2 El Paisaje Urbano y La Producción Del Espacio Turístico. Pedro Marín Cots[1]
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Pedro�Marín�Cots�� �Director del Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU)Ayuntamiento de Málaga
El paisaje urbano y la producción del espacio turístico
No había más remedio que hacer el hotel en mitad de la playa y sin carreteras, ni depuradoras, ni teléfono, porque no había más dinero que el justo para levantar las camas, y no había más remedio que hacer ese mediocre urbanismo que se ha hecho porque no podíamos permitirnos el lujo de lanzarnos a planear grandes construcciones. Si España hubiera hecho esa infraestructura al mismo tiempo que la estructura, no hubiésemos crecido en la medida conveniente.alFrEdo sánChEz bElla, ministro dE turismo (1972)1
11
raba, quizá demasiado mecánicamente, que la producción
urbana 3 debía seguir los estándares conocidos en las prin-
cipales áreas industrializadas, como era Europa Occidental.
Sin embargo, el crecimiento urbano de los municipios
de la Costa del Sol, principalmente en los primeros años,
siguió criterios diferentes de los conocidos en zonas desa-
rrolladas económicamente, observándose comportamien-
tos que tienen similitudes con los cambios morfológicos
y sociales que conoceríamos en áreas o países en proceso
de crecimiento de América Latina o Asia.
Económicamente, y vinculado al reparto de funciones
que supuso el Plan de Estabilización de 1959 en el terri-
torio español, la industria turística se iría convirtiendo en
un factor decisivo del crecimiento y de la estabilidad de la
balanza de pagos, sustantivos que en su momento impo-
nían algo más que respeto.
El campesino, inmerso en su mundo agrario, se vio intro-
ducido en poco tiempo en un mundo desconocido para él,
en el que la economía monetaria es la base de su funcio-
namiento. Lo que en condiciones históricas “normales”
hubiese significado un periodo mucho mayor de tiempo,
es decir, el paso de un modo de producción agrario, con
fuertes reminiscencias precapitalistas a un modo de pro-
ducción capitalista, se realizó en los municipios costeros a
una velocidad vertiginosa.
El turismo de masas que a finales de los años cin-
cuenta y principios de los sesenta comienza a ser cono-
cido en la costa de Málaga va a suponer, en un periodo muy
corto de tiempo, el inicio de una rápida transformación
del territorio de los principales municipios, algunos pue-
blos o simples pedanías de poco más de 3.000 habitantes,
como era el caso de Torremolinos, entonces perteneciente
a Málaga Capital.
El súbito cambio se va a producir no solo sobre la geogra-
fía original, alterando su medio natural y modificándolo
hacia un paisaje urbano a menudo degradado, que pronto
retendríamos en nuestra memoria como suplantación pri-
mero y simulación después, sino que también va a suponer
transformaciones sustanciales en el hábitat agrario y pes-
quero en el que se desenvolvían los habitantes de la costa.
La imagen de la ciudad, de las pequeñas ciudades y pue-
blos del litoral, constituyeron entre finales de los cin-
cuenta y los sesenta un paisaje urbano pionero que
podemos recordar con deleite ,2 no solo porque lo com-
paremos con la actual masificación del territorio costero,
sino porque significó un cambio estructural en la geogra-
fía y las formas de vida, como nunca se volvería a repetir.
El proceso de urbanización de un espacio territorial y el
desarrollo económico inherente estaban hasta los años cin-
cuenta estrechamente ligados, de forma que se conside-
12
13
La aparición, a principios de los años sesenta, del turismo
de masas en la costa malagueña ha supuesto un hecho
histórico de gran importancia para la economía provincial.
El turismo ha motivado, no sólo un profundo cambio en
las estructuras productivas y en las costumbres sociales
y culturales de la población, sino que ha transformado la
ordenación del territorio, a menudo de forma violenta.
