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Nueva
Roma:
el seoro indgena novohispano
y su asimilacin poltica
(La Orden de Caballeros Tecles, el Colegio Imperial
de Santa Cruz y las nuevas lites de poder local)
Jess
Bus tamante Garc a
Inst ituto de Histo i ia-C SIC '
Entre 1536 y 1539 tienen lugar en Nueva Espaa una serie de acontecimientos
soiptoidentes por su singularidad, por su alta significacin simbdica y por sus inqwr-
tantmas consecuencias sociales y culturales. En primer lugar, el 6 de enero de 1536,
tan slo quince aos deqms de la conquista de un territorio al que acababa de con
cederse la condicin jurdica de reino y para el que se acababa de nombrar a don
Antonio de Mendoza como primer virrey, tuvo lugar la solemne fundacin de una de
las instituciones ms singulares de toda la historia de la expann europea: el C d ^ o
Imperial de Santa Cruz de Santiago de atelolco, centro de educacin siq>erior des-
tinado~en exclusiva a los hijos de la vieja nobleza ind^ena. En s^undolugar, en una
carta del 10 de diciembre de 1537 que don Antonio de Mendoza dirige al En^terador,
se comunica que no slo se haban aceptado y asumido a los viejos seores ind^enas
en la nueva sociedad colonial (son
los
teucio, mejor
dicho,
teuctnoteteuctine n plural),
sino que adems el virrey haba decidido ese ao reinstaurar convenientemente cris
tianizadas e hispanizadas la solemne borden y cerimonias en hacerse Tecles que
tenan en su gentilidad para hacellos Tecles en nombre de S. M. .En tercer lugar,
el 30 de noviembre de 1539 tuvo lugar en la ciudad de Mxico un solemne auto de
fe durante el cual el primer obi^x> y arzobispo de Mxico, Juan de Zumrraga, vino
a entr^ar al brazo secular para ser quemado por gravsimos delitos contra la autoridad
' Este trabajo se insaibe en d proyecto de investigactn de ia DGES PB97-1125, El papel de las
lites intelectuales en la fonnadn de modelos colectivos: la historiografla natural y poBtica oi el mundo
hispano, o s xvi-XK.
^ E l documento se encuentra en el Archivo General d e Indias (Sevilla),
P a t n m a lo,
nm. 184, ramo 27.
Existe c < ^ parcial en la Real Academia de la Historia,
Opcin Mu oz,
voL A/69 (s^natura: 9/4806),
ftds. 70-72V.
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JessBustamante Garca
espaolayla religin cristiana a un personaje puntero de la nobleza indgena, me refiero
a don Carlos Chichimecatecatl, cadque de Texcoco, triste final que no sera sino el
principio de toda una serie de conflictos que llevaranareplantearyreconducirlapoltica
indgenayde ocupacin en suelo americano.
Tales acontecimientos no fueron hechos casuales ni aislados. Bien al contrario, sur
gieron d e unos mismos principios y de una misma poltica, que aplicaron unos mismos
personajes en un plazo de tiempo muy breve. Por eso me parecen excepcionahnente
adecuados,comotratar de demostrar a continuacin, para intentar comprenderelcom
plejo proceso social, cultviral y religioso asociado a la incorporacin poltica de aquellas
nuevas tierras americanas a una Corona de Castilla que ya por entonces se conceba
a s misma como un nuevo Imperio, mejor
dicho,
comovmanueva Roma '.
Una primera cuestin clave: La nobleza indgena y el control del territorio
Ante todo es preciso tener muy claro que tanto la conquista como la posterior
ocupacin,controly explotacin porparteespaolade unosterritoriosen lohimiano
densamente poblados y en lo poltico altamente organizados slo fue posible por
la colaboracin de los propios indgenas y especialmente de sus lites dirigentes: los
seores de la tierra , aquellos
iatoqueh
pipiltin, tecles, curacas o caciques, como fueron
llamados indistintamente segn los lugares y las pocas. Es comprensible, por tanto,
que en ningn momento se pensara en su marginacin poltica total y, mucho menos,
en su eliminacin. Bienalcontrario, desde un principio lo queseplantecomoproblema
fue la forma concreta que deba asumir su reconocimiento legal, no slo porque ellos
tenanydaban
legitimidad
al dominio poltico, en cuanto seores naturales, sino sobre
todo porque en ellos recaa el papel de inexcusables mediadores a la hora de ejercer
ese dominio sobre la mayor parte de la poblacin americana y sobre la principal fuerza
de trabajo.
Aunque hubo alguna iniciativa anterior, la legislacin que regula este fenmeno
comenz slo a partir de la conquista de Mxico y, en concreto, con unas ordenanzas
dadas el 12 de jvilio de 1530 que, entre otras muchas cosas, exigan que gobernadores
yregidores
vean la ordenymanera de biuir, que enlosmantenimientosypolica tienenlosnaturales
yndos en ios pueblos queestumerendebaxo de suGouemacion...[y] se guarde sus buenos
usos y costumbres en lo que nofuerencontranuestra religin christiana''
' Vase la significativa monografia de
GONZALEZ,
J . ,
ha idea de 'Bjama en la Historiogfafio Indiana
(1492-1550),Madrid, 1981.
