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El liderazgo en el Nuevo Testamento CONTENIDO 1. El liderazgo en la economía neotestamentaria 2. El liderazgo en el ministerio neotestamentario y entre los ministros neotestamentarios 3. La administración de Dios 4. El liderazgo neotestamentario PROLOGO Este breve tomo se compone de porciones extraídas de cuatro libros escritos por el hermano Witness Lee. El capítulo uno viene de Truth Messages [Mensajes acerca de la verdad], páginas 27-35; el capítulo dos, de La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, páginas 177-183; el capítulo tres, de Elders’ Training, Book 9: The Eldership and the God-ordained Way (1) [Entrenamiento de ancianos, libro 9: El cuerpo de ancianos y el camino ordenado por Dios (1)], páginas 39-54; y el capítulo cuatro, de The Apostles’ Teaching and the New Testament Leadership [La enseñanza de los apóstoles y el liderazgo neotestamentario], páginas 17-30. (Todas estas obras, a las cuales se hace referencia en este libro, fueron publicadas por Living Stream Ministry.) En éste el hermano Lee hace la siguiente afirmación crucial: El liderazgo en el ministerio neotestamentario en la práctica no consiste en que una persona controle. En el recobro del Señor nosotros rechazamos la idea de que una persona controle personas o asuntos. Es verdad que tenemos un liderazgo, pero no tenemos a un dirigente que controle a la gente. Al contrario, tenemos el liderazgo de una sola revelación en un solo ministerio ejercido por medio de aquellos que traen la revelación de dicho ministerio. La revelación controla por medio de los que traen la revelación. La revelación que tenemos en el recobro del Señor nos controla y nos restringe. (pág. 20) La revelación que controla y restringe en el recobro del Señor es la revelación de la economía neotestamentaria de Dios. La enseñanza de los apóstoles también es la enseñanza de la economía neotestamentaria de Dios, la cual consiste en impartir al Dios Triuno procesado en Su pueblo escogido y redimido para producir el Cuerpo de Cristo y edificarlo con miras a Su expresión a fin de llevar Su expresión completa y eterna a su consumación en la Nueva Jerusalén (Hch. 2:42; 1 Ti. 1:3-4). Cristo, como la Cabeza del Cuerpo, es quien dirige entre nosotros por medio de Sus esclavos, los cuales toman la iniciativa de seguir esta enseñanza y de enseñarla.

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El liderazgo en el Nuevo Testamento CONTENIDO

1. El liderazgo en la economía neotestamentaria

2. El liderazgo en el ministerio neotestamentario y entre los ministros neotestamentarios

3. La administración de Dios

4. El liderazgo neotestamentario

PROLOGO

Este breve tomo se compone de porciones extraídas de cuatro libros escritos por el hermano Witness Lee. El capítulo uno viene de Truth Messages [Mensajes acerca de la verdad], páginas 27-35; el capítulo dos, de La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, páginas 177-183; el capítulo tres, de Elders’ Training, Book 9: The Eldership and the God-ordained Way (1) [Entrenamiento de ancianos, libro 9: El cuerpo de ancianos y el camino ordenado por Dios (1)], páginas 39-54; y el capítulo cuatro, de The Apostles’ Teaching and the New Testament Leadership [La enseñanza de los apóstoles y el liderazgo neotestamentario], páginas 17-30. (Todas estas obras, a las cuales se hace referencia en este libro, fueron publicadas por Living Stream Ministry.)

En éste el hermano Lee hace la siguiente afirmación crucial:

El liderazgo en el ministerio neotestamentario en la práctica no consiste en que una persona controle. En el recobro del Señor nosotros rechazamos la idea de que una persona controle personas o asuntos. Es verdad que tenemos un liderazgo, pero no tenemos a un dirigente que controle a la gente. Al contrario, tenemos el liderazgo de una sola revelación en un solo ministerio ejercido por medio de aquellos que traen la revelación de dicho ministerio. La revelación controla por medio de los que traen la revelación. La revelación que tenemos en el recobro del Señor nos controla y nos restringe. (pág. 20)

La revelación que controla y restringe en el recobro del Señor es la revelación de la economía neotestamentaria de Dios. La enseñanza de los apóstoles también es la enseñanza de la economía neotestamentaria de Dios, la cual consiste en impartir al Dios Triuno procesado en Su pueblo escogido y redimido para producir el Cuerpo de Cristo y edificarlo con miras a Su expresión a fin de llevar Su expresión completa y eterna a su consumación en la Nueva Jerusalén (Hch. 2:42; 1 Ti. 1:3-4). Cristo, como la Cabeza del Cuerpo, es quien dirige entre nosotros por medio de Sus esclavos, los cuales toman la iniciativa de seguir esta enseñanza y de enseñarla.

En la carta de comunión que el hermano Lee escribió a las iglesias en el recobro del Señor el 24 de marzo de 1997, dice:

El Señor me ha mostrado que El ha preparado a muchos hermanos, quienes servirán como esclavos compenetrados conmigo. Pienso que esto es lo que el Señor ha dispuesto providencialmente para Su Cuerpo y que es la manera actual de cumplir Su ministerio.

Que sirvamos con nuestro hermano como consiervos en compenetración para seguir la revelación de la economía neotestamentaria de Dios, que consiste en edificar el Cuerpo de Cristo y de llevar la Nueva Jerusalén a su consumación hasta que vemos al Señor cara a cara.

Los editores

CAPITULO UNO EL LIDERAZGO EN

LA ECONOMIA NEOTESTAMENTARIA

EL CONCEPTO QUE EL SEÑOR TIENE EN CUANTO AL LIDERAZGO

El significado de liderazgo en la Biblia es totalmente diferente de nuestro concepto natural. Lo que el Señor dijo al respecto en Mateo 20:20-28 y 23:8, 10 y 11 cambia completamente lo que los seres humanos piensan en cuanto al liderazgo. Según el concepto natural y humano, uno que dirige está en una posición más elevada que otros. Sin embargo, en estos capítulos el Señor dice que quien desee hacerse grande entre Su pueblo debe ser un esclavo. Así que, el concepto que el Señor presenta en cuanto al liderazgo es opuesto al concepto natural. Ciertamente, es necesario que haya dirigentes entre los hijos del Señor hoy en día. Sin embargo, ellos deben darse cuenta de que, en la economía neotestamentaria de Dios, ser uno que dirige significa ser un esclavo. Si usted quiere dirigir entre los hijos del Señor, tiene que ser un esclavo.

Si somos genuinos y francos, admitiremos que nos encanta dirigir, pero no ser esclavos. Así es el corazón humano. Incluso a las hermanas jóvenes les gusta dirigir. Si no pueden ser la número uno, o por lo menos la número dos, se desaniman. No traiga su concepto natural en cuanto al liderazgo cuando lea la Biblia. En la Biblia, repito, ser uno que dirige significa ser esclavo. Si usted es verdaderamente un esclavo en el pueblo del Señor, debe estar dispuesto a limpiar los lavabos, a aspirar la alfombra, a colocar las sillas y a servir de acomodador. ¡Cuán diferente es esto de la perspectiva mundana en cuanto al liderazgo! En el recobro del Señor, no debemos llamar al encargado del lavabo cuando vemos la necesidad de limpiar. Pues todos nosotros debemos servir en la limpieza. Dejemos a un lado nuestro concepto natural en cuanto al liderazgo y regresemos a la Palabra pura.

CRISTO, EL UNICO DIRIGENTE

Según la economía de Dios, sólo hay uno que dirige a Su pueblo, el Señor Jesucristo: “Ni seáis llamados dirigentes; porque uno es vuestro Dirigente, el Cristo” (lit., Mt. 23:10). Cualquier persona que me considere un dirigente no está practicando la verdad. Si alguien le pregunta quién dirige en la iglesia, debe decir que el que dirige es Cristo. Una respuesta así indica que conocemos la verdad y que la practicamos. Si alguien declara que Witness Lee es el que dirige, usted tiene que decirle: “Witness Lee es nuestro esclavo”.

La Iglesia Católica declara que Pedro fue designado por Cristo para ser el único dirigente. Pero el Nuevo Testamento revela lo contrario. Ciertamente, en los evangelios y en la primera parte de Hechos se menciona primero a Pedro y su nombre encabeza la lista. Pero en Gálatas 2:9 dice: “Jacobo, Cefas y Juan... eran

considerados como columnas”. Aquí no se menciona primero Pedro (Cefas) sino segundo. Cuando Pedro se puso en pie con los once en el día de Pentecostés, él era fuerte como un león. Pero en Gálatas 2, Pedro era un cobarde, ya que se negó a comer con los gentiles cuando los hermanos vinieron de parte de Jacobo (v. 12). Antes él practicaba la verdad referente a comer con los creyentes gentiles según la visión que él había recibido en Hechos 10. Pero cuando los hermanos vinieron de parte de Jacobo, ya no practicaba esta verdad. Cuando Pablo vio que Pedro y los demás no andaban rectamente en cuanto a la verdad del evangelio, reprendió a Pedro delante de todos (Gá. 2:14). Pedro, con su debilidad, dañaba la verdad del evangelio, la verdad de que los creyentes gentiles y los creyentes judíos eran iguales. Esto indica que en Gálatas 2 la capacidad espiritual de Pedro había disminuido. Pedro no se había apartado de la fe, pero su capacidad espiritual era mucho inferior a la de Jacobo. Por esta razón, en Gálatas 2:9 se menciona a Jacobo antes que a Pedro. Además, el hecho de que los hermanos habían venido “de parte de Jacobo” indica que Jacobo representaba la iglesia en Jerusalén.

Otro indicio de que Jacobo, y no Pedro, representaba la iglesia en Jerusalén se ve en Hechos 21:17 y 18: “Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron con gozo. Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos”. Se nos dice aquí que Pablo y sus colaboradores no fueron a Pedro sino a Jacobo, ya que todos los ancianos, incluyendo a Pedro, estaban en la casa de Jacobo. Jacobo era el que representaba la iglesia de aquella ciudad.

Otra evidencia al respecto se ve en la conferencia celebrada en Hechos 15. En esta conferencia de los apóstoles y los ancianos, Pedro habló primero y Pablo luego. En una conferencia el que dirige no habla primero sino al final. Las últimas palabras de esta conferencia fueron dadas por Jacobo, tal como lo indica lo siguiente: “Y cuando ellos terminaron de hablar, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme” (Hch. 15:13). Luego en el versículo 19, Jacobo dio su decisión: “Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios”. Cuando juntamos todos estos versículos, vemos que Pedro no era el único dirigente en el Nuevo Testamento. Cuando los católicos declaran que Pedro fue tal dirigente, debemos saber cómo trazar bien la Palabra referente a esto, de manera que podamos presentarles un cuadro claro.

SER DIRIGENTE DEPENDE DE LA CAPACIDAD ESPIRITUAL

En la economía neotestamentaria de Dios ser dirigente entre Sus hijos no es algo oficial, permanente ni organizado. Ser dirigente, más bien, depende de la capacidad espiritual. El que posee capacidad mayor es el que dirige. En un momento dado, es posible que cierto hermano tenga dicha capacidad, y en otro

momento, tal vez la tenga otro. En el día de Pentecostés Pedro era el más capacitado, pero en Hechos 15 era Jacobo.

La relación entre Bernabé y Pablo muestra más a fondo este principio. Hechos 13:2 dice: “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Aquí vemos que se mencionó a Bernabé antes que a Pablo (Saulo). Sin embargo, cuando estaban en su viaje, Pablo espontáneamente tomó el mando (Hch. 13:9), porque tenía mayor capacidad espiritual. Bernabé trajo a Pablo a Antioquía, y mientras estaban allí, éste asumió el mando. Aun así Bernabé no discutió con Pablo acerca de ello en aquel viaje. Bernabé no dijo: “Pablo, conserva tu lugar. No te olvides que yo fui llamado primero. ¿Por qué estas tomando el mando?” Ya que Bernabé se dio cuenta de que la capacidad de Pablo era mayor, no discutió con él en cuanto al mando.

