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    Nueva

    Roma:

    el seoro indgena novohispano

    y su asimilacin poltica

    (La Orden de Caballeros Tecles, el Colegio Imperial

    de Santa Cruz y las nuevas lites de poder local)

    Jess

    Bus tamante Garc a

    Inst ituto de Histo i ia-C SIC '

    Entre 1536 y 1539 tienen lugar en Nueva Espaa una serie de acontecimientos

    soiptoidentes por su singularidad, por su alta significacin simbdica y por sus inqwr-

    tantmas consecuencias sociales y culturales. En primer lugar, el 6 de enero de 1536,

    tan slo quince aos deqms de la conquista de un territorio al que acababa de con

    cederse la condicin jurdica de reino y para el que se acababa de nombrar a don

    Antonio de Mendoza como primer virrey, tuvo lugar la solemne fundacin de una de

    las instituciones ms singulares de toda la historia de la expann europea: el C d ^ o

    Imperial de Santa Cruz de Santiago de atelolco, centro de educacin siq>erior des-

    tinado~en exclusiva a los hijos de la vieja nobleza ind^ena. En s^undolugar, en una

    carta del 10 de diciembre de 1537 que don Antonio de Mendoza dirige al En^terador,

    se comunica que no slo se haban aceptado y asumido a los viejos seores ind^enas

    en la nueva sociedad colonial (son

    los

    teucio, mejor

    dicho,

    teuctnoteteuctine n plural),

    sino que adems el virrey haba decidido ese ao reinstaurar convenientemente cris

    tianizadas e hispanizadas la solemne borden y cerimonias en hacerse Tecles que

    tenan en su gentilidad para hacellos Tecles en nombre de S. M. .En tercer lugar,

    el 30 de noviembre de 1539 tuvo lugar en la ciudad de Mxico un solemne auto de

    fe durante el cual el primer obi^x> y arzobispo de Mxico, Juan de Zumrraga, vino

    a entr^ar al brazo secular para ser quemado por gravsimos delitos contra la autoridad

    ' Este trabajo se insaibe en d proyecto de investigactn de ia DGES PB97-1125, El papel de las

    lites intelectuales en la fonnadn de modelos colectivos: la historiografla natural y poBtica oi el mundo

    hispano, o s xvi-XK.

    ^ E l documento se encuentra en el Archivo General d e Indias (Sevilla),

    P a t n m a lo,

    nm. 184, ramo 27.

    Existe c < ^ parcial en la Real Academia de la Historia,

    Opcin Mu oz,

    voL A/69 (s^natura: 9/4806),

    ftds. 70-72V.

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    JessBustamante Garca

    espaolayla religin cristiana a un personaje puntero de la nobleza indgena, me refiero

    a don Carlos Chichimecatecatl, cadque de Texcoco, triste final que no sera sino el

    principio de toda una serie de conflictos que llevaranareplantearyreconducirlapoltica

    indgenayde ocupacin en suelo americano.

    Tales acontecimientos no fueron hechos casuales ni aislados. Bien al contrario, sur

    gieron d e unos mismos principios y de una misma poltica, que aplicaron unos mismos

    personajes en un plazo de tiempo muy breve. Por eso me parecen excepcionahnente

    adecuados,comotratar de demostrar a continuacin, para intentar comprenderelcom

    plejo proceso social, cultviral y religioso asociado a la incorporacin poltica de aquellas

    nuevas tierras americanas a una Corona de Castilla que ya por entonces se conceba

    a s misma como un nuevo Imperio, mejor

    dicho,

    comovmanueva Roma '.

    Una primera cuestin clave: La nobleza indgena y el control del territorio

    Ante todo es preciso tener muy claro que tanto la conquista como la posterior

    ocupacin,controly explotacin porparteespaolade unosterritoriosen lohimiano

    densamente poblados y en lo poltico altamente organizados slo fue posible por

    la colaboracin de los propios indgenas y especialmente de sus lites dirigentes: los

    seores de la tierra , aquellos

    iatoqueh

    pipiltin, tecles, curacas o caciques, como fueron

    llamados indistintamente segn los lugares y las pocas. Es comprensible, por tanto,

    que en ningn momento se pensara en su marginacin poltica total y, mucho menos,

    en su eliminacin. Bienalcontrario, desde un principio lo queseplantecomoproblema

    fue la forma concreta que deba asumir su reconocimiento legal, no slo porque ellos

    tenanydaban

    legitimidad

    al dominio poltico, en cuanto seores naturales, sino sobre

    todo porque en ellos recaa el papel de inexcusables mediadores a la hora de ejercer

    ese dominio sobre la mayor parte de la poblacin americana y sobre la principal fuerza

    de trabajo.

    Aunque hubo alguna iniciativa anterior, la legislacin que regula este fenmeno

    comenz slo a partir de la conquista de Mxico y, en concreto, con unas ordenanzas

    dadas el 12 de jvilio de 1530 que, entre otras muchas cosas, exigan que gobernadores

    yregidores

    vean la ordenymanera de biuir, que enlosmantenimientosypolica tienenlosnaturales

    yndos en ios pueblos queestumerendebaxo de suGouemacion...[y] se guarde sus buenos

    usos y costumbres en lo que nofuerencontranuestra religin christiana''

    ' Vase la significativa monografia de

    GONZALEZ,

    J . ,

    ha idea de 'Bjama en la Historiogfafio Indiana

    (1492-1550),Madrid, 1981.

    PuGA, V. de,Provisiones, cdulas,instrucciones parael golnemo de la NuevaEspaa (edicin facsimilar

    de la de Mxico, 1563), Madrid, 1 945, fol. 54.