PuGA, V. de,Provisiones, cdulas,instrucciones parael golnemo de la NuevaEspaa (edicin facsimilar
de la de Mxico, 1563), Madrid, 1 945, fol. 54.
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NUEVA ROMA: EL SEORO INDGENA NOVOHISPANO Y SU ASIM ILAa N POLTICA
Esa ordenanza se transfonn de h ech o en un referente jvirdico esencial a lo l a i ^
de todo el ^ o xvi y buena parte del xvn. En cuanto tal, la enccMitramos r e c o g e
en la Recopilacin de Leyes de Indias d e 1 6 8 1 ' , pero an duda como se indica en
la propia
Recopilacin
su reformulacin ms fuerte se produjo en una cdula del
6 d e agosto de 1555 *, por la que:
Ordenamos y mandamos, que las l^ e s y buenas costumbres, que antiguamente tenan
loshuisyspara su buen gov ion o y polida, y sus usos y costumles observadasy^tardadas
despus que son Christianos, y que no se encuoitran con nuestra Sagrada Religin, ni
con las Iqres de este
IIMO...
se guarden y executen, y siendo necessario,
pa c
la {e$ente
las aprobamos
y
cixifinnamos
.
Y transcribo el texto de la
Recopilacin
porque all es donde queda patente con
mayor claridad su condicin de principio jurdico general y no particular para im terri
torio,principio que no s consta se aplic sistemticamente ^
Semejante decisin implic que, casi de inmediato, se plantearan conflictos entre
encomenderos y caciques acerca de sus respectivos derechos sobre la fuerza de trabajo
ind^ena, como atestigua, por ejemplo, una cdula relativamente temprana (20 de abril
de 1533) q ue pretenda resolverlos de un m od o un tanto salomnico ^ P ero lo q ue
esta medida verdaderamente implic fue la necesidad por parte espaola de ir emitiendo
sucesivas limitaciones legales a la autoridad d e lo s viejos seor es d e la tierra, limitacicmes
que desvirtuaron gravemente las bases tradicionales de su autoridad. Primero se intro
dujeron serias correcciones a ciertas formas de servidumbre indgena que fueron iden
tificadas con la esclavitud europea, lo que haba generado evidentes injusticias y dis-
' Los Govemadores, y lusdas reconozcan c oa panicular atencin la orden, y fecma de vivir de los
Indios, polida, y disposicin en los mantenimientos..., y goa idoi sus buenos usos, y costumbres en lo qu e
no fueren contra nuestra Sagrada Religin, como est ordenado por la ley 4. tit 1. lib.
2., Recopilacin
de las leyes de los Reyn os de lasIndias (edicin facsimilar de la de Madrid, 1681), 4 vob., Madrid, 1973,
n, fol. 149.
' PuUica el original ccmipleto, dirigido a los indios de k Verapaz,
I^INEIZX,R. ,
Coleccin
d e
documentos
para
la
historia
de la
formacinsocial
de
Hispam-Amrica
149-1810,3 v
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Jess Bustamante Garca
torones ''.Mlnieron despus otras medidas para impedir ciertas formas de autoridad
que se conderaron abusivas, como el recibir como tributo a las hijas de los indios
o una buena variedad de servicios personales que, siendo formas tradicionales de tri
butacin por trabajo, no fueron entendidas como tales, sino como simples excesos
de los caciques que entraban adems en conflicto con los servicios quedebanprestarse
a los encomenderos y a la sociedad espaola en general' .Hubo incluso vma iniciativa
para que los caciques menores no fueran llamados seores de pueblos *', aunque
no I l^ a aplicarse por los graves inccmvenientes que implicaba''*.Y
lleg
finalmente
la limitacin quiz ms grave, la de reducir la autoridad de los seores de la tierra
a temas exdusivamente civiles y a los penales ms leves, vedndoles toda jurisdiccin
sobre causas que implicaran mutilaciones, tortura o la propia pena de muerte (todo
ello reservado a las autoridades espaolas)''.
Si a esto se une la persecucin de una buena cantidad de las viejas formas de
representacin y kgitimaci^ de la autoridad p(que estaban asociadas con la idolatra
y los sacrificios himianos, la prohibicin absoluta de la poligamia (sistema matrimonial
clave a la hora de estaUecer alianzas polticas y econmicas, as como para obtener
recursos simblicos y materiales de todo tipo); y si a todo ello aadimos k revisin
a la europea de los antiguos stemas de tributacin y el descalabro general que para
d sistema social y poltico ind^ena implic la crisis demoghfica, se comprndela fcil
mente hasta qu punto se debilit y se vio amenazado el antiguo sistema d e autoridades
ptehispnico.
Pero, com o dec&unos,a los
espaoles
no les interesaba en absolutosudesarticuladn
yla
leffsiarn
est cuajada,alo
largo
de todo d
siglo
xvi, de cdulas ordenando respetar
los privil^os de los cadques '^ pidiendo incluso que se hideran contratos por escrito
en los que se
d^ara
constancia de que se reconoca y mantena su autoridad y sus
costumbres '^ y sobre todo hubo cdulas ordenando que no se prive a los cadques
* Espedalmeiite importantes f i a a i las medidas tomadas entre 1530 y 1?39, en su mayora recogidas
en k>s distintos cedularios y c(Hn[x]aci
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NUEVAROMA: EL SEORO INDGENA N OVO HKPA NOY SUASIMILACIN POLTICA
de los cacicatos '^ que no sean despojados de sus cacicazgos, y si lo estuvieren sean
restituidos en ellos '^ rdenes dirigidas a toda Amrica e IKIUSOaFilipinas^ que,
junto con otras como la de que los mestizos no puedan ser caciques y, si ya lo son,
que sean removidos y dados a los indios
^ ,
denotaban por s mismas la debilidad
cada vez ms acusada de las viejas estructuras de poder as como el surgimiento en
buena parte imprevisto de una nueva situacin social mucho ms compleja.
