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DESDE BELLA VISTA de Rosalino Carigi 2007 - 2016 VERSIÓN AGOSTO 2016 ÚLTIMOS CUENTOS Diap 1

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DESDE BELLA VISTA

deRosalino Carigi

2007 - 2016VERSIÓN AGOSTO 2016

ÚLTIMOS CUENTOS

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DEDICATORIA  A todos los que un díaquemaron sus naves…

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DEDICATORIA  A todos los que un díaquemaron sus naves…

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Alejandro Magno, al llegar a la costa de Fenicia en el año 335 AC, vio que el enemigo los superaba tres veces. Cuando hubo desembarcado, dio la orden de quemar las naves y dijo a sus hombres: "Solo hay un camino y es hacia adelante".

Julio César al desembarcar en Gran Bretaña, mandó quemar las naves, para que sus soldados entendieran que o conquistaban ese territorio o no volverían a Roma, porque la derrota no sería considerada.

Hernán Cortez, en México, cuando el ejército pierde la batalla, para evitar que los soldados regresaran a España, mandó a quemar las naves. No podía haber marcha atrás.

 Y tantos más, nombres que no están

en la historia, pero que un día quemaron sus naves… aunque fueran de papel.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

NOTA

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* EN ITÁLICA Y CON ASTERISCO YA SE ENVIARON EN PRESENTACIONES ANTERIORES - Y EN LA DIAPOSITIVA ESTÁN SOBRE FUNDO AZUL Y LETRA AMARILLA DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

ÍNDICENo. TÍTULO DEL CUENTO País Diap.

No. TÍTULO DEL CUENTO País Diap.

No. TÍTULO DEL CUENTO País Diap.

INICIO 1DEDICATORIA2NOTA301 BARTOLO(U)602 DE NEGRO(U)803 DEL VIENTO *(U)1004 LA BOLSA(U)1405 GATOS Y ALBAHACAS*(U)1606LA PALOMA RENGA(U)2107LA CUARTA GRÚA(U)2308 RAIMUNDO(U)2509 CON DIOS*(U)2710 HUMO(U)3011 LA ROSA ROJA*(U)3212 PLUMEROS(U)3413 ENCUENTRO(U)3614 EL ANIMAL(U)3815EL CRUCE(U)4016 EL TRANVÍA QUE NO SE … *(U)4217LA PRUDENTE DISTANCIA(U)4518HA MUERTO UN PAJARO (U)4719EL TREN DE LAS 18 Y 12(U)4920CALIDAD DE VIDA (U)5321 UNO MÁS (U)55

46PROMESA(U)11747CARENERO(V)11948JUEGOS (VECINOS) *(U)12649AGONIZANDO(U)12850SONRISA *(U)13051QUIZÁS(U)13452 LOS HIJOS CALLADOS * (G)13653MI ÁNGEL(U)13954EL ROLLO (EL PAPEL) * (U)14155EL OTRO DÍA(U)14456EL LÍDER * (G)14657RECUERDOS(U)15558LA CASA DE DIOS * (U)15759 EL BOSQUE DE JUAN (U)16460OTRO MAS * (U)16661 EL BETO EINS(U)16962EL CHANCHO * (U)17163 LOS EX (U)17564 EL BALDÍO * (U)17765 YA NO HAY MÁS TIGRES(U)181 ÚLTIMA PÁGINA183SE DICE DE MI (El Escritor) 184FIN186

22 EL TIGRE *(U)5723TIRANO(U)6124UN TODO (U)6325 UNA TARJETA(U)6526 EL ASCENSOR(U)6727 CANTANDO BAJITO(U)6928 EL HURGONERO*(U)7129 EL TURISTA(U)7530 CONMIGO (TITI) (U)7731 LA PIEDRA (V)7932 INSTANTES(U)8133 EL CERTIFICADO(U)8334 EL GUÁRAMO * (V)8535 LOS VECINOS(U)8936 EL ÁTOMO (U)9137 OTRO DÍA (U)9338 ME NIEGO*(U)9539 TANATIA(G)9840 EL GATO Y EL VIEJO *(U)10041 EL JARDÍN (U)10442TIFLOS*(G)10643EL ÚLTIMO TREN(U)10944EL SUICIDA(U)11145BARCOS*(U)113

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Desde botija, Bartolo fue raro. Muchos dicen que se debió a su nombre,

un nombre desagradable, antiguo, nada parecido a los usados por los actores de televisión.

Además, viviendo en un barrio de ese peculiar país, donde es hábito poner sobrenombres y seudónimos derivados del patronímico original, poca suerte le quedaba.

Mientras de un Roberto se obtenía el yanquizado Robert, o el popular Beto, y hasta el multitudinario e indefinido Tito… de Bartolo, nada bueno salía.

Tolo, sonaba espantoso. Barto, aún peor. Y Tolito, sería la causa de infantiles peleas para demostrar su masculinidad, o de rimas que lo aproximaban al manicomio.

Claro, si él hubiese nacido en Nueva York, y su padre sido un anglosajón más entre los de esa ciudad de rascacielos de hierro, habría podido llamarse por el resonante “Bart".

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

BARTOLO

Pero, Bartolo nació en Montevideo, se crió en Bella Vista, y su viejo fue un gallego emigrante que apenas sabía colocar derecha una hilada de ladrillos.

Y fuese por el nombre, o por algún gen desviado, Bartolo creció como un niño solitario, un joven extraño, de actitudes rayanas en la locura.

Eso sí, de una locura normal, común.Uno más, uno de tantos. Y allí se respeta la individualidad. Tan común que tenía su barra de amigos. Tan normal que lo buscaban las

muchachas. Lo diferente, atrae.Tanto atrajo a una, la más codiciada por

sus amigos, que ésta se casó con él… y tuvieron un hijo.

Que, por lógica, no se llamó Bartolo. Simplemente le decían: el nene.Y, fuese por aquel gen, o los cambios en

su anormal pero serena existencia, Bartolo aumentó su forma de ser solitario, sus actitudes extrañas. Y su locura ya no se vio tan común.

Es un hombre grande,que todas las tardes pasaarrastrando un ómnibus

chiquito…

01 BARTOLO (U)

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BARTOLOBARTOLO

Sus amigos al verlo le esquivaban desde lejos. En su trabajo lo consideraron poco fiable.

Fue otro desempleado más.Y… para su mujer dejó de ser atractivo.Tuvieron que dejar la casita de cuya

azotea se veía la bahía. Fueron a un cuartito en un desván, que un viejo les dio por un tiempo, donde la ventana estaba al mismo nivel del techo.

Para aliviarse de la opresión, salían a caminar por la Plaza San Martín; cercana en cuadras, lejana en posición ya que era frecuentada por la clase media de los edificios circundantes.

Pasó el Día de Reyes. Cierto primo de la señora, chofer de

transportes, le trajo al nene un ómnibus de juguete.

Era el único regalo que había tenido.Y Bartolo, el nene, la señora y el chofer

fueron a la plaza. Y mientras la mujer y el primo hablaban en un banco, padre e hijo hacían rodar el pequeño ómnibus de madera.

De pronto, Bartolo se fue alejando mientras arrastraba con una cuerdita al juguete.

Y se iba, se iba.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Unas cuadras adelante alguien le preguntó:

–Bartolo... ¿Dónde vas con ese juguete?..–Al cuarto –respondió– Se lo llevo al nene

que viene atrás.–¿Cuál nene?...Bartolo se dio vuelta. No había nadie.Mujer, niño, chofer… habían

desaparecido.Todos habían desaparecido.La calle estaba vacía. Las puertas de las casas, cerradas.Desde entonces hay un hombre que da

vueltas y vueltas por la plaza San Martín arrastrando un ómnibus de juguete.

Un juguete de madera, descolorido, viejo, desvencijado.

Y si se le pregunta donde va con eso, siempre responde:

–Se lo tengo que devolver al nene… al nene de Bartolo…

Y, se marcha repitiendo con voz desquiciada:

–De Bartolo… de Bartolo… de Bartolo… Cosas de un nombre.

…oo0oo…

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DE NEGRO

Era un hombre que vestía de negro. Saco, camisa, pantalón, medias, zapatos,

todo, de negro. Una vez, alguien, en broma, le preguntó

si los interiores eran negros. Y él dijo que sí.

No importaba que lloviese o no, fuera invierno o verano, la ropa de abrigo o liviana.

El deforme paraguas era negro. La vieja gabardina era negra. Y el descascarado bastón, negro.

Hasta tenía los ojos oscuros, con honda oscuridad de años idos.

Pero, en esa negra figura, había dos cosas blancas: El cabello y la barba. Totalmente blancos y cortos.

Al anciano se le podía ver en la Plaza de los Treinta y Tres, sentado cerca de la estatua al bombero con el niño; o en la Plaza San Martín, en el banco junto a la placa de bronce.

En la primera descansaba luego de andar las once cuadras desde la rambla donde su hijo tenía un apartamento con vista al mar… y donde el viejo dormía en un cuarto de atrás. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Después, tomaba en la esquina el ómnibus 137 para ir a la segunda, distante unos tres kilómetros.

Allí, en Bella Vista, había vivido con su mujer en una casita cerca de la bahía.

Podía tomar el ómnibus 17, hacia el mismo recorrido. Pero, ése no lo usaba, decía que no era de su época.

Subía y no pagaba boleto, tenía carnet de jubilado.

¿De qué?... ¿Acaso importaba?... Había trabajado en tantos lugares… Hasta en dos trabajos por día.

Lo importante, para él y su mujer, fue que nunca le faltase algo a su hijo.

Pero, ahora, envejecido, le faltaba todo al viejo de negro.

Su mujer descansaba en la quinta de los cipreses.

Los amigos del ayer desaparecieron con el tiempo.

Y el hijo, aunque vivía, se había ido en su propio presente.

Sucedió un día. Quizás yendo, quizás volviendo. Pero, al subir al 137, el viejo tenía los ojos más oscuros.

Susurró algo al chofer, y luego se dirigió al público:

02 DE NEGRO (U) Un viejo de pelo

blanco,todo vestido de

negro…

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DE NEGRODE NEGRO

“Respetables pasajeros, disculpen mi intromisión en sus vidas, necesito compartir con ustedes algo de la mía.

Hoy, después de mucho tiempo, quise hacer un comentario a lo que hablaban mi hijo y su esposa. Y, él me frenó así:

–No salgas con una de tus locuras…Callé, mientras afloraba a mi cara esa

sonrisa tonta que ponemos los viejos. Y me fui.

Pero, iba pensando.No me había dicho papá. Menos aún,

viejo. Me ordenó. Y usando apenas el compasivo

tuteo.Caminaba recordando mi juventud, en la

cual conocí a una muchacha. Me enamoré de ella. Nos amamos mucho.

Y salí con la locura de dejarla embarazada.

Pudimos evitar que él naciera. Sin embargo, no lo hicimos. Nos casamos a pesar de no tener nada. Juntos, enfrentamos necesidades y sacrificios.

Y salí con la locura de tener un hijo.Quisimos que fuera mejor. No asistió a la

escuela pública. Tomé un segundo trabajo. La vieja cosía en la casa.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y salí con la locura de mandarlo a un colegio particular.

Llegó hasta la universidad. Tuvo todo lo que precisara. Se recibió. La doña y yo estábamos ya viejos. Pero, a él, el barrio le quedaba chico.

Y salí con la locura de mudarnos.Se ennovió con un mujer de posición.

Vendimos todo. Se lo dimos de inicial para que comprase en un buen lugar.

Y salí con locura de ir a vivir en el cuarto de atrás.

Allí, en silencio, la vieja compañera callada de todas mis locuras, un día se fue. Lo demás ya nada importa.

Que él siga con su cordura.Yo… sigo con mi locura.Señores pasajeros, muchas gracias por

haberme permitido compartir con ustedes.”Un aplauso general le acompañó

mientras bajaba.El viejo de negro había llegado a una de

las plazas.…oo0oo…

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El viento me cuenta cosas,cosas que no debiera contar…

03 > DEL VIENTO > 2 (U)

(Presentación anterior Nº 14)

Miro la bahía. Allá, a varias cuadras. El sol brilla. La marea está alta. El

agua, serena. Pero, el viento silba. Es extraño.

Me pongo una campera. Zapatos cómodos. Tomo el bastón. Salgo.

–¿Dónde vas? –me preguntan al llegar a la puerta.

–Adonde me lleve el viento. –respondo, y cierro.

Y al llegar a la esquina el viento me empuja hacia el mar que se recuadra entre los árboles al final de la calle.

Y me empuja… y me lleva…Paso por veredas bordeadas de casas,

de depósitos. Y, al final, el viento me hace cruzar la

rambla, su vía asfaltada, su isla central con pasto y pedregullo.

Estoy a pocos metros del mar. Me separa de él una oxidada vía de ferrocarril y un ancho malecón de piedras.

Y el viento se suaviza. Y me lleva mansamente al oeste.

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DEL VIENTODEL VIENTO

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El rompeolas está hecho con enormes rocas basálticas y de granito, mezcladas como si los cíclopes se hubiesen divertido tirándolas allí.

El sol centellea en las rocas mojadas por el agua, o reverbera en las que están cercanas a la vía.

Veo sobre una roca gris, el cuerpo de un hombre. Cerca, una raída bolsa de mendigo.

Está acostado. Quieto.Quizás duerma una borrachera. Quizás esté muerto. Temo. Me le

acerco. Subo sobre una piedra. Mi sombra lo

cubre.Me tranquilizo. Respira. Se mueve. Levanta la cabeza.E instintivamente pregunto:–¿Puedo hacer algo por usted?–Sí… que se quite. Me está tapando el

sol.Sonrío ante la respuesta de este

Diógenes alcoholizado. Me aparto. Y él se sienta en la piedra. Frente al sol.El viento se ha detenido. Yo sigo de pie, en otra roca.–¿Está bien? –inquiero, con inexplicable

confianza.

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DEL VIENTODEL VIENTO

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Ahora, no. –indica con voz de resaca– Estaba bien antes que usted me despertara. Cuando dormía y soñaba.

–Los sueños, sueños son… –musito viendo el horizonte.

–Una perogrullada que dijo Calderón. –ironiza él.

Vuelvo a sonreírme. Pero pienso en la utópica realidad. El viento me ha llevado a hablar con un bichicome borracho…

Uno que sabe la respuesta de un filósofo y de literatura clásica..,

–¿Lo leyó? –susurro, sin disimular mi asombro.

–En otro tiempo… en otra vida… todos somos como barcas en el mar… vamos donde nos lleva el viento… o la fuerza que tenemos dentro.

Lo observé. Hablaba mirando los restos de un lanchón que afloraban próximos al rompeolas.

–Mientras sigamos a flote, no importa lo que nos empuje. –continuó– Pero si un día naufragamos, aunque sea cerca de la orilla, nos hundimos en el barro, en el fondo.

–Sin embargo –dije todavía esperanzado– de esa barcaza afloran aún la proa, la cabina y el árbol del timón.

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DEL VIENTODEL VIENTO

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Una proa clavada en la tierra, –murmura él– una cabina vacía y oxidada. Y un timón que se perdió en la profundidad… Adiós, señor.

Se despedía. Lo miré. Estaba tomando de una sucia botella sacada de la raída bolsa.

Lo dejé. Salté de las piedras al camino. Atravesé la rambla viendo si no venía algún vehículo.

El viento sopla de nuevo. Esta vez desde el mar. Me hace subir por una calle.

En ella aún están los rieles de un tranvía desaparecido hace años. Me invade la nostalgia.

–¿Tiene fuego? –pide alguien con un cigarrillo en la mano.

–No. –y agrego justicándome – Hace mucho que lo dejé.

Y me pregunto que fue lo que dejé hace mucho… ¿el cigarrillo o el fuego?

Pienso que soy un Prometeo al que el viento le apagó la llama.

Y el viento cambia, empujándome hasta el apartamento.

–¿Volviste? –preguntan al abrir la puerta.

–Sí. Me trajo el viento. –respondo, y cierro.

…oo0oo…

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LA BOLSA

Era una bolsa cualquiera. No tenía impreso ningún nombre ni una

marca conocida, ni una carita sonriente ni resaltantes colores, ni siquiera era de un color definido.

Quizás su origen fue de polietileno blanco. Pero ahora, su turbio gris, mostraba la unión con ignotos materiales en cientos de recuperaciones y mezclas.

Y ahí estaba, en el suelo, arrugada, vacía, sucia, muy usada, tirada en la calle.

Y, en lo intrínsico de sus moléculas, algo le decía que no era la primera vez.

Tal vez alguien la echó de su casa luego que ella le había servido para traer algo; o un mendigo la sacó de la basura y, viendo que nada tenía adentro, la arrojó a la vereda.

Y, arrastrada por el viento, en medio del polvo y del agua sucia, llegó cerca de otras, blancas, negras, amarillas, con caras siempre sonrientes y nombres conocidos.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Un mismo final, sin importar lo que fueron o pudieron ser. Pero, aún rodando todas, las otras mantenían su apariencia, su forma, su color. Hasta rodaban aparte. Ella, no.

Era una bolsa cualquiera. Gris, descolorida, con manchas, deforme,

gastada, que apenas se movía. Siempre quedaba de última al ser empujada por la brisa.

Pero, en cierto instante, el viento las arremolinó. Y volaron en una espiral. Subieron y subieron. Alto iban las de calidad.

Ella, más despacio, más endeble, más abajo, las seguía.

Se sentía viva. Llena de aire. Y aunque las otras se tocaban entre ellas

como saludándose y susurraban despreciándola; ella, sola, se seguía elevando.

Y pudo ver el mar, la bahía, el horizonte. Y flotó viéndolo.

De pronto el viento cesó. Las otras cayeron de inmediato.

Pero ella, por no tener peso, permaneció en el aire en suave vaivén con la mínima brisa.

Ser o no ser,o lo que se cree ser…

04 LA BOLSA (U)

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LA BOLSALA BOLSA

Y bajando lento hasta quedar enganchada en la rama de un árbol.

De allí vio, allá abajo, en la calle, entre el polvo y el agua sucia, a las otras, las pesadas, las fuertes.

Era una bolsa cualquiera. Que, llevada por el viento, llegó a una

rama. Y en ésta pasó primavera, verano y otoño. La lavó la lluvia, la secó el sol, la acariciaba la brisa.

Y cada día se hizo más parte de lo que la sostenía. Hasta creyó que le llegaba su savia.

Y le pareció crecer cada día viendo el mar, la bahía, el horizonte.

Hubo momentos que se sintió hoja, hubo momentos que se sintió flor. No quiso sentirse fruto, porque los frutos caían. Y no envidió a los pájaros… ya que también ella había volado.

A veces imitaba sus aleteos con los jirones que le habían producido las tormentas. Éstas la sacudían.

Pero, pasado el temor de ser desprendida de su agarre, pronto las olvidaba.

En el otoño creyó tener amarillo, luego ocre, y finalmente marrón.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero, una a una, sus amigas las hojas, caían, desaparecían… y quedándose sola, vio que sólo era una bolsa rota y gris.

Llegó el invierno. Y, enganchada como una banderola en la escuálida rama, pudo ver, muy cerca, la orilla del mar. Allí, en una turbia resaca, yacían mezcladas las otras bolsas.

Deshechas, sin forma, sin nombres, sin caritas sonrientes, hundidas en la sucia arena, manchadas por el lodo.

Las había arrastrado el arroyo, las había revuelto la correntada.

Con lúgubre sonido, un fuerte y frío viento la sacó de lo que creía suyo. Y la fue llevando sobre la tierra, sobre la orilla, sobre el mar…

Hacia el horizonte final…Más allá… más allá…Y en el aire recordaba… había sido hoja,

había sido flor, hasta voló como los pájaros.¿Dónde iría a caer?... no le importaba. Después de todo…Era una bolsa cualquiera.

…oo0oo…

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GATOS Y ALBAHACAS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Las plantas son seres vivos,y ellas nos dan el oxígeno para respirar…

05 GATOS y ALBAHACAS (U) (Presentación anterior Nº 24)

Narración de un hecho real…aunque los cuerdos no lo crean.

Dedicado a las gatas Rayita y Mimíy a las plantitas Alba y Haca…seres que me acompañaron

y que ya no existen.

Mimí I ………Montevideo, Año 2010

Montevideo, 16-Jun-2012(Cáncer – Eutanasia)

RayitaValencia. Vzla. 7-Ene-1994Montevideo, Uru. 6-Jun 2012

(Vejez – Eutanasia)

Alba y Haca.Montevideo, Enero - Año

2008,Montevideo, Julio - Año

2008,(Muerte natural)

Es domingo. Siete de la mañana. La gata vieja está en el balcón esperando

tomar su baño de sol. De un sol que aún no ha podido salir de

atrás de los bloques de apartamentos.Hemos cumplido el ritual de cada

amanecer.Éste consiste en que ella, todo aún a

oscuras, salta sobre mí. Y, mordisqueándome la ropa, me

despierta. Es inútil hacerme el dormido. Sabe si lo

estoy de verdad.Me exige, en un concierto de maullidos,

que más bien parece una retahíla de regaños, que me levante.

Al hacerlo, se adelanta y, veloz, me lleva hasta la cocina.

Va sin dejar de reclamar, pero en tono más bajo, que le dé su desayuno extra de carne cruda y cortada en cuadraditos.

Cortarla es un ejercicio. Yo que echo a la gata. Y ella que se sube al mesón, y se mete entre mis manos mientras corto, para robar una tirita.

Ésa le debe parecer más sabrosa.

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GATOS Y ALBAHACASGATOS Y ALBAHACAS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Mientras estamos en esa pugna, aparece su sobrino.

Un joven gato mezcla de siamés y angora.

Un hermoso macho que un día caparon para que viviese en la sociedad humana.

Éste hace una segunda voz en el coro del pedido.

Sin embargo, los maullidos de él son suaves, finos, como deben ser los de un animal perteneciente a la clase alta.

Un felino que de cachorro escapó, o lo echaron, de alguna quinta de millonarios.

En la cual, a escondidas de los propietarios, la mimada gatita angora tuvo un desliz.

Y, en cuidados jardines, se dejó montar por el serio macho siamés de otra gran mansión.

Los dueños esperaban cruzarlos con congéneres de la misma raza.

Pero los gatos no tienen dueño, nos permiten vivir con ellos.

No saben eso de razas. Se escabullen facilmente. Y aunque gritan al aparearse… siguen naciendo más gatitos.

No era así la historia de la gata vieja. Una gata gris, a rayas, criolla, un

eufemismo para decir que es mezcla de todas las razas.

O sea: Una gata de verdad.Fue recogida en un baño público, luego

de ser golpeada, enferma, abandonada a los pocos días de nacer, dejada a morir por su madre para salvar los otros cachorros sanos. Pero los designios de la naturaleza son impredecibles.

Halló un ser humano que era humano, tal vez más con los animales que con los humanos.

Y la recogió. Era tan chica que cabía en la palma de sus manos.

Y la cachorrita fue cuidada, salvada.Y, tristemente, también esterilizada

para que la familia de ese ser la permitiese vivir en el apartamento de la ciudad.

Y vivió, y envejeció junto al hombre. Siempre fue arisca, retraída, solitaria.

Sólo se dejaba acariciar por él. Y poco. Enseguida se alejaba. Y si él insistía, le largaba un tarascón.

Quizás por que no olvidó su inicio. O quizás se parecía él.

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GATOS Y ALBAHACASGATOS Y ALBAHACAS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Mi familia protesta por que les doy de comer, a los gatos, carne cruda.

Dicen que los tengo mal acostumbrados. Que hay alimentos especiales, y artificiales, para ellos.

Prefiero no responder. Yo también encuentro muchas cosas especiales, y ya preparadas, en el supermercado.

Pero, me gusta comer un queso común y tomar un vino barato. Quizás por que no olvidé mi inicio. O me parezco a la gata.

El ritual del amanecer sigue con agarrar dos macetitas. En cada una hay tres o cuatro plantas de albahaca.

En realidad las macetas son vasos desechables, ésos de plástico.

Las plantitas fueron compradas en la feria, hace como dos meses. Pero, al traerlas al apartamento, las vi tan tiernas, tan pequeñas, tan lindas y suaves, que sentí afecto por ellas.

Y, en lugar de cortarlas para un pesto, dividí el paquete en dos, poniéndolas en esos vasos.

Como traían las raíces envueltas en tierra, se amoldaron enseguida.

Y comenzaron a crecer en juvenil competencia.

Mientras los vecinos mostraban finas macetas con plantas de flores, yo tenía dos vasos baratos donde las albahacas se erguían esbeltas junto al vidrio que cerraba la terraza..

Todas las mañanas, luego de darles su carne a los gatos, las tomo con delicadeza y las llevo a la pileta de la cocina para pasarlas bajo un hilito de agua.

Y, colocándolas horizontalmente, refresco sus hojas en el cuenco de mi mano izquierda, mientras con la derecha giro el vaso que ya no tiene tierra sino un aglomerado de raíces.

Luego las paro para que escurran el agua en exceso.

Debo cuidar que se mantengan en equilibrio.

Han crecido tanto, y tan delgadas, que la base ya le es pequeña y caen facilmente.

Y, no sé por qué… me recuerdan mi juventud.

Las llevo nuevamente contra la ventana de la terraza. Y allí quedan, disfrutando del sol.

Cierta vez observé que el vidrio se empañaba alrededor de ellas.

Comprendí. Respiraban... Eran seres vivos…

Y me sentí bien.

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GATOS Y ALBAHACASGATOS Y ALBAHACAS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Hoy es domingo. Nueve de la mañana. Los gatos dormitan luego de haber

comido. Las albahacas han regresadofrescas a

su mirador. He terminado con ambos rituales. Pero,

hoy debo cumplir con uno más. Debo ir a la feria.

Ésa que hacen todos los domingos en la calle a la vuelta del edificio donde vivo.

Donde, por unas horas, la clase media es humilde.

En una calle de casas viejas y veredas rotas

Saco de atrás de la puerta de la cocina la bolsa de malla.

Y oigo a mis espaldas una voz fresca con aroma conocido:

–Hoy se cumplen ocho semanas que nos trajo.

–Así es. Creo que va al mismo lugar. –agrega otra voz similar.

Giro. Los gatos han venido y están mirando las plantas. La lógica rechaza esa utópica irrealidad.

La albahaca más alta está algo curvada, como hablando con la del vaso próximo.

Y yo, inconciente e irreflexivo, les pregunto paternal:

–¿Quieren ir conmigo hasta la feria?

Ambas sacuden sus hojas. Puede ser la brisa que entra por la hendija entre las ventanas.

¿O tiemblan de emoción?–¿Tú que dices? Eres la mayor. –le

inquiere la más pequeña.–No sé… - y, bajando la voz, prosiguió la

alta– La última vez que estuvimos allí fue después de sacarnos de la tierra. Y era para vendernos… para ser masticadas.

–Quédense tranquilas, –dije, calmándolas– sólo las llevaré a pasear, y luego las traeré de vuelta.

–Pero has ido más veces, –la más chica aún temía– y has traído a otras que cortaste con el cuchillo… y devorado.

–Sí, es cierto. –aclaré– Me gusta el sabor del albahaca. Los animales para subsistir debemos comer. No somos como ustedes, las plantas, que viven del aire y del sol.

–No olvides el agua. –sentenció la mayor– Por algo nos mojas cada día. En fin, por ello confiaremos en ti. Vamos.

Puse las macetitas en un canasto de grandes aberturas para que las albahacas pudiesen ver hacia afuera y disfrutar del paseo.

Y… fuimos a la feria.

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GATOS Y ALBAHACASGATOS Y ALBAHACAS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

La gente me miraba como a un demente, más al oír que yo conversaba con ellas.

No comprendí su extrañeza. Muchos llevaban perros y hablaban con

ellos. ¿Cuál era la diferencia?Las plantas saltaban en el cesto,

alegres de estar fuera de las paredes del apartamento.

Hasta las escuché gritarles a las albahacas que estaban en los puestos para ser vendidas

Volvimos. La burlona mirada de los puesteros hizo que no comprase nada.

No me importó. Las verdes hojas de mis plantas brillaban más que nunca.

Volví a lavarlas. Traían polvo de la calle.Y las puse en la ventana. La gata y el gato vinieron y quedaron

viéndolas atentos. Llegó mi familia y les conté. Les dije que las escucharan.Me miraron compasivos, ellos nada

oían.Pero yo las seguía oyendo como

comentaban del paseo.¿Será que las plantas sólo les hablan a

los gatos y a los locos?…oo0oo…

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LA PALOMA RENGA

Fría mañana de otoño. Dentro un mes será invierno. Cruzo la plaza llevando mi mano

izquierda metida en el bolsillo del abrigo. La artritis en la muñeca me hace añorar el calor.

Paso cerca del asiento en cemento que está debajo la placa que explica el nombre de la plaza.

No le he leído nunca. Para mí es la plaza de enfrente… y eso basta.

No es así con el banco. De noche duerme en él un hombre joven.

Mucha debe ser la pobreza, o el abandono, para tener la valentía de pasar esas horas en la congelante intemperie.

Apenas amanece se levanta, se arregla con detenimiento, recoge lo que le sirve de cobertor, lo guarda en la mochila. Es extraño, la mochila aparenta nueva y de calidad. Y se sienta.

Al poco tiempo, caminando, llega un viejo metido en un sacón de grandes bolsillos. De uno saca puñados de granos que arroja a las palomas. Y éstas salen de su letargo y comen.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

De otro, extrae un paquetito y se lo entrega al joven. Éste lo toma, limpia el resto del banco, e invita a sentarse al anciano quien lo hace con mucha camaradería.

Luego el joven abre el paquete y come de su contenido, sin apuro, despacio, mientras charla animadamente con el viejo.

Y, de abajo del banco ha surgido una botella de refresco.

A veces uno señala un pájaro; el otro, un árbol. Los vecinos pasan y los saludan. Algunos quedan un rato hablando con ellos. Finalmente todos se van, los vecinos, el viejo, el joven.

Las palomas siguen alrededor de la estatua ecuestre. Las veteranas digiriendo en paz. Pero, las más impetuosas suben sobra la montera del héroe, donde eyectan libremente.

Llego. Los humanos se han ido. No, el caballo y

su jinete. Permanecen estáticos en el bronce y en la historia.

Y las aves remontan y vuelven al suelo.Es cuando la veo… ¡Es una paloma renga!…

Y los brazos se hicieron alas,para poder volar…

06 LA PALOMA RENGA (U)

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LA PALOMA RENGALA PALOMA RENGA

Se bambolea al andar, inclinándose en cada paso hacia el lado izquierdo para luego nivelarse nuevamente al apoyarse en su extremidad derecha. Y lo hace con total naturalidad.

En la izquierda le faltan todos los dedos. Solo le queda el delgado tarso terminado en un muñón que, encallecido por el tiempo, recuerda la pata de palo de un antiguo pirata.

Las demás le dejan lugar en su picoteo de los granos. Se nota que se ha ganado el respeto, ya que la compasión no es instintiva entre las aves. Por lo contrario, repelen al débil.

¿Cómo perdió los dedos? Quizás le quedaron pegados en el

desesperado esfuerzo de desprenderse de la “cola para pájaros” que un llamado humano puso en un alambre.

O, tal vez, en la noche, en un descuido del ave, la mordió una rata de albañal. Pero la paloma supo luchar y prefirió quedar renga antes de ser devorada por un rastrero.

O, simplemente, nació sin ellos. Cualquier otro pichón con ese defecto habría muerto de hambre.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

La naturaleza elimina a los menos capaces y a los que les falta la voluntad de vivir.

Pero ahí estaba ella, viva, con sus músculos más fuertes por el esfuerzo de cada paso.

Viva, caracoleando y no dejándose abusar por nadie. Viva, renga pero viva.

Levanté mi bastón. Todas corrieron para luego remontar en

ágiles aleteos. Una nube de aves subió al cielo.

La paloma renga también corrió, cojeando, desgarbada.

Pero al estar en el aire fue la que llegó más alto, más lejos, la de vuelo más agraciado.

Y en su cuerpo estilizado no se veía esa pata ni la otra… sólo se veían las alas.

Me fui de la plaza. Cada tanto me daba vuelta para mirar la bandada de palomas.

Una tras otra iban volviendo al suelo, y caminaban en busca de más comida.

Pero una seguía en sinuosos vuelos. Era la paloma renga.¿Acaso se necesita pies para poder volar?

…oo0oo…14 Mayo 2008

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LA CUARTA GRÚA

La cuarta grúa fue la primera cuando ese muelle era nuevo.

No hace muchos años de eso, pero ahora todo se vuelve viejo al poco tiempo.

Tuvo la atracción de la primicia, la eficiencia del desarrollo, la fuerza de sus partes modernas. Los barcos de carga hacían cola para estar debajo ella.

Y, mientras las viejas grúas languidecían en los muelles interiores del puerto, ella lucía su esplendor en esa punta disfrutando en sacarle y ponerle al favorecido del momento.

La eficiencia es arma peligrosa. Otorga fama. Pero, si no da abasto para todos, despierta la necesidad..

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pronto tuvo otra grúa igual a ella y junto a ella. Dejó de ser la primera

Sin embargo, no pasó a ser la segunda. Eran las dos grúas que preferían los

barcos cargueros apurados de estar poco en puerto.

Y juntas, las dos satisfacían sus deseos.No contaron que a pesar de su altura,

elegancia y fuerza, sólo eran herramientas grandes del hombre.

Y la ambición de éste es insaciable. Cuanto más obtiene, más quiere.

Al poco tiempo montaron en ese muelle dos grúas más. Más modernas, más altas, más fuertes, más eficientes, más nuevas. Que atendieran a más buques y más rápido.

Y la antigua primera grúa quedó en la punta. Viendo como entraban los cargueros y la dejaban atrás. Viendo como las dos grúas nuevas saciaban a los barcos enseguida. Viendo como la que fue su compañera, se unía a las nuevas.

A ella sólo la usaban como emergencia, como ayuda, para los viejos mercantes, o para las cargas de popa.

Y, levantado su brazo al cielo, se volvió la cuarta grúa.

07 LA CUARTA GRÚA (U)

GRÚAS - PUERTO DE MONTEVIDEOAÑO 2008 – FOTO DEL AUTOR

No importa ser el primero,no importa ser el único,

lo importante es ser el último…

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LA CUARTA GRÚALA CUARTA GRÚA

Era la que estaba a la entrada del atracadero, del remanso.

La que primero se ve al entrar. La que última se deja al irse.

La más vieja, la más conocida. Y por eso, la menos buscada.Allí, siempre sola, siempre apartada.

Usada por obligación, por necesidad. Ya que a hombres y barcos les gusta

utilizar lo nuevo. La novedad atrae, lo conocido aburre.

Se hizo solitaria, o ya lo era desde su inicio. Fue la primera cuando no habían llegado otras.

Y ser primero es estar solo.Desde ese lugar veía venir de lejos, del

horizonte, a cada barco en busca de puerto. Y desde ese lugar, lo veía irse,

desaparecer en la lejanía del mar en busca de otro puerto.

Los conocía a todos. Todos habían estado debajo ella cuando ella era la única.

Los había vaciado de la carga que traían. Y había colmado sus entrañas con otras cosas.

No importaba de que color eran ni de que nacionalidad.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Al pasar la escollera, todos eran empujados por un remolcador que; cual alcahuete, los ponía junto a ella y se iba.

Y si llegaba uno nuevo, daba lo mismo. Sólo podía ser más alto, más largo, más

ancho, con más capacidad. Pero, en su interior o cubierta, sería parecido a los demás.

