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XIII LOS ULTIMOS FUEGUINOS: TRANSCULTURACION y DESCULTURACION, EXTINCION y EXTERMINACION* A. Introduccin: La Nocin de la Transculturacin Entendemos por transculturacin la transicin ms o menos brusca de un pueblo, o etnos, de su propia cultura ancestral a la cultura de otro etnos con el cual entr en contacto; por la fuerza de las circunstancias, sea que estuviesen stas en acuerdo o en pugna con la consciente voluntad del etnos en transculturacin. El fenmeno es probablemente tan viejo como la especie humana. No es necesario buscar los ejemplos lejos de nosotros. En suelo americano se inici una transculturacin en escala muy amplia cuando los poderes polticos autctono s americanos fueron suplantados por los nuevos poderes del * Nueva versin de mis publicaciones relacionadas con la Misin Cientfica Chilena para el Estudio del Indio Fucguino, de enero y febrero de 1946, que tuve el honor de dirigir por encargo del Supremo Gobierno, con la ayuda financiera de la Direccin de Informaciones y Cultura, de la Universidad de Chile y del Servido Nacional de Salud. Guardo gratitud en especial al entonces Comandante en Jefe del Ejrcito, mi gran amigo el General Ramn Caas Montalva cuya ayuda ha sido fundamental para nosotros, y al Coronel Gustavo Luco a cuyo cargo estaba todo lo relacionado con movilizacin y alojamiento. Vase sobre la labor de nuestra Misin: Science, t. 140, p. 256, 1946; Boletn indigenista (Mexico), t. 6, p. 112, 1946; Man (R. A. I., Lond.), t. 48, p. 7, 1948, Y las publicaciones ms extensas en (13), (14), (15), (19). La presente versin resume tambin las conferencias que he dictado el 8 de enero de 1960 en la Escuela de Verano de la Universidad de Concepcin (Chile) y el 8 de Septiembre del mismo ao en el Instituto de Antropologa e Historia de la Universidad Nacional de Mxico. Publicado en Genus (Roma), vol. XVIII, 1962, pp. 3-29. 199

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conquistador espaol. Sin embargo, igual fenmeno de transculturacin tuvo lugar, repetidamente, en el seno de los distintos grupos tnicos americanos, ya antes de la negada de los europeos. Un cuadro del proceso de transculturacin precolombina nos ha dado Garcilaso en la primera parte de los Comentarios Reales, cuadro tal vez frecuentemente en pugna con los hechos histricos pero por eso no menos vivo y realista en cuanto al modo de pensar de los contemporneos. Los aspectos de la transculturacin y sus procedimientos sern, necesariamente, tan diversos como son diversas las culturas creadas por los distintos grupos tnico s que entran en contacto. Sin embargo, hay ciertos aspectos que son comunes a toda transculturacin, ya que siempre se trata de un intercambio de elementos culturales, que fueran estos materiales o espirituales. Los aspectos generales de la transculturacin pueden ser resumidos en lo siguiente: Un etnos, en contacto con otro etnos, y sujeto a la transculturacin, 1. abandona ciertos elementos constituyentes de su propio patrimonio cultural; 2. o los adapta al conjunto del patrimonio cultural que lo ha invadido, o le ha sido impuesto; 3. incorpora elementos constituyentes del conjunto cultural ajeno a) en forma tal cual, o b) transformndolos en acuerdo con sus necesidades especiales. Con las ltimas palabras tocamos otro aspecto crtico de toda transculturacin: sus distintas fases que hemos designado ms arriba -el abandono o la adaptacin de elementos culturales propios, la incorporacin de elementos culturales ajenos- no son fenmenos independientes el uno del otro sino que obedecen todos a exigencias que por su parte emanan de la firme voluntad del etnos de sobrevivir en el choque de dos economas opuestas, representadas cada una de stas por un patrimonio cultural cuyos elementos materiales y espirituales son tantos instrumentos de realizacin de la economa respectiva y de su vida colectiva toda. Cada uno de los elementos del patrimonio cultural de un etnos se origina en el curso de los tiempos por necesidad

Perfil de Indoamrica de nuestro tiempo 201 frrea en el proceso de la adaptacin de este etnos a su ambiente natural. La cultura no es un lo de cosas sueltas sino que es un Todo constituido por partes interdependientes, tanto en su mismo origen, como en su desenvolvimiento, pero tambin en su supervivencia y en su perecer. Sin embargo, cada uno de los elementos culturales tiende a adquirir vida propia, como si fuera un elemento independiente, per se. As los fundamentos de la organizacin tribal, la forma de la familia, las mximas morales, las creencias religiosas. En el proceso de la transculturacin, en el complejo proceso de adaptacin del etnos a las nuevas circunstancias creadas por el encuentro con un etnos invasor, ciertos elementos culturales se presentarn en un caso 'ms activos que en otro, o no intervendrn del todo. El proceso de la transculturacin no se lo puede entender si no se consideran todos los aspectos que hemos enumerado, y se apreciar en seguida el valor heurstico de estos aspectos, al analizar las condiciones culturales de nuestros fueguinos. El trmino "transculturacin" no es nuevo: se debe al conocido socilogo cubano Fernando Ortiz; fue adoptado por el gran socilogo anglo-polaco Bronislaw Malinowski. Fue adoptado tambin por otros autores de habla castellana y portuguesa (1). B. El idioma de los fueguinos Una de las manifestaciones culturales expuestas a las peripecias de la transculturacin como las hemos diseado arriba, manifestacin ms fcilmente captable por el investigador, es indudablemente el idioma. El 17 de diciembre de 1832 Darwin cuenta en su diario sobre su primer contacto con los fueguinos en la Baha de Buen Suceso, en el extremo este de la Isla Grande (2, p. 229): "Segn nuestros conceptos, el lenguaje de esta gente apenas si merece el nombre de lenguaje articulado". I Vase Arthur Ramos, Las Culturas Negras en el Nuevo Mundo. Versin espaola. Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1943. Nota pr. 7. 2 Ch. Darwin, Narrative 01 the Surveying Voyages. London 1839. Vol. 3, Cap. XI, Dic. 1832. Vase tambin Ch. Darwin, Journal of Researches, la segunda edicin del anterior que fue publicada en 1845, Cap. X.

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Darwin se refiere aqu con toda probabilidad a los aush que eran un grupo tnico muy prximo a los onas. Pero Darwin reconoce, en la misma pgina de su diario, las grandes capacidades dira "lingsticas" de estos mismos fueguinos: "Podan repetir con correccin perfecta cada una de las palabras de una frase cualquiera que les dirigimos y se acordaban de estas palabras por algn tiempo. Y nosotros, los europeos, todos sabemos cun difcil es distinguir por separado los sonidos (o las palabras), de una lengua extranjera. Quin de nosotros por ejemplo podra seguir a un indio de Amrica en una frase de ms de tres palabras?" (2, p. 229; 3, p. 255) . Las notables capacidades lingsticas de los fueguinos ya fueron anotadas por dos grandes exploradores, precursores de Darwin. Uno de, ellos es el espaol Antonio de Crdoba (4) que pas por Tierra del Fuego en el ao 1785; el otro es el ingls Weddell (5). Refirindose a los alacalufes dice Crdoba: "Su idioma es difcil... enteramente gutural... no slo no se logr comprender nada de cuanto hablaban, pero ni aun repetir sus mismas voces; al contrario de ellos que con la mayor facilidad repetan todas las nuestras" (4, p. 349). Lleno de rabia, un marinero del buque de Weddell le grita a un ymana que no le haba devuelto su olla de acero: "You copper-colourcd rascal, where is my tin pot? El fueguino, con los mismos ademanes, con sus ojos fijos en el marinero, exclam 'You copper-coloured rascal, where is my tin-pot?' La imitacin era tan perfecta que todos se rieron" (5, p. 154). Opina Darwin que esta capacidad lingstica forma parte de la gran capacidad de "mimicra" que "todos los salvajes parecen poseer de un modo extraordinario". Entre los modos de explicar esta facultad Darwin menciona muy razonablemente tambin "la mayor prctica en la percepcin de las cosas y el mejor desarrollo de sus sentidos" - "the 3 La traduccin, en pane, segn la ediciun argentina: Viaje de un Naturalista Alrededor del Mundo. Librera El Ateneo, Buenos Aires, 1942. 4 (Antonio de Crdoba) Relacin del Ultimo Viaje al Estrecho de Magallanes en los aos de 1786. Madrid, 1788. 5 James Weddell, A voyage to the South Pole 1822- 24. London, 1827.