Y es que la interferencia espaola sobre el sistema de autoridades ind%ena incluy
tambin otra dimensin activa muy diferente a la que acabamos de ver. Y esadimensin
es la que se refleja con toda claridad en la impresionante iniciativa que tuvo Antonio
de Mendoza de fundar en 1537 la ya mencionada Orden de los Caballeros Tecles,
por medio de la cual se trataba de restaurar cristianizado el viejo sistema ritual
prehispnico para acceder al rango de teuc t in , es decir, de caballeros o, mejor an,
de seores.
A la hora de llevar a cabo tal iniciativa el virrey no dud en hacer-previamente
toda una indagacin etnogrfica sobre cmo era elritualprehispnico
y
qu obligaciones
polticas y morales impona a los que accedan a tal rango ^, c a n el objetivo de aco
modarlo a la nueva situacin. Se introdujeron as una serie de variantes cuyo ncleo
qued patente en el juramento formal que deban hacer los atir an tes :
Yo Fulano juro a Dios i a esta Cruz i Santos Evangelios en que p(Higo mis manos,
que ser bueno i
fid
cristiano,i que en quanto en m fuete i con todas mis iierzas perseguir
i destruir los sacrificios iidolatras.
Asimesmo juro de
ser
fiel
leal vasallo del
Emperadcn:
Don Gados Re de Espaa i del Prtocipe Don FdUpe, nuestros seores, i que en quanto
' Entre muchas posibles, vase, por q'emplo, la secuencia que se recoge en la Ca p ul a t a : Cadqoes
no sean[vivadosde suscacicatos...Ao de47, en agosto...,yao54...y...ao de60,enmarzo... (COIXDUL,
XXI,
p.
328).
Tambin muy numerosas, muy significativa la secuencia que apatece en la Ca p ul a t a : Caciques y
los descendientes de dios, despegados de sus cacica:^ y secHJos. Porque no es razn que por haberse
convertido a nuestra santa fe sean de pa x c o n d id ^ ni pierdan sus seratos; cuando alguno a quien per-
tenedere suceder en algn cacicato pidiere justicia, la Audiencia se la haga
c on
brevedad y se informe
de oficio si algunos estn despojados d e sus cadca^sgos, en los cuales los hagan restituir,
oyendo
las partes.
Aos de 59, en junio, libro Per. H, fdio 252, y para el Nuevo Reino, ao de 57, en febrero, Kbto E,
folio 50, y para Quito, ao de 66, en noviembre, folio 124 (CODOUL, XXI, p. 330). Peto vanse adems
las de 1557 y 1558 que aparecen en
i d e m ,
p. 329, y en la
Recopi lacin,
n, fol. 219v, entre otras muchas
que hubo.
^ La Cdula de 11 de junio de 1594 es un texto prcticamente idntico al citado en la nota anterior
paraPery otros lugares de Amrica; cfi-.Rea^ilacin, U,fol. 221 .
' Cdulas del 11 de enero y del 5 de marzo de 1576, enRea^Ucin, n , fol. 220.
Como ya se indic antes, el documento original con la infoimacin etnogrfica se encuentra en el
Archivo General de Indias (Sevilla), Patronato , nm. 184, ramo 27, y existe adems una copia en la Real
Academia d e la Historia,ColeccinMuoz A/69 (signatura: 9/4806), fols. 70-72v. La infcxmacin emogrfica
fue publicada, a partir de tma copia conservada en Estados Unidos de la copia de la Real Academia, por
CARRASCO,
P. , Documentos sobre el rango detecuhtli entre los nahuas tramontanos,
Tlalocan,
5, Mxico,
1966, nm. 2, pp. 133-160.
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]estts Bustamante Garca
en oii fiere allegar su bien i apartarsumal, inoccmsentir en trada ni levantamiento
que contra S. M. se haga, sino que lu^o que a mi notida
weagi
por qualquier va que
sea lo descubrir i manifestar a la perscHia que tuviere en nombre de S. M. el cargo
del goviemo desta tierra.
A lo que se leq^KMtda:
Yo en nombre de S. M. oshaigsTecles, i mando que os sean guardadas vuestras
preeminencias i honras, i que podis traer en vuestras mantas i r c ^ de vestir la devisa
de
S.M.
i
pondla
i
tenda en su casa i morada
^.
En otras palabras, la conservacin de las preeminencias y honras vinculadas al
tango d eteuctmestaba en relacin directa con que los viejos seores aceptaran trans
formarse en leales vasallos
y
en caballeros cristianos activos, una de
cuyas
fundones
principales sera vigilar, combatir y denunciar toda forma so^>echosa de pervivenda
prehispnica, as como cualquier forma de resistenciaala autoridad espaola, utilizando
para ello piedsamoite su destacada posidn en la sodedad ind%ena. Exigencia que
a los espaoles les pareca algo l ^ c o y hasta elemental, pero que para los cadques
ra algo Uen diferente, pues ese ccMnpromiso que les petmitia l^almente mantener
su rango era el mismo que frente a la sodedad ind^ena les descalificaba de forma
inmediata para ejetcerio.
