137279608 Critica a La Filosofia Del Lenguaje de Walter Benjamin

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  • ch ENSAYOCrculo Hermenutico

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    LaetitiaeI

    La fi losofa del lenguajetemprana de Walter Benja-min: Sobre el lenguaje engeneral... y la recepcin cr-t ica del relato bblico. En1916 Walter Benjamin escri-be un ensayo titulado Sobre ellenguaje en general y sobre ellenguaje del hombre. En l, sureflexin sobre la naturalezadel lenguaje se mueve en unhorizonte marcado por las no-ciones msticas o teolgi-cas desarrolladas en la tradi-cin hebrea de pensamiento.Tanto es as, que el escrito ca-si se estructura como glosa de

    las nociones lingsticas con-tenidas en los primeros vers-culos del Gnesis.3

    Parece evidente que este es-crito germinal gravita en tornoa nociones nucleares de laconcepcin cabalstica y queaparenta literariamente termi-nar articulndose como msti-ca y teologa del lenguaje. Enese sentido, Gerschom Scho-lem incita a no dejar de ladoesas influencias y llega inclusoa afirmar que Benjamin enaquella poca, y todava des-pus, se inclinaba a represen-taciones del lenguaje de or-den perfectamente mstico. 4

    Debemos sin embargo, en

    este punto, atender al modoen que Benjamin se remite alrelato bblico. Su uso del Anti-guo Testamento est explcita-mente matizado:

    Si a continuacin considera-mos la esencia del lenguaje apartir del primer captulo delGnesis, no quiere decir esoque persigamos una interpre-tacin de la Biblia, ni que laBiblia sea puesta objetiva-mente en tanto que verdad re-velada como fundamento dela reflexin, sino que debeencontrarse lo que en el textobblico se descubre acerca dela naturaleza del lenguajemismo.5

    La lectura de Benjamin, suuso del libro Gnesis, portanto, lo invalida como des-cripcin literal y certera de lahistoria del lenguaje. Si la re-ferencia al relato de la Crea-cin ha de tomarse como lanarracin de las diferentes fa-ses en las que se desarrolla el

    Algunas derivas crticas de laFFIILLOOSSOOFFAA DDEELL LLEENNGGUUAAJJEEtemprana de Walter Benjamin

    El presente artculo pretende resaltar de la filosofa del lenguaje de Benjamin su momento crti-co, haciendo nfasis en la articulacin profana, propiamente terica, de los materiales teolgi-cos con los que este autor trabaja, en su doble vertiente de crtica a la configuracin instru-mental del lenguaje y de proyeccin regulativa del ideal del nombre como unidad lingstica.Con ello, a partir de breves secciones que ponen el nfasis en determinados aspectos de esaapropiacin profana, quisiera servir de correctivo a las lecturas exclusivamente teologizantesque, bajo la fascinacin de la asuncin benjaminiana de algunos motivos de la mstica judaica, sedesentienden del carcter propiamente filosfico y crtico de estas reflexiones seminales sobrela naturaleza del lenguaje.

    JOS M. GARCA GMEZ DEL VALLE, DOCTORANDO, UNIVERSIDAD DE FRIBURGO EN BRISGOVIA

    1

    Dieser Liebe geht wie Strahlen aus einem Glutkern dasDasein der Geliebten aus ihrem Namen, ja noch das Werkdes Liebenden aus ihm hervor. So ist die Divina Commedianichts als die Aura um den Namen Beatrice; die gewaltigsteDarstellung dessen, da alle Krafte und Getsalten des Kos-mos aus dem heil der Liebe entstiegenen Namen hervorge-hen.2

    W. Benjamin.

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    lenguaje en su relacin conlos seres humanos, entoncesla excusa bblica, ms bien,habr de tenerse en cuentacomo imagen o narracin po-sibilitadora de un marco lti-mo de referencia desde elque tematizar el darse sincr-nico del lenguaje. Que tal esla funcin que cumple pareceobvio por la simultaneidad desucesos, relevantes para la te-orizacin lingstica benjami-niana, bien diferenciados yespaciados en el relato bbli-co, como son los de la cadadel Paraso y el derrumba-miento de la Torre de Babel.Por tanto, la consideracindiacrnica que toma comopretexto argumental el relatobblico, est subordinada a lacontemplacin sincrnica de,por un lado, la facticidad mis-ma del lenguaje y su configu-racin instrumental y, por otrolado, a la proyeccin regulati-va del ideal del nombre. Elmomento crtico de la refle-xin de Benjamin debe ocu-par, entonces, un lugar desta-cado en su interpretacin.

