15 Cuentos y Sus Biografias Respectivas

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Caperucita Roja LOS HERMNAOS GRIMM Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quería usar otra cosa, así que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un día su madre le dijo: "Ven, Caperucita Roja, aquí tengo un pastel y una botella de vino, llévaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y débil y esto le ayudará. Vete ahora temprano, antes de que caliente el día, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, "Buenos días," ah, y no andes curioseando por todo el aposento." "No te preocupes, haré bien todo," dijo Caperucita Roja, y tomó las cosas y se despidió cariñosamente. La abuelita vivía en el bosque, como a un kilómetro de su casa. Y no más había entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontró con un lobo. Caperucita Roja no sabía que esa criatura pudiera hacer algún daño, y no tuvo ningún temor hacia él. "Buenos días, Caperucita Roja," dijo el lobo. "Buenos días, amable lobo." - "¿Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?" - "A casa de mi abuelita." - "¿Y qué llevas en esa canasta?" - "Pastel y vino. Ayer fue día de hornear, así que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse." - "¿Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?" - "Como a medio kilómetro más adentro en el bosque. Su casa está bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrás visto," contestó inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a sí mismo: "¡Qué criatura tan tierna! qué buen bocadito - y será más sabroso que esa viejita. Así que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fácilmente." Entonces acompañó a Caperucita Roja un pequeño tramo del camino y luego le dijo: "Mira Caperucita Roja, que lindas flores se ven por allá, ¿por qué no vas y recoges algunas? Y yo creo también que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque está lleno de maravillas."

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Caperucita Roja LOS HERMNAOS GRIMM

Haba una vez una adorable nia que era querida por todo aqul que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la nia. Una vez le regal una pequea caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan bien que ella nunca quera usar otra cosa, as que la empezaron a llamar Caperucita Roja. Un da su madre le dijo: "Ven, Caperucita Roja, aqu tengo un pastel y una botella de vino, llvaselas en esta canasta a tu abuelita que esta enfermita y dbil y esto le ayudar. Vete ahora temprano, antes de que caliente el da, y en el camino, camina tranquila y con cuidado, no te apartes de la ruta, no vayas a caerte y se quiebre la botella y no quede nada para tu abuelita. Y cuando entres a su dormitorio no olvides decirle, "Buenos das," ah, y no andes curioseando por todo el aposento."

"No te preocupes, har bien todo," dijo Caperucita Roja, y tom las cosas y se despidi cariosamente. La abuelita viva en el bosque, como a un kilmetro de su casa. Y no ms haba entrado Caperucita Roja en el bosque, siempre dentro del sendero, cuando se encontr con un lobo. Caperucita Roja no saba que esa criatura pudiera hacer algn dao, y no tuvo ningn temor hacia l. "Buenos das, Caperucita Roja," dijo el lobo. "Buenos das, amable lobo." - "Adonde vas tan temprano, Caperucita Roja?" - "A casa de mi abuelita." - "Y qu llevas en esa canasta?" - "Pastel y vino. Ayer fue da de hornear, as que mi pobre abuelita enferma va a tener algo bueno para fortalecerse." - "Y adonde vive tu abuelita, Caperucita Roja?" - "Como a medio kilmetro ms adentro en el bosque. Su casa est bajo tres grandes robles, al lado de unos avellanos. Seguramente ya los habrs visto," contest inocentemente Caperucita Roja. El lobo se dijo en silencio a s mismo: "Qu criatura tan tierna! qu buen bocadito - y ser ms sabroso que esa viejita. As que debo actuar con delicadeza para obtener a ambas fcilmente." Entonces acompa a Caperucita Roja un pequeo tramo del camino y luego le dijo: "Mira Caperucita Roja, que lindas flores se ven por all, por qu no vas y recoges algunas? Y yo creo tambin que no te has dado cuenta de lo dulce que cantan los pajaritos. Es que vas tan apurada en el camino como si fueras para la escuela, mientras que todo el bosque est lleno de maravillas."

Caperucita Roja levant sus ojos, y cuando vio los rayos del sol danzando aqu y all entre los rboles, y vio las bellas flores y el canto de los pjaros, pens: "Supongo que podra llevarle unas de estas flores frescas a mi abuelita y que le encantarn. Adems, an es muy temprano y no habr problema si me atraso un poquito, siempre llegar a buena hora." Y as, ella se sali del camino y se fue a cortar flores. Y cuando cortaba una, vea otra ms bonita, y otra y otra, y sin darse cuenta se fue adentrando en el bosque. Mientras tanto el lobo aprovech el tiempo y corri directo a la casa de la abuelita y toc a la puerta. "Quin es?" pregunt la abuelita. "Caperucita Roja," contest el lobo. "Traigo pastel y vino. breme, por favor." - "Mueve la cerradura y abre t," grit la abuelita, "estoy muy dbil y no me puedo levantar." El lobo movi la cerradura, abri la puerta, y sin decir una palabra ms, se fue directo a la cama de la abuelita y de un bocado se la trag. Y enseguida se puso ropa de ella, se coloc un gorro, se meti en la cama y cerr las cortinas.

Mientras tanto, Caperucita Roja se haba quedado colectando flores, y cuando vio que tena tantas que ya no poda llevar ms, se acord de su abuelita y se puso en camino hacia ella. Cuando lleg, se sorprendi al encontrar la puerta abierta, y al entrar a la casa, sinti tan extrao presentimiento que se dijo para s misma: "Oh Dios! que incmoda me siento hoy, y otras veces que me ha gustado tanto estar con abuelita." Entonces grit: "Buenos das!," pero no hubo respuesta, as que fue al dormitorio y abri las cortinas. All pareca estar la abuelita con su gorro cubrindole toda la cara, y con una apariencia muy extraa. "!Oh, abuelita!" dijo, "qu orejas tan grandes que tienes." - "Es para orte mejor, mi nia," fue la respuesta. "Pero abuelita, qu ojos tan grandes que tienes." - "Son para verte mejor, querida." - "Pero abuelita, qu brazos tan grandes que tienes." - "Para abrazarte mejor." - "Y qu boca tan grande que tienes." - "Para comerte mejor." Y no haba terminado de decir lo anterior, cuando de un salto sali de la cama y se trag tambin a Caperucita Roja.

Entonces el lobo decidi hacer una siesta y se volvi a tirar en la cama, y una vez dormido empez a roncar fuertemente. Un cazador que por casualidad pasaba en ese momento por all, escuch los fuertes ronquidos y pens, Cmo ronca esa viejita! Voy a ver si necesita alguna ayuda. Entonces ingres al dormitorio, y cuando se acerc a la cama vio al lobo tirado all. "As que te encuentro aqu, viejo pecador!" dijo l."Haca tiempo que te buscaba!" Y ya se dispona a disparar su arma contra l, cuando pens que el lobo podra haber devorado a la viejita y que an podra ser salvada, por lo que decidi no disparar. En su lugar tom unas tijeras y empez a cortar el vientre del lobo durmiente. En cuanto haba hecho dos cortes, vio brillar una gorrita roja, entonces hizo dos cortes ms y la pequea Caperucita Roja sali rapidsimo, gritando: "Qu asustada que estuve, qu oscuro que est ah dentro del lobo!," y enseguida sali tambin la abuelita, vivita, pero que casi no poda respirar. Rpidamente, Caperucita Roja trajo muchas piedras con las que llenaron el vientre del lobo. Y cuando el lobo despert, quizo correr e irse lejos, pero las piedras estaban tan pesadas que no soport el esfuerzo y cay muerto.

Las tres personas se sintieron felices. El cazador le quit la piel al lobo y se la llev a su casa. La abuelita comi el pastel y bebi el vino que le trajo Caperucita Roja y se reanim. Pero Caperucita Roja solamente pens: "Mientras viva, nunca me retirar del sendero para internarme en el bosque, cosa que mi madre me haba ya prohibido hacer."

Tambin se dice que otra vez que Caperucita Roja llevaba pasteles a la abuelita, otro lobo le habl, y trat de hacer que se saliera del sendero. Sin embargo Caperucita Roja ya estaba a la defensiva, y sigui directo en su camino. Al llegar, le cont a su abuelita que se haba encontrado con otro lobo y que la haba saludado con "buenos das," pero con una mirada tan sospechosa, que si no hubiera sido porque ella estaba en la va pblica, de seguro que se la hubiera tragado. "Bueno," dijo la abuelita, "cerraremos bien la puerta, de modo que no pueda ingresar." Luego, al cabo de un rato, lleg el lobo y toc a la puerta y grit: "Abre abuelita que soy Caperucita Roja y te traigo unos pasteles!" Pero ellas callaron y no abrieron la puerta, as que aquel hocicn se puso a dar vueltas alrededor de la casa y de ltimo salt sobre el techo y se sent a esperar que Caperucita Roja regresara a su casa al atardecer para entonces saltar sobre ella y devorarla en la oscuridad. Pero la abuelita conoca muy bien sus malas intenciones. Al frente de la casa haba una gran olla, as que le dijo a la nia: "Mira Caperucita Roja, ayer hice algunas ricas salsas, por lo que trae con agua la cubeta en las que las cocin, a la olla que est afuera." Y llenaron la gran olla a su mximo, agregando deliciosos condimentos. Y empezaron aquellos deliciosos aromas a llegar a la nariz del lobo, y empez a aspirar y a caminar hacia aquel exquisito olor. Y camin hasta llegar a la orilla del techo y estir tanto su cabeza que resbal y cay de bruces exactamente al centro de la olla hirviente, ahogndose y cocinndose inmediatamente. Y Caperucita Roja retorn segura a su casa y en adelante siempre se cuid de no caer en las trampas de los que buscan hacer dao.

* * * FIN * * *BIOGRAFA DE LOS HERMNAOS GRIMM

Jacob y Wilhelm eran los mayores de siete hermanos.Jacob naci en Hanau el 4 de enero de 1785. Wilhelm en Hanau el 24 de febrero de 1786.Por su mnima diferencia de edad, crecieron y se desarrollaron juntos.A sus 13 y 12 aos, ingresaron a estudiar al Lyzeum, en Kassel, un colegio para la clase alta.Luego estudiaron en la universidad de Marburgo. Eran profesionales en derecho, letras, filologa, y literatura. Fueron profesores universitarios. Trabajaron en la Universidad de Gotinga y la de Berln.Se interesaron mucho en los antiguos cuentos folclricos alemanes y franceses, que recolectaron de muchas fuentes, los coleccionaron y los publicaron con el nombre de"Kinder- und Hausmrchen"(Cuentos para la infancia y el hogar)(2 volmenes, 1812-1815). Dicha publicacin fue aumentada en 1857, y conocida como "Cuentos de hadas de los hermanos Grimm." Algunos cuentos ya haban sido publicados muchos aos antes por el escritor Charles Perrault, tales como Caperucita Roja, Cenicienta, La Bella Durmiente, Pulgarcito, El Gato con Botas, que aparecen aqu con algunas modificaciones con respecto al original de Perrault.Ambos hermanos colaboraron en la realizacin de muchas otras obras.De Jacob encontramos:"Sobre los antiguos Meistergesang (menestrales) alemanes"(1811),Gramtica alemana(1819-1837). Tambin"Mitologa alemana"(1835), eHistoria de la lengua alemana(1848).De parte de Wilhelm:"Antiguas canciones de gesta danesas"(1811),"Leyendas heroicas alemanas"(1829),"La cancin de Roldn"(1838) yEl antiguo idioma alemn(1851)Fue elDiccionario alemnsu obra compartida.Wilhelm muri el 16 de diciembre de 1859 y Jacob el 20 de septiembre de 1863 .