El tiempo le había enseñado que todos venían con ganas de dejar. Que todos querían quedarse poco. Que todos querían marcharse pronto. Que todos se iban llevando algo.

Sabía que los barcos cargueros tienen alma de marinero.

Que van de puerto en puerto. De grúa en grúa.

Las nuevas enloquecían por ser las preferidas.

En su momento ella lo fue. Eso ya no le importaba.

Porque si los cargueros tenían alma de marinero, ella la tenía de vieja mesera de puerto. Que aún sirve, que se usa en caso de necesidad, pero que ninguno recuerda.

Con su brazo en alto, ahora sólo era la cuarta grúa.

Pero, para muchos, ella fue la primera.…oo0oo…

27 de Mayo 2008

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RAIMUNDO

Raimundo Insurance Duprevú nació asegurado.

Más aún, estaba asegurado antes de nacer.

Y, por lógica, fue concebido luego que sus padres se aseguraran de poder hacerlo.

Porque, como se había vuelto natural en ese país, primero ellos tuvieron cinco años viviendo juntos como compañeros, un eufemismo por concubinato.

Aducían, al igual que los jóvenes modernos, que era para conocerse mejor mutuamente, y que al llegar al matrimonio legal estuviesen seguros el uno del otro y de lo que hacían.

Además, en esos cinco años, en los cuales tenían los goces de ser pareja pero sin responsabilidades ni obligaciones se iban asegurando en sus trabajos.

Prefirieron tener anodinos puestos públicos, rechazando buenos empleos en el campo privado para evitar riesgos con los servicios asistenciales en su vida y con la jubilación.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

A los cinco años, y por contrato, les dieron un aumento de categoría y de sueldo.

Si era o no meritorio, no venía al caso. Era un beneficio seguro obtenido por el sindicato.

Hicieron cuentas, sopesaron el costo de la boda, los gastos como matrimonio, la posible inflación, los compromisos, el pro y contra futuros, y… habiendo previsto todo, se casaron.

Eso no quitó que en el documento existiese una cláusula de prevención que, en caso de divorcio, cada uno mantenía sus haberes anteriores y recibía la mitad de los obtenidos juntos.

Y vivieron casados, pero como los cálculos daban que aún no era económicamente seguro tener un hijo, seguían con sus precauciones para evitar ese nacimiento.

Ya había aparecido la píldora anticonceptiva para la mujer, cosa que les permitía disfrutar más su unión sexual. Ella la tomaba.

Pero, por si acaso, él seguía usando el preservativo.

Y otros cinco años. Otro ascenso y aumento sindical.

A veces, de tanto vivir previniendo para el futuro,se olvida vivir el presente.

08 RAIMUNDO (U)

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RAIMUNDORAIMUNDO

Sus padres volvieron a hacer cuentas. La situación social y económica era

segura. Además, evitaban el riesgo que puede

tener un embarazo luego de los treinta años de la mujer.

Su madre dejó las píldoras, y su padre el condón. A los dos meses a ella le faltó le menstruación y tenía mareos…

Sin embargo, fueron al médico para que les asegurara que estaba encinta.

De inmediato la mujer se acogió al seguro de maternidad, y él a uno de desempleo. Y ambos cansaban al doctor con cualquier molestia fuera del proceso previsto de gestación.

Cuando el niño nació, hacía meses que estaba inscrito en sociedades médicas, institutos de cuidados infantiles, y hasta ya tenía seguro de vida… por si fallecía.

Llegaron al extremo de ordenar que le hicieran un examen del código genético a fin de tener la seguridad que era hijo de ellos… en prevención de posibles errores de la clínica.

El niño creció bajo mutualistas de la salud, y tuvo todas las vacunas existentes.

Se educó en institutos que previeran las fallas con sicólogos y profesores especiales.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

No le dieron un hermano. No querían que el niño o ellos pasar otro riesgo.

Y cuando Raimundo se hizo hombre, fue un empleado público como ellos.

Respecto a hacer ejercicios físicos le prevenían respecto al peligro de los deportes.

Pocos amigos tuvo. En cuanto al sexo, utilizaba las mujeres previstas para ello. Y, siempre con las precauciones correspondientes.

Nunca se casó. Las estadísticas indicaban que la mayoría de los matrimonios actuales terminaban en imprevisibles divorcios.

Tampoco tuvo hijos. Nada le aseguraba que le costearían un instituto donde cuidarlo de viejo. Lo pagaba él mismo.

Raimundo Insurance Duprevú nació asegurado.

Así vivió y así falleció. Murió sin esposa ni hijos ni amigos a su lado.

Pero había una enfermera paga, un acompañante a tiempo completo, y estaba en el mejor ancianato.

Lo velaron en la Funeraria La Previsora. Sus restos están en un nicho de la mutual Previsión.

Pero… nadie lo recuerda.Para eso, no existe compañía de seguros

ni de prevención.…oo0oo…

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CON DIOS

El otro día, muy de mañana, temprano, con frío y aún entre la niebla, cruzando la plaza, yendo para el automercado, me encontré con dios…

Sí, sí… con dios, así con minúscula. Tan arcaico estaba, que ponerlo con

mayúscula no representaría su estado actual.

Al principio dudé, ya que no tenía la habitual túnica blanca luminosa ni el halo radiante.

En su lugar portaba un rústico poncho marrón y un gorro gris que le cubría hasta las orejas.

Comprendí que con la gélida temperatura y la humedad reinante, no podía usar la etérea vestimenta de los cuadros.

Se hallaba en el banco de piedra, ése que se encuentra del lado izquierdo del monumento al libertador, el cual, como todo héroe, tiene que estar montado en un caballo.

Algunas viejas, eran las ocho y media, iban a la carnicería y, pasaban indiferentes…

¡Otro viejo!... ¡y qué mal vestido!DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Dios no ha muerto, ha pasado al olvido…

09 CON DIOS (U) (Presentación anterior Nº 1

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CON DIOSCON DIOS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

No hay mayor desprecio que el no aprecio.

Y en aplicar eso no hay mejor intérprete que la mujer.

Pero, yo era hombre, y también viejo. Por tanto me animé a preguntarle

dubitativo:–Perdón, señor… ¿Usted es Dios?...–Sí, hijo mío… soy dios… uno no puede

dejar ser lo que es.Me sentí delante la verdad divina. Sólo

Él me podía llamar hijo mío a mi vetusta edad.

Y al definirse a sí mismo, lo había hecho tan resignado que, él debía serlo en minúscula.

–Pero… ¿qué te ha pasado?... –no pude menos que decir.

–En tus preguntas está la explicación. –respondió con una sonrisa sardónica- En el principio me trataste con respeto y de señor… Y ahora, hasta me tuteas como uno más.

–Disculpe…–me apresté a aclarar– no quise ser insolente.

–No. No me molesta eso. Por lo contrario, es tan triste ser un dios perfecto y único. Sólo hay algo peor: Ser olvidado.

Él era dios, y yo criatura, pero dije compasivo:

–No creo que haya sido olvidado. Es que hoy no nos queda tiempo para meditar. Sólo se venera la eficiencia. Además, la tecnología aparenta opacar sus milagros del ayer.

–Veo que los sacerdotes hicieron su labor en ti. –respondió socarrón- Lástima que también pusieran los dogmas. ¿Crees que si yo fuese perfecto habría hecho tantas cosas imperfectas?

Levanté mi ceja en la clásica expresión de duda. Y él siguió:

–Aún puedo hacer milagros. Pero me cansé de hacerlos, la gente los quería sin esfuerzo de su parte. Como si fuese mi obligación ¿Crees que la tecnología puede hacer esto?

Agitó su mano hacia la estatua. Y el héroe de bronce, que miraba a la derecha, giró su cabeza viendo a la izquierda. Pero, la gente continuó caminado sin percibir el cambio.

–¿Te das cuenta? –me preguntó deprimido– Nadie lo notó. Cada uno en su problema, su camino. Es la indiferencia… es lo que acaba con los dioses… y con los humanos.

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CON DIOSCON DIOS

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Callé. Nada podía yo agregar a eso. Y dios, riéndose de sí mismo, cualidad

de eterna sabiduría, dijo agitando su mano:

–Dejemos la estatua como estaba. Sean de bronce o carne, las criaturas empiezan mirando hacia la izquierda, con los años miran de frente… y terminan viendo la derecha.

Largamos una sonora carcajada. Un mortal había logrado hacer reír a

dios… fuese con mayúscula o minúscula.–¿Qué sabe de Lucifer? –pregunté

desviando la conversación.–Pobre diablo… –respondió dios

añorando– Pobre criatura mía, rebelde y desorientada. Tuvo su momento de auge en los años de liberalidad… Pero, también él cayó en el olvido..

Dejé a dios en la plaza. Yo tenía que ir al automercado.Cuando volví, el banco estaba vacío. Tal vez dios se había ido a otra plaza, a

hablar con otro viejo, a hablar del olvido…

Sólo dios sabrá……oo0oo…

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HUMO

El hombre cerró el cajón del escritorio. Otro que quedaba vacío como los demás. Un escritorio que había guardado en sus

entrañas documentos, herramientas, poesías… cuentos.

Sacó del sobre el pasaje. Y por enésima vez lo releyó. Sabía su

contenido de memoria. Pero, aún temía un error. Temor que no

pudiese partir. Temor de marcharse…Y, por enésima vez, comprobó que estaba

todo normal. El día, la hora, el vuelo, el aeropuerto, la salida, el destino.

Y, con la agridulce mueca del que se va, lo puso en el maletín. Junto al pasaporte.

Junto a otras cosas importantes. O que creía importantes. Cosas que indicaban quien era, quien fue, que tenía, que tuvo.

Que llevaba. Que debía hacer aún.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Oyó que le venían a buscar. Se levantó de la silla. Miró el espejo. Vio una imagen distinta a la de cincuenta

años atrás. Fue a la ventana. Por enésima vez miró el paisaje.El valle, las montañas, el sol, el cielo, las

nubes, las flores, la exuberante naturaleza, las calles, la gente.

No necesitaba una foto… estaba dentro de él.

Y cerró la persiana.Cruzó el apartamento sin detenerse, sin

darse vuelta. Sólo eran cuartos vacíos. Sólo eran paredes vacías.

El otro, el lleno de cosas y de vida, lo llevaba en sus recuerdos.

Y sin detenerse, sin darse vuelta, subió al vehículo. Por la ventanilla vio gente que lo despedía.

Y, como un autómata, con su mano en alto, les decía adiós… sin él darse vuelta.

El chofer preguntó si quería ver donde, medio siglo antes, el hombre había llegado.

Y él dijo que no. Que no se podía volver atrás. Que eso había sido monte… y ahora era ciudad.

Y así, mirando de reojo, iban por las autopistas.

Cuando en la vida se cree todo logrado;nada más emocionante que en una sola jugada,

jugarlo todo... ¡a todo o nada!(Poemas 1995)

10 HUMO (U)

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HUMOHUMO

Cruzando urbanizaciones y barrios. Viendo altos edificios donde él encontró casitas de techos rojos. Admirando lujosas quintas donde él vio correr venados y oyó cantar pájaros.

Y avanzaban, siempre sin detenerse, sin él darse vuelta.

Pasando por cerros llenos de ranchos de pobres y sw obreros. Cerros donde hubo árboles y flores, y conucos, y conuqueros que le enseñaron a amar la tierra, el agua, el sol, la música, la gente.

Y seguían avanzamdo, siempre sin detenerse, sin él darse vuelta.

Yendo por valles atestados de chatos galpones, chimeneas humeantes, ruidos, camiones. Y él los había recorrido por las orillas de sus cristalinos ríoscon verdes bosques.

Y avanzando siempre, sin detenerse, sin él darse vuelta, llegaron al terminal del aeropuerto. Un terminal que ahora era diez veces más grande del que había llegado.

Luego, ir en la compañía de desconocidos y azafatas con la artificial atención para que pase volando el tiempo de vuelo.

Y finalmente la llegada a destino. ¿El destino de él?...

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El mismo lugar de donde se marchó hacía cincuenta años.

Pero no hay un mismo lugar dos veces en el tiempo.

Alguien lo llevó al que sería su apartamento. Y lo dejó.

El hombre quedó solo.Fue hasta la ventana. La abrió. Era otro

paisaje. Una bahía. Un puerto. Un cerro. Algo parecido a un pasado distante.

Recién sintió la necesidad de darse vuelta.

Y lo hizo.Y allá, allá en el norte, lejos, muy lejos,

en un horizonte de garzas y de sol, en un horizonte que se alejaba cada vez más, creyó ver subir estelas de humo.

Pensó que era el de las barcas que había quemado.

Una brisa que venía del sur, entró por la ventana.

Una brisa fría que lo despertó a la realidad.

Sólo tenía una pared delante.Retornó a la ventana.Y allí quedó viendo… sin darse vuelta.

…oo0oo…

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LA ROSA ROJA

DESDE BELLA VISTA

El otro día, a mediodía, en una fiesta patria, estuvimos en la reunión ofrecida por la embajada de mi país tropical.

Un agasajo con protocolo, bebidas, comida, cuatro, violín, guitarra, tambor y maracas…

¡y el protocolo desapareció!Y así se llegó a las cuatro de la tarde.

Los diplomáticos ya tenían poco que comentar con los políticos. Y los agregados militares, que decir a las esposas de los diplomáticos.

Lo que fue una muchedumbre aglomerada por el tintineo de las copas y las bandejas de bocadillos, se había vuelto grupos aislados de dos individuos hablando de sus propios intereses.

Mozos y camareras se apoyaban en las mesas descansando sus adoloridos pies y, con disimulo, comían canapés en tanto los músicos bebían sus repletos vasos.

Era hora de irse según el protocolo, o sea… ¡sin protocolos.!

11 LA ROSA ROJA (U)

Te daré esta rosa roja…Canción de Víctor Munguia

DESDE BELLA VISTA

Narración de un hecho real acontecido en el Parque Hotel (Parqué Rodó) en Montevideo el 5 de julio de

2008 Me despedí de las empleadas de la embajada, ellas habían sido las que trabajaron y pusieron el ambiente de esa tierra.

Y con un beso libidinoso de mis ochenta años saludé a la muchacha que me servía el whisky que trajo el momentáneo revivir de los años pasados en aquellas exuberantes regiones.

Dejamos el salón. Había dos enormes arreglos florales en

la puerta a la recepción. Aún con la euforia de las copas y de la música, saco una rosa roja de uno y se la doy a mi señora.

Mi esposa me mira con callado regaño por mi atrevimiento y falta de respeto a donde hemos sido invitados. Pero, no puede reprimir una sonrisa de mujer halagada.

En las escaleras hacia la calle, un hombre de casi cuarenta años, con el típico gesto de servidor, me pregunta si quiero un taxi.

Le respondo que no, que iremos a pie.Y el rostro del hombre cambia. Y,

retraído, me habla:–Disculpe, señor… no quisiera

molestarlo, pero acabo de verle hacer algo que…

(Presentación anterior Nº 2

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LA ROSA ROJA

DESDE BELLA VISTADESDE BELLA VISTA

LA ROSA ROJA

Llega el transporte. Nos sentamos.Mi señora tiene en su mano la rosa roja.Una rosa roja de tallo largo.Los demás pasajeros la miran.Y el ómnibus nos lleva hasta la plaza.

Nos bajamos y vamos hasta el apartamento.

Mi señora pone la rosa roja en un florero de cristal.

Yo poco he hablado. Mucho he sentido.

Voy a la ventana desde la cual se ve el mar.

Y, con los binoculares de los recuerdos, busco del otro lado de la bahía.

Y, en una azotea que servía de mirador, veo a un viejo. Un viejo con los ojos tristes de los que no pudieron volver. Un viejo que allí me enseñó tantas cosas con su tono gangoso que arrastraba las erres.

Y me enseñó tantas más sin hablar.

Pienso en lo que me ha dicho un hombre que ama a una mujer.

Pienso en una rosa roja. Y me domina algo que no me

cabe en el pecho. Y murmuro calladamente:

-Gracias, viejo francés… Mercí, mon père……oo0oo…

Veo que duda en seguir y, creyendo que tiene alguna crítica, espeto:

–Dígamelo… –Usted le acaba de dar una

rosa roja a su señora…–Sí… Siento que mi muro

interno se derrumba. Y el hombre continúa:

–En la actualidad es raro ver un gesto así… y en personas que tienen años de casados. Lo felicito.

–Muchas gracias… Sólo puedo agradecer, me

ha dejado sin palabras. Y él sigue:

–No, señor… Soy yo que le agradezco a usted. ¿Sabe?... Mi esposa y yo trabajamos afuera de la casa. Y a veces creo que no he podido demostrarle lo que la quiero…

Sigo callado, me domina la emoción, el asombro.

–Hoy usted me mostró una forma de decírselo… -concluye.

–Gracias… –susurramos al unísono...

Nos despedimos. No hace falta ni darnos la mano. Salgo. Con mi esposa subo hacia la avenida para tomar el ómnibus. Me apoyo fuerte en el bastón. Me cuesta ir por la vereda.

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PLUMEROS

 El invierno nos regala un luminoso día de

sol. A través del aire seco y límpido vemos un

cielo sin nubes que termina en la línea definida del horizonte con el sereno mar.

Desde la ventana miro la bahía que parece un plato donde la isla aflora como una mancha de tierra.

Hace frío, pero es seco. En los techos de las casas tienden la ropa a secar.

Me abrigo con descuido y voy a caminar. Invita a salir.

Al llegar a la calle, el viento se me cuela entre la ropa y el dolor en las articulaciones me reclama el descuido.

No le haga caso, el esplendor de la mañana contagia, y sigo caminando.

Llego a la avenida y, doblando, continúo por la vereda en la que dan los rayos del sol.

Tarareo mientras hago girar el bastón en mi mano derecha.

Unos me miran como un demente, y otros fingen no verme. Y ambos tienen razón.

Estoy en otro loco tiempo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Cruzo calles y bulevares. Voy por rotas aceras de piedras y

baldosas. Cada tanto hay grandes huecos con obreros dentro. Están instalando la tubería de gas de petróleo…

¿Encontrarán algún caño de aquella inglesa Compañía del Gas de principio de siglo? Gas, que tenerlo diferenciaba a los de la ciudad con los de los suburbios.

No lo creo. Vacíos, su óxido se habrá mezclado con el de los rieles de los tranvías que transportaron mi juventud.

Y así, sin darme cuenta, sin sentir el frío, llego al viejo liceo Bauzá. Lo miro desde la vereda de enfrente. Ya ni se llama de esa forma, sólo es un número, un edificio arcaico y descuidado.

Cruzo la calle. Los ómnibus se detienen, dándome paso por mi bastón y vejez.

Voy a la entrada por la cual, durante cuatro años, pasaron mis ilusiones, esperanzas, ideales.

Ha sido clausurada. El mármol del escalón está gastado. Y pienso cuanto de él quedó en mis pies y

lo llevé por los caminos de mi vida y del mundo.

Las plumas sirven para volar,y también para limpiar…

12 PLUMEROS (U)

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PLUMEROSPLUMEROS

Piso el roto borde. Acaricio la remendada puerta de roble. Se me humedecen los ojos.

Y vuelvo a cruzar la calle.Continúo por la vereda con sol. Por la

esquina surge un fantasma del pasado. No lo puedo creer.

¡Es un vendedor de plumeros!... Y viene hacia mí. Lleva atravesado sobre

un hombro el mango del plumero más grande. Y de éste cuelgan los demás de distinto colores y tamaños.

Flaco, con su rostro tostado por el sol de la vida, y curtido por los vientos del tiempo.

Mira con ojos llenos de dulzura de grappamiel y nostalgia de caña amarga.

Viene de la costa. Del barrio más abajo. Del pasado.Por un instante nos quedamos viendo con

serena sonrisa. Detenidos en el tiempo. Sabiendo lo que siente el otro.

Luego seguimos, pasando cerca, con un saludo silencioso.

Pero, al dar unos pasos, no puedo aguantar lo que tengo en mí y giro.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Veo que él ha hecho lo mismo. Y me musita:

–Plumeros.No es pregunta ni oferta. Es la definición de su realidad.–Disculpe que lo mire así… –le digo con

voz emocionada– creí que los vendedores de plumeros ya no existían más…

–Bueno… –me responde– los supermercados nos hicieron desparecer… Pero, algunos todavía quedamos… como yo…

–Lo felicito.–Gracias.Y girando, cada uno volvió a su camino.

Yo no le había comprado ningún plumero. Él no me había vendido ningún plumero.

Sin embargo, ambos nos sentíamos felices.

Llegué hasta la esquina. Entré en el boliche. Unos de los pocos que aún subsistían.

Me apoyé en el mostrador.–Una caña… –pedí, viendo lejos.–¿Para olvidar? –preguntó el bolichero,

bromista.–¡No!... afirmé– Para recordar.

…oo0oo…

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ENCUENTRO

Cruzaba yo el bulevard cuando la vi en la isla del medio. Ella estaba sentada en un bajo muro, con la vista perdida, mirando el horizonte llenos de hospitales.

Portaba un escaso ropaje para el congelante clima, pero no le hacía falta más. Me extrañó verla así, tan distraída.

–¡Hola, vieja amiga!... –le saludé- ¿Qué andas haciendo por aquí?... Llevaba tiempo sin verte.

Las calaveras siempre ríen. O la muerte es algo cómico, o se ríen de

nosotros... o los cómicos somos nosotros. Y, esta vez me miró con una sarcástica

sonrisa.–Lo extraño es que tú andes por aquí. –

respondió– Éste es un lugar donde normalmente debo estar; pero, ésos vestidos de blanco me hacen salir a esperar en la calle.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Sí… –musité, señalando– allí, hace poco, estuve a punto de reunirme contigo para siempre, y ellos no lo permitieron.

–Estás equivocado. –replicó, severa– No era tu momento. Si lo hubiese sido, ninguno de ellos, ni nada, podría haber evitado que te fueses conmigo.

–¿Y cuándo será?–Nadie lo sabe… ni yo, que soy el final.

Llega ese instante a cada uno, y debo ir a buscarlo.

Volvió a mirarme irónica, y siguió:– Aunque…noto en tu pregunta cierta

ansia.–Quizás… a menudo pienso que ya es

hora de irme. Irme antes de estar rodeado de medicinas, con dolores, siendo un inútil e incapaz. Quiero irme dignamente…

–Hay formas de vivir con dignidad, pero no hay forma de morir dignamente. –sentenció– Para ello, lo primero sería aceptar mi llegada… Sin embargo el no hacerlo es instintivo, natural.

–Tienes razón, el saber que estaba enfermo, yo también me aferré a la vida –me sonrojé por la vergüenza y el frío– A pesar de que te llamo mi amiga, fui cobarde y te alejé.

Hola amiga, la sincera, la puntual…

(Poema: Hola amiga}

13 ENCUENTRO (U)

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ENCUENTROENCUENTRO

–No te juzgues tan severamente. Fuiste humano, uno más… –dijo comprensiva– Ningún ser quiere dejar la compañía de mi hermana gemela, la vida.

–¿Tu hermana gemela?–Sí, siamesas, caras opuestas de la

misma moneda. Como la derrota y la victoria, la ilusión y la realidad; como lo son el fracaso y el triunfo, el recuerdo y el olvido.

-El olvido… -murmuré pensativo- Dime, tú que conoces a ambos… ¿Quiénes son más, los vivos o los muertos?

–Los vivos, -afirmó– porque los muertos no son.

Se levantó, su magra figura cuadró en el entorno invernal.

–Te dejo, debo ir al hospital de niños, tengo que llevarme a uno. –su voz fría, sonó sentimental– Pero, en el cuarto de al lado, mi hermana siamesa ha recibido a otro.

Y, dándose vuelta, tomó por el bulevard. Y, mientras se alejaba la vi confundirse con una joven hermosa, vehemente, coqueta,

Y así desapareció.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y al paisaje volverse primavera.Lo atribuí a las medicinas que yo estaba

tomando. Volví a mirar. Sólo me rodeaba el invierno

con gente embutida en sus abrigos. Me dirigí a la parada de ómnibus.Tomé el que llevaba a Bella Vista, mi

barrio. Me cedieron el asiento destinado a los

viejos con bastón. Una consideración con reglamento.

Sonreí mordaz.Llegué a mi apartamento. Fui a la

ventana. Miré afuera. Calles… casas… gente… perros… palomas…

Existían…Pensé en la criatura muerta al nacer.Triste es irse sin haber siquiera recorrido el

camino.Yo había tenido la fortuna de recorrerlo

hasta la vejez.¿Gracias a mi amiga, la muerte?¿O a su hermana gemela, la vida?Ya no me importó cual de las dos.No había sido aún mi momento de irme.Debía seguir.

…oo0oo…

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Diap 38

EL ANIMAL

Todos los días, al despertarme, apenas me levanto, voy hasta la ventana para ver el paisaje.

El gusto de disfrutarlo es tal, que he quitado las persianas del todo.

Y todos los días, quedo viéndolo de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, desde el puerto al Cerro, desde el Cerro al puerto, con la bahía en el centro, delante mío.

Y todos los días, haga calor o frío, llueva o haya sol, truene o relampaguee, con viento o con niebla, termino mirando lo mismo:

El techo de la casa de enfrente, en la esquina.

Y allí siempre está mi pobre amigo negro. Negro, porque es un perro negro. Amigo, aunque nunca hemos estado

cerca ni le he hecho un mimo. Pobre, ya que me da lástima verlo.Duerme en una estrecha caseta adosada

a uno de los muros linderos; la cual, dada su altura, debe estar destinada a otros fines aparte de defender al desgraciado de la intemperie.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

De la misma sale un grueso alambre que, casi pegado al suelo, cruza el techo, para finalizar fijado en la baja pared que sirve como pretil sobre la calle transversal.

Por el alambre corre el extremo de una cadena de hierro de apenas un metro de largo.

Los eslabones brillan por el roce contra el piso. El otro extremo está unido a un ancho collar.

Y el collar aprisiona a mi pobre amigo, el perro negro.

Cual signo de servidumbre. Como muestra de esclavitud. Sujeto a una cadena, limitado por un

alambre.Y el pobre perro negro todos los días

recorre de punta a punta el alambre en una libertad de nueve metros.

Mira la calle, sin poder ir a ella porque no se lo permite la cadena.

Y el pobre perro negro, haga frío o calor, viento o lluvia, niebla o sol, va y vuelve en esa línea.

Donde, sumiso, le hace fiestas a su dueño cuando le trae la comida.

14 EL ANIMAL (U)

Cuanto más se conoce la gente,más se ama a los animales…

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EL ANIMALEL ANIMAL

Porque ese perro tiene un dueño. Mejor sería decir un amo. Ya que las cosas tienen dueño. Los empleados pueden tener patrón. Pero solo los esclavos tienen amo.Un amo que lo deja a la intemperie, que

nunca le da calor en invierno ni sombra en verano, que no lo seca si se mojó con la lluvia ni lo baña si se ensució con el polvo.

Un amo que ni siquiera lo cuida si se enferma.

Por semanas tuvo una lastimadura en un anca. Herida que fue curándose sola.

Aún, ahora, desde lejos, se le ve la cicatriz.

Un amo que lo tiene prisionero en la azotea de su casa para que le avise si un intruso quiere penetrar en ella.

Y el pobre perro negro cumple fiel con ese deber.

Un amo que cierta vez le trajo una compañera que estaba en celo.

Pero ni así le liberó para disfrutar del placer.

Pudo tenerla porque ella se acercó a la cadena.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Un amo que se dice humano. Pero que no tiene reparos en pegar al

pobre perro si éste le pone las patas encima cuando le trae las sobras con que lo alimenta.

Una mañana estaba yo en la carnicería. La charla con los otros clientes giró

sobre las mascotas en la clásica rivalidad de quienes son mejor compañía… ¿los perros o los gatos?

No me pude contener y conté las penurias del pobre perro negro y del maltrato de su dueño.

–¡Un animal!... –dije, concluyendo la narración.

–Sí… –me apoyó una señora– pobre perro…

–Yo me refería al dueño… –aclaré.Todos se hicieron los distraídos. Giré. Un hombre, que poco antes había

entrado al comercio, me miraba molesto.Desde ese día hay un vecino que no me

saluda. Es el que vive en la esquina. En la casa

que tiene un perro negro en la azotea. Un perro esclavizado a una cadena y un alambre.

No me extraña. ¿Dónde se ha visto un animal saludando?

…oo0oo…

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EL CRUCE

Apoyando el bastón en una gastada baldosa, y luego de cerciorarse que estaba firme, el anciano subió de la calle a la vereda con evidente esfuerzo.

Dio unos pasos rengueando por el dolor en la rodilla. Un dolor muy conocido, no por eso aceptado.

Pero, ya caminaba normal al llegar a la esquina de esa cuadra.

Cuadra empinada donde antiguas y altivas construcciones señoriales formaban un frente macizo que surgía, rectilíneo y perpendicular, de las graníticas lozas de la acera.

Dando un seco golpe de bastón en la piedra tomó impulso mirando la próxima, y para él lejana, calle transversal.

Fue cuando la vio.Ella había doblado la esquina de arriba y

venía bajando hacia él con elegante paso juvenil.

Paso que aún mantenía el salto inocente de una niña inquieta.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y él, en instintiva reacción, enderezó la arqueada espalda, agilizó el arrastrado andar y convirtió al necesario bastón en un superfluo adminículo de caballero.

Calculó que con el ágil ritmo de ella, y el esforzado de él, se cruzarían a mitad de cuadra.

En tanto, la miraba acercarse.La miraba y la admiraba.Tenía la piel color canela, el cabello

renegrido, sedoso y lacio… Cabello que se movía acompasado al

aire.Su cuerpo poseía la tangencia perfecta

de curvas que solo se da una vez en la mujer…

Cuando empieza a ser mujer.Su piel era tersa como el pétalo de una

rosa abriéndose al primer rocío… y era una rosa morena.

Los senos firmes, sin artificios, vibraban en cada paso al refrenarse en la bajada que hacía cimbrar su figura.

Vio que ella lo miraba. Y, mirándose el uno al otro, se iban

acercando y llegaron a la mitad de la cuadra,

Mirándose, mirándose…

15 EL CRUCE (U)Hay momentos sin tiempo…

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EL CRUCEEL CRUCE

Y él la veía con ternura, con admiración.Y ella lo veía con dulzura, con cariño.Y se cruzaron… sin decirse nada…Y, ya sin verse, siguieron andando,

dejándose atrás…Pero, a ambos les pareció que se

hablaban en un espacio sin lugar, sólo de ellos.

Y él decía y ella respondía:–“¿Por qué llegaste tan tarde?”–“Porque no sabía que me estabas

esperando.”–“¡Ah!... si hubieras llegado hace

cuarenta años…”–“Hace cuarenta años yo ni siquiera

había nacido.”–“Digamos entonces… Si yo tuviera

cuarenta años menos.”–“¿Me habrías mirado como me miraste

ahora?”–“Quizás sí… quizás no… ¿Cómo te

miré?”–“Tu mirada me acarició con delicadeza,

sin desnudarme. Me recorrió tiernamente, admirándome. Me hiciste sentir hermosa y no una cosa. Me hiciste sentir mujer y no hembra. ¿Me habrías mirado así si tuvieras cuarenta años menos?”

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–“Es seguro que no. Más bien te hubiera deseado y visto con ojos de pasión. Y quizás a ti te hubiera gustado”

–“Quizás sí… quizás no… O quizás me habría gustado sentir lo que hoy sentí por ti…”

–“¿Y qué sentiste?”–“Lo hermoso que sería tener tu misma

edad y estar a tu lado sabiendo que un día me miraste de aquella forma.”

–“¡Ah!... tiempo, tiempo… momentos, momentos…”

–“Sí… y hoy fue un instante único para ti… para mí.”

–“Sí… un momento sin tiempo, sin años.”Al llegar a la esquina, el anciano giró

mirando hacia atrás y vio que ella hacía lo mismo desde la esquina de abajo.

Se miraron en la distancia. Ella levantó la mano he hizo un mohín de

niña diciéndole adiós. Él, apoyado en el bastón, elevó su otra

mano respondiendo dulcemente el saludo.Y ambos giraron, siguiendo cada uno su

camino.…oo0oo…

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Diap 42

Mi casa estaba en Barcelona 1815, entre Bogotá y Portugal, casi a mitad de cuadra, del lado oeste, o a la izquierda si se iba hacia Río de Janeiro.

Geograficamente imposible…Pero, así son los nombres de las calles de

mi barrio, de la vieja Villa del Cerro. Yendo hacia la playa, Barcelona es la

primer calle paralela a la avenida que sube a la Fortaleza.

Avenida que nació camino, hecho con lajas y adoquines, por los conquistadores para erigir ese atalaya.

Camino que tuvo muchos nombres. Siendo niños fue Nueva Granada. Pero,

un día la Intendencia lo cambió por el de un doctor.

Nos costó adaptarnos.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Al que se queda,se lo comen las hormigas…

(Refrán venezolano)

16 EL TRANVÍA QUE NO SE PERDIÓ

(U) (Presentación anterior Nº 10)

Cerro, calle Barcelona, año 1957

Luego de Barcelona vienen otras siete paralelas para concluir en la calle Suiza, la cual funge como la rambla de la playa del barrio.

Todas ellas nacen en la falda del cerro y, en pocas cuadras, van a zambullirse en las aguas de la bahía.

Pero Barcelona, haciendo un dribling cerca de la orilla, se prolonga en un muelle de hormigón.

Muelle que hoy añora la época que en él atracaba al barquito que cruzaba la ensenada en sus viajes de ida y vuelta al Puerto.

EL TRANVÍA QUE NO SE PERDIÓ

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Cmo los recuerdos de mi infancia, de mi padre.

Mi padre fue un hombre más, uno de los tantos extranjeros con que se pobló el Cerro allá por los años treinta.

Era francés, tornero, mecánico de precisión, instructor de mecánicos de aviación, y nunca aprendió a hablar bien el español.

Los domingos acostumbraba salir a pasear conmigo, yo era el único que le podía seguir en su rápido caminar.

Una tarde, tendría yo trece años, íbamos bajando la calle Barcelona. Faltando media cuadra para llegar a la parada de Grecia, vimos que por esa calle se nos escapaba el tranvía 16.

Mi padre comenzó a correr tras él. Y yo le grité:

-¡Papa, ya lo perdimos!… Y él, en su jeringoza francesa, me

respondió:-¡Vamos!... ¡Adelante!... Quizás lo

perdamos… Pero, vamos a perderlo tratando de alcanzarlo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

En sus inicios, mi casa fue una casita de las tantas con cocina, dormitorio y corredor envarillado.

Otra de techo con chapas de cinc y cielorraso de listones de madera.

¿Para qué más?... Donde comer, donde dormir, donde

sentarse a sentir los perfumes del jardín y de la fresca brisa.

También, como todas las demás tenía en el fondo un terreno con frutales y verduras.

Y, bien al fondo, un gallinero y… un escusado.

En esa casita pasé mi niñez. Luego, casi al terminar yo la escuela,

levantaron sobre la casita una edificación de dos pisos y varios cuartos.

Pero, ésta era fría. Y volvíamos a buscar el calor en la antigua cocina junto al viejo fogón a leña.

Hoy, esa casa ya no es mi casa. Tiene otros dueños. Pero la casita siempre será mía porque la llevo en mí.