    IIEl nombre. Segn la lectura

    del Gnesis que desde el len-guaje Benjamin lleva a cabo,tras el momento en el que ellenguaje es Palabra, estoes, la palabra que literalmen-te crea realidades, aparece elnombre. Aqu, el lenguajese hace humano. El hombre,en tanto que conocedor porel lenguaje es instado a daractualidad a ese conocimien-to en el nombre, denominan-do a los animales nominibussuis.6 As, el lenguaje en suestado adnico priva al hom-bre de cualquier poder efecti-vamente creador pero le con-

    cede un acceso inmediato alas cosas, un conocimientoabsoluto y certero. Esta no-cin del nombre como idealgnoseolgico (cf. infra, secc.VI) no se presenta del todoajena a ciertas dificultades. Elhombre irrumpe con el nom-bre en el mutismo propio alas cosas y la naturaleza sever de algn modo incomo-dada por la presencia delhombre. La dialctica entre elsujeto y el objeto pareceirrumpir, aunque de forma mi-tigada, en aquel acto de de-nominacin. Aun en su identi-dad cognoscitiva, la apari-cin de un lenguaje que trans-forma en sonido la mudez dela naturaleza da muestras deuna cierta injusticia.7

    III

    La cada. En el mbito de sureflexin lingstica cobra es-pecial importancia la visinque de la cada y el pecadooriginal nos ofrece Benjamin.La cada no tiene el carcterde la corrupcin moral, fueuna cada lingstica. El peca-do original implica la cadadesde un estado paradisacodel lenguaje en el que el hom-bre era perfectamente conoce-dor debido a la corresponden-cia gnoseolgica entre el nom-bre y la cosa. No pudo ser de-generacin moral porque,para el hombre, aparece aqupor vez primera el conoci -miento acerca del bien y delmal, el juicio valorativo, y s,en cambio, lingstica, porquela aparicin del juicio corrom-pe el conocimiento fundadoen la unin con la cosa quevena anunciada en el nom-bre, desbarata el perfecto iso-morfismo entre la realidad y ellenguaje del nombre.

    La cada repercute decisiva-mente en la esencia del len-guaje en tanto que representauna salida del puro lenguajedel nombre, por la que ellenguaje se transforma en me-dio cuya unidad lingsticano ser ms que el mero sig-no. Adems, se genera unanueva magia del juicio y sehace presente como abstrac-cin, en la que se desarrolla-r toda designacin. La cadarepresenta, por tanto, en suversin benjaminiana, un ale-jamiento o abandono de lascosas (Abkehr von denDingen), a partir del cual ellenguaje deviene mera pala-brera (Geschwtz).8 Es elorigen de la abstraccin,pues, incapaz ya de nom-brar, el lenguaje cerrar susposibilidades en los lmitesdel juicio. Su locucin no pue-de ser ya aprehensin no co-ercitiva de esencias espiritua-les expresndose como lin-gsticas. Su juicio ahora de-satiende las propiedadesobjetivas de la cosa y se li-mita a regocijarse en unanueva capacidad de imposi-cin, que se traduce en unabsoluto domino sobre lo ar-bitrariamente referido. La ca-da lingstica sealar, enton-ces, lo que Benjamin denomi-na la esencia teolgica de losubjetivo.9

    IV

    La palabra ha sido profana-da; ha sido puesta al serviciode todo.10

    Rechazo del principio de laarbitrariedad del signo lin-gstico. El elemento que arti-cular esta nueva forma delenguaje ser, frente a la pa-labra del dios creador y alnombre adnico, la palabra

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    humana. Con ella, las cosasson sometidas a la contingen-cia de la denominacin, quetiene su origen, simultneo ala cada en el uso productivoque Benjamin realiza del rela-to bblico, en la confusin ba-blica de las lenguas.

    La cada lingstica imprimede una vez para siempre sucarcter arbitrario al lenguajehumano en la sobredenomi-nacin.11 La actividad lin-gstica humana termina de-sarrollndose por medio dellenguaje y no en el lenguaje.El hombre ya no es capaz decomunicar (mitteilen), su acti-vidad lingstica se limita asealar (bezeichnen).

    En este contexto, la fechaestablecida para el manuscri-to original de este trabajo deBenjamin, 1916, no deja deaparecrsenos, si prestamosatencin a la esfera de la teo-rizacin lingstica, como deuna sintomtica casualidad.Es en ese ao cuando se pu-blica en Ginebra, pstuma-mente, uno de los mayores hi-tos de la disciplina lingstica,el Curso de lingstica generalde Ferdinand de Saussure.

    La de Saussure es quizs lamejor muestra, tanto su fecun-didad como la influencia queejerci en casi toda la refle-xin terica posterior as loindican, de lo que Benjamin,

    aun sin tenerlo presente a lahora de redactar su escrito,denomin la interpretacinburguesa del lenguaje.12 Esas que, uno de los pilares so-bre los que el lingista suizoasienta las doctrinas de suscursos es aquel que se cono-ce como la arbitrariedad delsigno lingstico.13 Este primerprincipio nos dice, en la ex-presin de Benjamin, que lapalabra se relaciona slo ca-sualmente con la cosa, queella es un signo de la cosa (ode su conocimiento) estableci-do por alguna convencin.14

    Benjamin no puede sino en-frentarse a semejante concep-cin del lenguaje, para l ellenguaje no ofrece jams me-ros signos.15 Pero, al hacerlono slo est contraviniendoun principio fundamental pa-ra la disciplina lingsticaque, salvo por alguna acome-tida heterodoxa, v.g. la de E.Benveniste,16 terminar consti-tuyndose dogma incuestiona-ble de los enfoques con pre-tensiones cientificistas. Al ha-cerlo, da la espalda a la tra-dicin predominante que atravs de la historia de la filo-sofa del lenguaje, desdeAristteles hasta Nietzsche,ha argumentado en esa direc-cin.17

    La concepcin burguesa,que entiende la estructuracinde la lengua como un sucesoinnecesario y sometido a laimposicin arbitraria de signi-ficados y designaciones termi-na articulndose, desde laperspectiva de Benjamin, co-mo lgica del trueque.18