Riquete el del Copete- Charles PerraultErase una vez una Reina que dio a luz un hijo tan feo y contrahecho, que durante mucho tiempo se dud si tena forma humana. Un hada que estuvo presente en su nacimiento asegur que no dejara de ser agradable, pues tendra una gran inteligencia; aadi incluso que podra, en virtud del don que ella acababa de concederle, dar tanta inteligencia como l tuviese a la persona a quien ms quisiera. Todo esto consol un poco a la pobre Reina , que estaba muy afligida por haber trado al mundo tan feo monigote. Tambin es verdad que, en cuanto empez a hablar, el nio dijo mil cosas bonitas y tena en todos sus gestos un no s qu de ingenioso, que estaban todos encantados con l.

Me olvidaba decir que vino al mundo con un pequeo copete de pelos en la cabeza, por lo que lo llamaron Riquete el del Copete, pues Riquete era el apellido de la familia.

Al cabo de siete u ocho aos, la Reina de un reino vecino dio a luz dos nias. La primera que vino al mundo era ms hermosa que el da: la Reina se puso tan contenta, que se temi que una alegra tan grande la perjudicara. La misma hada que haba asistido al nacimiento del pequeo Riquete el del Copete estaba presente y, para moderar la alegra de la Reina, le declar que la Princesita no tendra nada de inteligencia y que sera tan estpida como hermosa. Aquello disgust mucho a la Reina; pero unos instantes despus sinti una pena mucho mayor, pues result que la segunda hija que dio a luz era extremadamente fea.

-No os aflijis tanto, seora -le dijo el hada-, vuestra hija ser compensada de otro modo y tendr tanta inteligencia que apenas se darn cuenta de que carece de belleza.

-Dios lo quiera -respondi la Reina-. Pero no habra manera de poder dar un poco de inteligencia a la mayor, que es tan hermosa?

-No puedo hacer nada por ella, seora, en lo que concierne a la inteligencia -dijo el hada-, pero lo puedo todo en lo tocante a la belleza; y como no hay nada que no quiera hacer para satisfaceros, voy a otorgarle el don de poder hacer hermosa a la persona que le guste.

A medida que fueron creciendo las dos princesas, sus perfecciones crecieron tambin con ellas, y en todas partes no se hablaba ms que de la belleza de la mayor y de la inteligencia de la menor.

Tambin es verdad que sus defectos aumentaron mucho con la edad. La menor se volva cada vez ms fea y la mayor, cada da ms estpida. Y as, o no contestaba a lo que le preguntaban o deca una tontera. Adems era tan torpe que no hubiera podido colocar cuatro porcelanas en el saliente de una chimenea sin romper alguna, ni beber un vaso de agua sin echarse la mitad en el vestido.

Aunque la belleza es una gran ventaja para una joven, sin embargo la menor casi siempre tena superioridad sobre la mayor en sociedad. Al principio se dirigan al lado de la ms hermosa para verla y admirarla, pero al poco rato se dirigan a la que tena ms inteligencia para orla decir mil cosas agradables; y era sorprendente ver cmo, en menos de un cuarto de hora, no quedaba nadie junto a la mayor, y todo el mundo se arremolinaba alrededor de la menor. La mayor, a pesar de ser tan estpida, lo notaba perfectamente y hubiera dado sin dudar toda su belleza por tener la mitad de la inteligencia de su hermana.

La Reina, por muy prudente que fuera, no dej de reprocharle un da varias veces su sandez, con lo que la pobre Princesa crey morir de pena.

Un da en que se haba retirado a un bosque para llorar su desgracia, vio que se le acercaba un hombrecillo muy feo y muy desagradable, pero magnficamente vestido. Era el joven prncipe Riquete el del Copete, que, habindose enamorado de ella por los retratos que circulaban por todo el mundo, haba abandonado el reino de su padre para tener el placer de verla y de hablar con ella.

Encantado de encontrarla tan sola, la abord con todo el respeto y toda la cortesa imaginables. Habiendo observado, despus de hacerle los cumplidos de rigor, que estaba muy deprimida, le dijo:

-No comprendo, seora, cmo una persona tan hermosa como vos pueda estar tan triste como aparentais; porque, aunque puedo vanagloriarme de haber visto infinidad de personas hermosas, puedo deciros que jams he contemplado a nadie cuya belleza se iguale a la vuestra.

-Eso lo diris vos, seor -le respondi la Princesa, que se qued cortada.

-La belleza -prosigui Riquete el del Copete- es una ventaja tan grande que compensa cualquier otra cosa. Y, cuando se la posee, no veo nada que os pueda preocupar en demasa.

-Preferira -dijo la Princesa- ser tan fea como vos y tener inteligencia, que poseer mi belleza, y ser tan tonta.

-Seora, no hay nada que demuestre tanto que se tiene inteligencia como creer no tenerla, y pertenece a la naturaleza de este don que, cuanto ms tiene uno, ms cree carecer de l.

-Eso no lo s -dijo la Princesa-; lo que s s es que soy muy tonta, y de ah viene la tristeza que me aflige.

-Seora, si lo que os aflige no es ms que eso, puedo fcilmente poner fin a vuestro dolor.

-Y cmo lo haris? -dijo la Princesa.

-Seora -dijo Riquete el del Copete-, tengo el poder de dar tanta inteligencia como se pueda tener a la persona a quien ms ame, y como sois vos, seora, esa persona, no depende ms que de vos el tener tanta inteligencia como se pueda tener, con tal que queris casaros conmigo.

La Princesa se qued cortada y no respondi nada.

-Veo -prosigui Riquete el del Copete- que la proposicin os desagrada, y no me extraa; pero os doy un ao entero para decidiros.

La Princesa tena tan poca inteligencia y al mismo tiempo tantas ganas de tenerla, que pens que el fin de ese ao no llegara nunca; de modo que acept la proposicin que se le haca. Apenas hubo prometido a Riquete el del Copete que se casara con l al cabo de un ao, tal da como aqul, cuando se sinti completamente distinta de lo que era antes; not que tena una facilidad increble para decir todo lo que le apeteca y para decirlo de una manera fina, suelta y natural. Desde aquel momento entabl una conversacin elegante y sostenida con Riquete el del Copete, donde brill con tal fuerza, que Riquete el del Copete pens que le haba dado mucha ms inteligencia de la que se haba reservado para s mismo.

Cuando regres al palacio, en la Corte no saban qu pensar de ese cambio tan sbito y tan extraordinario, porque lo mismo que antes la haban odo decir sandeces, ahora la oan decir cosas muy sensatas e increiblemente ingeniosas.

Toda la Corte sinti una alegra como nadie se puede imaginar; slo la menor no se alegr de ello, porque, al no tener ya sobre su hermana mayor la ventaja de la inteligencia, pareca a su lado una mona muy pattica.

El Rey se guiaba por sus opiniones y hasta iba, en ocasiones, a sus aposentos a celebrar Consejo.

Habindose propagado el rumor de aquel cambio, todos los jvenes prncipes de los reinos vecinos hicieron lo posible por conseguir su amor, y casi todos la pidieron en matrimonio; pero ella no encontraba ninguno que tuviera bastante inteligencia, y los escuchaba a todos sin comprometerse con ninguno.

Sin embargo, lleg uno tan poderoso, tan rico, tan inteligente y tan bien plantado, que no pudo evitar el sentirse atraida hacia l. Su padre, que se dio cuenta de ello, le dijo que la dejara elegir esposo y que no tena ms que expresar su deseo. Como cuanta ms inteligencia se tiene ms difcil resulta tomar una decisin al respecto, despus de darle las gracias a su padre, le rog que le diera tiempo para meditarlo.

Por casualidad fue a pasearse por el mismo bosque donde se haba encontrado con Riquete el del Copete, para pensar ms a gusto en lo que tena que hacer. Mientras paseaba, pensando profundamente, oy un ruido sordo bajo sus pies, como de varias personas que van y que vienen. Habindose parado a escuchar con ms atencin, oy que alguien deca:-Treme esa olla.Otro:-Dame ese caldero.Otro:-Echa lea al fuego.

Al mismo tiempo se abri la tierra, y vio bajo sus pies algo as como una gran cocina llena de cocineros, pinches de cocina y todo el personal necesario para organizar un magnfico banquete. Sali de ella un grupo de veinte o treinta asadores, que fueron a acampar en una avenida del bosque alrededor de una mesa muy larga, y que, con la aguja de mechar en la mano y el rabo de zorro cayndoles sobre la oreja, se pusieron a trabajar al comps de una armoniosa cancin. La Princesa, extraada por el espectculo, les pregunt para quin trabajaban.

-Lo hacemos, seora -le respondi el que pareca el jefe del grupo-, para el prncipe Riquete el del Copete, cuya boda se celebrar maana.

La Princesa, an ms sorprendida que antes, y acordndose de pronto de que haca un ao, tal da como aqul, haba prometido casarse con el prncipe Riquete el del Copete, se qued paralizada.

El hecho de que no se acordara se deba a que cuando hizo aquella promesa era tonta y, al adquirir la nueva inteligencia que el Prncipe le haba concedido, haba olvidado todas sus tonteras.

No haba dado treinta pasos siguiendo su paseo, cuando se present ante ella Riquete el del Copete, elegante, magnfico y como un prncipe que va a contraer matrimonio.

-Seora -dijo l-, aqu me tenis puntual tal como acordamos y no dudo de que vos hayis venido aqu para cumplir vuestra palabra y hacerme, concedindome vuestra mano, el ms feliz de todos los hombres.

-Os confesar francamente -respondi la Princesa- que todava no he tomado una decisin y que no creo que pueda nunca tomarla en el sentido que vos deseis.

-Me sorprendis, seora -le dijo Riquete el del Copete.

-Lo creo -dijo la Princesa-, e indudablemente, si tuviera que enfrentarme con un hombre tosco y sin inteligencia, me vera en una situacin muy embarazosa. Una princesa no tiene ms que una palabra, me dirais, y tenis que casaros conmigo, puesto que me lo habis prometido; pero como la persona con quien hablo es el hombre ms inteligente del mundo, estoy segura de que sabr atenerse a razones. Vos sabis que, cuando era tonta, a pesar de todo no poda decidirme a casarme con vos; cmo queris que con la inteligencia que me habis dado, y que me hace todava ms exigente de lo que era en materia de relaciones personales, tome hoy una resolucin que no pude tomar en aquel momento? Si pensabais de verdad en casaros conmigo, habis cometido el gran error de sacarme de mi necedad y hacer que vea ms claro de lo que vea.

-Si a un hombre sin inteligencia -respondi Riquete el del Copete- se le admitira, como acabis de decir, que os reprochara vuestra falta de palabra, por qu queris, seora, que no haga lo mismo yo en un asunto del que depende toda la felicidad de mi vida? Es razonable que las personas que tienen inteligencia estn en peores condiciones que las que no la tienen? Podis pretenderlo vos, que tanta tenis y que tanta deseasteis tener? Pero, si os parece, vayamos al grano. Exceptuando mi fealdad, hay algo ms en m que os desagrade? Estis descontenta de mi nacimiento, de mi inteligencia, de mi carcter y de mis modales?

-De ningn modo -respondi la Princesa-, de vos me gusta todo lo que acabis de decirme.

-Si es as -prosigui Riquete el del Copete-, voy a ser feliz, ya que vos podis convertirme en el ms agradable de todos los hombres.

-Y cmo podra hacer eso? -le dijo la Princesa.

-Podris hacerlo -respondi Riquete el del Copete-, si me amis lo suficiente como para desear que as sea; y para que no dudis ms, seora, sabed que la misma hada que el da de mi nacimiento me concedi el don de poder hacer inteligente a la persona que me gustase, tambin os concedi a vos el don de poder hacer hermosa a la persona a quien vos quisierais conceder esa gracia.

