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8 los luchas y batallas de El libertador en su cruzado por liberar o Venezuela y otros países del yugo español, sólo son equiparable o lo que transitaron los restos del mós grande hombre de América en todos los tiempos, o raíz de los tres procesos de exhumaciones o los que se vieron sometidos en /82 años después de su trascendencia o otro mundo " Examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y par primero vez vio lo verdad: lo úl timo como prestada, el tocador de lóstima cuyo turbio espe¡o de paciencia no lo volvería o repór tir, el aguamanil de parcelana descorchado con el agua y la toalla y el ¡aoon paro otros monos, lo prisa sin corazón del relo¡ octogonal desboca- da hacia la ci to ineluclable del 17 de diciembre o lo uno y siete minutos de su larde · na/. Enton- ces cruzó los brozas contra el pecho y empezó o oír los voces radiantes de las esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches, y vio par la ventana el diamante de Venus en el cielo que se i ba para siempre, las nieves eternas, la enreda- dera nueva cuyas campánulas amar ill as na vería florecer el sóbado siguiente en la casa cerrada par el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca mós, por los siglas de los siglos, volvería a repetirse. " Ese pórrafo final del libro " El General en su la- berinto" del escritor colombiano Gabriel Garcío Mórquez, constituye el corolario en lo vida fís ico del mós grande hombre que ha dado América en todo su historio: El libertador Simón Bolívar. Pero , o su vez, ese capítulo final represento el comien- zo de lo paz de su olmo que sólo se consegui- ría 182 años después, cuando los venezolanos pudieron apreciar finalmente su verdadero rostro y un estudio científico que mostró sus padecimien- tos en los postrimerí as de su existencia . Lo idiosincrasia latinoamericano tiene dentro de sus paradigmas el no hablar mol de los muertos y, en lo medido de lo posible, cumplir con sus deseos antes del trónsito ineludible. EllO de diciembre de 1830 el Podre de lo Patrio dejó plasmado en su testamento: " Es mi vo- luntad: que después de mi fallecimiento , mis restos sean depositados en lo ciudad de Carocas, mi poís natal " . Siete días después, el 17 de diciembre, falleció en lo quinto de Son Pedro Alejandrino en Santo Mar- ta , Colombia, siendo realizado su autopsia por su médico de cabecero, Alejandro Próspero Reverend. Ese día lo narro el galeno de lo siguiente manero : NA eso de las once de la mañana entró en esla- do agónica. Me senté en la cabecera, teniendo en mi mana la del libertador, que ya na hablaba sino de moda confuso. Sus facciones expresaban una perfecla serenidad; ningún dolor o seña de padeci- mienlo se refle¡aban sobre su noble rostro. Cuando adverlí ya la respiración se panía estertorosa, y el pulso trémulo, casi insensible, y que la muerle era inminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los generales, edecanes y los demós que componían el séquilo de Bolívar : ·' Señores, ex- clamé, si queréis presenciar los últimos momentos y el postrer aliento del libertador, ya es liempo '.

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los luchas y batallas de El libertador en su cruzado por liberar o Venezuela y otros países del yugo español, sólo son equiparable o lo que transitaron los restos del mós grande hombre de América en todos los tiempos, o raíz de los tres procesos de exhumaciones o los que se vieron sometidos en /82 años después de su trascendencia o otro mundo

"Examinó el aposento con la clarividencia de sus vísperas, y par primero vez vio lo verdad: lo último como prestada, el tocador de lóstima cuyo turbio espe¡o de paciencia no lo volvería o repór tir, el aguamanil de parcelana descorchado con el agua y la toalla y el ¡aoon paro otros monos, lo prisa sin corazón del relo¡ octogonal desboca­da hacia la cito ineluclable del 17 de diciembre o lo uno y siete minutos de su larde {¡·na/. Enton­ces cruzó los brozas contra el pecho y empezó o oír los voces radiantes de las esclavos cantando la salve de las seis en los trapiches, y vio par la ventana el diamante de Venus en el cielo que se iba para siempre, las nieves eternas, la enreda­dera nueva cuyas campánulas amarillas na vería florecer el sóbado siguiente en la casa cerrada par el duelo, los últimos fulgores de la vida que nunca mós, por los siglas de los siglos, volvería a repetirse. "

Ese pórrafo final del libro "El General en su la­berinto" del escritor colombiano Gabriel Garcío Mórquez, constituye el corolario en lo vida físico del mós grande hombre que ha dado América en todo su historio: El libertador Simón Bolívar. Pero, o su vez, ese capítulo final represento el comien­zo de lo paz de su olmo que sólo se consegui­ría 182 años después, cuando los venezolanos pudieron apreciar finalmente su verdadero rostro y un estudio científico que mostró sus padecimien­tos en los postrimerías de su existencia .