    V

    Expresin. Esencia lingsti-ca y esencia espiritual. En es-tas primeras reflexiones de

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    Benjamin sobre el lenguaje,ste es caracterizado comopura expresin. Expresin(Ausdruck) de contenidos espi-rituales, tanto de los propiosa los hombres como a las co-sas. En este sentido, el len-guaje aparece libre de todacarga referencial o significati-va. La comunicacin de laque habla aqu Benjamin noes una comunicacin de signi-ficados, sentencias o ideas dealgn tipo. Lo que termina co-municndose aqu es la pro-pia comunicabilidad de lasentidades espirituales que to-man expresin. As, escribeBenjamin: No hay contenidoen el lenguaje; en tanto quecomunicacin, el lenguaje co-munica un contenido espiri-tual, esto es, una comunicabi-lidad absoluta.19

    Asumiendo este principio, elde la comunicacin vedada anada que no sea la propiacomunicabilidad, es posibledelimitar la esfera de la esen-cia espiritual (das geistigeWesen) con respecto de la dela esencia lingstica (dassprachliche Wesen). Esenciaespiritual y lingstica encajanslo en la esfera de lo comu-nicable. La filosofa del len-guaje al uso desarrolla susconcepciones alejada de taldistincin ltima, y permane-cen bajo el influjo de la iden-tidad entre identidad espiri-tual y lingstica que apuntaya el doble carcter de la am-bigua recepcin del Lgos.Segn Benjamin, la razn deque esto sea as depende deque, en ltima instancia, ellenguaje en s es la esenciaespiritual del hombre; y slopor ello, la esencia espiritualdel hombre es comunicablesin resto.20 Pero, aparte desealar la esencia espiritual

    del hombre como una esencialingstica a radice, esta fun-damental diferencia entreesencias encuentra una deri-va que redundar en la com-prensin de los planteamien-tos estticos de Benjamin, y,como veremos, encontrar uneco en Adorno y Horkheimer.

    El lenguaje es, en primer tr-mino, expresin o comunica-cin de contenidos espiritua-les. Ahora bien, la comunica-cin de tales contenidos espiri-tuales por medio de lapalabra es caracterstica de laforma de lenguaje que se ade-ca al quehacer lingstico hu-mano, pero no la nica. Lascosas guardan un resto de len-guaje, un flaco vestigio de en-tidad espiritual comunicable(algo que encuentra tambinsu reflejo en el Gnesis, en laCreacin por el verbo divino).Es en ese sentido en el queBenjamin afirma que:

    La existencia del lenguajese extiende no slo sobre to-dos los mbitos de expresinespiritual humana, a las cua-les siempre les es propia deuna manera u otra el lengua-je, sino que se extiende sobreabsolutamente todo. No hayevento o cosa, ni en la natu-raleza viva, ni en la naturale-za inanimada, que no partici-pe de algn modo en el len-guaje, ya que es propio decada cosa comunicar su con-tenido espiritual.21

    Existe, por tanto, un lengua-je de las cosas que no es ellenguaje ar ticulado por elhombre. Un lenguaje no ver-bal ni fnico, ajeno a la pala-bra pero lenguaje al fin y alcabo. Si bien es verdad quelas cosas participan de algoas como un lenguaje, tam-bin lo es que el lenguajemismo no est perfectamente

    pronunciado en las cosas.22A ellas se les niega el princi-pio puro de la forma lingsti-ca el sonido o la pronuncia-cin.23 As, el estrato ltimode la realidad, la entidad es-piritual ltima, la naturaleza,permanece muda. Una mu-dez que dara paso, en lti-ma instancia, al lamento.24 Es-to tiene una primera conse-cuencia para el mbito de laesttica, y es que tal como seha venido desarrollando estaidea, y una vez convencidosde que el lenguaje verbal quenos es propio hace inaccesi-ble esa parcela de lo quetambin es lenguaje, es, se-gn sigue Benjamin, muyconcebible que el lenguaje dela plstica o de la pintura es-t fundido con ciertas formasdel lenguaje de las cosas...aqu se trata de lenguajes sinnombre y sin acstica, len-guajes del material...25

    VI

    Resta sin embargo la huellade una palabra, que un hom-bre percibe.26

    De nuevo el nombre. En tan-to que actualidad del conoci-miento efectivo y certero delestado adnico, como vimos,el nombre sortea el abismode lo arbitrario, pero, ade-ms, segn nuestro filsofo locaracteriza, el nombre es laesencia ms profunda del len-guaje (das innerste Wesender Sprache selbst ) . 27 Estaesencia ltima del lenguaje sepresenta en el nombre no porincluir en s un mayor pesosignificativo, sino, precisa-mente por lo contrario. En elnombre el lenguaje aparecevaco de toda carga referen-cial, de todo potencial decti-co, de cualquier utilidad ins-

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  • trumental. Nada se comunicapor medio del nombre. sterepresenta una absoluta inco-municacin, siempre que en-tendamos comunicacin enun sentido instrumental.