-Si es as -dijo la Princesa-, deseo con todo mi corazn que os convirtis en el prncipe ms hermoso y ms agradable del mundo. Y os concedo el don en la medida en que est en mi mano.

En cuanto la Princesa pronunci estas palabras, Riquete el del Copete apareci a sus ojos como el hombre ms hermoso, mejor plantado y ms agradable que ella hubo visto jams.

Hay quien asegura que no intervinieron para nada los encantamientos del hada, sino que slo el amor realiz aquella metamorfosis. Dicen que la Princesa, despus de haber meditado sobre la perseverancia de su amante, sobre su discrecin y sobre todas las buenas cualidades de su alma y de su espritu, dej de ver la deformidad de su cuerpo y la fealdad de su rostro; que la joroba slo le pareci el porte de un hombre con aires de importancia y que, as como hasta entonces lo haba visto cojear horriblemente, no le encontr ms que cierto andar inclinado que le encantaba; tambin dicen que sus ojos, que eran bizcos, le parecieron por ello ms brillantes, que su defecto pas en su mente por la marca de un violento exceso de amor, y finalmente que su gruesa nariz roja tuvo para ella algo de heroico y marcial.

Sea como fuere, la Princesa le prometi al instante casarse con l siempre que tuviera el consentimiento del Rey, su padre. El Rey, que se haba enterado de que su hija estimaba mucho a Riquete el del Copete, a quien conoca adems por ser un prncipe muy inteligente y muy prudente, lo acept con sumo placer como yerno. Al da siguiente se celebr la boda, tal como lo haba previsto Riquete el del Copete y segn las rdenes que haba dado haca mucho tiempo.

Biografa de Charles PerraultCharles Perrault naci en Pars (Francia), y vivi desde 1628 - 1703. Fue un escritor francs que ejerci la abogaca durante algn tiempo, pero a partir de 1683 se entreg plenamente a la literatura. Escribi el poema El siglo de Luis el Grande (1687), pero en especial Perrault es conocido ante todo por sus cuentos, entre los que figuran Cenicienta, Piel de Asno, Pulgarcitoy La bella durmiente, que l recuper de la tradicin oral en Historias o cuentos del pasado (1697) y conocidos tambin como Cuentos de mam Oca. Lleg a ser miembro de la Academia Francesa.Su mayor fama la logr escribiendo y contando cuentos especialmente para los nios.Los cuentos de Perrault gustaron mucho, pero ni l mismo pudo imaginar que sus historias infantiles llegaran a perdurar a travs de los siglos, puesto que hace trescientos aos que Perrault public susCuentos de antao,en los que aparecieronLa bella durmiente del bosque, Caperucita Roja, Riquete el del copete, El gato con botas, CenicientayPulgarcito.Con su literatura infantil, Perrault desarroll la imaginacin de muchsimos nios, hasta la actualidad.El maestro - Oscar WildeY cuando las tinieblas cayeron sobre la tierra, Jos de Arimatea, despus de haber encendido una antorcha de madera resinosa, descendi desde la colina al valle.Porque tena que hacer en su casa. Y arrodillndose sobre los pedernales del Valle de la Desolacin, vio a un joven desnudo que lloraba.Sus cabellos eran color de miel y su cuerpo como una flor blanca; pero las espinas haban desgarrado su cuerpo, y a guisa de corona, llevaba ceniza sobre sus cabellos.Y Jos, que tena grandes riquezas, dijo al joven desnudo que lloraba.-Comprendo que sea grande tu dolor porque verdaderamente l era justo.Mas el joven le respondi:-No lloro por l sino por m mismo. Yo tambin he convertido el agua en vino y he curado al leproso y he devuelto la vista al ciego. Me he paseado sobre la superficie de las aguas y he arrojado a los demonios que habitan en los sepulcros. He dado de comer a los hambrientos en el desierto, all donde no hay ningn alimento, y he hecho levantarse a los muertos de sus lechos angostos, y por mandato mo y delante de una gran multitud, una higuera seca ha florecido de nuevo. Todo cuanto l hizo, lo he hecho yo.

-Y por qu lloras, entonces?-Porque a m no me han crucificado.FIN

Oscar Wilde (Dubln, 1854 - Pars, 1900) Escritor britnico. Hijo del cirujano William Wills-Wilde y de la escritora Joana Elgee, Oscar Wilde tuvo una infancia tranquila y sin sobresaltos. Estudi en la Portora Royal School de Euniskillen, en el Trinity College de Dubln y, posteriormente, en el Magdalen College de Oxford, centro en el que permaneci entre 1874 y 1878 y en el cual recibi el Premio Newdigate de poesa, que gozaba de gran prestigio en la poca.Oscar Wilde combin sus estudios universitarios con viajes (en 1877 visit Italia y Grecia), al tiempo que publicaba en varios peridicos y revistas sus primeros poemas, que fueron reunidos en 1881 en Poemas. Al ao siguiente emprendi un viaje a Estados Unidos, donde ofreci una serie de conferencias sobre su teora acerca de la filosofa esttica, que defenda la idea del arte por el arte y en la cual sentaba las bases de lo que posteriormente dio en llamarse dandismo.A su vuelta, Oscar Wilde hizo lo propio en universidades y centros culturales britnicos, donde fue excepcionalmente bien recibido. Tambin lo fue en Francia, pas que visit en 1883 y en el cual entabl amistad con Verlaine y otros escritores de la poca.En 1884 contrajo matrimonio con Constance Lloyd, que le dio dos hijos, quienes rechazaron el apellido paterno tras los acontecimientos de 1895. Entre 1887 y 1889 edit una revista femenina, Woman's World, y en 1888 public un libro de cuentos, El prncipe feliz, cuya buena acogida motiv la publicacin, en 1891, de varias de sus obras, entre ellas El crimen de lord Arthur Saville.El 27 de mayo de 1895 Oscar Wilde fue condenado a dos aos de prisin y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios de los ms importantes crculos literarios europeos no fueron escuchadas y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena. Enviado a Wandsworth y Reading, donde redact la posteriormente aclamada Balada de la crcel de Reading, la sentencia supuso la prdida de todo aquello que haba conseguido durante sus aos de gloria.Recobrada la libertad, cambi de nombre y apellido (adopt los de Sebastian Melmoth) y emigr a Pars, donde permaneci hasta su muerte. Sus ltimos aos de vida se caracterizaron por la fragilidad econmica, sus quebrantos de salud, los problemas derivados de su aficin a la bebida y un acercamiento de ltima hora al catolicismo. Slo pstumamente sus obras volvieron a representarse y a editarse. En 1906, Richard Strauss puso msica a su drama Salom, y con el paso de los aos se tradujo a varias lenguas la prctica totalidad de su produccin literaria.

Dos hermanos - Hans Christian AndersenEn una de las islas danesas, cubierta de sembrados entre los que se elevan antiguos anfiteatros, y de hayedos con corpulentos rboles, hay una pequea ciudad de bajas casas techadas de tejas rojas. En el hogar de una de aquellas casas se elaboran cosas maravillosas; hierbas diversas y raras eran hervidas en vasos, mezcladas y destiladas, y trituradas en morteros. Un hombre de avanzada edad cuidaba de todo ello.-Hay que atender siempre a lo justo -deca-; s, a lo justo, lo debido; atenerse a la verdad en todas las partes, y no salirse de ella.En el cuarto de estar, junto al ama de casa, estaban dos de los hijos, pequeos todava, pero con grandes pensamientos. La madre les haba hablado siempre del derecho y la justicia y de la necesidad de no apartarse nunca de la verdad, que era el rostro de Dios en este mundo.El mayor de los muchachos tena una expresin resuelta y alegre. Su lectura referida eran libros sobre fenmenos de la Naturaleza, del sol y las estrellas; eran para l los cuentos ms bellos. Qu dicha poder salir en viajes de descubrimiento, o inventar el modo de imitar a las aves y lanzarse a volar! S, resolver este problema, ah estaba la cosa. Tenan razn los padres: la verdad es lo que sostiene el mundo.El hermano menor era ms sosegado, siempre absorto en sus libros. Lea la historia de Jacob, que se vesta con una piel de oveja para confundirse con Esa y quitarle de este modo el derecho de primogenitura; y al leerlo cerraba, airado, el diminuto puo, amenazando al impostor. Cuando se hablaba de tiranos, de la injusticia y la maldad que imperaban en el mundo, le asomaban las lgrimas a los ojos. La idea del derecho, de la verdad que deba vencer y que forzosamente vencera, lo dominaba por entero. Un anochecer, el pequeo estaba ya acostado, pero las cortinas no haban sido an corridas, y la luz penetraba en la alcoba. Se haba llevado el libro con el propsito de terminar la historia de Soln.Los pensamientos lo transportaron a una distancia inmensa; le pareci como si la cama fuese un barco con las velas desplegadas. Soaba o qu era aquello? Surcaba las aguas impetuosas, los grandes mares del tiempo, oa la voz de Soln. Inteligible, aunque dicho en lengua extraa, resonaba la divisa danesa: Con la ley se edifica un pas.El genio de la Humanidad estaba en el humilde cuarto, e, inclinndose sobre el lecho, estampaba un beso en la frente del muchacho: Hazte fuerte en la fama y fuerte en las luchas de la vida. Con la verdad en el pecho, vuela en busca del pas de la verdad.El hermano mayor no se haba acostado an; asomado a la ventana, contemplaba cmo la niebla se levantaba de los prados. No eran los elfos los que all bailaban, como le dijera una vieja criada, bien lo saba l. Eran vapores ms clidos que el aire, y por eso suban. Brill una estrella fugaz, y en el mismo instante los pensamientos del nio se trasladaron desde los vapores del suelo a las alturas, junto al brillante meteoro. Centelleaban las estrellas en el cielo; habrase dicho que de ellas pendan largos hilos de oro que llegaban hasta la Tierra.Levanta el vuelo conmigo, pareci cantar y resonar una voz en el corazn del muchacho. El poderoso genio de las generaciones, ms veloz que el ave, que la flecha, que todo lo terreno capaz de volar, lo llev a los espacios, donde rayos, de estrella a estrella, unan entre s los cuerpos celestes; nuestra Tierra giraba en el aire tenue, y apareca una ciudad tras otra. En las esferas se oa: Qu significa cerca y lejos, cuando te eleva el genio poderoso del espritu?.Y el nio segua en la ventana, mirando al exterior, y su hermanito lea en la cama, y su madre, los llamaba por sus nombres:-Anders y Hans Christian!Dinamarca los conoce.El mundo conoce a los dos hermanos rsted.FIN

Hans Christian Andersen (Odense, Dinamarca, 1805 - Copenhague, 1875) Poeta y escritor dans. El ms clebre de los escritores romnticos daneses fue hombre de origen humilde y formacin esencialmente autodidacta, en quien influyeron poderosamente las lecturas de Goethe, Schiller y E.T.A. Hoffmann.Hijo de un zapatero de Odense, su padre muri cuando l contaba slo once aos, por lo que no pudo completar sus estudios. En 1819, a los catorce aos, Hans Christian Andersen viaj a Copenhague en pos del sueo de triunfar como dramaturgo. La crisis que viva el reino a raz de las duras condiciones del tratado de paz de Kiel y su escasa formacin intelectual obstaculizaron seriamente su propsito.Sin embargo, con la ayuda de personas adineradas, logr estudiar, y en 1828 obtuvo el ttulo de bachiller. Un ao antes se haba dado a conocer con su poema El nio moribundo, que reflejaba el tono romntico de los grandes poetas de la poca, en especial los alemanes. En esta misma lnea se desarrollaron su produccin potica y sus epigramas, en los que prevaleca la exaltacin sentimental y patritica.Durante su estancia en el Reino Unido, Andersen entabl amistad con Charles Dickens, cuyo poderoso realismo, al parecer, fue uno de los factores que le ayudaron a encontrar el equilibrio entre realidad y fantasa, en un estilo que tuvo su ms lograda expresin en una larga serie de cuentos. Inspirndose en tradiciones populares y narraciones mitolgicas extradas de fuentes alemanas y griegas, as como de experiencias particulares, entre 1835 y 1872 escribi 168 cuentos protagonizados por personajes de la vida diaria, hroes mticos, animales y objetos animados.Dirigidas en principio al pblico infantil, aunque admiten sin duda la lectura a otros niveles, los cuentos de Andersen se desarrollan en un escenario donde la fantasa forma parte natural de la realidad y las peripecias del mundo se reflejan en historias que, no exentas de un peculiar sentido del humor, tratan de los sentimientos y el espritu humanos.En la lnea de autores como Charles Perrault y los hermanos Grimm, el escritor dans identific sus personajes con valores, vicios y virtudes para, valindose de elementos fabulosos, reales y autobiogrficos, como en el cuento El patito feo, describir la eterna lucha entre el bien y el mal y dar fe del imperio de la justicia, de la supremaca del amor sobre el odio y de la persuasin sobre la fuerza; en sus relatos, los personajes ms desvalidos se someten pacientemente a su destino hasta que el cielo, en forma de hroe, hada madrina u otro ser fabuloso, acude en su ayuda y la virtud es premiada.La maestra y la sencillez expositiva logradas por Andersen en sus cuentos no slo contribuyeron a la rpida popularizacin de stos, sino que consagraron a su autor como uno de los grandes genios de la literatura universal.