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    NUEVA ROMA: EL SEORO INDGENA NOVOHISPANO Y SU ASIM ILAa N POLTICA

    Esa ordenanza se transfonn de h ech o en un referente jvirdico esencial a lo l a i ^

    de todo el ^ o xvi y buena parte del xvn. En cuanto tal, la enccMitramos r e c o g e

    en la Recopilacin de Leyes de Indias d e 1 6 8 1 ' , pero an duda como se indica en

    la propia

    Recopilacin

    su reformulacin ms fuerte se produjo en una cdula del

    6 d e agosto de 1555 *, por la que:

    Ordenamos y mandamos, que las l^ e s y buenas costumbres, que antiguamente tenan

    loshuisyspara su buen gov ion o y polida, y sus usos y costumles observadasy^tardadas

    despus que son Christianos, y que no se encuoitran con nuestra Sagrada Religin, ni

    con las Iqres de este

    IIMO...

    se guarden y executen, y siendo necessario,

    pa c

    la {e$ente

    las aprobamos

    y

    cixifinnamos

    .

    Y transcribo el texto de la

    Recopilacin

    porque all es donde queda patente con

    mayor claridad su condicin de principio jurdico general y no particular para im terri

    torio,principio que no s consta se aplic sistemticamente ^

    Semejante decisin implic que, casi de inmediato, se plantearan conflictos entre

    encomenderos y caciques acerca de sus respectivos derechos sobre la fuerza de trabajo

    ind^ena, como atestigua, por ejemplo, una cdula relativamente temprana (20 de abril

    de 1533) q ue pretenda resolverlos de un m od o un tanto salomnico ^ P ero lo q ue

    esta medida verdaderamente implic fue la necesidad por parte espaola de ir emitiendo

    sucesivas limitaciones legales a la autoridad d e lo s viejos seor es d e la tierra, limitacicmes

    que desvirtuaron gravemente las bases tradicionales de su autoridad. Primero se intro

    dujeron serias correcciones a ciertas formas de servidumbre indgena que fueron iden

    tificadas con la esclavitud europea, lo que haba generado evidentes injusticias y dis-

    ' Los Govemadores, y lusdas reconozcan c oa panicular atencin la orden, y fecma de vivir de los

    Indios, polida, y disposicin en los mantenimientos..., y goa idoi sus buenos usos, y costumbres en lo qu e

    no fueren contra nuestra Sagrada Religin, como est ordenado por la ley 4. tit 1. lib.

    2., Recopilacin

    de las leyes de los Reyn os de lasIndias (edicin facsimilar de la de Madrid, 1681), 4 vob., Madrid, 1973,

    n, fol. 149.

    ' PuUica el original ccmipleto, dirigido a los indios de k Verapaz,

    I^INEIZX,R. ,

    Coleccin

    d e

    documentos

    para

    la

    historia

    de la

    formacinsocial

    de

    Hispam-Amrica

    149-1810,3 v

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    Jess Bustamante Garca

    torones ''.Mlnieron despus otras medidas para impedir ciertas formas de autoridad

    que se conderaron abusivas, como el recibir como tributo a las hijas de los indios

    o una buena variedad de servicios personales que, siendo formas tradicionales de tri

    butacin por trabajo, no fueron entendidas como tales, sino como simples excesos

    de los caciques que entraban adems en conflicto con los servicios quedebanprestarse

    a los encomenderos y a la sociedad espaola en general' .Hubo incluso vma iniciativa

    para que los caciques menores no fueran llamados seores de pueblos *', aunque

    no I l^ a aplicarse por los graves inccmvenientes que implicaba''*.Y

    lleg

    finalmente

    la limitacin quiz ms grave, la de reducir la autoridad de los seores de la tierra

    a temas exdusivamente civiles y a los penales ms leves, vedndoles toda jurisdiccin

    sobre causas que implicaran mutilaciones, tortura o la propia pena de muerte (todo

    ello reservado a las autoridades espaolas)''.

    Si a esto se une la persecucin de una buena cantidad de las viejas formas de

    representacin y kgitimaci^ de la autoridad p(que estaban asociadas con la idolatra

    y los sacrificios himianos, la prohibicin absoluta de la poligamia (sistema matrimonial

    clave a la hora de estaUecer alianzas polticas y econmicas, as como para obtener

    recursos simblicos y materiales de todo tipo); y si a todo ello aadimos k revisin

    a la europea de los antiguos stemas de tributacin y el descalabro general que para

    d sistema social y poltico ind^ena implic la crisis demoghfica, se comprndela fcil

    mente hasta qu punto se debilit y se vio amenazado el antiguo sistema d e autoridades

    ptehispnico.

    Pero, com o dec&unos,a los

    espaoles

    no les interesaba en absolutosudesarticuladn

    yla

    leffsiarn

    est cuajada,alo

    largo

    de todo d

    siglo

    xvi, de cdulas ordenando respetar

    los privil^os de los cadques '^ pidiendo incluso que se hideran contratos por escrito

    en los que se

    d^ara

    constancia de que se reconoca y mantena su autoridad y sus

    costumbres '^ y sobre todo hubo cdulas ordenando que no se prive a los cadques

    * Espedalmeiite importantes f i a a i las medidas tomadas entre 1530 y 1?39, en su mayora recogidas

    en k>s distintos cedularios y c(Hn[x]aci

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    NUEVAROMA: EL SEORO INDGENA N OVO HKPA NOY SUASIMILACIN POLTICA

    de los cacicatos '^ que no sean despojados de sus cacicazgos, y si lo estuvieren sean

    restituidos en ellos '^ rdenes dirigidas a toda Amrica e IKIUSOaFilipinas^ que,

    junto con otras como la de que los mestizos no puedan ser caciques y, si ya lo son,

    que sean removidos y dados a los indios

    ^ ,

    denotaban por s mismas la debilidad

    cada vez ms acusada de las viejas estructuras de poder as como el surgimiento en

    buena parte imprevisto de una nueva situacin social mucho ms compleja.

