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Buenas prácticas de manufactura

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  • ATAHUALPA YUPANQUI: LA PALABRA DESDE EL SILENCIO

    Marcela Gloria Romano1

    Piedra Sola, de Atahualpa Yupanqui, publicado por primera vez en 1940, con algunos poemas reeditados y levemente modificados en libros posteriores como Guitarra, de 1960, y El Payador Perseguido, de 1972, es un breve poemario cuyo subttulo, Poemas del Cerro, ya advierte sobre la contextualizacin cultural y expresiva que confirmar posteriormente el libro: el noroeste andino es, en Piedra Sola, el paisaje temtico dominante, desplegado a partir de alusiones a elementos de la naturaleza, tipos humanos regionales, preocupaciones caractersticas. Asimismo, la prtica potica recupera, en gran parte del corpus, una forma de escritura, oral, tradicional -la de la copla-, actualizada en su nivel de lengua propio, estilizacin2 que permite encuadrar el texto dentro del sistema literario de "proyeccin folklrica"3.

    1 Universidad Nacional de Mar del Piala 2 Segn Bajtin y su dibujo de los modos de intcrtextualidad, "en el caso dc que la

    palabra del autor se presente de modo que se precisa su caracterizzcin o tipicidad en relacin con una persona determinada, con una cierta posicin social, con una manera artstia especial, estamos frente a una estilizacin, ya sea sta una estilizacin literaria habitual, ya un discurso oral estilizado". Cfr. Mikail Bajtin, La potica dc Dostoievsky. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1981: 260.

    3 Todava nos parece sumamente esclarccedorala distincin que Augusto Ral Cortazar realiza entre "folklore literario" y "literautra folklrica", concedindole a esta ltima la cualidad de constituirse en "proyeccin" del primero. Y especifica sus rasgos: "a) Son expresiones de fenmenos folklricos; b) producidas fuera de su mbito geogrfico y cultural, c) por obra dc personas determinadas o determinablcs, d) que se inspiran en la realidad lolklrica, e) cuyo estilo, formas, ambiente o carcter trasuntan y reclaboran en sus obras f)

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  • ROMANO. M C. Atahualpa yupanqui

    Nuestro trabajo se detendr especficamente en la confirmacin paulatina de un presupuesto: existe en Piedra Sola la constitucin de una potica peculiar, una potica desde el silencio la cual, dibujada a lo largo del poemario por la misma escritura, remite referencialmente a una instancia antropolgica que la contiene: el mundo indgena de los Andes, su filiacin armnica con el medio, su natureza esencialmente contemplativa.

    Ya la dedicatoria, que junto con el ttulo y el subttulo, disean el marco paratextual4 de los poemas, esboza un modo particular de poetizar:

    Tierra ma! En el camino de tus montaas encontr mi corazn estas palabras. Lo grande, lo intraducibie, queda dentro de m. Como una msica recndita, amparada en la fuerza csmica de tu silencio. Atahualpa Yupanqui5

    El pretexto prepara, como mencionamos, la recipcin del corpus total, y determina, inicialmente, los sujetos escritrales predominantes y la relacin de homologa que entre s establecem. La dedicatoria comienza con una exclamacin apelativa - Tierra ma! - que tiene como destinatario un "t" especfico: el paisaje de montaa, aqu, como en muchos poemas del libro, humanizado, convertido en sujeto potencialmente dialgico. Un "t" caracterizado, segn vemos hacia el final, por "la fuerza csmica del tu silencio", rasgo que plantea, conceptualmente, una dimensin transccnden-talista que intentaremos delimitar en su diseo potico. El emisor, por us parte, aparece construido como "hablante-autor" de los poemas que siguen, homologndose con el sujeto autorial: "Atahualpa Yupanqui", quien firma la dedicatoria. Este "yo" revela, ya en el pretexto, su concepcin acerca de la prctica potica: en primer lugar, encuentra sus palabras con el "corazn"(poesa entonces, ligada a la vida); luego, y esto interesa especial-mente a nuestra hiptesis, agrega que "lo grande, lo intraducibie, queda

    destinadas al pblico general, preferentemente urbano g) al cual se trasmiten por medios tcnicos e institucionalizados, propios de cada civilizacin y de cada poca". Cfr. Augusto Ral Cortazar. Folklore y literatura. Bs. As.: Eudeba, 1964: 13.

    4 Gcnclle llama de este modo a los materiales textuales que rodean el cuerpo textual central: titulo, subttulos, prefacio, advertencias, etc. y considera su ingerencia como "uno de los lugares privilegiados de la dimensin pragmtica de la obra, es decidir, de su accin sobre el lector". Dfr. Gerard Genette, Palimpsestos. La literatura en segundo grado. Madrid: Taurus, 1990: 11-12.