Enrique Anderson Imbert(Crdoba, 1910 - Buenos Aires, 2000) Narrador y crtico literario argentino, autor de un ensayo fundamental,Historia de la literatura hispanoamericana(1954) y de cuentos breves reunidos en diversas antologas.Anderson Imbert estudi Filosofa y Letras en la Universidad Nacional de Buenos Aires y fue discpulo de Amado Alonso y Pedro Henrquez Urea. Inici tempranamente su labor narrativa conVigilia(1934), que sera reeditada con su novelaFugaen 1963. Ejerci la docencia en las universidades estadounidenses de Harvard y Michigan, como profesor de literatura hispanoamericana, y destac por sus ensayos y crticas.En 1967 ingres en la Academia Americana de Artes y Ciencias y en 1978 fue nombrado miembro de la Academia Argentina de las Letras, de la que ejerci la vicepresidencia entre 1980 y 1986. En 1994 fue finalista del premio Cervantes.Sus cuentos se sitan en una zona entre lo fantstico y el realismo mgico:El gato de Cheshire(1965),La locura juega al ajedrez(1971) yLa botella de Klein(1975). Recopil sus ficciones enEl mentir de las estrellas(1979).Entre su produccin ensaystica cabe citarTres novelas de Payr con pcaros en tres miras(1942),La crtica literaria contempornea(1957),Crtica interna(1960),La originalidad de Rubn Daro(1968),El realismo mgico y otros ensayos(1976) yEl arte del cuento(1978).

LUNApor Enrique Anderson Imbert

Jacob, el nio tonto, sola subirse a la azotea y espiar la vida de los vecinos.Esa noche de verano el farmacutico y su seora estaban en el patio, bebiendo un refresco y comiendo una torta, cuando oyeron que el nio andaba por la azotea.-Chist! -cuchiche el farmacutico a su mujer-. Ah est otra vez el tonto. No mires. Debe estar espindonos. Le voy a dar una leccin. Sgueme la conversacin, como si nada...Entonces, alzando la voz, dijo:-Esta torta est sabrossima. Tendrs que guardarla cuando entremos, no sea que alguien se la robe.-Cmo se la van a robar! La puerta de la calle est cerrada con llave. Las ventanas, con persianas apestilladas.-Y... alguien podra bajar desde la azotea.-Imposible. No hay escaleras; las paredes del patio son lisas...-Bueno, te dir un secreto: En noches como esta bastara que una persona dijera tres veces "taras" para que, arrojndose de cabeza, se deslizase por la luz y llegase sano y salvo aqu, agarrase la torta y escalando los rayos de la lunase se fuese tan contento. Pero vmonos, que ya es tarde y hay que dormir.Se entraron dejando la torta sobre la mesa y se asomaron por una persiana del dormitorio para ver qu haca el tonto. Lo que vieron fue que el tonto, despus de repetir tres veces "taras", se arroj de cabeza al patio, se desliz como un suave tobogn de oro, agarr la torta, y con la alegra de un salmn remont aire arriba y desapareci entre las chimeneas de la azotea.Mara Teresa AndruettoMara Teresa Andruettoes unaescritoranacida enArroyo Cabral,Argentina, el26 de enerode1954, hija de descendientespiamonteses, pas su infancia en la localidad deOliva. En el ao 2012 recibi elpremio Hans Christian Andersen, otorgado porIBBY(Organizacin Internacional para el Libro Juvenil) y considerado "el pequeoNobelde la literatura".1La construccin de la identidad individual y social, las secuelas de la dictadura en su pas y el universo femenino son algunos de los ejes de su obra. Sus libros, verdaderos crossover ledos tanto por adultos como por jvenes lectores, rompen barreras generacionales. Public las novelas Tama (Alcin, 2003), La mujer en cuestin (DeBolsillo, 2009) y Lengua Madre (Mondadori, 2010), las nouvelles Stefano (Sudamericana, 2001), Veladuras (Norma, 2005) y La nia, el corazn y la casa (Sudamericana, 2011), el libro de cuentos Todo movimiento es cacera (Mondadori, 2012), los libros de poemas Palabras al rescoldo (1993), Pavese (1998), Kodak (2001) y Beatriz (2005) en Ediciones Argos, Pavese/Kodak (Del dock, 2008), Tendedero (CILC, 2010) y Sueo Americano (Caballo negro, 2009) y numerosos libros para nios y jvenes, entre los que se encuentran El anillo encantado (1993), Huellas en la arena (1998), La mujer vampiro (2001), El Pas de Juan (2005), El rbol de lilas (2006), Trenes (2009), El incendio (2009), Campen (2010), La durmiente (2010), Solgo (2011) y Miniaturas (2011). Interviene desde hace treinta aos en el campo de la literatura infantil donde trabaj en la formacin de maestros, fund centros de estudio y revistas especializadas, dirigi colecciones y particip en planes de lectura. Es profesora invitada en numerosos espacios de formacin de grado y posgrado y autora invitada en congresos, seminarios, ferias y jornadas, en su pas y el extranjero. Obtuvo, por su narrativa, los premios Luis de Tejeda 1993, Fondo Nacional de las Artes 2002 y en 2011 result finalista del Premio Rmulo Gallegos con su novela Lengua Madre. Fue Lista de Honor de IBBY, Premio Iberoamericano a la Trayectoria en Literatura Infantil SM 2009 y candidata por Argentina al Premio de Literatura Infantil Hans Christian Andersen 2012. Reuni su experiencia en talleres de escritura en dos libros realizados en colaboracin, La escritura en el taller (Anaya, 2008) y El taller de escritura en la escuela (Comunicarte, 2010) y sus reflexiones en Hacia una literatura sin adjetivos (Comunicarte, 2009). Su obra ha servido de base para la creacin de otros artistas, y se realizaron a partir de ella libros objeto, cortometrajes, espectculos potico-musicales, coreografas, espectculos de narracin oral escnica, adaptaciones teatrales y otros. Narran sus cuentos narradores orales de Espaa y Latinoamrica y sus libros son materia de estudio en universidades argentinas, americanas y europeas. Modera el bloghttp://www.narradorasargentinas.blogspot.com/y codirige una coleccin de narradoras argentinas en la Editorial Universitaria EDUVIM. Tiene dos hijas y vive con su marido en un paraje de las sierras de Crdoba.

LA CAMISA DEL HOMBRE FELIZ por Mara Teresa AndruettoLa historia que voy a contarles sucedi hace muchsimos aos en el corazn de Siam.Siam es la tierra donde viven los tai.Una tierra de arrozales atravesada por las aguas barrosas del Menam.Hace muchsimos aos, el Rey de los tai se llamaba Ananda.Ananda tena una hija. La princesa Nan.Y Nan estaba enferma. Languideca.Ananda, que era un rey poderoso y amaba a su hija, consult a los sabios del reino.Y los sabios ms sabios del reino dijeron que la princesa Languideca de aburrimiento.-Qu la puede curar? -pregunt el Rey con la voz en un temblor.- Par sanar -contestaron los sabios-, deber ponerse la camisa de un hombre feliz.- Qu remedio tan sencillo! -suspir aliviado el Rey.Yorden a su asistente que fuera a buscar al primer hombre feliz que encontrara, para pedirle la camisa.El asistente sali a buscar.Recorri uno a uno los enormes salones del palacio.Habitaciones tapizadas de esteras.Adornadas con paos de seda colorida.Aromosas a sndalo.Y regres sorprendido adonde estaba el Rey.-Seor mo - le dijo-, he recorrido los salones de todo el palacio y no he encontrado hombre alguno que fuera feliz.El rey, ms sorprendido an, mand a llamas a todos sus servidores y les orden que recorrieran el reino de parte a parte.De Norte a Sur.De Este a Oeste.Hasta encontrar a un hombre que fuera feliz y pedirle la camisa.Los servidores recorrieron reino de parte a parte.Buscaron entre los tai ms honorables.Pero no haba entreo los tai ms honorables, hombres felices.Buscaron entre los escribas, cultos y sensibles.Pero no haba entre los escribas, hombres felices.Entonces buscaron entre los trabajadores de seda.Entre los trenzadores de bamb.Entre los sembradoes de adormideras.Entre los fabricantes de barcazas.Entre los pescdores de ostras.Entre los campesinos sencillos.Pero entre todos ellos no haba un solo hombre que fuera feliz.Hasta que llegaron al ltimo pntano del reino y le preguntaron al mas pobre de los arroceros:-En nombre del Renoty Nuestro Seor, dnos si en verdad eres feliz.El ms pobre de los arroceros contest que s, y los servidores de Ananda le pidieron la camisa.Pero l no tena camisa.

Slawomir Mrozek(Borzecin, 1930) Escritor polaco. Su visin crtica del mundo contemporneo se expresa en obras de teatro cuyos personajes, enfrentados a determinadas situaciones sociales, llevan hasta el lmite la lgica de los estereotipos que simbolizan y caen en el absurdo. Algunas de sus piezas ms representativas sonStriptease(1961),Tango(1964),Los emigrados(1974),El embajador(1981) yEl residente(1986). Ha publicado tambin varios volmenes de narraciones cortas, entre las que figuranEl elefante(1957),El progresista(1960) yUn ratn en el armario(1970).

REVOLUCINSlawomir Mrozek(Polonia, 1930)(cuento)En mi habitacin la cama estaba aqu, el armario all y en medio la mesa.Hasta que esto me aburri. Puse entonces la cama all y el armario aqu.Durante un tiempo me sent animado por la novedad. Pero el aburrimiento acab por volver.Llegu a la conclusin de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situacin central e inmutable.Traslad la mesa all y la cama en medio. El resultado fue inconformista.La novedad volvi a animarme, y mientras dur me conform con la incomodidad inconformista que haba causado. Pues sucedi que no poda dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre haba sido mi posicin preferida.Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dej de ser tal y no quedo ms que la incomodidad. As que puse la cama aqu y el armario en medio.Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitacin es ms que inconformista. Es vanguardista.Pero al cabo de cierto tiempo Ah, si no fuera por ese cierto tiempo. Para ser breve, el armario en medio tambin dejo de parecerme algo nuevo y extraordinario.Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisin terminante. Si dentro de unos lmites determinados no es posible ningn cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos lmites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolucin.Decid dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabr que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazn de pies y de los dolores de columna.S, esa era la decisin correcta. Un xito, una victoria total. Ya que esta vez cierto tiempo tambin se mostr impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no slo no llegu a acostumbrarme al cambioes decir, el cambio segua siendo un cambio, sino que, al contrario, cada vez era ms consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo.De modo que todo habra ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia fsica, que result tener sus lmites. Una noche no aguant ms. Sal del armario y me met en la cama.Dorm tres das y tres noches de un tirn. Despus puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba.Ahora la cama est de nuevo aqu, el armario all y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario.