    Y es que la interferencia espaola sobre el sistema de autoridades ind%ena incluy

    tambin otra dimensin activa muy diferente a la que acabamos de ver. Y esadimensin

    es la que se refleja con toda claridad en la impresionante iniciativa que tuvo Antonio

    de Mendoza de fundar en 1537 la ya mencionada Orden de los Caballeros Tecles,

    por medio de la cual se trataba de restaurar cristianizado el viejo sistema ritual

    prehispnico para acceder al rango de teuc t in , es decir, de caballeros o, mejor an,

    de seores.

    A la hora de llevar a cabo tal iniciativa el virrey no dud en hacer-previamente

    toda una indagacin etnogrfica sobre cmo era elritualprehispnico

    y

    qu obligaciones

    polticas y morales impona a los que accedan a tal rango ^, c a n el objetivo de aco

    modarlo a la nueva situacin. Se introdujeron as una serie de variantes cuyo ncleo

    qued patente en el juramento formal que deban hacer los atir an tes :

    Yo Fulano juro a Dios i a esta Cruz i Santos Evangelios en que p(Higo mis manos,

    que ser bueno i

    fid

    cristiano,i que en quanto en m fuete i con todas mis iierzas perseguir

    i destruir los sacrificios iidolatras.

    Asimesmo juro de

    ser

    fiel

    leal vasallo del

    Emperadcn:

    Don Gados Re de Espaa i del Prtocipe Don FdUpe, nuestros seores, i que en quanto

    ' Entre muchas posibles, vase, por q'emplo, la secuencia que se recoge en la Ca p ul a t a : Cadqoes

    no sean[vivadosde suscacicatos...Ao de47, en agosto...,yao54...y...ao de60,enmarzo... (COIXDUL,

    XXI,

    p.

    328).

    Tambin muy numerosas, muy significativa la secuencia que apatece en la Ca p ul a t a : Caciques y

    los descendientes de dios, despegados de sus cacica:^ y secHJos. Porque no es razn que por haberse

    convertido a nuestra santa fe sean de pa x c o n d id ^ ni pierdan sus seratos; cuando alguno a quien per-

    tenedere suceder en algn cacicato pidiere justicia, la Audiencia se la haga

    c on

    brevedad y se informe

    de oficio si algunos estn despojados d e sus cadca^sgos, en los cuales los hagan restituir,

    oyendo

    las partes.

    Aos de 59, en junio, libro Per. H, fdio 252, y para el Nuevo Reino, ao de 57, en febrero, Kbto E,

    folio 50, y para Quito, ao de 66, en noviembre, folio 124 (CODOUL, XXI, p. 330). Peto vanse adems

    las de 1557 y 1558 que aparecen en

    i d e m ,

    p. 329, y en la

    Recopi lacin,

    n, fol. 219v, entre otras muchas

    que hubo.

    ^ La Cdula de 11 de junio de 1594 es un texto prcticamente idntico al citado en la nota anterior

    paraPery otros lugares de Amrica; cfi-.Rea^ilacin, U,fol. 221 .

    ' Cdulas del 11 de enero y del 5 de marzo de 1576, enRea^Ucin, n , fol. 220.

    Como ya se indic antes, el documento original con la infoimacin etnogrfica se encuentra en el

    Archivo General de Indias (Sevilla), Patronato , nm. 184, ramo 27, y existe adems una copia en la Real

    Academia d e la Historia,ColeccinMuoz A/69 (signatura: 9/4806), fols. 70-72v. La infcxmacin emogrfica

    fue publicada, a partir de tma copia conservada en Estados Unidos de la copia de la Real Academia, por

    CARRASCO,

    P. , Documentos sobre el rango detecuhtli entre los nahuas tramontanos,

    Tlalocan,

    5, Mxico,

    1966, nm. 2, pp. 133-160.

    19

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    ]estts Bustamante Garca

    en oii fiere allegar su bien i apartarsumal, inoccmsentir en trada ni levantamiento

    que contra S. M. se haga, sino que lu^o que a mi notida

    weagi

    por qualquier va que

    sea lo descubrir i manifestar a la perscHia que tuviere en nombre de S. M. el cargo

    del goviemo desta tierra.

    A lo que se leq^KMtda:

    Yo en nombre de S. M. oshaigsTecles, i mando que os sean guardadas vuestras

    preeminencias i honras, i que podis traer en vuestras mantas i r c ^ de vestir la devisa

    de

    S.M.

    i

    pondla

    i

    tenda en su casa i morada

    ^.

    En otras palabras, la conservacin de las preeminencias y honras vinculadas al

    tango d eteuctmestaba en relacin directa con que los viejos seores aceptaran trans

    formarse en leales vasallos

    y

    en caballeros cristianos activos, una de

    cuyas

    fundones

    principales sera vigilar, combatir y denunciar toda forma so^>echosa de pervivenda

    prehispnica, as como cualquier forma de resistenciaala autoridad espaola, utilizando

    para ello piedsamoite su destacada posidn en la sodedad ind%ena. Exigencia que

    a los espaoles les pareca algo l ^ c o y hasta elemental, pero que para los cadques

    ra algo Uen diferente, pues ese ccMnpromiso que les petmitia l^almente mantener

    su rango era el mismo que frente a la sodedad ind^ena les descalificaba de forma

    inmediata para ejetcerio.