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more practised habits of perception and keener senses" (2, p. 229). Es evidente que, en cuanto a las facultades lingsticas de los fueguinos, no vale lo negativo en el juicio de Darwin, sino que vale lo muy positivo que acabamos de citar (5a). No fue posible estudiar en el siglo XIX el idioma de los aush porque ellos ya haban desaparecido cuando se despert el inters por los idiomas fueguinos; lo nico que existe es un vocabulario de 214 palabras compuesto por el P. Beauvoir de la Misin Salesiana (6, pp. 170-173). Al contrario, los idiomas de las tres otras tribus, de los onas (shelknam), ymanas y alacalufes, han sido estudiados con cierta amplitud y los dos primeros tienen sus gruesos diccionarios impresos. Del idioma de los onas compuso un diccionario el P. Beauvoir que durante muchos aos ha tenido contacto con los fueguinos, en los momentos ms trgicos de su larga historia. El diccionario del P. Beauvoir ha sido editado ya hace medio siglo. Tambin Lucas Bridges que hablaba el ona desde su infancia, compuso un diccionario ona el cual, sin embargo, no fue publicado. Lucas Bridges critica muy severamente el diccionario del P. Beauvoir. Dice Bridges con referencia a los miles de voces onas del diccionario de Beauvoir: "la mitad me es totalmente desconocida; alrededor de un cuarto creo que son bien correctas; el cuarto que queda distan tanto de ser correctas", etc. (7, pp. 527-528) 5a Vale or en este lugar la opinin de un distinguidsimo clrigo del siglo XVI sobre las lenguas nativas mexicanas: "son voces illyteratas de pjaras o brutos que no se pueden escribir ni apenas pronunciar, Pero niega que sean idiotas o imbciles, ya que 'tienen igual entendimiento que muchos espaoles no muy sabios', y que se les ensee castellano". Es la opinin que dio al III Concilio Provincial Mexicano de 1595 "el ilustrsimo don Fernando Ortiz de Hinojosa, natural de la ciudad de Mxico e hijo de sus conquistadores, maestro en Artes, doctor en Teologa, y Cnones, catedrtico de prima de Filosofa y de vsperas de Teologa en la Universidad de Mxico", telogo consultor del Concilio. Peritsimo no slo en las lenguas latinas y mexicanas, sino tambin en la griega, hebrea y caldaica... Uno de los primeros abogados y consultores del Tribunal de la Santa Inquisicin de la Nueva Espaa; vicario general del arzobispado de Mxico y cannigo de la Metropolitana". sic! Vase Jos A. Llaguno, S. J., La Personalidad Jurdca del Indio y el III Concilio Provincial Mexicano (1585). Editorial Porrua, Mxico, 1963. pp. 57-59. 6 Jos Mara Beauvoir, Los Shelknam. Sus Tradiciones, Costumbres y Lengua. Buenos Aires, 1915. 7 Lucas Bridges, Uttermost Part of the Earth. London, 1948. Hay edicin en castellano.

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El estudio del idioma de los ymanas ha sido la gran preocupacin del misionero ingls Thomas Bridges, padre de Lucas Bridges. Thomas Bridges lleg a Tierra del Fuego en 1870 y trabaj hasta 1886 para la South American Missionary Society. En seguida acept la donacin de una hacienda en la parte argentina de la Isla Grande, donde pas el resto de su vida; su muerte ocurri en 1898 (8, t. 1; pp. 45-52). Su diccionario fue editado en 1933 por Gusinde y el lingista Hestermann en 300 ejemplares (9 10). Los originales fueron depositados en el Bristish Museum donde pude verlos en el otoo de 1946 gracias a la gentileza del Director de la seccin de manuscritos: son cuadernos como se usan para inscribir gastos y entradas, pero de tanta trascendencia para el conocimiento de este idioma ahora extinto! En cuanto al idioma de los alacalufes existe un vocabulario de 216 voces recopilado por el antroplogo Cooper (11; pp. 19-29). Este vocabulario se basa en las anotaciones de diversos autores; no menos de 15 glosarios sirvieron a Cooper para su fin (11; p. 10). La misin francesa del Muse de l'Homme, integrada por el Profesor Jean Emperaire y el Dr. Luis Robin que han vivido entre los alacalufes en Puerto Edn en la Isla Wellington, y en contacto diario con ellos, durante dos aos, estaba preparando un diccionario ms completo 12. Es de esperar que despus de la muerte trgica de M. Emperaire durante sus excavaciones en Tierra del Fuego, su esposa la seora Annette Laming Emperaire, llevar esta obra a su fin. Notable es el hecho de que los idiomas de las tres tribus son radicalmente distintos; no tienen entre s parentesco alguno en lo que a las races de las voces se refiere. En 1946 tomamos contacto con gran parte de los indios 8 Martin Gusinde, Dk Feuerland-Indianer. Mdling bei Wien, 1931, 1936, 1937.t. 1: Die Shelknam; t. 2: Die Yamana; t. 3: 11: Anthropologie. 9 Thomas Bridges, Yamana-English. Edited by F. Hestermann and M. Gusinde, "printed for private circulation only". Mdling, 1933. 10 Debo mi ejemplar a la gentileza de las hijas de Thomas Bridges con ocasin de nuestra visita en su estancia Viamonte en la parte argentina de la Isla Grande, en el da 10 de febrero de 1946. 11 John M. Cooper, Analytical and Critical Bibliography of the Tribes of Tierra del Fuego. Bureau of Amer. Ethnology, Bulletin 63, Washington, 1917. 12 J. Emperaire, Les Nomades de la Mer. Gallimard, Pars, 1955. Vase pp. 127y sigu. - Los Nmades del Mar. Trad. Luis Oyarzn. Edic. Univ. de Chile, Santiago, 1963.

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fueguinos recorriendo las estancias y otros lugares en donde se encontraban, en Chile y Argentina. As pudimos conocer personalmente a 20 onas, 40 ymanas y 17 alacalufes. Eran la mitad de los onas todava vivos, algo menos que dos tercios de los ymanas, y tal vez una quinta parte de los alacalufes. Muchos eran mestizos (vase cuadro; detalles en mi libro, 13, Primera Conferencia; vase tambin 14 y 15). Nmero total Nmero de aborgenes aproximativo con los cuales contactamos total Mestizos Onas 40 20 15 Ymanas 63 40 19 Alacalufes 100 17* 8 * Otros 3 en Santiago Como veremos en seguida estos fueguinos, indios "puros" o mestizos, representan slo una fraccin mnima de los miles de indios que en tiempos pasados componan estas tribus. Uno est sorprendido al convencerse de que a pesar de semejante disminucin en el nmero, y a pesar de tan amplio mestizaje, los idiomas de las tres tribus fueguinas eran en 1946 todava idiomas vivos. Es verdad, menos para los onas que para los ymanas y alacalufes. Todos los adultos con los cuales tuvimos contacto ha 13 Cuatro Conferencias sobre los Indios Fueguinos. Edic. Rev. Geogrf. De Chile, Santiago, 1950. 14 A. Lipschutz, G. Mostny, L. Robin and A. Santiana, Blood Groups in Tribes of Tierra del Fuego. Ethnic and Genetic Relationsllips. Nature (Lond.), t. 157, p. 696, 1946. - A. Lipschutz, G. Mostny and L. Robin, The Bearing of Ethnic and Genetic Conditions on the Blood Groups 01 Three Fuegian Tribes. Am. J. Phys. Anthrop., t. 4, p. 301, 1946. - A. Santiana, Los Fueguinos. Sus grupos sanguneos. Impr. Univ., Quito, 1946. - Nuevos estudios de gran importancia sobre los grupos sanguneos en los fueguinos fueron realizados por el grupo de R. Etcheverry. Revista Mdica de Chile, Vol. 95, p. 605. 1967. 15 A. Lipschutz, G. Mostny, H. Helfritz, F. Geldes and M. Lipschutz, Physical Characteristics of Fuegians. An Analysis Aided by Photography. Am. J. Phys. Anthrop., t. 5, p. 295, 1947.