Mario Benedetti(Paso de los Toros, 1920 - Montevideo, 2009) Escritor uruguayo. Mario Benedetti fue un destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crtico, y, junto con Juan Carlos Onetti, la figura ms relevante de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX. En marzo de 2001 recibi el Premio Iberoamericano Jos Mart en reconocimiento a toda su obra. Fue Director del Departamento de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Humanidades y Director del Centro de Investigacin Literaria en La Habana.En la obra de Mario Benedetti pueden diferenciarse al menos dos periodos marcados por sus circunstancias vitales, as como por los cambios sociales y polticos de Uruguay y el resto de Amrica Latina. En el primero, Benedetti desarroll una literatura realista de escasa experimentacin formal, sobre el tema de la burocracia pblica, a la cual l mismo perteneca, y el espritu pequeo-burgus que la anima.

Realiz varios trabajos antes de 1945, ao en que inici su oficio de periodista en La Maana, El Diario y Tribuna Popular, entre otros. El gran xito de sus libros poticos y narrativos, desdePoemas de la oficina, 1956 yMontevideanos, 1959, se debi al reconocimiento de los lectores en el retrato social y en la crtica, en gran medida de ndole tica, que el escritor formulaba. Esta actitud tuvo como resultado un ensayo cido y polmico:El pas de la cola de paja(1960), y su consolidacin literaria en dos novelas importantes:La tregua(1960), historia amorosa de fin trgico entre dos oficinistas, yGracias por el fuego(1965), que constituye una crtica ms amplia de la sociedad nacional, con la denuncia de la corrupcin del periodismo como aparato de poder.En el segundo periodo de este autor, sus obras se hicieron eco de la angustia y la esperanza de amplios sectores sociales por encontrar salidas socialistas a una Amrica Latina subyugada por represiones militares. Durante ms de diez aos, Mario Benedetti vivi en Cuba, Per y Espaa como consecuencia de esta represin. Su literatura se hizo formalmente ms audaz. Escribi una novela en verso:El cumpleaos de Juan ngel(1971), as como cuentos fantsticos:La muerte y otras sorpresas(1968). Trat el tema del exilio en la novelaPrimavera con una esquina rota(1982).En su obra potica se vieron igualmente reflejadas las circunstancias polticas y vivenciales del exilio uruguayo y el regreso a casa:La casa y el ladrillo, 1977;Vientos del exilio, 1982;Geografas, 1984;Las soledades de Babel, 1991. En teatro denunci la institucin de la tortura conPedro y el capitn(1979), y en el ensayo ha hecho comentarios de literatura contempornea en libros comoCrtica cmplice(1988). Reflexion sobre problemas culturales y polticos enEl desexilio y otras conjeturas(1984), libro que recoge su labor periodstica desplegada en Madrid.En 1997 public la novelaAndamios, de marcado signo autobiogrfico, en la que da cuenta de las impresiones que siente un escritor uruguayo cuando, tras muchos aos de exilio, regresa a su pas. En 1998 regres a la poesa conLa vida, ese parntesisy en el mes de mayo del ao siguiente obtuvo el VIII Premio de Poesa Iberoamericana Reina Sofa. En 1999 public el sptimo de sus libros de relatos,Buzn de tiempo, integrado por treinta textos. Ese mismo ao vio la luz suRincn de haikus, clara muestra de su dominio de este gnero potico japons de signo minimalista tras entrar en contacto con l aos atrs gracias a Cortzar.En 2003 Mario Benedetti present un nuevo libro de relatos:El porvenir de mi pasado. Al ao siguiente publicMemoria y esperanza, una recopilacin de poemas, reflexiones y fotografas que resumen las cavilaciones del autor sobre la juventud. Tambin en 2004 se public en Argentina el libro de poemasDefensa propia. Ese mismo ao fue investido doctor "honoris causa" por la Universidad de la Repblica del Uruguay. Durante la ceremonia de investidura recibi un calurossimo homenaje de sus compatriotas.

EL OTRO YO(Cuento)Mario Benedetti(Uruguay, 1920-2009)Se trataba de un muchacho corriente: en los pantalones se le formaban rodilleras, lea historietas, haca ruido cuando coma, se meta los dedos a la nariz, roncaba en la siesta, se llamaba Armando Corriente en todo menos en una cosa: tena Otro Yo.El Otro Yo usaba cierta poesa en la mirada, se enamoraba de las actrices, menta cautelosamente , se emocionaba en los atardeceres. Al muchacho le preocupaba mucho su Otro Yo y le haca sentirse incmodo frente a sus amigos. Por otra parte el Otro Yo era melanclico, y debido a ello, Armando no poda ser tan vulgar como era su deseo.Una tarde Armando lleg cansado del trabajo, se quit los zapatos, movi lentamente los dedos de los pies y encendi la radio. En la radio estaba Mozart, pero el muchacho se durmi. Cuando despert el Otro Yo lloraba con desconsuelo. En el primer momento, el muchacho no supo que hacer, pero despus se rehizo e insult concienzudamente al Otro Yo. Este no dijo nada, pero a la maana siguiente se haba suicidado.Al principio la muerte del Otro Yo fue un rudo golpe para el pobre Armando, pero enseguida pens que ahora s podra ser enteramente vulgar. Ese pensamiento lo reconfort.Slo llevaba cinco das de luto, cuando sali la calle con el propsito de lucir su nueva y completa vulgaridad. Desde lejos vio que se acercaban sus amigos. Eso le lleno de felicidad e inmediatamente estall en risotadas . Sin embargo, cuando pasaron junto a l, ellos no notaron su presencia. Para peor de males, el muchacho alcanz a escuchar que comentaban: Pobre Armando. Y pensar que pareca tan fuerte y saludable.El muchacho no tuvo ms remedio que dejar de rer y, al mismo tiempo, sinti a la altura del esternn un ahogo que se pareca bastante a la nostalgia. Pero no pudo sentir autntica melancola, porque toda la melancola se la haba llevado el Otro Yo.

Rosario Barros PeaRosario Barros Pea Nac en Valencia en el ao 1935 y, cuando era muy nia, mis padres cambiaron su residencia para A Corua, donde he vivido desde entonces.Soy Psicloga y con anterioridad he compaginado esta profesin con la de funcionaria.

Empec a escribir en la revista de mi colegio. Comenc a trabajar a los diecisis aos y segu escribiendo, publicando relatos cortos y artculos en varias revistas. Posteriormente, colabor con asiduidad en los peridicos La Voz de Galicia y El Ideal Gallego de A Corua. En este ltimo tena a mi cargo dos pginas especiales.Llev dos primeros premios en Certmenes de poesa.Qued finalista en dos Certmenes Literarios y me publicaron una novela corta y un conjunto de relatos.Estudi de mayor y dej de escribir para poder hacerlo y despus para ejercer la profesin de Psicloga. Hace dos aos me jubil de funcionaria y ahora dedico todo mi tiempo a la Psicologa y a la Literatura.He publicado algunos relatos en revistas, en la prensa local y muchos en pginas de literatura de Internet.Acabo de terminar una novela y tengo muy avanzado un libro de relatos.Me gusta mucho viajar y conozco casi toda Europa y el Norte de frica. Me gusta la pintura y la msica. y me encanta tener muchos amigos y charlar sin prisa de las cosas que tenemos en comn.LA TRISTEZA(cuento)Rosario Barros Pea(Espaa, 1935)El profe me ha dado una nota para mi madre. La he ledo. Dice que necesita hablar con ella porque yo estoy mal. Se la he puesto en la mesilla, debajo del tazn lleno de leche que le dej por la maana. He metido en el microondas la tortilla congelada que compr en el supermercado y me he comido la mitad. La otra mitad la puse en un plato en la mesilla, al lado del tazn de leche. Mi madre sigue igual, con los ojos rojos que miran sin ver y el pelo, que ya no brilla, desparramado sobre la almohada. Huele a sudor la habitacin, pero cuando abr la persiana ella me grit. Dice que si no se ve el sol es como si no corriesen los das, pero eso no es cierto. Yo s que los das corren porque la lavadora est llena de ropa sucia y en el lavavajillas no cabe nada ms, pero sobre todo lo s por la tristeza que est encima de los muebles. La tristeza es un polvo blanco que lo llena todo. Al principio es divertida. Se puede escribir sobre ella, tonto el que lo lea, pero, al da siguiente, las palabras no se ven porque hay ms tristeza sobre ellas. El profesor dice que estoy mal porque en clase me distraigo y es que no puedo dejar de pensar que un da ese polvo blanco cubrir del todo a mi madre y lo har conmigo. Y cuando mi padre vuelva, la tristeza habr borrado el te quiero que le escribo cada noche sobre la mesa del comedor.FIN DE BAILE(cuento)Miguel ngel Hurtado (Espaa)Acaban de bajar las luces del saln de baile. La banda comienza a tocar la ltima cancin: una balada. Siempre odi la msica lenta, pero sta significate quiero,y hay poco ms que decir.Nunca unos ojos me haban mirado as. Nunca haba sentido mi cuerpo vibrar a cada nota, ni mis ojos mirar ms fijos a algo.Estas notas que envenenan el aire me han henchido el pecho, hiriendo mi alma de muerte. Me noto temblar cuando nuestras manos se unen, y sus enormes ojos azules se clavan como preciosas aristas de poliedros de amor en mi mente, en mi corazn, en mi recuerdo.Mientras, suavemente, el cantante me demuestra que todo lo que ocurre es real, y por ello, estrecho mi lazo, atenazando mis brazos a su espalda, acercando su pecho al mo. Noto su respirar entrecortado en mi entrecortado respirar, y entre medias nuestros pechos, golpeados por nuestro revolucionado corazn. Slo quiero que el pianista lea mi mente, y toque para siempre esta meloda, mientras hago de mis labios una extensin de sus labios. Cierro los ojos para soar que este momento es una poesa en nuestros odos o el sabor del azcar glas del dulce ms lindo del mundo.Cuando abro los ojos veo los suyos mirndome, pero tienen veinte aos ms. No existe el saln de baile, slo queda en nuestro recuerdo. Y la cancin suena en nuestras cabezas, recordndonos cada da cunto nos queremos, y que lo que una vez fue sueo permanece siendo realidad.