Pero no es esto ltimo lo que nos interesa ahora, sino la actitud espaola no ya
de aceptar
la
antigua nobleza prehi^nica, dno de identificada
y
transformarla de hecho
en una variante de la baja nobleza espaola con todas sus obligadones y privilegios,
entre
ios cuales
constaba expldtamente el que
los
cadques, en cuanto hijosdalgo, ddjan
ser acq>tados para cargos civiles y edesisticos
^
montar a caballo e induso portar
armas, cosa que la l^isladn general impeda o impedira muy pronto al comn de
los ind^enas. Por supuesto, tal actitud estaba en reladn directa con d moddo de
sodedad a la que se aburaba, inevitablemente seorial y aristocrtica como imponan
los cnones de la poca.
Y esa nodn era entonces comn a todos, induidos los misioneros frandscanos
ms entregados y ejemplares, por eso uno de los mejores cronistas de la evangelizadn
no tuvo escrpulo alguno en afirmar que
Real Academia de la listor ia.Coleccin
Muoz
A/69 (signatura: 9/4806),id. 72v.
La frase est tomada casi literalmente d e la lista de Privilegios de Indios qu e figura en losConcilios
Provinciales Primeroy Seffuidocelehrdosen la muynobley muy leal Gtidad de Mxico,presidiendoel limo,
y Rm o. Seor D. Fr Alonso de
Monttrfar
en losaos de 1555 y 1565
(Josefa Antonio de H c ^ ) , Mxico,
1769, H>. J91-392 (referencia en p. 391).
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NUEVAROMA:
EL SEORO INDGENA NOVOHISPANOY SU ASIMILACIN POLfnCA
la ley evang^ka estaba generalmente promulgada en las cabezas, que eran kts seores
y principales, y por ellos en nombre de todos sus vasallos admitida sin craitradiccite
alguna^'.
Al m ai^ n de paralelos nada inocentes con la antigua Roma, que nos hacen pensar
en CcMistantino, sus edictos y donaciones, lo que esta frase ex{Hesa con toda claridad
es cmo los evange]2adores recurrieron desde el iNncq>io al mismo sistema y a los
mismos mediadores utilizados por las autoridades civiles. Tambin para ellos, y por
los mismos motivos, los seores y la antigua nobleza ind^ena eran figurasoperativas
centrales e inexcusables.
Y
estonos lleva directamente alseguiKlode los acontecimientos
extraordinarios que mencionamos al principio de esta e3qx)sidn.
Segunda cuestin
esencial:
La formacin de una nueva lite dirigente
ind^ena
El 6 de enero de 1536 se produjo la solemne fundacin del Qdegb Imperial de
Santa CruzdeSantiagode Hatelolco,uncentroque adiferencia delasotrasinstituciones
educativas para i n d in a s , como la famosa escuda defirayPedro de Gante en Mxico
o cualquier otra de las numerosas escuelas conventuales (de
franciscanos,
dominicos
o agustinos), fue {Janeado desde el principio como un centro de educacin superior,
experienda que es la nica en su gnero que conozco (aunque quiz tambin
k>
fuera
el colijo jesuita de Goa fundado en 1541, que de^fms se llamara Seminario de la
Santa Fe
^).
Por supuesto no e s ste el lugar para hacer la historia de esa ccmocida
institucin, que por otra parte cuenta con una importante bibliografa aunque est nece
sitada de revisin . Pero es inevitable detenem os en algunos puntos claves.
Para empezar hay que decir que ese angular c o l ^ o tuvo ima protohistcnia y que
su
constitucinmismadebe inscribirse en ima tradicin educativa ms amplia que, como
mnimo, se remonta ai ao
1513,
es dedr,
a la
experiencia antillana.
Ya
entonces iq>arece
MENDIETA, G.
de,
Histma EcUsistca
I nd ia m ,
Mxico, 1980, p. 257.
^ Vase una exposicin general sobre esta iniciativa educativa en
BOXER, C.
R , Tbe
Portt^/ieseS e c m e
Enpin, LondcMi. 1969, pp. 270-261 .
La biUiografia sobre este centro es muy ani{dia. Ptimeto los estudios claves todava hoy por la
documentacin de
GARCIA
ICAZBALCETA,
J.,
D on Fray Juan
de
Zumrragfi primer obispo
y
arzobispo
de Mxico,
4 vds., Mxico, 1947 (1.* ed., 1881) (cfr. I, pp. 286-301), y suNueva colecdnd edocumentos para lahistoria
de Mxico, 5
vob., Mxico, 1886-1892 (cfr. V, pp. 241-271). Despus las monografias dsicas de
RICARD,
R.,LaConquista Espiritudde Mxico,Mxico, 1986
(1.*
ed., en franc s, 1933) (cfr.^. 332-355);
OCARANZA,
F., / bnperial QJepo deIndios de laSanta Cruz deSantiag de Tlatelolco, Mxico, 1934, y BQRGIA STECK,
Francisco, Elprimer colepo de Amrica , Santa Cruz de Tla teMco, Meneo, 1944. Finalmente k estoifios
generales, entre otros posiUes, de I&JBAYASHI, J . M. ,l a e d uca c n co m o co nq uis t a , Mxico, 1985 (cfr.
pp.