Lo idiosincrasia latinoamericano tiene dentro de sus paradigmas el no hablar mol de los muertos y, en lo medido de lo posible, cumplir con sus deseos antes del trónsito ineludible.

EllO de diciembre de 1830 el Podre de lo Patrio dejó plasmado en su testamento: "Es mi vo­luntad: que después de mi fallecimiento , mis restos sean depositados en lo ciudad de Carocas, mi poís natal" .

Siete días después, el 17 de diciembre, falleció en lo quinto de Son Pedro Alejandrino en Santo Mar­ta , Colombia , siendo realizado su autopsia por su médico de cabecero, Alejandro Próspero Reverend.

Ese día lo narro el galeno de lo siguiente manero: NA eso de las once de la mañana entró en esla­do agónica. Me senté en la cabecera, teniendo en mi mana la del libertador, que ya na hablaba sino de moda confuso. Sus facciones expresaban una perfecla serenidad; ningún dolor o seña de padeci­mienlo se refle¡aban sobre su noble rostro. Cuando adverlí ya la respiración se panía estertorosa, y el pulso trémulo, casi insensible, y que la muerle era inminente, me asomé a la puerta del aposento, y llamando a los generales, edecanes y los demós que componían el séquilo de Bolívar: ·'Señores, ex­clamé, si queréis presenciar los últimos momentos y el postrer aliento del libertador, ya es liempo '.

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Cuando Reverend fue o amortajar el cuerpo se dio cuento que lo único comiso que tenía Bolívar estaba roto . Dijo entonces: "Bolívar aun muerto no vestirá uno comiso roto , voy o traer uno de los míos". Pero le entregaron uno que mondó el general José Lourencio Silva y con eso vistió el cuerpo.

El 20 de diciembre fue enterrado en lo Catedral de Santo Marta en el panteón propiedad de lo fami­lia Díoz Granados.

Sus restos seguían sin encontrar lo paz, pues, el 24 de moyo de 1834, un fuerte temblor causó da­ños en el sepulcro y, ante el temar de que fuese pro­fanado lo morado fúnebre, el juez Manuel Ujueto, lo trasladó hasta su coso en lo calle Grande, man­teniéndolo allí hasta que lo bóveda fue restaurado y sepultado nuevamente el 29 de ese mismo mes.

José María Vargas, quien en 1835 ero el presidente de lo República de Venezue­

la , presidió lo comisión encargado de exhumar de lo Catedral de Santo Marta en Colombia, los restos mortales de Simón José Antonio de lo Santísimo Tri­nidad Bolívar y Palacios y conducirlos o Carocas.

El día del cumpleaños 56 de Bolívar, es decir, el 24 de julio de 1839, sus restos fueron movilizados hasta un lugar más acorde con su investidura 01 pie del altar mayor de lo Catedral de Santo Marta y se colocó uno lápida con lo inscripción "Bolívar Liber­tador de Colombia y Perú y fundador de Bolivia ".

Por fin, el gobierno venezolano decidió, el 29 de abril de 1842, solicitar 01 gobierno de Colombia el traslado de los restos hacia el país y se publicó el primer Decreto sobre Honores o lo Memoria del Libertador Simón Bolívar.

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Al mes siguiente, el presidente José Antonio Póez, emitió el segundo decreto que reglamentó el trasla­do de los restos de El libertador al crear la comisión venezolana responsable para tal fin . Sus in tegrantes zarparon en los primeras días de noviembre desde La Guaira can destino a Colombia .

Las comisiones designadas tanto en Venezuela como en la vecina noción, decidieron que la exhumación se realizara el 20 de noviembre del citado año. Luego de la identificación del cuerpo, la representación co­lombiana solici tó que se les dejara el cofre que con­tenía el corazón de Bolívar, lo cual se le concedió.

Dos días después partieron las naves con los res­tos hacia La Guaira, lugar al que arribaron el 15 de diciembre para luego ser conducidos hasta el Museo Bolivariano de Carocas y de allí a la Iglesia de la Santísima Trinidad .