Miguel Angel Hurtado Delgado - Foto: El ComercioMiguel Angel Hurtado Delgado naci el 28 de Octubre de 1922 en el distrito de Acopa, provincia de Acomayo, departamento de Cusco. Sus estudios de primaria los realiz en Sicuani, provincia de Canchis; la secundaria en el Colegio Ciencias del Cusco y sus estudios superiores en la Pontificia Universidad Catlica de Lima. Trabaj como periodista y lleg a ser Director del Vocero Regional "Acomayo". Desempe tambin el cargo de Director de Arte en el Ministerio de Educacin junto al gran literato Jos Mara Arguedas. Hurtado destac tambin como msico y compositor figurando entre sus principales obras: "Acorana", "Condoritaypi", "Mam Mara", "Paloma", "Sumaq usta", "Tusuy" y "Valicha"..En el ao de 1942, Miguel Angel Hurtado Delgado compuso una danza andina a la cual llam "Tusuy", cuya letra resaltaba la belleza de Acopa y la de sus mujeres. La letra aquella estaba en castellano. Por ese tiempo ya se hablaba mucho, en Acopa, de una muchacha del lugar, Valeriana, llena de alegra, gracia, hermosura y coquetera que tena cautivados a todos los jvenes del pueblo y que en una de esas noches de romanticismo huye con su amante hacia el Cusco. Debido a los prejuicios de la poca se tejieron muchas murmuraciones y comentarios que fueron pasando de boca en boca por todo el pueblo.En 1945, Miguel Angel Hurtado decidi crear en versos, y en quechua, una cancin que cuente las aventuras y desventuras de Valeriana, desde su huda con su amante hasta sus desengaos, infortunio y sinsabores que tuvo que experimentar en la ciudad. Una realidad que experiment mucha gente de provincia cuando emigr a la ciudad. A dichos versos, que pertenecen a su hermano Evencio Hurtado Delgado, el compositor decidi ponerle la msica de "Tusuy" naciendo as "Valicha", huayno que rpidamente lleg a convertirse en uno de los ms populares; que ha pasado a la inmortalidad en la msica peruana y es muy conocido a nivel mundial.

"Valicha" fue estrenada en pblico el 24 de junio de 1945, por el mismo Miguel Angel Hurtado Delgado..Vladimir Alejo Hurtado Snchez, sobrino de Miguel Angel Hurtado Delgado y autor del libro "Valicha: Origen y Autor", publicado en 1990, me expres lo siguiente cuando logr contactarlo en Diciembre de 2004: "El Autor de la musica de Tusuy o Valicha es mi to Miguel Angel Hurtado Delgado, as como de las letras en castellano de Tusuy; aclarando que el autor de las letras en quechua de Valicha es mi padre Evencio Hurtado Delgado, incluso se agregaron muchas letras por los msicos campesinos de Acopa. Es decir, Valicha y/o Tusuy tienen la misma msica con diferentes letras en castellano y quechua.".Miguel Angel Hurtado Delgado falleci el 13 de diciembre de 1951 en el pueblo de Chacamayu, departamento de Cusco, construyndose una gruta en dicho pueblo en homenaje al gran compositor. En el distrito de Acopa, donde naci, existe el Colegio Estatal Mixto "Miguel Angel Hurtado Delgado"..La letra de "Valicha" ha sufrido variaciones con el tiempo, hechas por los intrpretes, pero la letra original, que consta de 4 estrofas, es la que Vladimir Hurtado Snchez tiene publicada en su libro, segn me lo manifest l mismo.

GANAS DE DORMIRAnton Chjov (Rusia, 1860-1904)Es de noche. La niera Varka, una muchacha de unos trece aos, mece la cuna en la que est acostado el nio y canturrea con voz apenas audible:Durmete, nio,al son de la nanaAnte el icono arde una lamparilla verde; una cuerda, de la que cuelgan paales y unos grandes pantalones negros, se extiende de un extremo al otro de la habitacin. La lamparilla dibuja en el techo una gran mancha verde, mientras los paales y los pantalones proyectan largas sombras sobre la estufa, la cuna y Varka. Cuando la lamparilla empieza a parpadear, la mancha y las sombras se animan y se ponen en movimiento, como azuzadas por el viento. El ambiente es sofocante. Huele a sopa de repollo y a material de zapatera.El nio llora. Hace ya un buen rato que se ha quedado ronco y agotado de tanto llorar, pero sigue chillando y no hay manera de saber cundo se calmar. Y Varka tiene sueo. Los ojos se le cierran, la cabeza se le dobla, el cuello le duele. No puede mover los prpados ni los labios y tiene la impresin de que su rostro est seco y rgido, de que su cabeza se ha vuelto tan pequea como la de un alfiler.-Durmete, nio -canturrea-, y te preparar la papillaEn la estufa canta el grillo. En la habitacin contigua, al otro lado de la puerta, roncan el dueo y el aprendiz Afanasi La cuna emite quejumbrosos chirridos, Varka canturrea y todo se funde en esa msica nocturna y adormecedora tan grata de or cuando se va uno a la cama. Pero en ese momento esa msica slo consigue irritar y enfadar a la muchacha, porque la adormece y ella no debe dormirse; si Varka se quedara dormida, Dios no lo quiera, los dueos la azotaran.La lamparilla parpadea. La mancha verde y las sombras se ponen en movimiento, se insinan en los ojos entornados e inmviles de Varka y se transforman, en su cerebro medio dormido, en nebulosas ensoaciones. Ve nubes oscuras que se persiguen en el cielo y gritan como el nio. Pero, de pronto, se levanta una rfaga de viento, las nubes desaparecen y Varka ve una ancha carretera, cubierta de barro lquido, por la que avanzan carros, se arrastran hombres con alforjas al hombro y se desplazan sombras arriba y abajo; a ambos lados, a travs de la fra y sombra niebla, se divisan bosques. De pronto, los hombres de las alforjas y las sombras se desploman en el barro lquido.-Por qu hacis eso? -les pregunta Varka.-Para dormir! -le responden.Y un sueo profundo y dulce se apodera de ellos, mientras los grajos y las urracas posados en el hilo del telgrafo gritan como el nio y tratan de despertarlos.-Durmete, nio, al son de la nana -canturrea Varka, vindose ahora en una isba oscura y sofocante.En el suelo se revuelve su difunto padre Yefim Stepnov. Ella no lo ve, pero oye cmo se retuerce de dolor y gime. Como dice l, la hernia est haciendo de las suyas. El dolor es tan intenso que no puede pronunciar palabra y slo es capaz de aspirar grandes bocanadas de aire y de rechinar los dientes en una especie de redoble de tambor.-Bu-bu-buSu madre, Pelagueia, ha ido corriendo a la hacienda para decir a los seores que Yefim Stepnovich est murindose. Hace tiempo que se ha marchado y ya debera haber regresado. Varka est tumbada sobre la estufa, sin dormir, escuchando el bu-bu-bu de su padre. De pronto, se oye el ru mor de un coche que se acerca. Los seores envan a un joven mdico de la ciudad que est de visita en su casa. El mdico entra en la isba; la oscuridad vela su rostro, pero se le oye toser y abrir la puerta con un chirrido.-Necesito luz -dice.-Bu-bu-bu -responde Yefim.Pelagueia se precipita sobre la estufa y se pone a buscar el pedazo de barro en donde se guardan las cerillas. Pasa un minuto en silencio. El mdico, tras rebuscar en los bolsillos, enciende una de las suyas.-Ahora mismo, padrecito, ahora mismo -dice Pelagueia; sale corriendo de la isba y vuelve al poco rato con un cabo de vela.Yefim tiene las mejillas sonrosadas, los ojos acuosos y una mirada especialmente penetrante, que parece atravesar la casa y el mdico.-Y bien? Mira que ponerte enfermo! -dice el mdico, inclinndose sobre l-. Ah! Hace tiempo que ests as?-Qu? Ha llegado mi hora, excelencia No saldr de sta-Deja de decir tonteras Te curars!-Como usted diga, excelencia, se lo agradezco humildemente, pero me parece que Cuando llega la muerte, no se puede hacer nada.El mdico examina a Yefim durante un cuarto de hora; luego se pone en pie y dice:-No puedo hacer nada Hay que llevarte al hospital, all te operarn. Vete enseguida Vete sin falta! Es algo tarde y en el hospital todo el mundo duerme, pero no importa, te dar una nota. Me oyes?-Y cmo va a ir, padrecito? -pregunta Pelagueia-. No tenemos ningn caballo.-No importa, se lo pedir a los seores y ellos os lo darn.El mdico se marcha, la vela se apaga y de nuevo se oye: Bu-bu-bu. Al cabo de media hora llega un coche enviado por los seores para llevarlo al hospital. Yefim se prepara y se marchaAl poco rato nace una hermosa y despejada maana de verano. Pelagueia no est en casa: ha ido al hospital para saber qu ha pasado con Yefim. Un nio llora en algn lugar y Varka oye que alguien canta con su propia voz:-Durmete, nio, al son de la nanaPelagueia regresa; se santigua y susurra:-Esta noche le pusieron todo en su sitio, pero por la maana ha entregado el alma a Dios Que el Seor le conceda el Reino de los Cielos, descanse en paz Dicen que era demasiado tarde Habra que haberlo llevado antesVarka va al bosque para llorar, pero, de pronto, alguien la golpea en la nuca con tanta violencia que su frente choca con un abedul. Levanta la vista y ve delante de ella a su amo, el zapatero.-Qu haces, sarnosa? -le dice-. El nio est llorando y t duermes!Le tira con fuerza de la oreja; ella sacude la cabeza, mece la cuna y entona su cancin. La mancha verde, las sombras del pantaln y los paales se balancean, le hacen guios y pronto vuelven a apoderarse de su cerebro. De nuevo vislumbra una carretera cubierta de barro lquido. Los hombres de las alforjas al hombro y las sombras se han tumbado y duermen profundamente. Al verlos, Varka siente unos deseos enormes de dormir; de buena gana se ira a la cama, pero su madre Pelagueia camina a su lado y le mete prisa. Ambas se dirigen a buen paso a la ciudad para buscar colocacin.-Una limosna, por el amor de Dios! -pide la madre a las personas que le salen al encuentro-. Tengan compasin, buenas gentes!-Dame al nio! -le responde una voz conocida-. Dame al nio! -repite la misma voz, esta vez con enfado e irritacin-. Me oyes, miserable?Varka pega un brinco, mira a su alrededor y comprende lo que sucede: no hay ninguna carretera, Pelagueia no est a su lado, no se cruzan con nadie; en medio de la habitacin slo est el ama, que ha venido a amamantar al pequeo. Mientras el ama, gruesa y de anchas espaldas, da el pecho y calma al nio, Varka, de pie, la mira y espera a que termine. Fuera, el aire se tie ya de azul, las sombras y la mancha verde del techo palidecen a ojos vistas. Pronto llegar la maana.-Toma! -dice el ama, abotonndose la camisa-. Est llorando. Seguro que le han echado mal de ojo.Varka coge al nio, lo acuesta en la cuna y vuelve a mecerlo. La mancha verde y las sombras desaparecen poco a poco y ya nadie se desliza en su cabeza ni enturbia su cerebro. No obstante, tiene tantas ganas de dormir como antes, unas ganas enormes! Varka apoya la cabeza en el borde de la cuna y se balancea con todo el cuerpo para vencer el sueo, pero los ojos se le cierran y a cada instante siente un peso mayor en la cabeza.-Varka, enciende la estufa! -le grita el amo desde el otro lado de la puerta.Eso significa que es hora de levantarse y ponerse a trabajar. Varka deja la cuna y va corriendo al cobertizo a por la lea. Se siente contenta. Cuando corre o camina, no tiene tantas ganas de dormir como cuando est sentada. Trae la lea, enciende la estufa y siente que los msculos rgidos de su cara se desentumecen y que sus ideas se aclaran.-Varka, prepara el samovar! -grita el ama.Varka parte unas astillas, pero apenas ha tenido tiempo de encenderlas y ponerlas en el samovar cuando oye una nueva orden:-Varka, limpia los chanclos del amo!Se sienta en el suelo, limpia los chanclos y piensa en lo agradable que sera apoyar la cabeza en uno de ellos, grande y profundo, y echar una cabezadita De pronto, el chanclo crece, se hincha y ocupa toda la habitacin; Varka suelta el cepillo, pero enseguida sacude la cabeza, abre mucho los ojos y trata de mirar las cosas de manera que no crezcan ni se muevan delante de ella.-Varka, friega la escalera; est tan sucia que da vergenza cuando viene algn cliente.Varka friega la escalera, limpia las habitaciones, luego enciende la otra estufa y va corriendo a la tienda. Tiene tanto trabajo que no le queda ni un solo minuto libre.Pero nada le cansa tanto como estar de pie en un mismo sitio, ante la mesa de la cocina, pelando patatas. La cabeza se inclina sobre la mesa, la patata gira ante sus ojos, el cuchillo se le escapa de las manos, mientras a su alrededor la gruesa y colrica ama, arremangada, va de un lado para otro, hablando tan alto que los odos le zumban. Tambin le causa mucha fatiga servir la mesa, lavar la ropa, coser. Hay momentos en que siente ganas de tumbarse en el suelo y dormir, sin reparar en nada.El da pasa. Al ver cmo las ventanas se oscurecen, Varka se aprieta las sienes entumecidas y sonre sin saber por qu. La neblina de la tarde le acaricia los ojos semicerrados, prometindole un sueo prximo y reparador. Por la noche llegan invitados.-Varka, prepara el samovar! -grita el ama.El samovar de los amos es pequeo, de manera que hay que calentarlo cuatro o cinco veces antes de que los invitados se sacien. Despus del te, Varka pasa una hora entera en el mismo sitio, mirando a los invitados y esperando rdenes.-Varka, vete a comprar tres botellas de cerveza!Ella sale a toda prisa y corre con todas sus fuerzas para ahuyentar el sueo.-Varka, vete por vodka! Varka, en dnde est el sacacorchos? Varka, limpia los arenques!Por fin los invitados se marchan; las luces se apagan y los amos se van a dormir.-Varka, acuna al nio! -oye an una ltima orden.El grillo canta en la estufa; la mancha verde del techo y las sombras del pantaln y los paales vuelven a deslizarse por los ojos entornados de Varka, hacindole guios y enturbiando su cabeza.-Durmete, nio -canturrea Varka-, al son de la nanaEl nio chilla hasta no poder ms. Varka vuelve a ver una carretera embarrada, hombres con alforjas; reconoce a Pelagueia y a su padre Yefim. Lo entiende todo, reconoce a todo el mundo; slo una cosa le resulta incomprensible en medio de ese duermevela: la fuerza que le sujeta los brazos y las piernas, la oprime y le impide vivir. Mira a su alrededor, la busca para librarse de ella, pero no la encuentra. Por ltimo, extenuada, haciendo acopio de todas sus energas y aguzando la vista, contempla la mancha verde y parpadeante y, prestando odos al grito, descubre al enemigo que le impide vivir.Su enemigo es el nio.Se re. Se sorprende: cmo es posible que no se haya dado cuenta antes de algo tan evidente? La mancha verde, las sombras y el grillo tambin parecen rer y sorprenderse.Varka se deja ganar por una alucinacin. Se levanta del taburete y, con una amplia sonrisa, sin parpadear, pasea por la habitacin. La idea de que en ese mismo instante va a librarse del nio que le inmoviliza los brazos y las piernas, le causa un agradable cosquilleo Matar al nio y luego dormir, dormir, dormirRiendo, haciendo guios y amenazando a la mancha verde con el dedo, Varka se acerca con sigilo a la cuna y se inclina sobre el nio. Nada ms estrangularlo, se tumba en el suelo, riendo de alegra ante la perspectiva del sueo; al cabo de un minuto duerme ya profundamente, como una muerta