Don Pablo – Calle Barcelona - Año 1957Vaporcito al Cerro - Año 1929

EL TRANVÍA QUE NO SE PERDIÓ EL TRANVÍA QUE NO SE PERDIÓ

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* Edad del autor en el año 2009

EL TRANVÍA QUE NO SE PERDIÓ

Fue una lección que me dejó para toda la vida.

A aquel 16 lo alcanzamos porque se detuvo en el desvío cercano y debía dar paso a otro tranvía.

En la vida, a algunos los alcancé, a otros no pude; a veces tuve que correr mucho, en otras un poco menos.

Tuve muchas caídas tratando subirme al alcanzarlo. Y muchas veces, al subir, comprobaba que me había equivocado de coche y de destino.

Pero siempre, siempre, frente a una alternativa de la vida, a una decisión dudosa, a una prueba, a un riesgo, oía las palabras de aquel viejo francés:

-¡Vamos!... ¡Adelante!... Quizás lo perdamos… Pero, vamos a perderlo tratando de alcanzarlo.

Y hoy, al cumplir ochenta* años de mi vida, viendo el camino recorrido, y todo lo que corrí tras lo que parecía perdido pero tratando de alcanzarlo, solo puedo decirle lo que nunca le dije cuando pude hacerlo:

-Merci, mon pere……oo0oo…

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Don Pablo Carigi3/3/1900 - 24/10/1974

Año 1931 - El tranvía 16 cruzando el puente giratorio (hoy desaparecido) sobre el arroyo

Pantanoso. Al fondo y a la derecha se ve el Cerro.

Y el 16 se fue... llevándose con él mi juventud.(Del cuento Don Simón, del libro “Los Dones del Ayer”)

EL TRANVÍA QUE NO SE PERDIÓ

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LA PRUDENTE DISTANCIA

Seis de la mañana. Abril. Me acerco al ventanal. En el horizonte, las nubes atornasoladas anuncian un día más. El termómetro, en el poste de la avenida, señala 15 grados.

Miro la plaza. El héroe sigue montado en su caballo.Ambos congelados en el bronce y en la

historia. Muy altos, sobre el pueblo, sobre una base de piedra, sobre un estanque de agua verdosa y llena de restos flotando.

Luego, siguen cuatro escalones para bajar a la plaza que está cubierta de pedregullo.

Allí, en los canteros, los árboles buscan la libertad subiendo sus ramas al cielo.

Hay algo caído del primer al segundo escalón.

Parece el resto de una pancarta de promesas políticas. Miro mejor… Tiene alguien dentro…

Es un hombre.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Un hombre que, cual abanderado vencido, está envuelto en el pendón que baja en pliegues al otro peldaño.

¿Quién es?¿Un muerto por la delincuencia protegida

en la oscuridad de la noche, y cubierto por una destrozada mortaja?

¿Un borracho que, antes de rendirse al alcohol, quiso hallar un abrigo en esa rota tela de ilusiones?

¿Un drogado que cayó, en su tonta búsqueda de paraísos artificiales, y no pudo salir de la maraña de trapo?

¿O sólo es un despojo humano que tuvo, la inconciencia y la fatalidad de amanecer así en una plaza pública?

Siete de la mañana. La gente sale a la calle.

El sol asoma tras los techos de los edificios. Alumbra al héroe.

El despojo sigue en la penumbra.Una madre lleva a sus hijos al colegio.

Van por la vereda. Los niños miran al caído. De pronto, solo hacia adelante, como si no existiera. La madre les dijo que no lo vean.

Que se alejen de él… que mantengan una prudente distancia.

El que se mete, se compromete.

(Refrán acomodaticio)

17 LA PRUDENTE DISTANCIA (U)

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LA PRUDENTE DISTANCIALA PRUDENTE DISTANCIA

Un operario, llevando una mochila, cruza en diagonal. Va a su trabajo. Ve el cuerpo. Se desvía. No quiere saber de él. No quiere comprometerse.

Y sin mirarlo pasa… a una prudente distancia.

Un viejo, seguido de dos perros, sale de un edificio a gozar de su metódica libertad. Los perros le ladran al despojo. El viejo los llama. Y ellos vuelven callados, serviles. Y los tres continúan su paseo, ignorándolo… a prudente distancia.

Desde la esquina llega una anciana. Arrastra tras de sí un escuálido carrito de mercado. Nota al caído. Y apura su paso. Piensa si lo que lleva le alcanzará para pagar. Y deja atrás aquel resto de hombre… con una prudente distancia.

De la calle de abajo llega un señor de traje y llevando un portafolio. Debe ser un oficinista. Al ver al tirado en los escalones, mueve la cabeza. Se siente superior. Y se aparta, poniendo con el desgraciado… una prudente distancia.

Viene un grupo de estudiantes. Señalan al caído. Hacen chanzas entre ellos. Pero, ninguno se le acerca. No piensan que él una vez fue joven.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y se van, bromeando, riendo, colocando entre ellos y él… una prudente distancia.

Una muchacha atraviesa la plaza jugando con su madre. Se encuentra con la decadente imagen.

Y, tapando un grito en su boca, retorna rápido junto a la vieja. Y ambas lo dejan de lado... a una prudente distancia.

Llega el mendigo que les da de su comida a las palomas. Ve al hombre caído. Se le aproxima. Lo mira. Y lo deja, retornando a su banco.

Es quien ha estado más cerca, pero manteniendo… una prudente distancia.

Suena el teléfono. Voy a atenderlo. Alguien pregunta. Alguien responde.

Cuando vuelvo al ventanal ya no hay nadie caído en los escalones. Ha desaparecido hasta el resto de pancarta.

El sol ilumina todo. Voy a lavarme la cara. No me miro al

espejo. Después de todo, desde el balcón, viendo,

sin hacer nada, también puse con él… una prudente distancia.

…oo0oo…

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HA MUERTO UN PÁJARO

Érase un hombre que vivía en una glorieta…

Bueno, él la llamaba glorieta. Quizás por la forma que tenía. Quizás porque allí, él se sentía en la

gloria.En realidad sólo era un mirador de forma

octogonal que sobresalía casi hasta su mitad de la azotea de una antigua casona de dos altos pisos,

Una mansión de dieciochesca arquitectura, estilo francés, que mostraba el poderío de sus dueños y que estaba situada en el cruce de dos serenas y arboladas avenidas.

Y la glorieta se destacaba allí, en esa esquina, allá arriba, como una torre, queriéndose desprender del techo y volar hacia el horizonte lejano.

Tal vez, en sus inicios, la glorieta fue parte de una pérgola florida en la cual los señores, las señoritas y los niños de la casa languidecían viendo los anocheceres.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero, el tiempo pasó, los señores, las señoritas y los niños, envejecieron, se fueron, los pisos se llenaron de moho, las paredes se cayeron, la pérgola fue corroída por la herrumbre.

De la glorieta sólo quedó la estructura, como un esqueleto añorante que en lo alto recordaba el armonioso y octogonal cuerpo que tuvo en el ayer.

Y los años siguieron pasando. Llegó otro tiempo, tiempo de

oportunistas, de aprovechadores, de la ley de propiedad horizontal; donde, con escaleras se arregla todo.

Y, con escaleras, la casona se convirtió en dos casas. Más aún, en tres; porque el audaz y hábil reformador reconstruyó la glorieta y la puso en venta con el eufemístico título de:

Apartamento mono ambiente con panorama de 360 grados.

O sea, un apartamento donde se come, se vive y se defeca en el mismo lugar… como lo hace un mono en su ambiente.

Y alguien lo compró y fue a vivir en él.

18 HA MUERTO UN PÁJARO (U) Cuanto más nos alejamos de algo,

más cerca estamos de donde partimos... la tierra es redonda.

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Érase un hombre que vivía en una glorieta…

Un hombre solitario que gustaba de escribir y, cuando no lo hacía, quedaba viendo el horizonte lejano por cualquiera de las ocho ventanas.

Un hombre que contaba de otras tierras donde había estado, de otros cielos donde había volado, de otras aguas donde había nadado, de otros fuegos que lo quemaron.

Y todo para volver, luego de comprobar que tras un horizonte hay otro horizonte; que detrás del cerro, tarde o temprano, se encuentra otro cerro.

Un hombre que charlaba con las aves que se posaban en la azotea y les daba de comer.

Para ellas era mucho, para él lo único que le quedaba: migajas.

Un hombre que tenía como única compañía una vieja gata a la que rezongaba cuando perseguía a las aves.

Aunque sabía que ella ya no las podía alcanzar, como él a sus ilusiones.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Un hombre que siempre tenía abiertas las cortinas de la glorieta, día y noche, para ver el sol, para ver las estrellas.

Un hombre que todos los días bajaba a la tierra, a la calle, a estar con la gente, para comprar la comida.

Y un día no bajó.Subieron a ver.Lo encontraron en la glorieta. Yacía frío, con los ojos fijos, mirando el

cielo.¿De qué lado?...Daba lo mismo por cualquiera de las

ocho ventanas de la glorieta. El cielo no tiene lados.Junto a él yacía también la vieja gata.No se sabe quien lo puso, pero en las

escaleras apareció un letrero:“Ha muerto un pájaro.”Érase un hombre que vivía en una

glorieta……oo0oo…

HA MUERTO UN PÁJAROHA MUERTO UN PÁJARO

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Sábado de tarde. Día tibio de otoño. Más bien parece de verano. Tedio de la

siesta. Abro la ventana. Miro la bahía. Las

aguas, como un espejo, reflejan los barcos y los edificios.

Voy hasta el recibo. Observo la plaza. El caballo y el general San Martín siguen

en la pátina del tiempo y del bronce. Tanto uno como el otro, en un gesto de avanzar.

Abajo, a sus pies, no hay nadie. Todos duermen la modorra en sus casas.

Hasta los ómnibus que pasan, muy de vez en cuando, se mueven como sonámbulos.

Salgo. Cruzo el camino de pedregullo del parquecito frente al edificio. Llego a la calle.

Calle de una cuadra. No tiene letreros. Calle sin nombre. Nadie lo sabe. Todos la transitan.

Pero, lo tiene. Se llama: Capitán Manuel Artigas.Pobre idealista. Fue el primer muerto por

los principios de la libertad. Y, también, otro más opacado por el brillo de los famosos. Lo relegaron a una corta calle sin nombre ni placa.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Estoy en medio de ella. Miro en ambos sentidos.

Dilema.A la izquierda, la avenida clase media de

Agraciada. A la derecha la calle de barrio de

Uruguayana. Instintivamente me decido por la última.

Me sale del alma.Además, a pocas cuadras, está la bahía. Atracción fatídica.Camino por Uruguayana. A pocos metros

la calle se inicia. Empieza con una casa que tiene el

número 2970 y también el 2871 Bis, pero el 2871 no existe. Cosas del barrio.

Estoy en la conjunción de tres calles que me traen recuerdos de los comienzos de mi vida laboral:

Jujuy, Farías, Ricaurte.Doblo por esta última. Allá, en el fondo,

veo las grisáceas aguas del mar. Voy caminando bajo un techo de árboles que están tapizando la vereda de ocres y amarillentas hojas.

A las tres cuadras finaliza la calle. ¿O comienza? Delante tengo una cerca de hierro cubierta de salvajes enredaderas. Detrás de ella agonizan los rieles del viejo ferrocarril.

EL TREN DE LAS 18 Y 12

Trenes que llenaron nuestro ayer…

19 EL TREN DE LAS 18 Y 12 (U)

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Miro a mi derecha. Me siento suspendido en el tiempo. Es la antigua Estación.

Temo subir a su andén, que llegue el fantasma de un tren del pasado… y que me vaya en él.

Doblo por Cívicos, una estrecha calle que parece pisar los rieles. En su margen izquierda hay sencillas viviendas que deben haber temblado con el traqueteo de los trenes.

A mitad de cuadra existe una antañona casa.

Y delante de la misma veo una mujer sentada junto a la cerca que, allí, está rota permitiendo pasar desde las vías.

Está bien vestida, pero con ropa muy viejas. Es aún bella, mayor, canosa. Tiene una mirada perdida.

El verme acercar, sonríe y me pregunta:–Señor… ¿el tren de las 18 y 12, llegará

en hora?–Creo que sí… –digo, comprendiendo su

estado mental.–Señor… ¿sabe? –continúa ella– En ese

tren viene Juan, mi prometido. Él baja aquí. Por eso abrí este agujero en la cerca. Para que él no tenga que caminar desde la estación.

–Ah… qué bien… –comento mientras pienso que el amor siempre busca el bien del ser amado. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Es que Juan es inspector del ferrocarril. –la mujer sigue– ¡Le queda tan lindo el uniforme! Si lo viera saltando del tren y pasando por esta entrada. Hoy viene para llevarme a su pueblo y conocer a su familia. Allí nos casaremos.

–La felicito, señorita… –mi voz me traiciona, quiero irme– Disculpe, debo seguir mi camino.

Ella hace un gesto triste y yo avanzo dejándola atrás, en su mundo propio, esperando un imposible.

Sé que hace muchos años que los trenes de pasajeros no pasan por allí.

La cerca con enredaderas de flores violetas se interrumpe al llegar a la esquina.

Hay un paso a nivel. Una barrera.Quedo viendo hacia la bahía. Está solo a

una cuadra larga. Leo el letrero en la esquina: Calle Dr. Juan Carbajal Victoria.

La chapa se encuentra casi tapada por las ramas de un alto árbol. Éste permanece frondoso y con las hojas verdes. Me llama la atención que su copa esté llena de frutos oscuros

Observo mejor, no son frutos… ¡son pájaros negros!

EL TREN DE LAS 18 Y 12EL TREN DE LAS 18 Y 12

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Hay cientos de ellos. Y todos inmóviles.De pronto suena un cercano pito. Y los

pájaros salen en bandada volando hacia el depósito al otro lado de las vías.

Pero, como si los mandase un invisible director, retornan de la misma forma a ocupar su mismo lugar en la copa.

Cerca del árbol hay dos hombres sentados.

Me les acerco, aún asombrado del comportamiento de aquellas aves.

–Perdonen… – y pregunto al que no está tomando mate– ¿Cómo se llaman esos pájaros?

–No sé. –contesta– Sólo les decimos “pájaros negros”.

–Vimos que estuvo hablando con la loca Luz María –interviene el otro, sacando los labios de la bombilla.

–Sí… pobre mujer… –les comento– Me preguntó si el tren de las 18 y 12 llegaba en hora.

–Era en el que venía Juan. Un inspector muy mujeriego, él. –sigue el hombre– Fue hace muchos años, cuando pasaban muchos ferrocarriles con mucha gente y mucha mercancía.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Aquellos tiempos. –murmuro añorante– ¿Y que sucedió?

–Luz era una muchacha muy linda y buena. –responde– Juan la deseaba. Y la enamoró. Pero, en aquellos tiempos, las novias no adelantaban ninguna entrega…

Los tres sonreímos con picardía. Los tiempos cambian.

–Juan era un veterano en esas cosas. –continúa, dándole el mate al compañero– La convenció jurándole que le haría conocer a su familia y allí contraerían matrimonio.

–Y cuando consiguió lo que buscaba, –sentenció el otro– nunca más bajó en la cerca cortada… ni se le vio la cara.

–Ella enloqueció. –completó el primero– Desde entonces fue a sentarse allí con el vestido que iba a llevar en ese viaje. De noche la hacen entrar a la casa diciéndole que él vendrá en el tren de mañana, el tren de las 18 y 12.

–Un mañana que será como el de hoy, como el de ayer. –reflexioné– Los trenes se fueron llevándose nuestros años de niñez… de juventud… y ya no volverán.

EL TREN DE LAS 18 Y 12EL TREN DE LAS 18 Y 12

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Pero al decir esto escuché un resoplar conocido. Miré hacia el otro lado de las vías. Vi que del depósito sobresalía la cola de un vagón. Y del lugar surgía humo y ruidos.

Me despedí de mis interlocutores y crucé sobre los rieles oxidados.

Llegué al galpón. Dentro había una locomotora con dos vagones. De éstos bajaban arroz a granel.

Sonreí al recordar aquel tren lechero de las 7 y media que arrastraba 24 y más vagones llenos de tarros. Muchas veces necesitaba otra locomotora empujando al final de la cola.

Quedé viendo hasta que finalizaron la descarga del cereal.

La locomotora lanzó un fuerte pito y comenzó a llevarse, poco a poco, sus dos únicos y vacíos vagones.

Oí sobre mi cabeza un ensordecedor aleteo.

La bandada de pájaros negros descendió donde había estado el tren y todos se pusieron a comer pausadamente los granos caídos.

No tenían apuro. Tardaría mucho en venir otro tren. Ellos lo sabían, y yo también.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Me devolví por el camino recorrido. Al pasar junto a la loca Luz María, le sonreí afirmándole:

–Sí, señorita. El tren de las 18 y 12 vendrá en hora.

–Lo sé… –dijo mansamente ella– y si no llega hoy, llegará mañana… algún día llegará.

Los ojos de la demente mujer estaban llenos de lágrimas. Y los míos se humedecieron.

Ella arrancó de la enredadera una flor lila, y me la dio. No hubo palabras, sobraban.

Llegué a la esquina. Crucé la calle y subí a la plataforma de la clausurada estación. Miré arriba de la cerrada puerta. Un descolorido letrero decía:

BELLA VISTA.Quise sentarme. Los asientos ya no

existían. Fui hasta el borde del andén y me senté

en él con las piernas colgando hacia los herrumbrosos rieles y los agrietados durmientes.

Y, con una flor lila en la mano, me puse a esperar el tren de las 18 y 12…

O a cualquier otro tren del pasado…Sabiendo que nunca, ninguno, llegaría.

…oo0oo…

EL TREN DE LAS 18 Y 12EL TREN DE LAS 18 Y 12

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Plaza Soldados Orientales de San Martín, conocida solo como Plaza San Martín.

El famoso opaca al que lucha.Arriba, inmortalizados en el bronce, el

caballo sostiene al general. Uno levanta la mano izquierda queriendo avanzar, el otro mira hacia la derecha y lo frena con la rienda.

Abajo, a la izquierda, hay un muro de piedras con la placa descriptiva y una grada acogedora.

De día, la gente se sienta en ella. De noche, los mendigos duermen junto a ella.

En verano disfrutan de la brisa que viene de la bahía. En invierno se abrigan con el calor que les da el perro amigo.

Todo loco tiene un perro. Y todo mendigo es medio loco.

Hay uno que tiene cierta distinción. Viejo, canoso, de barba blanca. Y el perro

denuncia ancestros de canes finos.Es un mendigo extraño. Nunca pide

limosna. Si se la dan, la acepta. Y murmura las

gracias casi con vergüenza.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero, apenas tiene algo, cruza al comercio del edificio de enfrente.

Primero compra para al perro, y luego para él.

Cuenta las monedas. Y si no le alcanzan, reduce de lo suyo. Jamás del alimento para su perro.

-¡Calidad de vida! –saluda despidiéndose y al pagar, elevando una hipotética copa en lo alto.

–¡Calidad de vida! –dicen los demás, imitando el gesto.

Y el mendigo se va. Y queda en el lugar un vacío donde

resuenan con ironía y conmiseración esas palabras.

El viejo es amigo de todos los hurgadores.

Y les indica que pueden encontrar dentro los contenedores. Y los buscadores de basura se van con sus bolsas llenas y destrozadas.

–¡Calidad de Vida! –les grita, elevando la hipotética copa.

–¡Calidad de Vida! –les responden ellos, imitando su gesto.

Y en la calle queda un vacío que no puede llenar el ruido de los motores de los autos.

Vacío donde resuena la amarga ironía de uno, y la mansa resignación de los otros.

CALIDAD DE VIDA

…fui mendigo, fui señor… fui…20 CALIDAD DE VIDA (U)

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El vagabundo tiene dos amigos. Y los dos se llaman Juan Pérez. Todos somos Juan. Y cualquiera puede ser Pérez.

Uno es un antiguo, y bien jubilado oficial de petroleros. El otro, un bichicome que en su juventud también supo bañarse en las azules aguas del Barlovento tropical.

Y ambos tienen un perro. El de uno es un animal de raza pura. El del otro, de puras razas mezcladas.

Sucedió una noche de julio. Noche de luna llena. De ésas que el frío es penetrante.

En la mañana, en la plaza, le habían hecho un homenaje al héroe y aún estaba la corona.

A las dos de la madrugada comenzaron a ladrar todos los perros del vecindario.

Hasta los finos y abrigados de los edificios aledaños recordaban sus orígenes de lobos.

El aullido más lastimero, más fuerte, venía de la plaza. Allí fueron los dos Juan Pérez. Y cada uno con su perro.

El viejo mendigo yacía muerto sobre la grada del muro de piedras.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Estaba helado. Pero, aún al irse lo había hecho con distinción.

No debajo de algo, sino arriba.Junto a él estaba su perro. Y le lamía la

cara. Y aullaba a la luna pidiendo que le devolviese la vida a su compañero.

Y a cada aullido le acompañaban cientos del lugar.

Los dos Juan Pérez se miraron. Fueron hasta el trípode que sostenía la

corona en las escaleras del monumento de bronce.

La sacaron y la pusieron a los pies del viejo.

Ambos levantaron la mano elevando una hipotética copa y lanzaron al aire un estentóreo:

–¡Calidad de Vida!En ese momento dejaron de aullar los

perros. La noche se llenó de silencio. Un silencio donde se repetían sin cesar:–¡Calidad de Vida!Pero ahora resonaban con honor, con

orgullo.Y, por primera vez, tuvieron sentido esas

tontas palabras.–¡Calidad de Vida!

…oo0oo…

CALIDAD DE VIDACALIDAD DE VIDA

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Diap 55

Llega hasta la esquina de Uruguayana. Es su calle. Pocas veces se anima a doblar y seguir

media cuadra más por la transversal que lo separa de la plaza.

Quizás por qué tema, con cada paso que dé allí, entrar en ese mundo clase media, de pulcritud, de saludos formales, de sonrientes caras, de ocultos pensamientos.

O quizás por miedo a reconocer, o ser reconocido.

A veces lo acompañan tres perros, otras solo uno. Y, casi todo el tiempo, la resaca del alcohol.

Lo más común es encontrarlo unos cincuenta metros más atrás, cerca de la carnicería, en la vereda norte de la calle, del lado que pocas veces da el sol.

Porque él es de piel delicada. Si se expone demasiado a los rayos solares se quema.

Y, entonces, en su rostro se mezclan las cremas bloqueadoras y la mugre del vagabundo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Suele hallársele, junto con otros bichicomes, en el escalón de una vieja casa en reparación.

Los otros mendigos, sentados, con ojos enrojecidos de caña, piden una limosna al transeúnte.

Pero él, no. Para todos tiene un saludo cortés.

Y si se le pregunta como está, responde con una sonrisa:

–Siempre aquí… siempre borracho…Domingo en la mañana. En la otra vereda, en la sur, ya están los

puestos de los vendedores de la feria exponiendo las verduras y frutas, los quesos, las ollas, la ropa…

Lo veo a él en su lugar, del lado norte, con los ojos rojos… Solo.

Miro mejor. Está acompañado por libros viejos… y los tiene a la venta… y sin precio…

Me detengo a hojearlos: Tomás Mann, Emerson, Voltaire, La

Odisea, Ariel…Hablamos, hacemos comentarios. No me ofrece ninguno. No le compro

ninguno. Y los dos nos separamos contentos.

UNO MÁS

Siempre aquí…siempre borracho…

21 UNO MÁS (U)

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Otro domingo de invierno. Voy para la carnicería. Voy por la vereda

norte: Una entrada de edificio de apartamentos.

Un local de computadores. Un expendio de bebidas.

Todos están cerrados. El expendio, no. Y, bajo el árbol está él. No le pregunto

cómo se siente. Sus ojos enrojecidos y el temblor de su cuerpo lo denuncian.

Tampoco le pregunto por aquellos viejos libros. Quizás se volvieron alimento del espíritu… quizás se transformaron en bebida.

Me mira. Comprende lo que pienso. Y se atreve:

–Necesito algo más para comprar la medicina…

Saco un billete, se lo entrego, aún puedo dar. Y, mirando la licorería, le digo socarrón:

–Sólo para la medicina… y cuidado con el escalón…

Asienta con la cabeza, evitando verme a los ojos.

No quiere mentir o siente vergüenza. Pero, después de todo. ¿El alcohol no es una medicina? ¿No le venden en la farmacia también?

Y lo dejo, siguiendo mi camino, mi deber.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Vuelvo. Se nota que ha tomado el medicamento. Apoyado en el tronco, saluda con la

botella en la mano. Por hábito, le preguntó como está. Y me responde con una sonrisa:-Siempre aquí… siempre borracho…Le devuelvo una triste mueca. Y recién me doy cuenta que no sé su

nombre.–Disculpa… ¿Cómo te llamas?–Rafael… Pero, todos me dicen el negro

asirio.–¿El negro asirio?... si ni eres negro ni

asirio.Me responde con un fruncir de labios. Y

me voy.En el ascensor me encuentro con una

vecina.–Fue profesor de historia –me chismea–

Pero se volvió un borracho… y se pasaba hablando de Mesopotamia y Asiria. No le haga mucho caso… sólo es un loco.

–Uno más… –murmuro sin verla.Ella baja en el piso cinco.Yo sigo, aún vivo más arriba.Uno más

…oo0oo…

UNO MÁSUNO MÁS

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DESDE BELLA VISTA

Cierta vez, siendo chicos los hijos; fuimos al zoológico de Valencia, Carabobo.

Hacía poco que lo habían inaugurado, e íbamos con la curiosidad de ver los animales salvajes en libertad.

Éstos se hallaban en abiertas zonas naturales, donde, en cada una, se reproducía el hábitat de cada especie.

Y, si bien había cercas seguras, nos sentíamos en una aventura.

Fuimos en una camioneta todo terreno con la cual, por ser más alta, tendríamos más visibilidad. Los niños pensaban abrir las ventanillas y mirar las fieras.

Recibieron una sorpresa al llegar al zoológico. Se debía recorrer dentro del coche, sin detenerse, con los vidrios y las puertas trancadas, a velocidad lenta y nunca bajarse.

O sea: Los animales estaban sueltos en sus territorios, mientras los humanos iban encerrados en sus jaulas móviles.

EL TIGRE

22 EL TIGRE (U)(Presentación anterior Nº 4)

En su mundo no hay nombres ni pasado ni porvenir, sólo un instante cierto.

Poema El Otro Tigre, de Jorge Luis Borges,

DESDE BELLA VISTA

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DESDE BELLA VISTA

Por fin se había invertido la injusta situación de poner tras las rejas a los libres por naturaleza para ser mirados desde fuera por los prisioneros de la sociedad.

Y así empezamos el recorrido. Aunque, como todos los demás visitantes, a los pocos minutos teníamos una hendija abierta en la parte superior de las ventanillas del auto.

Por allí entraba el olor de los animales y la canícula tropical que reverberaba sobre la tierra y el reseco camino.

Recorrimos la zona de las gacelas, cebras, búfalos, jirafas, ñus, rinocerontes. Convivían en paz, eran herbívoros.

Llegamos al lugar de los simios. Allí se detenían todos los autos. Y los monos asaltaban el carro exigiendo las galletas y frutas que la gente les daba por la abertura de la ventanilla.

Nuestros primos se habían habituado a obtener la comida sin esfuerzo. Y golpeaban el coche si no la obtenían.

Tal vez, en el futuro, hasta harían huelgas y formarían barreras.

EL TIGRE

DESDE BELLA VISTA

EL TIGRE

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DESDE BELLA VISTA

Y entramos en la reserva para las fieras carnívoras. Fuese mito o realidad, corría la versión que un cuidador había sido devorado mientras les daba de comer a los tigres.

Cerramos el vidrio hasta el tope. Mi señora y los niños se separaron de las puertas. La algarabía y las bromas cesaron. Un respeto tácito dominaba dentro del auto.

Pasamos cerca de los leones que, a la sombra de las acacias, indolentes, panza arriba, ni se molestaron en mirarnos.

Y… penetramos en el área de los tigres.

Pocos permanecían quietos y, aun así, éstos parecían estar en tensión. Algunos se bañaban en la charca. Otros vigilaban sobre las piedras. Los cachorros jugueteaban.

Fue cuando lo vi. Era un macho corpulento, seguro de sí mismo.

Y me di cuenta que él me había visto. Pausado, con su andar felino, fue avanzando hacia mí. Yo, poco a poco, fui deteniéndome.

Mi familia enloqueció de terror. Gritaban que nos fuésemos rápido de allí. Pero, algo me obligaba a tener ese encuentro.

Suavemente, frené.

EL TIGRE

DESDE BELLA VISTA

EL TIGRE

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DESDE BELLA VISTA

Él puso su trompa junto al vidrio. Yo me acerqué a éste. Su cara era varias veces la mía. Él tenía los ojos celestes, yo

también. Su pelaje era amarillo; mi cabello,

rubio.No sé cuanto permanecimos

mirándonos. Él podía romper el vidrio de un

zarpazo y destrozarme. Yo acelerar el auto, lastimándole.

Ninguno de los dos lo hicimos.Con la mirada fija uno en el otro,

serenos, callados, nos comunicábamos algo incomprensible, instintivo, natural.

De pronto, con la misma serenidad, él se dio vuelta yendo señorial hacia su jauría.

Y yo comencé a alejarme en el coche donde mi familia estaba en un profundo silencio.

Nunca más volví allí. Nunca más nos encontramos el tigre

y yo. Él siguió en su territorio, yo en el

mío.Pero, tanto él como yo vivimos ese

momento sin lugar, sin tiempo, sin especie.

Un momento donde fuimos… nosotros.

…oo0oo…

EL TIGRE

DESDE BELLA VISTA

EL TIGRE

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Tirano despertó. Los rayos sol entraban por las altas copas de los árboles gigantescos, entibiando su lecho en la tierra.

Cada noche hacia uno, aplastando ramas con su cuerpo de setenta toneladas de peso y catorce metros de largo.

A pesar de tener sangre caliente por su gran volumen, su origen de reptil lo hacía enfriarse en la oscuridad.

Cuando joven, había recorrido romotas regiones, y tuvo cruentas luchas con los machos dominantes que encontraba.

Pero, con los años se fue asentado y terminó por tener su territorio, con pantano, con planicie, allí, ése donde estaba.

Como todo carnívoro, guardaba sus energías para cazar. Al acecho, esperaba que los herbívoros viniesen a beber.

Se paró. Sus extremidades anteriores eran insignificantes, en cambio sus dos patas eran largas y musculosas columnas.

Sintió otra vez dolor en las caderas. Y, dentro del ciclópeo tórax, una molesta fatiga. Pensó que era por hambre.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Su última presa fue un Triceratops. Ese herbívoro de nueve metros, seis

toneladas, tres cuernos y pico, sabía defenderse.

Años atrás, esa carne le habría alimentado varios días. Mas ahora, ya saciado, al llegar los Deinonicus, les dejó los restos.

No eran rivales. Podía matar fácilmente uno por uno. Pero, ellos en jauría, molestaban mordiéndole patas y cola.

Bostezó, abriendo su boca de casi un metro de largo, donde brillaban las hileras de dientes cónicos con bordes aserrados.

Con la brisa que venía del pantano le llegó un rumiar. Bajó la terrorífica cabeza a nivel de las copas buscando el origen.

Lo vio. Era un herbívoro joven. Un Brontosuario. Al notar la cola y cuello

más largos, supo que era un Diplodocus.Un cachorro que, en su ansia de comer

las altas y tiernas hojas de bambúes, se había separado de algún grupo.

Sólo tenía dieciocho metros de largo. Los mayores llegaban a veintisiete, pesaban veinte toneladas e iban en manadas.

TIRANO

Todos somos dinosaurios…

23 TIRANO (G)

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El herbívoro no podía mantener mucho tiempo erguida su cabeza y cuello. Y el depredador esperó para atacar.

Siendo Tirano cachorro, un Brontosuario lo había arrojado lejos con un latigazo de su cola, dejándole magullado.

Y aún le dolía la pierna izquierda, donde había recibido un mazazo del extremo de la cola de un agónico Anquilosuario.

El Diplodoco bajó la cabeza. Y Tirano se lanzó con su boca abierta, buscando morderle en el cuello y cortar la yugular.

Pero el herbívoro fue ágil. Levantó la cabeza y giró hacia el pantano. La dentellada se clavó casi en el hombro.

Tirano sintió el sabor de la sangre. Había tocado la arteria, pero allí la presa tardaría en desfallecer y trataría de huir.

El depredador se afincó con las garras de sus tres dedos de las patas e hizo un esfuerzo para clavar más los dientes.

Fue cuando sucedió.Una bola de fuego cruzó el cielo,

aumentando a cada paso, para caer en el horizonte con estruendo ensordecedor.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

La corteza terrestre se partió. Surgían volcanes por todas partes. Una nube negra venía de donde cayó el meteoro.

Los dinosaurios corrían escapando. Mansos y fieras. Pero la nube los alcanzaba. Y cubría sus cadáveres de cenizas.

Tirano soltó las mandíbulas. El Diplodoco no huyó. Ambos veían como el sol desaparecía a medida que llegaba la nube.

El dolor del tórax se agudizó. Se ahogaba. Miró la planicie que había sido su territorio y donde él había sido el rey. Todo era oscuridad.

Y en su primitivo cerebro de reptil supo que era el fin de él, de los dinosaurios, de su época.

En las sombras notó que unos pequeños seres se agolpaban y golpeaban entrando enloquecidos a las cavernas. Fue lo último que vio. Tirano murió.

El polvo lo cubrió. Y pasaron 65 millones de años. Una vez, escarbando la tierra, los descendientes de esos seres, hallaron sus restos fósiles.Y lo llamaron: Tirannosaurus Rex.

…oo0oo…

TIRANOTIRANO

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Despertó. Quiso abrir los ojos. No lo pudo hacer.

Sin embargo se sintió en medio de una extraña penumbra, como cuando se mira con los párpados cerrados.

Quiso mover los brazos, y no pudo. Las piernas, y no pudo. Girar el cuerpo en la cama, y nada. Gritó, y nada oyó.Pensó que era porque tampoco había

podido abrir su boca, o emitir el grito, o, siquiera, oír.

No sentía dolor. Más, no sentía nada en ninguna parte de su cuerpo. Ni por dentro ni por fuera.

No tenía calor ni frío. No sabía si estaba seco o mojado. Limpio o con suciedad.

Solo tenía una cosa cierta: Ahora era un cuerpo que nada podía

hacer o sentir. Y ayer, al acostarse, era un ser normal.

Por un momento pensó que estaba muerto. Que había fallecido mientras dormía. Que así era la muerte.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero, reflexionó. Si podía saber que estaba inmóvil, que

nada sentía, era porque pensaba.Y, para poder pensar, el cerebro debe

recibir sangre y estar oxigenada. Y, para que se oxigene la sangre, deben

trabajar los pulmones y el corazón bombear esa sangre.

No, no estaba muerto. Estaba vivo. Y con esa instintiva y terrible reacción de supervivencia, se alegró de ello.

Pero, la realidad le hizo meditar.¿Estar así, era estar vivo? ¿Una mente

activa en un cuerpo inerte, era vida? ¿No era tan muerte como una mente extinta en un cuerpo activo?

La existencia está compuesta de muchas partes. Pero, la vida es la suma de todas esas partes vivas. Es un todo.

No comprendía la causa. Pero, en lugar de desesperarse por la situación en que se hallaba, prefería filosofar.

Tal vez porque su mente era lo único que le funcionaba.