La forma productiva de la costa malagueña hasta 1960,
de característi cas precapitalistas, era dependiente básica-
mente de la agricultura. Fuera del núcleo más desarrollado
de Málaga capital, el mecanismo de funcionamiento de
esta economía primaria era la producción de una mercancía
agrícola (M), que era vendida para la obtención de un valor
monetario (el dinero D), con el que adquirían mercancías
complementarias para su sustento. Este ciclo econó mico,
en el cual el excedente es escaso e imposibilita la acumula-
ción de capital, funcionaba con el esquema (M-D-M).4
El turismo va a implantar rápidamente un nuevo modelo
de producción, de características capitalistas, vinculadas
en muchos casos a formas especulativas del suelo. Este
nuevo ciclo económico se inicia con la llegada de un capi-
tal (D), que adquiere suelo, y lo vende posteriormente
por un nuevo valor monetario superior (D’), siendo el
esquema (D-M-D’, D’>D).
A una primera etapa urbanizadora del territorio, caracte-
rizada por la instalación aislada de los prime ros estableci-
Vistas aéreas de Torremolinos en 1957, página anterior, y 1980.
14
turísti cos crecieron de forma muy rápida, la mayor parte
de las veces de forma incontrolada, originando graves
alteraciones medioambientales que plantearán proble-
mas de gestión municipal en las décadas siguientes, y
que aún hoy no han sido resueltos, en muchos casos. La
vinculación del desorden del crecimiento urbanístico de
este primer periodo hunde sus raíces en la falta de control
democrático que suponía una dictadura. En la segunda
fase de expansión de la costa, desde mediados de los
ochenta hasta la actualidad, el control del urbanismo y el
equilibrio medio ambiental tampoco ha sido respetado,
pero esa es ya otra historia.
Es necesario tener en cuenta al estudiar el desarrollo
urbano de los munici pios de la Costa del Sol, que el con-
cepto de espacio turístico, consustancial a su crecimiento,
va ligado al concepto de turismo de masas, y no a un
turismo reducido del que ya era receptora España desde
principios del siglo XX. En 1950 se produjeron 749.544
visitas turísticas, y en 1957 se superaban los tres millo-
nes, que pasan a seis millones en 1960. En 1970 se llegaría
a los 24 millones,7 y en 1980 a cerca de 40 millones (en la
actualidad cerca de 60 millones de turistas). 8
En Málaga ya había una tradición turística desde princi-
pios de siglo, que aumentó de forma significativa en los
años cuarenta. En 1957, la costa había recibido 114.000
turistas (un 52,6% extranjeros), y pocos años después, en
1963 alcanzaba los 525.000 (49,3% extranjeros).9
mientos turísticos, en la que existe un cierto respeto por la
integra ción en el medio ambiente (incluso las tipologías edi-
ficatorias tienen, en algunos casos, gran calidad), le sigue
un largo periodo, primero hasta 1980, después hasta nues-
tros días, caracterizado por la edificación masiva de hoteles
y apartamentos turísticos que transforman radicalmente el
territorio, en muchas ocasiones en el sentido más negativo.
Esta situación, que no es exclusiva de la Costa del Sol,
está, sin embargo, bastante acentuada en esta zona
debido al peso que tienen las rentas del suelo en las
relaciones productivas, fuertemente dominadas, en esa
época, por con cepciones de carácter especulativo.
La burguesía local y foránea ha recurrido en la costa mala-
gueña, en mayor medida que en otros lugares del país, a
la renta del suelo en lugar de al bene ficio empresarial que
caracteriza al proceso de acumulación capitalista, propio
de economías desarrolladas.5
Sin embargo, es necesario reconocer que la obtención de
plusvalías a partir de la renta del suelo es también una
tendencia del capital financiero,6 que uti liza los acti-
vos inmobiliarios como fuente de excelente rentabilidad,
como se produjo durante el último periodo de crecimiento
económico sostenido 1998 -2007.
En este contexto, durante la primera fase del turismo
de masas, en los años sesenta, y setenta los municipios
Territorio original del Torremolinos anterior al turismo. La fotografía procede del vuelo realizado por el ejército norteamericano en 1956.
15
16
17
Sin la afluencia masiva de visitantes turísticos el espacio
urbano que hoy conocemos sería, con muchas probabilida-
des, diferente. Es precisamente el objeto, la materia prima
de la “industria turística” la que crea y condiciona el desa-
rrollo urbano.