    En el nombre, lejos de co-municar algo externo al pro-pio lenguaje, el lenguaje secomunica a s mismo. Elnombre es aquello en lo cualel lenguaje, l mismo y demanera absoluta, se comuni-ca, y mediante lo cual nadase comunica aparte del len-guaje.28 Es en este sentidoen el que puede Benjamin ha-blar del nombre como el len-guaje del lenguaje (die Spra-che der Sprache). Esto sita alhombre en una posicin privi-legiada en el seno del lengua-je, ya que, mientras que a tra-vs del habla no podemosidentificar a ningn portavozdel lenguaje, ningn habla-dor del habla, al realizar suquehacer l ingst ico en elnombre, el hombre se consti-tuye como efectivo y nicohablador del habla (der Spra-cher der Sprache).

    Los rastros de esta concep-cin del nombre como ele-mento esencial del lenguajese hacen visibles en casi todala obra benjaminiana y en-cuentra, adems, reflejo enalgunos planteamientos deAdorno y de Horkheimer.29Los rasgos de la filosofa dellenguaje temprana de Benja-min cobran, as, un carctereminentemente crtico: la pri-maca del aspecto ontolgicosobre el comunicativo a partirdel carcter regulativo delnombre como unidad lingsti-ca, y del aspecto expresivosobre el significativo; el consi-guiente rechazo del principiode la arbitrariedad del signo(fundamento tanto de la tradi-

    cin predominante de la filo-sofa del lenguaje como delenfoque burgus en el estu-dio del lenguaje); o la crticaa la abstraccin y a la subjeti-vidad coercitiva como princi-pios epistemolgicos.

    VII

    La tarea del traductor. Ben-jamin haba tratado la cues-

    tin de la traduccin, de for-ma tangencial, en su escritosobre el lenguaje de 1916.All se hablaba de una tra-duccin del lenguaje de lascosas al de los nombres, delo innombrable al nombre,que entraaba necesariamen-te una continuidad de trans-formaciones que llevaba deun lenguaje inferior a otro su-perior. La teora de la traduc-

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    cin deba, segn Benjamin,fundamentarse en el estratoms profundo de la teora dellenguaje.30 En su escrito Latarea del traductor, publicadoen 1923, desarrolla las ideasque acerca del lenguaje ha-ba trazado en su indito de1916. El texto, de nuevo se-gn Scholem, representa unpunto culminante del perodoen que se orientaba manifies-tamente hacia la teologa enmateria de filosofa del len-guaje.31

    En la relacin entre el origi-nal y la traduccin traslucen

    la ley de la traducibilidad.Como poda hacerse con ellenguaje, para dar cuenta dela comunicabilidad (Mitteil-barkeit), al tratar la cuestinde la traducibilidad (ber-setzbarkeit) es posible no re-mitirse exclusivamente a lo su-cedido en el mbito de lo hu-mano. Correspondientemen-te, habra que considerarescribe Benjamin la traduci-bilidad de las configuracioneslingsticas incluso cuando s-tas fueran intraducibles paralos hombres. 32

    La traducibilidad sera algo

    as como una extraa cuali-dad propia de ciertas obrasliterarias, su esencia. La tra-duccin, como elemento im-plicado en la vida de su origi-nal, no encuentra su sentidoltimo en su propia esfera, lade la traslacin de contenidosde una lengua a otra, sino enuna superior, la de la expre-sin de la esencia de la tradu-cibilidad como la ms pro-funda relacin de unas len-guas con otras.33 Las traduc-ciones, aunque no puedanllegar a desvelar tal relacin,no dejan de apuntar haciaella. Slo desde la negacindel principio de la arbitrarie-dad de lo lingstico34 puedesostenerse que las lenguas es-tn emparentada a priori, yque no son de raz extraasentre s. Lo que articula seme-jante familiaridad entre laslenguas, es el ideal regulativode lo que Benjamin denominala lengua pura (die reineSprache).

    Distinguiendo entre lo alu-dido o mentado (Gemeinten)y el modo de aludir o men-tar (Art des Meinens) las len-guas son formas fragmenta-rias de acercarse a lo aludi-do, son distintos modos dementar. En sus modos de alu-dir las lenguas se excluyen,los elementos aislados difie-ren. Sin embargo, esas mis-mas lenguas se completan ensus intenciones.35

    Esa lengua pura se nos apa-rece como una suerte de len-gua adnica, un ltimo vesti-gio de aquella inmediatezcognoscitiva del nombre, on-tolgicamente fundada. Sinembargo, tal como queda es-bozada en este texto, lo re-moto de su ubicacin en unpasado mtico muta la finali-dad ltima, lo irrecuperable

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  • se torna inalcanzable. En esteviraje fundamental, el concep-to de lengua pura trae a lasconsideraciones lingsticasde Benjamin un carcter fun-damentalmente utpico.

    El acceso a un estado dellenguaje en el que las len-guas no se muestren extraasentre s permanece negadaa los hombres. Sin embargo,contra lo que pudiera pare-cer, no a causa de la irrever-sibilidad de la cada: la len-gua pura podra no haberseconfigurado an, lo que setorna inalcanzable ahora esla efectiva produccin delpropio ncleo de la lenguapura, que viene desarrolln-dose en el devenir de las len-guas fragmentadas.36 A la tra-duccin le es otorgada, portanto, una flaca fuerza mesi-nica, la de apuntar a aquelfinal mesinico37 de la his-toria de las lenguas.

