internacionales.

La diáspora Establecida a través del mundo en tiempos más recientes que la diáspora china, las

comunidades expatriadas de indios, que conservan su ciudadanía (los NRI : Indios no residentes) o naturalizados (los PIO : personas de origen indio) constituyen hoy una fuerza de integración en un mundo globalizado. El gobierno los cuida, para incitarlos a invertir en el país y a desarrollar en él su saber tecnológico o gerencial. El don de gentes y los recursos de la comunidad india inmigrada en Estados Unidos le han permitido constituir un lobby que va ganando influencia en el Capitolio. Esta diáspora se enrique-ce hoy con una nueva categoría : los directivos de las empresas indias que comienzan a comprar empresas estadounidenses, europeas o australianas. Este nuevo capitalismo indio ya no se alimenta sólo del entusiasmo de una parte de la clase media por la Bolsa de Bombay, que las "business news" de BBC World o de CNN comienzan a seguir. Se internacionaliza invirtiendo en los países ricos.

Los creadores desempeñan un papel particular en la diáspora. Luego de haber con-tribuido a renovar la literatura británica o estadounidense -Rushdie es sólo un ejemplo entre decenas- los indios de primera o segunda generación se anotan puntos hoy en el cine, la música, la canción, la moda de los países donde están establecidos. Es igual-mente cierto de los indios de origen, varios de los cuales han recibido premios Nobel [27], y que India se apropia con gusto.

Políticamente, la diáspora motiva también dos comentarios, en sentidos opuestos. En ella son activos los partidarios del Sangh Parivar, que militan a favor del BJP y de la hinduidad, avanzando abiertamente, por ejemplo a través de la Asamblea Hindú Uni-versal (Vishva Hindu Parishad) u ocultos bajo denominaciones anodinas. A la inversa, múltiples redes hacen circular las informaciones procedentes de la India pero también de toda Asia Meridional, Pakistán incluido, para denunciar los estragos de las derivas religiosas, de la marginación de los intocables, de los riesgos nucleares. Una comunidad progresista transnacional se propone así trabajar en favor de la paz y de la democracia, en un continuum que vincula a la India con su diáspora en Europa, América del Norte y Asia [28].

Conclusión Conservando en la mente esta efervescencia multiforme que emana de la sociedad

civil, y sus posicionamientos divergentes, quisiéramos concluir volviendo a lo que po-dríamos definir como el espíritu dominante de la India de hoy, portado a la vez por las fuerzas políticas en el poder y, más allá de las afiliaciones partidarias, el espacio am-pliamente consensual que ocupan los que desean ver a la India afirmarse en el mundo de mañana. Del poder hoy vigente, debemos recordar una línea en resumidas cuentas pragmática, que no se preocupa por principios trascendentes. Comprometidos en oca-siones en derivas extremistas en el plano interno, como vimos a comienzos de 2002 en las masacres de musulmanes en Gujarat, la India del BJP quiere presentar en el exterior una imagen que combine reivindicaciones, responsabilidad y confianza en el porvenir, al servicio de sus ambiciones de potencia. Sin apoyarse en los mismos fundamentos

Page 9: 2 Racine - India y El Orden Mundial

ideológicos de la hinduidad militante, el Partido del Congreso, si volviera al poder, sin duda no seguiría una línea muy diferente en materia de política económica y de posi-cionamiento mundial, aún cuando presentaría una concepción menos crispada de la nación.