Doce años después de su muerte, es decir, el 17 de diciembre de 1842, sus restos llegaron a la Iglesia de San Francisco, para luego ser trasladados a la Catedral de Caracas y colocados en el panteón de la familia Bolívar.

En febrero del año siguiente, una comisión presi­dida por el doctor José María Vargas se encargó de clasificar y realizar un trabojo de preservación de los restos de Bolívar, para luego devolverlos al panteón familiar.

El 28 de octubre de 1852 se erigió un monumento en la capilla de la familia Bolívar y reubicados los restos ba jo la obra del escultor italiano Pietro Tenera­ni . Exactamente 20 años después (28 de octubre de 18761. la urna de plomo con el cuerpo de El liberta­dar fue colocada dentro de un sarcófago de madera revestido de plata y oro, elaborado por el escultor francés Emile Jaquin .

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Posteriormente, sus restos fueron conducidos hasta la Iglesia de la Santísima Trinidad de Caracas, la cual a partir del 27 de marzo de 1 874 fue declarada como Panteón Nacional por el presidente Antonio Guzmón Blanco.

Durante los siguientes 53 años se produjeron los actos solemnes de todos los 24 de julio y 1 7 de di­ciembre, sin que se ocurriera ningún hecho significa­tivo, hasta que el 12 de diciembre de 1930, luego de 100 años de su muerte en Santa Marta, el ataúd de plomo donde reposan los restos de El Libertador se colocó en una urna de bronce encargada por el gobierno de Juan Vicente GÓmez.

Edr& ~ J b etu Quienes han seguido de cerca la vida de Bolívar

y tienen como mayor orgullo definirse "bolivarianos", siempre han manifestado dudas no sólo sobre las cau­sas de la muerte del Padre de lo Patria , sino también sobre si los restos que nos devolvió Colombia corres­ponden al grande hombre de América.

Esas "dudas y diretes" tuvieron como consecuen­cia que los restos de El libertador hayan tenido que ser exhumados en tres oportunidades.

Para mejor entendimiento, conviene ubicar crono­lógicamente toles exhumaciones, por lo que comen­zaremos por la primero realizada con motivo de la repatriación de sus restos al país en 1842 y de la cual rindió cuenta la comisión nombrado por la Nue­va Granada poro la entrega de las cenizas de El libertador.

El acto reza textualmente: "En la ciudad de Santa Marta, a veinte de noviembre de mil ochocientas cua­renta y das, ... y de acuerdo can las señores Comisio­nados de Venezuela se levantó una losa de mármol que cubría una bóveda situada en la parte superior de la nave mayor, cerca de las gradas del presbi­terio, y en cuyo fondo se holló uno ca/o forrada en ho¡o de plomo; y extraída que fue abierta, se hollaron los restas de un cadáver que par todas las señales siguientes, era el mismo idéntico del General Bolívar.

El cráneo estaba aserrado horizontalmente y las costillas por ambos lados cortados con oblicuidad como para examinar el pecho; los huesos de las piemos y pies estaban cubiertos con batas de com­paña, la derecha todavía entero, la izquierdo des­pedazada y sólo conservada en su parle infertor; pedazos de galón decaídos se hallaban a los lodos

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-de los muslos, y listas de color verde de cobre oxidado, formaban líneos parolelas o estos huesos: los señores doctor Ale¡andro Próspero Reverend y Manuel U¡eta que asistieron ambas tanto a la preparación del cadáver después de la muerte como o su traslación o lo bóveda de los señores Gronodos, situado en lo parí superior de lo nove derecho delante del alta de Son José o lo que actualmente ocupa, e primero como médico que preparó el cadá­ver, el segundo como uno de las personas que asistieron o esta preparación y a su sepultura, preguntados por el señor Gobernador acerco de lo identidad de los restos del cadáver que tenían presente, co el del General Bolívar, contestaron que ero I mismo idéntico. Por úl­timo, o todos stas uebas de identidad se agrega lo de ue en estos añf)5 anteriores nin­gún cadáver ha sido ni podido ser enterrado en una u otra bóveda . •

lo segundo exhumación fue realizado en lo Catedral de Caracas, lugar en el que fueron sepultados los restos el 23 de diciembre de 1842 en lo bóveda de lo familia Bolívar, lue­go de su traslado desde Santa Mafia ese año.