Todos estos casos comprueban que ser dirigente entre los hijos de Dios hoy en día no es algo oficial, permanente ni organizado. Sino que depende siempre de la capacidad espiritual. Dios lo dispuso de esta manera a fin de que se deje a un lado el concepto humano en cuanto al liderazgo. En el Antiguo Testamento los reyes heredaban el trono. Nunca hubo tres o cuatro reyes gobernando al mismo tiempo. Pero en el Nuevo Testamento el Señor no designó a un solo apóstol sino a doce. Más tarde añadió otros, como Pablo, Bernabé y Timoteo. Creo que hubo muchos apóstoles. Si no fuera así, ¿cómo pudo haber apóstoles falsos en 2 Corintios 11:13? Además, en cada iglesia local siempre hay varios ancianos. Esto indica que en la iglesia no existe en realidad un dirigente permanente.

PRACTICAR LA VERDAD EN CUANTO AL LIDERAZGO

La razón por la cual menciono este asunto ahora es que durante los años pasados ciertas personas se creía ser el dirigente del recobro del Señor no solamente en este país, sino por todo el mundo. Si los santos hubieran entendido claramente la verdad en cuanto al liderazgo y hubieran practicado la verdad, nadie habría aceptado tal afirmación. Si entendemos claramente la verdad y la practicamos, desde ahora nadie se atreverá a llamarse el dirigente.

Si alguien piensa que yo dirijo el recobro del Señor, no entiende claramente la verdad; esto está en contra de la práctica de la verdad. Durante los años que he estado con ustedes, nunca me he creído ser el dirigente. No he dado órdenes ni a las iglesias ni a los santos en cuanto a lo que se debe hacer. Al contrario, muchas veces los ancianos de varias iglesias me había pedido que les diga qué debían hacer. Siempre les digo que vayan al Señor en oración y que dejen que El les guíe. No hay un liderazgo organizado en el recobro del Señor. Hace muchos años, cuando salimos de las denominaciones, dejamos principalmente la jerarquía y la organización. Todos nosotros debemos repudiar la jerarquía y nunca aceptarla.

Sin embargo, en los años recientes, comenzó a infiltrarse una jerarquía y a asumir así el mando. Esto fue tolerado debido a que muchos estaban en las tinieblas y no practicaban la verdad. Ahora todos nosotros debemos conocer esta verdad. Debemos estar bajo la iluminación de la luz y estar llenos de la verdad.

Supongamos que alguien afirma ser nombrado dirigente en el recobro. No debemos aceptar lo que diga, sino que debemos ir al que presuntamente lo nombró. Si un barrendero que trabaja en la Casa Blanca declara que el presidente le dio una orden acerca de usted, no le haga caso. Más bien, busque al presidente y pregúntele. No debe cumplir la orden del barrendero simplemente porque afirma venir en nombre del presidente. Si usted a ciegas toma la palabra del barrendero, será engañado, pues usted está en las tinieblas y le falta la verdad. Nunca debe hacer nada ni creer nada basándose en que cierto hermano lo haya dicho. Lo que importa es lo que el Señor dice y lo que la Biblia enseña, no lo que un hermano dice. ¡Tenemos que conocer esta verdad y practicarla!

Yo estuve con el hermano Nee por muchos años. Nosotros nunca le consideramos el dirigente oficial, y él mismo nunca se consideró tal. Cuando alguien pensaba que el hermano Nee era dirigente y le pedía instrucciones, el hermano Nee nunca decía nada. El hablaba algo sólo cuando la persona le venía en busca de comunión. Nunca asumió el papel de dirigente oficial. Del mismo modo, yo no me considero el dirigente oficial en el recobro actual del Señor.

UNA SOLA CABEZA

El Nuevo Testamento revela que todos los hijos de Dios constituyen un solo Cuerpo. Aunque haya muchos miembros, sólo hay una Cabeza. Pero según nuestro concepto natural, existen muchas cabezas. Pensamos que los hombros, los brazos, las manos y los dedos son cabezas. No obstante, hay una sola Cabeza que da las órdenes a todos los miembros directamente, no a través de otras cabezas. En el recobro del Señor no hay una organización, sino un organismo, un Cuerpo. Por lo tanto, no existen otras cabezas. No consideren los brazos ni los hombros como otras cabezas. El Cuerpo tiene una sola Cabeza: Cristo. Si vemos claramente el liderazgo, nadie nos podrá engañar.

LA OBEDIENCIA A LOS DIRIGENTES

Hemos visto un aspecto de la verdad en cuanto al liderazgo, o sea, el aspecto de que en la economía neotestamentaria de Dios no existe un liderazgo oficial y permanente. Ahora examinemos otro aspecto. Hebreos 13:17 dice: “Obedeced a vuestros guías, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con gozo, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. Todos nosotros debemos obedecer a los guías, o sea a los que dirigen. Esto no quiere decir que los ancianos ejercen autoridad sobre

nosotros, sino que por ser mayores y tener más experiencias, ellos toman el mando y nosotros debemos seguirles. Obedecer quiere decir seguir.

Con respecto a los ancianos, Pedro dice: “No como teniendo señorío sobre lo que se os ha asignado, sino siendo ejemplos del rebaño” (1 P. 5:3). Los ancianos deben tomar el mando siendo ejemplos, y no al tener señorío sobre los santos. Si los ancianos ven que no se ha aspirado el piso, no deben sentarse en el trono y llamar a los siervos a que lo hagan por ellos. Ellos deben tomar la iniciativa de aspirar el piso, y así ser ejemplos para que otros les sigan.

Aunque los ancianos no deben ejercer señorío sobre el rebaño de Dios, Pedro dice: “Jóvenes, estad sujetos a los ancianos” (1 P. 5:5a). Además, hay momentos en que los mayores necesitan someterse a los jóvenes. Como dice Pedro: “Y todos, ceñíos de humildad en el trato mutuo” (v. 5b). Así que, no sólo los jóvenes tienen que someterse a los ancianos, sino que todos, incluyendo a los mayores, tienen que someterse el uno al otro con humildad. ¡Qué cuadro más maravilloso es! Es totalmente diferente éste al concepto natural en cuanto al liderazgo hallado en la mentalidad caída. Los que dirigen en la iglesia no desempeñan su función como lo hacía Nimrod, quien edificó la ciudad de Babel; sino que edifican el Cuerpo.

LA AUTORIDAD DE LOS APOSTOLES

Finalmente, debemos decir algo en cuanto a los apóstoles. ¿Tienen los apóstoles autoridad? Según mi conocimiento del Nuevo Testamento, ellos en sí mismos no tienen la autoridad de controlar las iglesias. Sólo lo que ellos ministran tiene autoridad. Si las iglesias y los santos siguen adelante conforme a la palabra, según el oráculo de Dios, los apóstoles no tienen autoridad sobre las iglesias. Pero si una iglesia se desvía o se descarría, entonces los apóstoles tienen la obligación y la responsabilidad de enfrentar la situación conforme a las palabras de Dios, las cuales tienen autoridad. Por lo tanto, Pablo dice: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” (1 Co. 4:21). También les dijo que él estaba presente en espíritu para juzgar al pecador que se hallaba entre ellos para echarle fuera (1 Co. 5:3-5). La autoridad de los apóstoles es espiritual y se halla en el ministerio de la palabra. Ellos en sí mismos no poseen la autoridad ni están en posición de interferir en los asuntos prácticos de la iglesia.

Entre los hijos de Dios en la economía neotestamentaria actual, no hay dirigentes en el sentido natural. No hay un dirigente oficial, permanente y organizado entre los apóstoles. Lo mismo se aplica a los ancianos de una iglesia local. Además, todas las iglesias están en el mismo nivel; no existe una organización centralizada. Igualmente, todas las regiones, los distritos y las áreas de la obra están al mismo nivel. Por lo tanto, todos los apóstoles, todas las iglesias locales, todos los ancianos y todas las regiones de la obra están en el mismo nivel. No existe una organización, ni una jerarquía, ni un dirigente oficial y permanente.

Sino que todos respetamos y acatamos la autoridad del Señor Jesucristo. Si vemos esto, trazaremos bien la palabra de la verdad en cuanto al liderazgo entre los hijos de Dios hoy en día.

CAPITULO DOS EL LIDERAZGO EN EL

MINISTERIO NEOTESTAMENTARIO Y ENTRE LOS MINISTROS NEOTESTAMENTARIOS

Lectura bíblica: Hch. 1:17, 25; Ef. 4:3-6; 1 Ti. 1:3-4; 6:3-5; 2 Jn. 9-11

UN SOLO LIDERAZGO

En el Nuevo Testamento hay un solo ministerio y un solo liderazgo dentro de dicho ministerio. Aunque existe la verdad en cuanto al liderazgo en el ministerio neotestamentario, el Señor no nombró oficialmente a nadie como dirigente. La primera parte de Hechos nos muestra que Pedro desempeñaba el papel de dirigente entre los apóstoles (cfr. Hch. 1:15; 2:14). Sin embargo, el Señor Jesús no nombró a Pedro como dirigente oficial. El liderazgo era algo que la vida producía espontáneamente, según la necesidad específica. El liderazgo toma forma por el crecimiento en vida y es producto de la necesidad. Si no hay necesidad, el liderazgo no se manifiesta. Las circunstancias forman y constituyen el liderazgo.

Hay un solo liderazgo ya que hay uno solo ministerio (Hch. 1:17, 25), y por ende, nunca deber haber más de un liderazgo. Hay un solo liderazgo ya que Dios, el Señor y el Espíritu son uno solo (Ef. 4:4-6). Puesto que hay un solo Dios, un solo Señor y un solo Espíritu, ¿cómo podría haber más de un liderazgo? El liderazgo tiene como fin guardar la unidad del Espíritu por el bien del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:3). El cristianismo de hoy está dividido porque hay demasiados dirigentes. Cada dirigente tiene un grupo que es la esfera de su liderazgo, y dicha esfera llega a ser una división. Por eso, si no se aplica ni se examina correctamente el liderazgo, se producirá división.

EL LIDERAZGO EN LA ENSEÑANZA DE LOS APOSTOLES

El liderazgo es producido y fortalecido por la enseñanza de los apóstoles, pero también es limitado por ella. En 1 Timoteo 1:3-4 Pablo mandó a Timoteo que se quedara en Efeso para llevar a cabo cierto asunto con un propósito definido. Estaba allí para mandar a los disidentes que no enseñaran cosas diferentes a la economía de Dios, la cual es por fe. El tenía que mandarles que no enseñaran cosas diferentes a la enseñanza de los apóstoles, la cual trata de la economía neotestamentaria de Dios, y consiste en impartir al Dios Triuno procesado en Su pueblo escogido y redimido a fin de que Cristo tenga un Cuerpo para expresarse y que el Dios Triuno tenga una expresión completa y eterna en la Nueva Jerusalén. Cualquier ministro que predique o enseñe debe llevar a cabo tal ministerio. Si no, ese predicador o ese ministro debe ser limitado. Pablo tenía la autoridad de mandar a las personas que no enseñaran cosas que no concordaran con la economía de Dios. Timoteo tenía que decir a los disidentes que su manera de

enseñar tenía que ser restringida y corregida. En 1 Timoteo se nos muestra que sí había un liderazgo que ordenaba enseñar lo correcto.

También podemos ver el liderazgo en la enseñanza de los apóstoles en 2 Juan 9-11, donde Juan exhortaba a los creyentes a que no recibieran a los que se extravían de la enseñanza de Cristo. Extraviarse, o sea ir más allá de la enseñanza de Cristo, es ir más allá de la enseñanza de los apóstoles. En 2 Juan 10-11 dice: “Si alguien viene a vosotros, y no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Regocíjate! Porque el que le dice: ¡Regocíjate! participa en sus malas obras”. Juan prohibió que los creyentes recibieran esta clase de ministros. “¡Regocíjate!” era una expresión que usaba como saludo. No se les permitía a los creyentes ni siquiera saludar a los que se les acercaban si no traían la enseñanza de Cristo. Este orden tan fuerte demuestra el liderazgo en el ministerio neotestamentario.