Antn Chjov (Antn Pvlovich Chjov; Taganrog, 1860 - Badenweiler, 1904) Narrador y dramaturgo ruso. Considerado el representante ms destacado de la escuela realista en Rusia, su obra es una de las ms importantes de la dramaturgia y la narrativa de la literatura universal. Su estilo est marcado por un acendrado laconismo expresivo y por la ausencia de tramas complejas a las que se sobreponen las atmsferas lricas que el autor crea ayudado por los ms sutiles pensamientos de sus personajes. Chjov se apart decididamente del moralismo y la intencionalidad pedaggica propios de los literatos de su poca en una Rusia convulsa y preocupada por su destino, para apostar por un tipo de escritor carente de compromiso y pasin, plasmando una idea de la literatura que rechazaba el principio del autor como narrador omnisciente.Proceda de una familia de hbitos sencillos y escasos medios, cuya cabeza, el modesto mercader Pavel, era nieto de un siervo de la gleba, Chjov acab los estudios secundarios en Taganrog, donde permaneci solo tras la marcha de sus familiares a Mosc. Entre 1879 y 1884 cursa Medicina en la Universidad de la capital; pero, ms interesado en la literatura que en la ciencia mdica desde haca algunos aos, pospuso sta a aqulla, y pronto difundi su nombre a travs de varias narraciones humorsticas, en 1886, en un libro con el ttuloCuentos de varios colores.Alentado por el escritor Grigorovich y el director del peridicoNovoe vremja(Tiempo nuevo), Suvorin, con quien estableci una cordial y duradera amistad, y librado ya de las formas un tanto forzadas del cuento humorstico, hacia el ao 1888 ya era ampliamente conocido por el pblico, tanto por su obra humorstica como por textos de alcance ms profundo, en los que la incisiva descripcin de las miserias y la existencia humanas fueron desplazando los recursos humorsticos.En ese ao apareci en la revista "Severny Vestnik", de San Petersburgo, el relatoLa estepa, inspirado en un viaje al sur del pas, donde los idlicos paisajes de su infancia haban desaparecido por la industrializacin, contra la que el autor se rebela. Aqu introdujo uno de los elementos ms caractersticos de su enfoque narrativo: la supeditacin del argumento a la atmsfera del relato. El punto de vista del autor omnisapiente se diluye en la mirada de un personaje, Egorushka, que no alcanza a comprender lo que sucede a su alrededor. Los elementos que mueve este relato aparecern una y otra vez en la obra de Chjov, puesLa estepaest "poblada" por una galera de personajes el campesino Dymov, el empresario Varlamov o el pope Kristofor, que constituyen una genuina representacin del "inconsciente colectivo" de la Rusia finisecular.Otro significativo relato del perodo que se abre a partir de 1888 (en el que el autor disminuy el ritmo de su produccin literaria de unos cien relatos al ao en 1886, pasa a escribir diez en 1888) esUna historia aburrida(1889), penetrante estudio de la mente de un viejo profesor de medicina, profesin que ejerci espordicamente el propio Chjov. Pertenece a una serie de obras del autor que fueron llamadas "clnicas", por tener como personajes a enfermos fsicos o mentales. Acaso el relato ms conocido de esa serie seaPalata N 6(1892), acerba crtica de la psiquiatra, en el que la relacin entre el paciente Gromov y el doctor Ragin se resuelve dramticamente con el ingreso del segundo en su propia clnica, para terminar muerto por mano de uno de los celadores.En adelante, la existencia del autor careci de acontecimientos relevantes, excepto un viaje a la isla de Sakhalin, realizado a travs de Siberia a la ida, y a lo largo de las costas de la India al regreso; de tal expedicin dej constancia en el libroLa isla de Sakhalin(1891). Durante la penuria de 1892-93, que azot a la Rusia meridional, Chjov particip en la obra de socorro sanitario. Luego vivi largo tiempo en la pequea propiedad de Melichovo, no lejos de Mosc, donde escribi la mayor parte de sus narraciones y de sus textos teatrales ms famosos. Enfermo de tuberculosis, hubo de trasladarse a Crimea, y desde all, por razones de la cura, realiz frecuentes viajes a Francia y Alemania.En los ltimos aos del siglo se produjeron en su existencia dos hechos que sin duda modificaron su curso: la nueva orientacin del escritor hacia la izquierda, que le alej de su amigo Suvorin, conservador, y el xito de su dramaLa gaviotaen el Teatro de Arte de Mosc, de Stanislavski y Nemirovich-Danchenko. A sus nuevas tendencias y al ejemplo de Korolenko se debi tambin su dimisin de la Academia, que, tras haber nombrado miembro honorario a Gorki, acat la orden del gobierno y tuvo que anular el nombramiento.La fortuna deLa gaviotaconvenci inesperadamente a Chjov de su capacidad como escritor dramtico tras sus propias dudas acerca de ello debidas al fracaso del mismo drama en el Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo. A la obra citada siguieron, con no menor xito,El to Vaniaen 1898-99,Tres hermanasen 1901 yEl jardn de los cerezosen 1904. Mientras tanto, el nmero de sus narraciones haba aumentado considerablemente y a algunas de ellas se debi su progresiva fama como representante asimismo del humor y el espritu de su poca y del caracterstico producto de sta, la "inteligentzia" (asMi vida,La sala n. 6,Relatos de un desconocido,El monje negro,Una historia aburrida, etc.).Como en los dramas, tambin en las narraciones resulta posible percibir una atmsfera determinada: la que fue llamada precisamente "chejoviana", particular estado de nimo definido por Korolenko como el de un alegre melanclico. Cabe advertir que existe un nexo entre el Chjov jovial e irreflexivo de la adolescencia y la primera juventud, interesado, segn describe su hermano, en la recopilacin de ancdotas destinadas a facilitar su colaboracin en las revistas humorsticas, y el de la madurez, inquieto -segn la bella imagen empleada por la actriz Olga Knipper, que en 1898 lleg a ser su esposa- cual una gaviota que, en vuelo sobre el mar, no sabe dnde posarse.La aguda intuicin de la tristeza de la vida que muchos atribuyen errneamente slo al Chjov de los aos maduros, se hallaba ya en l precisamente tras la alegra y la despreocupacin del joven estudiante de Medicina, oculto, como si de revelar su propia naturaleza se avergonzara, bajo algunos seudnimos. De la misma forma, la capacidad de ver a las criaturas humanas en envolturas hechas adrede para provocar la risa, continu caracterizando su estilo, aun cuando atenuada en matices de parodia, fantasa o espejismo, y de transposicin, finalmente, fuera de la realidad cotidiana, hacia un hipottico futuro lejano.Dentro de su diversidad, efectivamente, Chjov, en cuanto a los aspectos artstico y espiritual, result uniforme. Como lo afirm l de la existencia, se mostr a la vez extraordinariamente simple y complejo, y si, no juzgndose pesimista, puso de relieve los pliegues ms tristes y ocultos de la naturaleza humana, fue precisamente porque, segn dijo l mismo, am la vida. Todo ello, como es natural, qued tambin reflejado en la forma, o sea en el estilo propiamente dicho. Sin embargo, la plena conciencia del valor artstico de la obra de Chjov no se alcanz hasta ms tarde; sea como fuere, cabe recordar la admiracin que hacia ella experimentaron Tolstoi y Gorki y la influencia ejercida por Chjov, ya fuera de Rusia, en Katherine Mansfield.