El turismo como sector productivo de una economía de
mercado ofrece una determinada oferta para una posible
demanda de espacio turístico. En el albor de los sesenta las
características principales que Málaga ofrecía se pueden
señalar:
1. En los primeros tiempos la oferta turística tiene dos
atractivos de mer cado fundamentales: el clima y la rela-
tiva cercanía a los puntos de ori gen de los visitantes. La
calidez climática de la zona, muy soleada, con extensas
playas, fue un atractivo evidente.
2. Con igual valor que la climatología establecería la ubi-
cación de la costa (iguales o mejores playas había en el
norte de África), en un país occi dental, “no conflictivo”,
con similitudes culturales históricas, y a una distancia
corta por vía aérea, y aceptable por carretera.
3. Se trataba de un área, ciertamente virgen, donde el
nivel de vida era cla ramente inferior al de la demanda
turística. Es decir, una mano de obra más barata y un nivel
de precios también por debajo de los países que nos visi-
taban. En este sentido la apertura monetaria que supuso
Bazar Aladino, barco en tierra que ha sido modificado sustancialmente respecto al original.
18
A finales de los años cincuenta, el 85% de la población de
Mijas12 y Benal mádena, el 68% de Estepona y el 40% de
Marbella trabajan en el sector agrope cuario. Ya en 1975
(en 25 años) dicho porcentaje se reduce al 5%, siendo en
la actualidad inferior (3% en Marbella y Fuengirola, 5% en
Mijas, 2% en Benal mádena y Torremolinos).
La imagen urbana
Sin embargo, esta introducción socioeconómica previa
debe dar paso a las líneas que tratan básicamente de la
transformación del territorio y su relación con el paisaje,
con la imagen urbana que supusieron algunas edifica-
ciones pioneras en el turismo de masas, y cómo su ico-
nografía, muy relacionada con el movimiento moderno,
contrastaba con el espacio rural de una economía atrasada
en el marco de una larga dictadura política.
A partir de finales de los años cincuenta –y el hotel Pez
Espada (1959) es una referencia histórica– se construyen
hoteles de gran capacidad, y que van a aglutinar el mayor
porcentaje de la oferta hotelera, a la que progresivamente
se suman los edificios de apartamentos. En esos prime-
ros años la oferta de viviendas de segunda residencia o
turísticas era prácticamente inexistente (en 2008 la oferta
el Plan de Estabilización de 1959 fue un instrumento com-
plementario funda mental para el desarrollo del turismo.
4. El nivel de desarrollo económico y de infraestructu-
ras generales y loca les era el suficiente para atender la
demanda turística. Además, el soporte urbano se exten-
dió rápidamente, dado que los primeros inver sores de la
costa adquieren el suelo en condiciones muy ventajosas,
emprendiendo la instalación de la “industria turística”
basada, en un principio, en el trabajo extensivo, al ser la
mano de obra muy barata.
La introducción del modelo productivo que representa el
turismo va a modificar la estructura económica de la pro-
vincia y principalmente la de los municipios turísticos. De
la dependencia agraria10 se va a pasar a la dependen cia
del sector turístico-construcción. De una estructura econó-
mica desequili brada, se pasa a otra con un mayor grado
de monoproducción, igualmente desequilibrada (a dife-
rencia de otras zonas como Alicante o Gerona, donde pese
al gran peso del turismo, la industria juega así mismo un
papel importante y de equilibrio económico).
Durante estos años la población local cambia sus hábitos
de trabajo de forma radical. En 1955, el 45% de la pobla-
ción activa trabajaba en el sector agropecuario. En 1975,
veinte años después, únicamente lo hace el 5%.11 Contra-
riamente el sector servicios pasó de un raquítico 33% a
mitad de los cincuenta a más del 60% en 1975.
Playa de Torremolinos.
Página siguiente: Hotel Pez Espada, Torremolinos.