Pablo, al obrar en el ministerio neotestamentario, desempeñó su función de dirigente para corregir a los que enseñaban errores, y Juan hizo lo mismo para encargar a los creyentes que no recibieran a los que enseñaban herejías, lo cual no concordaba con la enseñanza de los apóstoles. Los apóstoles que participaban en el ministerio de la economía neotestamentaria desempañaban cierto liderazgo.

NO EL LIDERAZGO QUE SE HALLA EN LAS ORGANIZACIONES

El liderazgo que Pablo y Juan desempeñaron no pertenece al liderazgo que se halla en las organizaciones. Los primeros doce apóstoles fueron nombrados por el Señor Jesús, pero no fueron organizados. El nombramiento fue igual entre los doce. En el Nuevo Testamento no vemos una organización con miembros de una junta directiva, un presidente, un secretario ni otros funcionarios. Las principales denominaciones tienen una junta directiva y un presidente. La Iglesia Católica tiene el papa como cabeza de su organización jerárquica. Pero el liderazgo que se halla en el ministerio neotestamentario no es el liderazgo mundano que consiste en ejercer control. En el recobro del Señor no tenemos una junta directiva con un director o presidente.

Además, dicho liderazgo no reside en las acciones de los ministros sino en sus enseñanzas para restringirles a fin de que no causen divisiones. A veces en el Nuevo Testamento Pablo dijo a algunos de sus colaboradores que fueran a ciertos lugares (1 Co. 4:17) o que se quedaran en otros lugares (Tit. 1:5). Pero en términos básicos, el liderazgo no controlaba las acciones de los ministros. Nadie debe ejercer control sobre la obra del Señor. Si alguien tiene la carga de ir a Alaska, debe estar seguro de que esto viene del Señor. Nadie debe controlar esta acción, sin embargo, él necesita tener la certeza de que su decisión viene del Señor mediante la comunión con el Señor y con el Cuerpo. No se ejerce restricción en las acciones de los obreros, pero si alguien se levanta para enseñar algo que vaya más allá de la enseñanza de los apóstoles, el cuerpo de dirigentes puede

levantarse para prohibirle que no enseñe diferentemente. El liderazgo del Nuevo Testamento se halla principalmente en las enseñanzas de los ministros, y no en las acciones de los colaboradores.

Mientras el recobro del Señor se extiende por todo el mundo, ¿quién puede dirigir las acciones de tantos colaboradores y de tantos hermanos que sirven? No tenemos junta directiva ni una misión que dirija las acciones de los colaboradores. Nadie tiene la posición de dirigir las acciones de los ministros. Ellos deben orar, buscar la dirección del Señor y tener comunión con los santos que tienen intereses en el mover del Señor en la tierra. Por medio de la comunión y la oración con los santos, sabrán claramente si deben quedarse donde están o ir a otro lugar. Sabrán con claridad si deben ir solos o con otros. Pero lo que los obreros enseñan o predican debe ser restringido. En este respecto, el liderazgo es muy necesario.

En el ministerio de Dios que tenemos en el recobro, no hay la libertad de predicar lo que nos guste predicar ni de enseñar lo que nos parezca. Nuestra predicación y nuestra enseñanza tienen que ser restringidas por la revelación de la economía neotestamentaria de Dios, la cual nos guía. Si alguien en el recobro del Señor empezara a enseñar, a recalcar o a promover algo contrario o diferente a la economía neotestamentaria de Dios, sería necesario que cierto dirigente restringiera tal acción. Entonces no habría confusión. Nunca habría confusión en el recobro del Señor si todos nosotros tuviéramos una revelación clara del ministerio que se tiene en la economía neotestamentaria de Dios.

Anteriormente, el recobro del Señor era perturbado por los que recalcaron el hablar en lenguas. La mayoría de los cristianos todavía no lo han aceptado, y en realidad dicho asunto ha perjudicado mucho el mover del Señor en la tierra. Al respecto, el daño es mucho mayor que el beneficio. En los primeros años del recobro del Señor en la China continental nosotros sufrimos una gran pérdida cuando tratamos de establecer el hablar en lenguas. Por fin los colaboradores espontáneamente concluyeron que hablar en lenguas no traía provecho al mover del Señor en la tierra.

Cierto periódico carismático publicó un artículo en el cual el escritor decía que había hallado doscientas personas que afirmaban hablar en lenguas. Todas ellas, sin excepción, dudaban que su experiencia fuera auténtica. Pero el escritor les animaba a seguir hablando en lenguas a pesar de sus dudas. Leímos ese artículo públicamente en el entrenamiento de 1963. Luego yo pregunté a los entrenantes si Pedro y los que estaban con él en el día de Pentecostés tenían tales dudas. Obviamente, Pedro y los demás no tenían tales dudas. Pero estas doscientas personas dudaban porque las lenguas que hablaban no eran auténticas.

Además, en 1963 y 1964 hubo varios reportajes en un periódico acerca de algunas profecías pentecostales de que vendría un terremoto en la ciudad de Los Ángeles

y que ésta caería en el mar. No obstante, la fecha del terremoto predicho pasó, y nada sucedió. Ciertamente, este hacho es suficiente para comprobar que esa profecía era falsa. Por varios años, quienes estábamos en el recobro del Señor en China fuimos afectados por el pentecostalismo. Por experiencia podemos testificar de que nuestra participación en el pentecostalismo trajo más pérdidas que ganancias. El daño más grande que causa el pentecostalismo es que se les hace difícil a los creyentes apreciar la unión orgánica interior que ellos tienen con el Dios Triuno. Muchos creyentes se interesan por hablar en lenguas, la sanidad y los milagros, mas no por el desarrollo de su unión orgánica con el Dios Triuno.

Desde el principio del recobro del Señor en los Estados Unidos, dije a los santos que yo creía en hablar en lenguas en la Biblia, pero que conforme a nuestra observación y experiencia, el hablar en lenguas practicado en el movimiento carismático de hoy no es auténtico, sino que es una imitación. Unos dicen que pueden enseñar a otros a hablar en lenguas. Aconsejan proferir sílabas incoherentes. Obviamente, “hablar en lenguas” no es un dialecto auténtico, ni ministra vida ni edifica a los creyentes. Cuando algunos recalcaban el hablar en lenguas en el recobro del Señor, esto causó problemas. No ordené que se prohibiera esto, pero sí hice lo posible por tener comunión con los santos para comunicarles que hablar en lenguas no ministra vida ni ayuda al recobro del Señor.

Existe el peligro de que se introduzcan entre nosotros enseñanzas que den énfasis a otras cosas aparte de la economía neotestamentaria de Dios. No necesitamos ejercer un liderazgo fuerte al respecto, pero necesitamos enseñar a los santos del recobro del Señor a que conozcan la economía neotestamentaria, pues así discernirán lo que es necesario y lo que no. A los santos que tienen una visión de la economía neotestamentaria de Dios no les importarán las enseñanzas que den énfasis a otras cosas. Debido al cambio que el Señor nos ha mostrado, la puerta está abierta para que todos hablen y participen. Por lo tanto, debemos ser restringidos por la visión celestial, por la revelación de la economía neotestamentaria.

EL LIDERAZGO EN LA PRÁCTICA

El liderazgo en el ministerio neotestamentario en la práctica no consiste en que una persona controle. En el recobro del Señor nosotros rechazamos la idea de que una persona controle personas o asuntos. Es verdad que tenemos un liderazgo, pero no tenemos a un dirigente que controle a la gente. Al contrario, tenemos el liderazgo de una sola revelación en un solo ministerio ejercido por medio de aquellos que traen la revelación de dicho ministerio. La revelación controla por medio de los que traen la revelación. La revelación que tenemos en el recobro del Señor nos controla y nos restringe.

El ministerio que hay entre nosotros no es el ministerio de una sola persona, sino un solo ministerio neotestamentario, el ministerio del mover del Señor en la tierra en la dispensación de la iglesia. El Señor opera en la tierra por medio de Su ministerio, y todos nosotros participamos en este ministerio. Aun cuando salimos a visitar a la gente tocando a sus puertas participamos de este ministerio. El liderazgo no es un liderazgo de que uno controle a la gente en el recobro del Señor. El liderazgo que tenemos en el recobro del Señor es la revelación dada por Dios, la cual nos restringe, nos dirige y nos controla para evitar confusión y división.

Damos gracias al Señor porque tenemos un solo ministerio y un solo liderazgo en dicho ministerio. Me alegra que todos recibamos una sola revelación bajo un solo liderazgo, tomando un solo camino y alcanzando una sola meta. Si todos los santos del recobro del Señor se levantaran para participar en la economía neotestamentaria, ¡tendrían un gran impacto! En el nuevo camino del Señor, todos los santos tienen muchas oportunidades de servir al Señor tocando puertas, bautizando a la gente, estableciendo reuniones en las casas, enseñando la verdad y ayudando a la gente a crecer en vida. Debemos cooperar con el Señor y seguir el camino nuevo, el cambio ordenado por Dios, en el cual practicamos la economía neotestamentaria. Yo creo que esto hará que el Señor Jesús regrese.

CAPITULO TRES LA ADMINISTRACION DE DIOS

LA ADMINISTRACION DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

La administración de Dios en la tierra está íntimamente relacionada con la administración de la iglesia. Si queremos ver la administración de Dios en la tierra, tenemos que ver la administración de la iglesia. Debemos ir al principio mismo del mover de Dios entre los hombres en el Antiguo Testamento para estudiar este asunto.

Un reino de sacerdotes y una nación santa

En el libro de Génesis, después de la caída de Adán, Dios ha obrado en la tierra entre Su pueblo escogido. Por medio de Sus actos en el libro de Génesis, Dios obtuvo a algunas personas importantes y finalmente obtuvo la casa de Israel. Las personas cruciales que obtuvo fueron Adán, Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob junto con José. Dios obtuvo la casa de Israel, unas cuantas personas, mediante Jacob junto con José, pero en esa casa no vemos mucho de la administración de Dios hasta que llegamos a los tiempos de Moisés, relatados en Éxodo.

En Éxodo 19 el Señor dijo a los hijos de Israel en el monte Sinaí que El quería que fueran un reino de sacerdotes y una nación santa (v. 6). En aquellos tiempos la nación de Israel constaba probablemente de más de dos millones de personas. Los hijos de Israel no salieron de Egipto individualmente. Fueron liberados corporativamente como un linaje entero. No salieron de Egipto uno por uno, sino como un pueblo, más aún, como una nación y un reino. Cuando llegaron a Sinaí, Dios les llamó “un reino de sacerdotes” y “una nación santa”. En este reino en el monte Sinaí, empezó la administración de Dios entre Su pueblo en la tierra.

Dios gobierna con la palabra que habla para el momento y con Su palabra constante

y escrita por medio de algunos representantes

La administración de Dios entre los hijos de Israel no era una autocracia dirigida por un dictador ni una democracia del pueblo, sino una teocracia, lo cual indica que Dios mismo vino a gobernar, a regir, a administrar a Su pueblo directamente, pero mediante algunos representantes. Entre los hijos de Israel, estos representantes eran los sacerdotes y los ancianos que trabajaban juntos para Dios en Su teocracia. Los sacerdotes recibían la palabra y las instrucciones de Dios, y lo que hablaba. Lo que Dios decía, Sus palabras específicas para el momento, era lo que constituía a los hijos de Israel. Las palabras constantes de Dios no estaban presentes antes de que se diera la ley, pero siempre existían Sus palabras específicas para el momento. La ley constaba de las palabras que Dios dio para el

momento. Así como la constitución de los Estados Unidos, la ley puede considerarse la primera constitución escrita del pueblo de Dios, escrita por Dios mismo. Sin embargo, el Antiguo Testamento nos muestra que esta constitución por sí misma no era suficiente. Se necesitaba la constitución instantánea de Dios, o sea, Sus palabras dadas para el momento. Las palabras que Dios habla para el momento siempre acompañan Su Palabra escrita. La teocracia entre la nación de Israel era un gobierno que estaba en conformidad con las palabras constantes escritas en la ley, o las palabras que Dios hablaba para el momento según eran reveladas por medio del pectoral del sumo sacerdote por el Urim y el Tumim (Ex. 28:30; Lv. 8:8; Nm. 27:21; Dt. 33:8; 1 S. 28:6; Esd. 2:63; Neh. 7:65).