Y haciéndolo, le daba cierta resignación.

UN TODO

Mejor ser o no ser… que ser y no ser.

24 UN TODO (G)

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Tuvo la sensación de que entraban al cuarto. Que se movían en la sombra. Que gritaban. Que le sacudían.

Su cerebro estaba asimilando en forma acelerada un montón de nuevas sensaciones.

El imperceptible calor de la piel. La ínfima vibración de los vellos. Las indefinibles manchas en la penumbra.

Y por esas sensaciones fue comprendiendo que lo sacaban de su lecho, le llevaban en una ambulancia, lo ponían en una cama de hospital, le conectaban cables y una bolsa con suero.

Lo último fue lo que más se hizo paso en su cerebro. Pensó que ese líquido sería el que iba a mantenérselo funcionando.

Y así fue. Y así pasaron los meses. Pero, si bien la mente seguía activa, el

cuerpo se deterioraba cada día más.Las infecciones aumentaban por dentro y

por fuera. Era una lenta agonía entre sus propias heces y orines.

Y, aunque su mente continuaba lúcida, ya no le producía interés reflexionar y filosofar consigo mismo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

La filosofía puede ser útil a los seres vivos como consuelo de sus problemas.

Pero, inútil para los cuerpos muertos que se van deshaciendo en su propia descomposición.

No quería pensar cuanto tiempo había transcurrido desde aquella mañana, ni recordarla, ni razonar más.

Estaba cansado. Cansado de dormir y despertar, y siempre sentir lo mismo. De ser y no ser.

Sintió que algunas sombras aparecían entre su penumbra. Que le desconectaban los cables. Que le quitaban la bolsa de suero. Que le acomodaban mejor en la cama.

Sintió un tibio aliento cerca de su cara. La suavidad de una piel pasando por su cabeza.

Se sintió bien.Supo que eran las sensaciones finales. Y lo último que su cerebro pensó fue un

agradecimiento para esa persona.Y en su cuerpo muerto, su mente también

murió.Era un todo.

…oo0oo…

UN TODOUN TODO

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Lo vi al cruzar la Plaza de los Treinta y Tres, aunque todos la conocen como la de los bomberos.

Yo iba por la diagonal, hacia abajo, dirigiéndome a la parada del ómnibus.

Él estaba acostado a lo largo de la banca, bajo la sombra del frondoso jacarandá, aprovechando la no común tibieza que ese día nos regalaba la primavera.

Lo primero que estaba a la vista y que me llamó la atención fueron sus zapatos.

A pesar de estar muy gastados, aún se notaban que eran de una marca cara y de renombre.

El taco estaba comido casi hasta el talón y, adelante, en la suela, un hueco mostraba que por dentro lo habían tapado con algo, tal vez un cartón, o un cuero, o era solo la media.

La ropa estaba raída, manchada, vetusta, pero mantenía la forma que sólo tienen las vestimentas de calidad. Se notaba que le pertenecía, que no se la había regalado la caridad.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Era un hombre mayor, canoso. Aun acostado en un banco, de espaldas a la gente que pasaba, no parecía un mendigo sino un caballero que se hubiese puesto a dormir.

Se encontraba demasiado quieto. Y fuera por temor a que se hallase muerto, o por curiosidad, me aproximé a él.

Estaba a punto de tocarlo con mi bastón cuando se sentó.

–Buenas tardes, señor. –me dijo– ¿Necesitaba algo?

Su voz poseía el tono del que ha viajado mucho y ha estado en distintos lugares.

Pronunciaba perfectamente, y tenía un porte al hablar que demostraba fineza y cultura.

–Perdone… –me disculpé, avergonzado– sólo quería saber si usted estaba bien. No quise molestarlo.

–Gracias por su preocupación. –y comentó– Es raro ver eso ahora. La gente esquiva al caído. No quiere compromisos.

–Es que cada uno respeta la vida del otro. –quise justificar– La educación de aquí es proverbial.

UNA TARJETA

Caminante no hay caminos,sino estelas en la mar...

Antonio Machado.

25 UNA TARJETA (U)

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–Sí… –ironizó– Muy educados, o… indiferentes.

Me sentía bien hablando con él. Y me senté a su lado.

-Quien sabe. –opiné– Es nuestra idiosincrasia. Recuerde lo que sentenció el gaucho: “Aquí naides es más que naides.”

–Cierto lo del criollo… –él seguía sarcástico– pero “para argunos hay argunos que son menos que argunos”. Sino vea en los bancos de esta plaza, en los carros de los hurgoneros.

–En todas partes hay de todo. –filosofé, buscando hacerle hablar– Usted debe saberlo. Se nota que ha recorrido mundo.

Me miró sobrador, dándose cuenta de mi intención.

–Algo. –y agregó añorante– Tuve la fortuna de vivir épocas mejores. La suerte de conocer otros lugares. Fui mendigo y fui señor. Fui servido y fui servidor. Fui… fui… fui…

No quise interrumpir su nostalgia, y él continuó:

–Cuanto más se aleja por un lado, más se acerca por el otro. La tierra es redonda. Ya lo dijo el poeta: “Y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.”

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Sacó de su bolsillo una ajada y vieja tarjeta de crédito, una de fama y aceptación internacional.

–Está bloqueada, anulada, vencida. –parecía describirse a si mismo– Pertenece al ayer, al pasado. Sin embargo, anduvo conmigo como respetada compañera de muchos caminos.

–¿Y para que la guarda si ya no le sirve más? –le pregunté.

–Porque de vez en cuando la vuelvo a mirar. Y me trae recuerdos de lo que fue y de lo que fui.

Quedó en silencio, viendo la tarjeta. Comprendí que debía irme. Me despedí. No hubo respuesta. Me alejé.Al llegar a la esquina me di vuelta.El canoso hombre se había acostado de

nuevo en el banco.De espaldas a la gente que pasaba.Quizás con la tarjeta había sacado un

pasaje al pasado.Quizás con la tarjeta volvía a andar por la

senda del ayer.Y para eso… no importaba que estuviese vencida.

…oo0oo…

UNA TARJETAUNA TARJETA

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Diap 67

Seis y media de la mañana. Verano. Enero.

En el horizonte, detrás de altos edificios, el sol comienza a salir. Las escasas nubes predicen un caluroso día. Salgo del apartamento.

Tomo el ascensor. Toco un botón. Bajo. ¿Cuántos pisos?... ¿Diez?... ¿Cinco?... Da lo mismo. Todos son iguales, como los

apartamentos, como los edificios.Cruzo la entrada. Abro la puerta. En el

parque del frente no hay nadie. Voy hasta un banco de su centro. Me

siento. Aún tiene el fresco de la madrugada.Y, lento, echo la cabeza para atrás. ¿Pienso?... ¿Recuerdo?... ¿Sueño?... Da lo mismo. Sólo sé que tengo los ojos

abiertos, que miro lejos, lejos…Oigo el jadear de un perro y que se apoya

en mis piernas. Acaricio su cabeza. En otro banco veo a una anciana. No la

conozco. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y, pensando en mi mascota, le digo al animal:

–No te voy a gustar. Huelo a gata.Siento gritar mi nombre. Es un grito de asombro, de años pasados,

de añoranzas. Un grito femenino que me retorna a mi

juventud, al liceo. Y la veo a ella.Era la muchacha más bella, de formas

más voluptuosas, de voz más sensual. Alta, elegante, cabellos de oro, ojos

verdes que provocaban ahogarse en ellos. Y se sabía bonita.

Cuando pasaba, los hombres se paraban para verla pasar.

Y, al ella alejarse, parecía que hasta las baldosas de la vereda se levantaban para admirar el ondular de sus caderas.

Era más que una mujer hermosa. Era un ejemplo total de la hembra

humana. No se le podía ver sin sentir deseo, sin

que el libido varonil se irguiese de inmediato.

Además, por si fuese poco, era inteligente, simpática, y poseía un melodioso nombre que la definía.

EL ESCENSOR

Llega una edad en que los hombres, en lugar de tener un pene, tienen una pena.

Las Mil y Una Carigiadas y Carajeadas.

26 EL ASCENSOR (U)

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Diap 68

–¿Luzbella?... –pregunto, y mi voz me trae al presente.

Frente a mí tengo una anciana. Una mujer retorcida por la escoliosis,

vieja, demacrada, de piel flácida, labios resecos, llena de arrugas, ralo cabello teñido de rubio rabioso.

Una anciana que es una caricatura cruel de aquella joven hermosa. Un triste ejemplo de como destruye el tiempo.

Solo sus ojos y su voz mantienen aquella pasión y sensualidad.

A su lado, descansan dos bastones que le deben ayudar a recorrer el decadente camino de su vejez.

Y responde:–Sí… Vivo cruzando la avenida. En ese

edificio.Con esquelético dedo, señala un conjunto

de seis bloques.–¡Cuántos años han pasado! –exclama

ella.–Sesenta… sesenta y cinco… –digo– Ya no

los cuento.–¿Recuerdas nuestra juventud? –su voz es

más sensual.–¿Cómo olvidarla? Eras la muchacha más

linda. Todos estaban locos por ti… hasta los profesores.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Sin embargo… –añora– tú nunca te me acercaste. Nunca me diste esa rosa que regalabas cada día a una muchacha.

–¡Aquel romanticismo!... –sonreí nostálgico– La verdad que la rosa la robaba de la cerca de una casa vecina.

Seguimos recordando anécdotas del liceo. Y, cada tanto, surgía el viejo deseo.

Finalmente, con dificultad, ella se paró. Y, apoyada en sus dos bastones, murmura insinuante:

–Vivo sola… ¿quieres venir a mi apartamento?

Su realidad y la mía me hizo decir, viendo las nubes:

–¡Ah, si me hubieras preguntado eso en aquellos años!.. Pero, ahora… No sé… ¿Tienes una guitarra?...

–No… ¿Por qué?...–Porque si voy… lo único que puedo

hacer es cantarte.Reímos. El perro ladró. Miré al banco. No había nadie.Delante mío sólo tenía un perro

moviendo la cola.Me levanté. Volví al edifico donde yo

vivía.Y tomé el ascensor.

…oo0oo…

EL ESCENSOREL ESCENSOR

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Diap 69

Volvió después de cincuenta años de haberse ido.

Unos dijeron que era por nostalgia. Otros, por cansancio. Y algunos, de su edad, viejos que se habían quedado; que él siempre fue así: de hacer cosas ilógicas, inesperadas.

Pero, ni él mismo sabía el motivo que le hizo volver.

Cincuenta años de estar en otras tierras, otras costumbres, otra forma de hablar, de sentir.

Cincuenta años. Toda una vida, como le decían muchos. Y tenían razón. Su vida.Y él les respondía recitando un viejo

poema:“Cuando en la vida nos sentimos seguros,

cuando se cree todo logrado; nada es más emocionante que, en una sola jugada, jugarlo todo... ¡a todo o nada!”

Les resultaba absurdo oírle decir eso a un anciano.

No pensaban que él, cuando joven, medio siglo atrás, había dejado un lugar seguro para ir hacia lo desconocido.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero ellos, ahora, categóricos, repetían: “Es que la querencia tira”.Y él se preguntaba cuál era realmente su

querencia.La de su inicio, en la cual creció y donde

aprendió.O la de los cincuenta años donde luchó y

en la que envejeció. Y en su mente surgía una frase aprendida

allá:“Uno es del lugar donde se lucha.”Al volver fue novedad, era alguien que

había estado lejos. Pero pronto se volvió otro cualquiera. Por otra parte, cada vez más en la

jugada, perdía todo y ganaba nada.Fue cuando empezó a sentarse en el

banco de la plaza.Allí pasaba el tiempo, cantando bajito. Tan bajito que nadie le entendía. Y nadie se acercaba a preguntarle que

cantaba. Unos por respeto. Y la mayoría, por indiferentes.

Y él los veía pasar lejos, esquivándole.Y él los saludaba desde lejos,

sonriéndoles.Y él venía, se quedaba, y se iba… cantando bajito.

CANTANDO BAJITO

Vaca que cambia querenciaSe atrasa en la parición...

"Consejos del Viejo Vizcacha"

27 CANTANDO BAJITO (U)

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Diap 70

Fue terminando el verano, una mañana plomiza.

Hacía semanas que el viejo llegaba a la plaza moviendo la cabeza.

Unos decían por que recordaba cuentos. Otros, porque hacía cuentas.

Al final… era lo mismo.Pero, esa mañana no se sentó en el

banco.Parado, girando poco a poco, fue mirando

lentamente a su alrededor. Parecía como que estuviese reconociendo

cada cosa. O, quizás, viendo algo más allá… mucho más lejos.

Y después, cantando bajito, se dirigió hacia la costa.

Cruzó calles con casas viejas y depósitos. Llegó a la rambla. Pasó sobre rieles oxidados. Se paró encima de unas piedras. Enfrente tenía la bahía. Y quedó viendo el horizonte.

Desde una cueva entre los arbustos, surgió un hombre.

Salió de un cuchitril hecho con desperdicios traídos por el mar y de la basura de la gente.

Y, sin saber por qué, se sintió hermanado con él. Y el zaparrastroso se acercó.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–¿Qué es lo que canta, don? –preguntó el vagabundo.

El viejo se quedó mirándolo. Sonrió con tristeza.

Por meses la había estado cantando bajito.

Los conocidos ni una vez le preguntaron. Y un extraño y pordiosero, lo había hecho.

–Una canción. –respondió, y la entonó más fuerte.

–Por eso yo… Fui mendigo y fui señor… No me hice rico, ni pobre fui. Y antes de serlo aquí, prefiero seguir, hasta el final… a mi manera.

–Tiene razón. Es feo ser pobre aquí. Dígamelo a mí…

–No, usted no es pobre. Es un mendigo. Tiene la suerte de pedir y la fortuna de obtener algo. Pobre se es cuando ya no se gana nada, se perdió todo… y no hay más donde pedir.

Y dándose vuelta, el viejo se marchó…cantando bajito…Algunos dicen que fue entrando en las frías

aguas, otros que siguió caminando hasta llegar al final, y hay quienes creen que se perdió buscando su querencia.

Y… nunca más volvió… ni siquiera cantando bajito.

…oo0oo…

CANTANDO BAJITOCANTANDO BAJITO

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DESDE BELLA VISTA

Cinco y media de la madrugada.Mediados de Marzo. Mediados de

semana. En un apartamento de clase media. Dentro de una hora y media

amanecerá.Acostado, por la ventana, veo aún

brillar una estrella en el cielo. ¿Es Venus, o Saturno?... Da igual. Desaparecerá al salir el sol. Ella en la noche resurgirá. ¿Yo?...

quizás.Me levanto. Voy en la penumbra. La gata maúlla pidiendo su

desayuno. Lo preparo mientras me refriega ronroneando. Se lo doy. Ya no hay más maúllos ni ronroneos.

Me visto para salir a la calle. Bajo. Afuera sigue oscuro. Cruzo la

placita pegada al edificio. ¿O es el jardín del frente? Puede ser cualquiera de las dos cosas.

Hoy se confunde todo, definiciones, nombres, finalidades,.

En el centro hay un recuadro de pedregullo y cuatro bancos. Ninguno queda viendo el bloque de apartamentos.

EL HURGONERO

22 EL HURGONERO (U)(Presentación anterior Nº 10)

DESDE BELLA VISTA

No es que el Uruguay esté pobre, es que la gente se empobreció en sus valores.

Discurso de Tabaré Vázquez en La Estancia, Caracas

Sucede enUn país utópicolleno de gente irreal…

Jorge Luis BorgesDonde el “señor” está en el cieloy a todos les dicen “caballero”.

Gracián Solirio

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DESDE BELLA VISTA

EL HURGONERO

DESDE BELLA VISTA

EL HURGONERO Es normal. Ellos están para que la gente se sienta cómoda y libre

Y nadie quiere ver donde se es prisionero. Ni mirar de donde ha huído.

Me siento en un banco. Echo la cabeza para atrás. Respiro profundo. El cielo sigue oscuro. Cierro los ojos. Oigo el traquetear de herraduras sobre la calle.

Rítmico sonar de cascos que me transportan a mi juventud.

Siento en mi cara el viento golpearme en el galope. Vibrar mi cuerpo al trotar pasando frente a la casa de alguna botija.

O, suelto en la montura, yendo el caballo al paso, otear el horizonte, preguntándome que hay más allá. Para, al final, contra un tronco, descansar mientras él apacienta.

¡Ah!... aquellos años donde él y yo fuimos un centauro.

Abro los ojos. Me enderezo. Encuentro una triste realidad.

Un pobre matungo viene arrastrando un carro de hurgonero.

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DESDE BELLA VISTA

EL HURGONERO

DESDE BELLA VISTA

EL HURGONEROSonrío irónico al eufemismo.

Nuestra sociedad no acepta decirle basurero al que vive y se alimenta de la basura. Ni que revuelve en donde se tira ésta, “hurga”…

El animal se detiene junto a un contenedor. Un hombre zarrapastroso baja del carro. Lleva una vara en la mano. Levanta la tapa y pone el palo sosteniéndola.

El hombre entra en el tacho a rebuscar, clasificar, elegir, entre la porquería.

El caballo espera, con la cabeza gacha, como avergonzado. Me acerco a éste. Le acaricio el testuz.

Algo con cara de humano surge del contenedor, me mira.

–Lindo potro. Se nota que lo cuida. –le digo para entrar en confianza– ¿No lleva anteojeras?

–No. Cuando potrillo se las pusimos. –responde– Y así, poco a poco, se hizo manso. Ahora ya no le asusta nada.

–¿Sabe, don? –divago– Cuando yo era niño no pasaban los basureros por mi calle… ¿Sería que no había basura?

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DESDE BELLA VISTA

EL HURGONERO

DESDE BELLA VISTA

EL HURGONERO

–Es que entonces no se desperdiciaba nada. –comenta él– Todo se aprovechaba. O se daba a las gallinas, al chancho…

–Y si eran restos inservibles iban a rellenar el hueco que había en el baldío de la esquina. –digo añorante.

El hombre sale de dentro. El contenedor, el carro, el hombre, todo huele a basura.

El caballo, no. Éste huele a tierra, a monte, a salvaje. El matungo parece guiñarme con sus enormes ojos negros.

El hombre sube al carro. Y, con una sacudida de riendas, el caballo empieza a alejarse llevando el carro.

El hombre gira y me saluda mientras dice:

–Eran otros tiempos, caballero. Otra gente. Ahora, todo se tira a la basura… y algunos, para vivir, buscamos en ella.

Le respondo el saludo con la mano.El sol está comenzando a salir. Me

siento extraño. El hurgonero tiene razón.

Yo soy un caballero.Por que yo… anduve a caballo.

…oo0oo…

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Miró por la ventana hacia la bahía.La tarde era serena. El viento no corría, ni siquiera en ese alto

piso. El agua estaba tan quieta que reflejabas

las gigantescas grúas del puerto.Dos de ellas estaban descargando, de un

también enorme barco, los contenedores. Éstos, en la playa de depósito, se iban

apilando en diversidad de colores.Pensó en su infancia. En esa época no

había contenedores, los barcos eran chicos y solo existían unas pequeñas grúas que le hacían recordar las que él armaba con el Mecano.

Muchos años pasaron. Las piezas del Mecano se oxidaron y, sin saber cuando, se perdieron. Y él tuvo que cambiar los juegos infantiles por los de la competencia de un trabajo.

Muchos años de cuando se había marchado buscándolos más allá. Muchos de cuando volvió por primera vez.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Es fácil ser conquistador que viene a llevarse la riqueza existente.

Es más difícil hacer el camino para el progreso.

Y él había ayudado a hacerlo. Pero el que se fue, añora. Y lo dejado, con el tiempo se agranda, se vuelve un mito.

Se había ido en un avión de dos motores y que tardaba más de un día de vuelo. Y volvió en uno de cuatro y en sólo ocho horas.

Pero el aeropuerto seguía igual… y algo más.

Todos los que habían ido a despedirlo, también estaban allí para recibirlo. Más aún, él venía con los hijos de él tenidos en esos años, y ellos con los tenidos por ellos en ese tiempo.

Desde el momento en que bajó, se volvió novedad.

Venía de afuera, hablaba distinto, tenía otro acento, actuaba de otra forma, contaba cosas diferentes.

Y así siguió. Iba a lugares comunes y los veía preciosos. Comía platos populares y le sabían maravillosos. Y, sobre todo, compraba cosas para llevar como recuerdos.

Fue cuando le pusieron el apodo: El Turista.

EL TURISTA

Esa inexplicable atracción e instintivo recelo que nos produce el que viene de otro lado.

28 EL TURISTA (U)

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Él reía cuando se lo decían. Pero, en lo íntimo, sentía cierta tristeza.

Un turista es un extranjero que viene a gastar aquí lo que ha ganado allá.

Y, como turista, a las pocas semanas, debió marcharse.

Luego se hizo costumbre que él volviese cada dos años al reencuentro con lo dejado aquí.

Pero, en cada retorno, había menos gente esperándolo en el aeropuerto.

Y fueron cada vez menos las reuniones con los parientes y con los amigos para escucharle sus cuentos de allá.

La mayoría estaban ocupados en su propia lucha por el sobrevivir diario. Y algunos faltaban por que se habían ido a ese lugar sin retorno.

Con los años, se fueron espaciando los retornos. Menos hijos venían con él, menos hijos estaban con los menos que se reencontraba, menos cuentos tenía para decir.

Hasta que una vez la añoranza se hizo fuerte. O, a él le faltaban fuerzas y le sobraban años para seguir en la realidad de allá.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y retornó en busca del mito de lo dejado.Pero, en todas partes pasa el tiempo Y

todo lo cambia.Fue a vivir a un apartamento, en un

barrio, como cualquier otro. Sin embargo, fuese por el acento, o por

sus actitudes, le seguían diciendo ese sobrenombre.

Cierto día entró al local donde compraba las verduras. Una pareja lo atendía. Jóvenes que se abrían un futuro.

También ellos lo llamaban con aquel apodo.

Pidió un poco de perejil. La muchacha le trajo un atadito.

Él dijo que era chico. Y ella, comprensiva, le respondió:–Es que por la temporada está muy caro,

Don…Y dijo el nombre de él, con confianza y

amistad.El hombre sonrió feliz. Se sintió un

vecino más.Ella se preocupaba de lo que a él le iba a

costar.Ya no era el que gastaba aquí lo que

había ganado allá.Ya no era… El Turista.

…oo0oo…

EL TURISTAEL TURISTA

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El otro día… ¿Por qué “el otro día”? ¿Acaso, no pudo pasar hoy?... ¿O tal vez

nunca, y ser sólo algo de la imaginación?... Pero, suena indefinido y vago eso de “el

otro día”.Bueno. El otro día, venía yo cruzando la

plaza. No sé si iba o volvía del supermercado. De ese monstruo impersonal que la masificación hizo del familiar almacén de la esquina.

Si iba o volvía, poco importa. Siempre es con una carga. Si vamos, es

llevando la de la necesidad. Si volvemos, la de las bolsas… y la de pensar cuanto se ha gastado.

Caminaba llevando en el rostro la estereotipada sonrisa sociable.

O sea, no muy escasa a fin de no parecer antipático, ni muy amplia para que no me tomaran como un idiota.

Había ya pasado la estatua que está en el centro de la plaza cuando lo vi.

Estaba sentado en un escalón, mirando lejos. Sin embargo, no podía ignorarme ni librarse de mi presencia.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

¡Imposible!... Él y yo éramos la misma persona.

Todos tenemos ese otro yo con quien hablamos a veces en silencio y a escondidas.

Pero, pocos somos los afortunados que lo pueden hacer en voz alta y como a un compañero.

–¡Hola, Titi!... –le saludé, sentándome a su lado.

Mi otro yo se llama Titi. El de otros quizás se llame Negro, Toto,

Cacho, Paco, en fin, cada uno sabrá que nombre tiene.

El mío siempre se llamó: Titi.Sí, así, desde chicos. ¡Y vaya que fue difícil tenerlo en aquel

mundo donde todo lo macho terminaba en o!.

Pero, por una extraña dicotomía, él mantuvo el apodo y yo el apellido.

¡Ah, las veces que él lloró, y yo me tragaba las lágrimas!

¡Ah, las veces que él soñó, y yo solo hacía cosas!

¡Ah, las veces que él reía, y yo pensaba con seriedad.

¡Ah ,las veces que él calló, y yo hablaba sin sentido.

Y, así, él siguió siendo Titi… y yo me hice hombre, viejo...

CONMIGO (TITI)

el loco es un niño,que tuvo la poesía de no crecer.

30 CONMIGO {TITI} (U)

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–¡Hola, Titi!... –le repetí, viendo que no me contestaba.

–Hola… Ya te oí… No puedo dejar de hacerlo. –respondió.

Si el tono de su voz era de resignación o de ironía, daba lo mismo. Ambos lo sabíamos desde los años juveniles, cuando nos fuimos diferenciando cada vez más.

–Ni yo a ti… –musité– aunque, pocas veces te escuché.

–Tampoco yo lo hice mucho contigo. –meditó él– Y ahora, lo que fue, fue. Lo que fuimos, fuimos. Yo viví a mi manera; tú, a la tuya. Solo que tú… tomabas las decisiones.

–Como siempre. –dije con agrio sarcasmo– Me inculcaron el tonto sentido de la responsabilidad. Y, háganlo los otros o yo, siempre seré yo el responsable de lo sucedido.

–No hables estupideces. Te gusta eso, nadie te lo inculcó. Y no digas que fue papá. Él era un hombre bueno, sencillo. Solo cometió un error… el llamarme Titi.

Reímos como tantas veces.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Ah, Titi, Titi… –suspiré– Siempre conmigo. Siempre a mi lado. En las tristezas y en las alegrías, en los triunfos y en los fracasos, en los momentos buenos y en los malos…

–No siempre… –corrigió– En los buenos, en las alegrías, en los triunfos, te olvidabas de mí. No me preocupaba, sabía que en los malos, en los tristes, volverías a hablar conmigo.

–Tienes razón… ¿Cómo me soportaste?–Tú me soportaste. Y eso no es fácil.

Nunca me mataste. No te reías de mis poesías, ni de mis cuentos, ni de mis locuras. Y lo único que nos mata es el desprecio.

–El desprecio…–reflexioné– Estamos viejos, Titi… ya nadie nos valora. Tienes razón, fue, fuimos… Estamos solos…

–Yo siempre estaré en ti… –afirmó él.Me levanté para irme. Al hacerlo, vi que la gente me miraba

como a un desquiciado. No me importó.Y seguí hacia mi destino.Titi siempre estaría conmigo.

…oo0oo…

CONMIGO (TITI)CONMIGO (TITI)

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Sucedió hace tiempo, ya entrada la segunda mitad del siglo veinte, a pocos lustros del final del segundo milenio, para ser más preciso: en marzo de 1965.

Pasó en un país tropical, en un lugar llamado Caucagüita, y a un hombre joven llamado el Catire, quien había venido a montar un horno en una de las iniciales industrias.

La fábrica que dio origen, con los ranchos de sus obreros, al barrio de ese nombre, había construido otro galpón más y se debía hacer una nueva entrada para el mismo.

Con ello se destruiría parte del jardín de árboles del pan y palmas tropicales.

Otro sacrificio más traído por el progreso, que convirtió esa vergel zona en árida zona industrial.

La rampa se haría próxima a las oficinas, desde el camino interno al mismo nivel de la carretera, y sería en descenso hacia el piso del galpón, casi dos metros debajo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y un día, temprano, al llegar el Catire a la fábrica, encontró un tractor resoplando por el escape y al tractorista con un cafecito en la mano esperando para dar inicio al trabajo.

–¿Quieres sacar la primer palada? –lo provocó el hombre, que era hermano de César, uno de los obreros de allí.

–¿Y por qué no? –respondió el Catire, subiéndose a la máquina– Uno debe ser del tamaño de las circunstancias.

Ayudado por la audacia, y las instrucciones en inglés de las palancas, hundió la pala, la llenó con el borde del cantero, la elevó… y allí frenó, dejando el tractor al más experto.

Luego, entre las risas de camaradería de los operarios, se fue a la oficina.

No quería ser testigo de la muerte de otro trozo de exuberante vegetación tropical.

Y ahí estaba, frente al dibujo de la rampa. De pronto cesó el ruido del tractor, entró el supervisor general y dijo:

–Catire… ¡encontramos una piedra.!

LA PIEDRA

Para cada “no se puede hacer”hay un “no se ha hecho aún”.

31 > LA PIEDRA > 2 (V)

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Al principio creyó que se burlaba de él. La fábrica estaba construida en un

recodo del río, un terreno de aluvión; por tanto, entre la tierra y arena, lleno de cantos rodados.

Pero el rostro del encargado no era de bromas.

Y fue a ver. Allí, en el terreno ya en declive, surgía

una piedra … ¡Era enorme, de granito negro, lisa, de casi tres metros lo visible!

–No se puede mover. A ésta no la trajo el río. Ésta llega desde enfrente. –afirmó el tractorista, señalando la carretera.

El Catire miró. Del otro lado de la vía había un escarpado cerro. Su vertical talud limitaba el ancho de la vía. Y, entre las hierbas ralas surgía la roca, negra, lisa, igual a la piedra.

Y empezaron los comentarios y las negaciones.

–Para la carretera usaron dinamita, pero eso es peligroso.

–Se necesita permiso del Ministerio y la Guardia Nacional.

–Se va a tener que hacer la entrada en otro lado.

–La piedra no se puede sacar de donde está.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El Catire nada decía. Recorría con la mano la negra piedra. El paso del río sobre ella, en años pretéritos, la había alisado.

–Traigan cinceles, una mandarria, un tanque de gasoil, y las mangueras de incendio. Alrededor de la piedra hagamos una canaleta. Llenémosla de gasoil y le prendemos fuego.

Todos lo miraron como si hubiese enloquecido. Y él siguió:

–Cuando esté por apagarse, enfriemos la piedra con agua. Clavemos los cinceles en las rajaduras abiertas Y hagamos esto varias veces… Al final, la piedra se romperá.

A las tres de la tarde la piedra era un montón de cascotes. Se aprovecharon para hacer la rampa de cemento. Con todo, una punta de la original roca sobresalía un poco.

Nunca aplanaron ni rompieron esa molestia. Les servía de recordación que no hay cosas que no se pueda hacer.

El Catire se fue en el tiempo. El lugar se llenó de industrias.Dicen que la rampa sigue allí… con su

piedra.…oo0oo…

LA PIEDRALA PIEDRA

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Cinco de la mañana, doce de mayo, hace frío, está oscuro. Me despierto, ni el edredón me abriga.

Todo está en silencio. Los demás duermen… yo no.Me levanto, el frío llega a mis pies, mis

piernas, mis manos. Me duelen las rodillas, la cintura, las

muñecas, los huesos. Y…yo mismo me obligo a andar.

Voy hasta la sala. La gata me mira. Somos dos solitarios.

Por los vidrios empañados observo la plaza. Más soledad… Pero, no…

En el muro de los vagos, la veo.La reconozco enseguida. Es mi vieja

amiga.Me apuro a vestirme de invierno.De la emoción, ni siento más dolores. Abro la puerta despacio. No quiero

despertar a nadie. Salgo. Tomo el ascensor. Bajo. Cruzo la

plaza.–Hola, vieja amiga… ¡Cuánto tiempo sin

verte! –exclamo.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Sobre su esquelético cuerpo solo lleva unos jirones de ropa. Me mira con una sarcástica sonrisa en su cadavérico rostro. Y sus vacíos ojos son cuencas oscuras.

–Ah… eres tú. –murmura– ¿Que haces aquí, con este frío?

–Te vi desde allá. –le señalo– Y creí llegado el momento.

–Siempre el mismo impaciente. –ironiza– Ese momento, ni tú ni yo lo sabemos. Estoy acá, en la plaza, reposando algo. Con el invierno aumenta mi trajín.

–¿No vienes a llevarte nadie? – pregunto, extrañado.

–Sí, a una anciana, aquí cerca. –hizo un gesto triste– Pero, aún la mantienen agonizando. Los familiares, las medicinas, y hasta los sacerdotes, quieren evitar lo inevitable.

–Esa desesperación de vivir unas horas más. –filosofeo.

–Horas, minutos, semanas, meses, inventos del hombre son –recita– Solo hay días, que es el giro de la tierra sobre ella. Sólo hay años, que es el giro alrededor del sol.

–Y las estaciones. –agrego, refregando mis aterido dedos.

INSTANTES

Cada instante es uno más, y uno menos…

32 INSTANTES (U)

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Al verme hacerlo, suelta su risa como si fuese un castañear de descarnados dientes en la noche.

Y me recuerda.–En el ecuador, en el trópico, no hay

estaciones.–Bien lo sé… –digo con añoranza– allá,

solo hay primavera.Me mira y, quizás por compasión,

sentencia:–Seres, animales, cosas, invierno, verano,

tierra, planetas, soles, galaxias, universo, todo compuesto de lo mismo. Y todos viviendo lo mismo, solo instantes.

–Sí… –acepté escéptico– pero un instante en la vida del sol es muy distinto que en la vida de una hormiga.

–Es el mismo. –aseveró– Los instantes no tienen medida Y cada instante es uno más, y uno menos. Pero, tienen valor. Y éste será según el que le demos.

Empezaba a clarear el horizonte. Mi vieja amiga se levantó. Con el primer rayo de sol comenzó a diluirse.

Sin embargo, antes de desaparecer, pude oírle decir:

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Voy a cumplir con mi deber. Nos veremos próximamente.

–¿Cuándo? –exclamé esperanzado.–No lo sé. No lo sabes. Pero… será ese

instante.En la media luz del amanecer empezaron

a cruzar la plaza los personajes de la comedia diaria del vivir. Hacía tiempo que a mí me habían dejado como relleno del coro de fondo.

De soslayo, mi miraban sentado en el muro de los vagos.

Comprendí que debía irme. Me paré.Nuevamente sentí el frío en todo el

cuerpo.Nuevamente me dolieron todas las

articulaciones.A paso lento, algo encorvado, llegué al

edificio.Me abrió la puerta una vecina que

sacaba el perro al jardín.Ése era su instante y ése era su valor.Yo había tenido los míos y mis valores.Tomé el ascensor. Entré a mi

apartamento.La gata me miró. Todo seguía igual.Sólo me quedaba esperar… ese instante.

…oo0oo…

INSTANTESINSTANTES

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La luz del semáforo cambia a verde. Aun así, cruzo la calle mirando en ambos sentidos.

Recuerdo un joven intrépido. Ahora, si algo me arrolla será un carrito de barrendero.

Entro a la plaza por la rampa para las sillas de ruedas. Sin embargo, camino. Pero, evito el esfuerzo de subir el cordón. Además, temo tropezar al hacerlo. Los años pesan.

Lo veo debajo un árbol, en medio del pasto. Está sentado en el pequeño muro de cemento del reflector que, desde el suelo, en lejana época, alumbró las grupas del caballo de la estatua.

No mira hacia la acera donde pasa la gente, sino para la base del monumento.

Lee un papel que tiene en sus manos. Y, cada tanto, levanta la vista gesticulando.

Gira la cabeza, se detiene, como observándome. Me acerco a él. Me mira tranquilo, esperando.

Y con una voz resignada, triste, llena de lejanía, de tiempo, me dice:

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Creí que ibas a pasar de largo… como otras veces.

Hay cierto tono de reclamo, pero también de confianza, y de un afecto muy profundo.

Le sonrío, sin aclararle que no lo reconozco ni sé que otras veces fueron.