La India ilustra en definitiva su capacidad para la dialéctica, inscrita en su tradición intelectual. En un mundo que aún no le reconoce el lugar que desearía ocupar, y sabien-do que su sésamo, necesario si no suficiente, es el poderío económico, India juega en varias escalas, y en varios tiempos. Los giros pareen rápidos : el acercamiento con los Estados Unidos sigue de muy cerca a la denuncia por Jaswant Singh, durante un colo-quio franco-indio, de la hegemonía estadounidense [29]. En verdad, estos giros son dictados por un sentido de la oportunidad, que no olvida el objetivo final. En la fase de transición en que está comprometida, la India se acerca a Washington, criticando al mismo tiempo su proteccionismo disfrazado y su política pakistaní. Pero este compro-miso no es alineamiento, aunque Nueva Delhi elija callarse en algunos puntos que en otra época le hubiesen chocado: especialmente el concepto de eje del mal, o el de guerra preventiva. De hecho, sucede con la hegemonía estadounidense como con la OMC : es mejor ser parte o sacar partido de ella - aún cuando se busque el mejor equilibrio posi-ble entre las adaptaciones a realizar, la capacidad del país para adoptar las reformas, y las tentativas de refundación del mismo sistema internacional. India apunta siempre a la multipolaridad, objetivo a largo plazo que implica que piensa encontrar su justo lugar en el sistema mundial. Esta convicción requiere un esfuerzo sobre sí, que nadie sabe cuándo será llevado a término, ni cómo afectará el espíritu de la nación. Sin embargo, una cosa es segura: la India de los años noventa ha criticado a las potencias y su orden desigual. Pero son claramente sus filas las que pretende integrar, en el siglo que co-mienza. [1] La palabra " globalización " puede ser percibida como un anglicismo, cuyo uso equivaldría a lo que sería su traducción francesa de mundialización. La utilizamos aquí con un sentido más preciso, que distin-gue las dinámicas contemporáneas de las fases precedentes de mundialización, la más notoria de las cuales fue la expansión de los Imperios coloniales que estructuraron el orden del mundo en el siglo XIX, antes de desembocar en las dos guerras mundiales. La fase actual es mucho más intensa, y caracterizada por una correlación inédita entre el espacio y el tiempo: está marcada no sólo por interacciones mucho más intensas entre los diferentes actores, aún en posición de asimetría, por el nuevo poder de las redes transnacionales, pero también por la inmediatez de los sistemas de información, de las transacciones financieras y de las consultas diplomáticas. [2] El Congreso, que podríamos llamar centrista, gobernó de 1991 a 1996. Una coalición de centro-izquierda, incluyendo uno de los Partidos comunistas, gobernó de 1996 a 1998. La derecha nacionalista hindú, inclusive en sus formas más radicales (la Shiv Sena), gobierna desde 1998. [3] P. 49 de la edición original india; trad. francesa : Défendre l’Inde, Economica, Paris, 2001. [4] Los cinco principios que fundan las relaciones bilaterales, pero también internacionales, se definen del siguiente modo: respeto mutuo de la integridad territorial y de la soberanía, no-agresión, no-ingerencia en los asuntos internos de los otros países, igualdad y beneficio mutuo, coexistencia pacífica. [5] Retomo en las páginas que siguen algunos elementos de una comunicación titulada "Las visiones indias del orden mundial", presentada en el coloquio de Burdeos de abril de 2000, organizado por el CNRS y la Casa de las ciencias del hombre de Aquitania, sobre el tema "El mundo y la centralidad". Actas disponibles en CD Rom CNRS-MSHA : Le Monde et la centralité, por la unidad de investigación TIDE, a cargo de