La parte crucial del gobierno de Dios era las palabras que El hablaba para el momento por medio del Urim y el Tumim en el pectoral del sumo sacerdote. Entre el pueblo de Israel existían, por una parte los ancianos, y por otra, los sacerdotes. Aunque las Escrituras no indican claramente cómo habían surgido los ancianos, sí se nos dice cómo eran establecidos los sacerdotes. Dios escogió toda la nación de Israel para que fuera un reino de sacerdotes. El tenía la intención de que todo varón israelita fuera sacerdote. Pero los hijos de Israel cayeron y se alejaron del propósito de Dios. Así, Dios escogió una familia, la casa de Aarón, en vez de escoger toda la nación de Israel, para que fuera un cuerpo de sacerdotes, la cual reemplazaría la nación de sacerdotes. Aarón, el padre, fue nombrado por Dios como sumo sacerdote, y todos sus hijos eran los sacerdotes (Ex. 28:1). De este modo se produjeron los sacerdotes en el Antiguo Testamento.

Entre los sacerdotes estaba el sumo sacerdote con sus vestiduras sacerdotales. La parte más importante de estas vestiduras era el pectoral del efod (Ex. 28:15-30), pues en él había doce piedras preciosas en las cuales estaban inscritos los nombres de las doce tribus de Israel (vs. 17-21). Hace años leí un artículo en cuanto al Urim y al Tumim escrito por un erudito hebreo. Según ese artículo, los doce nombres de las doce tribus de Israel se componían de dieciocho de las veintidós letras del alfabeto hebreo. Las otras cuatro letras eran puestos en una pieza llamada el Tumim. La palabra Tumim indica perfección o culminación. Por consiguiente, en el pectoral con la pieza adicional llamada el Tumim, se hallaban las veintidós letras del alfabeto hebreo.

Además, según este artículo, el Urim, que significa luz, era un iluminador insertado en el pectoral debajo de las doce piedras. Normalmente las doce piedras del pectoral estaban bajo la iluminación del Urim. Cuando el sacerdote entraba en la presencia de Dios con el pectoral, de repente una piedra en la cual estaba escrito un nombre oscurecía. El hecho de que una piedra específica se oscureciera constituía las palabras que Dios daba para el momento. De este modo, letra por letra, el sumo sacerdote podía deletrear una palabra, luego una oración, después un párrafo, hasta que se determinaba el juicio completo de Dios.

Era necesario tener el alfabeto hebreo completo de veintidós letras para que se pudiera escribir cualquiera palabra.

El escritor de este artículo dijo que mediante el Urim y el Tumim el pecado de Acán fue descubierto en Josué 7. Por medio del Urim y el Tumim supieron que el que había pecado pertenecía a la tribu de Judá. Luego la familia y la persona fueron descubiertas (vs. 16-18). El pectoral del sumo sacerdote es llamado el pectoral de juicio en Éxodo 28:30 porque habla por Dios en circunstancias específicas. Cuando había un problema que no se podía resolver según la ley escrita, el sumo sacerdote llevaba el pectoral a la presencia de Dios para esperarle y leer las letras. Entonces recibía las palabras de Dios. De este modo se recibía la revelación instantánea de Dios en cuanto a Su administración. Además, por esta razón algunos eruditos han llamado a esta administración divina descrita en el Antiguo Testamento una teocracia.

Después de que el sumo sacerdote recibía las palabras que Dios daba para el momento, no ejecutaba ni llevaba a cabo directamente lo que Dios había dicho, sino que informaba a los ancianos lo que Dios decía, y éstos eran los administradores directos entre el pueblo de Dios. En los días de Josué, éste podía considerarse un anciano principal entre el pueblo de Dios. El sumo sacerdote que acompañaba a Josué era Eleazar, descendiente de Aarón. Dios pidió a Moisés que dijera a Josué que si quería saber la voluntad de Dios o lo que Él quería, tenía que ir al sacerdote Eleazar, quien consultaría “el juicio del Urim delante de Jehová” (Nm. 27:21). Estas dos personas avanzaban juntas en el mover de Dios. Uno llevaba la responsabilidad de entrar en la presencia de Dios a fin de recibir lo que El decía para el momento, y el otro recibía las palabras divinas para ejecutarlas entre el pueblo de Dios. En general, los ancianos siempre llevaban a cabo la administración de Dios conforme a las palabras divinas recibidas mediante el Urim y el Tumim. Cuando los sacerdotes estaban débiles, tal como en los días de Elí (1 S. 1:12; 3:12-14), Dios levantaba profetas para fortalecer Sus palabras (3:20-21). Las palabras que Dios daba para el momento mediante los sacerdotes venían por el Urim y el Tumim, pero las que daba para el momento por medio de los profetas las daba el Espíritu de Dios que venía sobre ciertas personas para inspirarlas a hablar la palabra de Dios.

Más tarde en el Antiguo Testamento, los hijos de Israel siguieron al mundo al querer tener un rey, lo cual ofendió a Dios (1 S. 8:4-7). Su deseo de tener un rey desagradó a Dios porque querían que un hombre reinase sobre ellos en vez de Dios. Dios les concedió un rey, pero como resultado sufrieron (vs. 10-18). Después del rey Saúl, Dios estableció a un hombre como rey que estaba en conformidad con Su corazón, un hombre llamado David (Hch. 13:21-22). Incluso en el caso de David todavía se necesitaba el efod (1 S. 23:9-12; 30:7-8; 2 S. 6:14; 1 Cr. 15:27).

Cuando los reyes se debilitaban, los profetas eran levantados. Cuando David pecó, Natán vino a reprenderle y a ayudarle en la administración de Dios (2 S. 12:1-25). Todos los profetas desde los tiempos de David hasta los tiempos de Malaquías (Mal. 1:1) fueron usados por Dios para hablar a Su pueblo la palabra específica para el momento, a fin de ayudar a los administradores, o sea los reyes, a llevar a cabo la administración de Dios entre Su pueblo.

Todo lo que sucedió en el Antiguo Testamento tipificaba el gobierno neotestamentario. Si queremos entender la administración de Dios en Su mover en el Nuevo Testamento hoy, tenemos que regresar al Antiguo Testamento para entender bien la práctica de la administración de Dios. En la administración de Dios El rige y gobierna directamente, lo cual constituye una teocracia. Debemos ver el delineamiento del gobierno de Dios entre Su pueblo. El gobierna con lo que habla para el momento y con la Palabra constante escrita. La palabra era dada para el momento mediante los sacerdotes o los profetas, pero ningunos de éstos era administrador directo. Los administradores directos eran los ancianos, los jueces o los reyes.

LA ADMINISTRACION DE DIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO

Los ancianos nombrados por los apóstoles

Ahora llegamos al Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento no se nos dijo cómo fue producido el primer grupo de ancianos. En el Nuevo Testamento tampoco se nos indica directamente cómo fue producido el primer grupo de ancianos de la iglesia. Tanto Pedro como Juan eran ancianos de la iglesia en Jerusalén (1 P. 5:1; 2 Jn. 1; 3 Jn. 1) lo mismo que Jacobo (Gá. 2:9; Hch. 12:17; 15:2, 13; 21:18). Este era hermano carnal del Señor Jesús (Gá. 1:19; Mt. 13:55) y sólo fue salvo después de la muerte del Señor (Jn. 7:3, 5). Jacobo creyó en el Señor al ver Su muerte o al aparecérsele en Su resurrección (1 Co. 15:7). Por tanto, no pasó mucho tiempo entre el momento en que fue salvo y el momento en que llegó a ser anciano. Con el tiempo, llegó a ser un anciano notable en la iglesia en Jerusalén. La iglesia en Jerusalén está representada por el nombre Jacobo en Gálatas 2:12, y en el libro de los Hechos Jacobo es el más destacado entre los ancianos de Jerusalén (12:17; 15:13; 21:18). ¿Cómo fueron establecidos Jacobo, Pedro y Juan como ancianos? La Biblia no nos da una respuesta directa.

Cuando el apóstol Pablo fue levantado por el Señor y enviado por el Espíritu Santo, el Señor le utilizó para establecer nuevas iglesias. Hechos 14:23 nos dice que probablemente ese mismo año Pablo regresó para nombrar ancianos en cada una de estas nuevas iglesias locales. El nombramiento de los ancianos se relata claramente en Hechos 14:23. Los ancianos fueron establecidos entre los santos por los apóstoles que les habían predicado el evangelio y que habían hecho de

ellos una iglesia local. Tito 1:5 nos dice que los apóstoles que establecieron las iglesias tenían la posición y el derecho de enviar un representante para que estableciera ancianos. Este fue el caso de Tito. Tito representaba al apóstol Pablo al establecer ancianos en las ciudades de la isla de Creta. Estos versículos nos muestran que los ancianos fueron producidos debidamente en el Nuevo Testamento al nombrarlos los que les habían predicado el evangelio, les habían enseñado la verdad y habían hecho de ellos, junto con los santos, una iglesia local. Los apóstoles deben ser los que nombran ancianos para que efectúe la administración de Dios en cada iglesia local.

Cuando llegó el recobro del Señor en la China continental, adoptamos por lo menos el ochenta por ciento de las prácticas de las Asambleas de los Hermanos. En 1935 nos dimos cuenta de que no podíamos seguirles cien por ciento, porque reconocimos su grave error en cuanto a la práctica de la iglesia. La luz que el hermano Nee recibió durante ese tiempo se halla en el libro titulado The Assembly Life [La vida de asamblea]. El dio estos mensajes por primera vez en 1934.

Cuando el hermano Nee empezó a ver la luz relacionada con la práctica bíblica de la vida de iglesia, todavía estaba limitado por nuestra humildad. Dijo: “Hoy somos los apóstoles extraoficiales, pero los apóstoles extraoficiales de todos modos tienen el derecho extraoficial de nombrar los ancianos extraoficiales”. Éramos muy humildes. No nos atrevíamos a reconocer que éramos los ancianos. Pero dijimos: “Si no somos los apóstoles hoy, por lo menos somos los apóstoles extraoficiales. Si no fuera así, ¿de dónde vinieron las iglesias?” Sin duda, todas las iglesias de China surgieron de la enseñanza del hermano Nee. Si él no era un apóstol, era por lo menos un apóstol extraoficial.

Poco después, el hermano Nee publicó otro libro en chino titulado La vida cristiana normal de la iglesia. Allí el hermano Nee fue franco. Dijo que si los que predicamos el evangelio, enseñamos la verdad y establecemos iglesias no somos los apóstoles, entonces ¿quiénes los son? El fue muy firme en este asunto. Eliminó el prefijo extra de la palabra extraoficial y dijo que éramos apóstoles oficiales y que los ancianos establecidos por nosotros eran ancianos oficiales. Por tanto, no somos ancianos extraoficiales sino oficiales. Ya sé que algunos de ustedes son todavía jóvenes, aunque no lo son tanto en comparación con los ancianos establecidos por Pablo en Hechos 14:23. Pablo nombró aquellos ancianos en el mismo año que sus iglesias fueron establecidas.

La enseñanza de los apóstoles, la constitución del reino neotestamentario de Dios

Hemos visto que en el Antiguo Testamento la ley podía considerarse la constitución escrita del pueblo de Dios. En el Nuevo Testamento, ¿qué reemplazó la ley en la administración de Dios entre Su pueblo? Sabemos que Cristo

reemplazó la ley, pero nos referimos al aspecto y al significado de reemplazar la ley en la administración de Dios. En el Nuevo Testamento la enseñanza de los apóstoles reemplazó la ley. Hechos 2:42 dice: “Y perseveraban en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles”. Inmediatamente después de que los tres mil fueron salvos en el día de Pentecostés, empezaron a perseverar en la enseñanza y en la comunión de los apóstoles. En el reino antiguotestamentario de Dios, cuya constitución era la ley, y en el reino neotestamentario de Dios, cuya constitución es la enseñanza de los apóstoles.