    Pero no es esto ltimo lo que nos interesa ahora, sino la actitud espaola no ya

    de aceptar

    la

    antigua nobleza prehi^nica, dno de identificada

    y

    transformarla de hecho

    en una variante de la baja nobleza espaola con todas sus obligadones y privilegios,

    entre

    ios cuales

    constaba expldtamente el que

    los

    cadques, en cuanto hijosdalgo, ddjan

    ser acq>tados para cargos civiles y edesisticos

    ^

    montar a caballo e induso portar

    armas, cosa que la l^isladn general impeda o impedira muy pronto al comn de

    los ind^enas. Por supuesto, tal actitud estaba en reladn directa con d moddo de

    sodedad a la que se aburaba, inevitablemente seorial y aristocrtica como imponan

    los cnones de la poca.

    Y esa nodn era entonces comn a todos, induidos los misioneros frandscanos

    ms entregados y ejemplares, por eso uno de los mejores cronistas de la evangelizadn

    no tuvo escrpulo alguno en afirmar que

    Real Academia de la listor ia.Coleccin

    Muoz

    A/69 (signatura: 9/4806),id. 72v.

    La frase est tomada casi literalmente d e la lista de Privilegios de Indios qu e figura en losConcilios

    Provinciales Primeroy Seffuidocelehrdosen la muynobley muy leal Gtidad de Mxico,presidiendoel limo,

    y Rm o. Seor D. Fr Alonso de

    Monttrfar

    en losaos de 1555 y 1565

    (Josefa Antonio de H c ^ ) , Mxico,

    1769, H>. J91-392 (referencia en p. 391).

    2

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    NUEVAROMA:

    EL SEORO INDGENA NOVOHISPANOY SU ASIMILACIN POLfnCA

    la ley evang^ka estaba generalmente promulgada en las cabezas, que eran kts seores

    y principales, y por ellos en nombre de todos sus vasallos admitida sin craitradiccite

    alguna^'.

    Al m ai^ n de paralelos nada inocentes con la antigua Roma, que nos hacen pensar

    en CcMistantino, sus edictos y donaciones, lo que esta frase ex{Hesa con toda claridad

    es cmo los evange]2adores recurrieron desde el iNncq>io al mismo sistema y a los

    mismos mediadores utilizados por las autoridades civiles. Tambin para ellos, y por

    los mismos motivos, los seores y la antigua nobleza ind^ena eran figurasoperativas

    centrales e inexcusables.

    Y

    estonos lleva directamente alseguiKlode los acontecimientos

    extraordinarios que mencionamos al principio de esta e3qx)sidn.

    Segunda cuestin

    esencial:

    La formacin de una nueva lite dirigente

    ind^ena

    El 6 de enero de 1536 se produjo la solemne fundacin del Qdegb Imperial de

    Santa CruzdeSantiagode Hatelolco,uncentroque adiferencia delasotrasinstituciones

    educativas para i n d in a s , como la famosa escuda defirayPedro de Gante en Mxico

    o cualquier otra de las numerosas escuelas conventuales (de

    franciscanos,

    dominicos

    o agustinos), fue {Janeado desde el principio como un centro de educacin superior,

    experienda que es la nica en su gnero que conozco (aunque quiz tambin

    k>

    fuera

    el colijo jesuita de Goa fundado en 1541, que de^fms se llamara Seminario de la

    Santa Fe

    ^).

    Por supuesto no e s ste el lugar para hacer la historia de esa ccmocida

    institucin, que por otra parte cuenta con una importante bibliografa aunque est nece

    sitada de revisin . Pero es inevitable detenem os en algunos puntos claves.

    Para empezar hay que decir que ese angular c o l ^ o tuvo ima protohistcnia y que

    su

    constitucinmismadebe inscribirse en ima tradicin educativa ms amplia que, como

    mnimo, se remonta ai ao

    1513,

    es dedr,

    a la

    experiencia antillana.

    Ya

    entonces iq>arece

    MENDIETA, G.

    de,

    Histma EcUsistca

    I nd ia m ,

    Mxico, 1980, p. 257.

    ^ Vase una exposicin general sobre esta iniciativa educativa en

    BOXER, C.

    R , Tbe

    Portt^/ieseS e c m e

    Enpin, LondcMi. 1969, pp. 270-261 .

    La biUiografia sobre este centro es muy ani{dia. Ptimeto los estudios claves todava hoy por la

    documentacin de

    GARCIA

    ICAZBALCETA,

    J.,

    D on Fray Juan

    de

    Zumrragfi primer obispo

    y

    arzobispo

    de Mxico,

    4 vds., Mxico, 1947 (1.* ed., 1881) (cfr. I, pp. 286-301), y suNueva colecdnd edocumentos para lahistoria

    de Mxico, 5

    vob., Mxico, 1886-1892 (cfr. V, pp. 241-271). Despus las monografias dsicas de

    RICARD,

    R.,LaConquista Espiritudde Mxico,Mxico, 1986

    (1.*

    ed., en franc s, 1933) (cfr.^. 332-355);

    OCARANZA,

    F., / bnperial QJepo deIndios de laSanta Cruz deSantiag de Tlatelolco, Mxico, 1934, y BQRGIA STECK,

    Francisco, Elprimer colepo de Amrica , Santa Cruz de Tla teMco, Meneo, 1944. Finalmente k estoifios

    generales, entre otros posiUes, de I&JBAYASHI, J . M. ,l a e d uca c n co m o co nq uis t a , Mxico, 1985 (cfr.

    pp.