19
20
hotelera y de apartamentos, supone menos del 35% de la
oferta turística, siendo el restante 65 % viviendas).13
Este modelo de turismo hotelero versus turismo residen-
cial tiene mucho que ver en dos cuestiones básicas de la
economía provincial. Por una parte la ocupación del suelo
y de los recursos naturales es muy superior en el turismo
residencial que en el hotelero. Igualmente el valor aña-
dido que produce una plaza hotelera es muy superior al
de una vivienda residencial. Quizá estas cuestiones ayu-
den a comprender los diferentes comportamientos que
cada tipo de turismo ha tenido en territorios diferentes
como Baleares o Málaga, y cómo la producción del espacio
urbano se ha reflejado en la renta de las familias.14
En 1967, cuando se inician las series de Renta Familiar
Disponible, Baleares tenía un 122% de la media espa-
ñola, y Málaga un 80%. Cuarenta años después, Málaga
ha estado durante todo ese tiempo aproximadamente
en esa posición, mientras Baleares llegó a superar en los
noventa el 140%. Con Canarias también se podría hacer
una reflexión parecida.15
Los grandes complejos hoteleros dejarían su espacio (a
finales de los años sesenta y principio de los setenta, el
precio del suelo había subido notablemente) a edificios de
apartamentos que se desarrollan en las urbanizaciones y
edificios más densificados y estéticamente peor realiza-
dos de la historia de la costa. Algunos de ellos, al coinci-
dir su construcción con el inicio de la crisis econó mica de
1975, no llegan a entrar en funcionamiento, degradando
sensiblemente los espacios urbanos donde se ubican.
Espacialmente, en el inicio, la estructura común de los muni-
cipios turísticos se desarro lla al margen del antiguo centro
histórico, que en ocasiones está separado de la línea costera.
En forma de esquema podemos distinguir morfológica-
mente las áreas urba nas tipo de un municipio turístico de
la siguiente forma: 16
Hotel Pez Espada, Torremolinos.
21
1. Centro histórico o Casco antiguo. Tipología tradicio-
nal. Se trata de los núcleos originales de los municipios,
del espacio urbano ocupado en el período pre-turismo, que
mantienen prácticamente inalterada su trama y tipología,
aunque hayan experimentado una intensa transformación
de uso, dedicándose a actividades terciarias y comerciales.
Normalmente los centros históricos han estado separados
físicamente de la línea costera, con la excepción de barria-
das de pescadores (por ejemplo la Carihuela en Torre-
molinos), por lo que no han entrado a for mar parte de
cambios bruscos en su parcelario original.
2. Ensanche plurifamiliar del Casco antiguo. El consi-
derable aumento de población originaria de los munici-
pios e inmigrante se ha concentrado habitualmente en
extensiones de viviendas plurifamiliares alrededor del
Casco antiguo (en dirección contraria al mar, el suelo con
menos expectativas de generar plusvalías, que en algu-
nos casos era de propiedad municipal).
La tipología y ordenación de estas viviendas son similares
en todos los municipios turísticos, y en este caso también
se parecen a las barriadas periféricas de bloques exentos
de Málaga capital.
3. Usos hoteleros. La primera tipología turística, el hotel,
ocupó la línea costera, dada la oferta principal de sol y
playa. En una segunda fase el hotel convive con el aparta-
mento turístico, de menor coste y manteni miento, y más
rentable al control de los touroperadores.
Incluso, en algunos casos, además de reconversión de hotel
en aparta mentos en un mismo edificio, se ha enajenado el
parcelario original del hotel para edificar (en sus antiguos
jardines o zonas de recreo) edificios de apartamentos.
4. Usos de apartamentos. Esta tipología suele ocupar la
segunda línea de edificación de playa (en el caso de que
no haya sustituido en la pri mera a las instalaciones hote-
leras originales), extendiéndose hacia el Casco antiguo,
22
así como en dirección este / oeste, siguiendo las estruc-
turas viarias existentes (principalmente el eje de la carre-
tera Málaga-Cádiz).
5. Zonas residenciales unifamiliares. Se ubican habitual-
mente en las zonas periféricas de los municipios al norte
del eje Málaga-Cádiz, o incluso por encima de las primeras
circunvalaciones viarias (Torremolinos o Fuengirola).
Desde 1980, y principalmente en Marbella, las edificacio-
nes de baja y media densidad de los conjuntos unifamilia-
res se complementaron con instalaciones deportivas y de
esparcimiento (fundamentalmente cam pos de golf).