La enseñanza de los apóstoles es el Nuevo Testamento en su totalidad. Comprende primeramente la enseñanza del Señor Jesús en los cuatro evangelios. El Señor Jesús mandó al primer grupo de apóstoles que enseñara a los creyentes nuevos lo que El les había enseñado. Mateo 28:19-20 declara esto claramente. La enseñanza de los apóstoles también incluye lo que se relata en Hechos, en las epístolas y en Apocalipsis. Al final del libro de Apocalipsis, Juan nos dice que nadie debe añadir ni quitar nada de la revelación divina (Ap. 22:18-19). Esto significa que la enseñanza de los apóstoles terminó en el libro de Apocalipsis. De allí en adelante nadie podía añadir ni quitar nada. Si uno añade algo, se le añadirán las plagas; si quita algo, se le quitará la bendición divina. Todo el Nuevo Testamento, la enseñanza completa de los apóstoles, debe considerarse la constitución del reino neotestamentario de Dios.

Los ancianos como sacerdotes y administradores

Pablo, en su Primera Epístola a los Corintios, dejó muy claro el asunto de la administración de Dios en el Nuevo Testamento. Mandó a los hermanos de Corinto que quitaran a cierto perverso de la comunión de la iglesia (5:13), la cual también es la comunión de los apóstoles y de los santos. El deseaba que erradicaran a esa persona perversa de la iglesia, pero no quería hacerlo él mismo porque no era el administrador directo. Por tanto, exhortó a los administradores directos en la iglesia para que ellos lo hicieran. Podemos entender por la enseñanza y el ejemplo del Nuevo Testamento, que algunos ancianos fueron establecidos en la iglesia en Corinto. Pablo dio esta exhortación a los hermanos, pero no ejecutó él la administración. Los ancianos eran los administradores directos de la iglesia allí. La constitución escrita del reino neotestamentario de Dios es la enseñanza de los apóstoles, el Nuevo Testamento completo, y los administradores directos de este reino son los ancianos.

Además, en la era neotestamentaria, todavía existen las palabras dadas para el momento. En el Nuevo Testamento, tenemos la realidad del sumo sacerdote y de los sacerdotes. En el Antiguo Testamento los sacerdotes constituyen un grupo, y los ancianos otro. Pero en el Nuevo Testamento tenemos uno solo. Todos los creyentes de Cristo son sacerdotes de Dios (1 P. 2:5; Ap. 1:6), incluyendo a los

ancianos. Todos los ancianos son sacerdotes, y Cristo es el Sumo Sacerdote (He. 3:1). ¿Dónde está Cristo? Sabemos que está sentado a la diestra de Dios en los cielos (Ro. 8:34), pero debemos ver que Cristo nuestro Sumo Sacerdote está en nosotros para llevar a cabo el mover de Dios en la tierra (8:10). Todos los ancianos necesitan declarar que Cristo, el Sumo Sacerdote, está en ellos. Tenemos tal Sumo Sacerdote (He. 8:1). Los ancianos, que también son los sacerdotes, deben administrar la iglesia manteniéndose en el gobierno de Dios. Si existe algún problema en la iglesia bajo la administración de los ancianos, ¿cómo deben resolverlo? En el Antiguo Testamento, era necesario consultar la ley para determinar lo que debían hacer a fin de resolver el problema. Si existe un problema en la iglesia, debemos estudiar nuestra constitución neotestamentaria.

Los Estados Unidos es un buen ejemplo de un país regido por su constitución. En los Estados Unidos el poder más elevado no reside en el presidente ni en el congreso, sino en la constitución. El presidente Nixon fue obligado a renunciar, debido al poder de la constitución de dicho país. La constitución es más poderosa que el presidente. Debemos admitir que hoy el poder más elevado de la iglesia reside en la enseñanza de los apóstoles. Si existe un problema en la iglesia, debemos acudir al Nuevo Testamento para ver lo que dice de dicho problema. No debemos decir que estamos a favor ni en contra de algo hasta que vayamos a la constitución neotestamentaria y veamos lo que dice. Cuando surja algún problema, debemos aprender a guardar silencio y acudir a la Palabra escrita de Dios, la constitución neotestamentaria, sin opinión alguna. Tenemos una constitución completa con muchos más detalles que la constitución de los Estados Unidos.

Si no encontramos nada específico en nuestra constitución relacionado con el problema, o si encontramos algo pero no sabemos cómo aplicarlo, necesitamos las palabras específicas para el momento. Para saber el momento y la manera de llevar a cabo la constitución escrita se necesitan las palabras que el Señor da para el momento. ¿Cómo podemos obtener estas palabras? Tenemos que entrar a la presencia del Señor, permanecer allí y esperar, pidiendo que nos diga qué debemos hacer. Luego tenemos que leer el pectoral con todas sus letras. Las piedras que están en el pectoral con las letras se refieren a los santos, el pueblo de Dios. Debemos leer el pueblo, la iglesia, y al hacerlo en la presencia del Señor, con El y con Su capacidad de amar, tipificada por el pecho, recibiremos instrucciones en cuanto al momento de llevar a cabo lo que está en la constitución escrita y la manera de hacerlo. En esto consiste recibir las palabras habladas para el momento conforme a la enseñanza escrita de los apóstoles. Por supuesto, no debemos hacer nada que esté en contra de la enseñanza de los apóstoles. En el Antiguo Testamento, nadie podía hacer nada contrario a la ley, pero para guardar la ley también se necesitaba que Dios diera las palabras para el momento. Cuando El nos da las palabras para el momento, no hablamos nuestras propias palabras.

Lo que hablamos no viene de una democracia ni de una autocracia, sino de una teocracia, puesto que Dios mismo habla para el momento específico según la constitución escrita con la cual gobierna y rige a Su pueblo.

Todos los ancianos de la iglesia necesitan entender que ellos son verdaderos sacerdotes. Son ancianos y sacerdotes. Usted, como anciano, tiene al Sumo Sacerdote en su interior, y puede tomar parte en Su capacidad de amar, simbolizado por Su pecho. Usted ama a los santos con el amor de Cristo y entra en la presencia de El con esta capacidad, esperándole y leyendo las letras en las piedras del pectoral, es decir, leyendo a todos los miembros de la iglesia. Al hacerlo, tomándolos como las letras de una máquina de escribir divina, le vendrán a usted una palabra, una frase, una oración, un párrafo e incluso un capítulo, los cuales le dirán lo que se debe hacer y cómo hacerlo.

También debemos recordar el principio del oficio de los ancianos. Siempre tenemos una pluralidad de ancianos. Puesto que hay pluralidad, se necesita mucha comunión. La comunión genuina debe llevarse a cabo en la presencia del Señor. Si la comunión que los ancianos tienen entre sí no está en la presencia del Señor, no es genuina. Por eso, todos los ancianos deben mantenerse en la presencia del Señor y en la comunión. En esta clase de comunión, ciertamente hablarán el “Urim” y el “Tumim” que están en la capacidad que Cristo tiene de amar. Entonces los ancianos sabrán lo que tiene el Señor en Su corazón relacionado con Su pueblo y lo que El desea administrar en su localidad para la iglesia. Los ancianos son tanto los sacerdotes que reciben las palabras específicas de Dios, como los que administran lo que han recibido del Señor. El principio fundamental en el Antiguo Testamento en cuanto a la administración de Dios es el mismo del Nuevo Testamento.

Los profetas y los maestros

Además de los ancianos como sacerdotes y como administradores, tenemos a los profetas y a los maestros, descritos en Hechos 13:1-4. En Hechos 13 había profetas y maestros en la iglesia en Antioquía. Estos profetas y maestros pueden ayudar en el sacerdocio y en el oficio de los ancianos. Son como los profetas del Antiguo Testamento que ayudaban a los ancianos, a los reyes y a los sacerdotes. Hoy en la administración de Dios en la tierra, se aplica el mismo principio. Además de los sacerdotes, quienes reciben la revelación directamente del Señor, y de los administradores, quienes llevan a cabo lo que Dios habló, existen los profetas y los maestros, quienes ayudan a los ancianos y a los sacerdotes.

La relación que los apóstoles tenían con las iglesias y los ancianos

después de que éstos eran establecidos

Después de que los apóstoles nombran a los ancianos y encomiendan la iglesia en sus manos, ¿qué deben hacer los apóstoles? Algunos dicen que los apóstoles ya no tienen nada que ver con la iglesia. Según su parecer, cuando los apóstoles nombraban los ancianos, terminaba su relación con las iglesias. Dicen esto utilizando como base lo que el hermano Nee dijo en La vida cristiana normal de la iglesia. En la página 66 de dicho libro, el hermano Nee dice: “Una vez que una iglesia era establecida, toda la responsabilidad era encomendada a los ancianos locales, y desde ese día los apóstoles no ejercían ningún control sobre ella en sus asuntos prácticos”. En esta cita debemos prestar atención a la frase “en sus asuntos prácticos”. Algunos citan las palabras del hermano Nee sin darse cuenta del significado. (El hermano Nee corrigió este posible mal empleo de sus palabras en su libro titulado Los asuntos de la iglesia, págs. 149, 14-20). Los apóstoles no debían participar en la administración de la iglesia local en asuntos prácticos, pero sí en cuanto a la necesidad que ella tenía de que ellos le enseñaran, la instruyeran y la exhortaran.

Vimos que Pablo escribió una carta a la iglesia en Corinto exhortándola a que quitara de la comunión a cierta persona perversa. El apóstol mandó que la iglesia hiciera esto: “Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad a ese perverso de entre vosotros” (1 Co. 5:13). ¿Significa esto que el apóstol sujetó la iglesia bajo su administración? No, en absoluto. Si ése hubiera sido el caso, no habría necesidad de decir que quitaran al perverso; lo habría hecho directamente. En este sentido, Pablo como apóstol no participó en la administración de la iglesia, pero sí le enseñó, le instruyó y le exhortó.

Existe otro aspecto de la relación que los apóstoles tienen con una iglesia local, en 1 Timoteo 5 de la cual el hermano Nee nos habló. En 1 Timoteo 5:19-20 dice: “Contra un anciano no admitas acusación si no está apoyada por dos o tres testigos. A los que pecan, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. El apóstol Pablo exhortó a Timoteo a que [en ciertas circunstancias] recibiera acusación contra un anciano. Esto indica que los apóstoles tienen la autoridad de juzgar a los ancianos incluso después de nombrarlos. Si existe un problema entre los ancianos, este caso debe ser presentado a los apóstoles, y éstos tienen que juzgar. Los apóstoles tienen la autoridad de reprender delante de otros a un anciano que peque. Los apóstoles no deben participar en la administración de la iglesia, pero esto no significa que no tengan nada que ver con una iglesia local después de que los ancianos hayan sido establecidos.

Los ancianos que cometan errores y pequen pueden ser acusados por los santos, y esta acusación debe presentarse a los apóstoles. De esta manera, los apóstoles

llegan a ser una pequeña corte donde pueden juzgar la situación. Según 1 Corintios 6, los santos mismos pueden formar una pequeña corte para juzgar casos entre sí (vs. 1-3). Los apóstoles deben juzgar en casos relacionados con los ancianos y pueden justificarlos o condenarlos. Según 1 Timoteo 5:20, si un anciano es juzgado pecaminoso, puede ser reprendido delante de otros. Un anciano que peca debe ser reprendido públicamente debido a su posición pública. Según lo que Pablo dijo a Timoteo en cuanto a este asunto, ¿cómo podemos decir que los apóstoles, quienes nombraron a los ancianos y les encomendaron la iglesia, no tienen nada que ver con la iglesia ni con los ancianos una vez que hayan sido establecidos?

El libro de 1 Corintios es un libro inquietante. El apóstol que lo escribió inquietó la iglesia en Corinto. El libro puede considerarse un mandamiento a la iglesia local. En 1 Corintios 11:34 dice: “Si alguno tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo vaya”. Aun después de exhortar a la iglesia en muchas cosas, Pablo dijo que se encargaría de los demás asuntos cuando fuera. Necesitamos regresar a la Palabra. La Palabra es nuestra máxima autoridad, nuestra constitución. Este versículo nos dice que algunas cosas no fueron ordenadas por el apóstol Pablo. En su epístola a la iglesia en Corinto, muchas cosas fueron puestas en orden por las exhortaciones de Pablo, tales como el asunto de matrimonio, no comer cosas sacrificadas a los ídolos, cubrirse la cabeza, la mesa del Señor, etc. Pablo exhortó a los corintios resolver por lo menos once problemas en la comunión que tuvo con ellos. Exhortó a la iglesia a hacer muchas cosas. Como apóstol no tenía la posición de administrar la iglesia, pero sí tenía el derecho y la responsabilidad de exhortar a los ancianos a que lo hicieran.