    207-284), y

    GMEZ CAEDO, L.,

    Laedttcacin

    de

    losmatpnados durantelapocacolonial.

    Es cud a s y

    coieg/os

    para indios

    y

    mestizos en laNueva

    E^)aa,lAtso,

    1982.

    21

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    Jess Bustamante Garca

    el principio elitista y aristocratizante de que los hijos de los caciques, siendo de trece

    aos arriba, se d a los frailes Franciscanos que los doctrinen . Esa o rden con

    variantes mnimas se reitera al menos e n 1526y1540 para Pe r, en 1538 para Mxico

    y

    para la Terrafirme, en 1554 para el N uevo Reino de G ranada

    y

    en 1567 para Quito ^ .

    En todos los casos el objeto de atencin son los hijos de los caciques y lo que se

    pretende es su adoctrinamiento, lo que implicaba su formacin no slo en lo religioso,

    sino tambin lo que se suele olvidar en las primeras letras, as como rudimentos

    en m odales y formas de cortesa.

    Como se acaba de ver, esta normativa fue comn a toda Amrica y de hecho se

    extendera tambin a F^inas, definiendo de alguna manera el miimo educativo que

    se exigi a las lites indinas. Por eso resulta tan significativa esa decisin singular

    surgida en N ueva E spaa de ensearies adems latinidad con tod as sus consecuencias.

    En realidad no est muy claro cundo y quin plante tal iniciativa. Lo nico que

    puede decirse es que se produjo a partir de 1530, en el contexto de las posibilidades

    que abri la Segunda Audiencia y su presidente Sebastin Ramrez de Fuenleal. Al

    calor de tal situacin, qu e estuvo asociada al reconocimiento d e la autoridad

    y

    privilegios

    de los viejos seores de la tierra (como

    ya

    hemos visto), por una parte se reactiv

    la obra misional y, por otra, la famosa cuestin sobre la capacidad (y racionalidad)

    de los indios adquiri una nueva dimenn y virulencia. Fue entonces cuando hada

    1533 un fraile franciscano, fi:ay Am aldo Bassacio, comenz po r primera vez a ensear

    gramtica y latinidad a los ind^ en as en San Jos d e los N aturales, es decir, en la famosa

    escuela fundada en la ciudad de Mxico por fiy Pedro de Gante ^. Aunque desde

    el principio tuvo una declarada (^x>sicin, que se acentu al observarse que daba resul

    tados positivos 'S lo cierto es que la en ^r es a p ud o seguir adelante al contar con ^>oyos

    tan dedvos como los dd predente de la Segunda Audiencia, Sebastin Ramrez de

    Fuenleal, los del primer vi rr ^ de N ueva E^>aa, Antonio d e M endoza, as como los

    de las princ>ales autoridades de la O rden Franciscana (especialmente fray Jacobo de

    Testera y fiy Garda de Cisneros). Cabe agregar adems d apoyo deddido y muy

    ten ^ra no , aunque no nidal, de o tro poderosofirandscaiK),d primer obispo y arzobispo

    de Mxico, Juan de Zumrraga. Todos Juntos consiguieron la base jurklica, humana

    y finandera necesaria para qu e en 1536 se fundara d nuevo colegio trilinge (e^)aol,

    latn y nhuad) de Santa Cruz, destinado e^lcitamente a la educacin superior de

    los hijos de los ca dq ue s^ .

    * C O D O U L , X X I , p . l 5 4 .

    * CODOUL,

    XXI.

    pp.157-159.

    MENMETA,

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    NUEVAROMA: EL SEORO INDGENA NOVOH KPANOY SU ASIMUAON POIHCA

    A SUiniciacin en gramtica y latinidad segua unctarictdtmique recorra las siete

    artes liberales {trivitmt yqua drivium ), adems de lecturas de las Santas Escrituras y

    rudimentos de teologa, todo ello para un colectivo de unos sesenta colegiales tal

    como unnimemente concuerdan las fuentes relativas a los

    aos

    1536 a 1539

    ^

    Y este

    currcvdum, la extraordinaria calidad de los docentes (todos ellos especialistas desta

    cadsimos en el Si^o de Oro de la Orden Franciscana en Nueva E^>aa), unido a

    la no menos extraordinaria calidad y actividad que demostraron los cdegiales egresados

    de ese centro (figuras claves en la vida poltica, cultural y religiosa de la Nueva Eq>aa

    del siglo

    XVI

    y buena parte del xvn) exigen alguna que otra explicacin, porque sin

    duda estamos ante un fenmeno tan singular como esa no m enos extraordinaria Orden

    de los Caballeros Tecles, slo que en este casosus consecuencias pueden ser fcilmente

    medidas y rastreadasalo la t^ dems devinsiglo.

    Pero por sorprendente que parezca resulta algo problemtico definir cules fueron

    las

    finalidades

    ltimas

    para

    las que se fund tan excepcional institucin.La historic^rafia

    disponible reconoce que era un centro en el que se seleccionaba con esmero a los

    ind^enas que ingresaban en l, debiendo ser todos vastagos y herederos de la antigua

    lite dirigente (aunque algunos consideran esto como mera consecuencia del carcter

    elitista que en aquella poca tena la educacin

    ^ ).