6. Zonas de ocio. Originalmente la actividad recreativa
turística se reali zaba en los propios hoteles o en la hoste-
lería del Casco antiguo. En la actualidad las zonas de ocio
habituales, además de los itinerarios vin culados al centro
histórico, se desarrollan en espacios propios, como pue-
den ser los puertos deportivos o los márgenes de la carre-
tera Málaga-Cádiz.
El proceso de producción urbana del espacio motivado por
la demanda turística es dinámico al tiempo que estable,
ya que debe existir un equilibrio entre la función y uso
que soportan17 y su tipología edificatoria. Antes del ini-
cio del turismo de masas, existía una cierta tradición de
visitantes nacionales que se albergaban en los pequeños
hoteles creados a princi pios de siglo en Málaga capital (en
el Paseo de Sancha y la Caleta del Limonar).
Hacia 1934 se inaugura en Torremolinos una residencia,
propiedad, como la mayor parte de Montemar, de Car-
lota Alessandri, que con los años sería el Hotel Montemar.
Poco después en el Bajondillo de Torremolinos se cons-
truyó un palacete (“Villa Pepita”), de los que durante esos
años se construiría el “turismo” nacional de clara proce-
dencia burguesa. En 1942 se realiza el primitivo hotel la
Roca, en el cabo que separa el Bajoncillo de la Carihuela.
También en Torremolinos en 1952 se inauguró el hotel
Miami, y en 1955 Los Nidos, pequeños establecimientos
destinados a un turismo ya incipiente.
Normalmente se elige la inauguración del Hotel Pez Espada,
en 1959, para señalar el comienzo de la actividad turís-
tica de masas. En esta primera etapa se edifican principal-
mente hoteles de alto standing y gran parcelario destinado a
amplias zonas de esparcimiento que rodean al edificio princi-
pal. El bajo coste del suelo y de la mano de obra posibilitarán
la edificación de grandes hoteles junto al mar, que hoy están
protegidos arquitectónicamente (Pez Espada, Nau tilus).
En la etapa de gran crecimiento, entre 1965 y 1973, aunque
el crecimiento de plazas hoteleras continúa, estos modifi-
can su estructura hipológica, haciéndose menos generosos
con los espacios libres. Al mismo tiempo la oferta turística
Fotografía aérea del Hotel Pez Espada, situado junto a la rotonda; detrás se pueden apreciar los edificios de apartamentos Eurosol.
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Página siguiente: Detalle del Hotel Pez Espada.
Plan General de 1983, donde el edificio del Pez Espada, en negro, estaba protegido arquitectónicamente, así como el jardín. El parcelario original ha sido modificado, introduciendo calles, y edificaciones nuevas de apartamentos.
25
varía a nuevas estructuras, acordes con el nivel de vida de
los visitantes (turismo barato) por una parte y con los pro-
cesos especulativos del suelo por otra. Aparecen los apar-
tamentos (nuevamente Torremolinos es pionero, con el
conjunto Eurosol en 1964) que posibilitan una mayor inde-
pendencia y menor costo para el turista.
Al mismo tiempo observan coherencia con su soporte
socio-económico. Al analizar el citado equilibrio, son espa-
cios que mantienen una dinámica de cambio urbano leve.
Desde un punto de vista económico, estos espacios deben
ser capaces de generar nuevas plusvalías al posibilitar la
instalación de nuevos usos.
No siempre los procesos urbanos de la costa han sido
estables. En amplias áreas de municipios como Torremo-
linos o Fuengirola se produjeron a finales de los setenta
procesos de col matación, por congestión del espacio, rom-
piendo el equilibrio entre función y uso. Sin embargo en
función de la evolución de las condi ciones económicas (en
un mercado turístico no estable) las áreas urbanas colma-
tadas pueden ir constituyéndose en procesos de obsoles-
cencia o de degradación de su estructura urbanística. En
ese caso la generación de nuevas plusvalías a través de
la actividad económica sólo fue posible en los espacios
obsoletos, y después de mucho tiempo, mediante la inter-
vención urbanística que rehabilitó el espacio, reponiendo
el equilibrio entre función y uso.