Veo que tiene los pies metidos en el hueco del reflector. Ya no queda el vidrio, ni la rejilla, ni la lámpara, ni la conexión.

Todo ha sido destruido, roto, robado.–Tenga cuidado con esos cables sueltos…

–le prevengo.–Ya no tienen energía…–responde– Están

ahí, pero no sirven para nada. Como los recuerdos…

Hago un gesto comprensivo. No comento nada.

El día está gris, la calle está gris, su cabello está gris. Y me desvío de la depresión, diciéndole:

–Desde la calle vi que estaba leyendo algo.

Me ofrece un papel mientras dice con amarga mueca:

–Sí… El certificado de mi muerte… ¿Quieres verlo?

EL CERTIFICADO

Prefiero vivir más un díaque vivir un día más…

(Últimos poemas)

33 EL CERTIFICADO (U)

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En la vida vamos acumulando comprobantes de nuestra existencia. Es como si quisiéramos demostrar que existimos. Y que los demás nos den un documento que lo afirme.

Certificado de nacimiento. Libreta de estudios. Diplomas. Registros, Inscripciones. Títulos.

Una cédula que diga que y quienes somos.

Un pasaporte que nos permita mover.Pero nadie puede tener ese documento.

Solo los deudos.Lo tomé por respeto. Era una hoja con el

nombre de una compañía que desapareció hace mucho tiempo. Y fechado un día, un mes y un año de un tiempo pasado.

Ya estaba algo ocre y se notaban los dobleces de guardarlo y volverlo a abrir para releer otra vez más lo allí escrito. Una redacción pulcra, corta, oficial, determinante.

Un nombre, y luego: “concluyen sus servicios.”

Lo demás, sólo palabras huecas: reducción, reorganización, o cualquier otro eufemismo similar.

Y al final, a lo sumo, un conciso y estereotipado agradecimiento.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Esto es un aviso de cese. –le aclaro en voz baja y tontamente.

–De despido. –reafirma él– Ese día dejé de ser necesario, de ser útil, de producir… Ese día dejé de hacer… Y vivir es hacer… lo mismo un poema que una pared. Ese día… morí.

No sabía que decir. Le devolví el papel. Y, callado, me fui.Lo dejé sentado sobre un reflector que ya

nada alumbraba, sin vidrio, sin lámpara, con cables sueltos, sin energía, todo roto.

De espalda a la gente. Releyendo un papel ajado.Llegué a mi apartamento. Me miré en el

espejo.Reconocí la imagen que reflejaba.Era la del viejo con quien había estado

hablando.Fui a un cajón y busqué una carpeta.Saqué un documento.Su fecha: muchos, muchos años atrás.Volvía a guardarlo. No necesitaba leerlo.Era mi certificado de muerte.

…oo0oo…

EL CERTIFICADOEL CERTIFICADO

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DESDE BELLA VISTA

Las automáticas puertas de vidrio se abrieron. El hombre pasó. Tras él arrastraba una diminuta maleta. Aun así, ésta tenía ruedas para no sentir el peso...

Era viejo.Avanzó por el ancho corredor. El

hombre llegó a la calle. El resplandor del sol lo encegueció por un instante. El aire caliente le acarició el rostro...

Y, se sintió bien.Ató el bastón a la maleta. No le

hacía falta. Ya no tenía el dolor en la rodilla. Se había acentuado por el frío dentro del enorme jet. Y había desaparecido al pisar tierra tropical.

Recordó muchos años atrás. Un avión de dos motores, un aeropuerto pequeño, un guardia abriendo la puerta, una valija grande, unos sueños aún más...

Miró los cerros en el horizonte. Seguían el entrevero de los ranchos multicolores. Miró la calle. Seguía el bochinche de seres alegres y de todas las tonalidades...

Y, se sintió bien.

EL GUÁRAMO

34 EL GUÁRAMO (V)(Presentación anterior Nº 7)

DESDE BELLA VISTA

Guáramo = Valor, entereza, coraje, arrojo, empuje.Tener guáramo =Poseer esas cualidades.

(Diccionario de venezolanismos)

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

EL GUÁRAMO–¡Eh, señor!... ¿necesita algo?...

¿un taxi para la capital?..Le sacó de su ensimismamiento

una voz chispeante Estaba seguro que encontraría una cara pícara y morena. Y así fue.

Le dijo que iría en el bus... y lo que venía a buscar.

–¡Ah, compadre!... El autobús está cerquita. –y le señaló– Lo otro... le va a costar encontrarlo... Suerte, catire.

El viejo sonrió. Había pasado mucho tiempo de cuando llegó. De cuando dejó de ser un señor más. De cuando se fue. Pero, aún era un catire, un compadre...

Y, se sintió bien.Y, llevando tras de sí la diminuta

maleta, fue al bus. Lo ayudaron a subir. Le dieron el mejor asiento. El pasaporte le permitía pasar las aduanas. El bastón, entre la gente.

Una hermosa y atractiva mujer se sentó a su lado. Sería un agradable viaje. Él tenía tantas cosas para contar. Pero no le diría a que había vuelto...

Primero, tenía que volverlo a encontrar.

EL GUÁRAMO

Susana Djuim, Mis Venezuela y Mis Mundo 195511-Ago-1936 18-Jun-2016

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

EL GUÁRAMO

Al llegar a lo ciudad se dirigió a una redoma próxima a la universidad. Y en lel ayer se vio a sí mismo, frente a las metralletas de la fuerza y arengando por utopías.

Al ver acercarse un muchacho, le dijo lo que quería.

–¡Maestro!... lo que usted busca no se ve a menudo. Dicen que antes había por bojote, pero ahora es difícil de hallar.

El hombre hizo una mueca triste. Le decía maestro por lo anciano, no por lo que él podía enseñar. Hoy los jóvenes sabían más que los viejos. Y siguió su búsqueda.

Tomó una buseta que lo llevó por una antigua carretera. Se bajó en un puente. Nada quedaba del monte donde tuvo que luchar para levantar un galpón.

Un galpón que luego dio alimento a mucha gente. Y en el cual él, siendo joven idealista, peleó contra la hipocresía de los sindicatos como contra la avaricia de los patrones.

Se encaminó al botiquín cercano. Y, apoyado en la barra, recordando

el frío de un revólver que pusieron en su sien y él hizo bajar, le explicó al dueño su búsqueda.

EL GUÁRAMO

Ex - PLANTA VENESMALT, CAUCAGÜITA, Km. 15 CARRETERRA PETARE- GUARENAS,

Edo. Miranda, Venezuela

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

EL GUÁRAMO

–¡No, don!... –le respondió, sirviéndole una cerveza– De eso ya no queda más… Y menos vendría en botellas.

Hizo la mueca triste. Volvió a la carretera, tomó la buseta para la ciudad.

Al llegar al Terminal subió hacia la plaza de aquel pueblo que el crecimiento había vuelto un barrio más.

Se sentó al lado de un negro canoso. Y cuando un negro tiene canas, es porque realmente es viejo.

Le contó tras lo que había venido. Y que no lo podía hallar de nuevo.

El negro quedó viendo lejos. Luego se volteó, mirándolo de frente. Y con voz oliendo a tabaco, a ron, a verdad, dijo:

–Paisano… si lo perdió, nunca más lo va a encontrar. Eso, se tiene o no se tiene. El guáramo es algo que se lleva dentro.

El hombre se paró. Era inútil seguir buscando. Y, se fue por la bajada. Dejó la diminuta maleta. El negro la abrió:

Estaba vacía.…oo0oo…

EL GUÁRAMO

Iglesia y Plaza de Petare – Edo. Miranda

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Voy al ventanal. Miro, por el vidrio, el poste en la calle. Temperatura: 5º Hora 9:05. Me quito los abrigos de dormir y me

pongo los de salir. Abro la puerta del apartamento.

Del corredor entra un aire congelante. Cierro y avanzo. Toco el botón del ascensor. Llega, pero lo veo pasar de largo hacia arriba. Lo deben haber llamado del piso diez.

Sonrío. Igual que la vida. Todos podemos pedir lo mismo, pero las cosas siempre van primero a los de arriba.

Regresa de vuelta con un vecino y su perro.

El animal de cuatro patas tiene puesto un suéter de lana.

–¡Buen día, vecino!... ¿Todo bien?... –el dueño me saluda.

La pregunta implica una respuesta positiva. Además, es de mala educación quejarse.

Y respondo, viendo el perro:–Siempre bien… con frío… Pero, él va

bien abrigadito.–Claro. –asegura– Hoy en la madrugada

había tres grados.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Llegamos a la planta baja y salimos a la galería del frente. Allí se crea un túnel donde corre el viento. Y ahora es polar.

A mi izquierda, delante la peluquería, sobre las baldosas, veo dos largos envoltorios cubiertos con frazadas y plásticos.

Son dos pobres que han pasado la noche allí, a la intemperie.

Giro hacia el dueño del perro que se encuentra observando como éste recorre el cuidado pasto y lo abona.

–¿Vio?... –le digo, mordaz– Tenemos nuevos vecinos.

–¿Sí? –pregunta– ¿Cuándo se mudaron?... ¿En que piso?...

–Anoche… en el suelo. –y señalo con mi cara los bultos.

Los mira indiferente y de inmediato voltea su vista hacia la plaza buscando su abrigado perro, mientras afirma molesto:

–Ah, sí… no hay forma de evitarlos… les gusta vivir así.

Hago un gesto indefinido y nada digo. Pienso que es muy difícil que a alguien le

agrade vivir de esa forma. Pero, por la convivencia, es mejor no contradecir.

LOS VECINOS

Miopía: Incapacidad de ver lo que no está cerca. Escasez de visión. Cortedad de alcance.

35 LOS VECINOS (U)

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Miro a la derecha. De la panadería en la esquina sale otro

vecino. Se le nota feliz. Lleva una bolsa en la mano.

A pocos pasos de él, en la calle, un mendigo hurga en un contenedor de basura. Encuentra un trozo de pan. Lo limpia con sus sucios guantes. Y, sin más, empieza a devorarlo.

–¡Rico desayuno!... –comento cuando llega el de la bolsa.

–¡Gracias!... –responde– Son bizcochos recién horneados.

–Yo digo el de aquel… –y señalo con un gesto al hurgador.

El vecino gira la cabeza. Lo mira. Frunce la cara. Y asevera:

–No lo vi… ¡Como pueden llegar a comer esas porquerías!

Otra vez prefiero responder con una mueca indefinida.

De la plaza llega otro vecino más. Vive en el apartamento frente al mío.

El del perro, llama al animal. Entramos todos al edificio. Subimos

hablando el baladí tema del tiempo.El de la bolsa baja en el primer piso.

Saluda. Va apurado.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Al llegar a mi piso, el vecino del perro abre la puerta del ascensor. Salimos los que vivimos allí.

Y el otro, nos alienta:–¡Cuídense, vecinos!... Saludos a la

familia.Cierra. El vecino de enfrente queda conmigo.

Mantiene su sonrisa formal. Lo miro, esquiva la mirada.

Y digo, burlón:–Tengo ochenta años: No puede tomar

alcohol ni comer mucho ni hacer esfuerzos, no me dejan trabajar ni enseñar, si me preguntan es una dirección, si me miran es para darme el asiento... ¡Y aún me dice que me cuide para vivir más!

El vecino ríe forzado. Se despide. Y entra rápido a su apartamento.

Voy por el frío corredor hacia el mío. Pienso que este vecino no vio la cruel ironía en lo que dije. Que el otro no había visto los vagos dormidos a la intemperie. Y el de los bizcochos tampoco vio al hurgonero comiendo basura.

Sin embargo, todos, al encontrarse preguntan si a los demás si se siente bien, y el despedirse envían saludos a los familiares.

O sea, sólo distinguen a los que están cerca.

Y comprendo. Socialmente, los vecinos son miopes…

…oo0oo…

LOS VECINOSLOS VECINOS

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Vengo de cobrar la jubilación en el Paso Molino.

Por la ventanilla del ómnibus miro el arroyo Miguelete, su isla en el medio, el puente, los árboles esqueléticos. Es invierno.

Al pasar la calle Zufriategui, dentro mío, algo me obliga a descender. Me levanto.

Bajo por la puerta delantera. El chofer aguarda. Apoyo el bastón en la vereda. Estoy viejo.

Camino hasta la esquina. Voy a cruzar. Antes, bastaba con mirar ambos lados. Ahora hay un semáforo. Y está en rojo. Debo esperar.

Mientras, miro la vetusta casona de enfrente.

Y, de pronto, sucede.Veo decenas de jóvenes y muchachas

entrando y saliendo del liceo, hablando y riendo, bajando y subiendo del tranvía.

Veo en el asfalto las paralelas vías, brillantes de tanto pasar las ruidosas ruedas rodando y viniendo de tantos lugares.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Veo los cuadrados postes de hierro sosteniendo los tirantes del cable, la roldana del troley girando contra éste.

Veo una enredadera que salta desde la reja de la casona a uno de los postes para colgar flores violetas sobre la calle.

Cambia la luz del semáforo.Y, todo desaparece.Ya no hay vías, solo el gris cemento. Ya no hay tranvías, solo el olor de gasoil. Ya no hay jóvenes y muchachas riendo,

solo seres a quienes les dimos una vida facilista.

Cruzo. Me debe apurar. Si cambia el semáforo algún coche puede arrollarme. Ahora la cortesía es por reglamento.

Llego a mi viejo liceo. Ni siquiera tiene el mismo nombre. La vieja puerta está clausurada. Del escalón de mármol solo queda un gastado y roto resto.

Apoyo mi pie en su borde. Pienso que parte de él quedó en los zapatos de mi juventud… y me ayudó a ir por la vida.

::::::

EL ÁTOMO

Aquel viejo Liceo Bauzá,el de la avenida Agraciada...

36 EL ÁTOMO (U)

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:::::Año 1945. Viernes 14 de Julio. Me largo frente al liceo con el tranvía en

marcha. Y lo hago de espaldas, fanfarroneando.No pienso. Soy joven. Estoy en tercer

año. Hoy tengo clases que me gustan:

Matemáticas, Literatura y, sobre todo, la de Química…

La profesora es preciosa.Entro al liceo. Delante la puerta del salón

4 me reúno con la barra de compañeros. Pronto tendremos la semana de

Vacaciones de Invierno. Estamos contentos.Toca el timbre de comienzo de clase. Nos sentamos cada uno en su puesto y en

aquellos pupitres para dos personas, de madera de cedro, con decenas de nombres tallados.

Llega la profesora. Todos nos ponemos de pie. Aún existe la educación

Y ella nos indica que nos sentemos con un mohín que será causa de sueños eróticos en los varones.

Hablamos de la materia, de las moléculas, de los átomos.

Y alguien repite, como un loro, la definición:

–Átomo es la unidad más pequeña e indivisible…

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Mirando el negro cabello de la hermosa mujer, interrumpo:

–Por ahora…La clase lanza una carcajada. La

profesora hace un gesto. Suena el timbre de salida. Los compañeros bromean.

:::::Lunes 16 de julio de 1945. Sube al tranvía un pregonero gritando lo

escrito en la primer página: ÁTOMO DIVIDIDO.

Llego al liceo. Hoy tenemos Química. La profesora entra al salón. Y me

pregunta, risueña:–¿Usted estaba en el proyecto de Álamo

Gordo?–No, señora. Es que no acepto eso de “no

se puede hacer”.Ella me mira de una manera especial…

que yo la siento.:::::

Quito el pie del desgastado y roto escalón.

Debo seguir mi camino. Me voy lentamente.

Han pasado 65 años. Sigo pensando igual.

Y aún me emociono al recordar aquella mirada.

…oo0oo…

EL ÁTOMOEL ÁTOMO

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El hombre despertó. La mortecina luz del amanecer entró por

la ventana. No le importó la hora. Antes o después, daba lo mismo. Invierno o verano, daba igual. Y, de nuevo…

–Otro día…¿Lo había dicho, musitado, sentido? ¿Era

un razonamiento, una frase de resignación, o una de apatía? ¿Una de realidad, o una de hastío?

Acaso… ¿había alguna diferencia?Se sentó en la cama. Miró las cosas a su

alrededor. Vio las mismas que vio al acostarse. Las mismas que estaban ayer. Iguales a las de hace una semana, hace un mes, hace un año.

De la calle le llegó el ruido de la mañana. Llegó apagado por los vidrios, por las paredes, por la distancia. Y recordó, una vez más, que él, hacía tiempo, fue parte de ese ruido.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Se levantó, debía hacerlo, la vida continuaba.

Debía ir al baño, secarse, vestirse, tomar el desayuno, sentarse, oír las mismas cosas, ver las mismas personas. Y, de nuevo…

–Otro día…Lo pensó. Lo sintió. No lo dijo. ¿Para que decirlo? Acaso… ¿eso

importaba? Era lo que él sentía, lo que él pensaba.

Los demás tenían sus propias ideas, sus propios sentimientos.

Siguió la rutina. Encendió el televisor. Noticias repetidas. Las mismas caras, las mismas frases, los mismos gestos, los mismos sucesos.

Algunos viven, algunos mueren.Salió. Debía salir. Debía subsistir. Algunos compran, otros venden. Pocos

hacen cosas, muchos hablan. Los pocos hacen mucho, los muchos no hacen nada. Siempre lo mismo.

Volvió. Debía volver. Volver a una casa. Una diferente a las demás. E igual. Con una entrada diferente a las otras. E igual. El hombre abrió la puerta. Entró. Y, de nuevo…

–Otro día…

OTRO DÍA

Si cada mañana, al despertar, tienes esa sensación anhelante,

y alienante, de que debes vivir... aún estás vivo.

37 OTRO DÍA 2 (U)

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No supo si lo dijo o si lo sintió. Solo que lo oyó repetirse en su interior. Vio un diario. ¿Era de ayer o de hace un mes? ¿Del gobierno o de la oposición?

Acaso… ¿eran distintos?Se sentó. Y, por rutina, leyó. Los mismos

temas, las mismas palabras. Leer que esta vez unos son los buenos y otros son los malos. Y que a la otra vez, los buenos son los malos.

Fue a la ventana. Miró hacia fuera. Los mismos viejos, las mismas mujeres, los mismos niños. Todos le eran conocidos, y a nadie conocía. Cada uno diferente, y todos iguales.

Se dio vuelta. Recorrió con la vista lo que lo rodeaba. Todo había sido ya visto. Recordó que debía hacer algo. Fuese lo que fuese, ya lo había hecho antes. Y, de nuevo…

–Otro día…Ni siquiera lo pensó. Era la hora de

almorzar. Se sentó a la ceremonia habitual. Debía comer. Con sabores diferentes… e iguales. Con comentarios distintos… e iguales.

Se levantó de la mesa. Comenzaba otra tarde. Una más sin nada que hacer.

Sin ninguna obligación. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Como tantas otras. ¿De qué día? Acaso… ¿no eran todos iguales?

Podía leer un libro nuevo… de algo que ya había leído. O ver otra novela… de trama ya repetida. O, dormir la siesta. O, no hacer nada.

Que era hacer lo mismo de siempre.Pasó otra tarde igual a la de tantas. Desde aquella que le dijeron que no

trabajaría más. Desde aquella que supo que estaba viejo.

¿Cuántos años hacía? Acaso… ¿importaba?

Y, así llegó el atardecer, el ocaso. Debía cenar. Y cenó.

Estaba cansado. Cansado de nada. Cansado de lo mismo.

Se acostó. Debía dormir. Por la ventana miró la oscuridad. Luz, penumbra. Ayer, hoy, mañana. ¿Tiempo a pasar, o uno ya pasado?

Acaso… ¿no eran iguales? Y, de nuevo…–Otro día…Lo sintió. Lo dijo. Él sabía que para no sentirlo más, para

no decirlo más, sólo había una forma. Y se durmió con esa esperanza. Otra vez.

Como todas las noches.…oo0oo…

OTRO DÍAOTRO DÍA

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El libro “Charlas con el loco de la esquina” finalizaba con Juan, ya internado en el manicomio (perdón, el siquiátrico como agrada decir a la gente fina), pidiéndole a su amigo interlocutor:

“-No vuelvas mas. Aquí solo seré un paciente en un rincón.

Recuérdame como Juan, el loco de la esquina.”

Y si bien en el libro terminaba así, envejeciendo separados Juan, el amigo y el autor; la realidad fue otra.

Los tres se fueron, juntos y lejos, a otro país. Un país donde, como en todas partes hay un manicomio.

Y en él hay un Juan, un loco de la esquina ya sin esquina.

Y afuera hay un amigo, un amigo que lo oye admirando su locura.

Y hay un autor, uno que escribe cuentos… locos cuentos.

Y los tres, cada tanto, tienen un reencuentro.

Montevideo – Enero 2013

(Presentación anterior Nº 5)38 ME NIEGO (U)

Cada vez que nos callamos un no,negamos algo de nosotros mismo.

Mañana de verano. Llovió en la madrugada. El sol está escondido tras las nubes. Miro por el ventanal del balcón.

Veo a alguien sentado en los escalones de la plaza. Alguien muy extrañado. Bajo. Corro a su encuentro. Y, feliz, le digo:

–Juan, mi loco amigo… ¡Cuánto tiempo sin verte!... ¿Cómo hiciste para escaparte de allá?...

Me mira con sus ojos desquiciados. Y, serio, responde:

–No me escapé. Les dije que hoy era el día del “Me Niego” y me fui caminando.

–¿El día del “Me niego”?... –inquiero curioso, sentándome a su lado– ¿Cómo es eso?...

Y el feliz desquiciado, comenzó a recitar:

–“Me niego a aceptar que los que andan apretándose la oreja, hablando solos, haciendo gestos, es porque tienen un teléfono celular y no porque están locos

ME NIEGO

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DESDE BELLA VISTA

Me niego a aceptar que los números son diferentes, el cero es un uno que engordó demasiado, el uno es un cero que adelgazó mucho, y el ocho uno que se apretó el cinto.

Me niego a aceptar que cada vez que se nos cae el pan con mermelada, lo hace con la mermelada al revés… y en el mantel, o en la ropa, o en lugar más debajo de la mesa.”

No me pude contener y largué la carcajada.

Viéndome como si yo fuese un trastornado, continuó.

–“Me niego a aceptar reírse de los demás, a creer que hay seres superiores a otros, a consentir que quien habla es más del que trabaja, a pensar que alguien es dueño de la verdad.

–Me niego a callar cuando quiero hablar, a no decir lo que siento cuando lo siento, a no ser otro más. Y, sobre todo, me niego a dejar de ser loco.”

Quedé pensativo. No sabiendo que decir, señalé que era medio día.

Y Juan, parándose, desquiciado, respondió:

ME NIEGO

DESDE BELLA VISTA

Me niego a aceptar que la ropa se debe llevar dada vuelta, con la marca para afuera, viendo el nombre del fabricante, con las costuras al revés, pintarrajeada de todos de colores.

Me niego a aceptar que los alpargatas de goma, plástico y tela, con formas estrafalarias, marcas rimbombantes, precios enormes, sean mejores que los zapatos normales de cuero.

Me niego a aceptar que los avisos digan 60 kmh., las pistas las hagan para 120, los autos para ir en ellas los fabriquen para 240... y la gente compre los más veloces.

ME NIEGO

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DESDE BELLA VISTADESDE BELLA VISTA

ME NIEGO

Juan, mi loco amigo, se dejó llevar. Pero, ripostó:

–Me niego a aceptar que me diga compañero. Compañeros somos los que estamos aquí encerrados, día y noche, juntos, compartiendo la locura. Y usted es solo un enfermero.

Quedé viendo como se alejaban por el corredor. Y, quizás contagiado por el día, al irme le dije al portero:

–Me niego a creer que él es un loco y nosotros los normales.

El hombre, por compromiso, sonrió e hizo un gesto.

Bajé los escalones del viejo instituto. Llegué a la calle.

Y volví al mundo donde decir no, es de mala educación.

Donde estar cuerdo, significa estar todos de acuerdo.

…oo0oo…

ME NIEGO

–Me niego a pasar hambre. El primer derecho después de vivir es el de comer. Y por la comida hasta hay quienes no niegan nada… y se niegan a sí mismo.

Comenzó a andar. El manicomio estaba

cerca. Callado, le acompañé. Llegamos a la

recepción. Alguien de alba túnica

le esperaba. Y el que llamaban

demente, le indicó:–Me niego a seguir

afuera, es un mundo de locos. Quiero volver con mis amigos, los de aquí adentro.

El de blanco me miró, necesitaba darme una explicación:

–Cada tanto le da eso de que es el día del “Me Niego” y lo dejamos salir. Siempre vuelve antes del almuerzo.

Sintiéndose ya justificado, tomó al demente del brazo:

–Todavía está abierto el comedor. Vamos, compañero.

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Marcó en la pantalla el nombre de ese amigo con un visto.

Era el último invitado a confirmar su asistencia al ágape que habría el próximo sábado con motivo de su tanation.

Y, como él pertenecía al siglo pasado, enseguida respaldó el archivo e imprimió la hoja. Los jóvenes no lo hacían; pero él, en el ayer, había perdido muchos trabajos por un error.

Tomó un buen sorbo del líquido de la copa que tenía en el escritorio. Había sentido el amague del dolor en su vientre. Y, antes que surgiese, era preferible adormecerlo.

Desde los Antiguos, en su civilización, la finalidad de la medicina era la de calmar el sufrimiento, curar en lo posible la enfermedad y, especialmente, facilitar una muerte buena.

Sus primitivos ancestros no crearon mitos. Comprendieron que la existencia era eso: Existir.

Que se inicia naciendo, y finaliza muriendo.

Y ambas cosas son igual de importantes.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Que si era motivo de hermosa reunión en la tribu el arribo de una criatura, también lo era el morir uno de sus miembros.

Y que cada uno era dueño de su vida y de su muerte.

En la historia, lo héroes concluían su vida en las guerras.

Pero luego, la mayoría, al llegar la decrepitud del cuerpo, hacían uso de infusiones que le daban una plácida muerte.

Y así, ya fuese caído en la lucha, muriese por accidente o muerte natural, o por su voluntad, todos tenían el tanation.

Ese afectuoso ágape donde se juntaban amigos y familiares.

Lo siglos pasaron, pero la costumbre continuó.

Mejoraron los elixires y métodos para la buena muerte. Y la civilización trajo una serie de reglamentos para efectuar la tanatia.

Límites de edad, motivos físicos y sicológicos, autorización médica y legal, en fin: embrollos del progreso.

Pero, a partir de los sesenta y cinco años, era libre decisión del individuo.

Y… él rondaba los ochenta y estaba enfermo

TANATIA

Cantemos todos el himno con alegría,juntos en el inicio y el fin de la vida...

39 TANATIA (G)

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Como a todos los demás, el Estado le aseguraba la atención de una sala de tanatorio.

Pocos aún lo hacían en sus casas, ya que era mejor usar el servicio de los especializados.

Existía una gran competencia de empresas para tal fin. La mayoría de las personas optaba por afiliarse previamente a una que le diese más extras del otorgado básico.

Licores, comida, meseros, músicos, bailarinas, todo lo que se ocurriese al que brindaba el tanation.

Y, lógicamente, la forma de morir, y la forma de disponer del cuerpo.

Y ahí estaba él ese sábado. Lo rodeaban muchas personas, aunque

pocas de su edad. La mayoría de los amigos de su época se le habían adelantado en sus tanationes.

Era un ambiente muy animado. Nadie traía presentes, ya que desde la

antigüedad, era el que realizaba el tanation que daba regalos a los que venían a acompañarlo.

Como siempre los comentarios giraban alrededor de lo bueno del servicio, de la decoración, de la música, de donde había decido poner sus cenizas.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Lo felicitaban por haber elegido un hueco en el muro de la plaza de juegos de los niños del barrio. Junto al de otros más.

Algunos preferían ser echados al mar o al viento.

Era solo un antojo, ya que en esa cultura no había el mito de que había algo después de la existencia natural.

Una existencia donde él había tenido hijos, plantado árboles, escrito libros.

Pero ahora el cuerpo estaba enfermo. La mente lenta.

Era hora de la muerte. De una muerte buena.

Ya todos habían comido. Momento del brindis.

Pero, previo, debía repartir los regalos entre los acompañantes.

A aquel, ese cuadro que tanto le gustaba. A este otro, aquella colección de libros… y así… y así…

En el ambiente sonó la novena sinfonía de Beethoven. Era la que él había elegido.

En el momento cumbre del coro, los demás levantaron las copas con champán, saludándolo.

Y él, satisfecho, bebió de la suya el líquido final.

…oo0oo…

TANATIATANATIA

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DESDE BELLA VISTA

 Cuando lo vio era una bola de pelos.

Una temblorosa bola de pelos de la que salían lastimeros maullidos de miedo, de abandono, de hambre.

Alguien debió abandonarlo en el escalón de la puerta de entrada al edificio.

El cachorrito era demasiado pequeño para haber caminado hasta allí.

El hombre lo levantó. Era tan chico que cabía en la palma de su mano.

El gatito, al sentir el calor de esos dedos, se acurrucó más.

Y el hombre se encariñó con él.Llevándolo suavemente apretado

contra su pecho, abrió la puerta, tomó el ascensor, entró a su apartamento.

Lo colocó sobre su cama. Y el cachorro se enrolló contra el almohadón.

El hombre sonrió. Sonreír es la primera demostración

de amor. Fue a la cocina y puso un poco de leche en un platito. Dar de comer es la segunda demostración de amor.

EL GATO Y EL VIEJO

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 13)40 EL GATO Y EL VIEJO (U)

Nadie es dueño de un gato, el gato nos permite vivir con él.

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DESDE BELLA VISTA

EL GATO Y EL VIEJO

DESDE BELLA VISTA

EL GATO Y EL VIEJO

Él, el que esperaba inquisitivo al viejo cuando éste volvía de la calle.

Y el hombre era el que se preocupaba de cuidarlo, de que estuviese cómodo, de darle abrigo y comida. Aquella leche se volvió pollo, y el pollo se transformó en carne.

El gato cedía el sofá al viejo, pero era sólo para luego ir él a reposar sobre sus piernas. Y aunque el hombre creyese que en la cama el gato dormía a sus pies, era lo contrario.

Y el gato crecía, y crecía.

Se la llevó dejándola en el piso. El gatito maulló feliz al olfatearla, y

se levantó ágilmente saltando de la cama para beberla.

Parecía haber crecido en unos instantes.

Y el hombre se sintió contento. Siempre nos satisface que algo dependa de nosotros, más si es un ser vivo. Y que ese ser nos haga ronroneos cuando le damos algo.

El gatito se fue adueñando del apartamento. Era él el que caminaba siempre adelante.

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DESDE BELLA VISTA

EL GATO Y EL VIEJO

DESDE BELLA VISTA

EL GATO Y EL VIEJO

Y el viejo, cada vez más reducido, primero pasaba el dinero por una hendija entornada, y finalmente por debajo de la puerta.

Luego, cuando nadie estaba en el corredor, un pequeño ser enclenque y curvado, entreabría la puerta y presuroso metía las cosas adentro, cerrando rápidamente.

Si bien la comida del viejo se iba reduciendo, la del felino aumentaba. Y los días pasaban. Llegó el momento en que el hombre y el gato tuvieron igual tamaño.

El viejo tenía el mismo cariño por el animal. Aún más, se sentía mal porque al ir achicándose no lo podía cuidar.

Dicen que un año de ellos equivale a siete de los humanos.

Pero entre el hombre y el gato sucedía una rara simbiosis.

A medida que el felino se hacía más y más grande, el hombre se hacía más y más chico.

Seguía igual de viejo, pero empequeñecía de tamaño.

Llegó el momento que tuvo miedo de salir del apartamento. Y empezó a pedir por teléfono que le trajesen las cosas.

Se las dejaban a la puerta del apartamento.

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DESDE BELLA VISTA

EL GATO Y EL VIEJO

DESDE BELLA VISTA

EL GATO Y EL VIEJO

Los alimentos se acabaron. El hombre ya no podía abrir la

puerta. Ahora era del tamaño de un ratón.

Al gato le surgió el instinto. El viejo lo miró. Unas fauces se cerraron sobre él.

Fue lo último que sintió.Era la mayor expresión de amor. La

de darse a sí mismo.Unos días más tarde los vecinos,

viendo que nadie recogía las cosas, rompieron la puerta. No encontraron a nadie.

Sólo un gato que, ronroneando, se refregó a sus piernas.

…oo0oo…

El felino seguía sintiendo algo por ese ser que le recordaba alguien que lo había recogido.

Pero cada vez era con menos respeto y hasta jugaba con él como si fuera otro gato más.

Al hombre le dolían las zarpazos del animal y a veces sus afiladas uñas se clavaban dolorosamente en la ínfima carne.

Llegó a tener la proporción de una rata. El gato lo miraba con una mezcla de temor y deseo de atacarlo.

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El hombre bajó del transporte público.Apoyó el bastón en la rota vereda

buscando un lugar con tierra o arena, sabía por experiencia que las flojas baldosas podían constituir una trampa.

El bastón era muy útil, servía para que le diesen el asiento en el autobús, preferencia al subir, frenar los coches al cruzar la calle, señalar, y hasta como palo para defenderse.

Caminó. Las personas en la parada se separaron dándole paso.

Sonrió. ¿Una concesión a él, a su edad, o al bastón?

Llegó a la esquina. El semáforo estaba en rojo.

Apenas destelló el verde cruzó la avenida. Fue el primero. Los demás esperaron y remiraron la calle antes de hacerlo.

Pero él aun sentía la impaciencia de llegar al otro lado.

Comenzó a andar. Llegó a una casa con un gran jardín al frente. Y el jardín estaba lleno de viejos.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Parados, sentados, caminando, en sillas de ruedas… pero, viejos.

Se detuvo. Miró el reloj: Cinco de la tarde.

Miró alrededor: Era verano, se sentía calor.

Miró las personas: Hombres y mujeres, viejos.

Miró el letrero: Casa de Salud.¡Qué eufemismo para no decir ancianato! ¿Por qué llamar Casa de Salud a un lugar

donde todos están enfermos? Y ahí estaban ahora ellos, en busca de un

rayo de sol.Un jardín que quizás en el pasado tuvo

niños corriendo entre árboles y juguetes, y tal vez luego jóvenes paseando entre flores y perfume de jazmín.

Un jardín de un hogar frente a una tranquila calle.

Pero hoy era un viejo trozo de verde, frente a una ruidosa avenida, delante una vieja casona transformada para cuidar un montón de viejos.

Los miró. Y ellos lo miraron a él.Y sus miradas eran serias, vacías, duras,

casi de enojo.

EL JARDÍN

Quiero morir como viví… a mi manera.

41 EL JARDÍN (U)

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El hombre sintió que él les molestaba.Que les molestaba el estar ellos dentro y

verlo a él afuera. Solo un bajo murito los separaba. Pero

ellos no se atrevían a cruzarlo para salir, y él no quería hacerlo para entrar.

Y sin siquiera una sonrisa, un gesto, dejaron de mirarse.

Giró y siguió su camino hacia su casa pensando que otros habían decidido por ellos.

Él aún podía decidir por él.Iba caminando rápido, casi corriendo, sin

ver la gente. El bastón, en lugar de servirle de apoyo, parecía una palanca que se afirmaba en el suelo para darle más impulso.

Cruzó la calle transversal, ni espero la luz de paso, no venían coches en ninguno de los dos sentidos.

Los demás quedaron junto al cordón, viéndolo.