    Hay tambin coincidencia dada

    la fuerza redundante de todo un conjunto de testimonios en que uno de los objetivos

    del Colegio de Santa Cruz era educar desde pequeos a los futuros gobernantes de

    la poblacin nativa dentro de la religin cristiana y la cultura europea, medida orientada

    a favorecer el gobierno

    y

    la evangelizadn.

    Pero

    tal

    cosa fiecomn

    a

    cualquiera de

    las

    escuelaspara indiosquehuboen Amrica

    y, de hecho, era el objetivo ej^lidtado por la Corona para las medidas educativas getie-

    rales que antes hemos mencionado:

    Para que los hijos de los Caciques, que han de govemar a ios Indios, sean desde

    nios instruidos en nuestra Santa Fe Catdica, se fundaron por nuestra Orden algunos

    Colegios...

    En consecuencia, algo tan general no puede

    e qdicar

    la singularidad de Hateiolco,

    ni

    tampoco el hecho e:epcional de que slo all se enseara latinidad,

    artes

    y

    rudimentos

    de teol< ^.

    Eso es lo que preocupaba a Robert Bicard cuando sugiri que ese centro nico

    pudo haber sido pensado para formar una lite dirigente en lo religioso, adems de

    y 1370. Vase adems,postci, tAbco,1990, p. 38.

    Cfr.

    I MAYASHI, Op. cit., pp. 187-189.

    *' As comienza la Ley XI del Ttulo XXID del Libro I de la Re ca p U a d n, I, fol. 122v, en la que se

    sistematiza toda una laiga serie de cdulas reales sobre el tema que comienzan en 1735 .

    23

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    Jestis Bustamante Garca

    en lo poltico. Es decir, que Santa Cniz pudo haber sido pensado com o un seminario

    avant la let tr e para sacerdotes ind%enas. Planteamiento prudentemente dubitativo

    que su traductor al castellano, e l ilustre erudito mexicano ngd M . Garibay, transform

    aunque sin pruebas en una absoluta certeza ^ .

    En realidad no existe cktcumento alguno que permita suponer que el Ccdegio de

    Tlatelolco fuera pensado

    e >ecficamente

    para formar un sacerdocio ind^ena, aunque

    tamln es cierto que esa misma documentacin demuestra que tal posibilidad no haba

    sido rechazada de {dao y hasta parece indicar que s fue parte importante del proyecto,

    al m oios , para algunos de sus promotores iincipales (Zumrra^,xssxjeq>ecalmente).

    Es interesante que ray Bematdino de Sahagn, yo, que me hall en la fundacin

    dd dicho co l^ o

    ,

    al hacer una breve historia de Santa Cruz diga precisamente que

    entre las objedcmes que se presentaron a tal institucin hubo la siguiente: Dedan

    que pues stos no haban de ser sacerdotes, de qu serva enseades la gramtica...

    Frase que demuestra que, al menos pdicamente, el sacerdocio no haba sido una

    finalidad qnesa. Pero lo m s interesante es la re^niesta que, en palabras de Sahagn,

    se dio a tal impedimento:

    Se ks teqxmdkque,puesto caso que no huUesen de sersacerdotes, queramos tener

    sabido a cunto se extiende su bsslidad, lo cual siAdo pt cqperienda podramos dar

    e de

    lo

    que

    oi dios luqr;

    y que ccmforme a su

    habilidad,

    se hada con ellos lo que

    pareciese

    serjusto...**

    Contestadcte impresionante que define al cd^io como un verdadero experimento

    dentro de la discutida cuesticta de la capzaAdel indio y que, adems, confirma que

    los pr(notores de Santa Cruz no nqgaban

    la

    posibilidad de que sus estudiantes pudieran

    ll^ar a ser sacerdotes, si demostraban ser hbiles para ello. Condicin que adems

    no poda u f rs eles legalmente dada su reconocida ccididn nobiliaria, como ya hemos

    visto antes.

    En todo caso d experimento dio resultados muy pronto. Los ind^enas aprendieron

    rpido, eq)ecialmente latn, y Zumrraga dice con humor en una carta del 17 de sep

    tiembre de 1538: tengo sesenta muchadios ya gramticos, que saben ms gramtica

    que yo

    ^ .

    Pero tambin se vio [onto que los jvenes

    IK>

    tendan al sacerdodo, sino

    al matrimonio, como tambin comenta esta vez con amaq;ura el mismo Zumrraga

    en otra carta del 17 de abril de 1540:

    Parece aun a los mismo rdigiosos, que estarn mejc empleadas [dos casas de que

    hack

    merced

    d

    Emperador] en

    d

    hoqMtal que en

    d Cdegio

    de

    Santiago,

    que no

    sabemos

    ^

    RlCAM>,(]p.

    ta,deittaductornm. 5.

    SMUGN,

    B . de ,Historia gaiend de ka cosas ie a Hueva Espaa, 2 tomos (de paginacin coaida),

    Madrid, 198 8, p. 635 .

    ^ SAHAGN,

    ap. cit.,

    p. 634.

    GMdA

    fcAZBALCElA.I>iMi Frary

    JuandeZummg^...

    op .

    cit.. Vi,p. 167.

    24

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    NUEVA ROMA:EL SEORO INDGENA NOVOHISPANO Y SU ASIMUAONPOllnCA

    lo que durar, porque los estudiantes indios, los mejores gramticos,tendtmt

    a d

    nunptas

    potim quam ad continentam

    *

    Como puede observarse, los hijos de los caciques especialmente los mejores y

    toas formados tendan a casarse (cosa imprescindible desde el punto de vista de la

    vieja cultura y sistema poltico prehispnicos), pero eso mismo es lo que parece haber

    descalificado el proyecto general de Santa Cru2 y es la razn esgrimida por el arzobispo

    para poner en duda ^nada menos que su viabilidad, siendo causa adems para reti

    rarle apoyo y financiacin. Razn apa rentem ente desmesurada si no se trataba, al m enos

    para el arzobispo, de un proto-seminario.