    5 Cfr. Atahualpa Yupanqui, Piedra Sola. Poemas del Cerro (1940). Bs. As.: Siglo Veinte. 1979: 5.

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    dentro de m. Como una msica recndita...". Lo esencialmente potico es, para el hablante, aquello que no se dice, el silencio, similar al de la montaa y sus secretos interiores. Lo "intraducibie" plantea, entonces, la idea de la insuficiencia de la palabra humana para revelar completamente la realidad, al tiempo que establece, dentro de sta, un nivel existencial de trascendencia asociado con el universo mtico andino6.

    El poema que da nombre al libro, Piedra Sola, instala, desde el principio, la identidad hombre-naturaleza. Si bien este texto no alude direc-tamente al problema que nos ocupa, s ofrece una muestra de la relacin yo-t (naturaleza) en permanente situacin de interlocucin, al tiempo que retrata un elemento de mundo telrico caracterizado, justamente, por la fuerza interior de su silencio, frente a un destino poco feliz, paradigma de la vida humana:

    Para junto al camino Piedra Sola, qu vientos te derribaron de la cumbre?

    Cmo vives tu destino! Piedra Sola, Grandeza que no ha quebrado tu derrumbe...

    (Yupanqui: 7)

    La figura de la piedra vinculada simblicamente a la del hombre se presenta reiteradamente a lo largo del poemario. En muchos de ellos, la piedra es el correlato natural de los duros "trabajos" impuestos por una vida marginal, alusin que impone en el texto, aun cuando tangencialmente, una voz de denuncia. As, en Cumbrea, el hablante se desplaza hacia un "yo" femenino que, desde su propio nivel de lengua, emite su queja:

    Trabajar con mala paga por culpa de mi destino. Toditos quieren golpearme con las piedras del camino...

    (Yupanqui: 72)

    6 Importa destacarla densidad semitica aportada al hablante escritutal por el hablante real, Hctor Chavero, mediante su figura artstica, Atahualpa Yupanqui. El constructo "espectacular" del cantante y compsitor condiciona la recepcin del texto a travs de su seudnimo, su imagen fsica, su vestimenta, el estatuto casi mtico que la opinin le ha conferido. Estos cdigos extratextualcs lo enlazan, naturalmente, con el sujeto del enunciado, cuya constitucin resulta as notablemente enriquecida.

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  • ROMANO. M.G. Atahualpa yupanqui

    Frente a una existencia signada por el dolor y el esfuerzo, el universo interior, inalterable. Ambos costados de la realidad humana se cifran en Piedra y cielo mediante una economa de recursos -pura sustantivacin, versos de arte menor, lexas de tono sentencioso- que seala el esfurezo de sntesis y desnudez expresivas solidarias con la potica conceptualmente buscada:

    Mi vida! Piedras afuera, cielos adentro...

    (Yupanqui: 69)7

    Pero es en el poema Piedras donde este elemento telrico se revela como correlato natural del poderoso silencio del espritu:

    No digo que tengan voz ni que se digan palabras; ocasiones el silencio dice las cosas ms claras...

    ; Algo se dicen las piedras! A m no me engaa el alma. Temblor, sombra o qu s yo... Mesmo que si conversaran...

    ; Malhaya! Pudiera un da vivir as: sin palabras...

    (Yupanqui: 47-8)

    El discurso regionalizado, a cargo de un hablante contextualizable culturalmente, acusa una sencillez absolutamente ligada a la ascesis potica inicialmente planteada. Lenguaje perfectamente decodificable, con una fuerte presencia del sujeto emisor, cuyo saber se genera a partir de un conocimiento intuitivo: "A m no me engaa el alma". Detrs de esta transparencia comunicativa, se esconde, sin embargo, una cuidada retrica de la elipsis: insistencia en el uso de decticos con valor de indefinicin ("algn algo", "algo"), lexas perifrsticas ("o que s yo"), sustantivos que remiten a una semntica dc ambigedad ("Temblor, sombra...), sentencias lecnicas ("Ocasiones el silencio/dice las cosas ms claras..."), utilizacin de puntos suspensivos. Todas estas estrategias, relacionadas algunas de ellas con los modelos retricos de la poesa mstica, conforman un camino potico

    7 Cr. tambin los poemas "Cancin de Cuna", 'El quenero" y "La quena rota". Cfr. Atahualpa Yupanqui, ibidem: 22, 33 y 49 respectivamente.

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    cuya meta es Ia final ausencia de palabras, el silencio pleno de significados, la nada textual sumergida en un estado de contemplacin absoluta: "Mal-haya, pudiera un da/ vivir as: sin palabras...".

    Este programa no surge, por su parte, como una esttica aislada. La prctica potica es, en este sistema cultural, una prctica religiosa, con-vocante de lo sagrado: la ascesis potica pone en estrecho contacto la voz del emisor con la voz universal, csmica, en la que ste se instaura dialgicamente desde su aspiracin al silencio. La concepcin del hombre como microcosmos del orden universal se encuentra cifrada en Copla, donde el trabajo de despojamiento expresivo llega a su mxima porfundizacin en este libro:

    Ver que nos miran de barro Y adentro guardamos cielo! iSaber que nos sienten pidra, y seguir siendo Silencio...!