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blaban entre ellos el idioma de la tribu. Pero la mayora de los onas y ymanas adultos hablaban tambin el castellano cuando se presentaba tal necesidad. Al contrario, entre los alacalufes, "Nmades del Mar" como dice Emperaire, la mayora era monolinge hablando slo el idioma de la tribu. Mencionamos ms arriba la observacin de Darwin referente a las extraordinarias capacidades lingsticas de los fueguinos. Conocimos una anciana ymana, de 75 aos de edad, que hablaba cuatro idiomas: ms del ymana tambin el idioma ona, el ingls y el castellano. Tomaremos de nuevo contacto con esta extraordinaria mujer, la Sra. Mary, en las pginas que siguen. S, estos idiomas de los indios fueguinos son idiomas vivos. Quedan como tales an al surgir el indio socialmente. Es de gran inters el caso relatado por Lucas Bridges (7, p. 2~1). En 1944 Bridges visit una familia ona que llevaba la vida de campesinos, al parecer en condiciones econmicas muy satisfactorias, cerca del Lago Fagnano en la parte argentina de la Isla Grande; habitaban una casa de seis piezas; tenan ovejas y vacas. Les gustaban las flores que cultivaban en su jardn. Hay telfono en la casa. Y dice Bridges: "Era cosa rara or el idioma ona hablado por telfono" - "it was queer to hear Ona spoken on the telephone". Los idiomas fueguinos desaparecern con la extincin de ellos; sobrevivirn los idiomas slo en los diccionarios. Contribuye a la desaparicin del idioma aborigen el mestizaje. As encontramos en la Misin Salesiana cerca de Ro Grande un grupo de nios onas, mestizos en segunda y tercera generacin, de los cuales ninguno hablaba el ona. Supongo que sta ser tambin la suerte lingstica de dos nios alacalufes no mestizados los cuales fueron trados desde Puerto Eden a Santiago a la edad de 6 y 13 aos. El nio era hurfano, hijo del jefe al cual conoc en 1946 y que un par de aos despus pereci al cazar focas; el nio fue adoptado por un blanco. Encontrndose solos en Santiago, es inevitable que estos nios se olviden paulatinamente de su idioma natal. El jefe era hombre serio y dignificado, y a todo parecer sin complejos. Su hijito era un chico encantador; segn me informaron fue en seguida alumno de liceo en Santiago.

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Gusinde conoci la vida religiosa de los onas y ymanas en la primera mitad de los aos veinte y la ha descrito con toda amplitud (8; ona: t. 1, pp. 484-567; ymana: t. 2, pp. 1033-1138 ). Existe una extensa literatura sobre la religin de los fueguinos, o mejor dicho sobre la ausencia de toda religin entre ellos. Este concepto ha sido combatido por varios autores y en especial por Gusinde que se ha empeado en estudiar las mximas religiosas y morales de los fueguinos en todos sus detalles, de propia e inmediata observacin. Debemos a Gusinde el conocimiento de la mitologa de los fueguinos, de sus mitos cosmognicos y de sus ritos religiosos. Escribe Gusinde: "Igual que otros europeos que haban visitado la regin del Cabo de Hornos, tambin todos los misioneros estaban presos de la opinin errnea que los ymanas no tenan religin alguna Yo conoc muchas oraciones con las cuales los ymanas se dirigan a su deidad y con franqueza expresaba yo a estos indios mi alegra". Nelly Lawrence, mujer ymana muy inteligente, le replic que cierto misionero nunca habl as a los indios y al or tales oraciones se habra ms bien pronunciado "con irona cruel" sobre ellas "y se habra burlado de nosotros" (t. 2, pp. 1039-1040). Nelly declar, y repetidamente, que" mucho ms bello, e incomparablemente, es todo lo que los ymanas cuentan de nuestro Watauinaiwa! (p. 1079). Watauinaiwa "es el antiguo que no cambia. Es una voz que se presta para Dios insistiendo que es eterno" (Bridges, 9; p. 632). Pero no slo Nelly, la ymana que era nuera de un misionero anglicano, sino tambin una mujer del pueblo, la seora Mary -la conoc en 1946, veinte aos despus- supo hablar a Gusinde sabiamente de cosas semejantes. As habl Mary: "El 'Seor Nuestro', deca el misionero [anglicano], exige que cada uno sea bueno, que cada uno trabaje diligentemente, que nadie robe y que ningn varn ande con la mujer de otro; que nos entendamos todos, los unos con los otros; y hubo otras cosas que l siempre repeta. Pero todo lo que l nos contaba de su 'Seor Nuestro' ya lo haba enunciado a los ymanas mucho tiempo atrs Watauinaiwa, y as

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todo eso ya era conocido desde antao a nuestros antepasados... A nosotros nos basta con nuestro Watauinaiwa y todo lo que l nos dijo". Gracias, seora Mary, por las sabias palabras que Ud. ha hablado. Gracias, Profesor Gusinde, por haber tenido el ingenio de guardar para la ciencia, en la pgina 1079 del tomo 2 de su clsica obra, las sabias palabras de la india fueguina, nuestra inolvidable seora Mary Entre los autores que -contrariamente a Gusinde- niegan la existencia de toda religin entre los fueguinos mencionamos a Lucas Bridges (7) que ha pasado toda su vida con los onas y fue iniciado en la sociedad secreta de ellos (p. 405). Bridges ha dedicado el captulo 42 de su libro a las supersticiones, la "magia", "los espritus", etc. de los onas, en cuyo conocimiento se instruye a la juventud masculina en la Cabaa del bosque, a cierta distancia del villorio. Tambin "las mujeres tenan su propia Cabaa; ningn hombre deba acercarse de ella" (p. 412). Resume Bridges el captulo con estas palabras: "En las muchas horas que pas en la Cabaa, escuchando las exhortaciones de los hombres ms viejos, y durante los aos que he pasado exclusivamente en compaa de los indios onas, no he odo jams ni siquiera una palabra que hubiera hecho referencia a religin y adoracin de cualquiera especie; no hubo expectacin o esperanza de compensacin -o temor de punicin- en una vida futura. Hubo temor de la muerte por hechicera y cierto temor tambin de los espritus de la selva, pero no de los espritus de los muertos. Hubo respeto para ciertas colinas como la de Heuhupen la cual enojada al ser rudamente apuntada, poda rodearse de nubes y causar mal tiempo. Tal vez hubo temor de la muerte, como trmino de la vida; posiblemente un terror no expresado ante lo desconocido, pero no hubo ni adoracin, ni rezo, ni dios, ni diablo" (p. 429). Es cierto que Lucas Bridges era un profundo conocedor de la vida autntica e ntima de los fueguinos. Pero al leer estas lneas uno que conoce la vida espiritual de los fueguinos aun slo a travs de los libros queda convencido de que negar la existencia de creencias religiosas entre los fueguinos se puede slo si se define como religin exclusivamente la que profesamos nosotros, judos o cristianos, con nuestros dioses antropomorfos como Jehov y Jesucristo, nuestro Re

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dentor, el Hijo de Dios hecho hombre - y ninguna otra creencia religiosa! Como nos ensea Gusinde, la fiesta de iniciacin era para los ymanas un momento cntrico en sus ritos religiosos. En 1946 ya no exista nada de eso. Me entretuve, en Navarino, sobre la cuestin de la religin de los ymanas, con el jefe cuya edad era de 55 aos. El, hombre de inteligencia sobresaliente, opinaba razonablemente que la desaparicin de los ritos religiosos de la tribu se deba al hecho de haber ya muerto todos los "ancianos" que conocan el ritual, y que tampoco haba nmero suficiente de jvenes para ser iniciados. Sin embargo, no debemos pensar que la gente de edad haba perdido todo lazo espiritual con la religin tradicional, como pude convencerme de las palabras vibrantes de profundo respeto y aprecio que pronunci este culto jefe de la tribu ymana cuando le solicit su opinin sobre el ntimo sentido de las extraas prcticas religiosas de la tribu: "Nuestra religin enseaba a los jvenes que deben tener miedo, que no deben cometer crimen". Estas palabras pronunciadas el 27 de enero de 1946 por un ymana, indio fueguino, son verdaderamente impresionantes; captan de modo cientfico el sentido, o la funcin, de la religin en el marco de la tribu, antes de haber adquirido poder sobresaliente el shamn y antes de haberse efectuado la estratificacin social clasista (15a). Ya hicimos mencin de la desaparicin de todo rito religioso ancestral entre los fueguinos. Al interrogar a los ymanas sobre su religin la contestacin que nos daban era que son catlicos o protestantes, segn el bautizo que haban recibido, de una misin catlica o anglicana. Nunca olvidar a aquel ymana en Yendegaya, y era el primero con el cual tuve contacto, el cual durante nuestro interrogatorio en su propia pequea casa, continuaba leyendo su diario; supongo que quiso darnos a entender que no somos gente de mucha 15a Rindo homenaje a la memoria de mi informante de espritu noble, Jos Milicic, jefe de los ymanas que muri en octubre de 1961 a la edad de 72 aos, El difunto debi su apellido a un yugoeslavo en Punta Arenas que le trat a l cuando todava nio, con mucha bondad, Milicic volvi al campo y vivi como pen, Habitaba con su mujer e hijo adoptivo un muy modesto toldo, Pero era hombre culto que lea los diarios y se senta espiritualmente en contacto con los acontecimientos mundiales.