207-284), y
GMEZ CAEDO, L.,
Laedttcacin
de
losmatpnados durantelapocacolonial.
Es cud a s y
coieg/os
para indios
y
mestizos en laNueva
E^)aa,lAtso,
1982.
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Jess Bustamante Garca
el principio elitista y aristocratizante de que los hijos de los caciques, siendo de trece
aos arriba, se d a los frailes Franciscanos que los doctrinen . Esa o rden con
variantes mnimas se reitera al menos e n 1526y1540 para Pe r, en 1538 para Mxico
y
para la Terrafirme, en 1554 para el N uevo Reino de G ranada
y
en 1567 para Quito ^ .
En todos los casos el objeto de atencin son los hijos de los caciques y lo que se
pretende es su adoctrinamiento, lo que implicaba su formacin no slo en lo religioso,
sino tambin lo que se suele olvidar en las primeras letras, as como rudimentos
en m odales y formas de cortesa.
Como se acaba de ver, esta normativa fue comn a toda Amrica y de hecho se
extendera tambin a F^inas, definiendo de alguna manera el miimo educativo que
se exigi a las lites indinas. Por eso resulta tan significativa esa decisin singular
surgida en N ueva E spaa de ensearies adems latinidad con tod as sus consecuencias.
En realidad no est muy claro cundo y quin plante tal iniciativa. Lo nico que
puede decirse es que se produjo a partir de 1530, en el contexto de las posibilidades
que abri la Segunda Audiencia y su presidente Sebastin Ramrez de Fuenleal. Al
calor de tal situacin, qu e estuvo asociada al reconocimiento d e la autoridad
y
privilegios
de los viejos seores de la tierra (como
ya
hemos visto), por una parte se reactiv
la obra misional y, por otra, la famosa cuestin sobre la capacidad (y racionalidad)
de los indios adquiri una nueva dimenn y virulencia. Fue entonces cuando hada
1533 un fraile franciscano, fi:ay Am aldo Bassacio, comenz po r primera vez a ensear
gramtica y latinidad a los ind^ en as en San Jos d e los N aturales, es decir, en la famosa
escuela fundada en la ciudad de Mxico por fiy Pedro de Gante ^. Aunque desde
el principio tuvo una declarada (^x>sicin, que se acentu al observarse que daba resul
tados positivos 'S lo cierto es que la en ^r es a p ud o seguir adelante al contar con ^>oyos
tan dedvos como los dd predente de la Segunda Audiencia, Sebastin Ramrez de
Fuenleal, los del primer vi rr ^ de N ueva E^>aa, Antonio d e M endoza, as como los
de las princ>ales autoridades de la O rden Franciscana (especialmente fray Jacobo de
Testera y fiy Garda de Cisneros). Cabe agregar adems d apoyo deddido y muy
ten ^ra no , aunque no nidal, de o tro poderosofirandscaiK),d primer obispo y arzobispo
de Mxico, Juan de Zumrraga. Todos Juntos consiguieron la base jurklica, humana
y finandera necesaria para qu e en 1536 se fundara d nuevo colegio trilinge (e^)aol,
latn y nhuad) de Santa Cruz, destinado e^lcitamente a la educacin superior de
los hijos de los ca dq ue s^ .
* C O D O U L , X X I , p . l 5 4 .
* CODOUL,
XXI.
pp.157-159.
MENMETA,
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NUEVAROMA: EL SEORO INDGENA NOVOH KPANOY SU ASIMUAON POIHCA
A SUiniciacin en gramtica y latinidad segua unctarictdtmique recorra las siete
artes liberales {trivitmt yqua drivium ), adems de lecturas de las Santas Escrituras y
rudimentos de teologa, todo ello para un colectivo de unos sesenta colegiales tal
como unnimemente concuerdan las fuentes relativas a los
aos
1536 a 1539
^
Y este
currcvdum, la extraordinaria calidad de los docentes (todos ellos especialistas desta
cadsimos en el Si^o de Oro de la Orden Franciscana en Nueva E^>aa), unido a
la no menos extraordinaria calidad y actividad que demostraron los cdegiales egresados
de ese centro (figuras claves en la vida poltica, cultural y religiosa de la Nueva Eq>aa
del siglo
XVI
y buena parte del xvn) exigen alguna que otra explicacin, porque sin
duda estamos ante un fenmeno tan singular como esa no m enos extraordinaria Orden
de los Caballeros Tecles, slo que en este casosus consecuencias pueden ser fcilmente
medidas y rastreadasalo la t^ dems devinsiglo.
Pero por sorprendente que parezca resulta algo problemtico definir cules fueron
las
finalidades
ltimas
para
las que se fund tan excepcional institucin.La historic^rafia
disponible reconoce que era un centro en el que se seleccionaba con esmero a los
ind^enas que ingresaban en l, debiendo ser todos vastagos y herederos de la antigua
lite dirigente (aunque algunos consideran esto como mera consecuencia del carcter
elitista que en aquella poca tena la educacin
^ ).