    En los originales, la ingenui-dad potica enclaustra lomentado en una determinadaforma de alusin. Slo al tra-ductor le est permitido rom-per con la univocidad de taldeterminacin y abrir en lapropia lengua un espacio queapunte ms certeramente a loaludido y, detrs de l, a lalengua pura. Articular, portanto, en la lengua propia loselementos fragmentarios deaquella lengua pura que sur-gen en la traslacin de unmodo de aludir a otro, serala tarea del buen traductor.Redimir en la propia lenguaaquella lengua pura que per-manece en la extranjera [sc.en la lengua original] bajo unhechizo, liberar [sc. a la len-gua pura] atrapada en laobra mediante la transpoeti-zacin [Umdichtung], esa esla tarea del traductor.38

    VIII

    El carcter regulativo y noreificado del concepto msti-co de lengua pura. La teorade la traduccin de Benjamin,con la imposicin del princi-pio de la reconstruccin de lalengua pura como directrizpara la tarea del traductor,cobra su impulso, como vi-mos, del mbito de las nocio-nes cabalsticas, del misticis-mo judaico. En l se gana,fundamentalmente, una pers-pectiva utpica y mesinicaque no puede ms que acen-tuar el momento crtico de lafilosofa benjaminiana del len-guaje. La arbitrariedad dellenguaje cado que antes ge-neraba el agravio comparati-vo con el estado de la lenguaadnica del nombre, carga,en su confrontacin con elideal de la lengua pura, conla interpelacin de la tareapendiente y que se correspon-der con la mxima de Krausde la que, ms tarde, Benja-min se har eco segn lacual el origen es la meta.39

    Esta teora benjaminiana dela traduccin, con la cargamstica y teolgica con la quela hemos venido delineando,guarda un importante momen-to crtico de oposicin a lareificacin de tales nocionesreligiosas. Un momento crticoque quizs pueda apreciarsede modo ms diferenciadoatendiendo a la discusinacerca de la traduccin de laBiblia debida a Buber y Ro-senzweig, y comparando lovisto sobre Benjamin con lospresupuestos de los que par-ten aquellos. Ms all de lasposibles coincidencias entrelos postulados de Rosenzweigy Buber a la hora de llevaracabo su tarea, el uso delconcepto de una lengua pri-

    mera, la preferencia por la li-teralidad y la referencia a laBiblia como el texto traduci-ble por excelencia,40 las dife-rencias parten de un supuestoantagnico para cada con-cepcin de la traduccin. Esesupuesto se refiere al conteni-do de verdad que se atribuyeal relato bblico. Rosenzweigy Buber, sin embargo, comosupo entresacar Kracauer,atribuyen a la palabra deldios bblico, tal como sta seexpresa en este libro de li-bros, un valor cognoscitivo li-teral. Escribi Kracauer, en1926, en su recensin de es-ta traduccin de la Biblia:Slo la intencin de dirigirseal hombre total, incluso a to-da la comunidad, ha podidomotivar una traduccin sin elmenor comentario. Asimismo,la ausencia de todo aparatocrtico denota la conviccinde que el poder de las Sagra-das Escrituras es infalible. Espor eso que, a diferencia delo que sucede con la traduc-cin de otros textos, la traduc-cin de la Biblia no obedeceen primer lugar a criterios es-tticos. Ella se distingue delas traducciones que se sitanen el tiempo, y cambian conl, por el hecho de pretenderen todo momento la verdad.41 Pero es que, adems, se-gn Kracauer, con una expre-sin que adelanta posicionesde Benjamin, los traductorescreen servir a la verdad y,sin embargo, no saben en-contrarla en su actualidad.Porque el acceso a la verdadpasa a partir de ahora por larealidad profana.42

    Segn hemos querido mos-trar en este escrito, la apro-piacin por parte de Benja-min de motivos msticos y teo-lgicos estuvo atravesada

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    desde el comienzo por esa in-tuicin convirtiendo su traba-jo con aquellas nociones enun autntico ensayo de apro-piacin profana, sorteandoen todo momento la posibili-dad de su reificacin y dandolugar a una serie de derivascrticas tericamente relevan-tes y vinculantes a la hora dereconstruir e interpretar suquehacer especulativo.

    NOTAS1 Este escrito debe su orientacin funda-

    mental en la filosofa del lenguaje de Ben-jamin al trabajo de Carlos Marzn, Crticaa la comunicacin y utopa del nombre. Laconcepcin del lenguaje de W. Benjamin,Th. W. Adorno y M. Horkheimer, Tesisdoctoral indita, ULL, La Laguna 1996. Elautor debe, adems, agradecer a C. Mar-zn su consejo y, sobre todo, su disposi-cin a discutir muchas de las cuestionesaqu tratadas.

    2 W. Benjamin, Kurze Schatten I. Plato-nische Liebe; en: Id., Illuminationen.Ausgewhlte Schriften, Frankfurt/M.1977, p. 297.

    3 En 1916 escribe Benjamin a G. Scho-lem que en este texto pretende confrontar-se con la esencia del lenguaje tal comol la entiende, en una relacin inmanentecon el judasmo y en relacin con los pri-meros captulos del Gnesis. W. Benja-min, Briefe, edicin de G. Scholem y Th.W. Adorno, Frankfurt/M. 1993, 2 ed.,vol. I, p. 128.

    4 G. Scholem, Walter Benjamin. Histo-ria de una amistad, trad. J. F. Yvars yV. Jarque, Barcelona 1987, p. 61.

    5 W. Benjamin, ber die Spracheberhaupt und ber die Sprache des Mens-chen, en: id., Gesammelte Schriften,edicin de H. Schweppenhuser y R. Tie-demann, vol. II.1, p. 147.