El estilo del relax y la urbanización original del territorio
La relación del movimiento moderno en cuanto diseño
arquitectónico y de mobiliario urbano y lo que conocemos
como estilo del relax se produce básicamente en los pri-
meros momentos del comienzo del turismo de masas. El
sentido de la imagen de la costa es en muchos casos cine-
matográfico. Un conjunto de sensaciones registradas que
conducen a un pasado caracterizado por una morfología
urbana en la que podemos yuxtaponer diferentes identi-
dades humanas y arquitectónicas.
El ímpetu de las nuevas formas que van ocupando el viejo
litoral costero y la velocidad de las construcciones que
crecen de forma veloz van creando un nuevo paisaje,
que supone a la vez la ruptura radical con el pasado y la
suplantación cultural del territorio original.
El espacio rural se transforma en la ciudad de la cultura
y el ocio. En los primeros tiempos de forma tranquila, el
relax. Poco después, de forma industrializada, donde cada
vez adquiere mayor importancia la tendencia a la simula-
ción que caracteriza a la sociedad (turismo) de masas. La
suplantación y la banalización de la vida real, la extensión
a escala urbana de los hábitos precodificados.
26
y cinco estrellas. El precio del suelo era todavía sensible-
mente barato, 17 pesetas el m2, y situado a pie de playa.19
La parcela del Pez Espada original tenía 52.000 m2, y el
hotel de siete plantas altas, ocupaba únicamente el 5%
del suelo. El resto de la parcela estaba destinada a zonas
verdes de esparcimiento y de ocio. En ese sentido el estilo
del relax lo integran, no solo un determinado tipo de
arquitectura, en este caso claramente vinculada al movi-
miento moderno, sino también una alta calidad en los
espacios que complementan el edificio principal: amplios
jardines, recorridos botánicos, pistas de tenis, parrillas,
mini-golf y embarcadero, que formaban en su conjunto
la imagen que tuvieron los primeros visitantes del hotel, y
que todavía recordamos.
El Pez Espada actual tiene una parcela de 24.500 m2, y
también en este sentido es referencia similar a la de otros
establecimientos hoteleros que, con el paso de los años,
fueron segregando sus parcelas originales para dar paso
a la construcción de apartamentos, o también a la remo-
delación de los hoteles, en algunos casos bastante cues-
tionables, ya que supusieron la eliminación del diseño y
mobiliario original que estaba vinculado a lo que denomi-
namos estilo del relax.
El Pez Espada, que estuvo cerca de cerrarse en los prime-
ros años ochenta, fue catalogado como edificio protegido
en el Plan General de Ordenación Urbana de 1983, cuando
La ciudad turística adquiere las imágenes importadas de
diferentes nacionalidades, se configura como un conjunto
de espacios donde lo británico, lo alemán o lo italiano tie-
nen su representación. No es Inglaterra, ni Baviera o la
Lombardía, pero las imágenes, a fuerza de ser repetidas y
asimiladas, se convierten en reales, copia exacta del origi-
nal, imagen hiperreal que señalaba Jean Baudrillard.16
Al igual que en los nuevos museos mediáticos, donde
junto a (o en lugar de) los eruditos, convergen colas enor-
mes de personas dispuestas a esperar pacientemente la
ansiada entrada, la ciudad original turística, tranquila en
apariencia del relax, se convierte en un espectáculo de
ocio “cultural” triturado, recortado y comprimido, listo
para la venta.18
La imagen original de la costa se podría agrupar en dife-
rentes tipologías residenciales, desarrolladas en la costa
en relación con una estructura común: hoteles en gran
parcelario, conjuntos de apartamentos y viviendas unifa-
miliares al borde del mar.
Hoteles en gran parcelario
El Pez Espada (1959), proyecto de Manuel Muñoz y Juan
Jáuregui, puede considerarse un buen ejemplo de la ocu-
pación de una considerable extensión de suelo para ubi-
car lo que entonces era un gran hotel de 200 habitaciones
Hotel Don Carlos, Marbella.
27
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Castillo de Santa Clara, realizado sobre el promontorio natural que separa la Carihuela del Bajondillo.
Página siguiente: Apartamentos La Nogalera en 1964. Foto: Cesión de Antonio Lamela.
Doble página siguiente: Apartamentos La Nogalera.