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importancia. Pero levant la cabeza cuando le planteamos nuestra pregunta sobre el bautizo, y con verdadero humor y sonrisa nos contest que haba sido bautizado dos veces: primero por el misionero ingls, y en seguida por el padre catlico que habra declarado que con lo primero no basta. En realidad, la pertenencia a una u otra religin por bautizo no significa que tal indio o india fueguina se sienta ligado con esta religin o que practica algn culto religioso. Parece que en la actualidad ellos no sienten necesidad alguna de vida religiosa. Eso s, varios entre ellos nos dijeron que quieren morir en Mejillones y ser sepultados en el cementerio de este lugar. Mejillones est situado en la ribera norte de la Isla Navarino, en una baha ms o menos protegida del Canal de Beagle; este terreno, de una extensin de diez mil hectreas, fue donado por el Gobierno de Chile a los ymanas en propiedad para servirles de reduccin. Las tumbas del cementerio en Mejillones estn todas provistas de cruces, a las cuales cuelgan muchas veces un amuleto o rosario. Las inscripciones son en castellano o ingls, segn la jurisdiccin espiritual catlica o anglicana. El cementerio consta de unas 80 tumbas. Sin embargo, a pesar de las cruces, amuletos o rosarios, nos hemos quedado con la impresin de que el deseo de ser sepultados en Mejillones no parte del anhelo de estar sepultados en tierra sagrada, sino en su propio terruo. Pero confieso que ya no me recuerdo en qu nos hemos basado al llegar a tal conclusin. D. La cultura intelectual Puede parecer a primera vista petulancia indigenista si uno se refiere a la cultura espiritual de los fueguinos. Hace ms de cien aos Charles Darwin, en su clebre relato del viaje con el Beagle, habl de los fueguinos en forma muy despectiva: son "salvajes" y nada ms. En su Diario que vio la luz slo cien aos despus, escribe Darwin el 18 de diciembre de 1832: 16 Charles Darwin's Diary. Edited from the MS. by Nora Barlow. Univ. Press, Cambridge, 1934. Nora Barlow es la nieta de Darwin.

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I would not have believed how entire the difference between savage and civilized man is" (16; p. 119). -"No habra credo cun completa es la diferencia entre el salvaje y el hombre civilizado. Esta diferencia es mayor que entre un animal salvaje y un animal domesticado". En seguida, en Narrative of the Surveying Voyages, la primera edicin del Diario publicada en 1839, la frase ha sido cambiada en forma muy significativa: "I could not have believed how wide was the difference between savage and civilized man" (3; p. 228)."No habra podido creer cun amplia era la diferencia entre el salvaje y el hombre civilizado". Esta versin fue conservada en la segunda edicin que fue publicada en 1845, con el nuevo ttulo Journal of Researches; las ediciones ulteriores son una reimpresin de la segunda. Otra versin suavizada de la misma frase -versin preliminar a la del Narrative y Journal, pero posterior a la del Diary- se encuentra en una carta de Darwin dirigida el 30 de marzo de 1833 a su hermana: "The difference between a domesticated and wild animal is far more strikingly marked in Man..." (17, p. 80).- "La diferencia entre un animal domesticado y salvaje es mucho ms pronunciada en el Hombre". A los fueguinos con los cuales Darwin se encuentra ocho das despus en las Islas de Wollaston les da la siguiente caracterstica: "Estos pobres miserables seres, detenidos en su crecimiento, sus feos rostros groseramente manchados con pintura blanca, su piel suda y grasienta, sus cabellos enmaraados, sus voces discordantes y sus gestos violentos. Mirando a tales hombres, uno apenas puede negar a creer que sean criaturas hermanos nuestros, habitantes del mismo mundo" (3, p. 235; 1845: cap. X, 25 de Dic. 1832; 18). Sin embargo, agrega Darwin, y esto es muy importante para bien valorar la actitud del joven, genial y bondadoso, que el hombre salvaje ms se distancia del hombre civilizado que el animal salvaje del domesticado porque el hombre tiene "mayor capacidad para el progreso". En otras palabras: 17 Charles Darwin and the Voyage 01 the Beagle. Edited by Nora Barlow. Pilot Press, London, 1945. 18 En la edicin argentina (4) la traduccin de esta frase es demasiado fuerte: "apenas puede creerse que sean seres humanos como nosotros". p. 263.

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es la evolucin cultural propia al ser humano por la cual se establecen las diferencias anotadas entre los hombres, y no por una deficiencia biolgica innata de ciertas razas humanas. Si el joven Darwin como lo atestiguan las ltimas palabras, no se ha equivocado en cuanto a las potencialidades culturales de todo ser humano, incluso del fueguino, cay en error en su apreciacin, o falta de apreciacin, de los valores culturales espirituales fueguinos. Tal vez el indicio ms espectacular del malentendido por parte del gran naturalista, es lo que dice l mismo sobre el lenguaje de los fueguinos en la Baha del Buen Suceso (2, p. 229, nuestra p. 201). Por otra parte, mencionamos tambin el diccionario ymana-ingls que se debe a Thomas Bridges (9). No olvidemos que Thomas Bridges comenz sus anotaciones para el diccionario slo unos cuarenta aos despus del viaje de Darwin, poca de la cual datan las opiniones del gran naturalista. Este diccionario fueguino tiene treinta y dos mil distintas voces. Eso est muy lejos de la primera impresin de Darwin del lenguaje fueguino que " apenas merecera ser clasificado como lenguaje articulado!" El renombre cultural de los fueguinos era muy malo en el siglo que sigui a Darwin. Es el gran mrito del P. Martn Gusinde de habernos procurado conocimientos bsicos sobre la cultura espiritual de los fueguinos. El tradicional concepto sobre la falta de toda cultura espiritual en las tres tribus fueguinas se derrumba bajo el enorme peso de los datos acumulados por Gusinde sobre las costumbres, las mximas morales, las creencias religiosas y la riqueza folklrica de estas tribus. Es a travs del mito y rito, al servicio de la cohesin de la tribu, como tambin a travs de la cultura material de los fueguinos, que entendemos lo justificado de los conceptos desarrollados por Gusinde a base de sus observaciones de hace casi cuarenta aos. De todo este patrimonio cultural estudiado magistralmente por Gusinde muy poco ha sobrevivido, fuera del idioma. Pero por otra parte, pudimos anotar, durante nuestra corta estada en Tierra del Fuego en el ao 1946, que las aspiraciones culturales como tales eran en el grupo de los fueguinos, ms fuertes que en grupos de blan

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cos -O mestizos asimilados, de igual jerarqua econmica y social. De los 19 ymanas interrogados, 7 saban leer y escribir. De ellos slo 3 lo haban aprendido en una escuela, gracias a las circunstancias que les fueron favorables. No hubo escuelas para los indios fueguinos; era el padre si saba leer, quien lo enseaba al hijo. El indio fueguino participaba en aquellos tiempos intelectualmente en los acontecimientos mundiales a travs del diario, de la revista, de la radio. En el pueblo urbano de Ro Grande, en Argentina, los indios y mestizos onas frecuentaban tambin el cinema. Lo que ms llam mi atencin era la conciencia de muchos fueguinos de pertenecer a una minora cultural y su tcita aceptacin de eso, como hecho consumado. Ostentaban la actitud psicolgica de la pequea minora como en tantas otras partes del mundo, actitud que sirve de estmulo de superacin. Eso s, me encontr tambin con la actitud contraria. Se trataba de un mestizo alacalufe, pen en una estancia en la orilla chilena de la Isla Grande. No quiso ser fotografiado: "No quiero que me retraten en los diarios de Santiago". Cuando le dije, con cortesa mxima, que "tenemos las mejores intenciones para los indgenas", me replic rotundamente: "Yo no quiero ser indgena". Es mi sentir que en cuanto a eso su deseo es tan digno de respeto como lo es el deseo de otros que son conscientes de ser indgenas y no conciben la idea de no serio. E. La cultura material Como ya hemos mencionado los ymanas y onas y de modo igual los mestizos, eran peones en las estancias; cuidaban los animales, pero eran tambin esquiladores. Algunos, aunque muy pocos, haban llegado a ser propietarios de pequeas estancias como algunos onas en Argentina. Los ymanas recurran cuando el tiempo lo permita, tambin a la pesca e igualmente a la caza del lobo marino. Con esto volvan hasta cierto grado a su economa alimenticia ancestral. Pero