    Es cierto que la posibilidad de vax sacerdocio indgena fue desechada muy pronto

    incluso por los franciscanos ms combativos, como Sahagn o el propio firay Toribio

    Motolina. Es cierto tambin que sa parece ser precisamente la causa de la repentina

    desilusin de Zumrraga y de la retirada de su apoyo (los franciscanos, sin embargo,

    seguiran apoyando el proyecto a lo largo de todo el sigloxvi).Pero, aunque importante,

    sta no fue n i pudo ser la nica causa.

    Tercera cuestin esencial: La inesperada respuesta d e los indgenas

    Si la constitucin del Colegio de Santa Cruz (en 1536) y la de la Orden de los

    Caballeros Tecles (en 1537) representan el colmo del optimismo espaol con respecto

    a las posibilidades d e hispanizar a la vieja lite dirigente ind%ena, textos d e 1540, com o

    el de Zumrraga que acabamos de mencionar, representan todo lo contrario. Y es que

    para esa fecha otros acontecimientos, como el tercer evento extraordinario que men

    cionamos al principio de estas lneas, o sea, el solemne auto de fe de 1539 por el

    que fue qu em ado d on Ca rlos, cacique de Texcoco, fueron u n dursimo golpe de realidad

    que les hizo despertar d e im bello sueo y descubrir un nuevo universo com pletamente

    inesperado. Pe ro esto tam bin tuvo su historia y su trayectoria.

    De forma estrictamente paralela a la fundacin del Colegio de Santa Cruz y a la

    constitucin de la Orden de los Caballeros Tecles, el primer obispo y arzobispo de

    Mxico emprendi tambin una dura campaa inquisitorial contra los ind%enas que

    culmin, precisamente, en ese ao d e 1540.

    Porque Juan de Zumrraga, el firanciscano observante, lector de Thomas More y

    de su

    Utopa,

    el que lleg a editar en Mxico doctrinas cristianas tomadas a la letra

    de Erasm o y de C onstantino Po nce, el que adem s fue fundador de la primera biblioteca

    pblica de Amrica, el que trajo la primera imp renta al N uevo M und o, el impulsor

    del Colegio de Santa Cruz y promotor de la Universidad de Mxico, ese hombre fue

    * JifeOT,III,p.204.

    25

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    Jess BuOamante Garca

    tambin el primer gran inqvtidor activo de Amrica y en su actividad entraron de

    forma destacada los in d^ en as '*'.

    La

    serie

    de procesos para

    los

    que

    se

    conserva documentacin (15 en

    total

    ^ comenz

    precisamente en 1536, interesndose slo por casos graves de pervivenda idoltrica.

    En 1538 el cuadro se complic cuando la accin inquisitorial empez a inmiscuirse

    en las relaciones interpersonales dentro de las comunidades ind^enas, interesndose

    por casos de hechicera, poligamia y abusos sexuales. Pero el ptmto culminante, que

    es el que aqu nos interesa, se alcanz en 1539 cuando aparecieron dos nuevos tpos

    de accin inquisitorial.

    El primero fue una la^a investigacin para averiguar el paradero de los dolos del

    Tenq>lo Mayor de Mxico-Tenochttln, desi^>arecidos antes de que la capital azteca

    fuera c onquistada. El sujeto paciente principal fue Miguel Puxtecad llailotla , un antiguo

    y reoMuxido sacerdote del ritual prefaispnico. Aunque el proceso fue muy duro y se

    le ai^c la tortura, lo cierto es que no se trat de un verdadero caso de inquisicin

    porque no se poda juzgar a un in d^ en a p or sus acciones anteriores al bautismo. P ero

    la larga instruccin fue sumamente esclarecedora por demostrar, por una parte, una

    actuacin espaola cada vez ms exigente y, por otra, la existencia indudable de vina

    respuesta ind^ena colectiva y articulada que consigui de hecho hacer fracasar toda

    la indagacin

    ^.

    El segund o tipo d e accin inquisitorial remite a d os

    casos,

    mucho m enos estimulantes

    y de consecuencias mucho ms graves, abiertos en 1539: son los procesos contra dos

    figuras destacadsimas d e la lite dirigente i nd ^e na .

    El primero fue contra Marcos Hernndez Atlaucatl, juez de Tlatelolco, por dog-

    matizador. Se le acus de criticar la doctrina e incluso la sexualidad de los frailes

    y el proceso, resuelto en el plazo de u n m es, concluy con una condena q ue le inqjuso:

    abjuracin publica, 100 latigazos, rsqpado de cabeza, destierro de dos ao s en u n monas

    terio de H axcala e inhabilitacin p erpetua salvo nueva orden para cargo pblico.

    El segundo fue contra don Cados Chichimecatecatl, tambin por d(%matizador.

    En este caso d sujeto paciente era un autntico prncipeymodelo ejemplar de caballero

    tecle. Se trataba del cacique de Texcoco,

    f ura

    directamente vinculada a aqudlos

    que i^ y a ro n a Corts durante la conquista, era adems el jefe i n d i n a ms poderoso

    e importante desde la ca&ia del seor de Mxico y, por fuera poco, un ex ahimno

    del Colegio de Santa Cruz de Santiago de Tlatelolco. Las acusaciones contra l fueron

    *' Vanse eq)eciaiineiite los trabajos de GREENLEAF, R. E. , Z u m rr^ i an d A e

    Ueyckan

    bupiisition,

    1536-14},

    Washington, 1962; ascomoLa

    bupiisid^

    en Nueva

    Espaa , s tfjoXVT,

    M xico, 1981.