29
todavía Torremolinos dependía de Málaga. También fue
protegido parte de su jardín, el que todavía no había sido
segregado y vendido. Sin embargo, como estamos acos-
tumbrados en la Costa del Sol, el planeamiento urbanís-
tico no supera en muchos casos la figura retórica, y no el
edificio no fue rehabilitado de acuerdo al nivel de protec-
ción que tenia, y el jardín fue ocupado por una construc-
ción complementaria, tal como se puede apreciar en las
fotografías.
Otro buen ejemplo de hotel pionero, en este caso en Mar-
bella, es Don Carlos, torre de 15 plantas y 229 habitaciones
realizada en 1967 por José María Santos Rein y Alberto
López Palanco, sobre un parcelario de cerca de siete hec-
táreas. Afortunadamente el parcelario original se con-
serva prácticamente, extendiéndose entre la carretera
de Málaga–Marbella y el mar. Don Carlos también sufrió
alteraciones en su diseño y mobiliario, que han tratado de
rehabilitarse con escasa fortuna en los últimos años, pero
conserva prácticamente inalterado el estatus original de
hotel de cinco estrellas de excelente calidad, a lo que se
suma una excelente cocina.
Conjuntos de apartamentos
Prácticamente simultáneos en el tiempo con los hoteles
de gran parcelario, se desarrollaron en los primeros años
sesenta conjuntos de apartamentos, también en un consi-
derable espacio de suelo, cuyo diseño estaba claramente
vinculado al movimiento moderno. En Torremolinos se
desarrollaron tres de los más importantes conjuntos de
apartamentos: La Nogalera, Playamar y Eurosol.
El vínculo común de estos conjuntos, lo que los vincula
al estilo del relax y los diferenció de origen del poste-
riormente clásico edificio de apartamentos, era no solo
el depurado diseño arquitectónico, sino las importantes
extensiones de zonas verdes donde estaban enclavados.
La Nogalera (1961), de Antonio Lamela fue el primer gran
complejo comercial y residencial de la costa, edificado en
un terreno de 23.500 m2, y uno de los más importantes no
sólo en Málaga, sino en toda España. Los 242 apartamen-
tos se realizaron a partir de 4 metros sobre el nivel de las
calles, ocupándose las plantas bajas con comercios y zonas
deportivas. Lo original del proyecto de la Nogalera fue el
traslado de las zonas verdes y los jardines al techo de la
planta comercial, así como los pasos superiores a nivel de
la primera planta por encima del tráfico de vehículos.
Los seis edificios tenían unas fachadas características de
contrastes, los petos blancos y el fondo oscuro. La madera
natural con que fueron revestidos los locales comerciales,
daba una fisonomía homogénea al complejo, que todavía
hoy se puede contemplar.20
30
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32
La fotografía aérea de Playamar (1964) da una idea de
esta situación, así como del racionalismo con el que está
trazada la urbanización, la geometría respecto al mar y
su vinculación a la ciudad existente por entonces. Antonio
Lamela fue también el ganador de un concurso realizado
por un grupo inversor hispano-israelí para el desarrollo de
945 viviendas en 15 edificios en 147.400 m2 de suelo. La
planta baja, salvo el portal de acceso, era libre, y todas las
viviendas de la urbanización estaban orientadas al mar.
Lamela, uno de los autores más prolíficos de la arqui-
tectura española, realizó también significativos edificios
(17 proyectos) en Málaga, como el primer apartahotel de
171 viviendas construido en España, Torremar (1961) en
Benalmádena, Meridiana en Torremolinos (1965), el edifi-
cio situado en el Paseo Marítimo, 29 de Málaga (1968), la
Torre Almerana (1974) uno de los edificios más signicati-
vos del ensanche, Polígono Alameda, que se realizó sobre
el antiguo Perchel, el Marbella Center (1977), y el com-
plejo Benabola, con 250 viviendas (1980), que configuró la
entrada al mar de Puerto Banús.
Urbanización Playamar: en la actualidad, fotografía aérea y en 1965 (Foto: Cesión de Antonio Lamela).