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ya haban desaparecido arco y flecha, aunque en la pescase usaban todava los arpones de antao al lado de redes. Las pieles las vendan en Porvenir, capital de la parte chilena de la Isla Grande, o en Punta Arenas, o a compradores que para este fin viajaban por Tierra del Fuego. Los ymanas, igual que los alacalufes aunque en grado mucho menor, cruzaban en tiempos pasados los canales y estrechos entre las islas en sus botes de corteza de rboles. Este bote sobrevive slo en forma de juguete; se sirven ahora del bote hecho de tablas. Los alacalufes lo construyen, como nos lo describe Emperaire, con suma destreza haciendo uso de instrumentos europeos (12; pp. 126 y ss.). Gran inters ofrece la construccin de la habitacin de los onas, ymanas y alacalufes. Aqu, como en el idioma, y como en algunos aspectos de la produccin como acabamos de decido, se nos presenta la fidelidad del indio a las formas culturales de antao. Gran parte de los fueguinos continuaba en 1946 viviendo en el toldo ancestral. Al llegar al lugar donde viva el jefe de la tribu ymana, en la Isla Navarino, se nos present un cuadro muy significativo: en la orilla de la isla, una cadena de armazones de toldos de forma clsica ymana. Esqueletos de toldos abandonados, esqueletos que nos hablaban en su propio modo de la extincin de la tribu. En tiempos pasados los toldos se cubran de pieles; en 1946 estaban cubiertos de latas de zinc o de trapos viejos- cuadro no menos significativo que el de la lnea de esqueletos de toldos! En varias estancias los toldos ancestrales de los ymanas fueron reemplazados por minsculas casas cuadrangulares de madera. Otras viviendas ostentaban, en su forma, transicin entre las dos. Hasta vimos un gallinero que ostentaba esta forma de transicin. El fenmeno de la transculturacin en la vivienda se nos present una vez en el marco de la misma familia. A unos cincuenta kilmetros de Punta Arenas nos encontramos con una familia de mestizos alacalufes, que vivan de la pesca. La mujer era hija de una alacalufe que all mismo moraba ella sola en su tpico toldo de forma clsica tan distinta del toldo ymana. En este toldo la anciana viviendo muy cerca de su

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hija y nietos, se recordaba de los tiempos cuando junta con otros miembros de la tribu de los alacalufes vagaba en los canales. La familia de la hija, casada con un mestizo chilote, habitaba a pocos metros del toldo, en una minscula casa cuadrangular de madera. Madre e hija continuaban hablando entre ellas el alacalufe; el yerno y sus hijos hablan slo el castellano. La suegra en su toldo ancestral, viviendo a poca distancia de sus hijos, pero siempre separadamente. Esta india alacalufe ostentaba con eso mismo mayor sabidura que tantas suegras nuestras Casas pequeas, casas diminutas. Supongo que en eso el fueguino obedeca a las exigencias del riguroso clima. De igual modo proceda el blanco en Punta Arenas, la capital de la provincia; tambin el blanco construa su casa muy pequea. El rigor del clima, en especial del invierno, haba llegado a ser para el fueguino un problema prctico que resolver - para los mismos fueguinos que en tiempos pasados, pero no muy lejanos de nosotros, iban desnudos, o en el invierno cubiertos slo de una manta de piel. Supongo que el vivir en casas tan estrechas ha favorecido grandemente al enorme aumento de la tuberculosis entre los ymanas (19; pp. 9 y ss.) contribuyendo as tambin a la extincin de la tribu. F. Extincin de los indios fueguinos Transculturacin - palabra hipcrita cuando se trata de fueguinos y muchos otros grupos de indgenas cuya mala suerte era chocar con los blancos. Por una parte, poco, muy poco, era lo que le quedaba de su propia cultura ancestral, a pesar de que los aborgenes se aferraban conscientemente a ella; y por otra parte, poco, muy poco, era lo que de la cultura del blanco se haba incorporado en el patrimonio cultural del aborigen. Transculturacin representa, en estas condiciones, desculturacin en grado sumo. 19 Juan Daminovic, Realidad Sanitaria de la Poblacin Indgena de la Zona Austral Antrtica. Rev. Chil. Hig. y Med. Prev. 10, p. 3, 1948.

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Y junto con tal desculturacin va la extincin de la tribu primitiva. Hemos dado en el cuadro (p. 205) los resultados del censo que hicimos en 1946. El ltimo censo oficial es de 1952 (20; p. 22). En vez de nuestros 20 onas y onas mestizos, ya no hubo en Chile ni un solo ona; en vez de nuestros 63 ymanas y mestizos hubo slo 11; en vez de los 100 120 alacalufes de 1946 hubo slo 62. En el momento actual no hay probablemente ni un solo ona y ymana en Chile, y hay tal vez 45 alacalufes (21). Disponemos de algunos datos sobre el nmero de los fueguinos en tiempos pasados. Gusinde que ha dedicado mucha atencin al problema de la poblacin fueguina en el curso del siglo XIX opina que el nmero de los onas puede ser que llegaba a los 3500 4000 (8; t. 1, p. 147). Segn Fitz - Roy eran slo 2000 en los treinta del siglo pasado. Segn las averiguaciones de Thomas Bridges el nmero de los onas haba disminuido, hacia los ochenta del siglo pasado, a slo 800 para llegar a slo 300 en consecuencia de una epidemia de viruela. Parece que este nmero se mantiene sin cambiar durante unos 35 aos. En seguida los onas fueron de nuevo diezmados, como lo relata Lucas Bridges, por dos epidemias de alfombrilla en los aos 1924 y 1929, sobreviviendo por preferencia los mestizos (7; p. 520). Segn los datos al parecer muy fidedignos que pude recoger en enero y febrero de 1946, el nmero total de los onas alcanzaba a 40 siendo la mayora mestizos (vase nuestro cuadro p. 205). El ltimo censo de 1952 de Chile no menciona como ya lo dijimos, ni a un solo ona; no dispongo de datos para Argentina donde probablemente continan sobreviviendo algunos descendientes de los onas, muy mestizados y ya confundidos con los blancos. Los ymanas habran alcanzado, en los mediados del siglo XIX, a ms o menos 3000, para disminuir en seguida r 20 lvaro Jara, Legislacin Indigenista de Chile. Inst. Indig. Interamericano, Mxico, 1956. 21 Datos gentilmente procurados por la Fuerza Area de Chile, por el grato intermedio del General Gregorio Rodrguez.