    (Yupanqui: 11)

    Esta copla se integra mtricamente a las formas de la poesia hispana tradicional y, desde una fisonoma popular, se acerca en el nivel conceptual a preocupaciones de raz metafsica. La exasperacin del afn de brevedad se traduce en la eleccin de una nica estrofa (y de arte menor, que restringe todo posible despliegue retrico y grandilocuente) en la contitucin del poema. Asimismo, su montaje formal acusa nuevamente una filiacin con la escritura elptica. La copla se divide en dos zonas sintcticas unimembres, a la vez subdivididas en pares semnticamente antitticos, girando alrededor de "barro-cielo" y "piedra-Silencio". La utilizacin de verboides infnitovos como ncleos de estos sintagmas despoja la "ancdota" lrica de subjetividad y temporalidad para conferirle un matiz sentencioso de naturaleza generalizadora. Al mismo tiempo, los pares de sustantivos enfrentados se presentan desnudos de toda adjetivacin, concentrando en su significado simblico toda la fuerza semntica de la copla. La especificidad del "silen-cio" al que se alude al final est marcada en el texto por la mayscula, de funcin sacralizadora, para indicar el contraste con la mudez aparentemente estril de la "piedra". Hay a la vez una homologacin entre los primeros trminos de las anttesis, "barro"-"piedras" (contingencia) y "cielo"-"Silen-cio" (ser), alrededor de la cual se plantea el motivo fundamental del poema: la apariencia humana contingente y su verdadeiro destino de eternidad, correlato del Silencio armnico de la naturaleza.

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    Pero en Piedra Sola no slo la "piedra"remite simblicamente al "silencio" universal. Con menor aunque eficaz protagonismo, tambin el agua8 es cifra de este destino trascendente. El poema Agita del pedregal (ttulo que asocia, no arbitrariamente, ambos elementos) disea, paradigmticamente, el perfil de esta voz potica en dilogo con la voz universal:

    Ruidosos corren los ros deshaciendo el arenal; aguas que corren furiosas se enturbian cada vez ms.

    Que eso nunca te confunda, agita del manantial! Sabe que tambin hay fuerzas en tu callado viajar... En mucho nos parecemos, agita del pedregal...

    Nuevamente aqu, como en el caso de la piedra, se elige un elemento "menor", insignificante, de la naturaleza, para exaltar su fuerza interior. En este ejemplo especfico, el hablante se iguala al "t" (agua de manantial), tambin humanizado, rescatando de ella su modo de ser particular: la humanidad, el silencio, la pequeez, la transparencia, enfrentadas con el protagonismo violento y turbio de los "ros".

    Estos sentidos remiten simblicamente a dos modelos de expresin, a dos poticas: aquella que despliega su fuerza "ruidosa" y declamatoria, y la escogida por el hablante, pobre en caudal, casi muda, aparentemente estril. Una potica dc la restriccin, de frutos apenas visibles, pero que esconde, como el agua del manantial, la fuerza interior de la tierra, que permanece, latente, en la palabra no dicha.

    Esta mirada sobre la esttica de Yupanqui resulta incompleta en la medida en que nos hemos restringido a un slo libro, y, dentro de ste, a unos pocos poemas. Sin embargo, consideramos que nuestro breve rastreo ha servido para establecer, al menos superficialmente, uno de los rasgos

    8 Cfr. la presencia de este motivo en los poemas "Noche en el ro", "Candonga", "Siesta", "Yacochay"(Ibidem: 42, 54-55, 56-57 y 88 respectivamente).

    9 La versin del poema aqui escogida es la ltima, publicada dentro de una antologa que acompao a El payador perseguido Bs. As.: Siglo Veinte, 1972: 75. All se modifica la versin inicial en la ltima estrofa, as publicada (Dfr, Piedra Sola: 9-10) En algo nos parecemos, agita del pedregal...!

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  • ROMANO, M.G. Atahualpa yupanqui

    escritrales ms sobresalientes en la produccin potica y cancioneril de Atahualpa: su vinculacin profunda con las formas poticas populares, el encuentro de las mismas con los grandes temas universales, la contextualizacin de stos en un sistema cultural especfico. Un sistema cultural -el indgena de los Andes- que funda, a su vez, una particular concepcin de lo sagrado: la del hombre en armona con la naturaleza, la del reacio silencio de esa naturaleza y de sus hombres como la ms perfecta de todas las palabras. A esta potica tiende, en un esfuerzo calculado de sencillez y despojamiento, que abreva tambin de la sabidura annima popular, la voz de Yupanqui.

    Lelras,Curitiba,n.4 M 2 , p . 135-141,1992-93.Editora da UFPR 141