Pierre Duboscq. [6] Sobre este punto, el Primer Ministro indio anticipa en algunos meses la intervención estadounidense-europea en Kosovo, el Occidente dando lecciones, que invoca la moral para defender en realidad sus inter-eses geopolíticos, sin mandato explícito de la ONU. La posición india es similar a la de Rusia y la de China en este asunto. [7] Es decir que los nuevos miembros permanentes disponen también ellos del derecho de veto, marca última de la capacidad de pronunciarse sobre los asuntos del mundo. [8] Discurso del Primer Ministro indio A. B. Vajpayee en la 53ª Asamblea General de las Naciones Unidas, 25 de setiembre de 1998. [9] ANSEA (ASEAN) : Asociación de los Estados del Sud-Este Asiático. APEC : Organización para la cooperación económica en Asia-Pacífico, reúne a los países de las dos orillas del Pacífico. [10] El G7 es el Grupo de las 7 potencias más industrializadas; el G15 les agregaría ocho Estados de poder hoy día menor, entre ellos la India. [11] Pranab MUKHERJEE, " The Perceptions and Challenges of Indian Foreign Policy ", discurso del 22 de noviembre de 1995 ante el Royal Institute of International Affairs, Londres. [12] Discurso de A. B. Vajpayee ante la 53ª Asamblea General de las Naciones Unidas, 25/9/1998. [13] En las comparaciones internacionales, la paridad de poder de compra se obtiene mediante un tratamiento estadístico que atenúa las perturbaciones debidas a las tasas de cambio de las diversas monedas a considerar. [14] La exposición de referencia de la posición india, titulada " Against Nuclear Apartheid ", es el artículo publicado por Jaswant Singh en Foreign Affairs en 1998, n° 77-5, p. 41-51. [15] Waheguru Pal Singh Sidhu subraya con justa razón que esta doctrina es revisable, in " La stratégie de l’Inde : un changement de paradigme ? ", Politique étrangère, février 2002, p. 318-333. [16] Por ejemplo, del COUNCIL ON FOREIGN RELATIONS, A New U.S. Policy toward India and Pa-kistan, New York, 1997, y South Asia after the tests. Where do we go from here ?, New York, 1998. [17] The Rand Corporation : Taking Charge, Santa Monica, 2000. [18] NATIONAL INTELLIGENCE COUNCIL, Global Trends 2015, a Dialogue about the Future with Nongovernment Experts, Washington, 2000. [19] Es decir : importante mercado emergente. [20] Declaración a la prensa del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Nueva Delhi, 3/5/2001. [21] C. RAJA MOHAN, The Hindu, 7 de mayo de 2001. [22] Discurso del Primer Ministro indio A.B. Vajpayee durante la tercera cumbre de negocios India-Unión Europea, 9 de octubre de 2002, en Copenhague. [23] Ver sobre este punto Jean-Luc RACINE, Cachemire. Au péril de la guerre, Éditions Autrement, Paris, 2002, capítulo VII. [24] Entre los cuales el muy informado : South Asia on a Short Fuse. Nuclear Politics and the Future of Global Disarmament, Oxford University Press, Nueva Delhi, 1999. [25] Ver Jean-Luc RACINE, " Le débat sur la Narmada : l’Inde face au dilemme des grands barrages ", Hérodote, n° 102, 2001, p. 73-85. [26] Ensayos traducidos al francés : Le Coût de la vie, Gallimard, Paris, 19. [27] Subrahmanyam Chandrasekhar, Premio Nobel de Física 1983, Amartya Sen, Premio Nobel de Econo-mía 1998, V.S. Naipaul, Premio Nobel de Literatura 2001, al cual se agrega, en sentido inverso, el Premio Nobel de la Paz de la Madre Teresa en 1979. [28] Ejemplos de tales redes que tienen un relevo en Francia : South Asia Citizens Web (www.mnet.fr/aiindex), South Asians against Nukes (www.mnet.fr/aiindex/NoNukes.html) [29] "El enfoque de los Estados Unidos tiende a ser percibido por otros países como un intento de imposi-ción de los valores y de las referencias estadounidenses -sea en materia de derechos humanos, de prolifera-ción nuclear o de misiles, de intereses comerciales multilaterales, de derechos de propiedad intelectual, etc. [...] Resulta claro que numerosos países, especialmente Francia e India, así como Rusia y China, expresaron sus reticencias al menos en cuanto a algunos de estos desarrollos [...]. Actualmente [...], las asimetrías necesitan una coalición de intereses entre iguales, más que alianzas construidas en torno de una hegemo-nía... " Jaswant Singh, discurso del 17 de febrero de 2000, in CERI, CSH, IIC : India and France in a Mul-tipolar Word, Manohar, Delhi, 2001, p. 221-222.