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pidamente: en 1884 son slo 1000, en 1886 - 400, y en 1913 slo 100. Son datos recogidos por Cooper (11; p. 4) Y que se deben principalmente a Thomas Bridges y al misionero John Lawrence; han sido analizados en forma muy acertada por Gusinde (8; t. 2, p. 229). La disminucin se debe en gran parte a la epidemia de alfombrilla del ao 1884, cuando murieron el 50% de la poblacin de Ushuaia. Lucas Bridges asevera que en los dos aos siguientes murieron otros 50% de los restantes (7; p. 126). En septiembre de 1923 Gusinde (8; 1. 2, p. 230) cont 70 ymanas. Nosotros hemos contado 63 individuos; pero de ellos, igual que en el caso de los onas, a lo menos la mitad eran mestizos (15; vase el cuadro en pp. 300-301). Para que el lector se imponga del gran contraste entre las realidades demogrficas referidas, por una parte, y las expectativas ideolgicas de los misioneros ingleses en Tierra del Fuego, por otra, damos aqu algunas cifras muy significativas. La traduccin ymana del Evangelio de San Lucas la Sociedad Bblica en Londres la imprimi en 1881 en 1.000 ejemplares cuando el total de los ymanas alcanzaba a casi la misma cifra. De los Hechos de los Apstoles se imprimieron, en 1883, de nuevo 1.000 ejemplares. En 1886, cuando el nmero de los ymanas ya era slo 400, se hizo una edicin del Evangelio de S. Juan de 500 ejemplares (22). Los datos sobre el nmero de los alacalufes son menos seguros que los sobre los onas y ymanas. Encontramos en Cojazzi (23; p. 7), la cifra de 500 para 1900, de 350 para 1914; para perodos anteriores se da tambin en algunos escritos la cifra de 1.000. En 1946 su nmero alcanzaba tal vez a 80 100 individuos, muchos de los cuales eran mestizos. Lucas Bridges calcula (7; p. 521), que en el lapso de 1871 a 1947, el nmero de los fueguinos ha disminuido de 7.000 9.000, a slo 150, o algo ms. Yeso si se cuenta tambin a los mestizos que continan en el marco, aunque borroso, de la tribu respectiva. 22 Los datos sobre las distintas ediciones de los Evangelios los debo a la gran gentileza del Rev. Canon N. D. Coleman, M.A. The British and Foreign Bible Society en Londres. 23 A. Coj azzi , Los Indios del Archipilago Fueguino. Rev. Chil. de Hist. Y Geografa, Santiago, 1914.

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Cuan vagos que fueran todos estos datos no dejan de ver que el nmero de los fueguinos que a mediados del siglo pasado era de miles, ha disminuido paulatinamente hasta casi la extincin completa. Mencionamos las enfermedades infecciosas, inofensivas para el blanco, pero fatales para el indgena, como momento fundamental responsable de su extincin. Pero debemos discutir otros dos momentos ms a los cuales se ha atribuido importancia como causantes de la extincin biolgica de los fueguinos. Uno de estos momentos son las luchas intestinas entre las tribus. Lucas Bridges da un cuadro espeluznante de las crueles luchas entre los diversos grupos de los onas que se intensificaron en forma tremenda gracias a la penetracin del blanco. Lucas Bridges (7; p. 428) resume la situacin en las siguientes palabras: "Cuando el blanco comenz a ocupar la parte norte del pas de los onas, muchos aborgenes fueron obligados a invadir los territorios de caza que eran de grupos onas que vivan ms al sur. As, stos tuvieron que retirarse a veces an ms lejos en la montaa. Esto caus mayor rencor y mayor lucha que haba antes de llegar los invasores blancos"... Como un momento de gran alcance, responsable de la extincin de las tribus fueguinas, se mencionan con frecuencia las matanzas de indios a las cuales recurri el blanco en Tierra del Fuego, a los fines del siglo XIX. G. Las matanzas en el siglo XIX y al comienzo del siglo XX: exterminacin de los indios fueguinos Tierra del Fuego est llena de rumores muy persistentes sobre el envenenamiento y el asesinato de los indios. Durante nuestra estada en Tierra del Fuego hemos tenido la oportunidad de tomar contacto con cuatro caballeros que pudieron informamos sobre el problema de la matanza de indios; tenan 60 a 70 aos de edad; todos pertenecan a las clases acomodadas y estaban en actividades o posiciones sociales de responsabilidad. Dos eran de origen ingls, de ellos uno nacido en Tierra del Fuego; el otro desde 43 aos en la regin. El tercero era de origen yugoslavo; y el cuarto

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era un sacerdote de origen italiano. Todos estos informantes fueron unnimes en aseverar que las matanzas han sido reales. Nos fuimos tambin a una de las grandes estancias, "Gente Grande", para entrevistarnos con Mr. Stewart, entonces de 69 aos de edad, nacido en las Malvinas, de padres escoceses que estaba desde 53 aos o ms en Tierra del Fuego y era conocido como antiguo cazador de indios. Actuaba como ayudante de su to Sam Hislop que gozaba de gran celebridad en Tierra del Fuego por sus proezas como cazador de indios. Nuestro entrevistado fue varias veces gravemente herido con flechas de indios como lo atestiguan las amplias cicatrices y tambin los datos que nos fueron procurados por el mdico que lo haba operado y nos acompaaba en nuestra visita. Stewart negaba ante nosotros rotundamente de haber actuado como cazador de indios. No negaba que estos tremendos hechos haban ocurrido; pero los atribua a otros, y en especial al famoso aventurero Popper (8; t. 1; Indice). El administrador ingls de la estancia, hombre de gran seriedad, y de gran responsabilidad profesional, que estaba presente en la entrevista se ri al or las aseveraciones negativas de nuestro entrevistado. El administrador nos dijo, literalmente, que todos en la regin conocen las antiguas actividades de Stewart y su colaboracin con su to Hislop, el famoso cazador de indios ya mencionado. Gusinde ha prestado mucho inters al problema de las matanzas y de la exterminacin de los fueguinos por los blancos (8; t, 1, pp. 152-168; t. 2, p. 339; t. 3, p. 8). Gusinde atribuye a los mtodos de exterminacin inmediata aplicados por el blanco, como matanza y veneno, importancia decisiva para la extincin de los onas (8; t. 3, p. 9). Al contrario, en cuanto a los ymanas y alacalufes opina Gusinde que han sido las enfermedades infecciosas importadas por los blancos las que han causado su rpida extincin (8; t. 2, p. 224; t. 3, pp. 14 Y 18). De gran inters es en nuestro contexto el testimonio de Lucas Bridges que ha pasado toda su vida en medio de los fueguinos. L. Bridges insiste con todo nfasis en que las roatap.zas han tenido lugar. Habla Lucas Bridges de "entusiastas cazadores de hombres" ("enthuasiastic manhunters"; 7, p.

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268), y de la "exterminacin" como uno de los mtodos propugnado por ciertos blancos interesados en solucionar en su modo el problema indgena de Tierra del Fuego (7; p. 277); de matanzas de indios con el fin de robarles sus mantas de piel (7; p. 298); de crmenes inauditos cometidos por estos cazadores (7; pp. 314 Y 315) Y por otros blancos interesados (7; p. 394; tambin pp. 265, 269, 315). Bridges menciona tambin la suma que se pagaba por la cabeza de un indio y que era exactamente una libra (7; p. 315)." Con todo eso queda fuera de duda el hecho de que hubo matanzas de indios fueguinos perpetradas por cazadores profesionales o voluntarios. Se plantea la cuestin de si el alcance numrico de estas matanzas ha sido suficientemente grande para poder considerarlas como una de las causas de la extincin de los fueguinos, en conformidad con la opinin de Gusinde. La suerte me procur inesperadamente algunos datos de gran importancia y de sumo inters para este problema. Debo estos datos al Dr. H. M. Stanley Turner, M. D., F. R. S., Wing Commander R. A. F., etc. Dr. Turner despus de or una charla que di el 10 de enero de 1947 en Londres en la BBC sobre Tierra del Fuego, me escribi espontneamente una carta reveladora desde el punto de vista cuantitativo que tanto nos interesa. Reproduzco con la autorizacin del Dr. Turner los siguientes extractos de sus cartas. Carta del 10 de enero de 1947: "Al referirme a la interesante discusin sobre los fueguinos..., quiero hacer mencin de un procedimiento muy inicuo, el cual se dice que ha sido iniciado por estancieros de ovejas en Patagonia con respecto a los indios patagones. "Cuando estaba, desde 1909 a 1915, en las Malvinas, se deca y al parecer con base de datos autnticos, que se haca la caza a indios patagones y que los cazadores reciban cierto pago fijo por cada indio matado. A un hombre, cuyo nombre se me escapa en el momento pero que era originario de las Malvinas y que haba vuelto de 'La Costa' a Port Stanley, se le atribua de haber tenido, en calidad de cazador profesional a travs de los aos, muchos cientos de indios sobre su conciencia. "Cuando por primera vez o de eso no quise creerlo. Sin embargo, con el andar del tiempo me convenc que el conocimiento de este procedimiento inhumano era bastante divulgado, y que su objeto era la exterminacin completa de los indios. No recuerdo la