Hay tambin coincidencia dada
la fuerza redundante de todo un conjunto de testimonios en que uno de los objetivos
del Colegio de Santa Cruz era educar desde pequeos a los futuros gobernantes de
la poblacin nativa dentro de la religin cristiana y la cultura europea, medida orientada
a favorecer el gobierno
y
la evangelizadn.
Pero
tal
cosa fiecomn
a
cualquiera de
las
escuelaspara indiosquehuboen Amrica
y, de hecho, era el objetivo ej^lidtado por la Corona para las medidas educativas getie-
rales que antes hemos mencionado:
Para que los hijos de los Caciques, que han de govemar a ios Indios, sean desde
nios instruidos en nuestra Santa Fe Catdica, se fundaron por nuestra Orden algunos
Colegios...
En consecuencia, algo tan general no puede
e qdicar
la singularidad de Hateiolco,
ni
tampoco el hecho e:epcional de que slo all se enseara latinidad,
artes
y
rudimentos
de teol< ^.
Eso es lo que preocupaba a Robert Bicard cuando sugiri que ese centro nico
pudo haber sido pensado para formar una lite dirigente en lo religioso, adems de
y 1370. Vase adems,postci, tAbco,1990, p. 38.
Cfr.
I MAYASHI, Op. cit., pp. 187-189.
*' As comienza la Ley XI del Ttulo XXID del Libro I de la Re ca p U a d n, I, fol. 122v, en la que se
sistematiza toda una laiga serie de cdulas reales sobre el tema que comienzan en 1735 .
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en lo poltico. Es decir, que Santa Cniz pudo haber sido pensado com o un seminario
avant la let tr e para sacerdotes ind%enas. Planteamiento prudentemente dubitativo
que su traductor al castellano, e l ilustre erudito mexicano ngd M . Garibay, transform
aunque sin pruebas en una absoluta certeza ^ .
En realidad no existe cktcumento alguno que permita suponer que el Ccdegio de
Tlatelolco fuera pensado
e >ecficamente
para formar un sacerdocio ind^ena, aunque
tamln es cierto que esa misma documentacin demuestra que tal posibilidad no haba
sido rechazada de {dao y hasta parece indicar que s fue parte importante del proyecto,
al m oios , para algunos de sus promotores iincipales (Zumrra^,xssxjeq>ecalmente).
Es interesante que ray Bematdino de Sahagn, yo, que me hall en la fundacin
dd dicho co l^ o
,
al hacer una breve historia de Santa Cruz diga precisamente que
entre las objedcmes que se presentaron a tal institucin hubo la siguiente: Dedan
que pues stos no haban de ser sacerdotes, de qu serva enseades la gramtica...
Frase que demuestra que, al menos pdicamente, el sacerdocio no haba sido una
finalidad qnesa. Pero lo m s interesante es la re^niesta que, en palabras de Sahagn,
se dio a tal impedimento:
Se ks teqxmdkque,puesto caso que no huUesen de sersacerdotes, queramos tener
sabido a cunto se extiende su bsslidad, lo cual siAdo pt cqperienda podramos dar
e de
lo
que
oi dios luqr;
y que ccmforme a su
habilidad,
se hada con ellos lo que
pareciese
serjusto...**
Contestadcte impresionante que define al cd^io como un verdadero experimento
dentro de la discutida cuesticta de la capzaAdel indio y que, adems, confirma que
los pr(notores de Santa Cruz no nqgaban
la
posibilidad de que sus estudiantes pudieran
ll^ar a ser sacerdotes, si demostraban ser hbiles para ello. Condicin que adems
no poda u f rs eles legalmente dada su reconocida ccididn nobiliaria, como ya hemos
visto antes.
En todo caso d experimento dio resultados muy pronto. Los ind^enas aprendieron
rpido, eq)ecialmente latn, y Zumrraga dice con humor en una carta del 17 de sep
tiembre de 1538: tengo sesenta muchadios ya gramticos, que saben ms gramtica
que yo
^ .
Pero tambin se vio [onto que los jvenes
IK>
tendan al sacerdodo, sino
al matrimonio, como tambin comenta esta vez con amaq;ura el mismo Zumrraga
en otra carta del 17 de abril de 1540:
Parece aun a los mismo rdigiosos, que estarn mejc empleadas [dos casas de que
hack
merced
d
Emperador] en
d
hoqMtal que en
d Cdegio
de
Santiago,
que no
sabemos
^
RlCAM>,(]p.
ta,deittaductornm. 5.
SMUGN,
B . de ,Historia gaiend de ka cosas ie a Hueva Espaa, 2 tomos (de paginacin coaida),
Madrid, 198 8, p. 635 .
^ SAHAGN,
ap. cit.,
p. 634.
GMdA
fcAZBALCElA.I>iMi Frary
JuandeZummg^...
op .
cit.. Vi,p. 167.
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NUEVA ROMA:EL SEORO INDGENA NOVOHISPANO Y SU ASIMUAONPOllnCA
lo que durar, porque los estudiantes indios, los mejores gramticos,tendtmt
a d
nunptas
potim quam ad continentam
*
Como puede observarse, los hijos de los caciques especialmente los mejores y
toas formados tendan a casarse (cosa imprescindible desde el punto de vista de la
vieja cultura y sistema poltico prehispnicos), pero eso mismo es lo que parece haber
descalificado el proyecto general de Santa Cru2 y es la razn esgrimida por el arzobispo
para poner en duda ^nada menos que su viabilidad, siendo causa adems para reti
rarle apoyo y financiacin. Razn apa rentem ente desmesurada si no se trataba, al m enos
para el arzobispo, de un proto-seminario.