Las iglesias son locales en administración, pero no son absolutamente independientes

Existe otro punto importante de la Palabra que tenemos que entender. Las iglesias ciertamente son locales en su administración, pero no son absolutamente independientes. En nuestra historia en el recobro del Señor, nos sirve de advertencia la práctica de autonomía mantenida por las Asambleas de los Hermanos. Todos los estados de los Estados Unidos tienen su propia administración y gobierno, pero no son completamente independientes. Los estados están separados hasta cierto punto, pero esto no significa que son absolutamente independientes. Si los estados fueran absolutamente independientes, Estados Unidos en sí no sería un solo país. Se convertiría en cincuenta países. Las iglesias locales no son independientes en absoluto. Cuando los apóstoles no intervenían en los asuntos prácticos de las iglesias, esto no significaba que cada iglesia local se convertiría en una entidad independiente. Tampoco quería decir que puesto que las iglesias estaban bajo la enseñanza de los apóstoles, se convertían en una federación.

En 1 Corintios 4:17 Pablo dice: “Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes, en todas las iglesias”. El apóstol Pablo enseñaba lo mismo en todas las iglesias. Su enseñanza era universalmente la misma, sin variar en ningún lugar. En cuanto a esto, debemos observar las siete epístolas escritas a las siete iglesias locales mencionadas en Apocalipsis 2 y 3. Lo que el Espíritu habló a todas las iglesias es la palabra del Señor a una iglesia (Ap. 2:1, 7). Al principio de cada epístola, el Señor habla a una iglesia determinada (2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14), pero al final de todas las epístolas, la Palabra dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Lo que el Señor dijo a la iglesia en Efeso lo debían oír todas las iglesias. Cada epístola constituyó una palabra específica para cierta iglesia, pero esta palabra debía ser escuchada y acatada por todas las iglesias.

Por una parte, los ancianos de las iglesias tienen el derecho y la posición de llevar a cabo la administración local de las iglesias independientemente; por otra, todas las iglesias deben escuchar lo que los apóstoles recibieron de Dios, lo cual es la enseñanza del Nuevo Testamento. Por un lado, las iglesias son locales separadas; por otro, todas las iglesias locales son el Cuerpo de Cristo, el cual es un organismo y no una federación, una organización. Nos reunimos como iglesias locales separadamente conforme a lo que dice el Nuevo Testamento, pero todas las iglesias locales son el Cuerpo de Cristo.

Me gustaría añadir que en nuestra comunión muchos de nosotros estamos acostumbrados a decir: “El hermano Lee dice...” Les ruego que de aquí en adelante no digan: “El hermano Lee dice...”, sino que debemos decir: “En 1 Timoteo dice...”; o: “En 1 Corintios dice...”. Desde que llegó el recobro del Señor a los Estados Unidos, les he transmitido la palabra del Señor. Ustedes habían recibido la palabra del Señor por medio de lo que yo decía, por medio de mi enseñanza, pero lo que hablé era palabra del Señor. Todos necesitamos regresar a la Palabra pura de Dios y discernir exactamente lo que dice.

La enseñanza de los apóstoles es el verdadero liderazgo

En 1986 convocamos un entrenamiento de ancianos para hablar sobre la unanimidad (véase Elders’ Training—Book 7—One Accord for the Lord’s Move [Entrenamiento de ancianos, libro 7: La unanimidad para el mover del Señor], publicado por Living Stream Ministry). Durante esa conferencia hablé del liderazgo de los apóstoles en el ministerio del Señor, pero creo que algunos no entendieron exactamente lo que dije. Debido a este malentendido, di los últimas dos mensajes en el entrenamiento del verano de 1987 sobre este asunto (véase los capítulos dieciocho y diecinueve de La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria, publicado por Living Stream Ministry). En

aquellos mensajes mencioné que el liderazgo en el ministerio neotestamentario en realidad no es llevado a cabo por una sola persona que ejerza control. Al contrario, tenemos una revelación que nos controla, la cual está en un solo ministerio que se lleva a cabo mediante los que introducen la revelación del ministerio.

En los cuatro evangelios, el Señor Jesús era quien dirigía. Ese era el liderazgo que se hallaba en una persona. El Señor Jesús era el dirigente y tomaba la iniciativa. El Señor Jesús envió a Sus discípulos a ciertos lugares. Sus discípulos debían obedecer todo lo que El decía. En los Hechos y en las epístolas, Pedro y Pablo debían ser los dirigentes, pero casi nunca enviaban a nadie a hacer la obra. Todos los obreros que salían eran enviados por el Espíritu Santo. Hechos 13 nos dice que en Antioquía Bernabé y Saulo fueron “enviados por el Espíritu Santo” (v. 4) a los gentiles. Por supuesto, Pablo mandó que algunos de los hermanos jóvenes que estaban íntimamente relacionados con él, como Timoteo y Tito, fueran a ciertos lugares e hicieran ciertas cosas (1 Co. 4:17; Tit. 1:5). Pablo les dijo a Timoteo y a Tito que vinieran, y ellos recibieron estas órdenes (2 Ti. 4:9; Tit. 3:12). Pero hay por lo menos un caso en 1 Corintios 16:12 que debemos ver: “Acerca de nuestro hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera quiso ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad”. Pablo tenía una gran carga de ayudar a los corintios a resolver sus problemas, los cuales estaban relacionados con él y con Apolos. Por eso Pablo esperaba que Apolos fuera a los corintios personalmente. Pablo no dice que mandó a Apolos. Dijo: “Le rogué”. Rogar a alguien que haga algo es muy distinto de darle una orden. Pablo dijo: “Mucho le rogué... mas de ninguna manera quiso ir”. Aunque Pablo le rogó, Apolos tenía la libertad de no hacerle caso. Y no hizo lo que Pablo quería. Apolos dijo que iría cuando tuviera la oportunidad. Parece que éste es un versículo insignificante, pero es esencial para la verdad en cuanto al liderazgo. Este versículo comprueba firmemente que Pablo no ejercía ningún control sobre la obra del Señor.

Pablo no era el líder del mover neotestamentario de Dios en el sentido de mandar a los colaboradores a que hicieran ciertas cosas. Pedro y Pablo no eran estrictos en cuanto a vigilar las acciones de los colaboradores. No había problema si rogaban a algún colaborador que hiciera algo, y éste no quería hacerlo. Pero todos los apóstoles eran muy estrictos en cuanto a su enseñanza. En 1 Timoteo 1:3-4 Pablo rogó a Timoteo a quedarse en Efeso para que mandara a ciertas personas que no enseñaran cosas diferentes a la economía neotestamentaria de Dios. Los apóstoles no toleraban ninguna enseñanza que fuera distinta de la economía neotestamentaria de Dios. El apóstol Juan, ya de edad avanzada, dijo en su segunda epístola a los santos que no recibieran a nadie que trajera una enseñanza que no concordase con la enseñanza de Cristo (vs. 9-10). Dijo que estas personas iban más allá de la enseñanza de Cristo. Esto significa que fueron más allá de la

enseñanza en cuanto a Cristo, la cual es la enseñanza fundamental del Nuevo Testamento, la enseñanza de los apóstoles. Juan era estricto hasta el punto que incluso mandó a los santos que ni siquiera saludaran a tales personas. En la enseñanza, los apóstoles eran muy estrictos. Esto comprueba que la enseñanza de los apóstoles es el verdadero liderazgo en el Nuevo Testamento.

CAPITULO CUATRO EL LIDERAZGO NEOTESTAMENTARIO

Lectura bíblica: Hch. 2:36; 5:31; Ap. 1:5; Ef. 1:22; Col. 1:18; 1 Co. 11:3; He. 13:24; Ro. 12:8; 1 Ti. 5:17; 3:2; 1 P. 5:2-3; 1 Ts. 5:12; He. 13:17; Gá. 2:7; Ro. 11:13; 1 Co. 16:12; 1 Ti. 1:3-4; 2 Jn. 9-11; 2 Co. 13:10; 1 Co. 4:17b-21; 7:17b; 16:1; 11:2; 2 Ts. 3:6, 9, 12, 14; 1 Co. 1:10; 5:11-13; 11:34b; 2 Co. 10:6; Hch. 14:23; Tit. 1:5; 1 Ti. 5:19-20; Ex. 28:29-30; Nm. 27:15-23; 1 S. 3:1, 19-21; Hch. 15:6, 23, 28; 2:42; 13:1

BOSQUEJO I. Cristo como Cabeza:

A. Dios hizo a Cristo Señor y Cristo—Hch. 2:36. B. Cristo fue exaltado por Príncipe sobre todos los gobernadores—Hch. 5:31. C. Cristo fue hecho Soberano de los reyes de la tierra—Ap. 1:5. D. Cristo fue puesto por Cabeza sobre todas las cosas y dado a la iglesia—Ef. 1:22. E. Cristo es la Cabeza de la iglesia—Col. 1:18. F. Cristo es la Cabeza de todo varón que esté bajo la autoridad de Dios—1 Co. 11:3.

II. El liderazgo en la vida de iglesia: A. Los ancianos dirigen diligentemente en la vida de iglesia—He. 13:24; Ro. 12:8. B. Los ancianos laboran al enseñar a los santos—1 Ti. 5:17b; 3:2. C. Los ancianos pastorean la iglesia, la cual es el rebaño de Dios, velan por ella

conforme a Dios y son ejemplos para el rebaño, sin señorío sobre el rebaño—1 P. 5:2-3.

D. Debe ser respetado, obedecido y honrado por los santos—1 Ts. 5:12; He. 13:17; 1 Ti. 5:17a.

III. El liderazgo en el ministerio: A. Pedro tomaba la iniciativa en el ministerio neotestamentario entre los judíos—

Gá. 2:7b. B. Pablo tomaba la iniciativa en el ministerio neotestamentario entre los gentiles—

Gá. 2:7a; Ro. 11:13. C. El liderazgo en el ministerio neotestamentario reside más en la enseñanza

neotestamentaria que en los líderes del mismo: 1. Los que dirigen no son estrictos al instruir a sus colaboradores—cfr. 1 Co.

16:12. 2. Los que dirigen son estrictos en la enseñanza del Nuevo Testamento—cfr.

1 Ti. 1:3-4; 2 Jn. 9-11. D. La autoridad delegada de Dios yace en los que dirigen:

1. Para edificar y no para derribar—2 Co. 13:10. 2. En su enseñanza—1 Co. 4:17b-21; 7:17b; 16:1; 11:2; 2 Ts. 3:6, 9, 12, 14. 3. En el hecho de que resuelven los problemas y los asuntos prácticos de las

iglesias—1 Co. 1:10; 5:11-13; 11:34b. 4. En el hecho de que castigan la desobediencia de los santos—2 Co. 10:6. 5. En el hecho de que nombran a los ancianos y se relacionan con ellos—

Hch. 14:23; Tit. 1:5; 1 Ti. 5:19-20. IV. El gobierno de Dios en la administración de las iglesias:

A. No es una autocracia ni una democracia, sino una teocracia. B. El gobierno teocrático del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento:

1. Mediante el sacerdocio con el Urim y el Tumim—Ex. 28:29-30; Nm. 27:15-23.

2. Mediante la coordinación de los profetas—1 S. 3:1, 19-21.

C. El gobierno teocrático de las iglesias en el Nuevo Testamento: 1. Por medio del Espíritu que mora en el espíritu de los apóstoles y los

ancianos, que son los sacerdotes neotestamentarios, con la revelación de la enseñanza neotestamentaria—Hch. 15:6, 23, 28; 2:42; 1 Ts. 5:12; 1 Ti. 3:2; 5:17.