33
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Viviendas unifamiliares al borde del mar
El uso residencial originario del primer turismo de masas,
al igual que en la actualidad, lo complementan las vivien-
das, tanto plurifamiliares como unifamiliares, aisladas o
adosadas.
En los primeros años sesenta y setenta, la mayor parte del
turismo se ubicaba en hoteles y apartamentos, y era muy
pequeña la oferta de viviendas. Al final de ese periodo y
en los primeros ochenta, se localizan, básicamente en la
costa de Marbella, viviendas unifamiliares aisladas junto
a la playa, situadas en los espacios que las edificaciones
en altura todavía no han ocupado. Podemos verlo junto
a Don Carlos, en Elviria baja, o entre Marbella y Puerto
Banús, junto a Puente Romano o el Marbella Club.
La mayor parte de las viviendas señaladas son de discuti-
ble diseño, algunas de una mezcla de un supuesto estilo
mediterráneo, no exentas de grandilocuencia, pero tam-
bién hay algunas que mantienen una escala acertada con
el medio ambiente que comparten, destacando los ángu-
los rectos y contemporáneos de sus propuestas arquitec-
tónicas. Incluso en mayor medida que algunas viviendas,
debe destacarse la alineación del conjunto de las vivien-
das a un comedido y elegante paseo marítimo, cuya
riqueza ambiental es posiblemente su mayor vinculación
al estilo del relax.
En el interior del territorio también podemos encon-
trar algunas viviendas de gran calidad arquitectónica,
pero voy únicamente a referirme al conjunto de cuatro
viviendas unifamiliares aisladas construidas en los años
ochenta en La Quinta, y que son un autentico ejercicio de
amor al movimiento moderno, incluso al constructivismo
ruso de los primeros años veinte. El diseño interior de las
viviendas es tan brillante como el exterior, y represen-
tan la vinculación directa con los pioneros de los años cin-
cuenta y sesenta, cuando la creatividad constructiva no
estaba reñida con el negocio turístico.
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Notas
1 Rueda de prensa del ministro sucesor de Manuel Fraga recogida en Desarrollo, mayo de 1972, y reproducida por Fernando de Terán en El Pasado activo. Akal, Madrid, 2009.
2 Kevin Lynch. La Imagen de la Ciudad. Gustavo Gili, Barcelona, 1984.
3 Manuel Castells. La Cuestión Urbana. Siglo XX, Madrid, 1974.
4 La economía turística y su incidencia en el entorno urbano de la Costa del Sol: el caso de Torremolinos. UMA, Málaga, 1981.
5 �VV.AA. El�sector�turístico�en�la�provincia�de�Málaga. Colegio de Economistas de Málaga, 1992.
6 D. Harvey. The�political�economy�of�urbanization�in�avanced�capitalist�society. Johs Hophins Centre for Metropolitan Planning and Research, Baltimore, 1975.
7 VV.AA. Historia�de�la�economía�del�turismo�en�España. Civitas, Madrid, 1999.
8 Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. 2009.
9 Alfredo Rubio. Málaga�de�Ciudad�a�Metrópolis. Asociación Provincial de Constructores y Promotores de Málaga, 2003.
10 Memoria del PGOU de Málaga 1985. Ayuntamiento de Málaga.
11 Series Históricas del BBVA.
12 C. Mignon. Turismo�et�developpemente�regional�en�Andalousie. Editions E. de Boccard, París, 1975.
13 Patronato de Turismo de la Costa del Sol, 2008.
14 VV.AA. Gestión�de�la�urbanización�en�ciudades�turísticas. www.centrourbal.com. 2004.
15 Ibid. 12.
16 Ibid. 7.
17 Jean Baudrillard. L’Écharge�symbolique�et�la�mort. Gallimard, París. 1976.
18 Carlos García Vázquez. Ciudad�Hojaldre. Gustavo Gili, Barcelona, 1976.
19 El Hotel Pez Espada, y su contribución al desarrollo turístico de la Costa del Sol. Grupo Editorial 33. Málaga. 2009. Libro conmemorativo de los 50 años de la inauguración del hotel.
20 Lamela, 1954-2005. Ministerio de la Vivienda, Madrid, 2005.
Vivienda unifamiliar en La Quinta, Marbella.
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