Siguió por la plaza. Una plaza con pocas áreas verdes y mucho pedregullo.

Con ese ripio rojizo fácil de mantener aunque fuese incómodo para el andar de niños y ancianos.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Abrió la puerta del edificio. Pulsó un botón del tablero del ascensor. Si venían vecinos en él, todos deberían

interpretar la comedia de que todos estaban bien.

Llegó vacío. Y solo subió hasta su apartamento. Abrió la puerta. Puso el bastón en el paragüero.

Desde el sofá lo miró sin asombro una gata. Una gata tan vieja como él.

Desde un cuarto le llegó una voz preguntándole algo. Le respondió mientras iba hacia al baño.

Se paró frente a la pileta. Se lavó las manos, la cara, el pelo. Se lavó mucho.

Pero, por más que se lavase, el agua no iba a sacar las señales del tiempo: las manchas en la piel, las arrugas,.

Se miró en el espejo. Y solo vio un viejo más.

Recordó los que había visto en aquel jardín.

Tenían menos años que él. Pero ya los habían puesto aparte, separados del mundo.

Volvió a mirarse en el espejo. Volvió a ver un viejo.Y… sintió miedo.

…oo0oo…

EL JARDÍNEL JARDÍN

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DESDE BELLA VISTA

El del que ganaba la presidencia y el del que aún no la tenía.

Pero, poco a poco, comenzaron a surgir personas que no eran de los que dirigían ni de la oposición, que no se sentían representados ni por unos ni por los otros.

Que ya fuese por alguna diferencia física o ideológica no hacían parte de la masa.

Y estas personas comenzaron a reunirse en asociaciones, sindicatos, partidos… grupos.

Grupos constituidos por pocos seres, pero cuyos votos eran necesarios juntar para ganar los comicios.

Fue cuando surgió el artificioso principio:

El derecho de las minorías.La primer minoría en tener fuerza,

que de minoría no tiene nada, fue la de las mujeres.

Se le dio el derecho a voto, la mitad de los cargos políticos y privilegios por su sexo.

O sea, una minoría con más derechos que la mayoría.

TIFLOS

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 12)

42 TIFLOS (U)

 Comenzó unos siglos atrás, luego de una larga sucesión de gobiernos dictatoriales y sangrientas revoluciones que unicamente cambiaban el dirigente y sus secuaces por otros similares.

Un día, quizás cansados de ese derramar de sangre entre hermanos, o por que las haciendas se estaban quedando sin hombres, los caudillos decidieron dejar de guerrear.

Recurrieron a una vieja teoría: La democracia. El pueblo gobernado vota a sus

gobernantes, y los que gobiernan se reparten el país en proporción a los votos.

Por un tiempo pareció todo solucionado.

Los líderes se reunieron formando dos partidos teóricamente opuestos:

No hay peor ciego que el que no quiere ver...

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DESDE BELLA VISTA

Pero, al inscribirse políticamente, llamaron a su partido Tiflos, en recuerdo a la isla de la mitología griega donde enviaban a los seres como ellos.

Y aquella mayoría de minorías siguió ganando elecciones tras elecciones.

Y en cada elección el partido Tiflos tenía más representantes y, consecuentemente, tenía más poder.

Lo primero que lograron fue que todos los documentos, y publicaciones debían estar impresos en común y en Braille, y que este sistema de lectura fuese enseñanza obligatoria.

Luego que se eliminaran del lenguaje las palabras ciego, invidente y otras similares, por ser discriminatorias; ya que su condición era tan natural como la de cualquiera.

Sólo quedó llamarlos: Tiflos.

TIFLOS

DESDE BELLA VISTA

Luego fue un acelerado desmembramiento de esa sociedad en fracciones: los gordos, los flacos, los altos, los bajos, los peludos, los pelados, los así, y los asá.

Y cada grupo obtenía su representación en el gobierno.

Se llegó a la paradoja de que, para triunfar en los comicios, las minorías se unieron para formar una mayoría.

Y ganaron las elecciones… y las siguieron ganando.

Dentro de esa unión de micropartidos hubo un grupo que, a pesar de no tener un gran cantidad de afiliados ni ser éstos poderosos, fue obteniendo cada vez más preponderancia.

En sus orígenes fue conocida como la asociación civil de ciegos, sus miembros gozaban de simpatía popular, tenían privilegios por su condición y eran ayudados por todos.

TIFLOS

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DESDE BELLA VISTA

TIFLOS

DESDE BELLA VISTA

A los veinte años de gobernar la coalición de grupos, los tiflos eran mayoría en el congreso, dominaban los ministerios, Corte de Justicia, todo.

Por el beneficio de ser tiflo, muchos que no lo eran, se operaban para serlo.

Las señales fueron sónicas, las aceras con barandas. Ver fue arcaico, de engreídos.

Elegido por el setenta y nueve por ciento de los votantes, se tuvo un presidente tiflo.

Y el congreso aprobó por unanimidad la Ley de Igual Percepción.

Quedó prohibido iluminar los locales públicos, comercios, escuelas.

Se debía tapar todo lo que diese luz. Tener visión clara de las cosas era casi un delito.

Y siguieron las leyes de oscuridad. Y todas, aplaudidas.Desde hace años esa nación se

llama: República de Tiflo.

Un país donde a todos los que nacen…

les quitan los ojos.…oo0ooo….

TIFLOS

A PARTIR DE ESTE MOMENTOENTRA EN VIGENCIA LA

LEY DE OSCURIDAD TOTAL.SI USTED ES AUN DE LOS ANACRÓNICOS SOCIALES

Y NO LEE EN BRAILLE, LO SIGUIENTE DICE:

Final

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Hora 20 y 30, o las 8 y media p. m. para otros.

Si fuese otoño o primavera, algunos dirían que es de la tardecita. Y, noche oscura si estuviésemos en invierno.

Pero es inicio de enero, o sea, verano en estas latitudes. Por tanto, el sol brilla aún sobre el horizonte. Dentro de poco se hundirá en el mar y se acabará el día.

Sonrío de mi propio razonamiento anacrónico. Ni el sol se mueve, menos aún se hunde, ni el día se acaba. Solo es la tierra que gira sobre si misma y me soporta sobre ella.

Hace tiempo que no voy a la estación del ferrocarril. Esa que está a pocas cuadras, cerca de la bahía. La que fue patio de movimiento de vagones. Esa vetusta, solitaria, en ruinas.

Camino por el medio de una calle que termina en las vías.

Una calle cortada por una barrera hecha por un largo trozo de riel sobre otros dos más chicos parados.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Todos los rieles están oxidados, el travesaño, los puntales, los de las vías… a todos los alcanzó el tiempo, el abandono, la apatía.

Anochece, giro subiendo al andén.La vieja campana que otrora resonaba

con cada partida de un tren, dormita cubierta de herrumbre y colgándole de su badajo una corta y deshilachada cuerda.

No hay nadie en la cerrada boletería, menos aún tras los vidrios pintados.

Quizás haya alguien en la caseta aérea del guardia de estación, maldiciendo por tener que estar allí.

Poco a poco llega la penumbra. En la bahía brillan las luces de las boyas.

Las altas lámparas de la rambla costanera iluminan el veloz pasar de los vehículos.

Pero aquí siguen las sombras. Miro la maraña de oxidados rieles y veo las

grises figuras de vagones y locomotoras que deben estar contándose viejas anécdotas de lugares lejanos.

Miro el viejo banco de madera en el extremo del andén… y la veo… y la reconozco…

Es ella.

EL ÚLTIMO TREN

Viejas estaciones con rieles oxidados…

43 EL ÚLTIMO TREN (U)

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Con la confianza dada por los años, voy y me siento a su lado.

Me mira de soslayo, esboza una tétrica sonrisa, y sigue viendo hacia la oscuridad del agua.

–¿Qué haces descansando aquí? –le inquiero– Debes tener muchos por llevar en esta temporada de excesos y calor.

–Por eso me senté. –responde, fría– Sí, muchos son los que terminan por la velocidad, las bebidas, las pasiones, el crimen… Y nosotras los seguimos juntando.

–¿Nosotras?... –reflexiono– Creí que tú eras una sola…

–Somos muchas… somos una… somos ninguna.

Medito sus palabras. La observo. Esquelética escuálida,

enjuta, cubierta de escasos harapos. Y, quizás por efecto del verano, le encuentro un lúgubre atractivo.

–¿Estás esperando que los terminen de juntar? –murmuro.

–Nunca se termina de juntarlos. Mientras haya vida, habrá seres terminándola. Estoy esperando el último tren.

–El último tren pasó a las 19 y 30. –le indico.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–No. Aún no ha llegado. El último tren es en el que se van conmigo. –afirma, levantándose.

Y el andén comenzó a llenarse de invisibles figuras. Sin hablar, sin sonidos, pero todos esperando irse.

Miré hacia mi derecha. Allá, en la penumbra, muy atrás, luego de una curva.

Y vi asomarse una locomotora oscura, sin luces, silenciosa, arrastrando tenebrosos vagones.

Se detuvo frente al andén. Y las figuras empezaron a subir.

–¿Puedo irme yo también? –dije con extraña emoción.

–Aún no... Quizás un día, una tarde, una noche, yo no sé, cuando, tú tampoco lo puedes saber, pero un día llegará ese momento y… tomarás el último tren.

Subió al tren, éste se puso en marcha, sin ruido, sin chirriar de ruedas, sin sonar de campana, sin pitadas, en silencio...

Quedé viendo perderse el último tren en la oscuridad.

Y, como yo no me había ido en él, me di vuelta y me fui caminando de nuevo por las calles de la vida.

…oo0oo…

EL ÚLTIMO TRENEL ÚLTIMO TREN

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El hombre se despertó. Se sentó en el borde de la cama. Un día

más. Un día menos. O, tan solo, un día igual. No tenía nada que hacer. Y, sin embargo, ya se sentía cansado.

De la mesita de luz tomó un papel. Lo había escrito la noche anterior… ¿O hacía mucho tiempo?... Daba igual…

Y lo leyó nuevamente con sarcástica mueca:

“El resumen de mi vejez es interesante. No puedo tener relaciones porque ya no tengo erecciones. No puede tomar alcohol porque ya no lo resisto. No puede comer fuerte porque me hace daño. No puedo hacer fuerza porque me ataca la columna. No puedo manejar porque mis reflejos son lentos. No puedo trabajar porque nadie quiere a un anciano. No puedo enseñar porque lo que sé es de otra época. No puedo comer sin la dentadura postiza. No puedo ver sin los lentes. No puedo oír sin los audífonos. No puedo caminar sin el bastón. Si hace calor se me aceleran las pulsaciones. Si hace frío me duelen todos los huesos. Si un muchacho me pregunta algo, es para saber una dirección. Si una mujer me mira es para darme el asiento en el transporte. ¡Y todavía hay quien me dice que me cuide para vivir más!...”

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Arrugó la cara. Ya no servía para nada. Y, se decidió.Primero debía bañarse, vestirse,

desayunar. ¿Obligación, necesidad, rutina?... Daba igual…

Pero, lo hizo.Salió a la calle. A recibir la obligada consideración de los

otros. A responder con el obligado agradecimiento por la preocupación de ellos.

A soportar y soportarse.Subió al ómnibus. Había un asiento para

los viejos como él. Pagó un boleto de bajo costo para los viejos como él. Y todos le sonreían, como sonreían a todos los viejos como él.

Después de un rato, bajó. No era tan lejos. Antes, de joven, hubiera

ido caminando. Pero, hacía muchos años que había

dejado de ser joven.Caminó hasta la mitad de cuadra. Se

paró frente a la vidriera. Miró las armas. Relucientes, sobrias, equilibradas. Entró al local. Señaló una.Le preguntaron para que la quería. Si tenía permiso.

EL SUICIDA

Entre un hombre viejo que cuida a un león viejo, y un viejo león que devora a un viejo hombre,

el más compasivo es el león.

44 EL SUICIDA (G)

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No respondió a ninguna de las preguntas. Habría que tenido que mentir.

Y él ya no quería mentir.Volvió a la calle. Solo era otra frustración

más. Y, siguió. A los pocos metros se le acercó un

hombre. Le ofreció un arma. Le pareció el mismo de la armería, pero con otra cara.

Le dijo el precio. Lo mismo cantidad que él tenía como pensión. Sonrió con ironía.

Lo que necesitaba para sobrevivir un mes, era igual a lo que necesitaba para un instante.

La compró. Y volvió a su casa. Entró a su cuarto.

Cerró su puerta. Se sentó de vuelta en su cama. Un montón de cosas que parecían suyas, pero que hacía tiempo dejaron de serlo.

Metió la cabeza en una bolsa de tela. Las de plástico se rompen fácil. Había leído que, al volarse la tapa de los sesos, el cerebro ensuciaba todo.

Y él no quería molestar.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Metió el arma en su boca. La apoyó sobre el paladar. Sintió el agrio y metálico sabor. Inclinó el cañón hacia arriba. Era la forma más segura.

Y él no quería equivocarse.Quería morir, acabar con esa existencia.

Pero sabía que, a veces, se podía quedar sólo herido, aún más, baldado.

Y él no quería ser en una carga para los demás.

Apretó el gatillo.En la cavidad de su boca resonó el seco

ruido del percutor.Y… nada más…La habitación se llenó con una gran

carcajada.¡Se había olvidado de cargar el arma!Un rato después estaba en la calle. Fue a aquella esquina. Se encontró con

aquel hombre. Le devolvió el arma. Y el hombre le devolvió una mirada

comprensiva.El viejo ya no servía para nada…Ni para suicida.

…oo0oo…

EL SUICIDAEL SUICIDA

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DESDE BELLA VISTA

Érase un hombre que, una vez, compró un barco.

No era enorme como un transportador.

Ni tan pequeño como un bote.No estaba hecho de madera como

un velero.Ni tampoco de plástico como una

lancha.No tenía muchas cabinas como un

trasatlántico.Ni una cubierta larga como un

petrolero.Era sólo un barco… ni chico ni

grande… otro más.Y el hombre quiso pintar el barco.Quiso pintarlo color de mar, porque

le gustaba el mar.Y los de los buques grandes, le

dijeron que se confundiría con el océano.

Quiso pintarlo de blanco, porque le gustaba la espuma.

Y los de los botes pequeños, dijeron que de lejos parecería una nube.

Quiso pintarlo de azul, porque le gustaba el cielo.

BARCOS

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 11)45 BARCOS (G)

Cuando los barcos quedan juntos, amurados…¿se contaran cuentos como los marineros?

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DESDE BELLA VISTA

BARCOS

DESDE BELLA VISTA

BARCOS

Y los con botes y los sin botes, dijeron que en la distancia se mezclaba con el horizonte.

Quiso pintarlo de rojo, porque le gustaba el fuego.

Y los de los otros barcos, dijeron que parecería una boya en medio del mar.

Pensó pintarlo de marrón, porque le gustaba la tierra.

Y le dijeron que, desde el agua, se mezclaría con el paisaje de la costa.

Quiso pintarlo de negro, porque era un color serio.

Y le dijeron, que en medio del mar, semejaría un escollo.

Finalmente quiso pintarlo de gris, aunque no le gustaba.

Y le dijeron, que parecería una parte del muelle.

Entonces, el hombre, decidió dejarlo sin pintura. Y todos dijeron…

¡Que a un barco se le debe pintar!::::::

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DESDE BELLA VISTA

BAECOS

DESDE BELLA VISTA

BAECOS

Todos los días, sin importar si es de noche o de día, de tarde o de madrugada, hay un barco que cruza la bahía.

No importa si es hacia el puerto o hacia la petrolera, si lleva carga o vuelve de dejarla.

No importa si llueve o hay niebla, si sopla el viento o la mar está serena, si hay sol o luna, luz u oscuridad.

Ni si lo acompañan tres remolcadores, o dos, o uno… y a veces ninguno.

Que sepa la ruta, que se mantenga en el canal, que la corriente sea fuerte.

Que a veces se detenga viendo la isla, o quede mirando la costa, o esperando el remolcador que se quedó atrás.

No importa que ahora sea un pequeño petrolero, viejo, mal pintado, que ni se nota cerca de los enormes tanqueros.

No importa que hubo un tiempo en que era considerado grande, que hubo fiesta en su botadura.

Tiempo en que cruzaba el inmenso océano con las cisternas vacías para llenarlas en lujuriosas playas tropicales.

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Diap 116 FININDESPERE PARA HACER CLICK

DESDE BELLA VISTA

BARCOS

DESDE BELLA VISTA

BARCOS Tiempo que tuvo uniformados y serios capitanes, timoneles de blanco, marineros de azul, un puente deslumbrante.

No importa que navegó los siete mares, conoció los cinco continentes, estuvo en infinidad de puertos.

Que subieron a su borda prácticos de todas las razas, de todos los colores, de todos los idiomas.

Que sufrió el embate de los ciclones, que sintió su cubierta barrida por las tormentas, que chirrió del calor ecuatorial.

No importa que cruzó oscuras aguas turbulentas, tibias riberas de transparente mar, y hasta navegó en ríos como mar.

Son cosas del pasado. Hoy es un barco que cruza la

bahía.Y va y vuelve por el mismo canalSin saber si va, sin saber si vuelve,

sin importar lo que fue.Porque ahora solo importa…Que pueda ir y volver… todavía.Todos los días

…oo0oo…

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Fue en marzo de 1938. Cerca de fin de mes.

No recuerdo que día, si antes o después de mi cumpleaños; por tanto, yo podía tener ocho o nueve años, o ser verano u otoño.

Lo que recuerdo es que había tocado el pito de las cinco de la tarde del Frigorífico Switt; el cual, a pesar de encontrarse a casi dos kilómetros de la casa, se oía perfectamente.

Estaba yo en el fondo, solo, como de costumbre, pensando, bajo el parral, meciéndome en la hamaca, viendo como los gorriones comían las migas de pan en el piso.

A través del terreno de la esquina, me llegaban los gritos y risas de los botijas del barrio.

Eran más o menos de mi edad pero, quizás por ellos, o por mí, no pertenecía a esa barra.

De pronto escuché el ruido de vidrios rotos, seguido del veloz correr de decenas de zapatos infantiles, acompañado por los furiosos rezongos de las vecinas.DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Ni me moví de la hamaca, sabía lo que habían hecho:

Uno de ellos había dado con una piedra, seguramente tirada con la gomera, al foco de la esquina.

Eso significaba que esa noche ese cruce de calles estaría en la oscuridad y los padres de los botijas dormirían temerosos.

Ignoraban que sus hijos lo hacían a propósito.

Oí que las vecinas se reunían en la calle, protestando.

Poco después, apareció mi madre por la puerta de la cocina Traía en la mano el rebenque.

Un rebenque de cuero, para caballos, y yo ya lo había sentido otras veces en mi cuerpo.

Sin decir una palabra me agarró de una oreja y me metió dentro del baño del fondo mientras me azotaba en las nalgas y en mis desnudas y flacas piernas.

–Mamá… –protesté– Fueron ellos... ¿Qué culpa tengo yo?

–Eres culpable por tenerlos como amigos. –gritó– Siempre serás el responsable de todo… de lo que hiciste y de lo que no hiciste, de lo que hagas tú y de lo que hagan los demás.

PROMESA

“–Nunca me diste el gusto de verte llorar…”(Palabras de mi madre ya anciana)

46 PROMESA (U)

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Y, mientras mi madre reafirmaba cada frase dándome sin piedad con el rebenque, me hice a mi mismo la promesa de, frente a ella, no soltar ni una lágrima ni un quejido.

Me tragaba el dolor hasta que, cansada de pegarme, me dejaba en paz.

Recién entonces, seguro de que se había ido, lloraba en silencio viendo hincharse los rebencazos.

No recuerdo cuantas veces me castigó, fueron incontables.

Y un día dejó de pagarme, o yo empecé a alejarme de ella, de la casa, del barrio, de mi niñez.

Fui al liceo, comencé a trabajar, me casé, me fui a otras tierras.

Nunca más volví a tener marcas de rebenque en mi piel. Pero en mi espíritu quedaron como cicatrices imborrables lo grabado con esos golpes.

Jefe o empleado, solo o parte de un grupo, frente a un error o algo mal hecho, yo me señalaba como el único responsable del mismo.

Fuese hecho por mí, o no. Y así lo decía.Tuve pocos amigos. En una sociedad

donde siempre la culpa es del otro, desagrada alguien que se dice culpable.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero culpable o no, el tiempo no se detuvo.

Cierto día mi hermano me llamó. Mi madre había muerto.Yo estaba en otro país. Lejos. Pero, era mi responsabilidad.Llegué para el velatorio. Ayudé a cerrar el féretro.Lo cargué con

otros. Lo metieron en un nicho donde ya

reposaban los restos de mi padre, muerto muchos años atrás.

Sentí húmedos los ojos al recordar el viejo.

Pusieron la tapa al nicho. Alguien dijo algo.

Después, como siempre, todos se fueron.Al salir a la calle miré lejos. Desde allí no se podía ver la casa de mi

niñez. Pero, en mis recuerdos la vi.Recordé un fondo con una hamaca. Recordé a un niño con las piernas

hinchadas por los rebencazos.Recordé a un niño que se hizo a si mismo

una promesa.Y dejando a mi madre muerta en el

cementerio. Me fui …Sin soltar ni una lágrima ni un quejido.

…oo0oo…

PROMESAPROMESA

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Barlovento... Higuerote... Carenero...Y murió. Fueron las últimas palabras del viejo. Las había dicho con un tono indefinible. Tal vez de final, tal vez de añoranzas, o

quizás de despedida.Quedó en silencio, sintiendo. El viejo aún lo miraba con los ojos fijos. Quiso cerrárselos. No pudo. Por más que le bajase los párpados,

volvían a abrirse… mirándole.Lo dejó así. Fue a buscar un enfermero. Le ayudó a pasar el viejo a la camilla. El enfermero le tapó la cara al anciano

con la sábana y se lo llevó para la morgue.Quedó en el corredor viendo como se lo

llevaban. Y sintió que, debajo de la sábana, los ojos

del viejo seguían mirándole.Se marchó. Tenía que hacer otras cosas.

::::::

“Barlovento, Barlovento,tierra ardiente como el sol…”

47 CARENERO (V)

Llegó a la terminal de autobuses. Llevaba como único equipaje una bolsa.

Buscó el andén de las camionetas para Oriente.

Fue fácil. Era el de la gente más charlatana.

Ya allí, buscó los coches para Higuerote. También le fue fácil. Eran las busetas

más coloridas, más destartaladas… con más gente y más alegre.

Y se subió en una, cuidando la bolsa.Al poco rato dejaban la gran ciudad y,

tomando una ancha autopista, se dirigieron hacia Barlovento.

Vía los escarpados cerros, pero sintió que era otro el que miraba.

Uno que miraba en el ayer a una serpenteante y estrecha carretera que subía y bajaba esas verdes laderas entre curvas, barrancos, derrumbes y crucecitas de muertos.

Luego vino la tierra plana, la de exuberante vegetación, de exuberantes colores, de exuberantes mujeres morenas, la tierra barloventeña… tierra ardiente como el sol.

Y de pronto apareció Higuerote. Desde lejos los recibió con el amplio

abrazo de un horizonte de verdes palmeras, de mansas playas, de un mar tropical.

CARENERO

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Se dirigió enseguida a Carenero. Lo hizo en una aun más pintarrajeada buseta, y entre gente aún más alegre y de todos los colores de piel.

Llegó. Sólo quedaban los oxidados restos del alto galpón.

Pero, sintió que alguien dentro suyo estaba mirando cuando allí, en años idos, grandes barcas eran carenadas.

Caminando, fue hasta el remanso detrás del varadero. En esa baja y pequeña bahía, las barcas destrozadas escoraban para siempre sus ansias de volver al mar.

Cerca del muelle vio un tupido manglar y entre sus raíces unas carcomidas tablas.

Y otra vez sintió que era alguien que miraba algo del ayer.

Miraba un peñero que una tarde clavó la quilla en el fondo lodoso. Su casco estaba roto. Su proa gastada de tanto cortar olas. Sus cuadernas flojas.

Ya no se le podía más calafatear.Y allí quedó, siendo parte del mar,

dejando que la marea subiera y bajara dentro de él, que los peces nadaran en él, que un mangle creciera en él, y después otro, y otro, y otro.

CARENERO

Sacó de la bolsa un recipiente. Le quitó la tapa. Echó su contenido al agua. La tibia brisa se llevaba el polvo mientras

las cenizas se hundían mezclándose con el barro.

Después lanzó lejos la vacía urna. Por unos momentos ésta flotó sobre la

mansa superficie; luego, inclinando su cuello, con unos borbotones, también se hundió.

En el horizonte sobre el azul mar los pelícanos pescaban mientras las fragatas, en armonioso vuelo, esperaban en lo alto para quitarles su alimento.

Un velero cruzaba serenamente el mar, una lancha abría las olas dejando una estela de espuma, un peñero volvía con la carga de su pesca.

Sonrió. Levantó la vista. El brillo del sol le hizo entornar los ojos. Y sintió que aquellos ojos que no había

podido cerrar, finalmente, en paz, se cerraban.

Y murmuró:–Barlovento... Higuerote... Carenero...

…oo0oo… 23-04-2012

CARENERO

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Barlovento, barlovento,Tierra ardiente y del tambor,Tierra de las fulías y negras finas,Que llevan de fiestaSu cintura prieta

Y al son de la curbetaY el taki-taki de la mina.Y al son de la curbetaY el taki-taki de la mina.

Sabroso que mueve el cuerpoLa barloventeña cuando camina,Qué bueno que suena el takiti-taki-takiSobre la mina.

Que vengan los conunquerosPara el baile de san juan,Que la mina está templada para sonarEl tikita-tikitá, tikita-kita-tikitá.

Que vengan los conunquerosPara el baile de san juan,Que la mina está templada pa’ terminarEl tikita-tikitá, tikita-kita-tikitá.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Autor Música y letra: Eduardo Serrano (Caracas, 14-feb-1911 – 13-oct-2008)

Orquesta sinfónica de Londres Director Aldemaro Romero

BARLOVENTO

CARENERO

RESTOS DE LA ANTIGUA ESTACIÓN DE CARENERO - 2012.

CARENERO - AÑO 2012 . ATARDECER

CARENERO

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DESDE BELLA VISTA

JUEGOS

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 15)

Todos somos polvo de estrellas,en medio de la inmensidad...

48 JUEGOS (VECINOS) (U)

Diez de la mañana. Invierno. Seis grados de temperatura. Cien por ciento de humedad. La mortecina luz del sol se cuela a

través de la niebla que cubre el barrio.

Un hombre va cruzando el parque infantil. Los árboles y las cosas tienen un halo fantasmagórico. Cerca, sentado en un banco, vislumbra a un viejo.

Lo reconoce y le saluda:–Hola, vecino. ¿En medio de los

juegos de los niños?–No, vecino… Al final de los juegos

de la vida.El hombre calla. Sabe que el anciano quiere hablar.

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DESDE BELLA VISTA

–No hemos aprendido aun a caminar y ya nos gustan las hamacas. Somos felices sintiendo que vamos hacia arriba. Creemos volar muy alto, al cielo, olvidando que alguien nos empuja, que estamos colgados de varias cadenas, sentados firmemente y con un travesaño adelante que evita que nos caigamos al suelo. No nos importa quien hace fuerza, ni que eso sea solo un vaivén. Pero, cada tanto, vemos de reojo para atrás buscando la seguridad de que, cuando retrocedemos, haya siempre una mano que nos ayude a volver a subir.

–O, al final, a bajar de la hamaca… –agregó el hombre.

– Así es, vecino, así es... –asiente el viejo, y continúa:

JUEGOS

DESDE BELLA VISTA

JUEGOS

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DESDE BELLA VISTA

JUEGOS

DESDE BELLA VISTA

–Luego, al crecer más, nos gustan los toboganes. Subir a lo alto y lanzarse por la rampa. Corremos para ser el primero en trepar a la escalera. Nos empujamos criticando a los que están un escalón más arriba. Gritamos molestos a los que se encuentran ya en la cima y tardan en dejarla libre. Pero, al llegar cada uno ahí, se explaya con lo que domina, sabe que los que están debajo no podrán usar el tobogán hasta que él se largue, las protestas y gritos los oye amortiguados por la altura donde él llegó. Al final, acepta que debe ceder el lugar y, triunfante, se desliza suavemente en la bajada.

–O, alguien lo empuja y baja de golpe. –agregó el hombre.

–Así es, vecino, así es. –asiente el viejo, y sigue:

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DESDE BELLA VISTA

JUEGOS

DESDE BELLA VISTA

–Después, más crecidos, habiendo encontrado algunos que piensen igual y tengan los mismos gustos, nos dedicamos a los subibajas. Al principio respetamos el juego en un subir y bajar igualitario. Uno tiene que hacer fuerza para subirse a si mismo, pero baja de inmediato si el que sube es el otro. Eso aburre. Pronto se aprende a ponerse uno a una distancia más grande del otro para dejar a éste suspendido y molesto en el aire y que reclame el retorno a la igualdad. Y uno lo hace despacio, entre risas, para que el otro no se enoje.

–O lo suelta rápido para que, al bajar, el otro pegue en el suelo. –agregó el hombre.

–Así es, vecino, así es. –asiente el viejo, y prosigue:

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DESDE BELLA VISTA

JUEGOS

DESDE BELLA VISTA

–Muchos juegos vamos encontrando al seguir creciendo. Y los vamos jugando y dejando. Pero hay uno que siempre está ahí, teniendo bajo él la huella de los pies al arrastrarlos contra la tierra. La calesita. Es esa simple rueda horizontal que gira sin importar si es en un sentido o en el otro. Que lleva a todos en el mismo plano y hace ver las mismas cosas una y otra vez. Que da igual que estemos viendo para afuera o para dentro. Que todos juntos deben empujarla para que de vueltas… y, cada tanto, frenarla, para que alguno la deje.

–O no se frena, y el que baja, cae. Y la rueda sigue rodando, rodando, con los que están arriba. –agregó el hombre.

–Así es, vecino, así es. –asiente el viejo, concluyendo.

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Diap 127 ESPERE PARA HACER CLICK

DESDE BELLA VISTA

JUEGOS

DESDE BELLA VISTA

El hombre se va. Y le saluda:–Chao, vecino. Lo dejo en medio de

los juegos.–No, vecino… Al final.El viejo queda solo en la plaza, solo

en la niebla.El hombre deja el parque, deja a un

anciano.Se han despedido como vecinos.

No importa que vivan en diferentes calles, edificios, apartamentos, casas.

No importa que sean de distinta edad, color, país.

Porque en el universo somos todos vecinos.

Como lo son la Vía Láctea, y la nebulosa de Orión.

…oo0oo…

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El hombre estaba sentado en el parquecito, ése que nadie sabía si era público o no, puesto que lo cuidaban por igual el municipio como los propietarios del edificio.

No tenía rejas alrededor y lo cruzaban todas las personas, por tanto, debía ser público como la plaza de enfrente. Pero, en sus cuatro bancos sólo se sentaban los del edificio.

El hombre vivía en el piso seis, encima del cinco, ya que el inmueble tenía diez.

Los que habitaban en los de más abajo lo hacían por estar más cerca de la salida.

Los de los pisos más arriba por tener mejor vista, los del último piso para darse más postín, y los de piso seis… por que vivían allí, un poco más arriba de la mitad.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El hombre estaba en un banco de los que quedaban frente al edifico.

No había forma de cruzar sin saludarlo.–Hola, don… ¿Cómo anda?... ¡Bien!...El vecino le había dado el rutinario

saludo, el cual implica la respuesta a dar, el que evita un intercambio de ideas y la aún más molesta diferencia de pareceres.

–No ando… –respondió el hombre– estoy sentado.

El otro sonrió forzoso y, por cortesía, agregó:

–Claro… pero… ¡siempre bien!–Ni bien ni mal… Agonizando.–Por favor, don… –rogó el vecino,

arrepentido de haber pasado por allí– Si a usted se le ve entero.

–Apariencia, solo una más en esta sociedad de apariencias –dijo el hombre– Y uno más de los que viven agonizando.

El vecino calló, era mejor no comentar nada.

El hombre notó el silencio. Comprendió que el otro había tomado la posición menos comprometedora:

Lo ignoraba.El hombre ya no le daba importancia a

eso, y completó:

AGONIZANDO

Tú estás bien, yo estoy bien.¡Todos estamos bien!...

¡Qué bien, qué bien!¡Todos estamos igual!...

¡Qué mal, qué mal!(Poemas Grises)

49 AGONIZANDO (U)

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–Ya va para cinco años que estoy agonizando. Lo recuerdo exacto:

Fue el 17 de junio del 2007 a las 8 de la noche.

El otro, bien educado, lo seguía viendo con cara de fingida atención y moviendo la cabeza acorde, a pesar que, callado, buscaba una excusa para irse.

–¿Sabe vecino?... –y seguro de no tener respuesta, siguió el hombre– Ese día y a esa hora, debí decir que no, y dije sí… tomar mi resolución, y tomé la que querían los demás.

Otra vez el único comentario fue un gesto incomprensible.

–Por primera vez no quise discutir con ellos, aunque estaba en desacuerdo con lo que creían. Preferí ni siquiera exponer mis objeciones, así me evitaba esa molestia.

El vecino hizo un imperceptible levantamiento de cejas.

–Por primera vez… –aquel don continuaba monologando– pero la integridad de un hombre es como la virginidad de una mujer, cuando se pierde es para siempre.

Ni la analogía quitó al otro de su sociable inmutabilidad.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Hasta ese momento mi vida había sido un reto frente a las personas y a las cosas, donde cada problema me hacía sentir un ser útil. Desde ese momento dejé de tener problemas, ni con las personas ni con las cosas. Y, de a poco, me fui dando cuenta que no estaba vivo ni muerto… estaba agonizando.

El vecino se movió con alivio al ver que se acercaba una copropietaria, a la cual saludó con la consabida frase:

–Hola, señora… ¿Cómo anda?... ¡Bien!...–Hola, acá andamos –respondió ella– ¿Y

usted?... ¡Bien!...De inmediato se entabló la pueril charla

sobre el tiempo y la humedad. Charla tan insulsa como llena de simpatía. La mujer se despidió.

Y el vecino aprovechó el poder irse.–Chao, don… –dijo con tonta sonrisa–

¡cuídese!...El hombre quedó solo, en ese banco. Quedó reflexionando que, de pronto, por

el tiempo y la humedad, dejaba de ser ignorado, volvía ser uno más de esa sociedad humana.

Miró a lo lejos, y siguió… Agonizando.

…oo0oo… 04-05-2012

AGONIZANDOAGONIZANDO

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DESDE BELLA VISTA

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 8)

50 SONRISA (G)

No… ¡No estaba allí!...Pasé mi mano con suavidad sobre

las aún tibias telas con el deseo de sentir en algún lado su forma, esa conocida y curva forma que la distinguía.

Y… ¡No encontré nada!...Me senté en el borde de la cama. Comencé a pensar en lo que había

hecho antes de acostarme. Estaba seguro que ella siempre

estuvo conmigo, que nunca nos separamos.

Con los años, la gente,duerme separada…

de sus dientes.

Desperté tarde. La noche anterior me había

divertido. Tal vez, demasiado. Aunque, sinceramente hablando…¿Existen límites para cuando uno la

pasa bien?No había abierto del todo los ojos

cuando me di cuenta. La terrible sensación de que ella me

faltaba, me angustió. Traté de calmarme. Pero… ¡No la tenía conmigo!...Me moví despacio en la cama, por si

acaso estuviera entre las sábanas, envuelta en el edredón, y la fuese a dañar con mi brusquedad.