EL ENAMORADO DE LOS LLANOS CORALINOSAdrian Conan Doyle (Inglaterra, 1910-1970)Tena doscientos aos y en los ltimos tiempos haba empezado a pesarle la edad. Padeca algn que otro achaque, saben ustedes?En las islas Salomn le llamaban Shushu, probablemente por el ruido que haca al zambullirse, pues lo conocan muy bien de vista. Era imposible confundir aquel mun que en sus buenos tiempos haba sido la fina aleta de la cola.Bueno, si Dios que cre las inmensas aguas estaba a punto de llamarle a su seno, nada haba de humillante en que un cachalote se sometiera al nico Ser ms poderoso que l. Adems, qu tena que temer? En su corazn siempre haba sido temeroso de Dios a pesar de sus manifiestas inmoralidades.Y era siempre al llegar a este punto cuando se llenaba la boca de una buena cantidad de plancton y la escupa otra vez. Esas hembras! Conoca sus trucos, pues haba frecuentado bastante a esas bellezas all abajo, en el plido azul adonde acudan los amantes; incluso les haba dejado uno o dos cachorros a cada una para que se acordaran de l.Pero nunca haba sido la verdadera pasin, nunca. No exista ni una sola de ellas por la que se hubiera cargado un banco de orcas o arriesgado entre las rojas algas de los Sargazos.Esa era la nica sombra que apareca al mirar atrs hacia los largos aos, y no arreglaba mucho las cosas pensar que en alguna parte, quiz entre las grutas del coral, quiz en las aguas heladas, en este momento, ella tambin podra estar nadando y soplando y soando acerca de su macho ideal. Pero si los achaques representaban alguna cosa, era ya demasiado tarde para poner algn arreglo al caso, de modo que se limitaba a salir a la superficie y tostarse un poco al sol.Aunque el mar era como cristal, no dejaba de ser una suerte que l tuviera aquella honrosa vegetacin de algas y aquellas lapas en torno a sus brillantes y diminutos ojos, de lo contrario podra haber sido seriamente molestado por la irresponsabilidad de los peces voladores que persistan en posarse en su cabeza. Recordaba los das en que esos peces mostraban mejor juicio en sus piruetas y ms respeto para los dems; incluso cuando alguna albacora intentaba clavarles una dentellada en la cola.S, verdaderamente haba visto bastantes cosas en realidad todo cuanto haba que ver en los grandes mares, sin excluir aqullos lejansimos donde las tierras se alzaban flotantes, altas, blancas y silenciosas, cruzando las aguas ocultas bajo un sol de medianoche que penda opacamente rojo en el cielo.Aquel viaje haba constituido un error, pues fue all donde perdi la mitad de su cola en el ataque de una banda de orcas asesinas, y haba sufrido serios inconvenientes por parte de un narval, pero despus de todo, la juventud tiene que aprender y, en el mar, la experiencia se paga a un alto precio.Bueno, lo haba visto todo, de manera que si Dios se preparaba a llamarlo, no tena importancia. l era un tipo ah me las den todas, y para demostrarlo iba a pegar un saltito y de paso sacudirse algunos de esos pertinaces parsitos de mar.De manera que Shushu peg un saltito directamente fuera de las clidas aguas del Pacfico y directamente a sus profundidades otra vez ocasionando con ello un estruendo que hizo dispararse a los albatros al aire en cinco millas a la redonda del lugar de inmersin.Y fue mientras estaba sumergindose, sombra monstruosa en el difano azul, que vio que la vio.Ella estaba ascendiendo a la superficie para soplar, sobre eso no caba duda, y jams una ballena hembra haba surgido ms graciosamente de las profundidades marinas. Y su color! Un gris perla. l se aproxim ahora para verla ms de cerca. Qu espalda, lisa como una roca! Su cola apenas se atreva a mirarla. Era todo demasiado hermoso para ser cierto. Pero no pudo vencer el impulso de contemplarla y as lo hizo. Ni siquiera un tiburn azul poda superar la gracia, la ondulante gracia, de aquella cosa aleteante en forma de gorgonia.Ella, la coqueta, se movi ahora con ms lentitud, y en el momento en que sus ojos se encontraron Shushu comprendi que su bsqueda haba terminado, que por fin el Don Juan del Ocano se haba convertido en el amante de los llanos coralinos. Haba encontrado su sueo.Se la llev con l abajo, no muy hondo, a su lugar favorito donde, sobre las arenas plateadas, se cerna una luz violeta y los picos de coral formaban grutas y llanos, todo reluciente con las nupciales joyas del mar. Y all se unieron, all enlazaron sus corazones con una fuerza que slo la muerte podra vencer, con el amor que se forja a cien brazas de profundidad.Los achaques de Shushu haban huido al limbo de las cosas olvidadas. Una vez ms, el espritu de su juventud, que haba imaginado desaparecido para siempre, corra tan alegremente en sus aletas que, a la menor provocacin, l saltaba como un arenque en la gozosa luz del sol, o surgiendo de las profundidades como una oculta montaa proyectaba su chorro de agua entre una pareja de vacas marinas, pacficamente dormidas.Luego vinieron los das, los maravillosos das pasados vagabundeando en busca de calamares durante millas y millas por las interminables llanuras de la profundidad media; donde los nicos movimientos eran el paso de sus propias sombras reflejadas en la arena azul y, ocasionalmente, un delgado remolino, semejante a una voluta de humo que se levantaba del lecho del ocano, en el lugar donde un plipo hua en vano ante el impulso de sus enormes mandbulas.Pero Shushu tena marcada preferencia por los llanos coralinos donde poda yacer a su gusto, rascndose la barriga deliciosamente en las ramas astadas, mientras su joven esposa quemaba su exceso de energa mantenindose cabeza abajo, de forma que los escaros pudieran liberarla cortsmente de todo parsito importuno, o bien deslizndose entre las columnas y pinculos donde las algas, movindose como plumas rosadas, parecan balancearse en armona con su propia y graciosa cola.Pasaron los meses.Juntos surcaron las aguas libres en pos de los bancos de bonitos y de caballas que se dirigan al norte en una de esas emigraciones que son msticos latidos de la naturaleza; luego, ms all de las islas Kapangamarangi, los bancos se dispersaron con el monzn y en pocas horas el ocano qued tan vaco como el desierto.Las zonas coralinas, esas abundantes despensas de peces, haban sido dejadas muy atrs, al sur, en un potente nadar de muchos das. Abajo, mil brazas al fondo, los picachos de lava emergan erizados de la negra, infinita profundidad. Un lugar de terror, la sede del demonio, donde ninguna criatura viviente, excepto quizs la ballena si tena un corazn fuerte y valeroso, poda abrigar la esperanza de entrar y regresar.Antes de emprender la larga travesa tenan que contar con alimentos, pero, cmo obtenerlos? Ella estaba grvida, lo que haba motivado el que ambos siguieran a los espesos bancos de fcil presa; mas ahora, en los desolados eriales donde los peces eran escasos y veloces, haba que ser muy gil o morir de hambre. All abajo, en las cavernas de los picachos sumergidos, era an posible encontrar comida, pero, como comprenda instintivamente, en la condicin en que ella se encontraba no podra resistir ni la profundidad ni la terrible lucha que sin duda les esperaba.Al seguir la emigracin, Shushu haba cometido su segundo error en doscientos aos, y ese era uno ms en el acuerdo de hidalgos que existe entre Dios y las ballenas.De modo que l la mir con sus brillantes ojillos y frot un poco el hocico contra ella para hacerla comprender; luego, limpindose los pulmones con un ltimo soplido, se hundi en la profundidad para procurarle la comida que les permitira emprender el viaje de regreso a las grutas de coral.Abajo y abajo. Verticalmente abajo.La luz haba huido del agua: el verde del azul, el azul del morado, el morado del gris oscuro.Abajo.Ahora todo era negrura y, bajo su espesa capa de msculos y esperma, la sangre de Shushu circulaba framente, con un helor ms mortal todava que el que haba experimentado en las aguas rticas.Y an sigui bajando.Penachos y burbujas de luz, vvidas como llamitas verdes, veteaban la oscuridad por todos lados, pero no les prest atencin, alerta a una presa ms importante que requera todo su vigor, toda su fuerza para dominarla, si es que haba de alcanzar la superficie otra vez.Encontrose ante l con una oscuridad ms cerrada, sus aletas tocaron roca y Shushu se desliz entre las gargantas de los picos de lava. Aqu viva el terror, la cosa que l buscaba.Nada se mova. Los desvados pinculos, los salidizos bordes de los precipicios, hundindose en el fondo del mundo, apareciendo en torno a l en toda su tremenda quietud. Su sangre pareci cesar de latir como convertida en hielo y la presin de las aguas secretas pes sobre l con el silencio de la muerte.Y entonces, del interior de una caverna se proyect un largo brazo blanco.Este brazo le rode el cuerpo y, en seguida, otro y otro y otro, cada uno de ellos del grosor de un barril. Se retorcan en torno a sus aletas, agarrbanse a su dorso, laceraban su cabeza con gigantescas ventosas que se hundan en su carne como las garras de un tigre. Perforando la oscuridad, dos ojos luminosos, fros como la luz lunar, flotaban furtivamente hacia l, mientras yarda a yarda surga de lo profundo de la caverna un cuerpo monstruoso, largo y enorme como el suyo, pero de una palidez reluciente y viscosa que se destacaba contra la negrura del abismo.Poniendo en juego toda su fuerza, el cachalote gir sobre s mismo en la zarpa de los gigantescos tentculos, proyectndose hacia atrs con las aletas, y los dos titanes de las profundidades flotaron sobre el precipicio submarino unidos en un tremendo abrazo.El cuerpo de la sepia gigante cubri la cabeza de Shushu. El crneo pico desgarraba y henda la carne hasta que las aguas en torno fueron oscurecidas ms an por una nube de sangre, a la vez que las garras de los enormes discos adheridos a su cuerpo hurgaban vidamente en sus venas.De una sola dentellada parti uno de los tentculos y entonces, arremetiendo hacia delante, mordi repetidamente la masa gelatinosa que lo envolva. Demasiado tarde, la negra niebla expedida por la sepia vel aquellos horribles ojos, en tanto que el monstruo intentaba regresar a su guarida. Pero Shushu no soltaba su presa, girando y retorcindose como cogido en un remolino hasta que, poco a poco, la espuma de los ltimos estertores de la muerte se fundi en el abismo. Haba hundido los dientes en el cerebro del monstruo.No haba tiempo que perder. Un primitivo instinto le deca que el aire de sus pulmones se hallaba tan peligrosamente prximo a agotarse, que tena que comenzar el ascenso de inmediato, si es que sus ojos haban de contemplar otra vez el mundo de la superficie. Arrancando un pedazo, quizs de unas tres toneladas, del cuerpo gigantesco de la sepia, Shushu se dispar hacia arriba llevndolo entre sus poderosas mandbulas.El negro se transformaba en gris, el gris en morado, el morado en azul ndigo y ahora, por fin, apareca el brillante verde esmeralda de los ltimos cien pies. El desesperado batir de sus aletas sacuda y agitaba su cuerpo, sus pulmones estaban a punto de estallar; pero nunca, ni por un momento, soltaron sus dientes la carga que tiraba de l hacia abajo: la comida que l ganara para ella.Y entonces, a pesar de su propia angustia, oli aquello. Sangre. Haba sangre en las aguas de la superficie!Entre un estrpito de aguas divididas, rompi la piel del mar y flot all, inerte, mientras el aire que le quedaba en los pulmones sala del orificio en silbante chorro de vapor.Lentamente se dio vuelta, lentamente sus ojos escudriaron el mar y luego, en un instante, el amante de los llanos coralinos se convirti en la ms terrible de todas las criaturas de Dios: un cachalote enloquecido.Olvidadas las toneladas de sepia que ahora se hundan irremediablemente; olvidado su agotamiento, inadvertida la forma que reptaba sobre las aguas a sus espaldas, slo vio que ella le necesitaba, y aun cuando se lanz al ataque, comprendi que haba llegado tarde.Ella estaba murindose. En un mar batido hasta la espuma se retorca aquel hermoso cuerpo gris perla acribillado de heridas abiertas, a la vez que por encima de las agitadas aguas saltaba una delgada forma negra, la cual, arquendose en el aire, daba al caer un tremendo latigazo de su cola, curvada como una guadaa, sobre el dorso de la moribunda. La vio hundirse. De la profundidad surgi un centelleante rayo de luz bruida que clav su espada en el vientre de ella. Todava se dio vuelta y las aletas se abatieron, indefensas, en tanto el tiburn salt de nuevo al aire para golpearla con su temible cola, obligndola a hundirse otra vez y quedar a merced del pez espada que la acechaba abajo.El tiburn, toda gracia y maldad contra el cielo azul del pacfico, salt una vez ms al aire, y en la superficie del mar un par de abiertas mandbulas salieron a su encuentro. Se oy un ruido como el de una verja de hierro al cerrarse y las dos mitad