Es cierto que la posibilidad de vax sacerdocio indgena fue desechada muy pronto
incluso por los franciscanos ms combativos, como Sahagn o el propio firay Toribio
Motolina. Es cierto tambin que sa parece ser precisamente la causa de la repentina
desilusin de Zumrraga y de la retirada de su apoyo (los franciscanos, sin embargo,
seguiran apoyando el proyecto a lo largo de todo el sigloxvi).Pero, aunque importante,
sta no fue n i pudo ser la nica causa.
Tercera cuestin esencial: La inesperada respuesta d e los indgenas
Si la constitucin del Colegio de Santa Cruz (en 1536) y la de la Orden de los
Caballeros Tecles (en 1537) representan el colmo del optimismo espaol con respecto
a las posibilidades d e hispanizar a la vieja lite dirigente ind%ena, textos d e 1540, com o
el de Zumrraga que acabamos de mencionar, representan todo lo contrario. Y es que
para esa fecha otros acontecimientos, como el tercer evento extraordinario que men
cionamos al principio de estas lneas, o sea, el solemne auto de fe de 1539 por el
que fue qu em ado d on Ca rlos, cacique de Texcoco, fueron u n dursimo golpe de realidad
que les hizo despertar d e im bello sueo y descubrir un nuevo universo com pletamente
inesperado. Pe ro esto tam bin tuvo su historia y su trayectoria.
De forma estrictamente paralela a la fundacin del Colegio de Santa Cruz y a la
constitucin de la Orden de los Caballeros Tecles, el primer obispo y arzobispo de
Mxico emprendi tambin una dura campaa inquisitorial contra los ind%enas que
culmin, precisamente, en ese ao d e 1540.
Porque Juan de Zumrraga, el firanciscano observante, lector de Thomas More y
de su
Utopa,
el que lleg a editar en Mxico doctrinas cristianas tomadas a la letra
de Erasm o y de C onstantino Po nce, el que adem s fue fundador de la primera biblioteca
pblica de Amrica, el que trajo la primera imp renta al N uevo M und o, el impulsor
del Colegio de Santa Cruz y promotor de la Universidad de Mxico, ese hombre fue
* JifeOT,III,p.204.
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Jess BuOamante Garca
tambin el primer gran inqvtidor activo de Amrica y en su actividad entraron de
forma destacada los in d^ en as '*'.
La
serie
de procesos para
los
que
se
conserva documentacin (15 en
total
^ comenz
precisamente en 1536, interesndose slo por casos graves de pervivenda idoltrica.
En 1538 el cuadro se complic cuando la accin inquisitorial empez a inmiscuirse
en las relaciones interpersonales dentro de las comunidades ind^enas, interesndose
por casos de hechicera, poligamia y abusos sexuales. Pero el ptmto culminante, que
es el que aqu nos interesa, se alcanz en 1539 cuando aparecieron dos nuevos tpos
de accin inquisitorial.
El primero fue una la^a investigacin para averiguar el paradero de los dolos del
Tenq>lo Mayor de Mxico-Tenochttln, desi^>arecidos antes de que la capital azteca
fuera c onquistada. El sujeto paciente principal fue Miguel Puxtecad llailotla , un antiguo
y reoMuxido sacerdote del ritual prefaispnico. Aunque el proceso fue muy duro y se
le ai^c la tortura, lo cierto es que no se trat de un verdadero caso de inquisicin
porque no se poda juzgar a un in d^ en a p or sus acciones anteriores al bautismo. P ero
la larga instruccin fue sumamente esclarecedora por demostrar, por una parte, una
actuacin espaola cada vez ms exigente y, por otra, la existencia indudable de vina
respuesta ind^ena colectiva y articulada que consigui de hecho hacer fracasar toda
la indagacin
^.
El segund o tipo d e accin inquisitorial remite a d os
casos,
mucho m enos estimulantes
y de consecuencias mucho ms graves, abiertos en 1539: son los procesos contra dos
figuras destacadsimas d e la lite dirigente i nd ^e na .
El primero fue contra Marcos Hernndez Atlaucatl, juez de Tlatelolco, por dog-
matizador. Se le acus de criticar la doctrina e incluso la sexualidad de los frailes
y el proceso, resuelto en el plazo de u n m es, concluy con una condena q ue le inqjuso:
abjuracin publica, 100 latigazos, rsqpado de cabeza, destierro de dos ao s en u n monas
terio de H axcala e inhabilitacin p erpetua salvo nueva orden para cargo pblico.
El segundo fue contra don Cados Chichimecatecatl, tambin por d(%matizador.
En este caso d sujeto paciente era un autntico prncipeymodelo ejemplar de caballero
tecle. Se trataba del cacique de Texcoco,
f ura
directamente vinculada a aqudlos
que i^ y a ro n a Corts durante la conquista, era adems el jefe i n d i n a ms poderoso
e importante desde la ca&ia del seor de Mxico y, por fuera poco, un ex ahimno
del Colegio de Santa Cruz de Santiago de Tlatelolco. Las acusaciones contra l fueron
*' Vanse eq)eciaiineiite los trabajos de GREENLEAF, R. E. , Z u m rr^ i an d A e
Ueyckan
bupiisition,
1536-14},
Washington, 1962; ascomoLa
bupiisid^
en Nueva
Espaa , s tfjoXVT,
M xico, 1981.