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suma que se pagaba por cabeza pero eso s recuerdo que se trataba de una- cifra muy sustancial. Obsoletos rifles Martini-Henry, en tiempos pasados el arma de los voluntarios de las Malvinas, fueron vendidos en remate pblico por un precio ridculamente bajo que inclua municin para cien tiros. En cuanto recuerdo, la mayor parte de estos fusiles fueron exportados a 'La Costa', esto es Patagonia, y se supona que sern usados para la caza a indios patagones. Posiblemente lo mismo ha sido la causa de la disminucin de la raza fueguina". En la contestacin a esta carta mencion los nombres del clebre Hislop y de su sobrino y ayudante Stewart a quien conoc personalmente (vase arriba, p. 219). El Dr. Turner replic con la siguiente carta del 1';' de abril 1947: "S, Sam Hislop era el hombre cuyo nombre no pude recordar. "Conoca la familia de los Stewart... "Sam Hislop visit las Malvinas de 'paseo' [literalmente, es espaol] cuando yo estaba all, y en cuanto recuerdo le gustaba a l hablar de sus proezas con el rifle... "Mi impresin era que hubo varios cazadores profesionales de indios pero que muchos que se enrolaban en este abominable trabajo, se mantenan muy callados en cuanto a eso. Como no se conoce el nmero de cazadores, es difcil decir hasta dnde ellos eran responsables de la disminucin del nmero de los indgenas. En los tiempos a los cuales me refiero, un hombre tena que ganar a lo menos sesenta libras por ao para poder vivir de modo muy frugal. De HisIop se deca que ganaba varios cientos de libras por ao, y l trabaj all desde muchos aos. Multiplique Hislop por x; y quin sabe' a cuntos as se mat!" Sobra decir que al reunir todo este material sobre las matanzas sistemticas de indios fueguinos no es mi propsito el de responsabilizar por los abominables hechos referidos a una u otra persona ya muerta o tal vez todava viva, lo que no es probable. Pero eso s, creo que es til acordarse de esos abominables hechos porque son otra demostracin ms en favor del concepto de que la extincin de grupos tnicos primitivos obedece no a factores intrnsecos sino nicamente a condiciones que radican tanto en los intereses materiales como en la voluntad diablica de otro grupo tnico que vence en la contienda, es decir, del grupo de los blancos, al cual un ambiente geogrfico ms propicio y una constelacin histrica ms favorable haban permitido desarrollar medios tcnicos de lucha irresistibles.

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Ante los hechos que he expuesto, tenemos que precavernos contra dos errores en los cuales es fcil caer. El primero de los dos errores es el siguiente. Al admitir que la exterminacin del fueguino ha sido uno de los mtodos aplicados por el blanco para "resolver" el problema indgena en Tierra del Fuego (Gusinde, 8; Lucas Bridges, 7, p. 277) se podra pensar que tal mtodo fluyera del falso concepto de la superioridad del blanco e inferioridad del indio. Es verdad que en las mentes en general haba arraigado tal concepto, y es verdad que en algunas mentes brot el plan preconcebido de la matanza. Sin embargo, este concepto surgi como postrera justificacin del cruel procedimiento al cual el blanco haba recurrido. Tena l la necesidad de justificar ante de su propia conciencia y ante la dems gente, su supuesto "derecho" sobre tierras ajenas, sobre las tierras fueguinas que hasta entonces eran el pastoreo del guanaco, sostn principal de la poblacin autctona. Son estas tierras fueguinas las que los blancos haban cercado reclamndolas para sus estancias ovejeras. No disponemos de datos exactos sobre la extensin de las tierras ya cercadas por los blancos en los noventa del siglo pasado cuando la caza de indios llega a su apogeo. Sin embargo, existen datos posteriores muy exactos. El derecho de propiedad sobre las tierras fueguinas se haba declarado ser del Estado (24; Ley N 51 de 1893). En seguida el Estado las arrienda a diversos ocupantes blancos (24; Ley N 2753 de 1913, y otras). La extensin de las tierras arrendadas llega a cifras fabulosas. En el contrato de arrendamiento de campos de Isla Grande celebrado el 7 de mayo de 1913 entre el Fisco y la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, se arriendan 1.176.160 hectreas (sic). En contratos ulteriores la extensin se reduce a 950.000 hectreas (Decreto-Ley N? 42 de 1924, con prrroga hasta septiembre 1944). El Estado mismo se acomoda para la Capital de Departamento, con un modesto retazo de terreno: "De los terrenos arrendados a la Sociedad Ganadera Gente Grande se 24 Legislaci6n sobre Tierras y Colonizacin. Edit. Contralora General de la Repblica. Santiago, 1929. p. 125 Y sigu.

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reservar mil hectreas para la formacin de una poblacin en Baha Porvenir" (Art. 3, Ley N 2753 de 1913). El total de tierras controladas por la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego como arrendatarios y propietarios llega a 1.700.00 hectreas, 17.000 kilmetros cuadrados, es decir, a una superficie que equivale a casi 60% de Blgica. Es de suponer que gran parte, si no la mayor parte de estas tierras, ya haban sido cercadas mucho antes de la celebracin de los contratos de arrendamiento, antes de extenderse los ttulos de arriendo de la mencionada sociedad y de varias otras compaas y de particulares blancos. Al comienzo de nuestro siglo casi la totalidad de las tierras de Isla Grande se encuentran cercadas y retiradas de la economa del indio fueguino. Pues, bien, se cazaba y mataba a los indios porque robaban los corderos de las tierras cercadas. "S", nos dijo en nuestra entrevista el anciano Stewart, ltimo cazador de los indios, en forma ingenua, pero por eso no menos acertada: "pero sin eso no podan vivir. Qu tenan para comer?" Es que despus de haber sido cercada la tierra, mengu y casi desapareci el guanaco. En tiempos pasados iba el guanaco en grandes manadas en Patagonia (Darwin, 3; Dic. 1833, pp. 195 y ss.; Musters, 25, pp. 131, 277; Cutright, 26, p. 123), pero tambin en las islas, incluso Isla Navarino, aunque al parecer en grupos menores (Lucas Bridges; 7, p. 290 y otros lugares). El blanco, al desconocer brutalmente la economa ancestral del fueguino y al no querer incluir al fueguino en la nueva economa ovejera, lo oblig a cazar a los corderos, el "guanaco blanco". De esta situacin creada por el blanco l mismo sac otro derecho suyo ms: el de cazar al indio que cazaba a los corderos porque "sin eso no podan vivir". Hubo una tentativa muy laudable, pero desgraciadamente aislada, de ganar al indio para la nueva economa de los blancos. La hizo Lucas Bridges. Esta tentativa aunque aislada merece toda atencin por el xito alcanzado: en la estancia ovejera de Lucas Bridges, estos mismos indios fueguinos 27 G. C. Musters. At Home with the Patagonians. London 1873. 26 P. R. Cutright. The Creat Naturalists Explore South America. MacMiUan, New York, 1934.

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que robaban los corderos, se transformaba en "onas, pastores ovejeros de confianza" ("reliable Ona shepherds"; 7, p. 493). El segundo error al cual queremos referimos, consiste en pensar que los sucesos en Tierra del Fuego, con robo y matanza de ovejas, fueran diferentes de las cosas humanas en general, tratndose, corno se piensa y se asevera, de salvajes de calidades biolgicas, o raciales, muy especiales. Sin embargo, hay en la historia de Europa analogas espectaculares con los sucesos fueguinos, y hasta con los asuntos ovejeros. Nos encontramos en la historia econmica, social y poltica de Inglaterra, a travs de varios siglos, e incluso en el siglo XIX, con el formidable problema del cerco, o "enclosure" de las tierras baldas, especialmente de las tierras comunales, las llamadas "commons". Nos encontramos tambin con el grave problema del cerco de tierras arables de los campesinos, los que los seores transforman en pastoreo para ovejas. La crianza de ovejas para lana se hace muy de moda ya que la lana ha adquirido enorme valor en el mercado internacional bajo la forma del pao. El cerco de las tierras provoca motines y rebeliones por parte de los campesinos. En 1549 los campesinos del condado de Norfolk se atrincheran en los pastoreos de Mousehold Heath en donde matan 20.000 ovejas, para protestar contra los terratenientes que criaban un nmero increble de sus ovejas en las tierras comunales 2'1. Y por supuesto, los campesinos de Inglaterra an en aquellos tiempos, estaban muy lejos de ser salvajes, o de pertenecer a una raza "inferior". Una situacin plenamente coincidente con la de los fueguinos fue creada en Africa, del Sur para los bosquimanos. Eran cazadores y recolectores de plantas silvestres. La invasin de sus predios de caza y recoleccin por los agricultores bantu y europeos priv a los bosquimanos de la posibilidad de continuar en su modo ancestral de sustento. Escribe el notable arquelogo britnico Clark sobre estos bosquimanos (28, p. 20): 27 G. M. Trevelyan, ElIglish Social History. Longmans, Green & Co., 1924.pp. 116, 136, 146, 167, 284, 298, 537. 28 J. Desmond Clark. T1Je Prehistory 01 Southern Africa. Penguin Books, London, 1959.