Esto vez, el docto José María Vargas tendría lo responsabilidad de preservar sus restos con miras o su conservación paro la pos~ridad, cuestión que 1 80 años después se demostró lo hizo con uno rigurosidad científica avanzado poro su época.

Vargas envió uno misiva el 30 de ero de 1843 que señalaba, entre otros cosos, " .. . aunque el esqueleto está cabe!, los más de los huesos par efecto de la umedad 70 muy impropia operación de conservación inmedia­tamente después de la muerte, están ya negros y decaídas hasta el grado de deleznarse entre las dedos al asirlas. la operación de barn¡ zar/as de modo que Sil conserven me¡or sólo pueden hacerse respecto del cráneo y los hue­sos largos de Yos miembros. los demás serán separadas de la tierra y demás horruras que serón relegados a otra caía largo que puedo contenerse dentro de lo mismo urna; y q~ rón como se hallon en sus respectivos pq.tIckr nes del esquslelo'

Mes y medio después, Vargas emitió el si­guiente informe:

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Así pues, no quedó ninguna dudo de que hubo rigu­rosidad y respeto por los restos del Padre de la Patria, pero eso no sirvió para calmar las especulaciones, no sólo respecto a la autenticidad del cuerpo de Bolívar, sino también sobre las causas de su muerte .

LtI/ cieItcúv d'senJicúJv ¡; ~ ¡;;ttfrÚV

Reverend pasó a la historia no sólo por haber sido el médico de cabecera de Bolívar, sino también por ser el único patólogo que realizó la autopsia .

En una inspección real izada el 8 de enero de 1947 en la cripta del panteón de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas, el doctor José Izquierdo encontró un cróneo que según, dadas las evidencias forenses, podría pertenecer a El libertador.

Tal situación generó una polémica sobre el para­dero y autenticidad de los restos de El libertador, la cual llegó hasta los integrantes del Congreso Na­cional de la época, ordenóndose para aclarar las hechos la apertura del sarcófago de bronce que contenía la urna de plomo en el Panteón Nacional.

La comisión nombrada abrió el sarcófago y rea­lizó una inspección a la urna de plomo para ve­rificar si había sido violentada en el pasado, no encontrándose evidencias del hecho.

En ese entonces se utilizá el método de percu­sión (sin abrir la urna de plomo) y se comprobó que contenía los restas de Simón Bolívar, por lo que se terminó por desestimar la hipótesis deJosé Izquierdo.

El 03 de marzo del referido año, el presidente de la Asamblea Constituyente, el poeta prestado a la política, Andrés Eloy Blanca, en un emotivo discurso dijo: "Esa urna debe ser de cristal y de

oro de nuestra Guayana: Hemos encontrado que la urna de ploma que guarda las cenizas del Padre de lo Patria es una urna impropia para contener esos huesos.

Es una urna impropia no sólo porque no es de un material tan noble como para contener sus cenizas, sino por el estada de abolladura y de flexibilidad en que se encuentra . N osotros esperamos que la Re­pública algún día tome algunas med idas acerca de este asunto . Esa urna no debe ser de plomo; esa urna debe ser de cristal y de oro ... "

También , expresó otro deseo: "Algún día también habrá ocasión de trasladar esas restos ( ... ) que ya no tenemos ningún temor de que los abran , porque profanación es intención profana, yeso sería inten­ción glorificadora de culto nacional. Ya no tenemos ese temar que teníamos de poder algún día encontrar hecho polvo el cráneo de Bolívar."

El 28 de diciembre de 1972, el presidente de lo Republ ica para el momento, Rafael Caldera , encabe­zó una segunda inspección a la urna que resguarda los restos, no detectándose señal alguna de deterioro o profanación, limitándose tan solo, a sustituir el pa­bellón nacional que cubría dicha urna desde 1930, par uno nuevo.

A finales del año 2007, la polémica sobre el asunto planteado por el doctor Izquierda en 1947 en cuanta a la autenticidad de los restos y sobre las verdaderas causas de la muerte del Padre de la Patria , propició el pronunciamiento del actual Jefe de Estado, Hugo Chávez, quien concluyó que la única manera de zan­jar el asunto es realizando una nueva exhumación de los restas de El libertador.

Eso finalmente se hizo, pero esas conclusiones se podrán observar en las próximas páginas . . .

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