' La documentacin ms importante se conserva en el Archivo General de la Nacin (Mxico) y fie
publicada
pot pcapo
archivo:Proceso
in quisitorial del
cacique de
Tetzcoco,
M xico, 1910, nm. m ,
y Procesos
de
indias
idlatra s y hedm xros ,
M co, 1912, nm.IDL
' Sobreeste
caso,
ademsdelestudio de
GREENLEAF,Z u m a r r a ^ ,op.cit.
vase
TSUKNirrrAU.,
L'Evque
Zufflrtaga et les idoles principales du Grand Temple de Mxico,
J o u m d d e l a
Socit
des Aimricanis les ,
8 (1911), pp. 153-171
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NUEVA ROMA: EL SEORO INDGENA NOVOHISPANOY SUASIMILAON POLnCA
gravsimas: criticaba abiertamente y pona en duda no slo la autoridad de los frailes,
sino tambin la de los miembros de la Real Audiencia y la del propio virrey; cuestionaba
y se opona a las enseanzas recibidas y, por el contrario, defenda con pasin la pecu
liaridad y legitimidad del modo de vida ind^ena, practicando activamente la idolatra,
la poligamia y hasta ciertas formas de incesto.Esdecir, todo lo que la educacin e u n ^ a
quera extirpar pero que eran mecanismos esenciales para manteneryfortalecerlaauto
ridad segn el antiguo sistema social prehispnico. El proceso durde junioanoviembre
de 1539yconcluy,comopuede imaginarse, de forma
dramtica.
E lcastigofue ejemplar
y tuvo que serio doblemente porque don Garios, un prncipe hasta el final, se neg
absolutamente a retractarse y pedir perdn (que era el objetivo de las autoridades espa
olas).De esa forma, el cacique de Texcoco fue relajado al brazo secular y quemado
el domingo 30 de noviembre de 1539, en solemne y triste auto de fe presidido por
Zumrraga, por el
virrey
Antonio de Mendoza y por toda
la
Audiencia.
Era la primerafracturaverdaderamente seria que nublaba el sueo de una supuesta
colaboracin y de ima completa asimilacin delavieja lite i n d i n a por parte espaola.
Al ao siguiente de 1540, ya lo hemos visto, los hijos de los caciques aunque evi
dentemente hbiles demostraron a las claras no tender ni
a^irar
al sacerdocio. Y
lo peor de todo, en 1541-1542 se desat un gravsimo alzamiento indina en las pro
vincias del lejano norte. No era una simple guerra chicfaimeca (es decir, una guerra
contra indios brbaros como los apaches), sino una verdadera rebelin ymuy san
grienta contra la presencia emanla. Guerra dirigida por indios cascanes de lengua
nhuad que mantenan estrecha comunicacincon laspoblaciones delreacentral mexi
cana y que, adems, contaban entre sus filas con numerosos i n d i n a s ya hiq>anizados
pero que haban huido de los territorios ocupados por los espaoles. La documentacin
demuestra que de hecho fue un movimiento nativista, con fuertes coo^nentes mile-
naristas y de inversin, en el que todo lo aprendido de los emanles que ya era
mucho fue utilizado en su contra. Movimiento sumamente contagioso que se pr(^>ag
a gran velocidad hacia el sur y que lleg a amenazar a la propia ciudad de Mxico.
Aunque todava hoy est sin estudiar adecuadamente, se trata de una rebelin para
la que diqmnemos de documentacinmuyprecisa, escrita tanto por i n d i n a s en lengua
nhuatl como por espaoles. Entre todos merece destacarse, por su lucidez y riqueza,
el informe que el propio Antonio de Mendoza tuvo que hacer para dar cuenta y excul
parse de su dursima intervencin, pues no slo reprimi con violencia nada habitual
todo el movimiento, sino que llega aplicar castigos tanextremos como el i^rreamiento
de los cabecillas
**.
Los ind^enas respondieron a la presin espaola, vaya si respondieron, y lo hicieron
de unaformanoslo ine^}eracla, sinoadems muydesconsiderada. Eltriste yprincipesco
' La documentacin se conserva en el Archivo Genoral de Lidias (Sevilla) y una parte significativa
(ue puUicada por
PREZ-BUSTAMANTC,
C ,LOSorgmes delgpbiemo
t nr r e i na l
en las Indiase m a n la s .Don Antonio
de Mendoza,primer virrey de laNueva Espaa (1-150),Aludes de la Universidad de Santiago, Santiago
de OMupostda,
1928, nm.
QL Dentro
de
su
riquisimo apndice documental
vase
eq)ecialmente
pp.
152-168.
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Jess Bustamante Garca
caso de don Garios, cacique de Texcoco, slo fue para los castdlanos el principio del
final de una utt^a caballeresca sobre la que se habia querido fundar un nuevo imperio
en el Nuevo M undo,imperio claroestalo Garios V,esdecir,ms a laborgoona
que a la romana pero empre con la ant jua Roma como t d ^ de f