2. Por medio de la coordinación de los profetas neotestamentarios—Hch. 13:1.

En este capítulo tendremos más comunión en cuanto al liderazgo neotestamentario. El liderazgo apropiado es indispensable. En cualquier institución humana se necesita liderazgo. Si un país tiene un presidente excelente, ese país será un país excelente. Por otro lado, si el liderazgo es pobre, el pueblo de tal país sufrirá. Incluso en una familia, tener el liderazgo apropiado ayuda a todos los miembros de la familia. Hay confusión y desorden si falta el liderazgo apropiado. Dios no es un Dios de confusión, sino de paz y de orden (1 Co. 14:33, 40). Ninguna situación confusa proviene de Dios; todo lo relacionado con El siempre está en orden. El universo es inmenso, pero los billones de seres que están en él están en orden. Debido a que toda creación está en orden, la tierra está en una condición pacífica y reposada. Sin embargo, un pequeño desequilibrio a este orden haría que la tierra fuera inhabitable.

Debido a que Dios creó al hombre, todo lo relacionado con su cuerpo físico está en orden. Si nuestro cuerpo experimenta el más pequeño desorden, nos enfermamos y sufrimos. Del mismo modo que nuestro cuerpo físico está en un orden apropiado, la iglesia, el Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:27; Ef. 1:22-23), también tiene orden. Algunos han dicho que puesto que la iglesia es de los santos, los santos que están en la iglesia son iguales en todo aspecto, y no hay liderazgo ni autoridad delegada entre ellos. Este es un viento de enseñanza (Ef. 4:14) que perturba a la iglesia y le trae desorden. La Biblia dice que la iglesia es la iglesia de Dios (1 Co. 1:2; 10:32), la iglesia de Cristo (Ro. 16:16) y la iglesia de los santos (1 Co. 14:33). No existe versículo en la Biblia que nos diga que la iglesia es la iglesia de los apóstoles. Los apóstoles nunca se proclamaron dueños de la iglesia, sino que predicaban que Cristo Jesús es el Señor y que ellos eran esclavos de las iglesias (2 Co. 4:5). Sin embargo, esto no significa que todos los miembros del Cuerpo sean cabezas. La igualdad de todos los miembros sin que haya liderazgo entre ellos no concuerda con lo que Dios dispuso.

Cuando el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento llegó a ser una entidad colectiva, existía un orden entre ellos. Del mismo modo, en todo el Nuevo Testamento podemos ver que Dios está en contra de cualquier confusión. Debemos ver la verdad en cuanto al liderazgo neotestamentario conforme a la Palabra pura de Dios. La Biblia es nuestra “constitución”. En un país democrático como los Estados Unidos, la autoridad más elevada no reside en el presidente ni en el congreso, sino en la constitución. Para resolver cualquier caso, debemos regresar a nuestra “constitución”, la Biblia.

CRISTO COMO CABEZA

En cuanto al liderazgo neotestamentario, la Biblia primero habla de Cristo como Cabeza. La Cabeza de todo el universo es el Señor Jesucristo.

Dios hizo a Cristo Señor y Cristo

Dios hizo a Cristo Señor y Cristo (Hch. 2:36). El Señor, como Dios, era el Señor siempre (Lc. 1:43; Jn. 11:21; 20:28). Sin embargo, en Su encarnación, se hizo hombre; el Creador se hizo un ser creado. Como hombre fue hecho Señor en Su ascensión después de que introdujo Su humanidad en Dios al resucitar. Además, El como Aquel que Dios envió y ungió, era Cristo desde el momento en que nació (Lc. 2:11; Mt. 1:16; Jn. 1:41; Mt. 16:16), pero como tal, fue hecho oficialmente el mismo Cristo de Dios en Su ascensión.

Dios hizo del hombre Jesús Señor para que sea la Cabeza y el dueño de todo. Ningún fundador de ninguna religión, como por ejemplo Mahoma o Buda, fue llamado Señor. Sólo Cristo Jesús es el Señor. Nosotros como cristianos entendemos que Jesús es nuestro Señor. Especialmente en tiempos difíciles o incluso cuando algo bueno se nos presenta, frecuentemente lo primero que decimos es: “¡Oh Señor!” ¡Cuán bueno es tener a Jesús como Señor! Jesús fue hecho Señor de todos (Hch. 10:36), para ser el dueño de todos. Si uno no tiene a Jesús, carece de dueño. Jesús también fue hecho el Cristo en Su resurrección y en Su ascensión para llevar a cabo la comisión de Dios, o sea, Su plan y Su economía eterna. El Señor es el dueño, y Cristo es el que actúa. El es dueño de todo y cumple la comisión de Dios.

Cristo fue exaltado por Príncipe sobre todos los gobernadores

Cristo fue exaltado por Príncipe sobre todos los gobernadores. Hechos 5:31 dice: “A éste Dios ha exaltado a Su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”. El nos salva como Príncipe, el que dirige. Puesto que El controla todas las cosas, El tiene el poder, la autoridad y la capacidad de salvarnos. Fuimos salvos bajo Su liderazgo. El tiene la autoridad y el poder, si desea, incluso para deponer a un rey para salvar a uno de entre Su pueblo. El relato de Faraón y el pueblo de Israel en Éxodo demuestra la autoridad y el poder del Señor para salvar. En Egipto Faraón tenía a todo el pueblo de Israel bajo esclavitud, y Dios envió a Moisés para que le dijera que dejara salir a Su pueblo (Ex. 5:1). Cuando Faraón se negó a hacerlo, el Señor envió sobre él las plagas, y éste pidió a Moisés que rogara al Señor por él (8:8, 28; 9:27-28; 10:16-17). Finalmente, Faraón fue sometido, y dejó libre al pueblo de Israel (11:1; 12:31). El Salvador rescató a Su pueblo mediante Su poder y autoridad.

La autoridad y el poder del Señor como Soberano de todos los gobernantes se refleja en el control que ejerce sobre la situación mundial. He tenido la intención

desde los primeros años de 1940 de evangelizar las regiones del noroeste de China y Mongolia. Nunca pensé que vendría a los Estados Unidos. Sin embargo, por la providencia del Señor en la situación mundial, estoy aquí. Aquel que me trajo a este país es el Soberano sobre todos los gobernadores.

Cristo fue hecho Soberano de los reyes de la tierra

Cristo fue hecho Soberano de los reyes de la tierra (Ap. 1:5). En la tierra han existido muchos reyes, reinas y presidentes, pero el Soberano que está sobre todos éstos es Cristo. Dios hizo a Cristo el Soberano y le exaltó por Príncipe.

Cristo fue puesto por Cabeza sobre todas las cosas y dado a la iglesia y es la Cabeza de la iglesia

Además, Dios dio a Cristo como Cabeza sobre todas las cosas y le dio a la iglesia (Ef. 1:22). Todo lo que Cristo es va dirigido a la iglesia. Cristo es la Cabeza de la iglesia (Col. 1:18). Todo lo que la Cabeza es, ha sido transmitido a la iglesia por la vida que circula en el Cuerpo.

Cristo es la Cabeza de todo varón que esté bajo la autoridad de Dios

Cristo también es la Cabeza de todo varón que esté bajo la autoridad de Dios (1 Co. 11:3). Cristo es la Cabeza de la iglesia, corporativamente y la Cabeza de cada varón, individualmente. Al mismo tiempo, El mismo está bajo la autoridad de Dios. Qué orden tan maravilloso tenemos en el universo. Dios está sobre Cristo, y Cristo está sobre todas las cosas. El como Cabeza de todas las cosas es la Cabeza de la iglesia y de todo varón.

EL LIDERAZGO EN LA VIDA DE IGLESIA

El liderazgo neotestamentario abarca a los ancianos de la iglesia y los que dirigen en el ministerio. No es correcto decir que no existe liderazgo en la iglesia. Incluso en la vida familiar normal hay liderazgo. Cuando los padres no están en casa, se le deja al hermano o a la hermana mayor como el liderazgo sobre los otros hijos. Si los padres y los hijos mayores están ausentes, se deja la nana allí encargada del resto de los hijos. En toda situación se necesita un líder. En la vida de iglesia los ancianos ejercen el liderazgo diligentemente (He. 13:24; Ro. 12:8). Todos los ancianos dirigen en la iglesia. Sin líderes no podríamos tener una vida de iglesia ordenada con sus muchos aspectos, sino que tendríamos confusión.

El liderazgo en la vida de iglesia se lleva a cabo por la labor de los ancianos al enseñar a los santos (1 Ti. 5:17; 3:2) y al pastorear a la iglesia como rebaño de Dios, velando sobre ella conforme a Dios, siendo ejemplos del rebaño, sin ejercer señorío sobre el rebaño (1 P. 5:2-3). Los dirigentes en la iglesia deben guiar en todo aspecto. Deben ser las ovejas que van al frente, las ovejas principales.

Cuando las ovejas que están al frente del rebaño andan, las demás siguen, y cuando las ovejas que están al frente no hacen nada, todo el rebaño tampoco hace nada. Si los servicios sanitarios del local necesitan ser limpiados, los ancianos deben ser los primeros en hacerlo. Los ancianos también deben ser los primeros que salen a predicar el evangelio tocando puertas. Si los ancianos salen a predicar el evangelio, muchos en la iglesia les seguirán. Por otra parte, si los ancianos no toman la iniciativa para salir, sino que simplemente exhortan a los otros santos a que lo hagan, pocos santos saldrán. La manera de ser un anciano no es dar órdenes sino tomar la iniciativa. Si los ancianos laboran enseñando y si pastorean, velan y son ejemplos del rebaño, todos los santos les respetarán y obedecerán su liderazgo.

Los santos deben respetar, obedecer y honrar a los ancianos (1 Ts. 5:12-13; He. 13:17; 1 Ti. 5:17). El honor dado a los ancianos puede incluir bienes materiales. Algunos ancianos no tienen un trabajo secular porque están muy ocupados en los asuntos prácticos de la iglesia. No tienen ingresos pues viven por fe. Los santos deben honrarles con bienes materiales. Este es el debido orden apropiado con una situación apropiada y bella en la vida de iglesia.

EL LIDERAZGO EN EL MINISTERIO

Pedro tomaba la iniciativa en el ministerio neotestamentario entre los judíos

y Pablo tomaba la iniciativa en el ministerio neotestamentario entre los gentiles

El liderazgo neotestamentario también incluye el oficio de tomar la iniciativa en el ministerio. Pedro lo hizo en el ministerio neotestamentario entre los judíos (Gá. 2:7b). Podemos ver cómo Pedro dirigía en el ministerio en los primeros doce capítulos de Hechos. Pablo dirigía en el ministerio neotestamentario entre los gentiles (Gá. 2:7a; Ro. 11:13) en los últimos dieciséis capítulos de Hechos.

El liderazgo en el ministerio neotestamentario reside más en la enseñanza neotestamentaria que

en los líderes del mismo

El liderazgo en el ministerio neotestamentario reside más en la enseñanza neotestamentaria que en los líderes del mismo. En los Estados Unidos el liderazgo del país reside más en la constitución que en el presidente. El factor crítico del gobierno es la constitución. Del mismo modo, el liderazgo del Nuevo Testamento no se encontraba en la persona de Pedro ni en la de Pablo, sino en su enseñanza. Si Pedro o Pablo se hubiera apartado de su enseñanza, los santos no les habrían seguido. Las iglesias siguieron la enseñanza de los apóstoles y a ellos mismos porque tenían la enseñanza neotestamentaria. Los apóstoles guardaban su enseñanza, estaban en ella y eran uno con ella.

En 1934 hubo un conflicto en la iglesia en Shanghai dirigido principalmente contra el hermano Nee. En aquellos tiempos le aseguré que yo le seguía incondicionalmente, no por quién era él, sino por la enseñanza y la revelación que había traído al recobro del Señor. El hermano Nee y yo no nos habíamos conocido antes; no nos unía ningún afecto personal. El dirigía, y yo le seguía porque él tenía la revelación en su enseñanza y guardaba la revelación. También le dije que si un día se desviaba de la revelación que nos había presentado, yo seguiría la revelación, mas no a él.