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DESDE BELLA VISTA

Sonreí ante mi estupidez. No se me había ocurrido. Seguro que ahora se hallaría en el cuarto de baño. Ahí estaría ella, frente al espejo, completamente limpia, mojada.

Fui presuroso. Abrí la puerta del baño sin ocultar mi ansia. Sentí un nudo en el estómago. Hasta la busqué en la bañera. Me costó aceptarlo. Porque…

¡No estaba tampoco!...Ya era de día, pero dejé la luz

encendida. Y encendía todas las lámparas por donde pasaba, en la ilusión de poderla ver más si estuviese caída y oculta tras algún mueble.

Otra vez me volvió la esperanza al acercarme a la cocina; quizás se encontrase allí, con las cosas que la noche anterior quedaron para fregar.

¡Y solo tuve otra desilusión!Apreté mis mandíbulas y fruncí los

labios. La extrañaba cada vez más. Eran muchos años viviendo con ella. Tantos que me parecía que siempre la hubiese tenido.

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

SONRISA

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DESDE BELLA VISTA

Pensé llamar a mis amigos y preguntar si ella estaba en la casa de alguno.

Luego reflexioné que eso era algo personal… y tuve temor de pasar vergüenza.

Si la había perdido, pues… tendría que vivir sin ella.

Más adelante buscaría otra. No sería igual, pero serviría para lo mismo.

Y tener una se había vuelto una necesidad.

Recordé los primeros tiempos con ella. No era linda ni fea. Y no fue fácil amoldarnos. Hubo gustos y hubo asperezas, momentos de satisfacción y momentos de molestia.

Pero, al final, no podía estar sin ella. Día y noche, juntos. Y si alguna vez la separaba de mí, era para cuidarla y hacerle todo lo que le fuera necesario.

Ella se había vuelto parte de mi forma de ser. Tanto, que cuando no la tenía conmigo, yo cambiaba mi expresión, era distinta mi manera de hablar… no era el mismo.

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

SONRISA

Y, como siempre, solo se valora algo cuando se pierde.

Recorrí de vuelta todas las habitaciones, buscaba en cada rincón, detrás de cada cortina, dentro de cada mueble.

En los lugares más ilógicos; pero, la angustia no deja razonar.

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DESDE BELLA VISTA

Y… ¡ahora no estaba conmigo!... ¡la había perdido! Era triste, lamentable. Pero… debía aceptar la realidad.Fui al dormitorio para terminar de

vestirme. En mi interior guardaba la tonta esperanza de encontrarla en la calle.

No me importaba en que estado, solo me importaba encontrarla.

Me senté en la cama. Me agaché para ponerme los zapatos. Se me iluminó la mente. ¡Quedaba un lugar para ver!

Era imposible que hubiese ido hasta ahí. Solo que yo, en forma inconciente, la hubiese tirado haciéndole rodar por el piso. Miré debajo la cama.

Y en el medio, en la penumbra…¡Allí estaba ella!...Con el brillo de sus blancos

dientes, con su rosada encía, con una mueca irónica, burlándose de mi preocupación.

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

SONRISA

…oo0oo…

¡No la había perdido!

Allí estaba…Sonriendo.

Mi dentadura postiza,

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Fue por aquellos años en que los tranvías circulaban en esa ciudad, que ésta no llegaba al millón de habitantes y que los barrios estaban separados por desoladas cuadras.

Sólo el tranvía era el nexo de unión entre ellos llevando sus pobladores a los lugares de trabajo, o al centro comercial, cruzando las adoquinadas calles con sus rieles brillantes.

Fue en invierno, comenzando la noche, al final de un día de esos que el tiempo tiene reminiscencia de la época estival y regala una tibia brisa.

Hora de la salida de oficinas y comercios. El tranvía repleto de gente apretujada,

deseando volver a sus casas. Pero, aún queriendo disfrutar de ese agradable atardecer.

El joven estaba agarrado del pasamano de pulido bronce del asiento frente a él.

Los pasajeros avanzaron. El pubis de la muchacha a su lado quedó sobre el dorso de su mano.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Él debería quitar la mano, ella quitar su vientre.

Pero, no lo hicieron. Quedaron sin verse a la cara, sintiendo

recorrer por sus cuerpos un callado gozo.Luego de un rato la miró. Y comprendió

que ella ansiaba lo mismo que él. Le indicó con una seña para bajar juntos.Y ella hizo un gesto que podía ser un…

sí… quizás.Bajaron. Doblaron en la esquina. En la primer entrada oscura, ella se

colgó del cuello de él y se abrió receptora. Él se introdujo y comenzó el instintivo ritmo ancestral.

Sin suspiros, sin quejidos, sin palabras. Ella sintió que él eyaculaba. Él sintió la

presión del orgasmo. Y así, callados, estuvieron unidos un rato más.

Ella se separó, acomodando su ropa. Él aún no se reponía. Ella ya se marchaba para la esquina.

De pronto se detuvo. Volvió para atrás, le dio un beso en la mejilla... Y se fue.

Cuando él llegó a la esquina, un tranvía se alejaba.

QUIZÁS

Una mujer puede asegurar que su hija y su nieta, de ella son;

un hombre, que su hijo y su nieto son suyos, no lo puede afirmar.

51 QUIZÁS (U)

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Pasaron cinco años. Los autobuses colectivos ya recorren la

ciudad mientras los tranvías resuenan en los gastados rieles. Cada vez hay más calles asfaltadas.

La ciudad supera el millón de personas. El hombre sube al tranvía. Se sienta en

uno de los asientos transversales. Mira a la mujer que está sentada enfrente. La reconoce, y ella a él.

Ella tiene en su falda una niña de cuatro años. El hombre ve, o cree ver, rasgos de él en la criatura.

Y, en silencio, con sus ojos, le pregunta a la mujer si es hija de él.

Y ella hace un gesto que puede ser un… no sé… quizás.

Ambos sonríen lánguidamente. La mujer y la niña bajan, no importa

donde. El hombre debe seguir en el transporte.

Han pasado veinte años. Los tranvías se volvieron fierros viejos,

recuerdos del pasado. Y, en alguna calle suburbana puede aún encontrarse tramos con adoquines.

El hombre sube al autobús colectivo. Se sienta en el asiento transversal.

Enfrente tiene a aquella mujer. Son muchos años sin verla. Pero la reconoce otra vez, y ella a él. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Ya es una abuela. Lleva sentado un niño en sus rodillas.

Y el hombre lo mira buscándole algún parecido con él. Y, ya manso, callado, le inquiere a ella con la mirada si es el nieto de él.

Y ella repite un gesto que puede ser un… no sé… quizás.

Y otro par de sonrisas tristes. Otro bajar de una mujer y una criatura. Otro seguir de un hombre en el vehículo.

Luego el paso de los años sin tiempo hacia la vejez.

Un anciano sube el ómnibus apoyándose en su bastón. Al entrar, le ceden un puesto en el asiento transversal. Mira a su izquierda.

Y en el primer asiento en ángulo está ella.

Se reconocen. Solo son un par de viejos solos.

Y todo viaje tiene un final. Ella se levanta yendo a la puerta del coche.

Pero, de pronto, se da vuelta y le da un beso en la mejilla. Y se va.

Él la mira a través de la ventanilla. En silencio, ambos se preguntan si se volverán a ver.

Y en silencio, ambos se responden… No sé… Quizás.

…oo0oo…

QUIZÁSQUIZÁS

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DESDE BELLA VISTA

La madre y su hijo habían tenido una linda conversación.

Una de esas que recorren el pasado con recuerdos de la familia, de los hechos y sucesos que van formando la personalidad de cada individuo.

El qué somos es determinado por la herencia genética de los cromosomas que nos brindaron nuestros progenitores, el cómo somos es modificado día a día por nuestra propia vida.

Muchos pueden estar formados en el mismo ambiente, hablar el mismo idioma, creer en las mismas ideas, pensar lo mismo, estar rodeados de las mismas personas.

Pero, cada uno es diferente a todos los demás. Es único.

Porque cada uno tiene solo una madre.

Y esa madre fue la que lo concibió. Y en su vientre lo formó y desarrolló hasta que, de aquel pequeño embrión, un día surgió una criatura.

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

Vivimos porque un óvulo y un espermatozoide se unieron.Y un hombre y una mujer…lo quisieron.

(Presentación anterior Nº 33)

52 LOS HIJOS CALLADOS (G)

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DESDE BELLA VISTA

El hijo se dirigió a la puerta. Y, con ojos húmedos y con voz emocionada, le dijo:

–Gracias, mamá… por haberme dado la vida.

El hijo cerró la puerta tras él y se marchó.

La madre sonrió halagada y complacida.

Miró hacia la ventana.Desde su marco quizás se podría

ver un horizonte de agua y cielo, o uno de elevadas montañas, o tal vez una plaza, o tan solo una calle, o simplemente la pared de enfrente.

Daba lo mismo a su edad. Solo era una ventana más. Una ventana tras la cual vivía una anciana más.

Una anciana sola, que ya había vivido.

Y desde el sillón donde estaba sentada comenzó a recordar.

Y los recuerdos se proyectaron en el cuadro de la ventana como imágenes surgidas del pasado.

Recordó su infancia, su niñez, su juventud.

Su vida. Y, también, aquellos recuerdos.

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

SONRISA Recuerdos que siempre había echado al olvido. Pero, ahora resurgían en ese marco.

La primera vez… era tan joven… y tan apasionada… y soltera… y había quedado embarazada… y abortó.

Luego, ya de novia, con su prometido… otra vez… y pensaron que era muy pronto para casarse… y abortó.

Después, los sabores y sinsabores del matrimonio. Los momentos difíciles y los apasionados… y los otros abortos.

Cuando con su marido lo creyeron conveniente, tuvieron un hijo.

Fue una época de felicidad.Pero, la vida volvió a su rutina. Por

distintas razones no hubo más criaturas. Siempre había un motivo para no tener otro hijo.

Y siempre había uno para… abortar.

¿Cuántos se hizo?La cuenta se ocultó en el ayer.Junto a aquellos pequeños cuerpos

quitados de su vientre, como cosas molestas.

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DESDE BELLA VISTA

SONRISA

DESDE BELLA VISTA

SONRISAUn aire frío entró por la ventana.La vieja mujer miró de nuevo hacia

la puerta.Le pareció de nuevo ver parado ahí

a su hijo.Y que él le decía esta vez:–Gracias, mamá... por haberme

dejado vivir.Giró la vista para la ventana.En el marco se reprodujeron las

imágenes.Las imágenes de ellos.Imágenes sanguinolentas de pequeños

seres.De deformes seres muertos sin

nacer.Todos la miraban con ojos de

ternura.Con entreabiertos ojos inocentes.Y ninguno decía nada.Como no dijeron nada cuando los

mataron.Eran los hijos que había abortado.Los hijos callados.

…oo0oo… 23 de Noviembre de 2014

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Lo encontré en un banco de la plaza. Debía haber muchos con él y como él. La plaza estaba llena de niños jugando. Por tanto, estaría llena de ellos.Pero yo lo vi solo a él. Era el mío. Y lo

supe de inmediato. Aunque nunca la había visto antes,

enseguida sentí que era el que me había acompañado toda mi larga vida.

Estaba alicaído, literalmente alicaído, con las alas bajas, el plumaje mustio, su cuerpo gacho y con una expresión en el rostro de viejo cansancio acumulado.

–Eres mi ángel de la guarda. –le dije con cariño.

–Ya era hora que te dieras cuenta de mí. –respondió.

–¿Te di mucho trabajo? –pregunté, pensando mi pasado.

–¿Mucho?... –rio– A veces creí perder todas mis plumas.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–Sí, –medité– en mi infancia era muy arriesgado.

–¿En tu infancia solamente?... –se burló– Y en tu juventud, y ya mayor, y aún en tu vejez. Toda tu vida te gustó caminar cerca del borde del precipicio. ¿Recuerdas lo del andador?

–No. Pero contaba mi madre que teniendo yo pocos meses rodé por una escalera desde el tercer piso hasta la planta baja, que nunca supieron cómo se abrió la portezuela y que me salvé porque mi cabeza se metió dentro el andador.

–Fuiste tú que sacaste el pasador, tú el que abriste la puerta y te lanzaste escalera abajo… y yo te salvé hundiéndote en el asiento. –y el ángel continuó– ¿Te acuerdas del tranvía?

–De eso, sí. Había ido a comprar bizcochos. Estaba un tranvía en la parada, sin motorman. Y con otro botija nos metimos debajo para ver como era. Volvió el conductor y puso el coche en marcha. Pero ahí no me salvaste tú, sino un borrachito que le gritó al motorman. Y eso no lo supo nadie.

–¿Y quién crees que hizo ver al borrachito para abajo? –inquirió él– Yo. La prueba es que lo sé.

MI ÁNGEL

El ángel de la guarda de Rosalinotrabaja tiempo extra.

Pablo Salas Perdomo.

53 MI ÁNGEL (G)

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–Y seguro que fuiste tú –evoqué– el que desvió la patas de los caballos de aquel carro cuando, corriendo con la chata, crucé entre ellas y vi sus herraduras cerca de mi cabeza.

–Así es. –me confirmó– Y el que hizo mover el volante al chofer del ómnibus que te iba a pasar encima cuando caíste del que venía delante. Son innumerables las veces que evité que cayeras o, si caías, que te mataras al hacerlo.

–Me imagino –dije irónico– que estabas junto a mí cuando arreglaba las lámparas de la iglesia a doce metros de altura, colgando de un débil tabla y una vieja cuerda.

–¿Junto a ti?... Estaba sosteniéndote encima. Creí que se me iban a romper las alas de tanto batirlas. Y siempre te guiaba mientras caminabas sobre las estructuras en el aire.

–¿Como cuando se incendió el tanque de gasoil?

–Sí, cuando agarraste la manguera de incendio, enfriaste las vigas de la tapa, subiste sobre ellas y apagaste el fuego.

–¿Y tú que hacías? –inquirí, seguro de la respuesta.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

–No dejé que te tocara ni una llama. Pero, muchas plumas que se me quemaron no volvieron a crecer.

–¿Cuál fue la vez que te causé más problema?

–Fueron tantas. Tantas en que recibí la descarga porque manipulabas los cables sin cortar la electricidad. Tantas que te saqué volando mientras caía lo que estabas haciendo.

–Cosas del trabajo. –justifiqué– ¿Y en lo personal?

–No sé... Quizás cuando miraste al tigre cara a cara. Tal vez cuando te pusieron un revólver en la sien y no te inmutaste. O, ahora de viejo, el tener que aceptar la vejez.

–Creo que la última debe ser la más difícil. –dije pensativo– Me has cuidado demasiado. Te lo agradezco mucho. Es hora que dejes de hacerlo. Tú también mereces descansar.

–Debo acompañarte hasta el final. Pero, una cosa te puedo asegurar, ser tu ángel de la guarda… no fue nada aburrido.

Y, moviendo lentamente sus cansadas alas, se desvaneció.

Y yo sentí que no había vivido solo.…oo0oo…

MI ÁNGELMI ÁNGEL

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DESDE BELLA VISTA

EL ROLLO

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 18)54 EL ROLLO (EL PAPEL) (G)

Los hombres se paraban al verla pasar, dándose vuelta para mirarla.

Pero, el tiempo no se detiene. Y quizás fuese hijo, o nieto, de uno de esos hombres, el gerontólogo que hoy la atendía.

Desde temprano empezaron las llamadas por teléfono al ancianato para saludarla.

Es más fácil llamar a alguien que ir a verlo, y más si ese alguien es viejo.

La vida es un teatro,y cada uno tiene su papel…

Papel higiénico, papel tualé;pero no dicen para que es.

Anabel cumplía ochenta y tres años.

Y ahí estaba, vestida con una blanca y sedosa blusa, finos pantalones negros, zapatos de tacón, peinada de peluquería, de rubio artificial, maquillada con formalidad.

No importaba que ahora su cuerpo estuviese torcido por la escoliosis y los dedos curvados por la artritis. Aún quedaba en ella algo de la época de su juventud.

Años donde fue alta, elegante, de blonda cabellera suelta, ojos azules, voluptuosas curvas, andar sensual.

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DESDE BELLA VISTA

EL ROLLO

DESDE BELLA VISTA

EL ROLLO

Es que las cosas tienen el valor que les damos.

En ese piso alto de esa ala de esa residencial había quince cuartos.

Y en cada cuarto había dos ancianas residentes y un baño.

Todos menos uno, el que estaba junto a la escalera, cerca del ascensor.

Ese, por sus medidas, solo podía ser para una persona. Pero era cómodo, y tenía su baño; y éste, grande.

Y, por privilegio o casualidad, era el cuarto de Anabel.

A cada cuarto le correspondía un rollo de papel por día, lo cual era motivo de roces y reclamos entre las dos ancianas que lo debían compartir.

Todas menos una. Anabel tenía todo un rollo completo para ella.

Era por el cuarto. Pero, los humanos personalizamos

las diferencias, seamos razonables o seniles.

Claro, con los eufemismos de la clase media, ella no era una anciana, menos una vieja, sino una señora; y no estaba en un geriátrico, menos un asilo, sino en un residencial.

Una enorme casona rodeada de hermosos jardines donada en el siglo pasado por unas viejas ricachonas, y solteronas, a las piadosas, y finas, monjas de una exclusiva congregación.

La mensualidad para estar en esa residencial era alta, pero no tanto para ella; tenía las jubilaciones de ser viuda dos veces y, además, su propia pensión.

Como no era domingo, fue rutina diaria en la residencial. Levantar a los residentes. Bañarlos. Darles el desayuno. En su cuarto a los especiales. En las salas a los comunes.

Revisar las camas. Sacar los colchones orinados. Lavarlos. Poner otros en las camas. Cambiar las sábanas. Traer los residentes de vuelta a su cuarto. Darles los medicamentos.

Y… lo más importante: ¡Repartir los rollos de papel!.

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DESDE BELLA VISTA

EL ROLLO

DESDE BELLA VISTA

EL ROLLO

Fuese por las emociones de ese día, o simplemente por la edad, Anabel murió esa noche.

En la mañana ya no estaba el cadáver.

No conviene que los muertos vean a los muertos.

Le dieron a la soprano el cuarto junto al ascensor.

Y se sintió la diva de la residencial.Ya no le tenía envidia a Anabel.Le daban un papel solo para ella.Su propio rollo.

…oo0oo….

En la habitación siguiente había dos ancianas muy cultas.

Una había sido soprano de cierto renombre.

La otra, una vieja cuyos hijos podían pagar el tenerla internada allí.

Anabel presentaba a cada uno que la venía a saludar, a su amiga, la soprano.

Y todos debían escuchar la historia de ese pasado de éxitos en el escenario.

La artista terminaba diciendo que fueron papeles del ayer, que ahora la importante era Anabel, quien tenía uno solo para ella.

Y todos sonreían condescendientes.Luego, despidiéndose de su actual

público, se retiraba a la sala donde la esperaba su compañera de cuarto.

Allí, viendo el rollo de las dos, discutían sobre el mismo.

Pero, cada tanto, miraba con celos el cuarto de su amiga.

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El otro día… ¡Otra vez con eso de “el otro día”!…Con la trillada y repetida frase de inicio

de “el otro día”…Es tan usada que, en esta época, donde

hay días para todo, debería haber un día para “el otro día”.

¿Y cuál sería ese día”?... Pues, lógicamente:… ¡El otro día!...Bueno, dejemos estos circunloquios

dignos de mi amigo Juan, el loco de la esquina. El hoy encerrado por la gente y la vejez, en el manicomio. Pero, del que, a veces, se escapa.

Entonces, retornando al inicio.El otro día iba yo cruzando la plaza

hablando con Titi, mi otro yo, cosa que ahora sucede a menudo; cuando encontré bajo el farol de la esquina a Juan y éste se unió en la charla.

Seguimos caminando juntos. Y a mitad de la plaza, sentada en uno de

los escalones del monumento, vimos a la muerte, nuestra común amiga.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

No nos extrañó verla desarropada, pero si que estuviese descansando; ya que con el frío reinante debía ser mayor la carga de fallecidos a llevar.

Pero, ahí estaba. Y, apenas nos vio, se levantó yendo hacia

nuestro encuentro.Mi otro yo y yo nos detuvimos a esperarla

con una sonrisa. Ambos le teníamos un afecto que aumentaba con los años; tanto, que muchas veces deseábamos su llegada final.

Sin embargo, Juan no pudo evitar un gesto de temor al tenerla cerca.

La locura de vivir es la locura más grande.

Y Juan es un loco. Pero, un loco educado, y también la

saludó.Y así reunidos, los cuatro nos dirigimos a

tomar algo.Ya no estaba más el boliche de la

esquina, como hubo uno en cada esquina de lejanos tiempos.

En su lugar había un: BAR – PIZZERÍA – ROSTICERÍA –

RESTORÁN. Así decía el letrero, y además que su

nombre era el de un santo que no fue santo sino un militar.

Y entramos al bar.

EL OTRO DÍA

Frases que dicen todo,y no dicen nada.

55 EL OTRO DÍA (G)

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Cruzamos en hilera frente a una vitrina que mostraba las comidas frías, luego seguimos a lo largo del horno de pizza y fainá, y adelante el mostrador con la caja registradora.

Y, después, lo más importante: ¡La parrilla!

Allí, asándose sobre la brasas, se exponía el multicolor y tentador cuadro de distintos cortes de carnes y embutidos.

Nos detuvimos un instante. El aroma, el color… y el calor, invitaba a quedarse. Pero, seguimos.

Los viejos parados en el remedo de mostrador de boliche nos dieron paso.

Fuimos a sentarnos a esa apartada mesa que está al fondo del local, junto a la escalera que baja al sótano y a la otra que sube al entrepiso, ambas pasando por agujeros misteriosos.

Fue una charla amena. Cada uno habló de lo suyo.

¿De que podía hablar Juan, el loco de la esquina?

De locuras…¿De que podía hablar Titi, mi otro yo?Naturalmente… de mí.¿De que podía hablar la muerte, nuestra

compañera?De lo que más sabía, de la vida.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Iba yo a hablar cuando oí una voz a mi lado:

–¿Qué se va a servir, caballero?Era una de las muchachas que atendía en

las mesas. Antes solo había mozos. Pero, ahora todo se ha mezclado.Miré a mi alrededor. Disimulándolo, desde las otras mesas, la

gente me observaba. Miré las tres sillas frente a mí. Mis contertulios sonreían. Comprendí, los demás no los veían.Pedí una copa. ¿De qué bebida? A mi edad no importaba

la marca ni el envejecimiento, todas tenían menos años que yo.

La tomé sin preámbulos sociales y nos fuimos los cuatro.

Al llegar a la calle, cada uno retornó a su camino.

Juan dobló la esquina regresando al manicomio.

Nuestra amiga, la muerte, se fue para cualquier parte.

Y Titi, mi otro yo, y yo, volvimos, juntos, a lo de siempre.

Eso pasó… el otro día.…oo0oo…

EL OTRO DÍAEL OTRO DÍA

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DESDE BELLA VISTA

EL LÍDER

DESDE BELLA VISTA

(Presentación anterior Nº 28)

56 EL LÍDER (G)

El líder nace, no se hace.

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DESDE BELLA VISTA

EL LÍDER

DESDE BELLA VISTA

EL LÍDER

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DESDE BELLA VISTA

EL LÍDER

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EL LÍDER

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EL LÍDER

DESDE BELLA VISTA

EL LÍDER Ugú se asomó al borde del risco. Miró el valle donde solían ir a comer la carroña que dejaban los tigres dientes de sable y otros animales carniceros.

Detrás de él sintió la presencia de los otros miembros de su manada, pequeño grupo de primates humanoides que poco se distinguían de los simios que gritaban en los árboles.

Tres o cuatro machos que le dejaban ser líder porque unos eran muy jóvenes, y otros ya viejos de treinta años con sus heridas causadas por las bestias o luchas con semejantes.

Y, detrás de ellos, estaban las hembras con los cachorros. Criaturas de todas las edades.

Sobrevivientes en ese mundo donde los débiles, los heridos y los enfermos morían.

La noche anterior el volcán había arrojado fuego y piedras candentes por su cumbre, lo que hizo huir a las fieras, e ir a los trogloditas más al fondo de sus cavernas.

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EL LÍDER

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EL LÍDER Quizás una de aquellas rocas

encendidas le había matado, y luego rodó prendiendo fuego a las ramas secas próximas. Aún ardían algunas junto al animal y la piedra caliente.

No se veía ninguna fiera cerca. Todos los animales temían el fuego. Y Ugú era un animal más. Pero el olor de la carne asada era distinto, atraía. Y… lo venció la curiosidad.

Bajó al rellano. Su manada queda retrasada. No se atrevían a acercarse al fuego. Ugú fue hasta donde estaban los leños.

Alargó su simiesco brazo. Agarró una rama por el extremo que no ardía. Y la levantó como un garrote.

La antorcha se avivó en el aire. Pero, él no se quemó.

Y el primate se irguió más en su todavía encorvada figura.

Los integrantes de su manada se alejaron de él, temiéndole. Sin embargo, luego, todos fueron a su lado.

Había dominado el fuego. Era el líder.DESDE BELLA VISTA

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EL LÍDER

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EL LÍDER

::::::Graw vino del río donde todos los

animales iban a beber. Aparentando indiferencia, pasó cerca de la manada de Ugú.

Era el segundo día que, desde lejos, los veía comer carne que ponían en la punta de las lanzas, y luego sobre el fuego.

Fuego al que ya no temían y habían llevado a su caverna.

Ugú lo vio llegar. Lo miró de soslayo para no enfrentarse. Se cruzaban a menudo. Sus cuevas estaban cercanas. Le tenía respeto. A Graw, unos cachorros de lobo le obedecían.

Pero, sobre todo, una de sus mujeres jóvenes tenía el pelo color de fuego, color de sol. Y a Ugú, le gustaba ese color.

Al estar cerca de los restos del bóvido, Graw lo observó. Aún quedaba mucha carne por comer. Cruzó su mirada con la de Ugú. Y éste hizo una imperceptible seña de acercarse.

Los cazadores de ambas manadas quedaron frente a frente. Y, juntos, comieron. Los cachorros pronto se mezclaron. Y las hembras, poco a poco, hicieron grupos entre ellas.

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EL LÍDER

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EL LÍDER

La joven de pelo color de fuego permanecía cerca de Ugú. Éste agarró un trozo de carne que tenía sobre las llamas y se lo dio. Graw asintió. Ugú sonrió; y ella, tomándolo, también.

Luego, al volver los trogloditas a sus cuevas, los de Graw llevaban ramas con fuego, primitivas antorchas que alejarían las fieras cazadoras que venían en la penumbra.

Los de la manada de Ugú portaban dos cochorros de lobo que les avisarían de los peligros y ayudarían en las cacerías. Y él, una hembra joven de cabellos como el sol.

Y todos, trozos de carne que asarían en la noche sobre el fuego.

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EL LÍDER

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EL LÍDER

Fuego que les había quitado el temor a la oscuridad.

En las circunvalaciones de sus primitivos cerebros sentían que eso los hacía distintos, diferentes a los demás animales.

Graw se durmió pensando en como dirigir su manada.

Ugú se durmió mirando las llamas.La joven de pelo color de fuego

dormía junto a él.Los cochorros de lobo estaban a

sus pies.¿Quién sería el próximo líder de las

manadas?

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EL LÍDER

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EL LÍDER

…oo0oo…

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El viejo no estaba muy lejos de donde vivía; sin embargo, se detuvo bajo el techo de la parada de transportes públicos.

Esperaría uno que lo llevase de vuelta.Era domingo, mediodía, invierno, seis

grados; por suerte, con sol. Además, se festejaba el Día del Padre. No pagaría boleto, y todos los ómnibus le

servían en esa avenida.Subió al primer coche que vino. Ni se fijó

en el número. Menos en el destino. Estaba pintado de otro color. No le dio importancia.

Ahora las cosas tenían otra apariencia.Pero, al llegar al bulevar, el vehículo

dobló en una plaza y tomó otra vía. Era el único que no llegaba a la parada de su casa.

El anciano bajó. Seguiría caminando a su destino.

El chistido de la puerta del ómnibus, al cerrarse tras él, le pareció un pedido de silencio. El frío, al darle en la cara, le hizo pensar que veía un paisaje congelado en el tiempo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Esa esquina, esa calle, la vereda de enfrente, una casa a mitad de cuadra, un jardín, una enredadera de jazmines… aquella muchacha.

Y, lentamente, empezó a andar sobre las baldosas de hoy y los recuerdos del ayer.

Comienzos de otoño. Comienzos de un nuevo año liceal. Él en tercero, ella en primero. Él, ya desarrollado. Ella, aún con cuerpo

de niña. Y, en ambos, la juventud.Se conocieron en un recreo. El salón de

clases de ella estaba junto al de él. Nunca la miraba. Pero ahí estaba ella,

callada entre el bullicio juvenil, cerca. Pero, una vez, él la vio…Era baja, de cabello renegrido, lacio, largo

hasta la cintura; piel cetrina, tersa, lozana; labios pequeños, rosados; mirada profunda, ojos oscuros…

Ojos que decían tantas cosas…Desde ese momento desaparecieron los

demás que había alrededor. Solo tuvo conversación para ella. Y, aunque ella hablaba casi en un

susurro, para él era una música.

RECUERDOS

Recuerdos, recuerdos…telarañas del tiempo...

57 RECUERDOS (U)

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Así supo que su antecesor había sido un vasco francés que se casó con una india charrúa, a la cual salvó de la matanza que hicieron los civilizados a los aborígenes.

De la abuela heredó los ojos oscuros, el pelo negro, la piel aceituna y la voz melodiosa.

Del abuelo… un difícil apellido, orgullo por su raza y la obediencia a la familia.

Se llamaba Blanca, como la amada del poema Tabaré.

La semana siguiente Blanca se pintó los labios, puso color en sus mejillas, sombra en los ojos, apretó la cintura; todo en infantil deseo de parecer más mujer.

Pero él solo veía sus ojos, oía su voz.No fue así con el padre, quien notó

enseguida los cambios.Un lunes, Blanca no fue al liceo. Al

preguntar por ella, las compañeras le dijeron que la habían puesto de pupila en un colegio de monjas.

Que solo el domingo venía a la casa.Y el domingo siguiente, él fue hasta esa

esquina, caminó por esa calle, miró la vereda de enfrente…

Y en aquella casa, en el jardín, bajo la enredadera de jazmines, la vio.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Fue solo un instante. La puerta de la casa se abrió saliendo un

adusto señor que lo observó con severidad, tomó la niña de los hombros y la llevó de inmediato para adentro.

Y después pasó el tiempo… días… meses… años… la vida.

El viejo llegó a la otra esquina. Había recorrido esa larga y torcida cuadra.

Se dio vuelta. Volvió a buscar aquella casa.

No pudo reconocerla entre las vetustas y pocas existentes. Quizás habría desaparecido bajo los galpones actuales.

Pensó que también aquella muchacha se volvió mayor, se casó, tuvo hijos, fue abuela… Y, quizás, ya habría muerto.

Ya no quedaban casas con jardín, ni enredaderas de jazmines.

Pero, él creyó verlos en flor, y a Blanca bajo ellos, con su cuerpo de niña, con su pelo largo y negro, con sus oscuros ojos, ojos que le decían tantas cosas.

Y, doblando la esquina, se fue por otra calle.

Como setenta años atrás……oo0oo…

RECUERDOSRECUERDOS

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DESDE BELLA VISTA

LA CAA DE DIOS

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LA CAA DE DIOS

EN RECUERDO A LOS ASPIRANTES Y JÓVENES DE ACCION CATÓLICA

QUE LLENÁBAMOS LOS BANCOS DEL LADO IZQUIERDODE LA IGLESIA DE LA VIRGEN DE LA AYUDA

FOTOGRAFÍA AÑO 1940 – ASPIRANTES, JÓVENES , MAESTROS Y SACERDOTES – PATIO COLEGIO DE LA VIRGEN DE LA AYUDA – CERRO - MONTEVIDEO

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DESDE BELLA VISTA

LA CASA DE DIOS

DESDE BELLA VISTA

Junio de 2014. Ocho de la mañana. Domingo. Hace frío. Hay sol. Sin saber por qué, decido ir a la vieja

iglesia de mi niñez. El tiempo, la distancia y la vida me

alejaron de ella.Antes quedaba a la vuelta de la

esquina, hoy… lejos. Antes era un niño, ahora… soy un

viejo. Antes creía, ahora… no sé.Tomo el ómnibus. Lleva poca gente. Y todos son

ancianos.Llego al barrio de mi infancia. Bajo en la calle donde estaba la casa

donde me crié. Si hay alguna construcción nueva se

diluye entre las decrépitas y grises del ayer.

Un niño es solo un ser que aún tiene fe.(Presentación anterior Nº 29)58 LA CASA DE DIOS (U)

TEMPLO VIRGEN DE LA AYUDACERRO, MONTEVIDEO, URUGUAY

Esto no es un cuento, es la narración de un suceso real

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LA CASA DE DIOS

DESDE BELLA VISTA

LA CASA DE DIOS

Subo. En el repecho me duele la pierna

que me fracturé cuando era chico. ¿Cuál?... ¿La izquierda o la

derecha?... Dudo. Izquierda y derecha se

confunden con los años.Me detengo. Recuerdo, recuerdo… Recuerdo que un día llegué de misa

imbuido de místicos dogmas y, le pregunté a mi padre:

–¿Por qué no vas a la Iglesia?... ¿A la casa de Dios?...

Y aquel culto obrero, libre pensador, respondió socrático:

–¿Dios tiene casa?... ¿No está en todas partes?... Si alguna tuviera, sería el Universo.

La iglesia de mi barrio nunca se cerraba. La casa de Dios siempre tenía las puertas abiertas…

Noche y día. Mañanas y tardes… Aunque no hubiese nadie adentro.

Villa del Cerro - Casco Antiguo –Visto desde la Bahía - 2012

Don Pablo – Año 1941

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LA CASA DE DIOS

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LA CASA DE DIOS

Allí buscaba reposo el ladrón que se sabía cercado por la policía, y luego se entregaba para ser llevado a la jefatura que estaba a la vuelta.

Allí se sentaba a descansar en el banco del fondo, ya en la madrugada, la prostituta que volvía de su trabajo.

Y solo ella y Dios sabían lo que meditaba.

Allí terminaba cada noche el borrachito de siempre, medio tumbado en el reclinatorio, hasta que la resignada esposa y el fraile se lo llevaban.

Allí los niños íbamos porque si, sin obligación.

A veces, en verano, porque era un lugar fresco; algunas, a mirar las imágenes; otras, a pensar… y otras a jugar a las escondidas.

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LA CASA DE DIOS

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LA CASA DE DIOS

Llego a la iglesia. Solo hay una misa. Entro. El sacerdote está diciendo el final.

Cuento las personas. Veintisiete.Recuerdo… recuerdo… Recuerdo cuando había misa de 6,

de 7, de 8, de 10 y media. Y todas estaban llenas de gente.Se termina el oficio. Los pocos

fieles se van. Salgo. Bajo los escalones hacia la calle.

La cruzo. Subo a la vereda.En el murito donde antes los

jóvenes nos sentábamos a charlar con las muchachas, ahora hay una entrada a la plaza.