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"Impedidos de cazar animales salvajes segn su costumbre -tradicional fueron impelidos a robar el ganado de los bantu Y europeos que haban invadido sus cazaderos". Son las mismas palabras que nos dijo el ltimo cazador de los fueguinos! "Sin eso no podan vivir. Qu tenan para comer? Sorprende grandemente que Clark, autor de tanta calidad cientfica, dice de los bosquimanos: "Sus costumbres de rateros causaron la exterminacin de las tribus bosquimanas casi en todas las partes" ("Their thieving habits led to the extermination of the Bushman tribles almost everywhere"). Pero la verdad es otra: son las costumbres de rateros de los colonizadores e incluso, las costumbres acaparadoras nuestras las que causaron la exterminacin de las tribus bosquimanas. Y lo que vale para los fueguinos y bosquimanos vale para tantas otras tribus primitivas ms. "A nous, ethnographes, incombe le devoir de dnoncer ces cruauts imbciles et de sauver pour la postrit le souvenir de cultures il1digenes qui ont beaucoup a nous apprendre" (29, p. 131). Son probablemente las ltimas palabras que escribi el gran etngrafo Mtraux antes de su trgica muerte. H. Los fueguinos - pioneers y muerte gloriosa El cuadro de la transculturacin, o desculturacin de los onas, ymanas y alacalufes como lo he pintado arriba a base de los datos bibliogrficos y a base de los relatos que o en Tierra del Fuego y a base de mis propias observaciones del ao 1946, es -me permito decido- verdico: no hay nada de falso en lo que cuento en las pginas que preceden. Consta, como hemos visto, que en el proceso de la transicin de la cultura fueguina hacia nuestra cultura europea se hundi no slo esta cultura primitiva sino que se lleg a la desaparicin biolgica de las tribus mismas. No era transcultu 29 Alfred Mtraux, Disparition des Indiens dans la Brsil Central. BuHetin Internat. Comm. Urgent Anthropol. & Ethnological Research, N~ S, 1962, pp. 126-131. 15.- Perfil de lndoamric..

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racin sino que desculturacin; no era extincin sino que exterminacin de los fueguins. Estos hechos innegables plantean ante nosotros varios problemas de gran alcance. Los hechos observados tenemos que analizados desde el punto de vista de la transculturacin en general como la hemos definido al comienzo de la conferencia. Debemos preguntarnos si la transculturacin de los fueguinos puede procurarnos nuevas enseanzas sobre el comportamiento de un etnos muy primitivo, en el encuentro, o choque, con una cultura tcnicamente ms refinada, en el caso presente con la cultura europea. Hemos dicho que la transculturacin se realiza, por una parte, a travs de un abandono de ciertos elementos constituyentes del patrimonio cultural propio y de una adaptacin de elementos culturales de su propio patrimonio cultural al conjunto cultural ajeno; por otra parte, elementos de este conjunto cultural ajeno son incorporados como tales, o tambin son adaptados a las necesidades del etnos en transculturacin. Es cierto que los fueguinos, los onas y ymanas, y as tambin los alacalufes, estaban listos para abandonar ciertos elementos de su cultura ancestral primitiva reemplazndolos por elementos de la cultura europea que ofreca posibilidades mucho mayores para dominar y explotar la naturaleza. Sin embargo, este proceso diramos clsico de la transculturacin se encuentra perturbado y contrarrestado por la consciente voluntad acaparadora del blanco, obligando al aborigen a la defensa, tambin consciente, no slo de su patrimonio cultural espiritual sino de las mismas fuentes materiales de su existencia. En este encuentro la tribu aborigen cay vctima de la nueva economa importada. Al aborigen se le arrebat el terreno como fue el caso de los onas; o se le arrebat el fruto de la caza, como fue el caso de los alacalufes. Los invasores, portadores de la nueva economa, no quisieron respetar la economa ancestral del aborigen: en vez de contribuir con los poderosos medios tcnicos europeos al progreso de la economa ancestral, se cortaron al aborigen todas las posibilidades de continuar viviendo an en el marco de las muy modestas exigencias de antao.

Perfil de lndoamrica de nuestro tiempo

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En tal encuentro se pierde rpidamente la cohesin tnica de la tribu. Las creencias religiosas, masilla tribal principal en semejante estado de cultura primitiva, no resisten al brutal empuje de las misiones que llegan con nociones sociales y morales totalmente ajenas a la cultura material y espiritual del fueguino, nociones que representan propaganda verdaderamente disolvente. As la tribu se transforma en un conglomerado amorfo, y los ltimos miembros de la tribu se disipan, por mutacin tnica hacia el blanco, y siempre hacia las capas sociales ms bajas de ste. Es extincin cultural, a la que completa la extincin biolgica paulatina, por nuevas enfermedades. Y los "desperfectos" de la una y de la otra los corrige la exterminacin por la mano de los cazadores de indios, al precio de una libra por cabeza. Es evidente que la extincin cultural como la extincin biolgica del etnos fueguino, y de igual modo el "correctivo" de las dos -en caso de no realizarse con la rapidez deseada la matanza organizada y bien financiada, no fluyen con necesidad absoluta de un encuentro de un etnos primitivo con una cultura de refinamiento sumo como nuestra cultura europea. No son, y de modo ninguno, emanacin inevitable del fenmeno de la transculturacin como tal. Es indispensable que tengamos presente este momento que me parece fundamental. La extincin cultural, y aun la extincin biolgica de los fueguinos ha sido el resultado de que nosotros no hemos querido conservarlos. Las estancias ovejeras y los cazadores de los indios resumen este hecho como en una frmula matemtica: indio fueguino = 1 f. por cabeza. En el momento actual parece intil preguntarse en qu forma hubiera sido posible ganar a las tribus fueguinas para la civilizacin europea en vez de exterminarlas, puesto que el proceso de extincin cultural y biolgica ya est terminado. Sin embargo, hay otra cuestin ms que nos parece muy justo plantearla aqu: El paso de los fueguinos por la historia ha significado algo para la cultura del gnero humano? El entierro del ymana en el cementerio de Mejillones en la Isla Navarino, el entierro del ona en el cementerio de la Mi

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Alejandro Lipschutz

sin Salesiana en Ro Grande, es el canto del cisne de la cultura fueguina, y nada ms? No! En cosas de cultura, como en todas las cosas de la naturaleza, el vivir y el morir estn estrechamente entrelazados entre s. Los fueguinos han dejado su herencia cultural al europeo: nosotros seguimos la huella fueguina en Tierra del Fuego. Los fueguinos han sido nuestros precursores activos, los pioneers de nuestra cultura en Tierra del Fuego. No floreceran hoy da las estancias ganaderas en las islas de Tierra del Fuego, no habra los grandes frigorficos, no habra la ciudad populosa de Punta Arenas, no brotara petrleo chileno en Manantiales si no nos hubiera sido indicado el camino por el fueguino, si no hubiera l demostrado a nosotros con los medios de su cultura primitiva que estas regiones son habitables. "Tierra del Fuego donde reinan Muerte y Podredumbre". As escribi, hace ms de cien aos, Darwin en el ltimo captulo de su clsico libro: "Tierra del Fuego, where Death and Decay prevail" (3; p. 604). Es su Restrospeccin., su despedida de la Tierra del Fuego. El joven naturalista no tuvo la visin -y no pudo tenerl, por ser la visin del siglo que le siguiera!- la visin del hombre europeo listo para conquistar todos los extremos del mundo, con los medios tcnicos confeccionados por su genio inventivo; listo para seguir las huellas del ona, ymana y alacalufe en Tierra del Fuego. Los fueguinos murieron como vctimas en la marcha conquistadora de la humanidad hacia el Antrtico - y no pudo haber muerte ms gloriosa que la que ellos murieron. Pero, eso s, la muerte gloriosa de los pioneers y de los mrtires, por ser ella misma gloriosa, no elimina nuestra culpabilidad de no haber querido admitir a los fueguinos -por ser eso contrario a nuestro inters egosta y de casta a nuestra rica mesa cultural.