    ' La documentacin ms importante se conserva en el Archivo General de la Nacin (Mxico) y fie

    publicada

    pot pcapo

    archivo:Proceso

    in quisitorial del

    cacique de

    Tetzcoco,

    M xico, 1910, nm. m ,

    y Procesos

    de

    indias

    idlatra s y hedm xros ,

    M co, 1912, nm.IDL

    ' Sobreeste

    caso,

    ademsdelestudio de

    GREENLEAF,Z u m a r r a ^ ,op.cit.

    vase

    TSUKNirrrAU.,

    L'Evque

    Zufflrtaga et les idoles principales du Grand Temple de Mxico,

    J o u m d d e l a

    Socit

    des Aimricanis les ,

    8 (1911), pp. 153-171

    26

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    NUEVA ROMA: EL SEORO INDGENA NOVOHISPANOY SUASIMILAON POLnCA

    gravsimas: criticaba abiertamente y pona en duda no slo la autoridad de los frailes,

    sino tambin la de los miembros de la Real Audiencia y la del propio virrey; cuestionaba

    y se opona a las enseanzas recibidas y, por el contrario, defenda con pasin la pecu

    liaridad y legitimidad del modo de vida ind^ena, practicando activamente la idolatra,

    la poligamia y hasta ciertas formas de incesto.Esdecir, todo lo que la educacin e u n ^ a

    quera extirpar pero que eran mecanismos esenciales para manteneryfortalecerlaauto

    ridad segn el antiguo sistema social prehispnico. El proceso durde junioanoviembre

    de 1539yconcluy,comopuede imaginarse, de forma

    dramtica.

    E lcastigofue ejemplar

    y tuvo que serio doblemente porque don Garios, un prncipe hasta el final, se neg

    absolutamente a retractarse y pedir perdn (que era el objetivo de las autoridades espa

    olas).De esa forma, el cacique de Texcoco fue relajado al brazo secular y quemado

    el domingo 30 de noviembre de 1539, en solemne y triste auto de fe presidido por

    Zumrraga, por el

    virrey

    Antonio de Mendoza y por toda

    la

    Audiencia.

    Era la primerafracturaverdaderamente seria que nublaba el sueo de una supuesta

    colaboracin y de ima completa asimilacin delavieja lite i n d i n a por parte espaola.

    Al ao siguiente de 1540, ya lo hemos visto, los hijos de los caciques aunque evi

    dentemente hbiles demostraron a las claras no tender ni

    a^irar

    al sacerdocio. Y

    lo peor de todo, en 1541-1542 se desat un gravsimo alzamiento indina en las pro

    vincias del lejano norte. No era una simple guerra chicfaimeca (es decir, una guerra

    contra indios brbaros como los apaches), sino una verdadera rebelin ymuy san

    grienta contra la presencia emanla. Guerra dirigida por indios cascanes de lengua

    nhuad que mantenan estrecha comunicacincon laspoblaciones delreacentral mexi

    cana y que, adems, contaban entre sus filas con numerosos i n d i n a s ya hiq>anizados

    pero que haban huido de los territorios ocupados por los espaoles. La documentacin

    demuestra que de hecho fue un movimiento nativista, con fuertes coo^nentes mile-

    naristas y de inversin, en el que todo lo aprendido de los emanles que ya era

    mucho fue utilizado en su contra. Movimiento sumamente contagioso que se pr(^>ag

    a gran velocidad hacia el sur y que lleg a amenazar a la propia ciudad de Mxico.

    Aunque todava hoy est sin estudiar adecuadamente, se trata de una rebelin para

    la que diqmnemos de documentacinmuyprecisa, escrita tanto por i n d i n a s en lengua

    nhuatl como por espaoles. Entre todos merece destacarse, por su lucidez y riqueza,

    el informe que el propio Antonio de Mendoza tuvo que hacer para dar cuenta y excul

    parse de su dursima intervencin, pues no slo reprimi con violencia nada habitual

    todo el movimiento, sino que llega aplicar castigos tanextremos como el i^rreamiento

    de los cabecillas

    **.

    Los ind^enas respondieron a la presin espaola, vaya si respondieron, y lo hicieron

    de unaformanoslo ine^}eracla, sinoadems muydesconsiderada. Eltriste yprincipesco

    ' La documentacin se conserva en el Archivo Genoral de Lidias (Sevilla) y una parte significativa

    (ue puUicada por

    PREZ-BUSTAMANTC,

    C ,LOSorgmes delgpbiemo

    t nr r e i na l

    en las Indiase m a n la s .Don Antonio

    de Mendoza,primer virrey de laNueva Espaa (1-150),Aludes de la Universidad de Santiago, Santiago

    de OMupostda,

    1928, nm.

    QL Dentro

    de

    su

    riquisimo apndice documental

    vase

    eq)ecialmente

    pp.

    152-168.

    27

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    Jess Bustamante Garca

    caso de don Garios, cacique de Texcoco, slo fue para los castdlanos el principio del

    final de una utt^a caballeresca sobre la que se habia querido fundar un nuevo imperio

    en el Nuevo M undo,imperio claroestalo Garios V,esdecir,ms a laborgoona

    que a la romana pero empre con la ant jua Roma como t d ^ de f