    6 Umberto Eco, al tratar los fragmentosbblicos relativos al lenguaje, da cuenta delas dificultades hermenuticas que presen-ta la interpretacin de esta escena concre-ta, en la que no queda claro cul es labase sobre la que Adn puso nombre alos animales, y se pregunta: quiere de-cir que Adn les puso el nombre que ellosesperaban por algn derecho extralings-tico o con el nombre que nosotros ahora(en base a la convencin adnica) les atri-buimos? El nombre dado por Adn es elnombre que deba tener el animal a causade su naturaleza o el que el Nomoteta de-

    cidi arbitrariamente asignarle, ad placi-tum, instaurando as una convencin? U.Eco, La ricerca della lingua perfetta nellacultura europea, Roma-Bari 1993, p. 14.En el contexto de la reconstruccin benja-miniana del relato bblico, no cabe dudade que el lenguaje adnico no puede darnombre ms que desde un conocimientocertero de las cosas, de sus virtualidadesinmanentes, de su esencia ltima. La do-nacin adnica de los nombres [das ada-mitische Namengeben] est tan lejos deser juego y arbitrariedad, que, en l, llegaa constatarse, ms bien, que el estado pa-radisaco era aquel que no tena an queluchar contra el significado comunicativode las palabras. W. Benjamin, Ursprungdes deutschen Trauerspiel; GesammelteSchriften, vol. I.1, p. 217. En El origen deldrama barroco alemn, presentado en1925 como Habilitationsschrift y no publi-cado hasta 1928, se nos dice que fue steconcebido en 1916. Podra asegurarse,entonces, que el tema de la cada lingsti-ca en la subjetividad de un estado para-disaco del nombre, fue uno de los momen-tos de relevancia para la teora del len-guaje de Benjamin en aquel estudio, quedebi de emerger al amparo de las refle-xiones que ahora glosamos.

    7 Es interesante, en este contexto, aten-der a cmo en algunas variaciones sobreel tema del Gnesis, la naturaleza, partici-pando de un rango ontolgico secundariocon respecto al del hombre, podra haber-se revelado contra la creacin de Adn,tal como se sostiene en la versin de ciertatradicin rabe de origen judo, cf. R.Graves y R. Patai, Los mitos hebreos,trad. J. Snchez, Madrid 1986, p. 58.

    8 ber die Sprache berhaupt..., p.153 y Ursprung des deutschenTrauerspiels, p. 407; en ambos casos Ben-jamin refiere el uso de este trmino porKierkegaard.

    9 Ursprung des deutschen Trauerspiels,p. 407.

    10 H. H. Jahn, citado por W. Muschg,La literatura expresionistaalemana. De Trakl a Brecht, Barcelo-na 1972, p. 260.

    11 ber die Sprache berhaupt..., p.155.

    12 ber die Sprache berhaupt..., p.144.

    13 F. de Saussure, Cours de linguisti-que gnrale, publicado por Ch. Bally yA. Sechehaye, edicin crtica preparadapor T. De Mauro, Paris 1972. Saussure es-tablece que : en effet tout moyen dex-pression reu dans une socit repose enprincipe sur une habitude collective ou, cequi revient au mme, sur la convention.As, lo que pretende decirse con que elsigno es arbitrario es que en ste el signifi-cante es immotiv, cest--dire arbitrai-re par rapport au signifi, avec lequel ilna aucune attache naturelle dans la rali-t De ah que el lingista suizo retomeciertas nociones de Whitney: la langueest une convention, et la nature du signe

    dont on est convenu est indiffrente, ibid.,p. 26. Cf. las anotaciones de T. De Mau-ro, n. 135 y ss., pp. 442 s.

    14 ber die Sprache berhaupt..., p.150.

    15 Ibid.16 Cf. E. Benveniste, Natur du signe

    linguistique, en: id., Problmes de lin-guistique gnrale, Paris 1966, vol. I,pp. 49 y ss.

    17 El lingista Eugenio Coseriu ha mos-trado cmo la corriente que sostiene la te-sis de la arbitrariedad del signo, en reali-dad, se trata de una tradicin iniciada conAristteles y que lo arbitraire du signe noes sino la forma moderna de la teora aris-totlica segn la cual las palabras no sig-nifican por su naturaleza (fusei), sino ka-ta sunzhkhn, en razn de lo establecido,o sea, de acuerdo con tradiciones estable-cidas social e histricamente. Ms an si-gue Coseriu: he hallado tambin unatradicin ininterrumpida a travs de Boe-cio y de la filosofa escolstica hasta lapoca moderna, de la determinacin delsigno como arbitrario, E. Coseriu, Premi-sas histricas de la lingstica moderna,en: id., Lecciones de lingstica gene-ral, Madrid 1986, p. 26. Siguiendo estasdirectrices para la reconstruccin de la filo-sofa del lenguaje, cuya importancia parala reflexin sobre el lenguaje slo puedereconocerse constatando la extrema facili-dad con la que los lingistas olvidan el pa-sado de su disciplina, este autor suma a lalista de deudores de Aristteles, en estaparticular parcela de la teora del lengua-je, entre otros, los nombres de Hobbes,Locke, Leibniz, Wolff, Fichte y Hegel, cf. E.Coseriu Larbitraire du signe. Sobre la his-toria tarda de un concepto aristotlico,en: id., Tradicin y novedad en laciencia del lenguaje, Madrid 1977. Aesos nombres tendramos que sumar el deNietzsche, cf. e.g. F. Nietzsche, Sobre lamsica y la palabra (fragmento indito delao 1871) o Sobre verdad y mentira ensentido extramoral. Es Nietzsche quien,sin duda, radicaliza las posibles conse-cuencias ontolgicas de tal principio hastael extremo, distanciando as sus posicionesde las que dcada y media despus de sumuerte sostendra Benjamin.