Ya no hay jóvenes, ya no hay muchachas, ya no hay charlas. Sólo hay unos viejos solitarios sentados en bancos.

Oigo el chirriar de goznes a mi espalda. Me doy vuelta.

No puedo reaccionar. Quedo mirando.

¡Alguien está cerrando las puertas del templo!

IGLESIA VIRGEN DE LA AYUDA – JUNIO 2014

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LA CASA DE DIOS

DESDE BELLA VISTA

LA CASA DE DIOS

Está cerrando unas altas rejas de hierro que no permiten entrar a nadie desde la calle.

Y las cierra con llave.Recién reacciono. Y se me escapa del corazón:–¡La casa de Dios tiene las puertas

cerradas!De un banco cercano, unos viejos me

aclaran justificando eso porque los delincuentes entran a robar y asaltar.

Los miro. Son otros tiempos. Prefiero callar. Me voy.

Bajo. Me dirijo a tomar el transporte

público. Tarda. Llega. Subo. Me siento. Sobran asientos. Y se repite dentro mío:–¡La casa de Dios tiene las puertas

cerradas!

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LA CASA DE DIOS

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LA CASA DE DIOS

Y mientras el vehículo se aleja de donde pasé mi niñez, le pregunto al viejo que se refleja en el vidrio de la ventanilla:

–¿Donde buscará reposo el ladrón que se sabe cercado?

–¿Dónde descansará la prostituta que vuelve de su trabajo?

–¿Dónde terminará cada noche el borrachito de siempre?

–¿Dónde irán los niños a pensar… o a jugar a la escondida?

–Y sobre todo… ¿Dónde va hoy el que necesita encontrarse con su Dios, si la casa de Dios tiene las puertas cerradas?

Y desde el reflejo me responde la imagen de mi padre:

–¿Dios tiene casa?... ¿No está en todas partes?... Si alguna tuviera, sería el Universo.

Sonrío. Quedo tranquilo. Esa no tiene rejas.

…oo0oo…Don Pablo Carigi

73 años – Año 1973

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Cuando nació Juan, su madre y su padre lo llevaron hasta una escarpada ladera sin vegetación, y le mostraron:

–Éste será tu bosque.Luego, sacaron de una vieja bolsa a un

pequeño arbusto que aún mantenía en sus raíces los restos de la semilla de donde había surgido su existencia.

Haciéndolo agarrar con las tiernas manos de la criatura lo plantaron al pie de la cuesta, y dijeron:

–Es el primer árbol de tu bosque. Todos los años plantarás uno más… a veces podremos ayudarte… otras, tendrás que hacerlo solo.

Y el tiempo pasó. Y el niño creció. Y cada año había un árbol más en la

ladera. Y cada vez el terreno era más duro. Y cada vez lo arboles dejado detrás eran

más grandes.Al principio sembrarlos fue fácil.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

La tierra era blanda y fértil. Los pequeños árboles se desarrollaban

rápido y se llenaban de nuevas hojas.Además, si el endeble tronco intentaba

torcerse, aceptaba la ayuda de una estaca o un palo para crecer derecho.

Juan veía que en laderas cercanas otros niños sembraban sus propios bosques.

Algunos ya con más árboles, otros con menos, y muchos iguales al suyo. Y todos eran amigos.

Pero llegó la época de la juventud. Fueron años difíciles. La savia subía veloz a las ramas. Lo arboles crecían altos y florecían

copiosamente. Y Juan olvidaba ir a plantarlos.Fueron sacudidos por violentos vientos

foráneos, atacados por hormigas y pestes que amarilleaban sus verdes hojas.

En algunas laderas se perdió lo sembrado.

Juan tuvo la fortuna que sus árboles resistieran la tormenta y salieran fortalecidos.

Quizás fue que estaban mejor sembrados o, tal vez, tenían raíces más profundas.

Y Juan volvió a cuidar su bosque.

EL BOSQUE DE JUAN

La vida se encierra en una simple semilla…

59 EL BOSQUE DE JUAN (U)

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Luego, fue sembrar para recoger. Cada año tomaba más cuidado en como

plantaba el árbol, en qué lugar, que frutos podía dar, que sombra tendría en el futuro.

Ya no le preocupaba si la cuesta era fuerte, si el terreno tenía piedras.

Debía aplanarlo, hacerlo fértil, abonarlo, y dejar suficiente espacio entre ellos para que crecieran.

Y llegó el momento en que Juan, tomando un pequeño arbolito recién brotado de una semilla, llevó sus hijos a sus propias laderas.

Les repitió las palabras que le dijeron sus padres.

Y en silencio plantó dentro de él un árbol en el jardín de los recuerdos, porque ellos ya no las podrían decir.

La vida no se detuvo. De lo arboles crecidos caían semillas y de

las semillas crecían nuevos árboles.Cada vez le costaba más al hombre subir

la pendiente para plantar otro árbol. Debía apoyarse en los troncos de los

viejos para tomar fuerzas.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Y una vez más, luego de poner en la tierra el de ese año, se dio vuelta para mirar la ladera que tenía a sus pies.

Estaba cubierta de árboles. Los había derechos y torcidos, altos y bajos, con frutos y sin ellos.

Pero ahí estaban. No había sembrado en vano.

Lejos vio otros bosques. Algunos estaban repletos hasta cima. Otros menos.

No le importó los de los demás.Éste era el suyo. El bosque de Juan.El tiempo siguió pasando. Y aquellos bosques se perdieron dentro

la selva del ayer. Pocos saben que hubo uno que fue el bosque de Juan. Era… uno más.

Pero, en él, al pie de la ladera hay un tocón seco.

Es el resto del primer árbol que se plantó allí.

Y que una vez lo cortaron. Nadie recuerda por qué.Unos dicen para hacer el ataúd de Juan.Otros, para el fuego con que lo

incineraron.O… como tantos… sólo sirvió para leña.

…oo0oo… 25 de octubre de 2014

EL BOSQUE DE JUANEL BOSQUE DE JUAN

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DESDE BELLA VISTA

OTRO MÁS

DESDE BELLA VISTA

Cuando ese hombre cumplió veintiocho años, la vida le hizo un regalo.

Quizás fue cuando cumplió 29, o a los 30.

Tal vez unos cuantos años antes, o algunos después.

No importa a que edad ni en que momento, pero la vida le hizo el regalo que le hace a todos los hombres que piensan…

Y él era otro hombre… otro más.Le regaló que cada noche y cada

mañana se encontrase con su pasado y con su futuro.

Con ambos…Pero no como reflexiones en su

mente, sino como personas reales y que pudiese hablar con ellos, hablar los tres.

Tres seres parecidos, pero diferentes.

El presente es ese efímero instanteen que el futuro se vuelve pasado.

(Presentación anterior Nº 30)60 OTRO MÁS (U)

Parecidos en lo físico. Diferentes en las edades,

diferentes en la forma de pensar.Extrañamente el que representaba

el pasado era cada vez más anciano, mientras el futuro parecía rejuvenecer cada día.

Al principio los encuentros fueron simples, agradables, con bromistas intercambios de las ideas de cada uno.

Pero al pasar el tiempo se fueron volviendo más serias, más formales; con reclamos y recriminaciones, ya fuesen de uno o del otro, hacia el hombre y sus actitudes.

Y al hombre, que cada día se iba sintiendo más cómodo en su presente y amoldándose más a su realidad, le comenzaron a molestar esos encuentros llenos de enfrentamientos.

Inicialmente les respondía dando algún justificativo para su cambio, pero luego fue callando y los oía sin decir nada.

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DESDE BELLA VISTA

OTRO MÁS

DESDE BELLA VISTA

OTRO MÁS

Nada sabía el pasado, para poder reclamarle por utopías que poco tenían que ver con la realidad.

Nada sabía el futuro, para poder recordarle que cada vez le quedaba menos para hacer un porvenir mejor.

Ellos no tenían que vivir cada día. Sólo eran un regalo. Y solo existían porque él había

vivido y porque él aun debía seguir viviendo.

Era imposible que ellos comprendieran. Solo eran pasado y futuro. Él tenía otras cosas en que pensar.

El encuentro con ellos lo dejaba mal. Cada vez peor. Llegó el momento que se le hizo insoportable escucharlos.

Y un día, temprano, preocupado por las necesidades del momento, el hombre mandó callar tanto al futuro como al pasado, ordenándoles de manera tajante:

–Ya me tienen harto de oírlos hablar de sus tonterías. Uno, recordándome los ideales del ayer, las ansias de realizar un mundo distinto. El otro, repitiéndome que aún queda tiempo de hacer todas esas cosas, que el mañana puede ser mejor. ¡Déjenme tranquilo! El tiempo pasado, pasó. Y el futuro, nadie sabe como será. La única realidad es que solo tengo el presente de cada día. Y siempre es igual. ¡Déjenme en paz!

El joven y viejo se miraron en silencio. Hicieron una mueca triste.

Y, en silencio, se fueron, perdiéndose cada uno en el camino. Como se pierden tantas cosas que nos regala la vida.

Nunca más el hombre supo de ellos. Nunca más los volvió a ver. Nunca más lo molestaron.

El hombre vivió el resto de su vida tranquilo. Envejeció sin problemas.

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DESDE BELLA VISTA

OTRO MÁS

DESDE BELLA VISTA

OTRO MÁS

Fue uno de tantos. Uno que solo hablaba de temas del

momento, que siempre estaba actualizado, que opinaba de acuerdo con la mayoría, que nunca contradecía al interlocutor.

Que si alguien añoraba algo del ayer, él callaba aflorándole una forzada sonrisa. Y si le comentaban de un tema social, su gesto era de una indefinida seriedad.

Y así vivió, sin opiniones propias, sin recuerdos del ayer, sin sueños para el mañana, con la realidad de cada día.

Así vivió, formando parte de la sociedad.

Sin que nadie supiese lo que lo él pensaba o sentía.

Sin él preocuparse de lo que pensaban o sentían los demás.

Tranquilo… sin futuro ni pasado.Sólo fue otro hombre…Otro más…

…oo0oo… 19 – Julio - 2014

MultitudAntonio Saura – 1963

España

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Llegó al barrio allá por los años treinta.No le prestamos mucha atención al

principio. Era un botija más que venía junto a una familia con apellido raro, de pronunciación difícil.

De una familia del norte de Europa, una más desarraigada de su tierra por sus ideas, y otra de las que llegaban mezcladas con los pobres y hambrientos emigrantes de Italia y España.

Enseguida supimos que era judío. Las viejas se especializaban en averiguar

la religión y las creencias políticas de sus vecinos.

Que sus padres eran judíos y socialistas. ¡Un anatema!...A los botijas poco nos preocupó eso. Todos éramos hijos de padres con ideas

extrañas. Lo que queríamos saber era como jugaba fútbol en el baldío de la esquina.

Lo pusieron en la escuela del estado y en el turno de la tarde.

Por tanto, debía formar parte de la barra que iba a jugar en el baldío durante la mañana.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Pero, no apareció por allí hasta el sábado de tarde. Lo primero que le preguntamos fue su nombre. Nos respondió en perfecto español.

Solo entendimos Alberto y un apellido con eins.

Y quedó con el apodo del Beto Eins.Eso en el barrio y en la barra era más

oficial y sacramental que cualquier documento.

El sobrenombre vive y permanece con uno hasta el final de nuestra vida.

Nos dijo que no podía venir todas las mañanas porque en ellas estudiaba violín.

Se ganó el respeto de los muchachos, sabíamos que era un instrumento difícil.

Lo pusimos a jugar futbol. Era algo tímido. No servía como

delantero. Por tanto, quedó en la defensa. Y, por la manera como pateaba, fue zaguero izquierdo.

Algunas veces le decíamos medio en broma: judío.

Y él nos respondía con orgullo que lo era.Así pasó el tiempo. Los botijas se hicieron muchachos, y el

Beto Eins con ellos. Fue de los pocos que formaron el

pequeño grupo que eligió ir al liceo.

EL BETO EINS

Era un muchacho másque, a veces, pensaba distinto…

61 EL BETO EINS (U)

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Fue allí que tuvimos la sorpresa.Entró el profesor de Física al salón. Comenzó a pasar la lista para

conocernos. Iba diciendo nuestros nombres y cada

uno se paraba de su banco. Llegó el momento que dijo con asombro:–¡Albert Einstein!...Y el Beto se puso de pie en forma casi

prusiana.–¿El de la Teoría de la Relatividad?... ¿El

del Premio Nobel? –le preguntó irónico el profesor.

Y el muchacho le respondió:–Muchos Einstein y muchos judíos había

en Alemania. Pocos pudimos salir y salvarnos. –y luego agregó– En cuanto al Nobel, a él se lo dieron por sus explicaciones sobre el Efecto Fotoeléctrico y no por la Teoría de la Relatividad.

Todos lo miramos pasmados. Y el profesor afirmó:–Así es. Tiene razón. Puede sentarse,

señor Einstein. Será un honor tener en la clase a alguien con su nombre y apellido.

Llegó la hora del recreo. Allí reaccionamos acordes a nuestra forma de ser.

Le hicimos bromas por el homónimo.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El Beto las siguió. Pero, nunca supimos si era o no pariente

de él.Hay cosas para las cuales los judíos son

herméticos.Y el tiempo siguió. Los años del liceo se fueron volando. Todo lo bueno pasa rápido. Al Beto Eins se le siguió llamando así y

fue uno de los pocos que terminó el bachillerato.

En esos años llegó la división del átomo, la bomba atómica, y la finalización de la guerra en Europa.

También fue el comienzo de un montón de cambios para la humanidad.

Ya mayores, cada uno tomó su camino. El Beto y su familia se fueron para la Argentina.

Lo último que supimos de él fue que se había casado, que trabajaba en la Oficina de Patentes y que seguía tocando el violín.

Cosas de la vida.Hoy pocos quedamos de aquella barra de

botijas. Pero todos recordamos los partidos en el baldío.

Y siempre los recordaremos con una sonrisa.

Porque Albert Einstein jugó futbol con nosotros en el campito de la esquina.

…oo0oo…

EL BETO EINSEL BETO EINS

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DESDE BELLA VISTA

EL CHANCHO

DESDE BELLA VISTA

Barraca de verdad era la de Serra en la calle Prusia, cerca de Grecia, que tenía grandes cantidades de cal, cemento, cabillas, y de todo para construir una casa.

Pero, cuando nuestros padres necesitaban un poquito de portland, o una sola varilla, o un pedazo de cabilla, o una latita de cal, nos mandaban a la “barraca de arriba”.

Y el gallego, que siempre parecía estar sin afeitar, nos daba el cemento en un trozo de papel de la misma bolsa.

O la cal en una lata golpeada en la cual sólo faltaba agregarle el agua.

No nos gustaba mucho ir allí. El gallego, la señora y los botijas

eran buenos. Pero… el lugar olía feísimo. Es que detrás del galpón, bien al

fondo…¡Criaban un chancho!

Ese triste momento que el niñocomienza a ser hombre.

(Presentación anterior Nº 31)62 EL CHANCHO (U)

Hecho real sucedido en 1938

A media cuadra de mi casa, yendo hacia la Fortaleza, en la esquina de las calles Barcelona y Bogotá, había un galpón.

Nuestros padres le decían la “barraca de arriba”

Pero, creo que era solo por aprecio al gallego y a su familia; que vivían detrás, en un rancho.

Todo estaba hecho con materiales viejos, usados, chapas de cinc oxidadas, puertas desvencijadas.

Con ventanas torcidas, y todo puesto en forma tal que evidenciaba poca habilidad.

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DESDE BELLA VISTA

EL CHANCHO

DESDE BELLA VISTA

EL CHANCHO

Una cuando el gallego traía el cerdito recién destetado.

Todos queríamos tocarlo. Por semanas íbamos a jugar con él

mientras corría entre las plantas.Pero, al poco tiempo se ponía

grande, se revolcaba en el barro y las inmundicias.

Y lo dejábamos en su chiquero.La otra ocasión era el día de San

Martín.Aunque nada tenía que ver con el

santo, ni con el militar.

Las cochineras estaban del otro lado del Cerro, en las granjas.

Pero nosotros teníamos el poco común privilegio de poder ver como se criaba un chancho en la esquina.

Y el barrio lo sentía como otra cosa nuestra, tal vez por añoranza de emigrantes venidos de los campos de Europa.

La gente no caminaba por esa vereda, bajaba a la calle.

Solo se llenaba la esquina de personas en dos ocasiones:

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DESDE BELLA VISTA

EL CHANCHO

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EL CHANCHO

El gallego le clavó el puñal en la yugular.

El chorro de sangre empezó a caer. La señora puso un latón debajo

para recogerla.Yo había quedado apretado entre

los que aguantaban el cuerpo del agonizante-

Por un lado rogaba que terminasen pronto sus estertores, y por otro debía frenar mis ganas de acariciarlo para que no chillase más y muriese en paz.

::::::Hacía poco que yo había cumplido

nueve años. Mi madre me dijo que el sábado

era el día de San Martín, y yo ayudaría en la matanza del chancho.

Que ya había hablado con el gallego.

Y, mirándome fijamente, agregó que debía aprender lo que era hacerse hombre.

Así que ese día, temprano, fui a la “barraca de arriba” y formé parte del grupo que llenaba el local.

Unos hombres trajeron el grueso cerdo arrastrándolo con cuerdas.

Lo botijas lo empujaban en las nalgas. Y yo fui a ayudarlos.

Cuando estuvo dentro del galpón, a un grito del gallego se abalanzaron todos los hombres sobre el cerdo y agarrándolo de las patas lo acostaron sobre unos tablones.

El gallego tenía en su mano un largo cuchillo. El chancho chillaba desesperado. Los demás lo sujetaban fuertemente.

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DESDE BELLA VISTA

EL CHANCHO

DESDE BELLA VISTA

EL CHANCHO

Salí al fondo. El rato llegó de la cocina un

sabroso olor.Sentado en la hamaca sonreí

tristemente. Sabía algo más.Había aprendido que para hacerse

hombre hay que dejar de tener sentimientos.

…oo0oo…

Finalmente dejó de chillar. Y los matarifes le despellejaron y

despiezaron, entre bromas y felicitaciones.

El gallego me envolvió en trozo de carne y la cola del cerdo como obsequio. Agradecí y me fui.

Respiré hondo en la calle.Yendo hacia la casa tenía el

entrevero de los recuerdos de un pequeño chanchito correteando entre las plantas y los de un grueso animal indefenso chillando mientras agonizaba.

Mis padres estaban sentados a la mesa.

Mamá me preguntó cómo había estado todo.

El viejo me miró, y en mis ojos leyó la respuesta.

No dije nada y le di a mi madre el paquete.

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Coincidieron en una reunión en un hotel del Prado, una reunión a la cual tuvieron que ir, y eso porque cada uno era pariente de alguno de los que allí homenajeaban.

Hacía tiempo que no se veían. Más de cincuenta años, bastante más. La última vez, los dos eran jóvenes del

liceo. Y ahora ambos habían pasado los

ochenta años, bastante más.Quizás el otro no lo recordase, su vida había

estado llena de situaciones políticas y sociales importantes. Era conocido como un ex en muchas cosas de la historia del país.

No le importó. También él era un ex en muchas cosas. Cosas que no quedan escritas en los libros de historia.

Pero que llenaban la historia de su vida.Se le acercó. Alguien los presentó. Hablaron de la época de estudiantes. Le

preguntó al otro por el hermano pianista, el que se había hecho renombre en el extranjero.

DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El otro sonrió comprendiendo que a él no le importaban los temas políticos ni los económicos.

Que prefería recordar el mármol gastado del escalón de la entrada del viejo liceo.

Un viejo liceo que había sido derrumbado por el progreso.

Y desde lo íntimo de su alma se permitió preguntar al otro por la hermana, aquella muchachita que esperaba en el recreo junto a la puerta del salón de al lado.

El otro volvió a sonreír con la picardía de años idos. Le dijo que ella se había casado. Que estaba viva. Que había enviudado hacía unos años.

Y que vivía en…Alguien se acercó con una pregunta de

política… Y el otro dejó de ser un ex para ser alguien actual con comentarios y opiniones.

Y como él no podía dejar ser otro ex, se alejó.

Terminando la reunión el otro se le acercó. Al despedirse le dio un papel.

Lo leyó. En el mismo estaba la dirección y el teléfono de una señora.

Una que tenía mismo nombre de aquella muchachita.

LOS EX

Llega un momento en que solo somos ex,y ya no importa de qué…

63 LOS EX (U)

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Días después. Otoño. Seis de la tarde. Y ahí estaba él, tocando el timbre de una

añeja casa. Antes había llamado por teléfono. Ya no tenía el atrevimiento de la juventud.

Lo recibió una mujer anciana, alguien parecido a aquella muchachita.

Pero, una sonrisa los rejuveneció a los dos.

Lo hizo pasar. Se sentaron. No hablaron de la vida de cada uno.

Hablaron de aquel tiempo. ¡Ah!... de qué cosas tan simples están

hechos los recuerdos.Nombres de otras muchachitas, nombres

de otros jóvenes, de aquella profesora, de aquel profesor…

Y de pronto, el arrugado rostro de ella se llenó de rubor… y le preguntó si recordaba cuando él, todos los días, en sus manos traía una rosa y luego la regalaba a una de ellas.

Y él, con una risa de anciano, rio al decirle que la rosa la robaba de la cerca del vecino.

Y… quedaron en silencio los dos. Quizás ella callase que era una de las que

esperaba que le diera la rosa. Quizás él no pudo decir que muchas

veces quiso dársela y no se atrevióDESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Después de eso la conversación se volvió normal. De hijos, de nietos, de lo que había vivido ella, de lo que había vivido él… una charla de ex.

Y finalmente, con un beso en unas mejillas arrugadas, una despedida de ex.

Ya era de noche. Despacio, apoyándose en el bastón, él

llegó a la esquina del liceo. Ya no existía más la vieja casona en cuyos

salones se hicieron tantos jóvenes.Buscó apoyarse en la columna de hierro

que sostenía los soportes del cable del tranvía.

Ya no existía la columna, ni siquiera quedaban en la calle los rieles del tranvía.

Pero él se quedó parado allí, esperando. Sabía que hacía muchos, muchos años

que ya no pasaban los tranvías y que el 16 se había ido llevándose con él su juventud.

Miró su arrugada mano. En ella sostenía una rosa. No se

acordaba de donde la había robado. Quizás de alguna cerca.Triste, sonrió. Él era solo otro ex… Y no le importaba de qué.

…oo0oo…

LOS EXLOS EX

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DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

DESDE BELLA VISTA

En la cuadra de mi casa, en la esquina, había un baldío.

En esa época en casi todas las cuadras había un baldío y, muchas veces, más de uno.

Hasta en la calle Grecia, que era como la avenida principal del barrio, había algunos.

Las pocas manzanas que tenían una construcción en todos sus terrenos estaban cerca de la parada del tranvía, o de la plaza de la iglesia, o del colegio de las monjas.

Las demás, a medida que se alejaban de esos lugares, iban aumentando en baldíos.

Tanto, que las que se hallaban por el cementerio, tenían una o dos viviendas; o, ninguna.

El de nuestra esquina se hallaba sobre la calle de la iglesia y solo a una cuadra y media de ésta.

Sin embargo, fue nuestro baldío por muchos años.

(Presentación anterior Nº 32)64 EL BALDÍO (U)

Ya no quedan más baldíos…Gabriela Sellanez

En aquel tiempo… y en ese lugar..

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DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

En la punta de la esquina, sobre una gran roca negra, se levantaba un rancho.

Un rancho de paredes torcidas, puertas y ventanas deformes, con un techo donde crecían los yuyos.

Los que vivían allí eran tan lúgubres y misteriosos como el rancho, como los escalones de piedra para llegar a él, como la cerca con abrojos que rodeaban su fondo.

Sabíamos que tenían gallinas, perros y niños porque se les oía cuando íbamos a jugar en el campito dentro el baldío de la esquina.

Sin embargo, pocas veces los veíamos.

Los baldíos no tenían vereda con baldosas. Llegaban con la tierra, el pasto, y aun con matorrales, hasta el cordón.

Todos sirvieron como depósito de los restos de las casas aledañas.

Y el nuestro guardó nuestra niñez, junto a muchas cosas.

Nuestro porque varias generaciones de botijas jugamos en él, cruzamos su sendero en diagonal, crecimos, nos hicimos mayores y cambiamos.

Pero… él se mantuvo igual.Nadie conocía el dueño. Decían que

era de un banco, otros de una sucesión.

Sumaba varios solares y tenía media cuadra por lado.

O sea: ocupaba un cuarto de manzana.

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DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

Guardó, en primavera, recoger de las zapalleras nacidas de los restos de comida, las flores que tanto gustaba preparar mi madre, quien me enseñó a distinguirlas por su sexo.

O, en las tardes de verano jugar futbol en su campito de tierra porque el portland de la calle estaba muy caliente, o el milico andaba cerca y podía llevarnos a la comisaría.

Guardó, bajo su tierra, cubiertos de flores salvajes, los restos de pajaritos muertos y que cantaron en la cocina, o los de gatos y perros que nos acompañaron.

O, el tener cuidado de no probar los rojos frutos venenosos del revienta-caballos, o las semillas de los abrojos, ni las de las hermosas flores del ricino.

Guardó en las noches de invierno nuestro miedo al cruzar su oscuro sendero en diagonal, creyendo ver entre las ramas de los árboles y matorrales a fantasmas y criminales.

Guardó el jugar al hoyo-pelota y sentir en la espalda el golpe de la pelota de trapo, mojada de agua y barro, para desquitarse después lanzándosela a un compañero.

O, correr en la mancha venenosa saltando entre escombros, basura y plantas espinosas, para no ser tocado y luego tener que perseguir a otro y pasarle la mancha.

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DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

DESDE BELLA VISTA

EL BALDÍO

O, en los días con viento hacer competencia de remontar cometas tratando que la cola no se enganchara en los cables de la luz, ni que al caer fuera a dar a los árboles del rancho.

Guardó, ya grandes, la emoción del encuentro con ella, la tan soñada, en el caminito de tierra y lejos de todos.

Guardó el día a día de los que se quedaron…

Guardó la nostalgia de los que se fueron…

:::::He vuelto al barrio. Ya no queda nada del baldío. Ha

sido ocupado por modernas casas. Pero en la esquina hay una

construida en ángulo sobre la roca negra. Y en la tierra tiene una escalera de piedra.

Cerca del cordón veo una mancha amarilla.

Me acerco.Es una planta de zapallitos con una

flor.No la pude arrancar. Era una flor hembra.Y la dejé allí… en nuestro baldío.

…oo0oo… .

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Ugú, el cavernícola, se paró sobre el saliente que formaban las rocas a la entrada de la cueva.

Ya había avivado el fuego de las hogueras y todos los integrantes de su tribu estaban juntos.

Atardecía. Miró los colores de las nubes en el horizonte. Dentro de poco llegaría la oscuridad.

Ya no sentía temor de ella como cuando era niño. El fuego alejaba a las fieras.

Observó lo dispersos montículos que sobresalían sobre la vegetación.

Cavernas con primitivos trogloditas. Cuevas con animales salvajes. En la selva, todos eran igual.

Lejos, sentado en la cima de una colina, con su elegante figura recortada en un arrebol, vio un tigre mirando hacia donde se ocultaba el sol.

Sereno, sin temor, seguro de sí mismo.Ugú lo admiró. Aunque, también le temía.Era una fiera terrible que muchas veces

había acabado con la vida de uno de ellos. Pero, era un cazador que atacaba solo,

no en jaurías como los lobos, las hienas, o las leonas. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Tan solitario, que pocas veces se le veía en pareja.

Quizás, en una madriguera entre bajas rocas, una tigresa amamantara un par de cachorros, alejando al macho con su gruñido.

Ugú sabía del tigre. El tigre sabía de los cavernícolas. Y ambos se conocían y respetaban.Ugú cazaba en el mismo territorio que el

tigre, y solo cazaba para comer y dar de comer a su tribu.

Pero, si el tigre lo atacaba, o se cebaba con los de su tribu, lo debía matar.

El tigre también solo cazaba para comer. Y, como otra presa más, cazaba a los hombres.

Cazaba a los que ya no podían vivir, a los débiles, a los ancianos, a los enfermos, a los retrasados…

El sol se ocultó en el horizonte. Ugú entró en la caverna y se reunió con

los suyos tras la protección de las hogueras.

El tigre siguió en la cima de su colina oteando el horizonte.

Otra noche caía sobre ese salvaje mundo primitivo cubriendo las cavernas, las cuevas, la selva, las fieras, los cavernícolas, las colinas.

Y… los tigres.

YA NO HAY MÁS TIGRES

A veces, en lugar de atacarlo,un tigre lame a un hombre y lo deja…

¿será que le siente mal sabor?

65 YA NO HAY MAS TIGRES (U)

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::::::Miles de años después. Decenas de miles de años después.La misma tierra. Quizás el mismo lugar.

Tal vez las mismas colinas. Pero, un mundo diferente.

La selva de vegetación ha sido sustituida por una selva de edificios y casas.

Atardece. Un hombre, parado en medio de una

gran sala, mira, a través de los vidrios del ventanal, los colores de las nubes en el horizonte.

Pronto anochecerá.El sol se oculta tras los edificios. Y la selva de cemento y ladrillo se llena

de ventanas iluminadas. Incontables hogueras artificiales que

alumbran las pequeñas cavernas de cada habitación.

Miedo ancestral a la oscuridad. Alguien enciende la luz de la sala. Y la

luz muestra a los seres humanos que están allí.

Y el hombre observa a sus semejantes en esa sala.

Sala de un hospital, casa de salud, geriátrico, ancianato, residencia.

Distintos nombres, igual lugar. Un lugar donde se encierra a los ancianos,

a los enfermos… a los que quedan atrás en la humanidad. DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

Incapaces, desquiciados. Viejos que se babean y hablan con personas inexistentes. Ancianas de cuerpos torcidos sentadas en sillas de ruedas. Decrépitos seres desmadejados en los sillones.

Unos que gritan, otros viven encerrados en su silencio. Algunos sonríen a todos. Otros están enojados hasta consigo mismo.

Hay que alimentarlos, limpiarlos, vestirlos…

Las enfermeras llegan y empiezan a llevar, uno por uno, al comedor. Es hora de cenar.

Éste protesta. La otra ríe. La mayoría se deja conducir indiferente…

están vivos… y no están.El hombre mira. Él es uno más. Sólo que aún sigue de pie.Que aún puede pensar… Y piensa.Observa el horizonte por el ventanal.Otra noche llega a ese mundo

conquistado por la civilización.Donde los seres humanos viven,

sobreviven... y subviven.

Donde ya no hay fieras que cacen a los que ya no pueden vivir, a los ancianos, a los débiles, a los enfermos, a los retrasados…

Ya no hay más colinas con tigres.Ya no hay más tigres.

…oo0oo…

YA NO HAY MÁS TIGRESYA NO HAY MÁS TIGRES

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

El terminar los demás libros decía que era la última página porque las ideas no tiene fin y el ser humano lo tiene.

Pero en éste ya con 87 años cumplidos solo puedo poner:

FINAL… nada más.

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Soy otro ejemplo de los criados durante los años treinta y cuarenta en la República Oriental del Uruguay.

República que sembró en aquellos niños, principios que los harían críticos despiadados consigo mismo y con los demás.

De 1925 a 1938, en la gran huida de Europa, llegaron al Cerro seres de diferentes pueblos, religiones, sueños, odios.

Venían todos con ideales de un futuro mejor.

Ideales que fueron transmitidos a los niños, sentados en las baldosas de las veredas, por viejos frustrados del marxismo, socialismo, fascismo, comunismo, por italianos, armenios, judíos, rusos, alemanes, polacos, gallegos, catalanes.

Y que nos dejaron una mezcla incongruente de ideas

Asistí a la escuela Checoslovaquia, laica y del estado, y así mismo pertenecí a un grupo de la iglesia católica parroquial.

Me gustó ser aprendiz de todo, desde zapatero remendón a monaguillo, y sin beneficio alguno. Sólo por conocer.

Completé mi educación en el Liceo Bauzá, el hoy derruido de la avda. Agraciada. Tuvimos profesores que nos enseñaron normas, y otros a pensar... y dudar de las verdades absolutas.

Estando aún vivo, creo innecesario que otro escriba sobre mí. Se justificaría si fuese joven y precisase un panegírico. Y, afortunadamente, ya no me afecta esa enfermedad.

Trataré de ser justo y escueto, cosa difícil cuando se habla de uno mismo.

Nombre: Rosalino David Carigi Aquilini.Apodos: Titi (Uruguay). Catire

(Venezuela)Seudónimo: Gracián Solirio (anagrama)Nacido el: 28 de marzo de 1929.En: Fornacci di Barga, Lucca, Toscana,

Italia.Nacionalidad: Italiano y Venezolano.Profesión: Téc. Industrial Metal

Mecánico, Hornos y Esmalte. Plantas Electrodomésticos.

Vida laboral: Dibujante, Proyectista, Jefe, Gte. de Planta, Jubilado.

Estado: Casado con María Teresita Delgado San Martín.

Hijos: Juan Pablo, María Leticia, María Esther

El 13 de octubre de 1931, teniendo dos años y medio, vine con mis padres a Montevideo. Y viví hasta mis 25 años en la Villa del Cerro, barrio emblemático.

SE DICE DE MÍ

SE DICE DE MI(EL AUTOR)

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Expresando ese sentimiento, emulaba una canción:

–Ni soy de aquí, ni soy de allá…Y alguien me corrigió:–¿No será que es de aquí y de allá?

Usted es un extrañero no un extranjero. El que se forma en un lado y hace su vida en otro, será un extrañero en ambos. Porque cuando esté en una parte extrañará la otra.

Hoy, viejo, miro hacia atrás y no me arrepiento de ningún instante vivido. Son mi vivencia.

Fui un niño tímido, observador, retraído, y solitario.

Fui un joven rebelde, inquieto, inconforme y soñador.

Fui un hombre introvertido, irascible, estricto e idealista.

Soy un viejo agnóstico, impaciente, nostálgico y bohemio.

Y ahora, a mi edad, solo queda… lo que fui.

Y lo viví a mi manera…oo0oo….

Rosalino CarigiSeptiembre de 2013

Nota: “Se Dice de Mí” se copió del libro “LOS DONES DEL AYER”

Una de las pocas cosas a la que quisiera volver, es al Liceo Bauzá en 1945 y en segundo año “C” del turno vespertino.

En 1957 me marché tras un sueño a Venezuela. Fueron cincuenta años allí. Toda una vida. Mi vida.

Viví los mejores años de dos grandes países, el Uruguay y Venezuela.

Tuve la felicidad de vivir sus progresos. Y la fortuna de no hacerme rico.

Tuve la tristeza de vivir sus decadencias. Y la suerte de no volverme ruin.

Ayudé a abrir el camino de la industria, del esmalte y del progreso.

Tuve la dicha de enseñar a usarlo... y la amargura de ser usado en él.

En el 2008 volví al Uruguay. El tiempo todo lo cambia.El Uruguay que encontré no es el que

dejé. La Venezuela que dejé no es la que encontré.

Pero los que yo viví, nunca me los podrán cambiar. Nunca me los podrán quitar.

Por que al Uruguay que me formó, y la Venezuela donde me desarrollé, los llevo en mí.

Los dos me dieron todo. Y yo me di todo a ellos.

SE DICE DE MÍSE DICE DE MÍ

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DESDE BELLA VISTA DESDE BELLA VISTA

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FIN

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