Hoy día, debido a la rebelión actual en el recobro del Señor, algunos santos están tratando de vindicarme. Pero a mí no me interesa ser vindicado. Lo que se debe vindicar es la enseñanza que tenemos en el recobro del Señor. Las iglesias del recobro del Señor no siguen a un hombre, sino la enseñanza de este ministerio. No obstante, seguir la enseñanza y no al ministro no significa que se deba rechazar al ministro. Algunos han torcido lo que dije en cuanto a que no se sigue a un hombre sino su enseñanza y afirman seguir mi enseñanza, pero al mismo tiempo me rechazan a mí. Ni siquiera los estudiantes de una escuela pueden recibir la enseñanza y rechazar al maestro. Lo que el ministerio en el recobro del Señor ha presentado a las iglesias concuerda con la enseñanza neotestamentaria de los apóstoles. Por esta razón, tengo paz. No me preocupan los conflictos que surjan en la iglesia, pues no pueden derribar el ministerio neotestamentario.

Algunos han enseñado erróneamente que las iglesias locales son autónomas, que una vez que un apóstol establece una iglesia local y nombra a los ancianos, ya no tiene relación con esa iglesia ni debe inmiscuirse en sus asuntos. Esto no concuerda con la Biblia. El apóstol Pablo estableció iglesias, y nombró a los ancianos de las iglesias (Hch. 14:23. Tit. 1:5). Sin embargo, después de esto no se los dejó a su suerte. Visitó la iglesia en Efeso después de que ésta había sido establecida y permaneció allí tres años. Después, mientras regresaba a Jerusalén, no se olvidó de la iglesia en Efeso. Hechos 20 nos dice que de Mileto envió palabra a Efeso y llamó a los ancianos de la iglesia (v. 17). Ellos vinieron a él, y les habló por largo rato advirtiéndoles, instruyéndoles e incluso exhortándoles. Hechos 20:31 dice: “Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno”. El versículo 20 dice: “Y como nada de cuanto os pudiera aprovechar rehuí anunciaros y enseñaros, públicamente y de casa en casa”. Sin duda, les enseñó a los santos de Efeso en cuanto a la economía de Dios y en cuanto a su vida diaria, declarándoles todo lo que era provechoso. Les dijo a los ancianos en los versículos 29 y 30: “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. Esto muestra cuánto le preocupaba a Pablo el futuro de la iglesia en Efeso. Pablo también les

escribió una epístola a los efesios. Esto demuestra que los apóstoles nunca se apartaron de las iglesias que establecieron.

Los que dirigían en el ministerio no eran estrictos en cuanto a dirigir a sus colaboradores. En 1 Corintios 16:12 dice: “Acerca de nuestro hermano Apolos, mucho le rogué que fuese a vosotros con los hermanos, mas de ninguna manera quiso ir por ahora; pero irá cuando tenga oportunidad”. Sin embargo, los dirigentes sí eran estrictos en la enseñanza del Nuevo Testamento (1 Ti. 1:3-4; 2 Jn. 9-11). En 1 Timoteo 1:3 dice: “Como te exhorté, al irme a Macedonia, a que te quedases en Efeso, para que mandases a algunos que no enseñen cosas diferentes”. En 2 Juan 9-10 dice: “Cualquiera que se extravía, y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios ... Si alguno viene a vosotros, y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Regocíjate!” Los apóstoles no eran estrictos al dirigir a un colaborador, como en el caso de Apolos, para que fuera a cierto lugar. Sin embargo, eran estrictos en cuanto a la enseñanza neotestamentaria. Esto comprueba que el verdadero liderazgo en el ministerio yace en la enseñanza de los apóstoles.

La autoridad delegada de Dios yace en los que dirigen

El Nuevo Testamento nos muestra la autoridad delegada de Dios que yace en los dirigentes en el ministerio. En una familia existe una autoridad delegada, y en el gobierno humano también. Sin las autoridades delegadas, el mundo entero sería una anarquía y un caos, y no se podría vivir en él. Hoy, un viento de enseñanza existe en el recobro del Señor que dice que no hay autoridad delegada en la iglesia. Según esa enseñanza, el hermano Nee está equivocado en su libro Authority and Submission [Autoridad y sumisión]. Si el hermano Nee estuviera equivocado, la Biblia también estaría equivocada porque la Biblia revela claramente la autoridad delegada de Dios en la vida de iglesia y en el ministerio.

La autoridad que Dios delegó a quienes puso en el ministerio tenía como fin que ellos edificaran y no derribaran (2 Co. 13:10). Pablo tenía autoridad, no para destruir, sino para edificar. La autoridad delegada de Dios radicaba en la enseñanza de los dirigentes (1 Co. 4:17b-21; 7:17b; 16:1; 11:2; 2 Ts. 3:6, 9, 12, 14). Pablo ejercía su autoridad en su enseñanza. El enseñaba lo mismo en todos los lugares y en todas las iglesias (1 Co. 4:17b), y las iglesias le obedecían. Esta fue una demostración de la autoridad delegada de Pablo. La autoridad siempre sigue las palabras apropiadas. Un maestro de escuela habla con autoridad. Cuando el maestro habla, todos los estudiantes están bajo su autoridad.

El liderazgo en el ministerio se ejercía resolviendo los problemas y los asuntos prácticos de las iglesias (1 Co. 1:10; 5:11-13; 11:34b). Pablo era firme al relacionarse con la iglesia en Corinto. En 1 Corintios 4:21 dijo: “¿Qué queréis?

¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?” En 11:34 dijo: “Las demás cosas las pondré en orden cuando yo vaya”.

El liderazgo en el ministerio también se ejercía castigando la desobediencia de los santos. En 2 Corintios 10:6 Pablo dijo: “Y estamos prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”. Pablo tenía la intención de castigar toda la desobediencia cuando los corintios mismos hubieran aprendido la obediencia.

El liderazgo en el ministerio también se ve en el nombramiento de los ancianos y la relación con ellos (Hch. 14:23; Tit. 1:5; 1 Ti. 5:19-20). En 1 Timoteo 5:19-20 se demuestra que los apóstoles tenían la autoridad no sólo de nombrar ancianos, sino también de juzgarlos, incluyendo la autoridad de deponerlos. Esto nos muestra que los apóstoles eran la autoridad delegada de Dios.

EL GOBIERNO DE DIOS EN LA ADMINISTRACION DE LAS IGLESIAS

Incluso entre los hijos de Israel en el Antiguo Testamento, Dios tenía un gobierno para llevar a cabo Su administración a fin de cumplir Su propósito. Dios también tiene Su gobierno en la administración de las iglesias en el Nuevo Testamento.

No es una autocracia ni una democracia, sino una teocracia

El gobierno de Dios no es una autocracia ni una democracia, sino una teocracia. Una autocracia es una dictadura, y en la democracia gobierna el pueblo. Hablando en términos humanos, la democracia es maravillosa, pero introducir la democracia en la iglesia es introducir las opiniones del pueblo. Esto es similar a lo que ocurría en la iglesia en Laodicea que se menciona en Apocalipsis 3. La palabra Laodicea en griego significa “la opinión del pueblo”. En el gobierno de los Estados Unidos, los congresistas y los senadores representan los estados para expresar la opinión del pueblo. Dios no gobierna la iglesia de esa manera. El gobierno de Dios en la iglesia es una teocracia.

El gobierno teocrático del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento

El gobierno teocrático del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento se llevaba a cabo mediante el sacerdocio con el Urim y el Tumim (Ex. 28:29-30; Nm. 27:15-23). Los sacerdotes que estaban en el sacerdocio tenían una íntima relación con Dios, eran uno con El. Dios se podía abrir a ellos, y ellos podían abrirse a Él, para entenderse mutuamente. Tenían la capacidad de recibir la revelación de Dios, Sus palabras, Su oráculo.

El sumo sacerdote llevaba un pectoral con doce piedras preciosas que llevaban los nombres de las doce tribus de Israel. Dos entidades eran añadidas al pectoral, llamadas el Urim y el Tumim. Urim significa luz, y Tumim significa perfección. El Urim iluminaba las piedras que estaban en el pectoral. Los nombres de las doce tribus de Israel que estaban en las doce piedras contenían sólo dieciocho de las veintidós letras del alfabeto hebreo. Por tanto, al pectoral le faltaban cuatro letras hebreas. El Tumim era añadido al pectoral que llevaba estas letras adicionales para completar el alfabeto hebreo. Esto significa la perfección.

Cuando el sumo sacerdote entraba en la presencia de Dios, recibía las palabras de Dios al iluminarse el Urim sobre las doce piedras del pectoral, incluyendo las veintidós letras del alfabeto hebreo, incluyendo el Tumim. El pectoral era como una máquina de escribir que formaba palabras, frases y oraciones. Por consiguiente, Dios hablaba a los hijos de Israel mediante el sumo sacerdote con el Urim y el Tumim. (Para ver más detalles en cuanto al pectoral con el Urim y el Tumim, véanse los mensajes 123 a 129 de Life-study of Exodus, págs. 1381-1434).

El gobierno teocrático del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento también se llevaba a cabo mediante la coordinación de los profetas (1 S. 3:1, 19-21). Estos fortalecían el sacerdocio cuando éste estaba débil. Por esta razón, se necesitaban tanto los sacerdotes como los profetas.

El gobierno teocrático en las iglesias en el Nuevo Testamento

El gobierno teocrático en las iglesias en el Nuevo Testamento se lleva a cabo por medio del Espíritu que mora en el espíritu de los apóstoles y los ancianos, que son los sacerdotes neotestamentarios, con la revelación de la enseñanza neotestamentaria (Hch. 15:6, 23, 28; 2:42; 1 Ts. 5:12; 1 Ti. 3:2; 5:17). El Urim y el Tumim que estaban en el pectoral del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento tipifican al Espíritu revelador, el Espíritu Santo, quien mora en nuestro espíritu receptor, nuestro espíritu regenerado. Estos dos espíritus mezclados constituyen en conjunto el Urim y el Tumim de hoy. Cuando los apóstoles y los ancianos como sacerdotes neotestamentarios van al Señor y le esperan para que El administre en la iglesia, ciertamente reciben luz y palabras del Señor. De este modo, recibimos las palabras de Dios en la administración de la iglesia para llevar a cabo Su gobierno teocrático.

Este gobierno también se lleva a cabo por medio de la coordinación de los profetas neotestamentarios (Hch. 13:1). En una iglesia local siempre debe haber profetas que confirmen nuestro sentir interior. Este es el gobierno teocrático del Nuevo Testamento por el cual Dios administra la iglesia para llevar a cabo Su economía neotestamentaria.

Ahora examinemos la aplicación práctica de todo lo mencionado, en una iglesia local. Cuando los ancianos de una iglesia local van al Señor, lo hacen como sacerdotes. Puesto que llevan la responsabilidad de ser ancianos, quieren saber cómo dirigir, enseñar, pastorear, vigilar y cómo ser ejemplos. Por consiguiente, tienen que orar juntos y esperar al Señor. Mientras oran y tienen comunión, el Espíritu, que mora en ellos, les habla y los ilumina internamente. En su espíritu regenerado recibirán algo del Señor. Luego se dan cuenta de la manera en que el Señor quiere que dirijan, pastoreen, vigilen y sean ejemplos. Puesto que esto tal vez no sea suficiente, se encuentran los profetas en las iglesias. Lo que los profetas hablan fortalece la manera en que los ancianos entienden la voluntad de Dios. Los ancianos y los profetas funcionan de este modo, lo cual constituye el gobierno en el que Dios administre en Su iglesia a fin de cumplir Su propósito eterno.

El gobierno teocrático en las iglesias en el Nuevo Testamento concuerda con el Espíritu vivificante como la consumación del Dios Triuno que mora en los que dirigen. Cuando éstos acuden al Señor en busca de ser guiados por El, reciben entendimiento interno. Cuando los profetas profetizan, lo que dicen fortalece el sentir de los que dirigen. El resultado de esta coordinación divina entre los sacerdotes y los profetas neotestamentarios en el Cuerpo de Cristo es la bendición enviada por Dios (Sal. 133:3). Espero que todos nosotros entendamos claramente el liderazgo neotestamentario, incluyendo Cristo como Cabeza, el liderazgo en la vida de iglesia, el liderazgo en el ministerio y el gobierno de Dios en la administración de las iglesias.