    18 H. Schweppenhuser, Name, Lo-gos, Ausdruck. Elemente der Benjamins-chen Sprachtheorie, en: id., Ein Phy-siognom der Dinge. Aspekte desBenjaminschen Denkens, Lneburg1992, p. 69.

    19 ber die Sprache berhaupt..., p.147 s.

    20 ber die Sprache berhaupt.... p.144.

    21 ber die Sprache berhaupt..., pp.140 s.

    22 ber die Sprache berhaupt..., p.147.

    23 Ibid.24 La esencia del Trauerspiel, o drama

    barroco alemn, reside en la antigua sabi-dura de que la naturaleza empezara a la-

    ch Crculo Hermenutico

  • mentarse si le fuera concedido el lenguaje.W. Benjamin, Die Bedeutung der Sprachein Trauerspiel und Tragdie, en: id., Ge-sammelte Schriften, vol II.1, p. 138.

    25 ber die Sprache berhaupt..., p.156. Esta idea, referida a esta esfera con-creta de la reflexin esttica no ser, curio-samente, plenamente desarrollada por elpropio Benjamin. Quien ms vueltas dara esta relacin de las artes plsticas conaquel supuesto lenguaje de las cosas serAdorno, quien, en un cuaderno de 1948,apuntaba: Si admitimos la teora de Ben-jamin segn la cual las cosas, tambin lascosas inanimadas, tienen en el sentidoms riguroso un lenguaje, entonces habraque determinar la pintura como la tentati-va de los hombres por responder al len-guaje de las cosas. Citado por R. Tiede-mann, Begriff Bild Name. ber AdornosUtopie von Erkenntnis, en: M. Lbig y G.Schweppenhuser (eds.), HamburgerAdorno-Symposion, Lneburg 1984, p.76. Este motivo perdurar en su obra has-ta terminar siendo uno de los ncleos desu pstuma Teora esttica. En ella, esrecurrente la comprensin de las obras dearte como tendentes a esa idea de un len-guaje de las cosas, manifestando, as, unaprofunda deuda con el pensamiento benja-miniano. Cf. V. Gmez: Pensar el arteque piensa. Hegel y Adorno, Valen-cia 1997 (Cuadernos Eutopas, vol. 159),pp. 13 y ss.

    26 F. Hlderlin, Der Einzige. Dritte Fas-sung, en: id., Werke und Briefe, edi-cin de F. Beiner y J. Schmidt, 3 vols.,Frankfurt/M. 1969; vol. I, p. 175.

    27 ber die Sprache berhaupt..., p.144.

    28 Ibid.29 Como sucedi con su idea de aquel

    lenguaje de las cosas, la importancia delnombre, como rastro utpico a descubrir delentramado de la configuracin actual dellenguaje, encuentra abrigo en el ncleo es-peculativo de los tericos frankfurtianos apartir de la dcada de los cuarenta, aunprovocando sus modos teolgicos ciertasincomodidades. Horkheimer, con ms reti-cencias que Adorno ante las especulacionesteologizantes de Benjamin, en su Eclipse ofReason , publicado en Nueva York en1947, se apropia de la carga crtica delconcepto filosfico de nombre y escribe:Hubo una poca en la que el empeo delarte, la literatura y la filosofa era el de ex-presar el significado de las cosas y de la vi-da, ser la voz de todo aquello que es mudo,prestar a la naturaleza un rgano para co-municar sus padecimientos o, como podra-mos decir, llamar a la realidad por su verda-dero nombre. Y an ms adelante: La filo-sofa tiene en comn con el arte el que ella,por medio del lenguaje, refleja el sufrimientoy lo lleva a la esfera de la experiencia y elrecuerdo. (...) La filosofa es el esfuerzoconsciente de ligar todo nuestro conocimien-to y nuestra comprensin a una estructuralingstica en la que las cosas sean llamadaspor su verdadero nombre. M. Horkheimer,

    Kritik der instrumentellen Vernunft,traduccin del original ingls de A. Schmidt,en: id., Gesammelte Schriften, edicinde A. Schmidt y G. Schmid-Noerr, Frank-furt/M. 1991, vol. 6, pp. 112 s. y 179.

    Por otro lado, Adorno ve en la ideade nombre, tal como queda caracterizadaen Benjamin, lo que debiera ser el idealdel concepto: Su idea escribe R. Tiede-mann es la del nombre: el concepto deaquello que no es un ejemplar de su espe-cie, de lo determinado no idntico, del co-lor imborrable de lo concreto. R. Tiede-mann, op. cit., p. 76. As, en las anotacio-nes fechadas entre 1946 y 1947 que seincluyen en Minima moralia, adelantaaquella alusin al lenguaje de las cosas,que ya referimos, escribiendo: si, comoBenjamin crea, en la pintura y la esculturaes traducido el lenguaje mudo de las co-sas en un lenguaje ms elevado pero simi-lar, entonces puede asumirse que la msi-ca salva al nombre como puro sonido pero al precio de separarlo de las cosas.Th. W. Adorno, Minima Moralia. Re-flexionen aus dem beschdigtenLeben, Frankfurt/M. 2001, facsmil de laprimera edicin de 1951, p. 143. Algode esa dignidad del nombre, quizs he-rencia benjaminiana, puede rastrearsetambin aplicada a la msica por ejemploen un artculo de 1965, donde se atribuyeun poder iluminador a detalles musicalesque compara explcitamente con los nom-bres, cf. Pequea hereja, en: Th. W.Adorno, Impromptus. Serie de art-culos musicales impresos de nuevo,trad. A. Snchez Pascual, Barcelona1985, p. 164.

    30 W. Benjamin, ber die Spracheberhaupt..., p. 151.

    31 G. Scholem, Walter Benjamin, p.129. Segn Adorno, los esquemas delpensamiento benjaminiano son la interpre-tacin y la crtica, pero tambin, al mismonivel, la traduccin. Es quizs en esta lti-ma donde se aprecia que la Creacin alcompleto se vuelve para l un escrito quees preciso descifrar y cuyo cdigo desco-nocemos. Benjamin, sigue Adorno sehunde en la realidad como en un palimp-sesto, y en relacin con lo que desarrolla-remos a continuacin, escribe que tampo-co aqu puede ignorarse un modelo teol-gico, la tradicin de la interpretacin ju-da, y sobre todo mstica, de la Biblia.Th. W. Adorno, ber WalterBenjamin, edicin de R. Tiedemann,Frankfurt/M. 1970, p. 41.

    32 W. Benjamin, Die Aufgabe desbersetzers, en: id., Illuminationen, p.51.

    33 Ibid., pp. 52 s.34 Cf. A. Benjamin, Translation and

    the Nature of Philosophy. A NewTheory of Words, London/New York1989, p. 96.

    35 Die Aufgabe des bersetzers, p.55.

    36 A. Benjamin, op. cit., p. 98, y C.Marzn, op. cit., pp. 85-86, dan cuenta

    de la relacin de esta especulacin acercade la lengua pura con la tradicin cabals-tica de la doctrina del ticn, y de su im-pulso profundamente utpico. Scholem haescrito acerca de esa doctrina: el mundodel ticn (Tikkun), de la reconstruccin delestado armnico del mundo, que es en lacbala luriana el mundo mesinico, inclu-ye un momento estrictamente utpico, en elcual aquella armona que recompone nose corresponde con un estado de cosasparadisaco, preexistente y efectivo, sinoms aun, a un plan contenido exclusiva-mente en la idea divina de la creacin, elcual sin embargo se encontr con las per-turbaciones y los obstculos del procesodel mundo que se encuentra al comienzodel mito luriano como rotura de las vasi-jas. En realidad, el tiempo final realizapor ello un estado ms elevado, ms rico yms completo que el tiempo inicial y suconcepcin queda conjurada a lo utpicoentre los cabalistas. G. Scholem, bereinige Grundbegriffe des Juden-tums, Frankfurt/M. 1970, p. 137.

    37 Die Aufgabe des bersetzers, p.55.

    38 Die Aufgabe des bersetzers, p.60. En nuestro filsofo, el rechazo del as-pecto comunicativo del lenguaje trae unsentido al quehacer de los traductores in-dito en el mbito de la teora de la traduc-cin: Aun cuando el sentido de una figu-ra lingstica pueda ser puesta de maneraidntica a aquello que comunica, siemprequedar en relacin con aquel sentido al-go ltimo y decisivo ms all de lo comuni-cado, muy cerca o infinitamente alejado,oculto en l o explcito, roto por l o gran-dioso, y esto porque: en toda lengua ysus configuraciones queda aparte de lo co-municable algo no-comunicable Ibid., pp.58 y ss.

    39 W. Benjamin, Karl Kraus, en: id.,Illuminationen, p. 377.

    40 Cf. M. Jay, Politics of Translation:Sigfried Krakauer and Walter Benjamin onthe Buber-Rosenzweig Bible, en: id., Per-manent Exiles. Essays on the Inte-llectual Migration from Germany toAmerica, New York 1985, pp. 211 s.

    41 S. Kracauer, La Bible en allemand.A propos de la traduction due Martin Bu-ber et Franz Rosenzweig, traduccinfrancesa de R. Rochli tz, Revuedesthtique, n12, 1986, p. 92. Benja-min, de hecho, tom partido por la crticade Kracauer (cfr. Jay, op. cit., p. 213 yKracauer, op. cit., nota del traductor, p.97). Lo que no sorprende, porque ya vi-mos cmo Benjamin haca un uso metaf-rico del relato de la Creacin, en el queste apareca como una suerte de excusaargumental. Adems, la pretensin de lostraductores de acercar la Biblia a un hom-bre ahistrico, en toda su inmediatez, nopoda sino resultar extraa y criticable des-de los postulados que en Benjamin eximena la traduccin de toda necesidad de re-ceptor.

    42 Kracauer, op.cit., p.97.

    chCrculo Hermenutico

    julio / 2007 41